Trilogía tres no son multitud 03. Elva Martinez

March 30, 2018 | Author: dayanacf | Category: Piracy, Madrid, Truth, Airport


Comments



Description

¿De Verdad somos tres? Trilogía: Tres no son multitud Tercer Libro Elva Martínez ISBN-13: 978-1505678352 ISBN-10: 1505678358 . se convirtió en un auténtico “cazador de estrellas”. mucho más que dos. ¿De verdad somos tres? Es el tercer libro de la trilogía: Tres no son multitud. con él damos fin a la historia de Diego. dos amigos que siempre fueron. ¿De verdad somos tres? También es la culminación de la historia de Amanda y Alejandro. incluso sin saberlo. creía en estrellas de deseos y jugaba a ser pirata. El niño que. el niño que soñaba con su padre. soñando y deseando. o Mandy y Ale. . . Carlos Llácer. A mis chicos humanos y caninos: Javier. que no ha podido ver la historia terminada. Y también a mi “novio adoptivo”. Eric y Gabo. aunque de algún modo seguro que ya la ha leído. para la “firma de libros” las quiero a todas con las braguitas respectivas. Agradecimientos ¿Por quién empezar? Sí. Gracias: María José. a Las Chicas de las Braguitas Color Caca. Gracias de verdad chicas por estar ahí leyendo y eligiendo casas. En segundo lugar he de darle las gracias a Mis Ojitos Correctores. vestidos. Y. empezaré por ti y por ti. trabajos… como si fuera algo más que una historia. Pepi. como diría Diego. porque sin lectores no podría escribir. . eso sí. Tan real como que Tres no son multitud nació siendo un único libro y ha terminado convirtiéndose en una trilogía por ustedes: los lectores. parezca una obviedad pero es la pura realidad. Elizabeth y Jelly. ¡y con tan peculiar nombre! Ja ja ja. ¿Quién me iba a decir a mí que tendría un club de fans? Ja ja ja. que ha estado desde el nacimiento de esta historia leyendo los capítulos antes que nadie y viendo aquello que yo no veía. No puedo terminar los agradecimientos sin nombrar a una locura de club que se ha formado a mi alrededor. ja ja ja ja. por supuesto. mi grupo ya no tan secreto-secretoso. guiño a Tenías que ser tú y a su protagonista masculino. Verónica. a mi familia que a pesar de los 2000 kilómetros de distancia están siempre a mi lado. quizás. Gracias chicas porque son geniales y me han demostrado un cariño inmenso. Bueno. ella es un poco pequeña como los otros dos hijos de los amigos de mis papás.Prólogo Me llamo Diego. creo que son cosas de esas del amor. ¡puaaafff! Ahora solo espero que llegue el próximo día de las uvas para poder volver a pedirle un deseo a las estrellas: ¡un perro! También quiero que vivamos todos juntos y a poder ser un hermano con el que jugar. La verdad es que he tenido mucha suerte y la estrella de los deseos me ha cumplido lo que siempre he querido: tener un papá. o una hermana. y a su hermana Lena. cosas de novios y besos. mis abuelos y mis tíos la mayoría de las veces me llaman pirata o piratilla. mis papás son los mejores papás del mundo y ¡mis abuelos también! En Madrid he conocido a René. ¡son muy guays! ¡Mis iaios valencianos también! Sí. uhmm…no tres meses que he conocido a mi padre. tengo cuatro años y. Además. hace dos meses. pero solo estarán allí tres días y luego pasaremos el verano ¡juntos los tres! Los últimos meses mi mamá y yo hemos ido muchas veces a Madrid y. ahora también es amigo mío. pero ahora las estrellitas brillan en sus ojos. mi papá es el mejor de todos los papás. ahora mismo está con mi mamá en un avión camino a Roma. Igual este año he de pedir una cosa y otro año otra. no quiero que las estrellas se enfaden conmigo. pero ahora ya no me importa porque está con nosotros. los papás de mi papá. pero se lo perdono. . aunque mis padres. En Madrid he podido pasar mucho tiempo con mis abuelos de Madrid. Yo estoy muy contento porque mi mamá siempre ha sido muy divertida. cuando no íbamos nosotros mi papá venía a casa. Sí. aunque sea del Real Madrid y yo del Valencia. he tenido mucha suerte. No estoy muy seguro del motivo por el que mi papá no vivía con mi mamá y conmigo. Pensar que llevo cuatro años llorando de la rabia cada vez que llegaba este día por no poder olvidar nuestra despedida y. Capítulo 1: Roma. un cappuccino. miedos… interponiéndose entre nosotros. pero ya no hay dudas. ―A estas alturas no voy a cambiar. Alejandro seguía durmiendo hecho un ovillo a su lado. ―No. siempre serás un cotilla. ¿quién me iba a decir a mí hace apenas unos meses que Alejandro estaría nuevamente en mi vida? Si me llegan a decir que nuestros destinos volverían a cruzarse me hubiese reído como una loca. en una cama. ―confesó Amanda besándolo. ¡Será cabrito el destino! ¿De verdad era necesario separarnos si estábamos destinados a encontrarnos?. ―¿Puedo saber en qué pensabas? ―Ale. la poca luz que se colaba entre las pesadas cortinas azules le permitía ver la cara de Amanda. Ale. fantasmas. ―Buenos días―murmuró con voz ronca de recién despertado acariciándole la cara. tú y yo… Agosto 2013 Amanda abrió los ojos. ―Buenos días. claro que tan poco quería hacerlo. ¿o sí? ―bromeó mientras la agarraba de las dos . no quiero que lo hagas. Mandy. el brazo izquierdo de Alejandro caía sobre su cuerpo impidiéndole levantarse. pensaba Amanda mientras contemplaba dormir a Alejandro. Mandy. ahora estamos nuevamente en un hotel. Alejandro abrió los ojos. te recuerdo que estamos en Roma y no hemos venido hasta aquí para quedarnos en la habitación del hotel. estaba tan bien a su lado. ―Uhm. Increíble.―contestó con una sonrisa. esto es totalmente increíble. me gustas tal y como eres. ¿crees que me importa mucho eso ahora? Además. ―¿Exagerado? ¡Si no nos deja ni un minuto solos! ― exclamó entre risas. Mandy. seguro que no les dejaba ni un minuto a solas. ―Minucias―dijo volviéndola a besar. ―Sí. perfectamente. ―comentó divertido antes de besarla. pero ¿no es posible tener intimidad? Ahora entiendo por qué mis padres solo me tuvieron a mí. no me di cuenta hasta ayer. ―Ahora mismo no te van a saber a fresa. ¿sabes qué día es hoy? ―preguntó mordisqueándole el lóbulo de la oreja. la pena es que hoy no sabes a chocolate. ―Ya ves.manos poniéndose sobre de ella y dejándola sin libertad de movimiento. ―En Italia casi mejor Nutella―contestó ruborizándose por el comentario. Hay cosas que no cambian. ―Que sé que en estos años no te ha dejado serme infiel. ¿la coincidencia ha sido cosa tuya? ―No. Las risas de Amanda invadieron la habitación contagiando a Alejandro con ellas. ― ¿Sabes lo bueno? ―¿Qué? ―preguntó divertida Amanda. Bueno. ―Don Alejandro le recuerdo que no podía serle infiel porque no estábamos juntos. ―Hablo en serio. solo nombres susurrados se entremezclaban con las respiraciones entrecortadas de ambos mientras sus cuerpos se buscaban . eso de ser padre está muy bien. ―comentó estremeciéndose bajo sus caricias. igual es que nuestro pirata tiene algún tipo de radar para llegar en los momentos más inoportunos. ―No me puedo creer que la señorita Amanda González siga ruborizándose a estas alturas del partido. ―Alejandro soltó una sonora carcajada. ―Mandy. Las palabras desaparecieron por un buen rato. ―¿Eso es un problema? ―Para nada. además. siempre me queda tus labios de fresa. ―. ―¡No seas exagerado! ―rio Amanda. Y que conste que no cambiaría al piratilla por nada en el mundo. siempre podríamos tirar de la Nocilla. ― No me importaría―le susurró al oído―.― aclaró Amanda cuando Alejandro abandonó sus labios bajando por su cuello. el delicioso olor de los cremosos helados de un sinfín de sabores luchaba contra el incomparable aroma a chocolate de los tartufos y con los inigualables cappuccinos. era encontrar gente de todas partes del mundo encandilada por su belleza. el Popolo. corrió hasta ella tirando de Amanda. estaban a la espera que alguien se levantara y ellos poder disfrutar de aquel prometido cappuccino. tartufos tendrían que esperar su momento. ¡y a lo grande!. los foros imperiales. Helados. Callejeando llegaron a su destino.y fundían entre un revoltillo de sábanas que terminaron por huir a los pies de la impresionante cama kingsize. al destino marcado desde años atrás. la columna de Trajano… parada en la fontana de Trevi para tirar la moneda y pedir su deseo. La belleza de fuentes y edificios no era la única que competía por abrirse un hueco en aquella plaza. No. otro café… caminaron a lo largo y ancho del centro de aquella ciudad.  Un maravilloso cielo azul los acompañó durante toda la mañana. ―bromeó Amanda mientras Alejandro la conducía entre las abarrotadas mesas para pillar aquel inmejorable sitio. Ante ellos se abría paso la inconfundible piazza Navona. pensaba Alejandro siéndole imposible no rodear por la cintura a Amanda al verla absorta ante tan descomunal belleza. Alejandro y Amanda querían deleitarse con el célebre café con nombre de fraile. su elección estaba hecha desde años atrás. Alejandro apretó con fuerza la mano de Amanda al ver frente a ellos la Fuente de los Cuatro Ríos. no sabía explicar qué era. el campo di’Fiori. . pero la magia reinaba en ella. una porción de pizza. de su belleza extraordinaria y eterna. pasteles. aquella plaza tenía algo especial. ¿Cómo no sacarse una foto en sus célebres escalinatas deleitándose con un delicioso y cremoso helado? La piazza Venezia. mezclándose con su propio bullicio multilingüe junto a la música de las repletas terrazas. Tal vez. que andaba despistada escuchando al cuarteto que tocaba cerca de ellos. un café. Apenas un par de descansos habían hecho a lo largo del día. Sí. Alejandro y Amanda habían caído rendidos a los pies de la genuina belleza de la ciudad eterna. ―Eh. lo necesito. Indudablemente se declaraban eternos admiradores de Roma. cuidado con mi brazo. No habían parado de callejear en todo el día: la piazza di Spagna a los pies de la Trinitá dei Monti fue una de las paradas obligatorias. sin saber a dónde mirar en cada momento. justo eso era lo que ellos iban buscando. la cual parecía estar esperándolos. La pareja llevaba un rato oteando entre las mesas. Sin duda alguna. ¿Deseo? Creo que mi mayor deseo se ha hecho realidad ya. un helado. Alejandro vio levantarse a una pareja. el Panteón. turistas atrapados por el constante repiqueteo del agua de aquel trío de fuentes. ―Buonanotte! ―saludó el repeinado camarero nada más llegar a la mesa. ―Grazie! Un sorprendido y admirado Alejandro no apartaba la vista de Amanda. de eso nada. la leyó en alto con voz ceremoniosa. parecía que aquella era la primera vez que veía y leía aquellas palabras. señorita. escuchaba atentamente la conversación. igual no son cuatro sino unas poquitas más― bromeó Amanda―. ―Muy bien. Amanda sonrió al ver depositado sobre la mesa el tesoro. ―Buena pronunciación para solo cuatro cosas. desde su mesa tenían una vista general de toda la plaza. Amanda observaba entretenida aquella lucha por sacar un doblado papel de su bolsillo. para eso me he encargado de tenerlo bien guardadito estos últimos cinco años. de sus monumentales fuentes. ―No. nunca antes había oído a Amanda hablar en italiano. señorita. ―Bueno.La espera había valido la pena. Amanda González López 05/02/2008 ―Creo que tiene usted una deuda conmigo. sus ojos estaban clavados en Alejandro. per favore! ―Subito. Amanda levantó la mano al ver a uno de los ajetreados camareros pasar cerca de ellos. . Amanda no tenía ojos para tanta belleza. que se peleaba con el bolsillo trasero de su pantalón. vendedores ambulantes y turistas inmortalizando su visita a una de las plazas más bellas del mundo: la piazza Navona. ―¿Estás seguro que esto no ha prescrito ya? ―rio Amanda. ―con aire formal dijo Alejandro. digamos que me defiendo. Una promesa es una promesa y ya que me has traído hasta aquí… Amanda volvió a posar sus ojos en la servilleta. ―¿Cuándo has aprendido a hablar italiano? ―No hablo italiano. solo cuatro cosas para hacerme entender. muy bien. que Alejandro arrastraba por la mesa con los dedos índice y corazón de su mano derecha: Vale por un cappuccino en la Piazza Navona. ―Buonanotte! ―respondió Amanda ― Due cappuccinos. de los artistas. yo pensando que me habías echado de menos a mí y era a mi gloss de fresa. ―Sí. sí. que los había atendido. ―Ya― contestó antes de besarla ―. mira que soy tonta. ahora vuelvo. ―No tardes―le susurró al oído volviéndola a besar. ―Sí. lo tendré en cuenta las próximas navidades ―comentó entre risas―. ―comentó volviéndola a besar. Mira que lo eché de menos. no tardo. ―comentó volviéndola a besar―. ―. Ale. ―Prego. ―Ja ja ja. no soy Santa Teresa. ―Mal ejemplo teniendo en cuenta sus éxtasis literarios. ―Con uno no. ―la interrumpió entre risas Alejandro. mi vejiga no aguanta ni un minuto más. porque ese hubiese sido el mejor método de aprendizaje. A mí me abandonarías pero a ese dulce pringue le eres fiel.―¿No habrás estado liada con un italiano en estos años? ―preguntó entre risas. con dos. ―A ver si el pirata no ha cumplido bien su misión. ―Bueno. un risueño Alejandro la observaba hablar con el camarero antes de alejarse por el lateral derecho de la barra. Vogliono qualcosa di più? . Amanda entró en el café. ―rio Alejandro. ―¡Mira que eres malo y retorcido! ―comentó entre risas Amanda―. ―¿Huyes? ¿No irás en busca de profes italianos? ―rio. regresó con los cappuccinos a los pocos minutos. de todos modos. ―continuó la broma Alejandro. sí. El sonriente y repeinado camarero. ―se burló Amanda. ¿qué quieres que te diga? La que puede. Ahora vuelvo. ―Ja ja ja. no. puede. luego decías que nada de nada en este tiempo. ―No. ―Je je je. ―Es que está bueno. ―¿Sabe lo que te digo? No lo pensé. ―Grazie. Voy a tener que interrogar a Diego. aquella canción tendría que ser sin lugar a dudas parte de la banda sonora. al final. En Diego. ―. Non capisco… Luego. Alejandro agudizó sus oídos. ―¿Vas a cobrármelo? ―No es un cobro. aquella canción se la había traído de vuelta la noche de la cena de la fusión de sus revistas. pues. La canción que lo había acunado desde antes de nacer. la canción con la cual Alejandro había vuelto a su vida. El repeinado y sonriente camarero dio por terminada la imposible conversación para llevarle un par de botellas de agua a los músicos. aquella sin duda alguna era su canción. Una nueva melodía comenzó a sonar. Alejandro y Amanda solo oían el Dream a Little dream of me. Esto debe ser cosa de Mandy. ¿Titilan las estrellas o es cosa mía? ―Un euro por tus pensamientos. y es imposible pensar en él y no mirar a las estrellas. funciona de verdad. ―Todo un detalle―le susurró al oído antes de besarlo y sentarse. pensaba mientras veía a Amanda acercarse con una sonrisa de oreja a oreja. el bullicio de la gente no llegaba hasta ellos. habrá que ayudar a las estrellas para que se le cumplan toda su colección . esta canción irremediablemente me lo trae a la mente. ―bromeó Amanda antes de besarlo. la canción que bailaba siempre con ella y. ritorna…mi novia.―le susurró al oído Alejandro. Las fuentes parecían haberse callado. ―Un euro es toda una fortuna―sonrió Amanda―. ―comentó Amanda―. ―Bueno. la canción que tarareaba en su peculiar inglés mientras jugaba. pensaba Amanda contemplando a las parpadeantes estrellas. ¿no ha sido cosa tuya? ―¿Yo? No. sobre todo tras haber escuchado la particular versión de su hijo. Sí. no he sido yo.―¿Qué? No entiendo. era del todo imposible no sonreír y mirar a las estrellas. Sabes estoy por pensar que a tu hijo le funciona lo de los deseos. es un intercambio. Alejandro no podía dejar de sonreír. ―respondió mientras pensaba que si por un casual de los casuales hicieran una película de su vida. es su nana particular. ―Yo no he sido―contestó Alejandro―. Callados estuvieron durante la interpretación de la canción. ¿De verdad funcionará pedirles deseos? A ver si yo he creído estar inventando historias mágicas y. la plaza se había quedado en silencio. Me debes un euro. conocía a la perfección aquellos acordes. el baño debió ser solo una excusa. le era del todo imposible no hacerlo al escucharla. Aquella canción siempre le había recordado a Amanda. Amanda no podía evitar pensar en su pequeño pirata. Uhm. ―.de deseos. todo depende de con que te quedes del fin de semana. ―Ja ja ja ja. ríete pero alguien me prometió llevarme a Canadá. ¿Una hermana? No. tus padres están de testigos. ya pero ese trato ya no vale. ―¿Imbécil? ―Vale. gilipollas. ―comentó con un guiño antes de besarla. capullo… ¿con cuál te quedas? . Me comporté como un imbécil. ―¿Me vas a dejar sin concierto de Bublé? Te recuerdo que aquí estoy yo cumpliendo mi promesa. Bueno. guapito―rio Amanda―. ―Bueno. ¿cómo voy a tenerlo para un perro? ¿Una casa más grande? Primero tendremos que asentarnos nosotros. ¡no serás capaz! ―No. pero ¿un perro? ¡Ni loca! No tengo tiempo para él. fría. ―Ja ja ja. ―Sí. ―apuntilló Amanda recordando cómo habían terminado. como un cretino. económica y burocrática fusión de dos empresas. ―Bueno. eso de no deber culpa no es cierto. ¿no crees? Además. bueno… si nos vamos a poner tiquismiquis―bromeó―. yo no debo culpa de ello. ―¡Ni loca! ¡Qué deje de creer en las estrellas! Ya le diremos que todo ha sido una simple. tu madre que si mal no recuerdo tu padre estaba más dormido que despierto. El chocolate estaba muy bueno. ―Sí. mira que lo pasamos bien ese fin de semana. los turistas de las mesas aledañas no pudieron evitar girar sus cabezas para ver el motivo de aquellas contagiosas carcajadas. pero Diego llegó antes―volvió a decir entre risas―. Diego se adelantó. ―Ja ja ja. ―Sí. sin tu participación no hubiese habido niño. además. aún faltan cinco años para ese viajecito a Canadá. Las risas de Alejandro resonaron en la plaza. ―Lo siento―respondió Alejandro volviéndola a besar. ¿de qué hablas? ―¿Un perro? ¿Una casa grande? ¿Una hermana? ―dijo entre risas mirándola fijamente a los ojos. sí. ―¿Vas a poner a tu hijo como excusa para no pagar tu deuda? ―preguntó en tono irónico Amanda. te recuerdo que hay cuatrocientos kilómetros entre tu casa y la mía. aquel era un Ale más maduro. siendo así. ¿no? ―Alejandro firmó sus palabras con una sonrisa. . lo reconozco pero eso no te exime del viaje a Canadá. verdaderamente. dentro de cinco años Diego tendrá nueve años. Sí. había cambiado en aquellos cinco años. tú te has dado cuenta que estamos juntos desde hace tres meses. Amanda lo miraba fijamente. ―Ale. solo que igual deberíamos adelantar el viaje a Canadá un par de años. usted debió comunicarme que iba a ser padre. los mejores tres meses de los últimos cinco años. ―Sí. sin palabras la acababa de dejar Alejandro. más asentado. que no estaba diciendo que nos pusiéramos en ello ya. por un viaje con concierto de Bublé no te voy a decir que no. ―Pero. tranquilo pero con su chispa y sus toques de locura que tanto le gustaba. lo sé. ―confesó antes de dejarle un beso en la mano izquierda. ―comentó enseñándole la lengua. ¿qué he de elegir solo uno de los calificativos? Pensaba que te estabas describiendo. ―Señorita Mandy le recuerdo que su comportamiento posterior tampoco fue ejemplar. ¿no cree? ―Sí. ¿no es mucho tiempo? ―preguntó con un guiño Alejandro dejándola perpleja. ―¿Y no crees que ese deseo debería esperar más tiempo? ―Eh. ―Bueno. ¿de verdad quería tener otro hijo? ¿Dónde estaba su Ale? ¿Dónde estaba el Ale que huía de los compromisos? ¿Dónde estaba el Ale que se agobiaba solo de pensar en un niño? Sí. ―se burló Amanda.―Ah. pero Diego siempre había sentido la necesidad de tener esa ansiada figura paterna. Diego había acompañado a su madre en la mayoría de sus viajes a Madrid. ¿te parece abuela? ―Sí.  . ―Cariñet. ―Abuela. triplicado. piratilla. acción que no le servía de nada porque no lo entendía. había sido padre y madre al mismo tiempo. Un millón de veces le había preguntado a su abuela cuánto faltaba para la llegada del avión de sus padres. ―Porque hablas muy bien. aún es temprano. ¿qué hora es? ―escuchó decir Luz a Diego que entraba con su abuelo de la piscina.Capítulo 2: Lo que dura un verano… Diego no paraba de hablar. claro que me parece―sonrió Luz que a veces no sabía de dónde sacaba el vocabulario su nieto. ―.―comentó Fernando. Los últimos meses había sido un ir y venir de Valencia a Madrid y viceversa. ―rio Luz―. abuela? ―preguntó sin entender Diego. ―¿Por qué. uno de los vértices de su triángulo. ya no me apetece más piscina. ―No. Un millón de veces su abuela le había respondido con una imborrable sonrisa en los labios el tiempo que faltaba para ir al aeropuerto en su búsqueda. duplicado no. con una madurez increíble para su corta edad. Cariñet. hablador. que se había ganado el corazón de sus abuelos. tratándolos como si los conociera de toda la vida. ¿Cómo no tener una sonrisa en los labios mirando a aquel pequeño? Diego siempre se había caracterizado por ser un niño alegre. ―Hala. de contar todo lo que iba a hacer con sus padres en las semanas de vacaciones que tenían por delante. Tienes tiempo de darte otro bañito antes de ducharte y merendar. pero desde la llegada de su padre su alegría se había duplicado. Almudena y Joaquín estaban locos con este nuevo rol. ¿Qué niño no necesita a sus dos progenitores? A Diego le faltaba algo. No. divertido. ahora no solo la tenía sino que tenía por delante casi un mes entero para disfrutar día a día a su lado. mejor me ducho y veo unos poquitos dibujos. Sí. ―dijo Luz. encantados con Diego. Amanda había jugado a la perfección el doble papel. no puedes negar que tus padres son periodistas los dos. xiquet a la ducha. una imaginación prodigiosa y cariñoso como el que más. Durante la mañana había mirado y remirado el reloj. pudiendo disfrutar no solo del padre sino de los abuelos paternos. Los tres días se les había escurrido entre los dedos. las risas podían más que el sueño y el cansancio. y lo sabes. ―Ahora va a resultar que la culpa ha sido solo mía. ―Me ha sabido a gloria bendita estas dos horas de sueño. El aeropuerto era totalmente nuevo para él. ―comentó Alejandro―.Amanda y Alejandro estaban derrotados. las horas de la noche se hicieron cortas disfrutándose mutuamente. los susurros. habían exprimido cada hora. al fondo Valencia les esperaba con su bello anochecer. Diego contemplaba la salida y llegada de aviones desde la enorme cristalera de la cafetería. viendo que su nieto estaba desesperado ante la llegada de sus padres. gran parte. estaba encantado con aquel nuevo descubrimiento. Alguien no me ha dejado descansar en los últimos tres días. Alejandro miró por la ventanilla. las iban a necesitar para seguir el ritmo de Diego en los próximos días. cada minuto. Por megafonía comenzaban a avisar que estaban próximos a aterrizar en el aeropuerto de Manises. Fernando y Luz. Amanda abrió los ojos al notar la mano de Alejandro apretando con fuerza la suya. Entre pocas o ninguna se contaban las horas dedicadas al sueño. Hasta mis padres se pondrían de tu lado. ―Mejor lo dejamos en tablas. . cansados tras su breve pero intensa escapada a la capital italiana. Alejandro tenía sed de Amanda. sobrevolaban la costa mediterránea. ―No. ―Bueno. pero el vuelo de sus padres salía desde bien temprano por lo que desde la noche anterior se había quedado con sus abuelos. no voy a discutir. ―. ―rio Alejandro. Los padres de Amanda y Diego llevaban un rato esperando en el aeropuerto. Muchos eran los trenes que había visto salir y llegar pero nunca antes había visto aterrizar y despegar un avión. tal y como avisaban las azafatas. que luchaba con él por reinar en lo alto. consideraron que lo mejor era salir antes de casa y hacer tiempo en el aeropuerto. El sol aún se resistía a mecerse entre las olas. Aquellas dos horas de vuelo les estaba sirviendo para recargar las pilas. Ahora era cuando dormitaban en medio del vuelo. ―. Él quería haber ido al aeropuerto el viernes anterior. parecía querer disfrutar de la impresionante luna valenciana. porque no tienes razón―dijo antes de besarlo y colocar el respaldo de su asiento en posición vertical. las caricias. ―Contigo siempre tengo las de perder. ―Vale. ―rio Amanda. No me vas a dejar ganar. cada segundo la ciudad y la compañía. los ojos ya no podían mantenerse abiertos. Amanda tenía hambre de Alejandro. Los besos. . ―Sabéis. ―Otro día volveremos con él. Diego hablaba sin parar.Nada más ver en la pantalla que el vuelo de Roma acababa de aterrizar se dirigieron a la salida de pasajeros. ―¿Cómo es eso que soy nuevo? ―preguntó entre risas Alejandro. ―¿Mañana? ―¿Mañana? ―preguntó divertido el abuelo. ―Papá. ¡ha sido muy divertido! ¡Hemos visto como llegaba vuestro avión! ¿No me visteis saludar? Bueno. tú sabes que eres la mejor mamá del mundo. solo habían estado separados tres días pero él estaba desesperado por abrazarlos. ―¿No te acordabas? ―rio Luz ―¡Si llevas todo el día contando todo lo que haréis! Diego no paraba de saltar de alegría al ver a sus padres salir por la puerta de la terminal de recogida de equipaje. tú antes eras papá pero no eras papá. mamá siempre ha sido mamá. ¿lo entiendes? ―explicó Diego mientras Alejandro no podía evitar reírse. no te enfades. ―Pero. ―¡El primo Javi se lo ha perdido! Tenía que haber venido. preguntando a sus abuelos un millón de cosas sobre los aviones. pero como papá es nuevo. ―Mami. ―Papá…papá― gritó nada más ver a su sonriente padre salir. a lo mejor ese no era vuestro avión y era otro ―comentó Diego al ver a sus divertidos padres negar con la cabeza. ¡no ha visto cómo aterrizan y despegan los aviones! Yo sí que los he visto desde la ventana de la cafetería. el abuelo nos va a traer al primo Javi y a mí otro día al aeropuerto. ¿mañana no ibas a hacer no sé qué con tu padre? ―Sí. ―. ¡ya no me acordaba! ―exclamó gesticulando los brazos muy efusivamente. ―dijo dejándolo en el suelo. es verdad. Alejandro no podía negar la emoción que le producía ver la alegría de su hijo.―comentó muy serio Diego haciendo reír a sus padres y abuelos. es que los abuelos leyeron en pantalla que llegaba el avión de Roma y nos fuimos de allí. ―comentó Fernando. ¿Quién le iba a decir a él unos meses antes que iba a estar encantado con aquel nuevo rol? ―¿Cómo que papá? ¿Y mamá? ― preguntó Amanda intentando poner cara de mosqueada al ver a Diego saltar en brazos de su padre. ―Diego eres único. pues es sencillo. El primo no ha estado nunca. papá. te quiero mucho” y esas cosas de besos. ―¿Imaginas cómo puede ser esto por duplicado? ―¡Mamá! ¡Está muy feo contar secretos! ¡Tú siempre lo dices! ―gruñó Diego haciendo estallar en carcajadas a sus abuelos y a sus padres. Es de la clase de los tigres.―se le escapó a Diego. ―¡Seréis malandrines! ¡Y no le contáis eso a vuestro abuelo! ¡Desde luego me tenéis todo el día de un lado a otro y no me contáis esas cosas! ―comentó Fernando haciéndose el ofendido. . ¿tú qué sabes de eso? ¿Dónde lo has oído? ―preguntó entre risas. ―dijo Luz. porfiii. el primo Javi tiene una novia. ―Pero. Además. no se lo digáis al primo. cariño. ―Bueno. abuelo. ―¿Y cómo se llama? ―preguntó Amanda. ―Jopé. ―Pues en la tele y en otros sitios. no volverá a repetirse. ―¡Este Diego es mucho Diego! ―rio Fernando sacando el ticket del parking. ―Toda la razón. ya sabes. el primo y yo estamos en la clase de los osos. una niña del cole.―¿Y tú quieres darle un hermano? ―le murmuró Amanda a Alejandro mientras caminaban rumbo al parking. En el poco tiempo que conocía a su hijo se había dado cuenta de lo espabilado que era. ―¿Esas cositas que se dicen los novios? ―Alejandro no podía parar de reírse. ―¿Qué cosas son esas? ―Buenoooo… pues. ―rio Amanda acariciándole la cabeza a su hijo. comenzaba a acostumbrarse a las ocurrencias de aquel pirata locuelo. no te enfades. no se lo contaremos pero nos tendrás que decir quién es esa novieta. ―¿Cómo es eso? ¿Qué es eso que el primo tiene una novia? ―preguntó Amanda riendo. ―Vale. ¿o le decías esas cositas que se dicen los novios? ―comentó en tono pícaro Diego. ahora ya no porque vamos a entrar en otra clase. ―Pueeees. pero aun así no dejaba de sorprenderlo. ―Sí. “cariño. bueno. callándose automáticamente al darse cuenta de lo que había dicho. ―¿De la clase de los tigres? ―preguntó Alejandro porque hasta la fecha para él era desconocida la nomenclatura de las clases de infantil. es que era un secreto secretoso y se me ha escapado. ―¿Qué pasa mamá? ―Ayer tu hermana me estaba diciendo nombres que tenía en mente si era una niña. Diego. ―¡Abuela has prometido no decir nada! ¡El primo se enfadará conmigo! ¡Era un secreto de primos favoritos y yo lo he roto! ―casi lloriqueó Diego. no se lo diremos. ―¡Será porque lo digas tú! ―exclamó Amanda con una medio sonrisa. En la universidad que es el cole de los más mayores. ―Di que sí. . ¡pero no se lo digáis! ―No. Ahora tú ten amigas que es mejor. ―. novia cuando seas mayor. que la estaba invitando a tumbarse junto a él en el sofá. yo quiero ser igual. Morfeo había terminado por atraparlo entre sus brazos cayendo en el más plácido de los sueños. no pasa nada. otro como su padre. ―rio Luz.― casi corearon los cuatro adultos al mismo tiempo. no te preocupes. ―¿Vosotros erais amigos en el cole? ―preguntó Diego. aun eres muy pequeño para esto. ―En el cole no. ―¿Y esa sonrisa? ―preguntó Amanda al ver la sonrisa de Alejandro. ―¿Novia? ¿Estás loca? ¡Eso es un lío! ―Hala. siéntate en tu silla que te pongo el cinturón.―Silvia. ―dijo Amanda aguantándose las ganas de reír. y tu sobrino decía que a él le gustaba el nombre de Silvia. El primo lo entenderá. hablaremos sobre este tema más adelante. ahora nos cuentas si tú tienes una novia y así está todo solucionado. Anda. ―rio Amanda. No nos cuadraba el nombre porque no conocíamos a ninguna posible Silvia y. ―Diego. tras contar con pelos y señales todo lo que había hecho en el fin de semana e interrogar a sus padres sobre su viaje. mamá y yo no fuimos juntos al cole.  El silencio se había apoderado definitivamente de la casa. Diego dormía plácidamente en su cama. además. ahora entiendo lo del nombre. ―no pudo evitar decir Amanda. ―Pues. ―Así que Silvia. por mucho que le preguntamos a Javi porqué Silvia él no soltaba ni prenda. ―Cariño. esta vez septiembre traía consigo la separación de lunes a viernes y la brevedad de los fines de semana compartidos. aquel mes de agosto estaba siendo muy especial. al cole… No. estaba fijándome en que casi se puede escuchar la respiración de las moscas tras el silencio que se ha hecho en casa. ―No. por un momento piensa en nosotros. que de fin de semana en fin de semana se convertirían en un tres. el regreso a las aulas y el retorno de Alejandro a Madrid.  Sin lugar a dudas el verano del 2013 pasaría a formar parte de los veranos memorables en las vidas de Amanda. nos ha salido muy ordenadito y charlatán. sobre todo. sus tardes y sus noches. pero a su madre se cómo hacerla callar. acurrucándose a su lado. estaban disfrutando siendo tres e intentaban no pensar ni contar los días que le quedaban para el fin de agosto y con él la vuelta a la normalidad de sus vidas. ¡qué va! ¿Cómo es posible que tenga siempre tantas cosas que contar? ―Ale. llevaba meses disfrutando de su padre pero solo los fines de semana. Alejandro vio a Diego parado frente a la nevera. ―Sí―dijo volviéndola a besar. cierto―respondió acercando sus labios a los de ella. ―¿Estás diciendo que Diego habla? ―preguntó burlona. nada más despertarse invadía la cama de sus padres. en la de Diego. no se debía por realizar un gran viaje sino por poder disfrutar de su padre las veinticuatro horas del día. a tu hijo le viene por partida doble. colándose en el centro para poder estar acurrucado junto a ambos. Alejandro y. ¿recuerdas algún momento en el que hayamos estado callados estando juntos? ¿A qué no? Pues. Septiembre traería la vuelta a ser un dos y un uno. su hijo estaba pensativo contemplando la puerta de la nevera mientras contaba con los dedos. ―Sí. ―rio. El fin de las vacaciones. Diego se levantaba cada mañana irradiando felicidad. Amanda. ―. ―respondió entre risas. ahora estaba siendo todo un mes con sus días.―Nada. Aquel estaba siendo para él el mejor verano de su vida. . ―Ah. la vuelta al trabajo. Las guerras de cosquillas. Sí. Septiembre no solo significaría el regreso al trabajo. Alejandro y Diego aprendían a ser tres. sí. de almohadas y las consecuentes risas posteriores estaban presentes cada día en aquella casa. es que esta es la última semana de agosto. piratilla. ―¡Vaya! ―exclamó Diego. ven conmigo― comentó Alejandro.―Diego. ―Coge el calendario y vamos a la terraza que se está mejor. Izzy y Cubby. ―La semana que viene mamá y tú iréis a Madrid desde el jueves. ―¿Qué es eso. el domingo ya regresas a Madrid y yo… ―Diego no pudo seguir porque las lágrimas aparecieron. La mirada de Amanda y Alejandro se cruzaron. sacó la mejor de sus sonrisas y salió a la terraza. Diego observaba con ojos llorosos a Alejandro coloreando días y días en el calendario. Amanda tomó aire. cogió el calendario y siguió a su padre hasta la terraza. ―. ―No. ―¿Y entonces. donde su hijo había estado pintando hacía unos minutos. dejándolos junto al resto de los imanes piratas. . ―¿Ves los días que están en colores? ―Sí. Alejandro le dedicó un guiño al ver el rostro serio de ella. ―¿De verdad? ―¿Crees que te mentiría? Diego negaba con la cabeza mientras contemplaba los días pintados en el calendario. ―Son los días que pasaremos juntos este año. Amanda los observaba desde la puerta de la terraza. nada. papá? ―preguntó Diego sorbiendo los mocos que comenzaban a caerle por sus lloros. ¿Puedo coger tus lápices de colores? Diego movió la cabeza afirmativamente mientras Alejandro cogía el cubilete que estaba sobre la mesa de la cocina. ―Papá. ¿quieres algo de la nevera? ―preguntó Alejandro. Padre e hijo se sentaron. no llores. hacía rato que los observaba en silencio. Diego quitó con cuidado los imanes de Jake. así que solo estaremos separados tres días. qué pasa? ―quiso saber intuyendo que su hijo contemplaba el calendario pegado en la nevera. sintiendo como propia la congoja de su hijo. ―Eh. ―¿Qué día? ―preguntó Alejandro en tono burlón. ―Mamá. mamá? ―quiso saber Diego. estando a punto de terminar en el suelo mientras ella misma también reía por la ocurrencia de su hijo. ―Sí. ¡qué bien! ―respondió Amanda notando las manos de Alejandro rodeando su cintura. Mandy? ―preguntó un sonriente Alejandro. . Un día. mamá. ¿cuándo. después de la boda. ―¿Por qué os reis? ―preguntó Diego que no entendía las risas de sus padres. ―comentó un sonriente Diego. mira los días que están pintados son los que vamos a pasar juntos. ―Ya necesidad de saber―repitió Amanda bajo la divertida a la vez que pensativa mirada de Diego. ―Sí. ―Pues. ―¿Cuándo. ya verás. es solo necesidad de saber. no lo sé. aunque a mí me gustaría que estuviésemos juntos todos los días como el primo y los tíos. ―Cariño.―¿Qué hacen mis chicos favoritos? Amanda acarició el pelo de su hijo antes de sentarse sobre las piernas de Alejandro. ―Eso. ―¡De la vuestra! Alejandro no pudo evitar las carcajadas haciendo que Amanda se tambalease sobre sus piernas. cariño? ―quiso saber Amanda. ―Vaya. ―Pues. ¿qué día? ―¿Me estáis tomando el pelo? ―No se me ocurriría. todo llegará. ―¡Ya lo sé! ―¿Qué sabes? ―preguntaron a la vez Amanda y Alejandro. ―¿De qué boda. ―No quiero ver ni una sola lágrima en esos ojos. yo pensaba que los que se querían se casaban. ―Sííí Diego recogió sus lápices y corrió a la cocina a colocar el coloreado calendario en la puerta de la nevera. La vuelta a la normalidad va a ser dura. tendremos que pensar en una solución. es que me he acostumbrado a tenerte aquí. ya ves que no siempre es así y ahora recoge esto si quieres ir a la playa. ―bromeó Alejandro. ―Ah. ―¿Qué? ―¿Crees que no te estaba viendo cuando hablaba con Diego? ―Uff. ―Mira que eres tontito. no todo el mundo se casa. ―Cielo. solo quería darte un beso o ¿no puedo? ―Claro que puedes. ―¿Qué pasa? ―Nada. Ale. ¿de dónde sacas que papá y yo nos vamos a casar? ―Pues. ―susurró Alejandro en el oído de Amanda. . Amanda iba a levantarse pero Alejandro la retuvo. ―rio Amanda antes de sentir los labios de Alejandro en los de ella. ―Lo sé. porque los enamorados se casan. ¿y por qué? ―Porque no es necesario firmar un papel para querer a alguien. ―comentó Amanda.―Cariño. ―contestó Amanda bajo la atenta mirada de su hijo y Alejandro. a levantarme y acostarme a tu lado. ¿por qué no ibas a poder? ―Porque no estamos casados. ―Bueno. ―Ah. eso es verdad a medias. ―¿Cuál? ―No lo sé pero algo se nos ocurrirá. ―. ―Ni se te ocurra―respondió Amanda sentándose sobre de él. ―No sé si voy a acostumbrarme a dormir solo. ―Señorita González he dicho “hasta tu cama”.Capítulo 3: Tú en Madrid. ―Vaya. A veces parece pasar lentamente y otras. no sé cómo lo vamos a hacer pero esta distancia no puede durar mucho. las saetas del reloj parecían tener prisa por llegar al mes de septiembre y a la inevitable separación. para lo bueno y para lo malo. yo ya los estoy echando de menos a los dos sin haberme ido. ―Uff… veo que vas a conseguir tu objetivo con mucha facilidad. ―¿El qué? ―preguntó antes de sentir los labios de Alejandro sobre los de ella. no me digas estas cosas que ya bastante jodida estoy como para que me digas esto. no tergiverses mis palabras que nos conocemos.―dijo entre beso y beso. te voy a secuestrar y no pienso pedir rescate. ― No necesito saberlo ahora. señorita secuestradora y ¿qué piensa hacer para retenerme? ―Uhm…déjame pensar―le susurró Amanda al oído antes de comenzar a bajar con sus labios por su cuello.Por extrañar. Mandy. ―Podemos ponernos a pensar y dejar esto para otro momento. ―comentó clavando su mirada en la de ella. no llores. ya sé lo que voy a hacer. ―. Además. nosotros en Valencia… Todo pasa. ―dijo sin poder evitar las lágrimas. ―bromeó Alejandro. como aquellos últimos días de agosto. ―Ale. todo llega… no hay nada más cierto. . ―. Mandy. ―Eres una presa fácil―dijo Amanda levantando la vista para clavarla en la de Alejandro. el tiempo inevitablemente pasa. ―¿Solo a mi cama? ―rio Amanda notando los labios de Alejandro bajando por su cuello. Ya verás que encontramos una solución. voy a echar de menos hasta tu cama. ―Eh. ―dijo Alejandro antes de volver a besar a Amanda. Buenas noches. Un par de minutos más tarde lo arropaba en su cama. no lo sabía. ¿Qué estás haciendo aquí. ¿el mosquito? ―titubeó Amanda que ya había olvidado su propia excusa. sus entornados ojos se abrieron de golpe. ―dijo Amanda intentando mantener la compostura y credibilidad. ―Buenas noches. ―Hala. ―respondió Amanda mientras Alejandro aguantaba las ganas de reírse. ¿pasa algo? ―preguntó Alejandro con voz entrecortada haciendo saltar como un resorte a Amanda bajo las sábanas. ―Sí. vamos al baño. Diego. ―Pues…que se coló un mosquito y lo estaba buscando antes de que me picara. ―Ah. cariño? ¿Ha pasado algo? ―Tengo pipi. No estaban solos en la habitación. cariño. ya lo sabes. qué haces ahí abajo? ―preguntó Diego al ver salir a su madre de debajo de las sábanas. mami―respondió Diego tras besar a su madre. claro. Mamá― volvió a llamarla Diego cuando Amanda estaba ya saliendo de la habitación. ―¿Buscabas al mosquito a oscuras? ―Eh. ―¿Mamá. ―Bueno. piratilla. si enciendes la luz se esconde.Alejandro no podía borrar la sonrisa de su cara mientras notaba los labios de Amanda bajando por su pecho. ―Cielo. pues. a dormir. ―. ―Diego. ―Dime. ―Dime. Alejandro estiró la mano para hacer parar los labios de Amanda cercanos a su ombligo. ―¿Lo encontraste? ―¿A quién? . ―. ―Mamá―volvió a llamarla Diego. pues. Amanda se levantó y acompañó a un pensativo Diego al baño. ―dijo Amanda mientras pensaba cómo se le había ocurrido una excusa tan tonta. ―No.―respondió entre risas Amanda. Yo no te engañé. ―No. ―. ―respondió Alejandro. Tú y el pirata sois lo mejor que me ha pasado en la vida. mejor no. ¡Hala. ¿qué quieres? ―Pues. de que estaba completa y absolutamente enamorado de ti. aún se me hace raro eso de “mi hijo”. ―Sí. ―Eso no lo dudes―respondió Alejandro antes de besarla. ―Touchè―respondió un risueño Alejandro ―. no vaya a ser que regrese tu hijo. No te confundas. ¿cómo es posible que mi vida haya cambiado tanto en poco más de tres meses? ―Espero que para bien. ―dijo sin poder parar de reír. ―Te quiero. Mandy. ―¿Eso quiere decir que has encontrado mi escoba? ―bromeó Amanda. me preguntó cómo no me di cuenta de esto antes. el crisol y hasta tu negro gorro puntiagudo―continuó la broma Alejandro. sí. a dormir que es muy tarde! Amanda regresó a la cama donde Alejandro la esperaba muerto de risa. tontita. a mí. lo encontré. ―Ssh. me tuviste engañado durante mucho tiempo. ―La escoba. ¿Cómo es posible que te tuviera a mi lado durante tanto tiempo y nunca me diese cuenta de mis sentimientos? ―Cariño. ¡no te rías o terminará por volver! ―¿Un mosquito? Mandy eres muy mala diciendo mentiras. ―Mandy. Si no llegaste a ver los míos a pesar de las . ―No sé mentir. Ale. ―¿De qué era bruja? ―rio Amanda. Diego será un pirata pero tú eres una bruja que me tiene hechizado. porque estabas un poco ciego. al mosquito! ―exclamó Diego. ―. tú estabas ciego. ¿Un mosquito? ¿Crees que me habrá picado? ―Pues. ―. no lo sé pero ahora mismo lo averiguamos. Bueno. Mandy. ―Sabes. ―comentó Amanda acostándose y acurrucándose junto a Alejandro.―¡Mamá. Ale si no hubieses hablado inglés lo hubiera comprendido pero no es el caso. no te he tenido a mi lado. ―¿Claras indirectas? ―”I’ve got you under my skin” como tu tono de llamada. Te quiero. te lo podía haber dicho más alto pero no más claro. ―¿Qué has dicho? No te he oído―bromeó Amanda. ―Te quiero―repitió Alejandro antes de volver a besarla. ―Mandy. no te tortures más. Mandy―susurró a su oído―. pero no me cansaré de decirte que lo siento. ―Creo que no te he entendido bien. Mandy. debe ser que el mosquito está zumbando por aquí cerca― rio Alejandro―. ―comentó Amanda volviéndolo a besar. no es necesario volver a este tema. como nunca he querido a nadie.claras indirectas. ―Sé perfectamente que no va a cambiar nada. Sé que ya te lo he dicho y todo está más que aclarado entre nosotros. de verdad. Ale. quiero que tengas bien claro que comprendo perfectamente que te cabrearas conmigo y. Sé perfectamente que me quieres. va… mejor zanjamos esta conversación que no nos lleva a ningún lado. debí decirte que ibas a ser padre pero no te quería atado a mi lado por ello. es más casi podría decir que me tienes hechizado desde nuestro primer encuentro pero no lo quise ver. ¿me has oído ahora? ―Sí―lloriqueó. así que de pronto te has quedado sorda. No. ―rio Amanda. remover el pasado es una tontería y ya no sirve de nada. Yo también he sido culpable de eso. Además. ―Uhmm. . pero quiero que tengas claro que te quiero―comentó Alejandro volviéndola a besar―. ―¿Indirecta? Ejem. Te quiero. ―Lo sé y créeme que entiendo tu actitud y tus motivos. no digas nada―Alejandro tapó la boca de Amanda al ver sus intenciones de replicar. No sabes cómo lamento mi comportamiento aquel fin de semana. escúchame―dijo Alejandro poniéndose serio y sentándose en la cama―. que estoy completa y absolutamente enamorado de ti. no disfruté de tu embarazo. ―Ni se me ocurrió pensar que era una indirecta. ―Ale. Por mi gilipollez he perdido tontamente los últimos cinco años. tú abriéndome tu corazón y yo tirando todo por la borda cuando yo mismo me sentía flotando en una nube aquellos días. ―. no quisieras saber nada de mí. del nacimiento de Diego y… ―Ale no. fui un gilipollas. ―¿Acaso lo dudas? ―Sé. ―dijo abrazándose a su padre. claro. ―Sí. Y ahora sí se me va a hacer cuesta arriba la semana. Diego contemplaba con detenimiento el coloreado calendario. Diego no. claro que lo recuerdo.  El temido momento había llegado. perfectamente que adoras Madrid. ¿lo recuerdas? ―Sí.―Eh. ―¿Te vendrías a Valencia? ―preguntó entre lágrimas.―dijo Alejandro entrando en la cocina. Perdona. claro. ¿he de traerte el calendario de Diego? ―No. ―Papá. Amanda y Alejandro lucían una sonrisa en sus labios. Ale. tres. ―Piratilla. . ¿qué pasa? ―Uff. que mañana te vas. ―rio Alejandro. ―Eh. Eh. ―No más que a ti y Diego. no hace falta―sonrió secándose las lágrimas―. sabes que esto es temporal ya lo podremos arreglar de alguna manera. ―Te voy a echar mucho de menos. me voy. Seguro que podremos conseguir que uno de los dos se traslade. no llores más. ―contestó Alejandro―. pero no quiero ver ni una sola lágrima más. tontita. ¿vamos a ir al parque de las barquitas? ―¿Al Retiro? Sí. que podemos ver a René. ―¿Y podremos ver a René? Es muy divertido. cuatro. Mandy. soy una llorona. dos. pensaba mientras pasaba su dedo índice sobre los días de la semana que lo separaban de su padre. no pidas perdón por eso. ―Eh. en cuatro días mamá y yo estaremos en Madrid. Uno. ―Dime. Mandy. ―Papá. Tú piensa en lo que quieres hacer en estos días y me lo cuentas cuando hablemos por teléfono. ―Me tienes que llamar todos los días. sí. pero nada malo. cuidado con los mosquitos ya sabes que son muy traicioneros. a escuchar las múltiples locuras que su hijo compartía con él… la separación iba a ser dura. casi no me muero cuando dio su explicación. no solo tenían que pensar en ellos dos sino en el pequeño pirata que soñaba con tenerlos a los dos al cien por cien. ¿Diego? ¿Ya está durmiendo? ―Hola. vaya hoy que estás solita estoy a cuatrocientos kilómetros―rio Alejandro―. ―Mandy… he estado pensando una cosa. ríete. en realidad no era capaz de concentrarse en nada. La espera era necesaria e imprescindible. Ale. Aquella vuelta a la normalidad iba a hacer más dura de lo que nunca se hubiese podido imaginar. ahora solo quedaba desear que aquella situación no durara mucho tiempo. ―Uff… me asusta tu seriedad. se me hace tan raro estar aquí solo. El problema era otro. Uno de los dos tendría que dejar atrás una parte de su vida. ambos estaban dispuestos a dar el salto. hacía un esfuerzo extraordinario para no echarse a llorar. Sí. a sus amigos y familia para crear una nueva. estaba siendo todo un éxito pero. una sonrisa iluminó su rostro al ver aquellas tres letras en la pantalla: Ale. ¿qué pasa? ―preguntó Amanda apagando la tele y saliendo a la terraza. se había acostumbrado a tener a Alejandro en casa. ya estoy en casa. pero ¿quién? Esa era la pregunta. me pasa lo mismo. ―Ja ja ja. sí. La casa estaba vacía. por el momento. ambos querían estar juntos fuera en Madrid o Valencia. Diego en casa de mis padres. al final lo llevé esta tarde y se quedó así mañana no madruga. al igual que lo era plantearse seriamente lo que iban a hacer y cómo. Sí. Ninguno tenía problema en dar ese salto. no había nada que le apeteciera ver. ―No. ellos eran necesarios en sus respectivos puestos.Amanda tenía un nudo en la garganta. ríete. ¿Valencia? ¿Madrid? Uno de los dos tendría que abandonar su ciudad. El techo se me viene encima. a acostarse y levantarse a su lado. ahora trabajaban para la misma publicación y podrían tener relativamente fácil un traslado pero apenas hacía unos meses que acababa de salir al mercado la nueva revista. ―Hola. El sonido del móvil rompió el frío silencio. cambiar de trabajo. no era la más difícil de responder. no pasa nada. Diego… ―¿Qué pasa con Diego? . sin embargo. ―Bien pensado. Amanda zapeaba por los diferentes canales. sentía que le faltaba algo con Alejandro en Madrid y Diego en casa de sus abuelos el silencio reinaba donde hasta hacía apenas unas horas todo era risas y fiestas. ríete pero tu hijo lo primero que le ha dicho a mis padres es que para cazar un mosquito había que hacerlo en la oscuridad. Bueno. verdad? ―Uhm. tontito. ja ja ja. sí. ―Sí. de ¡ambos!. je je je. ―Te quiero. sabía lo que le iba a decir Alejandro. lo mejor es que el jueves se quede en casa de tus padres. Uff. lo sé… bueno. ―Dime. no se me había ocurrido pensar en los apellidos del niño hasta llegar a casa y recoger el correo atrasado. qué más da que estemos o no casados. ¿lo sabes. ―Mandy… Amanda sonreía. Sí. No. ―No. es algo que he de meditar. pero ¿por qué no me habías dicho nada? ―Ni lo había pensado. dudo mucho que eso sea un problema. Un besito. sí esa es la parte buena que el jueves estaremos en Madrid. Sí. hora de meterse en la cama…buenas noches. no sé. llamaré por la mañana al registro civil para que me informen. tú eres el padre y si yo he de alegar gilipollez transitoria lo hago. Buenas noches. no te rías. al leer las cartas me quedé pensando en el tema de los apellidos. te preocupes. Claro que lo sé. ja ja ja. lo hará encantado. ¿cuáles son sus apellidos? ―Los míos. Mandy―volvió a llamarla Alejandro. ―Buenas noches. tus padres que preparen doble ración de ibuprofeno. Lo sé. . Ja ja ja. Me informaré de lo que tenemos qué hacer para que Diego tenga tu apellido. ―Buenas noches. qué pesado se me hace volver mañana al trabajo. tienes todo el derecho del mundo de querer que lleve tu apellido si no lo tiene es porque… bueno ya sabes. tú por ciego y yo por callar. mañana mismo me informo. Ale.―Nada. esa es otra para que pongan problemas por no vivir en la misma ciudad. ―¡Qué ganas de tenerlos aquí! ¡Qué ganas de levantarme siempre con ellos en casa! …Valencia… ―Mamá. ahora no lo veía así. Hala. . Mi situación civil. contándoselo a todo aquel dispuesto a escucharlo. ―continuó su monólogo levantándose de la cama. hecho está. pensaba remoloneando en la cama. ¿Cómo es posible tanto lío para abrir un acta de reconocimiento?. ahora dudaba que volviera acostumbrarse a aquella soledad. era evidente lo contento que estaba con aquel viaje. ―Vale. Alejandro revisa mentalmente si ya tienes todos los papeles: certificado de nacimiento. eso no tendría lógica. ve a lavarte la cara en lo que termino de preparar el desayuno. de esta acabas loco. DNI… ja. Alejandro sonrió mientras pensaba lo curioso en su cambio. No. un par de meses atrás no se sentía solo. consideraba que era independiente. Ahora solo queda arreglar todo este papeleo y oficialmente serás padre. ¿puedo llevar el gorro y las espadas? ―dijo Diego entrando en la cocina nada más levantarse. ya no hay vuelta atrás―dijo en alto. además hoy es jueves y esta tarde tendrás por aquí a Mandy y al piratilla. al pequeño por el que llevaba toda la semana arreglando papeles. Hala. papeles. No solo eso. Alejandro. con lo distinto que hubiese sido todo si yo… ― Alejandro. Diego llevaba toda la semana planificando todo lo que quería hacer en aquellos días. con sus abuelos. ahora soñaba con el día de compartir la vida junto a su Mandy y. y propuestas… Madrid… Alejandro estiró el brazo y apagó el despertador. ―¿Puedo? ―dijo poniendo voz de mimoso. ¿Cómo es posible que exijan tanto papeleo para reconocer a mi propio hijo?. ―. Solo un mes había vivido siendo tres en vez de uno y. puafff… ¿no hubiese sido más fácil una prueba de adn? Joder. volver a depender de él para despertarse se hacía cuesta arriba. estás hablando solo. con volver a estar con su padre. entraba y salía sin rendir cuentas a nadie. certificado de empadronamiento. vaya te has despertado sin que pasara yo a hacerlo. ―Buenos días. La cara de Diego denotaba una felicidad absoluta. Alejandro.Capítulo 4: De viajes. Diego se acercó a su madre para darle un par de besos y colgarse de su cuello. otra estupidez si soy yo quien quiere reconocerlo. sin embargo. Escrito con menciones de identidad. hay que ponerse las pilas Alejandro. mi consentimiento… ja. pero no más que lo vacía que estaba su cama. lo hecho. está bien. La voz de su jefe la despertó de aquel tedioso encantamiento. bueno. ―¿Y papá estará en casa de los abuelos? ―Sí. ―Sí. Diego contagiaba su alegría a todo el mundo. ―. estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo que no te vi entrar. ―explicó Amanda nuevamente dedicándole una sonrisa a través del espejo retrovisor. ¿vienes a comer al final? ―No lo sé. su felicidad era doble. imposible no sonreír al ver su sincera y bonita sonrisa. ―dijo Amanda mientras pensaba cuántas veces habían hablado sobre el tema ya. papá nos esperará en casa de los abuelos y cenaremos todos juntos.El rostro de Amanda no se quedaba atrás. por un lado. ―Nena.―contestó dándole un par de sonoros besos. mira ahí está el abuelo―comentó Amanda aparcando el coche. ―Pues. volver a estar con Alejandro y luego estaba ver la felicidad de su hijo. vosotros dos. ―Cariño. mami. ―¡Qué bien! ―exclamó Diego como si aquella fuera la primera noticia. dependiendo de cómo vaya el día. no vuelvas locos a los abuelos. ―No. Sí. ¡está como una moto! ―bromeó nada más su padre meter la cabeza por la ventanilla para dejarle un par de besos. los abuelos del primo Javi también son muy guays. El otro día los papás del tío Vicente fueron al Gulliver con nosotros y eran súper divertidos.―bromeó Ricardo al ver la cara de Amanda. La mañana transcurrió tranquila. Diego. como si no quisieran que llegara la tarde. ―¿Y eso? ―preguntó Amanda divertida. sin prisa. ―No era mi intención asustarte. incluso podríamos decir que Amanda tenía la sensación que las horas pasaban tranquilamente. la verdad es que tengo mucha suerte. voy a intentarlo pero ya os aviso a media mañana. ¿a qué hora vas a buscarme? ―preguntó una vez más Diego cuando ya estaban llegando a casa de sus abuelos. Buenos días. Hala. ¿vamos piratilla? ―le preguntó ayudándole a salir del coche. ―¿Puedo sentarme y robarte un minuto? . no sé si tendrás suficiente ibuprofeno en casa para aguantar a este hoy. ―Imagino―rio Joaquín―. si puedo vengo a comer si no después de comer vengo a por ti y nos vamos.― Mamá. ―Ostras. porque mis abuelos deben ser los mejores del mundo. ―Mamá. ¿Crees que hay abuelos mejores que tus papás y los papás de papá? Yo creo que no. habéis tenido mucha suerte. papi. ―Pero. Todo lo contrario creo que soy portador de buenas noticias. me voy de Valencia. ―Me voy de la revista. esto no va a ser lo mismo sin ti. que te voy a decir que no sepas. es de allá y ella está encantada con volver. ¿de verdad que no pasa nada?—volvió a preguntar extrañada por ver que cerraba la puerta.―Sí. Amanda. ―Sí. nada de lo que te debas asustar. ―soltó sin más.―aclaró sonriendo al tiempo que cerraba la puerta. comenzar con el lanzamiento de la revista en Argentina. Colombia… Bueno. Graciela. no pasa nada malo. ―Me voy. ―¿Cómo que te vas? ¿Qué te vas a dónde? ¿Quieres decir que te vas ya por hoy? ¿Necesitas que me quede hasta más tarde? ―No. ―Buenos Aires. me han propuesto ir para allá. ―¿Estás diciendo que yo asumo la dirección? ―Una más que sorprendida Amanda preguntó intentando no alzar la voz y que se les escuchara fuera. No me voy ahora a ningún sitio. ¿Pasa algo? ―No. ―Uff. acomodándose en la silla. y que Alejandro puede ocupar tu puesto. ―Dime. claro. despierta! ―rio Ricardo― ¿Quién crees que va a sustituirme dejando su puesto libre? ―comentó con un guiño. Además. México. ―No. ―¡Imagino! ¡Te vas! Uff. Amanda le dio a enviar al correo. ―¿Qué? ¿Y eso que tiene de bueno? ―¡Amanda. ―No. bueno. . no entiendo. prestándole toda su atención a Ricardo. ―Cuéntame. ya sabes que mi mujer. escucha. te he dicho que son buenas noticias así que no voy a hacerte quedar hasta más tarde. si él quiere el cambio. ―Entonces. ¿a dónde te vas y por qué? ―perpleja preguntó Amanda. si lo diriges tú. eso es más responsabilidad. eso no es del todo cierto―rio―. ambos coincidíamos en nuestra disponibilidad para trasladarnos a Madrid o Valencia―explicó Amanda―. tanto yo como el resto de la dirección. secreto secretoso. Disfruto como nadie trayendo al mundo nuevos proyectos―respondió Ricardo―. Si te lo he dicho ya es para que Alejandro y tú habléis sobre el tema aprovechando que vas para Madrid. no solo a su tierra sino a su ciudad. una buena noticia? ―Bueno. ¡te vas a Argentina dejándonos solos! ―No. no lo comentaré más que con Ale… Alejandro. ―No te veo muy convencida.―Amanda si hay alguien en quien confiamos. los dejo en las mejores manos: las tuyas. ¡te voy a echar de menos! ―¡Y yo! Pero sabes que me gustan los retos. no es eso. ―Alejandro. no tienes que responder ahora. hace unos días hablábamos justamente de este tema. ¿se vendrá? ―Supongo que sí. de estar junto a su familia. estarás de acuerdo que es una solución para esos cuatrocientos kilómetros. sí y no―respondió Amanda―. ―Gracias. Buenos Aires―repitió Ricardo―. A finales de enero. Sin contar que nos vamos a la tierra de Graciela. ―Sí. No sabes lo que me está . quiero decir de la posibilidad de uno tener que cambiar de ciudad―comentó bajo la atenta mirada de su jefe―. bueno. Graciela ha visto los cielos abiertos al ver la posibilidad de vivir nuevamente allí. El año que viene será el gran año internacional e igual algún viajecito te toca hacer. como diría tu hijo. Y. ―Buenos Aires―interrumpió Amanda. es en ti. no te preocupes. así que ya sabes es secreto secretoso. ―Imagino. ―Amanda. pero no esperaba yo esta repentina toma de decisiones. Esto no se va a saber hasta no estar claro que tú me sustituyes y Alejandro ocupa tu puesto. y dime. ¿era o no. Y cambiando de tema. ―No. ―casi musitó Amanda. me encanta meterme en este tipo de fregados. ―Perfecto―contestó con una sonrisa en los labios―. ―Ja ja ja. supongo que sí. solo que no me esperaba esto. ―Sí. ―concluyó―. ¿Cuándo te irías? ―Después de Navidad. recuerdo perfectamente que el lunes es el primer día de la vuelta al cole―respondió abriendo la puerta del despacho―. ―Pásalo muy bien. pero si me necesitas para algo me quedo. sin embargo. tenía claro que su amiga se mosquearía con aquella visita a puerta cerrada de Ricardo. ―Termino de leer unos correos y te tomo la palabra. ¿Directora de El mundo de las letras? ¿Alejandro trabajando en Valencia?. el lunes nada más llegar hablamos. pensaba con los ojos clavados en la pantalla del ordenador cuando Esther entró en el despacho. Tenerla como jefa no supondría ningún problema para Alejandro. todo más que preparado. ¿a qué hora os vais? ―Estaba pensando en comer con Diego y salir para Madrid nada más acabar. dejemos de hablar de mí. ―Para nada. Sí. ahí va mi estúpida pregunta: ¿tienes todo para la reunión de mañana? ―preguntó esbozando una sonrisa socarrona. ellos tenían que decidir qué hacer antes de hacerlo público. si ambos aceptaban aquella oferta de trabajo. ya trabajaban juntos pero codo con codo. verdad? ―Sí. pero ¿afectaría a su relación estar juntos las veinticuatro horas del día? Aceptando ambos el trabajo traería consigo estar juntos en casa y en el trabajo. piénsalo. Amanda. como si te quieres ir ya. con las enormes ganas que tenía de tenerlo a su lado y ahora no estaba del todo segura que trabajar juntos fuera del todo buena idea. Amanda se quedó con la mirada fija en el ordenador. ―dijo levantándose. esto es algo que aún no debe saberse. Amanda no tuvo más remedio que inventar unos inexistentes recados para el director de El Mundo de las Letras en Madrid.  . así como lo difícil de mantener el secreto. ¿recuerdas que el lunes llevo a Diego al cole. ella había dado su palabra de guardar silencio y no iba a romperla. ―Sí. ―No te preocupes. ―Ya te dije que era una estupidez de pregunta. Aquella noticia solo la comentaría con Alejandro. ella sería su jefa. no quiero que se me haga muy tarde en la carretera―comentó Amanda―.constando que no se lo cuente a los niños. Amanda sabía que lo haría. imagino. cambiemos de tema. Ni cinco minutos había tardado en colarse en su despacho. sin jerarquías y a la distancia. ―Sí. La situación. ―Ya. eso sí agobiaba a Amanda. eso ella lo tenía claro. aunque de antemano sé que es una tontería lo que voy a preguntarte―dijo riendo―. sus propias sensaciones le resultaban curiosas. ya lo veo. ―¡No me lo puedo creer! ―dijo al tiempo que señalaba su intención de aparcar. un día de estos Mike Wazoski sacará la bandera blanca pidiendo clemencia. hacía un par de semanas que no los veía y. luciendo una sonrisa de oreja a oreja. ―rio Diego poniendo morritos. Amanda comenzaba a pensar que iba a ser misión imposible. ¡y eso es demasiado!. papá. Diego pasaría aquella noche allí. dale uno de esos besitos de novios. se preguntaba así misma cuando reparó del coche que salía justo ante sus narices. ―Tengo un recado para ti. Diego?. te he echado mucho de menos!. pirata. ¿Cuántas veces habrás visto ya esa película. ―Sí. Monster S. al escuchar el bocinazo de Amanda. Tercera vuelta alrededor de la manzana.―le murmuró Amanda al oído. se preguntaba así misma. ―Hola. andaba como loco porque tenía muchas ganas de volver a ver a sus abuelos. la ayudaría a mantenerlo entretenido durante un rato. Diego había comenzado el trayecto hablando hasta por los codos.A. mira es papá! ―gritó Diego que acababa de ver llegar a su padre―¡Hemos llegado al mismo tiempo! ―Sí.―le susurró risueño Alejandro. ―¡Papá. tras la primera parada Amanda buscó solución a la continua verborrea de su hijo. claro. ¿Quién me mandaría venir en coche a Madrid?. ―Es tan payaso como tú. eso es cierto.Dos paradas había realizado de camino a Madrid. Alejandro se acercó al coche. hablas más que tu padre y yo juntos. Todo el mundo me lo dice. pensaba Amanda mientras lo veía con el rabillo del ojo por el retrovisor. ―¡Mamá. ¡Bendita película! Cerca de las ocho Amanda daba vueltas con el coche alrededor de la calle de los padres de Alejandro. ¿puedo saludar a mamá? ―Sí. le hacía ilusión volver a quedarse en la antigua habitación de su padre. . ―Y yo―contestó Alejandro sonriéndole a Amanda―. Alejandro no pudo evitar estallar en carcajadas mientras abrazaba a Amanda para besarla. sonrió imaginándose la escena del monstruito verde con la bandera blanca en mano. Hijo mío. ―Tú eres muy listo. tenía muchas ganas de verte. ―¡Papá! ―gritó Diego colgándose de su cuello mientras Alejandro le desabrochaba el cinturón de seguridad. ahora estaban como un niño en plena mañana de Reyes Magos.  Diego se había quedado encantado con sus abuelos y sus abuelos con él. pero luego te cuento. cariño. No tengo ninguna intención y ya tu puntería sería la leche. Diego miraba a sus padres con cara de incomprensión. mis espadas y mi sombrero! ¿Te olvidabas? ―No. ―¿De qué deseos habláis? Mamá. me pidió tu número de teléfono. ¿qué estás imaginando? No es nada de lo que imaginas. ―Asustarte. la verdad es que ya no me acordaba. ―dijo Amanda mientras veía la mirada que Alejandro le dedicaba. Toma. no sabía si alegrarme o asustarme. prometido. ―Ahora que estamos solos te confesaré que esto de tenerte esta noche para mí solo me encanta. pero al decirle que venías de camino me dijo que prefería hablarlo personalmente contigo. ―Yo también tengo una novedad. ―. él sabía lo que era tener a unos abuelos que lo adoraban. ―. por cierto. Ale. señorita me ha de contar algo. tú siempre dices que no se dicen secretos en público. no me olvidaba. no lograba entender la conversación. Andrea quiere que mañana pases por Women a verla.―¿Un recado? ―Sí. ―dijo sacando la bolsa de la ropa de Diego. relájate no vamos a cumplirle ese deseo por el momento. aquí lo tienes todo. ―Uhm. se acabaron los secretitos. el encantamiento era recíproco. ―¡Mamá. pero tener dos pares de abuelos era un sueño hecho realidad. ―confesó Alejandro una vez subidos los cuatro pisos hasta su casa. asustarte ― confirmó Amanda―. Diego no se quedaba atrás. no van por ahí los tiros. Por un momento. vale. cierto. ―Sí. ―comentó exhausta tras la subida de . ―¿Andrea? Vaya. ―Ah. no sé―dijo abriendo la puerta al tiempo que le robaba un beso a Amanda. cuando estemos solos. ¿para qué me quiere? ―No tengo ni idea. Amanda y Alejandro se despidieron de los tres hasta el día siguiente que recogerían a Diego tras el trabajo. tras años conociendo su existencia sin poder verlo ni disfrutarlo. ―Cierto. ¿y eso? ―No sé. Ellos se habían prendado de él nada más conocerlo. ―¿Hablas en serio? ―Sí. eso significa que te ofrecen a ti mi puesto si lo quieres. no sabía nada. espera eso quiere decir que ya no formaremos equipo.los cuatro pisos. alguien no está acostumbrada a subir escaleras. ―Uauh. No han dicho nada por aquí. ¡Mi chica directora! Eh. ―Yo me he enterado hoy. pero ¿crees que es buena idea pasar tanto tiempo juntos? Ale. no lo dudo. sería tu jefa. ―¿Y por qué no estás contenta? Mandy. Amanda se sentó girándose hacia Alejandro para tenerlo frente a frente. ¿crees que no acabaría con nosotros pasar tantas horas juntos? . pero eso no es lo importante. ―Muy bien. ―se burló sentándose a su lado― . ―Je je je. dejándose caer sobre el sofá. Ale. claro que me costará no entrar en tu despacho y no meterte mano. ―No. ―Ale. ―Me han ofrecido su puesto. ¿Qué es eso que has de contarme? ―Mira que eres cotilla―contestó antes de devolverle el beso―. ―¿Y cuál es el problema? No se me ocurre jefa mejor. Si me hubieses dejado subir tu maleta. ―Vaya. muy bien. a llevar allí la revista. ¿acaso lo dudas? ―No. enhorabuena. ¿sabes qué significa eso? ¡Podríamos estar juntos! ―¿Te irías a Valencia? ―Mandy. ―Es mi maleta. si empiezas con este jueguecito de beso va beso viene no voy a poder contarte nada. señorita independiente. habla ahora o calla para siempre o hasta mañana… ―Ricardo se va a Buenos Aires. ―Valeeee. Ahora solo les apetecía disfrutarse mutuamente. imagino. Desde su viaje a Roma no habían tenido un día para ellos solos y ahora disponían de toda una noche. Amanda? ―preguntó Andrea levantándose para darle un par de besos. por cierto. ―¡Cuánto misterio! ―Vamos a sentarnos y te cuento. Amanda y Alejandro estaban concentrados en sus besos. que podamos dedicarnos a la caza y captura del mosquito cada día. ―Y yo a ti―susurró Amanda. ―rio Amanda.―¿Por qué? ¿No pasábamos todo el día juntos en la universidad? ―No éramos pareja. siempre había un niño por medio que podía aparecer en el momento menos oportuno. No sé si sabrás que además de trabajar en la revista. Iba a llamarte y contártelo por teléfono. ―comentó divertida ante los ojos de incomprensión y asombro de Amanda. creo que voy a ser una especie de hada madrina para ti y tu chico. eso es lo que decíamos nosotros. lo sé. ―Sí. caricias. he de traértelo para que me lo firmes. ―Alejandro le guiñó un ojo. ―. ―Uhm…así es imposible decir que no… ―Es que soy irresistible―dijo bajándole la cremallera del vestido. pero al decirme Alejandro que venías preferí hacerlo cara a cara. ―Je je je. ―Bueno. tener que madrugar a la mañana siguiente no era un inconveniente. poco les importaba a ellos. ¿No te alegra que podamos estar juntos? ¿Qué podamos acostarnos y levantarnos juntos? ―preguntó mientras sus labios bajaban lentamente por su cuello. Pronto una madeja de ropa irrumpió en medio del impoluto salón. he de confesar que intrigada por tu recado. ―. en dar y recibir placer. ―. Amanda entró cerrando la puerta tras de sí. ―. bueno. ―Muy bien.  Andrea sonrió nada más verla junto a su puerta invitándola a pasar a su despacho. la cual no ponía resistencia a sus raudos dedos. hago mis pinitos como novelista. No siempre podían disfrutar de aquella intimidad. dios. hace unos meses vi tu libro. tal y como le indicaba Andrea. . Ya recuperarían el sueño en otro momento. ―¿Qué tal. cuánto te he echado de menos estos días. ―A ti y a tus labios de fresa―comentó quitándole el vestido y dejándolo en el suelo mientras Amanda comenzaba a desabrocharle su camisa y un apresurado Alejandro se desprendía de sus pantalones. Esta es la segunda oferta de trabajo que recibo en veinticuatro horas. ―Y no había jerarquías pero compartíamos departamento y mesa. No creas que lo hago porque sí. Uff. Tanto por tu trabajo como por tu forma de ser y. Cuando quieras lo traes y yo encantada. ―¿Y él quiere? ―Sí. con lo que te voy a proponer espero verte más a menudo. ―Me alegro. te juro que me encanta la idea de poder poner mi granito de arena en tu relación con Alejandro. no termina de agradarme la idea de estar las veinticuatro horas del día juntos y ser su jefa. ―¿Qué? ¿No entiendo? ―Dejo la revista para dedicarme única y exclusivamente a escribir. ―Te entiendo y. conozco tu trayectoria profesional y creo que eres la persona idónea para este puesto. tú no. ―Vaya. A mí me costó un divorcio. por experiencia propia he de decirte que a la larga pasa factura. . ¿verdad? ―No. ―Pero. ―¿Entonces aceptas? ―Andrea. además. No lo sabía. pero la de Valencia con la posibilidad de Alejandro ocupar mi puesto anterior si él quiere. me encandilasteis desde el primer momento que os vi. ―Uff. ¿Qué me dices? ―Me has dejado de piedra. ―soltó de golpe Andrea sin poder evitar una sonrisa al ver el rostro de sorpresa de Amanda. ―. ―¿Ambas en Madrid? ―No. va a alucinar cuando se lo diga.Me encantó. ¿me dejas pensarlo? ―¡Por supuesto! ¡Faltaría más! ―Hablaré con Alejandro. te he propuesto como mi sustituta. está encantado. seguro. Amanda sintió un revoloteó de mariposas invadiendo su estómago al tiempo que no podía borrar una sincera sonrisa. ―¿Cuándo tendría que incorporarme? ―En Enero. percatándose que no había tenido aquella sensación la mañana anterior al recibir la oferta de su jefe.―Ja ja ja. este revoloteo sea una señal que me indica que esta sí es la oferta que esperaba… . Quizás. tras las fiestas podrías estar un par de semanas conmigo para ponerte al día antes de quedarte al mando. ―¿Venís a comer con nosotros? ―¿Ya es hora de comer? ―un asombrado Alejandro preguntó mientras comprobaba la hora en su reloj. ―Si es que eres la leche como profesional. Almu. estaba segura que Alejandro prefería la misma que ella. normal que todo el mundo te reclame―dijo Alejandro levantándose. el mío y el de Diego. ―Dime. pero esto lo complica todo. estaba gratamente sorprendido con la noticia. ―No es mi futuro. ¿Vais donde siempre? . ¿recuerdas que mañana es el cumple de Malena? ―Ya no me acordaba. pero ahora no eran solo dos. ahora bajamos. ―¿Madrid? ¿Estás segura de venirte a Madrid? ―¿Por qué lo preguntas? Hasta hace cinco años no me planteé nunca la posibilidad de regresar a Valencia. esto no lo he de elegir yo. ―¿Vais a comer hoy aquí? ―Sí. pero va a ser tu trabajo. y había que decidir pensando en los tres. no. ―¿Tú qué prefieres? ―No. Sí. Diego estaba en medio.Capítulo 5: Decisiones. el tuyo. sabes perfectamente cuál fue el motivo de mi marcha. ―Sí. ahora sí. acercándose a ella y dejándole un cálido beso en los labios―. ¿cuál de las dos opciones te atrae más? ―preguntó Alejandro viendo a Almudena hacerle señas desde la puerta. tú eres la que has de elegir tu futuro. Los ojos de Alejandro lo decían todo. lo sé. Amanda lo miraba atenta intentando adivinar por sus gestos cuál de las dos opciones prefería. no. anoche decidías irte a Valencia y ahora… ―¿Ahora qué? ―Ahora yo no tengo claro si prefiero quedarme en Valencia o venirme a Madrid. ―Mandy. aunque lo imaginaba. ¡Felicidades! ―Gracias. es nuestro futuro. ―¿Por qué? ―Porque antes no había opción. eso está claro. ¿Qué te parece? ―Uff. es un cambio radical a lo que llevo haciendo en los últimos cinco años y a lo hecho anteriormente. ―Bien. trabajo. . no me voy y ya estudiamos cómo hacemos lo de Diego. por el cambio. ―. me da miedo que pueda afectar a nuestra relación. si venirte a Madrid lo ves complicado me voy yo a Valencia. ¿Qué tal Diego? Ja ja ja. creo que igual tienes razón. ―Mandy. déjalo que Mandy y yo tenemos que terminar de discutir un tema. No me acordaba. No. imagino… No. pues. Sin contar que prefiero no ser tu jefa―Amanda sonrió―. ―No. Si tengo dudas es por Diego. ―dijo colgando el teléfono. que comeremos aquí. ― . espera no digas nada. je je je. Voy a llamar a mi madre y decirle que no espere por nosotros. me encanta probar distintas cosas y lo sabes. tomándole las manos y obligándola a levantarse. Alejandro marcó el número de casa de sus padres bajo la atenta mirada de Amanda. Nada. ―contestó Amanda―. En Enero tendría que estar aquí y cambiarlo de colegio es lo que no me gusta. ―¿Ya te lo había dicho? Te digo yo que tengo la cabeza no sé dónde.―Sí. al menos no a mitad de curso. ya lo sabía. mamá. quien por un momento se había quedado total y absolutamente atrapada en la mirada de Alejandro mientras su cabeza no hacía más que darle vueltas a qué opción laboral era la mejor. mira que llevamos toda la semanita con el tema del cumpleaños pero entre la vuelta al trabajo. yo no tengo problema. no pasa nada. ―Nos vemos ahora―comentó Alejandro―. Trabajar en Women me atrae mucho. hasta la tarde. bueno. no lo sé. ―confesó―. Ale. No. Con sinceridad de no existir Diego hubiese. nada nos vemos a la tarde. ―¿Y bien? ―Ale. Dudo que tus padres tengan problema en quedarse con él de lunes a viernes y nosotros ir a Valencia los fines de semana o que el venga alguno. que sí a Andrea nada más hablar con ella. Mi marcha de Madrid no implica nada más. a ver― Amanda notaba a las mariposas revoloteando por su estómago―. ―propuso Alejandro rodeándola por la cintura. Por supuesto que mis padres se quedarían encantados con Diego pero ¿y él? ¿Aceptará él estar separado de ti y de mí toda la semana? A mí me cuesta estar separada de él ―¿Y si se lo preguntamos? ―terminó proponiendo Alejandro antes de besarla. sí. sin dudarlo ni consultarlo contigo. ¿no lo entiendes? Prefiero la propuesta de Andrea. sé que es un niño y terminaría por acostumbrarse y. dicho. los papeles para lo del reconocimiento legal de Diego. ―dijo apoyándose en la mesa delante de ella. Besos. Igual debería terminar el curso en Valencia. pero el cambio casi sería inmediato. las novedades laborales y tenerte a mi lado―dijo mirándola fijamente a los ojos haciéndola estremecer―. casi podría asegurar que se vendría con los ojos cerrados por poder tenernos a los dos con él. ¿le preguntamos a Diego entonces? Amanda lo miró fijamente a los ojos y con una sonrisa en los labios asintió. No esperaba yo este giro en nuestras vidas así de pronto. Bueno. nada más abrir el ascensor Alejandro y Amanda las escucharon sin poder evitar una sonrisa de complicidad. pero ahora mismo soy el hombre más feliz de la faz de la tierra. ―Me encanta tener ese poder sobre ti―le susurró al oído―. el abuelo y yo ¡hemos hecho una batalla pirata en medio del lago! Sabes mamá he estado ayudando a la abuela a hacer una tarta de chocolate. ―. Almudena y Joaquín se escuchaban en el rellano de la escalera. ―Mis padres van a dar palmas con las orejas como os vengáis a Madrid. tenías razón con lo de los ginis esos. tendremos que buscar casa porque la mía es pequeña hasta para los tres. Anda vamos que nos están esperando. Te recuerdo que no estamos solos y pueda entrar alguien. ¿sabes la que se nos viene encima? ―Sí. ―Je je je. yo la mujer. ―Lo sé. ―dijo riendo mientras abría la puerta. ―Y yo―murmuró Amanda. ―Espera―dijo Alejandro tirando de ella que intentaba alejarse de su radio de acción―. ―¡Ni yo! Ale. esas manos―rio Amanda―. . me ha dicho que es tu favorita. ―contestó besándola. ―Mandy―dijo Alejandro al imaginar los pensamientos de Amanda―. hemos ido al parque de las barcas.―Ale. si no fuera así. estás logrando desconcentrarme.  Las risas de Diego. Uhm. cuando Diego esté aquí iremos todos los meses a Valencia y tus padres y tu hermana siempre tendrán las puertas de casa abiertas. tu cirujano sería la leche. ―Me lo he pasado súper genial. Diego corría por el pasillo rumbo a la puerta al grito de “papá. ―Ale. Me encanta la idea de tenerte a tiempo completo conmigo en un par de meses. mamá” abrazándose a ellos como si hiciera un siglo que no se vieran. genes. Almudena. ―Hablando de vivir juntos. ¿te quejarás de las meriendas que te he preparado este verano? ―bromeó Alejandro. te puedes quedar. ―se adelantó a decir Alejandro imaginando que su padre les quería dejar intimidad. ―Papá. gracias. mamá. ―Eh. Almudena y Joaquín observaban la escena desde la puerta del salón. ―Joaquín. Papá. pero espera que te ayudo. ―comentó Alejandro a Diego cogiéndolo de la mano y llevándolo al salón. cariño? ―preguntó Amanda a su excitado hijo. ―¿Y tú. ven que tenemos que hablar contigo.―¿Qué ginis. ―Sí. ―Uhm. ―¡Genes! ―rio Amanda mientras Alejandro y sus padres estallaban en carcajadas. Tendrías que aprender pero no te preocupes. ―¿Vamos a vivir juntos? ―preguntó Diego abriendo los ojos. ―Sí. que me dijiste que los de las abuelas eran de buenas cocineras. Alejandro y Amanda saludaron a unos sorprendidos Joaquín y Almudena. con un pedazo de tarta de la que he hecho con el de los “ginis”. la verdad que me vendría bien. déjame saludar a tus abuelos. ―Espera un momento piratilla. . ¿otro café? ―Sí. ―Y. ―Eso. sabes que a tus tartas no les digo nunca que no. eso es muy fácil. ―¿Café? ―ofreció Almudena. ―Eso que tenemos de la familia. ―dijo con una pícara sonrisa. mamá me ha dicho que tú no tienes de esos genes aunque ya me he dado cuenta. no podían evitar una sonrisa de placer al tenerlos a todos allí. si al igual que Diego estaban equivocados. cariño? ―le preguntó a Amanda. que no estaban seguros de haber interpretado bien las palabras de su hijo o. cuando vivamos juntos mamá hará la comida y yo la ayudaré. ―Papá. por supuesto. las cosas de palacio van despacio. así nosotros podemos buscar una casa más grande. ―Vale. pues. tu cole. Diego se sentó raudo y veloz en el sofá mirando sonriente a sus padres. ―Bueno. Primero una cosa y luego la otra. existe la posibilidad de mamá venir a trabajar a Madrid. . exacto. ―Ah. ―Nosotros iríamos todos los fines de semana y alguno vendrías tú. se podría estudiar. Siéntate Diego. al primo… aunque los iríamos a ver todos los meses y… ellos podrán venir también. ―¿A Madrid? ¿Eso quiere decir que entonces estaríamos los tres juntos todo el tiempo? ―gritó Diego saltando de alegría ante los divertidos ojos de sus padres. ―Diego para. bien. ―¿Y un perro? ―preguntó poniendo cara de estar implorando. ―¡Eso es genial! Bueno es un poco triste porque no los puedo tener a todos. mamá y yo tenemos que hablar contigo. ―¿Tú o yo? ―preguntó Alejandro a Amanda. que son súper guays también. recuerdas cuando te prometí que un día estaríamos juntos los tres. ―Mamá tendría que venirse después de Navidades y tu cole está en Valencia. ¿Podremos tener perro? ¿Y un hermano? Sí. ¡yo también quiero! Alejandro no podía parar de reír con las cosas de su hijo. porque el primo ya va a tener un hermano y. ―. ―dijo Alejandro. Ahora solo toca vivir juntos pero hay un problema. tendrías que quedarte con los abuelos hasta el verano. ―sonrió Alejandro mientras Diego le tiraba de la mano. eso significaría pero también dejar Valencia. ―Sí. ―Empiezo yo― Amanda tomó aire antes de comenzar su discurso―. ―¿Cuál es el problema? ―preguntó Diego. fue después de la estrella cumplir mi deseo de tener a papá. pero tendré a los abuelos de Madrid todo el tiempo. ―Sí. Comenzaba a tener prisa por conocer las novedades.―Voy a ayudar a tu madre y luego nos contáis. ―Sí. ―comentó Amanda. a los abuelos. ―Vale. ¿entonces yo no podría venir después de Navidad? ―No. Diego. ¿has oído? ¡Vamos a vivir todos juntos! Bueno. ¿no? ―Mamá. ―¿Y nos veremos todos los fines de semana? ―¡Todos! ―exclamaron Amanda y Alejandro al unísono. ¿podré tener mis juguetes en casa de los abuelos? ―Claro. no le des cuerda! Ahora mismo yo acabo de recuperar a Mandy y …tiempo al tiempo. nadie ha hablado de hermanos y perros. cariño. nosotros apoyamos lo del hermano. . ―lo interrumpió Amanda.Te quiero solo para mí ―le susurró al oído―. ―Abuelo. yo ahora no porque los papis van a buscar casa y tendremos un perro y un hermano… ―Diego. Ahora lo importante es saber si a ti no te importa quedarte con los abuelos unos meses de lunes a viernes.―¿Cómo que se podría estudiar? ―preguntó Amanda― Yo tendré que dar mi visto bueno. porfaaaaaaaaaaa. ―Mamá. papá y yo estaríamos trabajando en Madrid y los fines de semana los pasaríamos contigo. eso ya lo miraríamos. Diego. ―A ver. ―Di que sí. ―dijo abrazándola―. ―¡Papá. por el momento. no adelantes acontecimientos. solo quedaba una casi vacía estantería. en Madrid. mami. ―Ah. pensaba Amanda saliendo de su habitación y comprobando que Diego estaba sentado en medio de su habitación contemplando las paredes. en la de nuestra nueva casa. ―¡Síiiii! ¡Y se va a quedar toda la semana! Mami. ―Y ahora mismo llega papá. ―. ―¡Sííííííííí! ¿Puedo llamarla y decírselo ya? ―gritó Diego levantándose de golpe del suelo. ya no quedaba ni un solo libro en las estanterías. ¿Cómo lo vamos a hacer? ¡Esto va a ser imposible! Uff…dejar más cajas en el trastero de mis padres me parece un auténtico abuso. sabes he tenido mucha . solo contemplaba a los piratas. espero que si viene otro niño a esta casa le gusten los piratas de la abuela. donde tantas veces se había dormido con Diego en brazos dándole de mamar. ―¿Ahora? Cariño. claro que sí cuando tengamos la casa nueva le diremos a la abuela que vuelva a pintar una batalla pirata en las paredes. ―No. ―clamó Diego abrazándose a su madre. cada vez que veía sus cajas de zapatos dudaba que cupieran en el piso de Alejandro. Me da pena no volverlos a ver. seguro que la abuela está ahora en casa de la tía. ―Piratilla. Mami. Amanda miraba a su alrededor preguntándose dónde iba a meter todo aquello en casa de Alejandro.Capítulo 6: Diego y las estrellas. claro―dijo Diego volviéndose a sentar. cariño. ¿cómo no le iban a gustar? ―¿Podré tener piratas en mi nueva habitación? ―¿En casa de los abuelos? ―No. ―Seguro que sí. estas van a ser las Navidades más guays de todas. ¿pasa algo? Amanda entró en la habitación de su hijo. ayudándola con la prima Silvia. ¡Lo tenían medio vacío y ahora está lleno con mis cosas! ¡Y solo he llevado libros!. la cama y su antiguo sofá azul. Los juguetes de Diego en su gran mayoría ya estaban en casa de los padres de Amanda. la ropa de verano tampoco habitaba en los armarios. en mi habitación de verdad. ellos ya habían preparado la habitación para Diego. sí. Medio desmantelado estaba ya el piso. ―Ah. ya lo he visto―contestó Alejandro mirando las vacías librerías del salón―. Alejandro dejó a Diego en el suelo. Diego se abalanzó sobre el padre estando a nada de hacerlo caer. ya comenzaba a pesarle. papá. el día de las uvas vamos a estar en Madrid y. ―¡Papá. ―Ya. lo que no sé es dónde vamos a meter todas estas cajas. ¿no te acuerdas? ―Sí. ―Y el primo pidió el suyo después. ―¿Has visto. Alejandro dejó sus cosas en el suelo y levantó a su hijo en un abrazo.―dijo acercándose a la puerta porque acababan de llamar e imaginaba que era Alejandro. claro que me acuerdo. ―Sí. mamá ha guardado casi todo en cajas y cajas? ―Sí. ese día fue cuando nos agarramos de las manos y yo le pedí mi deseo a las estrellas. yo le enseñé y ¡también se le ha cumplido! ¡Las estrellas son súper mágicas! ―¿Y qué pidió el primo? ―¡Una hermana! Y mira ya la tiene. ―Buenas. ¿hay un huequito para mí entre tanta caja? ―preguntó Alejandro mientras contemplaba las cajas apiladas junto a la puerta. ―Mi madre me ha dicho que ellos tienen hueco en su trastero así que podemos dejar las cajas allí hasta que encontremos una casa de nuestro gusto y necesidades. ―No sé. papá recuerda que sea con jardín para que podamos tener a Corsario. has dicho una palabrota! ―Perdón. no sé―respondió Amanda antes de que la callara Alejandro con un beso. perdón. Yo pensaba que ibas a esperar por mí para empaquetar todo. mamá. ¿en Madrid se pueden pedir deseos? ―¿En Madrid? ―preguntó extrañada Amanda. ya has llegado! ―gritó Diego saliendo de su habitación. . ―¡Joder con las estrellas! ―¡Mamá.suerte porque las estrellas cumplieron mi deseo. ―¡Sííí!. pero he empezado y ya no he parado. no volverá a repetirse. los libros se guardan con facilidad. ―¡Mami. mamá? ―No. porfiiiiiii! ―Diego. creo que vamos a tener que buscar una casa muy grande para poder guardar todos los zapatos de mamá. Diego dejó allí la pequeña trolley de su padre sin quitarle ojo a las apiladas cajas de zapatos. Alejandro ayudado por Diego recogió su pequeño equipaje siguiéndolo hacia la habitación. papá! ―exclamó un inocente Diego. ―Jo.―¿Quién es Corsario? ―quisieron saber al unísono Alejandro y Amanda. Ya lo entenderás cuando seas mayor. es que tienes muchos zapatos. mejor cambiemos de tema. no? ―¡Claro. ―comentó Diego mirando de reojo a su padre. ―Diego. mamá. La puerta del vestidor estaba abierta. te dije que mamá tenía que estar de acuerdo. ―¿Eso es un sí. ¿Hay habitación. al final la mala seré yo. primero hemos de tener casa y luego ya veremos. eso es un “ya veremos”. voy a dejar mis cosas en la habitación. ―¡Ya lo veo! ―¿Otra vez estáis maquinando a mi espalda? ―Mamá. ―No me metas en tus líos. ¡no seas malvadosa! El otro día papá me dijo que sí. Alejandro le guiñó un ojo a Diego al tiempo que subía las pulgares. que Amanda había dejado minutos antes junto a la puerta. ―Ja. ―¡Nuestro perro! ¡No os enteráis! ―¿Cómo que no nos enteramos? ―preguntó divertida Amanda― Yo le recuerdo caballerete que ir a vivir juntos no significa que vayamos a tener perro. ―¡Para nada! ―exclamó Alejandro guiñándole un ojo. Diego lo imitaba sin poder evitar una sonrisa socarrona. ―¿Confabulando a mi espalda? ― preguntó en tono burlón Amanda. no le toques a tu madre el tema zapatos. ―Bueno. ―Papá. pero te advierto que las mujeres están obsesionadas con los . ¿no lo sabías? Las carcajadas de Alejandro resonaron junto a las de Amanda nada más escuchar a Diego. por fin tras tanta visita al registro civil ya está todo arreglado. ―Diego Rodríguez González―leyó un emocionadísimo Alejandro―. también a los del fútbol. ―Papá. lo sabía. también a los del parque que está por casa de los abuelos―aclaró Diego―. De poco le sirvió a Amanda decirle que solo estaría montado una semana porque el fin de año lo pasarían en Madrid. Los niños de cuatro años no sabemos leer. Diego quería árbol. ¿las estrellas de Madrid conceden deseos? ―¿Qué? ¿Por qué? ―Porque las de aquí sí y yo quiero volver a pedir deseos el día de las uvas. pero sí sé que dice Diego. sé escribir mi nombre y también que tu nombre y el de mamá comienza por la misma letra.zapatos. el segundo apellido del primo Javi también es González. ―Bueno. ―Entonces mi hermana tendrá mis dos apellidos. . así que a pesar de las cajas amontonadas junto a las paredes del salón aquella misma noche montaron el árbol amenizados por los cantos navideños de un ilusionado Diego. piratilla. ―comentó Alejandro a un atento Diego mientras ambos salían del vestidor. Ya se los he dicho a todos mis amigos del cole. papá. ¿Has leído Diego? ¡Ya tienes mi apellido! ―Papá.―dijo Alejandro acariciándole el pelo. Bueno. tengo cuatro años―aclaró Diego―. ―Muy bien. Ah. ¡guay!  Solo estaría puesto una semana. Los ojos de Alejandro enseguida se detuvieron sobre aquellos documentos oficiales. ―Y sé que ahora soy Diego Rodríguez González y no Diego González López. Diego no había querido ponerlo antes porque le apetecía montar el árbol de Navidad con su padre. Sí. Amanda no pudo evitar emocionarse al ver la cara de Alejandro al descubrir la documentación oficial que acreditaba que Diego era legalmente su hijo. Amanda tampoco imaginaba una Navidad sin árbol. no era ninguna novedad para él pero ahora los estaba viendo físicamente. claro los hermanos tienen los mismos apellidos. ―le confirmó Alejandro sin poder evitar la risa. supongo que los apellidos de la prima Silvia son iguales a los de Javi. Sabes. ―Sí. su primer apellido es Vidal. entonces sentí en las manos como un montón de hormigas caminando por ellas y ¡mamá también! ―¿Hormigas? Quieres decir como una descarga de… electricidad―terminó de decir acordándose de pronto de la descarga recibida el pasado fin de año. ―A ver explícame cómo funciona lo de los deseos. ¿Funciona? ―Bueno. ¿y yo puedo pedir uno? ―¿Y qué vas a pedir tú? ―quiso saber Amanda. Y puedo saber ese deseo. ¿sabes que con las uvas se puede pedir un deseo? ―preguntó Diego a su padre. al fin y al cabo. los deseos no se pueden contar o no se cumplirían. después de las uvas agarré con fuerza las manos de mamá. ―¿Y qué manera es esa? ―se interesó Alejandro bajo la atenta mirada de Amanda. Alejandro estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no reírse al ver la seriedad en el rostro de Diego recriminando a su madre. ―Pues. tras mirar a las estrellas cerré los ojos y pedí el deseo―explicó exaltado―.―Supongo que sí. . Esto es muy serio. pero mamá me enseñó otra manera. pero el fin de año pasado estaba en la terraza viendo a las estrellas y de pronto sentí un corrientazo en las manos. ―¡Mamá. ―¿Qué pasa Ale? ―No te lo creerás. perdón. ―Sí. ―¡Era mi deseo. qué no se puede decir! ―Perdón. papá. es muy difícil porque te tienes que comer ¡todas las uvas!―explicó enfatizando en “todas las uvas” al tiempo que gesticulaba exageradamente―. ―Mamá. las estrellas son las mismas―rio Alejandro―. no te rías o las estrellas se enfadarán. son cosas de magia y deseos. ―Pues. porque somos primos especiales y nos podemos contar los deseos. Sabes papá.―rio Amanda. lo sabía. papá! ¡Es que son mágicas las estrellas! ―Joder con las estrellas. Bueno. ―No. ―Ah. el primo Javi sí puede saberlo. ―¿Ya sabes que le vas a pedir este año a las estrellas? ―cuchicheó Javier a Diego para que los mayores no los oyeran. ―¡Qué guay! ―¿Podré pedir lo mismo? ―Supongo. a pesar que pronto su hija volvería a dejarlos. la prima Silvia está dormidita hablen un poco más bajo. ¿y tú? ―Pues. ―Sí. ―dijo Luz entrando en el salón donde Diego y Javier jugaban con los regalos dejados por Santa Claus la noche anterior. ―¡Papá. Sin embargo. . la que a pesar de tener a lo que más quería a su lado le faltaba la mitad que la complementaba: Alejandro. ―¡Claro! ―Voy a pedir un perro. no lo tengo muy claro. podía más la felicidad de ver a la Amanda de años atrás. abuela! ―contestaron ambos primos riéndose a continuación por haber hablado al mismo tiempo. ―Sabes. ―Piratillas. ¡ya sé! ―¿Qué es lo que sabes? ―preguntó Vicente que acababa de escuchar a su hijo. ¿Qué vas a pedir tú? ―Bueno. son cosas de primos especiales que no puedes saber! ―medio enfadado contestó Javier por la intromisión de su padre. ¿a qué es un nombre muy chulo? ―Sí.―¡Papá.  Una auténtica algarabía festiva invadía la casa. eso no se dice! ―Perdón. mi perro se llamará Corsario. Sabes creo que este año yo también le pediré deseo. tienes razón― rio Alejandro―. la que sonreía con la mirada y no la Amanda de los últimos cinco años. el mío se llamará…―dijo dubitativo Javier―Uhm. los padres de Amanda no podían borrar la alegría del rostro. ―¡Vale. te lo cuento pero recuerda que es un secreto de primos especiales. ―Además. cariñet? ¡No seas ilusa! Creo que tiene más memoria que todos nosotros juntos. …en la cocina… ―¿Garfio.―Perdón. ―comentó Alejandro rodeándola por la cintura. ―¡A saber! ―exclamó Cris―. ―. ―Fernando no podía evitar la risa. ―Así que mis nietos este año piden perros a las estrellas. Vicente y Alejandro salieron del salón para dejarles intimidad a los primos especiales. ―Diego está intentando convencerme de que cuando tengamos la casa nueva ya podemos tener un perro. ya sabes que contra las estrella no se puede ir. . Si se enteran que los hemos escuchado por el walkie que ellos mismos me habían dejado me borran de su banda pirata. Corsario? ¿De qué están hablando estos dos? ―preguntó Vicente que no entendía nada. ―¿Vais a comprarle el perrito? ―Cris preguntó a Amanda. ―Mucho me temo que padre e hijo ya se han confabulado. ―Lo sé. ―¡Perros! ¡Hablan de perros! ―explicó Amanda. ―¿Cómo lo vas a llamar? ―¡Garfio! ―¡Qué guay! Entonces el mío será Corsario y el tuyo Garfio. ―¿Perros? ¿Cómo lo sabes? ―quiso saber su hermana. Javier comprobó que no había mayores a la vista. Diego y Javier esperaban verlos salir de allí indicándoles con las manos que se alejaran. tratándose de estos dos puede ser cualquier cosa. ―¿Olvidar algo tu hijo. perdón… ya os dejo a solas―contestó con cierta ironía Vicente guiñándole un ojo a Alejandro que no podía evitar la risa escuchando las locuras de su hijo y sobrino. ―Y ya nos dijo que lo iba a llamar Corsario ―rio Alejandro―. pero habrá que negociar y con un poco de suerte de aquí a verano se le ha olvidado. tendré que ir haciéndome a la idea. ―Ya estamos solos―dijo Diego.―murmuró Diego sin saber que su conversación era oída desde la cocina. así que Garfio debe ser el vuestro. mamá. no quería ser oído por ninguno de ellos. ―Tú y tu hijo estáis locos. ―comentó Luz dándole un beso a su hija. ―. Ya me da hasta miedo los deseítos a las estrellas. a los Reyes Magos y a las estrellas.―interrumpió su padre. y ahora está convencido que era el deseo de Diego. ―Me he perdido. ―¿Y cuándo nos enteramos de la fusión? ¡Después de su deseo! ―¡Ale no seas fantasioso! La fusión ya iba en camino pero no sabíamos nada. ¿estamos o no estamos juntos? ―Lógico. ―Sí. hace falta que te lo diga? ¿Qué era lo otro que quería tu hijo? ―Ah. hablamos del que me va costar un viaje a Canadá. ¿qué será lo próximo? ―¿Te lo digo? ―rio Luz. ―¡Papá. ―Una hermana―contestó Alejandro. Aquí el colega ahora cree en las estrellas porque parece ser que el año pasado sintió algo en fin de año. ambos estaban . sois tal para cual.  René y Diego corrieron hasta conseguir la primera fila frente al televisor. ―parecía quejarse Amanda pero sin poder evitar una sonrisa. ―Ya os veo buscando perros porque se llevarían un buen chasco de no ser así. pero estos ahora tienen a Santa Claus. ―comentó sonriente antes de besarla. ―Como su deseo… ―Ahí tiene razón Alejandro. también tú! ―¿Y el deseo de Javi? ¿Acaso no se ha cumplido? ―¿Qué había pedido mi hijo? ―preguntó Vicente. ―Tú ríete pero a tu hijo le funciono.―confesó Alejandro. ¿de verdad. ―Creo que yo también voy a pedir ese deseo. ―Ale. ―No. ―respondió Amanda―. porque ya me lo imagino. ―¡Estos nietos míos son la repera! ―exclamó Luz. nuestras revistas se fusionaron. y no hay nada más bonito que la ilusión y la inocencia de los niños. Alejandro se abrazó a Amanda besándola apasionadamente ante los divertidos y traviesos ojos de su hijo que saltaba de alegría corriendo para abrazar a sus padres. Besos. Previsible. ―¡Guay! Sabes mi padre me dijo que tu padre es su mejor amigo. . ¡vamos a la terraza hay que pedir los deseos a las estrellas! ―clamó Diego tirándole de la mano a su padre. ―Luego saldremos a la terraza y pediremos nuestros deseos a las estrellas. ―René. ¡es muy difícil! ―Diego le aclaró bajo la atenta mirada de Alejandro que a pesar de los meses vividos junto a su hijo seguía anonadado con él y sus cosas.provistos con sus uvas de la suerte. Ale―le susurró Amanda antes de dejarle un beso en las mejillas. ―¡Feliz 2014. abrazos acompañados de risas y gritos infantiles inundaban el salón de Gustavo quien se abrazó a su amigo. no te preocupes si no te las comes todas. ―¡Sííííí! ―Sécate las babas. aun con restos de uvas en la boca. era del todo esperable que ni Diego ni René fueran capaces de acabar con las uvas a tiempo. nunca antes había llegado a las doce campanadas despierto. Nada más sonar la última campanada. ¡ya era hora! ―¡Y qué lo digas! ―Papáááá. No sabes lo que me alegra verte así. ahora sí! Como ahora vamos a ser los mejores amigos te lo he contado. René nunca antes había disfrutado de las uvas y sus deseos. sabes yo tengo un primo especial pero aquí no tengo así que tú serás mi amigo especial. ―¡Pues. pero tanto le había hablado Diego sobre las uvas. Estás atontadito con Diego. ―¡Feliz año! Al final tenía yo razón con las señales del destino―le dijo mientras le daba el más sincero de los abrazos―. Mandy! ―le susurró Alejandro al oído mientras Diego se tiraba sobre de ellos. los deseos y las estrellas que allí estaba dispuesto a comerse sus doce uvas y pedir sus deseos. así que nosotros también podemos serlo. ―. ―¡Es que nuestro hijo es la leche! ―¡Las campanas! ¡Las campanas! ―gritaron al unísono los nuevos amigos especiales. ¡son súper poderosas! ―¡Vaya! Menos mal que me has contado lo de la magia de las estrellas porque no lo sabía. De golpe abrieron los tres los ojos al notar la corriente eléctrica que los había sacudido. Diego porque aquella era una noche muy especial para él. Diego cogió de las manos a sus padres. los tres miraron al iluminado cielo madrileño. Diego había logrado contagiar con su ilusión a sus padres.El cielo de Madrid parecía haberse engalanado especialmente para ellos. Un año antes celebraban el fin de año separados. a sus amigos y. ―Entonces miráis a las estrellas pensando vuestro deseo. ¡esto fue lo que pasó el año pasado! ¡Mi deseo se cumple! ―gritó dando saltos de alegría Diego mientras Amanda y Alejandro no podían dejar de mirarse. frente a ellos los fuegos artificiales se sumaban a su fiesta particular. a René. las estrellas lucían sus mejores galas. Amanda notó la mano de Alejandro apretar con fuerza su mano izquierda mientras Diego hacía lo mismo con la derecha. . Diego explicó cual experto conferenciante sobre estrellas y sus mágicos poderes cómo debían ponerse en círculo dándose las manos. ahora estaban allí más unidos que nunca por aquel pirata soñador y cazador de estrellas de los deseos. Sus miradas se cruzaron antes de cerrar los ojos para pedir el deseo. ―Sííiííí. luego cerráis los ojos pensando en el deseo. brillando como si aquella fuera la última vez que fueran a hacerlo. no solo por los kilómetros sino por la cabezonería y orgullo de ambos. La emoción estaba presente en los ojos de los tres. Diego miró sonriente a Amanda y luego a Alejandro. especialmente. Alejandro y Amanda porque aún no terminaban de creerse cómo les había cambiado la vida en tan corto periodo de tiempo. Intentaba pensar que aquella era una situación momentánea. ¡no seas pájaro de mal agüero! ―se quejó Alejandro acercándose a Amanda para darle un beso y comprobar de cerca aquellos ojos vidriosos. Amanda abrió un poco la ventanilla. Amanda no seas tremendistas bien poco te importaba el mediterráneo hace unos años cuando hubieses dado todo por quedarte en Madrid junto a Ale. en unos meses estarían viviendo juntos los tres en su nueva casa. no volveré a ver el mar más que a ratos robados. Uff. la que se nos viene encima. pensaba mientras se serenaba. Su pequeño utilitario había sido invadido por sus maletas. Veinte minutos más tarde estaba aparcada en doble fila frente a la puerta de la casa de Alejandro. ―Parejita. ―Bienvenida nuevamente a Madrid―dijo Jose abrazándola. Jose. ―Muy mal. Ya no huele a mediterráneo. Los ojos de Amanda brillaba por tantas lágrimas derramadas. ―. frente a su hijo no había soltado ni una sola. sus padres la había convencido que aquella era la mejor opción hasta no tener su nueva residencia. no se puede conducir con los ojos llorosos. si vuelves a poner pies en polvorosa avísanos a nosotros. Mandy. La casa estaba vacía. separarse de él era lo peor de aquel cambio de rumbo en su vida. delante de ella el de Alejandro iba igual o más cargado con parte de sus cajas de libros. la calefacción empezaba a agobiarla. se dijo así misma mientras esperaba el cambio del semáforo rojo con el que Madrid le daba la bienvenida.―le murmuró al oído. Amanda sintió el brazo de Alejandro rodeándola por los hombros mientras ella rebuscaba en su bolso hasta dar con su móvil.Ojo. La gran mayoría había terminado en el trastero de sus padres. en donde ya no cabía ni un alfiler. subamos esto que nos quedan cuatro pisos ¡sin ascensor! ―comentó Carlos acercándose a Amanda para saludarla con un fuerte abrazo. No quería que la viera llorar. necesitaba aire fresco. Las lágrimas no era una buena compañera cuando se está al volante. Una hora más tarde Amanda y Alejandro se dejaban caer en el sofá. Gustavito! ―rio Amanda nada más salir del coche. ―Eh. los secretitos los dejáis para más tarde. Carlos y Gustavo la saludaban acercándose al coche de Alejandro para ayudarlo a descargar. no se escuchaba nada. ―¿Te has traído medio Valencia? ―¡Muy gracioso.Capítulo 7: Madrid. . pensó nada más llegarle el aire de las afueras de Madrid. ¿Nueva casa? Uff. hasta con los ojos rojos estás guapa―dijo secándole las lágrima con sus pulgares posando sus labios sobre los de ella. Ahora solo estaban ellos dos.La alegre voz de Diego sonó enseguida al otro lado del auricular. y a vivir realmente en pareja. al tiempo que sus bocas seguían buscándose. Piensa egoístamente en que tendremos un poquito tiempo para estar solos los dos. ¡si acabamos de llegar a casa de papá! ¡No seas apurado! ―rio―Tu hijo me pregunta si ya hemos buscado casa―le dijo Amanda a Alejandro sin poder evitar una sonrisa―. papá está a mi lado. sé que no hace falta que te diga que has de hacerle caso a los abuelos y que el viernes por la noche estaremos ahí. comprobarían si verdaderamente podían vivir juntos. La imagen del pequeño pirata desapareció de la mente de ambos por un rato. los de Amanda se colgaban del cuello de él. por cierto. ella necesitaba refrescarse la cara. Sí. acabamos de llegar y tú has de acostarte que mañana tienes cole. Los brazos de Alejandro rodearon la cintura de Amanda. hoy no. cada cinco días estaremos juntos. Yo también te quiero. mañana por la noche hablaremos por Skype. No lo había escuchado entrar en el baño. Amanda notaba los labios de Alejandro bajando por su cuello mientras sus hábiles dedos desabrochaban su blusa haciéndola caer en los oscuros baldosines del impoluto baño. Seis meses pasan en un abrir y cerrar de ojos. cariño. Ya verás que con lo ocupada que te va a tener el nuevo trabajo los días de la semana se van a pasar en un abrir y cerrar de ojos. sino volvía a cambiar de ciudad. ―No quiero volver a ver una sola lágrima o terminarás contagiándome a mí―comentó Alejandro con su frente apoyada en la de ella―. Alejandro había hecho caer los hojas del calendario en nada. mañana te llamaré antes de irte al cole. no entiendo que en Valencia no se incorporen en clase el miércoles. . no cielo. Sí. intenta pensar que en nada está aquí el verano. ―Diego. ―Y mira en Fallas estará aquí y en Semana Santa o como decís vosotros en las vacaciones de Pascua. ―Ya. ―La voz de Alejandro la sorprendió. Vale. más aún cuando te enfrentas a una situación nueva. en el fondo sabía que no le faltaba razón. Ella no solo tenía un nuevo trabajo. sus mejillas ardían y no por el calor sino de aguantarse las ganas de llorar. Estos meses serían una prueba de fuego para ellos. ¡el lunes ya está acabando! Mañana se nos irá en ver cómo colocamos esto. ¡qué encima son más largas! Y luego que queda mayo y junio. Los pobres niños no tienen tiempo de disfrutar de los regalos de Reyes. Un beso muy fuerte. Esta semana está a un tris de acabar. no había espacio para nadie más. ―Mandy. Sí. Amanda sonrió. Amanda notó un pinchazo en su interior al escuchar la voz de su hijo que le preguntaba si ya había empezado a buscar casa. sí… sí… sí… no me olvidaré. sí… ya te paso con papá. Ssh. Amanda dejó a Alejandro hablando con Diego. Cielo. ―. hala ya estará por aquí con nosotros. no digas nada. Por decirlo de manera suave. ¿en quién si no iba a pensar el señor de rojo? ―comentó mientras la dejaba caer sobre la cama para él terminarse de quitar la ropa. ―Buen gusto el del señor Claus―susurró Alejandro mientras Amanda se colgaba de su cintura con sus piernas mientras sus brazos hacían lo mismo de su cuello. Mandy… . ―Calla. ―No lo sé. sus respiraciones acompasadas con el ritmo de sus cuerpos se mezclaban con sus placenteros gemidos y nombres susurrados hasta terminar sudorosos y agotados uno junto al otro. que Santa Claus le había dejado bajo el árbol de Navidad. Amanda no volvió a abrir la boca más que para poder respirar con mayor intensidad. ―Señorita. ―. ¿recuerdas nuestro fin de semana en la sierra? ―¡Cómo olvidarlo! ―Ya―continuó acariciándole el pelo―. un intenso calor la había invadido. sentía un tremendo cosquilleo por todo el cuerpo al tiempo que la boca y manos de Alejandro recorrían por completo su ya desnudo cuerpo. pero me siguen sabiendo a fresa. ―El señor Claus no pensó solo en mí. tal vez… Amanda no pudo seguir hablando porque Alejandro la calló volviéndola a besar. recuerdas que te hice una pregunta. aunque sí.―murmuró Amanda terminándole de quitar la camisa a Alejandro al tiempo que él la llevaba hasta su habitación. luego dices que Diego habla. Uhm. aprovecho para corroborar que un poquito imbécil sí que fuiste. en un momento te pregunté qué me habías hecho―recordó Alejandro―. debe ser obsesión mía porque es imposible que te quede de ese pringue en los labios.Amanda no sabía cómo lo había hecho Alejandro pero ella ya no llevaba su ropa. ―Muy mal pensada. cuando pienso en ese comentario mío me doy cuenta de lo imbécil que fui.―bromeó bajando sus labios por su cuello al tiempo que sus dedos luchaban con el cierre del sujetador. no aproveche para meterse conmigo― dijo Alejandro antes de besarla―. ―¿Una pregunta? ―Sí. no vale la pena pensar en eso ahora―respondió Amanda apoyando la cabeza en su pecho. solo le quedaba la ropa interior. ―Mandy―con voz ronca dijo Alejandro―. ―rio. De haber sido plasmado aquel momento hubiese sido imposible identificar donde comenzaba y terminaba el cuerpo de cada uno. de lo ciego que estaba. señorita González. ―Ale. En uno de sus bolsillos interiores la encontró. me voy a la ducha. comprobando con cada hora trabajada junto a ella que era una mujer impresionante. señorita labios de fresa. ―y una mentirosilla. Nunca había podido desprenderse de ella. Amanda esperó hasta escucharlo en la ducha para rebuscar en su repleto bolso. ―¿A dónde vas? ―preguntó al verla levantarse.―Dime―contestó mientras intentaba recogerse el pelo en una coleta. siempre la llevaba consigo. ―Ya estoy aquí desesperado. La voz de Alejandro llamándola llegaba hasta ella mientras se ponía su colgante. llegando a sentir auténtico pavor por no conseguir estar a su altura cuando la dejara con las riendas de la revista en sus manos. ¡tu sombra es demasiado grande! . ―Y tú tontito al pensar que no me acordaba del colgante―comentó mientras el agua comenzaba a caerle por la espalda. ¿Quieres? ¿Te traigo? ―No. ¿Vienes? ―Ahora voy. ―El que te regalé. ¿por qué estás asustada? ¿Crees que yo no lo estaba cuando llegué a la dirección de Women hace ya un par de décadas? ―Andrea. ―Mira que eres una tardona―se quejó mientras sus ojos se fijaban en aquella pequeña fresa de plata. ―Amanda. ―contestó decepcionado. por nada. tres semanas en las que no había dejado de trabajar codo con codo con Andrea. los días se le escapaban entre los dedos. siempre la he llevado conmigo. ―. no podía ponérsela pero siempre la llevaba en el bolso que llevara. Aquella fresa era su amuleto. tú eres grande.  Alejandro no le había mentido. ―¿Tienes el colgante? ―¿El colgante? ―preguntó haciéndose la loca Amanda. Tres semanas llevaba viviendo en Madrid. ―No recuerdo ningún colgante ―mintió―. insuperable en su trabajo. siempre la había acompañado. ―Necesito agua. ¿por? ―No. ―fueron las últimas cuatro palabras en salir de su boca antes de tener la de Alejandro sobre ella. ―Ja ja ja, nena, no seas tonta. No te menosprecies, conozco perfectamente tu valía, y tú puedes con esto y con lo que sea. ―Gracias, Andrea, por tu confianza en mí. ¿Vamos a seguir viéndonos, verdad? ―No lo dudes, pasaré a visitarte y también quiero verte fuera de aquí. ―comentó Andrea―.Tengo que confesar que me caíste bien desde el momento que nos conocimos. ―Entonces fue un sentimiento mutuo. Un piso más arriba Alejandro hablaba por teléfono con Gustavo. ―No, no tiene ni idea, lo fuerte es que ni siquiera se ha enterado del concierto, ja ja ja, sí está tan metida en el trabajo y como en casa tampoco paramos…¿qué?... ja ja ja, no hablaba de eso pero también, ja ja ja…aprovechando que no tenemos piratas a la vista. No, no sospecha nada. No, le dije que tenía una cena y que quería que me acompañara. No, sus padres se han inventado una excursión del colegio, le han dicho que Diego llegará tarde el viernes que nos vemos la próxima semana. ¿Qué? ¡Qué va! ¡Diego lo sabe! ¡Es un crack guardando secretos! ―Dios, lo que me gustaría por ver su cara, ja ja ja. Bueno, ya nos contareis el sábado. Hala, te dejo y que mañana vaya todo perfectamente. Alejandro lucía una sonrisa de oreja a oreja mientras notaba un incesante revoloteo de mariposas en su estómago. Días llevaba con ellas anidadas en él, entre más se acercaba el día más intensa era su presencia. Tras cinco meses de secreto absoluto, solo Gustavo había sido partícipe de él desde el principio. En las últimas semanas había involucrado en el secreto a los padres de Amanda y su propio hijo, necesitaba de su complicidad para que Amanda no sospechara y echara por tierra la sorpresa. Capítulo 8: No es Canadá… Alejandro la observaba vestirse, le resultaba increíble que no hubiese descubierto su secreto. Mandy, mira que eres despistada, ¿cómo es posible que no hayas visto ni un solo cartel del concierto de Bublé por Madrid?, se preguntaba Alejandro viéndola subirse las medias. Alejandro la contemplaba obnubilado mientras él mismo terminaba de vestirse. ―¿Ale, la cena es muy formal? ―preguntó Amanda terminándose de colocar bien la única manga del vestido negro ―Estás perfecta―comentó Alejandro besándole el desnudo hombro izquierdo. ―, mejor me alejo, demasiada tentación. ―¿Y de verdad es necesario ir tan temprano? ―preguntó antes de devolverle el beso. ―Sí, al ser el encargado de la presentación no me queda más remedio. ―contestó levantando los hombros. ¡Cuánta mentira junta! Mandy, Mandy que ganas de ver tu cara cuando lleguemos al palacio de deportes, pensaba Alejandro sin poder evitar una sonrisa. ―¿Qué pasa? ―preguntó Amanda al ver la risueña cara de Alejandro en el espejo. ―Nada, ¿qué iba a pasar? ―No lo sé, estás un tanto sospechoso. ―¿Yo? ¿Por qué? ―preguntó sin poder evitar reírse. ―No sé, no sé pero ya lo averiguaré. ―Ja ja ja, cuando lo averigües me lo cuentas. ―rio. No eran las siete y media cuando salían rumbo al palacio de deportes, una suave e insistente lluvia los acompañó durante todo el trayecto. Coches, coches y más coches, nada fuera de lo normal, aquello era la normal en Madrid a esa hora y a cualquier otra. Amanda miraba de reojo a Alejandro, estaba convencida que le ocultaba algo. Tú dirás lo que quieras Ale, pero me estás ocultando algo como Amanda que me llamo. ¿Qué demonios te traerás entre manos?, pensaba mirándolo de vez en cuando. Alejandro le guiñó un ojo al sentirse observado, tenía claro que Amanda comenzaba a sospechar qué algo pasaba. ― Vaya, no sé si es cosa mía pero juraría que acabo de ver un cartel de Michael Bublé, ¿irá a venir? ―Ni idea ―contestó Alejandro concentrándose en el tráfico para no reírse. ―, ¿qué haces? ―preguntó al verla buscar algo en su bolso. ―El móvil, voy a buscarlo en internet. ―¿Y has de buscarlo ahora? ―dijo entrando en las calles aledañas al palacio de deportes donde se empezaba a ver las colas de gente. ―¿Hoy hay partido? ―preguntó extrañada Amanda cuya cabeza comenzaba a atar cabos. ― ¡No! ¡Imposible! ―gritó Amanda haciendo que Alejandro ya no pudiera evitar la risa. ―No vamos a una cena, ¿verdad? ―No, va a ser que no.―contestó Alejandro soltando una sonora carcajada al tiempo que entraba en el parking. ―¿Bublé? ―medio tartamudeó Amanda abriendo sus expresivos ojos. ―¿Es lo que yo creo? ¿Vamos a un concierto de Bublé? Alejandro no dijo nada, solo asintió con un ligero movimiento de cabeza. Amanda se había quedado sin palabras, estaba alucinando y se preguntaba así misma cómo no se había enterado del concierto, empezando a sospechar que hasta su propio hijo estaba metido en el ajo. Nada más salir del coche corrió a abrazar a Alejandro. ―Esto no es Canadá, no te exime del viaje. ―comentó antes de colgarse de su cuello y besarlo. ―Señorita González es usted muy exigente, ¡me he dejado una pasta en las entradas! ―rio cogiéndola de la cintura levantándola del suelo. ―Bueno, bueno, ¿he de pagarte mi entrada? ―bromeó Amanda. ―No, señorita, es un regalo. Aquí tiene su entrada. ―Alejandro sacó las entradas del bolsillo interior de su chaqueta. ―¿Vips? ¿Tenemos entradas vips? ¿Te has vuelto loco? ―¿Loco? Ja, mejor me callo. ―comentó cogiéndola de la mano caminando a la salida del parking. ―¿Por? ―Por nada, yo me entiendo. ―Vaya, sigue usted muy misterioso, don Alejandro. ―comentó parándose en seco antes el palacio de deportes al completo se puso de pie coreando la canción de principio a fin. esta es la mayor sorpresa que jamás me hayas dado. Close your eyes comenzaba a sonar. Come dance with me puso a bailar a muchas de las parejas que disfrutaban del concierto. Sí. porque sé que es cierto―bromeó Alejandro―. Mandy. había gente por todas partes y ellos sentados casi en primera fila. Alejandro miró a Amanda. . ¿cuánto tiempo hacía que no iba ella a un concierto? ¡Una infinidad! La última vez también había ido con Alejandro. Amanda vibraba en su asiento escuchando al que tantas veces había mecido con su voz a su pequeño pirata. vestido al mejor estilo de los galanes clásicos. metiéndose al público en el bolsillo nada más comenzar a cantar. su blanquísima e impoluta camisa y la pajarita al cuello. nada más comenzar la segunda canción. ya no solo revoloteaban en su estómago chocándose contra sus paredes. Allí estaba Bublé en medio del escenario. metiéndose en el bolsillo al auditorio con sus discursos en español. miraba a todos lados. con su perfecto esmoquin. Haven’t met you yet. pero aquella era la canción.de volverlo a besar. los primeros acordes de Fever invadían el recinto. Poco duró el público sentado. El público comenzó a aplaudir al escuchar la voz del canadiense. Las mariposas volvieron a adueñarse de él. No era el Dream a Little dream of me ni el I’ve got you under my skin. aquel era el momento que estaba esperando. Amanda estaba realmente alucinada. El ambiente era increíble. si no hubiese pensado que es solo porque te he regalado las entraditas para ver al canadiense. La música de Naturally Seven comenzó a sonar. de la insuperable profesionalidad de Bublé. que a pesar de estar con los ojos clavados en el escenario le sonrió al notar su mirada. poco había escuchado de ellos pero le gustaba cómo sonaban. así que cuando consideró que el concierto estaba más o menos a mitad rebuscó en sus bolsillos. ―Uhm. Alejandro no podía dejar de observar a Amanda que tarareaba la canción. notaba su aleteo desde la punta de los pies hasta su cabeza. a pesar de ser de los que preferían ver bailar que hacerlo él. estaban por todo su cuerpo. No había duda de la cuidada escenografía de cada canción. pero no estaba seguro de si sonaría o no. ―. Alejandro. llegando a pensar que alguna mariposa se escaparía por sus fosas nasales. No. La melodía de una conocida canción comenzó a oírse. no dejó a Amanda sin su baile. no recordaba el concierto pero estaba segura de la compañía. Alejandro esperaba una canción. pensó Alejandro quien esperaba el momento adecuado para la verdadera sorpresa de la noche.―le susurró Amanda al oído antes de besarlo. Alejandro respiró con intensidad. No lo sabes tú bien. ―Ale.Te quiero―le susurró al oído. ―Pero yo sí. sé que esto no era necesario pero quiero hacerlo. su cuerpo se estremeció con el simple contacto de la mejilla de Alejandro en su cara escuchándole susurrar en su oído: . Alejandro abrió la palma de la mano izquierda de Amanda. quiero que tengas claro que te quiero. sabes que yo no necesito nada de esto. La cara de Amanda era un poema. Amanda volvió a apartar los ojos del escenario para clavarlos en Alejandro. antes de observar la pequeña caja azul marino que había dejado en la palma de su mano. los nervios parecían haberse adueñado de su persona. Amanda no podía moverse. Where the sun sets every night. intentando disimular su propio nerviosismo. Ale. I don’t wanna see the light… ―Cásate conmigo. era un ancho y sencillo anillo en oro blanco en cuyo interior había labrada una estrella y la fecha de ese día. No era su estilo y Alejandro la conocía perfectamente. quien se giró hacia él dedicándole una sincera sonrisa antes de volver a mirar al escenario. hasta respirar le costaba. Amanda no podía dejar de mirar a Alejandro y a la cajita. El palacio de deportes parecía haber enmudecido. sin embargo. sus ojos calvados en Alejandro mientras él volvía a repetirle aquellas dos simples palabras y. Amanda no terminaba de salir de su asombro. ―Definitivamente te has vuelto loco. Mandy. Nunca he dicho algo tan en serio. Amanda movió ligeramente la cabeza antes de abrir cuidadosamente la pequeña caja. No. no siendo capaz de gesticular palabra ni mucho menos de abrir para ver el imaginado contenido de aquella caja. ―¿No la vas a abrir? ―preguntó Alejandro con una sonrisa. ―. llamando su atención al sentir que le dejaba algo en la mano. Su cuerpo estaba en un temblor. No era un solitario. quien la miraba fijamente. And if my love is blind. con tanto significado implícito en ellas. No oía nada.Alejandro tomó la mano de Amanda. ―Pero. Ahora sí que Alejandro se había superado así mismo con las sorpresas. intentaba contener las lágrimas que comenzaban a agolparse en sus ojos al tiempo que escuchaba: You’re my life and my safe harbor. ―¿Eso es un sí? ―quiso saber Alejandro que estaba hecho un auténtico manojo de nervios. no me interrumpas―dijo tapándole la boca con su mano derecha mientras la izquierda tomaba la mano derecha de ella. ―matizó Amanda riendo. ―Ya lo era entonces. pensaba sacando la mano derecha de debajo de las sábanas. recibiendo ambos la enhorabuena de las llorosas mujeres y de sus respectivos maridos. ―bromeó Amanda intentando soltar infructuosamente sus muñecas. pero no te dabas cuenta. ―Y curar tus penas de amor conmigo. no sé. no al revés y bueno. la claridad de la mañana comenzaba a hacer acto de presencia en la habitación. Canadá… señorita Amanda le recuerdo que lo de Canadá era para tener un hijo. Amanda sacó el anillo de la caja para ponérselo bajo la sonriente mirada de un ya relajado Alejandro. ―.―Te quiero. ahora ya no necesito cura y el tratamiento es mío en exclusiva. ―Uhm. ―Y el concierto también. Amanda no pudo evitar soltar un par de lágrimas. no estuvo mal pero no era Canadá. la magnífica e insuperable voz del crooner canadiense unida a la sorpresa de Alejandro la hacían tener sus sentimientos a flor de piel. creo que era el concierto y ya de paso un hijo. ―Canadá. bueno. Además. ¿Lo he soñado?. siempre me gustó despertarme a tu lado. ―No sé. ―Bueno. el hijo ya lo tenemos. cásate conmigo. No lo pudo evitar acercó sus labios a los de Alejandro haciéndolo despertar al besarlo. ¿le pareció poco la sorpresa de ayer? ―Bueno. no nos pongamos tiquismiquis ahora. con el vello de punta escuchando A Song for you.  Amanda abrió los ojos. No. buenos días―dijo Alejandro con voz de estar más dormido que despierto. tontito ―le susurró Amanda al oído―. Alejandro dormía plácidamente a su lado. se dijo así misma contemplando el anillo. ―. ¿Qué me contestas? ―Mil veces sí. . ―concluyó intentando poner cara de enfado. ―contestó colgándose de su cuello y besándolo apasionadamente con los últimos acordes de Close your eyes de fondo y las lágrimas de un par de emocionadas señoras que estaban siendo espectadoras de aquel acontecimiento. Doce canciones más tarde el espectáculo llegaba a su fin. no lo he soñado. ―La niña se ha levantado guerrera hoy estoy viendo―bromeó Alejandro agarrándola de las muñecas y tumbándola en la cama. ―O sea… me quedo sin viaje. ―¿No crees que Bublé pueda mejorar su espectáculo? ―preguntó Alejandro con una pícara sonrisa en los labios. ―Ella es la culpable. Gustavito.  ―¿Qué? ¿Estáis hablando en serio? ―gritó Gustavo al escuchar lo que Alejandro contaba mientras una orgullosa y emocionada Amanda les mostraba a todos su flamante anillo. Amanda. ―No. de verte casado con alguien era con ella. da igual el caso es que vas a firmar papeles. . ―¿Cómo es posible que no me hubieses dicho nada? ¡Serás cabrón! ―Enhorabuena a ambos―comentó Helena levantándose de la mesa para besarlos.―Creo que nos queda poco más de cuatro años para esa cita. ―Ya. pero dudo que tú puedas superar tu sorpresa de anoche. tú déjame y verás. ―¡Ni yo! ―confesó Amanda notando los brazos de Alejandro rodeando su cintura. ―¡Alejandro Rodríguez con un hijo y pasando por la vicaría! ―No te pases. Las palabras desaparecieron de la habitación durante un buen rato. ―Él sí. te juro que si le hubieses visto no lo hubieras reconocido y. que la boda será por lo civil. eso nunca. la responsable que fueras como alma en pena los últimos años. ―Las collejas se las hubiese dado seguro. ―rio Amanda. qué? ―la interrumpió Alejandro que estaba sentado sobre de ella. ¿no? ―Muy bien. ―Bueno. ―dijo Alejandro besando a Amanda en la cabeza. me conformaré entonces pero… ―¿Pero. El sol lucía bien en lo alto cuando abandonaron la cama.―dijo antes de besarla ante los risueños ojos de Gustavo y Helena. está usted hoy un tanto proclive a meterse conmigo. ―Je je je. ―¿Te estás arrepintiendo de la boda? ―bromeó Amanda. tú misma le hubieses dado un par de collejas. ―Que será imposible superar el concierto de ayer. ―Señorita Amanda. si me dicen esto hace unos años no me lo hubiese creído. así que no hagáis planes para esa fecha que tenéis compromiso. Amanda no podía borrar la sonrisa de su rostro. ―No. el nueve de agosto. ―¿Navacerrada? ―preguntaron al unísono Helena y Gustavo. ―Agosto. ves como el destino os volvía a unir. Un par de minutos más tarde el camarero abría la botella de cava y procedía a servir las cuatro copas. ―¿Y para cuándo será? ―preguntó Gustavo. que seguía alucinando con la planificación de Alejandro. ―le dijo al oído mientras lo abrazaba. ―¿Qué se os ha perdido en Navacerrada? ―preguntó Gustavo que no entendía el motivo del lugar.―¿Se lo habéis dicho a Diego? ―quiso saber Helena. ―Esto hay que celebrarlo por todo lo alto. ―¡Por vosotros! ―brindó Gustavo mirándolos a ambos y acto seguido abrazando a su amigo―Cuanto me alegro capullo. Alejandro no solo la había sorprendido pidiéndole matrimonio en medio de un concierto de Bublé sino que ya había medio planificado todo con reserva de fecha y lugar realizada desde hacía un par de meses. ―En Navacerrada pasamos aquel célebre fin de semana que nos separó. . ―contó Alejandro bajo la atenta mirada de Amanda.―dijo Gustavo al tiempo que le hacía señas al camarero para que trajera una botella de cava. se lo dijimos esta tarde por Skype y terminó dando vueltas de alegría al grito que tenía mucha suerte porque él podría ir a la boda de sus padres. ―¿En Valencia? ―quiso saber Helena ―Siempre podemos planear vacaciones en la playa.―confesó Alejandro. ―Sí. ―contó Alejandro sin poder evitar reírse al recordar la imagen de su hijo. en Navacerrada ―adelantó Alejandro. eso sí. . menos aún de una revista como aquella leída por tantas y tantas mujeres.Capítulo 9: Casas. verdad? ―Exacto. y algún que otro hombre. no me digas nada. Una sonrisa asomó en su rostro al ver el nombre de Alejandro en él. Amanda abrió el correo riéndose al leer: si el pirata la ve dice que esta es nuestra casa. simplificado su adaptación a su nuevo papel de directora aunque la simple lectura del cartel de la puerta de su despacho le seguía produciendo vértigo. Un cartel de correo entrante apareció por el margen inferior de la pantalla del ordenador. ¿ya lo has hecho. ve haciéndote a la idea que Corsario llegará con Diego en verano. se dijo así misma viendo nuevamente las fotos. no lo voy a negar. Estoy entrando en tu despacho. cuatro. Sus compañeros estaban encantados con ella. Amanda abrió el correo para comprobar si era algo urgente.―dijo abriendo la puerta de cristal. ¿A qué es perfecta? ―Me gusta. Amanda. ―Pues. ―dijo Amanda nada más descolgar el teléfono Alejandro. dotando a su trabajo de su toque personal. ¿no me digas que no? Amanda vio detalladamente cada una de las diecisiete fotos de aquel chalet adosado con trescientos metros de jardín. parece ser lo que buscamos pero tras haber visto diez casas no quiero decir nada hasta no verla. Sí. ―¿Ahora? Digo yo que habrá que quedar con la agencia. parece mentira que no te conozca. no quería que su trabajo se convirtiera en su simple “copia y pega” sino que su “alma” se dejara entrever. solo falta Corsario tumbado en el jardín. tras un mes y medio volando sola ya se sentía como pez en el agua en su nuevo rol. especialmente a Esther. decir que no echaba de menos a sus antiguos compañeros. Amanda estaba completamente metida en su nuevo trabajo. encuentros y desencuentros. ya pasaba de las seis de la tarde. Era fiel a las directrices de la revista. cierra el chiringuito por hoy que vamos a verla. al esquema trazado desde la anterior dirección pero con matices. intentaba seguir la estela de Andrea. ¿no? Vale. Eso le había allanado el camino. aquella casa parecía ser la adecuada para ellos tres. Sí. Hora de ir pensando en ir terminando. ya había estado en la dirección de equipos anteriormente pero a pequeña escala y no como responsable de una revista. sería mentir pero había conectado a la perfección con todo el equipo. al verlo aparecer se dio cuenta de la hora. Amanda revisaba los artículos que las directoras de sección acababan de pasarle. ―¿Ni un buenas tardes? Eso es ir directa al grano―contestó Alejandro―. ―Sí. Dicen que nada más entrar en una casa sabes si es esa o no. sin duda. no creo que haya en todo el edificio una directora tan guapa. ―. ambos sintieron un cosquilleo especial recorriendo cada una de las habitaciones.―comentó Gabriel quien les había enseñado cuatro de las diez casas vistas anteriormente. ―Anda. ―Lo sabía. El chico de la inmobiliaria les hacía señas para aparcaran justo delante de la casa. les era imposible ponerle ninguna pega. mayor de lo esperado. ―Amanda. ―Sí. Gabriel. estoy convencido que esta sí es vuestra casa. Alejandro. ―Muy gracioso―contestó Amanda dándole un suave empujón―. sin duda alguna aquella era su casa. Alejandro cogió la fría mano de Amanda antes de entrar en la casa. recogió su mesa y tras ponerse la chaqueta salió del despacho seguida de Alejandro. el aseo de aquella planta era grande. casi podían ver al piratilla jugando con Corsario. La cocina era amplia. tanto Amanda como Alejandro sintieron que aquella era su casa sin haber llegado a la puerta de entrada. necesitaba una pequeña reforma. Gabriel. aquel era su Alejandro. Amanda dio el visto bueno a los artículos que acababa de leer antes de la llegada del correo. ambos sintieron una paz especial al entrar en el jardín delantero. Sí. Subieron a la buhardilla. nada más llegar a mis manos vosotros me vinisteis a la mente. pero sí.Ya veréis como os vais enamorados de ella. sus ojos se comunicaban entre ellos. No hacía falta que se dijeran nada. un espacio de lectura. no te equivocas. Amanda y Alejandro visualizaban allí su propia biblioteca. apagó el ordenador. aquí la señora tiene espacio suficiente para sus zapatos. intuían que aquella sí era su casa. ―apuntó Alejandro. demostrándoselo desde que se conocieron hacía casi diecisiete años. déjame terminar una cosa y nos vamos. no podía extrañarse de aquellas cosas. Gabriel los llevó directamente a la segunda planta mostrándoles los cuatro dormitorios y los dos baños. ―¿Aun no has apagado el ordenador? ―bromeó Alejandro acercándose para besarla―Uhm. adulador. la verdad es que tenías razón. Alejandro siempre había sido así. uno de ellos dentro de la habitación principal escondido dentro del vestidor. ya se estaban viendo celebrando en él las cenas con sus amigos y a Diego saliendo y entrando al . Nada más entrar en la urbanización Amanda y Alejandro se miraron. acogedora y luminosa.Amanda no pudo evitar una sonrisa. el salón-comedor era perfecto. sea o no sea cierto. trabajo y para Diego hacer sus deberes en un futuro. ―No has de darlas. era necesario. aquella era su casa. que no podía divisar bien la cara desde su posición pero sí sus movimientos de acercamiento. ―Pues. ―respondió Sergio apartándole un mechón de pelo de la cara bajo la atenta mirada de Alejandro. muy bien. ―¿Cómo que vives aquí? ¿Te vienes a Madrid y no me dices nada? Cierto que nos hemos alejado en el último año. . Esto hay que celebrarlo. Sergio. ―No. ―¡Sergio! ―exclamó levantándose y abrazándolo mientras Alejandro la observaba intentando adivinar a quién abrazaba. ve con papá. ―. estábamos destinados a encontrarnos. Siento no haber dado señales de vida en el último año pero necesitaba alejarme. Estás más guapa que la última vez que nos vimos. ―Gracias. ―¡No me lo puedo creer! ¿Qué haces aquí? ―Vivo aquí―contestó sonriente Amanda. no hacía falta hablar. Amanda y Alejandro se miraron. es la verdad. yo me quedo aquí tranquilita viéndolos a los dos. ¿no vas a subir? ―preguntó Diego antes de subirse en un bote en el pequeño lago del Retiro. no pudiendo evitar inmortalizar el momento. No me lo puedo creer. cómo estás? ―Bien. la verdad es que no me puedo quejar y el piratilla enorme. pero… ¿venirte a Madrid y no avisarme? ¡Muy mal! ―la recriminó― ¿Cómo estás? ¿Cómo está el piratilla? Imagino que enorme porque ya estaba muy grande la última vez que lo vi. vamos a tomarnos algo―dijo Sergio―. ―No has de explicarte.  ―Mamá. ahora mejor al verte. ―comentó volviéndola a abrazar. ―¿Amanda? ―volvió a escuchar antes de levantar la vista y tropezarse con un sonriente Sergio. ¿sabes cuánto tiempo hacía que no venía al Retiro? Amanda. ¿Y tú.jardín trasero. Amanda buscaba su libro en el bolso cuando escuchó su nombre en una voz que le era familiar. Amanda se sentó en un banco desde el que veía a Alejandro enseñando a remar a Diego. tras casi dos meses de búsqueda la habían encontrado. ―. él más que encantado. ―Vaya. vaya. ―Ya. y tú. bueno.―Pero. ―Ah. eso sí. algo se mosqueó pero horas le duró el enfado. sigue igual de obsesionado por los piratas―rio Amanda―. ahora mismo tranquilo sin ganas de complicarme la vida. nada que ver con el drama que me había montado en mi cabeza. y Diego. he logrado superar el enamoramiento que tenía por una amiga―comentó risueño―.―. ―Lo sé. Debe ser una maravilla al haber superado a Alejandro. me salió una oportunidad aquí y me vine en Enero. buscando casa. pero estaba enamorado de ti. Si ya te decía yo que Alejandro “cantaría misa en latín”. ¿y dónde está el pequeño pirata? ¿O ya no recrea batallas piratas? ―Sí. ―¿Cómo fue el encuentro padre e hijo? ―Genial. ¿cómo estás? ―Bien. Estaba convencida que Ale iba a enfadarse conmigo. ―Sí. Sergio. . me alegro y no lo digo por decir. ―comentó mientras se fijaba en la mirada de Amanda. ahora estás aquí. mira allí lo tienes aprendiendo a remar. alguien se ha ganado el corazón de Amanda González. que los fines de semana los pasamos en Valencia porque Diego sigue allí hasta final de curso y ahora… ―Amanda se calló. pero parecía ser algo que veían los demás y no él. se les ve felices. ―¿Y a Alejandro le molestará que algún día le robe a su chica y nos tomemos algo juntos? ―¿Y por qué iba a molestarle? ―comentó Amanda―Has de saber que en mis intenciones estaba llamarte pero en estos meses no he parado. Bueno. ―Lo sé. ―¿Y cómo fue? ―Una fusión de nuestras revistas aunque ahora he cambiado de trabajo. ―Me alegro de verdad y sabes que lo digo de corazón. ¿Alejandro? ¿Es Alejandro? ―Sí. entre el nuevo trabajo. ―Sergio… no estoy sola. colega. dejando atrás a Alejandro hablando por el móvil. ¿Cómo estás? ―¡Genial! ¿Sabes que ya estamos con mi padre? ¿Tú lo conoces? ―Sí. ―Buena memoria. Bueno. ―Hola. Sergio. ―¿Me has visto. ahora se ha añadido que voy como loca buscando modelito para la boda. ha de ser entre semana porque los fines de . os dejo.―comentó chocando los cinco con Sergio. ya me ha contado Amanda que os casáis. cuando quieras no. cuanto tiempo. sí que le conozco. ―Sí. ―Cuando quieras. ―saludó Alejandro nada más llegar. tú también lo sabías! ―Macho. ―¡Y tanto! ¿Qué tal? ―respondió Sergio―Bueno. ¿Te acuerdas de Sergio? ―Sí.―¿Ahora qué? ―Pues. ―La novia soy yo. mamá? ¡Ya sé remar! ― dijo nada más acercarse junto a su madre. incluso para mí. Alejandro. ―Sí. ―Bueno. Amanda hablamos y quedamos un día. me ha pillado del todo. ―rio Sergio ―. antes que nada enhorabuena. ―Gracias. Sergio me regaló mi espada pirata y al capitán. chicos. Claro que de poco sirvió tu bendición. ―¡No jodas. ―rio Alejandro dándole un leve empujón a Amanda. gracias. Bueno. ―No te vuelvas muy loca que no has de estar más guapa que la novia. Diego se acercaba corriendo. era algo que se veía. reconoce que te tenía pillado desde hace muchos años. ―¡Vaya! ¡Esto sí que es una sorpresa! ―Ya. ―Enhorabuena. yo flipé cuando me diste la bendición aquel famoso cumpleaños. sí que te he visto. semana estamos en Valencia. Este finde no nos hemos ido porque Diego está de vacaciones por fallas. ―Vale, te llamo la próxima semana y nos vemos a la salida del trabajo. ―Hecho. Amanda se percató enseguida de la risueña mirada de Alejandro observando a Sergio alejarse de ellos. ―Muy sonriente te veo. Alejandro se acercó a ella, la agarró por la cintura, acercó sus labios a su oreja izquierda para susurrarle: ―Veo que nada ha cambiado. ―¿Qué dices? ―Sergio. ―Sabes papi, Sergio es muy guay, antes pasaba mucho tiempo en casa. ―interrumpió Diego haciendo que su padre no pudiera reprimir la risa. ―Uhm, no todos huían. ―dijo acariciándole las mejillas. ―No, no todos huían. ―Siempre me gustó Sergio. ―Ya. ―¿Y cuál era su problema? ―El mismo que cuando tú insistías en que te gustaba para mí. Diego miraba a sus padres intentando adivinar de qué hablaban. ―Me alegro que no fuera capaz de ganarte―volvió a susurrarle―. Te quiero, Mandy. ―dijo antes de besarla―. Pirata, cuéntame sobre Sergio y lo qué hacía por casa de mamá cuando iba. ―dijo en tono burlón Alejandro a Diego. ―¡Ale! ―se quejó Amanda. ―Eh, esto es una conversación padre-hijo. ―bromeó Alejandro mientras los tres paseaban por el parque bajo los tímidos rayos de sol de marzo.  ―Teresa, un placer tenerte trabajando con nosotros. ―Lo mismo digo, es un cambio un tanto radical en mi carrera pero me apetece. ―Bienvenida al club de los cambios. ―dijo una sonriente Amanda. Alejandro se quedó al otro lado de la puerta al ver que Amanda estaba ocupada. Amanda se levantó de su asiento para acompañar a Teresa a la salida. ―Bien, entonces nos vemos el lunes.―dijo Amanda dedicándole una sonrisa a Alejandro al abrir la puerta. ―Sí, el lunes―contestó Teresa abriendo sus ojos de par en par al ver a Alejandro―. ¿Alejandro? ¡No me lo puedo creer! ¿Trabajas en Women? ―dijo enganchándose de su brazo bajo la atenta mirada de Amanda. ―Eh, no, no trabajo aquí. ¿Y tú, qué estás haciendo aquí? ―preguntó sorprendido devolviéndole un par de besos. ―¿Os conocéis? ―quiso saber Amanda dedicándole a Alejandro una burlona sonrisa porque imaginaba de qué se conocían. ―Sí, Teresa trabajaba conmigo en el periódico. ―Ostras, es verdad, si leí el nombre en el curriculum, ni recordaba que habías trabajado allí. ―Sí, fuimos compañeros y algo más, aunque no creo que eso importe. ―No, no importa―corroboró Amanda―. Además, tampoco afecta, Alejandro no trabaja en la revista. ―comentó cortante Amanda―. Nos vemos el lunes. ―Ok, hasta el lunes. Alejandro, te espero y nos tomamos algo. ―Eh, no, otro día. Ahora no puedo. ―Vaya, creía que Amanda esperaba a terminar conmigo para irse. ―Sí, así es―confirmó Amanda―, comenzando a pensar que contratar a Teresa no iba a ser una buena idea. ―Viene a buscarme a mí. ―Ah, perdón, nos vemos el lunes. ―se despidió Teresa viniéndole a la mente una comida en casa de los padres de Alejandro y la mención de aquel nombre. ―¿Algo que deba saber? ―preguntó Amanda al quedarse solos en el despacho. ―¿Recuerdas cuando te dije que había un grupito de mujeres a las que no les caerías del todo bien? ―Sí. ―Teresa es una de ellas. ―Mierda, y acabamos de contratarla. Espero que sea profesional y no vayamos a tener problemas. ¡Solo me faltaba eso para terminar de volverme loca! Entre el trabajo, la casa y la búsqueda del vestido para la boda tengo de sobra. ―Ya verás que sí. No le des más vueltas. Teresa no es una psicópata. ―¡Eso espero! A ver si esto va a ser peor que las locas sumisas del Grey.―rio Amanda cogiendo sus cosas. ―Mandy, necesitas vacaciones. Tú estás muy mal. ―rio Alejandro―. Anda, vamos que nos esperan casi cuatro horas de camino hasta Valencia. ―dijo agarrándola de la mano. ―Bueno, veremos lo que pasa la próxima semana, al fin y al cabo está a prueba. ―¿No serán celos? ―se burló Alejandro. ―No, al menos no por mi parte. Vamos que tengo ganas de ver al pirata. ―contestó besándolo antes de abrirse las puertas del ascensor. poco a poco tendrían que ir llevando sus muebles. ―Bueno. así se sentían al entrar en su nuevo hogar. si hemos de tener un perro tendremos uno de verdad. Borraré todos los pensamientos negativos de mi cabeza. aquella ya era oficialmente su casa. pero la semana que viene lo tenemos aquí con nosotros y por casi quince días. el perrito. ―Sí. pero los pintores ya han visto la casa. Amanda sintió los brazos de Alejandro rodearla por la cintura mientras ella contemplaba el jardín desde la ventana de la que pronto sería su habitación. señorita? O mejor y si hay un tsunami en plena Puerta del Sol. El de la cocina solo necesitaba que tuviésemos las llaves para venir. Alejandro acababa de vender su piso. tienes razón. ―¿Por qué te ríes? ―¿No sabes qué vendrá a continuación? ―Uff. Ale. no perritos . el jueves instalan la cocina nueva. ―No sé. ―No. las paredes están perfectas para ser pintadas sin necesidad de hacer nada antes. así que no veas problemas donde no los hay. ―Sí.Capítulo 10: Confesiones… Emocionados. ¿y si salen imprevistos? ―¿Y si cae un meteorito. ―Muy bien. a pesar de la crisis inmobiliaria no podía quejarse del precio por el que lo había vendido. ―Así me gusta. ―dijo riendo Alejandro. ―¿Imprevistos? ¿Por qué iba a haberlos? No te digo yo que no. ―¿Un tsunami? ¿Un tsunami en Madrid? ―rio Amanda. Amanda y Alejandro recorrieron en silencio cada una de las vacías habitaciones. En realidad no tan poco a poco. tengo ganas de ver su cara cuando vea la casa. ―Lo peor es que este fin de semana no podremos ver a Diego. sí. de perrito nada. los muebles ya están listos. ―¿De verdad crees que lograremos terminar todo para la próxima semana? ―¿Por qué no? Mañana miércoles comienzan los pintores. ya tenéis la casa. ―Vale.de pilas.  La lluvia volvía a hacer acto de presencia en Madrid. sí. ―rio Amanda―. sí… ¿qué más? Vaya. ―le susurró antes de besarlo. no tenemos ni una mísera silla. te juro que me dio un poquito de cosilla al enterarme. vale. mejor la estrenamos cuando esté amueblada. ¿y qué tal? Ja ja ja. ya veo. Sin embargo. esto sí que es una sorpresa. ya claro en Pascua no venís tampoco. ―Yo ya no soy tu jefa―rio Amanda―. ella seguía echando de menos a sus antiguos compañeros. vamos. en unos minutos se reunía con los jefes de sección. un Pastor Alemán… ―Ya. ―Ale. quita. ¿Nos vamos? ―¿Irnos? ¿Sin estrenar la casa? ―preguntó besándole el cuello. un Golden. ya claro. ahora mismo estaba acordándome de ti. como la señorita quiera. Total. mira a tu alrededor. creía que te vería la semana pasada pero nada de nada. Sí. eso hay que celebrarlo. ―Ale. uhm. Nena. ―¿A qué llamas tú un perro de verdad? ―Un Labrador. sabe quién . voy a llamarla y darle una sorpresa. ¿qué? ¡Ni loca! No pienso liarme con un madrileño. a ver Mandy. poco voy a poder decir yo en este tema. Amanda miraba por las ventanas de su despacho. Cuéntame novedades. te invito a cenar para celebrar que ya tenemos casa. a pesar de la buena química existente. ―¿Y para qué queremos una silla? ―preguntó quitándole la chaqueta mientras le daba la vuelta para tenerla frente a él. así que has quedado con Sergio. quita… ¿Qué? ¿Una “ex” de Alejandro? Uff. tengo tiempo antes de la reunión. ¿y Alejandro? Ja ja ja. Esther. ―Hombre. ―puntualizó. ¿cómo se va a llamar Corsario un perro pulga? ―Mejor me callo. ―Bueno. no venís este finde. ―Jefa. ¿soporta ella tenerte como jefa? ―En principio sí. ahora tú eres la jefa. Me pensaré lo de ir a Madrid. Anda. Genial. Ah. a las risas y cotilleos con Esther. pensaba marcando el número de su amiga. la verdad es que me quedé con las ganas de conocer mejor a Sergio. normal. ¡qué ganitas! ―contestó Joaquín. ―Pues. ja ja ja. no tiene pinta de psicópata. creo que yo no puedo seguir en la revista. ¡No desvaríes! Ja ja ja. no exactamente. Como es la vida al regresar a Valencia echaba de menos Madrid. ―concluyó Amanda―. tú dirás. La reunión transcurrió sin ningún problema. . veo como me organizo y hablamos. ―Teresa. claro. Amanda dejó su tableta y la taza de café sobre su mesa invitando a Teresa a sentarse. ―Bien. Ja ja ja. el equipo es genial. ―¿Qué tal esta semana? ―preguntó con una sonrisa Amanda. llevo sobredosis de café hoy. responsable de la sección de moda. más o menos. ―¿Cuándo nos vemos entonces? Claro el cumple de Diego. ―Eh. ¿algún problema? ―preguntó Amanda a Teresa. la verdad es que hay muy buen ambiente. parece ser que se lio con Ale. Amanda entró en la reunión con una sonrisa de oreja a oreja. Buenas vacaciones a los afortunados que pillan días la próxima semana. ―No. pensaba sentándose y dedicándole una sonrisa a Teresa. ―Bueno. intentaba averiguar qué querría contarle. no.soy yo. ¿qué querías contarme? ―Amanda―titubeó Teresa―. ¿vienes? ―preguntó nada más levantarse― ¿Te apetece un café? Yo voy a por uno. ―Amanda. gracias. había muy buen clima de trabajo. Amanda observaba disimuladamente a Teresa. ―¿Una mala noche? ―Sí. la coordinación entre las diferentes secciones era perfecta. ¿en tu casa? Bueno. justo cuando el colega se dio cuenta de sus sentimientos hacia mí. a mis amigos y ahora me pasa a la inversa. ―Vale. si nadie tiene nada más que decir damos por terminada la reunión. ―Sí. ¿podemos hablar después de la reunión? ―Sí. hablamos luego. lo peor es que había oído hablar de mí. Besitos. Amanda―contestó Teresa al tiempo que tomaba aire intensamente―. ―¿El qué? ―Amanda. tonta―rio Teresa―. acabas de decirme que el equipo es genial. Amanda no pudo contener la risa. ―No pasa nada―la interrumpió Amanda―. perdona por mi vocabulario. te juro que te imaginé rubia o con mechas y embutida en tallas inferiores a la tuya. ―A ver cuando Alejandro me dijo que no estaba enamorado de mí.―¿Qué? ―se sorprendió Amanda―. comenzando a imaginar por dónde iban los tiros. El problema soy yo. al final. imagino que Alejandro te habrá puesto al corriente. Mierda. Te odié con toda mi alma. ―Amanda. ¡ya podías haber sido menos picaflor!. pero no es así. que he conocido a muchos de los líos de Alejandro. pero el problema no eres tú. ―¿Tú? ¿Por qué? ―Amanda dio un nuevo sorbo a su café. Amanda asintió con la cabeza. no te voy a mentir. no entendía que Alejandro estuviera colgado de una tía que no le hacía caso. ―Sí. no tengo queja. creándome enemigas. simpática y eso me lo pone más difícil. te entiendo. yo creía que había pasado página. Juro que te imaginé como la típica niña con una corte de admiradores. ―Entonces no es nuevo para ti que hace unos años me enamoré completa y perdidamente de él. se decía así misma Amanda sin apartar la vista de Teresa. resulta que eres encantadora. ―Ya. creo que somos lo suficiente adultas y maduras para poder llevar esto. Ale. ―Pero no. Joder. no sé cómo me las arreglo que termino enterándome de todos los líos de falda de Alejandro. Puedo jurarte. ―Teresa. Mierda. aquí entre nosotras. lista. ―Alejandro. ―dijo Amanda en un intento de aligerar la tensión reinante en el ambiente. El problema soy yo. durante un corto periodo de tiempo creí que era algo recíproco o al menos que no le era del todo indiferente a Alejandro. no entiendo. haciendo reír a Teresa con sus carcajadas. No te conocía pero tu nombre había salido a relucir en más de una ocasión. . supe que el motivo eras tú. ―¿Qué pasa? ―A ver. ―Y tienes razón es preferible haber perdido con una contrincante como tú. bueno. No. ―No. ¿trato hecho? ―Vale ―respondió levantándose―. a veces viene a por mí pero puedo decirle que no lo haga. trabaja justo encima nuestro y. ―Teresa. no? ―comentó guiñándole un ojo. pero ¿sabes lo duro que es tenerte a ti como jefa y encima entender que era normal que estuviera enamorado de ti y no de mí? ―Eh. gracias. Teresa a veces es mejor enfrentarse a la realidad. no sé cómo sería Andrea pero tú eres una jefa increíble. vérmelo sacar cuesta pero si me tocan mucho las narices no dudes que sale. puedo asegurarte que también tengo mi genio. cuando se hayan cumplido los dos meses de prueba.  ―Así que ya ves. Amanda hablaba y escurría los espaguetis al mismo tiempo ante la cara de un más que sorprendido Alejandro. ni tú. no te vayas. ves que no soportas la situación no firmaremos el nuevo contrato. Amanda ―dijo antes de abrir la puerta del despacho―. ¡ni yo! ―Sí. Teresa. me gusta tu manera de trabajar y eres la primera persona de toda la redacción que no me compara con Andrea. sabes una cosa. ¡por dios! ¡No hagas eso por mí! ―Pues. ―Joder. Quédate y si en unos meses. ―Bueno es saberlo. creo que tú y yo nos vamos a llevar muy bien. ―Gracias. no. eso sí. ―. . ―contestó con cierto retintín Amanda. ―Entonces. la antigua directora. ―Sí. ―¿Has de ser siempre tan asquerosamente encantadora? ―preguntó una risueña Teresa. ¿casi mejor que te hayas llevado una sorpresa agradable conmigo. escúchame si te quieres ir eres libre de hacerlo. pero has de saber que me disgustaría. No te voy a decir que Alejandro no pase por aquí en algún momento. no me mires así. ―Ja ja ja. Sí. sí. Teresa. me ha tocado lidiar con una de tus “ex”. ―Ja ja ja. espero no llevarme más sorpresas de este tipo y tener que mantener charlas ejerciendo de psicóloga.―Sigues enamorada de Alejandro― Amanda había dejado las risas pero no borrado su sonrisa. Ale. ¿Me crees. dejándola sobre la barra de la cocina donde Alejandro había dejado los platos y las copas de vino. ibas de flor en flor. Además. ¿Sabes que te quiero. ―Amanda. ―Vas a casarte conmigo. ¿me estás preguntando esto en serio? ¿Te parece poco serio lo nuestro? ―No. ―No sé. no tengo ninguna duda. no he cambiado. ―¿Qué tonito? ―rio Amanda. ¿qué quieres que te diga? ―dijo Amanda mezclando la pasta con la salsa de setas y gambas en la sartén. ―Sí. Siempre he sido de la opinión que la gente no cambia y de pronto tú. Miento. ―¿Y? ―Ale. no te enfades―con voz calmada contestó Amanda. Teresa me ha dicho que es entendible que estés . ―. no tengo ninguna duda. salías con unas y con otras sin intención de nada más. ―. verdad? ―preguntó agarrándola por la cintura y arrastrándola hacia él. ¿ironía? ―¿Irónica yo? ¡Líbreme Dios de ello! ―Ja. ¿seguro que es lo que quieres? ―¡Amanda! ¡No me jodas! ―Ale. ―Amanda lo agarró de las manos mirándolo a los ojos―. nunca te conocí una relación seria. si de algo estoy segura es que me quieres. ―¿No pensarás que me ha hecho gracia conocer a una de tus líos? ―¡Mandy! ―Mandy no. ―No. Y ahora… ―¿Ahora qué? ―un estupefacto Alejandro quiso saber. lo había hecho pero no me había dado cuenta de ello.―Parece que noto cierto tonito en tu voz. soy él mismo pero antes nunca me había enamorado ―confesó―. por eso mismo―Amanda sirvió la pasta en una bandeja. ¿quién dijo ironía? ―Ale. ―Uff. verdad? ―dijo mirándola fijamente a los ojos― Dime que no estás dudando. sabes que es verdad. pero entiende mis dudas. ya me estabas asustando. ¿cuándo has tenido tú una relación seria? ―Mandy. ¿una cosa voy a encontrarme con muchas como Teresa? ―Espero que no. pero no vuelvas a darme un susto de estos. ―Prometido―sonrió Amanda―. Helena. ―Vale. ―Y no tienes abuela. a ver. lamentablemente. ―comentó Helena que la ayudaba a limpiar la ya montada cocina. sé que no era un santo. Yo no hubiese podido.  ―Amanda. ―Imagino. ―rio Amanda antes de besarlo―. no tengo. pero todos sabíamos lo que sentías por él y como era él. . ¿y entonces la chica esa trabaja contigo? ―Sí. pero nosotros ya teníamos claro los sentimientos de Alejandro. ― Alejandro irrumpió en la cocina sorprendiéndolas―. ¡Mira que estaba ciego! ―No hay mayor ciego que el que no quiere ver. hija―dijo Helena―. ―Recuerdo haber oído hablar de ella. Te juro que más de una vez le dije a Gustavo que no entendía que estuvieras enamorada de Alejandro sabiendo cómo era. Anda vamos a cenar antes de que se enfríe la cena. Es que soy encantadora. ¿sabes cuántas te conocí? ―Vale. Ja. Yo tampoco me lo hubiese creído de mí de no haberlo vivido en primera persona. ―No.enamorado de mí. conozco a Ale desde hace muchos años y. vale. con esto no quiero decir que fuera mal chico. ―No. vamos a cenar. ¡me tragaba todas sus aventuras amorosas! ―Ya. ―Menos hablar y más trabajar. de hecho creo que si tardé en darme cuenta de mis sentimientos es porque me negaba a enamorarme de él. te admiro. No me entiendas mal. Yo no sé si hubiese actuado de la misma manera. ―Bueno. ―¿Esperas que no? ―rio Amanda. ¡desde luego! ¿Qué concepto tienes de mí? ―Ejem. ―Eso no lo sabes. no podían parar. ―¿Y? ―preguntó Jose terminando de montar las estanterías. ―Nada. ―¿No? ―rio Alejandro ―. anda. Carlos. ¿desde cuándo estáis juntos? ―Nos conocimos en el instituto. ―¿Primero de BUP? ―Jose no podía parar de reír―Espera. este silencio es muy sospechoso. ―¿Qué es tan gracioso? ―preguntó Gustavo que no entendía las risas de sus amigos. nada más tropezarme con ella en el despacho de Mandy se lo dije.  ―Joder. no quería que se enterara por ella aunque ya Teresa había soltado alguna perlita. ¿entonces Teresa trabaja ahora con Amanda? ¿Y Amanda sabe lo que pasó entre vosotros? ―quiso saber Gustavo. ―bromeó Carlos. Jose y Alejandro comenzaron a reír. Mandy habló ayer con Teresa porque había pensado en dejar la revista. ―¡Joder! ―Carlos no salía de su asombro― ¿Y Amanda ha hablado con ella para que no se vaya? ―Sí. ―La cama ya está montada. señorita ―rio Alejandro besándola en la mejilla―. ―apostilló Carlos. espera que igual tuvo un . en primero de BUP―recordó Gustavo―. Yo te juro que un “ex” de Helena aparece por mi trabajo y. ―Te digo yo que no te la mereces. pero ya me voy para que sigáis cotilleando a mis espaldas. de hecho. pero esto es la leche. ―Eso no es cierto. ―Macho reconoce que Amanda siempre ha aguantado tus historias. ―¿Helena ha tenido vida antes que tú? Si casi estáis juntos desde el jardín de infancia.Uy. ve a terminar de montar la cama. ¡el BUP ya no existe! Los chavales de trece años ni sabrán lo que es. Joder que mayores somos. ―Sí. ―¡Eh! ―se quejó Alejandro. parece ser que todo va bien entre ellas. ―Anda. puedo evitar que trabaje conmigo lo mando a paseo. ―Define cansada―bromeó―. los contemplaban apostadas en la puerta de la buhardilla sin ser percatadas. sí que tuve un par de enamorados que me regalaban piruletas. esto me recuerda que hemos de comprar ibuprofeno. ya me lo imagino corriendo como un loco y hablando sin parar―rio Amanda―. ―Luego decís que nosotras somos cotillas. ―dijo Helena sin poder evitar la risa sorprendiéndolos―. Y sí. pero vosotros parecéis un grupo de marujas. ahora mismo llegan las pizzas así que cuando terminéis de marujear bajáis a comer. como para mañana madrugar para ir a trabajar. pero contentos e ilusionados de estar tumbados en el sofá en su nuevo hogar. Sí. el martes llegaría el nuevo dormitorio de Diego y la cama para la habitación de invitados. ―Uff. ―Y el jueves llega el pirata. ―Y yo. Derrotados. así Luz poder pintar las batallas piratas en la habitación de su nieto. ―¿Cansada? ―preguntó Alejandro acurrucándose junto a Amanda en el sofá. la cual tardaría poco en ser probada. ―dijo riendo Amanda casi desde la escalera. ―Ooooh―corearon Alejandro. Pocas cosas quedaban en el antiguo piso de Alejandro. Las alegres risas de ambos resonaron en el silencio de la aun medio vacía casa. . estaban cansados pero felices de estar disfrutando de su nuevo hogar.novio en el patio del colegio que le regalaba piruletas. Amanda y Helena se habían sentido atraídas por las risas. tengo ganas de ver su cara cuando vea la casa. ―Payasos. ―Sí. Los padres de Amanda llegarían con el piratilla y su primo en unos días para pasar las vacaciones y. hasta las pestañas les dolía por el trabajo realizado durante todo el fin de semana. quien no paraba de describirle una y otra vez cómo quería el mural. Carlos y Jose con cara de burla. creo que lo mío es en grado superlativo. menos mal que esta semana acaba el miércoles. corazones y se peleaban por acompañarme a casa. Alejandro se quedó mirando el carro de Sergio. ―Vaya. porque yo lo dudo. ―Sí. ―Para ir viendo posibles candidatos. todo hay que decirlo. Sergio. no es para mí. ―Yo os hacía camino a Valencia. Ale. ―Mandy. ¿de verdad crees que Diego la va a dejar pintar sin él estar presente?. Igual llegan ellos antes que nosotros a casa. nosotros tendremos uno en breve.Creo que tendrá que encerrarse a pintar para que el nieto no la vuelva loca mientras lo hace. dos compras enormes delante. mañana viene Diego con mis padres. ¿qué tal pareja? ―Eh. ―¿A la tienda de animales? ¿Para? ―se hizo la que no entendía nada Amanda. varios sacos de comida de perro especial para cachorros llamaron su atención. la tendrá. ―No. su nueva habitación. ―La tendrá. ―Solo a nosotros se nos ocurre venir a hacer la compra en víspera de fiesta. ―¿Con batalla pirata recreada en las paredes como en la anterior? A tu madre le quedó muy bonita. ¿Te has fijado en los carros? ¡Llevan medio hipermercado en ellos! ―¿Qué prisa tienes? ―Quería acercarme a la tienda de animales. ―rio. ―. Acabamos de mudarnos a la nueva casa y Diego aún no conoce la que va a ser su nueva casa.―respondió Amanda al saludo mientras recibía un par de besos. es para mis padres. quiero decir para los cachorritos que ha . es la misión que tiene encomendada mi madre―contestó Amanda―. ―No seas exagerado. ya nos falta menos. ―Veo que tienes perro. ―¿Qué tal? ―se dijeron a la vez Sergio y Alejandro dándose la mano. esto si es casualidad ―saludó Sergio que justo se colocaba detrás de ellos en la cola. ―Bueno.Capítulo 11: Corsario. ―gruñó de broma Alejandro―. hola. no hemos comprado aun. Dama es una Border Collie. no lo sé. ―Diego va a alucinar. son una monada. Si llego a saber que estabais en busca de un perro os lo hubiera regalado. ―Sí. será su regalo de cumpleaños así tiene el de este año y el del pasado que no pude ir. ―Estoy por pensar que lo teníais preparado. ―. ¡qué bueno! Veo que esto es cosa de Diego. no me digas que no te gustan. ―se apresuró a contestar Alejandro bajo la sonriente mirada de Amanda. ―Ja ja ja. ―¡Qué guapos! Mandy. yo en nada. Mis padres están buscando a quién regalarlos. no quieren dárselos a cualquiera. ¿Diego. no se hable más. ―¿Y en qué estáis pensando? ―quiso saber Sergio. Uno de estos será para Diego. yo creo que en un par de semanas os lo podéis llevar. pues. ―Uff. Esto es cosa de Ale y Diego. ―¡Dios los cría y el diablo los une! ―exclamó Amanda. estará aquí para su cumple? ―Sí―contestaron al unísono Alejandro y Amanda. mira que eres mal pensada. ―Treinta días. te vienes a su fiesta de cumpleaños. imposible decir lo contrario. luego hablo con mis padres y os mantengo al corriente. ―Si queréis os lo acerco el día de su cumple. dicho. Los Border Collie son muy dóciles. Corsario. ¿No es muy pequeñín aún? ―preguntó Amanda. ―Hala. Mirad esta es su foto con sus cinco cachorros. ¿Cuándo queréis tener el perro? ―Uff. ―rio Sergio. ―Nos lo acercas no. cariñosos e inteligentes.tenido Dama. puedo asegurar que es estupenda. . ni de broma! ―soltó entre risas Alejandro― Corsario no puede ser un perro pulga. ―¿Perro pulga? ―¡No. no busquéis perro. la perra de mis padres. Dama ha tenido cinco cachorros y. ahora ya no tendré que lidiar con Mandy. ―No. Gracias Sergio. ―Muy bien. ―aclaró Alejandro. ―comentó orgulloso Sergio― . ―Ja ja ja. que no estaba del todo convencida. No quedó un rincón que no viese. En breve. ¿cuándo vas a empezar a dibujar? ―exaltado preguntó―. mira aquí tienes más espacio para pintar. entusiasmados participaban dando color a alguno de los piratas bajo la supervisión de su abuela. sus ojos lo delataban. iaia. ―dijo dando saltos alrededor de su abuela. todo le parecía genial. veré cómo me sale un perro. de su nuevo hogar. ―¿Desde cuándo llamas iaia a la abuela? ―Como ahora tengo dos. ―No. sus ojos parecieron salirse de las órbitas al descubrir el jardín trasero. presumiblemente llamado Diego. la de Valencia la llamó en Valenciá. por lo menos a un pirata. Todo le gustaba. y su fiel colega canino vigilaban desde lo alto de su barco con espada en mano. me parece muy bien. ―Vale. una en Madrid y otra en Valencia. irradiaba felicidad por cada uno de los poros de su piel. ―Esto…esto…esto es genial. Diego daba saltos de alegría en cada una de las habitaciones. entraban y salían de cada una de las habitaciones de la casa. sin embargo. en apenas un par de meses se mudaría con sus padres y ya imaginaba su vida allí. ah y quiero que el capitán pirata tengo un perro. Imposible negar su felicidad.  Diego corría de un lado a otro seguido de cerca por su primo. comentando con su primo cada rincón. ―Anda. Al entrar en su habitación llamó a voz en grito a su abuela para que acudiera corriendo. ―¡Es increíble! ¡Mi sueño se está haciendo realidad! Esta es la casa que había visto en mis sueños. ―Ah. porfi. ―contestó Amanda mientras Diego salía corriendo de la habitación para seguir investigando. Un par de días le llevó a Luz realizar el mural en la pared ante la atenta y crítica mirada de sus nietos. ¡es la casa más bonita del mundo mundial!―gritó abrazando a su padre y luego a su madre. ―suplicó Diego. vale. ―Iaia. me temo que no. ¿podré ayudarte a pintar? Porfi. uno capitaneado por el barbilampiño pirata de nombre .―¡Genial! Me temo que no vamos a poder superar el regalo de Sergio. Flamantes banderas piratas ondeaban en lo alto de los mástiles de cada uno de los dos barcos. ―se quejó riendo Alejandro. que se habían nombrado ayudantes y. Piratas con coloridos pañuelos y negros parches abordaban el barco del enemigo mientras su capitán. ―¿Un perro? Eso no me lo habías dicho. Iaia. para regocijo de sus padres que se conocían casi desde la infancia. Nada más conocerse meses atrás había surgido una amistad especial entre ellos.  Un nuevo pirata se había sumado a las correrías de los incombustibles primos. faltaban sus inseparables amigos desde la guardería. ―rieron al unísono Diego y Javi abrazándose a su abuelo. Diego estaba feliz. Sí. Amanda no podía sentirse más feliz al mirar a su hijo. guapísimo―saludó Esther―. ¿cómo es posible que hayas crecido en el último mes que no te he visto? ―¿Te vas a quedar en casa? ¿A qué es la casa más bonita del mundo mundial? Ven que te enseño mi habitación. ¿cómo no iba a serlo? Nueva casa en la que vivía con sus padres. y un par de semanas disfrutando a tiempo completo de abuelos paternos y maternos. Sergio! Sergio había dejado su regalo en la cocina al cuidado de Joaquín. capitán iaio. Gustavo y Alejandro se veían reflejados en aquella amistad. sois únicos. iba a echar de menos a aquel pilluelo cuando se instalara definitivamente en Madrid. cariños. Solo le faltaba una cosa pero no quería pedírsela a sus padres. risas. en sus locuras y juegos… ―¡Felicidades. Fernando le dejó un beso en la cabeza. ahora le enseñas la casa. para. ―¡Gracias. aquel estaba siendo el mejor de su cumpleaños. su primo Javi. besos. Diego era la viva personificación de la alegría. Sergio saludó al resto de los invitados. Mimos. la estrella de los deseos nunca falla. ―¡Tía Esther!―gritó Diego bajando las escaleras al trote. ―Piratillas. Esther acaba de llegar. Fernando reía sin parar escuchando la descripción de Diego. René estaba encantado con sus nuevos amigos y de ser uno más de los temibles bucaneros que corrían espada en mano por el jardín. nunca dejaba de asombrarse con la riquísima imaginación de su nieto.Diego. que se había quedado colocándole a Corsario el correspondiendo pañuelo pirata al cuello. ―Y tú. ―comentó Amanda sin poder evitar una sonrisa al ver la emoción de su hijo. caprichos. No seas apurado. abrazos. pirata! ―a modo de saludo dijo Sergio nada más entrar en el jardín. ¿ya has visto el jardín? ―Diego. pero René se había convertido en su amigo para toda la vida. así que esperaré seguro que en algún momento cumple mi deseo. no. el segundo barco por el no menos temido y valiente pirata. sin lugar a dudas.―dijo al tiempo que despeinaba a sus nietos. juegos… todo lo que le apetecía lo tenía a su disposición. los conocía a casi todos aunque hacía mucho que no coincidían. ―Hola. pensaba Diego mirando por la ventana de su nueva habitación. . se conocían desde hacía mucho ya y. has de cuidarlo mucho. y la había visto observarla entusiasmada al verla hablando durante toda la noche con Sergio. Corsario ladraba en la cocina. sabía que su amiga estaba esperando a estar a solas para asaltarla a preguntas. ―Es…es Corsario―sollozó Diego emocionando a su madre con sus lágrimas―. que habían tenido que suspender el viaje porque la pequeña Silvia estaba con fiebre. ―Claro. es el mejor regalo del mundo―dijo abrazándolo sin soltar a Corsario. Amanda no pudo evitar sonreír sabía que su hijo estaba pidiendo su deseo. pero no olvides que un perro no es un juguete. ―Ja ja ja. ―Gracias. ―¿Es…es para mí? ―preguntó un emocionado Diego nada más ver a Sergio unirse al grupo con aquella pequeña bola de pelo blanco con una única mancha negra alrededor de su ojo izquierdo. ¡la estrella de los deseos funciona en Madrid! ―exclamó haciendo que todos estallaran en carcajadas. pura casualidad―contestó Sergio―. ―. Alejandro y Amanda me comentaron que buscaban perro y. Diego miró a su alrededor con su eterna sonrisa dibujada en sus oscuros y grandes ojos. Sergio. todos los regalos han sido muy chulos. creo que has marcado un antes y un después en el mundo de los regalos. Bueno. parecía emular un auténtico parche pirata. Sergio había aprovechado para escabullirse e ir en busca de Corsario. ―¿Y bien? ―¿Y bien. Sergio. ―Y yo pensando que iba a triunfar con mi regalo―Esther le dijo a Sergio―. voy a ser el mejor cuidador de perro.Los cánticos del cumpleaños feliz pronto invadieron el jardín. Esther miraba de reojo a Amanda. dedicándosela a cada uno de los rostros que lo rodeaban. ¡claro que funciona!―rio Alejandro. ―Estoy seguro de ello. que no podía contener las lágrimas de la emoción. . ―diplomático continuó. No era tonta. escuchaba el bullicio y parecía querer unirse a la fiesta. Corsario con su pañuelo pirata al cuello dio un par de suaves ladridos antes de chuparle la cara a Diego. ―Eh. pues. Solo faltaba Cris y Vicente. Diego cerró los ojos con fuerza. que seguía chupándole la salada cara por las lágrimas de alegría. en los últimos años se habían convertido en inseparables. ―Me alegra que te haya gustado―contestó Sergio acariciándole la cabeza a él y a Corsario ―. qué? ―preguntó Esther. daba la casualidad que la perra de mis padres había tenido cachorritos. ¿Y este fin de semana? ¿Le has dicho que estas aquí hasta el domingo? ―Bueno. ―Je je je. hemos quedado en vernos el sábado. y me alegro por ti. ―Pero. hemos quedado que cuando venga a la próxima reunión nos veremos. Amanda quiere que le cotillees sobre ti y Sergio. ―¿Molesto? ―preguntó entrando en la cocina Alejandro―. pero no cambies de tema. ¡como que intentaste que se liara conmigo! ―soltó Amanda riendo. otro cotilla. Amanda. Bueno. Venga. Además. sí. ―Vaya. ―¿Dónde la teníais escondida para que no la viera Diego? ―En el garaje―contestó Amanda―. Corsario se ha quedado encantado en su nueva casa en el jardín. ¡me encanta! ―Amanda. puedo decirte que le gustas. veo que te has vuelto todo un observador. ―No ha pasado nada. ―Ya. ¿qué dices? ―rio notando una ligera punzada en el estómago Esther―. los piratas ya están en la cama. de verdad. ―Sí. ―.―¡No te hagas la loca! Te he visto intimando con Sergio. ah. ―rio Alejandro. suelta por esa boquita. ―Hala. solo hemos estado hablando. ahora que ni se le ocurra. ―le susurró al oído antes de besarla y salir de la cocina. Sería de risa que la nueva responsable también dejara su puesto en Valencia.  . Sergio siempre me ha parecido un tío agradable. ―¡No seas exagerado! ¡Solo hemos quedado para tomar una copa como amigos! ―¿Amigos? ¿Qué dices? ¡No me hagas reír! Mejor las dejo. porque no puedes negar que aquí hay tomate―rio Alejandro―. Sergio te miraba como en su día miraba a Mandy. ―Vaya. ―Mejor me voy y las dejo cotillear a sus anchas. y no había pasado nada. ¿qué quieres que te diga? ―Ja. ―comentó Amanda guiñándole un ojo. ―Así me gusta. ¿Jugarás con él? ―Por supuesto. ―Es que―Diego hipaba―. Silvita es más pequeñaja que Leni.Alejandro se quedó apoyado en la puerta del jardín. El recién llegado a la familia atendía con sumo interés el discurso de Diego. sé que te lo pasas muy bien en Valencia. explícale que no ha de echarte de menos que en seis semanas te tendrá siempre con él. piratilla. bueno. ―¿Quieres que Corsario se ponga triste al verte? Corsario o mamá. ―Ya lo he hecho. ¿me equivoco? Diego hizo un gesto con la cabeza a modo de afirmación mientras se secaba las lágrimas con el brazo. a papi y mami. ―explicaba Diego a Corsario sin dejar de acariciarlo. conocerás a los tíos y a la prima Silvia. ―Hala. Eh. pirata. ―Pero eso no es verdad. A Diego se le haría especialmente duro porque no solo se separaba de sus padres sino de Corsario. has de tener paciencia con ella porque seguro te tirará de los pelos como Leni pero ya verás que es muy bonita. sabía que aquella despedida sería más dura para todos. cada día cuando llegue de trabajar y le daré los paseos como hemos estado haciendo estos días los tres. ―se apresuró a contestar Diego. ―. ―Eh. pero piensa que en seis semanas ya estarás instalado en casa con nosotros. Además.Sabes eres el mejor perro del mundo y te voy a echar mucho de menos. del que no se había separado ni un momento desde su llegada. papá os echo mucho de menos cuando no estamos juntos. dale todas las instrucciones necesarios a Corsario y. así a mamá y a mí nos da tiempo de terminar de amueblar la casa. que no podía parar de llorar. Alejandro le secó las lágrimas a su hijo. colega―Alejandro comentó acercándose a su hijo―. ―…Corsario. pero si te ven llorar de esa forma lo van a pensar. ―Ya lo sé. Amanda se percató de los enrojecidos y brillantes ojos de Diego al verlo entrar en el . ya sé que nos echas de menos y nosotros a ti. el próximo fin de semana vendrás con papá y mamá a Valencia. contemplaba a Diego hablar con Corsario. ya sabes que es un tanto llorona. Tú tienes mucha suerte que te quedas en casa con ellos pero en unas poquitas semanas estaré aquí para siempre. a ti. papá. no llores más o los abuelos van a pensar que no estás bien con ellos. espero que no se quede triste. llevaban un par de semanas juntos y los tres se habían acostumbrados a aquella situación. Alejandro no podía evitar sonreír escuchando el discurso de su hijo. ¿qué pasa? ―Alejandro se sentó en el césped junto a Diego y lo abrazó. quien como si de un niño se tratase le decía cómo debía comportarse ahora que él regresaba a Valencia. salón corriendo junto a su inseparable Corsario y Alejandro. se despidió sonriente de sus padres y Corsario. pero sobre todas las cosas le dolía verlo sufrir a él. ―Anda. ―dijo besándola. llorona. la mirada de Alejandro le confirmaron sus sospechas. Amanda sintió un pinchazo en el estómago. Amanda no le dijo nada. Amanda no pudo reprimir el llanto al ver girar el coche en la esquina y dejar de verlo. le dolía separarse de su hijo. vamos a ponerle la correa a Corsario y nos damos un paseo los tres. Diego no volvió a llorar. lanzando besos a través de la ventanilla mientras el coche de sus abuelos se alejaba del que ya era su nuevo hogar. . de lo demás poco o nada conocía. Muchos se había probado. donde su ligera y. canesú y cadera. falda caía hasta los pies. las semanas pasaban sin apenas percatarse. Él ya estaba acostumbrado a pasar las tardes con sus abuelos. Los abuelos iban a ser su salvación. Amanda y Alejandro casi ni se enteraban del paso de los días. así ellos podrían ir a recogerlo cada tarde al colegio y. tenerlo en casa hasta que Amanda y Alejandro terminaran de trabajar. sin apenas volumen. a unos más que a otros. En principio habían estudiado varios de los colegios cercanos a su casa. Ella solo tenía que encargarse de su vestido. sin apenas volumen y decorado con un discreto bordado en pedrería plateada bajo el pecho. llegaban a casa. digamos corriente. Amanda no había tenido que preocuparse de los preparativos. Los finísimos tirantes dejaban casi al descubierto los hombros de Amanda. el cachorro pasaba muchas horas solo y se volvía loco de la emoción cuando sus dueños. a pesar de sus reticencias iniciales de tener un perro. ese era el otro punto que les robaba el sueño. Amanda no quería un vestido clásico. la cual cada día era más confortable y acogedora. convirtiéndose en el pilar necesario para ayudar en la casi imposible conciliación familiar-laboral de su hijo y nuera. terminar de amueblar y decorar la casa. Alejandro se encargaba de cada uno de los detalles. por su parte. como él los llamaba. Corsario también ocupaba gran parte de su escaso tiempo libre. Amanda solo sabía la fecha y el lugar. Un vestido romántico. haciéndoles sentir que no habían errado en su elección. dándose cuenta que les iba a ser imposible llegar nunca a tiempo de recogerlo y. tal y como ella decía. a su estilo. estilo años 20. ella la había acompañado en su ardua búsqueda. los padres del alocado pirata. Tanto Almudena como Joaquín estaban encantados con disfrutar diariamente de su nieto. también estaba encantado con la idea. La boda. pero tampoco quería algo. llegando a creer que no encontraría el vestido que se adecuara a ella. Diego. . Horas les faltaba para poder llegar a todo lo que tenían entre manos: el trabajo. Vestido que había elegido con la ayuda de Helena. tirantes que era la única sujeción sobre el sutil escote cuadrado. optando por un colegio cerca de su casa. había terminado por caer rendida a sus pies. La búsqueda de colegio de Diego había sido otras de sus grandes batallas. Aquella era una fecha especial a la que ella quería darle su toque personal y creía haberlo conseguido con el vestido seleccionado. ninguno de los dos quería llenar a Diego de actividades extraescolares. Amanda. era un trabajo extra añadido.Capítulo 12: Para ser tres… Los días se escapaban entre los dedos. Aquel cachorro locuelo la tenía completa y absolutamente enamorada pero. ahora en vez de ser los iaios valencianos estaría con los abuelos de Madrid. hasta verse enfundada en aquel elegante vestido de tul marfil. ¡Estáis guapísimos! ―Son los caballeros más originales y elegantes a los que jamás he vestido―bromeó el complaciente sastre―. y ese velo pirata que has elegido va ideal. la hebilla es muy bonita. acertaste al elegir ese vestido años 20 y. hijo mío. ―Definitivamente. ―¡Son los nervios! ¡Pocas semanas te separan del gran día! ―observó Helena. …mientras tanto… ―¡Mamá se va a caer de culo cuando nos vea con esta ropa! ―casi gritó Diego dando vueltas delante del espejo de la sastrería. su traje de levita gris pizarra dejaba entrever el chaleco color rojo granate. estos peep toe me enamoraron desde que los vi. la verdad es que me encanta. de verdad? ―¡Me encanta! ―se apresuró a decir la dependienta. mira mi hebilla! ¡Es muy chula! Almudena no pude evitar reírse al ver las caras que ponía su nieto mientras se deleitaba contemplando a su hijo. ―¿Os gusta. ―Sí. ahora que te lo han arreglado te queda perfecto. Diego y Alejandro parecían dos auténticos y elegantes corsarios. quien parecía haber nacido para llevar aquel traje.―¡Estás guapísima! ―exclamó Esther nada más ver salir a Amanda del probador.―contestó Alejandro mientras se miraba y observaba con detalle la cuadrada hebilla plateada de su cinturón. ―Sí. y este caballerito el que más. Es curioso nunca me imaginé vestida de novia y ahora me miro en el espejo y siento un no sé qué en el estómago. acertaste de lleno. ―¡Papá. son casi del mismo tono del vestido y podré usarlos luego. ―Te queda como anillo al dedo―comentó la dependienta―. Helena sonrió mientras asentía con la cabeza ―Es un guiño que le quiero hacer a mi piratilla. ―He de reconocer que cuando me dijiste cómo querías tu traje pensé que te habías vuelto loco pero. ―Esos zapatos son una auténtica monada. el pañuelo azul marino que hacía las veces de corbata. ―comentó una emocionada Amanda―. ―Gracias―sonrió Amanda―. . ―¿De qué habláis? ―las sorprendió Alejandro que salía con el café al jardín seguido por Gustavo. sabía que su amigo estaba en lo cierto. ―Me alegro. Un moño bajo también te quedaría bien. de verdad. necesitas que te lo diga? ―se burló Gustavo― No solo te vas a casar sino te estás encargando de todo.―rio Alejandro sentándose junto a Amanda. donde Alejandro preparaba el café y le contaba los detalles de los preparativos de la boda a un asombrado e incrédulo Gustavo. ―Tanto secretito no es bueno. sí! ¡Cosas de chicos! Pues. es más tú. En sus planes nunca había entrado casarse. pero me gusta más lo del pelo suelto. de verdad.―¡No soy un caballero. ―Macho. Si alguien me dice esto años atrás me hubiese muerto del ataque de risa. Alejandro! ¿De verdad. No quiero nada recargado. ―¿Secretitos? ¿Eso lo dice el que no suelta prenda sobre la organización de la boda? . Amanda y tú estáis hechos el uno para el otro. pirata. soy un feroz pirata! ―contestó entre sonriente y enfadado Diego. ―dijo abrazándose a su amigo. él tampoco se lo hubiera creído. ―¿Cómo es eso que dice tu hijo? ―preguntó como si no lo supiera Amanda― ¡Ah.  Las risas de Diego y René llegaban hasta la cocina. Alejandro preparó la bandeja con las tazas de café para sacarlas al jardín donde Amanda y Helena charlaban al tiempo que vigilaban las batallas piratas y sobre todo a Lena que no se separaba de Corsario. ―Sí. ―Perdón. Alejandro no pudo evitar una sonrisa. ―rio. ahora estaba deseando que llegara el día. si me pinchan no sangro. ―Creo que lo voy a llevar suelto. esto son cosas de chicas. ―¿Y ya tienes claro cómo vas a peinarte? ―preguntó Helena mientras vigilaba a Lena que intentaba tirarle de las orejas a Corsario. me gusta la idea. ―¿Por qué? ―¿Por qué? ¡Joder. y ver la cara de Amanda al verlos a él y a Diego vestidos iguales esperándola al otro lado del pasillo. ―corrigió riendo el sastre. ―Nimiedades sin importancia. El silencio había ganado la partida.―dijo con una medio sonrisa Amanda. que le tirara de los bigotes y orejas sin rechistar. cierto. además. he estado pensando que se nos ha olvidado un par de invitados. bueno…¡todo un honor! ―rio Amanda―. ―¿Se puede saber de qué le hace tanta gracia. ¡el próximo viernes! ¡Qué ganas tengo! Todos los cambios de los últimos meses me traen loca. ¡Soy más que encantador! ―Pero no eras mi novio. para quedarse con ellos hasta salir nosotros de trabajar.¿Cuándo se ha visto una novia que no sepa nada de su propia boda? ―Anda. no te quejes. preciosa. razón no le faltaba. ―rio Amanda. por cierto. ―Bueno. trayendo consigo la tranquilidad a la casa. preciosa te conocía mejor que cualquiera de esos novietes que tuviste. ¿cómo os estáis organizando con Diego? ―Gracias a mis padres. en breve cogéis las vacaciones. ―Y cambiando de tema. ―Eh. interrumpiendo con sus risas el concierto de los grillos. ―. ―¿Novietes? Anda. que habían acampado en el jardín de la casa. señorita? . ¿no? ―Sí. mis antiguos vecinos. ―dijo antes de besarla. antes de que os pongáis acaramelados―dijo Helena sin quitar ojo a Lena que seguía jugando con el paciente Corsario. En el salón solo se escuchaba el sonido de un par de grillos. ―Sí. ―Ya no podrás decir que no te he dejado participar en la organización. Alejandro y Amanda ultimaban detalles sobre la colocación de los invitados en la boda. ―Pero. ―¿A quién? ―A Pura y Antonio. de verdad lo digo. mira quien vino a hablar el rey de las faldas. anda. Diego y Corsario hacía rato que dormían. ¿los recuerdas? Ella se pasaba la vida diciendo lo encantador que era mi novio. ¡no te pases! ―Mejor seguimos con la colocación de las mesas. ya te falta poco para saber el gran misterio-misterioso. al pobre no le queda más remedio que madrugar todos los días. que se dejaba meter los dedos en la boca. . por cierto. ahora vamos a seguir con el tema mesas. ―Eh. ―Me parece estupendo. ¿por qué? ―Ale. ―bromeó Amanda con un fútil intento de levantarse. ―Eres única―rio Alejandro antes de volver a besarla―. ―Escúchame―Amanda le mantenía la cara sujeta con sus manos―. Van a alucinar cuando se enteren que tenemos un hijo. te recuerdo que no solo lo estaba sino que me contabas los detalles. ―¿Yo. ―dijo riendo volviendo a su sitio. ―No. ―Si te parece bien. ―Ale. ¡no te pases! Vale. me enamoré de ti siendo como eras. ―Sabes que te quiero. ―Ale. eso no vale. no tienes que mosquearte ni sentirte mal. ¿sabes que te pones muy guapo cuando te mosqueas? ―dijo Amanda levantándose y sentándose sobre Alejandro. vale. no me mires así. no tengo ninguna duda que me quieres y. vale. Ahora lo único que importa es que estamos juntos. tú no conocías mis sentimientos. ―A Pura y Antonio entonces. pero reconoce que no en la misma proporción. hace poco más de un año que los vi y me preguntaron por ti.―dijo Alejandro robándole un beso. ―Mandy ―dijo mirándola fijamente a los ojos. Ya sé que tuve más de un lío pero tampoco hay que exagerar. ―Dime. ¿verdad? Sabes que yo ya no soy el mismo Alejandro. ―¡Y tú a mí! ―Ja ja ja. anda sigamos con esto antes de sucumbir en tentaciones. incluso durante un tiempo fueron desconocidos para mí. por qué? ―Por nada. ―Igual un poco menos que tú cuando te enteraste. cada vez que sale a relucir tus líos amorosos te mosqueas como si yo no hubiese estado allí y…cariño. Tú y yo no teníamos nada más que nuestra amistad.―Tú. ―Es usted muy débil.  ―¡No me lo puedo creer! ―clamó doña Pura nada más abrir la puerta y encontrarse con los sonrientes rostros de la que un día había sido su vecina. ―Antonio, no vas a creerte quien ha venido a visitarnos. ―¡Amanda! Un sonriente Antonio dijo nada más ver a Amanda acompañada por Alejandro y un niño al que no conocía. ―¿Qué tal están? ¿Y Perséfone? ―preguntó Amanda antes de ver a la blanca gata persa acercarse a la puerta para ver por qué se había armado tanto revuelo. ―Eh, Persi, ¿te acuerdas de mí? Amanda cogió a la gata, que se dejaba acariciar panza arriba en brazos de la que durante mucho tiempo fue una de sus humanos favoritos. Amanda, Alejandro y Diego pasaron a casa de unos encantados Antonio y Pura, que no paraban de hablar y preguntar, más ella que él. ―¿Vuestro hijo? ―preguntó asombrada Pura al enterarse que aquel niño tan educado y sonriente era hijo de aquella pareja que tanto le gustaba. ― pero… tú nos dijiste que Amanda estaba en Valencia. ―Sí, es una larga historia. Lo importante es que ahora estamos juntos, al final somos pareja, como usted decía. ―comentó Alejandro. ―Sí, yo lo sabía, ¿y cómo estáis? ¿Sigues viviendo en Valencia? ―No, ya no, vivimos en Madrid, justo por eso hemos venido. Amanda puso al día a aquella pareja de ancianos, quienes quedaron encantados con ser invitados a la boda y aceptaron complacidos. ―Diego, te pareces mucho a tu padre pero tienes algo de tu madre, hasta Perséfone lo ha notado que siempre le gustó y no se separa de ti. Amanda, has de saber que Perséfone estuvo casi depresiva cuando te fuiste y nunca más ha invadido el piso de al lado, lo intentó cuando lo alquilaron nada más irte pero al ver que no eras tú, ya no volvió. ―Uhm…Persi, yo también te eché mucho de menos. ―dijo Amanda acariciando la gata que pasaba de los brazos de Diego a los de ella. Una hora más tarde los tres salían del antiguo portal de Amanda. Amanda y Alejandro se quedaron mirando la ventana de la que una vez fue la casa de Amanda. ¿Cuántas tardes de domingo habían pasado juntos allí? ¿Cuántas noches pasadas juntos? Se miraron con una sonrisa ante los divertidos ojos de Diego, que le encantaba contemplar a sus padres. ―¿Amanda? Una voz familiar sonó detrás de ellos, Diego fue el primero en girarse, él no conocía a aquella chica. Amanda se dio media vuelta sin terminar de reconocer la voz, Alejandro le apretó la mano al ver quién la llamaba. ―Hola―saludó Analía. ―Hola―respondió Amanda soltándose de la mano de Alejandro para acercarse a la que un día había sido su mejor amiga y darle un efusivo abrazo. ―¡Cuánto te he echado de menos! ―lloriqueó Analía al sentir los brazos de Amanda a su alrededor. ―Lo siento mucho, Amanda. ―No pasa nada, ha pasado mucho tiempo de eso ya. ―Seis años. Seis años sin poder hablar con mi mejor amiga. ―Yo también he de pedirte perdón, no debí reaccionar tan exageradamente. Ambos eráis libres para hacer lo que os diera en gana. ―Sí, pero yo sabía que… ―Ssh, no vale la pena recordar eso ahora. ¿Cómo estás? ―Bien, y no te lo creerás pero ¿sabes a dónde voy? ―¿A dónde? ―A casa de mi novio, que justo vive en tu antiguo piso. ―¡Ya es casualidad! Nosotros justo venimos de ver a Pura y Antonio, que viven al lado. ―Los conozco. ―Bueno, hora de saludar yo también antes de que sigáis hablando como cotorras.―las interrumpió Alejandro acercándose a Analía para dejarle un par de besos en las mejillas. ―Analía, este es Diego. ―¿Es hijo vuestro? ¡No lo puede negar! Se parece mucho a los dos. Hola, Diego, soy Analía. ―Hola―contestó sonriente dándole un par de besos. ―Entonces veo que Alejandro se dio cuenta de sus sentimientos. ―Ejem―carraspeó Amanda sin poder evitar una sonrisa de complicidad con Alejandro―, es una historia muy larga de contar pero si te apetece y tienes tiempo mañana nos podemos ver. Diego intentaba adivinar de qué sentimientos hablaban su madre y aquella amiga. ―Sí, claro que sí. Estoy de vacaciones y hasta la próxima semana no nos vamos. ―Genial, ¿tienes algo que hacer el próximo sábado? ―¿El próximo sábado? No, ¿por qué? ―Mañana te cuento, no ocupes el sábado y mañana hablamos.  Amanda puso al día a Helena, quien estaba al corriente de lo que había pasado aquel fatídico cumpleaños, ella misma estuvo enfadada con Alejandro por aquella estúpida historia con Analía. Ella los había visto irse juntos, como también sabía que Analía se había abalanzado sobre él y no a la inversa, eso también lo sabía Amanda de boca de la misma Analía. ―Ah, pero… ¿vamos a entrar en Rosa Clará? ―sorprendida preguntó Analía al ver a Amanda abrir la puerta. ―Sí, ya te dije que mi historia era larga y hoy vamos a conocer el final, bueno, el momento en el que estamos. ―¿Te casas con Alejandro? ―Sí, este sábado. ―¿Y eso? ¿Después de seis años viviendo juntos os casáis? ―No llevamos seis años viviendo juntos, tenemos un hijo de cinco años pero Ale no lo supo hasta hace un año. Yo me fui a Valencia y no le dije nada, estaba muy dolida por todo lo que había pasado. ―Lo siento, me siento culpable. ―No, Analía, eso solo fue una gota, la que me hizo abrir los ojos pero no el detonante, tuvo en sus manos la posibilidad de cambiarlo todo―contó sosteniendo la puerta ante los atónitos ojos de Analía―, pero no estaba enamorado de mí. ―Ejem, eso no es del todo cierto. ―interrumpió Helena ―. Alejandro es más terco que una mula y no aceptaba la realidad que no es lo mismo. ―Bueno, sea como sea, estamos juntos desde hace un año, ahora se ha vuelto loco y quiere casarse, así que ya sabes el sábado vas de boda. ―explicó Amanda―. Vamos para dentro luego te explico lo que no entiendas, pero ahora he de probarme el vestido por última vez antes del sábado. Antes del sábado, aquella frase retumbó en su interior, Amanda no estaba nerviosa, y de . Mariposas que encontraron buen cobijo en su estómago y en él se quedaron.pronto un cosquilleo le recorrió el cuerpo por entero. El sábado me caso. pensó mientras un sinfín de mariposas se adueñaban de ella. Corsario se quedó sentado sobre sus dos patas traseras moviendo el rabo como si la vida se le fuera en ello sin apartar la vista de Amanda. Efecto que desapareció al verse en el espejo llevando el elegante y sensual corset blanco comprado para aquella ocasión.Capítulo 13: Sí. ―Cariño. la ducha y los aceites de mandarina parecían haber surtido efecto. apenas―se burló Almudena. es normal que estés nervioso. Quince largos minutos estuvo Amanda bajo el agua. luego vengo a ver cómo están los . lo siento. la que va a terminarse de arreglar soy yo. Su madre lo abrazó con fuerza. Amanda. ―¿Tanto se me nota? ―No. no intentes disimularlo. Vicente. Una. ―Amanda. sus padres y Corsario eran los únicos en la casa desde la noche anterior. ¿ya tenemos que vestirnos? ―Ahora mismo―sonrió Alejandro al ver la cara de ilusión que tenía su hijo. intentando relajarla a base de lametazos en manos y cara. dos. ―le dijo Amanda mirándolo fijamente. Corsario entraba y salía de la casa corriendo como un loco. quien se disponía a darse una ducha que la ayudara a relajarse. allí ya estaban Cris. ―. …y en Navacerrada… Alejandro intentaba disimular pero era del todo imposible. notaba sus nervios a flor de piel. tres veces respiró profundamente hasta escuchar la voz de su madre llamándola porque la peluquera había llegado. ―Bueno. ―Papá―gritó Diego entrando de la terraza donde observaba como se disponían las mesas para la boda en un lado del jardín. no entendía qué pasaba pero veía a su madre humana diferente. la peluquera no tenía problema en ir a Navacerrada pero Amanda prefería arreglarse allí. quiero… Nervios. pero ahora ya no puedes estar subiéndote encima de mí. respira―se dijo así misma mirándose en el espejo. Javi y la pequeña Silvia. Alejandro y Diego habían pasado la noche en el hotel. Amanda había preferido quedarse en su casa. nervios y más nervios se respiraban en la casa. ―Corsario. ―¡Joder con el almirante! ―gritó Gustavo nada más verlo. ―Tío porque me gustan las mujeres porque ahora mismo intentaba liarme contigo. ¿de verdad que todo esto lo has montado tú solo? Entiendo que mi hermana haya estado siempre coladita por ti. me has dejado impresionada. ―contestó Alejandro riéndose de las tonterías de su amigo. donde los casaría un concejal al que Alejandro conocía desde el instituto. . La mayoría de los invitados pululaban por el jardín cuando Alejandro y Diego bajaron junto a Almudena y Joaquín. ―Mira que eres burro. claro. ―Guapo no. ―¡Tengo ganas de verle la cara al ver todo esto y veros a ti y Diego! ―¿Te gusta el traje? ―¡Me encanta! Alejandro vio a los músicos colocarse justo tras las sillas antes de mirar la hora. lo siguiente―dijo Helena dejándole un par de besos ―. minutos lo separaban de la llegada de Amanda. ―comentó Cris dándole un par de besos. tal y como Alejandro había pedido el pequeño pasillo estaba decorado en los extremos con pequeños ramilletes de rosas color champán y sobre el césped cientos de pétalos de rosas achampanadas indicaban el camino a seguir por los novios. se moría de ganas de ver a Amanda. Todo estaba perfecto.piratas más guapos del mundo. Respiró profundamente. ―Gracias―rio Alejandro por el comentario. abuela! ―Claro. ver el lugar donde en menos de media hora estaría casándose con Amanda hizo que sus nervios se triplicaran. ―aclaró entre risas Almudena saliendo de la habitación. Diego salió corriendo para enseñarle su ropa a sus tíos y primo nada más verlos cerca de la piscina. ―¡Del mundo mundial. Alejandro no pudo evitar una sonrisa tonta al escuchar aquel comentario. ―Alejandro. del mundo mundial. pero te advierto que cuando veas a la novia te vas a caer de culo. Alejandro tenía las manos heladas por los nervios. cuatro robustos troncos cubiertos por tules blancos improvisaban un original y romántico altar. En la piscina se había colocado las engalanadas sillas. estaba claro que Alejandro había hecho todo lo que estaba al alcance de sus manos para sorprender y complacer a su hermana. Los nervios. pirata. Se agachó para darle un beso. Amanda reconoció la música nada más comenzar a sonar. parecía un auténtico corsario. Alejandro respiró profundamente mientras veía a todo el mundo tomar asiento y a los músicos prepararse para comenzar a tocar. Let me tell you all the reasons why I think you’re one of a kind. ―Y yo a ti. ¿cómo era posible que Alejandro hubiese montado todo él solo. Amanda miró a su hijo poniendo cara de admiración y sorpresa al verlo vestido con aquella elegante casaca. Un sonriente Diego observó a su padre y abuela caminar por el pasillo. . un pañuelo de chica mona pero pirata. cuidando hasta el más mínimo de los detalles? ¡Si hasta la canción tenía su porqué! Con los ojos llenos de lágrimas llegó Amanda junto a un no menos emocionado Alejandro. Amanda no podía contener la emoción. ―Mamá. te quiero. Sus ojos se clavaron en los de Alejandro. Here’s to you (…) El corazón de Amanda iba a mil por hora. Amanda levantó la vista. ―Pirata. ―Vale ―contestó Diego emocionado―. No era Michael Bublé pero sí eran las canciones del canadiense. Amanda tenía ganas de lanzar su ramo de calas blancas. espera aquí a mamá―dijo Alejandro agachado junto a su hijo―.―¡Papá. la abuela y yo tenemos que adelantarnos. ―respondió Alejandro antes de besar a su hijo. ha llegado mamá! ―gritó Diego corriendo hasta llegar junto a su padre. Los músicos comenzaron a tocar una nueva pieza al comprobar que la novia y sus dos padrinos se disponían a atravesar el pasillo. quien la contemplaba admirado. Alejandro se giró justo cuando Amanda y su padre llegaban al principio del pasillo. Cris no pudo evitar una sonrisa al escuchar la música. papá. no menos que el de Alejandro. sus miradas se hablaron sin necesidad de cruzar una palabra. Diego sonreía feliz caminando de la mano de su madre. romper el protocolo y besarlo. ¡estás guapísima! ¡Llevas pañuelo pirata! Bueno. ¿cómo no hacerlo? No solo era una canción de su crooner favorito sino era la canción con la que Alejandro le había pedido que se casara con él: Close your eyes. ―aclaró muy serio Diego arrancando las risas de su madre y abuelo. la emoción y los sentimientos podían respirarse en el ambiente. ―sonrió Amanda. que al final voy a creer que siempre te hago llorar en este hotel. ―. Gustavo. ―siguió secándole las lágrimas. ¿podemos comenzar o vais a seguir con los susurritos? ―comentó con una amplia sonrisa el concejal. subieron para dedicarles sus buenos deseos. ―Alejandro miró guiñándole un ojo a un atento y sonriente Diego. Varios fueron los amigos que tenían discurso preparado. Las lágrimas pronto dieron paso a las risas. Esther y Cris. su reencuentro. Imposible no emocionarse al escuchar el discurso de Alejandro. Una hora larga después la música volvía a sonar para ellos atravesar el pasillo. Los pañuelos estaban siendo los más fieles testigos de la ceremonia. mucho menos coordinar frases con coherencia y sentido. las únicas lágrimas permitidas en la posterior celebración eran producidas por las constantes carcajadas. Mandy. Amanda ya no sabía lo qué hacer para no llorar. ―¡Somos cuatro. era incapaz de vocalizar una sola palabra. con los ojos rojos de tanto llorar. no te olvides de Corsario! ―gritó interrumpiendo a su padre Diego haciendo tornar las lágrimas de los invitados en carcajadas. Su estrella de los deseos lo oyó haciendo que nos reencontráramos y sin haber sido dos nos convirtiéramos en tres. pero no llores más. quien más quien menos había derramado unas lágrimas. ―Porque aun no entiendo como no me daba cuenta de su significado. ―murmuró Alejandro antes de que Amanda lo besara y rodeará su cuello con sus brazos. aquella canción tampoco había sido elegida al azar. su separación. Todos los presentes conocían su historia: su comienzo como amigos. pero sobre todo .―Como siempre guapísima―le susurró al oído Alejandro―. I’ve got you under my skin I’ve got you deep in the heart of me So deep in my heart that you’re really a part of me Amanda se paró en seco mirando fijamente a Alejandro. ―¡Más te vale! ―Ejem. sin saber que no se iba sola sino con el pirata que un día cazaría una estrella que nos uniera. el porqué de aquella fecha mientras la melodía de la canción de su hijo sonaba de fondo? ―… y aquí convertida en un mar de lágrimas la vi salir corriendo…marchándose de Madrid. Nada empañaba la felicidad reinante. ¿cómo no hacerlo escuchándolo contar el porqué de aquel sitio. alejándose de nuestros amigos… de mí―le costaba seguir el discurso―. Amanda no podía decir nada. ―Esta vez prometo no salir corriendo. Analía se había abrazado a su recuperada amiga emocionada por la ceremonia. Alejandro se acercó a ella para susurrarle te quiero. de verdad me alegra veros juntos. Alejandro había elegido la que durante muchos años había sido su canción sin darse cuenta. ―comentó Amanda abrazando a su amiga. ―¿Por qué lo digo? Yo me entiendo y vosotros. Gracias.―le confesó al oído Alejandro haciéndola estremecer. ―rio Amanda abrazada a su amiga. porque cada uno de una u otra manera habéis estado ahí. por mucho que os hagáis los locos también. ―¿He oído mi nombre unido a capullo?― la interrumpió un sonriente Alejandro que venía a buscarla para abrir el baile. ―. las gracias he de dárselas a ambos. que seguía siendo el mismo patoso con los pies de siempre. gracias por haber estado a mi lado todos estos años. ―Y yo que lo veas―contestó Amanda cuando Alejandro la dejaba caer sobre su brazo izquierdo. ―Estoy deseando ver que hay debajo de ese impresionante vestido. ―Je je.por volver a estar a su lado. no me mires así. Amanda se dejó llevar por Alejandro. me conoces bien y no lo negaré. ―Lo sé―rio Amanda besándolo. Por segunda vez en la noche el I’ve got you under my skin sonó. ―¿Por qué lo dices? ―preguntó Esther imaginando a lo que se refería su amiga. no llores. lo cual me parece fatal. pero poco le importaba recibir de vez en cuando algún pisotón. ―Por si no te acuerdas te has casado con este capullo. ―Mira. ―apuntó agarrándola por la cintura. aquí está de vuelta la otra misteriosa. ―¿Acaso piensas que se lo puedo dar a otra persona? Sabes que la distancia no nos va a separar. No podía ser otra. . por alguien que poco a poco parecía estar ganándose un hueco en su vida. ―No sabes lo que me alegra verte con Esther―le dijo Amanda a Sergio―. en realidad. pero no lo podéis negar. Esther. Ninguno de los dos me habéis dicho nada. ―.Ssh ―chistó ―. Su corazón estaba comenzando a ser ocupado por otra persona.No. ―Un baile nos espera. aunque ahora prefieras ver a otra persona cuando vengas a Madrid. Incluso Sergio estaba feliz de ver a Amanda casada con alguien que no era él. ―¿Qué haces? ―Esther abrió los ojos de par en par al ver que Amanda le hacía entrega de su precioso ramo de calas. yo ya no puedo derramar ni una sola lágrima que el capullo de Ale bastante me ha hecho llorar por hoy. esta vez para que los recién casados abrieran el baile. ―Me has sorprendido. cada rincón era buen lugar para un beso. Alejandro lo cogió en brazos. sentándose frente a la piscina. ―¿Subimos? ―Subimos―respondió antes de tener la boca de Alejandro sobre la suya. La pareja estuvo de fiesta hasta que el último de sus invitados se fue a la habitación. Vivían sin prisa. Amanda y Alejandro lo estrujaron entre ellos antes de besarlo al unísono al tiempo que le hacían cosquillas. sus ojos se lo decían todo. ―y entonces también te quería pero no lo sabía. Subieron despacio y silencio. ―Espero que gratamente―dijo apartándole la melena para besarla en el cuello. Ale. ―Sin embargo. compartir aquel baile con ellos. muchos de los invitados también. casi no podía con él. hablaban en silencio tal y como lo habían hecho aquella lejana noche. Las prisas no habían sido invitadas. el tuyo sigue siendo el mismo―contestó notando un escalofrío recorriendo todo su cuerpo.  Amanda y Alejandro no eran los únicos que pasarían la noche en el hotel. estirando la fiesta y la noche hasta bien entrada la madrugada. ―Te quiero―le susurró Alejandro intuyendo lo que estaba pensando Amanda cuando se disponían a subir las escaleras hasta su suite. Nadie quedaba en el jardín cuando Alejandro y Amanda paseaban por el jardín. ―Sois los mejores papás del mundo mundial y. Alejandro rodeó la cintura de Amanda con sus largos brazos haciéndole difícil caminar hasta la habitación. en el mismo banco que años atrás lo hicieran. Este perfume huele aún mejor que el de hace seis años atrás. un abrazo. y los tres terminaron de bailar la canción. ―. sus respiraciones eran las únicas que rompían el silencio del largo pasillo. haciéndole querer huir de sus brazos. sin embargo. Amanda lo miró fijamente. Una fuerte corriente eléctrica los recorrió a ambos cuando arrinconada contra la aún cerrada puerta de la .Diego se acercó hasta ellos sigilosamente. uno de ellos no había sido capaz de interpretar los sentimientos que ellos comunicaban. yo os quiero más que muchísimo. disfrutando de aquel momento que a ambos les traía a la mente una noche como aquella. Diego se abrazó a los cuellos de ambos para soltarles un beso a cada uno de ellos. quería bailar con sus padres. Sus labios recorrían el desnudo cuello de ella bajando y subiendo por sus hombros mientras sus dedos intentaban encontrar cómo se quitaba aquel vestido. con la otra se subió el vestido para no pisárselo y terminar rodando por las escaleras. una caricia. Amanda cogió con una mano a Alejandro. ―. sus hombros.habitación sus bocas se fundieron. ―Debes ser medio bruja o al menos a mí me tienes hechizado. Lentamente dejó caer el vestido sobre el suelo. ―contestó desabrochando uno a uno los cierres del corset. Amanda se levantó. que hubiese hecho las delicias de cualquier pirata que se preciara. ―Uauh. Alejandro la observaba deshaciéndose de la casaca y camisa que acompañaban el vestido de Amanda. tan brusco fue su movimiento que Amanda a punto estuvo de caer al abrirse la puerta de golpe. complicado se lo pondría para quitarle el vestido de novia tumbada. ―¿Cómo es posible que tus besos me sigan provocando la misma ansiedad? ―preguntó Alejandro incorporándose sobre ella. ―Pues. Enredados en una maraña de sábanas sus cuerpos encajaban a la perfección en medio de la infinidad de la mirada del otro. ―¿Acaso lo dudas? ―sonrió Alejandro antes de volver a besarla―Uhm…hoy no te has puesto ese pringue tuyo de fresa. ―respondió Amanda mirando fijamente aquellos ojos que la atrapaban siempre que los miraba. de aquel elegante y sugerente corset. Las risas de ambos retumbaron en la vacía habitación. sus lenguas se entremezclaron en el fragor de la pasión. espero que esta vez el hechizo dure para siempre y no se escabulla al amanecer. sus cuerpos se perdían en la inmensidad de su deseo. ―¿Y crees que a estas alturas me iba a quedar? ―bromeó antes de sentir los labios de Alejandro que comenzaban a bajar por su cuello. ―Eso no se lo cree nadie. Sus miradas se cruzaban mientras sus bocas se buscaban y. sabía yo que el interior era aún mejor que el envoltorio―admirado comentó antes de volver a besarla empujándola sobre la cama. . ―No lo quites. Pena da quitarlo. clavícula mientras sus dedos buscaban la casi invisible cremallera y comenzaba a bajarla lentamente. No podía apartar los ojos de ella. Ninguno de los dos podía parar de reír dejándose caer de espaldas sobre la cama. La tintineante luz de las estrellas acompañadas por la reluciente luna se colaba por la habitación permitiéndoles verse en la no tan oscura noche. Alejandro rebuscó en sus bolsillos hasta encontrar la llave. A las dos en punto se olvidaron de artículos. Joder. Su vida había estado en continuo cambio en el último año.Capítulo 14: Un último deseo. reportajes. nuevo trabajo. al igual que por los éxitos obtenidos bajo la dirección de Amanda. mudanza a la que se había convertido en su hogar. juraría que Mandy no tenía tanto… a ver no es plana… no. no eran tres sino cuatro. Llegada de un nuevo miembro a la familia porque Corsario no era solo un perro.Recojo mis cosas y nos vamos. ―Vale. ella se encontraba contando los días para estar segura de una nueva novedad. era un miembro más de su familia. descanso ganado tras sufrir el incansable y constante teclear del día a día. para nada. ―Mejor. ¿Qué miras? ―preguntó . De pronto se quedó mirándola. Los ordenadores descansaban. así podemos preparar las cosas más tranquilos. como bien había aclarado Diego en su boda. Cambio de ciudad. que ya va luego con ellos. me lo creeré. Novedad que sabía iba a poner la casa patas arribas cuando Diego se enterara. mis padres me han dicho que no pasemos a por Diego. no se ha hecho nada raro. ―Nada. ¿Será algún wonderbra de esos? Amanda lo despertó de su ensimismamiento cuando al verlo allí apoyado le hizo un gesto para que se acercara. por eso. lo lleva como siempre. Un año se iba. ―¿Qué miras? ―rio al ver a Alejandro observándole el pecho. no podía evitar una sincera sonrisa al ver la alegría de Amanda. pensaba mientras sus ojos se posaban en los pechos de su mujer. un nuevo año estaba a pocas horas de llegar y. ―. ―Vale. Ese vestido se lo he visto varias veces. Definitivamente. ―¿Llevabas mucho allí? ―preguntó al tenerlo a su lado. a quien el último año se le había ido en un abrir y cerrar de ojos. Alejandro se apoyó en la puerta de entrada desde donde veía a la revolucionada plantilla de la revista brindar por cada uno de los éxitos obtenidos y porque el dos mil quince fuera igual o mejor que el año saliente. entrevistas. novedades…era la hora de brindar por la salida de un nuevo año. no había dicho nada ni siquiera Alejandro conocía sus dudas. ―dijo dejándole un cálido beso antes de despedirse de toda la plantilla que tenía ganas de más fiesta. no sabía el qué pero algo tenía diferente. pero tiene algo diferente…estoy seguro. fotos. ¿El pelo? No. Un largo rato estuvo allí apostado observando la algarabía reinante. Poco o nada importaba escuchar el sonido de los teléfonos. pero no te enfades. Amanda entró en una farmacia. Amanda y Alejandro se quedaron uno frente al otro. no me digas nada porque sabes que no es verdad. la temperatura había caído en picado en las últimas horas. observándose. ¿A dónde vas? ―preguntó al verla ponerse en movimiento nuevamente. o al menos de un detalle que delataba lo que estaba pasando. Amanda es una tontería tuya querer esperar un par de días más para hacer un test de embarazo. ―Buenas tardes―saludaron Amanda y Alejandro a los que estaban dentro del ascensor. Nada más salir del ascensor Amanda se abrochó el abrigo rojo. nada más escuchar que Amanda . ―Nada. Era una tontería seguir esperando. se preguntó Amanda mientras recordaba que en el embarazo de Diego iba llorando por las esquinas. quien salió delante de él. En realidad. igual porque últimamente te noto más sensible. Amanda intentaba averiguar que miraba su marido. ―Entonces. Alejandro le dio paso a Amanda. hacía un frío increíble. tu cuerpo te lo está gritando. estaba totalmente segura de estar embarazada. callados. Las puertas del ascensor se abrieron en el hall de entrada. pensaba Amanda sonriéndole a Alejandro. atrasar la obviedad. ¿no mirabas nada? ―Vale. ―Mandy. ―¿Por qué me iba a enfadar? ―No sé. ―Ale.Amanda al darse cuenta como la observaba Alejandro mientras ella llamaba al ascensor. Él se acababa de dar cuenta de su secreto. ―No. hasta que lo pilló infraganti y se dio cuenta de lo que pasaba. ―¿Entonces sí te pasa algo? ―Me pasa o no me pasa. ella no necesita ningún test de embarazo. ven conmigo y ahora lo entenderás. ¿Más sensible?. ―¿Cómo que te pasa o no te pasa? ―repitió Alejandro parándose en seco en medio de la calle frente a Amanda. estoy seguro que usted se puede explicar mejor. ―Señorita Mandy. espera―dijo sosteniéndola del brazo para detenerla. Eso o su cuerpo estaba demasiado aclimatado a la calefacción. ―Igual sí. está bien. La cara de Alejandro era un auténtico poema. ―dijo entrando en el ascensor. ―Pero…pero… ¿cómo ha pasado? ―Ale. ―No. creo que sí. Creo que casi mejor te invito al concierto y ya. Alejandro no terminaba de reaccionar. he de explicarte cómo ha pasado? ―No. ―Para nada. tampoco vamos a hacer que la casa se nos haga pequeña. tampoco creo que me haga falta. Sé perfectamente cómo pero…pero. es que algo no me cuadraba. En silencio salieron de la farmacia. Alejandro se sentó al volante. ¿de verdad.pedía una prueba de embarazo su rostro cambió por completo. ―¿Ni a los abuelos? . ―Ale. no llevo ningún sujetador mágico. Amanda entró en el coche sin decir nada mirándolo de reojo para intentar adivinar qué pasaba por su cabeza. ¿es de verdad? ―Ale. ―Es uno de los síntomas que me hacen sospechar que Diego va a dejar de ser hijo único. alucinado. Amanda no pudo aguantar la risa. a ver. eso es lo primero. ―¿A nadie? ―A nadie. puso la llave en el contacto pero no podía poner el coche en marcha. Sorprendido. entonces es por estar embarazada y no por llevar un wonderbra. No me ha bajado la regla. estás segura? Uff…cuando Diego se entere. mejor no decimos nada hasta tenerlo todo corroborado por el médico. Segundo. ―Voy a ser padre nuevamente y sin haber ido a Canadá. Los nervios lo estaban matando. ¿crees que no me he dado cuenta cómo me mirabas medio mosqueado? ―Joder. Sí. ―bromeó Alejandro― ¿De verdad. emocionado. no te rías. ―Seguramente. ja ja ja. aún ni siquiera hemos hecho la prueba. nervioso…una mezcla de sentimientos luchaban en su interior. ―¿Estamos embarazados? ―finalmente preguntó girándose hacia ella. Además. sí. tú mismo has notado que ando más sensible y tercero mi pecho. esto va a ser toda una aventura y un descubrimiento para mí. por tener. señorita le recuerdo que tenemos algo pendiente. Todo esto es nuevo. es broma no te pongas seria. de los de toda la vida. ―No lo busques. De todos modos. . ¿Es de esos que dicen las semanas? ―No―rio Amanda―. ―Ya me dirás. luego vendrá. Mis labios están sellados. te veo muy puesto para ser nuevo para ti. ―dijo Alejandro acariciándole la cabeza. ―¿Cómo que qué? ¡Una prueba de embarazo! ―Vale. curiosos efectos. Alejandro se quedó de pie frente a ella. ―Ya ni el padre lo sabía―contestó con un guiño poniendo el coche en marcha―. no. ―¿El qué? ―preguntó quitándose los tacones. Unas simples rayitas te indican si estás o no embarazada. no suele equivocarse pero siempre existe un margen de error. ―¿Y es del todo fiable? ―Bueno. pediré hora para el ginecólogo y cuando tengamos su confirmación daremos la noticia. tengo hasta curiosidad por ver ese aparatejo. por eso. ―¿Qué haces? ―Descansar un momento antes de meterme en faena. yo me he encontrado con un hijo de cuatro años. ¿Está usted muy ansioso. no? ―con sonrisa burlona comentó Amanda. cuando Diego solo lo sabía mi hermana y porque ella se fijó en lo mismo que te has fijado tú. mirándola fijamente. ―Pues. ―¡Hombre! Raro es el día que no lo anuncian en la tele. ya voy al baño.―A nadie. daba saltos sin parar de mover el rabo alrededor de ellos mientras buscaba a su inseparable compañero. Corsario salió corriendo al encuentro de Alejandro y Amanda. tenía más ganas de acurrucarse en el sofá bajo la manta que ponerse a preparar la cena de fin de año. ―comentó acariciándole la mano―. Si dice que sí. Amanda se quitó el abrigo dejándolo en el perchero que tenían junto a la puerta antes de dejarse caer en el sofá. ―¿Descansar? ¿Amanda González está cansada? Esto sí que es una novedad para mí. prefiero que no digamos nada. vale. soy novato en estas cosas y. Estaba agotada. este es uno sencillo. ―¡Papá! ―gritó mientras con la vista localizaba a su padre que andaba sacando las copas para el cava. estaba emocionada con volver a ser tía y sobre todo porque esta vez su hermana disfrutaría de su embarazo de manera diferente. ―No. sobre todo al encontrarse con Garfio. aquella era el primer fin de año que Diego pasaba junto a sus dos familias y estaba encantado por tenerlos a todos al mismo tiempo. su primo canino Amanda se percató que su hermana llevaba un rato observándola. pero debo tener hormonas para dar y regalar―respondió dándole el test. no había cambiado. su hermana. Carlos. Casi al mismo tiempo llegaron Jose. Luz y Fernando habían llegado un rato antes con un nervioso Diego que solo hablaba sobre estrellas y deseos. La casa parecía un parque en hora punta con niños corriendo y otros intentando unirse a la fiesta lo más rápido que podían. Ahora tenía a Alejandro a su lado.Alejandro estaba hecho un flan. recién acababan de llegar los padres de Amanda. Paloma. a quien se acercó para darle la enhorabuena. sentado en la cama esperaba a Amanda salir del baño con el test. ―¿Vamos a ser padres? ―preguntó levantándose de golpe para abrazarse a Amanda. había evolucionado. Gustavo. Amanda estaba sorprendida y emocionada al ver la reacción de Alejandro. ―¿Sabes resultado? ¿No se supone que eso tarda unos minutos? ―Sí.  La casa estaba llena. Corsario no sabía a quién ir. No. su cuñado y sobrinos. Cierto que Alejandro había cambiado. ―¿Qué pasa? ―Voy a salir con Javi y René al jardín. Nada más verla salir test en mano del baño se percató de su sonrisa. andaba como loco de un lado para otro. Helena y sus dos hijos habían llegado temprano cargados con su parte de la cena. Cris la abrazó. uvas y cotillones de la suerte. Me muero por decirlo pero tu hermana no quiere anunciarlo hasta no ser confirmado por el médico. botellas. . La alegría invadía la casa. ―Pero hace frío. no cabía nadie más. nunca se le hubiese imaginado ver a Alejandro reaccionar tan efusivamente por estar embarazada. terminándole por pedir que no dijese nada. Pilar y sus respectivos hijos. no me ha dicho nada pero ¿crees que no conozco el cuerpo de mi hermana? ¿Contento? ― Contentísimo. ―Jo. Refunfuñando porque debían abrigarse se fueron los tres piratas para contarse sus secretos de deseos mientras Alejandro no paraba de reírse por el comentario de su hijo. ―comentó riendo―. ―Alguien lo tiene fácil este año―dijo Cris en voz baja acercándose a su hermana y cuñado. seguid con lo vuestro. ―Vale. pero poneos las chaquetas. ―¿Cuál es el chiste? ―Mandy. ―Ostras. ¿acaso no sabes que hoy es el día de pedir deseos a las estrellas? ―Eso. ―¿Te he dicho lo guapa que estás hoy? ―le susurró. pero has de saber que Diego anda planeando un nuevo deseo. ¿los dejamos a todos con las campanas y nos vamos nosotros? Sería la mejor manera de cambiar de año o ahora ¿no podemos? ―¡Alejandro! ―gritó Amanda entre risas haciendo que todos los miraran. Ale. vale. tontito. ―Tío. Alejando― secundó René al que le seguía costando pronunciar la erre―.―Papá. pero aun siendo muy tentadora tu proposición mejor no nos fugamos. ¿qué demonios pedirá este año? ―Igual nos lo pone fácil―comentó dejándole un beso en la mejilla y acariciándole la inexistente barriga. son secretos secretosos y los voy a llevar a mi guarida secreta. ―Los de los deseos no me habían visto en el jardín y los he pillado contándose sus . ―Ya te he dicho que esto es nuevo para mí. ―¿De qué hablas? ―preguntó Alejandro. mejor no te lo cuento. es verdad. te recuerdo que somos los anfitriones. los guantes y los gorros. papá. tenemos que planear nuestros deseos. ¿acaso quieres algo conmigo? ―No me importaría. ya te pareces a mamá. ―se quejó Diego. ―Pues no pasa nada. ―Perdón. nosotros tenemos que hablar. no seas tontito. ―Uhm. ―¿Tenéis que hablar? ―Alejandro se aguantó las ganas de reír―¿Se puede saber de qué? ―Pues no. ya vamos. les cumplía lo que habían pedido. la segunda.deseos. Hala. Diego y Javi a pesar de escuchar la misma explicación año tras año prestaban absoluta atención a su abuelo junto con René. habrá que decírselo a Gustavo y Helena. ―Un hermanito. tomando una mano de cada uno de ellos. René y Javi corrían a ponerse sus abrigos para salir al jardín. ―Eh. ―contestó con un guiño―. más tarde o más temprano. con prisas se despojaron de todas las prendas de abrigos antes de coger sus cuencos con las doce uvas de la suerte. que ni pestañeaba. Al aviso de Diego todos miraron al cielo en busca de esa estrella que titilaba más que las demás. lo mejor es que a mí no me ha metido por medio―suspiró Cris―. Besos. ―No. ¿qué crees que puede pedir mi sobrino? ―¿Qué? ―al unísono preguntaron Amanda y Alejandro. ―la interrumpió Alejandro. ―¿Y Diego? ―quiso saber Amanda. corred―gritó Diego a sus padres y al resto de adultos que se apuntaron a salir al jardín. ¿ese trío va a seguir con los secretitos? ―gritó Gustavo desde la mesa donde las uvas ya esperaban su momento. buenos deseos y felicitaciones inundaron la casa mientras Diego. él se puso en medio de sus padres. Diego y Javi entraron corriendo en el salón con Corsario y Garfio siguiéndoles los talones. así que era todo un especialista. ―Javi quiere que su padre lo lleve de acampada. la tercera… a la cuarta comenzaban a acumulárseles haciendo que sus mofletes se parecieran a los de un hámster. ―Ja. ―Venga. Los pequeños tenían claro que no conseguirían comerse las doce uvas a tiempo. abrazos. pero no les preocupaba porque su estrella de los deseos les funcionaba siempre. je. ―Diego. René. Nunca los defraudaba. ya tenéis el deseo resuelto. El carrillón comenzó a caer. ―¿Y? ―preguntó Amanda.René quiere un perro porque dice que es el único que no tiene. . este año no os tenéis que volver locos. Fernando comenzó a explicar el proceso a los niños. ¿Cómo no pedirle deseos a esas estrellas que parecían funcionar tan bien? Diego empezó con sus explicaciones. aquel era su tercer año como cazador de estrellas de los deseos. Diego les indicó que se pusieran todos en círculo dándose las manos. La primera campanada de la Puerta del Sol sonó y los niños se metieron sonrientes la primera de las uvas. Los labios le temblaban por la emoción. estaba emocionada viendo la reacción de Alejandro. ¿Ya podemos? ―Ya podemos. ¿ya no te gustan los abrazos de tu marido. notaba que los ojos le picaban. bullían felicidad por los cuatro costados. Los padres de Alejandro estallaron en alegría al conocer la noticia junto a su nieto al ir Amanda y Alejandro a buscarlo a su casa. risas cómplices entre aquellos tres pequeños portadores de magia e ilusión que se multiplicó por tres al ver el cielo de Madrid iluminarse con los fuegos artificiales. Diego saltaba ilusionado gritando que la estrella de .―Es esa―dijo Diego soltando la mano de su padre para indicar cuál era. Todos cerraron los ojos a la orden de Diego. las lágrimas empezaban a acumulársele en los ojos. ―. no podía apartar la vista del monitor intentando ver lo que el ginecólogo le decía. Deseos que produjeron una corriente de energía que corría por cada uno de ellos haciendo que los niños saltaron emocionados al grito de: ¡Nos ha oído! Saltos. ―Te quiero―dijo mirándola a los ojos antes de besarla. ―El año que viene seremos uno más―le susurró al oído―. no era capaz de identificar nada de nada. Pedirle el deseo y cerrar los ojos muy fuerte. ―. Nada más salir de la consulta Alejandro abrazo con fuerza a Amanda. me estás asfixiando―se quejó exagerando su ahogamiento Amanda. ―Perdone usted. esta vez si iba a poder disfrutar de todo el proceso. Imposible. tragando y tragando saliva para no echarse a llorar en la consulta del médico. así estuvieron durante un buen rato. doña delicada. Aquellos eran los latidos de su hijo y. deseos repetidos…todos salieron disparados directo a aquella centelleante estrella. ¿cómo negarle a un niño la ilusión? ¿Por qué no pedirle el deseo a las estrellas? Deseos cruzados. carreras. Alejandro agarró por la cintura a Amanda acariciando disimuladamente la barriga. ―Ale. te quiero. Ninguno de los presentes podía dejar de mirarlos.  Solo veía manchas en la pantalla. pero sí oía perfectamente los latidos del pequeño que comenzaba a crecer dentro de Amanda. del padre de tus hijos? ―Sabes que me encantan pero ¡me estabas aplastando! ―rio. Amanda empezó a notar que se le nublaba la vista. ―¿Y tú. un chico estaría bien para jugar con él. ―¿Y cuándo lo sabremos? ―quiso saber Diego. ―Si es como tú nos tocará esperar.―repitió Alejandro con una sonrisa agarrando a Amanda de la mano. qué prefieres? ―le preguntó el emocionado padre. ―explicó Amanda. ―Pues. cariño. pero las chicas también son guays. aun no se sabe es muy pequeñito aun para saberse. ―¿Es un chico o una chica? ―Diego.los deseos había sido muy rápida esta vez y queriendo saber cuánto tiempo faltaba para que naciera su hermano. las chicas son guays. ―aclaró Amanda. . ―Sí. las caras de Alejandro y la matrona se desdibujaban por aquella luz blanca dándole en los ojos. Una sudorosa. Amanda. Esta vez sí había estado. las contracciones eran cada vez más fuertes y seguidas. empuja. cansada pero feliz Amanda lo miraba con lágrimas en los ojos. ―le decía la agradable voz de la matrona. Alejandro no podía parar de llorar. ―contestaron al unísono los emocionados padres escuchando el primer llanto de su pequeña. esta vez las lágrimas eran por tenerlo allí con ella. Amanda empujó con todas sus fuerzas.Epílogo Un sudor le iba y otro le venía. No veía nada. Y como por arte de magia. aquella niña que había sido pedida a las estrellas por su hermano el pirata cazador de estrellas de los deseos. ―¿Y esta preciosidad cómo se llama? ―Stella. Stella. ya no eran lágrimas sino un llanto emocionado mientras ayudado por la matrona procedía a cortar el cordón umbilical de su hija. Alejandro le sostenía con fuerza la mano mientras ella empujaba a la pequeña que luchaba con todas sus fuerzas por salir a conocer a sus padres. ―Aquí la tienes. ―contestó Amanda sintiendo los labios de Alejandro en los de ella. al sentir aquel especial y único contacto piel con piel con su madre. ¿de verdad podremos con ellos o perderemos todas las batallas? ―pregunto riendo Alejandro. ―Ya tenemos dos hijos y un perro. se calló mientras instintivamente olisqueaba a su madre buscando alimento. ―No. lo dudes. Fin . todas las tenemos perdidas. ―Ahora. Alejandro la miraba entre asustado y emocionado pero sin perder de vista las manos de la matrona que comenzaban a sacar aquella perfecta cabecita redonda. disfrutar de la lectura y alejarlos de los posibles quebraderos de cabeza. su mejor amigo. Otros libros de la autora: Trilogía Tres No son multitud : La trilogía Tres no son multitud cuenta la historia de Amanda y Alejandro. Libro 1. nada. Ese amor se convierte en su mayor enemigo y los separa. Sin embargo. Cinco años los separan. Amanda se enamora de su amigo. Atrás dejaba Madrid y en ella a Alejandro. . Ese algo es un alguien. él quiere tener un padre. él no lo está de ella. “amigos con derecho a roce”. desamor. La trilogía está compuesta por Nunca fuimos dos. Tres no son multitud. Valencia. Amanda no sólo se quemó sino que ardió en las brasas encendidas por ella misma. que disfrutan el uno con la otra y viceversa pero. Deseos no. deseo. humor. Huyendo de las llamas llega a Valencia y allí descubre que no lo hace sola. Está embarazada. amistad… son algunos de los ingredientes que en ella encontrarás. comedia ligera que ha nacido de los dedos de esta que les escribe con la única idea de hacerles pasar el rato. hay algo que los va a unir de por vida. amistad es lo único que le puede dar. Cuatrocientos kilómetros los separan. Amor. un pequeño pirata que pide deseos a las estrellas y nos arrancará más de una sonrisa. pero a veces el que juega con fuego se quema. Amanda se enamora perdida y locamente de Alejandro. Siempre es el mismo. algo que para todos era algo más que evidente a ella le costó verlo pero. que se quieren y respetan. al menos eso cree. algo hará que sus vidas estén unidas para siempre. Sin embargo. Libro 2. Un pequeño que surca los mares de la imaginación pidiendo deseos a las estrellas. un buen día uno de ellos siente más que cariño por el otro. dos amigos muy especiales que llegado un momento cada uno quiere cosas diferentes. le traería tantos cambios en su vida. ¿qué siente él? En principio. el chico que le había robado el corazón. Alejandro y Amanda tenían una relación especial. Dos amigos. Amanda y Alejandro. a su padre. Amanda nunca pudo imaginar que el regreso a su ciudad natal. Diego. Amigas y Treintañeras. ¿Quién le iba a decir a Laura que su blog iba a tener tan buena acogida? ¿Quién le iba a decir a Laura que en tan poco tiempo las lectoras se multiplicaran día a día? ¿Quién le iba a decir a Laura que una conocida revista femenina se interesaría por las aventuras de Lucía? ¿Quién le iba a decir que aquella mudanza sería el comienzo de un gran cambio en su vida? ¿Quién le iba a decir que de pronto se encontraría eligiendo entre dos hombres? Lola. Patricia y Silvia. sin abandonar la comedia romántica nos centramos más en el puntito de comedia y. en medio de su reciente salida del nido paterno Laura crea a su alter ego. Con las cajas invadiendo el salón de su nuevo y flamante apartamento decide abrir un blog. al compromiso. Lucia. Madre soltera. Comienza a escribir su diario. ¿Quién es Laura? Traductora y correctora en el mundo editorial. Las cuatro unidas por su amistad forjada a lo largo de los años. mamá en apuros damos un giro de estilo. Las cuatro mujeres independientes. Así conocemos a Juan y Ricardo o Lucas y Daniel. pues. Siendo ¿De Verdad somos tres? el final de la historia. Cinco años de silencio. La llama no apagada vuelve a encenderse pero Amanda sabe que entre ella y Alejandro hay una asignatura pendiente. el que fuera su novio. al ir más allá… tiró su relación por la borda. Al otro lado de la balanza está Ricardo. escudándose en la figura de Lucía nos muestra sus propias expectativas en la vida. Saga Amigas y Compañeras: El Diario de Lucía es el comienzo de una saga. Cinco años de búsquedas y comparaciones. Cinco años en los que su hijo ha crecido y ya comienza a reclamar esa figura que nunca ha conocido. iniciada de la mano de El diario de Lucía. a enseñar sus escritos en público la frenaba. la primera de mis novelas publicadas. un eterno Peter Pan. Así en medio de la mudanza. Una asignatura llamada Diego. Patricia y Silvia. Cinco años han pasado desde el comienzo de su nueva vida junto al mediterráneo. sus aventuras y desventuras amorosas. profesionales de más o menos éxito. el destino o simplemente la fusión de sus dos empresas Alejandro y Amanda vuelven a encontrarse. Lola.Nuevo trabajo. Con Lola. Siempre había sido su sueño pero el miedo al fracaso. aunque no lo . su miedo a madurar. Nuevo rol en la vida. menos en el enfoque romántico. Ahora. el primero un escritor novel al que acaba de conocer y con el que Lucía comienza a sentir algo. Las cuatro con sus propias historias de amor y desamor. Consigue conciliar su vida laboral y familiar gracias a su familia si no imposible triunfar en su profesión siendo madre y criándolo sola. en las cuales sus protagonistas son un grupo de amigas: Laura. mamá en apuros es la segunda de las novelas de la Saga Amigas y Treintañeras. En El Diario de Lucía conocemos a Laura y empezamos a saber algo sobre Lola. Laura siempre había soñado con escribir. Las cuatro en los treinta y tantos. otras no tanto. son las que constituyen esta antología. Mario. Raquel. vegetariana radical y que siempre encuentra pegas a Lola. Un chico afortunado y seis historias más: Dicen que el siete es un número mágico. Manu está rodeado de un peculiar trío de mujeres. que sigue soñando con ver a su hijo casado con su anterior novia. Sí. amores platónicos. Lola recibirá una importante oferta de trabajo. con quien parece estar en una eterna competición. pero todas girando en torno a un mismo elemento.abandonamos del todo. le tiene robado el corazón (ni más ni menos que como a todas las madres). amores de veranos. urbanita (su filosofía de vida dice que "el campo es para los pájaros").. ¿Por qué mágicas? Mágicas porque el amor siempre lo es. Lola se verá en la tesitura de elegir entre familia y trabajo. a las que Lola se ve irremediablemente unida.. Lola es una profesional como la "copa de un pino" es realmente buena en lo suyo y le llegará una oferta irrechazable. Teresa. su cachorro humano. encuentros y reencuentros con la persona amada. ¿Irrechazable? Lola acaba de ser madre por partida doble: el mayor de sus "cachorros" corretea a cuatro patas moviendo el rabo sin parar. Con Mario aprenderá que ser mamá y profesional es toda una aventura. madre y profesional al mismo tiempo? ¿Nos sentimos apoyadas por los que nos rodean si queremos ser buenas profesionales y madres? Lola adora su papel de madre. ¿Quién no ha sentido alguna vez un revoloteo de mariposas en el estómago? ¿Quién no ha pensado que todo su mundo se hundía bajo sus pies al ver a esa persona especial con alguien que no somos nosotros? Amores fugaces. pero sobre todas las cosas le gusta ser mujer. la ex novia de Manu…. Sentimentalmente está unida a Manu. Unas breves. La tercera mujer a la que Lola está unida de alguna manera es Virginia. el AMOR. El pequeño. ante todo hay que echarle glamour y humor a la vida).. siempre quiso serlo. . periodista (como bien dice su amiga Laura es periodista "Freelance" que no "Autónoma".. Silvia y Patty). ¿Quiénes son estas mujeres? La madre. un cachorro de labrador color azabache. sueños que parecen realidad y realidades que parecen sueños… son los elementos que encontrarás en estas siete historias. amiga de sus amigas (Laura. Algunas de ellas tocadas con un punto de erotismo. ¿Puede ser una mujer. ¿Quién es Lola? Lola es una treintañera moderna. porque como adelantamos en el párrafo anterior. Siete mágicas historias de amor constituyen esta antología. La hermana. humor y magia se entremezclan para dar forma a esta historia. Imagina que de pronto el caprichoso azar los une por unos días. Tendremos un encuentro inesperado en un avión rumbo a Londres. Sigue imaginando : de pronto ha llegado el momento de conocer a esa persona a la que nunca has visto en persona pero con la cual hablas casi todos los días por internet. La historia de un triángulo amoroso. pero algo tan simple como la distancia kilométrica los hará separarse. es la historia que más me ha costado terminar. que se conocen de una manera peculiar y se sentirán atraídos desde el minuto uno. ya que uno de sus vértices sólo pasaba por allí y pensó. más imposible nos puede resultar que dos personajes de ficción se sientan atrapados dentro de su propia historia. el cual nunca fue triángulo. amistad. Una historia que te hará revisar tu ropa interior para comprobar su color. Una historia que te hará ver las hojas secas de otra manera porque igual no siempre las hojas son movidas por el viento… . ¿Maquillaje o caca? Je je je je. ¿Qué decir de Un Chico Afortunado? Probablemente. en la que amor. de ahí que un Reencuentro con un antiguo amor no sea imposible. Eso lo vivirás en Viaje a Londres. donde sus protagonistas tendrán un curioso encuentro. eso es lo que encontrarás en El Apagón. ¿Y si las locuras del destino hacen que en algún momento de tu vida te hayas enamorados de dos primos? ¿Qué ocurriría si de pronto coincides con esa persona a la que habías perdido la pista y siempre había sido tu amor platónico? ¿Y si resulta que esa persona y tu actual pareja son Primos? El mundo es demasiado pequeño. La historia de una pareja. Tenías que ser tú es una comedia romántica. Imagina que de pronto se sienta junto a ti esa persona a la que nunca has podido olvidar. creyó o. Un triángulo amoroso en el que uno de sus vértices no podía tener su final feliz. quiso creer que podía quedarse. El erotismo también está presente en Al Final del Trayecto. dicen que es un pañuelo. Raquel y Roberto. así comienza El Encuentro. ya lo entenderás. ficción y realidad se entremezclan en una breve historia tocada de erotismo. Sin embargo. Por último. . .
Copyright © 2024 DOKUMEN.SITE Inc.