Literatura Iberoamericana ITrabajo práctico: Las corrientes literarias en la América Hispánica de Pedro Henríquez Ureña Alejandro Reinaldi 1. En el capítulo 1 de su libro Las corrientes literarias en la América Hispánica, titulado “El descubrimiento del Nuevo Mundo en la imaginación de Europa”, Herníquez Ureña indaga cuáles fueron los principales problemas que surgieron a partir de la conquista del nuevo territorio, y cómo éstos se presentaron de manera diferencial a aquellos que vinieron a estas tierras, por un lado, y a quienes pensaron América desde Europa, por otro. Según Herníquez Ureña, de las escrituras de Cristóbal Colón proceden dos tópicos fundamentales que serán retomados a lo largo de la historia: a. “América como tierra de abundancia” y b. “el indio como «noble salvaje»”. Con respecto a la primera cuestión, el autor señala cómo esas primeras descripciones de la naturaleza realizadas por Colón –que “se ajustaban al ideal de belleza natural entonces al uso”– en sus incursiones a las islas del Caribe, en las cuales el paisaje era “un jardín de eterna primavera”, se cristalizaron en la imaginación de los europeos, a pesar de que, con el correr de los años, los conquistadores fueron explorando regiones del continente muy diferentes, con otros climas, faunas y floras. Por otra parte, también había grandes diferencias a la hora de pensar la cuestión del indio. En los diarios de Colón, los taínos, habitantes de las Bahamas y las Antillas mayores, aparecen retratados como seres sencillos, felices y virtuosos, que andaban desnudos. Este tema, el problema del “hombre natural”, será central en la historia del pensamiento europeo. Ahora bien, si en Europa se dedicaban a pensar esta cuestión en términos teóricos, los conquistadores se enfrentaban a él en términos prácticos: ¿cómo tratar a los indios? Escribe Herníquez Ureña: “En América, los colonizadores españoles y portugueses no tardaron en acostumbrarse a ellos, tratándolos ya como amigos, ya como enemigos, pero siempre como vecinos; hiciéronse parte normal dentro de la comunidad de las colonias. Pero para los pensadores y escritores de Europa planteaban un problema por demás de interesante, relacionado con una de las grandes cuestiones que debatía el espíritu del Renacimiento, el secular contraste entre naturaleza y cultura.” (Herníquez Ureña, 1949: 54) Así, a través de las representaciones que se materializan en las escrituras de los conquistadores, el problema del indio aparece para los europeos como fuente para una cuestión central en la filosofía, incluso hasta nuestros días, la relación Naturaleza-Cultura: “Los pensadores y escritores europeos del siglo XVI no leyeron los relatos de descubrimientos y de viajes en busca de nuevas formas de cultura que pudieran contrastarse con las suyas propias. Su principal preocupación era la Naturaleza. (…) La oposición filosófica entre naturaleza y cultura, la comparación entre el hombre natural y el civilizado, se nutre del inagotable material con que le provee el Nuevo Mundo.” (Herníquez Ureña, 1949: 61) Hacia el final del capítulo, el autor, luego de hacer un análisis de las disposiciones legales y las discusiones teóricas en torno al problema del indio y la relación Naturaleza-Cultura, hace mención a una serie de objetos materiales y palabras provenientes de las culturas americanas que los europeos llevaron hacia su continente. Por lo tanto, podemos pensar que, si este “contacto” –tan violento en líneas generales, aunque con las excepciones sobre las que Herníquez Ureña hace bastante énfasis– entre los conquistadores y los pueblos originarios generó en tierras americanas una nueva cultura, también produjo enormes modificaciones en todos los planos de la cultura europea. 2. Herníquez Ureña señala, repetidamente, que los conquistadores, en sus crónicas, seguían tradiciones literarias, aunque no apoya el argumento con demasiados ejemplos. En uno de ellos, al referirse al caso de Colón, indica que el genovés “(…) había visitado nuestras islas tropicales con la imaginación llena de reminiscencias platónicas y en sus viajes recordaba una y otra vez cuanto había oído o leído de tierras y hombres reales o imaginarios: leyendas y fantasías bíblicas, clásicas o medievales, y particularmente las maravillas narradas por Plinio y Marco Polo.” (Herníquez Ureña, 1949: 49). En otro pasaje, y en relación con el modo en que Colón construye sus descripciones sobre la naturaleza y el paisaje, dice que: “(…) sus descripciones podrán parecer artificiales, pero sólo porque las hace siguiendo la moda literaria de su época, a la que prestaba obediencia, aun cuando no era gran lector. Todo paisaje, para ser perfecto, tenía que ser un jardín de eterna primavera. El Paraíso mismo no se había concebido de otra manera durante siglos.” (Herníquez Ureña, 1949: 49). Con respecto a las figuras retóricas, el estilo y los motivos subyacentes, Henríquez Ureña hace hincapié en el tono hiperbólico y, recuperando las palabras de Alexander von Humbolt, la “belleza y simplicidad de expresión” y “un hondo sentimiento de la naturaleza”. 7. Tomamos como ejemplo de la originalidad artística de la mezcla americana, el frente de la iglesia de San Lorenzo de Carangas, en Potosí, actual Bolivia. Denominada originalmente “La anunciación”, esta iglesia comenzó a construirse en 1548. En la siguiente imagen, podemos observar una buena parte de la portada: En el siguiente detalle, nos encontramos con una figura ornamental claramente indígena: