Los dieciséis relatos que componen Todo sigue tranquilo, son una recopilación casi íntegra de los relatos de Chusé Izuel, que quedaron inéditos a su muerte. No se ha realizado ninguna modificación sobre los textos por lo que aparecen tal y como Chusé los dejó escritos. Lo que es seguro es que Chusé habría concebido un orden distinto, puesto que el elegido es totalmente arbitrario. Nota de los editores Todo sigue tranquilo es una recopilación casi íntegra de los relatos de Chusé Izuel, que quedaron inéditos a su muerte. No se ha realizado ninguna modificación sobre los textos por lo que aparecen tal y como Chusé los dejó escritos. Lo que es seguro es que Chusé habría concebido un orden distinto, puesto que el elegido es totalmente arbitrario. Los editores agradecemos a Conchita Izuel la inestimable colaboración prestada. Asimismo agradecemos a María Ángeles Pueo la cesión de los manuscritos de Chusé Izuel. puesto que sin su colaboración este libro no se hubiera podido publicar. y a toda la gente que hizo posible la celebración del Concierto-Homenaje a Chusé Izuel en Febrero de 1993. Dos anticipos de este libro se . Club Eléctrico. Agradecemos a Javier Ruiz la cesión de la fotografía de solapa. que muestra a Chusé como sólo se le podía fotografiar: sin que se diera cuenta. También agradecemos la colaboración prestada por los grupos de rock: Las Novias. Combays y Sick Brains. sin quienes hubiera sido totalmente imposible esta publicación.publicaron en la revista Malvis y en la revista La Calle. Por último. Bizén Ibarra y Félix Romeo Zaragoza. agradecemos enormemente la receptividad de Huerga y Fierro editores. 1994 . Intenté lo mejor que pude imaginar como seria eso de entregar el alma. NIETZSCHE Me embriagué tanto con la idea de morir. . pues su mente no es sino la entraña de su corazón. que en mi estupor de borracho iba diciendo entre dientes al Dios de las alturas que me matara aquella noche: «Mátame. F. para saber en qué consiste». Dios. y su corazón le impulsa al hundimiento.Yo amo a quien tiene un espíritu y un corazón libres. pero no hubo manera. De todos modos. pero al hacerlo casi me asfixié. HENRY MILLER . y entonces me asusté tanto. que casi me cagué en los pantalones. Eso era asfixiarse simplemente. Lo máximo que pude fue imitar un estertor de agonía. eso no era la muerte. gira entre mis dedos y se abre la puerta. —Ah. ¿eh? —¿Qué? —pregunto mientras introduzco una vez más la llave. pero no consigo dar con la posición adecuada de la llave. —Ha estado bien lo de Ricardo. sí.Desaciertos —¿Abres o qué? Ya voy. La oigo reír a mis espaldas. sí. que ha estado de puta madre. . joder. —Un momento —contesto. ya voy. —Lo de Ricardo —dice—. Milagrosamente. pero me ha venido la regla esta mañana. —Ya me había dado cuenta —digo y me quito el abrigo y lo dejo en una de . apoyados sus pies en el inútil radiador. Me observa desde la cama. Como si nada. —No te Lo he dicho. Deja el bolso sobre la cama y se frota los dedos de las manos.Entro en el piso y busco el interruptor de la luz con el mechero encendido en la mano. Enciendo la radio y busco en el dial Radio 3. De las bocas de los dos surge un vaho espeso. Me acerco al radiador y pongo mi mano sobre él. —Por fin se hizo la luz —dice. En la radio acaban de presentar el último disco de The Cult. Me siento a su lado en la cama. Apoyo mi .las sillas. Podría ser verano. —¿Que ya te habías dado cuenta? — pregunta. Fumo con ganas. —¿Mi aliento? —pregunta después de haberse sonado las narices. Se suena las narices con cuidado. ya me había dado cuenta. Abre el bolso y saca un pañuelo de papel. —Sí. —¿Y cómo te has dado cuenta? —Por tu aliento. Saco el paquete de tabaco y cojo un cigarro. inmaculado. Enciendo el cigarro. blanco. brazo sobre su hombro. —Aliento metálico —dice. desconfiado. Con la palma de mi mano izquierda le acaricio uno de los pezones. tu aliento. Su rostro despide un fuerte olor a maquillaje. atento. Nuestras lenguas se enlazan la una a la otra. Oigo a The Queen a lo lejos. Lo siento bajo el jersey duro. . Aliento metálico. Aliento metálico —matizo y la beso en la mejilla. Vuelve su cabeza hacia mí y nos besamos en las bocas. Permanece pensativa un momento—. Cuando tienes la regla se te nota en el aliento. —Sí. que lo ha dejado junto al radiador. Y otra. Lo veo al lado de la radio y lo cojo. Huele a semen. Noto cómo pierdo la erección poco a poco. a sudor.Nos desnudamos de prisa y nos metemos bajo la manta. a flujos vaginales. ya vendrá otra. Tranquilo. que están en el bolso. Enciende su cigarro con el mío. . —¿Dónde he dejado el cigarro? — pregunto. —Pues ya tenemos encima las navidades —dice expulsando humo de sus pulmones. —Y yo qué sé. Me dice que le acerque uno de los suyos. comenzamos a besarnos y a acariciarnos. subiendo desde sus muslos. Me fijo en la cantidad de ropa que llevábamos entre los dos. topo con el cordón del tampón. Me meto debajo de la manta. Terminamos nuestros cigarros y nos quedamos mirándonos a las caras.—Menuda mierda. Observo que le ha desaparecido el pintalabios rojo. Me lo habré comido. Al llevar mi mano hacia su cono. —Ya te lo había dicho —dice con mi polla en su mano. Acaban de pinchar a Rosendo. . Una montaña de ropa. De nuevo. Advierto cómo se desliza el tampón . sólo escucho una vieja canción de AC/DC. —No —dice con voz entrecortada —. sin dejar un segundo de masturbarla. su ombligo. no me lo quites. Llego a su coño y jugueteo con mi lengua en su vello púbico. besando sus lelas. Mi dedo corazón de la mano derecha acaricia con suavidad su clítoris. su estómago. Del otro lado de la manta. Se remueve como una serpiente. —Sí. Tiro de él con lentitud.despacio. mientras que con la izquierda sujeto con firmeza el cordón del tampón. Decido iniciar la ascensión. Porque como siga aquí dentro me voy a ahogar. Tanteando. Cuando al fin lo he sacado. Extrañado. arremeto con demasiada fuerza y fallo. Se pierde mi polla entre sus muslos. Volvemos a besarnos y a acariciarnos. Me coloco lo mejor que puedo para intentar meter mi polla en su cono. compruebo que apenas si hay un poco de sangre empapada. Lo intento de nuevo y tropiezo con lo . Ella agarra con energía mis nalgas. El locutor presenta un blues de algún grupo que desconozco.de su interior hacia afuera. lo tiro al suelo. . busco la entrada sin resultado alguno. con la polla en mi mano. Cambio de postura y. Su boca succiona en mi hombro derecho. pero no acierto a dar con ella. Introduce su brazo bajo la manta y agarra mi polla. Una increíble presión sanguínea parece dirigirse de mi glande a mi cerebro y viceversa. Me estoy poniendo nervioso. mi polla se desliza hacia su vientre.que imagino es la zona de su clítoris. —Trae. saber de quién es. déjame a mí —dice. Sin poder hacer nada por evitarlo. Siento temblar su cuerpo bajo el mío. La canción esta me suena. En la radio.—Joder —digo. Me dejo caer sobre ella. Sé que estoy a punto de perder la erección. nota que. en mi estómago. —Mierda —dice—. Ella. . definitivamente. se ha ido todo al carajo. Me acuesto a su lado. con un estúpido sentimiento de vacuidad en mi interior. al metérsela. Miramos al techo. suenan los primeros acordes de una canción de The Ramones. Respiramos con dificultad. eso pasa. ahora qué ha pasado. —Que tienes la mano helada —digo —. Alicia ha conseguido lo que tanto tiempo llevaba en mente: sorprender a Ramón en concreto y. Alicia ha ido a buscar a Ramón a su casa. para Ramón. —La Virgen —ha dicho él al abrir . En particular. A eso de las ocho. Y no es su cumpleaños. más tarde.Un 24 de julio Aunque sean las once de la noche y prácticamente se hallen presentes casi todos en el bar. sino el de Alicia. al resto en general. Nada más abrir la puerta. el cumpleaños ya ha dado comienzo para Alicia y Ramón hace unas tres horas. —Bueno. ¿De dónde lo has sacado? —¿No te gusta? Venga. pasa. —Pasa. tía. ¿qué tal me queda? —ha preguntado ella mientras giraba con los brazos extendidos. déjame entrar —ha dicho ella y le ha dado un empujón. Llevaba puesto un vestido que se había comprado la tarde . —Estás como una cabra.la puerta. —¿Qué? —ha dicho ella estirando mucho la vocal. En serio. estás como una puta cabra —ha dicho él. con una sonrisa de oreja a oreja. y le ha cerrado la puerta. Sin duda que sí. lo vas a conseguir. Tras un cuarto de hora. —No tengo palabras para describir lo que me parece —ha contestado él agarrándola de las manos—. Ramón le ha preguntado a Alicia si la había llamado mucha gente por teléfono.anterior. Alicia ha . Azul marino. con unos extraños volantes a la altura de la cintura y un agujero en forma de triángulo que muestra el ombligo. Después ha sacado la botella de güisqui. se han sentado en el sofá del comedor y han encendido unos cigarros. Mientras tanto. Si lo que quieres es quedarte con todos. tirando de él. Ven un momento. se han dado el baño. —Ey. Ramón echa una mirada a . —¿Qué quieres ahora? —ha preguntado él. y ahora ven aquí. Ramón. así es que ya puedes comenzar a desnudarte. ha notado que se atragantaba. se ha dirigido al cuarto de baño. llegado ese punto. Ramón —dice Jorge—. —¿No es mi cumpleaños? Pues yo mando. claro. que nos vamos a pegar un baño juntos.dicho: —Bueno. Le ha agarrado de la mano y. Y. Las jarras de cerveza se acumulan en el mostrador. lía un canuto. fuma y bebe cerveza. Y Marga. ¿dónde se habrá metido Luis? —pregunta Alicia. no me había dado . —Cómo se pasa. ya sé qué me vas a decir. unos metros alejada de éstos. Ramón observa. También falta Ricardo. Jorge. colega. apoyado en la barra. —No sé —contesta Pili—. —Es verdad. abre los paquetes que le van regalando y se pregunta cómo es que no ha aparecido todavía Luis.su alrededor y se acerca a Jorge y le dice: —Ya. —Pili. Alicia. eh? —pregunta Jorge. —¿No está nada mal este costo.cuenta —dice Alicia. —Está de puta madre —contesta Ramón y coge una jarra. pero no Ricardo. Luis está a punto de . Ramón le contesta con otra sonrisa. Se vuelve hacia Ramón y le sonríe. Pili y Marga hablan animadamente. impaciente. a excepción de Ramón y Jorge que siguen apalancados en la barra. Alguien grita «austeridad» y todos se mueven de un sitio a otro. se acerca a Ramón y a Jorge. Alicia. Pasan los minutos y llegan Luis y Marga. —LO SIENTO. —Ya era hora.unirse a Ramón. cabrón —dice Alicia. ¿QUÉ COÑOS LLEVAS PUESTO TÍA? —pregunta inmediatamente después. Saca un paquete de tabaco y lo deja en el mostrador. —Ahí lo tienes —con testa Jorge. —¿Y Ricardo? —pregunta Alicia. Jorge y Alicia. Alicia abre el regalo y. LO SIENTO. LO SIENTO —dice Ricardo y le da un paquete—. al ver su contenido. abre la boca sin saber qué . pero en el último segundo encamina sus pasos al servicio. Ricardo coge una jarra llena y se la bebe de un trago. En su zona de barra. EY. —EY. COLEGAS —dice Ricardo. Jorge y Ramón acaban de terminar el canuto y se echan a reír. QUE POR SI NO OS HABÉIS DADO CUENTA LLEVA ENCHUFE A LA LUZ PARA ENCENDER LAS MIERDAS ESTAS DE BOMBILLAS DE COLORES. Levantando la Virgen del Pilar sobre su cabeza.decir. la muestra a todos. —¿Qué te ha regalado? —pregunta . EY. las jarras vacías superan en número a las llenas. —Nada —contesta Alicia—. —Me voy a mear —dice Marga. Alicia dirige su mirada a Ramón. los tres ríen como posesos. —Qué coño me va a regalar —dice Alicia—.Pili. Alicia está pagando al camarero . En esto. y desaparece entre la multitud. —¿No te ha regalado nada? —pregunta Marga. —¿Nada de nada? —pregunta Luis. Jorge y Ricardo. Ya sabes cómo es. Me conformo conque se haya dignado a que lo celebráramos todos juntos. cuando Ramón se le acerca por detrás. Con el dedo índice comienza a rascarle el ombligo. —Para —dice ella. —¿No te gusta? —dice él en un balbuceo. —Joder, para, que estoy esperando el cambio. —Aunque este vestido me parezca una horterada y Luis sea un gilipollas y Pili y Marga unas retrasadas mentales y la cerveza haya sido escasa, te quiero — dice, y le da un beso en el cuello. Finalmente, se reúnen todos en la calle y se plantean el siguiente garito al que ir. —¿QUÉ HORA ES? —pregunta Ricardo—. ¿PUEDE ALGUIEN HACER EL FAVOR DE DECIRME LA HORA QUE ES? —LAS TRES MENOS CUARTO — contesta una voz femenina desde un coche detenido en un semáforo. Al entrar en el bar, unos bajan la escalera tropezando entre sí, otros midiendo con cuidado las distancias entre escalón y escalón. —Yo quiero una cerveza —dice Ramón y se va al váter. —Yo también —dice Pili. —QUE COÑO, TODOS CERVEZA —dice Ricardo. Tras un par de rondas, salen del bar. Discuten el siguiente lugar donde ir. Marga se encuentra con unos amigos y se despide de Alicia. —Como no os controléis, vais a acabar fatal —dice Marga. —Que es mi cumpleaños, tía —dice Alicia y le guiña un ojo. Sobre las seis, sólo quedan ya Alicia, Ramón, Jorge y Ricardo. Cada uno con una cerveza en la mano. —¿Cuántos cigarros nos habremos fumado? —pregunta Jorge. —¿Qué? —pregunta Alicia. —¿No habías pedido veinte duros para tabaco? —pregunta Alicia. Alicia rebusca en su bolso.—QUE CUANTOS CIGARROS OS HABRÉIS FUMADO —dice Ricardo y se bebe de un trago lo que le queda de cerveza en la botella. saca el monedero y le da cinco duros a Jorge. —¿Pero qué me das? —pregunta Jorge. —Venga. —¿Quién se quiere hacer el último canuto? —pregunta Jorge. vamos a brindar —dice Ramón. Ricardo se aprieta el estómago con . pero cae en la cuenta de que su botella está vacía y sonríe. QUE ESTÁS DICIENDO? . TÍO. Una carcajada que a los demás les parece retumbar en todo el local. —¿QUÉ? —pregunta Ricardo—. tía. Pero Jorge se ha ido hacia la barra. ¿QUÉ DICES. —¿Ya te lo ha dicho? —pregunta Alicia. cojonudo. Lo del baño en casa de Ramón.los brazos y suelta una carcajada. Jorge se acerca a Alicia y le dice: —Ya no me acordaba de decírtelo. Ramón acaba de recordar algo y dice: —Pues yo unos quinientos. Vuelve Jorge con cervezas y consiguen brindar todos a un tiempo. —¿Y Luis? —pregunta Alicia después de beber un trago. ¿QUIÉN? —No sé —contesta Ramón. —¿Quién? —pregunta Ramón. —LUIS —dice Alicia.—QUE ME HABRÉ FUMADO UNOS QUINIENTOS —dice Ramón. —Igual se ha quedado dormido en el váter —dice Jorge. —No. la Virgen no —dice Alicia—. —¿QUIÉN? —pregunta Ricardo—. . Ricardo y Alicia se miran entre sí y comienzan a reírse. no la Virgen. —¿Y Los veinte duros? —pregunta Jorge y mira hacia el suelo.Luis. —Joder con los taxis —dice Ramón —. —¿No te lo podías haber callado? —¿El qué? —pregunta Ramón—. ¿No te podías callar? —Joder con la Virgen —dice Ramón—. Joder con tu vestido. Va ya mierda de volutas. —Joder con lo del baño —dice Alicia—. QUÉ VIRGEN? —pregunta Ricardo. ¿Qué es esto? —pregunta y Le acaricia el ombligo con los dedos. —¿QUÉ VIRGEN. EH. . —YA TE LLAMARÉ —dice Alicia.—Volantes. Con paso vacilante. Jorge ha visto cómo se le caía la última china entre los dedos. —¿Volantes? Alicia tira el cigarro. En ese preciso instante. COLEGA. Ramón se encamina al garito. no volutas —dice Alicia y saca un cigarro y se tambalea a un lado y enciende el cigarro y levanta la mano. —PASA DE ELLA. PASA DE ELLA —dice Ricardo cuando se les une Ramón—. PASA DE LA . le da un beso fugaz en los labios a Ramón y sale corriendo hacia el taxi. TÍO.JODIDA CHINA. . En las pupilas de los tres aún brillan entonces Las bombillas azules y amarillas y rojas y verdes. PASA. ya que siempre se afeita antes de meterse en la ducha. Mientras. comienza a pensar acerca del modo en que va a . se dirige al espejo para cerciorarse de su descuido. Extrañado. Todavía en calzoncillos. coge el bote de espuma de afeitar y se llena la palma de la mano haciendo una gran bola blanca.Toda una tarde por delante Rondan las cinco y cuarto de la tarde y acaba de darse una ducha. Se pasa la mano por la barbilla y cae en la cuenta de que no se ha afeitado. es viernes por la tarde y tienes algo de pasta. Realmente. Golpea con fuerza la cuchilla en el lavabo. Nada más colocar la cuchilla a la . por poder. puesto que hace tiempo que no tiene compromiso alguno con nadie. salpicando de agua el espejo y su estómago. Con mucho cuidado. Bien. Extiende la espuma de afeitar por sus mejillas. puede hacer lo que le venga en gana. termina el afeitado de su lado derecho de cara. su bigote. desliza la cuchilla por su mejilla derecha. su barbilla y su cuello. se dice. En esto.dedicar la tarde que tiene por delante. así que adelante. soy yo —dice él. Ah. Con cierta irritación. y es en ese mismo instante cuando él reconoce la voz de la mujer. Cómo que quién es —dice él. ¿Quién es? — pregunta inmediatamente después. Sí. pero sabe que no es ese el mayor . masculla fastidiado. abandona su labor.altura de su pómulo izquierdo suena el teléfono. Nota que el teléfono se ha pringado de espuma de afeitar. ¿Hola? —pregunta una voz femenina desde algún lugar—. ¿Sí? —pregunta él. Cruza el pasillo a grandes zancadas y coge el teléfono. Vaya. eres tú —dice ella. ¿Sabes quién soy? —pregunta ella suavizando un poco el timbre de voz. no lo esperaba. sí. que ha pasado demasiado tiempo.de sus problemas. Sí —contesta él—. sé quien. Te he llamado porque quería hablar contigo —dice ella—. No esperabas que fuera yo. y un ligero temblor comienza a recorrer todo su cuerpo. la verdad —contesta él. Mh —consigue articular él. Me sabría mal que pensaras que había decidido . ¿verdad? —pregunta ella. Sé que tendría que haberte llamado antes —dice ella—. lo siento. Pues no. eres. desentenderme por completo de ti, aunque ya sé que cuatro meses son muchos meses desde la última vez. Sí —dice él, y el miedo va inundando poco a poco su interior. Bueno, ¿qué tal te va? —pregunta ella. Bien, ya sabes —contesta él. Cambia el peso de su cuerpo de una pierna a otra. Oh —dice ella en un volumen apenas audible—. Ya veo —dice después. Se produce una pausa durante la cual se restrega el rostro con la mano libre. Entorna los ojos y se echa el pelo hacia atrás, llenándoselo de espuma de afeitar. ¿No me dices nada? —pregunta ella. No sé qué decirte —contesta él con voz trémula—. En serio que no sé qué decirte. Cuéntame algo, joder, lo que sea — dice ella con un leve tono de súplica. No lo sé —dice él—, no sé qué conos contarte, mierda, cuéntame algo tú. ¿No me has llamado tú? —pregunta él, alzando más de lo que deseaba la voz. Todavía estás así —dice ella. Sí, todavía —dice él. Pensaba que ya lo habrías superado —dice ella. Dios —dice él, y agarra con más fuerza el teléfono. Bueno, será mejor que cuelgue — dice ella. Sí —dice él. Ya nos veremos —dice ella en voz muy, muy baja. Sí —dice él. Adiós —dice ella, y cuelga. Adiós —le dice él al pitido del teléfono. Cuelga y permanece durante unos segundos paralizado, con la mente llena de imágenes del pasado. Finalmente, se tumba boca arriba en la cama, manchando la almohada de espuma de . la tarde avanza a su alrededor. y. Con lentitud. aunque le entran unas ganas increíbles de fumar un cigarro.afeitar. es del todo incapaz de mover siquiera un dedo. gozamos de tiempo de ocio. en realidad. alumnos brillantes de rostro barbilampiño que fracasados escolares «ad eternum».En la guarida de los moribundos Es miércoles por la mañana. Reunidos en torno a una mesa llena . los estudiantes. En fin. pero. Corren tiempos intempestivos para todos nosotros. Vivimos fechas de huelga. podría ser cualquier otro día cutre semana. enseñanzas superiores que enseñanzas inferiores. tanto da en sector público que en sector privado. Desde la calle nos llegan gritos de eslóganes del tipo «el que no pita no pasa». Quiero decir. que esto nos viene de puta madre.de jarras de cerveza y paquetes de tabaco. Rostros distendidos de COU en la guarida de los moribundos. Carne de barrio sin limitaciones. Y a ti qué más te da si casi . el de los ojos amarillos—. intentamos pasar la mañana lo más relajadamente posible. —¿Cómo creéis que va a acabar todo esto? —pregunta Ricardo. Tertulias del descojone. el de la cabeza como una bola de billar. «Aragón ye un abión». —Ju. ju —ríe Juanma con el cigarro en la boca—. No saben qué hacer con nosotros. Un tipo afable y cariñoso. Le conozco desde hace al menos catorce años. —Los profesores deben de estar echando pestes —apunta Chema. El típico seudopunk heredero del post-jipismo que soporta con cierta dignidad su peculiar diarrea mental desde el día en que vino al mundo. Y eso está bien. Siempre éramos nosotros los que no sabíamos qué hacer con ellos.nunca vas a clase. un rocker de baja estofa. . Apenas fuma porros—. Si hay algo que adoro en este chico es su sagacidad. mirada de barbo fuera del agua. De momento. Porque cualquier día se nos rajan y se acabó el espectáculo. les hemos devuelto la pelota. pero el problema está en cuánto tiempo van a aguantar los demás —dice Fede—. —Uno para todos y todos contra todos —dice Juanma. —Sálvese quien pueda —dice Chema. Todavía no hemos . Giro la cabeza y me encuentro con la mirada escrutadora del dueño del bar. huidiza. desvaído permanente y manos pajeras. —Sí ya.—Sí. que se jodan y sigan nuestras reglas —dice Luis. interrogante. ni deportivas. —Ya te irás acostumbrando. tranquilo. —Desde luego. vivís como reyes — dice Merche. último fichaje. y punto. ni las adidas. Claro que Fede no las llamaría nunca zapatillas. nos dijo en una ocasión. Para él son sus pisacacas. Me gusta resaltar los párpados con una buena dosis de sombra de ojos. capital paterno imposible de reinvertir en drogas o alcohol. va — dice Ricardo—. medio kilo de maquillaje sobre los ojos. Fede apoya sus zapatillas de quince talegos encima de la mesa. Mercancía no revalorizable. Porque nosotros .roto nada. primer año de COU. ganas de tumbarse . Aparte se encuentra. atronador. por supuesto. que cada cual haga de su vida privada lo que le venga en gana. Las jarras se llenan y se vacían. Falta menos de un mes para que se acabe el curso y ya se respira cierta conmoción corporal. se eleva hacia el techo. el gusto por todo lo que suene a etílico y nicotínico. Y es que éste es uno de nuestros escasos puntos en común. tíos? Un SÍ unánime. el de la indolencia. A nadie le interesa todo eso. Y no hay que buscar más.tenemos experiencia en esto. terreno prohibido. ¿verdad. El resto es campo minado. para reventarnos la huelga —echamos a reír. —Esa lo que necesita es un buen polvo. casi se pueden sentir en el estómago. —Fijo que fueron los del ministerio —dice Luis—. ju —dice Juanma. los pajarillos flotantes. —¿Todavía no sabe nadie quién fue el cachondo que le pinchó las ruedas a la de inglés? —pregunta César con la cabeza apoyada en la palma de la mano. cosas así. Un grupito de tías de segundo está a punto de . el helicóptero de la pasma. Los ruidos de las bolas del futbolín retumban de pared en pared. el sol. los aviones.boca arriba y mirar las nubes. Cuando termina. tose un poco dentro de ella. sopesa la situación y decide no hacerlo. dos. Uno. adelante. cono. dice: —Venga. un golpe de amistad. Lo siento. Se echa la melena a un lado. Roberto. pero al ver a Fede escupiendo en el cenicero. airás. una suave caricia entre elefantes. de la que salen burbujitas rechonchas. viciosas. que parecéis unas mariconas veinteañeras. Me vuelvo y le meto una leche. que acaba de aparecer.sentarse en la mesa de al lado. chicas. coge la jarra. se apoya en el respaldo de mi silla y comienza a darme la vara. . un estercolero de pueblo. ceniza diluida. —El delirio —dice Merche. .—«Tenemos» veinte años. Ni el Supergén. Esta especie de barrillo originado por cerveza caída. —¿Y somos unas mariconas? — pregunta Juanma. colega — dice Chema. —El copón —dice Ricardo. japos surgidos de los más remotos alvéolos pulmonares y otros deshechos corporales como pestañas. un área de pruebas de alta seguridad. Alguien trae más jarras. chaval. Apoya un codo y despídete de él. La mesa parece un campo de batalla. vamos. —¿Y el día que aprobemos el COU qué vamos a hacer. ¿es cierto lo de la reencarnación? —pregunta César—. —Oye. Instantes de concentración. trozos de uña y pelos da lugar a un superpotente compuesto químico de dudosa denominación. —¿Nos montamos una granja de . Porque es una historia cantidad de rara. Todo un dilema moral. puede leerse en todas las caras. de búsqueda de respuestas imposibles. ¿Qué cojones vamos a hacer? Difícil pregunta. pero de incuestionables electos adhesivos. eh? —pregunta Fede —.sebo. Y todo continúa con normalidad.caracoles? —pregunta Chema. —¿Existieron los aztecas o no? — pregunta Merche. sin reproches intimidatorios. . sin asperezas. aquellos malditos insectos que nos sobrevolaron horas antes en la parcela? Sé que no sirvió de nada coger el cuchillo. dos kilómetros largos de caminata. ¿Tuvo la culpa el enano aquel o tal vez los insectos.Abrazando recuerdos Ahora que el cierzo agita mi melena y se lleva y trae y devuelve a su origen los recuerdos. sentado frente a tu portal. sé que no sirvió de nada haber hecho lo que hice. buscando una última respuesta. Sé que no sirvió de nada haberme acercado a tu barrio. Porque ya hacía mucho de todo aquello. . No pertenece a este cuerpo gastado. Golpea el pavimento el talón con sacudidas rítmicas. destrozarla por completo.A ratos veo pasar un coche. Esta carta de realidad y visiones. La pierna izquierda tiembla a su antojo. un camión. lo único que se podía hacer era joder más la situación. de miedo y de paz que te escribo frente a tu portal es una necesidad más con la que tengo que dar fin. nunca intentar arreglar las cosas? . porque lo querían las circunstancias. ¿Recuerdas cuando te decía que si todo salía mal porque sí. Ha dejado de ser mi pierna. la mierda de bolígrafo que me regalaste junto a la libreta negra de plástico el día de mi cumpleaños.Pero ahora. El cigarro cuelga de mis labios y el humo ilota un segundo frente a mis narices hasta que una nueva bandada de aire frío lo disuelve y convierte en nada. *** Se desliza el bolígrafo entre mis dedos. fumar este cigarro con tranquilidad. He dicho carta y no sé si es una . lo que de verdad deseo es abandonarme. Lo que me jode es que serás tú quien me abandone. te decía. seguro. la que llegará un día en que . *** Te amo más que a mí mismo. Ni aún así. Aunque fueras tú quien me lo hubiera puesto. Ni eso. no sirven ni para envolver un condón usado.carta. si son tan sólo anotaciones que. te amo de tal manera que me saltaría la tapa de los sesos ahora mismo si con ello supiera que iba a retenerte un segundo más a mi lado. embobados el uno del otro. Los dos sonreíamos. Ni eso valen. *** Ese portal que se encuentra frente a mí. unos metros entre él y yo. te decía. Yo espero. que revienta moscas contra paredes cuando .no podrá continuar aguantándome. Sonreías. y decías no. que eso no era posible. Yo ya había dejado de sonreír unos segundos antes. Yo ya sostenía entonces la botella a la altura de mis labios. ese portal que no da paso a tu cuerpo. un lugar de espera y muerte. arropado por el cierzo que viene del oeste. de aceitosos pechos dulces. te volviste hacia mí. de quebradizas costillas.se cabrea de verdad. Tu menuda figura. de eterna cintura y caderas moldeables. crucé la calle. tal y como esperé hace dos noches. saqué el cuchillo. ¿qué?. de humeante vagina. Así es que de ese portal no te voy a ver salir. me miraste asombrada. me levanté de un salto. te lo hundí en el costado. te agarré del hombro. te abracé. te alcancé con cuatro o cinco zancadas. no va a traspasar . saliste embutida en tu abrigo. no puedo más. de brazos y muslos prensiles. Abriste la puerta. sentado en la mesa. Por mucho que yo espere. Tal vez si aquel enano no hubiera estado allí. *** Tal vez fue por culpa del enano. Nada puedo hacer. Acaso emborracharme de tu ausencia. Por mucho que yo espere. todo hubiese . sentir el deseo crecer en mis entrañas.nunca más ese portal. No está en mis manos que vuelva a asomar tu rostro de ojos y labios pintados que yo devoré en tantas ocasiones. Imagino que ya no pertenecía a tu mundo. *** Es curioso que nadie haya sospechado de mí. ¿También tú pensabas que me había olvidado de ti? ¿Te detuviste alguna vez a pensar eso. una nadería.sido distinto. reculó sobre sí mismo. . O. al menos. No sé. algo distinto. lo que me hace sentirme un cero. que todo se había acabado al fin? El vacío mutó. un idiota más que vaga por las calles. y no me tiemblan las manos. nuestro argumento. *** Está a punto de terminar. Oigo los aullidos del . *** Enciendo un nuevo cigarro. Oigo crepitar la brasa. este cigarro.Fue un hecho inesperado. El relax. El descanso. Un acontecimiento inesperado. Puedo jurar que no me tiemblan en absoluto. radiante de felicidad. *** . el día que te dije sí. y alcé los brazos y aspiré todo el aire del mundo y te lo di con un beso y presencié cómo el otoño se apoderaba de la ciudad y de mi alma y supe que no podía durar toda una vida. El pelo acaba por arañar mis párpados y mis labios. esa cara que me daba fuerzas para continuar.cierzo. sólo estás tú. Cierro los ojos y veo tu cara. Coloco la colilla entre mis dedos igual que tú te la colocabas para lanzarla formando un arco en el espacio. un mar de lágrimas. . llorando. a por todas. que sentías el copón tener que decírmelo porque sabías que yo iba a quedarme hecho una mierda. Sólo por eso. que te jodía que nuestra relación se fuera a tomar por el culo pero que ya no me amabas. *** Hay momentos en que hay que ir a muerte. diciéndome que me dejabas. que me querías tanto. cae a mis pies. Sin vacilar. Por eso fui a tocarle los cojones al enano. ¿Qué otra cosa podía hacer? Tú.Aturdida. Si al menos no hubiera estado ese cabrón de enano allí sentado. Pero estaba el enano. Yo esperando con el cuchillo en el bolsillo de la cazadora. yo que me acerco por .tanto todavía. Y sólo por estar. Sí. *** Reconozco que pareció todo de película. Vaya si la cagó el hijo puta. puede que me hubiera ido al váter y dado de cabezazos con las paredes. tú que sales del portal. por coincidir. pero que se había acabado no sé qué puta mierda de magia entre los dos. la cagó. es posible que nada hubiese sido igual. Pero ahora el cierzo los empuja unos contra otros mientras van a la deriva. Pero ahora he . *** Esta mañana brillaba el sol sobre las flores. Pero ahora es la luna la que se balancea y resplandece. mi cabeza. Esta mañana estaba. en un abrazo.detrás y. Lo sé. que te meto la hoja hasta dentro. Esta mañana los mosquitos danzaban con placidez entre los asistentes. Una pésima actuación. tu ataúd. Sí. ¿Que no se puede abrazar a un recuerdo? Ja. *** Busco en los bolsillos el último . ¿A quién quiero engañar? Demasiados días con ella en la cabeza. fue la canción. Así son las cosas.dejado de estar. *** No. *** Apoyado en la pared. escribo estas últimas palabras. Desaparecen las estrellas. portal. *** . Hago un esfuerzo y me pongo en pie. Adiós. Echo a andar. Tengo la piel seca y el pulso firme las sombras se desvanecen por momentos.paquete de tabaco. Este viento nocturno que me ha acompañado durante las horas pasadas es a cada segundo más gélido. *** Como una meada cervecera. *** Puedo escuchar el chisporroteo que se produce en mi melena cuando es . Como si volviera a nacer.La avenida se me antoja interminable. Como el tiempo que he pasado solo. como a una ladilla el escroto de un orangután. abrasada por el cigarro. que se caga en los calzoncillos. puedo escuchar tu respiración. que se atraganta con su propia saliva. puedo escuchar el sonido que se desprende de las nubes. *** De verdad que nunca deseé dejar huella en este mundo de verdad. *** Tengo veinticuatro años y soy un anciano que agoniza. que se tropieza con sus . Alguien grita no. que le tiene pánico a su mismo nombre.pies. *** avanzar resueltamente sin pisar las azules las baldosas azules que reflejan la luz y soltar el humo por la nariz la tos abraza el humo cuidado esa baldosa . que busca la salida última. *** Los semáforos cambian de color. *** las paredes estucadas no son buenos lugares para escribir sobre papel *** un callejón a mi derecha . Sí. Por lo bien que me atendió.Todo sigue tranquilo Con mis pantalones y mis zapatos nuevos salí a la calle. Y porque era guapa. debí invitarla a una cerveza cuando ella hubiera salido de trabajar. pensé al mismo tiempo que recordé lo guapa que era la chica que me las vendió. tal vez son demasiado oscuras. Como yo. Caminé sin rumbo fijo y di vueltas . Una nube se movió a un lado y me puse las gafas de sol. Seguramente todos estrenábamos algo y nos sentíamos medio bien. la gente caminaba despreocupada. Un día de estos le preguntaré: «Alicia. los gorriones estaban lustrosos. pero creo que ya puedo afirmar con toda seguridad que es mi chica. me llegaba para unas cuantas cervezas. Los coches se deslizaban lustrosos. Alicia es mi chica. ¿verdad que eres mi chica?». Entré en el bar y me quité las gafas. No es tan guapa como la dependienta aquella. Bien. Entonces me acordé de Alicia. .en mi cabeza a todas las cosas que tenía que hacer. Saqué unas monedas del bolsillo. y sé que no dirá que no. Poco a poco. Todo seguía tranquilo. fui cayendo en la cuenta de que no tenía que hacer nada. Parece que no hay mucha gente —dije por decir algo. Paco. todo en su sitio.—Hey. . la televisión encendida. los vasos vacíos de vino. Las botellas. pero vino enseguida. los carteles de viejas Fiestas. Observé el bar. —Sí. estos mierdas ya no vienen tan a menudo. —Gracias. Encendí un cigarro y le grité a Paco que me pusiera otra. Me bebí la cerveza. —Toma —dijo Paco. ponme una —dije mientras me rascaba el sobaco izquierdo. Estaba en la cocina. De vez en cuando entraba o salía gente hablando de sus cosas. El tiempo se empujaba tranquilo. Su cara era normal. No me importaba demasiado. pero qué duda cabe de que era . Nunca me he sentido solo con una cerveza debajo de mis narices. Seguro que estaba loco desde el día en que su madre lo escupió de su vientre. Desde luego le había echado cojones el tío aquel. Un tipo se había cargado a no sé cuánta gente y después se había metido una bala en la cabeza.—Ahí tienes. Yo no tenía con quién hablar. Tan normal como pueda ser la mía. En la televisión daban las noticias. —¿Qué tal. Bebí a su salud. Se apoyó en la barra.una locura de las que yo llamo simpáticas. —Vaya cabrón —sentenció Paco. Javi es lo que podemos decir un buen amigo. Paco le sirvió un jotabé doble. Entró Javi. Javi? —pregunté. No lo encontré. Vi lo cocido que iba y no me sorprendió. —Sí —apoyé. Se acercó y me dijo: . —Un jotabé —pidió. Paco y yo sabíamos bien que cuando Javi pedía un jotabé en aquel estado lo que en realidad necesitaba era un doble. Busqué mi mechero por los bolsillos. Me ha abandonado. —¿Quién va a ser. —¿Quién te ha dejado? —pregunté. Estaba cansado de estar de pie. Se bebió el jotabé doble de un trago.—Me ha dejado. ¿Te das cuenta? Al escuchar aquel «¿te das cuenta?». imbécil? Pili. cuando más la . Terminé la quinta o sexta botella. Me puse a limpiar mis gafas con una servilleta. —Y ha tenido que hacerlo justamente ahora. comprendí que la tranquilidad había huido de mí. Sabía de sobras de quién me estaba hablando. ponle otro doble y a mi otra cerveza.necesito —balbució de una forma cómica. De pequeño me obligaba a llevar el pelo largo para que . Como si llevara puestas las gafas de sol a las tres de la mañana. Sabes que tengo unas grandes orejas. De verdad que no lo sé. —No lo sé. —¿Por qué es ahora cuando más la necesitas? —pregunté con un estúpido aire de preocupación en mi fea cara. Bien. —Paco. cuéntame qué piensas hacer. Le miré y apenas podía verle. Mi madre siempre me ha dicho que tengo las orejas grandes. Aquel «nada» fue un auténtico nada. Le comprendía. por lo que me saqué otra cerveza. Si alguien le podía convencer de lo contrario. me voy a suicidar. Que lo hiciera su padre. La verdad es que yo pienso que son normales. nada. —Me voy a suicidar —afirmó—.a situación me estaba dando sed. Un «nada» absorbido por la Nada. —Ya sé que no me puedes comprender —dijo al tiempo que . Sabía que se iba a suicidar. Unas grandes orejas normales. no era yo. Era por lo de la «nada». Sí. Como el tipo de la tele. Sin Pili.no se vieran. 1. Yo le comprendía. Sólo por eso. Se movía a cámara rápida. El caso es que no paraba un momento. Pensé en Alicia. Ella no me dejaría nunca. Eso nunca. No sabía por qué me gritaba. —Si te comprendo. o bien yo me movía a cámara lenta.escupía encima de la tortilla de patata. Antes la mataba. —¡QUE NO. No en el estado de Javi. Era una máquina. QUE NO ME COMPRENDES! Comencé a comprenderle. sirviéndonos cervezas y jotabés sin apenas concedernos un . No comprendía por qué me gritaba siendo que sí que le comprendía. Observé a Paco y no me pareció un ser humano. Se estaba alimentando del güisqui.respiro. No es agradable ver un dedo lleno de porquería dentro de un jotabé. Mi estómago aullaba. El dedo pareció crecer. No eran tan grandes como decía mi madre. alcanzar un tamaño descomunal. ¿Y por qué me ha dejado? —se preguntó chupándose el dedo. Me toqué las orejas. me ha dejado. . Nadie me había dicho nunca que fueran grandes. —No puedo creer que Pili te haya dejado —dije. Javi había metido un dedo en el jotabé. —Sí. Nos costó nuestro trabajo. Me pareció advertir que Paco sonreía viéndonos ejecutar el baile-tropiezo. Miré mis pantalones y mis zapatos nuevos y vi que estaban manchados con miles de gotas de . pero al fin nos detuvimos.Como alguien me hubiera dicho que tenía unas orejas grandes le hubiera partido la cara. Estaba claro que la tranquilidad se había olvidado completamente de mí. Tropecé con él. Tropezó con una banqueta. Tropezamos los dos. Seguro. Dio la impresión de que estábamos en un baile. —Me voy a suicidar —volvió a decir. Un profesor que tuve aseguraba que lodos los enanos eran asquerosamente peludos. bebiendo menta con agua.cerveza y güisqui. me pregunté. debían ser unas piernas horribles. No sé cuántas cervezas me habría bebido ya. ¿Qué significa todo esto que me está ocurriendo?. Supongo que aquel tendría las piernas llenas de pelos. Le colgaban las piernas y las movía. y encendí un cigarro. Joder. cuando me di cuenta de que había un enano junto a la tragaperras. Estaba sentado en una banqueta. ¿Cómo se llamaría? ¿Federico? ¿José María? ¿Luis Miguel? ¿Cómo conos se puede llamar un enano? Cogió . un palillo y se limpió las uñas. se dejó caer y se fue. Uñas enanas. Ojalá te mueras pronto. Algo repugnante. Es el consejo más importante que nadie te haya podido dar en tu vida. Allí estaba yo. De un enano. Comenzó año sentarme bien la cerveza. Todo por culpa de él. Estos momentos sólo hay una forma de . enano de mierda. Volví la cabeza. te voy a dar un consejo. pensé. Adiós. Con una serie de interminables tragos enanos acabó su menta con agua. Pagó. mirando a un enano que acababa de limpiarse las uñas. pensé después. miré a Javi y con un profundo aire de gravedad le dije: —Javi. Paco —conseguí articular. bebiendo. que Pili volvería o alguna mierda parecida. Lo que yo te diga. —Gracias. El océano se había desbordado por sus ojos. no te rías. —Un barril. Javi lloraba. Me entraron unas ganas enormes de mear. Sí. Él estaba meando por los ojos. Seguramente necesitaba que yo le dijera que no se suicidara. tío —dijo con una boca llena de lengua y de dientes y de saliva. Eructé. Beber hasta que lleves un océano de güisqui en la barriga. .resolverlos: bebiendo. entró. Bajamos del taxi y nos debimos de dar un poco el lote antes de que ella entrara en su portal. y mientras yo estaba en la calle viéndola alejarse hacia el ascensor. Por lo menos yo. Pues eso. Seguro que no llevaba medias. El caso es que serían las tres de la mañana o así y que la acompañé a su casa.Atardeceres —Sé que debía de hacer buen tiempo porque no llevaba medias. se levantó la falda por detrás y me enseñó su culo bajo las bragas. Supongo. porque íbamos algo colocados. Entonces volvió la cabeza y me lanzó una sonrisa . en la calle. te lo puedo jurar. No es una historia «verdaderamente» . Con Javi es siempre difícil saber lo que está pensando. estaba yo a las tres de la mañana. No le habrá gustado la historia. Pero no es lo que habíamos acordado. Javi me mira como un idiota. no está mal —dice tras unos minutos de profunda reflexión—. de esas que te calientan la sangre. y sin saber qué pensar. casi parece horrorizado. No tengo ni puñetera idea de cómo volví a casa. en la otra punta de la ciudad. Después se bajó la falda y se metió en el ascensor. Allí. tío.provocadora. —Bueno. Enciendo un Celtas. qué chungo que es este vino — dice después de haberse bebido el vaso entero—. de perverso. la verdad. pero a mí. —Además. no me parece . en aquel momento. Lleno nuestros respectivos Vasos de vino y apago el Celtas en el plato de porcelana. no sirve porque seguro que estabas enamorado de la tipa esa. lo que celebro con un trago. pero no consigo precisar qué. sí que me pareció que tenía algo de sucio. —Puede que no sea una historia lo que se dice guaría. Dios. Noto que se me está empezando a embotar el cerebro.guarra. No sé. Echo en falta algo. ¿Y dónde has dicho que pasó eso?. Me acomodo en el sofá y bebo un trago de la nueva bebida. y como no encuentro nada interesante pongo una maqueta de Las Novias. Empieza a sonar y subo el volumen. fresca. Busco una cinta. y hasta que no conseguimos agotarnos el uno al otro contándonos las mil y una . Hasta que no terminamos con el litro y las latas. qué quieres que te diga. Vuelve Javi de mear y comienza a largar historias del colegio. burbujeante.demasiado guarra. ¿en mitad de la calle? Se levanta y se dirige al váter. Acabo el vino que queda en la botella y voy a por un litro de cerveza. En la calle parece que hace una temperatura agradable. Javi decide emprender conversación. —Pues sí que era guarra la tía. Algo mareados. no decidimos salir a dar una vuelta.pijadas que se nos van ocurriendo mientras tanto. Pasa un rato sin que ninguno de los dos suelte palabra. Y encima lo llevaría sin depilar. De repente. Mira que bajarse las bragas sin más ni más para que le vieras el cono. . enfilamos calle arriba. joder. seguro. por lo que nos limitamos a fumar y a sortear al personal con el que nos cruzamos de cara. Presiento que va a ser una buena noche. algo salvaje. Unámonos a ellos.Como a mí me gustan. pásame una china —digo después de tres o cuatro tubos. —Javi. Disfrutan. colega. La música suena fuerte. Miro las caras de la gente. tío. . sin depilar. —Sí. demencial —digo y sonrío. Saco tabaco para los dos y nos meternos en el primer garito que encontramos. las frentes húmedas de sudor. No se escuchaban otros sonidos que los de las televisiones encendidas. Volvió frente a la máquina de escribir y escribió «parece ser que hasta los gorriones duermen la siesta de vez en cuando».Calor Ramón se levantó de la silla y se asomó a la ventana. y vuelta a empezar. después la cocina. Llevaba en mente una historia . Encendió un cigarro y paseó por el piso. de una habitación a otra habitación. La poca gente que caminaba a esas horas por la calle cenia los rostros congestionados. En la cocina. Gracias a aquella salamandra. abrió la nevera y bebió un largo trago de agua helada. porque siempre era la misma. Hastiado de su incompetencia y del calor. cuando vio la salamandra escalando por la pared. Hasta dentro de un par de semanas no volveremos a .desde hacía varios días. de eso estaba convencido. amorrado al gollete de la botella. Fue entonces. Conque la dejó tranquila en su escalada. se desabrochó la camisa. pero no conseguía encontrar el modo de darle una coherencia interna. no tenían en el piso ni arañas ni apenas otra clase de insectos. Con rapidez. Con tal fuerza que a punto estuvo de perder el equilibrio e irse al suelo. le dio una patada.encontrarnos^ calculó. Los minutos iban sucediéndose con verdadera parsimonia y Ramón no conseguía avanzar lo más mínimo en su tarea. la tiró hacia arriba y. Con un trapo se secaba el sudor de la frente y los sobacos. Hizo una bola con el folio. escribió. se sentó frente . Releyó las dos frases escritas. Encendió un cigarro y oyó pasos en la escalera. mientras caía. «Las paredes sudan como cerdas». arrancó el folio de la máquina y maldijo. —Sí —dijo él mientras la agarraba de un brazo y la atraía para sí. como si en lo que estuviera haciendo en ese momento le fuera la vida. Se dieron un beso corto. ¿Qué tal el paseo? —Tío. Ramón giró la cabeza repentinamente y con aire de sorpresa dijo: —Ah. hola. —Voy a meter estas cervezas en la . ya has llegado.a la máquina de escribir y puso cara de concentración. —Ya estoy aquí —dijo Alicia con una sonrisa. este calor es demasiado. Estoy hasta las tetas de esta higuera. le llegó la voz de un locutor que presentaba una canción. Abrió de nuevo la nevera y situó en el máximo el mando del termostato. se encaminó hacia la habitación. Observó la higuera que estaba plantada en la zona posterior del piso. se dijo. y se ajustó la minifalda. —¿POR QUÉ NO ENCIENDES LA RADIO? A los segundos. Metió las cervezas en la nevera y se asomó a la ventana.nevera —dijo ella. Sintiéndose pegajosa. —¿A que no sabes a quién me he . —Es un imbécil. . me cae bien —dijo ella pasándose la lengua por los labios. dame un rubio. —No jodas —dijo él. sabe Dios. Alicia comenzó a rebuscar en su bolso el paquete de tabaco. —A estas horas y con este calor. —Es un tipo cachondo. Finalmente. —A Felipe.encontrado en el autobús? —preguntó ella. y se puso a revolver los folios de la mesa. encontró el paquete en un bolsillo interior. Anda. En la radio. Hay que ver cómo clasificas a la gente — comenzó a reír. Es gracioso. —Gracioso. no los quiero a menos de veinte metros de mí. A mí me parece que es de esa clase de tipos que son incapaces de ponerse un calzoncillo que tenga un agujero. sonaba una . —Y yo. no un «gran» agujero. No los soporto —concluyó.—Pues a mí me cae bien. Alicia había encendido dos cigarros a un mismo tiempo y le acercó uno a Ramón con el brazo estirado. Un agujero diminuto. Felipe. a esa clase de tipos. —Eres la leche —dijo ella—. gracioso. Bueno. Sentía los pies destrozados en el interior de sus . que llevas las manos sudadas y me vas a joder el maquillaje. ¿has escrito algo o no? —Ahí está el último cuento —dijo él. Ramón se acercó a Alicia y acarició con los dedos uno de sus pómulos.balda de los Scorpions. Alicia retiró la cara. Tocó Las latas y le pareció que ya estaban lo suficientemente frescas como para beberías. qué. y salió de la habitación a por un par de cervezas. —Estate quieto. —Ya está —dijo ella. abrió las dos latas y le ofreció una a Alicia.zapatos. Ramón bebió un trago y cruzó las piernas. —¡HOSTIA! —¿Qué pasa? —preguntó ella desde la habitación. —¿Ya está? ¿Ya has terminado? . Ella. sorprendió a la salamandra correteando a su lado. Al bajar la vista. —Nada —contestó él de camino a la habitación. decidido a esperar a que Alicia terminase. y bebió de la lata. cogió la lata. Se sentó. sin levantar la vista de los folios. —Bien. ¿Qué te ha parecido? —preguntó él moviendo la lata de un lado a otro. . Tiró la colilla contra la pared. no está mal. —Jamás perderé la capacidad de asombrarme de tu rapidez para leer.—Sí. Alicia echó la cabeza hacia atrás e intentó dar con los términos adecuados para la pregunta que hacía tiempo quería hacerle a Ramón. se inclinó hacia adelante en espera de la respuesta. ya lo he leído. Bebió un trago. —¿Por qué siempre escribes historias de parejas que Fracasan o están a punto de fracasar? —Satisfecha. Cogió un cigarro. Encendió un cigarro. le agradó que fueran Lágrimas de Mermelada en directo. al momento. eran —matizó. Miraba las pintadas de la pared que tenía enfrente. Ramón apagó la radio y metió una cinta. —Ya. pero no lo encendió. Alicia se levantó y. y comenzó a . que son potentes y cañeros.—Pues no lo sé. Bueno. Sin saber lo que era. se volvió a sentar. Supongo que no me gustan los finales felices. —Potente y cañero —dijo él. —¿Qué? —Los Lágrimas. ¿Lo ves? A Alicia le sobrevino una risa demencia 1 al ver el agujero. ¿no? —No —contestó él. Ramón se subió los pantalones.agobiarse de estar allí encerrada. se los bajó hasta los muslos y apuntó con un dedo un agujero que había en su calzoncillo—. Una vez que Alicia dominó su risa. y se levantó. se desabrochó los pantalones. Mientras. Ramón terminó la lata y la tiró a un rincón. preguntó: —¿No me estarás haciendo . —Lo que has dicho antes acerca de lo del calzoncillo con agujero era una parida. nunca. verdad? — cogió un pañuelo de papel y se secó el sudor del cuello. —Bueno.proposiciones deshonestas con todo esto del agujero del calzoncillo. . lo que me faltaba por oír —apagó el caset con un golpe brusco. Eso. —Coño. —De todas maneras. ¿dónde vamos? — preguntaron los dos al mismo tiempo. —Con este calor no estoy yo para follar precisamente —contestó él con una gravedad que a ella le pareció innecesaria. no follaría en la vida con alguien que llevara un calzoncillo con agujeros —dijo ella—. Desde debajo de la mesa.ella con el bolso en la mano y él abrochándose los botones de la camisa. pero ambos intuyeron que algo se estaba atascando en aquellas fechas. . la salamandra los observaba. No habían llegado a discutir. el aire parecía fuego. como si sus sentimientos e instintos se estuvieran oxidando o recubriendo de una fina capa de mugre y polvo. De la mano. En la calle. avanzaron despacio buscando siempre la sombra. lleno de humo. y Jorge y yo. sobre las once y media o doce. un ambiente acogedor. En fin. pero lo cierto es que llegamos. Jorge y yo no nos habíamos visto desde el sábado por la noche. Música no demasiado alta. no mucha gente. No sé cómo llegamos a ese punto en la conversación. Nos encontrábamos en un bar del barrio. continuos tubos de cerveza hacia el estómago. el típico grupo de amigos. cuando habíamos salido por ahí todos.Pequeñas historias Sucedió un martes por la noche. Acababa de encenderme un . no llegué a ir al Sácher. Claro. creo que no. no . contestó. ¿No fuiste al Sácher?. No. con el ciego que llevábamos todos… La verdad es que ni yo sé de que garito me fui. ¿Del Sácher?. contestó. y bebí un trago. No. sin más ni más. A su vuelta. No te eché en falta para nada. No sé. me preguntó: ¿Así es que no te enteraste de cuándo me abrí el sábado? No.cigarro cuando Jorge se fue a mear. pregunté. dijo. contesté. no me enteré. creo. pregunté. no me extraña. Puede. Pero tampoco me jugaría un duro. no a su casa. sino a su portal. pregunté. A «su» portal. contestó. porque no estoy seguro.recuerdo haber estado en el Sácher el sábado. Oh. pero creo que no. La historia es que no sé qué cojones me pasaría por la cabeza. dije. pero que me pillé un taxi y fui a su casa. Bueno. ya entiendo. Encendimos unos cigarros. prosiguió. Entonces sería del Paralís. pero allí me presenté a ¿las . coño. dije. ¿Al portal de quién?. No tengo ni idea de por qué lo hice. ya te lo puedes imaginar. Joder. tío. dijo. Hizo un gesto con la mano. lo que sí recuerdo es que le tuve que repetir tres o cuatro veces la dirección al taxista. y a los segundos teníamos otro par de tubos llenos de cerveza frente a nosotros. .cuatro?. porque no me entendía. Conque entré y. Entonces recordé que en verano dejaba su familia abierta la puerta de la terraza de arriba para que hubiera corriente. y expulsó humo por narices y boca. Casi no podía hablar de lo colocado que iba. continuó. La cosa es que al bajar del taxi vi que estaba abierta la puerta de su portal.¿las cinco? No sé qué hora era. como supongo que debí de acordarme también de que . . imagino que contemplaría el cielo…. levanté mi cerveza y brindamos. comencé a subir por las escaleras. dijo tras haberse bebido el trago del brindis. estaba abierta la puerta de la terraza. me volvía a asomar. Digo minutos por decir algo. En ese momento. Me asomaba a la calle. yo qué sé.su ascensor hacía una ruidera de la leche. encendía un cigarro. Salí a la terraza y paseé durante unos minutos por ella. Me debió costar un buen rato subir los siete pisos. porque no tengo ni zorra idea del tiempo que estuve allí. pero los subí y sí. He de reconocer que la historia me estaba empezando a atraer. no sé. Imagínate la escena si me . tío. me di cuenta de que me estaba fumando la boquilla. Un séptimo. No recuerdo ni en qué pensé ni nada. Saqué un cigarro del paquete y al encenderlo. hasta que en un momento dado me eché a llorar como un jilipollas. y te aseguro que hay una vista increíble. … Y lloré con ganas. un verdadero jilipollas. ¿Te lo puedes creer? Me removí nervioso en mi banqueta. igual que un puto crío. La cosa es que al poco me empecé a acojonar. Supongo que estaba echando toda la mierda que llevara dentro.Yo ya había estado en esa terraza. Yo no sabía qué decir. y encima llorando. Jorge no me . Tal vez con ese acto nos lo dijimos todo. Puede que intentara recordar algo que se le hubiera pasado por alto. de eso estaba seguro. Fue entonces cuando se calló. joder… Al final. o tal vez no nos dijimos nada en absoluto. me pude controlar y bajé las escaleras como si hubiera acabado de darle un palo a alguno de los pisos.ligan allí a esas horas. Levanté de nuevo mi tubo y volvimos a brindar. Cualquier comentario que hubiera hecho habría sonado a basura. Joder. mirando el tubo de cerveza. y como yo también tengo uña larga sarta de pequeñas historias a mis espaldas. continuamos charlando tranquilamente hasta que llegó la hora de cerrar el local. nos miramos asombrados los tres.había contado algo que me pareciese una gran historia. Ninguno nos lo podíamos creer. Después. creo que de algún modo comprendimos Los dos que aquello no fue sino una conversación más. pero era su historia al fin y al cabo. . Cuando el camarero nos informó de la cuenta. O eso me parecía. Yo. —¿Recordáis la primera vez? — . Fue Pili quien había llamado a Alicia un par de días antes para que quedáramos. riendo y bebiendo. Simplemente eramos eso. lo que no era nada extraño. Jorge con Pili y yo con Alicia. sí que me sentía bien.Enamorados Hacía rato que habían dado las tres y media. Los cuatro llevábamos unas copas de más. al menos. dos parejas que habían salido juntas un viernes por la noche. Nos sentíamos bien. Así que quedamos. pero allí estábamos. pero no notábamos el calor en absoluto. conque decidí levantarme de la mesa. acaricié con la palma de la mano el muslo de Alicia. Lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer mismo. —Es increíble —dijo Alicia. Recuerdo que llevaba . pensé.preguntó Pili. Reíamos. medio ebria—. otra ronda. Brindamos por su pregunta. Al hacerlo. Sentí la vejiga llena. —Yo sí que me acuerdo —contesté con una sonrisa medio estúpida. Terminamos nuestras bebidas y Jorge se acercó a la barra. Sudábamos. Está bien. Bebimos y encendimos unos cigarros. Todo el mundo bebiendo. Ni una silla libre. El bar estaba abarrotado. y comenzó a reírse y se le saltaron las Lágrimas. Ni una mesa libre.pantis. No conseguíamos parar de reírnos. sudando y riendo. —No me extraña —añadió Alicia. Creo. Cuando regresé a nuestra mesa oí a Jorge decir: —Yo es que no me lo podía creer. Apenas podíamos beber y fumar. Todos a nuestro alrededor. Os lo juro. Era demasiado. . —Me siento bien aquí —acertó a decir finalmente Pili—. No hay nada como estar con mis mejores amigos y con mi Jorge. Miró a Jorge. Una de esas miradas cariñosas que surgen de vez en cuando. Sí, pensé, se está bien aquí. Eso sí que es cierto. Una verdad como un templo. —Sí, todos estamos bien, todos nos sentimos bien —dijo Jorge—. ¿Verdad que estamos todos bien, que nos encontramos a gusto así, juntos, charlando? —sonreía de pura felicidad. Enlazó su mano con la de Pili y añadió a lo anterior: —Aunque, Pili, podríamos estar mejor en otro lugar. ¿No se le ocurre dónde? Brindamos. —Claro que sí, tonto —contestó Pili. Miré a Alicia y ella me miró a mí y terminamos mirándonos los cuatro. Eran más de las tres y media de la mañana y Alicia no dijo nada y no supe qué pensar. Toses y bostezos Despertó con pesadez, la cabeza dándole bandazos, al escuchar una serie de sonidos guturales que se iban repitiendo de un modo paulatino. Levantó la cabeza y la vio doblada formando un ángulo de noventa grados, apoyada en el lavabo que había a los pies de la cama. Cada pocos segundos, vomitaba un líquido blanquinoso. El grifo del agua estaba abierto. Entonces recordó la noche anterior. Llegaron a eso de las doce y medía a lo que en el pueblo denominaban, graciosamente para ellos, «pub». Sin apenas darse cuenta. después. cerró el grifo. Ella escupía y tosía. a punto estuvieron de terminar con las existencias de cerveza y Pasport. Al menos. Él. Se agarró La cabeza con las dos manos y. Creo que me voy a morir de un momento a otro. mientras tanto. Se asomó a la ventana y escuchó durante unos instantes el sonido de los insectos de afuera. bostezaba y . esa era la impresión que ambos tenían aquel domingo a las nueve de la mañana. —¿Te encuentras bien? —preguntó él. —Estoy hecha una mierda — contestó ella—. —Sí.se frotaba los ojos. Joder qué putada. eso me parece a mí también — dijo ella. —Coño. es verdad. Vamos a intentar dormir un poco más. apenas un hilillo de voz. Ya no me acordaba. —¿Te encuentras ya bien? — preguntó él—. Se acostó junto a él. que hoy nos vamos. ¿Lo has soltado todo? —Creo que sí —contestó pálida—. —Me parece que ayer nos pasamos un poco —dijo él. Fila recostó su cabeza sobre el . A ver si me encuentro mejor dentro de un par de horas. El sol entraba por la ventana y el aire poseía el olor a hierba fría y húmeda que satura los pulmones. Sabía que no iba a conseguir volver a dormirse. . En pocos minutos ella se durmió.pecho de él e intentaron conciliar el sueño. aquello de estar en agosto y pasar frío nada más levantarse de la cama. así que con mucho cuidado se removió debajo de ella y se levantó. por lo que se vistió con rapidez. El suelo de madera estaba helado bajo sus pies. Era algo a lo que no podría acostumbrarse en la vida. Los muelles crujían por mínimos que fueran los movimientos de una u otro. como si . pero había aprendido a llevar medianamente bien una fuerte resaca. indefinible. Se trataba de una sensación extraña. y. el rostro sin maquillar y el pelo despeinado. Intenta seguir mi ritmo y después la caga. creía recordar. En alguna ocasión había leído un oído que debido a una serie de secreciones hormonales en el estómago. La observó un rato.Le dolía la cabeza. y sintió que de veras la amaba. había estado la noche anterior bromeando con ella acerca de eso. acurrucada bajo las sábanas y las mantas. pensó. los hombres soportaban mejor el alcohol que las mujeres. ¿Una cerveza? —No seas idiota. —Ah. ya —dijo él—. —¿Naranja. algo para beber —dijo ella. melocotón. pifia? —De melocotón si hay. de lo que sea —dijo ella. —¿Vas a salir? —Sí —contestó él. pero no sabía a qué había contestado que sí. —Pues me traes algo para tomar. Justo en ese momento ella entreabrió sus ojos. Tráeme un zumo de algo.ella hubiera pasado a formar parte de él a través de un confuso y complejo proceso. Y si no. y después bostezó. —Sí. de . —¿Para tomar? —preguntó aturdido. Mientras tanto.piña. él salía del hotel y se dirigía al bar. fue su último pensamiento. Como siga así. Ahora duerme un rato — dijo y salió de la habitación. Ni que fueran a llevarse las montañas y el lago de la . Encendió un cigarro y. relajó su cerebro y sus músculos. Ella. una vez sola. cualquier día de estos van a tener que recoger mi estómago del lavabo a pedazos. permaneció quieto un par de segundos admirándose de lo madrugadora que era la gente cuando estaba de vacaciones. antes de entrar en el bar. —Bien. con el botellín de zumo en la boca. —¿Ya has vuelto? —preguntó ella semidormida. lo que podían esperar el uno del otro. Tan sólo llevaban tres días en el pueblo. En silencio. el camarero le sonrió. Encendió un cigarro. se dijo.oficina de turismo. Entró. Se acercó a ella y le dio un beso en los labios. pero tanto el camarero como él sabían perfectamente. . bebió una cerveza y pidió un botellín de zumo de melocotón. Contempló fascinado el caos de ropa y calzado y demás objetos que había. Cuando pagó. abrió y cerró la puerta de la habitación. —¿Todavía? —dijo ella. colgándole a un lado de la cama. Por el pasillo oía pasar gente que hablaba y reía.—¿Qué tal estás? —preguntó él. . Él se había quitado los zapatos y se había acostado boca arriba en la cama. —Vaya noche la de ayer —dijo él. —¿Quieres el zumo? —No. —Las diez menos cuarto. y cambió de posición su cabeza en la almohada. para más tarde. ahora no —contestó ella—. —¿Qué hora es? —preguntó ella. Expulsaba el humo hacia el techo y sostenía el botellín de zumo con la mano libre. enfermizos. Tosió —. Bebió un largo trago de zumo y notó una leve erección en su entrepierna. —No sé —contestó él—. ni . ¿Me lo puedes explicar? Se giró y la miró a los ojos. por lo que los dos podían oler sus alientos. ¿me lo puedes explicar? —volvió a preguntar con firmeza. A mí me gusta —añadió mientras acercaba el cuello del botellín hacia su boca. pútridos.—¿Cómo es posible que siempre acabemos igual? —preguntó ella. —En serio. Pero algo en su interior le dijo que no era aquel. Entre sus caras mediaba algo menos de un palmo de distancia. con mucho. el momento adecuado para intentar llegar un poco más lejos. . en ella misma—. pero ya no. muy . vamos. que ya puede reventar el mundo o lo que sea que tú seguirás en tus trece. eso pasó a la historia. de verdad que creía en ti y tus convicciones. y es tu preciosa idea de mantenerte firme en tus convicciones —dice Alicia con una rara amargura en su voz.Ojalá llueva —Porque hay algo que sí es cierto. ya no. Y eso al principio me lo creí. que no te lo puedo negar ni yo ni nadie en este jodido mundo. Bebo un trago de la Ambar y enciendo un Celtas con cuidado. Olvidado del todo. Vamos. Finito. tío. Sinceros de verdad. la sinceridad entre tú y yo — enciende un Fortuna con rapidez y me suelta una bocanada de humo en la cara —. —¿El qué? —pregunto. un movimiento brusco. —Sí que es curioso —continúa—. Un gesto extraño. y se va todo al garete. no conseguimos ser sinceros. —¿Qué sinceridad? —Yo qué sé. la sinceridad en general. y. quiero .despacio. aun con todo. Eres la persona que mejor me conoce y yo soy la que mejor te conoce a ti. Curioso de la hostia. —Lo de la sinceridad. cargadas de emoción y cariño. lo que es muy diferente.decir. Supongo que se debe a que entonces estaba enamorada de mí. acertar a vislumbrar el pico del iceberg. Sí. Tras dos años y medio no hemos sido capaces de conocernos realmente el uno al otro. pero es mentira. Ahora no. Es una pena —dice con una sonrisa. Pido cervezas para . no está enamorada de mí. La miro a los ojos y no la reconozco. No hemos hecho otra cosa que arañar la superficie. Recuerdo sus miradas de hace un tiempo. ahora «me quiere». miradas intensas. creemos que nos conocemos. El bar comienza a llenarse a nuestro alrededor. relajado. —Sabes. Tú siempre dices lo mismo. pero en fin. Di que me gasto más pasta. hombre. —Mira. que no ha habido un puto segundo de mi vida en el que haya . y sabes que lo sé.los dos. ¿qué tal? —¿Yo? —pregunto tras apagar la colilla en el cenicero—. ahora me voy a creer eso. a estas alturas. Prefiero probar otras cosas. Pero de eso nada. ya no bebo tanta cerveza como cuando salíamos juntos. Bien. Bueno. cubatas y así. ya sabes —digo. y tú. sí. —Sí. Relajado… En tu vida has estado relajado. ya sé que sabes que nunca he estado relajado. Digamos que en ese aspecto continúo igual. —Sí. —¿Yen el de no hacer nada?. —Ya veo que no has cambiado — dice—. pero te llevas mi alma contigo…». Desde el váter oigo a Radio Futura «… que tu vida es sólo para ti. . conque me levanto y me voy a mear. mis riñones siguen funcionando perfectamente. En media hora escasa que llevamos aquí ya has ido tres veces al servicio. es cierto. así es que para qué me preguntas qué tal estoy. Noto cómo me tiemblan las piernas.estado relajado. Enciendo un Celtas y vuelvo a la barra. . —Pues sí. pero no. —Joder —dice mientras juguetea con mi mechero entre sus dedos—. buscarte a otra tía. tú no. Supongo que no tienes un solo plan para un futuro próximo. Creo reconocer a alguien que está a punto de entrar. también igual. me parece que no es él.¿también continúas igual? Porque es que tú nunca has hecho nada. Eres increíble. Seguro que anda por ahí alguna tía que está loca por ti. Pero no. deseando conocerte. Lo que tienes que hacer es olvidarte de mí. enamorarte de otra. Eso espero. tú te has prometido amor eterno para conmigo y. joder. Sí. y tras una pausa añade: —No vas a hacerme caso. maldita sea? —No. pero. no hay quien te haga echar marcha atrás. aun con todo. Alicia. de momento no pienso hacerte . «tienes» que olvidarte de mí y comenzar a ver el mundo que te rodea tal y como es realmente. te vas de la cabeza diciendo lo que estás diciendo. ya sé que te he llamado yo por teléfono hoy. No puedes estar toda la vida auto-compadeciéndote — dice. ¿verdad? No. no te voy a hacer ningún caso. ¿Es que no me conoces. joder. Estás loca.como es una de tus puñeteras convicciones. De verdad te lo digo. olvídate de mí. Escribe. Y para que lo sepas. Con tu actitud lo único que vas a conseguir es hundirte.ningún caso —contesto moviendo la cabeza de un lado a otro. sigo creyendo que eres un tipo que puede salir adelante. lo que me está dando dolor de cabeza y poniéndome de mala leche. —Pues te voy a decir una cosa — dice y bebe un trago—. Ojalá que cuando salgamos esté lloviendo. Hundirte más y más. aunque en Zaragoza eso es casi imposible. tío. Tengo una de esas diminutas lámparas de luz halógena apuntando hacia mi lado derecho de la cara. sigue con esas historias que escribías . Siempre dijiste que ése era tu camino. que lloviera. —Ojalá que cuando salgamos esté lloviendo. ahora me toca .hace un tiempo y que después me enseñabas. Bueno. Había algunas interesantes. Además. casi apaciguante. ¿no? Pues adelante. intentando echarte una mano y tú me sales con que a ver si llueve. Me cubro con la mano el medio lado de la cara y noto una calidez agradable. —¿Ves cómo no haces caso a nada de lo que te digo? Aquí estoy. lo que me faltaba. realmente interesantes. A la mierda con mi pelo como llueva. Sabes que lo digo en serio. estaba preciosa. Recuerdo cuando se paseaba por la habitación con el cordón del tampón colgándole entre los muslos. Me acuerdo que igual te daba que fuera un día entre semana.a mí. Sencillamente. que una fiesta de cumpleaños o . te lo digo yo. ¿qué me miras así? Me parece que te estás empezando a colocar. ¿Cuántas cervezas te habías bebido antes de que yo llegara? Como sigas así vas a terminar mal. No concibes el salir a dar una vuelta sin ponerte bien ciego. Mientras vuelve del servicio me quedo mirándola y la imagino desnuda. Pido otra ronda. —Ey. ey. Ahora no. Es la maldita luz. como cuando salíamos juntos. Apoya una mano sobre mi brazo y . que es cierto. La cuestión era siempre beber. —No pongo ninguna cara —digo—. En ese aspecto mi vida ha mejorado.que estuviéramos de vacaciones en la playa o en la montaña. ya no bebo tanto como antes. Sí. que te conozco. hasta que ibas dando tumbos de un lado a otro. —Tú lo que vas es medio colocado. beber hasta que no podías más. sino que yo también participaba del juego. no pongas esa cara. Y lo malo no era eso. . no estoy enamorada de ti. serías capaz de hacer cualquier cosa por mí. Lo siento. pero ya no hay magia entre nosotros. Se produce un lapso entre disco y disco. de lo loco que eres. y yo hundo mi mirada en sus ojos y siento que me pierdo en su interior. —Sé que todavía me amas —dice —. ese brevísimo intervalo de vacío absoluto en el oído.me mira de una forma extraña. Una mezcla de incomprensión y compasión. que. bueno. pero yo. Sin hacer nada. si ya nos lo hemos contado todo. Miro el techo. Es angustioso pensar que algún día puede llegar a sucederte. Llueve. pero hace un calor de cojones. Escucho el sonido que hacen los neumáticos de los coches al deslizarse sobre el pavimento mojado.Contándonos cosas Estamos acostados sobre la cama. pero todavía . Noto que Dora estira el brazo y se rasca el tobillo. Cuando pasa tanto tiempo sin que nos hablemos comienzo a plantearme si realmente no tenemos nada que decirnos. Hace bastante rato que no hemos dicho una palabra. Ahora están pasando los camiones de la basura. Fumo . —Ah. La de kilos de basura que tendrán que recoger. —Yo qué sé.es más angustioso el que suceda. La de cosas extrañas que la gente tira a la basura. Lo que te apetezca. —¿Qué quieres que te cuente? — Aprecio cierta desgana en su tono. —Pues no me apetece contar nada. —Cuéntame algo —giro la cabeza y la miro. Se dejan oír bien los muy cabrones. —¿Qué? —Que me cuentes algo. Enciendo un cigarro. y esas no se las voy a contar ahora. me vas a contar algo? — insiste. Bueno. —No lo sé. Noto que tengo la nuca empapada. . todo lo que se le puede contar. —¿Qué. porque siempre hay ciertas cosas que no se cuentan. Y el mes pasado y el año pasado.demasiado. Me seco el sudor de la frente. Busco una zona de la almohada que esté seca. —¿Por qué no me cuentas tú algo? —pregunta. Y todo lo que hice la semana pasada. ¿Qué le puedo contar? Ya le he contado todo lo que he hecho hoy. Sigue riéndose y me dice: —¿Estás idiota o qué? Fumo. que no comprendo por qué me llama idiota.—¿Cómo que no lo sabes? —Se ríe. Pienso que me gustaría estar en la calle mojándome. —Como que no lo sé —contesto airado—. Se ríe de mí. Ahora que lo . Estoy pensando qué te puedo contar. que me duele todo el cuerpo por llevar tanto rato acostado. Me toco el lóbulo de la oreja y presiono sobre el agujero que me hice hace un montón de años. que no encuentro nada digno de ser contado. —Casi me desmayo. no me he dado cuenta. —Es que estaba acordándome de cuando Alberto me hizo el agujero para el pendiente. —¿Qué? —¿Qué de qué? —Lo que acabas de decir.pienso. Tendré que explicárselo. Dios. —¿Y casi te desmayaste? . qué mal lo pasé cuando me lo hice. no hace tantos años. ¿De qué casi te desmayas? ¿He dicho que casi me desmayo? Vaya. —¿He dicho algo? —Has dicho que casi te desmayas. que si te tienes que relajar. Que si los hielos con el trapo. No me agrada reconocerlo. No fue por el dolor. que si no te muevas. —Sí —afirmo. si él o yo. que si eres tú el que tienes que estar tranquilo. Recuerdo la preparación previa. vamos. Los dos sudando como cerdos. pero algo de razón lleva—. sino por la sensación de llevar algo metido en la carne. No sé quién lo pasó peor. . Nos tenías que haber visto. Toda una aventura.—Sí. que si el imperdible hay que quemarlo bien. —Para esas cosas los hombres sois unos cobardes. hasta los más ínfimos detalles. Se lo cuento todo. . f labio y hablo. Sigo fumando. pero yo no puedo dejar de continuar contando mi historia. Me fijo en la sombra que proyecta la cama sobre la pared y sigo hablando de la historia del agujero en la oreja. Ella se ha dormido hace rato. Las imágenes se suceden en mi cabeza golpeándose unas a otras con saña. Sudo.Se mueve y roza su rodilla con mi muslo. hasta los detalles que no merecen ser contados. —Buenos días —dijo con una sonrisa. Cuando entré en la cocina. Antes hice lo que todas las mañanas. tras haberme levantado de la cama.Neveras y frigoríficos Todo sucedió un miércoles por la mañana. desayunando. . No pasa todos los días el que te encuentres con una tipa en tu cocina. Debí de habérmelo imaginado entonces. entrar al lavabo para mear y lavarme la cara. Recuerdo que se me rompió una uña al secarme con la toalla. encima. Y. mi sorpresa fue mayúscula. como comprenderéis. el frigorífico. Iba vestida con una camiseta blanca que .—Buenos días —contesté. Perdone. Me acordé de que Ricardo había llamado a no sé qué empresa hacía un par de días para que nos arreglasen la nevera. pero ¿quién es usted? Bebió un trago del café con leche que se había preparado y dijo: —Soy la técnica de Frimesa. ¿Qué podía hacer si no? Escuché el grifo que acababa de abrir Ricardo en el lavabo —. Me quité el pelo de la cara y la contemplé. Ya sabes. Puedo aseguraros que me extrañó que una chica tan guapa y tan joven trabajara reparando neveras. permitía adivinar un par de buenas tetas. ¿Por qué la gente tiene que complicar tanto las cosas? . —Buenos días. El muy cerdo. buenos días. Siempre me ha parecido estúpido decir frigorífico en lugar de nevera. Frigorífico. aun sabiendo que había alguien más conmigo en la cocina se presentó con sólo el pantalón del pijama. un pantalón vaquero descaradamente ceñido y unas zapatillas deportivas. —Hola. Acababa de entrar en la escena Ricardo. me llamó Marta y soy la que ha venido a arreglar el frigorífico. Marta. Yo no sabía qué hacer o decir. y tú ¿cómo has entrado aquí? —le preguntó Ricardo. la-reparadora-defrigoríficos. así que decidí entrar. cogió otra tostada del paquete y lo bañó en mermelada de melocotón.—Yo soy Ricardo y ésta es Alicia. mi mujer. Ricardo se sentó a la mesa y se sirvió un café. —Bueno. Lo de tu mujer. me di cuenta de que la puerta estaba abierta. —Ya me lo imaginaba —dijo—. claro. —Claro —dije yo. . —Cuando fui a llamar al timbre. ¿es que nos hemos dejado la puerta de casa abierta toda la noche? —dije. Y tú. Por cierto. Casi grité—. ¿cuánto rato llevas metida en nuestra cocina? —le pregunté ya a grito pelado. fui al cuarto y me puse lo primero que .—Cómo. ¡El camisón blanco! ¡Un camisón supercorto y transparente! ¡Y no llevaba bragas! ¡Y. me di cuenta de que llevaba puesto el camisón blanco que me había regalado Ricardo en mi cumpleaños último. ya os he arreglado el frigorífico. al mirar hacia abajo. no iba depilada! Me levanté lo más rápido que pude. —Hora y media. El «frigorífico». encima. Me senté y. Me estaba poniendo nerviosa. Me asomé a la ventana y vi que hacía sol y que la gente caminaba preocupada y que las moscas acechaban para entrar en nuestra habitación nada más que abriera una pequeña rendija. Mientras me vestía me pregunté si habría estado roncando durante la reparación del «frigorífico». .encontré. Podía escuchar las risas de los dos en la cocina. De vacaciones Los dos apoyados en la barra de un bar. Calidez ambiental, dos cervezas frías y amarillas y de sabor extraño. Éramos una pareja en un bar; éramos una pareja de vacaciones en un pueblo costero, playero. Estábamos de vacaciones. Ella me decía: «Es curioso que yo sea mayor que tú. Seis meses tan sólo, lo que no tiene ninguna importancia, aunque tú sí que se la das, y no sé por qué. Son sólo seis meses de diferencia». Yo asentía con gesto vago, expulsaba humo por la boca, y escuchaba sus palabras y la música de fondo. También observaba a la gente; todos de vacaciones, mariposas en el momento álgido de sus vidas; jóvenes veinteañeros con algo de dinero en sus bolsillos y ganas de pasarlo bien. Olía a sexo, a crema hidratante. En los rostros, represión de los instintos mediante «una bonita, agradable sonrisa de felicidad y bienestar». Pero es que yo era seis meses más joven. Yo abría los ojos y una inmediata conmoción sensoria] bloqueaba mi cerebro. Desconocía durante unos segundos el tacto de la sábana; la almohada, dura y blanca; las cortinas, opacas, grises, pesadas; el colchón, donde-se-había-de-des-cansar-y-follar; y la presencia, aquella presencia, «su» presencia. Un estar cerca y lejos a un tiempo. Ruidos desde la calle, desde el pasillo, desde los pulmones. Ajustaba la vista y el oído. Me «hacía cargo de la situación». Ella me había dicho: —Podíamos irnos de vacaciones a la playa. Cuatro o cinco días. Así estaremos solos, ya sabes, al fin un poco de intimidad. Nos lo pasaremos bien — una sonrisa ligera que me paralizaba. Yo estiraba el brazo y acariciaba su cara. Ella dormía. Tocar su piel morena, odio las lentejas. Ella me decía: «¿Qué haces? Me has despertado». En mi casa. también es casualidad.tostada. Explorar su alma. . a la única a la que no le gustan las lentejas es a mí. marrón. y cada dos semanas o así. Eran días y noches de reposo y excitación. joder». con ese asqueroso olor a lentejas. al fin y al cabo. Siempre a un paso de la «totalidad». en el pialo. de verdad que las odio. Ella me decía: «Tío. ahí las tengo. Ella había abierto un ojo. expectante —como si el que a mí me gustaran o no las lentejas fuera un hecho decisivo. Estábamos en la cama. ¿A ti te gustan las lentejas?». Ella me decía: «¿Te gustan las lentejas?». Nosotros y las lentejas. nosotros y cierto aire conspiratorio. Lentejas-y-su-función-en-el-mundo. Yo la observaba. a mí «sí» que me gustaban las lentejas.Ella me decía después: «Soy la mayor de seis hermanos. . inquieto. yo también era el primogénito. y aún así no consigo que dejen de hacer lentejas. ya sabes. Ella me decía: «Los italianos son todos igual de ruidosos. que me pones . Ella se ponía las bragas y yo leía el periódico. Ella se maquillaba los ojos y los labios y los pómulos. Nuestros movimientos eran lentos. unos pesados los guiris estos. y me decía: —Lárgate de aquí. pero el hotel estaba lleno de ruidos que nos ponían alerta. siempre tienen que dar la nota».Ella salía de la ducha y yo inflaba el colchón hinchable. Ella miraba el sol y el cielo y yo encendía un cigarro. callados. puestos de venta de zapatillas y gorras. cómo alargaba las vocales la jodida… Nos deslizábamos al atardecer. un abrazo. «moribundo»— y beber una cerveza y darnos un beso. ya sabes que no me gusta que me mires cuando me pinto. entre cientos de caras sonrosadas.nerviosa. aquellas constantes búsquedas de garitos donde detenernos —tiempo ralentizado. coño sal de una vez del baño. Ella me decía: «Cuando estuve hace un par de años ponían más música . ¿Quieres irte de una vez. «por favor»? Dios. Ella me decía: «Lo que yo quiero es ser actriz». Estábamos de vacaciones. un alfil dispuesto a realizar un quiebro. y la fina arena entre nuestros dedos de los pies. olfateaba el ambiente. después cálidas. E] pelo mojado. luego la otra. Yo paladeaba la cerveza. corrientes marinas frías. en las uñas. pegado a nuestros rostros. yo notaba una erección —¿la temperatura del agua.española. el . salada. movía una pierna. A menudo. como un guardián. ahora lo han cambiado». Nos metíamos en el agua. El sol brillaba allá a lo lejos. que se muevan entre las piernas. me daría un ataque de nervios». Ella me decía: «Si me detuviera a pensar un momento que aquí debajo hay peces circulando. pero me pondría histérica. me moriría de miedo. que no había peces. compresas. Ella me decía: «Eres un cabrón.deseo insatisfecho. el roce del bañador? — que me forzaba a «doblarme-en-dos» y buscar su cercanía. mocos. condones. jiñadas. algas. Y . que lo único que podía haber era pañuelos de papel. ya sabes. No es que me den asco. Yo le decía que estuviera tranquila. Un estúpido acto como el atarse los cordones de los zapatos se convertía en una odisea. visión global. Concisos estados de relax. individualizados cuando se hallaban cumpliendo su . Peticiones «regaladas». nos echábamos el pelo hacia atrás —instantes de desorientación. Ella se acercaba y me besaba. O el aprovechar que ella estuviera en el baño para contemplar su ropa interior. no eran ya entes separados.un guarro». y la agarraba de la cintura. Rituales de pare-ja-devacaciones-en-la-playa. Cerebros alcoholizados. tal era el «objetivo». . embotados. Ella me decía: «Ya me jode no poder sacarte una foto en bañador». Ella me decía: «Fumo más aquí que en Zaragoza.función en el cuerpo. diez u once o doce bragas juntas en un cajón configuraban algo que se acercaba peligrosamente a lo que se entiende por «vida-en-común». no paro de fumar». Nada era lo mismo. cada una de un color y una forma distintos. O el apagar la luz a las cinco de la mañana. Ni una sola de las noches conseguíamos follar en condiciones. nos poníamos ropas viejas.«extenuados». la mitad en la cama y la otra mitad en la taza del váter. ya sabes. somnolientos y abotargados. ponerte otra ropa . Ella me decía: «De pequeña me gustaba disfrazarme. Ella me decía: «Espera un momento. Cuando me visto de baturra para el Pilar es igual que si me disfrazara. Y salía corriendo y yo encendía un cigarro y pasaba la lengua por mis labios. Todavía me gusta disfrazarme. jugaba con mi hermana y nos disfrazábamos las dos. que tengo que ir a “vomitaaar”». Y la oía en la lejanía. no eres “realmente” otra persona. ella sorbía la horchata a través de la paja de color rojo —«mira. volvía y se ponía un collar y me preguntaba. otra persona. Ella se ponía un vestido y se iba al baño y se miraba en el espejo.diferente de la que sueles llevar. Yo echaba en falta la música en la habitación del hotel. Otra persona. me había dicho. de las que se doblan». se . Comenzaba a vislumbrarse la luna. Sí que me gustaba disfrazarme». aunque claro. eres eso. Yo me echaba hacia atrás en la silla. encendía o no un cigarro. quitaba el vestido y se ponía una camiseta y una minifalda. Seriedad en los gestos y en la misma mecánica del estar-seria. Ella me decía después: «Dime lo que te vas a poner para así saber yo qué ponerme. porque si vas a salir en plan guarro no me voy a vestir yo como una marquesa. dudaba y se quitaba la minifalda y se ponía un pantalón… Acontecimientos que desprendían una falta de «losorprendente». me pongo cualquier camiseta . desempeñada con un deje de monotonía —¿mohines «circunspectos»? Ella me decía: «¿Tú qué te vas a poner?». .y cualquier falda o pantalón y ya está. no tengo que pensar más». Estábamos de vacaciones. Las paredes y las cortinas están amarillentas. En la radio. sólo sonidos de ciudad. Ni lejanos ni cercanos. Sonidos de ciudad. Desaparecen los sonidos de ciudad. Extiende las palmas de sus manos y las mira. Piensa en sí mismo. en una canción extraída de un disco recopilatorio de The Pretenders. . La canción es un susurro.La mejor de las soluciones Le llegan sonidos. Se levanta y sube el volumen. Piensa que hasta cuándo piensa seguir. En la radio. La botella queda vacía. cigarro en mano. y lo vuelve a llenar. . dando vueltas por la habitación. Fuma. Se toca el pelo.Vacía el vaso de vino en su estómago. Las Novias. Bebe un trago de vino cada cincuenta pasos. Humo. Se levanta. Su camisa está llena de agujeros diminutos. Camina un rato. Piensa que desconocía la existencia de ese disco recopilatorio de The Pretenders. Enciende un cigarro. Se sienta. En la radio. Talking Heads. Se balancea sobre las patas posteriores de la silla. su cerebro está vacío. cae. Apaga la radio. saca la lengua y lame el vaso de vino. Bebe un trago de vino. Último trago. Agrietado. como antes. pierde el equilibrio. y vuelven los sonidos de ciudad. Piensa que rio debería ser tan difícil llenarlo todo de nuevo. el vaso está vacío. huele el vaso de vino. Baldosín roto. lleno de mierda. La botella está vacía. En algún país lejano brilla el sol. Mira el vaso de vino.Se sienta y aplasta la colilla en el cenicero. . El suelo está sucio. vacilante. Presumiblemente.¿Antes de qué?. Piensa que a esa mosca la gota le parecerá un charco. Escupe a la pared. Comienza a llover. Se atusa el pelo. El recuerdo. obsesivo. El pulso. piensa. El cuaderno de tapas azules. Siente los sonidos de ciudad en sus venas. escribe en su cuaderno. Ciudad mojada. En algún piso indeterminado de su edificio folian un hombre y una mujer. Una mosca bebe de una gota de vino de encima de la mesa. . Escupe al suelo. «Las rendijas de mi corazón». y deja de escribir. El viento enmaraña su pelo. la mejor de las soluciones. Se levanta y abre la ventana. Se tira por la ventana.Algunos insectos callejeros se ven de repente envueltos en un mar de agua. ni con mucho. murmura para sí. Piensa que suicidarse no es. La mesa cojea. y se estrellan contra el pavimento. . mientras tanto. Todo por un nombre. Esa mañana salió a comprar pan. Tenía sólo 24 años. y había escrito en El Día de . se la comió. Nació en Zaragoza el 18 de enero de 1968 y murió en Barcelona el día 27 de febrero de 1992. y después se tiró por el balcón.CHUSÉ IZUEL. se hizo una tortilla francesa. volvió a su piso en la calle Borrell. había entrevistado a personajes como Javier García Sánchez. sus amigos y compañeros de piso en Barcelona — Félix Romeo y Bizén Ibarra—. El año 2007. Félix Romeo publicó . Luis Goytisolo. El Periódico de Aragón — donde reseñaba libros en el suplemento Rayuela—. etc. Su novia lo había dejado un día 27. y nunca fue capaz de superarlo. recopilaron sus relatos en el libro Todo Sigue Tranquilo. Tras su muerte. Se puede encontrar a Chusé en los protagonistas de todos ellos.Aragón. Javier Marías. y en El Periódico de Catalunya. Jesús Ferrero. su novela amarillo. . en la que relata su amistad con Chusé e intenta dar respuesta a una pregunta que le persigue desde ese 27 de febrero de 1992: «[…] ¿por qué desde hace años arrastro una terrible sensación de culpa por tu muerte?».