Stormy Glenn - Serie Tri Omegas 07 - Deseos Peligrosos.pdf

March 25, 2018 | Author: Eva Mambrilla | Category: Gray Wolf, Sniper, Kitchen, Telephone, Window


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1Siro Castilian trabaja de encubierto en la milicia de los cazadores. Cuando se entera de una misión para destruir a la completa manada de su compañero, corre a avisar a Conner McGregor a tiempo. Pero Conner no cree a Siro respecto a que sean compañeros y le dispara. Conner McGregor quiere creer al cazador que le advierte sobre el ataque inminente, pero todo el mundo sabe que los compañeros se encuentran por el olor y Siro no tiene el olor de una pareja. El cazador tiene que estar mintiendo. Yuri Miroslav se enfurece cuando sigue la pista de su compañero y encuentra que le dispararon y está sangrando. Tiene que ayudarle a escapar de los cazadores antes de que pueda demostrar al hombre que son compañeros. Incluso entonces no puede reclamar a Siro porque el hombre es un Tri-Omega y su otro compañero no sólo es peligroso, es un McGregor, y de la manada McGregor no se puede fiar. Cuando Siro, Yuri, y Conner se juntan, es peligroso para todos ellos. Si son capaces de aprender a estar juntos en lugar de estar solos, podrían tener una oportunidad de vida a través del desorden al que son atraídos. De lo contrario, corren el riesgo de perder más que sus vidas. Están en peligro de perderse el uno al otro. 2 —¿Vas a decirme lo que te tiene tan molesto? —Casi que no. —Conner McGregor se divertía despreocupadamente por la pregunta. Leyland Summers siempre estaba tratando de asegurarse de que todos a su alrededor fueran tan felices como él. Era como la misión del hombre en vida o algo así. Conner sólo no quería ser una mascota del proyecto de Leyland. —Podría ayudar hablar de ello. —Lo dice el hombre con dos compañeros. —Conner se rió. —Así que, ¿es porque no estás establecido regularmente? — preguntó Leyland—. ¿Es por eso que estás de tan mal humor? Conner puso los ojos en blanco y se apoyó contra el mostrador. Sostenía su taza de café con ambas manos y bebió un largo trago, cualquier cosa para evitar tener que responder al pequeño tri-omega. Le gustaba Leyland bastante, pero no lo suficiente como para hablar de su vida sexual o la falta de la misma. Si no fuera por el hecho de que los dos muy grandes compañeros de Leyland barrerían el suelo con él, Conner hubiera dicho exactamente a Leyland cómo se sentía acerca de hablar de su vida sexual. Era un tema totalmente fuera de los límites en su libro. —Sólo estoy tratando de ayudar, Conner. 3 Conner suspiró. —Lo sé, Leyland. Leyland frunció el ceño y se mordió el final de su pulgar, lo que era realmente un buen aspecto para el hombre. Conner imaginaba que más o menos conseguía lo que quisiera por lo que a sus compañeros concernía. Jake McAlester y Lucas Jones no tenían absolutamente ninguna resistencia a uno de los pequeños pucheros de Leyland. —Tal vez podríamos hacer una fiesta, —dijo Leyland de pronto, su sonrisa brillando—. Podríamos invitar a algunas de las manadas de lobos circundantes. Podrías conocer a alguien allí. —Leyland, agradezco tu preocupación por mi vida sexual, pero es sólo eso, mi vida sexual. —Conner… Conner rodó los ojos. —Soy perfectamente capaz de encontrar mi propia cita, muchas gracias. Leyland frunció el ceño de nuevo. —Sólo quiero hacerte sentir mejor, que te sientas más cómodo aquí. —Leyland, puedes leer a la gente. —Una hazaña que todavía asustaba a Conner un poco—. ¿Parece que estoy incómodo aquí? —No, pero… —Estoy bien, Leyland, sólo un poco envidioso. —¿De mí? —Los ojos de Leyland se agrandaron y una mano revoloteó a su cuello. —Más de la relación que tienes con Jake y Lucas. Creo que incluso estoy celoso de Brom, Daniel, y Jaryn. —Se rió Conner—. Menos los niños, por supuesto. La expresión de Leyland se calmó y se puso serio. —¿No te gustan 4 los niños? —Me encantan los niños. —Sonrió. La reacción de Leyland divirtió a Conner—. Con tal de que pertenezcan a otra persona. —Creo que ha sido genial tener a los hijos de Brom aquí. Cailin y Iain son tan lindos, y traen a Jake y a Lucas de rodillas todo el tiempo. Un estallido de risa salió de la boca de Conner antes de que pudiera detenerla. —¿Y tú no lo haces? Te he visto utilizar esa pequeña mirada de pucherito en tus compañeros más de una vez. Consigues lo que quieres. Leyland sonrió y se echó hacia atrás su cabello castaño claro con su mano. No se veía el más mínimo arrepentimiento. —Es un don. —Es manipulación y condenadamente bien que lo sabes. —Funciona, ¿no es así? —Se rió Leyland. Conner abrió la boca para decir algo acerca de Leyland manipulando a sus compañeros cuando el teléfono sonó. Alargó la mano sobre la cabeza de Leyland y cogió el teléfono colgado de la pared y se lo llevó a la oreja. —Rancho Wolfrik. —Estás en peligro, —susurró una baja voz masculina a través del teléfono. Las cejas de Conner se alzaron por la sorpresa. Eso no era algo que escuchara cada día. —¿Perdón? —Estás en peligro, —susurró la voz— tú y el hombre contigo. —¿Quién es? —Conner apagó la cuestión a través de los dientes cerrados. No le gustaban las voces misteriosas, pero incluso le gustaban menos los mensajes crípticos. —Tu vida está en peligro, Conner. 5 Conner se puso rígido, sintiendo un profundo y oscuro frío arrastrarse por su espina dorsal. —¿Cómo sabes quién soy yo? —¿Conner? —Una pequeña voz se tambaleó a su lado. Conner miró a Leyland cuando el hombre lo agarró del brazo. Empezó a mover la cabeza para decir a Leyland que se quedara quieto. Necesitaba averiguar quién demonios le estaba llamando y por qué. Y entonces vio un punto láser rojo en el armario de la cocina por encima de la cabeza de Leyland. Conner dio la vuelta para mirar por la ventana de la cocina, tratando de localizar quién tenía una luz láser apuntando a la casa. No podía ver nada más que los verdes campos de hierba rodeados por colinas cubiertas de árboles. No había ninguna persona a la vista. —¡Conner! —La voz a través del teléfono se estaba poniendo más áspera, pero aún hablaba en un susurro—. No me estás escuchando. Tú y el hombre que está contigo estáis en peligro. Tenéis que salir de allí. —¿Quién eres? —Conner exigió de nuevo, la ira empezando a fortalecer su voz. Empezó a sentir un hormigueo a lo largo de su piel como si todo el pelo estuviera empezando a ponerse de punta. Si no supiera mejor, Conner habría pensado que tenía una especie de premonición, porque sintió como si algo se acercara, algo malo. —Considérame un amigo, —respondió la voz. —Me gusta saber los nombres de mis amigos. —Sólo sal de ahí. No estás a salvo. —¿Cómo lo sabes?, —preguntó Conner mientras empezaba a retroceder de la gran ventana sobre el fregadero. Estratégicamente, la cocina no era el mejor lugar para estar en una pelea, pero el resto de la casa 6 era aún peor. La cabaña donde vivía con Leyland y sus compañeros era hermosa, pero también era una pesadilla si alguien estaba tratando de buscar en el interior. Una pared de ventanas y puertas francesas forraban todo un lado de la cabaña. Puesto que el techo se arqueaba y las vigas eran abiertas, cualquier bala que pudiera ser disparada dentro podría alcanzar cualquier objetivo potencial. Sólo las habitaciones y los baños parecían seguros, e incluso tenían ventanas. Y actualmente, Leyland y Conner estaban en la cocina, al otro lado de la casa de seguridad. —¡Abajo! —Espetó la voz. Conner volvió a mirar alrededor para ver de nuevo la luz del láser que se había movido y estaba ahora en la cabeza de Leyland. Dejó caer el teléfono y alcanzó a Leyland. Conner utilizó el peso de su cuerpo para llevarles a ambos al suelo de madera justo cuando la ventana de la cocina quedó destrozada. —Conner, —gritó Leyland. Conner agarró a Leyland y tiró de él hacia el lado de la cocina junto a la ventana, presionándolo hacia abajo sobre el suelo. Utilizó los armarios y gabinetes como una barrera natural de las balas que empezaban a disparar a través del lado de la casa. —Leyland, —Conner gritó a través del fuerte y escalofriante ruido— habla con Jake y Lucas. Hazles saber que nos están disparando. —¿Disparando? —exclamó Leyland—. ¿Alguien nos está disparando? Conner se encogió ante el temor de que pudieran escuchar la voz de Leyland. El hombre estaba aterrorizado. Conner inclinó su cuerpo sobre la parte superior de Leyland para protegerlo del cristal y astillas de madera 7 por la balas golpeando los gabinetes. —¡Habla con tus compañeros!, —gritó—. Adviérteles. Diles que avisen a Brom. Leyland asintió. Su cuerpo se estremeció debajo el de Conner más grande. Conner se frotaba la mano hacia arriba y hacia abajo lo cual podía llegar a la espalda de Leyland sin rodarle fuera de él. Leyland, obviamente, nunca había disparado, y Conner necesitaba calmarlo si tenían esperanza de salir de este lío. Tan repentinamente como había comenzado, el tiroteo se detuvo. El abrupto silencio era casi tan alarmante como el tiroteo lo había sido. Conner se calmó y trató de escuchar todo lo que pudo, pero el único sonido en la habitación era su pesada respiración y los sollozos de Leyland. —¿Has hablado con Jake y Lucas? —Murmuró Conner en la oreja de Leyland. —Sí, —dijo Leyland en voz bastante alta. —Shh, —dijo Conner rápidamente—. No sé quién está ahí fuera o si pueden oírnos. Tienes que ser lo más silencioso posible. —Está bien, —susurró Leyland mucho más tranquilo ahora. Tenía los ojos tan redondos como platos. —Tenemos que irnos, Leyland. —¿Irnos? —La cara de Leyland estaba surcada de lágrimas mientras miraba de nuevo por encima de su hombro—. Pero Jake y Lucas van a llegar. Debemos permanecer aquí y esperarles. Conner se alejó de Leyland, pero se quedó cerca del suelo. —Lo siento, cielo, pero el que nos está disparando podría estar haciendo su camino hacia la casa. No queremos que nos atrapen en la cocina si lo hacen. 8 El rostro de Leyland palideció aún más, y Conner no había pensado que fuera posible. Ya estaba ceniciento. —¿De verdad crees que van a venir aquí? —No lo sé, pero no podemos correr ningún riesgo. Tenemos que salir de la cocina, por si acaso. Leyland sollozó, pero asintió con la cabeza. —¿Qué necesitas que haga? —Buen hombre. —Sonrió Conner. Sabía que Leyland estaba aterrorizado, y con toda la razón, pero el hombre estaba funcionando, y eso era algo. Si Conner podría devolver a Leyland a sus compañeros para que pudieran mantenerle seguro, entonces podría tratar de averiguar quién estaba disparándoles. Conner hizo un gesto con la mano para que Leyland lo siguiera y permaneciera abajo en el suelo. Leyland asintió y empezó a arrastrarse por el suelo. Conner empezó a seguir detrás de Leyland cuando vio el teléfono colgando. Él nunca lo había vuelto a colgar. Conner agarró la pierna de Leyland para que dejara de arrastrarse por la cocina y luego se llevó el dedo a la boca para decir a Leyland que se quedara tranquilo. Una vez que Leyland asintió con la cabeza, Conner recogió el teléfono y lo sostuvo en la oreja. —¿Estás ahí? —Susurró Conner. —Oh, gracias a Dios, todavía estás vivo. Conner estaba un poco preocupado por la cantidad de alivio que pudo escuchar en la voz del extraño. No conocía a este hombre. Conner era muy bueno reconociendo voces, y estaba absolutamente seguro de que nunca le había oído antes. —Apenas. 9 —¿Estás herido? —Sólo mi orgullo, —resopló Conner. Había sido tomado por sorpresa. No solía ser tan estúpido. Tal vez vivir en el Rancho Wolfrik le había hecho suave. El vigilante Conner estaba normalmente despierto y listo para cualquier cosa. Lo había necesitado estar al vivir bajo el gobierno de Alfa Angus McGregor. El hombre era una amenaza para la sociedad. Después de vivir bajo el gobierno del alfa durante casi toda su vida, Conner lo sabía por experiencia personal. Si Conner tuviera que elegir a alguien que quisiera tratar de matarlo, Angus McGregor habría sido su primera opción. El alfa tenía una razón personal para tratar de matar a Conner. Después del fiasco de un par de meses anteriores con el alfa tratando de matar a su hijo, Brom, y robar los hijos del hombre, Conner había desafiado al hombre por el liderazgo de la manada en frente de todo el Consejo del Lobo. Mientras que su desafío había sido temporalmente dejado a un lado, Conner era el primero en la fila para luchar contra el hombre, si salía de la línea o iba en contra del mandato del Consejo manteniéndose alejado de Brom, sus compañeros, y sus niños. El Alfa Angus McGregor odiaba a Conner. —Las heridas de bala son más difíciles de sanar que tu orgullo, —la voz desconocida, dijo. —¿Por qué me lo advertiste? Un largo silencio vino a la línea telefónica. —Hola, —preguntó Conner, cuando el hombre no respondió. —Estoy aquí. 10 —¿Por qué me lo advertiste? —preguntó Conner de nuevo. —Tuve que hacerlo. —¿Por qué? —Tú no quieres saber. —Si no quisiera saber nada, nunca hubiera preguntado. —Conner podría haber jurado que oyó una risa baja, pero podría haber estado equivocado. Empezó a sentirse frustrado con la misteriosa voz al teléfono. El hombre no estaba cediendo cualquier información. —¿Quién eres tú? —No quieres saber eso tampoco. Conner gruñó profundamente en su garganta. —Mira, estoy muy cansado de que te andes por las jodidas ramas. Quiero saber quién diablos eres tú. —Soy tu amigo. 11 Siro Castilian colgó el teléfono móvil en la mano antes de que Conner pudiera responder rápidamente y luego miró a su alrededor para ver si alguien le había visto hacer la llamada. Ser atrapado no era parte de su plan, pero no podía permitir que Conner fuera herido, no importa cuánto peligro pudiera haber en advertir al hombre. Se metió el teléfono en su compartimento oculto en su negro pantalón de combate y luego volvió a conectar el dispositivo de comunicación en su oído. Había desconectado el pequeño auricular antes de hacer su llamada. No tenía sentido dejar que alguien más escuchara su conversación con Conner. Esto podría significar la vida de ambos, si alguien lo hiciera. Siro recogió su rifle de francotirador. Con una última mirada a su alrededor para asegurarse de que nadie lo había visto hacer a su llamada, se alejó del árbol en el que se había estado escondiendo detrás y se abrió camino hasta el borde de la línea de árboles, donde los demás hombres en su escuadrón estaban estacionados. Se colocó detrás de un árbol más grande y se puso en cuclillas, escuchando la charla sobre el comunicador en su oreja. —¿Puede alguien ver algo? —alguien preguntó. —No hay movimiento en la casa. Siro dio un suspiro de alivio al oír la respuesta. Conner y Leyland no habían sido vistos. Sólo esperaba que le escucharan y consiguieran largarse de la casa, porque el infierno venía y estaba fuertemente armado. 12 Siro sabía que el líder de su escuadrón no se detendría simplemente en disparar a la casa. Querría entrar y asegurarse de que el trabajo se hizo. Y el trabajo implicaba algo que ponía a Siro enfermo del estómago, asesinando a todo el mundo en la propiedad. —Smyth, muévete en posición, —dijo el teniente Albright—. Quiero que nos cubras mientras entramos. Un hombre a varios pies de distancia de Siro se adelantó hasta quedar en la cima de una pequeña colina. Se dejó caer sobre su estómago y empezó a montar su rifle de francotirador de alta potencia. Siro conocía a todos los hombres en el pequeño escuadrón con el que estaba y Smyth era del que más necesitaba preocuparse. Era el segundo francotirador en el equipo, siendo Siro el primero. —Foster, ve con Anderson y tomar el flanco derecho. Jones y Lancer, tomad el flanco izquierdo. Iré por el centro. —La risa del teniente Albright era fría—. Y recordad, chicos, las órdenes son nada de sobrevivientes. Siro frunció el labio superior, haciendo una mueca mientras se movía para unirse a Anderson. Eso no era lo que quería oír, pero no se sorprendió. El teniente tomaba su trabajo muy en serio, y era un hombre sediento de sangre. Le gustaba su trabajo un poco demasiado. Siro comenzó a preguntarse sobre las ventajas de estar de encubierto con los cazadores, se abrió paso por el lado derecho de la colina hacia la casa. Se hacía cada vez más y más difícil mantener su cubierta como cazador, especialmente cuando era enviado en misiones tales como esta. Hasta ahora, Siro había sido capaz de evitar cualquier matanza absoluta, ya sean lobos o humanos, pero había maltratado a algunos para mantener su tapadera. Y estaba asqueado por cada cosa que hizo, asqueado y avergonzado. Sólo que no veía una salida a lo mismo. Había estado trabajando en 13 secreto durante años. Su habilidad como tri-omega le convirtió en el perfecto shifter para trabajar de encubierto. Su habilidad era el olor. Podría enmascarar un olor, mejorarlo, o incluso emitir otro olor. Y podía hacerlo con más que él mismo. Podía hacerlo para cualquiera que estuviera tocando. Ninguno de los cazadores sabían que era realmente una de las especies que estaban cazando. Olía igual que cualquier otro idiota con un arma y odiaban a alguien que fuera diferente. Sin embargo, estar rodeado de gente diariamente que odiaba a los de su tipo sólo porque eran diferentes empezaba a agotarle. Cada nueva misión era cada vez más difícil de completar. Siro estaba cansado. Tener a su compañero estando en la mira de los cazadores era el colmo. Sabía que estaría defraudando a un montón de gente si detenía su trabajo de encubierto, pero proteger a su compañero parecía mucho más importante que cualquier dato de información que pudiera reunir trabajando con los cazadores. Su único pensamiento ahora era cómo llegar a Conner antes de que uno de los otros cazadores lo hiciera. Si salvaba a otros shifters en el camino, mucho mejor. Pero Conner era su primera prioridad. Sólo esperaba que Conner estuviera usando la cabeza y se largara de la casa. Anderson tenía explosivos. Técnicamente, se suponía que Siro no supiera acerca de los explosivos, pero podía oler las sustancias químicas volátiles en Anderson. Otra faceta de su capacidad tri-omega era que podía oler aromas que otra gente no podía, incluso los lobos. Aunque le habían dicho que sólo estaban yendo a una misión de exterminio, Siro sabía que el plan era destruir todo el Rancho Wolfrik y todos sus edificios. Albright no tenía intención de dejar un simple edificio 14 en pie. Siro sabía que sólo tenía una oportunidad de salvar a las personas en el rancho, y sus posibilidades de salir de esta con vida eran bastante tenues. Había entrenado con los hombres con los que estaba, y eran buenos en lo que hacían. Sólo podía esperar que él fuera mejor. Siro llegó al porche trasero al mismo tiempo que Anderson lo hizo. Se alegraba de haber sido emparejado con el hombre en lugar de uno de los otros. Dudaba que fuera capaz de mantener el rancho de ser destruido, pero sólo podría ser capaz de salvar a los que estaban dentro de la casa antes de que explotara. Siro miró a Anderson y asintió con la cabeza hacia la casa. Anderson asintió con la cabeza hacia atrás y luego hizo un gesto con los dedos para que Siro encabezara primero. A Siro no le gustó, pero no podría exactamente negarse sin inclinar su mano. Siro se movió hacia el porche, manteniéndose en cuclillas bajo el suelo de madera. Cuando llegó a la primera de las numerosas ventanas a lo largo de ese lado de la casa, se asomó por el borde, escaneando el interior de la casa lo más rápido que pudo. Sabía que el Teniente Albright entraría a través de la puerta de la cocina y los otros dos hombres en el equipo entrarían a través de la puerta principal. Eso dejó el lado de la casa con la pared de ventanas a él y Anderson. Siro vio la puerta de la cocina abrirse lentamente mientras atrapaba un poco de movimiento por el rabillo del ojo. Vio la puerta del dormitorio cerrarse justo cuando volvió la cabeza. Siro rogó que fuera donde Conner estaba. Y esperaba que Conner tuviera una manera de salir de esa habitación. Sería buscado, y si alguien le hallaba en el interior sería tiroteado. 15 A menos que… Siro miró atrás a Anderson y le indicó con la mano que iba a encabezar abajo a las puertas dobles que conducían a la misma habitación donde esperaba que Conner estuviera dentro. Le dijo a Anderson que entrara a través de las puertas dobles que conducían a la sala principal. Golpearían la casa en dos frentes diferentes. Porque se suponía que él no supiera acerca de los explosivos, sabía que la idea le gustaría a Anderson. Tan pronto como el hombre asintió con la cabeza, Siro se deslizó a lo largo del porche hasta que llegó a las puertas dobles en el extremo final. Apretó la mandíbula al abrir la puerta, rezando para que no estuviera a punto de ser disparado. No tenía ni idea de qué tipo de recepción iba a conseguir. Conner no tenía ninguna razón para confiar en él. Siro entró en la habitación y cerró suavemente la puerta a su espalda. Un rápido vistazo a la habitación le mostró que estaba vacía. Siro levantó la nariz en el aire y olió. La satisfacción frunció los labios mientras seguía a la mejor fragancia que había olido alguna vez derecho a la puerta del baño. Siro dejó caer las manos alrededor de su M16 y abrió lentamente la puerta, manteniendo los brazos en alto en el aire. Si Conner de hecho estaba escondido en el cuarto de baño, Siro no quería parecer como una amenaza y posiblemente perder la cabeza antes de que tuviera la oportunidad de conocer realmente a su compañero. —Vadim Miroslav te envía sus saludos, —murmuró tan pronto como entró en el cuarto de baño, esperando que sus palabras evitaran que su garganta fuera degollada—. Te da la bienvenida a la isla de Vourdala. Sabía que había acertado cuando de pronto sintió una fría hoja presionar contra su cuello y un cuerpo duro presionado contra su espalda. Siro ni siquiera podía respirar. Sólo levantó las manos más arriba en el aire 16 y esperaba que su compañero tuviera paciencia. —Hola, Conner. —¿Quién eres tú? —Las palabras fueron susurradas desde el hombre detrás de él. —Has preguntado eso antes. —Siro sintió una oleada de diversión en sus propias palabras—. La respuesta sigue siendo la misma, pareja. —No somos pareja. —La voz de Conner era dura y exacta. —Inténtalo de nuevo, Conner. Siro gruñó cuando peligrosamente se estaba dando la vuelta para enfrentar a Conner. Al menos el cuchillo no estaba aún detenido en su garganta. El aliento de Siro tartamudeaba en su garganta cuando levantó los ojos y consiguió su primera mirada de cerca de su compañero. Siro había visto a Conner desde la distancia en la reunión del Consejo del Lobo en la isla de Vourdala cuando el ejecutor de la manada desafió al Alfa McGregor. Había sido increíblemente caliente entonces. Siro había fantaseado incluso sobre las imágenes del hombre. Pero nada podría haberlo preparado para Conner McGregor en vivo. Sus enormes hombros llenaban la camiseta que llevaba, casi reventando las costuras. Se puso de pie alto y erguido como un altísimo abeto, sólo un par de pulgadas más bajo que Siro. Pero era la fuerza inherente de la mandíbula cuadrada en la cara de Conner la que atrajo más a Siro. La sombra de una barba dio a Conner incluso un aura más varonil. Siro tuvo el impulso loco de frotar su mejilla contra la de Conner. Incluso empezó a inclinarse en dirección de Conner. La hostilidad en los ojos de color verde pálido de Conner prometía represalias si lo hacía. Siro sonrió y dio un paso atrás. Ya habría tiempo 17 más tarde para frotarse por todo el cuerpo delicioso de Conner. En primer lugar, tenían que escapar con vida. —Mi nombre es Siro Castilian. Soy un amigo del Alfa Vadim Miroslav. —Estás mintiendo. —El hermano de Vadim, Niko, está acoplado a mi hermano Serge. —Rodó Siro sus ojos cuando Conner se limitó a seguir mirándolo—. Dijo que contara a Leyland que Sasha necesitaba ayuda para cavar otra piscina en su patio trasero. Siro todavía no entendía exactamente lo que quería decir, pero al parecer Conner lo hacía. La tensión en su rostro poco a poco comenzó a desvanecerse lejos sólo para ser sustituida por confusión. Siro podía ver las preguntas que venían. —Mira, no tengo tiempo para explicaciones en estos momentos. Los cazadores están ya entrando a hurtadillas en la casa para matar hasta el último lobo vivo aquí y volar cada maldito edificio en este rancho. Tenemos que largarnos todos de aquí ahora. —Ya he enviado a Leyland a través de la ventana. Siro miró por encima del hombro. La gran ventana sobre la bañera estaba abierta, las cortinas blancas soplando con la brisa. —¿Va hacia sus compañeros? —Igual que estoy diciéndote. —Rió Conner—. Sólo porque digas que conoces al Alfa Miroslav no significa que realmente lo hagas. No creo una palabra que salga de tu boca. Siro quería golpear a Conner pero se conformó con rodar los ojos. —Mira, entiendo que no me conozcas. De verdad lo hago. Pero tienes que confiar en mí. 18 —¡No tengo que hacer una mierda! Siro gruñó mientras se llenaba de frustración. La vida de Conner estaba en juego aquí, junto con todos los demás. Agarró a Conner por la camisa y lo sacudió. —¿Qué parte de los cazadores vienen no entiendes? Los ojos de Conner se estrecharon. Agarró las manos de Siro y las quitó de la camisa, empujando a Siro un paso atrás. —Oh, entiendo que los cazadores se acercan. Uno de ellos está de pie justo en frente de mí. —Mira, ¡estúpido hijo de puta! —espetó Siro— Tú… —Siro de repente olió algo más, o más bien a alguien más. Y quienquiera que fuese, estaba rápidamente acercándose a la posición suya y la de Conner—. Tenemos que ir ahora, —susurró ásperamente. —Yo no voy a ninguna parte contigo. —¡Eres el hombre más obstinado que he conocido! —Gruñó Siro en vez de gritar como quería. Tenía que sacar a Conner de allí lo más rápidamente posible. Mientras que podría enmascarar el olor de Conner, no podía ocultar al hombre mismo. Conner era lobo de cabo a rabo. Siro se deslizó detrás de la puerta justo cuando se abrió. Sacó el largo cuchillo de combate de la vaina en su muslo y lo levantó en el aire y luego rezó para que solo un hombre entrara por la puerta. No sería capaz de matar a dos de ellos antes de que llegaran a su compañero. En el momento en que el hombre entró por la puerta, Siro empujó para cerrar la puerta con el hombro y lo agarró. Envolvió su brazo sobre la cabeza del hombre y le cortó el cuello con el cuchillo que sostenía. Al segundo sintió líquido caliente salpicar sobre su mano, Siro dejó caer el cuerpo hasta el suelo. Rápidamente abrió la cerradura de la puerta y luego se puso en cuclillas al lado del cuerpo, reconociéndolo como Anderson. Bueno. Siro comenzó a pasar por la mochila del hombre, con la esperanza de que 19 Anderson todavía tuviera los explosivos encima. Si no lo hacía, entonces estaban ya dispuestos para marcharse. —¿Qué estás haciendo? —Buscando explosivos. —¿Por qué? —Así no pueden volar la casa de Jake. —¿Por qué te importaría? Siro suspiró y miró a su compañero. Aún podía ver la cautela en los ojos de Conner, pero ahora estaba teñida con curiosidad. —Porque va a ser un completo infierno mucho más fácil sacar a todos fuera de aquí, si el lugar no está explotando a nuestro alrededor. Los ojos de Conner se entornaron especulativamente. —¿Quién eres tú? —¿De verdad, hombre? —Siro Saludó al cuerpo muerto a sus pies— . Te dije quién era. Acabo de matar a un hombre para salvar tu culo. ¿Crees que podrías darme un poco de descanso ahora? —No. Siro chasqueó la boca cerrada y apretó los dientes. Su compañero era imposible, y si no estuvieran en tanto peligro, Siro imaginó que podía apreciarlo. Por el momento, sin embargo, sólo quería golpear a Conner directamente en la boca. —Mira. —Siro estaba de pie, empujando la mano por su corto pelo en un gesto de frustración—. Tu vida está en peligro. Cada última persona en este rancho está en peligro. Estos hombres son fanáticos. No pararán hasta que cada uno de nosotros haya muerto. ¿Entiendes eso? Conner sonrió, cruzando los brazos sobre el pecho. —Entiendo que 20 viniste con ellos. —¡Yo no soy tu enemigo! —Demuéstralo. Vaya, no tenía tiempo para esto. —¿Y cómo demonios quieres que haga eso? —Cambia —¿Ahora? —Sí, ahora mismo. Si eres un lobo shifter, entonces no deberías tener ningún problema en cambiar. No tenía tiempo para cambiar. Tenían que irse ahora, maldita sea. Anderson podría estar muerto, pero el resto de los cazadores no estarían lejos detrás de él. Siro ni siquiera tenía tiempo para dejar que su olor verdadero llegara. Tomaba una gran cantidad de energía enmascarar su olor. Una vez que apagaba el enmascaramiento, Siro dudaba que tuviera la energía para encenderlo de nuevo. No era que el mismo enmascaramiento fuera difícil pero sí el cambio entre tener olor y no tenerlo. Eso le drenaba casi cada vez. Además, tenía una especie de esperanza de que Conner le creería teniendo en cuenta todo lo que le había dicho el hombre. Un cazador normal no debería saber acerca de Vadim y Sasha o su conexión con Leyland. Pero cuando Conner continuó mirándole, Siro sintió la esperanza desvanecerse. Terco lobo del culo. Siro negó con la cabeza al dejarse caer de nuevo junto al cadáver de Anderson y empezó a revisar a su manada de nuevo. —Sabes, la buena apariencia sólo te llevará llegar tan lejos. Después de un tiempo, ese rostro hermoso tuyo va a empezar a arrugarse y hundirse y tendrás que confiar en 21 tu cerebro, y luego ¿dónde estarás? —Sería estúpido creer en la palabra de un desconocido que es quien dice que es, sobre todo dado que llegó con un grupo de personas que comenzaron disparándome. Siro se puso el arnés de dos puntos sosteniendo su rifle en su lugar. Tiró por encima de su cabeza y arrojó el arma a Conner, contento de que el hombre la atrapara antes de que cayera al suelo. Le encantaba esa arma. — Espero que sepas cómo usar una de esas. La ceja rubio oscura de Conner se arqueó por un momento, y luego miró el arma. La mandíbula de Siro cayó y el orgullo comenzó a llenarle cuando Conner expertamente comprobó el arma, el cargador, el alcance de alta potencia, y después cargó un cartucho en la recámara. Manejaba el M16 como un experto. Conner levantó la vista, la comisura de sus labios encrespándose. — No, nunca he manejado una en mi vida. Siro resopló, sacudiendo la cabeza. —Maldita sea, eres un terco del culo hijo de puta. —Sí. —Mira la ventana mientras termino de buscar a este tipo. Si tengo suerte, todavía tiene los explosivos encima. —Siro realmente no quería correr por la explosión de las casas. Eso nunca resultaba bien—. ¡Sí! — Anderson no había colocado los explosivos todavía. —¿Los encontraste? —Sí. —Siro volvió a subir la cremallera de la bolsa y luego se la quitó a Anderson. Se puso de pie y tiró la bolsa a los pies de Conner—. ¿Esta habitación tiene un armario o algo lo suficientemente grande como para ocultar su cuerpo? 22 Los ojos de Conner se estrecharon de nuevo. —¿Por qué? —Estos chicos tienen un pésimo sentido del olfato. Cuanto más tiempo podamos engañarles en el pensamiento de que Anderson está poniendo estas cargas, más tiempo tendremos para largarnos de aquí. —Ya te lo dije, amigo. Yo no voy a ninguna parte contigo. Oh, esto no podía estar pasándole. Conner iba a conseguir que les mataran a ambos. Y eso era sólo algo que Siro no podía dejar que sucediera. Si tenía que morir, que así fuera, pero no podía dejar que su compañero muriera. —Bien, entonces dispárame y puedes irte. Siro parpadeó y se estrelló contra la pared detrás de él cuando el dolor explotó en su hombro. Apretó su mano sobre la enorme herida para detener el flujo de sangre. Su mandíbula casi cayó en el pecho mientras miraba fijamente a través del cuarto de baño a su compañero. —Jodido, me disparaste. Conner se encogió de hombros, sin parecer en lo más mínimo arrepentido. —Me dijiste que lo hiciera. —Pero realmente no pensé que lo harías. —Sólo es para demostrarte que no deberías estar pensando. Siro quedó asombrado con su compañero mientras lentamente se deslizó por la pared hasta sentarse en el suelo. —Jodido, me disparaste, — susurró de nuevo—. No puedo creer que me dispararas. Conner se inclinó y agarró la correa de la mochila, balanceando la bolsa sobre su hombro. —Mira, amigo, no te conozco. Ni siquiera te he visto antes. ¿Y esperas que me crea alguna dudosa historia del culo acerca de que eres mi compañero y tratando de salvarme? Creo que jodidamente no. 23 —Pero es cierto,—murmuró Siro mientras observaba a Conner volver a comenzar a subir por la ventana abierta—. Soy tu pareja. 24 El hombre estaba jodidamente loco. Conner sabía que podría detectar a su compañero desde el primer momento que lo oliera. No había duda de la forma en que un compañero olía, y Siro Castilian no olía como un compañero. Por supuesto, Siro intrigaba a Conner más que cualquier otro hombre que hubiera conocido en años, pero eso no le alejaba del hecho de que Siro no olía como un compañero. A Conner no le gustaba la idea de simplemente disparar a alguien. Sentía frío, aunque Siro era un cazador inclinado a tratar de matarlo y todo el mundo lo sabía. Conner prefería luchar uno-a-uno, en una pelea justa. Siro podría haber tenido un cuchillo, pero él seguía estando más o menos desarmado. Simplemente no le cayó bien a Conner. Pero tampoco iba a dejar que ninguno de sus amigos muriera. Tenía que llevarles a un lugar seguro, y luego pensaría en Siro. ¿Quién sabía? Tal vez el hombre pudiera estar a salvo. No todos los cazadores eran malos. La mayoría de ellos estaban simplemente equivocados en sus creencisa de que los cambiaformas eran malos. Tal vez Conner pudiera convencer al hombre de lo equivocado que estaba. Después que salvara a sus amigos. Conner se puso en cuclillas cerca del suelo y se abrió paso entre el granero y alrededor del lago a las otras casas, donde esperaba que los 25 demás estuvieran esperando. No sabía exactamente cuántas personas atacaron el rancho, pero tenía la esperanza de que hubieran golpeado a la casa principal primero. Cuando Conner llegó al borde de la casa de Brom, se puso en cuclillas por una ventana y se asomó por el borde, mirando dentro. La casa parecía bastante normal. Nada parecía fuera de lugar. Pero también estaba vacía. Desde donde estaba, Conner no podía ver una sola persona. Entrar por la puerta principal no era una opción. Podría ser visto desde casi cualquier punto de vista. Eso dejaba a la puerta en el lado opuesto de la casa que daba a la cocina. Era también el lado de la casa donde los vehículos se encontraban estacionados. Conner se levantó y se dirigió hacia el lado opuesto de la casa, asegurándose de que se agachaba al pasar las ventanas. Si había alguien esperándole en el interior, no quería que supieran que iba a venir. Conner aminoró la marcha al llegar a la parte posterior de la casa al otro lado. Podía oír voces, apresuradas y ansiosas voces. Rezó para que se tratara de los miembros de la manada Wolfrik y no los cazadores. Conner aplastó la espalda contra la casa y luego olfateó el aire. Había un leve rastro de lobo, pero había olor humano también. La preocupación de Conner se duplicó, apretando en sus entrañas. Sabía que no había seres humanos viviendo en el rancho, sólo lobos shifters. Cuando oyó el crujido suave de una puerta abrirse, un sonido débil, pero uno que estaba totalmente fuera de lugar con el silencio, Conner se asomó alrededor de la esquina. Rápidamente retrocedió y se presionó contra la casa cuando vio a dos hombres vestidos con uniformes negros pisando dentro de la cabaña. No pertenecían a la manada, lo que significaba más probablemente que eran parte del equipo cazador que atacó el rancho. Conner no sabía si sus amigos estaban dentro de la casa o no. Sus coches estaban aparcados a 26 un lado de la casa, lo que significaba que probablemente estuvieran. También significaba que tendría que entrar para averiguarlo. Conner solía ser el ejecutor para la manada McGregor. Incluso si no tenía ese cargo, estaba arraigado en él proteger a su manada. Proteger la manada estaba arraigado en todos los lobos, pero era diez veces peor en un ejecutor. No sólo Conner sentía la necesidad de proteger a su manada, sentía la necesidad de destruir a cualquiera que les hiciera daño y los barriera de la faz de la tierra. Conner sacó la mochila de su hombro y la bajó al suelo. Se debatió sobre llevar el M16 en la casa. Un rifle significaba que no tendría que acercarse a sus objetivos. Podía eliminarles a una distancia. Demonios, la maldita cosa incluso tenía un silenciador. Nadie podría escucharlo si apretaba el gatillo. Pero disparar un arma también dificultaría la capacidad de Conner para utilizar sus garras. Y Brom lo mataría si disparaba en la casa del tipo. Conner estableció el M16 abajo al lado de la mochila de explosivos. Con suerte, tendría la oportunidad de agarrarla más tarde. No quería que uno de los niños se encontrara con ella por accidente. Esperó hasta que la puerta de la cocina se cerró y luego rápidamente se abrió camino por el lado de la casa. Rápidamente se asomó por la ventana de la cocina en el fregadero y vio a dos figuras oscuras dirigiéndose desde la cocina y más dentro en la casa. Esperó a que la cocina estuviera despejada y luego lentamente avanzó para abrir la puerta, haciendo una mueca cuando chirrió. Conner rezó para que los dos intrusos no lo oyeran. Se deslizó en el interior de la casa y tendió la mano contra la puerta, como si cerrara, con la esperanza de que no hiciera mucho ruido. Tan pronto como la puerta se cerró, Conner extendió sus garras y luego levantó 27 la nariz en el aire y comenzó a olfatear. Se acercó a la entrada de la cocina y husmeó de nuevo. Qué bien, se habían separado y habían ido en diferentes direcciones. Eso haría más fácil eliminarles. Pero también significaba que podrían eliminar a Conner con la misma facilidad, o a uno de los miembros de su manada. Conner decidió ir tras el cazador haciendo su camino a través del suelo del primer piso. Siguió el olor del hombre en la parte trasera de la casa. Después de haber estado en la casa de Brom en numerosas ocasiones, conocía el diseño de memoria. Esperaba que fuera una ventaja frente a los cazadores. El fuerte olor a humano venía del estudio. Conner no era un especialista en combate en absoluto, pero sabía que el cazador estaba buscando habitación por habitación. Si el hombre se encontraba actualmente en el estudio, entonces la habitación de la familia sería el próximo. Conner se apresuró en esa dirección tan rápido como pudo, mientras mantenía firmemente sus sentidos en su entorno. Se deslizó más allá de la puerta del estudio, deteniéndose justo en el otro lado de ella para escuchar y asegurarse que el cazador en verdad estaba dentro. Lo estaba. Conner podía oler el fuerte hedor corporal humano y un recién disparado arma, que le dijo que era uno de los hombres que tenían que habían disparado a Leyland. Cuando Conner oyó pasos que se acercaban hacia el estudio, rápidamente se dirigió a la habitación de la familia y esperó justo al lado de la puerta. Cualquier idiota lo detectaría al momento en que entraran. Conner sólo podía tratar de ser más rápido que el actual idiota dirigiéndose hacia él. Se preparó y esperó, su corazón latiendo fuera de control cuando fuertes 28 pisadas se acercaban a su posición. El cañón de un arma de fuego apareció en la puerta seguido casi inmediatamente por un cuerpo vestido de uniforme táctico negro. El cañón del rifle giró a la izquierda y luego comenzó a oscilar hacia la derecha, donde Conner estaba parado de pie. Conner agarró el cañón con una mano, haciendo una mueca cuando el caliente metal quemaba en la palma de su mano. Ignoró el dolor y tiró el rifle lo más fuerte que pudo. A medida que el arma arremetió libremente, el hombre gruñó y comenzó a oscilar hacia Conner. Conner arrojó el arma al otro lado de la habitación con una mano y golpeó en el brazo del hombre con la otra. Oyó un grito agudo y sintió el caliente derrame de salpicaduras de sangre en su rostro. Conner gruñó bajo en su garganta cuando entró a matar. Hizo una mueca mientras hundía sus afilados colmillos en la garganta del hombre y la sangre de mal sabor, llenó su boca. Nunca entendería cómo la gente podía morder a los humanos. El sabor era desagradable. Cuando un sonido de gorgoteo lento llegó a sus oídos, Conner extrajo los dientes y escupió la sangre que había llenado su boca. Dejó caer las manos y observó desapasionadamente cómo el cazador se deslizó por la pared y luego se desplomó en el suelo, la sangre de su vida derramándose sobre la alfombra de color marrón claro hasta que estaba oscura y saturada. A Conner no le gustaba mucho matar, pero comprendió la necesidad de ello, especialmente cuando su manada estaba en peligro. Si los cazadores no esperaban ser asesinados, no debían atacar a las manadas de lobos. Conner pasó la camisa a través de la boca para quitar la sangre restante de la cara mientras observaba al cazador tomar su último aliento de vida. Odiaba esta mierda. Deseaba que los cazadores sólo les dejaran 29 jodidamente en paz. En todos sus años, nunca había matado a nadie que no lo mereciera. No atacaba a las personas sólo por ser quienes eran. Desde luego, no perseguía a familias enteras, mujeres o niños. Había algunas líneas que aún no cruzaría. Con el olor repugnante de la sangre llenando sus fosas nasales, Conner salió de la habitación de la familia y comenzó a hacer su camino escaleras arriba. No estaba muy seguro de dónde Brom, sus compañeros y sus hijos estaban situados. Incluso podrían no estar dentro de la casa. Pero Conner no podía correr ningún riesgo. Tenía que estar seguro. Y eso significaba registrar el lugar y eliminar a los otros cazadores. Sólo esperaba que pudiera hacer las dos cosas antes de que más cazadores llegaran. Conner era bueno, pero incluso no sería capaz de luchar contra toda una unidad de cazadores armados con mierda por cerebros y sed de muerte de cualquiera que era diferente a ellos. Conner estaba agradecido de que la casa de Brom fuera construida recientemente. Las escaleras estaban libres de chirridos, al igual que el piso. No hizo ningún sonido cuando siguió el olor del otro cazador escaleras arriba y abajo del pasillo a uno de los dormitorios. Su corazón empezó a latir más rápido cuando oyó voces altas, levantadas mezclarse con réplicas airadas. El aroma del miedo llenaba el aire. Se mezclaba con el odio puro. Era un odio tan fuerte que casi abrumaba todo lo demás en el aire. Conner se atragantó por el olor pútrido. Sabía que los cazadores odiaban a su especie, pero este nivel de odio iba más allá de cualquier cosa que alguna vez había experimentado antes, a excepción quizá del Alfa Angus McGregor. Ese hombre odiaba a todos y a todo. Pero este cazador, quienquiera que fuese, verdaderamente se acercaba mucho al ex alfa de Conner. 30 Por mucho que no pudiera soportar el odio, era el temor de que oliera eso lo que importaba a Conner aún más. Sabía que uno de sus miembros de la manada tenía que estar dentro de la habitación con el cazador. Sólo esperaba que no fuera uno de los niños. Conner aplastó la espalda contra la pared y miró a través de la pequeña ranura donde la puerta conectaba con la pared. Podía ver sombras que se movían en la habitación, pero no podía distinguir las formas exactas. ¡Mierda! Eso significaba que en realidad tendría que entrar en la habitación antes de que supiera dónde estaba el que permanecía de pie. Eso iba a hacerlo sólo un poco más duro el conseguir un salto sobre el cazador. Conner se movió para dar un paso dentro del cuarto cuando una voz llena de miedo y una fuerte advertencia le congeló en su camino. —Toca un pelo de la cabeza y no vivirás para ver la puesta de sol hoy. Conner conocía esa voz. Era Brom, y parecía enfadado. Conner sabía por las palabras de Brom y el tono de su voz que el cazador tenía que tener a alguien que a Brom le importaba a su alcance. Eso no era bueno. —Un paso atrás, saco de pulgas, —una extraña voz espetó—. Un paso atrás o cortaré la garganta de oreja a oreja. El gruñido fuerte y retumbante de Brom llenó el aire. Oh, mierda, esto se iba a ir de las manos muy rápidamente. Conner se acercó a la puerta y olfateó el aire. Trató de separar los olores llenando sus sentidos. Había tanto miedo y odio y agresión en el aire que era difícil separarlos, pero poco a poco, Conner lo hizo, y entonces olió a humano. Fue suficiente para decir a Conner exactamente dónde estaba el cazador de pie. Esperaba que Brom, o cualquier otro que estuviera en la habitación, pudiera oler el hedor de la sangre en la ropa de Conner y sabía que estaba de pie junto a la puerta. No estaba tan seguro de que pudiera 31 derribar al cazador, no si el humano estaba reteniendo a alguien a punta de cuchillo. Necesitaría un poco de ayuda. Conner se acercó más a la puerta abierta y rascó ligeramente en la madera por si acaso. Con la superior audición de lobo de Brom, el hombre lo oiría. Esperaba. —Sólo pon el cuchillo abajo, te dejaré salir de aquí —dijo Brom, sin dar a Conner indicios de que el hombre le hubiera oído en absoluto. —¿Esperas que me lo crea? —Escupió el hombre—. Vosotros las bolas de pelo chupadores de sangre sois todos iguales. —¿Sabes acerca de los compañeros?, —preguntó Brom—. Porque tienes a mi compañero, Jaryn, bajo el cuchillo en tu mano. Y haré cualquier cosa para asegurarme de que esté a salvo, incluso permitirte salir de aquí. Bueno, así que Brom lo había oído. Bueno es saberlo. Ahora, para determinar con precisión que el hijo de puta retenía a Jaryn. Conner volvió a olfatear, siguiendo el rastro del humano con su nariz. Sabía que los hombres estaban de pie en el interior de la guardería de los niños. Los había visitado allí. También sabía que había una cuna contra la pared a la derecha y una cama de niño que estaba establecida en contra del muro a la izquierda. Cajas de juguetes, estanterías, aparadores estaban a lo largo de los muros en el medio. Conner rascó la pared otra vez, esperando que el sonido pudiera inducir a que Brom le diera más información. Tenía una idea general de dónde estaba el cazador y rezó con todo en él para que Iain no estuviera en la cuna, ya que olía como si el cazador y Jaryn estuvieran de pie justo en frente de ella. 32 —Mira, hombre, —dijo Brom—. Nunca vas a salir de aquí con vida si no te dejo ir. Mi otro compañero ya ha sacado a los niños de aquí y ha ido en busca de ayuda. Si no liberas a Jaryn, voy a salpicar tus tripas por toda la cuna de mi hijo, y odiaría desordenar su linda pequeña cuna. Los labios de Conner se torcieron en una pequeña sonrisa. Así que, bueno, Brom sabía que estaba allí. El hombre obviamente lo había escuchado y estaba haciendo todo lo posible para dar información a Conner sin dejar que el cazador supiera que estaba allí. —¿Qué otra pareja? —Gruñó el cazador. —Algunos de nosotros las bolas de pelo tenemos dos compañeros. —Brom se rió—. ¿No lo sabías? Si Conner no supiera que el cazador nunca iba a dejar esa habitación con vida, habría golpeado a Brom por regalar secretos de los lobos shifters. Cuanto menos los cazadores supieran de su especie, mejor. Sin embargo, dadas las circunstancias, él sabía que los latidos del cazador estaban contados. Si Brom no lo mataba, Conner lo haría. —¡Eres repugnante!, —gritó el cazador—. ¡Un monstruo! —Si encuentras la idea de dos compañeros tan repugnante, —dijo Jaryn calmadamente desde el lado derecho de la habitación—, entonces ¿por qué está tu polla tan dura? Puedo sentir cavando en mi culo cada vez que empujas contra mí. Las cejas de Conner se alzaron por la sorpresa. ¿Estaban tratando con un pervertido ahora? El sonido repentino de Brom gruñendo cortó el aire. Conner se tensó, sabiendo sin sombra de duda que tenía meros segundos para entrar en la habitación y tratar con el cazador antes de que Brom destrozara al hombre en pedazos. Brom nunca soportaría que otro hombre, amenaza real o no, tocara a su compañero. 33 Y sobre todo no a Jaryn. El hombre estaba tan malditamente enamorado de sus compañeros que hizo a Conner hacer una mueca de dolor cada vez que lo miraba. Jaryn era dulce, modesto, y todo su mundo giraba en torno a Brom, Daniel y sus cachorros. No miraría a otro hombre, lobo-shifter o humano, más de lo que estaría dispuesto a volver a la manada McGregor. Cuando los gruñidos de Brom comenzaron a mezclarse con suaves gritos de Jaryn, Conner sabía que había llegado el momento de actuar. Rascó en la pared otra vez y esperó por un momento. Luego, con la esperanza, de que Conner se zambullera en la habitación, apuntando en el lado correcto de la habitación. Tuvo tiempo suficiente para ver la sorpresa en el rostro del cazador antes de caer al suelo junto a él. Conner estaba arriba y deslizando sus afiladas garras en el brazo que sostenía el cuchillo en la garganta de Jaryn en el momento siguiente. Oyó tanto al cazador como a Jaryn gritar, a Brom rugir. Conner agarró el brazo ensangrentado que sólo había arañado y tiró el cuchillo lejos de Jaryn. Agarró a Jaryn por el brazo y lo empujó en dirección a Brom. Y entonces se acercó más, por encima del cazador asustado. Conner frunció su labio superior de nuevo y gruñó al hombre. —Será mejor que hagas las paces con el Dios quequiera que adores, —gruñó.— ¡Vas a morir! Conner levantó la mano libre y movió rápidamente sus garras. No había nada perverso en observar los ojos del cazador ampliarse y un miedo abrumador llenarlos cuando el hombre echó un buen vistazo a las garras de Conner. Por lo general no se divertía con el terror que llenaba a su presa, pero esta vez era diferente. Esta vez, el hombre no sólo había amenazado a la 34 manada de Conner. Había amenazado a uno de los miembros más inocentes de esa manada. Eso por sí solo firmó la sentencia de muerte del cazador. Conner dirigió una rápida mirada a Brom y a Jaryn. Brom tenía sus brazos firmemente envueltos alrededor de Jaryn. El rostro de su compañero estaba enterrado en la garganta de Brom. Brom asintió a Conner. Como no quería estropear la guardería infantil, Conner agarró al cazador por la parte de atrás de su cuello y lo empujó hacia la puerta. —Hay un lío en la sala familiar abajo, —dijo Conner—. Eliminaré a este ahí abajo. Brom asintió. Conner apretó la presión sobre el cuello del cazador, cuando el hombre comenzó a pelear con él. Lo esperaba. No esperaba un tercer cazador venir corriendo por el pasillo hacia él, blandiendo sus armas. Conner saltó fuera del camino, cayendo de nuevo en la habitación sólo a tiempo. Vio cómo el cazador que había estado reteniendo se sacudió cuando su cuerpo estaba acribillado a balazos. Por Dios, estos gilipollas incluso iban tras sus propios hombres. Justo cuando vio un destello de material negro, la puerta se cerró de golpe. Conner parpadeó sorprendido al ver a Jake apoyarse en la puerta y girar la cerradura. No había visto a Jake en la habitación cuando entró corriendo, así que ¿De dónde había salido? —¿Jake? Jake hizo una mueca cuando se dio la vuelta y miró a Conner. — Necesitamos marcharnos. Sólo tenemos unos minutos antes de que lleguen los demás aquí, y bloqueen la puerta —Jake señaló por encima del hombro con el pulgar— no va a detenerles por mucho tiempo. 35 Conner lentamente se puso de pie, mirando alrededor de la habitación, cuando lo hizo. —Huh, sólo por curiosidad, ¿cómo diablos esperas que hagamos eso cuando la única salida está bloqueada por cazadores? Conner oyó una risa ahogada detrás de él. Se dio la vuelta, preocupado por la cordura de Brom. Ahora no parecía la hora de reírse. —Aprendí una cosa cuando nos fuimos de la manada de mi padre. — Brom apuntaba a una sección de la pared de la cuna que parecía tener un gran porción cortada, como una puerta—. Aprendí a nunca dar por hecho mi seguridad, o la de mi familia. Cuando construimos la casa, Jake y yo diseñamos una completa habitación refugio con un túnel de emergencia que nos lleva lejos del rancho. Conner entrecerró los ojos. —Y nadie me habló de esto ¿Por qué? —Conner, ni Lucas ni Leyland lo sabían, —dijo Brom. —Nadie, excepto Daniel, Jaryn, y Jake. —Uh-uh. —No era nada personal, Conner, —dijo Jake—. Te lo hubiéramos dicho, pero acabamos de terminar el maldito túnel la semana pasada y estábamos trabajando en los diseños para una habitación refugio en mi casa. En realidad no ha sido momento para decirle a nadie. —¿Podemos ir, por favor?, —preguntó Jaryn—. Tengo muchas ganas de salir de aquí antes de que más cazadores lleguen. —Apresurarse hasta podría no ser tan mala idea, —dijo Conner mientras se dirigió a la rotura en la pared junto a la cuna—. Sé de muy buena tinta que tienen previsto volar el rancho después de matarnos a todos. —¿De muy buena tinta? —preguntó Jake. 36 Conner se encogió de hombros mientras miraba por encima del hombro. —Uno de los cazadores me arrinconó en el baño. Trató de convencerme de que estaba allí para salvarme, que era mi compañero. No hace falta decir que no le creí. Tomé su rifle y una bolsa de explosivos y me largué hacia aquí. Las cejas de Jake se bajaron por la cara. —¿Dónde está este cazador ahora? —Le disparé. —Conner se sorprendió de lo amargo que esas palabras sonaban en la boca. No había ninguna razón lógica para que estuviera molesto porque hubiera disparado contra un cazador. No sentía remordimientos por el del piso de abajo que había matado. ¿Por qué con el del baño?—. La última vez que le vi, estaba sentado en el suelo de tu cuarto de baño, sosteniendo su hombro. —¿No lo mataste? Conner tragó antes de responder a su alfa. Él era el ejecutor de la manada. Ocupaba el mismo puesto aquí como lo había hecho en la manada McGregor. Jake debería asumir que eliminaría una amenaza para la manada. El alfa tenía derecho a exigir saber por qué Conner no había matado al chico en el baño. —No, no lo maté. —Conner volvió a tragar saliva, el nudo en la garganta cada vez más grueso, mientras trataba de elegir cuidadosamente sus palabras—. Me entregó su pistola y me dijo que le disparara. No puedo sólo matar a un hombre desarmado, Jake. —Incluso si él le había disparado. Las cejas de Jake alcanzaron su punto máximo en la parte superior de sus ojos. —¿Te entregó su arma? —Y la bolsa de explosivos. —¿Estás seguro de que no era tu pareja? 37 Conner puso los ojos en blanco en este momento. —Sí, estoy seguro. No olía como un lobo o como mi pareja. —¿A qué olía entonces? —preguntó Jake—. ¿Humano? ¿Cazador? ¿Algo más? Conner frunció el ceño al pensar en volver a lo ocurrido en el cuarto de baño. Recordaba claramente olfateando el aire cuando Siro dijo que eran compañeros y la forma en que su corazón se hundió cuando no olió a compañero. Pero cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta Siro de que no olía a humano, cazador, o alguna otra cosa tampoco. La preocupación comenzó a montarse duramente sobre Conner, y pasó de la leve preocupación a francamente asustado. Se volvió para mirar a su alfa, un profundo miedo edificándose dentro de él. —No tenía ningún olor en absoluto. —¿Y sólo estás tratando de averiguarlo ahora? —Jake espetó. —Tenía mi mente en otras cosas, —gritó Conner enseguida mientras dio un paso hacia Jake—. Como mantener a tu compañero con vida, así como a mí mismo. Los labios de Jake se apretaron un momento por lo que se refería a Conner. Y luego suspiró. —Está bien, es justo, pero es posible que desees averiguar exactamente por qué este hombre no tenía olor. No me parecería raro de estos cazadores, y si pueden enmascarar su olor de alguna manera, podríamos estar en serios problemas. —¿Crees que… —Conner se humedeció los labios, casi con miedo de expresar su pregunta, pero necesitando saber la respuesta— ¿crees que pudo haber estado diciendo la verdad acerca de ser mi pareja? Jake negó con la cabeza. —No, probablemente sólo te estaba jodiendo. Podemos siempre oler a nuestras parejas, Conner. Lo sabes. El olor de una pareja es parte de lo que nos dice que hemos encontrado a 38 nuestros compañeros. —Sí, tienes razón. —Y eso entristecido más a Conner que cualquier cosa que pudiera imaginar. Había estado buscando a su compañero durante tanto tiempo que sabía lo que era un compañero. A veces, dudaba que alguna vez encontrara a la única persona que el destino había decretado que era suyo. Y la idea de que un cazador lo hubiera puesto en su agonía personal y usado contra él, envió el temperamento de Conner a dispararse. Quería tener en sus manos a ese cazador y golpearle la cabeza contra la pared unos pocas veces, tal vez más que un par de veces. Pero sobre todo quería saber cómo el cazador había enmascarado su olor. Como Jake dijo, si los cazadores sabían cómo hacerlo, entonces estaban en serios problemas. Y Conner sólo sabía un modo de averiguarlo. —Una vez que todo el mundo baje al túnel, —dijo Conner—. Voy a regresar a ese tipo. Si todavía está vivo, podría ser capaz de decirnos cómo enmascaró su olor, y creo que tenemos que saber eso. —Estoy de acuerdo, —respondió Jake—. Pero asegurémonos de que todos estén a salvo primero. Conner asintió y dio un paso atrás cuando Jaryn y Brom comenzaron a desfilar ante él. —¿Exactamente a dónde conduce este túnel? —Conner necesitaba saber para poder planear su viaje de regreso a la casa del rancho. —Una vez bajo tierra, conduce a los bosques detrás del granero. Pero hay un conducto que guía al establo. Esa es probablemente tu mejor oportunidad de volver a la casa principal. —Jake negó con la cabeza, pareciendo sombrío—. Habíamos planeado cavar un túnel desde el establo a la casa principal, pero el trabajo no debía comenzar hasta la semana que viene. —Entonces supongo que echaré una carrera para la casa. 39 —Esto podría no ser una buena idea, Conner. —No, tengo que saber, Jake, de una forma u otra. Este hombre intencionalmente me jodió, y me gustaría saber por qué, y cómo lo hizo. —¿Estás seguro de que no olía como un lobo? Conner asintió. —Estoy seguro. —Deseaba que no lo estuviera. —Lo siento, Conner. Conner pasó la mano por su corto pelo rubio rojizo, asintiendo a las palabras de su Alfa. —Sí, yo también. En realidad no parecía haber mucho más que decir después de eso. Conner siguió a Jake y los otros a una habitación pequeña y luego observó con curiosidad cuando la puerta se cerró y fueron selladas en su interior. Brom se acercó a la pared y tecleó un código escrito en una plataforma perforada, y una puerta en el lado opuesto de la habitación se abrió. Jake fue primero, Brom y Jaryn detrás de él. Conner se unió en la retaguardia, cerrando la puerta detrás de él. Siguió a los otros hacia abajo un tramo de escaleras hasta donde Daniel estaba esperando con los cachorros, Leyland, y Lucas. Conner rápidamente escaneó a todo el mundo con los ojos, comprobando cualquier signo de lesiones. Una vez se había asegurado de que ninguno de los miembros de su manada resultaron heridos, asintió a Jake. —¿Cuál es el camino al granero? Jake señaló hacia una dirección. —El granero es ese camino. Sales en el cuarto trastero. Asegúrate de cerrar la puerta detrás de ti. El código para volver al túnel es el cumpleaños de Leyland. Estaremos esperándote en el bosque detrás del granero. Tienes veinte minutos antes de que nos marchemos. Conner asintió. Entendió que la primera prioridad de Jake necesitaba 40 ser sus miembros de la manada. —Estaré allí. —Si no llegas a tiempo, llama a Caleb Hunter. Vamos a tratar de dirigirnos hacia él. Conner asintió. —Entendido. Conner vio a su manada alejarse, bajando por el túnel en la dirección opuesta a donde él se dirigía. Esperó hasta que desaparecieron de la vista y luego se volvió y se dirigió al túnel hacia el granero. Estaba impresionado con las medidas de seguridad que Jake y Brom habían puesto en marcha y todavía un poco molesto que no se lo hubieran dicho, aunque entendía por qué. Aún así, los hombres habían hecho malditamente bien. Cuando Conner llegó a la caja de seguridad en el marco del cuarto trastero, entró y cerró la puerta y se dirigió al teclado numérico en el otro lado de la habitación. Conner se rió mientras tecleaba la fecha de nacimiento de Leyland en la plataforma. Podría pensar en un montón de otros códigos para usar, pero esa era una fecha que ni Jake ni Lucas era probable olvidaran, si no querían escuchar un berrinche de Leyland de proporciones épicas. Conner rápidamente abrió la puerta y salió a la habitación. Cerró la puerta y luego miró alrededor de la pequeña sala. Cerró la puerta secreta, que ni siquiera podía decir que estaba allí. Era realmente muy brillante. Conner se deslizó lentamente hacia la puerta del cuarto trastero, olfateando el aire a su paso. Por suerte, sólo olía al olor normal que un establo huele, estiércol, caballos, cuero, cosas que se suponía que debían estar en un granero. Y no olía a ningún ser humano. Cuando llegó a la puerta del establo, Conner la resquebrajó para abrirla y miró a la casa, agradecido de que todavía estuviera en pie. Sin embargo, la observaba, y los alrededores, hasta que estuvo seguro de que nadie lo viera salir corriendo de la casa. 41 Conner tomó una respiración profunda y luego salió corriendo por la puerta, corriendo por el lado de la casa donde se localizaba la ventana del baño. Estaba a mitad de camino cuando una pared de calor le golpeó de plano sobre su espalda. Hacía tanto calor que Conner sentía el vello de sus brazos chamuscarse. Se quedó allí, en el suelo, tratando de recuperar el aliento y preguntándose qué demonios había pasado, cuando los sonidos de una gran explosión alcanzaron a la onda expansiva. Conner rápidamente se acurrucó en un posición fetal y cubrió la cabeza cuando madera y escombros cayeron encima de él. El latido del corazón de Conner tronaba en sus oídos, ensordeciéndole a cualquier otra cosa. El ruido era tan fuerte que se preguntó si su cabeza iba a explotar al igual que la casa. Cuando Conner fue finalmente capaz de levantar la cabeza y la mirada hacia la que solía ser su casa del alfa, su corazón dio un vuelco. El lugar estaba totalmente destruido. Lo que quedaba era de madera ardiendo. Humo se elevaba en el aire, convirtiéndolo en gris y oscuro y haciendo que los ojos de Conner quemaran. Conner se puso en pie y se tambaleó hacia el desastre quemando. Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos en la medida que se acercaba. La destrucción de la casa era completa. Nada podría haber vivido a esa explosión. Nada, ni mucho menos un ser humano. Si Siro había estado en el interior de esa casa cuando estalló, estaba muerto ahora. Conner se dejó caer de rodillas y agarró su pecho, su corazón de repente dolía más de lo que había pensado alguna vez que una persona podía sobrevivir. No sabía quién había sido Siro, pero algo profundo dentro de Conner le dijo que el hombre era importante para él. Y Conner lo había matado. 42 Siro se despertó con un grito doloroso. Sus ojos se giraron bruscamente alrededor de la habitación mientras registraba su entorno, tratando de averiguar dónde estaba y por qué dolía condenadamente tanto. Se sentía como si alguien estuviera clavándole un atizador al rojo vivo en su hombro. Siro fue a agarrar su hombro sólo para darse cuenta de que sus manos estaban atadas. Estaba acostado en una cama, y el gancho de sus manos estaban atadas para fijarse en la pared, justo encima de su cabeza. Comenzó a entrar en pánico al instante, moviendo la cuerda que ataba sus manos, tratando de liberarse. —Pasé por un montón de problemas para rescatar tu culo y suturarte. Te agradecería si no destruyeras mi trabajo. Siro se quedó inmóvil, registrando el lugar a quienquiera que hubiera hablado con él. Vio una figura apoyada contra la pared de la habitación. Amplio, hombros fuertes reducidos a un increíble paquete de seis en el abdomen y caderas delgadas. Siro apenas podía distinguir una mandíbula cincelada, excepto que el resto de la cara del hombre estaba emsombrecida por la oscuridad. —¿Quién eres tú? —preguntó Siro—. ¿Dónde estoy? 43 —Ahora estás a salvo. La voz era profunda y áspera, pero totalmente irreconocible. No era uno de los cazadores que conocía, pero eso no significaba que no fuera un cazador. Por supuesto, también podría ser uno de los miembros de la manada de Wolfrik, también. Siro trató de ser casual, cuando olfateó el aire, girando su rostro hacia el brazo. Si este hombre era cazador, Siro no quería que fuera visto husmeando nada. Si se trataba de un shifter lobo, el hombre sabría al instante que Siro era un lobo y, a continuación, la actuación se acabaría. No olía a nada. Ni a una maldita cosa. Y eso preocupaba a Siro tanto como si hubiera olido a cazador. No conocía a ninguna otra persona sobre la faz de la tierra que pudiera enmascarar su olor como podía. Quienquiera que fuera este hombre, era peligroso. Con cautela, Siro volvió a mirar al hombre. —¿Quién eres tú? —Un amigo. Siro resopló. No tenía amigos. En su línea de trabajo, nunca se prestaba a tener amigos. Podría tener que matarlos. Asimismo, no se fiaba de nadie para no traicionarle. Eso era sólo para los cazadores, así como también para el Consejo del Lobo. Ambos eran un puñado de bastardos chismosos renegados desleales por lo que a Siro concernía. No confiaba en ninguno de ellos. —No tengo ningún amigo. —Eso es muy malo. Podrías utilizar unos pocos. —¿Quién eres tú? —preguntó de nuevo Siro. Su curiosidad por el hombre en las sombras crecía. No podía verlo. No podía olerle. Y desde 44 luego, no podía entenderle. Eso lo convertía en peligroso y un rompecabezas a resolver. —Como te dije, Siro, soy un amigo. Los ojos de Siro se entrecerraron ante la mención de su nombre real. —¿Cómo sabes mi nombre? —Era especialmente curioso teniendo en cuenta que pasaba por Foster cuando estaba de encubierto. Nunca usaba su verdadero nombre. —Sé mucho de ti. Siro sintió algo caliente llenarle cuando oyó la misteriosa risita suave del hombre. Y eso le asustó realmente. Consideró luchar con sus ataduras de nuevo, pero tan fuertes como eran, dudaba que pudiera soltarse antes de que el hombre lo detuviera. Y eso significaba que tenía que esperar el momento oportuno. —Por ejemplo, sé que no eres realmente un cazador. Siro dejó caer la cabeza sobre la almohada detrás de él. Su vida acababa de ser un completo infierno mucho más interesante, y más precaria. —¿Cómo sabes eso? —Oh, tengo mis maneras, tal como tú. —Eso no es una respuesta, —espetó Siro. —Claro que lo es. —El hombre se echó a reír, y una vez más Siro sintió algo cálido pulular a través de su cuerpo—. Es la respuesta que das cuando sabes algo y no quieres que nadie más sepa lo que sabes o cómo sabes lo que sabes. ¿Eh? Siro de repente se sentía como si estuviera jugando a un juego de 45 quién está primero. —Está bien, si no me dices eso, entonces dime dónde estoy. —Desafortunadamente, estás en el infierno de los cazadores. El aliento de Siro se atascó en la garganta. Estaba en algún lugar con cazadores, atado, y había un hombre que parecía saber exactamente quién era en realidad. Sí, estaba jodido. Pero tal vez podría obtener sólo un poco más de información en caso de que pudiera escapar, si con suerte podía escapar. —¿El campamento base? —Un campamento secundario establecido no lejos del rancho Wolfrik, —el extraño respondió—. Dado que muchos del equipo fueron asesinados durante la redada en el rancho Wolfrik, se decidió trasladarse a una nueva ubicación donde todo el mundo pudiera reagruparse, en caso de que los lobos estén sobre nosotros, entiendes. —Por supuesto. —Siro entendía perfectamente. Le habían fastidiado—. ¿Quién sobrevivió? —Seguro que ya sabes la respuesta a eso. —No te habría preguntado si lo supiera, —espetó Siro. Hombre, este tipo estaba realmente empezando a ponerle de los nervios. —Bueno, tú mataste a Anderson, así que él no. —El hombre de pronto se echó a reír, lo cual Siro encontró absolutamente fuera de lugar y extrañamente excitante. Dios, estaba tan jodido—. Me gustaría que mantuvieras esa pequeña información para ti mismo. El teniente ya está ansioso acerca de que uno de sus mejores hombres perdiera la vida. No sabemos lo que haría si se enterara de que fuiste tú. Siro se quedó boquiabierto al hombre. ¿En serio? ¿Estaba sugiriendo que Siro no dijera que había matado a Anderson? ¿Al igual que planeaba alardear de ello? Siro cerró bruscamente la boca, no muy seguro de si 46 estaba tratando con alguien con todas las células de su cerebro funcionando o no. —¿Qué pasó con el resto del equipo? —Uno de los lobos shifters mató a Smyth, y Lancer fue tiroteado por el teniente. Siro rápidamente hizo un recuento de los miembros cazadores del equipo de ataque. —¿Entonces, el teniente Jones y yo fuimos los únicos que lograron salir? —Técnicamente, sí. —Siro vio el movimiento de cabeza del hombre mientras asentía—. El Teniente logró salir sin un rasguño. Corrió como un cobarde que es después de disparar a Lancer. Volví por ti antes de que la casa estallara. —Uh, ¿gracias? —Considerando que tenía las manos atadas por encima de su cabeza, Siro no estaba seguro de que debiera dar las gracias al extraño hombre, pero parecía lo cortés que hacer. —No hay de qué, Siro. —Mira, ¿quién demonios eres tú? —Espetó Siro, cansando de cualquiera que fuera el juego al que el hombre estaba jugando—. Si no puedes… —¡Silencio! —El hombre de repente gruñó bajo en su pecho, y fue ese gruñido el que convenció a Siro para cerrar la boca. Había oído gruñidos antes, pero sólo de otros lobos shifters. Este hombre tenía que ser un lobo. Pero eso sólo trajo dos preguntas, quién infierno era y por qué estaba en medio del infierno de los cazadores. Siro oyó la puerta empezar a abrirse y cerró bruscamente los ojos, tratando de liberar la tensión en su cuerpo por lo que parecía que estaba 47 inconsciente. Sabía quién iba a venir a través de la puerta justo por el hedor. El Teniente Albright. —¿Ha despertado ya? —preguntó el teniente. Cualquier tensión que Siro acababa de liberar, vino de regreso el irritante sonido. Sólo esperaba que el teniente no lo viera. Podría escuchar el agravamiento de la voz de Albright y se preguntó hasta qué punto el teniente realmente sabía. ¿Sabía Albright que Siro había matado a Anderson? ¿Estaba el enfermo hijo de puta incluso planeando su muerte? —No, señor, —respondió el hombre en las sombras, su voz sonaba totalmente diferente de lo que había sido sólo un momento antes. Ahora, sonaba agudo y algo servil y casi ansioso—. No no ha dicho ni pío desde que fue traído, señor. —Está bien, —dijo Albright—. Ven por mí en el instante en que comience a moverse. Tengo algunas preguntas para él. —Sí, señor. Siro no se atrevió a abrir los ojos o moverse. Ni siquiera respirar, ni incluso cuando oyó la puerta cerrarse. Por lo que sabía, se trataba de un truco y Albright todavía estaba en la habitación a la espera de que se moviera. —Puedes abrir los ojos ahora. —La profunda voz ronca estaba atrás—. Se ha ido. Siro abrió sus ojos lo suficiente para ver a través de sus pestañas. Registró la habitación. Estaba vacía, excepto por el hombre en la esquina, así que Siro los abrió el resto del camino. —¿Sobre qué diablos era todo eso? —No podía dejar que supiera que estabas despierto, Siro. 48 El hombre se levantó de repente, y Siro comenzó a tener una realmente mala sensación en la boca del estómago. Cuando el hombre dio un paso hacia él, Siro se encogió de nuevo. Nunca lo admitiría a una persona viva, pero estaba asustado. Y al parecer, el hombre lo sabía. Se detuvo justo cuando llegó al lado de la cama en la que Siro estaba tumbado. —Te lo dije, Siro, estás a salvo. —¿En serio? ¿Crees que estoy a salvo? ¿Estás jodidamente loco? Estoy atado, lesionado, en el infierno de los cazadores de acuerdo contigo, y Albright la tiene tomada conmigo. ¿Cómo es eso seguro? —Soy un amigo, ¿recuerdas? El hombre sostenía un cuchillo. Antes de que Siro pudiera llegar a importarle, el hombre se inclinó y le cortó las cuerdas que lo sujetaban abajo. La boca de Siro se abrió cuando el hombre simplemente reemplazó el cuchillo en la vaina del muslo y lanzó una pila de ropa sobre la cama. —Vístete. No tenemos mucho tiempo antes de que el teniente vuelva, y no va a tomar mi palabra de que estás fuera de combate por mucho tiempo. Finalmente, va a tratar de despertarte para poder interrogarte. —¿Por qué te importa? —preguntó Siro mientras agarraba la ropa y comenzó a ponérsela. No era tan estúpido como para cuestionar, a caballo regalado no le mires el diente. Si este hombre tenía un plan para sacarles de aquí, estaba en ello. Podría perder al chico más tarde. Otra risa profunda llenó la habitación. —No me creerías si te lo dijera. —Pruébame, —dijo Siro mientras se levantaba y subía su uniforme negro por sus piernas. Siro gruñó y casi se cae de nuevo un momento después, cuando se agarró de repente. Sólo los brazos envueltos alrededor de él lo mantuvieron de estrellarse de nuevo en la cama—. Hey, qué… 49 Las palabras de Siro fueron sofocadas por un conjunto de labios estrellándose en los suyos. Siro resistió durante dos segundos antes de ceder a la seducción del beso del hombre. Enterrando una mano en el pelo del hombre, Siro se concentró en besar y lamer sus exuberantes labios. Se devoraron el uno al otro hasta que la respiración llegó a ser imperativa. Cuando el desconocido se alejó finalmente, Siro estaba jadeando pesadamente, nunca había sentido tanto placer con sólo la simple presión de labios juntos. Había sentido ese beso todo el camino abajo hasta los dedos de los pies. A medida que sus ojos se posaron lejos de los labios del hombre a los ojos, Siro inhaló bruscamente cuando reconoció al hombre que lo miraba. —¿Jones? —Soy tan Jones como tú Foster. —Entonces, ¿quién…? —Tus preguntas pueden venir más tarde, Siro, —dijo el hombre mientras presionaba su dedo contra los labios de Siro—. No tenemos mucho tiempo. Tenemos que irnos. Siro frunció el ceño y se echó hacia atrás, fuera de los brazos de Jones. —Sólo porque tu beso sea bueno no significa que vaya a confiar en ti. Por lo que sé, esto es alguna trampa elaborada por Albright para hacerme hablar. Jones suspiró. —Desafortunadamente, en las próximas, —el hombre miró hacia su reloj— tres horas y cuarenta y nueve minutos, y dieciséis segundos, no puedo demostrarte que no te quiero hacer nada malo. Si pudieras ver la manera de confiar en mí hasta entonces, todas tus preguntas serán respondidas. —Entonces dime tu nombre real, —dijo Siro—. ¿Puedes al menos 50 hacer eso? —Mi verdadero nombre es Yuri Miroslav. —El rostro del hombre se iluminó de pronto mientras sonreía—. Y soy tu pareja. Había algo profundamente gratificante en ver la mandíbula de Siro caer. El hombre se sorprendió con claridad, y Yuri no pudo evitar reírse de la imagen de asombro que tenía. —Veo que has oído hablar de mí. —He oído hablar de la manada Miroslav, —respondió Siro mientras miraba a Yuri con un cierto grado de precaución en sus rasgos—. Realmente no puedo decir que haya oído hablar de ti. Siro estaba mintiendo, y ambos lo sabían. Como centinela del Consejo del Lobo, Siro sería completamente consciente de que se encontraba en el interior de un círculo de cualquier manada de lobos, y Yuri era el Beta de la manada Miroslav, una posición que se había ganado a través de años de duro trabajo. Además, sus hermanos Niko y Serge estaban acoplados. —Si tú lo dices, Siro. —Yuri no iba a llamar abiertamente a su compañero mentiroso, incluso si lo fuera. Era de mala educación y grosero, y si había aprendido cualquier cosa de ver a sus padres juntos, sabía que podía no ser grosero con su compañero. Su madre le abofetearía por tonto. Justo tenía poco más de tres horas para marcharse, y luego Siro sabría que él decía la verdad. El tiempo anterior hasta entonces sería interesante decir lo menos posible. Siro era un hombre terco, un personalidad caprichosa que Yuri encontró divertida en el momento, pero sabía que podía llegar a ser irritante dado el tiempo suficiente. —Si bien entiendo tus dudas, —dijo Yuri mientras caminaba a la 51 pared en la que había estado apoyado y agarró las dos armas que había escondido en su cuerpo. Se dio la vuelta para ofrecérselas a Siro, quien habían sido despojado de sus armas cuando había sido traído al recinto—. Nuestro tiempo aquí es limitado. Debemos irnos. Una de las cejas de color marrón oscuro de Siro llegó a subirse sobre la frente cuando lentamente tomó las armas de Yuri. Se deslizó el cuchillo en la parte de atrás de su pantalón y después comprobó la pistola. Parecía aún más sorprendido cuando encontró el cargador lleno de balas. —¿Me estás dando un arma cargada? Yuri se encogió de hombros. —Dispárame si eso te hace sentir mejor. Yuri estaba desconcertado por la repentina y desconsolada mirada que venía del rostro de Siro antes de que el hombre dejara escapar una risita nerviosa resonando. Había una historia detrás de esa mirada triste, y Yuri estaba decidido a averiguar de qué se trataba. Sólo tenía que esperar hasta más tarde para cuestionar al hombre sobre ella. En este momento, su escapada necesitaba tener precedencia. —Pareces tener todas las respuestas, —dijo Siro mientras se deslizaba hacia atrás y cargaba un cartucho en la recámara—. ¿Quieres decirme cómo demonios vamos a salir de aquí? —Más allá de salir por la puerta, no tengo la menor idea. —Yuri tenía un plan básico en mente y un deseo. No era mucho para seguir adelante, pero era todo lo que tenía en ese momento—. Albright cuenta con una guardia exterior para evitar que escapes. Si de repente te despertaras, y yo siguiera mis órdenes… —Yuri sonrió con malicia— como buen pequeño soldado que soy, te llevaré conmigo a Albright, sobre todo si se trata de impresionarle. —¿Y piensas que es un buen plan? 52 —Saldremos por la puerta y pasaremos la guardia. —También nos matarán, —insistió Siro. —¿Tienes una idea mejor? —preguntó Yuri—. Soy todo oídos. Las cejas de Siro se juntaron cuando frunció el ceño profundamente y miró alrededor de la pequeña habitación donde estaban. Por lo general se utilizaba exactamente por la razón que Siro estaba allí, para evitar que un cautivo escapara. Había cuatro paredes y una puerta, y así era. Las paredes estaban hechas de cemento como el suelo y el techo. Era una caja inexpugnable. —¿No creo que pudiéramos cavar nuestra salida? —No. —Yuri sonrió a pesar de su respuesta. Encontraba el sentido del humor de Siro muy divertido—. Las paredes son de diez pulgadas de grosor y reforzadas con barras de acero. —¡Cristo! —Siro empujó una mano por el corto cabello castaño oscuro—. ¿Cómo demonios hacen estos idiotas para encontrar lugares como éste? —Mi conjetura sería porque no son todos son idiotas. Algunos de ellos, y sólo un puñado de ellos te importa, en realidad tienen dos células cerebrales para frotar juntas. Siro disparó a Yuri una mirada que habría hecho a un hombre más débil sacudirse en sus botas. Una vez más, Yuri sólo lo encontraba divertido. Siro era sexy como el infierno cuando su ira se levantaba. —No estoy diciendo que no sean idiotas fanáticos que necesiten ser derribados antes de que se reproduzcan, pero eso no necesariamente los hace estúpidos. Siro dejó escapar un suspiro que sonó tan frustrado como Yuri se sentía. Se encontraban en una situación sin salida, pero estaban vivos, y, lo más importante, estaban juntos. Así que ese conocimiento solo le dio a 53 Yuri la fuerza para luchar su salida del infierno de los cazadores en el que se encontraban. Siempre supo que su compañero sería un hombre. Simplemente nunca esperaba que fuera un hombre tan atractivo. Siro era un sueño húmedo viniendo a la vida. Era unos centímetros más alto que Yuri y varias libras más pesado, pero todo eran deliciosos músculos dorados. Su cabello castaño oscuro muy corto y muy cerca de su cabeza. No tenía un mal físico el hombre y se ajustaba a su estilo de vida, pero Yuri estaba seguro de que a Siro se le pararía el corazón si dejara crecer el pelo un poco más largo. Los ojos, sin embargo, eran los que tenían a Yuri tan hechizado. Los ojos de Siro resplandecían de azul. Yuri no podía decidir si se trataba del profundo azul del Mar Mediterráneo o más de un azul resplandeciente. Pero eran definitivamente azules. Y parecían ver directamente el alma de Yuri cada vez que el hombre le miraba. Yuri lo había notado la primera vez en la reunión del Consejo del Lobo de la Isla de Vourdala. Los miembros de todas las manada de lobos conocidas estaban obligados a asistir, no todos los miembros de la manada, pero sin duda el círculo íntimo. Como beta de la manada de su padre, había sido obligado a asistir. Y después de ver a Siro allí, se alegró de haber ido. No había dicho nada al hombre en el momento porque podía decir por la manera en que se quedó en las sombras que Siro no había querido llamar la atención. Pero había hablado con su padre y rastreó la identidad de su pareja. Después de saber que Siro estaba trabajando para el Consejo del Lobo, de encubierto en uno de los grupos de cazadores, había ido a su padre y le pidió tiempo suficiente para ir tras su compañero y traerle a casa. No sabía lo dispuesto que Siro estaría a renunciar a su trabajo para el Consejo del Lobo, pero esperaba que el hombre no luchara contra ello. 54 Sólo sabiendo el peligro en el que su compañero estaba diariamente, conducía a Yuri a la locura. Su necesidad de proteger a su compañero estaba tan arraigada en él que Yuri apenas podía respirar hasta que tuvo a Siro a la vista. Yuri se agachó, agarró la cuerda que había atado alrededor de las manos de Siro, y luego la extendió hacia él. —¿Qué bueno eres en fingir? La ceja oscura de Siro se arqueó, al mismo tiempo que su cabeza retrocedía. Yuri sintió la comisura de los labios curvarse de nuevo, y tomó cada onza de su control no reírse. Siro había estado trabajando de encubierto en varias misiones durante años. Era un maestro en fingir. —Bien, lo entiendo, —dijo antes de que Siro pudiera decir nada—. Oculta tu arma de fuego en la parte delantera de tus pantalones y envuelve esta cuerda a las muñecas. Se supone que tienes que estar atado, ¿recuerdas? Siro frunció el ceño ante Yuri por un momento, pero finalmente hizo como Yuri solicitada, empujando el arma en la parte delantera de sus pantalones antes de envolver la cuerda alrededor de sus muñecas. Yuri se acercó y tiró de la cuerda con más fuerza alrededor de las muñecas de Siro y colocó los extremos en las palmas de las manos del hombre. Antes de que se apartara, se agachó y le apretó la mano en contra del arma dentro del pantalón del hombre. Yuri miró a los ojos azules de Siro oscurecerse mientras deslizaba abajo su mano a lo largo del rifle. Oyó una suave inhalación cuando sus dedos rozaron la punta de la polla de Siro. —No dispares a nada que podamos desear utilizar más tarde. —Tengo un compañero, —graznó Siro. —Sí. —Yuri asintió mientras soltaba su mano—. Como eres un tri- omega, supuse que tendrías dos compañeros, aunque no estaba al tanto de 55 que lo hubieras encontrado. —Yuri de repente frunció el ceño cuando un aterrador pensamiento lo golpeó—. Es un hombre, ¿no es así? No estamos acoplados a una mujer, ¿verdad? Porque no sabría qué demonios hacer con todos esas piezas adicionales. La mandíbula de Siro cayó, y de repente se alejó de Yuri. —¿Quién eres tú? —Susurró Siro. Había una gran cantidad de miedo y de ira en la voz de Siro, cambiando el tono como si Siro no pudiera decidir qué tenía que abordar en primer lugar. —Cálmate, amor, —dijo Yuri en voz baja mientras se acercaba al cuerpo rígido de Siro. Curvó su mano alrededor de la nuca del cuello de Siro y apretó al hombre más cerca, descansando la frente juntos—. No tengo intención de hacerte daño a ti y a nuestro compañero, y como he dicho, en unas tres horas, sabrás que digo la verdad. Sólo dame ese tiempo para demostrarte que nunca te haré daño. Los ojos de Siro parpadearon por un momento y Yuri oyó el trago fuerte del hombre antes de que Siro le devolviera la mirada. —¿Por qué tres horas? —Soy un lobo shifter, cariño. Huelo como lobo. Me dieron un suero que oculta mi olor para que pudiera infiltrarme en el grupo de cazadores y encontrarte. Esto desaparece en unas tres horas. —La confusión de Yuri creció en el asombro que cruzó el rostro de Siro—. Asumí que era el mismo suero que tú utilizas. —No, yo… —Siro negó con la cabeza. Su boca se abrió y cerró un par de veces y luego se cerró de forma definitiva lo que dio a Yuri una pausa. Siro obviamente quería decir algo, pero tenía miedo de confiar en Yuri. Yuri presionó el dedo contra los labios de Siro. La confianza del hombre no vendría fácil, pero tenía toda la intención de ganarla y mantenerla. —Dime cuando estés listo, Siro, y no antes. No pido nada de ti, 56 excepto las próximas horas. Si después de eso no sientes que puedes confiar en mí, me iré. Sería la maldita cosa más difícil que hiciera Yuri alguna vez, pero si su pareja realmente no lo quería, no obligaría al hombre. Y ahora mismo, Yuri no pensaba que Siro supiera lo que quería. El hombre estaba tan confundido que no sabía en qué dirección estaba. De estar en sus zapatos, Yuri imaginó que se sentiría de la misma manera. Siro no sabía en quién confiar. 57 Siro estaba totalmente asustado, y no le gustaba sentirse así. La suya era una vida de peligro. Lo sabía. Aceptaba eso. Ser capaz de enmascarar su olor era una habilidad que lo puso en la mejor posición posible para infiltrarse en los grupos de cazadores y recoger información. Pero también significaba que tenía que mantener su ingenio sobre él. Yuri le hacía sentirse atolondrado. El hombre sabía demasiado sobre él y sobre los lobos shifters. Eso lo hacía peligroso. El hecho de que Yuri supiera que era un tri-omega le hacía a Yuri letal. Siro sólo rezaba para que las palabras del hombre resultaran ser verdad. Realmente no quería tener que matar al tipo. Yuri estaba empezando a gustarle. En circunstancias normales, habría golpeado al tipo. Yuri era caliente. Pero estas no eran circunstancias normales. Eran tan fuera de lo normal que era Siro no se sorprendió que no estuviera soñando. Demonios, ¿tal vez lo estaba? —Tienes cuatro horas y no más de un segundo. —Eso era sólo un poco más de tiempo de lo que Yuri había pedido, pero podría darles un poco de tiempo para hablar una vez que este suero de Yuri desapareciera. —Gracias. —Yuri habló en un tono extraño pero suave—. Eso es más que justo. Yuri se acercó a la puerta e inclinó ligeramente la cabeza. Siro se preguntó si el hombre estaba escuchando, y si era así, qué estaba oyendo. 58 ¿Realmente Yuri era un lobo shifter, o simplemente estaba alimentando a Siro una línea para ganar su confianza? ¿Y por qué demonios esa idea le hacía a su pecho doler tanto? Siro apretó los dientes y apartó la mirada. Había algo acerca de Yuri que le llamaba, y eso hacía a Siro enojarse. Sabía quién era su compañero, incluso si el hombre le había disparado y se marchó. No tenía necesidad de tener sentimientos por alguien más. Comprendió que estaba destinado a tener dos parejas. Todos los trio- megas lo hacían. Necesitaban dos compañeros para mantenerse sano y seguro. Conner McGregor era uno de sus compañeros. Yuri profesaba ser el otro, pero Siro no sabía si el hombre decía la verdad o no. No olía como pareja. Y Siro encontraba ese hecho increíblemente divertido de una manera muy triste, del tipo perverso de paso. Había estado tan seguro de que sería capaz de convencer a Conner de que eran compañeros cuando el otro hombre no podía olerle. Conner le había disparado en su lugar. Ahora, Siro estaba en la misma situación, sólo que él era el que no podía oler a su compañero. De pronto tuvo conocimiento de primera mano de por qué Conner exactamente había sido tan incrédulo. Y esa fue la única cosa en mantener a Siro de disparar a Yuri. Le daría al hombre la oportunidad de demostrar su valía. Si Yuri lo traicionaba, Siro le perseguiría y haría su muerte tan dolorosa como fuera posible. Pero le daría al hombre las horas que pidió, incluso si era sólo porque quería darle a Yuri la oportunidad que Conner no le había dado. —¿Cómo podemos hacer esto? Yuri alzó la mano por un momento, inclinando la cabeza aún más cuando se presionó contra la puerta. Después de un momento, su rostro se volvió sombrío hacia Siro. —Creo que tenemos menos tiempo de lo que 59 pensé que teníamos. Acabo de oír a alguien decirle al guardia fuera que otro grupo de cazadores se dirigen hacia el recinto. Están a punto de salir en una hora. —¡Mierda! —Necesitamos irnos antes de que lleguen. —Uh, sí. —Cuando salgamos de la habitación, quiero que finjas que no estás bastante despierto todavía. Actúa aturdido, tambaleándote un poco, y mantén la cabeza hacia abajo. —¿Por qué diablos iba yo a querer hacer eso? —espetó Siro. —Porque si crees que eres fácil de controlar, no te verán como una amenaza. Bueno, eso tenía una especie raro sentido, de manera psicópata. —Y si algo sale mal, nadie pensará nada sobre ti cayendo de rodillas, ya que —Yuri hizo comillas en el aire, lo que parecía totalmente ridículo viniendo del hombre—. Fuiste disparado. —Los ojos de Yuri bajaron a la cintura de Siro—. Podría darte el tiempo extra que necesitas para conseguir tu arma. Bueno, eso tenía mucho sentido. Siro mentalmente retiró su psico- comentario. Yuri había pensado obviamente este plan mucho, lo que hizo que Siro se preguntara qué hacía el hombre para ganarse la vida. El Yuri Miroslav que conocía de los registros del consejo no parecía ser esto a la vez. —Bien, considérame atontado. —A pesar de cómo demonios se suponía que iba a lograr eso, Siro no tenía ni idea. Pero lo haría si eso significaba que era capaz de largarse del recinto de los cazadores. Haría mucho de cualquier cosa para escapar. 60 Bueno, casi cualquier cosa. No iba a decirle a Albright una maldita cosa, y él sabía cuál era el por qué el hombre quería interrogarlo. Albright era un cabrón escurridizo y los instintos de Siro le estaban diciendo que el hombre sabía que era un lobo shifter. Cómo se enteró Albright, Siro nunca lo sabría. Pero lo había hecho, lo que significaba que Siro no escaparía, estaría muerto al amanecer. Siro extendió las manos. —Hagamos esto. —Mantén la maldita cuerda envuelta alrededor de tus muñecas tanto como te sea posible, —dijo Yuri, mientras tomaba a Siro por el brazo y tiró de él adelante—. Diga lo que diga, sólo sígueme la corriente. ¿Entiendes? Siro rodó los ojos. Su voz estaba cargada de sarcasmo cuando respondió. —Este no es mi primer rodeo, hermano. Los ojos de Yuri se estrecharon. —Sólo hazlo. Siro apretó los labios. Se divertía con la pequeña muestra de fastidio de Yuri, y no sabía por qué. Estaban en una situación de vida o muerte, y Yuri podría estar mintiendo acerca de ser su compañero o podría estar diciendo la verdad. Siro se imaginó en las próximas horas, ya sea que estuviera acoplado o muerto. Tal vez eso era lo que le divertía tanto. Dios, era un enfermo hijo de puta. Tal vez había estado colgado con los cazadores demasiado tiempo. — Muy bien, vayamos a este espectáculo en la carretera. Me gustaría estar fuera de aquí antes de que Albright vuelva. He oído hablar de sus técnicas de interrogatorio, y planeo estar vivo en la mañana. En todo caso, la expresión de Yuri se volvió más sombría. Siro estaba bastante seguro de que incluso vio una pequeña curva en sus palabras. El bajo gruñido y retumbante que de repente llenó el aire, sorprendió a Siro tanto que por primera vez en más años de lo que podía recordar, no pudo evitar la sorpresa fuera de su cara. 61 —Sólo me gruñía a mí. —La voz de Siro era más inestable de lo que le hubiera gustado, pero su consternación por el sonido que salió de la boca de Yuri lo había derribado. Siro de repente necesitaba saber si Yuri hablaba la verdad, porque si la forma en que su cuerpo se estremeció cuando el hombre gruñó era algo en lo que basarse, al lobo de Siro le encantaba el sonido—. Déjame ver tus dientes. Los ojos de Yuri se abrieron como platos, con una expresión de asombro viniendo de su rostro antes de que sus labios se curvaran para revelar dos afilados dientes de aspecto canino. Siro tragó saliva mientras se acercó y acarició una de sus yemas de los dedos contra uno de los dientes blancos nacarados. —Tú… —Siro volvió a tragar saliva. —Lo sabrás con seguridad en menos de cuatro horas, Siro, —dijo Yuri como si hubiera leído su mente, a pesar de los pensamientos que estaba recogiendo, Siro no tenía ni idea. Tantos pensamientos corrían por la cabeza que resultaba casi imposible decidirse por uno solo. Yuri de pronto se inclinó hacia adelante y tomó los labios de Siro, en un duro y apasionado beso que freía el cerebro. Todo se desvaneció, incluso la constante preocupación de Siro que tenía de que iba a ser capturado. La angustia que sentía que Conner no sólo había rechazado su apareamiento, sino que le había disparado y lo dejó, algo que casi lo llevó a sus rodillas casi todo a la vez que pensaba en ello. Y la soledad constante que había sido parte de la vida de Siro desde el día en que su hermano gemelo y dos de sus padres habían sido brutalmente llevados de su lado por los mismos cazadores, se infiltró. Siro no sabía nada excepto la dura presión de los labios de Yuri en contra de los suyos y la excitación abrumadora que inundó su cuerpo, llenando cada fibra de su ser con la necesidad de hacer a Yuri suyo. Cuando Yuri finalmente levantó la cabeza, Siro gimió y persiguió al 62 hombre con los labios. La suave risa de Yuri de repente lo trajo de vuelta, volviendo la realidad a Siro con un decisivo golpe. Era algo así como ser golpeado por un camión. Un camión muy grande. Siro sintió su rostro enrojecer mientras apartaba la mirada. Su vergüenza era una cosa viva y respirando. Había estado tan consumido por el beso de Yuri que se había olvidado del peligro en el que estaban. Era un idiota. —Hey. —Siro miró hacia arriba cuando sintió frotar el pulgar de Yuri a través de sus labios. No estaba seguro de lo que esperaba ver en los ojos de Yuri cuando lo miró, pero no era el profundo anhelo que hizo que el corazón de Siro doliera o la comprensión—. Sólo unas cuantas horas más, Siro. Siro asintió con la cabeza, rezando para que Yuri hablara la verdad y que la verdad saliera en unas pocas horas, como dijo. Necesitaba que Yuri estuviera diciendo la verdad. Después de ser rechazado por Conner, Siro tenía miedo de lo que podría hacer si Yuri estaba mintiendo. Sólo no podía tomar tanto rechazo. Incluso podría ofrecerse a Albright. —Vayamos. Yuri agarró a Siro por los brazos de nuevo y abrió la puerta. El guardia que estaba en la puerta inmediatamente se volvió hacia ellos, bajando el rifle y apuntando el cañón a Siro. Yuri rápidamente levantó su mano. —El Teniente quiere verlo, —dijo Yuri mientras sacaba a Siro por la puerta. Siro dejó caer la cabeza hacia adelante y se hizo a sí mismo tropezar en la puerta, golpeando el marco en el camino. No le gustaba ese dolor que 63 al instante se encendió a través de su hombro, pero al menos consiguió que el guardia bajara el arma. —Se supone que vayas a buscar a Albright cuando se despierte, Jones, —dijo el guardia—. No se supone que deba salir de esta habitación. —Ah, vamos, Tom, —dijo Yuri en voz alta y quejumbrosa que rallaba los nervios de Siro como uñas de las manos hacia abajo en una pizarra—. Albright nunca me va a ascender si no me dejáis mostrar lo que puedo hacer. —Yuri hizo un gesto a las manos atadas de Siro—. Además, está atado y estamos en el centro del recinto rodeado de soldados. ¿Adónde puede ir? —No me gusta, Jones. Albright dio instrucciones muy claras. —¿Por favor? —Yuri engatusó—. Voy a llevarlo directamente a Albright. Lo juro. Puedes incluso ver desde la puerta para asegurarte de que no trata nada. Siro podía ver la vacilación del guardia mientras se asomaba a él a través de sus pestañas. Con la esperanza de inclinar la balanza a su dirección, Siro dejó escapar un pequeño gemido y dejó que la rigidez de sus piernas se fueran, dejándose caer hacia el suelo. Tal como había pensado que sucedería, Yuri lo agarró y le evitó golpear el suelo. —Caray, ¿qué coño le ha pasado? —Le dispararon cuando lo encontré, —dijo Yuri—. Tiene un agujero de buen tamaño en el hombro. Albright me hizo coserle, pero no es como si fuera un médico ni nada. Hice lo que pude, pero no estoy seguro de que fuera suficiente para mantener a este imbécil con vida el tiempo suficiente para que el teniente lo interrogue. Tom resopló mientras agarraba la manilla de la puerta de la habitación de Siro y Yuri acabara de salir y cerró la puerta. —Mejor esperas que quede con vida el tiempo suficiente para que el Teniente la 64 pregunte. Albright está molesto de que Anderson fuera asesinado, y quiere saber qué demonios sucedió. —Sí. —Yuri tiró de Siro por el brazo—. Como le dije a Albright, Anderson estaba muerto cuando llegué. Este idiota fue tiroteado, y su arma había desaparecido. Si tuviera que adivinar, diría que alguien mató a Anderson, disparó a Foster, y tomó su arma. Más allá de eso, no puedo decir. Tom se frotó la barbilla con la mano. Siro se estremeció ante el odio en los ojos del guardia mientras le miraba abajo como si fuera escoria de la tierra. —Yo estaba realmente esperando que matara a todos esos hijos de puta cuando la casa explotó, pero si lo que dices es correcto, algunos de ellos podrían haber escapado. —Por eso creo que Albright quiere hablar con Foster, y cuanto más rápido le lleve al Teniente, más rápido podremos averiguarlo. —Está bien, te escucho, —dijo Tom con gran alivio de Siro—. Albright se encuentra en el centro de mando. Lleva a este tipo a la oficina en el pasillo sur y comunicaré por radio a Albright y le haré saber que vas. —Gracias, Tom, —dijo Yuri con esa voz feliz y emocionada que irritaba los nervios de Siro. Sonaba como un perrito ansioso.— Sólo sé que Albright me va a ascender si es capaz de sacar cualquier cosa de este tipo antes de que estire la pata. —Eso sí, no la jodas, hombre, —dijo Tom mientras alcanzaba el walkie-talkie pegado a su cadera—. Si este tipo sangra antes de que Albright tenga la oportunidad de interrogarlo, la va a tomar con tu culo. Yuri prácticamente rebotó en los talones de los pies. Era repugnante. Siro se sentía mal del estómago con el entusiasmo en el rostro de Yuri. — Lo pillo, Tom. Te prometo que lo llevaré directamente a la sala sur. Sólo hazle saber que ya vamos. 65 Yuri sonrió cuando Tom asintió, mostrando sus dientes blancos y brillantes pero, extrañamente, sin caninos. Siro estaba contento de que su cabeza estuviera inclinada hacia abajo. No quería que nadie viera los ojos en blanco que le dio cuando Yuri se bombeaba el puño como un adolescente que acababa de recibir las llaves del coche de su padre. Y en ese momento, con la luz del pasillo brillando sobre su cara y la sonrisa de felicidad en los labios, Siro casi podía imaginar a Yuri ser un adolescente. Por desgracia, le recordó a Siro que todo esto podría ser algún elaborado truco ideado por sus captores. Albright y sus superiores eran lo suficientemente enfermos como para planear algo como esto si se habían enterado que era un lobo shifter. Siro a propósito se tambaleaba junto a Yuri cuando le dio un tirón por el pasillo en el brazo. Sólo por este espectáculo extra, se balanceaba un poco cuando llegaron al final del pasillo y doblaron la esquina. Pero al segundo que estaban fuera de la vista del guardia, Siro le dio una mirada enojada a Yuri. —¿Sobre qué demonios fue eso? —Gruñó a través de los dientes apretados—. ¿Qué pasa con la actuación del ansioso-perrito? Yuri se rió. —¿Quién dice que es una actuación? Siro frunció el ceño. Sabía que era una actuación porque no había manera en el infierno de que Yuri pudiera fingir la voz ronca profunda que de pronto estaba usando una vez más. Y Siro se negó a admitir que se sentía atraído por una de las voces que Yuri utilizaba, y mucho menos por ambas. La otra cosa que le dijo que era todo una actuación, era el hecho de que no creyó ni por un momento que Yuri tuviera un hueso sumiso en su cuerpo. El hombre no era necesariamente material de alfa, pero no estaba en la parte inferior de la manada tampoco. Si recordaba los registros del Consejo del Lobo con suficiente precisión, Yuri Miroslav era el beta de su 66 manada. Tan pronto como llegaron a la sección de cruce del pasillo que se abría en cuatro direcciones diferentes, incluyendo por la que estaban viniendo, Yuri dirigió a Siro por la derecha y abajo por un pasillo corto a una puerta. Se detuvo en la puerta, tirando de ella sólo para abrir una rendija y mirar a través de ella antes de que se cerrara de nuevo en silencio y luego, se volviera a Siro. —Bueno, mira, el pasillo sur es ese camino, —señaló Yuri de nuevo al camino por el que habían venido— y esta es la entrada norte. Esto conduce afuera. Una vez que abra la puerta, tenemos unos cincuenta metros de terreno abierto que cubrir antes de llegar a los árboles. ¿Estás preparado para eso? —Puedo hacerlo. —Incluso si no podía, Siro no estaba dispuesto a admitirlo a Yuri. Masticaría acero antes de que admitiera que su hombro palpitaba y su estómago estaba tan mareado que se sentía como si fuera a arrojar sus galletas. Tenía que cambiar para sanar, y eso no iba a suceder en medio del infierno de los cazadores. —Tenemos que caminar de forma casual hasta que seamos localizados. Cuantas menos razones tengamos para ser sospechosos, mejor. Siro asintió comprendiendo y luego siguió a Yuri a la puerta de entrada norte. Vio la línea de árboles casi de inmediato. Yuri tenía razón. Tenían mucho camino por recorrer antes de que llegaran a ella. Por suerte, parecía que había suficientes vehículos y material apilado aquí y allá, que podían esquivar entre las cosas sin ser localizados. No fue hasta los últimos pocos metros donde estarían directamente a campo abierto. Cualquiera observando sería capaz de detectarles. Siro se sentía como que había predicho su propio futuro, cuando pasó 67 junto a la última pila de cajas y comenzó a cruzar el campo abierto y un grito atravesó el aire de la noche. Se agachó y comenzó a moverse más rápido. —Muévete, Yuri —le espetó a medida que más gritos llenaban el aire. —¡Corre! —gritó Yuri cuando las balas rasgaban el suelo por sus pies. Siro dejó caer la cuerda que había estado sosteniendo y se puso en un estallido de velocidad, sólo perdiéndose ser disparado mientras corría hacia las sombras del bosque. Oyó pisadas fuertes de Yuri golpeando el suelo detrás de él. Cuando Yuri gruñó y el sonido de sus pasos se detuvieron, Siro se volvió a ver al hombre apoyado en un árbol, sosteniendo su brazo con una mano. La sangre goteaba por entre sus dedos. —¡Te han disparado! —¡No me digas! —espetó Yuri. Siro frunció los labios hacia atrás y gruñó mientras corría al lado de Yuri. Sacó su camisa por la cabeza y empujó la mano de Yuri fuera del camino, enlazando el tejido alrededor de la herida. Siro oía a la gente gritando y corriendo y sabía que no tenían mucho tiempo para largarse de allí. —¿Por dónde? —preguntó. Yuri señaló más profundamente en los árboles. —Tenemos alrededor de unas veinte millas de caminata antes de llegar a cualquier atisbo de civilización, e incluso eso es cuestionable. Los cazadores tienen sus conexiones muy profundamente arraigadas en el área local. No estoy seguro de que podamos confiar. 68 —Sólo llévame a un teléfono y vamos a estar bien. Yuri arqueó la ceja y luego se apartó del árbol y empezó a dirigirse hacia el bosque. Siro lo vio alejarse. Una vez que Yuri fue tragado por la oscuridad, Siro inclinó la cabeza y miró hacia el recinto de los cazadores, escuchando y oliendo el aire. Había una gran cantidad de actividad a sus espaldas. La gente corría alrededor y gritaba. Se oyó el disparo ocasional, y se acercaban a su posición. Pero también sonaba como que los cazadores no sabían muy bien adónde Siro y Yuri fueron. Estaban disparando salvajemente en el bosque. Esa era una buena cosa. Eso podría darle a él y a Yuri tiempo para escapar. Después de una última mirada al recinto, Siro se dio la vuelta y salió tras Yuri. Veinte millas era un largo camino para ir de excursión, sobre todo con dos piernas. Y no estaba dispuesto a cambiar a su forma de lobo hasta que supiera con certeza que Yuri era de fiar. Esa sería la forma más rápida de lo que podía pensar para conseguir ser disparado. Si todo esto era un juego elaborado, podría tener la oportunidad de jugar como si fuera un malentendido siempre y cuando no cambiara en frente del hombre. Si cambiaba, no habría duda de que no era humano. Quería creer que Yuri estaba diciendo la verdad, pero había aprendido al principio de su vida que la gente a menudo decía cosas que no querían decir o las decían para conseguir lo que querían. La gente, tanto shifters de lobos como seres humanos, mentían cuando convenía a sus necesidades. Siro confiaba en muy pocas personas en su vida, y en este punto, no importa cuánto lo quisiera, no confiaba en Yuri. Pero, maldita sea, quería hacerlo. Yuri le atraía, y esa era la única razón por la que había decidido dar tiempo al hombre para demostrar sus palabras. Esto no quería decir que no estaría observando a Yuri de cerca, porque lo haría. No importa lo mucho que se sintiera atraído por Yuri, hasta que supiera con certeza que el 69 hombre le estaba contando la verdad, no confiaba en él. Y aun así, su confianza tendría que ser ganada. Habiendo crecido bajo la atenta mirada del Consejo del Lobo, Siro había aprendido a observar a todos y a no confiar en nadie. Imaginó que el Consejo del Lobo se estableció originalmente para ayudar a sus semejantes, pero con los siglos, se había convertido en un grupo de personas que buscaban lo que pudieran obtener de la vida, a costa de cualquiera. El único hombre del consejo en el que confiaba sin duda era su propio padre. Puede que haya tenido que ocultar quién era al resto del consejo, pero su padre siempre le había colmado de amor y afecto en privado. Siro odiaba las circunstancias que los habían puesto en esa posición, pero lo comprendía. Su padre ocultó su existencia para evitar que el consejo se lo llevara y lo entrenara para ser su marioneta, como les ocurrió a muchos tri-omegas. En los últimos años, sólo un tri-omega nacía por generación. Cuando nacía uno, él o ella podría ser entregado al Consejo de Lobo para ser criado. Eran celebrados, casi adorados. Eran protegidos por el consejo y se les permitía desarrollar sus facultades para el mayor bien de todas las manadas de lobos. Pero estaban naciendo demasiados en esta generación. Habían desbaratado todo el sistema del equilibrio. Las manadas mantenían a sus tri-omegas escondidos, manteniéndolos virtualmente prisioneros. Eso suponiendo que no trataran de matarlos primero por ser raros. El Consejo del Lobo estaba en un frenesí tratando de localizar a cada trio-mega existente. Decían que era por la seguridad de los tri-omegas, pero Siro no creía eso ni tampoco lo hacía su padre. El Consejo del Lobo estaba tratando de construir una base de poder utilizando las habilidades de los trio-megas. Siro simplemente no sabía cuál era su objetivo final. 70 Y eso asustaba a morir. Si alguien se enteraba de lo que era, le impedirían ir en misiones y le obligarían a permanecer en la sede del Consejo. La única manera de que un tri-omega pudiera eludir ser llevado por el consejo era estar acoplado. El apareamiento dentro del mundo del lobo era un vínculo sagrado que revocaba incluso los deseos del alfa o los del Consejo. Todo el mundo respetaba el vínculo. Siro fácilmente alcanzó a Yuri, a mirar al hombre tal como corría por el bosque con él. ¿Estaba Yuri diciendo la verdad? ¿Eran compañeros? Incluso si lo fueran, ¿cuál sería el motivo de reconocerlo? Conner nunca iba a aceptarle, por lo que significaba que no podía ser reclamado por Yuri, no a menos que quisiera morir. Si un tri-omega no era reclamado por sus dos compañeros en una cierta cantidad de tiempo, moriría. Había un aditivo genético en la saliva de sus compañeros que se introducía en su sistema la primera vez que le reclamaba. Como tri-omega, su cuerpo no lo producía. Después de ser reclamado por primera vez, tenía que ser regularmente reclamado por sus compañeros para reintroducir dicho aditivo en su sistema. Podía estar sin ello durante aproximadamente una semana, pero no más que eso y moriría. Eso no lo dejaba con muchas opciones. Diablos, no dejaba a Siro con una sola opción. Yuri parecía desearle, pero era obvio que Conner no lo hacía, lo que significaba que Siro no podía permitir que Yuri lo reclamara. Estaba tan seriamente jodido. Tal vez debería haberse revelado a sí mismo a los cazadores. Podría haber sido una muerte más rápida. 71 Los pies de Conner se arrastraron mientras se abría camino a través del bosque hacia el lugar donde se suponía que debía encontrarse con su manada. Había pasado del dolor agonizante al adormecimiento. El conocimiento de que había matado a un hombre que podría haber sido su compañero era un gran peso sobre él. Puede no haber desencadenado la explosión que mató a Siro, pero podría también haberlo hecho. Había apretado el gatillo. Había una profunda necesidad creciente en Conner, cada vez más grande con cada paso que daba, descubrir si Siro había dicho la verdad. Estaba empezando a sospechar que Siro la decía. Era la única manera de explicar la repentina obsesión de Conner con el hombre. Pero eso también significaba que Conner había matado de hecho a su pareja. La angustia que inundaba a Conner fue suficiente para considerar arrojarse a los cazadores. Nunca tendría otro compañero, y él tendría que vivir por el resto de sus días sabiendo que había matado su única oportunidad de ser feliz. Estaría mejor muerto. Pero tal vez merecía vivir con el conocimiento de lo que había hecho como castigo por matar a su pareja. Conner se dio cuenta de que Siro había intentado casi todo para convencerlo de que eran pareja. Había sido demasiado terco para escuchar. Oh, por supuesto, el hombre no tenía olor, pero seguramente ¿había 72 una explicación para eso? Tenía que haberla. El olor del compañero era una parte fundamental de la vida del lobo. El olor, el sonido, y la vista de un compañero estaban todos diseñados para reunirlos. Conner respiró hondo y dejó de caminar cuando otro pensamiento de repente lo golpeó. Estuvo a punto de caer de rodillas en agonía. Así como era, no pudo impedir el pequeño aullido y gemido que escapó de sus labios. Puede que no haya sido capaz de oler a Siro en el momento, pero su visión había sido monocroma, lo que significaba que sus ojos se habían vuelto negros lupino. Sus caninos habían caído también, y su polla se llenó tanto que le dolía. En ese momento, lo había atribuido a que se enfrentaban con un enemigo, pero ¿qué pasa si se equivocaba? Esas eran señales de que había encontrado a su compañero, pero eran algo que también le ocurría a un lobo cuando se enfrentaba al peligro. Y había estado tan centrado en el peligro que corría, que nunca pensó en comprobar y ver si los ojos de Siro le brillaban con luz, otro signo de un compañero. Excepto por el olor, todas las señales estaban allí que Conner había encontrado a su compañero, o más bien que su compañero lo había encontrado a él. Pero todo también señalaba a Siro siendo el enemigo, sobre todo porque no había olor de compañero de Siro. Conner se agarró del pelo y tiró, un gruñido de frustración explotando de su boca. Sin el olor de apareamiento, no podía estar seguro, y Siro no tenía olor. ¡Espera! ¿Tal vez esa era la respuesta? Siro no tenía olor, ninguno en absoluto. No olía como compañero o humano o cazador. No tenía ningún olor en absoluto. Si Siro había ocultado su olor de alguna manera, como Conner asumía, entonces podría haber estado diciendo la verdad. 73 Pero eso no cambia el hecho de que el hombre estaba muerto. O que Conner le había matado. Sólo había un hombre que sabría a ciencia cierta. Conner necesitaba ayudar a mantener la seguridad de su manada y luego necesitaba hablar con Vadim Miroslav. Siro había dicho que el Alfa de la isla de Vourdala le había enviado. Si eso fuera cierto, entonces Vadim conocería a Siro y podría confirmar si el hombre era un lobo shifter o no. Al menos así Conner sabría la verdad. Joder, odiaba esa mierda. Odiaba no poder confiar en nadie y tener que mirar a todos como si pudieran traicionarle. Había estado viviendo con ello durante tanto tiempo, que era una segunda naturaleza para él. Realmente dudaba que viera a cualquiera sin querer al instante saber si lo apuñalarían por la espalda. Nunca dio a nadie el beneficio de la duda en el primer encuentro. Había aprendido muy temprano en su vida que tal movimiento podría firmar su sentencia de muerte. Los hombres en la manada de Wolfrik fueron las primeras personas que habían iniciado en darle su confianza, y aun así se contenía un pedazo de sí mismo de ellos. Acercarse demasiado a alguien les daba el poder de hacerle daño, y Conner nunca lo permitiría. Había aprendido a protegerse a sí mismo mientras crecía en la manada McGregor, y era algo que dudaba que alguna vez olvidaría. El Alfa Angus McGregor había sido un buen maestro. Ni siquiera parpadeaba cuando apuñalaba a otro miembro de la manada en la espalda o les enviaba a su muerte. Destrozaba familias con la más pequeña provocación y tomaba lo que sentía que se le debía a él como alfa de la manada. El hombre no tenía alma. Se la habían succionado al nacer. Conner tenía un desafío permanente contra el alfa. Si en cualquier momento el 74 hombre iba en contra de las normas del Consejo del Lobo, el desafío de Conner se cumpliría y lucharía por el liderazgo del alfa de la manada. Conner no tenía ninguna duda de que iba a suceder en algún momento. El Alfa McGregor estaba demasiado lleno de sí mismo para dejar que los mandatos del Consejo evitaran lo que él quería, y lo que quería era la muerte de su hijo, Brom, y la custodia de los cachorros de Brom. Incluso había ordenado una cacería para tratar de matar a Brom, y sus compañeros, con el fin de conseguir los cachorros. Ese era el por qué el consejo ordenó que el hombre no podía tener contacto con Brom, sus compañeros o sus cachorros. Eso funcionaba bien. No. Conner sabía que los cazadores eran tenaces y tenían una buen servicio de inteligencia, pero parecía haber un poco de demasiada información sobre lobo-shifters en los últimos tiempos. Alguien tenía que estar alimentándoles la información, y la apuesta de Conner era que se trataba del Alfa Angus McGregor. Sería como si el hombre traicionara a toda sociedad de lobo que se construía para salirse con la suya. Lo único que le dio una pausa con esa idea era el hecho de que los cazadores habían salido a matar a todos en el rancho, incluyendo a los cachorros. El Alfa McGregor nunca haría nada para poner en peligro a sus nietos. Los quería demasiado. Conner empezó a caminar de nuevo, sabiendo que tenía que llegar al punto de encuentro antes de que todos se fueran sin él. No le quedaba mucho tiempo tampoco. Sabía que si su manada estaba sin él, podría llamar cuando llegara a un teléfono y alguien vendría por él, pero todavía ... sólo sería más fácil reunirse y viajar con ellos ahora. Además, estaba empezando a oscurecer y Conner no tenía ni idea de si había más cazadores vagando por los bosques o no. No era exactamente 75 seguro ser un lobo caminando en estos momentos. Diablos, probablemente no era seguro para cualquier persona. Los depredadores estaban fuera de casa y el bosque era peligroso. Y Conner era uno de los mayores peligros. Estaba enojado y herido, y quería desquitarse con alguien. Cualquiera. Y los dos hombres cojeando por el bosque hacia él lo harían muy bien. Conner se trasladó a un grupo de árboles y rápidamente se quitó la ropa. Podría necesitarla más adelante. Tomando una respiración profunda, se dejó caer hasta el suelo del bosque y se permitió el cambio a punto de comenzar. Escalofríos atormentaron su cuerpo cuando los huesos se resquebrajaron y se reformaron solos. Sus sentidos se intensificaron, y el aire frío de la noche llenaba sus fosas nasales. Pero eso fue todo lo que olía. Conner retrocedió de repente al recuerdo de cuando había estado en el cuarto de baño con Siro. No había sido capaz de oler a Siro entonces, y no podía oler a los dos hombres que venían hacia él. Eso era lo único que le impidió saltar a los dos hombres cuando le pasaron e inmediatamente rasgarles. En cambio, salió detrás de ellos y gruñó. Ambos hombres se congelaron. Conner bajó la cabeza y volvió a gruñir, dejando al descubierto su fuertes dientes. Quería saber quiénes eran, y quería saber por qué no podía olerlos. Si no le daban las respuestas que quería, los mataría. Estaba jodidamente cansado de esta mierda. Cuando uno de los hombres se dio la vuelta y la luz de la luna 76 iluminó su rostro, sorprendió a Conner lo suficiente para obligarlo a volver a cambiar a su forma humana. A medida que su cuerpo se realineaba, Conner cayó de espaldas a su culo, mirando al hombre. —¿Siro? —susurró, casi temeroso de decir el nombre del hombre algo más fuerte. —¿A quién esperabas? —se burló Siro—. ¿Al conejo de Pascua? —Estás vivo. —No gracias a ti, —gruñó Siro. Conner estaba confundido. Siro parecía tan enfadado. Demonios, la cólera en los ojos azules de Siro por sí sola era suficiente para hacer temblar a Conner. Teniendo en cuenta lo dispuesto que Siro parecía antes de que Conner lo aceptara, Conner estaba un poco sorprendido por la ira que venía del hombre ahora. —Siro, qué… —Tenemos que irnos, Siro. Conner se volvió hacia el otro hombre. —¿Quién eres tú? El hombre simplemente arqueó una ceja oscura. —¿Quién eres tú? —Conner McGregor. Conner no estaba seguro de lo que esperaba cuando dio al hombre su nombre, pero no era el odio instantáneo que sangraba en su ojos azul celeste o la forma en la que agarró a Siro y volvió a tirar de él. Conner miró entre los dos hombres, sin gustarle la forma en que el extraño se aferró a Siro ni un maldito poquito. —Siro, ¿qué está pasando aquí? —preguntó Conner. —Has perdido el derecho a preguntarme una maldita cosa cuando jodidamente me disparaste. —Siro sacó su brazo del agarrón del extraño y 77 apuntó con su dedo a Conner.— Me dejaste morir, y ahora te voy a dejar. No quiero volver a poner los ojos en ti otra vez. Estás muerto para mí. La mandíbula de Conner cayó cuando Siro giró sobre sus talones y se alejó entre los árboles. ¿Siro estaba realmente tan enojado de que Conner le hubiera disparado y no quería volver a verlo? No era como si hubiera apuntado a un órgano vital ni nada. Y sin ser capaz de oler a Siro, seguramente ¿sus acciones podían ser justificadas bajo las circunstancias? —¿Tú eres el que le disparó? Los ojos de Conner viraron bruscamente al otro hombre, y de nuevo una vez más se preguntaba quién demonios era él y por qué tenía el derecho a estar tocando a Siro en absoluto. —¿Quién eres tú?, —preguntó Conner de nuevo. Se tragó su miedo cuando el hombre de repente se acercó a él, agitando sus garras fuera y sujetándolas contra la garganta de Conner. —Te mataría aquí y ahora, excepto que sé quién eres. —El hombre se inclinó hacia la garganta de Conner y le olió, diciéndole a Conner en términos inequívocos que el hombre era un shifter.— Puedo olerte, lobo. Conner frunció el ceño en confusión. —¿Eres un lobo? La risa áspera que llenaba el aire envió un escalofrío de temor hacia abajo en la columna vertebral de Conner. —Siempre supe que la manada McGregor no era de fiar, pero nunca pensé que tratarías de matar a tu propio compañero. —El labio del hombre se curvó como si estuviera disgustado con sólo mirar a Conner—. Aunque, después de todo lo que he aprendido acerca de tu manada, creo que no debería estar sorprendido. El Consejo del Lobo debería ordenar que fuérais exterminados cada uno de vosotros. La mano de Conner se movió a su garganta cuando el desconocido le soltó y se levantó, alejándose de él. Se frotó la piel magullada donde el hombre lo había sostenido mientras trataba de averiguar qué demonios 78 estaba pasando. —¿Quién eres tú? —preguntó una vez más, necesitando saber tal vez más de lo que necesitaba para respirar. —Uh-uh, —dijo el hombre mientras negaba con la cabeza.— No estoy a punto de darte toda la información que te dará otra oportunidad de matar a Siro. —¡No estaba tratando de matarlo! El hombre soltó un bufido. —Seguramente me pareció de esa manera a mí. Conner puso los ojos en blanco. —Mira, no lo entiendo. Yo estaba… —Amigo, no necesito entender. Le disparaste a Siro. Lo dejaste para que muriera. Eres un McGregor. Eso es todo lo que necesito saber. —El hombre comenzó a retroceder de nuevo—. Mantente alejado de Siro o te mataré. Conner se sentó en el suelo, las agujas de pino cavando en su desnudo culo mientras observaba al extraño despegar detrás de Siro. Todavía no sabeía quién era el hombre, pero era obvio que odiaba a Conner con pasión. Conner no podía entender por qué. ¿Qué había hecho para provocar tanto odio en alguien que nunca había conocido? Sí, había disparado a Siro, pero no había sido un disparo mortal. Y había vuelto por el hombre después de asegurarse que su manada estaba a salvo. ¿Acaso eso no cuenta para nada? Tal vez lo haría si Siro le hubiera dado la oportunidad de explicar. Pero no lo había hecho. Y ahora, nunca lo haría. 79 Conner se aferró a su pecho cuando empezó a doler. El dolor era tan grande que apenas podía respirar. Se sentía como si acababa de ver a Siro morir en esa explosión de la casa de nuevo. Se sentía como si su compañero estuviera muerto. Aunque todavía no estaba seguro de que Siro fuera su compañero. Conner quería darse la vuelta, acurrucarse en una pelota, y morir. No podía recordar haberse sentido alguna vez en ese nivel de angustia, ni siquiera cuando su alfa le había traicionado a él y a su completa manada. Esto era casi entumecimiento en su intensidad. Un ruido repentino detrás de él captó la atención de Conner y le sacó de su lucha interna. Se dio la vuelta y levantó la nariz hasta el aire, aspirando violentamente. Cazadores. Conner volvió a mirar en dirección Siro y se alejó. Los dos hombres estaban fuera de la vista, pero no estaban tan lejos por delante. Si los cazadores les oyeran, Siro sería asesinado con seguridad y, luego Conner nunca tendría la oportunidad de averiguar si Siro era verdaderamente su compañero. Los dos hombres habían sido heridos. No había manera de que pudiera luchar contra un grupo de cazadores en su estado actual. Sabía lo que tenía que hacer, incluso si eso significaba su propia muerte. Conner rodó a cuatro patas y se permitió cambiar de nuevo. Gimió cuando sus huesos y sus músculos se contrajeron y cambiaron. Una vez que estaba a cuatro patas en lugar de dos, levantó la cara en el aire de la noche y dejó que su angustia llenara el aire en un profundo y conmovedor aullido de dolor, pesar y sufrimiento. Oyó un aullido en respuesta, pero podría haber sido incluso su imaginación jugando una mala pasada. No fue un grito de bienvenida. 80 Sonaba más como un aullido furioso, y venía de la dirección que en la que Siro se había marchado. A Conner le dolía el corazón mientras se alejaba del sonido y comenzó a hacer su camino a través del bosque hacia los cazadores. Caminó por el bosque hasta llegar a un pequeño claro. Conner podía ver a varios cazadores puestos en cuclillas en la hierba alta y sabía que no tenía oportunidad en el infierno de golpearles a todos. Si se iba a asegurar de que Siro escapara, sólo había una manera de hacer eso. Conner cerró los ojos por un momento y levantó la nariz hasta el aire, oliendo. Olió el bosque y los árboles, un ciervo en la distancia, y los cazadores. Incluso podía oler el aceite para armas en los rifles que llevaban los cazadores. Pero no podía oler a su compañero. Sólo una vez, Conner deseaba poder haber conseguido un aroma de Siro. Incluso si tenía que morir, quería saber si Siro era suyo o no. Y le hubiera gustado oler el dulce aroma que todo el mundo siempre le decía que un compañero despedía. Simplemente no estaba destinado a ser. Conner abrió los ojos y contempló el pequeño campo. Dejó a un lado la necesidad de su compañero, junto con los últimos restos de su humanidad, enterrando ambos profundamente dentro de sí mismo, donde no obstaculizaría su capacidad para luchar. Ya era hora de que se convirtiera en la máquina de matar que todo el mundo creía que era. Con un gruñido profundo, Conner saltó al claro y fue detrás de los cazadores, decidido a matar a cada maldito último de ellos o morir en el intento. 81 Yuri se sacudió cuando oyó un aullido angustiado llenar el aire de la noche. Se volvió para mirar a Siro cuando el hombre dio un alarido en respuesta, que le aterró hasta el hueso. Había tanto dolor y rabia en ese sonido que Yuri se preguntó cómo Siro seguía en pie. —¿Siro? —Él me disparó, Yuri. —Lo sé. —Yuri recordaba cómo su corazón se estrelló contra su caja torácica cuando encontró a Siro sentado en el suelo con un agujero en su hombro. Ver a su compañero sangrar por todo el lugar no era algo que alguna vez quisiera volver a ver. —Yo sabía que no podía olerme, pero nunca esperaba que me disparara. Podría haberme dado el beneficio de la duda. —Yuri inhaló fuertemente por la agonía de los ojos de Siro cuando el hombre levantó el rostro para mirarlo—. Sólo jodidamente me disparó. Yuri apretó la mandíbula, su ira contra el hombre que había disparado a su compañero volvió a él con prisa. Quería decir que entendía que Conner lo hubiera hecho, pero no lo hizo. Todo lo que podía pensar era en la herida abierta en el hombro de Siro. Un par de centímetros a la izquierda y no estarían teniendo esta conversación. Su compañero estaría muerto. 82 Yuri no podía perdonar eso. —Lo sé, compañero, y lo siento. —Yuri ni siquiera podía empezar a describir cuánto lo sentía. Sabía que Conner era su otro compañero. Lo había olido en el lobo. Había sido uno de los más dulces aromas que había olido nunca. Y entonces se acordó de que Conner había admitido disparar a Siro. El hecho de que Conner fuera un McGregor no le sorprendió después de eso. En realidad explicaba las cosas por lo que a él concernía. No se podía confiar en un McGregor. Muchos de sus amigos habían aprendido eso por las malas. —He oído que hay un suero que están desarrollado para una tríada acoplada en caso de que uno de los compañeros muera, —dijo Yuri lentamente—. Si Conner es incapaz de ser parte de nuestras vidas, todavía hay un camino para que estemos juntos. —Asumiendo que seas mi pareja. Yuri sonrió. —Lo soy —le echó un vistazo a su reloj, su sonrisa creciendo— y sabrás que digo la verdad, en menos de treinta minutos, cuando el suero que tomé para ocultar mi olor desaparezca. Los ojos de Siro se estrecharon. —Yo sé que no me puedes oler, así que ¿cómo sabes que soy tu pareja? —Te olí en la reunión del Consejo que se celebró en la isla de Vourdala. Yo estaba allí como el beta de mi manada. Tú estabas allí también. —¿Por qué no me hablaste entonces? —Tú no querías que te vieran. Recuerdo el momento en que te olí. Sabía que eras mío, y comencé a buscarte. Estabas de pie en el fondo de la sala, escondiéndote en las sombras cerca de una puerta. Tu postura decía que no querías ser abordado en ese momento, así que esperé para descubrir 83 quién eras y rastrearte bajo diferentes circunstancias. Siro resopló. Yuri se reía mientras agitaba su mano alrededor del bosque. —Esto no es exactamente lo que tenía en mente. —¿Cómo me encontraste? —preguntó Siro mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho. —Le pregunté a mi padre acerca de ti, y luego me fui a mi hermano Vadim después que supe quién eras. Me dijo lo que haces. Te habías marchado ya a tu siguiente misión, por lo que tomé un par de semanas para hacerte un seguimiento y otro par de semanas para trabajar mi manera de entrar en el campamento de los cazadores. —Si tan sólo hubieras estado aquí un par de semanas, ¿cómo fuiste asignado a esta misión en el Rancho Wolfrik? Albright parece un poco más inteligente que eso. —El Teniente Albright tiene la misma aflicción que tiene todo gilipollas que le gusta, la necesidad de que acaricien su ego. Le halagué bastante y actué como un recluta novato con culto a los héroes, y el hombre estaba dispuesto a pasar por alto mi tiempo limitado en su grupo. Siro resopló. —Albright es un idiota. —Dime algo que no sepa, —respondió Yuri—. Se tragaron cada maldita cosa que les dije como si fuera el evangelio. Si no supiera que el tipo era un idiota, habría estado un poco preocupado acerca de todo el tiempo que quería pasar conmigo. La ceja oscura de Siro se arqueó. —¿Oh? Yuri sintió su rostro ruborizarse al ver la mirada que su compañero le estaba dando, y no podía recordar la última vez que se había sonrojado. Bajó los ojos y le dio patadas a las hojas bajo sus pies. —Nada pasó, pero 84 estaba tratando de interpretar un papel. Albright me vio como un chico novato que tenía ganas de aprender. Después de los primeros pocos días de seguirle a su alrededor con estrellas en los ojos, empezó a llevarme en todas sus misiones de entrenamiento. —Yuri se encogió de hombros—. Después de eso, fue fácil convencer a Albright para que me llevara cuando iba a exterminar a los que están en el rancho. Cuando Siro comenzó a caminar de nuevo, Yuri se apresuró a ponerse a su altura y luego caminó a su lado. No estaba seguro de lo que su compañero pensara de sus palabras o el papel que había desempeñado para ser aceptado entre los cazadores. ¿Estaba Siro enojado con él? —¿Siro? —Si ya estabas en el campamento, ¿por qué no sólo me abordaste y me dijiste lo que estaba pasando? ¿Por qué esperar hasta que estuviéramos en el rancho? —¿Me habrías creído si me hubiera acercado a ti en el campamento y te hubiera dicho que yo era tu pareja? Siro se sobresaltó por un momento, y luego se echó a reír. —No. —Razón por la cual yo estaba tratando de convencer a Albright de que me dejara ir en más misiones que fuiste asignado. Estaba esperando que el suero desapareciera mientras estábamos en una misión y luego tú sólo lo sabrías, pero luego las cosas se fueron a la mierda y recibiste un disparo. Las cejas de Siro se juntaron. —¿Justo cuándo se supone que este suero desaparezca de todos modos? —Pronto, mi pareja. —Rió Yuri—. Pronto. —¿No podrías simplemente cambiar o algo así sabría la verdad? 85 Yuri podía ver el anhelo en los ojos de Siro, la desesperación por conocer la verdad. Sabía que el medio del bosque no era necesariamente el mejor lugar para revelarse a su compañero. Tenían cazadores detrás de ellos y a Siro herido. Pero la mirada de dolor oscureciendo los ojos azules de Siro no era algo que Yuri siempre quisiera volver a ver. Alargó la mano hacia el borde de la camisa y la sacó sobre su cabeza. Después de caer al suelo, Yuri rápidamente desató las botas y se las quitó de sus pies y luego empujó sus pantalones por las piernas. Incluso se quitó la camisa atada alrededor de la herida en el brazo. Una sonrisa cruzó sus labios cuando oyó inhalar fuerte a Siro cuando por fin estaba en toda su gloria desnuda. Era bueno saber que su compañero se sentía atraído por él. Yuri sólo deseaba poder oler la excitación de Siro. Esa maldita cosa de la falta de olor estaba empezando a conducir a Yuri a la locura. Yuri se dejó caer de rodillas y cedió a su lobo. Hizo una mueca cuando sus huesos se movieron y cambiaron, y pelo brotó a lo largo de su piel. El cambio real tomó unos pocos segundos, pero se sintieron como eones. Cuando Yuri finalmente levantó la cabeza para mirar a su compañero, su visión era monócroma. Pero eso no le impidió la belleza de su compañero. Yuri se acercó más cuando Siro se puso en cuclillas. Embistió la cabeza contra la pierna de Siro, su lobo gimiendo al no ser capaz de oler el aroma de su compañero. No había ningún olor en absoluto. Su lobo sabía que estaba mal, y no le gustó. —Dios, eres hermoso, —susurró Siro, mientras sus manos se enterraban en la piel de Yuri—. Nunca he visto un lobo negro puro antes. Yuri se pavoneaba bajo las caricias suaves de Siro. Era realmente la primera vez que su compañero voluntariamente le había tocado, y se sentía 86 mejor de lo que Yuri nunca había imaginado que lo haría. No podía esperar a sentir las manos de Siro sobre él cuando estuviera en forma humana. Había estado soñando con ello desde que Siro le vio por primera vez en el salón de baile en la isla de Vourdala. Yuri comenzó a transformarse de nuevo en su otra forma, cuando escuchó una ramita golpear en los arbustos a varios pies de ellos. Yuri se puso tenso y se adelantó para colocarse entre la amenaza que venía a ellos y su pareja. Enseñó los dientes y emitió un gutural y bajo gruñido, una advertencia a cualquiera que se avecinara. —¿Qué pasa, Yuri? —Siro susurró mientras se levantaba, pero mantuvo los dedos enterrado en la piel de Yuri. Yuri no lo sabía. Podía oír algo, pero no estaba seguro de qué se trataba exactamente. Pero definitivamente había algo ahí fuera. Yuri comenzó a empujar hacia atrás contra Siro, tratando de que su compañero se volviera a levantar. Bruscamente se dio la vuelta para mirar hacia su compañero cuando sintió una bofetada en la parte posterior de su cabeza. —Termina esa mierda. Yuri dio su mejor impresión de rodar los ojos teniendo en cuenta que estaba en forma de lobo y luego miró de nuevo a donde podía oír las hojas crujiendo y rompiendo ramas. Los sonidos eran cada vez más fuertes. Yuri comenzó a gruñir de nuevo, sus músculos tensándose mientras se preparaba para la batalla. El rumor se hizo más fuerte y las ramas de los árboles a varios pies frente a él comenzaron a moverse. El gruñido de Yuri se hizo más fuerte, más amenazador. Quería todo lo que venía hacia él para saber que defendería su territorio, principalmente a Siro. Las ramas se partieron, y de repente el más bello lobo de color claro que Yuri había visto en su vida se abrió camino hacia ellos y colapsó en el suelo. Yuri se acercó un paso y olfateó el aire. Olía a sangre, mucha sangre, 87 y a residuos de un arma, y… Yuri gritó mientras saltaba hacia delante y corrió hacia el cuerpo del suelo. Comenzó a cambiar cuando se agachó junto al cuerpo. Al segundo sus ojos volvieron a la normalidad, Yuri respiró hondo. —Conner, —susurró. El ligero dorado del abrigo del lobo estaba cubierto de sangre. Yuri no estaba seguro de que hubiera un lugar en él que no estuviera empapado en sangre. Yuri no sabía dónde tocar al lobo que no tuviera un corte o una abrasión de algún tipo. —¿Qué te ha pasado, Conner? Yuri comenzó a alcanzar a Conner pero rápidamente retiró la mano de nuevo cuando vio al lobo temblar y el cambio comenzó a venir a él. Tardó más de lo debido y parecía doloroso como el infierno, pero después de unos momentos, la forma humana de Conner estaba en frente de Yuri. Y se veía tan mal. —¿Conner? El verde pálido de los ojos se teñían de rojo mirándole. —¡Co-r-rre! —Los ojos de Yuri miraron arriba cuando los árboles que Conner había caído justo empezaron a crujir otra vez. Algo además de su compañero venía a través de los árboles. Conner comenzó a luchar. Yuri miró de nuevo, la preocupación creciendo en la frente cuando vio a Conner intentar cambiar. No estaba teniendo mucho éxito. Yuri sabía que era por las heridas que había sufrido. Los lobos cambiaban para sanar, pero si estaban demasiado heridos, era difícil cambiar, a veces imposible. —Siro, —Yuri dijo mientras miraba a su otro compañero—. Cuida de Conner. Estaré de vuelta. Yuri no esperó una respuesta. Sólo cambió y se fue hacia el ruido en 88 el bosque. Rezó para que Siro pusiera a un lado su ira hacia su compañero y cuidara de Conner. Tan enojado y resentido como estaba hacia el hombre, Yuri no pensaba que sólo dejaría a su compañero tendido en el suelo, sangrando. Eso no significaba que estuviera dispuesto a perdonar a Conner por disparar a Siro, pero en última instancia, Conner seguía siendo su pareja. Hasta que pudieran encontrar una manera de hacer frente a las necesidades de un tri-omega, tenía que mantener a Conner vivo. Yuri se congeló cuando olió el aroma inconfundible de los seres humanos. Se puso en cuclillas entre los arbustos y esperó, tratando de determinar cuántos eran y en qué dirección venían. No tenía ninguna duda de que eran cazadores. Yuri cerró bruscamente el hocico cuando vio a un cazador escondiéndose entre la maleza. Su pecho retumbó con la necesidad de gruñir y defender su territorio, pero sabía que dejar que el cazador supiera su ubicación sería perjudicial para matar al chico. Yuri necesitaba que el cazador veiniera un poco más cerca. Yuri se acurrucó en la maleza cuando el cazador se deslizó más allá de su ubicación. Al segundo, el cazador pasó junto a él, Yuri cambió y saltó sobre el tipo. Lo agarró por el cuello con una mano y cubrió la boca del cazador con la otra. Un simple giro de su brazo y cualquier cosa que el cazador fuera a hacer se había ido para gritar muerto en un rápido golpe en su cuello. Yuri escaneó los alrededores mientras bajaba al cazador al suelo. Quitó el comunicador de auriculares del cazador y luego tomó su rifle, cinturón de municiones y equipo. Yuri abandonó al cazador donde estaba y se apresuró a regresar a Siro y a Conner. Se sorprendió al ver que Siro había trasladado a Conner a un lugar escondido cerca de la base de algunos árboles. Lo más 89 sorprendente aún fue que Siro se sentó en el suelo con la cabeza de Conner acunada en su regazo. —¿Cómo está? —preguntó Yuri silenciosamente por si acaso hubiera algún cazador cerca. —Se desmayó hace unos minutos, —dijo Siro mientras acariciaba con sus dedos por el lado de la cara de Conner— pero su ritmo cardiaco es todavía fuerte. Yuri asintió. —Tenemos cazadores que vienen detrás de nosotros. Ve si puedes lograr que Conner cambie y luego lo mueves. Voy a tratar de detener a los cazadores de la mejor manera que pueda. —Yuri dejó caer los artículos que había hurtado del cuerpo del cazador muerto en el suelo junto a Siro—. Voy a tratar de obtener una segunda radio. Estaré en el canal cinco. Los cazadores siempre usan el canal siete. —Yuri —Siro gritó cuando Yuri comenzó a alejarse. Yuri se detuvo y volvió a mirar a su compañero. Siro boca se abrió y se cerró y luego se abrió de nuevo, como si quisiera decir algo, pero tuvo un momento duro formando las palabras—. Ten cuidado, ¿de acuerdo? Enterrando una mano en el pelo de Siro, Yuri estrelló sus labios con tanta fuerza que sintió el sabor de la sangre. Rápidamente lamió las gotas pequeñas de ambrosía y luego reclamó la boca de Siro con una intensidad salvaje, saqueando con la lengua. El gemido que oyó, sacudió a Yuri, atravesando su cuerpo para establecerse en sus bolas. No podía esperar a que el suero se disipara y Siro supiera que eran compañeros. Quería reclamar al hombre y dejar que todo el mundo supiera que Siro era suyo. Sabiendo que tenía que ir, Yuri mordisqueó a lo largo del labio inferior de Siro por un momento, chupando suavemente para calmar el escozor de su boca, y luego se echó hacia atrás para mirar a los ojos aturdidos de Siro. —Tendré cuidado, Siro. —Yuri sonrió, dejando a Siro 90 ver la felicidad dentro de él brillando en su rostro—. Tengo un compañero que reclamar. Yuri no esperó respuesta de Siro, sobre todo porque no quería oírla. Sabía que Siro quería creerle, pero no tenía la confianza del hombre todavía. Y tenía que mantener a Siro, y a Conner, vivos para ganarla. Con ese pensamiento en mente, Yuri cambió de nuevo a su forma de lobo y se arrastró entre la maleza. Esperó en su escondite, olfateando el aire y escuchando, hasta que el cazador siguiente estuvo cerca de su ubicación. Una vez más, Yuri permitió que el cazador pasara y luego cambió y lo mató. Le quitó la cazadora de su equipo y lo escondió bajo un arbusto para agarrarlo más tarde y luego trasladarlo a un nuevo lugar donde esconderse. Lo hizo una y otra vez hasta que no pudo oír nada más que cazadores en el bosque u olerlos. Yuri no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado o si Siro y Conner habían hecho lo que él instruyó y se habían alejado. Yuri cuidadosamente hizo su camino de regreso a través del bosque, observando a los cazadores cada paso del camino. Estaba enfadado consigo mismo de que los cazadores hubieran llegado tan cerca de él sin ser conscientes de ello. Fue un movimiento estúpido. No había dejado de rezar para estar tan cerca de él desde justo después de su primer cambio. Nunca debería haber sucedido. La única excusa de Yuri era su obsesión con Siro. Sabía que había estado abrigando a su compañero, pero ni siquiera eso era suficiente. Había puesto la vida de su compañero en peligro por su imprudencia. No podía volver a suceder. Yuri tropezó hasta detenerse al llegar a un pequeño claro. El aire en sus pulmones lentamente silbó hacia fuera a través de sus labios mientras miraba por encima de la carnicería en la hierba alta. Una batalla de proporciones épicas había ocurrido aquí. La sangre y los cadáveres eran 91 una pista enorme. Yuri miró los árboles de los alrededores por un instante y luego, cuando estuvo seguro de que no había nadie alrededor, hizo su camino a través del campo. Miró los cuerpos mientras caminaba, asegurándose de que cada uno estaba muerto y quitando su equipo de ellos. En el momento en que llegó a la línea de los árboles, Yuri tenía un puñado de auriculares, armas, municiones y cinturones. No estaba seguro de que lo necesitara, pero no estaba seguro de que no lo hiciera. Y pagaba por estar preparado. No pasó mucho tiempo para que Yuri volviera al lugar donde había dejado a Siro y Conner. Ambos estaban eufóricos y tristes a la vez cuando encontró el espacio vacío. Con suerte, eso significaba que Siro había conseguido que Conner cambiara y luego conseguió que ambos estuvieran seguros. Yuri levantó la nariz en el aire y respiró hondo. Un profundo y necesitado, estremecimiento rasgó a través de su cuerpo cuando dos olores diferentes llenaron sus ventanas de la nariz. Al parecer, Siro ya no estaba tratando de enmascarar su olor. Yuri olía a sus dos compañeros. Y olían a gloria. Yuri sintió un profundo gruñido edificarse en su garganta cuando la necesidad de encontrar y reclamar a sus compañeros lo llenaba. Comenzó a cruzar los árboles y la maleza mientras seguía a los aromas dulces, cada uno distintivo, cada uno fuerte y seductor. Yuri no estaba seguro de exactamente qué lejos caminó por el bosque antes de llegar a un estrecho camino de tierra, pero no importaba en el momento que localizó a Siro de pie en medio de la calle mirando hacia los árboles en el lado opuesto. 92 —¿Siro? La cabeza de Siro giró bruscamente. La mirada cautelosa en su rostro descolorido cuando vio a Yuri allí de pie. —¿Dónde está Conner? Siro hizo una mueca y miró hacia los árboles. —Cambió y se marchó tan pronto como llegamos a la carretera. —Bueno, mierda. —Yuri miró por encima del hombro de Siro a la vacía carretera de tierra. Se pasó una mano por el pelo y frotó los músculos tensos en la parte posterior de su cuello. Conner estaba herido, y si el campo que había encontrado era algún indicio, estaba herido de gravedad. El cambio le ayudaría, pero Yuri estaba bastante seguro de que Conner necesitaba más que eso—. ¿Sabes adónde se dirigió? —No. —Siro sacudió la cabeza y volvió a mirar a Yuri—. No dijo una sola palabra desde que se estrelló entre los árboles y nos dijo que corriéramos. Yuri podía ver las emociones en conflicto en la cara de Siro. El hombre estaba preocupado por Conner pero también estaba todavía enojado con él. Yuri se sentía de la misma manera. Estaba furioso con Conner por disparar a Siro, pero la preocupación que sentía por su compañero herido rápidamente ganó el primer lugar en su mente. —Tenemos que encontrarlo, Siro. —Tal vez no quiera que le encontremos. Yuri dejó escapar un suspiro. Sabía que tenía que ir con cuidado cuando Siro estaba preocupado. El hombre estaba en el límite, sin saber en quién podía confiar y en quién no podía. Personalmente, Yuri pensaba que Siro había estado en el modo de juego de espías demasiado tiempo. Estaba quemado. 93 —Tenemos que encontrarlo, Siro, —repitió Yuri—. No importa cuáles son nuestros sentimientos acerca de Conner, sigue siendo nuestro compañero y está seriamente herido. Podría morir aquí. —Yuri apretó los labios un momento antes de empujar un poco más—. ¿Es eso lo que quieres? —¡No! Yuri parpadeó sorprendido en la palabra bruscamente gruñida de Siro. Los puños cerrados y el profundo tic en la mandíbula de Siro le dijeron a Yuri mucho acerca de cómo se sentía el hombre, incluso si Siro no lo hacía. Estaba preocupado por Conner como Yuri. —Entonces vamos a ir a buscarlo. —Yuri se dirigió hacia el bosque y había dado varios pasos cuando se dio cuenta de que Siro no le seguía. Se detuvo y se volvió para mirar al hombre—. ¿Siro? —Yo… puedo olerte, —susurró Siro. Yuri ocultó su sonrisa mordiendo su labio. Poco a poco se paseó de nuevo a su pareja, disfrutando de los ardientes ojos azules de Siro ampliándose. —Y entonces ¿qué hueles, Siro? La boca de Siro se abrió y luego se cerró como un pez. Pero sus ojos se comían a Yuri como un buffet para un hombre hambriento. —Tú eres mi compañero. Yuri sonrió. —Ya te lo dije. 94 Conner envolvió su brazo sano alrededor de su estómago para sujetar sus costillas. Estaba bastante seguro de que unas pocas estaban rotas. Uno de los cazadores habían llegado con un par de buenas patadas antes de que Conner pudiera esquivarle y derribar al hombre. Su otro brazo colgaba inútilmente a su lado. Sabía a ciencia cierta que estaba roto. El borde del hueso estaba pegado fuera de su piel entre la muñeca y el codo. Por suerte, después de haber cambiado, la maldita cosa había comenzado a sanar y la hemorragia se había desvanecido a un pequeño goteo. Todavía dolía como el infierno, sin embargo. No utilizaría el brazo a corto plazo. Conner sabía que sólo tenía que llegar hasta el punto de encuentro y entonces podría perder el conocimiento. Jake y Lucas se asegurarían de que fuera atendido. Necesitaban saber que los cazadores se encontraban en la zona. Esa era la misión de Conner. Empujó todo lo demás en el fondo de su mente, el dolor de sus heridas, su preocupación por los cazadores, y la imperiosa necesidad de saber si Siro era, de hecho, su compañero. Lo único importante era llegar a Jake y Lucas. La luz del día fue poco a poco desapareciendo del cielo, y la oscuridad había comenzando a establecerse. Una fría y baja niebla, se había movido a la zona y flotaba sobre el suelo, haciendo que Conner fuera dando tumbos mientras se tropezaba con troncos y arbustos. Caminó a través de los bosques, concentrándose en nada más que 95 llegar a su manada antes de salir de la zona. Nada más importaba. Ninguna otra cosa podría importar. Si se diera tiempo para considerar las otras cosas golpeando alrededor de su cráneo, Conner sabía que iba a volverse loco. Conner se tambaleó a través de un claro entre los árboles y casi cayó de rodillas. Más allá de la línea de árboles era un estrecho camino de tierra, y en esa carretera había tres vehículos. Conner parpadeó rápidamente cuando las lágrimas llegaron a sus ojos mientras rápidamente contaba cabezas y se dio cuenta de que cada miembro de su manada estaba a salvo. Conner se abrió paso a través del último arbusto que lo separaba de los miembros de su manada y se tambaleó hacia ellos. Oyó un grito subir y sonidos de pies que corrían. Conner no podía decir quién lo agarró enseguida, pero el olor era reconfortante, diciéndole que era uno de su manada. —Jesús, Conner, ¿qué te ha pasado? —preguntó Jake mientras Conner cuidadosamente bajaba al suelo. —Los cazadores, —susurró Conner—. ¡Tienes que correr! —¡Mierda!, —la cabeza de Jake giró bruscamente hacia arriba—. Caleb, ¡que todo el mundo sea cargado ahora mismo! —Estoy en ello. El profundo suspiro de Conner salió como un silbido doloroso cuando la presión sobre sus costillas le robó el aliento. Se sintió aliviado de que hubiera sido capaz de transmitir la información de los cazadores a Jake. El alfa sabría qué hacer. —Vas a estar bien, Conner. Conner balbuceó y ahogó una carcajada, apretando el brazo envuelto alrededor de sus costillas. No iba a estar bien. Dudaba que alguna vez estuviera bien de nuevo. Sólo quería dormir y olvidar que hoy había 96 pasado. —Cansado. Jake frunció el ceño mientras revisaba a Conner por encima. Al parecer, no le gustó lo que vio porque su ceño se profundizó, tirando de las comisuras de su boca. —Sólo trata de mantenerte despierto un poco más, Conner. Necesitamos llevarte a uno de los vehículos. Demonios, podía dejarlo allí para todo lo que a Conner le importaba. Tenía los huesos pesados y cansados. Todo le dolía, incluso su alma. Se preguntó cómo la tierra aún se movía cuando todo le dolía condenadamente tanto. Debería haber implosionado por ahora. —Conner, hombre. ¿Estás todavía conmigo? Conner parpadeó y se volvió para mirar a Jake de nuevo. Jake, su alfa. Un buen hombre. —Estoy aquí. —Háblame de los cazadores, Conner. —Volaron tu casa. —Conner hizo una pausa para tomar una respiración mientras recordaba su angustia cuando la casa estalló—. Ellos… nos están rastreando. Sabían exactamente dónde estábamos, cuántos de nosotros había, todo. —Una vez más las palabras comenzaron, Conner al parecía no podía parar. Tenía que sacar todo antes de perder el conocimiento—. Tiene que haber un traidor, dándoles información. Mi apuesta sería el Alfa McGregor. Los cazadores sabían demasiado. Están bien equipados y organizados. Estos no eran cazadores normales, son más como una unidad militar. —¡Joder! —Jake se hundió de nuevo en su culo, empujando una mano temblorosa a través de su cabello castaño oscuro. Conner nunca había visto al fuerte alfa tan ansioso. En realidad parecía asustado cuando levantó sus ojos de cobre para mirar a los otros preparados para salir. —Jake. 97 —¿Sí, Conner? —Jake miró abajo de nuevo hacia él. —La isla de Vourdala. —Conner se pasó la lengua por los labios resecos—. Que todo el mundo vaya a la isla de Vourdala. Estarán a salvo allí. No los lleves al consejo. Hay demasiados idiotas egoístas en el consejo. Solamente confía en Vadim Miroslav. —Está bien, Conner. —Jake sonrió débilmente mientras palmeaba en el hombro no herido de Conner—. Voy a llevar a todos a la isla de Vourdala. La lucha por mantenerse despierto drenó a Conner en las palabras de Jake, y cerró los ojos. Vadim Miroslav había ayudado a salvar Conner, y era un hombre que Conner respetaba en gran medida, casi tanto como respetaba a Jake. Sabía que si Jake podía llevar a todos a la isla de Vourdala, estarían a salvo. El Consejo del Lobo habría sido su segunda opción si no supiera que algunos de los compinches del Alfa McGregor se sentaban en el consejo. No tenía ninguna duda de que a la primera oportunidad transmitirían cualquier información que reunieran para el despreciable alfa. No, estaban más seguros yendo a la isla de Vourdala. Conner se despertó con un suave movimiento de balanceo. Por un momento, pensó que iba a estar enfermo cuando su estómago rodaba. Tragó rápidamente. Una vez que la sensación pasó, movió sus dedos y luego los dedos de los pies. Todo parecía funcionar bastante bien, incluso si había un ligero tinte de dolor. Pero no era una agonía insoportable, de modo que tenía que ser bueno. Conner hizo un balance de lo que podía oír y oler. Sabía que estaba 98 en una especie de cama porque era demasiado blanda para ser el suelo. Y podía oler el océano, lo cual explicaba el movimiento de vaivén. También estaba el rumor suave del motor en la distancia. Conner empezó a deslizarse a sí mismo en una posición sentada justo cuando la puerta se abrió. Se quedó inmóvil, sus músculos tensándose hasta que vio la cabeza de color marrón claro de Leyland asomándose por la habitación. —Oye, estás despierto. —Leyland empujó la puerta el resto del camino abriéndola y entró en la pequeña habitación—. ¿Cómo te sientes? —Estoy vivo. —Lo que realmente era una sorpresa. Estaba seguro de que iba a morir de sus heridas—. ¿Dónde estamos? —Bueno, alguien insistió en que fuéramos a la isla de Vourdala, así que estamos en un ferry hacia allí. Conner casi cerró los ojos con alivio. Su manada estaría a salvo en la isla de Vourdala. Se alegró de que Jake le hubiera escuchado, aunque se sorprendió de que lo hubiera hecho. Jake no sabía mucho acerca de que confiara en él tan bien. —¿Deberías estar corriendo de un lado para otro tú solo? — preguntó Conner cuando miró al pequeño hombre arriba y abajo—. ¿Dónde están tus compañeros? —Ah, diablos no, tú también. —Leyland puso en blanco sus hermosos ojos verdes—. Estoy en un jodido ferry en medio de un océano helado. Nadie va a llevarme aquí. Demonios, nuestra manada entera está a bordo junto con la manada de Caleb Hunter. Estoy seguro. —Así habla el hombre que recibió un disparo en su propia casa. Los ojos de Conner se deslizaron más allá de Leyland al ver tanto a Jake como a Lucas parados en la puerta mirando a su compañero. Se rió 99 cuando Leyland pisó el pie, bien en su camino a una crisis en toda regla. —¿En serio? —Las manos de Leyland golpearon abajo sobre sus caderas—. Recuerdas que puedo congelar a la gente, ¿no? —No, a menos que desees conseguir tu dulce pequeño culo azotado, —espetó Jake—. Y no de una manera divertida tampoco. Leyland respiró hondo. —No te atreverías. Era como ver algo en estéreo. Tanto Jake como Lucas arquearon una ceja a Leyland como si fueran a hacer exactamente lo que amenazaban. —Lo harías. —Las cejas de Conner se dispararon arriba cuando Leyland comenzó señalando con el dedo a sus dos compañeros—. Hazlo y considera mi culo fuera de los límites para los dos. —Ya conoces las reglas, amor, —dijo Jake—. No necesitamos joderte para morderte. Sólo tenemos que estar excitados, y podemos pasar de esa manera el uno con el otro. Ni siquiera tienes que estar involucrado. Leyland gruñó y pisó el pie de nuevo. Conner estaba esperando que su cabeza girara y explotara. En cambio, Leyland cruzó cabreado el cuarto, empujando su camino más allá de sus compañeros y desapareciendo a través de la puerta. Jake se echó a reír cuando Lucas rodó los ojos y despegó detrás del pequeño hombre. Cuando volvió de nuevo a su atención, Conner se sorprendió al ver diversión en los ojos del alfa. Después de todo lo que acababa de oír, esperaba que Jake estuviera enojado. —¿No deberías ir por él? —preguntó Conner. —No, Lucas lo encontrará y lo follará en sumisión. Conner sentía que sus cejas iban a salirse de la parte superior de la cabeza con las veces que las disparaba arriba. —¿Sumisión? 100 —De vez en cuando, Leyland necesita que le recuerden que no es invencible. Le gusta pensar de sí mismo como grande y malo, pero no lo es. Lucas y yo le dejamos sin castigo muchas veces porque casi nos tiene envueltos alrededor de su dedo, pero cuando se trata de su seguridad, nos negamos a ceder, y lo sabe. Sólo le gusta poner a prueba los límites de vez en cuando. —¿Y follándole en sumisión arregla eso? Jake se rió. —Joder a Leyland arregla casi cualquier cosa. Está bien, entonces. Conner realmente no estaba seguro de qué decir a esa declaración así que se quedó en silencio. —¿Cómo te sientes? —preguntó Jake mientras se paseaba lejos en la habitación. —Mejor. —Estábamos preocupados allí por un rato. Estabas en bastante mal estado, y no estábamos seguros de que lo lograras. Has estado inconsciente durante casi tres días. Conner resopló. —Soy muy terco para morir. —Bueno, un poco menos de terquedad no te hubiera puesto en tal mal estado. Tenías tres costillas rotas, una fractura compuesta en tu brazo derecho, y más cortes y magulladuras de lo que he visto en la vida, a una persona respirando. Conner hizo una mueca, tragando. —Me gusta superar las expectativas. —Te agradecería si trataras un poco menos. —Veré qué puedo hacer. 101 Jake cogió una silla y la acercó, sentado y doblado con las manos en su regazo. —Sólo para ponerte al día con las cosas antes de que aterricemos, seguí tu consejo y estamos de camino a la isla de Vourdala. —Leyland me lo dijo. —¿También te dijo que un miembro del Consejo del Lobo está a la espera por nosotros? Conner parpadeó ante el hombre. —Uh, no. —El anciano Remus Dmitriev tiene algunas preguntas para nosotros. Parece que tus sospechas sobre tu ex alfa podrían haber sido correctas. El anciano Dmitriev ha estado investigando algunos rumores que han estado circulando por el consejo sobre la participación del Alfa McGregor en un poco de información confidencial que misteriosamente se filtró a los cazadores. Conner gruñó cuando hizo una bola con los puños. —Sabía que ese gilipollas estaba involucrado. Podría haber estado tratando de sacar a Brom fuera del cuadro diciendo a los buscadores dónde estábamos, pero no tiene ni idea del odio que los cazadores tienen hacia nosotros. Matarán a cada hombre, mujer y niño hasta que ya no exista. —Eso no es excusa para su comportamiento si, efectivamente, alimenta a los cazadores con información, Conner, —contestó Jake—. Si el Alfa McGregor estaba involucrado en el ataque a nuestra manada, tiene que pagar por sus crímenes. Conner frunció los labios de nuevo y prácticamente escupió su respuesta. —Espero que se pudra en el infierno. —Bueno, supongo que eso responde una pregunta. Conner entrecerró los ojos a su alfa. —¿Qué pregunta? —Estaba preocupado de que estuvieras molesto porque el Alfa 102 McGregor pudiera tener que comparecer ante la justicia. A pesar de que todo lo que él hacía, el hombre fue tu alfa durante varios años. Incluso cuando te uniste a otra manada, es difícil romper esos lazos. —¡Diablos, no! —espetó Conner—. La existencia del hombre tiene que terminar antes de que pueda destruir a nadie más. Hacerle comparecer ante el consejo es un camino demasiado fácil para un monstruo como McGregor. —Se negó a dar al hombre el título respetuoso de alfa, no ahora—. Tiene que morir. —Si McGregor es declarado culpable, será llevado ante el consejo. Sin embargo, todavía tienes un desafío permanente en su contra. Si se hallan pruebas de que ha estado filtrando información, podría ser motivo para emitir tu desafío de nuevo. ¿Estás listo para eso? —Jake, yo no quiero ser un alfa. —Él no era material de alfa. Lo sabía en el fondo de su alma. Además, la idea de ser responsable para cualquier persona, especialmente una manada entera de gente, hizo que su estómago se cortara. —Podría llegar a eso, Conner. Sabemos que McGregor es sucio. Simplemente no puedo probarlo. Todavía. Si la evidencia que seamos capaces de reunir no es suficiente para que el consejo encarcele al hombre, puede que tengas que seguir adelante con el desafío. Conner se pasó la mano por encima de su estómago, tratando de aliviar el repentino calambre en el abdomen. —¿No podría desafiarle, matarle, y luego girar el liderazgo hacia ti? —¡Oh diablos, no! —Jake comenzó a agitar las manos hacia atrás y adelante, su frente palideciendo rápidamente—.Tengo suficiente en mis manos con la gente en nuestra manada. Controlar a Leyland es un trabajo de tiempo completo. No necesito a más personas para seguir la pista. —Entonces alguien más, —insistió Conner—. Hay más de un par de hombres en mi manada anterior que serían buenos para el puesto. Una de 103 ellas puede hacerse cargo. —Esa es tu elección, Conner. Una vez que ganes el desafío, tienes el derecho de entregar la posición de alfa a quien tú elijas. Pero hay que pensar largo y tendido acerca de eso antes de tomar una decisión. Creo que serías un alfa bastante bueno. Seguramente conoces qué es lo que no debes hacer. Conner resopló. —Es por eso que no quiero ser alfa. —Sigo pensando que serías bueno para el puesto, —dijo Jake mientras se ponía de pie—. Piensa en ello, ¿eh? Tienes tiempo para decidir. En este punto, ni siquiera sé si surgirá. Por el momento, sólo estoy tratando de poner a todos a salvo en la isla de Vourdala. —¿Hablaste con el Alfa Miroslav? —Sí. —Jake se detuvo a medio camino de la puerta y se volvió para mirar a Conner mientras se frotaba la parte posterior de su cuello—. Dijo que somos más que bienvenidos, especialmente cuando podría utilizar hombres extra para ayudar alrededor de la isla. Ha tenido que reforzar la seguridad allí desde que su hermano trajo a casa un montón de tri-omegas un par de meses atrás. Hay gente que han estado tratando de irrumpir en la isla a izquierda y derecha. —¿Sabe el Consejo Lobo de esto? Jake apretó los labios mientras asentía. —Ellos son parte del problema. Quieren que todos los tri-omegas no acoplados sean entregados a ellos, y Vadim se niega. Dijo que ha escuchado acerca de lo que sucede con el tri-omega que es entregado al consejo, y no va a formar parte de ese tipo de esclavitud. —¿Esclavitud? —El consejo quiere que los tri-omegas no acoplados sean colocados bajo su cuidado y —Jake hizo comillas en el aire con sus dedos—. 104 Protección. Demonios, incluso quieren a los acoplados, pero no pelean eso tanto. Conner frunció el ceño. —¿Pero por qué? —Dicen que es porque los tri-omegas pueden ser adecuadamente entrenados y mantenidos a salvo de aquellos que, o bien tratan de usarlos para su propio beneficio o matarlos. Pero Vadim ha escuchado historias de abusos de tri-omegas, por lo que no está dispuesto a entregarlos bajo su protección al consejo o cualquier otra persona. —Me alegro por él. —Conner apretó los dientes para no gruñir a la idea de que gente como Leyland y Jaryn podrían ser objeto de abuso sólo porque eran diferentes. Deben ser tratados como si fueran especiales, no encerrados en algún lugar—. Creo que el Consejo no tendría reservas sobre el uso de los tri-omegas para sus propios fines. —Exactamente. —Por lo tanto, vamos a ayudarles en todo lo que podamos entonces. —Sí. —Jake se rió—. Esa declaración podría tener más peso si pudieras estar en tus propios pies sin ayuda. Conner sintió que su rostro enrojecía mientras apartaba la mirada. Jake tenía razón. Probablemente no podría luchar con una mosca en estos momentos. —Voy a estar de pie para cuando lleguemos a la isla de Vourdala, —dijo con más valentía de la que sentía. —Tienes tres días. Tres días. No hubo mucho tiempo para recuperarse de las heridas que había sufrido. Pero Conner se negó a ser portado a la isla de Vourdala. Saldría del ferry por sus propios pies, o no lo dejaría en absoluto. —Estaré listo. 105 Esperaba. 106 —Estaremos allí bastante pronto. Siro envió a Yuri una pequeña sonrisa, que no sentía. No podían llegar a la isla de Vourdala lo suficientemente rápido para él. Cada momento que se deslizaba sin saber dónde estaba Conner o lo mal que estaba herido era insoportable. No había habido ninguna señal de que Conner estuviera en el bosque. Siro y Yuri habían seguido un rastro de sangre hasta un pequeño camino de tierra. El olor de varios otros shifters había llenado la zona, junto con el olor a gas y aceite. Los aromas mezclados con las huellas de neumáticos que habían encontrado convencieron a Siro de que Conner había escapado de los cazadores, pero todavía no le dijo dónde estaba su compañero. La ira que Siro sentía hacia Conner fue disminuyendo con cada minuto que no sabía lo que estaba pasando con Conner. La preocupación estaba empezando a ocupar el asiento delantero en los pensamientos que flotaban a través de su cabeza. Sabía que Conner estaba herido. No sabía cómo de malo o si estaba recibiendo atención médica. Demonios, ni siquiera sabía si Conner estaba vivo en este punto. Siro rezaba para que lo estuviera. No estaba exactamente listo para perdonar a Conner por dispararle, pero eso no significaba que no quisiera saber si el hombre estaba vivo o no, a pesar de lo que había dicho a Conner atrás en el bosque. Esta afirmación todavía hacía que Siro se estremeciera cada vez que 107 pensaba en ella. Había sido deliberadamente cruel tanto como le fue posible, soltando las palabras que realmente no quería decir. Había estado tan enfadado y dolido. Todavía lo estaba. Lógicamente, comprendió de dónde venía Conner, especialmente después de conocer a Yuri. Eso todavía no significaba que el rechazo del hombre no hubiera lastimado. Conner no sólo lo había rechazado, sino que había disparado a Siro. Podía haberlo matado. Simplemente no había ninguna manera de volver de eso, o por lo menos no una manera que Siro pudiera ver. Su compañero había intentado matarle. Era tan simple como eso. Si eso no era el jódete más grande del mundo, no sabía lo que era. Conner no lo quería, y sin Conner, Siro no podía tener a Yuri. Estaba jodido de cualquier manera que lo mirara. No por vez primera en su vida, odiaba lo que era. Ser un tri-omega había llevado todo de él, su familia, cuando la mayoría de ellos habían sido asesinados por los cazadores, el amor y la atención de su madre y su otro padre, pudiendo crecer con su hermano, y ahora había alejado a sus compañeros de él. ¿qué de bueno tenía ser un tri-omega si alguien le traía a alguien tanto dolor de corazón? Siro ni siquiera tenía el deseo de hacer el trabajo de encubierto ya más. Era como si la lucha hubiera salido de él. Sólo quería llegar a la isla de Vourdala, donde estaba su hermano Serge, y olvidar alguna vez que era un tri-omega o cualquier otra cosa. —¿Estás escuchando? —¿Qué? —Siro se apartó de la ventana en la que estaba mirando para ver a Yuri. Yuri puso los ojos en blanco. —Adivino las respuestas a esa pregunta. —¿Qué pregunta? 108 —Te pregunté si estabas escuchándome. —Oh. —Siro rápidamente miró por la ventana otra vez cuando su rostro se calentó—. Lo siento. Supongo que no soy muy buena compañía en estos momentos. —Lo encontraremos, Siro. Siro se llevó un susto de muerte cuando sintió los brazos de Yuri envolverse a él por detrás. Debería estar acostumbrado a ello por ahora tanto como el hombre trató de tocarle, pero no lo estaba. Había crecido en un mundo donde tocar no era una buena cosa. Había aprendido desde el principio a no mostrar sus emociones, ya sea física o mentalmente. Yuri era todo lo contrario. De la forma en que lo dijo, sus padres y hermanos demostraban su cariño por los demás constantemente. Y él parecía decidido a ser exactamente de la misma manera con Siro. Siempre estaba tocando y besando a Siro, abrazándolo y tratando de estrecharle. Era inquietante. Agradable. Pero aún inquietante. —¿Cómo puedes estar seguro de que lo encontraremos? —preguntó Siro en voz baja mientras seguía mirando por la ventana pequeña y redonda del ferry—. No tenemos ni idea de dónde está. Diablos, ni siquiera sabemos si está vivo. —Lo vamos a encontrar, Siro. Te lo juro. Tenemos que hacerlo. Había un hilo de desesperación en la voz de Yuri. Fue suficiente para llamar la atención de Siro, y se volvió para mirar al hombre. Los ojos azules de Yuri estaban moteados con ansiedad y un poco de desesperación. El corazón de Siro empezó a doler de nuevo, pero esta vez fue por Yuri y no por Conner. Ambos hombres eran sus compañeros, y parecía que Yuri 109 podría haber conseguido el mal final del acuerdo. —Lo siento, Yuri. —Siro curvó su mano alrededor de la parte posterior del cuello de Yuri y tiró de la cabeza del hombre hacia adelante hasta que sus frentes descansaban una contra la otra—. Tú no mereces esto. —Hey, ahora, nada de eso. Vamos a salir de esto. —¿Cómo? —La voz de Siro rompió—. ¿Y si nunca encontramos a Conner? —Lo vamos a encontrar, amor. Me niego a pasar el resto de mi vida sin mi compañero. Tenemos que encontrarle para que pueda reclamarte como mío. Siro sabía que toda esta situación era difícil para Yuri. Incluso podría ser más difícil para él de lo que era para Siro. Sabía que Yuri estaba sintiendo la necesidad de reclamarle, para marcarlo, pero no podía. Si Yuri le reclamaba antes de que encontraran a Conner, Siro podría morir. Sentía la misma necesidad. Quería reclamar a Yuri tanto como quería ser reclamado por el hombre. Y cuanto más pensaba al respecto, más Siro comenzaba a pensar que eso es exactamente lo que necesitaba hacer. —Sabes, —susurró Siro mientras levantaba su cabeza— nada en el libro de las normas dice que no pueda reclamarte. —Siro… —Sólo escúchame. —Siro rápidamente levantó la mano y apretó los dedos contra los labios de Yuri para detenerle de hablar. Había una necesidad cada vez mayor dentro de Siro por asegurarse de que Yuri era suyo. Era casi dolorosa en su intensidad. Ponía a Siro inquieto—. Los dos sabemos que no puedes morderme hasta que encontremos a Conner o encontremos una manera de romper la influencia que tiene sobre mí. —Siro tragó duro, esas palabras sabían amargas en su boca, pero necesitaban ser dichas—. Pero eso no quiere decir que no pueda reclamarte o incluso 110 morderte. —Siro… —¿Por favor? —Siro nunca había suplicado en su vida, pero estaba dispuesto a ponerse de rodillas y suplicar si fuera necesario. La necesidad de reclamar a Yuri y hacer al hombre suyo para que todo el mundo lo viera, estaba llevándole a pasarlo muy duro. Y necesitaba que terminara antes de llegar a la isla de Vourdala. Siro no sabía por qué, sólo sabía que tenía que ser. —Pero ¿qué pasa con Conner? —No lo sé. —Siro sintió un nudo obstruyendo su garganta mientras tragaba—. Pero sí sé que Conner no es mi único compañero. Tú eres mi compañero tanto como él, y estás aquí, ahora. Las cejas oscuras de Yuri se fruncieron sobre la frente. —No voy a ser un reemplazo de Conner, Siro. —Olvida que incluso mencioné nada, —espetó Siro mientras trataba de empujar más allá de Yuri. Supongo que ninguno de mis compañeros me quiere. Ser un tri-omega realmente apestaba. Tal vez sólo debería arrojarse a un lado del barco antes de llegar a la isla. —Maldita sea, Siro. —Siro gruñó cuando fue agarrado y estrellado de nuevo en la pared. Yuri estaba de repente en su rostro, presionándole, empujando en él con su cuerpo grande y musculoso—. No vas hacer esto. —¿Hacer qué? —Descartarme a mí o a mis preocupaciones. ¿Era eso lo que estaba haciendo? —Siro, tienes miedo, y con razón. —La intensidad en la voz de Yuri disminuyó, dando a su tono una cualidad casi susurrante—. Sé que estás preocupado acerca de Conner. Yo también lo estoy. Pero el sexo no va a 111 hacer que la situación se vaya. —Yo no estaba tratando de… —Siro frunció el ceño en concentración. ¿Era eso lo que había estado tratando de hacer? Si lo fuera, entonces ¿por qué sentía tal abrumadora necesidad de reclamar a Yuri antes de que atracaran? Siro negó con la cabeza—. Yo no estaba tratando de descartar tus preocupaciones o el hecho de que estoy preocupado, pero algo… Oh hombre, no había manera de explicar la urgencia que Siro sentía. Le haría sonar como un completo idiota si siquiera lo intentaba. Yuri nunca le creería, ni en un millón de años. —Algo está haciendo que tu nudo en el estómago apriete al igual que tus nervios se están deshilachando. La boca de Siro se abrió cuando una descarga rodó a través de él. — Sí. Yuri hizo una mueca y asintió. —Lo sé. Yo también lo siento. Simplemente no sé lo que es. —Te juro que no estoy tratando de usarte como reemplazo de Conner. Es todo lo contrario de hecho. Me siento como que si no te reclamo antes de llegar a la isla de Vourdala, entonces te perderé, y no podría soportar perder a mis dos compañeros. Siro se apoyó en la mano callosa de Yuri curvada alrededor de la mejilla. Sólo el olor de su compañero filtrándose en los poros fue suficiente para calmar a Siro temporalmente. Aspiró profundamente, necesitando más del olor. Infierno, se bañaría en él, si pudiera. —Dios, qué bien hueles. Yuri se rió. —¿Ahora que me puedes oler, quieres decir? —Sí. —Siro estaba un poco avergonzado cuánto el olor de Yuri le 112 afectaba. La primera vez que había olido al hombre, una racha de lujuria había disparado por él que casi lo llevó a sus rodillas. Entendía la mecánica de cómo Yuri había ocultado su olor y por qué. Simplemente no había entendido cómo algo tan fuerte podría ser enmascarado por simples productos químicos. Y nunca quería experimentar la pérdida de ese olor de nuevo. —Déjame reclamarte, Yuri, —susurró Siro, poniendo todo lo que no podía decir en sus ojos—. Por favor. Yuri miró por un momento, con los labios apretados. Siro casi pensaba que el hombre iba a rechazarle, y no sabía lo que haría si eso sucediera. —Te das cuenta de que nunca me ha tocado estar abajo antes, ¿verdad? Siro parpadeó. —¿Qué? Los labios de Yuri se curvaron en una sonrisa. —¿Me veo como un chico de abajo para ti? —Bueno… no, pero ¿nunca realmente has estado abajo antes? —Culo virgen total. Siro estaba bastante seguro de que iba a desmayarse allí mismo, y él nunca se había desmayado en su vida. Siro comenzó a sonreír al pensar en todas las cosas, y posiciones, que podía enseñar a su compañero. —Oh, cariño, tengo una sorpresa para ti. Los ojos de Yuri bajaron a la erección presionando contra los vaqueros de Siro. —He visto esa sorpresa antes. Oh, el pobre hombre. No tenía ni idea. —Ven conmigo. —Siro agarró la mano de Yuri y tiró de él hacia el 113 borde de la cama que habían compartido durante las últimas noches. Mientras que nada demasiado íntimo había ocurrido entre ellos, Siro no había sido capaz de negar la necesidad de Yuri para abrazarle por la noche. Incluso sufrió por encontrar a Yuri enroscado en torno a él todas las mañanas. Hizo a Yuri feliz. Y eso hizo feliz a Siro. ¿Quién sabía? Siro tiró a Yuri para detenerse en el borde de la cama y alcanzar los botones de su camisa. De hecho, era un par de centímetros más alto que Yuri, quien trajo la frente del hombre sobre la barbilla de Siro. Aún así, el hombre no se quedó atrás. Yuri tenía músculos de sobra y millas de dorada piel bronceada que Siro tuvo el impulso de lamer. Siro se tomó tiempo para explorar la piel sedosa de Yuri mientras empujaba la camisa de anchos hombros del hombre. Una vez que la camisa cayó al suelo, Siro acarició las manos por encima de los gruesos hombros de Yuri a su musculoso pecho. —Me gusta esto, —dijo al tiempo que pasaba los dedos por el cabello oscuro sobre los músculos pectorales del hombre. Sólo había un puñado de pequeños pelos rizados extendiéndose sobre su pecho y luego arrastrándose hacia abajo a una estrecha flecha que guiaba debajo del borde de la cintura del hombre. Dos discos redondos ligeramente de color marrón, estaban enclavados en toda ese oscuro pelo que atrapó la atención de Siro. Mantuvo sus ojos fijos en los de Yuri cuando se inclinó y mordió uno. Las fosas nasales de Yuri se dilataron, pero ningún sonido escapó de los labios apretados del hombre. Eso cambiaría. 114 Siro se inclinó y pellizcó el otro pezón, succionándolo en su boca, entre los dientes. Yuri se puso rígido, pero todavía ningún nuevo sonido escapó de su boca. Siro mentalmente se encogió de hombros. Quizás Yuri no era aficionado a los pezones de hombre. No todo el mundo lo era. Pero no sabía de un hombre en el planeta que rechazara un conjunto de labios cálidos envueltos alrededor de su polla. Siro se deslizó hasta el suelo y llegó a las botas de Yuri. Oyó reír a Yuri cuando se sacó una bota y la arrojó por encima del hombro y luego la otra. La risa de Yuri se detuvo cuando Siro alcanzó la cremallera en los vaqueros del hombre. El bulto en sus pantalones pulsaba y creció lentamente cuando Siro tiró de la cremallera hacia abajo para mostrar una de las más bonitas pollas que alguna vez había visto. Era gruesa, larga, y goteaba. No le había ido mal en el departamento de parejas. Yuri era un dios dorado con un chorro de negro pelo que ligeramente se rizaba alrededor de su cabeza y caía a sus hombros en ondas suaves. Sus ojos azul celeste dominaban su rostro, haciendo que su mandíbula cuadrada y pómulos fuertes se destacaran. Era impresionante. Siro se puso en pie y señaló la cama. —Ponte cómodo. Yuri arqueó una ceja. —¿En serio? Siro sonrió y alcanzó el borde de su camisa de algodón. La llevó sobre sobre su cabeza y la dejó caer al suelo, sin preocuparse por donde caía. Yuri se quedó allí y se quedó hasta que Siro hizo una pausa. —¿Yuri? Los ojos de Yuri se abrieron por un momento, y luego su rostro se sonrojó como si hubiera sido sorprendido haciendo algo que no debería estar haciendo. Siro sonrió mientras el hombre se apresuró a subir a la 115 cama. A Yuri le esperaban más que unas pocas sorpresas. Tenía planes para su compañero, muchos planes. Siro esperó hasta que Yuri se acomodó en la espalda en medio de la cama y luego quitó las botas de sus pies, pateándolas lejos. Podía sentir todo el peso de la mirada intensa de su compañero cuando se contoneaba fuera de sus vaqueros. Una vez que estuvo desnudo, Siro levantó sus ojos para encontrarse con los de Yuri llenos de lujuria. El calor en los ojos de su pareja calentó a Siro como nada lo había hecho. Su respiración se enganchó en su garganta, robando las palabras que había estado a punto de hablar. Se fue con la acción en su lugar. Siro agarró su dura polla y le dio un golpe largo y lento. Vio el intenso anhelo en los ojos de Yuri, cuando el hombre se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Los ojos del hombre cayeron a la polla y un suave sonrojo llenó su cara. Pero fue la forma en que la polla de Yuri palpitaba y se meneaba que llamó la atención de Siro. —¿Te gusta lo que ves, Yuri? —Siro dio a su polla otra larga caricia desde la raíz hasta la punta y luego retrocedió de nuevo. Sus bolas se sentían pesadas, dolorosas. La necesidad de hundir su eje en el cuerpo bienvenido de Yuri era casi abrumadora. Pero tenía que tomarlo con calma, no importa la cantidad de control que llevara. Yuri nunca había estado en el extremo receptor, y Siro se acurrucaría y moriría si hiciera esta experiencia incómoda para su compañero. La respiración de Yuri parecía tartamudear en su pecho cuanto más observaba a Siro acariciarse él mismo, lo que dijo a Siro un montón de cosas. Yuri disfrutaba viendo. Sería bueno si alguna vez fuera capaz de resolver las cosas con su otro compañero. 116 La otra cosa que la respiración irregular de Yuri dijo a Siro, fue que el hombre no se veía tan poco afectado como quería aparecer. Y teniendo en cuenta lo que Siro tenía reservado para el hombre eso era una cosa muy buena. Siro dejó caer su mano alrededor de su polla y se subió al extremo de la cama, arrojando un tubo de lubricante al lado del hombre. Subió lentamente su camino hasta que se cernía sobre la parte superior de Yuri, sus manos apoyadas a ambos lados de la cabeza del hombre y acurrucó su cuerpo entre los muslos de Yuri. —Te va a gustar esto, —susurró Siro—. Prometido. Antes de que Yuri pudiera protestar o incluso hablar, Siro bajó la cabeza y reclamó los labios del hombre. El primer beso era ardiente, quemando justo a través del cuerpo de Siro hasta su alma. No hubo comienzo lento y gradual incremento en intensidad. Fue directamente abrasador al segundo que la lengua de Yuri tocó la de Siro. Siro apartó su boca de la de Yuri y lentamente besó un camino abajo del cuello del hombre contra su pecho. Todavía tenía dudas acerca de la aversión de Yuri al juego del pezón. Pasó la punta de su lengua alrededor de los pezones de Yuri, provocando las duras pequeñas protuberancias y prendiéndose a ellas, chupando cada una. Siro movió su mano libre hacia abajo entre sus cuerpos, trazando sus dedos sobre la dura polla de Yuri. Yuri abrió los muslos más amplios, animando a más toques. Siro continuó el asalto a los pezones de Yuri mientras utilizaba su pulgar para frotar la punta que goteaba del hombre. Bombeando toda la longitud con la mano, usó todos los trucos que conocía para construir el placer de Yuri. Cuando Yuri se arqueó fuera de la cama y un gemido de aliento escapó de sus labios, Siro deslizó hacia abajo su cuerpo a dura erección goteando pre-semen a lo largo de su estómago. Tragando la erección hasta 117 la raíz, Siro sostenía las caderas de Yuri hacia abajo, sin preocuparse de la ofensiva fuerza que utilizaba. Chupaba ferozmente, necesitando sentir la semilla de su compañero en su boca. Tenía que probar la entrega de su pareja. Masajeó el delicado saco debajo de la polla de Yuri mientras pasaba la lengua por encima de la ranura a la cabeza del largo eje del hombre y fue recompensado por el cuerpo tensándose de Yuri. Siro tomó el lubricante y manchó sus dedos. Deslizó un dedo dentro y fuera del culo apretado de Yuri lentamente, agregando un segundo cuando pensó que su compañero podía soportarlo. Presionó un poco más cada vez, hasta que Yuri estaba meciéndose hacia adelante y hacia atrás, rogando por más. Cuando la garganta de Siro masajeó su longitud y jodía al hombre con sus dedos, Yuri se vino, gritando el nombre de Siro. Siro subió entre los muslos de Yuri y colocó su pene en la apertura de Yuri. Bajó la vista y se encontró con los ojos azules de Yuri, lentamente empujando dentro del culo del hombre. Una vez que estuvo todo el camino dentro, se conmovió cuando su polla estaba envuelta en el calor húmedo. Siro se detuvo, con las manos apoyadas a cada lado de la cabeza de Yuri, y se quedó mirando a la hermosa cara del hombre. —Mío, —gruñó posesivamente, sintiendo algo salvaje y fiero apoderarse de él, lo que le obligó a reclamar su compañero dentro y fuera. —Tuyo, Siro. Yuri envolvió una de sus piernas alrededor del muslo de Siro, y se sacudieron juntos por un momento, golpeándose, acariciando la piel resbaladiza, explorando cómo cada uno de ellos se sentía contra el otro. Siro podía sentir los músculos internos de Yuri ondeando a su alrededor, abrasándole, llevándole al borde del abismo. Agarró las caderas de Yuri cuando comenzó a moverse más, moviéndose más rápido y más profundo con cada embestida. Sintió el culo de Yuri apretar con fuerza 118 alrededor de su polla, construyendo el placer que crecía dentro de Siro, hasta que se juntó en sus bolas y se detenía en su cuerpo. —Siro. Una palabra. Una simple palabra, y eso significaba más para Siro que cualquier orgasmo que alguna vez pudiera, especialmente cuando Yuri inclinó la cabeza hacia atrás y mostró su garganta. Siro gimió cuando se inclinó y hundió sus dientes en la carne blanda del hombro de Yuri. Sangre dulce y caliente salpicaba a través de la lengua de Siro, trayendo una ola de placer y plenitud diferente a todo lo que había sentido alguna vez. —Yuri, —susurró Siro en silencio cuando sintió un aleteo en su cabeza.— Mi compañero. —Sí, —contestó Yuri sólo en voz baja. Con una ráfaga de duros y rápidos golpes, Siro se congeló, enterrado tan profundo dentro del culo de Yuri como pudo conseguir. Sacó sus colmillos de la carne tierna de Yuri, echó la cabeza hacia atrás y rugió su finalización, inundando el pasaje interior de Yuri con su propia semilla caliente. Oyó a Yuri gritar y miró justo a tiempo para ver el semen del hombre derramarse sobre el estómago. Después de unos momentos, y varias respiraciones profundas, Siro sacó su polla del culo de Yuri y se dejó caer al lado del hombre. Sonrió intencionadamente, mientras observaba a Yuri tratar de recuperar el aliento. —Te dije que tenía una sorpresa para ti. Siro se rió cuando Yuri simplemente levantó su dedo medio y luego le hizo un gesto. Por una vez, él era el que se acercaba y se envolvía alrededor de su compañero. Se acurrucó dentro, dejando caer la cabeza 119 hacia abajo sobre el pecho de Yuri y sintiendo los brazos de Yuri a su alrededor. —Gracias. —Necesitaba decirlo. El alivio que llenó a Siro ahora que sintió la conexión entre ellos era casi tan abrumador como la intensa necesidad que había tenido de reclamar al hombre. Yuri le apretó el hombro y plantó un pequeño beso en la sien de Siro. —En cualquier momento, pareja. Siro esperaba sinceramente que Yuri quisiera decir eso, porque todo lo que les estaba esperando en la isla de Vourdala podría probar el vínculo creciente entre ellos. Siro sólo esperaba que Yuri todavía estuviera a su lado cuando todo estuviera dicho y hecho. 120 Yuri miró a Siro ponerse más ansioso cuanto más se acercaban a la isla de Vourdala. Sentía la misma ansiedad, pero no tanto como Siro. El hombre parecía casi frágil, como si un viento fuerte le partiera a la mitad. Yuri no podía explicar qué era lo que les estaba causando a ambos estar incómodos, pero se alegraba de que Siro le hubiera reclamado. Diablos, no habían estado haciendo otra cosa que dejar que Siro le reclamara durante los últimos tres días. El culo de Yuri dolía, pero era un dolor cómodo, incluso bienvenido. Podría estar sentado un poco gracioso, pero llegó con el conocimiento de que Siro era suyo y él era de Siro. Nadie podía quitarles eso. Ni el consejo, ni un alfa, ni siquiera los cazadores. Nadie. Siro era suyo, así de simple. Y en el momento en que descubriera cómo burlar el vínculo de apareamiento tri-omega, lo demostraría al reclamar a Siro justo como Siro lo reclamó a él. Yuri estaba un poco sorprendido de ver otro ferry atracado en el muelle cuando llegaron a una esquina de la punta de la isla. Había pensado que en el que estaban era el único que iba a la isla. Parecía haber mucha actividad y un montón de gente saliendo del otro ferry. Curioso, Yuri subió a la barandilla para estar junto a Siro. Asintió con la barbilla hacia la isla. —¿De qué crees que se trata? Siro se encogió de hombros. —Me pillaste. 121 Cualquiera viendo a Siro habría pensado que estaba casualmente apoyado en la barandilla, mirando hacia la isla curioso como Yuri lo estaba. Salvo que Yuri sabía que era diferente. En los días que habían estado juntos, Yuri había comenzado a notar los sutiles movimientos de su compañero y los no tan sutiles. Ni un solo gesto en vano o casual. Todo lo que Siro hacía, desde la forma en que respiraba a la forma en que inclinaba la cabeza para mirar algo, era usado para explorar la zona y evaluar los posibles peligros. —Estoy ansioso, Siro, —dijo Yuri a través de la conexión mental que habían establecido entre ellos cuando Siro le reclamó— y no sé por qué. —Yo también lo siento, —respondió Siro tan silenciosamente—. Y cada vez es más fuerte. —Tal vez la isla de Vourdala no sea la mejor opción para nosotros. —No puedo prometer que lo sea, pero sé que aquí es donde se supone que estemos. —Los labios de Siro se apretaron mientras miraba más de cerca a las personas bajar del ferry en la distancia—. Sólo es que no sé por qué. —¿Qué ves? Yuri era el beta de la manada de su padre. No fue entrenado como un agente de encubierto para el Consejo. Podría conocer una amenaza cuando estaba en su cara, pero tenía serias dudas de que conociera una a esta distancia. Siro era diferente. Había estado trabajando para el Consejo durante años. Estaba paranoico, pero tenía derecho a estarlo. También era bueno en su trabajo. Por lo que Vadim había sido capaz de descubrir a través de sus contactos, Siro nunca dejaba un trabajo sin terminar y nunca fallaba en una asignación, no importa cuánto tiempo le llevara. 122 Siro vería cosas que Yuri no o cosas que había pasado por alto. Yuri confiaba en su compañero lo suficiente para que él fuera en cabeza en este tipo de situación. Eso no quería decir que no se presentara al lado del hombre si la mierda venía en su camino, porque lo haría. Sólo dejaría a Siro escoger y elegir sus batallas. —Hay un montón de gente saliendo de ese ferry, gente que no reconozco, —finalmente respondió Siro—. Tienen que ser lobos o lobos para acoplarse o Vadim nunca los dejaría en su isla. Cerró todo el lugar a extraños cuando todos los omegas tri-empezaron a aparecer. —Por lo tanto, ¿están aquí por invitación? —Invitación o solicitud. Yuri movió la cabeza con desaliento. Había realmente estado esperando un lugar donde él y Siro pudieran pasar desapercibidos mientras buscaban a Conner. No parecía que fuera a suceder. —Si Vadim sigue dejando que la gente entre, va a quedarse sin isla muy pronto. Siro sonrió. —Estoy seguro de que lo sabe, pero Vadim no es el tipo de hombre que rechace a alguien cuando les puede ayudar. Concedido, las cosas en la isla de Vourdala están poniéndose interesantes, pero algunas personas necesitan lo que él puede darles. Yuri estaba confundido. —¿Una isla de vacaciones? Siro negó con la cabeza. —Un lugar para esconderse. Yuri no podía discutir eso. Esa era la razón de que se dirigieran a la isla de Vourdala para ocultarse. Cuando el ferry entró en el muelle, Yuri siguió a Siro por el tablón de madera hasta el muelle. No era como si tuvieran cualquier tipo de bolso que agarrar. Las pertenencias de Yuri estaban en casa en el territorio de la manada de Miroslav. Yuri no estaba muy seguro de dónde Siro llamaba su casa, pero esperaba que el hombre estuviera de acuerdo en irse a vivir con 123 él. Era un tema que no habían hablado todavía. Una gran multitud se había reunido justo al borde del muelle donde comenzaba a conducir a la ciudad. La curiosidad de Yuri era abrumadora, pero no estaba seguro de que el anuncio de su llegada para que todos lo oyeran fuera un buen plan. Siro parecía tener otras ideas, sin embargo. De repente se quedó más rígido, y una amplia sonrisa movió los labios. Las cejas de Yuri se dispararon cuando Siro de repente levantó la mano en el aire y gritó a alguien en la multitud. —¡Serge! Yuri puso los ojos en blanco cuando Siro comenzó a correr a través del muelle. Rápidamente lo siguió, chillando en la parada cuando un muy alto hombre con el pelo rubio como el sol se separó del grupo y comenzó hacia ellos. Un gruñido empezó a construirse en el pecho de Yuri. Cuando los dos hombres se abrazaron y se acariciaron el uno al otro en la espalda, Yuri se salió de sus casillas. El gruñido que había estado conteniendo se liberó, y saltó hacia adelante para separar a los dos hombres. Se colocó entre Siro y el extraño y se agachó en una postura defensiva. —¡Mío! Un momento después, Yuri estaba frotando la parte de atrás de su cabeza y mirando a su compañero en confusión. —¿Por qué me pegaste? —Ese es mi hermano Serge. —Oh. —Yuri frunció el ceño, tratando de ocultar su vergüenza, mientras se acercaba más a Siro—. Lo siento. —No. —Serge rió—. Si mis compañeros no conocieran a Siro, estarían actuando de la misma manera, y créeme cuando te digo que tú no 124 has visto nada hasta que hayas visto a mi Niko lanzarse a un ataque. —Escuché eso. La cabeza de Yuri se giró bruscamente. Conocía esa voz, a pesar de que no había visto al hombre al que se le atribuía eso, en varios meses. — ¿Niko? —¿Yuri? De repente, Yuri era el que abrazaba a otro hombre y le daba una palmadita en la espalda. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó mientras se echaba hacia atrás—. Pensé que estabais ayudando a reunir a los tri- omegas y traerlos aquí de vuelta a la seguridad. Antes de que Niko pudiera contestar, un gruñido profundo y gutural llenó el aire, haciendo que los pelos de la nuca de Yuri se pusieran de punta. Se dio la vuelta para mirar fijamente a Siro horadando a su hermano. Tenía los dientes al descubierto en una amenaza obvia. —Ahora, Siro, no hagas nada de lo que te arrepientas. Niko es mi hermano al igual que Serge es el tuyo. Siro parpadeó, la fiereza de repente drenándole fuera de su postura. —Tu hermano está acoplado a mi hermano. Ya lo sabía. Lo hacía. Conocí a Niko justo después de que se acopló a Serge y a Federov Vasiliy. Sólo es que… cuando fuiste a darle un abrazo, yo… —Siro se encogió de hombros, pero Yuri pudo ver que su compañero estaba avergonzado. —Está bien, Siro. Sentí lo mismo cuando te vi abrazar a Serge. Siro le envió una pequeña sonrisa y se volvió a sus hermanos, señalando a la multitud con la mano. —Entonces, ¿qué es todo esto? — preguntó—. Pensé que Vadim cerró la isla a los extraños. —La manada de Jake McAlester fue atacada por los cazadores, — dijo Serge cuando miró a la multitud sobre su hombro—. Su casa fue 125 destruida y ya no era seguro para ellos permanecer en el rancho, así que ha traído aquí a todo el mundo para su protección. Yuri podía ver la duda en los ojos de Siro cuando volvió a mirarle. —¿Siro? —Conner es uno de los miembros de la manada de Jake McAlester. —¿Conner McGregor? —Niko preguntó—. ¿Es ese del que estás hablando? Siro se quedó inmóvil. —Sí. ¿Por qué? —Sólo que le llevaron al recinto del alfa. —¿Por qué? —preguntó Siro con una voz tan carente de emoción que hizo que la piel de Yuri hormigueara. —Bueno, uno, resultó herido en el ataque al rancho. Está recuperándose, pero no está completamente en pie todavía. Llegó más o menos hasta el muelle antes de que necesitara ayuda. —¿Y dos? —Gruñó Siro. —El Anciano Dmitriev quería hablar con él. Siro escapó antes de que Yuri pudiera detenerlo. Puso los ojos en blanco y envió una pequeña sonrisa a Niko y a Serge antes de despegara detrás de su compañero. Siro era rápido, muy rápido. Subió a la colina y a la puerta del recinto del alfa antes de que Yuri siquiera llegara dentro de la puerta. —¡Siro, detente, maldita sea! —La orden fue gritada a través del enlace de su compañero. Sorprendentemente, Siro se detuvo en la puerta y sólo lo contempló. Le dio tiempo a Yuri para acercarse al nivel del hombre. Cuando Yuri alcanzó el porche y se detuvo junto a Siro, estaba confundido porque la 126 ansiedad era descaradamente evidente en sus ojos azules. —¿Siro? —No sé si puedo hacer esto. —Entonces no lo hagas, —dijo Yuri—. Podemos esperar y ver a Conner después que hayamos descansado. Está aquí en la isla, por lo que no debería ser muy difícil encontrarlo. Una vez que hayamos tenido la oportunidad de descansar y recuperarnos del todo, podemos hablar con alguien acerca de esas inyecciones que el consejo está creando para ayudar a los tri-omegas. Siro no mostraba sus emociones muy a menudo, así que cuando se volvió a mirarle, Yuri inhaló profundamente en lo que estaba viendo. El conflicto de sentimientos que continuaban en los ojos azules de Siro trajo lágrimas a los ojos de Yuri. —Yo no… —Siro se humedeció los labios, como si hubiera desaparecido súbitamente la sequedad y no pudiera pronunciar otro sonido sin mojarlos—. No sé qué hacer. La opresión en el pecho de Yuri disminuyó. Puede que no fuera capaz de infiltrarse en un grupo de cazadores durante meses, pero sabía cómo tomar decisiones cuando nadie más lo hacía. Eso es parte de lo que hacía de él un buen beta. —Vamos, amor. —Yuri cogió el pomo de la puerta y empujó la puerta para abrirla—. Tenemos que ir a hablar con Conner y ver si podemos resolver las cosas entre nosotros. Si Conner realmente no quiere ser nuestro compañero, luego, vamos a ir al consejo. Siro asintió rápidamente como si el discurso estuviera más allá de él. Yuri agarró el brazo de Siro y lo acompañó a la gran mansión. Se encontraron inmediatamente con dos guardias armados, y Yuri podía ver más guardias más abajo en el pasillo. El lugar era como Fort Knox. 127 —Soy Yuri Miroslav, y este es Siro Castilian. Estamos aquí para ver a alguien que fue traído justo desde el ferry. Conner McGregor. Uno de los guardias se adelantó, asintiendo con la cabeza. —Niko llamó por radio y dijo que vendríais. El Sr. McGregor y el Anciano Dmitriev están en el estudio. Os acompañaré allí. —Gracias. Yuri mantuvo un firme control sobre el brazo de Siro cuando fueron guiados por el pasillo hasta una habitación en el otro extremo. El guardia se detuvo ante una de las puertas y llamó suavemente. Después de un momento, se abrió la puerta y dio un paso atrás. Sintió un pequeño estremecimiento expandirse por Siro, mientras entraban en la habitación grande. Yuri se dio cuenta de que no sabía nada de Conner McGregor y mucho menos de lo que había ocurrido entre él y Siro más que no sea que Conner disparó a Siro. No tenía ni idea de cómo esta confrontación afectaría a Siro, y eso preocupaba a Yuri. Yuri escaneó la habitación el segundo que entró. Un hombre más viejo se sentó en uno de los sofás de la sala, mirándoles con evidente sorpresa. Dos guardias armados estaban de pie detrás del anciano. Y de pie cerca de una ventana estaba Conner. Incluso vestido y no cubierto de sangre, Yuri reconoció a su pareja. —Siro. Siro asintió respetuosamente al anciano. —El Anciano Dmitriev. — Yuri sintió ponerse rígido cuando Conner se volvió para enfrentarlos—. Conner. —Siro. —La respuesta de Conner fue susurrada, sorprendida. —¿Os conocéis? —preguntó el anciano mientras su cabeza se movía a un lado y a otro entre ellos. 128 —Sí, nos conocemos. —La mandíbula de Siro era firme, y de repente Yuri sabía que lo que estaba a punto de salir de la boca de su pareja no iba a ser bueno—. Conner me disparó y luego me dejó morir. —No lo hice… —Conner cerró la boca bruscamente y se volvió hacia la ventana. Sus hombros estaban rígidos, sus manos apretadas en puños. Parecía aferrarse a su control de un hilo—. No te dejé para morirte, —dijo Conner en voz tan baja que casi Yuri no le escuchó, con su oído superior—. Volví por ti. —¡Todavía me disparaste! —Sí, Siro, —espetó Conner mientras se daba la vuelta para mirar a Siro—. Te disparé. Mi manada estaba siendo atacada y entraste y trataste de convencerme de que eras mi compañero cuando obviamente estabas con los cazadores. ¿Qué más se suponía que debía hacer? —Podrías haberme dado el beneficio de la duda. —No tenías olor, —insistió Conner. —¿Y ahora? Yuri se quedó sin aliento cuando una ola de calor le golpeó. De pronto estaba rodeado por el olor delicioso de Siro. Estaba en todas partes, llenando la habitación por completo. Sabía al segundo que la seductora fragancia alcanzó a Conner y el hombre olía el perfume de Siro por primera vez. El hombre se quedó quieto, y, por un momento, sus ojos verde pálido nadaron en lágrimas. Conner parecía derrumbarse sobre sí mismo, pero el movimiento fue tan breve que Yuri se preguntó si lo había visto o sólo imaginado. Cuando parpadeó, Conner estaba nuevamente de pie, si no un poco más rígido. Sus fosas nasales se abrieron por un momento, como si estuviera tratando de tomar el olor de Siro, pero no, y luego se volvió para mirar al Anciano Dmitriev, inclinando la cabeza respetuosamente. —Haré como 129 quieras, iré voluntariamente, Anciano Dmitriev, pero sólo con una condición. Lo que discutamos queda entre nosotros. —Si ese es tu deseo, —respondió el anciano. Conner miró a Siro otra vez, y luego sus ojos se desviaron a Yuri por un momento. La angustia nadaba en sus verdes profundidades turbias antes de que asintiera con la cabeza al anciano. —Así es. —Muy bien. —El anciano Dmitriev se quedó y le hizo señas a los dos guardias de pie junto a él. Yuri comenzó a gruñir cuando los guardias caminaron a los flancos de Conner uno a cada lado. No sabía qué infierno estaba pasando, pero no le gustaba. Conner cruzó la habitación y se detuvo frente a Siro. Cuando levantó la mano hacia la cara de Siro, Siro se estremeció de nuevo. Conner inhaló suavemente y apretó la mano en un puño. Poco a poco la dejó caer hacia abajo a su lado y colgaba lánguidamente. Las emocionesque habían inundado los ojos de Conner se desvanecieron hasta que no quedaba nada sino un verde vacío. —No te preocupes, pareja, —dijo Conner en silencio, escupiendo la última palabra como si dejara un mal sabor en la boca—. No me he olvidado de lo que me dijiste de nuevo en el bosque, y pasado mañana, nunca me verás de nuevo. Las cejas de Siro se fruncieron mientras su cabeza se inclinaba hacia un lado en obvia confusión. La risita Conner de se llenó de amargura y resignación. Yuri se estremeció ante la frialdad en el rostro de Conner. — Te voy a dar exactamente lo que quieres. No había lucha en Conner mientras era escoltado abajo a las celdas 130 del sótano y su nueva casa durante las próximas horas. No tenía nada por lo que luchar, ninguna razón para resistirse. Lo había perdido cuando le disparó a su compañero. El aliento de Conner se entrecortó en el pecho al pensar en Siro. El hombre realmente era su compañero, y también Yuri. Lo había olido en ambos hombres, lo que significaba que uno de ellos era un tri-omega. Eso explicaba mucho, tal como que Conner no pudiera olerlos antes. Conner casi se echó a reír histéricamente mientras recordaba su deseo de oler a su pareja sólo una vez más. Ahora que lo tenía, deseaba nunca haber olido a Siro o a Yuri. No saber era menos doloroso que saber y no poder tener a sus parejas. Conner dijo a Siro la verdad. Nunca olvidaría las palabras de odio del hombre hacia él. Siro no quería tener nada que ver con él. Deseó que Conner hubiera muerto. Cuando las puertas de las celdas rechinaron detrás de él, Conner no pudo reprimir su amarga pequeña risa. Siro iba a conseguir exactamente lo que quería. Conner no sabía cómo el Alfa McGregor lo había hecho, pero había encasquetado a Conner sus propios crímenes. Y ahora, Conner tendría que pagar con su vida. Había pruebas suficientes contra Conner que no había manera de convencerse a sí mismo de su castigo. No sabía exactamente cómo era el proceso, pero teniendo en cuenta las acusaciones en su contra y la evidencia abrumadora, Conner dudaba que incluso se le diera la oportunidad de defenderse. A los ojos del Consejo del Lobo, ya era culpable. Lo había visto en los ojos del Anciano Dmitriev cuando el hombre le preguntó. El hombre estaba asqueado con él. Infierno, Conner estaba asqueado consigo mismo. No por los crímenes de los que se le acusaba sino porque había caído en la trampa del Alfa McGregor tan fácilmente. Tendría que haberlo visto venir. Debería haberlo esperado. El Alfa McGregor nunca se detendría mientras hubiera 131 una amenaza para él o su posición. Conner se volvió hacia los barrotes de hierro cuando los guardias comenzaron a alejarse. —¿Podría por favor informar a mi alfa de que estoy aquí y pedirle que venga a verme antes de mañana? Tenía que asegurarse de que Jake comprendiera que no había hecho lo que se le acusaba. Ya no tenía la esperanza de que sus compañeros le creyeran. Lo querían muerto. Pero respetaba a Jake. El hombre lo había salvado cuando nadie más lo haría. Jake merecía una explicación, y Conner necesitaba saber si el hombre estaba asqueado con él como todos los demás. Uno de los guardias le gruñó y siguió caminando. El otro asintió con la cabeza y luego siguió al primer guardia de vuelta por las escaleras. Conner se acercó y se sentó en el catre de metal del tipo banqueta y tiró de sus rodillas hasta el pecho. No había ni siquiera una ventana en la celda de detención. Sólo algunas barras y paredes de cemento. Estaba desnuda y fría, al igual que Conner se sentía. Era un infierno. 132 —¿Qué demonios fue eso? —Siro gritó al anciano Dmitriev mientras agitaba su mano hacia la puerta que Conner acababa de abandonar—. ¿A dónde lo llevan? —¡Siro! —Yuri agarró el brazo de Siro y lo sacudió—. No puedes hablar con un anciano de esa manera. Siro rodó los ojos. —El anciano Dmitriev es mi padre. Puedo hablar con él de cualquier maldita manera que me plazca. —Él es… —la cabeza de Yuri dio media vuelta—. ¿Tú eres su padre? —El anciano se rió. —Lo soy. —Todavía no deberías hablar con él de esa manera, Siro. Siro ignoró a Yuri y se dirigió al otro lado de la habitación para pararse frente a su padre, plantando las manos en las caderas. —¿Qué está pasando, padre? ¿Por qué está Conner bajo la guardia, y dónde se lo llevan? —Me temo que no puedo responder a eso, hijo mío. —El anciano con calma cruzó las manos sobre el regazo, sin mirar en absoluto nervioso por la enojada ira de Siro—. Como escuchaste, Conner ha solicitado que lo que discutamos en nuestra reunión permanecezca entre nosotros. —Él es mi pareja. —Siro tragó, un escalofrío le rellenó cuando el rostro de su padre palideció—. ¿Qué? —¿Estás seguro de que es realmente tu pareja, Siro? ¿Hay alguna 133 forma de que pudieras estar equivocado? —Sí, estoy seguro. Yuri y Conner son mis compañeros. —Oh, esto no es bueno. —El anciano se puso en pie disparado y comenzó a caminar, empujando la mano por el pelo, agitando las perfectas hebras peinadas grises—. Esto no es bueno en absoluto. —¿Padre? El viejo Dmitriev se detuvo y se volvió para mirar a su hijo. —¿Te ha reclamado? Siro frunció el ceño. —No, todavía no. Tenemos algunos problemas que resolver primero. —¿Y tu otro compañero? —Los ojos del anciano se deslizaron a Yuri—. ¿Te ha reclamado? —No, estábamos esperando a Conner. El anciano se relajó visiblemente, presionando su mano contra su pecho. —Está bien, eso es bueno. Podemos trabajar con esto. —¿Trabajar con qué? —El consejo ha estado trabajando en un suero para tri-omegas que no puedan aparearse con sus compañeros por una u otra razón. Con mis contactos en el consejo, estoy seguro de que puedo conseguir algo de ese suero. Esto no será un problema. —¡No! —espetó Siro. No sabía por qué, después de todas sus palabras y el resentimiento por lo que Conner había hecho, pero ahora que la oportunidad de librarse de su compañero estaba delante de él, Siro no lo deseaba. De hecho, se le puso la carne de gallina sólo de pensarlo—. No, y no tomaré ningún suero. —Siro, tienes que hacerlo, —dijo el anciano—. Es la única manera 134 de salvarte. —¿Salvarme de qué? —espetó Siro—. ¿Qué está pasando? —No puedo hablar de ello contigo, Siro. Es un asunto del consejo. —Siro apretó los dientes para evitarse a sí mismo de gritar a su padre. Sabía que había cosas que ocurrían en el consejo que su padre no podía discutir con él. Siempre había sido así, y nunca le había molestado en el pasado. Esto no era el pasado y su compañero estaba involucrado en esta ocasión. Siro quería saber qué demonios estaba pasando, y lo quería saber en este mismo segundo. —Así que ayúdame, Padre, si no me dices qué demonios está pasando con mi compañero, voy a salir por esa puerta y nunca me volverás a ver. —Siro, —exclamó Yuri detrás de él. Siro ignoró a Yuri una vez más y se quedó mirando a su padre, dejando que el hombre viera la verdad de sus palabras en sus ojos. Siro sabía que había ganado la batalla de voluntades cuando los hombros de su padre se desplomaron y se volvió a caminar hacia la ventana. El anciano Dmitriev empujó la cortina y miró a través del cristal. —Te conozco, Siro, —dijo el anciano en voz baja—. A pesar de que no hemos sido capaces de reconocer nuestros lazos en público, te he visto convertirte en el hombre que eres hoy, un hombre del que cualquier padre estaría orgulloso. Pero si te digo lo que sé, tratarás de detenerlo, y no estoy seguro de que haya una manera de detenerlo. El anciano miró por encima del hombro, con los ojos llenos de tristeza. —Me preocupo por ti, hijo mío. —Cuéntame. —Siro se preparó para la respuesta de su padre. —La evidencia ha sido presentada ante el consejo, irrefutable evidencia, de que Conner McGregor ha estado ayudando a los cazadores, 135 dándoles información confidencial que ha llevado a la muerte a no menos de treinta personas. —No. —Siro se negó a creerlo. Conner hacía un montón de cosas, pero nunca traicionaría a uno de los suyos—. No me importa la evidencia que tengas. No lo creo. El anciano Dmitriev sonrió con tristeza. —No, no pensé que lo hicieras. —Conner nunca haría esto. —Las pruebas dicen lo contrario. Los ojos de Siro se estrecharon. —¿Qué pruebas? —Conversaciones grabadas, transacciones electrónicas, archivos de computadora. —El anciano suspiró y se acercó a sentarse en el sofá de nuevo—. Hemos sospechado desde hace tiempo que alguien estaba filtrando información a los cazadores, pero no sabíamos quién. Hace un mes, uno de los técnicos municipales descubrieron que grandes cantidades de dinero se transfirieron a la cuenta bancaria personal de Conner. Cada una de estas transferencias coincidió con un ataque a una manada de lobos, y todas se originaron a partir de una cuenta bancaria financiada por cazadores. —Conner no tiene una cuenta bancaria personal. —Siro lo había comprobado cuando investigó a Conner. Él habría sabido si el hombre tuviera grandes cantidades de dinero en efectivo. No lo tenía. Conner había dejado básicamente su última manada con la ropa que llevaba puesta. —Nuestros datos dicen lo contrario. —Vuestros registros están equivocados. —Incluso si eso es verdad, no puedes refutar los archivos que se encuentran en su computadora, Siro. Tenemos archivo tras archivo en una 136 carpeta de los lugares, listas de miembros, y correos electrónicos entre Conner y los cazadores. Bueno, eso era algo difícil de explicar, excepto… —¿Cómo supiste acerca de estos archivos? —preguntó Siro—. ¿Quién te avisó? —Uno de los miembros del Consejo recibió una denuncia anónima de que Conner estaba involucrado con los cazadores. Confiscamos su ordenador y pudimos encontrar los archivos y correos electrónicos. —Mierda. Las cejas del anciano se alzaron. —¿Perdón? —Es una mierda. A Conner le han tendido una trampa. —¿Y crees esto porque…? —Debido a que Conner McGregor dejó la manada McGregor hace más de dos meses sólo con la ropa que llevaba puesta. Estuvo aquí en la isla de Vourdala para la reunión anual del Consejo del Lobo. Después desafió al Alfa McGregor, no se le permitió incluso volver a su casa y recoger sus pertenencias personales, lo que significa que su equipo ha estado en su casa allá en la manada de McGregor, donde cualquiera podría haber conseguido apoderarse de él. Siro juró que podía ver la maquinaria del cerebro de su padre funcionar cuando el hombre lo miró fijamente. De repente, el anciano Dmitriev se puso de pie y sacó su teléfono móvil. Empezó a marcar casi de inmediato y luego miró a Siro mientras sostenía el teléfono en la oreja. —Robby, soy Dmitriev, —dijo—. ¿Estás en alguna parte que puedas hablar conmigo en privado? Esto es importante. —El anciano estaba en silencio por un momento, y luego asintió—. No, esperaré. Cubrió la parte inferior del teléfono con la mano. —Robby es mi experto en tecnología. Va a ponerse en una línea segura en caso de que su 137 teléfono esté pinchado. —¿Robby? —Le conociste en tu misión a Rusia cuando encontraste a tu hermano. Es el hermano de Juliette. Claro. Siro recordó al hombre. Robby era realmente muy bueno. A Siro le gustaba. No era un guerrero, aunque le gustaba pensar en sí mismo de esa manera. Pero Siro no tenía ni idea de que Robby fuera un espabilado del ordenador. —Está bien, escucha con atención, Robby, —dijo el anciano Dmitriev cuando comenzó hablando al teléfono de nuevo—. Quiero que vayas a aquellos archivos que encontramos en el equipo de Conner McGregor y te andes con pies de plomo. Quiero saber exactamente cuándo esos archivos se han creado y por quién. También quiero saber si esos e- mails fueron enviados. Ve si puedes encontrar la dirección del proveedor de Internet. Siro se volvió cuando vio a Yuri agitando su mano. —¿Qué? —Dile a Robby que averigüe qué grupo de cazadores ha estado transfiriendo dinero en la cuenta de Conner y cuándo fue creada esa cuenta. El grupo cazador que se infiltró parecía saber un poco demasiado acerca de dónde la manada de Jake McAlester estaba viviendo y todo lo que había allí. No sé si Conner tenía algo que ver con ello, pero alguien le dijo al Teniente Albright dónde se encontraba. Siro negó con la cabeza. —Conner no tenía nada que ver con esto. Él no es así. Los labios de Yuri se tensaron por un momento, extendiéndose en una delgada línea. —Él te disparó, Siro. Siro se encogió de hombros. No podía explicar eso. Conner le había disparado, pero Siro sabía en lo profundo de sus huesos, que el hombre no 138 tenía nada que ver con los ataques a los miembros de la manada. Nunca se habría revelado a sí mismo a Conner si creyera que el hombre era malo. —No puedo explicarlo, Yuri. Sólo sé que Conner no lo hizo. —Yuri no parecía convencido. Siro necesitaba creer a Yuri. Necesitaba a Yuri de su lado. Siro se acercó y colocó sus manos sobre el ancho pecho de Yuri, buscando en la cara del hombre. —Por favor, créeme, Yuri. Conner es un montón de cosas, pero nunca traicionaría a nuestra especie. Sólo eso no es propio de él. Yuri miró Siro durante lo que pareció un millón de años antes de que finalmente resoplara un profundo suspiro y empujara la mano por su pelo negro. —Yo no sé qué creer, Siro. Te disparó y dejó que te muerieras. Para mí, esas son las acciones de un hombre que podría hacer cualquier cosa. — Algo que Siro sólo podría describir como agonía sombreó los ojos de Yuri—. No sabes lo que fue entrar en ese baño y encontrarte sangrando por todas partes. No sabía si sería capaz de salvarte o no. —Conner dijo que había vuelto por mí. —¿Y le creíste? —Sí. —No tenía ni idea de por qué Siro creía a Conner, pero lo hacía. Los hombros de Yuri se hundieron. —Está bien, Siro, jugaremos sin embargo esto como desees. Sólo dime qué quieres que haga. —Estar a mi lado. La comisura de la boca de Yuri se curvó hacia arriba con un toque de una triste sonrisa. —Siempre. La emoción que esa sola palabra invocaba en Siro era una que no conocía, y no estaba seguro de cómo procesarlo. Se preocupaba acerca de su padre y de su hermano e incluso de su gente en algún nivel. Pero nunca 139 había tenido a nadie que fuera sólo para él. Era un solitario. Siempre lo había sido. Ahora, no sólo tenía a alguien con quien quería compartir su vida, sino a alguien que estaba dispuesto a estar a su lado, incluso si no tenía la misma creencia en Conner que Siro tenía. Eso era algo que Siro nunca había experimentado antes. —Gracias, no pareces… Siro parpadeó sorprendido cuando Yuri apretó un dedo contra sus labios. Eso era algo que nunca había experimentado antes de la reunión con Yuri, y ahora había pasado varias veces. Realmente necesitaba discutir eso con su compañero antes de que estrangulara al hombre. —No trates de analizarlo, Siro. —Yuri sonrió—. Sólo acéptalo y averigua cómo vamos a salvar a Conner. —¿Estás seguro de que es una buena idea, Siro? —Shh. —Siro hizo un gesto con la mano a Yuri—. Los guardias van a escucharte. —¿Y no crees que van a escucharnos entrar a escondidas en la celda de Conner? —No, si mantienes tu gran boca cerrada. Yuri frunció el ceño a Siro. No tenía una gran trampa, maldita sea. Sin embargo, tenía una preocupación legítima de que éste era un jodido plan. Sólo Siro podría pensar en él, lo que dijo a Yuri, sin lugar a dudas que 140 se había acoplado a un hombre loco. Esta mierda era peligrosa. Si uno de los guardias los capturaba o, peor aún, un miembro del consejo, estaban jodidos, y no en la manera divertida tampoco. Yuri no tenía idea de por qué había accedido aún al plan. Oh, cierto. Yuri puso los ojos en blanco. Siro había trazado el plan mientras lo jodía en el colchón. Yuri había estado loco con el placer. Habría accedido a cualquier cosa en ese momento. Su pene le había conseguido un montón de problemas. —Vadim realmente necesita entrenar a sus guardias mejor. —Siro se dejó caer a sus rodillas ante la puerta que conducía a las celdas en el sótano y comenzó a trabajar en la cerradura con un conjunto de herramientas que retiró de su bolsillo—. Un niño de dos años de edad, podría colarse aquí. Yuri se encontró sonriendo con una extraña sensación de orgullo cuando Siro sin esfuerzo abrió la puerta en cuestión de segundos. —¿Es raro que me excite totalmente que puedas hacer eso? —susurró. Siro sonrió por encima de su hombro. —Deberías verme cuando estoy realmente intentando. Eso ayudaría a que realmente funcionara. —No quiero saber. Siro tenía habilidades que desafiaban una explicación lógica. Por un lado, lo había mantenido con vida a Siro, y Yuri estaba agradecido por eso. Pero por otra parte, ¿qué clase de vida había llevado Siro que las cosas que hacía eran normales? —Cuando todo esto termine necesitamos tener una conversación seria sobre tu profesión elegida, Siro. —Era hora de que su compañero se retirara del negocio de encubierto. Tan bueno como era en infiltrarse en los 141 grupos de cazadores y quienquiera que el consejo enviara detrás de él, tenía deformada la perspectiva del hombre en la vida. Incluso con su plena confianza en la inocencia de Conner, Siro seguía viendo lo malo en las personas en el primer encuentro en lugar de lo bueno. Siro metió las herramientas en el bolsillo y luego se puso en pie. Giró el pomo y abrió un poco la puerta, mirando dentro. El camino debe haber quedado claro porque Siro abrió la puerta y entró en el oscuro pasillo que conducía a las escaleras. Yuri le siguió en silencio y cerró la puerta detrás de él. —¿Debería vover a bloquear los controles en caso de que alguien compruebe? Siro negó con la cabeza. —Es posible que necesitemos hacer una escapada rápida. Sí, eso no sonaba bien. Si las cosas se pusieran tan mal que necesitaran hacer una escapada rápida, podrían también delatarse ellos mismos. Yuri era una beta. Conocía batallas de frente. No se escondía bajo el amparo de la oscuridad. Esto era realmente jodido. Bajaron los escalones de piedra sin incidentes. Yuri estaba realmente sorprendido cuando ningún guardia se encontró con ellos en la parte inferior de las escaleras. Vadim realmente era laxo en su seguridad. Tendría que hablar con su hermano sobre eso. Las dos primeras celdas estaban vacías, pero el corazón le dio un vuelco cuando Yuri alcanzó la tercera. El cabello rubio fresa de Conner se podía ver sólo sobre la parte superior de una manta descolorida gris que cubría una forma larga en la cama en un rincón. Yuri se aferró a los barrotes y miró a través de ellos una vez que Siro otra vez se puso a trabajar en la cerradura. En cuestión de segundos, la puerta estaba desbloqueada y abierta. Yuri estaba una vez más agradecido 142 por las habilidades de Siro. Algo profundo y oscuro estaba desgarrando sus entrañas al ver a su compañero a través de los barrotes de una celda. No había tenido mucho tiempo para procesar el hecho de que había encontrado a sus dos compañeros, pero sabía seguro que no le gustaba mirar a Conner a través de barras de hierro. Era un error. Yuri entró en la pequeña celda después de Siro. Se sentía un poco estúpido cuando ambos se quedaron allí y miraron al otro lado de la habitación a Conner. Uno de ellos debería decir o hacer algo. Lo que fuera. —¿Es hora de irse ya? —Conner preguntó mientras empujaba la manta de su cara y la volcaba. Su grito silencioso llenó el silencio en la habitación. Conner se incorporó rápidamente, balanceando sus piernas por encima del lado de la cama—. ¿Qué estáis haciendo aquí? Cuando Siro se limitó a mirar a Conner, Yuri sabía que tendría que decir algo. Nunca esperaba que dijera lo que salió de su boca. —Eres nuestro compañero. ¿Dónde más podríamos estar? —Los ojos de Conner se estrecharon. —Vete. —Sí, no va a suceder. Conner murmuró algo bajo su jadeo y volvió a recostarse en la cama, dándose la vuelta para alejarse de enfrentar a Siro y a Yuri. Y eso sólo le pilló a Yuri a contrapelo. Dejando a Siro, donde al parecer estaba congelado, Yuri irrumpió a través de la celda y tiró de la manta de Conner. —¡Hey! —gritó Conner mientras trataba de agarrar la manta. —Me tomó mucho trabajo entrar en este maldito lugar, —espetó Yuri mientras sostenía la manta fuera del alcance de Conner—. Lo menos 143 que podías hacer es escucharnos. —No tienes nada que decir que quiera escuchar. Yuri miró hacia abajo a Conner por un momento y luego le arrojó la manta. Se dio la vuelta y echó a andar hacia la puerta, agitando su mano en Siro. —Vamos, Siro, esto fue un error. Nunca va a escucharnos. —No. La voz de Siro era tan tranquila, tan silenciosa que prácticamente hizo eco a través de la habitación con su fuerza subestimada. Esto fue suficiente para detener a Yuri en seco. —¿Siro? Los ojos de Siro nunca vacilaron de Conner mientras lentamente se acercó al hombre. —¿Por qué me disparaste? Conner resopló mientras se deslizó de nuevo en la estrecha cama y se apoyó contra la pared de cemento. No se veía como si tuviera la intención de responder a Siro. De hecho, el frío brillo en los ojos, dijo que no diría una palabra, bajo pena de muerte. —Dime, —insistió Siro. Una congestionada y fría expresión se estableció en el rostro de Conner. —Sabes por qué te disparé. Viniste a mí con alguna historia loca del culo sobre ser mi compañero, pero no tenías olor. Y luego me entregaste una pistola y me dijiste que te disparara. ¿Qué más se supone que debía hacer? —La ceja rubia oscura de Conner se arqueó—. ¿Devolverte el arma? —Nunca esperé que realmente me dispararas, Conner. Conner apoyó la cabeza contra la pared detrás de él, suspirando profundamente. —Y nunca esperé que estuvieras diciendo la verdad. 144 —Podrías haberme dado el beneficio de la duda. —Y tú podrías haber tomado dos segundos y dejarme olerte. — Conner hizo un gesto con la mano alrededor de la habitación—. Y luego, nada de esto habría sido un problema. —¿Me estás echando la culpa de estar aquí? —Oh, no. —Conner se rió amargamente—. Mi maravilloso alojamiento descansa completamente sobre la cabeza del Alfa McGregor. No tuviste nada que ver con eso. Me refiero a todo lo demás. Si me hubieras dejado olerte, aunque fuera sólo por un momento, habría sabido que ibas a decir la verdad y tal vez las cosas se habrían vuelto de manera diferente. —Por lo tanto, ambos la jodimos. Yuri sintió el peso de los ojos de Conner en él cuando el hombre echó un vistazo más allá de Siro. Puso los ojos en blanco y dio un paso más para estar junto a Siro. —Está bien, todos la jodimos. ¿Mejor? Una de las esquinas de la boca de Conner se torció hacia arriba. —Si uno de nosotros es culpable de ser estúpido, entonces todos nosotros lo somos. —Yo no le disparé a Siro. —Eso todavía cabreaba a Yuri. Estaba bastante seguro de que siempre lo haría. Todavía no podía sacar las imágenes de Siro sangrando de su cabeza. Tenía pesadillas sobre no alcanzar a Siro a tiempo para salvarlo. Los labios de Conner se curvaron hacia abajo mientras sus ojos se apartaron lejos de los de Yuri. —Regresé por él. —No tenías que pegarle un tiro en primer lugar, —espetó Yuri. —¡Habrías hecho la misma maldita cosa! —Conner saltó a sus pies y golpeó su mano contra el pecho de Yuri. 145 —Yo nunca le dispararía a mi compañero. —Yo no sabía que era mi compañero, ahora, lo hago ¿no? —Los ojos de Conner se redujeron y veía a Yuri arriba y abajo como si fuera un bicho que quisiera aplastar bajo su bota—. No tienes idea de cuál era la situación. No estabas allí, así que no me digas que habrías hecho las cosas de manera diferente cuando no sabes de lo que estás hablando. —Oh, pero yo estaba allí. Conner parpadeó, sus pestañas aleteando locamente mientras miraba a Yuri. —¿Tú estabas allí? —Sí, estaba allí. ¿Quién crees que encontró a Siro desangrado en ese cuarto de baño después que le dispararas? ¿Quién crees que lo sacó de la casa antes de que explotara y le consiguió un tratamiento médico? Conner frunció el ceño, sus ojos azotando entre Yuri y Siro por un momento antes de empezar a retirarse. —¿Eres un cazador? —Diablos, no, no soy un jodido. —Entonces, ¿qué estabas haciendo ahí? —Estaba allí por Siro. —Los labios de Yuri se apretaron mientras los presionaba juntos—. No tenía ni idea de que tú estuvieras ahí. Yuri se sentía mezquino y rencoroso. Estaban discutiendo sobre Siro recibiendo un disparo, y Yuri odiaba siquiera pensar en ello. Pero, en el brillo de angustia que de repente llenó el color verde pálido de los ojos de Conner antes de que el hombre mirara hacia otro lado, la ira se desvaneció. —No, supongo que no. —La voz de Conner estaba llena de derrota. Sus hombros cayeron de repente, y se sentó en la cama, mirando hacia abajo en sus manos cuando las dejó colgando entre las piernas—. Entonces, ¿por qué estáis los dos aquí? ¿Para venir a restregármelo? —No, Conner, —respondió Yuri: —lo creas o, estamos aquí para 146 rescatarte. La cabeza de Conner se acercó. Miró fijamente a Yuri por un momento antes de que una carcajada amarga estallara más allá de sus labios. —¿Rescatarme? ¿Estás loco? Yuri asintió y se volvió para mirar a Siro. —Sí, más o menos. —Está bien. —Hilos de diversión se mezclaban a través de la voz de Conner—. Así que, dime, ¿cómo vais a rescatarme? Esto debería ser interesante. —Es realmente simple, —dijo Siro mientras daba un paso hacia adelante, invadiendo el espacio personal de Conner hasta el punto de que el hombre se dejó caer aún más en la cama—. Te vamos a reclamar como nuestra pareja. 147 La boca de Conner cayó cuando una descarga rodó a través de él. Lanzó un rápido vistazo a Yuri y después volvió a mirar a Siro. No podían hablar en serio. —Estás jodidamente loco, —susurró—. No me puedes reclamar. —Danos una razón por la que no, —exigió Siro. —Porque… porque… —Tenía que haber una razón, una buena. Pero maldita sea si podía pensar en una—. Simplemente no puedes. —Oh, pero sí podemos, Conner, —dijo Siro—. Ya ves, soy un tri- omega, de ahí la manera en que fui capaz de ocultar mi olor de ti. Esa es mi capacidad. Y si te reclamo, no pueden separarte de mí. Necesito a ambos de mis compañeros para sobrevivir. Por un momento, sólo un breve momento, Conner había sentido esperanza. Las palabras de Siro alejaron esa esperanza como si la hubiera ahogado en el mar. No había pasado por alto la marca de reclamo en la garganta de Yuri, y sabía que Siro le había reclamado. No había una sola que hiciera juego en el cuello de Siro, lo que significaba que Yuri no había reclamado a Siro. Eso explicaba muchas cosas. Yuri y Siro no irrumpieron en la celda de Conner para reclamarlo porque lo quisieran o incluso para mantenerle a salvo. Querían reclamarle para que Yuri pudiera reclamar a Siro. Conner era sólo un medio para un fin. 148 —No. Las cejas de Yuri se alzaron. —¿No? —No, yo no voy a dejar que me reclames. Probablemente voy a estar muerto al final de la semana. Yo no voy a llevaros a los dos conmigo. —Y no quería sentir la dicha de tener a sus compañeros cuando realmente no le querían. Sólo que no se lo admitiría a ellos. Infierno, tenía un momento difícil con admitirlo para sí mismo. —No creo que lo entiendas, Conner, —dijo Siro—. No te estamos dando una opción. Los ojos de Conner se abrieron a la luz salvaje empezando a brillar en los ojos azules de Siro. Cuando Siro se acercó y empezó a cernirse por encima de él, uno de los brazos del hombre se colocaron a ambos lados de la cabeza de Conner, Conner trató de deslizarse hacia atrás hasta que chocó contra la pared. Conner se estremeció cuando Siro se inclinó y acarició el costado de su cuello. Ondas de placer acumuladas estallaron en él. —No, yo… yo no estoy de acuerdo con esto. —¿Quieres que me detenga, Conner? —Siro susurró contra su piel— . ¿De verdad quieres que me detenga? El delicioso aroma de Siro lo estaba inundando, contrarrestado sólo por la fuerte fragancia masculina de Yuri cuando el hombre se dejó caer sobre el colchón al lado de Conner y comenzó a acariciar su gran mano sobre el pecho de Conner. —Voy a parar si eso es lo que realmente quieres, Conner, —dijo Siro—. Nunca te forzaría. Sólo dinos lo que quieres. Conner gimió cuando sintió la lengua de Yuri barriendo a través de 149 su piel. ¿Había algo que se sintiera tan bien? Conner sabía que tenía que ser fuerte, que necesitaba negar el anhelo profundo que tenía para ambos, para Siro y Yuri. Simplemente no podía decidirse a pronunciar las palabras que les detendría y lo dejarían en paz una vez más. No tenía la fuerza, no cuando los dos hombres estaban haciendo su mejor nivel para volverle loco. Y eso podría ser lo que le condenara al infierno hasta el final. —No te detengas, —susurró Conner mientras las lágrimas brotaron de sus ojos y las golpeó para cerrarlos. El aliento de Conner quedó atrapado en su garganta cuando sintió las manos de alguien moverse bajo el dobladillo de su camisa. Había sido tanto tiempo desde que alguien lo había tocado tan íntimamente, y por ello, que fuera su compañero era abrumador. Cuando su camisa estuvo subida arriba hasta el pecho y luego sobre su cabeza, Conner no se resistió. Sólo levantó los brazos en el aire y permitió que el material fuera empujado sobre su cabeza. Sus zapatos y los pantalones fueron los siguientes. Antes de que Conner se diera cuenta, estaba acostado en la cama desnudo como el día en que nació. Sólo fue cuando Siro y Yuri ambos se establecieron a ambos lados de él que Conner se dio cuenta que estaban tan desnudos como él. Sus ojos se abrieron de golpe, la necesidad de ver a sus compañeros más importante que ocultar las lágrimas que se reunían en ellos. No tenía la menor idea de cuándo había llegado a desnudarse, pero al parecer se había perdido mucho, porque maldita sea. Sus compañeros eran preciosos. Conner rezó con todo lo que tenía para tener una oportunidad de explorar las millas de piel dorada y bronceada antes de que sus compañeros decidieran que no lo necesitaban más. No necesitaba mucho, sólo un poco tiempo para disfrutar de Siro y Yuri. No pediría más. 150 Ni siquiera rogaría. Lo juro. Los olores combinados de sus compañeros lo estaban volviendo loco. Las seductoras fragancias eran tan fuertes que Conner preguntó cómo podría habérselas perdido. Comprendió que la capacidad tri-omega de Siro era ocultar su olor, pero eso no explicaba cómo se había perdido el dulce olor de Yuri. Un gemido ansioso cayó de sus labios cuando las manos de alguien comenzaron a vagar sobre el pecho. Su estómago se contrajo con la necesidad. Conner pasó la lengua por los labios y se estremeció cuando su pezón fue encontrado y jugaron con él. Siempre le había gustado que jugaran con sus pezones. Era como si esa pequeña protuberancia apretada tuviera línea directa a su polla. Cada vez que su pezón era retorcido, su polla se movía. Conner se mordió el labio para contener las súplicas que luchaban por rasgar desde la garganta. No sabía lo que estaba permitido y lo que no. ¿Podría tocar a sus compañeros como ellos lo estaban tocando a él? ¿Tenía ese derecho? —Por favor, —dijo finalmente alrededor de un roto gemido cuando su necesidad se convirtió en demasiada. —¿Eres mío, Conner? —Siro gruñó mientras rozaba sus labios a lo largo de la línea de la mandíbula de Conner. —Sí, —exclamó Conner, inclinando sus caderas arriba a modo de invitación—. ¡Por favor! La polla de Conner se endureció como el acero. Sus pelotas apretadas. Sacudió la cabeza de las lágrimas en sus ojos cuando los dedos Siro se retorcieron en su pelo, inclinando la cabeza hacia un lado. Conner gritó cuando afilados dientes le perforaron. 151 Conner envolvió sus brazos alrededor del cuello de Siro al sentir el vínculo de su compañero deslizarse en su sitio. No se parecía a nada que hubiera sentido jamás. Lo estremeció hasta muy dentro de su alma. Sus dedos le susurraron a través del suave pelo en la nuca del cuello de Siro, acariciando suavemente mientras Siro bebía. Lamiendo la sangre goteando del cuello de Conner, Siro apartó las piernas de Conner con sus poderosos muslos. El cuerpo de Conner hormigueó con su necesidad de venirse. Contuvo la respiración mientras esperaba lo que estaba por venir, lo anticipaba. Siro liberó a Conner y levantó sus piernas en el aire. Su mano bajó a jugar con la rígida polla de Conner. Conner se estremeció cuando el pulgar de Siro apretó contra la cabeza de su polla, acariciando su total longitud de la raíz a la punta antes de pasar a su culo. Una gran mano frotaba los globos redondos de su culo. Otra mano trazaba su pliegue, de arriba a abajo y luego vuelta otra vez. Su apretado anillo de músculos se tensó y agitó, tratando de meter las provocadoras yemas de los dedos en el interior. Sus uñas se clavaron en los brazos de Siro cuando los dedos manchados del hombre se condujeron rápidamente dentro del culo de Conner, bombeando dentro y fuera. Conner se mordió los labios para no rogar cuando de repente Siro salió de él. Luego, la polla del hombre apretó contra la apertura del agujero de Conner. Conner echó la cabeza hacia atrás, gimiendo largo y fuerte cuando Siro empujó hacia adelante, enterrando su polla dentro del cuerpo bienvenido de Conner. ¡Joder! Siro se sentía tan bien en su interior, duro, enorme, llenando a Conner hasta que no había espacio para nada más. Siro se movía hacia adelante y hacia atrás, en el interior del culo de Conner. Cada empuje estiraba el interior de las paredes de Conner, haciéndole doler aún más. El corazón de Conner latía hasta en la garganta, dificultándole la respiración. 152 Tenía que correrse más que lo que necesitaba respirar. Yuri estaba de repente cerniéndose sobre él. Tomó la boca de Conner en largos y adormecedores besos, acalorados besos. Su boca batallaba con la de Conner por el dominio, que Conner voluntariamente le entregó al hombre. El aliento de Conner escapó en un largo y lento siseo cuando sintió la misma cálida y húmeda boca moverse a lo largo de la de la curva de su cuello. No podía aspirar suficiente aire en sus pulmones, y no le importaba. Yuri estaba besando por el cuello, raspando los dientes a lo largo de la tierna carne. —Conner. —Yuri dijo su nombre suavemente, y el dulce sonido se hundió en el alma de Conner y apretó su cuerpo en urgente necesidad. Conner se volvió a mirar a Yuri. Tragó duro, incapaz de apartar la mirada del hambre abrasador en los ojos de Yuri. Conner sentía el latido rápido del corazón del hombre tan claramente como sentía su corazón bombear en su pecho. —¿Eres mío, Conner? ¿Mi compañero? —¡Sí! —su voz era dolorosamente ronca de necesidad. Yuri sonrió, y entonces Conner sintió la caricia de la lengua de Yuri barrer por su cuello. Su grito ronco llenó la habitación cuando los colmillos del hombre atravesaron su carne. Las llamas del deseo se extendieron por el cuerpo de Conner, prendiéndole en fuego cuando el vínculo entre ambos estalló a la vida. Siro debió haber sentido la conexión entre Yuri y Conner caer en su lugar porque de repente se echó hacia atrás, envueltas las piernas de Conner sobre sus brazos y golpeó en el culo de Conner como si fuera a morir sin ello. Calor candente cruzó como un rayo por Conner, un placer tan intenso que rayaba en el dolor. 153 —Tócate a ti mismo, —exigió Siro, su voz severa sin tolerar ninguna resistencia. Conner envolvió su mano alrededor de su polla, y su tacto, combinado con los golpes de Siro en el culo, le condujeron por encima del límite. El grito necesidad de la liberación de Conner hizo eco a través de la habitación, cuando roció blancas cuerdas de semen por todo su abdomen. Los propios gemidos de Siro llenaban el aire también, y su semilla caliente llenó el culo de Conner. —Mi turno, —dijo Yuri cuando saltó arriba y se puso de pie al lado de la cama. Tan pronto como Siro salió de Conner y se desplomó hacia abajo en la cama junto a él, Yuri agarró a Conner y se dio la vuelta sobre él en su estómago. Subió a Conner a cuatro patas y alineó su polla contra la entrada de Conner y condujo su polla dentro con un empuje. Conner gimió mientras la larga y gruesa polla de Yuri, rozaba su próstata con cada tirón rápido de las caderas de Yuri. Su dolorida polla se llenó una vez más y se balanceaba arriba y abajo con la fuerza del hombre chocando contra él por detrás. Afortunadamente, una fuerte mano se envolvió alrededor de su pene y lentamente acarició la ya sensible carne. Conner sintió su necesidad llegar a su cima casi de inmediato cuando la mano de Siro le trabajó hasta el final. Gritó cuando llegó a su clímax por una segunda vez. Podía sentir a Yuri aún latiendo en su interior cuando su liberación cubría la cama delante de él. Oyó el largo y prolongado gemido de Yuri en la distancia, y luego, calor líquido llenó su cuerpo, cubriendo su aún ondulante canal con esperma caliente. Yuri empujó dentro de él un par de veces más antes de calmarse por un momento y luego, lentamente, saliendo del culo de 154 Conner. Conner se estremeció y gimió cuando Yuri le bajó al colchón junto a Siro antes de descender al otro lado de Conner. Conner jadeaba pesadamente, dándose cuenta de que Siro estaba justo en frente de él, mirándolo fijamente. Siro sonrió cuando tiernamente acarició desde el pelo de la espalda húmeda de sudor a la cara de Conner. —Ahora, eso no fue tan malo, ¿verdad? —preguntó. Conner no podía sostener la mirada de Siro. Bajó los ojos y se quedó mirando al pecho muscular del hombre. Lágrimas obstruían la garganta de Conner mientras negaba con la cabeza. Se estremeció de temor y necesidad a partes iguales. Podía sentir el vínculo entre él y sus compañeros, pero no sabía dónde eso les dejaba. Sólo porque Siro y Yuri le hubieran reclamado, no significaba que realmente lo quisieran. —¿Y ahora qué? —susurró. —Ahora, guapo, —dijo Yuri mientras se inclinaba sobre el hombro de Conner y bajaba la mirada hacia él— nos aseguramos de que el Consejo sepa que has sido reclamado y no puedas ser separado de tus compañeros. —¿Y si no nos creen? Conner se estremeció con renovada lujuria cuando Yuri le sonrió y lamió la marca de mordedura en el cuello. Nadie nunca le había dicho que la marca de su compañero se convertiría en una zona erógena. Una lamida y podía sentir su agotada polla palpitar, tratando de volver a la vida. —No creo que eso sea un problema. —Había una definida indirecta de diversión en la voz de Yuri mientras levantaba la cabeza. —¿En serio? —Supongo que no, pero… 155 El resto de las palabras de Conner se perdieron con el ruido de la puerta del sótano golpeando para abrirse y el sonido de pies corriendo por las escaleras. Los pelos de los brazos de Conner se levantaron, erizándose cuando un profundo mal presagio le llenó de aprensión. Esto no iba a ser bueno. Conner se levantó de entre sus compañeros y se agarró a su ropa. En el momento en que Siro y Yuri se pusieron de pie y empezó a tirar de su propia ropa, Conner ya tenía los pantalones y los zapatos puestos. Sólo estaba tirando de su camisa sobre su cabeza cuando la puerta de su celda se abrió. Conner se tensó, caminando rápidamente entre sus compañeros y cualquier amenaza que pudiera venir hacia ellos. Dejó escapar un suspiro de alivio y trató de relajar sus hombros cuando vio a Jake parado en la puerta. El hombre había estado allí antes, tranquilizando a Conner sobre que creía que era inocente de los cargos contra él. Conner no tenía ni idea de por qué estaba allí esta vez. —¿Alguna vez tratas de llamar? Los labios de Jake se apretaron en las palabras cortadas de Conner. —Acaba de vestirte. Tenemos problemas. Conner levantó una ceja ante el alfa. —¿Qué clase de problemas? —De tu clase, —dijo Jake mientras sostenía una bolsa de lona negra a Conner. ¡Maldita sea! Conner rápidamente terminó de vestirse y luego se volvió a mirar a sus compañeros. —Sería mejor si os quedarais aquí. —Incluso cuando dijo las palabras, sabía que sus compañeros no se quedarían. Simplemente no eran ese tipo de hombres. 156 La cabeza de Siro se echó hacia atrás como si Conner acabara de insultarlo. —¿Vamos otra vez? Sí, no creía que fuera a ser tan fácil. Conner sintió su cara ruborizarse mientras empujaba la mano por el pelo y frotaba la tensión en la parte posterior de su cuello. No estaba muy seguro de cómo explicar esto. —Mira, tengo un conjunto particular de habilidades. Es lo único en lo que soy realmente bueno. Y si Jake está bien y mi único conjunto de habilidades es necesitado, entonces no es seguro para ti salir fuera por ahí. Sería mejor si sólo permaneces aquí. Yuri cruzó los brazos sobre el pecho, pareciendo severo e imponente. —No sólo me dices que me quede en casa donde es seguro. ¿Qué parezco? ¿Una mujercita? Siro sólo pareció sorprendido. —Recuerdas lo que hago para vivir, ¿no? —¿Por favor? —Él podía esperar. —No va a suceder, Conner, —espetó Yuri cuando terminó de ponerse la última de sus ropas—. Nosotros vamos donde tú vayas. Maldita sea. Pensé que dirías eso. —Bien, pero no te metas en mi camino. Conner tomó la bolsa de lona de Jake y la puso en el suelo. La abrió y sacó la doble funda de hombro y un chaleco que había hecho por encargo. Agarró las pistolas y registró cada arma para llenar los cargadores antes de colocarlas en sus fundas correspondientes. Los cuchillos estaban en varios diferentes bolsillos ocultos en el chaleco y unos pocos en sus botas. Los últimos artículos que Conner retiró de la bolsa eran cargadores de munición extra, una escopeta de calibre 12, su orgullo y alegría, un rayo 157 de combate M40A4 con cargador desmontable, supresor de ráfaga, y una versión modificada del Schmidt & Bender 3-12 x 50 de la policía con tirador II LP de alcance telescópico. Tenía una velocidad inicial de 2.550 pies por segundo y un alcance de hasta 1.000 yardas. Conner podría disparar a las alas a una mosca a mil pasos con ella. Cuando se levantó, Siro y Yuri lo miraban, igualando las miradas de aturdimiento y asombro en sus rostros. —¿Qué demonios son estas habilidades específicas de las que estabas hablando? —Yuri cruzó los brazos sobre su pecho mientras exigía una respuesta. —Era un matón del Alfa McGregor. ¿Cómo crees que hacía cumplir las cosas? —Conner, eso es un rifle de francotirador, —dijo Siro, mientras señalaba al rifle especialmente modificado en manos de Conner. Conner sonrió mientras miraba a su rifle. —Sí, y es una belleza. La mandé hacer un par de años atrás. Nunca me defraudó. —¿Por qué de repente me da la impresión de que realmente podrías haberme matado si quisieras? Conner levantó la vista. —No estaba tratando de matarte, Siro. Ya te dije eso. Donde apunto, golpeo. —Conner, tenemos que irnos, —dijo Jake desde la puerta—. Vadim y Lucas ya están en los muelles. Conner asintió. —¿Puedes tomar esa bolsa para mí? —preguntó mientras señaló a su bolsa de lona. Una vez que Siro la había agarrado, Conner se volvió y se apresuró detrás de Jake cuando el hombre volvió a subir las escaleras. Podía escuchar a Yuri y a Siro seguirle—. Entonces, ¿a qué nos enfrentamos? 158 —Hay un barco de shifters tratando de llegar a la isla. Les hemos advertido ya que se alejen dos veces y luchado contra ellos en la costa una vez. Vadim no cree que se den por vencidos hasta que tengan lo que vinieron a buscar. —¿Tri-omegas? —Sí. —¿Voy a advertirles o a sacarles? —Conner estaba ya procesando la situación, apagando todo excepto la calma que necesitaba para hacer su trabajo. Había aprendido hace mucho tiempo cómo desactivar sus emociones para que no estuviera conectado con lo que estaba haciendo. Era triste, pero era un hecho de la vida. No podía matar a las personas si sentía por ellos. —Trata de advertirles, pero toma cualquier acción que necesites para evitar que aterricen. Tenemos demasiados tri-omegas aquí para darles una oportunidad de que lleguen a la orilla. —Entendido. —Aquí, —dijo Jake mientras sostenía un pequeño comunicador en el oído—. Toma esto para que podamos hablar si es necesario. Conner tomó el comunicador y se lo puso en la oreja sin queja. Estaba acostumbrado a recibir órdenes de su alfa, por lo que no discutió. Jake nunca pediría nada a Conner que no pudiera hacer. El hombre no se parecía en nada al ex alfa de Conner. Cuando llegaron a la planta principal, Conner dejó a Jake atrás y corrió por la casa y por la puerta principal. Jake había dicho que Vadim y Lucas estaban en los muelles, y desde la isla sólo había un conjunto de muelles, que le dio una idea bastante buena de dónde la batalla estaba teniendo lugar. 159 Tenía que llegar a un terreno más alto. Cuando Conner llegó a la cima de la colina que conducía al pueblo, echó a correr en dirección a uno de los hoteles en el borde del muelle. Había examinado el lugar la última vez que estuvo en la isla de Vourdala y sabía que el techo del hotel le daba una perfecta vista del muelle entero. —Conner, maldita sea, —espetó Siro—. ¿Deberías frenar la mierda? —No puedo, —dijo Conner mientras avanzaba corriendo—. Tengo que entrar en posición. Un repentino movimiento por el rabillo del ojo de Conner le llamó la atención. En un abrir y cerrar de ojos, Conner sacó una de sus pistolas y apretó el gatillo justo cuando un hombre se apresuró corriendo de entre los árboles a él y sus compañeros. El hombre cayó al suelo, un agujero justo entre los ojos. —No me jodas, —susurró Yuri. Conner no esperó a que sus compañeros dijeran nada más. Golpeó el comunicador en su oreja. —Jake, la isla ha sido atacada. Estoy en la parte superior de la colina de la panadería Pauline. Tenemos un intruso derribado. —Entendido, —respondió Jake—. Haz tu camino abajo hasta el muelle y dales a Vadim y a Lucas asistencia. La resistencia ligera ya no es necesaria. Los labios de Conner se apretaron en la orden. —Entendido. Por mucho que no le gustara hacerlo, Conner puso su rifle bajo unos arbustos. Tomó algunas hojas caídas y ramas y se aseguró que su preciada posesión estuviera bien escondida de cualquier persona que pasara y se puso de pie para enfrentarse a sus compañeros. 160 —¿Alguno de vosotros sabe cómo disparar un arma? Siro asintió, y Conner recordó el arma que el hombre había llevado la primera vez que se conocieron. Eso estaba bien. Conner podría utilizar cualquier ayuda que pudiera obtener. Yuri negó con la cabeza. —He disparado un arma, pero no soy muy bueno. Cuando estaba con los cazadores, yo sólo les seguía por ahí detrás de ellos llevando las municiones. —Yuri se encogió de hombros—. Por lo que ellos sabían, yo era un ingenuo chico un poco verde. En realidad, nadie lo dudó. Conner entregó la escopeta a Yuri junto con el cinturón de munición. —Este es un arma SRM de alta capacidad Modelo 1216 Rotary-Mag escopeta de combate semi-automática. Hay cuatro recámaras que giran en el cargador. Cada recámara tiene cuatro municiones, para un total de dieciséis municiones. Para llegar a la siguiente recámara, simplemente gira el cargador. ¿Crees que puedes manejarlo? Yuri asintió. —Sólo tienes que apuntar en la dirección general y apretar el gatillo. Golpearás lo que está en el camino. —Conner se volvió a Siro. Metió la mano en la bolsa y sacó dos pistolas más—. ¿Supongo que sabes cómo disparar uno de estos? Siro revisó las recámaras y, a continuación abofeteó el cargador antes de tirar del pestillo hacia atrás y rodar las recámaras. —Lo averiguaré. Conner se rió mientras le entregaba a Siro unas municiones adicionales. —Estas balas están hechas especialmente para mí. Son de plata en la punta, así que no seas disparado con una. —Se volvió para mirar a Yuri—. Las municiones también tienen astillas de plata en ellos, así que ten cuidado. 161 —Lo tengo. —Yuri tragó saliva y asintió—. No ser disparado con las balas de plata. —Yo como que preferiría si trataras de no recibir un disparo en absoluto. —Conner hizo una mueca—. No parece estar funcionando para nosotros hasta ahora. Siro se reía. —¿Cierto? —No lo sé. —Yuri miró la escopeta en su mano hacia arriba y hacia abajo antes de mirar a Conner—. Estoy aprendiendo todo tipo de cosas. El corazón de Conner subió a su garganta. —Estaría encantado de llevarte a un campo de tiro algún día y mostrarte todo lo que quieras si prometes no ser disparado. —Está bien. —Yuri tenía una gran sonrisa en su rostro mientras rodaba los ojos—. Si insistes. —Lo hago. —Bueno, compañeros, permaneced cerca y manteneos fuera de la línea de visión el uno con el otro. Si alguien comienza a disparar contra nosotros, caed al suelo y empezad a disparar. Conner empezó a dirigirse por el muelle, rezando con todas sus fuerzas que sus compañeros vivieran en los próximos minutos. Sabía que Siro tenía alguna experiencia con la lucha, pero no sabía nada de los conocimientos de Yuri, lo que le hizo darse cuenta de lo poco que sabía acerca de los hombres a los que se unió. Tal vez, si tuvieran realmente suerte, sobrevivirían para llegar a conocerse mejor. 162 Siro miró la espalda de Conner con confusión e incertidumbre mientras corría colina abajo detrás de él. Con cada paso que daba, se dio cuenta que tenía que reconsiderar totalmente su opinión sobre Conner. El hombre no era quien Siro creía que era. No estaba muy seguro de qué pensar de este nuevo giro de las cosas. Conner conocía claramente sus armas y había disparado a ese intruso justo entre los ojos sin vacilar. Era evidente, ahora, que Conner podría haberle matado fácilmente de nuevo en el baño. Pero no lo había hecho. Conner le había disparado deliberadamente en el hombro, y ahora Siro entendía que Conner le hubiera apuntado al hombro y no en ninguna otra parte. No estaba tratando de matar a Siro, sólo detenerlo en caso de que estuviera mintiendo por no ser un cazador. Tal vez Conner le había incluso dicho la verdad acerca de venir a por él. Tal vez Conner pensó que tenía todos los explosivos y no sabía que Anderson ya había establecido volar la casa. El tiro no hubiera sido un disparo asesino aunque dolió como el infierno. ¿Tal vez Conner pensó que podía volver antes de que Siro se desangrara hasta la muerte? Eso puso un nuevo punto de vista sobre toda las cosas en lo que se refería a Siro. Conner no era el hijo de puta que Siro había comenzado a pensar después de recibir un disparo del hombre. Siro no estaba seguro de quién era Conner. Los informes que había recibido cuando había investigado a Conner antes de encontrarse con él, nunca hablaban sobre el 163 uso de Conner de armas o su capacidad con ellas. De alguna manera, había pasado por alto eso. Siro comenzó a preguntarme si sabía algo sobre el chico en absoluto. Conner se detuvo de repente, sosteniendo su mano en el aire en un gesto para detenerlo. Siro se calmó e inclinó la cabeza hacia arriba, olfateando el aire. Podía oler la brisa del mar, el olor a pescado que parecía siempre colgar alrededor de un muelle. Y… algo más. Siro escaneó su entorno. Habían bajado hasta la colina y a la zona principal de la ciudad. Había unos cuantos árboles aquí y allá, pero la mayoría edificios. Podía oler los lobos y sabía que había algunos en el área inmediata. No sabía si eran aliados o enemigos. —¿Conner? —susurró a través del vínculo que sabía había sido establecido cuando reclamó a Conner como su compañero—. ¿Qué es eso? El ligero estremecimiento que sacudió el cuerpo Conner fue su única respuesta física. Conner parecía tan sorprendido que Siro se preguntó por un momento si se había olvidado de que sus compañeros podían hablar telepáticamente entre sí. —Estamos siendo asaltados, —respondió Conner finalmente a través de su enlace—. Hay por lo menos tres lobos a la izquierda de nosotros unos cincuenta pies fuera. Nos han seguido incluso durante el último par de bloques. Maldita sea. —Yuri, ¿has oído eso? —preguntó Siro a su otro compañero. —He oído. Bueno, el vínculo estaba trabajando entre los tres. 164 —¿Seguimos adelante o nos enfrentamos a estos idiotas? —preguntó Yuri. —No podemos permitir que nos pasen, —dijo Conner. No movió un músculo, sin embargo. Nadie sería capaz de decir que estaba hablando o intrigando. Se veía tan quieto como una estatua—. Vadim y Lucas están abajo en el muelle. Somos todo lo que se interpone entre estos shifters y esos refuerzos en el complejo del alfa. —¿Cómo quieres hacer esto? —preguntó Siro. Tenía algunas ideas, pero quería escuchar lo que Conner tenía que decir. Sorprendentemente, se veía entusiasmado con la entrada de Conner. —Yuri necesita seguir bajando la colina hacia el muelle. Vadim y Lucas necesitarán su ayuda. Cuando lleguemos al final del bloque, Siro, parte a la derecha. Voy a partir a la izquierda. Utiliza tu capacidad de ocultación dónde te encuentres y luego espera a que vengan por ti. Maldita sea. Eso era un buen plan. —Entendido. —No me gusta, —dijo Yuri mientras comenzaba a caminar hacia adelante como si no supiera nada de los hombres escondidos en los arbustos listo para atacarles en todo—. Pero voy a hacerlo. Sólo contacta conmigo o me vuelvo. Conner gruñó en voz baja. Siro vio una curva de leve sonrisa hasta la esquina de su boca mientras Yuri se paseó por delante de ellos. —Es muy lindo cuando está dictando las normas. Los ojos de Siro se agrandaron. —¿Lindo? ¿Estás llamando a Yuri Miroslav, el Beta de la manada Miroslav, lindo? Conner se volvió a mirar a Siro. Había un destello de sorpresa en sus ojos. —¿Eso es lo que es? 165 —Siro se rió en silencio. —Sí. Conner hizo una mueca mientras miraba detrás de Yuri, una vez más. —Tal vez deberíamos mantener el comentario de lindo entre nosotros. —Demasiado tarde, pareja, —cortó Yuri.— Y tendrás que pagar por ese comentario la próxima vez que te metas en la cama. Puede que no sea un crack en disparar como vosotros, pero tengo mis propias maneras de torturar a mis compañeros. Conner de repente se sobresaltó, y Siro no pensó que tuviera nada que ver con los shifters acechando. —¿Va a haber una próxima vez? —Susurró Conner. Siro frunció el ceño. ¿Qué demonios significaba eso? —Por supuesto que la hay. ¿Por qué pensarías de manera diferente? Conner lentamente giró para enfrentar a Siro, la sangre drenando su cara. —¿En serio? —preguntó en voz alta. —Conner… —No. —Las fosas nasales de Conner quemaban. Su boca se apretó en desaprobación—. Me dijiste que me considerabas muerto para ti, que nunca querías volver a verme otra vez. No me llegas a decir algo así a mí y luego volver y simplemente asumir que voy a rodar y mostrarte mi vientre. —Los ojos de Conner se entrecerraron mientras señalaba su dedo a Siro—. Puedes irte a la mierda. Una carcajada resonó entre los árboles, enviando un instintivo miedo deslizándose por la columna vertebral de Siro. Siro aumentó la presión sobre las pistolas en sus manos mientras echó una rápida mirada alrededor de la zona. Sabía que estaban siendo observados. Podía sentir los ojos encima de él. Pero para que alguien riera abiertamente… eso no podía ser bueno. 166 —Conner, —dijo Siro a través de su enlace. A pesar de la ira que Conner sentía hacia él por el momento, estaban en peligro. Siro esperó a que el hombre dejara a un lado sus diferencias hasta que se ocuparan del peligro frente a ellos. —Lo siento. —Los labios de Conner se apretaron, pero ni un músculo en el cuerpo del hombre se movía—. Sólo evita el movimiento hasta que ataquen. Pero prepárate, porque van a atacar. Siro parpadeó al ver a Conner empezar a caminar por la colina de nuevo. ¿Cómo podía el hombre estar tan tranquilo? Siro estaba a punto de salirse de sus casillas. No lo demostró. Nunca lo hacía. Pero la anticipación de la batalla que se avecinaba era horripilante. El ataque se produjo antes de llegar al final del bloque. Tanto como Siro había estado esperando por ello, todavía se sacudió con sorpresa cuando un hombre saltó hacia él, con las garras extendidas con intención letal. Siro saltó hacia atrás y apuntó con su arma al chico, apretando el gatillo en rápida sucesión. No era el tirador preciso que Conner era, pero golpeó el centro de la masa del hombre en ambas ocasiones. El shifter soltó un salvaje grito y cayó al suelo en un charco de sangre. Siro no pensaba que fuera a levantarse. Al menos, esperaba que no. Después de recuperarse de su sorpresa y el susto de hacer a su piel estremecerse, Siro volvió para ver a Conner en una lucha por su cuenta. Desafortunadamente, se trataba de una lucha cuerpo a cuerpo. Y era una sangrienta. Siro sólo no podía entender de dónde provenía la sangre. Se apresuró a acercarse, con la intención de ayudar a Conner en el momento en que tuvo un tiro claro. Dos hombres salieron de los arbustos antes de que pudiera llegar a su compañero. Siro dispararó a uno de ellos y sabía que su disparo había dado al tipo cuando gruñó y se encorvó hacia el suelo, pero el otro sacó la pistola de la mano antes de que Siro pudiera 167 dispararle. La cabeza de Siro se echó hacia atrás cuando el puño del hombre se estrelló contra su mejilla. Se tambaleó hacia atrás varios pasos antes de que fuera capaz de detenerse. Cuando volvió a mirar, vio el puño del hombre viniendo hacia él de nuevo. Siro levantó el brazo para detener el golpe. El dolor le destrozó su control cuando las garras del shifter se clavaron en la carne de su brazo en vez de golpearle. El cuerpo de Siro se puso rígido con una ola de furia sin sentido. Gruñó al shifter y extendió sus propias garras, golpeando al hombre. Sangre salpicaba por encima de su camisa cuando sus garras hicieron contacto y rasgaron el hombro del chico. Siro escuchó un fuerte estruendo pero no hizo caso, yendo detrás del shifter una y otra vez hasta que el hombre cayó de nuevo en la tierra en un caos sangriento. Su pecho se hinchó y se volvió para ver quién más tenía que luchar. Sus cejas se alzaron, la ira llenando sus ojos azules cuando vio a Conner de rodillas, frente a él. Y un hombre alto, que Siro no reconocía, estaba detrás de Conner con una garra envuelta alrededor de la garganta de Conner. Miró a Conner de debajo de sus largas pestañas. —Conner, ¿estás bien? —preguntó en silencio, porque no quería que el hombre que amenazaba a Conner supiera que estaban hablando entre sí. —Define bien, —respondió Conner silenciosamente. —¿Puedes escapar de él? —No, a menos que quiera mi garganta desgarrada. Eso no era exactamente lo que Siro quería oír. —Dispárale. —Yo no soy tan bueno en disparar, Conner. —Ni siquiera estaba seguro dónde estaban sus armas. Una de ellas había sido arrojada lejos. La 168 otra había llegado a perderse durante la pelea. —Entonces tenemos un problema, porque él no es el único. Siro se puso rígido cuando de pronto se dio cuenta de una presencia detrás de él. Antes de que pudiera darse la vuelta y defenderse de quien estaba de pie detrás de él, Siro sintió un agudo dolor en su espalda. Quemaba por todo él, extendiéndose a lo largo de su cuerpo como hilos de candente agonía. Siro se quedó sin aliento y se dejó caer de rodillas. No podía apartar la vista de la angustia en los ojos horrorizados de Conner. Había algo apremiante en ellos y algo que arrancó el corazón de Siro. —Conner. Los ojos de Conner brillaron por un momento, pero luego Siro parpadeó y las lágrimas que le pareció ver en los ojos de su compañero se habían ido. Una máscara fría cayó sobre el rostro de Conner, toda la emoción desvaneciéndose de sus pálidos ojos verdes. Era extraña y no una mirada que Siro quisiera ver en su compañero en los ojos de su pareja, nunca. Siro cayó de bruces sobre el suelo duro así justo cuando vio a Conner reaccionar a su situación. No lo habría creído si no lo hubiera visto con sus propios ojos. Conner se dio la vuelta y pasó sus garras a través del abdomen del hombre que le retenía. El hombre apenas había comenzado a sangrar antes de que Conner se moviera otra vez, volviéndose para mirar al hombre que estaba detrás de Siro. En ese momento, Siro comprendió que su modesto compañero era un depredador peligroso y furioso. Y eso le hacía letal. La tensa mandíbula de Conner fue el único movimiento que delataba qué enfurecido estaba. Y se había ido antes de que nadie, excepto Siro, se diera cuenta. Conner permaneció absolutamente inmóvil por un momento. Siro 169 sentía, más que veía, los músculos flexibles sutiles de su compañero tensarse. —No se te ha dado el permiso del Alfa Miroslav para estar aquí, McGregor. —¡Te dirigirás a mí como Alfa McGregor! —No. —Conner sacudió la cabeza lentamente—. No creo que lo haga. Siro gruñó cuando una bota golpeó en sus costillas. Deseó tener la energía para mirar a Conner y decirle que se callara de una puta vez, pero no lo hizo. Así era, las cosas que lo rodeaban estaban empezando a ponerse borrosas. —Pagarás por ello con tu vida, McGregor. No sólo has invadido el territorio de otra manada, sino que has atacado a mi compañero. Te mataré. —sonrió malignamente Conner—. Y sabes que puedo hacerlo. —No si yo te mato primero. Conner ni siquiera se inmutó cuando el Alfa McGregor tendió una pistola y apretó el gatillo. Siro supo el instante en que la bala se estrelló en Conner. Se sentía casi como si fuera su propio dolor. Siro hizo un último intento de ayudar a Conner antes de desmayarse. —Yuri, —suspiró en silencio mientras sus ojos se desvanecieron para cerrarse y todo dejó de ser. Yuri subió corriendo la colina tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Sabía que sus compañeros estaban en peligro. No sabía cómo lo sabía. Casi había estado en el muelle cuando una sensación de muerte inminente se había apoderado de él. Había sido tan fuerte que casi lo había 170 bajado de rodillas. Su espalda y su hombro le dolían como si le hubieran sobrecargado o tal vez tirado de un músculo. Su cara le dolía como si alguien le hubiera pateado. Entonces se enfadó, más enfadado de lo que nunca recordó haber estado. Estaba enfurecido, como si quisiera rasgar miembro a miembro a alguien y verle lentamente sangrar hasta la muerte, cuanto más lenta mejor. Yuri nunca había experimentado algo así. Su hermano Vadim era un exaltado. Niko era el que tenía mal genio. Yuri era el calmado. Le gustaba evaluar una situación antes de actuar. Pero de repente, por primera vez en su vida, se encontró queriendo matar a alguien. No sabía quién era ese alguien. Yuri desaceleró cuando vio movimiento en la calle varios edificios delante de él. Se movió entre las sombras creadas por los edificios y subió con cuidado su camino hacia adelante, sujetando la escopeta en sus manos como un salvavidas. Podía ver a dos hombres enfrentarse uno contra otro. Uno tenía cabello rubio fresa y se puso a la altura de Conner. Estaba obviamente sangrado. El otro hombre con cabello entrecano parecía más viejo y menos musculoso. Se quedaron a varios metros de distancia, y parecían estar hablando, a pesar de que Yuri no pudo entender sus palabras. —Yuri. Yuri parpadeó rápidamente cuando se recostó contra la pared del edificio. —¿Siro? Nada. Ni siquiera un gemido. 171 —Siro, ¡maldita sea, respóndeme! —Tranquilo, Yuri, —Conner exigió a través de su enlace—. Estás distrayéndome. —¿Dónde demonios estás? —¡Calla, Yuri! Yuri sabía que el hombre de pelo ligeramente rubio era Conner por la forma en que sus manos se apretaban a los costados y la cabeza se giraba levemente en dirección de Yuri. Yuri estaba demasiado lejos como para leer lo que había en los ojos de Conner, pero sólo por un momento, las nubes se abrieron y la luz de la luna brilló en su rostro devastado. Yuri inhaló en la angustia que podía ver en la cara de Conner. —¡Conner! —Yuri gritó al darse cuenta de la intención de Conner antes de que su compañero se volviera hacia el hombre frente a él, el que sostenía el arma. Yuri comenzó a correr más rápido de lo que nunca había corrido en su vida, pero sabía incluso antes de que sus piernas empezaron a moverse, que era demasiado tarde. Lágrimas emborronaron la visión de Yuri al ver a su compañero saltar hacia el otro hombre. Hubo un destello de un cañón de un arma, y el cuerpo de Conner se sacudió. Conner pareció estremecerse por un momento y luego fue por el hombre de nuevo. Un cañón brilló de nuevo y Conner se fue abajo. Yuri rugía en angustia y enojo. Apuntó el arma en la mano al hombre que había disparado a su compañero y empezó a apretar el gatillo tan rápido como su dedo sacudiría. Cuando una recámara estuvo vacía, Yuri dio la vuelta al cargador como Conner le había mostrado y empezó a tirar de nuevo del gatillo. En el momento en que llegó al lugar de la matanza, Yuri seguía 172 tirando del gatillo en una pistola vacía. La arrojó a un lado y extendió sus garras, con la intención de rasgar al hombre que había alejado a su compañero de él una pieza cada vez. Pero no parecía ser otra cosa más que destrozar. Conner había dado a Yuri la escopeta porque no estaba familiarizado con las armas. Ahora, sin embargo, tenía mucho sentido. Todos y cada uno de sus dieciséis tiros habían alcanzado su objetivo. El hombre que yacía en el suelo a sus pies no era más que una sangrienta masa de carne desgarrada y huesos rotos. Sus ojos sin vida se quedaron mirando al cielo, la sorpresa y la conmoción aún brillando en sus oscuras profundidades. Yuri dio la espalda al hombre, quienquiera que fuese, y cayó a sus rodillas en el suelo frío y duro. Siro estaba tumbado boca abajo sobre un lado de él, Conner en el otro. Ninguno de los dos se movió, excepto para el lento hilo de sangre que goteaba de sus cuerpos. Yuri sentía cada caída al suelo como un cañón sonando en su cabeza. —¿Siro?, —susurró en un suspiro antes de mirar a su otro compañero—. ¿Conner? Yuri oyó que alguien venía detrás de él. No sabía si era amigo o enemigo, y no le importaba. De alguna manera, en alguna pesadilla macabra, ambos de sus compañeros le habían sido arrebatados. Nunca sabría qué tipo de persona era Conner en el fondo. Nunca llegaría a experimentar a su compañero follándole en el colchón o ver a Conner conducir a Siro a la distracción. Nunca llegaría a ver a Siro y a Conner discutir y hacer las paces, porque sabía que iban a discutir. Ambos hombres estaban acostumbrados a tomar sus propias decisiones. No estaban acostumbrados a ceder el control a nadie. 173 Nunca haría… nada con sus parejas. Yuri alcanzó la escopeta que había arrojado lejos momentos antes. Se quitó el cinturón de cartuchos extra que Conner le había dado y retiró uno. Sus dedos buscaron a tientas la apertura del cargador mientras trataba de encontrar la manera de cargar la maldita cosa. Conner no le había mostrado eso. Las lágrimas comenzaron a gotear por las mejillas de Yuri cuando gemidos de frustración salieron de sus labios. Sus dedos se sentían como si fueran inútiles gotas de carne. Los gemidos de Yuri se hicieron más fuertes, más frustrados. Se apartó cuando sintió que alguien agarraba su hombro. Tenía que llegar a cargar la escopeta. Era más imperativo que cualquier cosa que hubiera hecho en su vida. La escopeta era lo último que Conner le había dado. El hombre le había confiado el arma. Tenía que asegurarse de que estaba listo en caso de que Conner lo quisiera de vuelta. Y la especial arma de Conner, Yuri hizo una pausa para tratar de cargar la escopeta y miró a su alrededor. Sabía que Conner había escondido el rifle en los arbustos en algún lugar, o tal vez era más atrás de la carretera. Esta zona no parecía familiar. Yuri sabía que tendría que ir a buscarle. Al parecer significaba algo especial para Conner. El hombre estaría muy molesto si algo pasaba con el arma hecha por encargo. —Yuri, —dijo alguien cuando una mano apareció delante de su cara— vamos dame el arma. —No. —Yuri sacudió la cabeza, apretando la pistola en el pecho para que no se la pudieran quitar—. Esta es la escopeta de Conner. La va a necesitar. 174 —Ahora mismo, te necesita a ti. La cabeza de Yuri subió rápidamente. —¿Qué? —Apartó la mirada de Vadim a Conner donde yacía en el suelo, a pocos metros de él. Sólo que ahora estaba de espaldas y mirando directamente a Yuri. Lucas arrodillado en el otro lado de él. Yuri dejó caer la escopeta y se apresuró por el difícil terreno al lado de su compañero. Había tanta sangre que no sabía dónde tocar a Conner sin hacerle daño. —Conner, —susurró en un sollozo roto. —Va a estar bien, Yuri, —dijo Lucas—. Nada vital ha sido golpeado. —¿Nada vital ha sido golpeado? —espetó Yuri mientras miraba a Lucas—. Conner es vital. Lucas miró compungido cuando metió su cabeza. —Quiero decir ningún órgano vital fue afectado. Conner debería recuperarse muy bien. Yuri sabía que Conner estaba sufriendo. Podía verlo en el oscurecimiento del color verde pálido de los ojos del hombre, aunque Conner no hizo un solo sonido de angustia. —Eres un bastardo testarudo, — susurró Yuri—.Está bien admitir cuando te duele. Conner dejó escapar un resoplido un poco débil. —Estoy bien. —Tienes tres agujeros de bala sobre ti, Conner, —dijo Lucas—. No está bien. Ryland ya viene desde el recinto del alfa. Es un sanador. Una vez que trabaje en ti, entonces te devolveremos a la casa. Tendrás que descansar un poco, pero te irá bien en unos días. La cabeza de Conner se volvió. Sus dedos temblaban mientras señalaba. —¿Siro? —Estoy mejor que tú, estúpido idiota. Yo no salté en frente de una 175 bala. Yuri se quedó sin aliento al oír la voz de Siro y se dio la vuelta. Siro permanecía tendido sobre su estómago, pero tenía los ojos abiertos y le miraba a él y a Conner. Vadim estaba aplicando presión a la herida sangrienta en su espalda. —Siro. —Y tú… —Los ojos de Siro se alejaron de la tierra sobre el cuerpo tendido detrás de Yuri. Cuando volvieron a Yuri, no había una pizca de diversión en ellos—. ¿Qué fue con eso? Pensé que no sabías cómo disparar un arma. —No sé. —Podrías haberme engañado, —resopló Siro. —¿Tú hiciste eso? Yuri miró a Conner. El hombre tenía la cabeza vuelta hacia atrás mientras miraba el cuerpo a varios metros de distancia. —Tal vez, — contestó Yuri vacilante. Conner parecía tan sorprendido de que Yuri no estuviera seguro de si debía admitir los disparos o no. —Amigo, has matado al Alfa McGregor. —Los ojos verdes de Conner se pusieron intensos y casi orgullosos—. Eso te convierte en el nuevo Alfa de la manada McGregor. 176 —¡No! —espetó Yuri—. No voy a hacerlo. —Tienes que hacerlo, Yuri. —El infierno que lo hago. Conner se recostó en el sofá y se mordió el labio para evitar reirse mientras veía a Yuri discutir con su hermano. Esperaba que su pareja iniciara su salida airada en cualquier momento. Yuri y Vadim habían estado en ello durante más de una hora, y a Yuri claramente se le estaba acabando la paciencia con su hermano. —Yuri, —dijo Vadim— mataste al Alfa de la manada McGregor. Las reglas dicen que te conviertes en el nuevo alfa. —¡No! Sí, allí estaba de pie. Vadim giró los ojos. —Es la ley, Yuri. —¡A la mierda la ley! —No dejes que mi padre te oiga decir eso, —dijo Siro mientras caminaba al estudio—. Lo consideraría un motín. La mirada de Yuri se estrechó en la de Siro. —Siro, dile que no 177 tengo que ser alfa. —Uh… —Los ojos de Siro iban a un lado y a otro entre Yuri y Vadim como una pelota en un partido de tenis. Comenzó a sacudir la cabeza—. No voy a participar en esa conversación. Tengo la esperanza de echar un polvo en algún momento en este siglo. Yuri pisó el pie de nuevo, un gesto que Conner encontraba adorable. —¡Yo no quiero ser alfa! —Entonces abdica, —dijo Conner. No podía entender por qué no se lo había planteado antes. Silencio absoluto flotaba en el aire por un momento. —¿Qué? —preguntó Yuri finalmente. Conner suspiró. —Abdica. Hay un montón de gente en la manada que podrían ocupar el cargo de alfa. Entrevístales, escoge la mejor opción, y hazle a él, o a ella, el nuevo Alfa de la manada McGregor. Mientras que la ley dice que tienes que ser alfa si desafias y matas al alfa actual, también dice que puedes escoger tu sucesor y renunciar, si así lo deseas. Los ojos de Yuri miraron bruscamente a su hermano, estrechándose con suspicacia. —Y no me dijiste esto ¿por qué? El rostro de Vadim enrojeció. Le dio una pequeña sonrisa a Yuri mortificada cuando se encogió de hombros. —No pensé en ello. —Te voy a matar, —dijo Yuri simplemente al levantar sus manos e irse para su hermano. Vadim se echó a reír y saltó fuera del camino justo cuando Siro atrapó a Yuri alrededor de la cintura y lo contuvo de atacar a su hermano. —Cariño. —Siro se rió mientras sostenía la espalda de Yuri tirando arriba y junto a su frente—. Si atacas a tu hermano, entonces vas a terminar encima haciéndote cargo de otra manada. 178 —Maldita sea. —Yuri se hundió contra Siro, la lucha drenándole—. No quiero hacerme cargo de otra manada, pero… —Los ojos de Yuri se estrecharon en Vadim—. Tal vez le diga a Sasha que vas a cortarle su asignación para ropa. —¡No te atreverías! —espetó Vadim. El alfa parecía más aterrorizado por la idea de que su compañero estuviera molesto con él de lo que lo hacía alguien tratando de apoderarse de su manada. Conner recordó al pequeño rubio color miel y sabía que Vadim tenía derecho a estar preocupado. Sasha era un infierno sobre ruedas. Yuri se limitó a sonreír con picardía. —Oh, eso es bajo, Yuri, —dijo Vadim— incluso para ti. —No hay que romper este momento de unión fraternal, —dijo Siro— pero he tenido noticias de mi padre sobre la situación de Conner. Conner se animó. Mientras que no le habían hecho permanecer en la celda en el sótano, estaba todavía bajo vigilancia debido a las acusaciones contra él. Incluso ahora, dos guardias estaban colocados fuera de la puerta del estudio en caso de que tratara de escapar. —Y creo que podemos resolver el dilema de Conner mientras resolvemos el de Yuri. Ahora, Conner estaba más que curioso. Estaba intrigado. — Explícate. Siro aflojó su agarrón en la cintura de Yuri y comenzó a pasear hacia Conner. Y estaba paseando. El hombre se movía con facilidad y gracia, como si el aire mismo se apartara para dejarle pasar. Hacía calor. —Sabemos que McGregor estaba involucrado en las acusaciones en tu contra, Conner. Simplemente no podemos probarlo. Todavía no. Y va a 179 ser aún más difícil demostrarlo ahora que él está muerto. Yuri se sonrojó y bajó la mirada al suelo. —Lo siento. Conner le sonrió a su compañero. —Yo no. Me estabas salvando y a Siro. —Podría haberle herido en vez de matarlo. —Claro, porque sabes cómo disparar tan bien. —Puso sus ojos en blanco—. Yuri, hay una razón por la que te di la escopeta. Sólo apuntar y disparar. No involucra verdadera puntería. Pero sí saca todo a su paso. —Sí, pero… —Ya basta, Yuri, —se quejó Siro—. Hiciste lo que tenías que hacer. Nadie te culpa por eso. —Sólo que ahora no tenemos forma de probar que Conner es inocente. —La mandíbula de Conner cayó. En el último par de días, mientras todo el mundo se había estado recuperando del ataque a la isla, Conner y sus compañeros habían hecho un montón de cosas, la mayoría de ellas en la cama. Ni una sola vez habían hablado de su culpabilidad o inocencia. —¿Crees que soy inocente? La mirada enojada de Yuri volvió a Conner, clavándolo al sofá. — ¡Por supuesto que eres inocente! —¿Por qué crees eso? —preguntó Conner, con miedo a esperar—. Estabas enojado conmigo por disparar a Siro. Has dicho que no esperabas nada más de un McGregor. ¿Qué ha cambiado de opinión? Sigo siendo la misma persona que era cuando nos conocimos en el bosque. Los hombros de Yuri se hundieron. Conner podía sentir el peso de la mirada de su compañero, hasta que Yuri se pasó una mano por la cara, suspirando profundamente. —Estaba enojado, Conner, pero también estaba 180 equivocado. Realmente no entendía la situación en que estabas cuando disparaste a Siro. Y tú podrías haberlo matado, pero no lo hiciste. —Yuri sonrió.— Pensabas que era un cazador, y todavía no lo mataste. Conner bajó los ojos y comenzó a estudiar con atención sus dedos. El calor brillando en los ojos de Yuri le ponía nervioso. No podía recordar que nadie nunca pareciera así en toda su vida, y tenía miedo de definir exactamente qué es lo que quería decir. —Yo no quería hacerle daño, pero tenía más que a mí mismo que tener en cuenta. Los cazadores estaban atacando a todo el mundo que me importaba. No podía correr el riesgo de que estuviera mintiéndome. Demasiada gente dependía de mí. Conner saltó cuando de repente sintió unos brazos envolverse alrededor de él desde atrás. Conner se estremeció ante el cálido aliento que podía sentir soplando contra su piel. No se había dado cuenta de que Siro se había movido hasta que sintió al hombre detrás de él. —Te perdono, Conner, —murmuró Siro en su oído—. Podría haber tomado dos segundos en asegurarte de que supieras quién era yo. En su lugar, esperaba que me creyeras, un total desconocido. Y un total desconocido con un cuento extravagante justo en medio de un ataque de cazadores. Tengo tanta culpa por recibir un disparo como tú. Conner sintió que las lágrimas le picaban las comisuras de sus ojos. —Gracias, —susurró. —Enséñame a disparar como tú y lo daremos por terminado incluso. —Uh, he estado haciendo esto durante muchos años, Siro. Esto no es algo que sólo se aprenda durante toda la noche. —Yo no voy a ninguna parte, Conner, —respondió Siro—. Tengo tiempo. 181 —Eso va para mí también. Los ojos de Conner miraron adelante cuando sintió las manos acariciar sus muslos clavados a los vaqueros. Tragó saliva con dificultad, su boca babeando con la humedad en el calor ardiente en los ojos de Yuri. El hombre estaba de rodillas en el suelo justo entre las piernas de Conner. Yuri sonrió. —Nosotros no vamos a ninguna parte, Conner. Conner sólo no sabía qué decir a eso, así que no dijo nada. La esperanza que estaba empezando a florecer dentro de él, era demasiado temerosa para confiar plenamente en ella. Lo quería demasiado. Las palabras de Siro y Yuri del bosque todavía resonaban dentro de él, y tenía miedo de creer que habían cambiado de opinión tan fácilmente. —Tal vez tengamos que convencerlo, Yuri. La insinuación sexual era tan pesada en la voz de Siro que Conner se estremeció. El sexo entre ellos era fantástico. Era la vida fuera de la cama con la que tenían problemas. Si sólo pudiera pasar el resto de sus vidas jodiendo, sería genial. Doloroso, pero genial. —Ninguno de los dos ha reclamado a Siro todavía, Conner. Conner se quedó boquiabierto y luego dejó caer la cabeza hacia atrás en el sofá para obtener una mejor visión del cuello de Siro cuando el hombre se inclinó sobre él. —¿Yuri no te ha reclamado todavía? —Había pensado asegurarse de que Yuri reclamaría a Siro la primera oportunidad que tuviera ahora que era seguro hacerlo. Conner tendría que hacerlo. Siro negó con la cabeza. —No. —Estaba esperando por ti, Conner. —Las manos de Yuri se movieron cada vez más cerca del creciente bulto detrás de la cremallera de Conner—. Desde que Siro me reclamó al principio, pensé que era sólo 182 justo que tú fueras el que lo reclamara en primer lugar. A Conner de repente le costaba respirar. Los dedos de Yuri estaban dibujando pequeños círculos sobre sus pantalones vaqueros, el calor de ellos abrasando a través de la tela de algodón. El aliento caliente de Siro estallaba por el cuello y, más específicamente, a través de la mordedura de apareamiento que el hombre había dejado un par de noches atrás. Hizo a Conner anhelar. Necesitar. Y sin embargo… —Sé cómo el vínculo de los tri-omega funciona. No quiero reclamar a Siro sólo para que tú puedas. Conner estaba cansado de ser utilizado por la gente que se suponía que le importaban. Por una vez, quería que fuera querido por él mismo, sobre todo cuando se trataba de sus compañeros. Esta fue la única vez que se negó a ser el segundo mejor, incluso si todo dentro de él le gritaba que sólo aceptara lo que se le ofrecía y no esperar más. Tenía que esperar más. —Conner, —dijo Siro lentamente mientras se inclinaba aún más en el sofá para mirarlo— ¿sabías que el consejo ha desarrollado un suero para tri-omegas de modo que ya no necesitamos a ambos de nuestros compañeros para sobrevivir? Las cejas de Conner se alzaron. —¿En serio? ¿Por qué no había oído hablar de esto? —Sí. —Una pequeña sonrisa curvó las comisuras de la boca de Siro—. No necesito que me reclames para que Yuri me reclame. Puedo sólo obtener el suero y Yuri me puede reclamar sin ti. —La mano de Siro de repente salió disparada y agarró la barbilla de Conner en un abrazo apretado—. Quiero que me reclames porque eres mi pareja. 183 —Los tres nos pertenecemos mutuamente, Conner, —agregó Yuri—. Somos mucho más fuertes uno al lado del otro que si permanecemos solos. Conner intentó volver la cabeza para mirar a Yuri, pero el control de Siro sobre su barbilla apretaba, mantuvo su cara donde estaba. —No tienes que estar solo nunca más, Conner, —dijo Siro con calmada resolución—. Vamos a estar junto a ti. Conner gimió cuando se apartó y volvió a mirar a Yuri. Su resistencia a los hombres que lo rodeaban se escabulló. No podía negar más la necesidad de ardor en los ojos de lo que podía negar la suya propia. Quería esto demasiado. Si eso significaba que su corazón se desgarraba de su pecho en algún lugar del camino, bueno, entonces, se ocuparía de eso cuando pasara. —Está bien, —murmuró en voz baja, sin poder dar Siro y a Yuri cualquier otra respuesta. La sonrisa de Yuri fue instantánea y enorme en su hermoso rostro. — Gracias, Conner. No lo lamentarás. Eso queda por ver. Cuando Siro no dijo nada, Conner volvió a mirarlo, excepto que el hombre ya no estaba inclinado sobre el sofá. Un poco sorprendido de que no hubiera sentido a Siro moverse, Conner miró por encima del hombro, en busca del hombre. La lengua de Conner pegada al cielo de su boca cuando se dio cuenta de que Siro estaba de pie justo detrás de él, quitándose su ropa. Maldita sea. Así que iba a echar un polvo. Empezó a darse la vuelta para ponerse de rodillas para poder ver a Siro, pero una mano en su pecho lo detuvo. La cabeza de Conner giró 184 bruscamente, su boca abierta al ver a Yuri quitarse la ropa también. —Quédate ahí, —dijo Yuri, el deseo comenzando a apretar su voz—. Este es nuestro espectáculo. ¿Otra vez? —¿Alguna vez voy a participar? —Oh sí. —Siro se rió mientras caminaba, desnudo, en torno a un lado del sofá—. Sólo queremos asegurarnos que estés bien y listo para mí. Conner frunció el ceño y luego se agachó para desabrocharse los vaqueros. Sacó su polla dura hacia fuera y la sostuvo en la mano. —¿Acaso esto da a entender que no estoy listo? —No. —Los ojos de Siro adquirieron una profunda mirada, calentada mientras se lamía los labios—. Parece como si fueras lo suficientemente fuerte para golpear una piedra. —Soy lo suficientemente fuerte para golpear tu culo, —dijo Conner a través de una amplia sonrisa burlona mientras le daba un golpe a su larga y dura polla de la raíz hasta la punta y luego de vuelta otra vez. Siro gimió. —¿Es esto lo que quieres, Siro? Siro asintió con la cabeza rápidamente. Conner empujó sus pantalones vaqueros más abajo en sus piernas hasta que se agruparon alrededor de sus botas. Se recostó en el sofá y extendió sus muslos tanto como pudo antes de agitar la mano hacia su erecta polla. —Es toda tuya, pareja. Ven por ella. Conner instantáneamente se dio cuenta de que había mordido más de lo que podía masticar cuando Siro gruñó y se lanzó sobre él. Antes de que 185 pudiera pronunciar una sola palabra acerca de ir lento, la cabeza de su polla golpeó la parte de atrás de la garganta de Siro. Las mejillas se ahuecaron cuando Siro comenzó a rozar la cabeza hacia arriba y hacia abajo. Los ruidos de sorber húmedo de la boca se deslizaban hacia arriba y hacia abajo de la dolorida polla de Conner, chupando duro y rápido, haciendo a Conner estremecerse de deseo. Conner gimió cuando Siro arremolinó su lengua alrededor de la cabeza de su polla. Cuando la lengua de Siro presionó en la ranura en la punta de su pene, Conner bombeaba sus caderas hacia la boca de Siro. Acunó la parte posterior de la cabeza de Siro mientras veía a su polla lentamente deslizarse dentro y fuera de la boca de su compañero. Era un espectáculo totalmente erótico. —Siro, cariño, me voy a venir si sigues haciendo eso. —No era que a Conner le importara si se corría. Justo lo contrario, de hecho. Sólo quería correrse en el culo de Siro. —Sólo un poco más, Conner, —dijo Siro mientras levantaba la cabeza—. Yuri casi ha acabado. Conner tenía que parar y respirar profundamente mientras Siro le tomaba profundo en la boca y empezaba a chupar de nuevo. Espera. Los ojos de Conner subieron hasta donde Yuri estaba arrodillado detrás de Siro. Se abrieron lentamente al darse cuenta de lo que el follar las caderas de Siro significaba. —Quiero ver, —dijo, sin avergonzarse en lo más mínimo de que hubiera un suplicante tono en su voz. Ver a Yuri estirar a Siro de repente llegó a ser más importante que conseguir una mamada de clase mundial. Yuri miró y sonrió, y luego le dio un golpecito a la cadera de Siro. Tanto como quería ver el espectáculo que tenía delante, Conner todavía 186 gemía en protesta cuando la boca de Siro se deslizó fuera de su polla con un pequeño ruidoso pop. Siro subió hasta en el regazo de Conner, a horcajadas sobre sus desnudos muslos. No era exactamente la posición que Conner había previsto cuando dijo que quería ver, pero no se quejaba. Puso todo el, glorioso, cuerpo de Siro justo en frente de él. —Maldita sea. —Las manos de Conner se sacudieron cuando las sacó hasta el pecho de Siro. El hombre realmente tenía un magnífico pecho, liso y piel bronceado que se ondulaba y daba vueltas sobre sus gruesos y musculosos abdominales y pectorales. Era como una lamida digna de un patio de recreo. Los pezones de Siro se endurecieron cuando Conner pasó los dedos por encima de ellos. Miró a los ojos del hombre cuando le oyó silbar. La lujuria ardiendo en los ojos azules de Siro era tan caliente que Conner sintió que su polla se sacudía en respuesta. Las gotitas de líquido preseminal se filtraron por el costado de su eje antes de que corriera entre sus muslos. Conner deslizó las manos por el pecho Siro, hasta que llegó al abdomen duro como una roca del hombre. Se inclinó y exploró la extensión dorada del pecho de Siro con su boca. Sus labios provocaron los oscuros pezones del hombre, que se habían hinchado en picos tensos. Sus labios trazaron un sensual camino abajo por el pecho de Siro a sus costillas. Cerró los ojos y respiró por la boca para evitar ser arrastrado por el aroma celestial del hombre en sus pulmones. Su control estaba deslizándose, y estaba a punto de correrse. —Siro, —gruñó mientras sus ojos se abrieron de golpe—. Te necesito ahora. ¡Desesperadamente! 187 Conner debería haber estado preparado para lo que iba a venir por la manera en que Siro le sonreía, pero estaba demasiado fascinado por la transformación en el rostro del hombre para prestar atención a lo que Siro estaba haciendo en realidad. Hasta que sintió que alguien envolvía los dedos alrededor de su pene. Cada pensamiento en la cabeza de Conner se desvaneció y lo único que podía pensar era acerca de lo bien que se sentía al tener a alguien más tocándole en lugar de su propia mano. Y luego Siro levantó sus caderas hacia arriba y lentamente volvió hacia abajo a la polla de Conner. —¡Oh, joder! —Conner gritó mientras su cabeza cavaba de nuevo en el sofá—. Realmente no deberías haber hecho eso. Antes de que Siro pudiera hundirse en la polla de Conner el resto del camino, Conner le agarró por la cintura y lo volcó sobre su espalda. La suave exclamación de sorpresa de Siro se volvió en un fuerte rugido de placer cuando Conner se estrelló contra él hasta que un soplo de aire no podría haber llegado entre ellos. Mientras lo hacía, sentía a Yuri presionar contra él por detrás. Sus manos comenzaron a rozar a lo largo de los lados del cuerpo de Conner antes de deslizarse abajo por el pliegue de su culo. Conner inhaló bruscamente cuando el dedo de Yuri violó su culo, no porque le doliera sino porque el placer era tan intenso que la lujuria pasó por él con tal fuerza que se mareó. —Yuri, —se quejó Conner y empujó hacia atrás contra el dedo en el culo. —Te tengo, cariño. —El aliento de Yuri era cálido y húmedo contra la cara de Conner, e hizo a su corazón acelerarse. Conner estaba confundido acerca del sexo por primera vez en su vida. No sabía si conducir su polla adelante en el culo apretado de Siro o 188 replegarse y empalarse a sí mismo en los dedos gruesos de Yuri. Ambas cosas eran fantásticas. Ambas lo llevaban a un nivel de éxtasis que no sabía que existía. Conner era tan consciente de dónde la carne caliente de ambos de sus compañeros tocaban la suya que un profundo sentimiento de paz entró en su ser. Poco a poco, movió sus manos abajo por la piel alisada del sudor de Siro, rozando los lados del cuerpo de Siro a sus caderas. Hizo una pausa, las manos apoyadas a ambos lados de Siro. La humedad se agrupó en la boca de Conner cuando Siro puso sus manos detrás de las rodillas y tiró de sus piernas arriba hasta el pecho y por fuera, dejándose al descubierto a sí mismo de la manera más íntima. Agarró las caderas de Siro y observó que sus cuerpos se reunían cuando empezó a moverse dentro y fuera de la apretada entrada de Siro, más duro, más rápido y más profundo. Los empujes de Conner aumentaron en ambas cosas, la velocidad y la fuerza mientras se conducía a sí mismo dentro y fuera de su compañero. Podía sentir el culo de Siro ondeando a su alrededor cada vez que su polla se hundía en el apretado control del hombre. Los dedos de Yuri empujaron dentro de él cada vez que se retiraba. El placer se construyó dentro de Conner hasta que pensó que iba a perder la cabeza. —Siro, —rogó Conner. Siro inclinó la cabeza hacia atrás sin decir palabra y desnudó su garganta. Era probablemente el primer gesto sumiso que el hombre había hecho nunca en su vida. Algo cambió dentro de Conner, a sabiendas de que era el primero en llegar alguna vez a este nivel de confianza del hombre. Conner se inclinó y acarició la suave piel justo debajo de la oreja de Siro, lamiendo a través del fuerte pulso latiendo a golpes allí. —Gracias, — murmuró justo antes de hundir sus dientes en la carne del hombre tan 189 profundamente como pudo. Dulce y caliente sangre inundó la boca de Conner justo cuando un grito ronco resonó en la habitación y el líquido abrasador salpicó contra su abdomen. Siro abrió la boca y soltó las piernas. Agarró los hombros de Conner herméticamente. Conner extrajo los colmillos y rápidamente lamió la marca de la mordedura para cerrarla. Cuando el placer se convirtió en insoportable, Conner volvió a erguirse, dejó caer las piernas de Siro a lo largo de sus brazos, y golpeó el culo del hombre. Con una ráfaga de duros y rápidos empujes, Conner condujo su polla tan profundo como pudo y se quedó inmóvil. Estaba congelado en una nube de éxtasis mientras rugía su finalización. Sintió su cuerpo disparar chorro tras chorro de semen en el culo de Siro. Gruñó cuando el canal ondulante de Siro ordeñaba las últimas gotas de él. Conner dejó caer su cabeza sobre el pecho de Siro. Descansó un momento, recuperando su fuerza y trazando profundas bocanadas de aire en sus pulmones. Justo cuando pensaba que podría tener el poder para levantar la cabeza, Conner sintió algo empujar largo, duro y sedoso contra su apretado anillo de músculos. —¿Yuri? —Conner se quedó sin aliento cuando una mano se posó en su cadera. —¿Esperabas a alguien más? —No. —¡Bien! —Yuri salpicó su palabra al estrellar su polla en el culo de Conner. Yuri impuso un ritmo duro y rápido golpeando a Conner una y otra 190 vez de nuevo. Conner jadeaba pesadamente. Cada vez que Yuri empujaba hacia adelante, conducía a Conner en el culo de Siro hasta que su polla comenzó a tomar interés. Los ojos de Siro se abrieron cuando la polla de Conner se endureció en su interior. Conner se limitó a sonreír y fue con ello. Envolvió su mano alrededor de la polla de Siro y comenzó a acariciarlo al ritmo de los empujes de Yuri. Cada uno de sus propios golpes se reunía en especie por sus compañeros hasta que Conner se sintió bruscamente fuera de control. Inclinó sus caderas, y el nuevo ángulo aseguró que la polla gruesa de Yuri se clavara en su punto dulce con cada empuje. El culo de Siro de repente se contrajo alrededor de la polla de Conner con casi brutal intensidad. Echó la cabeza hacia atrás, gritando cuando el semen se disparó de su polla salpicando por encima de su estómago y la mano de Conner. Conner gruñó una vez y se estrelló contra Siro, inundando el culo del hombre de nuevo. Cuando la última gota se disparó de ambos, Conner se derrumbó encima de Siro, su respiración mezclándose mientras jadeaban. Los empujes de Yuri se desaceleraron, y se inclinó para besar a Conner un sendero hasta que Conner estuvo de vuelta en su hombro. Conner se estremeció al sentir los dientes de Yuri raspar sobre su piel caliente. Apretó los músculos internos, masajeando la longitud de la polla de Yuri. —Se su-se supone que muerdas a Siro, —Conner recordó a Yuri. El profundo gruñido de Yuri resonó en la habitación. Agarró a Conner por la piel del cuello y lo mantuvo en su sitio mientras se inclinaba ante él y hundió sus colmillos en la garganta de Siro. Conner tenía un asiento de primera fila para ver a Yuri reclamando a Siro. Las lágrimas obstruyeron su garganta en la hermosa vista. Conner podía sentir el momento de su enlace a tres bandas encajando en su lugar. 191 Donde siempre se había sentido solo, Conner de repente supo lo que era ser querido y necesitado. Siro se estremeció debajo de él. La polla de Yuri se hinchó dentro de Conner, estirando su culo casi hasta el punto del dolor. Su ritmo se tambaleaba, cada vez más errático y casi frenético. Cuando Yuri levantó la cabeza y rugió su liberación, Conner rápidamente usó su lengua para lamer la sangre derramándose desde el cuello de Siro hasta que ninguna gota se mantuvo. Conner gimió cuando Yuri se retiró de él y se dejó caer en el suelo junto al sofá como si sus piernas se hubieran entregado a él. Sabiendo que no había nada que hacer, Conner hizo lo mismo. Descansó la cabeza en el borde del sofá y sonrió al ver a Yuri jadear. Su sonrisa creció cuando sintió la mano de Siro moverse por su pelo. Se sintió contento. —Chicos, montásteis un fantástico espectáculo. Los ojos de Conner se abrieron como platos mientras su cabeza se levantó y se dio la vuelta. El aire que quedó en sus pulmones salió en un lento siseo cuando localizó a Vadim sentado en una silla al otro lado de la habitación, con los pantalones vaqueros extendidos abiertos. Un muy desnudo Sasha estaba extendido a lo largo del regazo de Vadim, y jadeaba tan fuertemente como Yuri. Había una manta en el suelo a los pies de Vadim. El olor del sexo y semen era fuerte en el aire. La cara de Conner ardía cuando de pronto se dio cuenta de que no todo se trataba de él y de sus compañeros. Había olvidado por completo que Vadim siquiera estaba en la habitación. Y había estado tan involucrado en reclamar a Siro, y ser jodido por Yuri, que no había oído a Sasha entrar en la habitación. No podía dejar de preguntarse a quién más podría haber pasado por alto. 192 Conner estaba tan jodidamente avergonzado. —Podríamos vender entradas de los tres jodiendo, —dijo Vadim—. Haríamos millones. La ligera risita de Sasha llenó el aire. —Hey, Sasha, —dijo Yuri sin levantar la cabeza— Vadim me dijo que va a cortarte la asignación para prendas de vestir. Conner golpeó una mano por la cara cuando Sasha levantó la cabeza y fulminó con la mirada a su compañero. —¿Que va a hacer qué? —gruñó Sasha. Los dientes de Vadim se apretaron. —Maldita sea, ¡Yuri! 193 —Todavía no me has convencido de que esta sea una buena idea, — Yuri se quejó mientras se dirigían por el largo camino hacia el recinto del alfa de la manada McGregor. Siro puso los ojos en blanco. Habían estado teniendo esta conversación exacta la semana pasada. Nada había cambiado. Yuri todavía tenía que hacerse cargo de la manada McGregor hasta encontrar un reemplazo, y Conner todavía estaba con la soga al cuello. Por lo menos se les había concedido una pequeña cantidad de tiempo para tratar de probar la inocencia de Conner. Es probable que no hubiera ocurrido si el padre de Siro no fuera un miembro del consejo. Los dos hombres grandes en el asiento trasero de la camioneta podrían haber ayudado, también. Siro miró por el espejo retrovisor. Neil y Frances eran realmente grandes, también. Vadim había elegido a dos de sus más grandes guardias para acompañarles en su pequeño viaje y mantener un ojo sobre Conner. Siro quería gruñir cada vez que pensaba en alguien vigilando a su compañero, pero se contuvo, o algo así. Siro no sabía exactamente lo que Vadim les había dicho a los dos hombres, pero seguían mirando a Conner como si estuviera a punto de brotarle otra cabeza. Conner ya les hizo gestos tantas veces que su dedo estaba en grave peligro de ser permanentemente congelado arriba en esa 194 posición. Al menos Conner no estaba armado, porque habría disparado a uno de los guardias por ahora. Siro estaba seguro de que Conner no estaba armado. Había registrado a su compañero él mismo, de la cabeza a los pies y cada pulgada entre ellos. ¿Y qué si les había hecho retrasar unos minutos, como treinta, y bajar hasta el ferry? La expresión del rostro de Yuri cuando abordaron el barco había sido de conocimiento y un poco de celos porque no había sido incluido. Afortunadamente, tomó unos días para llegar a tierra firme. Todos habían estado sonrientes por el momento en que estaban atracando al puerto. Por desgracia, esas sonrisas se habían desvanecido cuando llegaron a territorio de la manada McGregor hace dos horas. Siro podía sentir el nerviosismo de Conner a pesar de que el hombre se sentó en el asiento trasero. Era casi una cosa viviente, respirando y que habitaba el vehículo. Conner estaba aterrorizado de volver a su antigua manada. Yuri, por otra parte, estaba amplificado hasta el punto de salirse de sus casillas. Sus rodillas estaban sacudiéndose mientras se tocaba la pierna sin descanso en el suelo del coche. Sus dedos estaban tocando algún patrón de los vaqueros que sólo Yuri sabía. Y estaba sudando. Siro no habría estado tan preocupado de que Yuri estuviera sudando si no estuviera a cinco grados bajo cero. La nieve se apilaba y alineaba a cada lado de la carretera cuando se dirigían abajo. Siro tuvo que utilizar la mayor parte de su concentración sólo para mantener la SUV en la carretera y estaba conduciendo un cuatro ruedas. —Puede que no sea nuestra idea más brillante, Yuri, —dijo Siro—. Pero es la única que tenemos en este momento. Yuri gruñó con los dientes apretados y golpeó su cabeza hacia atrás 195 en contra de su reposacabezas. —¿Por qué no puede el Anciano Dmitriev solo nombrar a alguien para hacerse cargo de la manada? ¿Por qué tengo que hacerlo yo? —Sólo estoy adivinando aquí, —dijo Conner desde el asiento trasero— pero mi apuesta sería que es porque eres el alfa. —No ayudas, Conner, —gruñó Yuri. —¿Quieres una mamada? —Conner saltó de repente sin perder el ritmo. Siro se atragantó con el aire a punto de salir de su garganta. Agarró el volante más estrictamente para mantener el coche en la carretera, mientras se desviaba. Se sorprendió de que Conner hubiera dicho eso con dos desconocidos en el coche, incluso si había hecho callar a Yuri. Siro miró por el espejo retrovisor de nuevo. —No creo que esa oferta sea válida para cualquier otra persona, porque si lo es… Conner le guiñó un ojo. —Tal vez. —Oh, diablos, ¡no! —espetó Yuri—. Si tengo que ser el alfa, entonces tu boca es mía. Siro parpadeó y se volvió para mirar a Yuri. Yuri devolvió la mirada atónita a Siro, la boca abierta como si acabara de darse cuenta de lo que dijo. Poco a poco empezó a negar con la cabeza como si quisiera negar sus palabras. —No quise decir eso, Siro. Siro comenzó a reír. No podía evitarlo. El horror de la cara de Yuri no tenía precio. Sabía que Yuri nunca le impediría tener intimidad con Conner, o viceversa. También sabía que eran los nervios de Yuri los que hablaban o gritaban, según el caso, y no realmente Yuri. Siro detuvo el coche a una parada y luego se inclinó para envolver su mano alrededor del cuello de Yuri. Atrajo al hombre en un profundo pero 196 rápido beso y apoyó la frente contra la de Yuri. —Cariño, Conner y yo vamos a estar a tu lado. No vamos a dejar que nada te suceda. Yuri tragó saliva. —¿Lo prometes? —susurró. —Bueno, si él no lo hace, lo haré yo, —dijo otra voz cerca de ellos. Siro sonrió cuando se volvió para ver la cara de Conner a sólo pulgadas de la suya y la de Yuri. Conner estaba sonriendo—. Y la oferta de una mamada sigue abierta y en espera de ser aceptada. —¡Hecho! —Siro y Yuri ambos dijeron al mismo tiempo. —Fantástico. —Conner se echó hacia atrás en su asiento y cruzó los brazos sobre el pecho—. Entonces, ¿podemos conseguir esta muestra en la carretera? Me gustaría dejar esto terminado y acabado y volver a casa para que pueda cumplir esa promesa antes que nada salga mal. Siro se rió mientras ponía en marcha el coche. No podía discutir las palabras de Conner. Hasta ahora, a pesar de que habían sobrevivido a todo lo que les lanzaban contra ellos y salir vencedores, todavía parecían tener la peor suerte posible. Cada vez que uno de ellos se daba la vuelta, algo malo estaba pasando. Pero al menos esta vez, cuando se dirigían hacia el peligro, estaba los tres de pie juntos en lugar de tres individuos separados tratando de luchar por su cuenta. Eso tenía que cambiar su suerte. ¿Cierto? —Esto es, —murmuró Conner desde el asiento trasero cuando el coche se ralentizó—. Debería haber una puerta justo a la vuelta de la esquina. McGregor la utilizaba para mantener al menos cuatro hombres armados en la puerta en todo momento, a fin de ir poco a poco. No serán visibles hasta que estés prácticamente encima de ellos. Siro frenó la SUV a paso de tortuga. No hizo el camino más fácil de conducir, pero al menos mantuvo el vehículo de deslizarse en la cuneta a su 197 paso alrededor de una curva cerrada en la carretera. —Están esperando, ¿no? —preguntó Yuri. —Sí, —dijo Siro—. El viejo Dmitriev llamó y les dijo que veníamos. Les explicó la situación. Siro estaba agradecido de que sus compañeros comprendieran la necesidad de mantener su relación con el anciano en secreto. Ya no tenía miedo de que el consejo descubriera su status de tri-omega, pero todavía quedaba la posibilidad de que su padre pudiera tener problemas por ocultarlo durante tantos años. —¿Les dijo que yo iba a venir? —preguntó Conner. —Nope. —Siro envió a Conner una rápida sonrisa en el espejo—. Le pedí que no lo hiciera. Pensé que si alguien sabía que ibas a venir podrían intentar destruir cualquier evidencia antes de que llegáramos aquí. —Supongo que eso tiene sentido. —Conner hizo una mueca—. Pero tengo que advertirte que mi regreso podría no ser bienvenido, Siro. No me marché exactamente en el mejor de los términos. —No creo que nadie en la manada McGregor pueda quejarse a ti por eso, Conner. —Yuri volvió a su asiento para mirar a Conner—. Tenías una razón legítima para salir. Desafiaste al Alfa McGregor porque era un asno. Y sabes tan bien como yo que si hubieras vuelto a las tierras de la manada, no habrías vivido para ver otro día. —Eso no significa que vaya a ser bienvenido de nuevo. —Yo creo que te quedarás sorprendido, —dijo Yuri. —Bueno. —Siro desaceleró el vehículo a una parada cuando una gran puerta de hierro apareció a la vista—. Estamos a punto de averiguarlo. Siro casi gruñó cuando dos hombres armados salieron de las sombras. No era el hecho de que fueran shifters, porque podía oler eso. 198 Pero no le gustaban los rifles de alto poder en sus manos. ¿Cuándo shifters empezaron a llevar armas en lugar de combatir a la antigua manera? Y ¿por qué no consiguió la información? ¿O al menos su propia arma? Siro pulsó el botón y bajó la ventanilla cuando uno de los shifters pasó hacia el lado del coche. —Llevo al Alfa Miroslav e invitados. El hombre se inclinó un poco en la cintura y echó un vistazo al coche. Siro no sabía si el hombre estaba contando cabezas o qué, pero sabía que no le gustó la cautelosa mirada que apareció en el rostro del hombre o la forma en que sus manos se apretaron en su arma cuando sus ojos se posaron en Conner. —¿Hay algún problema? —preguntó cuando el hombre se puso de pie. —A Conner McGregor no se le permite las tierras de la manada. Siro apretó los dientes. —¿Por orden de quién? —Del Alfa McGregor. —El Alfa McGregor está muerto, —espetó Siro, la ira empezando a apretar su voz—. Y no creo que tu nuevo alfa sea muy feliz de que niegues a su compañero el acceso a su territorio. La sangre abandonó el rostro del hombre mientras sus ojos se volvieron hacia el asiento trasero. Se lamió los labios como si estuvieran repentinamente secos. —¿Conner es el compañero del Alfa Miroslav? La sonrisa de Siro era diabólica, y lo sabía. Sólo que no le importaba. —Yo también. Los ojos del guardia se detuvieron de nuevo en Siro tan rápido que prácticamente se desorbitaron de su cara. —¿Tú y Conner ambos estáis 199 acoplados al Alfa Miroslav? —Sí. —Siro no dijo nada más que eso. No estaba dispuesto a explicarle a un desconocido que era un tri-omega. Nadie necesitaba saberlo a menos que fuera absolutamente necesario. Y ahora mismo, no era necesario. Siro arqueó una ceja cuando el hombre de repente golpeó un pequeño dispositivo negro en la oreja. No podía esperar a escuchar lo que el hombre tenía que decir. —El Alfa Miroslav ha llegado, señor. —Los ojos dorados del hombre se redujeron en Siro—. Sus compañeros están con él, señor, así como dos guardias. —El hombre estuvo en silencio por un momento y luego asintió con la cabeza—. Sí, señor. Dio un paso atrás y agitó su mano hacia la puerta. Siro miró adelante justo a tiempo para ver la puerta comenzar a abrirse. Los dos guardias se quedaron a un lado de la carretera, permitiendo que el coche pasara. Cuando la puerta se abrió, dos guardias estaban de pie allí. Ellos, también, se hicieron a un lado. Siro condujo el coche por la puerta lentamente, manteniendo un ojo avizor sobre todos los guardias. Estaban un poco confundidos en cuanto a por qué la guardia no había mencionado que Conner era uno de los compañeros de Yuri. ¿Y quién demonios era señor? —Conner, ¿tienes alguna idea de con quién el guardia podría haber estado hablando? ¿El beta tal vez? —preguntó Siro mientras conducía el vehículo hacia abajo por el camino de entrada hacia las luces en la distancia. —Joder, —juró Conner—. Espero que no. El beta es tan malo como McGregor lo fue. 200 —Sabemos que McGregor planeó la invasión de la isla de Vourdala. ¿Cuántos de la manada crees que estaban involucrados? —Realmente quería saber a qué clase de peligro se dirigían. —El beta estuvo involucrado con seguridad, —dijo Conner—. McGregor era inteligente, pero también estaba loco. Su beta era más o menos todo lo que le mantenía en jaque. Era un poco el cerebro detrás de la escena. Bajo circunstancias normales, se habría hecho cargo de la manada si cualquier cosa le pasara a McGregor. —Conner se rió—. Supongo que no estaba esperando a Yuri. —Cariño, nadie espera a Yuri. —¡Hey! —Gruñó Yuri. Siro sonrió cuando se acercó y le dio unas palmaditas al duro muslo de Yuri. —Sólo quería decir que te has vuelto tan tolerante y despreocupado que nadie espera que seas el hombre fuerte y poderoso que eres. —Mentiroso, —respondió lacónicamente Yuri, pero Siro podía ver la sonrisa en la cara de Yuri cuando rápidamente se volvió a mirar por la ventana. El corazón de Siro comenzó a latir erráticamente cuando se detuvieron delante de una mansión grande. No era una casa fea, sino un poco grande para el gusto de Siro. Estaba acostumbrado a vivir en un apartamento de un dormitorio, uno en el que casi nunca estaba. Siro apagó el motor y luego apoyó los brazos en la parte superior del volante mientras miraba hacia la gran casa. Las luces resplandecían en casi todas las ventanas, y el olor de los múltiples shifters flotaba a través del aire. O la manada tenía una gran fiesta o estaban esperando a Yuri. —¿Adónde vamos a vivir? —preguntó Siro. 201 —¿Qué? —Exclamó Yuri. —Sólo me preguntaba dónde vamos a vivir. La manada de Conner se ha trasladado a la isla de Vourdala. Tengo un pequeño apartamento de mierda en el que casi nunca estoy. Y tú eres el Beta de la manada de Miroslav. —Siro miró a su compañero—. Sé que no has renunciado a tu posición como beta de la manada de tu padre todavía, pero podrías tener que hacerlo. Una vez que tu lobo siente este tipo de poder, no podrías establecerte para ser el segundo al mando nunca más. —Dios. —Yuri metió la mano por el pelo, agitando los extremos hasta que quedó prácticamente de punta—. Ni siquiera he pensado en eso. Diablos, ni siquiera he llamado a mi padre todavía. —¿Cómo crees que va a reaccionar? —Por extraño que parezca, creo que estará orgulloso de mí. —¿Va a dejar que renuncies sin alboroto? Yuri frunció el ceño. —Sí, pero ¿por qué iba yo a querer hacerlo? Esa pregunta rogaba ser contestada, pero Siro no tenía una respuesta, al menos no una que no lo hiciera ver como un completo gilipollas. Yuri trabajó muy duro para ser el beta de la manada de su padre. ¿Qué razón podría Siro darle para convencer a Yuri para que abandonara su posición? Yuri de repente gritó y se agarró a la parte posterior de su cabeza. La mandíbula de Siro cayó al darse cuenta de que Conner había golpeado al hombre en la parte posterior de la cabeza. Poco a poco se volvió a mirar por encima del hombro a Conner. Los ojos de color verde pálido de Conner brillaban de furia. —Así que, ¿Siro y yo sólo se supone que renunciemos a nuestras vidas para seguir a tu alrededor porque tú eres el Beta de la manada Miroslav? Los ojos de Yuri se abrieron como si de repente se diera cuenta de 202 cómo sus palabras podrían haber sonado. —Bueno, no, pero… —¿Pero qué? —gruñó Conner. —Creo que eso es algo que tendremos que discutir, —dijo Yuri finalmente, su tono de voz débil, como si esperara que Conner lo golpeara de nuevo. —Mejor. Yuri dejó escapar un profundo suspiro y se pasó la mano por el pelo de nuevo. —Esta cosa de las parejas lleva un poco de tiempo acostumbrarse a ello, ¿no? Siro se rió. —Lo hace, pero somos tres hombres semi-inteligentes. Creo que vamos a encontrar una manera de salir del paso. —Siro sacó las llaves de arranque y las deslizó en el bolsillo antes de agarrar la manija de la puerta—. O podríamos pasar el resto de nuestras vidas en la cama. No parece que tengamos ningún problema allí. La sonrisa que se dibujó en el rostro de Yuri tardó en llegar, pero cuando se extendió por sus labios, se movió hacia arriba y la diversión bailaba en sus ojos. —No podríamos hacer muchas cosas de esa manera. —¿A quién carajo le importa? —preguntó Conner desde el asiento trasero—. Considérame dentro del plan. Siro se reía mientras salía del coche. Sabía, lógicamente, que los tres no podían pasar el resto de su vida en la cama. No conseguirían hacer nada excepto gastar cada botella de lubricante existente. Sonaba bien, pero realmente había vida fuera de la cama, y Siro quería experimentarla con sus compañeros, toda la misma. Esperó hasta que Conner y Yuri se unieron a él en su lado del coche, los dos guardias esperando a pocos metros de distancia, y luego se volvió a mirar a sus compañeros. —Voy a entregar mi dimisión al consejo cuando 203 volvamos a la isla de Vourdala. Yuri pareció aliviado cuando se hundió de nuevo en el lado de la SUV. —Oh, gracias a Dios. Conner sólo se veía confundido. —¿Por qué? Siro hizo una mueca, mirando a la mansión iluminada. —Estoy cansado de ir de encubierto y esconder quién soy de todo el mundo que me importa. Ahora que he encontrado a mis compañeros, prefiero tratar de descubrir quién soy realmente. Siro apretó los labios mientras lanzó una mirada rápida a los guardias. Sabía que podían oírle hablar, pero eran lo suficientemente educados como para mirar hacia otro lado, dando a Yuri, Siro, y Conner algo parecido a la privacidad. —Estaba esperando que mis compañeros estuvieran a mi lado cuando lo hiciera. —Somos más fuertes de pie uno al lado del otro que estando solos, —Conner murmuró, repitiendo las palabras de Yuri de la noche en que habían reclamado a Siro. Siro ofreció a Conner una pequeña sonrisa tímida. —Sí. Conner estaba radiante. —Funciona para mí. Los ojos de Siro se desviaron hacia su otro compañero, esperando la respuesta de Yuri a sus noticias. —No puedo pensar en muchas cosas que no haría para evitar que trabajaras para el consejo, Siro, —respondió Yuri finalmente—. No me gusta la idea de que salgas y te pongas en peligro cuando no estamos allí para evitar que tu culo reciba un disparo. —Porque no está en peligro de recibir un disparo mientras esté con nosotros, ¿quieres decir? —los ojos de Conner se dispararon de un lado a otro entre Siro y Yuri antes de empezar a morderse los labios. Siro podía 204 ver la necesidad de reirse histéricamente construyéndose en el rostro de Conner. Los labios de Siro se torcieron cuando los ojos de Yuri se estrecharon en Conner. Podía ver por dónde iba esta conversación, y no era bueno. Mientras que Yuri había perdonado a Conner por dispararle, todavía no le gustaba hablar de ello. Rápidamente se interpuso entre los dos hombres e hizo un gesto hacia la casa, con la esperanza de alejar su atención de cualquier persona recibiendo un disparo. —Tenemos que entrar y descubrir este lío antes de pasar a otras cosas. Yuri refunfuñó algo en voz baja mientras caminaba más allá de Siro que Siro no podía distinguir. Frunció el ceño. Realmente necesitaban sentarse y tener una conversación sobre el tema de Yuri con Conner. Para la mayor parte, todo era sobre el disparo. Pero había todavía un persistente resentimiento e ira en Yuri que ni ni Siro ni Conner habían sido capaces de penetrar. Si no lo trataban muy pronto, crearía un problema aún mayor del que tenían ya. Siro esperó hasta que Conner estaba a su lado y luego siguió a Yuri hasta los escalones de la puerta principal de la mansión. Estaba un poco sorprendido encontrar a Yuri enojado y molesto de repente mirando como si no tuviera cuidado en el mundo. Sabía que era una cosa de beta o, en el caso de Yuri, una cosa de alfa. Pero todavía desconcertante. Siro se tensó cuando la puerta se abrió y Conner inhaló suavemente. —¿Conner? —preguntó a través de su enlace sin apartar la vista del hombre de pie en la puerta—. ¿Qué pasa? —Tenían que saber que ibas a venir, Siro, —respondió Conner a través del mismo enlace por el que Siro había hablado—. Tenían que saber que yo soy el compañero de Yuri. 205 —¿Por qué? —¿Y por qué demonios estaba Conner tan molesto? Estaba prácticamente temblando en sus botas. —Ese es Whitney. —¿Quién es Whitney? El trago de Conner fue audible. —Mi amante. 206 Yuri gruñó cuando su mano salió disparada y se envolvió alrededor del cuello del hombre que abrió la puerta. Podía oír a la gente gritándole, las manos tirando de su brazo, mientras arrastraba al hombre hacia él hasta que estuvieron nariz con nariz. —¡Conner es mío! —gruñó mientras le enseñó los colmillos afilados al hombre. Fue una clara amenaza. Si el hombre siquiera pensara en Conner, Yuri iba a rasgar su garganta. Conner era suyo, ¡maldita sea! Los ojos del hombre se desorbitaron, y su cara se puso roja. Yuri sabía que tenía un estricto control sobre su garganta, pero no era tan apretado. Whitney todavía podía respirar, lo que instantáneamente puso al tanto a Yuri en el hecho de que algo más estaba pasando aquí. Podía sentirlo en el aire y verlo en el extraño brillo parpadeando en los ojos del hombre. —Toca a mis compañeros, cualquiera de ellos, y te mataré. —Con eso, Yuri arrojó al hombre lejos de él, y se volvió hacia sus compañeros, ambos de los cuales le tenían agarrado de sus brazos. Yuri se los quitó de encima y plantó sus manos en las caderas mientras miraba a Conner—. ¿Algo se te olvidó decirnos, Conner? —Joder, Yuri, no se puede atacar a la gente así, —dijo Conner mientras pasaba la mano por la cara—. Todo el mundo va a pensar que eres tan malo como McGregor. Yuri inclinó la cabeza hacia un lado, cuando el significado detrás de las palabras de Conner penetraron en su cerebro y luego tomaron vida 207 propia. No se había hecho beta de la manada de su padre porque tuviera una bonita cara. Tenía un montón de cerebro para ir con esa cara. Él era el pensador en su familia. Siempre trataba de ver una situación desde todos los lados, y podía hacerlo en cuestión de segundos. No necesitaba días para reflexionar sobre algo. Necesitaba unos pocos segundos para pensar en ello y llegar a una conclusión. La conclusión a la que estaba llegando era una que a Yuri no le gustaba. Le daba dentera, sobre todo porque el ex amante de Conner estaba involucrado. Y Yuri sabía a ciencia cierta que Whitney era el ex amante de Conner porque Conner lo había dicho y la culpa estaba escrita por todo el rostro del hombre. Pero también sabía que Conner no había tenido contacto con nadie de su manada anterior desde que se fue. En cuanto Yuri podía ver, no quería ponerse en contacto tampoco. Eso le dijo a Yuri que no tenía nada de qué preocuparse en cuando a su compañero concernía. También le dijo que la situación había arrastrado justo a sus compañeros dentro de una tormenta de mierda de proporciones épicas. Esta vez, podrían no llevarse sus vidas. —¿De qué coño estás hablando? —espetó Yuri lo suficientemente fuerte para que alguien le escuchara, y había un montón de gente que podía oírle. Una pequeña multitud se había formado cuando Yuri estaba gritando. Cada uno de ellos le habría escuchado. En silencio, envió un grupo diferente de palabras a sus compañeros. —Te das cuenta de que me están tendiendo una trampa, ¿no? Alguien a propósito tenía a Whitney para responder en la puerta para que yo perdiera la calma. Conner frunció el ceño y miró hacia donde Whitney estaba comenzando a levantarse del suelo. —Bueno, funcionó, —respondió silenciosamente—. Sólo aterrorizaste a media manada. 208 Yuri hizo una mueca cuando miró a los extraños que le miraban fijamente como si fuera el hombre del saco. No era una gran multitud, pero estaban allí un número suficiente de personas de pie en la puerta de entrada para que Yuri supiera que se suponía que fueran testigos de su llegada. —Y estoy seguro de que es exactamente lo que esperaban. —Yuri arqueó una ceja para enfatizar sus palabras—. Entonces, ¿por qué no les das lo que quieren? Los ojos de Conner dieron la vuelta. —Debido a que es una realmente jodida estúpido idea. —¿Tienes una mejor? Los labios de Conner se retorcieron como si estuviera tratando de impedirles que subieran. —No, no en realidad. —¿Puedes recibir un golpe? Las cejas de Conner se alzaron. —Estás jodidamente loco —dijo tan fuerte como Yuri había hablado. Yuri golpeó a Conner justo en la boca. Hizo una mueca cuando la cabeza de Conner volvió hacia atrás. Conner levantó rápidamente la mano a la boca. Cuando la alejó un momento después, había sangre en los labios y las puntas de sus dedos. —¡Yuri! —Siro gritó mientras rodeaba a Conner y apretó al hombre en sus brazos—. ¿Para qué demonios hiciste eso? —Se lo merecía, —gritó Yuri en voz alta. —¡Al diablo que lo hacía! —espetó Siro de vuelta, disparándole miradas diabólicas. —Parecía como la cosa que hacer en ese momento. Quieren crear una brecha entre nosotros. Dejemos que piensen que lo tienen. —Yuri trató de no dejar que su angustia se mostrara en su rostro mientras miraba a 209 Conner. No tenía intención de lastimar a Conner. Sólo quería hacer que se viera bueno. La visión de la sangre de su compañero hizo a su estómago encogerse—. Lo siento, cariño. No quise pegarte tan duro. —Golpeaste como una niña, —dijo en silencio. Conner escupió la sangre en su boca y lamió la sangre de sus labios. Lo que dijo en alto era completamente diferente—. ¡Maldito hijo de puta! —Yo soy el alfa aquí, —gruñó Yuri—. Respetarás mi posición. —No te excedas, grandote, —dijo Siro a través de su enlace—. No queremos que piensen que estás demasiado loco. Recuerda que no tenemos a los guardias de Vadim al tanto de este pequeño plan tuyo. Lo que sea que vean, lo llevarán de vuelta a su alfa, lo que significa que tienen una buena oportunidad de volver al consejo. Yuri miró a Neil y a Frances, quienes estaban mirándole como si le hubiera crecido otra cabeza más. Le guiñó un ojo a los guardias y luego vio caer sus bocas abiertas. —Vas a tener que explicárselo más tarde cuando les tengas solos. Tienen que seguir el juego ahora. Yuri apretó los labios para no reírse cuando vio a uno de los guardias haciendo una mueca de dolor y se dio cuenta de que Conner le había dado un codazo al hombre. Neil, el guardia, al instante se puso rígido y le miró. Yuri le dio otro guiño, esperando que el hombre captara la idea. Yuri se volvió y señaló con el dedo a Conner. —Mantente alejado de Whitney. Si me entero de que has tenido algo que ver con él, tendré al consejo destituyéndote como mi compañero. Y no pienses ni por un segundo que no puedo hacerlo, porque puedo. El consejo ya quiere poner tu culo lejos. Yo soy lo único que se interpone entre ti y una muy larga pena de prisión. —Yuri, —lloriqueó Conner. Yuri habría pensado que Conner estaba jugando si no hubiera visto 210 lágrimas salir de los ojos del hombre. Bueno, así que era el mayor gilipollas del mundo. Y este plan suyo no estaba resultando ser bastante como pensaba que sería. Estaba haciendo daño a sus compañeros, y nunca pretendió que eso sucediera. Algo sobre la situación sólo le dijo que esta era la manera que tenía que jugar las cosas. —¿Hasta qué punto planeas llevar este pequeño espectáculo tuyo, Yuri? —Siro preguntó mientras sus brazos se apretaron alrededor de los hombros de Conner. La mirada en los ojos de Siro habría derribado a un hombre más débil. Así las cosas, la mirada hizo a Yuri sentirse como que acababa de matar al perrito de alguien. —Cariño, —susurró silenciosamente mientras se giraba para mirar a Conner, poniendo todo lo que sentía por el hombre en sus palabras,— sabes que te amo. Yuri se había dado cuenta hace varios días. Decir que estaba sorprendido por cómo se sentía después de estar tan enojado con Conner después que el hombre hubiera disparado a Siro, era un eufemismo. Se había sentido totalmente conmocionado. Le había tomado un largo paseo y unas pocas horas de búsqueda del alma admitir incluso para sí mismo que Conner no era el monstruo que había representado en su mente. No había sido malicioso en sus disparos a Siro. Había sido realmente muy inteligentes acerca de lo que había hecho en el marco de las circunstancias, y no había matado a Siro como fácilmente podría haberlo hecho. Sólo le hizo ir más despacio. Conner era en realidad un hombre muy dulce, una vez que Yuri fue más allá de su duro exterior. Quería lo que todos los demás querían, alguien que lo amara incondicionalmente. Nunca pensó que lo comprendería. Yuri y Siro necesitaban demostrárselo al equivocado hombre. Este era el primer paso en esa dirección. 211 —No, no lo sé, —respondió Conner casi al instante. —Oh. —Yuri se rascó un lado de su cabeza, sintiéndose un poco avergonzado de que ésta fuera la situación en la que se encontraban la primera vez que le dijera a su compañero que lo amaba. Su momento no podía haber sido peor—. Bueno, lo hago. —¿Y has elegido ahora para decírmelo? —Conner podría haber estado hablando a través de su enlace, pero Yuri todavía podía sentir la acusación en sus palabras silenciosas, y se estremeció. —Lo siento. Los ojos de Conner se estrecharon. —Esta no fue una de tus más brillantes ideas, Yuri. —Oh, sí que lo es. —Yuri puso los ojos en blanco cuando Conner y Siro ambos lo fulminaron con la mirada—. Mira, toda la cosa completa del “daño a Conner” no se suponía que fuera parte de este plan, y siento lo que pasó. Esa no fue mi intención. —¿Justo cuál diablos era tu plan? —espetó Siro, dejando que Yuri supiera que el hombre aún estaba enojado. —Creo que nuestro pequeño espectáculo ha dado a nuestros anfitriones la idea de que no estoy contento con Conner como pareja y que podría estar dispuesto a mirar de otra manera sobre las acusaciones en su contra. —Yuri mordió su labio por un momento cuando una risa amenazó con liberarse—. También puede ser que piensen que soy un poco loco. —¿Quieres decir que no lo eres? —preguntó Conner. —No exactamente. —Sonrió Yuri—. Piensa en el espectáculo que acabamos de montar y luego piensa por qué estamos aquí. A continuación, añade eso a todo el conjunto. Yuri sintió una gran satisfacción mientras veía el comienzo de la 212 comprensión cruzar los rostros de sus compañeros de lo que su guerra de palabras había hecho. No fue un plan hábilmente pensado, pero cuanto más profundo se metió en él, más sentido tenía. Alguien estaba fuera para conseguir a Conner. Si quienquiera que se creyera que Yuri no estaba contento con Conner, y que Yuri estaba un poco loco, podría pensar que se parecía mucho a lo que el Alfa McGregor había sido y trataría de trazar sus planes. Conner de repente extendió la mano y agarró el brazo de Yuri. —No quería decirlo, Yuri, —dijo en voz alta, pareciendo más desesperado de lo que Yuri nunca lo había visto—. Lo que quiera que hubiera entre Whitney y yo sucedió hace mucho tiempo, antes de que incluso dejara la manada McGregor. Yuri parpadeó hacia abajo a Conner, preguntándose cuál era su plan de juego. Su compañero no le rogaría más que se disparara un tiro él mismo. Conner simplemente no era ese tipo de hombre. Pues bien, en la cama podría rogar, pero eso era totalmente diferente a esta situación. —Ni siquiera he hablado con él desde que salí de la manada. Te lo juro. —Ya veo que no, —gruñó Yuri antes de volver los ojos hacia los guardias—. Si camina un paso hacia Whitney o incluso hablas con él, quiero saber. ¿Entendido? —Sí, Alfa Miroslav, —Neil respondió rápidamente. Frances se limitó a asentir. —Creo que los guardias están a bordo con este pequeño plan, incluso si se confunden. —Yuri empujó a Conner atrás hacia Siro como si no pudiera soportar tocarle. Mientras lo hacía, dejó que sus dedos pasaran a lo largo del costado del hombre—. No le digas a nadie que trabajan para mi hermano. Quiero que todos crean que Neil y Frances son mis guardias. 213 —¿Por qué? —preguntó Conner. Yuri sonrió. —Porque si soy tan malo, entonces lo más probable es que mi guardias sean malos también. —Tiene sentido. ¿Qué quieres que haga ahora? —Es simple, cariño. Intenta conseguir a Whitney a solas y averigua quién es el que nos está tendiendo la trampa. —¿Estás seguro? Yuri miró Conner derecho a los ojos. Quería que su compañero viera qué malditamente serio era. —Confío en ti, Conner. Los músculos de la garganta de Conner se movieron para tragar, y Yuri sabía que estaba tratando de contener una nueva oleada de lágrimas por aparecer. Deseó más que nada en ese momento poder tomar a Conner en sus brazos y susurrarle palabras tiernas, una vez más, pero no podía. —Te amo, Conner. No importa lo que pase, no olvides eso. Yuri miró a Siro, que seguía observando el rostro de Conner tan atentamente que nunca lo había visto. —Te quiero, también, Siro, para que lo sepas. Los ojos azules de Siro estaban ardiendo cuando su cabeza se levantó. —Necesitamos discutir nuestras habilidades de comunicación, Yuri. Tu tiempo es una mierda. Yuri se mordió el labio. Plantó las manos en las caderas y dejó caer su cabeza. Se dio cuenta por el brillo en los ojos de Siro que el hombre estaba desesperado por repetir sus palabras, pero ahora no era el momento y los dos lo sabían. Yuri respiró hondo y dio la vuelta. —¿Quién está a cargo por aquí? —espetó en voz alta y con firmeza como pudo reunir teniendo en cuenta 214 los sentimientos que le inundaban en este momento. —Creo que ese sería usted, —un hombre de cabello oscuro con un bastón dijo mientras se alejaba de la pequeña multitud mirándoles. Varias personas se quedaron mirando la arcada que conducía a otra habitación. El hombre inclinó la cabeza hacia un lado, dejando al descubierto la garganta en respeto—. Alfa Miroslav. Los ojos de Yuri se estrecharon. No le gustaba aquel hombre. Se dio cuenta al instante de que estaba involucrado de alguna manera en lo que estaba pasando. El mal vertiendo de aquel hombre era tan espeso que casi ahogó a Yuri. —¿Quién eres tú? —preguntó Yuri. —Soy Nazar, —respondió el hombre— el Beta de la manada McGregor. Yuri siguió para mirar al hombre mientras consultaba a su compañero. —Conner, ¿qué me puedes decir sobre este hombre? Conner respondió al instante. —Él es el cerebro detrás de Alfa McGregor, así que ten cuidado. Si percibe una debilidad, va a explotarla para su propio beneficio. —Queda por ver si sigues siendo el beta aquí. —Yuri podía ver la rabia apenas contenida en Nazar cuando su mandíbula se marcó. Simplemente levantó una ceja hasta que el hombre bajó los ojos. —Como desees, Alfa, —respondió Nazar. Por Dios, ¿cómo su padre o Vadim hacen esto cada segundo de cada día? Habían pasado como dos minutos y Yuri estaba dispuesto a tirar la toalla de alfa. Yuri pronto tuvo un nuevo respeto por su padre y su hermano. Se volvería loco si tuviera que hacer esto todos los días por el 215 resto de su vida. —¿Supongo que el Consejo te ha informado de la desafortunada muerte del Alfa McGregor? —El anciano Dmitriev llamó y me informó de que el Alfa McGregor murió durante un desafío y que te has hecho cargo de la manada. —Nazar parecía escoger sus palabras con mucho cuidado, como si Yuri tratara de averiguar cuánto sabía realmente sobre la presencia del alfa McGregor en la isla de Vourdala—. No estaba informado de la manera que murió. —Yo lo maté. —Yuri cruzó los brazos sobre el pecho y miró al otro hombre hasta que Nazar, una vez más bajó los ojos—. Eso es todo lo que necesitas saber. —¿Cuándo será devuelto su cuerpo, Alfa? —preguntó Nazar—. Me gustaría informar a su familia sobre cuándo podrían tener los servicios para él. —¿Qué familia? —espetó Yuri—. Hasta donde yo sabía, el Alfa McGregor era viudo y sólo tenía un hijo. La manada de Brom fue recientemente atacada por los cazadores. Su paradero se encuentra actualmente desconocido. —¿Los cazadores? —el asombro en el rostro de Nazar era una mentira y Yuri lo sabía. Lo veía en el brillo de alegría en los ojos oscuros del hombre—. ¿Hubo algún herido? —Varias personas murieron, —dijo Yuri. No se extendió en su explicación. Nazar no tenía por qué saber que los que habían muerto todos habían sido cazadores—. Mi opinión es que la casa de Alfa McAlester fue volada. —Eso es horrible. —La preocupación ató la voz de Nazar, pero la mirada calculadora en sus ojos cuando miró más allá de Yuri le dijo que el beta sabía mucho más de lo que estaba diciendo—. ¿Cómo sucedió esto? 216 —No lo sé. —Yuri se volvió para mirar a sus compañeros—. Fuiste allí, —dijo a sus compañeros, y no específicamente a ninguno de ellos—. ¿Cómo sucedió esto? —¿Conner estaba allí? —gritó Nazar—. ¿Él los traicionó? Y la razón por la que Yuri había comenzado esta pequeña farsa de repente quedó clara para él. Se había preguntado qué había hecho él para fingir ser un idiota, porque eso era extremo incluso para él. Acababa de tener un impresión instintiva. Yuri sonrió cuando se dio la vuelta para hacer frente a Nazar. —¿Yo dije eso? —Bueno, no, claro que no, pero si él estaba allí… —Nunca dije específicamente que Conner estuviera allí. —¡Por supuesto que estaba allí! —gritó Nazar—. Vive en ese estúpido rancho. —Eso no quiere decir que estuviera allí. —Pero él mató… ¡Bingo! —¿Él mató a quién, Nazar? —Bueno, nos enteramos de que Conner había matado a uno de los cazadores. —Nazar estaba dando marcha atrás lo más rápido que podía. Yuri podía verlo. El hombre se había cequivocado y lo sabía. —Conner, —dijo Yuri sin volverse a mirar a su compañero: —¿Has matado a uno de los cazadores? —Le disparé a uno en el baño. —Mira, ahí. —Nazar hizo un gesto con la mano hacia Conner—. 217 Mató a uno de los cazadores. Probablemente estaba en connivencia con ellos todo el tiempo. Yuri inclinó la cabeza hacia un lado, un ceño un poco curioso cruzaba su frente. —Si estaba aliado con los cazadores, entonces ¿por qué mató a alguno de ellos? —Bueno, es obvio, —dijo Nazar. —No para mí. —Estaba traicionándoles al igual que ha traicionado a todos. Traicionó al Alfa McGregor en la reunión del Consejo del Lobo. Todo el mundo lo sabe. —Varias cabezas de la multitud asintieron, diciendo a Yuri que lo que realmente sucedió nunca había sido transmitido a los miembros de la manada—. Traicionó a su nueva manada al decirles dónde estaban Brom y los cachorros. Y traicionó a los cazadores por tratar de matarles. Los de ojos Nazar se estrecharon como si pensara que de repente tuviera una pierna en marcha. —Va a traicionarte, también, Alfa Miroslav, si lo dejas. Hubo varios gruñidos de la multitud reunida detrás de Nazar, que no eran buenos. Si el sentimiento público iba a favor de ese imbécil, Conner podría estar en problemas. —Explícate a qué te refieres, —dijo Yuri—. ¿Cómo traicionó al Alfa McGregor en la reunión del Consejo del Lobo? Yo estaba en la isla ya que era el beta de la manada de mi padre, pero me perdí esa reunión en particular. ¿Qué ocurrió exactamente y cómo estaba Conner involucrado? —El Alfa McGregor estaba tratando de ayudar a su nuera para mantener la custodia de sus cachorros. Brom comenzó a hacer salvajes acusaciones. El Alfa McGregor me dijo que él se negó a hablar en contra de las cosas que Brom dijo porque no quería traer la vergüenza al buen nombre de su nuera. Ella nunca podría haber vivido a través de la 218 vergüenza. —Eso explica lo que pasó con Brom, pero no lo que sucedió con mi pareja. —Obviamente, vio una oportunidad para tratar de tomar el control de esta manada. Al Alfa McGregor se le rompió el corazón cuando le apartaron sus nietos de él. Conner utilizó ese momento de debilidad para desafiar al Alfa McGregor de tal manera que el Alfa McGregor nunca podría haber aceptado. Habría ennegrecido su nombre y el de esta manada. —¿Es eso lo que pasó, cariño? —preguntó Yuri silenciosamente, sabiendo la completa historia por su su hermano y Jake—. ¿Intentaste tomar ventaja de un desamparado, desconsolado anciano? —Sí. —Conner rió a través de su vínculo—. Eso es lo que pasó. —Eres un niño malo. Voy a tener que castigarte después. La silenciosa y cálida risa de Conner, fue toda la respuesta que el hombre dio. —Así que, Conner desafió al hombre, —dijo Yuri a Nazar—. Eso no significa que Conner lo traicionara. No tengo ninguna duda de que cualquier número de personas en esta manada me desafiaría a mí si se les diera la oportunidad. Sucede, especialmente en nuestro mundo. —Los desafíos pueden ser parte de nuestro mundo, pero traicionar a nuestras manadas no, y eso es exactamente lo que Conner hizo. Puedo demostrarlo. —¿Oh? —Deslizó una ceja negra sobre el ojo de Yuri—. ¿Y cómo puedes probar ahora lo que estás diciendo? Si estás soltando mierda para conseguir enfadarme con mi compañero, no va a funcionar. Si tiene pruebas tangibles, quiero verlas. —Ya he enviado la información al consejo, —dijo Nazar como si 219 estuviera orgulloso de sí mismo. Al menos eso le dio una idea a Yuri de que estaba filtrando información al consejo—. Ellos lo tienen todo, sus e- mails a los cazadores detallando lugares de carga y listas de miembros, información de su cuenta bancaria, todo ello. Las cejas de Yuri se reunieron en un ceño enojado. —¿Qué información de cuenta bancaria? —La cuenta bancaria de Conner recibió varios depósitos grandes. Yo la revisé. Los depósitos coincidían con un cazador atacando a la manada cada maldita vez. —Este hombre está realmente convenciéndose él mismo para una celda en la cárcel, ¿no? —Siro preguntó, usando su enlace—. Me gustaría tener una grabadora para que pudiera mostrar esto a mi padre. —Oh, no tengo duda alguna de que tu padre tiene oídos aquí en alguna parte. No está dispuesto a permitir que nosotros vengamos aquí y hagamos frente a estas personas por nuestra propia cuenta, y los guardias de Vadim no cuentan. —Sólo ¿cómo descubriste esta información, Nazar, y cómo puedo tener en mis manos una copia? —Sólo para impresionar, Yuri lanzó una fulminante mirada por encima del hombro a Conner—. Me gustaría ver qué tipo de cosas mi compañero estaba haciendo antes de conocernos. —Las cosas que fueron capaces de encontrar sólo se remontan a un par de meses, Alfa Miroslav, así que no puedo decir cuánto tiempo ha estado Conner en contacto con los cazadores, pero sospecho que ha sido por un tiempo muy largo. Eso explicaría muchos de los ataques en las manadas de la región. Y ese fue el primer gran error de Nazar. Yuri se preguntaba si nadie era lo suficientemente inteligente como para hacer los cálculos y llegar a la misma conclusión que Yuri había llegado. De acuerdo con lo que Robby había podido encontrar, los depósitos bancarios y los correos electrónicos 220 habían comenzado después que Conner abandonara la manada. —Todavía estaría interesado en cualquier cosa que me pudieras mostrar. Me niego a estar rodeado de personas que podrían apuñalarme por la espalda. —Yuri fulminó a Conner de nuevo—. Especialmente cuando estoy dormido en mi propia cama. —Está todo en la computadora de Conner. —¿Su computadora? —Sí, y me temo que el consejo la tiene. Mandaron a alguien aquí para conseguirla hace un par de semanas después que informé de lo que había encontrado. —¿Cómo lo encontraste? —Las cosas de Conner estaban siendo empacadas, para que pudiéramos enviárselas. Su apartamento era necesario para otros miembros de la manada. Cuando encontré su ordenador portátil, quería comprobar y asegurarme de que no tenía cualquier cosa de la manada en él, sólo para estar seguro, se entiende. Si se corriera la voz a otros acerca de nuestro funcionamiento interno de la manada, podría poner a los miembros de nuestra manada en peligro. —No, por supuesto, totalmente entiendo eso. —Tonterías—. Lo que pasa en la manada tiene que quedarse en la manada. Nazar juntó las manos y sonrió como si acabara de conocer a un alma gemela. —Exactamente. —Mi padre es de la misma manera, y yo aprendí de él. —He oído hablar de tu padre. Tengo entendido que tiene una de las más fuertes manadas en el Consejo. —La tiene, —Yuri dijo con orgullo—. No es un hombre con el que te puedas meter. A pesar de ser su hijo y beta no me atrevería a enfrentarme 221 con él. —Suena mucho como el Alfa McGregor. —No dudé en encargarme del Alfa McGregor. —Yuri ni siquiera había pensado en ello. El hombre había estado tratando de matar a sus compañeros. —Sí, bueno, tal vez era hora de un nuevo alfa de todos modos. —La sonrisa de Nazar era fría y calculadora e hizo que Yuri deseara un baño—. A veces sangre nueva es exactamente lo que una manada necesita para prosperar. Yuri dio a Nazar una sonrisa con los labios apretados. Sólo si se trata de la sangre de Nazar. —¿Por qué no me muestras lo que tienes sobre mi pareja? 222 Conner sentía como si estuviera caminando por el borde de un acantilado. Después que Yuri le había golpeado en la boca, el idiota plan que su compañero tenía en mente comenzó a aclararse. A Conner no le gustaba, pero podría respetarlo. Era un buen plan. Estúpido, pero bueno. Sin embargo, si el plan fracasara, o Nazar lo calara, tendrían que correr, y Conner no estaba seguro de poder correr tan rápido. La mitad de la manada estaba de pie detrás de Nazar, y más de uno de ellos disparaba miradas diabólicas a Conner. Se le había partido el corazón cuando tuvo que dejar su manada. Sintió como si estuviera dejando a su familia, a la gente que le importaba. Ahora estaba empezando a preguntarse si ese cariño había sido solo de un lado. Si las miradas que estaba recibiendo eran una indicación, la manada prefería verlo colgado por las pelotas que darle la hora del día. Incluso Whitney estaba mirándole. El hombre se había levantado del suelo y ahora se levantó en la parte inferior de la gran escalera serpenteante. Sus ojos parpadearon de Yuri y Nazar a Conner y Siro y luego de vuelta otra vez. Parecía estar mirando cada pequeña maldita cosa que estaba pasando. Conner no había mentido acerca de que Whitney era su amante. No 223 habían tenido relaciones íntimas en mucho tiempo, mucho más tiempo del que nadie realmente sabía. Conner sólo dejó que todo el mundo pensara que estaban juntos porque la vida para Whitney no había sido demasiado buena. Como amante de un ejecutor, sin embargo, no mucha gente se metía con Whitney por temor a Conner. A Conner le hubiera gustado tener un momento para escaparse y preguntar a Whitney qué demonios estaba pasando. Si bien no había estado cerca desde hace tiempo, y ciertamente no se habían visto en unos pocos meses, Conner nunca pensó que Whitney le traicionaría. No así. —¡Conner! Conner saltó, con los ojos volviéndose hacia adelante en la severa reprimenda de Yuri. Sabía que se suponía que estaba actuando en un papel, pero no le gustaba particularmente ser regañado por su compañero. Sólo el estricto control de la mano de Siro en su brazo le impidió entregar a Yuri la cabeza. —¿Sí, Yuri? —preguntó tan mansamente como su ira permitiera. —Nazar y yo vamos a ir al estudio, donde podamos hablar. Siro y mis guardias te acompañarán a una habitación para descansar. Te quedarás allí. ¿Entendido? Conner asintió. —¿Necesita descansar, Alfa? —dijo Nazar cuando se volvió para estudiar a Conner—. ¿Fue herido durante el ataque al rancho del Alfa McAlester? —No, Conner fue herido cuando una banda de delincuentes shifters atacó la isla de Vourdala. No se ha recuperado totalmente. —Yuri sacudió la cabeza como si estuviera disgustado con Conner—. El consejo puede que le quiera con la soga al cuello, pero me niego a que muera bajo mi 224 vigilancia. Si el consejo lo quiere, van a encontrarle con vida para enfrentar los cargos en su contra. Conner parpadeó cuando la sorpresa rodó a través de él. Podría tener uno o dos músculos rasgados todavía, pero aparte de eso, estaba bien, y Yuri lo sabía. Conner y Siro ambos se habían recuperado totalmente de sus lesiones. Entonces, ¿cuál era su juego? —Yo puedo escoltarle a tus aposentos personales si quisieras, —dijo Nazar. —No, —dijo Yuri casi al instante—. Hasta que sepa si puedo confiar en Conner o no, me niego a dormir en la misma habitación que él. No quiero despertar con un cuchillo en mi espalda. Estoy seguro de que se le puede organizar otro alojamiento para él. —Hay algunas habitaciones para invitados arriba donde puede esperar en caso de que sea tu preferencia, Alfa Miroslav. —Ve que se haga, —dijo Yuri mientras se alejaba. Conner trató de averiguar cuál era el plan de Yuri hasta que vio a Nazar moverse hacia Whitney. Y entonces se preguntó cómo demonios Yuri había sabido que Nazar asignaría a Whitney para escoltarlo a su habitación. —Whitney, muestran a las parejas del alfa una de las habitaciones arriba. —¡Él no habla con Conner! —espetó Yuri. Whitney visiblemente se estremeció. —No, señor. —¡Entonces, vamos! —Yuri agitó la mano en despedida. Whitney se apresuró a subir las escaleras. Conner echó un rápido vistazo a Yuri cuando 225 empezó a seguir. —Ten cuidado, Yuri. No te olvides que Nazar es un hombre muy inteligente. Si empieza a vislumbrar nuestra pequeña farsa, llámanos y saldremos corriendo. —Tendré cuidado, cariño, —dijo Yuri—. Habla con Whitney y averigua lo que sabe. —Asumiendo que quiera hablar conmigo después que le asustaste a morir. —Tan sólo trata, Conner. Tenemos que saber lo más que podamos. —Lo haré. De mala gana, Conner volvió y siguió a Whitney por las escaleras. No se sorprendió en lo más mínimo cuando Whitney les condujo al segundo piso y al dormitorio azul, como se le llamaba. A Whitney le encantaba el azul. Al acercarse a la puerta, Conner se desaceleró. Whitney mantenía la puerta abierta, pero mantuvo la mirada baja, como si tuviera casi miedo de mirar arriba y ver a Conner. O tal vez estaba asqueado, como todos los demás en la manada parecían estar. Cuando Conner llegó a la puerta, dio un paso hacia ella como si fuera a caminar en el interior, pero justo cuando pasó Whitney, Conner le agarró y empujó al hombre en la habitación delante de él. Oyó a Siro decir algo a los guardias, y luego la puerta se cerró detrás de ellos. —Habla, Whitney, —exigió Conner mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho y miró al hombre que había sido su amante una vez hace tiempo—. Y más vale que tengas una excusa muy buena para tu comportamiento. —Se supone que no hable contigo, —le susurró Whitney, todavía 226 negándose a mirar a los ojos a Conner. Incluso se trasladó al otro lado de la habitación, como si tuviera miedo de ser atrapado demasiado cerca de Conner. —Entonces háblame, —dijo Siro mientras daba un paso adelante para estar al lado de Conner—. Mi nombre es Siro Castilian. —Sé quién eres. —Los ojos se color marrón oscuro de cobre se asomaban arriba a Siro por debajo de una caída de flequillo oscuro castaño—. He visto tu foto. —¿Oh? —preguntó Siro—. ¿Y dónde has visto mi foto? —Nazar la tiene en un archivo en su escritorio. —¿Un archivo? —Siro llegó a ponerse tan quieto como la muerte—. ¿Un archivo sobre mí específicamente? —No. —Whitney se encogió de hombros—. Creo que debe ser un archivo de uno de tus amigos o algo así, porque su nombre era Foster. Conner sintió su ira desinflarse como un globo pinchado. —¿Nazar tiene un archivo de un hombre llamado Foster? —Él miró a Siro por el rabillo de su ojo. No estaba en lo más mínimo sorprendido de encontrar el rostro de su compañero desprovisto de todo color—. ¿Había algún otro archivo? Whitney apretó los labios. Conner rodó los ojos. —¿Siro? —Whitney, ¿Nazar tiene otros archivos en su escritorio? —Había unos pocos más, pero yo sólo vi los nombres de algunos arriba antes de que Nazar volviera a entrar en la habitación. Si me hubiera sorprendido mirando, me habría matado. —¿Cuáles eran los nombres que viste, Whitney? 227 Whitney ladeó la cabeza a un lado, mirando con curiosidad a Siro. — ¿Por qué quieres saber? —Es muy importante, Whitney. Por favor, sólo responde a la pregunta, y luego voy a responder a la tuya. —Tenía un archivo sobre ese tipo llamado Foster, uno de alguien llamado Jones, un tal Albright, y alguien llamado Vena o algo así. —¿Venahav? —Jadeó Siro—. ¿Boris Venahav? —Sí, creo que ese era su nombre. —¡No me jodas! —Siro susurró mientras se tambaleaba hacia el lado de la cama y se sentó. Parecía desconcertado, y eso era algo que Conner nunca había visto en su compañero, ni siquiera cuando le disparó al hombre. —¿Siro? —Durante mi trabajo de encubierto oí un rumor, una que nunca pude probar porque no hay imágenes conocidas de este tipo así que nadie sabe exactamente quién es, pero Boris Venahav se supone que es el líder de los cazadores, Conner. Todos ellos. Conner de repente se sintió tan enfermo como Siro. —¿Por qué…? —¿Nunca has visto una foto de este tipo? —preguntó Whitney, interrumpiendo a Conner—. Nazar tiene una en su expediente. Yo la vi. —¿Por qué Nazar tendría una imagen del líder de los cazadores en un archivo en su mesa? —preguntó Conner, terminando su pregunta. —Es probable que esté tratando de obtener información sobre él para que pueda mantener a nuestra manada segura. —Whitney, no entiendes, —dijo Siro—. Ni siquiera los cazadores saben el aspecto de Boris Venahav. Nadie lo hace. El hombre es un 228 completo misterio. Da las órdenes por teléfono, y sólo habla alguna vez con la gente de alto nivel a cargo. Pero nunca ha sido visto por cualquiera de ellos. —¿Cómo puedes estar seguro? —preguntó Whitney. —He trabajado de encubierto para el consejo desde hace varios años, Whitney. Casi parece como si hubiera pasado más tiempo en el campamento de un cazador que en mi propio apartamento. —Siro parecía muy sombrío mientras dejaba caer su cabeza, apretó los labios por un momento, y miró hacia sus manos—. Conocí a un montón de gente mientras estaba de encubierto, incluso algunos de los mejores idiotas. Y si hay algo que parecía cruzar la mente de todos era que el líder de los cazadores nunca fue visto por nadie. Diablos, incluso mi propio comandante en la unidad del cazador en la que estaba infiltrado se quejaba de ello. La cabeza de Siro se alzó y miró a ambos a Whitney y a Conner. — Entonces, eso nos hace preguntar ¿por qué Nazar tiene una foto de Boris Venahav y cómo la obtuvo? Whitney levantó la mano en el aire. —¿Puedo hacerte una pregunta? —Sí, por supuesto, Whitney, —dijo Siro. —¿Por qué estás tan preocupado por cómo Nazar obtuvo la imagen? Creo que sería una buena cosa que Nazar tenga una imagen de este hombre. Si podemos identificarlo, entonces sería más fácil atraparle. Dios ama a Whitney, pero no era el más brillante lápiz en la caja. — Whitney, —dijo Conner— simplemente no tiene sentido que Nazar pueda tener una foto de Boris Venahav cuando ninguno de los cazadores aún lo ha visto. —Nazar está tratando de proteger nuestra manada, —insistió Whitney, pero incluso él no parecía muy convencido por sus palabras. 229 —¿Cómo estaba tratando de proteger a la manada cuando inventó su plan para acusarme de traición a todos los que me importan con los cazadores? Los ojos de Whitney se estrecharon. —Oí lo que hiciste. —¿Y qué oíste, Whitney? —preguntó Conner—. ¿Oíste cómo me he estado comunicando con los cazadores, enviándoles información sobre otras manadas? ¿O sobre todo ese dinero que he estado haciendo por traicionar a nuestra especie? ¿Te has enterado de eso, también? —Sí, —Whitney escupió—. Me enteré de todo esto. —Eso es bastante asombroso, Whitney, —dijo Siro—. Especialmente teniendo en cuenta que todo lo que Nazar encontró en el equipo de Conner ocurrió después de que dejara la manada, incluyendo esta maravillosa cuenta bancaria que Conner supuestamente tiene, y que fue abierta después de su marcha y que no tiene acceso a ella. La boca de Whitney se abrió. —Creo que es bastante asombroso que mi compañero pueda tener acceso a una computadora aquí en este territorio cuando está todavía en territorio de Wolfrik. —¿No habéis oído hablar del acceso remoto? —preguntó Whitney. Conner tenía idea porqué nunca había oído hablar de él. —El tipo de alta tecnología del consejo nunca encontró pruebas de acceso de control remoto, —dijo Siro—. ¿Cómo se explica eso? —Podría haber pagado a alguien para hacerlo. —¿Quién, Whitney? —preguntó Siro—. ¿Tú? —Nunca traicionaría a mi manada, —exclamó Whitney. —Hemos sido amantes, Whitney, —dijo Conner—. Todo el mundo 230 lo sabe. Yo estaba más cerca de ti que de nadie más en la manada. Si necesitara a alguien para trabajar para mí en el interior, tú serías la opción más probable. —Pero yo no… —La cara de Whitney se tornó pálida—. Yo no hice… nunca haría… Conner arqueó una ceja. —Ni yo lo haría, Whitney, pero ¿ves lo que puede suceder cuando alguien comienza a hacer acusaciones infundadas? La gente oye lo que quiere oír, y si esa suposición se coloca lo suficiente en el regazo, van a creerlo. Los hombros de Whitney cayeron, y toda la lucha parecía drenarle. —¿No traicionaste a la manada? —No, Whitney, —respondió Conner—. Yo no traicioné a la manada. —Entonces, ¿por qué te fuiste? Conner suspiró. Podía oír la pregunta subyacente en las palabras de Whitney, la cuestión que tenía miedo de preguntar. —No tuve elección, Whitney. McGregor intentó matar a Brom y a sus compañeros. Ordenó una búsqueda de ellos. Casi mató a Jaryn. —¿Jaryn? —Susurró Whitney—. Pero… pero… Jaryn era un buen tipo. No le haría daño a nadie. ¿Por qué trataría de matarlo el Alfa McGregor? —Brom reclamó a sus compañeros y decidió dejar la manada. Llevó a sus cachorros con él. El Alfa McGregor no podía permitir eso. —Conner estaba empezando a preguntarse lo que se le había informado a la manada cuando Brom y Jaryn la dejaron—. El alfa había estado durmiendo con Marla durante varios meses. Brom lo sabía, pero no le importaba. Marla no era su pareja. —Pero tuvieron cachorros juntos. 231 —No tienes que estar acoplado a alguien para crear un niño con ellos, Whitney. Además, Marla no ha sido una significativa madre. Una vez que descubrió que Brom se retiraba como beta y que el alfa McGregor no iba a casarse con ella, dejó que Brom tuviera los cachorros. —El Alfa McGregor dijo que lo traicionó en la reunión del consejo y que se negó a estropear el nombre McGregor diciéndole al consejo que había un traidor en su manada. —Whitney tragó fuerte cuando bajó la vista para mirar sus dedos—. Yo pensé que era por eso que me dejaste atrás, porque nos traicionaste a todos. Conner suspiró. —No, cariño, me fui porque me vi obligado a desafiar al alfa después de haber mentido al consejo sobre ordenar una cacería a Brom y sus compañeros. Brom sentía que sería demasiado peligroso que yo volviera. No creía que fuera a vivir un día si lo hiciera, porque tenía un desafío permanente contra el Alfa McGregor. Whitney era un alma gentil. Era muy parecido a Jaryn excepto que no era un tri-omega. Sólo era muy dulce. Era uno de las razones por las que Conner había permitido a todos creer que eran amantes mucho después de que no lo eran. Whitney necesitaba protección. —Nunca quise dejarte aquí, Whitney. No tuve otra opción. Los nudillos de Whitney se volvieron blancos mientras retorcía los dedos juntos. Las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro. —Las cosas se pusieron muy malas después que te fuiste, Conner. El Alfa McGregor se desvió hasta el extremo. Llegó a estar tan obsesionado con conseguir a sus nietos de vuelta, que incluso Marla abandonó. —¿Estaba obsesionado con lograr a los niños de Brom? —preguntó Siro. Whitney asintió. —Es prácticamente de todo lo que hablaba. —Maldita sea. —Conner se frotó la parte de atrás de su cuello, 232 sintiendo sus músculos cerrarse y apretarse—. Esto explica muchas cosas. —¿Cómo es eso? —preguntó Siro. —Piensa en ello, —dijo Conner mientras miraba a Siro—. McGregor quería a sus cachorros de vuelta. ¿Y si de alguna manera contactó con los cazadores y organizó para ellos atacar a la manada de Wolfrik con el fin de conseguirlo? —Pero los cazadores estaban tratando de matar a todos. Conner resopló. —Cariño, en los cazadores no se puede confiar. Si piensan que puede acabar con nosotros, lo harán, y por cualquier medio posible. Si McGregor les estaba dando información, se lo habrían tragado y utilizado esa información para tomarla tanto como a muchos de nosotros les fuera posible. —Así que, básicamente, el Alfa McGregor traicionó a la manada de Jake con los cazadores para conseguir a sus cachorros de vuelta, pero ¿los cazadores le traicionaron? —Eso es lo que estoy pensando. No entiendo por qué me arrastró a mi a ello. Sé que me odiaba, pero… —Simple, —dijo Siro—. Necesitaba un chivo expiatorio en el caso de que su pequeño plan fuera descubierto, y quería sacarte de la imagen antes de pudieras desafiarlo. Mediante la organización de un ataque contra la manada de Wolfrik, podía matar dos pájaros de un tiro. —Eso tiene sentido, —Conner se estremeció— en una enferma y perversa manera. Pero eso no explica por qué Nazar está todavía en su diatriba de que soy el malo aquí. Siro sonrió. —Voy a arriesgarme aquí y decir que es porque Nazar es un idiota. —Bueno, eso es cierto, —dijo Whitney—. Nazar es tan malo como 233 el Alfa McGregor, si no más. Está loco y es inteligente. —Whitney, nos vendría muy bien tu ayuda aquí, —dijo Siro—. Necesitamos saber todo lo que sabe Nazar. ¿Nos puedes ayudar? —¿Me llevarás contigo cuando te vayas? —Whitney… —Puedo ser bueno para ti, —dijo Whitney cuando se dejó caer de rodillas a los pies de Siro—. Pregúntale a Conner. Hay un montón de cosas que puedo hacer. Conner gimió, sabiendo que esta conversación estaba encabezada por el tono de súplica en la voz de Whitney. Whitney era un hombre dulce, terriblemente equivocado. Había sido tan maltratado en los últimos años que pensaba que el sexo era la manera de conseguir lo que quería. Conner había estado halagado cuando Whitney había venido a él y habían empezado a dormir juntos, hasta que descubrió que Whitney sólo estaba durmiendo con él para su protección. No es que el tipo fuera malo en la cama ni nada, porque no lo era. Incluso parecía disfrutar de ello. Pero su corazón no estaba realmente en ello. Whitney veía al sexo como una herramienta que se utilizaba para conseguir lo que quería, y Whitney quería ser protegido. El momento en que Conner se dio cuenta de eso, había dejado de dormir con Whitney, pero continuó para protegerlo de otros. La mirada de horror en la cara de Siro era flagrante. Estaba mirando abajo a Whitney como si hubiera perdido la cabeza. Incluso tenía las manos levantadas en el aire como si quisiera que no se produjeran malentendidos acerca de si estaba tocando al hombre o no. Conner sabía que tenía que intervenir antes de que Siro dijera algo que devastaría a Whitney. Extendió la mano y agarró el brazo de Whitney y tiró de él alrededor. —Whitney, Siro, Yuri y yo estamos acoplados el uno 234 al otro. Whitney palideció. —Bueno, puedo hacerlo con los tres. El corazón de Conner empezó a doler por el hombre. —No, cariño, no compartimos. —Pero… —Whitney pasó la lengua por los labios, sus ojos marrones cobre rodando por la habitación: —puedo hacerlo. Sabes que puedo. Sólo… Conner presionó el dedo sobre los labios de Whitney. —No, Whitney. —Pero yo no me quiero quedar aquí. —Los ojos de Whitney se humedecieron—. Son mezquinos conmigo. La mandíbula de Conner se tensó. Si alguna vez se enterara de quién estaba siendo mezquino con Whitney, le destrozaría. —No tienes que quedarte aquí, cariño. Te llevaremos con nosotros cuando nos vayamos. Y no tienes que dormir con nosotros tampoco. Será igual que antes, excepto que tendrás a tres personas para mantenerte a salvo. —¿Me llevarás contigo? —los ojos de Whitney se abrieron ampliamente cuando sus palabras susurraron en sus labios—. ¿En serio? ¿Me lo prometes? —Te lo prometo, Whitney, y nunca he roto una promesa, ¿verdad? —No, Conner. Conner se puso en cuclillas delante de Whitney. Sonrió para que Whitney viera que no estaba enojado. —Necesito que me digas todo lo que sabes, Whitney. Y entonces quiero que te vayas a tu habitación y empaca lo que quieras llevar contigo. No vas a regresar. —Y no puedes decírselo a nadie, —añadió Siro—. Esto tiene que ser 235 un secreto entre tú, yo, Conner, y Yuri. Nadie más puede saber. Las cejas oscuras de Whitney se arrugaron juntas sobre su pálido rostro. —¿Por qué tiene que ser un secreto? —Tengo miedo de que la gente sea mala contigo y podrían tratar de detenerte que salgas con nosotros. Si no lo saben, no pueden detenerlo. —¿El alfa tratará de hacer que me quede aquí? Conner volvió a sonreír. —No, Whitney. Yuri querría llevarte con nosotros. —¿Está seguro? —Lo estoy, cariño. Whitney lanzó una rápida mirada a Siro y luego se inclinó hacia Conner. —¿Es el alfa mezquino? —susurró. —No, cariño, Yuri es casi tan dulce como tú. —Pero te golpeó. —No tenía la intención de hacerme daño, y me advirtió antes de que lo hiciera. Estaba montando un espectáculo para Nazar. No queríamos que Nazar supiera que sospechaba que él estaba mezclado con la participación del Alfa McGregor con los cazadores. La sangre de Conner se volvió fría cuando oyó una risa baja detrás de él. —Bueno, es interesante saber eso. 236 La cabeza de Siro se sentía como que iba a explotar. Abrió los ojos sólo una rendija y trató de evaluar su situación. Sabía que no era bueno. Además del dolor de cabeza enorme que sentía, su cuerpo se sentía como si una apisonadora hubiera pasado justo por encima de su parte superior. Eso significaba que una de dos cosas había pasado. O bien había conseguido un furioso desgarrón, o una alfombra succionadora le aturdió o alguien le había dado una paliza. Teniendo en cuenta que su boca no sabía como si tuviera bolas de naftalina en ella, iba con la teoría del golpe derribándole. Tener las manos atadas a la espalda fue otra gran pista. Siro estaba bastante seguro de que todavía estaba en la misma habitación que había estado la última vez que recordaba cualquier cosa. Estaba en el suelo, sin embargo, y no en la cama. Desde su posición tumbado, Siro podía ver dos cuerpos más en el suelo. El único justo enfrente de él era Conner, y se veía tan mal como Siro se sentía. Su mejilla estaba hinchada y amoratada, y había sangre seca allí en el labio. También había varios rasguños y moretones en el pecho. Siro cuidadosamente olfateó el aire. Cuando determinó que no había nadie más en la habitación, se movió alrededor hasta que pudo empujarse a sí mismo en una posición sentada y luego miró a otro cuerpo. Era Whitney. Estaba despierto, pero estaba atado y amordazado. Tenía los ojos 237 llenos de lágrimas mientras miraba a Siro desde el otro lado del cuerpo inconsciente de Conner. —Whitney, ¿estás bien? —Excepto por una contusión oscura en su cara, parecía relativamente ileso. Whitney asintió. —¿Sabes quién nos atacó? —Siro no tenía ni idea. Había sido golpeado en la parte posterior de la cabeza con algo antes de que pudiera volverse para ver quién había hablado con Conner. No tenía idea de lo que había pasado después. Whitney volvió a asentir. —¿Fue Nazar? —Más lágrimas se filtraron fuera de los ojos de Whitney cuando confirmó uno de los temores de Siro, pero no su peor—. ¿Has visto a Yuri? Whitney negó con la cabeza. —¿Sabes si Nazar lo tiene? —el corazón de Siro se disparó a la garganta cuando el asentimiento de Whitney dio vida al peor temor de Siro—. ¿Sabes dónde? —el aumento de las lágrimas en los ojos de Whitney fue toda la respuesta que Siro necesitaba—. Maldita sea. Siro miró alrededor de la habitación y trató de evaluar el peligro en el que estaban mientras pasaba sus dedos sobre las cuerdas atando sus muñecas juntas. Ya no estaba interesado en probar la inocencia de Conner. Ahora, su interés principal era conseguir que todos se preocuparan sobre la seguridad, y Whitney, también, por supuesto. El resto de la manada podrían ir a joderse por lo que a él se refería. Siro fue capaz de resolver lo de las cuerdas con la suficiente rapidez. Era simple cuerda de nylon, pero también era de dos pulgadas, una cuerda de tres cabos de nylon, lo que hizo un poco más difícil de sacar. Se utilizaba generalmente para el remolque de cargas pesadas, sistemas de poleas y tornos. Este tipo de cuerda tenía la resistencia de tracción de unos 238 40.000 kgs. Siro pesaba sólo un poco menos que eso. Siro se dejó caer en el suelo en la dirección opuesta que había estado antes y rodó hacia Conner hasta que estaba de espaldas al hombre. Tocó alrededor hasta que encontró la apertura en la bota de Conner. Llevando su mano dentro, sintió a lo largo de la pierna de Conner hasta que encontró exactamente lo que estaba buscando. Siro casi gritó de emoción cuando su mano se cerró en torno a la empuñadura del cuchillo que Conner tenía en su bota. Alguien había despojado del chaleco a Conner, por lo que al parecer sabía de las armas que guardaba en ese sitio. Pero habían pasado por alto el cuchillo en la bota de Conner. Siro hizo una mueca cuando se hizo un corte en su dedo mientras empezaba a cortar las cuerdas que ataban sus muñecas. Las manos iban a estar hechas un lío por el momento en que terminara. Podía ver eso ahora. Los cuchillos no eran para lo que estaba hecho. Ese era el departamento de Conner. —¡Sí! —susurró en voz alta Siro cuando las cuerdas finalmente cayeron y fue capaz de liberarse. Rápidamente se incorporó y se frotó las rojas marcas estropeando sus muñecas. Como no quería empujar a Conner en caso de que estuviera gravemente herido, Siro subió por encima de su compañero y empezó a cortar sus cuerdas. Una vez que Conner estuvo libre, Siro volvió y liberó a Whitney. —Conner, —dijo mientras se inclinaba sobre su compañero y trató de despertarle—. Cariño, necesito que abras los ojos. —Siro ligeramente golpeó al ileso lado de la cara de Conner al no obtener una respuesta—. ¿Cariño? —Después que le dejaron inconsciente, le apalearon a base de bien. 239 —Siro miró por encima del hombro—. ¿Ellos? —Nazar y un par de sus guardias personales. Maldita sea. —¿Qué pasó con mis guardias? —No lo sé. Nunca los vi. Vadim iba a colgarlo de los huevos si algo les pasara a Neil y a Frances. —Dime exactamente lo que pasó, Whitney, —Siro ordenó al comenzar a comprobar el cuerpo tumbado de Conner por lesiones. Tal vez Conner estaba herido peor de lo que pensaba originalmente. —Nazar entró justo cuando Conner estaba explicando acerca del pequeño espectáculo que pusisteis en marcha por él. Estaba realmente enojado. Te golpeó en la cabeza con ese estúpido bastón que siempre lleva con él. Conner trató de saltarle, pero dos de los guardias de Nazar se apresuraron y le retuvieron. —¿Y después de eso? —preguntó Siro cuando Whitney dejó de hablar, a pesar de que no estaba seguro de querer saber. —Comenzaron a preguntar a Conner todo tipo de preguntas acerca de ti y de Yuri, el Consejo del lobo, los cazadores, y la seguridad en la isla de Vourdala. Cada vez que Conner se negaba a responder lo golpeaban. —Tú estúpido, terco del culo hijo de puta, —murmuró Siro. —No soy un hijo de puta, —murmuró Conner—. Mis padres se casaron. Siro se echó a reír cuando el puro alivio trajo lágrimas a sus ojos. — Sigues siendo un estúpido, terco del culo hijo de puta. Siro rodó suavemente a Conner sobre su espalda. De cerca, los moretones en el rostro de Conner se veían aún peor, y Siro no había pensado que fuera posible. Tocó suavemente la inflamación en el pómulo 240 de Conner. —Mira lo que le hicieron a su hermoso rostro. —Voy a sanar. —Conner gimió cuando trató de incorporarse, agarrándose a sus costillas—. Mierda, eso duele. Siro se acercó y ayudó a Conner a sentarse el resto del camino. Realmente no le gustaba lo pálido que estaba Conner. Parecía un fantasma. —¿Tienes alguna lesión grave? —Solamente a mi orgullo, —resopló Conner. Siro sonrió. —Ya me has dicho eso antes. —Sí, pero esta vez cuando llegue a mis manos un arma no estaré apuntándote. Conner echó un vistazo alrededor de la habitación. Sus ojos brevemente se establecieron en Whitney, volviéndose cada vez más oscuros y más furiosos cuando vio la herida en la cara del hombre. Luego volvieron para buscar en la habitación. Cuando se volvió a él, Siro podía ver el miedo creciendo en ellos y sabía lo que Conner iba a hacer antes de que abriera su boca. —No sé dónde está, cariño, —dijo Siro antes de que Conner pudiera hablar—. Éramos los únicos en la habitación cuando me desperté. Whitney dijo que nunca vio a Yuri. —¿Le has llamado? Los labios de Siro se apretaron. —No he tenido la oportunidad todavía. Estaba demasiado ocupado tratando de desatarnos y despertar tu culo perezoso. —Y se te olvidó que podías comunicarse en silencio, ¿no? Siro dejó caer la cabeza, sin querer que el repentino rubor cubriera 241 sus mejillas para ser tan descarado. —Se me olvidó. Conner resopló. —Entonces, ¿no te parece que sería mejor? Siro asintió. —Voy a comprobar a Whitney mientras contactas con Yuri. Siro vio cuando Conner hizo una mueca mientras se deslizaba por el suelo hacia Whitney y comenzó a hablarle en un tono bajo. Deseó que Conner dejara de tratar de salvar al mundo y darse cuenta de que no era invencible, pero dudaba que alguna vez fuera a pasar. Era parte de lo que Conner era, una parte que Siro quería y admiraba, incluso cuando eso le cabreaba. —Yuri, ¿puedes oírme? —susurró Siro a través del enlace que tenía con Yuri y Conner. Rezó con todo lo que tenía para que Yuri estuviera bien. —¿Siro? —Oh, Dios mío. —Siro cerró los ojos y exhaló un profundo suspiro de alivio—. ¿Estás bien, cariño? —Sí, estoy bien. ¿Por qué? —¿Estás solo? —No, estoy en el estudio hablando con Nazar. El corazón de Siro le dio un vuelco justo de nuevo en su garganta. — Estás en peligro,Yuri. Nazar sabe sobre nuestra pequeña farsa. Me golpeo y dio una paliza a Conner antes de atarnos a ambos. —Bueno, eso explica dónde se fue antes. Me dijo que necesitaba dar órdenes a sus guardias para la noche y que estaba organizando la cena. Se había ido sobre una media hora. Cuando regresó, empezó a hacerme todo tipo de preguntas que no preguntó antes. 242 Yuri se quedó en silencio por un momento, pero Siro podía sentir la ira del hombre que venía a través de su vínculo fuerte y clara. —¿Estáis Conner y tú bien? —Estamos un poco golpeados, y creo que Conner podría tener algunas costillas magulladas, pero estamos vivos. —Está bien. —La respuesta de Yuri fue bastante simple, pero Siro podría decir que Yuri se aferraba a su rabia por un hilo. No culpaba al tipo. Sus compañeros habían sido objeto de amenazas y daño. Siro quería destrozar a alguien tanto como Yuri. —Tienes que salir de ahí, cariño. —No es muy fácil hacerlo en este momento. —Sólo trata. Conner y yo vamos a ir a buscar a los guardias de Vadim y a continuación, trataremos de dirigirnos hacia ti. No reveles que sabes algo. —Siro se detuvo cuando tuvo otro pensamiento, uno que traía alrededor golpeándole la cabeza—. Y aléjate de ese maldito bastón que Nazar tiene. Le gusta golpear a la gente en la cabeza con él. —¿Su bastón? Siro se detuvo. Había algo en el tono de Yuri que no sonaba del todo bien. —Yuri, ¿qué estás pensando? —Mi padre tiene un bastón que se parece mucho al de Nazar. Fue un presente mío, de Vadim, y Niko cuando éramos niños. Es hueco, y nosotros cuatro somos los únicos que sabemos eso. Solíamos pasar notas a nuestro padre poniéndolas en su bastón. El aliento de Siro tartamudeaba en su garganta. —Y estás pensando… —Me pregunto si el bastón de Nazar es hueco también, —dijo Yuri—. Y si lo es, ¿qué tiene dentro de él? 243 —Tenemos que conseguir ese bastón, Yuri. —Voy a trabajar en conseguir el bastón. Vosotros dos vais a buscar a los dos guardias de Vadim y luego encontrais la manera de largarnos de aquí. —Voy por ti pronto, Yuri. —Cuento con ello. Siro se volvió para mirar a Conner y vio lágrimas en sus ojos. —Está bien. Nazar sigue jugando el juego. —¿Por qué? —preguntó Conner. —Creo que está tratando de ver cuánto sabemos. Si dispone de un archivo sobre mí, es más que probable que sepa quién es mi padre. —O tal vez alguien en el consejo le ha estado pasando información sobre ti, —respondió Conner—. Podría no saber acerca de tu padre en absoluto. Siro esperaba que Conner tuviera razón. Puede que no fuera lo más cercano a su padre como él deseaba, pero respetaba al hombre mucho. Y entendía por qué su padre mantenía su distancia en público. No era porque su padre no lo quisiera, sino porque lo hacía. Simplemente no quería que alejaran a Siro de él. —Espero que estés bien, —dijo Siro cuando él mismo se puso de pie y se acercó a la puerta del dormitorio—. ¿Puedes luchar? —Bueno, no voy a ganar ningún concurso de técnica, pero creo que puedo mantenerme yo solo. —Puedo pelear, —dijo Whitney—. Conner me enseñó a defenderme yo mismo. Incluso me enseñó cómo usar una pistola y un cuchillo. Prefiero los cuchillos. 244 Siro deseaba poder creer a Whitney, pero parecía que un fuerte viento podría soplarle. —Sólo quiero que pelees si tienes que defenderte, Whitney. ¿Entendido? —Realmente puede luchar, Siro. —Conner parecía un padre orgulloso mientras miraba hacia abajo en la parte superior de la cabeza de color castaño de Whitney—. Tomó el cuchillo de combate como si hubiera nacido para ello. Es tan bueno como yo sino mejor. —Todavía sólo quiero que luche si tiene que defenderse. Cuanto menos gente matemos, menos tenemos que defender nuestras acciones al consejo cuando todo esto haya terminado. —Eres mucho más optimista de lo que yo lo soy, —dijo Conner mientras se impulsó a sus pies y luego volvió a bajar para ayudar a Whitney a ponerse de pie—. Sólo estoy esperando salir de esta con vida. Más o menos dejé por imposible al consejo hace siglos. —No todos los miembros del Consejo del lobo son malos, Conner. —No estoy seguro de que puedas convencerme de eso, Siro. Hasta ahora, mi trato con ellos no ha sido tan bueno. —Desafortunadamente, el poder tiende a hacer que los hombres buenos hagan cosas malas, y el consejo no es inmune a eso. Hay algunas manzanas podridas. Pero también hay algunas personas en el consejo que realmente se preocupan por nosotros y tratan de hacer de nuestro mundo un lugar mejor para vivir. La ceja de Conner se arqueó sobre su cara. —¿Tu padre? —Mi padre es uno de ellos. Es el único en quien confío, pero eso es sólo porque soy paranoico y no confio en nadie. —Siro sonrió con un destello en los ojos ofendidos de Conner—. Además de mis compañeros, quiero decir. Si me fueras a traicionar, lo harías en mi cara. 245 El rostro de Conner enrojeció. —Diablos, sólo te dispararía. —Exactamente. Siro se volvió y apretó la oreja contra la puerta, escuchando incluso cómo olfateaba el aire. Podía oler al shifter, pero eso no le sorprendió. Estaban dentro del recinto del alfa. Sólo tenía sentido que el lugar oliera a shifter. Lo que no podía oler era a los guardias de Vadim. No sabía quienes montaban guardia ante la puerta, pero no eran Neil o Frances. —Hay alguien en la puerta, pero no sé quién es. No huelen como Neil y Frances. —¿Cómo quieres hacer esto? —¿Hay alguna otra forma de salir de esta habitación? —Sólo a través de las ventanas, —dijo Conner. —Uh… eso no es exactamente cierto, —dijo Whitney—. Hay un paso oculto detrás de la chimenea. La mandíbula de Conner cayó. —¿Es por eso que te gusta la habitación azul tanto? Whitney asintió. —Cuando Nazar me envía arriba a esperarle, me escondo aquí. Si él viene a buscarme, uso el paso para escapar. Se enoja cuando no puede encontrarme, pero es mejor que si en realidad me encuentra. Siro inclinó la cabeza mientras contemplaba a Whitney y procesaba la información que había estado recogiendo sobre el hombre toda la noche. —Whitney, ¿cuánto tiempo lleva Nazar detrás de ti? —No lo sé. —Whitney se encogió de hombros mientras miraba hacia abajo a sus manos. Comenzó a retorcerlas juntas otra vez, un gesto que Siro estaba llegando a ver como algo que Whitney hacía cuando estaba 246 nervioso—. Un tiempo, supongo. —¿Alguna vez te ha atrapado? —Siro se dio cuenta por la forma en que la sangre desapareció del rostro de Whitney que el hombre entendió exactamente lo que Siro estaba preguntando. Siro también podía ver la respuesta en la cara blanca de Whitney. —Un par de veces, —susurró Whitney. —Lo voy a matar, —gruñó Conner. —Vamos a trabajar en la búsqueda de Neil y Frances, conseguir a Yuri, y conseguir salir todos de aquí. El consejo puede regresar y hacer frente a toda esta mierda. Quiero a mis compañeros y mis amigos en un lugar seguro. —Supongo que eso significa que nos dirigimos de nuevo a la isla de Vourdala. —Siro asintió. —Así es. —Pero, yo no puedo ir a la isla de Vourdala, —insistió Whitney—. Yo no soy un tri-omega. Los ojos de Siro se quebraron en Whitney. —¿Qué acabas de decir? —Yo… yo no puedo ir a la isla de Vou-Vourdala, —tartamudeó Whitney cuando sus ojos se redondearon en su cara. —¿Qué sabes acerca de los tri-omegas en la isla de Vourdala? — preguntó Conner. —Sólo lo que he escuchado, —dijo Whitney rápidamente. —¿Y qué es exactamente lo que has oído? —preguntó Siro mientras se alejaba de la puerta. No estaba tratando de asustar a Whitney, pero necesitaba aber lo que el hombre sabía de los tri-omegas buscando refugio en la isla de Vourdala. 247 —Fue justo después de que Conner salió de la manada. Nazar me había enviado arriba a esperar por él, así que escapé a través del pasaje para escapar cuando me enteré de que Nazar y el Alfa McGregor discutían en su estudio. —¿Qué estaban discutiendo, Whitney? —El Alfa McGregor quería volver a la isla de Vourdala y tomar a uno de los tri-omegas él mismo. Dijo que no era justo que un alfa tuviera tantos y que el Alfa de la manada de Vourdala necesitaba compartir. Nazar estaba discutiendo que no era el momento adecuado, que necesitaba tener un mejor plan en su lugar. —Whitney, ¿sabes cómo el Alfa McGregor murió? Los ojos de Whitney parpadearon arriba y abjo entre Siro y Conner. —¿Perdió un desafío contra el Alfa Miroslav? —Es cierto, pero estaba invadiendo la isla de Vourdala. Tenemos la sospecha de que estaba allí para secuestrar a un tri-omega. Un bote lleno de soldados trataron de abrir brecha varias veces en la isla, pero fuimos capaces de contenerlos. De alguna manera, sin embargo, fueron capaces de llegar a tierra. Yuri mató a McGregor después de que me apuñaló por la espalda y disparó a Conner. No quería ser alfa. Sólo estaba tratando de defender a sus compañeros. Un pequeño destello melancólico brillaba en los ojos de Whitney. — Me gustaría tener alguien así. —Lo harás, cariño. —Conner dio una palmadita en el hombro a Whitney—. Hay todo tipo de chicos muy agradables en la isla de Vourdala. Vadim no permite que la gente mala se una a su manada, sólo buenos. Estoy seguro de que encontrarás a alguien que sea bueno para ti. Siro fue sorprendido por la feliz pequeña sonrisa que llegó a la cara de Whitney. Conner estaba hablando con el hombre como si fuera de dos 248 años de edad que había perdido a su perrito, no a un hombre adulto que había sido su amante una sola vez. No le gustaba, pero no estaba seguro de que fuera su lugar decir cualquier cosa. Conner, obviamente, conocía a Whitney mejor de lo que Siro lo hacía. —Whitney, ¿nos puede mostrar este pasaje? —Es aquí mismo, —dijo Whitney cuando se acercó a la chimenea y presionó uno de los ladrillos. Siro estaba intrigado, y también impresionado, cuando la chimenea simplemente se abrió y pudo ver un paso estrecho de piedra detrás de él. Se preguntó qué otras sorpresas había dentro de la enorme mansión y cómo podría conseguirlas en su propia casa. Esto era genial. —Vamos. —Whitney hizo un gesto con la mano cuando comenzó a entrar en el pasaje—. La mayor parte de él está hecho de piedra, pero aún así no duele que estés lo más silencioso posible. Hay agujeros de escucha por todas partes. —¿Agujeros de escucha? —¿Qué demonios era un agujero de escucha? —Hay pequeños agujeros en las paredes para que puedan escuchar lo que las personas en las habitaciones están diciendo. También hay agujeros de observación. Están cubiertos de modo que nadie sepa que están allí, pero las cubiertas pueden moverse para que se pueda ver en las habitaciones. — Rió Whitney. Su rostro se sonrojó cuando miró por encima del hombro—. No creerías algunas de las cosas que he visto. —Oh, sí, lo haría, —dijo Conner—. Esta manada está llena de pervertidos elegidos por el Alfa McGregor y Nazar. Cualquier persona con 249 cualquier escrúpulo se quedaba en la manada hace mucho tiempo. —Shh. —Whitney se llevó el dedo a los labios y luego señaló un gracioso círculo de aspecto gris que colgaba en la pared. Cuando Siro llegó al lado de Whitney, el hombre se acercó y empujó el círculo del camino. Siro frunció el ceño pero se inclinó y miró. Su boca se abrió y rápidamente empujó el círculo atrás en su lugar. —¿Qué viste? —preguntó Conner en silencio. —¿Sabes toda esa mierda del Alfa McGregor que estaba soltando sobre no tener a dos hombres homosexuales en la manada? —Sí. —Era una estupidez. Conner frunció el ceño y apretó más allá de Siro para empujar el círculo arriba fuera del camino. Un momento después, lo dejó caer de nuevo en su lugar y apoyó la espalda contra la pared de piedra. Su rostro estaba enrojecido. —Ni siquiera sabía que esa posición fuera posible. Siro se rió en silencio. —¿De verdad? —Me pregunto si el Alfa McGregor sabía de los cuatro. —Tenía que hacerlo, —respondió Siro—. No hay forma de que cuatro chicos pudieran estar jodiendo así y no oler a sexo. El Alfa McGregor lo habría sabido al segundo que llegara a menos de dos pies de cualquiera de ellos. —Wow, eso explica muchas cosas. Siro miró a Conner, confundido. —¿Cómo qué? —Después de que McGregor se saliera de su pequeña tangente delante del consejo, comencé a preguntarme por qué mi relación con Whitney había sido pasada por alto si odiaba tanto a los gays. Sabía que 250 Whitney y yo estábamos juntos, y a él no parecía importarle. Lo atribuí al hecho de que Brom era su hijo y yo no. Pero con Nazar yendo detrás de Whitney de esa manera, McGregor tuvo que haber sabido acerca de él, también. Siro nunca consideró eso. Si McGregor sólo había estado estaba soltando la boca, luego lo hizo sobre casi todo lo que había dicho en la reunión del Consejo en un montón de mierda. Y eso hizo que Siro se preguntara cuál había sido el verdadero plan de McGregor. Por desgracia, en realidad no tenían tiempo para que Siro reflexionara esa teoría. Necesitaban rescatar a los guardias de Vadim, conseguir a Yuri, y luego largarse de allí. —Bueno, vamos a movernos. — Siro alargó sus brazos a los dos hombres—. Si mantienes tu mano sobre mí, puedo ocultar tu olor, así como el mío. Nos podría dar una ventaja extra. Quiero llegar a Yuri antes de que Nazar averigüe que Yuri sabe lo que está pasando. —Entonces realmente tenemos que darnos prisa, —dijo Conner mientras agarraba el brazo de Siro—. Yuri es pésimo en fingir. 251 Yuri trató de actuar interesado cuando Nazar continuaba sin cesar sobre todos las cosas horribles que su compañero había hecho. El hombre era un loco, pero un loco inteligente. Nazar sabía que Yuri estaba jugando un juego. Sólo que no se dio cuenta que Yuri sabía que Nazar sabía. Pero no tardó mucho en darse cuenta. Yuri también tenía mucha curiosidad en saber si el bastón de Nazar era tan hueco como el de su padre lo había sido. Apostaba a que lo era. También apostaba que era por eso que el bastón nunca dejaba el lado de Nazar. Nadie sospecharía que Nazar mantenía información importante en su bastón. Bueno, nadie sino Yuri. —Todavía no entiendo lo que esto demuestra, Nazar. Nazar resopló como si estuviera exasperado con Yuri. —¿Quieres una bebida, Alfa Miroslav? Me he enterado de que Alfa McGregor mantenía un muy bien surtido mueble bar y tenía sólo el mejor whisky elaborado. —Prefiero scotch, pero supongo que hay que conformarse con whisky. Nazar sonrió mientras se acercaba a una licorera de cristal en un lado de la mesa cerca de la puerta. —Me aseguraré de tener algo de scotch de importación si eso es lo que prefieres. 252 Yuri arqueó una ceja a pesar de que la espalda del hombre estaba con él. No podía evitarlo. Nazar estaba realmente tratando de hacerle la pelota. —De verdad quieres quedarte como beta aquí, ¿verdad, Nazar? —Sí, Alfa. He mantenido mi posición durante un montón de años, y preferiría seguir manteniéndola. —Nazar tuvo otra gran sonrisa en su rostro cuando se volvió a Yuri, con un vaso en cada una de sus manos—. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso aquí. No tengo planes para tratar de desafiar la posición de alfa. Nunca he deseado ser el líder. Prefiero trabajar detrás de las escenas. —Ya veo. —Yuri tomó el vaso que Nazar le tendía. Lo sostuvo en los labios, pero no tomó un sorbo. Había algo casi demasiado ansioso en los ojos Nazar cuando el hombre lo observaba. Yuri no confiaba en él. Los ojos de Yuri casi se salieron de quicio de su cabeza cuando Nazar rodeó su lado de la mesa y se apoyó contra ella. El hombre estaba tan cerca que estaba prácticamente en el regazo de Yuri. Era todo lo que Yuri podía hacer para no arrebatar el brazo hacia atrás cuando Nazar comenzó a arrastrar sus dedos hacia arriba y abajo de su piel. —Hice un montón de cosas para el Alfa McGregor. Estoy seguro de que puedo hacer lo mismo por ti. ¡Santa mierda! —Éramos muy cercanos, aunque yo no siempre estuve de acuerdo con algunas de las decisiones que tomó. Yo lo apoyé, ya que era mi alfa, pero era un hombre débil. —Nazar se inclinó más cerca, demasiado cerca para comodidad de Yuri—. No te ves como un hombre débil, Alfa Miroslav. La incomodidad de Yuri escaló a niveles de pánico cuando Nazar se quedó cerca y se movió detrás de él. Por suerte, pudo ver el reflejo del hombre en el gran espejo que colgaba sobre la chimenea. Podía al menos 253 decir que el hombre no tenía la intención de apuñalarlo por la espalda. —No, —reflexionó Nazar casi perezosamente mientras miraba a Yuri. Sus manos cayeron sobre los hombros de Yuri y empezó a masajearlos—. Pareces un hombre muy fuerte, un hombre poderoso. Apuesto a que toda esa fuerza te da apetitos poderosos, ¿no es así? ¿Este tipo iba jodidamente en serio? Yuri sintió que su estómago empezaba a apretarse y a revolverse cuanto más el beta le tocaba. Cada caricia hizo a su piel arrastrarse. Cuando Nazar se inclinó cerca de su oreja y le pasó la lengua a través de la piel de su cuello, Yuri sintió ganas de vomitar. Comenzó a luchar para escapar sólo para darse cuenta de que Nazar le había agarrado y el hombre era mucho más fuerte de lo que parecía. —Es realmente una pena que estés perdiendo todo ese poder sobre esas dos patéticas excusas de hombres, Alfa Miroslav. Yo hubiera sido una opción mejor. Yuri podía ver claramente que el juego había terminado. Nazar estaba mostrando su mano. Lo único que Yuri podía hacer ahora era alejarse del loco. Yuri comenzó a inclinarse hacia adelante para sacar a Nazar de su espalda. Demasiado tarde, vio una jeringa en la mano de Nazar. Antes de que Yuri pudiera alejarse, o incluso llamar a sus compañeros, sintió un fuerte dolor en la garganta justo debajo de la oreja, y luego una sensación de ardor llenó su cuello y se extendió por el resto de su cuerpo. Yuri comenzó a entrar en pánico cuando no podía mover, ni un músculo, o incluso una pestaña. Nada se movía. Estaba paralizado. Sólo podía mover los ojos. Y no le gustó lo que vio. Nazar tiró la jeringa usada en el escritorio y luego de forma casual se acercó a la puerta. Dos guardias entraron en la habitación cuando abrió la puerta. Nazar hizo un gesto con la mano a Yuri. —Llevadle arriba a mi 254 habitación y conseguid que esté listo. Estaré en un minuto. —Sí, Alfa Nazar. ¡Alfa, mi culo! Puro terror atravesó a Yuri cuando los dos guardias simplemente lo recogieron y lo sacaron de la oficina. Su temor aumentó cuando pasaron a una persona tras otra y nadie hizo nada para detener lo que estaba pasando. De hecho, parecían emocionados. Era como si supieran lo que estaba pasando y lo quisieran. Yuri sintió que su estómago se revolvía aún más a medida que le llevaban arriba a un dormitorio grande. Lo dejaron caer bruscamente en la cama y luego los dos guardias comenzaron a despojarle de las ropas de su cuerpo. Yuri sólo podía sentarse allí y dejar que sucediera. No importa cuánto estuviera gritando en su cabeza, ni un sonido salió de su boca. Ni siquiera podía alcanzar a sus compañeros. Se sentía como si algo estaba bloqueando el vínculo entre ellos. Lágrimas llenaron los ojos de Yuri y se derramaron por sus mejillas cuando finalmente estuvo desnudo. Una gran almohada en forma de cuña fue colocada en medio de la cama. Yuri fue rodado sobre su estómago y cubierto con ella. El lado de la cara se estrelló contra el colchón y su culo apuntaba hacia arriba justo en el aire. Yuri podía sentir su cara encendida de vergüenza y pena, ya que los guardias comenzaron a hacer bromas y golpeaban su culo desnudo. —Vas a disfrutar de esto, Miroslav, —dijo uno de los guardias—. Pero no tanto como el Alfa Nazar lo hará. Si Yuri pudiera haberse estremecido cuando un dedo solitario bajó por el pliegue de su culo, lo habría hecho. Así las cosas, no podía ni 255 siquiera gemir una protesta. Nadie debería tocarlo excepto sus compañeros. ¡Nadie! —Ten cuidado, —advirtió uno de los guardias justo cuando Yuri sintió un dedo comenzar a empujar en su culo—. Sabes que Nazar no lo quiere extendido antes de que llegue a él. Le gusta mejor cuando tienen dolor. —Tal vez no debería haber intentado desafiar al Alfa Nazar entonces —el primer guardia respondió—. El alfa va a hacerle pagar por lo que ha hecho. Cuando Nazar termine con él y sus pequeños compañeros, ni siquiera el consejo será capaz de encontrar un pedazo de ellos. —Nazar planea mantener al tri-omega. Quería uno hace tiempo. —Habría tenido uno si McGregor no la hubiera jodido tanto. —Simplemente no puedo creer que el Consejo enviara uno justo ante nuestra puerta. —El consejo está lleno de idiotas. —Trae la otra jeringa. Oigo al alfa que viene. ¡No! Yuri silenciosamente gritó. Sus ojos parpadearon para cerrarse cuando sintió la aguja penetrar en los músculos de la cadera. El ardor que sentía antes no fue nada comparado con el resplandor de fuego que se desató sobre él esta vez. Yuri sintió que su cuerpo entero estaba en llamas. —Eso es correcto, —dijo uno de los guardias mientras golpeó a Yuri en el culo de nuevo—. Se siente bien, ¿no es así? ¡No! —Sólo se pondrá mejor. —La risa del hombre era maníaca—. Este es un suero especial creado por el propio alfa. El primero hizo imposible que te movieras o hablaras. Este, sin embargo, este es especial. Va a hacer 256 que sientas cada maldita cosa que el alfa te haga, sólo será como veinte veces más intenso. Vas a estar rogando por él, también… bueno, si puedes hablar de eso. Yuri sintió el colchón hundirse cuando el guardia se sentó. Gruñó silenciosamente cuando su pelo fue agarrado, y su rostro fue levantado. El guardia estaba sonriendo justo hacia él como si estuviera encantado de ver a Yuri en esta posición humillante. —Crees que eres tan inteligente. Sabíamos quién eras y que llegabas aquí antes que tú. El Alfa Nazar tiene ojos en todas partes. Lo sabe todo. Incluso tiene ojos en el campamento del cazador. Puede hacerte desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Puede hacer que tu familia desaparezca. En el momento en que haya terminado contigo, estarás rogando para morir. Pero vas a morir sabiendo que Nazar tiene a tus compañeros y que está haciendo exactamente lo mismo con ellos. La cama se empujó como si alguien la hubiera golpeado, y rápidamente el guardia miró hacia arriba. —¿Qué? —Tenemos que irnos. El alfa ya casi está aquí. —Está bien. —El guardia se volvió de nuevo a Yuri por un momento—. Cuando sea mi turno, voy a comerte el culo tan duro que vas a sangrar. Los ojos de Yuri se llenaron de lágrimas. —Oh, ¿no sabías nada de eso? —El guardia se echó a reír e inclinó la cabeza de Yuri para que pudiera ver la cámara de vídeo conectada a la cabecera—. El Alfa Nazar siempre va primero, pero luego el resto de nosotros tenemos la oportunidad de tu culo, y el que él apruebe en primer lugar consigue ir después del alfa la siguiente vez. —El hombre continuó riendo cuando apartó la cabeza de Yuri lejos y salió de la cama—. El Alfa Nazar graba todo para que podamos observar en grupo cuando estés muerto. Tienes la oportunidad de estar en cámara indiscreta mientras que el 257 alfa te enseña quién es el jefe. Jodidamente perfecto. Su humillación iba a ser captada por la cámara todo el tiempo y utilizada como excitación para un grupo de pervertidos. Eso era precisamente lo que quería oír antes de que suplicara por su propia muerte. Yuri respiraba en jadeos superficiales y rápidos. El fuego quemando a través de su cuerpo era cada vez más intenso con cada segundo que pasaba. Empezó a sentir el aire moverse a través de su piel desnuda como dedos tocándolo por todos lados. Nadie lo tocaba, y sin embargo se sentía como un millón de manos que se movían sobre su cuerpo. Yuri se tensó cuando escuchó la puerta abrirse. —¿Está listo para mí? —Sí, Alfa Nazar. —Bien, —respondió Nazar—. Ve a la habitación azul y tráeme a Conner. Él es el siguiente. Yuri sintió cómo una mano se cerró en torno a su garganta en las palabras de Nazar. No podía permitir que esto sucediera a Conner. Conner era dulce. Era amable a pesar de su conocimiento de las armas y las peleas. Sólo quería encontrar a alguien que cuidara de él y que le importara a cambio. No se merecía esto. Yuri apenas podía contener sus puras emociones bajo control cuando la puerta se cerró con un suave golpe. Esto fue todo. Estaba indefenso y solo con un loco decidido a devastarle de la peor manera posible. No importa lo que pasara después de esto, si Nazar le tomaba, Yuri sabía que nunca sería el mismo. Siempre vería a Nazar, incluso cuando estuviera con sus propios compañeros. Sería destruirle. 258 —Deberías haber aceptado mi trato, Yuri, —dijo Nazar mientras se movía en la línea de visión de Yuri—. El Consejo del Lobo cree que eres el alfa aquí, pero sólo porque les dejé pensar eso. En verdad, yo soy el Alfa aquí y ha sido así por un largo tiempo. Pero como te dije, prefiero permanecer detrás de las escenas. Dejé que el mundo viera a McGregor como el alfa, porque eso es lo que querían ver. Nazar se reía y golpeó duramente el culo de Yuri. Yuri hizo una mueca cuando el dolor resonó a través de él como una bala. El guardia estaba en lo cierto. Todo era más intenso, lo que significaba que estaría rogando por morir. —McGregor era un tonto, pero era un tonto fácilmente manipulable. Desafortunadamente, estúpidamente creía que podía llevar una incursión en la isla de Vourdala sin mi ayuda. Eso le llevó a la muerte, como viste. Si me hubiera escuchado, habríamos tenido incluso más tri-omegas de los que tu hermano tiene. Nuevas lágrimas brotaron de los ojos de Yuri cuando Nazar golpeó la mejilla del culo. La agonía de ese pequeño golpe fue tan intensa que la sentía a lo largo de todo su cuerpo. Yuri no estaba seguro de que viviera para lamentar cualquier cosa que Nazar le hiciera. —Tu compañero será el primero en mi harén de tri-omegas. Por el momento en que mi plan se desarrolle, voy a ser imparable. Voy a tener todos los trio-megas que quiera, y nadie será capaz de quitármelos. Ni tú ni el Consejo o incluso los estúpidos cazadores. ¿Por qué los locos sienten la necesidad de explicar sus acciones cuando sólo deben seguir adelante con el asesinato? se preguntó Yuri. Prefería estar muerto que escuchar a Nazar seguir y seguir. —Y pensar que el Consejo me envió mi primer juguetito justo a mi puerta. —Nazar se rió de nuevo. Esta vez cogió un puñado de pelo de Yuri y tiró de su cabeza hacia atrás hasta una casi imposible posición—. ¿De 259 verdad crees que no lo sabría? ¿Qué no me enteraría de tu pequeño plan? Yuri miró. Eso era lo único que podía hacer dadas las circunstancias. —Sabía que estabas montando un espectáculo para mí desde el principio. No eres muy imaginativo, aunque el puñetazo en la boca de Conner era bastante impresionante. No pensé que hubiera ese tipo de violencia en ti. El informe de mi amigo en el consejo que me dio sobre ti ciertamente no decía eso. Nazar dejó caer la cabeza de Yuri atrás en el colchón antes de caminar a la cámara de vídeo en la parte superior de la cama y comprobarla. La inclinó hacia abajo un poco. —No queremos que nadie se pierda nada. A mi manada también le encanta ver que reprendo a la gente. El aliento de Yuri parecía quedar atrapado en la garganta cuando Nazar comenzó a desabrocharse la camisa. Tal vez quería que el hombre siguiera hablando. Escupir sus locas divagaciones evitaría que Nazar lo tocara. Yuri llegó a estar cada vez más incómodo cuando Nazar caminó fuera de su vista. No le gustaba no saber dónde estaba el hombre. Podía oír movimiento. Simplemente no podía verlo. Yuri se estremeció y lloró en silencio cuando sintió otra aguja introducirse en la cadera. Ésta no quemaba, por lo menos no de inmediato. En su lugar, hizo que Yuri se sintiera un poco como si su cabeza se rellenara con algodón. —Guardo esta pequeña inyección para mis juguetes especiales. —La risa de Nazar dio la vuelta por todo Yuri, irritando todos sus nervios—. Creo que tu padre va a disfrutar de la cinta que voy a enviarle de ti rogando que te folle. Hará cualquier cosa que yo quiera para que no lo haga público. No hay manera en el infierno que vaya a rogarte nada, imbécil. Yuri sólo deseaba que Nazar pudiera oír las palabras flotando a través de su 260 cabeza. No le rogaría al hombre una mierda, ni siquiera su propia muerte. La ira de Yuri hacia el hombre se convirtió en una furia hirviendo en forma de calor que se movió a través de su cuerpo y de repente se dio cuenta de lo que había hecho Nazar. La intensidad del fuego que ardía en su cuerpo adquirió nuevos niveles, dolorosos, niveles desgarradores. —¡Jodido gilipollas! —Yuri parpadeó conmocionado cuando se enteró de que sus palabras hicieron eco a través de la habitación. Podía hablar ¡Ouch! Hizo una mueca cuando Nazar golpeó el culo de nuevo. Al parecer, todavía podía sentir, sin embargo. —Ahora, ¿es esa la manera de hablar con el hombre que va a ser tu alfa? —Nunca vas a ser mi nada, hijo de puta, —espetó Yuri—. Te veré muerto por esto. —¿En serio? ¿Y cómo vas a lograr eso? —Los dientes de Yuri se juntaron, cuando las manos de Nazar se movieron sobre su culo y hasta arriba a su espalda para empuñar su pelo. Gruñó cuando su cabeza fue retirada hacia atrás. —Estás totalmente a mi merced, Yuri. No hay nada que tú o tus compañeros puedan hacer para detenerme. Yuri respiró hondo. Dado que no podía contactar con sus compañeros a través de su vínculo, no podía estar seguro de que no hubieran sido tomados como rehenes de nuevo. —Oh, sí, lo sé todo sobre el pequeño plan que tú y tus compañeros cocinaron. Siempre lo he sabido. Sabía que Siro iba de encubierto. Sabía que Conner se quedaba con el Alfa McAlester. Incluso sabía acerca del 261 plan que McGregor ideó para conseguir que esas sucias pequeñas ratas regresaran de Brom. ¿Quién crees que dio las órdenes a los cazadores para matar a todo el mundo? La risa de Nazar arremetió contra Yuri. Su ira se agarró a él como garras. Gruñó cuando su cabeza fue aplastada hacia abajo en las mantas. Trató de contener la respiración. Cuando eso no funcionó, intentó respirar a través de la tela de la manta debajo de él. Poco a poco, el aire comenzó a convertirse en una necesidad y una de la que estaba profundamente carente. —¿Entiendes ahora, Yuri? —Escupió con desprecio Nazar—. Soy dueño de ti. Puedo hacer lo que quiera. Puedo hacerte gritar. El grito de Yuri llenó el aire cuando la mano de Nazar alcanzó entre las piernas y apretó sus testículos con tanta fuerza que luces brillaron ante sus ojos. Estaba furioso por su vulnerabilidad al hombre loco y quería destrozar la garganta del hombre. —Puedo hacerte llorar. Yuri sintió presionar la polla de Nazar entre las mejillas de su trasero. Comenzó a sentirse derrotado cuando las lágrimas brotaron de sus ojos. Nazar estaba ganando, y Yuri no sabía cómo detenerlo. —Incluso puedo hacerte rogar. Yuri sintió la cabeza de la polla de Nazar empezar a presionar dentro de él. Abrió la boca para hacer lo único que se había prometido a sí mismo que no haría, rogar. Antes de que las palabras pudieran formarse en su boca, la puerta se abrió de golpe. Yuri oyó el grito de Nazar, y luego líquido caliente salpicó la espalda de Yuri. El miedo se precipitó a través de Yuri, peor que cuando se dio cuenta de que no podía moverse. Nazar se dejó caer sobre el colchón, sus ojos sin visión mirando directamente a Yuri. Yuri captó el destello de tela blanca con el rabillo del ojo y echó un 262 vistazo a la persona que está más allá del cuerpo muerto de Nazar.— ¿Marla? —Tenía que morir. Mató a mis cachorros, —susurró—. Puede que no haya sido una madre muy buena, pero aún amaba a mis cachorros. —Marla, los cachorros no están muertos. Los ojos de Marla se movieron de Nazar a Yuri. —Sin embargo, dijo que los cazadores mataron a todos en el Rancho Wolfrik. Le oí hablar y a Angus. Angus había hecho un trato con los cazadores para entrar y conseguir los cachorros. Nazar estaba tratando de convencerle de lo contrario. Dijo que en los cazadores no se podía confiar para cumplir un acuerdo hecho con shifters. Y luego todo el mundo estaba muerto. —Te lo juro, Marla. Los cachorros no están muertos. —Pero Nazar dijo a los cazadores que mataran a todo el mundo. Dijo que iba a darles más dinero para financiar sus misiones si se aseguraban de que todos en el rancho estuvieran muertos, especialmente los cachorros. —Conner y Siro pudieron advertir a todo el mundo. Brom y los cachorros están en la isla de Vourdala. Marla parecía nerviosa. Sus manos comenzaron a temblar, y lo mismo hizo el gran cuchillo ensangrentado en la mano. —¿Mis cachorros están vivos? —Sí, lo juro. Las cejas de Marla se juntaron al mirar hacia atrás a Nazar. No creo que me dejen verlos ahora que he matado al alfa. —Marla, yo soy el alfa ahora. Maté a Angus McGregor en un desafio al atacar a mis compañeros. El consejo me envió aquí para hacerme cargo de esta manada. Marla empezó a sacudir la cabeza. —No puedes salvar a la manada. 263 Todos tenemos que morir. Yuri exactamente no estaba en desacuerdo con eso. No estaba seguro de cuántos miembros de la manada se encontraban en lo que Nazar y McGregor estaban llevando a cabo, pero apostaría a que era una buena cantidad. Yuri dejaría que el consejo lo averiguara. Sólo quería ir a casa con sus parejas. —Marla, si me ayudas a volver con mis compañeros, voy a llevarte a ver a tus cachorros. —¿Lo harás? —preguntó Marla—. ¿Lo prometes? Yuri no estaba muy seguro de que Marla estuviera allí en este momento, pero le habría prometido la luna si eso significaba que podía volver a sus compañeros. —Te lo prometo, Marla. Incluso declararé ante el consejo y les diré todo lo que descubrí aquí sobre lo que Nazar ha estado haciendo. —Está bien, pero… —Marla frunció el ceño más profundamente—. Sé lo que Nazar te dio. Es lo que le da a toda la gente que ha traído a sus habitaciones. No soy lo suficientemente fuerte para levantarte, y tú no serás capaz de caminar por tu cuenta durante un par de horas. —Mis compañeros fueron llevados a la habitación azul. Podrías intentar encontrarles. —Está bien. Antes de que Yuri pudiera decir más, Marla se había ido. Justo así. Y Yuri estaba atrapado mirando a los ojos de un hombre muerto. 264 —Para, —gruñó Conner en voz baja mientras la aprensión empezó a arrastrarse por su espalda. Olió el círculo de observación de la pared—. Puedo oler a Yuri. —Se supone que debe estar abajo en el estudio con Nazar, —insistió Siro. —¿Yuri? —Conner llamó silenciosamente—. Yuri, ¿me oyes? La aprensión que había estado sintiendo volvió con absoluto miedo cuando Yuri no le respondía. Como no quería perder el tiempo discutiendo con Siro, Conner se acercó y empujó el círculo del camino y miró a través de los agujeros de observación. Conner gritó y se deslizó lentamente abajo por la pared. Se sentía como si estuviera congelado en un limbo donde todas las decisiones y acciones eran imposibles. El horror de lo que había visto no podía ser real. Simplemente no podía. Lo habría sentido. Estaba seguro de ello. —¿Conner? Conner sólo hizo un gesto con la mano hacia los orificios de observación. Lágrimas comenzaron corriendo por su rostro, y fue incapaz de detener su abundante flujo. Ni siquiera tenía fuerzas para hacerlo. Su tristeza era como un peso muerto en su pecho, presionando hacia abajo. —Yuri está muerto, —gritó cuando su angustia alcanzó su punto 265 máximo. —¡No, no lo estoy! Conner parpadeó y luego saltó de nuevo a sus pies. Empujó a Siro fuera del camino y miró por el agujero de observación de nuevo. —¿Yuri? —Estoy aquí, —dijo Yuri—. ¿Dónde estás? —En la pared. Yuri se rió. —Podría ser. —¿Estás bien? —Estoy vivo. —El tono de voz de Yuri no sonaba muy tranquilizador. La sangre que cubría al hombre y el cuerpo junto a él no hizo que su situación pareciera tranquilizadora tampoco. —¿Qué pasó? —¿Crees que podríamos discutir eso una vez que nos pongamos en camino? —preguntó Yuri—. Haría cualquier cosa por largarme jodidamente de aquí. —Las últimas palabras de Yuri fueron gritadas, diciendo a Conner que el hombre estaba cerca del final de su control. —Whitney, —dijo Conner cuando se volvió para mirar a su ex amante—. ¿Hay algún camino a esta habitación sin que nadie nos vea? —Yo asumiría que la chimenea. Sólo la he utilizado de esa manera en un par de habitaciones, pero creo que todas podrían tener una entrada secreta. —¡Encuéntrala! —Conner empezó a mover sus manos a lo largo del muro de piedra, buscando algún tipo de palanca o ladrillo o algo que le permitiera entrar en la habitación con Yuri. —¡La encontré! —Siro giró algo de aspecto metálico y una sección de la pared se empujó hacia adentro. Siro corrió y se dirigió derecho a la 266 cama. Conner llegó a la cama justo cuando Siro estaba rodando a Yuri en su espalda. Se dejó caer de rodillas junto a la cama y empezó a pasar sus manos sobre el cuerpo de su compañero. —¿Estás…? —¡No me toques! —gritó Yuri. El corazón de Conner estalló de dolor mientras rápidamente levantó sus manos del cuerpo de Yuri. —Está bien, Yuri. No voy a tocarte. —Eso le mataría, pero si su compañero no quería su tacto, Conner no podía obligar al hombre. —Me dio una inyección de algo, —jadeó Yuri, obviamente doloroso—. Me duele cuando me tocas. —Él hace eso, —dijo Whitney—. Le gusta más cuando la gente a la que folla siente dolor. Conner apenas podía respirar cuando de repente se dio cuenta de que Yuri estaba desnudo. —Yuri, él… —No. —Yuri sonrió con dureza, lo que parecía extraño teniendo en cuenta la situación—. Lo creas o no, Marla se acercó y lo apuñaló en la espalda antes de que pudiera. Pero estuvo horriblemente cerca. —Yuri tragó duro—. Demasiado cerca. —¿Marla? —preguntó Siro—. ¿Marla McGregor? —Si. Oyó a Nazar dar órdenes a los cazadores para matar a todos en el rancho, y luego, más tarde, Nazar, dijo que todos habían sido asesinados. Ella pensaba que Nazar había ordenado matar a sus cachorros, cosa que hizo. Pero no sabía que estaban vivos. —El ojo de Yuri se dirigió a Conner—. Le prometí que la llevaría de regreso a la isla de Vourdala para que pudiera ver a los cachorros. —Está bien. —Conner no sabía cómo Brom se iba a sentir sobre eso, 267 pero si Marla había salvado a su compañero de Nazar, Conner le daría a ella lo que quisiera—. ¿Dónde está ahora? —Fue a buscaros. —Oh, bueno, nos escapamos a través de un pasadizo secreto en las paredes. —Sí. —Dio Yuri a Conner con una medio sonrisa de lado—. Ya vi eso. —Puedo ir a buscarla, —dijo Whitney. —¡No!, —exclamó Conner—. Quiero que te quedes aquí, donde pueda mantenerte a salvo. —No, en serio, Conner, —dijo Whitney mientras retrocedía hacia la puerta—. He estado merodeando este lugar durante años. Puedo hacerlo. Justo cuando Whitney llegó a la puerta, y empujó para abrirla, Whitney salió volando por la habitación. Conner se levantó y atrapó a Whitney antes de que pudiera caer al suelo y rápidamente empujó al hombre detrás de él mientras se volvía a enfrentar a quien había abierto la puerta. El alivio tomó la fuerza de las piernas de Conner cuando vio a Neil y a Frances entrar con Marla. Se sentó en el borde de la cama y dejó caer la cabeza entre las manos. Realmente necesitaba unas vacaciones. Esta mierda era una locura. No sabía cómo lo había hecho Siro durante tantos años. Pero sabía que no iba a dejar que Siro lo hiciera más. Era jodidamente peligroso. —No pude encontrar… oh, ellos te encontraron. —Marla echó un vistazo a todo el mundo en la habitación y luego de vuelta a Yuri. Ella actuaba como si no hubiera un cuerpo muerto en la cama y Yuri no estuviera desnudo y cubierto de sangre—. ¿Podemos irnos ahora? 268 —Sí, Marla, —contestó Yuri—. Podemos irnos ahora. —¿Cómo quieres que hagamos esto, Yuri? —preguntó Conner mientras levantaba su cabeza. —No me puedo mover. Vas a tener que llevarme. —¿Crees que puedes manejarlo si te envuelvo en una manta en primer lugar? —preguntó Siro. —No me importa si tienes que arrastrar mi culo desnudo de aquí, — espetó Yuri—. Sólo quiero salir de aquí. —Está bien. —Siro miró hacia Conner—. Cariño, ¿encontrarías una manta limpia para envolver a Yuri? No quiero esta. —Siro señaló a la manta ensangrentada debajo de ellos. Conner asintió y empezó a mirar alrededor de la habitación por otra manta. Vio una limpia plegada con un conjunto de sábanas en una silla junto a la ventana. Se acercó a coger la manta, pero cuando su mano tocó las sábanas para moverlas, se dio cuenta de que eran de muy alta calidad, sábanas de seda. En realidad podrían sentirse mejor sobre la piel de Yuri que la manta. Conner tomó ambas y las trajo de vuelta a la cama. —Whitney, agarra una toalla limpia del cuarto de baño. Vamos a ver si podemos quitar un poco de esta sangre sobre Yuri. —¡No! —espetó Yuri—. Sólo quiero irme. Había tal súplica escrita en los ojos de Yuri que Conner no podía negar a su compañero, aunque quería desesperadamente quitar la sangre de Nazar sobre Yuri. Además del hecho de que el olor de la sangre fresca era probable que llamara la atención a cada shifter en el espacio de quince metros a su alrededor, Conner no podía soportar la idea de que cualquier cosa de Nazar tocara a su compañero. —Está bien, cariño, lo que tú digas. —Conner sacudió la sábana y 269 cuidadosamente la colocó sobre el cuerpo de Yuri. Las lágrimas se formaron en sus ojos cuando Yuri siseó y se puso rígido—. Lo siento, cariño, —susurró Conner. —Sólo hazlo, —escupió Yuri a través de sus dientes apretados—. Cuanto antes acabes de una vez, más pronto podremos salir de aquí. —Está bien, Yuri. Conner tragó duro cuando agarró la manta y la sacudió. Esperó a que Siro levantara a Yuri en sus brazos y luego cubrió al hombre con la manta. Yuri estaba pálido y sudoroso en el momento en que puso su cabeza en el pecho de Siro. —Coge el bastón, la jeringa que Nazar usó sobre mí, y el video de la cámara. Vamos a necesitar todo esto como evidencia para el consejo. Pero asegúrate usar algo para recogerlos en caso de que el consejo quiera huellas digitales. —¿Qué cámara? —Arriba de la cama. Conner sintió un gruñido profundo construirse en su garganta cuando vio la cámara de vídeo encaramada en la cabecera. —¿Quería grabar en vídeo violarte? —Parece que Nazar y su manada tienen bastante de su pequeña empresa pasando aquí. Droga a sus víctimas para que no se puedan mover y luego las dispara con algo que les hace sentir todo veinte veces peor, y entonces les viola con la cámara. Cuando termina esto, el resto de la manada consigue una oportunidad a quien sea que cabree a Nazar. El gruñido de Conner empezó a crecer más fuerte, hasta que sus ojos se posaron en Whitney, que estaba pálido como la sábana que envolvía a Yuri. —Whitney, ¿sabes algo de esto? 270 Whitney apretó los labios mientras sus ojos se apartaban. —¡Whitney! —¡No, Conner! —Yuri espetó cuando Conner comenzó a llegar al hombre—. Déjalo en paz. Si era una de las víctimas de Nazar, entonces tal vez no quiera que nadie sepa. El hombre era un loco, y las cosas que me habló que me haría… —Yuri negó con la cabeza—. Incluso no lo desearía a McGregor. —Está bien. —Conner rápidamente tomó los elementos que Yuri había indicado usando un pañuelo de papel para hacerlo así que sus huellas no borraran las pruebas, entonces las metió todas en una funda de almohada—. Whitney, ya que tienes experiencia en escapar de este infierno, abre el camino. Whitney asintió con la cabeza y se lanzó a través de la abertura en la pared. —Neil, sigue detrás de Whitney y mantenlo a salvo. Frances, te quiero en la retaguardia. Asegúrate de que nadie nos sigue. Neil se movió al pasaje después de Whitney. Siro llevaba a Yuri después, y luego iba Marla. Conner se acercó y cerró la puerta del dormitorio. No resistiría a nadie por mucho tiempo, pero tal vez les daría unos segundos adicionales para escapar. Una vez hecho esto, se apresuraron por el pasillo. Una vez que Frances le siguió dentro, Conner movió la manija de metal que Siro utilizó para abrir la puerta. Le dio la vuelta en la dirección opuesta y vio cómo la puerta secreta se cerraba. El pasaje estaba a oscuras, pero la visión de shifter de Conner le permitió ver a dónde iba. De vez en cuando, pasaba por una habitación que tenía luz en ella y voces. Conner trataba de ser lo más silencioso que pudo mientras se apresuraba a través del pasaje. 271 Fue un proceso lento, pero después de unos diez minutos, Conner vio a todo el mundo detenerse frente a una pesada puerta de hierro. Por suerte, esta parte del pasaje era bastante amplia y todos cabían de pie el uno junto al otro. —¿Dónde está Whitney? —preguntó Conner cuando se dio cuenta de que faltaba el hombre. —Tenía que agarrar algo, —dijo Siro—. Me dijo que esperara en la puerta de hierro y que estaría de vuelta. —¡Ah, diablos! —Conner empujó la mano por su pelo, la frustración montándole con fuerza. Si algo le pasaba al lindo chico, nunca se lo perdonaría—. No puedo creer que lo dejaras ir. —Conner, Whitney es un hombre hecho y derecho. Puede tomar sus propias decisiones. —Puede que sea un hombre hecho y derecho, pero es demasiado dulce para tomar sus propias decisiones. Se acostumbra, Siro. No puede decir que no a la gente porque tiene miedo de disgustarles. Necesita un jodido guardián. —Yo me encargo de él, —dijo Neil. Conner frunció el ceño mientras miraba al guardia. —¿Por qué harías eso? Neil se encogió de hombros. —Es lindo. —¡No! —Las fosas nasales de de Conner soplaron con rabia apenas contenida. Señaló con el dedo a Neil—. Aléjate de él. No necesita a nadie cuidando de él porque piense que es lindo. —Conner, sé razonable, —dijo Siro. Conner gruñó. 272 Los ojos de Siro se abrieron como platos al oír el sonido. —¡Conner! —Demasiado fuerte, —dijo una voz aguda desde detrás de ellos—. ¡Demasiado fuerte! Conner se dio la vuelta, las garras extendidas y listo para la batalla, hasta que vio a Whitney corriendo por el pasillo hacia ellos, una bolsa en sus manos. Y estaba corriendo tan rápido como sus piernas le llevaban. —¡Ve! —gritó Whitney—. Ve por la puerta. ¡Ve! Neil tenía la puerta abierta y estaba ayudando a la gente a través de ella en el parpadeo de un ojo. Conner se quedó donde estaba y esperó a que Whitney le alcanzara. Agarró a Whitney y se dirigió hacia la puerta, Frances cerrando la marcha. Justo cuando Conner y Whitney llegaron a través de la puerta, Conner oyó gruñir a Frances, y luego el hombre cayó contra él. Conner sabía que Frances había sido golpeado. Empujó a Whitney lejos de él y luego llegó de nuevo a Frances, arrastrándolo por la puerta. Conner apenas podía ver a la gente apresurándose hacia él hacia abajo al pasaje cuando cerró de golpe las grandes puertas de hierro. Rápidamente miró a su alrededor para interponerse contra la puerta, pero no encontró nada. Sabiendo que no había nada que pudiera hacer para evitar que la puerta fuera abierta desde el interior, Conner tomó a Frances, enlazó el brazo del hombre alrededor de su cuello y comenzó a medio llevarle, medio arrastrando al hombre lejos de la puerta. —¡Al suelo! Conner se tiró al suelo al instante, tirando hacia abajo a Frances con él. No estaba muy seguro de que uno de sus compañeros le hubiera gritado, pero tenían que haber gritado por una razón. Y puesto que confiaba en sus 273 compañeros, golpear el suelo sólo tenía sentido. La fuerte explosión que fue detrás de él y sacudió el suelo debajo, sin embargo, no tenía sentido. Conner sintió una explosión de calor moviéndose hacia él, por lo que rápidamente se dio la vuelta en la parte superior de Frances, tratando de proteger al herido lo mejor que pudo. Conner apretó los dientes cuando la explosión quemó la piel. El calor fue intenso pero se fue tan repentinamente como había llegado. Conner esperó un momento y luego, lentamente, levantó la cabeza para mirar a su alrededor. No sabía exactamente lo que había pasado, pero la puerta de hierro por la que había pasado había desaparecido. Al parecer había sido construída justo en la ladera de una montaña, porque parecía que la completa maldita montaña acababa de caer sobre la entrada. Conner se sobresaltó cuando escuchó un montón de gritos. No sonaban enfadados, sino más como una celebración. Se volvió para mirar delante de él, y pudo ver a toda una multitud de personas, no sólo a sus compañeros. Su alfa estaba allí con Lucas. Vadim estaba arrodillado en el suelo, inclinado sobre una camilla. Siro arrodillado en el otro lado, así que Conner sólo podía suponer que el cuerpo en la camilla era Yuri. Serge estaba de pie detrás de su hermano. Demonios, incluso Niko estaba allí. —¿Crees que podrías quitarte de mí ahora? —Oh, lo siento, —dijo Conner mientras rodaba fuera de Frances—. ¿Puedes levantarte por tu cuenta? —Me golpeó en la pierna, así que puede ser que necesite un poco de ayuda para caminar, pero creo que puedo conseguirlo por mi cuenta. Conner no estaba tan seguro, pero no iba a discutir con el hombre. Se puso de pie y colocó el brazo del hombre alrededor de su cuello otra vez, 274 entonces le levantó. Frances gruñó un poco, pero aparte de eso, no vino un sonido de su boca. —Gracias, a propósito, —se quejó Frances. Conner sonrió. Podía oír lo difícil que era agradecer por el tono rígido de la voz de Frances. —De nada. —¿Qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó Conner tan pronto como se dirigió a la multitud de personas reunidas. —Hemos oído que podrías tener un poco de problemas. —Jake sonrió mientras encogía sus anchos hombros—. Pensamos que podrías venir a ver los fuegos artificiales. Conner miró por encima del hombro a la pila de rocas y escombros que momentos antes había sido una puerta. —Sí, se puede decir eso. Pero, ¿cómo sabías que había que poner los explosivos aquí? Podríamos haber salido en cualquier lugar. —Cuando Robby estaba rebuscando en las acusaciones contra Conner, se encontró con unos planos que tenían la entrada y pasadizos secretos sobre el mismo. Nos dimos cuenta que podíamos ir en ese camino y rescataros si estuvierais en problemas, pero también necesitaríamos una salida, por lo que equipamos el túnel para volarlo. Simplemente no imagino que todo saliera de esa manera. Si hubieras estado cinco minutos antes, habrías atrapado a Lucas colocando los explosivos. —Bueno, no puedo decir que esté triste de verte. Iban justo en nuestra cola. Si no hubieras volado ese túnel, nos habrían atrapado. — Conner se estremeció ante lo cerca que habían estado de perder la batalla— . Todavía podrían. Dudo que esta sea la única entrada a este lugar. —No te preocupes. El viejo Dmitriev envió guardias del consejo con nosotros. Van por la parte delantera de la casa y las otras entradas, deteniendo a todos los que sobrevivieron a la explosión. El Consejo del 275 Lobo no está realmente feliz con lo que han encontrado hasta ahora. —Entonces van a estar realmente molestos cuando descubran qué más ha estado sucediendo aquí. Jake arqueó una ceja. —¿Oh? —Esto va mucho más allá de una traición por parte de un loco alfa. Unos pocos hombres que Conner no reconoció se separaron del grupo y tomaron a Frances, caminando con él a otra camilla. Conner vio a un tipo con una bolsa de médico desplegable junto a él y empezó a golpear alrededor de la herida de Frances. —¿Dónde está Ryland? —Habría asumido que el sanador estaría allí para algo así. —Esta era una misión estrictamente no tri-omega, —dijo Jake mientras palmeaba a Conner en la espalda—. No podía correr el riesgo de que pudiera ser superado y uno de ellos pudiera llevarle de nosotros. —Oh, definitivamente nos superan. —Se rió Conner bruscamente—. Hay una manada entera allí que ha perdido totalmente sus canicas. El Consejo de Lobo tiene que venir y tratar con ellos, porque mi compañero no va a hacerse cargo de esta manada, alfa o no. Jake frunció el ceño. Lanzó una rápida mirada a Lucas y luego volvió a mirar a Conner. —¿No crees que le corresponde a Yuri tomar esa decisión? —¡Oh diablos, no! —espetó Conner—. Esta vez voy a tomar yo las decisiones. Siro va a renunciar al consejo. Yuri va a renunciar como Beta de la manada Miroslav y como Alfa de la manada McGregor, y todos vamos a trasladarnos a la isla de Vourdala. Conner estaba enfermo y cansado de que la gente que le importaba saliera herida. Él había terminado. La isla de Vourdala ofrecía seguridad, 276 incluso si tuvieran que tener un alto nivel de seguridad. —Eso te incluye a ti y a Leyland y a Lucas y al resto de nuestra manada. Es el único lugar donde todos vamos a estar a salvo. —Conner, Nazar está muerto, —dijo Siro mientras permanecía de pie y se acercó—. No puede hacernos daño nunca más. —Pero sus amigos pueden, y hasta que sean capturados, ninguno de nosotros está a salvo, especialmente los tri-omegas. Tenemos que reforzar la seguridad en la isla Vourdala y que todos sepan que si tratan de irrumpir en la isla, tendrán que pagar por ello con su vida. —Conner, ya estamos haciendo eso, —insistió Jake. —¡No! —espetó Conner—. No es suficiente. ¿No entiendes eso? No estamos seguros. —Conner, —susurró una voz a través del enlace que Conner tenía con sus compañeros.— Te necesito. La queja de Conner fue olvidada al instante al oír el sonido de la voz de Yuri. Se acercó y se dejó caer al lado de la camilla. Conner comenzó a llegar a la mano de Yuri, hasta que recordó lo que Yuri había dicho de tocarlo. En cambio, se inclinó y sonrió a su compañero. —¿Cómo estás? Yuri sonrió. —Puedo mover mis brazos. Conner casi lloró. Así las cosas, tuvo que parpadear varias veces para evitar que sus lágrimas corrieran por su rostro. —Eso es bueno, cariño. Estarás mejor en poco tiempo. —Vamos a estar bien, Conner. Conner pasó la lengua por los labios resecos. —Yuri… —Nos pusimos de pie uno al lado del otro en lugar de solos, y 277 sobrevivimos. —Apenas, —susurró Conner en un sollozo—. Él casi… —Pero no lo hizo, cariño. —Conner se mordió el labio cuando vio un pequeño estremecimiento ondular a través del fuerte hombre—. Con toda su planificación y connivencia, había una cosa en la que Nazar no pensó, y que fue lo que finalmente le derribó. Las cejas de Conner se juntaron en confusión. —¿Qué? Yuri se rió y miró hacia el lugar donde la montaña se había derrumbado sobre la entrada secreta. —Es peligroso cabrear a nuestra familia. 278 Siro estaba de pie junto a su hermano y saludó a su padre cuando vio el ferry que llevaba al anciano trasladarse hacia el mar. Habían sido un par largo de semanas, pero había terminado por fin. Robby había sido capaz de descubrir que toda la evidencia en contra de Conner fue fabricada, y podía demostrarlo. El consejo había estado satisfecho con la evidencia que Robby había reunido, y tuvo que desestimar todos los cargos contra Conner. Mejor aún, habían descubierto un montón de pruebas dentro del bastón de Nazar. Incluso Siro se había sorprendido. La información que encontraron implicaba a varios grupos de cazadores, un par de alfas de manadas, y un muy cabreado miembro del consejo. Whitney había sido la tarjeta de sorpresa. Las cosas que había traído no eran objetos personales como todo el mundo pensaba. Se había colado en el despacho de Nazar y tomado varios archivos, algunos discos de computadora y otros vídeos que mostraban las atrocidades que Nazar y su manada habían perpetrado a víctimas inocentes. Por desgracia, el archivo con la imagen de Boris Venahav en ella faltaba, por lo que Siro aún no sabía quién era el hombre. Pero alguien lo hacía. Siro sospechaba que alguien en el consejo la había tomado cuando la oficina de Nazar había sido allanada. Simplemente no podía probarlo. Su padre estaba tranquilamente mirándole, pero no era fácil ir, considerando que ninguno de ellos sabían en quién podían confiar. La manada McGregor estaba siendo desmantelada y cada miembro 279 sometido a interrogatorio y una posible pena de prisión en una cárcel del consejo. Con las cosas que Whitney había traído, Siro no tenía ninguna duda de que varios de ellos iban a pasar mucho tiempo en la cárcel. Y no podría estar más feliz por eso. Su ira contra Nazar brotaba cada vez que Yuri se despertaba en medio de la noche gritando. Hubo momentos en que deseaba que Nazar aún viviera sólo para poder matarlo. Yuri estaba aterrorizado de ser restringido de cualquier manera. Ni siquiera le gustaba ser abrazado. Se estaba creando un gran problema entre Yuri, Siro, y Conner, pero sobre todo para Conner. Sentía que debía haber sabido lo que Nazar era ya que había pertenecido a la misma manada unos pocos meses y esto había estado sucediendo durante años. No era capaz de sacudirse a sí mismo de la culpa, no importa lo que Siro y Yuri dijeran. —Está empezando a gustarme. —Eso espero. —Siro miró a su hermano—. Es tu padre. —No, quería decir él. —Serge señaló al pequeño hombre de pelo castaño que estaba saltando arriba y abajo mientras trataba de llegar a la galleta que Neil sostenía en el aire por encima de su cabeza—. Ciertamente parece gustarle más a Neil. —Por Dios, no dejes que Conner te oiga decir eso. Va a ponerse hecho una furia. Serge tenía el ceño fruncido en su rostro cuando se volvió para mirar a Siro. —¿No te parece extraño que tu compañero sea muy protector con su ex-amante? —Me parecería extraño si no hubiera un ex en esa frase. —Siro se rió mientras miraba a Whitney agarrar la camisa de Neil y comenzar subiendo hasta la parte delantera del hombre. Neil se rió y deslizó un brazo bajo Whitney para evitar que se cayera y luego le entregó la galleta—. Ahora, 280 eso es extraño. Siro se volvió con Serge y comenzó a hacer su camino de regreso a la colina hacia el recinto del alfa. —Así que ¿estás pegado alrededor de la isla, entonces? —preguntó Serge. Siro rió cuando se metía las manos en los bolsillos. —Sí, parece que es así. —¿No más trabajos de encubierto? —No. —Siro miró alrededor del pequeño pueblo tranquilo. No era un lugar enorme, aunque estaba creciendo un poco. Pero la gente estaba feliz aquí—. Creo que me necesitan aquí. La isla de Vourdala está creciendo cada día. Tengo habilidades, y pueden ser objeto de buen uso aquí. Se hizo el silencio entre Siro y Serge durante unos minutos. Siro sabía que tenía sus propios pensamientos profundos para reflexionar. Asumió que Serge lo hacía, también. No podría ser fácil ser un tri-omega que solía ser un cazador. Por supuesto, Serge había renunciado a todo cuando se encontró con sus compañeros y se enteró de que era un shifter y no un ser humano. Pero aún así… —¿Alguna vez lamentas encontrar a Vasiliy y a Niko y venir aquí? —No, nunca, —respondió Serge sin dudarlo—. Vaska y Niko fueron las mejores cosas que me han pasado. Siro sonrió a su hermano. —Creo que puedo entender eso. — Ciertamente nunca esperaba que sus compañeros fueran a ser hombres como Conner y Yuri, pero ahora que los había encontrado, no iba a renunciar a ellos. Si pudiera superar el miedo de Yuri y Conner sobre su culpabilidad, sólo podrían tener la oportunidad de una gran vida juntos. Siro se volvió hacia su hermano cuando un plan comenzó a formarse en su cabeza. — 281 Serge, ¿estarías dispuestos a ayudarme un poquito con algo? —Claro, ¿qué necesitas? —¿No quieres saber qué es antes de que estés de acuerdo? —No. Siro sonrió. Había pasado un montón de años sin su hermano, pero estaba condenadamente contento de que Serge estuviera aquí ahora. — Bueno, esto es lo que necesito… —No me contesta, Yuri. Yuri puso los ojos en blanco. —Está bien, Conner. Dijo que se trataba de una sorpresa. Probablemente no dirá nada porque no quiere que sepamos lo que está haciendo. —Pero… —Conner nerviosamente retorció las manos. Si cualquier cosa le sucediera a Siro, nunca se lo perdonaría. Ya había decepcionado a un compañero. No quería hacerlo a dos. Dios, la jodía tanto cuando se trataba de sus compañeros. Le sorprendió que se pegaran alrededor. —Sería más seguro para ambos si sólo pateáis mi culo a la acera. —Cierra la boca, Conner, —espetó Siro a través de su enlace, sorprendiendo a Conner lo suficiente que se detuvo en seco. No creía que Siro estuviera hablando con él—. No te vamos a patear a la acera. —Pero… —¡No! —Gruñó Siro—. Ahora, mueve el culo a nuestro dormitorio. Necesitamos discutir algunas cosas. 282 Eso no suena muy prometedor. —Sólo tienes que moverte, Conner. Te lo prometo, no es mala cosa. —Está bien, Siro. —Conner exhaló un suspiro tembloroso—. Lo que sea que digas. Siro se rió. —Eso es un comienzo. Conner frunció el ceño, no muy seguro de lo que esa declaración significaba. Se apresuró a ponerse junto a Yuri, que estaba empezando a subir las escaleras, asegurándose de dar un montón de espacio a Yuri. — Estoy preocupado por Yuri, Siro. Todavía salta si pongo una mano sobre él. —Lo sé, cariño. Esa es una de las cosas que quiero discutir con los dos. Sé que Yuri estaba herido, pero esto tiene que parar. No está durmiendo nada porque tiene miedo de cerrar los ojos. Va a empezar a enfermar muy pronto, y no podemos permitir que eso suceda. —¿Qué vamos a hacer? —No te preocupes, cariño. Tengo un plan. Conner estaba tan curioso que sus pasos se levantaban. Estaba de pie justo detrás de Yuri cuando el hombre abrió la puerta del dormitorio. Conner se dio cuenta del plan de Siro con una sola mirada y bloqueó la puerta cuando Yuri se volvió y trató de salir. —Yuri, Siro te ama. Yo te quiero. Ninguno de los dos haría cualquier cosa que te hiciera daño. —No puedo… —Sí, puedes. —Conner empujó a Yuri de regresó a la habitación. Se encontró con muy poca resistencia física, pero la angustia en los ojos de Yuri casi hizo que Conner cancelara la completa cosa—. Mira, cariño. — 283 Conner señaló la cama—. Nadie va a atarte o herirte de ninguna manera. Tan pronto como fueron hacia la puerta, Conner la cerró y cerró con llave. Mantuvo la llave fuera para Yuri. —Puedes irte cuando quieras. Yuri miró la llave en la mano de Conner y luego sobre la cama. Se lamió los labios, como si de repente estuvieran secos. —¿Puedo irme cuando quiera? —Tú estás a cargo, Yuri, —dijo Siro desde el centro de la cama—. Puedes salir. Puedes sentarte al margen mientras Conner me jode o puedes joderme. La elección es tuya. Conner sabía que no quería que Yuri saliera, pero no podía decir honestamente si el chico quería sentarse a un lado, así que Conner podría joder a Siro o si quería ver a Yuri joder a Siro. Pero estaba esperando que alguno de ellos estuviera jodiendo a Siro, y pronto. Siro estaba arrrodillado sobre sus manos y rodillas, con las piernas abiertas. Sus bolas y polla colgaban y rebotaban entre las piernas y estaban en visualización perfecta. Tenía el aspecto de cada deseo de Navidad que Conner había tenido alguna vez dentro de él. Las únicas cosas que Siro llevaba eran las restricciones en las muñecas y los tobillos que le ataban a la cama y el tapón en el culo. Por lo demás, no había nada más que piel dorada gloriosa desde un extremo de su cuerpo de ensueño al otro. —Tal vez sólo voy a ver esta vez, —murmuró Yuri. Retrocedió a través de la habitación hasta que se topó con una silla. No era capaz de despegar sus ojos de Siro. Incluso cogió la silla y se deslizó un poco más cerca de la cama antes de sentarse en ella. —Eso significa que tengo que joder a Siro. —Conner no perdió nada de tiempo en despojarse de la ropa. Parte de ello se debía a que tenía miedo de que Yuri lo dejara antes de que este pequeño experimento pudiera desarrollarse. Y parte de ello era porque Conner anhelaba follar a su 284 compañero. Una vez que estuvo desnudo, Conner se dirigió al extremo de la cama y sólo miró fijamente. No sabía cómo Siro se había atado a sí mismo como estaba, y tendría que preguntarle sobre esto más adelante, pero por ahora, estaba impresionado por la magnífica vista de su compañero colocado encima de la cama y atado para el placer de Conner. Conner agarró su polla dolorida y le dio un par de largos movimientos de la raíz a la punta y hacia abajo de nuevo. Tal vez sólo estaría allí y miraría a Siro mientras se masturbaba. No tardaría mucho en hacerle venirse. —¿Vas a permanecer allí y mirarlo? —Preguntó Yuri—. ¿O vas a subir a la cama y follarle? —A decir verdad, todavía estoy decidiendo. —¡Conner! —El gruñido áspero de Yuri fue suficiente para conseguir la atención de Conner. Las cejas de Yuri se bajaron sobre su rostro mientras apuntaba a la cama—. Levántate ahí y dale lo que quiere. Conner parpadeó. —Sí, señor. Rápidamente se subió a la cama y se arrodilló detrás de Siro. —Hey, cariño, —murmuró mientras se inclinaba sobre el cuerpo Siro y acarició sus manos a lo largo de los lados de Siro—. ¿Te sientes cómodo así? —Conner, sabes que te quiero, pero he tenido este tapón en mi culo durante más de una hora. O me jodes o me desatas para que pueda masturbarme. He estado duro durante tanto tiempo que me temo que mi polla se va a caer. Conner sonrió. —Bueno, no podemos tener eso, ahora, ¿verdad? Se echó hacia atrás y agarró los bordes del tapón. En lugar de tirar de él hacia fuera como Siro habría esperado, Conner lo removió alrededor 285 hasta que la cabeza de Siro se echó hacia atrás y aulló al hombre. —¿Qué estás haciendo? —espetó Yuri. La mandíbula de Conner cayó mientras observaba a Yuri acercarse furioso a la cama y tirar su brazo del camino. —¡Yuri! —¿Por qué estaba gritando? —Porque se sentía bien, —gruñó Siro—. Ahora, o te unes a nosotros o te callas y te sientas. Yuri miró a Siro por un momento y luego volvió a su silla. El corazón de Conner le dolía al ver un rojo rubor llenar el rostro de Yuri. — ¿Estás seguro de que es una buena idea, Siro? —susurró a través de su vínculo. —Sí, cariño, estoy seguro. Conner seguro como el infierno que lo esperaba o estaban en grave peligro de pérdida de su compañero. Poniendo su confianza en Siro, Conner alcanzó el tapón de nuevo. Mantuvo una estrecha vigilancia sobre Yuri cuando empezó a mover el tapón en el culo alrededor de Siro. Los labios de Yuri apretaron, pero no dijo nada. —Oh mierda, sí, —gimió Siro mientras empujaba hacia atrás contra el tapón—. Más duro, cariño. Conner casi pierde su agarre sobre el tapón cuando la boca de Yuri se abrió. Cuando otro rubor llenó la cara de Yuri, comenzó a preguntarse si tal vez Siro tenía razón. Conner agarró los bordes del tapón y comenzó a tirar de él hacia fuera y empujar de nuevo dentro, follando el culo de Siro con el tapón de goma rojo brillante. Conner no sabía si Siro estaba actuando o no cuando el hombre comenzó a gemir y empujarse a sí mismo de nuevo en el tapón, joderse a sí mismo con él. Pero fue un maldito buen espectáculo, uno que estaba 286 conduciendo a Conner a la locura. —¿Le gusta realmente eso? —Yuri susurró a lo largo de su enlace. —¿Por qué no vienes aquí y lo ves por ti mismo? —Después de todo el rechazo que había recibido en el último par de semanas, cuando trató de acercarse a Yuri, Conner estaba totalmente sorprendido cuando Yuri se puso de pie y caminó hasta el extremo de la cama. Yuri pareció dudar por un momento. Conner contuvo el aliento. Siro se sentía todavía debajo de él. Cuando Yuri endureció sus labios y alcanzó los botones de su camisa, Conner sintió ganas de gritar su triunfo al mundo. En su lugar, sacó su felicidad en el culo de Siro, empujando y tirando y moviendo el tapón hasta que Siro estaba gritando su placer en un largo y continuo, gemido. —¿Puedo probar? Conner no dijo ni una palabra. Sólo se movió entre las piernas de Siro y dejó que Yuri tomara su lugar. A Yuri le tembló la mano mientras agarraba el tapón y lentamente comenzó a moverlo dentro y fuera del culo de Siro. —¿Así, Siro? —Joder, sí, cariño. —Siro se estremeció y empujó de nuevo—. Más duro, Yuri. Jódeme con él más duro. —¿Más duro? Yuri no esperaba respuesta de Siro, pero Conner podía verle morder su labio inferior mientras empezaba a mover la mano más rápido. Conner sonrió, sabiendo que Yuri tenía la parte de las cosas bajo control. Rápidamente se trasladó a la cabecera de la cama y cogió el lubricante que mantenían bajo la almohada. Conner lubricó los dedos y luego los deslizó hacia abajo hasta que su polla rebotaba contra la cara de 287 Siro, y luego separó las piernas y alcanzó entre ellos y comenzó a tocar su agujero antes de empujar uno arriba hasta el nudillo. —Oh infierno, Conner, —jadeó Siro. —¿Qué? —preguntó Yuri.— ¿Qué está haciendo? —Ven a verlo por ti mismo. Justo cuando el rostro de Yuri apareció sobre los hombros de Siro, Conner atravesó el culo con un segundo dedo, empujándolos tan profundo como fueran. —¡Oh mierda! —Susurró Yuri. Conner sonrió y empezó a follar duro y profundo. Su polla rebotaba hacia arriba y hacia abajo, golpeando a Siro en la cara cada vez. Siro comenzó tratando de perseguir la dura erección alrededor de sus labios. Conner empujó un tercer dedo en su culo apretado justo cuando Siro finalmente atrapó su polla. Cálido, sedoso calor lo envolvió. Conner gritó, sus caderas surgiendo y empujando su polla más profundo en la boca de Siro. —Oh sí, Siro, tómame profundo, —exigió con voz ronca—. Chupa mi polla, cariño. —Lo estoy, —dijo Siro a través de su vínculo—. Así que cállate la boca y consigue tu culo estirado. Mi polla te necesita. Conner se echó a reír y tiró de sus dedos libres antes de deslizarse bajo Siro. Lamentó el hecho de que no tuviera la boca caliente de Siro todavía envuelta alrededor de él, pero una polla en el culo era mejor en todos los niveles. —Um… —Siro miró hacia abajo entre sus cuerpos y luego a las restricciones en sus manos—. Esta posición podría no funcionar. —Oh, va a funcionar. —Conner alcanzó arriba y agarró dos de las almohadas de la parte superior de la cama. Llevó un poco de maniobra, 288 pero finalmente fue capaz de empujarlas debajo de sus caderas, elevando su culo al nivel perfecto. Conner abrió las piernas tanto como pudo y le guiñó un ojo hacia Siro. —Mi culo está esperando. Siro lo miró un momento y luego se echó a reír. —Conner. —Yuri, ¿crees que podrías ayudar a Siro de nuevo allí? Parece estar teniendo un pequeño problema con encontrar el agujero. Conner sonrió a Siro cuando oyó la suave risa de Yuri. —Te amo, — articuló él. La sonrisa de Siro se hizo más amplia. —Te amo, también —musitó de nuevo. Esto era mejor, mucho mejor. Conner prefería mucho más que estuvieran riendo y divirtiéndose mientras tonteaban en torno a la fría distancia que se había desarrollado entre ellos después de salir de la manada McGregor. Conner gimió y sus ojos se cerraron cuando sintió la gruesa erección de Siro comenzar a presionar contra su apretado anillo de músculos. Podía sentir el brazo de Yuri en contra de su culo así que sabía que el hombre estaba guiando la polla de Siro en él, y de alguna manera, eso lo hizo aún mejor. Cuando sólo la cabeza de la polla de Siro empujó dentro, el hombre detuvo el movimiento. Conner casi gritó de frustración. Sus ojos se abrieron y miró a Siro. —¿Qué estás haciendo? Muévete, maldita sea. ¡Jódeme! —Es-espera. —Siro mordió el labio hasta que se volvió blanco. Cuando se estremeció y se quedó sin aliento, Conner arqueó una ceja sobre él. Podía sentir la excitación de Siro en el engrosamiento repentino de la 289 polla del hombre. Joder, si Siro estaba más excitado, rasgaría el culo de Conner en dos. —Realmente le gusta mucho lo que estás haciendo, Yuri. Los ojos de Siro se estrecharon hacia él. —Hazlo de nuevo. —Conner no tenía ni idea de lo que Yuri estaba haciendo, pero le encantaba el efecto que tuvo sobre Siro. Pequeños temblores recorrieron a Siro y justo abajo en Conner. —¿Qué está haciendo? Siro sonrió maliciosamente. —Espera por ello. Siro estaba empujado repentinamente hacia adelante. La fuerza empujó la polla de Siro profundo en el culo de Conner. Conner gimió y envolvió sus piernas alrededor de las caderas de Siro. Yuri estaba jodiendo a Siro. Podía sentirlo. Cada vez que Yuri empujaba hacia adelante, conducía la polla de Siro más profundo. —Oh, sí, —se quejó Conner—. Eso es bueno. —Se trata de mejorar. —Siro empujó hacia arriba, enterrando su polla profundamente dentro del acogedor cuerpo de Conner. Y entonces se detuvo. Y fue entonces cuando Conner lo sintió, una vibración más profunda en su culo. Parecía abarcar toda la polla de Siro, haciendo que todo el asunto vibrara dentro del culo de Conner. No había duda de que el hombre golpeaba el punto dulce de Conner. Las vibraciones eran tan fuertes que el culo completo de Conner se movía. —Siro… oh joder… oh… oh… oh… joder… Siro… —Conner pestañeó hacia arriba a Siro con asombro total. Nunca había sentido algo así en su vida. 290 El cuerpo de Siro surgió más fuertemente en el suyo, más duro y más largo, casi frenéticamente. Conner jadeó y agarró los hombros de Siro fuertemente. Presionó los talones en la espalda baja de Siro para empalarse a sí mismo más profundo sobre la gruesa polla de su compañero. —Más duro, Siro, Yuri, jódeme más duro. Conner consiguió exactamente lo que pedía. Los dos hombres comenzaron a moverse más rápido, más profundo. Conner pensó que sus ojos iban a rodar de nuevo dentro de su cabeza. Pero antes de que lo hicieran, necesitaba algo más de su pareja. —Siro. Sin decir una palabra, Siro inclinó la cabeza hacia un lado. Conner gemía y hundió sus colmillos en la garganta de su compañero. Un rugido llenó sus oídos, y por un momento, Conner pensó que era la sangre corriendo a través de su cuerpo. Entonces sintió la salpicadura caliente de la semillas de Siro llenar su culo. El culo golpeando. El calor liberado. Las vibraciones en el culo. La sangre de su compañero. La reafirmación de la unión entre ellos. Todo se sumó a una vorágine de sensaciones que arrancó el orgasmo de Conner de él con un alto grito de éxtasis. Conner sacó los dientes libres y dejó caer la cabeza hacia atrás en la cama mientras su polla entraba en erupción y hasta la última gota de fuerza se retiró de su cuerpo. Tan pronto como se movió, Yuri tomó su lugar. Conner parpadeó sorprendido al ver a Yuri morder a Siro. El hombre sí revoloteaba y un profundo gemido salió de sus labios mientras se estremecía. Siro se dejó caer y apoyó su cuerpo en la parte superior del de Conner. Conner gruñó cuando vio a Yuri desplegarse en la parte superior de Siro. Estaba siendo aplastado, pero por un momento, quería disfrutar de ello. Los tres estaban conectados todavía, y trajo a Conner una sensación de 291 paz que no había sentido desde justo antes de que visitaran la manada McGregor. Tal vez reconectar era lo que necesitaban. —Está bien, —dijo Conner finalmente mientras empezaba a moverse—. El montón del perro ha acabado. Estoy aplastado. —Tan pronto como Siro sacó la polla, Conner lo desató y entonces se deslizó hasta la parte superior de la cama. Siro se dio la vuelta a su lado. La mandíbula de Conner cayó cuando Yuri cayó entre él y Siro. Siro parecía sorprendido también. Levantó la cabeza y miró a Yuri por un momento y luego se encogió de hombros como si no fuera gran cosa cuando Conner sabía que lo era. Yuri no se había permitido a sí mismo ser encerrado así desde su regreso. Diablos, había tenido que dormir en otro lugar sólo porque no sucedería. Ahora, parecía tan feliz como podía ser. Siro agarró las sábanas desde el borde de la cama y las puso sobre todos ellos. Yuri suspiró y se acurrucó en el pecho de Siro. Metió la mano hacia atrás y agarró el brazo de Conner, tirando de él más cerca hasta que el hombre se quedó metido entre ellos. —Ajusta la alarma para las seis, Siro, —murmuró Yuri—. Tenemos servicio de patrulla en la mañana. —Ya está lista, cariño. —Está bien. —Bostezó Yuri—. Despiértame si quieres volver a jugar. Conner parpadeó cuando los pequeños ronquidos vinieron de Yuri un momento después. Levantó la cabeza y miró a Siro. —¿Era tan fácil sacar a Yuri de su miedo? Siro se encogió de hombros, pero Conner podía ver las lágrimas en 292 sus ojos mientras miraba la cabeza que se acurrucaba en su pecho. —Tal vez sólo necesitaba saber que vamos a estar aquí para él no importa lo que pase. —¿Y piensas que el sexo pervertido hizo eso? —No, creo que se niega a renunciar a él sin importar cual sea su problema. —Sonrió Siro a Conner cuando llegó a acariciar su rostro—. Recuerda el lema de la familia, cariño. —Somos más fuertes si permanecemos juntos que si estamos solos. —El dicho había sido prácticamente perforado en su cabeza durante los últimas pocas semanas, pero esta vez, sonaba diferente. Parecía cierto. Tal vez eran más fuertes permaneciendo juntos que si estaban solos. 293 294 THE DREAM OF DESIRE MARZO 2013
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