SOPA DE CALABAZAEn medio de un bosque lleeeeeeeno de calabazas, en una bonita y vieja cabaña blanca, viven un Gato, una Ardilla y un Pato. Cada día hacen sopa de calabaza para cenar: el Gato trocea la calabaza, la Ardilla remueve la sopa y el Pato le pone la sal. Es la mejor sopa de calabaza del mundo. Después de cenar, si tienes suerte, puedes ver por la ventana al Gato tocando la gaita, a la Ardilla tocando el banjo, y al Pato cantando su canción. Después de cenar y cantar, se van a dormir, y se acurrucan todos bajo el edredón que cosió el Gato, que bordó la Ardilla, y que rellenó el Pato con sus plumas. Viven los tres muy felices, teniendo cada uno su tarea diaria. Pero un día el Pato se despierta temprano, y al entrar en la cocina, ve la cuchara de la ardilla, sonríe y dice: - Hoy quiero ser el jefe de cocina. Y subiéndose a un taburete, se acerca a la cuchara, dándole golpecitos con el pico, hasta que… ¡¡¡¡PUMBA!!!!! La cuchara cae al suelo. Corriendo con la cuchara va al dormitorio y les dice al Gato y a la Ardilla: - Hoy voy a remover la sopa yo. - Pero… si esa es mi tarea - gritó la Ardilla. - Además, eres demasiado pequeño - contestó el Pato. L a Ardilla intenta quitarle la cuchara al Pato, empiezan a tirar los de la cuchara, hasta que esta sale volando por los aires y le da al pobre el Gato en al cabeza. ¡Se arma un lío, un jaleo, una trifulca…! - Está bien – dijo el Pato. Si no me dejáis ayudar, entonces me iré de aquí. Y cogiendo una carretilla, recoge sus cosas y se marcha. - Qué tontería – dejo el Gato - Seguro que vuelve ahora. Pero el Pato no volvió a la hora de desayunar. Tampoco volvió a la hora de la comida. Ni siquiera cuando llegó la hora de la cena. El Gato y la Ardilla se empezaron a preocupar. Y como era la hora de la cena, prepararon sopa de calabaza. Pero como no estaba el Pato, al probarla se dieron cuenta de que estaba malísima… tenía demasiada sal. Puafff, qué mala. De todas formas no tenía mucha hambre. - Seguro que está ahí fuera en el bosque, escondido entre las calabazas –dijo el Gato. - Síííí, cuando huela la sopa, entrará a cenar –dijo la Ardilla. Pero el Pato no venía. - Y si está asustado en mitad del bosque –dijo la Ardilla. - En el bosque hay lobos, y zorros, y brujas, y… -dijo el Gato – Vamos a buscarle ahora mismo. Muertos de miedo, la Ardilla y el Gato buscaron al Pato por todo el oscuro bosque. Pero el Pato no estaba allí. Siguieron andando y andando sin descansar. Llegaron al borde de un alto precipidio. - ¿Y si se ha caído por aquí? – dijo preocupado el Gato. - Yo treparé por una cuerda y miraré - dijo la Ardilla. La Ardilla bajó hasta el fondo del precipicio, pero el Pato, tampoco estaba allí. - Seguro que el Pato, ha encontrado unos amigos mejores que nosotros, y ya no nos quiere – dijo el Gato. - Síííí, amigos que le dejen ayudar… - dijo la Ardilla. Los dos amigos muy tristes, decidieron regresar a la cabaña, pensando que el Pato ya nunca volvería con ellos. Pero cuando estaban llegando a casa, vieron luz por la ventana de la cabaña… - ¡Ahhhh, es Pato! Seguro que ha vuelto… Entraron corriendo. Y allí encontraron a Pato, que se puso muy contento al verles. Aunque ya era tarde, decidieron que era buena idea preparar su magnífica sopa de calabaza. Pero esta vez, la hicieron de forma diferente. Y dejaron que el Pato ayudase con la cuchara. La Ardilla le explicó cómo remover la sopa. No se enfadaron cuando Pato comenzó a remover la sopa tan deprisa, que la sopa empezó a saltar por los aires. Tampoco dijeron nada, cuando al Pato se le quemó la olla. Estaban tan felices de volver a estar los tres juntos… Cuando llegó la hora de echar la sal a la sopa, el Pato le enseñó a la Ardilla cómo medir la cantidad precisa de sal. Y cuando la sopa estuvo lista…mmmm… olía fenomenal. - Mmmmm, es la mejor sopa del mundo –dijeron los tres amigos. Y cenaron y cantaron su canción. Y desde entonces, viven felices en la vieja cabaña blanca, en el bosque de las calabazas… donde vuelve a reinar la paz.