Silver Mortal

March 29, 2018 | Author: Graciela Alvarado | Category: Demons, Gray Wolf, Werewolves, Vampires, Hell


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12 Índice Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Sobre la autora Staff Créditos 3 Sinopsis Hay un mundo invisible para los ojos Sin Tocar, donde los demonios gobiernan las sombras y atacan a los inocentes. Gracen Potts vive en este mundo. Su trabajo es servir y proteger a aquellos que son inconscientes de los monstros escondidos de la luz. Como una Mortal de Plata, Gracen tiene el poder de mandar a esos demonios devuelta al Infierno. Con la sangre del Águila de Plata corriendo por sus venas ella siente que nada puede derribarla. Eso es, hasta que conoce un grupo de Víboras Nocturnas quienes han huido del clan de las Víboras. ¿Puede Gracen mantenerse haciendo su trabajo de asesinar demonios y proteger a las Víboras rebeldes? 4 Prólogo Traducido por NicolSmile Corregido por SilV Siempre he sido un poco diferente, inclinándome hacia el lado raro e inusual. Desde mi largo cabello blanco y piel mortalmente pálida, hasta mis casi claros ojos azules: rara, rara, rara. Sin mencionar mi estatus antisocial y mi actitud de podría importar menos. Pero mi nivel de rareza se desencadenó en proporciones máximas el día en que cumplí trece años. Ese día fue cuando vi a un hombre lobo por primera vez. Ahora, digo hombre lobo porque lucía como algo que sale en las películas de terror que he visto o en los libros paranormales que he leído. Ojos negros pequeños y brillantes, alto, peludo, con cuerpo muscular, garras afiladas, hocico, dientes largos y orejas puntiagudas, asemejado a un gran canino; tienes la imagen. Aunque más tarde aprendí que no había sido un hombre lobo, sino un demonio. Demonio. Sí, es lo que dije. Verás, antes de ese día yo creía que era una lunática promedio, ni sabiendo ni viendo nada aparte de lo que veía en frente mío. Todo había sido escuela, chicos, dolores de cabeza, chicas molestas, y pruebas; chatarra de escuela de mierda. No me imaginaba que había nacido en una familia que había sido tocada hace mucho tiempo por lo sobrenatural. El día en que vi el demonio hombre lobo grité asesino sangriento, señalándolo con miedo. ¡Casi me oriné en los pantalones porque el miedo mantenía rehén a mi cuerpo! Había un puto hombre lobo en la sala. Aunque mientras yo gritaba “hombre lobo”, todos en la clase me miraban con los ojos abiertos, pensando en que yo era una anomalía de la naturaleza en vez de la monstruosa criatura. Entonces me di cuenta que sólo yo estaba viendo al hombre lobo… y el hombre lobo lo sabía. Tiró hacia atrás su peluda cabeza, haciendo un sonido entre una risa y un estruendoso aullido. Ése fue mi último día en esa escuela. Corrí a casa donde mi abuela, quien me había criado desde mi nacimiento (por los deseos de mi madre) y le 5 conté todo. El hombre lobo, mis gritos, mis compañeros de clase mirándome como si estuviera loca… todo. Para mi mayor sorpresa, ella se mantuvo en calma, lo que me puso completamente nerviosa, pero mirando hacia el pasado ahora puedo ver porqué ella se quedó fría. Ella sabía que ese día iba a suceder hace mucho tiempo, y aun así me dejó fuera del bucle. No me enojé con ella, aun teniendo cada razón para hacerlo. Quiero decir, ¿cómo podría enojarme con mi abuela, quien me crió, sólo porque mi madre se hizo AUSENTE? De todas formas, abue había ido a su cuarto y volvió con espejo de mano. —Dime, Gracen —susurró—. Dime lo que ves. Puedo recordarlo como si fuese ayer. Recuerdo ver las marcas por primera vez. Marcas de garras plateadas para ser más precisa, que comenzaban en mi sien y corrían bajo mis mejillas, a pesar de ser muy débiles. Más tarde aprendí que esas marcas podían ser vistas por otros después de la medianoche… entre otras cosas. Ahí fue cuando aprendí de mi herencia sobrenatural. Hace muchos siglos atrás nació una leyenda. Hablaba del Águila Plateada que volaba por los cielos en busca de la persona correcta para cambiar. Quienes tomarían y usarían sus poderes de otro mundo para luchar en contra de las malignas fuerzas de la noche. Arañaba a los humanos elegidos y se transformaban. Un feroz poder quemaba a través de sus venas, y a la caída de la medianoche, cada noche, las marcas de garras del águila saldrían a la superficie, volviéndose de color plata metálica. Sus ojos también se volverían color plata, haciendo su visión fuerte y más precisa, para después de la medianoche podrían ver en la oscuridad como si fuera de día, y podrían ver metros más allá también. Su fuerza y agilidad aumentaría a nivel de súper héroe, dándoles una ventaja contra la maldad caminando en la tierra. Se convirtieron en Mortales de Plata, humanos marcados por una fuerza sobrenatural, con la misión de proteger a la humanidad en contra del mal que habita el planeta. ¿Nunca has oído de ellos? No, claro que no. Ninguna persona cuerda creería en un Águila Plateada que anda dándole poderes a la gente con dones para que puedan luchar en una guerra sobrenatural, la batalla entre el bien y el mal. Ángeles y Demonios. 6 Para terminar la leyenda, el Águila Plateada inyectó su poder en aquellos quienes fueran elegidos, u otro término que algunos usan, Tocados. Generación tras generación el vínculo se ha hecho más fuerte, la sangre volviéndose más y más potente para librar a la tierra del mal que es invisible para los humanos Sin Tocar. Bueno, la mayoría de los humanos, eso es. Digo la mayoría de los humanos, porque yo soy humana… y también soy una Mortal de Plata. Sé cómo cazar, pelear, y matar demonios, sin importar que clase se monstruo sea. Tengo sólo dieciséis años, pero mi nombre está saliendo hacia allá, causando un escándalo entre un grupo de humanos que han sido tocados por un ente aún más siniestro. Satán. Justo cuando el Águila Plateada vino a la tierra a transformar a los más puros corazones, un Ángel Caído conocido como Botis fue enviado a la tierra, arrastrándose desde las profundidades del Infierno, para marcar a los humanos con los más oscuros de los corazones. Estos humanos usarían sus poderes para fomentar la destrucción del hombre. Empeñados en causar dolor, encontrando gozo mirando a otros atormentados y oprimidos. Botis, con la forma de una víbora negra, mordería e inyectaría a los hombres o mujeres pecadores con su veneno diabólico, convirtiéndolos en Víboras Nocturnas. Las Víboras Nocturnas son humanos con espíritu maligno, y no se detendrán ante nada para destruir a los de mi tipo. Son humanos unidos con demonios para crear caos y devastación a su paso. Como los Mortales de Plata, están distribuidos por todo el mundo, y ellos también llevan su propia marca: una víbora negra enroscada que toma lugar en un lado de sus caras. Cuando mi don emergió tuve que decirle adiós a abue y la acogedora casa de campo que compartíamos al interior de las montañas de Carolina del Norte. Tenía que ir a vivir con alguien que sabía por lo que estaba pasando, la persona que me abandonó cuando era un bebé: mi madre, quien también es una Mortal de Plata, justo como su padre, y como cada generación antes de nosotras. Vivimos en una ciudad llena de bien y mal; la ciudad de Nueva York. Ahora, si me vieras caminar calle abajo, verías una normal chica de dieciséis años con horrible cabello blanco y piel mortalmente pálida. Pero 7 la gente con ojos sobrenaturales puede verme por quien realmente soy… Una Guerrera. Y sobre el Águila Plateada que inyectó a mis ancestros hace siglos, nadie nunca ha visto, oído, o por lo menos sabe de dónde vino. Sólo sabemos que tenemos trabajo que hacer, y que cuentan con nosotros. Mi nombre es Gracen Potts. Bienvenidos a mi mundo. 8 Capítulo 1 Traducido por PrisAlvS Corregido por SilV —Tu papá te va a matar —le dije a mi mejor amiga, Bets Springfield. Estamos en el apartamento de Bets en Manhattan, donde una improvisada fiesta ha comenzado. Cuando Bets averiguó que su padre iba a estar fuera de la ciudad el fin de semana, se había puesto al teléfono y el rumor se había esparcido con rapidez, resultando en un montón de adolescentes rebeldes y música extremadamente fuerte. Sin mencionar una gran variedad de licores y dos barriles de cerveza. Ella se quita su largo cabello negro del hombro. —Él no me va a matar, ya que él no va a averiguarlo. —Sus párpados aletearon, mostrando su excesivo maquillaje negro. —¿Cómo no se va a enterar? —Imitando sus movimientos, quito mi cabello blanco de mi hombro, un fuerte contraste con el suyo negro natural. Me mira agriamente, el arete en su nariz brillando. —¿Sabes cuál es tu problema? —replica—. No tienes fe. —Me apunta con una uña de punta negra. —¡Tu propietario probablemente está odiando los proverbios mientras hablamos! —le devuelvo. Eso me hace recibir una rodada de ojos. —Gracen —empieza a decir, pero somos interrumpidas por algún perdedor borracho que se coloca entre nosotras. Es un poco más alto que yo, y mientras se inclina, acercándose a mi rostro, deja salir su aliento con olor a licor directamente sobre mi nariz. —Heeeey, bebé —me insulta mientras se presiona contra mí—. ¿Quieres bailar? 9 —No gracias —replico tan amablemente como puedo. —¡Oh, vamos! Un baile no te hará daño. —Él ríe. —Dije que no. —Entrecerrando mis ojos añado—: Y de todas formas, no me gustan los chicos. Él se aleja de mí, inclinando su cabeza a un lado. —Pero… —Antes de que pueda terminar lo interrumpo, mi furia dominando mi parte buena. —Me gustan las chicas, ¡Así que fuera! —Lo empujo lejos, y él cae pesadamente sobre su trasero. La multitud lo señala y se ríe de él, luego rápidamente todos vuelven a su evidente libertinaje. El chico se pone sobre sus pies con rapidez y se aleja tambaleándose, su rostro rojo por la vergüenza. Bets me dirige su mirada de eres una idiota. —¡Definitivamente no eres gay, ere la persona menosgay que conozco! Mi río con fuerza. —Primero que nada, menosgay… estoy segura que eso no es una palabra real. Y segundo, no quiero salir con algún tonto borracho que solo quiere acostarse conmigo y alardear sobre eso al día siguiente. Ella vuelve a rodar los ojos, poniendo sus manos en mis hombros y mirándome directamente con sus oscuros ojos. —Como estaba diciendo… ¡Necesitas relajarte! Tenemos dieciséis, tenemos cerveza, tenemos chicos… —Ella extiende los brazos, levantando y bajando sus cejas. —Sí, Bets. Chicos, no hombres. —Mi labio superior se curvea. —Oh, Gracen. —Suspira—. Éste califica en la escala de masculinidad. Dejo salir mi propio suspiro, entendiendo sus palabras inmediatamente. —Entonces, ¿quién está en el menú hoy, mi promiscua reina? 10 —Billy Stanton, último año y mariscal estrella —replica, ignorando totalmente mi denigrante comentario. Ella pasa su mirada por la habitación y encuentra a su más reciente conquista. Bets lo saluda… él la saluda. Ella guiña un ojo y el rostro de él se pone rojo. El trato está cerrado por contacto visual y un saludo. Ella lame su labio mientras continúa observando a su presa. —Sí, Billy. Voy a emocionarte mucho. Reprimo un risa. Bets, cuyo nombre real es Betrina, siempre ha sido un poco… ¿coqueta? Oh bueno, simplemente lo diré… puta. La quiero hasta la muerte, aunque mantenga un pequeño libro negro con todas sus aventuras sexuales bajo el colchón. Sí, la verdad se tiene que decir, aunque no creo que hubiese logrado pasar la escuela sin su ayuda. Cuando me mudé a Nueva York con mi madre, Bets fue la primera persona en notar mi presencia. Ser la nueva nunca es fácil, especialmente si de alguna forma estás al otro lado de la normalidad. Afortunadamente para mí, a Bets no le importaba que mi cabello fuera blanco y mi piel pálida, casi translúcida como un fantasma. No podía importarle menos que no dijera mucho o que siempre me vistiera de negro. El mismo día que nos conocimos fue el día en que nos pegamos completamente. Aunque nos despegamos una de otra cuando el reloj marcaba la medianoche. Que es cuando mi trabajo interfiere con mi vida normal. Una cosa que realmente amo sobre Bets es que me mantiene ubicada, dándome mi parte humana por una breve sensación de mundanidad, algo que necesitaba desesperadamente en mi vida diaria. Mi teléfono móvil se abre paso entre mis pensamientos, está vibrando dentro del bolsillo de mi pantalón. Viendo el número de mi mamá en la pantalla siento que la diminuta parte de normalidad en mi vida se aleja de mi sistema, dejando espacio para que mi otro ser emerja. Lamentablemente, es hora de trabajar. 11 —¡Tengo que irme! —informo a Bets, tengo que gritar por sobre el bramido de la música. Ella frunce el ceño como respuesta, haciéndome preguntarle—. ¿Cuál es tu problema? —Solo son las once, cariño —dice sarcásticamente—. ¡La fiesta está empezando a ponerse buena! —¡No, creo que tu propia fiesta personal está por ponerse buena, ya sabes, Billy Stanton! —Señalo a la fuerte estrella del futbol. Su boca se curva en una pequeña sonrisa, sus ojos se fijan en el musculoso Billy. —No hay duda sobre eso. —Ella vuelve su atención hacia mí—. Es solo que apesta, Gracen. ¡Cuando nos estamos divirtiendo tu madre siempre llama y te lleva lejos! Hemos sido amigas por tres años, y nunca hemos pasado toda la noche juntas. Sabes, fiestas de ensueño y toda esa mierda. Esta oración es tan verdadera, solo confirmando el hecho de que estoy lejos de ser normal. ¿Qué haría Bets si alguna vez viera mis marcas de rasguños y ojos? Probablemente moriría de miedo. Sé que yo lo haría si no conociera el mundo invisible. Aunque mis marcas de rasguños siempre me son visibles, incluso durante el día, afortunadamente no pueden ser vistas por ojos normales. Solo ojos sobrenaturales las pueden ver todo el tiempo. Después de medianoche… bueno, esa es otra historia. Todos, y me refiero a todos pueden ver mis marcas después de medianoche. Ése es el porqué de que Bets y yo nunca hemos tenido fiestas de ensueño o nos hemos quedado juntas hasta tarde. No puedo arriesgarme a que mis marcas de Mortal de Plata se muestren. De inmediato me voy con la mejor excusa… bueno, la única excusa que siempre uso. —Sabes cómo es mamá. Su gen protector cobra vida por la noche. Entre otras cosas. Ella se rinde renuentemente, sabiendo que no puede decir nada para hacerme cambiar de opinión. 12 —Bien. Vete. Te llamaré mañana para hacerte saber que tan bueno es Billy. —Se detiene y me guiña un ojo—. Te contaré todos los detalles jugosos… ¡Al menos espero que sea jugoso! Arrugó mi cara intentando mantener lejos la desagradable imagen de ellos juntos de mi cabeza. —Hazme un favor y mantenlo todo para ti. Muchas cosas necesitan permanecer en secreto, especialmente cuando se refiere a, uh… partes jugosas. —¡Oh, amordácenme! Ella se ríe. —Mejor me apuro antes que la prostituta rubia por ahí lo atrape con las piernas. ¡Adiós ! La veo alejarse, sus caderas llenas moviéndose mientras camina. La minifalda negra y la pequeña blusa dorada que lleva dejan poco a la imaginación, mostrando sus perfectas curvas. Cada macho en el apartamento se gira para verla pasar, sus parejas se enfadan porque sus ojos no están sobre ellas. Ella siempre se viste colorida y provocativamente, cuando yo usualmente uso pantalones negros, faldas negras… todo negro. Sí, suena aburrido, pero en mi línea de trabajo el cuero negro o el spandex ayudar a mezclarse con la noche. Moviendo mi cabeza camino a través de la sala y fuera del apartamento, el cual está ahora lleno de bulliciosos jóvenes borrachos, algunos bailan y otros se besan. No me sorprendería si la policía aparece y acaba con toda esta fiesta. No sería la primera vez. Definitivamente no sería la última. Una vez fuera, caminando por la calle, llamo a Mamá. —Entonces, ¿cuáles especies perseguiremos esta noche? —digo en cuanto contesta. *** —¡Gracen! —mi madre me llama al entrar en el apartamento—. Son las quince después de las once. ¡Mete tu trasero en el traje y ayúdame aquí! 13 Ruedo mis ojos. Es típico de mamá el no saludarme como un padre normal. En lugar de: “Hola, cariño, ¿cómo estuvo tu día?”, recibo un: “Es tarde. ¡Al suelo y haz veinte!” Ok, tal vez estoy exagerando un poco, pero la simple verdad es que no lo hago. El hecho es que acabo de llegar a casa de una fiesta adolescente y no podía quedarme a disfrutarla porque tenía que ir a cazar demonios. Mi vida apestaba totalmente algunas veces, y debería estar acostumbrada a esta vida después de tres años de vivirla, pero no. Vivir en dos realidades muerde, dejándome una sensación de vacío y pérdida. Pero basta de sentir pena por mí misma. Es hora de dejar de tocar el violín más pequeño del mundo y prepararme para combatir demonios. Hoo- maldición-rah. —Ya voy, madre —grito sarcásticamente, tirando mi chaqueta de cuero en el sofá. Al caminar hacia la cocina veo a mi madre limpiando varias armas con un viejo trapo gris. Tirados en la mesa hay cuchillos, shurikens (estrellas arrojadizas), y nuestra más preciada posesión: espadas Katana, hechas de pura plata. Cada arma que tenemos está hecha con plata, gracias a Jude, nuestro informante. Todos los Mortales de Plata tienen un Informante, y Jude Griffin es el nuestro. No es como nosotros, pero es una parte vital en nuestra operación, y uno de los pocos humanos que sabe lo que somos. Él nos ayuda a encontrar y acabar demonios antes de que consigan controlar la ciudad. Con treinta años es un maestro en la tecnología, capaz de hackear cualquier cosa bajo el sol, y me sorprende el armamento que es capaz de construir. Tiene toda clase de gizmos que hacen que mi cabeza dé vuelta y duela. La mayoría de personas pensarían de él como un inadaptado ya que es un gamer, mago de la tecnología y más inteligente de lo que debería. Los viejos lentes de aro negro que usa y su desastroso cabello rizado en su cabeza no lo ayuda a minimizar su inadaptada vida. Jude viene de una familia de Informantes. Al igual que los Mortales de Plata, los Informantes han pasado de generación en generación, su trabajo es ayudarnos. Él no es un guerrero, pero tiene un gran cerebro y un corazón puro. Es como mi hermano mayor, excepto por el hecho de que 14 puedo vencerlo a golpes. Junto con ser un Informante, él también es capaz de ver los demonios que aterrorizan la tierra, lo que lo hace un poco menos ordinario. —Entonces, ¿dónde está el nido de los demonios vampiro? —pregunto casualmente, tomando mi Katana y limpiando gentilmente la hoja. Sí. Nada como pasar una noche con mi mamá, acechando y matando algunos demonios vampiro. Justo otra estimulante noche en mi demente existencia. —Debajo de Blood Love —responde sin mirarme. Nunca había escuchado del lugar. —¿Qué es un Blood Love? —inquiero. —No es una cosa, es un lugar —replica fríamente—. Y no has escuchado de este porque está dentro de un edificio sin marcar en South Bronx. — Hace una pausa y me mira con sus ojos gris—. Es un club donde las personas fingen ser vampiros. Alguien debe tener una tabla de Ouija o un libro de artes oscuras, convocaron algunos visitantes no deseados desde el Infierno. Los demonios fueron capaces de infiltrarse en el club y controlarlo. Tienes a los dueños, ya sea poseídos o… indispuestos. Por lo que Jude ha concluido, tienen una jaula para ellos en el edificio. Un escenario típico. Tienes a un tonto o doce incursionando en las artes oscuras, sin saber liberan algunas bestias del Infierno, permitiéndoles cruzar. Una vez que el demonio ha reptado hacia la tierra revisan los alrededores para encontrar una apariencia aceptable. Los humanos lo hacen fácil para ellos, ya que todos se visten con trajes de vampiros. Por lo que el demonio cambia en el más atractivo y llamativo vampiro que pueda, tomando forma masculina o femenina. Luego hacen conocer su presencia, cautivando las descarriadas masas, eventualmente ganando su confianza. Consiguen su camino con ellos, y cuando terminan, los acaban. —¿Cuántos han obtenido? —pregunto—. Aparte de los dueños, claro. Ella deja salir un cansado suspiro. —No estoy segura, pero han habido cinco desaparecidos esta semana, todos regulares al club, pero podrían haber muchos más. Cientos, tal vez 15 miles de personas en esta simple ciudad involucrada en este estilo de vida de culto a los vampiros, y la mayoría de ellos simplemente no tienen idea de lo que sucede a su alrededor. —Convirtiéndolos en presas fáciles —añado pensativa, examinando mi ahora brillante Katana. Ella asiente con tristeza, luego toma algunas shurikens, limpiándolas con brusquedad. Los demonios pueden tomar cualquier forma una vez que han cruzado hacia la tierra. Les gusta escoger monstruos que la sociedad ha inventado. Como el hombre lobo que había visto sentado en mi salón de clases tres años atrás, o los trolls que había encontrado en mi primer año como Mortal de Plata, las muchas criaturas de la noche que aparecen en las películas de terror a través de los años. Esa es su taza de té, solo que toman las vidas humanas de forma diferente. Por ejemplo los vampiros. En las películas son gallardos, bellezas sedientas de sangre, pero en el mundo real son asquerosas, diabólicas criaturas del fondo del Infierno que no chupan sangre. En lugar chupan almas. Algunos van por trolls, hadas, genios, hombres lobos, zombies, gorgonas, incluso criaturas del mar, como sirenas, crackens, leviatanes… toda clase de demonios chupa almas puestos en un glamuroso show. Aunque la realidad es mucho más sombría de lo que la persona no informada sospecha. Porque, en el caso de demonios vampiro, el que está en trance ve a un dios sexual para desfallecer, pero debajo hay un feo y grotesco demonio buscando una deliciosa alma que robar. Miro a mi madre. Ya está usando su traje de pelea: pantalón negro de spandex y camiseta, chaqueta de cuero y botas negras de combate. Su cabello rubio está corto como es usual y peinado en puntas, su bronceada piel lisa. Tiene treinta y tres años, pero parece ser mi hermana, aunque no nos parecemos. Ella es alta, bronceada y curvilínea; yo soy baja, pálida y delgada. Siempre imaginé que mi imagen venía de mi padre, a quien nunca había conocido, ni tampoco había visto alguna fotografía. Me he rendido en descubrir quién es. Quiero decir, ¿Cuál es el punto? A él obviamente no le importó, o mamá, entonces, ¿por qué tengo que gastar el tiempo buscándolo? —¿Dónde está Jude? —pregunto después de un tiempo limpiando una cuchillos. 16 —¡Justo aquí, Hermana Plateada! —explota una voz detrás de mí, y antes de poder reaccionar dos brazos me envuelven, apretándome con fuerza. —¡Jude! —bramo, dejando caer los cuchillos en la mesa y quitándomelo de encima—. No saltes sobre mí así. Pude haberte matado. —Imposible —se burla, luego ríe histérico—. No hay forma… —Lo corto pateando sus pies fuera del suelo, causando que caiga pesadamente sobre su espalda. —Decías —me burlo, apresándolo y poniendo un cuchillo contra su garganta. Él traga con fuerza, su manzana de Adán se mueve arriba y abajo. Sus lentes de aro negro están tirados hacia un lado, sus ojos verdes abiertos y su expresión de completa sorpresa es extremadamente cómica. —B-bien —tartamudea con voz aguda—, tal vez pudiste hacerlo. Sonrío. —Muy cierto. —Dejen de jugar, chicos —mamá nos regaña, aunque se permite sonreír. Me levanto, luego ayudo a Jude a ponerse en pie. Él se acomoda los lentes correctamente. —Hola, Mamá Plateada —dice, dando golpecitos en el hombro de mi mamá—. Acabo de imprimir las coordenadas que necesitan para acabar con los vampiros. Ella agarra el papel de su mano y sonríe. —Oh, Jude, ¿qué haríamos sin ti? Él se encoge de hombros. —Probablemente se les asignaría un nuevo Informante. —Oh, Jude —ella arrulla, tocando su rostro—. Nadie podría reemplazarte. Me aclaro la garganta. —Excepto tal vez… Brad Pitt o Taylor Lautner. 17 —También te amo, Gracen —me dice Jude mientras camina hacia su habitación, cerrando la puerta. —Gracen, ve a cambiarte —dice mi mamá girándose hacia mí—. Tenemos que irnos. —Sí, madre —replico con sarcasmo, dirigiéndome a mi habitación para cambiarme de ropa. —Oh, ¿y cariño? Desde mi puerta la miro. —¿Sí? —Asegúrate de usar un cinturón que soporte diez estrellas arrojadizas, dos cuchillos, un taser… —¿Esperamos un ejército esta noche, mamá? —la interrumpo, mi cejas subiendo. Ella entrecierra sus ojos grises. —No esperando, cariño. Sabiendo. 18 Capítulo 2 Traducido SOS por CrissViz y julieta9768 Corregido por Anaizher Nueva York es una hermosa ciudad para vivir. Hay muchos, muchos lugares turísticos que ver, como el Edificio Empire State, el Times Square, la Estatua de la Libertad, el Rockefeller Center… solo por nombrar algunos. El Central Park es uno de mis lugares favoritos, aunque es extremadamente tenebroso al anochecer. Tanto como amo relajarme y visitar lugares, esta noche no es el momento para hacerlo. En lugar de concentrarme en el horizonte de esta glamorosa ciudad, estoy atascada con mi mamá, manejando rumbo al sur del Bronx. —Vamos a caminar un par de cuadras —me dice, estacionando su Mustang negro frente a uno de los muchos edificios abandonados en el distrito. Teníamos que hacer esto para permanecer inadvertidas y llegar a nuestro destino sin ser notadas. Estoy totalmente segura de que el guardia de la puerta no nos permitiría el acceso con espadas colgando de la espalda. Mi corazón está palpitando tan rápido como las alas de un colibrí, mis nervios están al límite, a punto de saltar. Ésta sería mi primera pelea con demonios vampiro y realmente sabía cómo librarme de ellos. Mi Katana de plata pura podría lograrlo y sabía cómo usarla. Salimos del auto caminando rápido por las calles del sur del Bronx. Una fría brisa de otoño se siente en el aire, pero las chamarras de cuero y la adrenalina mantienen el frío a raya. Miro a mi mamá y pienso en lo hermosa que es. Su cabello rubio y sus facciones son perfectas, sus labios dibujan una fiera determinación. Me siento mal de que ella no tenga un novio con quien pasar el tiempo, pero es su elección estar sola. No puedo ayudar, pero lo lamento por ella. 19 Aunque no tenemos ningún parecido, tenemos los mismos gustos en ropa, el color que prevalece es el negro. Por ejemplo, esta noche. Ambas usamos negro de la cabeza a los pies, la espada colgando a la espalda y lentes de sol. ¿Por qué usamos lentes de sol? Te preguntarás. Bueno, como dije, después de media noche nos transformamos, la mayor parte de nuestra transformación empieza en los ojos. Las marcas de arañazos plateados se puede explicar como pintura en la cara, pero los ojos plateados son una historia diferente. —Realmente, deberías considerar el comprar una motocicleta —digo casual—. De esa manera no tendríamos que caminar desde tan lejos. Además son muy divertidas de manejar. Como es común ella resopla. —Por favor, Gracen. Nunca renunciaré a mi Mustang. Nunca. Niego con un movimiento. Ella era tan de la vieja escuela, que me frustra al grado de querer abofetearla. ¡Ojalá pudiera ver el beneficio de usar las motocicletas en nuestro tipo de trabajo! Oh bueno. No importa lo que yo o alguien más diga. A ella le gusta lo que le gusta y a mí lo que a mí me gusta y, eso está en el lado opuesto del espectro en el que ella permanece. Caminamos en silencio y resueltas a lo largo de la dañada banqueta, el brillo de la luna era nuestra única luz. Echo una mirada al área con reverente rigidez. Había tantos edificios descuidados e inservibles, la mayoría llenos de grafiti e impactos de balas. Unos pocos autos estacionados, la mayoría robados o abandonados, sin llantas, sostenidos por bloques de concreto. Los callejones que pasamos están llenos de basura de todo tipo con miles de roedores causando que el aire oliera espantoso. Los minutos se hacen eternos, nuestras pasos, un recuerdo constante de que nos estamos dirigiendo hacia una oscuridad desconocida. Podríamos haber llegado hace treinta minutos al club, pero mamá está en contra de que usemos nuestra súper velocidad cerca de un grupo de Sin Tocar, preocupada de que pudiéramos ser vistas y descubiertas. 20 Aburrida y ansiosa. Estoy a punto de quejarme sobre la larga caminata, pero antes de empezar a despotricar, encontramos nuestro destino justo en frente. El resplandor de la luna llena brilla sobre el edificio de cinco pisos, alumbrabo de forma escalofriante, creando sombras sobre la superficie de la estructura. —Parece algo salido de una película de terror —murmura mamá. Estoy de acuerdo con ella. En algún momento este edificio había sido un hotel de cinco pisos, de lujo, cinco estrellas, donde se llevaban a cabo las reuniones de Nueva York de mayor excelencia social. Ahora está oscuro y abandonado, olvidado por la sociedad. Hacía tiempo un fuego había arrasado el interior condenándolo a una pronta sepultura. Cada ventana está rota o sin vidrio, algunas tapiadas con tablones de madera. Cualquiera que pasara durante el día, vería solo un inmueble más en esta depresiva parte de la ciudad. Pero en la noche parecía cobrar vida, la diabólica vibración de su interior expulsaba olas de extrema malicia. Sí, escalofriante, una enorme mole de construcción en movimiento, bailando a la luz de la luna. Eso significa que los horripilantes actos que se llevaban a cabo adentro, estaban muy cerca de explorar las paredes del mundo de lo desconocido. O, el golpeteo de la vibración de la música debajo de nuestros pies da la impresión que el edificio estaba, de hecho, ¿despierto? Un enorme guardia está parado en la puerta, escondido en las oscuras sombras. Por el centello animal de sus ojos supimos enseguida que era un demonio. Afortunadamente para nosotras, nuestra ropa negra trabajaba como camuflaje, mezclándonos en la oscuridad de la noche. Además, los demonios eran criaturas nocturnas con una vista terrible, lo que siempre nos daba una ventaja. Los Mortales de Plata tenían una vista perfecta y podían ver fácilmente en la oscuridad. También ayuda que seamos sigilosos y ligeros de pies. Un gran, gran plus. Mamá señala con su cabeza. Caminamos en silencio hasta la parte trasera del edificio, pisando cuidadosamente encima de botellas de cerveza sin romper el vidrio. Nos detenemos y levantamos la vista. En el primero y segundo piso, todas las ventanas estaban selladas con madera, dejando abiertos el tercero, cuarto y quinto pisos. 21 Mamá deja salir una respiración temblorosa. —Sabes que tenemos que hacerlo ¿verdad? —discurre, estudiando el edificio con cuidado. —Ajá. —eEs todo lo que respondí. Al unísono doblamos las rodillas y salimos disparadas hacia arriba. Aterrizamos en diferentes ventanas del mismo cuarto en el tercer piso. ¿Mencioné que después de medianoche no solo nuestros ojos cambian y las marcas de arañazos aparecen, sino que también tenemos fuerza ilimitada y podemos saltar muchos pisos de altura? Bueno, ahora lo sabes. Algunas veces, si mi noche no es ajetreada, corro y salto de edificio en edificio. Es la única forma de calmar los nervios del Águila Plateada que hay en mí. Si la sangre sobrenatural no se sacia durante la noche, hervirá en mis venas, rascando por salir. Un sentimiento muy inquietante. El edificio es exactamente como yo esperaba. Paredes carbonizadas, pedazos del recubrimiento arrancados en la mayoría de los espacios, trozos de yeso y vidrios rotos desperdigados. Conforme caminábamos por el edificio vimos que algunos cuartos tenían muebles. Camas, mesas, cobijas, lámparas, todos enmohecidos e inútiles. Igual que los otros edificios abandonados en este lado de la ciudad. Agrega las pinturas de grafiti en las paredes con símbolos de pandillas y blasfemias. Al final del vestíbulo encontramos las escaleras y comenzamos a bajar, nuestros oídos seguían el estruendo de la música. Como era su costumbre, mamá me dedica su charla motivante antes de luchar. —Recuerda Gracen —dice ella, su tono muy bajo y cauteloso—, no des la espalda a nada o a nadie. Mantén al enemigo frente a ti, así sabrás dónde está en cualquier momento. Si usas tus Shurikens asegúrate de golpear al demonio en el pecho, creo que la mejor arma podría ser la Katana. —Mamá, por favor —interrumpo, ligeramente molesta—, he peleado con demonios antes. Puedo manejarlo por mí misma. Mamá me sorprende tomándome del brazo y subiéndose los lentes de sol hasta el cabello, sus ojos plateados me repasaron con fiera urgencia. —Escucha y escucha bien —dice suavemente—. Sí, has peleado con demonios, pero solo una o dos veces. Esto… Esta noche, no sabes con que 22 te encontrarás. Puede haber cientos de ellos, Gracen, sin mencionar a los humanos inocentes que tendremos que sacar. Para terminar el trabajo de esta noche necesitas utilizar todo tu entrenamiento, esto significa que tendrás que pensar, ser inteligente. —Suelta mi brazo, se coloca los lentes de nuevo y palmea mi mejilla—. Tú eres mi mundo. Moriría si algo te pasara. Las preguntas y la rabia regresan para alborotar mi mente. Quería preguntar muchas cosas: ¿Por qué no me cuidaste cuando era bebé? ¿Qué significaba yo en tu mundo en ese entonces? En lugar de dejar que mis emociones salieran a la superficie, tomo su mano y la alejo de mi mejilla con calma. —Mamá, nada va a pasarme. —Me sonríe con tristeza y una vez más comienza a bajar las escaleras, conmigo siguiéndola atrás. En el primer piso, nos espera una puerta sin picaporte. Sorprendida, me parece divertido que los demonios no tuvieran un guardia, pero empujo la idea a un lado. Esta noche tomaríamos lo que sea que se lanzara contra nosotros. En el peor de los casos, irrumpir en un negocio de demonios asesinos. Repentinamente mamá patea la puerta, sin darme ninguna oportunidad de detenerla. El corazón me late a trompicones en la garganta, tengo un presentimiento, estoy segura que nuestra entrada había sido notada y que la pelea comenzaría inmediatamente, pero para mi sorpresa, nadie la notó. El avasallador clamor de la música golpea mis tímpanos y me llega un olor mezcla de alcohol, sudor y vergüenza. Un grupo de cuerpos llenaban la pista de baile, uniéndose sugestivamente en armonía. Las luces parpadeaban cayendo sobre los asistentes, aparentemente fascinados con este pequeño mundo destructor de almas. Filas de sillones calcinados están contra la pared del gigantesco cuarto, todos con parejas en varias fases del acto íntimo, algunos necesitan desesperadamente buscarse un cuarto. Aparentemente la modestia había sido dejada fuera de las puertas de este club. Era ya suficientemente malo observar las muestras públicas de afecto, pero esto se pasaba a la línea de porno extremo. Peor que las posiciones 23 con clasificación triple X que practican, era el collar que algunos sostenían atado al cuello de sus parejas. Me quedo horrorizada. Vi con repugnancia como un hombre alzaba la cabeza, con los ojos cerrados, lamiéndose los labios brillantes de sangre roja y exponiendo lo que parecían colmillos de vampiro. Un estremecimiento me atraviesa el cuerpo, dejándome una sensación de náusea. La mujer que el hombre había mordido ahora estaba montándolo a horcajadas comiendo de su cuello. Su cuerpo se sacude y después se relaja, la chica mueve su cadera y baja y sube sobre su… bueno, tú entiendes lo que estoy diciendo. Hice una mueca. —Mamá, están realmente… —No puedo decirlo. —Sí querida —contestó, aparentemente sin inmutarse por la escena que habíamos visto. —¿Están realmente chupando sangre? ¿Los dientes rompen la piel? Ella asintió. —La mayoría usa postizos o implantes de colmillos. Normalmente la mordedura no es profunda, pero son lo sufrientemente afilados para rasgar la piel y obtener un flujo de sangre. —Me atrapa viéndola con desconfianza y bufa—. Puedes comprarlos por internet. Búscalo en Google cuando llegues a casa. —Que estúpidos —murmuro, mirándolos con total repulsión—. Me encantaría volar todos estos lugares y sacarlos de su patética miseria. Siento su mirada pero no la miro. Continúo viendo a la multitud de idiotas haciendo lo más repugnante de lo más bajo, una parte de mí quiere tomar la espada y cortar cabezas. Pero la otra parte siente compasión por todos esos individuos confundidos. Llámame bipolar, pero es como me siento. ¿Por qué alguien querría beber sangre? ¿Qué habría pasado en sus vidas para haberlos metido en eso? Solamente he estado en la lucha con mi mamá durante un año y medio y he visto algunas cosas inquietantes, pero la mayoría procedían de demonios. Ver humanos actuar como monstruos 24 es algo nuevo, en términos de lo repugnante. Mi madre, por otro lado, no estaba afectada por esta escena diabólica. —Tomaré por la izquierda, tú ve por la derecha —me dice, usando su tono patea-traseros—. Habla con algunos miembros del club, trata de conseguir algo de información y por favor, déjate puestos los lentes. Pongo los ojos en blanco detrás de los lentes oscuros, dejando expresarse por sí misma la insolencia de mis dieciséis años. —Tú haz lo mismo y, por favor, por favor ¡Mantén puesto tu bra! Aprieta los labios al darse cuenta de mi sarcasmo, pero decidió dejarlo pasar. —Ten cuidado. —Diciendo esto se vuelve hacia su izquierda, perdiéndose entre la multitud. Yo me vuelvo hacia la derecha, pero me quedo fuera de la pista donde estaban estos retardados mentales, optando por caminar pegada a las paredes. Quien decoró este basurero había hecho un gran trabajo tratando de ocultar las paredes y los pisos carbonizados. No era un trabajo excelente, pero era un buen trabajo. La pista de baile era de hormigón pintado de negro. Las paredes también estaban pintadas de negro y una alfombra mullida roja ocupaba el resto de la habitación. Dos grandes lámparas estaban en lados opuestos de la sala y emitían una luz muy diezmada. No encajaban con las luces estroboscópicas intermitentes. En una de las esquinas, había un pequeño bar lleno de aspirantes a vampiro, todos vestidos con atuendo vampírico. Encuentro un lugar vacío cerca de la pared y ahí me apoyo, aclarando la mente y concentrándome en el mundo que me rodeaba. La única oportunidad de tener éxito en la búsqueda de los demonios es convirtiéndome en parte de la multitud, ellos se mezclan con otras cosas. Mi objetivo principal es cerrar los ojos y dejar que mis oídos escucharan todas las conversaciones que sucedieran a mí alrededor. Ese era otro regalo del Águila de Plata, la súper audición. Un hombre susurra palabras traviesas, la mujer sonríe seductora, un hielo golpea un vaso, todos los sonidos vienen en estampida, por lo que centrarme es aún más difícil. Justo 25 cuando pienso que estaba logrando algo, una voz masculina me habla al oído, su aliento caliente golpea mi piel y me quita la concentración. —Hola tú. ¡No te había visto aquí antes! Echando humo por dentro, abro poco a poco los ojos. Un tipo flaco y alto vestido con pantalones de cuero negro y camisa negra me está mirando. Parece un típico aspirante a vampiro con el pelo negro, lentes de contacto de color azul claro, delineador de ojos negro y piel súper pálida. Las orejas tienen varios piercings, también la nariz y los labios y, gracias a la parte superior de malla, puedo ver los que tenía en los pezones. Cuando se lame los labios y sonríe, sus colmillos son visibles. La náusea golpea duro cuando la imagen de una muchacha mordiendo el cuello de su pareja revolotea a través de mi mente. La ira y la furia enturbian mi interior y me llenan la boca de mal sabor, pero me las trago recordando la misión. Este hombre con colmillos y pezones perforados podría ayudarme. Sin saberlo, por supuesto. —Sin palabras ¿eh? —comenta con un falso acento inglés—. Nunca has visto a alguien como yo. Te gusto, ¿verdad? Levanta la barbilla y me hace guiños. Me muerdo la lengua, para detener una respuesta muy fea y comienzo a actuar. —No, te ves como un semental. Tengo que decir que eres el vampiro más sexy de este club. Al principio siento que puede ver a través de la trampa, pero su sonrisa se hace más grande. —Y tú te ves muy virginal —comenta a la ligera, su dedo acariciando mi mejilla. Tengo que luchar contra el impulso de abofetear su mano y darle un puñetazo en la garganta. —Soy nueva en todo esto —le digo tímidamente, superando mis habilidades de actuación con la esperanza de que sean convincentes. Da un paso más y envuelve mi cintura con un brazo, jalándome hacia él. Tengo un sentimiento de orgullo al saber que me estoy ganando su confianza, aunque en ese momento surja un sentimiento pasajero de 26 patear bolas. Contengo mi repentino impulso, diciéndome a mí misma que ya habrá tiempo para eso más tarde. —Me encantaría mostrarte todo —dice y su aliento apesta a humo y a alcohol. Riéndose, añade—: Te voy a mostrar dónde enganchamos todos los chicos cool y tal vez podamos llegar a conocernos un poco mejor. Me llamo Draven, por cierto. Draven, un nombre muy común entre los vampiros. Rápidamente le dije el primer nombre vampiro que me vino a la cabeza. —Yo soy Selene —le digo con voz ronca, colocando mis manos sobre su pecho, haciendo que su motor se acelerara—, y me encantaría conocerte mejor. Casi lo pierdo cuando inclinó la cabeza hasta mi cuello, sacó la lengua y lamió mi piel. Y cuando digo lo pierdo, quiero decir la cena. Vomitar. Tan suavemente como puedo, empujo su cabeza lejos de mi cuello y él se me queda mirando. —No, no aquí —le susurro suavemente, agitando las pestañas. —¿A dónde quiere ir la princesa Selene? —dice acariciando mis caderas. Pongo los ojos en blanco, pero no me ve por los lentes oscuros. —Muéstrame dónde están enganchados todos los chicos cool. —Tus deseos son órdenes para mí —me susurra al oído. Agarrándome la mano, me lleva tras un telón negro que no había notado antes. Cuando empuja la cortina a un lado veo que hay un pasillo oscuro iluminado con velas que cuelgan de las paredes. El pasillo es largo y las puertas están revestidas con cortinas negras, algunas abiertas y otras no. Trato de ver lo que hay detrás de las cortinas cerradas, pero soy incapaz de hacerlo. Cuando puedo oír lo que está pasando inmediatamente estoy de acuerdo en no ver lo que hay detrás. —Aquí estamos —me dice encontrando una habitación abierta. Miro la pequeña habitación. Al igual que el resto del club, las paredes están pintadas de negro, el piso está alfombrado en rojo. Una cama extra grande llena la habitación usando sábanas negras de seda y cubierta con 27 brillantes pétalos de rosas rojas. Completa el ambiente velas negras encendidas y luces parpadeando en las paredes que proyectan sombras fantasmagóricas sobre la cama. Si las circunstancias hubieran sido diferentes y estuviera con mi amante, pensaría que esta instalación era súper romántica. Pero cuando Draven se quita los pantalones y la camisa, el ambiente romántico muere rápidamente, sustituido por un enorme ew. Vestido solo con boxers rojos, Draven se acuesta en la cama, se apoya en un codo y me sonríe enseñando sus colmillos blancos. Me doy cuenta de que es el chico más flaco que he visto nunca, incluso más delgado que Jude. No tiene tono muscular y parece ser… ah ¿cuál es la palabra?... débil. Sí, eso es. Débil. Da palmaditas en la cama al lado de él. —¿Lista para conocernos uno al otro mi amor? —Sí, quiero conocerte Draven. —No. Y cruzándome de brazos—. Bueno, en primer lugar me gustaría hacerte algunas preguntas. Después de todo, soy nueva en esto. Pone los ojos en blanco, pareciendo infeliz. —Está bien, pero mientras estás haciendo preguntas empieza a quitarte algo de ropa. Quiero ver lo que hay debajo de toda esa piel. —Se lame los labios, los ojos vagando por mi cuerpo—. Además, tienes que quitarte las gafas de sol. Quiero mirarte a los ojos mientras estamos ocupados. Suspiro en mi mente y me pregunto ¿Realmente alguien pensaría que este tipo es sexy? ¡Es un pequeño pervertido debilucho! Si alguna vez hubo un concurso del Remedo de Vampiro Cursi, este tío iba a ganar con la mano en la cintura. —Está bien, pero primero una pregunta ¿De quién es este club? —Un tipo negro que nunca sale de su oficina —responde con los ojos pegados en mí. —¿Dónde se encuentra esa oficina? 28 —No, ese no es el trato —dice apuntándome con su dedo largo—. Yo respondí una pregunta, ahora debes quitarte algo. Yo suspiro, sabiendo que no es totalmente cierto. Pero tengo que calmarme, así que desengancho la correa que sujeta mi Katana. —Whoa ¿qué es eso? —pregunta, sorprendido por la cosa que me quito. —Ah ¿esto? —le digo, desenvainando mi espada, cuya hoja brilla a la luz de las velas—. Esto es mi arma favorita y la uso para matar vampiros. Lo miro de reojo, arqueando una ceja. Deja escapar una risa nerviosa. —Espera, ¿qué eres? —Antes de que termine de hablar, cruzo la habitación y lo monto a horcajadas con la punta de la espada en su cuello. Los lentes de contacto casi se le salen por la forma como abrió los ojos y de inmediato levantó los brazos para rendirse. —¿Qué? —Cállate. Eres una pérdida de tiempo —ladro y al instante se calla—. Yo estoy a cargo aquí, no tú. No soy tu princesa y tú no eres un vampiro real. Y nunca, ni en un millón de años tendré relaciones contigo. Ahora, se un buen chico y contesta algunas preguntas. Si gritas, te mato. Así que si vivir está en tu lista de cosas por hacer, entonces te sugiero que te calmes. ¿Entiendes? Asiente con la cabeza goteando sudor por la cara. —Bien —digo con la Katana inmóvil—, ahora responde, ¿sabes algo de las personas que desaparecen en este club? —¿Q-Q-Qué? —balbucea, ahora su acento suena más neoyorquino que inglés—. No, no lo sé. Empujo la espada un poco más. —¡Espera! ¡Espera! Sí, creo que sé a-algo… dos chicas. Vi a dos chicas la otra noche con el raro dueño. Entraron en su oficina... —¿Qué quieres decir con raro? —digo dudando—. Todo este lugar grita raro. Así que cuando dices raro ¿Qué quieres decir? Traga saliva, los ojos no pierden de vista la espada. 29 —Es-es difícil de explicar. Es como... —¿Cómo qué? —insisto. —Al igual que ellos, puede controlar las mentes —me mira lastimosamente—, como si fuera un verdadero vampiro. ¡Como si fuera uno de esos monstruos! —Yo gemí frustrada. —Métete esto en la cabeza… los vampiros no existen. —Bueno —se burla—, puede que no existan, pero el mal sí. —Hmmm. —Inclino la cabeza y lo estudio, no puedo argumentar su lógica—. Una pregunta más Draven... si ese es tu verdadero nombre, ¿Dónde está la oficina? —No tengo que decirte nada más —me dice agitado. Yo empujo más la espada hasta que brota un poco de sangre. —Ahhh. ¡ESTÁ BIEN, ESTÁ BIEN! ¡En el extremo de la sala! ¡La puerta está pintada de negro para disimular! Retiro la espada y me acerco a su rostro. —Gracias —susurro. Salto lejos de él y aseguro mi Katana encajándola en su lugar. Cuando logro salir de la habitación oigo a Draven. —Puta egoísta. Me doy la vuelta para descubrir que se paró de la cama y me siguió, su cara es una máscara de furia. Un rastro de sangre fluye desde el cuello hasta el pecho por el filo de la Katana. Levanta una mano como si fuera a pegarme, pero el golpe nunca llega. Unos cuantos codazos y puñetazos lo tiran, dejándolo fuera de combate. —Puta —murmuro para mis adentros caminando por el pasillo—. Yo les voy a enseñar lo que es una puta. Con el Águila de Plata lista y echando humo por luchar, tiro la puerta abajo y me encuentro cara a cara con los demonios. Sonriendo, me quito los lentes y los tiro al suelo. 30 —Espero que estén listos para bailar —les digo amablemente—, porque esta noche tengo la intención de enviarlos de vuelta al infierno. 31 Capítulo 3 Traducido por Carmen Es Corregido por Caro ♫ La pelea empieza cuando cuatro demonios vampiros se me abalanzan desde todos lados, siseando y sacando sus colmillos, todos son demasiado reales. Una energía supernatural surge a través de mis venas, candente y quemando en mi sangre, y rápidamente me pongo a trabajar. Los dos primeros, un hombre y una mujer, caen fácilmente, mi espada los corta a la mitad con un rápido movimiento. Una explosión de polvo brillante es todo lo que queda de ellos, con las partículas disipándose antes de tocar el suelo. Un tercero avanza y lo pateo en el pecho, enviándolo a volar a través de la habitación, mientras hundo mi Katana en el cuarto, matándolo instantáneamente. Un chillido inhumano suena detrás de mí. El vampiro al que pateé está de pie de nuevo viniendo hacia mí. Mientras se acerca, todo lo que puedo ver son sus colmillos afilados y garras extendidas. Cuando está casi encima de mí doy una voltereta en el aire y aterrizo directamente detrás de él. Mi espada conecta con su cabeza, seguida por un montón de brillo que cubre el aire y después desaparece lentamente. La habitación está mortalmente silenciosa, excepto por mi respiración, que es básicamente normal. Usualmente no jadeo después de una pelea, gracias a mi linaje de Águila de Plata, aunque mi corazón está bailando en mi pecho. Mis ojos caen en el principal demonio vampiro que está sentado detrás de un largo escritorio de caoba. Luce como un mafioso, usando un traje a rayas oscuro y tiene una enorme sonrisa. Sus dientes son extremadamente brillantes en contraste con su piel oscura, sus ojos negros son vacíos y apagados. 32 Entrecierro mis ojos, insegura de lo que estoy viendo. Sus colmillos no se muestran, lo que es raro, ya que se supone que es el vampiro principal aquí. Hay una energía oscura rodeándolo, una poderosa ola de potente maldad que me hace preguntarme si es lo que parece, si hay algo más acerca de él que lo ven los ojos. Nos contemplamos el uno al otro, dos enemigos sabiendo que hay una muerte inevitable en el futuro y que es el único componente que puede terminar esta pelea. Por supuesto, ambos sabemos que es él quien probablemente morirá. Viendo lo que se aproxima, él empieza a activar su encanto, su única meta es seguir vivo mientras dure este encuentro. —Bravo, nos encontraste —dice con una profunda voz de barítono, aplaudiendo tres veces—. No te tomó mucho tiempo, tampoco. Debe ser porque eres una excelente guerrera. Una hermosa y fuerte guerrera. Estrecho mis plateados ojos e inclino mi cabeza. —Sí, estoy de acuerdo contigo. Soy buena en lo que hago. —¡Bueno, no tienes que repetirlo! —enfatiza, sus cejas se alzan—. Mataste a cuatro de mis mejores soldados en menos de un minuto. Los Mortales de Plata con los que me he topado nunca han mostrado ser muy prometedores, pero tú… tú eres diferente. Podría usar a alguien como tú. —¿En serio? —digo inocentemente—. ¿Y qué quiere un demonio con un Mortal de Plata? —Percibo algo en ti, algo oscuro y familiar. —Frota su barbilla, mirándome de arriba abajo. ¿Oscuro y familiar? ¿De qué está hablando? Continúa—: Podríamos trabajar juntos, tú y yo. Con tu belleza y poder, y mis prestigiosos contactos podríamos tener al mundo entero adorándonos. —El mundo entero, ¿eh? —digo mientras levanto mi dedo y toco mi barbilla como si estuviera pensando profundamente—. Bueno, ¿Por qué no pensé en eso? 33 Permítanme decir esto: nunca querré y nunca me cambiaré al bando de los demonios. Incluso si pudiera tener al mundo a mi disposición. Que este demonio lo sugiera siquiera hace que mi piel se erice y mi sangre hierva. Demonios, justo como su señor Satán, usan las palabras grandes y las analogías como armas para distraer a los débiles mentales, pensando que pueden meterse a un cuerpo o salir de una situación mortal prometiéndoles a sus enemigos fama y fortuna. Les gusta probar y enredar a sus oponentes para ver si bajan sus defensas. Sólo para quebrarlos tan pronto como el engaño de resultado. Tratan de engañar a sus enemigos, sean humanos o no, para su propia ganancia. Cruel engaño corre a través de sus venas, el sufrimiento eterno de la humanidad es su droga, y el dolor es el combustible que mantiene su negro corazón retumbando. Ha habido unos cuantos Mortales de Plata a través de los años que han caído en sus mentiras, sólo para ser arrastrados al infierno. Por suerte para mí, albergo un muy terco e insensible oído selectivo. No hay nada que este demonio pueda decir para hacerme cambiar de equipo. Pero tengo que admitir que fingir estar interesada es muy divertido, puedo hacer mi propio jueguito contra ellos. Amo perder tiempo con estos tipos; también amo aniquilarlos durante el proceso. —Hacemos un gran equipo, Gracen —dice. —¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto suspicaz, mi piel ahora pica de curiosidad. Duda antes de contestar. —Eso… no importa. Todo lo que sé es que juntos podemos derrumbar el mundo mortal, convirtiéndolos en nuestros esclavos. Eres mejor que ellos. Puedo verlo, esa oscuridad a tu alrededor. Eres poderosa y ellos sólo son basura. ¿De qué oscuridad sigue hablando? Obviamente me ha confundido con otra Águila, aunque no hay otro Mortal de Plata cerca de la ciudad. Que yo sepa, de cualquier forma. 34 —Puedes tener cualquier cosa que quieras —murmura, interrumpiendo mis pensamientos. Poniendo una mano en mi cadera, pregunto: —¿Así que estás diciendo que si me uno a tus tropas, podré tener cualquier cosa que quiera, como mansiones, autos, y un harén de esclavos sexuales en mi habitación? Sus labios se curvan en un intento de disimularlo. —Sí. Cualquier cosa que quieras, Gracen. Fama. Fortuna. Hombres, o mujeres… o ambos. Podemos gobernar este planeta y a toda la desagradable raza humana. Y a los que no obedezcan, simplemente los borramos. —¿O sea matarlos? Asiente. —Si los humanos no nos obedecen, no merecen vivir. —Sabes —digo, quitando mi mano de mi cadera—, lo que dices suena muy bien para mí… pero hay un pequeño problema. —Dime. Sea cual sea podemos resolverlo. —Inclina sus codos en el escritorio, descansando su barbilla arriba de sus enormes manos entrecruzadas. Sé que cree que tiene sus anzuelos en mí, pero estoy a punto de romper su burbuja. —Soy humana —lo digo como un hecho. Suelta una carcajada áspera. —Sí, lo sé. Pero eres una humana Tocada. Como dije, eres mejor que ellos —dice, todavía en su modo de persuasión—. ¿Por qué arriesgas tu vida por estos patéticos seres? Se levanta y estoy sorprendida de su anchura y estatura. Tiene que pesar más de ciento diez kilos y medir mucho más de un metro ochenta. Atrás de mi mente, una vocecita me dice que va a ser un poco difícil de tumbar, pero ese pensamiento sólo me aviva. Me reta. El sabor de la batalla está en la punta de mi lengua y mi corazón está latiendo con expectación. 35 —Mira, estoy harta de jugar —digo descaradamente, levantando mi barbilla en desafío—. Y creo que paso de toda la cosa del mundo a mi disposición. —¡Simplemente no lo entiendo! —exclama, su tono un poco de provocación—. Pones tu vida en riesgo por unos débiles, endebles, y frágiles humanos ¡Que ni siquiera conoces! ¿Por qué vives tu vida protegiendo seres que, si los papeles se invirtieran, nunca te regresarían el favor? —Porque —digo suavemente, seriamente—, es mi trabajo. Es para lo que fui creada, para enviar a los de tu tipo de vuelta al Infierno. De vuelta a donde pertenecen. Frunce el ceño. —¿Así que estás diciendo que no te unirás a mí? Estás diciendo que en lugar de riquezas mundiales, protegerás a los mortales paganos que contaminan esta tierra. Seguirás siendo una esclava para el que te creó, el que no te dio opción para elegir lo que querías ser. Asiento, poniendo mi cara más peligrosa. —Sí, eso es exactamente lo que estoy diciendo, aunque sí tengo opción, y elijo ayudar a los débiles. A los que tú y tu despreciable raza dan caza. Suspira, sacudiendo su cabeza. —Bueno. Entonces supongo que esta noche será tu última noche en la tierra. —Me pongo en una postura defensiva, levantando mi espada mientras él añade—: Una pena, en realidad. Muestras mucho potencial. Abruptamente deja salir un sorprendente grito de batalla y salta en el aire, deslizándose de su escritorio hacia mí. Antes de que pueda parpadear o agitar mi espada, está encima de mí, derribándome sobre mi espalda. Sólo que no lanza un golpe asesino. Más bien huye de la oficina y desaparece pasillo abajo, lo que me confunde. Sin pensar en el asunto, salto, la excitación recargando mi adrenalina, la emoción de la persecución ardiendo en mis pies. Corro bajando el largo pasillo, pasando habitaciones que estaban ocupadas justo unos minutos antes, pero ahora están vacías de vida, humana o de otro tipo. Continúo corriendo hasta que rompo la 36 cortina negra que lleva hacia la habitación enorme... Y choco con mi madre. —¡Gracen! —chilla, agarrándome en un apretado abrazo—. ¿Dónde has estado? He estado buscando por todas… No puedo oírla. Apenas puedo respirar. Mi corazón está latiendo fuerte, esforzándose para escapar del confinamiento de mi pecho. Todo lo que veo es rojo, mi sangre de águila queriendo desesperadamente hacer algo de daño. Me siento rabiosa, me siento violenta, me siento como si estuviera arrancando cabezas y escupiendo en ellas, ya sean de demonios o humanos. Una cachetada en mi cara me despierta, llevándose lejos mis oscuros, horribles pensamientos. Sacudiendo mi cabeza, miro a mamá mientras la realidad llega a nuestro alrededor. —Respira, Gracen —murmura, quitándose sus lentes de sol, sus ojos de plata mirando dentro de los míos—. Cálmate, no dejes que los pensamientos te atrapen. No lograrás nada si no te calmas. Mirando a mamá y tomando enormes tragos de aire comienzo a calmarme, mi corazón deteniéndose ligeramente. Cuando empecé por primera vez a matar demonios descubrí que no sólo tenía súper fuerza y poderes de otro mundo, también tenía un complejo con la ira. Por fortuna, ella siempre está ahí para calmar la rabia que me invade durante la batalla. De alguna manera, sólo con mirar dentro de sus ojos, soy capaz de calmar el obsesivo latido de mi corazón y dominar la ardiente locura en mi sangre. En ese momento me doy cuenta de que no somos las únicas en la habitación. —Estoy bien, mamá —exclamo en un tembloroso aliento, mis ojos escanean nerviosamente la habitación—. Tenemos compañía. Y cuando digo compañía, me refiero a al menos cien demonios vampiros infestando el club, sus hambrientos ojos negros fijos en nosotras. No hay humanos en el edificio; los demonios deben haber anticipado una pelea y los echaron fuera de aquí, lo que es lo mejor. Sabían poco que eso lo hacía más fácil para nosotras. Sin humanos Sin Tocar en el camino podríamos demoler toda la construcción si teníamos que hacerlo. 37 El viento azota nuestras caras mientras una única criatura alada baja al suelo frente a nosotras. Es el demonio de la oficina, el jefe, y estoy atrapada con la guardia baja por lo que estoy viendo. Un Ángel Caído... ¡Por supuesto! ¡Sabía que había algo un poco raro con él! Esa energía malvada que sentí en la oficina tiene sentido ahora. Sí, los demonios tienen una maldad que brota de ellos en potentes ondas, una que mi raza siempre puede detectar. Pero la que sentí en la oficina, y en este mismo segundo, sólo podría ser descrita como extraña para mis sentidos de Águila de Plata. Este inequívoco sentimiento es indescriptiblemente siniestro, y simplemente malo. Nunca había visto un Ángel Caído, pero he escuchado muchas historias sobre ellos. Son poderosos, engañosos, y pueden drenar por completo de sus poderes a un Mortal de Plata durante la batalla. Echándole un vistazo a mamá veo como todo el color desaparece de su cara, lo cual dispara mis nervios. Mi madre siempre es la fuerte, pero el sentimiento de miedo rodando fuera de su cuerpo me hace pensar que no es tan fuerte como pensé. Oh, ese es otro poder que los Mortales de Plata poseemos, podemos sentir las emociones de una persona, leerlas como un libro abierto. Somos como detectores de emociones, y justo ahora mi mamá está asustada. Poniéndose en medio de mí y el Ángel Caído, mamá dice: —Zavebe... nunca pensé que te vería de nuevo, especialmente después que te envié de vuelta al pozo. —¿Zavebe? —Doy un paso para estar junto a mamá, mirándola—. Mamá, ¡Nunca me hablaste de un maldito Ángel Caído llamado Zavebe! —Y que divertido es —continúa, ignorando mi observación—, que volvieras con tu pequeña legión de inadaptados tan pronto como mi hija aparece en el radar. Zavebe deja salir una molesta risa, un brillo vicioso creciendo en sus negros ojos. 38 —Este es el mejor momento, ¿no? Para abalanzarse en la carne más fresca. Además, ella todavía es joven, fácil de influenciar. Tiene la libertad de elegir lo que quiere ser. —De acuerdo, miren, estoy aquí, así que no hablen como si no estuviera — les digo con rabia y confusión patinando a través de mi cerebro. Mirando al Ángel Caído digo—: Y de cualquier forma, Sr. Zavebe, no soy una marioneta para que alguien la controle. Nadie me influencia, no tú, no mi madre, nadie. La habitación se llena con risas demoníacas, todos los vampiros pensando que lo que acabo de decir es la cosa más graciosa que nunca han oído. Sus ojos negros se fijan en mí y sonríe, y es entonces cuando noto sus dientes. Son negros, afilados, y puntiagudos... todas las tres filas de ellos. Ahora está en su verdadera forma. Alas negras plumosas sobresaliendo de su espalda, abanicando el aire alrededor de él. Sus manos son enormes con gruesas garras negras de cinco centímetros, las cuales abre y cierra en su cintura. Se arranca su chaqueta a rayas, arrojándola al suelo. Insanos músculos enormes pueden ser vistos apretando y ondulando bajo su camisa blanca, cada vena reventando a través de su piel. Sus músculos son tan largos que parece como si estuviera a punto de reventar. Esta es mi primera reunión con un Ángel Caído, y estaría mintiendo si dijera que no estoy asustada y a punto de hacerme pipí. Quiero decir, este desagradable Zavebe está muy arriba en mi medidor- de-mierda de los seres más extraños que he visto en mis dieciséis años. —Oh Ellen —dice Zavebe, sus ojos todavía encima de mí—. ¡Tu hija es muy emocionante! Sería un fino trofeo para llevarme de vuelta a casa. Quizá incluso consiga algunos puntos de mi señor... eso es, si su fa… Interrumpo su charlatanería levantando mi espada y apuntándola hacia su pecho. —No iré a ningún lado contigo, pedazo de… —Gracen, no —ordena mi mamá estrictamente, su mano guiando mi espada hacia abajo—. No estás lista para esto. Soy incapaz de esconder mi decepción, mirándola boquiabierta. Me quedo sin palabras, pero no puedo creer lo que está diciendo. Todo el 39 trabajo duro que he estado haciendo, ¿Y aun así no cree que esté lista? No está bien, para nada bien. —Además —continúa en una voz que está por encima de un susurro—. me he encargado de esto. —Sus ojos de plata me contemplan intencionalmente y es ahí cuando lo sé, algo está a punto de pasar. Es ahí cuando pasa. Un fuerte boom suena en un lejano extremo de la habitación, atrapando a los demonios y al ángel caído por sorpresa. Una ventana tapada ha explotado, enviando piezas de madera contrachapada a través del aire, algunas se clavan en los confiados demonios. Una figura vestida de negro de la cabeza a los pies emerge de la ventana, arrojando pequeñas granadas a la multitud. También veo que tiene alguna especie de luces de bengala. —¡¿Están listos para una verdadera fiesta?! —Una voz de hombre suena, e inmediatamente sé quién es. Antes que pueda decir algo, mamá me jala hacia dentro del pasillo detrás de la cortina, empujándome dentro del cuarto más cercano. —Mamá, es Jude… —Lo sé, cariño —me interrumpe, empujándome al suelo—. Es por eso que tenemos que cubrirnos. Estoy a punto de hacer muchas preguntas, cuando una enorme ráfaga, más fuerte que la primera, sacude el edificio entero. Me agacho, mis manos cubriendo mi cabeza. Creo que mamá hace lo mismo. Gritos de dolor y tormento se propagan en el aire, el sonido es tan estridente que tengo miedo que mis tímpanos exploten. Pedazos de techo, tabla-roca, y ladrillo caen al suelo, aterrizando alrededor de mamá y yo. Ahora sé lo que mamá quería decir con: “Me he encargado de esto”. Ella llamó a Jude, él trajo sus armas caseras de destrucción de demonios, y mató a todas las bolsas de suciedad del otro mundo, enviándolas a un viaje de sólo ida al infierno. ¡Gracias a Dios por el cerebro de Jude y sus habilidades mata- demonios! 40 Escalofríos alcanzan mi cuerpo mientras una voz se destaca sobre el resto de los gemidos angustiados, el mensaje verbal está enviado en mi dirección. Congela mi cuerpo todo el camino hacia mis huesos. —¡VOLVERÉ! —grita Zavebe furiosamente, su tono bordado en venganza—. ¡SERÁS MÍA, GRACEN! ¡SERÁS MÍA! Un sonido como un tornado mezclado con un huracán ruge con fuerza, seguido por un misterioso silencio. Me levanto con piernas tambaleantes e inestables, y descubro que mi mamá ya ha dejado la habitación. Caminando dentro del pasillo empiezo a toser, el aire está espesado con polvo y asbesto. Entro a la habitación principal que sólo unos minutos antes estaba llena con cien demonios vampiros y un terrorífico Ángel Caído. Ahora la habitación no es nada más que un cubo de basura lleno de escombros flotantes. Estoy sorprendida de la cantidad de destrucción que Jude ha construido. Candelabros y luces estroboscópicas penden libremente del alto techo, todos los bulbos rotos. El piso está cubierto con vidrios, pedazos de muebles, y materia mixta que no puedo identificar. Hago un camino hacia mamá y Jude, pisando enormes pedazos de ruinas. Mamá parece estar bien, con la excepción que luce como si un tráiler la hubiera pasado por encima, él parece estar bien. Me ven y Jude saluda, una expresión dolorosa cubriendo su cara. —¡Ey, Hermana Plateada! —dice, luego deja salir un quejido y se agarra el hombre derecho—. Ooh, eso realmente va a doler después. —¿Qué rayos usaste, Jude? —pregunto. Sonríe a través del dolor. —Oh, sólo algunas bombas caseras, bengalas de magnesio... ya sabes, lo usual. No estoy impresionada. —¡Podrías haberte matado, Jude! —Giro y miro a mamá—. ¿Y por qué lo involucraste en esto? Podíamos manejarlo. Ella sacude la cabeza y suspira. 41 —Gracen, estábamos sobrepasadas en número. Necesitábamos su ayuda... —Y ese es mi trabajo —añade Jude fuertemente, su voz temblando como si estuviera herido por mis palabras—. Oh, y por cierto… de nada. Arrepentida, empiezo: —Jude, sólo estaba tratando de decir que… —Tenemos que irnos, la policía está en camino —interviene mamá apresuradamente, tomando el brazo de Jude y ayudándolo a ir por encima de la carnicería. La señal de las sirenas empieza a sonar en la distancia. Si no nos vamos ahora corremos el riesgo de ser vistos e interrogados. Jude de repente se desploma y mamá lo recoge. Empezamos a correr, nuestra súper velocidad nos lleva al Mustang, y estamos en la carretera en poco tiempo. Jude está desmayado en el asiento trasero, y estoy algo feliz de que lo esté. Si supiera que mi madre acaba de correr con él en brazos eso lo haría sentir débil, y el hecho de que acaba de enviar más de cien demonios de vuelta al Infierno no haría una diferencia. —¿Crees que el hombro de Jude esté roto? —le pregunto a mamá. —No estoy segura —replica, sus ojos en la carretera. La miro por unos momentos y noto lo profundamente que está pensando. Después de un breve momento de incómodo silencio, me armo de valor para preguntar: —¿Cuál es la historia con Zavebe? Eso irrumpe a través de sus pensamientos de inmediato, y un torrente de sentimientos fluye de ella. Nervios. Ansiedad. Pesar. —¿Qué quieres decir, cariño? Giro mis ojos. —Sabes lo que quiero decir. También sé que estás nerviosa por algo, así que también podrías confesar. Se queda en silencio con sus emociones, así que continúo. 42 —Dijiste algo sobre que él estaba ahí porque tu hija apareció en el radar, y él sabía mi nombre. Como si ya supiera de mi existencia. Y le hablaste como si tuvieran alguna historia, y por alguna razón está claramente decidido en que me una al bando de los demonios. Toma aliento y lo deja salir lentamente, un sentimiento intranquilo sale de ella. —Zavebe es un Ángel Caído, parte de los ángeles rebeldes que cayeron del Cielo. Es un mentiroso, un estafador, y trae devastación y agitación en las vidas de ambos humanos Tocados y Sin Tocar. Dirán cualquier cosa para influir en tu pensamiento. Gimo de frustración. —¡Mamá, sólo acabas de soltar información de libro de texto! ¡Ya sé esa historia! Lo que quiero saber es ¿Cómo este Zavebe me conoce y por qué me desea tanto? —¿Puedes esperar hasta después? —dice rápidamente, sus ojos fijos en la carretera, y sé justo entonces que no voy a conseguir respuestas. —Bien —resoplo, cruzando mis brazos. El resto del viaje es silencioso. Sé que me esconde cosas, pensando que soy demasiado joven para entender lo que está pasando en el mundo de la oscuridad. Pero esta noche es diferente. Conocer a Zavebe ha abierto un nuevo mundo en mis ojos supernaturales, y la conversación que tuvieron me dejó con preguntas sin responder. ¿Por qué mamá no simplemente contestó mis preguntas directas? ¿Qué clase de historia tuvieron? ¿Y por qué él está tan interesado en mí? He estado viviendo esta vida por tres años, casi cuatro, y todavía tengo más preguntas que respuestas. La vida tiene una manera de llevarte por senderos que nunca vas recorrer, y conocer personas que nunca creíste que existieran. A veces haces cosas por amor, a veces haces cosas por odio, y ambas pueden dejarte poco feliz. 43 Mi vida estaba a punto de tomar un extraño giro hacia abajo por un camino desobediente, y no había absolutamente nada que pudiera hacer para detenerla. 44 Capítulo 4 Traducido por PrisAlvS Corregido por SilV Me despierto gritando, mi corazón late furiosamente en mi garganta. Mi cuerpo está bañado en sudor, la humedad filtrándose por mi pantaloncillo y mi camiseta. Miedo, confusión y dolor tensan mis huesos. Todas las imágenes me vuelven a llenar, y ahora entiendo por qué estoy empapada en sudor y sin aliento. Mi cuerpo se estremece y repentinamente tengo frío. Jalo la manta hasta mi barbilla y cierro los ojos, intentando hacer desaparecer las imágenes, solo que se tornan más vívidas detrás de mis párpados. Un golpe suena en mi puerta. La puerta se abre y mi madre entra. —Gracen, ¿qué sucede? —pregunta, se sienta junto a mí en la cama. Quita los húmedos mechones de cabello de mi rostro y los sujeta detrás de mis orejas—. Tu grito agitó todo el edificio. —Abro mis ojos y la miro. —Lo lamento… tuve una pesadilla —le respondo, frotando el sueño fuera de mis ojos—. Estoy bien. Puedes volver a dormir. —Ahora, sabes que no puedo hacer eso, cielo. Así que dime qué hizo que te despertaras gritando. —Se inclina hacia la almohada junto a mí. Las oscuras ojeras bajo sus ojos me dicen que necesita dormir, y su usual cabello puntiagudo está aplastado a un lado de su cabeza. Dejo salir un suspiro y me rindo, sé que no me dejará hasta escuchar mi sueño. Ese es otro asombroso regalo del Águila de Plata (asombroso en realidad significa horrible). Podemos sentir cuando alguien está sufriendo o angustiado. También nuestros sueños pueden ayudarnos en el futuro. A veces soñamos cosas que sucederán, puede ser un sueño feliz o uno horrible, aunque mis sueños normalmente se quedan en la línea de la demencia. 45 —Bien, bueno —empiezo, reuniendo mis pensamientos—, básicamente es el mismo sueño que tengo siempre. Está ese hombre de cabello blanco que está controlando seres, tano demonios como humanos. Creo que es una Víbora Nocturna… espera, sé que es una Víbora Nocturna, y algunos humanos también lo son, pero muchos son humanos Sin Tocar. »Estoy en una especie de calabozo o cueva subterránea, las paredes está cubiertas de rocas e iluminadas con antorchas y una enormes fogatas… al menos creo que son fogatas. Roedores y toda clase de bichos están por todas partes, y las serpientes se enrollan en mis pies. »Normalmente cuando tengo este sueño soy la espectadora, como si estuviera sentada viendo una película en el cine, aunque nunca he visto una película tan terrorífica. Los demonios están mutilando y haciendo cosas desagradables con algunos humanos, como desmembrarlos, actos sexuales, ceremonias de sacrificio… —Me estremezco de nuevo, las retorcidas imágenes vívidas en mi mente causan que mi estómago se contraiga. Desde que me mudé a Nueva York he tenido el mismo sueño de la Víbora Nocturna de cabello blanco temido por ambos, demonios y humanos. Hay algo en él que grita que es extremadamente amenazante, pero hay algo incluso más siniestro sobre este hombre, algo que no puedo descubrir mientras estoy dormida. Él parece incluso más oscuro y peligroso que Zavebe. Mamá siente mi malestar y me abraza. Apoyo mi cabeza contra su pecho. Huele a especias y dulce perfume. —Te sentirás mejor si lo dejas salir, cielo —susurra contra mi cabello. Después de tragar el nudo tan fuerte como una roca en mi garganta empiezo de nuevo. —De cualquier manera, como dije antes, siempre soy la espectadora, la mosca en la pared, pero esta noche era parte de la pesadilla. El cuerpo de mamá se tensa debajo de mí y pregunta. —¿Qué dices? 46 —La Víbora de cabello blanco me habla, me controla, gritándome profanaciones, golpeándome… dañándome. —Me inclino para ver el rostro de mi mamá, sabiendo que la expresión está llena de pena—. Se sintió tan real, mamá. Como si no fuera un sueño, sino que de verdad estaba sucediéndome. Fue horrible, desagradable y… —Me imterrumpo, reprimiendo un sollozo que amenazaba con salir. Ella da golpecitos en mi casa. —Solo fue un sueño, Gracen. —Muevo mi cabeza. —No, creo que significa algo más —argumento, temerosa de parte final de la ecuación. Su frente se arruga de preocupación. —¿Qué no me estás diciendo? —En el sueño no soy yo misma. —Me detengo, me siento insegura. —Continúa —me urge con fuerza. —Él me llamó Ashley —la informo con palabras apresuradas—. Y creo que esta Ashley está en problemas. —Mmm —ella reflexiona—. ¿Es Ashley un humano Sin Tocar o uno Tocado? Un humano Tocado, una forma mucho más bonita de decir un mortal arruinado. Muevo la cabeza con tristeza y susurro. —No tengo idea. Mamá me abraza por última vez y se levanta. Puedo decir que algo le pesa en la mente, y también sé que no me dirá que es… al menos aún no. Se pasea por el cuarto unas cuantas veces, su túnica amarilla agitándose alrededor de sus tobillos. De repente se detiene y se gira hacia mí, ofreciéndome una forzada y débil sonrisa. —Voy a descansar un poco —me dice, agarrando y estirando los brazos sobre la cabeza—. En cuanto Jude se despierte haré que busque 47 localizaciones remotas que se adapten con tu descripción. También buscaremos si hay alguna Ashley perdida en el área. Sé que tomará tiempo, ya que no tenemos un apellido o alguna descripción de la chica, pero tenemos que intentarlo. —Uh… ¿Mamá? —¿Sí? —¿Qué si Jude no quiere trabajar? —le pregunto, y agrego—: Ya sabes, ya que recibió una paliza pocas horas atrás. Bien, tal vez estoy exagerando un poco, pero la pequeña aventura de Jude lo dejó bastante golpeado. Por suerte ningún hueso roto, lo cual era una bendición ya que él no sana tan rápido como nosotros. Con la sangre del Águila de Plata corriendo por mis venas y las de mi madre sanamos más rápidamente que un humano normal. Sí, Jude es un Informante, pero su cuerpo es bastante normal. Aunque Jude se pudiera sentir como si hubiese sido atropellado esta tarde, dudaba que rechazara la petición de mamá. Se presionaría a pesar del dolor como siempre. Después de todo, es muy dedicado a su trabajo, lo cual es una suerte para mi madre ya que no tiene un hueso sensible en su cuerpo cuando se refiere al dolor de alguien más. Y justo como esperaba, ella ignora lo que digo sobre Jude habiendo recibido una paliza. —Estará bien. Después de unos días de descanso se sentirá bien. Ruedo mis ojos. —Como digas, mamá. Mamá camina hacia la puerta y se detiene, apoyando un codo en el marco de la puerta. —¿Gracen? —¿Sí? —contesto, cayendo de regreso sobre mis almohadas. —No dejaré que nada te suceda, lo prometo. —Y con esa extraña frase dicha, cierra la puerta. 48 Miro la puerta cerrada por un largo rato, pensando en mi loca y Tocada vida. De verdad, debo ser la más arruinada chica de dieciséis años sobre la faz de la Tierra. A los trece veo un hombre lobo, descubro que soy completamente normal y me mudo a Nueva York a vivir con mi madre. Tengo sueños sobre locas Víboras Nocturnas, obtengo poderes sobrehumanos después de medianoche y mato demonios con mi Katana de plata pura, la que puedo usar con gran habilidad. Confusa con un Arruinada en mayúscula. Esperando obtener unas cuantas horas de sueño, me doy la vuelta y me hundo en mi suave almohada. Mi mente empieza a relajarse y siento el sueño acercarse… hasta que mi teléfono empieza a vibrar. Dejando salir un gruñido lo tomo de la mesita de noche y veo que es Bets. Contesto de mala gana, sabiendo que Bets tiene todo mi sábado planeado como siempre. —¿Hola? —susurro adormilada. —¿Qué tal, chica? —La voz de Bets resuena en mi oído—. ¿Estabas durmiendo? Bostezo y me estiro, acunando el teléfono con la barbilla. —Algo así. —¡¿Qué?! —exclama con fuerza—. Sabes que son las dos de la tarde, ¿cierto? —Lo sé —replico molesta. Ella suspira con fuerza contra el teléfono. —¿Has olvidado el día que tenemos planeado? ¿Sabes, compras, comer, una película, tal vez hablar sobre ese lindo mesero que responde al nombre de Mark Hopkins en Applebee’s? Gruño. —Bets, ya te dije… no estoy interesada en salir con él, o nadie, en este momento, ¡así que deja de presionarme! 49 —¡Vamos, Gracen! ¡Soy tu mejor amiga y solo intento ayudarte! Me rio con fuerza. —Bets, en serio, no tienes que… —¿Por favor, Gracen? —lloriquea—. ¡Por favor déjame ayudarte a conseguir algo! Bets ha estado intentando hacer que tenga citas por meses, y sigo diciéndole una y otra vez que no estoy interesada, pero ella es muy obstinada para escuchar. No estoy diciendo que este chico, Mark, sea un perro o algo así. Por el contrario, es bastante apuesto, con su espero cabella marrón y ojos almendrados. Cuando sonríe un hoyuelo aparece en su mejilla izquierda, y su cuerpo parece musculoso y ajustado bajo su uniforme de mesero. Sin mencionar que es de la estatura perfecta, apenas alcanzando el metro ochenta. Y cuando visitamos nuestro restaurante favorito, Mark siempre está, incluso cuando no nos está atendiendo, hablando con nosotras y siendo encantador y… Bien, mi punto es. No es que no esté interesada en él, es porque no puedo estar interesada en él. Mi vida es caótica sin incluir relaciones románticas entre jóvenes en la mezcla, así que imagino que la soltería es el único camino. Y de todas formas, un novio solo haría las cosas más complicadas, y ya estaba lo suficientemente estresada sin un chico. Claro, no podía decirle esto a Bets. Es mi mejor amiga y todo, pero ella no sabe mi secreto; también planeo mantenerlo así. —Mira, qué tal esto —remarco, intentando con fuerza no reírme de sus payasadas—, ¿por qué no vienes por mí y tendremos un día de chicas, sí? Cero chicos, sin buscar algunos… solo cosas de chicas. ¿Suena bien? —Bien —replica. Casi puedo escuchar el puchero en su voz—. Estaré ahí en una hora, y ya que estoy aceptando tu fuerte regla de no chicos, ¡tienes que escuchar lo que me paso anoche! Gruño, sabiendo que los detalles serían jugosos. No un jugoso bueno, sino un jugoso asqueroso. —¿Vinieron los policías? —inquiero con curiosidad. 50 Ella ríe. —No, ¡pero sé de alguien que sí lo hizo! —¡EW, Bets, NO! —exclamo rápidamente, mayormente asqueada—. De verdad no tienes que decirme sobre… ¡eso! En serio. ¡Eso es enfermo! —¡Prepárate para escuchar la más traviesa noche de mi vida! —Ríe y cuelga. Aunque Bets es vulgar y un libro totalmente abierto cuando se trata de su vida sexual, agradezco tenerla como amiga. Después de una noche luchando con demonios, conociendo un Ángel Caído, y teniendo el sueño más horrible de mi corta vida, siempre puedo contar con Bets para mantenerme aferrada a la humanidad. Hoy podía esperar un día normal de compras con mi mejor amiga, sin demonios arruinándolo. Al menos esperaba que no arruinaran mi día normal. *** —¡Mmmm! ¡Oh Por Dios, tienen los mejores nachos del mundo! —Bets exclama a través de una boca llena de tortillias, queso y jalapeños, escupiendo un poco en el proceso. Me limpio el brazo con una servilleta. —¿Bets has escuchado alguna vez la frase “No hables con la boca llena”? Creo que podría beneficiarte —responde abriendo la boca y mostrando el contenido. Estamos sentadas en nuestra mesa favorita en Applebee’s, comiendo nachos y refresco de cola. Después de ir de compras y de ver una tonta comedia romántica (Bets escogió, no yo), decidimos visitar el restaurante, aunque casi eran las once cuando llegamos. Afortunadamente estaba abierto hasta media noche, desafortunadamente para mí, el único mesero disponible era Mark, el chico con el que Bets siempre está intentando hacerme quedar. Para mi sorpresa, ella no dijo una sola palabra sobre él. En su lugar fui forzada a escuchar su electrizante hora de dormir del día anterior con el atractivo Billy Stanton, estrella del fútbol americano en nuestra escuela y nuevo juguete de Bets. 51 —¿Entonces él te pidió ser su novia después del sexo? —pregunto asombrada—. ¿Y de verdad dijiste sí? Suspira mirando soñadora al vacío aire. —No tienes idea cómo me hizo sentir anoche, —me dice con una sonrisa torcida en su rostro—. La forma en que me abrazo después de… —¡Alto! —digo rápidamente, no quería que me repitiera todos los detalles asquerosos—. No necesito escucharlo más, una vez es suficiente. Vomitaré si repites eso Ella ríe, su mirada sobre mí —¡Pero Gracen! Fue la primera vez que yo… —¡No, no estoy escuchando! —Cubro mis orejas y grito—: ¡Lalala! ¡No te escucho! Ella se acerca a mí por sobre la mesa y aparta mis manos de mis orejas. —¡Dios, Gracen, relájate! Lo juro, eres tan virgen. —Y orgullosa, —remarcó solemne, levantando mi barbilla galantemente. Entonces una voz masculina se mete en nuestra conversación. Es Mark, nuestro mesero y atractivo chico con un buen trasero. Whoa, ¿de dónde vino eso? Oh, mierda, ¡estoy empezando a sonar como Bets! —¿Puedo traerles algo más, chicas? —pregunta, dándonos una sonrisa galante que es lo suficientemente atractiva como para derretir cien galones de helado. Después de esa pregunta toda la conversación cambia, corriendo en una nueva dirección en la que no estoy muy cómoda. —De hecho, Mark, ya que preguntas, hay una cosa que puedes traernos. —Bets me guiña un ojo, lanzándome una mirada de sí, ahí voy. Anticipando su próximo movimiento le lanzó una mirada asesina. —Bets… —digo. 52 —¿Ah sí? —Mark replica—. ¿Qué les gustaría? —Nos estábamos preguntando —ella sonríe, batiendo sus maquilladas pestañas—, si nos puedes dar tu número de teléfono. La miro boquiabierta, pateándola por debajo de la mesa. Ella lloriquea de dolor, y me patea de regreso. Mirando a Mark le digo: —Perdón por ella, ella es un poco lenta si me entiendes. —¡No lo soy! —exclama Bets, completamente ofendida y lanzando una mirada traviesa en mi dirección. Luego, para aumentar mi nivel de vergüenza, le dice a Mark—, solo estoy intentando conseguirle una cita a Gracen. Es un poco tímida. También piensa que eres lindo, pero teme decírtelo. Yo jadeo con fuerza, no creyendo lo que mi supuesta mejor amiga está haciendo. —¡Betrina, te voy a matar! —Es una reina del drama —continua, rodando los oscuros ojos. Intento patearla de nuevo, pero ella alejó las piernas en su asiento, esperando mi respuesta. Ella me saca la lengua, esta vez libre de comida. Para mi sorpresa Mark se ríe. —Sí, puedo darles mi número. —Lo escribe y arranca un papel de su libreta, me lo ofrece—. Y Gracen, me encantaría salir contigo. Me quedo sin habla mientras tomo la pieza de papel aturdida de su mano, sabiendo lo idiota que debo verme con la boca abierta. ¿Por qué acabo de tomar ese papel con el número anotado? ¿Qué está sucediendo aquí? —¡Genial! —Bets contesta por mí—. ¿Qué tal mañana en la noche? A las seis en Starbucks. —Mirándome pregunta—: te gusta el café, ¿cierto, Gracen? —¡Bets! —exploto, mi paciencia con mi mejor amiga finalmente se está despedazando. Girándome hacia Mark digo—: Mark, estoy segura que eres un gran chico, pero no puedo salir en una cita contigo. La razón es… bueno, es algo personal. 53 Bets explota de la risa. —¡Oh, por favor! —¡Es verdad! —chillo, mirándola, luego de vuelta a Mark—. Es solo que, um… —¿Sí? —Mark sonríe, el hoyuela en su mejilla se hunde. Dudo antes de responder. —Soy gay. Esto lo sorprende. —¿Eres gay? ¿En serio? —¡Eres una mentirosa! —Bets está enfadada, furiosa conmigo por volver a usar la línea de Soy gay y arruinar su movimiento para emparejarme—. Estoy cansada de que uses esa excusa. ¡Es una total mentira! —No es mentira… Bets continúa alegando señalándome con un dedo. —¿Sabes con cuántos chicos he tenido que acostarme solo para que no piensen que tú y yo estamos juntas? Todo porque usas esa estúpida línea para asustar chicos. —Oh, sé que no me estás culpando por todo lo… —Mira, sería diferente si fueras gay, pero no lo eres, ¡así que deja de decir que lo eres! —Ella cruza sus brazos y frunce el ceño, mirando hacia otro lado. Estoy enfadada, mortalmente en silencio, mortificada hasta el límite. Sé que mi rostro usualmente pálido está cubierto de rojo. Pasaron unos segundos de silencio antes de que Mark preguntara: —Entonces, ¿no eres gay? —S-sí, quiero decir… —tartamudeo, sonando como una imbécil. Miro sus almendrados ojos y me rindo—. No, Mark. No soy gay. 54 —No eres el primer chico con el que usa esa línea —añade haciéndome sentir aún más tonta—. Es su forma de hacerse la difícil. Es una gran bromista. Le cierra un ojo a Mark, luego me sonríe abiertamente. ¡Oh, la urgencia de arrancarle la cabeza de un golpe es enorme! —¡Mark! —La voz de un hombre ladra desde la cocina—. ¡Ven aquí, ocupamos algo de ayuda! Mark sonríe disculpándose. —Ya casi regreso. Terminaremos esta conversación en un momento. —Él corre lejos y cruza las puertas de la bulliciosa cocina. En cuanto está fuera del rango auditivo, ataco a Bets. —¡No puedo creer que me acabas de avergonzar así! —expreso, enfadada—. Quiero decir, una cosa es conseguir el número de un chico, pero ¿hacer una cita con él por mí? ¿Sin mi permiso? ¡¿Estás haciéndome una maldita broma?! Ella se inclina hacia el frente. —Haré un trato contigo —dice con voz suave—. Sal con él mañana en la noche y dejaré de darte todos los detalles explícitos de mi vida sexual. Gruño y ruedo mis ojos. —¿Por qué me hace esto? —pregunto. —Porque puedo —dice casualmente—. Y también porque creo que necesitas un poco de diversión. Siempre estás encerrada con tu sobreprotectora madre quien, en mi opinión, también necesita un poco. — Mis ojos se abren por la sorpresa y ella sigue—: ¡Es verdad! Ella es tan rígida que si tuvieras que sacarle un palo del trasero ocuparías un tractor para arrancarlo. —¡Hey, cuidado! —le advierto, entrecerrando los ojos—. Esa es mi mamá de quien hablas. Aunque se pasó de la línea no puedo enfadarme con ella. Ella no sabe que cada fin de semana estoy fuera patrullando las calles con mi mamá, 55 cazando y matando demonios. Ella no sabe que una relación causaría más problemas de lo que se merece. Pero la mirada que me dirige, esa expresión de rogarme que siempre me da cuando realmente quiere algo, derrite mi corazón y acepto renuentemente. —Bien —le digo suspirando—, saldré con él, pero tienes que prometerme una cosa. Su sonrisa es tan grande que cubre todo su rostro. —¡Lo que sea! Solo dilo. —Deja de emparejarme con la gente —empiezo inmediatamente—. Déjame ser la que maneje mis aventuras. Soy una chica grande y puedo conseguir una cita si quiero, sin que me sostengas la mano. —Pero… —Sin peros —la interrumpo, levantando la mano—. También quiero que dejes de decirme todos los detalles de tu vida sexual. Como he dicho un millón de veces, algunas cosas deben permanecer en privado. Me dirige una mirada desdeñosa y sonríe. —Bien, bueno. Mientras le des una buena oportunidad a Mark. Como, si te encuentras disfrutando su compañía y te atrae, no crea que es algo malo. Quiero que te relajes y tengas algo de diversión. Quiero que seas feliz. Le sonrío. —Trato hecho —le digo. Nos damos la mano a través de la mesa. —Ooh, aquí viene —Bets me informa, rápidamente se pone en pie—. Iré al servicio de damas mientras arreglas la cita de mañana en la noche. —Pero, no… —empiezo, pero ella ya se fue, dejándome enfrentar a Mark sola. No es como que tema hablar con los chicos. Nervios, tal vez, pero no miedo, aunque mientras Mark camina hacia la mesa a la que estoy sentada, mi corazón se acelera fuera de control y la ansiedad aprieta mi estómago. Creo que la parte de las citas no me pone nerviosa, es la posibilidad de disfrutarlo lo que causa que entre en pánico. 56 —Aquí está la cuenta. —Él la pone en la mesa, luego se desliza en el asiento frente a mí—. Entonces, ¿sigues siendo gay? Mi rostro arde de vergüenza. —N-nunca fui gay… quiero decir que no lo soy. Gay, eso. Él sonríe y sé que piensa que soy una total perdedora. —Eso está bien —dice—. Y si no quieres salir está bien. Es solo que no conozco a muchas personas aquí. Solo he vivido en la ciudad por tres meses. —¡Mark! —La misma voz masculina resuena desde la cocina. Rodando sus ojos se pone en pie. —Bueno. Supongo que nos vemos la próxima vez. —¡Mark, espera! —digo antes de que se pueda alejar. Él mira por sobre el hombro. —¿Qué? —Me enc-encantaría salir contigo —digo forzadamente, intentando controlar el temblor en mi voz—. Mañana en la noche. Si sigues interesado. Sus almendrados ojos se encienden. —¡Genial! Nos vemos en Starbucks. —Me da una última sonrisa, hoyuelo incluido, y camina hacia la escandalosa cocina. Suspiro, dejando mi cabeza caer en la mesa. ¿Qué acabo de hacer? ¡No puedo salir con nadie! Mi vida es muy confusa como para tener un novio, específicamente uno completamente normal. Además, esta iba a ser mi primera cita y no conocía a Mark. Todo lo que sé es que está en la universidad, tiene que trabajar para pagar su vida, y que tiene un lindo trasero. Eso es. Eso es todo lo que sé de Mark Hopkins. El sentimiento de remordimiento me pesa, no puedo evitar sentirme como si acabara de cometer un error. —Gracen. 57 Levanto mi cabeza por el sonido de una voz masculina llamándome. No, no llamándome. Suena como si la cabeza estuviera dentro de mi cabeza. Pero eso no puede estar bien. Con mis ojos recorriendo el restaurante veo que soy la única cliente en la parte de atrás. No hay nadie alrededor. “Mira fuera de la ventana”, la voz me urge, suena desesperada. Dirijo mi mirada hacia la única ventana cerca, y lo veo. No está frente a la ventana, pero está al otro lado de la calle. Por suerte mi vista sobrenatural me permite verlo perfectamente. La voz pertenece a un adolescente, tal vez tenga dieciséis o diecisiete años. Es pálido y su cabello es rubio, casi platino, pero no tan claro como el mío. Las personas lo pasan por la acera, lo más probable viendo a un chico normal vestido de negro, pero yo puedo ver la diferencia en él. Puedo ver la negra mordida de víbora en su mejilla, atrayéndome y llamándome a salir. El Águila de Plata dentro de mi alma despierta y salto lejos del reservado. Mi plan es salir corriendo del edificio y confrontarlo, pero detengo mi carrera en cuanto lo veo desvanecerse en el aire, un poder que solo las Víboras Nocturnas poseen. Aunque está fuera de vista, de alguna forma me habla en la cabeza. “Te he encontrado,” dice con un tono deplorable. “Al fin te he encontrado”. Mi corazón se salta unas cuantas pulsaciones, y por un momento no puedo respirar. No hasta que Bets llega caminando y pone una mano sobre mi hombro, haciéndome volver a la realidad. —Hey, ¿qué pasa? —pregunta, reventando su bomba de goma de mascar ruidosamente. —Tengo que irme —digo sin mirarla, lanzando un billete de veinte dólares en la mesa. Ella gruñe. —Déjame adivinar, tu mami llamó y tienes que ir a casa en este instante. Me pongo mi chaqueta de cuero. 58 —Sí, algo así. —Camino con rapidez hacia el frente del restaurante, desesperada por buscar a la misteriosa Víbora Nocturna. Bets me sigue de cerca. —¿Tú y Mark van a…? —Sí, mañana en la noche. —¿Llamarás…? —¡Sí! —exclamo, me giro y le doy un rápido abrazo—. Hoy me divertí, pero tengo que irme. Y sí, te haré saber todo. Ella sonríe, sus dientes sorprendentemente blancos contra sus labios de color rojo. —Claro que sí —me dice. Fuerzo una sonrisa a salir y cruzo la puerta, mi cuerpo me dice que la medianoche está cerca. Una vez afuera me pongo los lentes de sol y empiezo a correr. No sé hacia donde voy. No sé dónde buscar. Todo lo que sé es que tengo que encontrar a la Víbora Nocturna que conoce mi nombre y que aparentemente me está buscando. Mi teléfono celular vibra y sé que es mi mamá preguntándose donde estoy. Sin leerlo le respondo el mensaje: Trabajando sola esta noche… te explico luego. Lo busco toda la noche y toda la mañana, pero al final nada aparece. Cuando desapareció también lo hizo su esencia, su olor, su ser. Intenté e intenté localizarlo, pero fallé, lo cual me causó frustración. Siempre había sido capaz de sentir a una Víbora Nocturna, pero era como si me hubiera bloqueado. Y eso significaba que esta Víbora en particular era una fuerte. Cuando el sol aparece por el horizonte me dirijo hacia mi casa. Me meto en la cama antes de caer dormida profundamente, escucho su triste voz de nuevo, resonando en mis oídos. “Al fin te he encontrado”. 59 Capítulo 5 Traducido por NicolSmile Corregido por Leeconemi Tomando un respiro y poniendo mi cara de juego, me dirijo a la cocina donde mamá está ocupada frente al fregadero, aún usando su bata. Sé que la charla sobre lo que hice anoche será inevitable, sin ninguna manera de escapar. Ella no creía que fuera prudente para ninguna de nosotras salir y matar a solas, así que sé que el mensaje de texto que le envié diciendo “Trabajando sola” no funcionaría. Así que cuando entro en la cocina me sorprendo cuando comienza a hablar en su normal y civil tono. —¿A qué hora llegaste? —pregunta con su espalda hacia mí, lavando algunos platos en nuestro repleto lavabo. Conmocionada con que no esté levantando el infierno y gritando, respondo. —Cerca del amanecer. —Tomo una manzana y le doy un gran mordisco — . No estás enojada conmigo por querer trabajar sola, ¿O sí? Ella se encoje de hombros. —No. Fue una noche lenta en todo caso. —Sí, lo fue —remarco, sintiendo desaparecer un gran peso de mis hombros. Había estado tan segura de que me caería uno nuevo por no querer trabajar con ella. Estoy extremadamente atónita, pero mayoritariamente aliviada. —Así que, nada de acción, ¿ah? —pregunta, recogiendo otra olla para refregar. —Nada —le digo con la boca llena de manzana, aún mintiendo a través de mis dientes. Sé que tengo que contarle sobre la Víbora Nocturna rubio, pero el problema es que no sé cómo hacer salir el tema. Tengo que 60 encontrar una manera de contarle sobre él… y también que no me siento amenazada por él. Sí, es correcto. Lo dije. No me siento amenazada por él. Anoche sentí que la víbora afuera de la ventana del restaurante no era una amenaza eso me confundió como el infierno. Quiero decir, ¿Qué tipo de Mortal de Plata soy, ¿pensando que el enemigo no es realmente el enemigo? Y no es sólo mi pensamiento —es la forma en que me siento. En el fondo sé que no tengo nada por lo que temerle, y eso ciertamente me deja indecisa. Pero antes de poder hablar con mamá acerca de esta Víbora tengo que terminar con el asunto de la cita con Mark. Mirando por la ventana me desanimo al ver que está diluviando en el mundo exterior. Hombre, oh hombre, espero que pare de llover antes de que tenga que caminar hasta Starbucks. Aun siendo que no estoy interesada en la cita, quiero impresionar a Mark. La lluvia lo arruinaría todo. Y como una extraña entrada, mamá comienza a hacer preguntas. —Así que, ¿tienes planes para esta noche? —pregunta, asimilando mi apariencia con cejas levantadas. Me encojo de hombros, sintiendo mi cara sonrojarse. —Algo así. Mamá continúa mirando mi conjunto con una sonrisa en su cara, y sé que se está preguntando qué haré. Tomé la oportunidad y cambié mi ropa negra por un top blanco con encaje, jeans, y un sweater de esos que se enrollan. También deseché mi cola de caballo y alisé mi largo cabello, que cae por mi espalda. —Bets no organizó otra fiesta, ¿o sí? —pregunta, volviendo a refregar ollas. —No, no lo hizo. Su papá volvió a la ciudad. —Le doy otro mordisco a la manzana, luego tiro el resto a la basura. Dándome cuenta de que tengo menos de una hora antes de mi cita, mi estómago tiembla, lleno de mariposas bailarinas que causan que mis nervios se inflamen. Ella me mira curiosamente. —Si Bets no organizó una fiesta, ¿entonces por qué estás tan arreglada? Dudo antes de responder. 61 —Porque tengo una cita. Mamá suelta la olla que está sujetando, mirándome con una expresión inundada en su cara. Nerviosa, me quedo ahí, no sabiendo qué esperar a continuación. Esta será mi primera cita, y no estoy segura de cómo tomará la noticia. Quiero decir, no puede estar tan sorprendida. Tengo dieciséis años, ¡por el amor de dios! —¿Tienes una cita? —dice en apenas un susurro, secando sus manos mojadas en su bata y acercándose a mí. Un segundo después Jude entra… bueno, corre hacia dentro. Aún está ronco de antenoche, y aparentemente solo escuchó la última parte de nuestra conversación. —¿Quién tiene una cita? —pregunta, mirando a mamá y luego a mí. —Grace tiene una —responde mamá, tomando por sorpresa y abrazándome fuerte. Añade—: ¡Mi bebé tendrá su primera cita! —Vaya. Esto es incómodo. —Mamá… no puedo respirar… —Oh. —Me deja ir y sonríe—. ¡Simplemente no puedo creerlo! ¡Tu primera cita! ¡Qué emocionante! ¿Es lindo el chico? ¿Alguien de la escuela? —No, no es de mi escuela —respondo, tomando mi cartera y esperando poder hacer un rápido escape. Sus reacciones me tienen un poco asustada, causan que las mariposas en mi estómago bailen incluso más rápido. —¿Quién es? ¿De dónde es? Mamá pregunta, siguiéndome hacia la puerta. Con mi mano dirigiéndose al picaporte de la puerta, respondo: —Su nombre es Mark Hopkins, trabaja en AppleBees, y está en la universidad. Es sólo un amigo, así que no hagas planes de boda aún. Nos encontraremos para tomar café. —Mi mano está en el picaporte y comienzo a girarlo. Todos estos “ooohs” y “aaahs” sobre yo encontrándome con un chico me están poniendo más y más nerviosa. —Bien, un hombre mayor. —Jude sonríe. 62 —Bueno, no llegues muy tarde —advierte mamá. Aunque su tono es suave—. Tienes escuela mañana y necesitas descansar. Se vuelve toda materna las noches de los domingos. Quiere que viva una vida tan normal como sea posible, y parte de esa normalidad es tener educación, graduarme, y más recientemente, tener una cita. Después de una charla de mamá sobre el control del nacimiento (en frente de Jude quien lanzó algunas palabras por su cuenta), finalmente estuve lista para comenzar mi travesía hacia Starbucks. Afortunadamente la lluvia había disminuido a una llovizna. Puse la gorra de mi sweater en la cima de mi cabeza para proteger mi cabello de erizarse. Unas cuadras más tarde llego a Sturbucks. Voy a abrir la puerta, pero se abre sola. Un par de niños de mi escuela salen, ignorando totalmente mi existencia. No estoy enojada sobre eso. Toda la cosa de “ser popular nunca ha sido importante para mí, incluso antes de que supiese de la existencia del mundo sobrenatural. La popularidad en la secundaria termina justo después de la graduación, y los que habían estado en la cima de la preciosa elite del vagón comedor tienes un rudo despertar cuando son lanzados al mundo real donde los lobos están siempre esperándolos en las sombras. Literalmente. Buscando la casa del café escaneo las caras de todos allí, no encontrando la que espero ver. Miro mi reloj, seis en punto. Me siento en la mesa más cercana y tomo un muy usado New York Times, yendo directamente hacia los obituarios. Sí, puede parecer un poco morboso que una adolescente de dieciséis años tome un diario y se dirija hacia la sección de muertes, pero en mi lista de trabajo es un deber. Miro todos los nombres, sin encontrar a una Ashley entre ellos. Esto me da un poco de alivio, pero no me siento con mucho coraje. Sólo porque no hay una chica o una mujer con el nombre de Ashley en las noticias de muertes no quiere decir que no esté muerta o siendo torturada por una Víbora Nocturna maligna. Las preguntas se alinean y rotan en mi cerebro. ¿Quién es esta Ashley y porque soy puesta en su lugar en mi sueño? ¿Quién es esta Víbora de cabello blanco que manda bestias y humanos como si 63 fueran perros? ¿Y qué hay sobre la Víbora joven de anoche? ¿Cómo sabía mi nombre y por qué me estaba buscando? También.. ¿Por qué no sentí miedo cuando pensé en él? —Gracen. Salto y lanzo el papel al suelo, mis nervios completamente entrechocando. Mi corazón saltando en mi pecho como si un torneo de futbol tomara su lugar. Una vez que veo quién es dejo escapar un suspiro y me controlo. —Mark —digo para mis adentros, mi mano en mi pecho—. Me asustaste. —Oh, ¡lo siento! —responde, sonando honestamente preocupado—. No quería asustarte, y también lamento llegar tarde. Mi jefe me dio trabajo extra en el restaurante y tomó más tiempo de lo que esperaba. —Sonríe avergonzado, el hoyuelo en su mejilla izquierda haciendo su aparición. Sonrío de vuelta, notando su buena apariencia. ¡Hombre si luce caliente! Se ha cambiado su uniforme de mesero en jeans y un sweater negro con cuello de tortuga. Su cabello café cae en rulos mojados, y sus ojos avellana brillan con tonos de verde. Por primera vez noto qué llenitos son sus labios. Apuesto a que es un buen besador. Después de todo, Mark es, como Bets groseramente dice, Elección de Carne Nivel A. Lo único malo es que no estoy interesada en un novio. Creo. Ordenamos nuestros cafés y encontramos un cómo sofá para sentarnos. Me cuenta que es de un pequeño pueblo de Kentuky y que siempre ha soñado vivir en la ciudad de Nueva York. Aprendí un montón sobre su familia, como que sus padres están divorciados, que es el mayor de cuatro hermanos, y que extraña a su abuelo quien falleció hace dos años. Su major en la universidad es Biología, y que está interesado en lo paranormal, sus programas favoritos son Aventuras de fantasmas, y Cazadores de fantasmas. Para mi sorpresa Mark me gusta cada vez más y más, pero luego la conversación gira sobre mí. —Cuéntame un poco sobre ti —dice, tomando un sorbo de su café—. Como tus pasatiempos, intereses, metas…. Cosas así. 64 —¿Pasatiempos? —Pienso por un rato pero los únicos pasatiempos que me vienen a la mente es entrenar con mi Katana y derrotar demonios para enviarlos devuelta al infierno. Creo que esos pasatiempos no irían muy bien con él. En vez de la verdad, salgo con: —Me gusta salir con mis amigas, comprar, hablar y mensajear con mi teléfono, pasar tiempo con mi mamá. Tú sabes, típica y aburrida basura de chicas. —¿En serio? —reacciona, sus cejas levantadas con incredulidad—. Vaya, no esperaba eso de ti. Ahora estoy sorprendida. ¿A qué se refería con eso? —¿Qué esperabas exactamente? Después de otro sorbo de café, responde. —Bueno, todas las veces que te he visto en el restaurante parecías oscura y misteriosa. Como si hubiera un montón de cosas escondidas en tu interior. Confundida y choqueada tropiezo con las palabras. —¿Te parezco oscura y misteriosa? ¡Nunca me habían llamado así! —Bueno, sí. Eso es lo que me gusta de ti. No eres como las demás chicas — Su expresión se vuelve seria—. Lo que quiero decir es… eso es lo que me atrajo de ti en primer lugar. Extremadamente atónita susurro: —¿Te atraigo? Rubor aparece en su cara, su sonrisa mostrando el hoyuelo en su mejilla izquierda. —Sí. —Vaya —digo sintiéndome tan liviana como el aire. —Pareces sorprendida —me dice. Yo asiento. 65 —Lo estoy. Nadie ha estado atraído hacia mí antes. Él ríe. —Lo dudo, Gracen. Tienes los ojos más azules que he visto, una sonrisa dulce. Eres increíblemente hermosa. Decir que estoy sorprendida se queda corto. Primero que nada, que alguien piense que soy hermosa, creí que eso nunca sucedería. Y en segundo lugar, yo disfrutando esta cita después de jurar que nunca me involucraría con alguien… No tiene precio. El resto de la tarde fue mejor de lo esperado. Conversamos por horas, conociendo los gustos de cada uno, los disgustos y las historias personales. Aunque tuve que mantener la mayoría de mi vida escondida. Para las once me encontré caminando en la calle, aún teniendo cosas que conversar con él. La lluvia había parado hace horas, dando un cielo lleno de estrellas. Mirando mi reloj me sorprendo al ver que es casi medianoche. —¡Oh no! ¡Mi mamá me va a matar! —exclamo—. Tengo que irme a casa, pero te acompañaré a la tuya para asegurarme de que llegues a salvo. Aparentemente divertido por mis palabras dice: —Oye, espera, ¡Creí que esa era mi línea! —Lo siento —digo, sintiendo el calor llegar a mis mejillas. Me pateo mentalmente por ser una idiota despistada. Mirando sus ojos confieso—. Esta fue mi primera cita, así que no tengo idea de lo que estoy haciendo. —¿Qué? —exclama con duda—. ¿Quieres decir que nunca habías tenido una cita? ¿Nunca? Queriendo enterrar mi cabeza en la arena, sintiéndome inmadura y estúpida, remarco. —Patético, ¿no? Tener dieciséis y no haber tenido una cita. —Suspiro, negando con la cabeza. — Debes creer que soy una perdedora. —¿Qué? No, no creo que seas una perdedora. Me mira, su expresión pensativa. 66 —De hecho, creo que es bastante genial. Resoplo. —¿Bastante genial? ¡Já! Sí, si con genial quieres decir lamentable y triste. —Gracen, no creo que sea para nada triste —confiesa, tomando mis manos en las suyas y deteniéndose. Nos giramos para quedar de frente, sus ojos color avellana mirándome directamente—. De hecho, estoy honrado de ser tu primera cita. Espero que tengamos más. En ese momento no sé qué decir o qué pensar. Estoy completamente perpleja, sin palabras, perpleja por toda esta tarde. Y cuando se inclina para besarme me siento a mí misma dirigiéndome a sus labios. Justo cuando nuestros labios están a punto de tocarse somos interrumpidos por un grupo de estridentes hombres. —Vaya, vaya, vaya. Miren lo que tenemos aquí —dice uno de los hombres —. Un pequeño romance bajo las estrellas. Me doy vuelta y veo a los tres hombres que interrumpieron mi casi beso. Están vistiendo ropas andrajosas, huelen a cigarrillos y a alcohol. Si tuviera que adivinar diría que son vagabundos, las calles siendo su territorio. —Me pregunto si él nos dejará tener un turno con ella. —Otro de ellos remarca, frotándose groseramente y escupiendo una bola de tabaco en la vereda, sus oscuros ojos recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo. Doy vuelta los ojos. Genial. Malditamente genial. Mi alarma sobrenatural comienza a sonar en mi cuerpo, y sé que es casi medianoche. También sé que estos hombres han estado bebiendo y que Mark está en peligro. —Mark, tienes que irte de aquí —le digo en voz baja, reprimiendo un gruñido que está creciendo en mi garganta. Fijo mis ojos en el peligro inminente, y sé que no van a irse sin dar pelea. Aunque no son demonios están llenos de esencia maligna, lo que significa que han sido visitados recientemente por alguna entidad oscura. No están poseídos así que su libre albedrío sigue allí. Tienen dos opciones en este momento: Malo o Bueno, y estos hombres han escogido el camino malo, y han escogido a voluntad propia. 67 —Mark, por favor —digo de nuevo, susurrando en su oído—, vete a casa. En vez de oírme y correr, Mark se para en frente mío, lo que encuentro bastante noble. Está apunto de enfrentarse a estos hombres él solo para salvarme. Con sentimientos de miedo sobre él, también hay un matiz de protector. Si sólo supiera el tipo de esencia en mi cuerpo, corriendo en mis venas, burbujeando bajo mi piel, él estaría detrás de mí. Intentándolo de nuevo comienzo a decir: —Mark… —No —dice inmediatamente, y cuando el grupo de hombres viene hacia nosotros, la pelea comienza. Mark me sorprende al lanzar el primer golpe, el hombre al que golpea cae al suelo. Eso es lo más lejos que llega Mark, porque después del golpe, los otros dos hombres le dan a Mark la paliza de su vida. También es cuando mi lado de Águila de Plata habla, gritándome que trabaje. —¡DETÉNGANSE! —grito con todos mis pulmones, esperando a que dirijan su ebria atención hacia mí y dejen a Mark. Afortunadamente lo hacen, incluso el que Mark había dejado en el piso. Desafortunadamente para ellos soy capaz de ver a Mark tirado en la vereda, inconsciente. Una tormenta de furia instantánea explota en mí, empapando mi piel hasta los huesos, mi corazón sintiendo una furia rojo caliente. Cierro los ojos y doy una larga respiración, tratando calmarme antes que la locura total se apodere de mí, pero todo lo que veo tras mis párpados es un carmesí brillante. —Bueno, muñeca —dice el que se había frotado—, estamos listos para nuestro turno. Seremos más… amables contigo. Los otros dos borrachos se ríen y escupen sucias y horribles obscenidades. Apretando los puños en mis lados, abro los ojos y fijo la mirada en ellos, sabiendo que mi mirada los dejaría fríos. Captan mis ojos, los cuales detienen su risa. —Uh… ¿qué tienen tus ojos? —pregunta uno. 68 —Sí —añade otro con una voz temblorosa—. ¿Y qué diablos hay en tu cara? Estrechando los ojos sonrío con brutalidad, y luego… Les doy la paliza de sus vidas. *** Mark vive en la parte superior de Manhattan, lo sé porque encontré su billetera y revisé su carnet de identidad, memorizando su dirección. Después de encontrar el edificio de su apartamento, salto al cuarto piso y aterrizo en su balcón. La puerta de vidrio deslizante está abierta, permitiéndonos fácil acceso a su apartamento. Mis ojos nocturnos revisan el espacio, pequeño, oscuro y apesta a hombre joven. Su habitación es fácil de encontrar ya que sólo hay tres habitaciones, más un pequeño baño. Lo dejo en su cama sin hacer, posicionando su cabeza amablemente sobre una suave almohada. Tiene algunos cortes y moretones, su ojo izquierdo estará cerrado por la hinchazón mañana. Aparte de eso se ve bien. Muy bien. Mirando hacia abajo hacia su inconsciente cara me doy cuenta de lo atractivo que es. Su oscuro y ondulado cabello, su mandíbula fuerte, sus carnosos labios rojos, labios que nunca llegaré a besar. Sabía que este momento sería el último que compartiría con él. Estaría loca si pensara que después de los eventos de esta noche podríamos tener una relación, ya sea siendo amigos o más que amigos. Suspirando tristemente me doy vuelta para irme. Me detengo cuando murmura mi nombre. —¿G-Gracen? —Me congelo, mi corazón saltando como miles de patas de conejos saltando en mi pecho. —¿Si Mark? —respondo sin darme vuelta. —Tuve una gran noche —dice suavemente, dejando salir una risa cansada—. Gracias por salir conmigo. 69 —Sí Mark. Yo también tuve una gran noche. —Lamento haber sido golpeado —dice suavemente. Reprimo las lágrimas. —No hay nada que tengas que lamentar. No fue tu culpa. —No recuerdo… ¿Cómo me trajiste a casa? —Alguien me ayudó. —Dos lágrimas quemaron mis mejillas. Quiero contarle todo, y también quiero decirle que tiene que olvidar todo lo relacionado conmigo, pero me contengo. Comienzo a caminar cuando su voz detiene mis pasos nuevamente. —¿Gracen? —Sí, Mark. —Buenas noches. Seco las lágrimas de mis mejillas. —Adiós, Mark —le digo en un susurro, luego tan rápido como puedo deslizo la puerta de vidrio y salto hacia el siguiente edificio. Y luego el siguiente, y el siguiente, y el siguiente… Corro todo el camino a casa. Y con cada techo que toco mi mente escupe una sola y simple verdad: La felicidad simplemente no está en las cartas de vida de un Mortal de Plata como yo. 70 Capítulo 6 Traducido por NicolSmile Corregido por Karlix Llegando a casa abro la puerta, golpeándola con fuerza y haciendo que todos los marcos que colgaban de la pared traquetearan. Lanzo mi cartera a través de la habitación y choca con la pared, todo el contenido saliendo y cayendo al piso. Por no decir menos estoy marcada, y sufrir ataques de rabia me ayuda un poco. Mamá aún debe estar cazando algunos demonios, así que tendré que calmarme a mí misma. Sola. Clavo mis pies contra el duro suelo dirigiéndome hacia mi habitación, lista para enfurruñarme en la privacidad de mi propio espacio. Cuando Jude grita mi nombre desde la sala de estar, sé que esta lastimosa fiesta tendrá que esperar. —¡Gracen! —grita Jude—. ¿Cómo te fue en tu cita? ¿Fue picante? Con un gran gemido me doy vuelta para ir hacia la sala, haciendo pucheros todo el camino. Tirándome sobre el sillón más cercano dejo salir un largo suspiro. —Tan mal, ¿ah? —remarca Jude, con las cejas levantadas. —Sí, apestó. Fue horrible, palabra clave: dolorosa. —Sé que mi respuesta es muy mala, y odio que lo sea, pero… estoy pasando por un momento. Uno muy lastimoso. Se saca los lentes, mirándome con ojos verdes cansados, uno morado gracias al demonio vampiro de la otra noche. —¿Qué pasó? ¿Usó los movimientos contigo? —¿Los movimientos? —Me rio fuertemente—. ¿Cuándo naciste? ¿En los cuarentas? —Lo que quiero decir —replica, poniendo los ojos blancos—. ¿Trató de meterse en tus pantalones y sentir tus partes traviesas? 71 —Eso es mejor —le digo con asentimiento—. Sólo que no, no intentó nada así. Era un perfecto caballero, uno de los chicos más lindos con los que he hablado. De hecho estaba pensando en salir en otra cita con él. La cita estaba yendo bien y estuvo a punto de besarme cuando… No puedo terminar mi oración. Lágrimas comienzan a aparecer en mis ojos, la fuerza que las sostenía amenazaba con romperse. No quería seguir llorando, especialmente porque grité como una infante durante unos veinte minutos en el camino a casa, lo que me molestaba como el infierno. Yo, Gracen Potts, no era una llorona, hasta esta noche, eso sí. —¿Qué pasó? Sabes que puedes contarme. —Jude se inclina hacia delante en el sillón, sus codos descansando en la superficie de sus muslos y sus manos juntas. Mirando hacia abajo a mis propias manos juntas, levanto la mirada hacia él, y respondo: —Todo estuvo bien hasta que unos tipos ebrios aparecieron y le dieron una paliza. Sus ojos se agrandan y deja salir un silbido. —Vaya, eso sí apesta. —Sí, de hecho lo hace —concuerdo, y niego con la cabeza con rencor—. ¡No sé en qué estaba pensando! Ir a una cita siendo quien soy, pensar que todo saldría bien, culpo a Bets por todo esto. Por levantar mis esperanzas y todo. ¡Si ella no hubiera planeado la cita, Mark no habría sido golpeado y yo no sentiría pena por mí misma! —Oye, ya es demasiada furia, reina del drama —me regaña Jude, lanzando una mano en el aire. Estrecho los ojos y frunzo el ceño. —Tengo todas las razones del mundo para traer el drama en este momento. —De nuevo ese sentimiento de deshecho comienza a girar dentro de mi cerebro, y me fuerzo a mí misma a ponerle los frenos rápidamente. Después de unos segundos de silencio él pregunta: 72 —Realmente te gusta este chico, ¿ah? —Sí, me gusta —respondo en un susurro. —Entonces olvida lo que pasó —dice, dándome una sonrisa de coraje—. Lo que sucedió apesta, pero no significa que tengas que rendirte. Si a este chico Mark le gustas, y puede olvidarse de que lo vieras ser golpeado, entonces te pedirá una cita nuevamente. La próxima cita podría ir más tranquila. —No, olvídalo —reacciono, negando con la cabeza—. No habrá una próxima vez, ni otra cita, ni ninguna cita. Te lo puedo prometer. —¿Qué? —exclama—. Te refieres con este chico o… —Cualquier chico —interfiero, levantando el mentón—. Citas y novios, no los necesito. Es mucho problema con el que lidiar y toma demasiado tiempo. Y de todas formas, Mark es un humano Sin Tocar. No podríamos hacerlo funcionar, así que me pegaré a mi primer amor, patear traseros de demonios. —Oh, por favor —se burla—, odias la caza de demonios, Gracen. —No es verdad —digo—. Me refiero a que al principio lo odiaba, pero ahora… ha crecido en mí. No me toma en cuenta con un serio brillo en sus ojos. —Chica, no puedes dejar que esto te desanime. Sí, eres diferente, y sí, tu vida está del lado irregular, pero no puedes renunciar a una pizca de normalidad. No te puedes rendir en buscar a alguien con quien te relaciones y posiblemente con quien compartas tu vida. Y si nunca tienes citas, entonces nunca encontrarás a ese alguien especial. Levanto una ceja. —Tú nunca tienes citas. ¿Cuál es tu excusa? —La pregunta lo toma con la guardia baja. —Uh, porque… um… —Él se tropieza con las palabras, apartando la mirada. 73 —¡Ja! —Sonrío con un sentimiento de satisfacción—. Ves, estás tan jodido como yo. He estado aquí por, ¿Qué? ¿Cuatro años ya? Y nunca te he visto traer a una mujer a casa o siquiera hablar sobre citas. —No estamos hablando acerca de mí —lanza él inmediatamente, con una risa nerviosa—. Estamos hablando acerca de ti teniendo dieciséis años y queriendo darse por vencida después de una cita. Estamos hablando sobre tu vida amorosa, no la mía. —¡Esa es la cosa, Jude! —Lanzo mis manos en el aire, dejando salir mi frustración—. No tengo una vida amorosa. Y de todas formas, no tengo que tener citas si no quiero. Es mi vida y nadie me dirá cómo vivirla. Poniéndome de pie rápidamente le doy un fin a la conversación. No entiendo la rabia que siento, quemando en mis venas. Jude es como un hermano para mí y sé que solo trata de ayudar, pero no quería oír ninguno de sus pensamientos. Había tenido todo lo que podía soportar por una noche, y Jude me dejó con un pensamiento final. —La vida es muy corta para estar solo —me dice suavemente. Yo no respondo. En vez de eso camino hacia mi cuarto y cierro la puerta con un golpe, lista para escapar a mi pequeño y propio mundo. Acurrucándome en la cama con la ropa de mi cita aún puestas rezo por un profundo sueño, pero en cambio me encuentro a mí misma plagada de pesadillas, sin saber que algunas de ellas podrían volverse realidad. *** Los pasillos de Nortin High School están llenos, haciendo casi imposible para Bets y yo llegar a nuestros casilleros. Es lunes por la mañana, y la escuela ya se está preparando para el espíritu del rally de este viernes. Posters y pancartas alineados en las paredes, impulsando a los estudiantes a apoyar a su equipo de fútbol Águilas Guerreras. Antes de que continúe, sí, es extremadamente irónico que en la mascota de mi escuela sea un águila, pero pudo haber sido mucho peor. Pudimos haber sido las Viciosas Víboras o Los Malvados Cazadores, o algo con esas líneas. Sí, definitiva y completamente ridículo. 74 Finalmente, luego de empujar tras hordas de jugadores de fútbol y animadoras, somos capaces de llegar a nuestros casilleros. —Son tan estúpidos —murmuro, escavando en mi sucio casillero y sacando mi libro de Literatura Inglesa. —¿Por qué lo dices? —pregunta Bets, mirando su reflejo en el espejo magnético en el interior de la puerta de su casillero. —Esto es por lo que viven. Chicos corriendo y mojados en sudor, golpeándose entre ellos el trasero, mientras que todas las animadoras bailan alrededor del campo, moviendo sus dotados pechos y mostrando sus calzones. —Ella ríe. —Pep rallies, juegos y fiestas es todo lo que conocen, lo cual es totalmente patético, pero eso es la secundaria para ti. —Eso es exactamente sobre lo que estoy hablando —exclamo, golpeando mi casillero y apoyándome sobre él, mi despotrico de oh soy yo—. La vida real no es un pep rally o un juego. La vida real no es sobre anotar un touchdown, o ser el mejor jugador. No es sobre quién es popular o quién se tira a quién en una fiesta. ¿Qué crees que harán estos chicos después de graduarse? ¿Cuándo sean lanzados al mundo real y tengan que trabajar para vivir? —Bien —comienza Bets, aun buscando algo dentro de su desordenado casillero—, algunos irán a la universidad con becas, se convertirán en talentosos abogados o doctores… —Y —interrumpo suavemente—, algunos se verán involucrados en crack o en alcohol, llevándose a ellos mismos a prisión o vagabundos en la calle, porque todo en la secundaria se los dieron, como notas, dinero, ropa, autos; ¡La mayoría de los estudiantes aquí no han trabajado un día en sus vidas! Bets se encoje de hombros. —¿Y qué? —¿Y que qué? —Le doy mis ojos azul hielo a ella. 75 —Exacto. Por qué te preocupa siquiera, ¡Ah já! —festeja Bets en voz alta cuando encuentra el libro que estaba buscando—. Ahí estás pequeño pícaro. —Bets —digo medio como un suspiro un gemido. —Gracen, ¿cuál es tu problema? Has actuado enojada toda la mañana. —Cierra la puerta de su casillero, y me presta atención, sus ojos oscuros y grandes—. Oh por Dios. ¿Tiene esto algo que ver con tu cita con Mark, no? —No, esto no tiene nada que ver con mi cita con Mark —miento, sabiendo muy buen que mi actitud de hoy apesta por lo que pasó anoche. Bets también sabe que estoy mintiendo, ella siempre es capaz de ver a través de mis artimañas. —¿Qué hiciste? —pregunta en un tono condescendiente, sus labios negros fruncidos—. Huiste de Mark, ¿no? Mi quijada cae. —Que yo… ¿Qué tratas de decir Betrina? ¿Qué no soy lo suficientemente buena para él? ¿Qué no me sé comportar alrededor de un espécimen masculino? —Ahora, ahora —dice, su tono aún condescendiente—. Todo lo que estoy diciendo es que no tienes mucha experiencia en las citas. Si quieres yo podría darte algunos consejos. —¡Sí por supuesto! —Dejo salir una risa abrasiva—. ¡Si tomo consejos tuyos mi reputación estará tan marcada como tu cuello! Mi sangre hierve, estoy tan furiosa. ¿Quién se cree que es ella, diciéndome que soy una inexperta y qué sé yo? Como si ella fuera la cita perfecta y que yo soy la que asistió a regañadientes. Me doy vuelta enfurruñando determinada a alejarme de ella, pero la multitud es muy espesa. Sólo consigo alejarme unos cuantos casilleros cuando Bets me toma la mano, tirándola amablemente. Dándome vuelta le doy una mirada ártica. En el fondo sé que no merece ser tratada de esta manera, ¡Pero estoy tan molesta! Molesta con mi escuela, mi vida… todo. 76 Afortunadamente Bets sabe qué decir para sacar de mi mente la basura frívola. —Sabes —comienza suavemente—, yo no me preocuparía demasiado acerca de tu reputación. Levantando una ceja, pregunto. —¿Por qué? Una leve sonrisa aparece en su cara. —Porque la mayoría de la gente cree que eres una lesbiana, ya que eso es lo que le has dicho a cada chico que te ha pedido una cita. Así que sobre tu marcada reputación, ese barco ya ha zarpado. Quiero estar enojada con ella, pero la apariencia cómica de su cara me hace difícil continuar con el enojo. Intentando contener mi risa, me muerdo el labio inferior. No funciona. Ambas explotamos de risa incontrolable, abrazándonos, mientras la gente nos miraba boquiabiertos sin disimular. Estoy segura de que estaban pensando que habíamos tenido una pelea de pareja y nos estábamos reconciliando… Idiotas. La fábrica de rumores ya estaba en funcionamiento. Casi podía oír las ruedas girar. Para el final del día nuestro abrazo amistoso sería cambiado a una sesión de besos. Alejándome de ella, me apoyo, y golpeo mi cabeza con el casillero dos veces, y quedo mirando al vacío. ¿Cuál es mi problema de hoy? Siempre he tenido problemas de enojo, pero esto era algo que no podía explicar o controlar. ¿Podía ser que mi cita de anoche me dejara decaída y me hiciera descargarme con mis amigos, bueno, amiga, y todos a mi alrededor? Bets, sintiendo mi tensión, dice: —¿Por qué no me dices lo que pasó anoche? Te hará sentir mejor. Una risa se escapa de mis labios. —¿En serio lo crees? —Lo sé —responde, su cabeza moviéndose de arriba abajo—. Dime, chica, ¿fue un total idiota? 77 Niego con la cabeza. —No. —¿Tacaño? —Uh-uh. —Ella estudia mi cara durante un momento antes de añadir. —¿Intentó meterse en tus pantalones? Niego con la cabeza nuevamente. —No él, espera un minuto. ¿Eso no lo calificaría como un idiota? —Um —responde, alzando una ceja perforada—. Creo que mi definición de idiota y la tuya son polos opuestos. Mirando a mi mejor amiga, mi mejor amiga completamente humana, deseo por millonésima vez poder decirle todos mis secretos. Pero es un deseo imposible. Ella no puede y nunca sabrá la verdad sobre mí y sobre lo que vive allá afuera en las sombras. Entre menos sepa, es mejor. De nuevo el peso de no encajar en la sociedad humana me golpea, y para mi desgracia lágrimas comienzan a aparecer en mis ojos. Afortunadamente una distracción causa un llanto que yo pude haber hecho, mi tristeza desaparece, sólo para ser reemplazada por furia. —¡Apoyen a sus Águilas Guerreras este viernes! Bets y yo nos damos vuelta para ver la distracción en forma de una feliz animadora. El rojo y negro uniforme que usa es dos tallas más pequeño, mostrando su pequeña sección media, y la falda apenas le cubre los calzones. Su pelo rubio teñido está peinado en dos moños con una cinta roja y una negra amarrada en las puntas. Ella es tu típica animadora, y cuando nos entrega un folleto del pep rally y el juego, una imagen cruza mi mente, la imagen de mí rompiendo sus pequeños moños y metiéndolos en su enclenque garganta. Un poco duro, lo sé, pero a veces es difícil controlar la furia que crece en mi sistema. En vez de la situación resultando en violencia, doy un suspiro y dirijo mi rabia hacia un filtro. 78 Rompiendo el folleto rojo brillante en dos partes frente a la cara de las chicas respondo. —¡Preferiría taladrarme tornillos en el cráneo antes que ir a una estúpida y adolescente fiesta que es una pérdida de tiempo! —Lanzo ambas partes en el aire, mis ojos nunca dejando los de ella. El shock está en su cara como una máscara y sus animadores labios se transforman en un ceño fruncido. Se cubre la boca con la mano y huye, sus rubios moños moviéndose de un lado al otro. De frente a Bets nuevamente veo que está mirando a la chica pasar a través de la multitud, su expresión pensativa. Luego su cara brilla cuando sonríe y sus ojos vuelven a mí. —¡Acabo de darme cuenta! —grita emocionadamente—. Tienes síntomas premenstruales. —Si… —respondo, oprimiendo una risa—. Eso es. De hecho ese no es mi problema. La verdad es que no tengo ni idea de cuál es mi problema. Afortunadamente la campana suena para el primer periodo, llevando nuestra conversación a un alto. —¡Te veo en el almuerzo Gracen-bebé! Oh, y para tu información, Billy podría sentarse con nosotras hoy. —Inclinándose más cerca susurra—: También, por tu bien, mantente alejada del camino de las animadoras. — Guiña, se da la vuelta, y se marcha a su clase de biología. Con un suspiro camino hacia el otro lado, por el pasillo que se vacía rápidamente. Los estudiantes se mueven rápido como roedores de laboratorio, apresurados por llegar a sus aburridas rutinas. Hay algunos rezagados en el pasillo, y cuando camino cerca de ella los oigo susurrar y reírse entre ellos. Me figuro que están hablando sobre mi cabello y piel de albina, o mi ropa negra y ceja perforada. Es bueno que no me importe lo que estos idiotas piensen de mí. De todas formas es la secundaria, y la secundaria apesta. Fin de la discusión. Entrando a mi primera clase del día, Literatura Inglesa, recorro mi camino por el pasillo, manteniendo mi mirada hacia el piso. Mi escritorio está al final de la sala, lejos de todos los demás. Me siento y lanzo mi libro de 79 veinte libras en el escritorio. Aunque soy la socialmente anormal de la escuela y estoy orgullosa de ello, no puedo evitar sentir una pizca de envidia. Mirando a mis compañeros de clase reír y conversar juntos me hace darme cuenta de qué tan injusta es la vida. Parecen tan contentos y felices, cómodos con sus roles en la vida, sin tener idea de que están siendo asechados por demonios. Que sus almas están en peligro. No tienen idea que los monstros están vivos y bien en esta tierra, asechándolos y esperando que caigan en las trampas designadas. No tienen idea de que soy parte del grupo dedicado a salvar vidas; no tienen idea de que estoy aquí para protegerlos de su propia estupidez. Me pregunto… Si supieran la verdad sobre quién soy, ¿me tratarían diferente? ¿O continuarían pensando que sólo soy una gótica insensible con un problema de actitud? Sí, sería más como la última. Las palabras de Zavebe hacen eco en mi mente: “Eres mejor que ellos. ¿Por qué arriesgas tu vida por esos patéticos seres?” Sí, ¿por qué arriesgo mi vida por ellos? Por un breve momento creo en sus palabras. Mirando a mi alrededor, observando mi entorno, repentinamente me siento superior a cada persona dentro de la habitación. ¿Quién se creen que son, tratándome como basura bajo sus uñas? Si escogiera podría unirme a Zavebe y hacer que cada persona de aquí fueran mis esclavos y los que no obedecieran mis reglas serían partidos a la mitad y… ¡Vaya! ¿Cuál es mi problema? Un escalofrío me recorre y me abrocho mi sudadera negra, envolviendo mis brazos a mí alrededor. Un ola de nausea choca contra mí, y se va rápidamente. ¿Qué hay de malo conmigo? ¿Por qué mis pensamientos se volvieron tan malos y maliciosos? He sido creada para proteger a la humanidad, no para destruirla. El encuentro con el ángel caído definitivamente hizo algo extraño en mí. 80 Las palabras de Zavebe me dejaron con una condenatoria marca en mi alma, revolviendo mis pensamientos y necesidades, intentando ponerme en contra de quienes había elegido para luchar a favor. La única opción que tenía era hablar con mamá tan pronto como fuera posible sobre el tema. Ella es la única que puede ayudarme a ordenar mis prioridades, y quizás darme algo de información sobre Zavebe. Si alguna vez se abre, eso sí. Doy un profundo respiro, dejándolo salir lentamente. Suena la campana, señalando que las clases comenzarán. Cuando el profesor entra me preparo para escuchar su aburrida charla de cosas sin sentido. Pero antes que la puerta se cierre un nuevo estudiante entra a la sala. Sus ojos atrapan los míos y mi corazón se cae al piso. El chico nuevo es una Víbora Nocturna. 81 Capítulo 7 Traducido por Carmen Es Corregido por SilV Mis manos aprietan el fondo de mi asiento mientras lucho por mantenerme calmada, el Águila de Plata despertando junto conmigo. Mi enemigo acaba de entrar, rabia y miedo crecen en mi pecho, aunque otro sentimiento empieza a crecer por encima de los otros. Uno que no podría explicar. Seguridad. Uno de mis poderes número uno es el don de discernir si la gente es buena o mala. Este Víbora en particular no hizo que mi estómago temblara de ira. En lugar de eso siento que éste no dañará a los Sin Tocar, lo que es extremadamente raro ya que somos enemigos jurados. Pero eso no puede estar bien. ¿Cómo puedo sentir algo más que odio hacia este repugnante humano que ha sido tocado por tal maldad? Manteniendo mis ojos enfocados en él y sólo en él, miro como camina hacia el escritorio de la maestra, moviendo su cabello oscuro que le llega al hombro fuera de su cara bronceada. Sonríe, tendiéndole a la maestra una hoja de papel. Los ojos de ella están bien abiertos mientras ingresa el nuevo estudiante, muy probablemente preguntándose si ya tiene dieciocho. Los dos conversan un momento antes de que ella se gire hacia el resto de la clase y sonría, sus ojos están un poco vidriosos. —Clase —empieza con una voz alegre, que propulsa de ella para limpiar su garganta—, tenemos un nuevo estudiante que se nos une hoy. Todos díganle hola a Phoenix Brooks. Unos cuantos holas susurrados resuenan a través del salón. El Víbora, Phoenix, sonríe, sus dientes son de un blanco brillante contra su tez besada por el sol. Nadie puede ver la enrollada víbora negra justo bajo su piel, localizada en su mejilla derecha. Nadie más que su servidora. Risitas de más allá del salón vienen de un pequeño grupo de porristas, todas mirándolo con expresiones coquetas escritas en sus caras. No puedo detener el giro de mis ojos, la repugnante escena me hace querer vomitar. 82 Claro que este chico Phoenix es lindo, pero no es lo que las chicas de preparatoria llaman “lo máximo”. Es alto, aproximadamente 1.83 m, musculoso, y su cabello es café oscuro y recto, cayendo justo por encima de sus hombros. Su camisa negra y jeans se le ajustan a la perfección y... Está bien, lo diré. Este chico es hermoso con H mayúscula. Pero viendo lo que otros no y sabiendo que él es potencialmente la persona más peligrosa en la escuela, (además de mí) me da asco y malestar. También el ver chicas inmaduras halagándolo significaba que mi trabajo estaba a punto de volverse mucho más difícil. Tengo que contener un grito de desacuerdo cuando la maestra dice: —Hay un par de escritorios vacíos atrás. Por favor elige uno y empezáremos. Genial. Simplemente genial. Porque soy una marginada y la gente se disgusta por mi personalidad menos-que-adorable, por supuesto que hay un par de escritorios vacíos junto al mío. No solo está mi enemigo en mi clase, sino que también va a sentarse junto a mí. Malditamente increíble. —Sí, señora —contesta, y casi pierdo mi desayuno cuando las mismas chicas se ríen más. Estoy segura de que reaccionan así por su profunda, voz sedosa. Incluso la maestra parece hechizada por su presencia. Yo miro... no, todos miran como se desliza suavemente por el pasillo y se sienta en el escritorio a la izquierda del mío. Mientras se sienta, el escritorio hace un sonido chirriante después él deja salir un suspiro. Le disparo dagas a través de mis ojos, esperando que mi mirada luzca tan amenazante como me siento. Evidentemente no es así. Me sonríe, mostrando sus dientes perfectos. Rápidamente me doy la vuelta, pero antes de que lo haga veo lo oscuros que son sus ojos, tan oscuros como tinta negra. Por un momento pienso en lo guapo que es. Pero solo por un momento. La víbora negra situada bajo su piel me ayuda a mantener mi guardia arriba, recordándome que sin importar que tan inocente pueda parecer en el exterior, el interior alberga un monstruo ávido por robar almas humanas para el lado oscuro. 83 Todavía me siento perturbada, y ésta es la razón: Él está aquí, en mi presencia, mi sangre de Águila de Plata quema y anticipa una batalla, aun así algo es diferente. Él es diferente. Fuera de todas las otras Víboras con las que he estado en contacto, éste no parece ser una amenaza. La mayoría de las Víboras con las que me he encontrado en el pasado tenían maldad ondulando fuera de ellos en olas gigantes, pero los sentimientos de Phoenix parecen más dóciles. Sentada en mi escritorio, a solo unos centímetros de distancia, todo lo que puedo sentir ondulando fuera de él es paz, tristeza, y soledad, las cuales son tres emociones que nunca relacionaría con una Víbora. Esto me parece extraño; esto confunde a la mierda de nunca amar fuera de mí. Hasta que averigüe todo este desastre realmente tengo que prestarle atención a este chico, y también descubrir si está conectado con el Víbora rubio que sabe mi nombre. La maestra está en medio de una lectura del manejo del café cuando Phoenix capta mi atención. —¡Psst! Oye, ¿Tienes una pluma que me puedas prestar? —susurra. Giro mi cabeza y lo miro amenazadoramente. —¿Qué? —Una pluma —replica, gesticulando con su mano. —Increíble —mascullo bajo mi aliento. Saco una pluma de mi mochila y empiezo a tendérsela cuando “accidentalmente” la tiro al piso. Mientras él se inclina para recuperarla yo imito sus movimientos, quedando justamente frente a su cara. Su mano toca la pluma justo cuando mi mano se estrella en el dorso de la suya. Tiempo de imponerse... a mi manera. —No sé de dónde vienes, ni por qué estás aquí pero sé exactamente lo que eres. —Mi susurro es duro pero no me importa. Aprieto su mano hasta que mis nudillos se vuelven blancos, continuando con mi amenaza—. Si le pones una mano encima a alguien aquí yo personalmente te cortaré la cabeza. ¿Entiendes de dónde vengo? 84 Mira dentro de mis ojos antes de responder, su cara está completamente en blanco. —Veme afuera después de clases, en frente de la escuela, en las escaleras. Lo explicaré todo. Otra vez nos miramos fijamente el uno al otro, mi mano todavía en la suya. Le lanzo una mirada sospechosa, inclinando mi cabeza a un lado. —¿Qué, ósea, quieres que me salte clases? Él sonríe con suficiencia. —¿Todo el poder del mundo y tienes miedo de saltarte clases? ¿Estás diciendo que bajo tu duro y rudo exterior está una niñita débil? Su comentario golpea mis nervios, así que pellizco su mano, haciendo que aullé como un cachorro. —¿Gracen? ¿Phoenix? —dice la maestra desde el frente del salón, una pizca de preocupación sazonando su voz—. ¿Está todo bien allá atrás? Rápidamente nos sentamos derechos en nuestros asientos, lanzando nuestras miradas hacia delante. Mi cara quema con profunda vergüenza cuando toda la clase se da la vuelta y nos mira fijamente. Trato de hablar pero mi boca de repente está seca como un hueso. —Todo está bien —responde Phoenix por los dos. Su corta respuesta la satisface, así que continúa con su lectura. Afortunadamente el resto de la clase vuelve sus atenciones al frente, con la excepción de un par de chicas dándome miradas vete al Infierno. Dejo que unos cuantos minutos pasen antes de decirle —Te veré después de clases... Víbora. —Bien —dice él, y luego añade—: Tenemos mucho que discutir, Gracen Potts. Sacudo mi cabeza, regresando mi atención a la incoherente maestra. ¿Cómo sabe mi nombre? —Mal-dita-mente-in-creíble —mascullo, y cuando él se ríe claramente mi sangre arde. 85 *** Hay frío en el aire, El viento del otoño se esfuerza por tumbarme. Me pongo la capucha de mi chaqueta y soplo en mis manos mientras me siento en las escaleras frente al edificio de ladrillo de la escuela. El segundo periodo ya ha empezado —estoy oficialmente saltándome clases, primera vez para mí. No es que tenga miedo de que me atrapen, es sólo que nunca tuve una razón hasta ahora para hacerlo. Y esa razón está diez minutos tarde. Imaginándome que no va a venir me levanto, decidiendo que tal vez sí pueda ir a clases. Es ahí cuando el shock sacude mi cuerpo, mis huesos casi saltan de mi piel. Recargándose contra la pared de la escuela está Phoenix Brooks. Sus brazos están cruzados y parece que ha estado ahí por un rato. —¿Pensaste que no iba a aparecer? —dice con una sonrisa petulante. —No —le lanzo de vuelta sarcásticamente—. Todavía estaba aferrándome a la esperanza de que no aparecieras. Su sonrisa se desvanece, transformándose en un ceño fruncido. —Perdón por decepcionarte —me dice, estrechando sus ojos oscuros. Inclino mi cabeza en desafío. —No acepto tu disculpa. De nuevo nos encontramos en un combate de miradas, cada uno esperando que el otro haga el primer movimiento. Cuando digo movimiento, quiero decir hablar, y yo realmente no quería ser la que rompiera el hielo. Él había pedido verme, así que él debería ser quien hablara primero. Aunque después de unos cuantos incómodos segundos de silencio y el viento frío desgarrándome, me fuerzo a mí misma para romper el incómodo muro. —Mira, me estoy congelando el trasero aquí —digo, envolviéndome en mis brazos—. Así que si quieres hablar, habla. Si no, me iré a clase. —No podemos hablar aquí —declara rápidamente. Sacudiendo su cabeza añade—: Ellos podrían estar mirándonos. 86 —¿Ellos? —replico, arqueando una ceja—. ¿De quién hablas? —Antes de que pueda parpadear él se pone a mi lado, su hombro tocando el mío. —Sígueme unos cuantos pasos detrás de mí —ordena suavemente, poniéndose la capucha de su chamarra negra sobre su cabeza. Escanea los edificios que nos rodean, bizqueando contra el sol brillante mientras los mira con preocupación—. Están por toda la ciudad, buscándome a mí y a los otros. Si ellos saben que te encontramos, estamos acabados. Mi corazón truena ruidosamente en mis oídos, y antes de que pueda preguntar una vez más quiénes son “ellos”, él pasa junto a mí, dejándome parada ahí con mi boca bien abierta. Empiezo a seguirlo unos pasos después, manteniendo unos buenos quince metros detrás de él. Mis sentidos están en completa alerta, llegando lo más lejos que pueden, buscando cualquier señal de peligro. Afortunadamente no detecto enemigos, excepto por el que estoy siguiendo, y extrañamente no detecto ninguna amenaza que venga de él. Raro. Muy raro. Un par de cuadras más tarde Phoenix entra al Tony's Breakfast Bar. Despreocupadamente miro alrededor, después casualmente camino a través de la calle y entro al restaurante. Una vez dentro del comedor escaneo las cabinas hasta que encuentro al Víbora. Escogió la cabina más lejana en la parte trasera, lo que es una sabia decisión ya que la mayoría de los patrones de personas hubiesen tomado de las cabinas del frente. Caminando lentamente a la parte trasera mis oídos recogen cada sonido del ocupado restaurante, platos y vajilla de plata golpeando juntos, una risa molesta, un celular sonando, el cocinero silbando, un inodoro irrigando agua. Mi cabeza empieza a doler con todo el jaleo que forma parte de cada día. En serio, tener súper oído no es tan divertido como suena, especialmente si eres propensa a las migrañas. Deslizándome dentro de la cabina, me quito mi chaqueta y me pongo en el asiento rojo acojinado. Él está viéndome, estudiándome, como tratando de escudriñar dentro de mi cerebro. Lo cual nunca va a pasar. Sí, él es poderoso siendo un Víbora Nocturna, pero no es lo suficientemente fuerte para leer mentes. Los Mortales de Plata no albergamos ese poder tampoco, aunque podemos detectar sentimientos, y justo ahora él siente ansiedad y miedo. Su corazón 87 está palpitando salvajemente, y antes de que hable, noto su vacilación. Teme que el resultado de esta conversación no vaya demasiado bien. Y eso causa que mis ya agitados nervios exploten en una absoluta angustia. —¿Estás hambrienta? —pregunta, sus ojos bien abiertos y sin parpadear. —No —contesto. —¿Estás segura? —Sí. —Porque tienen los mejores homelets de este lado de… Perdiendo mi compostura, me estiro a través de la mesa y agarro el cuello de su camisa, jalándolo hasta la mitad de la mesa. —Mira —siseo—, no estoy hambrienta o sedienta o me importan sus estúpidos homelets. Todo lo que quiero es que empieces a explicarte. Si no empiezas a hablar entonces estás desperdiciando mi tiempo, y si desperdicias mi tiempo estás fastidiando mis nervios, incitándome a desgarrarte con mi muy largo y afilado cuchillo. —Inclino mi cabeza a un lado, estrechando mis ojos—. ¿Es eso lo que quieres? Me mira calmadamente. —No soy tu enemigo —dice suavemente—. Lo explicaré todo si me dejas. Por favor. Déjame. —Mis ojos bajan hacia mis manos en el cuello de su camiseta y eso me hace darme cuenta de que tal vez estoy siendo un poco demasiado dramática. Dejándolo ir, me desplomo de vuelta en mi asiento. Él hace lo mismo, enderezándose la camisa y pasándose una mano por su cabello despeinado. Me siento mal por ser tan severa, inmediatamente lamentando mi reacción exagerada, pero no lo suficiente como para disculparme. —¿Eres normalmente así de furiosa? —pregunta, sus ojos parpadeando a lo largo del restaurante. Me encojo de hombros, apoyándome mientras un sentimiento desganado revolotea a través de mi cuerpo. —Sólo cuando me siento con el enemigo. 88 —Gracen, ¡No soy tu enemigo! —exclama, pareciendo agitado. Su reacción trae una sonrisa a mis labios. —Pruébalo —presiono despiadadamente, y añado—: Empieza a hablar o me voy. —Bien —replica a través de sus dientes apretados—. Pero prométeme que mantendrás la mente abierta a lo que te diga y que escucharás cada palabra. —Seguro, por qué no —le digo, otra vez encogiendo mis cansados hombros. Sacude su cabeza. —No, tienes que prometérmelo. Girando mis ojos se lo concedo —Lo prometo. —Bien. Eso es bueno. —Aclara su garganta—. Primero déjame sacar esto. No soy como los otros de mi raza. No soy tan malvado y vicioso como piensas, y te estoy diciendo esto porque se te va a hacer difícil creer lo que te digo. —Hace una pausa, mirando directamente a mis ojos; asiento para que continúe—. No quiero ser una Víbora Nocturna. No me gusta causarles dolor a otros, no quiero ser la causa de ningún sufrimiento por el que pase la humanidad. No me gusta mentir, engañar, y aborrezco absolutamente a los demonios. Reacciono a sus palabras riéndome fuerte. —¡Oh por favor! Perdóname por mi arrebato, pero no vas a sentarte aquí y convencerme de que quieres rebelarte contra tu verdadera naturaleza. Tendría que ser muy estúpida para creer una historia tan pobre. —¡Estoy diciendo la verdad! —expresa, estrellando su puño en la mesa, tintineando la vajilla—. Y esa no es toda la historia. Hay un grupo de nosotros escondiéndonos en la ciudad. Nos hemos separado del clan Víbora. Escapamos de los demonios que nos habían encarcelado y ahora estamos ocultándonos, tomando refugio aquí. 89 —Um... ¿qué? —Mirándolo cuidadosamente noto la sinceridad por toda su cara. Todavía soy incapaz de confiar en él, sin embargo. Cada palabra apaga alarmas en mi cerebro, causando que mis sospechas crezcan. —Hay cinco de nosotros —continúa, apoyando sus codos en la mesa y cerrando sus manos juntas—. Hace tres semanas fuimos capaces de abrirnos camino a través de las paredes del recinto que llamábamos hogar, aunque nunca se sintió como un hogar. Se sentía más como una prisión en el Infierno. Tomamos una postura, peleando por lo que creemos, cansados de ser oprimidos por los más bajos de los demonios. Nos golpeaban diariamente, nos torturaban si no seguíamos sus aborrecibles órdenes. A veces nos hacían mirar como herían psicológicamente y atormentaban inocentes. Y no eran solo los demonios quienes hacían el tormento, nuestros compañeros Víboras lo tomaban para repartirlo. Una noche me hicieron mirar mientras un grupo de Víboras masculinas violaban a una mujer repetidamente. Ella les rogó que pararan, pero no escucharon. La devastaron una y otra vez, hasta que estaba suplicando por la muerte. El Águila de Plata comienza a llorar en mi corazón. —¿La...La mataron? Apartando sus ojos asiente. Una sola lágrima cae por su mejilla, y cuando su mirada se cruza con la mía puedo ver sus ojos oscureciéndose todavía más, los recuerdos de esa noche regresando en medidas atormentadas. Sé cómo se está sintiendo. —Tengo unos cuantos recuerdos perturbadores propios. —No queremos ser malvados —susurra, tomando una servilleta de papel y limpiando su cara—. Queremos ser buenos. Queremos proteger a los inocentes, no destruirlos. Suelto un aliento que no sabía que estaba conteniendo. Estudiando a Phoenix, alcanzándolo con mis sondeos sobrenaturales, sé que está diciendo la verdad. El dolor que siente es genuino, y sé que su corazón está roto, posiblemente más allá de un arreglo. Todos los años de su vida no han sido más que dolor, angustia, y miseria. Lo que él ha pasado hace que mi corta vida luzca como una fiesta de pijamas acolchados. 90 —Phoenix, sé que lo que me estás diciendo es la verdad—admito, añadiendo—: Aunque mientras hablábamos la víbora negra en tu mejilla me ha estado tensando, recordándome lo que realmente eres. Una expresión de dolor cruza su cara. —Si pudiera borrarlo lo haría, pero no puedo. El mal ya no existe —señala su corazón—, aquí dentro. No hay lugar aquí para la oscuridad. Nunca más. —¿Qué tiene que ver esto conmigo? —pregunto fatigosamente, frotando mis sienes—. ¿Por qué vas a mi escuela? ¿Por qué me estás contando tu historia? —Porque no tenemos ningún otro lugar al cual acudir —responde, su voz es inestable—. Tú y tu madre son los únicos Mortales de Plata en la ciudad. Los buscamos… —Oye —intervengo mientras un rápido pensamiento se filtra a través de mi cerebro—, ¿uno de tus chicos es rubio? Una expresión de shock cubre su cara. —Sí. Como sea, necesitamos… —¿Quién es él? ¿Cuál es su nombre? —Su nombre es... —titubea, después continúa—: Su nombre es irrelevante. Justo ahora en este momento nosotros, en pocas palabras, necesitamos que nos ayuden. Esto me frustra. —¿Ayuda? ¿Quieres que te ayudemos a ti y a tu grupo de Víboras rebeldes? —Me inclino hacia delante, mis palmas haciendo presión encima de la mesa—. ¿Y cómo propones que hagamos eso? —Necesitamos su protección, Gracen, y ustedes son las únicas que pueden hacerlo. —Se detiene, tirando sus manos en su regazo—. Tienen soldados allá fuera buscándonos, y sus órdenes son eliminar. Acobardada, sin saber qué decir, lo miro. Mi mente continua corriendo la conversación una y otra vez, al final nada de ella tiene ningún sentido. Él 91 no me está mintiendo, mis poderes de discernimiento me dicen mucho eso. Cada palabra que ha pronunciado es la verdad. Él, en efecto, necesita ayuda, ¿Pero para qué venir a mí? ¿Qué lo poseyó para buscarnos a mi madre y a mí por protección? Bueno, sí, mi madre y yo somos los Mortales de Plata más cercanos por aquí, ¿pero por qué pensó que podríamos ayudarlos? Por un momento siento compasión por él, pero no dura. Imágenes de Mark siendo golpeado la noche anterior parpadean en mi mente, dando lugar a la ira. Mi vida solo podría ser descrita como un bote naufragado, flotando en una piscina de constante confusión, y nunca sería normal. Jamás. En palabras más simples, tengo suficiente en mi plato con lo cual lidiar; no tengo más espacio para alguien o algo más. Punto. —Phoenix, ya he escuchado suficiente. Tu historia es muy conmovedora, pero mi madre y yo tenemos suficiente de que preocuparnos. Nuestro trabajo como Mortales de Plata es proteger a los Sin Tocar de este planeta y enviar demonios de vuelta al infierno. Nada en la descripción de nuestro trabajo declara que estamos para proteger Víboras fugitivas. —Me levanto y me pongo mi chaqueta, ansiosa por alejarme de él y de toda esta situación—. Ha sido divertido, y te deseo la mejor de las suertes, pero no soy la respuesta a tus problemas. —Pero Gracen... —suplica, levantándose también. —Y una palabra de aviso —le digo precipitadamente—. Si estás tratando de esconderte de la oscuridad es mejor que tú y tu pandilla de rebeldes se mantengan fuera del radar. Podrías empezar por no inscribirte en una escuela pública. Me doy la vuelta para irme, pero él agarra mi brazo y detiene mis pasos. —Por favor, Gracen. Necesitamos tu ayuda. Sus ojos oscuros perforan a través de mí, enviando estremecimientos que bajan por mi espina dorsal. Luce tan triste, tan lastimoso, como un cachorro perdido. Sus sentimientos fluyen dentro de mí, sentimientos de desesperación y aprensión, pero soy demasiado terca para ser persuadida. Empujando su mano fuera de mi brazo, le lanzo una mirada gélida. 92 —Como dije, no soy tu respuesta. Una vez fuera de Tony's respire en el aire fresco y regreso a la escuela, dejando detrás a Phoenix y la charla que acabamos de tener. La hora del almuerzo ya ha empezado, dejándome aun con otro problema... Qué decirle a Bets sobre la cita, sabiendo que el tema ha estado formulando preguntas en su mente de una sola ruta. Me rio para mí misma, pensando que probablemente está esperándome afuera de la puerta de la cafetería. Mi pensamiento ha sido correcto, porque mientras bajo por el pasillo ella me ve y su cara se ilumina. Corriendo hacia mí desliza un brazo alrededor de mi hombro. —¿Dónde has estado? —pregunta severamente—. ¡Te he estado buscando por todas partes! Sonriendo e ignorando los susurros que son lanzados en nuestra dirección contesto —Sí, perdón por eso. Tuve que correr a casa y traer mi tarea. Se ríe, su anillo negro y adornado de la nariz brillando bajo las luces fluorescentes. —Muy típico de ti. ¡Porque, apuesto a que perderías tu propia cabeza si no estuviera pegada a tu cuello! Sonrío. —Probablemente tienes razón. —Bien, ahora que volviste puedes decirle a la Dra. Bets qué rayos pasó entre tú y sexy Mark. Tal vez juntas podamos descubrir qué demonios hiciste mal. Suspirando ruidosamente, le digo la historia más creíble que puedo formar, una que la mantendrá lejos de descubrir la verdad. Sorprendentemente no es tan difícil de concebir y ella se cree cada palabra, aunque no estoy segura de que sea por mis habilidades profesionales para mentir. Tan pronto como mi historia sale de mi boca ella empieza a hablar de lo bueno que es su nuevo novio en la cama. Demasiado pedir que se guarde cosas para sí misma. 93 El resto del día me esfuerzo al máximo por concentrarme en las materias, pero es una meta inalcanzable. La charla entre Phoenix y yo se reproduce una y otra vez, como una aguja enganchada en un disco rayado. Para el final del día mi cabeza late fervientemente y mi estómago parece haberse dado la vuelta dentro de sí mismo. Sí, un sentimiento asqueroso. Llegando a casa camino directo hacia mi habitación para recostarme, mi cuerpo entero es una gran pila de desgana. Cierro mis ojos, esperando un pequeño descanso, pero nunca llega. Todo lo que veo bajo mis parpados cerrados es la cara triste de Phoenix, y todo lo que puedo oír es su deplorable voz sonando en mis oídos, sus palabras puestas en repetición. —Necesitamos tu ayuda. 94 Capítulo 8 Traducido por Carmen Es Corregido por Anaizher El cuarto es frío, oscuro. El olor de la muerte en el aire es tan pesado que me provoca arcadas. Trato de moverme pero descubro que estoy sentada y mis brazos y tobillos están atados a la silla. Estoy en medio de un gran cuarto. Siento el piso húmedo bajo los pies y cubierto de roca, las paredes parecen tener la misma textura. Hay un horno en la esquina del cuarto, el fuego tiene llamas brillantes y siento el calor. De hecho todo el cuarto se está quemando. Las gotas de sudor resbalan sobre mis ojos. Trato de alejarlas parpadeando, pero solo lo empeoro. —¡Hola! —llamo. Mi voz hace un gran eco. Mi mente está zumbando con muchos pensamientos al azar, cada uno cayendo sobre el otro. ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? ¿Quién es el responsable de atarme a esta silla? ¿Y quiénes son ellos? De repente, un sonido chirriante sacude mis oídos. Las puertas de metal que me confinan en la habitación se abren, revelando la larga sombra de un hombre. Un acorde de miedo golpea mi corazón mientras la sombra se vuelve más clara. Es el Víbora con cabello blanco. —Mi querida Gracen —dice, su voz tronando a través de la habitación, el piso retumbando bajo mis pies—, he esperado un largo, largo tiempo para este momento. Comienzo a gritar cuando saca un cuchillo y camina hacia mí... Me despierto con una sacudida cayéndome de la cama y aterrizando en el suelo. 95 Tomando profundas respiraciones trato de calmar el errático latido del corazón. Mis ojos vagan hacia la ventana. El sol está empezando a ponerse, sus rayos rosas y naranjas inundan a través de las cortinas. Miro el reloj en la mesa de noche y veo que son veinte minutos después de las seis. Debo haberme quedado dormida cuando regresé de la escuela, dejando espacio para que un sueño me atacara. El sueño. Ha sido diferente esta vez. Todo en él se sintió real: la aspereza de las cuerdas atadas a mis brazos y tobillos, el calor del horno, el olor a muerte. Lo que más me afecta es el hecho de que yo haya sido la estrella del show, el Víbora diciendo mi nombre. Ah y también me puso un poco nerviosa el enorme cuchillo que había empuñado. El móvil vibra en la mesa de noche. Lo alcanzo lista para contestarlo, cuando veo que el que habla es Mark. Me quedo viéndolo, preguntándome si debería contestar o no. Nuestra cita fue menos que perfecta... ¿o debería decir menos que normal? Bueno, de cualquier forma que lo viera ya me había hecho a la idea de que Mark y yo ya no necesitábamos ponernos en contacto el uno con el otro. Nunca. Simplemente éramos demasiado diferentes. Así que no respondí a su llamada, no responderé a ninguna de sus llamadas en el futuro. Suena un golpe en la puerta seguido por mi mamá entrando. El teléfono cae de mi mano. —Oye Gracen, estoy a punto… —Se detiene, disparándome una mirada peculiar—. Cariño ¿qué estás haciendo en el piso? Me levanté demasiado rápido, las piernas me están temblando como fideos. Estabilizándome, me siento al borde de la cama y replico—: Solo despertando de una siesta. —Debe haber sido una siesta estupenda. —Sonríe con suficiencia, sus cejas se alzan en dos arcos. Se acerca a mi closet y empieza a hurgar en mi ropa, sacando una camisa negra de manga larga—. Espero que no te importe, pero necesito tomar esto prestado. 96 —No, no me importa —le aseguro, mis dientes hundiéndose en el labio inferior. Los nervios están destrozados, agitados por el sueño y la charla que tuve con Phoenix. ¿Debería o no decirle sobre Phoenix y las otras Víboras? ¿Qué pensaría si le dijera que estuve en presencia de un Víbora y no sentí absolutamente nada de odio por él? Haciendo de tripas corazón se lo pregunto. —Mamá. ¿es posible que una Víbora Nocturna sea... buena? Mi pregunta causa que la camisa caiga de sus manos. Rápidamente la recoge y se da la vuelta, los ojos bien abiertos. —¿Por qué preguntarías...? ¿Por qué preguntas eso? —Camina más y se sienta en la cama junto a mí, sus ojos grises estudiándome con fiera intensidad. Me trago un apretado bulto de nervios en la garganta devolviéndole la mirada. Quiero decírselo todo, Phoenix, el sueño, el Víbora rubio que me llamo por mi nombre. Todo. Quiero hablar de todo lo que está mal en mi trastornada y patética excusa de vida, pero eso nunca pasará. Nosotras no compartimos tu típica relación madre/hija en la que puedo llorar y recargarme en su hombro y ella me dice que sin importar qué, todo estará bien. Sé que si le digo sobre las Víboras rebeldes se pondrá en plan balístico y querrá darles caza, lo que no puedo permitir. Como dije, no siento que Phoenix vaya a herir a nadie. Y en cuanto al sueño... ¿por qué preocuparla? Así que en lugar de ponerme infantil y llorar en plan “¿Por qué yo? ¿Por qué yo?” en su hombro como la mayoría de las hijas hacen, decido dejarlo y convertir la pregunta en algo completamente al azar. Por primera vez en mi vida siento que es necesario intentarlo y averiguar esto por mi cuenta. Así que me encojo de hombros. —Solo es una pregunta. Pensaba en voz alta. 97 —Oh, está bien —dice pareciendo aliviada—, aunque responderé la pregunta. Creo que es una posibilidad remota el que un Víbora se rebele contra su verdadera naturaleza, pero no me sorprendería. —¿No te sorprendería? —Nah —añade, sonriendo—. Seguramente han pasado cosas más extrañas. *** La mañana siguiente entro a Literatura Inglesa y veo a Phoenix sentado en su escritorio. Me detengo en la puerta y lo miro, observando sus maneras suaves. La cabeza gacha, el cabello café oscuro cayendo hacia delante, garabateando rápidamente en un pedazo de papel. No puedo creer que todavía esté por aquí, especialmente después de la charla que tuvimos ayer. Le dije que se mantuviera fuera del radar así que, ¿por qué todavía está aquí? ¿Está intentando hacerme enojar? Con el corazón lleno de ira comienzo a caminar a lo largo del pasillo, lista para darle pelea, pero en eso él mira hacia arriba... y sonríe. Me detengo, mis pies pegándose al suelo. Mi corazón salta contra los muros del pecho y la respiración se ralentiza. Por un momento se siente como si fuéramos los únicos en el cuarto, nuestro entorno disolviéndose en nada. Solo él, yo, su hermosa sonrisa, sus ojos oscuros llenos de bondad. ¿Qué me está haciendo? ¿Por qué estoy actuando como una escolar con un gran enamoramiento? Sacudo el polvo del cerebro y el ruidoso salón reaparece alrededor de nosotros, camino lentamente a mi escritorio con la cabeza baja. Sentándome, saco mi pesado libro de texto de la mochila y lo pongo encima de mi escritorio. No miro a Phoenix, no le hablo. Y así es hasta que él me habla. —Gracen, ¿estás tratando de ignorarme? 98 La voz profunda y sedosa besa mis oídos y no puedo evitar volver la cabeza para responderle. Solo que me pongo una máscara de rudeza, escondiendo mis perturbadores sentimientos. La víbora negra en la mejilla no es tan visible hoy pero sigue ahí, recordándome lo que es. —No —le digo con voz indiferente sin mostrar emoción—, aunque no entiendo completamente qué estás haciendo aquí después de que decidimos que tenías que mantenerte fuera del radar. —¿Decidimos? —Se ríe—. ¿Cuándo decidimos esto? —Ayer en Tony's —replico fríamente, empezando a irritarme—. Ya sabes, ¿la pequeña conversación que tuvimos donde te dije que mi mamá y yo no podíamos ayudar a tu pequeña pandilla de inadaptados? Sus ojos se estrecharon. —Sí, lo recuerdo y sé que no están interesadas en ayudar. No podemos culparlas por no querer, así que hallaremos nuestro propio camino. —¿Entonces por qué sigues viniendo a la escuela? —pregunto especulativamente alzando una ceja. —Porque —responde con una sonrisa triste—, uno de nosotros necesita tener una educación y estar a la altura del juego. Todos votaron por que yo fuera el que estudiara. De todas maneras, es más fácil conseguir un trabajo si puedo demostrar que soy un estudiante. Me burlo. —¡Wow, esa es una excusa tonta! Cualquiera puede conseguir un trabajo, idiota. —Como sea —dice ignorando mi despiadada crítica—, sentí que era necesario continuar con la escuela para mantener una fachada normal. Y también porque quiero conocerte mejor. —¿Qué quieres decir con eso? —Su declaración me confunde y me emociona. Se inclina en su escritorio, su cara en mi cara. —Me gustas. 99 —Apenas me conoces —señalo con el corazón tartamudeando y la mirada profundamente incrustada en sus ojos oscuros. —Entonces cambiemos eso. —Se encoge de hombros—. ¿Cuál es el riesgo de que seamos amigos? —Oh, hay mucho riesgo —replico. Después susurro—: Ya sabes, porque somos enemigos y eso. —Ya te dije —dice, su tono volviéndose serio—, no soy tu enemigo. Suspiro, sacudiendo la cabeza. —Aun así somos muy diferentes. —Aggrr, ahora tengo otro chico para marcar en mi lista de extremos opuestos. Hombre ¿qué tan patética puedo llegar a ser? Él se muerde el labio, aparentemente concentrado. —Tal vez —empieza después de unos cuantos segundos de silencio—, podemos ayudarnos el uno al otro. —¿Cómo? —Mi tono es de sospecha. —Podemos unir fuerzas —sonríe—, ya sabes, trabajar como un equipo y… —Ah no —lo interrumpo rápidamente—, mi mamá nunca accedería a eso. —¿Cómo lo sabes? —pregunta pareciendo ofendido. —Lo sé. —Hmm —reacciona pensativo de nuevo. Después chasqueando los dedos exclama—: Tengo una idea de cómo podemos descubrirlo. —¿Ah sí? —resoplo—, ¿y cómo? Justo mientras articulo esas palabras la campana suena, señalando el inicio de la clase. Continúo mirándolo, esperando una respuesta. Una sonrisa traviesa se extiende por su cara. —Te lo diré después —me dice suavemente volviendo su atención al frente. 100 No contenta. Suprimo un gemido, queriendo estrangularlo hasta matarlo. Pero entonces mi mente cambia, bamboleándose justo dentro de lo pervertido. Pensamientos como: wow es muy sexy y apuesto que es bueno besando, provocan que un extraño calor inunde mi estómago. Sacudo mentalmente la cabeza queriendo borrar la “perversión” cuando estoy cerca de este misterioso Víbora que está tratando de hacer el bien. Las palabras Víbora y bien simplemente no encajan en la misma oración. ¿Quién sabe? tal vez estos Víboras sí quieren unirse al lado bueno y si es así, tal vez hay una oportunidad de que podamos trabajar juntos para erradicar el mal. Una posibilidad muy, muy remota. Más tarde, en el almuerzo, Bets decide interrogarme sobre el sexy cabello- oscuro-ojos-oscuros que ha sido visto por la escuela. —¿Cuál es su nombre Gracen? —demanda tan pronto como nos sentamos. —No sé de quién hablas —digo tratando se hacerme la ignorante. —¡Sí sabes! —exclama dejando en blanco unos ojos pesadamente maquillados—. Los rumores dicen que se sienta junto a ti en el primer periodo, es callado, misterioso y extremadamente apetecible. —¿Los rumores dicen…? ¿En serio? —Mi estómago empieza a apretarse en nudos—. De todas formas Betrina, sin importar qué tan apetecible sea (y por cierto, odio esa palabra), tú estás fuera ¿recuerdas? ¿te suena la estrella de futbol Billy Stanton? Se burla, levantando su mano. —Billy y yo no somos nada serio. Solo somos amigos. —¿Qué? —esto me confunde—. Creí que él te había pedido que fueras su novia después de… uh, ya sabes... ¡y le dijiste que sí! —Sí, sé que lo hice —suspira y añade—: pero solo dije sí porque nos atraparon ocupados. No significaba nada. Además, lo boté anoche. Otra vez estoy completamente en shock. —¿Lo botaste? ¿Por qué? Apoyando los codos en la mesa estrechó los ojos. 101 —Mira, no estoy lista para quedarme con un chico. Soy joven, sexy ¡y estoy de vuelta en el mercado! Y justo ahora tengo los ojos fijos en el chico nuevo. —Se inclina de nuevo en su silla y cruza los brazos con una sonrisa astuta y seductora—. Así que dime ¿cuál es su nombre? *** Para la hora de la salida, la cabeza se me estaba partiendo en dos. Prácticamente volé a casa, ansiosa por huir del infierno adolescente que llaman preparatoria. Bets literalmente me había vuelto loca preguntando sobre Phoenix y rogándome que se lo presentara a su yo soltera. Escapé con éxito del edificio escolar sin tropezar con mi mejor amiga, aunque mi teléfono no. Cada dos minutos vibra con su nombre destellando a través de la pantalla. Incluso mientras abro la puerta de mi departamento el teléfono se zarandea en la bolsa. Suspirando ruidosamente saco el teléfono y aprieto el botón de apagado sabiendo muy bien que sufriré después por evitar sus llamadas. Estoy haciendo esto por su propio bien, aunque sé que ella nunca entenderá mi razonamiento. Bets es la única persona, además de la Abuelita, mamá y Jude a la que amo. Nunca querría herirla. Al ignorar sus llamadas estoy salvándola de cualquier dolor y tristeza que podrían venir de conocer a Phoenix. Seguro que Phoenix puede ser un gran chico, pero toda la cosa Víbora Nocturna definitivamente es un problema. Bets es una normal, una humana Untouched, mientras que Phoenix y yo estamos hechos para combatir la guerra invisible que se libra en las sombras. Aunque no sabía muy bien qué quería decir Phoenix con trabajar juntos, el punto es que los Mortales de Plata y las Víboras Nocturnas no se mezclan. Mi mente todavía está atascada en ese único proceso mental. Así, con ese importante pensamiento vagando por mi trastornada razón, decido decirle a mamá todo lo que está pasando tan pronto como llegue a casa. Sé que si alguien puede manejar esta situación tamaño-mega, esa es Ellen Potts. 102 —¡Mamá! —grito al máximo de mis pulmones—. Tengo que decirte alg… El final de mi oración se va volando a otra dimensión, impidiéndome terminar mi saludo. La mochila se desliza lentamente de mi agarre cayendo al suelo, mientras mis ojos se fijan en mamá y Jude sentados en la mesa de la cocina junto a un visitante. Phoenix Brooks. ¿Cómo me encontró? ¿Descubrió dónde vivimos? Esto es un poco más que escalofriante y también lo es la inocente sonrisa en su cara. Incluso desde mi punto de observación puedo ver la víbora negra en su mejilla ¿Cómo son capaces mamá y Jude de sentarse en su presencia con eso mirándolos fijamente todo el tiempo? Los cuatro nos vemos unos a otros, obviamente sin saber qué hacer o decir después. Toda la escena me tiene en la cima de la confusión. Nunca creí, ni en un billón de años, que mamá dejaría que un Víbora cruzara el umbral de nuestro hogar privado. ¡Estoy enormemente sorprendida de que Phoenix todavía tenga la cabeza puesta! Pasan unos cuantos segundos llenos de tensión antes de que mamá se aclare la garganta. —Sí Gracen. Necesitamos hablar. —No me muevo. No hasta que Phoenix habla. —Ven y toma asiento —dice palmeando la silla vacía junto a él—. Prometo no morder. Después del comentario me guiña un ojo y sonríe, mostrando sus deslumbrantes dientes blancos. En el pasado un comentario y un guiño como ese me hubieran enfurecido. En lugar de furia siento el mismo calor golpeando el vientre, la cara cubierta de un abrasador rubor. Jalando mis paralizados pies me acerco y me dejo caer en la silla con la cabeza baja. No sé por qué pero me siento insegura y tímida y lo odio. No tener la confianza y seguridad que necesito y que el mundo concluya que soy débil no es definitivamente lo quiero que piensen de mí. Lentamente levanto los ojos, mirando primero a Phoenix, después a Jude y finalmente a mamá. Un escalofrío baja por mi espina dorsal cuando veo la mirada de 103 preocupación en sus ojos grises. Esa mirada significa que está estresada y que está a punto de abordar un asunto. A veces eso es algo bueno, solo que hoy no estoy segura de que lo sea. —Gracen, Phoenix nos contó su historia —empieza yendo directo al punto—. Nos informó que ustedes dos se conocieron ayer y también que sabes sus circunstancias y las circunstancias de los otros Víboras ¿es cierto eso? —Su mirada es tan dura como su tono. No puedo decir si está enojada por no contarle sobre Phoenix, o si está enojada porque un Víbora está sentado en su mesa de la cocina, o por ambos. Probablemente ambos. —Es verdad —respondo con decisión, y añado—: También le dije que no había nada que pudiéramos hacer por él. ¡Pero no escuchó! Volviéndome hacia Phoenix y mirándolo con furia le grité a pleno pulmón. —Te dije que te mantuvieras lejos del radar. ¿Por qué no pudiste meterte eso en tu grueso cráneo? ¡Nuestras razas no se mezclan! Traté de… —¡Suficiente! —interrumpe mamá severamente, haciendo que cierre la boca y vuelva rápidamente la cabeza hacia ella. —Sí. Como grupo, Mortales de Plata y Víboras Nocturnas son enemigos, pero esto —alza su mentón hacia Phoenix—, es un caso diferente. Él nos ha buscado pidiendo ayuda y sé que es sincero. Nos está diciendo la verdad. Él y los otros fugitivos necesitan orientación y vamos a ayudarlos. —¿Cómo sabes que es sincero? —dije resoplando con una risa corta. Cierra los ojos y se masajea las sienes. —De la misma manera que tú. —Abriendo los ojos añade—: Ambas compartimos el mismo poder de discernir Gracen. Ambas podemos sentir la verdad. Empiezo a pensar una réplica, pero nada me viene a la mente. Tiene razón. Ambas sabemos que él está diciendo la verdad y las dos sabemos que se siente perdido y asustado. —Phoenix —dice Jude, su voz interrumpe la incomodidad entre mi madre y yo—, antes de que podamos decidir cualquier cosa Ellen y yo tendremos 104 que ponernos en contacto con miembros Mortales para asesorarnos. Y también necesitamos descubrir si hay otros como tú. Pasa una mano a través del cabello rojo rizado, un gesto que siempre he visto cuando está ansioso. —Abreviando: Nunca antes había escuchado algo como esto. Por favor entiende que tenemos que tomar precauciones. Nos hemos enredado con algunas Víboras malignas antes. Podría tomarnos un tiempo ugh...confiar. —Entiendo —asiente Phoenix—, y gracias por reunirse conmigo. Iré a decirles a los otros y esperaremos. —¿Tienen refugio? —pregunta mi madre. Él asiente de nuevo. —Sí señora, tenemos. Me aseguraré de mantener a los otros a salvo, aunque continúe yendo a la escuela. —Su mirada se dirige hacia mí y tiemblo. ¿Cómo es capaz de hacerme eso? Para mi desesperanza mi madre concuerda con su decisión. —Esa es una sabia decisión. Mantente cerca de Gracen y ella te estará informado. Eso hace que suenen mis engranajes. —¿Qué? —pregunto volviéndome hacia mamá con el shock bañando mis rasgos—. No soy una niñera. —Tratarás a Phoenix con respeto hasta que Jude y yo enderecemos las cosas —ordena terminante. Se levanta y Jude hace lo mismo—. Habláremos de esto después Gracen, pero por ahora tengo que descansar para esta noche. —Pero mamá… —Hablaremos pronto Phoenix —le dice con una sonrisa suave—, tienes nuestros números. Se dirige a su dormitorio. 105 —Gracen, hablaremos de esto después. —Antes de que pueda replicar, ella azota la puerta sacudiendo los cuadros de la pared. Miro a Jude que tiene los ojos sobre la puerta cerrada de mi madre. —Debiste haber sido sincera con ella —dice suavemente, todavía mirando la puerta. Entonces sin lanzarme una mirada sale por la puerta del departamento, dejándonos solos a Phoenix y a mí. La habitación está en silencio, excepto por el golpeteo del pie de Phoenix en el piso de linóleo, sus movimientos sacuden la mesa. Miro mis manos entrelazadas, jugueteo con los pulgares sin saber qué decirle. De hecho, quiero decirle un montón de cosas, algunas odiosas, cosas feas, pero las palabras no se formaran correctamente. En vez de eso alzó mis ojos pálidos hacia los oscuros suyos y solo frunzo el ceño, todavía en shock por la conversación que acabamos de tener con mamá y Jude. —¿Estás molesta? —pregunta, sus ojos estudiándome. —¿Cómo me encontraste? —pregunto en lugar de responder, apoyando los codos en la mesa—. ¿Me seguiste? Sacude la cabeza y baja la mirada. —No. Saqué tu dirección de la oficina escolar. —Alza la cabeza justo a tiempo para verme abrir la boca—. No es tan difícil entrar a escondidas en los registros de la escuela, especialmente si puedes aparecer y desaparecer inmediatamente. —¿Realmente puedes hacer eso? —pregunto asombrada. Por supuesto que puede, igual que el Víbora rubio de la otra noche. Asiente con la cabeza. —Síp, entre otras cosas. Cuando nos conozcamos podré mostrarte muchas, muchas cosas —lo dice muy serio mirando profundamente en mis ojos, causando que me estremezca con la atención puesta en la forma de sus labios ¿qué me está haciendo? Rápidamente me levanto, ansiosa por alejarme todo lo posible. Los sentimientos que estoy experimentando son completamente alienígenos 106 para mí y me hacen estar extremadamente enojada también. Soy una guerrera, no una cualquiera de preparatoria. He cazado, combatido y matado demonios en mis fines de semana, no me he citado y acosado con los chicos como las demás. —Phoenix —digo con voz temblorosa dándole la espalda—, necesito estar sola. No estoy segura de que sea buena idea que nos acerquemos, pero le daré a esto una oportunidad. Para ser amigos, eso es todo. Pero por ahora tengo mucho que pensar. No me malinterpretes, pero podrías… ya sabes... ¿irte? —Detrás de mí una silla se arrastra contra el piso, señal de que Phoenix se ha levantado. —No hay problema, Gracen —responde. Su voz también tiembla—. Tus deseos son órdenes. La manera en la que dice la última parte me rompe el corazón. —Por favor no te enojes —le suplico, girándome para verlo a la cara—, sólo necesito… Las palabras se agolpan en un espasmo, atrapadas dentro de la garganta. Me doy cuenta de que estoy hablando sola cuando mis ojos vagan por la mesa de la cocina. Phoenix se ha ido, dejándome pelear con mis confusos pensamientos. 107 Capítulo 9 Traducido por btaalejandra Corregido por Caro ♫ La alarma del reloj me despierta de mi sueño inquieto. Levantándolo y golpeándolo contra la mesa de luz, se detiene su estridente zumbido. Me desplomo sobre mis almohadas y suspiro, deleitando la calidez y suavidad del material de algodón. Rojo y naranja se filtran a través de mis medio- abiertas persianas, la luz solar muy brillante para mis adormilados ojos. Froto mis ojos llenos de lagañas con la esperanza de poder abrirlos completamente. Mis sueños me han mantenido ocupada durante la noche, pero no fueron como las pesadillas que me plagaron en el pasado. No, estos nuevos sueños no me tuvieron sudando o gritando a todo pulmón. En su lugar han sido felices, placenteros, y… todos sobre Phoenix. Una oleada de calor inunda mi cara a medida que recuerdo su apuesta sonrisa, sus labios gruesos, sus ojos oscuros, su… —No estás planeando abandonar la escuela, ¿verdad? Mi corazón salta hasta mi garganta al sonido de la voz de mi madre, mi mano volando hasta mi pecho. Haciendo un rápido barrido de mi habitación con ojos cansados, la encuentro sentada en el suelo, su espalda contra la puerta cerrada del armario. Está vestida aún en su usual atuendo caza demonios, el cual es todo negro. Su corto pelo rubio está definido en picos puntiagudos. Cómo se las arreglaba para mantenerlos parados luego de una noche de vagar por las calles estaba totalmente fuera de mi entendimiento. —¡Mamá! —exclamo, tomando unas pocas respiraciones para tranquilizar mi corazón fuera de control—. Me asustaste, y no, no estoy abandonando. ¿Por qué habrías de pensar eso? 108 Responde con: —Bueno, saltaste un par de clases el otro día, así que pensé que tu próximo paso sería llevar a cabo un faltazo de todo el día. —Suelta un fuerte, estrepitoso bostezo. —¿Cómo…? oh. —Sacudo la cabeza mientras la verdad golpea mi rostro—. Phoenix. Él te dijo, ¿verdad? —Mm-Hm —responde secamente, apoyando su cabeza contra la puerta— . Pero no estoy aquí para hablar sobre faltar a algunas clases. Estoy aquí para hablar de Phoenix. Y desde que estás por levantarte y yo estoy a punto de acostarme pensé que podríamos tener una charla de cinco minutos sobre qué intentaste es ocultarme cosas. Ruedo los ojos y me siento, descansando mis codos sobre mis piernas cruzadas. —No era mi intención ocultarte nada. Es sólo que pensé que podría manejarlo sola. —Cariño, no importa cuál sea la situación, siempre me tienes para hablar. —Bosteza de nuevo, cerrando los ojos. Sé que está cansada y necesita dormir. Puedo decirlo por la forma en que su cabeza está inclinada hacia su pecho. Un momento de somnoliento silencio pasa antes que yo diga: —Entonces… querías hablar sobre Phoenix. Rápidamente sus ojos se vuelven a abrir y sacude la cabeza. —Oh, cierto. —Suelta una risita, es bastante tonta cuando está cansada—. Sé que esta situación con Phoenix es un poco confusa, pero quiero que me prometas una cosa. —¿Y qué sería eso? Duda antes de responder. —Llega a conocerlo un poquito mejor. Sé agradable y civilizada con él. Necesita todo el apoyo que pueda obtener, y ¿quién sabe? Tal vez podamos hacer equipo con estos muchachos y trabajar juntos. 109 —¿Realmente crees que eso pueda pasar? —pregunto—. Después de todo, son nuestros enemigos jurados. Suspira. —Lo sé, pero este es un caso diferente, uno que nunca he experimentado o incluso escuchado. Si tu abuelo estuviera aquí estaría definitivamente en contra de ello, no importa qué estuviera esparciéndose de sus sentimientos. Pero este es un nuevo día y época. Las circunstancias, vidas, todo ha cambiado y cambia diariamente. —Sí, supongo que tienes razón. —Reacciono, entendiendo cada palabra— . O sea toma humanos Sin Tocar, por ejemplo. No importa en qué tipo de vida nacen, aún tienen control sobre lo que creen que es correcto y lo que no. Así que supongo que lo mismo puede decirse de nosotros los humanos Tocados. Mamá asiente en conformidad. —Exactamente. Tocados o Sin Tocar, todos nacemos con libre albedrío, aun cuando las Víboras enseñan contra eso. Ellos nacen siendo educados de que si no se aferran a su herencia, si cuestionan por qué deben atormentar a los inocentes, les dicen que están dañados, y en necesidad de Purga. —¿Purga? —me pregunto en voz alta. —Sí —dice, sus ojos grises abriéndose—. La Purga en el clan Víboras Nocturnas es extenuante e inhumano. Este proceso comienza con arrojar al desobediente en un agujero profundo y enlazándolos con cadenas. La primera semana no tienen nada para comer o beber. Si sobreviven, la semana siguiente son capaces de tener algo de agua, tal vez un pedazo de pan. Luego la tercera semana… —Se detiene, su cuerpo estremeciéndose—. Tan solo digamos que es aún más desagradable que las primeras dos semanas. Eso me intriga. —¿Crees que Phoenix pasó por eso? Se encoge de hombros, luego se levanta. —Tal vez. Muy posible. 110 A medida que empieza a retirarse de mi cuarto curioseo, —Entonces ¿mis instrucciones son ser agradable con Phoenix y hacerme su amiga? Se detiene en mi puerta abierta y me mira curiosamente de lado. —Pon más énfasis en la parte ‘agradable’, ¿entiendes? Me fuerzo por sonreír. —Sí, lo tengo. Después de que mamá se va de mi habitación, de nuevo me desplomo contra mis almohadas, mis pensamientos son un enorme y revuelto espiral de desorden. Entonces, tengo que llegar a conocer mejor a Phoenix, acercarme y ser agradable con él. Es un muchacho humano Tocado. Me acaban de pedir juntarme con un Víbora. ¿Seré capaz de lograrlo? Una sonrisa astuta tironea de mis labios. Si, si podré. Incluso si eso me mata. *** En la escuela busco mi libro de literatura inglesa en mi casillero, encontrándolo finalmente debajo de toda la basura que he tirado dentro de la pequeña caja. Cerrando la puerta, casi salto hasta el techo cuando la cara de Bets aparece de la nada. —¡Oh! —chillo, sobresaltada por su repentina llegada—. Bets, ¿cuánto hace que estas parada ahí? La expresión que tiene me deja saber que estoy para una mordida de trasero, así que me preparo para lo que sea que tire en mi dirección. —Bueno hola, Gracen, ¡mi mejor amiga en el mundo entero! —expresa dulcemente, un poquito demasiado dulce, en realidad. —¿En qué has estado desde la última vez que hablamos? 111 Notando su tono sarcástico me zambullo directo en mi excusa por ignorarla. —Estuve muerta de cansancio ayer, así que apagué mi teléfono y tomé una siesta. Tan sólo necesitaba un descanso de la realidad. No estuve evitándote o lo que sea. —Sí, esa última parte es una mentira total, y por el revoleo de sus ojos oscuros, no está creyéndose mi excusa. —Te olvidas que te conozco mejor de lo que tú lo haces. Eso es discutible. —Sí, claro… —Y —continúa—, te cansaste de mis llamadas y charlas sobre Phoenix, ¿verdad? —En realidad, sí —admití rápido, pero continúa: —Y la razón por no querer presentarme es porque estas interesada en él, ¿estoy en lo cierto? Sin pensar respondo: —Sí, eso es exactamente… espera un minuto, ¡No! ¡No, no estoy interesada en él en lo absoluto! —Al menos no creo estarlo. Se ríe estridentemente. —Oh, ¡sí que lo estás! Puedo decirlo por esa mirada soñadora en tus ojos. Estás caliente por el chico nuevo, ¿no? —Mueve sus cejas perforadas. Suspiro, luchando por mantener mi rostro sin expresión. —No, Betrina, no lo estoy. Te he dicho millones de veces que no quiero un novio. No necesito uno. Frunce sus cejas, sus labios pintados de negro ceñudos. —Entonces, ¿por qué no nos presentas? Bueno, porque, Bets. Él es un humano Tocado que creció alrededor de demonios. Sí, eso era lo que hubiera dicho… si tuviera las agallas. 112 —Bets, no lo entiendes —digo suavemente—. Este chico no es para ti, él es un…, tan sólo no es lo suficientemente bueno para ti. Sólo saldrás herida. Revoleando sus ojos una vez más, gime. —Gracen… —En serio, te estoy pidiendo que confíes en mí en esta. Me doy cuenta que estoy suplicando por un caso que no se puede ganar. Bets es muy terca y testaruda una vez que su decisión está tomada. Pero tenía que intentar lo que sea para alejarla a de mi mundo y el de Phoenix. Entrecierra los ojos, sonriendo ampliamente. —Entonces, estás diciendo —empieza, mirando a sus uñas de rojo oscuro, inspeccionándolas—, él es un chico malo. No estando segura de a dónde está yendo con esto, respondo: —Um, sí. Él no es material para novio. Se ríe entre dientes, y de repente me agarra por los hombros. —Grace, bebé, no estoy buscando un chico bueno, estoy buscando un buen momento, y sólo los chicos malos pueden entregar eso. Si eres mi mejor amiga, intercederás por mí y nos presentarás en el almuerzo. — Me da su mejor expresión de cachorrito que derrite mi corazón, y por supuesto, me rindo, aunque sé que es lo incorrecto. —De acuerdo —reaciamente cedo—, te lo presentaré, pero si resulta ser un imbécil, ¡no vengas llorando! Muerde su labio, dándome un guiño. —Muñeca, nadie es tan imbécil. —Dejando caer sus manos de mis hombros, se apunta a sí misma y asiento con la cabeza en acuerdo. Es una idiota. Lo sabe. Y no le importa. Bets no es del tipo de corazón tierno, así que si se involucra con Phoenix y no funciona, simplemente encontrará otro títere dispuesto. Siempre ha sido del tipo que, si fuera a caer de un caballo que corcovea, después se levantaría de nuevo para treparse a otro. Sin problemas, sin arrepentimientos, sin nada. Vive su vida en el ahora, atrapada únicamente 113 en el presente. Su cita favorita en la vida es esta: La vida es demasiado corta para detenerse en el pasado o preocuparse por el futuro, así que agarra el presente por las bolas y no lo dejes ir. En serio, son sus palabras no las mías. —¡Gracias, Gracen! —Me atrae a un apretado abrazo, luego me suelta y sale precipitadamente a clase. Su pelo negro balanceándose a medida que camina, sus altos zapatos de tacón repiqueteando contra el linóleo tan fuerte que soy capaz de escucharlos sobre el pasillo atestado. Gruñendo me doy la vuelta y camino hacia el primer período. Phoenix estará ahí y tengo que obligarme a ser amable con él. No sólo eso, tengo que presentarlo con Bets en el almuerzo, y realmente no quiero hacerlo. Pensando en eso, un pinchazo de celos me apuñala en el estómago, seguido de un molesto sentimiento. El simple pensamiento de estar celosa es sólo… ¿Por qué estaría celosa de Bets y Phoenix conociéndose? Es verdad, él es lindo, y mis sueños la noche anterior han estado dominados por su presencia, pero eso no significa que estoy interesada en él. Lo último que necesito es una relación romántica que lo más probable entorpezca mis obligaciones como Mortal de Plata, y definitivamente no necesito involucrarme con los Víboras Nocturnas. Y más importante, no me gusta Phoenix. Al menos creo que no. Todos mis enredados pensamientos se drenan de mi mente mientras entro a la clase y fijo mi mirada en Phoenix. Está sentado en su escritorio con su cabeza inclinada hacia atrás, con auriculares negros cubriendo sus oídos. Sus ojos están cerrados y su expresión es de calma pura. Incluso la víbora en su mejilla parece estar disipándose detrás de su piel, aunque sé que eso nunca puede suceder. A medida que me acerco a mi escritorio veo que hay un frasco de conservas lleno hasta el tope con Skittles violetas, mi dulce y color favoritos de todos los tiempos. Levantando el frasco e inspeccionándolo, mi corazón late el triple. ¿Cómo pudo haber sabido que los Skittles violetas son mi golosina favorita? Volviendo mi mirada hacia él veo que ya me está mirando con una amplia sonrisa en su rostro. Había guardado su MP3 y sus auriculares, sus ojos oscuros brillando ansiosos. Con el frasco en mi mano, alzo una ceja. 114 —No sabía que en los registros esenciales tuvieran archivada mi obsesión por mi dulce favorito. Guau, ¿realmente toman las vidas de sus estudiantes en serio, eh? —No estaba en tus registros —me informa, guiñándome. —Bueno, duh, Phoenix, estaba haciendo un chiste. —Luego curiosamente inquiero—: Entonces, en serio, ¿cómo te enteraste? ¿Puedes leer mentes o algo así? —Nop, no puedo leer mentes —responde, su sonrisa tornándose astuta. —¿Entonces cómo? —Ayer. Tu casa. Ellen me dijo. ¡Mi mamá, por supuesto! Sentándome en mi asiento, manteniendo mi atención pegada a él, digo: —¿Te refieres a que antes de que llegara ustedes estuvieron hablando de mí obsesión por los Skittles violetas? —En realidad fue justo después que me fui. Parecías bastante molesta, así que quise conseguirte algo. —Frota una mano a través de su sedoso pelo— . Nos mensajeamos por texto y dijo que la forma más fácil para alcanzar tu lado bueno era ofrecer Skittles violetas. Aún asombrada digo: —Oh, eso es tan dulce… y extraño. —Considéralo una ofrenda de paz —dice. Cuando no respondo agrega—: Quiero que nuestra amistad empiece bien. También quería mostrarte cuánto aprecio que estés cuidando de mí y de los otros. Por darnos una chance. No hemos tenido muchas oportunidades en nuestras vidas. Para mi sorpresa siento mi testaruda, impenetrable guardia disolverse a medida que mis ojos se llenan de lágrimas. Por un breve momento siento lo que está sintiendo —incertidumbre, inquietud, miedo— todo enrollado en una gigante albóndiga de emoción. Nadie, ni siquiera mi madre o abuela, me han dado alguna vez tan considerado regalo. 115 —Gracias —digo suavemente y abre la boca para replicar, pero la campana lo interrumpe. Las próximas clases pasan volando, dándome difícilmente tiempo para pensar. Pronto estoy sentada en el almuerzo, mordisqueando una manzana roja. Sólo cuando Bets se sienta recuerdo que supuestamente tengo que presentarla a Phoenix. —¡Hola, chica! —me saluda, sentándose frente a mí en la mesa—. ¿Dónde está Phoenix? Mentalmente pateándome a mí misma por no advertirle a Phoenix sobre Bets respondo: —Debería estar aquí en cualquier momento. —¡Graaandioso! —Sacude su pelo—. Sé que esto va a sonar infantil, pero estoy un poco nerviosa. ¿Cómo luzco? —Me mira expectante; le echo un vistazo. —Como el sueño de cualquier chico malo —murmuro, dando otro mordisco a mi manzana. —Perfecto. —Sonríe—. Entonces, ¿cómo está Mark? ¿Has hablado con él últimamente? Una dura piedra cae en la boca de mi estómago con la mención de su nombre. —No estoy segura de cómo le está yendo —respondo después de tragar un pedazo de manzana. Frunce el ceño. —Asumo que tenemos que encontrar un nuevo lugar para los nachos, ¿eh? —Antes que pueda responder, sus ojos se abren, mirando detrás de mí—. ¡Oh, ahí está! Girando mi cabeza, Phoenix aparece a la vista. Está llevando una bandeja llena de comida en nuestra dirección. Las estudiantes femeninas siguen cada paso que da, aunque no les presta atención. Una vez que descubre que lo estoy viendo caminar, una sonrisa se extiende a través de su cara. Detrás escucho a Bets soltar un suspiro. 116 —¡Es taaaan de ensueño!—remarca, su tono rebozando de amor adolescente—. Apuesto a que es un tigre en la cama. Dándome vuelta, la miro fijamente. —¿Eso es lo único en lo que piensas? —Asiente, chasqueando su lengua. Sacudiendo la cabeza me quedo mirándola boquiabierta. Sí, sé que es libertina, pero ¿alguna vez tiene en cuenta los sentimientos de alguien? —Hola, Gracen, ¿este asiento está ocupado? —Escucho a Phoenix preguntar. —Puedes sentarte aquí, Phoenix —permito, aunque continúo mirando con el ceño fruncido a Bets, quien ahora está mirando fijamente al chico nuevo con ojos vidriosos. —Gracias —dice. Me separo de Bets para ver que él está sonriéndome—. Así que, ¿has estado disfrutando tu frasco de Skittles violetas? Su pregunta causa que mi rostro se sonroje. —¿Skittles violetas? —Reacciona Bets con sorpresa, disparándome una mirada interrogante—. ¿Cómo sabes sobre su obsesión a Skittles? —Phoenix —escupo antes de que pueda responder—, ¿conociste a mi mejor amiga, Bets Springfield? —No lo he hecho —dice, estirando una mano a través de la mesa y estrechando la de ella—. Es un gusto conocerte, Bets. Debes ser un individuo increíble para ser cercano a Gracen. Le dirijo una mirada para ver si está intentando bromear, pero todo lo que puedo leer en su rostro es una expresión seria, ‘de verdad’. Bets también parece un poco desconcertada por su honestidad. —Sí, supongo que lo soy —responde, dándome una mirada mordaz—. Gracen y yo hemos sido amigas por un largo tiempo. —Ella parece muy confiable —dice él, desviando su mirada hacia mí—. Alguien con quien siempre puedes contar. Con mi boca completamente abierta intento hablar, pero me doy cuenta que estoy totalmente sin palabras. ¿Está bromeando, o lo está diciendo 117 con sus verdaderos sentimientos? Es difícil leerlo justo ahora mientras me mira profundamente a los ojos, estudiándome con un anhelo feroz que nunca he experimentado con nadie. Toda la situación es sencillamente extraña, aunque ese cálido sentimiento en mi estómago aparece de nuevo, causando un temblor que arrasa con mi cuerpo. Mi corazón palpita desenfrenadamente a medida que una lenta sonrisa se apodera de sus labios. Lucho por decir algo, lo que sea, pero ahí es cuando desconecta nuestras miradas. —Iré a buscar una Coca —declara de repente, parándose—. ¿A ustedes damas les gustaría una? Aún sin poder encontrar mi habla, Bets responde por nosotras: —Seguro Phoenix, nos encantaría un par de Cocas. Sonríe. —Grandioso. Ya vuelvo. Cuando está fuera del alcance del oído, Bets exclama: —Bebé, ¡está totalmente caliente contigo! —¿Qué? ¡No, no lo está! —¿O sí? Resopla. —Vamos, Gracen, sabes que lo está. La forma en que te estaba mirando, los Skittles violetas, la manera en que totalmente me ignoró. Está tirando un montón de señales y ¡ estás completamente restándoles importancia! —Bets, ya te dije —digo, frunciendo el ceño—. No quiero… —Sí, sí —interrumpe, gesticulando con su mano—. He escuchado tus excusas y para serte sincera, estoy un poco cansada de escucharlas. — Trato de meter palabra pero apurada continúa—: Así que tuviste una mala experiencia en tu primera cita. ¡¿Y qué?! Todos tienen una cita mala de vez en cuando. Lo que necesitas hacer es… No termina la oración. De repente su cara se transforma en una máscara de shock. Justo cuando estoy por preguntar que está mal una molesta voz de hombre aparece en el aire. 118 —Bueno, hola Bets. ¿Cómo está mi pequeña flor hoy? —La voz pertenece a Billy Stanton, una relación de una noche de Bets y reciente ex novio. Camina alrededor de la mesa y saca una silla, sentándose de costado enfrentando a Bets. Su amigo, Cale Whittaker, también está con él, ambos usando sus chaquetas escolares de letras negras y rojas. Para mi total consternación, Cale se sienta en la silla de Phoenix, sus ojos azules brillando maliciosamente. Le doy una mirada de ¿Qué crees que estás haciendo?, pero no se aleja. En cambio, me sonríe. —Hola, hermosa —me dice Cale—. ¿Dónde has estado toda mi vida? Despertándome de mi corto estupor lo miro dulcemente y respondo: —Escondiéndome de perdedores como tú. —Eso borra la sonrisa de su cara. Volteando mi atención a Bets puedo ver cuán incómoda está con Billy, está tan cerca de ella, su brazo envuelto en el respaldo de su silla. —¿Por qué no has regresado mis llamadas? —cuestiona a través de labios finos y apretados—. He estado queriendo verte de nuevo y tener un poco de diversión, si sabes a lo que me refiero. —Su mano libre baja al interior de su muslo, apretando tan firmemente que Bets se encoge. El Águila Plateada en mí empieza a revolverse, y puedo sentir los sentimientos de Bets chocando contra mí en olas. Puedo sentir su corazón acelerado por miedo y enojo, la sangre en sus venas fluyendo más rápido debido a sus ansiosos nervios. Siento su rostro quemarse de vergüenza y lástima, dos emociones diferentes que no son característicos de mi mejor amiga. Bets estrecha sus ojos hacia Billy, apretando sus dientes. —Billy, eso fue una cosa de una sola vez. Nunca hubo nada entre nosotros, así que por favor suelta mi pierna y piérdete. —Vamos, bebé —dice, manteniendo su mano sobre su muslo y frotando su nariz contra su mejilla—. Le prometí a Cale aquí un poco de acción de tres personas y luego de la otra noche sé que no vas a defraudarnos. —O —agrega Cale, girándose hacia mí con lujuria en sus ojos—, tal vez la rubia aquí pueda incorporarse. Con furia hirviendo en mi sangre le digo: 119 —En tus sueños. —Bets —continúa Billy, frotando su mano más arriba sobre su muslo—. Sabes que quieres. Apartando su mano, Bets grita: —¡Dije que no! —Oh —reacciona Billy, sacudiendo su mano—. ¡Ahí está mi enérgica chica! —Piérdanse —le digo a ambos, tratando de controlar el exasperante temblor de mi voz. Billy estrecha sus ojos en mí. —¿O qué? —Estoy a punto de noquearlo cuando un gruñido retumba detrás de mí, atrapando mi atención y la atención de todos a nuestro alrededor. Instintivamente sé a quién pertenece ese gruñido. Lentamente, volteándome veo a Phoenix con rabia coloreando sus rasgos, sus labios curvados en una mueca. Está mirando fijamente a los dos atletas en la mesa, y sé lo que está queriendo hacer. —Ella dijo —gruñe—, piérdanse. Salto de la mesa justo antes que suelte su furia. 120 121 Capítulo 10 Traducido por NicolSmile Corregido por PrisAlvS Billy no sabe qué lo golpea cuando Phoenix lo tira al suelo, enviando la silla de plástico en la que estaba sentado Billy volando a través del comedor. Toda la cafetería se queda en silencio y quieta, todos los ojos en la escena que se desarrolla. Afortunadamente Bets había visto venir la explosión, lo que causó que saltara fuera del camino, su expresión llena de conmoción. El único sonido que se oía era el bajo gruñido de Phoenix que retumbaba dentro de su pecho. Ahora estaba parado al lado de Billy, los ojos del jugador de fútbol casi saliendo fuera de sus órbitas. Sé, esperen, siento lo que está a punto de ocurrir, así que rápidamente hago mi camino hacia el lado de Phoenix, poniendo mi mano en su hombro. Me asombro al sentir la tensión de su cuerpo y el retumbe de su pecho. Si la sangre de víbora en él es parecida a la sangre de águila en mí, sé que sus nervios de alta tecnología están buscando una salida, así que decido poner mi cara de juego y hacer lo que mamá hace conmigo cuando estoy apunto de perder el control. Tengo que calmarlo de alguna manera. —Phoenix —digo suavemente, amablemente—, Phoenix vamos. Demos una caminata. —Me ignora, manteniendo su mirada mortal en el caído Billy. Un poco más alto, y mucho más firme, grito—: ¡Phoenix! Esto gana su atención. Da vuelta a su cabeza rápidamente y me mira, sus fieros ojos se ven salvajes. El gruñido en su garganta desciende lentamente mientras que el reconocimiento llena su cara, sus ojos ya no salvajes, sino angustiados y avergonzados. La marca de Víbora Negra brilla sobre su piel, un recordatorio de la poderosa sangre que fluye en sus venas. Gracias a Dios soy la única que puede verla. Algo pasa entre nosotros, una comprensión de algún tipo, y él asiente. Cale se agacha a ver a su compañero, luego se las lleva contra Phoenix. 122 —Viejo, ¿qué hay de malo contigo? —pregunta, extremadamente desconcertado—. ¿Qué eres? ¿Un anormal o qué? Espero a que Phoenix responda, rezando para que no golpee a Cale. En cambio me sorprende al darse vuelta y huir, la multitud retrocediendo para darle paso. Mis pies se quedan quietos sólo un instante antes de que rápidamente lo sigan fuera de la cafetería y a través de las puertas de salida. Sus pasos triplican los míos y tengo que correr a toda velocidad para alcanzarlo. Olas y olas de disgusto y agitación salen de él, sus puños apretados a sus lados mientras camina. Lo sigo hasta que estamos unas cuadras lejos de la escuela. Escoge un callejón abandonado, continuando su carrera hasta que se da cuenta de que es un callejón cerrado. Me detengo unos pasos detrás de él, esperando a que se dé vuelta de la pared y me dé la cara. En cambio posa su frente contra la superficie del edificio, todo su cuerpo temblando. Devanándome los sesos por información de cómo calmar a una Víbora, termino sin encontrar nada. Toda esta situación es completamente extraña para mí. Tengo un difícil momento para mantenerme bien. ¿Cómo se supone que ayude a otro? —Lo siento, Gracen —murmura Phoenix repentinamente, su cuerpo y su tono mostrando signos de que se está relajando. —¿Por qué te disculpas conmigo? —pregunto, un poco sorprendida. Se da la vuelta con lágrimas cayendo por sus mejillas. Mi corazón comienza a sentir su pena. —Porque me enoje con un No Tocado, los mismos a los que tengo que proteger. —Sus cejas se juntan cuando estrecha los ojos, la Víbora enrollada de su mejilla desapareciendo bajo su piel—. No debí haber perdido el control de esa manera, pero no pude evitarlo. Oí toda la conversación, y tenía que hacer algo. Pero debí haberlo manejado de otra manera. No con violencia. Abruptamente se da la vuelta y golpea la pared, dejando un agujero gigante en el ladrillo. Escombros y polvo quedan volando en el aire, y 123 cayendo al suelo. Mira detrás de mí; tomo sus nudillos, los cuales derraman sangre. —Quizá no puedo cambiar —se lamenta añadiendo—. Quizá todos los que queremos cambiar estamos jodidos. No podemos cambiar quienes somos, de donde venimos. Ser malos está en nuestra sangre. Quizá deba rendirme. —No, no pueden rendirse —digo, avanzando unos pasos provisionales hacia delante, cerrando el espacio entre nosotros—. Todos nos enojamos. Todos cometemos errores. Lo que hiciste hoy es solo un contratiempo, y además Billy estaba siendo un idiota, y merecía que lo pusieran en su lugar. —Me detengo, sonriendo débilmente—. No me sorprendería si la gente te llamara un héroe ahora. Se pone justo frente a mi cara, su frente casi tocando la mía. Mi corazón comienza a latir cuatro veces más rápido, y cuando su aliento toca mi mejilla no puedo contener el escalofrío que va desde mis pies y vuelve a bajar por mi columna. Quiero acariciar su mejilla, poner su oscuro cabello detrás de sus orejas, cualquier cosa para tocarlo. Nunca había querido tocar a alguien con tantas ganas en toda mi vida. Él mira mis labios. Por un segundo creo que va a besarme, y en mi condición de rodillas débiles espero que lo haga, pero luego da un paso hacia atrás, su expresión estoica. —No soy un héroe —me dice con los dientes apretados—. Nunca me vuelvas a decir así. —Me empuja al pasar. Sacudiendo mi conmoción me doy vuelta y le pregunto. —¿A dónde vas? —detiene sus pasos cuando alcanza la entrada del callejón, dándome una informativa sonrisa de lado. —Necesito estar solo —responde segundos más tarde, luego nubes negras lo envuelven y desaparece. Quedándome allí en una profunda confusión, me pregunto qué pasó… y qué no pasó. Me recuesto contra la pared de ladrillo y pienso. Billy había estado actuando como un idiota y merecía ser humillado en frente de toda la escuela. 124 Sí, Phoenix había perdido su temperamento, pero por ayudarnos a Bets y a mí había sido lo correcto. Además, lo que realmente se metía en mis nervios era la proximidad que compartimos por un minuto, su frente casi tocando la mía, sus ojos en mis labios. ¿De qué se trató todo eso? ¿Por qué bajé mi guardia completamente en nuestro casi beso? Con nada más que una Víbora, sin mencionar alguien que sólo he conocido por dos días. Aunque en mi corazón sentía que lo había conocido desde siempre. Bizarro, perplejo, y simplemente raro. Por supuesto, ¿qué más se supone que espere? *** Phoenix no fue a la escuela por el resto de la semana, haciendo que me sintiera sola, aún con el constante contacto que tuve con Bets durante los días escolares. Le conté a mamá lo que pasó y le pedí su número. El único problema era que tenía un número no registrado en la guía telefónica, así que no teníamos manera de contactarnos con él, y éramos los únicos en conocer su existencia en la ciudad. Él tenía nuestros números, pero presentía que no nos llamaría muy pronto. Toda la escuela zumbaba sobre el nuevo chico que trajo el chico dorado de Nortin High. Como lo sospeché, todos llamaban a Phoenix un héroe. En un día Billy pasó de ser el más popular a ser el mayor idiota. Todas sus ex novias rechazadas salieron de la oscuridad, sus sucios secretos se esparcieron entre todos los estudiantes. Parecía que Billy nunca volvería a la cima. Con cada palabra positiva que escuchaba acerca de Phoenix, no podía evitar sonreír, pero no se mostraba en mi cara. Había una gran bola de ansiedad como una piedra en crecimiento en mi estómago, y no podía evitar preocuparme por mi nuevo amigo. Vaya, nunca pensé que podría preocuparme por una Víbora; tampoco creí que alguna vez hubiera querido pasar mi mano por el cabello de una Víbora, acariciar su cara, o besar sus labios. Chico, estoy en problemas. Cerca de las once de la noche, salgo de mi cuarto ya vestida con mi traje de combate. Para mi sorpresa encuentro a mi mamá sentada en el sillón con pijama, comiendo helado de chocolate desde el pote y viendo algún 125 programa en la televisión. Estoy impresionada e intrigada de que mamá no esté lista todavía. Usualmente comienza a prepararse cerca de las diez en punto, armas limpias y vestida para el trabajo, pero esta noche… no tanto. —Um, ¿mamá? —Levanto una ceja—. ¿Qué estás haciendo? Levanta la mirada desde la televisión y del pote de helado. —Oh, ¡hola Gracen! No me he sentido bien últimamente, así que esta noche me quedaré a relajarme en el sofá. Hombre, ¡estoy tan lista para una noche libre! Ha pasado un tiempo. —¿Una noche libre? —suelto. Luego abruptamente me llega una bofetada de conocimiento—. Oh, ¡ya entiendo! Este es mi castigo por salir sola y sin permiso el fin de semana pasado, ¿no? Creí que no estabas enfadada sobre ello. Mamá sonríe. —No, no te estoy castigando por trabajar por tu cuenta, y de todas formas, no estarás sola. —¿Enserio? Así que Jude irá conmigo. —Nop —responde, negando con la cabeza—. Está ocupado tratando de rastrear a alguna Ashley desaparecida en el área. Trabajará en casa esta noche. —De acuerdo… —me pregunto en voz alta, aún perpleja—. Entonces si tú te quedas en casa y Jude se queda en casa, ¿cómo no cazaré demonios sola? —chico, eso es un bocado. Después de tragar el helado, responde. —Pensé que tú y Phoenix podrían trabajar juntos esta noche, sólo para ver cómo va. —Su respuesta casi me noquea. —¿Phoenix? —digo con claridad, mi quijada cayendo—. ¿Es algún tipo de broma? Porque francamente no la encuentro nada graciosa. Y además, ¡no tenemos idea de dónde está! —Uh, bien, como que sí sabemos —informa Jude, quien está sentado en el pequeño sofá. 126 Dándome cuenta que la mirada de mamá y de Jude ya no están en mí, me doy la vuelta y veo lo que ellos miran. Es Phoenix, vestido todo de negro con su cabello en una cola de caballo. Mi corazón se brinca unos latidos cuando mis ojos se encuentran con los suyos. Están más oscuros de lo usual, e hinchados, como si hubiera pasado noches sin dormir. Un retortijón golpea mi estómago al verle, todo mi cuerpo aumentando algunos grados. —Hola, Gracen —saluda suavemente, su mirada fuerte, manteniendo la mía firmemente atrapada. Abro la boca para hablar, pero no sale ninguna palabra. En realidad no sé qué decir. Por un lado quiero alcanzarlo y abrazarlo, preguntarle si está bien. Pero por el otro quiero golpearlo en la garganta y escupir tantas profanidades como sea posible en su cara tatuada de serpiente. En cambio nada sale, ni emociones, ni nada, dejándome como una idiota muda. Mamá se aclara la garganta. —Gracen —comienza, poniéndose de pie y poniendo una mano en mi hombro—, se puso en contacto con nosotros hoy. Nos explicó lo que pasó en la escuela y que se tomó unos días libres. —Lo cual era lo correcto —añade Jude, acercándose para quedarse al lado de mi madre. —Lo conversamos —continúa mi mamá—, y Jude y yo acordamos que era una buena idea. —Fue mi idea —dice Phoenix—, que los dos trabajemos juntos… mientras estés de acuerdo. —Continúo mirándolo, sintiéndome confundida. El único sonido de fondo en el apartamento es el ruido de la televisión, todos esperando con la respiración contenida porque yo hable. Honestamente, no me importa con quién trabaje esta noche, aunque me perturba que mi madre haya planeado esto a mis espaldas. Pero es una buena oportunidad para que mamá tenga una noche libre, no ha tenido una de esas en casi cuatro años. Rompiendo el incómodo silencio me doy vuelta hacia Phoenix y digo: — Claro, por qué no. No hará daño, creo. Vamos, Phoenix, vamos a trabajar. 127 —Amarrando mi Katana en mi espalda y tomando algunas Shurikens, abro la puerta y salgo del apartamento. —Cuídense, ustedes dos. —Oigo decir a mi mamá, pero me mantengo en silencio. La puerta se cierra, y sé que Phoenix está justo detrás de mí, siguiéndome los pasos hacia la fría noche. Asimilando el aire de invierno, lo encuentro justo como es: frío, limpio y fresco. La luna es una bola brillante en el cielo oscuro, e instantáneamente estoy agradecida de la naturaleza por ayudarnos a iluminar nuestro camino. Los pasos de Phoenix hacen eco detrás de mí, golpeando fuerte el pavimento. Sentimientos mezclados de esperanza y desesperación están pegados en su cuerpo, y mi corazón sufre nuevamente por su situación. Detengo mis pasos repentinamente, justo en el medio de la desierta vereda. Me doy vuelta y veo que sus manos están en sus bolsillos, sus hombros decaídos, y sus ojos en mí. Nos miramos el uno al otro hasta que ya no puedo soportarlo. —¿Por qué no me dijiste dónde estabas? —pregunto, dándole una mirada dura. Se encoje de hombros, su mirada cayendo hacia el piso. —No lo sé. Todo lo que sabía era que necesitaba estar solo. —Su mirada vuelve a subir—. Tenía que procesar todo. Tenía que sentarme y evaluar mi posición. —¿Tu posición? —pregunto, confundida. ¿A qué se refería con eso? Él asiente. —No soy solo yo del que tengo que cuidar. Tengo otras cuatro almas en las que pensar, cuidar. Todos dependen de mí, y me imponen. Confían en mí. ¿Y cómo pago esa confianza? Atacando a un No Tocado, así es como. —Sólo estabas enfadado. Cometiste un error. —Doy un paso hacia delante, alcanzándolo, pero él retrocede. —Gracen —dice, su voz temblando—, esperan que los lidere. ¿Qué tipo de líder no puede controlarse en el mundo normal? Avanzando un paso, alcanzo a ponerle una mano en el hombro. Esta vez se queda ahí. 128 —Phoenix, no puedes dejar que un error te desvíe de tu camino. Lentamente llevo mi mano hacia su cara, tocando su mejilla. La guardia protectora de mi corazón está decayendo, abriéndose por alguien que he conocido por muy poco tiempo. —Ya no estás solo. Estaré ahí para ti, pero por favor prométeme que no me dejarás colgada de nuevo. Estudiándome, lleva su mano hacia la mía y le da un pequeño apretón. —Te lo prometo —me dice, su voz profunda y suave—. No te dejaré colgada de nuevo. —Mirando mis labios, su cabeza va hacia abajo, y mi corazón late el triple de rápido. Cierro los ojos, preparándome para el beso, cuando repentinamente un sonido desde el otro lado de la calle capta nuestra atención. Antes de que pueda pensar, Phoenix me lleva a la sombra del callejón más cercano. Ambos nos agachamos y miramos. El Águila de Plata comienza a quemar en mi sangre, alertándome que la media noche ya ha llegado. Phoenix está rígido a mi lado mientras ambos dejamos que nuestros sentidos sobrenaturales investiguen a los recién llegados, esperando a ver si son humanos o algo más. Cuando una señora ríe fuertemente, seguida por la risa brusca de un hombre, rápidamente me doy cuenta de que son humanos… y que están extremadamente ebrios. Incluso desde el otro lado de la calle puedo oler el licor en ellos, enfrascados en su propio mundo. Observamos silenciosamente mientras entran a un edificio de apartamentos, besándose apasionadamente antes de entrar. —Jesús, me pregunto qué están a punto de hacer —Phoenix se pregunta en voz alta, sonando divertido. Yo me rio. —Estoy segura de que no entraron para una partida de ajedrez. — Comienza a reírse conmigo, pero se detiene cuando ve mi cara. —¡Vaya! ¿Qué le pasó a tus ojos y a tu cara? 129 Sintiéndome consciente de mi apariencia respondo. —Sufro una transformación después de la media noche. Mis ojos se vuelven completamente plateados, marcas plateadas de garras aparecen en mi cara. ¿Por qué preguntas? ¿Te asusta mi apariencia? Inmediatamente él responde. —No, ¡absolutamente no! Es solo que no sabía… —Puedo ponerme las gafas si te hace sentir mejor. —Saco mis gafas negras de mi bolsillo y comienzo a llevarlas a mi cara, pero él me toma la mano. —No, no lo hagas —susurra, negando con la cabeza—. No escondas tu verdadera tú. Eres demasiado hermosa. —Está mirando mis labios de nuevo, y sé que quiere besarme; también sé que no trabajaremos nada si continuamos derritiéndonos acerca del otro. —Vamos, Phoenix. Mejor… —¿Hueles eso? —interrumpe, levantando su nariz en el aire y tomando un gran respiro. Confundida, yo también huelo el aire. —No, no huelo nada. —Él estrecha los ojos y ahí es cuando me doy cuenta de que algo cambia en su apariencia. Miro maravillada como la oscuridad lentamente cubre sus ojos. La víbora negra tatuada se vuelve más prominente en su mejilla, la superficie de ella en su piel luce negra y aceitosa. Cierra los ojos, tomando otra gran respiración. Yo hago lo mismo, intentando liberar cada sentido que poseo. Abriendo los ojos digo: —Todo lo que huelo es basura. ¿Qué hueles tú? Repentinamente abre sus ojos negros, haciéndome saltar. No se da cuenta. Hay un fiero y vicioso brillo en sus oscurecidas pupilas, y un gruñido se eleva desde su pecho. Esta vez el gruñido suena más profundo, más animal que el de la escuela. En este momento proceso la realidad, ahora estoy viendo su verdadero y sobrenatural lado. —Troles —dice en un gruñido silenciado—, huelo troles 130 Capítulo 11 Traducido por Connie.J Corregido por Leeconemi La piel de gallina viaja sobre cada centímetro de mi cuerpo mientras el anuncio de Phoenix toma gran sentido. Mis sentidos de Mortal de Plata aumentan a niveles máximos, la picazón de águila escapa de mi piel. Mantengo mi atención en Phoenix, y un miedo desconocido y triste me envuelve como una capa. Con sus ojos ahora ennegrecidos, la víbora marca una mancha sobre su piel, y el desprecio posee sus apretados labios, la visión de él me tiene al borde. El gruñido profundo de su pecho está causando que todo su cuerpo tiemble, la sensación de vibración a través de mi propio cuerpo. —Phoenix —empiezo con cautela, sin atreverme a hacer un movimiento—. ¿Dónde están? Sin pestañear, balbucea: —Ellos... Están... —Sus palabras se van apagando mientras sale corriendo volviéndose un borrón negro. Miro fijamente su sombra difusa, sin creer que él me había dejado atrás. Dejando escapar una serie de palabrotas de las que cualquier marinero se sonrojaría, voy rápidamente tras él. Al cabo de dos segundos me encuentro justo encima de él, rebotando contra su espalda como una pelota de goma y casi rompiéndome el hueso del trasero. Él está de pie inmóvil y derecho, mirando alrededor de la esquina de un edificio. Mi choque contra él no perturba su firme mirada y su intensa concentración en el enemigo. —¡Phoenix! —escupo con rabia—. ¿Por qué demo…? —¡Silencio, Gracen! —susurra en tono molesto—. Déjame concentrarme. 131 Haciendo lo que me ordena, unos momentos inquietos y tranquilos pasan antes de que él anuncie: —Ahí, al otro lado de la calle, detrás del restaurante mexicano. Trolls, cinco de ellos, están arrastrando a un ser humano por el tobillo. Una mujer adulta inconsciente. —Su voz es repetitiva y monótona, recordándome a un robot diciendo información. Escudriñando en la oscuridad por fin diviso a los Trolls. Y lo peor... los huelo. Eww. Ya que soy capaz de conseguir una buena bocanada de olor de ellos, si te digo la pura verdad, huelen muy desagradable. ¡Todos los demonios apestan, pero hombre, los Trolls son peores! Huelen como las aguas residuales y azufre. ¡Imagina el pedo más apestoso en el mundo, lo embotellas y voila! Perfume de Troll. En serio. Digo la verdad. Emoción arde al rojo vivo a través de mis venas mientras anticipo la próxima pelea. Los Trolls son regordetas, repugnantes demonios altos, de tres pies que escogen y eligen a sus presas con cuidado. La mayor parte del tiempo los niños pequeños están en la parte superior de su menú diabólico, pero de vez en cuando tienen apetito por el alma adulta. Mientras los olores siguen, todavía estoy confundida en cuanto a por qué no fui capaz de olerlos antes, sin embargo, Phoenix podía. Mis sentidos son tan o más fuerte que los suyos, así que ¿qué pasa? —No lo entiendo —susurro al oído de Phoenix—. ¿Por qué no los sentí antes? Aún mirando hacia los monstruos, él responde: —Porque nosotros las Víboras contenemos todos los sentidos, nuestro sentido del olfato es el más fuerte. Y me di cuenta de que eran Trolls porque he estado alrededor de su clase durante toda mi vida. Está arraigado en mí, supongo. 132 —Oh. —Bien. Eso explica muchas cosas. Miramos en silencio mientras ellos cojeaban alrededor en patas cortas, hablando en su lengua demonio extranjera. La señora está siendo tirada en el suelo inconsciente, ajena (gracias a Dios) a la situación irreal en la que está involucrada. Dos de los Trolls parecen discutir, uno de ellos golpeando y abofeteando al otro al suelo. Es casi cómico ver a estas criaturas deformes. Sólo su forma de caminar es muy graciosa. Saber lo que estos monstruos son capaces de hacer borra inmediatamente la sonrisa burlona de mi cara. Son cinco y tienen a un ser humano en sus garras tortuosas, sus intenciones son sólo chupar su alma. Teníamos que tomar medidas, y hacerlo rápido. Phoenix saca de su chaqueta de cuero dos pequeñas hachas, ambas de plata brillante con mangos negros. Se ven siniestras y medievales, muy de víbora oscura. Yo blando mi posesión más preciada, mi Katana de plata pura, apuntando hacia abajo mientras espero batalla. Mi sangre corre fría mientras los cinco Trolls encierran en un círculo a la mujer, cantando en su idioma demoniaco. No hace falta ser un cirujano del cerebro para darse cuenta de que se están preparando para drenar su alma. Manteniendo sus ojos negros pegados en los enemigos, Phoenix pregunta: —¿Estás lista? —Ya sabes —le respondí rápidamente. Con nuestra corta comunicación sellada, teniendo que confiar en las fuerzas del otro, nos lanzamos a cruzar la calle a toda velocidad. Los Trolls son tomados por sorpresa, con poco tiempo para reaccionar. No tienen idea de qué los golpea. Phoenix toma sus hachas, cortando y demoliendo dos demonios en dos golpes. Un rápido golpe de mi Katana corta a dos por la mitad, provocando una explosión de polvo brillante de humo en el aire. Decapito al cinco y último Troll, su cabeza volando por el aire con una mirada de asombro en su rostro justo antes de que explote. Ninguno de los dos se queda sin aliento, excepto mi sangre que sigue siendo un flujo violento de adrenalina. La batalla había sido corta y rápida, el águila de plata dentro de mí todavía anhela más derramamiento de 133 sangre demoníaca. Cierro los ojos y trato de calmar la sangre ardiendo en mis venas, pero está resistiendo mis intentos. Por lo general, mamá está aquí para controlarme, pero ella no está conmigo esta noche. Al abrir los ojos veo a Phoenix agachado sobre una rodilla, extendiendo una mano temblorosa hacia el cuello de la mujer, buscando su pulso. Él sonríe, desviando su mirada hacia mí. —Ella tiene un sólido latido del corazón —confirma—. Aunque tenemos que llegar al hospital lo antes posible. —B-Bueno —me oigo decir, tomo un respiro y lo exhalo lentamente. Trato de controlar los estremecimientos que están atacando mi cuerpo, pero no soy capaz de ocultarlos. Y, por supuesto, Phoenix nota mi incomodidad. Poniéndose de pie con la curiosidad escrita por toda su cara, pregunta: —¿Qué pasa? —La negrura de sus ojos se ha ido, sus normales ojos oscuros mirando hacia mí. Con una voz temblorosa intento hacer caso omiso de mi súbito dilema: —¿A qué te refieres? —Estás inquiera —señala, inclinando la cabeza hacia un lado—. ¿Por qué? Levantando mis ojos de plata intento inventar una mentira creíble. Por desgracia, mi mente está zumbando, como una colmena llena de abejas que han decidido fijar su residencia en mi cabeza. Así que me obligo a confesar mi inquietud. —Mi madre a veces h-ha t-tenido que c-calmarme después de una c- corta pelea. La Águila... —Hago una pausa, tragando un bulto incómodo en mi garganta. Luego le susurro—: quiere más. La energía quema mis venas... —Mi respiración se vuelve áspera. Cierro los ojos una vez más, haciendo mi mejor esfuerzo para calmar la tormenta que asola el centro de mi corazón. Con los ojos todavía cerrados, Phoenix envuelve sus brazos alrededor de mis hombros, tirándome contra su fuerte cuerpo. Una oleada de calor llega a mi estómago y mejillas. 134 Sorprendentemente mi corazón comienza a asentarse, la temperatura de mi sangre volviendo de nuevo a la normalidad. Aspiro su olor, una mezcla de especias y adolescente sano. De alguna manera estar tan cerca de él me hace sentir segura y querida. De alguna extraña manera me siento en casa. —¿Te sientes mejor? —pregunta en voz baja. Inclino mi cabeza hacia arriba y abro los ojos. —Mucho. —Aquí. —Toma mi espada y la ata a mi espada. Trato de recomponerme, pero de repente me siento débil. Bajando su mirada hacia mí y agarrándome por la cintura, dice suavemente—: Cierra los ojos. Hago lo que dice y una ráfaga de viento se levanta a nuestro alrededor, el sonido casi ensordecedor. No mucho tiempo después de que el viento se apodera de nosotros siento como si mis pies no tocan el suelo. Me agarro de su cuello con más fuerza, aunque al poco tiempo el viento ya no está gritando en mis oídos. Al abrir los ojos me parece que ya no estoy en el callejón. En cambio estoy en mi apartamento, sentada en mi cama, y... sola. Mi Katana ya no está atada a mi espalda, pero está en la parte superior de mi escritorio. Los pensamientos corren por mi mente. ¿Cómo diablos llegué aquí? ¿Dónde diablos está Phoenix? ¿Y qué ha pasado? La puerta de mi habitación se abre y mi madre entra, aún vistiendo su pijama. —Me pareció oír algo —confiesa ella, sus ojos vagando por el resto de mi habitación—. ¿Dónde está Phoenix? Completamente desconcertada, le respondo: —¡No entiendo ni una mierda! —Después continuó contándole lo de los Trolls, la mujer, y cómo atacamos con una paliza a los demonios—. Después de todo eso —continuó—, Phoenix me dice que aguante y cierre 135 los ojos, ¡y zas! Ya no estoy en el callejón. Estoy sentada aquí, y él está en no sé dónde. Otra idea que se me ocurre y salgo de la cama. —¡La mujer! ¡Tenemos que llevarla al hospital! —Un pitido resuena del teléfono celular de mamá. —No hay necesidad —dice mamá con una sonrisa, dándome el teléfono. Levantando una ceja, tomo el teléfono y veo un mensaje de texto de Phoenix: Dígale a Gracen que la mujer está en el hospital y que está bien. Además, dígale que no puedo esperar a que nosotros golpeemos demonios más tarde. ~Phoenix ~ Leo el mensaje, miro a mamá y frunzo el ceño. —¿Vamos a cazar juntos otra vez? —Sí. —Ella asiente—. Parece que ustedes están haciendo un gran equipo. Pongo los ojos en blanco. —Mamá —empiezo, tomándola por los hombros y sacudiéndola suavemente—, ¿cómo voy a trabajar con él después de esta noche? Ni siquiera sé cómo me trajo a casa. —No puedo explicar eso —dice, alejando mis manos de sus hombros y sentándose en el borde de mi cama. Ella acaricia un lugar a su lado y me siento, dejando escapar un suspiro—. Bueno, primero que nada, sabes que las Víboras Nocturas tienen un poder que les permite desaparecer ante nuestros ojos, ¿no? —Asiento con la cabeza diciendo que sí y ella continúa—. Bueno, con ese poder pueden viajar a lugares de millas y millas de distancia, incluso por todo el país. Ellos también pueden tener un compañero. Juntando mis cejas, tratando de digerir lo que ella está diciendo, pregunto: —¿Quieres decir que ellos pueden teletransportarse no sólo a ellos, sino también a otros? 136 —Exactamente —confirma—, y sólo piensa en otras víboras que hay por ahí queriendo cambiar. Piensa en todo lo que podíamos hacer juntos, para proteger a los inocentes. Si pudiéramos trabajar juntos podríamos combinar nuestros poderes y mantener al mal bajo control, sin tener que trabajar hasta morir. Lo contemplo un momento. —Sí, supongo. ¿Tú o Jude se han enterado si alguna vez ha existido una Víbora Nocturna que quería dejar el clan Víbora atrás? La sonrisa desaparece de su rostro. —No, no lo hemos hecho. Phoenix y su pequeño grupo pueden ser las primeras Víboras en la historia en alejarse del clan, y sabes lo que eso significa. Niego con la cabeza. —No. ¿Qué significa eso? —Que debemos cuidarnos las espaldas. —Su expresión se vuelve grave. —Porque si el clan Víbora descubre que estamos involucrados con las Víboras Rebeldes, no sólo van a torturar y matar a los rebeldes... —Estaremos en el mismo saco —termino por ella, y ella asiente con la cabeza. Bueno, tanto para vivir una vida semi-no normal. La luz del sol brilla directamente en mis ojos cuando me despierto al día siguiente. Con mis parpados abiertos echo un vistazo a mi ventana. Alguien ha levantado mis persianas para que el sol abrasador pueda llegar a mi habitación. Empiezo a salir de la cama para bajar las persianas, cuando veo algo moverse por el rabillo de mi ojo. Casi me orino los pantalones cuando veo a Phoenix. Está sentado en mi silla, apoyando los codos en los muslos con una enorme sonrisa estampada en su rostro. Su pelo oscuro está ordenado, colgando justo encima de sus hombros. 137 Casi le devuelvo la sonrisa, pero luego recuerdo que yo sólo estoy usando ropa interior y una camiseta fina. —Phoenix —digo en un susurro ronco, tirando de la manta hasta la barbilla—. ¿Qué estás haciendo aquí? Él sonríe. —Buenos días a ti también, o... —mira a su reloj, entrecerrando los ojos—, ¿debo decir buenas tardes? Un rubor pinta mis mejillas. —Estoy agotada. Ayer por la noche fue realmente... fue... —¡Totalmente asombroso! —expresa, cuidando de mantener su voz baja— ¿Estás lista para hacerlo todo de nuev…? —Me dejaste sola de nuevo. —Mi abrasiva exclamación lo deja perplejo, y por un momento el silencio llena el aire. Su sonrisa se desvanece lentamente. —¿Cómo yo…? —Cuando me teletransportaste a casa —agrego rápidamente—. Me trajiste aquí, y luego te fuiste. Sin un adiós. —Cruzo los brazos en el pecho y le dirijo una mirada furiosa. —Gracen, yo… —Duda, parece querer aferrarse a las palabras apropiadas—. Parecías tan... Pensé que te estaba haciendo un favor al traerte a casa y cuidar de esa mujer solo. Y además, nosotros… —¡Tal vez me gustas, Phoenix! —exclamo, a continuación, llevo la mano a mi boca, sorprendida y enojada conmigo misma por haber dicho impulsivamente mis verdaderos sentimientos, sentimientos que no debería tener por una persona que conocía de menos de una semana, ¡sin mencionar el hecho de que él es una maldita Víbora Nocturna! Él me estudia con los ojos, luego abruptamente se levanta y acerca a la cama, se sienta junto a mí. Si él está sorprendido por mi declaración explosiva, no lo demuestra. Tomo la mano de mi boca y le da un gentil beso a mi palma. Una oleada de calor inunda mi vientre, haciendo que mi 138 corazón haga volteretas en el pecho. Me retracto por su amable gesto, en una pérdida total de palabras. Y entonces la mayor sorpresa de todo esto, él se inclina y besa mi frente con sus labios suaves y cálidos. —Tú también me gustas —confiesa en voz baja, colocando un mechón de salvaje pelo rubio detrás de mi oreja—. Pero tienes que entender... Nunca he estado cerca de nadie. En mi mundo, es difícil confiar tu corazón a los demás. Aunque desde que te conocí, supe que debía trabajar en ello. Gracen, lo siento si te abandoné. Una vez más. Lo miro, creyendo cada palabra que acaba de hablar. Quiero decirle que está bien, que no estoy molesta, pero los besos en mi mano y en la frente me tienen un poco nerviosa. —¿Me perdonas? —inquiere con un brillo de súplica en sus ojos oscuros. Abriendo la boca para hablar me entero de que mi lengua ya no quiere trabajar, así que yo asiento en un sí. Su rostro se ilumina con una sonrisa. —¡Genial! —Él salta de la cama, rompiendo nuestro contacto y alejándose un poco—. Además, para compensarte, te llevaré a desayunar, quiero decir, desayuno-almuerzo... Te llevaré a comer. —Okaay —fuerzo, junto con una risita. —Nos vemos afuera —dice, y luego pregunta—: ¿Estás de acuerdo? Sonriendo hacia él, le respondo: —Uh-huh. —Te veo cuando estés linda. —Sonríe, luego desaparece en una niebla negra. Sacudo las telarañas de mi cerebro para intentar compilar la conversación que Phoenix y yo acabamos de compartir. Vamos a ver, me desperté con él sentado en mi habitación. Yo estaba enojada al principio, pero todo eso cambió cuando se disculpó, me besó en la palma y en la frente. Por supuesto que había sido después de que le gritara que me gustaba. Y luego me aclaró que yo también le gustaba y... OMG! . Ahora que la verdad salió a la luz entre nosotros, ¿qué pasará? Es cierto que sólo nos conocemos hace seis días, pero de alguna manera siento que lo conozco de toda mi vida. 139 ¿Quizás realmente existen las almas gemelas? ¿Es realmente amor? Estoy a punto de arrastrarme fuera de la cama y dirigirme a la ducha cuando aparece por la puerta. —Oh, casi lo olvido… —Phoenix —grito, envolviendo la manta alrededor de mi cuerpo apenas cubierto. Se ríe, dando la vuelta. —Oh, lo siento por eso. Hey, ¿estás desnuda bajo esa manta? Voy detrás de él y golpeo la parte posterior de su cabeza. Él aúlla en voz alta y se da la vuelta, frotándose la cabeza. —Para responder a tu pregunta, no, no estoy desnuda. —Sonrío dulcemente. Levanta una ceja. —Bueno, la próxima vez lo único que tienes que hacer es responder. Puedo prescindir de un dolor de cabeza. —Bueno —sonrió, poniendo una mano en la cadera—, la próxima vez todo lo que tienes que hacer es anunciar que estás a punto de aparecer, así no ves nada malo. Levanta el mentón, y luego suspira —Correcto. Lo siento. La única razón por la que volví fue para decirte algo importante. —Oh. —Reacciono con interés—. Bueno, en ese caso, ¿qué es? —No sólo te llevaré a comer algo de comida, sino que también te llevaré… —Hace una pausa, sonriendo con picardía—, para presentarte con los demás. Sorprendida, lo miro con asombro, sus palabras totalmente sorpresivas tomando un significado totalmente nuevo. Él sonríe, sus ojos brillantes, y antes de que pueda responder, se desvanece. 140 Capítulo 12 Traducido por Connie.J Corregido por Karlix Después de tomar una ducha rápida, arrojar algo de ropa y zapatos por todos lados y peinar mi cabello húmedo en una cola de caballo, salgo de mi habitación. Antes de que sea capaz de dejar el apartamento, asustó a mamá y Jude, ambos sentados en el sofá viendo la televisión. —¿A dónde vas? —oigo decir a mamá detrás de mí, pero yo ya estoy fuera de la puerta. —¡A afuera! —grito, cerrando la puerta y prácticamente volando por las escaleras del apartamento. Durante todo el camino hasta abajo pienso en lo que voy a decir. De alguna manea estoy muy emocionada de conocer a estas Víboras, pero de una manera totalmente diferente quiero darle un puñetazo a Phoenix en la nariz por dejar caer esta bomba muy pesada en mí. Estrellándome contra las puertas dobles del edificio, corro directamente a Phoenix. Esta vez, después de chocar con él, no reboto contra su cuerpo. Esta vez envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, evitando que me caiga. —Wow —murmura, sonriendo—. No sabía que estarías tan emocionada de conocer a todos. —No lo estoy —siseo, separándome de él—, y, francamente, no estoy contenta con la forma en que acabas de lanzarme este encuentro con ellos en mi cara. Sus ojos se abrieron. 141 —¿Lanzarte qué en tu cara? ¿Te refieres a otros como yo? —Él suavemente toma su celular del bolsillo—. Bueno, llamaré y cancelaré los planes. No hay problema. —¡No! —grito, golpeando su brazo. Él me da una mirada curiosa mientras coloca el teléfono de vuelta en el bolsillo—. No —le digo con más calma—. Quiero conocerlos. Es sólo que me despertaste en mi habitación esta mañana, admitimos que nos gustamos, y yo sólo llevaba bragas y una camisa fina sin sujetador, y… De repente me agarra de la cabeza y me acerca más, sorprendiéndome con un beso. Mis palabras y mi ansiedad sobre el encuentro con los otros se disuelve mientras me pierdo en el beso más tierno que he experimentado. La tensión sale de mi cuerpo mientras sus labios se mueven contra los míos, y yo cierro mis ojos para poder disfrutar plenamente de la cercanía de nuestros cuerpos. Esto es lo más cerca que he estado con nadie. Diez segundos más tarde, tal vez más, rompe el beso. Sonrío, alegría deslizándose por todo mi cuerpo, y casi me olvido de que estamos parados en el medio de la acera con la gente y los coches transitando. Cuando una bocina resuena con fuerza, abro los ojos. Phoenix está mirando hacia mí, y me da una sonrisa fácil y relajada. —Quería hacerlo desde el primer día que te conocí. —Cuando no respondo, pregunta—: No vas a darme un golpe por hacer eso, ¿verdad? Sin aliento, le contesto: —Posiblemente. Se ríe. —Bueno, si lo hicieras, aun valdría la pena. Me sonrojo, sin saber qué decir a eso. —¿Lista? —pregunta. Todavía un poco desconcertada y aturdida por el beso, le respondo: —Uh- huh. —Todavía me estoy sonrojando, y me doy cuenta de que debo sonar como una completa idiota. 142 —Entonces vamos —dice, dando un par de pasos hacia atrás, mordiéndose el labio inferior mientras sus oscuros ojos me miran. Camino tras él. —¿A dónde vamos? —pregunto, alcanzándolo. Se gira hacia adelante, empujando el hombro juguetonamente. —¡Para Tony’s, por supuesto! *** Dos veces en una semana me encuentro pasando por las puertas del Tony’s Breakfast Bar, sólo que esta vez Phoenix está a mi lado en lugar de esperar a que yo apareciera. No está tan concurrido como la última vez. Supongo que la mayoría de los neoyorquinos no quieren comer en un bar de desayuno grasiento a las cuatro de la tarde. Y, al igual que antes, nos dirigimos a la cabina más lejana de la parte de atrás, mi mente girando. En solo una semana me había encontrado con un ángel caído, fui a mi primera cita (que había apestado), descubrí que las Víboras Nocturnas tienen la opción de ser buenas o malas, aniquilé algunos Trolls junto a Phoenix, me teletransporte por primera vez, y luego me besé apasionadamente frente a mi edificio de apartamentos. ¡Sí, una semana agotadora y emocionante para mí! Y la diversión seguía llegando, ya que estaba a punto de conocer a las otras Víboras Rebeldes en la ciudad. La cabina en la parte de atrás está a la vista, con tres personas, y mi corazón se acuña en mi garganta, latiendo el triple de lo normal. Con mis nervios saliendo a relucir, agarro el brazo de Phoenix, deteniendo sus pasos. Se inclina hacia mí, perplejo. —¿Qué pasa? —consulta con una ceja levantada. Trago con ansiedad al mirar hacia él. ¡Creo que jamás he estado tan nerviosa en mi vida! ¿Qué hay de malo en mí? La palabra cobarde nunca 143 ha sido parte de mi vocabulario, así que ¿por qué estoy actuando como una ahora? —¿Qué pasa si no les agrado? —Ahí, mis verdaderos temores están fuera. No debería importarme si les agrado o no, pero la verdad es que me importa. Él luce una sonrisa ladeada. —No tienes nada de qué preocuparse, y además… —Él se inclina y susurra en mi oído—. Me gustas. —Él guiña y mi cara se ruboriza por enésima vez desde que lo he conocido. Empezamos a movernos de nuevo, haciendo el camino hacia los demás, dándome una buena mirada de ellos. El tipo me llama la atención en primer lugar. Su piel está bronceada, como Phoenix, pero su cabeza está afeitada, las luces del restaurante reflejándose en su brillante brillo. Levanta la mirada hacia nosotros cuando nos acercamos, y veo que sus ojos son de color verde oscuro, y aunque él está sentado puedo decir que es un tipo grande. Sin grasa, pero increíblemente alto con enormes músculos. La muchacha que se sienta al lado del calvo me llama la atención después. Ella parece ser de mi edad, tal vez mayor, con el pelo largo de color púrpura y los labios negro. Sus brillantes ojos azules me están observando de cerca, examinándome detalladamente. Y la muchacha que se sienta en la mesa con los otros dos se ve un poco más joven, y ella está… deslizándose de la cabina con una sonrisa enorme en su cara. —¡Hey Gracen, es bueno conocerte al fin! —Ella extiende una pequeña mano hacia adelante—. Soy Tina, pero por favor llámame Tink. Tomo la mano de Tink y le doy una sacudida, discretamente mirando su apariencia Ella es sin duda la más joven del grupo, tal vez trece. Es baja y delgada, con ojos oscuros, piel oscura y pelo negro rizado. Su dulce sonrisa la hace parecer tan inocente, tan pura, incluso con la víbora negra asomándose justo debajo de su piel. —Es un placer conocerte, también, pero… —la considero con interés—, ¿por qué te llaman Tink? 144 Soltando mi mano, ella señala la imagen de Tinker Bell en su camiseta. —Soy una mega-enorme fan desde siempre de Tinker Bell. Y el nombre de Tina trae demasiados recuerdos de mi pasado, así que... —ella deja que sus palabras apaguen, su mirada fija se dirige a sus pies. —Oh —murmuro, asintiendo con la cabeza mientras la comprensión inunda mi mente—. Bueno, Tink es un nombre muy bueno, si me preguntas. Ella levanta la vista del suelo, aparentemente satisfecha con mi elogio. —¿En serio? —dice, sonriendo—. ¡Muchas gracias! Alguien en la mesa aclara su garganta, atrayendo nuestra atención. —¿No vas a presentarnos, Phoenix? —La chica obervadora del pelo púrpura, disparándole una mirada mordaz. —Um, sí —responde Phoenix, empujándome suavemente hacia adelante— . Gracen, ésta es Reagan y el calvo a su lado es Jack. —Encantado de conocerte —saluda Jack, sacudiendo mi mano más o menos desde el otro lado de la mesa. Entonces Reagan levanta su delicada mano. —Encantada —dice ella con altivez. Tomo su mano con guante sin dedos, agitándola una vez. —Es un placer conocerlos —les digo sinceramente, mis nervios moliéndose en mi pecho. —Aquí. —Phoenix le señala a Tink que deslice en la cabina, seguida por mí—. Vamos a sentarnos y hablar un poco. Nos instalamos en la cabina, Tink en el interior, yo en el medio, y Phoenix en el extremo. Un silencio incómodo se envuelve alrededor de la mesa, haciendo que piense que no soy la única aquí que está nerviosa. A través de nuestra mesa, Jack tamborilea con los dedos carnosos en la superficie de la mesa, mientras que Reagan forma enormes burbujas de color rosa de goma, haciéndolas estallar con sus largas uñas negras. 145 Volviéndome un poco a mi izquierda, me parece que Tink todavía está sonriendo de oreja a oreja, sus ojos mirándome con expectación. A mi derecha, me doy cuenta de que la mirada de Phoenix está fija en sus manos entrelazadas. Su estado de ánimo ha pasado de la alegría a la seriedad, y no tengo ni idea de por qué. Teniendo todo en cuenta, las presentaciones fueron sin problemas, aunque tener una mirada rápida alrededor de la mesa ha vertido la realidad justo encima de todo mi ser. Yo, una Mortal de Plata, está sentada en una mesa con cuatro Víboras Nocturnas, las víboras representadas en las mejillas burlándose de mí, me recuerda lo que son. Nunca en mi vida se me ocurrió que estaría haciendo algo agradable con este grupo, y mucho menos besar a uno de ellos. ¡Oh, y qué besada había sido! Aunque estoy un poco sorprendida conmigo misma por dejar que sucediera. Sólo había conocido a Phoenix hace unos días y nos habíamos besado. Por no mencionar el hecho de que se supone que es un enemigo de mi especie. Bueno, yo nunca he pensado en mi vida como normal, ¿por qué hacerlo ahora? —¿Dónde está Ash? —pregunta Phoenix en voz baja, con tono grueso. Tink se endurece a mi lado, mientras que Jack y Reagan intercambian miradas cautelosas. —Él no quería venir —responde Jack, evitando el contacto visual con Phoenix. —Sí —respalda Reagan a Jack—. Nos dijo que no estaba dispuesto a reunirse… con tu… —La mirada se desplaza hacia mí—. Ella. ¡Eso es! Me había olvidado del víbora rubio. Había estado tan distraída y ansiosa por conocerlos que no me había dado cuenta que faltaba uno. —¿Ash es el rubio? —me entrometo. —Sí —responde Tink amargamente—, y él es también un gran… —Tink —advierte Reagan, agitando un dedo—. Cuidado con tu boca sucia. —Miro a Reagan inquisitivamente, y ella añade—: Lo siento por eso. 146 Tink es la más joven y soy la única modelo que tiene. Hasta ahora, supongo. —Ella sonríe, y supe en ese mismo momento que tendría que mantener un ojo en ella y cuidar mi lenguaje. Jack nota el enfrentamiento de miradas entre Reagan y yo, por lo que se entromete para aligerar el ambiente. —Así que Phoenix aquí nos dijo que eres una luchadora. Me encojo de hombros, mi autoestima mojar un poco. —Sí, supongo. Sólo he estado en él desde hace tres años. —¿Tres años? —exclama Reagan, sonando sorprendida—. ¿Quieres decir que no te entrenaste cuando eras más joven? Niego con la cabeza. —No. Mi madre me dejó a vivir con mi abuela hasta que me convertí en lo suficientemente madura como para desarrollar mis poderes. Yo tenía trece años cuando recibí mis regalos de Mortal de Plata. —¡Wow, mi edad! —exclama Tink con los ojos llenos de sorpresa y como un niño asombrado. —¿Quieres decir —empezó Jack, rascándose el costado de su cabeza calva—, que no naciste con el don? —Yo nací con él —aclaro rápidamente—. Pero los Mortales de Plata no reciben plenamente sus poderes hasta que, um, bueno... —digo a rastras, mi cara ardiendo con apuro. No me atrevía a decirlo delante de extraños, aunque no detendría a Reagan de saberlo. —¡Oh, ya lo entiendo! —grita, rompiendo en una amplia sonrisa—. Tenías que comenzar tu menstruación antes de conseguir tus, um, poderes, ¿no? —Asiento con la cabeza, demasiado avergonzada por la dirección que tomó la conversación, aunque sé que ella no lo está cuando agrego—: Trece, ¿eh? Eso es muy viejo para empezar la menstruación. Supongo que eras una flor tardía… Con un rojo llameante, balbuceo: —Sí, supongo. 147 Justo cuando creo que hablar del periodo ha terminado, Tink dice: —¡Eso es tardío! Quiero decir, yo tenía diez años cuando empecé a tener mi menstruación. —Ella sonríe hacia mí inocentemente. Sonrío un poco, asintiendo con la cabeza. La cabina queda en silencio una vez más, gracias a la charla sobre mi ciclo menstrual, o lo que Reagan y Tink llaman menstruación, poniendo un ambiente tenso en nuestro pequeño grupo. Por suerte, con la mente joven y sin inmutarse de Tink, ella trata de poner en marcha la conversación otra vez, y yo interiormente ruego que deje fuera todo los temas privados de chicas. —Phoenix nos dijo que un día seríamos capaces de cazar juntos. ¿Es eso cierto? —ese brillo expectante en sus ojos está de vuelta, esperando ansiosamente mi respuesta. Sonrío hacia ella. —En realidad… —mis palabras son cortadas cuando interrumpe Phoenix. —No podemos salir sin Ash —le dice el grupo, su tono severo—. Tenemos que permanecer juntos y hasta que Ash decida cooperar, tienen que permanecer escondidos. —¡Pero eso es totalmente injusto! —expresa Reagan, con los labios negros retorciéndose en un ceño fruncido—. Vas a la escuela, luchas contra los demonios, ¿cuándo será nuestro turno? —Sí —presiona Jack acaloradamente—. Estoy cansado de esconderme. Estoy listo para quemar algo de energía, ¿sabes lo que estoy diciendo? ¡Polvo de algunos demonios y enviar sus tristes traseros de vuelta al infierno! —¡Jack! —exclama Reagan, desviando sus ojos hacia Tink, luego de regreso a él—. Cuidado con la lengua. Él pone los ojos en blanco. —Lo siento. Lo que quise decir es enviar sus rabos de vuelta al infierno. Reagan sonríe, golpeando su mejilla suavemente. —Eso es mucho mejor. —No —murmura Phoenix junto a mí. 148 —¿No? —responde Jack—. ¿Qué estás diciendo, Phoenix? Phoenix apoya los codos en la mesa, mirando fijamente a Jack y Reagan. —En primer lugar, acerca de ir a la escuela… ustedes votaron por mí para ir y revisar, y yo sólo he estado haciéndolo hace una semana. Y en segundo lugar, sólo he aniquilado demonios una noche de esta semana, y en tercer lugar… Mi teléfono vibra en mi bolsillo, distrayéndome de mantenerme al día con sus problemas. Pensando que mamá está llamando para comprobar cómo estoy, me sorprendo por la persona que llama en realidad. Mark. ¿Qué quiere? Habían pasado un par de días desde que llamó, y yo no había respondido a ninguna de ellos. ¿Si no se hubiera dado por aludido? ¿Si llamas y llamas a alguien y nunca contesta, no es prueba suficiente de que no quiere hablar contigo? Colocando el teléfono sobre la mesa, decido dejarlo sonar, pensando que con el tiempo se daría por vencido. Intento ponerme al día sobre los problemas de las Víboras, pero la vibración del teléfono continúa, interrumpiendo mi concentración. Justo cuando creo que él ha renunciado, la pantalla se ilumina de nuevo, su nombre parpadea y se apaga. Reagan nota la vibración de la mesa, mirando a mi teléfono balanceándose. Ellos se callan cuando Reagan apunta al celular y pregunta: —¿No vas a responder eso? Niego con la cabeza, contestando: —No, no es importante. —¿Ah, sí? —Antes de que pueda detenerlo, Phoenix toma el teléfono. Leyendo el nombre en la pantalla, me da una mirada cuestionadora—. ¿Quién es Mark? Trato de quitarle el teléfono, pero él lo mantiene fuera de mi alcance, así que me doy por vencida y suspiro. 149 —No es más que un tipo que conozco. Salimos en una cita. Nada serio. — Ahora no, de todos modos, pero a la vez... —¿Um, Gracen? —dice Reagan con un dejo de preocupación en su voz. —¿Sí? —¿Cómo luce este chico Mark? —¿Por qué me estás preguntando eso? —¿Qué, ella quiere una cita o algo? Cuando su mirada se desplaza hacia arriba y detrás de mí, mi sangre se enfría y mi corazón salta. Dándome la vuelta, casi grito. 150 Capítulo 13 Traducido por Eliana Corregido por SilV Mi corazón automáticamente cae a mi estómago cuando Mark está a la vista. Él está de pie a sólo un par de metros de la cabina, su celular colocado en la oreja. Una expresión de dolor cruza su rostro, sus ojos se oscurecen con extrema conmoción. Luego, su expresión cambia a una que nunca pensé podría cruzarse en su dulce rostro. Rabia. —Ma-Mark —tartamudeo—. ¿Cuánto tiempo has..? —Eso no importa ahora. —Él cierra su teléfono con un golpe, agregando—: Nunca ibas a responder de todos modos. —Espera, déjame explicarte —le digo suplicante, pero él se da la vuelta y se va. Antes de que pueda detenerme me deslizo fuera de la cabina, llevando a Phoenix conmigo y noqueándolo en el proceso. —¡Uf! —Phoenix deja salir, y estoy horrorizada de mí misma por empujarlo al suelo. —¡Oh mi… ¡Phoenix! ¡Lo siento mucho! —Llego abajo y lo agarro del codo izquierdo, tirando de él a sus pies en un movimiento rápido. Su expresión de sorpresa es casi graciosa, si hubiera sido una situación diferente. Alejándome de él y los otros, susurro: —Lo siento. —Doy un giro sobre mis talones y me dirijo en pos de Mark. Corriendo fuera de las puertas del restaurante veo a Mark caminando rápidamente por la acera atestada. Sus pasos son largos, su caminar a paso ágil y sus hombros encorvados me dicen que él está enfadado, y con 151 razón. Acababa de sorprenderme sentada al lado de otro tipo, por no mencionar que fue testigo de que ignoraba sus llamadas telefónicas. En realidad me había visto mirar mi teléfono y deliberadamente no contestar. —¡Mark! —grito, teniendo que luchar a través de la multitud de neoyorquinos. Ignoro los insultos y abucheos que escupen hacia mi dirección. Eso es un hecho cotidiano, de todos modos. De repente se detiene y se da la vuelta, frotándose una mano por el pelo despeinado. Me detengo a unos metros de distancia, haciendo mi mejor esfuerzo para estar tranquila y sosegada con la loca pulsación del ritmo de mi corazón. Ya que estoy más cerca de él ahora puedo ver a un muchacho diferente, el hombre delante de mí. Los vaqueros desgarrados y agujereados, su camisa gris de manga larga está arrugada, como si la hubiera estado usando durante varios días. Su usualmente rostro afeitado está plagado de una barba de unos días, haciéndole parecer cinco años más viejo. Inclinando la cabeza, me mira con un borde oscuro y tormentoso en sus ojos color avellana. Un ojo está aún magullado por el ataque de unos días antes. En ese momento deseo poder decirle todo. Todo acerca de mí, lo que soy, lo que podría hacer, y para lo que fui creada. Quiero decirle que yo evitándolo había sido por su propio bien, que una relación entre un ser humano tocado y Sin Tocar nunca iba a funcionar. La imagen de Phoenix pasa por mi mente. ¿Qué está pensando ahora mismo? Es probable que esté confundido y tal vez un poco molesto. Sí, habíamos compartido un dulce beso antes, pero él es uno de Víboras Nocturnas. ¿Estamos juntos? ¿Podríamos estar juntos? O… —¿Por qué me sigues, Gracen? —inquirió Mark, trayéndome de mis cavilaciones sobreabundantes en las nubes. Sacudiendo el pensamiento de mi cerebro le digo: —Quiero explicarme. Lo que viste, lo que estás suponiendo no es lo que parece. 152 —¿En serio? —Él se ríe, el sonido áspero para mis oídos—. ¡Vaya, qué alivio! Verte con otro tipo y también ver cómo te quedas mirando mi llamada sin responder, estaba empezando a pensar que habías perdido interés en mí. —Su sonrisa falsa se desvanece—. Debes pensar que soy un bobo paranoico. Empujando fuera su sarcasmo trato replicando: —No creo… —Él me interrumpe, levantando una mano en el aire para silenciarme. —No gastes tu aliento, Gracen —escupe con odio—. Sé cuándo no me quieren. Puedo ser un chico de campo tratando de llegar a la gran ciudad, pero soy lo suficientemente inteligente como para saber que no quieres salir conmigo. Trago. —Mark, por favor. Déjame explicarte. —Y otra cosa —continúa, haciendo caso omiso de mi voz—. Sé que tuve el infierno golpeado fuera de mí la otra noche. Ni siquiera sé cómo terminé en mi apartamento. Pero trabajó contra mí porque salté tratando de protegerte, eso es un error. Mi mandíbula cae y estoy consternada por su suposición de que creo que es débil. —Mark —intento una vez más—, sólo escúchame. Por favor. —No —dice desagradablemente, con el rostro impasible—. Has tenido muchas oportunidades de hablar conmigo, pero nunca las tomaste. Pero no te preocupes. No obtendrás más llamadas de mí. —Mi corazón y mi espíritu se rompen en pedazos cuando murmura—: Adiós, Gracen. Mark se aleja, dejándome de pie sola en un océano enorme de personas que están empujándome y pasándome como si no estuviera allí. Miro detrás de él hasta que desaparece entre la multitud. Una lágrima se desliza por mi mejilla, mi corazón roto porque había roto el suyo, y todo fue culpa mía. Sólo debería haber convencido y responder a sus llamadas, dejándolo con cuidado. Al menos de esa manera podríamos haber tenido la oportunidad de una amistad. 153 Otra lección de vida aprendida. Un viento cruel azota mi cola de caballo sobre mi cara, y siento una presencia familiar detrás de mí. Dando la vuelta encuentro a Phoenix allí de pie, los labios delgados y con el ceño fruncido. —Dejaste esto allí. —Él me entrega el celular. Limpiando mi mejilla húmeda, tomo el teléfono, diciendo: —Gracias. Él asiente con la cabeza. Los relámpagos destellan en el cielo, seguido de un fuerte estruendo. Las nubes de tormenta están rodando rápido, la ciudad se adentrará en una mala. Grandes gotas gordas comienzan a caer, pero no nos perturban a Phoenix o a mí. Nos miramos el uno al otro, en relación con pensamientos dudosos. Los dos estamos preguntándonos lo que el otro está pensando. Mientras una constante lluvia comienza a caer, pregunta: —¿Quién era ese tipo? Inclino mi cabeza, estudiándolo atentamente. Sus emociones están rodando más o menos fuera de él, la mayoría de los cuales he sentido de él antes, con la excepción de uno. Celos. —Él no es asunto tuyo—le aseguro, mordiéndome el labio inferior. Su mirada pesada no vacila. —¿Lo amas? —continúa probando. Su pregunta me sorprende, haciendo un nudo formarse en mi estómago. Sacudiendo la cabeza, respondo: —No, aunque me hubiera gustado que hubiera manejado la situación de manera diferente. Su expresión se suaviza una fracción. La gente se dispersa a nuestro alrededor mientras un fuerte aguacero invade la ciudad, trayendo consigo destellos de relámpagos y truenos. 154 La lluvia ha empapado mis ropas, el frío se filtra todo el camino hasta la médula de mis huesos. El pelo de Phoenix está pegado a su cara, la fría lluvia gotea de su nariz y aterriza en sus labios. Cuando da un paso hacia adelante, doy un paso atrás, no estoy de humor para ser tocada o consolada. Casi estallo en llanto cuando dibuja en sus labios una mueca, entrecerrando los ojos. —Necesito estar sola —digo llanamente esperando no herir sus sentimientos. Inclina la cabeza hacia un lado. —¿Por qué? —Porque —digo, limpiando el agua de mis ojos—, necesito un poco de tiempo para pensar. Él hace una mueca. —¿Sobre qué? Lo miro y digo muy claramente. —Sobre todo. Doy la vuelta y empiezo a caminar a casa, sabiendo que la lluvia no parará por un tiempo. Cuando cruzo la calle, me atrevo a dar un vistazo, me entristece ver que todavía está de pie en el mismo lugar, dejando que la lluvia lo empape. Una vez en casa le digo a mamá que no me encuentro bien, que ella y Jude tendrán que trabajar esa noche. Cuando me ven empapada hasta los huesos, con escalofríos, y más pálida que de costumbre, mamá me ordena tomar un baño e ir a la cama. Estando bajo mis mantas calientes, la lluvia golpeando en mi ventana, cierro los ojos y trato de no pensar en Mark, Phoenix, Tink, Jack, o Reagan. Trato de no pensar en la ira de Mark o la tristeza de Phoenix. Ruedo en una bola, todavía atormentada por escalofríos, deseando nunca salir de la cama otra vez. *** 155 Un consejo sabio, nunca pidas un deseo que implique querer quedarse en la cama por el resto de tu vida. Ese tipo de deseo sólo podría hacerse realidad, o al menos lo hizo para mí, excepto que por siempre resultó ser tres días. Es este caso, el domingo por la mañana me encontré temblando de fiebre y abrazando el trono de porcelana. Mamá había tratado de entrar y mimarme, pero la había advertido de mantenerse alejada o la vomitaría encima. No me molestó después de eso. Por suerte para mí, tenía mi propio baño privado. Desafortunadamente para mí, el dolor de estómago se quedó conmigo hasta el miércoles, aunque por entonces no estaba vomitando mis tripas afuera, pero todavía me sentía débil. Lo único bueno de que estuviese enferma como un perro era que mis pesadillas eran inexistentes. En realidad, no soñé nada, lo cual consideraba una bendición total. Bets había estado más cada día. Era la única que estaba permitida a visitarme con mi enfermedad. Ella me trajo sopa, algunos DVDs, y una ridícula tarjeta con un hombre semidesnudo en la parte delantera. Sus visitas ayudaron a iluminar mis días. Ella quería informarme sobre un nuevo chico que había conocido en el centro comercial, y que tenía una cita después de la escuela el miércoles. Pero por supuesto que había prometido venir y comprobarme de antemano. —Yu-hu, mis pequeños sicko! —dice Bets en voz alta, dejándose entrar—. Te he traído un café con leche y también un poco de maquillaje. —Vaya, gracias —murmuro—. El café con leche que quiero, el maquillaje, quémalo. Me levanto del sofá y apago el televisor. Mis piernas están un poco tambaleante, mi cuerpo un poco débil, pero en general estoy mucho mejor. No hay más fiebre, ni vómitos, aunque me hizo perder cinco libras el apestoso virus. Ella me hace un gesto exagerado. —¿Vas a la escuela mañana? Te echo de menos. 156 —Sí. —Me pasa mi café con leche y tomo un sorbo. Salto de un pie al otro, y agrego—; ¡Ah, sí, me siento genial, Bets! Ella se ríe. —Puedo ver eso, pero es posible que desees llevar un poco de maquillaje. Ya sabes, encubrir tus ojos oscuros y todo. —Gracias por el consejo —me mofo, haciendo un punto al observar su rostro—. Oh, y te voy a dar un consejo. Antes de ir a una cita con el chico nuevo, asegúrate de afeitarte el bigote o por lo menos pasar un peine a través de él. Sus ojos se abren y ella corre hacia el espejo más cercano que puede encontrar. Estoy tratando de no reír, ahogándome detrás de mi mano. Ella mira en el espejo del vestíbulo, comprueba su reflejo, luego se gira y me apunta. —Difícilmente maldita —se burla de ella, lanzando su largo pelo de sus hombros—. Y aquí está otro consejo de belleza para ti... invierte en una cama de bronceado, novia de Drácula. —Le saco la lengua—. ¡Oh, casi lo olvido! —anuncia de repente, haciéndome saltar. Metiendo la mano en su mochila, retira un sobre blanco con mi nombre garabateado en él. Ella sonríe mientras me lo entrega. —¿Qué es eso? —Oh, no lo sé. Tal vez una pequeña nota de alguien con las iniciales P y B, y no estoy hablando de un sándwich. —Ella menea las cejas. Mi corazón se acelera por primera vez en días. —Me pregunto lo que quiere —digo mientras empiezo a romper para abrirlo. —¡No, no lo hagas! —grita Bets, deteniéndome. Entrecierro mis ojos, arqueando una ceja. —¿Qué? Ella deja escapar un suspiro. 157 —Le prometí a Phoenix que me iría antes de que lo abrieras. Me dijo que quería que estuvieras sola cuando lo leyeras. —Hace una pausa y suspira con una mirada soñadora en sus ojos—. ¡Sea lo que sea apuesto a que es romántico! —Bets. —Sacudo la cabeza y rodo mis ojos. —Gracen —infantilmente dispara de vuelta—. ¡Dale a Phoenix una oportunidad! Él parece estar realmente interesado en ti. Ha preguntado por ti todos los días. Esto me deja en shocks. —¿Lo hizo? Ella asiente con la cabeza, sus pendientes de aro oscilando hacia atrás y hacia adelante. —¡Sep! Se da cuenta de mi expresión. —No actúes tan sorprendida de que un hombre esté interesado en ti, sobre todo un tipo tan caliente como Phoenix El Stud Brooks. ¡Fuiste a una cita con Mark y él era extremadamente caliente! No es tan caliente como Phoenix, pero va por allí. Me estremezco cuando ella menciona su nombre. Ella no sabe lo que pasó y no voy a decirle. Ya me siento como un pedazo de mierda, y si se enterara de cómo había ignorado sus llamadas y lo que pasó con él sábado, estaría en una conferencia mega-enorme, a pesar de ella fue a través de chicos más rápido que una ventanilla para comidas rápidas. —¡Bueno, mejor corro! —Ella toma su mochila y se dirige a la puerta—. No quiero dejar a Jason esperando. Todavía mirando el sobre pregunto: —¿Cómo este tipo Jason se gana la vida? Se detiene en la puerta y suspira, su mirada dirigiéndose hacia mí. 158 —¡Es baterista de una banda y es totalmente caliente! Él tiene tatuajes por todo el cuerpo... al menos creo que sí. —Ella golpea la barbilla como si estuviera en una profunda reflexión—. Me pondré en contacto contigo en eso. Rodando los ojos con disgusto digo: —Por favor. No lo hagas. Ella ríe y cierra la puerta, todavía está riendo mientras camina por las escaleras. Me acerco a la cama y me siento, aún con asombro con respecto al sobre. ¿Qué podría Phoenix estar escribiéndome? No había hablado con él desde el sábado, el cual había empezado bien, pero terminó súper mal. No había actuado enojado cuando lo dejé fuera de la cabina y perseguí a otro hombre. En realidad, había parecido un poco curioso con un dejo de celos. Así que, ¿qué había en el sobre? Sólo hay una manera de averiguarlo. Desgarrando el sobre, saco el papel de cuaderno doblado y comienzo a leer. Gracen, No soy muy bueno en expresar mis sentimientos, así que sólo me desnudo. Bets dice que has estado enferma. Es por eso que no te he llamado o visitado... Sé lo que es querer algo de espacio y tiempo a solas, aunque me está volviendo loco no poder hablar contigo. No sé lo que me has hecho, Gracen, pero me gusta, y sea lo que sea, estoy ansiándolo. Cuando te besé el sábado, espero no haberte espantado. Estoy diciendo la verdad cuando digo esto... se sintió tan bien. No puedo explicar lo que siento por ti. Nunca me he sentido querido o estado enamorado, y sé que sólo nos hemos conocido poco, pero creo que, en el fondo, fuiste hecha para mí y yo fui hecho para ti. No sé lo que eso significa para el futuro, o si podemos tener un futuro. Venimos de dos mundos diferentes, el tuyo lleno de luz y el mío completamente a oscuras, pero estoy diciendo la verdad cuando digo esto... 159 Quiero ser parte de tu mundo. Siempre tuyo, Phoenix Las lágrimas caen de mis ojos al mirar la carta más dulce que jamás he leído. Después de leerla realmente puedo sentir el dolor que viene de Phoenix. Él nunca se ha sentido como si perteneciera o ser querido. Caminó alrededor del mundo lleno de tormento, sin saber lo que era ser amado. Las palabras que escribió decía mucho sobre su vida, derritiendo mi corazón al instante. No había crecido con la mejor vida, pero por lo menos sé lo que significa ser amado. Y en cuanto a que estamos hechos el uno para otro... No estoy muy segura de eso. Como había escrito, venimos de dos mundos diferentes. ¿Cómo es posible que alguien de la luz y alguien de la oscuridad tengan una relación duradera? Más importante aún, ¿Qué haría mamá si alguna vez se enterara de que Phoenix tiene sentimientos por mí y mis sentimientos siguen creciendo por él? —¿Qué estás pensando ahora mismo? No me sorprende cuando miro hacia arriba y veo a Phoenix de pie al otro lado de la habitación, recostado en un rincón. Está vestido con pantalones vaqueros y una camiseta negra, la chaqueta de cuero colgaba de su brazo. Sus ojos se ven más oscuro que de costumbre. Cuando oigo a mamá revolviendo en su habitación, corro hacia él y lo arrastro por el brazo a mi habitación. Cerrando la puerta sin hacer ruido, me doy la vuelta. Su mirada se desplaza por toda la longitud de mi cuerpo, y ahí es cuando me doy cuenta de que llevo calzoncillos y una camiseta blanca sin sujetador. Tan rápido como es posible agarro mi cobija y la envuelvo alrededor de mí. No tengo mucho que mostrar, pero eso no significa que quiera mostrar lo que tengo. En cuanto a la piel y el pelo grasiento -demasiado tarde para arreglar todo eso. Con un rostro ardiente susurro: 160 —Tienes que dejar de hacer eso. —¿Hacer qué? —Aparecer de la nada. ¿Qué pasa si hubiera estado totalmente desnuda? —Entonces sería un hombre feliz en este momento. Mi cara arde incluso más. Disparándole una mirada asesina digo: — Todavía necesitas hacerme saber de antemano. —¿Quieres que me ponga una campana alrededor del cuello? — pregunta, con una expresión sincera—. De esa manera sabrías de mí viniendo. —Una lenta sonrisa se extiende a lo ancho de su rostro, haciéndome sonreír con él. —Eso puede funcionar. —Ssiento, guiñándole un ojo. Él sonríe y se sienta en mi mesa. Me siento en el borde de mi cama, esperando a que hable. —Nunca respondiste a mi pregunta. —Él me mira expectante. No digo nada, así que vuelve a preguntar—: ¿Qué estás pensando ahora mismo? Me río nerviosamente. —En este momento estoy pensando en darte puñetazos en la garganta por presentarte mientras parezco a los muertos vivientes. Él se ríe, moviendo la cabeza. —Te ves hermosa para mí. Su mirada me perfora y tengo que apartar la mirada. Reuniendo un poco de coraje me vuelvo hacia él y confieso: —La carta que escribiste es la mejor carta que he recibido. Gracias por ella. Él asiente, sus ojos sin apartarse. Continúo: —Y en cuanto a lo que estoy pensando-creo que ambos tenemos mucho en qué pensar. Verás, nunca he estado en una relación antes. Se encoge de hombros. —Yo tampoco. 161 —¿En serio? ¿Nunca has tenido una novia? —No—responde. —No una seria, por lo menos. —¿Qué quieres decir con eso? —Quiero decir, he estado con chicas, pero— se pasa una mano temblorosa por el pelo—Nunca me sentí conectado a ellas, ¿Sabes? Como me siento contigo. Me sonrojo, de nuevo sin saber qué decir. ¿Por qué cada vez que estoy cerca de este tipo pierdo el poder de la palabra? Inmediatamente queriendo cambiar de tema pregunto: —¿Qué estás haciendo aquí? Quiero decir, realmente, podrías haberme llamado para hablar de sentimientos. Sé que has venido por otra razón, así que suéltalo. Sonríe. —Puedes leerme como un libro abierto. —Consigo utilizarlo —digo, admitiendo—. Todo es parte de mi impresionante y maravilloso regalo, de Águila de Plata. —Por supuesto. —Su sonrisa se desvanece mientras se pone de pie y comienza a caminar—. Bueno, como sabes, el sábado no te reuniste con Ash porque está un poco nervioso de conocer a un Mortal de Plata, pero por fin he acordado con él para conocerte. —Muy bien. —comento—. ¿Cuando estás quieres que nos encontremos? Detiene su ritmo y me mira de reojo. —¿Qué tal ahora mismo? —¿Ahora? Estoy de pie, agarrando la manta a mi pecho—. ¿Quieres decir que va a aparecer aquí? —No, no aquí—aclara rápidamente. Confundida pregunto: —Muy bien, entonces, ¿dónde? 162 Él sonríe y se acerca, poniendo una mano sobre mi hombro. —El lugar al que llamar hogar. 163 Capítulo 14 Traducido por Leeconemi Corregido por Anaizher Phoenix me espera en la habitación mientras me baño y me visto. Limpio el vapor del espejo y miro por un momento mi reflejo. Bets está en lo cierto. Tenía unas profundas ojeras de las que ocuparme y mi piel estaba más pálida de lo usual. Siguiendo su consejo decido maquillarme, un poco de pintura en los ojos y brillo en los labios. Me seco el cabello con la toalla y decido dejar las ondas naturales sueltas por la espalda. Le dedico una última mirada a mi reflejo y sonrío. —Mucho mejor. Cuando abro la puerta del baño Phoenix está ocupado mirando afuera desde la ventana de mi habitación. —Estoy lista —susurro, no quiero que mamá o Jude encuentren a un chico en mi habitación, especialmente si ese chico es Phoenix. Mamá aprobaba que trabajáramos juntos, pero no estaba segura lo que diría de una cita. Me encargaría de eso luego. Además, ni siquiera yo podía asegurar que pudiéramos llegar a algo juntos. Cuando ve mi aspecto la tensión abandona su cuerpo y su rostro se suaviza. Con una mirada así, me doy cuenta de que lo imposible puede ser fácilmente posible. —Wow, te arreglas bien —me elogia, sus ojos vagaban por todo mi cuerpo. Los rayos de sol brillan detrás de su cabello oscuro, dándole un aire rojizo. —¿Qué se supone que significa eso? —le pregunto, pretendiendo entender su comentario incorrectamente. Antes de que pueda parpadear, él cruza la habitación y se queda delante de mí, mirándome con un brillo tan intenso que tuve que recordarme como respirar. 164 —Lo que significa es que siempre he creído que eres hermosa. —Su respiración es caliente contra mi mejilla, su voz profunda y grave. Enrolla en el dedo un mechón de mi pelo—. Todo lo que puedo decir es que no importa cómo te veas no importa cómo te sientas. Siempre creeré que eres perfecta. —Suelta el mechón, golpeándome en la cara con su hermosa sonrisa torcida. Oh, esa sonrisa. ¿Por qué es tan maravilloso? ¿Por qué siempre dice las palabras correctas? ¿Y por qué siempre siento las rodillas flojas a su alrededor? Bueno, podría culpar de mi debilidad al horrible virus del que me había contagiado. Ah, diablos. A quién estoy engañando. Me estoy enamorando de este chico y muy rápido. —Agárrate con fuerza —murmura suavemente, mientras pone sus brazos alrededor de mi cintura. Una bola de fuego me golpea el vientre, mi cuerpo entero espera lo que sigue. Pongo las manos detrás de su cuello. —¿Y por qué debo agarrarte? —vamos, bésame, bésame, bésame. Él se acerca y yo cierro los ojos pensando que va a besarme. —Porque voy a llevarte a través de la ciudad —respondió. Mis ojos se abren de golpe. —Tú estás qu… La oscuridad nos envuelve, los pies no tocan el suelo, un torbellino nos barre. El estómago se me cae a los pies mientras giramos y giramos en el negro y misterioso tornado. Cierro los ojos con fuerza y hago lo que Phoenix dijo, me agarro fuerte. No, tacha eso. Me agarro para salvar la vida. Dos segundos después el torbellino negro desaparece y nuestros pies tocan piso sólido. Abro los ojos, uno primero que el otro, preparándome 165 para lo que sigue. Estoy asombrada de dónde estoy. Estamos en un viejo almacén, pero está transformado en un espacio de estar. Hay dos enormes ventanas con una capa de polvo en su superficie, haciendo que la luz no fuera tan abrasiva. Una puerta abierta llevaba a la habitación de la derecha, mostrando un gran baño. El siguiente cuarto es un pequeño espacio de cocina, los electrodomésticos antiguos y desordenados pero, lo más probable, en orden para el trabajo. Hay una mezcla de olores que soy capaz de olfatear. Artículos de limpieza, humo de cigarrillo y una vela perfumada que probablemente se utilizaba para ocultar el olor a tabaco. Doy una vuelta yendo en la otra dirección. En una esquina, un viejo sillón sucio ocupa el espacio, con una cómoda visiblemente maltratada que tiene encima una televisión con antena. En la otra esquina había tres catres juntos, una de ellos con edredón de Campanita, que tenía que ser el catre de Tink. Al lado de los catres hay una cama con dosel de tamaño completo con sábanas negras gruesas que cuelgan sobre esta. —¿Por qué está separada y tiene cortinas? —le pregunto curiosa a Phoenix. —Esa es la cama de Reagan y Jack —se me cae la quijada cuando agrega—, son pareja, así que cuando quieren tiempo a solas solo cierran las cortinas y... Le tapé la boca. —Mucha información Phoenix. No quiero escucharlo. Él se quitó la mano de la boca. —Genial, tampoco yo quiero decirlo —admite y reímos. Aún sonriendo doy unos pasos atrás abarcando el inmenso almacén. —Tus chicos de verdad viven aquí. —Niego con una sacudida—. Woow. —Sí, aquí es. —Camina alrededor de uno de los catres y se acuesta en uno de ellos—. Y aquí es donde yo duermo. Camino alrededor y me siento en el acolchado de Campanita. 166 —Nada mal —le digo—, aunque rebota un poco. —La mía es la más suave —me informa con una pícara sonrisa—. Vamos, pruébala. Me acerco y golpeo su brazo bromeando. —¡Pervertido! —Hey. —Se ríe, incorporándose y lanzando los brazos al aire—. Solo era un chiste. No se te caerán las bragas—. Ese pequeño comentario me hizo levantar una ceja —Espero que sigas bromeando, si sabes lo que es mejor para ti —hago una pausa para cruzar mis brazos en mi pecho—, porque mis bragas siempre están bien puestas. Pone cara de tonto. —Wow. Es bueno saberlo. Intentando cambiar de tema lo antes posible me pongo de pie. —¿Dónde está Ash? —le pregunto—. Creía que lo iba a conocer, ¿me equivoqué? —En unos minutos —me contestó poniéndose de pie—, pero antes de que venga necesito prepararte para lo que verás. Mis nervios se alteraron. —Bi-bien… —Poe el momento —toma mi mano y me empuja al sillón—, tomemos asiento. Nos sentamos y noto que su mano está temblorosa cuando se pone un mechón de pelo detrás de la oreja. Hundiéndome en sus emociones me doy cuenta que se siente nervioso, ansioso y temeroso. —¿Y ahora por qué estás asustado? Sus ojos me miraron con pánico. 167 —¿Yo? ¿Asustado? ¿Por qué piensas eso? Le doy mi mejor mirada de “auch”. —Soy una Mortal de Plata, Phoenix. Puedo leer las emociones de la gente como un libro abierto y ahora apestas a miedo. ¿Puedes decirme por qué? —Sip, se me olvidaba eso. —Me da otro de esos suspiros dignos de una sonrisa, pero no quiere hablar. Intentando moverlo, presionarlo. —Él vendrá en un minuto, entonces... —Sí, entonces —me dice uniendo la punta de los dedos—, primero te advierto que no te alarmes si te mira por largos períodos de tiempo. Él ha estado en el infierno y de regreso, incluso peor que el resto de nosotros. También es un poco nervioso y lo único que lo calma son los cigarrillos. —Entonces, eso era lo que tenías que decirme... Ash es adicto a la nicotina y necesita una prescripción de Xanax. —Me río creyendo que soy chistosa, pero me detengo cuando veo lo serio que está Phoenix. —Él tiene un pequeño lío aquí —me dice golpeándose la cabeza—. Es el hijo de la Víbora Nocturna más famosa. La que es asistente personal de Botis. —Wow, eso es grande —digo sabiendo que mis ojos debían tener el tamaño de unas pelotas de béisbol. Botis es el jefe de las Víboras Nocturnas y el que muchos eones atrás, les dio poderes a las personas con los corazones más oscuros, poderes sobrenaturales para usarlos contra los inocentes. —Sí. Y eso no es todo —continua mirando sus manos—, ya que el padre de Ash es el más siniestro de todas las Víboras no se detendrá ante nada para llevar a su hijo a casa. Su padre no va a perdonar a quienes lo ayudaron a escapar. —Tú —susurro. Asiente con la cabeza. 168 —Jack y Regan también. Tink se involucró cuando su hermana me pidió sacarla de ahí, pero a Alexander Edwards no le importa nada. Él quiere castigar y matar a Tink también. —¿Alexander? De repente me pareció como si una bocanada de humo de cigarrillo me diera en plena cara cuando oí otra voz. —Mi padre. Phoenix y yo intercambiamos una mirada, luego miramos hacia la voz. Era él, el rubio Víbora que vi esa noche a través de la esquina de Applebee’s. El que me había hablado dentro de la cabeza. Estaba apoyado en la nevera con un cigarrillo encendido en la mano temblorosa. Nos mira con unos ojos azules que parecen brillar. Nos mira no, me está mirando cuando exhala una nube masiva de humo. Es tan pálido como yo, pero más alto, alrededor de un metro ochenta. Sus pómulos se ven prominentes en la cara enflaquecida, sus labios finos y apretados en una fina línea. Viste unos jeans azules y una camisa negra con mangas largas, lleva puestas botas de combate. Miedo es la sensación principal, sale de él en grandes porciones. —Ash ven, siéntate. —Phoenix palmeó el sillón junto a él—. Trae una silla para que puedas sentarte. Ash duda, tiene la guardia completamente en alto. Toma una silla de plástico verde y la arrastra hasta nosotros. La pone de espaldas al televisor y se deja caer en ella, de frente a nosotros. Me mira sin pestañear, tomando otra fumada de su casi terminado cigarrillo. Me remuevo un poco en el sillón, sin saber lo que va a pasar ahora. Phoenix tiene razón, este tío tiene problemas. —Ash, dile hola a Gracen —le pide Phoenix suavemente, casi cauteloso. Exhala una vez más el humo en mi dirección. —Hola Gracen —murmura. 169 —Hola Ash. Es bueno conocerte. —No reconozco mi voz cuando hablo. Suena cobarde, odio sonar así, pero no lo puedo evitar. Una oleada de intranquilidad inunda mi sistema, el sonido de su voz me altera. De alguna manera me recuerda a alguien, pero soy incapaz de decir a quién. Una fuerte sensación de deja vú me golpea. Parpadeo intentando quitar lo extraño de ese joven. —Lo mismo digo. —levanta la barbilla para responder. Deja caer la colilla al suelo y pisa fuerte para apagarla. Toma otro del paquete, lo pone entre los labios y lo prende. El silencio ocupa el espacio que no podemos llenar, noto que con cada calada su cuerpo parece más relajado. La intranquilidad parece desaparecer y sus emociones se empiezan a calmar. Cautela. —Ash —comienza Phoenix—, Gracen y su mamá decidieron ayudarnos. Ahora ellas trabajarán con nosotros, todos juntos. ¿Qué piensas de ello? —Genial —dice, aunque sus facciones demuestran lo contrario. Otro momento incómodo. —Entonces Ash ¿cuándo piensas unirte a nosotros? —¿Haciendo qué? —pregunta rápidamente, sus ojos se estrechan. —Ya sabes, ¿luchar contra las criaturas de las sombras? —intento no sonar sarcástica, pero su actitud fría comienza a molestarme. —Ella habla de demonios, de enviarlos de vuelta al infierno —aclara Phoenix—. De proteger a los inocentes de los demonios, de... —Nuestra especie —Ash interviene con dureza, sus labios se curvaron en una sonrisa de broma. Se inclina hacia adelante con los codos equilibrados en la parte superior de los muslos y me mira. 170 —Dime Gracen —me pregunta—, ¿realmente crees que un tigre puede cambiar sus rayas? La intensa mirada de sus ojos azules es inquietante, un escalofrío se extiende por mi columna vertebral. Es como si quisiera retarme, intentando que cayera en la trampa una, tal vez dos veces. Hombre, ya deberías saber que no te conviene meterte conmigo. —Ash, tu pregunta no se relaciona con lo que intentas probar. Sus cejas se arquearon. —¿Ah sí? Por favor, por favor explícate, Mortal. Levanto la barbilla para responder. —Bien, no puedes comparar las rayas de los tigres con la libre voluntad de las personas. El tigre nació así, con rayas... algo como la mordida de víbora en tu mejilla. Extiendo la mano como si fuera a tocar su marca con los dedos. Él pega un grito y salta, alejándose de mí como si mi tacto lo fuera a matar. Su grito nos sorprende, haciéndonos saltar también. La tensión se cuela en el aire, haciendo difícil la respiración. Pesadas emociones fluyen en la habitación, una mezcla de miedo, ansiedad, pánico, confusión y la lista podría seguir y seguir. —No me toques —gruñe Ash—, nunca. Se me sale el corazón cuando los ojos de Ash se vuelven completamente negros. El Águila de Plata viene a mí, el pelo se eriza y me preparo para el combate. No sé por qué, pero el chico aprieta el botón y ya estoy más que felizmente preparada para tocarlo. Phoenix debía estar sintiendo La combinación de sentimientos que flotaban en el aire porque se interpuso entre nosotros y con las manos nos empujó hacia atrás, evitando que nos tocáramos. —Ash, necesitas tranquilizarte—murmuró—, Gracen no va a lastimarte… —¡No lo sabes! —grita Ash. 171 —¡Sí, lo sé! —le responde dejando caer las manos—. Gracen y su madre quieren ayudarnos. No son nuestras enemigas. Son nuestras amigas. Una fuerte risa sarcástica escapa de sus labios. —Eso es lo que dicen —escupe de mala manera—. Te meten y alimentan tus mentiras, pero eres bienvenido. Cuando no nos necesitan más nos tiran a la basura, escupen sobre nosotros… ¡Pasan sobre nosotros! —Su cara se pone roja y las venas se le marcan en el cuello, el estrés por mi presencia es enorme y no conozco el motivo. Phoenix da un paso atrás, sus manos en sus sienes. —Ash, estás pensando en el pasado. Estás pensando en cómo te trataron de vuelta en casa. ¡Estás pensando en tu padre! —¡No hables de él! —grita Ash, empuja a Phoenix por el pecho y este vuela un trecho, aterrizando sobre el sillón. Eso tira del gatillo. En un segundo estoy frente a Ash mirándolo a los ojos. Sus ojos negros me miran mientras da unos pasos atrás con la boca abierta por la sorpresa. El Águila me grita que luche, pero decido no oírla. Por el bien de Phoenix y de los demás tenía que conseguir que Ash confiara en mí. Aunque tuviera que hacerlo entender a golpes. Phoenix intenta ponerse en el medio de nuevo, pero le bloqueo el camino con un movimiento de cabeza. Me lanza una mirada desesperada, pero se conforma con quedarse a un lado. —Phoenix tiene razón. No voy a lastimarte. —Doy dos pasos adelante y consigo que mi tono suene calmado y sincero—. En realidad estaba escéptica al principio, pero entiendo que quieran un cambio. Sé que escapaste de una vida de tormentos, viviendo un infierno, ese es el motivo por el que estás así ahora. Doy otro paso hacia adelante mientras él da otro hacia atrás, el miedo fluyendo de él hacia mí. —No soy tu enemiga —continúo mientras el Águila se calma—. Puedes dudarlo, pero quiero ayudarte. Echando un vistazo a Phoenix, continúo: 172 —Quiero ayudarlos a todos ustedes. Phoenix asiente. —¿Cómo sabes que nosotros queremos cambiar? —dijo Ash con voz temblorosa. Vuelvo la vista de nuevo hacia él y le respondo. —Porque puedo sentir tus emociones. Puedo sentir lo bueno en ti. Puede que en el exterior actúes duro e inalcanzable, pero no puedes esconder tus emociones, especialmente de mí. Veo lo negro en sus ojos volverse azul, una lágrima se le escapa y cae por su mejilla mientras saca otro cigarrillo de su bolsillo trasero. Lo enciende y le da una calada con tristeza. —Me encontraste esa noche en el restaurante —le aclaro—, a través de la calle ¿recuerdas? Él asiente con la mirada clavada en mi cara. —Esa noche no pude sentir tu miedo. Sabía en mi corazón que no ibas a lastimar a nadie. Y de pie en este momento, sé que no deseas dañar a nadie. Él toma otra calada y dice: —No quiero causar dolor a otros. —Te creo —le digo suavemente—, creo que esa noche, la noche en la que hablaste conmigo en mi cabeza, fuiste feliz por encontrarme. ¿Por qué no eres feliz viéndome ahora? Una pequeña risa se le escapa y el sonido hace eco en la habitación. Luego su sonrisa se esfuma y me mira con una mirada oscura en su pálido rostro. —No sabes quién eres —me dice en tono lúgubre y antes de que le pueda preguntar qué se supone que eso significa, se desvanece en humo negro. Me quedo mirando el punto vacío por un minuto, procesando lo que había sucedido. —¿Qué acaba de pasar? —miro a Phoenix y se encoje de hombros. 173 —Te dije que estaba perturbado. Camino a la cocina y me inclino contra el refrigerador apretándome el puente de la nariz. Un fuerte dolor de cabeza se está abriendo camino por mi frente. Un gran manto de fatiga envuelve mi cuerpo con fuerza, presionándome. —Phoenix —susurro— por favor llévame a casa. 174 Capítulo 15 Traducido por Camille A. Corregido por Caro ♫ La ráfaga de viento y la oscuridad total se disipa mientras Phoenix y yo aparecemos en mi habitación. Sabiendo que mis piernas están a punto de agotarse, me quedo en mi cama, dejándome caer sobre las blandas almohadas. Cierro los ojos, asimilando todo lo que pasó. Encontrarme con Ash y ver cómo se desconectó de la realidad me ha dejado preocupada, toda la situación fue una gran y desastrosa confusión. La noche en la que Ash me había encontrado, había actuado aliviado al verme, incluso llegando al extremo de hablarme en mi mente, todavía estoy un poco confundida acerca de cómo había hecho eso. Pero, ¿por qué después de encontrarse cara a cara conmigo, me había evitado, como si mi contacto fuera una plaga? —Siento que no haya ido tan bien, aunque sabía que él no iba a actuar de buena forma. Abro los ojos para ver a Phoenix asomándose sobre mí, sus ojos oscuros llenos de preocupación y compasión. Estaba tan perdida en mis pensamientos que por un momento había olvidado que estaba en mi habitación. —Me estoy acostumbrando a esto —le digo, desviando mi cansada mirada hasta el techo. La cama se hunde mientras se sienta. —¿A qué? —A que nada resulte —respondo sin mirarlo—. Mi vida ha sido una gran metida de pata tras otra. Nunca encajo, la primera cita a la que fui terminó dramáticamente. Tengo dieciséis años, mi pasatiempo favorito es 175 el entrenamiento con mi Katana y visitar distintos lugares de la ciudad con la esperanza de encontrar una guarida de demonios para destruir. —Hago una pausa, desviando mis ojos hacia él—. Mi actitud es horrible, tengo problemas de ira, soy social y mentalmente rara. Una excusa patética para un ser humano Tocado. Phoenix me mira fijamente sin parpadear, mordiéndose el labio. Parece estar pensando profundamente, con la frente arrugada en determinación, como si reflexionar le diera un dolor de cabeza. Sus emociones se revuelven en torno a su pecho mientras especula decirme lo que está pensando. Pasa un minuto antes que diga: —Sé lo que es vivir una vida imperfecta. Entiendo lo que se siente no encajar, ser socialmente indeseado. Sabía todo esto a los diez años, cuando mis padres murieron. Me quedé al cuidado de Alexander Edwards, el hombre que mató a mis padres. Jadeo, reacomodándome rápidamente. —¿El papá de Ash los mató? Asiente, con los ojos llenos de lágrimas. —Sí, por desgracia. —¿Pero, por qué? ¿Por qué mató a tus padres? Traga saliva, su nuez de Adán sube y baja. —Se enteró que estaban comenzando una revuelta contra él. Verás, mis padres fueron los primeros en intentar alguna vez separarse del clan, pero estaban demasiado confiados, demasiado crédulos. —Hace una pausa, secándose los ojos—. De todos modos, uno de sus supuestos amigos los delató. Alexander y un grupo de demonios guerreros llegaron a nuestra casa, llevándoselos de inmediato. No estoy seguro de cómo murieron, pero estoy seguro de que fueron torturados por su traicionero acto. Una lágrima se desliza por mi mejilla. —Lo siento mucho, Phoenix. 176 —Ash y yo hemos crecido juntos en los últimos siete años. Su padre me trata de manera diferente de lo que trata a Ash. Fue mucho más duro con Ash. —Limpia mi lágrima con el dedo, y añade en un susurro—: He visto y vivido un cierto infierno. Sé cómo se siente. Mi corazón se rompe en dos. Extiendo una mano a su mejilla, acariciándola. Las lágrimas siguen formándose en mis ojos cuando sus emociones se funden con las mías. —Lo siento —le digo de nuevo—. Debo sonar tan egoísta en este momento, quejándome de la vida cuando la tuya ha sido tan horrible. Toma mi mano y besa la palma con suavidad, su tacto enviando escalofríos arriba y abajo de mi espina dorsal. La mirada que me da es tan feroz que me consume por completo. Mi corazón late rápidamente en mi pecho mientras empieza a besar mis dedos. Aspiro, tratando de regular la estampida de mi corazón. —No siento haber pasado por la angustia y el dolor —me dice, cada vez más cerca de mi cara—. Me ha hecho una persona más fuerte, aunque me falta la comprensión cuando se trata de la amistad... y el amor. Miro sus labios mientras estoy más cerca de ellos, sólo a centímetros. —Podemos ayudarnos el uno al otro a entender. Sonríe. —Me gustaría eso —dice mientras inclina la cabeza para besarme, pero el beso nunca se concreta. A un segundo estamos a punto de besarnos, y al siguiente él está saltando de la cama, su mirada extendiéndose hacia la puerta. —Tu madre ha llegado —me informa, volviéndose hacia mí—. ¿Nos vemos mañana en la escuela? Sonrío y suspiro. —Sí. —Su sonrisa se ensancha, mientras que la niebla negra lo envuelve y lo lleva lejos, y justo a tiempo, porque mamá no se molestó en llamar a la puerta. 177 La puerta se abre y se pasea dentro. Inspecciona la habitación, abriendo la puerta del armario y mirando dentro. Al no encontrar nada, comprueba mi cuarto de baño, sólo para descubrir que también está vacío. Luego se acerca a la cama y me mira. —¿Estás sola aquí? —pregunta. Coloca su mano firmemente sobre su cadera, sus ojos grises me miran firmemente como el acero. El sol se ha puesto y ya está vestida con su atuendo asesino. —Por supuesto que estoy sola —le respondo, y agregó con sarcasmo—: ¿Por qué lo preguntas? —Me pareció oír otra voz aquí —dice, luciendo desconcertada. Hecha un rápido vistazo alrededor, entonces digo: —Um, pues nop. Sólo yo. Sacudiendo la cabeza, se sienta en la silla de mi escritorio, frotando una mano por su pelo corto y rubio. El aire está lleno de sus sentimientos, de los que estoy sorprendida que esté teniendo. No sólo es el corazón acelerado, sino que el pánico y la inquietud comienzan a aferrarse a mí. Cruzando las piernas en la cama, pregunto: —Mamá, ¿qué te está molestando? Estás toda nerviosa. —Acabo de recibir una noticia —responde—, y estoy tratando de lidiar con eso. —¿Ah, sí? —Estoy intrigada—. ¿Qué tipo de noticia? Su mirada me estudia un momento antes que responda: —Nada de lo que tengas que preocuparte en este momento. Cuando lo descubra, te diré, ¿de acuerdo? Genial. Mamá está siendo reservada y a mis espaldas. Había estado esperando que hubiera comprendido el hecho que no era una niña, pero parece que todavía piensa en mí como tal. 178 Suspirando, me decido dejar pasar esto por el momento. Después de estar enferma y del encuentro con Ash, estoy tan dispuesta a no pensar o sentir. Todo lo que quiero en este momento es estar sola, a menos que Phoenix quiera unirse. Pongo los ojos en blanco. —Está bien, mamá. Dime más tarde. Ni siquiera me importa. —No pongas esa actitud, Gracen —dice terminantemente—. Sé que has estado enferma los últimos días, pero eso no te da derecho a menospreciar mis decisiones. ¿Por qué está tan sensible? ¿Y de qué decisiones está hablando? —Lo siento —digo, demasiado cansada para discutir—. Entonces, ¿quieres hablar de cualquier otra cosa, o ya terminaste de comprobarme? —En realidad, quería hablar de las Víboras que Phoenix te presentó el sábado. Hago una mueca. —¿Cómo lo supiste…? Oh. Phoenix te dijo, ¿no? Sonríe. —Sí. Háblame de ellos y dime todo. —Muy típico de mamá ocultarme las cosas, pero yo tenía que decirle todos los detalles de mi vida. Una vez que suspiré, le dije todos los detalles del sábado, dejando de lado la situación de Mark. También evité decirle de la reunión con Ash y todo lo que Phoenix me dijo acerca de su pasado. Porque, si mamá tiene permitido tener secretos, es justo que yo tenga unos cuantos. *** Por primera vez en mucho tiempo voy a la escuela temprano, incluso antes que Phoenix. Quería llegar temprano para que pudiéramos hablar, pero 179 cuando los estudiantes empiezan a llegar a las aulas se hace evidente que Phoenix está retrasado. Suspiro, decidiendo sacar mi reproductor de MP3 y conectar mis oídos con algo de metal grunge. Inclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, escucho el ritmo palpitante que invade mis oídos. Mientras me pierdo en la música, mi mente aleja todo lo negativo, invitando a lo positivo. Y eso positivo tiene un nombre, y su nombre es Phoenix Brooks. Él ha estado en mi vida un poco más de una semana y ya me ha encantado con su integridad y encanto. Sin dejar de lado sus oscuros y misteriosos ojos, y sensuales labios. ¡Oh hombre, esos labios! Sólo imaginar su cabeza inclinándose, a punto de darme un beso, y la sensación de sus labios sobre los míos… Un golpecito en mi hombro me saca de mi sueño inducido. Pensando que es él tocando mi hombro, abro los ojos y muestro mi mejor sonrisa. Esa sonrisa desaparece rápidamente convirtiéndose en una mueca de desprecio. Las dos animadoras de pie delante de mí no son exactamente lo que esperaba. Devanándome los sesos, intento recordar sus nombres en las profundidades de mi mente, un lugar donde guardo información que no uso. El nombre de la rubia de pelo corto es Shay, y la gordita de piel oscura es Caitlyn. Estas dos nunca me han hablado, y en este momento me pregunto qué pueden estar planeando. En otras palabras, me huele a sospecha y algo rancio. —¿Qué quieren ustedes dos? —pregunto con maldad, mis labios fruncidos. Shay habla primero. —Bueno, nos preguntábamos, uh, ¿cuál es tu nombre? Cuando no les doy mi nombre, Caitlyn dice: —Su nombre es Gracie, o algo así. 180 —¡Oh, sí! —chilla Shay, golpeando su mano contra su frente y sonriendo. Vuelve sus ojos verdes claros de nuevo a mí, y continúa—: Así que, Gracie, el chico que se sienta a tu lado, Phoenix. ¿Son como pareja? Mi boca se contrae en una sonrisa sarcástica. —¿Por qué lo preguntas? —Sólo responde a la pregunta —escupe Caitlyn, poniendo una mano en su cadera. —¿Y si lo somos? —desafío, apoyando el codo sobre la mesa y la barbilla en mi puño cerrado. —Sí, vamos a tomar eso como un gran no. —resopla Shay de risa. —Estoy de acuerdo —chilla Caitlyn, mirando de su nariz a mí—. ¿Quién quiere ser visto con una desadaptada e inútil de todos modos? —Disculpa. —La voz de Phoenix retumba detrás de ellas. Las chicas se giran, sus ojos y sus bocas muy abiertos. —Hola, Phoenix —dice Shay, batiendo sus pestañas mientras él se sienta—. ¿Cómo estás esta mañana? —Estoy bien, gracias —le responde. Volviéndose hacia mí con una sonrisa en los labios, añade: —Y estoy mucho mejor ahora que estoy sentado al lado de la chica más hermosa en el mundo. —Me guiña el ojo y casi me derrito. Mi corazón se acelera y sé que mi rostro está totalmente colorado. Sin saber qué decir o hacer, sólo lo miro con asombro, luchando contra la necesidad desesperada de acercarlo a mí para colocarme en su regazo y presionar mis labios en los suyos. —¿Hermosa? —exclama Caitlyn, con la cara completamente en shock. Las chicas se miran entre sí, de pronto estallan en una desagradable carcajada. —¡Oh, chico, esa es buena! —reacciona Shay. 181 —Phoenix, creo que necesitas hacerte un examen de vista, ya que esa cosa que se sienta a tu lado no es hermosa en absoluto. —¡Ella es un fantasma, una enredadera, una criatura de la noche! — Caitlyn hace un ruido que se supone representa un fantasma, a continuación, las dos ríen en voz alta otra vez. Su charla está empezando a rozar mi piel, haciendo que mi dulzura comience a desaparecer. Mi mente me está diciendo que lo deje pasar, que no valen la energía, pero mi cuerpo está gritando que dé rienda suelta a la bestia en estas pequeñas y cretinas mocosas. Una imagen rasgando sus gargantas viene a mi mente, pero antes que sea capaz de pararme de mi escritorio e ir hacerlo, Phoenix viene a mi rescate. —Creo —comienza en voz baja, sus ojos oscuros oscureciéndose aún más—, que ustedes dos tienen que mirarse en un espejo. Tú —apunta a Shay—, tienes que conseguir algo mejor para cubrir ese grano, una afeitadora para tu bigote y un poco de pasta. Y tú —señala a Caitlyn—, necesitas conseguir una cinta de correr y perder un par de cientos de kilos. Lo miran boquiabiertas, sus expresiones dudosas y absolutamente mudas, provocando una risita de mi boca. —Y otra cosa —continúa, encorvándose hasta el final en su asiento—, tienen que irse lo más lejos posible de nosotros. No queremos ver cualquiera de sus estúpidos enojos, sobre todo con la gran prueba que viene mañana. Sus expresiones de rubor y consternación me hacen romper en risa, otra vez. Probablemente nunca en sus perfectas, pequeñas y mimadas vidas las habían tratado de esa manera. Acababan de tener una muestra de realismo, la dura verdad golpeándolas directamente a ellas que habían nacido en cuna de oro. Ahhh, un espectáculo realmente impresionante. Las dos se giraron, alejándose, aunque Shay detuvo sus pasos para defenderse. 182 —¿Sabes qué? —Piensa en voz alta, dirigiéndose a Phoenix—. Por mucho que no pueda soportar a Billy Stanton, tengo que estar de acuerdo con él cuando dice que eres un bicho raro —dice que la última palabra como si dejara un mal sabor en su boca, luego camina al frente y se sienta. Le echo vistazo de Phoenix. Estoy esperando ver salir humo de sus orejas. En lugar de eso estoy sorprendida al ver que en realidad está sonriendo, y es genuina. Sus emociones son inquietantes, no había dejado que esas dos estúpidas llegaran a él. Una sonrisa se extiende a lo largo de mi cara. —Oh, estoy impresionada —le digo de verdad disparándole una mirada de aprobación. Él a su vez me lanza una mirada inquisitiva, pero increíblemente guapa. —¿Estás impresionada con? Sonrío. —Con la manera de poner a esas dos vaquillas en su lugar sin perder la calma. Estoy totalmente impresionada. Se vuelve en su escritorio, apoyando los codos en sus muslos. —¿Te impresionó lo suficiente para darme un beso? Me vuelvo de mi escritorio y, me acerco a su rostro. —Casi —bromeo, entonces me inclino con una enorme sonrisa, él no se mueve, manteniendo sus ojos oscuros en mí. Cambiando de tema, pregunto—: ¿Por qué llegaste tarde hoy? Levanta una ceja. —¿Tarde? La clase ni siquiera ha comenzado todavía. —Quiero decir —le digo, poniendo los ojos en blanco—, ¿por qué llegaste más tarde de lo normal? —Oh —Asiente en comprensión—, eso es porque me quedé dormido. Estuve despierto toda la noche y toda la mañana hablando con Ash. Me estremezco, recordando la conversación del día anterior. Él no había estado muy feliz de verme, lo que todavía no entiendo. 183 —¿Qué dijo? —inquiero suavemente. —Creo está cambiando de opinión. Realmente pude llegar a él y creo que está listo para… La campana corta sus palabras, dejando nuestra conversación en el aire. Vuelve la mirada al frente, sentado derecho en la mesa. El profesor entra, les dice a todos que se callen, y comienza a escribir en la pizarra. Trato de captar su atención, pero ha puesto toda su concentración en la clase. Necesitaba saber para lo que Ash estaba preparado. Si no lo sabía, estaría distraída toda la clase. Saco un pedazo de papel de mi cuaderno y rápidamente anoto: ¿Listo para qué? Doblo el papel por la mitad, y cuando estoy segura que el profesor no está mirando, lo arrojo en su escritorio. Me mira y veo la sorpresa en su cara. Señalo la nota y gesticulo con la boca que la lea. Sonríe asintiendo, y la abre. Después de leerla, escribe algunas palabras, lo dobla, y la lanza de nuevo sin comprobar si el profesor nos está mirando. Le disparo una mirada. Sólo se encoge de hombros y sonríe. Abro de nuevo el papel y leo: Listo para unirse a nosotros. Lo miro y me mira con una mirada seria. Luego desvía su atención hacia el frente de la clase, concentrándose en la lección. Sin embargo, mantengo mi atención en él y el hecho de que Ash está dispuesto a trabajar con nosotros. Todo el día mi mente está trabajando a toda marcha, contemplando lo que esto podría significar para el futuro de los Mortales de Plata y las Víboras Nocturnas ¿Podría realmente funcionar? ¿Podrían Las Víboras y Águilas realmente trabajar juntos para un mundo lejos del mal? 184 Cuando llega el almuerzo, mi cabeza late como un tambor. Estoy un poco molesta de que Phoenix no fuera al almuerzo conmigo. Tuvo que correr a casa y ver a Tink, que había estado enferma el último par de días. Sentada con mi sándwich de pavo, dejo escapar un suspiro y cierro los ojos. Quiero tomar un minuto para relajarme y procesar todo lo que está pasando, pero no tengo oportunidad. Tan pronto como dejo que mi mente vague por la nada, Bets se sienta a mi lado. —¡Despierta, Gracen! —grita en mi oído. Abro los ojos y le disparo una mirada. No se da cuenta de mi mirada mientras continúa—: Déjame contarte de mi cita de anoche. En primer lugar, nos fuimos a la práctica de la banda en el garaje. Eran, como, una docena de chicas cachondas cerniéndose sobre los miembros de la banda, pero Jason sólo tenía ojos para mí. —Me dijo lo maravilloso que la banda tocaba la trompeta, y que me encantaría su música, ya que era de metal grunge. —¿Cuál es el nombre de la banda? —le pregunto cuando se detiene para recobrar el aliento. —Oh, te va a encantar —dice, sonriendo con picardía—. Se llaman The Deviant Demons, ¿no es el nombre más genial del mundo? Hago una mueca. —Suena... genial. —¿Genial? —se burla—. ¡Son las próximas estrellas! ¿Y adivina qué? —Abro la boca para hablar, pero no me da la oportunidad de responder—: ¡Jason me ha prometido que me puedo ir de gira con ellos el próximo verano! ¿No es increíble? Me sorprendo por su gemido en voz alta. —Beats, ¿cómo sabrás que todavía estarás con este chico en verano? Sales con los chicos más rápido de lo que se necesita para las palomitas de microondas. —Este tipo es diferente que el resto, Gracen —dice, con ojos soñadores y acristalados—.He estado esperando por el chico malo, y Jason es el supremo. 185 Me estremezco por las emociones que siento que salen de ella. La lujuria, la codicia, el poder, todo enrollado en uno. —¿Y si no es bueno para ti? —señalo—. ¿Y si te daña y utiliza? —Sus ojos se desvían de nuevo a mí, todavía un poco vidriosos de felicidad. —Oh, él es el único para mí, Gracen —dice enserio—. Te explicaré por qué. Después de su práctica con la banda, fuimos a su apartamento, donde… —Me desconecto durante el resto de la conversación. Algo de este tipo Jason me da escalofríos. En cuanto al nombre de la banda, The Deviant Demons, algo no me sienta bien en la boca del estómago, y viendo como Beats ya está fascinada por este tipo, me hace sospechar. Algo me dice que tengo que comprobar el nombre de la banda, y saber un poco más acerca de este tipo Jason. Eso sí, tan pronto como mi vida se ordene. 186 Capítulo 16 Traducido SOS por Camille A., NicolSmile & Connie.J Corregido por PrisAlvS El viernes por la noche ha llegado y estoy ocupada preparándome para una noche que estoy segura que voy a recordar siempre. Esta noche será la primera noche en la historia en que las Víboras Nocturnas y los Mortales de Plata cazarán demonios juntos. Sí, Phoenix y yo habíamos compartido una noche de aniquilación de demonios, pero esta noche vamos a cazar en grupo, unidos como uno solo. Mi adrenalina ya está cerca de desbordarse, mi ansiedad creciendo a mil por hora, con la necesidad de comenzar esta noche con un estallido. Lo cual es totalmente lo que estoy esperando. Caminando por el apartamento, intento encontrar a mamá para poder decirle las noticias recientes. Con Ash aceptando unirse con un Águila de Plata, el grupo de Víboras se había escondido para poder reforzar alguna de sus agresiones urbanas. Mamá todavía tenía que escuchar sobre el giro de los acontecimientos. No la he visto desde la noche del miércoles. Ella había estado dormida cuando yo estaba despierta o yo dormida cuando ella estaba despierta. Jude se había esfumado en todo el apartamento, también. Había estado esperando hablar con él acerca de su investigación. Había estado esperando que él averiguara si había aparecido alguna Ashley por la ciudad. Esta noche lo encuentro llamando a la puerta del baño del pasillo gritando el nombre de mi madre. —Hey, ¿qué pasa? —le pregunto. Él salta ante el sonido de mi voz. —Oh, h-hey Gracen —me saluda solemnemente, con voz temblorosa. Lo estudio por un momento, sabiendo que se siente cansado y... ¿nervioso? ¿Por qué se sentiría Jude nervioso? 187 —¿Por qué estás tan nervioso? —pregunto, mientras escucho a mamá, detrás de la puerta del baño, con arcadas y vomitando en el inodoro. —Oh, ya veo. Mamá está enferma. Jude apoya la espalda contra la puerta cerrada con una expresión de dolor en su rostro. —Sí, está muy enferma. —Debe haber cogido lo que yo tenía. —Suspiro, sacudiendo la cabeza—. Va a tomar un par de días como mínimo para que se recupere. —Sí —responde, con los ojos mirando al vacío. —Bueno, de todos modos, será mejor que me vaya —le digo, y agregó—: Tomaré la motocicleta para encontrarme con Phoenix y las otras Víboras. La mirada de Jude se fija en la mía un instante. —Esta noche es la noche, ¿eh? Nunca pensé que esto iba a pasar. Nunca pensé que esto podría suceder. Años tras años de lucha uno contra el otro, y esta noche el ciclo se rompe. —Él deja escapar un suspiro tembloroso—. Nadie podría haberlo predicho jamás. —Sigue mirándome, sus ojos sin pestañear me dan escalofríos. —Jude, ¿estás bien? Él asiente con la cabeza lentamente. —Sí. ¿Por qué lo preguntas? Mirándolo más de cerca, veo que sus pupilas están dilatadas y vidriosas. Él también tiene un toque de licor mezclada en su aliento. Genial. Simplemente genial. Mamá está enferma con un virus estomacal, vomitando, mientras que Jude está ebrio. Es probable que no se acordara de esta conversación más tarde. Absoluta y enloquecidamente genial. —O-kay —murmuro, asegurando dos de mis más puntiagudos cuchillos Bowie a mis piernas, ocultándolos bajo mis pantalones negros—. Supongo que te veré más tarde. 188 Su mirada flojamente se desplaza hacia el techo mientras responde: —Sí. Más tarde. Me alejo de él y salgo. Saltando por las escaleras hasta el garaje, alejo a las extrañas ideas de la embriaguez de Jude y la enfermedad de mi madre. El acontecimiento de esta noche pasará a la historia, dejando definitivamente una marca en el mundo Tocado. Cuando mi negra Suzuki V-Strom está a la vista, mis labios se estiran en una sonrisa. Sip. Esta noche va a ser inolvidable. *** La libertad y el regocijo fluye a través de mí mientras mi moto se acelera y anda en la noche. Tengo una fresca y vibrante descarga de adrenalina corriendo caliente en mis venas. Zigzagueo dentro y fuera del tráfico, sin preocuparme lo más mínimo de ser detenida. Ellos lo tendrían difícil al capturar a esta chica. A pesar de que la emoción que está bombeando me llena de energía, hay una sensación cruda de nervios ansiosos insistiendo en mis entrañas. Esta noche yo estaré trabajando no sólo con uno, sino cinco Víboras. Seis. Juntos. Luchando en el mismo lado. Esto, sin duda, iba a ser la noche más interesante de mi vida. Estacionando mi motocicleta negra en un callejón sobrecargado, apago el motor y subo a la acera llena de basura. Me saco el casco y mi pelo es sacudido por el viento, echo un rápido vistazo al callejón para ver si alguien o algo están colgando alrededor. Por suerte para mí no hay nadie alrededor, así que me preparo para ocultar mi medio de transporte. Hace unos meses, después de que mamá y yo habíamos destruido un nido de demonios Faerie en Central Park, me había encontrado con algo de construcción sin terminar en este mismo callejón. 189 Un gran agujero se había excavado en el edificio de ladrillos, aunque nadie se había preocupado para que lo arreglaran. Teniendo un escondite secreto para mi amada moto, podía ocultarla, enviar algunos demonios al infierno, y luego disfrutar de un agradable paseo a casa. También me gustaría tener la tranquilidad de que no iba a ser robada mientras trabajaba. Tomando mi casco por las correas, comienzo a empujarlo dentro del escondite de ladrillos, cuando una voz masculina sale desde la oscuridad. —Duuuulce —dice la voz. Por la sorpresa, saco dos shurikens y se las lanzo al recién llegado. En el momento en que dejan mis dedos, rápidamente descubro que el extraño es Ash. Una ola de agudo terror aparece sobre mi pálida cara mientras que él se desvanece en una nube de oscuridad, y justo a tiempo. Las afiladas puntas de las estrellas se clavan profundas en la pared. —¡Oh mierda! —grito, mi mano volando hacia mi boca. Me apresuro cuando Ash se vuelve visible de nuevo, solo que esta vez a unos metros lejos de las estrellas que lancé. Sus ojos azules brillan con confusión. —Gracen, ¿qué diablos? —dice en voz muy alta, metiendo una inestable mano dentro de su bolsillo y sacando un paquete de cigarros. —Oh, Ash, lo siento tanto, tanto… espera un minuto, ¡no, no lo siento! — pongo mis manos en las caderas y lo miro con furia—. ¿Qué haces al aparecer así de repente? ¿Por qué estás aquí? El lugar de encuentro era calle arriba, más allá de mi lugar de escondite, lo cual había funcionado satisfactoriamente para mí y mi moto. El plan era encontrarse en frente de Katie’s Deli y caminar algunas cuadras hasta nuestro destino, el cual era el club de baile llamado The Night Monkey . Phoenix había hecho algunas investigaciones y descubrió que algunos asistentes del club vieron a unos tipos en disfraces de hombre lobo. Como parte de nuestro trabajo, decidimos que lo mejor sería comprobarlo. Quiero decir, ¿por qué una persona normal andaría caminando en un disfraz de hombre lobo? Halloween no era en una semana o algo así. Pero 190 antes que podamos concretar toda esta infestación de hombres lobos, necesito descubrir por qué Ash está aquí y no esperando con los demás. Inspeccionando las shurikens que casi lo atraviesan, me mira de vuelta con las cejas elevadas, sin dejar de moverse en su chaqueta negra de cuero. —Phoenix me pidió que te encontrara porque cambiaron los planes. Él y los otros se adelantaron para que llegásemos con más libertad al club. Aun así, no tienes que atacarme. —¿Qué? —me encojo de hombros despreocupadamente—. Apareciste de la nada. ¿Qué esperabas que sucediera? —¿Que me dieras un abrazo? —responde con una risa tonta, encendiendo su cigarrillo en el proceso. Cuando sólo recibe una mirada furiosa de mí, agrega—. No, enserio, lamento haber aparecido sin avisarte. No estoy acostumbrado a anunciar mi llegada, pero la próxima vez me aseguraré de hacerlo, no lo sé, te llamaré o algo. Lo estudio por un momento para asegurarme que es sincero. Estoy intrigada por su repentino cambio de corazón. Es como una persona diferente esta noche, elevando mi curiosidad, aunque ya sé que sus sentimientos son sinceros. También está nervioso y preocupado, pero yo ya sabía que eso estaba garantizado. —Deberías hacer eso —le digo, escondiendo mi moto—. A menos que quieras perder tus ojos. —Más que mi cerebro —bromea, exhalando una calada de humo. Una vez más inspecciona las shurikens pegadas en la pared. Poniendo un gran basurero frente al agujero, me doy la vuelta y camino hacia él. —No te conozco de hace mucho tiempo, pero estoy segura que tu cerebro no ha existido desde hace años. Mirando a su cara, saco las estrellas y las devuelvo a mis bolsillos escondidos en mis pantalones negros. —Encuentro tu ingenioso sarcasmo raramente inefectivo. Me acerco a él y sonrío dulcemente. 191 —Yo encuentro tu demasiado abundante ignorancia enormemente pestilente. Pasando por su lado y caminando fuera del callejón, comienzo a hacer mi camino hacia The Night Monkey. —Gracen, espera. —Me alcanza, tomando gentilmente mi brazo. —¿Qué? —pregunto, deteniéndome. Dejando caer sus brazos a sus lados dice: —He estado pensando, y quiero disculparme por la manera en la que actué el otro día. Mi quijada cae mientras lo miro sorprendida. —No, ¡en serio! —exclama, frotando con una temblorosa mano su rubio cabello—. He sido duro. Y tú has sido muy amable. ¿Podemos comenzar de cero? —sus brillantes ojos azules mirando profundamente en los míos con ansiedad. Vaya. La charla que le dio Phoenix había sido todo un éxito. —De acuerdo —digo lentamente, luego me encojo de hombros—. Seguro, que diablos, suena bien para mí. Él sonríe. —Genial. Andamos unos pasos en silencio mientras Ash bota su barita de cáncer. —Phoenix dijo algo sobre un club de baile lleno de hombres lobo llamado The Nasty Monkey . ¿Allá es dónde vamos? Rodando mis ojos, suelto mi zapatilla y respondo: —Se llama The Night Monkey, y sí, hay rumores acerca de unos tipos vestidos en trajes de hombre lobo en el club. Aunque Phoenix piensa que hay algo más detrás de la historia, si entiendes mi mensaje. —El mensaje ha sido entendido —remarca, luego se ríe—. ¿Qué clase de club se llama The Night Monkey? Apuesto a que es porque los dueños son parte simio o algo así. 192 Me detengo y me quedo mirándolo. Él también se detiene, y antes de poder contenerme comienzo a reír tan fuerte que llegan lágrimas a mis ojos. Sus ojos se estrechan, estudiándome, intentando determinar qué me está escacharrando las tripas. Después que me controlo, le doy una mirada de aprobación. —¿Acabas de hacer una broma, Ash? Porque sonó como que hiciste una broma. Su cara pálida se enrojece y baja la mirada hasta sus zapatos. —Eso creo. —Me mira y sonríe. —Vamos —digo, golpeándole el hombre de forma amistosa. No se aleja de mi tacto esta vez—. Vamos a encontrar a los demás. Nuevamente nos encontramos caminando en silencio. Siento venir el cambio mientras el reloj indica la medianoche. Saco mis gafas y me las pongo. Siendo viernes, debe haber cientos de personas en la calle y no quiero asustar a nadie con mis ojos plateados. Continúo caminando con Ash a mi lado, al principio sin notar la mirada de pregunta en su cara. —Gracen, ¿puedo preguntarte algo? —Seguro. Suéltalo. —¿Por qué estás usando gafas? —Porque —comienzo pacientemente mientras continuamos caminando por la vereda—, luego de la media noche mis ojos se vuelven plateados. ¿Ves? Lo detengo de su camino y me saco las gafas, revelando mis ojos plateados. Sus ojos crecen al tamaño de un melón. —Estupendo —susurra. —Y estas —apunto a las marcas de garras en cada una de mis mejillas—, representan el rasguño del Águila de Plata. ¿Phoenix no te contó todo esto? —No, no lo hizo. 193 —Bueno… ahora lo sabes. —Con la mención del nombre de Phoenix, me doy cuenta que el tono de Ash se volvió oscuro y apacible. Me hizo preguntarme qué tipo de relación tenían los dos, especialmente ya que el padre de Ash había sido el que asesinó a los padres de Phoenix. Yo sabía que las acciones de su padre no eran culpa de Ash, pero también podía ver dónde esa situación podía dañar la amistad. Incluso si habían crecido prácticamente como hermanos. Cautelosamente pregunto: —¿Ellos no… las personas a cargo de ti, no te enseñaron nada sobre nosotros? Una sombra cayó sobre su cara, como un distante recuerdo pasando tras sus ojos. Por la expresión preocupada de su cara deseé devolver el tiempo y no haberlo preguntado. Un tenso minuto pasa antes de que me responda. —La única cosa que aprendí sobre los Mortales de Plata fue que me mantuviera alejado de ellos. —Y eso fue todo lo que salió de él respecto al tema. Las calles de la ciudad por las que caminamos están llenas de taxis, autos y limusinas. La mayoría de la gente fina de Nueva York se dirigía a subastas caras, eventos de caridad, y cualquier cosa que la gente rica hacía las noches de viernes. Una cosa de la que estoy segura era que ninguno de ellos iba hacia The Night Monkey, aunque cuando el club aparece a la vista encontramos que está de cualquier forma menos desolado. El club reside en la parte más baja y oscura de Manhattan en un edificio de dos pisos. Carteles amarrillos y verdes neón brillan encendiéndose y apagándose, todos publicitando el popular club de baile. Los carteles también alardea que sirven cada licor conocido por el hombre. La fila para entrar al club gira alrededor del edificio, las mujeres y los hombres todos escandalosamente ligeros de ropa. Un portero, un hombre No Tocado, cuida la entrada del club, dejando entrar a un par de personas a la vez. Un suspiro de derrota escapa de mis labios. —¿Cómo se supone que vamos a entrar? —pregunto en voz alta, mis labios en una mueca. 194 —No te preocupes por eso —pronuncia Ash mientras pisa su cigarrillo. Saca un teléfono celular, golpea un par de botones, y lo pone de vuelta en su bolsillo, sin ceder por qué yo no debería estar preocupada. Con mi temperamento caliente, gruño: —¿Qué quieres decir con que no me preocupe de esto? Hay posiblemente un grupo entero de demonios hombre lobo ahí, y me estás diciendo que… —¡Whoa, Gracen, relájate! —exclama, con las manos una vez más temblorosas—. Simplemente estoy diciendo que no te preocupes porque tengo un plan. Cesamos nuestros pasos, y mantengo una mirada furiosa en él. —¿En serio? —sonrío, agarrando su brazo y sacudiéndolo cerca de mí—. ¿Qué tipo de plan? Él ensancha su pecho. —Soy una Víbora Nocturna. —Seeee —pronuncio despacio—. Y yo soy una Mortal de Plata. ¿Y qué? —Así es como vamos a entrar —anuncia con una sonrisa socarrona. Lo miro con asombro, y luego la comprensión me cubre completamente como una manta húmeda y fría. —¡No, espera! Alguien podría ver… Soy incapaz de terminar la frase, porque Ash me envuelve fuertemente contra su pecho. Tengo su cara llena de humo de cigarrillos y desodorante. Todas las luces de los signos de neón desaparecen mientras la oscuridad nos traga, nuestros pies sin tocar el suelo. Mis ojos se cierran involuntariamente mientras la niebla negra y los vientos fuertes se envuelven a nuestro alrededor. Mi corazón está tronando en mi pecho, mis pensamientos sin poder ordenarse, una sensación de desconcierto deslizándose a través de mis venas. Tan pronto como se inicia esa sensación, sin embargo, se ha acabado. Las plantas de mis pies están tocando el suelo. Abro los ojos... Y fue entonces cuando me recuesto en Ash. 195 —¿Qué es lo que te pasa? —Lo empujo contra la pared, mi dedo apuntando hacia su rostro—. ¿Estás loco? ¿Quieres que quedemos atrapados? Y qué habría pasado si alguien nos hubiera visto por arte de magia aparecer de la nada, ¿eh? Estoy tan enojada con él que quiero golpear su cabeza contra la pared. ¿Cómo podía arriesgarse a que nos vieran? Podríamos haber aparecido en cualquier lugar de este club, ¿y si aparecíamos justo en el medio de la pista de baile? —G-Gracen —dice, con las manos levantadas en señal de derrota—. Mira, entramos y nadie lo vio. Estamos en el segundo piso y prácticamente nadie viene por aquí. —Prácticamente nadie se acerca... —La rabia comienza a extenderse fuera de mí, poniéndome roja—. ¿Y si esta noche hubiera sido la noche en que alguien se le ocurre venir aquí, ¿qué haríamos entonces? Niega con la cabeza. —Yo-yo no sé... Se calla, todo su cuerpo en un gran temblor. Siente miedo, y mis labios se levantan en una sonrisa. Tengo el impulso repentino de sacar mis cuchillos y rebanarlo… —Gracen, retrocede. Extiendo mi cabeza hacia la nueva voz, y mi corazón se cae al suelo. Phoenix está de pie junto a nosotros, con los ojos oscuros mirándome con cautela. La realidad se estrella contra mí, alejando mi furiosa ira y pensamientos peligrosos. Ya no veo más rojo, sólo un pasillo oscuro normal. Me quedo mirando a Phoenix a través de mis anchos ojos, mi corazón y mi respiración finalmente normalizándose. —Phoenix —susurro, dando unos pasos hacia atrás. Me giro hacia Ash y jadeo. Los ojos de Ash se cierran, todo su cuerpo está temblando. ¿Qué había hecho? 196 —Gracen —murmura Phoenix, alejándome suavemente de Ash—. Toma un poco de aire. Hago lo que él dice, caminando hasta el final del pasillo e inclinando la espalda contra la pared, tirándome al suelo. Veo que habla en voz baja con Ash. Mientras hablan siento el suelo vibrar debajo de mí, la música bailable moviendo todo el edificio. Ni siquiera me había dado cuenta cuando Ash y yo habíamos llegado. Sólo había estado tan enojada con él. Yo quería hacerle daño. Pero ahora, sentada en el pasillo, mirando Phoenix con Ash a sus pies, no puedo evitar preguntarme... ¿por qué había estado tan enojada? ¿De dónde vino esa hostilidad? Con Phoenix y Ash de pie otra vez, estoy parada de nuevo. Phoenix está mirándome fijamente, mientras Ash aparta sus ojos. Cuando Ash pasa junto a mí y comienza a descender las escaleras que conducen al club, me acerco y toco su brazo. Él detiene sus pasos, su cuerpo temblando, con los ojos clavados en el suelo. —Ash, lo siento mucho —digo en voz baja, deseando que me mire. Todavía siento el miedo como su principal emoción, pero parece haberse calmado. Sin levantar los ojos, responde: —Está bien, Gracen. Estamos bien. —Y con eso dicho, siguió bajando las escaleras que conducen al club. Sacudiendo mi cabeza alrededor de Phoenix, veo que me está mirando de forma interrogativa. Siento como si me estuviera acusando de algo malo, y en realidad yo había hecho algo malo. Había dejado que mi ira se hiciera cargo, y exploté mi rabia en Ash. Mis rodillas temblaban y de repente caí al suelo, soltando lágrimas y frustraciones. Tan pronto como mi primera lágrima cae al suelo, Phoenix cae de rodillas a mi lado, cruzando los brazos alrededor de mis hombros. Su toque al instante me tranquiliza, aunque mis lágrimas siguen cayendo. Envuelvo mis brazos alrededor de él, mi cuerpo tiembla junto con mis gritos. 197 Después de llorar como un bebé, Phoenix susurra: —Gracen, va a estar bien. Sólo dime lo que pasó. Limpiando mis lágrimas en mis mangas, me asomo hacia él, todavía sollozando. —No... no sé lo que pasó. —Empiezo a decirle, todo saliendo rápidamente—. En un momento todo está bien. Estamos hablando, caminando hacia el club, y luego me agarra y me teletransporta aquí. Me enojé porque pensé que la había jodido. Pensé que fue imprudentemente habernos teletransportado, sin molestarse en preocuparse de que alguien nos vea y… —Hizo lo que tenía que hacer —me informa Phoenix, su voz profunda y constante—. Me envió un mensaje justo antes de que ustedes se teletranportaran aquí Él sabía que estaba a salvo porque nosotros ya lo habíamos hecho. —Oh —expreso, sintiéndome como una idiota total. —Sí —dice Phoenix de nuevo. Trato de sonreír. —Supongo que realmente brinqué con el arma, ¿eh? —Sí —Phoenix vuelve a decir, y añade—, pero todo está bien. Ash está muy bien, y tú estás… —No estoy bien —interrumpo—. No por un largo tiempo. Mi enojo... siempre he tenido un problema con él, y por lo general mi madre es la única que me puede calmar. Él suspira, colocando un cabello rebelde detrás de mi oreja. —Bueno, supongo que tendré que aprender a calmarte. Y tengo algunas ideas de cómo utilizar toda esa rabia contenida. —Él menea sus cejas. Me río, mirando su hermoso rostro. —¿Siempre piensas en cosas sucias? 198 —Sólo cuando estoy cerca de ti —responde. Se pone de pie de un salto, me ofrece una mano. La tomo y me sube rápidamente del piso. —Te ayudaré con tu ira, Gracen —dice en voz baja, chocando su frente con la mía—. Todo el mundo y todo va a estar bien. Él se aleja, caminando hacia las escaleras. —Creo que tenemos mucho trabajo que hacer —dice, inclinándose y haciendo gestos con las manos—. Las damas primero. Sonrío, sintiéndome un poco mejor. Golpeo su rostro mientras camino. —Vamos a encontrarnos con algunos hombres lobo. 199 Capítulo 17 Traducido por NicolSmile Corregido por Leeconemi Bajamos por la misma escalera que tomó Ash. Una vez que llegamos al final, las brillantes luces nos golpean y emergemos dentro del club. Mis globos oculares crecen ante el espectáculo frente nuestro. Todo el club tiene el tema de jungla. Hacia donde mires hay lianas y flores coloridas colgando, incluso palmeras reales. En una esquina un gran volcán está instalado con lava cayendo de su cima, aunque en vez de lava es algún licor de color rojo. Mesas y bancos circundan la pista de baile, algunas llenas con gente transportando bebidas en cáscaras de coco. Luces de todos los colores del arcoíris parpadean al ritmo de la música, la cual es una canción de tecno bailable. No mi tipo preferido de música, pero la gente saltando y chocando en la pista de baile parece estar disfrutándola. Lo que me sorprendió completamente son las cuatro jaulas colgando desde el cielo raso. Están hechas de ramas de bambú, cada una sosteniendo a una mujer apenas vestida. Las señoritas bailan seductoramente mientras sostienes largas serpientes alrededor de sus cuellos. El pensamiento de una serpiente arrastrándose sobre mi piel desnuda me causa escalofríos. Asqueroso. —¡Veo a Ash! —grita Phoenix en mi oído, señalando hacia una banca cercana. Cuando nos acercamos veo a Tink sentada al lado de Ash, y no puedo detener el grito apagado que sale de mi garganta. Luce mucho mayor de trece años, llevando su cabello en un moño alto y su cara llena de maquillaje. El vestido negro ajustado muestra las curvas que la mayoría de las mujeres de veinte años no tienen. Por un momento quiero volverme toda maternal y decirle que no tiene que vestirse así para conseguir a un chico, pero luego pienso que para quedarse en el club debía lucir mayor, de esa manera pasaría inadvertida. Mirando su pecho 200 me doy cuenta que sus pechos son más grandes que los míos. Sintiéndome más que consciente de mí, subo el cierre de mi chaqueta hasta arriba para esconder mi apenas existente pecho. Mientras Phoenix se sienta junto a Ash, me deslizo al lado de Tink, consiguiendo un gran olfato de su champú de flores de manzano. Ella me da una mirada, luego se inclina y susurra. —¿Por qué razón en el mundo llevas gafas? —Te mostraré. —Acercándome a su cara dejo que mis gafas caigan hasta la punta de mi nariz por un informativo segundo, destellándola con mis ojos plateados. —Ooooh, ¡es tan genial! —grita, mostrando una brillante sonrisa. Le sonrío de vuelta. —Sí, creo. Así que, ¿te has sentido mejor? Phoenix me dijo que habías estado enferma. Ella asiente, luego gira los ojos. —Sí. Estoy bien. Fue sólo un resfriado, pero Phoenix se preocupa por nosotros hasta porque estornudamos. —Ella mueve la mirada hacia Phoenix—. Puede ser una molestia. Phoenix guiña. —Tengo que cuidar de mi hermana bebé. —¡Dale una mirada a estas, hermano mayor! —Ella señala hacia su escote—. ¿A quién llamas una bebé? —Me rio ante la cara de impresión de Phoenix, la cual se vuelve roja. Rápidamente cambiando el tema le pregunto algo a Tink. —¿Dónde están Jack y Reagan? Ella hace una mueca, dirigiendo su mirada hacia la pista de baile. —Por allá. Cambiando mi vista hacia los bailarines me toma solo un segundo encontrarlos. Están ocupados disfrutando en la pista de baile, cada uno sosteniendo una cáscara de coco en sus manos. Absorbo el atuendo de Reagan, el cual consiste en una falda negra ajustada, un top de 201 lentejuelas rojas, y botas negras hasta la rodilla. Jack está vestido más casual usando jeans rectos negros y una gabardina negra. Su cabeza brilla aún más bajo las luces parpadeantes, como si acabara de afeitársela. Devolviendo mi atención a la banca, encuentro a Phoenix viéndome con una mirada tan intensa que hace que me ruborice. Tomo ese momento para intoxicarme con su magnífica forma. Está vistiendo una camiseta de cuello de tortuga negra y jeans oscuros, toda su ropa haciendo conjunto con sus preciosos ojos oscuros. Y Ash… Todavía mantiene su mirada evitando la mía. Hasta el momento parece intrigado por su vaso de agua, observando la condensación lentamente gotear bajo el vaso. Un fuerte alarido hace eco desde la pista de baile, llamando nuestra atención. Son solo Jack y Reagan bailando suciamente, rozando sus caderas mutuamente. —Jack y Reagan —comienzo, lanzándole una mirada dura a Phoenix—, recuerdan dónde estamos, ¿cierto? ¿O todos estamos siendo despreocupados acerca de una posible infección demoniaca dentro de este edificio? Él voltea la cabeza hacia ellos, luego devuelta a mí. —Gracen, no han salido hace un tiempo, así que les dije que se divirtieran. Pero no te preocupes, no han olvidado por qué estamos aquí. Ves, no sólo están bailando, están cazando, mezclándose con la multitud. De hecho están investigando a la multitud, aflojando sus poderes de víbora, intentando sentir si algo de otro mundo está cerca. Dirigiendo mi mirada al par, palidezco al verlos besarse mojada y sentimentalmente. Devolviendo mi mirada hacia Phoenix señalo: —Luce como si estuvieran teniendo relaciones con ropa. La cara de Tink se vuelve de color rojo brillante, luego explota en una contagiosa risa. Phoenix se une a la risa, seguido por mi erupción de risas. Ash es el único que no se ríe. Sigue maravillado con el agua cayendo desde el lado de su vaso. Chico, él es peculiar, pero al menos su cuerpo no está invadido con convulsiones. 202 Mirándolo, rezo internamente que pase por alto lo de yo saltando sobre él, por descargar mi furia y dañarlo. Después de esta noche me sentaré con él y le pediré disculpas, y también me comprometeré a nunca más descargar mi rabia con él. Tenía un montón de problemas de ira en los que trabajar. La vibración de mi celular irrumpe en mi tren de pensamientos, alertándome que tengo un mensaje. Sacándolo de mi bolsillo descubro que el mensaje es de Jude. ¿Dónde estás? —¿Todo está bien? —pregunta Phoenix, con preocupación. Cerrando el teléfono, lo devuelvo a mi bolsillo. —Sí, todo está bien —respondo, decidiendo ignorar el mensaje. Dejaré que Jude se preocupe un poco. Le enseñaré a emborracharse mientras mamá está enferma. —Necesitamos mezclarnos un poco mejor —anuncia Phoenix, poniéndose de pie—. Gracen, ¿qué tal si tú y yo vamos a la pista de baile? Tink y Ash, ustedes chicos consígannos algunas bebidas y dejen que sus sentidos de víbora se suelten. Vean si detectan algún residuo de demonio por ahí. —¡Eso no es justo! —dice Tink, abrasivamente, aparentemente descontenta con la decisión de Phoenix de emparejarla con Ash—. Ustedes consiguen bailar y yo tengo que pasar tiempo con el Sargento Loco de allá. —Ella lanza su pulgar hacia la dirección donde se encuentra Ash, frunciendo el ceño aún más. Phoenix estrecha los ojos, su expresión severa. —Tink, tú… —Hey, ¡Phoenix! —interrumpo rápidamente, desabrochando mi chaqueta y sacándomela, deslizando mi cuerpo fuera del taburete—, ¡bailar suena bien! Vamos a mezclarnos con la multitud, ¿vamos? —Me mira con sorpresa, sus ojos admirando mi top de corte bajo. —¿Estás segura? —Asiento en respuesta, dándole mi mirada más sensual, al menos espero que sea sensual. Todo lo que sé hasta el momento es que 203 tengo que distraer su atención de Tink para que no se ensañe con ella como lo hice con Ash. Con mis ojos en él, comienzo a retroceder hasta la pista de baile, haciendo señas con mi dedo para que me siga. Él niega con la cabeza y se ríe, fascinado con mi repentina audacia, y él no es el único. No puedo creer que sea audaz hasta que comienzo a mover mis caderas al ritmo de la música. Su obscena expresión hace que mi cara queme de calor, la calidez viajando todo el camino hasta mi ombligo. Comienza a seguirme, sus oscuros ojos brillando hambrientos, su leve sonrisa derritiendo mi corazón. Dándole la espalda, hago mi camino más y más profundo entre la maraña de cuerpos. Nadie me nota mientras empujo y zigzagueo a través de los cuerpos giratorios. La mayoría de ellos probablemente están perdidos en éxtasis, en alcohol o drogas, o ambos. Me giro para estar de frente a Phoenix, mis nervios repentinamente en la orilla. Lo he perdido en la multitud. Parándome en la punta de mis pies, frenéticamente escaneo las caras a mí alrededor, ninguna de ellas me es familiar. Continúo empujando a través de la masa sudorosa, ya no queriendo estar en el centro de la acción. Mi respiración se detiene en mis pulmones. Me siento claustrofóbica mientras los cuerpos de desconocidos parecen cerrarse ante mí. Cuando dos brazos se envuelven en mi cintura, mi estómago se sacude hasta mi garganta. Me preparo para golpear a quienquiera que se esté poniendo cariñoso conmigo desde mi espalda, pero antes de poder, una profunda y seductora voz susurra en mi oído. —Soy sólo yo, Gracen —murmura Phoenix, su aliento caliente en mi mejilla. Me relajo, dejando que su intoxicante colonia y esencia de canela giren a mi alrededor. Apoyándome contra él digo: —Casi recibes una paliza, compañero. —Él ríe, golpeando su mentón contra mi hombro. —De hecho —habla suavemente en mi oído, causando que un escalofrío me recorra de arriba a abajo—. Hubiera disfrutado verte toda juguetona. —Me da vuelta en sus brazos, manteniendo un brazo alrededor de mi 204 cadera. Su sonrisa calienta mi corazón—. Eso sería tan sensual —añade en un susurro. —Recordaré eso la próxima vez. —De repente me deja ir y cierra los ojos, levantando sus manos en el aire, imitando los movimientos de la multitud. Miré mientras movía sus caderas, atónita al ver que tenía ritmo. Mis ojos se movieron hacia el resto de su cuerpo, de nuevo mis interiores se acaloraron. Su camiseta de cuello de tortuga apretaba sus hombros tonificados y su delgada cintura fuertemente, sus jeans caían sueltos alrededor de sus estrechas caderas. Mis ojos se quedaron allí, y un momento después mis caderas estaban moviéndose en sincronía con las suyas. Luego de un tiempo caí en una ranura, cerrando los ojos, elevando mis brazos en el aire. Hallé vigorizante ser uno de la multitud, sólo ser otra pieza de este caótico desorden de movimientos. La música se vuelve más rápida, mi cuerpo se sale de control, me permito dejarme llevar. Una sonrisa toca mis labios, alegría junto con libertad encienden el fuego dentro de mi alma. En ese momento olvido que soy una Mortal de Plata. Olvido que mi sangre contiene poderes sobrenaturales. Olvido que soy una asesina de demonios; soy Gracen Potts, una chica promedio de dieciséis años divirtiéndose. Cuando la canción termina, seguida por una lenta, bajo los brazos y abro los ojos. Incluso a través de mis gafas puedo ver a Phoenix claramente, ha parado de bailar. Su mirada está centrada en mí. Ha estado mirando cada uno de mis movimientos, e instantáneamente me siento consiente de mí misma. —¿Qué pasa? —pregunto nerviosamente, mis brazos cruzándose en mi pecho. Él da unos pasos, con su mirada nunca dejándome. —Nada —murmura, sonriendo de oreja a oreja—. Absolutamente nada. Aumentando mi sorpresa, él levanta la mano y toca mi mejilla, usando su otra mano para sacarme las gafas. —¿Qué estás haciendo? —entro en pánico, alcanzándolas. Él baja la mano desde mi cara y sostiene mi cintura con delicadeza. Le doy una 205 mirada a la multitud, para asegurarme de que nadie nos esté viendo y notando mis ojos plateados. Afortunadamente todos están en sus propios mundos infestados de droga. —Gracen —él comienza, su pulgar rozando levemente mi labio inferior—. No sé qué me haces, pero lo que sea, necesito más. —Levanto las cejas, sin palabras, mientras él continúa—. Eres tan hermosa. La criatura más hermosa del universo. Haría cualquier cosa por ti. —Planta un beso en mi frente—. Moriría por ti. Siempre recuérdalo. Mis ojos se agrandan y mi corazón late tres veces más rápido cuando comienza a acercarse, su mirada dura en mis labios. Cierro los ojos, esperando el roce de sus rellenos y sensuales labios. Pasan unos segundos y nada pasa. Al abrir los ojos, un surgimiento de pánico instantáneo fluye en mis venas. En vez de los oscuros ojos de Phoenix mirándome, me encuentro mirando dentro de sus oscurecidas pupilas, y ya no me está mirando a mí. Su mirada está en algo tras de mí. La víbora negra enrollada es más prominente en su mejilla, su superficie brillante y centellante con sudor. Mi boca se seca, pero lo ignoro lo suficiente como para preguntar: —¿Qué pasa? —Siento que mi corazón está a punto de explotar. —Demonios lobo —responde en una voz monótona. Comienzo a girar la cabeza pero él me detiene en el último segundo—. ¡No! No, no hagas ningún movimiento repentino. —Su mandíbula se mueve nerviosamente, sus negros ojos no pestañean. El Águila de Plata dentro de mí comienza a causar revuelo, levantando sus alas en mi pecho. —¿Cuántos? —pregunto silenciosamente. —Algunos. —¿Cuántos son algunos? —Al menos veinte, tal vez más. —Mueve la cabeza hacia el lado–. Los otros los ven, también. —Quiero preguntarle cómo sabe eso, pero luego veo a Ash y a Tink poniéndose de pie, y desde mi posición puedo ver sus ojos brillando. 206 Estamos al medio de la pista de baile, los ojos de Phoenix enfocados en los demonios, y los míos enfocados en él. La vida parece irreal, el momento de normalidad que acabábamos de compartir se ha ido. Todo lo que quiero es ser parte de la multitud. Quiero bailar, beber, ser libre y despreocupada. Pero esa vida no es la que debo tener. El mundo sobrenatural está fuertemente sujeto a mi existencia, y en este momento este club estaba siendo plagado de hombres lobo. Los segundos pasan lentamente, y me pongo nerviosa. —¿Qué vamos a hacer? —pregunto, ansiosa por alejar a todos los demonios de los Sin Tocar. —Esperamos —responde con rigidez—. No me percibirán como una amenaza, y a los demás tampoco, pero tan pronto como noten que están con nosotros, los guantes se habrán sacado. Entonces habrá comenzado. —¿Esperar? ¡No podemos esperar! —exclamo, consternada—. Atacarán a inocentes aquí. ¡Hay muchas almas en peligro como para que esperemos! —Tenemos que atraerlos fuera de aquí —dice calmadamente, mordiendo su labio inferior en profunda concentración—. Pero no estoy seguro de cómo lo haremos sin una escena provocadora. Escuchando la última oración, una accidentada idea me golpea en las tripas. —Sé cómo —le digo—, pero tendrás que dejarme ir. Mira hacia abajo, pensándolo con duda. —¿Qué sugieres que hagamos? Tragando un gran bulto atrapado en mis amígdalas digo: —Me daré vuelta y les dejaré verme. Seré el cebo. Si los sentimientos pudieran golpearte físicamente en la cara, los suyos me golpearían una y otra vez con preocupación y extrema protección. —No —ordena firmemente—. No hay manera de que vayas a ser el cebo. Yo no te… 207 —Es la única manera y lo sabes. —Levanto mi mentón valientemente, sin echarme para atrás. Phoenix me frunce el ceño por lo que parece una eternidad, cuando en realidad es solo por unos segundos. Puedo decir, no, puedo sentir el conflicto sucediendo dentro de él. Tiene un severo brillo en sus ojos. Sabe que es la única manera, pero la desprecia. Al mostrarme a los demonios puedo atraerlos lejos de los inocentes. —Está bien —suspira en derrota—. Muéstrate. No me gusta, pero te traeremos de vuelta. Te mantendremos a salvo. Dejo salir un aliento tembloroso. —Gracias. —Espero que sepas lo que haces —me dice cautelosamente, sus dedos acariciando mi mejilla suavemente. Una sonrisa sarcástica aparece en mis labios. —Confía en mí. Sé cómo manejar a los hombres lobo. Me doy vuelta lentamente, el Águila de Plata ahora completamente cargada, picando bajo mi piel para ser liberada. Todo está en cámara lenta mientras mis ojos caen sobre los hombres lobo. Están esparcidos en el club, y definitivamente hay más de veinte. Hay al menos el doble de esa cantidad. Se paran cerca de los bailarines, estudiándolos con ojos sedientos. Afortunadamente los asistentes del club no son conscientes de su presencia. Los demonios lobo tienen todos la misma apariencia, piel negra y fibrosa, ocho pies de alto con figura musculosa, largos y afilados colmillos, garras también afiladas. También huelen a carne quemada. Asqueroso. Miro al frente, atrapando la mirada de uno de ellos. Gira su peluda cabeza y olfatea el aire, mirándome directamente, sus negros ojos comenzando a brillar amarillos. Un bajo y gutural gruñido comienza a retumbar alrededor del club nocturno, volviéndose más, más alto hasta que el aire truena. El 208 suelo bajo nuestros pies comienza a temblar, solo nosotros los humanos Tocados notamos el terremoto sobrenatural. Acercándome a Phoenix le digo: —Síganme. Dando unos pasos hacia delante pongo las manos sobre mi cadera y me permito potenciar mi sangre sobrenatural a elevarse hacia la superficie, sabiendo que mis ojos y marcas brillan plateadas. —¡Ven y atrápame! —grito, dándome vuelta sobre mis talones y corriendo hacia las escaleras. Mi plan es atraerlos al techo. Rezo internamente que no haya nadie allá arriba. Antes de que las Víboras y yo lleguemos a las escaleras, arriesgo una mirada detrás de mí. Los hombres lobo están atrapando el cebo y siguiéndome, literalmente caminando a través de los humanos Sin Tocar en su camino. Gracias a Dios los inocentes nunca lo sabrán. La última imagen que veo antes de subir las escaleras son los muchos ojos amarillos que nos siguen. Los guantes han sido sacados. El Águila de Plata está lista para ser liberada. 209 Capítulo 18 Traducido SOS por Connie.J & CrissViz Corregido por Karlix La puerta del tejado haciéndose astillas mientras Phoenix y yo la derribamos a patadas, una fría oleada de aire dándonos la bienvenida mientras entramos. El techo está iluminado con luces blancas de Navidad cubriendo la parte superior del edificio, ayudándonos a guiar nuestro camino, aunque todos podemos ver bien sin ellas. Nuestros pasos crujen contra la piedra que cubre el techo a medida que avanzamos hacia el otro lado del edificio. Phoenix está a mi lado, seguido por Ash y Tink a la izquierda, y Jack y Reagan a la derecha. Todos sus ojos se han vuelto negros, las Víboras mostrando en sus rostros la audacia de sus mejillas. Una energía de la anticipación hace denso el aire, los interruptores de nuestros poderes sobrenaturales encendidos al máximo. Nos mantenemos como uno en silencio, esperando a que nuestros enemigos lleguen. No tenemos que esperar mucho tiempo. —Aquí vienen —proclama Ash con voz ronca. Lo miro furtivamente, sorprendida de ver que su habitual cuerpo tembloroso está tieso y rígido, con las manos apretadas firmemente en sus caderas. Sus emociones también son sorprendentemente estables, sentimientos que nunca antes he sentido desprenderse de él. Audacia. Coraje. Determinación. Los hombres lobos comienzan a aparecer ante nuestros ojos. Se ordenan en una línea recta directamente en frente de nosotros. Cuento treinta demonios, todos mostrando sus colmillos y gruñendo. Es evidente que están en busca de sangre, sus ojos amarillos fijos en nosotros. Un par de ellos suenan como si estuvieran tratando de reír, pensando que nos tienen 210 acorralados. No tengo miedo. Tengo cuchillos Bowie de plata pura atados a las piernas, y estoy bastante segura de que las Víboras tienen armas escondidas en algún lugar de sus cuerpos. Al menos espero que las tengan. Uno de los demonios lobo, probablemente el líder, da unos pasos hacia adelante. Empieza a hablar en un idioma desconocido. Saliendo de nuestro grupo, Ash da unos pasos hacia él, cuadrando los hombros con el monstruo de ocho pies. Estoy asombrada por su repentino valor. —¿Qué está haciendo? —le pregunto a Phoenix, sin molestarme en ocultar el horror en mi voz. —Está bien —me asegura, mientras Ash empieza a hablar con el demonio en la misma lengua extranjera. Una vez más, me ha impactado más allá de las medidas. —Whoa —exhalo, recobrando la tranquilidad—. ¿Cómo Ash sabe…? —Está en nuestra sangre, Gracen —interrumpe Reagan en un siseo—. Tener sangre de Botis en nuestras venas, sangre de Demonio, nos ayuda a entender el lenguaje del Infierno. La voz de Tink comienza a hablar al lado y agrega: —Todos los demonios hablan el idioma del Infierno. Sólo los ángeles caídos pueden hablar lenguas humanas. Asiento en comprensión. Eso explica cómo Zavebe pudo tener una conversación con mi madre y conmigo la noche de La Sangre de Amor. Vemos a Ash y el monstruo comunicándose entre sí. Las Víboras están entendiendo cada palabra retorcida. No estoy entendiendo absolutamente nada. Me recuerda a una vez que había ido al salón de belleza. Unas mujeres asiáticas apenas podían hablar inglés, por lo que habían utilizado su propio idioma para conversar unas con otras. Cuando habían señalado hacia mí y se rieron, sabía entonces que estaban hablando de mí, haciéndome sentir como una idiota. 211 Así es como me siento ahora mismo, sólo que en lugar de pequeñas señoras asiáticas hablando de mí, son demonios del Infierno. Por el momento prefiero ser objeto de burla de mujeres asiáticas. Reviso las caras de mis compañeros y noto sus características intensas. Con mi curiosidad creciendo, pregunto: —Ustedes, al menos, ¿pueden explicarme lo que están hablando? —Estoy empezando a sentirme frustrada, con un poco de ira. —De ti. Están hablando de ti. La voz de Phoenix es profunda y constante. Él agarra mi codo y me acerca más a su lado, sus emociones protectoras emanando de él y tocándome. —Ellos preguntan por qué estamos en compañía de un escoria de Águila —explica Jack, a continuación agrega con una sonrisa avergonzada—: Son las palabras del lobo, no la mías. La conversación entre Ash y el demonio se calienta, y jadeo cuando Ash saca un cuchillo de plata largo con forma de serpiente. Él traspasa el arma por el pecho del lobo en dos trazos borrosos. El demonio se ve desconcertado, mirando a la profunda X tallada en su pecho, la cual empieza a brillar de un oro brillante. Las hemorragias de luz a través de su cuerpo, consumiéndolo por completo antes de que explote en polvo, las partículas extinguiéndose antes de tocar la tierra. Ash se aleja lentamente, sin apartar los ojos de nuestros enemigos, y se para con nosotros una vez más. Con el líder de la manada muerto, todos los lobos se ven los unos a los otros, hablando en lo que Tink y Reagan llaman lenguaje del Infierno. Luego, en su conjunto, comienzan a llorar, sus horribles gritos sofocan el aire de la noche. No están aullando como los hombres lobos suelen hacer. Es más como si estuvieran gritando en busca de algo. —¿Qué están haciendo ahora? —digo, teniendo que gritar sobre sus lamentos. Ash mira hacia mí con una expresión extraña en su rostro, sus ojos negros anchos. Está a punto de responder cuando el edificio empieza a temblar, haciendo que las luces parpadeen, dejando el techo en la oscuridad total. El aire se vuelve pegajoso y caliente mientras rayos iluminan el cielo, 212 convirtiendo la noche en día por una fracción de segundo. Una mega- enorme ronda de trueno retumba, el sonido casi ensordecedor. El edificio tiembla con más fuerza, y me habría caído si Phoenix no hubiera estado allí con un férreo control sobre mi codo. Cuando un sonoro graznido suena en el aire, junto con el fuerte ritmo de alas, sé de inmediato que la madre naturaleza no tiene nada que ver con esta tormenta. El viento comienza a soplar más fuerte, empujándonos cerca del borde de la cubierta. Los demonios están imperturbables por la tormenta antinatural. Ellos siguen mirándonos con sonrisas maliciosas en sus rostros peludos. Sí, los hombres lobo pueden sonreír. —¡Mierda! —Oigo a Tink gritar—. ¿Eso es lo que creo que es? —Phoenix —grita Jack—, es eso… —¡Sí! —confirma Phoenix, interrumpiendo a Jack, sus ojos fijamente en el cielo. Sigo su mirada, pero sólo veo un rayo, seguido por la oscuridad, aunque por medio segundo creo que veo algo enhebrar su camino alrededor de los rayos. —¿Podría alguien decirme qué está pasando? —grito, mi nivel de frustración en aumento. Otro rugido de trueno ruge en nuestros oídos. Phoenix murmura algo, pero soy incapaz de escucharlo—. Phoenix —grito, tirando de su camisa y mirando su rostro—. ¿Qué es? ¿Qué pasa ahí? Sus ojos negros se asoman hacia mí, sus labios se convierten en una linea fruncida. —Rainbird. —¿Rainbird? —repito, confundida—. ¿Qué tipo de monstruo es un Rainbird? —Es un tipo de demonio tormenta —explica Ash. —Hay muchos tipos de demonios tormenta —agrega Phoenix, su atención en el cielo—. Pueden elegir cualquier forma que quieran, y éste ha elegido la forma de un cuervo. 213 —Un enorme cuervo —señala Jack. —Así que... básicamente están relacionados con tormenta. —Niego con la cabeza—. ¿Por qué llamaron a tal criatura? En el momento justo y respondiendo a mi pregunta, la lluvia comienza a caer en cubetazos. Cayendo sobre nosotros como piedras que caen del cielo, el tipo de lluvia que deja moretones por todo el cuerpo. Miro hacia el cielo oscuro, entrecerrando los ojos con la esperanza de ver al demonio tormenta. Cuando otra ronda de rayos cae consigo una vista de la criatura. Como Jack expresó unos segundos antes, este demonio parece ser un enorme cuervo. Es negro, con una envergadura de al menos cinco metros. Su graznido estridente resuena una vez más en la oscuridad mientras nos rodea, entrando y saliendo de los rayos. Miro hacia el demonio alado, hipnotizada por su presencia, preguntándome cómo en la tierra algo tan hermoso podría salir del infierno. Con la fuerte lluvia golpeando contra mi cara, sigo viendo al Rainbird arriba dando círculos, hasta que el grito de Ash capta de nuevo mi atención. Saliendo del trance con el demonio tormenta y volviendo a la realidad, veo de qué se trata el alboroto. El temor hace su camino en mi pecho mientras me doy cuenta de que los hombres lobo ya han comenzado su asalto. Ellos avanzan como una unidad, a excepción de uno que decide ir por delante de los otros, su objetivo es la más pequeña de nuestro grupo. Tink. Lo más probable es que el demonio cree que será más fácil de derribar. Se lleva la sorpresa de su vida miserable cuando Tink saca dos dagas de plata de sus botas hasta la rodilla. Antes de que el hombre lobo pueda atacarla, ella toma las dagas y las sumerge profundamente en su pecho. Dejando escapar un aullido mortal doloroso, el demonio lobo explota en una nube de polvo de Oro, la lluvia lavando lo que queda de él. Phoenix, con sus dagas en alto, lanza un grito de guerra y ataca a los monstruos, Ash justo a su lado. Reagan desdobla un látigo recubierto de plata, encajándolo en los monstruos. A su lado, Jack muestra un machete que había escondido bajo su abrigo, le apunta a la jauría de demonios. Agachándome y buscando debajo de las piernas de mis pantalones, desato mis cuchillos bowie, la 214 imagen del águila de plata brillando en las hojas por la lluvia. Con las armas listas en mis manos, listos para la acción, creo que el águila hace espasmos dentro de mí, quemando mi sangre con su poder. Mientras avanzamos como grupo, la escena que se desarrollaba en cámara lenta, aunque la realidad demostraría que nos estamos moviendo más rápido de lo que el ojo humano puede percibir. Los hombres lobos empiezan a caer uno por uno, sus restos de polvo de oro siendo lavados por la lluvia caída. Elimino a dos a la vez, cada uno con una puñalada en el corazón y observo sus muertes con satisfacción mientras ellos explotan. Con la adrenalina del Águila siendo liberada, bombeando a través de mis venas, veo todo mi mundo con el tono más claro que alguna vez imaginé. Sumergiendo el cuchillo en el ojo de uno, me rio ruidosamente, amando la mirada de terror en la cara del demonio antes de que explote. Estoy a punto de chocar contra otro cuando la tierra comienza a temblar, sólo que esta vez el temblor nos envía todos volando, aterrizando en la dura piedra que cubre el techo. Todos los ojos, humanos y demonios por igual, miran hacia el cielo. Los rayos, iluminando la oscuridad del Rainbird, vienen por detrás de él, rápido. Un grito grueso suena por el aire, tan fuerte que siento que mis tímpanos pueden explotar. Cuando el rayo se dispara hasta el cielo una vez más, un coro de exclamaciones se escapa de los labios de todos los seres en el techo. Al otro segundo vemos al demonio tormenta, al siguiente presenciamos un gran rayo de plata sobre el demonio, destruyéndolo. Vemos al rayo de plata mientras continúa creciendo, recordándome a una estrella caída, extinguiéndose mientras desaparece en el cielo oscuro. Con el Rainbird destruido por... no estoy segura de cómo, se detiene la lluvia inmediatamente, dando paso a un cielo despejado. Apartando mis ojos del cielo, asiento con la cabeza hacia Phoenix y todos los demás mientras fijamos nuestros ojos en los hombres lobos distraídos. Los hombres lobos todavía están intrigados sobre lo que ha pasado en los cielos, y aprovechamos el momento. Tomándolos con la guardia baja atacamos, sin mostrar misericordia y sin ocultar nada. Reagan con su arma rebana uno por la mitad, mientras que Jack decapita a otro. Tink salta y 215 envuelve sus piernas alrededor de los hombros de unos demonios, apuñalándolos en sus orejas. Unos pocos golpes, cortes y apuñaladas más y el techo estaba libre de hombres lobos. Jack se carcajea y grita, chocándola con Phoenix, además Tink y Reagan se felicitaban golpeando sus puños. Me gire hacia Ash, sonriéndole. Para mi horror, estaba corriendo directamente hacia mí, con su cuchillo en la mano. Él me está gritando algo, pero sus palabras no tienen sentido. Antes de entender por qué Ash está corriendo hacia mí. Al caer, alcance a ver a un hombre lobo por el rabillo de mi ojo. Casi nos tiene, hasta que Ash tira su cuchillo clavándolo en el pecho del demonio. Yo caigo sobre mi espalda, el aire saliendo de mis pulmones, seguido de Ash aterrizando a un lado mio. El cuchillo se estrelló a unos centímetros de nosotros, sonando contra el suelo. Estrellas inundaron mi vista por unos segundos, y después se aclaró mi visión. La cara de Phoenix se transformó, sus rasgos se convirtieron en preocupación. —¿Gracen, estás bien? —Se agachó y me tomó de las manos, ayudándome a ponerme de pie. Con mi cabeza dando vueltas, conteste: —S-sí, creo. —Ash se puso de pie, sacudiendo su ropa. Lo miré con asombro; él lo notó. —¿Qué? —preguntó levantando una ceja. —Me salvaste —grité, seguía sintiéndome un poco atontada por la caída. Mi cabeza latiendo y girando. Asintió. —Sí, ¿y? —Tragué mi gran sorpresa. — Gracias. —No hay problema y además —puso sus hombros a mi altura, estaba hecho un manojo de nervios—, tenía que hacerlo. Eres importante. Eres mi… Sus palabras cortaban conforme salían, haciendo eco, palmadas sonoras atravesaban el aire. Ráfagas de frio envolvieron todo mi cuerpo, haciéndome sentir aterrada. Ruido de electricidad se escuchaba por todas partes, mis sentidos trabajando a marchas forzadas. Junto con las palmadas, el sonido de una voz, una voz que pensaba nunca había escuchado excepto en mis sueños. 216 —Bravo, mi niño. Bravo. —Girándome, mis ojos encontraron la voz. Mis ojos lo encontraron. Él está parado en la otra orilla del techo con una sonrisa en su cara. El hombre de cabello blanco de mis sueños, el que me provoca pesadillas. El padre de Ash. Alexander Edwards. Phoenix rápidamente dio un paso frente a mí con una postura defensiva. Un gruñido profundo salió de su pecho. Su actitud protectora hacia mí me abruma, me inunda totalmente. Mi pecho duele, mi respiración sale con grandes jadeos, al tiempo que el temor se instala dentro de mí. Los otros Víboras están en alerta, sus armas listas para lo que sea que pudiera pasar. Tristemente vi como el cuerpo de Ash se sacudía con temblores. Alcanzó su bolsillo trasero, donde guardaba sus cigarrillos, pero sus manos temblaban demasiado. La vibración de su cuerpo evitaba que se medicara el mismo. —Estoy impresionado con tus habilidades de lucha —Alexander dijo, sacudiéndose su traje negro—. Cinco Viboras y un Mortal de Plata peleando como uno solo. Una invencible potencia. Una negra neblina envolvió a Alexander, quien apareció a solo unos centímetros en frente de Ash. El resto de nosotros saltamos hacia atrás, pero Ash estaba demasiado aterrorizado para moverse. Alexander saludo a su hijo con desdén, sacudiendo su cabeza y chasqueando la lengua. Sus ojos brillando con un toque de burla. —Ashley, mi hijo, ¿por qué te fuiste? —Alexander murmuro, inclinando su cabeza ligeramente. ¿Ashley? Un minuto… ¿el nombre real de Ash es Ashley? Entonces eso quiere decir…. —Tu eres el Ashley de mis sueños —dije en voz alta, mirando fijamente la parte de atrás de la cabeza de Ash. —Prefiero Ash —dijo, su mirada clavada en su padre. Alexander sonrió con suficiencia. 217 —Oh Ashley, ¿no piensas que es tiempo de regresar a casa? —¿Cómo nos encontraste? —Phoenix se metió, gruñendo. Su cuerpo estaba tenso, rígido, preparándose para la batalla de ser necesario. Alexander miro a Phoenix, después al cielo. —Oh, no fue tan difícil. Un sonido muy familiar vibró en mis oídos, El águila plateada dentro de mi cuerpo se encogía con malestar. Poderosas alas aleteaban en el aire cuando Zavebe apareció. Él estaba usando el mismo traje a rayas que había usado la noche que lo conocí por primera vez y con el mismo poder malvado oscilando a su alrededor. El me miró y sonrió, mostrando sus afilados dientes de un brillante blanco que contrastaban con su oscura piel. —Hola, Garcen Potts. —Zavebe saludo con un siseo, sus largas alas traseras aleteando suavemente. Di un paso al frente, aun con el brazo de Phoenix frente a mí, impidiéndome ir más lejos. —Te enviamos de regreso al infierno —dije a Zavebe. Soltó una desagradable risa. —Esto es algo que necesitas saber acerca del infierno —dijo estrechando sus ojos negros—. Lo más maligno que puedas poner sobre la tierra, es lo mejor. El infierno no puede contener la bestia salvaje que soy yo. —Zavebe es un amigo mío muy cercano. El me guío hacia mi hijo. — Alexander hizo una pausa y dirigió una mirada hacia mí. —“Y hacia mi hija. Mi corazón se paró. ¿Qué quería decir con hija? No tuve mucho tiempo para reflexionar sus palabras, cuando Jack desapareció en una oscura niebla, seguido de Tink y Reagan. Antes de desaparecer, estaban gritando de dolor. El cuerpo de Ash se sacudía como una hoja al tiempo que su padre lo tomaba del brazo y decía con un gruñido: —Tiempo de regresar a casa, mi niño —¡No! —Ash gritó al tiempo que se desvanecía con su padre. Zavebe empezó a caminar hacia mí y Phoenix, con sus negras garras alargadas al tiempo que se elevaba. La última cosa que vi fueron sus tres 218 hileras de dientes. La última cosa que yo sentí fue el brazo de Phoenix rodeándome. Entonces mi mundo se volvió negro. 219 Capítulo 19 Traducido por Cosmique & NicolSmile Corregido por SilV Abro mis ojos, encontrando a Phoenix quien nos teletransportó a mi apartamento… o lo que quedó de mi apartamento. La puerta principal ha sido tirada abajo, dejando nada más que las bisagras. Todos los gabinetes de la cocina fueron arrancados de las bisagras, ollas y sartenes están dispersos por todos lados, junto con los cristales y platos rotos. La mesa de la cocina está patas arriba, y las sillas que combinaban están dispersas por la habitación. Nuestra televisión también fue arrestada, y nuestros muebles rotos. Las fotos y los espejos que solían delinear las paredes ahora ensucian el piso, todos rotos y quebrados. Phoenix me mira hacia abajo, sus ojos muy abiertos. —Gracen… —¡Mamá! —digo llena de pánico, corriendo a su habitación. Para mi desesperación encuentro su habitación viéndose como el resto del pequeño apartamento, demolida. Luego me vuelco a la habitación de Jude. También en completo desorden. Un susurro viene de mi habitación, pero antes de que pueda inspeccionarlo, Phoenix me toma de la cintura. Una vez más cierro mis ojos a medida que la oscura neblina nos envuelve, nuestros pies ya no están tocando la tierra. Un segundo después cierro mis ojos. Hemos llegado al almacén de las víboras, aunque Phoenix me empuja a un oscuro closet. Empujándome dice: —Quédate aquí. Me aseguraré de que esté libre. — Cierra la puerta, dejándome en total oscuridad. 220 Con este momento de alivio, intento darle sentido a lo que ha pasado en los últimos treinta minutos. La batalla contra los hombres lobo ha sido un éxito, aunque el pájaro de lluvia se haya aparecido. Y pensar sobre el pájaro de lluvia me hace pensar sobre la vena plateada que sacó al pájaro de lluvia. ¿Qué había sido? ¿Podría haber sido el águila plateada ayudándonos en la batalla? Sacudo la afirmación sin sentido de mi cabeza. El águila no se había aparecido desde que había aterrizado en la tierra y escogido a la gente con los corazones más puros. Pero aún así, ¿Podría haber una posibilidad? Luego Alexander Edwards se aparece, el padre de Ash y quien aparece en mis pesadillas. Añadiendo a Zavebe a la mezcla… ¡Locura total! Pero lo que llamó mi atención fue lo que dijo Alexander, aún resonando en mis oídos. —Zavebe es un amigo muy cercano a mí. El me guió a mi hijo. Y a mi hija. Ésa es la parte que llama la atención, porque cuando lo dijo, estaba mirando directamente a mí. Su insinuación de que yo era su hija es completamente ridícula y certificadamente trastornada. Luego, después de eso, las víboras comenzaron a desaparecer una por una… un escalofrío baja por mi columna. El frio se siente a mi alrededor junto con la oscuridad, tomo una sábana harapienta, envolviéndola alrededor de mis hombros. Intento no pensar en los insectos o arañas que deben vivir dentro de este armario. Una vez que estoy cálida mis pensamientos van de vuelta a mi armario. La mesa patas arriba, el vidrio roto en todas partes, todo el lugar hecho añicos. La peor parte… mamá y Jude no estaban, dejándome creer que habían sido secuestradas o estaban muertas. Y alguien había estado en mi habitación, posiblemente la misma persona que revolvió todo el lugar. Pero antes de que pudiera encontrarlo, Phoenix me había tomado y ahora… Ahora estoy atascada en este oscuro armario, envuelta en una vieja y harapienta sábana, esperando que Phoenix se asegure que no hay moros en la costa. ¡Qué noche infernal! 221 Lágrimas se derraman fuera de mis párpados, bajando por mis mejillas, los eventos de esta noche finalmente llegando a su límite. Me siento completamente drenada de energía ¿Por qué mi vida siempre tiene efecto de cambios? Tan pronto como una cosa se soluciona sola, diez cosas van horriblemente mal. Finalmente había aceptado el hecho de que era diferente, y también había aceptado que las Víboras Nocturnas tenían el libre albedrío de escoger si querían ser malos o buenos, pero ahora… Mi mundo se siente áspero, especialmente sin saber donde están mamá y Jude. Pasos cambian mis pensamientos, el sonido golpeando fuerte contra el piso de concreto. ¿Es Phoenix? Si no es él, ¿entonces quién? ¿Qué podría hacer yo en este estado tan débil? Cuando la puerta se abre, cierro mis ojos y grito a todo lo que dan mis pulmones. Fuertes brazos se doblan alrededor de mi cuerpo, acercándome a un fuerte pecho. La familiar esencia de colonia mezclada con canela y aroma a joven, saluda a mi nariz. Sé inmediatamente que es Phoenix. —Gracen, Shhhhh —me calma suavemente, meciéndome hacia adelante y hacia atrás. —Soy yo. Está despejado. Estás bien. Nadie sabe que estamos aquí. Estamos a salvo. —No —murmuro en su pecho—. ¡No, no, no! No estoy segura, tú no estás seguro. Nadie está a salvo. ¡Todos estamos jodidos! Y ellos… ¡ellos los tienen a todos! —Pierdo los estribos, mis lágrimas mojan la parte delantera de su camisa. Odio esto. Todo esto. Perder a mis personas amadas, mis nuevos amigos, y llorar como un bebé. Esto apesta. Por unos minutos mientras nos devanamos los sesos, algunos sollozos pasan, cuando finalmente la barrera se seca. Puedo sentir el aliento de Phoenix, su cara está entre mi cabello. Su suave aliento es un alivio para mis nervios. —No dejaré que lleguen a ti, Gracen —susurra suavemente—. Te mantendré a salvo, lo prometo. Moriré antes de que te atrapen. Con un gruñido, me levanta del suelo, cargándome como a un infante. Mantengo mi cabeza escondida en su pecho, sin preocuparme de que me esté ayudando en mi rota condición. Me siento tan débil, tan perdida. Mi hogar ha sido saqueado, mamá y Jude no están. También se llevaron a 222 las Víboras, posiblemente para torturarlas, pero, dejándonos a Phoenix y a mí, solos. Me siento a mí misma ser dejada sobre la cama, la sabana que causaba picor siendo remplazada por un edredón de satén. En mi cabeza concluyo que Phoenix no me ha puesto en un catre, sino en la cama de Jack y Reagan. La cama se hunde mientras él se sienta a mi lado. Acaricia mi cara con la punta de sus dedos, amablemente aleja el pelo de mi cara. Abro los ojos y miro dentro de sus ahora oscuros ojos cafés. Luce tan cansado como me siento; luce tan perdido como me siento. —¿Dónde pueden estar? —pregunto en una voz lastimosa. —No estoy seguro —responde—, pero vamos a encontrarlos. —Se detiene, su mirada va hacia las ventanas donde los primeros rayos de luz se están filtrando—. Necesitamos descansar. —Me dice, sus ojos de vuelta en mí—. No se aventurarán durante el día. Son más fuertes por la noche. Trago otro sollozo que estaba amenazando con eructar. Una depresión se aloja sobre mí, un peso tan grande que el simple hecho de respirar se vuelve difícil. —Puedo entender por qué Alexander los querría a ustedes, pero… —me detengo, tomando una profunda, y temblorosa respiración y dejándolo salir lentamente—, ¿pero por qué quiere a mi mamá y a Jude? ¿Qué puede ganar por llevárselos? Él niega con la cabeza, luego promete: —No sé cuáles son sus planes, pero prometo traerlos de vuelta, a todos ellos. Sólo necesito un tiempo para pensar, para idear algún tipo de plan. Pasando una mano por su cabello, y luego refregando sus ojos con los puños, un bostezo lo ataca. Círculos profundos y oscuros cubren sus ojos, su normalmente oscura piel tomando un color más pálido. Phoenix está agotado, y yo también. Tiene razón cuando dice que necesitamos descansar, aunque es más fácil decirlo que hacerlo. No estoy segura como seré capaz de descansar cuando la colmena de angustiosos pensamientos está zumbando en mi cabeza. 223 Estando tan cerca de Phoenix, sin embargo, es como mi propia y personal soledad. Su lado protector y leal están quemando tan fuerte en él, que ayuda a calmar mi frágil ser. —¿Me sostendrías, Phoenix? —pregunto, atrapándolo fuera de guardia. Mirándome con curiosidad se pregunta: —¿Estás segura? Sonrío levemente y asiento. —Sí, estoy segura. Dándome vuelta hacia el otro lado, me quedo apoyada en mi lado izquierdo. Él se desliza a mi lado, poniendo un brazo sobre mí y acercándome a él. La calidez se esparce desde la punta de mi cabeza hasta la punta de los dedos de mis pies, y en ese momento sé que estoy segura al estar simplemente en sus brazos. Un suave suspiro sale de sus labios, suena como música en mis oídos. Me permito cerrar los ojos, aun teniendo un persistente pensamiento que no se irá. Antes de irme le pregunto una cosa más a Phoenix. —Alexander dijo que Zavebe lo llevó hasta su hijo y su hija. ¿Quién es esta hija? La tensión se apodera de su cuerpo, todos los músculos de sus brazos se aprietan. Su corazón está latiendo tan rápido y tan fuerte en su pecho que puedo sentirlo en mi espalda cuando me acerca aún más a él. Está nervioso respecto a algo, pero tengo demasiado sueño como para preguntarme por qué. —La verdad se revelará pronto, Gracen —susurra en mi oído mientras me voy hacia lala land—. Todos conoceremos la verdad pronto. *** —¡Apúrense! —El demonio corpulento gruñe, dándole un fuerte tirón a las cadenas cerradas sobre mis muñecas—. El patrón está esperando y no estará contento si llegan tarde. 224 Muevo mis pies tan rápido como puedo, mis muñecas están sangrientas y adoloridas. El demonio, que tiene piel roja debajo de un áspero pelo negro y largos cuernos saliendo desde su cabeza rapada, me lleva por un estrecho pasillo. Hay antorchas alumbrando el camino, mostrando algunas paredes hechas de roca desigual. El piso bajo mis pies está repleto de piedras, suciedad, y huesos, humanos por como lucen. A sangre y muerte huele el caliente y húmedo aire, junto con el podrido olor del demonio que me empuja. Un gruñido de dolor hace eco en las paredes y me tropiezo, cayendo de rodillas. Esto hace que me gane una bofetada en la cara con una de las cadenas que me tienen cautiva. Levanto la mirada para encontrarme cara a cara con el bastardo de nueve pies de alto. Sus labios están curvados en una sonrisa, sus agujeros nasales se abren con cada furioso aliento que exhala. Me mira hacia abajo con sus negros ojos, la luz de las antorchas brillando sobre ellos. —Levántate o te mato yo mismo —sisea con saliva negra colgando de su boca. Estrecho los ojos hacia él, prometiendo: —Tan pronto como me deshaga de estas cadenas, serás el que estará muerto. Mi frase lo hace reventar en risas guturales. Dobla las cadenas, levantándome sobre mis pies, y una vez más comenzamos a avanzar por el estrecho pasillo. Lamo y saboreo la sangre de mi labio roto. Para mis adentro juro que cuando mis cadenas se hayan ido el demonio, perdería su cabeza. El Águila de Plata revolotea dentro de mí, ansiosa por ser liberada, pero no soy capaz de dejarla salir. Mis poderes han sido aniquilados, mi energía drenada, y sé inmediatamente el por qué. Es este lugar, este edificio de roca es el que me ha robado la energía, dejándome sin poderes. No estoy segura de qué es, pero tiene algo que ver con lo que está dentro de las rocas. Otro eco de angustia llena mis oídos, el sonido es tan abrasivo que temo que mi cabeza explote. El olor a sangre se vuelve más fuerte, el dolor y la tortura sucediendo alrededor y golpeándome en la cara. Mientras camino cierro los ojos, intentando concentrarme y permitirle a mi mente llamar a 225 las almas que están siendo heridas. Pero es algo inútil. Sin mis poderes no puedo sentir las almas; solo puedo sentir su tormento. De repente, una alta puerta de metal aparece frente a nosotros, y el demonio la abre, las bisagras produciendo un irritante chillido. Me guía hacia una amplia habitación —no, tacha eso— es más como un gran estadio bajo tierra. Demonios y monstros de todos los tipos gritan en sus lenguajes demoniacos, lanzándome piedras cuando paso. El que me tira detona un firme rugido, el estadio se silencia inmediatamente. El único sonido que se puede oír es el sonar de mis cadenas. Por primera vez desde que entré en la arena, levanto los ojos del suelo y miro alrededor. El miedo se catapulta hacia mí cuando veo a Alexander, en toda su sádica gloria, sentado en un trono hecho de huesos. Está vistiendo una túnica negra, sus negros ojos puestos sobre mí. Sostiene un gran cuchillo en su mano, girándolo entre sus dedos lentamente, delicadamente. Un mal sabor se forma en la parte trasera de mi garganta cuando veo a Ash. Está en el suelo junto al trono de su padre, sobre sus rodillas y solo vistiendo un par de jeans. Su cuerpo está cubierto de moretones y marcas de sangre. Me mira a través de sus mechones rubios, aunque me mira con solo un ojo, ya que el otro está cerrado por la hinchazón. Humildad y desesperación fluyen duramente fuera de él, su ceño fruncido es una profunda cicatriz en su cara. —Gracen… Una desvanecida voz suena en mi derecha, y mi corazón late en alarma. —¡Mamá! ¡Jude! —grito, comenzando a correr hacia ellos, sólo para ser lanzada hacia atrás por las cadenas que me sostienen. No son solo mamá y Jude los que están encadenados, sino que también lo están Phoenix, Jack, Reagan y Tink, todos sangrientos y rotos. Intento alejarme del demonio, pero eso hace que me gane otra bofetada en la cara con mis cadenas. Caigo al piso, mirando hacia arriba al demonio que me está golpeando, preparándome para otro golpe. —Es suficiente, Alistor —dice Alexander, su voz extrañamente calmada y gentil. 226 Se pone de pie y baja de su trono, el cuchillo en su mano brillando con la luz de la antorcha—. Recuerda quien tienes en tu posesión. Es un cargo precioso. Se detiene a unas pulgadas de mí, arrodillándose sobre una sola rodilla. Levantando mis ojos y mirándolo intento ignorar el dolor de mis rodillas y concentrar todo mi desprecio hacia él. Sus negros ojos me miran, su cabeza hacia un lado, permitiéndome ver la víbora enrollada en su mejilla. Un momento de silencio pasa antes de que pregunte. —¿Qué quieres de mí? Las esquinas de sus ojos brillan mientras una siniestra sonrisa se esparce sobre su cara, y estoy aterrada con los afilados colmillos que tocan su labio inferior. —Mira mi cara detenidamente, querida Gracen. —Su voz es fría y serena—. Dime lo que ves. Estando tan cerca al espacio personal de Alexander, veo que su piel es pálida y perfecta, que la cara bajo el cabello blanco es algo joven. Veo mucho de Ash en su cara, pero también veo algo más, algo muy familiar. Mientras continúo viendo su cara comienza a transformarse, hasta que Alexander ya no está allí. En cambio, hay ojos azul pálido, y ahí es cuando me doy cuenta… Estoy mirándome a mí misma. Despierto con un salto, mi corazón es una gran bola de carne. El sudor cubre todo mi cuerpo, la sábana con la que Phoenix me tapó está en el piso. Me toma un minuto recordar en donde estoy. Cuando las grandes ventanas de la casa aparecen a la vista, el caliente sol entrando, recuerdo. Todo. Buscando a Phoenix, lo encuentro sentado en una silla junto a la cama, sus oscuros ojos sobre mí. Se ha cambiado a unos jeans oscuros y una camiseta negra. Su cabello aún está húmedo, evidenciando que tomó una ducha. 227 Sus manos están entrelazadas con su mentón descansando sobre ellas, sus codos sobre sus muslos. Diferentes emociones están saliendo desde él en fuertes olas. Ansiedad, miedo y alivio. La expresión de su cara me dice todo lo que necesito saber. Phoenix ha sabido esto todo el tiempo. Me siento derecha y dejo caer mis piernas hacia el lado de la cama, mirando a Phoenix. —Lo sabías, ¿no? —Comienzo—. Desde el comienzo, sabías que Alexander era mi padre, y que Ash era mi hermano. Con una cansada mirada responde: —No estaba seguro. Yo… No le doy la oportunidad de terminar. Mi rabia ha tomado lo mejor de mí, haciéndome volar de la cama y tomarlo desde el cuello de su camisa. Lo lanzo a través de la habitación, choca contra la mesa de la cocina y cae sobre su espalda. Usando mi súper velocidad, cruzo la habitación en un nanosegundo, estrangulándolo y golpeándolo en la cara. —¿Por qué no me dijiste? —demando, dándole otro golpe a su cara. —Gracen —él respira—no lo sabía. Con Ash estando normal un segundo y loco al siguiente, no quería decirte si solo era algo que él inventó en su cabeza. Niego con la cabeza en disgusto. —Debiste haberme dicho. —Si lo hubiese sabido con certeza, entonces te hubiera dicho. —Se detiene, moviendo su mirada hacia abajo a mi cuerpo y luego de vuelta mi cara—. ¿Podrías salirte de encima? Quizás podamos conversar. Esto es un poco… distractor. Miro hacia abajo, dándome cuenta de la posición en la que estamos, y rápidamente me pongo de pie. —Bien. Conversaremos. —Giro sobre mis talones y me dirijo al sofá, sentándome con los brazos cruzados sobre mi pecho. Él se pone de pie y se dirige al sofá, solo que en vez de sentarse junto a mí, se sienta en el piso frente a mí. 228 —No sé dónde comenzar —me dice. —¿Qué tal por el comienzo? —Ofrezco, sosteniendo su mirada—. O al menos cuando ustedes llegaron a la ciudad. Deja salir una temblorosa respiración y luego comienza. —La razón por la que vinimos fue por Ash. Antes que escapáramos del clan, Ash había estado teniendo sueños sobre Nueva York y sobre una chica con cabello blanco, que resultaste ser tú. Soñó sobre tu madre, sobre Jude… —Dudó antes de añadir— la cita a la que fuiste con este chico Mark, y… sobre los ebrios que derrotaste. Atónita, mis brazos caen a mis lados. —¿Soñó todo eso? Él asiente. —Antes de continuar, déjame decirte algo sobre la sangre de Víbora. Todos estamos conectados con nuestras familias en muchas formas diferentes. Podemos hablarles en nuestros sueños, en sus cabezas… —Ash hizo eso conmigo, la primera noche que lo vi. —Me da un escalofrío—. Me dijo que mirara por la ventana. —Esa fue la noche en la que decidimos que yo entrara a la escuela —él admite—. No estábamos seguros de si eras la hija de Alexander o no. Ash está… tú sabes. Un poco hacia el lado de la locura. —Pero no estaba tan loco, ¿o si? —Señalo, negando con la cabeza—. Si mi mamá no estuviera secuestrada, estaría tan enojada con ella en este momento—Hago una pausa, mirándolo hacia el piso—. ¿Cómo pudo haber ocultado a mi hermano de mí? Él me sorprende al ponerse de rodillas y tomar mis manos en las suyas. —Es más como que ella no sabía sobre la existencia de Ash. —Cuando ve la confusión en mi cara, añade: —Es tu medio hermano, Gracen. Comparten en mismo padre, pero no la misma madre. El entendimiento cae sobre mí. 229 —Oh, claro. Eso tiene sentido, sin embargo mamá me ocultó esto. Siempre me dijo que mi padre nos dejó. —Dejo caer mi cabeza sobre mis manos—. Por los últimos años ella me ha enseñado que las Víboras y las Águilas no encajan, pero cuando tú y los demás entraron en la fotografía ella cambió su manera de pensar, y ahora me doy cuenta de que… que… No puedo terminar mi oración. No quiero oírla en voz alta. —Soy un monstro, Phoenix —susurro—. Tengo la sangre de Botis en mí, junto con la del Águila de Plata. ¿Qué tan jodido es eso? Siento las manos de Phoenix alejar las mías de mi cara para poder mirarme a los ojos. Encontrando su mirada siento el afecto que siente por mí, la preocupación, y algo nuevo… amor. —Escúchame —dice en una ronca voz—. No eres un monstro. Eres Gracen Potts. No importa quiénes son tu padre o tu madre, tú eres tú. Nadie puede quitarte eso. ¿Me entiendes? Asiento, limpiando una lágrima fugitiva de mi mejilla. —Tenemos mucho sobre lo que conversar, Gracen. Tienes que contarme cada pequeño detalle de tu sueño. Así es como los encontraremos. — Acuna mi mejilla en su palma—. Pero antes, tienes que hacer algo por mí. —¿Y qué sería eso? —digo, preguntándome a donde va con esto. —Toma una ducha —me dice, arrugando la nariz—. Apestas. 230 Capítulo 20 Traducido por PrisAlvS Corregido por Anaizher La ducha tiene el calor al máximo y dejo correr el agua por la piel desnuda. Me lavé el cabello con champú y el olor a flor de manzana me envuelve recordándome a Tink, ella olía a flor de manzana anoche. De nuevo las lágrimas me queman los ojos. Las borro metiendo la cabeza directamente bajo el chorro. Tenía que mantener la cabeza clara; debía permanecer fuerte. Por Mamá, por Jude… Por Ash, mi hermano. ¿Por qué mamá no me había dicho que mi padre era una Víbora Nocturna? Y no cualquier Víbora, sino la Víbora, la mano derecha de Botis. Y lo más importante ¿qué había estado pensando (o fumando) cuando tuvo relaciones con el hombre vivo más horrible? Ahora, sabiendo la verdad, mis problemas de furia tenían sentido. Tengo ambos tipos de sangre fluyendo en mis venas, ambas, buena y mala, batallando para ver cuál resultaba victoriosa. Eso explica por qué un minuto quiero ayudar a los inocentes, mientras que al siguiente quiero destruirlos a todos. También significa que soy mucho más diferente de lo que creí. Ahora, de verdad no pertenezco a ningún lugar en este mundo. Mis pensamientos se dirigieron a Ash. Pobre, loco, arruinado. El arrepentimiento pesa sobre mí. Me había enfurecido con él cuando no lo merecía. Él hizo lo que se suponía que tenía que hacer, pero mi furia se había desbordado explotando en su dirección. Debió haberme perdonado, ya que literalmente me salvó el pellejo, que por poco pierdo con el hombre lobo. 231 Pensando en eso, justo antes de que Alexander se mostrara a sí mismo, estuvo a punto de escupir que yo era su hermana, su media hermana. Eso es. Una visión de Zavebe destella a través de mis párpados. Sus tres filas de dientes, sus ojos color alquitrán, sus garras negras. Un escalofrío me recorre a pesar del agua caliente. Zavebe me había encontrado y sabía quién era yo todo el tiempo. Nos puso una trampa y ahora Alexander tenía a todas las Víboras rebeldes, a Mamá y a Jude. A todos los que aprecio de corazón. Tengo que enfrentar la fría y cruda realidad… Todo esto es mi culpa. Apagando la ducha, salgo y me enrollo el pelo con una toalla. Me pongo la bata de algodón blanco de Reagan, anudándola con fuerza alrededor de la cintura. Phoenix me había prometido encontrar algo de ropa mientras me duchaba. La ropa que llevaba apestaba a hombre lobo. Saliendo del baño, siento un escalofrío. El baño estaba cálido y acogedor, pero el resto del almacén está frío. Al escuchar la puerta del baño, Phoenix se levanta del sofá y camina hacia mí con unos pantalones y un suéter. Cuando me mira se congela donde está, sus ojos oscuros recorren mi cuerpo de la cabeza a los pies. Su admiradora expresión causa un sonrojo en mis mejillas y cálidas olas acarician mi estómago. —Umm —dice caminando hacia mí—. Esto debe servir. En cuanto a tu, ya sabes, ropa interior… —Esto servirá —le digo tomando la ropa. Comienza a alejarse rápidamente cuando noto dos marcas rojas en su rostro. —¡Oh no! —Reacciono tomándolo de los brazos e inspeccionando su cara—. ¿Qué pasó? —No es nada —dice, alejándose de mi alcance. —¡Claro que sí lo es! ¿Esto pasó cuando peleábamos con los hombres lobo? Él niega con la cabeza. 232 —No, es un poco… más reciente. Levanto una ceja sin comprender al principio, pero el entendimiento repentinamente me golpea el rostro. —Yo lo hice —susurro sin creerlo—. Cuando ataqué… —me callo poco a poco, no quiero escuchar las palabras en voz alta. Después de mi sueño, cuando descubrí que él había sabido todo el tiempo que Alexander podía ser mi padre, había dejado salir la furia y la descargué contra él. —Gracen —comienza, mirando profundamente mis ojos—. Estoy bien, no es nada importante… —¡Sí lo es! —exclamo rápidamente dándole la espalda—. ¡Lo echo todo a perder! De repente envuelve mi cintura con los brazos, apoyando la barbilla en mi hombro. —No es verdad —me susurra en el oído—. Eres increíble, eres inteligente. Te preocupas, eres leal. Eres hermosa. —Me hace girar en sus brazos, su rostro se acerca al mío—. Y me estoy enamorando de ti. Su declaración causa que la respiración se me atore en el pecho y el corazón se acelere. Nunca en mi vida había sentido tales emociones saliendo de una persona, todas dirigidas hacia mí. Alegría, ansia, afecto, calidez. Amor. —No me conoces suficiente como para amarme —le digo con el corazón desbocado. Cuando su frente toca la mía, ese calor familiar baja hasta mi abdomen. —No importa cuánto tiempo nos hemos conocido —murmura—. Todo lo que sé es que nunca me he sentido así por nadie. Nunca. Me haces querer ser una mejor persona. Haces que sienta que me merezco algo. Cuando cierro los ojos, todo lo que veo es a ti. Cuando pienso en el futuro, todo en lo que puedo pensar es en ti. Eres mi mundo, Gracen Potts y te amo. Nunca había escuchado palabras tan hermosas. Nunca me había sentido así. Sus sentimientos son auténticos. Por un momento olvido al mundo, la situación, todo lo que sucede a nuestro alrededor. 233 Paso las manos por su cabello y pego mis labios a los suyos, queriendo introducirme en su interior. Él responde mi beso con sus propios besos hambrientos, sus fuertes brazos me envuelven, acercándome a él. La pasión ruge entre nosotros, mi cuerpo se derrite por el calor que desprende su cuerpo. Jadeo de la sorpresa cuando me levanta, pegada a su pecho. La toalla se suelta y cae al suelo, haciendo que el cabello húmedo caiga por mi espalda. Él camina hacia la cama de Jack y Reagan, gentilmente me baja sobre las sábanas negras. Su mano viaja hasta mi cintura y se aferra a un lado de mi muslo, sus ojos siguen la mano. Mi corazón martillea cuando sus ojos regresan y se posan en mi boca, sus labios presionaron suavemente los míos. Cierro los ojos y lo saboreo, no queriendo olvidar la sensación de su cuerpo contra el mío. Creo que él se siente igual mientras acaricia mi labio con cariño, su mano ahora acaricia la parte posterior de mi rodilla. Con cada minuto que pasa nuestros besos se vuelven más urgentes, más calientes, haciendo que quiera sentir su piel contra la mía. Lo alejo un poco y tomó el dobladillo de su camiseta para sacarla por la cabeza. Una sonrisa recorre mis labios cuando los abdominales bien definidos aparecen a mi vista, pero no me da mucho tiempo para contemplar. Me presiona contra las almohadas y nos encontramos de nuevo atrapados en un beso, mi interior ardiendo de necesidad. Tomo su mano y la llevo al nudo de la bata, esperando que entienda la pista. No soy una promiscua, sigo siendo virgen después de todo. Pero estar en sus brazos, sabiendo que me ama y que le importo, me hace sentir lista para entregarme a él. Mi corazón. Mi todo. Él mantiene la mano en el nudo, justo sobre mi estómago, pero no hace el intento de soltarlo. Sus labios, por otro lado, se han movido de la boca a la barbilla, llegando hasta el cuello. Aprieto su mano, alentándolo a seguir. Sus labios regresan por mi barbilla, mis mejillas, mis labios. —Phoenix —susurro con los ojos cerrados sintiendo sus labios. —Sí —susurra como respuesta, su cálida respiración me pone la piel de gallina. Pongo una mano en su mejilla, abro los ojos y lo miro directamente. 234 —Yo… yo te quiero. —¿Qué? —dice suavemente, sus oscuros ojos quemándome. Respondo dándole un apretón en la mano que tiene sobre mi estómago. Él baja la mirada y la regresa rápidamente. El entendimiento revolotea en sus ojos y los abre con asombro. Justo cuando creo que está por quitarme la bata, salta sobre los pies pasando una mano por su desordenado cabello. Se da la vuelta, los músculos de su espalda se tensan mientras pasa las manos detrás de la cabeza. Contemplo su espalda confundida, sus emociones están luchando entre sí. ¿Qué acaba de suceder? Estábamos pasándola genial juntos, creí que me quería. ¿No era así? —¿Qué está mal? ¿Qué hice? —pregunto incapaz de soportarlo más. Él deja caer la mano que tiene en la cabeza y me mira. Hay una expresión de dolor en su rostro, un sentimiento de estupor pintando sus hermosas facciones. —¿Por qué piensas que hiciste algo mal? —inquiere ladeando la cabeza. La vergüenza tiñe mis mejillas. —¿No me quieres? —replico evitando su mirada. En un instante está a mi lado, su rostro contorsionado por la angustia. —Gracen —dice tomando mi mejilla—, claro que te quiero. Te he querido desde el primer día que te vi. Es solo que… —aparta la mirada, mordiendo su labio inferior como si intentara encontrar las palabras correctas. Lo contemplo con fuerza. —¿Solo qué, Phoenix? Él deja salir un suspiro. —He estado con muchas chicas, pero nunca han significado nada para mí. Ellas estaban ahí, yo estaba ahí y eso es todo. Pero tú… tú me has cambiado. El viejo yo te hubiese tomado en el acto, pero —sus oscuros ojos perforando los míos—. No quiero arruinar las cosas contigo por ir muy 235 rápido. Eres alguien con quien me veo crecer, envejecer. Eres algo de verdad. Y mereces la espera. De nuevo sus palabras me han dejado sin habla. No puedo creer lo afortunada que soy de tener a alguien tan sorprendente como Phoenix. Él me ve como la persona con la que podría envejecer. Dice que valgo la espera. Puedo vivir con eso. —Además. —Sonríe con la cabeza ladeada—. Tenemos algunas personas que dependen de nosotros para ser salvados. Tenemos que idear un plan y, sinceramente… —Hace un barrido rápido de mi cuerpo—. No puedo concentrarme contigo así. Rio, notando que las lágrimas han aparecido en mis ojos. Dios, he llorado más este último día que en mis dieciséis años. —Tienes razón —le digo dejando que me arrastre de la cama—. Debemos descifrarlo. Me pasa la ropa de Reagan. —Sí —contesta lanzándome una sonrisa torcida. Me dirijo al baño para vestirme cuando agrega—. Ah y cuando salgas, te tendré una pequeña sorpresa. *** Después de ponerme el abrigo de Reagan y sus pantalones y, de tomar prestado uno de sostenes deportivos de Tink, salgo del baño para encontrar a Phoenix sentado en la mesa de la cocina. Tiene un bolígrafo en la mano y una libreta sobre la mesa, sus oscuros ojos concentrados en mí. —Ven aquí, Gracen. Tenemos que hablar. Quiero reír por su tono de hombre de negocios. —¿Qué es esto? ¿una entrevista? —Algo así. —Genial —sonrío satisfecha sentándome en la silla frente a él. 236 Él me devuelve la sonrisa. —Genial es bueno. —Luego agrega más formal—. Ahora va en serio, vas a decirme cada pequeño detalle de tu sueño y yo voy a tomar nota. —¿Y qué esperas obtener de eso? —Puede contener pistas de a dónde llevó Alexander a todos —aclara. Sacudo mi cabeza dudosa. —No creo… —Piénsalo —me presiona inclinándose sobre los codos—. Ash soñó sobre ti y supimos que debíamos venir a la ciudad. También soñó que él era tú peleando contra demonios vampiro. ¿Has tenido sueños donde tú eras él? El sueño aparece ante mis ojos, Alexander me grita, llamándome Ashley. En ese momento creí que una chica llamada Ashley estaba en problemas. Claro, ahora que sé la verdad, tiene más sentido. —Sí, los he tenido —admito con un asentimiento. —Ahí está. Tal vez tu sueño puede decirnos dónde están. —Bien —solté un bufido—. Le daré a esto una oportunidad, pero no estoy segura de que sepas de algún lugar que huele a sangre y tiene una arena subterránea llena de horribles monstruos. Roca negra y dentada llena de antorchas encendidas, caliente como el Infierno, huesos y rocas esparcidas por todos lados. Ah y ¿la mejor parte? Alexander sentado en un trono de huesos humanos, mientras nuestros seres queridos están encadenados al suelo todos golpeados y sangrantes ¿te suena familiar? — Cruzo los brazos sobre el pecho esperando su reacción. Cuando se le escapa todo el color del rostro y el miedo empieza a aparecer, sé que he tocado un nervio… o tal vez algún recuerdo. —Sé exactamente a dónde los ha llevado —admite suavemente con ojos tormentosos. —¿Dónde? Duda antes de responder. —La Isla Botis. —Esas palabras envían escalofríos por mi columna. 237 —¿De verdad hay una Isla Botis? —Me quedé helada. —Sí —dice gravemente—. Es una isla localizada directamente en el centro del Triángulo de las Bermudas, claro, escondida de los No Tocados. La isla es un lugar que Alexander usa para propósitos de rehabilitación. Yo he… estado ahí antes. —Se pone en pie y camina hacia el mostrador, apoyando su espalda en este. Sus sentimientos son una mezcla de tristeza, furia y confusión, atrapado en las memorias de su pasado. —¿Cuándo tuviste que ir? —pregunto con cautela. —Después de que mis padres fueron asesinados —responde, con un brillo de lejanía en sus ojos—. Mis padres siempre me habían enseñado a ser yo mismo, me decían que porque nuestros ancestros fueran malvados no significaba que yo tuviera que serlo. Había intentado huir del clan a los diez años. Incluso a esa edad no quería herir a nadie. No quería vivir en las sombras. Siempre sentí a mi alma buscando la luz. —La noche que casi escapé —continua—. Un demonio llamado Alistor me atrapó e inmediatamente me llevó a la Isla Botis para… rehabilitarme. Hago una mueca, no quería saber los detalles del programa de rehabilitación de Alexander, aunque tenía que decirle la otra parte del sueño. —Él estaba ahí Phoenix. —¿Quién estaba ahí? Flaqueo antes de responder. —Alistor. Su rostro empalidece aún más mientras camina de regreso a la mesa y cae en la silla, como si el nombre de Alistor absorbiera toda su energía. —¿Estás bien? —inquiero preocupándome. Me mira con expresión inquieta. —Si él está ahí, se termina nuestro trabajo. Cuando me vea, querrá mi cabeza colgada en la pared de su habitación. 238 —No dejaré que eso pase —escupo rápidamente Pensar en perderlo me causa una sensación extraña en el estómago. —Es en serio —dice severo—. El que escapara significa que falló en rehabilitarme, lo que lo hace débil ante los ojos de Alexander. Querrá probar que no es un fracaso, acabando conmigo. Me estiro y tomo su mano. —Como dije… no sucederá. Me estudia un momento con una mirada cansada. Luego pone su otra mano sobre la mía. —Tenemos que idear un plan y, esto es lo que tengo. —Adelante. —Nos iremos después de medianoche. Nos transportaré a un kilómetro del destino, el cual es una gran estructura de piedra. Conozco el lugar perfecto para colarnos dentro, aunque una vez que estemos dentro no podré transportarnos afuera. —¿Por qué? —pregunto curiosa. —Porque la edificación está hecha de pura Roca Infernal. —¿Qué es eso? —La Piedra Infernal viene directamente del Infierno, para atrapar demonios rebeldes y Víboras Nocturnas que no pueden ser controladas. Podré luchar, pero tendremos que salir caminando en lugar de transportarnos. También se dice que la piedra debilita a los Mortales de Plata. —En ese caso, necesitaré mi Katana. ¿Es seguro volver a mi apartamento? —Ahí es donde viene tu sorpresa —dice soltando mi mano y caminando hacia su catre. Busca debajo de la cama y saca mi Katana aún enfundada y un bolso negro. Mientras pone mis cosas en el mostrador de la cocina me pongo en pie y me acerco. —¿Cuándo fuiste a mi apartamento? —interrogo, desenfundando mi arma y revisándola. 239 —Mientras estabas en la ducha —responde dejando caer el contenido de la bolsa negra—. También pude tomar algunos cuchillos, Shurikens… —Espera un minuto —lo interrumpo entrecerrando los ojos—. ¿Pudiste colarte en mi apartamento y conseguir armas, pero no algo de ropa? Hay una pequeña duda antes de que conteste. —No podía quedarme por más tiempo. Había Sniffers por todos lados. —¿Sniffers? ¿Qué es un Sniffer? Él se detiene, levantando la vista del mostrador lleno de armas. —Perros del Infierno. Mi boca se abre hasta el suelo. —¿Perros del Infierno… en mi apartamento? ¡Santa mierda! —Santa mierda, de hecho —él está de acuerdo—. Son fáciles de matar de uno en uno, pero cuando son cinco contra uno, apesta. —Lo puedo imaginar —digo. Luego se me ocurre algo—. ¡Oh no! ¡Bets! Necesito llamarla. —Alcanzo mi bolsillo y me doy cuenta que no llevo mis ropas. Antes de que enloquezca, busca en su bolsillo y me da mi móvil. —Lo dejaste en tu casa —dice con una sonrisa—. Lo encontré en el suelo. —Gracias —le digo tomando el teléfono. —No hay problema… Oh, vuelvo en un momento. —¡Espera! ¿A dónde vas? —A buscar pizza. —Lo miro incrédula—. ¿Qué? No esperarás que luche contra las fuerzas del mal con el estómago vacío ¿o sí? 240 Capítulo 21 Traducido por Pilitas Corregido por Caro ♫ Cuando Phoenix desaparece, enciendo mi teléfono para encontrar que tengo diez llamadas perdidas y dos mensajes de voz, todos de Bets. No me molesto en comprobar los mensajes (estoy segura que son lanzados con confusas blasfemias), marco rápidamente su número. Contesta al primer timbre. —¡Lucy, tienes que darme algunas ‘esplicaciones’! —dice en el teléfono, haciendo su mejor imitación de I Love Lucy. A pesar de todo lo que está pasando, me río. —Hola Bets, lo siento no he estado por aquí. Han estado pasando algunas cosas y… —¡No tienes que decírmelo dos veces! —Interrumpe en voz alta—. Luego de que no contestaste mi centésima llamada… —Sólo llamaste diez veces, Bets. Hizo una pausa antes de continuar: —Bueno, parecía como la centésima. De todas formas, como te estaba diciendo antes que me interrumpieras tan bruscamente, fui a tu casa y vi que ha sido destruida. ¿Los han robado? Un escalofrío recorrió mi piel. —¿Estuviste cerca al apartamento? —¡Por supuesto que lo hice! Estaba preocupada por ti. El pensamiento de Bets estando en las mismas inmediaciones a los Perros del Infierno, o como Phoenix los llamó, Sniffers, hizo que mi corazón golpeara con fuerza en mi caja torácica con espasmos intensos. 241 —Escucha, Bets —digo, tratando de controlar el temblor en mi voz—, prométeme que no volverás allí de nuevo. No es seguro. —¡Bueno, duh, Gracen! No soy tan estúpida. —Casi puedo escuchar el intenso blanqueo de ojos que me estaba dando por teléfono. —Cuando vi que no estabas en casa y que tu apartamento estaba patas arriba, escapé de allí. Pero tenía curiosidad por saber dónde estabas. ¿Consiguieron una habitación de hotel? ¿Necesitan algo? La preocupación en su voz trae lágrimas a mis ojos. No porque es agradable. Bets realmente haría cualquier cosa por nosotros. Lo que trae un sollozo subiendo por mi garganta es darme cuenta que esta podría ser la última vez que hablaré con ella. En sólo unas horas Phoenix y yo estaremos tele-transportándonos a la Isla Botis, una isla que es invisible a los ojos Puros. Phoenix había estado allí antes, y por la mirada atormentada en sus ojos sabía que lo que sea que hubiera allí había dejado una impresión durable en él. Una mala. —Estaremos bien, Bets —conseguí decir, secando una solitaria lágrima de mi mejilla—. No te preocupes por nosotros. —Gracen —comenzó, su tono duro—, sabes que me preocupo por ti. ¿Alguien salió herido? —No. —Esta biennnn —expresó—. Así que, ¿dónde estás? Trato de inventarme una mentira convincente, pero todo lo que tengo es la verdad. —Estoy con Phoenix. Hay una pausa al otro lado de la línea antes que exclame: —¡Lo sabía! ¡Estás enamorada de él! Tan pronto como pronuncia aquellas palabras, Phoenix aparece en la cocina con una gran caja de pizza y dos litros de Coca-Cola. Me mira y sonríe. Mi corazón da un salto y se derrite al mismo tiempo. 242 —¿Sabes qué, Bets? —digo, mis ojos aún en Phoenix—. Creo que tienes razón. —¡Por supuesto que la tengo! —Se ríe—. Así que, ¿quieren reunirse para comer y contármelo todo? Puedes conocer a Jason. Ese nombre atrajo mi atención de regreso a ella. —¿Aún hablas con ese chico? —También lo he conocido, pero en el fondo sé que hay algo un poco raro con él. Y el nombre de su banda, Los Demonios Anormales, es suficiente para hacer sonar mis alarmas Mortal de Plata. —Sí, él es tan impresionante —suspira en el teléfono—. Gracen, pienso, y estoy siendo totalmente seria aquí, que Jason es el ¡único! Pongo los ojos en blanco. —Bets... —Así que, ¿vas a reunirte con nosotros para cenar? —pregunta con impaciencia. De nuevo las lágrimas amenazan con derramarse de mis ojos a la posibilidad de no volver a verla otra vez, o estar allí para protegerla. —Realmente, Bets —digo suavemente, captando a Phoenix—, creo que estaré quedándome con Phoenix. —Una expresión de dolor cruza su rostro y se gira, alejándose de mí. Sabe que es posible que ninguno de nosotros pueda sobrevivir después de esta noche, o peor... Podríamos ser prisioneros. —Oooh, lo entiendo —dice ella seductoramente—. ¡Te roban y Phoenix te besa y te hace sentir mucho mejor! Sacudo la cabeza. —Algo así. —Bien, quiero los repelentes mañana, chica —ordena—. Sólo mantén tu teléfono encendido, ¿bien? ¿Por favor? No quiero preocuparme por ti. —No te preocupes, lo mantendré encendido. 243 —Te dejaré ir, nena. —Luego añade— ¡Diviértanse! —Oh, lo haré —le digo, cerrando los ojos. —¡Adiós, chica! Tomo una respiración y respondo: —Adiós, Bets. Apagando mi teléfono, lo lanzó sobre el sofá y me desplomó, escondiendo mi cara en mis manos. Mis entrañas están quemándose y retorciéndose, pensar que esta es la última vez que hablo con Bets parte mi corazón en pedazos. El sofá se hunde cuando Fénix se sienta a mi lado, su brazo envolviéndose cariñosamente alrededor de mis hombros. Me inclino hacia él y aspiro su aroma, el olor instantáneamente me tranquilizó. Nos quedamos así por cinco, tal vez diez minutos, sólo sosteniéndonos el uno al otro como si fuéramos las dos únicas personas que quedan en el planeta. Rompe el silencio cuando dice: —Gracen, te lo prometo. Estarás de regreso. Me aseguraré que eso suceda. Mi estómago gruñe en respuesta. Phoenix se ríe entre dientes. —Creo que alguien está hambrienta. —Lo estoy. Ha sido durante un rato. Se levanta, me ayuda a ponerme de pie y dice: —Vamos. Tenemos una cena de alta categoría de pizza de pepperoni para comer. Sonrío, aunque las lágrimas todavía queman mis ojos. —Suena perfecto. Nos sentamos y arrasamos con la pizza en cinco minutos. No me di cuenta lo hambrienta que estaba hasta que alcancé mi tercer pedazo. 244 Después que acabáramos nos miramos el uno al otro, nuestras barrigas llenas. Phoenix revisa su reloj y me mira. —Aún tenemos seis horas hasta la medianoche —me informa. —¿Qué deberíamos hacer? —pregunto. Piensa un momento y luego responde: —Tal vez deberíamos descansar... al menos por dos horas más o menos. Asiento. —Suena bien para mí. Nos levantamos y caminamos hacia la cama. Me acurruco primero, seguida por él. Me recuesto sobre mi lado y cierro los ojos. Nos cubre a ambos, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura y halándome cerca. No me opongo. Esto es lo que quiero en este momento. Esta puede ser la última vez que nos acostemos abrazados. —¿Phoenix? —¿Mmmm? —Si volvemos a casa, ¿qué será de nosotros? Suspira en mi cabello, un minuto entero pasa antes de que responda: —Haremos que cuente cada segundo. —Abro los ojos cuando suavemente me gira hacia él—. Regresaremos a la escuela como si nada hubiera pasado. Tink comenzará la escuela, Jack y Reagan podrán salir y trabajar, Ash puede lograr conocer a su hermana... —Su voz se apaga cuando sus dedos suavemente acarician mi mejilla. —¿Y tú y yo? —pregunto, mis párpados volviéndose pesados. Sonríe, tocando su frente con la mía. —Te llevaré a una cita. Nada de demonios, armas, peleas, sólo a comer, una película, y cualquier cosa que quieras hacer. —Su respuesta provoca un aleteo en mi estómago y una sonrisa en mis labios. —¿Cualquier cosa que quiera, eh? 245 —Cualquier cosa que quieras —susurra, besando mi mejilla y halándome hacia él, su barbilla descansando en mi cabeza. El calor de su cuerpo, la alegría que domina sus emociones, me hace sentir a salvo y segura. El pensamiento que mientras esté en sus brazos me asegura que nada, y quiero decir nada, puede atraparme. Mis ojos lentamente tienden a cerrarse, y escucho su corazón palpitando en su pecho, el ritmo es una calmante solución para mis inquietos nervios. Con el estómago lleno de pizza y luego de haber tenido unas noches sin poder dormir, mi cuerpo está llamándome a apagarme durante un rato. Pero estoy luchando contra ello. No quiero que este momento termine. Quiero recordarlo por siempre. Aunque en un mundo Mortal de Plata, nada permanece como debería. *** El corazón latiendo rápidamente. La mente acelerada. Piernas en movimiento. Oscuridad a mi alrededor, un frío tan inexplicable filtrándose a través de mi piel y congelando mi alma. ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy corriendo? ¿De qué estoy huyendo? —Es a ti a quien quiero, Gracen. Sólo a ti. La desagradable voz me recuerda por qué estoy huyendo. O de lo que estoy huyendo. Es él. Alexander. Mi padre. Su risa haciendo eco a mi alrededor. Sigo moviéndome, moviendo mis piernas más duro, más rápido. Una luz. ¡Veo una luz más adelante! Una ola de alivio derramándose a través de mí, y pienso que tal vez, sólo tal vez, será mi llave hacia la libertad. Hay una luz al final de este ennegrecido túnel. Si puedo alcanzarlo, puedo escaparme. Sería libre. Pero espera... ¿qué es eso? ¡Es Ash! Al final del túnel. Sé que es él. Su cabello rubio está brillante, un halo de luz está cubriendo su coronilla. Está de rodillas y suena como si estuviera llorando. Sus hombros están caídos como si se hubiera rendido. 246 Como si estuviera derrotado. ¡Puedo ayudarte! Puedo alejarlo de Alexander. Podemos ser libres. Todos podemos. Alcanzando a Ash caigo de rodillas y agarro su hombro, girándolo para colocarlo frente a mí. —Te atrapé —susurra Alexander, su mano apretando la mía. Comienzo a gritar y... —¡Gracen... Gracen... Gracen! Mis ojos se abren súbitamente y me siento de un tirón. Con el extraño sueño aún fresco en mi mente, me toma un minuto recordar dónde estoy. Cuando la cara preocupada de Phoenix se materializa delante de mí, es cuando recuerdo. Estoy en una bodega, su casa, durmiendo en la cama de Jack y Reagan. Está oscuro en el exterior, la luz amarilla de un poste de luz filtrándose a través de la sucia ventana. —¿Q-Qué es e-esto? —tartamudeo, mis ojos bien abiertos en la oscura habitación. —Estabas gritando —me dice, retirando un mechón de cabello empapado de sudor de mi cara—. ¿Tuviste otro sueño? —Sí —murmuro, luchando contra los temblores que empezaban a atacar mi cuerpo. Estudiándome con aguda concentración pregunta: —¿Te dice algo? Asiento y susurro otra vez: —Sí. —¿Qué te dijo? Lo miro directamente a los ojos. —Alexander sólo dijo que me quiere. 247 Una expresión angustiada aparece en su cara, reflejando la forma en que me siento. Abruptamente me aplasta contra él, besando la parte superior de mi cabeza. Su protector y afectivo abrazo es como una manta caliente hecha de puro amor. Entrelazo mis brazos alrededor de su cintura, escuchando el rápido latido de su corazón. Sé lo que va a decir, y estoy deseando que no lo haga, pero lo tiene que hacer. Y lo hace. —Es casi medianoche —dice en voz baja, volviendo a inclinarse para mirar de cerca mi cara—. Es hora de irnos. Empezamos a empacar nuestras armas. Él había sido capaz de conseguir cuchillos, estrellas ninja, y unas bengalas. Había también recuperado mi Katana , la que aseguré fuertemente a mi espalda. Sujeto con una correa mis navajas alrededor de mis pantorrillas, debajo de mis jeans, y lleno mis bolsillos con unas Shurikens . Recojo mi cabello en una apretada cola de caballo, mientras él se amarra sus hachas de batalla a un cinturón alrededor de su cintura. Lleva un bolso de cuero negro con las bengalas y cuchillos adicionales. Estamos listos para ir a la Isla Botis. —Estás lista para encontrar Sniffers —me informa—. Ellos protegen la isla y son muy fáciles de manejar. Serás capaz de agarrarlos. —Bien —digo nerviosamente. Estamos uno frente al otro cuando el reloj da la medianoche. Phoenix observa mi transformación con asombro, con mirada resuelta en mis ojos plateados. —Antes de irnos, prométeme una cosa —susurra en un tono triste. —Cualquier cosa —susurro de vuelta. Toma mi cara en sus manos. —No cambies. Nunca. Se inclina y me da un beso, una suave y tierna caricia que quema a través de mis venas y riza los dedos de mis pies. Con sus labios pegados a los míos 248 y sus brazos aferrados alrededor de mi cintura, la oscuridad nos envuelve cuando empezamos nuestro viaje a la Isla Botis. 249 Capítulo 22 Traducido por Alderaban Corregido por PrisAlvS Llegando a la Isla Botis soy incapaz de suprimir el jadeo que explota de mi boca. No puedo creer lo que mis ojos están viendo. El área es un páramo de muerte. La tierra, los árboles, cada cosa esta ennegrecida, quemada. La esencia del fuego y azufre dominando el seco y húmedo aire, junto con la sangre y la decadencia. Las olas rompen en la orilla rocosa, el agua espesa, roja. El cielo arriba de nosotros está oscurecido con destellos de relámpagos aquí y allá, seguidos por retumbos de truenos. Poniendo todo el paisaje junto pinta un cuadro de mal, de lo que sostiene la verdad sobre este lugar. Un lugar de pura tortura e intenso miedo. En la distancia puedo ver una larga montaña negra hecha de rocas. Eso parece vivo, demonios de todos tipos, formas y tamaños retorciéndose por toda su superficie. Muchos agujeros circulares en la edificación de roca sirven como ventanas, recordándome a una colmena con demonios retorciéndose alrededor. Destellos amarillos de brillante luz salen desde esos agujeros. Rugidos de odio y gritos de dolor pueden ser oídos mientras vuelan a través del pegajoso aire. No estoy segura si algunos gritos son humanos o inhumanos. Probablemente un poco de ambos. Una revuelta nube de gris humo se cierne sobre el pico de la montaña, envolviendo cualquier tipo de luz que podría intentar penetrar. —Bienvenida al Infierno. —Oí a Phoenix balbucear junto a mí. Mirando hacia él, otro jadeo emerge de mis labios. Sus ojos han cambiado al color de la negra tinta, y los labios que me habían besado se torcieron en una mueca cruel. La Víbora Negra en su rostro se ha levantado por encima de su piel, los bordes volviéndose a un rojo brillante. 250 —Phoenix —digo cautelosamente. Mi boca se cose cerrada cuando sus orbes negras me disparan, sin pestañar. Este es un lado de él que no había visto hasta ahora. Incluso cuando él había enfadado a Billy Stanton, la furia de ese día no se podía comparar con esto. La furia y la rabia que está sintiendo justo ahora es suficiente para poner nerviosa al Águila dentro de mí. —Se ve igual —murmura él, agitando su mirada hacia la enorme roca en la montaña—. Huele igual, se siente igual. Mismo dolor, misma tortura, igual opresión, misma pesadez. —Él toma un respiro profundo y lo deja salir, su aleteo nasal—. Este es el lugar donde las pesadillas se hacen realidad. Y tienes suerte si sobrevives. Coloco una mano en su brazo. —Debe haber sido terrible para ti. Primero pierdes a tus padres, luego ser enviado aquí, solo teniendo diez años. —Me detengo, levantando mis ojos a la enorme roca negra, luego la regreso a él—. Debes haber estado tan asustado. Él gira su mirada hacia mí, sus ojos negros me perforan. Hay un brillo embrujado en ellos, haciéndome preguntar lo que ellos habían hecho con él tantos años. Suavemente, se encoge de hombros fuera de mi alcance y dice: —Mejor nos empezamos a mover. Solo sigue mis pasos y trata de no hacer ruido. Ellos probablemente ya saben que estamos aquí, no estaría sorprendido si ellos han lanzado a los Sniffers. Sin otra palabra gira alrededor y se dirige hacia la montaña rocosa. Quiero decirle que lo siento por todo lo que pasó, acerca del lío, pero decidí dejarlo ir. Nos estamos dirigiendo a la proverbial guarida del león y ninguno de los dos sabe si veremos la luz del día de nuevo. Lo seguí de cerca, cuidando de pisar exactamente dónde él caminaba. La tierra es áspera y desigual, causándome que casi me tropezara un par de veces. Al mismo tiempo debe haber habido bosques, pero ahora solamente sus tocones carbonizados permanecen. Vides gruesas se encuentran dispersas por debajo del paisaje calcinado. En mi cabeza uní las piezas llegando a que las vides representan las venas 251 y arterias de la isla, manteniéndola viva mediante un bombeo de negrura desde su corazón. Este lugar es inusual y difícil de poner en palabras exactas. Nunca he visto una isla tan inquietante como esta. Si vivo a través de esto y alguna vez siento la necesidad de escribir películas de horror, me gustaría empezar con la Isla Botis como mi musa. Mientras escalamos la montaña hacia la guarida de Botis, el aire se vuelve más pesado y es más difícil de respirar. El hedor de muerte y aguas residuales está empeorando con cada irregular paso. Mi boca está súper seca, así que saco una botella de agua y tomo un sorbo, el líquido frío se siente celestial mientras se desliza hacia abajo por mi garganta. Estoy a punto de preguntarle a Phoenix si le gustaría un poco, pero antes que pueda él detiene sus pasos, su brazo disparándose enfrente de mí. Su cabeza se inclina al lado y él olfatea el aire. El cabello en la parte de atrás de mi cuello se pone de punta, mi intuición sobrenatural pica. —Estamos siendo seguidos —digo en voz alta, aunque habría querido mantenerlo en mi cabeza. —No —Phoenix dice suavemente—. Estamos siendo acechados. En un borrón de movimientos, él me empuja a la tierra. Al mismo tiempo que lanza dos cuchillos detrás de mí, aullidos gemelos de dolor siguen después, llenando el aire nocturno y muriendo rápidamente. Me giro justo a tiempo de ver a dos perros del infierno quemarse en un rojo brillante, luego desvanecerse en polvo. Una ráfaga de viento sopla lejos sus restos. Antes de que se conviertan en polvo, soy capaz de conseguir una imagen de su repugnante apariencia. Habían permanecido en cuatro patas, aunque ellos tenían que ser por lo menos de cinco pies de altura. Su pelo había sido negro y tieso, sus dientes afilados y blancos, y sus ojos de un rojo intensamente brillante. Ellos eran todo lo que había imaginado que las mascotas favoritas de Satán parecerían. —¿Estás bien? —Phoenix sale corriendo, ayudándome a volver a mis pies. —Sip —respondo, sacudiendo las telarañas de mi cerebro. Permanezco en choque por la repentina intrusión de los Sniffers. 252 Él me revisa, su expresión preocupada calentando mi corazón e instantáneamente asentando mis nervios, después de asegurar que estoy bien, camina hacia donde los perros del infierno habían estado y recupera los cuchillos. —Necesitaremos estar listos para más —me informa, manteniendo los cuchillos en sus manos—. Sus llantos de muerte probablemente alertaron a toda la isla. Probablemente hay más en el camino. —Así que necesitamos mantenernos en movimiento —finalizo por él, extrayendo mi agua y tomando otro trago. La humedad en esta isla está dejando a mi boca extra seca. Él sonríe ligeramente, asiente con su cabeza. —Entre más rápido los encontremos, más rápido podremos salir de esta miserable isla. —Le entrego la botella de agua, se la termina y lanza la botella vacía al suelo. —¿Mucha basura? —pregunto, mis cejas levantadas. —Mira alrededor —él decreta, señalando al paisaje enfermo—. ¿Realmente crees que una botella de agua haría algún daño? Sonreí. —Tienes un punto. Él camina pasándome y sonríe. —Vamos. Mantengámonos en movimiento. De nuevo nos encontramos caminando por la montaña. A medida que nos acercamos, los relámpagos se vuelven más frecuentes, junto con el sonido de truenos. Vientos comienzan a esparcir escombros, haciendo más difícil ver enfrente de nosotros. Mis ojos arden con la suciedad y polvo arremolinándose alrededor de mí. Cuando un fuerte “caw, caw” suena a través del aire, nos congelamos en nuestros pasos. Mirando hacia arriba al cielo, entrecerrando los ojos a través de la tormenta de escombros, puedo distinguir a un enorme cuervo. El Águila de Plata se agita dentro de mí mientras saco mi katana, preparándome para la batalla. 253 —¿Otro Pájaro de Lluvia? —pregunto, teniendo que gritar sobre los vientos tipo tornado. —Sip —Phoenix responde, manteniendo sus ojos en la amenaza próxima—. Aunque no se puede hacer llover aquí. Todo lo que se puede hacer es remover la basura de la isla y causar vientos severos. —Él me mira, su expresión seria—. Ellos saben que estamos aquí. Es tiempo de acelerar el paso. Con esas últimas palabras comenzamos a correr por la montaña, empujando a través del aire lleno de polvo. Hago mi mejor esfuerzo para mantenerme con Phoenix, pero con el Pájaro de Lluvia echando toda la falta de vida alrededor, es difícil lograrlo. Él se detiene y agarra mi mano, tirando de mí detrás de él. Mis ojos no pueden evitar mirar al cielo, el mega enorme Pájaro de Lluvia continúa su fuerte graznido y la molesta tormenta de viento. Finalmente llegamos a la base de la guarida, solamente para encontrarnos rodeados por perros del infierno. Allí tienen que haber al menos unos cientos de ellos. Ellos están rezongando y gruñendo, dejando al descubierto sus viciosos dientes. El olor de fuego y azufre llena las ventanas de mi nariz completamente, haciendo que me atragante. Phoenix y yo estamos parados espalda con espalda, caminando en un círculo, armas en alto. Lo que sea que suceda no vamos a caer sin pelear. —Phoenix, ¿ahora qué? —pregunto, intentando controlar el temblor en mi voz. Gruñendo él responde: —¡Comenzar a bailar! Y eso es lo que hacemos. Cargamos, tomando tantos Sniffers como podemos. Con cada golpe fuerte de mi espada bajo tantos como me es posibles. Pero hay tantos como para que solo un Mortal de Plata y una Víbora Nocturna lo puedan manejar. Cuando el suelo comienza a sacudirse y el sonido de aleteos a través del aire aumenta, sé que estamos en problemas. Algo me golpea en la parte de atrás de la cabeza, el fuerte 254 dolor dispara a lo largo de mi cuerpo. Mientras mi mundo se vuelve negro, oigo la risa de Zavebe y el aleteo de sus alas. *** Me despierto en una dura y húmeda superficie, mis manos atadas detrás de mi espalda. Revisando mis alrededores veo que estoy en algún tipo de celda, con barrotes de hierro. Es oscuro y huele como moho. Me fuerza a sentarme, mirando a mi izquierda y luego a mi derecha. Luz naranja de antorchas se filtra dentro a través de las ventanas enrejadas, emitiendo un extraño resplandor alrededor de mí. Entonces es cuando me doy cuenta que no estoy sola. En la celda de al lado se encuentra mi madre, sus manos también atadas detrás de su espalda. Sus ropas están rasgadas y ensangrentadas. Para mi horror parece que ella ha sido azotada en su espalda. Un leve gemido hace eco en el aire, sus hombros tiemblan con su llanto. Me deslizo cerca de las barras, tan cerca como puedo conseguirlo. —Mamá —digo suavemente—. Mamá, ¿puedes oírme? Su cuerpo se endurece al sonido de mi voz. Gira su cabeza, abriendo sus plateados ojos y buscando, sus emociones llenas de desesperación. —¿Gracen? —grita, su voz rebotando en las paredes de piedra—. ¿Esa eres tú, cariño? —Sí, estoy aquí, mamá —le aseguro. Intentando aflojar las cuerdas que tengo en mis manos, pero quien sea que me ató, tiene que ser un maestro del bondage —. ¿Hay alguna forma de salir de aquí? —A través de las puertas —responde sarcásticamente, obligándose a sí misma en una posición sentada—. Pero tengo un sentimiento que ellos no nos dejaran salir. Cuando lanzo un vistazo a su rostro, inhalo bruscamente, sorprendida por su apariencia derrotada. —Mamá, luces terrible. —En realidad, más como enferma de muerte. Hay grandes bolsas oscuras bajo sus ojos, su piel es de un color grisáceo. Ella 255 también huele a vomito. Ese olor ciertamente me recuerda que ella había estado enferma justo antes de que yo hubiera salido con las Víboras. Ella se acerca más a las barras. —Me siento muy mal también. —¿Aún estas enferma? —Sí —dice, añadiendo—, entre otras cosas. —¿Dónde está Jude y los otros? Ella deja escapar un deplorable suspiro. —No lo sé. Unos minutos de desgastado silencio llenan el espacio entre nosotras. Ella sabe que yo conozco el secreto que ella me ha estado ocultando. Ahora era mi momento para conseguir algunas respuestas. —¿Por qué no me lo dijiste? —pregunto, mirando hacia ella—. ¿Por qué no me dijiste que Alexander es mi padre? Ella hace muecas al sonido de su nombre, luego sus labios dibujan una mueca. Sus emociones varían al pasar de su celda a la mía, estrellándome con sentimiento de pesar, tristeza, humillación y dolor. —No te lo dije porque quería protegerte de la verdad. —Deberías habérmelo dicho —murmuro enojadamente. Ella libera un largo suspiro. —Cuando tenía dieciséis —comienza, su mirada perdida en el aire vacio—, mi padre y yo, tu abuelo, nos encontramos con un hombre muy peligroso. Una Víbora Nocturna con cabello blanco. —Hace una pausa, su mirada errante regresa a mí—. Ves, incluso a una edad joven Alexander tenía el cabello blanco, y ojos del color azul profundo del mar. Los ojos más azules que he visto, hasta que tú naciste, eso es. »Él había tenido un leal grupo de demonios hombre lobo con él. Papá y yo éramos superados en número. Nosotros luchamos fuerte y mucho tiempo, tomando tantos de esos bastardos como podíamos, pero perdí toda esperanza cuando ellos atraparon a tu abuelo. —Ella atrapa un sollozo—. 256 Yo me rendí. Eso fue cuando Alexander abandonó a sus demonios y me llevó lejos. Terminamos en algún lugar en Francia, y él me mantuvo encerrada en su villa privada. Estuve atrapada allí por tres meses y en ese momento él intento cortejarme. —Ella se ríe cansada—. Él pensó que podría engañarme para que me enamorara de él, pero nunca lo hice. Vi a través de todos sus afectos y tiernas mentiras. Después de todo, nosotros los Mortales de Plata podemos prácticamente ver las emociones rodando fuera de las personas. »Al final, él solamente quería una cosa y cuando no lo consentí, él lo tomo de todas formas. Una pesada piedra cayó en mi estómago. —Quieres decir que él… —No quería decir las palabras. Mamá asintió. —Sí. Gracen, él me violó. Una… y otra… y otra vez. Él tomo una gran satisfacción en tomar la virginidad de una Mortal de Plata, sin importarle qué daño él le estaba haciendo a mi cuerpo. Él me hubiera mantenido por siempre, o hasta que se cansara de mi, hasta que un día su servicio de limpieza vino a la villa y escape en su camioneta. Ella se estremecía, su mente asaltándola con recuerdos no queridos. —Regrese a los Estados Unidos, de regreso a Carolina del Norte, y seis meses después naciste el día de año nuevo. Una piscina de lágrimas en mis ojos. —Mamá, lamento tanto que atravesaras eso. Perdiendo al abuelo, luego perdiendo tu libertad… Eres la mujer más fuerte que conozco. Una lágrima se escurre por su magullada y pálida cara. —El pasado es el pasado, nena. Y mientras fue una tortura en el momento, no lamento atravesarlo. Y no lamento tenerte. —Wow —balbuceo, sacudiendo mi cabeza. —La razón por lo que estoy aquí… soy el producto de una violación. Jodidamente fantástico. 257 —No digas eso —me ordena, estrechando sus ojos—. Nunca pienses en ti misma como un error, porque tienes un propósito en esta vida. Nadie es un error. No puedo contener las lágrimas que caen por mi rostro. —Pero me abandonaste. Me dejaste con la abuela hasta que tuve trece… —¡No sabía si tenías algún poder! —afirma defensivamente—. Nunca he oído de una medio Águila y medio Víbora. No sabía qué esperar. Siempre pensé que tal vez, solo tal vez, tú no tendrías poderes sobrenaturales. Recé noche tras noche que tú serías normal, que tú no tendrías que vivir la vida asesinando demonio tras demonio. No quise que vivieras la vida siempre mirando sobre tu hombro y preguntando si tus amigos y familia estarían seguros y protegidos del mundo invisible. —Ella se detiene y toma un respiro—. No te abandoné… te di una vida segura, una vida protegida. Aunque como cosa del destino, esa vida no era para ti. Tú, Gracen, eres especial. Y Alexander lo sabe. —¿Qué sobre mi hermano, Ash? —le pregunto con curiosidad—. ¿Conoces a su madre? Ella sacude la cabeza. —No, aunque sé que ella era una Víbora Nocturna. Y sabiendo cómo Alexander trata a las mujeres, ella era reemplazable. Él probablemente acabó con ella después de que Ash nació. Su respuesta tiene sentido. Alexander no es solamente el más malvado y cruel hombre sobre la faz del planeta, también es un mujeriego pedazo de mierda. —Él me quiere —digo, recordando mi último sueño—. ¿Por qué crees que lo hace? —No estoy segura —dice, su tono suave—. Pero conociéndolo se trata de poder y autoridad. En lo que sé, eres la única Intermedia en el mundo. Otro pensamiento se produce en mí. Si soy una Intermedia o lo que sea, entonces ¿por qué soy totalmente una Mortal de Plata? No tengo los ojos negros o la víbora enroscada en mi rostro. 258 —No, —está respondiendo rápidamente—, pero tienes principalmente problemas de ira. Tu ira te hace ver rojo, el color de ira, derramamiento de sangre, violencia. Incluso desde que recibiste el don del Águila de Plata, has tenido que hacer frente a la ira. Siempre has sido capaz de calmarte sólo con hablarte. En el fondo sé que ella tiene razón. No me gusta, pero ella tiene razón. —Tú siempre has ayudado a calmarme, pero últimamente ha sido Phoenix quién ayudaba a domar mi furia. —Una sonrisa graciosa en mis labios mientras una imagen de él cruza por mi mente—. Él sólo me mira de cierta forma y me derrito. Mamá me estudia un momento. —Tus emociones, tus sentimientos están diciéndome cómo realmente te sientes. —Ella inclina su cabeza al lado, indicando—. Lo amas. Pienso acerca de sus palabras, vacilando antes de admitir: —Sí… sí, creo que lo hago. Mamá no dice nada a eso. En su lugar ella me da una triste sonrisa, y de nuevo nos encontramos en un extraño silencio, sin saber qué decir, qué pensar o qué hacer. Relámpagos iluminan fuera de las barras, seguidos por aullidos de viento y truenos. Sentada aquí en la celda oscura, sabiendo la verdad sobre quién soy, sabiendo que se había aprovechado de mi mamá, hace que mis pensamientos se tornen vengativos. Mamá no es la única que ha sido traumatizada por Alexander Edwards. Phoenix también lo fue, así como mi hermano, Ash. También están las Víboras que he conocido… Jack, Reagan, y la preciosa Tink, sin mencionar a Jude, quien ha sido como un hermano para mí. —¿Tienes alguna idea de dónde podrían estar los otro? —pregunto, intentando controlar el creciente volumen de mi voz. Un suspiro derrotado sale de sus labios. —No tengo idea, pero Gracen —me da una mirada mordaz—, hay algo más que necesitas saber. 259 —¿Q-Qué? —pregunto, sin gustarme el cansado tono de su voz. Ella traga, luego responde: —Ellos tienen a Mark, tu amigo. Siento como si toda la respiración ha sido sacada de mí. Mark. ¿Por qué irían detrás de Mark? Él es solamente un inocente, normal chico intentando hacerlo en este grande y malo mundo. ¿Por qué Alexander creyó necesario secuestrar a un No Tocado? —C-cómo… —Él vino a verte —dice suavemente—, al mismo tiempo que estábamos siendo llevados. La náusea se estrella dentro de mí y me encojo. Si alguien creía que yo era de mala suerte antes, seguro como el infierno que ahora lo era. ¿La prueba? Mark está aquí… por mi causa. Mamá y Jude están aquí… a causa mía. Agradecidamente Bets no había sido un objetivo. Un fuerte chirrido abraza el mohoso aire a nuestro alrededor, el sonido de llaves tintineando en nuestros oídos. Cuando demonios rojos de nueve pies de alto con grueso cabello negro y cuernos salen a la luz, junto a dos más pequeños, el terror cubre mi piel como el agua helada. Mientras estos demonios nos sonríen maliciosamente, rápidamente reconozco al monstruo de mis sueños. —Buenas tardes damas —Alistor groseramente escupe—, al maestro les gustaría verlas ahora. 260 Capítulo 23 Traducido por Isa_peti Corregido por Leeconemi Un sentimiento de déja vú me golpea en la panza mientras Alistor me hala por un estrecho pasillo, las pesadas cadenas alrededor de mis muñecas son un constante recordatorio de que no es un sueño. Mamá está siendo guiada por un demonio menor que tiene el cuerpo de un hombre y la cabeza de un toro, me recuerda a la mítica criatura llamada Minotauro. Un tercer demonio nos flanco por detrás y no tengo ni idea de qué criatura que retrata. Es robusto y corto con la piel rosada, ojos pequeños, brillantes, negros, y un hocico de cerdo. Me hubiera reído de los demonios menores, pero me acuerdo de mi sueño que los de nueve metros de altura, con cuernos negros no había sido de bromear. Decidí mantener mi boca cerrada mientras continuamos caminando calle abajo por la ladera, la única luz entraba de las antorchas en las paredes a cincuenta metros más o menos. Y justo como en el sueño el suelo crujía bajos nuestros pies. No me atrevo mirar abajo. Mantengo mis ojos hacia el frente, mirando justo en el medio de la espalda de Alistor. Un ruidoso estruendo pudo ser escuchado encima de nosotros, y mientras nos acercamos y más abajo de esa tumba de muerte puedo ver una abertura con un una brillante luz inundando todo. Había también muchas diferentes voces gritando en el lenguaje del infierno. El águila de plata en mi empieza a agitarse, y me encuentro apretando mis dientes tan fuerte que temo que se rompan. —Gracen —dijo mama rápidamente atrás de mí—. Lo que sea que suceda ahí, siempre recuerda que te amo y… lo siento por guardar secretos de ti. —Mamá —dije de nuevo—. Vamos a lograr salir de aquí. Vivos. Así que cállate y déjame pensar. —Una risa ronca suena en frente de nosotros. —Estúpidos humanos. 261 Alistor mascullo profundamente, tira mi cadena muy fuerte y voy volando a través de la apertura y sobre el suelo. El sigue por patearme en el estómago, enviándome otros pocos pies. La multitud de demonios rugieron con una carcajada. Las brillantes estrellas titilaban ante mis ojos y una nube de nauseas sobre mi cuerpo. Sacudí mi cabeza con la esperanza de aclarar mi visión, una vez obtuve un vistazo de la retorcida cara de Alistor. —¡Levántate, pequeña perra! El amo está esperando. —Me hala hacia arriba, casi reventando la articulación de mis brazos. Lo miro furiosamente a través de los tempestuosos ojos y le prometo: —Morirás antes de que esta noche acabe. —Y lo digo totalmente en serio. Sea lo que sea que pase esta noche, este demonio va a morir. Mi comentario enfureció al viejo demonio, ganándome una bofetada en la cara de su mano callosa. Escucho a mi mamá gritar, no quiere que su hija sea tocada por la desagradable criatura del infierno. De nuevo el grupo de demonios carcajea y grita, gritando en su propio lenguaje. Hay una diversidad de demonios atril, de todas formas, tamaños y colores. La mayoría de ellos subordinados del bajo mundo, no los encuentro en mis batallas nocturnas. Lanzo una mirada de desprecio hacia Alistor, mi lengua deslizándose sobre mi labio partido. La sangre en mi boca llama la atención en lo profundo de mi alma, y estoy a punto de poner en él cuando un abrasiva, voz estrepitosa retumba en el campo de demonios. —¡Basta! Todas las cabezas giraran al medio del campo hacia una plataforma dorada. Allí, y de pie esta un monstruo que nunca había visto antes. Él lleva un largo traje rojo, pero de su cabeza negra escamosa, las piernas, los pies y las manos que muestran fuera de su ropa, sé de inmediato que él es Botis. El padre de todas las Víboras Nocturnas es verdaderamente un espectáculo digno de ver, con sus ojos negros, sus labios rojo sangre, y la cola larga sobresaliendo de la parte inferior de su túnica. Una orgullosa 262 sonrisa de suficiencia está grabada en su rostro mientras sus ojos se fijan en mi madre y yo. —Alistor —ruge Botis—. Saca a los prisioneros. Alistor tira de las cadenas de mamá fuera de las manos de los demonios menores, entonces nos tira hacia el altar de oro. Nos empuja hacia abajo sobre nuestras rodillas, inclina su cabeza. —Los prisioneros, mi señor —anuncia Alistor. Botis sonríe, mostrando sus colmillos negros. —Buen trabajo, Alistor. Ahora ve a buscar el resto de ellos, junto con los traidores. —Como desees, mi señor. —Alistor inclina su cabeza de nuevo, luego corre a la puerta de al lado del campo. Mientras tanto Botis se materializa delante de mí. —Así que, Gracen —comienza mientras su negra, lengua como de serpiente se mueve rápidamente fuera de su boca. —Un producto de la luz y la oscuridad. Una mezcla muy interesante. Dime... ¿qué piensas de mi casa? Gira la cabeza hacia la izquierda y hacia la derecha, al ver a muchas perversiones deformadas del infierno en sí mismo. Entonces fulgor en sus ojos pequeños y brillantes negros y le respondo: —Francamente, su público, o esbirros, como quieras llamarlos, son feos como el infierno. Su isla es una tierra de opresión quemada y realmente horrible. —Hago una pausa, flexionando mi cara en una mueca—.Y en cuanto al ofensivo hedor, huele como si hubiera caído en un agujero profundo de aguas residuales, lleno hasta el borde con demonios apestosos. Básicamente su isla huele como al culo de un gigantesco troll. En serio. Todo el estadio está en silencio mientras me preparo para conseguir que mi cabeza golpee en el padre de todas los Víboras, pero eso es cuando tengo una sorpresa inesperada. Botis aleja su cabeza hacia atrás y se ríe, seguido por los demonios en las gradas dejando escapar sus propias carcajadas. 263 Miro a mamá y puedo leer la silenciosa intranquilidad escrito en toda su cara pálida. —Gracen, ten cuidado con lo que dices —advierte, con los labios apretados en una línea recta. Cuando la risa se apaga, Botis pone una vez más su mirada en mí. —¡Qué ingenioso poco mortal —remarca Botis, su lengua bífida lamiéndose los labios—. Su padre nunca ha sido uno de bromear. Debes tomar eso de tu madre. —No bromeo. —Me incomodo ahí, levantando la barbilla con desafío—. Lo mantengo cierto y diré la verdad, y la verdad es que eres un idiota. —Gracen —mi madre susurra a mi lado, pero yo estoy en mi sitio, sin dejar de desafiar a este ángel oscuro. Él ya no está sonriendo, pero tiene el ceño fruncido. —Parece que tu padre tendrá que reformarte en algo con lo que podemos trabajar —escupe Botis, sus ojos brillando con vileza—. Él es el mejor en poner a la gente en su lugar, a veces incluso mejor que yo. —¿En serio?—Medito cómicamente—. ¿Y dónde está el violador de mi padre? —Detrás de ti, mi querida hija. Al unísono, mamá y yo saltamos a nuestros pies, girando para mirar a Alexander. Lleva un traje negro, con su pelo blanco peinado hacia atrás y su rostro impecable como siempre. No estoy segura de cuántos años tiene, pero no parece ser mucho mayor que yo, a pesar de ser mi padre. Él violó a mi madre. Me giro hacia mamá y veo por primera vez un terror en sus ojos que nunca se igualó. Ella está literalmente, mirando hacia abajo su pesadilla, de la que había escapado desde hace dieciséis años. Y ahora su pesadilla la está mirando a ella. —Mi, mi, mi Ellen. Aún hermosa como siempre. Él lleva su mano y toca su mejilla. A cambio, tiro su cabeza lejos de su toque. 264 —No me toques, desgraciado —le escupe y luego escupe en su cara. Su audacia emociona al Botis el ángel caído. —Oooh, ¡es guerrera! —Se maravilla, frotando sus manos escamosas juntas—. Tú sí que sabes cómo elegirlas, Alexander. Alexander no es del todo feliz con la valentía de mi madre. —Ellen —dice Alexander, sacando su pañuelo del bolsillo delantero y limpiando la saliva de la cara—.Por mucho que me encanta ir y venir contigo, ahora no es el momento. Te voy a programar para más tarde, pero por ahora... —Él coloca dos dedos en su boca y silba, señalando el Minotauro y el demonio de hocico de cerdo a presentarse. Inclinan sus cabezas y luego saludan a Alexander. —Encadénenla de la pared —les dice. Girando hacia mamá con los ojos entrecerrados, añade en un gruñido—. Firmemente. Los dos demonios gruñen, luego arrastran a mi madre a la pared de al lado. Fue entonces cuando me di cuenta primero de las cadenas y los grilletes que cuelgan de las paredes del estadio. Los demonios toman los brazos de mi madre y los levantan por encima de su cabeza, rompiendo los grilletes con fuerza alrededor de sus pequeñas muñecas. Luego toman cada una de sus piernas y las esposan justo fuertemente. Me dan ganas de llorar en la forma en que mi madre se encuentra, encerrada y atrapada, totalmente indefensa. Las lágrimas no vienen, mi ira es demasiado grande como para sentir tristeza en el momento. Cuando mis ojos escanean todo el círculo del campo, veo que las cadenas y los grilletes se distribuyen por todas partes, provocando que me pregunte por qué necesitan muchos. ¿Qué clase de horror, contiene este lugar? Tengo mi respuesta cuando Alistor patea una puerta metálica abierta, tirando de la cadena rudamente en su mano y arrojando los otros presos en la esfera abierta. Los gritos de los demonios espectadores suenan de nuevo, esta vez tirando piedras a los nuevos actores en este jodido juego del infierno. Los primeros en salir son Tink y Jude, seguidos de Jack, Reagan, y Mark. Están todos se pegados a la misma cadena, atrapados juntos. Desde mi oscurecido punto de vista puedo ver que sus rostros están sucios y salpicados de moretones. Miro con repulsión mientras son arrastrados 265 contra el suelo para empezar encadenándolos al lado de mi madre. Puedo sentir todas sus emociones en una bola de espíritus. Tristeza, miedo, nerviosismo, confusión, cansancio, cada emoción golpea en mi alma con cada respiración que toman. Cuando Mark es encadenado, sus ojos se alejan del gran Alistor, atrapando mi mirada. Su horrorizada expresión hace a mi corazón tartamudear en mi pecho. Cuando los dos últimos cuerpos son arrojados a la abertura mi respiración se corta en mis pulmones y mi corazón se rompe en pedazos. Phoenix y Ash ruedan por el suelo sucio, descalzos y sólo con pantalones vaqueros. Tienen grilletes en las muñecas y en los pies con la sangre chorreando por sus brazos y piernas. Sus gemidos hacen eco en todo el campo subterráneo, se arrastran sobre sus manos y rodillas, cada respiración que toman entra trabajosos jadeos. Barras de color rojo brillante, muy probablemente de látigos, el brillo apagado de sus espaldas. Quiero correr y ayudarlos, pero me agarro los brazos alrededor de la cintura. —No, querida hija —Alexander susurra en mi oído—. Quédate aquí. —Hace un gesto para cara el cara de cerdo para venir a montar guardia sobre mí. Se contonea encima y señala una lanza en mí, la punta se pega en mi cuello. Él me sonríe, mostrando los dientes verdes. Miro hacia él y le digo: —Tu aliento huele como a pedos de cerdo. —Su sonrisa se desvanece y empuja la punta de la lanza un poco más, esta vez llevando sangre. El aguijón en mi cuello es molesto, pero contengo mi mueca de dolor. Giro los ojos hacia Phoenix y Ash, justo a tiempo para ver a Alexander patea a Phoenix en el estómago, este cae de espaldas, con los ojos cerrados y la respiración pesada. Entonces Alexander agarra a Ash alrededor de la garganta y lo lanza mi dirección. Aterriza un par de metros delante de mí. Caigo de rodillas y acuno su cabeza en mi regazo. —Ash —digo, mirando a sus ojos negros tinta. Su cara está cortada y sangrando, sus ojos hinchados y amoratados. Las lágrimas se derraman sobre los bordes de mis párpados y se caen por mi cara. Su cuerpo está retorciéndose con convulsiones. 266 —Ash, ¡tienes que recuperarte! Por favor, Te vas… —G-G-Gracen —tartamudea, escupiendo sangre por la boca—. Gra...— Sus ojos se cierran y su cuerpo esta inmóvil. Frenéticamente llevo un dedo a su pulso. Es débil, pero aun bombeando. —¡Silencio! —grita Botis. De repente todo el ruido se detiene. Todo lo que se puede escuchar es mi llanto suave. Tengo la cabeza de Ash en mi regazo y beso su mejilla. —Seremos libres pronto, hermano —prometo en un susurro—. Seremos libres pronto. Una sombra cae sobre Ash y yo. Alzando la mirada me descubro mirando a los ojos de mi padre. Está mirando hacia nosotros con el ceño fruncido en su rostro pálido y sus ojos de ébano brillante con locura. —Levántate, Gracen —él me ordena—. Tenemos mucho de qué hablar. —Y ¿qué es lo que tenemos que discutir, Alexander? —pregunto, escupiendo su nombre con disgusto. En un ataque de rabia que se inclina y se apodera de mi brazo, levantándome de mis pies. La cabeza de Ash cae fuera de mi regazo, su cuerpo inconsciente ahora esta acostado. Consiguiendo estar cara a cara conmigo Alexander. —No me llames por mi nombre. Yo soy tu padre y te referirás a mí como tal —Su tono sale con desagrado y sé que habla en serio. Aunque no siempre estoy dispuesta a cumplir. —Está bien —le digo en una rabieta, y agregó—. Papi. —Él me mira amenazadoramente por un momento, su rostro cada vez más rojo, y luego estalla hacia el altar de oro donde Botis ha tomado un asiento en su trono de oro, llevándome con él. Una vez que estuvimos frente a Botis, Alexander inclina la cabeza y dice: — Mi Señor, doy a usted mi hija. —Luego levanta la vista al milenario, demonio—. Ella es un producto de la luz y la oscuridad, el primero de su especie. Tiene mi permiso para tomarla como propia, para usar como quieras. 267 Botis asiente con la cabeza para que Alexander continúe. —Aunque yo esperaba poder estar allí para entrenarla correctamente, para enseñarle todos los caminos del clan de las Víboras Nocturnas. —Tú no tienes que pedir permiso para entrenar a tu hija, mi amigo —le informa Botis, sus labios rojos sonrientes, luego se pone sus ojos en mí—. Ella será un buen soldado de nuestro ejército, pero tenemos mucho que descubrir sobre lo que puede hacer y… —Oh, ¡espera un minuto maldito! —grito con ira, interrumpiendo a Botis. Alexander baja mi brazo, sólo para golpearme en la cara con tanta fuerza que me caigo al suelo. La multitud gritan desde las gradas, pero uno se destaca entre el resto. Es Botis, y se ríe. —Está llena de valor, tu hija es... —Botis dice a Alexander. Luego, en un tono amenazante, dice— Será muy divertido para terminar. ¿Quién demonios se creen que son, diciéndome que voy a ser esto o aquello. Con el águila de plata ganando poder en mi sangre me, pateo las piernas de Alexander por debajo de él, haciéndole caer de espaldas. Fue entonces cuando Alistor se encauso a mí con una enorme hacha. Mientras prepara para bajarla en la cabeza levanto mis brazos encadenados y el hacha corta a través de las cadenas, liberando mis brazos. Él ruge con furia trayendo su hacha de nuevo. Esta vez me caigo de espaldas y levanto las piernas en el aire, dejando que su hacha corte a través de las cadenas que tenía mis pies cautivos. Ruedo de su camino cuando él trae el arma por tercera vez, su hacha impactando en el suelo a pocos centímetros de profundidad. Salto rápido a mis pies, al ver tanto al demonio Minotauro y el cara de cerdo, y luego... Algo extraño sucede. En un minuto estoy parada allí mirándolos atacarme y al siguiente estoy de alguna manera detrás de ellos, lo cual es imposible, a menos que... —Puedo teletransportarme —digo con fascinación. Una sonrisa maliciosa se cruza en mi cara cuando miro a los demonios detrás de mí—. Puedo teletransportarme. 268 Capítulo 24 Traducido por Connie.J Corregido por Karlix La audiencia inhumana se quedó en silencio, sin creer lo que acababa de ocurrir. Miro a los otros encadenados a la pared y veo sus expresiones hipnotizadas, sus ojos casi desorbitados de sus cabezas. Mi mirada se desplaza hacia Phoenix, quien está todavía en el suelo, pero siendo capaz de mirarme. Una sonrisa aparece en sus labios, aunque se desvanece demasiado rápido. —¡Gracen, mira detrás de ti! —grita él. Me doy la vuelta para ver a Cara de Cerdo viniendo directamente hacia mí. Una imagen de estar justo detrás de él cruza por mis ojos y al momento siguiente estoy de pie, sólo que esta vez estoy lista para pelear. Salto a su espalda, dejando que el águila tome el completo control, pongo mis manos a cada lado de su grotesca cabeza y le doy un fuerte tirón, rompiéndole el cuello. Se detiene y su cuerpo se disuelve lentamente en un brilloso polvo, la lanza cae junto a mis pies en el suelo. La recojo, justo a tiempo para pinchar en el pecho del Minotauro, atravesándole el corazón. Él, también, se desvanece en polvo, la lanza también cae al suelo. La recojo en una explosión de orgullo en mis venas. Ahora estoy armada con dos lanzas y puedo teletransportarme. Lástima que no me di cuenta que Alistor se me acercaba desde el lado. Cuando su cuerpo se desploma sobre el mío, vuelo en el aire con una sensación de confusión. Golpeándome en el suelo, ruedo en una parada de autobuses, mi cuerpo una gran masa herida. Alistor me pisa, de pie sobre mi cuerpo adolorido. 269 Mis manos están libres de armas, el golpe de las lanzas mientras sueltan mis manos. Mi cabeza está completamente confusa. No mejora la situación luchar contra un demonio grande. Alistor se inclina y se burla, mientras que la multitud comienza a enloquecer. —¿Quién va a morir esta noche? —se mofa mientras levanta su hacha, dispuesto a darme un golpe de muerte. Yo uso mis habilidades de teletransporte recién descubiertas y desaparezco antes de que pueda sacarme la cabeza. Aparezco justo en frente de un altar de oro, mi enfoque en un Alistor enfurecido. Estoy tan focalizada en el peligro inminente que casi no oigo el shhh dirigido hacia mí. Para mi sorpresa Alexander me tira mi amada Katana. Con mis reflejos soy capaz de atraparla, lista para defenderme mientras Alistor levanta su gran hacha para atacarme. Por un segundo me pregunto cómo llegó a conseguir una, pero la presión de Alistor me saca de mi ensoñación especulativa. Ambos participamos en la batalla. Trata de sacarme la cabeza, desvío su golpe con uno mío. Seguimos igual por un par de minutos antes de que empiece a aburrirse. Alistor puede ser grande y aterrador, pero es lento y para ser honesta, no es un buen luchador. Empiezo probar mis habilidades de teletransporte, y eso frustra al gigante descomunal. En un momento él piensa que me tiene, al siguiente me teletransporto por la arena. En un momento realmente estoy riendo, disfrutando el hecho de que yo pueda enfurecer a este demonio. La muchedumbre se vuelve salvaje, incluso yendo tan lejos como para tirarme piedras para distraerme, pero sus tácticas no funcionan. Con el tiempo, él comienza a cansarse, y me da una apertura para liquidarlo. La única vez que me espera para teletransportarme, salto para darle una patada en el pecho, dejándolo tendido de espaldas. Él deja caer el hacha y la trata de alcanzar desesperadamente, pero la saco fuera de su alcance. En un rápido movimiento, le quito la cabeza, su cuerpo de color rojo brillante antes de explotar en polvo. 270 Los vítores de las multitudes mueren, todo el lugar cada vez en más silencio. Miro a mamá. Ella fuerza una sonrisa, aunque no llega a sus ojos, llenos de lágrimas. Tink, Reagan, y Jack siguen mirándome con asombro, junto con Mark. No hay duda de que nunca en su vida fue testigo de una lucha como la que acababa de ver. Phoenix se levanta y no puedo dejar de correr hacia él. Envuelvo mis brazos alrededor de él, con cuidado de no apretarlo demasiado. —Gracen —susurra en mi oído, cruzando los brazos encadenados a mi alrededor lo mejor que puede. Nuestro momento tierno no dura mucho tiempo, porque la voz de Alexander grita: —¡Gracen! ¡Te unirás a nosotros! Me doy la vuelta y me alisto para el ataque, pero lo que veo detiene mis palabras y mis pasos. Alexander tiene a Ash en sus brazos con un cuchillo en la garganta. Ash está todavía inconsciente, pero Alexander no tiene ningún problema sosteniéndolo. Las náuseas revuelven mi estómago mientras el temor se apodera de mí, de la cabeza a los pies. En mi cabeza pienso que Alexander nunca podría matar a su propio hijo, pero viendo la escena, al ver la mirada enloquecida en sus ojos, supe con seguridad que lo haría. Sin pensarlo dos veces. Es debido a ese realismo que me alejo de Phoenix... Y dejo caer mi espada. —¡Gracen, no! —exclamó Phoenix, agarrando mi mano—. No hagas esto. Llevo mi mano hacia él y acaricio su cara magullada con mis dedos. —¡No puedo dejar que mate a Ash! Toma mi mano entre las suyas y me besa los dedos. Una lágrima cae de uno de sus ojos negros. —Te amo —susurra contra mis dedos. Sus emociones están saliendo de él en forma turbulenta, me concentro sintiendo la intensidad de su afecto por mí. Sonrío tristemente. —Te amo, también. 271 Alejándome de él, empiezo a caminar hacia donde están mi padre y hermano. La sonrisa en el rostro de Alexander aprieta mi estómago. Botis está observando todos mis movimientos, junto con el resto del estadio. Ash, por suerte, no está despierto para ver esto, y me dolió como el infierno alejarme de Phoenix y todos los demás que me importan, y Mark... No estoy segura de cómo va a ser capaz de vivir una vida normal después de todo esto. Deteniéndome unos metros delante de Alexander, empiezo a decir: —Está bien, padre. Tú ganas. Iré con ustedes. —Es maravilloso escuchar eso —dice, mirando a Ash—. Aunque todavía tengo que hacer algo con este pequeño gusano. Él comienza a reducir su garganta, pero mi grito se lo impide. —¡Espera! ¡Has dicho que no lo matarías! Él resopla. —Nunca dije eso, y de todos modos, ahora que te tengo Ya no lo necesito. Es débil, Gracen, y debo poner fin a sus sufrimientos. —Una vez que comienza a deslizar la hoja contra el cuello de Ash, cierro los ojos, incapaz de ver morir a mi hermano. Pero entonces se produce otra sorpresa impactante. —¡No! Me giro en un pie para mirar detrás de mí. Phoenix está caminando hacia nosotros, cojeando todo el camino. Se detiene a mi lado, manteniendo la mirada en Alexander. Su mandíbula tensa y sus nervios al borde, a punto de caer si se le toca. —Por favor, no mates a Ash —implora Phoenix—. Mátame en su lugar. Una oleada de temor cae sobre mí, mi mente una gran rueda que gira. —¿Qué estás haciendo? —le pregunto, deseando que me mirara, y cuando lo hace mi corazón se congela a mitad de latido. 272 —Gracen, perdóname —dice suavemente, sus labios torciéndose—. Voy a tener que abandonarte de nuevo. Mi corazón se traslada a mi garganta mientras exclamo: —¡Phoenix, no! No lo hagas. —Él me interrumpe acercando su cabeza y tocando su frente con la mía. —Es la única manera —susurra, sus mechones oscuros caen en su rostro—. Haré lo que sea para que tú y Ash vivan. —Roza sus labios con los míos, rompiendo el beso un segundo después. Da un paso adelante y se cuadra frente a mi padre. —Toma mi vida en su lugar —proclama Phoenix con valentía, lo suficientemente alto para que todo el estadio escuche. Una sorprendida expresión cruza el rostro de Alexander. —¿Sacrificarías tu vida para mantener a mi hijo vivo? Phoenix responde: —Sí. Con la respuesta de Phoenix, Alexander bota a su hijo al suelo, al parecer terminando con él. Entonces él camina hasta Phoenix, con curiosidad. —Amas a mi hija —reflexiono Alexander, inclinando la cabeza hacia un lado. Phoenix asiente. —Sí. Moriría por ella. Sus palabras me traspasan con tristeza, haciendo que mi corazón esté a punto de estallar en mil pedazos. Mis piernas empiezan a temblar como si estuvieran a punto de fallar mientras mi padre se acerca más a Phoenix. —Hmm. —Alexander piensa un momento, sigue concentrándose en Phoenix—. Esto me da una idea. —De repente agarra a Phoenix por los hombros y le dice—: Serás entrenado bajo mi autoridad. Serás la clave para llevar a mi hija al clan. Esto me enoja y grito: —¡No! Antes de que pueda golpear a mi padre en la cara y alejar a Phoenix del peligro, Alexander les teletransporta al altar de oro al lado de Botis. Trato 273 de teletransportarme a mí misma al altar, pero mis pensamientos furiosos no me hacen capaz de lograrlo. Observo cómo Alexander se inclina y susurra a Botis, todo el tiempo manteniendo un firme control sobre el brazo de Phoenix. Esta vez, cuando hago que Phoenix me mire, él no lo hace. Puedo sentir sus emociones derrotadas. Ya se ha dado por vencido. Sin previo aviso, el suelo bajo nuestros pies comienza a retumbar como un terremoto amenazando la isla. Por primera vez el miedo cruza el rostro del Ángel Caído. —¡El ángel se acerca! —lamenta Botis, y esas tres palabras establece un frenesí en toda la multitud demoniaca. Él agarra a Phoenix y Alexander, preparándose para teletransportarlos lejos de aquí, cuando la mirada de mi padre se desplaza hacia mí. Con mi oído agudo soy capaz de escuchar cada palabra que dice. —¿Qué pasa con mi hija? —indaga Alexander. Botis responde: —No te preocupes, Zavebe está en la ciudad. Él la encontrará. En ese momento mis piernas comenzaron a funcionar de nuevo. Corro hacia el altar y cuando estoy a punto de llegar, la niebla negra se los traga, llevándolos lejos. Llevándose lejos a Phoenix. La fuerza sale de mi cuerpo y caigo al suelo, mi mirada pegada hacia el lugar en donde él había estado. Phoenix se ha ido, secuestrado por mi padre y Botis. Y todo es culpa mía. La arena continúa desmoronándose a mi alrededor. No hago ningún movimiento para levantarme y luchar. Oigo los gritos de mis seres queridos, de mis nuevos amigos, pero su voz suena lejana y distante. Hemos sido derrotados. He sido derrotada. ¿Qué razón tenía yo para seguir viviendo? No sabía si podía seguir sin Phoenix. Salí de mi estado de aprensión cuando una luz blanca llenó la arena, tan brillante y cálida que el sudor empieza a correr por mi cuello. Gritos de agonía perforan a través del aire, los demonios explotan en forma de polvo 274 por la magnífica luz que se infiltra en la arena. Entonces todo queda en silencio, la luz brillante se ha ido, y en su estela una forma de un hombre emerge. No puedo apartar los ojos de la que tiene que ser la criatura más hermosa en la que he puesto los ojos. Él es por lo menos de dos metros de altura, vestido con armadura de plata y con músculos firmes por todo el cuerpo. Sus alas de plata se extienden agitando el aire detrás de él, con el pelo negro llegándole a los hombros y balanceándose en la brisa de sus alas. Él se acerca a mí y me mira con ojos de plata. No puedo detener el grito que se arrastra fuera de mi garganta. Cuando encuentro mi voz le pregunto: —¿Qué eres? Él me da una cálida sonrisa. —Un Ángel. Wow. Un ángel. Con los ojos de plata. ¿Podría ser este el Águila de Plata leyenda del que se hablaba? ¿Era el Ángel Águila de Plata del Cielo? Mi mente nublada no puede procesar mis pensamientos. Observo cómo se acerca a Ash, doblándose de rodillas. Él levanta la mano sobre las esposas que le sujetan las muñecas y pies. Al instante las rompe, liberando a Ash de sus esposas. Luego se levanta y se vuelve hacia mamá y el resto encadenado a la pared. Una vez más levanta la mano y todas sus esposas se rompen de golpe, poniéndolos en libertad. Todos se frotan sus muñecas y tobillos, mirando con asombro a la criatura frente a ellos. Cuando se vuelve hacia mí, levantando las manos, las cadenas en mis propias muñecas y tobillos se desprenden y caen al suelo. —Todos ustedes son libres —verifica el ángel en voz alta—. Tendrás que teletransportarte rápidamente, en unos pocos minutos esta isla será destruida. —Pero no podemos teletransportarnos —dice Reagan en voz alta, y agrega—: No estando atrapados bajo tierra con roca del infierno en cada grieta. 275 Reagan no termina su declaración porque el Ángel levanta sus manos al aire y una gran explosión abre la arena. Todos los ojos se dirigen a la apertura donde el cielo oscuro se puede ver. Un coro de exclamaciones asombradas resuena. Estamos a menos de ciento cincuenta metros bajo tierra, ahora el Ángel nos ha dado una grieta. La tierra tiembla otra vez, tambaleando mi cuerpo hacia atrás y adelante. Voy al lado de Ash, lista para teletransportarnos tan pronto como consiga algunas respuestas. —¡Gracen! —grita Reagan, teniendo a Jude en sus brazos—. ¡Teletransportarte a la bodega! —¿Cómo? —le respondo, recogiendo a Ash. Ella pone los ojos en blanco. —Has estado allí. Imagínalo en tu mente y lo vas a hacer. —Ella se desvanece con Jude, seguida por Mark y Jack. Tink tiene a mi madre, sosteniendo sus manos. Mamá me dice: —¡Teletransportate, bebe! ¡Vamos a conseguir salir de aquí! Tink y mamá se desvanecen, dejando a Ash y a mí solos con el Ángel. Él se acerca a mí, mirándome cuestionable. —¿Por qué no te has ido aún hija de la luz y la oscuridad? —indaga, inclinando la cabeza hacia un lado. —Necesito saber —le digo, con los ojos mirando a mi izquierda y derecha, en busca de cualquier resto que nos pueda aplastar. Coloco mi mirada en él y le pregunto—: ¿Eres tú el Águila de Plata? Él sonríe cálidamente, colocando una mano en mi hombro. Me estremezco bajo su tacto, que es muy caliente. —Las respuestas que buscas —me dice, su otra mano apuntando a mi corazón—, las puedes encontrar aquí. Eres especial, Gracen Potts. Tienes el corazón del Águila y los poderes de las Víboras. Úsalos bien. 276 Él se aleja de mí, sus alas de plata extendidas, como si estuviera a punto de emprender el vuelo. —¡Espera! —grito. Él me mira—. Por favor, dime tu nombre. Sonríe con una sonrisa tan brillante que podría eclipsar fácilmente el sol. —Michael —responde antes de levantarse sobre sus poderosas alas, su brillo reluciente en los relámpagos del cielo oscurecido. 277 Capítulo 25 Traducido por NicolSmile Corregido por SilV La primera imagen que aparece en mi cabeza es la cama tamaño reina en el almacén. Sosteniendo el cuerpo inconsciente de Ash aparecemos en la cima del edredón negro. Gentilmente apoyo su cabeza contra la almohada, mirándolo hacia abajo con lágrimas en mis ojos. Me siento a su lado, sacando el cabello rubio de su cara. Parece estar en paz, su cara está relajada y su respiración es estable. Mamá entra con un recipiente con agua y un paño, su expresión llena de aflicción y pena. Dejando el recipiente sobre su regazo, acerca una silla hacia la cama y se sienta, sacando el mojado paño. —¿Crees que estará bien? —pregunto silenciosamente, mirando mientras ella gentilmente limpia los cortes de su cara y brazos. Ella asiente. —Creo que lo superará. Ese lugar… esa isla agota sus energías, haciéndolos débiles y delicados. Conoces la Piedra del Infierno, ¿cierto? — Asiento con la cabeza, recordando lo que Phoenix me contó. Mamá continúa—. La única manera en la que pueden recuperarse, es descansar. ¿Ves? —Ella mueve su cabeza hacia atrás. Mirando detrás de ella veo a Jack y a Reagan, desmayados en el sofá, sosteniéndose el uno al otro. Tink está dormida en su catre envuelta en su sábana de Campanita. —¿Qué hay acerca de Mark? —pregunto suavemente—. ¿Está asustado con todo esto? Una risa retumba en su pecho. —Lo estaba al principio. Cuando recién llegamos aquí comenzó a demandar respuestas. Jude lo llevó a tomar un café. Intentará explicarle todo. Si Mark puede lidiar con ello o no, bueno, esa es una historia diferente. 278 Niego con la cabeza, mis nervios se disparan y la culpa me corroe. Si Mark queda arruinado después de esto, y tiene que ser puesto en un manicomio, me sentiré culpable. Porque por esa única cita Mark tendría que vivir el resto de su vida sabiendo sobre el mundo sobrenatural que la mayoría de los humanos nunca conocerá. Soy la que tiene la culpa aquí. Todos los contratiempos son mi culpa. —¿Qué hora es? —pregunto mientras los primeros rayos de sol rompen el horizonte, respondiendo mi pregunta. Miro hacia la cara de mi mamá mientras el sol se filtra a través de las mugrientas ventanas del almacén, sus marcas de garras desaparecen y sus ojos plateados vuelven a su color gris. Siento mi propia transformación, el Águila de Plata en mi sangre devolviéndome mi humanidad, hasta la media noche, eso sí. —Antes de dejar la isla descubrí el nombre del ángel —le informo. Sus ojos se iluminan. —¿Lo hiciste? ¿Cómo se llama? —Michael. Su quijada cae con sorpresa, luego el entendimiento pinta su cara. —Un arcángel. Por supuesto. Tiene sentido. —¿Crees que él es el Águila de Plata, como, el que comenzó todo? — Observo sus rasgos faciales de cerca, pero frunzo el ceño cuando responde mi pregunta con una pregunta. —¿Qué te dice tu corazón? —responde, mojando el paño y escurriendo el agua que sobra. No digo nada mientras ella continúa limpiando las heridas de Ash, tomando un cuidado extra alrededor de la víbora posicionada en su mejilla. Es gracioso cómo han cambiado las cosas entre nosotros. Solía querer matar a todas las Víboras Nocturnas, pero ahora siento compasión hacia ellas, especialmente después de aprender que soy una Híbrida. —El ángel, Michael, sabía quién era yo, lo que corre por mis venas —le digo a mi mamá, mi mirada sobre Ash—. Me dijo que tengo el corazón de un Águila y el poder de una Víbora. Aún no entiendo como uno puede 279 superar al otro. Hace un par de días pensaba que tenía solo sangre de Mortal de Plata, pero ahora no estoy segura de lo que soy. Mamá pone el paño de vuelta dentro del recipiente y toma mi mano. —Gracen —comienza, mirando mis ojos—. Sin importar quiénes son tu padre o tu madre, sin importar qué sangre corre por tus venas, tienes una decisión, el libre albedrío para decidir cómo quieres vivir. Tienes poderes extraordinarios, poderes que apenas puedo comenzar a entender, y no has terminado de aprender lo que puedes hacer, pero sé una cosa… —¿Qué es eso? Una sonrisa llega a sus labios. —Eres buena con todo. Sé que tomarás las decisiones correctas a lo largo de tu vida. —¿Qué hay acerca de Phoenix? —pregunto, sintiendo un sollozo en la parte trasera de mi garganta—. ¿Crees que podemos salvarlo de Alexander? Sí, sé que él es mi padre, pero nunca lo llamaré de tal manera. Ella frunce los labios. —No tengo una respuesta para eso, pero en esta vida cualquier cosa es posible. Y con esas últimas palabras dichas, vuelve a limpiar las heridas de Ash, concentrándose en los cortes a lo largo sus brazos. Nos sentamos en silencio por unos momentos, escuchando la suave respiración de las agotadas Víboras. Pienso en Mark, e internamente rezo por que Jude pueda hablar con él y le explique sobre el mundo sobrenatural que nos rodea. Quizá debí haber enfrentado a Mark y haberle contado sobre mi legado, explicarle que los demonios sí existen y que yo era parte de los buenos. Por supuesto nunca pensé que él vendría a buscarme ni que sería secuestrado junto con mi mamá y Jude. Los secretos a veces pueden arruinar o cambiar las vidas para siempre. Una y otra vez me juro a mí misma que cuando todo se calme, consiga a 280 Phoenix de vuelta, me sentaré con Bets y le contaré todo. Ahora mismo estoy harta de guardar secretos. Harta. —Mamá —digo pensando en voz alta—. Hagamos un pacto en este momento, que nunca más guardaremos secretos entre nosotras. ¿Trato? Su mano se congela sobre el recipiente con agua mientras me observa con gran interés. —¿Hablas enserio? —pregunta, su cara llena de sorpresa. —Seguro —respondo asintiendo—. Después de todo, si no hubiese mantenido en secreto que Alexander era mi padre y todo, quizá algunas cosas de este desastre nunca hubiesen sucedido. Se muerde el labio inferior, luego deja el recipiente en el piso y posa sus codos sobre sus muslos. —Si no van a haber más secretos entre nosotras, entonces tengo algo grande que sacar de mi pecho. —Se detiene, con una ceja elevada—. Pero tienes que prometer que no te pondrás balística o algo por el estilo. —De acuerdo… —digo lentamente—. Prometo que no me pondré balística. —Jesús, ¿qué tipo de secretos oculta? ¿Y por qué está tan nerviosa? —Bien. De acuerdo, aquí voy. —Me mira directamente a los ojos y confiesa—: Gracen, Jude y yo estamos casados. Hemos estado casados por cinco años ya. Oh Dios Mío. Le toma un minuto a mi cerebro procesar lo que acaba de decirme. ¿Jude y mamá están casados? ¿Qué diablos? Dejando salir una respiración que no estaba consiente que estaba manteniendo, respondo: —Um. De acuerdo. Tú y Jude están… casados —Poner sus nombres junto a la palabra casados hace que mi cabeza de vueltas con estupor. ¿Casados? ¿En serio? —Sí, y hay más —mi mamá dice suavemente. Gruño por dentro, sin estar segura de si quiero saber el resto, pero me oigo a mí misma susurrar. —Continúa y dilo. 281 La veo tragar, sus nervios comenzando a apoderarse de lo mejor de ella. Finalmente, luego de unos inquietos segundos, termina su confesión, poniendo una mano sobre su estómago. —Estoy embarazada. Mis globos oculares crecen mientras comienzo a aceptar lo que me dice. Vaya. No sólo descubrí que tengo un medio hermano, sino que mi mamá está embarazada de mi futuro hermano menor. Oh, también que Jude, el que ha sido como un hermano para mí durante los últimos años, es de hecho mi padrastro. Vaya. ¿Qué esperaba de mi jodida existencia? *** Las estrellas están desparramadas en el oscurecido cielo, la luna está llena. Estoy sentada en el techo del almacén en una silla de plástico verde. Mis pies están sobre una segunda silla. Hace frío afuera, aunque es de esperárselo para un tardío octubre en la ciudad. Estoy envuelta en la manta de Phoenix, inhalando su esencia de colonia y canela. Al cerrar mis ojos todo lo que veo es a Phoenix. Su atractivo rostro, su sonrisa contagiosa, sus labios que espero ser capaz de besar nuevamente. Todos los sentimientos que estoy teniendo son extraños para mí. Nunca he querido estar tanto con alguien antes en mi vida. Pero que la verdad sea dicha: nunca había amado a alguien tanto en toda mi vida. Envuelvo más firme la manta a mí alrededor mientras el frío viento sopla, dándole escalofríos a la ciudad. Abro los ojos y observo el vasto cielo, preguntándome dónde está Phoenix. ¿Está mirando al cielo en este momento? ¿Está observando la luna llena como yo? —Lo encontraremos. —Dando vuelta la cabeza levemente encuentro a Ash caminando hacia mí, sus ojos azules brillando con el resplandor de la luna. Cojea levemente y sus moretones aún lucen dolorosos. Aparte de eso se ve bien, aunque mentalmente estoy segura de que es un desastre. 282 —¿Cómo supiste que estaba pensando en Phoenix? —pregunto, bajando mis pies de la silla y ofreciéndosela. Él se hunde en el asiento, sacando un cigarrillo y encendiéndolo. Exhalando una nube de humo responde: —Eres mi hermana. Puedo leer tus pensamientos. —¿En serio? —No —niega con la cabeza, sonriendo de oreja a oreja—. Adiviné y adiviné bien. Compartimos una mirada, ambos sonriendo. —Desearía que me hubieses dicho la verdad —admito, mi sonrisa desvaneciéndose. Él mira hacia abajo al cigarrillo entre sus dedos. —Lamento eso. Lamento todo. No sabía cómo lo tomarías, no sabía cómo decirte la verdad. Dejo salir un cansado suspiro. —Está bien, Ash. No te hubiese creído de todas formas. —Una risa triste escapa de mis labios—. Claro que ahora sé que eres mi hermano, que soy algún tipo de híbrida rara, que mi mamá está casada con un tipo que consideraba mi hermano y tendrá un bebé, que estoy enamorada de una Víbora Nocturna que ha sido secuestrada por mi trastornado padre. Todo esto en, qué, ¿dos semanas? Doy un largo respiro y lo dejo salir lentamente, añadiendo: —No puedo soportar más secretos. Al menos, no por un tiempo. Nos sentamos en silencio por unos momentos, escuchando el sonido del tráfico de la ciudad en la distancia. —Realmente amas a Phoenix, ¿no? —pregunta, alejando mi atención de las estrellas. —Sí, lo hago —le digo seriamente. —Entonces lo traeremos de vuelta —me asegura, alcanzando mi mano y apretándola—. Él hubiera tomado mi lugar. Hubiera sacrificado su vida para salvar la mía. Le debo mi vida. —Sus ojos se estrechan—. Te ayudaré a encontrarlo. 283 Una sonrisa se posa en mis labios cuando suelta mi mano y lleva su mirada hacia las estrellas, dándole una calada a su cigarrillo. Yo llevo mi mirada hacia el cielo, diciéndome a mí misma que aún hay esperanza. Encontraremos a Phoenix y lo salvaremos de Alexander Edwards. Sin Phoenix me siento perdida, como si la mitad de mi alma estuviese extraviada. Si tengo que ir hasta el fin del mundo para encontrarlo iré. —Estaremos juntos, Phoenix —le susurro a las estrellas en el cielo—. Lo prometo. 284 Sobre la autora: Mi nombre es Jenna Kay y mis obras incluyen la serie Seer Society, Las crónicas de Gracen y la antología Beyond the Never. 285 Staff: M Mo od de er ra ad do or ra a d de e T Tr ra ad du uc cc ci ió ón n: : NicolSmile T Tr ra ad du uc ct to or ra as s: : Cosmique PrisAlvs NicolSmile Julieta9768 btaalejandra Connie.J Carmen Es CrizzViss Camille.A Isa_Peti Pilitas Leeconemi Aldebarán Eliana R Re ec co op pi il la ac ci ió ón n y y R Re ev vi is si ió ón n: : Connie.J Leeconemi C Co or rr re ec ct to or ra as s: : Connie.J Leeconemi NicolSmile Anaizher SilV Caro♫ PrisAlvS Karlix D Di is se eñ ño o: : Gaz 286 Traducido, corregido y diseñado en: ¡Únete!
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