UNA PIEL SOBRE LA PIEDRA ¿Qué decir de este libro que tienes en tus manos, lector, que no se intuya entre sus líneas o se oculte entre sus páginas? ¿Qué decir de un libro que relata entre sus márgenes –y más allá de ellos- la experiencia imaginaria de una disolución? ¿Qué decir –y con qué voz ajena a él- de un libro radicado en esa tierra de frontera o de nadie, al calor del desarraigo y el exilio? ¿Qué decir, y cómo, de un libro convocado desde su mismo origen a suplir con su presencia aquello que ya es historia? ¿Qué decir de estas «muescas en el alma», más allá del abismo que sus propios límites señalan? ¿Y qué de esas otras palabras que no se pronunciaron y fueron condenadas a permanecer ocultas «sobre el folio en blanco de la vida que se evapora»? ¿Qué decir de la muerte, esa metáfora blanca del vacío o la pérdida, esa serena y silenciosa compañera de viaje que se resiste a abandonarnos a lo largo de la existencia, dotándola al mismo tiempo de un sentido? ¿Qué decir, y de qué manera de «estas infelices palabras» que encuentran sus valores al ser arrastradas verso abajo por la violencia del viento? ¿Qué discurso instaurar que no borre en su fluir todo discurso anterior? ¿Qué decir –al margen de lo dicho- de las palabras que han sido convocadas para dar testimonio de una vida increíble? ¿Y qué decir del silencio, ese itinerario por el que a veces nos adentramos que se inicia cuando finaliza la última palabra pronunciada? ¿Qué palabra decir que no sea una palabra de clausura y exterminio? ¿Qué decir de aquello que nos ayuda a conllevar la pérdida? ¿Qué decir, al fin y al cabo, del hueco, y del vacío que llena su espacio?
Quiero pensar que para Sharif Fernández la poesía es un don, un alumbramiento, una oportunidad para generar al mismo tiempo asombro y desconcierto, lucidez e incertidumbre, ampliación del horizonte y consciencia de los límites, una ocasión para plantear de un modo incesante preguntas y conflictos sobre la vida, la realidad, el mundo. Compositor y vocalista de rap reconocido y respetado por sus propios compañeros y por amplísimos sectores del público y la crítica especializada, Sharif publica ahora su primer libro de poesía, un volumen dotado de una potencia rítmica considerable (reflejo de su trabajo y sus conocimientos musicales) que es el resultado de una relación constante, meditada y prolongada en el tiempo, una relación asumida con una enorme responsabilidad y un rigor extraordinario dado que este poeta sabe lo mucho que se juega en cada verso, en cada palabra, y lo que con cada una de ellas puede conseguir: «con el vigor de las palabras destruyo muros». Poesía de una rabiosa actualidad y una urgente necesidad donde la crítica social y la denuncia de la hipocresía moral son motivos medulares. En este sentido, me parece relevante el cuidado con que este poeta ha afrontado su escritura, un trabajo de construcción arquitectónica en el que nada ha quedado al azar y todo es resultado de una elección deliberada, del respeto y la consideración que Sharif siente por esa palabra que «viene después» con la intención, quizás, de transformar la vida para hacerla más saludable. A la luz de estas ideas, no es extraño que el autor de este libro no haya tenido –ni ahora ni antes- ninguna prisa en mostrar los resultados de su trabajo poético y eso, felizmente, se aprecia con claridad en los textos que podemos leer en Lo vívido vivido, un libro cargado de riesgos que su autor ha asu-
mido con una gran valentía dadas las marcadas connotaciones y la intensa herencia cultural –literaria y musical, fundamentalmente- que acarrea. Un libro, por otra parte, saturado de agitación y pensamiento en donde la rabia, el dolor, la pasión y la reflexión son agentes sucesivos y complementarios en el proceso de creación artística. El sujeto poético ha vivido en un principio el momento de la contemplación y la emoción y, posteriormente, ha sabido leer esos acontecimientos en el tiempo de la meditación, la serenidad y la escritura. Y en ese proceso, que no es sino un movimiento de aprendizaje, un viaje de iniciación, ha partido a la búsqueda de lo esencial, hacia el encuentro de la raíz de las cosas, ofreciéndonos de este modo el retrato «de mi periplo personal, de mi perpleja travesía aún sin final», un itinerario, sin embargo, trazado en una cartografía social en la que el sujeto comparte solidariamente con sus semejantes pesares y conflictos, desgracias y compromisos. Un hombre, como escribiera Borges (mencionado, por cierto, en uno de los poemas del libro), se propone la tarea de dibujar el mundo. Ese hombre es Sharif y el resultado de ese dibujo es Lo vívido vivido, poesía que suma al restar, que se enriquece y crece conforme se desplaza y se adentra en nuevos territorios y a veces pierde elementos escritura de agua y arena, de sufrimiento y goce, de viento, ausencias y silencios tejida a golpes de sensibilidad e imaginación contra la mudez de la piedra y el sinsentido del grito, elaborada desde la consciencia de que sólo la experiencia del exilio y «la raíz de la memoria», la dureza del hielo y la exactitud de la ceniza han de dar cuenta al final del sentido esencial de nuestras vidas: «hoy he decidido no escapar más del presagio / y conocer a ese extraño que hay debajo de mi piel. // Quiero
emprender un viaje que no sea una huida, / un lento peregrinaje al epicentro del abismo». La identidad puesta en cuestión, ¿hay mayor desafío? Estos poemas muestran en lo que esconden que, finalmente, no buscamos sino aquello que en algún momento pudo ser nuestro, aquello que un día creímos poseer –y muy probablemente tuvimos, aunque fuera sólo por un instante- en los confines del mundo: el regreso al paraíso perdido, el relámpago devastador de la belleza y la luz. Búsqueda y deseo, esas herramientas con las que tratamos de cerrar la herida de una existencia en el aire de la memoria y proyectamos su imagen desplegada en los senderos aún no transitados del futuro. Situación en el camino del aprendizaje y el conocimiento, esa inteligencia que nos enseña que no hay victoria que no surja de la derrota y la amargura, que nos recuerda que la plenitud brota con frecuencia de las lágrimas y el dolor, que nos muestra que el saber es siempre resultado de una ignorancia consciente. Aquí la poesía abre y no sella, sugiere sin declarar expresamente, o señala al callarse y guarda por lo tanto un secreto, o indica de otra manera, o afirma desdiciéndose al mismo tiempo, o expresa sin clausurar el sentido, o es un decir en construcción donde puede desplegarse un abanico amplísimo de posibilidades: «Un papel en blanco es un espejo infinito / donde caben todas las vidas de la tierra, / el hambre, la sed, el silencio y los gritos, / la sangre, la piel, la paz y la guerra». Este libro propone un escenario de registros poco habituales en la lírica española de estas últimas décadas y requiere un lector cómplice y comprometido con la búsqueda insaciable de esa otra verdad poética a menudo silenciada por los voceros
del poder, dispuesto a aceptar que la poesía puede ser un acto de compromiso con la palabra y con la realidad, un acto de respuesta –como quería Pavese- a las agresiones y ofensas cometidas a lo largo del tiempo por esa misma realidad tantas veces devastadora y terrible. Es una de las propuestas, uno de los retos que nos plantea un libro como este en el que todo surge a través de la constatación de un acontecimiento no por más real menos ignorado: un límite no es un punto de cierre sino una oportunidad para seguir explorando. La escritura poética de Sharif es un desafío a esos límites. Alfredo Saldaña Versión en PDF por: Tu Ignorancia Hizo Llorar a Lechowski (http//www.facebook.com/TuIgnoranciaHizoLlorarALechowski) Hip Hop In The House (http://www.facebook.com/HHInTheHouse)
CAPTATIO BENEVOLENTIÆ Vengo a dejar huella de mi linaje, de mi triste estirpe de silencios rotos. Quizá mis palabras posean alguna inspiración, mas no aspiran al parnaso, sino a ocupar el lugar del licor en el vaso al brindar por el fracaso. Este librito es una suerte de miscelánea; utilizo esa palabra, miscelánea, en honor a los antiguos libros del Barroco en los que en el mismo título se daban cita textos de diversa raza, inspiración y género. Y en honor a la verdad, porque lo que aquí se va a encontrar el lector no es ni poesía ni relato ni sesudo ensayo, y a la vez es todo eso y algo más, algo así como las muescas en el alma de mi periplo personal, de mi viaje de ida a ninguna parte. No sé bien a quién pudieran interesar los poemas que estas páginas contienen, a no ser al innoble ladrón, enamorado de la noche como de una mujer prohibida. ¿Cuándo empecé a escribirlos? ¿Cuál es la fecha de su llegada al arrabal del mundo? Quién lo sabe. Son escritos sin edad, sin carné, no tienen carta bautismal; ninguna comadrona estuvo presente en su alumbramiento, me corresponde a mí, como padre que soy de ellos, afirmar que en su mayoría fueron partos con dolor. Lo que sí puedo decir de estos poemas es que en su mayoría son rabias y desahogos, torpes palabras que intentan descifrar el enigma de un rostro, mirándose en el espejo de un folio. ¿Qué por qué los publico ahora? ¿Acaso piensa el lector que persigo un noble ideal con
ellos? ¿Quizá que sirvan de antorcha para el que los lea? Mucho me temo que es más humana mi intención, y con humana quiero decir vulgar. Los publico por algo de vanidad, supongo, pero sobre todo por el egoísta sentimiento de hacer que mi progenie se emancipe, es decir, si yo soy el padre de estos infelices poemas –sus madres han sido muchas-, considerando que ya son mayores de edad, los lanzo al mundo para que luchen con sus propias manos, para que hablen con otras bocas usando su propia boca, para que amen la pulida superficie de las almas que se tocan. Los destierro de mí para que aniden en otros cielos, para que aprendan a latir bajo otro pecho, para que sean libres por fin. También existe, aletea y persiste una misteriosa magia en este libro triste. Pues la casualidad, que es brújula del destino, hizo que fuera un amigo quien me ofreciera el raro milagro de publicar mis poemas, en un tiempo en que la poesía, tan sublime e ingrata, vale menos que lo que menos vale. A él, gracias. Al resto les ruego perdonen el díscolo caos en los patrones, pero cómo domar la escritura cuando las palabras salen a borbotones. Por otra parte, la musa con la que mi corazón coquetea a veces me besa y a veces me abofetea. La inspiración, que es madre de la poesía, ni pide perdón ni rinde pleitesía. Yo, en cambio, apelo a la indulgencia del lector.
Para mi madre, porque siempre que estoy perdido puedo encontrarme en sus ojos. Para Celia, por jugarse el corazón con cada beso. ֍
Este amor ya sin mí te amará siempre. Ángel González
LA PALABRA VIENE DESPUÉS La palabra viene después, primero nace la idea, un embrión en la marea aún sin cabeza ni pies. La palabra viene después, antes van el beso, la caricia, romper el espejo de Alicia, aprender a morir al revés. La palabra viene después, primero van el peón, la torre, el talón de la infancia que corre, del andén imberbe de la niñez. La palabra viene después, le preceden el trueno, la centella, el llanto triste de una estrella que sabe que se va a caer.
La palabra viene después, primero los ojos, la boca, las manos de los ciegos que tocan para poder ver. La palabra viene después, cuando ya está todo dicho, y estamos más cerca del nicho que de la sombra del verde ciprés. La palabra viene después, cuando ya está todo vivido, y tu voz se ría del olvido cuando tú ya no estés.
Y YO LA BESÉ… Ella arrastraba valles y colinas, ruinas celestes, eclipses y desiertos, y yo la besé, sin saber que la nostalgia también se contagia. Ella arrastraba penumbras misteriosas, escorpiones y mariposas, estrellas y silencios, y yo la besé, sin saber que la luz es la madre de las sombras. Ella arrastraba huracanes y maletas, amuletos y muletas, constelaciones de luciérnagas, y yo la besé, sin saber que la tristeza es la resaca de la alegría.
MILITIA AMORIS Con el tenaz acero del tiempo forjo espadas, con la áspera piel de la experiencia, escudos; construyo con montones de papeles, barricadas; con el vigor de las palabras destruyo muros. Mi ejército está compuesto de desertores que en unas piernas de mujer tienen su trinchera, de niños que nunca se hacen mayores, que tienen corazón, no una bandera.
LA HORMA EXACTA DE MI DESEO Tu cuerpo para mí es una sorpresa que se renueva, una silenciosa fiesta infinita que se agita y pestañea. Anoche lo recorrí palmo a palmo y no recuerdo este centímetro de paraíso, este recodo de tu piel que me saluda y me conoce. Acaso te renuevas cada mañana para despistar al viajero que te camina; acaso te descubra a cada caricia, como quien encuentra una nueva estrella en la nueva noche. Pero tu cuerpo para mí no es sólo tu cuerpo, ese raro milagro que absorbe y refleja la luz en la superficie de tu carne pulida. No. Tu cuerpo para mí es el confín de mi esperanza, la horma exacta de mi deseo. La estrella que se estremece, la flor que tirita en el viento, un temblor, un pensamiento que si se piensa, desaparece. Tu cuerpo es la materia donde cristaliza mi alma, eternidad encarcelada en una gota de ámbar.
A PESAR DE NADA A pesar de la guerra cruel, de los silencios y los gritos, de los abusos del orgullo, de la niebla y del granizo. A pesar de los cadáveres de las promesas, de los trigales arrasados, de la hambruna, de los campos de refugiados. A pesar de la cicuta del amor, de la guerra sin sentido de dos corazones que se lastiman, que se buscan y se olvidan… A pesar de todo eso, tu cuerpo para mí sigue siendo Ginebra, un armisticio, una cálida tregua, una patria neutral, a la que hay que acercarse despacito, dejando las armas en la frontera, y donde siempre soy bien recibido.
MISCELÁNEA Amor y poesía son dos alimentos que se comen sin hambre.
BUSCO, QUIERO, PERSIGO Busco un verso que remiende el traje, de encaje de angustia y de tristeza, que visten mis ojos de pies a cabeza como un negro luto en el paisaje. Quiero un verso que dé paz y no medallas; ponerle fin a esta guerra sin sentido, en donde yo soy mi único enemigo y mi corazón es el campo de batalla. Persigo un verso que no sea fuego sino lumbre, que no sea ego sino sosiego y desvarío, para que pueda calentarse el que huya del frío de la rutina, la soledad y la costumbre.
CLASIFICADOS En el periódico de hoy: Suicida busca asesino que amenice soledad. El azar y el destino, hermanos de casualidad. Asceta millonario quiere comprar una ciudad. Poeta legionario prefiere morir a matar. En el periódico de ayer: Preso busca celda con vistas a la libertad. Beso desea boca para morir con dignidad. Peso en la conciencia reniega de la gravedad. Esta adolescencia perpetúa mi enfermedad. En el periódico de mañana: Se alquila la alegría si justifica necesidad. Una vida larga quiere morir con brevedad. Amigo busca amiga que no busque amistad. La guerra de los mundos necesita algo de paz.
PRETÉRITO IMPERFECTO Amenazaba el reloj las cuatro, ya se había desvelado mi alma. Hay quien llama vida a este rato, ingrato ir y venir de albas. Anestesiaba con miel la carne, y Camarón me quitaba el sentido. Intento escribir para olvidarte, y ni escribo ni te olvido. Arañaba el sol el cielo con sus rayos como lanzas. Yo corría huyendo del miedo, persiguiendo la esperanza. Lloraba como niño el hombre porque era culpable de sus delitos y, susurrando al oído tu nombre, el silencio callaba a gritos.
MISCELÁNEA / II Todas mis frases son robadas: las que no robé de un libro se las robé a una mujer; las que no robé a la realidad las robé del ayer.
LO MALO DE CRECER Lo malo de crecer no son las canas, ni las ojeras tatuadas por los años, no es la duda agazapada en los rincones, ni la colección inacabada de fracasos. Lo malo de crecer no son las ruinas, ni que el invierno dure más que los veranos. Lo malo de crecer son las espinas, cuando no saben a nuevo los pecados.
LUMINOSAS DUDAS, OSCURAS CERTEZAS Es cierto todo. Que no supe guardar el secreto blanco de tu amor. Que torpe confundí tus besos con mi prisa. Que el tiempo se cansó de perdonarnos. Es cierto todo. La duda y la certeza. Las promesas rotas en un rincón. El centímetro infinito que hay entre mi dedo y tu rodilla. Es cierto todo eso y todo lo demás que no sé o no me atrevo a decir. Y aun sabiendo que es cierto lo que escribo, que el amor es una trampa voluntaria, en todas las horas se esconde un minuto en que iría hasta la sombra de tu puerta a mendigarte, a sentarme como un niño o como un indio invocando la lluvia o a los dioses con mi llanto o mi silencio. Todo por no dejar que se consuma la llama en la que ardo. Todo por no perderte nunca, por no perderte siempre. Y me voy con una duda y una certeza: La duda de si podré olvidarte. La certeza de no querer hacerlo.
COBARDE Un papel en blanco es un espejo infinito donde caben todas las vidas de la tierra, el hambre, la sed, el silencio y los gritos, la sangre, la piel, la paz y la guerra. Un papel en blanco es un espejo infinito, un manantial de fuego donde hierve la duda, al que van a mirarse los poetas malditos porque sólo ahí su alma se ve desnuda. Un papel en blanco es un espejo infinito, que se alimenta del pan de los recuerdos, de los pétalos secos de amores marchitos, de la dulce locura que arrastra a los cuerdos Un papel en blanco es un espejo infinito, una gota de tiempo en un océano que arde, un marco de plata para los versos proscritos, una excusa para los cobardes.
PLACEBO Ayer seremos jóvenes, dioses paganos, cómplices y verdugos de la breve eternidad de la juventud. Nos sentíamos inmunes, intocables y eternos. El sexo y la poesía eran nuestro antídoto contra la muerte y el tiempo.
NIÑO SEXAGENARIO
(A Ángel Guinda)
Cicatriz del diccionario, antípoda de lo común, corazón hospitalario, he amado, ergo sum. Jerga de los jilgueros, el alma de tu abecedario, patria de los extranjeros, niño sexagenario. Nostalgia de lo que pudo haber sido, arrabal lleno de flores, cáliz del licor de lo prohibido, capitán de los desertores. Cigarra vestida de luto, garganta quebrada de duelo bajo el insoportable silencio del cielo. Ícaro de la noche, pájaro en llamas y honesto, apóstol del deseo, hermano, amigo y maestro.
MISCELÁNEA / III Más allá de adjetivos, sustantivos y verbos, está el lenguaje silencioso y exacto de nuestros cuerpos.
RATITA PRESUMIDA A ti te ardía el tiempo en la pupila, a mí se me escurría de los dedos; yo sólo veía fantasmas que desfilan, tú no le tenías miedo al miedo. A ti el húmedo placer de lo mundano, a mí el deseo desesperado y eterno; en tu campo florecían los veranos, en el mío se cuajaban los inviernos. A ti la risa loca, la brisa suave. Yo sangre en la boca, puerta sin llave. A ti la estrella, la noche pura, yo la vela, centella de la locura. A ti Pompeya y la lava del volcán, piel que no engaña, pestaña del huracán. Yo hambre de un día, poesía y pan, mala caligrafía y lágrimas de Adán. A ti la fiesta del sol, la fortuna, a mí la alegría de farol, las espinas, tú haciendo castillos en la luna yo prendiéndole fuego a mis ruinas. Tú gatita coqueta, yo perro viejo y poeta, enfermo de soledad. Tú guardas mariposas, yo marchito las rosas del jardín de la verdad.
PODRÍA, PERO NO PUEDO Podría engañarte, decirte que el amor es infinito, que te esperaré siempre, que tu boca es mi poema favorito. Podría mentirte, decirte que te necesito, que me muero si te vas, que cuando vuelves resucito. Podría sobornarte, besarte sin apetito, pero qué diría la poesía, entonces, el poco poso de verdad que hay en un poema.
RETRATO DE UN PINCEL POR UNA PLUMA
(A Carlos Prieto)
Lienzo ocre de un horizonte sin estrellas, donde se consumen los hombres, las almas, las botellas. Tela negra de luto por el vino y la fortuna, rostros que ríen, ojos que lloran, bocas que ayunan. Espejo de plata, corazón sincero, negro y puro, rincón del tiempo carcelero de los sueños sin futuro. Sol oscuro, trazo de piel traspasado de alfileres, por culpa de la pulpa del humo y de las mujeres. Eterno ocaso de corazones frente a un vaso, siempre a un paso del abismo. Dulce letargo del sabor del vino amargo, con un sin embargo de realismo. Pintor de la tormenta púrpura que huye de la calma, de la esperanza inquieta, de la grieta que apolilla el alma. En ti se alían la rosa y la espina, la pupila y la belleza. Amor violento, esquina de tiempo que destila tristeza. En guardia te mantienes con el pecho a la deriva, con memorias en la piel y el pincel en carne viva. Brindo por la verdad, por la amistad sin alquileres, por que no dejes de pintar viendo agonizar atardeceres.
Te devuelvo una gota del océano que me diste, espero que sepa calmar tu sed. Barba de ayer, ojeras de mañana, pincel de hiel, alma de porcelana.
MISCELÁNEA / IV Inspiración, sutil embrujo: hasta en mis más graves miserias eres invitada de lujo.
ME AMPUTARON CON TU AUSENCIA (A Gabriel Miró) Miserable aniversario este triste diecisiete, maldito calendario que cumple lo que promete. Cuentas de rosario son los días sin tus días, un año ha que se viste de luto mi alegría. El mundo sigue tan mezquino como siempre, tan ruin, tan asesino, tan indiferente. Los locos se consuelan corriendo tras la suerte, los poetas se desvelan y le escriben a la muerte. Todo son soles y lunas, angustias y esperanzas, sueños que nunca se alcanzan y duelos con la fortuna. Los más te echamos de menos, los menos no importan en esta historia, por siempre viviré tu fenómeno, escrito con dolor en mi memoria.
CIMETIÈRE DE PARIS La lluvia era un estribillo. El llanto de los árboles bautizaba con sus hojas los adoquines del sueño; piedra sobre piedra, tumba sobre tumba, eternidad sobre eternidad. Baudelaire en Montparnasse, Oscar Wilde en Père Lachaise honraban con sus mudas palabras el mausoleo del silencio. Y el musgo era una piel sobre la piedra.
PALIMPSESTO Este Lautréamont con esperanza, hermoso como un cielo de verano, hermano de la hiel es el sabor de la venganza, lanzas en la piel las palabras que callamos. Este conde de La Fère deshonrado, malvestido y tatuado, maldito con este orgullo impío, de príncipe destronado, que no le deja amar ni ser amado. Este Dorian Gray que me sostiene la mirada, arrepentido y miserable en el espejo. Este lord Henry que sabe coser el alma con jirones y remiendos. Este Papillon que ahora siendo libre como el día a solas su libertad, llora, ora mendigando tu compañía. Este Quijote vencido, hijo repudiado de Fortuna. Este Sancho envejecido que escribe versos a la luna. Este Aureliano Buendía sin descendencia, subido al cadalso de la nostalgia, que no os dejará más herencia que el truco del que no sabe hacer magia.
Este Sherman McCoy sin ambición, sin amantes ni dinero, lleva en el alma una canción y en el bolsillo un agujero. Este Güero Dávila sin Teresa, que le ayude aguardar sus secretos. Este castillo de If sin princesas, de las que se esconden en los cuentos. Este vivir muriendo, este llorar cantando, este no saber sabiendo, ni como soñar soñando. Este Ignatius Reilly que madruga, deslumbrado por el brillo del sol, se atreve a tutear a la fortuna, pero no a decirle adiós. Esta sombra sin cuerpo que lo acune, este cuerpo sin alma que lo consuele, bendita la mañana de este lunes, malditas las caricias que no duelen.
MISCELÁNEA / V En la soledad de mi destierro no hay soles que crispen el cielo ni hay musas que lleven violetas. Tan sólo hay palabras de hierro forjadas con fuego y hielo que mueren en la voz del poeta. En la soledad de mi exilio no hay flores que adornen tu pelo ni olores que a ti me recuerden. Sólo tu nombre hasta el delirio, la hiel que destilan mis celos y el olvido inclemente que vuelve.
ETERNO RETORNO Doctorado en los idiomas de la torre de Babel, en el sabor amargo de la hiel y los naufragios, hoy he decidido no escapar más del presagio y conocer a ese extraño que hay debajo de mi piel. Quiero emprender un viaje que no sea una huida, un lento peregrinaje al epicentro del abismo, allí donde es imposible esconderse de uno mismo es donde se empieza a reconciliarse con la vida. Sé bien que no ha sido ni el miedo ni la costumbre, ni el frío de mi nicho, ni el capricho de mi orgullo lo que hizo a mi corazón sentarse junto al tuyo y calentarse con el brillo puro de tu lumbre. Fueron tus palabras de hembra con sangre en las venas, tus caricias de agua y fuego, el juego de tus caderas. La promesa de un secreto ondeaba en tu bandera, como un soneto prohibido, todo lo que escribo me condena.
MISCELÁNEA / VI ¿Dónde está tu delgada sombra, que como una alfombra el sol proyecta sembrando de azabache la tierra, que orgullosa de ti celebra la caricia de tu forma perfecta?
EL AIRE QUE SECA LA TINTA Quería decirte que yo también te quiero. Que para mí han sido fatales y malditos todos y cada uno de los minutos de esta semana, en la que he estado exiliado de ti, del milagro de tu palabra, del eco de tu risa, del profundo barranco de tus ojos al que me gusta saltar cuando me miras. Pero es terrible nuestro destino; y aunque como plantas, bajo la tierra y bajo la piel nuestras raíces se trencen, en la superficie, nuestras hojas buscan la luz de diferentes soles. La misma sal, distinta savia. Tú eres la gozosa dicha de las estrellas, yo soy la pálida tristeza de la luna. En mis ambiciosas noches te sueño madre de mis hijos, timón de mi casa, brújula de mi fortuna, norte de mi alma… Pero tan sólo es un sueño. La distancia que nos separa no la hay entre las estrellas. No se puede medir ni salvar porque no es de tiempo ni de espacio, sino de vida. Tú, ninfa estival, no conoces las canas del otoño. El mundo y su belleza te pertenecen, se abren ante ti como un horizonte de promesas y de buenos augurios. A mí sólo me queda la cáscara de la semilla nacida, el hinojo, el postrero rastrojo de la siembra. Intenté ser cauce para el río de tu alma… Quería decírtelo… Pero prefiero escribirlo y paladear despacio la cicuta de mi silencio. Sellar con sangre y tinta el destino de estas palabras. Que nadie conozca mi secreto, que nadie vea a mi corazón tullido. Sólo el papel, la tinta y el aire que la seca.
¡MALDITO SAN VALENTÍN! Te quiero en el ayer, en el mañana, en el escuálido ahora. Te quiero sin querer, sin calendarios que desguacen la aurora. Te quiero entre huracanes, entre silencios y noviembres. Te quiero sin querer,
nunca, aún, todavía, siempre.
CERRADO POR MOTIVOS Este beso marchito y envenenado, este amor arrancado de raíz, este corazón que llora desconsolado, por cometer el pecado de enamorarse de ti. Esta herida profunda como un barranco, esta tristeza que me devora, este esperarte escribiendo en un banco, sobre el folio en blanco de la vida que se evapora. Este llanto triste y desconsolado, este catálogo de cicatrices, este presente sin futuro ni pasado, este barco varado en los arrecifes. Esta verdad que no sabe que se equivoca, este orgullo postrándose de hinojos, este no dejar de buscar en cada copa, la miel de tu boca y el fuego de tus ojos. Este aprender siempre con desengaños, este almanaque de vidas fugaces, este no saber querer sin hacerse daño, estos extraños en un baile de disfraces. Este caminar tras el horizonte, esta soledad sin compañía, este cementerio de tumbas sin nombre al que acuden los hombres a enterrar su alegría.
Este laberinto sin escapatoria, esta historia de amor miserable, esta cicatriz en la raíz de la memoria, esta victoria tan inalcanzable. Esta caravana de lágrimas que huyen, este negro juramento de ceniza, este terror en la sangre que destruye, este amor que engulle cual arenas movedizas. Este incendio que nos consume, esta nostalgia del olor de tu perfume, y este amor que nos desune.
MISCELÁNEA / VII Cuando veo un trozo de ti, un rincón de tus caderas, pienso que ese pedazo de piel, esa esquina de cielo es terreno neutral, una patria sin banderas donde el corazón rinde al orgullo.
EL VALS DEL OLVIDO Me pregunto si pensará en mí cuando pienso en ella; si en ese segundo preciso que deshoja el olvido, en ese instante que no hay vencedor ni vencido, los dos estamos mirando la misma estrella. Me pregunto si su piel me recuerda, si su mano me añora, si su boca me llama y si sus ojos me lloran. Me pregunto si consiguió despistar su tristeza, si en el olvido encontró la paz. Pero en qué música sumerge su alma, con qué baile despista la memoria…
TODOS LOS FINALES SON COBARDES La respuesta es sencilla, viejo, ella tiene razón: deja de marear la sopa. Lo que pasa es que cuesta rendirse cuando sólo se conoce la trinchera. Cuesta derribar la casa, disecar las fotos, recuperar el cadáver de la felicidad de entre los escombros; cuesta olvidar los besos, romper las promesas, poner la mesa para uno, cambiar de fe, conjugar tu ausencia en el café del desayuno. Pero no es justo este silencio, esta huelga de hambre, este macabro juego, este incendio controlado, donde ninguno arde y siempre es tarde para empezar de nuevo… Pero cuesta claudicar ante el olvido, enmarcar el diploma del fracaso, bailar un vals entre tanto ruido, ponerle al corazón herido un marcapasos. Y dime: ¿qué hacer con los recuerdos? ¿Los mal vendemos? ¿Custodia compartida? Cuesta aceptar que la que ayer fue tu mujer mañana puede ser una desconocida. Dice Borges: «Ya no es mágico el mundo, te han dejado». Añade Sabina: «Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño», y el verso que reamente duele es el siguiente.
Y aumenta la distancia entre los versos
como aumenta la distancia entre nosotros.
MISCELÁNEA / VIII El orgullo puede ser escudo o espada: escudo contra los demás, espada contra nosotros mismos. Y espada contra los demás y escudo contra nosotros mismos.