Resumen Un Hijo No Debe Morir

March 30, 2018 | Author: Christopher Alonzo | Category: Grief, Death, Suffering, Pain, Francis Of Assisi


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Libro: “Un hijo no debe morir”Desarrollo de Habilidades Directivas Tegucigalpa M.D.C. Honduras 13 de Mayo de 2010 “Un hijo no debe morir” Susana Roccatagliata Editorial Grijalbo Aquellos que han sufrido la muerte de un hijo, padres, abuelos o cualquier otra persona cercana saben el dolor y los trastornos que ocasionan a la vida personal y familiar ese acontecimiento. Este produce a cada persona algo diferente pero al mismo tiempo similar, un dolor inimaginable y difícil de superar, pero que con el paso del tiempo casi todo vuelve a su normalidad, pero con la ausencia de ese ser querido que nunca más volverá. Este libro es acera de experiencias personales que vivieron varias personas, pero que todas tenían algo en común, y era la pérdida de un ser amado e insustituible como es un hijo. Todos murieron por diferentes razones como ser una enfermedad, un accidente y hasta el suicidio. Estas historias pasaron en la vida real y marco las vidas de estos seres humanos para siempre, al igual que cambio sus maneras de pensar acerca de la muerte. Una de las experiencias por la cual fue escrito este libro es de Susana, donde ella relata todo lo que vivió a raíz de la pérdida de su segundo hijo Francisco, como ella pudo salir adelante y con el apoyo de que personas. También como estas le ayudaron a ver la vida diferente y asimilar que su hijo ya no iba a estar más con ella y con su familia en este mundo. Susana llamo a su hijo Francisco, en honor a Francisco de Asís, el representa la ternura para con todos los seres humanos, la compasión por los más necesitados y la capacidad de fraternizar incluso con la propia muerte a la que llamo “hermana queridísima”. Fran como de cariño le decían era un niño pelo rubio, ojos azules y muy dado a querer, él desde que nació padecía de varias alergias a medicamentos y hasta a la leche materna, hasta que a la edad de cinco años falleció por causa a un shock anafiláctico, se trataba a una reacción alérgica al medio contrastante. Muchas veces experiencia como la muerte, dejan un recuerdo que no se puede olvidar, no solo la pérdida de un hijo, sino la perdida de otro familiar cercano a uno, produce sentimientos y recuerdos inolvidables. En lo personal, este libro me hizo recordar una experiencia similar, que les sucedió a mi persona y a mi familia hace dos años y 2 meses más o menos. Ese triste acontecimiento sucedió un Viernes 28 de marzo del 2008, cuando Diosito se llevo a mi abuela materna, la cual era una mujer sana en lo que cabe, alegre, atenta, callada, luchadora, servicial, una gran madre y abuela para todos. El libro me recordó ese momento de mi vida, que no me gusta recordar, pero el cual es inevitable no hacerlo. En él me vi reflejada, en la historia de Susana, cuando ella habla de su madre como le dieron la noticia, como actuó la señora ante los hechos sucedidos y todo lo que hizo para poder estar con su hija en ese momento tan difícil para todos. En esa parte de la historia lo que le paso a la mamá de Susana, a mi me paso algo similar, cuando ella cuenta la historia de su madre, la señora estaba los en Estados Unidos en el momento de la muerte de su nieto, como le dieron la noticia y todo lo que hizo para poder llegar al entierro de Francisco. Ese día 28 de marzo, yo viaje a México con mi otra abuela paterna, ella tenía que ir al médico y yo la acompañe, ese viaje había sido programado para otra fecha, pero mi tía paterna que vive allá, me llamo días antes para decirme que habían cambiado la fecha, pues tuvimos que viajar el mismo día que murió mi abuela, ella falleció a las una de la tarde, y yo llegue al D.F. a la una de la tarde también. A las tres de la tarde sonó el teléfono, mi tía contesto era una llamada de Honduras, era mi tío que llamaba para darnos esa mala noticia. En ese instante cuando me dieron la noticia no lo podía creer, no llore, no reaccione, solo dije no puede ser cierto, si yo el jueves hable con ella en la noche. A veces me pongo a pensar que las personas antes de morir presienten lo que les va a suceder, ese día que hable con mi abuela, ella me dijo algo que era raro escucharle, me dijo: “Cuídate y te quiero mucho” como si se estaba despidiendo de mi. En el instante no lo creía, tenía que escucharlo yo misma, entonces llame a la casa de mi abuela, mi prima me contesto y me lo confirmo, en ese momento tome mis maletas y nos fuimos para el aeropuerto, mi tía y yo. Cuando llegue se acaba de ir el último avión que iba hacia Honduras. Entonces tuve que tomar un avión para Miami, dormir allí y salir en la mañana del día siguiente a Honduras. Llegue a Tegucigalpa a una de la tarde, unos amigos me esperaban para llevarme a Choluteca, donde mi familia me esperaba, mi mamá cambio la hora del entierro para esperarme, para que yo pudiera estar en ese momento. Cuando por fin llegue, me fui directo a la iglesia acaba de empezar la misa, allí estaba mi abuela en ese ataúd gris, y lo primero que hice fue abrazar a mi mamá, fue el momento más difícil de mi vida, no recuerdo algunas cosas, ni a las personas que estaban ahí, solo recuerdo que la iglesia estaba llena como si fuera la misa de un domingo en la mañana. Susana empieza a contar su historia, no puede pensar en todas esas cosas que pase, esos dos días terribles de mi vida, cuando estaba leyendo hasta llore, me dije a mi misma tengo que hablar con el licenciado para decirle que no puedo leer este libro porque me trae recuerdos, que no me gustan recordar, pero luego me dije a mi misma, que yo puedo terminar de leerlo y que no es malo recordar a esa persona, que tanto quise y que Diosito nos la presto esos 74 años, los cuales la disfrute y aprendí mucho de ella. No pude evitar verme reflejada en su libro, a veces no es necesario perder a un hijo, y solo el simple hecho de perder a un familiar tan cercano como una abuela, puede afectar muchísimo la vida de muchas personas. El dolor, ese trastorno que te puede provocar la muerte, depende que tan cercano sea esa persona para uno, cuanto convivían, la intensidad del amor que se le tenía. La muerte de mi abuela fue inesperada, nadie se podía imaginar que le iba a pasar eso, fue algo de repente, estaba sentada platicando cuando de repente, su corazón sufrió un paro cardiaco fulminante. Por eso, la muerte es lo más seguro que tenemos en esta vida, por ellos tenemos que estar preparados y en paz con nosotros mismos y con los demás. Esta experiencia personal, nos ayudo acercarnos más a Dios, a ver y entender que las cosas pasan por algo, y lo mejor de todo es que mi abuela no sufrió, y eso es algo que todos quisiéramos no sufrir antes de morir. A veces pienso que fue una bendición y que ella se lo merecía porque siempre fue un ejemplo a seguir, con su sabiduría e inteligencia siempre tenía la razón. Cuando me pongo a pensar en ese momento de mi vida, no recuerdo a ver renegado a Dios, nunca dije: porque Señor pasó esto, solo él sabe por qué hace las cosas y el momento indicado para hacerlas, nosotros no somos nadie para reclamarle al Señor, simplemente tenemos que aceptar, aunque muchas veces es bien difícil, necesitamos saber, tener una respuesta, que porque pasaron las cosas y porque a nosotros. Susana menciona que cuando uno muere es porque Dios llama a la persona en el momento que a ella le conviene y la muerte es una meta para llegar a la casa de Dios. Después de lo que paso costo un tiempo para poder asimilar que mi abuela no estaba más con nosotros, la ayuda de la iglesia y del padre ayudo muchísimo a mi mamá, ella se acerco mas a la iglesia y a podido salir adelante. Como dice una canción de Ricardo Arjona: “Uno no está, donde está el cuerpo, sino donde más se le extraña”, a mi abuela se le extraña muchísimo, y una de las cosas que hacemos siempre, es ir al cementerio a dejarle flores y eso nos hace sentirnos cerca de ella. En lo personal fue algo tan difícil de superar, me volví más sensible, pero al mismo tiempo fuerte, me sirvió para ver la vida de otra manera, a darme cuenta que la vida sigue con la persona o sin ella, que nada se detiene todo sigue su mismo curso, que hay que salir adelante. Por eso: “Cuando el barco se hunde siempre hay alguien que tiene tomar los remos y remar.” La única manera de tratar con el sufrimiento es hacerle frente, es mirarle fijamente a la cara, observarlo y entenderlo. Y como dice el refrán: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. No dejar de hacer las cosas, hacerlas en el momento que se puedan hacer, uno nunca sabe si va a estar vivo un día, una hora y minuto más, uno nunca sabe cuánto tiempo va a estar con vida, hoy estamos escribiendo esto mañana puede ser que no esté más en este mundo. El tiempo para amar, vivir, compartir, conversar y perdonar no se puede dejar para después. Con esta experiencia me di cuenta de estas cosas, que el tiempo no espera, que el tiempo va a seguir siendo tiempo, estemos aquí o no, que él nos da las mismas 24 horas a todas las personas del mundo y ese tiempo se acaba en el momento que morimos. El tiempo no lo podemos prestar al igual que nuestra vida, esta acaba en algún determinado momento al igual que nuestro tiempo se acaba algún día. Pero aunque muramos el tiempo siempre va a seguir corriendo, nunca se va a parar estemos o no aquí, por lo tanto debemos hacer las cosas cuando las podamos realizar, no esperemos para decirle cuanto queremos a alguien, para pedirle perdón a esa persona con la que tenemos algún resentimiento, para ayudar al necesitado, para vivir felices y disfrutar cada minuto que tenemos como si fuera el ultimo. Hay que disfrutar la vida, ya que solo es una y no hay más, pero siempre con medida, no hay que abusar de ella, y de todas las cosas tanto buenas como malas que nos ofrece, siempre hay que saber elegir lo que nos conviene y nos va hacer mejores personas cada día. El vivir en paz con uno mismo y los demás, nos hace personas preparadas para cuando llegue ese momento, y estemos tranquilos para irnos con nuestro padre celestial. Para finalizar este libro fue una muy buena elección, me puso a pensar en mi vida como ha sido y como salí adelante con este acontecimiento que marco mi vida para siempre. Me enseño otras formas de pensar y actuar antes situaciones similares de personas que han sufrido situaciones de perdidas como es la de un hijo, como estas personas salieron con sus vidas y como siguieron adelante con sus familias. Este acontecimiento como es la muerte, es algo que algún día tiene que pasar, ya que es la ley de la vida nacer, crecer y morir, aunque es un tema que no ha sido asimilado por muchos, pero es algo natural el morir algún día. Un hijo no debe morir” Susana Roccatagliata Editorial Grijalbo Aquellos que han sufrido la muerte de un hijo, padres, abuelos o cualquier otra persona cercana saben el dolor y los trastornos que ocasionan a la vida personal y familiar ese acontecimiento. Este produce a cada persona algo diferente pero al mismo tiempo similar, un dolor inimaginable y difícil de superar, pero que con el paso del tiempo casi todo vuelve a su normalidad, pero con la ausencia de ese ser querido que nunca más volverá. Este libro es acera de experiencias personales que vivieron varias personas, pero que todas tenían algo en común, y era la pérdida de un ser amado e insustituible como es un hijo. Todos murieron por diferentes razones como ser una enfermedad, un accidente y hasta el suicidio. Estas historias pasaron en la vida real y marco las vidas de estos seres humanos para siempre, al igual que cambio sus maneras de pensar acerca de la muerte. Una de las experiencias por la cual fue escrito este libro es de Susana, donde ella relata todo lo que vivió a raíz de la pérdida de su segundo hijo Francisco, como ella pudo salir adelante y con el apoyo de que personas. También como estas le ayudaron a ver la vida diferente y asimilar que su hijo ya no iba a estar más con ella y con su familia en este mundo. Susana llamo a su hijo Francisco, en honor a Francisco de Asís, el representa la ternura para con todos los seres humanos, la compasión por los más necesitados y la capacidad de fraternizar incluso con la propia muerte a la que llamo “hermana queridísima”. Fran como de cariño le decían era un niño pelo rubio, ojos azules y muy dado a querer, él desde que nació padecía de varias alergias a medicamentos y hasta a la leche materna, hasta que a la edad de cinco años falleció por causa a un shock anafiláctico, se trataba a una reacción alérgica al medio contrastante Así, la existencia de materiales (como el libro en cuestión) que acercan a la gente a la muerte, permiten que dicho evento se vea como algo que es inevitable, pero que no necesariamente debe encontrarse cargado de un sufrimiento brutal y desmedido que marca el fin de la propia existencia. Sensibilizar a los padres frente a la muerte de un hijo tiene su beneficio primario al mostrar que la vida no se detiene, que hay que revalorarla a partir de la pérdida y hay que encontrarle un sentido mayor a todo lo que se hace, para que pueda vislumbrarse a la muerte desde otra perspectiva, una no tan negativa, una que permita el crecimiento personal y aumente los lazos afectivos entre los padres y los hijos, y en general, entre todos los individuos. 4. COMENTARIO PERSONAL Al haber terminado de leer el libro, me quedé con una sensación extraña, tal vez relacionada con dar un nuevo enfoque a todo lo que hago, pues a través de los testimonios comprendí que la vida no es eterna, ni que puedo asegurar que la tendré el día de mañana. La lectura me resultó un poco difícil (no por la terminología ni mucho menos) y sobre todo, me confrontó pues el hecho de conocer acerca de los padres que se han quedado sin sus hijos, me lleva a pensar y a revalorar la relación que tengo con mi madre y con mis hermanos e incluso a imaginar que sería de mi vida si alguno de ellos no estuviera o qué pasaría si yo llegara a morir. Es claro que la vida seguiría, pero creo que no hay que esperar hasta un momento de esa magnitud para poder expresar lo que uno siente y quiere. UN HIJO NO PUEDE MORIR Susana Roccatagliata Perder un hijo es una de las experiencias más devastadoras a las que se enfrenta el ser humano, un hijo es fuente de alegría, de sonrisas, de proyección al futuro… un hijo no puede morir. Son las palabras introductorias de la autora de este libro quien a través del testimonio propio y de otros padres pretende ayudar a otros padres que han perdido un hijo, mostrar que es posible seguir viviendo y no solo sobreviviendo. El libro aparte de narrar con detalles los diferentes tipos de pérdida de un hijo, aborda lo que viven los abuelos y hermanos que a menudo son ignorados o desconsiderados y que también padecen intensamente ese dolor. En la parte introductoria, Susana narra a detalle su testimonio en la pérdida de su hijo Francisco quien murió diez días antes de cumplir cinco años. Un lunes del 29 de septiembre de 1986 Francisco se sometió a una mielografía, antes de entrar al pabellón él se quitó la cruz que usaba en el cuello y se la dio a su madre pidiéndole no quitársela nunca, lo que debió ser un examen breve acabó con la vida de Francisco con un shock anafiláctico. Susana no podía creer lo sucedido, llamó a su familia por mero instinto, preguntándose cómo les daría la noticia, pensando en las particularidades de cada miembro de su familia, mientras se tendía sobre su pequeño sintiendo cómo él se iba enfriando. Para el funeral Susana vistió a francisco de amarillo por ser el color de la luz como él lo decía, le pidió una misa cantada y sacó fuerzas para darle sus últimas palabras, sin embargo Patito su otro hijo, no asistió a los funerales de esto se arrepiente Susana pues no le ayudó a su hijo a aceptar la muerte de su hermano. Días después Susana estaría llevándole a Francisco su tarta de cumpleaños al Parque del Recuerdo, donde fue trasladado. Susana, su esposo y su otro hijo se fueron a vivir un tiempo a México para tratar de entender todo, aunque no dio muy buen resultado, cuando muere un hijo, los hermanos quedan además de huérfanos de hermanos, de padres, porque ellos están alejados de la realidad, incapacitados de reintegrarse al mundo cotidiano. Cuando uno se enfrenta con el dolor de revisar una experiencia como la muerte de un hijo, resulta inevitable explorar aquellos recuerdos de la infancia que nos formaron una determinada manera de ser y de encarar la vida porque esas experiencias sumadas al propio temperamento resultan determinantes para la manera en que superaremos las dificultades. “Tres días antes de morir, Francisco dibujó en el colegio un volantín de color amarillo y le pidió a su profesora que escribiera “mamá este soy yo siempre te estoy mirando”; Susana recuerda la difícil crianza de Francisco quien padecía de reflujo en máximo grado, situaciones que generaban en ella sentimientos ambivalentes. La muerte de un hijo es algo extemporáneo, por lo que resulta difícil resignarse ante esta cruel crisis del destino, como lo dice la autora “ no me atrevía siquiera a imaginar que podría volver a sonreír, superar el dolor era como traicionar la memoria de mi hijo muerto, volver a reír era volver a ser feliz; ese dolor me ahogaba y ahí comenzó mi búsqueda, la única manera de tratar con el sufrimiento es hacerle frente, observarle, entenderle, y así tuve que renacer”. La psicóloga Isa Fonnegra dice que “el duelo es un proceso activo de adaptación ante la pérdida de un ser amado y que implica llevar a cabo cambios que generan ansiedad, inseguridad y temor. La primera etapa del duelo es la reacción de choque “no puede ser”, la segunda etapa está llena de conflictos rabia, impotencia, culpa; la tercera es la más larga llena de desesperación, y se comienza a salir de ella cuando aparece una necesidad de mirar hacia el futuro. Susana cuenta que por esos hilos del destino se dio cuenta de que estaba embarazada, y laboralmente comenzaría una nueva etapa con el surgimiento de Renacer, un grupo de auto ayuda para los padres que han perdido un hijo. En el apartado de “el dolor de los míos” Susana vierte los testimonios de sus padres y su tía Carla, muy importantes ya que los abuelos que han perdido un nieto sufren además el dolor de sus hijos, y pueden desempeñar un papel clave en cuanto a la ayuda y experiencia que pueden proporcionar tanto a sus hijos como a sus nietos. Cada persona vive el dolor a su manera, con la muerte de un hijo se despiertan emociones muy fuertes y diferentes entre un hombre y una mujer, es fácil olvidarse que los niños y jóvenes sufren también la pérdida de un hermano y es importante asegurarse que ellos se sientan amados e incluidos en el dolor de sus padres. La segunda parte del libro muestra testimonios de diferentes causas de muerte de un hijo. En el caso de muerte por enfermedad terminal se transitan marcadamente diferentes etapas desde que se conoce la enfermedad, negándola, ¿por qué nuestro hijo?, tratando de negociar con Dios, finalmente la aceptación seguida de un sentimiento de vacío. En los casos de muerte por accidente el duelo adquiere una dimensión más compleja ya que las circunstancias de muerte son violentas complicando el duelo, los padres desarrollan las peores fantasías de dolor y destrucción, a falta de una preparación previa para asumir la realidad, la muerte es vista como algo inexplicable que destruye violentamente todas las expectativas puestas en ese hijo. Respecto a la muerte por homicidio el proceso de duelo se ve agravado por intromisiones ajenas a la familia, un dolor tan profundo pasa a ser de dominio público la mayoría de las veces tratado con poca delicadeza y falta de respeto hacía la familia que atraviesa momentos de gran aflicción. La muerte de un hijo por suicidio provoca en los padres dudas y temores muy dolorosos con grandes sentimientos de culpabilidad hasta que los padres comprendan que no son responsables, que son humanos y con limitaciones. La muerte del hijo único provoca en los padres un shock mucho más intenso y prolongado ya que ese hijo era el motivo para vivir, la continuación de la familia; los padres experimentarán mucha soledad y sufren una enorme desorganización y confusión al enfrentarse con la ausencia absoluta de su identidad de padres, los grupos de autoayuda pueden resultar muy beneficiosos ya que al compartir el dolor disminuye la soledad y permite poco a poco la paz y serenidad. La visión de la muerte desde la fe hace alusión de que nadie muere por casualidad y el dolor no es inútil ni caprichoso, cuando muere un hijo el desgarramiento es tan hondo que puede afectar la fe, no obstante es en ella en donde podemos encontrar refugio y consuelo. El duelo de los hermanos es muy similar al de los padres pero el niño no puede hacer por si solo el proceso de aceptación por lo que es aconsejable decirle siempre la verdad de acuerdo a su capacidad de comprensión para que él también pueda integrase a la aflicción que afecta a los padres, la conducta más perjudicial para los hijos es que los padres frecuentemente idealizan al hijo muerto exaltando sus cualidades y desdibujando sus defectos perdiendo la naturaleza de su personalidad con lo que los demás hijos se sienten seres imperfectos al compararse con el hermano. El libro concluye con un apartado de “sí es posible salir” mencionando que el profundo dolor de la pérdida de un hijo afecta a los padres siempre sin importar cuánto tiempo haya transcurrido o cuántos hijos más tengamos, es la mas traumática de las muertes. Sin embargo vivir con esperanza es posible a pesar de lo duro podemos continuar a través de sufrimiento pasamos por una nueva escuela de vida aprendemos a amar, a respetar el dolor del otro a ser más humildes, encontrarle un sentido al sufrimiento requiere tiempo, fortaleza, voluntad y personas que nos acompañen y comprendan. ¿Qué ayuda? llorar, hablar, no quedarse en el dolor, reconocer la pérdida, cultivar el afecto y el amor en la pareja, ser paciente consigo mismo, entender que el dolor dura más de lo que la mayoría de la gente cree, entender que nadie vuelve a ser el mismo, admitir que no podemos controlar la vida, consultar un profesional, comer bien y elegir sobrevivir. ¿Qué no ayuda? que nos presionen para dejar de llorar, o para deshacernos de efectos personales, decir “puedes tener otro hijo” “pero si tienes otros hijos”, frases como “ya ha dejado de sufrir” o “está con Dios” no son un consuelo. El gran desafío es reincorporase al mundo a partir de una nueva identidad en la que no está incluido el hijo muerto, lo que no significa que se le olvide, construir una nueva relación significa reconocer que ese hijo está muerto y que los padres siguen viviendo el proceso es lento y doloroso pero es posible volver a la vida. Un hijo no puede morir. Susana Roccatagliata La vida no es ¨lo que la vida le hace a uno, sino lo que UNO HACE con lo que la vida le hace a uno¨ Sin duda alguna el contenido de éste libro hace estremecer el ama, es un libro altamente emocional que acerca al lector más intimamente con el dolor de los padres ante la muerte de un hijo. Son experiencias únicas, historias vivenciales por lo que la persona que lo esta leyendo se puede cobijar perfectamente en las experiencias de éstos padres, hermanos y abuelos, es sin duda un abrazo de comprensión y empatía que sostiene al que lo esta leyendo con la fé de que SÍ se puede salir de un dolor tan devastador. Abre el panorama al entendimiento de que cada quien vivie el duelo de una manera en diferente tiempo y en diferente forma, de igual manera abre un abanico de posibilidades de formas de muerte, duelo y formas posibles para poder seguir adelante. Saber que son normales y válidas cada respuesta frente a la muerte y el duelo, cada historia una tiene una variante, algo especial y especifico al la hace única. Los grupos de apoyo son fundamentales para duelos tan complicados, ofrecen la oportunidad de entender lo que vendrá más adelante a través de la experiencia de los demás que han vivido la ¨misma¨ pérdida. Para así poderle encontrar nuevamente un sentido a la vida. Ayuda a entender que las emociones y pensamientos que se tienen como la rabia, la tristeza, la devastación incluso la envidia son válidos y normales y que todos los tenemos en los procesos de duelo. Un punto importante es reactivar la comunición entre las parejas y la familia nuclear. No perder la visión de que hay más integrantes dentro de esta familia que también estan en un proceso de duelo. Cuando hay más hijos los padres pese a su dolor deben de hacer un esfuerzo mayor por sus otros hijos. ¨Más que morir mi pasado, murio mi futuro¨ y así es, se mueren las ilusiones, los planes, las esperanzas… Muetra nuevamente que las tradiciones o cultos a la muerte pueden hacerte despertar una visión distinta y reflexionar de que la muerte es un paso hacia la meta de llegar a Dios, paradógicamente toca la fé como algo que se destuye o algo en la mayoría de los casos construye el apoyo que da entendimiento y sentido al dolor que se siente por la pérdida. La opción de tomar calmantes, puede ser una forma de anestesia emocianal que retarda o bloquea el preoceso de duelo. El dolor hay que sentirlo, vivirlo, llorarlo, gritarlo, para poder aceptarlo y empezar a sanar. El dolor es inevitable, el sufrimiento es elección de uno. Hay una diferencia muy grande entre uno y otro, y sin duda alguna el sufrimiento es un factor que alarga de manera inútil el duelo, mientras que éste es un proceso de adaptación ante la pérdida y los cambios que éstea implica. Asumir tu dolor te hace activo, el sufrimiento te deja en el rol de victima pasiva del duelo. ¨Nadie muere por casualidad, y el dolor no es inútil ni caprochoso. Si aceptamos el dolor se desvanece; si lo rechazamos, nos acosa obstinadamente¨. Utilidad tanatológica. Éste libro tiene una inmensa y muy valiosa utilidad tanatológia. Por decirlo de una manera es una guía práctica vivencial muy clara para poder definir la etapas de duelo y lograr identificar el momento o etapa del duelo en la que se encuentra la persona. Patricia Roccatagliata hace referente las etapas de duelo en tipos de muerte que no entran dentro de la efermedad terminal. Primera: la reacción inicial de choque e incredulidad. Se necesita vaciar los sentimientos reprimidos. Segunda: tomar conciencia de la perdida, etapa de añoranza y la busqueda. Tercera: etapa de desorganizacion, deseperación y retraimiento, sólo se desa estar con su dolor. Cuarta: la etapa de reorganización y sanación, se apunta atener nuevamente el control de su vida, es la etapa del perdón. Quinta: la etapa de resolución, se acepta que la vida tiene un lado positivo, no todo es negativo, eres una persona diferente, nunca volveras a ser el mismo y se le da una nueva dirección a la vida. Nos abre la conciencia ante los diferentes tipos de muerte y deja ver las sutiles diferencias que hay entre ellas, si cada pérdida es diferente influye notablemente la forma en la que murió el hijo, el hermano o el nieto. Muerte por enfermedad terminal. Los padres pasan por periodos muy definidos frente al diagnóstico de enfermedad terminal según Kübler-Ross. Primera: la negación, permitiendo a los padres contactar gradualmente con el inesperado diagnóstico y su inminente consecuencia. Segunda: rabia, ira hacia todos y todo. Tercera: negociación princiaplamente con Dios, volcando toda su atención hacia le hijo enfermo. Cuarta: tristeza y angustia cundo ya no se puede negar la enfermedad y su desenlace. Quinta: Aceptación que coincide generalmente con al muerte del hijo y viene acompañada de un periodo de vacio. Muerte por accidente. Es de manera inesperada y traumática. Las circustancias violentas dificultan poder asimilar el hecho y pueden complicar el duelo. Nos abre el conocimiento a las diferentes formas de muerte, como cada uno de los padres y de la familia nuclear lo viven y que implica cada una de éstas formas. Hay muchas formas. Cada una es única y diferente: muerte por tráfico, por atropellamiento, por quemaduras, por ahogamiento y por homicidio. Muerte por suicidio. Ésta muerte provoca en los padres, dudas, culpas, preguntas no contestadas. Se presenta el sentimiento de resentimiento al hijo y la autorecriminación hacia ellos mismos. Muestra la opción de que los pardes no siempre estan ni en pareja ni presentes y también que dentro de una familia no sólo se puede vivir la pérdida de más de un hijo. La muerte de un hijo único. Se ponen en él todas las espectativas de satisfacción y logros de los padres, provoca un shock mucho más intenso y porlongado porque el hijo era el único motivo para vivir. El dolor de los hermanos, el desamparo de los padres y el primer encuentro con la muerte. El aislamiento que sufren los hermanos para ¨evitarles¨ el dolor o por la incapacidad de los padres ante tanto dolor. Decir la verdad y explicarles la muerte de acuerdo a su edad y a su capacidad de comprensión para que puedan integrar su dolor al de sus padres. Neceistan ser acompañados es su proceso de adaptación y aceptación de la pérdida. Darle el valor a su dolor, sentimientos y hacerlos particícipes de la pérdida y de los rituales que conllevan. Hay un apartado de gran ayuda para el lector y para el acompañante tanatológico. Que ayuda y que no ayuda. De gran importante y utilidad, es básicamente el resumen de las experiencias del libro y de la etapa del duelo. Opciones que se pueden tomar o no tomar y que pueden ayudar a modificar y concientizar la actitud ante la pérdida y volverse como se menciona en el libro un activista del dolor y no una victima pasiva. De igual manera se habla del duelo complicado o anormal y es de gran utilidad distinguir los síntomas que se tienen cuando el dolor se intensifica y la persona se siente sobrepasada sin lograr avanzar en su duelo, presentando un duelo patológico. Un hijo no puede morir, no es sólo una guía vivencial que concientiza al acompañante y al consejero tanatológico sobre las etapas o momentos del duelo, las circustancias en la que se genera la muerte o cuales son las consecuencia de la perdidas que vivimos, es una guía para sensibilizarnos, aclararnos y acercanos a la posibilidad de prepararnos para las pérdidas personales que vayamos a tener en nuestras vida.
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