Resumen de La Obra"HUASIPUNGO"

April 2, 2018 | Author: Jhony Coronel | Category: Nature, Foods


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RESUMEN DE LA OBRA "HUASIPUNGO- Jorge Icaza Argumento de "Huasipungo", libro de Jorge Icaza. Cuando la obra se inicia, don Alfonso Pereira, dueño de la hacienda Cuchitambo, salió colérico una mañana de su casa dando un portazo y mascullando una veintena de maldiciones. Su hija, una niña inocente de diecisiete años, había sido deshonrada por un cholo de apellido Cumba: “Tonta. Mi deber de padre. Jamás consentiría que se case con un cholo. Cholo por los cuatro costados del alma y del cuerpo. Además… El desgraciado ha desaparecido. Carajo…”, terminó diciendo Alfonso Pereira mientras coadyuvaba su mal humor los recuerdos de sus deudas, sobre todo los diez mil sucres que le debía a su tío Julio Pereira. No tardó éste en avecinarse al sobrino para hacer efectivo su cobro. Sabiendo que el sobrino no tenía el dinero adeudado, don Julio Pereira se apresuró a proponerle un “negocio”. Le dijo que Mr. Chapy, el gerente de la explotación de la maderera en el Ecuador, ofrecía traer maquinarias para explotar las excelentes madreras habidas en sus propiedades, lo cual exigiría limpiar de huasipungos (huasi: casa; pungo: puerta; parcela de tierra que otorga el dueño de la hacienda a la familia india por parte de su trabajo diario) las orillas del río. Fueron muchas las objeciones que Alfonso Pereira puso a las proposiciones del tío, pero aun sabiendo que se metía en la boca del lobo, cedía al fin, ante el recuerdo de su honor manchado. y como a la madre se le secó la leche. hombre ambicioso que protegido por su sotana. los fuertes desagües de los deshielos y de las tempestades de las cumbres romperían el dique se formaba constantemente con el lodo. recurría a las acciones más inicuas. El cholo Policarpio.En pocas semanas don Alfonso Pereira arregló cuentas y firmó papeles con el tío y Mr. las pulgas y hasta las garrapatas lograban hartarse de sangre. Cada cierto tiempo una treintena de indios eran arreados como bestias a limpiar la quebrada grande donde el agua se atoraba en los terrenos altos y había que limpiar el cauce del río. conocido como el Tuerto Rodríguez fue encargado de dirigir los trabajos así como de mantener la disciplina de los indios. a su mujer doña Blanca Chaique de Pereira. las papas y ollucos descompuestos que tenían que ingerir sumidos en una miseria execrable. Con tal de satisfacer a su amo. era capaz de las más bajas acciones a cambio de una comisión. que en su mayoría fueron arrancados de sus hogares para cumplir con tan inhumano trabajo. La mitad del camino fueron cuatro indios quienes tuvieron que llevar sobre sus espaldas a don Alfonso. sobre ponchos donde los piojos. El cholo Gabriel Rodríguez. los esbirros al servicio de don Alfonso. y que hasta ese momento no se explicaba por qué la había abandonado a su suerte. Para esto contaba con el párroco del pueblo in gran aliado. madre de la distinguida familia. al saber que la leña y el carbón de madera tenían gran demanda ordenó iniciar la explotación en los bosques de la montaña. . se encargaron de buscar entre las indias la más apropiada para que diera de lactar al recién nacido. para congraciarse con su patrón. Y una mañana salió de Quito con su familia llegando a los pocos días al pueblo de Tomachi. un jamón que pesaba lo menos ciento setenta libras. En pocos meses Alfonso Pereira terminó con el dinero que su tío le había dado. a base de engaños las tierras de los indios. que eran la mayoría como consecuencia de los constantes cólicos y diarreas que les provocaba la mazamorra guardada. Al poco tiempo. Toda la peonada caía producto de la modorra del cansancio. De lo contrario. nació el hijo de Lolita. Rápidamente Alfonso Pereira visitó a muchos conocidos que el servirían para llevar a cabo su proyecto comprar. Todo el camino el pensamiento de Lolita se centró en el recuerdo del indio al que ella se había entregado por amor. Policarpio desechaba en el acto a todas aquellas indias que tenían hijos desnutridos. Chapy. Centenares de indios fueron sometidos con engaños a cumplir aquella ardua empresa que arrastraría a muchos de ellos a la tumba. había alejado del enfermo los demonios que estrangulaban la conciencia de la víctima. en combinación con el cura. como aquél. gotas de limón y excremento molido de cuy. Andrés quedó cojo y fue destinado a labor de espantapájaros. Dentro del compromiso que don Alfonso Pereira tenía con su tío y con Mr. . uno de ellos. en que perdieron la vida muchos al intentar drenar un pantano por donde debía pasar el camino. Las indias no estaban exentas de los vejámenes de don Alfonso. Al comienzo accedieron de buena gana a tan difícil tarea. estaba el de construir un camino por el cual se transportaría las cosechas a la capital. carne podrida y zapatos viejos. Andrés Chilinquinga. Chapy. con tal de obtener alguna ganancia. A los pocos que se resistían a las inhumanas condiciones de trabajo. pero el mal trato. de ventosa. Para ello contaba con la ayuda incondicional de los hermanos Rusta. Era un brebaje preparado por e l mismo Tuerto y que él llamaba “medicina”. de Jacinto Quintana y otros cholos influentes entre la indiada que estaban dispuestos a secundar cualquier bajeza del patrón. la mala alimentación y el castigo físico. orín a de mujer preñada. para luego obligarlos a beber aguardiente mezclado con zumo de hiera mora. en cambio los indios debían soportar los peores trabajos. abusaban de éstas. Las quejas y espasmos del enfermo desembocaron pronto en un grito ensordecedor que le dejó inmóvil precipitándolo en el desmayo. quien algunas veces. el Tuerto Rodríguez se encargaba de flagelarlos a punta de látigo. voraz. Fue tratado por un curandero quien tomó el pie hinchado del enfermo y en la llaga purulenta repleta de gusanillos y de pus verdosa estampó un beso absorbente. El cura cumplía su trabajo a la perfección prometiendo grandes cuentos en las penas del purgatorio y del infierno para que indios y cholos no desistieran en el trabajo. se hirió en el pie con el hacha cuando cortaba leña. Los indios cuando sufrían algún accidente eran tratados con desgano y negligencia. fue repartido por orden de don Alfonso entre la indiada pro provocar el embrutecimiento alcohólico necesario para el máximo rendimiento.precipitando hacia el valle una creciente turbia capaz de desbaratar el sistema de riego de la hacienda y arrancar con los huasipungos a las orillas del río. El curandero estaba seguro que al extraer esa masa viscosa de fetidez nauseabunda. . Los cholos tenían algunas preferencias. creó un rápido descontento Jugo de caña fermentado en galpones con orines. El aluvión dejó como saldo una hambruna infernal entre la indiada: vanos fueron los requerimientos que se hicieran a don Alfonso. quien se negó rotundamente a darles alimento. entre ellos Andrés Chiliquinga. los llamó. alegando que los indios no deberían probar una miga de carne. La furia y la desesperación llevaron a los indios a dar muerte al huasipnguero. se acostumbran”. cuando un aluvión se precipitó arrasando todo lo que encontró a su paso. los medios publicitarios cubrieron la heroica hazaña del terrateniente y sus secuaces. En el fondo el ambicioso terrateniente sabía que la única forma de hacer desaparecer los huasipungos eran arrasándolos con un aluvión.Irónicamente a lo que acontecía en Tomachi. quien se había atrevido a pedirle al cura que hiciera una rebaja en el monto que tenía que donar a la iglesia para la Virgen de la Cuchara. dejando el buen número de arrieros que había a lo largo y a lo ancho de toda la comarca sin trabajo. pues “Son como las fieras. Obtuvo el cura utilidades suficientes para comprarse un camión de transporte de carga y en autobús de pasajeros. Cuando Policarpio. soltaban la plata y le besaban humildemente las manos o la sotana. llamándolos hombres emprendedores e inmaculados. era terrible masa fangosa llevaba consigo puertas de potreros. arboles arrancado de raíces y cadáveres de niños que no habían podido escapar a tiempo de las fauces hambrientas del aluvión. Pero el hambre pudo más que el temor a las órdenes del patrón y. se . protegidos por la oscuridad de la noche. Un lecho trágico vino a enlutar aún más a los indios de Tomachi. Cholos e indios acoquinados por aquel temor se arrodillaban a los pies del fraile. don Alfonso se negó diciéndoles que no era necesario. varios indios. pues. el cholo Po9licarpio y veinte indios más quisieron ir a limpiar el cauce para evitar el atoro del agua. Policarpio hubo de azotar a los indios e indias encargados de sepultar al maloliente animal ya que estaban disputándose la carne con los gallinazos. “Indios ladrones”. Los indios culparon de la tragedia a Tancredo Gualacota. pues. éste se negó. pero ahora. Don Alfonso devoró una y otra vez los artículos que su tío Julio le enviaba constantemente. Ordenó que la sepultasen en el acto. Para el cuando del río todavía único que esto no significó una sorpresa fue para don Alfonso. ningún patrón había podido sacarlos. el cura aprovechó este hecho para manifestar que la desgracia era “Castigo de Dios”. que hacía de intermediario entre el patrón y los siervos se apersonó donde don Alfonso a manifestarle que uno de sus bueyes levaba muerto varios días y que los indios solicitaban les regalara la carne podrida. animales. los indos se había revelado siempre. ya en estado descomposición. pero tendría que pagar treintaicinco sucres. pero el ambicioso fraile le dijo que “En el otro mundo todo al contado”. la mujer de Andrés. lo flagelaron públicamente para que todos vieran el castigo que se infringía a los ladrones que faltaran el respeto al amo. moría como consecuencia de ingerir la carne putrefacta. Grupo que capitaneado por el temible Tuerto Rodríguez y por los policías de Jacinto Quintana. El indio. En una vaca extraviada por esos lares creyó encontrar la solución a su problema. El cura ofreció al pobre Andrés darle sepultura a la Cunschi. pero su hurto fue descubierto por los adulones de don Alfonso. mientras blandían amenazadoramente picas.deslizaron con sigilo de alimaña nocturna hasta la fosa donde yacía sepultado el animal. cada vez más nutrida y violenta con indios que llegaban de toda la comarca gritaban “Ñucanchic huasipungo” (nuestro huasipungo). Andrés deambuló por los senderos que trepan los cerros pensando qué hacer para conseguir el dinero para sepultar a su mujer. desesperado. solicitó un crédito. y luego de desenterrarlo. . dijeron los gringos. don Alfonso se negó a soltar dinero para sepultar a la infeliz ´cuyo cuerpo. don Alfonso contrató unos cuantos forajidos para desalojar a los indios de los huasipungos de la loma. “a cordillera oriental de estos andes está llena de petróleo”. quienes por orden de éste. De acuerdo por lo ordenado por los señores gringos. de las orillas del río. De boca en boca corrió por el pueblo la noticia de la llegada de los señores gringos. fueron directamente a la casa de Alfonso Pereira. Todas las banderas del pueblo adornaron las puertas y las ventanas para el gran recibimiento. ni siquiera se detuvieron ante los indios. pero Andrés Chilinquinga. machetes y palos. armas con que habían de defender hasta la muerte lo que les pertenecía. y en tres automóviles de lujo. A los pocos días la Cunschi. donde ya habían sido enviados después de ser desalojados por el aluvión. La multitud campesina. los indios estaban convencidos que aquellos señores saciarían su hambre. pues. era velado en su choza por el desconsolado marido y algunos amigos-. se armó de coraje e incitó a todos los indios a defender con la vida su huasipungo. se disputaron el “preciado festín”. la “Autoridad” de Tomachi. Los gringos exigieron a don Alfonso que desalojara a los indios de la loma del cerro. Como era de esperar. impulsado por su desesperación. hachas. cumplió las ordenes con severidad. La vendió por cien sucres en un pueblo cercano donde no lo conocían. “Hay que defender a las desinteresadas y civilizadoras empresas extranjeras”. que ni siquiera las balas. pudieron detener. fueron algunas de las consignas que alentaron al comandante que dirigió la masacre de Tomachi. fueron enviados doscientos hombres de infantería a sofocar la rebelión. el Tuerto Rodríguez y Jacinto Quintana. con la presteza con que las autoridades del gobierno atienden estos casos. A la mañana siguiente fue atacado el caserío de la hacienda. Las balas de los fusiles y las de las ametralladoras silenciaron en parte los gritos de la indiada rebelde. Desde la capital. sucumbieron ante la indiada enfurecida. quien pagaba con su vida.El primer encuentro duró hasta la noche. . El último en sucumbir con su hijo en brazos fue Andrés Chiquilinga. “Que se acabe con ellos como hicieron otros pueblos más civilizados”. el haberse atrevido a rebelarse a sus patrones. En los círculos sociales y gubernamentales la noticia circuló entre alardes de comentarios de indignación y órdenes heroicas: “Que se les mate sin piedad a semejantes bandidos”.
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