Querido Hijo - Estamos en Huelga - Jordi Sierra i Fabra.epub
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El primer día En el momento de abrir los ojos, Felipe se quedó mirando el techo. Había una mancha de humedad desde hacía algunas semanas. Cosas de vivir en el último piso. Lo curioso era que la mancha de humedad tenía forma de indio, con plumas y todo. Un inmenso penacho. La cara, de perfil, desde luego pertenecía a un gran jefe. Nariz grande y poderosa, de patata, labios enormes y ojos penetrantes. Él le llamaba Águila Negra. «Águila» por las plumas y «Negra» porque la mancha era oscura, y en la penumbra de la habitación todavía más. —¡Jao! —saludó a su compañero. Águila Negra siguió tal cual. Felipe se incorporó y miró la hora en el reloj digital de su mesita de noche. Las nueve y cuarenta. ¿Las nueve y cuarenta? ¡Las nueve y cuarenta! No pudo creerlo. Era tardísimo. ¿Por qué su madre no lo había despertado? Vale, el cole había terminado hacía tres días, pero ella, como mucho, a las nueve ya le ponía en pie con su batería de argumentos: que si se le pegaban las sábanas, que si luego se acostumbraba a dormir y en septiembre le costaría volver a coger los hábitos escolares, que si dormía mucho perdía demasiadas horas del día, sobre todo las de la mañana que eran las mejores, que si se pondría fondón, que si... Fue hacia la ventana, subió la persiana y se asomó al exterior. Ah, un día precioso. .4/103 Todavía no era verano. Felipe —le había dicho su madre—.. De órdago. . que si con lo inteligente que era no tenía sentido que suspendiera. Y qué manía con lo de los dichosos dientes. se le caerían con setenta u ochenta años. Cate en mates. Felipe —le había dicho su padre—. Faltaban dos semanas para irse de vacaciones. Qué manía con la ducha. Bueno. que es lo peor que hay. Bueno. que si era un gandul y un vago. pero leía todo lo que pillaba. para que «desconectara». nada más acabar el cole. —Mira. pero más en vacaciones. No iba a ponerse ya a estudiar y leer.... pero leer. Las dos a la vez. que si así no iría a ninguna parte. lavarse los dientes y vestirse. Cosas que le daban siempre pereza. Desconectar. todavía más. Total. porque ya no habrá vuelta atrás y serás un pobre sin cultura. que si sería un burro. Cate en lengua. faltaban tres meses para los exámenes de septiembre. —Mira. Esa era la palabra. como al abuelo Valerio. pero el día desde luego invitaba a hacer de todo: salir a la calle. encima. que si se distraía con el vuelo de una mosca. O cambias y te pones las pilas o un día te arrepentirás. A lo mejor por eso su madre no le había puesto en pie antes. estudiar es importante. que si no ponía atención. porque después de las notas. Los mayores la usaban mucho. y gracias a eso soy lo que soy y estoy donde estoy. no pude estudiar. De vuelta a los «que si»: que si no lo aprovechaba. eso si su madre le dejaba. Necesitaba un descanso. jugar un partido.. que si tendría que recuperar en verano. divertirse con los amigos. que si. ¿no? Pues él también. La bronca que le habían echado sus padres tres días antes fue de campeonato. Tenía que ducharse. Yo no tuve tu suerte. que como trabajaba de traductora en casa. ¡Había quedado con Ángel para jugar al fútbol en el parque! Vale. ¿para qué volver a lavárselos por la mañana? ¡No los había usado. hizo memoria. por lo tanto seguían limpios! Mientras salía de la habitación.5/103 Si se los lavaba por la noche. Así que fue a buscar a su madre. no tenía un horario riguroso ni se pasaba el día en la calle. ese sí era un buen plan. . ¿Gimnasia? Su madre tenía cuarenta años. buena figura. ojos grandes. Agotador. —Para ponerme en forma. nariz perfecta. hacía flexiones. Y además tan inútil.. luciendo un ajustado top y unos pantaloncitos. cabello largo y negro. —¿Por qué haces gimnasia? —quiso saber..La gimnasta Su madre estaba en la terraza de la galería haciendo. ¿qué haces? —Pues gimnasia. Allí. a la vista de todo el mundo. claro. —Mamá. Solía quedarse absorto. se estiraba por allá. A veces la miraba y le soltaba a él: —Tienes la madre más preciosa del mundo. brazos. en mitad de la terraza. Felipe abrió los ojos. y así se divertía. porque había casas más altas que la suya. —¿Vas a quedarte ahí mirándome como un pasmarote? —le soltó de pronto. Se querían. era alta. Se estiraba por aquí. —¿Qué es lo que pasa? . soltaba el aire y así una y otra vez. piernas. inspiraba. Felipe reaccionó. Su padre la adoraba. todo el mundo decía que muy guapa. que luego te descuidas y pasa lo que pasa. Ahora su madre hacía gimnasia. Él hacía lo mismo pero jugando al fútbol. frunció el ceño y preguntó—: ¿Dónde has oído tú esa palabra si no lees nada? . Ya era mayor. Y aquí estoy. hacía genuflexiones. Menopausia —luego le miró de soslayo. Estiraba las piernas. Cuarenta años. —¿Y a ti cuándo te ha dado por eso? —Anoche. es el momento de cambiar. giraba sobre su cintura. La pobre. doblaba el cuerpo y tocaba el suelo con las palmas de las manos. No paraba. —¿Eso que te ha dado tiene que ver con lo de la monopausia? —Meno. Hablaba y se movía. no mono —le corrigió—. Me dije: Sonia. A su madre le pasaba algo.7/103 —Pues que el día menos pensado te empieza a colgar todo. 8/103 . —¡Qué tonterías! —se enfadó ella—. . los mayores estaban locos. Uno dijo que la Florencia suspendía porque estaba monopúsica. Les cambia el carácter un poco. No le reñía por haberse levantado tan tarde.. no estoy menopáusica! Eso les pasa a las mujeres mayores cuando dejan de menstruar. Rarísimo. Pero no se movió de donde estaba. que me desconcentras! —Vale.. Iba a tener que hacerse el desayuno él. Lo que un día era sagrado al otro dejaba de serlo. Qué raro.9/103 —En el cole —pasó por alto su pulla—. Casi la derramó cuando se le fue la mano. Más aún: no le preparaba el desayuno. No pasa nada. Forma parte de la vida —el enfado llegó al máximo y gritó—: ¡No digas palabras que no entiendes! ¡Es insultante! —¿Entonces estás bien? —¡Pues claro que estoy bien! ¡Pesado! ¡Quieres dejarme en paz. Desde luego. solo eso. La pera. bueno. ni le echaba la bronca por no haberse duchado. No dejaba de pensar en su madre haciendo gimnasia. —Pues hala. lo llenó de cereales. cogió un tazón. Su madre puso cara de fastidio. Se explicaban fatal. luego abrió el frigorífico y tomó la botella de leche. Era imposible entenderlos. Fue a la cocina. menopáusica. ¡Y qué manera de faltar el respeto! ¡Sois tontos y encima les echáis la culpa a los demás! —se enfadó aún más y agregó—: ¡Y no. —¿Has desayunado? —No. mejor. sin devolver la leche a la nevera. pasando de la ducha y de lavarse los dientes. para jugar al fútbol con ella. seguro que no se daba cuenta. Pero la camiseta no estaba allí. Felipe fue a su habitación para vestirse. Bueno. . Qué raro que no le controlara. Con su madre ocupada.10/103 Una vez desayunado. la de su equipo. Se puso los pantalones de deporte y buscó su camiseta favorita. Se asomó a la galería. Su madre seguía igual. metió el tazón en el fregadero pero ni tan solo abrió el grifo para remojarlo y evitar que los restos del cereal se pegaran. Primera alarma Felipe regresó a la galería muy enfadado. Se cruzó de brazos y así, en tono amenazador, dijo: —Mamá, ¿y mi camiseta de fútbol? —Ah, no lo sé —respondió ella dando saltitos con las rodillas muy levantadas mientras soltaba aire a pequeños soplidos. —¿Cómo que no lo sabes? Su madre era la reina del control. Aquella era una respuesta imposible. —¿No está en tu cuarto? —¡No, y la necesito hoy! —Pues qué raro. Ni se inmutaba. A lo suyo. Salto, estiramiento, pierna por aquí, pierna por allá... Felipe abrió la boca. Volvió a cerrarla. ¡Su madre pasaba de él! Alucinante. Apretó los puños y, como un toro furioso, se fue directo al lavadero. Una vez en él revolvió en el cesto de la ropa sucia. Lo que temía. Su camiseta estaba allí, en el fondo, sucia, arrugada, manchada y oliendo fatal. ¡No iba a poder ponérsela! ¿Cómo pretendía ELLA que jugara al fútbol con otra camiseta? —¡Aaah...! —se enfadó aún más. 12/103 Regresó a la galería. Su madre se había sentado en el suelo. Trataba de tocarse la punta de los pies con los brazos extendidos. Estaba roja por la tensión y el esfuerzo. —¡Mamá! —el grito casi la hizo saltar—. ¡Mi camiseta está sucia! Ella le miró. No movió ni un músculo. Solo puso cara de sorpresa, y tampoco mucha. —Oh, vaya —se encogió de hombros. —¿Cómo que «¡Oh, vaya!» —Felipe no podía creerlo—. ¡Lleva dos días en el cesto! —¿Ah, sí? —¡No la has lavado! —gritó exasperado. Ahora sí, su madre puso una cara muy curiosa, como de desconcierto. —¿Yo? —dijo remarcando la «o»—. Pero si la que lava las cosas es la lavadora. Se lo dije a ella. Lo recuerdo perfectamente. Su madre debía de llevar mucho rato al sol. Se le había ablandado el cerebro. O eso o estaba enferma. —¿Cómo que... se lo dijiste a la lavadora? —tartamudeó él, desconcertado. —Sí, ayer, lo recuerdo perfectamente. Le dije: «Lava esto que Felipe lo necesitará para jugar al fútbol». —Mamá, que la lavadora no funciona sola. Por un momento pareció que fuera a echarse a reír. Pero no. Mantuvo el tipo. Es más, consiguió tocarse la punta de los pies haciendo un esfuerzo y luego dejó caer los brazos, agotada. Siguió mirando a su hijo con cara de inocente, como si la cosa no fuera con ella. —Ya me parecía a mí —chasqueó la lengua. —¡Mamá! —¿Qué? ¡Ay, Felipe, deja de gritar! —¿Estás en plan pasota? —¿Yo? Para nada. 13/103 —¿Te pasa algo? —¿A mí? No. ¿Tú sabes cómo se pone una lavadora? La pregunta le pilló de improviso, desconcertándole. —Bueno... se abre la tapa, se mete la ropa, se le echa jabón y... ya está, digo yo, no sé. —Pues hala, prueba —le hizo un gesto displicente con la mano para indicarle que ya podía retirarse. Su madre se había vuelto loca. Decidida y rematadamente loca. La pobre. Su trabajo, cuidar la casa, sus suspensos... Era fuerte, o lo parecía, mucho más que otras madres, pero al final, la edad, la mono... menopausia o lo que fuera, había podido con ella. Habría que meterla en una residencia para ancianos el día menos pensado. —Mam... Se quedó a medias. Su madre, tumbada boca abajo, intentaba tocarse el trasero con los pies. Felipe la dejó sola, rendido. ya pensaría en ello después. y atravesó el vestíbulo pisando justo por encima de donde el conserje. madres. cruzar la calle por el semáforo y un largo etcétera. ella le respondió con un simple y lacónico: —¡Bien! Ninguna prevención. ni los del señor Federico. acababa de fregar. madres La prueba final de que algo estaba sucediendo llegó al irse de casa. había que discutir. Echó a correr. saltó los escalones de tres en tres.. —¡Me voy! —anunció desde la puerta. Silencio. blandiendo su fregona como una espada. no meterse en líos. cerró la puerta de golpe.. evitó llevarse por delante a la señora Elvira. . —¡Mamá. pactar. la del tercero. prometer volver a la hora. nada. que no le dejaran salir. en pleno esfuerzo gimnástico. Y desde la terraza. me voy! —gritó aún más. el señor Federico. jurar portarse bien.Madres. Bueno. Ahora. adoctrinamiento. una venganza típicamente adulta. el peligro eran los castigos. que le tenía fobia al ascensor y subía y bajaba a pie. Con los dos cates de mochila. Ni los gritos de la señora Elvira. Por más que luego dijeran que se pasaba el día en su cuarto jugando con la consola y estaba blanco porque no le tocaba el aire ni hacía vida sana y que se iba a poner enfermo en invierno. literalmente aplastada contra la pared como una cornucopia. lograron detenerle. Por lo general. —Que no es eso. —Bueno. Ponerse una camiseta cualquiera o sacar la sucia. casi me condenan a la silla eléctrica. Ángel era su mejor amigo. En casa no le habían quedado más que dos opciones. no olerías nada. con un suspenso. Si tuvieras una nariz normal. donde ya se habían reunido algunos de los chicos del barrio. —Huele a un kilómetro. —Pues si a mí. Podían empezar a patear la pelota mientras esperaban al resto para formar los equipos. la mía le habla a la tele. Echaron a andar hacia el campo de fútbol. —¿Qué es eso? —señaló su camiseta. —Es mi madre —dijo—. —No seas burro. a ti. y de que al señor Federico le diera por ponerse a fregar el vestíbulo a esa hora? ¿Qué querían? ¿Que volara? Desde luego. Total. y hasta le grita. —Porque eres un narizotas. el mundo estaba majara. como la mía. —¿Ha habido bronca? —No. Cuando Ángel le vio llegar se quedó muy tieso.. Ángel se dio cuenta de que a su amigo le sucedía algo. —Vale. volvería a ensuciarla. —¿Qué va a ser? Mi camiseta. A fin de cuentas.15/103 ¿Qué culpa tenía él de que la señora Elvira subiera y bajara a pie a sus años. —Estaba haciendo gimnasia. —Y tú no seas idiota. Se rindió. —Dice que le ha hablado a la lavadora. Había escogido la segunda.. a pesar de las manchas. —La mía lo está siempre. . Está muy rara hoy. con dos. el olor y todo lo demás. Tenía tiempo de sobra para aprobar mates y lengua. Ya sabes que los mayores tienen días y días. Hoy te ríen una gracia y mañana eso mismo les carga y te sueltan un sermón. Va a piñón fijo. lo de la lavadora.16/103 —La mía hace puzles. No llegaron hasta donde estaban los demás. Prometía. Y más con todo un verano por delante. Felipe tenía el ceño fruncido y cara de muy malas pulgas. como guinda. Se había levantado tarde. Y. —Vamos a jugar —se decidió Felipe. hombre —le dio un codazo Ángel—. ¿Siempre? —Venga. extraño.. que no siempre están igual. El día era espectacular. las vacaciones en dos semanas y septiembre muy. Y. —¿Esto qué es? ¿Un concurso de madres raras? —Tú has empezado. había tenido que prepararse el desayuno. —Mi madre no —exhaló—. no se había duchado ni lavado los dientes. Felipe se sintió irritado.. muy lejos. ¿Iba a ser así todo el verano? Le entró un sudor frío. lo de la gimnasia. Total. . Nada. encima. El comportamiento de su madre era de lo más inusual. Es una fanática de los puzles. Ningún control. Miraron el campo de juego. la madre de Josema se presentó en el parque pegando gritos y se lo llevó casi a rastras. más que irse al suelo voló por los aires. Todos le habían aplaudido. para que no le marcara Ángel. Javi y Andrés. Felipe lo comprobó cuando se la hundió en el estómago. —En el campo no conozco ni a mi padre —le soltó Ángel. Ángel estaba en el otro equipo y le dio por marcarle. eran los que siempre escogían. —Si hubiera árbitro te expulsaría —dijo Felipe. Encima. y a él le escogieron el penúltimo. bestia! —protestó. —¡Eh. Eso lo habían oído hacía unos días de boca de Pedrinho. Tuvo que retirarse a la banda a recuperar el aliento. Más bien fue asquerosa. —¿Se puede saber de qué vas hoy? —se quejó Felipe. —Pero como no lo hay. que le sacaba un palmo y cuando lanzaba la pierna nunca sabía si iba a darle a la pelota o al rival. Decidió irse al otro lado. Felipe se fue al suelo. A la segunda entrada. Por suerte. y contra la parte más dura y pedregosa del campo. la estrella del equipo local.. A la primera entrada. Su amigo puso cara de inocente. como si fuera un torpe o no le quisieran. . Los dos que más sabían jugar al fútbol. cinco minutos después.Una mañana asquerosa No fue la mejor de las mañanas.. Lo malo es que en el otro lado estaba el bestia de Josema. Se dio un leñazo de mucho cuidado en el trasero. No tenía más que empujar el balón a la red pero. así que la escena fue muy interesante. Pero siguió siendo una pésima mañana. buscando la maldita piedra causante de aquel desaguisado. ..18/103 La madre medía dos palmos menos que Josema. le sirvió un gol en bandeja. a un metro de la línea de gol lo mandó a las nubes. Por fin pudo jugar más. Su nuevo marcador era Miguelito.. Obdulio. al que todos llamaban Obiuankenobi. Felipe se quedó mirando el suelo. un canijo. Ya estaban dos a dos. 19/103 . —¡Te voy a poner de portero! —le gritó furioso Javi.20/103 A la siguiente jugada pasó casi lo mismo. Era ya el último minuto y la pelota se fue a córner. Quedaba poco para acabar el partido. como si tuviera una pierna de madera. No tenía más que colocarlo a la derecha del portero con un suave toque. Y nada más sacar de centro. El gol no lo hizo su amigo. Todo ello en menos de un segundo. Gol. La pelota voló y fue a parar a la cabeza de Ángel. en plan figura. El balón fue directo a Felipe. Logró irse del defensa. y ya encarando al portero. ¡El penalti me lo han hecho a mí! Le bastó con ver la cara de su capitán para no insistir. Se concentró. —Quiero tirarlo yo —se quejó Felipe—... Lo hizo Javi. solito. que estaba solo. Le bastaba con despejarlo y ¡partido ganado! Lo que sucedió. Todos. . Se le fue más allá del palo. lo que duró el vuelo de la pelota tras el remate de Ángel. se lo metió él mismo. este le placó como si en lugar de jugar al fútbol lo hicieran al rugby. El defensa rival hizo un mal despeje y el balón le cayó a los pies. Penalti. lo consiguió.. Primero el lío. Iban a ganar. Tres a tres. y como los oponentes atacaban en desbandada. Felipe se quedó bajo los palos. finalmente el miedo. después el susto. intentó driblar al central. hubo que defender. Bajito o no. Ya perdían por dos a tres cuando hizo su gran jugada. No pudo ni coger la pelota. logró impactarla de lleno. aunque cerró los ojos. se metió en el área. fue de lo más extraño e imprevisible. el mismo Javi robó la pelota y marcó el cuarto gol.. Pero al contrario que a él. Para desempatar tiraron penaltis. —¡Qué malo eres! —¡No te vuelvo a coger más. —Qué mala suerte. ¿Y eso del ferpley? . poco menos que para matarlo. se le rasgó la camiseta y se dio con la rodilla en el poste. la culpa es de Mateo! ¿Dónde estaba Mateo. que cada día está peor. o se resignaba y se hacía el duro. aunque con efectos menos mortales—. A los pocos pasos le alcanzó Ángel. y llevaba las de perder. feliz por la victoria y como si no pasara nada. Mientras los del equipo rival rodeaban a Ángel para abrazarlo. Sus caras no eran nada amigables. Cuatro a cuatro. —¿Cómo que nada? ¿Te han castigado? —Creo que me quedaré a estudiar mates —Felipe le fulminó con una mirada tipo rayo láser. —Es culpa del campo. todos fueron a consolarlo. —¿Qué hacemos esta tarde? —le preguntó. al caer al suelo. Casualmente Javi falló el suyo y perdieron. —¡Qué pasa? ¡Llevaba efecto! ¡Y además. —Si es que esto es una lotería. que seguía en el suelo... —¡Huy. aunque lo de hacerse el duro.21/103 Y encima. —Nada. cómo te pones! —suspiró su amigo—. Felipe se cansó y sin despedirse emprendió el camino de vuelta a su casa. Se resignó. aunque falten jugadores! —¡Nenaza! O se peleaba con todos. eh? ¡El portero tiene que salir de puños! —¿Quieres ver mi puño? —le amenazó Mateo. los del suyo lo rodearon a él. Mejor esto que aguantar según qué. —¿Ah. Luego echó a correr porque Felipe ya se había agachado para coger una piedra. —¡Hasta luego. lo de que cuando uno se cae los rivales echan la pelota fuera o si le da un pasmo al portero no le chutan. —Nada. —¡Mira.22/103 —¿El qué? —El ferpley. —No se dice así. . pero así no. Ángel miró por encima de su cabeza fingiendo buscar algo con el ceño fruncido. paso! —le dio la espalda y se encaminó a su casa con un humor de perros. figura! —le despidió Ángel socarrón. —¿Y ahora qué? —se quejó Felipe. no? ¿Y cómo se dice? —No lo sé. busco la nube que llevas todo el rato encima. —¡Hola! Su padre...Marchando una pizza Llegó a su casa a una hora más que decente. Esperaba tropezarse con el sargento de guardia. Faltaban quince minutos para la hora de la comida. pero arriba de todo. Porque comprarle otra. Pero nada más abrir la puerta con lo que se encontró fue con el silencio. Su madre tendría que esmerarse para dejarla bien y que no se notara. Lo comprobó. salón.. Terraza. el cuarto de baño. Lo otro no. Casi la hora de comer y no estaba en casa. Su honor. La dejó en el cesto de la ropa sucia.. La rodilla era una herida «de guerra». Increíble. entre los suspensos y lo que costaban. habitaciones. con la camiseta rota. Y entonces oyó el ruido de la puerta al abrirse.. —A ver qué pasa ahora —puso cara de circunstancias. se quitó la camiseta y contempló el roto. Luego una voz. o sea. comedor.. Fue a su cuarto. con el roto por delante. su madre en plan inspector general. galería. No supo si volver a llevarla al lavadero o ponerla a la vista para que ella misma se diera cuenta del desastre. cocina. ¿Y si todavía estaba con lo de la gimnasia? —¿Mamá? Nada. . Su querida camiseta. la rodilla pelada y su orgullo pisoteado. para comer? —quiso dejarlo claro. Después de los dos cates era algo maravilloso. ¿de acuerdo? —Sí.. que sí —insistió para que no fuera a cambiar de idea. —Hola. —Yo la pediré. ¿De qué la quieres? Su padre parecía de buen humor. —Sí.24/103 Salió a recibirle. Felipe. Pero no. extraordinario. Ahora era mayor. como algo excepcional. Me ha llamado. Pensaba que su padre se mostraría extrañado. ¿qué hay? —Mamá no está. papá. verduritas y cosas así. . papá. A lo mejor si le pedía otra camiseta se la compraba.. bien ¿no? —Sí. —Hola. —Cuatro Estaciones.. Mejor la cautela. o incluso enfadado. Cuando era pequeño corría por el pasillo y se echaba en sus brazos.. de carne —se sacó la cartera del bolsillo y le tendió un billete de cincuenta euros—. —Pues ya está. —Siempre quieres pizzas —dijo su padre. vehemente. pero como voy a estar ocupado. cuando vengan pagas tú. porque sus padres eran de los de «comer sano». —Ah. ¿Pizzas? Solo pedían pizzas algunas noches. ya lo sé —dijo—. —¿Quieres pedir pizzas. y con las broncas de los suspensos. Los llamo yo. sí.. ¿Pedimos unas pizzas? Felipe abrió unos ojos como platos. sí —Felipe movió la cabeza de arriba abajo un par de veces.. —Que sí. aunque por la cuenta que le tocaba no era nada machista. Salió de la habitación dispuesto a todo.. Estaba jugando a matar marcianos con ella. —Le habrán subido el sueldo —murmuró Felipe—. el armario. . Y además ya hace buen tiempo. ¡Los cates eran los cates y los derechos humanos los derechos humanos! Llegó al salón y cuando se disponía a hablar con su padre. —Ay —suspiró mientras sentía un nuevo escalofrío. los cajones. estaba allí. Salió del cuarto de baño y fue a su habitación a jugar con la consola mientras esperaba la llegada de las pizzas. La consola no estaba allí. y llega el verano. La tenía su padre..25/103 Su padre desapareció en su habitación y él se metió en el baño para hacer pis. Buscó bien: la mesa. se quedó paralizado y con la boca abierta. Luego se estremeció. Nada más sentarse en su mesa de estudio se dio cuenta de algo. ¿Y si se la habían requisado por culpa de los dos suspensos? Le entró un sudor frío.. La consola. A pelearse con quien fuera si hacía falta. Todo el verano sin jugar.. su estupenda M-Box 97 Flash-up. Dos.... con el pelo de punta y la misma expresión de locura de un par de minutos antes. Felipe. ¿Aquel era su padre? Felipe estaba seguro de que ya nunca podría olvidar su expresión de locura.. agitándose en la butaca mientras sus manos le daban a los resortes del mando.Matando marcianitos Se quedó mirando a su desconocido padre como si fuera la primera vez que le veía. haciendo muecas. marcianos de las narices! —¡Papá! —¡Cállate. descompuesto. jadeando. ¿Quieres caña? ¡Toma caña!. venid. ¡Yeeeepppaaa! —¡Papá! Ni caso. emocionado. que voy a batir el récord! —dijo mientras casi saltaba de la butaca sin dejar de disparar con el mando. —¡Qué pasada! —gritó por fin. sudoroso. ¡Toma ya. Acabó la partida. ¡Bien!. —¡Vamos.. Felipe decidió tener calma.. —¡Así.. —No sabía que te gustaba la consola —dijo.. no me distraigas. Despeinado. Esperó un minuto. cerrando un puño en señal de victoria. Aunque desde luego era la primera vez que le veía así. —¿Gustarme? ¡Es genial! —Ah. ¡Huy!. así!. venid a por mí. bicho repelente!. asqueroso mutante.. pero se quedó en la butaca.. . —¡Que quiero jugar yo! —Lo siento pero me toca. . La mirada que le lanzó su progenitor no auguraba nada bueno. Avísame cuando lleguen. pero no molestes. ¡Voy a batir el récord otra vez! —Papá. estudia o lee o haz algo. Ahora su padre y la consola. —Entonces vete. —No seas plasta. que la consola es mía. Anda. venga.27/103 —¿Han traído las pizzas? —No. Déjame jugar —se dispuso a comenzar de nuevo. Allí estaba pasando algo muy raro. ¿Molestar? Primero su madre y la gimnasia. 28/103 . . El peor de los cataclismos. ya me acuerdo! —alzó las cejas—.. —Felipe. —No vas a ganarme. era su padre el que quería jugar con él. —¡Ja. —¿Por qué? —Porque cuando te gano te enfadas. ja! —se rió y añadió—: ¡Largo! —¡La consola es mía! —se desesperó Felipe. ¡Nada! . Una vida sin consola era. —Bueno. Bueno. ¡largo! Conocía el tono. No podía creerlo. Vaya si lo conocía.. La consola. El hombre hizo memoria. Por lo general. —¿Cómo que. confiscada. Mira qué bien. Era el mismo que había empleado el día de los suspensos. Eso sí hizo que su padre le mirara fijamente.. Su padre se puso serio.. ¿no? No. ya vale. no valía.. pues queda confiscada. —No. sí. —¿La pagaste tú? —Fue un regalo. Fue tan categórico que Felipe alucinó todavía más.29/103 —¿Jugamos juntos? —propuso el chico indeciso. pero él se negaba porque se creía muy mayor para ello. —¡Oh.? —Requisada por la autoridad competente —debió de parecerle gracioso el apelativo porque sonrió con sadismo—. con toda su desolación por bandera. que era estupendo. ¿Era eso? ¿Estaban poseídos sus padres? ¿Tanto como para que ella hiciera gimnasia.. Estaba sucediendo algo. Y pese a la furia y la desazón. un listillo-todo-matrículas. —¡Sí!. bang.. que cogió un libro. que ya había empezado la nueva partida... era eso? Intentó concentrarse en la lectura. pero tanto. le hablara a la lavadora. bang! . Recordó una película en la que unos extraterrestres se apoderaban de la voluntad de la gente. Una vez a solas... Lo intentó. ¡Toma ya!.30/103 Apretó los puños y le lanzó una mirada fulminante. Fue a abrir la puerta y oyó la voz de su padre. Felipe estaba verdaderamente inmerso en la lectura del libro... ni se enteró.. ¡Setecientos noventa mil!. guarro!. y a él le diera por matar marcianitos? Intentó leer. Veinte minutos después. aunque su padre. una máquina. Algo extraño y. Tanto. ¡Bang. y caminó hacia su cuarto igual que si pisara uvas. que seguía jugando en el salón. se sintió desesperado. ¿Querían un robot. No pudo. al final lo consiguió.. siniestro. Lo tenía claro. no estuviera a la hora de comer. ¡Muere. cuando el repartidor de pizzas llamó al timbre. Solidario y respetando los galones. la verdad. pero por una vez Felipe no la disfrutaba. Sus peores sospechas se confirmaron cuando su padre. —farfulló el hombre con la boca llena. sin hablarle de las mates o la lengua. se había apalancado un poco durante el curso. para que estuviera orgulloso de él? No. que no lo hiciera todo a última hora. Otro silencio breve.. —Qué bien —asintió el cabeza de familia. De un momento a otro le diría lo habitual: que estudiara. Felipe casi se tragó el trozo entero. —¿Lo has tirado tú? —No. Así me gusta. —Efta pizza eftá bueísima. —Muy bien —asintió su padre—. inventándose una prodigiosa jugada. Sí. ¿Le hablaba de la camiseta rota.. mejor no. —Papá… —¿Sí? —¿En qué piensas? . —¿Has marcado algún gol? —Me han hecho un penalti cuando iba a hacerlo. que el verano se iba en un abrir y cerrar de ojos y bla-bla-bla. que no dejara pasar los días. Lo de todos los años pero agravado por los dos suspensos. el capitán del equipo.El gran misterio La pizza estaba muy rica. le preguntó muy feliz: —¿Has ido a jugar al fútbol esta mañana? —Sí —respondió con el bocado a medio masticar. . ¿te encuentras bien? —De fábula —le dio un enorme bocado a la pizza y masticó con energía—. Ya tengo ganas de acabar de comer para volver a jugar. no. solo que al revés. no puedo. —Yo no hago eso —se defendió Felipe. si está bien —comentó su padre encogiéndose de hombros—. ¿por qué? —Podríamos ir a alguna parte. Eres joven. Era la misma conversación que habían mantenido una semana antes. Tengo la tarde libre. ¿sabes? No me extraña que no hagas nada más que jugar con ella. Estoy contento.. —¿Y cuándo juegas tú con la consola para tener tanta práctica? —Oh. ¡Seguro que llego al millón y cuarto! —¡Papá! —¿Qué? —¿No vas a trabajar? —No. No todo el mundo puede ser arquitecto o médico.. —¿Has hecho. porque has batido tu récord con la máquina? —Sí. Aquello tenía cada vez más mala espina. un millón noventa y dos mil? —Sí. Yo. no está mal —se hizo el chulo—. —No. Engancha mucho. hoy no. —Huy. —Bueno. Aquello era el colmo... un millón noventa y dos mil. eso es todo.32/103 —¿Yo? En nada. —Papá. he empezado hoy. ¡He batido mi récord! —¿Estás contento. ¿te parece poco? ¿Cuál es el tuyo? —Novecientos cincuenta y siete mil. A lo mejor te conviertes en campeón mundial de matar marcianitos. Llegó al salón e hizo una última tentativa. la abrió. salgo! —Mmm. que me voy! Esperaba el «no vuelvas tarde» o peor. Recogió la mesa. ah. cerró despacio y bajó la escalera peldaño a peldaño. Se sintió muy solo. que salía por el pecho. Hizo lo que le decía. bicho peludo!.. Cada vez gritaba más. Pero ni por esas. No vio nada. sin creerse lo que estaba sucediendo. —¡Papá... Muy mal. ven. ¡Vamos allá! Lo vio caminar en busca de su butaca y del mando de la consola. —¡Vale! Felipe caminó hasta la puerta. A lo mejor eran esporas y las había respirado. sí. —Recoge tú la mesa —ordenó el hombre y se puso en pie todavía masticando el último bocado de pizza—. ¡Vamos. —¡Papá. tú y quién más? ¡Toma ya! Era insoportable.. ¡No podrás conmigo!. porque no tenía ni fuerzas para discutir. porque desde luego sucedía algo y muy . —¡Aaah!. el «¿adónde vas?» preliminar al recordatorio de los suspensos. ¿Ah.. pensativo. Tuvo que cerrar la puerta porque el entusiasmo de su padre rayaba en la locura. salió. Cuando salió. sí. puso los platos en el fregadero y se metió otra vez en su habitación. O como el bicho de Alien. Puso música para no escucharle.33/103 Felipe se levantó y pasó por detrás de su padre buscando el lugar por el que los marcianos de verdad se habían apoderado de su cerebro. Una hora.. Leyó un poco más. los gritos seguían... Y su madre sin volver. 34/103 grave. —¡Jo! —resopló abatido. porque era demasiado temprano para reunirse con Ángel. . Cuando llegó a la calle no supo adónde ir. sentándose en el bordillo. frente a su casa. con o sin marcianos de verdad apoderándose de la voluntad de sus padres. . aunque reconocía que la novela era muy buena. ¡Ya puedes despedirte de la consola! Y se echó a reír alegremente.! ¡Un millón y cuarto. rojo. A un par de pasos del salón. Era lo único que le evitaba pensar en lo que sucedía en casa y le apartaba de las preocupaciones. que ya estaba en casa. como un crío. Fue de vuelta a su habitación. —Mamá.. Disfrutando como un niño.. —Hola. mamá. oyó ya sus comentarios y suspiros: —¡Ya.. ¿lo has pasado bien? —Sí. fue a darle un beso a su madre. cariño. Se sentía hundido. ya. ¿verdad? —¿No estará enfermo? —Qué va. sin ganas de nada.Y la guinda nocturna No llegó muy tarde. sí. bien! Se asomó por la puerta. eso sí. Eso fue todo. y por si acaso. —Hola. es que le ha cogido el tranquillo a eso. Su padre estaba desencajado. con los ojos fuera de las órbitas. ¿has visto a papá? —Sí. ¿Y si los extraterrestres eran ellos? Felipe comprendió que estaba realmente asustado. al libro. Creía que su padre habría acabado con la consola pero se equivocó. la mejor de las que había leído en los últimos tiempos.. Su madre en plan pasota y su padre. —Me alegro. Aguzó el oído.36/103 Se puso a leer y esta vez le costó más concentrarse. Pero tenía hambre. Y a ambos lados tenían sendos platos vacíos. —Ahora no. ¡Las nueve y veinte! En su casa se cenaba muy puntual. . Felipe. muy juntitos. Esperó la hora de la cena con un nudo en el estómago y la cabeza llena de malos presagios. siempre sano. sumergiéndose en la historia. abrazados en el sofá como una pareja de novios. era anormalísimo. como antes. Ah. ¡Bocadillos! ¡Nada de comida sana y-en-la-mesa! Cada vez le costaba más digerir todo aquello. Pero al menos. No.. porque su madre era una maniática de las «comidas-a-su-hora». ¿Seguiría su padre jugando como un loco? Se armó de valor y fue al salón. que está muy interesante. Conocía muy bien a sus padres. Las nueve y veinte y no le habían llamado para cenar. así que volvió a vacilar. y aquello no era normal. todo lo contrario. no sufrir pesadillas a causa de un estómago repleto. su padre ya no jugaba. Eso permitía hacer bien las digestiones. el libro logró capturar su atención y se volcó en él. Dejó el libro y asomó la cabeza al pasillo. Un sexto sentido le advertía del peligro. acostarse sin tener la cena como quien dice todavía en la garganta. desde que había nacido. Debía de ser divertida porque se reían como bobos.. y comer sano. Mucha hambre. Él y su madre estaban viendo una peli en la tele. Ellos sí habían cenado. Tanto que de pronto miró la hora y se quedó a cuadros. tan ricamente. Espérate a que pongan los anuncios. —Mamá. Por lo tanto se acercó a su madre y. .. —Y a ver. No tuvo más remedio que hacer lo que le decía ella. Felipe se quedó solo con su madre. A los dos minutos empezaron los anuncios. que no gritara.. Por lo menos hasta saber qué estaba pasando. ¿Correcto? —Sí. —ella se puso de cara a él sin cambiar de posición. —¿No has cenado? —No. —¿Llamado? ¿Para qué? —Pues para cenar. dos.. Tuvo suerte. . —¿Y esto? —sostuvo su mano... Los dos rieron de nuevo cuando a la protagonista se le cayó todo por el suelo. Una voz interior le aconsejaba que mantuviera la calma.37/103 —Pero. —Mamá… —le recordó que estaba allí.. —Mi brazo. que no se enfadara.. y cinco. —Mi mano —dijo él sin entender nada. si no me has llamado. —¿Qué es esto? —preguntó. tres.. —Veamos. las piernas dobladas sobre el sofá—.. Uno. Su madre alzó las cejas. ¿Quieres cenar? —Sí. —¿Qué quieres? —Cenar. Le cogió el otro brazo. cuatro. el izquierdo. —¿Y eso? —Bueno. Ella le cogió el brazo derecho.. —se puso a contarle los dedos—. Igual que si le pidiera algo muy raro. —¡Voy a hacer pis! —dijo su padre.. —Chissst. pero es que estaba furioso. Felipe. vete a la cocina! Hay pan. Felipe los dejó solos. Tienes lo necesario para hacer de todo. hijo! ¡Hala. Entonces ella gritó—: ¡Quique. Tanto como preocupado. Imposible decirles ya nada más. que te has pasado el día gastándome el nombre. Cuando se metió en la cama. incluso se pasó con el chocolate de postre. —¿O sea que tienes dos brazos. Era una venganza tonta. Y mucho menos preguntarles de una buena vez qué estaba pasando allí.38/103 —¿Te parece a ti que este es igual? —Sí. porque la cadena puso un último anuncio de autopropaganda que ya conocían. Tan panchos. Fue a la cocina. y todo funciona correctamente? —Sí —Felipe tragó saliva. empezaba a comprender por dónde iban los tiros. porque el que lo pasaba mal era él. ella se recostó sobre él y pasaron de todo menos de la película. se preparó un bocata. Se sentó en el sofá. como por ejemplo la cena. volvieron a cogerse de las manos como críos. y como no había vigilancia materna. embutidos en el tupper azul y zumo en la nevera —la película iba a continuar. —¡Mamá! —¡Ay. —Pues mira tú —la mujer hizo un gesto de lo más evidente—. dos manos y veinte dedos. a la hora que quiso. la peli! Su padre reapareció en el salón a la carrera. porque ni su padre ni su madre lo apremiaron para que lo hiciera y apagara . Se reían. se lo zampó con apetito. aun sabiendo que luego podía tener una mala noche y pesadillas. le dolía el estómago y por su cabeza solo volaban malos presagios.39/103 la luz. . 40/103 . El segundo día Durmió muy inquieto y tuvo tantas pesadillas que al abrir los ojos al día siguiente. «¡Resistiremos!». Porque. Orinó a la velocidad del rayo y todavía sin acabar de soltar la última gota salió a la carrera con el alma en vilo. «Mayo del 68 revisado». Porque se estaba haciendo pis. chillonas. Vaya que no. pero apenas si pudo dar un paso. Y si sus padres eran extraterrestres o habían sido abducidos por ellos. siempre inmaculado. buscaría un antídoto o algo así. normales no estaban.. No hacía gimnasia. «Abajo la dictadura de los insolidarios». Salió de su habitación para ir primero al cuarto de baño. Carteles con enormes letras de colores. desde luego. El de su puerta decía «¡Peligro!». «¡A las barricadas!». Tomaba el sol en biquini. pasó de Águila Negra y saltó de la cama dispuesto a enfrentarse a la verdad. espectaculares. que si no. Su madre estaba en la terraza. «Padres al poder». el corazón encogido y la mente a cuadros.. «Dad una oportunidad a los padres». «No nos moverán». Y al subir la tapa del inodoro. En el espejo había una pintada en rojo: «¡Huelga!».. «Somos espíritus libres». Se metió en el cuarto de baño. El pasillo. estaba ahora lleno de carteles pegados a la pared y a las puertas con cinta adhesiva. tarde aunque no tanto como la mañana anterior. . Se le doblaron las rodillas cuando empezó a leerlos: «Padres unidos jamás serán vencidos».. descubrió otra escrita en el interior: «¡Caca!». haces? —¡Huy. pero sin alterarse.. hola! —ella ni se movió. . —Mam. qué pregunta! ¿No lo ves? Tomar el sol tan ricamente —suspiró con profundidad y soltó un reivindicativo—: ¡Lo que me he perdido estos años! Felipe temía hacer la gran pregunta. «¡Huelga!». Allí el único «insolidario» se suponía que era él. —¿Qué. —Mamá —repitió casi bloqueado. —Me estás gastando el nombre... no encontrar la camiseta limpia en el armario.. no tienes que pedir permiso para nada. —¡Ah. bien..42/103 Un biquini ajustadísimo. sin enfadarse. —Mira. sí? —Lo que tú quieras.. y sin embargo sonaba a catástrofe. el sueño de todo niño. cielo. Haz lo que quieras.. como si por hacerlo fuera a quedarse sin algún rayo solar. O sea. —¿Mamá? —dijo completamente paralizado... hoy es.. Felipe —ahora sí su madre movió la cabeza para verle. sábado —tartamudeó. con toda naturalidad—. Bien. —¿Ah. —Es que.. Despertar a cualquier hora. «Padres al poder». el caos. la comida y la cena. olvidarse de la consola. sobre todo después de ver aquellos carteles pegados a las paredes. Un mundo sin leyes ni autoridad paterna. —¿Sábado? Ni me acordaba. Parecía un regalo de los dioses. —¿Todo? —Todo.. «Abajo la dictadura de los insolidarios». de color verde botella brillante. tener que hacerse el desayuno. no. ya vale —se rindió—. cogió el iPod que tenía a su lado. huelga! —levantó un puño al cielo y se puso a cantar—: «No. que pareces un disco rayado! ¿Quieres dejarme tomar el sol? ¡Estamos en huel-ga. Su madre alargó la mano. Felipe ya no pudo abrir la boca.. . no nos moverán.43/103 —Bueno. pareces tonto. Felipe. Ella. —Ay. Hora de irse. —¡Guao! —gritó enardecida. se encasquetó los auriculares y lo puso en marcha. a toda potencia. —Creíamos que ayer ya había quedado claro. ¿No has visto los carteles? —Sí. huelga? —¡No lo repitas todo como un loro. pero como no te dabas por enterado hemos hecho todos esos letreros para reivindicar nuestros derechos —y entonces le soltó la bomba tan alegremente. ¿Vas a decirme de una vez qué está pasando aquí? La mirada de su madre se hizo de lo más evidente. hijo.. porque lo hizo sonriendo feliz—: ¡Estamos en huelga! —¿En. no nos moverán». No. Rock duro. no. Dejó que superara una vez más su récord. Ya estaba en un millón y medio de puntos.. o las dos cosas a la vez.. Es que verás. Más y más alucinante. Papá. Ahí estaba la prueba. —¿Tú también? —Sí. feliz como un niño con zapatos nuevos. Una pasada. oye. Se dio cuenta de lo desagradable que era. —Papá… —metió baza Felipe antes de que empezara otra partida. . No se atrevió a interrumpirle.. —¿Qué? ¿No ves que estoy jugando? ¿De qué le sonaba eso a él? Lo mismo que decía cuando sus padres le interrumpían. su padre le miraba con cara de fastidio y aburrimiento—. quiero decir que. y mientras. —Pues ya está. Bueno. —finalmente se vino abajo—. Jamás hubiera imaginado que un adulto consiguiera algo así. es eso: que estamos en huelga. Creía que no tenían bastantes neuronas. Pero sí. —¿No te lo ha contado tu madre? —Sí. claro.. Despeinado. —Papá. medio histérico. que esto ya. —¡Un millón quinientos nueve mil doscientos setenta y cinco! —cantó el hombre. moviéndose como si tuviera un ataque de epilepsia... sí... o reflejos. ¿qué pasa? —¿No has visto los carteles? —Sí. Yo. feliz.¡Huelga! Su padre seguía con la consola. —no había forma de que encontrara las palabras adecuadas. su progenitor le daba febril a los mandos. Todos somos iguales.. no hacer caso. ¿Quieres comer? Te lo haces tú. ¿y eso te da licencia para todo? Suspender. —Ah.. —No entiendo nada. o unas semanas. pero podemos dejarlo en suspenso por unos días. Esto es una democracia: el poder del pueblo para el pueblo. eso queda claro porque no tienes dinero para comprar nada. —¿Ah. —Eso es absurdo —dijo. —Pero… no es justo. Era la primera vez que oía algo semejante. Estamos en huelga de padres. Tomarnos un respiro. no estudiar. ¿Quieres ropa limpia? Te la lavas. a ver? —Soy un niño. quejarte. no recoger nada de tu cuarto o de la . asumiendo tu responsabilidad. Nosotros ya no vamos a discutir más. Y eso es lo que hemos decidido hacer —se llenó los pulmones de aire—. así que desde hoy. La nevera estará llena. —Ya. ensuciar. —Pues es muy sencillo —su padre dejó el mando de la consola y se puso serio—. no tus esclavos. —¿Por qué? —Porque siempre seréis padres. No sé cómo no lo hemos pensado antes. —¿En huelga de qué. pero eso sí. descuida. a ver? —Pues de padres —asintió el hombre con toda naturalidad—.45/103 —No podéis hacer huelga. Somos tus padres. poner mala cara. enfadarte. El chico buscó argumentos y el único que se le ocurrió fue: —¿Es un juego? —No. ¿Sabes algo? Es fantástico. Pero de padres. ¿Quieres salir? Sales.. no? —le observó perplejo. Felipe sabía lo que era una huelga.. o unos meses. —¿Por qué no es justo. pasar olímpicamente. e. quedarte ciego con la consola. —¿Te has duchado? —preguntó. tomarnos el pelo como si fuéramos tontos... —Vale.. ge. —Quiero decir que yo no hago todo eso adrede. —¡Jo! —Felipe.. —¿Y dices que no nos tomas el pelo? Hijo: haces siempre lo que te da la real gana. Huelga.. Anda. no —lo dicho y más se lo sabía de memoria—. déjame continuar que quiero seguir batiendo mi récord. pero he leído un libro.. —¡Ya vale!. al menos una vez a la semana? —No. u.! —pareció darle un ataque de éxtasis—.? —No es hora de negociaciones —volvió a coger el mando de la consola—. —¿Te has lavado los dientes? —No. es que.. . ¿no? El hombre le miró por última vez. Chao. Su padre cruzó los brazos. —Vaya con qué me sales. a. —¿Has llamado a la abuela como quedamos. ¿y si. —No. ¿Lo pillas? Pues vale. ¿Quieres que lo grite por la ventana? ¿Doy la exclusiva en Internet? ¿Me desmayo? —No —Felipe bajó la cabeza contrariado. —¡Oooh. ¿Sigo? —No. —levantó las manos con las palmas hacia afuera y dijo—: Nosotros también.. pardillo..46/103 mesa.... —¿Has estudiado matemáticas o lengua? —No. Por lo tanto. ele. Pero no es justo —repitió. Luego se lo deletreó: —Hache. como un general derrotado. Aquello iba en serio. Primero su madre. el mundo era diferente. . Abatido. Vaya que si iba en serio. y tras tomarse otra ración de cereales con leche salió a la calle igual que un preso con la libertad condicional recién conseguida tras haber estado treinta años en una prisión. Porque aquella mañana. ahora su padre. Felipe fue a su cuarto pasando de ducharse y lavarse los dientes ya que nadie iba a controlarle.47/103 Volvió a poner en marcha la consola e inició una nueva partida. —¿No había una oficina del menor o algo parecido? —Ni idea.? ¿Cómo se llama. ¿no? Bueno. —Pues debería haberlo —siguió sumido en su confusión Felipe.. pero que yo sepa no hay un sindicato de niños... —¿Huelga? —se sorprendió. Lo sé porque mi tío . y nadie hizo nada en dos semanas. —Eso dicen. —Hace poco hubo una huelga de pilotos y no volaba ningún avión —dijo Ángel—. ¿los mandados a los que mandan? —Sí.. Podían darle vueltas y más vueltas y la única realidad era que Enrique Puig Bellacasa y Sonia Brunell Martínez se habían declarado en huelga. quiero decir que todos lo somos. Luego. Estaban en un callejón sin salida. —¿Los que negocian no son siempre los sindicatos? —Sí. ¿no? —¿Y cómo van a hacer huelga los que mandan? —El mundo al revés —respondió Felipe.Caminos sin salida Ángel abrió unos ojos como platos cuando se lo contó.. —Pero ¿eso no es cuando los de abajo piden algo a los de arriba? O sea. —¿Y cómo vas a arreglarlo? —se preocupó Ángel. ¡El defensor del pueblo! —¿Y tú crees que ese señor me haría caso a mí? —Eres parte del pueblo. exteriorizando sus pensamientos. se declararon en huelga en una fábrica.. Ni siquiera sabían si existían precedentes.? El que defiende. —¿No está ese... En el caso del trabajo y las huelgas se llama «pactar». los de abajo sonríen porque habrían bajado a cuarenta y los de arriba suspiran porque habrían llegado a sesenta. Después de más días de huelga.49/103 Agustín era uno de los que estuvieron en huelga de brazos caídos. pero en el fondo cincuenta-cincuenta es lo justo. Felipe estaba impresionado por lo mucho que sabía su amigo. sin salir a flote. pero ¿cómo? —Lo de los aviones. no tiene gracia. Cada bando debe demostrar su fuerza y de paso ver si el otro cede. —Como cabras —se solidarizó Ángel. —Estoy perdido —dijo y dejó caer la cabeza sobre el pecho. —Pues si era lo que querían desde el principio. tranqui. volvieron a sentarse a dialogar y entonces todo se quedó en un cincuenta-cincuenta. —Ya. —¿Cómo lo arreglaron? —Pactando. pero por lo menos se enteraba. sí. —Negociarán. ¿por qué no empezaron por ahí y todo se habría acabado antes? —se extrañó Felipe. Se hundieron en sus pensamientos. Luego todos dicen que han ganado. —No es diplomacia. que era lo que en el fondo querían todos desde el principio. Las negociaciones se rompieron a lo bestia cuando unos dijeron que no bajaban de ochenta y los mandamases dijeron que no pasaban de cuarenta. Luego unos dijeron que noventa y los jefazos que treinta. Ellos pedían cien y los mandamases ofrecieron veinte. La diplomacia es para los países. Es otra cosa. . —Qué asco todo eso de la diplomacia —suspiró Felipe. No le servía de nada. —Están locos. no sé. pero en la fábrica. —Supongo que si se ponen de acuerdo de buenas a primeras. . más paga semanal. —Anda que como se lo cuenten a tus padres.. eso seguro que les desbarata todo el tinglado.! Después de tan gráficas y lúcidas expresiones.. —¡Ay. —Ah. no.... Dios! —se estremeció con los ojos desorbitados.. —¡Puf! —¡Pfff. Eso los volvió a sumir en el silencio. si tú cumples. —Si es que. —¿Tú crees? —Si no comes.. Ni siquiera tenían ganas de jugar. más. —Pero se cansarán. —¿Pillo algo.. Será una rendición total. en pleno verano? —No sé dónde podrías contagiarte la gripe. Abatidos. y si encima te pones enfermo. Como la cera. —¿Qué quieres que les pida a ellos? —No sé. Ángel se quedó blanco. Pactar significa que cada cual da algo y renuncia a algo. Ahora mismo no conocemos a nadie enfermo. —rezongó uno. Ángel lo remachó diciendo: —Lo tienes chungo.50/103 —Ya. Huy. más horas de jugar a la consola. —Ya —corroboró el otro. adelgazarás y todo eso. se quedaron en silencio durante un buen montón de segundos... Dejó de hablar porque Felipe le miraba con incredulidad. me exigirán todo y yo no podré pedir nada a cambio.. —Tope. —Y que lo digas —le secundó el otro. o un simple resfriado. —¡Jo! —se quejó uno. . . el mundo acabó de hundirse bajo sus pies.51/103 —¿Qué te pasa? Su amigo se lo soltó igual que una bomba: —¡Tu madre y la mía se veían hoy para no sé qué cosa! Ahora sí. Felipe atravesó el pasillo como un explorador perdido en el desierto atraviesa las dunas ardientes que le envuelven por todas partes. No era justo. ja. Lo mismo el pijama al levantarse. «Besos». No quiso mirar los carteles. ja. Se ponía un día unas y al otro otras . Te queremos». uno del Plus sin descodificar. ja! Besos. estudiara. Toda la vida insistiendo en lo de que comiera bien y ahora dejaban que se las apañara. O peor. Ni tocarlos. «Te queremos». ja». Se le quitó el hambre de golpe y fue a su habitación. exactamente donde la había tirado o dejado caer él la noche anterior. Abrió la nevera y fue como si mirara un programa de la tele sin voz. ¡Estaban en huelga! Felipe miró la cocina con amargura. hemos salido a comer fuera y pasarlo bien. ¡Pues qué bien! Ni siquiera una palabra con relación a que comiera. Se metió en la cocina y allí. La cama por hacer. «Ja. El silencio era absoluto. que nunca se acordaba de airear en la repisa de la ventana para no «perfumar» el ambiente. Nada. ¡Ja.. vio el mensaje. la ropa por el suelo.. o las dos cosas. ¡nada! Pasaban de él olímpicamente. No sufras si llegamos tarde. Encima cachondeo.Solo en casa Cuando llegó a su casa sus padres no estaban. «Querido hijo. A lo mejor vamos al cine. en la nevera. o a bailar. No faltaban sus olorosas zapatillas deportivas. Se sentía la mar de raro.53/103 para alternar. —Es como si yo ya no formara parte de esto —se dijo de pronto. le dio a la tecla correspondiente y luego lo puso en marcha. así que regresó a la cocina y volvió a abrir la nevera. inhóspito. O conectarse a Internet y lo mismo. Lo del filete era más complicado. Sacó un brik de caldo y de la parte baja. Llenó un cazo con el caldo. un filete congelado. Encima. porque sus pies eran una fábrica de aromas pútridos. no tenía ni ganas de aprovecharse de las circunstancias. Una selva. También podría ver la tele. Podría coger la consola y pasarse toda la tarde disfrutándola. Metió el filete dentro. y que luego acababan negociando. para reivindicar sus derechos. con la moral tan baja y el humor de perros. Se imaginó toda su vida de niño teniendo que prepararse cada día el desayuno. No era él. No. le añadió los fideos y lo puso todo a calentar.. Acabó comprendiendo que tenía hambre. En la despensa encontró un bote de cristal con fideos. presionaban. El mundo no era perfecto. ¿Cuándo sería eso? . Se sentó en una silla a esperar con la cabeza dándole vueltas. Otro estremecimiento.. primero. el refrigerador. pero en el microondas había un programa de descongelación. navegar de un lado a otro. llamar a Ángel y que fuera a su casa para jugar juntos sin miedo a broncas. Se había convertido en un lugar extraño. Tampoco debía de ser tan difícil prepararse algo que no fuera un bocadillo. la comida y la cena. escuchar música a todo volumen. Ángel le había dicho que los huelguistas. Un desastre. en un plato. Ya los veía como marcianos. la sacó del fuego. así que lo puso en una sartén. Después fue a su cuarto. cuando lo hacían de manera frugal o solo estaban él y su madre o él y su padre. colocó las zapatillas en la ventana y estiró las sábanas para dar apariencia de que se había hecho la cama. El filete ya estaba bastante descongelado. con antenitas y todo. Lo preparó todo y. lo de cocinar. y encima. hala. El filete casi se le puso negro por uno de los lados. La sopa estaba ardiendo y se quemó la lengua. Luego dejó los platos y los cubiertos en el fregadero y se los quedó mirando absorto. a esperar que se hiciera. por haber utilizado demasiado aceite. No fue al comedor. Si encima le prendía fuego a la casa.. Los lavó. . todo se le antojaba una montaña. lavarse la ropa. ¿Faltaba algo? Sí. Comió sumido en sus pensamientos y de postre se tomó un yogur. Iba a tener que lavarlos. Se quedó en la cocina y dispuso la mesa en la que solían comer o cenar a veces. «Ellos». Se asustó.54/103 Aunque solo fueran unos días.. No era mucho. Cuando la sopa de fideos se puso a hervir. recogió la ropa. pero fue un mal menor. pero al menos le ponía buena voluntad. Al final todo salió mejor de lo que esperaba. «Ellos» tendrían que valorarlo.. una llamarada rojísima envolvió la sartén por unos segundos. aceite.. 55/103 . Fue al teléfono para llamar a Ángel y.. Sus padres. el aparato se puso a sonar. Y su amigo le soltó la bomba. y por el tono de voz. —¡Mis padres también se han puesto en huelga! .. justo cuando iba a coger el auricular del inalámbrico. si estaba bien.56/103 ¿Y ahora qué? La tarde era suya. —¿Sí? —¡Felipe! No eran sus padres. —¿Qué te pasa? —se alarmó. preocupados por saber si había comido. más bien un grito. era Ángel... Podía hacer cualquier cosa. seguro. ? —¡Sí! —gritó su amigo—. tipo «Si te quedas sin calzoncillos limpios. Decían que teníamos derecho a muchas cosas.. algún beso. —Se han vuelto locos —suspiró abatido. y se han ido al cine con tus padres. —Tiene que haber leyes contra lo de la huelga de los padres. te lo juro! «Tienes derecho a comida. —Vamos a mirarlo. hasta en los armarios. Carteles por toda la casa. tan ricamente.. Era casi un veterano.. ¿Te lo puedes creer? Felipe ya se lo creía todo. allá tú. única. hay que lavar los sucios».. pero eso es todo! ¡No van a darme nada salvo un techo. Temían que los teléfonos estuvieran pinchados.La plaga se extiende Se reunieron en el parque. que por algo eres nuestro hijo. hombre. porque no trabajo. para evaluar la situación.. La situación era dramática. —Lo mismo que tú —le dijo Ángel—. —¿No hablamos el año pasado en clase de algo llamado «Los derechos del niño» o «Los derechos de la infancia».! ¡Lo pone así mismo. . La situación era grave. lejos de los demás. seguro —dijo Ángel cruzándose de brazos. Y eso que la teoría de la abducción y la conspiración extraterrestre le gustaba más. cama.. extrema. pero nada más». —¿Cómo lo averiguamos? —Por Internet. cama y algún beso. ¿Y sabes lo peor? —¿Puede haber algo peor? —¡No van a darme paga semanal! ¡Dicen que comida no faltará. 58/103 —¿A tu casa o a la mía? —Da lo mismo. —¿Quién te ha hecho la cama y ha recogido la ropa? —Yo —respondió Felipe bajando la mirada. —Vaya —no supo qué decir su amigo. No hay nadie en ninguna de las dos. Muchas páginas de diversa índole. no. Teclearon las cuatro palabras y nada. Nada más entrar. Los leyeron uno por uno. pero ninguna tan clara y precisa como la que hablaba de la infancia. el chico abrió los ojos. con mucho cuidado.. Cuando se metieron en la habitación. ¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí? —Lo tuyo es reciente. Al momento aparecieron tropecientas páginas hablando de ello. Volvamos al parque —sugirió después de unos segundos. tonterías y demás historias. —Los padres no tienen derechos —dijo Ángel. —Pensé que. No sonaba muy convincente—. —¿Qué miras? . La casa de Felipe estaba más cerca. Ángel se topó con los carteles reivindicativos. —Podemos «exigir» nuestros derechos —propuso Ángel. —¿Lo ves? —se animó Ángel—. y cuando estuvieron en Internet teclearon «Derechos del niño». blogs. Yo ya llevo más que tú con esto. pero por ninguna parte se decía qué hacer en caso de que los padres se declararan en huelga. ¡Tenemos derechos! Abrieron la primera. así que fueron a ella.. —¿Otra vez? —Sí —Ángel paseó una mirada cejijunta por las cuatro paredes de la habitación. —No. Se sentaron delante del ordenador. —¿Y si ellos «exigen» los suyos? —Mira a ver si también hay «Derechos de los padres». si es una buena táctica. Aquello era sin duda genial. Un puro destroyer. —¡Algo habréis hecho! —tronó Iker deteniendo su tartamudeo a dos voces—.. ni idea. vámonos. se acercó a su oído y le preguntó: —¿Cómo sabes que no te han puesto una cámara? —¡Estás paranoico! —¡Chissst! —le cogió por el brazo y tiró de él—. no tenemos. No tuvo más remedio que seguirle. No podían. Anda. como una guerra! Felipe y Ángel abrieron y cerraron la boca sin decir nada..... Los padres no se levantan un día y piensan «Voy a ver de qué forma fastidio hoy a mi hijo» —se enfureció aún . —¡Sí! ¡Vuestros padres están llamando a todos los del barrio y el cole! ¡Quieren que se sumen a una huelga! ¡Incluso han amenazado con hacer piquetes si alguna madre no cumple y se ablanda! ¡Esto es. —¡Queréis hablar! —los amenazó Iker con un puño cerrado que más parecía una maza..59/103 Su amigo bajó la voz.. Apagó el ordenador y regresaron a la calle discutiendo sobre aquella locura de la cámara espía. —. —¿Cómo te crees que pillan a los políticos y les graban sus conversaciones telefónicas? —insistía Ángel—. —¿Se puede saber en qué líos os habéis metido? —les soltó sin andarse por las ramas... —Nosotros.. —. —¿Nosotros? —exclamaron al unísono. Se les cruzó por delante y los aplastó con la mirada. Se llamaba Iker y era un auténtico peligro. ¡Les ponen cámaras hasta en el retrete! Nada más entrar en el parque apareció uno de sus compañeros de escuela y de juegos... —¡Si hasta tú mismo lo dices a veces. Que corra la voz —dijo en plan conspirador. y te ríes! Felipe iba a estallar. Iker casi pegó su nariz a la de ellos. a las diez. Si encima le fallaba su mejor amigo. —¡Es la verdad! ¡Fueron tus padres los promotores de este desaguisado! ¡Y es porque tú siempre te pasas un montón! —Eso no es cierto. Demasiado.60/103 más—. —Mal amigo —se enfadó sintiéndose acorralado. —Ahora eso ya da igual —reflexionó Iker cediendo en su agresividad pero sin perder el mal humor. —Mañana por la mañana todos aquí. —Todo empezó con él —Ángel señaló a Felipe.. . Ponerse a discutir resultaba de lo más absurdo cuando lo que se les avecinaba iba a requerir de toda su energía. Se quedaron pensativos. La situación era grave. ¡Una huelga de padres es lo más gilipollas que nunca había oído! Una señora que caminaba cerca le miró disgustada por su lenguaje.. pintando. hola cielo. allá tú. Su madre debía de ser seguidora de aquel tipo que se había cortado la oreja por no vender nunca un cuadro. —Tú no tienes gusto —dijo—. el mar violeta y la montaña naranja... ahora pintar.. ¿eh? —¿Bonito. Bonito. Pero. las calles. luego tomar el sol en biquini. suponiendo que aquellas manchas informes reflejaran mínimamente el panorama. La esperanza de que las aguas hubieran vuelto a su cauce se disipó de inmediato cuando vio los mismos carteles en el pasillo y encontró a su madre en la terraza.. Suspendiendo como suspendes —se encogió de hombros—. Van. Ni lo tendrás.. en el cuadro el cielo era rojo. ¡Pintando! Se le acercó por detrás y desencajó el rostro. el mar a lo lejos. las casas verdes.El tercer día Por la mañana se despertó a las nueve y veinte. ¿Qué haría al día siguiente? —¿Mamá? —Ah.. En el techo.. Se suponía que pintaba la escena urbana que se veía desde allí: las casas. claro. la montaña al fondo. la mancha que representaba a Águila Negra empezaba a sentirse muy sola. ¡Van Gogh! Primero la gimnasia. Van.? ¿Eso? Su madre hizo un gesto de pasar de él. Habían hablado de él en clase de literatura al ver algunas de sus obras.. Felipe se sintió herido en su amor propio. . Una pena. Recordó la asamblea de niños del parque y saltó de la cama muy rápido... pero a mí me da lo mismo. buenos días. Ahora que podremos viajar. se lavó los dientes. o cualquier cosa. o había quedado con Ángel. —¿Papá. Nada más divisar la zona de la reunión comprendió que aquello iba a ser peor de lo que imaginaba. llevó la ropa sucia a la lavadora. Allí se habían congregado ya dos docenas de niños y niñas.. o a Kenia.. y él le decía que no.. Y tampoco quería escuchar los «planes» de sus «nuevos» padres. incapaz de razonar.. Se despidió solo por educación. desayunó. Cuanto más abría la boca era peor. cien por cien tempestuoso. ¡que te diviertas! —le deseó su madre.. . se vistió mientras se daba cuenta de que en el armario cada vez quedaba menos ropa limpia y a las diez menos cinco salió de casa. que tenía partido. como si en el fondo le diera vergüenza ir con su padre siendo. Se duchó. Sino muy. —¡Me voy! —Muy bien. jugar al fútbol juntos. Para eso estamos en huelga. visitar museos.? ¿Haciendo footing? —Para ponerse en forma. Le faltaban palabras.62/103 —¿Te da lo mismo que suspenda? —Ahora sí.. Se irían a China. Ya no pudo decir nada más. —Está haciendo footing —le anunció su madre. «Ellos» luchaban por una vida mejor y más digna.. ¿tan mayor? Ahora no se sentía especialmente mayor. Cada día era peor. y le dejarían solo.. Luchamos por una vida mejor y más digna. —¿Y papá? Los domingos su padre siempre le insistía en ir de paseo. Llegó al parque más y más alucinado. Iban a dejarle solo. o a Colombia. arregló su cama. con el cerebro del revés. muy niño. una que medía ya tanto que jugaba al baloncesto de pívot. .! Esta última afirmación hizo que todos los chicos y chicas mirasen impresionadísimos a la niña que lo había dicho. —¿Y eso qué es? —¡Que el día menos pensado nos hacen pagar todo lo que hemos roto. a sangre fría. eh! —impuso su voz Iker. —¡Mi madre se ha ido a bucear! —¡La mía se ha comprado un saxo! —¡Mi padre ha decidido volver a actuar y se pasa el rato recitando poesías con una pose de lo más ridícula! —¡El mío dice que quiere ser escultor! —¡Mis padres se pasan el día dándose besitos y arrullándose como si fueran novios. Luego volvieron a hablar todos a la vez. ¡Ya está bien de quejarnos y lloriquear! ¡Es hora de pasar a la acción.. ¿vale? —¿Y qué hacemos? —preguntó Mariví. en voz alta. que por momentos se convertía en el líder de todos ellos—. lo apuntamos en el “debe”». se ríen por todo! —¡Yo anoche rompí un jarrón y ni me gritaron! ¡Como si nada! Y cuando les dije que lo sentía me contestaron: «Tranquilo. hijo. y con deliberado sadismo. que nosotros no somos mancos!. y parecen TAN felices.63/103 Y llegaban más. tratando de hacerse oír unos a otros. para nada! —¡Los míos ni se enfadan.. El silencio duró por lo menos tres segundos. Era como ver en directo una película de terror en la que el psicópata de turno va matando al personal uno por uno. —¡Eh. exclamaciones. —¡Los míos ya no discuten por mí. digo yo! El horror llegaba cada vez a límites más insospechados. Cada declaración superaba la anterior. La discusión estaba en su apogeo. Gritos. cuando seamos mayores y trabajemos. Los primeros días son los más críticos porque las posiciones se radicalizan. Se supone que lo hacen por nuestro bien. mejor callar. Las huelgas se hacen para conseguir algo. —Exacto. Nos dicen: «¿Veis lo que pasará si esto dura?».. Luego llega la hora de la razón y todo el mundo se sienta a negociar. la más sensible de todo el grupo. Después de lo que había dicho Iker de que la culpa era del primero. ellos tienen el poder —dijo Antonio remarcando esa última palabra con pánico. tía. Nos están educando. ¿no? Todos le echaron un cable. ¿Qué tiene que ver lo de la huelga con que. Ahora nos están poniendo a prueba. Felipe y Ángel. —Claro que sí. Aunque la palabra «educar» hizo estremecer a más de uno. tienen más tiempo para hacer lo que nunca pueden hacer y querrían hacer. Vale. —Por eso nos tuvieron.. porque sus padres habían iniciado el movimiento de los «indignados huelguistas paternos». Se llamaba Perla y era de las más pequeñas.64/103 —Sí. por si acaso. no duran siempre. —Pero ¿por qué lo hacen? —preguntó una niña llamada Carlota—. .. —Pero. se pongan a hacer cosas raras? —Como pasan de nosotros. o aquello a lo que renunciaron al casarse y ser padres —explicó Mariasun. de pronto.. nos quieren. pues ya lo sabemos. La niña se quedó momentáneamente tranquila. —No perdamos la calma —Iker extendió las dos manos con las palmas hacia abajo para dar mayor énfasis a sus palabras—. —¡Nos aplastarán! —se puso apocalíptica Teresa. Os repito que es mejor no perder la calma. Otra niña se echó a llorar. no abrían la boca. —Escuchad —volvió a tomar la palabra Iker—. Y la sola idea de «negociar» con los padres se les hacía una montaña. yo qué sé. Pero ya estaba todo dicho. No van por ahí los tiros. —Pues anda que el mío. pero el que tiene un hijo que ya aprueba lo que querrá es que sea puntual o. a cambio. Mañana nos contaremos lo que hemos conseguido. pegarán cuatro gritos y ya está. no. cosas así. no —insistió Iker—. —Negociad —repitió Iker—. así que tendréis que negociar uno por uno. Un padre querrá que su hijo no diga tacos. No había otra opción. No somos una fábrica con un comité.65/103 —¿Y qué es lo que quieren. Cada uno de vosotros preguntará a sus padres qué es exactamente lo que quieren. jugar más tiempo con la videoconsola o tomar dos helados en lugar de uno en verano. Hay que pactar. como me cuenta mi padre que pasa donde él trabaja. les propondremos contrapartidas. y entonces. ¿vale? . Vaya si lo pillaban. Por eso la negociación no puede ser colectiva en este caso. ¿Lo pilláis? Lo pillaban... Los murmullos de abatimiento y desánimo se expandieron por doquier. —Y el mío. cosas que cada cual también quiera mejorar. Nos lo exigirán. —Y el mío. —Para eso no hace falta negociar —dijo Elisenda—. para tomar nota unos de otros. y el otro que estudie.. —Contra… ¿qué? —preguntó el burro de Fernando. —Contrapartidas. como llegar más tarde a casa. que nos portemos bien SIEMPRE? —exclamó Berto. lo pillaban.. —No. —Mis padres lo querrán TODO —suspiró Josema. Cada cual es su propia empresa. 66/103 Asintieron con la cabeza muy poco convencidos.. . —Menudo verano nos espera —musitó Ángel.. Felipe pensó que si solo fuera el verano. . Por lo menos nadie les había echado las culpas. —Menudo marrón. Otros jardineros creían que el parque era suyo y les soltaban gritos a la más mínima. Puras furias. Vivía y dejaba vivir. —Si es que la vida te da cada susto. —Ya.. ¿Qué os pasa? —Nada —se encogió de hombros Felipe. . Era un buen tipo. la naturaleza. —¿Y quién no? —Laureano chasqueó la lengua con un deje de ternura—.. el jardinero. —Tenemos problemas en casa —dijo Ángel.. Por algo era el jardinero. Felipe y Ángel se apartaron y se ocultaron detrás de unos matorrales. afable y cariñoso. Laureano no. como si cada piedra tuviera que quedarse donde estaba y cada matorral tuviese que conservar todas sus hojas y no caer ni en otoño.La lección de Laureano La asamblea del parque terminó y los atribulados asistentes se marcharon en todas direcciones. los árboles. Además. pero cuanto más pensaban en el asunto más les caía la moral a plomo. Se sentaron en el suelo en silencio y a los pocos segundos apareció Laureano. bonachón y simpático. No querían ponerse filosóficos. ni fatalistas. —Menudas caras —les dijo rastrillo en ristre—. estáis en la edad. otros se quedaron por allí formando grupos. —Pues para no pasar nada. Unos a casa. —Y que lo digas. Y eso que adoraba el parque. Deben de estar hasta el gorro para llegar a eso. tú lo has dicho —le recordó Felipe. Y si lo recuerdan. . Se olvidan de que un día fueron niños.68/103 —Los padres nunca lo entienden. —Vaya —el jardinero movió la cabeza de arriba abajo y su cara denotó expectación—. —Tampoco es para tanto —refunfuñó Ángel. —Todo depende del punto de vista —matizó Laureano. quieren que todo sea distinto. Daba gusto hablar con alguien que los comprendía. —Los nuestros se han puesto en huelga —confesó Felipe. posiblemente peores que vosotros. —Somos niños. 69/103 . .70/103 —Pero no tenéis licencia para matar. Felipe y Ángel volvieron a hundirse en sí mismos. —Bueno. Pero de niño lo que soñaba era con ser reportero del National Geographic y viajar por todos los rincones del mundo. Me gusta mucho. De todas formas todos hemos pasado por esto. espera —le detuvo Felipe—. ¿Cómo que «todos hemos pasado por esto»? ¿Qué quieres decir? —Pues que lo que me contáis no es ninguna novedad. no? —¡Quía! —el jardinero soltó una risa—. —¿Y qué pasó? —Que me lo tomé a chunga —su rostro se ensombreció un poco—. bueno.. O sea. —No. ya me veis —puso cara de resignación—. a . te perdiste? —No pude estudiar por las malas notas. No me quejo. Así que seguí con mi rollo y. como el 007 ese de las películas. Entonces aprendí a cocinar. que a fin de cuentas era su hijo y me querían... Pensé que ya aflojarían. y menos en una colectividad familiar.. Felipe y Ángel volvían a estar pálidos. —Oye. no sois los primeros ni los últimos. saboreando la vida salvaje y la naturaleza. y mucho menos los únicos. Dio un paso para alejarse de su lado. me gusta ser jardinero. Eso me lo perdí por cabezón.. —Ya te pones de su parte. —¿Qué. que no tenéis licencia para hacer lo que os dé la gana. —¿Ah... tuve que trabajar desde los dieciséis años. y cuando quise darme cuenta ya era tarde. solo soy racional. Yo también tuve padres y un día. ¡Zas. lo siento —dijo Laureano—. me despisté por completo. como los vuestros! —¿Se pusieron en huelga? —Sí. entonces sí me cuidaban. —¿Dejaron de quererte? —balbuceó Felipe. a ser responsable. —¿Entonces.. y me vi obligado a la fuerza. Mis padres me adoraban.. se acabó. por necesidad.? —Decían que era por mi bien.. que antes me parecían absurdas. —¿Y por qué no pactaste con ellos? —preguntó Felipe. Locos de amor por un lado y locos a causa de lo que hacéis por el otro.. Así que fue bastante duro. Pero lo de ser mis criados o aguantármelo todo. yo al menos no salí tonto. ni a los más pequeños jugando en la zona infantil. que es una frase hecha y no sé de dónde sale pero es muy cierta. ahora sí os dejo. ya —refunfuñó Ángel. Les sobrevino un denso silencio. —No. —¿Y si estabas enfermo? —Hombre. —No seas escéptico. lo bien que se lo pasaron sin tener que estar pendientes de mí! Mi madre se apuntó a una escuela de ballet y hasta actuó varias veces. y aunque tarde. No se oía nada. —Y no se cansaron. y en los dos sentidos —sonrió con ternura—. Todos los padres se vuelven locos por sus hijos. Me puse al día en las cosas más sencillas. . comprendí eso de que no todo el monte es orégano. que para algo éramos una familia. —Creí que se cansarían. —Bueno. ¡Chao! Se lo quedaron mirando mientras caminaba de espaldas. y mi padre estudió aeronáutica.71/103 poner una lavadora. —Sí. ¡Huy. Mirad. que he de rastrillar el parque entero. —No —el jardinero movió una mano arriba y abajo en señal de admiración—. eso no. con su paso cansino y paciente. 72/103 Por eso no vieron cómo Laureano sonreía de forma misteriosa. . ¿El ordenador? Más. Luego leyó otra hora. Mal que le pesara. pero ¡oh. A la hora de comer se preparó la comida. no había nadie. que bastante mosca estaba con él. era distinto. pero no quería que sus padres volvieran y lo encontraran con ella.. Si la rompía. Acabaría odiando ambas cosas como siguiera así. El sabor. ¿Cómo lo lograba ella? ¿Experiencia? Después de comer bajó al parque. Otra vez lo mismo. Aunque. Y él.. . comenzó a poner de su parte. ¿cómo iba a «negociar». nada. ¿Ver la tele? Lo mismo. lavadora. o si provocaba una inundación y subía la vecina de abajo. Regresó a casa y primero pensó en jugar con la consola.. Así que si quería empezar con buen pie tenía que poner algo de su parte. sobre todo. Habitación. porque era lo más fácil: sopa y carne descongelada. casualidad!. pero no había nadie. Eso eran palabras mayores. lo mismo que el día anterior.La cita Llegó a casa y.. Pero al final desistió. Y tampoco una nota. ropa.. abrió el libro de matemáticas y se pasó una hora con él. si ellos ya no estaban nunca en casa? No tenía ni idea de cómo poner una lavadora. Se sintió tentado de probarlo. el libro de instrucciones se hallaba justamente al lado. La vida no solo empezaba a ser pesada. sino aburrida.. Por si acaso las negociaciones eran largas y lentas. porque encima no le quedaba igual que a su madre. Imaginó a todos los niños y niñas negociando ya con sus padres. porque como no me he acordado de dejarte una nota. tranquilo. Descolgó de inmediato. Faltaba la tira para la cena y no sabía ya qué más hacer.. Nada. Ni caso. —Mam. Era una llamada de. de esas que hacen los padres para saber si uno está en casa y no le ha pegado fuego. que nos vamos al cine y llegaremos tarde. —Mira.. Volvió a estudiar un poco de matemáticas. si había comido. Esperó diez minutos y cuando lo intentó de nuevo no le devolvió la llamada. Volvió a leer otro poco. ¿eh? Ni una pregunta acerca de si estaba bien. Felipe. —¡Oye. Bajó al parque. Regresó a casa y telefoneó a Ángel para ver cómo le había ido. se alegró un montón. mamá! —trató de protestar.. A las ocho y treinta y cinco sonó de nuevo el teléfono.. Con ganas de gritar. —Ah. .. Su madre. Empezó a ponerse nervioso. Increíble. Se iban al cine. Era su madre. Nadie.74/103 Las seis de la tarde. Comunicaba. —Ya. hola. Te lo digo solo para que no te inquietes.. Tú. A los diez minutos sonó el teléfono. —¿Sí? No era una llamada de control. Cuando vio en la pantallita el número del que llamaba. Fantástico.. Su madre había colgado.. soy mamá. Los minutos siguientes se le hicieron eternos. Un momento que saco mi agenda.? Dejó el teléfono en su lugar y se derrumbó sobre el sofá. Luego volvió a dirigirse a él—: Vale. —se sintió desesperado. A ver.. —¿Se trata de algo urgente? —¡Sí! —Dice que es urgente —la oyó decir en voz algo más baja.. ¿qué tal pasado mañana a las diez? —le cortó su madre. —Ve cualquier cosa en la tele y espéranos. películas que no entendía. ¿Pasa algo? —Es que.. ¿por qué? —Es que tengo que hablar con vosotros —se rindió.75/103 —Felipe. ¿de acuerdo? —¿Y cuándo llegaréis? —Ni idea. ¡Pasado mañana! ¡Y a las diez! ¡Ni que fuera una cita! —¡Mamá! —Ay.. programas basura. no grites. sin duda contándoselo a su padre. ¿vale? ¡Chao! ¿Cualquier cosa.. pues intentaremos llegar pronto a casa. mira... —Bueno —suspiró Felipe. —¿Hablar? —el tono fue más bien de sorpresa—. ¿La agenda? Casi se puso a gritar. bueno. en la tele? ¿Le dejaban ver «cualquier cosa»... que nos hemos encontrado a los Pérez y nos vamos a cenar con ellos.. Felipe. . —Sí... Oh. —Pero... Ya no podía más. hijo. Cuando se asomaron por la puerta. pese a todo. cachas. Cinco minutos. urgente? —manifestó su madre así como de pasada. Su madre estaba guapísima. Esperaba un gesto de sorpresa por parte de su padre. reloj en mano. Ponerse cómodos. pero no quiso que creyeran que estaba desesperado. mamá. —Hola. —¿Es buena? —Sí. y su padre.La lista Por lo menos sus padres llegaron pronto.. Y agregó—: La segunda de hoy. ¿qué lees? —le preguntó él. lo hicieron muy silenciosamente para ver si le pescaban haciendo algo malo—. Deseaba saltar de la cama y empezar la negociación cuanto antes. No perdió ni uno más. O lo de la cena era mentira o habían aligerado. los dos parecían las personas más felices del universo.. Lo dejaron solo. Contó los trescientos segundos. Fue al comedor y se sentó a la mesa. —Sí. como un buen chico. Nos ponemos cómodos y te esperamos en el comedor en cinco minutos. La primera que . —¿Querías hablarnos de algo. porque no les oyó abrir la del piso —señal de que. Le pillaron leyendo en su habitación. —Una novela —respondió con calma. pero ni eso. —Vale. Incluso daban la impresión de haber rejuvenecido. 77/103 apareció fue su madre, con la bata de estar por casa. Luego lo hizo su padre, con los pantalones viejos y las pantuflas. Se sentaron y le miraron. Felipe hizo acopio de valor. Habían sido los tres días más espantosos de toda su vida, así que ya no vaciló. Cualquier cosa era mejor que seguir de aquella forma. —Vale —asintió—, ¿qué queréis? —Bueno, ahora mismo... acostarnos y dormir —dijo ella. —Me refiero a mí —trató de no perder la paciencia—. ¿Se trata de que me porte bien, y estudie, y lea, y arregle mi habitación y todo eso? —Bueno... —su madre miró a su padre. —Si solo fuera eso... —su padre miró a su madre. —¿Hay más? —vaciló él. Intercambiaron la última mirada y, entonces sí, como por arte de magia apareció en manos del cabeza de familia un papel pulcramente escrito a mano. Se lo puso a Felipe sobre la mesa. No dijo una palabra. El chico tomó el papel y empezó a leer las condiciones de sus padres para que todo volviera a la normalidad. Cosas que queremos: No debes pelearte. La videoconsola, media hora al día y una hora los festivos. Leerás al menos una novela a la semana. Si es gorda, de más de 300 páginas, dos semanas. Comerás a tus horas. No te hartarás de chucherías a escondidas. Te lavarás los dientes por la mañana al levantarte, al mediodía después de comer y por la noche al acostarte. Llevarás la ropa sucia a la lavadora. 78/103 Pondrás el calzado en la ventana (aun a riesgo de asfixiar a los vecinos). Al llegar a casa no lo tirarás todo por el suelo. La chaqueta en la percha, la mochila en tu mesa. Comerás despacio. Masticarás bien. Te acostarás a tu hora sin protestar. Beberás agua, ni colas con burbujas ni refrescos llenos de azúcar. Veremos la tele en familia un rato cada día y comentaremos las cosas que pasan, para explicarte lo que no entiendas. No te tirarás pedos como si tal cosa. No eructarás, ídem de ídem. Llamarás a la abuela al menos una vez a la semana sin necesidad de recordártelo y, si puedes, irás a verla. Serás educado con los vecinos (con todos). No bajarás por la escalera como si fueras una manada de caballos desbocados. Dirás «buenos días, buenas tardes, buenas noches» cuando se dirijan a ti o cuando te encuentres a alguien. Abrirás la puerta a las personas mayores y las dejarás pasar primero. Ahorrarás para tus gastos sin esperar a que con solo abrir la boca todo te caiga del cielo. No pedirás una videoconsola nueva cada año ni todos los juegos habidos y por haber. Estudiarás más y no suspenderás. Nota: esta lista está sujeta a posibles cambios o añadidos, según se tercie. Se había ido poniendo blanco, y enfermo, a medida que leía. Cuando acabó la lista, que devoró sin respirar, lo primero fue llenar los pulmones de aire para no ahogarse. 79/103 Había puntos de cajón, pero otros... ¡Como si aprobar fuera fácil! Y lo de que «estaba sujeta a posibles cambios o añadidos». Los miró como el condenado a muerte mira al verdugo que ya afila el hacha para rebanarle el pescuezo. —Vaya… —suspiró. Sus padres le miraron impávidos. —Esto es... larguísimo —gimió—. Larguísimo y abusivo. La misma cara de póquer. —¡Vale ya!, ¿no? —comentó conteniendo las lágrimas. Aunque una buena llorera siempre ayudaba. No, mejor no. —Ya no me queréis —dijo. —Te queremos más que nunca, porque nos rompe el corazón hacerte esto —dijo su padre—. Pero no hay más remedio, por el bien de todos. Tu madre no para, va todo el día detrás de ti, y yo, dado que me estrené como padre el mismo día que tú te estrenaste como hijo, y no venías con manual de instrucciones, ya no sé qué hacer. Los castigos no te hacen mella. —Esto es una familia, hijo —repuso su madre—. Todos somos uno. Lo que le pasa a uno repercute en los otros dos. O aprendemos a vivir juntos o... es el caos. —¿Y qué queréis que haga? Se levantaron al unísono. Su padre señaló la lista. —Léetela bien y mañana hablamos —respondió directo al grano—. Nos expones tus propias quejas, discutimos lo que haya que discutir, planteas tus reivindicaciones si las tienes, porque quizás nosotros también nos hayamos equivocado en algo, y así, como personas razonables, llegaremos a un acuerdo de convivencia. —¿Te parece? —quiso dejarlo claro su madre. No tenía escapatoria. —Pues buenas noches. hijo. A Felipe le supieron a gloria. —Sí —estuvo de acuerdo.80/103 Y ya era tarde para ponerse a discutir sin más. El segundo él en la derecha. Volvió a leerla despacio. Solo con aquella barbaridad. con el corazón a mil. El primer beso se lo dio ella en la mejilla izquierda. Luego salieron del comedor y le dejaron solo. Los mejores besos de toda su vida. . . llamó a Ángel. Esta vez sí miró la mancha de humedad del techo.. —Soy yo. Lo primero. Estaba atado a una silla y sus padres. en el sueño su madre le perseguía exigiéndole que estudiara nueve carreras universitarias. —A mí también. En ese momento. Estoy solo. incluso Ángel. —Jao. porque leyó la lista varias veces. le torturaban con nuevas propuestas. Al final era como un largo rollo de papel higiénico enteramente escrito.El cuarto día Le costó dormirse. los profesores. ¿puedes hablar? —Yo también soy yo —respondió su amigo en plan conspirador—. Su padre estaría en el trabajo y su madre. reivindicaciones. ni pintaba ni hacía gimnasia ni tomaba el sol en biquini. exigencias. Miles y miles de peticiones. Volvían a dejarle solo. los amigos. Cuando se metió en la cama todavía revoloteaba por su cabeza. tío —suspiró. Ya no había nadie en casa. todas a la vez. y se quedó sentado en la cama con el corazón a mil. dando un bote. —Anoche me dieron una lista de peticiones —dijo Felipe. La lista crecía y crecía. aparentemente. Necesitaba de todo el apoyo. La reunión se celebraría a la hora de comer. así que tenía toda la mañana para prepararse a conciencia. . los abuelos. Y por supuesto soñó con ella. Se despertó agobiado. ¡y con nota! —¡Sopla! —respiró profundamente. aunque Águila Negra no fuera más que eso: una mancha y un personaje de su imaginación. no. Estaba perfectamente antes de que comenzara aquella locura de la huelga. —¿Qué hacemos? —puso el dedo en la llaga Felipe. tres o cuatro años no tienes ni idea de nada. —No colará. —De todas formas yo voy a hacer una lista. —No sé. —Perfecto.82/103 Las compararon. —Pero si solo hablamos de lo que piden ellos. luego nos llamamos o nos vemos. y más o menos decían lo mismo. Yo también haré mi lista. ¡pum!. —Yo también. que entiendan que soy un niño y estoy aprendiendo. —¡Pero si es la verdad! —Dirán que es una excusa. En realidad no tenía ni idea. para intercambiar ideas. y vas y. también tenemos que negociar lo que vamos a pedir nosotros. por ejemplo.. —Es lo que pensaba. pero primero tienes que romperlo. —Vale. Era increíble lo monotemáticos que podían llegar a ser los padres con determinados asuntos. —Para empezar. Una vez analizadas y discutidas. si no te han dicho nunca que un cristal se rompe con el choque de algo. ¿tú cómo vas a saberlo? Cuando tienes dos. .. —Mira. —Sí. llegó la gran pregunta. supongo que a eso lo llamaríamos «experiencia» —convino Ángel. —A mí me basta con que entiendan eso. supongo. Es lo que se llama negociar. Pues luego ya lo sabes. rompes el cristal. discutir punto por punto. A ver qué me sale. una pelota. —¿Qué pedirás? Felipe lo meditó. —No. Si estáis de mal humor. para perfeccionarlo poco a poco.83/103 Cortaron a la vez y Felipe se fue a su cuarto. No se le ocurrió nada más. y así sé que no tengo que volver a hacerlo. Cogió un papel. que se rompan. Quiero que papá juegue más conmigo. Felipe a su vez usó una de sus peticiones. Discutieron las listas y su amigo le copió lo de los cumpleaños. quiero escoger yo la cena. No quiero ir más a cumpleaños que no me interesan ni pasarme dos horas sentado en una silla sin poder moverme para que no rompa nada. Si rompo algo. primero debe haber un accidente. para ir a una hamburguesería o una pizzería o un lugar divertido de verdad. así que no me echéis la culpa de todo. se le encendió la bombillita y empezó a tomar notas. y pasó los siguientes treinta minutos estrujándose el cerebro en busca de cosas que pedir a sus padres. Una vez a la semana. . apuntes. No quiero que me gritéis sin más y por todo. Para educarme ya estáis vosotros. Quiero escoger la ropa que me pongo cada día. Cuando me tuvisteis sabíais muy bien en qué lío os metíais. Era él. al menos. coherente y racional. al menos nada que fuera lógico. Una hora después ya pasó a limpio las primeras reivindicaciones propias. Iba a llamar a Ángel cuando sonó el teléfono. un boli. Luego sí. no lo hago queriendo. necesito más paga semanal. Y para saber que las cosas pueden romperse. Al menos nada que fuera interesante. Si he de ahorrar. Tengo derecho a equivocarme. Primero no le salía nada. no lo paguéis conmigo. Soy un niño y estoy aprendiendo. mientras leía otro libro tan bueno como los últimos que acababa de leer durante aquellos días. . Felipe aguardó el regreso de sus padres a casa para celebrar la tan esperada reunión.84/103 —¿Listos? —suspiró Felipe. —Listos —dijo Ángel. —Vamos a cruzar los dedos a ver qué pasa. —¡Hasta luego! Las siguientes dos horas. El momento decisivo. —¿Todo? —Sí. media hora después. Cuando acabaron. en sus respectivas sillas. Por lo menos aquella pesadilla acabaría ya mismo. se miraron. Felipe bizqueó. Su madre le revolvió el pelo con cariño. No tocaron el tema hasta que. Ni que todo fuera culpa mía.El momento decisivo La primera en llegar fue su madre. Felipe no sabía qué hacer. —Primero tu lista —le pidió el cabeza de familia. pintes o tomes el sol en la terraza —obvió el biquini—. Felipe se quedó en la puerta del comedor esperando que ellos aparecieran. En silencio. Primero temblaba como un flan. —Vaya —dijo ella—. Tienes ganas de que acabe la huelga. pero ellos sí. ¿Nos sentamos? Se sentaron en el comedor. con su lista entre las manos. y entonces su padre dijo: —Aceptado todo. —Ya estoy aquí —anunció su padre—. Luego no. —Ah. Se la dio. aterrizó en casa su padre. asintieron. Nosotros estamos abiertos al diálogo. son peticiones lógicas. La leyeron. Entonces sí. ¿eh? Con lo bien que me lo estaba pasando yo. Nadie te impide que hagas gimnasia. Los nervios desaparecieron. . —Puedes seguir pasándotelo bien —le dijo Felipe—. .. Lo de sacar los zapatos fuera. Los miraba y parecía que se lo estuvieran pasando en grande.. —Lo de los pedos.. vale. Lo de colgar la cazadora y la mochila. —Yo nunca reparto estopa sin más —se quejó con acritud—. —Sigue.. ¿Qué pasa si me provocan o me dan primero? ¿Y si el pedo se me escapa? Eructar puedo controlarlo pero lo otro. Más bien soy de los que reciben. te defiendes.. Lo de llevar la ropa sucia a la lavadora. si es que llego..86/103 —Ahora las nuestras —dijo su madre. a ver. —Bueno. —Aunque cuando lo hagamos. Lo de que no me pelee. Pero tú no vayas repartiendo estopa sin más. La lista era tan larga que Felipe pensó que se pasarían el resto del día allí.. —buscó de nuevo la calma—. —Lo de comer despacio y masticar bien es complicado.. vale. —Prometo aguantarme o irme corriendo al cuarto de baño. Siguió mirando la lista. Vamos bien. ¿Quién era capaz de entenderlos? —Lo de comer a mis horas. Lo de no hartarme de chucherías a escondidas. Llegaban los puntos conflictivos. Lo de los dientes. —Vale. —Si te dan primero. vale.. —Bueno —concedió Felipe. vale. aceptado. ¡Es que a veces no me acuerdo! —Te lo recordaremos —dijo ella. A veces incluso era como si contuvieran sus ganas de reír. no me tire pedos y no eructe. no queremos ni un «pero» de los tuyos ni ninguna excusa tipo «más tarde» o «cuando me acueste» —dijo él. vale. —¿Por qué es complicado? ... —Empieza —pidió su padre. ¡pero me niego a dar besos a todo el mundo! —Los niños. —De acuerdo —dijo su madre—. —¿Qué propones? —Una hora al día. sin decir nada. —Una y media. —Con esto nos basta. —Lo de la videoconsola me parece muy duro. seré educado con la gente. —Los días de diario innegociable. Vaya. no bajaré por la escalera a lo bestia. como si tuviera barba! —Son mayores y te quieren. ¿y por eso me he de fastidiar yo? ¡No es justo! Intercambiaron otra mirada y.. y la señora Carmen pica.87/103 —¡Es que no me sale! —¿Lo intentarás? —Eso sí. —¿Ves como hablando se entiende la gente? Sigue —volvió a decir su madre. —¡Mamá! ¡El tío Pepe huele mal. —¡Ah!. —Los festivos dos horas. Sonia. les abriré la puerta y diré todo eso de «buenos días» y «buenas tardes» y «buenas noches».. Quique? —Sí. Decidió aprovecharlo y enfilar uno de los temas gordos. Los festivos puede.. iré a verla. un éxito. Media hora al día y una hora los festivos es poco.. Nueva mirada entre ellos dos. —Tres cuartos. Nada de besos si no quieres. —Innegociable. —Una y tres cuartos. —Llamaré a la abuela. . ¿verdad. —Una y cuarto. asintieron. aunque era lo más difícil de todo. un suspenso.. la lista se reducía rápido. Puedes tener un accidente.88/103 —De acuerdo. —Acostarme a mi hora sin protestar. Si lo haces con desgana. —¿Palabra? —Palabra. ya leo. como este año. Felipe. pero cuando seas mayor de edad podemos echarte de casa —el hombre le apuntó con un dedo inflexible—. no vas a enterarte de nada. Te lo juegas durante estos años. Es el ánimo con el que se leen lo que los hace buenos o malos. Iban a ser inflexibles.. No juegues con eso. —¡Papá! —Es tu futuro. ¿no? . —Concedido. No colaba.. No tuvo más remedio que acceder. —Leer. Un buen ánimo predispone a que te guste. —Entonces bien. vale. porque eres pequeño. —Ya queda poco —se alegró su madre. no te concentras y estás de mal humor. —Lo de estudiar y no suspender. Estos días he encontrado muy buenos libros. Habrá un margen. Otra cosa es que el tema te interese o no. —Irrenunciable —fue categórico él. Sí. —La mayoría lo son. Ahí estaba atrapado. A veces en un examen te cae algo que te mata. No podía decir «lo intentaré» o «me esforzaré». Estudia. No es tan fácil. ni hablar. Dos. —Esto de ahora es una huelga. pero en verano. Cuando se ponían. eran negociadores duros.. media hora al día los laborables y una hora y media los festivos. Abordó otro punto conflictivo. —Vale.. —Está bien —suspiró. sobre todo en vacaciones.. —¡No puedo pasarme la vida bebiendo agua! —De acuerdo. sin duda. De aquí a Navidad podían pasar muchas cosas.. papá. que ya estaba. —¿Ahorrarás si te subimos la asignación? —Sí. ¡Había hecho un montón de concesiones! —Ya está. que les tocara la lotería o que la consola se la comprara la abuela. o casi todo. ¡La pesadilla había terminado! ¡Fin de la huelga! —Te queremos. —¿Veremos la tele en familia un rato para explicarte cosas y que las entiendas. ¿no? El último silencio. Ese era. o incluso podemos ojear el periódico? —Sí. volviera a ser como antes. Supo que sí... Este queda anulado. —¿Y los juegos? —Ya veremos de aquí a Navidad. el mejor regalo. hijo —escuchó las dos voces como un canto celestial. Estaba harto de negociar. mamá. Lo único que quería era que todo.... —¿No pedirás una videoconsola cada año ni todos los juegos habidos y por haber? —Es que por Navidad ya sale la Bomb-Two PRQ-7 X-Killer. —Felipe. aunque con su pensión. cuando su madre abrió los brazos y él quedó sepultado por ellos en un amoroso y tierno gesto de cariño.89/103 —Nos queda lo de que bebas agua y no refrescos con burbujas. Al que se sumó su padre. . bue. F-F-Felipe —respondió la mujer sin podérselo creer.. También pasó por delante de Federico. y él. Lo único que tenía que hacer era no volver a tensar tanto la cuerda que les empujara al enfado o. Tampoco era como haber firmado un pacto con el diablo. Se encontró. A veces. Y si todo el mundo era feliz... portarse bien era una lata. a su vecina pegada a la pared.Un nuevo comienzo Estaba agotado. —Vaya con la huelga —suspiró. Salió a la calle pensativo. una vez más.. caminando tan tranquilo. Después de comer les pidió permiso para ir al parque y le dijeron que sí. Otras. a una nueva huelga. tampoco estaba mal. los padres siempre eran bastante flexibles y daban margen.. La dejó a cuadros. Pero en el fondo se sentía feliz. buenas tardes —se quedó pasmado el hombre. —Vaya. Así que bajó peldaño a peldaño. señora Elvira. —Bue. temiendo su descenso vertiginoso. el conserje. como siempre. un muermo. Qué caramba. buenas tardes.. pero justo antes del primer salto recordó el punto en el que se especificaba eso en los acuerdos recién pactados. Primero estuvo a punto de bajar por las escaleras al trote.. . La gente se sentía mejor y parecía feliz. le sonrió y le dijo: —Buenas tardes. Federico.. andando como una persona civilizada. —Buenas tardes. —Un poco. ¿y tú? —Lo mismo. —¿Qué tal? —Bien. Le esperó. —¿Tú crees que ellos lo saben? . y aunque no pasó ningún coche. porque su amigo se detuvo a causa del semáforo.91/103 Ojalá a todos los demás las cosas también les hubieran salido estupendamente. aguardó a que la luz se pusiera verde. sí. —Es duro ser niño —reflexionó con un toque de pesar su amigo. Cuando llegó a su lado se miraron expectantes. Respiraron aliviados y se abrazaron felices. Antes de llegar al parque vio a Ángel corriendo hacia él. 92/103 . . —Yo no tendré hijos. —¿Te imaginas? —se estremeció Ángel. se dieron cuenta de que la tarde era magnífica y el verano estaba a la vuelta de la esquina. —Dentro de cincuenta años a saber lo que habrá. Se estaban riendo. —Que si el cole... No sabía que su madre conociera al jardinero del parque.93/103 —Supongo.. —Ahí. Nunca. —Pues yo no voy a olvidarme de que fui niño. —De piano. ahí. el jardinero. —Todo son trampas. —Y todos. Nuestros padres no tenían ni móviles ni Internet.. De hecho. Hablando con su madre. —¿A qué jugamos? —preguntó una de las chicas. —Y yo. que si ir a clase de inglés. —Ellos mandan. A Laureano. Felipe vio a alguien a lo lejos.. Cuando se cansaron de hablar. me lo paso genial. Poco a poco el parque se fue llenando de sonrisas de alivio y diálogos curiosos. y entonces nuestros hijos también nos verán como a una cosa antigua.. pero nosotros. Son un latazo.. que si estudiar. y los abuelos no tenían televisor. Empezaron a ver al resto de los «damnificados». Felipe se rió por la ocurrencia de su compañero.. y que todo ha cambiado y cosas así.. —¿Y crees que se han olvidado de cuando lo fueron? —Siempre dicen que eran otros tiempos. Frunció el ceño. . no sé. —De danza. claro —le secundó su amigo. felices. .. Y los dos echaron a correr libres. que caminaban tranquilamente sin dejar de reír. —Venga.94/103 Ángel también se dio cuenta del detalle.. —Eso fijo. —Oye. —Los listos somos nosotros. —Qué va. se acabó —Ángel tiró de él. —No son tan listos. Siguieron mirando a Laureano y a la madre de Felipe. ¿tú crees.? —No —dijo Felipe. —No. siendo el primer autor de literatura infantil y juvenil en conseguirlo. En 2004 creó la Fundació Jordi Sierra i Fabra en Barcelona. En 2011 ingresó como patrono del Instituto Cervantes. en 2007 recibió el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura español y en 2009 vuelve a ser candidato al Andersen de 2010. que en 2010 recibió el Premio Ibby-Asahi de Promoción de la Cultura. Sus cifras de ventas superan los 10 millones de ejemplares. Más información en la web oficial del autor: . Hijo único. Colombia. aunque él prefiere decir siempre que nació en La Tierra porque no cree en fronteras ni banderas. el premio Hans Christian Andersen 2006. En 2005 fue candidato por España al Nobel Juvenil.Sobre el autor Jordi Sierra i Fabra Nació en Barcelona en 1947. y la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra en Medellín. Hoy ha escrito cuatrocientas obras. y ha ganado casi 30 premios literarios además de recibir un centenar de menciones honoríficas y figurar en múltiples listas de honor. Su primer libro lo editó en 1972. se encontró con pocas posibilidades de alcanzar su sueño entre otras cosas por la oposición paterna a que fuera escritor. Su vinculación con la música rock (ha sido director y en muchos casos fundador de algunas de las principales revistas españolas entre las décadas de los años 60 y 70) le sirvió para hacerse popular sin perder nunca de vista su auténtico anhelo: escribir las historias que su volcánica cabeza inventaba. muchas de ellas best-sellers. de familia humilde. como culminación a toda una carrera y a su compromiso ético y social. A los 8 años decidió que sería novelista y no ha parado de escribir desde entonces. com .96/103 www.sierraifabra. com © De las ilustraciones: 2011. S. comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelectual.© Del texto: 2011. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. Santillana Ediciones Generales. L.librosalfaguarainfantil. Torrelaguna. distribución.sierrafabra. cualquier forma de reproducción. Jordi Sierra i Fabra www. . 60. 270 y ss.com ISBN ebook: 978-84-204-1272-6 Conversión ebook: Javier Barbado Queda prohibida. 28043 Madrid Teléfono 91 744 90 60 Telefax 91 744 92 24 www. Ximena Maier © De esta edición: 2012. Código Penal). salvo excepción prevista en la ley. librosalfaguarainfantil.com Argentina www.com/cl Dr. (56 2) 384 30 00 Fax (56 2) 384 30 60 Colombia www. 1444 Providencia Santiago de Chile Tel. 720 C 1001 AAP Buenos Aires Tel. Alem.com/bo Calacoto. n° 8078 La Paz Tel.com/co Carrera 11A. Aníbal Ariztía.com/ar Av. (54 11) 41 19 50 00 Fax (54 11) 41 19 50 21 Bolivia www. Leandro N. (571) 705 77 77 Costa Rica .librosalfaguarainfantil. nº 98-50. oficina 501 Bogotá DC Tel.librosalfaguarainfantil.librosalfaguarainfantil. (591 2) 279 22 78 Fax (591 2) 277 10 56 Chile www.Alfaguara Infantil es un sello editorial del Grupo Santillana www.librosalfaguarainfantil. calle 13. librosalfaguarainfantil. FL 33122 .librosalfaguarainfantil.librosalfaguarainfantil. (506) 22 20 42 42 y 25 20 05 05 Fax (506) 22 20 13 20 Ecuador www. (503) 2 505 89 y 2 289 89 20 Fax (503) 2 278 60 66 España www. 6 de Diciembre Quito Tel.com/us 2023 N. (34 91) 744 90 60 Fax (34 91) 744 92 24 Estados Unidos www. 60 28043 Madrid Tel.W. Eloy Alfaro.com/cas La Uruca Del Edificio de Aviación Civil 200 metros Oeste San José de Costa Rica Tel.com/ec Avda. (593 2) 244 66 56 Fax (593 2) 244 87 91 El Salvador www.La Libertad Tel. N 33-347 y Avda.99/103 www. 51 Zona Industrial Santa Elena Antiguo Cuscatlán . 84th Avenue Miami.com/es Torrelaguna.librosalfaguarainfantil.com/can Siemens.librosalfaguarainfantil. (504) 239 98 84 México www. D. Urb.100/103 Tel. (502) 24 29 43 00 Fax (502) 24 29 43 03 Honduras www. Tel.com/mx Avenida Río Mixcoac. C. 274 Colonia Acacias 03240 Benito Juárez México D.librosalfaguarainfantil. Casa 1626 Boulevard Juan Pablo Segundo Tegucigalpa. F. M. Industrial Orillac. Calle segunda. Tel.librosalfaguarainfantil.librosalfaguarainfantil.librosalfaguarainfantil.com/can Colonia Tepeyac Contigua a Banco Cuscatlán Frente Iglesia Adventista del Séptimo Día.com/cas Vía Transísmica. (1 305) 591 95 22 y 591 22 32 Fax (1 305) 591 91 45 Guatemala www. local 9 Ciudad de Panamá . (52 5) 554 20 75 30 Fax (52 5) 556 01 10 67 Panamá www.com/can 26 avenida 2-20 Zona nº 14 Guatemala CA Tel. librosalfaguarainfantil. entre Mariscal López y España Asunción Tel. Roosevelt. (1 787) 781 98 00 Fax (1 787) 783 12 62 República Dominicana www.librosalfaguarainfantil. Venezuela. (1809) 682 13 82 Fax (1809) 689 10 22 Uruguay www.com/mx Avda.D.101/103 Tel. 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