Poniatowska, Las Pachecas

March 20, 2018 | Author: rebecapasillas | Category: Godparent, Hair, Christ (Title), Religion And Belief


Comments



Description

Tlapalería3 Elena Poniatowska Tlapalería 5 País Vasco www. D.com Título: Tlapalería Autora: Elena Poniatowska Portada: Esteban Montorio Edición original © 2003 ERA. México Fotocomposición Nabarreria gestión editorial Impresión Gráficas Lizarra Depósito legal NA-2217-04 6 . Uruguay TXALAPARTA. 78 31300 Tafalla NAFARROA Tfno. septiembre de 2004 Ediciones ERA Calle del Trabajo.N.com http://www. 31 14264 México.l.B.com Primera edición de Txalaparta Tafalla.S.editoresindependientes. 84-8136-372-3 (Txalaparta) 968-411-564-4 (Ediciones ERA) Editorial Txalaparta s. 948 703934 Fax 948 704072 txalaparta@txalaparta. Chile/TRILCE. Navaz y Vides 1-2 Apdo.F.E DITORES I NDEPENDIENTES ERA.txalaparta. México Para esta edición Coedición: Editorial Txalaparta / Ediciones ERA I. México/LOM. aspirar por la nariz. pero también más caro. Flexeaba todo el día: sujetar el cuello de la bolsa con la mano izquierda. A los nueve años conoció el chemo en un lote baldío con la banda de la colonia La Bolsa. sonreían sus labios manchados de pegamento. así te alivianas. era más fácil un trapito con tíner. ese grupo de chavos a los que ella solía referirse como «los culeros del baldío». En blanco los ojos. Luisa se metía chemo. hacer fuelle hacia abajo y hacia arriba con la mano derecha. Luego le hizo a la mona. bendito tíner. exhalar por la boca.I Las pachecas – ate un llegue. ñerita. pegar bien la nariz como queriendo introducir todo su rostro. A ti no te vamos a dar carrilla. cuidando de no romper la bolsa. Que eso «chupa el cerebro» les 7 D . tú no eres chiva ni llorona. se perdía extasiada. tal vez toda su humanidad en el universo mínimo de polietileno y resistol. menudencias de pollo que saboreaban como un manjar. Socorro los sacaba a la azotea para que no hicieran ruido. se quedaban en la azotea. Vivían de puertas para afuera. les iba mejor que a otros porque nunca se les había caído el techo encima. en los grandes días. ni en época de lluvias. un joven enamorado de traje y corbata –como lo exigía su trabajo de vendedor de puerta en puerta– le preguntó a Socorro: –¿Es usted descendiente de San Juan Bautista? –Sí. a la Dico. un perfume de Dior sobre la cómoda. 8 . tres rostros pálidos en los que sólo brillaban unos grandes ojos de pobre. Olía a gas pero se habían acostumbrado. A ellos. a Buenavista. También la calle olía a gas y la avenida Oceanía y la colonia entera. tres rostros vueltos hacia la puerta. Alguna vez. No vivió menos perdida en el cuarto de azotea donde creció entre sus dos medios hermanos y la ausencia de su madre que salía de noche y dormía de día. Comían frijoles y tortillas que ella les dejaba encima de la estufita de gas. ¡Qué bonito apellido. a Taxqueña. yo también soy santa. Bautista! Cuando Socorro traía algún amigo y lo pasaba al cuarto al que entonces llamaba «nidito de amor». Socorro misma era impredecible y los tenía flacos y enfebrecidos. una bolsa de piel de cocodrilo. a las coladeras de la Alameda Central. sin embargo. en ocasiones una gelatina y.decían a cada rato los de la Casa Alianza que iban a visitarlos. Las economías de Socorro eran impredecibles: un ramo de flores de plástico se entronizaba frente al altar arrinconado de la Virgen de Guadalupe. acechando el regreso de Socorro Bautista. tres rostros a la expectativa. el más pequeño. y suplicó ronca: «No. Socorro dentro. en la azotea. Socorro tardó en hacerlo. Socorro aparecía en su memoria. su cabello ondulado negrísimo que le llegaba a los hombros. en el vientre. Otras veces los hacía saltar sobre sus rodillas a las ocho de la mañana y les cantaba La Cucaracha en medio de carcajadas estridentes. subió a la azotea. Cuando tenía conciencia. suélteme. suélteme». Entonces Socorro la tomó entre sus brazos con un «gracias hija» que hizo que Luisa se sintiera su predilecta. algo que la hería muy dentro. en un parque. Luisa arrobada por la cintura de su madre. Algún domingo los llevó al circo. la sentó a ella a horcajadas sobre sus rodillas. La soltó y como un ladrón bajó a la oscuridad de la que había subido. mamá. Luisa la defendió a pedradas con una furia que espantó a los niños. el cuarto estaba cerrado. le jaloneó la ropa y le subió la falda. en el pecho. no. Un hombre. Mi mamá atrancó la puerta. la niña le contó entre gritos lo que había pasado. Se oían voces. con gesto feo en la cara. la niña más feliz de toda la colonia La Bolsa. ábreme».De repente prendía la radio en la estación de cumbias y se ponía a bailar con Luisa. el hombre seguro escu9 . Luisa sintió algo que dolía mucho. sobre los altos tacones de sus zapatos de pulsera. El feo se sentó. –¿Qué haces allí. frente a unos niños que se reían de ella. Cuando empezó a escurrir la sangre Luisa golpeó la puerta: «Mamá. niña? –Estoy esperando. su esbeltez de hoja al viento. la atenazó. Una noche. con Fermín el mayor y con Mateo. Todo lo recordaba Luisa. Reían contentos. Luisa contaba las estrellas. Allí nadie tiene familia. la Moctezuma. «Yo soy mi casa». en aquel mugrero de accesorias y casas inhabitables habitadas. Allá por Oceanía. sin que ella reaccionara. presumió y la abandonó con la falda levantada. agarraron camino. la Gertrudis Sánchez. La calle es la casa. al igual que el hombre de la noche. A pesar de su movilidad no intentó ver a los suyos. En el baldío. Fermín y Mateo. subsistían. ni ella misma. se fue a la calle. acuclillados. «Ése no me dolió». en un pasón. «Ya te hice mujer». Nadie se dio cuenta de que se había vuelto adolescente. nadie tiene pasado. de la Dico a la delegación Cuauhtémoc. de margarinas. a ir de la Tapo a Taxqueña. ¿Iban a saber dónde estaba ella si Luisa misma casi no se daba cuenta? En el baldío de la calle y en el baldío del corazón. de tornillos. todos estaban pirados. Al día siguiente empezó a andar de aquí para allá con la banda. a conocer la inmensa ciudad. Cada uno de los dos hermanos. la colonia La Bolsa. Socorro respondió más por el hombre que por la criatura: –Tú lo provocaste. En el baldío. la Venustiano Carranza. Hasta trabajó y ganó sus buenos centavos porque caía en gracia cuando se trepaba como chango en el cofre para limpiar parabrisas. la chota!». decía la 10 . corrían cada vez que alguno gritaba: «¡Aguas. eso se lo dejan a la tira. el Pritt la tomó en pleno viaje. Entonces Luisa. de vidrio. se dijo. nadie anda investigando.chaba aquella voz infantil y entrecortada. el reino de las fábricas de jabones y de aceites. Un día cerraron la puerta tras de sí y ya. ni quien preguntara por los idos. del metro Observatorio a La Merced. Luisa sólo pensó en lo bien que le había cabido. sus labios apretados que dejaban salir: –¡Mi mamá te está buscando. A los chavos como ella nadie les ayuda nunca: si los atacaban era porque algo habrían hecho. aquello parecía una reunión: mesas y sillas plegables. –¡Órale. –Lánzate por unos chupes en lo que yo busco mesa –propuso Luisa. –Vas. hijos de la chingada. ¿Cómo era posible que. Alguna vez le pareció que Fermín la sacudía.Marilú como Pita Amor. Fermín hubiera crecido tanto? Entre las bofetadas pudo notar su expresión amarga. Fermín fue por Luisa al baldío. dura. gente mayor y muchos chavos platicando. –Véngase pacá mi reina. orita se les va a aparecer Juan Diego! ¡Fermiiiín! No le extrañó que ninguno de los presentes moviera un dedo en su auxilio. perra. Marilú también era poetisa y también había volado por los aires para quedar en el montoncito de cenizas que ahora le salía por la boca. En efecto. sin comer. culeros! ¡Fermiiiiín! ¡No vengo sola. su rostro sobre el de ella. Su hermano desapareció y de pronto se vio tomada de los brazos por dos grandulones. Ella casi no lo reconoció. la golpeó. 11 . desgraciada! *** Fermín llevó a Luisa a La Granja con engaños: Sí. ellos son los que te van a sacar del hoyo.Nada pudo hacer inmovilizada por la fuerza de los dos gigantes que la empujaron a una mazmorra inmunda. o les va a pesar. el padrino Celso y la madrina Concha.. –Más vale que te calmes. vengo con él. 12 . Los que mandan. háblenle a mi bróder. –¡Inocente palomita! A tu carnal ya no lo vas a ver hasta que salgas de aquí y esto será en tres meses si te portas bien. Ésta es una granja para pachecos. aquí te vas a curar del vicio. Él te trajo. porque de aquí no vas a salir en un buen tiempo. ahorita está llenando tu ficha para dejarte aquí. no mames. Los dos sujetos estallaron en una carcajada. una bofetada acalló sus gritos. –¡Ni madres! ¡Cuál pinche vicio! ¡Déjenme salir cabrones. grábatelo bien. *** Una veintena de miradas oscuras se clavaron en Luisa cuando entró a la sala de terapia. tengo una banda gruesa y si les digo van a valer madres! –¡Cállese el hocico hija de su puta madre! –Luisa recibió un nuevo bofetón–. Aquí te vamos a rehabilitar y bájale de güevos porque si no la vas a pasar muy mal. Al cerrar la puerta. –Mi bróder. cuál banda. son los padrinos. bizcochito. Es por tu bien. Lo que dicen ellos es la ley. no seas pendeja. aquí estás sola y vas a tener que echarle humildad. muñeca.. «Siéntate». aunque las raíces negras de su cabello teñido de rubio se extendían hasta la altura de sus orejas: –Continúa. Luego empecé a viajar más a todo dar con el Nubain. vio a una mujer de unos veinticinco años. Nunca se imaginó cuánta ventaja le llevaba. sino a la jeringa. Acabé inyectándome lo que encontraba: alcohol. por la mota y luego la cois. Me pasó igual que a todos los yonkis: me hice adicta no a la droga. Mi chavo se vino a enterar de lo grave que estaba hasta poco antes de traerme aquí. Me lo conseguían los cuates con un güey de una farmacia. sabían que por un pase yo caía con cualquiera. hasta Fabuloso y Maestro limpio. lo chido de picarse es que sientes de veras la coca. burra. él me enseñó el caminito. que todo. adelante. Érika –indicó la madrina Concha. Obedeció y tomó asiento. Güeragüevo. una punta de gañanes aunque fueran de mucha lana. que mi chavo. ¡perdón!. Luisa acabó por levantar la vista para ver bien a la Güeragüevo. Clarasol. más importante que comer. acá. Ellos. que mi hija. Impactada. Empecé como todo mundo. porque ella lo único que conocía eran los inhalantes. acetona. te recorre todo el cuerpo. atractiva. la coca se me volvió una necesidad. donde te estoy señalando! ¿Te dejó ciega el vicio o qué? Comenzaba Luisa a aprender las reglas del juego. En el estrado. me cae. se te sube por las venas.ordenó con voz seca la madrina Concha. Ya el sniff se me hacía una mamada. –Pues así es. su rostro dema13 . Con aquellos tipos caí en algo peor que la inhalada: el arponazo. la cabeza gacha. pero por la nariz. como les iba yo diciendo. Empecé con él. Luisa se dirigió a la última fila. –¡No. digo! Yo creo que eso le hizo mucho daño. Pobre chava. pero por lo menos yo no me pinto.crado y la imagen patética de su tinte rubio ya a media cabeza. Así es al principio. No es fácil. Una chamaca más o menos de su edad.. Esa chava sí que fondeó gacho. ella sí que sabe lo que es perder. Güicha. El otro día se puso a decirme «güera de rancho». ¿Cómo te llamas? –Luisa.. pero nunca quiso reconocerla porque iba a afectar a su imagen. pero es que ve esos pelos llenos de grasa.. tipos reventadísimos que nomás se aprovechaban de ella. porque encima se puso a andar con puro pájaro de cuenta. ¿desde cuándo no te bañas? Y luego la boca te huele a. porque mientras más lana tienes. ésta sí rubia natural. –Mucho gusto. es normal. Luego la llevaron a dos clínicas de esas carísimas. –Por lo menos te hice hablar. amiga. ¡Su imagen de puta. pero no queda más que alivianarse. más abajo caes. vi los ojos que ponías. ¿Tú crees? Su imagen. manita. una en la playa. Luisa no respondió. Ya la ves. le sonrió. güey. –No te esponjes. la vedettota esa muy famosa. La onda es que es hija de Rubí Maya. Al término de la sesión se le acercó: –Hola. –Estás sacada de onda. como último 14 .. me llamo Soraya pero me dicen Yaya. Más sacada de onda te dejó la Güeragüevo. pintándose el pelo de güero para parecerse a su mamá. –Ya bájale. ¿o no? –Chale. yo no le contesté. pero pues tú se ve que ya has corrido mucho. «¿A poco ellos serán muy acá?». se erigían en conciencia moral del grupo y vivían pendientes de echarles en cara sus culpas y el privilegio de que eran objeto al tenerlos de redentores. hasta gente decente. Se regeneraron al ingresar a una religión extraña y creerse señalados por el Señor para salvar almas. está jodidísima. imagínate. Cada una subía al estrado para contar su vida. y no creas que es tan ruca como aparenta. jajá. los padrinos. desde luego– de que eran amantes y que ambos fueron alcohólicos. pero les daban techo y comida a «la carne de albergue». –Aquí vas a encontrar de todo. aquellos que se iban quedando y hacían bulto. según la Yaya. jajá –tarareó. la corrieron sin aceite. que hablaba como poseída. sus dolores. Para mí que saliendo vuelve a recaer. Vivían en el albergue de acuerdo con una máxima: «Según el sapo es la pedrada». gente pobre. es que. Desbielada. sus íntimos naufragios. gente rica. jajá. Luisa sólo veía de reojo a la Yaya. Mírala. *** En La Granja todas sabían todo de todas. 15 . como quien dice. jajá. se preguntaba Luisa.recurso. Celso y Concha. de ahí que su lenguaje fuera el de la banda. hasta lo que se callaban. A los chavos de familias adineradas les «sacaban la laniza». Habría de enterarse –por la Yaya. desbielada. –Ay no. Yo me voy a pasar al otro lado a ganar dólares con unos de Mexicali. Es más. Jamás se enteró de si en realidad Fermín enviaba dinero. Los transeúntes se cruzaban a la acera de enfrente. La tienes que entender. sus cuartos de concreto se alineaban con aspiraciones de cuartel. no seas culey. le reclamaban a Celso: «¿Por qué la llaman granja. yo creo que te hace mejor que ni nos veas. Sólo una vez Fermín regresó a visitarla: –¡Qué poca madre. Dice que le da cosa verte aquí. por tolerar una tras otra las etapas hacia la libertad. La Granja. carnal! Ya sácame de aquí. Estás mejor aquí que afuera. ¡Qué pésima vibra la de ese edificio! Los hijos. sin embargo. –¿Y la jefa? –No. entiende. Abierta a la calle. pero a leguas se veía quién tenía y quién no. a mí eso es lo peor que me podría pasar. Acabó. entonces? ¿Dónde caminan? ¿Dónde juegan? ¿Dónde está la alberca?». Los padrinos no hablaban de finanzas con los internos. –No pos sí. el color del cemento encementaba la mirada. Todo era de cemento. estaba lejos de ser una granja. no fuera a ser la de malas. mana. en Cuernavaca. maridos o esposas que llegaban por primera vez se destanteaban: «Creíamos que tenía jardín». ella tampoco va a venir. 16 . fíjate. que me dejaran aquí como pendeja pa’ siempre –dijo Luisa. –No. De allá voy a mandarle la lana a los padrinos. es por tu bien. los hermanos. hermanita. –Aquí mismo –respondía Celso señalando el cemento–. 17 . Se acostumbran pronto. hijos de su puta madre. Una inmensa tlapalería. Aquí son los recreos. *** De Cuernavaca no entraba absolutamente nada a esta cárcel de lámina. las comidas. Hasta las brisas nocturnas se alejaban y jamás se oía el sonido del aire en las palmeras como anunciaban los padrinos. mis tres grandes. Afuera el sol ironizaba las respuestas. con las piernas separadas. ni siquiera el sol. sólo la trepidación de los aviones que cimbraba las láminas de los corredores. ésa era la mentada granja. Les sugiero el Divino Rostro. Frente a ellos. Los que deseen aprender la cosa artística pueden ahora pintar en este muro. aunque pegaba en el techo. –¿Podríamos ver los dormitorios? –Es la hora del aseo. el “padrino Celso”. Ni una brizna de pasto. las terapias. Órale. como lo es todo en este bondadosísimo lugar creado para su salvación. para la próxima se los enseño. Toda la pared es suya. indicó: –Soy humilde instrumento del Señor para anunciarles que se les otorga una nueva oportunidad de redimirse frente a Su Grandeza. Nada. –Vamos a dejar a su hijito como nuevo –Celso recargaba su brazo en los hombros del recién llegado. de las escaleras y sus barandales expuestos a la calle. Las figuras desproporcionadas se bamboleaban chillonas porque algunos compañeros. pásele. Luisa fue y vino frente al mural durante nueve meses. sólo que las semillas allí guardadas eran hombres y mujeres. Flotaba movida por la neblina. Todo color moría frente a La Granja. la llamaban. ni siquiera el viento. Su fealdad agredía. espantosos. Una escalera de metal permitía el acceso al segundo piso. Nadie creería que en cada dormitorio para quince duermen cincuenta entre literas y catres. “Granja”. convertidos de la noche a la mañana en pintores. fortaleza levantada al lado de una barranca. La mayoría se cambiaba de acera. algunos internos invitaban a los transeúntes. huérfanos. el Mocoverde. una repetición incesante impuesta por 18 . El sitio destinado al ejercicio matutino era repelente: muros y piso de concreto sobre el cual rebotaba el movimiento. aunque la puerta principal de este Centro para rehabilitar alcohólicos y drogadictos exhibe a los internos. que aquí tiene prohibida la entrada. Los colores que podían ver los internos eran los del mural. El “tratamiento” no era sino un lavado de cerebro a base de diez horas diarias de dar y escuchar testimonios previsibles.Y nació el rostro atroz de un Cristo rencoroso. el Mañosón. Incluso afuera. ésa sí de tupida vegetación. El patio dedicado a la instrucción era aún más inhóspito. –Pásele. descargaron su rabia a brochazos: el Papaloquelite. Sólo le faltaban púas al alto alambrado carcelario. el Ladras. desangelados. coincidían con las órdenes del padrino Celso y alteraban su forma de pensar. Cuando se descubrió que la Chichitibum había llegado con embarazo de tres meses. –¡Cámara. Esas palabras primitivas. De pronto. rompía la rutina. eran como un virus. –Aquí me voy a marchitar. Al principio. –¿Qué onda. el escándalo fue mayúsculo. cabelleras punks que acaban siendo rapadas o alguna figura que parecía mandada a hacer para el escarnio. –Mis hijos son unos infames. brutales. Se metían dentro de su cabeza y agarradas de sus neuronas no querían soltarse. sólo pasaban por encima de la cabeza de Luisa. maestra! Tu hijo sí que va a tener futuro. los lentos e interminables «eché a perder mi vida». Fue el caso de una señora cuya presencia resultó extraña en medio de tantos jóvenes.los padrinos. abuela? ¿Y usté a qué le metía? Se escandalizó con las formas y el lenguaje de La Granja que. La apodaron “Doña Pulques”. ninguna idea 19 . la llegada de seres extravagantes. Va a nacer en buena cuna y con pinchemil madrinas. las palabras de los testimonios. Dicen que soy alcohólica nomás porque me tomé un pulquito. pura finísima persona. esas patéticas confesiones. «le puse una golpiza a mi mujer». De tanto oírlas le inspiraron curiosidad. Y una mañana se dio cuenta que las estaba esperando. «nadie me entiende. «no tuve consideración por mi familia». decía. nadie cree en mí». –¡Ah chingá! ¿Más? Pues si usté ya rebasa el tostón. no era para ella. Demandaban su total atención. repetía los gestos con reverencia. en ese culto religioso que jamás había practicado (la gimnasia. Muchas veces antes. El despertar. porque dentro de la vulgaridad de sus propósitos. pinche Güicha. Ella. la cabeza alta. lo que él dijera eso era lo que iba a hacer. vuelta a la derecha. poseída por la voz de mando. El padrino se lo había dicho.rival podía removerlas. y la Yaya comentó: «Tú sí que eres bruta. que antes la sumía en el llanto más desesperado. perdería su cuerpo como había perdido su cerebro. Luisa había pensado en abandonar las filas. desobedecer con un grito. que de niña nunca recibió una idea. la voz de los compañeros que recitaban el hartazgo de su propia historia hasta que en sus oídos sonaba como un estribillo de podredumbre y de imbecilidad). pensaba que estaba allí. el indoctrinamiento hora tras hora. Si no respiraba hondo abriendo los brazos. el baño a manguerazos. a la hora de la gimnasia matutina. salirse de la tabla. Ahora. de vez en cuando Celso decía algo que le llegaba al corazón. Claro que las ideas cambian la vida. la exaltaba. Sus músculos se atrofiarían. Él sí que podría encauzarla en los programas de rehabilitación y quizá ella más tarde –él se lo había propuesto– también sería capaz de volverse guía 20 . ¡ya!. Un día dijo: «¡Me tienen hasta la madre!». ya no responderían a las órdenes que todavía hoy podía darles su cerebro. Ese antro asqueroso ahora le parecía hospitalario. porque su madre no era precisamente un surtidero de propuestas de vida. flanco derecho. Por eso el instructor con sus órdenes precisas. el instructor le estaba transformando la suya. te faltaban quince días y le levantas la voz al padrino». A ella. la absorbían hasta que oía el campanazo. Las mañanas ya no eran malas. era una bendición. «Lo que usted mande. Güichita. «Cuando se escapó el Chocorrol yo llevaba dieciocho días aquí». lleva a La Marrana a hacer del baño». la nueva la seguía y Luisa se preguntaba qué caso tendría que esa muchacha casi en estado vegetativo fuera llevada a las sesiones dizque de terapia. ¿O no ves lo jodida que está?». ordenaba y de inmediato se impacientaba: «¡Oye! ¡Oye! Llévala pronto que se hace. El más mínimo chisme se volvía un hecho trascendente y los desertores imponían verdaderos parteaguas en la historia de La Granja. aunque sintiera una secreta repugnancia por los padrinos. no te hagas la remilgosa. «Hoy cumplo ochenta y ocho. Contaba uno por uno sus días de internamiento. *** 21 . Güicha. pasado mañana a volar gaviotas». por más que respondiera: «Sí. Dando traspiés de borracho. *** El mundo se redujo a las cuatro paredes de La Granja. padrino». «A ver tú. convertirse en madrina. «Esa barda la levantaron desde la fuga de los cuatro». igualita. Luisa acabó por acostumbrarse. La madrina Concha sobre todo era inmisericorde. madrina».espiritual. las altas láminas que resguardaban a los pobladores del suplicio. padrino». «No. «Así llegaste tú. así o quizá peor». –Cuando salga de aquí voy a poner mi salón de belleza. Luisa fue la excepción.«Esta chava es bien vaciada». pinche Yaya. Las internas mismas la alucinaban. Ya ves tú. maestra. Al principio. estabas bien garrita. no son originales pero parecen. de lo chulas que las tengo. Me cae que sí tengo facilidad y pues también práctica ¿no? Si vieras mis Barbies. la tildaban de loca. sobre la cobija tirada en el piso en que dormían. –Órale.. Algo tenía la Yaya. simplemente. y además. se repetía Luisa a medida que conocía a la Yaya. Dormían con la cabeza amarrada y aun así a veces despertaban al sentir que alguien les trenzaba el pelo. imaginarse bonita en un sitio en el que no existían los espejos. ¿cómo la ves. –Así peinada me he de parecer a mi mamá. pero su dictamen psicoanalítico no prosperó en la comunidad. todo el tiempo con los pelos lacios encima de la cara y yo te dejo acá. Le agradaba lo que el peine tiene de caricia. Esperaba la noche para allí. La voy a hacer. 22 . ni quien se imagine que son de Tepis. ¿qué te traes? «A mí ya me da mala espina. insistía la Chichitibum (así le decían por tetona). o sea que hasta de modista la libro. A la Yaya todas. la poetisa de la colonia La Bolsa. su compulsión por arreglar cabelleras le acarreó infinidad de problemas. ha de ser tortilla».. bien irresistible. tal vez ese aire de infancia o una cierta fineza que le recordaba a Marilú. ya ni chingas. sentirse la más bella de las mujeres gracias a las hábiles manos de la Yaya. mi Güicha? Sólo Luisa la escuchaba en sus largos soliloquios. tengo hasta el nombre: Estética Renacimiento. ojos profundamente azules. su mamá. cómo no. ahí te llevo al jardincito». si me queda un piquito. Sana como se veía ahora. Cuando él dijo lívido y con una risa que más parecía llanto. *** Un recién llegado de rostro noble. murmuró Luisa mientras contemplaba alelada a ese ángel en medio del averno. una señora bien vestida a quien acompañaban su chofer y una muchacha de uniforme.Con el tiempo. pero mira qué manos tan lindas tienes. don Celso detuvo al joven asiéndole fuertemente del brazo: –Vente a conocer el jardín aquí adentro. En cambio. vio cómo lo apandaron. la pinche uña me desgracia el día». 23 . se echó para atrás. La ansiedad había llevado a Luisa a comerse las uñas en forma despiadada. «Sí. la Yaya también se convertiría en su manicurista. ya no llevaba sus manos a la boca con la obsesión de antes ni le decía a la Yaya: «Si no me la como exactamente como quiero. que tardeaba en el patio mirando sus uñas. quizá porque Luisa. «No. piel muy blanca y cabello muy negro le llamó la atención. luego de tres tratamientos consecutivos. La Yaya vivía al pendiente de las uñas de su amiga: –¿Te las moldeo? Ay. no descansaba hasta sentir el dolor de la carne viva de sus larguísimos dedos. no me quedo». También a él lo habían engañado. Se va a asombrar al verlo. su agua de colonia... Aquí tiene que aprender a ser humilde. señora. ¡buuuuuu! ¡buuuuuu! –lloró la muchacha. –¡Ay. nada más la ropa. déjenos dos mil pesos para su comida. por favor. sobresalía su finura en medio de aquella punta de gañanes. el niño. sus sirvientes como guardaespaldas. De un ala a la otra del comedor. firme ya para que se quede. Comía bonito. se decía Luisa. el niño Patricio! El padrino Celso. que ya peinaba canas y era tan súper largo y alto como el joven.. Luisa engullía con los ojos su figura espigada. –El niño Patricio. Luisa vio a la sirvienta esconder su rostro en su delantal. nomás te faltan las alitas –dijo bajito. Puede venir a visitarlo el mes que entra. va a estar bien. Lo que sí.. señora. unas playeras. –Bueno. –Usted firme y váyase en su coche. A los tres meses va a ver qué cambio. –No. que no se cansaba de mirarlo a lo largo de los días. Mientras el muchacho desaparecía tras la puerta. si él observa buen comportamiento.–Mi rey. se movía bonito. mañana le mando con el chofer unas bermudas. se lo garantizo. Mañana me habla. regresó y se dirigió a la señora: –Firme. Pierda cuidado. La madre de Patricio firmó la carta y el cheque y giró sobre sus altos tacones. –¿Sin avisarle? Él no quiere quedarse. La regla de oro es que en este lugar todos son iguales. A leguas se notaba que ese muchacho era distinto. hablaba boni24 . caminaron tras ella. La madre titubeó. no. Soñaba con un beso de su boca y se le ensangrentaron los labios de tanto mordisquearlos en la espera: «Antes las uñas. En secreto le dijo: –No se me desvalorine. no voy a recaer. ahora los labios». Sentarse frente a él. Hora tras hora crecía en Luisa su fijación por el muchacho. desesperada. De aquella boca seráfica le era arrojada una verdad a la que ella podía aferrarse. no se lo dieron. menos. que todo lo sabía. él se pasaba el día con el rostro vuelto hacia el teléfono y. comentó entre sus compañeras que Patricio era adicto a la heroína. Él la miró. su frente se perló de sudor. y con una sonrisa respondió: –Gracias. casi siempre era para él. tus pendejos o qué?». cuando sonaba. Aprovechaba el mínimo descuido para acercársele. era volverse otra cosa. agradecido. en mí tiene una síster. Luisa sintió que todo daba vueltas. irse muy lejos de La Granja. «¿Qué crees que somos. tapándose la boca. esto es una pesadilla inaguantable. ver crecer lo verde. Eso sí. tronó la voz de Celso. pero ya no con el terror de las alucinaciones. temeroso de que fueran a cacharlo: «Sáquenme de aquí. La Yaya. Sólo en una ocasión logró hacerlo a riesgo de ser castigada. ¿Bonita? ¿Ella bonita? Las breves palabras de Patricio tuvieron para ella el poder de una revelación. para hablar por teléfono. Patricio pidió que le dieran permiso para leer.to. Luisa le oyó decir en una ocasión con voz bajita. No tenía pensamiento más que para Patricio. Luisa se 25 . lo juro». aunque a distancia. ya sáquenme. Eres muy bonita. Entonces Luisa buscó su elegancia día tras día como las flores de cara al sol. regañaba la Yaya celosa. no se lo dieron. para escribir en una libreta. su amor por Patricio la hacía insustituible. mareos. con todo y su embarazo (es más. pero él le sonreía desde lejos. apreciativo. Jacqueline y Aurora y Jéssica y Sandra y Rubí y La Polvorona seguían ahí. Se sentía enloquecer. su embarazo la sacó libre).chupó de lo flaca que se puso. Hasta que la Yaya le dijo: –Pero ¿qué haces tú con ese puto? Pues ¿qué no te has dado cuenta? *** Un día Patricio desapareció con el Tufic. Los padrinos sabían que los que lograban escapar lo hacían rumbo a la barranca y mandaron a los grandulones a buscarlos. Sólo ella. enamorada como un perro. Yolanda la más nueva. Ahora la única desgracia verdadera era la de las horas en que no podía verlo. empezó a soñar que a lo mejor en este palacio de las rehabilitaciones encontraría la felicidad y le bastaría hincarse a los pies de Patricio. poseída por vuelcos. porque ya sus amigas se habían ido al tiempo que llegaban otras. «Ay. El amor la hizo descubrirse en medio de un grupo de extrañas. A por Carmela vinieron sus papás y a por la Coquislos los suyos y a por la Pichi y a por la Chichitibum. ansiedades. Quién sabe para dónde corrieron. pero ¿a quién se le ocurre? Con esas piernas tan largas. un árabe muy acuerpadito. incendios. la Yaya. Pero lo que ahora sentía Luisa no lo podía sentir nadie más. cinturita y con un trasero muy paradito que era una monada. 26 . Ella. en los huesos. Entonces. Su expresión corporal era otra. Ni su propia familia la vio jamás no sólo tan arreglada sino tan dueña de sí. lloró toda la noche y ella. ahora le molestaba que alguien se riera sin ton ni son. le pidió a Dios que cuidara a su Patricio. sin más. alegó la Yaya en el dormitorio. Podría pasar frente a sus antiguos “ñeritos” sin ser reconocida. tomó una de las latas de atún empleadas como ceniceros y la arrojó a la cara del orador en turno. como aquel de los primeros días en que. Si antes para ella todo era motivo de risa. Repetía muy seria: «Voy a recordar siempre las duras lecciones que me sacaron del pozo». Era imposible imaginarla en un nuevo estallido de histeria. tan convencida de iniciar una nueva vida. no le afectaron: poca diferencia había entre eso y la dieta normal: arroz y 27 . para adoptar una actitud reposada y a ratos felina. dejó de ser una cabra loca a imagen de su madre. Los tres días a pan y agua. con pasos largos y armoniosos. ya sin el disloque de movimientos que causa la brutal descalcificación de la droga. Luisa la escuchó con la cara escondida en la cobija. la segunda parte del castigo.¿cuándo iban a alcanzarlos?». Luisa guiaba a las nuevas. Logró distinguirse como una de las internas más responsables. su esperanza de ser apandada se esfumó al recibir un castigo infinitamente mayor: soplarse también los lamentables discursos de la sección de hombres. *** Muchas cosas habían cambiado en Luisa. que no sabía rezar. Caminaba erguida. su maquillaje. Jamás fantaseó con que llegaría el día en que los padrinos ensalzaran sus logros o manifestaran su asombro ante sus cambios. su mascarilla. Bromea en torno a su pedicura. –¿Ya empacaste. Hoy es tu día. van a buscarme entre la bola y cuando por fin se den color de que soy yo. pero qué a toda madre!». ya los estoy oyendo–. –Ahí la llevas m’ija. –Ya te tocaba. no me van a reconocer. *** –Güicha. Después del baño ¿le puedo pedir a la Yaya que me haga unos tubos? –A güevo. ¿no? Luisa sonríe. no se la van a acabar. «le voy a pedir a la Yaya su barra de labios. el Mateo.. su masaje. ahí la llevas.. hoy vienen por ti. Luisa se echa a reír. el Fermín. ¡Qué chido –van a decir.frijoles. cuando lleguen mi jefa. le voy a decir a la Yaya que me acicale y le eche ganas pa’ que quede yo bien buena. *** 28 . manis? –Nomás es una bolsita. me voy a bañar. –Simón. el Redentor.Es el gran día para Luisa. –¿A qué horas llega tu jefa? ¿Entre cinco y seis? Entonces no tarda. sólo él. sólo él. El Señor es mi pastor. sólo por hoy. lucharemos. Desde hacía semanas Luisa se venía imaginando con su vestido azul. por nuestra salvación. Ya mero. venceremos. mi reina. ninguna de las dos cosas tuvo Luisa: sólo llegó a tercero de primaria y sus quince años los cumplió en el baldío. Han culminado tres períodos de tratamiento en el albergue: nueve meses de recuperación. sólo él. Por fin una silla de plástico blanco la aguarda en la ceremonia de salida. sólo él. su madre. –Congratulachiuns. 29 . –Vientos. y limpio mi corazón. Jesucristo murió por mí. Qué diéramos por estar en tu lugar. pinche Güicha? Luisa responde con una sonrisa. Cada uno de los que salían acompañados por sus familiares subía al estrado para dar gracias y jurar en contra de la reincidencia. qué a toda madre. sentada en una de las sillas blancas junto a Socorro. Les aplaudían y cantaban el himno del albergue: Por nuestra recuperación. sólo por hoy. le confieso mis pecados. –¿Que hoy vienen por ti. En la calle. una especie de acto de graduación o de misa de quince años. manita. cabrona. Los padrinos enaltecían su triunfo y los conminaban a una vida sana. méritos los tenía de sobra.. durante la cena. porque ya le tocaba. Esta muchacha llegó hecha una basura humana.. nadie hubiera dado un centavo por ella y véanla ahora.. Con el mismo gesto imperturbable que mantuvo durante la ceremonia. Pobre de su ñerita. –Vean ustedes. Durante la ceremonia. limpiecita.. –¿Qué onda.. mi Güicha? Ya son seis y media y de tu jefa ni sus luces. Después. lo que hacemos aquí. orgullo para su mamá que no pudo venir hoy pero seguro mañana pasa a recogerla. El caso de la recuperación de Luisa fue en efecto el más mencionado en los discursos de los padrinos. Una mueca en el rostro de Luisa pretendía ser sonrisa. Ninguna mención hizo de la ausencia de sus familiares. La Yaya la siguió con sentimiento de culpa.. Seguro vienen mis bróders que son bien pinche güevones y a todas partes llegan tarde. a cuantos preguntaron respondió: –Ya me habían mandado decir que quién quita y hoy no iban a poder. señores. –A lo mejor no puede venir porque a esta hora empieza el jaleo pa’ ella. Al llegar su turno se limitó a agradecer las alabanzas y su rehabilitación en La Granja. Al rato. Algún interno destacaba siempre entre el resto y Luisa tenía la seguridad de que en esta ocasión sería ella. la silla al lado de Luisa permaneció vacía. con la cabeza bien puesta. rehabilitada. bonita. Luisa se retiró a dormir en esta noche que ya no le correspondía en La Granja. de veras. qué joda le habían acomoda30 . –Estás pastel. experimentó algo parecido a tener la mente en blanco. Se sintió peor cuando Güicha empezó a hablar: –Cierro los ojos. A la noche siguiente. –También el tabachín. La oigo: sssshhhhh.. ¡Tanto le habían hablado del “rebote” y hasta hoy tenía la oportunidad de experimentarlo! La pertinencia de un viaje le llegaba en el mo31 .. ya va más alta que yo. no ocupó su sitio de siempre en el dormitorio. otra de las que se habían marchado. Aquí no hay nada de eso. quiere que vea el nido. bien pastel. cierro mis ojos. Luisa siguió divagando quedito hasta que las demás protestaron. dejen dormir». Nos va a cubrir a todos. crece. abro. –¿Cuál nido. Me cae. Güicha. viene hacia mí. sus manos temblaron y empezó a sudar copiosamente. –Cierro. Veo crecer la hierba. Crece rápido. ssssshhhhh. ssshhhh. Sentada. aquí no hay ni una brizna de hierba. –Órale.do sus carnales. sigue pa’rriba. «Qué estadazo». pinche Güicha. de ese verde empieza. pinche Güicha? –Ése que trae en la cabeza. es una montaña bien tiernita. Sigo viéndola. bonita. ábrelos. volvió a decir al tiempo que dejaba de escuchar los ronquidos atronadores de sus compañeras. Sintió el regreso de aquella sensación indescriptible que no había vuelto desde hacía nueve meses. «Órale pendejas. es verde. Todos los tabachines tienen su nido. Tendió su cobija en la esquina de la Güeragüevo. Su pulso se aceleró. ábrelos. alarga sus ramas y me levanta en brazos. ándale. Al día siguiente Yaya escuchó entre trinos el aviso que había puesto en órbita a la Güicha: –Soraya. En la noche. algo gravísimo debía haberle pasado porque el padrino Celso la eximió de la gimnasia. ni siquiera vio el plato por más que la Yaya suplicó llorosa. vio con miedo que Luisa ya no estaba allí. En la madrugada. 32 . lo mismo sucedió a la hora de acostarse. Mordería olvido. –Ya no se puede confiar en nadie. concluyó que a su cuata el viaje le había llegado a tiempo y que en el día no muy lejano en que a ella le tocara salir libre. con toda justeza tocaba a la puerta que ella abría. De inmediato la llevó a la enfermería: –¿Qué le dieron? ¿Qué se tomó? –preguntó al encargado el padrino Celso. pálida. A la hora de comer. la cabeza sobre la almohada.mento exacto. no sé. no le remordería la conciencia dejar a la Güicha atrás. Luisa caminó deshuesada hacia la mesa. no ha salido de La Granja. Cuando se acercó y la miró a los ojos. ni la he visto. –No se me encabrone. bajó del dormitorio ojerosa. cuchara en mano: «Yo te doy manis. La tarde la pasó en absoluto estado de idiotez. Yaya. come». Ni siquiera reaccionaba con los campanazos. hoy vienen por ti.
Copyright © 2024 DOKUMEN.SITE Inc.