Polite, Miguel - Los Agustinos Recoletos en Centroamerica

March 17, 2018 | Author: recoletos13 | Category: Panama, Piracy, Catholic Church, Saint, Spain


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M i g u e l Poiite, O.A.R.LOS AGUSTINOS RECOLETOS EN CENTROAMERICA fe EDITORIAL AVGVSTINVS Madrid 1989 CUADERNOS DE RECOLECCIÓN. NUMERO 6. Miguel Polite, O.A.R. LOS AGUSTINOS RECOLETOS EN CENTROAMERICA EDITORIAL AVGVSTINVS Madrid 1989 ÍNDICE INTRODUCCIÓN Primera parte: IGLESIA DE SAN JOSÉ, DE PANAMÁ, PUNTO DE PARTIDA DE ESTAS FUNDACIONES 1. Época colonial: 1610-1821 En Panamá la Vieja: 1610-1671 Traslado a la nueva ciudad: 1671-1821 2. Independencia política y dispersión de la comunidad: 1821 -1844 3. La restauración: 1898-1988 En manos de misioneros «filipinos». Fray Bernardino García: 1898-1910 . Retorno a la provincia de la Candelaria: 1910-1961 Impacto de las nuevas tendencias urbanísticas: 1961 -1988 Segunda parte: PROYECCIÓN APOSTÓLICA SOBRE TODA LA REPÚBLICA DE PANAMÁ 4. David y Chiriquí Treinta años de correrías apostólicas: 1921-1955 David, sede de la segunda diócesis panameña Pág. 7 9 11 11 18 23 27 27 37 48 ED. AVGVSTINVS General Dávila, 5 28003 MADRID Superiorum permissu I.S.B.N.: 84-7170-092-1 Depósito Legal: Gr. 1010-1989 Editorial-Imprenta SANTA RITA 6 53 55 55 66 5. Parroquia de Río Abajo y Parque Lefevre 6. Colegio San Agustín 7. Prelatura de Bocas del Toro 8. En la diócesis de Santiago de Veraguas Tercera parte: FUNDACIONES EN AMERICA CENTRAL 9. Nicaragua Precaria fundación en Chinandega: 1958-59 Entrada en la capital de la república . 10. Guatemala Quezaltenango: 1958-1970 Entre los indígenas de Totonicapán En la ciudad de Guatemala 11. En Salvador Usulután y Santiago de María San Salvador ÍNDICE DE PERSONAS Y DE LUGARES . 71 77 91 101 105 107 107 109 119 119 124 132 139 139 145 149 INTRODUCCIÓN La historia de los agustinos recoletos en Panamá se reanuda a finales del siglo pasado. El encuentro fue feliz, como de viejos amigos que vuelven a abrazarse tras años de separación. El comienzo del siglo XX los sorprende, ya hermanados, desafiando los tiempos, empeñados en dar vida a una nueva etapa de la historia. Panamá trata de independizarse de Colombia y los agustinos recoletos, llegados ahora desde Filipinas, luchan por restaurar su viejo templo de San José, que había quedado abandonado durante más de cincuenta años. Han venido a compartir con los habitantes del istmo su secular experiencia de vida cristiana, una vida que intentaron cancelar las leyes injustas de 1832, pero ahora retoña con lozanía a los tres siglos, casi, de su primera fundación en Panamá la Vieja. Primera parte IGLESIA DE SAN JOSÉ, DE PANAMÁ, PUNTO DE PARTIDA DE ESTAS FUNDACIONES 1. ÉPOCA COLONIAL: 1610-1821 En Panamá la Vieja: 1610-1671 Corría el año 1610 cuando los agustinos recoletos ponían por primera Vez sus pies en la «muy noble y muy leal» ciudad de Panamá. Era obispo el agustino don Agustín de Carvajal. La ocasión la brinda la ordenación sacerdotal de fray Juan de San Agustín, que ha de viajar desde Colombia a Panamá por no encontrar otro obispo más cercano. Prendado monseñor Carvajal de sus virtudes, invita a los recoletos a fundar uno de sus conventos en la ciudad, ofrecimiento que los superiores aceptaron de inmediato enviando, a finales de 1610, al padre Vicente Mallol para que realizara todos los trámites pertinentes. A pesar de haber sido bien acogido en la ciudad, las diligencias fueron tan largas que no se pudo colocar la primera piedra hasta finales de 1612, «en el sitio y huerta de don Lorenzo Ros, en las afueras de la ciudad», tal como lo había concedido dicho bienhechor. El convento comienza a edificarse en 1 6 1 3 , pero su progreso fue lento y trabajoso debido a los muchos percances y pleitos que lo acompañaron. Ya en sus comienzos, el padre Alonso de la Magdalena tuvo que «trabajar m u c h o en m e j o rar el sitio de este convento, apartándolo de la vecindad de las aguas que lo hacían enfermizo y peligroso por las inundaciones del río que j u n t o a él pasa». Esta circunstancia y el hundimiento de la primera construcción obligó a trasladar el c o n vento a un lugar más sano y cercano, siempre fuera de la ciudad. Otro factor que atrasó la construcción fue el terremoto de 1 6 2 1 , que arrasó parte de la c i u d a d . Si a esto añadimos las vicisitudes internas por las que los conventos de la Recolección en América fueron incorporados a los españoles en 1 6 2 9 , pasaron a los calzados en 1 6 3 7 y el capítulo general de 1 6 4 2 anuló tal d e c i s i ó n , t e n d r e m o s señaladas las dificultades que entorpecieron su desarrollo. A l g u n o s s o s t i e n e n que la f u n d a c i ó n estaba terminada e n 1 6 3 0 . El padre Pedro de la Asunción desmiente tales aseveraciones: nombrado comisario general en América e n el capítulo de 1 6 3 0 , se hace presente el cinco de mayo de 1 6 3 2 ante e l cabildo abierto de Panamá para exponer «que es un convento m u y pobre, y corno hace iglesia y monasterio en la parte más cómoda así por estar más cercano a la ciudad, como para la duración y salud, y n o p u e d e pasar ade- lante con la obra expresada si no le da esta ciudad sus propios y rentas, y pues es en tanto útil su fábrica, se le haga caridad a su convento, de lo que suplica y pide». La respuesta del cabildo es unánime y decide que «se le dé a dicho c o n vento dos mil pesos de a ocho reales para que acuda a dicha fábrica» 1 . Este documento de la máxima autoridad de la Orden en América da fe de la suma pobreza en que vivían los recoletos y explica la lentitud con que construían el s e g u n d o c o n v e n t o ; por otra parte, manifiesta la estima en que la ciudad tenía la f u n d a c i ó n , ya que deseaba que se acabara cuanto antes su fábrica. No obstante todos estos problemas, internos y externos, los religiosos no descuidaban su m i nisterio, como lo demuestran las obras que realizaron durante aquellos años. Fue la primera la d i rección del seminario «San Agustín», fundado en 1 6 1 2 por el obispo Carvajal, donde se enseñaba «desde las primeras letras hasta la teología»; fue el «primer seminario que existió en la antigua Panamá» 2 . Fruto de este celo fue, sin duda, la petición 1 Eugenio AYAPE, Fundaciones y noticias de la provincia de Ntra. Sra. de la Candelaria de la orden de Recoletos de san Agustín, Bogotá 1950, p. 53. Ernesto J . CASTILLERO, Breve historia de la iglesia panameña, Panamá 1965, p. 18. 2 que la Villa de los Santos dirige a su majestad, en carta fechada el primero de mayo de 1614, solicitando que se fundara un convento de recoletos en dicha villa. La petición no pudo ser atendida por la escasez de medios y tfe personal. Pero la obra más destacada fue su actividad misional en Urabá y Darién. En 1628 el padre Alonso de la Cruz fundó el pueblo de Santa Ana en la desembocadura del río Damaquiel y, al año siguiente, el veintisiete de septiembre. Urbano VIII lo nombró prefecto apostólico de Urabá. Su gran celo lo llevó al martirio junto con sus dos compañeros, padres Bartolomé de los Angeles y Miguel de la Magdalena, en 1633. En 1635 regresan a Urabá el padre Juan de Sahagún y el hermano Andrés de Jesús, que pasan dos años después al Darién y, en 1638, a la región del Chocó. Su obra misionera se resume en doce mil indígenas convertidos, nueve iglesias edificadas y quince pueblos fundados. También merece una mención la obra del padre Bartolomé de San Gregorio en la isla de Santa Catalina, en la que trabajó durante algún tiempo entre presos, soldados y negros. Por el mismo tiempo fundaron un hospicio en Portobelo para acoger a los religiosos de paso y donde, en 1636, era prior el padre Cristóbal de San Diego. El veinte de marzo de 1644 los recoletos con- siguen permiso para extender su misión hacia Costa Rica. Con él en la mano, el padre Cristóbal de San Diego acepta la administración de la ermita de San Nicolás, en la ciudad de Cartago, el veinticuatro de abril de 1 645. Abre también un hospicio y se dedica a la predicación, catequesis y enseñanza. No duró mucho tiempo, sin embargo, esta fundación, ya que fue suprimida en 1653 por carecer de los requisitos legales. A pesar de todo, los religiosos permanecieron en Cartago y, a insistencia de los fieles, lograron reabrir el hospicio en 1 676. Consta que los padres Montes de Oca y Manuel de San Miguel tomaron posesión del reabierto hospicio el veinticinco de noviembre de 1677 y que ejercieron el ministerio por todo el valle de Matina, aliviando y socorriendo a las víctimas que el terremoto de ese mismo año había dejado en todo el valle. Entre los religiosos que enriquecieron este convento de Panamá debemos mencionar, en primer lugar, al padre Vicente Mallol, exprovincial y fundador del convento, trabajador infatigable y defensor acérrimo de los intereses de la Recolección. Murió «con gran opinión de santidad» en este su querido convento, por los años 16371640. El padre Francisco de la Resurrección, embajador de la reforma en América, logró la unión de los recoletos americanos con los españoles mediante el breve de dieciséis de julio de 1629, emitido por el papa Urbano VIII. Fue nombrado secretario del comisario general en 1630 y, en la década siguiente, fue prior del convento. El padre Juan de la Circuncisión, ilustre catedrático de Sevilla, dejó las aulas en 1633 para dedicarse enteramente a la causa de la Recolección en América. Cartagena y Panamá fueron testigos de su altura intelectual y de sus virtudes eminentes. Amigo de San Pedro Claver, predicó su oración fúnebre en 1654, quizá siendo prior de Panamá, donde se entregó de lleno a la predicación con gran provecho espiritual de los fieles y edificación de los religiosos. El padre Salvador Meló sobresalió por su heroica caridad durante la peste de 1652, asistiendo día y noche a los enfermos. Fue provincial en 1669 y destacó en el ejercicio de su cargo como uno de los más distinguidos de su tiempo. Completamos esta breve enumeración con el padre Diego de la Ascensión, natural de la ciudad de Panamá. En 1663 cuidaba del templo, como vicario, cuando fue nombrado prior de La Popa, en Cartega. Posteriormente es nombrado, sucesivamente, definidor, secretario provincial y maestro de novicios. En 1684 regresó, como prior, a su convento de Panamá, donde colaboró intensamente a la fundación de la nueva ciudad. Murió en el Desierto de la Candelaria en 1697. Cierra con broche de oro este primer período 16 de convento el padre Juan de San Agustín, el mismo que vino desde el Desierto a ordenarse sacerdote a Panamá y cuyas virtudes influyeron tan eficazmente en la nueva fundación. Encarcelado por no admitir un prior extraño, fue absuelto por la audiencia y llevado de la cárcel al priorato, en compañía del padre Juan de la Concepción y de dos novicios, que entraron a la iglesia cantando el Te Deum. Llevó siempre una vida edificante y murió de una forma tan dulce que los panameños vieron en su partida un reflejo de los bienes del cielo. Este ramillete de religiosos, insignes por su celo y su virtud, refleja la riqueza de espíritu y de anhelo apostólico que, durante estos años, albergó el convento de San José. Aunque la fábrica del convento sufre tardanzas y demoras increíbles, nada los arredra cuando se trata de emprender una acción en favor del prójimo o de aliviar las necesidades ajenas. Este ambiente de santidad pudo ser la causa de una leyenda que ha llegado hasta nuestros días; según ella, el hermano Juan, natural de Los Santos, celoso custodio del «altar de oro», había llegado a convencer al pirata Morgan para que contribuyera con una limosna a la conclusión de dicho retablo 3 . 3 J. OLLER DE MULFORD, Tradiciones y cuentos ños, Panamá 1968, p. 244. paname- 17 Traslado a la nueva ciudad: 1671-1821 El año 1671 marca un hito en la historia de Panamá: asaltada y saqueada por el pirata Morgan, asolada por los incendios, «solamente se libraron de ellos el convento de San José y el de la Merced por hallarse fuera de la ciudad». Ante tales desastres y apremiados por el terror a los piratas, los habitantes emprenden el éxodo a Portobelo, a Perú y a otros lugares, llevando consigo todas sus pertenencias y dejando la ciudad en el mayor desamparo. Lo que había sido una ilusión en ciertas épocas, y un proyecto en otras, la necesidad lo convierte ahora en realidad: el gobernador don Antonio Fernández de Córdoba decide trasladar la ciudad a un sitio más protegido y elige la península próxima de Cerro Ancón. El veintiuno de enero de 1673 tiene lugar el acto solemne de la inauguración de la nueva ciudad de Panamá con la asistencia de las autoridades, de todo el pueblo y con el obispo don Antonio de León, que bendijo la «picota» en el centro de la plaza y el sitio donde se levantaría la catedral. Eri los planos de la nueva ciudad, trazados por los ingenieros Juan de Botín y Bernardo Ceballos, la iglesia y convento de San José fueron ubicados entre la avenida de San José (Av. «A») y la calle San Elias (calle 8a), junto a las murallas que dan al mar, en la parte sur. Al igual que los demás habitantes, los religiosos fueron acarreando de la vieja ciudad a la nueva, por mar o por tierra, todos los materiales que pudieron servirles. Dado que el convento de San José había quedado intacto es presumible que los recoletos aprovecharan casi todos los materiales en la nueva construcción y, desde luego, el altar mayor del templo que el hermano Juan había logrado salvar de la codicia de Morgan al decir de la leyenda. Es posible que sea ésta la explicación de que no se hayan encontrado en la vieja Panamá ruinas fehacientes del antiguo convento ni se sepa con certeza su exacta ubicación. Sin embargo, no por haber levantado la ciudad en un lugar más seguro los piratas cejaron en su empeño. Morgan, Sharp, Hawkins, Coxon y Waffer capturan, en 1680, los buques de abastecimiento en el puerto de Perico y sitian la ciudad, a ia espera de los galeones que venían del Perú. En 1683 Dampier toma la isla de Taboga y el puerto, pero no se atreve al asalto de la ciudad y, al fin, ha de emprender la retirada ante la armada española. Los piratas se refugian entonces en la isla de Coiba, desde donde atacan los puertos del interior, como lo hizo Ravenau en 1685 con Veragua, Alanje y Los Santos. Este clima de angustia e inseguridad retrasó considerablemente la construcción del convento y de la iglesia en la nueva ciudad. En marzo de 1691 el obispo de Panamá don Diego Ladrón de Guevara informaba a su majestad: «La ciudad de Panamá tiene seis conventos; el de San Agustín 18 19 de los descalzos con hasta seis religiosos. Todos éstos se sustentan con alguna necesidad, respecto a la estrechez de sus rentas, que perdieron en la invasión de los enemigos y mudanzas de la antigua ciudad a ésta; están sus iglesias informes y en los principios de sus fábricas, que no se adelantan por las calamidades que esta ciudad y reino padecen con la guerra de los corsarios en este mar del Sur, a causa de faltar limosnas de los fieles, a cuyas expensas se hacen estas obras»4. El proceso contra el marqués de Mina, gobernador de Panamá en los últimos años del siglo XVII, causó un grave perjuicio al convento de San José, ya que este caballero ejemplar —como dice el padre Lucas de San José en carta del veinticinco de noviembre de 1700— había contribuido con repetidos y considerables socorros al adelantamiento de su fábrica 5 . A finales de siglo, después de casi treinta años de trabajos, el nuevo templo pudo ser bendecido por el obispo don Juan de Arguelles; según parece, la bendición tuvo lugar en 1699. Terminada ya la construcción del templo y libres de preocupaciones materiales, los recoletos se dedicaron plenamente a su ministerio 4 apostólico. Su premura por acudir a la iglesia, a los enfermos o a cualquier otra necesidad era proverbial: allá donde se pudiera ejercer el apostolado o aliviar alguna necesidad, sin reparar en la hora o en el trabajo, se podía encontrar a un religioso de San José. El siglo XVIII está todo él dominado por el fuego. «Fuego grande» o «de la Candelaria» se llamó al primero por haber ocurrido precisamente el día dos de febrero de 1 737. Panamá contaba entonces con novecientos once edificios y, de ellos, seiscientos fueron arrebatados por las llamas. La ciudad quedó de nuevo reducida a cenizas. El convento e iglesia de San José sufrieron ruina casi total; solamente el retablo mayor se salvó de la conflagración, aunque quedó un tanto chamuscado por las llamas. En 1 756 y en 1 781 hubo otros dos fuegos, pero ninguno de ellos afectó a la iglesia de San José. El trabajo de reconstrucción debió de ser gigantesco otra vez, pues la ciudad se encontraba en condiciones semejantes a sus comienzos. Pero el espíritu indomable que levantó los dos primeros conventos revive en el tercero. La iglesia debió de estar terminada antes de 1 756, pues consta que el templo de San José hizo de catedral desde estas fechas hasta 1672, cuando, en procesión solemne, se llevó al Santísimo Sacramento desde la iglesia de San José hasta la catedral, que había sido bendecida el día Alfonso OFICIALDEGUI, Historia de la iglesia y convento de San José de Panamá, Panamá 1 972, p. 69. E. AYAPE, Fundaciones, p. 77. 5 20 21 anterior. Sin embargo no hay noticias de cuándo se terminó de construir el convento; es posible que también estuviera terminado ya para estas fechas. 2. INDEPENDENCIA POLÍTICA Y DISPERSIÓN DE LA COMUNIDAD: 1821-1844. El período galeonista que se inicia en 1 5 4 3 hizo de Panamá «la llave de las Américas» y le dio aires de gran urbe. Ahora esta situación toca a su f i n : los incendios del siglo anterior, la ausencia de los galeones en Portobelo y el contrabando de la flota inglesa, entre otras causas, van propiciando la ruina de la célebre y floreciente urbe. S i n embargo, los comerciantes istmeños mantienen su fidelidad a la corona, mientras ella les garantiza las posiciones comerciales del istm o , sobre todo mediante las leyes de excepción de 1 8 0 9 . Los religiosos seguían trabajando con celo y dedicación en su iglesia y en su convento ya t o talmente restaurados. En 1 8 1 6 forman una com u n i d a d de cinco padres, un seminarista y un h e r m a n o . Sus intereses son el bienestar de los fieles, pero no pueden menos de ver con preocupación aquella ciudad que se derrumba poco a poco, hasta el punto de que Basilio Hall, marino inglés, puede decir en 1 8 2 0 : «Todas las cosas 22 23 nos cuentan la historia lamentable del antiguo esplendor y de la pobreza presente...» Estas circunstancias y el a m b i e n t e p o l í t i c o que se vivía en América hicieron bullir s e n t i m i e n tos nacionalistas en los panameños, que no t i e nen necesidad de ir a la guerra para separarse de España. El v e i n t i o c h o de noviembre de 1 8 2 1 , «primer grito de Los Santos», culmina en el cabildo abierto de Panamá, que declara su separación de España y su adhesión a Colombia. La Iglesia, encabezada por su obispo Duran y Matel, se adhiere unánime a la causa y pone a su servicio sus haberes y su influencia sobre los fieles. La autonomía nacional, por t a n t o , no cambia nada la vida religiosa en la ciudad, y los religiosos de San José continúan viviendo la o b servancia regular y ejerciendo el ministerio con su tradicional celo y consagración e igual aprecio por parte de los panameños. En 1 8 2 6 Panamá acoge f e s t i v a m e n t e a los miembros del primer Congreso Bolivariano, cuya importancia se va acentuando día tras día. En palabras del m i s m o Bolívar: «En los protocolos del Istmo encontrará la posteridad el plan de las primeras alianzas, que trazarán la marcha de nuestras relaciones con el universo». Tan p r o m e t e d o res comienzos encontraron muy pronto la dura realidad de las controversias ideológicas y de las luchas por el poder, que los hicieron rodar por t i e r r a : c u a n d o Bolívar a b a n d o n a el p o d e r en 1 8 3 0 , los liberales, renovando las leyes de los años veintiuno y veintiséis, suprimían, en 1 8 3 2 , todos los conventos que tuvieran menos de ocho religiosos en 1 8 2 1 . Gracias al envío desde Bogotá de seis religiosos, la comunidad de San José pudo llegar al número requerido por la ley y c o n tinuar su vida regular. En 1 8 3 2 la comunidad ya no pudo afrontar la situación y al año siguiente fue dispersada. Sólo pudo quedarse en San José el padre Marcos de San Francisco, que, favorecido por fieles y devotos, siguió atendiendo la iglesia hasta su muerte, acaecida en enero de 1 8 4 4 . De forma tan injusta terminaban dos siglos largos de historia de los agustinos recoletos en Panamá. Las noticias sobre el convento y la iglesia durante los años siguientes son escasas. Parece ser que el convento no fue usado como colegio o para beneficencia pública, a tenor de la ley. Con certeza sólo se sabe que el estado lo puso a subasta pública en 1 8 5 7 , adjudicándolo al señor Pantaleón de la Guardia; la iglesia, sin e m bargo, parece que se usaba de vez en cuando. El científico Cari Bellavius escribe en 1 8 8 6 : «De las iglesias más o menos ruinosas que ocasionalmente se usan con fines religiosos mencionaré la pequeña iglesia de San José, en la parte sur de la ciudad y calle del mismo nombre» 6 . En realidad, después de la muerte del padre Marcos ha6 Cari BELLAVIUS, Viaje del Istmo. Panamá 1972, p. 24. 24 25 bía quedado abandonada. Los bronces coloniales enmudecieron, sus pesadas puertas de caoba permanecieron inmóviles, los altares solitarios...; el silencio, el abandono, la desolación llenaron las naves del templo. El contraste con la vida anterior, tal como lo presenta el eminente historiador Samuel Lewis, no puede ser más estridente: «Los agustinos recoletos fueron los agentes más activos de la cultura civil y religiosa en el territorio de Tierra Firme. En sus manos enérgicas y fuertes el estandarte de la fe paseó triunfante por todos los rincones del Darién y del Chocó, el verbo convicente vibró fecundo en los labios de sus santos misioneros. Tal era la importancia de este convento que por sus claustros pasaron sin cesar los hombres más célebres por su ciencia y su virtud» 7 . 3. LA RESTAURACIÓN: 1898-1988 En manos de misioneros "filipinos". Fray Bernardino García: 1898-1910. En 1896 estalla la insurrección filipina. La Orden había estado misionando en aquellas tierras desde 1606 y no menos de veinticinco religiosos habían sufrido el martirio entre esa fecha y 1 770. La revolución riega ahora los campos de misión con otros tantos mártires y, en 1898, los restantes religiosos tienen que buscar refugio en Manila. Su celo misionero, sin embargo, no se pliega a la gran ciudad y sueñan con otros campos de misión donde ejercer su apostolado. Las tierras americanas comienzan a bailarles en la imaginación. El veintitrés de agosto de 1898, el padre Patricio Adell y otros siete misioneros emprenden la difícil travesía. Camino de Venezuela, tienen que hacer escala en Panamá, donde la provindencia, como a los fundadores de 1610, les depara una sorpresa: el obispo, don Alejandro Peralta, los 7 Samuel LEWIS, Apuntes p. 53. y conversaciones, Panamá s.a., 26 27 acoge con singular cariño y los invita a quedarse en Panamá, llevándolos a una iglesia junto al mar, que había quedado abandonada por largo tiempo. Nada más llegar a ella vieron con sorpresa el escudo de la Orden grabado en la fachada del templo y comprendieron, de inmediato, que se trataba de una iglesia recoleta. A pesar de la incuria de los años, una vez dentro, fueron descubriendo los rasgos característicos de la familia, desde la imagen de San José que campeaba en lo alto del altar mayor hasta las novenas y los libros rituales propios de la Orden. Felices con el hallazgo y a pesar del estado ruinoso en que se encontraba, no dudaron un momento en aceptar la oferta del obispo, y el doce de noviembre de 1 898 tomaron posesión de la iglesia. Además de la iglesia, al frente de la que quedó el padre Indalecio Ocio, el obispo les encomendó la misión del Chepo, a donde fueron destinados los padres Gerardo Larrondo y Medardo Moleres y el hermano Ángel Cemboráin, con la obligación de administar los pueblos de Pacora, Santa María la Real, Corozal y otros. Los restantes misioneros siguieron viaje a Venezuela. El dieciséis de abril de 1899 llegó otra misión de trece religiosos, al frente de la cual se encontraba el padre Félix Guillen; seis se quedaron en Panamá: Félix Guillen, Bernardino García, Melitón Martínez, Celestino Falces, Francisco Mallagaray y Miguel Lascaray. El obispo don Alejandro 28 Peralta se siente sumamente satisfecho con la llegada de tan experimentados misioneros, formados en los duros campos de Filipinas, y pone en sus manos las misiones del Darién. Apenas trascurrido un mes, el quince de mayo, dejando en Panamá al padre Bernardino García, el padre Félix Guillen parte con los restantes religiosos a hacerse cargo de las misiones: fijan su residencia en Chepo y Pacora y, desde ellos, atienden La Palma, Chepinaga, El Real y El Atlántico, Santa Isabel y San Blas. Desgraciadamente, la fiebre comienza inmediatamente a hacer estragos: su primera víctima es el propio padre Félix. En carta del catorce de j u n i o escribe el padre Bernardino García: «Víctima de una fiebre amarilla, entregó su alma al Creador anoche a las once el padre Félix Guillen, después de una breve enfermedad y terrible agonía... Contentísimo estoy con las pruebas de cariño que todo Panamá ha dado durante su enfermedad... Hoy se ha celebrado en esta iglesia solemne oficio de difuntos con asistencia del señor o b i s p o , o f i c i a n d o de preste el provisor del obispado y con asistencia muy numerosa de lo más selecto de Panamá» 8 . No hace falta decir que su muerte fue una pérdida enorme para la misión por ser religioso de cualidades relevantes. Un nuevo mártir venía a fecundar los surcos de las misiones recoletas en Panamá. 8 Le sucedió en el puesto el padre Bernardino García y regresó a Panamá el padre Celestino para acompañarlo en el ministerio y en la urgente restauración del t e m p l o . Su abundante corresp o n d e n c i a nos p e r m i t e seguir su actividad al frente del convento. «El estado de la iglesia era deplorable. Apenas sí se podía decir misa y el techo era lo más rústico y sin forma ni arte alguno y hecho una criba, bastando que lloviese y cayeran cuatro gotas para no poder estar dentro de ella sin mojarse. Urgía, pues, su restauración» 9 . No menos deplorable debió de ser el estado de la residencia, tanto que el obispo optó por comprar un taller que existía detrás de la iglesia, junto al mar, y construirles una casa de madera. Consta que tuvo la intención de regalársela, pero la muerte lo sorprendió en 1 8 9 9 antes de hacerlo. No obstante, fue la residencia de los religiosos durante mucho t i e m p o y en ella se hospedaban los misioneros del Darién cuando, por descanso o enfermedad, tenían que venir a la ciudad. En estas condiciones y con la situación política agravándose día a día, no se podía pensar en emprender la restauración sistemática de la iglesia. Mientras tanto —escribe el padre Bernardin o — «procuré limpiar la iglesia, retejar varias veces el tejado, pues no tenía fondos para hacer una obra de importancia» 1 0 . Fijos ya en sus pues9 10 Ibidem, p. 123. Ibidem, p. 124. • A. OFICIALDEGUI, Historia, pp. 120-121. 30 31 tos, los agustinos recoletos trabajan incansablemente en las misiones que se les habían confiado. Su trabajo pastoral fue inmenso en todos los campos y su celo encontró territorio fértil en el istmo. Tampoco faltaron las pruebas y tribulaciones: la mayor fue la pérdida de varios hermanos. La fiebre amarilla segó, en pocos años, la vida de los padres Guillen, Mallagaray, Lascaray, Melitón Martínez, Cándido Pérez y Justo Ecay. Entre tanto las ideas independentistas iban cobrando fuerza en Panamá. Las razones eran muchas, pero sin duda alguna las principales fueron el abandono en que Bogotá tenía sumido al istmo y el rechazo del tratado del canal por el congreso colombiano el doce de agosto de 1903. El malestar istmeño no tenía otra salida que la declaración de su independencia, tal como lo hizo el tres de noviembre de 1903. Aunque los primeros actos estuvieron respaldados por ideas liberales, no afectaron en absoluto al fervor religioso de los fieles de San José. La vida religiosa siguió creciente, según atestigua el mismo padre Bernardino García, quien, al frente del templo, desplegaba las alas de su celo apostólico y de su generosidad en pro de todos los panameños. «Al mes de proclamarse la república de Panamá me decidí (pues estaba haciendo un ejercicio de viacrucis) y, como estaba lloviendo, ni yo ni los fieles sabíamos dónde colocarnos para no 32 mojarnos; suspendí, pues, el ejercicio, subí al pulpito y les hice algunas reflexiones, terminando por anunciarles que el lunes próximo principiaría las obras de reparación de la iglesia, confiando en la ayuda de Dios y su cooperación, que no reusarían en vistas de la urgencia y necesidad. »No en vano llamé al corazón de los panameños, pero, si no hubiera sido por la generosidad de ese buen amigo (Eduardo ¡caza), no hubiera podido llevar a cabo la obra. Habilité la sacristía para decir misa y guardar el Santísimo, tiré todo el techo y coro de la iglesia y solamente las paredes con los altares quedaron en pie» 11 . No hay datos exactos sobre la duración de estas obras. Sólo sabemos que su buen resultado animó al padre García a iniciar otras: «Terminada la reconstrucción del techo y el coro, quité el almazarrón con que estaba pintado el altar mayor y procuré dorarlo con oro de baja ley, pues no contaba con los medios necesarios para otra cosa mejor. Luego fui, poco a poco, haciendo frente a otras necesidades como la compra de varias imágenes de España, la apertura de una claraboya encima del altar mayor para dar luz a la parte alta, con lo cual quedó muy hermoso el altar» 12 . La obra, que debió de quedar terminada antes de 1907, todavía hoy puede contemplarse, ya 11 Ibidem. Ibidem, p. 125. " que desde aquellas fechas la estructura del t e m plo no ha sufrido ningún cambio. El padre Bernardino ha sido una de las personalidades más fuertes que han pasado por este convento: su celo, su laboriosidad, su presencia en todos los campos de apostolado le granjearon el aprecio de t o d o s cuantos le c o n o c i e r o n ; unos meses después de llegar a Panamá, movido por los estragos de la guerra, fundó un hospital de sangre para atender a todos los heridos, sin distinción alguna, con la colaboración de María Arias y de la señora de Luna; el doctor Amador Guerrero, presidente de la república, le prestó todo su apoyo en la fundación del «Asilo Bolívar», obra de interés social avanzado ya que tenía por finalidad atender a los pobres y a los ancianos; también fue capellán del batallón Colombia y, c o m o tal, asistió al general Victoriano Lorenzo cuando fue ejecutado el quince de mayo de 1 9 0 3 . El veinte de diciembre de 1 9 0 3 tuvo el honor de bendecir la primera bandera panameña: «La ceremonia de la bendición de la primera bandera de Panamá estuvo vestida de la pompa militar que se acostumbra en estos actos. En la plaza de armas, ante el batallón uniformado de gala y gran concurrencia de público, el capellán castrense fray Bernardino García de la Concepción, agustino recoleto, bendijo la bandera y, a continuación, pronunció una oración, elocuente como todas las suyas, para explicar las trascedencia del aconte- 34 cimiento y el significado del juramento que se iba a tomar a la tropa y a oficiales inmediatamente» 13 . El dieciséis de agosto de 1908 erigió la hermandad de San José; sus primeras presidentas fueron María C. Sosa (1908-1916) y Carmen de la Guardia (1916-1919). Sus fines han sido siempre, y siguen siendo, el fomento de la fe y vida cristiana y el apostolado social con los pobres y ancianos, siempre bajo la tutela y amparo de San José. Esta hermandad ha sido columna vertebral del culto y de la obra que la iglesia de San José ha llevado desde aquellos años hasta nuestros días. El padre Bernardino llena todo este período de la restauración. Ocupó durante once años (18991910) el cargo de superior y vicario; regresó a España en 1910 para hacerse cargo de varios puestos de responsabilidad; al estallar la guerra civil en España, en 1936, se refugió en la delegación de Panamá en Madrid, donde murió el siete de enero de 1937 bajo los cuidados y atenciones de los señores Lasso de la Vega. Así, este insigne panameño de corazón rindió su vida al Señor en territorio de Panamá. Poco antes había escrito: «No me puedo quejar de Panamá siendo colombiana y antes de independizarse; pero mucho 13 menos cuando se independizó y se proclamó república, que me trató mejor y me dio pruebas de estima y consideración que no olvidaré jamás». Retorno a la provincia de la Candelaria: 1910-1961 Cumplida su misión, la estancia de los misioneros filipinos en Panamá llega a su fin. Durante 1910, a los tres siglos exactos de su fundación, la Recolección agustiniana recupera su ritmo normal y el convento de San José pasa a la jurisdicción de Bogotá. El dieciséis de febrero de 1910 el padre Bernardino hace entrega oficial del convento y de la iglesia al padre Doroteo Ocón y en abril queda constituida la nueva comunidad con los padres Pablo Plañido, Valeriano Tanco y Doroteo Ocón. Hija del mismo espíritu, supo continuar la labor de sus predecesores e igualó su entrega al servicio de los fieles. Nuevas pruebas volvieron a turbar la paz conventual. El primero de noviembre llegó a Panamá el vicario general de la Orden, padre Enrique Pérez, y advirtió de inmediato la estrechez en que vivían los religiosos. El tiempo y los esfuerzos dedicados a la restauración de la iglesia no les habían dejado pensar en su comodidad y seguían en la misma casita que les había regalado monseñor Peralta. Antes de continuar su viaje a Bo- Ernesto CASTILERO, Las banderas colombianas en el Museo Nacional, en Épocas, Panamá, octubre 1953. 36 37 gota, el vicario general hizo una visita al obispo y le pidió oficialmente «que otorgara licencia a los padres para ensanchar y mejorar la casita en que moraban, inadecuada enteramente para observar en ella la vida y disciplina regular». Es de advertir que los religiosos conocían la promesa verbal de monseñor Peralta y que el lote y la casa pertenecían al obispado, pues aquel no pudo poner su voluntad por escrito. Sabedor de todo ello, el padre vicario general solicita al obispo el correspondiente permiso «para ensanchar y mejorar» dicha casa. La respuesta no pudo ser más inquietante: monseñor Junguito no solamente prohibe toda mejora sino que exige a los religiosos que desalojen la casa y el templo, porque' los necesitaba para poner a otros sacerdotes que iban a encargarse de la misión del Darién. Ante la respuesta y convencidos de que la razón está de su parte, acuden a la Santa Sede para que resuelva el conflicto y ésta, mediante rescripto 2076-11 del ocho de noviembre de 1911, determina que los agustinos recoletos continúen «en la pacífica posesión de su iglesia y de su casa»14. Cuatro años más tade, monseñor Rojas y Arrieta, por resolución del once de diciembre de 1915 hizo donación de dicha casa a la Orden. En la donación, tras reconocer que dicha casa no 14 ofrece las condiciones de amplitud e higiene necesarias para una residencia regular, hasta el punto de que apenas tres padres pueden morar en ella, exalta el celo de los religiosos que, «han prestado y siguen prestando señalados servicios a la diócesis y a la enseñanza, ya en la predicación de la palabra divina y administración de los sacramentos al pueblo fiel», y reafirma su interés por conservar y estimular tan eficaz colaboración 1 5 . Mientras tanto la provincia de la Candelaria había nombrado superior de San José al Padre Ángel Vicente, que se une a los padres Doroteo Ocón y Valeriano Tanco para dar nuevo impulso al sagrado ministerio. «Hizo mucho bien en las almas tanto desde el pulpito como desde el confesonario, sobre todo en este último al que era muy consagrado, y fue apreciado y respetado de todos» —escribe el padre Doroteo al hablar del padre Vicente—. «El culto fue aumentando cada día, de suerte que nuestra vida en Panamá jamás fue descansada, ni siquiera en muchas noches del año». En diciembre de 1913 inauguró el órgano del templo «que en su clase es el mejor que he visto. Su instalación fue hecha por nosotros mismos —continua el padre Ocón— con la ayuda del padre Leonardo Azcona, que accidentalmente se encontraba en esta residencia» 16 . 15 Ib Ídem. A. OFICIALDEGUI, Historia, pp. 146-147. E. AYAPE, Fundaciones, p. 66. 16 38 39 Debió de ser en 1914 cuando se afrontó la restauración a fondo del altar mayor aprovechando la presencia en Panamá del famoso dorador y decorador español Agustín Donderis. «El dorado colonial —observa el mismo padre Ocón— había desaparecido y se encontraba muy arruinado». Comenzó la restauración quitando «al altar todo lo dañado por la acción del tiempo, desde que los padres salieron de Panamá. Como el altar es de estilo churrigueresco, las molduras están hechas a capricho y, por tanto, su imitación para reponer las dañadas fue de un trabajo y un costo muy considerable» 17 . El padre Doroteo, nombrado superior en 1915, tuvo la satisfacción de terminar esta valiosa obra, cuya inauguración tuvo lugar el catorce de mayo de 1916. En la misma circunstancia se bendijeron imágenes de San Agustín y de la Virgen de la Consolación. La ceremonia fue el suceso del casco viejo de la ciudad: bajo la presidencia de monseñor Rojas y Arrieta, cerca de seiscientos padrinos y todos los moradores de la ciudad admiraron el esplendor y belleza del «nuevo altar de oro». Incansables en mejorar la fábrica del templo, continuaron con la restauración de los demás altares y dotándolos de imágenes nuevas. Toda esta obra debió de terminar antes de 1 9 2 1 , fecha 17 Ibidem. 40 en que finaliza el gobierno del padre Doroteo. Poco antes había dado su apoyo al establecimiento de las religiosas franciscanas en Panamá, que fundan cerca de la iglesia. Los recoletos se encargaron de su asistencia y ellas colaboraron activamente en el culto y en la catequesis. El celo de los religiosos y la estima que se les profesaba movieron a monseñor Rojas y Arrieta a confiarles casi toda la provincia de Chiriquí. El veinticuatro de febrero de 1921 el padre Pedro Cuartero recibe las parroquias de San José y de la Sagrada Familia, de David, y es nombrado vicario episcopal de toda la provincia. Juntamente con el padre Pascual Zabalza se c o m i e n z a la gran obra misionera de la Orden en esa provincia y especialmente en David. Terminada la restauración del t e m p l o , los religiosos comenzaron a pensar en la construcción de su residencia, ya que seguían viviendo en la que a principios del siglo se había considerado «inadecuada enteramente para observar en ella la vida regular». El padre Antonio Roy, nombrado superior en 1 9 2 5 , es quien emprende la obra. Después de tirar la antigua casita de madera, comienza la c o n s t r u c c i ó n de la nueva, amplia y ventilada, que con ciertas mejoras a lo largo de los años es la misma que hoy habita la c o m u nidad. A comienzos de 1 9 2 6 llega a Panamá el padre Pedro Fabo. Los cuatro años que vivió en San J o - sé fueron de gran actividad y f e c u n d i d a d : ese mismo año, el nueve de agosto, fundó la academia de la Lengua Española en Panamá, formada por dieciocho plazas de número; su primer director fue don Samuel Lewis. Sus conferencias, panegíricos y ejercicios fueron magistrales, al decir de la crítica de entonces. El cartorce de d i c i e m bre de 1 9 2 5 Pío XI eleva a arzobispado la diócesis de Panamá y nombra c o m o su primer arzobispo a monseñor Rojas y Arrieta. A pesar de las tensiones que existían entre la Iglesia y el Estado de aquel entonces, el padre Fabo, c o m o secretario de la junta de festejos, logró reunir en la catedral a todas las autoridades. A p r o v e c h a n d o la ocasión y respaldado por su autoridad, pronunció un gran discurso de inauguración en que presentó a la Iglesia c o m o obra de Cristo para la construcción de la paz, la justicia y la libertad. Escribió numerosas obras y ensayos, de los que en Panamá es especialmente conocido su prólogo a Trozos de la vida, del doctor Belisario Porras, tres veces presidente de la república. Pero «este excelente escritor, inspirado poeta, muy docto y habilísimo conocedor de Cervantes« — en palabras de Rodríguez M a r í n — fue sobre t o d o un gran religioso enamorado de la Iglesia y de su O r d e n . Llamado por los s u p e r i o r e s , partió en 1 9 3 0 hacia Roma para desempeñar el cargo de definidor general y cronista de la Orden; dejó un vacío grande en el convento de San José. 42 43 La década de los treinta se abre con la solemne conmemoración del decimoquinto centenario de la muerte de San Agustín. En Panamá, c o m o en todas las iglesias recoletas del m u n d o , se organizaron solemnes actos tanto religiosos c o m o culturales. Los principales tienen lugar en la academia de la lengua; otros fueron organizados en colegios y asociaciones. Fruto especial de esta c o n m e m o r a c i ó n fue la cofradía de la Consolac i ó n , cuyo título, propio de la Orden, tanto ha contribuido a la devoción de la Madre de Dios en Panamá. También se aprovechó el centenario para reparar la fachada del t e m p l o y para colocar el escudo de la Orden en el altar mayor. El acontecimiento dio nuevas alas al apostolado y el culto en la iglesia de San José y animó a la c o m u n i d a d a extender su acción a otras partes, especialmente a Juan Díaz, Arraiján, Chepo y Pacora, donde se distinguieron por su celo los padres Valeriano Tanco y Félix Pérez. También cabe resaltar su colaboración con la Cruz Roja nacional, de la que fueron capellanes durante mucho tiempo y en cuyos locales dictaban conferencias de formación e instrucción de la gente necesistada. En 1 9 3 4 fundaron la cofradía del Perpetuo Socorro, a la que dedicaron un altar y cuya devoción extendieron por toda la ciudad. Desde 1 9 3 0 hasta 1 9 3 4 residió en Panamá el padre Marcelino Ganuza. Su debilidad no le permitía dedicarse plenamente al ministerio, pero puso todas sus energías al servicio de la investigación y dejó numerosas publicaciones y, en especial, los apuntes para la historia del convento. En la década s i g u i e n t e sobresalió el padre Gregorio Ganuza por las imborrables huellas que su trabajo pastoral dejó entre los fieles. Bajo su impulso la comunidad dedicó esfuerzos especiales a la acción católica. El arzobispo Maíztegui nombró consiliarios de los hombres y de la j u ventud masculina y de la f e m e n i n a , respectivamente, a los padres Leopoldo Marquínez, Rogelio Berasoáin y Alfonso Oficialdegui, que trabajaron a r d u a m e n t e a las ó r d e n e s de m o n s e ñ o r Beckman, obispo auxiliar y consiliario general de la acción católica de Panamá. El padre Rogelio fundó entonces la prestigiosa revista Vanguardia, dictó numerosas conferencias, p u b l i c ó m u c h o s escritos de formación y organizó el primer c o n greso de estudiantes secundarios del país, que ofreció conclusiones de gran valor para todos los estudiantes. No descuidaron, por ello, su atención al t e m plo. El veintitrés de mayo de 1 9 4 3 el arzobispo bendijo el altar del Calvario, cuyo lienzo es obra maestra del conocido pintor panameño Roberto Lewis. Un año antes, el veintidós de j u n i o , se inauguró el taller de Santa Rita en el hogar de la señora Carmen Aminta Duque, obra social que desde entonces ha vestido a numerosas personas necesitadas. 44 45 A partir de la segunda guerra mundial la vida en Panamá sigue su curso normal y los claustros de San José siguen buscando nuevas formas de apostolado. El 1 9 4 4 el padre Alfonso Oficialdegui funda la escuela superior de catequistas y, al año siguiente, juntamente con el padre Gregorio Ganuza, organizan el primer congreso catequético nacional, que se llevó a cabo entre el nueve y el trece de enero de 1 9 4 5 . Durante los dieciocho años que la escuela estuvo bajo la dirección del padre Alfonso se graduaron cerca de quinientos catequistas, maestros de religión. Al fundarse la universidad católica, en 1 9 6 5 , fue incorporada a dicha universidad. La década del cincuenta comienza con otro gran evento. La Virgen de Fátima peregrina por Panamá de la mano de los padres Félix Domínguez, Sebastián López de Murga y Agustín López. El t e m p l o de San José consigue la primera imagen y la acompaña casi durante cinco meses por todos los pueblos de la república; la peregrinación culmina en David en olor de multitudes. Actualmente esa imagen se venera en un altar propio, erigido por sus devotos y bendecido con toda s o l e m n i d a d en 1 9 5 4 . La colaboración en la enseñanza había sido tradicional en la c o m u n i d a d de San J o s é , aunque sólo por esta época se decidió a elevarla al primer plano de sus preocupaciones. Reunida la comunidad el trece de j u n i o de 1953, acuerdan ele- 46 var una p e t i c i ó n a los superiores para que se compre el colegio de La Salle y se funde en él un colegio propio. En menos de un año se salvan t o dos los trámites y el dos de mayo de 1 9 5 4 comienza a funcionar el nuevo Colegio San Agustín, en Panamá. Poco a p o c o , durante el resto de la década el colegio va adquiriendo personalidad y llega a forjar métodos y criterios propios de formación humana y cristiana. El quince de enero de 1 9 5 9 se inicia la construcción del edificio en Punta Paitilla, donde funciona desde 1 9 6 0 . Por estas mismas fechas, del ocho al quince de agosto de 1 9 5 4 , se organiza una gran misión en la capital. Los recoletos, misioneros de tradic i ó n , colaboran de forma incansable. Los padres M á x i m o Ruiz y Alfonso Oficialdegui dedicaron t o d o su celo al sector de Chorrillo, d o n d e más tarde se levantó el t e m p l o de la Virgen de Fátima. El ocho de noviembre de este m i s m o año el obispo crea la parroquia de Río Abajo y la pone al cuidado de los agustinos recoletos. Se encontraba en uno de los sectores más dispersos de la ciudad. muy especialmente al casco viejo, d o n d e está ubicado el templo de San José. La capital va extendiendo sus barrios a lo largo de la bahía y en torno a sus dos vías principales: la Vía España y la Vía Trasistmica. El casco viejo va quedando vacío y su apariencia se deteriora rápidamente, ya que la autoridad pone t o d o su empeño en los barrios nuevos. Por otro lado, no existe en Panamá preocupación alguna por cuidar los bienes del pasado. Una ley de la asamblea, del once de octubre de 1 8 5 6 , decretó el derribo de las murallas coloniales y otras leyes, de 1921 y 1 9 2 4 , ordenaron la construcción de la plaza de Francia y del palacio de Justicia sobre la clásica plaza de Armas del tiempo de la colonia. El casco viejo quedó convertido en lugar de paso en el que se instalan por breve t i e m p o los inmigrantes del interior, inestabilidad que dificulta enormemente el trabajo pastoral. En estas c o n d i c i o n e s , el ocho de diciembre de 1 9 6 6 monseñor Clavel erige la nueva parroquia de San José y le asigna un pequeño espacio de este e n t o r n o ; su p r i m e r párroco fue el padre Alfonso Oficialdegui, que tantos años de su vida había dedicado al servicio de la comunidad Josefina. Mientras tanto, en 1 9 6 1 , Panamá y Centroamérica se separan de la Candelaria y pasan a formar una vicaría de la nueva provincia d e Nuestra Señora de la C o n s o l a c i ó n , q u e t i e n e su sede principal en España. La nueva provincia dedica Impacto de las nuevas tendencias urbanísticas: 1961-1988 Durante la década de los sesenta la ciudad experimenta una transformación radical que afecta 48 49 muchos de sus esfuerzos al trabajo pastoral en Centroamérica. Van surgiendo nuevas comunidades en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Es la hora del Vaticano II. Nuevos aires soplan sobre la Iglesia y los recoletos buscan la forma de hacer realidad las normas emanadas del concilio. En Panamá, además de la parroquia de Río Abajo donde se trabaja con tesón en la formación de la c o m u n i d a d , San José atiende la barriada «Bruja del lomo de la Pava», en la que el padre José Martínez levanta una capilla en honor de San Martín de Porres. En 1 9 6 2 , al ser trasladado a Roma, la barriada lo despide con un gran homenaje que preside monseñor McGrath, e n t o n ces obispo auxiliar. Otros dos acontecimientos importantes destacan también en esta década: el primero fue la erección de la prelatura de Bocas del Toro por Juan XXIII el diecisiete de octubre de 1 9 6 2 , aunque sólo el seis de noviembre de 1 9 6 3 fue designado su primer prelado, monseñor Martín Legarra; el segundo fue la creación de la universidad c a t ó l i c a de Panamá. Respaldados por la federación de colegios católicos y de sus padres de familia, los obispos de la conferencia episcopal decidieron en Roma, el diecinueve de o c t u bre de 1 9 6 4 , darle t o d o su apoyo y obtuvieron la aprobación del g o b i e r n o el diecinueve de abril de 1 9 6 5 . El padre .Benjamín Ayechu, rector del colegio San Agustín y propulsor de la idea, fue nombrado primer rector. Hoy la U S M A o Universidad de Santa María la Antigua tiene por rector a monseñor José Luiz Lacunza, salido también de las aulas del colegio. El año 1 9 6 3 unas preciosas vidrieras de artistas florentinos vienen a completar la ornamentación del templo de San José. En el terreno apostólico es preciso recordar la legión de María, f u n dada al f i n a l i z a r la d é c a d a : por su t r a b a j o y dedicación ha llenado todos estos años y ha dado vitalidad a la parroquia. En el convento de San José surge también el primer centro vocacional de nuestros días, siguiendo el ejemplo de aquel primer seminario «San Agustín» que se fundó en el antiguo convento de Panamá la Vieja bajo la inspiración del obispo don Agustín de Carvajal. La historia de más de trescientos setenta y cinco años de este convento habla por s i s ó l a : ha sido siempre un foco de irradiación del celo y del carisma agustino recoleto, de aquí salieron los primeros m i s i o n e r o s de Darién, los religiosos que recorrieron las llanuras de Chiriquí, las iniciativas que dieron vida a la educación agustiniana, las primeras expediciones que buscaron nuevos campos de apostolado en Centroamérica y, por último, los misioneros que fundaron la prelatura de Bocas del Toro. Es lo que afirma oficialmente Camilo Levy Salcedo en la condecoración de uno de n u e s t r o s r e l i g i o s o s : « T e n e m o s que d e j a r constancia de que la Orden de agustinos recole- 50 51 tos, fundada por el magnífico prelado de Hipona, ha marchado juntamente con la historia de la c i vilización y tanto sus miembros c o m o sus obras son pilares y monumentos perennes de la civilización humana y, en particular, del progreso cultural, religioso y social de Panamá». Cumplida su misión en la historia, el t e m p l o de San José se recoge hoy en sí mismo y, c o m o el casco viejo de la ciudad, trata de cumplir con su destino forjado por la incuria de los hombres. Carmen de Cardales, conocida escritora panameña, lo resume en estos términos: «Cerca del mar, entre la avenida A y la calle 8. a , está la iglesia de San José, el antiquísimo t e m p l o del altar Je oro. Hállase bajo el cuidado de un grupo de padres a g u s t i n o s r e c o l e t o s . La obra desarrollada por ellos en beneficio de nuestro pueblo tiene muy amplias proyecciones. Dignos, íntegros, cultos, dinámicos, amables y entusiastas, realizan con fervor su labor de amor al prójimo, dentro de la iglesia, escuelas, hogares y hasta en las calles... Los feligreses de San J o s é sentimos cariño y admiración por nuestros guías espirituales, quienes calladamente, cual h u m i l d e s violetas, ejercen su noble apostolado y esparecen el aroma de sus sabias enseñanzas». Segunda parte PROYECCIÓN APOSTÓLICA SOBRE TODA LA REPÚBLICA DE PANAMÁ 52 4. DAVID Y CHIRIQUI Treinta años de correrías apostólicas: 1921-1955 Monseñor Rojas y Arrieta, obispo de Panamá, conoce el trabajo apostólico que los agustinos recoletos, vienen realizando a lo largo de toda la historia de la república. En 1920 solicita su colaboración para que se hagan cargo de la ciudad de David y de gran parte de su provincia. La evangelización de Chiriquí había comenzado en 1602 bajo su primer colonizador y gobernador López de Sequeira, aunque no rindió frutos hasta el siglo siguiente. Monseñor Juan José de Llanos y Rivera el diecinueve de marzo de 1 722 bendijo una ermita a San José y creó, al mismo tiempo, el hato de San José con las cabezas de ganado que los fieles habían ofrecido para el mantenimiento de la ermita. Esta fue reemplazada, en 1837, por un templo de «quincha y tejas, al estilo del país». En él entraron los recoletos en 1921. 55 La entrada oficial, e m p e r o , se realizó en el t e m p l o de la Sagrada Familia, de origen mucho más reciente. La primera piedra había sido bendecida el diecinueve de marzo de 1 8 9 8 por m o n señor Peralta, que ese m i s m o día firmaba el acta de la fundación: «Recomendamos vivamente al señor cura que procure recaudar limosna para la nueva iglesia; los que puedan, al menos con su trabajo personal, coadjuven a tan santa obra. Bajo la presidencia del señor cura habrá una junta directiva para la obra del nuevo t e m p l o , la que se compondrá de cuatro individuos, de ellos dos nombrados por el prelado diocesano y dos por la sociedad de San José» 1 8 . Animados por la voz de su pastor — s e g ú n cuentan testigos presenciales—, los fieles acudían a la misa d o m i n i c a l , que se celebraba en un rancho de paja, y de inmediato se constituían en junta de trabajo para acarrear la piedra del río. Al comienzo, el entusiasmo debió de ser muy grande, pues las torres llevan inscritas las fechas de 1 8 9 9 y 1 9 0 1 ; pero no tardó en enfriarse debido, quizás, a los acontecimientos de comienzos de siglo. Cuando monseñor Rojas y Arrieta gira su primera visita pastoral a David, el cuatro de d i ciembre de 1 9 1 3 , encuentra la iglesia a medio 18 construir. Su acta de visita, al m i s m o tiempo que erige la p a r r o q u i a de la Sagrada Familia, nos ofrece una visión inédita de la ciudad: «Esta c i u d a d i n d u d a b l e m e n t e necesita un t e m p l o mayor y que esté en armonía con el p r o greso que ha alcanzado la extensión de la c i u dad. Por otra parte, ha relegado el actual t e m p l o parroquial a la condición de iglesia de barrio, y necesita de una iglesia central que esté más al alcance del c o m ú n de los feligreses. «Afortunadamente estas condiciones y requisitos se hallan reunidos en la iglesia que, dedicada a la Sagrada Familia, comenzó a construirse y cuyos trabajos, por desgracia, se hallan paralizados debido a la falta de recursos. Por tanto, vistas las favorables circunstancias en que dicha iglesia se halla situada, el estilo m o d e r n o a que obedece su construcción, la capacidad que se le ha dado, el adelanto en que se encuentra; por la presente acta de visita declaramos el dicho t e m plo de la Sagrada Familia iglesia parroquial de esta importante y progresista ciudad. En tal virtud los habitantes harán esfuerzos para que este bello templo cristiano sea pronto t e r m i n a d o » 1 9 . Durante este t i e m p o esta al frente de la Sagrada Familia el padre José Volk, franciscano alemán, que llevó el evangelio hasta Bocas del Toro Archivo de la catedral de David, Libro de bautismos de la parroquia de San José, IV, folio 94. 19 Ib Ídem. 56 57 y San Andrés y a quien los ancianos del lugar recuerdan por su celo y labor pastoral. La Sagrada Familia comenzó a fungir c o m o parroquia el primero de enero de 1 9 1 4 ; su primer párroco fue don Elíseo Villarreal y el último de este breve p e ríodo don Gregorio Obón. Este es quien firma el acta de entrada oficial a los agustinos recoletos, representados por el padre Pedro Cuartera: «En el año del Señor de mil novecientos veintiuno, a los veinticuatro días del mes de febrero, p r o c e d í a hacer formal y canónica entrega de esta iglesia, enseres, alhajas y demás a ésta pertenencias, al reverendo padre Pedro Cuartera de la Orden de San Agustín, nombrado párroco único de las iglesias de esta ciduad y vicario de la provincia por el excelentísimo señor don Guillermo Rojas y Arrieta, obispo de esta diócesis, según letras que me han sido presentadas» 2 0 . Los padres Pedro Cuartera y Pascual Zabalza dan comienzo de inmediato al trabajo recoleto en estas tierras de Chiriquí. Poco a poco su acción pastoral se extiende por todo el oriente de la provincia: San Lorenzo, Horconcitos, Dolega, San Félix, Las Lajas, Remedios, Tole... e incluso Bugaba, en el occidente, son lugares que los religiosos visitan en sus correrías misioneras. El trabajo resulta agotador, tanto que en ese m i s m o 20 Libro de bautismos de la parroquia de la Sagrada Familia, I. 58 año los padres Leoncio Lapuerta y Ramón Arigita tienen que sustituir a los dos pioneros de las t i e rras de Chiriquí. El veinticuatro de octubre de 1 9 2 4 llegó a David el padre Gregorio Segura en visita oficial. Al ver el campo de acción tan inmenso, t o m ó la determinación de aumentar el número de religiosos. Su promesa se hizo realidad en 1 9 2 5 con la llegada de los padres Tanco, Julián Sagardoy y Ángel Martínez. El aumento de personal no disminuye el trabaj o , pues con frecuencia recorren por uno o dos meses los campos, bien a lomo de muía o a pie en las m o n t a ñ a s , o en canoa por los grandes ríos que bañan la llanura de la provincia. No hay rancho o pueblo que dejen de visitar. El diecisiete de julio de 1 9 2 8 la ciudad de David fue sacudida por un fuerte temblor. El frontis de la iglesia se desmorona y los religiosos tienen que dedicar parte de su escaso t i e m p o a restaurar el edificio. Desgraciadamente, la pequenez de la ciudad, que no pasaba de los cinco mil habitantes, y la escasez de recursos entorpecieron la marcha de las obras. Pero el trabajo pastoral seguía siendo inmenso y así lo evidencian los l i bros oficiales, que demuestran palmariamente la vida pobre de estos misioneros,.sus largas correrías por toda la provincia y el abundante fruto cosechado, bien apr'eciable en los bautismos, matrimonios y sacramentos administrados. Durante las bodas de plata de la independencia de la república, el padre Valeriano Tanco organizó una exposición de historia, arte y material a u t ó c t o n o , que le mereció medalla de oro. En 1 9 3 0 monseñor Rojas y Arrieta visita de nuevo la parroquia. Habían pasado quince años desde la anterior y el templo se encontraba repleto de fieles que esperaban ansiosos la palabra del pastor. El obispo no pudo menos de alabar el trabajo realizado por los recoletos y animó a los fieles a luchar en contra de los elementos de la naturaleza que habían dañado la obra del t e m p l o . Sus palabras fueron tan eficaces que, a los pocos meses, se comenzó a restaurar la iglesia. Con ocasión de esta visita pastoral el pueblo chiricano presentó al prelado un memorial pidiendo que se hiciera diócesis a David y se pusiera un obispo recoleto. Es una prueba del aprecio de este pueblo por el trabajo pastoral bien realizado. En mayo de 1 9 3 1 , animados por la visita del padre provincial realizadas tres meses antes, los misioneros comienzan la reparación de la iglesia y, en junio, emprenden la construcción de la casa cural de la Sagrada Familia. Hasta entonces habían vivido en una casa alquilada cerca de la parroquia de San José. En primer lugar levantaron el ala que daba a la calle de Santa Catalina, de dos pisos, de madera, sencilla y cómoda; más adelante construyeron una segunda parte en el patio interior. Probablemente, en 1 9 4 0 la obra 60 61 estaba ya ultimada. En esta década dedican especial atención a las comunidades de Boquete y Dolega. El padre Planillo fija su residencia en Boquete y comienza la construcción de la iglesia, mientras que el padre Matías se vierte completamente en el servicio a Dolega y a la construcción de la casa cural. Levantaron también iglesia nueva en San Pablo (1936) y en San Félix (1937). Al mismo tiempo los padres Zacarías Alcate y Custodio Domeño continuaban las correrías por el oriente de Chiriquí emulando las grandes gestas de sus antepasados. Esta obra misionera acabaría dando sus frutos: se forman comunidades locales y se n o m bran nuevos párrocos, de manera que, en 1 9 3 4 , se deja el oriente para concentrarse en David y pueblos cercanos. En esta misma época hubo algunos intentos de erigir un vicariato apostólico en la provincia de Chiriquí. A tal efecto el delegado apostólico en Centroamérica, residente en Nicaragua, visitó la provincia en 1 9 3 6 , pero todo ello nunca pasó de proyecto, quizá porque los recoletos no podían asumir entonces tal responsabilidad. Mientras el trabajo apostólico seguía a ritmo creciente, David iba creciendo y finaliza la década con diez mil habitantes, todos ellos atendidos en dos parroquias de los recoletos, que, además, atienden a Boquete, Dolega, San Pablo, San Félix y los campos de la ciudad. La década de los cuarenta comienza siendo párroco y vicario de Chiriquí el padre Matías Ruiz y coadjutor de la Sagrada Familia el padre Zacarías Alcate. El padre Julio González atiende Dolega y el padre Pablo Planillo reside permanentemente en Boquete, donde lo aprecian por su trabajo en la construcción de la iglesia y por su gran bondad para con los fieles. La casa e iglesia de la Sagrada Familia han e x p e r i m e n t a d o radicales mejoras: la casa cural es amplia y confortable, con siete habitaciones bien equipadas, agua corriente, sala de recreo, salón para reuniones parroquiales, servicios y dependencias propias de toda casa rectoral. También la iglesia ha cambiado: se ha pintado, se ha arreglado el presbiterio y se la ha decorado con un mural y con el escudo de la Orden. En la visita pastoral el arzobispo vuelve a encomiar el trabajo de los religiosos y felicita a los fieles por tener sacerdotes tan celosos. En los años siguientes, dominados por el fragor de la segunda guerra mundial, escasean las noticias de estas tierras. Los recoletos continúan calladamente su labor: van terminando templos y casas cúrales en diferentes comunidades, reparan la parroquia de San José y, en 1 9 4 8 , entregan Boquete y Dolega a los misioneros de Burgos. Al año siguiente llegan a David, que cuenta ya con quince mil habitantes, los padres Regino Maculet y Agustín Moriones. 64 65 Los años cincuenta se inauguran prometedoramente. La imagen peregrina de la Virgen de Fát i m a , que ha recorrido durante cinco meses la rep ú b l i c a , llega a David, d o n d e es acogida con muestras indescriptibles de regocijo y de venerac i ó n . Los recoletos Sebastián López de Murga y Agustín López la han acompañado durante t o d o este t i e m p o y vienen con ella; los padres Félix Domínguez y Alfonso Oficialdegui predican una novena que conmueve a toda la ciudadanía. Las crónicas narran con todo detalle los frutos que dicha peregrinación produjo en las almas de los fieles. Otro tanto sucede cuando Pío XII proclama el dogma de la Asunción. Este ambiente acoge a los padres Epifanio Baztán, Nicolás M e n d i ó roz y Máximo Ruiz cuando, en 1 9 5 4 , llegan por primera vez a David, una ciudad que va adquiriendo la mayoría de edad y que alcanza la cifra de casi veintitrés mil habitantes. La creación de la diócesis de David lleva c o n sigo la elección de la parroquia de San José como catedral de la misma y una nueva distribución de las parroquias de la capital. Los recoletos siguen atendiendo la parroquia de la Sagrada Familia y prestan mayor atención a los campos y comunidades vecinas. Los pueblos de Sabanabonita, San Juan de Tajar, San Carlos, Montilla, San Carlitos, Corozal, Aguacatal y San Pablo, viejo y nuevo, son mejor atendidos y se van levantando capillas nuevas, modernas, amplias. David, sede de la segunda diócesis panameña El-seis de marzo de 1 9 5 5 Pío XII crea la diócesis de David con las provincias de C h i r i q u í y Bocas del Toro y encomienda su gobierno a m o n s e ñor Tomás Alberto Clavel. La cercanía del pastor influye positivamente en la pastoral de la nueva diócesis y son los recoletos los que llevan el mayor peso debido a su antigüedad y a su experiencia en estas tierras. Los terremotos de 1 9 2 8 y, sobre t o d o , el de 1 9 3 4 habían dejado la iglesia de la Sagrada Familia en estado bastante precario y el paso del tiempo la fue deteriorando todavía más. El nueve de enero de 1967 se toma la decisión de reparar el t e c h o . Apenas se c o m e n z a r o n los trabajos quedaron al descubierto los innumerables desperfectos que se habían ido acumulando en la obra, y la comunidad optó por restaurarla en su totalidad. El arquitecto Arturo López, que había ideado la nueva catedral de Bocas, se responsabilizó de los planos y de la obra de la nueva iglesia. Respetando sus torres tradicionales, que llevan todavía las fechas de 1 8 9 9 y 1 9 0 1 , ideó un templo moderno, amplio y lleno de luz que diera capacidad a los numerosos fieles que acuden. A pesar de lo complicado del proyecto, en menos de tres meses se construyó la obra muerta y el 66 67 techo. Durante la semana santa ya se pudo celebrar en ella. La nueva iglesia se inauguró el veintiuno de febrero de 1 9 7 2 , aunque ya estaba terminada hacía t i e m p o . La misma fecha en que el padre Epifanio Baztán, superior de la casa, celebraba sus bodas de plata sacerdotales y la residencia quedó erigida en casa canónica. La celebración, por expreso deseo del superior, fue sobria y fraternal, pero no se pudo evitar que el a c o n t e c i m i e n t o atrajera a numerosos hermanos y a fieles, que dieron un especial realce a la fiesta. Se aprovechó la ocasión para mejorar un tanto la residencia que, así, resistió durante diez años más, hasta el tres de junio de 1 9 8 5 en que hubo que d e m o lerla. De inmediato se comenzó la construcción de la nueva casa, toda ella de materiales nobles, de dos pisos, con una hermosa fachada que da a la avenida este (antigua Santa Catalina) y dotada de todas las facilidades para un mejor servicio de la comunidad y de los fieles. Anteriormente, en 1 9 8 2 , se había dotado a la iglesia de diez a m p l i o s v e n t a n a l e s para darle más ventilación; también se mejoraron las imágenes, campanas y bancos. En 1 9 8 4 se cimentaron y reforzaron las torres, que estaban ya deterioradas por el paso del t i e m p o ; además se remodeló la fachada y se construyó un atrio abriendo dos nuevas puertas laterales bajo las torres. Por ú l t i m o , en 1 9 8 6 , se construyó un mausoleo en el cementerio de la ciudad donde enterrar dignamente a los religiosos. David es actualmente una ciudad próspera y hacendosa. Sus sesenta y cinco mil quinientos veinte habitantes tienen un alto nivel cultural: más del noventa y dos por ciento terminan los estudios primarios. También su nivel religioso es muy alto: por encima del cincuenta por ciento asiste a la misa dominical. Probablemente estas cifras son todavía más elevadas en la parroquia de la Sagrada Familia, ubicada en la parte más céntrica de la ciudad y la de mayor tradición cultural y religiosa. La acción pastoral se ajusta hoy en las líneas señaladas por la conferencia episcopal, aunque sin olvidar nunca las exigencias del carisma agustino recoleto. La comunidad, además de atender los pueblos arriba mencionados, sirve las capellanías de dos hospitales y la de las hermanas franciscanas, es responsable de la catequesis en algunos grupos escolares y, desde luego, de la preparación para los sacramentos. Desde el Vaticano II se ha intensificado la catequesis con la colaboración de laicos, lo mismo que la preparación litúrgica. La Fraternida Seglar participa muy activamente en esta tarea de formación, impregnando de espiritualidad agustina y recoleta la vida cristiana de sus m i e m b r o s . Ú l t i m a m e n t e se intenta seguir más de cerca el crecimiento espiritual de los fie- 68 69 les y también en ello es inapreciable la colaboración de los laicos, que visitan regularmente las familias para compartir con ellas la palabra de Dios, asesorarlas en sus problemas y acompañarlas en los sacramentos. Son plenamente conscientes de que la maduración de la comunidad cristiana no se alcanza sin la participación de t o dos los que c o m p o n e n la Iglesia de Cristo. Este objetivo se está persiguiendo mediante la animación de grupos de oración, cursillos de cristiandad, de catequesis de niños, jóvenes y adultos, cursos bíblicos, charlas para la preparación sacramental, etc. 5. PARROQUIA DE RIO ABAJO Y PARQUE LEFEVRE El o c h o de n o v i e m b r e de 1 9 5 4 m o n s e ñ o r Francisco Beckman, arzobispo de Panamá, creaba la parroquia de San Juan Bautista de la Salle en atención al deseo de los fieles que poco a poco se iban asentando en Río Abajo y Parque Lefevre. Hasta ese m o m e n t o la iglesia había estado regida por los padres paulinos y, en el último año, por el h o l a n d é s del clero secular padre Litjens. La parroquia se encontraba entonces en las afueras de la ciudad; el t e m p l o era una capilla pequeña en muy mal estado y no contaba con residencia para el sacerdote. En esas condiciones, monseñor Beckman la ofreció a los agustinos recoletos. Mientras se planificaba la atención material y espiritual, la atendió, desde el colegio San Agustín, el padre Maximino Iturri. La transición dura hasta el quince de septiembre de 1 9 5 5 , fecha en que toma posesión de la parroquia el padre J e sús Sanzol. Su primera preocupación fue restau- 70 71 rar el t e m p l o , que se encontraba en muy mal estado, como hemos indicado, y la búsqueda dé v i vienda para la c o m u n i d a d . La colaboración de los fieles hizo posible que de aquellas ruinas surguiera una iglesia parroquial d i g n a , al m i s m o tiempo que se iba levantando una modesta casa cural detrás de la iglesia, suficiente para tres religiosos. Esta obra de restauración y de construcción llena los seis años de esta etapa de la parroquia, pero en ningún m o m e n t o se descuidó la atención a los fieles; por el contrario, conviviendo con ellos, se fueron poniendo las bases de una comunidad viva, característica que distingue hoy la parroquia. El cinco de febrero de 1 9 6 1 , el padre Victorino Jiménez se hace cargo de la parroquia e inmediatamente le imprime un fuerte impulso, tanto en el orden material c o m o en el espiritual: sustituye la mortecina luz de la antigua capilla por la claridad de las lámparas fluorescentes, restaura el coro y la torre, dotando a esta última de una campana que repica la alegría del día del Señor; luego llega la p i n t u r a , que rejuvenece el t e m p l ó ; y, por f i n , instala nuevas ventanas de aluminio, que dan ventilación y luz al mismo tiempo. Paralelamente, la c o m u n i d a d parroquial va adquiriendo nueva fisonomía. Los fieles perciben el trabajo y la dedicación de los religiosos y se prestan a colabrar en la formación de la c o m u n i dad parroquial. El quince de agosto de 1 9 6 4 sur- ge el primer grupo apostólico con la fundación de las hijas de María, que se consagran a su santificación y a la formación cristiana y colabora en la enseñanza del catecismo a los niños de primera c o m u n i ó n . Fruto de esta labor pastoral impulsada por el padre Victorino con la colaboración de los padres Isidro Gorri y Miguel A. Porrón es la primera c o m u n i ó n de más de trescientos niños y niñas, el ocho de diciembre de 1 9 6 4 . Como preparación a esta fiesta, que en Panamá tiene resonancia especial por celebrarse en ella el día de la madre, la novena de la Inmaculada estuvo repleta de fieles y hubo participación masiva en los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía. La comunidad parroquial crece y nuevos m o vimientos van sumándose a los más antiguos. En junio de 1 9 6 5 se funda la legión de María, pilar fundamental en el desarrollo de la c o m u n i dad y sin la que no se puede entender la participación progresiva de los fieles en la vida parroquial. De este ambiente nace, en 1 9 6 9 , el m o v i miento juvenil cristiano, que tiene por objeto la formación humana y cristiana de los jóvenes. La actividad de estos grupos imprime un aire nuevo a la pastoral parroquial. La legión de María hace llegar a todos los rincones de la parroquia las inquietudes de la c o m u n i d a d : visita los hogares llevando la palabra de Dios a los enfermos y necesitados y es portadora de consuelo y ayuda fraternal; introducen las asambleas en las distin- 72 73 tas calles, reparte, motiva y recoge las alcancías de la campaña. Actualmente son ocho los presidia, incluido uno juvenil y otro de lengua inglesa. Los jóvenes siguen un plan de formación que contempla todos los aspectos de la personalidad: preparan con esmero la eucaristía dominical y van formando un coro para solemnizar el culto, participan en la pastoral juvenil de la diócesis y colaboran en las necesidades parroquiales. M u chos de los primeros m i e m b r o s han pasado a formar parte de otras comunidades y han sido fuerza interna que renueva el celo de los distintos grupos. De él han surgido algunas vocaciones sacerdotales. Su coro ha participado en c o n cursos juveniles y ha conseguido varios premios. La misa con los enfermos, en la que continúa p a r t i c i p a n d o , se t r a s m i t e por t e l e v i s i ó n cada domingo. En 1976 nacen las comunidades neocatecumenales, destinadas a tener gran repercusión en la vida parroquial. A c t u a l m e n t e son nueve las que comparten su fe en el camino catecumenal: todas ellas participan en las actividades de la parroquia, a la que dan un aire de vitalidad y de fraternidad extraordinarios. El c e l o de la legión de María ha sido siempre el arma secreta de su apostolado. Realiza un trabajo excepcional en las calles, de la mano de María. Porel contrario el m o v i m i e n t o juvenil cristiano es un m o v i m i e n t o hacia adentro, de recogi- miento, de reflexión y profundización en la fe. Además de todas estas actividades de los grupos, se podrían añadir otras muchas. Bastan las mencionadas para decirnos que, a lo largo de treinta años, la parroquia se ha distinguido por su dedicación apostólica y que ha sido la pionera en muchos m o v i m i e n t o s cristianos surgidos en la iglesia panameña, y ejemplo o ayuda para otras comunidades parroquiales. Todos estos compromisos han creado la necesidad de formar catequistas que colaboran eficazmente en la preparación para la primera comunión y para la confirmación. Ambas exigen un gran esfuerzo por la gran cantidad de niños y j ó venes que se acercan a estos sacramentos. En 1987 se funda el m o v i m i e n t o infantil cristiano, donde muchos niños reciben la correspondiente formación al t i e m p o que se organizan actividades recreativas y formativas. Pudiera decirse que son la base de la que más adelante se surtirán los otros grupos de fieles comprometidos. La escasez de espacio para t o d o este montaje obligó a construir un centro parroquial, que se inaugura en 1 9 8 2 : consta de d o s plantas a m plias, dispone de un salón para cuatrocientas personas y de otros cinco salones menores, además de las dependencia correspondientes, que facilitan la celebración s i m u l t á n e a de diferentes 74 75 reuniones o celebraciones de los grupos parroquiales. Hoy la parroquia sigue administrada por tres religiosos, pero las casitas dispersas que la formaban en 1955 se han convertido en una barriada extendida a lo largo de la vía España en el punto en que ésta pierde su fisonomía comercial y adquiere un fuerte sabor popular. A pesar de haber sido construidas otras dos parroquias d e n tro de su primitiva demarcación, actualmente sus habitantes no bajan de los cuarenta y cinco m i l . La mitad de ellos son de color; la otra mitad, de trigueños descendientes de emigrantes haitianos, jamaicanos y martinicanos llegados a Panamá durante la construcción del canal. Hablan i n glés y son católicos fervientes. Durante mucho tiempo se tuvo un servicio especial para todos ellos, pues los más viejos no conocían el español; hoy ha desaparecido el problema de la lengua. Sin embargo, existe un presidium de la legión de María que celebra sus reuniones en i n glés y atiende a los feligreses de habla inglesa. 6. COLEGIO SAN AGUSTÍN La tradición educativa de la comunidad da un auténtico salto de calidad cuando, el diez de j u nio de 1 9 5 3 , los padres Sebastián López de Murga, Ángel Marcos y Alfonso Oficialdegui, reunidos en San José, deciden dirigir una solicitud a los superiores de la Orden para que se adquiera el colegio de La Salle. La petición es aceptada y el veintiséis de agosto siguiente se firma e) c o n trato de compra. La escritura pública es formalizada el dieciséis de diciembre de dicho año. El colegio San Agustín inicia su andadura oficial el cuatro de febrero de 1 9 5 4 , fecha en que el presidente de la república, José Antonio Remón, y el ministro de educación, Víctor G. Urrutia, firman el decreto de aprobación. Ese mismo año, el tres de mayo, comienza el curso escolar con doscientos cuatro alumnos y con una c o m u n i d a d dispuesta a impartir educación integral bajo el lema agustiniano de «Virtud, ciencia y caridad». La inauguración oficial tuvo lugar el siete de mayo con la bendición solemne del colegio impartida 76 77 por el arzobispo de Panamá y con las palabras alentadoras del doctor Alfredo Cantón, director de educación particular, y del doctor Víctor Florencio Goitía, hermano mayor de la Orden, a d m i rador de todas sus obras y erudito seguidor de su labor pastoral en Panamá. Dirigida por el padre Rogelio Berasoáin, la com u n i d a d no escatima esfuerzos para que esta primera semilla crezca y fructifique. En 1 9 6 0 se recogen los primeros frutos con la graduación de doce bachilleres en ciencias y letras. Pocos m e ses antes una nueva y más amplia perspectiva se había abierto ante los ojos del colegio: el ministerio de educación, necesitado de aulas, estaba interesado en comprar el colegio y, c o m o pago, ofreció un terreno situado en Punta Paitilla. M u chos lo creyeron un desatino. Tal vez fuera un gran reto. Hoy nadie duda de que fue la operación más sabia que la Orden ha realizado en Panamá. Después de muchas idas y venidas, conversaciones y presiones, se llegó a un acuerdo y el trece de noviembre de 1 9 5 9 , fiesta de todos los santos de la Orden, se bendijo la primera piedra del nuevo edificio. Ese mismo año y en el casco viejo surgió la idea de fundar una escuela nocturna para adultos. Dedicada al padre Bernardino García, abrió sus puertas el seite de julio de 1 9 5 9 , c o m o una proyección social del m i s m o colegio. Se m a n t u - vo hasta 1 9 7 7 . Era la primera escuela de alfabetización de Panamá. En ella han aprendido a leer y a escribir numerosos adultos y no menos de cien de sus alumnos al año completaron sus estudios primarios. Sus maestros fueron siempre del personal del colegio: profesores, exalumnos, religiosos... Después esta responsabilidad fue siendo asumida progresivamente por el estado. Un trabajo intenso ha precedido a este m o mento, pero todavía queda mucho por hacer. El terreno era, en gran parte, manglar situado a orillas del río Matasnillo y sujeto a las alternativas de la marea que lo inundaba. La preparación del terreno y la construcción de los edificios exigían grandes trabajos. No obstante, el dieciséis de mayo de 1 9 6 0 ya pudo tener lugar la inauguración del nuevo edificio, que hizo el nuncio apostólico, monseñor Punzólo, a quien acompañaba el padre provincial José Arana y todo el personal del colegio. La vida colegial en Punta Paitilla comenzó con setecientos alumnos, en c o n d i c i o n e s un tanto precarias. El nuevo edificio albergaba solamente las aulas de clase. Orientado del naciente al poniente, protegido del sol y de la lluvia por amplios aleros, abierto y funcional, dotado de tres pisos de aulas y otro de garaje, a la postre ha resultado ser lugar ideal para el estudio. El alumno se siente a gusto en estas condiciones inmejorables. Más adelante se levantó el edificio de ofici- 78 79 ñas, laboratorios y vivienda de la c o m u n i d a d . Mientras tanto se iban acomodando las instalaciones deportivas, rellenando los manglares y edificando el gimnasio. Adosada a él, se levanta la iglesia, que ha sido reconstruida últimamente. Fue una década de desarrollo, de construcción, durante la cual se comprometieron todos los recursos posibles para poner el colegio en c o n d i ciones de impartir una educación integral dentro del espíritu agustiniano de mejor ley. No es extraño, pues, que en este ambiente vayan surgiendo ideas clave en la historia de la iglesia panameña. Una de ellas, que ya bullía desde 1961 en la federación de colegios católicos, fue la de fundar una universidad católica en Panamá. En 1 9 6 2 esta idea fue respaldada por la federación de padres de familia de dichos colegios en su asamblea general. Pero todavía quedaba largo c a m i n o por recorrer. El a r z o b i s p o Beckman falleció después de haberla aprobado y hay que esperar a 1 9 6 4 , cuando su sucesor, Tomás Clavel, la propone a todos los obispos de Panamá, que dan su aprobación el diecinueve de octubre de dicho año, mientras se encontraban en Roma por motivo del concilio Vaticano II. Monseñor Clavel encargó al padre Benjamín A y e c h u , a la s a z ó n d i r e c t o r del c o l e g i o San Agustín y presidente de la federación de colegios católicos, la preparación e impulso del proyecto. Se trabajó a marchas forzadas en los estatutos. planes, programas, que fueron aprobados por el ministerio de educación el diecisiete de mayo de 1 9 6 5 . Superadas todas las dificultades, la universidad es inaugurada el veintisiete de mayo de d i cho año con una matrícula de doscientos treinta alumnos. El primer rector fue el m i s m o padre Benjamín Ayechu, que anteriormente había sido condecorado con la Orden Vasco Núñez de Balboa en atención «a su excelsa labor en pro de la educación panameña». La universidad funcionó en el antiguo palacio episcopal hasta 1 9 7 6 , año en que se trasladó a su nuevo campus. En enero de 1 9 8 5 fue nombrado rector de la misma el padre José Luis Lacunza, también entonces rector del San Agustín. Un año r i á s tarde, en enero de 1 9 8 6 , fue consagrado o b i s p o auxiliar de Panamá. Continuó en la rectoría de la U S M A o universidad de Santa María la Antigua y asumió la dirección de la pastoral educativa de la archidiócesis. En 1 9 6 6 el colegio ofreció sus instalaciones para que el CEDAC o consejo episcopal de A m é rica Central celebrara en ellas sus reuniones. La inaugural se celebró el veintitrés de agosto bajo la presidencia de monseñor Luis Manresa, obispo de Quezaltenango y presidente del CEDAC, quien, al finalizar, manifestó a la comunidad «en nombre propio y del episcopado de Centroamérica, la más profunda gratitud por la espléndida hospitalidad, las ¡numerables atenciones de que 82 83 hemos sido objeto, la magnífica organización de todos los servicios que nos han brindado durante nuestra XIII conferencia del CEDAC». Todo ello se hizo constar en el acta de la última sesión y se leyó en la misa de clausura, celebrada en la capilla del colegio, llena de fieles, y en el banquete de despedida en que participaron del orden de mil doscientos invitados. La acción pastoral sigue el ritmo de la acción educativa: cursillos de cristiandad, boys scouts, federación de mujeres católicas, federación de colegios católicos y particulares, federación de madres de familia, movimiento familiar cristiano, etc., son m o v i m i e n t o s que han sido atendidos por religiosos del c o l e g i o . Y todavía p o d e m o s añadir la catequesis de los alumnos en las barriadas marginadas, la asistencia a varias comunidades religiosas y capellanías en la zona del canal, la parroquia de Veracruz, etc. Paso a paso, el colegio va adquiriendo prestigio por la calidad de su educación. Su alto nivel académico, sus instalaciones deportivas, el c e n tro de c ó m p u t o y, sobre t o d o , la influencia del lema agustiniano que hace que la comunidad de formadores y formandos, de religiosos y laicos, de padres de familia y de instituciones, sea una realidad viva y operante: una c o m u n i d a d . Que no se cierra sobre sí misma, sino que se proyecta socialmente en la escuela de alfabetización «Padre Bernardino García», en la inquietud misionera 84 proyectada particularmente en la ayuda a la prelatura de Bocas del Toro y en las giras misionales entre los guaymíes de Kankintú. El diez de febrero de 1 9 6 8 fue una fecha luctuosa en los anales del colegio: su primer rector, padre Rogelio Berasoáin, volaba al cielo dejándonos como herencia su obra y su espíritu. Los últimos treinta y dos años de su vida los había pasado en Panamá, fue fundador y primer rector de dos colegios (el San Sebastián, de Manila, y el San Agustín, de Panamá), creó el Instituto Panameño de Cultura Hispánica, consiliario de acción católica, dirigió numerosas publicaciones y asociaciones del estudiantado católico, recibió varias condecoraciones, entre las que sobresalen la de comendador de la Orden de Alfonso X el Sabio y la de Vasco Núñez de Balboa. En 1 9 7 5 , M a r i o A l b e r t o M o l i n a P., p r i m e r puesto de la promoción 1 9 6 6 , es ordenado sacerdote en la misma capilla del c o l e g i o . Este acontecimiento se repite en 1 9 8 2 , cuando Aníbal S a j d a ñ a , p r i m e r p u e s t o de la p r o m o c i ó n 1 9 7 5 , también es ordenado sacerdote ante sus antiguos compañeros de colegio. Siguiendo sus pasos se halla Gabriel Robles, que está t e r m i nando sus estudios de especialización teológica en la universidad gregoriana, de Roma. Es la luz que, c o m o testigo, va dejando «un reguero de estrellas». Estrellas que hoy podemos contar porque las crónicas de un colegio están llenas de a c o n t e c i mientos que ilusionan la mente de los estudiantes y rebasan las aulas del m i s m o . Más de m i l bachilleres han salido ya de ellas. Se encuentran en todas las partes, pero siguen recordando esos m o m e n t o s con alegría y agradecimiento: graduaciones de Kinder, primeras comuniones, graduación de sexto, la soñada meta de la promoción a bachiller, las convivencias, catecismos, ferias y saraos, deportes, exámenes, cuestionarios, pruebas deportivas, desfiles patrios, juegos, capilla... Todo ello forma parte importante en la vida colegial. En la actualidad el colegio ronda los dos mil alumnos. Ocupado a plena capacidad, está en disposición de mantener su tradicional calidad de formación. Para lograrlo, la comunidad mantiene una comunicación intensa con la familia, cada religioso es responsable de un curso, atiende su progreso y le ayuda en sus dificultades. La catequesis ocupa la mayor parte del t i e m p o de los religiosos: eucaristías en grupo, colegiales o especiales, charlas de formación humana y cristiana, preparación de las primeras comuniones y confirmaciones, un consultorio psicológico bien atendido... son algunos medios para llevar a la realidad el lema de «Virtud, ciencia y caridad». Esta vivencia se profundiza especialmente durante los tres días de convivencia anual para los 86 87 cursos superiores de secundaria, en la que se busca una madurez humana y cristiana bajo la inspiración del c o m p r o m i s o agustiniano «Conócete, acéptate, supérate». La práctica del deporte es otra faceta importante de la vida colegial. Las excelentes instalaciones deportivas la favorecen, tanto al aire libre como en el gimnasio. Resultado de ello son los numerosos trofeos que adornan sus vitrinas. Todo ello animado por las asociaciones de padres y de exalumnos, que trabajan siempre de la mano del colegio. No es que se haya llegado a la c o m u n i d a d educativa perfecta, pero todos los agentes son conscientes de que el ideal se alcanza con el esfuerzo y la colaboración. Hacia él se camina y no hay duda de que, durante todos estos años, se han dado pasos importantes para lograrlo. Actualmente se siente la escasez de religiosos, sobre todo de religiosos especializados en pastoral educativa y vocacionaí. Son limitaciones que han impuesto las circunstancias y que se trata de subsanar de la mejor manera posible. E V O L U C I Ó N DEL COLEGIO S A N A G U S T Í N , DE P A N A M Á Alumnos Primaria Secundaria Total 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1988 173 419 556 701 850 880 • 1.002 1.131 35 295 396 512 628 695 790 842 208 171 952 1.213 1.478 1.575 1.792 1.973 Cuerpo docente. Grados Profesores Religiosos Bachilleres 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1988 15 30 37 51 60 59 70 70 6 7 12 12 14 9 7 6 — _ 24 49 39 75 85 102 — 88 89 7. PRELATURA DE BOCAS DEL TORO '''Hf' «%'Pr O I*» "5 O ,)5 i m O 2 2 < tK 0. w m < & u 0 eo "O .*) El apostolado misionero ha sido preocupación constante de los agustinos recoletos en Panamá. Ya en 1 6 2 6 recorren Urabá y Darién predicando el evangelio; más adelante atendieron Chepo y Pacora; luego extendieron su apostolado hasta Penonomé y el interior. A finales del siglo pasado retornan a Darién y, en este siglo, misionan en la provincia de Chiriquí, de más de diez m i l indígenas. Pero ese espíritu m i s i o n e r o sólo adquiere su plena concreción en 1 9 6 4 , cuando la Santa Sede les encomienda la prelatura de Bocas del Toro. La prelatura, que coincide exactamente con la p r o v i n c i a del m i s m o n o m b r e , fue creada por Juan XXIII el diecisiete de octubre de 1 9 6 2 ; sin embargo, no fue erigida hasta el veintinueve de febrero de 1 9 6 4 . En el m i s m o día tomaban posesión de ella su primer prelado, monseñor Martín Legarra, agustino recoleto, y otros doce religiosos de la misma Orden. Cuenta con setenta y cinco mil habitantes, desparramados en ocho mil 91 novecientos diecisiete kilómetros cuadrados. Su geografía, tanto física c o m o política, es sumamente variada: consta de una parte continental y de otra insular con nueve islas grandes, cincuenta y un cayos identificados y multitud de islotes sin nombre; en lo humano se caracteriza por la heterogeneidad racial y cultural, pues es un m o saico de lenguas y de religiones. La historia de la iglesia católica es reciente en Bocas del Toro: apenas llega a los cien años, ya que los católicos llegaron con la inmigración de los primeros latinos a finales del siglo pasado. En 1893 fue creada la parroquia de Bocas del Toro, que abarcaba toda la provincia. Hasta 1 9 1 7 sólo ocasionalmente recibía la visita del párroco. En dicho año se establecieron en ella los padres paulinos y se afianzó la atención pastoral. Actualmente es sede del prelado y catedral de la m i sión. Su extensión es de mil seiscientos cuarenta kilómetros cuadrados y tiene unos siete mil habitantes, de los cuales, dos mil quinientos viven en la ciudad de Bocas y el resto a lo largo de ríos y costas. La mayor parte del trabajo pastoral hay que hacerlo por mar en condiciones muy difíciles. Los misioneros visitan las diez capillas, situadas estratégicamente entre la comunidades rurales. La parroquia tiene una escuela primaria que acoge a unos doscientos niños. La dirigen las misioneras de la madre Laura. En 1 9 5 3 se creó una nueva parroquia, la de Almirante. Tiene una extensión de novecientos sesenta kilómetros cuadrados y unos d o c e mil habitantes. La mitad de ellos vive en la ciudad y el resto en comunidades dispersas, accesible solamente por mar o por caminos muy malos. Su templo fue construido en 1 9 2 0 y tiene numerosas capillas en las comunidades rurales. Cuenta también con un colegio de secundaria fundado en 1 9 6 4 . Actualmente lo dirigen las terciarias capuchinas. Tiene una capacidad de cuatrocientos cincuenta alumnos y es un gran medio de formar a los jóvenes intelectual y religiosamente. En 1975 se erigió la parroquia de Changuinola, extendida a lo largo de tres mil kilómetros cuadrados y con una población que gira alrededor de los veinticinco mil habitantes, diseminados en las fincas de la Bananera y en pequeñas comunidades campesinas e indígenas. Su primer t e m p l o se quemó en 1 9 6 7 y fue sustituido por uno nuevo de concreto. Se han construido, además, diez capillas en las comunidades rurales para atender las necesidades de los fieles. Actualmente se está terminando un t e m p l o nuevo en El Empalme, nudo vital de ferrocarriles que ya alcanza los cinco mil fieles. En 1 9 6 7 los misioneros decidieron adentrarse en terreno indígena y fundaron la parroquia de Kankintú, en plena^ zona guaymí. Tiene tres mil kilómetros cuadrados y unos dieciséis mil habi- 92 93 tantes, de los cuales solamente cuatrocientos v i ven en el poblado fundado por los misioneros a orillas del río Cricamola; el resto vive disperso por la montaña o a lo largo de costas y ríos. La escabrosidad del terreno y la falta de vías y medios de comunicación hacen especialmente difíciles las giras de los misioneros. A pesar de la lejanía y apartamiento, también cuenta con una escuela bajo la dirección de las misioneras de la madre Laura: además de impartir clases de alfabetización para adultos, en ella se prepara a los niños en actividades agropecuarias y a las niñas en corte y confección, artesanía, hogar, etc. Las mismas religiosas dirigen un centro de salud que ha logrado una labor importante en la prevención y curación, sobre t o d o a través de las vacunas, higiene, orientación prenatal y similares. La misión de Kankintu aspira a formar una comunidad guaymí líder que acoja la labor evangel i z a d o s , la asimile y la proyecte. Los misioneros hacen presente el evangelio de forma que sea para ellos un camino de superación y meta de liberación y salvación. Además de los sitios mencionados, la prelatura cuenta con más de cuarenta puestos de m i sión, que se visitan periódicamente. En estos casos, la catequesis, la celebración de los sacramentos y demás actividades se llevan a cabo en la escuela, en el rancho o bajo las palmeras. M u chas veces, las giras se alargan durante semanas. El trabajo pastoral es muy variado, de acuerdo con las diversas necesidades de cada c o m u n i dad. Durante el día se da catequesis, se preparan los sacramentos, se visitan los hogares y, sobre t o d o , a los enfermos y personas necesitadas ancianas. Las tardes se dedican a las reuniones con adultos: se reflexiona sobre los problemas de la c o m u n i d a d , se profundiza en la fe, se preparan las celebraciones de la palabra o de la eucaristía, etc., según las circunstancias del lugar y de las personas reunidas. En la actualidad la mayor parte de este trabajo lo realizan los misioneros o las religiosas. Pero ya se van preparando líderes locales que colaboran en los trabajos más sencillos, en espera de asumir mayores responsabilidades. En febrero de 1 9 8 2 la prelatura organizó la primera asamblea pastoral. Cada parroquia y cada capilla celebró reuniones previas, a las que asistieron sacerdotes, religiosas y representantes de los diversos sectores y movimientos laicales. En ella afloraron sus necesidades e inquietudes más acuciantes. La asamblea las discutió y acogió en sus concluiones las que consideró de mayor interés. Decidió potenciar el centro indigenista de Kankintu, prestar mayor atención a los pobres y a los valores de la cultura indígena, promover la progresiva c o n c i e n c i a c i ó n cristiana y apostólica de los laicos y las vocaciones autóctonas. Estas líneas han dirigido la labor pastoral de 94 95 la prelatura durante los últimos años. En Kankintú, tan apartado del mundo civilizado, se ha creado una escuela y un dispensario, se han organizado cooperativas entre los productores de arroz del bajo Cricamola y se ha mejorado la selección y formación de los catequistas de Kankintú y Bisira. Fruto de esta labor son los cuatro seminaristas menores que estudian en el centro misionero de Tole. . En la zona bananera han surgido centros de promoción social y familiar, y en otras zonas están madurando proyectos de desarrollo que no tardarán en dar fruto. El progreso de la indigenización también ha sido muy n o t a b l e . Con ayuda de c a t e q u i s t a s guaymíes se han traducido y acomodado varios textos religiosos y aun liturgias a la lengua guaymí. En el último encuentro de «misioneros entre guaymíes» ya se pudo celebrar la eucaristía en su idioma y se introdujeron elementos propios de su simbología en las vestiduras litúrgicas, altares, adornos, etc. Como dato curioso cabe recordar que el Santo Padre, en su visita a Panamá, usó una «chakira guaymí». Los misioneros han preparado una gramática guaymí, que van perfeccionando año tras año. Los problemas y dificultades siguen siendo inmensos. A la falta de caminos, aislamiento y pobreza de la gente, distancias, peligrosidad del mar y de los ríos, escasez de misioneros... hay que añadir la diversidad de lenguas y culturas, la pluralidad religiosa, el d e s c o n o c i m i e n t o de los patrones culturales del indígena, etc. A pesar de t o d o , es evidente que la prelatura, bajo la mirada paterna y vigilante de sus dos prelados (Martín Legarra entre los años 1 9 6 4 y 1 9 6 9 y Agustín Ganuza desde 1 9 6 9 hasta el presente) ha dado pasos de gigante. Monseñor Legarra bien puede servir de c o m pendio y ejemplo del trabajo misionero realizado por la Orden es estas tierras. Con su fe profunda, su tenacidad, su alegría en las dificultades, su continua comunicación con los misioneros, asentó las bases de la prelatura y la marcó con señas de identidad inconfundibles. Su trabajo no fue fácil. A las dificultades propias de t o d o c o m i e n z o , hubo que añadir la precariedad económica y los embates de la naturaleza. Su sucesor en la prelatura ha resumido su actuación en las siguientes frases: «Recorrió la misión repetidas veces; la conoció y la dio a conocer. Elaboró informes, trazó planes, organizó programas, consiguió recursos y llamó a nuevos equipos misioneros para llenar las tareas pastorales. Hubo de enfrentarse a la adversidad y levantar de nuevo dos iglesias (la catedral de Bocas y la parroquial de Changuinola) de las tres que había recibido, destruidas por el fuego o por las fuerzas desatadas de la naturale- 98 99 za. Panamá, Bogotá, Roma, Madrid, Alemania... conocieron sus afanes misioneros. En el concilio Vaticano II, en el CELAM, en Encuentros misioneros latinoamericanos dejó oír su voz misionera y exigente. Y a donde no alcanzaba su voz llegaron sus escritos: cartas a las religiosas de clausura agustinas recoletas, reportajes periodísticos en publicaciones de la Orden y otros» 2 1 . 8. EN LA DIÓCESIS DE SANTIAGO DE VERAGUAS En abril de 1 9 6 9 monseñor Legarra fue n o m bado obispo de Veraguas. Era una diócesis en formación y escasa de clero. Para una población de c i e n t o setenta mil almas, diseminadas por una geografía de once mil kilómetros cuadrados, sólo contaba con catorce sacerdotes provenientes de seis naciones diversas. La heterogeneidad no asustaba a monseñor Legarra, acostumbrado desde joven a la riqueza del universalismo católico; pero sí le preocupaba la escasez y la ausencia del hábito recoleto. Con ánimo de paliar una y otra necesidad recurre a la Orden, que no tardó en responder. En marzo de 1 9 7 0 le envía al padre Andrés Martínez, que se encarga de las clases de religión en la normal, y al padre Carlos del Burgo, religioso deseoso de regularizar su situación. Poco después llegaban otros padres, que se hicieron cargo de Soná, parroquia de veintitrés mil almas dispersas por casi mil quinientos kilómetros cuadrados. El analfabetismo era alarmante. 21 José Agustín GANUZA, Apuntamientos para la historia de la Iglesia en Bocas del Toro, Bocas del Toro 1988, pp. 78-79 (mecanografiado). 100 101 Durante los primeros meses los religiosos se dedican a estudiar la situación. Visitaron todas las c o m u n i d a d e s durante tres días, organizan reuniones en todas ellas, discuten los problemas más acuciantes y promueven el espíritu crítico de los fieles. A continuación dividieron la parroquia en tres zonas, cada una de ellas encomendada a un religioso. El programa de evangelización es c o m ú n , pero cada religioso es libre de ejecutarlo de acuerdo con las necesidad de sus fieles. El trabajo es duro, lo que no impide que se haga con ilusión, sin rehuir los continuos viajes a pie, a caballo o incluso en barca, hacia las islas vecinas. Su casa se convierte enseguida en el refugio, el hogar, donde el obispo encontraba apoyo y comprensión en los m o m e n t o s difíciles. Veraguas era una diócesis conflictiva. La labor social del clero estaba creando una conciencia social entre el campesinado, que no agradaba a la oligarquía comercial. Las relaciones con el clero tampoco era siempre fáciles. En parte por el individualismo de algunos sacerdotes, en parte porque'existían entre ellos encontradas actitudes en la pastoral social. La t e n s i ó n tenía que estallar. La noche del nueve de junio de 1971 era secuestrado en un rancho el padre H é c t o r G a l l e g o s , párroco de Santa Fe, donde en perfecta sintonía con el obispo había trabajado con ejemplar desprendimien- 102 to en la p r o m o c i ó n integral del c a m p e s i n a d o . Monseñor Legarra movilizó inmediatamente t o dos los recursos disponibles: se entrevista repetidamente con las máximas autoridades de la nac i ó n , denuncia su pasividad en la prensa y en la televisión y hasta llega a contratar investigadores privados. Desgraciadamente su esfuerzo cayó en el vacío: el padre Gallegos no apareció. Pero sirvió para revelar facetas inéditas de su carácter. Panamá entera admiró su fortaleza, su tenacidad y la elegancia espiritual con que supo defender los derechos de la verdad y de la justicia. T a m bién fuera de Panamá despertó interés su actuac i ó n , que fue recordada en libros y hasta en un filme. A fines de enero de 1 9 7 5 Roma acepta la renuncia a la diócesis y, tras dar posesión a su sucesor, sale de Santiago de Veraguas y se establece en la ciudad de Panamá. Poco más tarde le siguen los recoletos que residían en Soná. Durante diez años monseñor Legarra residió en la parroquia de San Francisco de la Caleta, t o talmente consagrado al servicio de sus fieles, a la animación de las comunidades religiosas de la capital y al apostolado de la pluma y de la televisión. Su voz llega a la nación entera y por toda ella difunde su mensaje de paz, esperanza y o p timismo. Tercera parte FUNDACIONES EN AMERICA CENTRAL 104 9. NICARAGUA Precaria fundación en Chinandega: 1958-1959 La historia actual de los agustinos recoletos en Centroamérica comienza en abril de 1 9 5 8 . Varios religiosos y en diversos viajes recorren Costa Rica, Nicaragua y Guatemala en busca de emplazamiento adecuado para posibles fundaciones. Las ofertas de los obispos no son muy halagüeñas. La provincia de la Candelaria se encuentra en plena expansión y necesita nuevos campos apostólicos para sus abundantes vocaciones. Otra causa de la expansión parece ser la inminente creación de nuevas provincias dentro de la Orden. La primera fundación quedó asentada el cinco de julio de 1 9 5 9 en Chinandega, pequeña ciudad del oriente de Nicaragua, de quince mil habitantes. Su alcalde, don Alfonso Callejas, entusiasta y emprendedor, promete los terrenos y la ayuda necesaria para fundar un colegio. Al mismo t i e m po monseñor Isidro A. Oviedo y Reyes, obispo de 107 León, ofrece la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe juntamente con la administración de la iglesia de San Agustín, en construcción y con un amplio terreno para edificar residencia. Los padres Estanislao Zabalza y Cecilio Iturri fueron recibidos por la población con grandes muestras de regocijo. Al día siguiente de su llegada, el seis de julio de 1 9 5 8 , monseñor Abel Ruiz, delegado del obispo de León, les hace e n trega oficial de la parroquia de Guadalupe. Encuentran iglesia y casa cural en estado precario, pero los religiosos se acomodan y comienzan su labor pastoral atendiendo a los fieles y ejerciendo la capellanía del hospital, se preocupan de la construcción de la iglesia de San Agustín y procuran en todo m o m e n t o que las promesas se vayan haciendo realidades. El cinco de noviembre del m i s m o año llega el padre Mariano Valle para hacerse cargo del futuro c o l e g i o y, hasta su partida, el treinta de marzo de 1 9 5 9 , trabaja denodadamente en pro de su fundación. Sin embargo, a finales de 1958 la situación s e torna delicada. El tres de febrero la comunidad decide unánimemente enviar un delegado a la curia provincial para que explique los detalles del caso Chinandega, c o m o ya se llama. Poco a poco las puertas se habían ido cerrando: ante las leoninas condiciones que el gobierno quiso imponer al colegio los religiosos no tuvieron más remedio que abandonar el campo. El quince de junio de 1 9 5 9 el padre Cecilio Iturri hizo entrega oficial de la parroquia de Guadalupe a don Raúl Vasco, delegado del obispo, c o n todas las mejoras que se habían logrado. Tras once meses de preocupaciones y de trabajo ímprobo, concluía t r i s t e m e n t e esta primera e x p e r i e n c i a en Centroamérica. Entrada en la capital de la república Mientras tanto el padre Estanislao había e n trado en contacto, el veintisiete de diciembre de ese mismo año de 1 9 5 8 , con el o b i s p o de Managua m o n s e ñ o r Alejandro González y Robledo, que le concedió permiso para fundar en la capital. Entre varias ofertas el padre decide hacerse cargo del barrio Campo Bruce y el uno de junio de 1 9 5 9 toma posesión oficial de la iglesia de San Gabriel. Las condiciones eran pésimas. Durante algún t i e m p o los religiosos tuvieron que v i vir en el hogar de la familia Terán, hasta que a f i nales de año pudieron instalarse en una casita de madera adosada a la capilla de San Gabriel, que la misma familia les había ayudado a acomodar, dotándola de baño, servicio, cocina..., donde las necesidades eran mucho mayores q u e las posibilidades. El primer año transcurrió e n el estudio de estas posibilidades. 108 109 A finales de abril de 1 9 6 0 el padre provincial gira su visita oficial y el cuatro de mayo firma contrato con el arzobispo. Este entrega a la comunidad, a perpetuidad, San Gabriel y todos sus terrenos con la condición de edificar iglesia, escuela parroquial y dispensario médico. Tras una breve permanencia del padre Victorino Jiménez, en febrero de 1961 se hace cargo de la capilla el padre Jesús Sanzol, a quien poco más tarde se une el padre Jaime Oneca. Mientras tanto, el primero de mayo, San Gabriel fue erigido en parroquia y el a c o n t e c i m i e n t o se celebra con misa campal. La comunidad se anima y, de acuerdo con el contrato, proyecta la construcción de la iglesia y emprende la de una vivienda digna para los religiosos. En poco t i e m p o se construye una casita d e una planta, estilo chalet, dotada de las dependencias imprescindibles para la vida religiosa y parroquial. El d o s de febrero de 1 9 6 2 gira su primera visita el provincial de la recién erigida provincia de la Consolación, padre Cecilio Etayo: reajusta el personal, nombra superior al padre Jaime Oneca, encarga al padre Javier Rodrigo la economía y al padre Eugenio Gayarre, llegado en a g o s t o , la marcha del colegio, que se inauguró el quince de mayo c o n ciento cincuenta alumnos. Para e n t o n ces la residencia ya estaba terminada, pero la construcción de la iglesia sufrió la primera de sus desgracias al derumbarse los muros recién levan- tados. Ello, la administración entre 1961 y 1 9 6 3 de una segunda parroquia —la de María Auxiliad o r a — , más la atención a capellanías, clases, confesiones y ayuda en la cateral hicieron especialmente difíciles los comienzos de esta f u n d a ción. Pero la comunidad no se arredró. Hacen los planos del t e m p l o , que dedican a San Nicolás, y, poco a p o c o , con m u c h o sacrificio y trabajo, van levantando la iglesia. En 1 9 6 4 , cuando el padre Javier Rodrigo fue llamado para formar parte del primer e q u i p o m i s i o n e r o de Bocas, ya estaba muy adelantada. El capítulo provincial de 1 9 7 0 mandó que se hiciese un estudio sobre las casas de Centroamérica con el fin de asegurar la estabilidad y el trabajo pastoral de los religiosos. Tanto el padre vicario c o m o el provincial en sus visitas pulsan opiniones y tratan de ampliar nuestro campo de acción en Managua. Por f i n , descartada la oferta del Hogar Zacarías Guerra por sus dificultades intrínsecas, se deciden por trabajar en la consecución de una parroquia en Altamira. De esta forma entra la c o m u n i d a d , formada por cuatro religiosos, en el inolvidable 1 9 7 2 . Su trabajo pastoral se centra en las comunidades de base, trabajo que se realiza por zonas. Ello produce un gran incremento del culto y de la vida cristiana. Pero «cuando estábamos mas ilusionados con la marcha de las comunidades cristianas, del grupo juvenil y su trabajo —escribe el padre Vidaurreta— 112 113 llegó el fatídico terremoto de la noche del veintidós de diciembre sembrando la destrucción, la muerte y el dolor... y nos dejó en la calle. Despertamos de 1 9 7 2 completamente desnudos. Ni casa, ni feligreses, ni siquiera templo o futuro previsible. S i m p l e m e n t e el recuerdo de algo vivido que espanta y anquilosa». Así describe la c o m u nidad su experiencia de aquella noche infernal: «Sobre la ciudad muerta no se puede pensar y la comunidad busca refugio en la casa amiga de León Herdocia, en la ciudad de León. En ella permanecen durante el mes de enero los padres Estanislao y Gayarre junto con el vicario, padre M i guel Polite, mientras los padres Vidaurreta y Gil participan en un curso de pastoral en Guatemala. Dedican muchas horas a estudiar la situación, colaboran en !a ciudad y en Managua y buscan !a forma de enfrentarse a tan espantosa tragedia». Movida por la petición del arzobispo y del clero de Managua, la comunidad toma la decisión de regresar a la ciudad para atender a las necesidades más urgentes de los fieles. Se alquila una casa y, apenas regresados los cursillistas de Guatemala, la comunidad se divide en dos grupos: u n o a t i e n d e la nueva parroquia de San Agustín en el barrio de Altamira y otras necesidades sugeridas por el arzobispo, el otro se encarga de Campo Bruce, del colegio, de caritas y de las necesidades urgentes que van surgiendo. Restañando heridas y luchando por sobrevivir transcurren los años siguientes. Los efectos del terremoto han sido de tal magnitud que la capital yace enterrada en sus ruinas sin esperanza de resurgir. Van pasando los años y los proyectos de una nueva ciudad reposan en los grandes despachos oficiales. Y entre tanto el descontento popular y la lucha contra Somoza va en a u m e n t o . El trece de noviembre de 1 9 7 7 se comienza la reconstrucción del t e m p l o : se levantan columnas y paredes mientras en la ciudad aumentan las protestas. Los sandinistas, c o m o hormigas, acarrean las estructura del t e m p l o para levantar barricadas en las calles. Ante el asombro de la com u n i d a d ; los m i l i t a r e s las s e c u e s t r a n c o m o material subversivo y tienen el honor de ser las primeras que han sido hechas prisioneras «por intervenir en política». Hubo que probar su inocencia para conseguir su libertad y ponerlas de nuevo al servicio de la iglesia, que, al fin, vio cerrado su techo en abril de 1 9 7 8 . El doce de noviembre se abría de nuevo el t e m p l o de San N i colás, pero su inauguración no ocurrió hasta el diecisiete de junio de 1 9 7 9 , festividad del Corpus Christi. Una ceremonia sencilla, angustiosa. Una semana antes, el día siete, había estallado la guerra de Managua. Entre tanto se había arreglado la escuela y la residencia y el veinte de mayo se había bendecido la primera piedra de la iglesia de San Agustín, 114 115 en Altamira. Pero la guerra todo lo trastrueca y el mismo día de la inauguración los terrenos de la parroquia se convierten en una gran Cruz Roja donde buscan refugio los que huyen: dos mil ochocientas v e i n t i c i n c o personas llenaron patios, salones, iglesia y hasta el último rincón disponible. La comunidad sufre infinitas penalidades. La falta de condiciones para atender a tanta gente, la escasez de noticias, la dura realidad de la guerra y los continuos tiroteos, hasta de obuses de tanquería parapetada detrás dé la iglesia, desencadenaron un estado de nervios que afectó a muchos de los refugiados. Después de cuarenta días horribles, terminó la guerra con la huida de Somoza y la toma de la ciudad por los sandinistas. Pero la parroquia siguió inundada por los refugiados, sólo que ahora son somocistas los que huyen desparovidos ante la represión de los triunfadores. La Cruz Roja internacional intenta salvarlos, pero m u c h o s de ellos caen en los puestos de los sandinistas. En la refriega los voluntarios de Campo Bruce sufren varias bajas; el padre Epifanio se salvó varias veces de milagro. C o m o toda guerra, también ésta trae sus c o n secuencias desastrosas: entre los fieles de la parroquia seencuentran partidarios de ambos lados y los inicios de los sandinistas, entre tantas esperanzas despertadas, se van llenando de interrogantes. Ello afecta a los religiosos y a sus acti- vidades pastorales. Los traumas de la guerra van cicatrizando y la pastoral se reemprende. El padre Epifanio sale de Managua el diecisiete de dic i e m b r e de 1 9 8 2 y el padre Pedro M a t e o es nombrado superior. El capítulo había ordenado que ambas comunidades se fundieran en una sola, la de Campo Bruce. Además de las dos parroquias atienden t a m bién una de las barriadas más pobres, la Luz. La situación política, las condiciones que i m p o n e n los sandinistas en el poder, el aislamiento de la c o m u n i d a d , etc., hacen surgir el interrogante de si conviene mantener este m i n i s t e r i o o si hay que abandonarlo por las circunstancias que lo rodean. Pero los religiosos siguen trabajando con dedicación. Desde 1 9 8 5 está al frente de Campo Bruce el padre Miguel Barrena, de Altamira el padre Salvador Macaya y del colegio el padre Pedro Mateo. La parroquia de San Nicolás es numerosa y destaca por su fervor; su escuela parroquial está llena y tiene tres turnos para dar cabida a t o das las solicitudes; puede decirse que su carisma es la educación de los niños y la atención a los fieles, particularmente a los enfermos. También la parroquia de San Agustín, en Altamira, se preocupa con esmero de su culto, al que han dado aire nuevo las comunidades neocatecumenales. Se habían hecho muchos esfuerzos para la c o n s t r u c c i ó n de este t e m p l o de San Agustín y ahora se ve convertido en foco entu- 116 117 siasta de vida cristiana. El problema más grave de estos ministerios es su aislamiento de los restantes que tiene la provincia en Centroamérica, al que hay que sumar hoy la gran incógnita de la situación política, que hace difícil, por no decir i m p o s i b l e , encontrar una solución a corto plazo. 10. GUATEMALA Quezaltenango: 7 958-19 70 El día siete de o c t u b r e de 1 9 5 8 , fiesta de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la ciudad, llegan a Quezaltenango los padres Saturnino Sotil y Luis Belascoáin y el día doce t o m a n posesión de la parroquia del Calvario de manos de m o n s e ñ o r Manresa, que había solicitado la presencia recoleta en su diócesis. El día veinte se les une el padre Victorino Jiménez y la nueva comunidad comienza su apostolado entre los fieles de la parroquia y de su entorno. La ciudad de Quezaltenango fue fundada antes de la llegada de los españoles con el nombre de Xelalhú en el valle del alto Sámala, a unos dos mil trescientos metros de altura. Situada en la falda del Cerro Quemado, volcán todavía en actividad, fue destruida totalmente por un terremoto el ocho de abril de 1 9 0 2 ; en 1 9 5 8 tenía unos cuarenta mil habitantes, estaba dotada de todas las facilidades modernas c o m o capital departa- 118 119 mental y era un centro importante de producción industrial, textil y agrícola. La primero que ha de hacer la comunidad es arreglar la casa, dotarla de lo más imprescindible para vivir religiosamente. No habían terminado de acomodarla cuando reciben la visita del padre provincial, José Arana, el once de diciembre de 1 9 5 8 . Durante su estancia se consolida la presencia recoleta en la diócesis al aceptar la parroquia de Totonicapán, de la que toman posesión el veintiuno de diciembre de 1 9 5 8 . Al año siguiente llegan los padres Eliseo Lusarreta y Juan de Dios Barrachina, pioneros de la magna obra que la Orden realiza entre los indígenas. A pesar de las distancias, estas comunidades se convierten en la palanca que mueve la expansión por Centroamérica. En agosto de 1 9 5 9 , los padres Sotil y Luis viajan a El Salvador para estudiar sobre el terreno nuevas ofertas de fundaciones, dando pasos firmes para nuestra presencia en ese país. La visita del prior general de la Orden, la presencia del presidente de la república que quiso apadrinar una estatuta de San Judas y, sobre t o do, la llegada de cuattro nuevos misioneros en 1 9 6 0 afianzan estas fundaciones, que ya se distinguían por una atención esmerada a los indígenas de los cantones. Fruto de sus desvelos son también las fundaciones, entre junio y agosto de 1960, en la ciudad de Guatemala y de Usulután, en El Salvador. En Quezaltenango desarrollan una actividad febril tanto en la ciudad c o m o en los cantones: dan clases en los colegios de la parroquia, atienden la catequesis y, por medio de la acción católica, procuran atender todas las necesidades; no descuidan por eso el mantenimiento de la iglesia y levantan un nuevo despacho parroquial. El seis de junio muere en accidente automovilístico el padre Saturnino Sotil, comisario de la provincia en Centroamérica y alma de estas f u n d a c i o n e s . Su inesperada d e s a p a r i c i ó n es una pérdida irreparable para la c o m u n i d a d , que queda anonadada por la desgracia. Pero se repuso pronto: fundan en el hospital la «Unión de enfermos misioneros», dan catequesis en todas las escuelas públicas de la parroquia y, sobre t o d o , se dedican a formar la acción católica, vanguardia que lleva el evangelio a t o d o s los rincones de la parroquia. Y de todos los rincones peregrinan al Calvario en la fiesta del Señor de las tres caídas. Desde 1 8 4 0 esta devoción es la fiesta cumbre de la parroquia. Más de doscientos mil fieles llegan a ella y los religiosos programan su atención de tal forma que resulte un c o m p r o m i s o de fe. El año 1 9 6 4 marca un hito especial: monseñor Manresa bendice e inaugura la escuela parroquial, que inicia sus labores con ciento catorce alumnos en los tres primeros grados. El obispo 120 121 se siente orgulloso del trabajo realizado por la comunidad y así lo reconoce ante t o d o el pueblo. Hay que añadir que los locales de la escuela se destinan también para impartir clases de moral a los maestros y catequistas y para otras actividades parroquiales. Sacan t i e m p o para arreglar la vivienda dotándola de algunas comodidades imprescindibles en este clima fuerte de los Altos de Guatemala. D e s g r a c i a d a m e n t e , la escasez de personal obliga a la provincia a reorganizar su presencia en Centroamérica: en agosto de 1 9 7 0 , cumpliendo órdenes del capítulo, el padre Miguel Polite, vicario entonces de Panamá y Centroamérica, v i sitó los ministerios con el fin de pulsar la opinión de los religiosos; en noviembre del mismo año el padre prior provincial comunica al obispo su deseo de entregarle la parroquia. El obispo se resiste, pero, al f i n , se aviene a aceptar la decisión de la comunidad que, tras años de fructífero trabajo, abandonó Quezaltenango el treinta y uno de d i ciembre de 1 9 7 0 . país y se caracterizan por sus riquezas forestales y por sus productos agrícolas de primera necesidad. Totonicapán se encuentra situada en el c o razón de estas bellezas naturales. Su parroquia de San Miguel fue regida por los misioneros del Espíritu Santo hasta el veintiuno de diciembre de 1 9 5 8 , en que el obispo de la diócesis, monseñor Luis Manresa, la entrega a los agustinos recoletos. Los padres Luis Belascoáin y Juan de Dios Barrachina son los encargados de ponerse en contacto con una realidad totalmente nueva. La parroquia t i e n e más de t r e s c i e n t o s c i n cuenta kilómetros cuadrados y unos setenta mil habitantes. La mayoría de ellos viven desparramados por los campos, que de ordinario son de su propiedad. La parroquia se divide en cantones en cada uno de los cuales hay capilla, lugar de reunión para todas las actividades, especialmente para las religiosas. El primer trabajo de los religiosos es conocer la acción católica, obra i n mensa que abarca casi toda la pastoral y que tiene su directiva en cada uno de los cuarenta y ocho cantones de la parroquia; además existe una directiva central que se nombra cada dos años y que tiene su sede en la cabecera. Los miembros quizás alcanzaran la cifra de cinco m i l , de los que cuatrocientos eran catequistas. Todos los domingos reúnen a los fieles en la capilla de dos a cuatro dé la tarde para celebrar la palabra de Dios, rezar el rosario y explicarles el catecis- Entre los indígenas de Totonicapán Los Altos de Guatemala distan unos doscientos kilómetros de la capital y se alzan entre los dos mil quinientos y los tres mil metros de altura. En ellos vive la gran mayoría de los indígenas del 124 125 m o , además de practicar los cantos y de atender a otras necesidades de la comunidad. Por otro lado, cada uno es responsable de cinco familias por quienes debe velar, reuniéndose con ellos todos los días para orar e instruirlos en las verdades de la fe. Todos los lunes hay una reunión especial en la parroquia, a la que deben asistir los catequistas de cada cantón y los respectivos delegados para informar de todo lo que han observado en los cantones. En ella reciben una catequesis del párroco, la cual ellos deben transmitir a los restantes catequistas del cantón con el fin de que éstos, a su vez, la impartan a las familias que tienen bajo su responsabilidad. De esta forma toda la parroquia recibe el mensaje del párroco, quien puede contar con ellos para cualquier necesidad, desde la preparación para recibir los sacramentos hasta la organización de las fiestas patronales. Hay que destacar la entrega de estos catequistas, que caminan hasta cincuenta kilómetros para llegar a las reuniones parroquiales. Se trata, pues, de una organización casi perfecta.(así lo entendieron los primeros recoletos) para llevar a cabo un trabajo pastoral efectivo y bien organizado. Su primera tarea, por tanto, fue familiarizarse con ella y colaborar en todo m o mento en sus objetivos. Disposición que los llevó, poco a poco, a meterse en las entrañas de la parroquia y en las necesidades de los fieles de tal manera que, en menos de un año, estaban al tanto de todos los pormenores del trabajo. Esta tarea exigía gente joven. Los superiores, al año siguiente, sustituyeron a los pioneros de la parroquia por los padres Carmelo Urarte, Celso Argomaniz y Elíseo Lusarreta. Todo este primer lustro se caracteriza por el esfuerzo de los religiosos en estudiar, vigilar y animar esta organización clave de los indígenas, cuyos brazos apostólicos se extienden a t o d o s los puntos de la parroquia. Al terminar el lustro la acción católica había d o b l a d o sus e f e c t i v o s , p a s a n d o a c o n t a r con ocho mil quinientos socios, de los que o c h o c i e n tos cincuenta eran catequistas y trescientos cuarenta y cinco aspirantes. Desde su llegada, los recoletos se p r e o c u p a r o n de p r o m o c i o n a r los perfiles sociales de la evangelización. Varios catequistas se graduaron c o m o promotores sociales en la universidad, fundaron cooperativas de ahorro y crédito, llevaron el agua potable a diferentes comunidades, mejoraron las viviendas, las escuelas y los caminos, y hasta fueron apresados por defender de los brujos sus capillas, viviendas y oratorios. También la casa cural necesitaba m e joras, pero, siendo los recursos escasos, se hizo sólo lo indispensable. El segundo lustro de la presencia recoleta en Totonicapan se caracteriza por la profundización en la parroquia de los catequistas y por el esfuer- 126 127 zo en dotar a la comunidad de una vivienda d i g na. De la antigua casa no se pudo aprovechar nada. El arquitecto de la diócesis proyectó un tramo de cuatro h a b i t a c i o n e s t o t a l m e n t e nuevo. La construcción respira cierto aire colonial y autóctono, resaltando la madera de la región. También la iglesia estrenó nueva instalación eléctrica y, con la ayuda de la acción católica, se reconstruyó el salón parroquial; igualmente, se consiguió un segundo jeep con el fin de duplicar las salidas a los cantones. Fue tal el celo y la dedicación de los religiosos y de sus catequistas que, por primera vez en la historia, el obispo de Quezaltenango hizo la visita pastoral a seis capillas cantonales, recorriendo en jeep o a caballo más de cincuenta kilómetros. El entusiasmo de los indígenas al ver en sus casas al obispo se desbordó y más de mil setecientos jóvenes se prepararon a conciencia para recibir la confirmación. Pero la fiesta principal fue la ordenación sacerdotal de un hijo de la región, segundo en este lustro, que los indígenas celebraron luciendo sus trajes típicos llenos de color y de alegría. «Nuevas facetas se han ido añadiendo durante este t i e m p o al plan base de pastoral parroquial: se han organizado misiones en los distintos cant o n e s : el sacerdote convive con ellos durante una semana, les habla detenidamente, celebra la eucaristía y visita con los catequistas todas las familias, a t e n d i e n d o e s p e c i a l m e n t e a pobres y enfermos; se han adelantado gencias para dotar a algunos cantones dispensario médico, pues la asistencia es muy deficiente». los más las diliclave de sanitaria En 1 9 6 7 la acción católica cumple sus veinticinco años de vida y, c o m o fruto de la celebración, se inicia un programa de radio de media hora para llevar a todas las partes el mensaje de la parroquia. En la ciudad se fundó la legión de María, que inmediatamente comenzó una campaña de asistencia a los presos y a los enfermos. Algo más tarde se concluye la restauración de la iglesia a base de piedra labrada: queda renovada totalmente, desde las torres hasta las bancas. Se organiza el archivo, que cuenta con doscientos veintitrés libros de bautismos (desde 1738) y con otros muchos de gran valor, entre los que destaca el inventario levantado en 1 8 1 3 . La comunidad se encuentra en plena fase de profundización pastoral: las clases de los lunes se han dividido en tres partes: la primera dedicada a un tema de la iglesia, la segunda a comentar las lecturas del d o m i n g o y la tercera reservada a los avisos y temas organizativos. Da nuevo i m pulso a la acción católica y los catequistas actúan de fermento en las comunidades hasta el punto de que el oratorio resulta ser el «alma social» de cada c a n t ó n ; comienzan a dar catequesis en las escuelas y, con su buen hacer, conquistan 128 129 el aprecio y estima de todos. Uno de los problemas más graves es la promoción de la mujer. Sólo el cinco por ciento de ellas saben leer y ninguna participa en acción social alguna. Para resolverlo la parroquia está organizando la acción católica femenina con muy buenos resultados. También esto ha tenido una importante repercusión en las comunidades indígenas, cuyo sentido social ha crecido, cuya m e n talidad va cambiando, debido, sobre t o d o , a los promotores sociales que fomentan y dirigen cooperativas y comités en pro de la comunidad. A m pliando su campo de acción, crean comisiones de caritas que reparten alimentos y ropas o f o mentan el cultivo de frutas y hortalizas. Organizan clases nocturnas para adultos en el m i s m o centro parroquial con gran éxito. A pesar de la entrega de la acción católica, la pastoral de los religiosos resulta difícil. La extensión y la dispersión de la parroquia hace imposible llegar a todas las partes, lo que origina dificultades en la planificación pastoral y hasta en el mismo concepto de fe, que pierde su fuerza original al mezclarse con creencias y supersticiones autóctonas. Enmarcada en el plan diocesano de pastoral i n d i g e n i s t a , la c o m u n i d a d planifica la purificación de la fe desde 1 9 8 5 mediante una catequesis profunda de los sacramentos y la difusión de un catecismo Para vivir en la tierra. 130 Últimamente se ha dejado sentir con fuerza la influencia protestante. Sólo la presencia del sacerdote es capaz de contrarrestar esas corrientes, que llegan bien financiadas desde el exterior. Sin embargo, la tenacidad de los catequistas y el arduo trabajo de los religiosos les han restado mucha eficacia. Actualmente la comunidad religiosa está formada por los padres J a c i n t o Lozano, Juan J . Zaro y Julio M e n d i , a quienes la Orden tiene c o n fiada la continuación de una obra apostólica que tan bien ha sabido conjugar el mensaje del evangelio con el respeto a la cultura de los evangelizandos. El treinta y uno de octubre siguiente llegan a Guatemala los padres Alfonso y Antonio Tabar para hacerse cargo de la nueva fundación. El o n ce de diciembre se acomodan en una casita alquilada y, en febrero de 1 9 6 2 , comienzan a levantar una capilla provisional dedicada a San J u das Tadeo. La antigua ciudad de Guatemala, fundada en 1 5 1 7 por Pedro de Alvarado, llegó a ser, a mediados del siblo XVIII, la ciudad más populosa de América central, con sesenta mil habitantes y más de cien iglesias y conventos. El terremoto llamado de Santa Marta (1773) la arrasó totalmente. La actual Santiago de los Caballeros de Guatemala fue fundada el primero de enero de 1 7 7 6 en el valle de la Ermita por Martín de Mayorga y, aunque ha s u f r i d o o t r o s t e r r e m o t o s (1 8 7 4 , 1 9 1 7 , 1 91 8), cuando llegan los recoletos es una ciudad moderna, de amplias calles y avenidas, parques y jardines. Su población ronda los cuatrocientos mil habitantes. Está ubicada a mil cuatrocientos ochenta metros de altura y goza de un clima primaveral en medio de una extensa llanura d o m i n a d o por los volcanes de Agua, de Fuego y del Pacaya. Los primeros años de esta fundación se caracterizan por el trabajo de investigación y reconocim i e n t o . Está enclavada en una zona bastante despoblada, de clase pudiente muy cerrada en sí misma y de difícil acceso a una pastoral ordina- En la ciudad de Guatemala La ciudad de Guatemala es paso obligado hacia las casas de Xelalhú y Totonicapán y, por tanto, lugar en que la Orden tenía que establecerse. El cuatro de septiembre de 1 9 5 9 el padre prior general, Eugenio Ayape, hizo una visita al arzobispo, quien mostró su complacencia por el deseo de la Orden de fundar en la ciudad, aunque no concedió el debido permiso hasta el catorce de junio de 1960. Casi un año más tarde, el dieciséis de mayo de 1 9 6 1 , el padre Saturnino Sotil consiguió un terreno de cuatro mil varas cuadradas, sobre la avenida de las Américas. 132 133 ria. Los religiosos, por tanto, se deciden a visitar las familias para darse a conocer y para explicar el trabajo pastoral que desean llevar a cabo en la zona. Poco a poco van conquistando la benevolencia de los vecinos. En octubre de 1 9 6 6 monseñor Casariego erige la parroquia de San Judas y nombra párroco al padre Francisco Carlos. La capilla primitiva cada día resulta más pequeña y es preciso sustituirla por una iglesia más capaz. La c o m u n i d a d parroquial lo comprende y cada familia se c o m p r o m e te a colaborar con una cuota mensual. En julio de 1 9 6 7 ya se pudo bendecir la primera piedra del t e m p l o y, en diciembre de 1 9 6 8 , se celebró la primera misa bajo t e c h o ; pero todavía hubo de transcurrir casi un año ante de que m o n s e ñ o r Manresa pudiera consagrar el nuevo t e m p l o , en agosto de 1 9 6 9 . Entre tanto, la comunidad sigue trabajando con celo ejemplar en sus responsabilidades pastorales. El señor arzobispo admira su labor y les encarga la administración de la parroquia de San Pío X. El veintiuno de febrero de 1971 monseñor Ricardo Han, obispo auxiliar de la ciudad, bendice la primera piedra de la nueva residencia c o m u n i t a r i a . Un año más tarde, en enero de 1 9 7 2 , ya pudo bendecirla e inaugurarla el señor arzobispo con la asistencia del prior provincial, del vicario, de t o d o s los religiosos de Guatemala y de un gran número de fieles. Arriba tiene ocho cuartos; abajo, las dependencias ne- cesarías para la buena marcha de la parroquia. Poco tiempo después, el treinta y uno de marzo, se inauguró el nuevo salón parroquial, con cafetería, cocina, baños y otras facilidades. Todas estas mejoras contribuyen a incrementar la labor pastoral: c o m i e n z a n a organizarse cursillos de cristiandad, se crea el consejo parroquial formado por diez familias pertenecientes al c i t a d o m o v i m i e n t o , se d e c i d e e m p r e n d e r la construcción de un t e m p l o dedicado a San Pío X en recuerdo al I Congreso Eucarístico Centroamericano; la comunidad se hace cargo de la vecina parrquia de Santa María Goretti, enclavada en el barrio marginal Santa Fe, donde los padres Adrián Alonso y Jacinto Alegre comienzan a trabajar con ilusión en un informe objetivo sobre el estado sociológico y religioso del barrio... En 1 9 7 4 surge en la parroquia el movimiento carismático con resultados s o r p r e n d e n t e s : no menos de doscientos cincuenta fieles se reúnen todos los miércoles para celebrar la eucaristía en un ambiente de renovación personal y en búsqueda de la autenticidad cristiana. Muchos de ellos forman también parte del movimiento familiar cristiano o de los cursillos de cristiandad y abundan los jóvenes de los encuentros juveniles. Los religiosos participan activamente en este resurgir religioso: son directores de cursillos, dan charlas y orientaciones en ultreyas parroquiales o z o n a l e s , son asesores d i o c e s a n o s de los en- 134 135 cuentros de p r o m o c i ó n juvenil, ayudan a los e n cuentros matrimoniales y animan a la c o m u n i d a d carismática. Y todavía les queda t i e m p o para dirigir la restauración de la sacristía y la pavimentación del aparcamiento de la iglesia. En abril de 1 9 7 5 , durante la visita provincial y vicarial, se organiza una reunión de todos los religiosos de Centroamérica para evaluar su trabajo pastoral. En general, las conclusiones fueron pos i t i v a s . Una de ellas o r d e n a b a i n t e n s i f i c a r la evangelización bajo el lema «Comunión y participación», de acuerdo con Puebla. Presidió la eucaristía de clausura monseñor Han, quien dirigió palabras de agradecimiento y de estímulo a los veinte agustinos recoletos reunidos y a una numerosa concurrencia. En la misma ceremonia el hermano Ángel Ojuel era ordenado diácono. En este año la c o m u n i d a d carismática se extendió a los jóvenes con resultados muy positivos: vivencia de una espiritualidad más profunda y de una vida cristiana más auténtica. Todo ello culmina con las noches de espiritualidad para m a t r i m o n i o s , a las que asisten más de ciento cincuenta parejas. Más adelante se abren t a m bién a los jóvenes para poder analizar los problemas específicos de la juventud y sus repercusiones en la familia. En f e b r e r o de" 1 9 7 6 un t e r r e m o t o s i e m b r a muerte y destrucción en Guatemala, sobre t o d o entre los feligreses de Santa Fe y T o t o n i c a p á n . La solidaridad agustiniana se hace sentir y de t o das partes llegan ayudas a los damnificados. Primero, los religiosos, junto con algunos feligreses, se movilizan para lo más i n m e d i a t o ; más adelante la ayuda se centra en el barrio Santa Fe y en la parroquia hermana de Totonicapán. La ordenación sacerdotal del hermano Á n g e l , el veintiocho de marzo de 1 9 7 6 , dio nuevos i m pulsos a la vida parroquial, sobre t o d o en Santa Fe. Se activa el consejo parroquial y el m o v i m i e n t o carismático tiene excelentes frutos de amistad cristiana, que se extiende a todo el barrio. Con la ayuda de Adveniat se funda una academia de mecanografía; se presiona ante las autoridades para que terminen la escuela en construcción ya que el cincuenta y tres por ciento del barrio se encuentra en edad escolar; y, por f i n , se logra dotar de agua suficiente a la colonia (aunque hay que convencer a los vecinos para que la instalen en sus casas). La iglesia, como único lugar amplio, sirve de local de reuniones para t o das estas obras, al mismo t i e m p o que se va formando la comunidad parroquial con una fe más comprometida en el culto y en las obras de la parroquia. En 1 9 8 0 se integran las comunidades religiosas de San Judas y de Santa Fe. Los religiosos se hacen responsables de ambas parroquias y plani- 136 137 fican el trabajo pastoral con especial atención a los pobres. Desgraciadamente, la violencia política estalla en el país y causa un altísimo número de víctimas. La comunidad ha de desplegar t o d o su celo para acompañar y compartir tantas desgracias que se abaten sobre la nación y, en especial, sobre sus parroquias. También hubo de trabajar arduamente en la preparación del viaje del papa Juan Pablo II, en marzo de 1 9 8 3 . Actualmente la comunidad consta de siete religiosos, continúa con la atención a las parroquias de San Judas y de Santa Fe, dirige el seminario San A g u s t í n , inaugurado a principios de este año 1 9 8 9 a poca distancia de la capital, y uno de sus m i e m b r o s , el padre Mario A. Molina, dicta clases de Sagrada Escritura en las dos universidades católicas de la ciudad. En resumen: los recoletos pueden sentirse satisfechos de la obra realizada durante estos años. Llegaron a un lote vacío y lo han llenado de realizaciones tanto materiales c o m o espirituales. De unos vecinos cerrados en sí mismos se ha llegado a f o r m a r una c o m u n i d a d p a r r o q u i a l v i v a , abierta a la acción del Espíritu y a las necesidades de los hermanos. 11. EL SALVADOR Usu Iuta n y Santiago de María Usulután es una ciudad de cuarenta mil habitantes, rica de algodón en sus llanos y de café en sus tierras altas. A ella llegaron los padres Saturnino Sotil y José Ruiz el veintidós de agosto de 1 9 6 0 , p r o c e d e n t e s de Guatemala, para t o m a r posesión de la parroquia de Santa Catalina. Poco después se les suma a los pioneros el padre Elíseo Lusarreta, pero ni con su ayuda logran dar abasto a las múltiples necesidades pastorales de una parroquia de p o b l a c i ó n m a y o r i t a r i a m e n t e campesina, diseminada por cantones y con largas distancias entre un punto y otro. Como en las restantes fundaciones en Centroamérica, lo primero es encontrar un lugar d o n de vivir. La casa cural se encuentra totalmente abandonada, lo m i s m o que la iglesia. Es urgente su arreglo inmediato. Durante los dos primeros años la comunidad religiosa dedica buena parte de sus esfuerzos a reconstruir ambos edificios. 138 139 Entre tanto se ha fundado nueva casa en Santiago de María, a media hora de distancia de Usulután. Como ambas comunidades se hallan en situación parecida, ponen su empeño en preparar un plan común de pastoral orientado, sobre t o d o , al área campesina. Es la mejor forma de ir descubriendo las necesidades más urgentes y los medios para remediarlas. El problema más grave es el aislamiento del campesino. La solución que se le encuentra es la formación de delegados de la Palabra, a los que se prepara por m e dio de cursillos para dirigir la celebración e i m partir catequesis. Su éxito está asegurado desde el comienzo, pues el campesino es de buen f o n do, no tiene complejos y se halla siempre dispuesto a colaborar. Los padres José Ruiz, Carmelo Urarte y Celso Argómaniz completan el primer lustro. A los dos últimos les sustituyen los padres José Luis J i m é nez y Jesús Casajús. El padre Ruiz pone la experiencia, el padre Jiménez trae una formación de colegio, el padre Casajús aporta la vivencia de los movimientos eclesiales, que ha conocido en Badalona, España; el primero se encarga de los cantones, de la acción católica, del m o v i m i e n t o familiar cristiano y de las cooperativas, m o v i miento social que ha sido acogido con éxito por los campesinos; el segundo, padre José Luis, d i rige el recién fundado c o l e g i o , la catequesis y la alfabetización; el tercero, padre Casajús, se e n - carga de la cárcel, del hospital, del movimiento juvenil, del movimiento familiar cristiano y de la oficina. Y los tres colaboran, como hermanos, en la buena marcha de todo el programa. Usulután es pueblo de vieja raigambre religiosa, aunque poco influyente en la vida. Hay que cristianizar las costumbres y los esfuerzos de los religiosos se centran en la creación de una comunidad viva que celebre la fe y los sacramentos, pero que también lleve la fe a la práctica. La acción católica, muy numerosa, es el punto de apoyo para este plan general de catequesis. Se establecen también los cursillos prematrimoniales a través del movimiento familiar cristiano y se intensifica la catequesis de niños y de jóvenes, en lo que los delegados de la Palabra cumplen un inapreciable papel, sobre t o d o en los cantones. La acción católica colabora en toda la parroquia y pone su empeño en dotar a todos los cantones de capilla propia. Otro punto de apoyo pastoral va a ser el colegio: en él se imparten charlas de formación humana y cristiana, se dan clases de alfabetización, se hace el reparto de Caritas y se imparte catequesis. Pero, sin duda, el trabajo mayor lo realizan en la formación de cooperativas: al comienzo son únicamente cuarenta los socios, pero muy pronto llegan a los doscientos y ello supone un esfuerzo y una dedicación total en beneficio del campesino, siempre indefenso y explotado. 140 141 A finales de 1961 y comienzos de 1 9 6 2 llegaron a Santiago de María los padres J e r ó n i m o Azanza, Ángel Sagardoy y Fermín Moriones para hacerse cargo de la catedral y de un colegio anejo a la misma. El obispo, monseñor Castro y Ramírez, lo había solicitado y la Orden accedió a fundar otra casa cercana a la ya establecida en Usulután. Desde el comienzo, los religiosos se multiplican para atender la catedral, los cantones, mejorar el viejo caserón que servía de colegio y residencia, conseguir las primeras matrículas para el colegio... Tanto fue el trabajo desplegado que, en el espacio de un par de meses, se arreglaron las aulas, se acomodó la casa, se encementó el patio y se matricularon los primeros treinta y tres alumnos. Ese fue el comienzo del colegio agustiniano de Santiago de María, inaugurado por el padre provincial el quince de febrero de 1 9 6 2 . Los inicios de toda fundación son siempre arduos, pero aquí las dificultades se duplicaron porque los religiosos deben atender a dos frentes: el colegio y la parroquia. No se arredraron ante el trabajo, sin embargo, y logran extender la acción pastoral a todos los cantones; incluso, la influencia de nuestros religiosos llega a toda la diócesis, pues, durante las fiestas patronales, acuden a lo que fue nuestra parroquia fieles de todas las partes. A finales de 1 9 6 3 tienen que sacar t i e m p o pa- 142 ra ocuparse de reconstruir el techo de la casa y del colegio. Al año siguiente preparan una gran misión, llevada a cabo con todo éxito. Y este es el ambiente de dedicación pastoral cuando el capítulo provincial de 1 9 7 0 ordena la revisión de estos ministerios. La comunidad de El Salvador se reúne con el padre vicario, Miguel Polite, y Mega a la conclusión de que podría desarrollar m u cho mejor su trabajo pastoral encargándose bien de todo Usulután, bien de todo Santiago de María; también se preparó un plan de pastoral, que se puso en manos del padre provincial. Estudiado y aprobado dicho plan por el consejo provincial, le fue remitido al señor arzobispo, quien inicialmente se inclinaba por entregarnos Santiago de María. La rivalidad de ambas ciudades saltó a la palestra y, de acuerdo con el señor arzobispo de San Salvador y con otros obispos consultados, se convino en posponer decisiones. Haciendo gala de su dedicación, el trabajo de los religiosos no cesa: los padres Celso Argómaniz, Javier Borda y Jesús María Fernández suprimen el internado del colegio y lo dedican a primaria, etapa escolar en la que cuentan ya con ciento veinte alumnos. Lo mismo podemos decir de su trabajo con los scouts, con la campaña de oración en familia y con la pastoral en los cantones. El tiempo va pasando, entre tanto, sin que el señor obispo t o m e una decisión sobre la propuesta pendiente. El consejo provincial le notifi- ca entonces que, de no existir otra alternativa, la comunidad haría entrega de Santiago de María en diciembre para intensificar la presencia e n Usulután. Al no existir respuesta, en la fecha f i j a da se hace entrega de la parroquia y del c o l e g i o de Santiago de María al señor obispo, quien, por toda respuesta, ordenó que la comunidad dejara también Usulután. San Salvador Las comunidades de Santiago de María y Usulután necesitaban una casa en la capital de la república. Se hicieron varias gestiones para establecerse en San Salvador. Al f i n , en 1 9 6 5 , se nos ofreció la parroquia de San J o s é , en la parte antigua de la ciudad, de la que se hizo cargo el padre Jerónimo Azanza en 1 9 6 6 . De inmediato, restaura la casa y el despacho parroquial y consigue que remodelen la plaza que está delante de la iglesia. Parecía un buen augurio para esta nueva fundación. En 1 9 6 7 es nombrado superior el padre Máximo Ruiz, al que acompañan los padres Plácido Erdozáin y José Quintana. El primero se dedica de lleno a los cursillos de cristiandad y dirige un programa de televisión llamado «El minuto de Dios». La comunidad parroquial experimenta una verdadera floración litúrgico-pastoral. 144 145 Las comunidades de El Salvador programan juntas los cursillos prematrimoniales, los retiros y los grupos de reflexión; se organiza la misa de la juventud con los coros de los colegios, se crean los círculos bíblicos, el «minuto de Dios» lleva cuatro años en las ondas con gran éxito, se promueve la oración en familia por toda la ciudad... La comunidad religiosa acepta ser casa de acogida para aspirantes a nuestro hábito y el primero de ellos, Rafael de Vasto, emite sus votos religiosos en la misa de la juventud, en pleno II Encuentro de Juventud, que fue todo un éxito... La casa de San Salvador sirve también para el encuentro de los religiosos recoletos que trabajan en Centroamérica, que del seis al diez de octubre de 1 975 se reúnen con los padres provincial y vicario para reflexionar sobre (os votos y para reconsiderar nuestra pastoral en la zona. Cuando la fundación parecía más asentada y el trabajo en San Salvador estaba dando sus frutos, un incendio acabó con toda la obra. Hubo sospechas de acción criminal, que no llegaron a sustanciarse. Parroquia de San José y casa quedaron reducidas a pavesas y los religiosos hubieron de ser acogidos por los padres franciscanas y jesuítas. El h u m o del incendio oscureció el horizonte de nuestra obra en la ciudad. Las autoridades eclesiásticas no ofrecen sino campos vagos y sin futuro. Ante tales hechos, se decide dejar El Sal- vador, pero los religiosos piden que se reconsidere dicha medida por la situación en que se e n cuentra el país. Se establecen nuevos contactos con el arzobispo y, a finales de 1 9 7 7 , los padres Fermín Moriones, Agustín Moriones y Plácido Erdozáin se hacen cargo de la parroquia de la Presentación, que no cuenta ni con iglesia ni con terreno para levantarla. El informe del padre provincial al capítulo dice al respecto: «Desde la destrucción de nuestra antigua residencia de San José, la comunidad ha pasado por m o m e n t o s muy difíciles. Se creyó obligada a permanecer en El Salvador, aunque con ciertas dudas... El arzobispo nos encargó una urbanización donde había que hacerlo t o d o . Tuvieron que subsistir mediante un trabajo ajeno a la parroquia, un tanto en el aire, sin contacto alguno con el obispo y, por ende, en condiciones muy precarias». Mientras tanto las condiciones políticas y sociales se deterioran rápidamente. El veintinueve de enero de 1 9 7 9 el padre Plácido es expulsado del país. Monseñor Osear Romero escribía a los superiores: «La cruz es una realidad cada día mayor en nuestra querida América Latina. Asumirla y darle su verdadero s e n t i d o , para que los sufrimientos y luchas de nuestro pueblo estén unidos a la cruz redentora de Cristo y descubra, así, su verdadero sentido, en nuestra tarea». Es la voz de 146 147 una profecía que nuestros religiosos no llegaron a ver. Nuestra vida en El Salvador se acaba por propia consunción. Debido al caos por el que atraviesa la ciudad es imposible hacer nada. En vista de ello y a tenor de las ordenaciones del capítulo, el padre provincial hizo entrega de este ministerio a las autoridades eclesiásticas el once de marzo de 1 9 8 1 . Siguiendo los pasos de monseñor Osear Romero, se apaga, así, nuestra vida en El Salvador, después de veinte años de esfuerzos y de insuperable dedicación. ÍNDICE DE PERSONAS Y DE LUGARES * ADELL, Patricio, Presidía la misión que, proveniente de Filipinas tras la independencia del archipiélago, inicia la expansión americana de la Recolección. AGUA, Volcán de. Próximo a la ciudad de Guatemala. AGUACATAL. Lugar de la provincia de Chiriquí. ALCATE, Zacarías. Misionero en Chiriquí y en Totonicapán. ALEGRE, Jacinto. Con el padre Adrián Alonso, trabajó en la parroquia de Santa María Goretti, de Guatemala. ALMIRANTE. Pueblo y parroquia de la prelatura de Bocas del Toro. ALONSO, Adrián. Con el padre Alegre, trabajo en la parroquia de Santa María Goretti, de Guatemala. ALTAMIRA. Barrio de Managua, donde se encuentra la parroquia de San Agustín. ALVARADO, Pedro de. Conquistador español. Fundador de la ciudad de Guatemala en 1517. * Se refiere exclusivamente a los conceptos por los que aparecen mencionados cada persona o cada lugar en este libro. 149 148 ANGELES, Bartolomé de los. Con el padre Miguel de la Magdalena, es el protomártir de las misiones recoletas de Urabá y Darién. Murió en 1633. ARANA, José. Prior provincial de Nuestra Señora de la Candelaria, al inaugurarse las nuevas instalaciones del colegio San Agustín, de Panamá, en 1960. ARGOMANIZ, Celso. Misionero en Totonicapán a partir de 1960; luego pasa a El Salvador. ARGUELLES, Juan de. Obispo de Panamá que bendijo el nuevo templo de San José en 1699. ARIAS, María. Colaboradora del padre Bernardino García en el hospital de sangre. ARIGITA, Ramón. Misionero en Chiriquí. ARRAIJAN. Localidad de la provincia actual de Panamá. ASCENSIÓN, Diego de la. Prior de los conventos de Panamá y Cartagena; Ocupó otros cargos destacados en la Recolección. Murió en 1697. ASUNCIÓN, Pedro de la. Comisario general de la Recolección en América. En 1632 dirige un memorial al cabildo de Panamá en favor del convento de San José. AYAPE, Eugenio. Prior general de la Recolección en 1959, cuando las primeras fundaciones en Gua, témala. Véanse también las notas 1, 5, 14 y 15. AYECHU, Benjamín. Rector del colegio San Agustín, de Panamá; presidente de la Confederación de colegios católicos; primer rector de la USMA o Universidad de Santa María la Antigua. AZANZA, Jerónimo. Llega a Santiago de María en 1961; en 1966 pasa a la parroquia de San José, de San Salvador. AZCONA, Leonardo. Colaboró eficazmente en la restauración del órgano de la iglesia de San José, de Panamá, en tiempo del priorato del padre Ángel Vicente. BARRACHINA, Juan de Dios. Con el padre Lusarreta, pionero del apostolado recoleto entre los indígenas de Totonicapán. BARRENA, Miguel. Se encuentra al frente de Campo Bruce, de Managua, desde 1985. BAZTAN, Epifanio. Se incorpora a las misiones de David en 1954. Tuvo una heroica actuación en la atención a los heridos durante el asalto sandinista a Managua en 1979. Seguía trabajando en la misma ciudad en 1982. BECKMAN, Monseñor Francisco. Obispo auxiliar de Panamá encargado de la acción católica; arzobispo de la misma ciudad en 1954. BELASCOAIN, Luis. Con el padre Sotil, iniciador del apostolado recoleto en Guatemala. En 1958 se hace cargo de la parroquia de El Calvario, de Quezaltenango. Ambos padres pasarán después (agosto de 1959) a fundar en El Salvador. BELLAVIUS, Cari. Véase nota 6. BERASOIN, Rogelio. Prior del convento de San José, de Panamá, cuando inicia sus actividades el colegio San Agustín en 1954. Se le considera fundador de los colegios de San Sebastián, de Manila, y de San Agustín, de Panamá; fundador también del Instituto de Cultura Hispánica de Panamá; representante oficioso de España en la década de los cuarenta; gran publicista y fundador de la revista Vanguardia. Repetidamente condecorado por los gobiernos de España y de Panamá. Murió en 1968. BISIRA. Lugar de Bocas de Toro. BOCAS DEL TORO. Prelatura que ocupa la provincia del mismo nombre. Fue erigida en 1962 y entregada a los recoletos al año siguiente. 150 151 BOGOTÁ. Capital de Colombia. BOLÍVAR. Libertador. BOQUETE. Lugar de la provinica de Chiriquí. BORDA, Javier. Se encontraba en Santiago de María en 1 9 7 0 . BOTÍN, Juan de. Arquitecto que con Bernardo Ceballos traza los planos de la nueva Panamá. BRUJA DEL LOMO DE LA PAVA. Barriada de Panamá a t e n d i d a p a s t o r a l m e n t e d e s d e la parroquia de San J o s é . BUGABA. Lugar de la provincia de Chiriquí. BURGO, Carlos. Recoleto que ayudó a m o n s e ñ o r Legarra en la diócesis de Santiago de Veraguas a partir de 1 9 7 0 . CASARIEGO, Monseñor. O b i s p o de Guatemala en 1 9 6 6 , que erigió en parroquia la iglesia de San Judas. CASTILLERO, Ernesto J. Véanse notas 2 y 1 3. CASTRO y RAMÍREZ, Monseñor. Obispo de Usulután que solicitó la presencia de los recoletos y les e n c o m e n d ó Santiago de María, en 1 9 6 1 . CEBALLOS, Bernardo. Arquitecto que, con Juan de Botín, traza los planos de la nueva Panamá. CEMBORAIN./tofl'e/. Llegó a Panamá en la misión e n cabezada por el padre Adell. Su nombre está asociado a la misión de Chepo. CERRO Q U E M A D O . Volcán de Guatemala en cuyas proximidades se encuentra Quezaltenango. CIRCUNCISIÓN, Juan de la. Catedrático de Sevilla, ingresa en la Recolección en 1 6 3 3 . Trabajó en Panamá y Cartagena de Indias. Amigo de San Pedro Claver. CLAVEL, Monseñor Tomás Alberto. Primer obispo de David (1955); luego arzobispo de Panamá. Bajo su pontificiado se fundo la U S M A en 1 9 6 4 ; erigió en parroquia la iglesia de San J o s é , de Panamá, en 1 9 6 6 . COIBA. Isla en el Pacífico j u n t o al golfo de Chiriquí. CONSOLACIÓN, Nuestra Señora de la. Provincia de los agustinos recoletos a la que pertenecen los ministerios que se citan en este libro. COROZAL. Lugar de la provincia de Ch iriquí. Otro lugar cercano a Panamá. COXON. Corsario. CRICAMOLA. Río de Bocas de Toro en cuyas orillas se encuentra la misión g u a y m í de Kankintú. CRUZ, Alonso de la. M i s i o n e r o de Urabá q u e , en 1 6 3 2 , funda el pueblo de Santa Ana. Fue n o m brado prefecto a p o s t ó l i c o de Urabá por Urbano VIII. CALLEJAS, Alfonso. Alcalde de Chinandega a la llegada de los recoletos en 1 9 5 8 . CAMPO BRUCE. Barrio de M a n a g u a d o n d e se e n cuentra la parroquia de San N i c o l á s . CANDELARIA, Nuestra Señora de la. Provincia recoleta a la que p e r t e n e c i e r o n los m i n i s t e r i o s de Centroamérica. CANTÓN, Alfredo. Director de e d u c a c i ó n particular c u a n d o se crea el c o l e g i o San A g u s t í n , de Panamá, en 1954. CARDALES, Carmen de. Escritora. CARLOS, Francisco. Primer párroco d e San J u d a s , de Guatemala, en 1 9 6 6 . CARTAGO. Ciudad de Costa Rica d o n d e los recoletos mantuvieron un h o s p i c i o y la e r m i t a de San N i c o lás durante el siglo XVII. CARVAJAL, Agustín de. Religioso a g u s t i n o , o b i s p o de Panamá en 1 6 1 0 , cuando llegan los primeros rec o l e t o s a la c i u d a d . CASAJUS, Jesús. M i s i o n e r o de U s u l u t á n y Santiago de María. 152 153 CUARTERO, Pedro. Primer recoleto que se hace cargo de la misión de Chiriquí, en 1 9 2 1 . C H A N G U I N O L A . Pueblo y p a r r o q u i a de Bocas del Toro. CHEPINAGA. Lugar del Darién. CHEPO. Pueblo de Darién, actualmente provincia de Panamá, encomendado a los recoletos por el obispo Peralta. CHINANDEGA. Ciudad del oriente de Nicaragua a t e n dida pastoralmente por los recoletos en los años 1958-59. CHIRIQUÍ. Provincia del NO de Panamá cuya capital es David. Fue e n c o m e n d a d a a los recoletos en 1 9 2 1 . En 1 9 5 5 se creó la diócesis de David. iglesia panameña de San J o s é , durante el priorato del padre Ángel Vicente. DUQUE, Carmen Aminta. En su casa funcionaron i ni cialmente los talleres de Santa Rita, de Panamá. DURAN Y MATEL, Monseñor. Obispo de Panamá d u rante el período de la independencia de España. ECAY, Justo. Misionero del Darién. EL ATLÁNTICO. Lugar del Darién. EL EMPALME. Lugar de Bocas del Toro, importante nudo de c o m u n i c a c i o n e s . EL REAL. Lugar del Darién. ERDOZAIN, Plácido. Llega a la parroquia de San J o s é , de San Salvador, en 1 9 6 7 ; en 1 9 7 9 es expulsado del país. ERMITA, Valle de la. Lugar en que se asienta la ciudad de Guatemala tras la refundación de 1 7 7 6 . ETAYO, Cecilio. Primer prior provincial de Nuestra Señora de la Consolación. Gira visita canónica a las casas de Centroamérica a partir de febrero de 1962. FABO, Pedro. M i s i o n e r o , polígrafo, f u n d a d o r de la Academia Panameña de la Lengua, d e f i n i d o r y cronista general de la Orden. Residió en Panamá en los años 1 9 2 6 - 3 0 . FALCES, Celestino. Llegó a Panamá en la misión del padre Guillen. Su n o m b r e quedó asociado a la iglesia de San J o s é . FERNANDEZ, Jesús María. Se encuentra en Santiago de María en 1 9 7 1 . FERNANDEZ DE CÓRDOBA, Antonio. Gobernador de Panamá que decide el traslado de la ciudad a Cerro A n c ó n , en 1 6 7 3 . FUEGO, Volcán de. Próximo a la ciudad de Guatemala. DAMPIER. Corsario. DARIÉN. Región y provincia de Panamá colindante con Colombia, misionada por los recoletos en el siglo XVII y c o m i e n z o s del XX. Al pasar la d i ó c e sis de Panamá a arzobispado, en 1 9 2 5 , se constituye en diócesis con cabecera en Colón. DAVID. Capital administrativa y eclesiástica de Chiriq u í , d o n d e p e r m a n e c e n los r e c o l e t o s d e s d e 1921 hasta n u e s t r o s días. Es d i ó c e s i s d e s d e 1955. DOLEGA'. Lugar de Chiriquí. DOMEÑO, Custodio. M i s i o n e r o de Chiriquí. D O M Í N G U E Z , Félix. Siendo conventual de San José, de Panamá, a c o m p a ñ ó a la imagen de la Virgen de Fátima por toda la república y predicó en el acto de clausura de la peregrinación celebrado en la ciudad de David, en 1 9 5 4 . DONDERIS, Agustín. Dorador y d e c o r a d o r e s p a ñ o l que d i r i g i ó la restauración del altar de oro, de la 154 155 GALLEGOS, Héctor. Sacerdote secular, párroco de Santa Fe, en la diócesis de Santiago de Veraguas, secuestrado y desaparecido en 1971. GANUZA, Gregorio. Conventual de San José, de Panamá, en la década de los cuarenta, que destacó por su trabajo en la acción católica. GANUZA, Marcelino. Conventual de San José, de Panamá, en los años 1930-34, notable escritor e historiador. GANUZA, Monseñor Agustín. Obispo prelado de Bocas del Toro desde 1969. Véase la nota 2 1 . GARCÍA, Bernardino. Llegó a Panamá en la misión del padre Guillen, al que sustituyó en el gobierno tras la muerte del mismo. Religioso muy influyente tanto en el proceso de independencia como en la organización de la vida eclesiástica de Panamá. Murió en la embajada de esta república en Madrid en 1937. GAYARRE, Eugenio. Llega a Managua en agosto de 1962 y se encarga de la puesta en marcha del colegio que sé había encomendado a los recoletos. GIL, Francisco Javier. Residía en Managua cuando el terremoto de 1 972. GOITIA, Víctor Florencio. Hermano general de la Orden. GONZÁLEZ, Julio. Misionero de Chiriquí. GONZÁLEZ Y ROBLEDO, Monseñor Alejandro. Obispo de Managua a la llegada de los recoletos a esta capital, en 1 959. GORRI, Isidro. Coadjutor del padre Victorino Jiménez en la parroquia de San Juan Bautista de la Salle, de Panamá. GUARDIA, Carmen de la. Presidenta de la hermandad de San José, de Panamá, durante los añs 191619. GUARDIA, Pantaleón de la. Compró el convento de San José, de Panamá, en 1857. GUATEMALA. Capital de la república de su nombre. GUERRERO, Amador. Presidente de la república de Panamá. GUILLEN, Félix. Presidió la misión que llegó a Panamá en 1899. Se hizo cargo de la misión de Chepo, donde murió el mismo año. HALL, Basilio. Marino y escritor inglés de la primera mitad del siglo XIX. HAN, Monseñor Ricardo. Obispo auxiliar de Guatemala. En 1 971 bendijo la primera piedra de la parroquia de San Pío X, recién entregada a los recoletos. HAWKINS. Corsario. HERDOCIA, León. Su familia acogió a los recoletos tras el terremoto de Managua de 1977. HORCONCITOS. Lugar de Chiriquí. ICAZA, Eduardo. Benefactor de los recoletos. ITURRI, Cecilio. Con el padre Estanislao Zabalza, iniciador del apostolado recoleto en Nicaragua, en 1958. ITURRI, Máximo. Desde el colegio de San Agustín, de Panamá, atendió la parroquia de San Juan Bautista de la Salle en los comienzos de la misma. JESÚS, Andrés de. Hermano lego que, junto al padre Juan de Sahagún, se incorpora a las misiones de Urabá en 1635. JIMÉNEZ, José Luis. Misionero de Usulután y Santiago de María. JIMÉNEZ, Victorino. Misionero en varios ministerios de Centroamérica. Uno de los primeros recoletos que llegan a Guatemala. En 1960 aparece en la parroquia de San Gabriel, de Managua; en 1961, 156 157 en la de San Juan Bautista de la Salle, de Panamá. J U A N DÍAZ. Lugar de la provincia de Panamá. J U A N , Hermano. Logró que el pirata M o r g a n respetara la iglesia de San J o s é , de Panamá. J U N G U I T O , Monseñor. Obispo de Panamá, sucesor de m o n s e ñ o r Peralta. En su t i e m p o se dejó la m i sión del Darién, al ser elevada a obispado. LASSO DE VEGA, Señores. Atendieron al padre Bernardino García durante su refugio en la embajada de Panamá en Madrid ( 1 9 3 6 - 3 7 ) . LAURA, Madre. Fundadora de las misioneras de su nombre. LEGARRA, Monseñor Martín. Primer prelado de Bocas del Toro en 1 9 6 3 ; obispo de Santiago de Veraguas en 1 9 6 9 . LEÓN. Ciudad de Nicaragua, sede episcopal. LEÓN, Antonio de. Obispo de Panamá en 1 6 7 3 , cuando la ciudad vieja es trasladada a Cerro A n c ó n . LEWIS, Roberto. Pintor. Autor del lienzo del Calvario, de la iglesia de San José, de Panamá. LEWIS, Samuel. Historiador panameño, primer director de la Academia Panameña de la Lengua. Véase la nota 7. LITJENS, Padre. Sacerdote secular alemán, antecesor de los recoletos en la parroquia de San Juan Bautista de la Salle, de Panamá. LÓPEZ, Agustín. Como conventual de San José, acompañó a la imagen de la Virgen de Fátima en su peregrinación por toda la república de Panamá, en 1 9 5 4 . LÓPEZ, Antonio. Arquitecto de la catedral de Bocas del Toro y de la iglesia de la Sagrada Familia, de David. LÓPEZ DE MURGA, Sebastián. Como conventual de San J o s é , acompañó a la imagen de la Virgen de Fátima en su peregrinación por la república de Panamá, en 1 9 5 4 . Con los padres Marcos y Ofic i a l d e g u i d e c i d e la c r e a c i ó n del c o l e g i o San Agustín, de Panamá. LÓPEZ DE SEQUEIRA. Colonizador de Chiriquí, a principios del siglo XVIII. LORENZO, Victoriano. General, ejecutado en 1 9 0 3 . K A N K I N T U . Pueblo de Bocas del Toro fundado por los recoletos con p o b l a c i ó n guaymí. LA CALETA, San Francisco de. Parroquia de la ciudad de Panamá, e n c o m e n d a d a a m o n s e ñ o r Legarra cuando se le aceptó la d i m i s i ó n del obispado de Santiago de Varaguas. LACUNZA, Monseñor José Luis. Rector del c o l e g i o San A g u s t í n , de Panamá; r e c t o r de la U S M A ; obispo auxiliar de Panamá. LADRÓN DE GUEVARA, Diego. Obispo de Panamá, en 1 6 9 1 . LA PALMA. Ciudad y puerto sobre el Pacífico, al SE de Panamá, misionada por los recoletos c o m o parte del Darién. LAPUERTA, Leoncio. M i s i o n e r o de Chiriquí. LARRONDO, Gerardo. Llegó a Panamá en la misión que dirigió el padre A d e l l . Su n o m b r e q u e d ó asociado a la misión de Chepo. Luego prior general de la Orden. LA SALLE, Colegio de. Comprado por los recoletos en 1 9 5 3 , fue el punto de partida para el colegio San Agustín, de Panamá. LAS BAJAS. Lugar de Chiriquí. LASCARAY, Ángel. Llegó a Panamá en la misión del padre Guillen. Misionero del Darién. 158 159 Fue asistido espiritualmente por el padre Bernardino García. LOZANO, Jacinto. A c t u a l m e n t e en la parroquia de Totonicapán. LUNA, Señora de. Colaboradora del padre Bernardino García en el hospital de sangre. LUSARRETA, Elíseo. Con el padre Barrachina, pionero del apostolado recoleto entre los indígenas de Totonicapán. LLANOS Y RIVERA, Monseñor Juan José. Panamá en el siglo XVIII. Obispo de MACAYA, Salvador. Se encuentra al frente de la parroquia de Altamira desde 1 9 8 5 . MACULET, Regino. M i s i o n e r o de Chiriquí. M A G D A L E N A , Alfonso de la. Religioso que trabajó d e n o d a d a m e n t e para sanear el lugar en que se levantaría el primer c o n v e n t o de San J o s é , de Panamá. MAGDALENA, Miguel de la. Con el padre Bartolomé de los Angeles, protomártir recoleto de las m i s i o nes de Urabá y Darién; muerto en 1 6 3 3 . MAIZTEGUI, Monseñor. Obispo de Panamá. MALLAGARAY, Francisco. Llegó a Panamá en la m i sión del padre Guillen. Misionero del Darién. MALLOL, Vicente. Primer superior del c o n v e n t o de San J o s é , de Panamá. M A N A G U A . Capital de Nicaragua. MANILA. Capital de Filipinas. MANRESA, Monseñor Luis. Obispo de Quezaltenango y presidente del Consejo Episcopal de América Central, o CEDAC, cuando se celebra su XIII c o n ferencia en el colegio San Agustín de Panamá. En 1 9 5 8 había entregado a los recoletos la parroquia de El Calvario, de Quezaltenango. MARCOS, Ángel. Iniciador, con los padres López de Murga y Oficialdegui, del colegio San Agustín, de Panamá. MARTÍNEZ, Andrés. Recoleto que ayudó a monseñor Legarra durante su p o n t i f i c a d o en Santiago de Veraguas. MARTÍNEZ, Ángel. Misionero de Chiriquí. MARTÍNEZ, José. Conventual de San José, de Panamá, que levantó la capilla de San Martín de Porres en el barrio de Bruja del Lomo de la Pava. MARTÍNEZ, Melitón. Llegó a Panamá en la misión del padre Guillen. Misionero del Darién. MARQUINEZ, Leopoldo. Conventual de San J o s é , de Panamá, en la década de los cuarenta. Destacó por su trabajo con la acción católica. M A T A S N I L L O . Río en cuya d e s e m b o c a d u r a se e n cuentra Punta Pa¡tilla MATEO, Pedro. Superior de la residencia de Managua en 19'82. Responsable del colegio de la misma ciudad desde 1 9 8 5 . M A T I N A , Valle de la. Región de Costa Rica misionada por los recoletos en el siglo XVII. MAYORGA, Martín de. Fundador de la nueva ciudad de Guatemala o Santiago de los Caballeros de Guatemala, 1 7 7 6 . M c G A R T H , Monseñor Marcos G. A c t u a l a r z o b i s p o de Panamá. MENDI, Julio. Actualmente en la parroquia de T o t o n i capán. MENDIOROZ, Nicolás. M i s i o n e r o . Llegó a David en 1954. MELÓ, Salvador. Destacó por su caridad en la peste panameña de 1 6 5 2 . En 1 6 6 9 fue nombrado prior provincial. M I N A , Marqués de. Gobernador de Panamá, benefactor de los recoletos. M O L I N A , Mario Alberto. A l u m n o del c o l e g i o San 160 161 A g u s t í n , de Panamá; p r i m e r a g u s t i n o r e c o l e t o p a n a m e ñ o ; actualmente, profesor en Guatemala. MOLERES, Medardo. Llegó a Panamá en la misión del padre A d e l l . Su n o m b r e q u e d ó a s o c i a d o a la misión de Chepo. MONTES DE OCA, Padre. M i s i o n e r o en Costa Rica en el siglo XVII. M O N T I L L A . Lugar p e r t e n e c i e n t e a la p r o v i n c i a de Chiriquí. M O R G A N . Corsario inglés. Respetó la iglesia de San J o s é , de Panamá, a instancias del hermano J u a n . MORIONES, Agustín. M i s i o n e r o de Chiriquí. En 1 9 7 7 formaba parte de la c o m u n i d a d de San Salvador, cuando los recoletos se hacen cargo de la parroquia de la Presentación. MORIONES, Fermín. Llegó a Santiago de María en 1 9 6 1 . En 1 9 7 7 formaba parte de la c o m u n i d a d de San Salvador, cuando se hacen cargo los recoletos de la parroquia de la Presentación. O B O N , Gregorio. S a c e r d o t e secular, párroco de la Sagrada Famiilia, de David, a la llegada de los recoletos, en 1 9 2 1 . OCON, Doroteo. Superior del c o n v e n t o de San J o s é , de Panamá, al ser incorporado a la provincia de Nuestra Señora de la Candelaria, 1 9 1 0 - 1 1 ; t a m bién fue superior entre los años 1 9 1 5 - 2 1 . OFICIALDEGUI,/4/fcv7so. Su nombre aparece asociado a casi todas las iniciativas de las décadas de los cuarenta, c i n c u e n t a y s e s e n t a . Fundador de la escuela superior de catequesis, de Panamá, párroco de Nuestra Señora de Fátima, en Chorrillo, primer párroco de San J o s é , de Panamá, f u n d a dor, con otros religiosos, del colegio San Agustín, de la misma c i u d a d , etc. Véanse las notas, 4 , 8 - 1 2 , 16 y 17. OJUEL, Ángel. Hermano de obediencia residente en Guatemala; en 1 9 7 6 es ordenado sacerdote y desarrolla una importante labor en el barrio de Santa Fe, de la misma ciudad. OLLER DE MULFORD, J. Véase nota 3. ONECA, Jaime. Llega a San Gabriel, de Managua, en 1 9 6 1 ; superior de la residencia a partir de 1 9 6 2 . OVIEDO Y REYES, Monseñor Isidro A. O b i s p o de León, de Nicaragua, a la llegada de los recoletos a esta república en 1 9 5 8 . PACAYA, Volcán de. Próximo a la ciudad de Guatemala. PACORA. Lugar cercano a Chepo, donde misionaron los recoletos. PARQUE LEFEVRE. Barrio de la ciudad de Panamá que forma parte de la parroquia de San Juan Bautista de la Salle. P A N A M Á , Ciudad de. Capital de la república de su nombre. PERALTA, Monseñor Alejandro. Obispo de Panamá entre los siglos XIX y XX. Abrió c a m p o a la instalación de los recoletos en la república. PÉREZ, Cándido. Misionero del Darién. PÉREZ, Enrique. Vicario general y luego prior general de la Recolección. PÉREZ, Félix. Misionero de Chepo, Pacora, Juan Díaz, Arraiján y otros lugares del Darién. PERICO. Puerto. PLANILLO, Pablo. Formaba parte de la c o m u n i d a d de San J o s é , de Panamá, al ser incorporado este convento a la provincia de Nuestra Señora de la Candelaria, en 1 9 1 0 . POLITE, Miguel. Autor de este libro. Véase la portada posterior. PORRAS, Belisario. Poeta, presidente de la república 162 163 de Panamá ( 1 9 1 2 - 1 6 ) . El padre Fabo p r o l o g ó su libro Trozos de la vida. PORRÓN, Miguel A. Coadjutor del padre Victorino J i ménez en la parroquia de San Juan Bautista de la Salle, de Panamá. PORTOBELO. Puerto p a n a m e ñ o sobre el A t l á n t i c o , cercano a la actual ciudad de Colón. En él hubo un hospicio e n c o m e n d a d o a los recoletos durante el siglo XVII. PUEBLA. Ciudad de M é x i c o . Conferencia de su n o m bre celebrada por el CELAM. PUNTA PAITILLA. Pequeña península de la ciudad de Panamá, d o n d e se levanta el nuevo c o l e g i o San Agustín. PUNZÓLO, Monseñor. Nuncio apostólico en Panamá en 1 9 6 0 , que inaugura las instalaciones del nuevo colegio San Agustín. QUEZALTENANGO. Ciudad de Guatemala a la que llegan los recoletos en 1 9 5 8 . Se m a n t i e n e n en ella hasta 1 9 7 0 . Q U I N T A N A , José. Llegó a la residencia de San Salvador en 1 9 6 7 . RAVENEAU. Corsario. REMEDIOS. Lugar de Chiriquí. REMON, José Antonio. Presidente de la república de Panamá en 1 9 5 4 , a la creación del c o l e g i o San Agustín. RESURRECCIÓN, Francisco de la. Embajador de la Recolección en A m é r i c a , secretario del comisario general en 1 6 3 0 y luego prior de San J o s é , de Panamá. RIO A B A J O . Barrio de la c i u d a d de Panamá que forma parte de la parroquia de San J u a n Bautista de la Salle. ROBLES, Gabriel. A l u m n o del c o l e g i o San Agustín, de Panamá; luego agustino recoleto. RODRIGO, Javier. Administrador de la casa de Managua en 1 9 6 2 . En 1 9 6 4 pasa a las misiones de Bocas del Toro. RODRÍGUEZ M A R Í N . Escritor. ROJAS Y ARRIETA, Monseñor. Obispo de Panamá, sucesor de monseñor J u n g u i t o . Su nombre aparece vinculado por múltiples motivos a la historia de la R e c o l e c c i ó n en Panamá desde 1 9 1 5 en adelante. En 1 9 2 5 fue nombrado arzobispo. ROMERO, Monseñor Osear. Arzobispo de San Salvador. Tras la e x p u l s i ó n del padre E r d o z á i n , en 1 9 7 9 , escribe una carta profética a los superiores de la Orden. ROS, Lorenzo. «En el sitio y huerto de don Lorenzo Ros» se levantó el primer c o n v e n t o de San José de Panamá. ROY, Antonio. Misionero de Chiriquí. Superior de l,i residencia de David a partir de 1 9 2 5 . RUIZ,/46e/. Delegado del obispo de León en la entre ga de la parroquia de Guadalupe, en Chinandegu, a los recoletos. RUIZ, José. Con el padre Sotil, iniciador del apostolado recoleto en El Salvador. RUIZ, Matías. Misionero de Chiriquí. RUIZ, Máximo. Misionero de Chiriquí. Llegó a David en 1 9 5 4 . Ese m i s m o año había participado en l¡i misión de Chorrillo, de Panamá. Superior de la residencia de San J o s é , de San Salvador, en 1 9 6 7 . SABANABONITA. Lugar de Chiriquí. SAGARDOY, Ángel. Llegó a Santiago de María en 1961. SAGARDOY, Julián. Misionero de Chiriquí. SALCEDO, Camilo Levy. Político panameño. 164 165 SALDANA, Aníbal. A l u m n o del c o l e g i o San A g u s t í n , de Panamá; luego agustino recoleto. S Á M A L A . Valle en que se asienta Quezaltenango. S A H A G U N , Juan de. Misionero de Urabá a partir de 1 6 3 2 ; luego pasará al Darién y al Chocó. SAN AGUSTÍN, Juan de. Primer recoleto que llega a Panamá, en 1 6 1 0 . SAN A G U S T Í N , Seminario. Casa de formación en la ciudad de Guatemala. Con este m i s m o nombre había funcionado un seminario e n c o m e n d a d o a los recoletos en Panamá por el obispo Carvajal, durante el siglo XVII. SAN ANDRÉS. Lugar de Chiriquí. SAN BLAS. Lugar de Darién. SAN CARLITOS. Lugar de Chiriquí. SAN CARLOS. Lugar de Chiriquí. SAN DIEGO, Cristóbal de. Prior del hospicio de Portobelo en 1 6 3 6 . En 1 6 4 5 pasa a m i s i o n a r e n Costa Rica y se hace cargo de la ermita de San Nicolás y del hospicio de Cartago. SAN FÉLIX. Lugar de Chiriquí. SAN FRANCISCO, Marcos de. Religioso recoleto que queda al cargo de la iglesia de San J o s é , de Panamá, tras la supresión del c o n v e n t o en 1 8 3 2 . Murió en 1 8 4 4 . SAN GREGORIO, Bartolomé de. Misionero de la isla de Santa Catalina en el siglo XVII. SAN JOSÉ. Iglesia y c o n v e n t o de Panamá, punto de partida de las fundaciones recoletas tanto en el siglo XVII c o m o en el XX. En 1 9 6 6 es erigida parroquia. SAN JOSÉ, Hato de. Lugar de Chiriquí, que consta ya en el siglo XVIII c o m o pertenencia eclesiástica. SAN JOSÉ, Lucas de. Religioso recoleto, conventual de San J o s é , de Panamá, entre los siglos XVII y XVIII. SAN J U A N DE TAJAR. Lugar de Chiriquí. SAN LORENZO. Lugar de Chiriquí. SAN MIGUEL, Manuel de. Misionero en Costa Rica en el siglo XVII. SAN PABLO. Lugar de Chiriquí. SAN SALVADOR. Capital de El Salvador. En ella trabajan apostólicamente los recoletos entre 1965 y 1981. SANTA ANA. Pueblo de Urabá, fundado por el padre Alonso de la Cruz, en 1 6 3 2 . SANTA CATALINA, Isla de. Misionada por el padre Bartolomé de San Gregorio. SANTA FE. Lugar y parroquia de la diócesis de Santiago de Veraguas, donde fue secuestrado el padre Héctor Gallegos. SANTA FE. Barrio marginal de Guatemala en que se encuentra la parroquia de Santa María Goretti, e n c o m e n d a d a a los r e c o l e t o s d u r a n t e a l g ú n tiempo. SANTA ISABEL. Lugar del Darién. SANTA MARÍA LA REAL. Lugar cercano a Chepo. S A N T I A G O DE M A R Í A . Lugar c e r c a n o a U s u l u t á n , donde los recoletos regentan la parroquia a partir de 1 9 6 0 . Tuvo un colegio e n c o m e n d a d o a la Ord e n . Fue devuelta a la mitra por decisión del obispo en 1 9 7 2 . Es cabeza de diócesis. SANTOS (o LOS SANTOS), Villa de. En 1 6 1 4 dirige un memorial al rey para que se autorice un convento recoleto en su j u r i s d i c c i ó n . SANTOS. Provincia panameña que ocupa aproximad a m e n t e la península de Azuero, cuya capital es las Tablas. SANZOL, Jesús. Párroco de San Juan Bautista de la Salle, de Panamá, en 1 9 5 5 . Llega a San Gabriel, de Managua, en 1 9 6 1 . Levantó varias iglesias recoletas en Centroamérica. 166 167 SEGURA, Gregorio. Prior general de la Recolección; visitó David en 1 9 2 4 . SHARP. Corsario. SOMOZA. Dictador nicaragüense. Familia del m i s m o . SONA. Lugar y parroquia de Santiago de Veraguas, atendida por los recoletos durante el pontificado de m o n s e ñ o r Legarra. SOTIL, Saturnino. Con el padre Luis Belascoáin, i n i ciador del apostolado recoleto en Guatemala. En 1 9 5 8 se hace cargo de la parroquia del Calvario, de Q u e z a l t e n a n g o . A m b o s p a s a r í a n d e s p u é s (agosto de 1 9 5 9 ) a fundar en El Salvador. SOSA, María C. Presidenta de la hermandad de San José, de Panamá, durante los años 1 9 0 8 - 1 6 . gunos seminaristas guaymíes de la prelatura de Bocas del Toro. TOTONICAPAN. Lugar y parroquia de la diócesis de Quezaltenango, al cuidado de los recoletos desde 1 9 5 8 . Posee un notable archivo parroquial. URABA. Región, en el golfo de su nombre, misionada por los recoletos en el siglo XVII y en el XX. Eclesiásticamente integrada en la diócesis de Darién. URARTE, Carme/o. Misionero en Totonicapán a partir de 1 9 6 0 ; luego pasaría a El Salvador. URRUTIA, Víctor G. Ministro de educación de Panamá a la creación del colegio San Agustín, en 1 9 5 4 . USULUTAN. Capital del departamento de su nombre, en El Salvador. En ella regentaron los recoletos la parroquia de Santa Catalina desde 1 9 6 0 a 1 9 7 2 . TABAR, Alfonso. Con su hermano A n t o n i o , primeros recoletos de la residencia de San Judas, de Guatemala capital, en 1 9 6 1 . T A B A R , Antonio. Con su hermano A l f o n s o , primeros recoletos de la residencia de San Judas, de Guatemala capital, en 1 9 6 1 . T A B O G A Isla. TÁNICO, Valeriano. Formaba parte de la c o m u n i d a d de San José, de Panamá', al ser i n c o r p o r a d o este convento a la provinica de Nuestra Señora de la Candelaria, en 1 9 1 0 . Su nombre aparece ligado a los m i n i s t e r i o s de C h e p o , Pacora, J u a n Díaz, Arraiján,y otros pueblos del Darién; luego pasaría a las misiones de Chiriquí. T E R A N , Familia. Bienhechores de los recoletos en N i caragua. Favorecieron a m p l i a m e n t e la instalación de los mismos en la capital de la república. TOLE. Región y ciudad contigua a Bocas del Toro. I n i cialmente m i s i o n a d o por los recoletos c o m o part e de Chiriquí. A c t u a l m e n t e , en Tole estudian a l - VALLE, Máximo. Encargado del colegio de Chinandega, 1 9 5 8 - 5 9 . VASCO, Raúl. Delegado episcopal en la devolución a la mitra de la parroquia de Chinandega, 1 9 5 9 . V A S T O , Rafael de. A s p i r a n t e p a n a m e ñ o al h á b i t o recoleto. VERACRUZ. Parroquia cercana a Panamá atendida por algún t i e m p o por los religiosos del colegio San Agustín. VERAGUA. Provincia de Panamá. Antiguo puerto. VERAGUAS, Santiago de. Capital de la provincia de Veragua, sede diocesana, cuyo primer prelado fue monseñor Legarra. VIDAURRETA, Jesús. Residía en Managua cuando el terremoto de 1 9 7 2 . VICENTE, Ángel. Superior del convento de Panamá, sucesor del padre Ocón ( 1 9 1 1 - 1 5 ) . Restaurador del órgano de la iglesia de San J o s é . De amplia influencia apostólica en la capital. 168 169 VILLARREAL, Elíseo. Sacerdote secular, primer párroco de la Sagrada Familia, de David, 1914. VOLK, José. Franciscano alemán, misionó en las regiones de Chiriquí y Bocas del Toro antes de la llegada de los recoletos. WAFER. Corsario. XELALHU. Nombre precolombino de Quezaltenango. ZABALZA, Estanislao. Con el padre Iturri, iniciador del apostolado recoleto en Nicaragua. 1958. ZABALZA, Pascual. Misionero de Chiriquí, cuyas misiones inició con el padre Cuartero. ZARO, Juan J. Actualmente en la parroquia de Totonicapán. PRÓXIMO NUMERO: 170 AGOSTINHO BELMONTE: LOS AGUSTINOS RECOLETOS k*t es MIGUEL POLITE.REINA, de U n d u é s , Z a r a g o z a , nació en 1 9 3 1 . Es a g u s t i n o recoleto desde 1 9 4 7 y sacerdote desde 1954. Tras una breve experiencia pastoral en B a d a l o n a , cursa e s t u d i o s de e s p e c i a l i z a c i ó n en la u n i v e r s i d a d de V i l a n o v a (Pensilvania, USA), d o n d e se gradúa c o m o Master Arts in Education of en 1 9 5 8 . La mayor parte de su vida la ha pasado en el Colegio San A g u s t í n , de Panamá, en el que ha sido profesor, p r e f e c t o , v i c e r r e c t o r y rector. Fue vicario provincial en Centroamérica en los difíciles años 1 9 7 0 73 y c o n s e j e r o general de la Orden en el período 1 9 8 0 - 8 6 ; actualmente reside en la parroquia de Río Abajo, de Panamá, Tiene el d o n de la afabilidad y de la sencillez y una m e m o r i a feliz, c o m o lo demuestra el m a n e j o de los casi t r e s c i e n t o s n o m b r e s entresacados para el índice final de este c u a d e r n o , aparte de otros m u c h o s que se han q u e d a d o en el t i n t e r o . Hace falta m u c h o amor a la historia propia — y el padre Polite lo t i e n e — para retener t a n t o s c a m i n o s de m i s i ó n , tantas idas y venidas, t a n t e o s y empresas c o n s o l i d a d a s , éxitos y fracasos, fechas y p e r s o n a s , c o m o c o m p o n e n el m o s a i c o de las m i s i o n e s recoletas en C e n t r o a m é r i c a . Historia j o v e n y bullidora, propia de una iglesia en f e r m e n t a c i ó n . C o m o t o das las auténticas historias m i s i o n a l e s . El padre Polite, por h u m i l d a d , se ha d e j a d o un dato sin d e cir: que la historia de Panamá no p u e d e ser escrita sin referirse a los a g u s t i n o s r e c o l e t o s : ni en lo c u l t u r a l , p o r q u e d i e ron luz a i n s t i t u c i o n e s tan b e n e m é r i t a s c o m o la A c a d e m i a panameña de la Lengua o ai Instituto p a n a m e ñ o de Cultura Hispánica, ni en lo e c l e s i á s t i c o , p o r q u e f u e r o n agentes p r i n cipales, y a v e c e s ú n i c o s , en la m a d u r a c i ó n de algunas d i ó cesis, c o m o las de C o l ó n o David o Bocas del T o r o . CUADERNOS DE RECOLECCIÓN Ml'lMCDH £
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