Poder Político

April 2, 2018 | Author: Evaristo Hernandez | Category: Power (Social And Political), State (Polity), Democracy, Capitalism, Political Science


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ENSAYO “TEORÍA Y SUSTANTIVIDAD DEL PODER POLÍTICO” ESTUDIANTE: OSCAR ANTONIO FERNÁNDEZ ORELLANA PROFESOR: DR.BLADIMIR DÍAZ DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DEL ZULIA, VENEZUELA December 22, 2012 ENSAYO: TEORÍA Y SUSTANTIVIDAD DEL PODER POLÍTICO Oscar A. Fernández O. El marxismo no está de moda. Es un hecho. Con la emergencia de la revolución comunicacional en el orden tecnológico y simbólico, el giro lingüístico en el discurso filosófico posmoderno y la globalización en el terreno económico, ya no tiene sentido seguir cuestionando al capital y las nuevas modalidades que éste adquiere en el mundo de hoy en día. Parafraseando a Sartre, el capitalismo es hoy el horizonte insuperable de nuestra época. Néstor Kohan. Teórico marxista. Resumen. ¿Qué es el poder? La respuesta puede contener muchos elementos filosóficos, teológicos, sociológicos, jurídicos, psicológicos y económicos. El objetivo de este artículo es presentar sintéticamente una perspectiva comparada desde los clásicos, sobre la teoría y ejercicio del poder como expresión de la política y analizar someramente el enfoque desde la sociología política, para el entendimiento de las distintas manifestaciones en el ejercicio del mismo. Desde la perspectiva de una teoría, con la aceptación del término Poder, vamos a tratar de movernos en el campo de lo sociológico y lo político, sin perjuicio de que al estudiar otros temas de la materia - que responde a la pretensión de brindar una visión de conjunto - se encuentren respuestas a la pregunta expresada al inicio, desde otros ángulos. Como primera aproximación debemos reconocer que se trata de un concepto ambiguo, amplio, rico, pero a veces inasible. Parece paradoja, que siendo el tema central de la ciencia política, no haya una respuesta unívoca, e incluso que los estudios no estén en un grado lo suficientemente avanzados que nos permitan trabajar con una conceptualización del “poder” lo suficientemente operativa, y que explique la múltiple realidad que bajo este nombre se esconde para asegurar un bien cierto y futuro. Palabras clave: Poder, Estado, política, Sociedad, ética, legalidad y legitimidad del poder. Summary. What is Power? The answer may contain many elements philosophical, theological, sociological, legal, psychological and economic. The aim of this paper is to present a comparative perspective synthetically from classics, on the theory and exercise of power as an expression of policy, analyze briefly the focus from political sociology to an understanding of the different manifestations of the same exercise. 2 But from the perspective of a theory with which we have agreed to accept the term, we will try to move in the field of the sociology of the juridical and eventually, without prejudice to the study other topics of matter - that responds to the claim provide an overview - are expressed answers to the question from other angles. As a first approximation we must recognize that this is an ambiguous concept, broad, and rich but sometimes elusive. It seems paradoxical, that being the focus of political science, there is no single answer, and even that the studies are not in a degree sufficiently advanced to enable us to work with a conceptualization of the "power" operational enough, and explain the multiple realities that is hidden under this name to ensure a true and good future. Keywords: Power, State and Society, policy ethics, legality and legitimacy of power. Introducción. El hombre es un ser social por naturaleza. Es decir, que le resulta imposible vivir aislado: siempre está inmerso en un haz de relaciones sociales que determinan sus condiciones de vida. Y a medida que estas condiciones de vida son más activamente configuradas por la acción humana, la interdependencia, lo que Durkheim llamaría «densidad social», se hace más intensa. (Durkheim: 2004) El mundo es cada vez más una «aldea global» en la que todo repercute en todo. A partir de esta afirmación de Durkheim, la que damos por aceptada sociológicamente, analicemos desde aquí una categoría que se encuentra presente en las relaciones sociales: el Poder. ¿Qué es el poder? La respuesta puede contener muchos elementos filosóficos, teológicos, sociológicos, jurídicos, psicológicos y económicos. Pero desde la perspectiva de una teoría con la aceptación que hemos aceptado del término, vamos a tratar de movernos en el campo de lo sociológico y eventualmente de lo jurídico, sin perjuicio de que al estudiar otros temas de la materia - que responde a la pretensión de brindar una visión de conjunto - se encuentren respuestas a la pregunta expresada desde otros ángulos. Como primera aproximación debemos reconocer que se trata de un concepto ambiguo, amplio, rico, pero a veces inasible. Parece paradoja, que siendo el tema central de la ciencia política, no haya una respuesta unívoca, e incluso que los estudios no estén en un grado lo suficientemente avanzados que nos permitan trabajar con una conceptualización del “poder” lo suficientemente operativa, y que explique la múltiple realidad que bajo este nombre se esconde para asegurar un bien cierto y futuro. Nicolás Maquiavelo en su libro "El príncipe" presenta o describe una serie de situaciones que deben ser resueltas por el gobernante de manera fría y pragmática. Para este autor el poder tiene su propia ética, la de su conservación. Lo que es bueno para el mantenimiento del poder es bueno, a contrario sensu, si se pierde el poder por alguna razón, es malo. Maquiavelo, sin querer, inauguró una nueva ciencia: la Política, ya que aseguró una serie de principios autónomos para esta disciplina que hasta el siglo XIX se le dio el apelativo de "ciencia". El poder tiene su propia ética, la "ratio stato" o la razón del poder, explicado de la forma en que lo expusimos en el primer párrafo de este escrito. i 3 El gobernante, o el príncipe, deben asegurarse que todas las condiciones estén al servicio del mantenimiento del poder. Incluso, el gobernante puede darse el lujo de hacer maniobras que lleguen a estar en discordia con las buenas maneras y la moral general, todo con el fin de mantener el poder. ¿Podemos asegurar que Maquiavelo sigue vigente? ¿La ratio stato de Maquiavelo es la misma hoy en día?. Sin lugar a dudas, lo poderosos dirán tímidamente que sí, que el poder tiene su propia ética, y que los subordinados no la entienden. La ética de Maquiavelo está enmarcada dentro del sistema de sociedad que ha preponderado en todos los siglos de la existencia humana: el sistema de dominación. Los humanos, por siglos, sólo no hemos preocupado por alcanzar el poder, por mantenerlo y por explotarlo, ninguna teoría ha brindado la posibilidad de "humanizar" este sistema, que cada día preocupa más a ciertas personas que sospechan que el "sistema de dominación" nos podría llevar a un suicidio global de la especie humana. ii "El sistema de dominación" ha sido expuesto y practicado tanto por capitalistas como por socialistas, ese comunismo utópico que planteó algún día Marx sólo se quedó en eso, en una utopía, ya que sin lugar a dudas el ser humano no es igual a otro, y las potencialidades se expresan de manera diferente en el mundo fenoménico. El comunismo también fracasó, porque era un "sistema de dominación" asolapado para que unas clases y uno grupos se hicieran al poder abanderados por una pretendida clase obrera explotada. Dentro del "sistema de dominación" Maquiavelo tiene toda la razón, ya que si se trata de mantener el poder, lo correcto y la sano estará en mantenerlo, y lo pernicioso en perderlo o verlo debilitarse. Hoy en día, "el sistema de cooperación" se presenta como la única alternativa para que la especie humana no colapse. Algunos dirán que esto también es utópico, sin embargo, muchos poderosos ya se están dando cuenta que sólo la cooperación puede llevar progreso y paz a las sociedades. En el "sistema de cooperación" el poder tiene otra ética, diferente a la de Maquiavelo, ya que lo correcto no sólo está en mantener el poder sino en dar bienestar a los gobernados. La razón de estado del nuevo príncipe ya no es sólo tener el poder, por el hecho de tenerlo, sino, ostentar el poder para darle desarrollo y progreso a los subordinados. Si se crea una estructura de poder para simplemente mantenerlo, el sistema hace agua, pero, si el sistema de poder está basado en generar estructuras de cooperación mutuas entre los gobernados, y entre los gobernantes con sus súbditos, el sistema sale a flote y supervive. Hobbes fue el primero que en la historia del pensamiento político planteó realistamente el “poder” como un hecho de dominación (Leviatán: 1651). Pero esa definición es muy amplia y a la vez muy reducida. Es muy amplia porque entre los “medios presentes para asegurar un bien cierto y futuro” se encuentra la riqueza, resultando difícil delimitar la frontera entre ésta y el poder, no distinguiendo lo político de lo económico, aunque ambos fenómenos estén entrecruzados y muy ligados como - cada uno desde su perspectiva - lo han señalado Max Weber (Abellán 2004) y Karl Marx (18 Brumario…) Dijimos de igual forma, que la definición hobbesiana es también muy reducida, y lo es porque en ella se hace referencia al poder como una cosa que puede ser “poseída”, ya que 4 expresa que es “el conjunto de medios presentes”. Aparece, entonces, el poder como una “cosa” que puede ser “poseída” por los hombres, y que al “detentarla” hace que los hombres “tengan” poder, lo que significa reducirla a una cosa objeto de posesión. El poder, como dice Friedrich, no es sólo una cosa que puede ser poseída, sino primariamente es una relación. Lo que le da sentido “relacional” al poder es el hecho de que en un extremo está en que “tiene” poder, pero en el otro extremo debe estar quien obedece, pues si no hay obediencia - no interesa por ahora que la misma se logre con la razón o con la fuerza - tampoco hay poder. Por eso es que Friedrich (1923) dice: “El poder es, en cierta medida una posesión, y en gran medida una relación”. La relación entre Poder y Estado Gran parte del debate sociológico reciente sobre el poder gira en torno al problema de su definición, y su naturaleza como constrictiva o como permisiva. Así, el poder puede ser visto como un conjunto de formas de constreñir la acción del ser humano, pero también como lo que permite que la acción sea posible, al menos en una cierta medida. Gran parte de este debate está relacionado con los trabajos de Michel Foucault, quien, siguiendo a Maquiavelo, ve al poder como "una compleja situación estratégica en una determinada sociedad". Siendo puramente estructural, su concepto involucra tanto las características de constricción como de facilitación. Para Max Weber la sociedad moderna está amenazada por el fenómeno creciente de la concentración del poder dentro de las organizaciones. Su discípulo Robert Michels (1911) advirtió que en las organizaciones modernas, tanto privadas como estatales, se tiende a quedar bajo el control de reducidos, pero poderosos grupos políticos o financieros. Aunque los líderes son elegidos democráticamente, según Michels, con la mejor intención, por las dos partes, se observa una tendencia a integrarse en élites del poder que se preocupan básicamente por la defensa de sus propios intereses y posiciones a toda costa. El enfoque materialista histórico, marxista, a diferencia de los enfoques liberales (el subjetivista y el economicista) es profundamente distinto. A diferencia de los otros dos, su punto de partida no es “el punto de vista del actor”, sino los procesos sociales de reproducción y transformación. SI hubiera que resumirlo, como a los otros, en una sola pregunta, ésta podría ser: ¿cuál es el carácter del poder y cómo se ejerce? Por consiguiente, el modo de investigación materialista histórico busca definir, antes que nada, la naturaleza del poder, y no su sujeto o su cantidad. Esto es lo que se refleja en la escandalosa pregunta del marxismo-leninismo: democracia, ¿de qué clase? Dictadura, ¿de qué clase? El propio El capital no fue escrito primariamente para descubrir “quiénes son los ricos y quiénes son los pobres”, ni para tratar de calcular la magnitud de la riqueza existente. Lo que primariamente se propuso Marx fue poner al descubierto “las leyes económicas de las transformaciones de la sociedad moderna”, mostrar cómo s e (re)producen y cambian la riqueza y la pobreza, la dominación y el sometimiento. Por consiguiente, el punto central de su análisis no era ni la propiedad ni los propietarios, sino el capital, es decir, unas relaciones es de producción históricamente específicas, ligadas de una determinada manera con las fuerzas productivas, el. Estado y el conjunto social de ideas. iii 5 Este enfoque tiene importantes implicaciones que con viene aclarar desde el principio. Los marxistas se interesan por la relación entre las clases y el poder del Estado a causa de una razón muy concreta. Para ellos el Estado es una institución material, La palabra Estado en términos jurídico – político se le debe a Maquiavelo, cuando introdujo esta palabra en su obra "El Príncipe" al decir: "Los Estados y soberanías que han tenido y tiene autoridad sobre los hombres, fueron y son, o repúblicas o principados. Los principados son, o hereditarios con larga dinastía de príncipes, o nuevos; o completamente nuevos, cual lo fue Milán para Francisco Sforza o miembros reunidos al Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como el reino de Nápoles respecto a la revolución de España. Los Estados así adquiridos, o los gobernaba antes un príncipe, o gozaban de libertad, y se adquieren, o con ajenas armas, o con las propias, por caso afortunado o por valor y genio" (Maquiavelo: 1514). Sin embargo, en términos generales se entiende por Estado a la organización política y jurídica de un pueblo en un determinado territorio y bajo un poder de mando según la razón.iv Las teorías subjetivas del Estado, se centran en la actividad humana. Lo definen como un hecho social, con nexos y comunicaciones entre uno y otros. Las teorías objetivas, por su parte, lo plantean como situación que se da en un lugar determinado donde se da una relación entre los que dominan y los que son dominados. En realidad el Estado es una abstracción. La teoría antropomórfica, que compara al Estado con un organismo humano, por su estructura y su funcionalidad. El médico y filósofo inglés John Locke (1632-1704) aporta a la política su teoría de la división de los poderes y los conceptos de libertad y propiedad. Es el padre del individualismo liberal. Tanto la filosofía como la política en Locke se asientan en el empirismo. Para el teórico de la revolución inglesa el hombre es un ser razonable y la libertad es inseparable de su felicidad. La búsqueda de esto último es la finalidad de la política. Pero quien confiere la felicidad es la propiedad y esto hace que quien tenga más felicidad, tendrá más poder. Los hombres, no pueden modificar las leyes para casos concretos y sus normas no deben tener otro fin que no sea el de permitir a la sociedad civil garantizar la propiedad privada. Igual tarea le compete al gobierno. Por lo tanto, el poder debe ser limitado y controlado. Este está materializado en el poder legislativo -llamado poder supremo-, que debe estar en manos distintas que las del ejecutivo, que a su vez es un poder subordinado al anterior. Otro es el caso, el francés Charles-Louis de Secondat, Barón de Montesquieu (1689-1755), cuya obra El espíritu de las leyes, es el intento por construir un método para analizar las instituciones, la legislación y los gobiernos. Destacado representante de la ilustración francesa e inspirado por el pensamiento de Locke, diagnosticó el éxito del sistema inglés en la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), para concluir que cada uno de ellos colabora en la resistencia de cualquier tentación del despotismo. Por ello es imprescindible un sistema de frenos y contrapesos. Pero sostenía también que el ordenamiento político de cada sociedad depende de una serie de factores como el clima, la geografía y la historia, por lo que no existe una constitución ideal. Asimismo, Montesquieu amplía y mejora el método de observación científica que no sólo lo realiza a través del tiempo, sino que le agrega el del espacio. El número de las observaciones que emprendió 6 es impresionante. Sin embargo, su aporte mayor radica en que no sólo observa, sino que sistematiza la forma misma de observar. Desde una perspectiva inductiva tratará de descubrir leyes que rigen los fenómenos políticos. Finalmente, la influencia del filósofo y pensador alemán Karl Marx (1818-1883), sobre la política ha sido muy importante, particularmente en el siglo XX. Su visión materialista de la historia le hace prestar especial atención a las esferas económicas, lugar en donde se construyen los medios de producción. Para el filósofo de Tréveris, el análisis político está desprovisto de sentido si no se hacen referencia a las determinaciones históricoeconómicas. Marx defendió la idea de que el Estado no representa el bien común, sino los intereses de la clase dominante en una sociedad. Y es que la historia no es sino la historia de la lucha de clases. En la sociedad moderna la burguesía y el proletariado son las clases antagónicas, articuladas alrededor de los medios de producción. Junto a esta visión de la sociedad, se encuentra su teoría del cambio social. Esta se produce a través de la revolución, que es un movimiento de ruptura que permite que las clases oprimidas ya no la sean, una vez que hayan madurado las condiciones de su emancipación. Si bien su aporte es menor para la Ciencia Política, no deja de ser cierto que Marx es uno de los pensadores que más cuestiona las explicaciones extendidas del fenómeno del poder y del Estado. Su aporte radica también en reivindicar el método científico en la investigación de los hechos sociales, abordando los temas del poder, el Estado y la Ciencia Política desde una perspectiva distante de la jurídica, fuertemente dominante desde Aristóteles. En su teoría de la separación de los poderes del Estado, Montesquieu sostiene que la distribución jurídica de las funciones ejecutiva, legislativa y judicial sólo podrá limitar el uso arbitrario del poder y salvaguardar la libertad y los derechos de los ciudadanos, si se combina con otro principio basado en su distribución social. Por esta razón describe un modelo institucional en el que la diversidad propia de una sociedad estamental -la sociedad inglesa- se integra formalmente a los poderes del Estado. (Carré: 1998) Los debates posteriores que dieron vida a las constituciones modernas -debates reconocidamente deudores de la teoría de Montesquieu- se centraron exclusivamente en el principio de distribución jurídica, transformándolo en un pilar fundamental en la organización de los Estados. Por más de dos siglos los expertos del derecho polemizaron sobre los alcances de este principio, en un debate en el que se enfrentaron los defensores de la autonomía absoluta de cada poder con aquellos que abogaban por su separación relativa. En uno y otro caso se trataba de interpretar adecuadamente lo que A. Madison llamó "El oráculo de Montesquieu" (1994: 205). Una suerte muy distinta corrió el principio de distribución social: bajo el supuesto de que este principio sólo es apropiado para un modelo de la sociedad estamental, se pensó que superando las jerarquías del antiguo régimen se superaba también el principio. Sólo faltaba encontrar las razones que hicieran comprensible el "error" de su autor. Los más suspicaces creyeron estar en presencia de un pensador interesado -el Barón de La Bréde y Montesquieu- que promovía la repartición social del poder político para devolver a la nobleza a la que pertenecía sus antiguas prerrogativas de clase (Althusser: 1968). Para otros, en tanto, Montesquieu sería un autor de transición en cuya teoría se confunden estrategias modernas y pre modernas de "frenos y contrapesos" del poder. El principio de 7 distribución jurídica correspondería a una forma de organización moderna en la que las funciones del Estado se relacionan con instituciones y no con clases sociales. El principio de distribución social, en tanto, representaría el momento de "lo antiguo", basado en el modelo de gobierno mixto de la tradición republicana (Solozabal,: 1981). El Estado en la Globalización Económica Capitalista. En la configuración del proceso globalizador los estados continúan teniendo un papel fundamental. Problemas atribuidos a la globalización, pasan por una intervención política a nivel de cada estado. Cuando se asiste a la implementación de políticas impopulares de carácter neoliberal, justificada como las únicas posibles debido a la globalización, estamos ante una posición ideológica en función de los grupos económicos y clases sociales que controlan las instituciones y representan la hegemonía política del proceso de internacionalización del capital. Esta hegemonía presenta múltiples facetas y opera a distintos niveles complementarios, que no pueden reducirse a “eficiencia económica” o a “competitividad” en el mercado mundial, ni el dominio monetario y financiero es el único instrumento que debe ser considerado. El concepto de hegemonía es fundamental para la crítica del capitalismo al referirse al contexto de las relaciones de poder desde el punto de vista de las actividades que resultan esenciales para la reproducción del sistema capitalista, cuyo control implica el mantenimiento del liderazgo económico a nivel internacional. Lo anterior posibilita evitar los enfoques reduccionistas no sólo de la economía convencional, sino también de buena parte de la producción teórica crítica, que tienden a no considerar la importancia de las relaciones poder en sus análisis de los procesos económicos. La formulación del concepto de hegemonía presupone la inclusión de los aspectos cualitativos del conflicto de poder que subyace en las relaciones económicas internacionales capitalistas. Explica los procesos multidimensionales (dotación de recursos económico- financieros, relaciones políticas y militares y la dimensión cultural) mediante los cuales se transforma la acción de un agente (o coalición de agentes) en la misión socialmente aceptada, y por tanto, dominante. En este sentido hacemos nuestra la definición de hegemonía como la capacidad de las coaliciones formadas por empresas y sus estados de determinar las tendencias generales de reproducción de la sociedad capitalista en escala mundial (Ornelas, 2005:4) La naturaleza del Estado capitalista en su fase neoliberal, como aparato de dominación, limita de hecho la calidad y eficacia de la participación política plena de los ciudadanos en el control institucional y en el establecimiento de las estrategias de desarrollo social y económico en El Salvador, post Acuerdos de Paz, puesto que el Estado mismo es reducido a un aparato de administración de los intereses de quienes dominan el mercado, siendo debilitada la institucionalidad por el llamado ajuste estructural y la privatización de la empresa pública. 8 En la era de la globalización capitalista, la interdependencia económica, la ampliación del “libre mercado” y los nuevos valores y estándares del “orden” mundial, parece normal concebir al Estado y al gobierno sin ningún peso frente a la acción de los poderosos actores privados, los cuales han adquirido de manera exponencial, un peso desproporcionado en los últimos diez años. Aquél ser humano que se definiera como el “animal político” es hoy el “animal económico”, al mismo tiempo que toda cuestión política es vista como técnica. El aplastante peso del mercado global aparentemente marca el fin de las ideologías, donde un liberalismo “remozado” y su concepto de sociedad civil, trajeron el “fin de la historia” o como dicen algunos teóricos y políticos indefinibles: el más allá de izquierdas y derechas. Toda una ironía en política. Muchos países se autodenominan democráticos. Es común que las personas entiendan la democracia desde una perspectiva ficticia, no real. Esto es generalmente así, por que los poderes de facto y sus gigantescas maquinarias de propaganda se encargan de martillar sobre nuestras cabezas, todos los días, que democracia es lo que ellos dicen que es. Por lo tanto, los pueblos viven aferrados a mitos, creyendo en situaciones que no son realidad. La mayoría de las sociedades contemporáneas hacen gala de gobernarse por los ideales y principios de la democracia. Pero muy distinta es la realidad, pues no es fácil comprender esta forma de vida social y mucho menos practicarla. Algunos pensadores caracterizaron al mundo occidental moderno de manera mistificadora como el reino de la libertad y la democracia. Incluso llegaron a afirmar que en eso se distinguía la época moderna del antiguo régimen. Políticos que gobiernan las más importantes sociedades occidentales en el presente siglo, todavía promueven opresiones, tiranías y guerras en nombre de tales valores. Sus propagandistas afirman que en estas últimas décadas se asiste al triunfo definitivo de la Democracia y del libre mercado que la sustenta, llegando as, al Fin de la Historia, de la Ideologías y de las Utopías. Lo cierto es que el mundo occidentalizado tiene la peculiaridad de ser atravesado por dos tendencias opuestas, que se combaten: la del capitalismo y la de la democracia participativa. De la lógica de la oligarquía capitalista viene la racionalidad dominadora (de lo económico enajenado), la explotación (del hombre y de la naturaleza) así como la refuncionalización de viejas opresiones, con su secuela de desigualdades e injusticias; tal es su tendencia a la sociedad de desiguales. De la tendencia de la democracia participativa y autonómica, emancipadora y libertaria, viene el pensamiento crítico ilustrado y los diversos movimientos populares que han derribado monarquías, independizado países, conquistado derechos y libertades individuales y colectivas, sociales y políticas; esa es su lógica civilizadora. (Lund: 2008) La democracia debe lograr un equilibrio entre el ejercicio del poder desde abajo y el ejercicio del poder desde arriba, necesario para su eficacia. Ese equilibrio según Sartori, depende de la pluralidad de las elites (líderes y grupos de ideas) y la autonomía de la opinión pública. (Sartori, 2005) La materialización cabal de la democracia participativa es el proceso de consolidar todo el poder para el pueblo. La forja del poder popular ha venido ocurriendo de arriba hacia 9 abajo, por la acción revolucionaria de una lucha que cuenta con miles de los mejores hijos e hijas de la patria que dieron su vida por ella, pero esto no ha sido suficiente hasta hoy, no obstante haber construido un gobierno progresista que por primera vez accede al Órgano Ejecutivo en la historia de esta pequeña nación centroamericana. En el sistema político actual, aún existen trabas y usurpaciones de los poderes tradicionales que a sangre y fuego han impedido la concreción de una sociedad equitativa, independiente y soberana. Las nuevas democracias que surgen en América Latina impulsan ya un mayor poder de decisión del pueblo soberano en los actos de gobierno, y para ello se han creado instrumentos que le permiten opinar y en algunos casos, decidir sobre cuestiones trascendentes. Rousseau (1762) destacado teórico de la democracia directa en el mundo moderno, va más allá del liberalismo, pues él no trata de llegar a un equilibrio entre la libertad del sujeto y la obediencia al Estado como lo dijeron antes Hobbes y Locke, sino fundar una sociedad en que no exista dicho equilibrio dicotómico, ya que quiere encontrar una fórmula que sustituya dicho equilibrio en que la libertad del sujeto sea igual a la obediencia al Estado. En Tocqueville (1840), por ejemplo tenemos la clave y el camino para lograr un lógico acercamiento a la participación en cualquier sistema político moderno: dado que es imposible lograr una participación -según la hemos definido- masiva y a gran escala en el nivel nacional, debemos pues concentrarnos en aquellos ámbitos en que esta participación reconocida por todos como beneficiosa y deseable- sea más practicable, lo cual implica la descentralización del poder a nivel local. Marx (1850), por su parte, hace la valoración de la complejidad de la emancipación del hombre, analizando la actividad del Estado burgués alemán de su época y su relación con la Iglesia y la Religión. Sin embargo, nos sugiere que esta tarea de la emancipación humana no es sólo del Estado como órgano político, sino de toda la institucionalidad y las organizaciones sociales. "La emancipación política no es la forma completa y sin contradicciones de la emancipación humana", puesto que, "el Estado se puede librar de una limitación sin que lo mismo ocurra realmente con el hombre”. Conclusión. Desde esta perspectiva, el fenómeno del poder es caracterizado, por Anibal Quijano, quien acuñó el concepto de Colonialidad del Poder, como un tipo de relación social constituido por la co-presencia permanente de tres elementos: dominación, explotación y conflicto, que afecta a las cuatro áreas básicas de la existencia social y que es resultado y expresión de la disputa por el control de ellas: 1) el trabajo, sus recursos y sus productos; 2) el sexo, sus recursos y sus productos; 3) la autoridad colectiva (o pública), sus recursos y sus productos; 4) la subjetividad/intersubjetividad, sus recursos y sus productos. (Quijano: 2008) Las formas de existencia social en cada una de dichas áreas no nacen las unas de las otras, pero no existen, ni operan, separadas o independientes entre sí. Por eso mismo, las relaciones de poder que se constituyen en la disputa por el control de tales áreas o ámbitos de existencia social, tampoco nacen, ni se derivan, las unas de las otras, pero no pueden existir, salvo de manera intempestiva y precaria, las unas sin las otras. Esto es, forman un complejo estructural cuyo carácter es siempre histórico y específico. En otros términos, se trata siempre de un determinado patrón histórico de poder.. 10 El actual patrón de poder mundial consiste en la articulación entre: 1) la colonialidad del poder, esto es la idea de “raza” como fundamento del patrón universal de clasificación social básica y de dominación social; 2) el capitalismo, como patrón universal de explotación social; 3) el estado como forma central universal de control de la autoridad colectiva y el moderno estado-nación como su variante hegemónica; 4) el eurocentrismo como forma hegemónica de control de la subjetividad (Quijano:2008)v El estado, como estructura de autoridad y como forma de dominación, colectivas, es muy antiguo. No está del todo bien establecido desde cuándo y en asociación con cuáles condiciones históricas fue impuesto como la forma central universal de control de la autoridad colectiva y de dominación política, menos aún cuándo, cómo y dónde llegó a ser estado-nación. En cambio sabemos bien que el Moderno Estado-Nación es, de una parte, relativamente reciente y, de otra parte, no está consolidado sino en pocos espacios de dominación estatal o países. Sus específicos signos son, primero, la ciudadanía o presunción formal de igualdad jurídico-política de los que habitan en su espacio de dominación no obstante su desigualdad en los demás ámbitos del poder; segundo, la representatividad política que, sobre esa base, se atribuye al Estado respecto del conjunto de ciudadanos y no sólo, como en las otras variantes de Estado, de algún interés social particular o sectorial. Se fue constituyendo en el período conocido como la Modernidad, que se abre a partir de América, y en vinculación con el proceso euro centrista del capitalismo y de la modernidad; alcanza sus actuales rasgos definitorios desde fines del siglo XVIII y es admitido durante el siglo XX como el modelo mundialmente hegemónico, lo que no equivale, por cierto, a que haya llegado a ser practicado también mundialmente. En la etapa actual del poder colonial/capitalista, su "globalización", en especial desde mediados de los 70s., presiona hacia la no virtualidad de aquellos rasgos específicos, inclusive a la reversión de sus respectivos procesos, en particular del conflicto social en torno de la ampliación de la igualdad y la equidad social, de la libertad individual y de la solidaridad de los pueblos. La materialización cabal de la democracia participativa es el proceso de consolidar todo el poder para el pueblo. La forja del poder popular ha venido ocurriendo de arriba hacia abajo, por la acción revolucionaria de una lucha que cuenta con miles de los mejores hijos e hijas de la patria que dieron su vida por ella, pero esto no ha sido suficiente hasta hoy, no obstante haber construido un gobierno progresista que por primera vez accede al Órgano Ejecutivo en la historia de esta pequeña nación centroamericana. En el sistema político actual, aún existen trabas y usurpaciones de los poderes tradicionales que a sangre y fuego han impedido la concreción de una sociedad equitativa, independiente y soberana. Las nuevas democracias que surgen en América Latina impulsan ya un mayor poder de decisión del pueblo soberano en los actos de gobierno, y para ello se han creado instrumentos que le permiten opinar y en algunos casos, decidir sobre cuestiones trascendentes. La relación entre ideal democrático y realidad política es en extremo compleja debido a que las instituciones y los procedimientos en los que la democracia burguesa se concreta, responden a procesos históricos y políticos específicos, así como a la elección y concreción de opciones diversas. En El Salvador, los partidos de la derecha tradicional, retardadores de la democracia luchan por sostener y eternizar un sistema político que ya no responde a 11 las necesidades histórico-políticas de la sociedad que persigue más democracia y transparencia en el manejo del Estado. Un Estado que ha sido debilitado, hasta casi ser disfuncional, producto de la desregulación del mercado y la privatización de lo público. Se impone por lo tanto, el análisis científico del problema del sistema político y su transformación, obviando las salidas fáciles y reformistas, que terminan reforzando un sistema de exclusión y falsa representación. Bibliografía. Aristóteles. Ética Nicomaquea; Política. Ed. 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Universidad de Buenos Aires. www.saavedrafajardo.com Crítica al Eurocentrismo como obstáculo epistemológico. www.recursostic.es Poder político y Legitimación. Prada, Diego. www.academia.edu El Concepto de Poder Político. Tesis de Maestría en Filosofía. Notas finales. Maquiavelo constituye desde esa perspectiva una de las síntesis más reveladoras del nuevo espíritu burgués, caracterizado esencialmente por una mentalidad profana e inquisitiva y para el cual la realidad inmediata y sensible es la fuente del conocimiento. Bajo el impulso de ese nuevo espíritu, Maquiavelo logró intuir que los valores y la moral tradicional cimentados por la iglesia católica no se ajustaban al mundo cambiante e inestable que surgía en Europa renacentista. i ii El concepto de “Razón de Estado” nace de una concepción negativa de la naturaleza humana. Para los defensores de la razón de Estado el hombre es un ser depravado, incapaz de buenas acciones si no es forzado por la necesidad, es decir, si no está convencido de que un buen comportamiento le traerá más ventajas que uno degenerado. En el análisis de la vida social y política Hobbes también partirá de la consideración de que la sociedad está compuesta por una multiplicidad de seres individuales conducidos por sus pasiones, intentando explicar cómo se produce la transición de este individualismo atomista a la construcción de un cuerpo social artificial, o estado, de carácter absolutista. Tradicionalmente se ha considerado la obra política de Hobbes como la fundamentación teórica del absolutismo. El poder no es inmanente. Algo exterior a él lo hace posible, necesario y lo funda. Pero el poder no sólo se halla en relación sino que él mismo es relación. ¿Entre qué y qué?; no entre los hombres y las cosas, aunque el dominio de aquellos sobre éstas, sobre la naturaleza, determina ciertas relaciones de poder entre los hombres. El poder es una peculiar relación entre los hombres (individuos, grupos, clases sociales o naciones) en la que los términos de ella ocupan una posición desigual o asimétrica. Son relaciones en las que unos dominan, subordinan, y otros son dominados, subordinados. En las relaciones de poder, el poder de unos es el no poder de otros. Dominación y sujeción se imbrican necesariamente. (Sánchez Vásquez:2008) iii iv El primer concepto que trata de definir Aristóteles en su obra “Política” es el concepto de ciudad entendida como unidad política suprema. Mientras que todas las asociaciones buscan un fin específico particular la ciudad busca el fin supremo que implica a la totalidad: la felicidad de todos los ciudadanos. La polis era para un griego la forma de organización política acabada mientras que las estructuras estatales extensas como los imperios no son consideradas aún por Aristóteles como formas de organización política libres. Aun cuando en época de Aristóteles ya estaba fraguado el 13 imperio de Alejandro Magno para el autor griego el modelo político por excelencia seguirá siendo la polis. v En Europa –y por extensión a América post-conquista– se comprende el proceso histórico moderno, abierto por el descubrimiento de América, el renacimiento y seguido por el iluminismo6 hasta nuestros días. Sin embargo, el debate de estas periodizaciones y contenidos está abierto y en plena efervescencia, acerca del alcance y las posibilidades de condiciones post y trans-moderna. La idea de ‘modernidad’, junto con la de ‘evangelización’ y ‘civilización’ han sido dispositivos de discriminación, violencia epistémica y en consecuencia, instrumentos de dominación. (Alan Turraine, en Crítica a la Modernidad) 14
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