pesca surfcasting

April 28, 2018 | Author: aaaaaaaaaa1619 | Category: Aluminium, Tide, Species, Beach, Recreational Fishing


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EL SURFCASTING - CAÑAS Y CARRETES Las cañas junto con los carretes son uno de los factores más importantesde la pesca de lanzado. Antiguamente, y eso lo he vivido personalmente, las cañas eran de materiales de fibra de vidrio y otros de muy poca flexibilidad, por lo que los lanzamientos eran a base de pura fuerza y poca técnica. Cierto es que cuanta más técnica los lanzamientos salían algo más lejanos, pero lo cierto es que pasar de los 80 a 100 metros era realmente complicado salvo algunos "perfectos" lanzamientos que nos salían. Hoy en día se ve claramente que los avances técnicos han suministrado materiales que permiten, hasta a chavales medio inexpertos, lanzamientos por encima de la barrera de los 100 metros. Las cañas de acción progresiva actuales de fibra de carbono, permiten que ambos factores, técnica y fuerza, entren en conjunción a partes iguales, lográndose verdaderos récords de lanzamientos. La caña idónea debe estar formada por dos tramos, ya que las de más tramos restan la acción progresiva de la que hablamos. En mi opinión, las cañas telescópicas no sirven para el efecto y creo que las mejores son las de dos tramos, con un buen y rígido pie y un buen anclaje para el carrete. Particularmente no me gustan las excesivamente largas, máximo 4 a 4,30 metros.. En cuanto a los carretes, cada pescador tiene sus preferencias, pero yo aunque en contra de la mayoría de opiniones y ya que estoy "chapado a la antigua" me inclino por los carretes de tambor fijo. Los carretes de tambor rotatorio facilitan la salida del pelo en los lanzamientos, por lo que teóricamente éstos serán más largos. Sin embargo, últimamente se han modificado los carretes fijos, aligerando su peso, ampliando la capacidad de la bobina y como factor principal modificando la bobina que era circular y ha pasado a ser cónica, lo que permite menos dificultad en la salida del hilo e inclusión de cojinetes. El carrete debe ser de gran capacidad, ligero, con un buen sistema de frenada y sus giros deben ser por rodamientos de cojinetes. Las cañas pueden ser de acción parabólica, tremendamente flexibles, las de acción semiparabólica, prácticamente iguales a las anteriores, de acción media y de acción de punta. Las mejores son las de acción media ya que combinan precisión en los lanzamientos y lejanía en los mismos, así como permitir cualquiera de las técnicas de lanzamiento existentes, mientras que por el contrario las de acción de punta son muy complicadas pues requiere una técnica de lanzado muy perfeccionada o de lo contrario se perderá totalmente la precisión. EL SURFCASTING - ACCESORIOS Los accesorios son tan importantes como la caña y el carrete. Esta técnica, como ya se explicó en la exposición del Surfcasting, pretende la captura de piezas de gran envergadura, por lo que los accesorios deberán soportar grandes esfuerzos. Hilos: Los hilos deberán reunir las características de ligereza, flexibilidad, poca elasticidad y resistencia. Pensemos nuevamente en las presas que pretendemos capturar. Deberán tener un diámetro entre 40/100 al 60/100 y variará mucho de un fabricante a otro por lo que no se puede hacer una tabla exacta de ruptura de hilos, lo que sí genéricamente se puede indicar que los pesos soportados van desde los 9 kilos de un pelo del 40/100 a los más de 25 kilos de un pelo del 60/100. Las pesas (Plomos): Los plomos van encaminados a la necesidad de mantener el lastre en el fondo. Dependiendo de las condiciones del fondo, distancia del lance, marea u oleaje existente, etc., se deberán utilizar diversos pesos (tamaños) y formas. Existe una tremenda variedad de modelos, estando los fabricantes continuamente innovando los existentes. Los modelos clásicos, debido a sus excelentes resultados, siguen vigentes por lo que a continuación se exponen algunos de ellos. Si los lanzamientos se efectúan en zona de piedra, no olvidar usar plomos tipo cohetes con alas. Éstos en la acción de recogida suben a superficie evitando los temidos enganches. Si la marea es fuerte o existe un gran oleaje, se podrán utilizar los denominados plomos de anclaje. Estos disponen de unas varillas metálicas que dispondremos para formar un verdadero ancla. No dispongo de ninguna fotografía por el momento Pinchos: Los pinchos o soportes, son accesorios indispensables para la pesca desde playa. En estas no existen, como en las rocas, huecos o lugares donde poder depositar la caña una vez calada, por lo que se hace indispensable la utilización de estos soportes de sostén. Los hay de multitud de formas, tubulares, planos con aros de soporte, etc. , siendo indispensable que sean galvanizados o inoxidables para evitar su corrosión. En el mercado existe gran cantidad de modelos, pero si su utilización es en playa deberán ser de 1 metro de largo para así poder clavarlos profundamente en la arena, si por el contrario su uso va a ser en roca podrán ser mucho más cortos. Anzuelos: De tremenda importancia es la elección del anzuelo, en parte por la especie a capturar y en parte por el cebo (carnada) que se utilice. Dependiendo de la especie a capturar elegiremos el tamaño, siempre debe uno inclinarse a un tamaño medio ya que la experiencia aconseja que un anzuelo demasiado grande evita la picada, mientras que uno medio o clava perfectamente en la mandíbula o el pez queda "embuchado" y tampoco se soltará en sus forcejeos. En razón a la carnada se podrá utilizar anzuelos ligeros de caña (asta) larga y codo (curvatura) estrecha, esto facilitará el anzuelado y el pez quedará embuchado. Si pretendemos usar carnada más dura lo ideal es utilizar un anzuelo más corto, de amplia curvatura y con una buena "muerte" (punta que evita el retroceso y desprendimiento). Como es lógico al usar un cebo más duro posiblemente sea por marejada o gran marea, lo que hará que el pez cazador arremeta contra el anzuelo de un golpe y quede clavado en la mandíbula, circunstancia ésta que al disponer de una buena muerte evitará que el anzuelo retroceda. Diversos anzuelos Quitavueltas: Se utilizan los mismos que para cualquier otra técnica de pesca y su misión es la de evitar que el hilo se enrede, por lo que durante las capturas o en las recogidas evitará el trenzamiento del pelo. Hay especies cuya defensa consiste en girar sobre sí mismas (congrio) circunstancia que haría, de no existir un giratorio (quitavueltas), la ruptura del sedal. Avisadores de presas: Si se va a efectuar la pesca durante la noche, es recomendable la utilización de avisadores luminosos colocados en el extremo de la caña (puntero). Existen avisadores por vibración, barritas luminiscentes para ver el puntero en la oscuridad, y lo más práctico para no cansar la vista son los cascabeles. EL SURFCASTING - MONTAJE DE APAREJOS Sobre los montajes de los "pies" o bajos de línea existe cantidad de literatura. Hay libros de pesca en los que los distintos formatos los tratan con nombres rimbombantes (Paternoster, etc.) y aptos solamente para una determinada especie. La experiencia muestra que en la práctica cada pescador realiza composiciones que más les han favorecido en ocasiones, que no se denominan de ninguna forma en los libros de pesca y que por el contrario captura una amplia variedad de peces. A continuación se expondrán distintos tipos de bajo o pie, sin denominarlos con ningún nombre "científico" y que todos los pescadores o los han visto utilizar o probando trucos nuevos los han inventado. Variaciones se pueden hacer todas las que se quiera, con un anzuelo, dos anzuelos, etc. El hilo debe ser algo inferior al del carrete, pensemos en los posibles enganches. El maestro Pescador © Si en el carrete se dispone de un pelo del 50, el bajo podrá ser de un 40 y si el plomo se encuentra al final esté irá con un 30, de esta forma si enganchamos el plomo partirá por el 30 y la pieza pescada se podrá recuperar. El maestro Pescador © NUDOS Consejos 1. Siempre que vayamos a confeccionar un nudo se deben seguir las siguientes recomendaciones. 2. Humedecer el hilo para que resbale perfectamente y no quede bloqueado en la caña del anzuelo. 3. Realizarlo con calma y comprobando que no existan vueltas retorcidas. 4. Comprobar que no se suelta al forzarlo a una tensión extrema. 5. No cortar el pelo sobrante completamente a ras del anzuelo. Podríamos pensar que la comprobación previa era suficiente y al picar un gran ejemplar y ejercer mucha más tensión el nudo se suelte. NUDO SIMPLE DE EMPATILLAR. Los nudos de empatillado para los anzuelos sin anilla son muy limitados, siendo el más simple de realizar el que se presenta. Si las vueltas se realizan desde fuera (patilla) hacia dentro (codo), el pelo queda en el interior de las vueltas por lo que queda interior. Si por el contrario las vueltas alrededor de la caña se realizan desde la parte cercana al codo hacia fuera (patilla), el pelo queda exterior. Muchos pescadores realizan el exterior y aunque realmente el anzuelo queda bien fijado, no es lo correcto siendo un fallo en el montaje del nudo simple de empatillado. BIEN HECHO MAL HECHO NUDO EN OCHO Este nudo es el más simple para empatillar anzuelos con anilla. Como su nombre indica tan solo consiste en realizar un ocho pasando el extremo por el interior del ocho. Su sistema consiste en que cuanto más se tire más se aprieta. NUDO DE VUELTA INTERIOR. Este es quizás el segundo nudo más utilizado en el empatillado de anzuelos con anilla. En el presente nudo existen pescadores que el extremo lo pasan por la anilla cuando el pelo es suficientemente fino. NUDO FALSO En este ejemplo se muestra la forma de anudar con cable de acero y grapa de fijación. Es necesaria su utilización para especies que normalmente parten con cualquier diámetro de pelo utilizado. Escualos, grandes congrios, etc. Algunos pescadores utilizan el simple nudo en ocho cuando utilizan cable muy fino. NUDO DE LAZADA El presente nudo permite fijar señuelos con gran garantía. Aunque en muchos manuales y libros de pesca es recomendado como el más idóneo, particularmente la lazada que queda una vez anudado no me gusta ya que durante la navegación no me gusta que ni nudos, ni lazadas ni nada que pueda levantar cualquier movimiento de agua ajeno al señuelo forme parte de la línea. Considero que el ejemplo siguiente favorece más el anonimato del señuelo NUDO DE AHORCADO Este nudo permite fijar señuelos con gran garantía y no interfiriere en la navegación. No delata su presencia y permite una completa libertad de movimientos al señuelo. Por otro lado no estrangula el pelo por lo que evita puntos de ruptura. Este nudo lo he usado tanto para señuelos, poteras, anzuelos de anilla y empatillado con cable de acero fino NUDO DE EMPALME Este es el nudo más simple de los existentes para realizar empalmes de hilo. Puentes, prolongaciones de líneas, etc. Es fiable y de muy fácil confección por lo que queda expuesto como ejemplo para empalme de hilos del mismo o diferente grosor. En definición el "surfcasting" es una modalidad de pesca en el mar que se basa en lanzar a largas distancias desde la costa anzuelos con carnadas o cebos naturales unidos mediante una línea de pesca y con la ayuda de un plomo o plomada. Este tipo de pesca es ampliamente practicada por los pescadores deportivos de orilla ya que para ello no es necesario una embarcación y basta conseguir una buen punto pesquero en la orilla de la playa y poseer los equipos, que por sus precios asequibles están al alcance de muchas personas. También puede ser practicada desde acantilados y rompientes, o su variante desde malecones y muelles. Para esto son empleadas cañas muy potentes y largas con carretes generalmente del tipo de tambor fijo que nos permiten realizar largos lanzados así como otros equipos complementarios detallados a continuación. Las cañas La cañas actualmente empleadas para este tipo de pesca suelen ser fabricadas de fibra de carbono por su resistencia y poco peso. Años atrás estas cañas eras construidas con fibra de vidrio, las cuales eran excelentes pero en algunos casos muy pesadas para todo un día de pesca. Los aros, anillas o guías, deberán ser de materiales ligeros y resistentes a la corrosión como oxido de aluminio o materiales cerámicos. Estas cañas están diseñadas para lanzar con las dos manos y existen varios tipos dependiendo de su tamaño, construcción, sitio de pesca y especie a pescar. De acuerdo a su construcción estas cañas pueden ser de tramos desmontables o telescópicas y sus medidas oscilan entre 3,50 y 4,20 metros. Algunas cañas de tramos enchufables. Las primeras pueden estar compuestas hasta por tres piezas de hasta 1,40 metros de largo, cada una que se unen entre si mediante enchufes a presión. Aunque su desventaja radica en la dificultad para su transporte por su tamaño, tienen una excelente acción de pesca no igualada por las telescópicas. La ventaja fundamental de las cañas de tipo telescópicas está en su versatilidad y fácil transporte. Dependiendo del sitio donde pescamos dependerá directamente el tamaño y acción de la caña a utilizar. Si pescamos desde la orilla de la playa son aconsejables el uso de cañas largas y potentes, de unos 3,80 a 4,20 metros de largo con una acción de 8 a 10, capaces de lanzar plomadas de hasta 250 gramos a más de 100 metros de distancia para lograr así superar la línea de rompiente. Si pescamos desde acantilados o rompientes las cañas pudiesen ser algo mas cortas para facilitar la maniobra del lance desde nuestro punto de pesca entre las salientes de las piedras. Cañas telescópicas. Los carretes Los carretes generalmente utilizados para la pesca de orilla son los del tipo de tambor fijo que son sencillos de operar, poseen un sistema anti-retroceso y un freno regulable que generalmente está situado en la parte superior de la bobina o tambor, aunque en algunos modelos recientes el mando del freno esta situado en la parte posterior del cuerpo del carrete. Carretes de tambor fijo. Para el lanzado se deberá liberar manualmente el brazo recuperador, el cual tan pronto empecemos a cobrar línea volverá automáticamente a su posición de recuperación. Estos son los carretes mas indicados para lanzar a grandes distancias con líneas de resistencia de hasta 30 libras. Las capacidades de estos carretes están comprendidas entre 200 metros de nylon de 0,40 mm hasta unos 300 metros de 0,60 mm. No se descarta el uso de los robustos carretes de tambor giratorio para esta modalidad de pesca, sobre todo para obtener lances precisos y cortos así como para la pesca de grandes piezas que requieren mucha capacidad de líneas resistentes. La línea de pesca Generalmente se fabrica de monofilamento de nailon, y de acuerdo al tipo de pesca y la especie a pescar su diámetro varía de entre 0,25 mm a 0,60 mm, con resistencias de 6 lb a 40 lb. Algunos tipos de pesca en el mar. líneas diseñadas para la Es aconsejable utilizar líneas de excelente calidad ya que la relación existente entre su diámetro y resistencia es fundamental para los lances. Una línea delgada de alta resistencia irá mas lejos con menos esfuerzo que una de inferior calidad con diámetro mayor pero con la misma resistencia. También por experiencia sabemos que las líneas mas delgadas pescan más que las gruesas, ya que estas ultimas crean suspicacia en los peces. Otro factor que se deberá tomar en cuenta es que a mayor diámetro de nailon se incrementara el arrastre de la línea tanto por la acción de las corrientes como de los vientos, también el tipo de fondo donde pescamos influye en el grosor de la línea a seleccionar, ya que fondos del tipo rocoso nos obligan a utilizar un nailon de mayor diámetro tomando en cuenta el riesgo de enganche. Relación genérica diámetro/resistencia para líneas de monofilamento de nailon. Para una mayor comprensión de la relación existente entre la resistencia de la línea y el diámetro se puede consultar la tabla de conversión resistencia/diámetro de una línea de alta calidad. Los anzuelos Para esta modalidad de pesca, y según la especie que se piensa capturar, su tamaño varía generalmente entre el # 6 y el # 5/0, y sus modelos o formas son diversos, desde los convencionales de púa simple con punta recta, pasando por los resistentes de punta curva para grandes piezas, hasta llegar a aquellos sofisticados que poseen doble púa para especies muy peleonas y con boca frágil. En cuanto al tamaño del anzuelo depende de su numeración, a un numero mayor el anzuelo será menor hasta llegar a 1, después se le añadirá un cero a la numeración, ejemplo 3/0, 4/0, etc, donde un numero índice mayor indicara mayor tamaño del anzuelo. Para una mejor comprensión de lo anterior se anexa una ilustración con diferentes tamaños de anzuelos y su numeración. Las plomadas Estas suelen estar diseñadas de diferentes formas dependiendo del uso que le daremos así como de las condiciones del mar, fondo..., y con pesos que van desde los 90 gramos hasta los 250 gramos o más. Sus formas más comunes son de pera, redondas o triangulares. Las dos primeras se emplean generalmente para la pesca en orillas de playas con fondo de arena donde necesitamos lanzar a grandes distancias. Las de formas triangulares o en forma de satélite con ganchos son empleadas cuando pescamos también en fondos de arena, pero con mucha corriente, mala mar o fuerte brisa. Para fondos rocosos son utilizadas unas plomadas planas que facilitan el desenganche en caso de un percance con las piedras del fondo. Dos tipos de plomo habituales en el "surfcasting". El porta cañas Es un accesorio opcional muy útil, sobre todo cuando pescamos en playas con orilla de arena para colocar la caña. Suele estar fabricado de un grueso ángulo de aluminio o acero inoxidable, éste se clava verticalmente en la arena y posee una cavidad para el mango de la caña. Nos ayudara mucho cuando cambiamos o colocamos las carnadas después de una recogida, cuando esperamos el pique de un pez o simplemente cuando queremos comer o tomar algo. En la siguiente entrega seguiremos conversando de esta modalidad, esta vez de las carnadas o cebos utilizados, de cómo armaremos los aparejos para las diferentes especies a pescar, algunos trucos, y de cómo podemos identificar las especies que obtendremos en determinado lugar simplemente observando el tipo de orilla, fondo, claridad del agua, etc. La modalidad de pesca bautizada con el término anglosajón de surf casting, cuya traducción literal vendría a ser algo así como pesca a la rompiente, asimismo conocida, entre otros muchos más apelativos, como pesca al lanzado pesado o pesca al lance de fondo, resulta ser, sin duda alguna, la más practicada por ese nutrido colectivo de pescadores que conforman y dan carta de naturaleza a la pesca deportiva desde costa. Basta observar cualquier rincón de nuestras costas, cualquier playa, promontorio, roquedo o espigón, con esos enjambres de cañas dibujadas en el horizonte, y que fijadas en el suelo, altivas y desafiantes, esperan pacientes el ansiado momento de denunciar la picada en forma de nervioso cabeceo, para caer en la cuenta de hasta qué punto esta disciplina deportiva cuenta con pronunciamiento y raigambre tan acusados que la hacen prevalecer, en lo que a número de adeptos se refiere, a cualquier otra de las numerosas modalidades de pesca deportiva desde costa que se practican a lo largo y ancho de todo el litoral español. Un escenario adecuado para la práctica del surf casting: una escollera portuaria. La acumulación de cañas prueba la popularidad de la técnica. La causa y motivo de contar con tal predicamento, con tal grado de aceptación, habrá que buscarla, entiendo yo, en una cualidad, virtud más bien diría, que juega en claro favor de la misma: su proverbial polivalencia. En efecto, no existe ningún otro tipo de modalidad de pesca deportiva desde costa que permita, al tiempo, que el pescador pueda escrutar tan amplio territorio o zona de pesca como el que ésta le propicia, pues el hecho de que el cebo pueda ser ubicado a voluntad del que maneja la caña, desde la misma línea de costa hasta más de un centenar de metros separado de aquélla abre todo un mundo de posibilidades que le son negadas al resto de modalidades condenadas a un campo de acción mucho más reducido. Sin embargo, y como no podía ser de otro modo, también este sistema de pesca cuenta con ciertas servidumbres, entre las que cabe destacar la imposibilidad de aprovecharse de los beneficios que aporta el cebado o macizado del lugar de pesca, sobre todo cuando ésta se practica, como viene siendo lo habitual, a distancias tan alejadas de la orilla que resulta vano, por lo inútil, realizar tal acción. ¿Mejor cuanto más lejos? Pero, cuidado, que nadie se lleve a engaño, pues es fácil caer en el tópico, en la falsa creencia, de que cuanto más alejado se sitúe el cebo de la línea de costa, es decir: cuanto mayor profundidad se alcance en la ubicación de éste; mayores posibilidades existirán de conseguir presas, y de mayor talla. En absoluto esto es así, y conviene advertirlo en favor de los atribulados pescadores noveles que, guiados por esta errónea aseveración, se obsesionan y empecinan, una y otra vez, con un único objetivo alcanzar mediante el potente lance los lugares más distanciados posibles a la línea de costa como una panacea, única y exclusiva, para obtener unos buenos resultados en la acción de pesca. Bien lo saben los veteranos pescadores que practican esta modalidad que la cosa no resulta tan fácil, o dicho de otro modo, que un potente lanzado no implica necesariamente una mayor posibilidad de picada, muy al contrario puede ocurrir, y de hecho ocurre a menudo, que una mejor selección y presentación de las carnadas y de los bajos de línea empleados, acompañada de un conocimiento de la orografía submarina de la zona de pesca, de la interpretación del estado de la mar y de las corrientes y mareas que la puedan afectar en un momento dado, suplen la mediocridad del lance propiciando unas mayores posibilidades de picada. Una buena dorada, una de las piezas más buscadas por los pescadores de las costas marítimas españolas. El síndrome de la distancia Tan de Perogrullo resulta esta afirmación que, en caso contrario, en el supuesto que se diera por buena la regla que a más potente lance, a mayor fondo conseguido, mayores capturas, bastaría con disponer de una embarcación que nos transportara a esos fondos T apetecidos para conseguir pesqueras de escándalo, y ello, también lo saben bien los pescadores de embarcación, no es así ni mucho menos, llegándose a la paradoja de ver en ocasiones que, mientras el pescador de costa lucha y se esfuerza para alcanzar esas distancias "mágicas" de la playa de arena, allá por los 150 y más metros. El pescador de embarcación se acerca hasta los fondos someros, hasta casi rozar la quilla de su embarcación con el fondo de arena, en la creencia contraria de que las presas se encuentran más próximas a la orilla, pareciendo, pues, como si los términos se encontraran invertidos, como si se hubiera desvirtuado la esencia de cada una de las modalidades de pesca: el pescador de costa emulando en sus afanes al pescador de embarcación, y éste tratando de imitar al de costa en sus quehaceres. cada especie, su fondo Existe, es evidente, una distancia, digamos mínima, en relación a la pesca desde costa, que para que ésta resulte verdaderamente efectiva habrá que superar, pues qué duda cabe que no todas las especies se aventuran a visitar fondos tan extremadamente someros como los que se pueden encontrar a apenas unas decenas de metros de la misma orilla de la playa. Ahora bien, una vez superada dicha barrera, en mi modesta opinión, no hay que desdeñar ningún tipo de posibilidad con respecto a la posible ubicación de las potenciales presas, ya que, insisto, no necesariamente la mayor marca de la sonda resulta ser el marco ideal para muchas especies en sus expediciones de caza o migraciones en busca de alimento. La existencia de un roquedo sumergido o de un algar a escasa distancia de la orilla de la playa, por ejemplo, se convierten en lugar de encuentro de especies en busca de pequeños invertebrados con los que saciar su apetito y a la vez centro de atracción para sus especies depredadoras, augurando así mayores posibilidades de captura que no otro lugar más alejado de la costa, con mayor fondo, pero convertido en un desierto de arena sin ningún atractivo especial para la mayoría de las especies que pueblan estos ambientes marinos próximos a la costa. Aguardar pacientemente la picada ocupa la mayor parte del tiempo del pescador de surf casting. Un buen ejemplo lo constituyen especies tan populares como son el sargo común y la mojarra, moradores por excelencia del fondo pétreo, somero o no, y que, en consecuencia, nunca habrá que buscarlas en el fondo arenoso, por mucha distancia de la orilla, por mucha profundidad, en que éste se sitúe. De ahí que anteriormente se citara la importancia, la enorme importancia, que supone conocer, siquiera a grandes rasgos, la orografía submarina que dibuja la zona de pesca elegida, circunstancia ésta que resulta fácil de comprobar en aquellas zonas litorales sometidas a la acción de las mareas de cierta entidad y harto complicado y de mucha más difícil lectura en los lugares donde faltan aquéllas, caso del mar Mediterráneo, o, en fin, en donde, en virtud de los pronunciados fondos existentes no se cuenta con la suficiente incidencia visual a esos efectos. Las corrientes De alguna forma también relacionado con la acción de las mareas, encontramos otra fenómeno de vital importancia para el desarrollo de esta modalidad de pesca como son las corrientes marinas imperantes en la zona, y que en virtud de su intensidad, y al margen de que habrá que preverlas con respecto al aparejo a utilizar para minimizar su consabida acción de arrastre, pueden actuar como fenómeno capaz de alterar las costumbres de no pocas especies, hasta el extremo de hacer que algunas de ellas muestren una total inactividad al no darse las condiciones naturales y que le son propias para su actividad diaria, y todo lo contrario, augurar una inusitada acción cazadora en relación a las especies depredadoras que ven en este marco de corrientes intensas, quizá con las aguas tomadas en virtud del arrastre de partículas del fondo que las mismas propician, el momento idóneo para, camufladas junto al roquedo o el algar, acechar a sus potenciales víctimas. No hay que olvidar, por otro lado, que la acción de las mareas y las corrientes marinas, en virtud de los desplazamientos de grandes masas de agua que provocan, actúan como movimientos de arrastre de todo tipo de materias orgánicas susceptibles de servir de alimento para muchas especies, y que dichas materias tienden a acumularse, formando verdaderos depósitos de sedimentos de diferente entidad, en los accidentes orográficos que van encontrando en su camino, convirtiéndose así en otro motivo de visita del roquedo sumergido y de toda clase de anfractuosidades que pueda presentar el relieve submarino por parte de especies en busca de fácil pitanza. La dorada y la herrera, por ejemplo, son dos de las especies que gustan de merodear por esas zonas de sedimento en donde las posibilidades de encontrar alimento se multiplican, sin perjuicio, por otro lado, de que estas dos especies en concreto sean también visitantes asiduas del fondo arenoso llano y estéril. Una buena técnica de lanzado es necesaria para alcanzar las distancias que a veces, no siempre, pide el surf casting. Para todos los escenarios Advierta el amable lector, que hasta el momento se ha venido hablando supuestamente de la pesca al surf casting desde una playa de arena, es decir, desde un punto de pesca con unos fondos habitualmente muy someros, y si resulta válida para este escenario la advertencia de que el binomio: mayor profundidad igual a mayor pesca, no necesariamente es admisible, con más razón se podría trasladar a otros ambientes de pesca tan diferentes de la playa de arena como son los roquedos naturales, acantilados, espigones y escolleras portuarias, o dicho de otro modo, a todos aquellos posibles escenarios en los que al mismo pie del puesto de pesca se dan ya unos fondos de cierta entidad. Pescando desde la playa de arena o incluso también desde la de cantos rodados, de perfil bajo, se puede aducir la necesidad, como se ha dicho, de tener que salvar una barrera a causa de la reducida sonda que los fondos inmediatos a donde se sitúa el pescador presentan, cosa que, evidentemente, no ocurre cuando la acción de pesca se desarrolla desde estos promontorios citados, generalmente, y a excepción quizá de algunos roquedos naturales y espigones playeros de poca entidad, con acceso directo ya de por sí a masas de agua con sondas de diverso valor, pero totalmente aptas para constituirse en el lugar de visita y estadía de un buen número de especies que despiertan el interés del pescador deportivo. No siempre pican las grandes doradas: a menudo no queda otro remedio que conformarse con las humildes mojarras. Los peces del roquedo Será, pues, pescando desde estos puntos, y con más razón si cabe, cuando convendrá desterrar de una vez por todas el consabido tópico del lance potente como única garantía de picada, ya que, salvo otras circunstancias ajenas o indirectamente relacionadas con la pesca en sí, en principio, la dorada, la lubina, la herrera, y ya no digamos el sargo, la mojarra, la salpa y la oblada, por citar unos ejemplos, disponiendo, insisto, de la profundidad de agua necesaria como dispondrán en estos enclaves, más que buscar fondos alejados de cualquier manifestación en forma de roquedo submarino, tenderán a aproximarse a él, y si éste no existiera, al propio puesto de pesca o a sus inmediaciones, roquedo sumergido al fin, por cuanto que es justamente en estos lugares donde se favorecen dos aspectos tan consustanciales a estas especies como son la alimentación, en virtud de las materias orgánicas en forma de pequeños invertebrados y sedimentos orgánicos que allí se dan cita, y la posibilidad de encontrar cobijo y refugio seguro ante el imprevisto y fulminante ataque de cualquier depredador. Y hablando de depredadores, será éste un buen ejemplo de demostración de hasta qué punto la profundidad de agua cobra una importancia marginal en estos escenarios utilizando esta modalidad de pesca, pues es de todos conocido que las anjovas, los palometones, las serviolas, e incluso las lubinas y otros depredores que se aventuran en sus razias o batidas de caza por estas aguas, antes que priorizar el calado de las mismas anteponen la única circunstancia que en verdad es la impulsora de tal actitud: la existencia de presas potenciales, sea cual fuere el fondo o profundidad de agua a la que se encuentren éstas, es decir, que lo mismo pueden aceptar la carnada reposando en el fondo situado justo al pie del acantilado que a cien metros de él, y por ende, la posibilidad de picada será la misma en ambas ubicaciones, lo que a la postre significa que se puede prescindir perfectamente de la obligatoriedad del lanzado potente, o mejor aún, diversificar los "riesgos" de picada, es decir, utilizar, como viene siendo habitual, dos cañas para la acción de pesca: una de ellas con su cebo situado a una distancia próxima o relativamente próxima al puesto de pesca y la restante a una mayor distancia, consiguiéndose así escrutar una mayor zona de pesca. Ese es el quid de la cuestión, como bien saben todos los buenos aficionados a esta modalidad. Lograr, por medio de la distinta ubicación de ambos cebos, dar con el lugar exacto en donde se encuentra el cardumen de peces y, en consecuencia, donde las picadas se producen con mayor asiduidad, y entonces sí, haciendo caso omiso de la profundidad de agua o distancia en que este punto se encuentre, ubicar ambos cebos continuamente en dicho lugar buscando el conseguir la mayor rentabilidad posible a la acción de pesca. El pescador y sus circunstancias Anteriormente se ha hecho referencia a unas circunstancias ajenas o indirectamente relacionadas con la acción de pesca en sí, pero que sin embargo pueden, en un momento determinado, modificar sustancialmente lo dicho hasta el momento. Se me ocurre, por ejemplo, el hecho de que el pescador, conocedor del fondo existente, de la acción de las corrientes y mareas, y, en fin, provisto de un buen equipo de pesca y de los cebos adecuados al momento y las especies que se pretenden capturar, de pronto se encuentra de bruces con una draga en plena acción de dragado en el radio de acción de su caña, o con que se ha producido esta operación recientemente. También pienso en el momento de la entrada de las barcas de pesca profesionales que vuelven de faenar y que también pasan en su deambular por un punto dentro del radio de acción de la caña en cuestión, o, en fin, con que recientemente se han instalado unas canalizaciones submarinas justo en el lugar de pesca habitual y del mismo modo a tiro de caña. En principio, estas circunstancias no dejan de constituirse en un inconveniente, pues qué duda cabe que el atribulado pescador ve modificado sustancialmente el medio por él tan bien conocido. Sin embargo, el aficionado curtido en estas lides puede sacar buen beneficio de las mismas, a poco que tenga en cuenta que el lugar donde la draga deposita las materias extraídas al mar se convierte en un verdadero vivero de especies atraídas por toda suerte de gusanos, moluscos, etc., que acompañan a la materia pétrea, fango o arena arrancada por aquélla del fondo marino. Un saliente rocoso es un buen lugar para intentar la pesca de los grandes depredadores de aguas abiertas. Asimismo, una vez finalizada la operación de dragado, el fondo pétreo que se dibuja actúa, por los motivos aludidos y por los restos de materia orgánica que en él queda depositada, como polo de atracción para no pocas especies. Algo similar ocurrirá con las supuestas tuberías o canalizaciones, que si es cierto se convertirán en un lugar donde fácilmente podrán quedar trabados los anzuelos, no lo es menos que el pescador que asuma este riesgo contará con un marco idóneo para capturar un buen número de especies que verán en ellas las mismas ventajas que le proporciona el roquedo sumergido. La entrada a puerto de las barcas profesionales de pesca genera siempre cierto "trastorno" al pescador, pues, al margen del movimiento de aguas que éstas producen suele ser frecuente que junto con ellas, o mejor dicho detrás de ellas, viajen distintas clases de especies depredadoras persiguiendo los restos de pescado de desecho que por la borda van arrojando sus tripulantes. Y digo que genera cierto trastorno, por cuanto que el que ansía la captura de depredadores ve en esta irrupción de navíos el momento idóneo para que se produzcan las picadas, y por el contrario, el que pretende la captura de otras especies no depredadoras teme que la súbita aparición de anjovas o palometones haga huir despavoridas a doradas y herreras, amén del peligro que supone el perder el aparejo si una de esas embarcaciones se cruza con la línea de la caña. La importancia que reviste la perfecta ejecución del lanzado en esta modalidad de pesca, tanto por lo que concierne al hecho de poder ubicar el cebo en el lugar exacto donde confiamos se van a producir las picadas, como el dotar a dicha sesión de lance de la suficiente potencia para alcanzar el pretendido objetivo, implican que el equipo de pesca a utilizar, además de resultar aquilatado a las características propias de cada pescador, deberá ser tan ligero, cómodo y manejable como sea posible, convirtiéndose, de algún modo, en un apéndice de la propia masa física del pescador, en una articulación o extensión mecánica perfectamente sincronizada con éste en lo que respecta a movimientos y prestaciones. De nada sirve un espléndido equipo de pesca de surf casting, cuando entre el mismo y el pescador que va a utilizarlo no existe esa química, esa íntima comunión o simbiosis que permite la total soltura y, comodidad del que maneja la caña en virtud del perfecto acople que se da entre dicho equipo y las características físicas del pescador en cuestión. De lo que se desprende que no existe para la práctica del surf casting una medida ideal o estándar en cuanto a longitud de caña, dureza y demás prestaciones de ésta, muy al contrario, debe ser el propio pescador el que, insisto, en atención a sus propias peculiaridades y, cómo no, por supuesto también en función de la entidad de las presas que se pretendan capturar, el que se decida finalmente por tal o cual caña, sin perjuicio de que la misma. como viene siendo habitual, vendrá a oscilar entre los, más menos, 4'5 metros de longitud. Líneas especificas Si las características del carrete v, en mayor medida si cabe, las de la caña, cobran singular importancia en lo que a esta modalidad de pesca se refiere, qué decir de la línea a utilizar. toda pez que, como ya se apuntó, el diámetro de la misma, que es como decir la entidad de las presas que se pretenden capturar, condicionará a los dos anteriores. Así, por ejemplo, si para pescar, en las condiciones adecuadas se entiende. el palometón o la anjova crecida, se precisará de un diámetro de línea mínimo de 0,50 milímetros o de 0,55 milímetros, respectivamente, sin embargo, para la pesca de la dorada pequeña y de la herrera. por citar otros dos ejemplos de especies de menor entidad en cuanto a peso y potencia de nado, el diámetro mínimo de monofilamento se podrá reducir hasta prácticamente los 0,14 milímetros e incluso, ya únicamente para la herrera, los 0,11 ó 0,10 milímetros, siempre y cuando exista una necesidad perentoria de ubicar el cebo a una notable Los entrantes rocosos donde distancia de la orilla, o sea, cuando se precise del rompen las olas, con fondos concurso de un potente lance. Esa enorme diferencia mixtos de arena y roca, son de diámetros requeridos para ambas situaciones, lugares ideales para peces amén de la diferente capacidad de línea que se como el sargo o la lubina. precisará para hacer frente al palometón, con tamaños que pueden superar en ocasiones los 30 kilos de peso, por un lado, y a la "humilde" herrera, por el otro, hacen que más que hablar de una supuesta caña y carrete válidos para sendos cometidos haya que hablar de cañas y carretes distintos y especializados cada uno de ellos en los cometidos para los que han sido concebidos y diseñados. La caña de surf casting Resulta evidente. que una caña destinada para a pesca de la herrera. por ejemplo no será válida para intentar la captura de palometones, corvinas, serviolas o anjovas crecidas, y viceversa. En el primer caso primará sobre todo su extrema sensibilidad y adecuado nervio como sinónimos de capacidad de lanzar y de transmitir al que maneja la caña aspectos que, sin embargo, se convertirán poco menos que en marginales para el segundo caso, en el que prevalecerá 1a potencia, entendida como una capacidad de respuesta en un momento dado, sobre los demás aspectos o prestaciones que puedan venir asociadas a la misma. El carrete Del mismo modo que no puede hablarse de una caña ideal, de un estándar en este tipo de aparejo, tampoco se puede pretender, en lo que a carretes concierne, hallar la perfección, o mejor dicho, el carrete perfecto, el que todo lo abarca, para esta modalidad de pesca, pues, como ocurriera con el caso anterior, la entidad de las presas a capturar condicionará en gran medida el diámetro de la línea a utilizar y con él las características en cuanto a tamaño y capacidad del carrete más apropiado. Ni siquiera el hecho de disponer de varias bobinas, cargadas con nailon de distinto diámetro cada una de ellas, será suficiente para atender tal circunstancia, ya que las necesidades que plantea la pesca de los grandes depredadores son tan diametralmente opuestas a las que exige la pesca de otras especies de mucha menor entidad que, por lo general y si se pretende pescar en las condiciones adecuadas, ni el más versátil de los carretes puede hacer frente a tal número de exigencias. En la elección del carrete jugará un papel destacado, más que las características físicas del pescador, las propias preferencias personales en relación a aspectos tan fundamentales como puedan ser su ligereza con respecto al peso; su ratio, es decir, la capacidad de cobrar o recoger línea por cada vuelta de manivela; la suavidad en la acción de recogida de línea, auspiciada por la calidad de los engranajes internos y los rodamientos a bolas de que disponga; su tamaño, versatilidad y accesorios que incorpore, y muy especialmente el número de bobinas intercambiables con las que se comercializa; el diseño ergonómico, los materiales de construcción y los acabados exteriores garantizando una buena estanqueidad y resistencia a la corrosión; y, cómo no, el sistema de frenado y su accionamiento y graduación. Característica ya común a un buen número de carretes es la posibilidad de eliminar el molesto balanceo lateral que se produce durante la acción de recoger línea, y que obliga al pescador, entre otras cosas, a realizar un mayor esfuerzo durante la misma. Una aguja o guía hilos provisto de rodamiento siempre ayudará a suavizar la ya mencionada acción de recuperar línea, y un mecanismo de rápida y total liberación del freno en un momento determinado ayudará a solventar situaciones comprometidas, como aquélla en la que la presa, situada ya a poca distancia del pescador, de pronto se revuelve con fuerza poniendo en peligro la integridad física del bajo de línea. Una dorada en el salabre. Las doradas, por la dura batalla que presenta y por la calidad de su carne, son tal vez la presa cumbre de la pesca al surf casting. Accesorios imprescindibles Esta especialización, lejos de limitarse a cañas, carretes y líneas, afecta también, como no podía ser de otro modo, a unos elementos de tanta importancia como puedan ser los plomos y, sobre todo, los bajos de línea. Los primeros, generalmente con diseños aerodinámicos al objeto de ofrecer la menor resistencia posible al aire durante su trayectoria, se comercializan adoptando muy distintas formas y acabados: desde los clásicos en forma de pera, a los planos, pasando por los redondos, ovalados, fusiformes y un largo etcétera. En principio, la forma que finalmente adopte el plomo cobra importancia, más que por el hecho en sí de ofrecer la menor resistencia posible al aire, por la capacidad de rendir los efectos deseados con respecto a la naturaleza del fondo donde quedará depositado, o dicho de otro modo, evitar que el aparejo sea arrastrado a capricho de la corriente y, en la medida de lo posible, también que el plomo en cuestión quede enrocado o trabado en el fondo. Las lombrices marinas, de diversas especies, son el cebo por excelencia para este tipo de pesca. Así, por ejemplo, el plomo adecuado para un fondo de arena o fango será diferente al que resulta idóneo para un fondo de piedra, del mismo modo que jugará un papel preponderante en la elección del tamaño y del peso del plomo finalmente a utilizar el estado que presenten las aguas en cuanto a oleaje, corrientes y mareas, como asimismo las características de la caña en sí y el grosor de la línea de la que se va a hacer uso. Los plomos planos, hoy en franca decadencia, siempre se han mostrado muy adecuados para los fondos de arena o fangosos. Para la playa de canto. rodados o fondos de guijarros nada como el plomo redondo. Para fondos de piedra suelen resultar muy adecuados los que imitan la forma de pera y, sobre todo, los redondos en forma alargada provistos de un tubo de plástico en su parte superior y que actúa como verdadero mecanismo que evita que éste quede trabado entre las oquedades y recovecos submarinos. El plomo provisto de garras será apto para fondos pétreos sometidos a intensas corrientes submarinas en los que quedará trabado, como si de un ancla se tratara, hasta que, en virtud de la fuerza de arrastre ejercida por la presión de la caña que maneja el pescador, las garras metálicas se abrirán liberándolo de dichas masas pétreas. Por otro lado, resulta evidente también que en función del grosor de la línea con que se equipe el carrete, así como de las características propias de la caña en cuanto a dureza, nervio y flexibilidad, e incluso también del tamaño o forma del cebo que se vaya a utilizar, el plomo requerido, o mejor sería decir el peso del plomo requerido, variará sustancialmente. En líneas generales se podría fijar el siguiente paralelismo: a mayor grosor de línea mayor peso de plomo para alcanzar una misma distancia, de igual modo que a mayor dureza de la caña también mayor peso de plomo en el mismo sentido, y así también, a mayor volumen de cebo mayor peso de plomo. De lo que se desprende que la práctica de la pesca de surf casting o lanzado de fondo enfocada a la captura de la serviola, por poner un ejemplo, sujeta a la utilización de unos diámetros mínimos de monofilamento de 0'60 milímetros, y en la que cobran protagonismo cebos tales como una lisa viva, caballa, alacha o varias sardinas ensartadas a la vez, es decir, carnadas que fácilmente pueden arrojar un peso superior a los 250 gramos, requerirá de un planteamiento y de unos aparejos sensiblemente diferentes, muy especialmente por lo que respecta a los plomos, que los utilizados, por poner otro ejemplo, para la pesca al surf casting de la herrera, aquí limitados a unos pesos, tamaños y grosores mucho más reducidos. El equilibrio es la clave En general, puede afirmarse que existe un consenso por parte de todos los pescadores con respecto a lo dicho anteriormente, esto es, que cañas, carretes, plomos y líneas, dejando al margen marcas, modelos, formas, precios y diseños, están sujetos a ciertas servidumbres y a una clara especialización en virtud de las presas que se pretenden capturar. Sin embargo, tal consenso se volatiliza cuando uno se adentra en el conocimiento del mundo de los bajos de línea destinados a la pesca del surf casting; y digo "mundo" porque, efectivamente, así se puede definir el entorno que rodea a este elemento tan característico de esta modalidad de pesca. Bajos. En la variedad esta el gusto No creo que exista, exceptuando quizá la pesca al volantín desde embarcación, otra modalidad que cuente con tal variedad de bajos de línea susceptibles de ser utilizados y que de hecho son empleados con mayor o menor fortuna y predicamento a lo largo de todas nuestras costas. La primera discrepancia comienza con el hecho en sí de situar el plomo: unos, acérrimos partidarios de colocar el plomo al final de la línea madre y situar el bajo de línea a continuación de éste por medio del clásico quitavueltas, otros, por el contrario, no se cansan de alabar las excelencias de un montaje propiamente de volantín, es decir, colocar el plomo al final de la línea y sobre él el bajo o los bajos de línea. Los primeros alegan, entre otras ventajas, que este tipo de montaje propicia en mayor medida que el cebo descanse en el suelo de forma más natural; los segundos ven en su sistema predilecto un seguro para evitar enredos del bajo de línea con la línea madre, amén de que resulta mucho más sencillo el disponer de varios bajos a la vez. No falta, para complicar más el tema si cabe, el que adopta una fórmula mixta haciendo suyas las dos posibilidades: un bajo sujeto al quitavueltas con que remata el plomo en su parte inferior y otro bajo situado en la parte superior del plomo, ¿alguien da más? Pues sí, otra variedad sería, tomando el primer ejemplo, colocar un nuevo bajo sobre el propio bajo, es decir, convertir al bajo de línea en línea madre a partir del plomo, así como, ya en la segunda opción citada, dotar al bajo situado más próximo al plomo de una mayor longitud, de modo y manera que el cebo que éste porta descanse sobradamente sobre el suelo. En fin, existen casi tantas variedades de montar los bajos de línea de surf casting como imaginación tenga el propio pescador, aunque, a mi modesto entender, más que echarle imaginación a los montajes, más que buscar la vistosidad, por no decir la complejidad, en ocasiones totalmente injustificada, lo que en realidad debe interesar al pescador es que el bajo en cuestión resulte realmente eficaz, ése es verdaderamente el quid de la cuestión, pues de nada sirven filigranas y florituras si a la postre el bajo se muestra totalmente ineficaz o inadecuado para las condiciones de mar imperantes en el momento y el relieve y naturaleza que dibujan los fondos submarinos de la zona de pesca, sin olvidar la propia idiosincrasia de las especies a las que va destinado, o sea, intentar pescar con un bajo, barroco él, cargado con tropecientos mil anzuelos, en una situación de corriente intensa invitando a hacer acto de presencia a los continuos enredos en la línea madre, sea cual fuere el sistema de ubicación de bajos y plomo finalmente elegido, cuando no a que sean varias las presas que tomen el cebo a la vez (cosa más que frecuente) y que la línea madre rompa debido a la excesiva presión que ejercen las mismas o, en fin, que se multipliquen las posibilidades de que alguno de los anzuelos Una alternativa más barata a la lombriz, y también muy efectiva aunque más difícil de manejar: los mejillones. quede trabado en el fondo, todo ello por no citar lo ya tantas veces comentado: que una presentación lo más natural posible de nuestro aparejo, reduciéndolo, en la medida de lo posible, a su más mínima expresión, siempre ayudará a conseguir mayor número de picadas, sobre todo de aquellas especies o ejemplares más astutos y desconfiados; pues, ni que decir tiene, que una lubina, por poner un ejemplo, no es únicamente que no hará caso, sino que además huirá despavorida ante la visión de un "aparejo de pesca" que más que aparejo se antoja algo parecido a un árbol de Navidad, cargado todo él de bajos de línea y adornado con un buen puñado de bolitas de los más variados colores. Alguna herrera despistada y otros tipos de peces de menor entidad puede que entren al quite, pero intentar pescar una lubina, una dorada crecida, una sama o un astuto sargo utilizando dicho método resulta totalmente pueril, incluso si se echa mano de los cebos más sugerentes. Cebos Y hablando de cebos, y teniendo siempre en cuenta las particularidades propias de cada zona de nuestro extenso litoral, sí se podrían establecer unos estándares en cuanto a su idoneidad y eficacia. En primer lugar habrá que dejar de lado el viejo tópico de que el pez siempre prefiere aquellos cebos que son propios del hábitat o entorno en el que se halla en un momento determinado, tan fácil de rebatir como resulta el observar a las herreras, sargos y mojarras deleitándose con los pequeños caracoles de tierra que son ofrecidos por los pescadores, y que evidentemente, por ser terrestres, nunca han tenido ocasión de conocer en su medio natural; la patata hervida que tanto gusta a la salpa y a la boga; el pan que devoran con fruición los mújoles, las obladas y las herreras; o, por citar otro ejemplo: el hecho de que gusanos provenientes de otros países muy alejados de nuestra geografía (coreanos, cordelle importado de Chile, etc) y que evidentemente nunca han sido vistos por las especies que tenemos a tiro de caña en nuestras costas, gusanos como digo foráneos, se constituyan en excelentes cebos para no pocas especies autóctonas. Cuestión de presupuesto En segundo lugar, bueno será advertir que el mejor cebo para una determinada especie y momento no necesariamente resulta ser el que se vende más caro, cosa que menudo tiende a considerarse poco menos que como dogma de fe por parte de algunos pescadores. Es cierto que determinados cebos de los considerados como caros, caso de la tita o la lombriz de arena, por ejemplo, suelen ofrecer unos excelentes resultados con la mayoría de las especies no depredadoras con excepción de la lubina, sin embargo, existen también otros cebos, mucho más modestos desde el punto de vista pecuniario, como puedan ser el cangrejo ermitaño, diversos caracoles de mar e incluso los propios mejillones y la más que popular sardina, por citar también unos ejemplos de ellos, que en determinadas circunstancias, periodos del año y enclaves pueden incluso llegar a superar el rendimiento de aquéllos en lo que a aceptación se refiere. Así, pues, resulta aconsejable que el pescador, lejos de dejarse guiar por un afán puramente mercantilista, en lo que a elección de cebos se refiere, analice en profundidad el medio al que se va a enfrentar, qué tipo de presa pretende capturar, en qué periodo del año se encuentra, cuál es la fisonomía submarina del punto de pesca elegido, qué tipo de mareas y corrientes inciden en dicho lugar y hasta qué punto la intensidad de las mismas pueden hacer variar la primitiva estrategia planeada... Sólo tras este concienzudo análisis logrará alcanzar unas conclusiones válidas al objeto de orientarle en la búsqueda del cebo más apropiado, ya que a poco que se aplique al mismo caerá en la cuenta de que resulta absurdo encarnar una tita con destino a la dorada con un mar tan embravecido que a buen seguro las habrá hecho Una buena pareja de huir muchas millas mar adentro; o tentar a la herrera con anjovas. Unos peces que la exquisita lombriz en un lugar tan poblado de pequeñas exigen aparejos capaces de bogas que harán prácticamente imposible que el cebo soportar sus violentas llegue a tocar el fondo sin ser devorado antes por ellas; o acometidas, y sus fuertes y que junto a las barcas amarradas en el puerto suelen cortantes mandíbulas. buscar las doradas los cangrejos ermitaños que éstas arrojan por la borda tras las labores de limpieza de los artes de pesca, convirtiéndose en un lugar ideal para probar suerte con este tipo de carnadas; o que con la marea entrante y fuertes corrientes es el mejor momento para probar suerte con la codiciada lubina, la que gusta también de saborear las exquisiteces de la sugerente lombriz pero que, en esas circunstancias, no sabrá ni podrá resistirse a un apetitoso bocado en forma de boga o lisa de tamaño adecuado; o que, en fin, con unas aguas quietas y cristalinas, el astuto y huidizo sargo desconfiará de cualquier tipo de cebo que no sea un inquieto gusano descansando en la arena invitándole a la fácil pitanza, o la aromática sardina que convenientemente salada expande sus inconfundibles y atrayentes efluvios por todo el entorno submarino. Cada vez que se presenta la ocasión, cientos de pescadores deportivos se acercan a las costas de toda España con la ilusión de disfrutar de las abundantes posibilidades que ofrece la práctica de la pesca de mar en nuestras aguas; sobre todo en verano, cuando se dispara la venta de embarcaciones, cañas, carretes y todo tipo de artículos de pesca: estamos en plena temporada y las largas columnas de pescadores se alinean en aquellos enclaves, cada vez más escasos, que han escapado a las inevitables hordas del bronceador y la tumbona. Entre las distintas opciones que se nos presentan en la pesca de mar, querría dedicar unas líneas a la pesca con artificiales, cada vez más extendida, aunque aún minoritaria, en nuestras costas. Rara vez el pescador neófito se atreve con señuelos, tal vez por las dificultades técnicas que puedan plantearle o quizá sólo a causa de la desconfianza que le ofrece colocar un pececillo o una cucharilla ondulante al final de su línea: "¿ Cómo va a picar algo en este trocito de madera?", se repite, y mientras, paga su habitual cajita de gusanos, pensando en el precio astronómico de esos tres artificiales que acaba de llevarse su compañero de mostrador, sin saber que bien cuidados y con algo de suerte pueden durarle casi media vida. Una cajita con algunos señuelos apropiados para la pesca de especies de pequeño tamaño, especialmente útiles para el costeo en meses veraniegos. Tal vez por el carácter aún minoritario de la pesca con artificiales, no es nuestra intención la de presentar aquí unas páginas absolutamente novedosas, para "consumados expertos", si es que los hay en este imprevisible mundo de la pesca, sino más bien la de ofrecer una pequeña guía para aquéllos que decidan asomarse por vez primera al colorista y variado campo de los señuelos artificiales para pescar en el mar. Señuelos y especies: rompiendo algunos prejuicios En diversas ocasiones he leído preciosas colaboraciones dedicadas a la pesca de fondo y en general a distintas técnicas en las que se emplea el cebo natural, en las que se hablaba con cierta ironía acerca de los cebos artificiales, casi señalando que en determinadas zonas de nuestra geografía los peces no se dejaban engañar por tales ingenios, tal vez por ser las especies de allí especialmente astutas y sólo aficionadas a un puñado de cebos tradicionales. Sin ánimo de entablar controversia y como la divergencia es sana quiero señalar que en esta actitud no hay más que un prejuicio establecido sin más y que en efecto son más las especies que podemos capturar con señuelos artificiales que aquéllas que tradicionalmente se reconocen como peces de presa. Sin entrar en el terreno de la pesca a mosca, en el que me declaro especialmente ignorante, podemos señalar casi una quincena de especies capturables con cebos artificiales en nuestras costas. Entre las habituales: anchova, lubina, palometa blanca, caballa, jurel, baila, dentón, bonito; menos frecuentes: el pargo, la corvina, el ballesta, la llampuga y la serviola. Esto sin contar las especies de altura, aguja imperial y atún rojo, o las capturas de suerte como el serrano o el mismísimo sargo. Aún recuerdo cómo hace unos quince años muchos pescadores de nuestra zona nos miraban con poca simpatía y mucha incredulidad al revelarles que tal o cual pesca de lubinas se había hecho al curricán o que aquel precioso dentón que contemplaban había entrado a un artificial de 14 cm. Hoy son muy pocas las embarcaciones de pesca deportiva en las costas de Huelva que no cuentan entre sus aparejos con al menos un puñadito de señuelos, que en muchos casos se convierte en un verdadero arsenal de artificiales. Surtido básico para la caballa, el jurel y la palometa. Las opciones de montaje son variadas y es posible combinar la acción de señuelos de distinto tipo en el mismo aparejo. Una buena opción consiste en sustituir el plomito terminal del rosario por un pez de plomo de 16 ó 25 gramos. Sin embargo, como bien sabe el lector el uso de un tipo u otro de señuelo está asociado a distintas situaciones de pesca y el pececillo que hoy funcionó tan bien, pasado mañana puede irse a la caja sin una sola picada, pues han cambiado las condiciones ambientales o simplemente las especies presentes son otras distintas a las de ayer. Estos cambios, frecuentes todo el año, son especialmente repentinos en los meses estivales, en los que es habitual encontrar bancos de especies migratorias que por este tiempo se acercan a nuestras costas. Si el pescador es aficionado al uso de artificiales, deberá adaptarse ahora a las nuevas circunstancias que le ofrece la mar. De las más frecuentes y de aquellos señuelos más útiles y extendidos nos ocuparemos a continuación, siempre como orientación general, que en esto de la pesca resulta conveniente huir de las leyes de carácter universal. Tres situaciones de pesca: 1.- Caballas, jureles y palometas: pequeñas piezas comiendo en superficie Tres horas de curricán sin una sola picada pueden hacerse muy largas. Media mañana en la playa mirando las inmóviles punteras de las cajas acaban por lo menos con la mitad del buen talante de todo pescador. Y sin embargo, muchas veces ahí mismo, delante de nuestras narices está la posibilidad de pasar de la inactividad al entretenimiento, con sólo mirar un poco al mar y abandonar nuestra obstinación inicial que nos ha hecho dedicar buena parte de la jornada a la captura de una especie determinada y sólo una. De nada vale nuestra intención cuando lubinas y doradas pasan delante de nuestros cebos sin inmutarse, mientras que a unos pocos metros, quizá muy cerca de nuestra zona de siempre un grupo de charranes hace continuos picados sobre la superficie para salir acto seguido con un boqueroncito en el pico. Todo pescador se integra, al menos durante unos momentos, en un ecosistema en el que ocupa, se quiera o no, el lugar de depredador. La observación de la actividad natural que tiene lugar en el medio en el que desarrollamos nuestra actividad es imprescindible para adaptarse a las nuevas circunstancias. Artificiales de plomo Jensen de 40 y 25 gramos. Se fabrican en distintos colores y son ideales para la pesca vertical sobre fondos rocosos. Salvo en días de aguas muy tomadas, conviene usar colores naturales. En los meses estivales es muy frecuente esta situación que describimos, pues los bancos de pescado azul suelen acercarse lo bastante a nuestras costas como para decidirnos a intentar su captura, siempre entretenida y viva. Los indicios que muestran la presencia de estas piezas en superficie son de sobra conocidos: aves marinas lanzándose, especialmente los pequeños y ágiles charranes, pececillos-presa saltando sobre la superficie y las turbulencias que originan los depredadores al atacar casi a flor de agua. Las piezas que podemos encontrar en estos cardúmenes son esencialmente caballas y estorninos, jureles y palometas. En determinadas zonas pueden aparecer también las bailas y las anchovas de mediano tamaño. Veamos ahora algunos señuelos y técnicas para su captura. Señuelos y técnicas Los artificiales que suelen emplearse en estas situaciones son esencialmente de cuatro tipos diferentes: - Peces de plomo, de un peso entre 20 y 25 gr. Los más difundidos son los de la casa noruega Jensen. - Pequeños peces artificiales de superficie (5-9 cm). No importa que sean modelos diseñados para la pesca en agua dulce, que de hecho son los que se muestran más útiles con las piezas de pequeño tamaño. - Cucharillas plateadas ondulantes, de un peso en torno a los 16 gr. - Angulones de silicona rojos o blancos. Estos señuelos se emplean tanto de costa como desde embarcación. Peces artificiales rematados en colores vistosos, casi chillones. Por lo general su uso se limita a jornadas de aguas oscuras y a las horas de escasa luminosidad. Como vemos, el óxido ha comenzado a atacar las anillas y poteras de algunos de ellos, que han de ser reemplazadas de inmediato. Desde la orilla conviene usar peces de plomo, más adecuados por su peso y diseño para el lanzado, sin necesidad de utilizar ningún otro lastre suplementario. Para ello es preciso emplear un monofilamento de poco grosor, 0.24, y una caña ligera de unos tres metros y medio. Conviene lanzar a aquellos puntos en que hemos detectado actividad y recoger con la caña alta a base de cambios constantes en la velocidad de recuperación de la línea. Si queremos emplear señuelos de poco peso podemos ayudarnos de los buldós, esferas de plástico que se llenan de agua a la mitad, colocando el señuelo (pez artificial o silicona) 1,50 m. por detrás del buldó. Además de éstas, las opciones de montaje son muy diversas: rosario plomado, rosario y pez de plomo, buldó y pez artificial... 2.- La pesca en vertical sobre fondos rocosos Hay jornadas en las que el curricán proporciona escasos resultados y sin embargo tenemos la certeza de que hay pescado en nuestra zona de pesca, bien porque hemos hecho una buena pescata pocos días antes, bien porque observamos inconfundibles signos de actividad en las aguas sin que éste se vea correspondida por las consiguientes picadas. Las causas de esta aparente falta de pesca pueden ser de distinto origen y son sin duda bastante difíciles de precisar. Lo cierto es que por una razón u otra el pescado no muestra interés alguno por los señuelos que arrastran nuestras líneas, sea cual sea el color y modelo que le ofrezcamos. Muchas veces sucede esto en la pesca de la esquiva lubina, incluso en jornadas que empezaron muy bien y de repente se torcieron sin razón aparente. Y sin embargo, la pesca sigue ahí, concentrada sobre el fondo rocoso, a muy poca distancia de las cuevas y recovecos que le proporcionan refugio: es el momento de probar con unos lances verticales que nos permitan acercar los señuelos a las mismas barbas de las piezas que ahora permanecen inactivas. Señuelos y técnicas En este tipo de pesca se utiliza un equipo muy similar al empleado tradicionalmente para especies de agua dulce, como el black-bass: cañas cortas y flexibles, carretes ligeros y eso sí, un monofilamento un poco más grueso, en torno al 0,30 mm, que permite soltar los enroques sin perder demasiadas muestras. Los días nublados y de aguas oscuras, tal vez tras varias jornadas de temporal, suelen exigir el empleo de señuelos de colores vivos. Sobre estas líneas, un buen ejemplar de lubina cobrado en una gris mañana de marzo. Empleamos un artificial de profundidad verdecaballa-oro de 11 cm. Para iniciar la acción de pesca es preciso situarse justo sobre el roquedo en el que tenemos la certeza o al menos la sospecha de que suele refugiarse el pescado. Con el motor apagado y en silencio comenzaremos a probar con distintos tipos de lances, de los más superficiales a los absolutamente verticales, dejando caer el señuelo a fondo y accionando la caña a base de golpes secos de muñeca. Para ello se emplean peces de plomo (recomiendo los de la casa Jensen y el modelo Pirken) de tres pesos distintos: 16, 25 y 40g, en función del tipo de presas que persigamos. Esta técnica da excelentes resultados con la baila y la lubina, sobre todo en los meses invernales. Ahora en verano también puede practicarse con éxito, con la variedad añadida que proporcionan los jureles o chicharros y las combativas anchovas, que siempre regalan una espectacular lucha, especialmente deportiva con estos equipos ligeros. 3.- Al curricán tras anchovas y lubinas Para la pesca de anchovas y lubinas a la cacea suelen emplearse peces artificiales de una longitud que oscila entre los 7 y los 14 cm. La descomunal oferta de pececillos que pueden encontrarse en cualquier comercio bien surtido hace imprescindible que el pescador que pretenda iniciarse en esta técnica conozca bien sus prestaciones y características, si no quiere hacer una mala elección y de paso un desembolso extra sin rendimiento alguno. Surtido de señuelos flotantes de 11 y 14 cm. Los elegidos son algunos de mis favoritos para la pesca de la anchova y la lubina. La mayoría de las marcas dedicadas a la fabricación y distribución de peces artificiales trabaja fundamentalmente con dos tipos de modelos: flotantes o de superficie (floating) y ahogados o de profundidad (sinking). También las tablas de colores suelen coincidir con bastante frecuencia: negro-plata, oro-fluorescente, azul-caballa, verde-caballa y cabeza roja-cuerpo plateado... La elección de la marca corresponde por tanto al pescador y aunque no quiero decantarme abiertamente por ninguna en concreto, si daré una serie de recomendaciones generales: - Un buen pez artificial para la pesca en el mar ha de tener una acción viva, de movimientos rápidos, continuos y uniformes; debe navegar sin ladeos laterales y ha de estar milimétricamente equilibrado. - Los señuelos de madera dura y armados con anzuelos de acero inoxidable son los más duraderos y fiables. Si se adquieren modelos de agua dulce conviene sustituir inmediatamente poteras y anillas por otras hechas en material anticorrosión. - Más vale desconfiar de las "gangas"; la mayoría no sirven para nada, salvo para quitarle las poteras y hacernos un llavero. - Conocer bien una determinada gama de señuelos posibilita comprar sin errores, sabiendo siempre lo que buscamos, lo que permite ahorrar tiempo y dinero. Con estas premisas estamos listos para componer nuestra caja de artificiales con un surtido suficientemente versátil para afrontar distintas circunstancias de pesca, pues cada especie tiene sus muestras preferidas y cada artificial se muestra más rentable en determinadas condiciones ambientales. Señuelos flotantes Los señuelos flotantes o de superficie están fabricados en una madera más blanda que aquella que se emplea para hacer los de profundidad. También suelen diferenciarse de éstos últimos en el tamaño, forma y material de la pala que les confiere la acción de nado, pues la de los flotantes suele ser corta, menos inclinada y de plástico, frente a la de los de profundidad, generalmente más larga, con más ángulo de profundización y fabricada en metal. Para elegir los colores es preciso tener en cuenta el grado de transparencia de las aguas: a menor claridad tienden a emplearse colores más vistosos. Las cuatro libreas más eficaces son la de color caballa, azul o verdosa, la negra y plateada y la orofluorescente, especialmente rentable en los momentos previos al atardecer y en días oscuros o de aguas tomadas. Los señuelos flotantes son en general más efectivos con la anchova que con la lubina, más aficionada a las muestras de profundidad que a las de superficie. También en los tamaños existen algunas diferencias de gusto, pues el róbalo suele preferir por lo general artificiales más pequeños, en torno a los 7-9 cm. Con estas medidas no suelen fabricarse modelos flotantes para el mar, pues los tamaños clásicos más extendidos entre los artificiales de superficie son 11 y 14 cm. Un señuelo flotante de estas dimensiones suele profundizar unos dos metros con cien metros de línea del 0.30 largada, lo que los convierte en ideales para pescar en aguas de poco calado, especialmente con la marea baja, cuando el riesgo de enroque es mucho mayor. Señuelo limpio y repasado con paciencia. Con anillas y poteras nuevas volverá a estar en óptimas condiciones para la pesca. Señuelos de profundidad Los modelos ahogados o de profundidad están fabricados con una madera más dura que los hunde al depositarlos en las aguas. La longitud y el material de composición de la pala, metálica en la mayoría de los modelos, completan su capacidad de profundización. Suelen utilizarse en cuatro tamaños distintos: 7, 9, 11 y 14 cm. Su disposición para hundirse hasta los seis o siete metros, en aquellos modelos de mayor medida y peso, sin necesidad de plomo adicional alguno, los convierte en indispensables en aquellos momentos y días en que el pescado no come en superficie y es preciso buscar aguas más profundas para conseguir picadas. La dificultad esencial en su manejo radica en que, como hemos dicho, no flotan sobre la superficie, por lo que si detenemos la embarcación para recoger una de las cajas o realizar cualquier otra operación es preciso recogerlos rápidamente, para evitar que lleguen hasta el fondo y queden enganchados en las rocas. Cuidado y mantenimiento de los señuelos Para terminar estas notas dedicadas a los señuelos y artificiales para el mar me gustaría hacer referencia a las normas básicas de cuidado y limpieza, pues si se siguen con regularidad garantizan una larga vida a nuestros artificiales y les permiten conservar la eficacia y fiabilidad que tenían recién comprados. Almacene sus muestras en una buena caja hermética que le permita mantener un orden razonable de colocación y ordene los señuelos cada vez que termine una jornada de pesca. Cada cierto tiempo hay que revisar el estado de anillas y poteras, sustituyendo inmediatamente aquéllas que muestren signos de oxidación. Una potera oxidada ofrece aún ciertas posibilidades de aguantar la entrada de una pieza; las anillas, más endebles, se deshacen fácilmente en cuanto son atacadas por los óxidos. De vez en cuando conviene lavar las muestras con agua dulce y pasarles un estropajo finito para eliminar restos de suciedad y realzar así el brillo y tono de sus colores que con frecuencia suelen quedar mates por efecto de la sal. Los pececillos artificiales despliegan una verdadera explosión de formas y colores. Siguiendo estas recomendaciones se alarga considerablemente la vida de un artificial. En cualquier modalidad de pesca, sea cual sea, el lanzado se convierte en una de los principales aspectos a tener en cuenta por el que la practica, que debe dominarlo para poder depositar el aparejo o el señuelo allí donde cree que es el lugar o zona de actuación idónea. El término inglés surfcasting se podría traducir como lanzado sobre las olas. En español comúnmente se conoce como lance desde costa, a fondo, pesado..., y otros términos según sea el sitio donde se practique esta modalidad de pesca. Lanzar sobre las olas es, en este estilo, una característica básica: hay que sacar, cuanto más mejor, la mayor cantidad de línea posible. Sin embargo hay veces en las que no hace falta alcanzar distancias míticas para obtener un día memorable de pesca. Algunos peces se pueden capturar a escasos metros de donde se ha plantado la caña. Sobra decir que cada uno tiene su sistema propio de pesca, y a cada cual le toca descubrir cuál es el suyo. Esto necesita tiempo y experiencia, propia y ajena, en estas lides. No obstante, y para seguir evolucionando, nunca está de más probar y aprender algo nuevo. En este sentido los nuevos métodos de pesca relacionados con el surfcasting, y más en concreto las nuevas modalidades y técnicas que se pueden aplicar a los lanzados, me llevan a publicar mi modesta opinión personal en este artículo. En una caña de lanzado pesado, o de surfcasting, podemos encontrar una leyenda parecida a ésta. Las primeras inscripciones indican el número de tramos (tres, enchufables) y la longitud. La última indica la acción (B, que significa acción media) y la potencia (para lanzar entre 200 y 300 gramos). El equipo No quisiera pasar por alto, antes de entrar en la materia más propia de las técnicas de lanzado, el comentar de forma somera (que este tema daría para otro articulo) algo sobre el equipo empleado en esta modalidad de pesca: cañas, anillas, carretes e hilos, los cuales, y gracias a las nuevas tecnologías empleadas y aplicadas en su construcción, son en gran parte responsables de los logros que se puedan obtener en el tema que nos ocupa. Cañas Básicamente y según su acción, se dividen en parabólicas, o lentas, y con acción de punta, o rápidas. Las primeras doblan la caña en su tramo medio, siendo relativamente lentas al ejecutar el lanzado y no alcanzando muy largas distancias. En las segundas la caña se dobla cerca de la puntera, con lo que se obtiene una mayor velocidad en el lanzado y por lo tanto una mayor distancia obtenida tras el mismo. Llegados a este punto, cabría hacer una observación: una caña lanzadora no es necesariamente una caña pescadora, y viceversa. Una caña extremadamente rígida en su punta nos permitirá la utilización de plomos mayores que otras más blandas en el mismo tramo, y por lo tanto se obtendrán mayores distancias de lanzamiento, si bien con este tipo de cañas durante la acción de pesca el numero de peces clavados y llevados hasta la mano será inferior que con otras un poco menos rígidas (hay un dicho entre los pescadores que dice que es la caña la que tiene que clavar al pez). Su construcción suele ser en compuestos de fibra de carbono, ahora incluso con refuerzos de titanio. Este tipo de materiales las hace más robustas y potentes, a la vez que más ligeras. También, en algunos modelos, se incorpora una malla de Kevlar, que las dota de solidez.. Suelen tener una longitud de entre 4,25 y 4,50 metros. Su potencia más usual oscila entre 100 y 300 gramos. Para concluir, y en consonancia con lo antedicho, una buena caña para la práctica de la pesca al "lanzado sobre las olas" (que no para las competiciones de lanzado) debe guardar un equilibrio entre una caña "lanzadora" (muy rápida) y "pescadora" (más lenta). Anillas Hay que tener en cuenta de que son éstas las que soportan el paso del hilo o sedal. El rozamiento entre ambos elementos se traduce en menos metros de hilo sacado de la bobina, a la vez que en un más rápido deterioro del sedal, y de las anillas. Por consiguiente, conviene de que el anillado de la caña esté realizado en un material muy duro y con un bajo coeficiente de rozamiento, como puede ser el carburo de silicio (SIC). Carrete Existen en el mercado dos tipos de carretes: los llamados de bobina fija, y los de bobina giratoria, también llamados multiplicadores (lo que no tiene ningún sentido, pues multiplicadores lo son todos). Los carretes destinados a la pesca en la modalidad de surfcasting deben permitir almacenar al menos 200 metros de hilo de 0,40 mm de diámetro. Su construcción debe ser sólida y con tratamiento anticorrosivo (por aquello de la salinidad del mar). Con respecto a la bobina, si es cónica (en los carretes de bobina fija) mejor. Estos tipos de bobinas permiten una mejor salida del sedal. Aunque también interviene de una manera especial el llenado de la misma, esto es: el hilo deberá de estar enrasado con el borde superior de la misma, lo que junto con un buen diseño de la bobina facilitará una mejor salida de la línea y en consecuencia permitirá alcanzar mayores distancias de lanzado. En lo concerniente al carrete del tipo de bobina giratoria, su mayor problema es la regulación del freno centrífugo, y el uso del pulgar, para evitar que la inercia de la bobina provoque un "nido" en la línea. Hasta adquirir algo de experiencia en su manejo este tipo de problemas son bastante frecuentes. Línea En lo referente al sedal a emplear, una cosa es evidente, y es que a menor diámetro del hilo empleado mayor distancia de lanzamiento se obtiene, pues tanto el peso como el rozamiento son mayores. Insisto (a costa de pecar de reiterativo): no se debe olvidar que estamos tratando de una modalidad de pesca, en la que "meter hilo", cuanto más mejor, es una de sus principales características. El lanzado Dicho lo anterior pasemos a ver los distintos lanzados que con más asiduidad se emplean en esta modalidad pesquera. Para ello he seleccionado tres tipos de lances que a mi juicio son los más practicados: tradicional, catalana, media luna o ground cast, y pendular. Hay más, y como antes dije cada pescador tiene su sistema, pero estos que aquí se exponen son los más extendidos, unos más que otros, por lo que he podido observar tanto en concursos de lanzado como en jornadas de pesca. También cabría matizar algo, y es que no hay que engañarse: manejar una caña de 4,25 o 4,50 metros, y lanzar un paternoster de 2 o 3 anzuelos con sus respectivas carnadas a 150 metros desde la orilla, requiere fuerza, habilidad y experiencia. Un detalle muy a tener en cuenta es la parada de la caña tras el lanzado: ésta debe ser en seco, para que toda la energía se transmita al plomo, y lo más alta posible, para que la parábola que describa el plomo en su trayectoria sea amplia y en consecuencia la distancia recorrida sea mayor. Lógicamente la parada coincide con la suelta del hilo (por cierto, la caña no tiene que sonar durante la ejecución del lanzado si se ejecuta correctamente: caña silbadora, poco lanzadora). Por último, hablar de pasada de un importante detalle al que no se le presta mucha atención. Me refiero al drop, caída, o distancia del plomo hasta la punta de la caña, siendo éste uno de los métodos o factores que más influyen a la hora de cargar la caña al máximo, permitiendo, si está bien elegido, utilizar pesos más reducidos, controlar mejor la dirección del lanzado, y reducir el esfuerzo necesario para ganar más metros. Lanzado tradicional No tiene nada que explicar. Básicamente, consiste en llevar la caña en un plano vertical por encima de la cabeza (above cast) con el plomo pendiendo de la puntera de la caña. Su ejecución es siempre encarando al objetivo, es decir: el lanzador se coloca mirando al mar y luego, con un movimiento de arriba abajo, lanza. Dada su simplicidad es el adecuado para los que comienzan a iniciarse en esta modalidad de pesca, o bien para aquellos escenarios (escolleras, espigones, cantiles...) donde puede ser complicado efectuar el movimiento amplio que exigen otros tipos de lanzado. Con el lanzado tradicional no hay que esperar grandes logros en cuanto a distancias se refiere. Preparando y ejecutando un lanzado vertical tradicional. Catalana, media luna o ground cast Existen muchos más nombres que denominan este tipo de lanzamiento. Los más conocidos son los citados. Ground cast se podría traducir por "lanzado desde tierra", pues es del suelo de donde parte el plomo para la ejecución de este lanzado. Su virtud es que la caña se carga mucho más que en el lanzado tradicional, lo que se traduce en más distancia obtenida. Para describir este tipo de lance me apoyaré en el método que yo utilizo, que advierto que no es la forma más ortodoxa de ejecutarlo, aunque las diferencias son pocas (básicamente se diferencia en la posición del plomo y puntera), pero he llegado a lograr más distancia de esta forma que con la tradicional en este estilo y es la que mejor se adapta a mis necesidades. Para empezar hay que imaginarse que estamos dentro de un reloj. Lo que yo hago es colocarme de costado al mar situando la punta de la caña a las dos en punto y el plomo entre las cuatro y las cinco, casi formando un ángulo de 45º entre plomo y puntera (el más puro estilo dice que el hilo se extienda como una prolongación de la caña). La pierna derecha esta adelantada un paso y sobre ella recae el peso del cuerpo, el talón de la caña se sitúa más o menos, a la altura del pecho, mientras que la puntera está más abajo, a unos pocos palmos del suelo. La mano que sujeta el hilo (la derecha si somos diestros) está baja y extendida hacia atrás. Este conjunto (posición de caña, plomo y cuerpo), hace que la caña ya esté en tensión antes de empezar la rotación del cuerpo, lo cual hace que cuando empezamos a girar (la pierna izquierda es entonces la que soporta el peso del cuerpo) la caña se cargue más cuando el plomo empieza a volar a nuestras espaldas. Cuando encaro el mar es cuando la mano que sujeta el talón de la caña tira hacia el pecho, al tiempo que la mano que sujeta el hilo la extiendo lo más arriba posible, deteniendo el movimiento como a las doce o a la una en punto de ese reloj imaginario. Esto hace que el plomo salga disparado bien algo (cuanto más mejor) en una parábola ascendente y que obtengamos una gran distancia de lanzado. La serie de dibujos muestra la ejecución de un lanzado de media luna, o "ground cast". Pendular Si el tipo de lance anteriormente descrito se sale un poco de lo habitual, el pendular se puede definir como un estilo de difícil ejecución. Esto es debido a que en este tipo de lanzamiento se carga tanto la caña y es tal aceleración que se le imprime al plomo, que lo más normal, para el principiante, es que la caña domine al lanzador, y no al revés, lo que genera errores en la dirección del los lanzados y en su altura. Básicamente consiste en hacer oscilar al plomo en el aire, primero hacia detrás y luego hacia delante, en un movimiento parecido al de un péndulo. Se parte de una posición parecida a la del ground cast, solo que ahora el tronco del lanzador estará de espaldas al objetivo, es decir mirando en dirección contraria a la que luego tendrá el lanzado. Partiendo de tal posición se comienza a balancear la caña tal como se ha descrito anteriormente (de atrás para delante y viceversa), para que cuando el plomo alcance su punto más alto en estas series de vaivenes comencemos a girar el cuerpo (la caña continuará aun por detrás del lanzador). A continuación cambiamos la dirección del plomo cargando la caña en un movimiento giratorio parecido al del ground cast, para finalmente quedar mirando hacia al mar, momento éste de finalizar el lanzado con una sucesión de movimientos encadenados: primero tiramos de la mano que sujeta el talón de la caña, de abajo arriba, y después traemos nuevamente el talón de la caña hacia nuestro pecho, culminando entonces el lanzamiento, que se deberá de efectuar por el lateral del lanzador. Aquí quiero apuntar algo sobre la seguridad, tanto la propia, como la de los que están a nuestro lado. No se debe de olvidar, de que hay un plomo de más de 100 gramos "volando" sobre nuestras cabezas, en el caso del pendular, con lo que esto puede conllevar para la integridad física del lanzador y quienes le rodean. Conviene, al iniciarse en este tipo de lanzados, el pendular en especial, practicarlos sustituyendo el plomo, por algo más blando y de menor consistencia, como por ejemplo un bullrag (una especie de "huevo" de silicona, especial para obtener más distancia con señuelos artificiales de pequeño tamaño) o una pelota de tenis en la que inyectamos agua y preparamos para fijarla como plomo. Tampoco se debe de olvidar un problema frecuente en esas playas "valladas" por las innumerables cañas plantadas en ellas. Es recomendable no utilizar los lanzados más evolucionados hasta que no tengamos bastante destreza, de lo contrario nos pasaremos toda la jornada desenredando nuestro hilo de las líneas de los que comparten con nosotros la jornada de pesca, y si bien es de humanos el equivocarse la paciencia de los demás suele, tarde o temprano, terminar por acabarse. Dicho lo anterior, convendría practicar estos lanzados en esos días en los que, por las inclemencias del tiempo, mala mar..., no están como para dedicarlos a pasar una jornada de pesca, buscando en esos días los lugares menos poblados, donde se tenga la seguridad de no generar ningún tipo de percance. La serie de dibujos muestra la ejecución de un lanzado pendular. Solo falta decir, a modo de colofón, una pequeña pero interesante apreciación: no busquemos batir marcas desde el principio, ejecutemos los lanzados con suavidad, con movimientos que se encadenen en una fluida sucesión, hasta depurar y conseguir una técnica que nos lleve a lanzar de una forma mecánica y al tiempo natural por nuestra parte. Para ello no hay mejor aliado que el tiempo y la perseverancia. No hay que amilanarse por los fallos que al principio podamos cometer (cosa que por otro lado, es lógica y normal), sino más bien todo lo contrario: seguir "machacando", hasta convertirnos en experimentados lanzadores, en pesca o en competición. Con todo y con ello, de vez en cuando y por muy diestro que se sea lanzando, hay veces en que es mejor olvidarse del último efectuado, recoger y volver a lanzar nuevamente pasa por ser la mejor y única opción a tan desastroso lanzado. Ánimos y a practicar. Surf Casting de competición. Todavía existen personas que piensan que la pesca es una tarea sosegada y pasiva. Claro que estas personas no han tenido la oportunidad de asistir a algún concurso de pesca de competición, y menos aún de haber estado varias horas cerca de un competidor deportivo en la modalidad de lanzado pesado o surf-casting. Porque, de haber sido así, jamás dirían que es una tarea sosegada, principalmente porque un pescador deportivo de competición es una persona que no se para a observar sus cañas, o sea, no espera a que la caña le marque la picada de los peces, sino que está constantemente moviendo los aparejos que están en el agua, y constantemente cambiando el cebo, en previsión de que esté un poco defectuoso. Efectuando lanzamientos cortos, medianos, largos y súper largos, buscando concretamente los posibles lugares donde se concentran los peces para alimentarse. De hecho, la prueba es que muchos de los pescadores deportivos de competición pueden llegar a consumir de 30 a 40 cajas de gusanos en una noche. Teniendo en cuenta que cada caja puede llevar aproximadamente entre 6 y 8 gusanos de lombriz de playa o arena, se puede hallar la media de lo consumido. Claro que, no podemos olvidarnos que solamente se pueden utilizar dos cañas. Esto lleva a imaginar el tiempo que descansan. La pesca de competición en la modalidad de lanzado pesado o surf-casting no es solamente el trabajo constante, sino que también influyen muchos factores para conseguir el mayor número de piezas. Entre otros, podríamos citar el saber qué aparejo colocar para que los peces ataquen mejor a los cebos, la longitud de las cametas, la memoria de picada y, cómo no, el grado de frescura de los cebos. ¿Cómo ser un pescador de élite? Si has decidido introducirte en la pesca de competición, debes intentar conseguir pescar con los materiales más sofisticados del mercado, dependiendo, claro está, de tu economía. Estamos de acuerdo que los peces no tienen predilección a la hora de picar entre un material más caro o más barato, pero la razón principal de este comentario es sencilla, ya que en una competición cualquier prestación del material será una ventaja sobre tu rival; una caña que consiga llegar a más distancia, un puntero híbrido, un nivel de recuperación mayor, un sedal más fino, etc. Todo ello te hará, a veces, conseguir mayores capturas. Por ejemplo: si en una competición participan 20 pescadores (por poner una cifra), debes tener en cuenta que serán 40 plomos cayendo al agua constantemente, por lo tanto, los peces, ante tanta actividad y ruido, intentaran poner agua de por medio. Ello quiere decir que en un radio de 100 m. a 140 m. de la orilla, los plomazos en el agua serán múltiples; si consigues con una caña especialmente diseñada para las largas distancias colocar tus cebos por encima de los 140 m., tendrás más posibilidad de conseguir buenas piezas que aquellos que no llegan. Por otro lado, el sedal también jugará un papel muy importante: de hecho con sedales finos conseguirás mayores distancias y por lo tanto, conseguirás pasar esa barrera, donde otros no llegan. En caso contrario, o sea, en el caso de que los peces estén comiendo cerca de la orilla, siempre un puntero híbrido conseguirá clavar más piezas que un puntero convencional, porque este puntero dejándolo bien arqueado actúa de ballesta y en el momento en que el pez toque el cebo, él mismo se retrae y consigue clavar la pieza. Y qué decir de los lanzamientos. Si quieres llegar con facilidad a conseguir largas distancias, deberás practicar la técnica de los lanzamientos, porque un lanzamiento bien ejecutado es ya una ventaja sobre cualquier rival. Por ello, mi consejo es simplemente que practiques cada vez que puedas, bien en seco o en mojado, y que cada día intentes aprender nuevos lanzamientos siempre y cuando sean mejores en técnica y longitud. Uno de los lanzamientos que se consigue mayor distancia es el pendular, ya que el plomo se carga de fuerza y consigue llegar donde otros lanzamientos no llegan. Al igual que es el mejor, también es el más difícil; por lo tanto, primero debemos aprender la técnica y después practicar mucho. Pero, primero, mi consejo es aprender a la perfección los otros lanzamientos antes de aventurarte a practicar éste. Por ejemplo, uno de los más largos es el lateral apoyado; es preferible aprender este lanzamiento antes que el otro. Por otro lado, en el surf-casting de competición, los cebos juegan un papel muy importante: de nada sirve colocar un cebo voluminoso para intentar pescar peces grandes. Esta postura hará que pierdas metros en el lanzamiento y tengas una caña a la espera de que dicho pez entre a comer el cebo. Hoy por hoy, la experiencia me ha demostrado que en una competición hay que intentar sacar el mayor número de piezas y nunca intentar pescar la pieza de tu vida. Para ello ya existen los días que vas por libre y no tienes que competir. Por lo tanto, es preferible, si estamos en playa, utilizar solamente lombriz de arena y dejar a un lado casi todo lo demás. Y claro está, cambiar el cebo cada vez que esté deteriorado, por muy poco que sea este deterioro. Al igual que tampoco hay que dejar las cañas caladas mucho tiempo: si a los cinco u ocho minutos de estar en el agua no descubrimos indicios de picada, debemos recogerla y, tras cambiarle el cebo, volver a lanzar, pero buscando nuevas zonas. De ahí que muchos pescadores de competición no utilicen el típico gusano luminoso en la puntera de la caña, ya que, haya o no marcado el pez la picada, transcurrido dicho tiempo recogen el aparejo. Para no perder tiempo en colocar el nuevo cebo, debemos utilizar la percha; este accesorio nos ayudará reponer los cebos mientras las cañas están en el agua, y tras sacarlas simplemente cambiaremos todo el aparejo terminal. Por eso se suele utilizar la técnica de pescar indirectamente; o sea, la línea principal del carrete se une a los terminales por medio de un mosquetón, haciendo fácil el cambio de estos. Este conjunto de factores, junto a tu gran afición y dedicación por este deporte, harán que pases de ser un simple pescador de ocio a ser un pescador de élite. Todo depende de ti. ¿Cómo debe ser la caña ideal para el surf-casting de competición? Saber elegir una caña especialmente diseñada para el surf-casting es muy difícil, principalmente porque unos fabricantes diseñan unos modelos especiales, pero siempre nos gustaría que tuviera algo más con relación a las prestaciones que nos presentan en el momento de su adquisición en la tienda. Por todo esto, he pensado que tal vez escribiendo cuál sería para mí la caña ideal para esta modalidad tan específica, algún alma caritativa recoja mis indicaciones y las haga realidad fabricando una buena caña. Según mi juicio, la caña ideal para la modalidad de surf-casting de competición debe ser de la siguiente forma: -La caña debe ser de tramos y tener una longitud de 4.40 cm., lógicamente en tres tramos de 1.46 cm. cada uno. -El anillado debe ser de SIT y de tipo BMNAG (Súper Ocean New Concept Guide). Deberá tener cinco anillas del tipo fijo, cuatro en el último tramo y una en el segundo, siendo ninguna anilla abatible. -Tomando primero el tramo final y como referencia la primera anilla la de la punta, sus grosores serán: 20, 25, 30, 45, 65 y colocadas a las distancias siguientes: De la puntera a la siguiente debe haber 25 cm., de ésta a la siguiente 35 cm., de ésta a la siguiente 50 cm., y de ésta última al final de este tramo, 45 cm. En el segundo tramo, o sea en el tramo central, la anilla debe estar colocada a 90 cm. desde el principio del tramo que se enchufa hasta ésta. -La acción debe oscilar entre intermedia con repartición a la puntera, o bien intermedia con un puntero adicional de tipo híbrido. -La potencia será siempre entre 100 y 200 gr. -La composición de la fibra debe ser de carbono de alto modulo, con revestimiento de titanio, o incluso revestimiento de kevlar. -La parte final de la caña, o sea, el puño, debe ser anatómico y poseer un tapón con dos pesas que sirvan de contrapeso. Estas pesas deben pesar 25 gr. cada una, e ir unidas por medio de un tornillo de rosca, para quitar o poner según el tipo de lance. -El porta carretes debe ser de rosca de los de tipo inglesa y debe estar situado a 70 cm. del final de la caña. -Todos los tramos hembras deben tener un casquillo metálico en la boca. -Los tramos segundo y tercero deben llevar una parte rugosa cerca de la intersección del anclaje, para poder desmontarlas fácilmente, incluso con las manos mojadas. -En la zona de la puntera y las patas de cada anilla, o sea, entre medio de las dos sujeciones de cada anilla, debe llevar un trozo de cinta reflectante. -Los tramos machos y hembras deben llevar una señal de montaje, bien sea pintada o grabada. Estas señales indicarán que una vez unidas, la caña quedará perfectamente alineada. PESCA COSTERA En este artículo, trataremos de aproximar al lector a la pesca marítima desde tierra. Para ello, repasaremos algunos conceptos básicos, pensando en todo aquel que, como usted, esté planeando gozar de unas tranquilas jornadas de pesca en ese lugar de la costa que tanto le gusta. Quizás usted no haya nunca pescado antes, o bien, lo haya hecho únicamente en aguas continentales. Quizás esté considerando adquirir un equipo adecuado a sus pretensiones, o tratando de adivinar cuál será el mejor lugar para lanzar su caña. No se preocupe: a lo largo de las páginas que siguen, trataremos todos estos asuntos, con la esperanza de que su lectura le resulte provechosa. Vámonos de pesca. La pesca en la mar En principio, pescar en la mar se asemeja mucho a hacerlo en aguas continentales y lo que encontraremos bajo la superficie es prácticamente lo mismo: peces, crustáceos, moluscos... Sin embargo, no olvide que existen algunos elementos característicos del medio marino que hay que tener en cuenta, como son las mareas y el oleaje. Las olas son ondas superficiales que desplazan cierta cantidad de agua. Cuando topan con un accidente que sobresale del lecho marino o cuando el fondo se eleva bruscamente, esa masa de agua tenderá a alzarse de modo proporcional y alcanzará una altura determinada, para luego volver a caer por efecto de la gravedad. Es lo que llamamos “romper” la ola. Si pescamos en un sitio expuesto a la acción del oleaje, deberemos estar prevenidos para que no nos arrastre un golpe de mar. Las consecuencias serán muy desagradables, incluso trágicas. ¿Cómo sabremos hasta dónde pueden llegar las olas? Esto es difícil establecerlo con exactitud, pero existe un método bastante preciso y efectivo. Si nos encontramos en el Mediterráneo -o en el Cantábrico u Atlántico con la marea bajando-, observaremos la mar durante al menos quince minutos desde un lugar elevado, que nos permita contemplar la formación y evolución de las olas. Entonces, descubriremos que, entre todas ellas, se dan tres –que van seguidas una de otra- de mayor envergadura que el resto y que marcan el límite por altura. Es lo que muchos marinos conocen como “las tres Marías” y los surferos como “la serie”. Esta serie de tres olas significativamente mayores que las demás, determinan el punto limítrofe hasta donde puede llegar el oleaje. Si ubicamos nuestro puesto de pesca un par de metros más allá, será muy difícil que una ola llegue a mojarnos y, mucho menos, nos arrastre. En caso de que la marea esté subiendo y nos encontremos en las costas del Atlántico o de la Cornisa Cantábrica, el asunto se torna más complicado, por lo que recomendamos al neófito se abstenga de pescar en las rompientes y busque la seguridad de otras zonas más tranquilas, como el interior de los puertos o las bahías calmas. Estos sitios siempre albergan a gran cantidad de animales marinos, sirven de refugio a los alevines y de cazadero a los predadores, y, cualquiera que sea el estado de la mar o de la marea, pueden ser pescados. Llamamos marea al movimiento cíclico en la altura de los mares, consecuencia de la influencia gravitatoria de la luna y el sol. Así, cuando ambos se sitúan en línea –cosa que ocurre con la luna llena y la luna nueva- se suman sus fuerzas de atracción sobre los océanos y entonces se produce el fenómeno que denominamos mareas vivas. Estas mareas son aquellas que suben mucho – conocidas también por mareas grandesy que, consecuentemente, bajarán también mucho. Después, a medida que transcurren los días y la luna se vuelve creciente o decreciente y forma progresivamente un ángulo con el sol cada vez más recto -como si fuese un péndulo que nunca llegase a la situación de equilibrio-, la marea se tornará cada día más muerta o pequeña; esto es, con menor desnivel o diferencia entre la pleamar y la bajamar, hasta que, alcanzado un punto, comienza a ser un poco más viva cada día, a medida que nos acercamos otra vez a una luna nueva o a una luna llena, y vuelvan a quedar en línea los astros. La marea sube y baja dos veces cada día, pero, como el día lunar es más largo que el solar, -aproximadamente unos 50 minutos más- la pleamar y la bajamar se producirán cada día un poco más tarde –esos 50 minutos de diferencia-. En el Mediterráneo, por ser éste un mar pequeño y cerrado (casi un lago salado) la marea es poco pronunciada y podremos no tenerla en cuenta. Pero en las costas bañadas por mares abiertos, la comprensión de cómo operan las mareas resulta fundamental para la pesca desde tierra. Y no sólo por lo referente a la seguridad personal de cara al oleaje, sino porque muchas especies de peces litorales se alimentan en función de los movimientos de la marea. De este modo, será poco menos que inútil lanzar nuestros aparejos con la marea bajando –máxime cuando ésta es viva-, pues los peces se estarán también retirando. Muy al contrario, lo más conveniente será intentar “interceptarlos” cuando la marea sube y ellos se aproximan a tierra siguiendo el curso del agua que invade zonas que quedaron en seco. Estos lugares, llamados “tildales” son los más provechosos, pues es aquí donde viven gran parte de los animalillos y algas que constituyen el alimento de las especies litorales. Serán, en buena lógica, los mejores sitios para proveerse de carnada o cebo: gusanos, mejillones, cangrejos, quisquillas y un largo etcétera. El cebo Acabamos de citar unos cuantos cebos que son casi universales para la pesca costera. En realidad, la práctica totalidad de estos pequeños seres que viven en las zonas intermareales constituyen una perfecta carnada. Hacerse con un puñado es sencillo. Basta con investigar estos charcos tildales con la marea baja, ayudados por una pequeña red o quisquillero. Cualquier pequeño crustáceo, cualquier molusco, cualquier anélido –gusano- que encontremos, se considerará apto para ser encarnado en el anzuelo. Si nos resulta un engorro “coger cebo”, la otra opción consiste en comprarlo en una tienda de pesca o afín. Lo más común pasa por adquirir una cajita de gusanos marinos. Pero si no encontramos ese comercio especializado, unos mejillones, chirlas o similares serán igualmente efectivos. Como último recurso, siempre podemos echar mano de unas gambas congeladas, unas tiras de calamar o, incluso, unos berberechos en conserva “al natural”. El equipo Respecto al equipo, conviene desechar unos cuantos tópicos instalados en la mayoría de los que se acercan a la pesca marítima por primera vez. Pese a que los océanos se vean surcados (cada vez menos, de todas formas) por peces enormes, el equipo que emplearemos no ha de ser pesado y fuerte, sino, más bien, de reducidas dimensiones y lo bastante ligero para aguantarlo en la mano durante varias horas. Tenga usted en cuenta que nunca tendrá acceso a los atunes que aparecen en los anuncios de conservas, ni a los meros que pueblan el menú de las bodas. Ni siquiera al pez espada que tantas veces ha comido con ali-oli. Un pez de más de cinco kilos en nuestras costas constituye casi una rareza, una excepción que no vale la pena contemplar. Así que, por muy optimista que sea usted, cómprese una caña ligerita y de unos tres metros, un sedal de menos del 0.25 y unos anzuelos del tamaño de su uña meñique. Y créame, serán más que suficiente para capturar el 99% de los peces que se interesen por su carnada. Además, cuanto más ligero sea su aparejo, más disfrutará de sus capturas y, en líneas generales, más barato le saldrá el equipo. Los mejores lugares A priori, cualquier lugar es bueno. Depende de las circunstancias. Lanzar en una playa poco frecuentada por bañistas resulta excelente, pero no menos idóneo será el interior de una bahía, o los cortados al pie de una pared rocosa. Ahora bien, para determinar la elección de nuestra zona de pesca, habremos de contemplar ciertas variables, en especial tres, que citamos a continuación: La primera, que el sitio elegido sea “fácil”. Cuando digo fácil, quiero indicar que su acceso es sencillo, que no presenta peligro –no hay olas, ni demasiado verdín en las rocas, ni otros riesgos- y que es suficientemente espacioso para permitir movernos con el equipo. La segunda condición es que alcancemos zonas de cierta profundidad con nuestro aparejo, estimando el mínimo en unos dos metros. Esto es muy importante en el Mediterráneo, donde la marea es poco apreciable y los peces no acostumbran a desplazarse hacia la orilla a medida que ésta sube. Además, las aguas, por lo general más quietas y cristalinas que las de las costas oceánicas, favorecen que la pesca se encuentre a mayor profundidad. Recuerde que los peces se sienten más vulnerables en estas condiciones de poco fondo y agua nítida, por lo que tenderán a no acercarse demasiado a tierra. Por último, habremos recabo cierta información sobre lo que pretendemos capturar y nos cercioraremos de que, tanto nuestro equipo como el cebo y el lugar elegido, se corresponden. De no ser así, estamos abocados al fracaso más estrepitoso. Unos consejos de despedida Lo más recomendable para alguien que se inicia es que practique las dos modalidades más típicas y sencillas: a fondo y a boya. Olvídese de los artificiales, de la pesca a pulso, de los aparejos complicados o de múltiples anzuelos. Si no sabe empatar anzuelos, cómprelos empatados y practique en casa el nudo con un bolígrafo y un cordón de zapatos, pero no arruine su jornada de pesca tratando de dar un nudo que no le sale. Separe los plomos del anzuelo al menos treinta centímetros, y no ponga ni mucha ni poca carnada: justo para que cubra el anzuelo. Si pesca a fondo, procure echar sobre un lecho de arena o fango y evite los fondos rocosos donde, a buen seguro, perderá el aparejo. Si pesca a boya o flotador, sea generoso dando calado al aparejo, pues en esta modalidad es siempre preferible pecar por exceso que por defecto. Mantener la carnada a una braza sobre el fondo resulta generalmente efectivo, mientras que a una braza bajo la superficie sólo capturaremos unas pocas especies. Ah! Y, sobre todo, fíjese en lo que hacen y cómo lo hacen los demás pescadores. No le dé vergüenza preguntar, que nadie ha nacido sabiendo. Y si se le enreda el aparejo, le comen el cebo sin poder clavar al pez, o lo pierde cuando usted lo veía ya en la sartén, recuerde que no se aprende a montar en bicicleta sin haberse caído antes muchas veces. PESCA A FLOTADOR O BOYA Consiste en suspender el cebo a una profundidad determinada pero sin llegar a tocar el fondo mediante el empleo de una boya o flotador. Es ideal, por tanto, para peces que no son propiamente de fondo. Me explico: si pretendemos pescar salmonetes, lenguados, rodaballos o anguilas mediante este sistema, fracasaremos estrepitosamente. Si, por el contrario, hemos detectado la presencia de un bálamo de jureles o chicharros, por ejemplo, accesibles para nuestro aparejo, sería un error lanzar el cebo al fondo, pues no es allí donde viven y se alimentan estos peces. En consecuencia, lo mejor será utilizar un aparejo que trabaje a media agua, ya sea a pulso o a flotador. La pesca a flotador suele llevarse a cabo en aguas de escasa profundidad, aunque también se emplea a veces en aguas profundas buscando a peces que se alimentan en la superficie o cerca de ella. Pero si lo que pretendemos es pescar en aguas profundas dejando el cebo cerca del fondo, nos encontraremos con un problema, pues tendremos que ajustar nuestro flotador a varios metros por encima del cebo y, de este modo, superando la longitud de la caña, nos veremos imposibilitados a lanzar el aparejo. Este problema, por fortuna, tiene fácil solución con el truco de la bolita. Esta es una cuenta de plástico de collar o similar, consistente en una pequeña esfera agujereada en el centro. La colocaremos encima del flotador, al que previamente habremos despojado del palito o veleta que sirve de pasador para fijarlo en la línea y así determinar la profundidad. Ahora, lo que marque la profundidad del aparejo será un pequeño nudo, que haremos con un trocito de sedal -nunca valiéndose de la línea del carrete- en la misma línea madre. Este nudito podrá ser dado a cualquier altura de la línea que deseemos, de forma que el aparejo irá discurriendo libremente hacia el fondo, hasta que el nudito se encuentre con la cuenta de plástico que se sitúa encima del flotador y hace de tope. De esta manera podremos lanzar con suma facilidad y marcar la profundidad, tantos metros como sea necesario, que creamos oportuna. Además, conviene saber que la mayoría de los peces comen más confiados cuando están cerca del fondo, o, por lo menos, a cierta profundidad, lo que les da seguridad y ayuda a vencer sus recelos ante la carnada. Una versión de la pesca con flotador la encontramos en la que se realiza con burbuja o buldó, que es un flotador de plástico o de goma transparente de forma más o menos esférica u oval, y que lleva incorporados dos taponcitos para poder introducir agua y darle el peso y la flotabilidad adecuada. La burbuja de río suele ser menor que la que se emplea en la mar, pero el sistema es el mismo. Consiste en tener un flotador pesado e invisible al pez, que puede ser lanzado merced a su peso y que está indicado para pescar en superficie sin ningún tipo de lastrado adicional al margen de su propio peso, que determina el agua que hayamos introducido dentro. Es muy empleado para pescar truchas con mosca ahogada, pero va muy bien para pescar también algunos peces de mar, como son los mugílidos (corcones, lisas, mujoles, etc.) encarnando el anzuelo con un trozo de pan, que, con ayuda de la burbuja, podrá ser lanzado todo lo lejos que se quiera y, una vez el aparejo en el agua, permanecerá flotando en la superficie de la forma más natural. En el mercado se encuentran muchos y muy diversos tipos de flotadores, algunos de ellos con forma de uso, especialmente sensibles para pescar tímidos peces en aguas quietas. También encontraremos flotadores con un apéndice fluorescente para pescar de noche, etc. El flotador tradicional, al contrario que la burbuja, puede ser visto por algunas especies que desconfiarán del artilugio. Por eso es recomendable que éste sea pequeño y de colores neutros (algunos flotadores son preciosos conjuntos cromáticos pero en ocasiones, despertarán la desconfianza del pez) y que la pata de sedal de la que cuelga el anzuelo tenga por lo menos medio metro de longitud (aunque recomendamos un metro o más). En caso de que batamos aguas poco profundas –de menos de un metro o metro y medio de profundidad- recomendamos el empleo de la burbuja. Un error común cuando se pesca con flotador es lastrar el aparejo con perdigones muy cerca del anzuelo. Aunque algunos pescadores experimentados (sobre todo de agua dulce) lo emplean con acierto para ciertos tipos de ciprínidos, como norma general y para los aficionados que están comenzando, es más recomendable situar el lastre lejos del anzuelo. De esta forma, el cebo se moverá de forma más natural, especialmente si la línea es de poco grosor, y el aparejo será más efectivo. PESCA A FONDO Cuando nos enfrentamos a una jornada de pesca no valen las ideas preconcebidas. Primero debemos tener en cuenta el lugar al que vamos a ir. Pero tan importante como eso, es la hora a la que pescaremos, la estación del año o el cebo de que disponemos. Una vez que sepamos esto, nos hallaremos en condiciones de seleccionar el aparejo que vamos a utilizar para un tipo de pesca en particular que, en este caso, hemos decidido que sea a fondo. Decantarse por un tipo u otro es, no sólo cuestión de gustos sino, sobre todo, de experiencia y de conocimiento, pues su elección no puede ser nunca un acto caprichoso, sino consecuencia lógica de esta suma de variables con las que contamos. Este conjunto de factores será el que nos marque la modalidad de pesca que vamos a practicar en cada caso. Por lo tanto, tan falso es afirmar que, por poner un ejemplo, el tipo de pesca más efectivo es a fondo y con caña de lanzado, como negarlo, pues su efectividad estará siempre en función de los peces sobre los que depredemos, el cebo con el que contamos, el tipo de fondo, corrientes y un sin fin de variables que el pescador debe sopesar antes de decidir valerse de un aparejo en concreto. Abundando en esta cuestión, cabe señalar que muchos peces se alimentan tanto en el fondo, como a media agua, como en la superficie, o bien se desplazan desde el fondo a la superficie o viceversa, según la estación del año, el horario, la temperatura del agua u otros factores de tipo meteorológico o condiciones locales. Algunos peces pueden ser activos en el fondo durante el día y en superficie o a media agua durante la noche, por ejemplo, con lo que la elección del aparejo y la técnica a utilizar tendrá que estar en consonancia con estos factores. Lo que sí es cierto es que, por lo general, los peces comen con más confianza a fondo o media agua que en la superficie. Salvo excepciones, casi todos los peces costeros objeto de la pesca deportiva, pueden ser capturados con un cebo cerca del fondo. Estas excepciones las constituyen los peces de régimen pelágico, acostumbrados a moverse en grandes masas de agua y que no suelen buscar su alimento a ras del lecho marino. La pesca “ a fondo”, o lanzado pesado, consiste en hacer llegar el aparejo hasta el fondo mediante la acción del plomo. Es una forma muy simple, pues, para dicho aparejo, sólo se requiere un anzuelo y un plomo. Es aconsejable para ciertos tipos de peces o en según qué condiciones, y se puede realizar de dos maneras. 1- Lanzando el aparejo y dejándolo reposar sobre el fondo hasta notar la picada. 2- Arrastrando el aparejo por el fondo lentamente, con objeto de atraer la atención del pez, al tiempo que dejamos un rastro de olor que pueda seguir el pez hasta dar con nuestro cebo. Esta técnica es sencilla y entretenida, y puede reportarnos un buen número de capturas. Para efectuarla correctamente, deberemos mover el cebo muy despacio, dejándolo quieto algunos segundos y luego arrastrándolo de nuevo unos metros más. El único inconveniente que presenta es que el fondo deberá estar despejado de obstáculos y ser de arena o fango, a fin de no trabar el aparejo. Los aparejos de fondo más empleados son de dos tipos: los que terminan en el anzuelo –es decir, los que el anzuelo iría debajo del plomo- y los que terminan en el plomo y llevan el anzuelo o los anzuelos por encima del plomo a una distancia variable que oscila entre los dos y cuatro palmos generalmente. En caso de encontrarnos con un fondo de arena o fango sin accidentes naturales ni rocas ni vegetación, nos interesará que el cebo repose directamente sobre el fondo. Entonces elegiremos un aparejo que termine en el anzuelo, para asegurarnos que el cebo queda efectivamente a ras de suelo. Esto es aconsejable en este tipo de fondos desnudos pues los peces que allí encontramos buscarán el cebo directamente en el fango o la arena. Si, por el contrario, el fondo es rocoso, con algas y otros elementos que puedan cobijar a la pesca, dará mejores resultados un aparejo que termine en el plomo y que lleve suspendidos en la línea madre uno o varios anzuelos a diferente altura. De este modo, nos aseguraremos de que el cebo quedará suspendido a poca distancia del fondo, y, será más visible y apetecible entre las algas y rocas del fondo, buscando a esos peces que, aun viviendo a la altura del fondo, no “reptan” pegados a él, como pudieran ser los peces planos, salmonetes etc. Entre los cebos más comunes, como es lógico, se hallarían todos esos animalillos de régimen bentónico: nos referimos a los anélidos (gusanos marinos), moluscos y algunos crustáceos, como cangrejillos, camarones o quisquillas. Pero también son muy efectivos los trozos de pescado o de cefalópodo, sobre todo si pescamos de noche y con aparejos de cierta envergadura. Recuérdese que el lecho marino es adonde va a parar un montón de materia orgánica, como deshechos y cadáveres de animales acuáticos, cuyos restos buscan los peces para su alimentación. Respecto a la caña, ésta no tiene que ser muy potente, sino que estará en consonancia con el carrete, con el plomo que vamos a lanzar, con el sedal y con las necesidades que tengamos de alcanzar una distancia determinada. Es cierto que, en muchos casos, sobre todo en el Mediterráneo, la distancia a la que lancemos el aparejo puede ser decisiva. Pero en el Cantábrico no lo es, e incluso en el Mediterráneo, a veces es más determinante el conocimiento del lugar que la distancia en sí que alcancemos. Esto es así porque, el lecho marino es irregular e, incluso las playas que pudieran parecer más uniformes, esconden barras, canales, zonas de corriente, bajíos, etc. Por tanto, alguien puede estar lanzando más de un centenar de metros y poner su cebo encima de una barra de arena con sólo una braza de profundidad, y otro, desde el mismo punto, lanzando cincuenta discretos metros, hacer diana en el centro de un canal donde la profundidad y la abundancia de pesca es mucho mayor. PESCA EN PUERTO El puerto, especialmente si es de tipo pesquero, es un lugar ideal para la pesca deportiva. En los lechos portuarios siempre existe abundancia de alimento y, además, constituyen un buen refugio para los alevines de muchas especies. Como es obvio, podemos pescar aquí tanto de día como de noche, pero ahora nos vamos a referir a su modo nocturno, ideal para las grandes capturas. Lo que siempre debemos tener en cuenta antes de comenzar es, primeramente, el grado de limpieza de sus aguas, pues no es raro que la contaminación que sufren algunas dársenas –sobre todo las que cuentan con mayor actividad comercialinvalide de antemano nuestro intento. Tampoco debemos olvidar que existen algunos puertos o ciertas zonas de los mismos donde la pesca se encuentra vedada, sobre todo por las molestias que esta actividad podría causar a la actividad portuaria. Una vez aclarados estos dos puntos, si nos decidimos a pescar, habremos de saber que estos lugares de aguas quietas y siempre cómodos, son ideales para la captura de muchas especies que no encontraríamos juntas en otros lugares. Por tanto, lo mejor será preparar nuestro aparejo para una pesca bastante indiscriminada y, a menudo, sorprendente: sargos, salmonetes, doradas, lubinas, bogas, panchos, lábridos y mugílidos, rivalizarán con peces de características pelágicas como los chicharros o jureles, que permanecen varios meses al año en el interior de las bahías ricas en alimento. Por tanto, lo mejor será emplear cebos y aparejos “generalistas”. En este sentido, con las primeras sombras de la noche, puede probar a echar sus aparejos a fondo, con anzuelos de mediano o pequeño tamaño, cebando con gusana o lombriz de mar (muchos puertos tienen el fondo de cieno y arena y crían gusanas, con lo que existirán abundantes peces que buscan estos anélidos) o cualquier otro cebo de amplio espectro, como el mejillón o la gamba. Cualquier lugar donde lancemos será bueno, así que no debemos complicarnos la existencia con potentes cañas, ya que tanto arrimados a la pared o en el centro de la bahía es posible clavar diversas especies. Incluso pegando nuestro aparejo a la pared del muelle, haremos buenas capturas. También puede apostarse en la bocana – esto es entre las puntas de los muelles que cierran el puerto- y situar su aparejo a media agua, sosteniéndolo a pulso mediante una larga caña y cebado con un buen pedazo de anchoa, calamar, sardina etc. Esta estrategia de pesca, tanto de noche como en las horas previas, puede reportarle importantes capturas, pues piense que hay muchos peces que entran y salen del puerto, bien con la marea, bien con el cambio nocturno/diurno, que tendrán que pasar por ahí y encontrarán la carnada que usted a dispuesto en su paso obligado. Por último, cuando la mar es azotada por el temporal, muchos peces dejan de comer y buscan la protección del fondo, pero otros se dirigen a las aguas más tranquilas de los puertos donde siguen alimentándose. Esta costumbre puede brindarle la oportunidad de realizar una captura de ensueño en un sitio aparentemente inesperado. TÉCNICA : El lanzado El lanzado del aparejo mediante la caña es un ejercicio de apariencia fácil, pero que requiere de cierta práctica. En algunos tipos de pesca, como la que se lleva a cabo con mosca y cola de rata, es esencial dominar el lanzado con suma precisión, pero incluso en los considerados más sencillos, como la pesca a fondo de lanzado simple, saber lanzar el aparejo donde queremos y como queremos hacerlo, necesita práctica para ejecutarlo correctamente. Para lanzar dejaremos que el aparejo cuelgue hasta la mitad de la longitud de la caña, más o menos, sujetaremos la línea con la yema del dedo índice –en caso de ser diestros- de la mano derecha y abriremos el carrete. Después, nos inclinaremos hacia atrás y, tomando impulso y con la caña levantada, con un movimiento seco y rápido – algo parecido a un latigazo-, lanzaremos el aparejo por encima de nuestra cabeza, apartando entonces el dedo que retenía la línea, para que ésta pueda salir libremente del carrete. Siendo el autor niño, gran aficionado pero poco ducho en el manejo de la caña, solía frecuentar un espigón costero situado a pocos metros de su casa y, por lo general, repleto de pescadores, de embarcaciones, de gente bañándose, de perros olfateando la carnada, curiosos interesados en si picaba mucho o poco, etc. Pues bien, el chaval hacía sobresalir la puntera de su caña entre toda esta turba que se arremolinaba a su alrededor, con intención de lanzar el aparejo a un punto de la superficie donde no hubiese gente nadando, ni la boya de otro pescador, ni una embarcación amarrada, ni ningún otro elemento ajeno al propio agua, adonde iba destinado su aparejo. Además, al lanzar, debía también sortear otros obstáculos terrestres, como los susodichos curiosos, los perros olisqueantes, etc. que le cercaban por todos lados. El resultado, en caso de no enganchar a un perro, a otra caña o a un paseante, solía ser desastroso, pues raramente su aparejo llegaba al tan ansiado océano –que mira que es grande- sin trabarse en su trayectoria con otros sedales o con las amarras de una embarcación. Sobra decir que los insultos, los juramentos -más o menos en voz alta según la educación y la crispación de sus vecinos de pesca-, y demás improperios que llegaban a sus oídos, pudieran haber herido su sensibilidad y haberle hecho desistir, (quizás es lo que pretendían sus vecinos de pesca) pero nada más lejos de la realidad. Una vez encallecido a fuerza de muchas horas lanzando y recogiendo, y con todo el santoral aprendido en sus infantiles horas de pesca, el autor llegó a dominar la técnica de lanzar su aparejo al punto exacto donde quería y a manejar la caña de forma que el sedal no se enredase con nada, ni terrestre ni acuático, por muchas dificultades en forma de objetos indeseados que se agolpasen a su alrededor. Esto, que sucede en los muy poblados puertos, paseos marítimos, espigones y otros puntos donde concurre gran cantidad de pescadores de agua salada, es válido igualmente en las pesqueras de lagos y ríos, y en los cauces de ríos menores y arroyos flanqueados por una densa floresta, donde las ramas de los árboles, pueden “depredar” sobre el sedal del pescador ribereño. Por tanto, si usted quiere evitar estos contratiempos con el lanzado y no pretende que su sensibilidad se vea herida con los juramentos de otros individuos que pescan junto a usted cuando enrede con el suyo su aparejo, le recomendamos que ensaye en seco; es decir, en el jardín de su casa, en un prado de su pueblo, en la Casa de Campo de Madrid o en cualquier lugar lo bastante grande y despejado como para que usted pueda practicar sin riesgos el lanzado. Como ejercicio, márquese un punto, cada vez menor o más distante, donde quiera lanzar el aparejo (puesto que no va a pescar puede prescindir del anzuelo) y vaya alternando los plomos, haga el aparejo más ligero o pesado, pruebe a lanzar en corto tratando de sortear objetos cercanos a su espalda etc. Este cómodo ejercicio le ahorrará muchos sinsabores cuando llegue el momento de la verdad y se estrene en el agua, y así podrá incrementar sus capturas, pues dirigirá el aparejo donde usted estime más conveniente y podrá rastrear todas las zonas interesantes. Además, la práctica del lanzado le llevará a ejecutar no sólo lanzados precisos, sino suaves, es decir, que su aparejo llegue al agua de la forma menos violenta posible, y no como un cañonazo estallando contra la superficie, cosa que incomoda, asusta y espanta a la pesca. Respecto al clavado, el pez pica y a veces se clava solo. Existen especies – como la anguila, por ejemplo- que tragan con voracidad la carnada y consiguen que el anzuelo vaya a ubicarse en lo más profundo de sus vísceras (lo cual suele ser un incordio); otras especies –como el cabracho de roca- pueden comer el cebo y escupir tranquilamente el anzuelo si no lo hemos clavado tan pronto como detectamos su picada. En general, podemos decir que cada pez se comporta de un modo diferente en este sentido e incluso peces de la misma especie, dependiendo de un sin fin de factores, requerirán ser clavados o no, con un tirón decidido o con un suave movimiento. También es importante el tipo de cebo que estemos utilizando y cómo se monten los anzuelos. Por ejemplo, no es lo mismo pescar con cebo artificial, que tan pronto el pez lo tenga en la boca se dará cuenta del engaño, que recubrir el anzuelo con una gruesa y sabrosa carnada, que hará que el pez ingiera el bocado con más confianza. Y aun dentro de los cebos artificiales, encontraremos grandes diferencias en cuanto al clavado, por el modo y número de anzuelos y por la forma en que presentemos el cebo. Por ejemplo, pescando salmónidos a mosca, con un diminuto anzuelo camuflado bajo la apariencia de un mosquito, habrá que clavar tan pronto pique, porque el pez, a menudo, no se clavará solo. Sin embargo, pescando a cacea con un pez artificial armado de ancoritas o anzuelos de tres puntas o con una cucharilla, el pez generalmente se clavará solo. Cuando pescamos a boya en la rompiente entre las rocas, engañando sargos y lubinetas con un pequeño anzuelo cebado con una quisquilla, deberemos estar atentos a los movimientos del flotador y tener la muñeca ágil y precisa para clavar al primer toque. Por el contrario, pescando carpas en el fondo de un lago, deberemos dejar que pruebe el cebo, lo saboree, y clavar únicamente cuando notamos que ya lo está devorando con tranquilidad. LOS NÚMEROS Y precisamente no nos referimos a la suma de las capturas, sino más bien a todo lo necesario para realizarlas. Día tras día, la pesca está evolucionando, y sobre todo esto se ha producido en las dos últimas décadas. Ahora la pesca, aunque quieras mantenerte al margen de estas matemáticas, te obliga a que cada vez que acudes a una tienda no se olviden ciertas numeraciones. Números que cuando compras son tan necesarios como la propia caña, que ha de ser de un número determinado de metros para cada modalidad distinta, con una acción –en gramos, claro-, número de tramos o secciones, e incluso número de gramos que ha de pesar el señuelo que queremos lanzar. Y para colmo no todas las numeraciones en la pesca están estandarizadas, y en distintos tipos de medida. Cada fabricante aplica la que considera más aproximada. Como ocurre con los anzuelos. Al comprar anzuelos, nos podemos encontrar que un 18 de una marca es como un 14 de los que siempre compramos: ¿quéeeee?. Y seguro que sino pican o no sacamos nada, se lo achacamos a que no le entraban en la boca los anzuelos o que era tan grandes que lo detectaban y lo escupían. Cualquier excusa es buena. La numeración, aún con diferencias, sigue un estándar aproximado. Los más pequeños –normalmente-, son los del 26 y va aumentando el tamaño a medida que esta numeración disminuye hasta llegar al 1. A partir de aquí la numeración se corresponde a estos números 1/0, 2/0, 3/0, ...., hasta llegar al 8/0 que en la mayoría de modalidades de pesca es el de mayor tamaño. ¿Entonces el 26 es el más pequeño y el 8/0 el más grande?.Sí. Y seguro que alguien pensó en su día que era una numeración sencilla. METROS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 PIES 3,28 6,56 9,84 13,12 16,40 19,68 22,96 26,25 29,53 32,81 CMS. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 PULGADA KILOS S 0.39 1 0.79 2 1.18 3 1.57 4 1.97 5 2.36 6 2.75 7 3.15 8 3.54 9 3.94 10 LIBRAS 2,20 4,41 6,61 8,82 11,02 13,22 15,43 17,64 19,84 22,05 GRAMOS ONZAS 28,35 17,71 14,17 10.63 7,09 3,54 1 5/8 1/2 3/8 1/4 1/8 Y para colmo nos tenemos que acordar de la de los esmerillones o quitavueltas, aunque ya nos resulta sencillo, porque ya la tenemos aprendida la de los anzuelos, que casualidades, es la misma pero con menor intervalo. El más pequeño le corresponde la numeración 12 y el mas grande, pasando por el 1 claro, es el 6/0 – estos son los más frecuentes-. En lo referente a los plomos no tiene mucha complicación. Simplemente se basa en utilizar el peso de los mismos, pero claro relativamente. Para un especialista de carp-fishing 50 gramos en un plomo será lo ideal, mientras que para un pescador de coup, será el peso que tenga su caja de plomos entera. Seguimos ascendiendo hasta llegar a las veletas. La numeración que se emplea más frecuentemente es la de los gramos con la que se calibra su peso correctamente y flota a en su posición correcta. Continuamos con la línea, y a ser sincero esta es la que más fácil me ha resultado siempre, hasta que he comprado hilos de fabricación americana. El sedal tiene tres numeraciones: · longitud: se mide siempre en metros o yardas. · diámetros: se mide en décimas de milímetro: 0,20; 0,32. · y resistencia: en kilos o libras. La medida de los esmerillones es la misma que para los anzuelos, en lo que a números se refiere. porque en tamaños... La resistencia del hilo en Estados Unidos se mide al nudo. Esto significa que realmente lo que se mide no es lo que aguanta el hilo, sino lo que aguanta el nudo que se hace con ese hilo. Es el nudo el punto más débil entre el señuelo y el pescador con su caña. Esta resistencia significa que en la medida que nosotros consideramos estándar, es un 70 0 75% más resistente. Así un hilo que aguante 16 libras al nudo, tendrá en nuestra numeración una resistencia de unas 28 libras, que traducido a kilos con la tabla sería de 12,7. No está mal para un hilo de 0,36 milímetros de grosor. La caña es todavía algo más compleja que incluso los hilos, ya que tiene distintas medidas y vienen expresadas según el origen del fabricante en diferentes sistemas métricos. La longitud se mide en pies o metros. Las cañas más pequeñas, empleadas para la pesca a ballesta tienen algo más del metro y por el contrario las más largas empleadas para la pesca de ciprínidos-enchufables- una de dimensiones medianas alcanza los 14 metros. Para establecer longitudes estándar habría que hacer todo un artículo, porque sobre todo lo que prima es el gusto personal, aunque claro está, dentro de unas medidas más o menos comunes para cada modalidad de pesca. Para lance ligero de lucio, bass y lucioperca, de 1,80 a 2,50 metros, más larga incluso. para el exócido. Si se pesca carpas a fondo o con boiles, 3 o 4 metros son más que suficientes. Pesca con cucharilla de la trucha, metro y medio... y si continuamos así, cada modalidad una medida concreta... ahora si encima compramos fabricantes americanos la cosa se complica porque se expresa en pies. Uno de los datos más importantes de una caña es la acción. Se expresa en gramos u onzas, según su procedencia (con la misma tendencia que todo lo anterior). Este número nos indica el peso que puede lanzar la caña correctamente, vamos la dureza que tiene o sensibilidad en su puntal. Las acciones de las cañas, al igual que la longitud varía dependiendo de la modalidad. CAÑAS Y CARRETES Recuerdo una caña, que todavía guardo con cariño, que perteneció a mi abuelo. Era de bambú, con las anillas de acero sujetas a la caña mediante hilo y barniz. Este instrumento, que no debe tener más de cincuenta años, parece hoy, sin embargo, sacado de una excavación en Atapuerca. Por lo tanto, en el mercado encontraremos una variedad casi enloquecedora de cañas y carretes, y no es cosa de escoger “a boleo” por el hecho de que nos guste su diseño o sus colores, sino que el aspirante a pescador deberá comprar una caña bastante polivalente, no demasiado cara y de lanzado (ligera), que nos permitirá adecuarnos a varias técnicas de las más usuales para capturar muchas especies de talla media. El carrete debe ir en consonancia con la caña, ser ligero y admitir, al menos, cien metros del hilo que vayamos a utilizar en la bobina. No olvidemos que el sedal no debe ser muy grueso y que las modernas líneas aguantan mucho peso. Por ejemplo, un monofilamento teflón del 30 (esto significa un grosor de 0,30 mm) aguanta 8kgs., lo que a nuestro juicio ya está bien. Las modernas cañas, hechas con fibra de vidrio, de grafito, de carbono, de diversas resinas sintéticas, son mucho más elásticas y potentes. Las anillas suelen ser de porcelana refundida o de otros materiales especiales que disminuyen el rozamiento del sedal. Incluso éste trenzado o monofilamento, de teflón, de siglón, etc. de diversos colores o transparente, más o menos elástico etc.-, no se parece en nada al hilo de nylon que usábamos hace diez años, y mucho menos a las crines de caballo u otros materiales como los bramantes de lino y la seda cruda, con los que se confeccionaban los sedales –de ahí su nombre- hace unas décadas y que requerían ser limpiados, engrasados y arreglados constantemente. Caña superior: equipo de spinning (bobina fija). Caña inferior: equipo de casting (bobina giratoria) Por eso recomendamos que el pescador inexperto adquiera una caña –bien telescópica o por tramos- de entre dos y cuatro metros (cuanto más larga, más complicada es de manejar), que soporte lanzar un peso de entre 35 y 75 gr. (esto suele venir especificado en la caña), un carrete de lanzado que pese poco (actualmente existen carretes de grafito con rodamientos de acero a un precio muy razonable) y que admita por lo menos cien metros de sedal del 30 en la bobina. La acción dinámica de la caña puede ser rápida –lo que significa que es “de punta” o sólida, con la potencia suficiente para clavar fuerte al primer toque y aguantar al pez con cierta rigidez- o lenta, también llamada inglesa -más flexible y suave-, pero lo ideal para iniciarse es una caña de tipo medio, conocidas también por parabólicas, como la que hemos descrito anteriormente. El carrete es algo fundamental en cualquier equipo de pesca. A la hora de su adquisición hay que prestar un interés especial. Grupo de pescadores en la mar con similares cañas de lance pesado o surf-casting. La situación ideal es que la caña se convierta en una especie de prolongación de su brazo, del cual saliese la línea rematada en un anzuelo con el que atrapáramos los peces. En caso de que pesquemos con la caña en la mano -por ejemplo a boya- ésta ha de mantenerse formando un ángulo con el agua de unos 45º ó 60º, lo que nos permitirá darle un golpecito de muñeca y subirla hasta los 90º para clavar. Para ello, hay que cuidar que el sedal forme un seno o curvatura con la superficie que permita que, levantando la puntera de la caña hasta los 90º, el sedal se ponga lo suficientemente tenso como para que el pez sea clavado. Aparte de estos preámbulos básicos, la técnica de pesca con caña puede llegar a ser realmente compleja, variando mucho de una forma de pesca a otra e incluso de una persona a otra (cada maestrillo tiene su librillo). En el mar los equipos han de ser de grandes dimensiones. Además, a causa de la especialización que han adquirido algunas modalidades de pesca y los diversos equipos que se utilizan, será prácticamente imposible dar con el pescador que domine todas las modalidades, y lo más normal es que cada uno se especialice en las que más le gustan o practica. Sin embargo, hay dos cosas respecto al manejo de la caña que todo pescador llamado a serlo debe aprender y dominar en cierta medida, que son el lanzado y el clavado. Tiempo habrá luego de profundizar, con la práctica y el ejercicio de este deporte, en estas técnicas y su adecuación a los diversos peces y equipos, pero, para empezar, nos remitiremos a las bases más generales y universales, que incluyen necesariamente el aprendizaje básico de dos disciplinas: el lanzado y el clavado de los peces. Como se puede apreciar en la imagen, no sólo se pesca con los mejores equipos. • • • LA CAÑA La caña es el principal componente del equipo de pesca deportiva y contrariamente a lo que piensa gran número de principiantes de esta actividad, no hay relación casi ninguna entre caña y pez, sino que es el medioambiental el que dispone del tipo de caña a utilizar. La caña se utiliza para efectuar el "lanzamiento" en todos los tipos de pesca, excepto en la pesca tipo "trolling" y en la de "embarcado de mar". Conceptos La caña debe tener la longitud adecuada para maniobrar o efectuar el lanzamiento del aparejo o señuelo a utilizar. La caña debe poseer la resistencia suficiente para arrojar el peso que se deba utilizar, no importando sea de un tramo, dos, tres o telescópica. La caña debe tener la reacción o memoria (ver más abajo) adecuada para que el pescador no pierda sensación de pesca, para efectuar el lance en forma satisfactoria o para clavar la pieza en caso de que sea necesario. La caña debe poseer la conicidad que al usuario le agrade más, pudiendo elegir de esta forma entre cañas de acción de punta, acción media o acción total. La caña debe poseer el peso que el pescador crea conveniente, ya que no siempre lo más liviano es mejor, (en el caso de necesitar efectuar con equipo de pesca variada de costa lances largos, las cañas con mayor peso tienen mayor rendimiento). La caña debe tener un correcto armado en cuanto a la posición y tipo de pasahilos, mango adecuado, etc. • Corte de acción de una caña Al flexionar una caña, esta se puede se puede doblar de diferentes formas, y de acuerdo a la forma de la curva, se clasifican en: acción de punta; acción media y acción total, lo cual se puede apreciar mejor en los gráficos. Esta forma de la curva está relacionada con el material de la caña y principalmente con su conicidad. Cuando más cónicas, más acción de punta. Las de acción de punta son las que otorgan mayor sensación de pesca pero son las menos eficaces a la hora de querer intentar lances largos. Las de acción media reúnen un poco de las dos condiciones anteriormente nombradas. Las de acción total son las más aconsejadas para intentar lances largos. Reacción o "memoria" de una caña Debido a que la forma natural de la caña es recta, al flexionarla, esta nos ofrece una resistencia que es igual a la fuerza aplicada pero de sentido opuesto, es decir una reacción. La velocidad con que vuelve a tomar su estado anterior es lo que se denomina comúnmente reacción de la caña o "memoria". Esta reacción está relacionada con el material de la vara, que puede ser, natural, fibra de vidrio (maciza o hueca), grafito, kevlar, compuesta (mezcla de fibra de vidrio, grafito, kevlar u otros materiales) y en menor medida algunos otros materiales de poca aceptación en el mercado. Lo que se busca como cualidad en la caña es la mayor reacción posible, o sea la mayor velocidad para retornar a su estado natural recto. Indudablemente, la aparición en la década del '60 de las cañas de fibra de vidrio ha hecho evolucionar de manera notable este elemento. Primero fueron las macizas, pero las huecas fueron en definitiva las que revolucionaron el mercado. Entre las características principales diremos que la fibra de vidrio casi no necesita cuidados de manutención. Además, su poco peso, su gran reacción y su extraordinaria resistencia y flexibilidad, unido hoy a la gran variedad de modelos y bajo costo, hacen que las cañas de fibra de vidrio sean número 1 de uso en el mundo desde hace ya tres décadas. Con un costo mayor que la fibra de vidrio,las cañas de grafito son las que poseen mayor reacción además de menor peso (al igual que el kevlar), aunque como contrapartida, se muestran más frágiles a los golpes y son conductoras de la electricidad, lo cual significa un riesgo de uso los días de descargas eléctricas. Las cañas compuestas, reúnen condiciones de los diferentes materiales utilizados, combinando entonces peso, reacción y costo. Las cañas naturales están prácticamente en desuso, debido principalmente a la manutención que requieren, y a que su costo no es competitivo. Esto último es debido al proceso artesanal necesario desde la plantación hasta convertirla finalmente en caña de pesca. No obstante, se pueden lograr excelentes cañas con diferentes cortes de acción y con una buena reacción. En el tipo de pesca con mosca (Fly-casting) algunas de las más prestigiosas fabricas, siguen aun hoy, ofreciendo productos de caña natural. Siempre nos referimos a caña natural hueca (bambú, tacuara). Las macizas han sido una opción de bajo costo principalmente en el tipo de pesca variada de mar, pero salvo la resistencia a los golpes, no ofrecen desde el punto de vista técnico ventaja alguna. Lo mismo sucede con las cañas hexagonales de madera. Con todos los materiales se puede lograr los tres tipos de acciones anteriormente nombrados. A continuación, a manera de clarificar las cualidades de los diferentes materiales, una tabla: Relación Resistencia Conduce Reacción PesoCosto a golpes electricidad Resist. Fibra de vidrio hueca Fibra de vidrio maciza Grafito Compuesta Natural Referencia: ***** Máximo *** ** ***** **** *** *** ** ***** **** *** *** ***** ** ** *** No No Si Si No *** ** ***** **** *** Clasificación de las cañas de lanzar de acuerdo a su capacidad de arrojar peso Es común escuchar hablar de cañas de acción 3, 5, 6, 7, 8, 9 y 10. Es una norma internacional que relaciona la potencia de la caña con su capacidad de arrojar peso, independientemente del grosor de la caña o de su largo. Es una clasificación un tanto genérica, que siguen aplicando las fábricas de varas de nuestro país y a la que el pescador se encuentra muy familiarizado. Las varas de acción "3" tienen una capacidad de para arrojar aprox. 30 g., las "5" aprox. 50-100 g., las "6", aprox . 100-120 g., las "7", 120150g., las "8" 150-180 g., las "9" 180-200g y las "10" se utilizan principalmente para lanzamiento con reel frontal. Actualmente, las fabricas más prestigiosas del mundo colocan en las tablas de características de varas o cañas datos un poco más concretos. Por ejemplo, si vamos a http://www.lamiglas.com/bl_gr-sb.htm#Gr_surf que es una de las páginas de la prestigiosa fábrica de EEUU Lamiglas podremos observar que se encuentra especificado el largo de la vara, su peso, el peso aconsejado a arrojar, la cantidad de secciones, y el diámetro de la punta. En algunos casos, es colocado el tipo de acción que ellos llaman de acuerdo a la velocidad de reacción como fast, very fast, etc. • • EL CARRETE Aquí tenemos dos sistemas bien diferentes: Tambor fijo o frontal. Tambor giratorio o rotativo. Tambor fijo o frontal Son así llamados debido a que para que el sedal entre en el carrete o salga de él, éste permanece inmóvil. Ofrecen la ventaja de poder lanzar pesos muy pequeños y en general tienen una muy buena relación de velocidad, pero poseen menos poder de tracción que los rotativos. Además, van enroscando el sedal a medida que se va recogiendo y algo muy importante en cuanto a la sensación de pesca es que el pescador en realidad lo que siente de fuerza es una resultante debido al cambio de dirección de la fuerza. Esto último es apenas perceptible en reels de tamaño reducido, pero se acrecienta notablemente cuando aumentamos el mismo. No obstante esas desventajas, el hecho de no tener que mover nada al momento de lanzar, los hacen insustituibles cuando necesitamos lanzar peso reducido. Son los más aconsejables para intentar lances largos, pero sólo cuando tenemos en cuenta una serie de detalles técnicos que son tratados con detalle en la sección lanzamiento. Es importante señalar que este tipo de reel se comporta mejor cuando la carga de sedal es correcta. Digamos que el nylon sale del carretel con mayor facilidad cuando más cargado está el carretel. En los reels que tienen un devanado parejo, (línea Escualo) es posible llevar la carga hasta el borde mismo del carrete sin temor a que ocurran "desmoronamientos" de nylon, siendo esta característica sumamente importante cuando queremos intentar lances largos. Además, a mayor diámetro, mayor recuperación, siendo este detalle importante cuando se necesita recuperar la línea rápidamente en zonas de "enganche". Tambor giratorio o rotativo Son así llamados debido a que para que el sedal entre en el carrete o salga de él, éste debe girar. Ofrecen la ventaja de su gran poder de tracción, sensación de pesca directa, y recuperación y lanzamiento en forma lineal, pero no pueden lanzar o lograr la misma distancia con poco peso como los frontales y se requiere de mayor atención cuando se efectúa el lanzamiento. El tema de la comúnmente llamada "galleta", en este tipo de reels, es producida debido a que el carretel gira a mayor velocidad que la salida del nylon, la espira de nylon se agranda, luego se cruzan y se produce así el atascamiento de nylon. Esto es consecuencia de errores en el manejo de este tipo de reels. Existen sofisticados sistemas de frenado para evitar este desagradable enredo. Los primeros sistemas de frenado fueron mecánicos, es decir, presión en los extremos del eje del carrete ya sea con bujes o con rulemanes. Aún hoy se siguen usando pero poseen la desventaja de su poca graduación como así también el desgaste que provoca esa fuerza en el buje o ruleman. Otra forma de frenado es la centrífuga, que no es ni más ni menos que un freno de aire. La combinación de los dos sistemas la podemos ver hoy en la mayoría de los reels. Se puede visitar para ver los más prestigiosos a http://www.shimano.com/fishing/casting/ en donde podremos apreciar las características de la serie Calcutta de Shimano o tambien en http:// www. daiwa.com /tackle/layout.frame.html, donde encontraremos reels marca Daiwa que fue la fabrica que aplicó por primera vez un sistema de frenado magnético en su serie "magforce" que podemos apreciar en http://www.daiwa.com/tackle/layout.frame.html donde se dan algunos detalles de su nueva serie Magforce-V que es un sistema de frenado inteligente que trata de seguir las diferentes aceleraciones que posee la trayectoria del peso arrojado, (detalles en lanzamiento). En la marca Penn, una de las preferidas juntamente con Abu por los pescadores de la costa bonaerense recomendamos visitar http://www.pennreels.com/scripts/catalog.html.y en la marca Abu se puede visitar http://www.abu-garcia.com/ • • EL ANZUELO El anzuelo o gancho, ha mantenido su forma básica a través de los milenios, ya que se considera que los primeros fueron de madera y usados hace más de 30.000 años!! (Si está interesado en la historia del anzuelo, visite en nuestro link NOTAS: Historia del Anzuelo). El pescador deportivo puede hoy elegir entre variadas características al decidir por la elección de un tipo de anzuelo como el tamaño, grosor, color, peso, material, tipo de punta, forma, etc., características éstas que conjugadas correctamente ayudan a mejorar la eficiencia en la practica de la actividad. En cuanto a las puntas, también son utilizadas las que no poseen muerte para asegurar así (en pescas donde el pez no traga el anzuelo) la vida del pez cuando éste sea soltado, practicando así, el "capturar y soltar". Esta técnica está principalmente instalada en los pescadores de Flyfishing, pero también se utiliza en otras disciplinas de pesca, y su uso a nuestro entender, eleva el espíritu de la pesca a su verdadera magnitud. Además del anzuelo simple, existen el doble y el triple, que se utilizan principalmente en la pesca con señuelos. Secciones de Anzuelos La sección del anzuelo, o sea su grosor, puede ser muy variable, dependiendo del tipo de pesca a realizar. Además, su sección podrá ser de forma circular o aplanada, como el caso de los anzuelos forjados. Los de forma circular poseen secciones del tipo finas, muy utilizados en la mayoría de las pescas de flote o pesca de peces de reducido tamaño. Los de sección aplanada o forjados, poseen mayor resistencia. El achatamiento, que antiguamente se realizaba con un martilleo sobre el anzuelo, es realizado en la zona de la curva, lo que le otorga una mayor resistencia que el anzuelo de sección circular. En las siguientes imágenes podemos apreciar dos tipos de anzuelos típicos, uno representando a los de sección circular y fina, y el otro, representando a los forjados de sección gruesa. Anzuelo Mustad 496 Anzuelo Mustad 10829BLN Ojales de Anzuelos El ojal del anzuelo puede ser de diferentes tipos, e incluso puede ser del tipo paleta. En la fig. podemos ver el tipo anilla, que es el más común, fabricado con alambre redondo; el tipo ojal ahusado, el cual posee un estrechamiento del alambre en la unión con la pata; el tipo aguja, en el cual el ojal posee forma oval, siendo usado en algunos anzuelos para tiburón, atún, en los triples, y en algunos tipos de moscas; el tipo paleta, que es simplemente un achatamiento en el extremo de la pata del anzuelo, siendo su principal característica el poco peso empleado, razón por la cual es utilizado en anzuelos de sección fina, que son muy usados en anzuelos para torneos por cantidad de piezas; y por último apreciamos el ojal lazo, que es utilizado en anzuelos simples para salmón. Con respecto a la posición del ojal, estos pueden ser rectos, hacia afuera o hacia adentro, apreciándolos en las siguientes imágenes. • • TIPOS DE ANZUELO CURVA CAMARON Utilizada para la construcción de moscas encorvadas. CURVA TIEMCO Utilizada para moscas emergentes y moscas secas. CURVA SPECIMEN Curva con punta gruesa, uitlizada para pesca con carnadas naturales. CURVA REDONDEADA Utilizada para moscas y para carnadas naturales. CURVA O'SHAUGNESSY Curva utilizada en anzuelos para pesca pesada CURVA LIMERICK Una curva muy utilizada en todas las formas de pesca. CURVA KENDAL De gran fortaleza, utilizada en anzuelos para pesca pesada. CURVA CRISTAL Utilizada en pesca de peces de pequeño tamaño. CURVA ABERDEEN Utilizado en pesca de mar con carnada natural. Formas de anzuelos En las siguientes imágenes podemos apreciar anzuelos de diferentes formas. En líneas generales, los anzuelos de sección fina, pueden ser del tipo de "paleta" y existen tanto de curava redondeada como la del tipo limerick. En la pesca de mosca, se utilizan mayormente anzuelos de diferentes curvas con punta recta y pata mediana a larga. Eagle Claw 04353 acero Anzuelo Eagle Claw 095XBL Anzuelo Eagle Claw L042 Anzuelo Mustad 3406 Anzuelo Mustad 92554 NPNR Big Red Anzuelo Eagle Claw 189 Anzuelo Mustad 92611 Anzuelo Mustad 92641 Puntas de Anzuelos En la siguiente imágen se pueden apreciar diferentes puntas de anzuelo. La punta flecha es también una punta sin muerte, tipos éstas que son utilizadas en flycasting principalmente, pero que también se encuentra instalado en muchos pescadores que practican el "capturar y soltar", y no precisamente en Fly, sino también en casi todos los tipos de pesca. El hecho de no poseer traba o muerte, asegura (en las formas de pesca en la que el pez no traga el anzuelo) en un 100% de que el pez sobrevivirá cuando sea soltado. La punta con muerte externa, es utilizada en anzuelos triples.
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