PEDRO PABLO ATUSPARIA viernes, 21 de junio de 2013 Líder de la Revolución Campesina de 1885 Niñez del líder: Pedro Pablo Atusparia nació en Huaraz, Marian, el 29 de junio de 1840.Fue hijo del matrimonio de Cayetano Atusparia y Melchora Ángeles. Al este de Huaraz se encuentra Marian y se halla el lugar llamado Tuquipayoc allí fue donde paso la infancia el pequeño que creció fuerte, noble y feliz como todo niño campesino. Juventud: Cuando estuvo por cumplir los 15 años, Pedro Pablo fue traído a Huaraz por su padre, a la casa de su padrino don Manuel Alzamora. Este señor, tenía un negocio de tintorería, teñía en su taller lanas de diferentes colores con tintes naturales. El joven muy pronto aprendió el oficio de la tintorería, labor en la que se hizo diestro. Atusparia en casa de su padrino escuchaba las largas conversaciones que el sostenía con su grupo de amigos de ideas liberales y así poco a poco iba aprendiendo el significado de términos como "justicia", "libertad", "igualdad, "derechos", "paz", etc., que luego aplicaría muy bien en su vida. Atusparia llega a ser autoridad: Atusparia conoce a María Fernanda Yauri con quien se casa en 1869.El matrimonio llegó a tener 3 hijos: La mayor se llamaría Flora, el segundo Manuel Ceferino y la tercera hija se llamó Visitación. En 1880, Atusparia llegó a ser elegido subdelegado de Marian, pues se había ganado fama de ser una persona seria y responsable. Atusparia y la guerra con Chile: Apenas fue elegido autoridad, Atusparia tuvo que trabajar muy fuerte para hacer respetar los derechos de sus hermanos .Por todo ello, fue detenido y encarcelado, Atusparia declaró ante el juez que si se metía en problemas era porque defendía a su gente de los abusos y atropellos. Cuando las tropas chilenas llegaron a Huaraz, Atusparia organizó un grupo y con el sorprendió a toda una patrulla chilena que había subido a robar reses a la quebrada de Yaca. Al final de la guerra siguió siendo autoridad de Marian y trabajando como un honrado tintorero. En señal de respeto la gente lo llamaba “maestro” y él se dejó crecer la trenza, que era una señal de autoridad en el pueblo andino. Alcalde Pedáneo: En el año de 1884, Atusparia acudió a la elección de las nuevas autoridades, allí fue elegido Alcalde Pedáneo de todos los caseríos de la cordillera blanca .El primero de enero de 1885, en el atrio de la iglesia matriz, en la plaza mayor de Huaraz, fue envestido de autoridad, recibió la capa de terciopelo negro y la barra de chonta. Atusparia Visionario: Apenas asumió el mando como autoridad, tuvo que poner toda su voluntad para tratar de aliviar el sufrimiento de sus hermanos del campo. Comprendió que él debía realizar acciones directas para poder ser escuchado. Así fue planificando una insurrección para reivindicar al pueblo andino, a su pueblo. Las Causas de la Revolución: La principal causa de la revolución Campesina de 1885 fue la postergación en que se encontraba el campesinado. En el virreinato, se respetaban los terrenos que eran propiedad de las comunidades campesinas, pero en la República hasta ese derecho se les retiro. Las causas inmediatas fueron estas 1. La guerra con Chile (1879-1883), que trajo al hombre del campo una pobreza nunca antes vista. El campesino fue obligado a ir a la guerra como carne de cañón. Se calcula que en los cuatro años de conflicto, de Áncash fueron llevados al frente de la batalla más de cinco mil campesinos. Los campos y el ganado del campesinado fueron arrasados ya sea por el ejército peruano, como por el chileno. 2. Los abusos de la gente de la ciudad, conocidos como los “mishtis”.Ellos aprovechaban la pobreza general para arrebatar las tierras de los campesinos. 3. Los llamados “Trabajos de la República”. Que era el trabajo gratuito que se obligaba a realizar a los campesinos en la construcción de obras de bien público, como la iglesia matriz, la cárcel y el nuevo cementerio. 4. La obligación de pagar “La contribución personal”. El Prefecto quiso reabrir la Corte Superior de Justicia y para ello exigió el pago de dos soles de plata, o su equivalente en el papel moneda, que era de veinte soles. Todos tenían que hacer este pago. El plazo fue hasta fines de febrero de 1885. El Desarrollo de los Acontecimientos: Protestando contra el pago de la contribución personal, los alcaldes campesinos, que ya estaban encabezados por el Alcalde Pedáneo Pedro Pablo Atusparia, le entregaron una petición, un memorial, al señor Prefecto del Departamento de Ancash, el Coronel Francisco Noriega. De manera prepotente, el Prefecto ordenó al Gobernador, de apellido Collazos, detenga a los alcaldes y les obligue a denunciar al “mishti” que había redactado el memorial. Atusparia fue sometido al tormento de recibir 200 azotes y pese a ello mantuvo el secreto. Completando a la afrenta, le cortaron las trenzas que como ya sabemos, era un símbolo de autoridad entre los campesinos desde los tiempos antiguos. Este abuso cometido el 1 de marzo de 1885 fue la gota que colmó la paciencia de la gente del campo. El 2 de marzo atacaron la ciudad, siendo rechazados tras cinco horas de lucha. El 3 de marzo, mejor organizados, atacaron desde los cuatro ingresos de la ciudad: Calicanto al oeste, Tacllán al sur, Virgepampa (hoy Centenario) al norte y Auqui, al lado este. La ciudad estaba defendida por cien soldados del batallón del ejército “Artesanos”, 120 de la Guardia Urbana y 72 soldados de Caballería. Los campesinos al final vencieron. Ese día murieron 180 soldados y por lo menos unos dos mil campesinos. Apu Inca Atusparia: Atusparia impidió que se saqueara la ciudad. Las casas y los comercios de los chinos fueron los únicos afectados. Las fuerzas campesinas, dueñas de Huaraz, se organizaron mejor y expandieron la revolución. Algunos de los “mishtis” ofrecieron su apoyo. Éstos eran los partidarios del General Cáceres que estaba en pugna con el Presidente Iglesias. Ellos veían el alzamiento campesino como una bandera para traer abajo el gobierno. De todo este grupo, Atusparia eligió a Manuel Mosquera como nuevo Prefecto y al poeta Luis Felipe Montestruque de Secretario. Las masas campesinas, viendo en Atusparia al único líder de la insurrección, lo apoyaron y no dudaron en llamarle con cariño y respeto “Apu Inca Atusparia”. El Guerrillero: El 15 de marzo Carhuás cayó en poder de los sublevados. Allí surgió otro líder: Pedro Celestino Cochachin, más conocido como “Uchcu Pedro” hombre experimentado en el arte de las armas, pues en la Guerra con Chile, dirigió una columna guerrillera. El 4 de abril fue tomado Yungay luego de una ráfaga con la Guardia Urbana. Ante esto, Carás se rindió el día 6.Atusparia impuso autoridad e impidió que se saquee la ciudad. Dueñas del Callejón de Huaylas, los campesinos comenzaron a repartirse las tierras. Este hecho dio motivo a la desesperación de los “mishtis”, quienes en secreto pidieron a Lima la pronta intervención del ejército para acabar con la insurrección. “Uchcu Pedro” sabía que desde Casma subirían las tropas para enfrentar a las fuerzas revolucionarias, por ello con lo mejor de sus tropas ocupó todos los pasos de la Cordillera Negra. Esta táctica le permitió derrotar a tres batallones del ejército que intentaron cruzar la Cordillera Negra. Pero una cuarta expedición compuesta de 700 soldados llegó a Yungay el 20 de abril, pasando por Quillo. Traían dos cañones, armamento moderno y varias ametralladoras. La Derrota: Las fuerzas campesinas reaccionaron atacando a la tropa los 25 y 26, pese a ello fueron derrotadas por falta de armas. El día 26 de abril, Pedro Pablo Atusparia salvó de morir, pero fue herido gravemente y ya no pudo continuar frente al comando de la insurrección. Las tropas campesinas retrocedieron hasta Huaraz para reagruparse, siendo atacados el 3 de mayo en plena procesión del Señor de la Soledad. Ese día la matanza fue terrible, eran palos y piedras contra fusiles, metralleta y bayonetas. Como Atusparia fue herido,”Uchcu Pedro” se hizo cargo de la dirección de la guerra. Bajo su mando, se atacó Huaraz desde la Cordillera Negra, el 11 de mayo. Fue la batalla de Huarupampea donde nuevamente son derrotados los campesinos. “Uchcu Pedro” mantuvo viva la esperanza de la revolución hasta el mes de setiembre en que fue traicionado y fusilado en Casma. Con su muerte recién termina este doloroso capítulo de la heroica gesta del pueblo andino. Atusparia ordenó que en señal de duelo por tanta matanza, los campesinos pongan una cinta negra a sus sombreros, costumbre que aún se usa en nuestra tierra. Atusparia y su Nueva Táctica: A Pedro Pablo Atusparia lo había condenado a morir el nuevo Prefecto, el Coronel Iraola. Pero toda la ciudad en Huaraz se levantó impidiendo que se cumpla esa orden. Cuando se recuperó de sus heridas a fines de 1885, Atusparia volvió a sus labores habituales convencido de que la lucha que había iniciado debería continuar por otros medios. Es así, que al año siguiente viaja a Lima aprovechando el cambio de gobierno, pues había dejado el poder Miguel Iglesias, derrocado por el General Andrés Avelino Cáceres. Entrevista con el Presidente: En junio de 1886, se entrevista con el Presidente Cáceres, con quien sostuvo el siguiente diálogo: - Dime Atusparia. ¿Por qué frente a los chilenos sólo fueron pequeños grupos de guerrilleros y cuando les cortan las trenzas a sus alcaldes, se levantan por miles? - Es que no es culpa de mis hermanos no amar a una tierra que no nos pertenece… Nadie, nos enseñó lo que es amar a la patria. Muchos de nosotros pensábamos que la guerra era la pelea del “general Chile” en contra del “general Perú”. - Tienes razón, Atusparia. La culpa es nuestra por no haber hecho de ustedes, los campesinos, unos peruanos a carta cabal…-Replicó con profunda tristeza el presidente. En esa visita, Atusparia pudo conseguir sabiamente que el gobierno no se comprometa a atender las principales necesidades de su pueblo. Ándres Avelino Cáceres Su Fallecimiento: Al regresar a Huaraz, Atusparia se refugió en Marian, estaba muy enfermo. La mañana del 25 de agosto de 1887, Pedro Pablo Atusparia falleció a causa de una infección intestinal. No murió envenenado, como aseguran algunas novelas de moda. A su entierro acudió toda la ciudad. Su Legado: Iniciando el Siglo XXI, lo que rescatamos de Atusparia es que el movimiento que él inició sólo se compara al gran levantamiento de Túpac Amaru II. Atusparia se adelantó a su tiempo: 25 años antes de la Revolución Mexicana, aquí se hizo una revolución campesina; 32 años antes de la revolución Bolchevique en Rusia, aquí se peleó con un doble mando, el político (Atusparia) y el militar (“Uchcu Pedro”). 85 años antes de la reforma agraria, aquí se repartió la tierra y se luchó en defensa de los derechos del campesino. Ésta es la mejor herencia que podemos recibir de este gran huaracino. ¡Sintamos orgullo por él! Retrato de Pedro Pablo Atusparia En los días de la revolución, Atusparia era un hombre de 40 o 45 años. De estatura baja, escaso bigote, frente estrecha, de piel cobriza y mirada vaga. Tenía el pelo rebelde, sin trenza: su aspecto era sencillo y su sonrisa indolente. Vestía chaqueta y chaleco de tela ordinaria, pantalón corto de bayeta color azul oscuro y sombrero de faldón de lana. Su fisonomía revelaba en él al hombre de campo, donde el sol y el trabajo pusieron su huella broncínea. Hablaba poco y en quechua, perfectamente. Sabía hacer respetar sus opiniones. “Era sagaz y enemigo de la violencia” señalaba el sabio Santiago Antúnez de Mayolo. Cuando estuvo en Lima, se tomó una fotografía en 1886 con el Presidente Cáceres; que lamentablemente se destruyó en el incendio que arrasó el palacio de gobierno en 1924. Actualmente existen muchos cuadros y estatuas dedicadas a su memoria, pero con exactitud no se puede tener una idea cabal de su imagen física. Pedro Pablo Atusparia (Huaraz, 1840 - 1887) Líder de la rebelión indígena que tuvo lugar en la localidad peruana de Huaraz en 1885, en el contexto de la guerra civil entre caceristas e iglesistas. Hecho prisionero y rehabilitado luego por el gobierno de Cáceres, tuvo poco después tuvo una extraña muerte. Pedro Pablo Atusparia nació el 29 de junio de 1840 en Huaraz, capital del departamento de Ancash, que en ese entonces era una villa pequeña y aislada del callejón de Huaylas. Al día de su natalicio debió su nombre, compuesto de los dos mártires del cristianismo. Según fuentes orales la casa de su nacimiento se ubica en Jr. Sucre 201, entonces casa comercial de Juan José Sender Taboada, piurano. De acuerdo a los datos proporcionados por Santiago Maguiña, Atusparia era hijo bastardo y presumiblemente mestizo de una joven empleada de dicha casa, llamada María Mallqui. Pedro Pablo Atusparia La esposa del propietario, doña Emperatriz Sender, decidió encargar la crianza del pequeño a María Martina Ángeles, ama de leche de la casa y natural de la aldea de Tuquipayoc. María Martina era esposa de Cayetano Atusparia, del pueblo de Marián. El matrimonio Atusparia Ángeles lo adoptaría finalmente como hijo legítimo. Cuidaron de llevarlo a la pila bautismal, acompañados de Manuel Alzamora y su hija Petronila. Alzamora era propietario de los pastos de Yanacancha en Marián y residía en la ciudad de Huaraz, Jr. Santa Rosa 402. Manuel Reina Loli investigó acerca de esta versión y encontró que el primer Zénder que llegó a Huaraz fue Jacobo Zénder, de quien no se encuentran huellas anteriores a 1871, cuando figura como suscriptor de un semanario titulado "El Ciudadano". En 1874 fundó una casa comercial con su hermano Simón. Juan José Zénder no podría haber sido el padre de Atusparia, ni éste habría nacido en su casa comercial. El origen de Pedro Pablo Atusparia sigue siendo por lo tanto poco claro. En aquella época era costumbre en la sierra que, llegado el hijo de un matrimonio indígena a cierta edad, fuera entregado a un señor con poder (un "misti") para que le sirviese, a cambio de la protección e instrucción que éste le brindaría. Fue entregado Pedro Pablo Atusparia a su padrino, el Sr. Alzamora, para que lo adiestrase como tintorero; aprendió a teñir jergas, bayetas, cordellates y otras telas de lana que se comercializaban entre los indios de la región. Parece que no llegó, empero, a saber leer y escribir, puesto que en un documento de 1880, otra persona firma "a ruego de" Atusparia. En 9 de octubre de 1869 Pedro Pablo Atusparia se casó con María Fernanda Yauri. De esta unión nacieron cuatro hijos, aunque el primero murió muy pequeño. Atusparia vivió entre Huaraz y el campo. Pronto descolló en su profesión y como dirigente. En 1880 era subinspector de la estancia de Marián, y tuvo con el agente Manuel Mosquera (que recolectaba leña y criaba caballos para el ejército) un conflicto que llegó a enfrentamientos físicos y al poder judicial. En una asamblea celebrada en la navidad de 1884 en el atrio de la iglesia matriz de Huaraz, Atusparia fue elegido por los vecinos como Alcalde Ordinario del primer distrito de la ciudad, La Independencia. El primero de enero siguiente él y sus dos "campos" (ayudantes), en una ceremonia acostumbrada, recibieron de manos del párroco de la ciudad una capa negra de terciopelo y una vara de chonta que simbolizaba su mando. Eran tiempos convulsos. El callejón de Huaylas había sido asolado por varios de los ejércitos de la guerra con Chile, y los campesinos había sido reclutados para las tropas. La última batalla contra los chilenos, la de Huamachuco, se libró cerca de la región, y a ella fueron a refugiarse varios heridos y derrotados. Tras la firma de la Paz de Ancón, en octubre de 1883, se inició el enfrentamiento entre Miguel Iglesias y Andrés Avelino Cáceres. Algunos ven la rebelión de Atusparia como parte de esta lucha, de la misma forma que la de Juan Bustamante, en 1867, se vio envuelta en la lucha civil entre Prado y Diez Canseco. Al calor de esas guerras "de mistis" (de mestizos y criollos) se abrieron paso las reivindicaciones campesinas. Así pasó en 1885. Huaraz había quedado controlada por las fuerzas de Miguel Iglesias. Éste nombró a Francisco Noriega como Prefecto del departamento. Los vecinos se hallaban, sin embargo, muy divididos entre caceristas e iglesistas. Francisco Noriega trató de activar la cobranza de impuestos a fin de poder realizar una labor de gobierno. A los caceristas, entre quienes militaría Atusparia, les supo a chicharrón de sebo. Entre los impuestos, el más impopular (en la medida en que afectaba al grueso de la población) era el de la contribución personal. Había sido instaurada por el régimen de Piérola en diciembre de 1879, pero la guerra había vuelto difícil su cobranza. Los chilenos no habían tratado de levantar el impuesto, optando por cobrar contribuciones sólo a las ciudades y a la población acomodada. Francisco Noriega trató asimismo de restaurar los trabajos de "república": una suerte de faenas comunales por las que los indios debían trabajar en la construcción de puentes, caminos y otras obras civiles, lo que recordaba la "mita de la plaza" de los tiempos coloniales. Los indígenas de la provincia rechazaron el pago de la contribución, fijada en cuatro soles plata, que equivalían a veinte soles billete, única moneda que llegaba a sus manos. La imposición resultaba desmesurada. El 22 de febrero de 1885, Noriega sacó un bando concediendo un plazo de tres días para el pago de los dos soles de la primera semestralidad. Bajo la asesoría del abogado Manuel Mosquera, antiguo prefecto cacerista, se redactó un memorial pidiendo una rebaja en el impuesto y la suspensión de los trabajos de república. Atusparia fue el encargado de dar la cara y presentar el documento. Cuando los indígenas fueron requeridos para ir a recoger paja para arreglar los techos de las viviendas de Huaraz, Atusparia se negó a dar la orden. El Prefecto lo hizo apresar y lo sometió a tortura para que confesase quién era el verdadero autor del memorial. Monumento a Pedro Pablo Atusparia en Huaraz Los demás alcaldes indios acudieron a pedir la libertad de su varayoc. Francisco Noriega había salido de la ciudad y la prefectura quedó a cargo del subprefecto José Collazos. El subprefecto hizo apresar también a los demás alcaldes y, como signo de escarmiento, les hizo cortar las trenzas como en el tiempo de los corregidores; luego los despachó sin contemplación alguna a su pedido. Los indígenas no perdonaron esta afrenta y se organizaron en rebelión para tomar la ciudad de Huaraz, castigar a los vecinos que secundaban al prefecto iglesista, saquear las tiendas de los chinos que vendían las escasas mercancías a precios exorbitantes y liberar a Atusparia. El 2 de marzo de 1885 comenzó el asedio; iban armados rústicamente, pero disponían de algunos fusiles que habían quedado de la guerra con los chilenos, en la que habían servido de "montoneros". La gendarmería de Collazos intentó rechazarlos, pero al día siguiente cayó la capital del departamento y Atusparia fue sacado de prisión. Los gendarmes fueron masacrados. Aunque los sublevados pidieron a su alcalde tomar el control de la ciudad, éste declinó y ofreció el cargo al abogado Mosquera, quien sacó un pronunciamiento contra Miguel Iglesias. La rebelión se extendió por la cordillera negra, al occidente del callejón de Huaylas. Fue importante la labor de Pedro Cochachín, antiguo trabajador minero que había sido montonero de Cáceres. Ucchu Pedro (como se conocía a Cochachín) fue el lugarteniente de Atusparia y representó en la rebelión la corriente radical, que hizo creer a los blancos que estaban frente a una guerra de castas. Para el mes de abril la rebelión controlaba todo el callejón. El gobierno de Miguel Iglesias nombró un nuevo Prefecto, el coronel José Iraola, quien desembarcó en Casma al mando de dos batallones de infantería, dos brigadas de artillería, un regimiento de caballería y sendos decretos suprimiendo la contribución personal y el trabajo de república. Los rebeldes comenzaron a desbandarse. Un periodista limeño, Luis Felipe Montestruque, sacó en Huaraz un periódico llamado "El Sol de los Incas", donde deslizaba la especie que la rebelión se proponía reinstaurar el mítico Tahuantinsuyu, lanzando también elogios a Andrés Avelino Cáceres, de quien se esperaba ayuda para los sublevados. El 4 de mayo el ejército de Iraola recuperó Huaraz tras un sangriento combate iniciado el día anterior. Atusparia fue herido en una pierna y se asiló en casa de un español, Julio Aristibel. Iraola le ofreció garantías para su vida y se entregó. Ucchu Pedro no acató la rendición y, al mando de decenas de miles de indios, intentó recuperar Huaraz el 11 y 12 de mayo; su fracaso se saldó con la pérdida de muchos de sus hombres. Tomás Romero y Flores, jefe cacerista, siguió en rebeldía, pero no coordinó sus movimientos con los de Ucchu Pedro. Entre los días 12 y 23 de mayo, varios alcaldes indios aceptaron la paz de Iraola. Ucchu Pedro continuó la resistencia, asediando otras villas del callejón, como Yungay, Caraz y Carhuás, de donde era originario. En agosto fue capturado y ejecutado al mes siguiente, junto con centenares de rebeldes. Una de las primeras cosas que hizo Andrés Avelino Cáceres cuando tomó la Presidencia en junio de 1886 fue sacar de la cárcel a Pedro Pablo Atusparia. Lo invitó a Palacio de Gobierno, donde dialogaron en quechua. El líder de Huaraz, ablandado por el cautiverio, se mostró arrepentido, mientras el presidente reconoció los abusos que sufrían los indígenas. Atusparia hizo entonces un ritual conocido y que escenificaba su sometimiento al nuevo jefe de la nación: le entregó a su hijo Manuel Ceferino para que lo educase y lo tuviese bajo su protección. El 15 de junio de 1886 se embarcó para Casma, de donde tomaría el camino a Huaraz. Los alcaldes indios consideraron que Atusparia los había traicionado. Para ello habría resultado decisiva la campaña de periodistas locales como César del Río y la restauración de la contribución personal realizada por el gobierno de Cáceres. Lo invitaron a un banquete en cuyo transcurso, al parecer, fue obligado a beber una copa envenenada. Manuel Reina Loli, sin embargo, cree que Atusparia murió víctima del tifus el 25 de agosto de 1887. Los investigadores que han estudiado la rebelión de Huaraz la interpretan de distintos modos. Para algunos fue un movimiento antifiscal, como otros movimientos indígenas en la historia peruana; otros estudiosos la vinculan con una reivindicación indígena antihispana; para ciertos historiadores, por último, fue simplemente un capítulo de la lucha entre Iglesias y Cáceres. William Stein concluye en lo siguiente: "El movimiento de Ancash tuvo mito y fe, pero careció de un programa y una doctrina. (...) El movimiento no tenía una conciencia unificada de sus objetivos y sus pretensiones; su comprensión colectiva estaba tan fragmentada como los heterogéneos elementos que la conformaban." Luego de tomar Huaraz, los sublevados no supieron qué más hacer. Rehuyeron el poder de esta pequeña ciudad, entregando el mando al abogado Mosquera, líder de los caceristas. El papel de Mosquera es poco claro. Hay quienes lo consideran el redactor del memorial presentado a Noriega e incluso el líder intelectual de la rebelión. Franklin Pease observa: "De hecho, concurren una serie de factores en la sublevación. Es importante el reconocimiento de la vinculación con la propia guerra civil entre iglesistas y caceristas, pero más resaltante es la capacidad de organización de la población ante el alza de las contribuciones, fueran éstas en dinero o en trabajo. Se aprecia, asimismo, una importante alianza entre grupos mestizos e indígenas; no es la primera vez que ello ocurre, y se ha visto en otras sublevaciones andinas, coloniales, por ejemplo." Mark Thurner, por su parte, distanciándose de quienes consideran las rebeliones indígenas como meras comparsas de las guerras civiles de los mestizos, argumenta: "Dos conjuntos de causas fueron fundamentales para la transformación de una protesta esquiva a una petición legal y a una rebelión abierta en Huaraz. La primera tiene que ver con la contradicción de una medida tributaria (aunque liberal) como la contribución personal, que no conllevaba garantías del Estado para el acceso indígena a sus parcelas o pastos comunes, convirtiéndose en una doble imposición con el cobro ilegal que los terratenientes hacían por el acceso a esos recursos. Esta contradicción, combinada con el incremento de los trabajos de "república" y con las constantes levas militares (en una coyuntura en que las economías campesinas atravesaban serias dificultades) ubicaron a los indios y sus líderes en una situación explosiva. La segunda, y más decisiva, que determinó el estallido de la rebelión, fue la combinación de un rechazo terminante a la petición de los alcaldes, con la humillación a estas personas que eran sus autoridades. Entonces, los objetivos políticos (tanto campesinos como caceristas) como la defensa de la ganancia inicial, determinó la expansión de la insurgencia." En cualquier caso, Atusparia se convirtió en una figura legendaria local, alrededor de la cual se han compuesto numerosos huaynos, novelas y obras teatrales.