Patokinesiología: un modelo para el estudio de la disfunción del movimientoAntonio López S. Ramón Pinochet U. Sergio Crisóstomo H. Claudio Véliz M. Máximo Escobar C. Académicos Escuela de Kinesiología Universidad Católica del Maule Resumen La kinesiología en Chile representa un campo de acción profesional orientado a resolver problemas de salud vinculados a disfunciones del movimiento humano. Como tal, requiere de modelos epistémicos coherentes con métodos de estudio que sustenten la producción de conocimiento pertinente. A juzgar por la escasez de formulaciones explícitas sobre este tópico, este desafío profesional pareciera ser un tema pendiente. En este reporte se aportan reflexiones acerca de las ventajas de la patokinesiología como modelo de estu- dio de la disfunción del movimiento y respecto a la patomecánica entendida como método descriptivo del desbalance asociado a la disfunción. Esta discusión tiene implicancias académicas con relación a la forma de enfrentar la producción de conocimiento para el desarrollo de la profesión y también en lo relativo a qué y cómo se enseña kinesiología a nivel universitario. Palabras clave: Disfunción del movimiento, Patokinesiología, Terapia Física. UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 pág. 57 Summary The kinesiology in Chile represents a field of professional action orientated to solving problems of health linked to dysfunctions of the human movement. As such, it needs of epistemics models agree with methods of study that support the pertinent knowledge production. Judging by the shortage of explicit formulations on this topic, this professional challenge was seem to be a hanging topic. This report add reflections about the advantages of the pathokinesiology as a model of dysfunction stu- dy of the movement and with regard to the pathomechanical understood as a unbalance description associated with the dysfunction. This discussion has academic implications in relation to the facing form of knowledge production for the profession development and also in the relative thing to what and how it is taught kinesiology into university level. Key words: Movement Dysfunction, Pathokinesiology, Physical Therapy. Introducción. Uno de los rasgos distintivos de toda profesión, respecto de otras actividades u ocupaciones no profesionales, es la existencia de un cuerpo de conocimiento propio, el cual establece un marco referencial útil para la aplicación de tecnología y un conjunto finito, pero dinámico de procesos, procedimientos y técnicas cuyo dominio y adaptación queda en manos de la profesión que las practica (1). Sin embargo, la Kinesiología como profesión y disciplina, a la fecha ha difundido escasos modelos de estudio que definan una base epistémica y métodos para guiar la producción de conocimiento pertinente. Un hecho que merece ser destacado, es que al interior de la Kinesiología, entendida como actividad profesional, se han generado confusiones a la hora de conciliar los términos Kinesiólogo y kinesioterapeuta o terapista físico. No ha sido fácil mantener coherencia al momento de definir, sin entrar en dicotomías, al kinesiólogo como estudioso del movimiento humano y al mismo tiempo como terapista orientado a resolver disfunciones del movimiento vinculadas a problemas de salud. Al respecto, para ser claros desde ya, sostenemos que intentar dicha equivalencia, desde una perspectiva científica, aparece claramente como una inconsistencia. Nos referiremos por tanto a la Kinesiología (en adelante descrita con pág. 58 UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 sus denominaciones análogas: kinesiterapia o terapia física), según la definición de la OMS (1957), como “el arte y la ciencia del tratamiento por medio del ejercicio terapéutico, calor, frío, luz, agua, masaje y electricidad”. Habida cuenta la evolución profesional en cinco décadas, más recientemente la World Confederation of Physical Therapy (WCPT) define que “la terapia física ayuda a las personas y los pueblos a desarrollar, mantener y restaurar la máxima habilidad de movimiento y estado funcional” (2). A nivel académico, nos parece relevante estimular la reflexión acerca del marco disciplinar y epistemológico que definen el objeto de estudio de la profesión. Es evidente que lo anterior tiene un gran impacto en las estrategias de investigación aplicada y clínica para desarrollar la terapia física. Del mismo modo hacemos notar los efectos que tiene el declarar una posición respecto al objeto de estudio de una profesión al momento de decidir qué y cómo en el ejercicio de la docencia. Respecto a esto último, los procesos de innovación curricular marcan fuertemente la formación profesional en la actualidad, y en nuestra opinión en dichas circunstancias es aún más provechosa la formulación explícita de modelos de estudio de la disfunción del movimiento. El objetivo central de este reporte es describir las bases conceptuales de la patokinesiología como modelo de estudio del movimiento humano en disfunción y de la patomecánica como herramienta de uso clínico para describir patrones de comportamiento del desbalance generado por las disfunciones del movimiento. Un dilema latente Habitualmente se ha identificado como marco disciplinario de nuestra profesión a la kinesiología, estudio científico del movimiento humano normal y sus aplicaciones, la cual aportaría la base conceptual y teórica necesaria para la comprensión de las alteraciones o desórdenes del movimiento. Recuérdese que es la disfunción del movimiento lo que históricamente ha pretendido diagnosticar y tratar la terapia física, de tal forma que, por medio de diversos estilos declarativos, se ha afirmado que el movimiento orientado a la funcionalidad es el foco principal de la profesión. Nótese, además, que la praxis profesional mantiene en la actualidad una clara inclinación hacia el campo de la salud con orientación clínica, especialmente en los países con menor profesionalización de nuestra actividad. Nos reconocemos casi automáticamente como profesionales de la salud, pero no tenemos la misma identificación con el mundo del trabajo, la escuela o la empresa. UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 pág. 59 Esta matriz disciplinaria “tácita”, a su vez, ha configurado una aproximación epistemológica particular. Dicho de otro modo, este modelo de conocimiento ha pretendido definir un eje saber-hacer propio de la terapia física, funcional a nuestra profesión, es decir, poner al servicio de ella un campo del conocimiento abundante y meritorio por sí sólo: las ciencias del movimiento. Tal enfoque ha recibido buena adherencia por parte de la comunidad kinésica, tanto que este hecho histórico forma parte de nuestro acervo cultural, constituyendo uno de los cimientos formativos de la profesión. Con frecuencia se declara explícitamente que para ser kinesiólogo y buen práctico, primero es necesario “saber de kinesiología”. Sin embargo, cuando se reflexiona con mayor detención respecto a lo que esto implica, surgen las dudas y controversias. Aún así es reconocida la aceptación que ostenta este paradigma por parte de los miembros de nuestra comunidad, lo que sin duda es condicionado por el progresivo posicionamiento nacional e internacional que evidencia la kinesiología como ciencia. A nivel local, se ha diagnosticado insistentemente que “nos llamamos kinesiólogos, pero que realmente no hacemos kinesiología”. Es decir, ya sea por formación o por requerimientos profesionales, hemos ejercido eminentemente como prácticos; no nos reconocemos kinesiólogos en tanto estudiosos del movimiento. Si esto es así, ¿se puede afirmar por ello que hemos dejado de hacer una buena práctica de la terapia física? Aún más, acaso esta categoría, el ser terapeutas, ¿implica una menor escala de valoración social?, ¿es un handicap negativo para nuestra autoestima? Es preciso entonces hacer notar la contradicción: si la kinesiología constituye nuestro alero como disciplina científica, que nutre y enriquece la base de conocimiento necesaria para la praxis, ¿cómo es posible que seamos capaces de hacer buena práctica sin desarrollarnos como estudiosos del movimiento? Una contradicción de este tipo merece al menos una segunda interrogante. En tanto profesión que ha entregado sus principales esfuerzos al área de la salud, ¿estamos en el camino correcto al afirmar que la kinesiología es nuestro cuerpo de conocimiento específico? Es decir, aquello que nos nutre e identifica como profesión, en forma directa y casi exclusiva. Si la respuesta fuese positiva, estaríamos en condiciones de concedernos lo siguiente: la kinesiología no es sólo nuestra alma mater, es nuestro desafío y responsabilidad, ya que según nuestra capacidad productiva, la kinesiología se fortalece como área del conocimiento, y en la misma medida lo hace nuestra profesión. Si la respuesta es negativa, ¿entonces cuál es la disciplina del conocimiento que mejor representa los desafíos propios de la terapia física? Como síntesis, es posible visualizar que es complejo, pero necesario diferenciar un modelo de estudio pág. 60 UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 propio, consistente con el objetivo de mejorar la comprensión de las disfunciones del movimiento, ya sea para evaluar con mayor eficiencia las repercusiones funcionales y de desempeño físico, como para adoptar cuidados o acciones profesionales en pro de la recuperación del movimiento funcional. Estamos hablando de necesidades propias de una profesión que se desarrolla, pero que aún es joven, y de un objeto de estudio pertinente cuyo mejor modelo de análisis y comprensión parece ser esquivo. El movimiento normal: abundancia de la Kinesiología Áreas del conocimiento como la biomecánica, la fisiología muscular y del ejercicio, la neurociencia, el estudio del aprendizaje y control motor, se han constituido en áreas disciplinares que crecen y evolucionan en forma autónoma, pero cuyos vínculos con la Kinesiología son nítidos y crecientes. A pesar de las diferencias de método y esquemas interpretativos, éstas se relacionan estrechamente con las ciencias del movimiento, ya sea como fuentes de conocimiento, por ser ciencias afines, o lisa y llanamente como fundamentos científicos del estudio del movimiento en personas sanas (podríamos decir que si bien no son parte del ADN de la Kinesiología, sin duda contribuyen a su fenotipo). Es evidente que no se puede decir lo mismo respecto a la vinculación de la kinesiología, sin duda indirecta y muchas veces difusa, con el mundo de las ciencias clínicas insertas en la terapia física. Por la misma naturaleza de la kinesiología, le es imperativo ser ecléctica debido a que su capacidad productiva está en relación con el trabajo interdicisciplinar. Son innumerables los resultados visibles generados por el conjunto de áreas del conocimiento que se encuentran relacionadas. Por citar sólo algunos: las publicaciones científicas son numerosas y de alto nivel, ya sea en formato de libros, journals u otras modalidades de divulgación científica. Sostenemos que esta concepción amplia de tal disciplina científica, ha derivado en una dispersión y dificultad respecto a las aplicaciones que la kinesiterapia ha podido extraer de la misma. Hecho cada vez más patente en la medida en que diversas vertientes derivadas de las ciencias biológicas, físicas y sociológicas, que en alguna medida nutren a la Kinesiología, han aumentado en amplitud, complejidad, profundidad y áreas de aplicación. Sin duda la kinesiología ha hecho una gran contribución como marco referencial, pero se requiere un modelo de razonamiento y estudio aplicables al área del conocimiento que mejor representa nuestros desafíos profesionales y prácticos. UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 pág. 61 Este enfoque debiese abordar en forma directa y coherente los desafíos del saber propios de la profesión, una fuente de especificación y de integración de aquellos saberes que se construyen y aplican orientados desde ya, para ofrecer sustento teórico a nuestro quehacer. La terapia física requiere de una mayor especificidad y focalización en cuanto a su matriz disciplinaria. A nuestro juicio el conflicto central es el siguiente: gran parte de los hallazgos que permiten describir y comprender los fenómenos inherentes al movimiento normal, no son directamente trasladables a los eventos inherentes al movimiento en disfunción. No es exagerado afirmar que la kinesiología no está interesada en ser la materia prima de la kinesiterapia, y que a su vez la kinesiterapia no debería sufrir graves trastornos si esto es así. La denominación de origen que imprimió la kinesiología (fenómeno más bien local, referido a nuestro país), no parece ser la mejor opción de desarrollo autónomo. Es hora de que la kinesiterapia o terapia física, amparada en un mayor grado de madurez, sea capaz de generar el “cisma intelectual” que le permita tener su propio paradigma. Disfunción del Movimiento: pobreza de la Kinesiología Para Sahrmann (SAHRMANN, 1998) el movimiento es un sistema, equivalente conceptualmente a otros bien conocidos, llámese cardiovascular, nervioso, endocrino u otros. Su visión destaca que existe un campo particular de estudio, en cuanto a que “el movimiento es un sistema más”, integrado y complejo como otros, pero que interesa especialmente a los terapistas físicos dado que en su arquitectura subyace el campo de conocimiento propio de esta profesión. Si bien Sarhmann reconoce el valor diferenciador del concepto aportado por la patokinesiología (inaugurado 25 años antes por Hislop), no señala si el “modelo sistémico” requiere de alguna adaptación al tratar con las disfunciones del movimiento, o si es enteramente aplicable tal cual se usa al estudiar el movimiento normal. A nuestro juicio, esta última opción se confirma al examinar cómo construye Sahrmann el edificio del sistema del movimiento, el cual contiene en su seno los ladrillos aportados por diversas ciencias que nutren a la kinesiología, ordenados en este caso según propósitos específicos útiles para la profesión: evaluación biomecánica, de control neuromuscular, capacidad cardiovascular, soporte mecánico de los tejidos y aspectos psicoafectivos (4). Al parecer Sahrmann sigue en la lógica romántica de la kinesiología y no se desvincula de la tradición al punto que lo hace Hislop, quien plantea claramente la urgencia de la autonomía, el objeto de conocimiento propio y la distinción esencial; y que tales propósitos son fundamentales para hacer de la terapia física y la kinesiterapia una disciplina científica sin complejos (HISLOP, 1975)). pág. 62 UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 Nuestra mayor coincidencia con Hislop estriba en que para nosotros la disfunción de movimiento no merece ser entendida como un epifenómeno del movimiento normal, definido según la brecha o distancia que se evidencia respecto a lo esperado en personas sanas. Esto es, la disfunción del movimiento clasificada como tal, simplemente porque se aleja de lo “normal”. En nuestra opinión, es pertinente entenderla como un evento o fenómeno singular por sí mismo, delineado pero no modelado ni determinado por referencias estándar. La disfunción del movimiento se comporta como un fenómeno particular y específico según las condiciones biofísicas, psicoafectivas y conductuales expresadas en un individuo particular en su contexto. Sobre el punto vale la pena un ejemplo. Nótese que el estudio de la marcha normal ha develado abundante información respecto a los eventos mecánicos y fisiológicos que permiten comprender esta conducta motora. Ya sea por los patrones kinéticos y kinemáticos o por los costos metabólicos medidos por el método científico, es posible abordar razonablemente el estudio de esta modalidad de locomoción en personas normales con una base conceptual y de conocimiento enriquecida. La tarea se complica a la hora de enfrentar el estudio de la marcha en personas con deterioros orgánicos o sistémicos agudos y/o permanentes. Trasladar la información disponible desde lo confirmado en personas sanas ha sido una opción frecuente y útil, si la idea es generar descripciones basadas en marcos referenciales reconocibles. No obstante, los patrones y comportamientos de las variables mecánicas y fisiológicas que sirven de parámetro, en el caso de la disfunción son dictados por factores e influencias que están fuera del alcance de las determinantes visibles en la marcha normal. Las relaciones e interacciones establecidas (y preferidas por la integración y adaptación funcional a los objetivos del gesto motor) son de otra índole. Es cierto que coexisten las mismas leyes de la física y biología aplicables a los parámetros de referencia, pero asimismo su comportamiento varía producto de otras influencias, en donde la naturaleza y perfil de tal interacción conformarán los patrones observables. Para tensionar más este punto clave, según la lógica tradicional deberíamos aceptar que los patrones normales conforman el eje orientador de los objetivos a considerar en un tratamiento. Lo que resulta de esto es que la marcha de un niño distrófico, por ejemplo, será estudiada bajo el alero de un modelo errático que contradice la evolución particular de estos enfermos. Al respecto basta pensar en niños con las siguientes condiciones clínicas: diplejia espástica (estacionaria respecto al deterioro primario, variable en cuanto al compromiso motor); displasia de cadera tratada (regresiva en cuanto al deterioro primario y UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 pág. 63 también respecto al compromiso motor); enfermedad neuromuscular (progresiva respecto al deterioro primario y compromiso motor) infecciones respiratorias en pulmones dañados y con restricciones para los desplazamientos en las actividades de la vida diaria (sobrecarga variable sobre deterioro primario). En tales condiciones, ¿qué sucede con los patrones motores de la marcha? ¿Es útil cimentar el estudio y comprensión de dichos fenómenos de acuerdo al marco referencial que ofrece la marcha normal? Si es así, en pos de una rigurosa descripción de los mismos, ¿es suficiente disponer exclusivamente de las descripciones generadas de acuerdo a las brechas observables con relación a la normalidad? El supuesto básico de que para entender lo anormal primero es necesario conocer lo normal, es atendible como aproximación primaria, mas no como enfoque distintivo y profundo del estudio de la disfunción. Nuestra visión es que tal modelo descriptivo y por tanto de estudio de la disfunción del movimiento es restrictivo y muchas veces, lisa y llanamente, una batalla perdida. Identificar y describir lo específico de las interacciones de la marcha en disfunción es una tarea que se facilita con nomenclatura y variables estándar, pero no al punto de reducir el fenómeno en sí mismo a una versión modificada de la marcha considerada normal. Mientras más se distancian los patrones o tendencias de las variables entre un acto motor normal y otro en disfunción, mayor será la pérdida de la capacidad predictiva o explicativa de las interpretaciones cimentadas exclusivamente en el movimiento normal. Adicionalmente existe un hecho que tiene gran valor a la hora de establecer diferencias en los enfoques de estudio. En la práctica profesional en terapia física es sabido que existe un número ilimitado de condiciones clínicas de carácter permanente, o situaciones asintomáticas pero con desbalances mecánicos y fisiológicos de carácter crónico, en los cuales no es razonable presumir que ciertos parámetros útiles para definir un movimiento normal, puedan servir de indicadores terapéuticos o pronósticos. Sin ánimo de redundar, es fácil comprender que este puede ser el caso, por ejemplo, de un niño con diplejia espática. En este caso no sirve basarse en los patrones descritos como normales, pues su particularidad seguirá tendencias que no se enmarcan en la normalidad, sino en fenómenos que sólo se pueden comprender en base al estudio detallado de ese tipo de disfunción del movimiento. Volviendo al terreno clínico y de intervención: ¡acaso algún terapeuta convencerá a los padres y al niño de que su objetivo es llevarlo a obtener patrones de marcha normal¡ La disfunción del movimiento efectivamente puede ser abordado como un pág. 64 UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 fenómeno sistémico, pero si optamos por definir la marcha normal como de tipo M (MARCHA NORMAL), sería una ligereza descriptiva signar la marcha anormal como M’, porque entonces la riqueza y variedad observable en esta última queda reducida a una apóstrofe, en circunstancias de que se trata de un fenómeno complejo y particular. Siguiendo la lógica algebraica, sugerimos la opción de señalarla como MB para el niño diplégico; MC, para el niño con enfermedad neuromuscular y así sucesivamente. En este punto podríamos afirmar que, vista así las cosas, la kinesiología más que abrir ventanas muchas veces puede cerrarlas si el desafío consiste en estudiar y comprender la disfunción del movimiento. Tal cual existe riqueza y diversidad infinita en los análisis y descripciones propias de las ciencias de movimiento o kinesiología, lo mismo se puede esperar si aplicamos modelos específicos de estudio para la disfunción del movimiento. El movimiento en personas con deterioros, limitaciones funcionales o discapacidades, no puede convertirse en un color desteñido de la variedad cromática ofrecida por el estudio del movimiento normal. Estudio de la disfunción del Movimiento: potencial de la Patokinesiología Las profesiones del área de la salud aspiran legítimamente a contar con una filosofía particular, una cosmovisión que sea factible de convertirse en una teoría propia, una herramienta que fortalece la identidad. Se afirma además que una teoría de este tipo entrega la posibilidad de conceptualizar fenómenos complejos desde una perspectiva que facilita el estudio y discusión de los temas de interés. En la kinesiterapia el modelo Patokinético propuesto por Hislop (1975) representa una cosmovisión de nuestra actividad que puede ser clasificado como una Gran Teoría (6), en la medida de que es capaz de aportar una amplia conceptualización de los tópicos que interesan a una práctica determinada (8, 9, 10, 11, 12, 13 y 14). Así, cuando Hislop señala que el modelo de análisis de la Patokinesiología representa una base estructural de la Kinesiterapia, está pensando en el futuro de las ciencias clínicas de nuestra profesión; está pensando en aumentar nuestro cuerpo de conocimiento respecto a la disfunción del movimiento. La definición original se resume como sigue : “… La Patokinesiología es la ciencia clínica distintiva de la terapia física. Es el estudio de la anatomía y fisiología según cómo se relacionan con el movimiento anormal. Esto representa una base teórica amplia suficiente para ofrecer una explicación racional a los desórdenes del movimiento humano...” (HISLOP, 1975). UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 pág. 65 Para modelar el análisis, Hislop establece una jerarquía de niveles de alteración del movimiento normal que funciona como un circuito de interacciones bidireccionales, desde niveles “inferiores”, el celular, hasta los “superiores”, la familia (figura 1). Aquí se expresa la intención de conocer y comprender qué aspectos biofísicos y psicosociales definen un gesto motor disfuncional y específico. Por su parte las enfermedades e injurias son accidentes que alteran una cierta homeostasia biofísica y motora (un buen equilibrio entre rendimiento individual, costo biomecánico y eficiencia energética). Figura 1: Jerarquía de niveles potencialmente afectados por la disfunción del movimiento (5). El fundamento del Modelo Patokinético se amplía en sus definiciones según los siguientes componentes: • La Estructura que posee la Kinesiterapia en tanto profesión ligada a la salud. • La Jerarquía de los sistemas involucrados para analizar la Disfunción Motora en los distintos dominios constituyentes (desde la célula hasta la persona en su medio social). • Los Propósitos asignados a la terapia física, en tanto actividad profesional con objetivos comunitarios. pág. 66 UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 En este contexto se identifica convenientemente las ciencias que dan soporte al modelo jerárquico de los sistemas, a saber: célula-biología; tejido-histología; órganos-anatomía; sistema-fisiología; persona-psicología; familia-antropología. Si bien este es un punto de partida, dada la indudable relación binaria así definida, es pertinente avanzar hacia un método que profundiza las particularidades del modelo. En este sentido es útil hacer la diferencia entre el aporte sustancialmente distinto que proviene por ejemplo, de la fisiología v/s la fisiopatología; de la fisiología del ejercicio v/s la fisiología del ejercicio clínico; de la biomecánica v/s la patomecánica del aparato locomotor. Todo lo anterior se entiende si enfatizamos la idea de que el objetivo primario de la patokinesiología es servir de modelo epistemológico para desarrollar las ciencias clínicas de la terapia física, convirtiéndose en una base analítica, crítica e interpretativa de la creación y renovación de nuestro cuerpo de conocimientos. En términos científicos, constituye la mediación entre preguntas de investigación y métodos que permiten encontrar las respuestas. Patomecánica: descripción del desbalance La disfunción del movimiento naturalmente implica la existencia de un desbalance. ¿Cuáles son las características del mismo? Su comportamiento y dinamismo, son atributos que podrían ser descritos a través de un modelo pertinente con implicancias prácticas. Así como la patokinesiología representa un esquema que materializa coherentemente la opción de modelar el estudio de la disfunción del movimiento, existe también la necesidad de caracterizar operacionalmente este fenómeno en contextos propios de la praxis de la actividad profesional de la terapia de física o kinesiterapia; más específicamente, propio de las descripciones que requiere las ciencias clínicas de la profesión. Escobar y Col. (2000) inauguran dicha conceptualización como medio de análisis de la información aportada por una herramienta clínica dirigida a evaluar la condición ventilatoria de niños hospitalizados por cuadros respiratorios. Es decir, aplicando el esquema patomecánico se analizó el perfil e implicancia clínica de un tipo especial de disfunción del movimiento en un contexto específico. ¿En qué consiste el modelo patomecánico? En primer lugar debemos reforzar la idea de que es un modelo de “análisis del desbalance” vinculado a un estado de disfunción del movimiento. Como ya se anotó, dicha interrelación es inherente al fenómeno mismo. Su propósito básico es, por tanto, caracterizar el desbalance para facilitar su comprensión respecto a UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 pág. 67 componentes, evolución y consecuencias. Los términos usados en el modelo patomecánico nacen de la visión mecánica del equilibrio que muestran los sistemas biológicos y fisiológicos. En este sentido, el análisis patomecánico tiene su punto de inicio en la descompensación que impone un fenómeno fisiopatológico determinado. En esta lógica aparecen los conceptos consensuados de carga, traductor y asistencia. Es una analogía con el equilibrio (o desequilibrio) observado en una palanca de tercer orden definida por la mecánica clásica (figura 2). Su contraparte, el movimiento humano normal, se encontrará en equilibrio si la operación algebraica igual a cargas menos las asistencias expresan un valor cero, vale decir de “normalidad”. Luego, con el propósito de analizar el desbalance implicado en la disfunción del movimiento definimos dichos componentes de la siguiente forma: • Carga: fenómeno de carácter ocasional o permanente, que altera el balance funcional de un nivel, generando como consecuencia una sobrecarga presente o potencial. Esta definición se orienta a caracterizar los obstáculos que aumentan el “costo de mantención” del sistema. Esto implica que se utilizará la reserva que habitualmente muestran los sistemas frente a situaciones de mayor demanda, en este caso impuestas por la presencia de la disfunción del movimiento. Debemos agregar que la carga nos habla de aquello que impulsa la existencia del desbalance y que se describe según un cierto nivel (o niveles) afectados de acuerdo a las jerarquías descritas en el esquema patokinético de Hislop. • Asistencia: representa los ajustes internos o soportes externos frente al desbalance generado por la carga. Por tanto hablamos de respuestas o adaptaciones de los sistemas o la presencia de intervenciones dirigidas a compensar o al menos estabilizar el desequilibrio. El resultado será la producción del movimiento a pesar de la existencia de la carga, pero con parámetros distintos a los apreciados en condiciones de normalidad. • Traductor: son aquellas variables o fenómenos que hacen visible para el clínico la situación de disfunción. Por tanto son entendidos como los “sensores” del desbalance implicado en la disfunción del movimiento. pág. 68 UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 Figura 2: modelo patomecánico de análisis del desbalance generado por una disfunción del movimiento. C: carga; A: asistencia; T: traductor. Así por ejemplo, si un niño presenta un evento de crisis asmática y nos situamos en los fenómenos titulares implicados en este contexto clínico, al aplicar el análisis patomecánico es posible describir lo siguiente: •Carga: broncoespasmo como evento sostenedor del desbalance tisular de la pared de la vía aérea, •Traductor: sibilancias (a la auscultación o audibles) ya que permite poner en evidencia clínica el fenómeno y •Asistencia: terapia broncodilatadora, que es una medida específica para resolver este tipo de desbalance. Si consideramos ahora el caso de inmovilización prolongada por yeso y nos situamos en fenómenos a nivel de sistema muscular, patomecánicamente podemos describir: •Carga: debilidad muscular porque da cuenta de un desbalance en la función de este sistema, •Traductor: FIM, 1 RM, etc., que son métodos para medir la cualidad fuerza máxima muscular, y por tanto pueden dar cuenta de debilidad muscular y •Asistencia, reforzamiento muscular como medida específica para resolver la debilidad muscular. UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 pág. 69 Conclusiones Planteamos que las ciencias clínicas de la terapia física requieren de modelos de estudio particulares que faciliten la producción de conocimiento relativo a las disfunciones del movimiento. Se hace notar las limitaciones que presenta la kinesiología como ciencia del movimiento normal cuando se extrapolan automáticamente sus parámetros en el caso de abordar el estudio de disfunciones del movimiento derivadas de diversas enfermedades o condiciones clínicas. Creemos que es pertinente resaltar las potencialidades que ofrece la patokinesiología como modelo de razonamiento para describir, analizar y comprender las complejidades implicadas en las disfunción del movimiento y, por su parte, la utilidad del modelo patomecánico para operacionalizar análisis clínicos específicos, propios de la práctica kinésica, con el objeto de visualizar el desbalance generado por la disfunción del movimiento, así como herramientas clínicas para su detección y solución. A nuestro juicio, tanto la patokinesiología como el análisis patomecánico representan recursos que posibilitan el enriquecimiento de las descripciones de las disfunciones del movimiento que enfrentamos en la práctica diaria. Tienen la ventaja de ser métodos constituidos por un lenguaje propio, enfocados a las necesidades específicas de nuestra profesión y que proponemos como medio de desarrollo de las ciencias clínicas de la terapia física. Bibliografía López A. Dilemas de la profesión: espejos y espejismos. Editorial. Revista Kinesiología N°64, 2001. WCPT. Definiciones oficiales de la World Confederation of Physical Therapy. En:www.wcpt.org.Consulta: Julio de 2006. Sahrmann S. Moving precisely? Or taking the path of least resistence? TwentyNinth MaryMcMillan Lecture. Physical Therapy 7: 1208-1218, 1998. Hall C. Patient management (Cap. 2,pag.20). En: Therapeutic exercise. Moving towardfunction. Lippincot Williams & Wilkins, Philadelphia, USA, 1999. pág. 70 UCMaule - Revista Académica N°34 -Septiembre 2008 Hislop H. The not-so impossible dream. Tenth Mary McMillan Lecture. Physical Therapy 10:1069-1080, 1975. Domholdt E. Theory in physical therapy research. 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