Palacio Iturregui

May 11, 2018 | Author: Fernanda Ágreda Rumiche | Category: Nobility, Peru, Lima


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PorMiguel Adolfo Vega Cárdenas Carlos Alberto Vega Cárdenas El Solar y Casa de los marqueses de Bellavista. En el solar de esquina en que hoy se encuentra edificado El Palacio de Iturregui, sede del Club Central de Trujillo, estuvo ubicada, desde el siglo XVIII, la casa familiar de los marqueses de Bellavista don José Muñoz Bernaldo de Quiroz y doña María Francisca Solano de Santoyo y Huerta, su esposa. Virreinal mansión trujillana del siglo XVII de los Huerta y Zubiate que perduró hasta el año 1841 en que fue vendida, en estado de ruina, por el último marqués de Bellavista, don Manuel Cavero y Muñoz, al coronel del Ejercito Peruano don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte. La marquesa de Bellavista había heredado la casa de sus padres el General don Manuel de Santoyo y Pimentel, caballero de la Orden de Santiago, natural de la villa de Carrión de los Condes en Castilla la Vieja, y de doña María de la Huerta y Zubiate, natural de la ciudad de Trujillo del Perú, nieta del capitán don Felipe de la Huerta, caballero de la Orden de Calatrava y de doña Magdalena de Zubiate. Formó parte de la herencia materna de esta acaudalada matrona trujillana, la hacienda de Sinsimache y aumentaron sus bienes la hacienda y trapiche azucarero de Tomabal y la hacienda de San Juan que heredó de su tío carnal el capitán don Francisco de la Huerta y Zubiate y las haciendas Santa Elena y San Ildefonso -"alias El Tambo"- que heredó de su tía carnal doña Magdalena de la Huerta y Zubiate, esposa del gobernador maestre de campo don Martín de la Pucheta, caballero del Orden de Santiago. Las cuatro haciendas estuvieron ubicadas en el valle de Virú. El antiguo marqués de Bellavista fue natural de la ciudad de Concepción en Chile, avecindándose en Trujillo a mediados del siglo XVIII, desempeñándose como alcalde ordinario y más tarde como Corregidor y Justicia Mayor de Trujillo y su Jurisdicción. Por su parte, el marqués fue dueño y poseedor de las haciendas de Buena Vista y Guadalupe o Tambo Real; convirtiéndose en los hacendados mas poderosos de los valles de Virú, Chao y Santa. Asimismo, tuvieron en propiedad el “Molino de la Pinto”, ubicado a extramuros de la ciudad de Trujillo y conocido hasta hoy como “El Molino Hoyle. A pocos años de haber contraído matrimonio, solicitó a la Corte Titular de España el Titulo Nobiliario de Castilla con la denominación de marqués de Bellavista, para si y para su esposa doña María Francisca Solano, merced Real que le fue concedida a consecuencia de haber hecho constar en el Concejo Real de Cámara, las cualidades que concurrían en sus personas, como consta en la Cédula Real expedida por Felipe V de España en San Ildefonso el ano 1744: “Por cuanto atendiendo a las circunstancias, distinguida calidad y méritos de vos don Josef Muñoz Bernaldo de Quiroz, Marqués de Bellavista, he venido en haceros merced del Titulo de Castilla libre de lansas y media annata. perpetuamente para vos, vuestros hijos y sucesores: Por tanto he mandado por Decreto expedido en mi Concejo de Cámara que acudiéndose a el por vos o por vuestros apoderados con esta mi cedula original, en la cual ha de poner de su misma mano vuestro nombre mi Virrey del Perú, despache la correspondiente para que gozeis del referido Titulo de Castilla en la conformidad expresada y con la denominación de marqués o conde que eligiereis. Dada en San Ildefonso a dos de agosto de 1744". YO EL REY A 25,000 pesos ascendió el desembolso que hicieron los marqueses por el Título de castilla a favor de la Corona Española, provenientes de los censos impuestos sobre sus haciendas Santa Elena, Tomabal, San Ildefonso y Bellavista. El solar de esquina que ocupó la casa de los marqueses de Bellavista, tuvo excelente ubicación dentro de la traza fundacional de la ciudad, pues su portada se abría a sólo dos cuadras de la plaza mayor, y daba a la "Calle del mirador de Santa Clara" —actual sexta cuadra de la calle Francisco Pizarro-; su amplia huerta dio hasta la actual calle Bolívar, por su costado izquierdo lindó con la actual calle Junín, y por su costado derecho, con la esplendida casa en donde se establecieron Las Cajas Reales. A la antigua calle del Mirador de santa Clara en la que estuvo ubicada la casa se la conoció comúnmente por esos años como "calle de los marqueses de Bellavista". Durante su matrimonio compraron las haciendas serranas de Chota y Motil, signadas en la provincia de Huamachuco, haciendas que se vendieron por bienes de los Jesuitas expatriados de la Compañía de Jesús de Trujillo. Cabe anotar que la marquesa dio coma parte de pago de una antigua deuda heredada, a las Carmelitas descalzas de Trujillo, una campana grande que saco de su hacienda y trapiche de Tomabal y que fue colocada en la iglesia de ese Monasterio. La marquesa de Bellavista heredo de la Reverenda madre "Sor Catalina Bazarrate, Moncada Galindo, Aranguren y Zubiate", religiosa profesa de velo negro en el monasterio de Santa María de Gracia de Santa Clara la Real, "el Señorío de Chichotegui y el vínculo que en la mitad primera de la Casa y Cacería de Zubiate, en la décima parte de la Herrería y Molinos de Vedia, en la cuarta parte del Sol de Fardo y asientos y sepulturas en la Ante Iglesia de Lemona, que en el señorío de Vizcaya fundo en 1600, el escribano del Rey don Juan de Zubiate". Los señores marqueses de Bellavista tuvieron por hijas legítimas a doña María Josefa, esposa del General Domingo Cavero, Céspedes, Espinosa y Mendoza y a doña Ángela Josefa, esposa del General José Álvaro Cavero y Taboada, coronel de los Reales Ejércitos y sub delegado de la provincia de Cajatambo. El año de 1790 falleció en Trujillo la señora doña "Maria Francisca Solano Jacoba Santoyo Pimentel Colmenares Huerta, Cueto Llaguno Gil, Carranza, Callejo, Zubiate Ibáñez de Arrate, Barrueta, Durandio, Chichotegui, Bazán de Avendaño, Villalobos y Anchulueta", primera marquesa de Bellavista. Así la mencionan los documentos. Sus restos fueron sepultados en la iglesia del Convento de San Francisco, lugar donde descansaban todos sus antepasados, los de la Huerta y Zubiate. Heredaron sus bienes sus dos únicas hijas. La antigua casa de los marqueses de Bellavista y el Título Nobiliario Castellano pasaron a propiedad de la señora doña "María Josefa Isabel Gregoria Muñoz Bernaldo de Quiroz, Santoyo Pimentel Huerta y Zubiate", Segunda Marquesa de Bellavista, en virtud del traspaso que de ambas propiedades le hizo su hermana doña Ángela Josefa. Para tal fin tuvo que abonar 12,500 pesos correspondientes a la mitad del valor del título heredado por las dos señoras. La antigua casa de la calle del mirador de Santa Clara fue tasada extrajudicialmente para dividir su valor y reponer con otras propiedades la acción hereditaria perteneciente a doña Ángela Josefa, como se menciona en el documento de traspaso de casa que otorgó a su hermana doña María Josefa, parte del cual se trascribe para una mejor ilustración: "... y de la mitad del valor de una casa que quedó entre los bienes indivisos y por partir que fueron de la señora marquesa de Bellavista, nuestra madre difunta, sita en la traza de esta ciudad en la calle que va de la Merced a la plazuela de la caja del agua y hace esquina con el mirador del Real Monasterio de Santa Clara, y la mitad que me corresponde en el valor de ella se lo cedo y traspaso a dicha señora doña María Josefa, mi hermana, por hallarme satisfecha por lo que en esta razón me corresponde, en otras especies de la testamentaria y no poder dividir la expresada casa, atento a que extrajudicialmente se ha tasado y apreciado lo que en su mitad corresponde. me hallo legítimamente compensada (..........................)". Tasación de la casa de la señora marquesa de Bellavista. "Decimos los dos yo, Evaristo Noriega, maestro mayor de carpintería, y José Mauricio de Cáceres, maestro mayor de alarife, que mi señora doña Josefa Muñoz y Santoyo, marquesa de Bellavista, nos mandó que entre ambos diéramos el valor, poco más o menos, que podía valer su casa y habiéndola visto le dijimos a dicha señora marquesa que valía la casa más de 9,000 pesos, y por ser verdad, juramos por esta señal de la Cruz + valer dicha casa más de los 9,000 pesos y porque es verdad lo que llevamos dicho firmamos esta boleta que hemos hecho según nuestro leal saber y entender, en esta ciudad de Trujillo, a los 16 días del mes de junio de 1791. Evaristo Noriega - José Mauricio de Cáceres" La Marquesa de Bellavista, doña María Josefa, tuvo por hijos legitimes a doña María Isabel y a don Manuel Cavero y Muñoz. A su muerte ocurrida en 1795, heredó la antigua casa y solar, su hija dona María Isabel Cavero y Muñoz, y el Titulo Nobiliario de Castilla pasó a propiedad de su hijo don Manuel Cavero y Muñoz, último marqués de Bellavista. El nuevo marqués pasó a vivir en su casa de la esquina de San Agustín, y por muerte de su hermana, heredó la antigua casa familiar que hacia esquina con el mirador de Santa Clara, que por más de una centuria había albergado a una de las cuatro familias trujillanas poseedoras de Título Nobiliario concedido por la Corona Española a tan nobles y fieles súbditos, vecinos de la ciudad de Trujillo del Perú, en reconocimiento a sus méritos y en agradecimiento a los servicios prestados por sus antepasados los conquistadores, fundadores y primeros vecinos de la ciudad. El año 1841, el patriota ex-marqués de Bellavista, don Manuel Cavero y Muñoz, primer alcalde republicano que tuvo esta ciudad, vendió la casa que se termina de historiar al prócer lambayecano de la Independencia Nacional, coronel Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte. Don Juan Manuel Iturregui y Aguilarte edificador del Palacio de Iturregui. El patio principal del Palacio Iturregui En el opulento pueblo de Lambayeque, el 17 de abril de 1795, el matrimonio conformado por don Juan Antonio de Iturregui y Arraiz y doña Catalina de Aguilarte Vélez, celebró el nacimiento de su primogénito a quien dos días después bautizaron con el nombre de Juan Manuel Aniceto. Allí en la más grande de las ciudades de esa región norteña pasó su niñez el futuro militar, político, diplomático y prócer de la Independencia Nacional; rodeado de gente acaudalada poseedora de hermosas casas virreinales que hasta hoy evocan su pasada grandeza y de un pueblo devoto que tenia, además de una suntuosa Iglesia Matriz, cuatro capillas con sus respectivos curas que impartían la doctrina cristiana con distinción de feligreses, sin confusión de castas y en un bien establecido orden: la capilla de Santa Lucia, San Pedro, Santa catalina y San Roque. Juan Antonio de Iturregui y Arraiz fue natural de la Villa de Saraus provincia de Guipúzcoa en el reino de Vizcaya e hijo de don Pedro de Iturregui y de doña María de Arraiz. Procedente de Cádiz había llegado al Perú el año de 1777, pasando luego a establecerse en el floreciente pueblo de Lambayeque, obteniendo pronto en el comercio de la provincia una ventajosa situaci6n social y económica. El año 1782 casó en Lambayeque con doña Catalina de Aguilarte Vélez, hija de don Manuel de Aguilarte y de doña Evarista Vélez, vecinos del rico pueblo. Los Iturregui son Vascos de Guipúzcoa, que fue siempre considerada, al igual de Vizcaya, como un solar de nobleza. Las Juntas Generales de Cestona de 1527, para conservar la secular Hidalguía de los guipuzcoanos, establecieron que ninguno que no fuese hidalgo podía ser vecino de ningún pueblo de la Provincia, y que cuando llegase algún forastero que no fuese hidalgo se le expulsase del pueblo guipuzcoano. Toda sentencia favorable de hidalguía expedida por un Tribunal Competente, debía someterse, además, a la aprobación de la junta General de Guipúzcoa. Don Juan Antonio de Iturregui y Arraiz lucia en su escudo de armas: por Iturregui, en campo de plata un losange de sinople, cargado de una torre de oro y acompañado de cuatro armiños de sable, uno en cada ángulo del escudo; bordadura de gules, con ocho aspas de oro. Catalina de Aguilarte Vélez fue una acaudalada dama lambayecana, dueña de La Tina nombrada Santa Rita de Pololo, ubicada al sur y a dos millas de Lambayeque —hoy Cooperativa Cahuide-, Tina dedicada al beneficio de jabón y cordobanes, industria principal de la región que tanta fortuna dio a los vecinos de esa calida tierra, empeñados en esa lucrativa producción. En los inmensos y pintorescos bosques lambayecanos de algarrobos, alimentados de sus frutos, se criaban y engordaban abundantes rebaños de ganado cabrio procedente de Piura, de cuyo sebo se fabricó muy buen jabón, y de sus pellejos se adobaron cordobanes -cabriti1la-; pues sólo en Lambayeque se mataban hasta 60,000 cabras al año. La casa familiar de los acaudalados señores de Iturregui y Aguilarte estuvo ubicada en la Plaza Mayor de Lambayeque. Allí creció el niño Juan Manuel al lado de sus dos hermanos: Juan Ignacio y María Josefa. El prestigio de tan noble y poderosa familia lambayecana, fue reconocido en Centro América, especialmente en Jamaica, lugar que abastecían con los productos de sus Tina, y del que mas tarde el joven Juan Manuel regreso afiliado a las Logias Revolucionarias allí existentes. Hijosdalgos de solar conocido, arreglada conducta y crecido caudal, los jóvenes Iturregui pronto estuvieron en edad de salir de su tierra para cursar estudios superiores. En julio de 1809, don Juan Antonio de Iturregui y Arraiz llevó a sus dos hijos varones a la ciudad de Trujillo, con intención de hacerlos ingresar en el Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo. Juan Manuel contaba para ese entonces con 14 años de edad. Al día siguiente de la llegada de los Iturregui a Trujillo, llegó doña Catalina, procedente de Lambayeque, portando un caudal que ascendía a 37,000 pesos, y tras un cambio de idea familiar y el respectivo consentimiento del Cabildo Civil y Eclesiástico, emprendió viaje a la ciudad de Lima llevando consigo a sus dos menores hijos. Gran honor para el colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo hubiera significado el contar con la presencia histórica de dos jóvenes lambayecanos que tanto ofrecieron a esta patria. En Lima, Juan Manuel ingreso al Real Convictorio de San Carlos, colegio limeño de moda, en el que para matricularse, los jóvenes aspirantes tenían que probar legitimidad y limpieza de sangre. En los claustros carolinos se educó lo mas granado de los círculos sociales virreinales, saliendo de allí lo más representativo de la intelectualidad y patriotismo; allí, Juan Manuel adquirió el convencimiento de que el Perú se encontraba en estado de independizarse de la Corona Española. En 1816, Juan Manuel se inicio en el Rito Escocés. En 1817 murió en Lambayeque don Juan Antonio de Iturregui y Arraiz, razón por la cual el joven Iturregui tuvo que regresar a su tierra natal. Al año siguiente, su hermana dona María Josefa a de Iturregui y Aguilarte, profesó de religiosa de velo negro en el Monasterio de nuestra señora del Carmen de Trujillo, en cuya clausura pasó su vida; razón por la cual su madre doña Catalina de Aguilarte Vélez impuso a favor de su Tina nombrada Santa Rita de Pololó un capital de 5,000 pesos, cuyos réditos se deberían cumplir semestralmente o anualmente a favor de Sor Maria Josefa del Carmen Iturregui, Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte regreso a Lambayeque en 1818; al año siguiente viajó a Jamaica y gracias a su identificación Masónica y con la ayuda de las Logias allí existentes pudo adquirir armas que trajo secretamente a Lambayeque, poniéndolas a disposición de la causa emancipadora, consiguiendo autorizaci6n para fundar logias Lautaricas. A su retorno en 1819, levantó columnas a la Logia White Star, la que funciono unas veces en su casa de la plaza mayor de Lambayeque, otras en su Tina de Santa Rita de Pololó, así como en la casa Monjoy, según se dice, conocida hasta hoy como la "Casa de la Logia". Los hermanos Iturregui y Aguilarte al lado de los patriotas lambayecanos Pascual Saco y Oliveros, Pedro Antonio López Vidaurre y Melchor Sevilla, tuvieron importante y definitivo desempeño en los azarosos días que precedieron a la Jura de la Independencia Lambayecana en 1820 y que culmino en 1821 con la Jura de la Independencia Nacional. El aumento de la producci6n de jabón y cordobanes en Lambayeque iniciada desde mediados del siglo XVIII, debido fundamentalmente a la inseguridad que produjo las fuertes variaciones del precio del azúcar, había generado una bonanza económica en esa región norteña convertida por esas circunstancias en zona agrícola ganadera, tanto así que al finalizar el siglo XVIII, el jabón lambayecano se impuso al piurano al considerársele de mejor calidad; y dada la gran demanda, a partir de 1800 los precios fueron en aumento. Lambayeque abasteció de jabones y cordobanes a Cajamarca, Cajamarquilla, Chachapoyas, Huamachuco, Cajabamba, Santiago de Chuco, Guaylillas, Chota y Hualgayoc, en lo que a mercado regional se refería; así como a Panamá y Guayaquil, en lo internacional; Lima fue el mercado principal que disputó con Piura hasta imponerse definitivamente. Cabe anotar que acontecimientos debidos a la gesta emancipadora no afectaron el comercio de jabón. En 1823, doña Catalina de Aguilarte Vélez dio en alquiler su Tina Santa Rita de Pololó, a su hijo Juan Manuel de Iturregui; al respecto resulta muy interesante la cláusula 18 del testamento otorgado en 1834 en Trujillo por la mencionada señora: "Item declaro que cuando mi hijo don Juan Manuel tomó en arrendamiento mi Tina en el año de mil ochocientos veinte y tres, le entregue junto con el la cantidad de veinte mil pesos. A cuenta de esta suma, he recibido las cantidades siguientes: trece mil setecientos treinta y dos pesos dos reales que me entregó Valentín Aguilarte -dos mil setecientos setenta pesos que igualmente me entrego dicho Valentín en ciento treinta y ocho quintales cuarenta y nueve libras de jabón al precio de veinte pesos quintal - cinco mil trescientos ochenta y cinco pesos que me fueron entregados por don Melchor Sevilla en varias partidas - y trescientos un pesos cinco y medio reales que me ha entregado más el predicho Valentín Aguilarte en la cuenta relativa al arrendamiento de mi Tina, pues dicho arrendamiento a razón de mil quinientos pesos anuales importa en tres años siete meses que ha debido pagarme, cinco mil trescientos setenta y cinco pesos, y el me ha entregado cinco mil seiscientos setenta y seis pesos cinco y medio reales como consta de la cuenta que me presentó fecha en Lambayeque a veinte y tres de septiembre de mil ochocientos veinte y nueve. Reunidas estas cantidades, resulta que he recibido de mi hijo don Juan Manuel, veinte y dos mil ciento ochenta y ocho pesos siete y medio reales, y que por consiguiente hay un alcance a su favor de dos mil ciento ochenta y ocho pesos siete y medio reales. De esta cantidad deben rebajarse novecientos pesos que yo entregue por su cuenta y bajo de recibo al Sr. Dr. Gaspar Nieto Polo, lo que recluse el alcance (...) doscientos ochenta y ocho pesos siete y medio reales, los mismos que se satisfarán de mis bienes. También se le satisfarán los gastos racionales que haya hecho, con motivo del viaje de su hermano don José Ignacio a Europa, su permanencia allí y regreso al Perú, pues yo me obligue a satisfacerle dichos gustos. así lo declaro para que conste". En febrero de 1821, el Marques de Torre Tagle expresaba en carta dirigida a San Martin: "El comportamiento de Casos en la época presente me obliga a recomendarlo a UD. de oficio. Digan lo que quieran, el cumple las órdenes que le imparto, y las remesas de gente y numerario de Lambayeque son debidas a su actividad y a la de Jon Juan Manuel Iturregui, cuyo merito desearía tuviere UD. en consideración, pues a más de sus muchos servicios personales ha franqueado de empréstito voluntario, o del modo que se le quiera admitir, la cantidad íntegra de jabón que transporta la "Emprendedora". Juan Manuel de Iturregui fue dueño de las haciendas nombradas Hiscuelas, situadas en términos del pueblo de Olmos y la de Capote, en Lambayeque. En 1823, Riva Agüero nombró a Iturregui como encargado de Negocios del Perú en Chile y Argentina, posteriormente en 1826, el Libertador Simón Bolívar le nombró encargado de Negocios del Perú en Londres, importante cargo político que desempeño en el reino que tanto había hecho a favor de la emancipación americana; en 1830 culmino su labor diplomática. En Europa permaneció hasta 1834, allí visito al General San Martin, oficiando de testigo en la boda de la hija del General Argentino. De regreso al Perú decidió residir en la ciudad de Trujillo; Lambayeque su tierra natal no se recuperó de la inundación que sufriera en 1828 por las aguas del río de su nombre, malestar que se agudizó con el surgimiento de Chiclayo y que desde entonces definieron la situación de ambos pueblos norteños. En marzo de 1834, después de residir por muchos años en Trujillo, falleció su madre la acaudalada matrona lambayecana doña Catalina de Aguilarte Vélez. Heredaron su fortuna sus tres únicos hijos; Juan Manuel, José Ignacio y Sor María Josefa del Carmen de Iturregui y Aguilarte. EI 24 de abril de 1834, el poderoso comerciante lambayecano don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, contrajo matrimonio, en esta ciudad de Trujillo, con la dama trujillana doña Manuela González Sáenz de Tejada y Martínez de Pinillos, hija legitima del acaudalado español Alfonso González Sáenz de Tejada y de la dama trujillana doña María Rosa Martínez de Pinillos y Cacho. Don Alfonso fue hijo legítimo de don Juan Francisco González de Segura y de doña María Sáenz de Tejada y Pinillos, naturales y vecinos que fueron de la villa de Torrecilla de Castilla la Vieja. Doña Rosa María fue hija legítima de don Juan Alejo Martínez de Pinillos y de la señora Cacho Lavalle y Cortes. La esposa de Iturregui fue sobrina de la esposa del Gran Mariscal don Luís José de Orbegoso y Moncada, doña Maria Josefa Martínez de Pinillos y Cacho. Doña Manuela González Sáenz de Tejada y Martínez de Pinillos recibió de su padre en calidad de dote matrimonial la cantidad de 12,000 pesos, en dinero, alhajas, otros efectos y la casa que lindaba con la de sus padres. Don Alfonso González Sáenz de Tejada vivió frente al Palacio de Iturregui, en la esquina formada por las actuales calles de Francisco Pizarro y Junín. Establecido Iturregui en Trujillo se dedicó a la compra de céntricas propiedades urbanas, la mayor parte de ellas en la calle del Comercio y la calle del Arco. En 1838 tomo en hipoteca por un valor de 13,300 pesos las haciendas serranas de Caja bamba y Julián de propiedad de don Pedro de Madalengoitia Sanz de Zarate, antigua propiedad de los marqueses de Casa Dávila. EL PALACIÓ DE ITURREGUI El primero de mayo de 1841, don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte compro la antigua casa de los marquesas de Bellavista, solar de esquina en donde edifico la casa trujillana mas importante del siglo XIX, destinada a albergar a su nueva familia. Detalles del corredor alto del patio principal De sumo interés para la historia del palacio edificado por Iturregui resulta la escritura de venta que otorgo don Manuel Cavero y Muñoz a favor de Iturregui, el documento menciona al detalle la ubicación, linderos, extensión, estado y el valor de la antigua casa familiar de los referidos marqueses: "EI señor don Manuel Cavero y Muñoz , vecino de esta dicha ciudad al que doy fe que conozco, dijo: que por sí y a nombre de sus hijos, herederos sucesores, y de quien de ello los hubiese título, voz y causa en cualquier manera, vende y da en venta real y enajenación perpetua por juro de heredad para siempre jamás al señor don Juan Manuel Iturregui, así mismo de esta vecindad, y a los suyos, una casa sita en la calle denominada de la Merced, que va de la plaza mayor de esta ciudad hacia el estanque del agua, a la segunda cuadra y mano derecha, poniéndose con la acera para dicho estanque, y es la última casa de la dicha cuadra, contando siempre de la casa para el estanque, por lo que forma esquina que viene a estar en línea diagonal con la del mirador de Santa Clara, y tiene su frente hacia la casa y tiendas de don Alfonso González; su costado derecho mirando para dicha casa y tiendas, forma una acera de toda la cuadra y corre hasta llegar, calle por medio, a la casa del señor cura de la Catedral, don Pedro Torres; su costado izquierdo linda primero con la casa que hoy habita la señora doña Teresa Lamas y después con la que posee doña Manuela Urquiaga y su trasera cae a la calle que va línea recta para el convento del Carmen, de manera que la dicha casa tiene una cuadra completa de largo que consta de ciento cuarenta y tres y media varas, y su ancho es de treinta y ocho varas en su testera y cuarenta y nueve y media en su trasera, incluso lo que le toca de medianías; y haciendo cuenta de los ángulos entrantes y salientes que forman las predichas casas con que linda, resulta que contiene en su área seis mil sesenta varas planas cuadradas, la cual le pertenece en posesión y propiedad por la sucesión universal en los bienes de su difunta hermana, doña Isabel Cavero y Muñoz" El tercer patio del Palacio de Iturregui El Coronel Iturregui comenzó inmediatamente la edificación de su nueva casa familiar, hecho que queda claramente comprobado al leer el diario de viaje de un ilustre visitante llamado Hein Rich Witt, quien a su paso por Trujillo apunto el día viernes 6 de mayo de 1842: "Hice compras y varias visitas preparándome para mi partida; mientras estaba donde los Iturregui el me enseño la nueva casa que estaba construyendo, en mi opinión muy grande y esplendida para Trujillo". Witt la considero grande y esplendida es decir la vio edificada, con acabados y muy próxima a su inauguración. Sin lugar a duda, Iturregui trajo de Inglaterra y Francia la concepción de su nueva casa, la que en su aspecto exterior dista mucho de la tradicional fachada de la casa virreinal trujillana. Precedente de Europa es gran parte de sus finos acabados, especialmente los mármoles y cerrajería. Es necesario considerar que para esta época, Trujillo contaba con una antigua escuela de artífices de mucha calidad, que ejercieron como arquitectos, alarifes, albañiles, yeseros, canteros, carpinteros, ensambladores, herreros y cerrajeros; quienes han dejado huella inconfundible de su competencia en las casas trujillanas. En toda esa grandeza arquitectónica don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte quiso perennizar su añoranza a su amada tierra natal Lambayeque; las bellas ventanas voladas de reja, tienen un diseño con coronación de fierro a manera de peineta, que lucen las bellas ventanas lambayecanas. Ventanas voladas con marcada influencia lambayecana El diseño de la planta de la casa de Iturregui sigue las líneas principales de la arquitectura civil trujillana. El zaguán, sus dos amplios patios principales y un tercer patio que ocupa parte de la antigua huerta de los marqueses de Bellavista, tienen una decoración, que en términos generales esta dentro de las características de la casa trujillana. La casa no se construyo en todo el solar; parte de la huerta, la que da a la actual calle Bolívar, se destino a la edificaci6n de tiendas independientes. La casa prontamente terminada, con su imponente y majestuosa fachada de dos pisos, llamo la atención de quienes visitaron Trujillo, nombrándola siempre como a un palacio. El palacio edificado "trasunta evidentemente el espíritu de gran señor que alentaba a don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, que quiso, supo y pudo edificar para vivir una casa amplia, bellísima, suntuosa, aprovechando con inteligente dispendio esos tesoros en que es tan rica y desbordante la atmósfera de Trujillo: el aire y la luz"; así lo expreso José Eulogio Garrido en 1945. El traspatio del Palacio Iturregui Hacia 1844, Iturregui fomento con su fortuna la pequeña y mediana minería liberteña, principalmente en los ricos yacimientos de mineral de Salpo. Este mismo año, don Manuel Menéndez, Presidente del Gobierno peruano nombro a Iturregui Prefecto del Departamento de la Libertad. En 1845, el Presidente Ramón Castilla nombró a Iturregui como Ministro Plenipotenciario de la República Cerca de las Cortes de Europa, cargo político que desempeño en Londres. Antes de emprender viaje con su esposa, dio amplios poderes a su hermano José Ignacio. El 23 de Enero de 1846 otorgó su testamento, nombrando por sus albaceas a su padre político don Alfonso González Sáenz de Tejada y a su hermana la reverenda madre Sor María Josefa del Corazón de Jesús, sub priora del monasterio del Carmen de Trujillo. El Dr. Mateo Paz Soldán, en su obra póstuma Geografía del Perú, publicada en 1862; al describir la ciudad de Trujillo refirió: "Las construcciones de adobe y los techos de madera con una torta de barro endurecido. La plaza es cuadrada. Entre los edificios particulares no debemos pasar en silencio la casa del General Iturregui que es una de las mejores de toda Sud-América. Es un verdadero Palacio". Hacia 1865, el General Iturregui regreso a Europa, recorriendo Francia, Italia, Bélgica y Alemania. El viejo patricio Lambayecano paso sus últimos años en Trujillo del Perú, habitando su magnifico palacio con su esposa doña Manuela González de Iturregui y su único hijo Juan Manuel Claudio Iturregui González; rodeado de amigos y viejos recuerdos. Habían transcurrido 50 años de la Independencia Nacional: la misión del viejo caudillo estaba cumplida; el tiempo había pasado sin borrar recuerdos ni restar gloria a los próceres de la Gesta Emancipadora Peruana. De los viejos tiempos de lucha solo quedaba don Antonio de la Fuente, Bolívar había muerto "frente al Caribe, agitado como su alma por grandes tempestades"; San Martin a quien tanto había querido y socorrido en horas difíciles, había muerto en Francia, A cambio de ello, una nueva República había nacido. En julio de 1871, El General de Brigada don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte decidió asistir a la conmemoración del Cincuentenario de la Independencia Nacional a celebrarse en la Capital„ A fines de Julio enfermo en Lima, falleciendo el día 30 a la edad de 76 años. Sus restos fueron solemnemente sepultados en el Cementerio Presbítero Maestro. De la reacción que produjo en sus contemporáneos el Palacio de Iturregui, da fe la relación que de su visita hace el investigador y viajero norteamericano E. George Squier en 1873: "Encontramos su residencia, en la que también estaban las oficinas de la prefectura, sobre la calle del Comercio, en el corazón mismo de la ciudad, un vasto edificio de dos altos pisos, que dominaba a todas las demás casas de la ciudad. Es de estilo moderno muy ornado y esta constituido alrededor de un patio central, con corredores sostenidos por columnas en cada piso. Al final del patio se ha omitido" el segundo piso y ocupa su lugar una columnata. Su. finalidad consiste en brindar mejor ventilación. Aunque por necesidad ha sido edificado en su mayor parte con los materiales ordinarios de construcción del país, estos han sido empleados con el máximo cuidado y se los ha estucado y pintado al fresco a imitación del mármol. En conjunto, visto desde el exterior o desde el patio, constituye un edificio imponente, y su interior, por su disposición, decoración, arquitectura y mobiliario, armoniza con su exterior suntuoso y justifica probablemente, la distinción que generalmente se le confiere de ser la mejor residencia privada de Sudamérica. En su construcción y adorno no se escatimó nada que el dinero pudiera comprar. Se trajeron obreros y artistas de Italia y Francia y el mobiliario fue confeccionado expresamente para ella en Paris”. La esposa de don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, doña Manuela González Pinillos, falleció en Francia en noviembre de 1879, instituyendo por único heredero a su hijo Juan Manuel Claudio Iturregui González. Por este tiempo se produjo la guerra con Chile, Trujillo fue invadido y el Palacio de Iturregui, objeto del implacable saqueo. El niño Juan Manuel Claudio de Iturregui González Don Juan Manuel Claudio casó en 1891 con su prima, la dama trujillana doña Susana Orbegoso González, hija de don Eloy de Orbegoso Pinillos y doña Rosa González Madalengoitia y hermana de doña Adela de Orbegoso González casada con su primo don Eduardo González Orbegoso. Don Juan Manuel Claudio y dona Susana tuvieron por hijos legitimes a don Juan Manuel Pedro Pablo Ignacio Eloy Cecilio Antonio del Perpetuo Socorro y a doña Susana Rosa Petronila Brígida Rosario Claudia Adela Antonia Maria del Perpetuo Socorro Iturregui y Orbegoso. Juan Manuel Claudio de Iturregui, su esposa Susana de Orbegoso González y sus dos hijos A la muerte de don Juan Manuel Claudio, ocurrida en 1912, heredaron el Palacio sus dos únicos hijos, la señora condesa doña Susana Iturregui y Orbegoso de Potocki, esposa del señor conde don Jeorge Potocki Radzwill, diplomático polaco, residentes en Lima y don Juan Manuel Iturregui y Orbegoso, residente en Paris. Juan Manuel y Susana Iturregui y Orbegoso Por este tiempo el Palacio fue habitado por la familia de don Eduardo González Orbegoso, El comedor de los González Orbegoso cuando ocuparon el Palacio Iturregui Desde 1930, el Club Central de Trujillo ocupó la planta baja, en calidad de arrendatario, del magnifico Palacio Iturregui, gracias a la gestión de su Presidente Sr. Ing. Elio Dalmau Goicochea y a la comisión designada para tal fin, conformada por los señores Juan Dalmau Goicochea, Dr. Manuel Delfín Corcuera y don Manuel Ángel Ganoza Chopitea. Desde 1895 en que fue fundada esta entidad social trujillana, había ocupado los altos del edificio ubicado en la esquina de la plaza mayor formada por las calles Francisco Pizarro y Mariscal de Orbegoso, propiedad del caballero chileno Marcial Acharan. Escalera de entrada del primer local del Club Central El Ingeniero Dalmau. Consiguió los fondos necesarios para restaurar y amoblar el Palacio trujillano, que como consecuencia del aluvión de 1925, se hallaba en lamentable estado y abandono. En 1932, año de la revolución de Trujillo, "se había interceptado despachos de Palacio que daban a conocer que los aviones bombardearían la población en la mañana del 8, y que, desde luego bombardearían de preferencia la prefectura. Ante esta emergencia se consideró prudente trasladar el despacho prefectural a un nuevo local y así se hizo. Se escogió para el efecto el lujoso edificio del Club Central". El 04 de abril de 1973, la "Sociedad Administradora de Inmuebles Santo Domingo", representada por el señor don Stanislas Potocki Iturregui, bisnieto del ilustre prócer lambayecano, vendió el histórico palacio trujillano a la Asociación "Club Central" de Trujillo, representada por los señores Fernando de Orbegoso G., Dr. don Álvaro Canales Ganoza y Cesar Gonzáles Vásquez, Presidente, secretario y tesorero, respectivamente. El Club Central asumió la obligación de preservar y conservar el su magnífico local.
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