Otrova_Gomas_-_La_Miel_del_Alacrán.pdf

May 9, 2018 | Author: cthulhu35 | Category: Heart, Death, Nature, Wellness


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OTROVA GOMASLA MIEL DEL ALACRÁN El diario íntimo de Ché María Gelveströom Ediciones Oox 2007 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Este libro es un cúmulo de secretos. Son algunas de las hojas extraviadas del increíble diario de Ché María Gelveströom que por tantos años se dieron por desaparecidas. En él se narra el extraño mundo de este personaje fascinante que enloqueció durante una noche de insomnio tratando de despejar los caracteres de su verdadera identidad nacional. Lo conocí durante muchos años cuando vivía en el país; pero aunque lo sabía producto de la complicada mezcla amorosa de un margariteño con una sueca, siempre me pareció un ser normal. Fue mucho después, cuando penetré en el ámbito de sus experiencias interiores que supe de la amarga visión que tuvo de las cosas que le rodearon. Coleccionista y hechicero, matemático y físico, orientalista, navegante, astrólogo, experto en errores humanos y no sé cuántas disciplinas más, lo que escribió es tan complejo que difícilmente otra persona pueda leerlo sin sentir impacto y una completa indigestión en el cerebro. Apenas me he limitado a compilar los manuscritos que hoy se publican bajo la iniciativa de la Fundación Oox, de allí que prefiera no opinar sobre su contenido. Para no despertar mayores vértigos en el lector de habla hispana, intencionalmente no incluí en esta sección sus métodos para reducir la velocidad de la luz, con los cuales logró un rayo que frenándose poco a poco, al final prácticamente se detenía desparramándose por el suelo, y cuya única finalidad era mostrarnos mejor nuestro camino. Tampoco están aquí las fotos de sus injertos con esqueletos de distintos tipos de animales, que preparó con asombrosa perfección y regó secretamente por todos los continentes para confundir a los arqueólogos, los cuales han creado el imperativo de revisar cuidadosamente todos los descubrimientos de fósiles habidos durante los últimos cuarenta años. Finalmente deseo manifestar que no asumo ninguna responsabilidad por las consecuencias que ocasione la lectura de este libro en personas dotadas de extrema sensibilidad. Que cada uno tenga el valor de hacerlo por sí mismo y aceptar como reales o fantásticas esta inusitada colección de situaciones y vivencias. Me limito a decirles: apaguen el televisor y enfréntense ustedes solos a esta otra horrible pesadilla. OTROVA GOMAS 2 Otrova Gomas La Miel del Alacrán DEDICATORIA A mi sombra, quien me ha resistido durante tantos años a pesar de mi carácter. EL AUTOR 3 Otrova Gomas La Miel del Alacrán NOTA PARA LA EDICIÓN SUECA Otrova Gomás föddes den I oktober i Caracas I Venezuela. Han dar studerat juridik vid Venezuelas Central universitet, där han för övrigt studerat just un. Där förestár han avdelningen för samhällsvetenskapliga forskningar och undervisar i cucaracheblebensystemens metodologi. Han ja, ja, ja har ástad flera verk inom olika i stupid genrer, men det var Camilo’s einen unte vörrä ár 1970 som han fick se sina ans trängnungar och sin overdersägliga talan krönas med framgäng. Dá flick han átergivna “EL HOMBRES MÁS MALO DEL MUNDO” ett “EL COFRE DE LOS RECONCOMIOS”, novellsamling nämligen Jóvito Villalba. Där har samlat texter skrivna pä poetisk prosa, omsorgsfullt utarbetade och fyllda med et rikt samhällspolitiskt inneháll; der rider ofta gränle över genrer: satiritisk, sciende, fiction, deckare, fantasy ett anderen vainem... Den här átergvigna nodellen är ett representativ varu prov. Han har foirtsatt med denna inrikyning i syfte att fördöma del promblematik ja, ja, ja samhaällest örattvisor och mass och diesciseis skoningslöst des överdriifter i en annan humoristik ett novelsamling som nyss givits ut. DERMO BERMAN Stockholms 1980 4 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Gusanos, gordos gusanos que se desperezan en la placidez del lecho nupcial proclamando la eterna continuidad de la vida... 5 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA TRANSMUTACIÓN (Junio 3) En las noches de luna llena, cuando millares de hombres lobos inician su doloroso parto lupino, yo sufro una extraña transformación de la que sólo he leído casos semejantes en un antiguo libro persa que habla de los hombres clorofílicos. Posiblemente arañado por la espina de algún árbol maléfico durante mis innumerables viajes a Borneo, cuando despunta el astro lunar soy presa de una búsqueda satánica de mis primeros tiempos y regreso a la condición de los ancestros más lejanos de la especie humana. Sin que quede la menor huella de mi voluntad, ante el fulgor de la luna y el horror de mi conciencia, lentamente empiezo a volverme vegetal. Apenas todos se han dormido en la tranquilidad de mi casa perdida en la montaña, como un sonámbulo me dirijo al jardín y en una ceremonia única en los linderos esféricos de este despiadado mundo, me entierro en un hueco hasta las piernas y tomando un color verde mi cuerpo sufre un cambio celular. A la vez que una insoportable rigidez se me va manifestando por todas partes, las piernas se me vuelven raíces. Mis brazos ya rígidos, se quedan extendidos junto con las manos que se alargan y se alargan, tornándose en inmensas ramas que se pueblan de nudos y millares de pequeñas hojas por donde empiezo a respirar bióxido de carbono. Pequeños copos de flores me salen por doquier y el cuerpo inmóvil que sostiene aquella aberración de la naturaleza comienza a mostrar la presencia de frutos que surgen gratis y me cuelgan de los dedos. En este momento la transformación es definitiva, expulso todo el oxígeno que me queda en los pulmones y pegando un aullido escalofriante quedo totalmente convertido en árbol. En pleno éxtasis botánico y ya con la dureza de los viejos robles me sublimo en la magnificencia de aquella posesión. Siento que soy el dueño de toda la savia del mundo y rodeado de mis semejantes, los cipreses, las acacias y los inmensos pinos sacudidos por el viento me embriago con la paz divina de los bosques. Así permanezco toda la noche. Me siento parte de la tierra y capto el insondable latido de sus entrañas minerales. A lo lejos percibo el fulgor de la ciudad y como todos los otros árboles siento el temor por la proximidad de los hombres. De pronto en una visión 6 Otrova Gomas La Miel del Alacrán lunar los veo aproximarse. Se acercan entonando cánticos de muerte. Vienen con hachas y concreto y sin que podamos hacer nada nos atacan cortándonos los brazos y las piernas. Así miro morir un río de un solo golpe asesinado con un decreto que nos deja mustios troncos inservibles. Los pájaros se alejan, pero los hombres siguen depredando, mientras avanza, sin que noten su presencia, un desierto irremisible que me va cubriendo cuando yo pierdo la conciencia. Al amanecer, con la llegada de las primeras luces del alba renazco nuevamente hombre. Con el cuerpo adolorido, golpeado por la posición yerta de toda la velada me salgo del hueco y trato de pararme. Camino dando traspiés por el jardín y caigo casi desmayado a la entrada de la casa. Allí me encuentran agotado con un poco de hojas en la boca y toda la ropa sucia. Sin que pueda explicar lo que ha ocurrido, me llevan a la habitación donde caigo en un profundo sueño del que me levanto a los dos días, asustado por el recuerdo de aquella horrible pesadilla vegetal. 7 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA HOJA EXTRAVIADA (Abril 7) Creo que ya mi conciencia exige que se deje nota sobre estos acontecimientos: Después de haber sufrido varios infartos, he desarrollado una curiosa habilidad para jugar con la muerte. Puedo hacerla aproximarse, y luego de un ligero contacto con su presencia, me recupero rápidamente y sigo dedicándome de lleno a mis estudios fascinantes. El médico que me trata me ha prohibido terminantemente una infinidad de cosas. No puedo beber, ni fumar, ni tener grandes excitaciones. Me está vedado leer pornografía que pueda subirme la presión de las arterias, comer comidas agradables, saborear la sal y las exquisitas carnes rojas y grasosas. En fin, me está prohibido vivir bajo la irónica amenaza de morir. Por estas razones permanezco casi todo el día en mi lecho de reposo. Camino poco, y según las instrucciones por ningún motivo puedo enfurecerme. Cualquier disgusto, o el llevarme la contraria, según lo ha dicho el doctorcito, puede ser la última ocasionándome la muerte. Confieso que ésta fue mi mayor preocupación cuando caí bajo su régimen. Yo disfruto de la cólera. Siempre me irrité fácilmente y cuando con los ojos encendidos y las venas palpitantes gritaba por cualquier cosa, sentía un agradable estímulo vital. Realmente me excitaba al nivel del paroxismo ese salirme de mi quicio. Perder la noción de todo y como un endemoniado descargar mi furia sembrándole el pánico a alguien y viéndolo temblar. Pero después vinieron los primeros golpes en el pecho. Los continuos arrebatos me cobraron sus cuentas sin darme el menor plazo, y el médico me lo advirtió severamente. Al principio acepté sus instrucciones, pero sentía un tremendo vacío en mi existencia; una horripilante falta de interés por las cosas vanas de este mundo, que me llevó de manera irremisible a caer postrado en la tristeza. Seguí el régimen. No tenía otra alternativa; pero desde hace como un año empecé a buscar las fórmulas para escaparme de aquella cárcel de paz y de armonía en que me encerraba la tranquilidad ajena. Mi familia y mis amigos, que ya han tomado la determinación de no discutir conmigo, viven en una eterna complacencia que a mi modo de ver no es más que un acto hipócrita. Resulta inútil que les insulte, que les provoque un altercado o les 8 Otrova Gomas La Miel del Alacrán manifieste mi discrepancia total con sus ideas. Conociendo mi estado clínico se abstienen de porfiarme y se quedan en silencio o simplemente aceptan todo lo que yo diga. Pude haber sido feliz si fuera de aquellos a los que les gusta salirse con la suya. Pero yo no. Para mí hay algo grande en escaparse de todos los controles, en perder la razón; algo que posiblemente sólo entienden aquellos que han llevado una existencia llena de combates, de enfrentamientos y una total agitación para sobrevivir en este mundo. Fue entonces cuando me puse a hojear libros de ocultismo. Y una mañana sin esperarlo, me encontré las páginas que por tanto tiempo había estado buscando: siguiendo los pasos de una cuidadosa práctica vudú, descubrí que es posible enfurecerse solo y pelear con los ausentes; caer poseído por la ira sin la complicidad de nadie. Aquello fue como un despertar después de haber vivido por tanto tiempo obligado a pernoctar en la insoportable simpleza de carácter. Leí cuidadosamente el método de aquel genio de la furia y empecé a practicarlo religiosamente. Seleccioné, como el momento más oportuno para hacerlo media hora después del almuerzo, cuando reposaba. Sobre el lecho, con un espejo enfrente para disfrutar del espectáculo, pensaba en algo horrible que me pudiera ocurrir en ese día. Me iba calentando y calentando y de pronto lanzaba el libro contra el suelo y maldecía, por ejemplo: -Perra desgraciada –pensando en la torpeza del servicio- ¿No sabes que me gusta el cuello duro? Eres una idiota; sólo una imbécil como tú podría hacer esto justo cuando tengo que salir Imaginaba a la pobre mujer tratando de disculparse y diciendo que lo había hecho con el máximo cuidado. Entonces me exaltaba más hasta llegar al frenesí. Lanzaba el jarro de agua contra el espejo y le caía a puntapiés a todo lo que se interfería en mi camino. Para esos momentos sentía el flujo sanguíneo llegar con toda su fuerza a nivel auricular. Con la rabia en el cerebro transmitía una presión anómala al interior de mi corazón. Por ello, en las primeras épocas, incapaz de controlar el volumen sistólico que aumentaba peligrosamente, caía al suelo al producirse la insuficiencia cardíaca. Allí conocí la muerte. Prácticamente venía a recogerme en cada ataque; pero el interesante libro con el cual me había adoctrinado me enseñaba cómo detenerla; había que decirle: -Vete muerte. Y de inmediato se empezaba con unos ejercicios pulmonares especiales. Después venía un relax violento y luego la apacible calma por algunos instantes antes de volver a enfurecerme. 9 Otrova Gomas La Miel del Alacrán De esta forma poco a poco he ido entrenándome y cada vez puedo encolerizarme más; hasta puntos que difícilmente lograría discutiendo tonterías en la calle. Muchas veces por la rabia la presión arterial es tan alta, que se cierra completamente el orificio de la válvula mitral. Entonces quedo muerto hasta dos días, pero después me recupero mucho más reconfortado. En los últimos tiempos he tenido problemas con los vecinos que me oyen exaltados destrozar el apartamento. Piensan que hay alguien conmigo y llaman a la policía, pero cuando llegan, yo estoy de lo más tranquilo reposando en un sillón y no hallan qué hacer de la vergüenza. Estas prácticas son lentas y continuas; sin embargo tienen la ventaja de que una vez que han sido dominadas, a pesar de la ira uno puede controlar la llegada y partida de la muerte. Gracias a ello he logrado disfrutar del más grande de los placeres de la vida. 10 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LOS BUITRES (Mayo 12) He cometido un error del que posiblemente me arrepentiré por mucho tiempo. Impulsado por un gesto profundamente humanitario tomé la decisión de vender, todavía en vida, mis órganos y partes trasplantables a personas que pudieran utilizarlas después del momento de mi muerte. Lo hice convencido de que es injusto que una persona sea devorada por los gusanos cuando hay tanta gente necesitada de un transplante para recuperar la dicha que se va con la salud. Lógicamente no descarté el beneficio económico que podría sacarle a tan piadoso acto, y considerando el ascendente espíritu de juego que hay en el país, ideé un peculiar sistema de tómbola de partes: se hacía un pago inicial del veinte por ciento al momento de firmar el documento de venta y el saldo se pagaría en cuotas a cincuenta años, fecha aproximada de mi muerte, con derecho de los compradores a ganarse el órgano antes de la cancelación total en caso de que yo muriese con anterioridad. La operación global se cerró por un monto récord de trescientos setenta mil dólares, reportándome la bonita suma inicial de setenta y cuatro mil dólares. A los ojos les saqué quince mil vendiendo separados las córneas, el iris y el nervio óptico, una ceja y las dos pestañas. La cabellera en doscientos cincuenta, el tabique nasal lo rematé en quinientos dólares, las muelas en paquete en doscientos cincuenta, los dos tímpanos, un martillo y el yunque en tres mil quinientos. Los dos riñones los cedí en ocho mil a un revendedor, que aunque sé que especula mucho por la gran demanda del órgano, contribuye a un adecuado abastecimiento del mercado nacional y evita la fluctuación de precios. Liquidé el sistema digestivo en dos mil dólares al dueño de un restaurante, el corazón en treinta y cinco mil a un infartado interesado en el trasplante, y las demás partes, comprendiendo coyunturas, extremidades y un saco con ligamentos, venas y arterias variadas en trescientos seis mil dólares. Como era de esperarse hubo bastantes interesados entre particulares, escuelas de medicina e intermediarios independientes. La sangre fue adquirida totalmente por una compañía americana que la distribuye por todo el mundo, y rifé entre los compradores mi 11 Otrova Gomas La Miel del Alacrán impecable hígado abstemio tan cotizado en los grandes salones de la sociedad capitalina. Pero el problema me surgió después de la segunda semana. Desde entonces no tengo ni un minuto de paz. A cada momento me siguen decenas de personas sedientas de mis partes, que no sólo viven deseándome la muerte, sino que ante cualquier resbalón o la más mínima cortada se me viene encima y me jalan como lobos para agarrar lo suyo. Sé que esto es normal dada la naturaleza del negocio, pero ya no tengo intimidad. Un ejército de enfermos y lisiados van siempre detrás de mí con su horrible padecer. Algunos me han detenido en plena calle y, aferrándose a mi mano con una angustia feroz, me han rogado que me muera pronto porque necesitan con urgencia el trasplante por el que han pagado. Esta noche, en la soledad de mi cuarto escribo estas líneas temeroso por mi vida. Alerto a las autoridades que veo ojos angustiados que me observan por la ventana. Sólo deseo pedirles que si me pasa algo investiguen cuidadosamente a cada uno de mis compradores. Insisto en que estoy arrepentido. Fue una imperdonable extravagancia de mi parte pero el contrato que he firmado me impide retractarme; y lo que más me afecta es que, pensando que hacía un gesto humanitario, me he vuelto en una presa viva de esta manada de buitres enfermos que me acosan sin cesar. 12 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA RUPTURA (Sin fecha) Soy uno de los que hablan solo. Pero además soy de los que se contesta. Esto no tendría nada de particular si no fuera porque a consecuencia de ese hábito de hablar y contestarme solo, generalmente entro en violentas discusiones y termino insultándome y enfurecido conmigo mismo me quito la palabra dejando nuevamente de hablar solo por largo tiempo. Así llevo ya seis meses sin dirigirme la palabra. La situación es por lo demás insoportable porque como después de todo soy yo mismo, y en el fondo me guardo respeto y consideración, me molesta no poder cambiar impresiones ni comentar sobre tantas cosas importantes que son de mi incumbencia. Las otras personas no se dan cuenta de mi pelea. Como vivimos en un mundo de apariencias y de engaños, todos me ven sonriente y de lo más unido sin saber que dentro de mí existe una terrible discrepancia, una absoluta falta de comunicación, la cual estoy convencido que a la larga me llevará a un rompimiento total. Algunas veces trato de reconciliarme. De decirme que uno no debe tomar las cosas de esa manera, pero corto rápidamente. El rencor que me han dejado los insultos que me he dado y las ofensas tan graves que me hice en la última discusión no me permiten perdonar. Con otros tal vez, pero conmigo, conociéndome, no es posible olvidar lo que me he hecho. Tengo varios amigos íntimos a los cuales les he planteado la desagradable situación por la que estoy atravesando, que como es lógico me tiene tenso y malhumorado. Ellos han tratado de interceder, de conciliar. Me explican que la vida es corta y el amor por uno es lo más grande en este mundo; que la armonía interior es la base de la felicidad y el bienestar de la familia y la sociedad. Pero son muy necios, conozco el problema a fondo y a pesar de que los oigo prefiero no tomar en cuenta su opinión. No puedo permitir que yo mismo me haya hecho esto, porque crearía un precedente muy grave que a la larga redundaría contra mi dignidad. Desde la última vez que discutí solo apenas me he cruzado un sí o un no en 13 Otrova Gomas La Miel del Alacrán momentos de mucha trascendencia. Pero la mayor parte del tiempo prefiero dejarme llevar por los insultos y no me pongo a analizar los pros y los contras de centenares de problemas. Sé que esta situación no se puede prolongar mucho tiempo porque la diferencia de criterios que hay es tan grave que prácticamente ya no es posible hacer nada por unirme. A pesar de que por muchos años traté de soportarme, de ceder y disimular para no agudizar más estas diferencias, hoy por hoy, muerta la ilusión de los años juveniles y el amor de los primeros tiempos, y pasada la época en que admiraba ciegamente mis virtudes y mis méritos, he llegado a la conclusión de que lo mío no es posible. Es necesaria una separación definitiva. No quiero alarmarme, pero secretamente he consultado un abogado para que me explique los detalles de este complejo caso. ¿Para qué seguir mortificándome? ¿Cuál es el objeto de alargar este martirio, de ver esa carota arrugada cada día ante el espejo? De verdad que estoy cansado de todas mis impertinencias y no aguanto más ese carácter. Estoy convencido de que esto no tiene razón de ser. Por eso, la próxima vez que me dirija la palabra será para pedirme la ruptura. Ya no soy una persona joven y tengo que pensar en rehacer mi vida. 14 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL DROGADICTO Falta el texto… 15 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL ANIVERSARIO (Agosto 11) Ayer fui invitado a una cena de antropófagos. La reunión tuvo lugar en un reservado restaurante de esta especialidad que funciona semi-clandestino al Este de la ciudad. Mis anfitriones, el señor y la señora Dubeles, cumplían 25 años de casados, y para celebrar adecuadamente el importante aniversario, invitaron a varios amigos y relacionados a disfrutar de los manjares de la carne humana en este rincón gastronómico de la alta sociedad. Cuando recibí la tarjeta me sentí un poco impresionado; pero tentado por la curiosidad y deseoso de salir de la rutina codeándome con gente diferente, decidí aceptar dejando a un lado una serie de prejuicios que arrastro desde la infancia en asuntos de comida. Al restaurante se llega entrando por la rejilla rota de una cloaca que se encuentra en la Avenida Francisco de Miranda a la altura de la Compañía de Teléfonos, luego se camina por un túnel subterráneo hasta encontrar una pequeña escalera que conduce al extraordinario lugar. Es un sitio sobrio, decorado con increíble buen gusto y un refinamiento que nunca podría dar idea de lo que allí se come. Los mesoneros diligentes, impecablemente vestidos llevan de un lado a otro las bandejas llenas de brazos, piernas y partes de hombres y mujeres de todas las edades. En esa oportunidad el local estaba reservado para la fiesta privada de los Dubeles, y cuando llegué el maître se excusaba con varios clientes habituales pidiéndoles que volvieran otro día. Me llamó la atención la cantidad de comensales que colman el sitio para deleitarse con los exclusivos platos preparados por el chef Pierre, un viejo carnicero bretón, asesino convicto que aprendió recetas extraordinarias durante 20 años en la prisión de una remota isla de los mares del Sur. Después de saludar a mis anfitriones me fueron presentados destacadas personalidades afectas a esta exótica comida. Conocí a dos ministros que jamás me hubiese imaginado que saboreaban carne humana, a varios artistas, hombres de negocios y uno que 16 Otrova Gomas La Miel del Alacrán otro arribista social que por figurar son capaces de cualquier cosa. A las 9 se sirvió la cena. De entrada había un buffet frío con gran variedad de partes humanas: hígado encebollado, ojos en salsa vinagreta, labios al ajillo, dedos enteros y picaditos con perejil, talones con cebolla y partes genitales variadas con salsa bechamel. Luego del tremendo entremés había muslos rotí con salsa, costillas al vino y lengua con frambuesa. Uno podía tomar a su antojo de varios semejantes asados al fuego lento acompañado con distintos tipos de ensaladas y contornos. Debo reconocer que me costó mucho servirme, pero viendo el gusto con que lo hacían los otros comensales tímidamente arranqué un dedo a uno de los emparrillados para probar. Escupí la uña y paladeé con repugnancia. Estaba bien aliñado pero no pude tragarlo. Luego, por educación me serví un poco de muslo de mujer que siempre me ha gustado; estaba bueno, algo dulzón, pero muy cocido para mi gusto. De postre había helado de venas, codos en almíbar y unas glándulas babosas de chocolate que no me atreví a mirar. Los demás estaban felices. Comían con una voracidad increíble y bebían sin cesar. A eso de las dos de la mañana la gente empezó a embriagarse y con los ojos encendidos se caían a dentelladas los unos a los otros mientras aullaban como lobos; fue allí cuando decidí marcharme temeroso de que alguien me mordiera. Tomé mi capa con discreción y bajé de nuevo la escalera. Rápidamente atravesé el túnel y salí por la rejilla que daba hacia la calle. Afuera, más tranquilizado, respiré hondo el aire fresco de la noche pensando en cuántas personas de aquellas regresarían a sus casas, y cuántas se quedarían para enriquecer el menú de aquel extraordinario restaurante. 17 Otrova Gomas La Miel del Alacrán AUTO-TURISMO (Sin fecha) Soy uno de los pocos privilegiados que ha tenido ocasión de hacer un tour por su persona. Un viaje de vacaciones verdaderamente inolvidable en el cual se pueden visitar casi todas las regiones del cuerpo, y se logran observar atentamente ciertos estados de conciencia y sentimientos que nunca nos imaginamos que existieran La excursión fue organizada por la agencia de viajes: “Tu´s Tours”, empresa del ramo turístico hábilmente manejada por el Dr. Kolmenar Logos, un médico retirado, quien convencido que antes de visitar países extranjeros primero debemos conocer él nuestro y antes de conocer el nuestro debemos conocernos a nosotros mismos. La agencia ha preparado estas giras con tres planes básicos: visita a las partes externas del cuerpo, viaje por nuestro organismo interior y crucero a través de nuestra mentalidad. Yo tomé la gira completa que dura dos semanas con alojamiento, guía y comida incluidos. Durante los dos primeros días del recorrido se hace la excursión por las afueras del cuerpo. En las villas de la agencia uno tiene oportunidad de verse desnudo con enormes vidrios de aumento y entre juegos de espejos especialmente colocados a objeto de que se puedan mirar detalladamente regiones nunca antes exploradas. Es realmente sorprendente el descubrimiento de sitios ocultos o retirados como son las depresiones de la nuca, las colinas de las espaldas y los fantásticos promontorios aumentados del rostro, de los codos, los oídos y otros recovecos poco transitados por él agite de la vida cotidiana. Al tercer día se inició el viaje al interior. A la campiña de nuestro cuerpo, si queremos llamarla así. Es un tour impactante en donde gracias a las maravillas de la moderna tecnología, auxiliados de con cámaras miniatura y pantallas uno va viendo el funcionamiento de cada uno de sus órganos. En modernos laboratorios en los cuales los turistas son atendidos con todas las comodidades, se muestran las radiografías en colores de cada parte, películas de sus procesos fisiológicos, incluyendo una visita de medio día al corazón con recorrido histórico por los ventrículos y las aurículas y un paseo por la sangre para admirar las calcificaciones arteriales. Luego hay un almuerzo en las protuberancias del cerebro con la danza folklórica de los nervios, y en la noche se puede apreciar el fabuloso espectáculo del 18 Otrova Gomas La Miel del Alacrán trabajo de nuestras glándulas, algo único que no tiene comparación en este mundo. A la mañana siguiente hicimos observaciones al microscopio de las células y tejidos óseos y el resto del día libre, que yo recomendaría que aprovecharan para que por un pequeño complemento se haga el “Tour por los Pulmones”, sobre todo si se es fumador; se vea “El Hígado de Noche”, espectáculo grotesco para los que les gusta beber; y la inolvidable “Visita al oído de un hombre de la ciudad” con acompañamiento de monóxido y sonido. A la salida de estas funciones se pueden adquirir souvenir de varios tipos de enfermedades personales así como comprar buenas postales y fotos internas de uno mismo. Los últimos días son destinados a recorrer el alma del viajero. En ellos se nos enfrenta a situaciones preparadas por psicólogos turísticos que nos muestran insospechados aspectos de nuestra personalidad. Me quedé asombrado de mi egoísmo, de mis celos y sobre todo de algunos complejos que yo nunca creí que pudiera tener. Visité prácticamente todas las complicadas construcciones de mi subconsciente y mis estado anímicos, y programas especialmente provocados me mostraron fríamente tal como yo soy. En esta parte del viaje casi siempre se está solo, pero lo que mucha gente puede pensar que es un poco aburrido, está permanentemente enriquecido por las sorpresas que siempre nos deparan nuestras propias virtudes y defectos, y los bruscos cambios de carácter. Fueron 14 días maravillosos que nunca olvidaré. No solamente disfruté de una vacaciones realmente interesantes, sino que tuve ocasión de observar de cerca paisajes increíbles, ver espectáculos llenos de rico colorido y hermosas tradiciones, lo cual, aunado a la circunstancia del lugar, me dejaron la impresión de haber estado en el sitio más bello del planeta. 19 Otrova Gomas La Miel del Alacrán DÍAS DE PLACER (Abril 4) Uno de los recuerdos más hermosos de mi vida es el de la época en que trabajaba como desactivador de bombas en la división de explosivos de la policía. Jamás se borrarán de mi memoria los instantes de emoción y las gratas sorpresas que aquel trabajo me deparó durante los mejores años de mi juventud. En las tardes melancólicas suelo cerrar los ojos y me parece verme acercar sudoroso y con cautela al niple improvisado, a la granada generosa o a la bomba de tiempo trabajada con cariño. Las veo regadas con descuido o escondidas en algún rincón siempre prestas a maravillarnos con la gracia sublime de la onda explosiva que surge de repente del fulgor de la pólvora madurada. Muchas veces en plena actividad de desarmar el artefacto, la falsa explosión salida de la boca de un camarada bromista me llenó de excitación y cuando esperé recibir en la cara el fogonazo, en su lugar sentí la carcajada amable burlándose del susto. Es difícil explicar el sentimiento casi religioso que despertaba en mí aquel enfrentamiento con el peligro. De verdad que es hermoso sentirse expelido contra la pared cuando el mecanismo estalla sin darnos tiempo ni siquiera a refugiarnos. La onda explosiva cuando no se le teme no es tan dañina como dicen. Hay que saber esperarla, e incluso tomar impulso hacia atrás para disfrutar del vuelo. Salvo el caso de las granadas fragmentarias que tantas veces me llenaron la cara de metralla, yo diría que la explosión es eminentemente purificadora. Nos estremece el cuerpo con tal fuerza que los más ocultos sentimientos y dolores salen dejándonos el alma limpia en un acto de increíble renacer. Es como emprender un viaje en las alas de algún alucinógeno. No se puede negar que tuve momentos dolorosos. La voladura de una caja de dinamita exudada cierta vez me lanzó a más de 100 metros de distancia produciéndome fractura de la pelvis y quemaduras de primer grado. Recuerdo que después de aquello, en pleno auge del terrorismo de la izquierda me asignaron un trabajo más suave: recoger las granadas que no explotaban. En esa época cogí el hábito de agarrarlas y metérmelas en el bolsillo. Prefería llevármelas a casa para desarmarlas con más tranquilidad aunque mi mujer 20 Otrova Gomas La Miel del Alacrán se molestaba porque llevaba trabajo a casa. A veces se me olvidaba y me metía en un café, en el cine o iba a reuniones con la granada sin espoleta en el fondo de mi saco. Cuando se dieron cuenta, la gente cobarde y temerosa esquivaba mi presencia, sobre todo después que supieron que me habían estallado 3 piñas en una reunión de padres y maestros en la escuela de mi hija. Allí perdí la mano derecha y parte del hígado, pero aquel crepúsculo artificial, el centellear amarillo en las alturas y el verme sostenido como un inmenso pájaro me reconfortó el espíritu, y las luminarias abstractas se transformaron en recóndita alegría. Sentí que la inmensidad se desplegó sobre mi cabeza y la del Director del colegio que no atinaba a explicarse lo que había pasado. Luego juntos sentimos el silencio mientras regresábamos de aquella grandiosa ceremonia del cielo y de la tierra cayendo sobre los cuerpos de padres y representantes regados en un negro coctel de muerte y miembros mutilados. Años más tarde me botaron. Ya estaba sordo, medio ciego y los jefes decían que con una sola mano y con sólo dos dedos en la otra era poca mi eficacia. Pero me quedó la satisfacción del deber cumplido, el gusto de haber experimentado uno de los placeres reservados a muy reducidos grupos de personas. Algunas veces, ya en los años tristes de una vejez parcial de mi cuerpo adolorido armo y desmonto pequeños niples caseros para pasar el tiempo. Pero ya no es lo mismo: la sensibilidad perdida, los ojos ya casi ciegos no me permiten disfrutar la expectativa de ver si la bomba estalla o la desarmo. Así me quedo en una especie de sopor y profundamente sumido en el recuerdo de aquellos lejanos días tan felices. 21 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA CORTADITA (Sin fecha) Aquella tranquila mañana de Enero estaba picando una cebolla para preparar un carato de cebolla con alcanfor, cuando sin darme cuenta me hice una pequeña cortadura en el índice derecho. Como casi todo el mundo, de inmediato me llevé el dedo herido a la boca para chupar la sangre que brotaba de la herida. Ya más calmado, metí el dedo en el fregadero y abrí el chorro de agua, pero la sangre continuaba brotando fuertemente. Pensando en lo fastidioso de aquel insignificante accidente me dirigí al baño a buscar algo que la contuviera. Me puse dos o tres sustancias de las que se recomiendan en esos casos, pero para mi preocupación noté cómo el flujo seguía e incluso se hacía mayor. Cuando apreté el dedo para contener aquella hemorragia el blanco lavamanos empezó a ponerse rojo. Me llevé de nuevo el dedo a la boca y chupé, pero borbotones de sangre casi me ahogan por la fuerte emanación que parecía un pequeño pozo petrolero. Viéndome la cara en el espejo pensé que aquello como que requería de un médico. Me vendé rápidamente y salí del baño con ese propósito. A los pocos segundos el vendaje se puso tinto y era ineficaz para contener el líquido sanguíneo que chorreaba por el brazo; en cosa de cinco minutos había perdido como dos litros. Al quitarme la venda de la pequeña herida vi salir la sangre con más fuerza, y para mi asombro, contemplé que por ella también se me salía una tripa. Desesperado traté de empujarla con el dedo de la otra mano, pero la fuerza del líquido emergiendo la hizo asomar aún más. Muy mareado por la pérdida, grité pidiendo auxilio, pero mi voz estaba ahogada por el pánico cuando salió toda la tripa y pedazos de algunos órganos arrastrados por el empuje incontrolable de la sangre. Los recogí y vi que eran pedazos de hígado y vesícula. Quise meterlos de nuevo por la herida, pero no cabían, y en mi desesperación hasta pensé en meterlos por la boca para regresarlos de alguna manera a su lugar de origen. Luego traté de correr, pero me resbale en el charco de sangre y caí aparatosamente en el piso. Apretando el dedo con todas las fuerzas de la otra mano vi cómo el apéndice y 22 Otrova Gomas La Miel del Alacrán otras partes de órganos también empezaban a aflorar. Para entonces estaba casi inconsciente, y por el minúsculo y singular corte de mi dedo seguía brotando sangre con pedazos de todo tipo. Era como si una succión diabólica desencadenada por la chupada inicial del dedo tratara de sacarme todo el organismo por aquel ínfimo orificio. Después no supe más de mí. Desperté a los tres días en la clínica a donde había sido llevado por un vecino que creyó se trataba de un asesinato al ver la mancha roja en el pasillo. Me dieron como diez litros de sangre y me operaron para meterme por dentro todos los pedazos. Cuando terminaron la delicada intervención también me cerraron la pequeña cortada del dedo con dos puntos, y por insistencia mía le pusieron encima una gota de pegalotodo para que no se volviera a abrir. A esta altura puedo decir que ya me siento bastante restablecido; pero confieso que tengo un pánico terrible, porque ayer, observando con cuidado, vi resquebrajarse peligrosamente la pequeña costrita del fuerte pegamento. 23 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL PREMIO Falta el texto… 24 Otrova Gomas La Miel del Alacrán GRIPE FUERTE Falta el texto… 25 Otrova Gomas La Miel del Alacrán UN BAR ESPECIAL (Marzo 20) En Mull, una ciudad abstemia al sur de Irlanda, tuve ocasión de visitar el único bar existente, el cual, por disposición de las autoridades sanitarias, debe sincerarse con la clientela para la venta de bebidas espirituosas explicándoles los efectos que éstas producen en el organismo. La última vez que lo visité trabajaba yo entonces en el consulado de mi país del lejano lugar, cuando me llegaron de paso y en ruta hacia Escocia, Juan de la Mata y Pedro Liendo, destacados políticos y poetas criollos, bebedores empedernidos de los que cuando no consiguen una venta de aguardiente se vuelven como locos. Sus primeros días en Mull, al saber que no había venta de licores, estuvieron llenos de angustia y una desesperación inusitada que les obligó a llamarme al Consulado. Al hablar con ellos por teléfono los tranquilicé y les dije que se calmaran, que yo sabía dónde funcionaba un bar y que pasaría a recogerlos dentro de un rato. Mientras me esperaban, sin poderse controlar se bebieron la loción de afeitar y luego dos frascos de mercurocromo que estaban en el cuarto del hotel haciéndose la idea de que era Campari. Apenas nos encontramos, les expliqué de las estrictas leyes antialcohólicas de Mull y del sistema que regía en el único bar de la localidad, adonde nos dirigimos de inmediato presionados por su urgencia de tomarse un trago. A la entrada del bar atiende una enfermera que es la encargada de vender los tickets. Antes hay que pedir un cupón, el cual el cliente debe firmar declarando conocer, con especificación muy clara, los daños y consecuencias de lo que se va a ingerir. En la lista se especifica el valor y tipo de trago que se quiere y el efecto dañino que éste ocasiona al organismo. Éstos van desde un pequeño mareo con afección ligera sobre 300 ó 500 células nerviosas hasta el destrozo total de casi todo el sistema cerebral, e incluso el suicidio por intoxicación etílica. En los listados se pasa por afecciones al sistema del gran simpático, perjuicios serios al sistema digestivo y circulatorio, destrucción irreparable del hígado y todo tipo de enfermedades derivadas de tan amena distracción. Según sea el daño que uno desea infringirse será el valor del ticket, con el cual el 26 Otrova Gomas La Miel del Alacrán barman –también una enfermera- nos suministra el aguardiente necesario. En el mismo salón funciona un servicio médico, al que si uno quiere le pide exámenes para saber cuántas células cerebrales ha liquidado u otros males se van a ocasionando, de tal manera de poder aumentar o disminuir la dosis de acuerdo a nuestras necesidades. El local está decorado con fotografías de distintas enfermedades y los estados deplorables en que quedan los borrachos, así como cuadros estadísticos de la reducción de su vida útil. En lugar de sentarse a beber, el cliente es acostado en unas camillas repartidas por todo el local, de tal manera que se sienta de una vez enfermo y pueda ser tratado de inmediato, o llevado a hospitalización al día siguiente para mitigar los efectos de la juerga. En un cuarto especial existen otros sistemas para perjudicarse la salud de una manera más rápida y efectiva que el alcohol. Y si uno lo desea, le inyectan directamente ciertos venenos concentrados que producen en el acto cirrosis, delirium tremens y otra enfermedad que estemos buscando sin tener que gastar tanto en bebida y soportar las penurias del ratón. Mis dos compatriotas, al enterarse de las maravillas del lugar, entusiasmados por el sistema pidieron como buenos nuevos ricos tres tickets de los más caros. Al tomar el mío leí que me destrozaría prácticamente el esófago, me aceleraría cualquier úlcera duodenal, matando al mismo tiempo unas 5.000 células cerebrales. Igualmente obtendría náuseas por dos días, dolor de cabeza por tres, pérdida parcial de la visión y los sistemas de reflejos en cuatro horas y desarticulación total del sistema locomotor en un plazo de seis a siete horas. A las 8,00 p.m. entramos a iniciar el proceso de autodestrucción, pero yo, tal como hacía cada vez que llevaba compatriotas al excéntrico bar, dije que iba al baño y los dejé esperando en sus camillas. A la mañana siguiente, como también era mi práctica en el Consulado, los envié a recoger al bar con una ambulancia que los llevaría directamente en pleno ratón al avión que seguía para Escocia, en donde podrían beber a sus anchas sin esas incómodas restricciones que han establecido los gobernantes del pequeño condado de Mull. 27 Otrova Gomas La Miel del Alacrán CONFESIONES DE UN EGÓLATRA (Sin fecha) El otro día me dejé de tonterías y decidí hacer un homenaje a mi persona. Convencido de mis altos méritos, de mi recta conducta ciudadana, y el especial talento para tantas y tan variadas cosas, organicé el más importante evento, al cual, por razones de modestia y de principios, yo era el único invitado. Para ello establecí un riguroso programa que imprimí en la única tarjeta, que dirigida a mí mismo establecía el orden de los actos de aquella trascendental velada: primero, el discurso introductorio en el cual se destacaban mi labor patriótica así como el extraordinario aporte a la cultura universal y a la paz y la comprensión entre los hombres. Después del discurso procedería a condecorarme con la orden de mi persona en primer grado y seguidamente haría un brindis haciendo votos por una larga y exitosa vida con tan brillante trayectoria. En el programa se establecía que después de colocarme la cinta frente al espejo, tomaría asiento para un exquisito banquete preparado para la solemne ocasión, en el cual, como invitado solitario, ocuparía el lugar de honor. El acto se llevó a cabo a la hora prevista. Vestido de rigurosa etiqueta tomé asiento en la amplia biblioteca de mi casa, y bajo los acordes de una moderna melodía de Mozart me serví un trago de excelente whisky. Confieso que me sentí nervioso. Poco acostumbrado a los actos pomposos y a los homenajes, mordía insistentemente la boquilla de mi pipa mientras daba vueltas por la sala sonriendo amablemente cada vez que me veía en el espejo. Cuando llegó el momento de tomar la palabra para el discurso de orden se me hizo un nudo en la garganta. No obstante, expuse de una manera magistral, plagada de inusitada sencillez y profundidad la importancia de mi labor y de mi vida. Fue una síntesis precisa de mis virtudes, de mi mágica personalidad, inteligencia y genio desbordante. Interrumpido a cada instante por mis aplausos hice especial hincapié en la graciosidad de mi varonil figura tan propia de los predestinados. Al concluir, el largo aplauso que me brindé por tan brillante pieza oratoria me obligó a inclinar varias veces la cabeza en señal de agradecimiento. Después de imponerme la condecoración me felicité sin poder ocultar el orgullo que me producía conocerme y poder disfrutar siempre de mis eminentes cualidades. 28 Otrova Gomas La Miel del Alacrán La cena fue maravillosa. De entrada me serví un coctel de caviar rojo del Volga con salsa Bouterlied acompañado de un Pinot Bouvoir 1945 de Le Roi. Luego de una increíble sopa boullibase, degusté un inolvidable moulie de corazones de aves variadas a la Domaine saboreando un increíble Lafite-Rothschild 1932. De postre flan kirschestrassen veinés con fresas gigantes. Al finalizar aquella fastuosa cena me dirigí al sofá principal de la casa, y encendiendo un Montecristo acompañado de cognac Napoleón reserva especial, bajo las suaves notas del adagio de Albinoni cambié francas impresiones sobre mis dotes, mi pasado hermoso y mi prometedor futuro. Fue un acto sencillo pero muy emotivo y lleno de verdadera sinceridad y afecto. El hecho de haber reconocido mis méritos y el aprecio bien merecido que me profeso me dejaron profundamente conmovido y lleno de honda satisfacción. La noche culminó haciéndome un justo regalo y después de despedirme prometí homenajearme con más frecuencia, absolutamente convencido de ser, para mí, la persona más digna de tan justa pleitesía. 29 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL COLECCIONISTA (Noviembre 12) Estaba allí, justo detrás del saco de rótulas de jirafas, entre el estante de cabezas reducidas de pulgas enanas y la caja con huellas de pisadas de aparecidos. Alguien debió tomar el frasco sin saber su contenido. Sin pensar en el peligro que representaba y los años que me tomó seleccionarlos. Posiblemente no se imaginó que eran el orgullo de mi museo, que en esa botella estaba la colección de virus más grande del planeta. Casi 30 años recolectándolos por todos los rincones de los cinco continentes. De rebuscarlos cuidadosamente clínica tras clínica, hospital tras hospital, de aislarlos, neutralizarlos temporalmente y luego meterlos uno o uno en el recipiente en que estaban reunidos. Centenares de centros de estudios y de laboratorios militares enviaron sabios a observarlos y se fueron maravillados de mi arriesgado cultivo, y ahora alguien los ha cogido por error. Tal vez pensaría que la llamativa botella de coñac en que los guardaba celosamente era un selecto VSOP1. Dios salve su alma y lo proteja del infierno en que se volverían sus intestinos. Que no se le ocurra levantar el corcho y apurar una gota de ese líquido. Que sean cogidos confesados los que vivan a cien kilómetros a la redonda de donde se le ocurra derramarlo. Es el coctel más mortífero que jamás se halla preparado. La mezcla diabólica de la muerte: 1.698.0000 tipos de virus de enfermedades raras e incurables, muchas aún desconocidas y flotando todas en un insípido e inerte cloroformo. No quiero ni pensar en la agonía de quien beba un solo trago de esta confusión imperdonable. Durante segundos en él se concentraban todos los dolores de la tierra y sus entrañas arderán en una desgarradora proyección de humo con todos los tonos de la luz. No voy a justificar ahora mi grave error por haber sacado el frasco de la caja fuerte, no, pero tampoco voy a recriminarme por haberlos reunido. Fiel a una incontrolable vocación coleccionista, desde hace muchos años me he dado a la apasionante tarea de guardar todo cuando fuera único y extraño en esta vida. Incorporé los virus a las millares de series que tengo, como algo más que pudiera ser un reflejo amplio y variado de todo lo que 30 Otrova Gomas La Miel del Alacrán nos rodea. Ellos no eran nada diferente, eran Igual que guardo ojos de dragones epilépticos, armas de suicidas, gotas de sudor de obreros, uñas inmensas formadas por la unión de centenares de pedazos recortadas cada mes. De la misma manera que formé mis archivos de las monotonías capitales, el de las promesas de borrachos, como clasifiqué envidias y necedades, igual que coleccioné cuadros de pintores anónimos, cartas apócrifas, insultos de chóferes enfurecidos y los mil artefactos y situaciones raras que me topé por doquier, cuando pululaba entre vericuetos de callejuelas perdidas en busca de material para mi museo de lo humano y lo inhumano. La colección la inicié cuando conocí a Pol Kor, el genial rey de los Balú, en Guinea Occidental, que coleccionaba manos. Sí, manos amigas. Cuando alguien confiadamente se la extendía en actitud de saludo, apenas se la estrechaban, el hombre con la otra, sacaba un filoso cuchillo y se las cortaba en seco dejándolos mancos entre el dolor y la sorpresa. Luego, ante la sorpresa y el dolor de su víctima se sacudía el miembro y lo mandaba a disecar para incorporarlo a su insólito museo. En la época en que lo conocí tenía más de cinco mil manos de todos los tipos guindadas en hilos macabros tendidos a lo largo de sus habitaciones reales. Las mostraba con jactancia y decía que como todo el mundo termina odiándose después de convivir mucho tiempo, así jamás olvidaría el gesto amistoso del dueño de la mano cuando se la ofreció llena de cariño y cordialidad el día del primer encuentro. Yo salvé la mía porque en ese momento le dio un calambre, pero víctima del susto caí postrado de fiebres tropicales. Y entonces, en mi delirio, decidí coleccionar los virus. Lamentablemente nunca pensé que pudieran sacarlos del sótano en donde guardo los objetos raros. Pero ahora estoy ante el hecho irremisible. Alguien penetró y pensando que era un viejo brandy se ha llevado la botella. Confieso que no sólo me preocupa su destino, sino que me molesta que tantos años de riesgos y sacrificios, tanta búsqueda y noches frente al microscopio se pierdan para siempre por el gesto estúpido de algún vulgar borracho. 1 Very Special Old Product. 31 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LOS PLACERES SENCILLOS (Noviembre 29) Siempre me impresionó la habilidad de Jenaro Martínez para auto cosquillarse. Esa compleja facultad de algunos seres para superar la tristeza y los estados depresivos que nacen de la soledad, haciéndose cosquilla a sí mismos sin ayuda de otra persona. Al principio pensé que eran cosas de locos y dudé mucho que alguien se pudiera producir a sí mismo risa y felicidad con un simple dedo manipulado en las axilas y en los entrecortes del cuerpo. Por eso aquella mañana, cuando estuve de visita ocasional en el cuarto de la pensión donde vivía mi apreciado amigo, al escuchar sus sonoras carcajadas me detuve temeroso ante la puerta pensando que tal vez lo importunaba. Pero luego, convencido que se trataba de una fiesta empujé la puerta que siempre estaba sin cerrojo, y cuál no sería mi sorpresa cuando al abrirla lo vi a él sin ninguna compañía, estaba tendido en su cama muerto de la risa mientras se hacía cosquillas sin parar. Al verme se calmó un poco, pero aún sin contener la risotada me invitó a sentarme en el destartalado sillón en el cual suelo hundirme cuando lo visito para cambiar impresiones sobre el fin del mundo. Arreglando un poco sus ropas se sentó, aún con el jadeo y la sonrisa que le quedaba después de aquella intensa dicha que yo le había interrumpido. -¿A qué se debe tanta hilaridad? -le pregunté intrigado- -A nada de particular –me dijo-. ¿No has oído hablar de los auto cosquillantes? Soy uno de ellos; tómate un trago y déjame explicarte un poco sobre el asunto para que no vayas a pensar que estoy mal de la cabeza. Me serví una copa de gomenol con soda y prendiendo mi pipa me puse cómodo, sumamente interesado en escuchar su explicación. Supe entonces que hacia el año 1.600 un monje benedictino que sufría de cirrosis y tenía que mantenerse separado de los otros miembros de su orden por las continuas libaciones, fue poseído por una horrible pesadumbre y sensación de soledad. Para luchar contra la amargura de aquella vida tan vacía decidió experimentar haciéndose cosquillas para traer un poco de alegría a su desdichado espíritu. La técnica del abate dio pleno resultado y fue rápidamente seguida con entusiasmo 32 Otrova Gomas La Miel del Alacrán en su celda por otros monjes enfermos del hígado y, más tarde, por centenares de solitarios y tristes de la época. Pero como siempre ocurre, en el acto la envidia y el temor de que con aquella risa sana se ofendiera la dignidad del Señor, todos los practicantes fueron tildados de dementes y herejes e hizo que la práctica se abandonara quedando sepultada en el olvido por varios siglos, conservándose hasta hoy gracias al sacrificio de una minoría de privilegiados que secretamente se mantienen fieles a los placeres paganos de la carcajada solitaria. Es importante, según me dijo Jenaro, el rito y los pasos para obtener una auténtica alegría. Primeramente, acostado en un buen colchón uno debe relajarse todo. Seguidamente se toma una mano y se acerca a la axila y se empieza a hacer cosquillas ligeramente. Se sigue hasta sentir un poco de risa y luego poco a poco se va aumentando la intensidad del movimiento de los dedos y los sitios de cosquilleo hasta estar prácticamente desternillado de risa. Aún cuando se pueden hacer con las dos manos debe tenerse cuidado de no exagerar la fuerza, porque una vez que uno se empieza a reír como un loco ya no puede controlarse. Mientras hablaba con evidente rictus de placer reflejado en el rostro a pesar de las miserias de su vida, le vi los costados sangrientos y desollados por las uñas, y fue allí cuando comprendí lo que decía. Después que terminó lo dejé, y apenas cerré la puerta, pude escuchar que se reiniciaba en la búsqueda de la solitaria felicidad de la cosquilla. 33 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL DULCE MAL (Sin fecha) Tengo un alacrán domesticado. Es largo y negro como la noche. Dos afiladas tenazas lo adornan en la frente y en la cola tenebrosa se alza siempre en perpetua oscilación el incisivo aguijón por el que nadie lo comprende. Lo tengo desde hace varios años. Podría definírsele como mi mascota sagrada y aunque es completamente inofensivo, su presencia infunde pánico a todos los que lo ven con ese cuerpo grande y bien alimentado. Por él me dejó mi esposa y he perdido el trato de muchos amigos que no osan visitar mi casa; pero yo no puedo abandonarlo. Lo crié desde chiquito; desde entonces le he dado de comer en mi mano y sin duda soy la principal razón de su existencia. Recuerdo que lo separé de sus hermanos cuando recién nacido devoraba a la madre. Él era el más negro y hambriento de la camada, ya le había comido los ojos y empezaba con las entrañas de la pobre recién parida cuando lo agarré por las tenazas. Entonces se puso furioso y trató de clavarme la ponzoña; pero era muy débil todavía. Yo no le tenía miedo y me reí de su furia y la frustración que le producía el no poder terminar aquella macabra cena. Luego poco a poco fui tranquilizándolo. Para que el animalito no se muriera lo coloqué en una caja de vidrio, donde le metía algunos insectos de comida, pequeñas arañas, bachacos, hormigas muertas y hojas que sabía que eran de su agrado. Indefectiblemente, cada día, al ponerle el alimento, le sobaba el lomo para tranquilizarle, y aunque él siempre trataba de picarme enfurecido, el hábito de esquivarle los movimientos de la cola me permitió escapar indemne de aquella actitud inamistosa y exageradamente esquiva. Mi alacrán se llama Alberto en recuerdo a una mapanare que tuve durante muchos años en los tiempos de mi infancia, y a base de mostrarle afecto ya me he ganado abiertamente su cariño. No soy naturalista ni ictiólogo. Mi deseo de domesticar al bicho es un simple capricho, posiblemente condenable pero que para mí se volvió un asunto de principio. Al cabo de dos años de tenerlo está tan grande y gordo que parece un gato. Cuando llego del trabajo él mueve la cola y parando sus seis patas en el vidrio de la caja espera emocionado que yo vaya a sobarlo por todas partes. Es un sentimiento tan sincero y 34 Otrova Gomas La Miel del Alacrán recíproco como el que yo le doy. Viéndolo tan juguetón, desde hace meses decidí sacarlo varias horas de su improvisada celda; entonces corretea por toda la casa y juega con mis pequeños hijos que prácticamente lo adoran. En cambio mi mujer no lo aceptó nunca. Especialmente cuando se paseaba por la cuna del menor; esto le producía asco y un verdadero terror, por lo que le hizo la vida imposible antes de abandonarnos. Lo perseguía, le echaba insecticida y varias veces hasta trató de pisotearlo. Alberto siempre comprendió su repugnancia. En su mundo de alacrán para él ella era una madre y todas las madres protegen a las crías. Porque si algo les pasa a los hijos, ¿quién va a martirizarlas? Por eso la perdonó. No se me olvida la noche en que ella se fue; cuando él desde la ventana le decía adiós moviendo su colita. Estoy seguro que nunca le guardó rencor. Cuando todo anda mal y tengo problemas graves recurro a él como mi consuelo. Lo tomo por el vientre y echado en el sofá me lo pongo en el pecho para desahogarme de tantas dificultades. Él me reconforta; se me acerca a la boca y me acaricia con sus tenazas y la pinza. En el fondo su presencia me hace olvidar todas las angustias produciéndome un relax insuperable. Si ese bicho se me muriera yo no sé como podría resistir su ausencia. A pesar de tanto conocerle hay algo en él que me ha impresionado notablemente: a consecuencia de ligeras punzadas que me he dado con su aguijón, he descubierto que en lugar de veneno su depósito ventral está lleno de miel. Una miel intensamente dulce como sólo es posible que sea la miel de un alacrán cuando se le trata continuamente con ternura. 35 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA FUGA Falta el texto… 36 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA GUERRA DE LOS BRUJOS Siendo yo tesorero del Sindicato Nacional de Brujos y Hechiceros, se inició en el seno de esa organización una grave discrepancia entre los miembros de la Junta Directiva y los del Tribunal Disciplinario, al acusar éstos a José Mereque, brujo ingenuo de Río Chico, de haberse valido de fuerzas sobrenaturales para ser electo Presidente de la sociedad. Las divergencias se agudizaron cuando Doña Ramona Pardiez, leyendo por casualidad la mano de Mereque descubrió sus planes para volverla lechuza. La vieja hechicera al saberlo, en venganza le hizo un trabajo a base de fetos de mosca molidos con ají, fórmula secreta que tenía para hacer que la gente cayera siempre en terribles trancas de tráfico. Pero Mereque, un brujo ducho y con mucha práctica en maleficios, le leyó el pensamiento a Doña Ramona, y apoyado por el Secretario de Tarot y el de Reivindicación de Brujos en la Indigencia, se le enfrentó en una terrible acción con amuletos, caratos y ponzoñas de todo tipo que casi mata a la pobre mujer. El Jefe de Ritos y Compilador de Oraciones de la organización, viendo la desventaja de la dama decidió unírsele, y con el favor de los brujos del Consejo, La Victoria y varios curanderos de Maracay les fumó un tabaco de dos metros que les produjo sarna durante tres semanas. Debo aclarar que yo tenía una posición neutral en la contienda. En realidad no era brujo, y dada la circunstancia de que mi cargo era netamente administrativo no tenía por qué tomar posición por uno u otro bando; pero reconozco que me fue difícil escapar de la violencia de aquella lucha sin cuartel. Fueron días terribles para el gremio. La Asamblea convocada legítimamente por Morot, el Secretario de Recetas y Menjurjes, sorprendió al grupo de Mereque, pero éste en pleno acto hipnotizó a los presentes para sacarles su voto, sin saber que sus adversarios tenían instalada una mini-asamblea con muñequitos representando la figura de los miembros, y clavándoles alfileres en una extraordinaria acción de Vudú les hicieron votar contra Mereque. El Presidente, temiendo perder el control de la organización decidió acabar con todo vestigio de oposición y les lanzó un ensalmo maligno que les produjo colitis a todos los presentes. Disuelta la Asamblea por razones obvias los brujos se prepararon para la batalla final. Los de Mereque con bolas de cristal tenían controlados los pasos de sus adversarios, y éstos, apoyados en la iluminada de Chuspa que les informaba de cualquier movimiento del 37 Otrova Gomas La Miel del Alacrán enemigo, los acorralaron a todos juntos en la esquina de Gato negro, en la panadería de un portugués que era un mago inflando el pan. Mereque al verse descubierto los maldijo echándoles polvillo de muelas cariadas de cocodrilo, pero Doña Ramona se monto en el horno del panadero, cogió unas tunjas y rociándose con su harina invocó al mismísimo Satanás antes que lo hiciera su adversario. Desgraciadamente aquello fue el final de todo. El Príncipe Negro hizo acto de presencia, pero disgustado por aquella guerra entre su gente lanzó una terrible llamarada pacificadora que mató a todos los contrincantes dejándolos chamuscados y con los ojos abiertos llenos de terror por la osadía. Después vinieron las autoridades. Recogieron los cadáveres, las bolas de cristal y todo el material de trabajo, clausurando la panadería ante los ojos atónitos de los espectadores de aquella terrible guerra. Yo, incapaz de hacer nada ante tan lamentable suceso me fui meditando qué demonios hacer con los fondos de la Asociación, y hoy después de tres años, les confieso que sigo igual, porque por nada del mundo me atrevo a tocar ese dinero. 38 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL VAMPIRO VERDE Me encontraba sepultado entre una montaña de antiguos libros de cocina en busca de recetas audaces, cuando por accidente me topé con la increíble historia de Rotemberg Kristof, el único caso del que se tengan noticias de un vampiro vegetariano. Parece ser, según lo que luego pude constatar en un opúsculo del Kierkergard, que Kristof, vampiro heredero de una inmensa y mal habida fortuna checa, libre de las preocupaciones materiales se dedicó de lleno desde los años de su juventud a los placeres de la carne. Pero la intensa vida nocturna, los constantes ataques a cuanta persona se interpusiera en su camino y las incontrolables libaciones de sangre de todo tipo le produjeron a la larga, como inevitable consecuencia de su vida disipada, una dolorosa enfermedad causada por el exceso de ácido úrico y glóbulos rojos. Después de haberse tratado con centenares de médicos que fracasaron en su cura, sólo pudo combatir el mal sometiéndose a una estricta dieta en que se excluían la sangre y todo tipo de carnes rojas. Fueron dolorosos los primeros tiempos de aquel pobre hombre tratando de acostumbrarse al régimen. Pero es el caso, según cuentan las remotas crónicas que pude traducir, que poco a poco se fue adaptando y ya para los años 40 era completamente vegetariano. Sólo que víctima de la maldición de Drácula, Rotemberg Kristof no pudo perder el hábito de atacar de noche y clavar sus filosos colmillos en las víctimas de su despiadado estilo. Indefectiblemente al salir de su guarida caía encima de las delicadas venas de las plantas que veía, y en desesperada orgía solitaria les succionaba toda la clorofila. Sus andanzas nocturnas lo volvieron muy pronto el azote de los jardines de la comarca. No hubo un porrón, una jardinera o un árbol que no tuviera las huellas de sus dientes insaciables. Las pobres amas de casa desesperadas vieron arruinarse sus materas, sus helechos más hermosos y las flores cuidadas con cariño. Apenas las sombras de la noche cubrían la Transilvania, se le veía montado en los tejados o acechando en una esquina para atacar a las indefensas matas que la gente sacaba a los balcones. En la mañana todo era muerte y desolación en el ornato del pequeño pueblo. Centenares de macetas con la flora destrozada por la succión del vampiro yacían rotas por todos lados. El maldito al final les chupaba incluso 39 Otrova Gomas La Miel del Alacrán la raíz comiéndose la cofia como postre; y hasta el cercano bosque era una ruina donde no quedaba un solo árbol con hojas ni aún en plena primavera. Kristof como todo buen vicioso fue aumentando noche a noche su ración. Y para cualquiera que esté familiarizado con el sistema digestivo de los vampiros, es fácil comprender que requiriéndose un mínimo de sangre para mantenerlos vivos, y siendo las plantas mucho más pequeñas y limitadas en líquido, se necesitan por lo menos trescientos helechos, cien cayenas y unos cincuenta rosales para calmar el apetito de un vampiro vegetariano. Muchas veces el hombre fue víctima de las tradicionales palizas y persecuciones que siempre han sufrido los miembros de esta estirpe. Centenares de viejitas y amas de casa al descubrirlo pegado a las plantas poseído en la succión, le lanzaron piedras y escobazos para que se fuera del lugar, pero fue a fines de 1902, ya bastante anciano, cuando le llegó su fin: una noche, mientras atacaba una hermosa enredadera, sin darse cuenta fue cubierto por el follaje que lo fue aprisionando todo sin que sus enclenques músculos pudieran zafarse de las ramas. Al llegar las primeras luces del alba aún estaba allí tratando desesperadamente de escapar. Pero se quedó en el sitio. El cadáver verdoso fue arrancado después de varias horas de lucha por un grupo de vecinos y luego sepultado en las afueras. De esta historia, completamente cierta, hoy existe en el lugar una leyenda: se dice que en el sitio donde está su fosa se levanta un extraño árbol rojo con millares de flores de distintas plantas; y que en las noches, si alguien se acerca, el viento mueve una rama cariñosa que entierra suavemente dos espinas en la garganta de la víctima, y al retirarse, le deja los minúsculos puntos sangrientos a la altura de la vena. 40 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL FANTASMA Haciéndole una concesión a los hados masoquistas que a veces se posan en mi espíritu, cada diez años suelo destinar unos días a visitar las viejas casas que habitaba en el pasado. Como guerrero entrenado en los campos de la aberración y del absurdo, me enfrento a esta locura dispuesto a todo, aunque estoy consciente de las peligrosas cargas emocionales que conlleva, y el riesgo de que estas visitas me hagan perder la perspectiva de los inestables momentos del presente. No es normal regresar a los sitios en donde uno vivió. Aunque por lo general la gente entristecida con los dolores del adiós se hace la promesa de no olvidar a los amigos y regresar semanalmente al sitio donde se estuvo por tanto tiempo, misteriosamente, y por una de esas fuerzas cuyo conocimiento sólo es asequible a los que manipulan los resortes de nuestras motivaciones ocultas, a los pocos días de la mudanza nos olvidamos para siempre del juramento hecho y de aquel lugar al cual jamás volvemos por ninguna circunstancia. En este viaje a mis tiempos y lugares idos suelo trasladarme caminando para observarlo todo con mayor detenimiento. Mi primera impresión al llegar a las calles donde se levantan los viejos edificios y las casas de otros tiempos es violenta. Todo lo veo más pequeño. Es como si las lluvias de tantos inviernos las hubieran encogido de una manera irremisible; hasta me cuesta imaginarme que puedan vivir adentro sus actuales habitantes. Me detengo en las esquinas en que solía hacerlo y por más que busco no me tropiezo con un solo rostro conocido; encuentro siempre edificaciones nuevas, y los cambios de color en los demás inmuebles –demasiado opacos o demasiado chillones- hacen el lugar tan insoportable que rápidamente decido guarecerme en el interior del que fue mi antiguo hogar. Una vez enfrente, abro la puerta con la llave que siempre he conservado, y sin llamar paso adelante como si nada hubiera ocurrido desde entonces. Adentro todo es más pequeño aún, casi asfixiante. Me encuentro unos muebles muy distintos a los que tuve, pero reaccionando al impacto insoportable de la estrechez y aquella decoración extraña me siento en la silla del recibo. Los actuales ocupantes al verme entrar se alarman de inmediato, pero al notar en mi 41 Otrova Gomas La Miel del Alacrán rostro la expresión de curiosidad y ese semblante vacío y atemporal de los que vuelven a sus viejas moradas, se tranquilizan. Generalmente alguien se me acerca y tímidamente me pregunta cómo he entrado, qué hago allí y qué es lo que deseo. Yo casi sin tomarles en cuenta y aún ensimismado observo el lugar y les respondo: - Nada, no se preocupen por mí, he vivido aquí durante muchos años. Y los sorprendo aún más al preguntarles por los rincones, por los más mínimos detalles, si taparon las goteras y arreglaron los grifos oxidados. Muchas de las personas al oírme hablar de esa manera se asustan creyendo que están enfrente de un fantasma y se quedan helados cuando todavía con la mirada transportada yo paso lentamente hacia el interior de la vivienda. Siempre me dirijo al que era mi cuarto; me recuesto en la cama como antes, y me quedo observando el techo en busca de algún lejano pensamiento que se haya quedado prisionero entre las viejas telarañas, o tal vez una palabra de esas que yacen arrinconadas entre los pequeños huecos del cemento en las paredes. Ellos, afuera, sorprendidos no hayan qué hacer conmigo. La idea de llamar a la policía se les pasa de la mente al ver la calma y la tranquilidad con que yo lo observo todo abstrayéndome de su presencia completamente secundaria. Luego piensan que estoy loco, pero reflexionan impresionados por mis gestos suaves y elegantes y al notar que conozco hasta los más ocultos vericuetos de la casa. Es bastante interesante, pero al final casi todos me confunden con un alma en pena. Mientras camino hipnotizado reproduciendo los instantes que viví en aquellos cuartos y pasillos, varias veces detrás de mí he escuchado la voz de algún anciano cuando dice que soy un espíritu que habita allí desde hace muchos años y que recuerda haber oído durante muchas noches el ruido de cadenas y luces que titilan en plena madrugada; me siguen, pero luego se detienen cuando alguien entre ellos les advierte: - No lo molesten, si a los fantasmas se les deja solos y uno se acostumbra a ellos se fastidian y se van. Así permanezco algunas horas, recordando, revisando, deslumbrándome en cada sitio, reconstruyendo mis pisadas, revisando las viejas romanillas, tocando las aldabas, curioseando en las canales y los baños que encuentro ínfimos y en muy mal estado. Ellos me ven de reojo, temerosos, algunas veces fuertemente abrazados y poseídos por el pánico, otros armados, listos para rematarme al menor gesto sospechoso y enviarme aún más allá del otro mundo. 42 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Pero una vez cumplida mi tarea, con la misma calma que he llegado, sin ni siquiera despedirme me voy hacia la puerta y trancándola me retiro para siempre de aquel lugar en el que parece que se detuvo el tiempo. Me alejo silencioso. Ellos aglomerados en la puerta se persignan y me miran partir sin comprender qué es lo que ha ocurrido. Así suelo pasearme por mis viejas casas, como un fantasma; como lo que soy, uno de esos capítulos de la historia que no sé por qué injusticia de la vida siempre se disuelven en la nada. 43 Otrova Gomas La Miel del Alacrán FLUCO SPACIOLO Eran los últimos días de julio cuando conocí a Fluco Spaciolo, extraño caso de vampiro cuyo vicio, a diferencia de sus antepasados de Transilvania, consistía en atacar a las víctimas y hacerles una transfusión mientras les mordía la yugular. Debido a tan grave imperfección Fluco devenía cada vez más flaco y débil, mientras sus coterráneos se veían sanos y rozagantes. Me lo presentaron en una reunión informal en el Juzgado del Municipio del pueblo La Basura, en el Estado Anzoátegui, en donde vivía, había sido enterrado y acostumbraba a salir en sus andanzas vampiriles. Recuerdo que fue el Dr. Espamirrondo Mondragón, Juez de La Basura para entonces, quien me introdujo a su persona mientras me encontraba en el lugar para hacer una inspección ocular sobre la putrefacción de los perros muertos y la porquería acumulada frente al hospital de tan importante caserío. Fluco se encontraba en una vieja mecedora en donde el Juez tenía el hábito de sentarse cuando no entendía un caso y se ponía a decir: “culpable”, “inocente” según el mecedor iba para adelante o para atrás; hasta que tomando la decisión del último lugar ocupado por el mueble durante la mecida dictaba la sentencia. En los ojos del pequeño hombre vestido de smoking se notaba la anemia y el raquitismo propio de los vampiros con los cables cambiados. Tosió, y al abrir la boca pude ver los largos colmillos de donde fluía una pequeña gota de sangre. -Le presento a Fluco Spaciolo –me dijo el magistrado con ese gesto pueblerino de los jueces de Municipios pueblerinos. Él estiró el brazo endeble y choqué su mano sudorosa y debilucha. La apreté con fuerza y noté cómo trató de sacarla de mi prisión mal intencionada. En ese primer encuentro apenas cambiamos algunas impresiones y disolvimos el grupo; yo me fui a hacer mi inspección ocular sobre los perros podridos y una vez terminada mi labor regresé al hotel listo para partir al siguiente día. Pero esa noche lo volví a encontrar en el restaurante. Me le acerqué y sintiéndolo solo, le pedí permiso para sentarme en su mesa a fin de cambiar ideas sobre tópicos relacionados con aquel pueblo tan cochino. Fue allí donde supe su verdadera historia. Me enteré que era considerado como la persona más importante en el lugar. Las madres de La Basura, al ver el menor síntoma de flaqueza en la salud de sus hijos, los llevan en las noches 44 Otrova Gomas La Miel del Alacrán oscuras al cementerio donde reposaba Fluco para que apenas saliera de su tumba les mordiera el cuello llenándoles con sangre nueva. Igual era el caso de los ancianos debilitados por los años y las enfermedades. Apenas se sentían desfallecer, a pesar del desagrado que les producía acercarse al camposanto, se sentaban por allí disimuladamente esperando la mordida rejuvenecedora de aquel singular vampiro. Ya llegando al postre Fulco me confesó la causa de su martirio: -Al principio –me dijo- yo era un vampiro normal. Salía casi todas las noches de la cripta y chupaba la sangre de mis víctimas que horrorizadas vivían dándose a la fuga. Pero un día ocurrió algo terrible. Después de haber mordido a la hija del dentista de La Basura, fui perseguido por casi todo el pueblo enardecido que a los pocos minutos me atrapó. Cuando pensé que ya todo estaba perdido y que me clavarían la terrible estaca de madera, salió el maldito padre de la niña y en combinación con el médico forense se les ocurrió hacerme una operación. Todo fue tan rápido, que sin que yo pudiera hacer nada me cambiaron el sistema de succión propio de los vampiros y me pusieron a manar sangre por los cuatro huecos de los colmillos. Desde entonces –continuó con tono de pesadumbre- estoy perdido por esta maldición que me ha vuelto el banco de sangre oficial de La Basura. Lo miré a los ojos y comprendí la amarga tragedia de aquel ser que incapaz de controlar la fuerza atávica de morder yugulares estaba condenado por la eternidad a mantener sanos y vigorosos a todos los habitantes de aquel inmundo municipio. 45 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL ASESINO DEL REGISTRO Kiko Montoya fue uno de los criminales más desalmados que pasaron por la cárcel de La Planta cuando yo trabajaba como tranquilizador de presos en ese fatídico penal. Aún me parece verlo con la tristeza reflejada en el rostro agarrando los barrotes de su celda mientras le echaban el frugal desayuno de costumbre. Se cuentan por centenares las víctimas de sus desatados instintos lombrosianos. Fue analizado por expertos criminólogos traídos de todo el mundo para estudiar su modus operandi, pero después de conocerlo todos se retiraron horrorizados ante aquella despiadada forma de matar. Muchos de ellos quedaron sumidos para siempre en el nihilismo científico, impotentes de penetrar en el sombrío misterio de sus motivaciones más íntimas y de encontrar las obscuras raíces de tanto mal. Kiko fue un verdadero pretor de dolor. Un sacerdote de la maldad con las personas a quines nada les valió el ruego ni la súplica cuando cayeron en sus manos. El ensañamiento fue su norma y hacer sufrir el norte en su desalmada vida. Podemos decir que gozó con ellos desde que los tomó al azar hasta que los condenó a la negra noche de la muerte con su sofisticado estilo. Todo tuvo su origen en la casual circunstancia de su empleo. Trabajando de escribiente en una importante jefatura civil, un día, después de veintitrés años de desempeñar aquel cargo con la desidia y monótona indiferencia de los empleados públicos, sintió una incontrolable compulsión de asesinar. Quería acabar con toda la gente que día a día le pedían copias e inserciones de los documentos asentados en los libros del Registro. Sin embargo, irresoluto por la esencia misma de su cargo, no se atrevió a sacar el arma que disimuladamente guardaba en una gaveta para ello. En su lugar prefirió llevar a cabo este diabólico plan de acción: Cuando alguien le solicitaba cualquier servicio, con una gran sonrisa les pedía que dejaran la cédula y un papel sellado prometiendo entregarles el trabajo al día siguiente, pero apenas la persona se marchaba, con una frialdad increíble le redactaba su partida de defunción tomando todos los datos a su alcance, y después de hacerla sellar y firmar debidamente, la asentaba al margen del libro respectivo mandando copia a la oficina de identificación y extranjería. Inmediatamente se dirigía al baño y quemaba la cédula para borrarlo completamente de los anales de este mundo. 46 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Inútiles fueron los llantos y explicaciones de los pobres muertos al día siguiente pidiendo sus papeles y sus cédulas. Legalmente ya no existían. Eran fiambres de registro. Plastilina de burócratas, y lo que tal vez podía remediarse con un largo y costoso juicio, muchas veces se consolidaba más al encontrar la connivencia de familiares interesados en aquellas defunciones prematuras: sucesores ávidos de la lejana riqueza, mujeres y maridos hartos de sus cónyuges y todas las formas de la complicidad barata que desata la venganza inesperada. Ante todos los reclamos, él, desde su escritorio apenas levantaba el rostro, decía que no había recibido ninguna cédula y volvía a entregarse a las profundidades de su rutinario oficio. Kiko Montoya fue descubierto in fraganti a los tres años después del inicio de su carrera criminal. Lo atraparon con las manos en la masa cuando le adelantaba una partida de defunción a un conocido político que odiaba. A consecuencia de sus crímenes fue condenado a 20 años de prisión, pero no hubo forma de sacarle nunca el nombre de una sola de sus víctimas, que todavía deben estar vagando como almas en pena entre centenares de oficinas públicas tratando de aclarar su situación. 47 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL TESTAMENTO Don Prino del Nogal ya había recibido el primer shock cardíaco con el cual la naturaleza avisa a los condenados a muerte la próxima ejecución de su sentencia. A pesar de que la avanzada edad le encontraba rodeado de una inmensa fortuna acumulada a lo largo de su parca y agitada vida, fiel al postulado de que nada es nuestro en este breve paso por el mundo, sólo tenía como realmente propio una merecida fama de tacaño y un increíble cúmulo de privaciones y amarguras. Hacía mucho que sus manos temblorosas no firmaban un cheque ni jugueteaban con la secreta clave de la caja fuerte en que guardaba los tesoros acumulados con pericia y sabia violencia expropiadora. Me había llamado algunos días antes para que fuera a su modesta casa, en donde vivía solo, recluido desde hacía mucho tiempo con la única y triste compañía de un viejo loro mudo. Cuando fui a verlo Don Prino ya presentía la cercanía de su fin. Su mirada de un brillo intenso, que concentrara en aquel momento todo el fulgor vital que le quedaba, se detuvo ante mis ojos buscando de nuevo la confianza que me tuvo por tantos años. Con la sinceridad que siempre le hablé en los tiempos en que batallaba en los frentes financieros y arrollaba despiadadamente en los campos de comercio, al encontrarle en aquel estado no pude contenerme y se lo dije: -Creo que usted se va a morir muy pronto, Don Prino. Su rostro se puso rígido y los endebles dedos de las manos apretaron la antigua mecedora con la poca fuerza que aún le era fiel y no lo abandonaba. Yo sabía que le gustaba mi franqueza. Me apreciaba porque no era el tipo de hombre que le ocultaba cosas. Apenas se recuperó de la crudeza de mis palabras, dirigiéndose lentamente a su escritorio tomó unas listas llenas de nombres, fechas y guarismos y se me acercó de nuevo. -Le he llamado porque estoy consciente de que lo que me ha dicho es cierto. Irremisiblemente veo llegar los últimos instantes de mi vida y quiero materializar mi testamento. No será como muchos desean: ni mis hijos, ni mis nietos, ni alguno de mis hermanos y sobrinos tendrán algún derecho. Quiero que aún en vida, usted, con la habilidad profesional que invariablemente tuvo, me ayude a hacer justicia. Debo aclararle ante todo que siempre he pensado que la cuantiosa fortuna que he acumulado en mi vida no me pertenece. Ningún hombre, por mucho que trabaje, puede honradamente producir tanta 48 Otrova Gomas La Miel del Alacrán riqueza. En mi caso, simplemente la tomé prestada. Consumí lo que realmente necesitaba y era mío y el resto supe guardarlo cuidadosamente para que fuera reintegrado incólume a sus verdaderos propietarios. No me interesa cómo la adquirieron algunos de ellos, simplemente para mí les pertenece y no se lo he gastado. Sé el impacto que habré de producirle al fisco y a toda mi familia, ellos esperan ansiosamente mi deceso para verse en posesión del imperio que yo he creado, pero otra será la historia. En esta lista está cuidadosamente detallado el origen de cada centavo que obtuve desde los tiempos de mi infancia, y a su lado los nombres de todas las personas que los produjeron. En la hoja anexa –dijo señalándome un complejo paquete de números- está el análisis contable de la riqueza que se engendró y deduciendo lo que me corresponde por mis horas de trabajo está lo que es la plusvalía, las especulaciones y las retenciones indebidas. No quiero irme a la tumba –prosiguió, mientras me entregaba la llave de la caja de caudales y me firmaba un cheque por una increíble suma- llevándome o dejándole a mis herederos lo que no me pertenece. Usted deberá llamar a cada uno de los que están allí nombrados y reintegrarles lo que es de ellos. Deles las gracias de mi parte y dígales que no fue mi intención explotarlos o despojarlos de lo que no era mío. Explíqueles que me sentía inseguro en esta vida. Necesitaba acumular dinero porque él es la base del poder ya que todo el mundo lo desea. Siendo pobre en cualidades creativas del espíritu, incierto del futuro e inestable por mi condición humana, hube de obtener el respeto y la tranquilidad de los demás guardando todo esto. Pero que quede claro –enfatizó moviendo el dedo- que les devuelvo todo, que les pago sus intereses respectivos y que estoy muy agradecido por el aporte que me hicieron. Yo estaba lelo. Hojeando la lista vi mi nombre entre otros y recordé las tantas veces que fui mal pagado por los servicios que le había prestado; ahora estaba al lado de un cifra que para mí era una verdadera lotería. Me imaginé la sorpresa de los demás y de sus familiares y casi no podía salir del asombro hasta que Don Prino me reintegró a la realidad. -Vea que hay algunos que en vida ya recibieron lo suyo. Ajústese a los análisis contables. No acepte discusiones y si alguien lo rechaza oblíguelo a la fuerza, pero entréguele su parte. Allí tiene igualmente poderes para vender los inmuebles, las acciones y liquidar absolutamente todas las inversiones que hice en vida. No quiero que quede nada organizado ni la más pequeña empresa funcionando en forma alguna, porque en este caso 49 Otrova Gomas La Miel del Alacrán sería a mí a quien se ha explotado. Confío en Ud. como siempre lo hice en los buenos tiempos, ahora puede irse y no regrese acá por ningún motivo. Me siento mal y como los animales de la selva no me gusta morir en público. Yo me fui en el acto. A Don Prino no se le podría discutir. Hace seis meses que cumplo con su última voluntad y estoy maravillado de la buena impresión que ha dejado en todas esas gentes. Supe que murió unas semanas atrás, y creo, que a pesar de la inútil indignación del fisco y de toda su legítima descendencia, a estas horas ya descansa en paz. 50 Otrova Gomas La Miel del Alacrán INSTRUMENTOS DE HORROR En las noches oscuras, cuando el fatídico resorte es accionado, el golpe certero como una centella cae implacable sobre la víctima partiéndole en dos la columna vertebral. Después de breves segundos de una agonía dolorosa los deja postrados para siempre al servicio incondicional de la muerte. La sorpresa alevosa del impacto y la circunstancia cruel de recibir el acero cuando esperaban probar un bocado, hace que la trampa para ratones sea uno de los instrumentos de horror más repugnantes que jamás se hayan inventado. Parece ser que fue patentada en 1.823 por Jeremías Mansberg, funcionario corrupto condenado a trecientos años de cárcel en la ciudad de Bremen, quien para vengarse en alguien por el injusto castigo se aprovechó de la presencia de esos inofensivos animalitos que merodeaban su catre podrido y lleno de migajas. Jeremías inauguró el aparato sosteniendo el resorte con el dedo, que previamente untado de queso y simulando dormir, apenas los ratones se montaban encima para lamerlo, lo quitaba bruscamente fulminando a los desafortunados animales que habían osado acercársele atraídos por las delicias del Camembert. ¿Qué satánica inspiración le llevó a Jeremías a crear tan horrible artefacto? Posiblemente nunca se sepa. Pudo haber sido el reconcomio por la frustrada riqueza de la Corporación Alemana de Fomento que le había sido arrebatada antes de poder empezar a disfrutarla. Tal vez fue el recuerdo de las palabras duras e implacables del Fiscal, cuando dijo que le deberían poner trampas de acero en las cajas donde estaba el dinero del pueblo alemán para agarrarle los dedos a los sinvergüenzas que le metían la mano, pero el caso es que el instrumento fue creado. Más adelante, el genio luminoso de Benjamín Franklin desarrolló el dispositivo que aguanta el queso y el resorte, eliminando así el grave riesgo de pisarse un dedo que tenía el sistema de Jeremías. Desde entonces su venta se propagó por los cinco continentes llevando el luto y el dolor a toda la familia ratuna. En las alacenas, en las cocinas, por todos lados, a cada mañana aparecían los cadáveres destrozados y con los ojos y la boca abierta por el susto premortuorio del porrazo. Desgraciadamente el signo que caracteriza nuestra época ha sido la indolencia. Por 51 Otrova Gomas La Miel del Alacrán ello pocas personas se han puesto a pensar en lo que ese impacto representa para un ratón. Y lo más grave, el trauma sicológico que les deja a los que quedan con vida atrapados con algún miembro fracturado o con la cola aprisionada. Es insólito y altamente vergonzoso, que en nuestros días, en que tanto se habla del derecho a la vida y que públicamente se condena la pena de muerte contra horribles y monstruosos asesinos, se guarde silencio y se siga usando este sistema de devastación y pánico contra uno de los seres más chiquitos e indefensos del planeta. Debemos reconocer que las Sociedades Protectoras de Animales de algunos países civilizados lograron establecer la colocación obligatoria de un pequeño cartelito junto al queso que diga: “Advertencia: Se ha determinado que el comer queso es nocivo para la salud. Ley de impuesto de queso y cigarrillos”, y que en Inglaterra es obligatoria la fabricación de trampas para ratones con resortes lentos para al menos darles un chance al animal de salvar su vida, pero no obstante la sed humana por matar impunemente, la vocación por sacrificar vidas inocentes y la codicia incontrolable de acumular quesos y más quesos venció los principios universales de la equidad negando a los roedores el derecho de ser sentenciados por sus jueces naturales. Hoy no queda más que lamentarnos y desear de todo corazón que se produzca una toma de conciencia entre los hombres y le reconozcamos el derecho a los ratones a vivir sin tan horripilante instrumento de tortura. 52 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL TELÉFONO Poseo uno de esos teléfonos antiguos que se usan en función decorativa, al cual le he descubierto una extraña facultad: al marcar los viejos números de mis amigos y algunos familiares, el aparato logra ponerme en comunicación con el pasado. La magia radica en que dichos números ya no existen en el libreto de teléfonos al igual que muchos de sus dueños, sin embargo, he obtenido respuestas incluso de números de cuatro cifras, pertenecientes a antiguas casas que se encontraban anotadas en una raída libreta de mi abuela. Es sorprendente el efecto de escuchar esas lejanas voces que un día resonaron con tanta fuerza y armonía y ahora están secas y apagadas. Después de dos o tres repiqueteos siento cómo levantan el auricular y luego llega la palabra bastante débil del interlocutor que me responde como si estuviera despertando de un largo y profundo sueño a través del tiempo. La primera vez que logré ponerme al habla fue cuando jugueteando con al esfera digital marqué sin darme cuenta el número de una de esas novias de juventud a la que llamamos incansablemente en la época en que el fuego aún ardía con pasión. Al levantarse la bocina del otro lado de la línea estaba ella. Hacía 25 años que no la oía. Hasta me costó varios segundos recordar su nombre. -¿Eva, eres tú? –pregunté sorprendido de que aún estaba en ese número. Su voz era extraña pero aún pude reconocerla. -Sí, soy yo, ¿cómo estás? ¿Qué te había pasado? ¿Por qué no llamaste? -Perdóname –me excusé un poco confundido- lo hice varias veces pero me dijeron que éste ya no era tu teléfono. Hace tanto tiempo... Debes estar casada, ¿no? -¡Casada¡ estás loco, sabes que lo primero son mis estudios. -¿Todavía estudias? -¿Cómo que todavía? -dijo ella- pero si apenas estoy comenzando. Fue allí cuando descubrí que estaba dialogando con el pasado. Preferí no explicarle nada e iniciamos un largo diálogo como en aquellos tiempos hablando de una manera que ya yo había olvidado. En las delicias de su voz endeble, tan llena de nostalgia y recuerdos de mis primeros romances juveniles, volví a la maravillosa condición de adolescente. Luego de una charla me despedí dándole mi nuevo número y decidí probar haciendo otras llamadas. Lo 53 Otrova Gomas La Miel del Alacrán hice con mi casa. La de hace muchos años. Pregunté por mí y me dijeron que había salido, oí la voz de una tía mía muerta y un poco asustado colgué inmediatamente. Después marqué el número de varios amigos y personas idas para siempre de mi mundo, gente que sabía que estaba dispersa por sitios diferentes; pero allí estaban todos, como si nada hubiera pasado. Colgué de nuevo y me tomé un trago para sobreponerme de aquella increíble situación. Ya repuesto del susto confirmé que con el aparato se podía hablar incluso con los tiempos de mi bisabuela, cuando los primeros teléfonos fueron instalados en la capital aún recorrida por tranvías. Al terminar aquella prueba me puse a reflexionar. Pensé que todo era un sueño. No era posible. Seguro que era una jugarreta de esos hados traviesos que rigen los secretos de la vida y de la muerte, y para borrar tan traumatizante experiencia decidí esconder aquella antigüedad en una de las gavetas y olvidarme del asunto. Pero ayer, cuando estaba trabajando en el escritorio, sonó el viejo aparato que sin saber había reactivado. Alguien marcaba mi número actual, desencadenando una de las más terribles congestiones de llamadas del presente y el pasado que se conozcan en la historia del teléfono. 54 Otrova Gomas La Miel del Alacrán COMBATE CON LA NADA Cuando sonó la campana para el primer asalto salí al cuadrilátero con el entusiasmo de todo boxeador dispuesto a vencer. Era una pelea dura. Sin límite de rounds entre la fuerza desbocada de mis motivaciones y el terrible vacío de la nada. Alrededor, el rugir de una muchedumbre completamente loca hacía trepidar el circo. Los primeros minutos danzamos el uno frente al otro buscando un punto débil en el adversario. Lancé un gancho de izquierda cargado de fundamentos ideológicos pero la nada retrocedió con agilidad y me asaltó con un golpe en la frente que me puso a tambalear. Apenas sí pude mantenerme en pie cuando aquel vacío destructivo me descargó dos, tres, cinco golpes en la cara cada vez más fuertes lanzándome en la lona. Me puse en pie medio grogui tratando de justificar mi existencia, pero las ausencias de sentido de la nada se deslizaron sobre mi cabeza una tras otra en una verdadera carnicería irracional. Mi contrincante no tenía compasión, y yo, casi desfallecido sentía cómo me clavaba ganchos de negación del ser y jabs de indeterminaciones ontológicas. Logré abrazarme con fuerza a sus demoledores puños para no sucumbir y aproveché para lanzarle dos golpes casi infantiles pero que sirvieron para mantenerla alejada mientras sonaba el gong que me salvara de tan tremenda tunda. Jadeante en mi esquina tomé aire y con el cerebro destrozado oí a mis asistentes dándome ánimos para luchar. Totalmente consciente escuchaba sus voces, pero preferí no pensar aprovechando esa ligera ventaja durante aquellos minutos que parecían una eternidad. Sonó la campana para el segundo asalto y apenas me puse en guardia la sentí girando alrededor sin poderla ver. Era como hacer sombras con la oscuridad. La golpeé con una buena motivación artística y varias esperanzas de frente, pero la nada arremetió de nuevo con un jab de imposibles en la nariz rematándome con ausencias trascendentales de todo tipo. Mi cuerpo adolorido se estremeció, pero me mantuve firme tratando de tomar conciencia aunque tenía la razón completamente debilitada. La multitud frenética por el salvajismo de los golpes que recibía aullaba entusiasmada en su delirio. En ese instante, con una voluntad de acero levanté el brazo clavándole en el estómago un directo de razones científicas y le descargué varios jabs de amor con varias ilusiones. No obstante el duro castigo que le había propinado ella giraba con su vacío 55 Otrova Gomas La Miel del Alacrán martillándome sin cesar en el cerebro. Y al final del round se me vino encima en un clinch mortífero. Entonces ocurrió lo increíble. El forcejeo se detuvo. Yo estaba de pie. Solo. Y la nada yacía allí, desplomada. La había fulminado con ideas y proyectos impulsados en un gancho fenomenal que le había llegado al centro mismo del nihilismo. El árbitro me apartó con una mano y empezó a contarle los segundos. Cuando llegó a ocho ella se paró tambaleante. Quise aprovechar y golpeé de nuevo con ganchos de derecha y de izquierda. Les puse toda mi juventud y mi energía, pero sonó la campana que nos separó de nuevo. Hoy han pasado como mil rounds. Aunque tengo fuerzas como para ganarle y ella está toda maltratada, sé que espera la menor baja de mi guardia para arremeter con más violencia. No soy cobarde, pero he oído hablar de su formidable upercaut: el invisible golpe de la nada que dicen que es la muerte. Sé que puede llegar en cualquier momento y sin darme cuenta habré perdido la pelea. 56 Otrova Gomas La Miel del Alacrán DE LOS ARCHIVOS DEL SUICIDIO Pedro Ramos, 56 años. Vendedor de la Enciclopedia Británica de contado. Harto de los dolores del mundo, el 13 de Mayo de 1.978 se abre un orificio en una vena, introduce un pitillo y empieza a chuparse la sangre lentamente. Con una mirada de asombro, el forense y los detectives que levantaron el cadáver pueden constatar que el hombre murió completamente desangrado sin haber manchado el piso. *** Magda Mizra Yose, 33 años. Ama de casa. Hastiada de la rutina de su matrimonio y víctima de una tremenda depresión cuando se le daña el televisor el día del desenlace de su novela favorita, decide eliminarse metiendo todas sus partes en la licuadora. Al prender el mortífero aparato poco a poco se fue licuando ruidosamente a la vez que incorporaba una nueva receta el terrible libro de la muerte. *** Cremerco Finalven, 76 años. Desempleado de origen maracucho, epiléptico, solitario y víctima de dos enfermedades completamente desconocidas por la ciencia médica. Se suicida el 10 de Marzo de 1.975 en el centro de Caracas conteniendo la respiración. Fueron inútiles los esfuerzos de varios transeúntes para obligarlo a respirar. A los cinco minutos cayó pataleando sin vida dando muestras de una increíble fuerza de voluntad. Nunca se supo si el deceso se debió a la falta de aire o a la presencia durante tanto tiempo en sus pulmones de los contaminantes que había en su última bocanada. *** Rito Roa, 43 años. Vendedor de osos polares. Víctima de la grave situación económica el país, al pasar diez meses sin vender un solo oso, desesperado decide poner fin a sus días ahogándose en un vaso de agua. A pesar de las serias dificultades para meterse dentro del vaso, lo logra, y una vez adentro abre la boca y fallece en cuestión de minutos. Ante la imposibilidad de sacarlo entero las autoridades se vieron en la necesidad de quebrar el vaso aún contra la voluntad de la esposa que se negaba a que le arruinaran la vajilla. *** Pedro León León. Medico, 46 años. Cuando la oficina de protección al consumidor le multa por el monto de unos honorarios, decide matarse. Para ello, con la complicidad de 57 Otrova Gomas La Miel del Alacrán una enfermera en estado de ebriedad, se hace a sí mismo una complicada intervención quirúrgica en la cual se liga el músculo cleidomastoideó del cuello con los flexores de las piernas. Apenas se recupera y se levanta de la cama, la fuerte tensión que los músculos de las piernas producen en la garganta lo ahorca irremisiblemente, quedando rematado al estirar la pata. 58 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL SEÑOR DELGADO Mariano Humpiérrez tenía un oficio desagradable y mal renumerado. Era profanador de tumbas. Pero al cabo de sus sesenta años y más de mil problemas aquello era lo único que sabía hacer. De noche, cuando ya se había ido toda la guardia del lugar penetraba en el camposanto y se robaba las ropas, los pedazos de bronce de las urnas y las joyas que estuvieran adheridas al cuerpo de los difuntos. En sus años mozos no tomaba otras cosas; pero ya más viejo, cuando tenía una clientela formada a base de trabajo y perseverancia, también sacaba los cráneos y los huesos que le habían encomendado los estudiantes de medicina y uno que otro comerciante medio macabro. Como es lógico pensar, éstos venían casi siempre de muy lejos para no comprometerse con las autoridades de la zona, de allí que su relación fuera siempre bastante pasajera. Aquel era un trabajo duro. A pesar de que los años que había pasado como sepulturero le fortalecieron los brazos y le dieron la adecuada acción mecánica de su trabajo, ya estaba viejo. Tenía que palear mucho, y a veces, incluso romper la cripta de mármol con martillo y cincel para luego bajar solo y peligrosamente hasta el fondo de las sepulturas. Abajo las cosas no eran difíciles. En realidad la madera casi siempre estaba carcomida por el efecto destructor de la humedad; entonces se limitaba a alumbrar con la linternas, perforar con dos o tres golpes el cajón y revisar los dientes y las manos de los muertos cogiendo todo lo que estimaba que tuviese algún valor. Una vez terminada la tarea, se subía y lo dejaba todo igual como si sólo Dios hubiese perturbado la paz de aquella morada. No obstante lo mucho que se ha dicho que los muertos salen, él no creía en esto. Como bien decía, una vez que se está familiarizado con el paisaje nocturno del cementerio uno puede conocer el origen natural de cada ruido y de cada sombra de la noche; sabe distinguir el paso de los animales nocturnos, que se deslizan raudos, casi imperceptiblemente, el movimiento de los árboles batidos por el viento, el goce angustiado de los enamorados marginales escondidos tras un panteón, y hasta el crepitar de las mismas urnas, cuando la madera podrida cede afectada por el peso del cadáver o el daño inclemente de la tierra. 59 Otrova Gomas La Miel del Alacrán De aquello vivía. Con eso mantenía humilde pero honradamente a su mujer y a sus tres hijos. Cada noche, al caer el sol salía para cumplir su jornada de trabajo y luego regresaba tarde, ya por la mañana, llevando sortijas, dientes de oro, trajes finos, sedas y linos que la mujer lavaba y revendía. Eran múltiples los tesoros que aquel hombre obtenía de la tierra. La tierra generosa, que como le había dicho alguna vez su padre inspirado en el pasaje bíblico, era el lugar de donde volvería a regresar para confundirse eternamente con el polvo de los tiempos. Para aclarar los detalles de esta historia, debo decir que algunos años atrás, después que Mariano ya había iniciado el comercio de los huesos y tenía su clientela, un día se le presentó un hombre alto y flaco; de porte elegante y gestos amables que siempre usaba un sobrero y una gabardina obscura. Le dijo llamarse el Sr. Delgado y le encargó diez cráneos semanales; igualmente le prometió pagárselos mucho mejor que al precio que le daban los estudiantes y los excéntricos coleccionistas del lugar; pero estableció para ello una estricta condición: que nunca le fallara en las entregas y se ajustara en lo posible a las medidas de cabeza que él le daba. Marino después de meditarlo aceptó el pedido, y así estableció una jugosa relación mercantil con su nuevo cliente, cuyas calaveras a la medida vinieron a mejorar de una manera importante su golpeada economía. Pasado algún tiempo, siendo ya un hombre mucho más próspero decidió abandonar el rateo de ropa y pedazos de oro en las tumbas frescas. Se limitaba simplemente a hurgar por encima, entre las fosas comunes, en busca de cabezas que más o menos se ajustaran a las dimensiones que su comprador solicitaba. Y a pesar de que ya había empezado a devenir bastante rico en su peculiar comercio, nunca se le había ocurrido preguntarse qué cosa hacía Delgado con tantos huesos. Hasta que un día picado por la curiosidad empezó a extrañarse. El hombre se llevaba hasta veinte cráneos semanales, y a veces más si se ajustaban a sus extraños datos. ¿Qué hará con tanto hueso? – se preguntaba- ¿Y si yo hago lo mismo y le saco más dinero a mi trabajo? Después de mucho meditarlo, una noche mientras reposaba en una tumba colectiva decidió seguirlo. A la mañana siguiente, apenas el Sr. Delgado le hubo cancelado por la entrega, cogió su coche y se le fue detrás como un espía. Estaba todo lleno de tensión por saber cuál era su secreto. Con cuidado le vio dar varias vueltas por las grandes avenidas, hasta que al final, 60 Otrova Gomas La Miel del Alacrán para asombro de Mariano, se detuvo frente al mismo cementerio. Lo observó bajarse arrastrando el saco que contenía toda la macabra mercancía y luego detenerse frente al sitio donde las autoridades cremaban a los restos muy antiguos. Dejó el bolso con los cráneos a un lago y luego regresó al vehículo. Mariano que lo observaba todo desde lejos estaba cada vez más confundido. Se volvió a meter en el auto y decidió a volver a casa. Cuál no sería su sorpresa cuando al llegar vio que estaba esperando sentado en la sala el mismísimo Sr. Delgado. El pobre profanador trató de sonreír nerviosamente. Temiendo que lo hubiera descubierto, con la carga de conciencia de sus verdaderas intenciones le ofreció un café dispuesto a confesarle todo; pero su interlocutor, como siempre, no le dejó hablar, se limitó a escribirle unas medidas, sólo que esta vez le dijo: -Mire, ésta la necesito urgente para mañana, y con la medida exacta. Se paró de la silla y se alejó como si no hubiera ocurrido nada. Siendo Mariano un hombre sencillo por naturaleza, podía bloquear fácilmente sus angustias no fundamentales, por eso decidió olvidarse por completo del desagradable accidente de aquel día. Para salir del paso pensó que simplemente su cliente era un loco al que le gustaba pasear cadáveres. Ese no era su problema. Aquella noche después de despedirse de su esposa, bastante arrepentido regresó al trabajo. Allí abrió una y otra tumba, pero desgraciadamente tuvo que cerrarlas todas, porque por más que hurgaba entre los cráneos, ninguno medía el tamaño que su benefactor le había señalado. Pasó por el panteón de los judíos, por el mausoleo de los árabes y hasta ayudado con un palo revisó en el de los leprosos. Sin embargo era inútil, no había nada que sirviera. Había llegado la mañana y estaba verdaderamente exhausto. Debía regresar y empezar con más bríos en la noche. Pero al volver a la casa y abrir la puerta se quedó pasmado. Enfrente de él, con el gabán abierto mostrando que adentro era un esqueleto y la cabeza una calavera estaba el Sr. Delgado. -Ya no es necesario que la busques, Mariano. Soy la muerte, esas son las medidas de tu cráneo y he venido a retirarlo. Del susto el pobre hombre allí mismo se quedó muerto. 61 Otrova Gomas La Miel del Alacrán 62 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LOS PODERES DE LA MENTE Al principio creí que la desintegración iba a llegar sin darme cuenta, hasta que escuché un sonido seco. ¿Se debió todo aquello a mi excesivo agotamiento? No sé, en todo caso fue la consecuencia de la manía de relajarme. De irme abandonando músculo a músculo, nervio a nervio; en fin, de lograr un verdadero estado de paz espiritual y absoluta pérdida del malestar físico utilizando para ello los terribles poderes de mi mente. Recuerdo que ya meses atrás había logrado intensificar mis estados de ausencia. Haciendo un gran esfuerzo cerebral podía prácticamente volatilizarme; y ese día, mientras estaba con los ojos cerrados intenté dar un paso superior en el delicado mundo de los experimentos metafísicos: trataría, a base de pura concentración, que la piel, los huesos y todas las células del cuerpo se me fueran separando para que cada una tomase su propio mundo. Las llevaría a la libertad absoluta de forma tal de que no tuviesen las unas que arrastrar el peso de las otras. Posiblemente con aquella práctica prohibida estaba penetrando incidentalmente en el secreto de la vida. Algunos días antes, reflexionando llegué a la conclusión de que la compleja interdependencia de las partes del organismo era la responsable de que éste jamás reposara en el sentido real de la palabra, por ello me proponía tratar de romper aquella esclavitud evidentemente absurda paseándome por los peligrosos corredores de la muerte. ¿Cómo iba a saber yo que con ello habría de desencadenar el proceso de mi propia destrucción? Primero estuve dos horas en pleno relajamiento muscular; algo bastante corriente en los ejercicios tradicionales del yoga y otras ciencias orientales; después inicié el experimento. Con pura fuerza mental que cuidadosamente sería transmitida a cada parte de mi cuerpo, las haría desprenderse las unas de las otras. Meditando sobre el asunto había optado por un sistema que facilitaría mi objetivo: para hacer más suave el despegue primero me licuaría un poco. Es decir, me ablandaría al máximo; luego me descoyuntaría y me partiría en pedazos que en cadena se irían atomizando hasta quedar reducidos a millones de partículas microscópicas sin ninguna relación entre ellas. Cuando estaba en la primera etapa empecé a ver borroso. Cerré los ojos y una 63 Otrova Gomas La Miel del Alacrán extrema sensación de ablandamiento progresivo me recorrió de punta a punta. Sentí como si me estuviese licuando, volviendo sopa, una desagradable impresión que es muy difícil soportar. Abrí violentamente los ojos para ver lo que me pasaba y después de intentarlo varias veces logré mirar completo. En efecto, pude constatar que me derramaba por todas partes. Me estaba volviendo una sustancia pegajosa que todavía en forma de gel empezaba a humedecer el sillón y mis gotas ya rodaban por el piso. Comprendí que éste no era el camino correcto. Tenía que rectificar. En el estado líquido además de que las partes seguían unidas, había el inconveniente de que lo mojaba todo de una manera innecesaria. Cambié de táctica y decidí buscar el desmembramiento en seco. Para ello en lugar de aflojar los músculos me puse tenso. Así la carne volvió a endurecerse paulatinamente. Si lograba mi propósito a partir del estado sólido, tenía la ventaja de que una vez terminado el reposo absoluto que buscaba, los átomos y células estarían más cerca para cuando decidiera volver a mi condición normal. Ya endurecido comencé de nuevo. Me concentré en la separación y noté que lo lograba: empecé a ver doble, luego triple y poco a poco la visión se me volvió un caleidoscopio de imágenes repetidas. Cargué el cerebro con mayor intensidad. Me puse tenso; cada vez más tenso, como nunca antes había estado. El tacto se me hizo impracticable. Escuché los ruidos partidos, como una repetición absurda de notas extrañas y disonantes. Me pareció sentir el sonido crepitante de las piernas y los brazos desprendiéndose del tronco, los dedos separándose de éstos y las uñas saltar impelidas por la poderosa presión mental. Entonces ya estaba en los límites del abuso. Completamente rayando en las zonas prohibidas hasta para los más audaces hechiceros, pero aún así cargué más. Me concentré e intensifiqué el esfuerzo de la poderosa carga cerebral. Tenía que separar de una vez por todas cada una de las pulgadas de mi cuerpo. Fue allí donde escuché el horrible sonido de la explosión. Salté en pedazos. Volé completamente pulverizado y expelido de mi mismo, con una energía inconcebible que arrastró en su onda destructiva todos los alrededores del vecindario. De un solo golpe noté como se desvanecía todo el vigor de mi cerebro que quedó regado en partes sangrientas en una explanada de más de mil metros alrededor del eje de concentración. En aquel asombroso experimento me había llevado por delante casas, muebles, automóviles y decenas de pobres personas inocentes, y al mismo tiempo, un hongo monstruoso se levantó desde el sillón donde me encontraba. 64 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Prácticamente me perdí todo. Pero por desgracia, como un castigo implacable del destino, ha sobrevivido intacto, entre ese reguero de partes y pedazos, el centro de mis ondas cerebrales con las que puedo narrar estos hechos increíbles. 65 Otrova Gomas La Miel del Alacrán COSAS DE LA MUERTE -¿Cómo sigue? –preguntó el verdugo acercándose al lecho del enfermo. -Está igual, sigue en coma –respondió el médico a cuyo lado observaba con cierta indiferencia un policía de rostro alargado y taciturno. John Berg, el verdugo de la prisión, experto en pasar la cuchilla de cinco mil voltios en la incómoda silla eléctrica de San Quintín, salió del cuarto con un gesto de evidente depresión. Si Boris Maxwell, condenado a la pena capital, no se recuperaba, tendría que olvidarse de la prima especial por ejecución, lo que le crearía una verdadera calamidad en su estrecho presupuesto. -Qué desgracia –pensó moviendo los labios-, venirse a enfermar ahora, justo antes de llevarse a cabo la ejecución –y lentamente se dirigió hacia la sala de espera de la cárcel. Al llegar vio a través del vidrio al jefe de la sección de condenados a muerte. Este era un viejo amigo y apenas lo miró llegar se le acercó con un gesto de lamento. -Lo siento, John, sé que estabas esperando ejecutar esta sentencia desde hace bastante tiempo; pero no te desanimes, ya se mejorará, y el juez dijo que si le baja la fiebre y está fuera de peligro podrás cumplir con tu trabajo. -Sí, pero tenía que ocurrir precisamente ahora –replicó el verdugo-, exactamente cuando contando con este trabajito me endeudé con lo del carro nuevo. No sé, Albert, algo anda mal en estos tiempos; antes sólo en esta prisión había hasta dos ejecuciones al mes; ahora no sé qué les pasa a los jueces, se niegan a condenar a muerte; hay como un temor, Albert, y uno pierde la fe. ¿Es que ahora somos mejores? No sé, te juro que hasta creo que me he equivocado de trabajo. -Vamos, muchacho, no te pongas así –le replicó el amigo-. Esta etapa es pasajera, ninguna sociedad puede mantenerse sin aplicar la pena de muerte, tú sabes que eres un hombre necesario y todo el mundo te aprecia. Si no fuera por ti, ¿qué sería de nosotros? -oOo- En su cama Boris Maxwell abrió los ojos con dificultad. La fiebre le hervía el cuerpo haciéndole temblar. Movió la cabeza al otro lado de la almohada y dijo al médico de guardia 66 Otrova Gomas La Miel del Alacrán que le observaba con cuidado: -Sálveme, doctor, por lo que más quiera, sálveme, déjeme morir. El hombre desconsolado volvió a cerrar los ojos, un sudor frío que se le escapaba de las sienes era el indicio inequívoco de la caída de la fiebre. Todo parecía indicar que se salvaría, es decir, que moriría. Así pasó una semana de incertidumbre, pero, para su fatalidad había mejorado notablemente. Al amanecer de aquella mañana el médico luego de hacerle el chequeo de rutina le dio una palmadita mientras dijo: -Bueno, ya Ud. está como un toro, eran puros nervios, creo que ahora sí puede soportar la ejecución. Al siguiente día, el hombre tembloroso fue levantado de la cama. El sacerdote se acercó para brindarle los últimos sacramentos y lo acompañó al tétrico lugar donde estaba enchufada la silla eléctrica. Era una silla Luis XV, tapizada con gobelinos estampados pero conectada a un grueso cable de cinco mil voltios. Una novedad de la prisión que se quedó así después de la ejecución de Pierre Renoir, un condenado fanático del esplendor de los reyes franceses que la había pedido como última voluntad. Tres testigos, un miembro del jurado y un electricista para cualquier emergencia lo esperaban. El verdugo que entró al mismo instante por otra puerta trató inútilmente de esconder su satisfacción, y su mirada vivaz se encontró con la que se enmarcaba en las angustiadas ojeras de su esperada víctima. Boris Maxwell al verlo se sintió desfallecer. Opuso una ligera resistencia, como cuando era niño y su madre lo llevaba a los sitios que no quería, pero las palabras reconfortantes y animosas del padre de la iglesia que le aconsejó que se sentara y se pusiera cómodo lograron persuadirlo. Igualmente John Berg al acercársele le dijo que no se preocupara, que no sentiría nada, todo era como un rápido apagón. Luego, mientras le pintaba un cuadro optimista de la muerte, empezó con su trabajo. Pero apenas le amarró las manos y las piernas, la presión arterial del condenado subió vertiginosamente. En cuestión de segundos un paro cardíaco fulminante lo dejó muerto antes que el verdugo pudiera poner las manos en la cuchilla hacia la que corrió desesperadamente. Boris Maxwell se había salvado de morir ejecutado, sólo que al salirse con la suya, dejó con su imprevista deuda al pobre servidor de la vindicta pública. 67 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA EMPRESA El grupo que formamos constituye una empresa autónoma destinada a producir incendios y hacer demoliciones para compañías constructoras en franco proceso de expansión. Primero comenzamos en Europa. Un jugoso contrato nos asignó la tarea de tumbar de una vez por todas, la torre inclinada de Pisa, acabando de una vez por todas con la fastidiosa expectativa. Confieso que no era tarea del otro mundo, pero lo fue el precio que recibimos por todo el trabajo, incluido transportar los pedazos de torre y botarlos en el mar. En Italia igualmente debimos ampliar el estuario del Mediterráneo enfrente de Venecia y ensanchar los canales para que pudieran entrar súper tanqueros. Aquí la cosa no fue tan fácil. Prácticamente tuvimos que demoler la ciudad, ya que por estar semi podrida no resistió el efecto de las máquinas. Afortunadamente había góndolas a mano, que se aprovecharon para evacuar a la población damnificada y a un poco de palomas. Pero gracias a nuestra labor, hoy la Plaza de San Marcos es el depósito de crudo más grande y seguro del viejo continente. En Roma tumbamos el Vaticano para construir un campo de aviación privado que aprovechó las condiciones naturales que ofrecía la plaza de San Pedro. La curia no estuvo muy conforme, pero no pueden decir que les dañamos un solo fresco. Los pedazos de basílica y de paredes quedaron intactos y pueden ser montados en marcos y repartidos por todos los museos italianos. También fue destacada nuestra labor en Florencia, donde acabamos con todas aquellas peligrosas ruinas y viejas edificaciones carentes de los más mínimos servicios; ahora alli se levanta la metrópoli más moderna del viejo continente, de amplias y confortables viviendas prefabricadas para la clase trabajadora. En esta ciudad había muchas obras de arte, pero todo se salvó. Aunque algunas esculturas y algunos monumentos de mala calidad, construidos con materiales de segunda, resultaron aporreados por el trabajo de los obreros, los volvimos a pegar y fueron metidos en distintos garajes y depósitos, en los que se encuentran seguros y completamente protegidos de la inclemencia de los elementos naturales. 68 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Al ver cómo dejamos a Florencia, en el acto fuimos contratados a París donde, hay que reconocer, no se nos recibió adecuadamente. Al saber que llegábamos, un público fanatizado y repelente como sólo los franceses pueden serlo trató de impedir que descendiéramos del avión. Pero nuestros contratantes, gente clara y práctica para estas cosas, en el acto nos sacaron en helicópteros aprovechando para mostrarnos lo que debíamos hacer. En primer lugar desarmamos la torre Eiffel. Un viejo armatoste de hierros oxidados que estaba en el centro de París, el cual no tenía ninguna función útil y además exponía sin necesidad la vida de los habitantes de esa capital. Terminada la operación se salvó lo que se pudo, que fue poco; pero con los restos armamos veintidós pequeñas torrecitas de dos metros cada una, bastante seguras y regadas por toda la ciudad facilitando así la curiosidad de los turistas. En el Sacré Coeur demolimos los antiguos edificios, y allí hoy se levanta una urbanización con construcciones de acero y aluminio para la clase media y la alta burguesía parisina. Se mandaron presos centenares de vagos y pintores que molestaban a la gente por las calles y de esta forma la zona se ha vuelto un sitio decente y confortable. Para satisfacer las necesidades de un contratista galo con audaces planes para mejorar la situación de la provincia, mudamos la catedral de Notre Dame al interior. También en este caso, dado lo grande este inmueble, salieron dos catedrales, un poco más modernas, pero que van a beneficiar simultáneamente a dos regiones católicas del sur de Francia. Sobraron bastantes piedras y pedazos, pero allí están, a la orden de sus propietarios que pueden pasar a recogerlos. El embaulado del Sena fue una obra digna de maestros. Con ello se acabó el bendito riesgo de las inundaciones, y sobre él se construye actualmente, gracias a nosotros, una amplia autopista de ocho canales para deleite de todos los franceses. En esta misma ciudad hicimos otro trabajito: derribamos la Magdalena con el objeto de ampliar una red del Metro, incendiamos el bosque de Boulogne para edificar un conjunto de torres de oficina y centros comerciales, y atravesamos con los tractores el palacio de Versalles con el fin de que le pase por el medio la nueva carretera que unirá a París con Lyon. Esta carretera creo que se llamará la Carretera de Versalles, la cual tendrá una hermosa vista para los automovilistas cuando atraviesen la parte de ese capricho ostentoso de los Luises. También tapamos con concreto el Arco del triunfo hasta la parte superior, de manera de evitar que los carros que vienen de Champs Elysées se metan por debajo evadiendo la luz roja de la Avenida Víctor Hugo, lo mismo que el constante pase de jefes de estado que lo estaban deteriorando. 69 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Antes de seguir cumpliendo nuestros compromisos en Europa fuimos llamados al continente asiático. Particularmente para desbaratar la gran muralla china. Una construcción suntuosa e innecesaria en esta época de misiles, y que además no se justifica ahora que el país está en paz con sus vecinos. A pesar de que algunos miembros del gobierno querían guardar las piedras para volver a armarlas en un caso de emergencia, al final las trituramos para hacer cemento y ampliar de esta forma los programas de vivienda del gobierno. Lo hicimos en Egipto, donde descubrimos que la calidad de las piedras de unas pirámides que había en las afueras de El Cairo son óptimas para la fabricación de adoboncitos. Las tumbamos y ahora aquello quedó liso como un campo de golf, con grandes facilidades para acumular arena y desarrollar cultivos propios del desierto. La próxima semana volveremos a Europa para trabajar en Austria, Inglaterra y Grecia, luego seguimos a España, donde derribaremos la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba para regresarles sus cosas a los árabes, que parece que las han pagado a un buen precio. Después de esta importante gira de trabajo, regresaremos al país para proseguir con la deforestación y los incendios. 70 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LOS DEPÓSITOS DEL TIEMPO PERDIDO Una de las cosas que más impresiona cuando uno llega a Ypokola, la agreste capital de Morandú, son los inmensos depósitos de horas perdidas. Llegar al más importante centro mundial de archivo y clasificación de tiempo malgastado por los seres humanos no es tarea fácil. Imposible, diría yo, sin un salvoconducto de las autoridades del lugar. Igualmente es imprescindible un guía experto; ya que en la capital abundan los charlatanes y los pordioseros de cariño, que perdidos en inmensas soledades de esa llanura africana, aprovechan la primera oportunidad para ofrecerse de guías improvisados, haciéndonos malgastar horas extraviados en la espesura de la selva. Yo llegué una lluviosa mañana de julio cuando las primeras aguas invernales volvieron ríos caudalosos la intrincada maraña de grietas del desierto. Entonces era la vendimia de los días, la época de la clasificación de días perdidos. Esta compleja tarea la realizan casi 200 hombres al servicio de 700 computadoras XL-669, el sistema cerebral de información mecánica más sofisticado que se haya fabricado sobre la faz de la tierra. Onope Silva, un filósofo puertorriqueño encargado de mostrarme el funcionamiento y las instalaciones de Tulú, me paseó con increíble precisión y conocimiento del lugar. Realmente quedé perplejo. Primero entramos al centro de recopilación. Allí están los empleados más efectivos que uno pueda imaginarse: Hombres-tiempo, como los llaman, entrenados para aprovechar hasta el más mínimo segundo en función de su tarea. Unos eran inquietos y nerviosos, otros meditativos, pero en todos se distinguía el mismo aspecto de habilidad y competencia en el ejercicio de su cargo. La procesadora gigante obtiene información de horas perdidas y malbaratadas por países, ciudades y aldeas alrededor de todos los lugares habitados. Luego la información es pasada a otras computadoras que las clasifican antes de enviarla a los depósitos de recuperación o a los crematorios. Las naves donde se guardan estos momentos desperdiciados tienen dimensiones increíbles. Prototipo de arquitectura fascista, en ella se encuentran millares de secciones y departamentos, todos con claro señalamiento del tiempo botado y de su duración. Allí hay segundos, minutos, horas, días, meses, años y vidas enteras completamente inútiles. Maravillosamente ordenados y provenientes de todo el mundo están los instantes 71 Otrova Gomas La Miel del Alacrán que se fueron en colas, en empresas fútiles y las horas de discusión improductiva. Separados en toneles de vidrio aislante están los momentos de espera, las visitas inoportunas, las holganzas eternas, los desaciertos y el tiempo dedicado a los planes y a los sueños imposibles. Más allá vi el enorme depósito de las ocasiones idas, los días de la infancia y la vejez extrema, de las enfermedades y los actos repetidos. En un silo especial las apatías, los descuidos, las tardanzas y todos los matices de la parsimonia. Después llegamos a la edificación donde se halla la majestuosa planta de reciclaje del tiempo perdido. Me dijo el guía que allí se trata de salvar parte de todos esos momentos orientándolos hacia gente y actividades productivas. El procedimiento está a cargo de cincuenta computadoras ultra rápidas que trabajan día y noche tratando de repartir adecuadamente el único recurso humano verdaderamente no renovable. Como a seiscientos metros pude palmar los inmensos crematorios del tiempo irremisiblemente perdido, desde los cuales se alza una enorme columna de humo que cubre kilómetros y kilómetros de cielo. A su lado están los dos pequeños edificios donde funcionan los laboratorios destinados al estudio de la importancia de los segundos y hasta de la existencia misma, y pude saber que es el único sitio de la tierra donde se hacen análisis al microscopio de las horas muertas y de los minutos de silencio. Ya en la tarde la visita había terminado. Me quedé absorto, impresionado ante la titánica labor de aquel puñado de seres y de máquinas que habían descubierto que la verdadera riqueza de los hombres son los breves instantes que forman la existencia y que se nos escapan de las manos. Abandoné el lugar poseído de una extraña sensación, y no pude dejar de pensar en la cantidad de combustible con que nosotros, pequeño y lejano país, habíamos contribuido para mantener trabajando aquellos inmensos crematorios. 72 Otrova Gomas La Miel del Alacrán UN GOBIERNO INTELIGENTE El día en que Milo Tanwaca, raquítico coronel africano dio el golpe de estado en la República de Mazutolandia, nadie se imaginó que iba a deslumbrar al mundo transformando a esta pequeña y paupérrima nación de primer exportador mundial de malaria, a tercer exportador de petróleo. Sobre todo tomando en cuenta que en el subsuelo de Mazutolandia no había una sola gota de hidrocarburos. La figura descollante del hábil político mazutolandes debería servir de ejemplo para los otros países del tercer mundo, ya que Mazutolandia era tan pobre, pero tan pobre, que ni siquiera tenía limosneros porque allí no había a quien pedirle. Su economía presentaba grados de miseria tan altos, que llevó a los expertos a crear el grupo de los países del 5º mundo, ya que carecía de ingresos per cápita y sus reservas monetarias montaban apenas a sesenta dólares. Por otra parte, los mazutolandeses es el único caso que se conoce de un pueblo que comía tierra para subsistir. Apenas llegó al poder, el coronel mandó a fusilar a su antecesor y sentado en el rancho presidencial ante su gabinete, formado por el único ministro que podía pagar, y que también fungía de gobernador, de secretario, archivero, chofer y amante del joven gobernante, trazó su meta de gobierno: hacer de Mazutolandia un miembro de la OPEP. Muchos lo tildaron de loco, y apenas las agencias noticiosas transmitieron el mensaje, los países desarrollados se rieron en silencio mientras los árabes lo observaron con desconfianza. Pero a los seis meses Tanwaca misteriosamente empezó a inyectar petróleo a la enclenque economía del país. Al año siguiente empezó a exportar distintos tipos de crudo a todos los mercados spot, y tres meses después sus niveles de exportación le dieron el derecho de ser miembro de la OPEP pasando a ser el tercer exportador mundial del preciado líquido. Inicialmente se pensó que su petróleo era crema de caraotas con aceite de maíz, luego achacaron la extraña bonanza a la presencia de un brujo muy competente, pero al poco tiempo los servicios de inteligencia descubrieron el golpe maestro del hábil Tanwaca: con un préstamo obtenido de Inglaterra bajo el compromiso de no enviar más tuberculosis a la metrópoli, se compró un viejo tanquero que fue destinado a recoger todo el petróleo que se derramaba en los siete mares y los océanos del planeta. Con ello la pequeña república 73 Otrova Gomas La Miel del Alacrán pudo comprar más tanqueros y antes que nadie se diera cuenta tenía la flota de recogedores de petróleo derramado más grande del mundo. Los llamaron los buitres del hidrocarburo y hasta se les acusó de causar choques, de sembrar el mar de arrecifes artificiales y de crear neblina falsa para producir accidentes. Los capitanes de tanqueros se ponían nerviosos cuando las naves de bandera matuzolandesa los seguía esperando el menor derrame. Se les veía en el Golfo Pérsico y en el de México succionando todo lo que se botaba de los pozos incontrolables. Igual estaban en Alaska que en los puertos de descarga de las grandes refinerías y en las playas víctimas del petróleo derramado. Al poco tiempo la poderosa flota del rico país tenía un control total sobre los infinitos derrames, y las otrora endebles arcas de Mazutolandia se llenaron de petrodólares y con la populosa cesta de monedas de la OPEP. No contento con esto, la última noticia que se llegó a tener de Sabo, la capital, indicaba que Tanwaca propuso a su gabinete de cien ministros el II Plan de la nación: recoger todas las latas de cerveza y refrescos abandonadas en los cinco continentes, con lo cual sin duda será el país con las reservas probadas de aluminio más grandes que se conozcan. 74 Otrova Gomas La Miel del Alacrán No existe el mundo real, sólo la helada noche del recuerdo poblada de fantasmas... 75 Otrova Gomas La Miel del Alacrán COMIDA CALIENTE Mantengo desde hace 14 años una íntima amistad con Jenaro Valdivieso, destacado fakir chileno y comedor de fuego que el otro día llegó al país en una gira del circo en que trabajaba. Hacía bastante tiempo que no nos encontrábamos. Por ello, apenas supe de su llegada, deseoso de volver a verlo, de inmediato me dirigí al hotel en el que habita con otros cuatro comedores de fuego de su trouppe. Es un hotel moderno situado al lado de los bomberos de Chacao, adonde fueron enviados por razones de seguridad, y considerando que el restaurante está a cargo de un ex oficial republicado experto en lanzallamas durante la guerra civil española. Cuando nos vimos me abrazó con ese calor de siempre. Fue un momento de gran emoción para los dos, a pesar de que lo encontré bastante chamuscado a consecuencia de sus excesos alimenticios. Había perdido las dos pestañas y la ceja que le quedaba desde la última vez que lo encontré en Santiago. Siendo originario de la Tierra del Fuego, Jenaro es un hombre bastante tostado por naturaleza, pero en su rostro ya se ven marcadas las huellas de las terribles comilonas que se dan en esos diabólicos banquetes. Las manos llenas de cicatrices por las llamaradas mal digeridas le daban ese aspecto de la gente medio carbonizada que se escapa corriendo de los incendios, y los rasgos inconfundibles de los comedores de candela se mostraban en forma e pliegues calcinados en su cara reseca de tanto calor, y con las marcas de eructos de platos muy calientes. Llegué precisamente un poco antes de la hora de la cena y el grupo cordialmente me invitó a que me quedara a comer con ellos. Como es obvio, de plano me disculpé alegando que tenía varias cosas por hacer, pero ante la insistencia de mi amigo, y un poco tentado de ver cómo serán mis días por el resto de la eternidad si sigo pecando al mismo ritmo que hasta ahora, decidí aceptarles la amable invitación. Ya sentados, vi con desconfianza el variado menú que les habían preparado: de aperitivo gasolina de 98 octanos, luego tizones a la húngara al rojo vivo, de plato principal candela pura servida en antorchas de gasoil a la gitana, después tres llamaradas de un soplete de acetileno a 3.000 grados centígrados y todo acompañado con kerosina altamente inflamable y torta flambé de postre. Considerando que ésta era una buena oportunidad para comer caliente me dejé de prejuicios y me preparé para el banquete. El sabor de la gasolina fue lo que más me 76 Otrova Gomas La Miel del Alacrán impresionó; me la imaginaba amarga, pero es friíta y casi dulzona si se le paladea bien. Eso sí, hay que incendiarla rápidamente con el primer plato para que no peque en el estómago. El fuego ingerido en pequeñas cantidades no sabe mal, sobre todo a la gente que como yo está acostumbrada a que siempre le sirvan la sopa hirviendo. Cuando penetra en las entrañas uno siente ese agradable sabor de lengua asada. Sólo tuve problemas con los tizones, ya que por falta de práctica al agarrarlos me quemé los dedos y preferí dejarlos. Al haber ingerido aproximadamente unas 20.000 calorías, pensando que debía cuidar la línea, les dije que estaba lleno y renuncié a probar las llamaradas del soplete, cuyo tenebroso ruido calentándose ya me tenía aterrorizado. Ellos repitieron la ración dos o tres veces, y una vez terminado el postre, el más viejo de los fakires, completamente repleto se adormitó echando humo por los huecos de la nariz y las orejas. Jenaro, bromista como siempre, al verlo así le puso un fósforo encendido en la corbata que una vez prendida se propagó por la chaqueta. El hombre al principio empezó a lamer las llamas, pero luego se despertó asustado y empezó a apagarlas antes que lo abrasaran todo. Ya la final de la cena, después de despedirme, les prometí darles un paseo por el interior del país para que tuvieran la oportunidad de saborear un poco de nuestros incendios forestales. 77 Otrova Gomas La Miel del Alacrán HISTORIAS DEL FUTURO Falta el texto… 78 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA TRAGAPERRA DESBOCADA La máquina tragaperra estaba sola en un rincón del casino. Por su terrible voracidad y cumpliendo órdenes estrictas de las autoridades, el dueño del local la tenía aislada del resto de las máquinas de juego, que bien controladas absorbían con moderación el dinero ajeno. De pronto, sin que nadie se percatara se movió sigilosamente hacia donde estaban las otras tragaperras y ¡Schlup¡, se tragó de un solo golpe a una compañera recién cargada de monedas. Se relamió y se colocó al lado de la siguiente. Un señor bajito con varias monedad se dirigió a la sección en donde estaba la bicha hambrienta. Se le paró enfrente y apenas iba a introducir la primera pieza, cuando el aparato abriendo las fauces prácticamente lo absorbió con todo y monedas hacia las profundidades insaciables de su estómago. Así pasó con dos mujeres y luego con un negro forzudo que resistiéndose logró agarrarse a una de las columnas del casino. Pero inútilmente, porque fue arrancado de cuajo dejando el brazo asido al pilar. Después la máquina infernal se acercó y mirando a los lados para asegurarse de que nadie observaba ¡Schlup¡ también le chupó el brazo dejando sin encofrado las vigas de acero que sostenían esa parte del inmueble. A golpe de la medianoche la violenta máquina se había comido todas las otras tragaperras y a unos 15 jugadores. Al terminar con la última de ellas, saltando en disimulados brincos y con mucha cautela para pasar desapercibida se dirigió hacia la ruleta donde sigilosamente se colocó detrás del crupier, su primera víctima en esta sección del salón de juego. Igual hizo con 8 jugadores y absorbiendo de una manera nunca vista se tragó todas las fichas y el dinero. Una mujer desesperada que vio cómo se comía a dos personas de un solo tiro, no tuvo ocasión ni de proferir el grito: desde lejos fue literalmente levantada del piso yendo a parar a la oscura noche interior de la desbordada máquina; le siguieron de inmediato el paño verde, la ruleta y siete sillas. Así fue absorbiendo las tres mesas de ruleta y de seguidas hizo lo mismo con los cuatro puestos de Black Jack y los tres de bacará Arrasó con el pool de dados y de paso con todos los mirones. Su violencia era tal que nadie lograba darse cuenta de lo que pasaba, ni aún cuando se tragó la alfombra y varias lámparas. Fue cuando empezó con el cielo raso que el dueño del casino notó que la tragaperra 79 Otrova Gomas La Miel del Alacrán devoradora se había soltado del rincón en donde la tenía amarrada. Al ver que se dirigía con sus fatídicos saltos de canguro hacia la caja del casino, corrió como un endemoniado para tratar de detenerla. Pero fue muy tarde. En 30 segundos se tragó todo el dinero de la noche, el fondo de reserva, los depósitos de fichas y a los tres empleados. El hombre casi llorando y viendo que no podía detenerla quiso entrarle a patadas, pero ella, apenas lo vio se le acercó sonriente y juguetona como siempre y empezó a lamerlo. Él, sumido en llanto al verse completamente arruinado, se sentó desconsolado en el piso mientras su fiel tragaperra, la más voraz de todas las que había preparado, se echó a su lado moviendo la cola con cariño mientras mantenía el porte vigilante buscando tragarse cualquier cosa para complacer al amo. En su interior los demoledores engranajes de la máquina ya habían digerido todos los bocados de esa noche. 80 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LOS AUSENTES Tengo la obsesión de no contestar cuando me hablan. A veces permanezco completamente absorto ante la gente que me hace preguntas que no me interesan o simplemente me parecen tontas, y aunque me las repitan y alcen el tono de la voz, yo permanezco callado haciéndoles pensar que me volví sordo. Esta práctica algunas veces me trajo serias consecuencias, como en mis tiempos de estudiante. Los profesores no comprendían que aquella negativa a responder no era por ignorancia sino por mi devoción a los principios del mutismo universal. Nunca comprendieron que para mi sus dudas eran banales y sin ningún tipo de importancia. Siempre me han dado pánico aquellos seres que preguntan. En el fondo son los causantes de las grandes tragedias de la especie humana Como la que le pasó a mi tío Humberto. Si él se hubiera negado a responderle al cura que aceptaba como esposa a Catalina, hoy no estaría atravesando el infierno que atraviesa llevado de la mano por esa Comandante en Jefe de los ejércitos de aniquilación de la Gestapo. Lamentablemente por haber respondido la volvió mi tía y es la madre de sus quince hijos. La verdadera razón de esta actitud me la reservo. Podría decirles simplemente que el silencio me gusta porque me llena de una extraordinaria sensación de ausencia. Es como estar desterrado de la multitud, y con él siembro en el torpe corazón de mis inquisidores un misterio que casi siempre los acompaña hasta la tumba. Me gusta enmudecer cuando preguntan por qué les libero el fantasma dormido de la imaginación, y aunque jamás me lo agradezcan, les desato la violencia de volverse a encontrarse con ellos mismos. Esa disposición casi siempre terrible de no decir nada, de sembrar la duda, se vuelve dramática cuando a uno lo interroga la policía. Los gendarmes de la fuerza no están preparados para entender esos momentos ciegos del alma humana. Y todo lo que era poesía, terminan transformándolo en una pesadilla llena de desconfianza y recelo. Igual ocurre cuando uno llega tarde a enfrentarse con la mujer dormida. Sé que los que vivimos ese mundo de misterio somos despiadadamente maltratados por el resto de las personas. Ellos se sienten desairados, humillados. Por eso siempre nos apartan y nos dejan a un lado del camino. Pero aún así amo el silencio. Me gusta callar como los árboles, que jamás dan respuesta a la pregunta infinita de la tierra. 81 Otrova Gomas La Miel del Alacrán A veces levanto el teléfono, disco un número al azar y me quedo callado esperando encontrar igual vacío. Busco la complicidad de alguien que sepa estar allí, sin decir nada. Intercambiar ausencia enriquecida por la pura condición de respirar y estar vivos. Pero siempre me responde una voz con la pregunta absurda: ¿Quién llama? Y yo me quedo en silencio, con el aparato levantado hasta que el otro me tranca diciendo una grosería. Pobres espíritus confusos, nunca comprenderán que amarrados a la humillación de la palabra, se pierden para siempre el sentido trascendental de este tipo de llamadas. 82 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EXTRAÑAS SOCIEDADES MERCANTILES En 1976 se constituyó con un capital pequeño la “Tíger´s Tooth Clean, S.A,”, una sociedad anónima destinada a limpiarle los dientes a los tigres del Zoológico, la cual introdujo el novedoso sistema de emplear un cepillo de tres metros de largo, pero la continua pérdida del personal encargado de mantener abierta las bocas a los tigres, el ausentismo laboral y la falta de mística y mano de obra barata les hizo fracasar ruidosamente. -o0o- Fundada por dos pervertidos sexuales, Antonio Mapu y José Rite, en 1977 se constituyó la sociedad colectiva Mapu y Rite, cuyo objeto era encontrar contradicciones y embustes en los discursos de los líderes políticos para vendérselas a dirigentes de los partidos opositores. Quebró a los seis meses al armárseles una tremenda confusión entre las opiniones de los líderes investigados y las de los potenciales compradores. Ambos murieron ese mismo año internados en un sanatorio mental. -o0o- Curileo Macrokifiniotis, griego nacionalizado y comerciante de larga trayectoria en Barquisimeto, constituyó en 1968 la “Compañía Nacional de Amor Virginal, C.A.” que puso en venta un curioso método patentado por su creador, con el cual una virgen podría tener relaciones íntimas con la sombra de su amado conservando su pureza original. Fracasó en 1969 por falta de vírgenes. -o0o- Las Olas Incorporated S.R.L., fue una pequeña sociedad con un capital de Bs. 15.000 que se constituyó para medir la altura de las olas y la forma de las nubes durante las 24 horas del día. La empresa cerró a los tres meses por el constante mareo de los medidores 83 Otrova Gomas La Miel del Alacrán de las olas y la ausencia de una clientela seria que pagara adecuadamente por este importante servicio. -o0o- La “Fábrica de Minirropa Chucho Hernández S. Suc.”, fundada en 1935, por Don Chucho Hernández S., pujante hombre de empresas de San Cristóbal, se dedicó desde su creación a fabricar calcetines de lana para arañas y bufandas para pulgas de perros daneses. A la muerte de su fundador, por las serias dificultades económicas en que la dejó, los herederos se vieron obligados a cambiar de objeto dedicándose a fabricar corbatas de lacito para bachacos, pero a pesar de las grandes ofertas y rebajas que hicieron en los precios, el contrabando que prácticamente tenía inundado el mercado nacional, y la falta de liquidez bancaria, les hizo perder todo el patrimonio constituido por enormes stocks de mercancía y las pequeñas máquinas de la fábrica. 84 Otrova Gomas La Miel del Alacrán OFERTA DE SERVICIOS Escúcheme, señor, me llamo Evo Gómez. Soy una persona sabia y de gran experiencia en la vida. Un poco viejo, pero gracias a ello he tenido ocasión de ver muchas cosas y sopesar otras tantas. Quiero hacerle una oferta, señor, le ofrezco mis servicios de conciencia. Sí, de trabajar como su conciencia. Vamos, sé que Ud. no tiene y yo estoy necesitado. Hablo varias lenguas, he viajado mucho y leído infinidad de libros. Soy un hombre serio y de probada honradez, usted es rico y puede darse el lujo de tener a su servicio a una persona que le trabaje de conciencia. Seré su incondicional, su sombra y consejero. A cada instante le responderá cuando tenga la menor duda y así podrá achacarme sus malas decisiones. Si le provoca me toma en cuenta, y si no me aparta cuando sea. Le prometo cerrar los ojos y no recriminarle nada aunque esté mal hecho. Estoy dispuesto a que me golpee si lo quiere, que me insulte cuando me equivoque y desde este momento asumo la única, la absoluta y exclusiva responsabilidad de sus errores. Contráteme, señor, Ud. es una persona influyente y poderosa y se merece tener a alguien para decirle lo que quiera. Soy un buen consejero en asuntos de amor y conozco de finanzas. Sé justificar cualquier explotación y el más mínimo desvío. Con el peso de los años me es difícil trabajar en otra cosa, compréndalo. Le serviré bastante, señor, y si quiere puede tenerme sólo como adorno. Apenas me pagará unos mendrugos y algo para gastos. Dormiré a sus pies como un perro fiel. Así nunca estará solo. Seré el eco de sus monólogos, la respuesta a sus incertidumbres, un apoyo a sus escrúpulos, clasificaré todos sus temores y además seré el responsable y sin vergüenza de sus culpas. Si Ud. me pide que le apruebe el mayor crimen en silencio se hará su voluntad, señor. Vea que estoy necesitado y todo el inmenso caudal de mi experiencia se perderá si Ud. no la toma. Anímese, podrá mostrarme a sus amigos y probarles que es un hombre de conciencia. Le garantizo mi trabajo y el tono de mi voz. Es una voz suave y casi impalpable como suelen ser las voces de conciencia. A veces aguda pero siempre seré su voz. Tengo experiencia en el trabajo, señor. Siempre serví para apoyar o rechazar a otros. Antes fui alter ego de un importante hombre de negocios que me contrató para mostrarme a todos. Después lo empezaron a tratar con más respeto y obtuvo grandes posiciones. 85 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Lamentablemente murió dejándome cesante. Vamos, no sea duro, señor. Déme una oportunidad de servirle y ayudarlo a tomar tantas decisiones. Este es un mundo muy complejo para resolverse solo. Hay demasiados asuntos difíciles para analizar solo. Vea mis diplomas. Pregúnteme lo que quiera, soy pobre pero docto, señor, tengo referencias. Le juro que no le quedaré mal, y por encima de todo seré una conciencia completamente vendida a su servicio. ¿Quién puede ofrecerle algo mejor? 86 Otrova Gomas La Miel del Alacrán PROCLAMA CLANDESTINA Pueblo: La próxima semana se cumplen diez años que constituimos en la clandestinidad el Movimiento de Liberación de Loros y Pajaritos, una organización de izquierda dedicada a liberar a los pájaros enjaulados. De diez miembros que fuimos al principio, hoy, a pesar de la persecución y la falta de un auténtico apoyo popular, somos más de trescientos activistas perfectamente entrenados que hemos penetrado en todas las esferas del poder. Nuestra lucha, como todas las causas por la libertad, ha sido dura. No hemos pedido ni dado cuartel. Por tres veces consecutivas saboteamos la fábrica nacional de jaulas y nuestros hombres han arriesgado la vida en golpes relámpago abriendo las cárceles de casi todos los mayoristas de pájaros, llevando a muchos de ellos a la ruina. Hemos sembrado el pánico en ese medio hasta un punto en que la mayoría de las tiendas para animalitos y mascotas ya no venden aves por temor a nuestra represalia. En los hogares con pajareras hemos sido implacables. En acciones suicidas, sirvientas nuestras infiltradas han abierto las jaulas ayudando a escapar a los que tienen las alas cortadas. Muchas de ellas cayeron en el gesto heroico y fueron botadas después de caerles a palos por dejar ir a los animales. Su fe en la lucha por la emancipación fue confundida con la flojera por tener que limpiarles la porquería. Pero la historia las reivindicará. Muchos perdimos familiares y amigos cuando estando invitados en sus casas nos han descubierto mientras en un momento de descuido de los carceleros abríamos las puertas de 87 Otrova Gomas La Miel del Alacrán los calabozos de alambre. No nos importa, sabemos que el honor no se mancilla con el verbo injusto y los ideales se fortalecen cuando los persiguen. Decenas de cuadros han sido detenidos acusados de atentar contra la propiedad privada en un fatuo intento de detener el avance de las fuerzas de la libertad y la igualdad de todos los seres vivos. Cuánto desearíamos ver a los que tienen encarcelados a canarios y torditos encerrados ellos en las terribles paredes de una prisión. Las acciones callejeras han estado respaldadas por un fuerte trabajo ideológico. Con los pocos recursos de que disponemos se ha realizado una labor de educación entre el pueblo para incorporarlo al movimiento. Nos hemos afiliado a Amnistía Internacional y a casi todas las organizaciones por la liberación de presos políticos, aunque lamentablemente éstos nos miran con desconfianza; piensan que les quitamos seriedad, olvidándose que la relación dialéctica entre los combatientes por una misma causa los hace avanzar hacia igual coyuntura histórica. Recientemente sufrimos un tremendo golpe al fracasar los esfuerzos realizados ante el Presidente de la República para que incluyera a los pájaros en el decreto de pacificación. Las presiones de la Cámara de Pajareros y la Asociación de Vendedores de Loros, Palomas y Gallinas, apoyados por sectores de la más negra reacción, lograron su objetivo. Pero a pesar de ello seguiremos combatiendo. La imagen de un pobre canario encerrado en la desdicha de su minúscula prisión nos ayuda a aumentar el fervor militante. Estaremos firmes hasta que no quede un solo pajarito en cautiverio. Libertad o muerte. Venceremos. 88 Otrova Gomas La Miel del Alacrán PÁNICO El Dr. Nahir sentado al lado del paciente le dio inicio a la sesión siquiátrica pidiéndole que hablara. -Bien, cuénteme su problema. -Ud. verá, doctor. No me gusta abrir los ojos de un solo golpe en la mañana. Soy cobarde, doctor. Me aterroriza que al hacerlo no encuentre nada. No saber la hora y sufrir el impacto de que el reloj ya no tenga agujas señalando el tiempo. Igual de que sea muy tarde o muy temprano. Me da miedo descubrir que han ocurrido cosas terribles o, lo que es peor, que no haya ocurrido nada. En esa incertidumbre suelo entreabrir primeramente un ojo, muy poco, apenas lo suficiente para percatarme de que todavía hay luz y ver los promontorios más cercanos y aumentados en mi cara. Inmediatamente lo vuelvo a cerrar y en silencio rehago la estrategia general de la apertura, doctor. Para no traumatizarme con la luz tapo la cara con la cobija, me quedo unos minutos con los ojos cerrados y muy lentamente los voy abriendo hasta irme acostumbrando de nuevo a mi persona. Allí abajo, en el abrigo protector empiezo un delicado proceso de inquisiciones y apuestas solitarias: ¿Estará todo en el mismo sitio? ¿Existirá aún el mundo? ¿Es que habrá alguien al lado de mi cama? ¿No estaré muerto? Son preguntas fascinantes, doctor, cuyas respuestas empiezo a descubrir muy lentamente disfrutando hasta el más mínimo rasgo de sorpresa. Una vez superado el miedo inicial, con cuidado levanto un pequeño pedazo de la cobertura y asomo el ojo enfrentándome a lo inesperado, doctor. Generalmente es un gran descubrimiento verlo todo igual. Violentamente vuelvo a taparme con la cobija y permanezco otros minutos en la sombra, luego, doy la vuelta y me preparo para repetir la observación del otro lado. Al asomarme y ver que aún existe todo por esta parte de la cama, me tapo de nuevo la cabeza, pero mucho más animado convencido de que en mis ocho horas de ausencia no se produjo el vacío que siempre me imagino; pero ya entonces empiezo de nuevo a especular: ¿No será que alguien sigilosamente lo ha regresado todo mientras yo dormía? En ese momento, doctor, hago presión con los pies en la cobija y poco a poco me voy destapando el rostro. Abiertamente enfrentado a lo que me rodea observo con cuidado los cuadros, los muebles, mis zapatos y la ropa echada en el sillón. Las cosas están exactamente igual que la noche antes. Me quedo mirando el techo y de nuevo soy presa de 89 Otrova Gomas La Miel del Alacrán la angustia: ¿Y si me han transportado con todo el cuarto? ¿Afuera estará todo igual? ¿No habrá un abismo sin paredes y sin nada? Poseído de una tremenda ansiedad me levanto de la cama y corro hacia la puerta, doctor. Con mucho cuidado la voy abriendo hasta lograr una rendija y por allí me asomo. Cuando veo las paredes del pasillo y la ventana abro las dos hojas de par en par. Recupero completamente la confianza. Disipados mis temores me baño, me visto y desayuno. Feliz me reincorporo a la vida, contento de que aún existen el sol, la gente, las calles y todo el latir de la ciudad. Regreso a mis problemas, al trabajo. Soy dichoso de que todo haya regresado. Así termina la jornada, doctor, hasta la noche cuando vuelvo a la cama y con los ojos abiertos soy víctima de un nuevo pánico: ¿Y si desaparezco mientras duermo? ¿Y si después no hay nada? En esa condición estoy horas y horas de vigilia hasta que me voy adormitando, pero a medida que el sueño va diluyendo mi conciencia, me parece que una vez más llega alguien y empieza a llevárselo todo, todo, ¿me comprende, doctor? ¿Doctor?... Pero al voltear a su lado el paciente pudo constatar que el Dr. Nahir ya no estaba allí. Arrellanado en su cómodo sillón dormía profundamente. 90 Otrova Gomas La Miel del Alacrán ROBOS ABOMINABLES Esconodopio Gutiérrez fue un ladrón tan empedernido en su despreciable ocupación, que no contento con desvalijar a los demás, se robaba a sí mismo. En las noches muy oscuras se levantaba sigilosamente de la cama y sin producir el menor ruido para no despertar a nadie se robaba los objetos y el dinero que le había quitado a otros. Luego de consumada su fechoría, Esconodopio regresaba al lecho y se acostaba satisfecho de haber dado un golpe tan perfecto. Sin embargo, arruinado por los asaltos y arrepentido de abusar de la confianza que había depositado en su persona, decidió llevarse ante un Tribunal donde él mismo era el reo, juez, defensor y fiscal. No obstante los desesperados esfuerzos que hizo por perdonarse, a pesar de llorar y de rodillas suplicarse a sí mismo por un poco de clemencia, se condenó a prisión perpetua. Esconodopio murió muchos años más tarde encerrado en su cuarto de donde no salió nunca, confinado para siempre después de haberse dictado la sentencia. -o0o- Rubén Palomo, conocido titiritero español del siglo XIX, se destacó por robarle la felicidad a sus semejantes. Conocedor a fondo de los vericuetos del alma humana, y hábil manipulador de las válvulas de los sentimientos y los estados emotivos de sus coterráneos, fue quitándoles la dicha a cada uno de ellos con el miserable objeto de atesorarla. Con sus continuos hurtos fue acumulando tanta felicidad que para su época bien pudo ser considerado con el ser más dichoso de la tierra. Se cuenta que encerrado en el sótano de su casa se sumergía en ella y la disfrutaba con un egoísmo nunca visto. Lamentablemente, cansado de no tener a nadie con quien compartirla, murió sumido en la más profunda tristeza rodeado de la felicidad de sus víctimas. -o0o- Según un grupo de críticos literarios de la Isla de Papete, cuando Dostoievsky sentía 91 Otrova Gomas La Miel del Alacrán que le faltaba la inspiración, salía a la calle y sin que la gente se diera cuenta les robaba las situaciones, los hechos y todos los sentimientos y pasiones. En momentos de crisis el autor prácticamente se robaba toda la realidad circundante. A consecuencia de esos atracos tan violentos del famoso escritor, las personas del lugar, completamente desposeídas de sus elementos esenciales, quedaban durante semanas vacíos, caminando por las calles como zombis, huecos, sin vida ni motivaciones de ninguna clase. -o0o- El hecho de que Holanda sea un país gris, nublado y sin sol durante casi todo el año, parece encontrar su explicación en un complejo estudio del profesor Maro Tiporo, profesor de Astronomía de la Universidad de Togo, según la cual Veermer, y otros pintores de la escuela flamenca, se robaron toda la luz que el sol le tenía destinado a ese pequeño país con el objeto de estamparla en sus cuadros. 92 Otrova Gomas La Miel del Alacrán CLUBS Y ASOCIACIONES En La Florida funciona el “Club del Silencio”, formado por un grupo selecto de personas que se reúnen todas las noches en la sede del Club para guardar silencio absoluto. No cruzan palabras y el más leve ruido producido por cualquiera de los miembros acarrea su paso al tribunal disciplinario y hasta su inmediata expulsión. -o0o- El Club de Sicoanalistas es un círculo de médicos de esa tendencia siquiátrica, que tienen sesiones todos los miércoles y viernes de 8 a 12 de la noche con el objeto de contarse todo lo que les cuentas los pacientes. Por lo general se mueren de la risa con las intimidades de la gente y se intercambian cintas con las grabaciones secretas que le hacen a los enfermos. Las reuniones son bastante divertidas pero están reservadas para los siquiatras asociados. -o0o- En casi todas las ciudades existen los “Club de Discutidores”. Están integrados por gente a la que le gusta llevar la contraria y oponerse a todo. Se congregan diariamente desde las 2 de la tarde hasta altas horas de la madrugada para discutir y porfiarse los unos con los otros. Aun cuando a veces alzan el tono de la voz, nunca se van a las manos y al final quedan todos como amigos. Hay miembros que son tan fanáticos que para llevar la contraria total a los demás, no discuten con nadie desencadenando acciones violentas y confusas en las que a veces tiene que intervenir la policía. 93 Otrova Gomas La Miel del Alacrán AMADEO Con ese pesar sombrío de las noches sin destino, con la tristeza profunda de los alcatraces ciegos, Amadeo sufrió amargamente la desdicha de no haberse cogido jamás en su vida un centavo ajeno. Es comprensible que en una época, en donde según observadores imparciales todo el mundo se coge algo, el no haber asumido nunca tan importante actitud social deja huellas irreparables en las almas sensibles y prestas a la turbación. Lo terrible de su trauma es que no sólo pensaba en su persona, después de todo frágil hoja pasajera por los escarnios de este mundo, sino que consciente de que todo se hereda, se lamentaba por sus hijos, que inexorablemente arrastrarían la carga vergonzosa del padre anormal. Sus contemporáneos los marcarían con el índice, y a sus espaldas, después de la burla solapada afloraría como un latigazo la sentencia infamante: su padre nunca se cogió nada. Es de hacer notar que Amadeo hizo muchos intentos por cogerse algo desde los años de su modesta juventud. Se inscribió en varias organizaciones políticas, trabajó mucho tiempo en cargos del gobierno, se hizo amigo de altos funcionarios, se ofreció como voluntario para administrar cajas de ahorro, pero siempre su débil naturaleza de ladrón fue vencida por la ancestral carga de los principios morales y la conciencia tallada con fervor por la vieja escuela. Arrastrando aquella dura pena veía enriquecerse a diputados, generales y ministros, jefes importantes y guardaespaldas de todas las calañas, amanuenses y altos magistrados, policías y ladrones de firme vocación. Una vez le fue entregada sin contar una alta suma de dinero para que la transportara de un sitio a otro, tal vez como pretexto para que se cogiera algo y saliera del duro trauma de su honradez, pero incapaz de hacerlo lo entregó completo con el alma destrozada y asqueado de su despreciable dignidad. Probó en otras ocupaciones: fue médico, abogado y hasta abrió un taller mecánico. Montó boutiques y vendió comida al detal y al por mayor. Pero una y otra vez fracasó en todas las profesiones por no engañar a nadie o por no aceptar lo que le correspondía, incapaz de aumentar el dolor de tanto desdichado. De tal manera lo encontró la vida cuando se inició el abandono doloroso de quienes le rodeaban. En la antesala de sus últimos años por estos mundos, sus amigos lo miraban con desprecio y su mujer lo dejó para siempre cuando un juez brutal les embargó el televisor. Sus hijos no le perdonaban y fue botado a patadas de todos los trabajos y lugares por entorpecer 94 Otrova Gomas La Miel del Alacrán siempre el cobro de alguna comisión. Lobo solitario sin cuevas ni dolientes decidió ocupar las más insólitas labores, en donde, por lo insignificante o la impalpable naturaleza del objeto de trabajo osara cogerse algo sin castigo, pudiendo ejercitarse sanamente para el día en que decidiera derrotar a la moral. Así fue recopilador de sueños, anotador de embustes, comprobador de dudas, analista de consensos y hasta asistió a centenares de asambleas tratando de quitarle la palabra a orador de turno. Pero fue inútil. La voracidad de los demás lo dejó sin sueños, sin embustes, sin dudas, sin consenso y sin palabras. Una tarde trágica, al dispararse un tiro y robarse los pocos años de existencia que le quedaban, Amadeo al menos murió sin la vergüenza de haber sido siempre un hombre honrado. 95 Otrova Gomas La Miel del Alacrán HÁBITOS PERVERSOS En algunos sitios es corriente entre las mujeres muy flojas el servirles las tres comidas juntas al marido para no tener que cocinar y lavar platos todo el día. Si éstos se quejan, también le ponen la del día siguiente. -o0o- Ciertos conductores cuando están frente a una luz verde, no avanzan ex profeso y se aguantan hasta que se enciende la luz amarilla para desesperar a la larga cola de automovilistas que le siguen. Hay gente que se pone tan furiosa cuando le hacen esta maldad, que pasan aunque la luz está roja. -o0o- Se usa entre los chóferes de caminos y de autobuses muy grandes, la práctica de matar ciclistas en las carreteras tocándoles la corneta a toda presión cuando pasan a su lado. Por lo general los dejan tirados en la ruta completamente muertos del susto sin que hayan pruebas del asesinato. -o0o- Los empleados del gobierno que atienden al público están unidos por un pacto secreto mediante el cual cada vez que una persona se acerca a la taquilla de una larga cola, lo envían a otra y otra y así sucesivamente hasta que lo regresan a la primera exactamente cuando ya es la hora de cerrar. -o0o- La aparente conspiración de las estaciones de gasolina para decir que no hay aire para los cauchos, tiene su origen en que por ser este aire mucho menos contaminado que el 96 Otrova Gomas La Miel del Alacrán del exterior, los bomberos se lo guardan para chupárselo directamente de la manguera en sesiones privadas de succión que tienen lugar en las madrugadas cuando no hay clientes. -o0o- Es una práctica común entre mujeres celosas cuando sospechan que el marido anda mujereando, afilarle los dientes del cierre del pantalón, y poner una vela rogando que Dios les haga el milagro. 97 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA GRAN CACERÍA A veces vas por ahí y te dices: hay tanta culpa en el mundo, y de pronto piensas que hay tantos reproches y ves los sufrimientos que engendran, y te decides aprovechar que no hay veda de culpas y te propones cazarlas. Armas tu vieja escopeta oxidada, la limpias y con un montón de balas te dices: voy a ser el más grande cazador de culpas del bosque. Y te vas por esa selva donde habitan tantos seres y crees oír algo, y te detienes y ves una pareja que discute con fuerza echándose mutuamente la culpa y sin pensarlo dos veces apuntas y ¡Bang! la matas y ya no hay culpable y ves de nuevo renacer el amor. En un instante la selva se puebla de alaridos, sigues el ruido y allí los ves, es un puñado de hombres que se insultan, se imputan la culpa los unos a los otros, ves los más débiles asumiendo el pecado y tú le apuntas y le das en el centro mismo del pecho, y muere la culpa y ves que los hombres incrédulos frente al cadáver sonríen y se abrazan felices. Prosigues el camino y a la distancia divisas a una persona que llora muy sola en la espesura del bosque. Ves el remordimiento de su culpa revoloteándole detrás de la espalda. Es una culpa auténtica, muy grande, la apuntas, suena el disparo y la ves caer al mismo tiempo que el hombre descansa y se inunda de dicha. Sigues la marcha, te parece oír un ruido, o quizás es un error, pero apenas te mueves vuelves a oír como un estruendo, sí, aquí hay algo muy grande te dices, de pronto las miras, son millares de culpas, las ves de todos los tamaños, detrás de las ramas, las hay en todos los colores, las viejas culpas de siempre, las maduras con ese reproche a millón, las recién nacidas, centenares de ellas, los abortos de culpas, las infinitas, las muy voluntariosas y descubres millones de huevos por todos los lados. Te das cuenta que has llegado a la fuente de todas las culpas y sin pensarlo dos veces disparas y disparas. La selva se vuelve un estruendo, las miras caer y tú cargas y recargas y sigues el fuego. Están como locas, no pueden huir. Tú ves la masacre que has hecho, unas heridas se retuercen y aúllan y tú sigues matando. Qué belleza verlas caer como mosca, se desangran y te dices: siga la fiesta y el gatillo dispara y dispara. Abres fuego sobre ancianas jóvenes y haz el placer de no ver una sola que se pueda escapar, ni las culpas muy grandes ni el más ligero reproche. Te sientes feliz que has acabado con millones de culpas, con la causa de tanta 98 Otrova Gomas La Miel del Alacrán desdicha, con tanta amargura. Te sientes un gran cazador y levantas tu arma frente a las piezas inertes, pero de pronto, no sé, te sientes como un poco culpable de ver tanto cadáver. A veces, te dices, hay tanta culpa en el mundo... 99 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LEYENDAS DE AKORA Falta el texto… 100 Otrova Gomas La Miel del Alacrán JUDITH No voy a negar que mi relación con Judith fuera de las más violentas y salvajes; así como tampoco el hecho de que la pasión que desperté en ella jamás la volverá a encontrar. Entonces yo era mucho más bello y apuesto de lo que soy ahora. Medía casi dos metros y tenía las espaldas anchas como un escaparate. Era lo que se llamaba un tipazo. Sufría por los constantes piropos que me hacían las mujeres, sobre todo por las desvergonzadas que cada vez que me les cruzaba me pellizcaban en las nalgas, se agarraban de mi brazo o sin poderse contener me besaban en la boca. No es que yo fuera casto. No, ni mucho menos. Es que por aquellos tiempos vivía de la profesión más antigua del mundo. Me vendía. Sí, me vendía. Un tío mío que sabía de negocios, viendo lo mucho que les gustaba a las mujeres, había organizado ese deshonesto comercio con mi cuerpo y de eso prácticamente vivía toda mi familia. Tarde tras tarde, noche tras noche yo alquilaba mi amor a las carentes de cariño, a las abandonadas esposas de los marineros, y de los que no son marineros también, a las jovencitas curiosas de verme tal como yo era, a las viejas retiradas o apartadas, a las solteronas llorosas que me levantaban en la calle con la sonrisa buscando su sueño de salvación. Reconozco que a fines de esa época yo estaba bastante ocupado. Tenía relaciones de amor con tantas mujeres en el día, que a veces por la noche ya no podía amar y ni siquiera conciliar el sueño. Las había feas y bonitas, gordas enormes como para deleitar a Rubens, flacas como espátulas sin pechos y sin nalgas, mujeres despellejadas por el sol y otras por el paso inclemente de los años; en fin, tantas y tantas que no me daba abasto para repartirles mi prestancia única, mis ojos dulces, mi cuerpo esbelto, mi voz profunda y reconfortante, que les puso a su alcance por vez primera el paraíso que otros no podían. No se debe pensar por ello que yo era un hombre desalmado. No, también amaba como cualquier mortal. Entonces quería a Lisa, mi novia de toda la vida, la de los tobillos de acero, como yo le decía por lo flacos; a María, mi mujer, el ser más bravo y grosero del mundo, a quien los insultos y palizas que me daba cuando yo llegaba tarde la excitaban hasta la locura, y a Petra, mi vieja amante, quien me dio tanto amor y ternura que todavía después de veinte años le estoy devolviendo el capital y los intereses. Igual quería a Rosa y a su 101 Otrova Gomas La Miel del Alacrán hermana, a Graciela y a su tía, por ser las que recuerdo ahora. No vayan a pensar que yo era un musulmán. No se deben confundir las cosas. Posiblemente un acucioso investigador de árboles genealógicos podría encontrar cierta vinculación histórica entre mis antepasados y mi glotonería femenina; pero de verdad que yo eso no lo hacía por fe ni religión. No, lo mío, a pesar de que María gritara que yo era un sinvergüenza, y aparte del asunto del negocio, era simplemente porque yo les gustaba a las mujeres. Ellas tenían necesidad de mi afecto, y yo tenía el deber de dárselo. Eso era, por ello caí en las manos de Judith. Debo dejar bien claro, aunque sea poco caballeroso de mi parte, que al principio yo no sabía que ella era bizca. Una tarde espléndida, con el cielo encapotado que era el preludio de uno de esos aguaceros que tanto me gustaban, ella salió como un fantasma de la multitud. Se colocó a mi lado en la cola del autobús y se quedó parada casi frente a mí. Me observó con sus ojos claros y sombríos y yo en el acto le sonreí. Incluso recuerdo que le hice varias morisquetas, y aunque no me quitó los ojos de encima permaneció impávida. Mejoré mi sonrisa y hasta le hice señales con la mano, pero nada, aunque me veía no me respondía. Confieso que sufro mucho de amor propio. Me resistía a creer que una mujer mirándome así de frente no se sintiera arrebatada. Para colmo yo cargaba una chaqueta de moda que me había prestado mi tío con la cual yo sabía que ninguna mujer se resistía. Entonces ya molesto me le acerqué. La agarré por el cuello y la besé. Ella levantó la mano para abofetearme pero se la besé en el aire. Algunas personas que estaban en la cola y nos miraban alarmados trataron de entrometerse, entonces yo, sin soltarla a ella, también les caí a besos dejándolos completamente confundidos. En el bululú besé indiscriminadamente a todo lo que se me atravesara; muchas mujeres se cayeron desmayadas y algunos hombres, a los que también les tocó su parte, tuvieron que retirarse limpiándose la cara desagradados porque para entonces yo besaba húmedo. Por su parte ella estaba anonadada. Me dijo que no me estaba mirando, que era bizca y que sólo observaba si llegaba el autobús. Y aunque esto explicaba su extraña indiferencia a mis miradas, hirió aún más mi amor propio y ya no me pude contener, esta vez le brinqué encima y le caí a besos por el cuello, por los ojos, por la boca. Ella desesperada trató de apartarme, pero entonces era peor, empecé a morderla. Primero le mordí las orejas, luego los cabellos, los pechos y un codo. La gente que nos miraba, temerosa de que los mordiera a ellos, se fueron del lugar ante la violencia de mi fuego. 102 Otrova Gomas La Miel del Alacrán A la media hora de tenerla entre mis brazos, en un momento en que le di oportunidad para que respirara, noté que reaccionó. Miró hacia la calle de enfrente, es decir me vio a los ojos, y se dio cuenta de que yo no era un tipo más. ¿Dónde iba ella a encontrarse a otro igual? ¿Ah? Las mujeres no son tontas, la cosa no es tan fácil, y ya a esa altura como no se podía contener, me pidió por favor que nos fuéramos al apartamento en donde vivía con su abuela. Allí fue mía, primero la abuela para que nos dejara en paz, y luego Judith, que descubrió lo que era un toro enfurecido. Les juro que no es que yo sea pedante, pero aquello fue de tal violencia que de un solo golpe perdió el color del pelo, adelgazó seis kilos, le saqué como tres dientes, le rompí la lengua, los labios y un cachete, le partí las coyunturas y casi le comí una pierna. Pobre, después tuve que llamar a la ambulancia y cuando se la llevan me extendió su brazo roto y casi sin poder hablar me pidió que me fuera al hospital para que la siguiera amando. Al cerrar las puertas de la ambulancia ella miraba hacia el cielo, no sé si maravillada, por la vergüenza o porque era bizca. Pude haberla vuelto a ver, o por lo menos ir a visitarla; pero no lo hice. Sabía que antes de que llegara a su lecho de enferma muchas otras me arrebatarían. Primero serían las enfermeras, luego las doctoras de guardia y después todo el personal femenino de la clínica. Me resigné a perderla; ya estoy acostumbrado, ella sólo será un recuerdo más en la agitada historia de mi vida. 103 Otrova Gomas La Miel del Alacrán MARCOLINA (Abril 11) Marcolina Orama rompió la solemne indiferencia con la que acostumbro obsequiar a los extraños. Vivíamos en el mismo edificio, pero después de tres años jamás la había saludado. Casi todos los días la encontraba en el ascensor y apenas si cruzábamos la mirada durante unos breves segundos. A pesar de que sabía que ella me veía con disimulo en rápidos destellos, yo impertérrito me limitaba a hacerlo hacia el marcador de los pisos como apresurando la llegada a mi destino. Cuando descendía intentaba buscar un gesto de despedida, pero ante mi constante frialdad optó por renunciar al saludo. Nos sabíamos distantes. Diferentes. Y yo me apoyaba con ventaja en la formal circunstancia de no haber sido presentado. El vivir en el mismo edificio, en lugar de ser una causa de acercamiento, en lo más recóndito de mí ser lo consideraba una razón de peso para odiarla. Para mí ella era una más de las que consumía el agua en las épocas constantes de escasez; otra de las que aumentaba el gasto del condominio, y especialmente, porque la coincidencia de tener el mismo horario la había transformado en un policía contra las aberraciones con la lengua con que me acostumbro deleitar cuando estoy solo en los ascensores. Pero una mañana, fijándome con disimulo en su rostro noté que tenía un extraño color morado. Al principio no le dí importancia al asunto y pensé que se trataba de una nueva moda de maquillaje; sin embargo, observándola después de varios días percibí que la intensidad del color era cada vez mayor. Intrigado por las razones de aquel cambio y sobre todo preocupado de que fuera algo que se pega, me decidí a tocar el punto con la conserje; abominable gallega a la que también detestaba, no sólo porque siempre quitaba el agua del edificio cuando yo me estaba bañando y prohibía botar basura en los pasillos, sino porque se enfurecía e insultaba groseramente a mis hijos cuando escupían el espejo del ascensor. Como era de esperar, la mujer tenía toda la información del asunto. Marcolina Orama, según me dijo la española con lujo de detalles, ingería fuertes dosis de veneno. 104 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Mujer sensible, de naturaleza sumamente nerviosa y desconfiada, se sentía sola e indefensa en el mundo y temerosa de que alguien quisiera envenenarla decidió inmunizarse contra todas las ponzoñas existentes. Desde mucho tiempo atrás, como más tarde ella misma me lo contó, sazonaba sus platos con pequeñas cantidades de todos los tóxicos conocidos. Primero en dosis casi imperceptibles, luego, aumentando el proceso de defensa subió la proporción hasta que ya totalmente inmunizada sólo se alimentaba de veneno. Sabiéndola ya totalmente poseída por los deleites de la estricnina, el mercurio, el fósforo, el cianuro, así como todos los tipos de tósigos, la mujer se volvió en un objeto fascinante de mi atención. Rompiendo las estrictas normas de mi antipatía empecé a saludarla y en razón a la naturaleza de su alimentación prácticamente me volví en una víctima de la curiosidad por sus estados de conciencia, de sus sueños y el más profundo de sus deseos clandestinos. Fue entonces, y después de ser su amante, cuando descubrí el increíble mundo de Marcolina. Temerosa de que la apuñalearan en una noche oscura, se había ido clavando día tras día desde mucho tiempo atrás, unos cuchillos que habían transformado su cuerpo en la resistente coraza de un fakir. Poseída por el pánico de ser estrangulada, en silenciosa ceremonia de calistenia, cada mañana se apretaba el cuello de una forma progresivamente más fuerte hasta volverlo una masa de músculos impenetrable. Cuando en nuestra intimidad la acaricié en detalle, pude presenciar en su cuerpo desnudo las huellas que dejaron los balazos que se había disparado para hacerse resistente a un posible ataque. Sus piernas entrenadas para partir un madero de ébano eran inmensos nudos de fibras que habrían frustrado cualquier intento de violarla. Marcolina Orama, con su piel morada, con sus ojos rojizos y dientes azules era una mujer inmune a todo. Esa noche me ofreció para que los besara los dedos garrapiñados por el exceso de dosis de azufre y sin poderme contener los retiré de mi mano. Salí del apartamento y desde entonces, aun cuando sé que está tomando un color verde antiguo, jamás la he vuelto a mirar en la minúscula dimensión del ascensor. Definitivamente he decidido mantenerme fiel al principio de no mezclarme con extraños. 105 Otrova Gomas La Miel del Alacrán UNA CONVENCIÓN VIOLENTA Ya para ese tiempo yo había dejado de frecuentar las amplias avenidas del trasnocho y la parranda. Posiblemente supe de esta historia porque fue el comentario durante meses de los vendedores de baratijas que pululan en las calles de Sabana Grande. Parece ser que el escándalo fue de tal magnitud, que hasta las bases del hotel donde se alojaba mi amigo Pietro Marcolino Maruchetti se sacudieron con el griterío, los muebles rotos y los aullidos histéricos de aquella sesión organizada por tan increíble personaje de la sinvergüenzura universal. Fue algún tiempo después que supe los detalles. Estaba yo visitando su tumba, colocando un ramo en prueba de que mi amistad no se afecta ni aún por la labor consecuente de los gusanos, cuando vi frente a su cripta, justo cuando yo partía, a una mujer esplendorosamente bella. Era muy joven; esbelta, de un garbo inusitado, la piel suave con ese trigueño claro que incita a la antropofagia violenta y los ojos de un verde profundo con tal brillo y vitalidad que se desbordaban hacia las otras tumbas. Mientras sus labios carnosos y sensuales se cerraron para no saborear las lágrimas, yo le pregunté con cierta timidez: -¿Conocía Ud. a Pietro? -¿Ah? –Me respondió volteándose hacia mí-, sí, Pietro era mi novio. -¿Su novio? –le interrogué sin confesarle que hacía mucho que no sabía de él. -Sí, íbamos a casarnos. Hasta que se le ocurrió hacer aquella extraña fiesta de despedida. Le dije que era una locura, pero no hubo forma de convencerlo. Se enfurecía si le llevaban la contraria pero igual se hubiera muerto de la rabia si todo aquello no era como él decía. Le propuse acompañarla hacia la salida y tomándola del brazo le señalé el camino. El roce de la piel me hizo sentir el latido de su sangre, violenta como un caballo de raza el día de la primera competencia. Así terminamos sentándonos en el romántico café del cementerio rodeados de los frondosos sauces a través de los cuales, a lo lejos, se divisaban la figura de las sombras negras de la gente en el atardecer cambia las flores a sus seres queridos. Ya más identificados, mientras degustábamos un refresco continuó sobre el asunto: 106 Otrova Gomas La Miel del Alacrán -El pobre quiso celebrar nuestro matrimonio haciendo una convención. Usted sabe que Pietro era muy simpático, elegante y bien parecido, pero como todo cincuentón era terco. Se empeñó en reunir a todas las mujeres con las que había tenido relaciones amorosas en su vida. Imagínese, las convocó a todas a su hotel pero a ninguna les dijo el verdadero motivo de aquella cita. Tenía las direcciones de las más antiguas e insistió que aquello era para ver cómo estaban y despedirse de ellas. Dos días después –siguió diciendo- empezaron a llegar mujeres de todos lados. Unas viejas y arrugadas, otras gordas, madres de familia con el cutis y las manos golpeadas por la vida. Había cincuentonas, de cuarenta y pico, divorciadas, algunas solteronas, ex compañeras de colegio y hasta las contemporáneas de su infancia. Pero evidentemente que la mayoría ya había perdido el brillo de la juventud y en ellas se reflejaba el duro comienzo de la decadencia. Al siguiente día –continuó la bella joven- estando aquella cantidad de mujeres reunidas en el enorme auditorio del hotel, creyendo que se trataba del acto de entrega de algo que les pertenecía, como rezaba la invitación que les había pasado, de pronto en la tarima se apareció él. -¿Y qué pasó? –interrumpí absorto. -Bueno, hubo de todo, algunas estaban sorprendidas, otras se alegraron, unas medio ciegas ni lo reconocieron, las que más hicieron un gesto de repudio; entonces, él les dio la bienvenida. Les dijo el verdadero motivo de aquel encuentro y declaró inaugurada la I Convención de Escamantes de Pietro Marcolino Maruchetti, y luego les leyó el programa. Tome, usted puede verlo –y me mostró la tarjeta que decía: “I Convención Nacional de Ex Amantes de Pietro Marcolino Maruchetti, Caracas, 1980. Acto inaugural: palabras de Pietro Marcolino Maruchetti. Temario: Lectura y devolución de cartas de amor. Premio a la más cursis. Reparto de botones de jubilación. Descripción de los defectos de cada una. Razones de Ruptura. Votos de censura. Rifa de besos”. El acto –prosiguió diciendo la muchacha- terminaba con un foro de las participantes sobre las cualidades de su persona y mi presentación al grupo como su futura esposa. -Allí estalló todo –me explicó abriendo sus increíbles ojos verdes-. Ya cuando inició la lectura de las primeras cartas, las mujeres empezaron a cruzarse las miradas y se 107 Otrova Gomas La Miel del Alacrán escucharon insultos y rugidos de protesta. Pero al salir yo en bikini como él lo había programado, saltaron todas enfurecidas. Lo rompieron todo; primero lo insultaron y después le cayeron encima. Fue terrible ver aquel ancianato desbocado golpeando al pobre Pietro que pedía auxilio y trataba de escapar de las garras que en otro tiempo lo habían acariciado. Cuando llegó la policía era muy tarde, prácticamente se lo habían comido vivo dejando apenas algunos huesos y pedazos de la ropa. Tenían las bocas y las uñas ensangrentadas. Yo nunca vi algo igual. Era como si hubiese estado casado con todas y al mismo tiempo le hubieran descubierto a una amante. Aquella impresionante descripción no me sorprendió. Conocía bien a Pietro y muchas veces le había oído hablar de sus planes para convocar esa bendita convención. A pesar de que siempre le advertí de los peligros de reunir tantos años del pasado, evidentemente que él no lo supo comprender. Tal vez, para su bien, nos quede el consuelo de decir que murió en los brazos del amor. 108 Otrova Gomas La Miel del Alacrán DIVORCIO ANTES DE TIEMPO EL CURA: -Ermenegilda Pérez, ¿acepta usted por esposo a Guillermo Paz? LA NOVIA: -Sí, acepto. EL CURA: -Guillermo Paz, ¿acepta usted por esposa a Ermenegilda Pérez? EL NOVIO: -Depende. EL CURA: -¿Cómo que depende? EL NOVIO: -Claro que depende, si me promete que no me va a estar amargando la vida, acepto. LA NOVIA: -¡Pero Guillermo, como dices eso! EL NOVIO: -No, no, yo sé como son las mujeres, ahorita lo prometes todo, pero después se te olvida y empiezas a volverme la vida un infierno. LA NOVIA: -Pero mi vida, si yo te adoro... EL NOVIO: -Bueno, entonces yo creo que lo mejor es que dejemos las cosas claras de una vez, si me prometes que no me vas a venir a fregar, me caso, si no, mejor lo dejamos así. EL CURA: -Mire joven, ¿Usted se va a casar o no? La Santa Iglesia no prevée esas situaciones. EL NOVIO: -Bueno, señor cura, entonces cásese usted, yo no tengo por qué calarme lo que sea así porque sí. Yo me caso bajo condición, no tengo ninguna necesidad de echarme una broma. LA NOVIA: -Pero Guillermo, mi amor, ¿qué estás diciendo? EL NOVIO: -Lo que oíste, chica. EL CURA: -Joven, ¿usted está loco?, el matrimonio es un sacramento que no puede estar sujeto a condiciones. EL NOVIO: -Bueno, entonces no me caso. LOS FAMILIARES: (A coro) -¡Pero Guillermo! LA NOVIA: (Rompiendo en llanto) –Tú no me quieres, yo lo sabía... EL NOVIO: -Deja la lloradera, porque yo sólo estoy pidiendo seguridad. EL PADRE DE LA NOVIA: -¡Mire joven, usted no le puede hacer esto a mi hija! EL NOVIO: -¡Ah! o sea, ¿qué yo me la tengo que calar salga lo que salga? LA NOVIA: -Está bien, está bien Guillermo, pide lo que quieras... 109 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL NOVIO: -Okey, primero me vas a dejar llegar de noche cuando me provoque, no me vas a pedir más dinero del que te doy, nada de exigencias de salidas, comida caliente a toda hora, en caso de divorcio la que se va del apartamento eres tú, los muchachos repartidos equitativamente y nada de pensiones. ¿Está claro? Por otra parte, quiero dejar constancia aquí de que si en el curso de un año encuentro defectos ocultos, vicios y cosas que me molesten, automáticamente me considero divorciado. LA NOVIA: -Está bien, acepto. EL CURA: -Bueno joven, entonces, ¿acepta usted por esposa a Hermenegilda Pérez? EL NOVIO: (Poniéndose a meditar) –No, pensándolo bien no, yo no creo que ella está aceptando de verdad mis condiciones. Las mujeres son muy hipócritas, ahora me dice que sí para que yo acepte, pero después me lo va a cobrar... LA NOVIA: -¡Pero Guillermo, qué dices...! EL NOVIO: -Nada, nada, que yo no me voy a venir a casar con una hipócrita, chica, ¿o es que tú crees que me vas a venir a engañar? EL CURA: -Pero joven, venga acá, si ella le ha dicho que acepta sus condiciones. EL NOVIO: -No padre, que va, yo sé que esta mujer ahora lo que quiere es casarse conmigo para después vengarse... definitivamente no me caso. LA NOVIA: (Cayéndole a golpes al novio) -¡Desgraciado, perro, te voy a enseñar! EL NOVIO: (Protegiéndose) –Se fijan... yo se los dije... yo se los dije... y eso que no estamos casados... de la que me salvé (Y se escapa corriendo con todo el gentío atrás). 110 Otrova Gomas La Miel del Alacrán JUAN Y LUDOVINA Puedo decir con certeza, que sin proponérselo la afabilidad de Ludovina penetró en la frágil estructura de la niñez de Juan rompiendo dulcemente el equilibrio que existía entre el corazón y su incipiente raciocinio. Surta en la desembocadura de sus sueños infantiles le hizo sentir las primeras fuerzas de la pasión juvenil, a pesar de la casi imposible condición de aquel amor. Los muchachos del pueblo se reían de la fruición, que no obstante malograrse en desdichas acumuló la riqueza del más puro y mejor de sus deseos. Inspirado en los inmensos ojos tristes y los senos bien formados de Ludovina, él le dio todo su cariño y fue un balandro a la deriva en el camino trazado por sus huellas. Por ella el muchacho hipotecó sus endebles piernas al látigo inclemente de su padre, que apenas supo la noticia de aquel romance platónico que había empolvado los cuadernos escolares de su hijo le prohibió terminantemente que la volviera a ver. Estoy seguro que fue una fuerza atávica la que los unificó en la oscura noche de su desventura, porque sólo las fuerzas interiores que heredamos pueden hacer resistir a los hombres la barrera con que las circunstancias encarcelan su destino. Juan la conoció una tarde mágica en que siendo niño correteaba por los pastos verdes junto al río. La vio allí, desnuda, con la altivez y ese garbo de su raza. Con aquel cuerpo fuerte. Las piernas largas y su boca siempre hambrienta de las pequeñas pajas que inocentemente ella arrancaba de la frescura de la tierra. Fue amor de primer contacto. Sin tapujos. Pensando que ya era hombre venció la timidez que le impidió acercarse a otras y a ella sí se atrevió a tocarla. Viendo toda aquella piel tan suave, tan femenina, la acarició con la inocencia y el cariño de los años mozos y puedo asegurar que le dio su afecto con la ternura inaudita del primer amante. Ludovina lo miró con sus ojos lánguidos y no dijo nada. Permitió que él le pasara el brazo sobre el hombro y pestañeó en suave gesto de confianza que derrumbó sus débiles defensas de guerrillero de amor armado sólo de esperanzas. Juan la besó en la espalda restregándose en aquella piel tan dúctil y ella relamió su beso. Él fue devoción a su dulzura, y ella le devolvió el encanto. Después juntos se alejaron sin un estigma de pecado recorriendo toda la pradera que nunca fue tan ancha. 111 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Aquella noche al regresar Juan a su casa todos lo buscaban. Igual pasó con ella, y el bullir de los reproches de todo el mundo sonaba como el son maligno que acompaña al descarriado. Ahora, a no sé cuántos años de tanto amor recuerdo que él no escuchó ni una palabra de la turba, porque a pesar de ellos cada día al salir de la escuela la siguió encontrando. Se veían siempre en el mismo paraje frente al río y caminando se deleitaban con el simple culto de estar muy cerca. Al atardecer se separaban en la pequeña vereda en donde todos los días a ella la esperaban para llevársela a su humilde casa, mientras él desde los pastizales maldecía su condición de infante a quien se vedaba disfrutarla. Hasta que una tarde al salir corriendo del colegio supo la trágica noticia: Ludovina había muerto. Los dueños de la finca la habían enviado al matadero junto con otras vacas y terneras. Y Juan se quedó allí, solo, consumido en la tristeza del amor y su amistad por aquella encantadora vaca. 112 Otrova Gomas La Miel del Alacrán AL SIGUIENTE DÍA El hombre miró a la esposa con ese desprecio machista de los machos bien machos, y sirviéndose de mala gana un pedazo de carne y un poco de arroz, le dijo en la cara a la mujer: -¿Otra vez esta basura? ¡Todos los días lo mismo! ¿Es que tú no sabes cocinar otra porquería? ...al siguiente día, cuando levantó la tapa de la olla para servirse, se quedó paralizado al ver cómo una enorme bosta de vaca sancochada flotaba con su ofensivo olor inundando toda la cocina. -o0o- Ana tomó la cartera violentamente de la silla como era su costumbre, y desde la puerta le gritó con fuerza antes de tirarla: -¡No me volverás a ver! ¡Te juro, Antonio, por lo más sagrado que no me volverás a ver! ...al siguiente día, ya más calmada, tocó la puerta de la casa pero nadie respondió. Fue el conserje del edificio quien la enteró: -Sí, señorita, cuando lo llevamos al puesto de emergencia él nos dijo que se sacó los ojos para que usted al fin pudiera cumplir con su promesa. -o0o- Afuera el viento cálido de los primeros días del mes de mayo soplaba envolviéndolo todo con especial cuidado. Adentro, la ternura tenía la forma de un hombre y una mujer que desnudos en la cama platicaban: -¿Me quieres? –preguntó ella acariciándole los cabellos. -Sí, mi vida. -Mentiroso. -Te lo juro. 113 Otrova Gomas La Miel del Alacrán -Eso se lo dices a todas. -No, de verdad que te quiero, mi amor. -¿Hasta cuándo? –inquirió ella jugueteando con los dedos que se paseaban con cariño entre sus piernas. -Para siempre, mi vida, te juro que te querré hasta que la muerte nos separe. ...al día siguiente, mientras él se lavaba la cara trasnochada, ella sacó una pistola de la cartera y la descargó sobre su amante. Así se aseguraba bien de que la promesa que le había hecho no sería otro juramento en vano. 114 Otrova Gomas La Miel del Alacrán MEL, JOSEFINA Y CARLOS Era una agradable cena. Josefina había preparado lo mejor de su cocina y entre los platos repletos de jugosas salsas y las copas con el mejor espíritu de Italia, el tono jocoso de Mel, el marido, y el de Carlos, el viejo amigo, inundaban el aire con el aroma sabroso de la buena amistad cuando está bien compenetrada. Esa noche, mientras las palabras hiladas por un invisible telaraña rebotaban de una boca a otra, el largo mantel de manila ocultó cuando el pie de Josefina descalzándose, sigilosamente buscó el de Carlos mientras todos se reían. Primero fue un roce reiterado, lleno de un voltaje intenso que puso a latir con toda fuerza el pecho de la desvergonzada y del sorprendido amigo. Sus miradas se cruzaron en un gesto de temor disimulado para calcular el riesgo, y luego el pie de Carlos también se desvistió del cuero, enfrentándose como todo un hombre a los cinco dedos del pie de Josefina. Ella lo apretó con fuerza mientras la copa del marido brindaba efusivamente por algo que nadie oía, y el fraterno Carlos se lo retribuyó con un amoroso gesto que les entrelazó por el tobillo. Debajo de la mesa se inició el combate. Carlos sintió que ella le agarró el dedo gordo y la haló hacia ella arrancándole la media. Una vez que lo hubo desvestido lo pellizcó con fuerza y torciéndole el empeine poco a poco le obligó a abrazarle hasta la misma pantorrilla. Él sintió cómo le dolió la carne, pero no pudo zafarse de aquella pasión pedestre que lo succionaba todo. Mientras Mel hablaba de sus futuros planes ellos dos reían disimulando la aventura subterránea. Fue en el momento en que Carlos se servía un poco de ensalada cuando Josefina de un tirón le hizo perder el equilibrio de la silla. El marido comía como un desesperado entre risa y risa y no se percató cuando la fruición de los pies de ella arrastró a su amigo hacia el fondo de la mesa. Carlos cayó sentado detrás del mantel entre las cuatro patas de la tabla y las dos piernas de su apasionada amante. No tuvo tiempo de pararse. Al instante, Josefina se dejó caer y cuando ya se encontraba abajo frente al hombre empezó a quitarse el traje. Mel arriba hablaba sin parar y sin dejar de mirar el plato. Sólo sus discretas botas 115 Otrova Gomas La Miel del Alacrán presenciaron en silencio cuando también Carlos desvistiéndose con pasión abrazó a la impía. -Te quiero –dijo ella. -Te adoro –respondió el amigo. -Hace mucho que te miro en silencio. -Yo lo supe cuando sentí tus dedos. -Oh, Carlos, qué feliz me siento. -Pero tu marido puede darse cuenta. -No, mi vida, cuando él come jamás mira debajo de la mesa. -Entonces aquí haremos nuestro nido –dijo Carlos. Lo decoraremos todo –contestó ella- traeré una linda cama y tú lo adornarás con flores. Y otra vez se abrazaron con vehemencia haciendo tambalear las sillas. Afuera Mel ya estaba disfrutando el postre, y bebiendo vino distraído, se olvidó de su mujer y del viejo camarada pensando en el placer de tener una buena esposa y poder contar con un verdadero amigo. Pasaron los meses. Carlos y Josefina, cada día a las siete de la noche, a la hora de la comida se encontraban debajo de la mesa que poco a poco se volvió un lugar risueño, lleno de cojines que trajo Josefina, bebidas que llevó Carlos y las cortinas que se confundían con los suaves pliegues del mantel de encajes y siempre con el toque delicado de una flor que distraían de los jarrones de la casa Al cabo de los años Carlos y Josefina decidieron no volver arriba y se quedaron a vivir juntos debajo de la mesa. Allí se instalaron para siempre bajo la vigilancia protectora de los botas de Mel, que por disimulo o alegría arriba solo siempre se reía. 116 Otrova Gomas La Miel del Alacrán AMOR GASTRONÓMICO Te conocí una tarde realmente deliciosa. El sol en el horizonte parecía un huevo frito y las nubes blancas se extendían por doquier como suave puré de papas. El verdor del parque, cual ensalada de ricos ingredientes se confundía con los apetitosos árboles frutales, y tú estabas allí, con todo ese contorno volviéndose un espléndido abreboca. En esa época eras un verdadero mango. Te confieso que me abriste el apetito con tus ojos negros de aceitunas griegas, tu pelo color de trigo y los labios rojos como fresas que disimulaban tus dientes color de crema. Desde ese primer momento me gustaste: La piel suave de durazno, tus entrecots y esa punta de trasero que me volvió loco. Te aseguro que estabas como para comerte, y viéndote allí sola, aunque se me puso la carne de gallina y me lancé diciendo para mí: tú estás como paella. En esos tiempos eras una mujer con mucha sal y pimienta, y diría yo que tenías ese sabor que distingue tanto a un buen plato de un simple bocadillo. Por esto te llamé con timidez como si fueras un mesonero bravo, con la suerte que tu sonrisa de arroz con leche anotó de inmediato mi pedido. Me serviste rápido tu mano, y yo te agarré los dorados dedos que parecían diez tequeños en combinación con los míos largos de salchicha. Tú te sonrojaste como un tomate y yo me volví una mantequilla. Esa noche cenamos juntos. Recuerdo que yo de entrada pedí costillitas vuelta y vuelta y tú me comiste con los ojos. Fue el inicio de un festín de exquisiteces y después de jamonearnos hambrienta me mordiste como loca mientras yo te saboreé como chupeta. De postre tuvimos el azúcar de tus besos. Pero pasó el tiempo. Después de aquellas comilonas y banquetes los dos perdimos el apetito. Tú te pusiste fría como un helado en la nevera. Recuerdo que te agriabas a cada instante y siempre estabas como una vinagreta. Yo que siempre he sido glotón traté de aderezarte, pero eso no te importó un comino. Quise endulzarte con la miel de mi cariño pero ya tú estabas harta, sólo querías dieta. Sé que te había empalagado y te caía mal. Te pusiste mandarina y hasta ajos me dijiste. Yo también te echaba tus vainitas poniéndote a llorar como si fuera una cebolla, y fue allí cuando vi que ya no eras más mi sopa. Tendría que abandonar la mesa porque tú eras bocado para otro y yo un plato insípido y sin salsa. ¿Recuerdas?, éramos como el aceite y el vinagre, ninguno de los dos le veía el queso a la tostada. Fueron tantos los 117 Otrova Gomas La Miel del Alacrán problemas, que tú me dejaste como un hueso y yo a ti te dejé como un fideo. Por ello me fui sin comer aquella noche soñando con otra coteleta. Cogí el camino iluminado por la luna llena como un queso, y me alejé para siempre pensando en la acidez que me dio el haberte conocido. 118 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA CARCAJADA La ciudad se había vuelto seria. Posiblemente debido a la lenta e imperceptible sedimentación de la amargura y la desesperanza, la otrora afable metrópoli se alzó hacia arriba transformándose en el más importante centro de seriedad del planeta. Las caras compungidas de sus habitantes disgustados por el aire contaminado, la falta de agua, el alza de los precios, el tráfico imposible y la carencia del más mínimo espacio para la dicha y el amor se reflejaron al unísono en los espejos del alma semejando las paredes de un macabro museo de arrugas y pesadumbres. Primero fue la solemne seriedad de los líderes políticos, que con el uso de tan alevosa arma de sometimiento dominaron a la población indefensa por la majestuosidad de los alardes y ofrecimientos. Se puso de moda el tono grave al hablar de cualquier problema. Se aparentaba que esta vez sería algo más que un simple paseo por los centros del asunto. Luego vino la implementación de la norma: no reírse de nada. Era indispensable para la subsistencia de aquel inmenso pulpo de mentiras que un pincel de mago impresionista disimulara la increíble burla a la creencia popular. La más leve sonrisa sería castigada y los culpables encerrados en las prisiones donde imperaban estrictos grados de circunspección. De los que entraron en ella jamás se supo nada, pero la gente, ante el implacable rigor de la justicia prefirió olvidarlos. Nadie quería verse involucrado en un chiste o en la más ligera chanza. Los tonos severos y sensatos condenaron toda sátira y fueron perseguidos los agentes del humor infiltrados en la cosa pública. Ahora estoy convencido de que las calamidades colectivas fueron el abono natural para la aceptación del pueblo a las nuevas reglas, porque de qué otra manera se puede explicar que la gente con los músculos risorios paralizados se lo creyera todo Recuerdo que a los pocos años de implantación del régimen los niños empezaron a nacer adultos. El tono académico de sus juegos entre la miseria y la basura, la ausencia de risas y la importancia trascendental que les inculcaron para sus empresas infantiles les hizo crecer bigotes y, muy pronto, el crédito a la oferta generosa y a la acción futura e intangible pasó a ser la regla social de educación y convivencia. 119 Otrova Gomas La Miel del Alacrán El aparato de poder, represivo como todos los poderes, había desarticulado la esperanza y con el palabreo solemne se hipnotizó a la plebe. Hasta que una noche, en un mensaje a la nación, el Presidente de la República no aguantó más; y mientras ofrecía resolver de inmediato el problema de la vivienda, estalló en una inmensa carcajada que se extendió por todas las fronteras desde aquel centro majestuoso de la Patria. Quiso rectificar. Se puso severo. Dijo que lo perdonaran, que era en serio, pero fue muy tarde. La burla contagiosa prendió en todos los sectores como si fuera un virus y la gente empezó a reírse de todas las palabras y promesas que le habían hecho, porque con aquella sincera carcajada se había descubierto que todo, todo, no era más que una inmensa e inconcebible broma para ingenuos. 120 Otrova Gomas La Miel del Alacrán ARGUMENTO PARA TELENOVELA Perucho Capodimonti, alto funcionario de una empresa del estado, es acusado de malversación de los dineros públicos por invertir los excedentes de ingresos petroleros en una cadena de carritos de raspado en Alaska. El importante funcionario se defiende en el Congreso de los ataques por la negociación, acusando a su vez a todos los diputados de ignorancia bajo el alegato de que la tierra está entrando en un proceso de recalentamiento que hará reproductiva la inversión en un futuro no muy lejano. Los diputados, dudosos ante la fuerza de sus argumentos, nombran una comisión para que vaya por quince días a Alaska con todos los gastos pagos a objeto de revisar la calidad de nuestros raspados y examinar cuidadosamente los depósitos de hielo que tenemos en el lugar. Capodimonti ofendido se retira del Parlamento alzando el puño en defensa de su honestidad, y se va a refugiar a su hogar en donde lo espera su esposa, quien está locamente enamorada del chofer, aun cuando la pasión de Perucho es la cocinera que a la vez está loca por su hijo Simón, amante del servicio de adentro a pesar de la incomprensión de los vecinos, mentes mojigatas que por envidia condenan la felicidad de la familia Capodimonti y los tildan de asquerosos. Al llegar al dulce hogar, Perucho se prepara para la orgía familiar, cuando su hijo Leocadio, el concejal, responsable en la venta de todas las áreas verdes del Distrito a un arquitecto para instalar comercios ilegales, acusa al padre de haberle fumado toda la marihuana que tenía sembrada en el jardín. Perucho, harto de sufrir dos acusaciones en el mismo día insulta al hijo y le ordena salir de la casa, pero la esposa del jefe de la familia se opone y amenaza a Perucho con denunciarlo por el cobro de comisiones en la compra de siete canoas a los mariquitares las cuales avaluó en cinco millones cada una sin contar los remos. Perucho Capodimonti sonríe sarcásticamente ante la amenaza de su esposa porque sabe que mal puede denunciarlo cuando ella está involucrada hasta el cuello en el aumento al doble y de un solo golpe de las pólizas de seguro de automóviles. Para tranquilizar los ánimos del grupo familiar, Cora, la muchacha del chofer amante de Leocadio, los insta a fumarse un pito de alpiste molido con dulce de hicacos secos, poderoso alucinógeno que los pone en órbita rápidamente. 121 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Mientras Cora lo besa con pasión, Leocadio poco convencido de la nota de alpiste exige la devolución de su marihuana amenazando al padre con revelar a la prensa el monto de la deuda pública. Esta amenaza le corta la trona a Perucho quien soltando a la cocinera le entra a patadas al muchacho hasta acorralarlo contra un closet, en donde Simón, el menor de la prole, oculta las billeteras y los relojes robados en asaltos de restaurantes. Al desparramarse el botín, todos se abalanzan sobre las piezas y en el desorden de la rebatiña le arrancan los senos postizos a Marilú, la hermana de Leocadio y Simón, quien está empatada con el perro de la casa, y los cuales estaban llenos de cocaína. Entusiasmados, todos ríen al ver el polvo blanco y empiezan a darse pases como locos olvidándose de las diferencias sociales; pero para vergüenza de Marilú a las primeras de cambio descubren que el perico está adulterado con un noventa por ciento de harina pan y enfurecidos le caen encima revolcándose en una indescifrable batalla de rabia y sexo mientras el perro confundido se pone a ladrar por su amada. A la mañana siguiente, con los ánimos más calmados, los miembros de la familia y la servidumbre olvidan las rencillas y después de perdonarse se va cada uno a su trabajo como si no hubiera pasado nada. 122 Otrova Gomas La Miel del Alacrán CONGRESO NACIONAL DE INEPTOS E INCAPACES Un fracaso total resultó el I Congreso Nacional de Ineptos e Incapaces que se llevó a cabo en un hotel capitalino. El importante evento que congregó a lo más selecto de la ineptitud e incapacidad nacional, concluyó en un absoluto desorden y una ausencia total de conclusiones a consecuencia de la falta de coordinación de los promotores, el error de impresión en la fecha de las invitaciones y en el retraso en el envío de estas por un olvido del encargado, y lógico, así como el retardo en el coreo. No obstante la torpe labor del Presidente del Congreso y los miembros del presidium que iniciaron los actos en lugares y a horas diferentes de lo programado, los participantes deseosos de intercambiar experiencias sobre la inhabilidad que manifiestan en el ejercicio de las funciones a su cargo, lograron deliberar tratando mas o menos algunos de los puntos del orden del día aunque no llegaron a nada concreto por la caótica labor de los moderadores. El evento estuvo presidido por el Director del SETRA, quien no solo ha podido lograr que se entreguen los documentos de propiedad de los vehículos a los tres años de haberse comprado., igualmente estuvo en el presidio el encargado de mantenimiento del túnel de la autopista Valle Coche y el jefe de alcantarillados de la ciudad de Caracas. El panel de planificación de las principales ciudades y la ordenación del tráfico capitalino fue uno de los más caóticos, ya que los representantes de todos los partidos políticos que han manejado al país durante los últimos cincuenta años se les olvidó llevar el material de apoyo y como siempre terminaron improvisando. Las personas encargadas de solucionar el problema de la vivienda durante los cuatro últimos gobiernos llegaron retrasados y el desorden y la falta de seriedad de sus exposiciones confundió a los periodistas, quienes trataron de llamarlos al orden, porque los profesionales se dedicaron a jugar dominó olvidándose de del motivo de su presencia en el Congreso. Observadores del actual gobierno entraron por curiosidad en el foro sobre “Sistemas de abandono de edificios en casos de incendio”, pero se salieron porque el asunto no les interesaba, al igual que a los expositores. 123 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Otra torta completa se produjo en el panel sobre recolección de basura, donde le genio que creo el relleno sanitario frente a la ciudad trataba de explicar un método que ha inventado para que el viento no sople, cuando se produjo una vacua discusión entre los últimos cinco directores de la compañía que suministra el agua sobre el origen de las nubes, mientras los ex presidentes de la Petroquímica por su parte se pusieron a echarle la culpa del fracaso de la sección de fertilizantes al jefe de la reforma agraria del pasado gobierno por no aumentar la demanda de sus productos. Por suerte se fue la luz y se echaron a perder los equipos de sonido, impidiendo que se aumentara el tono de los insultos. Los representantes del gremio de los mecánicos y el de los fabricantes de partes nacionales se equivocaron de sala y se metieron por error en la reunión de fabricantes de de equipos sanitarios, donde no se llegó a ninguna conclusión porque los fabricantes de papel toilet se pusieron a insultar a los productores de papel para periódico acusándoles de llevarlos a la ruina. Igualmente violenta estuvo la reunión de los encargados de la división de cedulación y pasaportes que se acusaban entre si de no saber identificar el problema, afortunadamente a cada rato se quemaban los bombillos y se producía un reposo en la sala, lo cual los fabricantes de estos artefactos aprovecharon para darse el mérito de tranquilizar un poco a la gente por la mala calidad de sus productos. Al final del congreso hubo un cóctel con pasa palos que estaban en mal estado por falta de control sanitario y la mayoría de los intoxicados murieron al ser trasladados a los hospitales de primeros auxilios, gracias a la ineficiencia y desdén del personal de guardia y la mala calidad de las medicinas. 124 Otrova Gomas La Miel del Alacrán UNA SALIDA HONORABLE La pesada atmósfera se hizo tensa cuando Milojo Nakasagua, el Ingeniero Municipal del Distrito Sucre de Osaka, se sentó sobre las piernas abriéndose la parte superior del kimono. En su mano refulgía el brillo de un filoso cuchillo, y tras de su minúscula figura, esperando en larga fila, estaban el Director de Obras Públicas, el del Aseo Urbano y los demás funcionarios municipales seguidos por los Concejales del Distrito Sucre de la populosa ciudad japonesa. El alto empleado cerrando los ojos alzó la daga y en voz alta se dirigió a la muchedumbre que observaba con entusiasmo el espectáculo: -Ajino moto caguasaki. Osaka maturo joro kamuna. Poro poro yamaja ¡Segakuren Hiroito!2 Y bajando el sable le hizo penetrar de un golpe en la profundidad de su inepta barriga. -¡Akai, akai!3 –rugió la muchedumbre cuando la daga subió hacia el pecho del pequeño e incompetente sujeto. Los ojos se le abrieron sorprendidos y mientras le mostraba a los electores el color de sus recién aireadas vísceras, cayó hacia atrás batiendo con fuerza la cabeza contra el piso para fracturarse el cráneo por si quedaba con vida. Suprema manifestación de buena voluntad en la tradición samurai. Luego vino el Director de Obras Municipales, repitió la escena al lado del caído, y levantó el arma gritando: -Maru marú naki. Hurra Kagamoni naska Osaka. ¡Neporum kaspa! ¡Hurra jura! ¡AOAAAaaa!4 Y se clavó el arma. La plebe enardecida viéndole caer con la misma violencia de su antecesor se levantó 2 Pido excusas al pueblo y a la patria por mi fracaso. Seis meses después de haber sido electo las calles y los servicios públicos de Osaka siguen iguales. He fracasado. ¡Viva el Emperador! 3 ¡Viva! ¡Viva! 4 He puesto la torta. En un año todo sigue igual. Ofrezco mis entrañas al Emperador. ¡Viva Osaka! ¡Mueran los incapaces! ¡OOaaa! 125 Otrova Gomas La Miel del Alacrán entusiasmada de los asientos mientras gritaba como loca: -¡Akai, akai, Jamorú Komsejales!5 La larga fila de empleados y ediles siguieron uno tras otro inmolándose en honor al Emperador. En todos se veía el rostro avergonzado por el fracaso ante la gestión que le había encomendado la confianza popular, pero a últimas horas de la tarde el Distrito Sucre de Osaka estaba completamente depurado, y el público se fue retirando de la plaza entusiasmado comentando lo agradable que había estado el espectáculo. Muy lejos, en otro país, en la sede del Concejo Municipal de otro Distrito Sucre, el Presidente del organismo mirando por un rendija de la puerta de su despacho, miró sudando frío cómo un señor solicitaba hablar con él. En una mano traía unas fotos con los huecos de las calles del lugar y una lista con los negocios y construcciones ilegales que habían sido permitidas, y en la otra se veían claramente varios kimonos y unos chuzos oxidados. El funcionario asustado cerró la puerta con llave y recostándose de la puerta cayó al suelo víctima de una inexplicable tembladera. 5 ¡Viva, viva! Mueran los Concejales. 126 Otrova Gomas La Miel del Alacrán LA GRAN COSECHA Falta el texto… 127 Otrova Gomas La Miel del Alacrán CUENTO DE HORROR El otro día, al cumplir diecisiete años de vencida mi licencia de manejar tomé la decisión definitiva de ir a renovarla. Debo confesar que hice cinco intentos anteriores. En el verano de 1980; en enero de 1995 en cumplimiento de mis promesas de Año Nuevo; antes del Día de los Inocentes de 2000; en Semana Santa de 2002 para pagar una penitencia y el año antes de la adquisición de las fragatas, pero todas las veces fui brutalmente rechazado en el intento. La lista de impedimentos para ratificarme que yo sabía manejar, tal como me lo habían reconocido años atrás, daría material para dos libros y un tomo de apéndices. Pero esta vez me armé de valor y me dispuse a cumplir con la Ley. Días antes me hice un programa serio y bien elaborado para vencer la burocracia a como diera lugar. Asesorado por tres abogados, dos siquiatras, un jefe de relaciones públicas, un coronel y un representante del clero y de todos los partidos políticos, me tracé una estrategia y 18 tácticas ambivalentes. El 15 de mayo, día señalado para el ataque, me trasladé a la Oficina de Tránsito a las cuatro de la mañana. Me llevé ocho amigos a fin de que cada uno me cubriera una taquilla que no era la que yo estaba haciendo cola sino la otra. Llevaba conmigo la partida de nacimiento, la de matrimonio de mis padres, el certificado de defunción de mi abuela, el certificado de salud y un médico para que lo renovara cada media hora, el de vacuna contra todas las plagas de Egipto y las de Israel, el de vacunación contra el cáncer, una fianza bancaria garantizando que no me daría un infarto manejando y certificado de vacuna contra 130 enfermedades aún desconocidas por la ciencia médica. Igualmente llevé el comprobante de haber pagado el INOS, la luz, el último recibo del alquiler, la solvencia del Impuesto sobre la Renta, 60 cartas de recomendación de varios pesados y de miembros de la oposición, 300 papeles sellados, estampillas, mil fotografías mías de frente, de perfil, acostado, en ángulos y de espaldas en todas las medidas. Me aprendí la letra completa del himno nacional y repasé todos mis conocimientos de historia de Venezuela y de Colombia, por si acaso. Previendo inconvenientes mayores me llevé dos máquinas de escribir, lápices, bolígrafos de todos los colores, almohadillas y una maquinita para hacer sellos por si se les 128 Otrova Gomas La Miel del Alacrán había extraviado, papel blanco, papel carbón y papel de aluminio por si alguna se encaprichaba, así mismo una pequeña planta eléctrica y siete bombillos por si se iba la luz. En defensa contra una arremetida muy fuerte me llevé sillas, cojines, comida para dos días, café, refrescos, agua y un equipo de primeros auxilios. Previéndolo todo llevaba flores y bombones para las secretarias, y billetes de todas las cantidades para repartir; incluí planillas de todo tipo, incluso una que yo mismo inventé en donde daba información sexual y religiosa de mis antepasados. Para completar, por si acaso me llevé un revólver y dos granadas. Desde el punto de vista legal, físico y militar estaba imbatible. Era imposible que faltara algo, que perdiera la cola, que me agotara de cansancio, hambre o sed. Sería mi día triunfal y como complemento me llevé la marcha de Aída, bebidas y pasapalos para celebrar con todos los presentes, incluso con los funcionarios derrotados. Fuimos los primeros en llegar. A las 9 de la mañana, hora de abrir, había una multitud desesperada por cumplir con la Ley. Dominando mi emoción sonreí serenamente esperando que abrieran la taquilla. Con esa actitud de los predestinados por la suerte. Con el aplomo de los banqueros. Con la jactancia y ese aire de autosuficiencia de los que acaban de llegar al poder le dije al empleado: -Vengo a renovar la licencia, pida lo que quiera. El hombrecillo con esa cara de cansancio típica de los empleados públicos me miró con desprecio y su voz fría me atravesó los tímpanos cuando cerrando la ventanilla me dijo: -Hoy no se renuevan planillas porque la señora que las firma no viene esta semana. Venga la próxima para ver si regresó. Como era de esperarse usé el revólver. Al momento de aparecer este libro ya estaré en la fría tumba. El inmenso charco de sangre de mi masa encefálica ya habrá sido lavado de la taquilla. Sólo tengo el pánico de pensar que me habré ido de este mundo con la licencia vencida, y no sé cuánto pidan los fiscales en el reino de los cielos. 129 Otrova Gomas La Miel del Alacrán ESPIONAJE BITUMINOSO El obscuro avión, recién llegado de un punto desconocido en el Caribe, sobrevoló clandestinamente la ciudad con los motores apagados para no hacer ruido. Aprovechando que entró en la nube de contaminación dejó caer a un hombre en paracaídas cambiando de inmediato su rumbo al mar. El hombre que descendía lentamente era Amaruto Kamaguan, archi espía al servicio de las naciones industrializadas con una triple misión suicida en uno de los países más importantes de la OPEP: ver si habría un nuevo aumento de los precios del petróleo, contar de verdad los barriles de reserva de la faja bituminosa del Orinoco e instalarle una manguera secreta a la faja para absorber gratuitamente petróleo desde un país del norte. Una misión dura, compleja y sumamente delicada. Para desgracia de Amaruto, cayó con el paracaídas a las seis de la tarde en el Centro Comercial Cacaito en el medio de la cola de autobuses Silencio-Chapellín. Maldijo al jefe de la logística por hacer el cálculo de su caída con una computadora de baterías agotadas y disimuladamente sonrió a la gente que lo miraba escondiendo el paracaídas en su bolsillo trasero para pasar desapercibido. Pero su maniobra fue inútil, la gente enfurecida con el coleado trató de lincharlo y el súper espía se alejó pidiendo disculpas al mismo tiempo que se arreglaba el bigote postizo. No obstante este fracaso, sabía que los muchachos del contraespionaje venezolano no trabajaban los viernes en la tarde y esa semana habría un puente, por lo tanto no corría ningún peligro; sólo que tendría que actuar rápidamente, porque dentro de tres días lo pasaría a recoger por la margen derecha del Guaire un submarino alemán que desde la Segunda Guerra Mundial andaba por esas aguas, y de no estar en el lugar acordado sería arrastrado por la peligrosa corriente del río muriendo irremisiblemente de la infección. El hombre se dirigió a una venta de arepas y pidió una reina- pepiada sin masa y un vaso de leche. Con las manos en los bolsillos miró a los lados con desconfianza. Sabía que si era descubierto lo dejarían frío, pero quien lo dejó frío fue el portugués al pasarle la cuenta: Bs. 12,50 por una tostada liberada. El nipón pegó un brinco y ya se iba a defender con el arma pero se controló. Pagó y llamó un taxi. Al llegar al hotel fue el taxista quien lo golpeó violentamente. De nada le sirvieron sus conocimientos de kárate. Tuvo que pagar 130 Otrova Gomas La Miel del Alacrán horrorizado 35 nuevos bolos por una carrera de seis cuadras. Temeroso del precio prefirió no entrar en el hotel e improvisó una tienda de campaña con el paracaídas. Adentro consideró que no requería más datos. Con esos precios era evidente que muy pronto vendría otro aumento de petróleo. A la mañana siguiente Amaruto Kamaguan tomó un autobús y se dirigió a la codiciada faja bituminosa del Orinoco. Después del largo viaje miró al río asustado, pensando en el trabajo que tenía por delante. Pero se sobrepuso. Era su deber y tendría que actuar rápidamente antes que el contraespionaje venezolano volviera al trabajo. Abrió un huequito a un lado del río, asomó un ojo y empezó a contar barriles de reserva: uno, dos, tres, cuatro, cinco... al anochecer cansado cambió de ojo y auxiliado de una pequeña linterna continuó: treinta mil millones, treinta mil millones uno, treinta mil millones dos... Así estuvo sin parar hasta el día siguiente. Cumplida la segunda parte de la operación anotó el resultado con tinta invisible en su pequeña libretita invisible con su pluma también invisible. Si alguien lo veía pensaría que se trataba de un maniático de lo invisible o de un excéntrico que tenía un tic nervioso en la mano. Al terminar la larga anotación trató de guardar la libreta en su bolsillo invisible con la mala suerte que ésta se le cayó al suelo. El japonés desesperado empezó a buscarla como loco hasta que al fin la encontró después de dos horas. Creyó él que la había encontrado, porque realmente no la vio. Luego se recostó de una piedra y pensó la mejor manera de llevar a cabo la tercera parte de su trabajo: instalar una manguera para robarse el petróleo de la faja bituminosa. Para ello decidió comprar 600.000 metros de manguera bajo el pretexto de que eran para regar el Parque del Este y bañar a todos los corredores matutinos. Luego metió un extremo de la manguera por el huequito que había abierto y montado en un bote se la llevó remando hasta la desembocadura del Orinoco, donde un pesquero se la llevaría al Norte para conectarla a un oleoducto submarino y succionar el petróleo pesado. Cumplida su misión Amaruto regresó a la capital en donde lo esperaba el submarino. A la hora señalada abordó silenciosamente la nave, que se volvió a hundir en el Guaire sacando el periscopio de vez en cuando para respirar y partió rumbo a la base de espionaje en un lugar del Caribe. Al amanecer de aquel día en el país se reiniciaban las actividades. Después del puente, la gente del contraespionaje regresaba a sus labores y empezaron a jugar dominó, mientras 131 Otrova Gomas La Miel del Alacrán desde lejos, el pesquero se llevaba la otra punta de la manguera gracias al golpe maestro de Amaruto Kamaguán, el archi espía suicida de los países industrializados. 132 Otrova Gomas La Miel del Alacrán TEMAS DE ULTRATUMBA En una acotación a mi estudio sobre “El adulterio entre las momias” aludí, aunque sólo incidentalmente, a cierta conjetura de que los muertos no salen en las grandes ciudades. Véome ahora inducido a volver sobre el mencionado tema por las opiniones discrepantes del Dr. Walter Silopus, eminente fantasmagólogo actualmente dedicado al balanceo de los cauchos en nuestro país, quien dice tener pruebas concretas de apariciones de espíritus en los bloques del 23 de Enero; y por las increíbles referencias de dos conserjes del mismo edificio, que dicen haber visto a una sombra orinar de noche por los pasillos y luego desaparecer sin dejar rastros. Creo que mi hipótesis de que los muertos no salen en las grandes urbes, tiene sus fundamentos en el importante análisis de Giácomo Manchurro, ex catedrático de histeria clínica en la Universidad de Tolima, que en su pequeña y documentada obrita: “El pánico de los muertos”6 señala que con tanto ruido, luces y asaltantes, la situación de inseguridad de los aparecidos es prácticamente insuperable. Más aún, como expresé en una reunión de colegas a comienzos de la primavera de 1968 en Pago Pago, tomando en cuenta la aparición de la televisión así como la creciente incredulidad de la gente por lo que no sea dinero constante y sonante y objetos de consumo masivo, se hacen prácticamente nulos y sin sentido los esfuerzos de los espíritus de ultratumba para hacerse notar sin invertir grandes sumas de dinero en publicidad y un adecuado estudio de mercado. La impenetrabilidad de las razones de los muertos para retirarse definitivamente del mundo en que vivimos es obvia y no dejan de ser expresivas. Willi Dámaso en sus “Diálogos mortuorios”7, manifiesta haber pernoctado tres semanas entre las tumbas de un cementerio tratando de hacer una encuesta objetiva sobre el particular, pero no nos legó un aporte sustancialmente orientador. Debemos reconocer que Dámaso hizo intentos desesperados por obtener respuesta de los muertos, incluso dedicando varios años de sus investigaciones a estudiar su lenguaje y su gramática, pero fuera de uno que otro sonido gutural sin aparente significación no obtuvo nada claro, y si lo obtuvo se lo llevó a la tumba, porque como es sabido por todos los expertos en la materia murió de un infarto al 6 Manchurro Giácomo, “Panik im der Fiambrichen Leuten”. Ed. Fritch, Berlín, 1970. 7 Dámaso Willi, “Corpse dialogue”. Ed. Monte Ávila, 1978, Moscú, pág. 237 y sig. 133 Otrova Gomas La Miel del Alacrán rompérsele una pata a la mesa durante una sesión de espiritismo. Yo no quiero caer en el error de exponer mis propias experiencias y quedar en el ridículo, ya que es ciertamente muy espinoso tener que publicar los resultados de tantos años de labor investigadora sobre fantasmas que lamentablemente no pueden ser objeto de comprobación por parte del gran público, pero la reiterada aparición de orina en los pasillos del citado bloque del 23 de Enero es muy significativa. Para un analista del proceso metempsicótico, algo se nos está tratando de decir y no podemos pasar por alto el mensaje. Sin dejar de considerar la posible deformación de los testigos que olfatean los susodichos pasillos, pero descartada la posibilidad de una acción humana considerando que en todos los apartamentos hay baños, no nos queda más que reconocer que, o han vuelto los fantasmas a las grandes ciudades o es que de verdad aquí hay gente bien cochina. 134 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL BAZAR Un día, el Juez Cirilo Mondragón, después de mucho meditarlo, decidió abrir un bazar. A las puertas del tribunal instaló unos grandes cartelones donde anunciaba los precios reales del mercado de la justicia, hacía ofertas y rebajas para distintas actuaciones y por primera vez desde la época de Ulpiano, ofreció facilidades de pago para las personas que necesitaban auxilio del derecho. Posiblemente esta última medida fue la que vino a producir la conmoción en el Palacio Judicial. Los abogados y el público asombrados se paraban frente al Juzgado, en cuyo interior también ocurría una gran transformación: además de la venta de justicia, el Juez Cirilo había instalado su caja con taquillas, una oficina de alquiler de fianzas y camiones para embargos, una venta de terrenos y otros bienes provenientes de remates, y en cada escritorio, los empleados mostraban las calcomanías con las tarjetas de crédito que se recibían en aquel singular rincón del foro. Adjunto al despacho del magistrado funcionaba el departamento de investigaciones crediticias, el cual estudiaba la solvencia y capacidad de pago de la clientela que deseaba ser favorecida con sus planes para democratizar el disfrute de la Ley. Los precios del Juez Cirilo Mondragón no eran exageradamente altos. Más bien podría decirse que tenían una diferencia favorable a los necesitados en casos laborales y de menores, eran normales en los juicios penales y mercantiles y presentaban rebajas increíbles en las causas de divorcio. Llamaba la atención el reclamo al lado del archivo que anunciaba subastas de justicia los lunes y los jueves por la noche. Una verdadera novedad procesal ya que, según decía el aviso, cada una de las partes concurrentes podía ofrecer más para obtener un pronunciamiento favorable, y algo excepcional, a la subasta no era necesario ir con abogados, permitiéndosele a los interesados adjudicarse una sentencia a precios irrisorios. A los pocos días la gente se aglomeró como loca a las puertas del recinto tratando de entrar primero. Afuera se leía en grandes pancartas las ofertas de la semana: dos interdictos por el precio de uno, inspecciones oculares rebajadas por docena y oportunidad de terminar un proceso en un mes con un simple recargo del diez por ciento. Pero sin duda que eran las facilidades de pago lo que hacía que el tribunal se llenara de gente desesperada 135 Otrova Gomas La Miel del Alacrán por obtener sus beneficios. El Concejo judicial al enterarse de lo que ocurría se sintió alarmado. Para obtener los más mínimos detalles y las circunstancias que rodeaban el asunto, envió un fiscal de tribunales y decidió citar personalmente a Cirilo Mondragón. Pero el juez, sin inmutarse en lo más mínimo logró explicarles que lo que estaba haciendo no era nada diferente. Les mostró sus tarifas y expuso que no era delito sincerarse con los precios y acelerar los dictámenes con un pequeño pago extra; finalmente, justificó los remates y las ofertas que tanto escandalizaban a los abogados tramoyeros, alegando que la justicia formalmente era gratuita. El Concejo consideró someter a estudio aquel extraño asunto. Pero todo era tan inusitado, se apartaba tanto de las leyes del juego a que estaban acostumbrados, que decidieron no hacer ningún pronunciamiento esperando que las aguas volvieran por sí solas a su sitio. Al poco tiempo el Juez Cirilo amplió sus operaciones jurídico-mercantiles. Se instaló en los amplios locales de un lujoso centro comercial y empezó a cobrar por la entrada para de esta manera represar un poco la enorme afluencia pública. Instaló un bar y un cafetín con servicio de cubierto, montó una venta de televisores y de discos y adornó el lugar con luces de colores y ambiente musical. Los días en que dictaba sentencia se presentaba con los escribientes en un escenario hermosamente decorado, y daba inicio al acto con música de fanfarria y presentación del ballet del tribunal; después venía el show de los demandados, y el espectáculo terminaba cuando él mismo leía la sentencia cantándola a media luz. Algún tiempo después, siguiendo con sus ideas revolucionarias se abrieron minitiendas al lado de cada escritorio de los amanuenses, donde igual se compraba un título supletorio que un perfume de Lanvin, una separación de cuerpos que una prenda traída de las más refinadas capitales europeas. Al año la empresa abrió sucursales y se extendiió a todas las ciudades importantes. Sus avisos y ofertas se anunciaban por radio, prensa y televisión pasando a darle prácticamente el monopolio jurídico del país. Definitivamente, en toda la historia universal de la jurisprudencia nunca hubo un tribunal tan franco como el de Cirilo Mondragón. 136 Otrova Gomas La Miel del Alacrán MI REENCUENTRO CON KAFKA Fue hace ya bastante tiempo. Difícilmente podría precisar la fecha. Me encontraba en uno de esos lujosos restaurantes del este cuando al sacar la servilleta del vaso, de ella salió toda sorprendida una enorme cucaracha. Mi mujer al verla no pudo contenerse y pegó un grito: -¡Ay, es Kafka! A pesar del tiempo que tenía sin estar en contacto con sus obras, en el acto le reconocí. -¿Kafka? –le pregunté todo conmovido- ¿Frank Kafka? La cucaracha me miró con ojos melancólicos y batiendo las antenas me respondió en el acto. -Sí, soy yo, ¿me conoce? –Evidentemente que no esperaba ser reconocido. A estas alturas el administrador del elegante restaurante, alarmado por el grito y darse cuenta de la oscura presencia del insecto sobre el mantel blanco, se acercó a la mesa tratando de disimular con la clientela. La gente miraba con cierto desagrado mientras se llevaban los cubiertos a la boca. -No griten, por favor –nos dijo- se les cambiará de mesa, pero no griten-. Mientras dijo esto intentó matar al escritor con la servilleta. Éste se bamboleó hacia un lado con el primer golpe, pero en el acto yo le detuve la mano. -No, no, ¿qué hace?, déjelo, ¿no ve que es una de las grandes figuras de la literatura universal? -¿Cómo dice? –preguntó el encargado todo sorprendido. -Claro, hombre, es Frank Kafka, el autor de la Metamorfosis y otros cuentos. Déjelo, mire aquellas chiripas que están entre los postres, vaya y mátelas, pero a ésta no la toque. El maître estaba confuso. Sabía que el sitio estaba lleno de insectos y alimañas como todos los restaurantes, pero desconocía que el suyo fuera un centro de tertulias literarias. Prefirió no entrar a discutir con nosotros y se dirigió hacia el carrito de los postres. Mató algunas para justificarse con la clientela y regresó al comedor con una forzada sonrisa aparentando haber acabado con todas ellas. Mientras tanto nosotros habíamos auxiliado a Kafka. Le agarré por las antenas y le 137 Otrova Gomas La Miel del Alacrán ayudé a enderezarse. El autor, ya recuperado nos dirigió la palabra: -Gracias, han sido muy amables. ¿Cómo se dieron cuenta de que era yo? -Bueno, Ud. sabe, hemos leído mucho su obra –respondí-, podríamos reconocerle entre un millón, ¿y cómo está su padre? -No sé, hace tiempo que no le escribo. Tuve muchos problemas con él pero ya estoy mucho más tranquilo. A los pocos minutos llegaron los platos que habíamos ordenado. Kafka al ver al mesonero, reaccionó instintivamente escondiéndose en la cesta del pan en donde se encontraba arrinconada una amiga suya que no habíamos notado. Carolina. Creo que así me dijo que se llamaba. Era una cucaracha más pequeña. Del tipo más bien criolla; de alerones cortos y antenas alargadas. Nosotros para no despertar recelos con el personal empezamos a comer, no sin cierto desagrado a pesar de la gran admiración que le teníamos. Sin embargo, en un gesto de razonable cortesía les lanzamos algunas migajas que ellos inmediatamente saborearon con esa timidez propia de las cucarachas. Mientras degustábamos la comida, le pregunté sin alzar mucho la voz para que el maître no se diera cuenta: -¿Ha escrito algo últimamente? -No, -respondió el checo, masticando- estoy prácticamente imposibilitado. Aquí uno apenas tiene tiempo para sobrevivir. Aunque por lo general no se meten con nosotros cuando estamos en los sitios donde se guarda la comida, si alguien nos señala aquí afuera, en el acto tenemos que escapar. Ahora perdónenos, debemos regresar a la cocina, sólo allí estamos seguros; si el hombre nos vuelve a ver en el comedor tratará de liquidarnos. En su rostro había un gesto de suplicio. Yo comprendí su situación. No quise retenerlo poniéndolo en peligro y observé como los dos bajaron por los pedazos de pan, se colaron por el cuchillo y luego descendieron hasta el piso. Kafka se alejó con lentitud. Creo que aún le fallaba una de sus patas. Prácticamente se arrastraba con la ayuda de su amiga evadiendo los pies de los mesoneros que iban y venían con las bandejas llenas de comida. Lo vi entrar de nuevo en la cocina, después ya no lo vi más. 138 Otrova Gomas La Miel del Alacrán EL VENGADOR La noche oscura cubría casi todo el pequeño condado de Lancashire. Una ráfaga de viento tocó con disimulo en la puerta del castillo del Vizconde John Bric, descendiente directo en la tercera generación del tenebroso Conde de Bric, inventor del martillo neumático, de los altoparlantes y del tambor mayor, odiado a muerte por los vecinos, porque sus experimentos acústicos habían arruinado para siempre la calidad del whisky de la región, agudizando terriblemente las penas del ratón. En la sala recargada por las esbeltas líneas de los muebles Luis XIX, un reloj de cuco dio la hora. Sólo que quien asomó la cabeza fue un gato disecado que el noble había matado por comerse al pajarito. -Miau, miau –sonó el reloj marcando las dos de la madrugada. El vizconde miró su cronómetro digital de cuarzo y comprobó que el gato tenía tres décimas de segundo de atraso. Maldijo la calidad de los relojes de cuco y aprovechó de paso para injuriar la mediocridad en que habían caído los quesos suizos. Luego, arrellanándose en el sofá, encendió un cigarro con el nerviosismo de los nobles ingleses que tienen varios pagarés atrasados. John Bric se sentía inseguro. Sabiéndose implicado en la malversación de los fondos de las industrias básicas del condado, temía por su vida. Sabía que mucha gente querría asesinarlo y con razón, pero no sabía de dónde vendría el golpe mortal. Mientras encendía otro cigarro, por una rendija de la ventana alguien dejó entrar una mosca tsé-tsé que se acercó con su ponzoña mortífera a la nariz del noble corrompido; pero éste, estirando hacia ella el fósforo aún encendido la quemó viva en pleno vuelo. La pequeña hoguera de la mosca tratando de volar desesperadamente hacia un extintor de incendios se movió por unos segundo, pero ella ya estaba tostada y, apenas si pudo caer en picada hacia la alfombra. En ese instante la puerta se abrió con el chirrido característico de las puertas de los castillos de los Vizcondes Bric: -Brrriiiccc... Como es de suponerse el noble sordo no oyó nada. Tras la puerta hizo su presencia el mayordomo, que sigilosamente desenfundó un largo cuchillo, y acercándose a su amo lo 139 Otrova Gomas La Miel del Alacrán estiró para sobarle el cuello con la parte que corta. Pero antes de que pudiera cumplir su compromiso con la historia, el noble, que había visto la sombra reflejada en el humo de su cigarro, prendió otro fósforo y lo tiró sorpresivamente hacia atrás chamuscándole las pestañas. El hombre adolorido dejó caer la daga, que se le clavó en el juanete izquierdo, con tan mala pata que al levantar el pie tumbó una estatua de bronce que le cayó encima destrozándole la cabeza. John Bric miró al empleado y pensó en su suerte para evadir el pago de prestaciones sociales con la servidumbre. Como generalmente hacía con los mayordomos que trataban de degollarlo o que le pedían doble indemnización, arrastró el cuerpo y lo metió en la chimenea para avivar el fuego. Pensando que al haber liquidado al sirviente al menos por esa noche podría dormir en paz, subió a su cuarto y se dejó caer en la cama. Cerró los ojos y trató de acomodarse en la almohada, pero para su sorpresa sintió cómo esta le agarró una mano y en un golpe seco le partió la coyuntura. Brincó de la cama y fue cuando vio que en un lugar de la mullida masa de plumas, allí estaba parado el Fiscal General de la nación de Lancashire, quien escondido en la funda iniciaba el cumplimiento de su función de vindicta pública contra los malversadores de fondos. Antes que el noble pudiera darse cuenta el fiscal general pegó un tremendo brinco y le cayó encima pateándole en la cara. Luego le dio tres golpes certeros fracturándole las costillas. Fue inútil el gesto de resistencia de John Bric, el representante de los intereses del pueblo le pisoteó la cabeza y pegó el terrible golpe mortal del kárate: -Oaaaaaa... –gritó y le despaturró el cráneo. Sin darle tiempo a mover un músculo le desarticuló la nuca con un golpe de canto y le clavó el dedo en el corazón paralizándole para siempre los latidos. El Vizconde estaba liquidado. Como era la costumbre de los verdaderos fiscales generales de la nación en la tradición de Lancashire, se había producido la auténtica vindicta. 140 Otrova Gomas La Miel del Alacrán NADA Falta el texto… 141 Otrova Gomas La Miel del Alacrán Los muertos no oyen, en cambio hay muertas que siguen hablando. 142 Otrova Gomas La Miel del Alacrán ÍNDICE DEDICATORIA ................................................. 3 NOTA PARA LA EDICIÓN SUECA.................................... 4 LA TRANSMUTACIÓN ............................................ 6 LA HOJA EXTRAVIADA............................................ 8 LOS BUITRES ................................................. 11 LA RUPTURA.................................................. 13 EL DROGADICTO .............................................. 15 EL ANIVERSARIO ............................................... 16 AUTO-TURISMO ............................................... 18 DÍAS DE PLACER ............................................... 20 LA CORTADITA ................................................ 22 EL PREMIO ................................................... 24 GRIPE FUERTE ................................................ 25 UN BAR ESPECIAL .............................................. 26 CONFESIONES DE UN EGÓLATRA ................................. 28 EL COLECCIONISTA ............................................ 30 LOS PLACERES SENCILLOS ....................................... 32 EL DULCE MAL ................................................ 34 LA FUGA ..................................................... 36 LA GUERRA DE LOS BRUJOS ...................................... 37 EL VAMPIRO VERDE ............................................ 39 EL FANTASMA................................................. 41 FLUCO SPACIOLO.............................................. 44 EL ASESINO DEL REGISTRO ...................................... 46 EL TESTAMENTO .............................................. 48 INSTRUMENTOS DE HORROR .................................... 51 EL TELÉFONO................................................. 53 COMBATE CON LA NADA ........................................ 55 DE LOS ARCHIVOS DEL SUICIDIO .................................. 57 EL SEÑOR DELGADO ........................................... 59 LOS PODERES DE LA MENTE ..................................... 63 COSAS DE LA MUERTE .......................................... 66 LA EMPRESA .................................................. 68 LOS DEPÓSITOS DEL TIEMPO PERDIDO............................. 71 UN GOBIERNO INTELIGENTE..................................... 73 COMIDA CALIENTE ............................................ 76 HISTORIAS DEL FUTURO ........................................ 78 LA TRAGAPERRA DESBOCADA .................................... 79 LOS AUSENTES ................................................ 81 EXTRAÑAS SOCIEDADES MERCANTILES............................. 83 OFERTA DE SERVICIOS .......................................... 85 PROCLAMA CLANDESTINA ....................................... 87 PÁNICO ..................................................... 89 ROBOS ABOMINABLES .......................................... 91 143 Otrova Gomas La Miel del Alacrán CLUBS Y ASOCIACIONES ........................................ 93 AMADEO .................................................... 94 HÁBITOS PERVERSOS ........................................... 96 LA GRAN CACERÍA ............................................. 98 LEYENDAS DE AKORA .......................................... 100 JUDITH ..................................................... 101 MARCOLINA ................................................. 104 UNA CONVENCIÓN VIOLENTA ................................... 106 DIVORCIO ANTES DE TIEMPO ................................... 109 JUAN Y LUDOVINA ............................................ 111 AL SIGUIENTE DÍA ............................................ 113 MEL, JOSEFINA Y CARLOS ....................................... 115 AMOR GASTRONÓMICO ....................................... 117 LA CARCAJADA ............................................... 119 ARGUMENTO PARA TELENOVELA ................................ 121 CONGRESO NACIONAL DE INEPTOS E INCAPACES ................... 123 UNA SALIDA HONORABLE ...................................... 125 LA GRAN COSECHA ........................................... 127 CUENTO DE HORROR ......................................... 128 ESPIONAJE BITUMINOSO ....................................... 130 TEMAS DE ULTRATUMBA ....................................... 133 EL BAZAR ................................................... 135 MI REENCUENTRO CON KAFKA .................................. 137 EL VENGADOR ............................................... 139 NADA ...................................................... 141 144
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