Oé, Kenzaburo- Dinos Cómo Sobrevivir a Nuestra Locura

March 26, 2018 | Author: Om Ga | Category: Suffering, Insanity, Intellectual Disability, Pain, Science


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Kenzaburo OéDINOS CÓMO SOBREVIVIR A NUESTRA LOCURA Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura Prólogo El pasado es una mímica inabordable: de convenciones rituales, de sufrimientos autoinfligidos, de actos desesperados que se sumergen en los silencios extrahumanos de la locura, del harakiri (Kawabata, Mishima, los kamikaes estrell!ndose contra los portaaviones norteamericanos en nombre del emperador"# El futuro, desde el vemos, una promesa incumplida: en el hi$o deficiente o condenado, en el c!ncer que se extiende inexorable, en la imposibilidad metafísica de producir un cambio % situarse en ese otro lugar que no es ahora# Escritura entre abismos, la obra de Kenaburo &' (&se, (ap)n, *+,-" da a ese presente al que se confina .inm)vil como el pasado mítico de las f!bulas. un sentido mu% distinto del mero abandonarse a lo que depare el día# /l igual que en el tiempo ahist)rico del sue0o posmoderno, sus persona$es son prisioneros de una experiencia a la que les est!n negados, en primera instancia, tanto la esperana redentora del futuro como el consuelo del ciclo de con$eturas geneal)gicas % explicaciones míticas del pasado# 1ero a diferencia de aqu'l, su literatura insiste en interrogar ese presente inescapable en busca de las constantes del destino del hombre# En sus persona$es cautivos, siempre al borde de lo autobiogr!fico, la locura quiere descifrarse a sí misma % reponer al hombre en su relato discontinuo, en la pista de su sentido extraviado# 2esde la aparici)n de sus primeros cuentos en la d'cada del sesenta, &' ha ocupado un lugar principal en la literatura $aponesa posterior a la segunda guerra mundial# 3ormado en la tradici)n francesa, profesor en el 4olegio de M'xico durante los a0os setenta, conocedor de la literatura hispanoamericana.que lee en su lengua original., fluido interlocutor de escritores como &ctavio 1a o 56nter 5rass, &' alcan) notoriedad en &ccidente, a partir de los ochenta, con libros como La presa, Una cuestión personal y El grito silencioso, que contribu%eron a abrir las fronteras literarias de su país# 7ukio Mishima, de quien &' puede considerarse el polo opuesto, de$) en una frase un testamento atendible: 89a c:spide de la literatura $aponesa actual ha% que buscarla en Kenaburo &'8# ;enr% Miller, para quien el autor de Crimen y castigo, El idiota % <os hermanos Karamazov representa la ma%or gloria literaria, no escatim) en el elogio: 8Kenaburo &' es un legítimo heredero de 2ostoievski8# En *++= ese reconocimiento mundial hio cuerpo en el premio >obel de literatura# Kenaburo &', escritor dotado de un intenso sentido musical, de una prosa precisa % aparentemente simple cu%as resonancias se paladean en muchos niveles de lectura, % de una penetraci)n humana c!lida % desesperada, ha sabido, en todo caso, como 2ostoievski, fundir la tragedia singular de los persona$es con la tragedia colectiva de sus tiempos hist)ricos# ?eguidor de 2ante, de Erasmo % @abelais, de los grandes humanistas del @enacimiento, apasionado lector del Aui$ote, &' manifest) siempre su adhesi)n al persona$e de ?ancho 1ana: la locura se desdobla en su propio escudero, que la secundar! como una sombra para suplicarle desde el fondo de la propia alienaci)n, igual que el hombre gordo del relato que presentamos aquí:8BCh, te lo suplico, dime c)mo sobreviviremos todos a nuestra locuraD8# / pesar de haberse reconocido a sí mismo como un pesimista en el brevísimo plao de una vida humana, o en el de unas cuantas generaciones, Kenaburo &' ha defendido en su literatura % en su vida la necesidad de re.fundar el humanismo, que s)lo puede surgir, seg:n el escritor, de nuestros fantasmas m!s oscuros, del v'rtigo capital de los horrores de este siglo: >ankín, /uschwit, 2resden, ;iroshima# riel Dilon E Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura Dinos cómo sobrevivir a nuestra ocura 2urante el invierno de *+F###, un hombre anormalmente gordo estuvo a punto de caerse al estanque de agua sucia donde se ba0aban los osos blancos# /quello fue para 'l una experiencia tan dura, que casi se volvi) loco# 5racias a este suceso, no obstante, logr) librarse de una idea fi$a que hasta entonces lo había obsesionadoG pero, una ve liberado, una lastimosa sensaci)n de soledad hio encoger todavía m!s el alma pusil!nime de aquel hombre gordo# Entonces, aunque no venía a cuento, debido sobre todo a que por su car!cter obraba siempre movido por impulsos repentinos, decidi) quitarse de los hombros otro peso que lo oprimía# ?e $ur) a sí mismo que iba a liberarse de una ve por todas de 'l, sucediera despu's lo que sucediera, %, lleno de una energía % un valor que rebosaban por todos los poros de su cuerpo .un cuerpo de aspecto desagradable % que, adem!s, a:n llevaba adheridos el hedor % las escamas de las sardinas podridas que había en el agua que hio saltar como un surtidor la gran piedra que ca%) en su lugar al estanque de los osos blancos., llam) por tel'fono, aunque era medianoche, a su madre, que estaba en su le$ano pueblo natal, % le di$o: .B;a el favor de devolverme las notas % el manuscrito que me robaste % tienes escondidosD BEsto% hasta las naricesD B?' todo lo que has hechoD El hombre creía firmemente que su madre estaba, con el anticuado auricular descolgado, al otro lado del hilo, a m!s de mil kil)metros de distancia# Hncluso estaba convencido, de una manera mu% poco científica, de que por ser medianoche, una hora en que tenía pocos usuarios la línea telef)nica, podía oír la respiraci)n de la persona que guardaba silencio al otro extremo del hiloG % como se trataba de la respiraci)n de su madre, sinti) una especie de opresi)n en el pecho# / decir verdad, lo que oía no era m!s que su propia respiraci)n a trav's del auricular que tenía apretado contra su ore$a, desproporcionadamente peque0a en comparaci)n con su enorme cabea# .B?i no quieres devolv'rmelos, all! t:D .di$o chillando, fuera de sí, pues acababa de darse cuenta de su equivocaci)n.# Io% a escribir de nuevo la biografía de mi padre, pero esta ve ser! mucho m!s francaG revelar! que, despu's de volverse loco % vivir durante a0os % a0os recluido voluntariamente, de pronto, un buen día, solt) un alarido %, acto seguido, muri)# B1or mucho que lo intentes, no conseguir!s impedírmeloD El hombre se qued) callado de nuevo, % cubriendo ahora el auricular cuidadosamente con la palma de su gruesa mano, intent) captar la m!s mínima reacci)n por parte de su interlocutora# 7 al oír colgar el tel'fono al otro extremo de la línea, con una suavidad que no por ello resultaba menos significativa, se puso p!lido, igual que una chiquilla asustada, volvi) a la cama tembloroso %, a pesar de las n!useas que le provocaba el olor del agua sucia del estanque de los osos blancos, desli) su corpach)n entre las s!banas % rompi) en solloos de indignaci)n# ?i temblaba como una ho$a agitada por el viento, era tambi'n a causa de la tremenda % lamentable soledad interior que sentía desde que aquella ma0ana, en el oo, había experimentado lo que para 'l fue una liberaci)n# Eso era lo que le hacía solloar envuelto en la oscuridad maloliente de las s!banas, donde era obvio que nadie le veía# El hombre gordo gimoteaba a causa de la indignaci)n, el temor % la pat'tica sensaci)n de soledad que se había apoderado de 'l, igual que lo habría hecho si las frías mandíbulas de color pardo amarillento del oso blanco, inmerso hasta los hombros en el agua sucia casi congelada, hubieran mordido con fuera su enorme cabea que parecía un pe exageradamente voluminoso, %a que no s)lo abultaba por el di!metro de su cr!neo sino tambi'n por la manera que tenía de peinarse el pelo, en direcci)n opuesta al remolino de su coronilla, lo cual hacía que se le alborotara# Jranscurrido cierto tiempo, las s!banas del lado de la cama en que estaba tumbado quedaron empapadas % se cambi) al otro lado, donde se acurruc) % permaneci) así, solloando, durante un buen rato# El hombre gordo dormía solo desde hacía unos a0os en la cama de matrimonio que anta0o había compartido con su mu$er, % le resultaba placentera esta libertad un tanto particular, que no por ser insignificante era de desde0ar# , Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura 9a noche en que el hombre gordo se qued) dormido acurrucado en su cama de matrimonio, lloriqueando, su madre, en su pueblo natal, se decidi) a emprender la batalla decisiva contra su gordo hi$o# /sí pues, bien mirado, el hombre gordo no tenía ninguna ra)n para acongo$arse, pues la causa de su pena era que pensaba que su madre no le había hecho ni caso# 4uando era ni0o, cada ve que interrogaba a su madre sobre la vida de confinamiento % la repentina muerte de su padre, ella, para no responderle, se hacía la loca# 7 un día, por fin, el hombre gordo fingi) volverse loco antes de que lo hiciera su madre, %, tras destroar todo cuanto encontr) a su alrededor, se tir) de cabea desde el muro que había al fondo del $ardín a un talud donde crecían unas frondosas matas de helechos# 1ero ni siquiera así consigui) que su madre le respondiera, aunque sabore) una in:til sensaci)n de gloria# Ello contribu%) simplemente a crear una relaci)n de permanente tensi)n entre el hombre gordo % su madre durante veinte a0os, en el curso de los cuales ambos reconocían en secreto que resultaba victorioso en sus enfrentamientos el primero de los dos que decidía hacerse el loco# Era una tensi)n comparable a la de los pistoleros de las películas del &este cuando avanan el uno hacia el otro con la mano a la altura de la funda del rev)lver# 1ero aquella noche, finalmente, las cosas empearon a cambiar# 2ecidida a reanudar la lucha d!ndose un nuevo planteamiento, la madre del hombre gordo, tras redactar inmediatamente despu's de colgar el tel'fono el texto de una circular, lo llev) a la imprenta del pueblo vecino a la ma0ana siguiente, % cuando estuvo impresa envi) un e$emplar por correo urgente % certificado a los hermanos % hermanas del hombre gordo, a sus cu0ados % cu0adas % a todos sus parientes# En la circular dirigida a la esposa del hombre gordo se indicaba que era 8confidencial8, aunque, a causa de su contenido, tuvo que mostr!rsela a su marido# 2ecía así: >uestro @E7EKLE9& se ha vuelto loco, pero su locura no ha sido heredada, lo cual le comunico para su conocimiento# Es consecuencia de una sífilis que contra$o en el extran$ero, por lo que, para evitar un posible contagio, le ruego que rompa toda relaci)n con 'l# 3irmado: M Hnvierno de *+F### 8El orfanato con sus retretes en el patio### 1ero <a los treinta % tres a0os###N8 * ;7/KKE> 1or desgracia, de todas las personas a las que iba dirigida la circular, s)lo el hombre gordo podía comprender su significado# 9a alusi)n a sus treinta % tres a0os de edad % el apelativo despectivo de 8re%euelo8 s)lo pretendían aherirlo, % otro tanto podía decirse del poema final (aunque 'l no estaba seguro de que fuera de Lchida ;%akken", con aquella miserable indirecta acerca de los retretes de un orfanato, como si su madre quisiera dar a entender que no era hi$o su%oG tan mequinas alusiones manifestaban a las claras el odio que la redactora de la circular sentía por 'l# 4on todo, entre el hombre gordo % ella existía un indudable vínculo de sangre, pues, al igual que su hi$o % su nieto, estaba hecha una boti$a# 4uando el hombre gordo le%) la circular, a pesar de que estaba seguro de que su mu$er no creería que había contraído ninguna * Juego de palabras intraducible. Por una parte, "reyezuelo" es en japonés misosazai-, por otra, "treinta y tres años" se escribe mediante cuatro ideogramas, que normalmente son leídos en japonés* sanjusansai, pero que en teoría también podrían leerse mitosansai. (N. de las T.) = Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura enfermedad en el extran$ero, le deprimi) muchísimo la idea de que el impresor del pueblo vecino por fuera tenía que haberla leído, % tambi'n que hubiera llegado a manos de sus parientes en los cuatro puntos cardinales del (ap)n# 1arad)$icamente, este incidente le hio darse cuenta de lo importantes que habían sido para su bienestar personal las pesadas cadenas que hasta entonces lo unían (o, al menos, eso pensaba 'l" a su hi$o, con independencia de lo que pudieran suponer para 'ste# ?in embargo, despu's de la terrible experiencia en el oo, veía con claridad que la existencia de tales cadenas era sumamente dudosa % que m!s bien era 'l quien se había empecinado en mantenerla# /dem!s, la libertad que había obtenido al liberarse de ellas no podía desprenderse de sus manos ni de su cora)n, como si se tratara de un troo de celo extraordinariamente adhesivo que le impidiera volver a la situaci)n anterior# ;asta el día en que estuvo a punto de darse un chapu)n en el estanque de los osos blancos % al borde de perder la ra)n, el hombre gordo no se separaba de su hi$o: iban $untos a todas partes, $ugaban revolc!ndose por el suelo, comían $untos### 1or esta ra)n, % de una manera mu% concreta, para el hombre gordo su hi$o representaba una cadena m!s pesada % m!s molesta que cualquier otra cosa en el mundo, pues regulaba su vida cotidiana a la ve que pendía sobre ella como una amenaa# 7 a pesar de que, en realidad, era 'l quien se lo había buscado, le gustaba verse como una víctima pasiva % soportaba pacientemente todas las trabas que la presencia de su hi$o le imponía# El hombre gordo era de esas personas a las que por naturalea les gustan los ni0osG tanto es así, que se había licenciado en tres especialidades distintas en el campo de las ciencias de la educaci)n, % al acercarse el momento de que naciera su hi$o corrían por todo su cuerpo una especie de convulsiones, mecla de esperana e inquietud, que no le de$aban permanecer quieto ni un instante# /l reflexionar m!s tarde sobre este fen)meno, dedu$o que depositaba en la llegada de su hi$o al mundo la esperana de iniciar una nueva vida desembara!ndose de la sombra de su difunto padre# ?in embargo, cuando el m'dico sali) del quir)fano, tras el nacimiento de la criatura, a la pregunta impaciente que le formul) su padre, que en aquella 'poca todavía estaba delgado, contest) con tono sereno diciendo: 8?u hi$o tiene un grave defecto cong'nitoG me temo que, aunque le operemos, muera o quede retrasado mental8# En ese instante, algo en su interior se resquebra$) irreparablemente# 7 el beb' llen) mu% pronto esa brecha que se había abiertoG era como si un c!ncer ocupara ese lugar destru%endo las c'lulas normales % avanara multiplic!ndose# 1ara realiar las gestiones previas a la intervenci)n quir:rgica, el hombre gordo, que entonces todavía estaba delgado, corría de un lado para otro, de tal manera que estuvo a punto de enfermar# Entre tanto, sus nervios presentaban un estado ca)tico, con unas onas hipersensibles % otras embotadasG era algo así como si desde el fondo de una :lcera comenara la cicatriaci)n con brotes de te$ido nuevo en algunos puntos, % al tocarlos con miedo no sintiera nada %, sin embargo, un momento despu's, cuando %a estaba tranquilo, el dolor le hiciera temblar# 9leg) la fecha límite para inscribir al reci'n nacido# % fue a la oficina del registro civilG pero no se le había ocurrido pensar qu' nombre le pondría a su hi$o hasta que la empleada se lo pregunt)# 1or esas fechas todavía estaba pendiente de la operaci)n, es decir, a:n no se había decidido si el destino de su hi$o sería la muerte o el retraso mental# / una existencia así, <podría pon'rsele alg:n nombre###N El hombre gordo (que, vuelvo a repetirlo, en esa 'poca estaba m!s delgado que nunca por el exceso de traba$o", al recibir el formulario de inscripci)n, sin embargo, record) una palabra latina de las que había aprendido en el primer curso de la universidad: mor!, que podía relacionarse tanto con la muerte como con la vida carente de inteligencia de un vegetal, pues significa 8bosque8 en $apon's, % bauti) a su hi$o con este nombre# 2espu's, se fue al retrete con el formulario en la mano, % all! se mondo de risa durante largo rato sin poderse contener# Este acto repentino tan despreciable era consecuencia, en parte, de los nervios que teníaG pero aquel hombre gordo, desde peque0o, tendía a burlarse sin el menor reparo de su propia vida % de la de los dem!s, en los momentos m!s cruciales# Esto era algo que se le hio cada ve m!s evidente cuando comen) a vivir con Mori una ve que su hi$o hubo de$ado la clínica# 4ada ve que llamaba al ni0o por su nombre, creía - Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura oír, en las tinieblas del fondo de su espíritu, su propia risa, espantosa, desconsiderada, por no decir indecente, que convertía en burla toda su existencia# 2e modo que se propuso darle un sobrenombre a su hi$o para usarlo en la vida cotidiana, hecho que no sabía c)mo $ustificar ante su esposa# /sí pues, le puso el sobrenombre de Ee%ore, el asno mis!ntropo que aparece en Oinnie.the.1ooh E # 1or lo dem!s, había vuelto a pensar que las relaciones con su padre, al cual, cuando era ni0o, había visto vivir en reclusi)n voluntaria durante mucho tiempo antes de su repentina desaparici)n, constituían la causa principal de la ambig6edad, la falta de equilibrio % la falsedad en su ser actual, % se había propuesto intentar reconstruir en su totalidad la imagen de aquel padre del que s)lo guardaba un recuerdo difuminado# Ello dio origen a nuevos % reiterados conflictos con su madre, quien, mediante el subterfugio de sus ataques de locura simulados, se oponía sistem!ticamente a contestar a las preguntas con que 'l la apremiaba acerca de las causas del encierro voluntario % la muerte de su padre# >o s)lo no consigui) arrancarle ni una palabra sobre esta cuesti)n sino que, adem!s, en ve de cooperar, aprovech) una estancia en su casa mientras 'l se encontraba de via$e por el extran$ero para robarle las notas % el manuscrito todavía no concluido de la biografía paterna que estaba escribiendo# B7 todavía estaba en su poder###D >o era imposible que los hubiera destruidoG pero como esta posibilidad le daba ganas de asesinarla, no tenía m!s remedio que evitar pensar en ello# 2icho esto, le era foroso reconocer que era anormal que un hombre de su edad dependiera todavía hasta tal punto de su madre# Lna noche en que el whisk% que usaba como somnífero le emborrach) en exceso, mientras $ugueteaba con una figurita de adorno que representaba a un perro, recuerdo de M'xico, un artículo evidentemente falseado en serie, pues la arcilla s)lo estaba decorada por la parte que debía quedar a la vista, descubri) por casualidad un orificio deba$o de la cola del animal, sobre el cual sopl) con todas sus fueras, como si se tratara de una flautaG % de ahí, para su gran sorpresa, sali) una espesa nube de fino polvo negro que se pos) como un velo sobre sus pupilas# 4re%endo que se había quedado ciego, conmocionado por el p!nico, grit) implorando a su madre: 8BMam!D BMam!D BIen a a%udarme, por favorD ?i me quedo ciego % pierdo la cordura como mi padre, <qu' va a ser de mi hi$oN B&h, te lo suplico, dime c)mo sobreviviremos todos a nuestra locuraD8 /unque a:n no tenía motivos para ello, no paraba de pensar con inquietud en la cada ve m!s pr)xima ve$e de su madre: si se moría de$ando las cosas tal como estaban, se llevaría con ella a la tumba el secreto que le había ocultado durante tantos a0os, las explicaciones relativas no s)lo a la reclusi)n voluntaria % a la muerte de su padre, sino tambi'n a las extra0as causas de todo aquello### % de la inestabilidad de su hi$o, así como de la existencia del peque0o retrasado mental, que no podía ser m!s aut'ntica, un retrasado mental del que presumía que no podría separarse $am!s# En efecto, tanto la familia como la gente de su barrio estaban perfectamente al corriente de que el hombre gordo % su hi$o Morí, al que daba el sobrenombre de Ee%ore, iban siempre $untos# 4omo he dicho antes, la noche que sigui) a aquella terrible experiencia, en la que poco falt) para que se remo$ara en el estanque de los osos, durmi) m!s solo que nunca en una cama demasiado grande incluso para alguien de su talla# 1ero aquella soledad tenía su explicaci)n# ;asta ese día decisivo, en efecto, 'l no había logrado $am!s conciliar el sue0o sin tener un brao extendido hacia la cama de su hi$o, instalada $unto a la cabecera de la su%aG % si su mu$er se había trasladado a otra habitaci)n, no era por desavenencias entre ellos, sino porque no quería inmiscuirse en la intimidad entre el padre % el hi$o, a fin de que 'ste, si se despertaba por la noche, pudiera alcanar inmediatamente en la oscuridad, por encima de su cabea, la mano obesa % c!lida de su padre# Esta actitud ponía de manifiesto la voluntad deliberada de 'ste de ser su protector % su salvador# 1ero ahora le era foroso reconocer que, incluso en esos detalles de su existencia, alguna cosa no marchaba, pues sinti) la misma desa)n que si unos granos de arena de afiladas aristas se le hubieran metido en los apatosG % esto era consecuencia de la ruptura que se produ$o dentro de 'l inmediatamente despu's de E 4olecci)n de cuentos infantiles publicada en *+EF por el escritor brit!nico /# /# Milne (*PPEQ*+-F"# "#$ de las %$& F Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura aquellos minutos durante los cuales aquella pandilla de gamberros que lo tenían agarrado por la cabea % los tobillos hacían acci)n de ir a tirarlo al fondo del estanque, desde donde los osos blancos le dirigían miradas llenas de un inquietante inter's# <>o cabía la posibilidad, mir!ndolo bien, de que fuera 'l, el hombre gordo que supuestamente dormía con un brao extendido para prestar a%uda a su hi$o, quien buscara la c!lida manita de la criatura para reponerse tras haber sido arrancado del sue0o por alguna terrorífica pesadilla en plena noche###N Lna ve aceptada esta posibilidad, surgida del fondo de sí mismo, todos % cada uno de los detalles de aquella existencia compartida con su hi$o, acerca de los cuales hasta entonces había estado persuadido de que eran la expresi)n de su esclavitud respecto a 'l, se le presentaban ahora ba$o un aspecto nuevo, cargado de incertidumbre# >o obstante, los detalles m!s simples de la convivencia de aquel padre obeso con su hi$o no menos obeso no estaban afectados por los granos de arena de aquellos pensamientos perturbadores, lo cual fue un consuelo para el hombre gordo ahora que estaba de nuevo inmerso en la lucha contra su madre, %a que se sentía tremendamente solo# 2e hecho, aun despu's de su terrible aventura, su comportamiento respecto a los aspectos cotidianos de aquella existencia seguía siendo, en cierto modo, el mismo# 9os dos, hiciera literalmente el tiempo que hiciera, montaban en bicicleta para ir a un restaurante chino donde encargaba una 1epsi.4ola % tallarines en caldo de carne# 9os días de lluvia, el hombre gordo se enfundaba en un impermeable, como los que usan los bomberosG %, en cuanto al ni0o, lo embutía en un vie$o anorak que había sido su%o# Mientras el ni0o tuvo un tama0o normal % no engord), lo instalaba en una silla de metal ligero fi$ada al manillar % lo llevaba pedaleando# B4u!ntas discusiones había tenido con policías que le advertían:8B9e recuerdo que la le% prohíbe formalmente que monten dos personas en una bicicleta, % sobre todo utiliando artilugios como 'steD8 1ero 'l seguía en sus treceG precisamente porque estaba convencido de lo $usto de su causa, todo su ser se alborotaba cuando tenía que enfrentarse a un policía# /hora bien, al reflexionar de nuevo acerca de ello, no le pas) inadvertido que había algo que fallaba en toda aquella historia# <Estaba, de verdad, tan convencido###N /nte cada agente que le detenía por ir montados dos en la misma bicicleta, rehusaba rendirse, proclamando que su hi$o era 8retrasado mental8 (el hombre gordo había acabado sintiendo el odio m!s profundo por este t'rmino, por lo que lo utiliaba incansablemente como arma contra la policía", que el ni0o, como era l)gico, no tenía casi ninguna diversi)n % que su :nico entretenimiento era sentarse en ese peque0o asiento de metal ligero por mu% ilegal que fuera, para ir en busca de una 1epsi.4ola % unos tallarines en caldo de carne# El ni0o, fatigado % aburrido de estar sentado en la bicicleta parada en una posici)n inestable en medio de la calada, no tardaba en empear a gru0ir malhumorado# El hombre gordo, a su ve, levantaba indignado la vo, ronca de por sí, de modo que tambi'n parecía gru0ir# /sí pues, por lo general, la discusi)n terminaba con la capitulaci)n del agente de policía# Entonces, como si continuara siendo víctima de la persecuci)n policíaca a prop)sito de un asunto grave en extremo, decía:8<;as visto, Ee%ore, c)mo mantengo a ra%a a los polisN B;emos vencido otra veD B4on este %a van dieciochoD8 El ni0o, al que de$aban por completo indiferente estas palabras que su padre murmuraba c!lidamente a su oído, agarrado al centro del manillar, se contentaba con mirar.hacia delante en tanto que el hombre gordo, lleno de ímpetu % !nimo, pedaleaba en direcci)n al restaurante chino# Mientras aguardaban que estuvieran a punto sus tallarines en caldo de carne, se dedicaba a contemplar, con toda la atenci)n del mundo, a su hi$o que bebía su 1epsi.4ola# En el restaurante, adonde iban cada día, los tallarines en caldo de carne se componían de tallarines, caldo, pedaos de costilla de cerdo finamente reboados con harina, espinacas % setas# 4uando, por fin, se los servían, ponía en un peque0o cuenco las dos terceras partes de los tallarines % algunas setas % espinacas, % se lo daba al ni0oG mientras se enfriaba el resto que reservaba para sí, no apartaba los o$os de su hi$o, vigilando atentamente c)mo comía su raci)n# 4uando le parecía que %a se había enfriado lo suficiente, empeaba a comerse los pedaos de costilla que se había reservadoG % cuando, a fuera de buscar, conseguía encontrar con la lengua entre la fina capa de harina % la carne peque0os fragmentos de cartílago, examinaba minuciosamente aquella especie de semiesferas blanquecinas % las ponía en un cenicero fuera del alcance de su R Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura hi$oG por fin, cuando calculaba que había llegado el momento, se comía sus tallarines para terminar al mismo tiempo que el ni0o# 2espu's, con la cara congestionada a causa del caldo hirviente, pedaleaba al viento de vuelta a casa sin parar de preguntarle a su hi$o: 8<Ee%ore, estaban buenos los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4olaN8 % al oír la 8respuesta8 de su hi$o: 8Ee%ore, <estaban buenos los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4olaN8, se sentía lleno de felicidad al pensar que la comunicaci)n entre los dos era perfecta# Muchos días estaba completamente convencido de que los tallarines en caldo de carne que acababa de ingerir eran, entre todos los man$ares que había comido en este mundo, el m!s delicioso# Lna de las raones principales de su obesidad, al igual que la de su hi$o, debía de ser precisamente la ingesti)n de aquellos tallarines en caldo de carne# 2e ve en cuando su mu$er le advertía al respectoG pero, por lo general, 'l la mandaba a paseo haciendo valer los mismos argumentos que empleaba con los agentes de policía# 4uando el ni0o, demasiado gordo %a, no pudo introducir sus nalgas en la peque0a silla de metal ligero, su padre compr) una bicicleta de un modelo especial con un sill)n de extraordinaria longitud (era difícil discernir la intenci)n con la que había sido fabricada"G ambos se sentaban en ese sill)n, el uno delante % el otro detr!s, % marchaban mientras el padre pedaleaba en busca de los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4ola# <1or qu' se iban los dos cada día en busca de los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4olaN# El hombre gordo había llegado a la conclusi)n de que era para que su hi$o captara el placer de comer en toda su autenticidad a trav's del goo experimentado por un padre en lo m!s íntimo de su ser, un placer % un goo que el ni0o le hacía sentir a su ve gracias a la misteriosa simbiosis que parecía existir entre los dos# 1ero despu's de su experiencia $usto al borde del estanque de los osos no puso el mismo fervor que antes en detectar con su lengua los pedaos de cartílago % en analiarlos con minuciosidadG % mientras su hi$o ingería, como de costumbre, sus tallarines en silencio a su lado, %a no le result) tan evidente que el apetito con que comía el ni0o le provocara goosas repercusiones en lo m!s íntimo de su propio ser a él$ / veces se preguntaba, hecho un mar de dudas, si la lamentable obesidad de su hi$o no se debía simplemente a la ingesti)n maquinal de lo que le ponían delante, % si lo que 'l había tomado por marcada predilecci)n hacia los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4ola no habría sido s)lo una suposici)n infundada# Lno de esos días, dado que no tenían nada de apetito, sali) del restaurante de$ando intacta la mitad de sus pedaos de costilla reboada de cerdoG el cocinero chino, que $am!s se había de$ado ver, se lan) en su persecuci)n sobre una bicicleta terriblemente mugrienta de grasa %, cuando lo alcan), le pregunt) en su mal $apon's: 8<?i había algo no le ha gustado, ho%, del caldo de tallarines con carneN8 El hombre, de tan desanimado que estaba, ni siquiera tuvo el cora$e de responderle % se limit) a preguntarle a su hi$o:8<Ee%ore, estaban buenos los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4olaN8 7 al contestarle el ni0o, con el tono monocorde que le era habitual: 8Ee%ore, estaban buenos los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4olaN8, el cocinero chino % 'l se quedaron tranquilos# /l reflexionar el hombre gordo acerca de aquella relaci)n tan particular entre su hi$o % 'l, había llegado a la conclusi)n de que se había establecido a causa de una infinita repetici)n de los mismos gestos % las mismas actitudes# /dem!s, durante mucho tiempo estuvo persuadido de que 'l estaba atado sin remedio a esa forma de vida porque así se lo había impuesto la existencia de aquel hi$o retrasado mental# ?in embargo, ahora que volvía a reconsiderarlo todo tras su terrible aventura en el parque ool)gico, descubría con una claridad cada ve m!s cegadora que era 'l quien m!s había contribuido a establecer aquella relaci)n tan especial entre los dos# ;asta el día en que estuvo a punto de ser devorado por un oso blanco % tom) conciencia de que su hi$o, como la costra seca de una :lcera, se desprendía de 'l, no había dudado $am!s de que todo dolor físico experimentado por el peque0o obeso lo sería al mismo tiempo por 'l# En, una publicaci)n sobre peces le%) un artículo dedicado al celatiusG el macho de ese pe, que vive en aguas profundas cerca de las costas de 2inamarca, es diminuto % permanece constantemente pegado como una verruga al vientre de la hembra, la cual, por comparaci)n, es enorme# 7 el obeso se puso a so0ar que 'l era un P Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura celatius hembra que crecía en las profundidades marinas con su hi$o pegado a su cuerpo como un peque0o celatius macho# Este sue0o era tan dulce, que le dolía despertarse de 'l# /l principio, como era natural, nadie podía creer, aunque lo viera, que 'l experimentara los mismos sufrimientos que su hi$o# 1ero pasado alg:n tiempo incluso su esposa, que era particularmente esc'ptica, termin) por convencerse# Esta sensaci)n de compartir el mismo dolor no apareci) en 'l inmediatamente despu's del nacimiento de su hi$o, sino al cabo de unos a0osG un buen día, de repente, se le revel) al hombre gordo# /unque el día en que el beb' fue sometido a la operaci)n en el cerebro inst) de tal modo al equipo m'dico a fin de que le extra$eran sangre para las transfusiones, incluso en cantidad superior a lo indispensable % le$os de todo sentido com:n, que los m'dicos se cuestionaron sobre el estado de su salud mental, mientras su hi$o estaba ba$o los efectos de la anestesia en ning:n momento se sinti) desfallecer ni experiment) en su carne un sufrimiento parecido al del ni0o# En el plano del dolor físico, la conexi)n entre aquellas dos corpulencias, con toda evidencia, se había instaurado (para ser m!s exactos, ha% que decir que 'l lo veía así, pues no de$aba de darse cuenta de que no era posible determinar si el dolor que sentía era aut'ntico o no % de que no ha% cosa m!s difícil que reproducir con exactitud un dolor que se encuentra almacenado en la memoria" cuando su hi$o tenía tres a0os, durante el verano, el día en que se quem) el pie al caerle encima agua hirviendo# 4uando el ni0o se puso a emitir algo m!s que simples gemidos % grit) a pleno pulm)n, desesperadamente, 'l se encontraba en la sala de estar, echado en el sof!, le%endo una revista, % vio ba$o sus p!rpados, de donde salían a chorro las l!grimas, con una nitide meridiana, igual que en una película a c!mara lenta, c)mo se ladeaba % basculaba la cacerola de donde se verti) el agua hirviendoG sin embargo, no corri) a la cocina en auxilio del peque0o que lloraba a vo en grito# 1ermaneci) donde estaba, inm)vil en el sof!, abatido, sin fueras, con la sensaci)n de haber tocado el fondo de la debilidad física, como cuando una fuerte subida de fiebre da la impresi)n de que todos los m:sculos, todas las articulaciones del cuerpo, se van desenca$ando, una tras otraG % sus propios gemidos hacían coro a las que$as agudas de su hi$o# B1ero decir que había llegado a sentir realmente el dolor físico es mucho# decirD 2espu's de atar s)lidamente la pesada masa adiposa del ni0o, que gritaba como un loco, en el cochecito mohoso que había sacado del trastero, logr) colocar de modo que no se lastimara, aunque con mucha dificultad, el pie quemado# 4amino de la clínica, que estaba mu% ale$ada, iba empu$ando suavemente el cochecito con el ni0o, que no paraba de emitir sordos % breves gemidos, ba$o la mirada de los viandantes que observaban curiosos el avance de aquel estrafalario d:oG pero 'l no podía asegurar que, en ese momento, hubiera sentido el dolor en su propia carne# Mientras el m'dico curaba el pie de su hi$o, horriblemente quemado, al hombre gordo, que estaba ocupado su$etando el peque0o cuerpo, similar a un cohete ahusado sacudido por furiosas convulsiones, se le ocurri) la idea siguiente: <podía darse una situaci)n de sufrimiento m!s espelunante que aqu'lla, en la que se sufría porque el cerebro, oscuramente revuelto, de un peque0o retrasado mental era incapa de captar nada de lo que en con$unto estaba ocurriendoN: no sabía por qu', pero de repente sinti) dolor, %, al parecer, nadie estaba en condiciones de calmarloG adem!s, pareci) un extra0o ser arrogante con el poder de hacerle sufrir todavía m!s %, para colmo, su propio padre prestaba a%uda a tal verdugo# En ese momento, el hombre obeso, que estaba a punto de asustar al m'dico % a las enfermeras meclando sus gritos con los de su hi$o, había comenado a soltar entre sus dientes firmemente cerrados que$as seme$antes a los gemidos de su hi$o, porque ahora sí que sinti) realmente el dolor lancinante que le producía la quemadura en el pie (o, por lo menos, el creía sentirlo"# Lna ve que, lista la cura, el dolor se hubo apaciguado ligeramente, al lado de su hi$o agotado % p!lido por el solo hecho de que continuaba sinti'ndose mal, el hombre gordo tambi'n estaba cansado, tanto, que no era capa de proferir una sola palabra# ?u esposa, que había permanecido en la sala de curas su$etando al ni0o, tom) un taxi % se march) llev!ndose consigo a su hi$o, de$ando que su marido volviera solo a casa por la estrecha calle que se extendía a lo largo de la vía f'rrea, con las cuerdas con las que habían su$etado al ni0o dentro del cochecito vacío# 2urante el camino, lleno de perple$idad, se preguntaba por qu' su mu$er se había ido así, arranc!ndole a su hi$oG + Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura <habría sentido miedoN <Miedo de que, si volvían todos $untos a casa por el mismo camino, con el peque0o en el cochecito, su marido atravesara con cochecito % ni0o las vie$as traviesas desechas, que acababa de plantar a lo largo de la vía para mantener apartada a la gente, % se de$ara atropellar por un tren, a fin de erradicar el sufrimiento físico del que los dos eran presaN 1ues si el m'dico % las enfermeras no se habían dado cuenta de sus gritos a d:o con los del ni0o, su esposa, que estaba frente a 'l, al otro lado de la mesa de curas su$etando la otra mitad del cuerpo del ni0o % ech!ndose tanto hacia a delante que su cabea roaba la de su marido, había tenido que oír con toda claridad cada uno de los gemidos de dolor que 'ste profería# /unque empu$aba el cochecito vacío con energía, el regreso a lo largo de la vía f'rrea fue exageradamente lentoG iba a paso de tortuga, como si de verdad tomara mil precauciones para proteger un pie dolorido que se hubiera quemado % acabara de ser curado# ?i tenía que saltar por arriba de un min:sculo charco de agua, no olvidaba $am!s soltar un grito de dolor: 8B/%D B/%D8 / partir de ese día, por lo menos en la medida en que 'l tenía conciencia, el dolor físico de su hi$o se transmitía directamente al hombre gordo en forma de resonancia a trav's de sus manos unidas, % sentía en su cuerpo el mismo sufrimiento que el ni0o# ?i el hombre gordo daba una significaci)n positiva a este fen)meno del sufrimiento físico simult!neo, aunque los temblores que le sacudían fueran puramente imaginarios, era porque creía que el conocimiento que tenía de tal sufrimiento, por e$emplo, del dolor experimentado al despegar con una pina la piel muerta, despu's de la formaci)n de ampollas, de la quemadura, podía llegar hasta su hi$o por el canal de sus manos estrechamente unidas, % estaba convencido de que así reinaría un poco de orden en el caos de terror % de dolor que invadía el cerebro nebuloso % entenebrecido del ni0o# Es decir, el hombre gordo desempe0aba para la mente de su hi$o sacudido por el dolor, de alg:n modo, el papel de ventana, una ventana abierta por un lado sobre el temible mundo exterior % por el otro sobre el lastimoso % oscuro universo interior tan s)lo capa de sufrimiento % pr!cticamente cerrado a las realidades externas# 7 así, si el ni0o no manifestaba nada en contra de que su padre desempe0ara ese papel, 'ste no tenía ninguna ra)n para dudar de su convicci)n# /dem!s, port!ndose de aquel modo, podía conseguir, incluso, el consuelo de sentirse una víctima inocente que pensaba que sufría por una esclavitud impuesta por la presencia de su hi$o, a la que, sin embargo, aceptaba someterse voluntariamente# 1oco despu's de su cuarto cumplea0os, Ee%ore fue sometido a una revisi)n ocular en el servicio de oftalmología de cierta universidad# 3uera quien fuera el especialista, no era cosa f!cil el examinar la vista de un ni0o retrasado que exceptuando cuatro palabras, en extremo sumarias desde el punto de vista de la organiaci)n de frases % de vocabulario, palabras, adem!s, sin relaci)n con la situaci)n del momento, no manifestaban m!s que simples reacciones de dolor o de placerG no podía ser una tarea m!s difícil % molesta# 7, adem!s, el $oven paciente era, aparte de gordo % pesado, % por consiguiente difícil de llevar en braos, anormalmente fuerte en las cuatro extremidades, de modo que si empeaba a resistirse porque cogía miedo a algo, era como una bestia salva$e asustada, imposible de dominar# ?u madre, que pronto not) algo anormal en la vista de su hi$o % que se había de$ado llevar por poco científicas especulaciones sobre una posible relaci)n entre este hecho % el retraso mental del ni0o, deseaba, desde hacía mucho tiempo, someterlo a una revisi)n exhaustiva por un especialista en oftalmología# 1ero todos los oftalm)logos a los que acudieron se negaron a visitarlo# 2esesperados, fueron a consultar al especialista del cerebro, que, puesto que oper) a su hi$o a muerte o a retraso mental, como mínimo había conseguido que viviera# 7 consigui) una carta de presentaci)n para el servicio de oftalmología de dicha universidad# 9os tres fueron al hospitalG para empear hicieron aguardar al hombre gordo en la sala de espera % su esposa subi) con Ee%ore a la sala de exploraciones % curas# 4uando, una buena media hora despu's, su mu$er reapareci) arrastrando por el suelo la masa pesada de su hi$o, que no hacía m!s que chillar % chillar, le bast) con una mirada para comprender que se les habían agotado todas las fueras# En efecto, apenas comenada la exploraci)n, el especialista, las enfermeras % la madre se habían quedado exhaustos,. % los enfermos que esperaban su turno en la sala de espera, al ver al ni0o ofreciendo el aspecto de un animalito cruelmente martiriado, conmocionados, no apartaban sus o$os de 'l# /l ver a su hi$o en aquel estado, el hombre gordo comprendi) indignado, a la ve que lleno de *C Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura terror, la ra)n por la cual su esposa, a pesar de que 'l les había acompa0ado hasta el hospital, le indic) que aguardara en la sala de espera % prefiri) subir sola con Ee%ore a la consulta# Lna exploraci)n a fondo de la vista de un ni0o debía conllevar una serie de torturas generadoras de terrores tan in'ditos como atroces# Ee%ore continuaba emitiendo desde el fondo de su garganta algo así como el eco de un alarido apenas audible# El hombre gordo se puso de rodillas en el suelo sucio para abraar la peque0a masa redonda de su hi$o# El ni0o le ech) los braos al cuello: sus manitas estaban totalmente mo$adas, como la parte inferior de las patas de un gato que acabara de afrontar un peligro# /l contacto de esas manos, una ve m!s, penetr) en 'l toda la quintaesencia de aquello que en el transcurso de media hora acababa de vivir su hi$o (así era, por lo menos, lo que 'l creía entonces"# Jodos, absolutamente todos los salientes % oquedades del cuerpo del hombre gordo eran presa de una dolorosa torpea por haber estado sometido, durante treinta minutos seguidos, a las eriadas puntas de unos instrumentos de investigaci)n oftalmol)gica que, en realidad, no había visto# 7 si Ee%ore, poco a poco, no se hubiera puesto a lloriquear por sí solo, se habría revolcado por el suelo profiriendo gritos de terror# 4omo previsi)n, la esposa del hombre gordo .la :nica persona delgada de la familia. había tomado sus medidas para impedir que su marido % su hi$o dieran un espect!culo en la consulta ofreciendo una imagen de alienaci)n mental: 'sa era la ra)n por la que le había de$ado solo en la sala de espera# Sl estaba tan indignado como su hi$o: se identific) instant!neamente con la desconsoladora fatiga que se leía ahora en el rostro de aquel ni0o tan rudamente tratado, que tenía la actitud de un peque0o m!rtir impotente o (por decir las cosas de una manera m!s a$ustada a la psicología del hombre gordo" de una víctima impotente de la temible estructura burocr!tica del hospital universitario, % se lament), suspirando agitadamente: .B/hD B1obre Ee%oreD B1or qu' atrocidades te habr!n hecho pasarD <Aui'nes se han creído que son, Ee%ore, esos canallasN .B1ero si ha sido Ee%ore el que se ha comportado como un animalD B2aba patadas a todo el mundo, al m'dico, a las enfermerasD B;a roto un mont)n de instrumentosD .di$o su esposa, que no es que procurara ser imparcial, pero $am!s daba alas a la manía persecutoria de su marido# /l oírla hablar así, llena de triste indignaci)n por la brutalidad de su hi$o, el hombre gordo lo tom) como un ataque personal# .B>oD B?e ha debido de cometer un grave errorD ?i no es así, <c)mo Ee%ore ha podido comportarse de ese modo tan bruscamente, siendo, por norma general, un ser inofensivoN 2ices que a:n no le habían hecho ninguna prueba seria# ?i es así, <c)mo podía captar Ee%ore que le esperaba algo a lo que debía oponerse como lo ha hechoN B2igo que se ha cometido un grave error, aquí, en el servicio de oftalmología de esta universidadD B7, sin embargo, a ti te ha pasado por altoD 4on esta perorata, que soltaba a toda velocidad, interrumpía la r'plica de su mu$er, mu% probablemente fundada en la ra)n, en tanto que 'l, al tiempo que formulaba estas críticas, se convencía cada ve m!s de que ciertamente alguna cosa iba mal en el servicio de oftalmología de aquel hospital# 7 su veredicto se fundaba sobre una base inatacable: era su hi$o, que había cesado de acariciarle la nuca con las palmas de sus manos empapadas de sudor % que no emitía m!s que d'biles gru0idos, el que le había transmitido, por vía telep!tica, esa informaci)n# .Io% a subir con Ee%ore para pedir que lo examinen de nuevo# B?i no consigo obtener un diagn)stico, al menos me cerciorar' de lo que va malD .di$o el hombre gordo mientras su cara redonda enro$ecía % le faltaba el aliento., si no, aunque vuelvas otro día, ocurrir! lo mismo, % Ee%ore concebir! la experiencia que acaba de vivir en este hospital como una abominable pesadilla de la que no entender! nada, pero de la que siempre guardar! un mal recuerdo# .Ee%ore no tardar! en olvidarlo, diría que casi %a lo ha hecho# .B/l contrarioD BEe%ore no lo olvidar!D Tltimamente llora con frecuencia a medianoche# >unca lo había hecho durante tanto tiempo# 1ero <no te duele imagin!rtelo preso de sue0os aterradores sin que pueda comprenderlosN .di$o el hombre gordo insinuando claramente % de modo categ)rico algo que hio callar a su esposa: que ella no pasaba la ** Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura noche con su hi$o# 7 lleno de en'rgica decisi)n, con su abrigo manchado de barro a la altura de las rodillas, se dispuso a subir las escaleras, con el gordo ni0o sobre los hombros, hasta la sala de consultas# El poder mostrar, no sin ostentaci)n, que para su hi$o, aquella peque0a masa redonda, no era su madre sino 'l, su padre, el :nico ser irremplaable, le llenaba de una exaltaci)n indescriptible# 1ero, al mismo tiempo, la b!rbara perspectiva de la horrible tortura que iba posiblemente a tener que soportar el d:o padre.hi$o parecía provocarle anemia, % a cada paso que daba por las escaleras su rostro pasaba, alternativamente, de las sofocaciones a los escalofríos# .Ee%ore, debemos tener los o$os bien abiertos, t: % %o, para ver qu' pretenden hacer .di$o el hombre gordo en vo alta dirigi'ndose a la c!lida, obesa % pesada presencia que llevaba sobre sus hombros, respecto de la cual había veces que no sabía si representaba el papel de protegido o de protector.# ?i Ee%ore % %o conseguimos salir de una manera u otra de 'sta, iremos a tomar una 1epsi. 4ola % unos tallarines en caldo de carne, <eh, Ee%oreN .<Ee%ore, est!n buenos la 1epsi. 4ola % los tallarines en caldo de carneN .respondi), mu% distendido, el ni0o, evidentemente satisfecho de que su padre lo llevara en hombros, liberado, por lo visto, de la experiencia anterior# 9o que corroboraba plenamente el pron)stico maternoG % si esa vo no hubiera sido para el padre un poderoso estimulante, sin ninguna duda, delante de la puerta de la sala de visitas, el hombre gordo habría perdido el cora$e % habría dado media vuelta# El relo$ anunciaba la llegada del mediodía, % una enfermera, con la evidente intenci)n de no de$ar entrar a nadie m!s en la consulta externa, estaba a punto de cerrar la puerta % echar el cerro$o# 4uando la $oven enfermera vio al hombre gordo con su hi$o sobre los hombros, mostr) una expresi)n de repulsi)n e incluso de horror, como si hubiera visto de nuevo a un fantasma que acabara de exorciar, % se apresur) a ocultarse al otro lado de la puerta# El hombre gordo, depositando sus esperanas en una manifestaci)n de respeto que le inspiraba el prestigio de aquel hospital, di$o con tono solemne % actitud insistente, mostrando la carta del catedr!tico, especialista en neurología, que había escrito una carta de presentaci)n para su hi$o: 8Iengo de parte del profesor M, que me ha recomendado a ustedes8# ?eguramente, la enfermera pens) que ella, con sus solas fueras, no estaba en condiciones de desembaraarse de aquel gigante, erguido cuan alto era, % que no desmontaba al ni0o de sus hombros# ?in responder nada en concreto, corri), de$ando la puerta entreabierta, hacia el fondo de la sala, donde se encontraba, separado por una cortina, una especie de cuarto que estaba a oscuras# Mientras ella alertaba a alguien, 'l franque) decididamente el umbral % se dirigi) hacia el cuarto del fondo# 2e detr!s de la cortina sali) la vo excitada de alguien Aue gritaba en un tono de irreprimible exasperaci)n: .B>o, no % noD B2igo que noD BJodo el personal del hospital no bastaría para su$etarle, maldito críoD <4)mo, han vueltoN <Au'N <Est!n ahíN B>o me diga, no puede serD 2esde luego, el hombre gordo llevaba las de ganar# @ecobrando su presencia de !nimo, deposit) con cuidado a su hi$o en el suelo, meti) poco a poco su gruesa cabea tras la cortina, % lo que vieron sus o$os en la semioscuridad fue un m'dico tan diminuto que se le hubiera podido tomar por un ni0o vestido con una bata blanca de adulto# Echando hacia atr!s su min:scula cabea, que parecía la de una mantis religiosa con la cara de color pardo, lanaba miradas fulminantes a la perple$a enfermera# 2espu's de una larga mirada inquisitiva, algo descort's, el intruso le pregunt) con educaci)n, aunque todo aquello no de$aba de ser una evidente falta de respeto: .Iengo recomendado por el profesor ', % me he tomado la libertad de presentarme a usted, doctor# <>o podría visitar a mi ni0o, por favorN 7o tambi'n podría a%udar a su$etarlo# /sí comen) la exploraci)n# El m'dico que recordaba a una mantis religiosa parecía *E Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura absorto en sus pensamientos, hirviendo de furor: 8(usto cuando le esto% chillando a la enfermera, <c)mo puedo mandar a paseo al gigantesco padre de un paciente, si se me dirige con toda educaci)n aunque en el fondo sea un maleducadoN8 Hgnorando sistem!ticamente la presencia del hombre gordo, la mantis religiosa comen) la exploraci)n pro%ectando el chorro de lu de su l!mpara de bolsillo sobre la pupila del ni0o, ahora instalado sobre un taburete redondo % giratorio de poca estabilidad# &curría que, para aumentar la eficacia de la min:scula l!mpara, habían apagado las luces % la consulta estaba transformada en un cuarto oscuro# El padre se instal) como pudo, agach!ndose inc)modamente, en el peque0o espacio que quedaba libre detr!s del taburete % abra) firmemente a su hi$o cogi'ndole las manos por delante# ?e sentía orgulloso al ver que el ni0o, que ligeramente echado hacia atr!s lograba a duras penas mantener el equilibrio sobre el taburete, se mostraba tranquilo, a pesar del miedo que le hacía temblar, porque era 'l quien lo su$etaba, quien se encontraba siempre a su lado en las tinieblas de la noche# 8;ace media hora, por no haberse dado cuenta de que Ee%ore no soporta el miedo a la oscuridad si no se orienta por el canal del contacto directo con su padre, mi mu$er, el m'dico % las enfermeras le han de$ado por imposible, sin m!s, en la misma fase de la exploraci)n, reduci'ndole a la categoría de un animalito asustado con el que no se sabe qu' hacer# 1ero ahora mi cabea piensa que las tinieblas que nos rodean no son amenaadoras, % ese pensamiento mío se transmite fielmente al cuerpo de mi hi$o, a trav's del apret)n de nuestras manos, % anula todas las se0ales de alarma inquietantes que aparecen en su mente trastornada8, se di$o el hombre gordo para su gran satisfacci)n# 4on todo, en tales circunstancias, Ee%ore tenía miedo incluso de la l!mpara de bolsillo % no dirigía su mirada hacia el lado que quería el m'dico, es decir, precisamente hacia el delgado chorro de lu# ?acudiendo la cabea de derecha a iquierda, mirando de sosla%o, intentaba esquivar al min:sculo m'dico, que se movía precipitadamente, con la l!mpara de bolsillo en la mano# /l cabo de un rato, la misma enfermera de antes, sin duda para reconquistar el terreno perdido % volver a estar en gracia con su $efe, se les acerc) con adem!n de colaborar de alguna forma, diciendo:8B4roaD B4roaD8 Ese grito inesperado provoc) que el cuerpo del ni0o se contra$era de una manera espectacular a causa del miedo# /l levantar la cabea el hombre gordo con aire de reprobaci)n, vio que la enfermera intentaba atraer la atenci)n del ni0o haciendo 8B4roaD B4roaD8 % mostr!ndole con la mano una asquerosa rana de goma fluorescente que se destacaba claramente en la penumbra# (usto cuando el hombre gordo iba a protestar dici'ndole que de$ara de hacer aquella tontería que había asustado a su hi$o e incluso a 'l, Ee%ore ca%) en un estado de p!nico totalG se puso a retorcerse sobre sí mismo asiendo por la articulaci)n el brao de su padre, empe) a patalear e hio caer un mont)n de cosas: la l!mpara del m'dico, la rana de goma que le mostraba la enfermera e incluso los diversos ob$etos que había sobre una peque0a mesa auxiliar que estaba a su lado# 5ru0endo de rabia, secretamente a d:o con su hi$o, el padre vio que las patadas de Ee%ore habían hecho caer al suelo, adem!s de unos libros, un gran cuenco de arro con anguila frita que debía de ser la comida del m'dico# Iista la velocidad extraordinaria con la que se desarroll) la exploraci)n a partir de ese momento, no se podía excluir la impresi)n de que el diminuto m'dico trataba con espíritu guerrero a u desobediente paciente avivando la llama del odio por un rencor imputable, sin duda, a las patadas del ni0o, pero en parte atiado tambi'n por el hambre que no había podido saciar# / este respecto, el cuerpo compuesto que formaba la pare$a padre.hi$o saboreaba el goo del desquite# B1ero era tambi'n el punto de partida de un aut'ntico terror que no tenía ninguna graciaD 1ues el m'dico enano, que había pasado la consulta externa toda la ma0ana, estaba muerto de cansancio % tenía el est)mago en los piesG acababa de presenciar el destroo de su comida %, a pesar de ello, no tenía cora$e para insultar al adiposo padre de aquel hi$o retrasado, que enarbolaba una carta de recomendaci)n del profesor M# <4)mo no temer alguna fechoría desagradable dirigida contra la vista de su hi$oN El hombre gordo, ante esta nueva preocupaci)n, se sinti) arrepentido % lleno de abatimiento# El m'dico reclam) exaltado a todo su personal, % tras hacer que el peque0o paciente se tumbara boca arriba sobre un div!n de cuero negro, les indic) a todos, con aire de victoria, que mantuvieran bien agarrado aquel cuerpo peque0o# (El hombre gordo, no sin *, Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura esfuero, consigui) reservar para sí la tarea de su$etar ambas me$illas de Ee%ore entre sus dos braos % el pecho ech!ndole todo su peso encima#" / pesar de que era obvio que la primera prueba no había terminado satisfactoriamente, pronto se pas) a la segunda, que debía de ser todavía m!s comple$a# /sí que Ee%ore estaba inmoviliado de pies a cabea, con lo que se le impedía hacer el menor movimiento# ?)lo podía gritar, mostrando el fondo de su cavidad bucal de color rosa % sus dientes amarillentos# (Era imposible cepillarle los dientesG le horroriaba la idea de que alguien, fuera quien fuera, le hiciera abrir los labios, % si se intentaba introducirle a la fuera el cepillo de dientes entre los labios cerrados, se que$aba, bien porque le hacía da0o, bien porque le hacía cosquillas, % terminaba por agarrar el cepillo de dientes entre sus mandíbulas#" Lna enfermera coloc) en la cabecera del div!n una especie de f)rceps hecho de un fino tubo de aluminio# El hombre gordo, con s)lo pensar que le iban a introducir aquel instrumento por deba$o del p!rpado para abrirlo bien, de$ando al desnudo el globo ocular, %a sentía un fuerte dolor que atravesaba sus propios o$os hasta el e$e central del enc'falo# 1ero, total mente indiferente a su p!nico, el m'dico verti) dos clases de gotas en el o$o que Ee%ore se esforaba en mantener cerrado, aunque derramaba abundantes l!grimas como se0al de su protesta# Ee%ore reanud) sus gritos, % su padre se puso a temblar# 3ue entonces cuando el m'dico le di$o a título de informaci)n: .Es para anestesiarloG con esto no sentir! ning:n dolor# Jras estas palabras, el doloroso hilo de plata que unía los o$os del hombre gordo a su enc'falo se volatili) de$ando unas huellas sospechosas tras de si# 1ero Ee%ore seguía gritando m!s % m!s, como si lo estuvieran estrangulando# En medio del griterío, que iba en aumento, el hombre gordo, en$ug!ndose sus l!grimas con el dorso de la mano, vio mu% cerca c)mo el m'dico insertaba el instrumento por deba$o del p!rpado de Ee%ore, % de$aba completamente al descubierto el globo ocular# Sste era, en verdad, una esfera voluminosa de color de clara de huevo, % te dio la inmediata impresi)n de estar delante del globo terr!queo que supone el mundo entero del hombre# El centro estaba marcado por un círculo de color casta0o levemente difuminado, donde est! abierta, perdida % sin fuera, la pupila con su lu opaca % melanc)lica# 4on una expresi)n de estupide, de terror % sufrimiento, intentaba distinguir algo con todas sus fuerasG aunque lo veía todo borroso, intentaba distinguir aquella salva$ada que imponía sufrimiento# El hombre gordo se identificaba totalmente con ese o$o# Era cierto que la acci)n del anest'sico le impedía sentir dolorG pero luchaba interiormente contra un sentimiento mal definido de discordancia % de temor mientras levantaba su rostro impotente hacia la masa de rostros desconocidos que le rodeaban# Estuvo a punto de gritar al unísono con su hi$o:8B/%D B/%D B/aa%D8 1ero no tenía m!s remedio que reconocer que el o$o casta0o difuminado, lleno de estupide, de terror, de sufrimiento, percibía tambi'n su cara, sí, su cara, como una m!s del grupo de torturadores desconocidos# Lna brecha de vivas aristas se abri) entre 'l % su hi$o# Meti) a la fuera su índice derecho entre los dientes amarillos de Ee%ore, que gemía % cu%as mandíbulas rechinaban sin cesar con un ruido seco# (>o fue hasta despu's del incidente al borde del estanque de los osos blancos cuando admiti) que el hecho de que hubiera metido el dedo entre los dientes de su hi$o se explicaba por el temor a la ruptura que sentía % por el miedo de encontrarse, cara a cara, con la decepci)n de que fuera falsa la f)rmula que había construido en todos sus componentes: Ee%ore U %o#" Entonces vio brotar, in:tilmente, una gran cantidad de sangre a borbotones, la cantidad equivalente a las l!grimas que vertía su hi$o, % percibi) el rechinar de huesos de sus propios dientesG entonces, indiferente a la presencia de los dem!s, cerr) los p!rpados % se puso a lanar los mismos gemidos que Ee%ore: 8B/%D B/%D B/aa%D8 Lna ve recibidos los primeros cuidados requeridos por su estado en traumatología, el hombre gordo volvi) a ba$ar a la sala de espera# Ee%ore, todavía agotado pero de nuevo tranquilo, estaba sentado al lado de su madre# Ssta le comunic) a su marido el diagn)stico del oftalm)logo: la visi)n de Ee%ore era comparable a la de los ratonesG cada o$o tenía un campo de visi)n diferenteG tambi'n como los ratones, no percibía los *= Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura coloresG adem!s, no podía distinguir con claridad los ob$etos situados a m!s de un metro, defecto que, tal como estaban las cosas, era imposible de corregir porque el ni0o no mostraba ning:n deseo de ver con claridad las cosas que tenía a distancia# .Ssta es seguramente la ra)n por la que Ee%ore mira el televisor tan de cerca, pegando casi la cara a la pantalla, durante los anuncios publicitarios, <verdadN Ella di$o esto con energía, como mu$er decidida a mantener, en todas las circunstancias, la voluntad en buen estado de funcionamiento, como si, incluso en el veredicto sin esperana del m'dico, ella hubiera sabido descubrir alg:n elemento positivo % beneficioso, % se esforara por sacudir un poco a su marido % sacarle de su postraci)n# . Jambi'n ha% ni0os con visi)n normal que siempre tienen la nari pegada a la pantalla . protest) sin gran convicci)n.#Jodo lo que ha hecho ese m'dico enano ha sido meterle miedo a Ee%ore, hacerle da0o, hacerle llorar % gritar, % todo salva$emente# B>ada m!sD 2ime, <de qu' parte de la exploraci)n ha podido sacar todo este desastre, ehN .1ienso que es verdad que Ee%ore no puede distinguir con claridad los ob$etos que est!n le$os de 'l, % que no tiene ningunas ganas de verlos# .?u vo, refle$aba, francamente, su desilusi)n.# 4uando le llevamos al oo, 'l, que se interesa tanto por los animales de sus libros de cuentos, no manifestaba la menor emoci)n al verlos en la realidadG se contentaba con mirar las barandillas o un rinc)n del suelo a sus pies# 4laro que la ma%or parte de las $aulas del oo se encontraban a m!s de un metro del p:blico, <verdadN El hombre gordo decidi) llevar a su hi$o al oo# 4on sus propios o$os % oídos como antenas, % teniendo como 8bobina8 sus dos manos estrechamente unidas, sus dos cerebros estarían colocados en la misma longitud de onda % así, a su escala personal, se constituiría, en beneficio de su hi$o, en 8antena8 del espect!culo real del oo# /sí pues, en esa co%untura tan comple$a, el t!ndem formado por los dos obesos, una ma0ana de invierno de *+F###, tom) el camino del oo# 1or temor al efecto del frío sobre el asma de su fr!gil hi$o, su madre le puso tanta ropa como le fue posible# 1or su parte, el padre, que intentaba diferenciarse lo menos posible de su hi$o, su madre le puso tanta ropa como le fue posible# 1or su parte, el padre, que intentaba diferenciarse lo menos posible de su hi$o, le compr) cuando iban hacia la estaci)n, en una tienda de deportes, un gorro de esquí de lana negra, el mismo que 'l llevaba, pero de talla peque0aG % Ee%ore parecía, incluso a los o$os de su padre, un peque0o animal del 1olo >orte# ;asta cierto punto, tambi'n debían parecer los dos, a los o$os de la gente, dos esquimales, padre e hi$o, gordos pero no demasiado# /sí subieron al tren, redondos como balones, cogidos estrechamente de la mano# ?udaban la gota gorda ba$o sus ropasG el sudor corría a lo largo de sus narices, en tanto que sus caras de luna llena iban enro$eciendo, por lo menos all! donde se podía percibir algo, entre el gorro de esquí % el cuello levantado del abrigo: % se de$aban mecer dulcemente al comp!s de la trepidaci)n del tren# / Ee%ore le encantaba la sensaci)n de moverse en equilibrio inestable, comenando por la inestabilidad de la bicicleta# ?in embargo, su equilibrio amenaado tenía que estar respaldado por una sensaci)n de seguridad, de sentirse protegido por alguienG evidentemente, por su padre# 1ero a pesar del goo que sentía al tomar un taxi, si su padre se quedaba en el vehículo para pagar % 'l salía fuera con su madre, terminaba por dar un espect!culo poni'ndose esquiofr'nicoG % es probable que si se hubiera perdido en un tren, hubiera estado a punto de volverse loco# 1ara el padre, via$ar en tren en medio de extra0os con su hi$o incapa, que dependía por completo de 'l, era incontestablemente una fuente de satisfacci)n# 7 como, comparada con las emociones que acumulaba, día a día, en su existencia cotidiana, esta satisfacci)n era, en su mismo principio, altamente positiva % de una incomparable purea, su origen con toda seguridad no estaba dentro de 'l, sino en el bienestar, parecido a una bruma, que se eleva en el espíritu confuso de su hi$o % llegaba a 'l a trav's de las dos manos unidas, un bienestar que 'l llevaba entonces hasta la lu de la conciencia# 1or el contrario, a la inversa, su propio contento llenaba a su ve el alma de su hi$o de un goo nuevo, claramente orientado % localiado (al menos, así raonaba 'l" por una relaci)n an!loga a aqu'lla que reposaba, en los intercambios *- Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura mentales entre ellos durante los regresos en bicicleta despu's de degustar la 1epsi.4ola % los tallarines en caldo de carne### 4onforme al diagn)stico del m'dico sobre el defecto de visi)n que impedía a Ee%ore distinguir los ob$etos le$anos, al ni0o no le fascinaba en absoluto el paisa$e que desfilaba detr!s de los cristales del tren# En cada estaci)n, era la apertura % el cierre de las puertas lo que llamaba su atenci)n# 1ero tenía que estar a menos de un metro para poder ver funcionar el mecanismoG así que, incluso cuando había plaas vacías, renunciaban a sentarse % permanecían de pie, agarrados a la barra de seguridad colocada inmediatamente al lado de la puerta# Ese día, la atenci)n de Ee%ore estaba puesta, esencialmente, en la novedad que constituía su gorro de esquí# 1ero lo que contaba para 'l no era el aspecto exterior del ob$eto, sino la sensaci)n al contacto con su piel# /sí, despu's de toda clase de rea$ustes en la goma de su gorro, hasta ocultar por completo ce$as % ore$as, encontr) por fin la sensaci)n que le pareci) definitiva# Hnclin!ndose sobre su hi$o, el hombre gordo tuvo verdaderamente la sensaci)n de confort que abarcaba por completo toda su cabea# En la estaci)n donde tenían que cambiar de tren, a lo largo de los pasadios subterr!neos o en las escaleras, percibi) muchas veces miradas burlonas en la cara de la gente al ver a un padre % a un hi$o tan exc'ntricosG pero, le$os de sentir la m!s mínima verg6ena, gritaba entusiasmado, como si estuvieran solos, al refle$arse sus rechonchas figuras en los escaparates de la galería comercial: .BMira, Ee%oreD B?omos dos gordos esquimalesD Au' guapos, <verdadN 9a manita del ni0o le servia de defensa contra los dem!sG % 'l, que cuando salía solo tenía que tomar tranquiliantes, se volvía extrovertido# 9e bastaba con apretar con su mano la de su hi$o para sentirse liberado, incluso en medio de la muchedumbre, como si estuvieran rodeados por una pantalla de protecci)n# 4aminando despacio, con precauci)n, con la mirada explorando el suelo ba$o sus pies, febrilmente ocupado en determinar con sus pobres o$os .que no parecían distinguir bien las superficies ni los vol:menes, como si s)lo vieran su perspectiva. si el mosaico a cuadros era la continuaci)n del suelo plano o el primer pelda0o de una escalera, Ee%ore hacía cort'smente eco a su padre: .BEe%ore, qu' guaposD Eran las die % media cuando llegaron al oo# 4omo tenían las manos ligeramente h:medas, aunque fuera una ma0ana de invierno, la comunicaci)n entre ellos se estableci) de manera ideal, en la medida en que el contento del hombre gordo se acompa0aba de una conciencia claraG %, por adelantado, se exaltaba ante la idea de toda la experiencia prevista en el oo % que iban a saborear# 4uando, por recomendaci)n expresa de su esposa, penetraron en el recinto reservado a los ni0os, el oo infantil, donde se podían acercar hasta tocar los corderitos, las cabritas % los cerditos, así como las ocas % los pavos, que llevaban largos a0os de buenos servicios, estaba a rebosar a causa de la presencia de grupos de escolares# 7 aunque no había manifiestamente sitio para un ni0o como Ee%ore, cu%os movimientos eran de una lentitud extrema, no se sinti) especialmente contrariado# 4iertamente, su mu$er deseaba que Ee%ore se acercara a menos de un metro de los animales % que los pudiera contemplar, ver % tocarG pero 'l tenía otra idea en la cabea: rechaar el diagn)stico desesperante del m'dico, convertirse en los o$os de Ee%ore, distinguir con una precisi)n aguda las bestias que se encontraban a distancia, % transmitir su imagen a su hi$o a trav's del apret)n de sus manos unidasG así, al responder su visi)n a las se0ales que le llegaran de dentro, el ni0o comenaría a apreciar las formas# Jal era el procedimiento un poco irreal que había elaborado el hombre gordo % que era la causa de que hubieran ido al ool)gico# 2espu's de un r!pido vistao a los escolares que llenaban el recinto del oo infantil, a su aglomeraci)n delante de las pobres bestias peque0as, a sus miradas iluminadas en tanto que enarbolaban los paquetes de palomitas o los cucuruchos de pescado frito, renunci) inmediatamente % llev) a su hi$o hacia el lado de las $aulas de los animales salva$es, los m!s grandes % los m!s feroces# .Ee%ore, dime qui'n ha venido al oo a ver a las fieras salva$es semidomesticadas, a los 8amigos del hombre8# <Es que no hemos venido a ver a los osos, los elefantes, los *F Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura leonesN / ver a esos ciudadanos que, si no estuvieran en $aulas, serían, <no es verdadN, los 8peores enemigos del hombre8# /sí, monologando a medias, el hombre gordo transmitía sus pensamientos a su hi$o# Sste :ltimo no manifest), como es natural, nada que respondiera al entusiasmo de su padre, pero al pasar delante de las $aulas de los leones dio la impresi)n de ponerse un tanto tenso, como un $oven animal sin defensa, abandonado en plena $ungla % reducido a sus propios recursos que notara a su alrededor la presencia inquietante de las fieras peligrosas# Entonces, el hombre gordo tuvo una sensaci)n exultante de que sus palabras habían sido entendidas perfectamente# .BMira, Ee%oreD BLn tigreD <9o ves, all! aba$o, esa cosa con sus ra%as amarillo oscuro % negro, % tambi'n algunas mechas blancasN BEs un tigreD BEe%ore, est!s viendo un tigreD .BEe%ore, est!s viendo un tigreD .repiti) el ni0o como un loro mientras que, intu%endo la presencia de alguna cosa con su sentido del olfato, sin duda mu% agudo, apretaba con fuera la mano de su padre mientras uno de sus o$os, pues era bico, le hacía inclinar de lado aquella cara de luna llena carmesí al clavar una mirada inexpresiva sobre el punto del suelo donde se enterraban los barrotes de hierro de la $aula# .BEe%ore, levanta los o$osD ;a% una cosa negruca % redonda, % encima est! sentado un monstruo negro mu% peludo, <verdadN Es un orangut!n, Ee%ore# BEs un orangut!nD Ee%ore, est!s viendo un orangut!n, <sabesN BEe%ore, est!s viendo un mono mu% grandeD ?in soltar la mano del ni0o, el hombre gordo se coloc) detr!s de su hi$o % le hio levantar la cabea hacia arriba, manteni'ndola inm)vil contra su muslo con el brao que tenía libre# 4orrespondiendo d)cilmente a la voluntad de su padre, Ee%ore dirigi) sus miradas oblicuas hacia el cielo de invierno sin nubesG cerr) los p!rpados ante el resplandor del cielo invernal e hio unas muecas que formaron finas arrugas en su piel % le dieron a:n m!s el aspecto de un ni0o esquimal# /quello podía interpretarse como la sonrisa que identificaba al orangut!n acurrucado inquietantemente encima de un vie$o neum!tico sobre el fondo del cielo aul, pero no podía tener ninguna certea de ello# .Ee%ore, est!s viendo un mono mu% grandeD .repiti) el ni0o con su vo monocorde, que transmiti) directamente la d'bil vibraci)n de sus cuerdas vocales a la mano paterna que sostenía el ment)n del peque0o obeso# / la espera de que el orangut!n empeara a hacer sus piruetas, el hombre gordo mantenía firmemente el ment)n de su hi$o en aquella posici)n, apo%ado contra su muslo, con la mirada hacia arriba# ;abía llovido hasta el amanecer % en las alturas soplaba todavía un viento fuerte, por lo que el aul del cielo estaba lleno de un brillo duro, inhabitual en Jokio# /dem!s, el orangut!n parecía gigantescoG totalmente negro, su contorno se delimitaba extraordinariamente en el aul del cielo### El hombre gordo sabía, porque lo había leído en una revista de oología, que aquel orangut!n padecía hipocondría, hasta tal punto, que tomaba cada día tranquiliantes, % que su actividad motora estaba reducida en extremo# Ierdaderamente, aquel orangut!n reunía todas las condiciones para ser un ob$eto que pudiera atraer al o$o de Ee%ore# ?in embargo, por desgracia, parecía que los síntomas depresivos del orangut!n eran de una gravedad excepcionalG pues, aunque miraba a menudo con un o$o suspica al padre % el hi$o que aguardaban quietos, no hio siquiera adem!n de empear sus piruetas# /l fin, la luminosidad del cielo fatig) tanto la vista del hombre gordo, que acab) por percibir al orangut!n como una especie de halo negro# 2ecepcionado, el hombre gordo se ale$), llev!ndose a su hi$o de la $aula del mono hipocondríaco# El padre comen) a sentirse fatigado % temía que, por el canal de las manos unidas, su cansancio pasara a su hi$o,. % cuando pens) en la cantidad de tranquiliantes que debía de tomar el orangut!n, tuvo un disgusto al recordar que antes de salir de casa aquella ma0ana 'l no había tomado los su%os# / pesar de todo, sin renunciar a su idea, sigui), con esfuero, tratando de asumir el papel de 8conductor de visi)n8 entre las bestias peligrosas % el cerebro de su hi$o# Aui! se esforaba tambi'n en conservar el !nimo por temor a comunicarle a su hi$o .que repetía mec!nicamente las palabras de su padre mientras dirigía una mirada vaga % mal centrada, m!s que hacia los animales, hacia las *R Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura malas hierbas tristonas que crecían en el espacio libre entre la barrera % las $aulas o hacia las gordas palomas que revolvían con aquel pico que era el símbolo de su ruda torpea los desperdicios caídos en el suelo. el humor de sumisi)n que había sentido cuando con su bata de m'dico demasiado grande para 'l % sucia, el oftalm)logo, contra%endo convulsivamente su cara de mantis religiosa de un color que parecía ahumado, había realiado toda una serte de crueldades para emitir su desesperante diagn)stico# 9uchaba tambi'n contra una repulsi)n tan asquerosa como arraigada que amenaaban con contaminar % ensuciar, al mismo tiempo que su propio pensamiento, el espíritu nublado de su hi$o# 9a verdad era que, apenas hubo entrado en el oo, el olor de todas estas bestias % de sus excrementos le había dado n!useas % un inicio de migra0a# Este sentido olfativo anormalmente agudo era, sin duda alguna, una de las se0ales que garantiaban los laos de sangre entre el padre % su hi$o# 3uera lo que fuere, % para destruir todos estos signos de mal augurio, el hombre gordo apretaba todavía m!s fuerte su mano habl!ndole m!s alegremente que antes mientras continuaban su recorrido por el oo a la buena de 2ios# .<Me o%es, Ee%oreN BIer, eso es captar un ob$eto haciendo traba$ar solamente la imaginaci)nD BEe%ore, incluso si tus nervios )pticos fueran como los de todo el mundo, a menos que consientas en hacer funcionar la imaginaci)n ante las grandes bestias, no verían nada en absolutoD En general, lo que encontramos aquí no son las cosas que estamos acostumbrados a ver en la vida cotidiana % que, por tanto, no exigen que utilicemos la imaginaci)n# <Ies, Ee%ore, all! aba$o, en esa agua amarillenta, esa especie de planchas de madera, de color pardo oscuro, con una arista eriada de puntas en medioN <4)mo podría alguien que no tuviera imaginaci)n darse cuenta de que son cocodrilos, ehN 7 allí, al fondo, al lado de los mano$os de pa$a % el mont)n de excrementos cerca del surco de cemento, aquellas dos placas de chapa amarilla que se balancean tranquilamente, <qui'n podría adivinar que son la cabea % parte de la espalda de un rinoceronte, dimeN Ee%ore, lo que acabas de ver hace un instante, esa especie de enorme toc)n gris, era una pata de elefanteG pero que el verlo no te ha%a llamado la atenci)n para que te digas: BIeo un elefante8 es totalmente naturalG pues <por qu' un peque0o nativo de una isla oriental tiene que tener, desde su nacimiento, la facultad de imaginar elefantes de Vfrica, eh, Ee%oreN /hora, cuando vuelvas a casa, si te preguntan: 8<Ee%ore, has visto el elefanteN8, olvida toda esta historia del toc)n gris, grotesco % grandeG no pienses m!s que en los elefantes, tan f!ciles de reconocer, de los dibu$os de tus libros de cuentos, % responde: 8BEe%ore ha visto el elefanteD8, aunque es verdad que el toc)n gris es el elefante realG pero, en definitiva, de todos esos muchachos sanos que llenan el oo, no ha% ni uno, <me o%esN, que, a partir de esa forma gris, de ese toc)n, % s)lo con su observaci)n, haga traba$ar suficientemente su imaginaci)n natural para llegar a identificar el elefante real# B9o que se contentan con hacer, es re.dibu$ar la imagen que tienen en la cabea, el elefante de los dibu$osD B/sí, Ee%ore, si no te has impresionado demasiado al ver el verdadero elefante, no ha% que desanimarse# Mientras el hombre gordo parloteaba así, medio monologando, medio dirigi'ndose a su gordo hi$o, entraron a peque0os pasos a un camino en pendiente que los llev) a una especie de desfiladero estrecho# 1rosiguiendo constantemente su parloteo, el padre fluctuaba sin cesar entre dos sentimientos que, en el borde exterior de su conciencia todavía cerrado sobre sí mismo, mantenían un precario equilibrio: por una parte, la sensaci)n de liberaci)n de la aglomeraci)nG %, por otra, una especie de inexplicable angustia que oprimía su cora)n# En ese momento, surgi) del suelo, como impelido por un resorte, un grupo de gente furiosaG parecían traba$adores % hasta entonces habían estado sentados formando un corro, en el suelo# El hombre gordo advirti) que 'l % su hi$o se encontraban cercados# / pesar de su aturdimiento, se despo$), para dirigirse hacia el mundo exterior, de aquella conciencia que quería permanecer concentrada sobre su hi$o, cu%a mano tenía siempre estrechamente cogida con la su%aG % se dio cuenta de que no solamente se habían ale$ado de la aglomeraci)n, sino de que el sitio donde se encontraban era una especie de garganta estrecha sin salida# Era la parte posterior del espacio dedicado a los osos blancosG cuando se de$aba caer la mirada m!s all! de la muralla de piedras amontonadas para figurar una especie de monte rocoso, se percibía un plano inclinado de cemento que formaba una pendiente mu% brusca, imitando un *P Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura acantilado de hielo, por donde los osos iban % venían, % un estanque para que pudieran ba0arse# 1ara cualquiera que, encontr!ndose en la parte ba$a en el lado opuesto, hubiera levantado la vista, el lugar donde se encontraban el hombre gordo % su hi$o en ese momento debía de parecer la cumbre de una alta monta0a desconocida, m!s all! del acantilado de hielo % del mar# @esultaba que el padre % el hi$o estaban perdidos % se hallaban en la parte trasera del iceberg# 2ebía de tratarse de un ata$o por donde se daba de comer a los osos blancos, o por donde se llegaba a aquel oc'ano /nt!rtico artificial para realiar la limpiea tanto de la pendiente como del estanque, aunque, eso sí, no parecía que tomaran demasiado inter's en la tarea# Lna ve hubo visto lo que los rodeaba, el hombre gordo se vio envuelto, como por una nube de moscas, de un olor inhumano proveniente de la parte trasera del ool)gico, de la ona donde estaban las fieras# 1ero <qui'nes podrían ser aquellas gentesN <Au' hacían agrupados allí, en corro, al fondo del ata$o, % por qu' habían cercado, con hostilidad repleta de odio, al hombre gordo % su hi$o, que llegaron allí simplemente porque se habían extraviadoN 1ens) en seguida que era un equipo de $)venes $ornaleros que, no teniendo nada que hacer ese día, habían ido allí, fuera de la vista, a dedicarse a alg:n $uego de aar# 2e la c!mara secreta donde 'l se había encerrado con llave para mantener con Ee%ore aquella conversaci)n que m!s que nada era un mon)logo, su conciencia había salido lo suficiente al exterior para detectar con prontitud los signos de una partida interrumpida, aunque, a decir verdad, los $ugadores no tomaban demasiadas precauciones# Manteniendo aquellos di!logos totalmente personales % exclusivos de los dos, una conversaci)n que tenía como e$e central sus manos estrechamente unidas, padre e hi$o se habían adentrado demasiado en el terreno de los $ugadores, o en su 8territorio8, seg:n el lengua$e animal, % no podían evitar un enfrenta.miento# 4ogiendo siempre la mano del ni0o, intent) dar la vuelta, pues no se le ocurría qu' decirlesG pero uno de los golfos le cort) la retirada apenas intent) moverse % otro se puso a pegarle una % otra ve# 4omen) entonces un interrogatorio severo mientras le llovían bofetadas a diestro % siniestro#8<Eres de la poli o eres un chivatoN >o parabas de hablar hace un instante, <era para comunicarte con la poli con un micro port!tilN8 Mientras recibía pu0etaos % patadas el hombre gordo intentaba explicarse, pero s)lo conseguía enfurecer a:n m!s a los maleantes# .B>o hacías m!s que hablar# % con qu' entusiasmoD <Es así como hablas a un crío como 'lN El hombre gordo replic) en su defensa que su hi$o, adem!s de ser retrasado mental, veía mu% mal, lo que le obligaba a detallarle todo lo que se encontraba alrededor de ellos, %a que sin tales explicaciones el ni0o no aprendía nada# .BEste crío es tontoD <4)mo puede comprender todas tus parrafadas, ehN Wasta con mirarlo, es tonto, no comprende una palabra de lo que decimos, <es evidente, noN 9os granu$as insultaban así a su hi$o, % 'l hubiera querido responder que la comunicaci)n entre el ni0o % 'l se hacía por medio de sus manos entrelaadas: pero, presintiendo la inutilidad de sus esfueros, con los labios agarrotados no abri) la boca: <cu!l era el medio de hacer comprender la relaci)n especial que le unía a su hi$oN Auiso poner al ni0o $unto a sí para defenderlo con su cuerpo, pero en un segundo le fue arrancada de su mano la manecita c!lida % mo$ada por el sudorG varios hombres se apoderaron de 'l agarr!ndolo por los tobillos % las mu0ecas# ?in cesar de proferir amenaas, se pusieron a balancearlo adelante % atr!s, dispuestos a mandarlo al estanque de los osos# Sl se veía cogido pasivamente en un movimiento de balanceo que le elevaba a una altura vertiginosa, % captaba en su campo visual el cielo % la tierra dando vueltas, la ciudad % sus calles a lo le$os, los !rboles, % $usto deba$o de 'l, al fondo de un abismo vertical, similar a una trampa infernal, el reducto % el estanque de los osos# En lugar del refle$o esperado de p!nico % terror, era una desesperaci)n radical, monumental % todavía m!s grotesca la que le embargaba, % se puso a dar gritos, cu%o timbre era demasiado intenso incluso para sus propios oídos, gritos que parecía que iban a desencadenar en respuesta los aullidos de todas las bestias del oo# *+ Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura En ese momento, balanceado % propulsado por los braos de los golfos hasta lo alto del estanque de los osos .tenía la impresi)n de que calculaban el impulso necesario para arro$arlo en pleno charco, donde, esperando su llegada, el sucio oso amarillo chapoteaba sumergido hasta los hombros., el hombre gordo, que había renunciado a poner resistencia, tom) conciencia .con la nitide luminosa de quien, sobre un m!ndala , , entrev' con toda la fuera de una revelaci)n la confusi)n entre el tiempo % el espacio. de que en la desesperaci)n que lo invadía, mientras gritaba como un animal, se combinaban tres cosas diferentes: a& /:n cuando convenciera a estos granu$as de que no he venido a espiarlos, seguro que, por el puro placer % la excitaci)n de hacerlo, me mandarían al estanque de los ososG no me cabe duda de que son mu% capaces de hacer una cosa así# b& O bien, enloquecido de rabia por haber invadido su territorio, el oso me devora o bien me herir' % entonces, demasiado d'bil para nadar, perecer' ahogado en esa agua sucia# ?uponiendo que salga de 'sta, me volver' loco unos segundosG si fue exactamente la locura lo que condu$o a mi padre a llevar una vida de total reclusi)n hasta su muerte, <por qu', puesto que su sangre circula por mis venas, me habría de librar %o de ellaN c& @epresento para Ee%ore la :nica ventana que se abre al mundo exterior % que le permite aprehenderlo# 4uando, a causa de la locura, esta ventana no d' m!s que sobre un laberinto en ruinas, inevitablemente, se replegar! hacia un estado de demencia a:n m!s sombrío que ahora, a:n m!s turbioG no ser! m!s que un animalito martiriado, % entonces desaparecer! para 'l toda posibilidad de recuperaci)n# 9o que quiere decir que, ahora, ha% dos seres que pueden ser aniquilados# 9a comple$idad de sus confusos sentimientos hio que su mente se precipitara en una noche de rabia % aplastante dolor, un abismo de insondable profundidad hacia el que empe) a proferir abominables gritos abandon!ndose a la caída# Mientras caía a toda velocidad aullando, vio sus globos oculares completamente despegados de sus )rbitas, % en la pupila, en el centro del círculo color casta0o, no se vislumbraban m!s que el sufrimiento % el terrorG o$os de animal# En medio del estrepitoso ruido que emiti) el agua al saltar, mo$ado de asquerosas salpicaduras, el hombre gordo percibi) c)mo a su alrededor acudía la manada de osos blancos, sus recias pisadas, el rasgar de sus arpaos### 1ero se trataba de un pedrusco que alguien había lanado desde lo alto, mientras que 'l todavía era balanceado por aquellos golfos# /hora se convertía en un globo ocular gigantesco agarrado por aquellos braosG la esfera, de color de c!scara de huevo, era el mundo donde había vivido en su totalidad su propia persona, % por el sutil casta0o del círculo central desfilaba el carrusel del sufrimiento, del miedo, de la idiote de los retrasados, que recordaban las irisaciones de una canica de cristal# El obeso s)lo era un globo ocularG no estaba en situaci)n de atormentarse por su hi$o: ni siquiera era 'l mismo, tan s)lo era un o$o, un enorme o$o amarillento, de ochenta kilos de peso### 7a había anochecido en el oo cuando termin) el lento proceso que, del estado de globo ocular gigantesco, le devolvi) a su condici)n real de fatuo hombre gordo# Ln hedor insoportable que, como si fueran dedos sucios, cre%) sentir que hurgaba en su pecho, le estaba torturando# En un primer momento, el agua f'tida de la que su cuerpo % sus ropas se habían impregnado le hio creer que en verdad había sido arro$ado al estanque de los ososG pero al cabo se percat) de que s)lo había sido salpicado por el lanamiento de un pedrusco# Entonces empe) a hacerse preguntas sobre su hi$o, que debía de haberse convertido en un animalito medio loco# <;abría muertoN El veterinario .Bel veterinarioD. que se ocupaba de 'l le di$o qu' había sido de Ee%ore % quiso aprovechar la ocasi)n para recordarle lo que hubiera podido pasarle# En la versi)n del funcionario, le habían encontrado despu's de la hora del cierre del parque, al efectuar la limpiea, soloG estaba llorando en los servicios, m!s o menos en el lado opuesto al estanque de los osos , Especie de cuadro que representa el universo b:dico % los estadios sucesivos impuestos a los diferentes seres# "#$ de las %$& EC Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura blancosG durante las horas posteriores estuvo delirando, profiriendo palabras sueltas acerca de su hi$o# El hombre gordo aleg) que no recordaba nada en absoluto de lo que había hecho durante sus nueve horas de extravío# 9uego, agarrando al veterinario bruscamente lo conmin) a encontrar a su peque0o, que, si a:n no había muerto desquiciado, no tardaría en hacerlo# Entre tanto, un empleado entr) en el despacho donde el obeso permanecía echado en una cama rudimentaria rodeado de animales disecados: venia a informar de que había de$ado en la comisaría a un ni0o, seguramente extraviado# 1ese a lo pesado que era, el hombre gordo corri) con el cora)n en la boca hacia la comisaríaG allí encontr) a Ee%ore# El peque0o obeso acababa de engullir una cena tardía en compa0ía de $)venes agentes a los que daba las gracias a su manera, uno tras otro, repitiendo: .<Ee%ore, estaban buenos la 1epsi.4ola % los tallarines en caldo de carneN 1ara probar que tenía la tutela del ni0o, el hombre gordo telefone) a su esposa, a la que tuvieron que esperar# /sí, por un capricho del aar, le fue otorgada una libertad cruel exactamente a los cuatro a0os % dos meses del nacimiento del peque0o retrasado, Mori, su hi$o# El combate que esta ve libraba mu% conscientemente por exigencia de otra liberaci)n, no conllev) m!s que una reacci)n por parte de su madre: la difusi)n de la circular que había mandado a imprimir# En este punto se estabili) la línea del frente, puesto que no obtuvo ninguna otra respuesta# 9as sucesivas cartas con las que la hostig), así como las llamadas telef)nicas, fueron como echar agua al mar: las primeras fueron devueltas % respecto alas segundas, nadie se tomaba la molestia de responder# Jras varias semanas de aplicaci)n de esta t!ctica, persistiendo en su determinaci)n, llam) una ve m!s a su madre, en plena noche# 9a telefonista del pueblo del alto valle, una ve hubo tomado nota de su conferencia a larga distancia en un $apon's mec!nico % oficial, le expres) instantes m!s tarde su simpatía, pero esta ve sirvi'ndose de la lengua local, m!s familiar, llam!ndole, con la me$or intenci)n, por su apellido (como era la :nica persona residente en Jokio que telefoneaba al pueblo, le bastaba con tomar nota del n:mero para saber qui'n llamabaG incluso sospechaba que escuchaba las llamadas, pero tenía otros problemas para perderse en vanas investigaciones: no estaba para monsergas", para decirle en vo desolada: .Esta noche, a pesar de mi insistencia tampoco responde nadie# El caso es que ella no es mu$er que se ausente de su casa .8ella8 era sin duda su madre, que vivía sola en su casa del valle.G aunque, por otra parte, estamos en plena noche# >o coge el tel'fono adrede, Bsiempre la misma canci)nD BExageraD <Auiere que co$a mi bicicleta % va%a a despertarlaN /cept) el favor % no tard) en hablar con ella# Me$or dicho, su madre se content) con descolgar el auricular sin decir una palabra# 9a complaciente operadora, una ve terminada su misi)n, había vuelto a ocupar su puesto a toda velocidad .Bel deber ante todoD., % seguramente estaría escuchando las recriminaciones que el hombre gordo, en tono un tanto amenaador, le hacía a su madre# .</caso crees que alguien se tragar! las mentiras de tu circularN BEnviar eso a la familia de mi esposaD 7 suponiendo que una enfermedad de la que me contagi' en el extran$ero me hubiera desquiciado, % que la enfermedad del peque0o fuera consecuencia de ello, <c)mo es que mi mu$er no se contagi), ehN BJu texto lo sugiere % se lo has enviado a ella tambi'nD BAuiero creer que t: no crees una palabra de todas esas calumnias, mi enfermedad, mi locura###D </ no ser que ha%as vuelto a la vie$a escenita de la locuraN BEs un truco demasiado vie$oG nadie se de$ar! enga0arD /dmitamos que lo has vuelto a hacer, que tu locura presenta todos los síntomas de autenticidad, los suficientes para enga0ar a alguien, cr'eme madre, %a no sería una falsa locuraG es que te habrías vuelto loca de verdad### Madre, madre, <por qu' sigues calladaN <1or qu' escondes el manuscrito % mis notasN <2e qu' tienes miedoN <2e que si escribo % publico algo sobre mi padre, toda la gente que conoce a nuestra familia piense que estaba loco % que, puesto que su sangre corre por las venas de su descendencia, mi hi$o es la prueba clara, concreta e irrefutable de elloN <Es eso###N <Miedo de que mis hermanos % hermanas se sientan humilladosN 1ero <no te das cuenta de que con su fingida locura, por una parte, % al propagar que es una enfermedad sucia E* Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura lo que me ha hecho enloquecer, por otra, el resultado a:n puede ser peorN >o, %o no creo que mi padre muriera de locuraG tan s)lo quiero saber qu' fue de 'l# En aquella 'poca mis hermanos ma%ores estaban en el e$'rcitoG los peque0os, % mis hermanas, eran criosG so% el :nico que se acuerda de nuestro padre % de su muerte en el trastero donde se había recluido# Auiero saber qu' sucedi)# <1or qu' cuando te hablo de ello te escondes tras el silencioN <1or qu' finges haber perdido la ra)n###N <Je preguntas por qu' so% el :nico de tus hi$os que se preocupa hasta la obstinaci)n de los :ltimos a0os % de la muerte de padreN B1ero es que para mí es tremendamente necesarioD ?iempre me contestabas con evasivas: 8<1or qu' me hablas ahora de estoN BJus hermanos % hermanas tienen en la cabea cosas m!s importantesD8 1ero la verdad es que para mí es mu% importante, madre, el conocer hasta el :ltimo detalle de esta historia, de lo contrario, presiento que un día u otro %o mismo vo% a terminar encerr!ndome a vivir en mi propio trasteroG % luego, un buen día, soltar' un grito % a la ma0ana siguiente mi esposa le dir! a Ee%ore lo que t: me di$iste aquella ma0ana: 8Ju padre ha muerto# >o quiero que llores, ni que escupas, ni que hagas tus necesidades, ma%ores o menores, sin una ra)n poderosa, mirando al oeste###8# Madre, seguro que te acuerdas muchas cosas sobre mi padre# <>o le has dicho a mi esposa que si me pierdo en relatos idealiados, tal como hacía mi padre en sus :ltimos a0os, no crea una palabraN Jodos esos a0os, 'l los vivi) confinado en su trastero, sin moverse siquiera, tap!ndose los o$os % los oídosG <no fuiste t: quien di$o que esta historia de encierro voluntario como protesta contra su 'poca, como rechao absoluto a admitir la realidad de la guerra con 4hina, es decir, contra un país al que veneraba, era pura % simple invenci)n, % que no se debía m!s que a una mente enloquecidaN </caso no te percataste de que en una 'poca en la que el abastecimiento era escaso, 'l se atiborraba de todo lo que tenia al alcance de su mano, sin que tuviera que moverse para ello .pues lo :nico que podía mover era la boca.,% que cuando muri) no era m!s que un saco de grasaN <>o querr!s insinuar que si no salía del trastero era porque sentía verg6enaN Jodo esto se lo contaste a mi esposaG entonces, <por qu' negarme a mí la menor confidencia sobre mi padreN <1or qu' escamoteaste las notas que iba tomando cuando me acordaba de algoN# 7 la ma0ana en que una ilusi)n hio creer a mi esposa que estaba apunto de colgarme, <qu' le di$isteN Aue mi padre $am!s hacía nada 8en serio8, que sabías que, hiciera lo que hiciera, no era m!s que una 8comedia8, %a que 'l siempre se decía, al emprender algo: 8Esto no va en serio8G que nada le afectabaG que no se daba cuenta de nada, % que cuando al fin se daba cuenta de algo, %a era demasiado tarde# Esas cosas que, seg:n t:, no hacía 8en serio8, <qu' cosas eranN <Au' quiere decir eso de 8demasiado tarde8N BMadre, si te empe0as en quedarte callada como una tumba, te vo% a contar algunas de mis reflexiones: %o tambi'n, como mi padre, % con tapones en los oídos, engordar' enormemente .%a lo esto% un poco., % cuando me va%a al otro barrio soltando un grito, <tu intenci)n es la de consolar a mi viuda repitiendo una % otra ve que el hi$o, al igual que el padre, se daba cuenta de las cosas cuando %a era demasiado tardeN <1retendes una ve m!s gritar: 8BAu' tonteríaD8 con aire de superioridadN 9o he sabido recientemente: Bmi hi$o puede prescindir de mí para vivir como puede vivir un retrasado mental, lo que significa que a partir de ahora %a so% libre, que %a no tengo que cuidar de 'lD /hora %a puedo dedicarme por completo a pensar en mi padreG so% libre de quedarme sentado hasta la muerte, como 'l, en un sill)n mec!nico de barbero, en la oscuridad de un trastero# <1or qu', madre, no me respondes m!s que con un silencio que me hace sentir rechaadoN # 7a te lo he dicho, s)lo quiero una cosa: la verdad sobre los :ltimos a0os de mi padre# >o pretendo escribir su biografíaG aunque me lo permitieras, me comprometo a no publicar nada# Entonces, madre, <a:n te niegas a hablarmeN ?i no me crees cuando te digo que lo :nico que quiero es conocer la verdad del pasado, te dir' que, si se me anto$ara, podría redactar una biografía inventada de mi padre, con locura % suicidio, % publicarla# 7 si lo hiciera, podrían llegar a arruinarte comprando papel para tus circulares % en gastos de impresi)n % envíoG nunca me vencerías, siempre habría gente que me EE Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura creería a mí antes que a ti# 1or eso, el recuperar mi manuscrito % mis notas para mí es secundarioG lo importante es saber la verdad por ti### >o te miento, si no me devuelves el manuscrito, so% capa de recitarlo de memoria: 8?i mi padre se ha recluido en una existencia de encierro totalmente voluntario###8 Jranquilamente, pero con firmea, colgaron# 1!lido de frío % de desesperaci)n, el obeso volvi) a la cama, donde, con el emboo hasta la cabea, se pas) un buen rato tiritando# /l igual que la noche de la terrible experiencia en el estanque de los osos, llor) suavemente, a escondidas# ?o0) que hacía una eternidad que no había oído el sonido de la vo materna# ;abía sido a su esposa a quien su madre había contado lo de su padre# 1ero <cu!ndo había oído a su madre hablar de su padreN Hmposible de recordar# ?eg:n su esposa, su madre s)lo evocaba a su marido llam!ndolo 8/ALS9###8 8/ALS9###8G 8Jhe man###8# /quello le hio recordar un pasa$e de un poema de guerra de un poeta ingl's en el que 8Man8 empeaba con ma%:sculas# M!s que una reminiscencia del pasado, se trataba de una presencia de cada instante# 4omo algunos c!nticos de la secta 8Jierra 1ura8 entonados por su abuela hasta que muri), aquel poema formaba parte de su cuerpo % de su alma, como una plegaria# /quello se convirti) para 'l en la s:plica de 8/ALS98 en lo m!s penoso del conflicto en que su padre vio morir, uno tras otro, a sus amigos chinos:8Jhe voice of Man: &, teach us to outgrow our madness#8 ?i esta frase .82inos c)mo sobrevivir a nuestra locura8. fuera la de 8/ALS98, llegaba a la conclusi)n el hombre gordo, entonces 8nuestra locura8 sería a la ve la su%a % la mía# Mientras murmuraba esos versos como una plegaria,8nuestra locura8 era para 'l la su%a % la de su hi$o Ee%ore# 1ero ahora esas palabras no podían concernir m!s que a 8/ALS98 % a 'l mismo, :nicamente# 8/ALS98, con su pesada masa encastrada en el sill)n de barbero en el fondo del trastero, había ocultado sus o$os % sus oídos % repetía infatigablemente esta plegaria: 82inos, por favor, c)mo sobrevivir, 'l % %o, a nuestra locura#8 El obeso se aferraba, obstinado % apasionadamente, a esta idea: 89a locura de /ALS9 tambi'n es mi locura#8 / partir de ese momento, en su conciencia, toda preocupaci)n por su hi$o era vana# <4on qu' derecho su madre cortaba el hilo que comunicaba su locura con la de su padreN El hombre gordo %a no lloraba, temblaba, pero no de frío, sino de rabia, hasta tal punto que incluso las s!banas llegaron a emitir un ligero ruido de fricci)n# En esta nueva perspectiva, incluso las emociones que vivi) al borde del estanque de los osos quedaban al margen de toda interdependencia entre su hi$o Ee%ore % 'l# En la medida en que esta aventura lo arranc) de la esclavitud que le venía impuesta por la existencia de su hi$o, le pareci) que el suceso tuvo un efecto positivo# 9o que ahora avivaba su rabia era su madre, que le había impedido sistem!ticamente descubrir el sentido real de la invocaci)n: 82inos c)mo sobrevivir a nuestra locura8, proferida por /ALS9 en un momento en el que qui! estaba punto de obtener una respuesta, % entonces se veía a un paso de perder la ra)n, como si por segunda ve alguien lo arro$ara a un charco donde le aguardaba un oso blanco rechinando las mandíbulas# Iolvi) a dormirseG pero en sus sue0os la rabia seguía ardiente# ?u mano febril estaba s)lidamente presa por la de un gigante grande como un hipop)tamo que le daba la espalda, sentado en un sill)n de barbero, al fondo de un trastero oscuro# 9a rabia se transmitía a toda velocidad de uno a otro, como una corriente alterna, utiliando como 8bobina8 las dos manos enca$adas,. aunque, por mucho que esperara, el gigante furioso permanecía sin inmutarse mirando hacia la penumbra % en ning:n momento se giraba el peque0o obeso que era 'l# 4uando despert), el hombre gordo a:n estaba m!s decidido a enfrentarse a su madre en un asalto decisivo# ?e $ur) volver a escribir la historia de los :ltimos a0os de /ALS9 % de su locura, que iniciaría investigaciones en torno a ese 8sobrevivir a nuestra locura8, es decir, la de /ALS9 % la su%a# ?in embargo, una ve m!s, su madre tom) la iniciativa en el ataque# 2urante la noche perdida entre solloos, rabia % sue0os, ella fue lo bastante lista para tomar medidas % estudiar un plan, % al amanecer elabor) el texto de una nueva circular en la cual, rompiendo el silencio que había guardado durante veinte a0os, habl) de su difunto marido# 2os días despu's de la llamada telef)nica del hombre gordo, lleg) a su domicilio ('l no estaba en casa" un sobre certificado: su madre le enviaba sus notas % el manuscrito en el que había querido E, Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura plasmar a todo precio la existencia de su padre# 2ías m!s tarde, :nicamente con el retraso de la impresi)n, el cartero entreg) a su esposa .siempre certificada. una circular claramente redactada durante la noche en la que el hombre gordo telefone) a su madre# >o hace mucho le puse al corriente de que mi tercer hi$o había perdido la cordura: me equivoqu', % le pido que no lo tenga en cuenta# 1uesto que ha llegado el momento, le contar' lo que recuerdo: mi difunto marido, implicado en la con$ura del grupo de oficiales###, que termin) en fracaso, lleg) a la escalofriante conclusi)n de que la :nica salida era el asesinato de ?u Ma$estad el Emperador# 3ue la naturalea de este hecho monstruoso lo que lo condu$o a recluirse en el trastero, que permaneci) tapiado hasta su muerte# Ssta se debi) a una insuficiencia cardiacaG el certificado de defunci)n fue extendido % se encuentra en el a%untamiento# Esto es todo lo que tenía que comunicarle# 3irmado: M Hnvierno de *+F### 8<?iempre habr! alguien dispuesto a salvar al puebloN 4ierro los o$os % sue0o con un mundo sin conspiradores###8 4;&KL 9a primera circular, aparentemente, no había impresionado a la mu$er del hombre gordoG la segunda, en cambio, le conmovi) hasta lo m!s profundo de su ser# ?e pas) toda una tarde le%'ndola % rele%'ndola, sin decirle una palabra a su marido# ?)lo cuando se vio incapa de sacar ninguna conclusi)n le inform) de su llegada, 'l le%) el texto en silencio, % como se qued) callado con aire preocupado, ella le pregunt): .<@ecuerdas, verdad, lo que tu madre me cont)G que no cre%era una palabra de los relatos idealiados que me hicieras de los :ltimos a0os de tu padreN 7 dado que ella, hasta ahora, no había hablado de ese asunto, <no crees que si se ha decidido a hacerlo es porque con tus ataques has provocado su odioN <>o se trata de la expresi)n de una voluntad de repudiarte, como cuando decía: 8?i imitas a tu padre % al final terminas como 'l, %o me lavo las manos8N En realidad, era otro aspecto de la circular lo que sorprendi) al hombre gordoG % si permanecía en silencio, era para digerir el golpe que había recibido# Jal golpe .se dio cuenta inmediatamente al leerla., como el que sinti) a trav's de su hi$o Ee%ore, toc) la fibra m!s sensible de su ser, hasta de$arlo sin habla# 2urante algunos días, buceando en sus recuerdos de ni0o, en todo lo que pudo ver u oír, intent) discernir lo que no enca$aba en la imagen de su padre tal % como pretendía plasmarla el comunicado de su madre# ?in embargo, no encontr) nada en los detalles recopilados en la biografía de su padre que estuviera en flagrante contradicci)n con el contenido de la circular# ?u abuela le había contado que su padre, acometido por un sable por un hombre que quería asesinarlo, no pudo salvarse m!s que renunciando a defenderse % permaneciendo mucho tiempo sin moverse en la oscuridad del trastero tapiado# El asesino estaría de acuerdo con el grupo de $)venes oficiales del complot inducido por su padre % M# ?e trataba, sin duda, de un persona$e desprovisto de determinaci)n % osadía, al igual que su padre, tanto si se trataba de un levantamiento armado como de emprender una acci)n individual# Ech) una o$eada al interior de la guarida donde se encontraba otro ser tan cobarde como 'l % le amena) con algunos molinetes, aunque en realidad nunca tuvo la intenci)n de pasar de ahí# /:n quedaba el drama que conmemoraba el alamiento de M, una de las cosas que enriquecían la imaginaci)n del hombre gordo desde la adolescencia: las viudas de los E= Kenzaburo Oé Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura $)venes oficiales arrastrados a la rebeli)n, treinta % cinco a0os m!s tarde no eran m!s que vie$as asiladas en un hospicioG sin embargo, volviendo a ser las $)venes esposas de anta0o, atacaban pu0al en mano a un persona$e sentado en un sill)n de barbero % que les daba la espaldaG era la 8?uprema /utoridad8, que fríamente había abandonado a los $)venes oficiales rebeldes: aunque qui! se tratara de un simple ciudadano que, despu's de defender el programa político de los con$urados con su dinero % de apo%ar el movimiento hasta el día del levantamiento, lo hubiera traicionado en el :ltimo momento, neg!ndose a participar en la acci)n, % por eso se hubiera pasado el resto de su existencia en su pueblo natal, sin salir del trastero tapiado donde se había confinado### Sste era el desenlace# Este escenario tenía su le$ano origen en las cosas que algunas personas del valle cuchichearon a su oído siendo ni0o, qui! para insinuarle lo que decía la circular de su madre# 2e todas maneras, tenía una vaga idea de que su padre había tenido que ver con los rebeldesG incluso había hablado de ello con su esposa: fue cierto tiempo antes, una noche de tormentaG le cont) algo que record) sobre su padre, algo de lo m!s normal: una noche de tormenta como aqu'lla, su padre le explic) que la vida de los hombres consistía en salir de las tinieblas % permanecer alg:n tiempo alrededor de la lu de una vela, para luego volver cada uno a sus propias tinieblas % desaparecer en ellas# 2urante una semana le%) % rele%) la circular de su madre % se sumergi) en las notas % los fragmentos de la biografía de su padreG luego, una ma0ana, mu% temprano (no es que se levantara temprano, sino que no se acost) en toda la nocheG de hecho, durante toda aquella semana no durmi) m!s que cuatro o cinco horas cada día %, excepto para comer algo, no abandon) su despacho", sali) al $ardín que había detr!s de la casa % convirti) en cenias el mont)n de papeles que había escrito sobre su padre# Jambi'n quem) una tar$eta postal que compr) en >ueva 7ork % que había clavado en su mesa de traba$o con una chinchetaG representaba una figura de %eso, un ciclista, que le recordaba a su padre tal % como lo guardaba en su imaginaci)n# 2espu's de esto, inform) a su esposa, de pie mientras preparaba el desa%uno, que había cambiado de idea al respecto de una cuesti)n acerca de la cual no habían de$ado de discutir: permitir que Ee%ore llevara gafas % meterlo en una instituci)n para ni0os retrasados# ?abía que, sin decirle nada, su esposa había llevado de nuevo a Ee%ore al oftalm)logo, % que probablemente se había reba$ado a fin de obtener la receta de las gafas especiales que clandestinamente hacía llevar al ni0o# 9os laos entre su hi$o % 'l se habían roto: ahora los dos eran independientes el uno del otro# 7 al mismo tiempo podía asegurar que había puesto distancias entre 'l % su padre %, como consecuencia, se sentía libre# ?u padre no había perdido el $uicio: no existía ninguna relaci)n entre la locura de su progenitor % la su%a# 1oco a poco, de$) de llevar a Ee%ore en bicicleta al restaurante donde servían los tallarines en caldo de carne# /l acercarse a la edad en la que su padre inici) su reclusi)n voluntaria, % aunque sus preferencias lo llevaban hacia las comidas fuertes % grasientas, como pies de cerdo a la coreana, las ganas de comer le fueron desapareciendo poco a poco# ?e propuso adelgaar e iba a la sauna al menos una ve a la semana# Ln día de primavera, hacia el mediodía, mientras se duchaba despu's de la sauna, vio delante de 'l a un desconocido de piel bronceada que le intrig) profundamente# El vaho que empa0aba el espe$o sin duda estaba allí por alg:n motivo: ese desconocido era 'l# / fuera de observar la imagen que llenaba el espe$o, fue advirtiendo en ella numerosos síntomas de desequilibrio mental# 1ero, esta ve, %a no tenía ni hi$o ni padre con quienes compartir la locura que se apoderaba de 'l cada ve con m!s fuera, amenaando con invadirlo por entero# 9a :nica libertad que le quedaba contra esa locura, era la de hacerle frente en solitario# ;abía renunciado a escribir la biografía de su padre# En cambio, tan pronto escribía cartas dirigidas a /ALS9, aunque estaba claro que %a no existía en ninguna parte, unas cartas en las que repetía incesantemente: 82inos, por favor, c)mo sobrevivir a nuestra locura8, como se ponía a escribir algunas líneas que siempre comenaban diciendo: 8?i inicio una existencia de encierro voluntario, es porque###8 7, como si se tratara de un testamento, guard) en un ca$)n ba$o llave aquellas notas que $am!s mostr) a nadie# E-
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