Esteban Dabrowski/ Taller de lectura y escritura/ Profesora D’Agostino/ 2013¿Existe correlación entre el lenguaje y la discriminación hacia la mujer? Introducción Desde hace ya varias décadas, es posible percibir a nivel mundial una saludable transformación de la sociedad: la presencia de mujeres en ámbitos que antaño les eran vedados. Sin embargo, la lucha por una sociedad con igualdad de oportunidades para ambos géneros lejos está de concluir; siendo un claro ejemplo de esto el vigente debate acerca del lenguaje y sus implicaciones en la inclusión —o exclusión— de las mujeres en la sociedad. ¿Contribuye efectivamente el empleo del lenguaje a la creación y reproducción de los rasgos androcéntricos de la sociedad? El presente escrito intentará encontrar una respuesta a este interrogante, valiéndose de la exposición y contraposición de los distintos puntos de vista esgrimidos por el lingüista y catedrático Ignacio Bosque, y la periodista especializada en género June Fernández. Complementariamente, se abordará la problemática desde la postura adoptada por el equipo de filólogas y lingüistas pertenecientes a NOMBRA (Comisión Asesora sobre el Lenguaje del Instituto de la Mujer), con el objeto de esclarecer definitivamente los lazos que vinculan al lenguaje con la inclusión de las mujeres en la sociedad. ¿Inocente o culpable? La presencia de discriminación hacia la mujer en la sociedad constituye un fenómeno puesto en evidencia incontables veces, mas la relación que ésta pueda sostener con el lenguaje dispara opiniones diametralmente opuestas. Al respecto, Ignacio Bosque descarta que al lenguaje le corresponda algún tipo de responsabilidad por dicha discriminación. Si bien admite la existencia de comportamientos verbales sexistas, los considera uno más de los potenciales usos de la lengua y niega que la misma sea causante de exclusión per se. El lingüista se ocupa también de ciertos términos o formas en cuya etimología es posible reconocer un sustrato social androcéntrico, y establece que el paso del tiempo se ha encargado de lavar cualquier rasgo sexista. La consideración del hombre como punto de referencia se vería, entonces, fosilizada. Esteban Dabrowski/ Taller de lectura y escritura/ Profesora D’Agostino/ 2013 De esta manera, Bosque considera que la búsqueda de una sociedad más igualitaria e inclusiva no debe comprender cambios en el lenguaje (puesto que este no es un factor constituyente de la desigualdad), sino en las prácticas sociales mismas: Intuyo que somos muchos —y muchas— los que pensamos que la verdadera lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos. No creemos que tenga sentido forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad, (…) ahondar en las etimologías para descartar el uso actual de expresiones ya fosilizadas o pensar que las convenciones gramaticales nos impiden expresar en libertad nuestros pensamientos o interpretar los de los demás. (Bosque, 2012) Todo lo contrario se desprende de la obra de June Fernández. Para la periodista, en el lenguaje existen desigualdades estructurales porque se reflejan las desigualdades estructurales presentes en la propia sociedad. Sería entonces adecuado desnaturalizar al androcentrismo en el uso de la lengua, buscando alternativas para forjar un lenguaje más abarcativo. Con dicho cambio, la autora considera que el lenguaje se enriquecería pues ganaría en precisión a la hora de designar las diferencias entre ambos géneros: ¿Es tan difícil entender que las normas sobre el castellano se consolidaron en tiempos en los que las mujeres no eran reconocidas como ciudadanas, y que la lengua debe adaptarse a los nuevos tiempos, como se ha adaptado a la generalización de los anglicismos y ha ido admitiendo términos relacionados con las nuevas tecnologías? (Fernández, 2012) El lenguaje como productor de realidad El lenguaje probablemente sea la institución social y cultural más influyente de todas, pues se erige como el instrumento fundamental mediante el cual los seres humanos nos comunicamos, transmitimos y perpetuamos una serie interminable de significaciones, normas, valores y costumbres. El lenguaje permite constituir nuestro mundo al tiempo que nos constituimos como sujetos. Entendido de esta manera, es evidente que el lenguaje tiene injerencia en la manera en que pensamos y, en consecuencia, actuamos. La existencia de términos que valoran lo masculino como totalidad o instancia superior se traducen en una sociedad con comportamientos discriminatorios hacia Esteban Dabrowski/ Taller de lectura y escritura/ Profesora D’Agostino/ 2013 las mujeres. Por ejemplo, “hombre” en tanto “humanidad”, o “zorro” como alguien astuto e inteligente y “zorra” como una mujer promiscua o una prostituta muestran una desigualdad estructural en la lengua. Por otro lado, el uso sexista del lenguaje puede excluir a las mujeres mediante la falta de representación en el mismo. Cuando se pretende nombrar un conjunto de mujeres o uno mixto mediante el empleo del masculino, aún incluso con términos que poseen también formas femeninas, se invisibiliza a las mujeres. Esto es sostenido por las autoras del texto acreditado a la Comisión Asesora sobre el Lenguaje del Instituto de la Mujer, quienes además establecen que no es en absoluto redundante usar el masculino y el femenino: Si tenemos en cuenta que hombres y mujeres tenemos el mismo derecho a ser y a existir, el hecho de no nombrar esta diferencia, es no respetar uno de los derechos fundamentales: el de la existencia y la representación de esa existencia en la lengua. (Alario et al. 1995) Conclusión En síntesis, a partir de lo expuesto en el presente trabajo se ha demostrado que el androcentrismo del lenguaje y su uso sexista contribuyen a la exclusión de las mujeres en la sociedad, refutando las opiniones de aquellos que sostienen que el lenguaje no determina siquiera en parte la forma en que vivimos. De esto que fue dicho se desprende un interrogante de gran importancia, el de cuáles son los cambios que debieran realizarse en el lenguaje para lograr una sociedad más inclusiva. De cara al futuro, la resolución de este problema determinará si el ser humano es capaz de construir un espacio en donde predominen la igualdad y el respeto a las diferencias. Bibliografía Esteban Dabrowski/ Taller de lectura y escritura/ Profesora D’Agostino/ 2013 Alario, Carmen et al. (1995) “La representación de lo femenino y lo masculino en la lengua” por Carmen Alario, Mercedes Bengoechea, Eulalia Llendó y Ana Vargas. Madrid, Instituto de la mujer. Bosque, Ignacio (2012) “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”. El País. Madrid, 4 de marzo. Fernández, June (2012) “Sexismo Lingüístico”. Gente Digital [en línea], 4 de marzo. Consultado en http://gentedigital.es/comunidad/june/2012/03/04/sexismo- linguistico/ [citado 4 de noviembre de 2013]