Maurice Blanchot; “Ser Judío”, en La Conversación Infinita, Arena Libros; Madrid, 2008. “La atención, la espera. La espera, la desgracia. Reflexionar históricamente sobre estas palabras que son tan difíciles de pronunciar incluso manteniéndolas en su sencillez abstracta, es exponerse todavía con más dificultad a experimentar una historia sobre la cual Simone Weil estuvo obligada que cerrar los ojos: ¿por cuál necesidad?, ¿por cuál dolor del pensamiento? Por qué debe ella olvidar, permaneciendo demasiado fiel a la claridad griega, que toda reflexión sobre una justicia fundamental pasa por la condición dada a los judíos desde hace milenios? ¿Por qué, a nuestra vez, nos resulta tan engorroso reflexionar acerca de ello? ¿Por qué, reflexionando acerca de ello, detenemos nuestra reflexión a tiempo, acogiendo a lo sumo lo que hay de negativo en la condición judía –iluminados así de nuevo (admitiendo que se trate de una luz) sobre algo extremadamente negativo-‐, pero perdiendo la significación positiva del judaísmo? ¿Quizá sea por temor a hacer el juego al nihilismo y a su sustituto más grosero, el antisemitismo? Pero quizá este temor sea la misma manera como tales poderes se nos imponen todavía e incluso hasta en nuestro rechazo. No vamos a dejar de ver de ver este equívoco en acción. El judío es malestar y desgracia. Hay que decirlo distintamente, incluso si esta afirmación, en su indiscreta sobriedad, es ella misma desafortunada. El judío, a través de los tiempos, es el oprimido y el acusado. Es y ha sido el oprimido de cualquier sociedad. Cualquier sociedad, y particularmente la sociedad cristiana, ha tenido su judío, con el fin de afirmarse contra él, en una relación de opresión general. Podría decirse –tomando la expresión de F. Rosenzweig-‐ que hay un movimiento de la historia que convierte a cada judío en el judío de todo hombre; lo que significa que cada hombre, sea cual fuere, tiene una relación particular de responsabilidad, relación aún no dilucidada, con aquel “Prójimo [Autri]” que es el judío. “Ser judío, dice Clara Malraux, quiere decir que nada nos es dado.” Y Heine: “¿El judaísmo? No me hable de eso, doctor, no se lo deseo ni siquiera a mi peor enemigo. Insultos y vergüenza, esto es lo que acarrea: no es una religión, es una desgracia.” El ser-‐judío sería por tanto – vamos a ello-‐ esencialmente una condición negativa: ser judío sería desde un principio estar privado de las posibilidades principales de vivir, y no de un modo abstracto, sino real. Sin embargo, ¿es sólo esto la existencia judía? ¿Sólo es una carencia? ¿Sólo es la dificultad de vivir que impone a cierta categoría de hombres la pasión odiosa de los demás? ¿No hay una verdad del judaísmo, no sólo presente en una rica herencia de cultura, sino viva e importante para el pensamiento de hoy, incluso cuando ésta recusa todo principio religioso? En el hecho de tener que formular tal pregunta y en el 1 Albert Memmi se pregunta por qué el judío debería siempre negarse. su miedo. esta interrogación no se recibirá como la de una exigencia religiosa. pues. para cada uno de nosotros. todo cuanto puede decirnos la experiencia judía no podría pretender agotar el rico sentido que ella posee. Y es efectivamente verdad que el antisemitismo ha modificado la existencia judía (aunque no fuere más que amenazándola. de un modo implícito. hasta injuriosa. que se pronuncia una palabra peligrosa. Lo principal. aquí. la relación de todo hombre consigo mismo. relación de la que sólo podríamos apartarnos sustrayéndonos a una interrogación necesaria.sentimiento de la audacia que uno demuestra al formularla. parece que se falta a la reserva. en la medida en que éste proyecta en su enemigo sus poderes de injusticia. como si ser judío sólo pudiera tener un sentido peyorativo y no designar una verdad grave. para defender a quien él ataca no habría más remedio que retirarle toda existencia y verdad propias. a través de este pensamiento y esta verdad. no revela nada del judío sino todo del antisemitismo. es decir. pero solamente como un negativo del antisemitismo. ¿Está tan hundido el antisemitismo en las maneras de ser que. al mismo tiempo. Convengamos por último que. ser judío tampoco es una ruptura del incógnito donde debería desaparecer el judío. quizá no 2 . obligándole ya sea a negarse o a reivindicarse. Ciertamente. tiende a reconocer la diferencia judía. es un signo de sorprendente barbarie. Cada uno entiende lo que puede. Pero. Sartre. no solo para estar seguro. cuando afirma que el judío sólo es producto de la mirada de los demás y es judío sólo a causa de que los demás le miran como tal. hay. a este nivel. Ha mostrado que el retrato-‐ acusación levantado contra el judío. una relación excepcionalmente importante. está en juego esta relación del hombre con el hombre. Afirmemos también que no puede tratarse del interés que se pone en hechos de cultura. Ser judío significa más y sin duda algo esencial que importa aclarar. Esto sólo puede ser el resultado de un trabajo largo y de una meditación más personal que erudita. una obligación de buscar si. Sartre ha descrito el antisemitismo con rigor. Portrait d’un juif. su maldad baja. Gallimard]. por qué se le rehúsa el derecho a la diferencia. fondo que debe llamarse el judaísmo y que define. haciéndole desaparecer en la irreal abstracción humana que luego se le reprocha? “¡El judío no es más que un hombre como los demás! ¿Por qué hablar de judíos?” Y cuando se le nombra por su nombre. Hay un pensamiento y una verdad judía. por lo demás. su estupidez. ser judío no puede ser el simple reverso de la provocación antijudía. siendo entonces la ausencia tanto su refugio como su definición. Así. sino en cierto modo para ser él mismo. Convengámoslo previamente. reduciéndola y a veces exterminándola) y quizá también la idea que algunos judíos se hacen de sí mismos – pero sobre un fondo de realidad y autenticidad “históricas” previo. [Albert Memmi. esté en largos desarrollos. Sobre el primer punto. en cualquier momento. establecerse mediante un pacto con la permanencia que autoriza la residencia y que certifica la certidumbre del suelo. otra exigencia. El nomadismo responde a una relación que la posesión no satisface. En este sentido corta con el paganismo (con todo paganismo): ser pagano es fijarse. Exigencia de arrancamiento. la desgracia y la esperanza. pero un pueblo sin tierra. se pregunta: “¿Qué significa ser judío? ¿Por qué existe eso?”. En uno de sus libros André Neher nos recuerda estas etapas de la presencia judía (presencia de una no presencia). Hay una verdad del exilio. Hay una vocación del exilio. no es solamente reconocido como una maldición. porque salir (ir afuera) es la exigencia a la que uno no puede sustraerse si quiere mantener la posibilidad de una relación de justicia. aprendamos a hablar. plantarse en tierra en cierto modo. la inseguridad. entre todas las respuestas. ciertamente será mostrándonos que es preciso. despeja también. lo mismo que arruina toda relación fija entre el poder y un individuo. sino que está ya comprendido por entero en las palabras mismas: ser judío. y finalmente impide la tentación de la Unidad-‐ Identidad. Cuando Pasternak. ¿Y a dónde es llevado cada vez por esta noche del éxodo que se renueva año tras año? A un lugar que no es un lugar y donde no es posible residir. eso existe para que. afirmación de verdad nómada. Pero este exilio. creo que. y sería ésta: eso existe para que exista la idea del éxodo y la idea del exilio como movimiento justo. Más adelante. por la autoridad de esta experiencia. instalando en el corazón de cada uno la ansiedad. eso existe. Cada vez que el hombre judío se hace notar en la historia. ligado por un habla. el éxodo se convierte en el exilio que acompaña todos los percances de una existencia perseguida. hay una en tres términos que difícilmente podríamos evitar escoger. rompe en un momento determinado con esta civilización y renuncia a la residencia. El desierto convierte a los esclavos de Egipto en un pueblo. Ciertamente el judío tiene en primer lugar derecho a este nombre de judío (no conozco ninguno que sea más digno de ser 3 . la reflexión y la historia nos ilustran con una dolorosa evidencia. lo mismo que convoca a una residencia sin lugar. un grupo o un Estado. felizmente instalado en la civilización sumeria. Más tarde. a través del exilio y gracias a la iniciativa que es el éxodo para que la experiencia de la extrañeza se afirme entre nosotros en una relación irreducible. por su parte. Abraham. por pesado que sea. Si el judaísmo está destinado a adquirir un sentido para nosotros. estar listo para ponerse en camino. lo hace por la convocatoria de un movimiento. frente a la exigencia del Todo. y si ser judío consiste en estar encomendado a la dispersión. el pueblo judío se hace pueblo por el éxodo. pierde su sencillez. que antes de ser israelita fue hebreo (hoy convirtiéndose en israelí) y que. sin duda está rodeado de misterio. el hebreo Abraham no sólo nos invita a pasar de una ribera a otra. manteniendo aquél entredós que es la verdad del paso. como pasafronteras. reino y Estado. El propio hebreo no seguirá siendo el hebreo. pero no hay que olvidar que. por lo tanto. pero que. Naher tiene demasiada tendencia a traducir en términos dialécticos. sino de esta relación particular consigo misma que ha puesto en su proximidad la extrema lejanía. [André Neher. L’éxistence juive (Éditions du Seuil)]. funda el derecho humano al comienzo. El hombre judío es el hebreo. Así marcado. al desarrollarse. bajo la noche de Peniel. en el desfiladero de Jacob. En cuanto israelita. no permaneciendo sino alejándose. al convertirse en Israel. el origen es una decisión. A lo cual hay que añadir que este memorial del origen que nos viene de un pasado tan venerable. esta lucha de la cual no se sabe nada puesto que su envite es la verdad de la noche. soledad sacerdotal. esta decisión es la de Abraham separándose y afirmándose como extranjero para responder a una vedad ajena a lo que él es. que es. está en el Exilio y como destinado a hacer del exilio el reino. está en el Reino. En cuanto judío. hasta que ella le alcanza como una bendición. se puede estar a la vez en el Exilio y en el Reino. La soledad de Israel. la distancia infinita. La relación. El judío es el hombre de los orígenes que se relaciona con el origen. mediante la migración y la marcha. Comienzo remitido. única creación verdadera. con lo Desconocido que sólo se conoce en la lejanía. fue israelita. no para vencerlo. quien ha sufrido la ruda interpelación del Extranjero. se convierte en el contacto enigmático. sino a dirigirnos a todas partes donde haya que realizar un paso.reivindicado). el hebreo. El hebreo pasa de un mundo –el mundo constituido de Sumer-‐ a un “no todavía mundo”. Así nació el judío. antes de serlo. sin embargo. pero no tiene nada mítico: Abraham es plenamente un hombre. está a merced de la extrañeza que él corre el riesgo de convertir en poder. social también. Repito aquí rápidamente las observaciones de André Neher. se vuelve aquél que no es como los demás. “¿Cómo.) 4 . cuando significa una contrariedad de la que no puede dar cuentas la dialéctica. sino para acogerlo en la noche misma del habla que él soporta firmemente. responsable de la elección ambigua que le pone aparte. el de aquí abajo. transmitido a cada uno de nosotros. ser a la vez vagabundo e instalado? Esta contradicción es precisamente la que convierte al hombre judío en un judío” (Contradicción que quizá A. cuando es el hombre de los orígenes. no sólo procede de las pasiones de los hombres que la rodean. privilegio. por esta primera partida. la elección es una alteración. Naher. diciendo así que la verdad del comienzo está en la separación. Jacob tropieza con el Afuera inaccesible del que se convirtió en su partenaire. luchando. ser judío significa llevar sin flaquear la carga y la plenitud de todos estos nombres. la presencia distinta. eso que no debe ser retenido cuando viene el día. ritual. dice A. es un hombre que se va y que. En los griegos encontramos la primacía del mundo de las Ideas. es porque el orden de las realidades donde hay arraigo no posee la clave de todas las relaciones a las cuales debemos responder. ¿será porque. de tus parientes. nuestro poder de asimilarlo todo. El éxodo y el exilio indican una relación positiva con la exterioridad cuya exigencia nos invita a no contentarnos con lo que es propio nuestro (es decir. Y. por otra parte. el desprecio por la presencia. también. sí. Las palabras éxodo. Si hay que ponerse en camino y errar. la enseñanza del Dios único. así como las palabras oídas por Abraham: “Vete de tu lugar natal. ¿Por qué el errar sustituye el dominio de lo Mismo por una afirmación que la palabra Ser –en su identidad-‐ no podría satisfacer? No se trata solamente de privilegiar el devenir. si no basta el arraigarse en la cultura y en la consideración de las cosas. La negación de lo terrenal. el nomadismo mantiene. estaríamos condenados a la exclusión que prohíbe toda morada? ¿No sucede más bien que esta errancia significa una relación nueva con lo “verdadero”? Y. llevan consigo un sentido que no es negativo. por el rechazo de lo terrestre. todavía. una reivindicación puramente idealista. en cuanto excluidos de la verdad. lo 5 . más allá de todo horizonte. sino como una manera auténtica de residir. se descubre para el hombre otra dimensión donde tiene que remitirse. Por una parte. no se trata tampoco de introducir. para lo visible. permanente? ¡Como si el estado sedentario fuese necesariamente la mira de toda conducta! ¡Como si la verdad fuese necesariamente sedentaria! Pero por qué este rechazo a fundar este “concepto” de lo verdadero en la necesidad de permanecer. exilio. como una residencia que no nos liga a la determinación de un lugar. El éxodo y el exilio sólo expresan la misma referencia al Afuera que lleva consigo la palabra existencia. Aquí debería intervenir el gran don de Israel. sino la revelación del habla como lugar donde los hombres se mantienen en relación con lo que excluye toda relación: lo infinitamente Distante. a lo que está fuera de su alcance. pero no porque hubiera que huir de este mundo o vivir en él como fugitivos eternamente desdichados. la luz como medida). Salir de la morada. ni al asentamiento junto a una realidad de ahora en adelante fundada. segura. por encima de lo establecido. una manera de reinar invisiblemente. de tu casa”.Ahora insistamos en un punto. que sigue siendo. el derecho de poner en tela de juicio las distribuciones del espacio reclamando las iniciativas del movimiento y el tiempo humanos. relacionarlo todo con nuestro Yo). lo encontramos con los cristianos. Pero diré con brutalidad que lo que le debemos al monoteísmo judío no el la revelación del único Dios. ¿no se afirmaría este movimiento nómada (donde se inscribe la idea de partición y separación) no como la eterna privación de una morada. el rebajamiento de la vida. ir y venir de modo que se afirme el mundo como recorrido. Frente al horizonte visible-‐invisible que nos propone la verdad griega (la verdad como luz. La distancia no es abolida. de lo que hay entre el hombre y el hombre. por el contrario. en efecto. aquélla por la cual los términos en presencia no tienen que expiar esta relación. autorizan al intérprete a no pronunciarlo. la enseñanza y una tradición viva: sucede que si. le corresponde al habla hacer de ella el lugar de la escucha. Admitamos que el pensamiento judío ignore o rechace la mediación y el habla como mediadora. es reconocerlo como desconocido y acogerlo como extranjero. cuando nada distinto de ellos mismos los acerca ni los separa. En este sentido. con respecto al humanismo griego. hace esta observación: “No me atrevería a presentar ningún mandamiento como humano… Pero tampoco puedo presentar el carácter divino de toda la Torah de otro 6 . sino que solicitan y reciben acogida debido a lo que tienen de no común. hay separación. Hablar. Desde luego sería atrevido pretender representar al judaísmo dejando que se volatice el nombre de Dios. excluye toda unión” o bien “Hay en el espíritu del judío un abismo insuperable”. He aquí el gran hecho de Israel. El humanismo judío. extrañeza están encargadas de desplegar en diversos modos de experiencias. prefijo que designa el aparte y la separación como origen de todo “valor positivo”. sin obligarle a romper su diferencia. un Dios para que la interrogación del hombre pueda alcanzar su altura y su amplitud. Cuando Hegel. pero un Dios que hablase un lenguaje de hombre. todavía se trata del hombre. existencia. éxodo. sino que. Franz Rosenzweig. en definitiva. se mantiene preservada y pura por el rigor del habla que sostiene lo absoluto de la diferencia. es buscar la fuente del sentido en el prefijo que las palabras exilio. exterioridad. Después del pecado de Adán. en un movimiento dentro del cual lo ajeno del Extranjero se libera sin renunciarse. incluso ahí donde Dios está nominalmente presente. Dios habla y el hombre le habla. Pero precisamente su importancia consiste en enseñarnos que hablar inaugura una relación original. sorprende. el habla es tierra de promisión en la que el exilio se realiza en morada. de manera que le es remitida al lenguaje la profundidad de la pregunta que nos concierne. interpretando al judaísmo declara: “El Dios de los judíos es la más alta separación. si se puede quedar dispensado de ello. ni siquiera queda disminuida.absolutamente Ajeno. la primera palabra que le viene desde arriba es ésta: “¿Dónde estás?” A Dios le incumbe expresar la pregunta humana por excelencia: “¿Dónde está el hombre?” –como si fuera necesario. y si hay abismo insuperable. Hablar con alguien es aceptar no introducirlo en el sistema de las cosas por saber o de los seres por conocer. ni hay que renegar de ellos a favor de alguna medida llamada común. sólo está omitiendo lo esencial cuya expresión llevan desde hace milenios los libros. debido a una preocupación por las relaciones humanas tan constante y preponderante que. el habla atraviesa el abismo. aunque la discreción acerca de este nombre. puesto que no se trata de estar en ella en su casa. el silencio que lo mide en tantos textos importantes. en cierto modo. sino siempre en el Afuera. interrogándose sobre el carácter de los mandamientos. no extranjeros. dice: “He visto a Elohim cara a cara y he salvado la vida.”” (Cf. adaptado por Charles Touati: Le loi dans le pensée juive (Colection Présences du judaism. lo puede todo. un poco después. sino que reclama la supresión efectiva de los judíos. Negación tan absoluta. Acaba de luchar con el partenaire de la Noche. lo cual confirma también lo terrible de semejante encuentro cuyo desenlace no podrá ser más que la aceptación o la muerte. es decir de someter a la omnipotencia de la muerte lo que no se mide en términos de poderes. aceptarás la ofrenda de mi mano. sino “Te veo como se ve a Dios”. lo cual confirma que la maravilla (la sorpresa privilegiada) es efectivamente la presencia humana. la de la “distancia infinita”. empezando por la afirmación original con la cual éste nos confronta. En este sentido. tal como dice Levinas (que en rostro es irreducible a la visibilidad). a fin de ejercer mejor en contra de ellos aquel principio de denegación con que ha revestido su imagen. Jacob no dice a Esaú: “Acabo de ver a Dios como te veo”. puesto que vi tu cara como se ve la cara de Elohim. Quien ve a Dios está en peligro de muerte. quien le afirmó de un modo ya significativo: “Has luchado con Elohim como con hombres”. cuando éste está en presencia del Prójimo. de la cual el rostro humano. sino designando como pura separación y pura relación lo que del hombre al hombre excede el poder humano. se encuentra con su hermano Esaú. El trabajo de Isaac Heinemann. y le dice: “Si me perdonaste. incluso cuando es franqueada. Quien encuentra al Prójimo no puede relacionarse con él más que por la violencia mortal o por el don del habla en su acogida. designando este lugar con el nombre de Peniel. y Jacob. el antisemitismo no es en absoluto accidental: representa la repulsión que inspira el Prójimo. Por arbitrario que sea limitarse a estas observaciones. infranqueable. sin embargo. nos aporta su revelación y nos confía su responsabilidad. Y esta verdad consiste en que quien quiera leer el sentido de la historia de los judíos a través del judaísmo. 7 . la necesidad de matar al Otro. Albin Michel)).” Ahora bien. 2) transforma en faltas –en una realidad ética y socialmente condenable-‐ aquel ser-‐negativo al que él reduce al judío. distancia irreducible. Recordemos a Jacob. Los judíos no son diferentes a los demás. 3) no se limita a un juicio teórico.” Expresión extraordinaria. debe reflexionar sobre esta distancia que separa al hombre del hombre. sino que prestan el testimonio de la relación con la diferencia.modo que el Rabino Nobel: “Y Dios se le apareció a Abraham. el malestar ante todo lo que viene de lejos y de otra parte. a la manera en que quiere convencernos el racismo. y tú me has aceptado. éste alzó los ojos y vio a tres hombres. a quien le sobran motivos para temer. ni separados por un incomprensible castigo. el cual. sino que nos recuerdan la exigencia de extranjeridad. separado y distante que lo Invisible mismo. no pienso que su dirección falsee la verdad. es decir. Quizá se podría decir que el antisemitismo tiene tres características: 1) Invierte en negación todos los valores “positivos” del judaísmo. no es menos inaccesible. esta Otra presencia que es el Prójimo [Autrui]. esto no es suficiente. Pero. Despreciar este aspecto del antisemitismo es renunciar a recobrar su gravedad. habría también que suprimirlos de la historia. cuando. incluso si se modifican una a otra. Excluir a los judíos. Es posible que hayamos entrado en un periodo totalmente nuevo de la historia que vería la liquidación progresiva de la opresión sufrida por el judío. negarse a ver todo lo que está en juego. Rosenzweig: “Estos chavales quieren ser felices”. es decir. se afirma y se refuerza el antisemitismo. Pero aquí hay que hacer distinciones. Recuerdo estas palabras de H. Albert Memmi. F. Entiendo perfectamente por qué muchos. ya que este se nutre de un mito que no tiene nada que ver con las condiciones reales de la existencia. se condena a un movimiento de rechazo sin límite. este proceso sólo está comenzando…” El renacimiento del Estado de Israel. así. 1 1 Sin concluir. tal como las cita. el habla inscrita y mediante la cual el hombre. Por una parte. de modo que garantizar a un pueblo la 8 . Dado que entonces se hizo evidente que no se trataba de ser feliz. Por lo tanto. allí donde falta todo horizonte. antes y después de todo libro. Es una reflexión que no habría podido recibir tan simplemente después del advenimiento de Hitler. querría prevenir una objeción. verdaderamente. las relaciones que ligan el ser-‐judío a un pueblo o a una nación determinada. pero no dar alcance a la presencia en cuanto presencia vacía nunca presente. como lo dice precisamente Rosenzweig. afrontado a la infinidad. así como la conciencia más viva que tenemos de lo que es una condición de opresión. a través de la existencia judía. está ya girado hacia el hombre: en una palabra. el hambre de vivir implica. observo que en el fondo los antisemitas tampoco buscan otra cosa que desembarazarse de la exigencia metafísica que se planteó a todos por el judaísmo. el deber metafísico de vivir (y quizá también de ser feliz). se pregunta: “Todo esto es ya pasado? En parte lo pienso. sino de ser. habría que negarle a la cuestión todo sentido que no fuese simplemente histórico y sólo pedirle a la historia que lo suscitó los medios para responder a ella. retirarlos de los Libros por donde nos hablan. renunciar a encontrar una de sus raíces y. dicen que así se fomenta el odio de los judíos. entre aquellos a quienes espanta el antisemitismo. Pero. también son relaciones históricas que no deben considerarse fuera de la historia y que deben cambiar por la labor de los hombres dentro de la historia. en el mundo. suprimir al “prójimo”. ahora bien. desean enmudecer al acusador de los judíos atenuando la importancia de la cuestión que viene de éstos. De ahí que el antisemita. que no cesa de reafirmar la relación con lo infinito que implica el ser-‐judío y con lo cual no puede acabar ninguna forma de poder. desde lo más lejano. porque no lo encuentra (así como se puede matar a un hombre presente. aparte de que una regresión siempre es posible. sea cual fuere la forma. no. borrar finalmente esa presencia que es. por otra parte. Sin duda. Sin embargo. exterminarlos. sin aprobación ni crítica. pueden hacernos adelantar este camino.en verdad. la denuncia radical del ser-‐judío. Protestan en contra de lo que llaman la metafísica de la cuestión judía. y para suprimirla mejor quieren la supresión de todos los judíos. Cohen sobre los sionistas. al final de su libro. debe quedar claro que la cuestión expresada por las palabras “ser-‐judío” y la cuestión del Estado de Israel no podrían identificarse. sino solamente hacerla desaparecer). esto no basta. frente al Estado. Aquí citaré una observación de André Neher. A pesar de todo. Puede asegurarse que sólo la produce bajo otra luz. siempre es la tarea más urgente. de la “verdad nómada”. en la lucha. de un Estado-‐ responde parcialmente a l problema de la salvaguarda de los judíos. Neher: “Que el Estado de Israel sea religioso o laico. como si todo el movimiento llevado por el judaísmo debía tender nada más que a la fundación de un Estado concebido según el modelo del Estado del siglo XIX. si esta misma tarea –la que pasa por la edificación de una morada y. la trascendencia. la del Estado. así como en las sociedades precedentes del marxismo o liberadas de la servidumbre colonial. en la sociedad que se ensaya en Palestina. finalmente. y más generalmente. Toda la vocación judía está en tela de juicio. esto no es competencia de los partidos políticos.” Me tienta concluir diciendo que. sino de los filósofos. aunque fuere mediante la reconstrucción de una “residencia” y quizá por la vía peligrosa de una reivindicación nacional. la ideología sionista propusieron para una situación específicamente oriental (quizá sería mejor decir: rebasando toda significación histórica determinada) una solución puramente occidental. y bajo esta amenaza no menos grave que es la necesidad de tal lucha para “la salvaguarda”. por el hecho de que tanto unas como otras tiene que decidir sobre el sentido y el porvenir. posibilidad de una existencia libre. la misma filosofía se mide peligrosamente con el poder. que sea capaz de realizarse en un reparto o una síntesis de ambas dimensiones (e incluso de no ser laico ni religioso). Anota que Th. que es una cuestión universal. la afirmación del Todo. no puede constituir una respuesta a lo que plantea el ser-‐ judío. 9 . reivindicando para sí la realidad de la Ley. Citaré a A. Herzl. bajo la amenaza.