Marguerite Duras-El Amor
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MARGUERITE DURASEL AMOR Título original: L' amour 1.a edición en Andanzas: mayo 1990 1.a edición en Fábula: enero 1999 © Éditions Gallimard, 1971 © de la traducción: Enrique Sordo, 1990 Diseño de la colección: Pierluigi Cerri Ilustración de la cubierta: detalle de El amor de las almas, dejean Delville, 1900 Reservados todos los derechos de esta edición para Tusquets Editores, S.A. — Cesare Cantil, 8 — 08023 Barcelona ISBN: 84—8310—615—9 Depósito legal: B.448—1999 Impresión y encuadernación: GRAFOS, S.A. El amor Arte sobre papel Sector C, Calle D, n.° 36, Zona Franca 08040 Barcelona Impreso en España Marguerite Duras 2 El amor Marguerite Duras MARGUERITE DURAS Nació en Indochina en 1914 y murió en marzo de 1996. En 1932 se trasladó a París, donde estudió derecho, matemáticas y ciencias políticas. En 1943 publicó su primera obra, La impudicia (Andanzas 244), a la que seguirían más de veinte novelas, guiones cinematográficos y textos dramáticos. De su producción narrativa, Tusquets Editores ha publicado Moderato cantabile, El vicecónsul, El arrebato de Lol V. Stein, Los ojos azules pelo negro, (también en Fábula 73), Emily L. (Fábula 31), Los caballitos de Tarquinia, El amor, Destruir, dice y El amante de la China del Norte (Andanzas 19, 26, 43, 45,67,95, 118, 147 y 153). Tras una profunda crisis psíquica, marcada por el alcoholismo, escribió tres obras maestras: El hombre sentado en el pasillo, El mal de la muerte (La sonrisa vertical 34 y 40) y El amante (Andanzas 15 y Fábula 14), su novela más conocida, sobre la que el célebre cineasta francés Jean—Jacques Annaud se basó para realizar la película del mismo título. A ellas se ha sumado un ensayo último sobre la experiencia de la escritura, Escribir (Marginales 135). 3 El amor Marguerite Duras El amor Un hombre. Está de pie, mira: la playa, la mar. La mar está baja, apacible, la estación es indefinida, el tiempo, lento. El nombre se encuentra en un camino de tablas colocado sobre la arena. Va vestido con ropas oscuras. Puede distinguirse su rostro. Sus ojos son claros. No se mueve. Mira. La mar, la playa, hay charcos, superficies aisladas de agua tranquila. Entre el hombre que mira y la mar, siguiendo la orilla de la mar, lejos, alguien camina. Otro hombre. Va vestido con ropas oscuras. A esta distancia su rostro es indistinto. Camina, va, viene, va, vuelve, su recorrido es bastante largo, siempre igual. En alguna parte de la playa, a la derecha del que mira, un movimiento luminoso: un charco se vacía, una fuente, un río, unos ríos, sin punto de reposo, alimentan el abismo de sal. A la izquierda, una mujer con los ojos cerrados. Sentada. El hombre que camina no mira, nada, nada que no sea la arena que tiene ante él. Su caminar es incesante, regular, lejano. El triángulo se cierra con la mujer de los ojos cerrados. Está recostada en un muro que delimita la playa hacia su final, hacia la ciudad. El hombre que mira se encuentra entre esa mujer y el hombre que camina por la orilla de la mar. Debido al hombre que camina, constantemente, con una lentitud regular, el triángulo se deforma, se reforma, sin romperse nunca. Ese hombre tiene el paso regular de un prisionero. El día declina. La mar, el cielo, ocupan el espacio. A lo lejos, la mar ya está oxidada por la luz oscura, al igual que el cielo. Tres, son tres en la luz oscura, en la red de lentitud. El hombre sigue caminando, va, viene, frente a la mar, al cielo, pero el hombre que mira se ha movido. El deslizamiento regular del triángulo sobre sí mismo acaba: El hombre se mueve. Comienza a caminar. Alguien camina, cerca. El hombre que miraba pasa entre la mujer de los ojos cerrados y el hombre lejano, el que va y viene, prisionero. Se oye el martilleo de su paso sobre el camino de tablas de la orilla de la mar. Este paso es irregular, inseguro. El triángulo se deshace, se suprime. Acaba de deshacerse: en efecto, el hombre pasa, se le ve, se le oye. Se oye: el paso se espacia. El hombre debe de mirar a la mujer de los ojos cerrados situada en su camino. 4 Deja de mirar algo. y él. otra ciudad. Durante un instante nadie oye. El grito ha sido proferido y se le ha oído en el espacio entero. ella ha levantado ligeramente su brazo con un gesto infantil. mantiene su movimiento inicial. No lo ha rebasado. Él la mira. Ojos cerrados. Su paso se oye cada vez menos. nadie es visto: Ni el prisionero loco que sigue caminando por la orilla de la mar. otra más: la misma. Se mantiene frente a la mar. Rostro blanco. desplazada hacia la ausencia. empotrada en el muro. Un grito. El hombre que miraba regresa. y solamente él. No nota que la miran. Está sentado sobre la arena. La historia. Más allá del malecón. Durante un instante nadie mira. sobre la mar. inmóviles como el cuerpo. lo levanta. Luego. Ha comenzado antes del caminar por la orilla de la mar. Sigue batiendo el paso del hombre que camina. Se reanuda de nuevo. El hombre que miraba ha pasado ya. levanta su rostro hacia el cielo. no ha aminorado su marcha. del movimiento de la mar. se ha cubierto con él los ojos. pero ella. La historia comienza. él no se ha detenido. la lentitud. El paso se detiene. azul. Irregular. El hombre que camina por la orilla de la mar. Se le ve. ni el hombre sentado. se reanuda. Tiene las piernas extendidas. y ha permanecido así algunos segundos. va hacia un malecón que está tan alejado de la mujer como ella lo está del caminante de la playa. La ignoran. Han gritado hacia el malecón. su rostro se descompone y el hombre grita. No sabe que es mirada. Se ha implantado ya sobre la arena. Pero ahora se hace visible. ocupado o vacío. Después de otras ciudades. a la mujer de los ojos cerrados. otra ciudad. Sigue caminando con su paso infinito de prisionero. del gesto. mucho más allá. inaccesible. Fuerza detenida. Ha lacerado la luz oscura. ni la mujer de los ojos cerrados. El paso se reanuda. La mujer es mirada. Se detiene. 5 . El hombre llega al malecón.El amor Marguerite Duras Sí. al hombre que camina. frente a la mar. del movimiento de la luz. nadie escucha. se ignoran. El brazo ha caído de nuevo. la playa. a su vez. la mar. Se detiene de nuevo. que comienza a motearse de luces eléctricas. Y luego se oye un grito: el hombre que miraba cierra los ojos a su vez bajo el impulso de una tentativa que lo empuja. ha visto ese gesto: ha vuelto la cabeza en dirección a la mujer. se sienta. Detenida en su movimiento de fuga. el prisionero. Manos medio enterradas en la arena. inseguro. Está en la luz oscura. antes del grito. Él levanta la cabeza. Ella se vuelve apenas hacia él. Su mirada está extraviada. de una dulzura monótona que puede asustar. llega. Todavía la luz: es la luz. Él se vuelve: el hombre que camina por la orilla de la mar ha desaparecido. la blanca capital tras la playa. de pronto. iluminante. Thala. Ella le ve. Se detiene. ella habla. la mar. Él se acerca a ella. avanza en medio de las gaviotas. Como el cambio de la luz. aumenta el ruido. A medida que se acerca al camino de tablas. mira lo que ella acaba de mostrar: ve que. hacia el sur. ella le mira. se apoya en el muro. Ella se calla. —Ha llegado usted esta mañana. Thala. Ella responde muy claramente: —Miro. Llamaremos a este hombre el viajero —si por casualidad ello es necesario— a causa de la lentitud de su paso. y luego permanece así. regresa del malecón. Entra en el campo de su presencia. Su tono no exige respuesta. —Ha oído usted que han gritado. cambia. gritos. Pasa por delante de la mujer. Crece. Accidente. a causa del extravío de sus ojos. ya no cambia. la playa. estaban ahí. hasta el río. La luz continúa cambiando. —Lo he oído. El viajero dice: —La luz. Son las gaviotas de la mar. Él responde. 6 . se le ve. —Así es. gritos de hambre. después. Él da un paso más.El amor Marguerite Duras Se oye de nuevo su paso. Ella abre los ojos. el hombre que camina regresa. Cambia. La progresión de su marcha es regular. Él pregunta: —¿Qué hace usted ahí? Se va a hacer de noche. La luz cambia ahora de intensidad. La mira. alrededor del hombre que camina. y explica: —Esto es S. Se detiene. Blanquea. El perfil de las palabras es muy claro. Ella señala a su alrededor. Llega hasta su lado. cambia. la totalidad. está cambiando. igual. el espacio. Él está allí. a su lado. Él dice: —La luz cambia. ilumina. Su paso es lento. He aquí que ahora se oye de nuevo el paso del hombre que miraba. Ella señala ante ella. la ciudad azul. Están ahí. Ella se vuelve hacia la mar. por el fondo de S. Su voz es clara. Se detiene frente al que se apoya en el muro. viene. —Es decir. mira de nuevo. mira él también. Se detiene. el espacio. le da la réplica. parte otra vez. Thala. abre la boca varias veces para responder. Dice: —¿Qué está pasando? Agrega: —La luz se ha detenido. —Es decir.El amor Marguerite Duras Ella mira. Él continúa tratando de responder. Miran la luz detenida alrededor de ellos.. Él viene. también se ha detenido el ruido. Los otros no esperan respuesta. Él ha respondido: 7 . consigue ir adelante en la respuesta. Silencio: con la luz... se posa con insistencia en el viajero. Ella se calla. el ruido de la mar. Se detiene. Él se acerca al viajero apoyado en el muro. —Se detiene—. iluminante.. señala lo que hay detrás del muro. El viajero trata de responder. La inmovilidad del aire iguala a la de la luz. de una transparencia sorprendente. La mirada azul vuelve. eso es. continúa mirando la luz detenida. así es —y añade—: llegué esta mañana. —Se detiene. ve. de una fuerza muy grande. me acuerdo. Sus ojos son azules.. Me acuerdo. Responde sin voz: —De todo. El viajero habla el primero: —Esto va a seguir su curso. del conjunto. esto no es posible. —¿De qué? Un impulso incontrolable. Su voz no tiene eco. El tono expresa una violenta esperanza.. No se oye ya su paso. La ausencia de su mirada es absoluta. descubre de nuevo la detención de la luz. espera. en ese hotel? —Sí. Luz detenida.. —¿Usted cree? —Lo creo.. Una vez hecho este gesto. le priva de voz. —No es la primera vez que viene usted a S. Él aparta sus ojos del viajero. Ella calla. El hombre que camina llega hasta el punto de su recorrido donde poco antes se había detenido. En la imposibilidad de responder. su claridad es deslumbrante.. señala a su alrededor. —¿Vive usted allí. La mirada azul es de una fijeza devoradora. —Algo va a ocurrir. Se vuelve. el viajero levanta la mano y señala a su alrededor.. Llega.. Señala con la mano. todo. Habla con una voz fuerte. La voz de timbre luminoso asciende hasta él. el viajero. iluminante. orgánico.. Lo que se oye no es la mar. sigue escribiendo: «No vengas. Lentamente. la mar. la blanca capital. Ella le sigue.El amor Marguerite Duras el movimiento de la luz se reanuda. Thala. Se va. la mar. la playa. 14 de septiembre». Thala. la ciudad azul. la blanca. Se detiene. según parece. hasta el río. va en la misma dirección que ha tomado el perro. con seguridad. la ciudad azul. La mar está llana. Subraya la primera palabra. otras más: la misma. Camina lentamente. escribe: «S. Descansan. Después. Ella camina. No hay viento. pero con más precisión. la noche. ya no vale la pena». muestra de nuevo. no penetran en su espesor. No se hablan. muy sordo. No se ve lo que hay más allá de la ventana de ese lado del hotel. Thala. El hombre que camina muestra a su alrededor la totalidad. Están silenciosos. Luego se regularizan. El cielo está muy oscuro. Thala. Parece que la marea comienza a subir. Nadie anda por el camino de tablas. 8 . él añade: —Después del río también es S. Noche. Se detiene. Al parecer. Se aleja de nuevo. El perro no vuelve a pasar. El viajero pasa. El hombre coge un papel. El viajero se ha sentado frente a una ventana abierta en una habitación. Se oye cómo se aproxima. S. Vuelve atrás. la mar están en la noche. después también otras. la totalidad. el ruido de la mar recomienza. Están separados los unos de los otros. Sigue escribiendo. Se encuentra aprisionado en un volumen de luz eléctrica. Es un roer incesante. rodean S. Un perro pasa. va hacia el malecón. Ella se levanta. la playa. Noche todavía. Ya no se ve su rostro. La habitación no da a la mar. El viajero pasa de nuevo. La playa. dice: —Esto es S. su movimiento se repite. Thala. escribe: «S. Fuera. la mirada azul del hombre que camina se aparta. Después. Parece que duda entre las palabras escritas. S. Se alejan. Sus primeros pasos son titubeantes. pero en los bancos que están a lo largo de ese camino algunos habitantes se han sentado. Su movimiento se detiene. Thala. Se diría que pasea. Un choque sordo llega de las desembocaduras. Se hace de noche. le sigue. Thala». de una extensión ilimitada. muy lentos. La luz es intensa. con la cara hacia la arena. Continúan esperando. Al aproximarse el viajero. Ella hace un signo: no. Ella está allí de nuevo.. es el paso de aquí —prosigue—. Ella pregunta: —¿Hace tiempo que está usted aquí? —Sí. en S. ella no hace signo alguno. La luz comienza a descender. no penetra en ella. Las primeras gaviotas abandonan la playa. se sienta al lado de ella. Se echa sobre la cama. Luego sigue andando. la sangre. es el paso aquí. En la playa hay cierta vida.. tengo ganas de vomitar. Mira lo que ella.El amor Marguerite Duras Aleja de él la carta. Ella está completamente inmóvil. trata de no ver: la mar. el hombre del hotel. ya no se ve su rostro. en el espesor de la roedura. se vuelve hacia el lado de la pared. —Nos vigila —replica ella—. Thala. el oleaje. las gaviotas de la mar que gritan y devoran el cuerpo de la arena. —Ese recorrido siempre igual. Ella dice lentamente: —Espero un hijo. contra el muro. el hombre se detiene en medio de las gaviotas. Esperan. Él va hacia el muro. va hacia el malecón. cruzan unas sirenas de coches de policía. Es el viajero. En la mar. Está echado sobre la cama bajo el mismo volumen de luz eléctrica. Está pálida. se levanta.. —¿Quién es? Ella responde con un leve retraso.. Ella se vuelve hacia él. A lo lejos. 9 . en la materia negra. incesante. nos vigila. la fiebre. Se diría que. El caminante no vuelve sobre sus pasos: sube hacia S.. nos acompaña. Ese paso tan regular. Él mira hacia el malecón. Da unos pasos por la habitación. —¿Ha tratado de vomitar? —No sirve de nada. —No mire. esto empieza de nuevo. —No. Ya no se le ve.. Día. El hombre va de nuevo a la orilla de la mar. el movimiento nauseabundo del oleaje. al parecer. sus labios están apretados. La mira un largo rato. Ella se detiene. prosigue por detrás del malecón. hacia aquel que se aleja. Después ya sólo se oye el roer en la materia negra. Allá abajo. parten hacia el malecón. Thala. mire hacia mí. Thala. 10 . Thala. la masa del encadenamiento continuo comienza a iluminarse con luces eléctricas. Él dice: —Es el agua. Vuelve del malecón el hombre que camina. el oleaje aflora y se resuelve en resplandores blancos. Él dice: —El color desaparece. ella respira. Él escucha.El amor Marguerite Duras El viajero dice: —¿Estamos solos? Ella dice por señas: —No. Reconoce el roer incesante. Ella comienza a hacerlo. Después. En la dirección que ella acaba de indicar. ella se mueve. —No —ella hace una pausa—. Él llega. al viajero. él surge. después le llama. Dice: —O se recogen —añade—. Ella respira de nuevo. sin mirar. Se van. Ella oye. se inmoviliza de nuevo. Ambos se callan. Esperan. escruta las ropas. Ya está ahí. La arena cubre de nuevo la playa. Ella se lo muestra al viajero: —Él vuelve. —¿Qué es? —S. el descenso continuo de las aguas hacia la sima de sal. Thala. a su vez. Ella toca la mano. con dulzura. la roza con precaución. El ruido parece disminuir. el rostro. El viajero dice: —Puede usted volver a mirar. Tras la masa. el ruido de S. Detrás de él. con precaución: el movimiento de la mar continúa viéndose. Él la oye. las manos. mira. El viajero dice: —Ya no hay nada. Él todavía está lejos. esperan callados a que disminuya el ruido de S. ella escucha. eso viene de S. Pregunta: —¿Comen? Ella no lo sabe con precisión. dice: —Hay un ruido. muy oscuras. las arenas. camina por la orilla de la mar. desaparece el movimiento. las humaredas del petróleo. o nada. pero con prudencia. Unas gaviotas siguen yéndose entre resplandores blancos. Al fin oye algo: cree oír de nuevo la corriente. o duermen. Ella se remueve. señala el malecón y dice: —El grito venía de allí. Le mira a él. Thala. El color desaparece. Él escucha todavía mucho tiempo. la marea sube. Su partida se precipita. inspecciona largo tiempo la oscuridad que llega. Las últimas gaviotas de la mar se han ido. Luego. no —se interrumpe otra vez—. Estoy loco.. Thala? —Sí. —Se detiene otra vez—. el espacio de las arenas de S. —No sirve de nada. Se sienta. pero con retraso. Ella es la primera que se levanta. ellos también se levantan. más atrás. Eran numerosos: millones. Ella comienza a seguirle. —No. Pasa un rato.. La cosa vuelve a empezar. Ellos están de pie. Thala. Ella le alcanza. Entonces él reanuda su marcha hacia adelante. Ellos esperan. El primero en alejarse. su mirada azul escudriña a su vez el espacio. tan regular. les informa con gran precisión: —Nos habíamos equivocado —y prosigue—: el grito venía de más lejos. calla.. —se interrumpe—. el espesor: —¿Qué hace usted? ¿Camina por la orilla de la mar? ¿Por la orilla de S. esperan. Llega el viento. y después. Él la ve. No. Thala. Su paso es regular en cuanto comienza a caminar. pero ya es bastante con saberlo —y agrega—: con esperar. Así deben cubrir cada día la distancia. él. muy lentos. pasa sobre S. Está allí. Todo está devastado. la mar. ella está limpia. Él viene. Allá lejos él sigue acercándose. no podemos entrar allí. él se detiene para permitir que le alcance. Él llega. en salir de la inmovilidad. Les mira. hacia el río.. —¿Ha intentado vomitar? El viajero le responde. después. se pierde. Él sigue caminando. el hombre que camina.El amor Marguerite Duras Él mira. —Se detiene—. algunas veces. Es límpida. El viajero prosigue: —Sin embargo. de una intensidad fija.. Ella camina como él le marca. cualquier movimiento. ese recorrido tan preciso. regresa. Después se igualan.. Los pasos de ella son al principio titubeantes. Ellos se miran. Ella está de pie. Ella le sigue. Entonces. la mar. Se apoya en el muro. La señala. —¿Vuelve de dónde? Ella busca en la dirección que acaba de rebasar el hombre que camina. con una atención pareja. El viajero señala la mar que está ante ellos. 11 . El viajero dice: —No podemos dejar atrás S. —¿De dónde? —De todas partes.. ella dice: —Algunas veces él deja atrás S. —Es verdad. Ella le alcanza de nuevo. y luego habla. Thala.. ese movimiento tan claro. asciende por la playa. —¿Nada más? —No. —No. La mirada azul se vuelve hacia la mar. Thala. Ellos esperan: él no agrega nada. La mirada azul vigila el cielo. Ella se levanta. ellos miran. pero él —ella hace una pausa—.. es él.. tuerce en dirección a ellos. El encadenamiento continuo emerge de los petróleos. La mar se lleva el perro muerto. oye. mira. ha venido usted. Por la tarde. va hacia ellos.El amor Marguerite Duras Ellos desaparecen. Salen de tres días de oscuridad. espero un hijo. Estalla una tormenta que encrespa la mar. Ella come. Thala. oleadas de palabras. Ella ve al viajero. Sol. Después la mar. Hay cosas que ver. después hacia el río. el viento bate. las gaviotas. El sol. Hacia el lado del malecón. por encima del perro muerto. Detrás de ella. evitan. Ella todavía no ha visto que el viajero va a su encuentro. del encadenamiento de piedra. Es después de la tormenta. les ve. no penetran en la espesura de piedra. sus ojos se agrandan y se apagan enseguida. Ella avanza movida por la voluntad de aquel que está detrás de ella. reanudan la marcha. La tormenta ha ahondado sus rasgos. Cuando ella reaparece es por la tarde. Ella le reconoce. pero de una manera diferente. unas risas. al borde de la mar. Detrás de ella. Después entran. S. Ella dice: —Ah. Tres noches. Son alcanzados. El perro muerto está frente a los pilares de un casino bombardeado. Llega por el camino de tablas. unas palabras. van hacia una fuerte luz que se encuentra en el camino de tablas. Ella avanza. Ella tiene hambre. Él mira con ella. hay unas gaviotas muertas en la playa. un perro. Tres días. Ha partido hacia el río. lo atraviesan. Ya están ahí. Por la mañana. Llegan al río. a veces se vuelve y la mira. cosas que oír. el cielo es muy sombrío. los recorren. El viajero sale del hotel que se encuentra detrás del muro. Ellos parten primero hacia el malecón. Por encima. el que camina. luego el ruido decrece. al borde de la arena. Tres días entre los cuales hay un domingo. él se detiene en cuanto el viajero sale del hotel. Thala se bambolea. El cielo se calma. Cuando lo dice. no acaba de reconocerlo. vuelven por la orilla del río. Detrás de ella. Ellos miran la luz durante mucho tiempo. el otro da media vuelta. Rodean. antes del espesor. se detienen. la mar está embravecida. Thala desierta. parte de nuevo. se les ve de nuevo a la luz solar de una S. van por los lindes de S. El ruido aumenta. El lugar del muro sigue vacío. Ella repite: 12 . Ella dice: —Tengo hambre. —¿Todavía? —Sí. El ruido. del camino de tablas. sus ojos se abren dolorosamente. —¿Quiénes? Ella señala dentro de los cristales. —¿De quién? Ella no lo sabe. el hombre del hotel. El ruido decrece. El ruido del café aumenta. alguien pasa. Ellos miran. ¿por qué? Ellos se miran. a sal. el roer incesante comienza de nuevo. Ella huele a arena. Su distracción es continua. una sombra camina con paso monótono. Ella está como atenta a un término cuya amenaza parece aumentar a medida que disminuye el ruido. el lugar cerrado. Ella pregunta: —¿Viene usted a S. Aquí el ruido sigue decreciendo. El lugar se vacía. está tibia. Se transforma. Permanecen así. El viajero dice: —Él acaba de pasar por allá abajo. Su gesto es abierto. Mucho tiempo. la mano cae. ¿verdad? —Sí. aquí. sin hablar. Ella dice claramente: —Está buscando —y añade—: hay que dejarle. caminaba muy rápido. Ella. —Él se interrumpe.El amor Marguerite Duras —Un hijo. se dirige activamente hacia la masa negra del malecón. Aumenta. no miraba nada. —Se trata de un viaje. Mucho tiempo. Cuando el ruido aumenta demasiado. El viajero intenta ver más allá del lugar cerrado. Alza la mano. —Está lejos —y agrega—: es una larga distancia. toca el rostro que está mirando. ella sólo mira ahí. más allá de los cristales. Thala. Thala. 13 . Ella ve quién está a su lado: es el viajero. luego el rostro se aparta. la mano permanece posada mientras ella mira. Thala cada día? —Sí. —No lo sé. detrás. Se convierte en un canto. Más allá de los cristales. —Ha vuelto usted a S. Es un canto lejano. escuchan lo que tienen ante ellos. de una ternura desesperada: —Mis gentes de S. en todas partes. de la playa. el encadenamiento de carne. Ella dice: —Se van. El viajero la sigue con los ojos mucho tiempo. ha cesado. La tormenta ha ennegrecido sus ojos. toca la piel con dulzura mientras la voz estalla sin eco alguno. hasta que ella desaparece tras la masa negra. Continúan mirándose. Allá lejos. —Se calla. Una sonrisa pura barre su rostro. Ella no se mueve. Él siente miedo: ella no se mueve. Escucha profundamente. Él trata de escuchar todavía. la puerta se cierra de nuevo. Una danza lenta. —Ella escucha—. —¿Por qué llora usted? —¿Lloro? La puerta se abre con un gran estrépito de viento. escucha la danza lejana.. la música lejana. Escuchan el canto lejano. Escucha. en el espacio cerrado. —Es cierto que. ellos escuchan cómo cantan. ¿Les oye usted? Sus miradas parten. Él se levanta. Escucha el himno lejano. La música continúa todavía. Renuncia. atraviesan los cristales. Thala. Ella mira a su alrededor. la perdición. con él. ven de nuevo. La música cesa. dice: —¿Recuerdan? La música de S. Ven de nuevo el peligro. con una gravedad insensata. Ella levanta la mano: —¿Oye usted? —Ella se interrumpe—. el yodo de la mar. Es una marcha lenta de solemnes acentos. señalando al viajero: —Tenía miedo. Ella escucha. Ella le responde: —La policía tiene un número. A su vez. no respira. Permanece erguido. escucha esa música de allá lejos. y la hora. —Es cierto que me perdí allá lejos.. Ella dice. ella dice: —Llora. Thala cantan. el silencio. El roer se reanuda. solo. el fulgor azul de los ojos del pleno día. Señala en dirección al lugar donde ella duerme. la sal. dejé atrás la distancia —agrega—. Ella señala al viajero. los ojos azules se llenan de lágrimas. Él explica: —La música de S. de la noche plena. La sonrisa permanece fija. Thala hace llorar. delante de ella: —Se han ido. Los ojos azules se inmovilizan. —Hay que cruzar el río. Ella le mira. El hombre que camina. De repente. Esa música de ahí. 14 . Dice: —Es necesario que duerma o me moriré. Entra.El amor Marguerite Duras Las gentes de S. Él pregunta: —¿Quién es usted? La música continúa todavía. de bailes muertos. Está aquí. de fiestas sangrientas. —¿De qué? —De no volver a verle a usted. Él habla. El viajero aleja de sí la carta. entre los dos brazos. unas villas con luces apagadas. pasa junto a la estación. ve que ella duerme profundamente. —No sabía cómo volver. muy oscuro. Atraviesa el río. Sale de su habitación. la toma de nuevo: «No lamentes nada. está cerca de la estación. Noche. ramas quebradas. olvida. tras la carretera. Pasa por delante de ella. el espesor. Thala erguida. la ve a ella. no vengas ya. a los niños diles cualquier cosa. unos parques. nada.. a la brecha de la mar. respaldada en la pared del edificio.» La mano se detiene. la carretera vacía. 15 . S. que está a una veintena de metros de la que duerme. Su respiración es rítmica. su gobierno. Él ya no señala nada. Se levantan. Escribe. Él camina. en la misma postura que en la playa. El viajero prosigue hacia la punta de la isla. Olvida. Está de pie en la punta extrema del terreno. 14 de septiembre. el hombre del hotel. Noche. Él se gira. El cielo se agita mucho. Thala. calmada. Su mano tiembla. «S.». frente a las desembocaduras. se queda así. está muy bajo. Es un gran edificio de piedra. Hay huellas de la tormenta. El viajero aleja de sí la carta. Él también está allí. prosigue. Thala. déjalos que inventen». entre los dos brazos del río. Es el viajero. negro en algunas partes. El viajero avanza por el terreno de la isla. acalla cualquier dolor. duerme en el peldaño más alto de la escalinata. —¿Qué hay allí? —La prisión de S. inasible. de formas sencillas. reanuda la escritura: «Si no consigues explicárselo. La escalinata da a un terreno bordeado por los brazos del río. Salen. Detrás de los parques. Ella está allí. Él se dirige al viajero: —Hay que cruzar el río. no comprendas nada. Toma otra vez la carta. Está allí. La estación está cerrada. La mar asciende entre las márgenes de cieno. S. Está allí. Él dice al viajero: —¿Se lo ha explicado ella? Es necesario que ella duerma. Thala desierta. Ante él. La habitación sigue iluminada sin presencia alguna. se aproxima..» «No vengas. Deja la pluma. la mano se alza.El amor Marguerite Duras Él señala la dirección solitaria que hay detrás de la masa negra del malecón. escribe: «la inteligencia». A la luz eléctrica el viajero escribe. El río se separa. has de decirte que entonces estarás más cerca de. El llanto grita. El viajero se reúne con él en la punta de la isla. Él responde. un llanto. a su alrededor. Se les ve pasar por la desembocadura formando una larga cadena. ¿es ella? —Sí.. Viene... Vuelve a pasar por delante del banco. siempre apresurado. no es nada. Él habla. 16 . Durante un instante la voz continúa. anuncia: —Ella duerme bien. desde todas partes. Se sienta en un banco. ¿comprende?. —Se interrumpe—. el movimiento de los barcos sigue multiplicándose. hacia la escalinata. El viajero dice: —No me atrevo a volver al hotel. Se diría que ella forma parte del lugar donde duerme. la mar habrá dejado de subir —prosigue—. sin efectos. se inserta el llanto de un niño. Muestra el río invadido. ya no habrá más salidas y. —señala ante él—.El amor Marguerite Duras Pero no llega hasta allí. Se aleja con vivacidad. circula por la isla. Se impacienta. Señala la turbulenta desembocadura: —Mire. regresa. ha venido usted. comprendo. ¿contra qué? Él muestra a su alrededor el movimiento general. la mezcla de las fuerzas del agua. de todos modos.. dice: —¡Qué desorden! —y añade—: hay que esperar una hora todavía. a media distancia entre la que duerme y el que habla en la punta de la isla. El ruido aumenta.. Puede verle bien a la claridad de la mar: mira como en el primer día. se detiene cerca del banco. El hombre ha debido de oír el llanto. Mire. el brusco ascenso de la sal hacia el sueño. la totalidad. el engullimiento de la mar continúa. se inserta entre el ruido de los motores y el estruendo de la mar. los desgarrones del agua. frente al desorden: —Comprendo. De pronto. Deja la punta de la isla. Parte de nuevo. —Ese llanto. El llanto. Los ruidos de los motores siguen multiplicándose. se incorpora. al viajero. Y el llanto. los barcos toman rumbo hacia la mar. mire aquí. El llanto llama. llega de nuevo a la punta de la isla.. —Ira. pero duerme. esa voz. en mi opinión. no es nada. —Dios —prosigue—. no me atrevo a alejarme de ella. mire. De pronto. se detiene. Ve al otro. se mezcla con el llanto. Y el desorden de las desembocaduras. Es solamente ira. Desde las riberas exteriores del río. entre el ruido de los motores y el ruido de la mar. escucha. Se inclina sobre ella. Muestra.. —Ah. porque. el tiempo pasa. incesante. Contra Dios en general. Después cesa.. Tampoco yo puedo hacerlo. danzantes. y después su mirada atraviesa S. encaran la paz de las aguas. el tiempo. el lamento del niño. Thala llegó después. La respiración. Él la mira tal como un instante antes había mirado la mar. pero llegan. Él no se vuelve. Él dice: —Mire —y sonríe. Sus ojos brillan y se cierran. se dirige otra vez hacia el que mira el movimiento de las aguas. y después hacia ella. el llanto acaba de cesar. Habla. El que mira la mar ya no parece oírlo. echa a andar de nuevo. se abre camino en la respiración del conjunto.El amor Marguerite Duras El llanto sigue llamando. Se aproximan. para que vea. Los labios han vuelto a cerrarse. Solicita: —Dígame algo de la historia. Sus labios están entreabiertos. indica: —Mire. El viajero señala la escalinata. a lo lejos. la ira del corazón. que duerme. otras hileras de bruma. ya no penetra. Las márgenes están anegadas. La mar sigue subiendo. Sus ojos se abren. La ira. mire allá. Danza ante los ojos. prosigue—. pacientemente. oye el llanto del niño y los latidos del corazón conjugados. la isla salió antes —señala la mar— de ahí. Él dice: —El silencio comienza con un espaciamiento de los tiempos. Thala.. posa la cabeza sobre su pecho. Se inclina. —Objeto de deseo absoluto —dice—. La mar está cada vez más cerca del terreno de la isla... con una pasión insensata. sólo ve lo que tiene delante. con el polvo —agrega—. la mar la desmenuza. la sal se separa. objeto de absoluto deseo. ella está para quien quiera algo de ella. Camina. Atraviesa una vez más el terreno de la isla. Se vuelve hacia ese otro hombre. ¿entiende usted?. objeto de deseo. El engullimiento de la sal pierde fuerza. Ahora se aprecia menos el movimiento de las aguas. El lamento de animal soñante se hace más suave. El cielo se ha vuelto perfectamente claro. El río se llena. De las desembocaduras llega una bruma muy tenue. Una última ola de palabras sale de él. cae. Están sentados cerca del cuerpo dormido. el viajero. El silencio comienza con un espaciamiento de la salida de los barcos. regresa hacia la que duerme. Ellos van junto al cuerpo dormido. S. lo miran. El viajero pregunta: 17 . Un valle de agua comienza a formarse entre las márgenes de cieno. Lucha contra el vértigo. Se sienta cerca de su cuerpo abandonado. Él hace señas al viajero para que se acerque. se detiene. El llanto acaba de espaciarse. la mira. Se levanta. responde: —En mi opinión. ella le lleva y le embarca. El viajero abandona la punta de la isla. Sigue oyéndose el llanto airado del niño. alrededor de esta hora o a cualquiera. Los declives de agua están colmados.. En las desembocaduras empieza a verse una diferencia: la mar se orla de blanco. sueño nocturno. se pierde. —Mire. La cabeza está totalmente dormida. abierta a todos los vientos —se detiene. todo se iguala. El otro le acompaña. Thala por ella. Él continúa mirándole. le reconoce. rodean la estación. Él la señala. usted ha venido a S. unos parques. Muy poco. Él muestra de nuevo al viajero el encadenamiento continuo: —Ella ha habitado en todas partes. lentamente. En un hospital.El amor Marguerite Duras —¿Cuándo empezó la historia? Él se vuelve. la masa de S.. —¿Perdido? —Quemado. Thala. —Sus hijos están allí dentro. ella los hace.. con la luz. internamente voluntaria. Thala por eso. Siguen caminando. Él muestra con negligencia el encadenamiento continuo. aquí o en otros lugares. —En los muros ¿está ahí el crimen? Él responde distraído: —El crimen. Se detiene. hacia el malecón: —Ella los hace ahí. El viajero pregunta: —¿Ha olvidado ella? —Nada. mire. Él mira fijamente en dirección al malecón. Él muestra al viajero el espesor. ¿lo sabía usted? Ahora. la tierra. ellos vienen. hacia la mar. 18 . ella los da —y añade—: la ciudad está llena de ellos. ella está ahí. y dice: —Luna. donde surgió el grito. unos campos. Caminan. al fondo del espacio. —De viento. señala a lo lejos.. disperso. Pero está ahí. ella los deja. unas carreteras —se interrumpe—. en un hotel. fija en él su mirada ausente. Siguen caminando. ¿se acuerda? —Poco.? El día del grito.. —Fuera. Señala la isla. Él no oye. El viajero pronuncia algunas palabras. un casino municipal. la materia negra. El viajero pregunta: —¿Prisión fuera de los muros? —Eso es.. Caminan. continúa: —Es un país de arena. El viajero abandona la isla. Se miran: —¿Se acuerda usted un poco. El viajero repite: —De arena. Ella les mira: duerme con los ojos abiertos. de repente está sumergido en la certidumbre: —En mi opinión. un claro del cielo. dice: —Usted ha venido a S. en la transparencia de sus ojos todo se ahoga. Él se vuelve hacia el viajero. se los llevan. mira hacia la mar. con el estallido de la luz. etcétera. luna de los locos. ella va hacia él. da miedo. 19 . y después a él. apoya la cabeza sobre su hombro en un gesto de confusión. le ve. —He venido. cerca de ella. Ella oye su paso. Ella lleva las ropas que vestía por la noche. sus sombras macizas multiplicadas. las paredes. El viajero pasa por la orilla de la mar. las paredes. las columnas. la hierba es muy alta y rebasa los muros. Rodeando por completo la casa. las plantas. lo deja atrás. El viajero se va. El jardín está yermo. El lugar está poco alumbrado. Unas plantas negras se agitan con el viento que entra por la puerta. Noche. Ella se acerca a él. que acaba de pasar. largo tiempo. las columnas. las plantas verdes. —Yo iba a buscarla —añade—. le mira a él y añade: —Yo le conocía a usted. Levanta la cabeza. el viajero. El desconcierto aumenta súbitamente. en la playa. —¿Adónde? —A la isla. Thala. Una puerta da a un balcón. La casa es un rectángulo gris con postigos blancos. La verja entreabierta invita. —Y. el vértigo de S. —He ido a la isla esta noche. Domina la playa. Ella dice: —Yo conozco este sitio. va hacia el muro. ¿Lo sabía? —No. Rígida. ella mira de nuevo el hotel. de temor. Los espejos reflejan las columnas del centro del vestíbulo. cara a la mar.El amor Marguerite Duras Se detiene. la puerta está abierta. Rodea el hotel por detrás del muro. mira el hotel. se dirige hacia una casa que hay en una elevación. mira de nuevo la mar. la masa del malecón. después retorna a la isla. las paredes. la encontré a usted. El viajero entra en el vestíbulo del hotel que está detrás del muro. —Ah. Día. las paredes blancas. mira el hotel. El viajero calla. Camina de nuevo por la carretera. ¿Sabía usted que yo iría? Ella no le comprende bien. desciende hacia la playa. Ella está en el patio del hotel cuando el viajero sale. Camina por una carretera. No va hacia el malecón. Ella le espera con los ojos fijos en la fachada blanca. Se diría que tiene frío. la ciudad envenenada. fuera de las paredes. Unos espejos paralelos ocupan las paredes. Dos hileras de butacas están allí. las columnas. Se detiene ante la casa. la masa. Ella ve la mar. Ella la señala. Ella dice: —Le he preguntado dónde vivía usted. Ella sólo sigue al otro hombre de S. Dice: —Algunas veces esto está tranquilo. Ella camina. Ella le ha visto. Ella tiene frío todavía. Ella dice: —He venido a verle para ese viaje. Poco a poco un relajamiento se produce. Se sienta cerca de él. Toca los ojos sin sueño. Ella se detiene de nuevo. sonríe. Ella se acerca. Calla. Él la hace girar. Él se sienta. Thala. De nuevo el hotel detrás: él dirige la cabeza hacia ese lado. el hotel la persigue. fresca. —Sigamos. apoya el rostro contra su pecho. Ella está todavía temblorosa. no me he equivocado. —Estoy a punto de morir. —Oigo su corazón. la llama. Lo señala. El cielo es leve. verde. Él la llama otra vez. se queda así. Ella se desliza hasta él. —No se oye nada. Está tendido sobre la arena. ella sigue mirándole. se la lleva. La playa. él me ha pedido que le dijera cómo era usted. Ella debe de sentir algo de la fatiga del viaje. Es él. Debe de tener miedo de seguir al viajero. Ya no tiembla. el tiempo está muy claro. Ella le mira a él. Ella mira otra vez hacia atrás. Se la lleva.El amor Marguerite Duras Con la cabeza levantada. quien le descubre antes. —No está lejos. caballos que van al paso. Helo ahí. se vuelve una vez más. El color vuelve a su rostro. Nos detendremos aquí. —Venga a mi lado. —Venga a mi lado. Caminan hacia la mar. es justamente así. —Debo irme. —Se interrumpe—. —No. al viajero. a lo lejos. Se diría que comienza a olvidar el hotel. surgiendo de detrás del malecón. Ella avanza. El recuerdo del hotel se aleja. la mar que bate. 20 . —¿Lo había visto ya? —No —y añade—: no voy nunca por allí. rodean el hotel. el viajero. Él sigue llevándola. dice: —La mar. Se inclina. Entonces me ha dicho cómo podía encontrarle —ella interroga con la mirada —. a él le cuesta llevársela. sobre la arena desnuda. es la mar de la mañana. por ese lado de S. Thala. Después busca en la playa a ese otro hombre. mire. ella mira la fachada blanca del edificio de formas sencillas que se alza frente a la mar. Hay algunos paseantes a lo lejos. Camina en la dirección infatigable de la mar. Él sigue caminando. La frase permanece abierta. dice «no». y añade: —Él. Entonces. Él dice: —Los había olvidado. atenta al desarrollo de sus propias palabras. Él va. El recorrido es regular. Ella se calla. Ella no se mueve. —Entonces —ella prosigue— ha venido a S. ella no sabe el final. dice lentamente: —Él me ha dicho varios nombres esta mañana. añade: —Si no fuese así. La marcha del loco marca el tiempo de sus palabras. Después. Ella le llama: —¿Comprende? Él hace una señal de que sí comprende. La frase queda ajena. sobrecogida. viene. —De eso nos conocíamos —añade ella—. y luego vio que todavía estábamos aquí. 21 .. Él ha lanzado una especie de grito. Hace mucho tiempo que yo estoy aquí y usted debía de saberlo. Ambos se callan. Él no la mira. a lo lejos. a lo largo del malecón. A sí misma: no. Ella espera. usted vino a S. Él pregunta: —¿No la había visto nadie nunca? Ella dice claramente: —Todo el mundo me ve —espera—. Él no responde. Thala para matarse. —Sí —y añade—: de.. ella lo presiente. Se cerrará más tarde. hace un signo de negación. Ella le señala. —Usted se acordó.El amor Marguerite Duras Ella levanta ligeramente la cabeza. En esa dulzura se pierde la brusquedad del grito. —Sí. Ella se calla. Derrame de arena continuo. —Se interrumpe—. Ella espera. Ella prosigue: —He venido a verle para ese viaje que quiere hacer. separarse ligeramente de él. no me habría visto. dice con certidumbre: —Usted ha venido aquí para matarse. —Ella descifra lentamente el espacio—. niega el accidente del pensamiento que acaba de producirse. pero usted ha visto además otra cosa. Ella se ha inmovilizado frente a la mar. Thala por mí. Dice: —No. se diluye la amenaza. Es visible a todo lo largo del recorrido. Ella le toca. Él no pregunta. no precipita nada. —Sí. cuando yo le buscaba a usted. Thala. Yo he elegido el de S. —Se interrumpe. que acaba de atravesarla. Ella le señala a quien camina. Ha hablado con dulzura. Ella sigue inclinada sobre él. súbitamente desconfiada. la marcha se ha reanudado. Ella le examina de arriba abajo. Se diría que duerme. Él repite: —Estoy a punto de morir. Usted debía de saber algo de eso. Pero el grito la hace enderezarse. —Yo no sé la palabra para decir eso. Al otro extremo de la playa. eso es. espera. pero con los ojos puestos en el hombre que camina a lo lejos. Ella bordea la mar. Ella está de pie cerca de él. Ella se aleja. por el camino de tablas. Él vuelve por la orilla de la mar. Llegan hasta la arena desnuda. —Es por ese viaje. Regresan al caer la tarde. Llega el viento. Es el principio de la tarde. En lugar de volver sobre sus pasos. Todavía tiene algo que decirle. de pronto.El amor Marguerite Duras Una sombra pasa por el cielo. él la llama. evita ver los blancos enjambres y el espesor innumerable. Ella se levanta. —Se interrumpe—. De noche. El viajero no va a la isla esta noche. en el vestíbulo del hotel. casi pesadamente: al parecer se aproxima realmente el nacimiento de un niño. Thala. continúa ante la mar. ella continúa con él. El movimiento de la mar va a cambiar de sentido. El viajero espera en otra parte. les espera en el vestíbulo del hotel. Se dirigen hacia el río. Con un paso regular. allá lejos. a lo lejos. volveré. Ella sigue esperando. —Voy a verle. Él mira cómo camina. Ella. Ella camina más deprisa que de costumbre. Ese cambio se prepara. Ya no se las ve por ninguna parte. —Debo preguntarle algo —y repite—: volveré. Ella no ve nada. 22 . Ella le alcanza. Ella camina ligeramente encorvada. El movimiento de la mar se ha invertido. Desaparecen detrás del malecón. Por los estallidos blancos pasan las gaviotas de la mar. No entiendo cómo sé que debemos hacerlo. Ella. él continúa. detrás del malecón del grito de S. Thala. Ella señala a lo lejos: —Él me lo dirá. La marcha. se vuelve hacia el malecón. Tal vez preparan el nacimiento del hijo. Comienza a caminar con él. Les espera a otra hora. Sus gritos hambrientos las preceden. por el camino de tablas: ella no mira nada. Ellos pasan. Van hacia el malecón. por la orilla del mar. Reaparecen mucho tiempo después. Él pregunta: —S. Ella no le ve. El viajero está en el camino de tablas. Se prepara el descenso del río. De noche. hacia la marcha. también ella. Él. su deslizamiento hacia el abismo de sal. se va de nuevo. Thala ¿es mi nombre? —Sí —ella lo explica. Ella se aleja. señala—: aquí. Él no la llama. Las gaviotas de la mar gritan. todo es S. Él no la retiene. No las llama. El amor Marguerite Duras El vestíbulo ha cambiado de aspecto. una quemazón cruza la noche de S. quema. Algo se movió en el fondo del vestíbulo. regresa. De pie. pregunta: —¿Estaba aquí? —Se detiene—. baila. Movimientos lentos de oleaje pernicioso. muy bajo. sólo ve el vestíbulo. ¿Ahí? Su voz es insegura. Él pregunta: —¿Quién está ahí? Escucha su propia voz. Pasa otra vez por delante del viajero sentado en la penumbra. no dice nada. busca a su alrededor el acontecimiento externo que ha interrumpido el baile. La oscuridad es casi total. invadido por un vértigo que sólo él padece. ve al viajero sentado en una butaca junto a la pared. Ya no canta. Él dice. busca lo que ha sucedido. Y añade: —Yo no vengo nunca por este lado. Las butacas están enfrente de los espejos. Espera. avanza. cantando. muestra de nuevo el espacio. Sus ojos brillan. Helo ahí. Se inmoviliza. Él lo mira. él está solo. Algunos segundos. Vuelve a caminar. lo recorre otra vez. Él llega cuando es noche negra. Ya no se mueve. Es la música de las fiestas muertas de S. avanza por la pista. recorre el espacio. describe el espacio entre las butacas alineadas y las columnas. Dice: —Pasaba. sigue mirando fijamente. describe el espacio entre las butacas alineadas. canta y baila al mismo tiempo. ya no le ve. Él se detiene. De repente. Él mira como lo hace en pleno día. Cantan. se inmoviliza en el centro de la pista. Prolongadamente. está loco de felicidad. Bruscamente. Descansa. repite el gesto. Siente sus propias palabras tal como hace un rato sentía su propio movimiento. en el centro de la pista de baile. Thala. bailando. ve el vestíbulo. mira. El cuerpo se desboca. muestra el espacio con un gesto. Él canta. Camina. espera. Después. los pesados acentos de su marcha. Siguen moviéndose con el viento que llega de la puerta abierta. Los espejos se han empañado. Se detiene de nuevo. Sólo las plantas negras continúan en su sitio. La fijeza de la mirada no cambia. Va hacia el balcón. se detiene. Cantan. quema. devora. Ella no ha venido. de espíritus muertos. el vestíbulo. alineadas a lo largo de las paredes blancas. Entra en el vestíbulo con su paso rápido. Sigue acercándose. continúa esperando. Thala. La rigidez habitual desaparece de un solo golpe. Se mueve. Él avanza. Rodeándolo por completo. recuerda. baila al dictado de la música. el canto. Está quieto. él repite: 23 . su sombra se destaca sobre la mar. breve. Él se pierde a su vez. se yergue. Él le mira. Él llora. Ella se lanza. El hijo. —Se detiene—. Esta noche. Ella desaparece detrás de la masa negra del malecón. era usted. llega a la luz de la pista. Las ventanas están abiertas. la sigue. le mira como en el primer día.El amor Marguerite Duras —¿Quién está ahí? Parece tener miedo. Ella avanza. no lo consigue. él. El viajero camina por S. Thala. Sol todavía. tiende la mano hacia el viajero. se acerca lentamente desde el fondo del vestíbulo. El ruido no aumenta en S. Ella camina lentamente. no sale de ella sonido alguno. El viajero está en el balcón. Se aleja. Thala bajo el sol. El viajero mira a ese otro hombre. Domingo. Una noche. se pierde en la arena. El viajero se ha levantado. la ve pasar por el camino de tablas. No los encuentra. el otro. se abalanza. Una mujer ríe: una risa ligera. El viajero no los ve en ninguna parte del espacio. es el hijo. Le ve. sin detenerse. se vuelve. Después llueve. animal. murmura: —Usted. El viajero camina alrededor de S. Ha vuelto usted. 24 . Una noche negra. desaparece a su vez. él hace de nuevo un esfuerzo para hablar. Busca en S. del tiempo. Camina por una carretera flanqueada por casas cerradas: islas en el océano de piedra. adormecido. La inmovilidad se rompe. No se vuelve hacia el hotel. Al día siguiente. Hablan en el interior de la casa. Thala. Thala bajo la lluvia. Él continúa siguiéndola. en el viento ilimitado. su nacimiento. más allá. Da algunos pasos. Nada más. la boca se abre. cae en una butaca. día de sol. Hay una terraza en el parque. hacia el malecón. le ignora. Desde la carretera se ve algo. no penetra en ella. Ella pasa por delante del hotel. Un día. Hace viento. Va directa. Thala. en la noche. de S. Sólo el espesor innumerable. El viajero pasa por delante de una casa habitada. Sus cabellos son muy negros y están sueltos. El viajero pasa de nuevo por delante de la casa habitada. entra. Ella está a punto de dormirse en la atención que pone mirando S. Ha llegado a la luz de la terraza. Llama. una parte del parque. Debe de esperar ya al otro para que la conduzca al sueño. por favor. Thala. ha venido usted. Y es allí. Lleva un vestido de verano. —¿Por quién pregunta usted? Él avanza un paso.El amor Marguerite Duras Pleno día. ella le ve: —Ah. ante sí.. La puerta se abre automáticamente desde el interior. se detiene. La mujer le ve venir. donde ella aparece. Ella está sola. S. Ante él. señala una butaca. un dolor irresistible parece atravesar su cuerpo. La mirada le abandona de golpe. Él da aún otro paso.. detrás del ventanal. 25 . Se detiene. Ella está absorta en lo que ve. no llega a hacerlo. no dice nada. Ella le ve mal en la penumbra de la entrada. Ella le ve. Es el atardecer. sonríe. sentada en la ribera. dice: —Siéntese. Ella va hacia la terraza. Una voz de mujer: —¿Quién es? No responde. Se aleja. en la isla. él la sigue. está sorprendida. Thala. inmóviles. El lugar es muy claro. El viajero espera. amueblado en blanco. Ella murmura. El sol se oculta. Ella sigue viéndole mal. Ella hace un gesto maquinal. La voz procede de la parte de la terraza que él no puede ver. —¿Pero qué es lo que quiere? El viajero avanza más hacia ella. pero no parece sentir ningún temor. los ojos. mira. Ya no se miran. Su rostro no tiene huella alguna de fatiga ni de dolor. A contraluz. —Ha vuelto usted. en el ventanal. Ambos están de pie. en S. Él le pregunta: —¿Le ha preguntado usted sobre el viaje? Ella recuerda: —Él dice que yo siempre he hablado de ese viaje mientras estaba aquí. El viajero vuelve sobre sus pasos. Pero ha adelgazado y hay en sus ojos una fuerza sonriente. El rostro se cierra. a la orilla del río. Thala. El viajero se sienta cerca de ella. hay un ventanal abierto que da a la terraza. Desde la calle puede verse la terraza. Ella se da cuenta de que el viajero se aleja. de nuevo trata de responder: —No. —Ella vacila y pregunta en voz más baja—: ¿Dónde ha ido a parar? —A la prisión de S. fosas sin fondo donde el sentido se pierde. —¿Ella no se ha curado todavía? —No. Thala? Silencio. Ella no se da cuenta. después su mirada regresa. Su cuerpo todavía con vida. Buscaba un lugar para hacerlo. —¿El qué? —Matarme —agrega—. Thala. —Supongo que no puede hacerse nada por ella. Sus ojos son muy oscuros. hasta la verja cerrada. Ella no se sienta. pregunta: —¿Habla todavía de mí? —No.. Ella coge otro cigarrillo. todavía presente.. Ella aparta la vista. Está en la luz de un parasol azul.El amor Marguerite Duras Él sigue de pie cerca de ella. Ella coge un cigarrillo. encima hay un libro abierto. Delante de él hay una avenida.. No. se oculta mirando al parque. Hace un signo de que seguramente se equivoca... Pregunta: —¿Por qué ha regresado usted a S.. sus pies descalzos sobre la piedra de la terraza. Todavía tiembla. Él sigue mirándola con una intensa atención. y dice: 26 .. —Yo sabía muy bien que ella no había muerto. Me equivoco. Ve. Se apoya en la mesa de la terraza... El parque se extiende. lo he encontrado. Sus mandíbulas se aprietan para no llorar. Ella se vuelve hacia él. Ella no llora por ella misma. todavía. Al fondo.. pintados de negro. A su derecha tiene una mesa baja. me habrían avisado. ¿verdad? —Nada. Ella se sienta.... Ella desecha la imagen. Hace un esfuerzo. Ella mira sin ver cierto punto del parque. su cabeza cae sobre el respaldo de la butaca.. —y añade—: Lo he deseado. El viajero sigue mirándola con la misma atención anormal. Su mano tiembla. Ella sigue sin advertirlo.. dice: —Algunas veces. ahora todavía.. Su cuerpo es muy visible bajo el vestido. creo que me llama. Él trata de responder. Ella se incorpora ligeramente en su butaca —por espacio de un segundo su mirada se clava en el parque y vuelve a ver el pasado en su totalidad—. Ella murmura de nuevo. Ella sigue sin advertir la atención insondable de que es objeto. —Ah. Él comienza a mirar: la belleza está allí. Sus piernas están desnudas.. vuelve a caer sobre el respaldo.. césped verde. Ella se sorprende. ve la mirada. Comienza a responder: —No estoy seguro de haberlo deseado —se interrumpe.. una verja blanca. El amor Marguerite Duras —Es así. Allí. terraza. Ella sigue mirándole. la sonrisa. se apoya en la mesa. Ella se levanta. El viajero se levanta. Ella espera un poco más. —Sí. ya no la mira. Ella le mira a su vez.. ella dice: —Yo soy la muerta de S. Ella espera. Thala. Ella se queda allí. el rostro se hace irreconocible. —Ella agrega todavía—: ¿Eso es todo? El espanto pasa. lugares de espanto súbitamente. Él tiene ante sí el cuerpo entero. Ambos se miran. erguida. El viajero no recoge el error que acaba de cometerse sobre la cronología de la muerte. El cambio llega con la brusquedad de un paso del día a la noche: —¿Cuál es la diferencia? Él hace un signo: no sabe cuál. y sonríe: —¿Qué? ¿No ve nada más? —señala a su alrededor. la habitación. el parque. ¿No ve usted nada? Él niega por señas: nada más.. termina la frase: —Me he librado de ella. Por debajo. Ella comienza a sonreír. el rostro. Se vuelve hacia su parque. termina la frase: —La única entre vosotros —agrega—: La única. inútil la muerte? —Sí. —¿No lo ve usted? La sonrisa está pegada en medio del rostro. De negro —añade. 27 . la muerta de S. —¿No la encuentra? —No. esperando todavía la respuesta. —¿Es. —La sonrisa se acentúa. —Sí. y la sonrisa se acentúa más—. Mis cabellos negros teñidos de negro. Ella sonríe. entonces. Se queda frente a él. Ella le deja ir. hacia su habitación. Thala. Ella sonríe. rígida. Ella dice: —Míreme. Ya no se ve quién es ella.. Ella repite. Ella dice: —La muerta de S. parque. Ya no termina ninguna frase. Dondequiera que ella vaya todo se diluye. Tiene que ser así. Él dice: —No estoy seguro de reconocerla a usted. La sonrisa está todavía allí. las defensas—. Ella inclina el rostro hacia adelante: se refiere al rostro. Ella sigue sonriendo. Él dice: —Su pelo. debajo de ésta no hay más que unos rasgos. no ve nada más. —Teñido. Thala. Él se va. —Siga mirando. el espacio cerrado por muros y verjas. se produce un cambio en el rostro.. Insensiblemente. Ella se sienta de nuevo. Él sale de la habitación. de nuevo. Thala. Thala. sale. El viajero se retira de la ventana. El humo continúa elevándose por encima de S. pero basta con saberlo. los ojos azules brillan en el rostro quemado. he dicho que esperaran. y después. El viajero va hacia la mesa. espera. espera. Es hacia el río. Una mujer atraviesa el patio. Él se aleja. —Se interrumpe—. espera. —Sí. Las sirenas cesan. La acompañan dos niños. añade: —A no ser que esté aquí. Las sirenas han cesado. unos clamores de sirenas de alarma. Aquello arde siempre por alguna parte. el hombre que camina. Thala. —Preguntaron por usted en el vestíbulo. Las gaviotas de la mar que cruzan. afuera. Las sirenas aúllan. —Se detiene. abre la verja. Thala hace un calor inmóvil. El viajero mira desde la ventana de su habitación. junto al río. Afuera. 28 . al final. De pronto. —No. va hacia el vestíbulo. toma la carta. Hay humo negro sobre S. Añade: —La prisión —y agrega—: estaba apagada cuando yo me fui. El viajero pregunta: —¿Pasa usted? —La busco —explica—. la mete en un sobre y vuelve a dejarla sobre la mesa.El amor Marguerite Duras Él recorre el camino del parque. Se oyen pasos. Señala en dirección a las sirenas y anuncia: —El fuego. Sus ojos son de una transparencia líquida. Los dos hombres se miran. Se va. Pleno día. El espacio. recuerda algo. Espera. pero más lejos. Algunas veces. desencadenadas. le informa—: Aquello arde a menudo. vuelve. El pasillo: allí. escucha. Un sol fijo en un cielo vacío la recubre. en S. El viento la ha abandonado. El viajero dice: —Está ardiendo todavía. La sombra de los árboles está anclada en el suelo de S. Thala. El viajero se queda donde está. ella cruza los límites de S. Él mira a su alrededor. La boca ríe. el humo negro en el sol. Este día. Las sirenas de alarma vuelven a recorrer la ciudad. Se halla a la luz de las ventanas de la escalera. El viajero mira su reloj. Visten ropas de luto. . Ella dice: —No te reconocía. Él la mira: la mirada está ausente. un hombre a quien no conozco. alguien viene... Las sirenas. Él dice: —Claro que no. tiembla. Es la mujer que ha atravesado el patio.. Ella vuelve a dejar la carta sobre la mesa. La carta está todavía ahí. Las sirenas se alejan. Ella le toca el hombro. Esa distracción desencadena la ira. Ella ve la atención que él pone para seguir sus recorridos. Cierra los ojos. el miedo la ha invadido. dice: —Me ha dicho que estabas aquí. Ella continúa subiendo.. Ella está de pie. Él no la mira. Ella dice. Él mira ante sí. Las sirenas pasan. Ella suplica de repente: —Háblame. quebrada de repente: —Te he escrito. atraviesan S. cruzan. Thala. Alguien sube la escalera. blanca: —No acabo de comprender. no lo hace. exclama: —¿Pero qué es eso? —El fuego. te lo ruego. de nuevo a todo volumen. ensordecedoras.El amor Marguerite Duras Mucho tiempo. Ella llega cerca de él.. hay otra cosa. Ella deja de hablar. ella grita de nuevo: —Hay otra cosa.. La ira se repliega. Ella grita con las sirenas: —¿Dónde? —Lejos. Él trata de responder.. el humo sobre la isla. Ella retrocede. —Has dejado de. asustado. se hacen lejanas. —No te vayas antes de que yo sepa. Ella le ve en lo alto de los escalones.. Las sirenas han cesado. con voz baja. Él mira los cristales del pasillo. Ella le mira.. repite: —¿Podemos ir a tu habitación para hablar? Él dice —la voz es lenta. —Podemos ir a tu habitación —el tono es tímido.. nunca me habías.. El escucha las sirenas. suave. si ni siquiera al principio. —Se interrumpe. Ella cree que él va a irse.. 29 . mira por la ventana la ciudad inmóvil. Ella continúa: —Me pregunto incluso.. Después. estoy segura. da un paso. Él dice: —Querría volver a ver a los niños. La reconoce. lo retiene. la calle vacía. se alejan aún más. el sempiterno sol. —Se detiene.. Ella ve el esfuerzo que hace para intentar hablar.. Ella suelta su mano. Él dice al fin: —Se trata de un acontecimiento que se ignora —y agrega—: de orden general. Espera. Rumor de sollozos reprimidos.El amor Marguerite Duras Él dice: —Querría volver a ver a los niños. Ella vacila una vez más: —¿Y esperan algo de ti? —Sí. va... una risa forzada... Y entonces.... Ella dice: —Me das lástima. La sinceridad de la respuesta da miedo. Camina. él no dice nada más. mira la calle. su impotencia para lograrlo. Ella espera: nada más. se acerca más: —¿Desde cuándo dura eso? Su voz es lisa. Sigue esperando. luego se acerca. —Quieres decir que. sin timbre. Entonces ella se mueve. yo. Él no responde. Se oye muy bajo: 30 . ella comprende la inutilidad de toda medida. Se mueve por la habitación. Ella lanza una exclamación.. —¿Qué es lo que me reprochas? —No. hace un gesto de excusa. dice: —Compréndeme. Está delante de ella. Ella no responde.. —Sí.. Creo que tengo derecho. la ira se ha roto. Él ha olvidado su presencia. cuando ella ha retrocedido. la mirada implora: —¿Te burlas de mí? —No.. —Pero. Ella espera. vamos a ver. viene. vacila. Ella retrocede. breve.. ¿Es algo serio? La voz está como aniquilada. él no dice nada más. Va hacia ella... Él mira: el rostro se ha helado en la risa silenciosa. agrega—: lo que quería decir.. sólo lo sé desde hace algunos días. dice en un soplo: —¿Lo haces a propósito? —No.. largo rato: nada. —Quisiera una explicación. él se da cuenta del error que acaba de cometer. De pronto. Los gritos brotan otra vez. bruscamente.. Él no dice nada. Él no la ha oído. Ella espera: nada. nada. Ella le mira prolongadamente. Ella le toma la mano. pero sin fuerza. Él dice: —Desde siempre. él se deja hacer. Las sirenas pasan en tromba por la carretera.. Las sirenas de nuevo. pero no consigue decir nada. en la misma espera. Los separa. Entre ellos y él hay un rectángulo de sol recortado por la abertura del balcón. llega hasta muy cerca de su rostro. No se mueven. Miran a ese hombre que calla. que no me daba cuenta de nada. no empezado. Nadie franquea el rectángulo de luz. No se acerca. a un metro de distancia. Están uno junto a otra. —¿Nunca? La voz es neutra. después los reúne. La mirada de los niños no ha cambiado. hacia el río. delante del hotel. ella dice: —Te conozco. Ella lo mira. miran cómo se acerca. Él los mira. Tiene para ella un gesto de excusa. Los mira alternativamente. —Nunca. Son blancos entre sus ropas negras. En los ojos de los niños no hay temor alguno. Los niños. siguen dirigiéndose hacia el río.? Él dice por señas: nada. ellos no la ven.. Solamente la avidez de conocimiento. con la misma voz aniquilada: —¿Qué significa esto. lee la etiqueta del frasco. le miran. Ella pregunta. La voz adulta tiene la calma de la del niño. 31 . hasta poder tocarlo. pobre de mí. Tiene en la mano un frasco de cristal lleno de píldoras negras.El amor Marguerite Duras —Y yo. Él se detiene. Se callan. a la otra. Se levantan. Él dice: —No voy a volver. al uno. Ella se detiene de súbito. Las sirenas de nuevo. Están prevenidos del drama. No lo harás. y solamente a él. dice por señas que eso no significa nada. La madre está en algún lugar del vestíbulo. hacia el río. maquinal. Se ha detenido cerca de la mesita de noche. Se pasa la mano por la cara para conjurar la visión. Esperan.. Él la ve. La noticia es recibida en silencio. Ella dice reposadamente: —Los niños están en el vestíbulo. pero ignoran su naturaleza. La avidez sigue siendo la misma. Ella se acerca a él sin ruido. Se queda inmóvil. Mira largo rato al hombre que está ante ella.. Ella deja el frasco. los zarandea con fuerza. siempre tranquila. Ninguna señal de sufrimiento. se inmoviliza allí. Cesan. la empuja. Ella lo levanta. obliga a andar.El amor Marguerite Duras La mujer atraviesa el rectángulo de luz que separa al hombre de los niños. La avidez continúa insaciable. —A una mujer que se ha escapado. siguen mirando al hombre. —La policía ha venido cuando estabais arriba. ya no puedo más. inmovilizados. nos vamos. Las sirenas de alarma estallan en toda la ciudad. —¿Por qué? La voz es clara. grita: —Tengo miedo. tenían miedo. Los niños hablan tranquilamente entre el aullido de las sirenas y los gritos de la mujer: —Buscaban a alguien que estaba contigo. La avidez quedará sin respuesta. era a causa del incendio. tropieza en la puerta. Un grito aislado: la madre. La mujer corre. El niño cae. franquea la puerta. Ellos ven al hombre y solamente a él. en apariencia. venid. 32 . Grita que hay que marcharse. La mujer se mueve. Ella se acerca a ellos. le empuja. grita: —¿Pero qué es eso? ¿Es aquí? Ni el hombre ni los niños le responden. no consigue reunirlos. Ella siente miedo. La mujer grita: —Vámonos de este lugar. —Ya no quiero niños. no tienen relación. un niño encadena unos acontecimientos que. toma a la niña. La tensión de los rostros permanece inmutable. los empuja por delante de ella. Los niños no la oyen. vuelve del balcón. le hace mantenerse en pie. Ha emitido un grito sordo de sofocación. Siempre con la misma voz lúcida. empuja. Ella llega. Los niños esperan todavía. no tiene límites. contra la puerta. Las sirenas disminuyen bruscamente de intensidad. busca el aire. aúlla con las sirenas: —O venís o pido ayuda. Y también la avidez. corre hacia el balcón. oculta el rostro entre sus manos. sin coloración alguna. —Vámonos de aquí. La avidez sigue siendo la misma. Otra voz de niño: —¿Por qué? —Ya no quiero nada. venid. —Venga. la zarandea también. Ellos no quieren moverse. La boca está entreabierta por la avidez sin límites del conocimiento. El otro niño levanta el brazo e indica en dirección al río sin dejar de mirar al hombre: —Es un incendio. Los niños no la ven. aúlla. como en el primer momento. empuja con todas sus fuerzas hacia la puerta del vestíbulo. Ella dice: —Ha venido una mujer con unos niños. Ella no advierte la presencia del viajero. por encima de la mar. bajo sus ojos. Ella mira. las lágrimas manan de sus ojos. Él ve que la arena. Regularmente. Se forma sobre la mar un gran cuadrilátero de luz blanca. ha vuelto usted. enviscada en sus excreciones. Han llegado a ella. Él no le responde. No hay aves. la mar. —Sí. en el calor. Él mira la arena que está junto a él: la mano de ella. —Ahora usted ya no tiene nada tampoco. Después llueve en las zonas de sombra. Se forma sobre la mar un gran cuadrilátero de luz. Por la puerta del balcón. allí. Ella le ve a través de las lágrimas. Esta golpea. es invisible. Caminan por el patio del hotel. Toca la arena. unas zonas de sombra. Ellos no lo ven. se ilumina. Él dice: —Sus manos están negras. Sólo le ve cuando se sienta junto a ella. —Se han marchado. 33 . Pregunta: —¿Por qué llora usted? —Por el conjunto. Largo rato. Levanta la cabeza. descubre la luz sobre la mar. sin intermitencias.El amor Marguerite Duras Ella les empuja por la espalda. Vuelve a la arena. sólo la arena. —La buscaban. Las lágrimas manan de sus ojos. Él calla. —Es del incendio. Ella llora. Él no mira nada. Ella tiende la mano: —La luz. Ella dice: —Ah. Se diría que él tiene frío en el calor inmóvil. La puerta. La mar se ve lejana a través de los párpados entreabiertos. posada en la arena y manchada de negro. Unas lágrimas corren por su rostro. El cielo se cubre. Ella levanta sus manos. empuja. Sus ojos están casi cerrados. Lejos. La puerta todavía. les hace avanzar. Él toma arena. vuelve a posarlas. allá arriba. Ella llora. él sale. La ciudad. Ella está recostada en el muro. las mira a su vez. la arena. Él no oye. Después. Él hace una seña: sí. ni mira. allí. Sólo llega su olor: el del fuego. Las sirenas. para desaparecer. —Ya pensaba yo que usted también lo había visto. ni ve. Su paso es muy lento. —Van a matarla. por todas partes sobre la mar.El amor Marguerite Duras —¿Llora usted por el incendio? —No. El viajero se levanta. Después. la estación cerrada. había un perro muerto —ella se vuelve hacia él—. La marea está alta. —Podemos —añade él—. Unas gentes por el camino de tablas. —Sí. Hablan a media voz de los gritos que se oyen estos días en S. Ella lo señala: —Hay luz. de los incendios multiplicados. —Es verdad. Él se pone a mirar las cortinas de lluvia. Camina. todo el tiempo que necesita la luz para extinguirse. ya nada. Thala. a lo lejos. Él dice: —Yo vi el perro muerto. —Yo no puedo morir. Él no se mueve. Sobre la mar se ha formado el gran cuadrilátero de luz. Ella dice. Los barcos han partido de S. Costea la playa. el otro día. Thala. Él repite: —La policía la busca. Permanece clavado en la arena. maderas quemadas. Otras tormentas estallan. vuelve al perro muerto. El cuadrilátero de luz lluviosa ha desaparecido. Después. En la isla hay huellas del incendio. ella señala la playa. Después. Hoy no llegará hasta S. por el conjunto. Cae. Ha partido hacia el río. Rodea. la mar se lo llevó durante la tormenta. Babilonia abandonada. pesado. bajo la luz. Caminan muy lentamente. Ella deja de señalar. Costea. Usted ya no tiene nada tampoco. Ella señala por encima de la luz el cielo desnudo. a lo lejos. vuelve. cerca de los pilares del casino bombardeado: —En el mismo sitio. Noche. Ella ya no llora. piedras ennegrecidas. se aleja de todo. Ella ya no está junto al muro. 34 . Está así mucho tiempo. repite: —Ahora podemos irnos —agrega—. el del viento. Después del río. Cortinas de lluvia soleada. El río. La lluvia. Thala. cierto sitio de la playa. Tres días durante los cuales nada sucede. Thala. que decrece con ella. el espesor del tiempo. Ellos se han ido ya hacia su labor. Ella dice: —He venido a verle para ese viaje. objeto de su recorrido. Ella mira más allá del hotel y de los parques. con olor a algas y a lluvia. Ya no mira. Ella se aleja por el camino de tablas. los campos. Él no ve bien su rostro dirigido hacia el espesor. frente al hotel. Ella le espera en el camino de tablas. —No he vuelto jamás desde que era joven. —Antes —dice ella— era un país de arena. Él dice: —¿Eran grandes los ríos. Luz dorada. Ella le mira. los cruzábamos en tren para ir de vacaciones en verano. ya sabe. Una brisa fresca llega de la mar. frente al tiempo. Se duerme a su vez. el cerco de las arenas de S. Ella está de pie en el camino de tablas. Él viene hacia ella. la luz baja de un cielo claro. 35 . No mira nada.El amor Marguerite Duras Ellos están en el último escalón de la escalinata. Luz dorada. muy suave. Él dice: —Iremos cuando usted quiera. Él se sienta junto a ellos. La frase queda suspendida un instante. Atardecer. sí. Ambos se callan. después se termina: —He olvidado. Le sonríe. está solo. Está erguida. Tres días. Ella deja de mirar S. Él dice: —De viento. fresca. allí donde ella suele refugiarse. Ella repite: —De viento. Su sueño es profundo. el encadenamiento continuo del espacio. Thala. Duermen enlazados. Ella añade: —Ese viaje a S. Ella repite: —El verano. La brisa continúa. Thala. cubriendo la playa. vuelta hacia S. Thala. Él pregunta: —¿Qué dice él? —Él dice que ese viaje es necesario —y añade—: no dice por qué. Se despierta con el día. sólo el roer incesante que aumenta con la luz. detrás de la mar? Ella sonríe: —Sí —ella dice—. La mar bate. Lentamente. fácil de recorrer. 36 . Ella llega. dice mientras camina: —Estos son otros lugares. las cenizas blancas. La mar se calma. ligera. el encadenamiento continuo extiende al sol su putrefacción general. Viento. Alrededor está el jardín. Ellos caminan. Thala. corre. Ella mira y dice: —No valía la pena volver. Ella alza los ojos. Thala. Ella mira. Caminan por S. Ellos avanzan. en el cielo. El camino es llano. Ellos caminan. Luz dorada inmóvil. Después de la curva ella vacila. se aventuran de nuevo los lentos navíos de la lluvia. El viajero dice: —Dieciocho años —y añade—: esa era su edad. fuerte. La carretera se tuerce. Ante ellos. S. Thala. otra vez hacia el suelo de las carreteras de S. Ella dice: —Ya no lo sé. Thala. De cuando en cuando ella pronuncia la palabra. las villas. bajo el cielo desnudo. acre olor desenterrado de las aguas. a su paso. Tres días. Arriba. Después amaina el viento. Ella camina directamente. Thala. —No lo reconozco. mira el paisaje presente.El amor Marguerite Duras Sol inmóvil sobre S. ella la nombra: —S. prendida en los postigos. Después. su vuelo es más lento. frente al tiempo. el lugar está alumbrado. mi S. Thala. la arena se levanta. —¿Cuándo? —Ella ha aminorado su paso. por el camino de tablas. sus parques. El sitio del muro sigue vacío. sus villas. Thala. el rectángulo gris con postigos blancos. petrificado. la casa gris. la arena es apacible otra vez. Thala. desbordando los muros. Después de un baile. entre sus paredes. Los parques son más pequeños. grita. perdida en medio del vértigo de S. El viajero comienza a su vez a mirar el suelo. viene hacia el viajero que la espera para acompañarla en su último viaje a través de la espesura de S. sonríe. loca. Thala. Ella comienza a caminar de nuevo. los muros se tocan. ella mira el sol. Ella no responde enseguida. se detiene. desfila S. Olor de sal y de yodo mezclados. Regresa hacia el polvo. —Cuando cayó usted enferma por primera vez. Dice: —Todo ha sido retirado con los efectos personales. Después. maquinal. la hierba todavía verde. ella viene. azotada por el viento. las gaviotas de la mar luchan contra el viento. Ella ríe. Ella se detiene a su vez. Ella no ha visto nada del vértigo. —¿Se lo han dicho? —Yo me acordaba de los niños —agrega ella— y de él. comienzan a caminar de nuevo. Ella busca el destino de esa violencia. Ella se vuelve. se lo muestra. Vuelve a guardar allí el espejo. se mira. Ella le tiende el espejo. Ella se coloca a su lado. El viajero se detiene. permanece allí. Los parques han desaparecido. A él le cuesta trabajo hablar. está peinada. Ella lo cierra. El viento de la mar comienza a soplar sobre S. sólo contiene el espejo. a la contemplación del suelo—. Él dice: 37 . Thala. Él la mira. Saca de él un espejo. los jardines. dice: —Un baile. ella no lo advierte. Ella dice: —El viento de S. Ella viste de blanco. después estuve casada con un músico. Thala.El amor Marguerite Duras —Sí. Ella vuelve a mirar el suelo. Ella lo coge y lo abre. Ella debe de ver algo de la violencia de la mirada. Ella dice. Ellos caminan. Él la estrecha contra su cuerpo. echa a andar de nuevo. La mar se aleja. Ella se detiene. es el mismo. Él no se mueve ya. tuve dos hijos. Ella está a gusto al viento. ella dice: —Muerto. camina. —Se detiene—. le explica: —¿Sabe usted? Después fue cuando caí enferma por segunda vez. se suponía que en aquel momento usted amaba. Ella lleva un pequeño bolso de muchacha. Él dice: —«Las hileras de álamos caían derribadas detrás del tren. yo la miro. Después. le sonríe. eso creo. se sorprende. ¿verdad? —No. Estamos en S. La carretera asciende. las mira. la mira. —Ella retorna al tiempo puro. Ella viene. igualmente blanco. Él la miraba». el bolso blanco del viaje a S. Thala. ella deja que la suelte.. la arena. Detenido ante ella.. Él la ha preparado en la isla esta mañana. pregunta: —No hay viaje. encerrados —agrega él—. Ella abre de nuevo el bolso. dócil. Él la suelta. Él mira: el bolso está vacío. —Sí. Caminan. Thala. pregunta: —¿Qué ocurre? —La miro. la ha lavado y peinado. al viento. Ellos se los llevaron también. —Él me ha dado esto antes de partir. hacia él. —¿Dónde está él ahora? En la misma ola informativa. está muerto. Ella se vuelve. Ella le deja hacer. —Sí —él vacila—. Ella se vuelve hacia él. mezclada a los términos «GOBIERNO DE». Thala.El amor Marguerite Duras —«Llanuras. los habitantes de S. Ella se detiene: Es una avenida muy larga. ella sonríe a su blanca patria. esta inexplicable plenitud de sol. la extensión de la avenida. ella mira como forzada a hacerlo. con sus ropas oscuras. Sorprendida apenas. y sus moradas. por efluvios. una vez atravesada la actividad general. Ella camina más lentamente. El calor aumenta. surgidos de la ciudad. el viajero. Thala. De repente. »Él la miraba». El viento de la mar deja de soplar poco a poco. Sólo él. Ella echa a andar de nuevo. Ella comienza de nuevo a no mirar nada. sus ojos sufren. Se produce un cambio. helos aquí. campos. la plaza. La trayectoria es larga. indiferentes los unos a los otros. Thala. aquí —sobre el frontón de un inmueble frente al que pasan—. Ella no sigue caminando. recta. Ella comienza a mirar de nuevo. Ella todavía ríe. ligero. Por todas partes los muros blancos. Ella camina. el despliegue de S. El sol aumenta. recta. ¿es verano en S. 38 . y a él. No se ve el final. Ella mira con la misma atención a los habitantes de S. Ella comienza a mirar con desconfianza. Thala. más lejos. en una actividad general. Avanza. Ellos comienzan a irse. En cuanto la abandonan. la palabra S. El cambio se intensifica de repente. Ellos le siguen sin saberlo desde que partieron de la arena de S. al final de la avenida. Una plaza. Ella no le habla. Cruzan la plaza vacía. él también camina. La carretera se ensancha. helos aquí de pronto. los blancos destellos de las gaviotas de la mar y de la arena. evita el sufrimiento que le produce la luz. Thala? Parten de nuevo. lentamente resplandece. La avenida no tiene árboles. El sol también. de los agujeros. distintos. Ellos les dejan atrás. y la mar que está a lo lejos. Thala. la fatiga comienza ya. que está cerca de ella. Ellos les siguen todavía. El calor sale de las piedras. altanera de pronto. se han encontrado en esta avenida muy larga. delgadas murallas de árboles rubios. Ellos les siguen. El sol abrasa. les abandonan. Ella camina cada vez más lentamente. le ha visto: ante ellos. Al parecer. Se detienen. Ellos avanzan. de la piedra. Han cruzado la plaza. Ella camina con los ojos semicerrados. dice: —Entonces. Ella padece también este calor. recta. y allá abajo. Ya no hay viento. las aguas de la mar. de la blancura del yeso. El viajero dice a su vez: —Era una plaza —se corrige—. una vez dejado atrás. en su tamaño. —Ah.El amor Marguerite Duras Los muros golpean. Ellos se miran. están cerradas: los postigos de madera han sido clavados a los muros. muy cerca. La arena de S. Ella cae en la arena. se tiende. Él dice: —Yo también recuerdo. han construido esto. Ella avanza. ella ya no le mira. blancos. He aquí la playa sin muros. al otro. se mantiene en su forma. una plaza rodeada de muros. en un murmullo. se recortan. se cortan. a él. Los clavos han penetrado. repite: —Era una plaza. se multiplican. ya no se mueve. 39 . Ella se vuelve y le ve. Ella está ahí. Ambos miran: el edificio está inmutable. se siguen. la arena. golpean en las sienes. ella sabe: la distancia que hay entre el centro de S. Thala. Thala. plana. se multiplican a cada lado de la marcha. y que espera: ella dice enseguida: —Necesito dormir. La mar. Ella espera. la mirada vuelve a la superficie. dice: —Mire. echa a andar de nuevo. Los muros aumentan en número. Ella debe de tener calor. se enjuga el rostro con la mano. tal vez —ella ha respondido. No hay sombra alguna. los ojos se cierran. Su fachada principal domina la playa. aminora el paso. Es ella quien se detiene. al parecer grande. hacen sangrar los ojos. de pronto. —Antes era una plaza. Hay un camino de tablas. El centro de S. Inmediatamente. Thala y la mar ha quedado kilometrada en las piernas de niña: ella alza los ojos. la silueta negra en la blancura de los muros al final de la avenida. de pronto. Hay numerosas aberturas. la mar. A su izquierda se muestra la enorme masa del centro de S. Thala da a la mar. camina deprisa. Ellos avanzan muy lentamente. Ella se detiene. La avenida se detiene: delante de ellos ya no camina nadie. ella mira el suelo. Se ven. Con los ojos en el suelo. Es un edificio de forma indefinible. comienza a andar de nuevo. Ella permanece quieta. él no prosigue. Ella echa a andar de nuevo. ellos la han recubierto de eso. una superficie. El viajero la retiene. He ahí el edificio. Ella. En un movimiento muy rápido. Ella la ve. Ellos lo cruzan. Ella sigue sin verla. también detenido. Siempre delante. se abren. en los muros había una puerta. es verdad. comienza de nuevo. —Sí. Ella suelta el bolso que sujetaba todavía.. dice: —Esta noche viene de ahí.El amor Marguerite Duras Él se ha sentado junto a ella. Ella ya no responde. sus párpados tiemblan con el esfuerzo de quererlo. la vierte otra vez. Él no la ha visto nunca a una luz tan intensa. quiere cerrarlos. pasa la mano sobre los ojos para protegerlos del sol. regresan a la oscuridad. Le seca el sudor de la frente. Ella respira. Él se detiene. Él prosigue. Los párpados tiemblan ligeramente con el retorno de la luz. Él le dice: —Duerma. —Dígame que duerma. 40 . Ella cierra los ojos.. Él deja de enjugarle la frente. —Sí —el tono es el de la esperanza. la mira. La arena resbala otra vez. sin reconocer nada. Ella dice: —Está el ruido. después vuelven a cerrarse. —Amor. Bajo ésta. Él espera. Ella murmura: —Ah. Él continúa el gesto sobre la frente. Él dice: —Yo también lo oigo. Ella pregunta en voz muy baja: —¿Están muertos? —No. Ella ya no se mueve. Él retira su mano. o nada. Él dice: —Hemos vuelto a la playa.. El gesto le obliga a él a cerrar los ojos. —Ah. —¿Qué es lo que están haciendo? —Descansar —añade él—... la arena se mueve. Él comienza otra vez. Ella pega su rostro contra la arena. de la arena. —Duerma. los ojos están cerrados. se apoya sobre su mano libre. Él no la ha visto nunca de tan cerca. —Duerme. miran sin ver. Ella sigue escuchando el ruido. Ella toca la arena. Él coge arena. Los ojos se abren. resbala por el cuerpo. —Sí. sí. Ella duerme.. Duerma. es verdad. escucha. pero los ojos no se abren. la vierte sobre su cuerpo. lentamente.. Él se tiende junto a ella. Señala el interior de la playa. El viajero avanza hasta el centro de la pista. entra.El amor Marguerite Duras Él ya no está aquí. Dice: —Puedo enseñársela. La entrada del edificio está vacía. unas alfombras enrolladas a lo largo de las paredes. ¿Por qué? El viajero pormenoriza el rostro: los ojos claros ya cansados. su mano sigue enterrada cerca de su bolso blanco. unas mesas desnudas. —La sala de baile. Penumbra. Él oye: 41 . El viajero le mira. —¿Busca usted algo? Están frente a frente. Va de uniforme. El viajero mira el fondo del pasillo. penetra allí. putrescible. —Espera—. El hombre hace un gesto de impotencia. Ella está sola. lejana. un piano cerrado. —Véala —y añade—: Veo que tiene usted recuerdos. Y más lejos. El viajero pregunta: —¿Cuánto tiempo ha dicho? —Diecisiete años. Rodeando la pista. El viajero entra. —De ésa. —Sígame. El hombre dice: —Ya no hay baile. a lo largo de las paredes claras. el tono se hace más cortante—. Se oyen rumores. —¿Puedo ayudarle? Están los dos en la penumbra. El hombre debe de ver la violencia de los ojos del viajero. Los zócalos de plantas verdes están vacíos. cerca de las sienes los cabellos grises. El viajero no se mueve.. Hay unos espejos. un hombre llega. abre una puerta. muy lejana. —¿Busca usted a alguien? —Espera. Unas butacas están alineadas frente a los espejos. la música de las fiestas sangrientas. mira a su alrededor: una tarima. anormal. El viajero le mira con una atención extremada. Se detiene.. la del himno de S. Después de la entrada. pasillo muy largo. ¿está por ahí? —Había varias —y añade—: ¿de cuál habla usted? El viajero señala una puerta del fondo del pasillo. la pregunta brota bruscamente. tendida sobre la arena al sol. perro muerto de la idea. Del fondo de ese pasillo. El hombre observado se impacienta. El viajero avanza por el pasillo. están empañados. la mantiene abierta. Thala. si quiere. al final del pasillo. ¿Qué quiere usted? —Miro. sus ojos siguen clavados en el rostro. —Gracias. Al fin el viajero habla: —¿Hace mucho tiempo que está usted aquí? —Diecisiete años. El hombre precede al viajero. Se lo ruego. —Yo no tengo las llaves —el tono se suaviza de nuevo—. —A esta distancia. El hombre ha gritado. por completo. —Está cerrada con llave. La luz. El viajero se incorpora. Perdone. mira: —¿A la que duerme? —La señala—. El hombre se aleja un poco. El viajero trata de abrir la puerta. El hombre sonríe en la penumbra. la playa. —Se interrumpe—. hunde su cabeza en sus brazos doblados. ella. la playa. después renuncia. no la conozco. El viajero suelta la cortina. El hombre mira con una falsa atención. El viajero se vuelve hacia el hombre y pregunta: —¿La conoce usted? El hombre se acerca. 42 . La voz es apacible: —Debería usted salir. El hombre espera. pregunta: —¿Por qué? El viajero no le responde. El hombre pregunta: —¿Cuál es su nombre? El viajero responde: —Yo no sé nada. Levanta una cortina: a través de los postigos clavados. Suplica de nuevo: —¿Quiere repetir ese nombre? —¿Cuál? —El que acaba de decir —le interrumpe—.El amor Marguerite Duras —Aquí se bailaba. El viajero va hacia la puerta cerrada. El viajero va hacia la puerta. ¿A ésa? —Sí. ir a buscarla. señala la pista. llega hasta cerca del viajero. una terraza. El viajero escucha con una gran intensidad. Se vuelve. El viajero suelta el pomo de la puerta. ella durmiendo. como puede ver. el sol se filtra a través de las gruesas cortinas. Unos sollozos salen de él. pregunta: —¿Quiere usted que la ilumine? —No. La puerta se resiste. El viajero levanta otra vez la cortina: la terraza. deja que pase un rato. Él se obstina. sus brazos caen de nuevo. repite claramente. el nombre que acaba de inventar. El hombre le mira. El hombre dice: —Lo siento. El hombre pregunta: —¿Es ése? El viajero no responde. adelanta los brazos como si quisiera atravesarla. El hombre dice un nombre. se queda donde está. ya ve que está cerrada. no tengo derecho a abrirla. que cae de nuevo. y después va hacia él. —Para qué insistir. El hombre va. Ella dice: —Ha ido usted a llorar. Ella continúa tendida. ha vuelto usted. El hombre acompaña al viajero hasta la entrada y le deja. —Sí. en hablar más. a la orilla de la mar. Él está sentado junto a ella. luego toma el brazo del viajero y le conduce a la puerta. —Buscaba la plaza entre los muros. Tiene los ojos abiertos. —No —añade ella—. distraído. Observan largo tiempo el acontecimiento de allá abajo. nada. sólo le mira a él. allá abajo. el otro camina de nuevo. La música se ha reanudado en el fondo del pasillo. Ella señala al que camina allá abajo. Él le mira. —¿Dónde estaba usted? —prosigue ella—. el viajero. continúa. —¿La ha encontrado usted? —la voz es baja. Allá lejos. nos vigila. El viajero. El viajero traspasa la entrada. he querido dejarla dormir. —Ah. en la espera indescifrable. ¿Por dónde ha paseado? —Usted dormía. Él le mira alejarse. continúa mirando hacia el caminar tranquilo. el sol. sin tregua. por la arena desierta.El amor Marguerite Duras El hombre espera todavía a que pase un instante. —Me habría ido con él —prosigue ella—. aguda. —No. El hombre cierra con llave. El viajero dice: —He estado paseando mientras usted dormía. Ve venir al viajero. creí que se había ido. de la orilla del mar. Se callan. toca su brazo. Ella tarda en responder. Salen ambos. No hay otro ser viviente en todo el espacio visible. Su mirada es dulce como su voz. viene. Ha ido a preguntar. al sol. nos conduce? —No. Ella le llama de pronto. con su paso regular. quiere que la mire. El movimiento de la marcha cambia: he aquí que. El calor disminuye. El hombre ha torcido hacia lo alto de la ciudad. O la policía me habría llevado. sale. Se ve también la puerta por la que salimos nosotros —prosigue—. por la playa vacía. en lugar de volver sobre sus pasos. pregunta: —¿Cómo? —se corrige—. El viajero dice: —Él vigila. Dice: —Ahora tiene que irse. La mirada le atraviesa. separados. Ella lo ha visto. Yo debo ir a mi puesto. 43 . al sol infernal. ¿Qué hace entonces? Ella se vuelve hacia él: —¿No se lo he dicho? —¿Vigila la mar? ¿Nos vigila. —Ah —ella le mira fijamente—. Desaparece detrás del edificio. Él. los gemidos atroces del placer. Thala. Helas ahí. La playa. pero vuelve siempre. las carniceras. Ella está tendida junto a él. y esta vez se pierde en su espesor. una trayectoria invisible. Ella dice. Ella se vuelve hacia él. El silencio de S. ante sí. grita. Unas voces en la arena. Esperan. el roer reanuda su curso. ahí al lado. El viajero se calla. la voz se vuelve tierna—. Thala. Él dice: —Unos amantes. Oyen unos lamentos amorosos. siguen sus modulaciones más secretas. La noche ya ha llegado cuando él reaparece. Ella dice: —Hablan. Ella recuerda: —Es cierto —ella se interrumpe. Él no va hacia ellos. Detrás. La noche ya está ahí. las gaviotas de la mar. La marea baja se hace más pesada. Ella se sienta. usted no es nada. cruje. El viajero está tendido sobre la arena. S. Las palabras resuenan. La mar se cubre de viento. se extinguen.El amor Marguerite Duras Ella siente un mayor bienestar. parten de nuevo. Thala. Algunas veces deja atrás su pensamiento. los movimientos de la luz? —No. repite: —Esta noche volverá —y añade—: esta noche debe prender fuego al centro de S. ¿va a volver? —Sí —dice ella—. Ella dice: 44 . Ella resigue. con dulzura: —Yo ya no conozco esa ciudad. El viajero pregunta: —Él no se ha ido. Dice: —Ya no dice usted nada. La noche. El hombre ya no reaparece. nada. se torna cieno negro. cerca. —¿Es el atardecer? —Creo que sí. Ellos callan. El cielo se oscurece. Ellos vigilan la playa. en el encadenamiento continuo. Ella dice de pronto. El viajero continúa preguntando: —¿Vigila los movimientos de las mareas. Thala es sonoro esta noche. nunca he vuelto a ella. Llegan unas corrientes de aire. asciende hacia la ciudad de S. Esta noche volverá. con certidumbre. ellos escuchan. —¿El movimiento de las aguas? ¿El viento? ¿La arena? —No. —¿El sueño? —No —ella vacila—. Detrás de él. Ella no las oye. Thala arde. Ella vuelve al hueco de su brazo. Viene. la mar. El viajero se inclina sobre el rostro dormido y dice: —Parece que se abren sus ojos. Ella recuerda. murmura: —S. S. se vuelve. Él dice: —Hacía calor en la habitación. sobre su corazón. se abren cada vez más. Thala. ve el cielo rojo. el primer humo negro. Se vuelve hacia él. el cielo enrojece. Thala. se extiende. mira el cielo. ¿no lo sabía? —No. hemos bajado a la playa. La superficie de la mar se ilumina de color rosado. Le ve a él. El fuego crece. se sitúa en dirección a la luz naciente. sobre su corazón. A través del humo negro brotan las primeras llamas.. las sirenas del espanto. en un movimiento imperceptible debido a su lentitud. el cuerpo. ella no sabe dónde se encuentra. Alguien sale del espesor del fuego y cruza la playa.. oye las sirenas. Con toda su fuerza.El amor Marguerite Duras —Yo ya no veo nada. En todo S. todo entero. a la que duerme en los brazos del viajero. A lo lejos. Se sienta a algunos metros de ellos. sigue a los ojos. Thala suenan. todas las sirenas de S. Posa su cabeza en el hueco de su brazo. 45 . el cielo se decolora. Thala. en efecto. Thala. Se oye: —Entonces llega el día. cierra los ojos: —Es verdad. El primer humo negro se eleva en el cielo claro de S. se tapa el rostro. los párpados se separan y. disparadas. Él regresa. Ella se incorpora. Él está ahí. de una ternura desesperada. Las primeras sirenas cruzan S. El hombre mira el cielo. El viajero mira: los ojos. Él dice: —Yo veo. Se oye: —Ella duerme. mi S. Ella hace un gesto abierto. Después. Sobre ella. Ella permanece así. la mar. Se oye: —El día abre sus ojos. ella dice. Thala. A distinguir la arena de la mar.. a su vez. ¿sabe usted? ¿De Dios. la mar de la luz. ella solamente oirá el ruido. La mar crece. ella quedará cegada. se decolora como el cielo. Luego ella separará el frío de la noche y me lo dará. se decolora como el cielo. Y también la separación entre la arena y las aguas..? Se callan.El amor Marguerite Duras Se queda así. tan lento es su movimiento.. Vigilan la progresión de la aurora exterior. El viajero pregunta: —¿Ve ella? Se oye: —Nada. Se callan.. frente a la luz. Se oye: —Ella permanecerá así hasta la aparición de la luz. 46 . El viajero pregunta: —¿Qué sucederá cuando llegue la luz? Se oye: —Durante un instante. Thala. su cuerpo de mi cuerpo. La luz aumenta de un modo imperceptible.. Después. esa cosa. abre. En la noche de S. las sirenas vuelven. como la mar. El incendio. muestra el espacio que crece. Después comenzará a verme de nuevo. ella no ve nada. La luz asciende. después. luego.
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