E L D O M I N I CAL D E D IAR I O D E MALLO R CALa Almudaina MÁS M OTO R Y NÁUTI CA 15 de mayo de 2011 / N° 521 Los ojos electrónicos del Puig Major GUILLERMO SOLER Desde 1955, cuando empezó la construcción de una carretera a cargo de ingenieros americanos, la cima del Puig Major es una zona militarizada. Sus radares controlan buena parte del Mediterránio Occidental y el Norte de África El Puig Major, situado en la serra de Tramuntana de Mallorca, ya Parque Natural, se eleva sobre 1.445 metros de altura en el municipio mallorquín de Escorca, si bien Sóller lo reivindica también como una de sus referencias paisajísticas más espectaculares que coronan su peculiar valle. Está bajo tutela militar. La historia de este pico, el más alto de la isla, tiene un antes y un después, a partir del 26 de septiembre de 1953, cuando se firman los Pactos de Madrid. Con este acuerdo, los Estados Unidos de América fortalecen su flanco del Mediterráneo Occidental, gracias al permiso conseguido del Gobierno del General Franco, en plena Guerra Fría y cuando la URSS, el enemigo de Occidente en aquellos momentos, despliega efectivos estratégicos aeronavales en la zona. Entre las numerosas y estratégicas concesiones a los estadounidenses, se incluía el Puig Major, cuya cumbre se eligió, con otras once situadas en la geografía nacional, incluido el archipiélago canario, para asentar en ellas una red de Alerta y Control Aéreo. Es decir, el pico más alto de Mallorca, junto con los del Paní (Rosas) y Alto de Aitana (Alcoi), en el momento del despliegue de esta red de detección aérea, en 1960, se convertían en los ojos del Mediterráneo Occidental, dispositivo al cual se sumó, en 1994, el EVA 13, ubicado sobre la Sierra de Espuña (Murcia). Conformaron así una red de bases que tienen como misión actual la captación y de envío de datos de radar a los grupos de mando y control, a la vez que realizar la operación y mantenimiento de los equipos radio ubicados en cada acuartelamiento, como también ocurre en el del Puig Major, denominado EVA 7, y cuyo lema es ‘No más allá’. Cuando se inicia el movimiento excursionista isleño, a principios del siglo XX, el Puig Major es objetivo a visitar por naturalistas y esquiadores, accediendo a él, con dificultades, a través de senderos seguidos durante generaciones, por pastores y neveters, responsables de recoger la nieve del invierno, guardándola en cases de neu, para transportarla, La cima del Puig Major, con su famosa ‘bolla’, vista desde la base militar situada en la carretera. FOTO: G. SOLER en el estío, hasta Palma. En 1934, debido a sus grandes posibilidades turísticas y deportivas, el ingeniero mallorquín Antonio Perietti, proyectó comunicar el pico con un funicular aéreo, que no se pudo realizar. Hacia 1955, la tranquilidad del Puig Major fue rota por la presencia de personal y excavadoras, bajo dirección de ingenieros militares norteamericanos, con la misión de abrir una carretera entre la base de la montaña y su cumbre. Este camino, inicialmente con base de grava, si bien hoy está asfaltado, se realizó abriendo, mayoritariamente, tramos rectos sobre la pendiente, llevándose por delante la antigua senda de piedra que, desde el coll de n’Arbona partía hacia la cumbre del puig Major. La carretera, con un recorrido de unos ocho kilómetros, salva una altura de 850 metros, la distancia que existe entre la base militar, situada en una amplia revuelta de la carretera C-710, de Sóller a Escorca, pudiéndose observar las panorámicas más espectaculares de la isla, en ocasiones no aptas para quienes sufren de vértigo, el la ruta hasta la cumbre y viceversa. Construido el acceso, artificieros militares norteamericanos eliminaron los últimos nueve me- tros que restaban para alcanzar la cumbre, mediante explosivos. Conseguida una base de asentamiento amplia, se aplanó el terreno, iniciándose la instalaciones de la Estación de Alerta y Vigilancia número 7. Construido el asentamiento proyectado, quedan instalados los radares de vigilancia y altura AN-FPS 100 y AN-6, trasladados por piezas y montados, por técnicos de la US Air Force, en ocasiones bajo condiciones meterológicas adversas, a causa de nevaSigue en la página 2 ➔ 2-D LA ALMUDAINA Domingo, 15 de mayo de 2011 / Diario de Mallorca Instalaciones de la cima del Puig Major, con los radares y vehículos militares. El radar tridimensional Lanza 3 D. En 1993 finalizó la presencia estadounidense ➔ Viene de la portada das. Debido a esta circunstancia, en la base, se instalaron una serie de comodidades, novedosas en aquel momento en la isla, como televisión y una bolera, aún conservada, para el personal militar estadounidense allí destinado. En 1959 es nombrado primer jefe de la base del puig Major el teniente coronel Miguel Cadenas Charro, dependiendo en aquella época del mando de la Defensa Aérea. La estación de radar pasa a ser operativa, con personal militar estadounidense, en julio de 1960. Con motivo de su viaje a Mallorca en mayo de ese año, la cual no visitaba desde 1947, el general Franco inauguró las instalaciones del Puig Major, subiendo en coche hasta su cumbre. Hasta llegar al momento presente, el EVA 7, hoy Escuadrón de Vigilancia Aérea 7, ha pasado por diversas fases y circunstancias. Nada más comenzar oficialmente a controlar una amplio espacio del Mediterráneo Occidental, y por ende, una neurálgica zona del Flanco Sur de la OTAN, con unos cuatrocientos kilómetros de radio de acción, se inicia la preparación de personal del ejército del Aire español en esa materia. A finales de 1964, la operatividad de los equipos de aviso y control electrónico del espacio aéreo nacional pasa a responsabilidad española. Lo mismo sucede con edificios, instalaciones y equipos, tras firmarse la recepción del conjunto, en enero de 1965. Aunque la presencia militar norteamericana se reduce a un pequeño destacamento, no es hasta 1993, cuando desaparece dicha presencia militar, pasando, simultáneamente, a manos españolas la estación de comunicaciones troposféricas. Se dice que dicha estación fue de las primeras en captar la llegada del hombre a la Luna, el 21 de julio de 1969. Hito importante de esta unidad es el pase del sistema manual de control al automático, iniciado en 1970 y culminando en 1977, al integrarse los radares, ocultos por las conocidas popularmente en la isla ‘bolles del Puig Major’, en el programa Combat Grande I, basado en lo que en aquel momento era un nuevo sistema de defensa aérea. El dispositivo se centralizó en el Centro de Operaciones de sector del Ala de Alerta y Control ubicado en Torrejón de Ardoz. A partir de ese momento, toda la información que producen los radares de los Escuadrones de Vigilancia Aérea española, incluido el del Puig Major, se envían a la mencionada unidad madrileña. A finales del 2000 se inicia lo que será un cambio importante, tanto en la fisonomía como en los equipos de radar de la cumbre del Puig Major, ya que el EVA 7 entra en el programa SIMCA, ideado por el Ejército del Aire español, con el objetivo de sustituir sus rada- Panorámica desde la cima de la montaña más alta de Mallorca. FOTOS: G. S. S res semiautomáticos de este dispositivo por unos equipos electrónicos automáticos tridimensionales de última generación. Después de pruebas y comparaciones, se eligió el modelo Lanza3D, construido por la empresa española Ceselsa, incluida dentro del grupo Indra, con participación de Marconi. Este modernísimo radar tridimensional de configuración flexible, de mayor operatividad y desplegable, construido con tecnología punta, explora el espacio aéreo asignado mediante pinceles, e inclusive, utilizando una de las bandas de la OTAN. Gracias a que cuenta con la información que le suministra un Interrogador de Radar Secundario Monopulso IRS-20M, detecta y posiciona objetos en el espacio, a la vez que fija su altura y los identifica como amigo o enemigo. El radar Lanza, integrable en un sistema multiradar o autónomo y con menor necesidad de recursos y personal, se complementa con el secundario IFF IRS-20M, gracias al cual, a nivel civil como militar, puede realizar controles selectivos. En cuanto al dispositivo de comunicaciones en activo en esta unidad, permite una comunicación en tiempo real entre plataformas aéreas y terrestres, emitiendo la información requerida por los Centros de Control de Zaragoza y Madrid, que se relevan en turnos semanales. La instalación del citado modelo de radar Lanza en la cima del puig Major fue laboriosa y tuvo diversas fases, como recuerda el actual jefe del EVA 7 desde septiembre del 2010, comandante del Ejército del Aire, Ramón Balastegui López, que nos hizo de cicerone en nuestra reciente visita a dicha unidad, con ascensión incluida a la cumbre, en donde se encuentran dichos ‘ojos electrónicos’ que otean constantemente una franja importante del Mediterráneo, incluida parte del Magreb. Un renovado dispositivo de control aéreo, nece- sario para la defensa nacional, según los estrategas, pues, si bien la denominada ‘Guerra Fría’ finalizó en 1992, con el desplome de la URSS, la amenaza de conflicto global es sustituida por la escalada del terrorismo internacional, con principal protagonismo del movimiento integrista islámico. Situación a la que se han sumado los recientes levantamientos populares que afectan al Norte de África y varios países árabes. El traslado del equipo del radar lanza 3D, con un peso total de 42.800 kilos, se realizó desmontado por secciones, utilizándose para su traslado a la isla cinco camiones con plataforma, con un peso cada uno de ocho toneladas. Si se traslada por aire han de utilizarse en su transporte cinco aviones de carga Lockheed C-130 Hércules. Su instalación provisional, en noviembre del 2000, se realizó en una zona plana, denominada Tropo, un poco más abajo de las primitivas instalaciones de radar, rematadas por dos bolas. Su ajuste se realizó hasta las 11:25 horas locales del 27 de mayo de 2003, momento en que, recibida la autorización del Mando de Apoyo Logístico (Malorc), es apagado definitivamente el primer equipo de radar instalado en el puig Major. Una vez desmontadas ambas bolas y retirados los anteriores radares, se reacondicionó la cima, instalándose en su plataforma un edificio nuevo, coronado solo por una sola bola, ya con el Lanza 3 D, sobre su emplazamiento, a cubrir con el acoplamiento en configuración esférica con losetas de un material especial de alta seguridad. Mientras duró la instalación del nuevo radar, otro similar cubrió la misión electrónica del EV-7, hasta que el nuevo quedó instalado definitivamente, iniciando su integración plena en el sistema de control y defensa aérea española el 12 de enero de 2006. Este cambio de equipos se realizó, en ocasiones, con clima- tología adversa, sin faltar obligados períodos de aislamiento, aunque se mantuvo la operatibilidad óptima en todo momento. Esta unidad colabora con estamentos militares y civiles, tanto de asistencia, emergencia y seguridad, incluida AENA, Navegación Aérea, Guardia Civil o Cruz Roja, entre otros, tanto a nivel nacional como internacional, a la vez que ha cooperado acogiendo despliegues OTAN en su cumbre, así como en ejercicios aéreos de la Alianza Atlántica o las propias Fuerzas Aéreas Españolas. En el interior del edificio en donde se aloja el el radar Lanza A3, dentro de altas medidas de seguridad, el equipo de especialistas del Ejército del Aire que lo maneja, al mando de un teniente, realiza turnos de veinticuatro horas, incluyendo la presencia de dos técnicos de Ceselsa. Se dispone de dormitorios, cocina, servicios varios y un gimnasio, así como de equipos eléctricos de emergencia. Esta unidad está conectada con un servicio de telemedicina, situado en Madrid, para diagnósticos urgentes del personal destacado en la cumbre. Por medio de bombeo, el suministro de agua llega hasta la cima, desde un pequeño embalse, no lejos del de Cúber. Aunque las comidas para el personal de servicio en la cima son elaboradas en la cocina de la base del destacamento, en caso de aislamiento se dispone de alimentos de emergencia, contándose con una cámara frigorífica. En un lateral del cuadrilátero de las instalaciones existe una amplia compuerta que comunica con un amplio espacio. Durante nuestra visita, se encontraba ocupado por un equipo móvil de la Unidad de Calibración de Equipos, del Centro Logístico de Transmisiones de Madrid, con misión anual de subir a la cumbre del Puig Major para realizar un control del dispositivo LANZA. Entre los recuerdos fotográficos de la unidad, está el de la visita del Rey al EVA 7, el 21 de febrero de 2008. Alrededor de un centenar de hombres y mujeres, entre ellas varios oficiales, tanto voluntarios como designados, integran la dotación del EVA 7 del Puig Major, si bien, en este momento hay vacantes por cubrir. Disponen, en estas instalaciones del Ejército del Aire, de total soberanía española –aunque hay mallorquines que desconocen esa circunstancia–. Además hay una zona de oficinas, espacios de descanso, dormitorios, cocina, polideportivo, cafetería, enfermería con personal sanitario y servicios de uso como de control medioambiental. Dispone también de salón de actos, convertido durante la realización de ejercicios en sala de reuniones. Esta unidad colabora, por convenio con la conselleríia de Medio Ambiente del Govern de les Illes Balears, firmado en 2010, con la conservación de la flora, buena parte de ella endémica. A la vez, en esta zona militarizada del Parque Natural de Tramuntana también está autorizada la visita de biólogos, botánicos y estudiosos de la fauna, principalmente.