Libro Simón y el carro de FuegoDesde los 5 años Simón vive con sus abuelos, ya que sus padres, que eran arqueólogos, murieron en un accidente durante una expedición. Lo único que le quedó de recuerdo de sus padres fueron unos libros, una maleta con ropa, una carta de pésame del Superior del convento de La Serena y un carro de madera del porte de una mano, que tenía forma de dragón y que era tirado por dos caballitos blancos. Este último era su juguete preferido. Simón ahora tiene 12 años y quiere mucho a sus abuelos aunque le hacen pasar vergüenzas frente a sus amigos. Simón acompaña a su abuela a misa a la Iglesia de san Francisco y ahí se acuerda de una visita anterior y observa uno de los cuadros que hay allí y lo que ve en esa pintura lo deja sorprendido. Simón fue con su abuela Pepa al museo que está a un costado de la iglesia. Allí le mostró a su abuela una pintura en la cual San Francisco aparecía en un carro de madera volador tirado por dos caballos blancos, el carro era igual al que tenía en su casa. El padre Gerónimo le comenzó a explicar a Simón la pintura. Simón le dijo al padre Gerónimo que tenía un carro igual a ese y el padre invitó a Simón para que fuera otro día a visitarlo y le mostrara su carro de madera. Simón fue a visitar al padre llevando consigo el carro. El padre le pidió a Simón que le dejara el carro para que un experto lo examinara. Luego le contó al niño la historia del carro. Le contó que una señora adinerada quiso enviar desde Cuzco una donación al Convento en Santiago. Pero solo le quedaban sus joyas y las mando en secreto a Santiago con Rosa Banderas. Para que la donación de joyas llegara a Chile sin perderse ni que fueran robadas a doña Engracia se le ocurrió enviarlas escondidas en artesanías. Algunas joyas fueron encontradas y con ese dinero se reconstruyo el templo pero la mayoría de las joyas aun no aparecían. Simón le contó a Elvis lo del carro y toda la historia de las pinturas Simón y Elvis, no confiaban en Hilario el sacristán, ellos pensaban que algo ocultaba. Simón va al museo de la Iglesia de San Francisco y se encontró con Miulina. Ahí se enteró que era restauradora, es decir, reparaba las pinturas dañadas. Simón le contó la historia del carro de fuego a. Miulina y ella le respondió que para saber exactamente donde estaban los diamantes habría que preguntárselo a doña Engracia. Simón le respondió que eso era imposible pero Miulina le dijo que estaba equivocado y comenzó a pintar, sobre el cuadro que tenía enfrente unos pies, unos zapatos, unas calcetas y un pantalón y Simón se dio cuenta que eran iguales a los suyos y cuando se miro para abajo advirtió, asustado, que sus pies habían desaparecido y, a medida que Miulina seguía pintando el resto del cuerpo en el cuadro, las extremidades y el tronco de Simón seguían desapareciendo. Cuando solo quedaba la cabeza de Simón flotando en el aire Miulina le dijo: "Cuando desees volver tendrás que hacerlo por este mismo lugar tirando el cordón del fraile que se arrastra por el suelo". A continuación Miulina pinto la cara de Simón en el cuadro y el niño se esfumo. Fue así como Simón viajó a través del tiempo llegando a la ciudad del Cuzco y conoce a doña Engracia, a la señora Rosa Banderas al maestro Juan Zapaca, al pintor Manolo y Julián que eran aprendices, también conoce a una niña indígena llamada Chimpu, que vive con su madre, abuela y hermano mayor llamado Liviac que pintaba muy lindo. Chimpu le entrega un dibujo hecho por su hermano para que se lo entregue al maestro y lograr que su hermano trabaje jhen el taller Liviac, pensando que simón era Español lo toma prisionero, pero Simón logra soltarse y perdona a Liviac. Simón regresa a través del tiempo, el piensa que fue un sueño, pero se da cuenta que en sus bolsillos está el pañuelo de doña Engracia y las cascaras del maní que le dio Chimpu. Simón cuando va a buscar a Elvis a su trabajo, conoce a Francesca una niña de su edad a la que encuentra muy bonita y le regala el pañuelo de doña Engracia. Simón va donde el padre Geronimo y le cuenta que había visto la patena de oro en la casa de antigüedades del señor Caroca y le advierte de las sospechas que tienen sobre Hilario, ya que los niños piensan que él es el ladrón. Simón y Elvis deciden viajar nuevamente a través del tiempo, para saber que objetos había pintado Manolo y de esa manera lograr saber en qué objeto se encontraban los diamantes, le piden la ayuda de Miulina para que los transporte al Cuzco. Liviac los ayuda a encontrar a Manolo y este les cuenta que los objetos enviados eran: el carro de fuego, un crucifijo y un rosario de madera. Los niños regresan al convento de San francisco y comienzan a buscar los objetos Elvis llama a Simón y le dice que mirara una estatua de la Virgen que sostenía entre sus dedos un rosario de madera de cuentas redondas y grandes. Elvis saca el Rosario y huyen del lugar Después de un tiempo Simón y Elvis se vuelven a encontrar y van en busca del Rosario que había sido entregado a un cura Un auto los sigue y sale un hombre con un arma que los amenaza con dispararles si no suben al auto, después de un rato Miulina los ayuda. De pronto el auto se detuvo, tres vacas y un ternero no lo dejaban avanzar, los niños aprovechan para arrancar. Entonces se dieron cuenta que el hombre disfrazado era Caroca: lo habían reconocido por la voz y por un anillo que llevaba puesto. Le contaron al padre Gerónimo lo sucedido pero este no les creyó mucho, pensó que era pura imaginación de los niños. Los niños le pidieron que los acompañara a buscar el rosario que Elvis le había regalado al cura párroco, para convencerlo de la verdad de lo ocurrido. El padre les dijo que iría con ellos. El padre Antonio le devolvió el rosario al padre Gerónimo quien junto a Simón y Elvis volvieron a la iglesia de San Francisco. Allí, sobre una mesa, el Padre Gerónimo coloco el rosario y cogiendo un pesado pisapapeles dijo. "¡En el nombre de Dios" y bajo la mano con fuerza sobre el rosario. Quedaron sorprendidos. 54 diamantes aparecieron desde dentro del rosario al romperlo el padre. Los niños se despidieron del padre y cada uno se fue para su casa. Simón quedo con una sensación de que todo lo vivido no había tenido ninguna ganancia para él, ni siquiera el padre le había dado las gracias. A la noche en el noticiario vio que los carabineros habían detenido a dos hombres que estaban junto a un auto y golpeaban a unas vacas y como uno de ellos tenía un arma sin permiso, se lo llevaron a la comisaría. El padre Gerónimo envía una carta desde México y le cuenta que los diamantes eran muy valiosos y que con ellos había hecho obras de caridad. También le decía que Caroca, el chofer e Hilario estaban detenidos y que, seguramente, iban a llamar a Simón a declarar. También le decía que parte del dinero lo pondría en una cuenta de ahorro para costear los estudios secundarios y universitarios de Elvis. El padre Gerónimo se despedía deseándole a Simón lo mejor aunque le decía que no creía sus aventuras en el Cuzco. Simón salió al Parque Forestal y se encontró con Francesca, a quien saludo con un beso. De lejos escucho la voz de Miulina que decía: "¡Bravo, chico!¡Otro más!¡Viva el amor!" EPILOGO Días después el padre Gerónimo, Simón y sus abuelos, Miulina, Elvis con su mama y sus hermanos y tres franciscanos tomaban el té en el jardín del convento y agradecían a Simón, Elvis y Miulina por su ayuda. También brillaron por Elvis ya que ahora tenía la oportunidad de lograr su sueño: ser aviador. En ese momento una bandada de jilgueros se puso a cantar. Fray Leoncio dijo: "Ellos nos dicen que también hay que agradecer al santo