La segunda Campaña Libertadora: la lucha de Casanare por su independencia de Boyacá durante la hegemonía del Frente Nacional en Colombia (1958-1974)

March 25, 2018 | Author: Maestría en Historia Uptc | Category: Colombia, Politics (General), Politics, Government


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La segunda Campaña Libertadora: la lucha de Casanare por su independencia de Boyacá durante la hegemonía del Frente Nacional en Colombia (1958-1974) Autora: Jane M. Rausch Profesora Emérita Departamento de Historia Universidad de Massachusetts Amherst Amherst, MA 01002, EEUU [email protected] Marzo de 2012 Versión en español: María Victoria Mejía D. 1 Se podrían asignar muchos méritos a la tendencia actual de referirse a la región de los Llanos Orientales con el nombre de Orinoquia o región única. Sin embargo, esa denominación tiende a desdibujar la diferencia entre los cuatro departamentos que la integran: Meta, Arauca, Vichada y Casanare1. En tanto cada departamento encierra una fracción de la cuenca del río Orinoco y comparte una economía común –que en el pasado se afincaba en la ganadería y en la actualidad depende del petróleo- son verdaderamente únicas sus historias particulares. A título de ejemplo, durante gran parte del siglo XX, a Meta, Arauca y Vichada se les asignó el estatus de territorios nacionales, sometidos al control directo del gobierno central en Bogotá, en tanto que, Casanare, no obstante el carácter que se le otorgó como provincia autónoma durante el siglo XIX, continuó ligada al departamento de Boyacá. Esta afiliación tuvo una consecuencia desafortunada cual fue la de retardar el desarrollo de la región con respecto a las demás regiones de los Llanos. Si bien los colombianos no dejan de celebrar la función que cumplió Casanare en la Campaña de Liberación de 1819, liderada por Bolívar, en la marcha extraordinaria cruzando la cordillera de los Andes, y que culminaría en la derrota de los españoles en las Batallas del Pantano de Vargas (julio 25) y del Puente de Boyacá (agosto 7 de ese año) es escasa la atención que han prestado a la lucha de la región por liberarse del dominio de Boyacá a lo largo del siglo XX. Durante el periodo del Frente Nacional (1958-1974) la cada vez mayor sensación de abandono por parte de Tunja que permeaba al Casanare llegó a convertirse en una campaña decidida para sacudirse del control del departamento de Boyacá y recuperar su autonomía como intendencia nacional. El propósito del presente ensayo es indagar en la compleja relación entre el altiplano y la zona de los llanos de Boyacá. Después de hacer un resumen breve de la interacción entre las dos regiones desde el siglo XVI hasta año de 1958, el presente estudio intentará hacer el seguimiento a la lucha del Casanare para recuperar su autonomía del departamento de Boyacá durante el periodo del Frente Nacional, para intentar explicar por qué, en 1974, los casanareños se regocijaron en el momento en que se otorgó a la región el estatus de intendencia nacional, en la época en que otros territorios de los Llanos ya se ocupaban con sus gestiones de cabildeo para convertirse en departamento. 1 Véanse Leonel Pérez Bareño, La Región de la Orinoquia: Antecedentes de su ordenamiento territorial (Bogotá: Gente Nueva, 2002); Alberto Baquero Niño, “Derecho y Deber al Ideario del País del Orinoco”, Memorias: VIII Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos (Villavicencio: Editorial Juan XXIII, 2004), 8-13. 2 Boyacá y Casanare antes de 1958 En 1958, año en que Alberto Lleras Camargo, el primero de cuatro presidentes que gobernaron durante el periodo del Frente Nacional, tomó posesión como presidente, el departamento de Boyacá cubría una superficie equivalente a 63.595km. En términos de área, Boyacá era después de Antioquia, el departamento más extenso de Colombia2. Con 779,340 habitantes (incluyendo 22.087 en Casanare), Boyacá ocupaba el tercer lugar en población después de Cundinamarca y Antioquia; con todo, y desde una perspectiva económica, estaba lejos de ser el departamento más rico3. En Tunja, desde la posición de predominio que ocupaban en el siglo XIX, y sin poder hacer nada, los gobernadores observaban el deterioro continuado de la economía del departamento. Carente de un puerto sobre el río Magdalena y limitado por vías inapropiadas en pésimo estado, Boyacá dependía de la producción de cultivos de alimentos, la manufactura de textiles de lana y de la venta del ganado proveniente de los Llanos. El gobierno nacional ejercía el control sobre dos de las fuentes potenciales de rentas: las salinas de Chita y las minas de esmeraldas de Muzo, mientras el predominio del minifundio y los arcaicos sistemas de trabajo eran óbice a la participación del departamento del proceso de acumulación de riqueza que se desarrollaba en otras latitudes del país. El derrumbe del mercado del tabaco deprimió aún más la economía rural en las provincias norteñas de Norte y Gutiérrez. Ya para los años cincuenta se hizo evidente que el proceso de industrialización que transformó a Antioquia y Cundinamarca había pasado de largo por Boyacá4. Aislada de Boyacá por la cordillera Oriental, en la provincia del Casanare se insertaba una zona de piedemonte que comenzaba a desdibujarse en las llanuras tropicales, se extendía hasta el río Casanare y la Comisaría de Arauca, al norte, y hasta el río Meta, el departamento del Meta y la Comisaría del Vichada, al sur y al oriente. Resulta difícil imaginarnos dos entornos más disímiles entre sí y unidos en un solo departamento: los fríos valles de Boyacá y las tierras planas de pastizales del Casanare, a las que alternativamente inundaban lluvias torrenciales para luego transformarse en un desierto bajo el ardiente rayo del sol. Aun así, al año de 1588 se remontaban los lazos que las unían. En ese año, el Capitán Pedro Daza partió de Tunja, descendiendo por la cordillera 2 En términos de territorio, Antioquia era el departamento más extenso con 65,595km². Véase Juan Medina R. Geografía económica de Colombia (Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1970-74), 3: 18-19. 3 Colombia, Censo general de la población, 1951. 4 Javier Guerrero Barón, Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de La Violencia (Bogotá: Tercer Mundo, 1991), 78; Helen Delpar, Red against Blue: the Liberal Party in Colombian Politics, 18631899 (Tuscaloosa: University of Alabama Press, 1981, 33. 3 de los Andes para fundar a Santiago de Las Atalayas: la primera ciudad en el Casanare. Los colonos y los misioneros españoles que siguieron la ruta de Daza se tranzaron en una disputa por el control de las poblaciones indígenas de Achagua, Sáliva y Guahibo. Poco tiempo después, los pobladores españoles dedicados a la ganadería comenzaban a acorralar a los ganados salvajes que vagaba por las llanuras, encaminándolos hacia los escabrosos caminos montañosos para su venta posterior en Sogamoso. Ya para el siglo XVIII, Casanare se había convertido en una subregión importante de Tunja, con la cual mantenía un intercambio comercial pujante en textiles, alfarería, lana y artículos elaborados en paja, además de ganados. Durante esta época, producto del mestizaje entre blancos, indígenas y africanos, surgió la cultura del vaquero –los llaneros que trabajaban como vaqueros en los hatos y famosos por su participación como soldados durante las guerras de Independencia. En 1816, cuando los españoles reconquistaron las tierras del altiplano, los patriotas criollos se refugiaron en el Casanare, donde se unieron a los llaneros para conformar un nuevo ejército. Bajo el comando de Bolívar y Santander, emprendieron la marcha atravesando la cordillera, para derrotar a los españoles en las batallas decisivas del Pantano de Vargas, el 25 de julio, y del Puente de Boyacá, el 7 de agosto de 18195. Esta victoria impresionante, a la que se conoce como la Campaña Libertadora, permanece como el hecho más memorable de la historia de Casanare, ya que en tanto la provincia continuaba gozando de autonomía política en el marco de la República de la Nueva Granada (1831-1857), no logró recuperarse del caos social y económico resultante de la guerra. Casanare se convirtió en parte del estado de Boyacá en 1858, con la creación de la Confederación Granadina. Si bien, entre 1868 y 1886, los Liberales Radicales lo gobernaron como si se tratara de un territorio nacional, como lo hicieron los Conservadores entre 1892 y 1905, el experimento fracasó en ambas oportunidades y la provincia quedó sometida de nuevo al poder de Boyacá, departamento con el cual todavía mantiene estrechos vínculos. La pérdida de prestigio político de Casanare se reflejaba en el estancamiento económico de la región. A lo largo del siglo XIX, compartió la decadencia dramática de Boyacá, conforme la modernización -impulsada por el auge de las exportaciones de tabaco, quinina y café- transformaba a la región occidental de Colombia hasta convertirla en el centro económico de la nación. Casanare continuó siendo un lugar apartado, aun 5 Jane Rausch, Colombia: Territorial Rule and the Llanos Frontier (Gainesville: University of Florida Press, 1999), 191. 4 dentro del territorio de los Llanos, en la medida en que colonos procedentes de Cundinamarca se mudaban al Meta y convertían a esa Intendencia en una zona de colonización dinámica e impulsaban la producción de plátano, maíz, yuca, arroz y ganado para el gran mercado de Bogotá6. De acuerdo con el censo de 1938, la población del Meta aumentó de 19.320 habitantes en 1928 a 51.674 pobladores, en tanto que, durante el mismo período, la población de Casanare disminuyó en realidad de 25.481 a 23.290, permaneciendo igual al número de habitantes que la poblaron en 1810, cuando al territorio todavía lo gobernaban los españoles7. Es generalizado el consenso respecto al escaso crecimiento que registró el Casanare durante la primera mitad del siglo XX, cuando la comarca era una prefectura del departamento de Boyacá. La economía continuó su tendencia a la decadencia, no obstante la inmigración esporádica de boyacenses. La enfermedad y la ausencia absoluta de normas legales plagaban a los habitantes. Los prefectos eran ineficientes; a duras penas funcionaban las alcaldías y los concejos municipales de los once municipios, mientras los misioneros Recoletos mostraban una ineptitud sorprendente en su labor de expandir la educación pública y de adoctrinar a los nativos en el Cristianismo8. Humberto Plazas Olarte, en su análisis en su tesis doctoral sobre la difícil situación del Casanare, Los territorios nacionales con una introducción al estudio de su geografía y de su historia, publicada en 1944, el autor hizo una crítica devastadora del dominio de Boyacá, y convocó al Congreso a declarar a la provincia como territorio nacional, estatus del que ya disfrutaban Meta, Arauca y Vichada. Poniendo de relieve la ausencia de vías, servicios de salud, y mejoras en las técnicas de cría de ganado, Plazas Olarte planteaba que Casanare cumplía a cabalidad los requisitos para ser declarado intendencia, según lo estipulaba la Ley 2 de 1943, de reciente aprobación en ese entonces, y la cual preveía la supervisión del gobierno nacional a las regiones cubiertas de selvas insalubres, pobladas de indígenas y aisladas del centro “civilizado” del país. Por el contrario, el autor aducía lo ilusorio que parecía esperar a que Boyacá pudiera manejar con eficacia problemas que eran tan disímiles a los que se presentaban en las tierras del altiplano que rodeaban a Tunja. 6 7 Rausch, Colombia: Territorial Rule, 192. Colombia: Censo general de la población, 1938; Juan Medina R. Geografía económica de Colombia, Vol. 3 Boyacá (Bogotá: Contraloría General de la República, 1936), 147-78. 8 Jane M. Rausch, The Llanos Frontier in Colombian History, 1830-1930 (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1993), 237. 5 Para poner el énfasis en la necesidad de actuar, Plazas Olarte mencionaba el creciente número de cuatreros, cuyas actividades delincuenciales amenazaban con destruir la industria ganadera. Según el autor, mientras el país en su totalidad La frontera de los Llanos en 1946 era consciente de la magnitud del problema, Tunja simplemente abandonó al Casanare a su suerte. Plazas Olarte consideraba que solamente la nación, por mediación patriótica del Ministerio de Gobierno y de la dirección de la Policía Nacional podría combatir el bandolerismo. “Elevar a Casanare a territorio nacional”, abogaba. “Tendrá graves e incalculables repercusiones si no se atiende y conjura en toda su intensidad, en lo que se refiere a la tranquilidad y al orden público en Casanare”9. La Violencia, 1948-1954 Pronto se convertiría en realidad la advertencia de Plazas Olarte durante la época de La Violencia: la guerra civil no declarada que azotó al el país entre 1948 y 1954, uno de cuyos principales escenarios de confrontación fue Casanare. Después de un interregno 9 Humberto Plazas Olarte, Los territorios nacionales con una introducción al estudio de su geografía y de su historia (Bogotá: Editorial Pax, 1944), 209-13. 6 de dieciséis años, en 1946 los Conservadores recuperaron el poder del gobierno central. En Boyacá, los nuevos gobernantes desencadenaron una revancha en contra los Liberales, siendo ésta el acicate del arribo a Casanare y Arauca de guerrilleros políticamente comprometidos: Eduardo Franco Isaza, de Sogamoso; los hermanos Villamarín, del Cocuy; los hermanos Colmenares, de Paz de Río: y los hermanos Bautista, a quienes se unieron los grupos rebeles que comenzaban a formarse en la región entre llaneros desafiantes. La invasión sangrienta de los llamados Chulavitas (grupo parapolicial conformado por Conservadores procedentes de un pueblo del mismo nombre en Boyacá) quienes atacaban a los simpatizantes Liberales en las ciudades del piedemonte del Casanare después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948. Éste fue el hecho final que convenció a hombres como Guadalupe Salcedo y Eliseo Velásquez de dar comienzo a su movimiento insurgente contra el gobierno nacional, dirigido primero por Mariano Ospina Pérez (1946-1950) y después por Laureano Gómez y Roberto Urdaneta Arbeláez (1950-1953). Para finales de 1949, en toda la provincia sentó sus reales el terror sancionado oficialmente. En la primera fase de La Violencia (1949-1951), los grandes terratenientes y el Partido Liberal apoyaron las actividades de los grupos guerrilleros a lo largo y ancho de los Llanos. La respuesta de Gómez fue fortalecer la ofensiva del gobierno mediante la creación el 1º de abril de 1950 de la Jefatura Civil y Militar de los Llanos con sede en Villavicencio, Meta. En el siguiente mes de junio, en virtud del Decreto 1093, Gómez efectuó la separación de la provincia de Casanare del departamento de Boyacá, proclamando a Casanare como Comisaría Especial, con capital en el pueblo de Trinidad10. No obstante la confrontación bélica en curso, en 1951 Horacio Rosero Caicedo, Jefe de Territorios Nacionales, aseguraba que la nueva comisaría funcionaba bien. En Trinidad se construían las oficinas gubernamentales y se continuaba trabajando en la vía para conectar a la población con el aeródromo. Funcionaban treinta colegios, con 1.172 estudiantes, y se contaba con contacto regula entre Tunja y Trinidad por vía aérea y radioteléfono11. En tanto el gobierno ponía todo su empeño en dar un vuelco positivo a la forma en que evolucionaban los acontecimientos en los Llanos, desde la perspectiva de la gente 10 Orlando Villanueva Martínez, “Guadalupe Salcedo y la Insurrección Llanera, 1949-1957,” Tesis para optar al doctorado (Bogotá, Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, 2010), 131. 11 Informe del Jefe de Territorios Nacionales, 16 agosto, 1951 en Colombia: Un año de gobierno, 1950-1951 (Bogotá: Imprenta Nacional, 1951), 382-383. 7 que habitaba la región la situación no podría ser más catastrófica. Como escribió Martínez Delgado, “Casanare es un infierno verde salpicado de rojo, de la sangre de tantas víctimas. No hubo delito que no se cometiera de parte y parte. Entre los pueblos que quedaron borrados del mapa por incendio en esa contienda, se cuentan: Moreno, Manare, Trinidad, Tauramena, Maní, Sabanalarga fuera de muchos caseríos y otros en Arauca y Meta, que también son Llanos”12. En la segunda fase del conflicto (1951-1952) los terratenientes propietarios de haciendas en Meta Casanare renunciaron a su participación en las guerrillas conformadas principalmente por peones y vaqueros trabajadores en sus propiedades. En febrero de 1951, ganaderos y empresarios se reunieron en Villavicencio con el General Carlos Bejarano Muñoz, Jefe Civil y Militar de los Llanos Orientales. Preocupados por la militancia de los grupos guerrilleros y temiendo que la insurgencia prolongada perjudicara sus intereses, todos ellos firmaron el 17 de febrero un acuerdo condenando los actos de bandidaje ocurridos durante los años recientes y comprometiendo su respaldo incondicional al General Bejarano para que restaurara la normalidad en los Llanos13. Pocos días después, en Sogamoso, firmaron una declaración similar ochenta miembros de la Sociedad de Ganaderos. En consecuencia, los finqueros boyacenses que en un principio apoyaron a sus peones en la lucha para defender los intereses económicos y políticos de esos terratenientes, ahora respaldaban al gobierno Conservador y al Ejército. Impusieron a los insurgentes “la impronta de bandidos” y emprendieron una extensa campaña de persecución y exterminio de las guerrillas que lo único que logró fue exacerbar la hostilidad que sentían los casanareños contra Boyacá14. Destacamentos del Batallón Vargas establecieron posiciones en los hatos. Contando con el suministro de dinero y caballos por parte de los ganaderos, capturaban a personas sospechosas de colaborar con los grupos guerrilleros. Ejecutaron o enviaron a prisión a muchos peones. Según Franco Isaza, “la purga fue rápida, efectiva y silenciosa”15. Para ayudar a aplastar a la insurgencia, los ganaderos, el Ejército y la Policía crearon un cuerpo especializado de contraguerrilla, conocido como “guerrillas de paz”, del cual formaban parte militares vestidos de civil, excombatientes que desertaron de las filas de los rebeles para ponerse al lado del gobierno, hijos de ganaderos y campesinos 12 13 Alberto Martínez Delgado, Casanare y su historia (Bogotá: Editorial Bochica, 1990), 96. Justo Casas Aguilar, “La Violencia en Casanare (1950-53),” en Los Llanos: una historia sin frontera (Bogotá: Academia de Historia del Meta, 1988), 409-410. 14 Paul Oquist, Violence, Conflict, and Politics in Colombia (Nueva York: Academic Press, 1980), 209. 15 Eduardo Franco Isaza, Las guerrillas del Llano (Bogotá: Librería Mundial, 1959), 186. 8 Conservadores. La finalidad de ésta contra-guerrilla era la de poner coto al abigeato de ganado, eliminar a la chusma, término con el que empezaron a denominar a los grupos guerrilleros liberales, y a “desaparecer” a las personas sospechosas de colaborar con la guerrilla en los sectores urbanos. En Villavicencio, Támara, Arauca y muchos otros pueblos, operaban grupos de estos contrarrevolucionarios y, una vez se unieron a la confrontación bélica, sumaban cerca de 20.000 combatientes que peleaban en los Llanos16. En junio de 1952, Roberto Urdaneta Arbeláez, vicepresidente de Gómez, emprendió la ofensiva militar más grande hasta ese entonces contra los insurgentes; sin embargo, no obstante este esfuerzo, para comienzos de 1953 los rebeldes controlaban aproximadamente noventa por ciento de los Llanos y contaban con la simpatía y a complicidad de la mayoría de los habitantes de la región17. Si bien los insurgentes llegaron a un callejón sin salida con el Ejército colombiano, no lograron alcanzar un acuerdo sobre los objetivos realmente revolucionarios, ni de asestar el golpe final que les permitiera hacerse con el control del país. Es así que, el 15 de junio de 1953, cuando el General Gustavo Rojas Pinilla, con el respaldo de los dirigentes del partido Liberal y del partido Conservador, derrocó al gobierno de Gómez y Urdaneta, de inmediato se puso a la tarea de dar por terminado el conflicto con éstas palabras: “No más sangre, no más depredaciones a nombre de ningún partido político”18. Con el ofrecimiento que hizo de conceder la amnistía a los grupos guerrilleros Liberales a cambio de que depusieran las armas, muchos aceptaron permitiendo que retornara la paz a los Llanos para finales de 1953. Analizado desde la perspectiva de la relación entre Casanare y Boyacá, el período de La Violencia sólo logró afianzar los odios de las dos partes involucradas en el conflicto. Si bien la mayoría de los terratenientes, quienes vivían en el altiplano, en un primer momento se pusieron de parte de los insurgentes, ya en 1951 les volvieron la espalda, al considerar que de hecho no eran revolucionarios sino bandoleros. Por añadidura, el ejército de los Chulavitas, quienes saquearon y arrasaron a los Llanos, se identificaba plenamente con Boyacá. La existencia de Casanare como Intendencia Nacional había sido demasiado efímera como para tener alguna trascendencia en lograr algún cambio en la situación imperante en la región: hecho que se comprueba en la disminución de la 16 Germán Hislen Giraldo Castaño, La colonización en la Orinoquia colombiana: Arauca (1900-1980) (Bogotá: Ediciones Antropos, 2006), 107. 17 Oquist, Violence, 209. 18 Carlos J. Villar Borda, Rojas Pinilla: el presidente libertador: biografía (Bogotá: Editorial Iqueima, 1953), 101. 9 población entre 1938 y 1951, época durante la cual, a pesar de La Violencia, los demás territorios de los Llanos registraron un incremento neto en el número de habitantes19. Rojas Pinilla Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la incidencia de la dictadura de Rojas Pinilla. Por una parte, durante los primeros seis meses de su gobierno, Rojas Pinilla logró concertar la rendición de la mayoría de los guerrilleros en los Llanos y en el resto del país. Es más, en razón de los elevados precios del café en los mercados internacionales, durante su mandato se iniciaron muchos proyectos de infraestructura tendientes a la recuperación de las zonas devastadas por La Violencia. Por otra parte, con el paso del tiempo, el gobierno de Rojas se fue convirtiendo en la clásica dictadura militar y, posterior al resurgimiento de La Violencia en algunos sectores del país, la élite partidista comenzó a sentirse cada vez más inquieta. Para comienzos de 1957, empezó a resquebrajarse la unión de la mayor parte de los grupos organizados en Colombia, entre ellos la Iglesia Católica, los sindicatos, y los dos partidos políticos. Después de la huelga general del 10 de mayo de 1957, los altos mandos militares obligaron a Rojas Pinilla a abandonar el país. Con la partida del dictador, esos mismos oficiales del Ejército conformaron una junta militar que ejercía autoridad temporal, la cual gobernó al país hasta el 7 de agosto de 1958, cuando un gobernante civil asumió el poder20. Rojas Pinilla nació en Tunja el 12 de marzo de 1900. Oriundo de Boyacá, siempre tuvo una lealtad profunda hacia su departamento. En un discurso que pronunció en Sogamoso el 8 de agosto de 1953, alabó a Boyacá como participante trascendental en la historia nacional de Colombia. Al describir a su departamento como una comarca de promisión, se comprometió a que su gobierno no descansaría hasta que amainaran las pasiones políticas que creó La Violencia y se atendieran los reclamos de justicia a través de acciones positivas, como la creación del Instituto de Colonización e Inmigración. Siguió: 19 La población de Casanare disminuyó de 23, 290 in 1938 a 22,087 en 1951, mientras la del Meta aumentó de 51,674 a 67,492 y la de Arauca creció de 11,156 a 13,221. Véase Colombia, Censo general de la población, 1938 y 1951. 20 David Bushnell, Colombia: A Nation In Spite of Itself (Berkeley: University of California Press, 1993), 215-222. En lengua inglesa, la defensa estándar de Rojas Pinilla es la obra de Vernon Fluharty, Dance of the Millions: Military Rule and the Social Revolution in Colombia: 1930-1950 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1957). Para una opinión crítica véase Silvia Galvis y Alberto Donadio, El Jefe Supremo: Rojas Pinilla en La Violencia y el poder (Bogotá: Planeta, 1988). 10 Hagamos un Boyacá económicamente libre, baluarte perenne de la dignidad nacional, refugio de nuestras mejores tradiciones, manantial de concordia, de paz y de trabajo, y ejemplo permanente de patriotismo y virtudes ciudadanas21. Quizás en mucho mayor grado que los presidentes colombianos que lo precedieron en el poder, como boyacense Rojas Pinilla estaba más familiarizado con los Llanos. En 1959, durante su juicio ante el Senado, declaró que antes de llegar a la presidencia, en 1953: “Sin lugar a dudas, señores senadores, la región más convulsionada en esta Violencia era la región de los Llanos Orientales”. Y continuaba, Yo creo que todo el mundo cuando es niño en todos los departamentos recibe las enseñanzas de que la Independencia de Colombia se debió en gran parte a los llaneros. En los claustros de la escuela nos contaban que el llanero efectuaba sus negocios sin necesidad de escrituras públicas, porque la palabra del llanero era una escritura pública. Personalmente siempre he tenido un gran respeto, una gran admiración por esas gentes de los Llanos, y por eso, desde el 13 de junio, quería llevar la paz a esas regiones22. Con todo, y no obstante ser consciente de la realidad de los Llanos, Rojas consideraba que la mejor manera de lograr la rehabilitación de Casanare era hacerlo bajo la supervisión del departamento. Mediante el Decreto 2565 de octubre de 1953, dio por terminada la condición de Intendencia Nacional y volvió a anexar a la región a Boyacá, para ser gobernada como provincia con un respaldo financiero equivalente a un millón de pesos mensuales23. Esta decisión iba en contravía de la reconstrucción de Casanare. Mientras, en su condición de territorios, Meta, Arauca y Vichada se beneficiaban de las políticas nacionales para construir vías, apoyar la salud y la educación, instalar sucursales de la Caja de Crédito Agrario, construir aeropuertos y expandir el servicio de telecomunicaciones, era escasa la ayuda que Casanare recibía de Tunja -con excepción de un trabajo planificado de colonización: San Luis de Palenque, el cual contaba con el auspicio del gobierno nacional24. En el transcurso del primer año de su asignación, se canceló el subsidio mensual de un millón de pesos, subsidio que no se restituyó hasta 1971. Es más, en su Informe, publicado en 1956, Alfredo Rivero Valderrama, gobernador 21 Gustavo Rojas Pinilla, “Discurso pronunciado en Sogamoso, el 8 de agosto, 1953,” Seis meses de gobierno (Bogotá: Imprenta Nacional, 1954), 103-104. 22 Gustavo Rojas Pinilla, “Discurso, febrero 27, 1959,” Rojas Pinilla ante el Senado (Bogotá: Editorial Excelsior, 1959), 610. 23 El Tiempo, 16 de septiembre de 1973. 24 Guillermo Ramírez A., “San Luis de Palenque, el llanero y su presente,” Economía colombiana 1:2 #4 (agosto 1954), 9-13. 11 de Boyacá, no hizo mención alguna a la reintegración de Casanare al departamento ni brindó ningún tipo de información sobre los avances de la provincia25. Cualesquiera fueran las buenas intenciones de Rojas Pinilla para con los Llanos, el resurgimiento de La Violencia en 1954, lo obligó un año después a ordenar a la Séptima Brigada del Ejército acantonada en Villavicencio reanudar las confrontaciones bélicas contra las actividades guerrilleras en Meta, Arauca y Casanare. En agosto de 1954, en un artículo titulado “Futuro y destino de los Llanos Orientales”, Jorge Bejarano, médico destacado, director de la Oficina de Rehabilitación Nacional, expresó sus reservas sobre las políticas gubernamentales. Observando que los Territorios Nacionales siempre tuvieron la desventura de ser un apéndice del Ministerio de Gobierno, entidad sometida a cambios frecuentes de ministro, Bejarano escribió: “A éste rico territorio, donde viven colombianos que ni se quejan ni votan, lo ignora el gobierno y trágicamente lo olvida”26. Los intentos del dictador por resolver los problemas de los Llanos no lograron modificar la estructura económica y social tradicional existente desde la época de la Colonia. Las enormes haciendas conservaron su lugar en la cima de la escala social y económica, mientras la situación de los campesinos que trabajaban en ellas seguía siendo la misma de antes de 1948. Para los campesinos, la paz de 1953 significaba el reconocimiento de que ellos eran los poseedores legítimos de las tierras que ocupaban; pero, para los terratenientes, simplemente significaba el retorno al status quo en la región27. En Casanare, región que recibió escasa ayuda del gobierno departamental, era particularmente profunda la brecha que separaba a los habitantes de las zonas rurales de los terratenientes. Esos resentimientos se materializarían, bajo el gobierno del Frente Nacional, en una campaña decidida para librarse del dominio de Boyacá. Casanare y Boyacá durante el Frente Nacional Después de la salida obligada de Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1057, y de un año de gobierno de una junta militar interina, entró en vigor un ordenamiento político único, conocido con el nombre de Frente Nacional, el cual surgió cuando Alberto Lleras Camargo, Liberal, venció en las primeras elecciones post-Rojas y asumió la presidencia el 7 de agosto de 1958. Al tenor de un acuerdo conocido como El Pacto de Sitges, firmado en 1957, por Alberto Lleras Camargo, Liberal, y Laureano Gómez, Conservador, según el 25 “Conferencia del Sr. Gobernador del Departamento de Boyacá, junio de 1955, Colombia: Teoría y práctica de una política colombianista (Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1956), 145-180. 26 Jorge Bejarano, “Futuro y destino de los Llanos Orientales,” Económica colombiana I: tomo 2 #4 (agosto 1954), 15-17. 27 Russell W. Ramsey, Guerrilleros y soldados (2ª. ed. Bogotá: Tercer Mundo, 2000), 252. 12 cual durante los doce años siguientes, cualesquiera fueran los resultados de las elecciones, los Conservadores y los Liberares compartirían el poder, alternándose la presidencia cada cuatro años. Además, se dividirían equitativamente todas las instancias legislativas; para entrar en vigor, todas las legislaturas del Congreso requerirían una mayoría de dos terceras partes; el diez por ciento, como mínimo, del presupuesto nacional se asignaría a la educación; y la mujer gozaría de igualdad de derechos políticos. Los hallazgos de numerosos estudios realizados sobre este período indican el magro éxito de las políticas que adoptaron los cuatro presidentes; no obstante, el crecimiento satisfactorio de la economía, los avances en la educación pública, y las acciones hacia la reforma social, permanecieron inmodificables los patrones generales de inequidad, mientras ninguno de los cuatro gobiernos logró reprimir la creciente insurgencia izquierdista28. La gobernabilidad de los Territorios Nacionales estuvo sujeta a diversas reformas, la mayor parte de ellas para mejorar. Aun así, Casanare, como provincia de Boyacá, registró cambios escasos, no obstante el flujo de inmigrantes que en 1973 aumentó la población de 22.987 a 85.18429. Casanare en 1960 En un informe de fecha agosto 4 remitido por el inspector especial Manuel Olivero Eslava a Rodrigo Noguera Laborde, Procurador General de la nación, se encuentra una descripción integral de las condiciones imperantes en Casanare en 1960. A Olivero se le encomendó la misión de investigar la ruptura del orden público en la provincia, donde se incrementaba el cuatrerismo junto con el correspondiente número de homicidios y robos. Dos años atrás, el gobierno nacional nombró al Coronel (R.) Eduardo Román Bazurto, para dirigir la Jefetura Civil y Militar para la provincia de Casanare, con sede en Yopal. Román Bazurto organizó un Cuerpo de Carabineros compuesto de noventa casanareños quienes estaban “arriesgando sus vidas, recuperando ganados, capturando malhechores y volviendo la paz”. Por desgracia, para 1960, “a estos hombres les adeudan los sueldos del presente año, que no tienen atenciones médicas; que no se les provee de las armas y municiones suficientes para sus gestiones policivas”. En consecuencia, se rehusaron a continuar prestando su servicio, resultando en un auge del delito. Olivero hacía varias recomendaciones sobre la necesidad de apoyar al Cuerpo y de mejorar el sistema judicial. 28 Bushnell, Colombia, 223. Para otros estudios sobre el Frente Nacional, véase R. Albert Berry, et.al. Politics of Compromise: Coalition government in Colombia (New Brunswick, NJ: Transaction Books, 1980), Francisco Leal Buitrago, Estado y política en Colombia (Bogotá: Siglo Veintiuno, 1984), y Jonathan Hartlyn, Politics of Coalition Rule in Colombia (Nueva York: Cambridge University Press, 1988). 29 Colombia, Censos de población, 1951, 1973. 13 Mientras el Procurador absolvió al Coronel Bazurto -quien ahora se desempeñaba como Prefecto- de cualquier mal proceder, Olivero quedó atónito ante el desgobierno de los Llanos. Desde el punto de vista de la división política y administrativa que existía en Colombia en ese entonces, Casanare era la única región conocida como “provincia”. Establecida por la Asamblea Departamental el 29 de diciembre de 1948, con Yopal como capital, la provincia cubría una superficie de 35.000 km aproximadamente, representando cerca de la tercera parte del departamento30. No obstante, y de acuerdo con el inspector especial, la región carece “de todos los servicios que debe prestar el Estado.” No había acueductos. No existieron alcantarillados. El servicio de salubridad era nulo. Yopal disponía de servicio de electricidad durante 2½ horas al día y en algunas localidades el servicio se prestaba durante dos horas cinco días a la semana. Únicamente cinco de los dieciséis municipios (Yopal. Orocué, San Luis de Palenque, Támara y Nunchía) contaban con servicio de telégrafos. AVIANCA tenía programados vuelos semanales a cada municipio, con excepción de Yopal y Paz de Ariporo, a donde eran más frecuentes los vuelos. Cada quince días, la empresa Taxi-Aéreo recogía el correo en los pueblos que contaban con aeródromos, para su posterior entrega en la Oficina de Reparto en Villavicencio, donde permanecía durante otros quince días. Desde esta oficina lo remitían a su destino, pero si los aviones no podían aterrizar debido al mal tiempo, entonces devolvían el correo a Villavicencio, donde se guardaba durante otros quince días. En consecuencia, alrededor de tres meses tardaba el envío de correspondencia y el recibo de una respuesta. La situación de la educación era pésima. Si bien en la provincia funcionaban cuarenta escuelas de primaria, era alarmante la situación de los docentes. Viviendo en un entorno de exilio por causa del aislamiento, enfrentaban el riesgo de contraer paludismo, fiebre amarilla y tuberculosis. El salario mensual de un docente era de 230 pesos en 1959. Aun cuando Boyacá aumentó el estipendio de los maestros a 270 pesos en 1960, para agosto de ese año los docentes no habían recibido ningún salario. El prefecto era la persona responsable de pagar a los maestros, pero con un presupuesto total de 700.000 pesos para 1960, no contaba con recursos suficientes para cubrir los gastos salariales. Ante la incapacidad de mantener a sus familias, los maestros acudieron al recurso de 30 Durante su efímera existencia como intendencia, de 1951 a 1953, Trinidad fue la capital nombrada de Casanare, pero La Violencia arrasó con la ciudad. Olivero deja muy en claro que, para 1960, Yopal era la capital de la provincia. 14 solicitar a todos los padres de sus alumnos aportes mensuales de cinco pesos para poder continuar su labor31. El 17 de enero de 1961 Guillermo Carreño publicó en El Tiempo un editorial bajo el título “Casanare y Boyacá” sustentando los comentarios de Olivera Eslava. Según escribía Carreño, casi todos los pueblos de la provincia carecían de los servicios más elementales: telégrafo, teléfono, vías, acueductos, sistemas de alcantarillado, electricidad, así como de escuelas suficientes. La carretera a Cusiana que conectaba a Sogamoso con Yopal era la única que penetraba a la región desde el altiplano; ante la ausencia de puentes seguros, virtualmente era imposible de transitar en la temporada invernal. Constantemente, ganaderos y comerciantes de Sogamoso reclamaban la solución de estos problemas ante el Ministro de Obras Públicas y ante la Asamblea Departamental. El ministro aseguraba hacer lo que estaba a su alcance, pero ni el gobernador ni la asamblea mostraban preocupación alguna. Mientras Carreño pronosticaba que los casanareños solicitarían que la región recuperara su condición de intendencia, albergaba dudas de que ni siquiera este cambio resolvería los problemas básicos de la provincia32. Dos semanas después de la publicación, el dirigente Liberal Carlos Lleras Restrepo realizó una gira por siete poblaciones de Casanare, donde tuvo conocimiento de otras dificultabas que acosaban a la región: la carencia de facilidades crediticias adecuadas y la necesidad de sistemas de riego. Todavía más importante que el abigeato, actividad criminal que continuaba expandiéndose debido a la ausencia de presencia militar para poner freno a los bandidos. Los casanareños elogiaban el trabajo de los así llamados “Rurales del Llano”, a quienes comandaba el Prefecto Román Bazurto, pero eran conscientes de que no eran suficientes para patrullar las extensas zonas de la provincia. Lo que se necesitaba era aumentar el personal del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), localizado en Yopal, para que pudiera controlar los problemas de orden público de Monterrey, Maní, Aguazul, Tame y Trinidad33. Asimismo, 31 Archivo General Nacional (en adelante AGN), Caja 14, Carpeta #118 Despacho Ministro. Informe de Manuel Olivero Eslava, visitador, a Rodrigo Noguera Laborde, Procurador General de la Nación, 4 de agosto de 1960. Existe otra confusión sobre la capital real de Casanare. La Ordenanza #69 aprobada por la Asamblea Departamental el 23 de noviembre de estipulaba que Trinidad sería la capital de la Provincia de Casanare; empero, documentos posteriores plantean que Yopal continuó siendo la capital, tal vez en razón de su ubicación en la cercanía al proyecto de una carretera denominada La Carretera Marginal de la Selva, y de los problemas que involucraba la reconstrucción de Trinidad. Véase El Boyacense, 26 de agosto de 1961, No. 2810. 32 El Tiempo, 17 enero, 1961, p.5. 33 Establecido en 1960, el DAS tenía a su cargo el manejo de asuntos de inteligencia, seguridad y la aplicación de la Constitución. 15 Lleras Restrepo se percató de que la mayor aspiración de la gente era la separación de Boyacá y la creación de una intendencia. A dondequiera que fuera, los llaneros se quejaban del abandono. Como le comentaron a Lleras: Somos colombianos, pero no gozamos de los beneficios de la civilización y la cultura. Por eso confiamos en que usted será nuestro vocero antes los poderes centrales. Y por eso confiamos en que, tarde o temprano, nuestras cuitas hallarán remedio34. Después de escuchar los reclamos, Lleras se refirió a la reforma agraria en marcha, afirmando que ella sería uno de los puntos de salvación para los Llanos. Pero también advirtió a la gente la obligación de trabajar juntos para conformar sindicatos y grupos económicos “para defenderse de la miseria y exigir aquello que tienen derecho de recibir”. Lleras continuó diciendo: Hasta tanto ustedes se habiliten con el espíritu de asociación, será muy difícil hacer que la gente entienda lo que se necesita para satisfacer las necesidades del Llano. Estoy dispuesto a ayudarlos en cuanto pueda. Pero ustedes ayúdenme también, facilitando el camino para la reivindicación económica35 a través del trabajo conjunto. En 1962, dos municipios de Casanare enviaron misivas al Ministro de Gobierno, en Bogotá, para quejarse por el abandono de Boyacá. El 30 de mayo, en una petición con la firma de un numeroso grupo de ciudadanos de Tame, se informaba sobre el asalto de tres miembros de la Policía Nacional quienes irrumpieron en el pueblo a las 10 PM: “Asaltaron las oficinas de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, de la Recaudación de Rentas Departamentales, y otros establecimientos particulares, dando muerte a un inerme joven y sembrando el terror, la zozobra y dejándonos sumidos en la mayor consternación”. No obstante la información que recibieron sobre estos hechos, no se obtuvo respuesta alguna del gobernador ni del prefecto, quedando la impresión de que estos actos violentos eran de ocurrencia común y no exigían ninguna acción posterior. Los peticionarios solicitaban la intervención del Ministro de Gobierno y el envío de un técnico y de los repuestos necesarios para restablecer lo más pronto posible el servicio de telecomunicaciones. Tres meses después, el 22 de agosto, 200 ciudadanos firmaron una petición en Yopal requiriendo al Ministro el envío de un investigador especial para indagar 34 35 El Tiempo, 30 enero 1961, p.7. Ibid. 16 sobre las fechorías de alcalde, quien embriagado junto con su secretario amenazaba con su arma a los ciudadanos y los ponía presos36. No existe registro de la respuesta del alcalde. No obstante, la desconexión entre Tunja y Casanare quedó al descubierto de forma dramática por causa de un terrible accidente acaecido el 16 de enero de 1964. El 15 de enero el gobernador de Boyacá, Gustavo Romero Hernández salió de Tunja con destino a los Llanos para una visita de ocho días. El primer acto público sería la inauguración de un puente recién terminado que atravesaba el río Cravo Sur. El puente, construido por el ingeniero Gustavo Patiño Roselli para conectar a dos secciones de la carretera Topal-Pore-Sogamoso, se financió con aportes de los ciudadanos de Yopal mediante la Acción Comunal, un subsidio de cuarenta mil pesos del departamento y dos millones de pesos del gobierno nacional37. Suspendido por cables sobre el lecho rocoso del río, el puente tenía 30m de longitud y se diseñó para soportar un peso de 1.600k. El 16 de enero, se reunieron en la mitad del puente el Gobernador Romero Hernández, su comitiva y un comité de bienvenida para dar inicio a la ceremonia. De pronto se reventó un cable, lanzando a los dignatarios sobre las rocas del fondo del río. Sólo quedaron ilesas seis de las casi cincuenta personas que se encontraban sobre el puente. Murieron de inmediato el alcalde de Sogamoso, un piloto y gerente de Avianca y un trabajador. Otros quedaron gravemente heridos, entre ellos, el Gobernador Romero Hernández, el Representante Luis Hernández Vargas, el prefecto de Casanare y Patiño Roselli38. El Tiempo hizo un cubrimiento amplio del accidente, con fotografías; informaba que, al día siguiente, estaba programado que un grupo de 140 soldados cruzara el puente39. Un editorial de la autoría de César Castro Perdomo hacía un lúgubre pronóstico, poniendo el énfasis en el disparate de construir un puente apenas capaz de soportar un peso de 1.600k –el equivalente a cuatro personas a caballo o a cuatro cabezas de ganado- cuando la expectativa era que soportaba al mismo tiempo el peso de una manada de 200 o 300 cabezas de ganado. Es más, el editorialista argumentaba que parecía que los ingenieros olvidaron que el puente se utilizaría para soportar toneladas de sal que compraban los ganaderos para suministrar a sus ganados. El trágico accidente puso de relieve la difícil situación de los ganaderos de Casanare quienes, ante la 36 37 AGN, Despacho Ministro, Departamento de Boyacá, Caja 30 Carpeta 259. La Acción Comunal es un programa de acción social por iniciativa propia, creado en 1958 por ley y administrado por el Fondo de Desarrollo Comunal. 38 El Tiempo, 16 enero 1964, p.1. 39 El Tiempo, 17 enero 1964, p.23. 17 ausencia de vías, se veían obligados a transportar sus animales por vía aérea a Villavicencio o Sogamoso, una alternativa onerosa que en gran medida acrecentaba los costos de la carne. Si bien Castro tenía en gran estima el trabajo que realizaba en Casanare la Caja de Crédito Agrario, planteaba que en todos los municipios debía haber una sucursal de la Caja Agraria para permitir a los ganaderos adquirir los materiales y medicamentos que necesitaban para sus ganados. Además, considerando que toda la sal se tenía que llevar desde Sogamoso en ese entonces, el Banco de la República debía abrir en cada población una agencia distribuidora de sal. Castro se mostraba muy crítico del trabajo del gobierno de Boyacá. Escribía, “Me parece indispensable que la Gobernación de Boyacá atendiera mejor a la conservación de los caminos reales, y de vez en cuando prestara sus equipos e obras públicas para hacer transitoriamente vías carreteables a municipios”. Observaba que muchas poblaciones seguían a la espera de contar con acceso a las telecomunicaciones y a los centros de salud, servicios que se suponía debía prestar el gobierno nacional, pero que todavía no existían en cinco municipios. Haciendo una sugerencia novedosa, Castro recomendaba que se dividiera en dos la prefectura de Casanare, consolidando a las poblaciones de Orocué, Trinidad, San Luis de Palenque, Nunchía, Támara, Pore, Sacama y Hato Corozal en una segunda prefectura conocida con el nombre de Olmedilla (en nombre de Francisco Olmedilla, un héroe de la Independencia) y con Paz de Ariporo como su capital. “Además continuaría funcionando la Prefectura Judicial de Casanare, con su capital en Yopal, y reduciendo su territorio, para facilitar mejor el funcionamiento de ambas prefecturas”. Por último, Castro aseguraba que, partiendo de la historia de la intendencia, a Casanare se le debía elevar a la condición de departamento. Fue la cuna de la libertad y el lugar de nacimiento de Salvador Camacho Roldán, uno de los presidentes del país. El casanareño era un verdadero patriota: hombre de paz, valiente, infatigable trabajador y creador de riqueza. En esta condición, la gente merecía el tipo de administración que les permitiera elegir a sus propios senadores y representantes quienes trabajarían verdaderamente para solucionar los problemas de la región. Castro finalizaba su escrito: “Que el lamentable accidente ocurrido esta semana sirva al gobierno nacional y al departamental para pensar en grande, y para que las obras públicas que se emprendan se hagan con criterio de grandeza y teniendo en cuenta que en los Llanos de Casanare está parte considerable del porvenir de Colombia”40. 40 El Tiempo, 21 enero 1964. 18 En 1964 el Congreso no consideró la posibilidad de convertir a Casanare en departamento, y el 29 de enero de 1965 El Tiempo informó sobre el deterioro de la situación. El gobierno nacional eliminó el subsidio anual para la prefectura, obligándola a depender exclusivamente de los recursos que podía suministrarle el departamento. Dado que la prefectura ya no estaba en condición de seguir enviando subsidios a los distintos municipios, perdieron sus empleos veinte docentes de escuelas rurales; se suspendió el trabajo de una unidad móvil de salud, la cual se desplazaba entre los municipios para prestar servicios médicos. Si bien en cinco municipios se construyeron y se equiparon los centros de salud que prometió el Gobernador Romero Hernández, no se contaba con médicos para atenderlos. De hecho, sólo había dos médicos en todo el territorio de la prefectura: uno en Yopal y uno en Aguazul. Se suspendieron los trabajos en la vía entre Aguazul y Maní en razón de la carencia de repuestos para las máquinas, mientras la vía entre Pajarito y Aguazul se encontraba en pésimas condiciones, no obstante la temporada de verano que normalmente habría permitido adelantar el trabajo de reparación41. En mayo, Alfonso Camargo Ch., prefecto recién nombrado, condicionó la aceptación del cargo a la garantía que el departamento suministraría los fondos necesarios para las escuelas, las vías y los centros de salud. Aparentemente, el departamento cumplió con su compromiso. Comenzaron a funcionar de nuevo 39 escuelas y se nombró a un ingeniero para supervisar el trabajo de reparación y mantenimiento de las vías. También el gobierno suministró recursos financieros para garantizar la terminación de la sede de la gobernación en Yopal, el mantenimiento del avión de la prefectura y la instalación de radioteléfonos42. Nuevas preocupaciones por el bienestar de la región produjo el nombramiento, en 1967, de Antonio Bayona Ortiz, como gobernador de Boyacá. Con el objeto de informarse sobre los problemas de Casanare, en compañía de sus secretarios, el contralor general y los gerentes de la Electrificadora de Boyacá y de la Sociedad de Acueducto y Alcantarillado, entre el 6 y el 9 de enero, a bordo de un avión de la Fuerza Aérea, Bayona Ortiz visitó a Aguazul, Paz de Ariporo, San Luis de Palenque, Trinidad, Orocué, Maní y Yopal43. A su regreso a Tunja, Bayona informó sentirse muy satisfecho de los resultados de su viaje, y de su interés de trabajar para lograr una integración mucho mayor de Casanare con el resto del departamento. “No obstante el escepticismo de muchos 41 42 43 El Tiempo, 29 enero 1965, p. 8. El Tiempo, 11 mayo 1965, p.9. El Tiempo, 13 enero 1967. 19 habitantes de la región, por el abandono en que se la tiene”, se le brindó una buena acogida junto con su comitiva. Bayona se mostró visiblemente afectado por el lento progreso de los pueblos que visitó. Confesaba a un reportero que “indudablemente, Casanare es una región olvidada por los gobiernos nacional y departamental”, y prometió emprender un programa de tres etapas para beneficiar a la región. En primer lugar, para lograr mayor efectividad del accionar del departamento, ordenó la participación del prefecto de Casanare en las deliberaciones del Consejo de Gobierno, de Tunja, donde tendría la oportunidad de plantear soluciones a las necesidades más urgentes. En segundo lugar, un secretario departamental ejercería control más eficaz sobre la prefectura y todos los municipios de Casanare. Por último, partiendo de la información que recabó durante la visita, los funcionarios de la gobernación diseñarían los programas que fuesen necesarios para incorporar a los Llanos en los planes de desarrollo del departamento. Para terminar, Bayona expresaba, “En esta forma aspiro a que se pueda desarrollar un plan de emergencia que favorezca a tan rica región colombiana”44. En su informe de septiembre de 1967 a Misael Pastrana Borrero, Ministro de Gobierno, Bayona comunicaba que las actividades de su gobierno se vieron invalidadas por la aguda crisis fiscal y la ausencia de un comité de planeación en su departamento. No obstante, logró resolver algunos problemas administrativos y utilizar los escasos fondos disponibles de manera racional. Con respecto a Casanare, agregaba que a la prefectura se le asignaron funciones similares a las de una alcaldía de circuito, con jurisdicción sobre todos los municipios de la provincia. Agregaba, “El actual gobierno se ha preocupado notoriamente por esta región del Departamento y a pesar de sus escasos recursos económicos, ellos se han dirigido en buena parte a incrementar el desarrollo económico y social de Casanare”45. El Sesquicentenario de la Campaña Libertadora En 1968, cuando Boyacá se preparaba para conmemorar el Sesquicentenario de la Campaña Libertadora de 1819, Casanare fue objeto de examen profundo. El 22 de noviembre, la Asamblea Departamental aprobó la Ordenanza No. 4 1968 “Por la cual se conmemora el Sesquicentenario de la Campaña Libertadora de 1819 que selló la Independencia nacional”. La Ordenanza enumeraba los nombres de las poblaciones de Casanare que participaron de la Campaña, entre ellas las que ya no existían o se 44 45 El Tiempo, 13 enero, 1967. AGN, Ministerio del Interior, Informes de Gobernadores 1967, Caja 83, Carpeta 626, Despacho Ministro p. 271. Informe de Antonio Bayona Ortiz, sept. 1967 a Ministro de Gobierno Misael Pastrana Borrero. 20 encontraban en ruinas “por falta de la oportuna ayuda oficial”. En compensación de esa indiferencia anterior, el departamento se comprometió a iniciar la construcción inmediata de una nueva vía que se llamaría la Carretera de los Libertadores. Esta carretera se desprendería de la carretera Socha-San Salvador y, partiendo de Pore o Nuncía, en lo posible avanzaría a lo largo de la ruta real que utilizó el Ejército patriota en su desplazamiento a través de los Andes. El departamento comprometió la suma de dos millones de pesos del presupuesto anual, a partir de 1969, para la construcción de la carretera, “pero, si por algún motivo se dejare de cumplir esta obligación, se autoriza al gobierno para hacer los traslados presupuestales necesarios, hasta completar cada año la cantidad mínima ordenada”. La carretera propuesta quedaría incluida en el plan vial del departamento y tendría preferencia en los fondos comunes de inversión destinados a las carreteras. Por último, cuatro diputados, como mínimo, participarían en representación del departamento en las distintas ceremonias que se celebrarían para festejar el aniversario del año siguiente46. A la Ordenanza 4 la siguió la Ordenanza No. 46, del 6 de diciembre de 1968, “por la cual se autoriza al gobierno departamental para negociar un servicio aéreo, para integración territorial del departamento”. En concreto, el departamento contrataría con una compañía de transporte aéreo, SATENA preferiblemente, para hacer un vuelo semanal siguiendo el itinerario siguiente: Puerto Boyacá, Paipa, Casanare, Cubará y viceversa. El convenio también permitiría aprovechar el vuelo a la Industria Licorera de Boyacá para distribuir sus productos. Con pesar el Gobernador Ernesto Roa Gómez vetó esta disposición aduciendo que si SATENA no había establecido esos itinerarios con anterioridad a las poblaciones mencionas, era porque no lo ha encontrado viable ni factible, y el departamento no contaba con los fondos para subsidiar un riesgo de tal magnitud47. No obstante, el Presidente Lleras Restrepo avaló los planes de construcción de la carretera. Refiriéndose al mejoramiento y pavimentación de la carretera Sisga-Guateque, reiteró la importancia de una vía que abriera el camino descendiendo por la cordillera de los Andes hasta Casanare. Esa vía permitiría una alternativa a la carretera actual que sale de Chocontá y a la cual describió como “un camino arqueológico construido sin los menores recursos técnicos, hace más de cuarenta años”. Lleras afirmó que el futuro de 46 47 Boyacá, Ordenanzas de 1968, 6-8. Boyacá, Ordenanzas de 1968, 122-123. 21 esta importante zona de Boyacá dependía de carreteras viables que conectaran a Casanare con el altiplano”48. El 25 de febrero de 1969, Roa Gómez, en compañía de funcionarios del departamento, viajó a Casanare con el propósito de inaugurar una nueva escuela en Aguaclara, construida a un costo de 250.000 pesos con dineros que suministró parcialmente el Comité Departamental de Cafeteros. Continuaba el trabajo en la carretera entre San Luis de Gaceno y Aguaclara, y el gobernador entregó un cheque por valor de 50.000 pesos para emprender la construcción de un puente colgante sobre el río Upía en un lugar conocido como El Secreto49. Si la publicidad que evocaba la conmemoración de la Campaña Libertadora fue el estímulo que movilizó a Roa Gómez y a la Asamblea Departamental, de igual manera apuntaló la decisión de los municipios de Casanare de solicitar de nuevo la separación de Boyacá. Este esfuerzo unánime se inició después de que Luis Hernández Vargas presentara en mayo de 1969 ante la Cámara de Representantes un proyecto de ley requiriendo la creación de Casanare como intendencia nacional a más tardar el 1º de enero de 197050. El 9 de junio, el Presidente Lleras Restrepo recibió una petición firmada por muchos ciudadanos dando un respaldo firme a la nueva legislación. En el documento se observaba que la provincia había disfrutado de su independencia hasta el momento en que la perdió cuando Rojas Pinilla anexó la región a Boyacá. En este momento, si Casanare dependiese del gobierno central, recibiría los beneficios que no en pocas ocasiones le fueron negados por no formar parte de los territorios nacionales, y “el mayor homenaje que pudiera tributársele a la cuna de la Libertad y a los descendientes de los héroes de la Campaña Libertadora sería elegir a Casanare en Intendencia”. Esta declaración seguía afirmando que los llaneros albergaban la esperanza de que el gobierno nacional ejerciera presión a favor de la aprobación del proyecto de ley. Considerando que el mismo Presidente Lleras había afirmado que “Casanare no tenía nada que agradecerle a la República pero que ésta sí tenía mucho que agradecerle a Casanare”, la mejor manera de agradecerle a Casanare sería otorgarle la independencia administrativa de Boyacá51. 48 49 El Tiempo, 8 enero, 1969, p.4. El Tiempo, 25 febrero 1969. 50 El Tiempo, 21 agosto, 1969. 51 AGN MinGob. Despacho Ministro Caja #113 Carpeta 838m Departamento de Boyacá 1969. En éste documento no se hace mención del municipio de donde se envió. 22 Después de ésta primer intento, continuó una ráfaga de peticiones y telegramas enviados desde los concejos municipales de Hato Corozal (julio 18), Trinidad (julio 28), Támara (agosto 2), Aguazul (agosto 9) y Orocué (agosto 21) respaldando el proyecto de ley. Todos ellos utilizaban el mismo lenguaje para declarar que si bien eran conscientes de las buenas intenciones de Boyacá, hasta ese momento poco se había beneficiado Casanare del gobierno de Boyacá porque el departamento era muy extenso y Tunja no contaba con los medios para establecer una comunicación directa por carretera o por vía aérea con los distintos municipios. Poniendo de relieve las diferencias geográficas entre los Llanos y el resto de Boyacá, en las peticiones se recalcaba que la consecuencia inmediata de la creación de la intendencia sería la descentralización administrativa – “hecho favorable a nuestra región puesto que Casanare quedaría integrada a la División de Territorios Nacionales del Ministerio de Gobierno, pero con vida independiente”. Alejandro Reyes Posada, secretario privado del Ministro de Gobierno, respondió con una carta a estas solicitudes declarando que el gobierno nacional no podía respaldar el proyecto de ley ante el Congreso hasta tanto éste último ente legislativo se hubiese pronunciado sobre sí la Constitución Nacional permitiría un cambio de tal naturaleza52. Rehusándose a cejar en su empeño, el 26 de agosto representantes de catorce de los diecisiete municipios de la prefectura, junto con cuatro representantes a la Cámara por Boyacá se reunieron en Yopal para conformar la Asamblea Pro-Intendencia de Casanare. Los delegados votaron a favor de apoyar el movimiento separatista y crear un comité de relaciones públicas que funcionaría en Bogotá. Cada municipio aportó la suma de 5.000 pesos, y el grupo eligió a Getulio Vargas para desempeñarse como coordinador entre la organización municipal, la provincia y la capital de la república53. El 10 de septiembre, partieron de Aguazul 26 casanareños decididos a caminar 385km hasta Bogotá en una marcha muy publicitada en apoyo a la legislación. Cuando los participantes llegaron a la capital, la Policía los detuvo a la altura de la calle 67 con carrera 13, ordenándoles continuar su recorrido a borde de un camión. A las 8PM el Presidente Lleras Restrepo los recibió en el Palacio de San Carlos durante cuarenta minutos. Les prometió respaldo financiero para modernizar a Aguazul así como al resto de la provincia, además, que consideraría la viabilidad de crear una intendencia. Los llaneros le reiteraron sus reclamos: sistemas de alcantarillado, acueductos, fondos para terminar la 52 53 Ibid. Héctor Públio Pérez, Casanare: un pueblo Achagua hecho Nación: Mayo 15: Visión históricojurídica, correo-e de Públio Pérez a Jane Rausch, nov. 17, 2011. 23 construcción de la plaza de ferias, aulas escolares, oficinas de Telecom y de la Caja Agraria, un puesto de salud, la creación de la intendencia y un camión para transportarlos de regreso a Aguazul. El presidente les instó a elaborar el presupuesto para todos estos proyectos y presentarlo antes de partir de Bogotá, con el fin de agilizar la elaboración de un cheque por el monto de dinero necesario para comenzar a trabajar. Lleras les prometió cubrir el costo del alojamiento del grupo durante esa noche y también escribir una carta de su propia mano como prueba de su respaldo que los marchantes podrían mostrarle a los habitantes de Aguazul54. Para 1970, cuando se realizó la segunda reunión de la Asamblea Pro-Intendencia, la causa ya contaba con el respaldo de diversos sectores del gobierno nacional, la Iglesia Católica, representada por el Padre Daniel Salas Baptista, del Vicariato Apostólico de Casanare y, lo más importante, el periódico Liberal El Tiempo, cuyos periodistas publicaban artículos frecuentes acusando a Boyacá de abandonar a la prefectura55. La lucha final, 1972-1973 En noviembre de 1972, Cornelio Reyes presentó ante la Cámara de Representantes un nuevo proyecto de ley requiriendo la separación de Casanare de Boyacá y su designación como Intendencia Nacional. Este fue el primer paso de la etapa final de la lucha de los llaneros para lograr su libertad de Boyacá. Durante el año siguiente, representantes de Boyacá y Casanare participaron en apasionados debates que continuaron aun hasta después de la declaración de Casanare como intendencia, el 28 de noviembre de 1973. Además de los argumentos tradicionales que ambas partes plantearon de manera repetitiva, entraron en juego dos hechos nuevos: el incremento del delito, en particular el abigeato, y el hallazgo confirmado de yacimientos explotables de petróleo. El 23 de noviembre de 1972, la Cámara de Representantes aprobó en primer debate el proyecto de ley de Reyes con setenta votos a favor y treinta y seis en contra – en los votos negativos se incluyó la mayoría de los diputados boyacenses. Mientras las delegaciones de Casanare recibían la noticia con gran júbilo, la reacción del gobernador Eduardo Vega Franco fue absolutamente opuesta a la medida. En una carta a El Tiempo, publicada el 2 de noviembre, hacía hincapié en que Casanare no tenía necesidad de “autonomía” dado que ya era “la única provincia colombiana que goza de autonomía administrativa, por cuanto se gobierna a través de un mecanismo institucional ‘sui generis’ en el país, la Prefectura de Casanare”. Como gobernante de la “prefectura”, el prefecto, 54 55 El Tiempo, 24 sept. 1969. Públio Pérez, Casanare: un pueblo. 24 quien era oriundo de Casanare, detentaba casi la misma autoridad que el gobernador de un departamento. Contaba con la libertad para manejar los fondos provenientes de la nación y del departamento, de nombrar y destituir a los funcionarios y colaboradores, y de administrar a su discreción las rentas de Casanare. Es más, contaba con una oficina adecuada, una vivienda excelente, automóvil, radioteléfono, y un avión privado para permitirle asistir a las reuniones de la Asamblea Departamental y a los consejos de gobierno. Vega Franco, para refutar las acusaciones en el sentido de que Boyacá era un mal “padre” para Casanare, presentó las cifras presupuestarias para demostrar que Boyacá, por cada peso que recibía de la prefectura, invertía cerca de veinte pesos y semejante generosidad a pesar de las exigencias de otras regiones departamentales y del hecho que Casanare sólo tenía el siete por ciento de la población total del departamento. La prefectura también recibía fondos de INCORA, INDERENA e ICA56. Vega Franco alegaba que si Casanare se convertía en intendencia, sufrirá porque sólo recibiría de la nación sesenta por ciento de las rentas que se invertían en ese momento57. El 2 de diciembre, Horacio Perdomo, presidente del Comité Pro-Independencia de Casanare, respondió a los reclamos del gobernador. Aseguraba que, con respecto a la así llamada “autonomía” de Casanare, hasta los últimos cuatro años que el prefecto gobernó como si fuese uno de los virreyes quienes, en 99 por ciento de los casos, no nacieron en Casanare. Era verdad que la residencia del prefecto era una casa más o menos adecuada, construida hacía muchos años, pero que no se terminó hasta 1967, cuando se recibieron los fondos del Gobernador Bayona Ortiz. Era cierto que el prefecto tenía un avión privado a su disposición, pero el dinero que se utilizaba para el mantenimiento del avión quedaría mejor empleado en escuelas o en vías. Perdomo aseguraba que las rentas que se generaban en la prefectura no se quedaban en Casanare. El gobernador reclamaba que el departamento invirtió en Casanare 10.701.400 pesos en 1971, mientras las rentas apenas fueron de 1.925.912 pesos, pero ésta cifra era equivocada. Casanare le produjo por lo menos veinte veces más dinero a Boyacá. Los impuestos sobre el tabaco, los cigarrillos, la cerveza y el sacrificio de ganado iban directamente a Tunja y ascendían a la suma de 15.000.000 anuales. Lo único que se podía concluir de la carta del 56 El INCORA (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria), el INDERENA (Instituto de Recursos Naturales Renovables) y el ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) eran instituciones que creó a comienzos de los sesenta el gobierno nacional con el objetivo de fomentar la colonización y la reforma agraria. 57 El Tiempo, 29 noviembre, 1972. 25 gobernador era que Boyacá favorecía a tres o cuatro ciudades del altiplano, mientras Casanare permanecía en abandono total. “Boyacá, por tanto, sí ha sido un mal padre para Casanare”58. Un editorial de Rodrigo Palacios, con el encabezado, “La Intendencia: ¿Utopía, engaño o necesidad? publicado el 25 de noviembre en El Tiempo presentaba una apreciación desapasionada del asunto. Mientras, en Casanare, algunos consideraban el cambio de estatus propuesto como una rectificación del abandono en el cual permanecía la región desde la Independencia, en realidad ese cambio significaba que Boyacá perdería casi la mitad de su territorio. El gobernador argumentaba que la separación perjudicaría más a Casanare que a Boyacá, ya que éste último estaría en capacidad de utilizar los recursos que no se destinaran a los Llanos para satisfacer las necesidades de otras regiones. Por su parte, los casanareños alegaban que les habían hecho muchas promesas y la mayor parte de las cuales se quedaron sin cumplir, el gobernador aseguraba que el departamento les había brindado asistencia en salud, educación y vías y, si no hizo más, se debió a la falta de recursos59. El 6 de enero de 1973, Alfonso López Michelsen, candidato a la presidencia por el partido Liberal, visitó a Boyacá y Casanare para realizar consultas con el Director General de la Policía, los Comandantes de la Primera y de la Sexta Brigadas del Ejército, el Gobernador de Boyacá, Eduardo Vega Franco, el gerente de la Federación de Ganaderos y otras personalidades militares y económicas de la región. El objeto de la reunión era el de buscar fórmulas para combatir el abigeato y las invasiones de tierra que, según los participantes, constituyen “los más graves problemas que soportan los llaneros”. En un editorial publicado el 14 de enero, Enrique Santos Calderón, periodista de El Tiempo, quien acompañó a López Michelsen hacía una lúgubre descripción de la región. Escribía que la situación deplorable de la carretera de Sogamoso a Aguazul era el reflejo del aislamiento de Casanare. Era obvio que en la prefectura existían desigualdades profundas en la tenencia de la tierra y en el nivel de vida. La realidad semifeudal del campo colombiano se muestra aquí en toda su crudeza. Por las sabanas se puede andar horas enteras en vehículo sin ver una cerca, pero siempre se está dentro de alguna hacienda. Parece una tierra de nadie, pero toda pertenece a grandes propietarios. Además, centenares de familias campesinas desposeídas y colonos pobres llegaban de todos los rincones del país en búsqueda de una parcela de tierra, mientras los vaqueros 58 59 El Tiempo, 2 diciembre, 1972. El Tiempo, 25 noviembre, 1972. 26 del Llano laboran durante todo el año de hato en hato con mala paga y sin prestaciones de ninguna clase. Santos observaba que necesariamente esta situación generaba tensiones y conflictos. El abigeato y las invasiones de tierras de las que se quejaban los terratenientes tenían una explicación social fundamental. Eran el producto de ésta desigualdad extrema y de la necesidad elemental de tierra y alimentos. Por tanto, era necesario distinguir entre el colono o vaquero que se apropia de un novillo por hambre y el robo organizado a gran escala por cuadrillas profesionales. Para los llaneros, los problemas más acuciantes eran la excesiva concentración de la tierra en pocas manos, el desinterés total del Estado por una población que no representa mayor botín electoral, la ausencia de vías, escuelas, servicios de salud y servicios públicos. Santos Calderón llegaba a la conclusión que Casanare requería no solamente la libertad administrativa sino también la libertad social y económica60. El 26 de enero, se reunieron con el Gobernador Vega Franco algunos miembros de la Federación de Ganaderos de los Llanos Orientales y de la Asociación de Amigos del Llano y publicaron una refutación de ocho puntos a las afirmaciones que expresó Santos Calderón. En primer lugar, negaban que existiese un problema de tenencia excesiva de la tierra en Casanare. Las tierras propensas a las invasiones eran aledañas a las carreteras, los hatos o las fundaciones, con cercas alrededor de gran parte de la propiedad. Los colonos usurpadores de estas tierras venían de otras regiones del país, y no contaban con ningún conocimiento previo de los Llanos. No sabían cómo conseguir el sustento en un entorno tan diferente. Acabaron con sus escasos recursos al poco tiempo y no tuvieron más alternativa que robar, a no ser que fueran “invasores profesionales” que luego se trasladan a otro sitio después de negociar las llamadas “mejoras” e iniciar el mismo proceso en regiones diferentes. Segundo, ochenta por ciento de la tierra de Casanare era baldía, lo que significaba que no la habían asignado legalmente a ningún propietario. No obstante, existía una industria floreciente de dos millones de cabezas de ganado de propiedad de por lo menos dos mil familias: algunas extensas, otras pequeñas. Era mentira decir que únicamente cincuenta familias explotaban la tierra y, más aún, no era cierto que la violencia era institucionalizada. Tercero, ha existido a través de toda su historia la más absoluta y plena armonía entre sus habitantes. Conviven propietarios y asalariados con techo, alimentos y vestidos 60 El tiempo, 14 enero, 1973. 27 que en nada los distinguen. Sin duda alguna, los salarios que se pagaban a los vaqueros eran los más altos de toda la nación, y la mayoría de los vaqueros también eran propietarios de tierra, quienes poseían los medios suficientes para mantener a sus familias y criar a sus hijos. Cuarto, con excepción de la zona del piedemonte, los Llanos se inundaban durante seis meses al año, para convertirse en un desierto árido los seis meses restantes –un entorno poco adecuado para la colonización. Quinto, los ganaderos exigían la intervención del Estado para poner fin al clima de inseguridad que se manifestaba en el abigeato y en la falta de respeto por la vida. Mientras los llaneros clamaban por justicia, le agradecían al gobernador de Boyacá su interés por resolver los problemas “en la más rica y extensa provincia de su departamento”. Sexto, solicitaban al gobierno nacional dotar a los Llanos de vías y la construcción de una carretera moderna entre Sogamoso, Aguazul, Yopal, Nunchía, Pore y Paz de Ariporo. Séptimo, si en realidad en el piedemonte llanero existían grandes reservas de petróleo, los ganaderos consideraban urgente y sin demora alguna acompañar a esta región privilegiada. Octavo y para terminar, los ganaderos invitaban a los colombianos a que visitaran a Casanare en cualquier época del año para conocer de primera mano las posibilidades y carencias de la región. Para concluir: “Nosotros no pondremos oídos a la demagogia de algunos resentidos y seguiremos luchando en bien de los llaneros y de la tierra casanareña”61. Transcurridos seis meses, los ganaderos expresaron sentirse indignados ante el clima de ilegalidad continuado prevaleciente en Casanare. El 19 de agosto de 1973, se reunieron en Yopal para dar un ultimátum al gobierno nacional prometiendo que si no se adoptaban medidas para poner fin al robo de ganado, regresarían a los días de 1967 cuando el Coronel Román Bazurto organizó un cuerpo de defensa civil para erradicar el abigeato. En esa época, Román Bazurto contaba con el pleno apoyo del Presidente Lleras Camargo, quien creó una división rural del DAS62. Regresó una paz relativa hasta 1965, cuando el director del DAS desmanteló a este cuerpo de defensa civil. 61 62 El Tiempo, 30 enero, 1973. En 1953, Rojas Pinilla creó el servicio de inteligencia colombiano. En 1960, Lleras Camargo reorganizo ésta agencia cambiándole el nombre a Departamento Administrativo de Seguridad 28 Román Bazurto, quien entonces era de nuevo el prefecto de Casanare y asistió a la reunión, declaró que desde 1965 algunos hatos como el Hato Rancho Grande que alguna vez albergó a 3.500 cabezas de ganado perdió todo su ganado por dos razones: en primer lugar, el INCORA atrajo a las sabanas de los Llanos a colonias enteras de inmigrantes y, estas personas, carentes de todo recurso, sacrificaban a los animales para alimentarse. En segundo lugar, pandillas de abigeos se apropiaban de los ganados para abrir nuevas fincas en tierras baldías o para enviarlos a Venezuela. Según Román Bazurto, el INCORA no hizo nada excepto reubicar “como si fuesen piezas de ajedrez” a gente proveniente del interior, que no tenían de qué vivir y se veían obligadas a robar ganado. En opinión de Bazurto, la invasión de inmigrantes afectaba a cincuenta por ciento de los hatos de Casanare y el DAS no contaba con la capacidad para resolver la situación. Para los ganaderos, la solución estribaba en revivir el método que avalaba Lleras Camargo. Propusieron la creación de vigilancia especializada, hecha por baquianos honrados de los Llanos y una reforma total de la legislación sobre colonización en Casanare”63. Pronto quedó confirmada la referencia que, en enero de 1973, hacían los ganaderos a la posible existencia de yacimientos petroleros. En marzo de 1971 se iniciaron trabajos intensos de exploración en Casanare y, en el transcurso de los meses siguientes, ECOPETROL firmó contratos de asociación con catorce compañías extranjeras64. El 6 de noviembre de 1972, en previsión de un resultado exitoso, la Asamblea Departamental aprobó la Ordenanza No. 34, estipulando que cincuenta por ciento de cualesquiera regalías que recibiera Boyacá, provenientes de la extracción de petróleo, se emplearían en obras de infraestructura en Casanare, como carreteras, puentes, hospitales y escuelas; otro treinta por ciento se invertiría en el presupuesto de educación del departamento para financiar escuelas y otros centros educativos de la prefectura65. En la edición de El Tiempo del 23 de mayo de 1973 se informaba sobre la perforación de un pozo promisorio en Cupiagua, por parte de INTERCOL. Se proyectó (DAS). Este organismos era responsable de dar seguridad a las instituciones del Estado y a las personas. 63 El Tiempo, 19 agosto, 1973. 64 El Tiempo, 22 agosto, 1973. 65 Departamento de Boyacá, Ordenanzas 1973, “Ordenanza No. 3 de 1972”, p. 9. 29 perforar un pozo a 12.500 pies de profundidad. A la profundidad de 11.000 pies, los técnicos encontraron indicios serios sobre la presencia de petróleo66. Las posibilidades de encontrar nuevas fuentes de riqueza a partir de la explotación del petróleo subieron las apuestas por el control de Casanare y endurecieron aún más la actitud de los funcionarios de Boyacá para resistirse a la desmembración de la provincia del departamento. El 16 de agosto, después de una reunión con el Gobernador Vega Franco, los senadores boyacenses declararon, “Casanare está unida por lazos indisolubles con el departamento de Boyacá y que no es partidario de su independencia”67. Mientras tanto, el proyecto de ley para convertir en intendencia a Casanare seguía su tránsito, después de pasar el primer debate, el 16 de septiembre, en el Senado. Esperando que fuese aprobado, Jesús Medina declaró en El Tiempo que cien mil casanareños habían ganado la batalla después de luchar “contra viento y marea” para recuperar la independencia que buscaron sus ancestros. Dieciocho municipios harían parte de la intendencia prevista. Yopal sería la capital, con una población de 15.000 habitantes. Con respecto a la administración de justicia, los municipios harían parte del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo y Tunja. Para las elecciones, la intendencia continuaría siendo parte de la circunscripción del departamento de Boyacá. Según Medina, la redención de Casanare dependería de su interconexión con la Carretera Marginal de la Selva, la cual se extendía desde Villavicencio hasta la frontera con Venezuela. El único centro de salud aceptable era el hospital que funcionaba en Yopal. Según la Convención sobre Misiones, el Vicariato Apostólico tenía a su cargo la Normal Femenina de Támara, el Seminario Menor, colegios de religiosos en Pore, San Luis de Palenque y Orocué, además de escuelas urbanas y rurales. El peor problema era, tal vez, la inseguridad debida al abigeato y al contrabando que diezmaba los hatos. Era evidente que, para solucionar el problema, sería necesario “un cuerpo especializado para combatir esos delitos”68. El 28 de noviembre, el Presidente Misael Pastrana sancionó la Ley que convertía en intendencia a Casanare, aunque esta ley sólo entró en pleno vigor el 15 de mayo de 1974. El 17 de mayo, un editorial de El Tiempo celebraba el hecho largamente esperado y requería emprender la tarea inmediata de mejorar el nivel de vida a lo largo y ancho de los 66 67 68 El Tiempo, 23 mayo, 1973, p.11. El Tiempo, 16 agosto, 1973. El Tiempo, 16 septiembre, 1973. 30 Llanos de Colombia para equipararlo con el de todas las demás regiones del país. Entre las necesidades más urgentes, el editorial citaba la inmigración, el control del abigeato y el fin del contrabando de ganado. Como una intendencia, “un tratamiento sui generis requiere Casanare. Para darle al país lo que puede dar. Y para hacer reales sus valores intrínsecos que desde hace mucho esperan en un olvido demasiado prolongado”69. Después de su separación por ley de Boyacá, Casanare quedó sometido a la autoridad directa del gobierno nacional, por intermedio de la Dirección General de Intendencias y Comisarías (DGIC). En calidad de tal, se unió a otras dos intendencias: Caquetá y Putumayo y cuatro comisarias: Amazonas, Guainía, Vaupés y Vichada70. El doctor Héctor Tamayo Betancur, Director de la DGIC, en un informe publicado en 1974 evaluaba a la nueva intendencia que recién hacía parte de los territorios bajo su administración. La enumeración que hacía de las necesidades de la intendencia confirmaba los reclamos que hicieron los habitantes durante el tiempo que languidecieron bajo la autoridad de Tunja: por ejemplo, carreteras, electrificación de catorce de los dieciocho municipios, acueductos, sistemas de alcantarillado, centros de salud, y la ampliación de las escuelas. Para resolver estos problemas, Tamayo Betancur designó una partida presupuestal de 30.979.000 pesos, para 1975 y, en tanto esta suma se quedaba corta de las necesidades financieras, quedaba claro que en Casanare se iniciaba una nueva etapa de desarrollo de la región, una que pronto se vería realzada por las regalías que generaba la abundante producción de los yacimientos de petróleo localizados en la región del piedemonte casanareño71. Resumen y Conclusión Desde 1588 cuando el Capitán Daza hizo el viaje desde Tunja para fundar la primera ciudad en Casanare, la región nororiental de la Orinoquia ha sostenido una relación duradera con el departamento de Boyacá, en el altiplano. En la época de la Colonia, el aislamiento de los Llanos por la cordillera de los Andes y los contrastes entre el clima tropical de los Llanos y el clima templado del altiplano no impidieron la presencia de un comercio pujante entre Casanare y Boyacá. Sin embargo, después de la Independencia, la incidencia social y económica que tuvo la guerra en los Llanos dejó a la provincia en 69 70 El Tiempo, 17 mayo, 1974. A finales de 1974, el Presidente López Michelsen reemplazo a la DGIC por una nueva oficina administrativa, DAINCO (Departamento Administrativo de Intendencias y Comisarías), el cual continuó gobernando los territorios hasta el día de su elevación a departamentos, en virtud de la Constitución de 1991. 71 Leonel Pérez Bareño, Planes de desarrollo en la Orinoquia y la Amazonia (Bogotá: Editorial Presencia, 1986), 25-80. 31 una situación de debilidad extrema que le impedía valerse por sí misma. En 1858, Casanare se convirtió oficialmente en parte del estado de Boyacá y, si bien hubo épocas en las cuales la región logró existir separada como territorio nacional, después de 1905, parecía que la fusión de las dos regiones era un ordenamiento permanente. La inclusión de Casanare le permitió a Boyacá tener mayor influencia en las maniobras políticas de la política nacional, si bien la economía decadente del altiplano no le permitió atender las necesidades de los llaneros. Entretanto, al sur de Casanare, la carretera que conectaba a Bogotá con los Llanos de San Martín, región que posteriormente se conocería como Intendencia del Meta, le permitió a esa parte de los Llanos contar con acceso a las enormes demandas del mercado de la capital de la nación. La situación de Villavicencio, a escasos 120km de Bogotá -aunque por una carretera muy peligrosa- le permitió convertirse en el “Portal de los Llanos”. En 1959, el crecimiento continuo de la economía y de la población, aunado a la proximidad a Bogotá, le permitió a la Intendencia del Meta obtener el estatus de departamento. En comparación, Casanare languidecía en el aislamiento, plagado de problemas que no se podían resolver fácilmente y que, con el tiempo, cumplirían una función en la ferocidad de los enfrentamientos bélicos que se suscitaron en esa región durante la época de La Violencia, entre 1948 y 1953. En el presente análisis del gobierno de Casanare por parte de Boyacá se plantea el endurecimiento de la animosidad entre las dos regiones del departamento durante el período del Frente Nacional. El abandono habitual de las necesidades de los llaneros por parte de Tunja, fue el acicate de la resolución firme de los casanareños para recuperar su preciada autonomía y, excluyendo lo anterior, aceptar la autoridad suprema del gobierno nacional, del cual se podría esperar mayor ayuda financiera, económica y social. En 1968, la confrontación se hizo más intensa con la celebración del sesquicentenario de la Campaña Libertadora. En previsión del informe de López Michelsen, los municipios se organizaron para presionar por su liberación del gobierno de Boyacá. La posibilidad muy factible de encontrar petróleo en Casanare, dio pábulo a la determinación de Tunja de retener el control sobre lo que representaba más de la mitad del territorio del departamento; no obstante el argumento oficial en el sentido de que Casanare ya disfrutaba de suficiente autonomía, y la oposición de los grandes terratenientes, los esfuerzos de los Llaneros atrajeron el respaldo de la Iglesia Católica y de El Tiempo, el cual hizo hincapié hasta el cansancio sobre la insuficiencia del gobierno de Boyacá. Al final, la erección de Casanare como intendencia representó una ardua victoria bien 32 ganada –la segunda Campaña Libertadora- aun mientras algunos de los demás territorios ya empezaban a observar el ejemplo del Meta y a exigir la elevación de sus regiones al estatus de departamento. No obstante, la separación de Boyacá en 1974, no puso fin a la influencia de éste departamento sobre su anterior prefectura. Entre 1964 y 1973, la población de Casanare registró un incremento de 66.613 a 85.184 habitantes; para 1984, se calculaba en 146.263 habitantes72. La gran mayoría de los recién llegados eran boyacenses que venían en búsqueda de una vida nueva en los Llanos. Si bien Villavicencio era el destino de la mayor parte de los ganados que salían de Casanare, para su posterior comercialización en Cundinamarca, el grueso del comercio de ganado y alimentos de la región se daba con Sogamoso. La intendencia seguía conectada con Boyacá con respecto a las cuestiones electorales y judiciales. La sede del Vicariato Apostólico que controlaba la educación en la prefectura y luego en la intendencia, estaba en Támara, justo al otro lado del límite con Boyacá, y era frecuente que desde Tunja se organizaran los esfuerzos por erradicar a los bandidos, el contrabando y el accionar de la guerrilla. No obstante, los casanareños ganaron su independencia política de la autoridad rival en el altiplano y, diecisiete años después, la Constitución de 1991, elevó a la intendencia al estatus de departamento, brindando a sus habitantes mayor autonomía. 72 Colombia. Censos de población, 1964-1973, 1984. 33 Referencias bibliográficas Archivos Bogotá: Archivo General de la Nació: Despacho Ministro Tunja: Archivo Departamental de Boyacá--Ordenanzas de Boyacá, 1968; 1973 Periódicos El Boyacense El Tiempo Tesis Villanueva Martínez, Orlando. “Guadalupe Salcedo y la Insurrección Llanera, 1949-1957.” Tesis doctoral. Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, 2010. 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