' La goleta Virginia Luis Alberto Tamayo Edici6n y diseiio: equipo Edebe Chile © Luis Alberto T mayo © 1999 by Editorial Don Bosco S.A. L A GOLETA VIRGINIA Registrode Propiedad lntelectual: 104.1 87 ISBN 978-956- 18-0376-3 Editorial Don Bosco S.A . General Bulnes 35, Santiago de Chile www.edebe.cl
[email protected] Luts ALBERTO TAMAYO Quinta edici6n, mayo 20 14 lmpreso en Chile Sales ianos lmpresores S.A. General Gana 1486, Santiago de Chile Ninguna parte de este libro, incluido el diseiio de Ia portada, puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos qufmicos , electr6nicos 0 mecanicos, incluida Ia fotocopia, sin permiso previo y por escrito del editor. lNDICE Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad, mi ley la fuerza y el viento, CAPITULO 1: ;Habiliten la ultima sala! .... ............ ......... 7 mi unica patria la mar. CAPITULO II: Hay que seguir estudiando 15 CAPITULO III: En clases 21 Canci6n del pirata Jose de Espronceda CAPiTULO IV: En pie de guerra 29 CAPITULO V: Las primeras semanas 35 CAPITULO VI: La vis ita del rector .. ... ... .. .......... ... ...... .. 47 CAPITULO VII: La senorita Virginia 51 CAPITuLo VIII: El Capitan. ............ . .... .. ... .. .......... 63 CAPiTULO IX: El barco se arma 73 CAPITULO X: Casino Montecarlo .. . 79 CAPiTULO XI: Rumbo a las Canarias 95 CAPiTULO XII: Tenemos un barco 103 CAPITULO XIII: ;Navegamos! .... ............. .. ...... ... .......... 111 CAPiTULO XIV: Una tormenta de verdad .... ...... .. 121 CAPfTULO XV: ;Hombre al agua! ... ... ... .... .... .. 129 ~ -c 5 .. l~ CAPfTULO XVI: Travesiafinal ...................................... 141 CAPfTULO XVII: Virginia 149 CAPfTULO XVIII: Espera ... 153 CAPfTULO XIX: A navegar siempre 159 CAPiTULO I iHabiliten la ultima salal I rector delliceo dej6 caer con brusquedad el telefono, cortando Ia comunicaci6n. Frunci6 el entrecejo como si este gesto fuese Ia palanca que ponfa en funcionamiento su cerebro. Movi6 Ia cabeza de derecha a izquierda, se mordi6 el labio inferior y Ianzo una fugaz mirada al calendario. Despues de unos segundos sonri6, como si hubiese imaginado algo muy gracioso. Volvi6 su silla giratoria hacia el inspector general y pregunt6: - i,En que condiciones se encuentra Ia sala del fondo? El aludido abri6 un poco sus ojos casi orientales, sus rojas y sueltas mejillas se movieron como un trozo de gelatina, apresur6 una sonrisa y contest6: "'-'.1 -t 6 t- J"r~ , ...."'-'.1./... ~"r~ -La usamos de bodega, senor. Se llueve entera, - Le faltan algunos vidrios, tambien habrfa que no podemos guardar nada importante ahf. pintarla -arremetio Montenegro, tratando de subirse -Noes para guardar nada, hombre -replico el entusiastamente al carro del progreso. rector, mientras una repentina alegrfa Le invadfa el -Gaste Lo que sea necesario, pero habilftela - rostro-, la necesito como sala de clases. Se puede rugio el rector- . Y carguele Ia cuenta al Centro de habilitar, "no? "Como va a estar tan mala? Padres. -Sf, claro - contesto Montenegro-, por su puesto -Sf, senor. que se puede despejar y reparar. Es cosa de ponerle Para muchos, Montenegro era Ia mano derecha empeno. del rector. Los profesores, auxiliares y paradocentes Contesto asf porque sabfa que Ia decision de ocu- lo consideraban su sombra, por eso le temfan. Para parla como sala de clases ya estaba tomada. Sabfa Los alumnos, era Ia garra o el puno derecho del mis- que, cualquiera fuese su respuesta, igual tendrfa que mfsimo demonio. Engrefdo, cruel y, por sobre todo, hacerla despejar, limpiar y reparar para que un nuevo rastrero, era el sujeto mas odiado de todo elliceo. De curso fuese a ocuparla. De todos modos, aventuro estatura baja, pelo canoso, tronco grueso, dorados una resistencia, un saludo a Ia bandera. anillos en sus dedos regordetes, caminar de pavo -"Para que curso la quiere, senor? Ya tenemos real, zapatos brillantes, terno impecable, flamante asignadas las salas para este ano y no falta ninguna. corbata; siempre iba con una sonrisa y una mirada - Un curso mas no nos vendrfa nada de mal, de admiracion para el senor rector, pero guardaba senor Montenegro. Cuestion de tiempo, "comprende? un rencor muy grande, muy grande, en su interior. Cuestion de tiempo. Montenegro quiso que su cuerpo se diluyera El senor rector sonrefa y se frotaba las yemas del en el aire. Por un segundo temio haber irritado el pulgar y el fndice de su mano derecha. sensible caracter del senor rector. Miro La hora en su elegante reloj pulsera y fingio buscar algo en Por anos se habfan repetido escenas como esta: el un cajon de su escritorio, mientras trataba de atar rector consultaba algo con cara de interes y respeto, cabos. "De quien habrfa sido esa Hamada telefonica pero ni siquiera fingfa escuchar Ia respuesta. El senor que agitaba tanto el alma del senor rector? Volvio rector siempre hacfa lo que se le antojaba; para eso de sus cavilaciones sin nada en limpio. Ya no habfa era el dueno de todo lo que allf habfa. Solo valfa una nada que hacer. Un consquilleo ingrato le recorrio manera de ver las cosas: La suya. el cuerpo cuando comprendio que ese ano deberfa caminar varios metros mas cada dfa: los necesarios ~1.-~ ~8 ~ .... 9 ... l"y'\ para asegurar Ia disciplina de esa ultima posesion de tambores para sacar Ia basura; tambien los alum nos Ia corona, situada al final del patio, Ia que solo hacfa y los profesores. Todas las noches, antes de dormirse, un instante habia dejado de ser bodega. daba gracias al Altisimo por la existencia de esa ley que hacfa que el Estado le pagara mensualmente una no despreciable suma de dinero por cada muchacho Un nuevo afio escolar estaba a punto de ini- matriculado en su liceo. Era solo cuestion de saber ciarse. El sol de marzo calentaba suavemente. Por multiplicar. Esa habia sido toda Ia ciencia de su ex ito. los pasillos techados de zinc, con piso de baldosas jMultiplicar: siempre; restar: jamas! rojas y pilares de tubos de acero, caminaba a paso firme el senor rector. Iba con aire de leon patriarca: Ahora,rnientras recorria sus posesiones, su mirada se detenia, volvia a andar, giraba sobre sus tacos se topaba con cada una de las puertas de las salas, en noventa grados, como si estuviese marcando el todo estaba en orden, nada parecia disgustarle. Con territorio que le pertenecia en esta selva. Toda esa paso parsimonioso avanzo de vuelta a su oficina. Su era su obra, su orgullo. Durante veinte afios habia enorme humanidad de un metro ochenta y siete de sido inspector general de un liceo fiscal, hasta que estatura proyecto una sombra descomunal y volvio una noche tuvo una vision, un chispazo de geniali- su cabeza para contemplarla. Su cara lucia recien dad y decidio vender su Fiat 600 e instalarse con afeitada y olia ajabon. Todo el olfa ajabon, siempre. tres salas de madera bruta, sin cepillar siquiera, en "Ya vendran los alumnos -penso-y entonces des- las afueras de Ia ciudad. Ahi comenzo todo: tres cubriran que mi voz no ha perdido ni una milesima barracones en medio de la soledad de los potreros. de autoridad durante las vacaciones". Pero el sabia lo que hacia. Muy pronto, el Iugar se lleno de calles y casas. Una comuna nueva nacio y AI abrir Ia puerta de ese gran cuarto de cachu- crecio ante sus ojos. Los alumnos llegaron como reos, Francisco y Genaro, los auxiliares, suspiraron. golondrinas en busca de Ia primavera. Antes: unos Alii habia tanto trasto viejo, tanta cosa inservible, pocos metros cuadrados; hoy: una manzana completa. que era pretender casi un milagro dejarlo apto para Antes: muros de madera con techos de Jatas salvadas sala de clases. A ese Iugar habian ido a parar todos de un incendio; hoy: cuatro bloques de concreto de los objetos dados de baja en esos doce afios de vida dos pisos cada uno. El primer afio, ochenta y tres delliceo. alumnos; ahora, casi dos mil. -Debe de estar loco este viejo -enjuicio Todo esto era suyo, desde los arboles hasta los Genaro-. Esta cuestion no sirve para nada, el piso pizarrones, y tambien la campana y los gigantescos .)fo~ .)ft~ l'y~ ~"t ... esta lleno de hoyos y se llueve entero. Lo mejor serfa - Ayer sacamos Ia cuenta de los cursos otra vez atracarle fuego. - se atrevio a decir Montenegro- , y no falta ninguna La construccion parecfa pequeiia, pero no lo era: sala. Recuerde que el aiio pasado eliminamos un resulto una verdadera cueva de Alf Baba. Habfa allf Segundo Medio. todo lo que uno pudiera imaginar: muebles rotos, - Puede que falten - respondio molesto el rector- . mapas murales apolillados, aparataje de laboratorio Quiza a ultima hora tengamos novedades. Usted sabe de principios de siglo, tarros de pintura ya seca, un como es este negocio. En cualquier momento puede metalofono sin la mitad de sus plaquitas de aluminio, ocurrir cualquier cosa. palos de escoba, rollos de alambre, papel mural, textos Lo dijo lentamente, con el tono y el aire de qui en de estudio obsoletos, un busto de Andres Bello con explica un asunto complejo a alguien de muy limitado un hoyo en Ia cabeza y los labios pintados, un pie de entendimiento. microfono, un aguila embalsamada a Ia que le fal- A Ia semana siguiente, por orden del rector, los taban un ojo y media ala, un~ destartalada maquina trabajos continuaron. Pintaron de color crema el de escribir, pelotas de futbol reventadas, restos de interior de Ia sala y de un grotesco verde por fuera, ventanas, vidrios quebradas, el esqueleto de un perro repararon Ia instalacion electrica, pusieron cuatro amarrado con alambre, una foto del rector junto a ampolletas de sesenta bujfas y fabricaron un piza- su primera esposa. Pero, por sobre todo, habfa tierra, rron de emergencia uniendo varios trozos de madera mucha tierra. prensada; tambien repusieron algunas baldosas para Con titanico esfuerzo, apilaron todo en Ia cancha cubrir los hoyos del suelo. Lastima que no se encon- de basquetbol. A Ia mafiana siguiente lo subieron a traron del mismo color de las originates. Finalmente, un camion tolva y en dos viajes lo despacharon al dieron una mano de cal al cielo, pintaron de cafe los vertedero municipal. marcos de las ventanas e instalaron la mitad de los Ahora , el senor rectory Montenegro inspeccio- vidrios rotos. naban las labores de reparacion. - Esta bastante mal ita -comento con timidez Montenegro-. No creo que este en condiciones . .. -Yo la veo bien -interrumpio el rector-, solo faltan unos detalles y listo. iQue mas quieren esos estudiantes, si no van a pagar un peso por educarse aquf! :::~~ J"y~ :::t3~ J"y~ CAPITULO II Hay que seguir estudia.ndo n otofio, el color del mar se tomaba de improviso Ia ciudad, mientras el Sol se dedicaba a pintar de amarillo cada una de las hojas de los arboles. El amarillo entamente; el azul, en cambio, estall6 con furia al amanecer de un lunes: era el color de los uniformes de los j6venes estudiantes. El azul refa por las calles, se agolpaba en los paraderos y subfa a los microbuses. Un nuevo afio escolar iba a comenzar en elliceo. Los alumnos antiguos volverfan a encontrarse con sus compinches, se contarfan deprisa las aventuras del verano y, en unos minutos, todo volverfa a ser como antes, como si esos dos meses de vacaciones no hubiesen existido nunca. Se reencontrarfan los viejos camaradas, pero tambien llegarfan alumnos -«".1 15 ... J"y~ nuevos, los recien egresados de Ia Educacion Basica. Habfan llegado muy temprano y esperaban. A las Ellos se preparaban para iniciar una nueva etapa de once de Ia manana un profesor subio al proscenio y, sus vidas. microfono en mano, dio las instrucciones generales Sus padres los habfan sentenciado: jNada bueno sobre como operarfa, en lo formal, el proceso de podrfan hacer en el futuro sino estudiaban! Habfan seleccion y matrfcula de alumnos nuevos. Luego terminado la ensefianza basica, pero ese era apenas comenzo a leer Ia nomina de los primeros muchachos un escalon pequefiito en el camino por ser hombres aceptados. Los nombres surgieron de sus labios en de provecho. jDebfan seguir estudiando! correcto orden alfabetico. Los primeros nombres Eran alegres, larguiruchos, con caras infantiles y lefdos correspondieron a los postulantes de mayores de movimientos torpes. El cuerpo les habfa crecido meritos. Ellos formarfan el Primer Afio A. sin avisarles y la voz les subfa y bajaba sin dar con el Los rostros de la espera querfan verlo todo y se timbre definitivo. Sin embargo, segufan siendo nifios, empinaban en Ia punta de sus zapatos. Querfan ofrlo cumpliendo el requisito fundamental para serlo: les todo, ofr sus nombres. Un muchacho alto y de pelo interesaba jugar por sobre todas las cosas. negrfsimo trato de elevar su mirada apoyandose en Todo para ellos era un juego. el hombro de otro. Deseaba saber cuantos como el habfa allf, cuantos aspiraban, como el, a permanecer En diciembre, cientos de muchachos postularon al por cuatro afios en ese liceo. unico liceo en varios kilometros a Ia redonda; ahora, en la primera semana de marzo, venfan a saber si - Somos muchos -penso-. No quedaremos habfan sido aceptados. todos. Certificado de notas e informe de personalidad: Un pito agudo volvio a salir de los parlantes. Se de esos dos papeles dependfa si habfan sido o no oyeron nombres otra vez: Primer Afio B. Nadie habfa admitidos. Nadie hablo con ellos, nadie les pregunto pronunciado su nombre. nada. Habfan decidido sin mirar sus caras. La mayorfa de los muchachos acudio en grupo. Las cofradfas de amigos se habfan puesto de acuerdo adonde postular, con la esperanza de ser aceptados LUNES y continuar Ia amistad, para no ir tan solos a encon- trarse con la vida. Todos se reconocfan iguales en El emblema patrio flameaba en lo alto de un esperanzas y en asombro. Se hacfan solidarios de blanco mastil, luciendo una estrella casi azul y flecos una incertidumbre. Asf, los muchachos que eran en una de sus puntas. El patio principal estaba lleno llamados, sonrefan, se despedfan con una palma- de muchachos: eran los aspirantes a Primero Medio. ~f6"- J"y'\. ~f1"- l"y'\. dita en el hombro de sus amigos como pidiendoles El ultimo nombre sono como un golpe dado con disculpas y, a paso ligero, avanzaban hasta Ia fila una porra en la cabeza de esa treintena de nifios que formada frente al escritorio del inspector general. aun permanecfan de pie sobre el cemento. Era el mismo Montenegro quien les escrutaba la Y todo concluyo. Las miradas de los muchachos mirada, los declaraba sospechosos de futuros delitos saltaron de un punto a otro en busca de apoyo. Len- y les entregaba el comprobante de que habfan sido tamente comenzaron a moverse, con torpeza, como aceptados. Una expresion grata, serena, se dibujaba si hubiesen olvidado como era eso de carninar. Las en el rostro de los muchachos al momento de recibir miradas se encontraban y solo ellos comprendfan y el preciado papelito. se reconocfan: eran los derrotados. - Prirnero F -dijo el profesor y leyo una nueva -jQue le vamos a hacer! -parecfan decir, mien- lista. Los muchachos cerraron sus ojos tratando de tras movfan sus desganados pies en busca de Ia puerta ofr mejor. Ansiaban ofr sus nombres, solo eso. de salida. A las cinco de la tarde quedaban aun unos setenta -jHabrfamos sido buenos amigos! -dijo a cual- nifios en el patio: eran los postulantes con un bajo quiera que quisiera escucharle, un nifio macizo de promedio de notas o con un in forme de personalidad enormes oreJaS. y conducta deficientes. Algo en sus comportamientos -jHabrfamos sido! -le respondio otra voz , tam- era "poco satisfactorio". El profesor volvio a subir a bien desolada, desde el interior del grupo. Ia tarima e inicio Ia lectura de Ia ultima lista. En ese momento Ia secretaria revisaba sobre su - Primero P -dijo, y comenzaron a sonar nom- escritorio una torre de carpetas. Desde su ventana bres, lentos, como los ultimos golpes de un agotado podfa vera los muchachos y los llamaba con sefias. A tamborilero. Un auxiliar de cotona azul esperaba el cada uno le devolvfa sus antecedentes y, al verlos tan momento final para desconectar el equipo ampli- abatidos, proferfa palabras de aliento y les recomen- ficador y guardarlo, dando asf por terminada una daba que no perdieran el tiempo y postularan cuanto agotadorajornada de trabajo. Sonaron mas nombres, antes a otro establecimiento. Todos los demas liceos quedaron un rato balanceandose en el aire y luego se quedaban lejos y eso significarfa para ellos muchas alojaron en el ofdo de un nifio que, automaticamente, horas de viaje en microbus y una guerra constante sonrio como si le hubiesen sacado de la espalda una con los choferes. Horas de frfo entumiendose en las mochila llena de arena humeda. esquinas. Este era el liceo mas cercano a sus casas, pero ya no habfa nada que hacer. ~~.,.,_ ~~.,.,_ ~"'t"- ~"'t~ El rector asom6 Ia cabeza desde su oficina y preg unt6: -l,Quienes son ellos, senorita Helia? -Son los alumnos que no quedaron seleccionados, senor. Los estoy despachando. -i,Cmintos son? - Treinta, senor. CAPiTULO III -Que se queden, haremos un nuevo Primer Ano con ellos. En clare~ Los muchachos nose rieron, fue una alegrfa silen- ciosa. Salieron del recinto pisando fuerte, tomando posesi6n del entorno. Se miraron y se reconocieron de nuevo. Allf estaba el macizo de enormes orejas, el delgado de pelo negrfsimo, el gordo de patillas rubias. Todos se parecfan. Fueron identicos cuando 1 primer dfa de clases, los alumnos del desde Ia calle ya oscura miraron el imponente edificio curso nuevo llegaron muy temprano. A y sintieron que les pertenecfa. Ia una de Ia tarde ya formaban parte de ese bloque compacto de muchachos que, enchapados en chaquetas azules, esperaban que se abrieran las puertas del liceo. En medio de ese estallido de miradas y voces, los muchachos del Primer Ano Q se iban reconociendo; se agrupaban, se preguntaban sus nombres y se disponfan a ser amigos. El chico moreno alto fue el primero en llegar. Su esbelta figura funcionaba como una antena, un senuelo para que los demas acudieran a Ia cita. Su nombre era Raquiman, Manuel Raquiman, y vivfa a solo una cuadra delliceo. Cinco minutos antes de las dos de Ia tarde, las puertas de barrotes verdes se abrieron y todo ese mar azul avanz6 hacia el interior. ~lo"- J"r~ ~ft"- l'r~ Habfan corrido apenas unos metros cuando vieron y barato. Eran los guardianes del parafso, tenfan que se les cerraba el paso: cuatro hombres de zapatos autoridad para decir: este entra, este se queda afuera. bien lustrados y rigurosa corbata formaban con sus Uno de los hombres de corbata verde movi6 su cuerpos un compacto muro de contenci6n. cabeza de derecha a izquierda barriendo con su -jCon calma, senores, con calma! -grit6 una mirada todo el mar de caras asustadas que tenia al voz nasal que se quebr6 por el esfuerzo de sonar frente. autoritaria. -Tu, tambien, palomito -le indic6 a otro mucha- -l,Para d6nde creen que van? - interrog6 uno cho que volvfa hacia atras la cabeza con la esperanza de los hombres-muro, al momento de tomar por los de que no se dirigieran a el. hombros al primer muchacho que lleg6 a su lado, -jEstan parando por el pelo! -exclam6 un empujado por los que venfan mas atras y que no alumno antiguo, ocultando su cara para que no vieran alcanzaron a frenar. el movimiento de sus labios. Algo grave iba a ocurrir. Se sentfa en el aire. Los -Es el Chancho Montenegro -murmur6 otro-. chicos se hicieron callar unos a otros y los de atras El mas fl.aco es el Pelado Neira. dejaron de empujar. Se produjo un segundo de silencio, quietud. De -Aver, tu -dijo uno de los hombres, apuntando pronto, los cuatro hombres movieron sus cuerpos con su grueso fndice a la cara de un muchacho-, dejando un estrecho callej6n por donde los mucha- quedate por aquf, palomito. chos comenzaron a pasar en fila india. A medida que Lo tom6 de un brazo y lo sac6 hacia un cos- entraban, los inspectores, con rapidos movimientos tado. de brazos, cazaban por el cuello de la camisa a los Todos los muchachos permanecieron quietos, que infringfan algun punto de ese reglamento interno encajonados entre dos rejas. que eran capaces de citar de memoria, articulo por A Ia entrada delliceo se form6 un rectangulo de articulo. unos quince metros de fondo por cinco de ancho. Unos veinticinco muchachos, quietos a un costado Allf estaban ellos, los senores inspectores, dejando de Ia reja, esperaban ser condenados. Delitos: usaban muy en claro, desde el primer dfa, que eran los amos calcetines de un color distinto al oficial, pelo que allf, los duenos de esos cuatro pabellones de concreto tocaba el cuello de sus camisas, sueter de un azul que se alzaban orgullosos en medio de cientos de no reglamentario, camisa de un color que no era el casas pequenitas hechas de material blando, liviano celeste cielo, zapatos que no eran bien negros. ~~~ J"r~ ~A~ J"r~ -Por hoy pueden entrar -rugio Montenegro-, Todos supieron desde el primer momento que el pero a partir de manana vamos a ser implacables. Pri mero Q lo formaban los alumnos de menor merito, jEn este liceo hay disciplina! jSf, senores, disciplina! los rechazados en primera instancia, y que estaban Una vez dentro, los muchachos recorrieron todos allf por un capricho del senor rector. los pabellones en busca de sus salas. Caminaron por Asf, fueron etiquetados desde el principio. Eran interminables pasillos. En cada puerta se vefa escrita los mas indisciplinados, los de menos habitos de con tiza la letra del curso correspondiente, ademas estudio. Solo bastaba mirarlos para darse cuenta de de Ia nomina de los alumnos, mas el nombre del que nada podfan hacer en ellos la chaqueta y Ia cor- profesor o profesora jefe. Los del curso nuevo no bata: segufan teniendo aire de informalidad. Quiza estaban. El Primero Q no existfa. Alarmados, fueron cran sus cabellos menos peinados, o sus miradas tan a consultar con la secretaria. inquietas y sus gestos y ademanes casi insolentes y -(.De que curso son ustedes? con reminiscencias salvajes, como dijo una profesora -Del Primero Q -contest6 un chico moreno de Ia primera vez que los vio. Algo habfa en ellos que cara redonda. los hacfa diferentes; era como si estuviesen pintados -jAh!, son del Primero nuevo. Lasala de ustedes de otro color. es la del fondo, Ia de madera que esta al final del Lentamente se fueron conociendo, se fueron ultimo patio, mas alia de los banos, frente a Ia copa acostumbrando a su letra y a su sala. A otras cosas de agua. no se acostumbrarfan jamas. Asf fue como, casi allado del muro que marcaba -Primero Q - les decfan con sorna-, a ustedes ellfmite delliceo con un garaje, en Ia parchada sala les tuvieron que inventar un alfabeto nuevo para de madera tinglada y techo de latas salvadas de un darles letra. incendio, se instalo a vivir un grupo de muchachitos, - Este liceo serfa hermoso -expreso alguien de dos a siete de Ia tarde y de Junes a viernes. Allf alguna vez-, si no fuera por la barraca y sus habi- pasarfan muchas horas de esa ectad extrana en que tantes. se encontraban. No eran ninos, tampoco adultos, y Para los muchachos, desde el primer dfa rigio les faltaba vida para caber en el concepto de ado- un solo lema: no dejarse avasallar. Fue mas que una lescentes. Ellos eran los moradores de "la barraca", cuestion de honor. porque asf llamaban los demas alumnos del liceo Las burlas y las miradas los acosaban. Muy a esa destartalada construccion que debfa pedirle luego comprendieron su posicion: quienes eran allf, permiso al viento para permanecer de pie. ~I.~ .... 24 ... ""r~ -:tfs~ ""l~ que papel jugaban y que podian esperar de ahi en scntarse de a tres chicos en dos sillas, siendo esta adelante. una raz6n mas para las bromas y el desorden. AI principio no aceptaron la idea de ser mar- Las otras salas tenfan un piso de plastico que ginados. Llegaban malhumorados a sus casas y ni sc enceraba de vez en cuando, uno que otro estante siquiera podian explicarles a sus padres cwH era el donado por algun apoderado y cortinas hechas del motivo de ese malestar. Ellos y s6lo ellos eran los gcnero mas barato comprado al kilo, pero COrtinas culpables porno haber sabido ser buenos chicos. Se al fin. Los profesores, muy tfmidamente al principio, sentian en inferioridad frente al resto, frente a todo. expresaron su descontento. El rector prometi6 que Por eso se unieron y respondieron como uno solo en pocos meses habria mobiliario nuevo, vidrios desde el primer dia. Si el medio los rechazaba, pues nuevos, sala nueva. Los muchachos supieron esto, no les quedaba otra que defenderse. pero no estuvieron de acuerdo con esperar: querfan Muchas veces el senor rector se habria de arre- soluciones de inmediato. pentir en silencio de la creaci6n de ese curso. -No podemos estar esperando como tontos - dijo Meneses un dfa-. Yo creo que es mejor tomar El viento helado se colaba por los huecos de el toro por los cachos. los numerosos vidrios que faltaban. Cada cierto -Yo pienso igual -dijo el rubio Silva-. El rato la sala entera retumbaba a consecuencia de un proximo lunes, cuando todos esten formados en el pelotazo llegado del galp6n sin murallas que servia acto cfvico, podrfamos hacer algunos canjes. de gimnasio, o de la multicancha que quedaba a un -De acuerdo -dijo Aqueveque, designandose costado. Para los profesores no era nada agradable jefe sin que nadie reparara en ese detalle. tener que hacer clases alii: todo parecia desordenado, El gordo Espinoza tambien estuvo de acuerdo, de mal gusto. Esa sala les heria su precaria dignidad pero acot6 con seriedad: de maestros. - Tendrfamos que traer lija para borrarles a las Los bancos tenian diferentes formas y tamafios: mesas el nlimero de la sala de donde las saquemos, los habfa de madera, metalicos, pareados e indivi- y un plum6n de tinta roja para ponerles el numero duales. Lasala muestrario, la llamaban. Era comlin de Ia nuestra. que en mitad de la clase una silla se desarmara y La propuesta fue aprobada por unanimidad y el alumno quedara tirado en el suelo. Cuando Ia durante los dos recreos se quedaron en la sala afi- asistencia era completa, en las filas de atras debfan nando los detalles . .)~.;;.. .)f1.;;.. J'y.C. J'y.C. El lunes a primera hora se llev6 a cabo el plan. Llegaron todos muy temprano y, en cuanto escucha- ron el toque de campana, un grupo fue presuroso a la formaci6n y otro tom6las posiciones convenidas. Meneses, el gordo Espinoza, Raquiman y Silva carrie- ron pegados a las murallas con las mesas y sillas sobre sus cabezas, al compas del himno del liceo CAPiTULO IV que sonaba en los parlantes. Con rapidez y silencio, cambiaron una sola mesa y una silla por sala. Nadie En pie de guerra los vio. Nadie, salvo Aqueveque y Jara, que estaban de loros, ocultos en el descanso de la escalera del tercer pabe116n, desde donde se contemplaba Ia ubica- ci6n del enemigo y todo el teatro de operaciones. La primera acci6n de comandos se habfa realizado con absoluto exito. No debieron lamentar ninguna baja. scar Meneses entr6 corriendo a Ia De ese modo resolvieron su problema de mobi- sal a . liario y estrecharon mas sus lazos ese dfa. Los que sintieron que les temblaban las piernas de miedo y -iEI Lagarto lara esta peleando! fueron capaces de vencerlo, estaban fntimamente -grit6 a todo Jo que le daban sus ---l alegres al momento de recibir las felicitaciones de pulmones. parte de otros muchachos que ahora se sentaban -iEI Lagarto Jara esta peleando! -volvi6 a tranquilos en sillas y bancos en buen estado. Antes gritar al momento de frenar su carrera, dar media de las seis de Ia tarde todas las sillas y mesas tuvie- vuelta y salir nueva mente de Ia sal a con un numero ron escrito el numero de Ia sala y un "1° Q" grande. considerable de muchachos a la siga. Aqueveque, Silva, Meneses, Espinoza, Jara y Como un huracan corrieron hacia Ia caseta que Raquiman sonrefan tranquilos. Recien se estaban estaba al pie de Ia copa de agua. En medio del cfrculo empezando a divertir. de espectadores, Jara y un rubio pecoso se batfan a golpes de pufio. Los muchachos llegaron para ver solamente el final de Ia pelea. Un unico, violento y largo round. De un certero golpe, el pecoso le habfa 28 ,. ~29 '\, roto Ia nariz a Jara. Este s61o atin6 a agacharse y - (,POr que empezaste a pelear de inmediato si sacar su pafiuelo para tratar de detener la hemorragia. ·sLabas solo? Para ella pelea estaba concluida. Esa era la regia que - No me dio tiempo ... se me vino encima. imperaba en la escuela basica de donde provenfa: la - Debiste llamarme a mf -dijo Bello-. El que pelea terminaba cuando a uno de los contendores le 1c peg6 es como de mi porte. sacaban "chocolate". Ten fa sus ojos fijos en el pafiuelo Bello era como el padre de todos. De movimientos manchado cuando recibi6 un nuevo golpe en plena lentos, bonach6n, enorme como un oso. cara y un rodillazo en el est6mago. Los compafieros del rucio dieron un gran grito de victoria mientras - Fue pura mala suerte -respondi6, cabizbajo, el Lagarto cafa. Esa era la regia que allf regfa: el Jara-. Yo le iba ganando, pero siempre he sido vencido debfa caer. La sangre no importaba. del icado de nariz. Igual le alcance a dar un poco. jMafiana leva a amanecer un ojo en tinta! Los muchachos se acercaron para recoger al Lagarto, mientras el ganador era llevado en andas La sangre ya no manaba de su nariz. Peinandolo, hasta su sala. sacudiendolo y echandole un poco de colonia, los muchachos trataron de borrar de su rostro las huellas -(,Que te pas6, Lagartito? -pregunt6 Espinoza del combate. con voz dolida. En ese momento lleg6 el inspector, quien pre- Jara no respondi6. gunt6: - (,Por que fue la pelea? (.Por que peleaste si el otro -£,Que le pas6, Jara? era mas grande? (.Por que no llamaste a Bello? - Me dieron un codazo, senor. Me dieron un Eran muchas las preguntas que sonaban. Jara call6 codazo jugando a Ia pelota. un largo rato. No querfa hablar porque sabfa que el llanto rondaba por sus ojos y su garganta, y lo peor El inspector insisti6. Sabfa que no era esa la raz6n que podfa hacer un vencido era ponerse a llorar. de la nariz hinchada de Jara, pero no logr6 obtener otra respuesta. - Ellos dijeron que eramos unos chanchos, que la sala era un chiquero. El rucio se me acerc6 y me Cada golpe dado al Lagarto fue recibido por los empez6 a hacer "oinc oinc" en Ia oreja. muchachos del Primero Q como una declaraci6n de guerra definitiva. Sus temores se demostraban Lo escucharon en silencio. Jara estaba sentado fundados . Aunque ellos querfan jugar y no pelear, con la cabeza echada hacia atras. Tenfa un pafiuelo comprendieron que se podfa jugar ala guerra, a una mojado en la frente y otro en la nariz. guerra casi de verdad. La agresi6n fue como si una .)fo~ ~:~~ J"y'\ J"y'\ mano poderosa se les hubiese posado en el hombro cllos. Y tambien Bello: su enorme figura, una mole de y los hubiera remecido: museu los que se imponfa sola. Nunca tuvo necesidad - jEy, ustedes! l,NO querfan ser grandes? l,NO de emplear los puiios. En el fondo de sus almas sus querfan venir alliceo? Pues esto es ser grandes, esto t:ompaiieros dudaban si a la hora cierta de tener que es Ia Educaci6n Media. jAguanten! dar un puiietazo ese gigante bonach6n y tranquilo se atreverfa a hacerlo. En silencio miraban Ia cara hinchada del Lagarto. Aun faltaba una hora para el toque de salida. Lo sentaron en el ultimo banco, detnis del gigant6n Bello, para que ningun profesor lo viera. AI cambio de hora, nadie sali6 al patio. Pasaron el recreo a puerta cerrada en el fondo de Ia sala, mirando tris- temente Ia cara del Lagarto, que a cada segundo se deformaba mas. Desde ese dfa el curso nose separ6 en los recreos. Jugaban s6lo entre ellos, sin perder contacto visual. Jugaban como amarrados por un hilo invisible. No necesitaban de [Jadie mas para ref r y entretenerse. Construyeron frente a su sala una cancha de rayuela, donde pasaban los recreos, las horas libres y los cambios de hora. No demoraron en fabricarla. Era un marco de madera incrustado en el suelo, y barro blando hecho de tierra, arena fina y aceite quemado de motores. Una lienza de hilo plastico y tejos hechos con un par de monedas antiguas pegadas con chicle completaban lo necesario. Lo primero fue defender el Iugar parandose allf todo el recreo. A costa de perseverancia, ganaron los primeros metros de territorio propio, un espacio que los demas tuvieron que aprender a respetar. La soberanfa no se transaba y para eso estaban todos .I ~32.;;. ~!J.;;_ l'y'\ l'y'\. CAPITULOV Las primeras semanas as primeras semanas de clases fueron muy descansadas. Tuvieron mucho tiempo libre. Demasiado. El sefior rector siem- pre se ahorraba unos pesos contratando profesores solo a principios de abril; mientras tanto, distintos empleados del liceo fueron pasando porIa sala con Ia unica misi6n de evitar que los alumnos hiciesen tanta bulla que impidiera las clases en el resto de las salas. Con tantas horas de juego, los muchachos avanzaron mucho mas rapido que los otros cursos en eso de Ia integraci6n grupal. AI cabo de unas semanas ya se conocfan todos, ya ten fan una historia comun que no habfa sido facil. Conocfan el pasado y el presente de cada uno: sabfan que un tfo de Navarro era bombero y que Ia abuela de Meneses habfa sido trapecista. 35 Los escasos profesores que tenfan, llegaban a la Esta, por supuesto, estaba llena de sacrificios y sala con manifiesto desagrado, pues no les gustaba privaciones. Aunque su nombre era Jorge Maturana, la idea de hacerle clases al peor curso delliceo. Ya rnuy pronto fue bautizado como Modesto Maturana. de entrada les habfan colgado este cartel. En su clase se limitaba a pasar lista y a entregarles Mientras la profesora de Ingles se dirigfa rumbo una pelota de baby futbol para que se fueran a jugar a la sala, su cabellera rubia resaltaba en medio del a Ia cancha y lo dejaran tranquilo. patio. Con dificultad se equilibraba sobre sus zapatos Durante una de sus clases, unos alumnos que no taco de aguja: las piedras y baches del camino le llabfan llevado equipo de gimnasia porque no les prometfan una espectacular cafda para cualquier dia gustaba el baby futbol , o porque no tenfan aptitudes de estos. Una caida en medio del patio, con cientos para jugarlo, se quedaron las dos horas encerrados de ojos minindola, cientos de ojos que esperaban en Ia sala, y al no encontrar en que entretenerse, que ella se derrumbara. luego de tirarse la almohadilla y saltar por sobre las Entr6 en Ia sala y examin6 con pena y rabia sus mesas, optaron por llenar con arena los calcetines zapatos blancos, que apenas se dibujaban bajo el de algunos de sus compafieros y colocarlos en una polvo. De inmediato encontr6 mal olor, hizo abrir percha como si fueran cecinas. las ventanas y dej6la puerta abierta. Sus dedos finos, A cada pieza se le puso un nombre y el precio. que terminaban en muy bien cuidadas ufias, no se Luego, aprovechando el descuido de uno que estaba molestaron en tomar Ia tiza. Llam6 a Meneses, le en Ia ducha, se apoderaron de su calzoncillo, lo ama- entreg6 un cuestionario y le orden6 que lo copiara rraron en Ia punta de un palo de escoba y procedieron en Ia pizarra, mientras ella limpiaba concentrada- a colocarlo en el techo de Ia sala a modo de bandera. mente sus zapatos. Luego se acomod6 en su silla y Cuando lleg6 la profesora de Frances los encontr6 despleg6 ante sus ojos un ejemplar del "The New a todos marcialmente formados , cuadrados y con York Times". Ia vista fija en el calzoncillo que flameaba al viento. - Copien eso y contestenlo -dijo. La profesora fue de inmediato a quejarse ante Algunos le hicieron caso, los mas se pasaron toda el rector. la hora jugando al gato. El rector Ia escuch6 y no dijo nada. Al principio no tuvieron Educaci6n Ffsica, pero -Son unos bandidos - continuo-. Ademas, la despues se hizo cargo de ellos un profesor recien sala queda demasiado retirada. Me estoy destrozando llegado alliceo. En la primera clase les cont6 entera los zapatos. Imagfnese usted que va a suceder en lahistoria de su vida, para que les sirviera de ejemplo. invierno. ,J.~ -«36 ... .)/,~ .l"y~ J"y~ El rector escucho con santa paciencia y luego, sin Montenegro sintio en su piel como se burlaban de ninguna expresion especial en su rostro, dijo: el. La risa silenciosa de los muchachos se le meti6 por cada poro. Se burlaban de el en sus narices, pero -Senora, segun el horario, usted deberfa estar no podfa acusarlos de nada, no podfa suspender a haciendole clases al Segundo Medio B. Hace siete nadie. Nadie lo habfa insultado. minutos que termino el recreo. Para todo el que los viera, los muchachos eran El rector se dio media vuelta y Ia dejo sola, con la un ejemplo digno de ser imitado. Parecfan angeles mirada fija en un sillon vacfo y con varias palabras en Navidad. sin decir. Sin abrir sus labios, comenzo a pasearse por entre La batalla continuo. En el primer Consejo de Pro- las filas de bancos. Estaba atado de manos. Habfa fesores , los reel amos contra el nuevo curso arreciaron. recibido precisas instrucciones del senor rector de Todos tenfan alguna queja sobre el comportamiento poner punto final a las tropelfas de esos vandalos, de los ninos allegados en Ia sala-bodega. El rector pero le habfa sugerido que esta vez usara psicologfa. respondio solamente que era decision suya el que Montenegro se paseaba sin hallar por donde comen- ese curso continuara tal como estaba y que pronto zar. Les buscaba las miradas, esperaba que uno llegarfa un profesor que se harfa cargo de ellos. hablara, que uno solo hiciera alguna de las gracias acostumbradas. Nada. - jEI Chancho Montenegro! -grito Pelayo. Solamente se sentfa el acompasado respirar de los Los muchachos volaron por las ventanas y entra- muchachos. Todos inspiraban y expiraban al mismo ron a la sala. Cada uno saco un cuaderno, lo abrio tiempo. Era una forma de refrse de su autoridad. No sobre su banco y comenzo a ejercitar sus habilidades podfa exigirles que dejaran de respirar. Lleg6 allf histrionicas. Con las manos apoyadas en las sienes, dispuesto a leerles Ia cartilla a una horda de barbaros con caras de concentracion maxima, un poco aga- y se encontro con un grupo de mfsticos muchachos chados, casi sin pestanear, estudiaban. sumidos en profundas meditaciones. Este curso se Cuando Montenegro entro a Ia sala sintio que en estaba convirtiendo para Montenegro en el caso mas sus orejas ardfa el silencio. Miro a los muchachos diffcil de toda su carrera. Sabfa que su prestigio estaba y les vio celestes aureolas en sus cabezas. Todos en riesgo. Si fracasaba, deberfa dejar Ia inspectorfa. estaban tan absortos en sus materias que no lo sin- Eso era lo unico que tenfa claro. tieron llegar y tuvo que saludarlos con su estudiado -Muchachos -dijo finalmente- en mi oficina vozarron para que se pusieran de pie y lo recibieran he recibido muchos reclamos en contra de ustedes . como correspondfa a su alta investidura. 38 439 Desde el primer dfa de clases han hecho una fama problemas, muchachos -dijo, haciendo un esfuerzo nada de envidiable. para que su voz adquiriera un tono calido. Silencio, siempre silencio. Los muchachos cerra- Los chicos habfan alzado sus cabezas y ahora lo ron sus cuadernos y se dispusieron a escucharlo con cscuchaban con atencion. Les parecfa tan raro ofr una mano descansando sobre la otra. Sus rostros palabras amables provenientes de la rnisma boca eran presa del mas piadoso recogimiento. Parecfa de Ia cual habfan recibido solo amenazas. El senor que Montenegro estallarfa de un momento a otro, Montenegro dio por terminada su predica y pregunto: pero no podfa hacerlo. Lo mas probable era que - i,Que clase tienen ahora? diese un punetazo de impotencia en Ia muralla y - Tenemos Ingles - respondio Pelayo, con su voz saliera corriendo. aguda de siempre, que hizo pensar a Montenegro que -Muchachos -prosiguio-, el rector no quiere otra vez se estaban burlando de el. que se queden sin educacion. l,Adonde irfan si no se -i,Con que profesora? -volvio a preguntar. educan aquf? Piensen en eso. A ustedes se les culpa -Con Ia senorita Raquel Figueroa -contesto de muchas cosas y eso es malo. Por otra parte, los profesores se quejan de que esta sala esta muy retirada. Pelayo. Entonces Montenegro se dio cuenta de que Eso es verdad, pero son muchos los esfuerzos que se ese muchacho nose burlaba de el, sino que tenfa la hacen para darles educacion. Ademas, este curso no voz asf, agudfsima. es rentable, no es comercial para el liceo. Ustedes -Saquen sus cuadernos de Ingles y repasen sus saben que el sistema de subvenciones funciona porque materias. el Estado paga una cantidad de dinero a los senores Dijo eso y salio de la sala. lba con el cuerpo y Ia sostenedores, el senor rector en este caso, por cada mente cansados por el esfuerzo hecho. Nose expli- alumno que se educa en un liceo. Pero este curso caba como habfa logrado dominarse para no emplear tiene solo treinta alum nosy no cuarenta y cinco, que los metodos que tan bien conocfa para manejar a los es el numero mfnimo para ganar algo. Con ustedes alum nos. no se gana nada, ni siquiera para pagar el sueldo a Mientras se alejaba, iba evaluando su gestion los profesores que los atienden. Por eso les ruego y no sabfa si considerarla un exito o un fracaso. que mediten cada una de sus actuaciones. Quiero Sencillamente, no lo sabfa. Sentfa que al principio que seamos amigos -continuo-. Las puertas de se burlaron de el, pero que al final habfa logrado mi oficina estaran siempre abiertas para escuchar las imponerse gracias a su elocuencia. En esas conclu- opiniones e inquietudes de los alumnos. No den mas siones andaban sus pensamientos cuando escucho que desde el interior una voz le gritaba: ~~0~ J"y'\ ~~1~ J"y'\ -jEy, amigo Montenegro, invftanos a una cer- El bazar de Ia esquina habfa cerrado y no tenfan vecita! d6nde comprar una pelota plastica para matar el Montenegro firm6 en silencio su declaraci6n abundante tiempo del final de Ia jornada. de guerra. Puso un penacho negro en su bandera - jQue lata! -exclam6 Meneses-. De haber en sefial de guerra a muerte y prosigui6 su camino sabido que tendrfamos tantas horas libres, habrfa hacia la inspectorfa. incluido un juego de naipes en mi lista de utiles. La profesora de Ingles no lleg6 a hacer su hora Anochecfa ya cuando el Pantera Villagran subi6 de clases y tampoco lleg6 a la semana siguiente. Le a I techo y puso nuevamente el palo de escoba con el habfan ofrecido horario completo y sueldo triplicado calzoncillo flameando en la punta. en un colegio particular pagado. Tuvieron cuatro horas Los siguientes dfas no los tomaron de sorpresa. El libres mas a Ia semana, en las cuales volvieron con gordo Julian Espinoza lleg6 ellunes con una guitarra nuevos brfos sobre su cancha de rayuela. Cuando el metida en una fund a verde. Nadie habrfa crefdo jamas juego ya se les tornaba un tanto mon6tono, trepa- que ese muchacho de andar despaturrado, pantalones ban Ia muralla que daba hacia Ia calle y se ponfan sujetos con un cafiamo y las bastillas corcheteadas, a observar a las muchachas que pasaban. Todos se era un verdadero virtuoso de ese instrumento. A sus montaban sobre la muralla, como si esta fuera un catorce afios, con su cara de palomilla y sus manos largo caballo. Los muchachos sacaban alegremente gordas como empanadas, amaba Ia guitarra y amaba sus cuentas de los dfas transcurridos allf. El saldo Ia musica por sobre todas las cosas. Cuando todos les era ampliamente favorable. El liceo estaba res- esperaban que de Ia vieja funda surgiera una parchada pondiendo fantasticamente a las mas optimistas guitarra, que habrfa concordado con Ia figura de su expectativas que se habfan trazado, y que no eran duefio, ante Ia mirada expectante de sus compafieros precisamente las de estudiar mucho. Si segufan asf, Espinoza extrajo un instrumento precioso. Brillaba con una hora de clases y dos libres para reponerse, y estaba limpio, como jamas estuvieron sus zapatos. todo marcharfa a pedir de boca. El gordo Espinoza se instal6 en medio del cfrculo Una tarde Ia profesora de Matematica lleg6 a Ia de muchachos. Sus dedos apenas rozaban las cuer- sala con siete minutos de retraso. L6gicamente, Ia das arrancando las mas preciosas notas. Sin mirar encontr6 vacfa y con un letrero en Ia pizarra firmado sus manos, tocaba. El aire se inundaba de notas y por un admirador de su anatomia. Torno ellibro de tam bien de voces: Yesterday, una danza an6nima del clases, los puso a todos ausentes y se fue. siglo XII, temas de clasicos del rock, punteos, notas -l,Que haremos? -pensaban los muchachos. perfectas. Canciones y mas canciones coreadas por ~li~ J"y~ ~~3~ J'y~ todos. El gordo era una prodigiosa maquina de tocar -No nos dejaron entrar por la puerta principal, musica. Se sabfa todas las canciones. Todas. pero se les olvid6 cuidar Ia puerta de servicio - agreg6 Las regalaba alegremente, asf como el era. Raquiman maliciosamente, apuntando con su dedo a Ia muralla que daba a Ia calle. -l,Saltaron Ia muralla? -preguntaron incredulos A las dos y treinta de Ia tarde, Meneses atisb6 Pelayo y Meneses. hacia la puerta principal del "Complejo Educacional" - Nos pasamos volando, como pajaritos - fue Ia (asf le gustaba al rector que llamaran a su liceo). Esperaba el arribo de algun rostro conocido. tranquila respuesta del Indio, mientras se sacaba la chaqueta y Ia colgaba en el respaldo de la silla. Hacfa un minuto habfa sonado Ia campana y aun faltaban algunos muchachos. Aqueveque y Raquiman todavfa no llegaban, confirm6 Silva. A la primera hora tenfan Matematica, pero las clases comenzarfan mas tarde, porque los profesores estaban en una reunion con el rector. -A Aqueveque y a Raquiman los pararon a Ia entrada -cont6 Pachecho-. A Raquiman, por el pelo, y a Aqueveque, porque venfa con una camisa amarilla. Los echaron a los dos para Ia casa. Aqueveque era una pieza fundamental del curso: siempre se le ocurrfan cosas, y sin Raquiman les faltarfa Ia primera voz: el Indio Raquiman era el mas afinado de todos. Espinoza tocaba Ia guitarra, pero no tenfa voz para cantar. Todavfa lo estaban lamentando cuando los vieron entrar muy sonrientes. -l,Que les paso? -pregunt6 Pelayo- i,No los habfan echado para la casa? -Sf -respondi6 Aqueveque-. Nos echaron, pero no quisimos irnos. -..l.~ .... 44 ... ~fs.t,.. l'y~ ~"t~ CAPiTULO VI La visita del rector las tres de Ia tarde de un martes nublado, fJ el rector se hizo presente en la sala. Era para el un gran esfuerzo llegar alii con su enorme cuerpo de mole, pero lo hizo. Visit6 elrmc6n mas oculto de su reino. Villagran lo vio aparecer por el corredor y dio la alarma general. Los muchachos se asustaron. Silva y Meneses apenas tuvieron tiempo para bajar del techo y meterse en la sala por la ventana. Cuando el rector entr6, se pusieron de pie. - Buenas tardes, j6venes. -Buenas tardes, sefior. -Asiento. -Gracias, sefior. .)f1~ J"y~ ,.__ El rector respiro hondo y lanzo una mirada como omplejo Educacional. Deben tratar de adaptarse un latigazo. Fue llenando con ella cada rincon de a las circunstancias. Si insisten en dar problemas, Ia sala. (,que lograran? Solo se perjudicarfan ustedes mismos. - Muchachos -dijo finalmente, luego de un Al escuchar las palabras y ver los gestos del rector, estudiado silencio para producir expectacion-, yo se dirfa que casi les hablaba con carifio. se que esto no es agradable para ustedes. Se que - En las semanas anteriores -continuo- les han habrfan querido tener su sala en cualquiera de los faltado algunos profesores. Eso termino. Prometo tres pabellones, pero bien, son cosas del destino y que a partir de hoy tendran su horario completo, de Ia disponibilidad de medios. Tambien se que no volveran a tener profesora de Ingles y tendran clases les gusta estar aquf tan alejados de todo lo que pasa. de todos los ramos que contempla el programa, pero Se que se sienten poco menos que castigados, pero deben dejar de hacer barrabasadas. Esto no es una yo les digo que si piensan asf estan equivocados. Se orden, es un llamado a Ia responsabilidad. Ustedes lo digo como rector y como educador que soy. ya no son guaguas. No quiero tener una sola queja Silencio, todo era silencio. El rector prosiguio. mas de indisciplina, no quiero saber mas que una - Estamos haciendo todos los esfuerzos a nuestro profesora llega a la sala y no encuentra a nadie, no alcance para solucionarles cada uno de los problemas quiero saber mas que han izado una banderita poco que tienen. Ustedes nose imaginan, por ejemplo, el santa, no quiero saber mas que se burlan del Inspector esfuerzo que hubo que hacer para habilitarles esta General. Recuerden una cosa: yo di Ia orden para que sala. No saben cuanto dinero se gas to en repararla . .. los aceptaran aquf. Yo los he defendido y no los he Pero ustedes no han puesto nada de su parte para disuelto como se me ha pedido, pero si insisten en el solucionar los problemas que restan. AI contrario, desorden, no me quedara mas remedio que negarles han agravado las cosas. A mf no me costarfa nada Ia continuidad, es decir, aunque pasen de curso no decir que este curso se acaba y ponerlos a todos de seran admitidos aquf el proximo afio. patitas en la calle. Yo no tenfa ninguna obligacion de Miro su reloj y agrego a modo de despedida. recibirlos, sin embargo, les abrf las puertas para que - jAh!, y una ultima cosa. Manana conoceran a no tuvieran que andar colgando de las micros para su Profesora Jefe, el jueves tendran Artes Plasticas llegar a un liceo lejos de sus casas. Si no los hubiera y el viernes, Frances. aceptado me habrfa ahorrado una serie de problemas. El rector salio de Ia sala tal como habfa entrado. Pero estan aquf y yo me la he jugado por ustedes. Nada se reflejaba en su rostro. Era como si hubiese Pueden decir con orgullo que son alumnos de este ...~l"' 48 ... ~~.,.,.. J"r'\ J"r'\ repetido por milesima vez un parlamento hace afios aprendido. Lentamente se normalizaba todo. Esa tarde tuvie- ron clases de Castellano y les cambiaron la profesora de Matematica. Se acabaron las horas libres. C APiTULO VII La senorita Virginia as hojas de los cuadernos comenzaron poco a poco a llenarse de materia. Esas tardes sin escribir una letra se fueron para no regresar. La falta de ejercicio en eso de escribir signific6 que a varios muchachos les doliera la mufieca y un colectivo malestar de cabeza se apoderaba de ellos pasada la quinta hora de clases. Tuvieron que estudiar, poner atenci6n a lo que explicaban los profesores y mas de uno, alllegar a su casa, debi6 partir donde un vecino que fuera en un curso superior para pedir ayuda. Los profesores estaban atrasados en sus asignaturas, pero a las pocas semanas ya habfan alcanzado a los otros cursos a costa de tareas para la casa y controles parciales. -Estos profes no pasan materia -se quejaba Meneses-. La tiran con ametralladora. .)/o":- .)/t":- l"y'\ ~"r"- Tenfan profesores para todos los gustos, y tam- 111 ttttn a prueba rendida por los muchachos en su ramo bien algunos que no satisfacfan el gusto de nadie. l tH' 1111 sonado fracaso: no habfa en todo el curso mas Donde sf habfa acuerdo en las opiniones era con dt• ~~ ttnlro notas azules. respecto a la profesora de Ciencias Sociales. Era I .:1 profesora entreg6las pruebas sin un gesto extra. hermosfsima: tez morena, ojos enormes y un pelo l•tt va no los muchachos buscaron en su mirada un que le cafa lacio, cosquilleandole los hombros. Su poquito de solidaridad. Cuando termin6 de repar- figura y la armonfa de sus movimientos constitufan lt tl:ts, coment6: una vision de esas para repetirse en suefios. Posefa Van a tener que estudiar mas. el don de estar siernpre hermosa y lo sabfa, lo tenfa Luego de eso, sin perder un segundo, sigui6 escrito en la mirada. En sus pupilas habfa un sello de pasando materia. superioridad que intranquilizaba a su interlocutory la volvfa siempre duefia de la situaci6n. Las bellezas - Esta mujer debe de ser marciana -sentenci6 deben aprender a defenderse en un mundo de lobos y ;I Lagarto-. No puede ser de este planeta. i,Se han ella lo tenfa muy claro. Habfa aprendido a defenderse lijado que no pestafiea nunca? atacando, y esos gestos de superioridad y agresi6n Ella segufa haciendo clases y motivando a sus que formaban parte de su ser los llevaba siempre a alumnos, pero su forma de motivarlos era demostran- Ia sala de clases. doles lo ignorantes que eran. Les llevaba materiales, Los muchachos se incomodaban con esa mirada. recomendaba libros, pero ellos sentfan que siempre Mas que respeto, le tenfan miedo, pues los hacfa se estaba burlando. Jamas la vieron sonref r. sentirse tan poca cosa. La profesora de Ciencias Sociales jamas tuvo necesidad de castigar a alguien La campana que marcaba el final del recreo o de elevar la voz siquiera. Trataba amablemente a venci6 los gritos de los muchachos y logr6 meterse los muchachos, pero los ponfa a miles de kil6metros en sus ofdos. de distancia. Habfa ofdo comentarios sobre ese curso, -jCampanita salva! -grit6 Aqueveque. pero sinti6 un extrafio placer cuando el rector le Entonces todo su equipo vocifer6 con el alzando anunci6 que deberfa hacerle clases. Sabfa que tenfa los brazos en inequfvoco gesto de victoria. Estaban dos armas de triunfo: belleza e inteligencia. No hay jugando al caballito de bronce y, por la regia magica mejor defensa que un buen ataque, pens6, y entr6 a de Ia "campanita salva", al recreo siguiente les tocarfa la sala dispuesta a suspender al primero que come- a los otros hacer de caballito. Discutieron un rato tiera un acto de indisciplina, pero no tuvo necesidad sobre otras reglas del juego para luego mirar sus de hacerlo. Luego pasarfa a un ataque definitivo. La ~!2~ ~!3~ ~"r"- ~"r"- relojes y correr a Ia sala. Entraron a ella todos des- l •,ra demasiado joven y tambien, demasiado linda. En peinados, con sus rostros brillantes de sudor y con l :~ s mentes de los muchachos surgi6 espontanea Ia el pelo mojado, cansados y revolcados. r ornparaci6n con Ia profesora de Ciencias Sociales. Espinoza venfa con su chaleco amarrado a la i I~s t a sf que era terrfcola! jEsta sabfa sonrefr! cintura para cubrir el pantal6n descosido en mas de - Mi nombre es Virginia -les dijo- y desdeeste veinte centfmetros. Villagran lucfa un enorme chich6n 1110mento soy su profesora de Musica y, ademas, su y alegaba que Meneses no deberfa jugar mas si se I 'rofesora Jefa. Tengo veintid6s anos y soy egresada salfa cuando iban a saltar sobre el. de Ia Facultad de Musica de la Universidad de Chile. Una hermosa mujer de pelo castano y trajecito de Luego de una pausa en que observ6 los rostros dos piezas caminaba graciosamente en direcci6n ala de los muchachos de la primera fila, continuo: sala. El Lagarto le sali6 al encuentro, haciendose el - Ustedes son el primer curso que tengo y estoy distrafdo. De reojo mir6 el lomo dellibro de clases muy contenta de estar aquf. que ella traia bajo el brazo. All f pudo leer: Primero Su voz amenazaba quebrarse de un momento Q. At6nitos, vieron como Ia mujer se les aproximaba. a otro y sus palabras salfan muy deprisa de su Se apresuraron a acomodarse en sus bancosy a tratar boca. Las habfa pensado y repensado, y ahora, en de peinarse, abriendo bien los dedos de Ia mano el momento clave, se desordenaban, escondfan y para sumergirla entre los cabellos. Blancos panuelos aceleraban. Los muchachos esperaron que siguiera secaban el sudor de muchas caras. hablando, pero se dieron cuenta de que Ia pausa se - &Este es el Primero Q, verdad? -pregunt6 habfa hecho demasiado larga. Vieron unas manos de Ia mujer, inspeccionando Ia puerta en busca de Ia dedos finos que se movfan deprisa y comprendieron identificaci6n que no existfa. que esa figura que ten fan delante estaba a punto de -Sf, senorita -contestaron varios a coro. quebrarse en pedacitos chicos como el parabrisas de -Entonces, entren a Ia sala. Tienen clases con- un autom6vil al recibir una pedrada. En los ojos de migo. la muchacha habfa una petici6n de ayuda. El silencio lnc6modos, un poco avergonzados sin saber por segufa punzando sus ofdos, pero los muchachos no que, permanecieron en silencio en espera de algo se atrevieron a quebrarlo. Simplemente, esperaron. raro que estaba a punto de suceder. - Alguien me ha dicho que ustedes son unos La profesora que tenfan al frente debfa de tener bandidos -agreg6, poniendo en movimiento sus apenas unos pocos anos mas que ellos. Se Ia podfan finos labios, esos labios que hacfa poco eran rojos y imaginar en cualquier rol, menos en el de profesora. que ahora estaban blancos-. Me han dicho que no ~!4~ ~~~ -'"t"- ~"'t"- se portan bien, pero yo no he crefdo nada de eso y - Presente, senorita - dijo el muchacho, que se estoy segura de que nos entenderemos. Tratare de notaba inc6modo ante una persona extrana. Los que sientan y quieran la musica tanto 0 mas que yo. brazos le colgaban de los hombros y se movfan en Ahora, side paso logro entregarles algunos elementos un leve vaiven. Era unos treinta centfmetros mas alto que les ayuden a sentir y a disfrutar de ella, tanto que el resto de sus compafieros. mejor. i,Alguna pregunta? La lista avanz6 hasta llegar a Villagran, pasando Ninguna. Los muchachos aun nose reponfan del por Valle y Valdes, dos alumnos que nadie conocfa, asombro. La sencillez de Ia joven los habfa cautivado que jamas habfan ido a! liceo y que, sin embargo, desde el primer momento. aparecfan casi siempre presentes, gracias a los mila- Nadie se atrevi6 a preguntar nada, pues todas las gros de Montenegro y su lapiz magico. Para todos preguntas que se les venfan a la cabeza eran dema- hubo una sonrisa. Virginia nose cansaba de sonrefr, siado obvias. S6lo atinaron a sonrefrle con los ojos y eran todas sonrisas verdaderas. De eso se dieron y hundir Ia cabeza entre los hombros. cuenta los muchachos. -Muy bien -dijo, frotandose Ia manos-, ahora La Profesora Jefa fue el tema obligado de con- que ya saben quien soy yo, me gustarfa saber quienes versaci6n a la salida de clases. son ustedes. - jNos pasamos para tener suerte! Abri6 el libro de clases y comenz6 a pasar Ia Esa era Ia opinion generalizada. La joven maestra lista: se los habfa ganado desde el primer minuto. Ella -Aqueveque. fue la primera sonrisa, la primera voz de verdad que encontraron en ese mar de amenazas. La sala -Presente, senorita -contest6 el aludido, a! podia ser fea, pero ahora tenfan algo hermoso: su momento de ponerse de pie allado de su silla, jun- Profesora Jefa. Habfa entrado ala sala iluminandolo tando los tacos. todo, como una rafaga de aire fresco que, extraviada, -l,Te gusta Ia musica? -pregunt6 Virginia- . l,Te se hubiera metido en un desvan. gusta cantar? Recien egresada de la universidad y por primera -Sf, me gusta cantar. vez se enfrentaba a un curso. Trafa consigo todo lo -Jose Bello - prosigui6 Virginia, y su mirada que all f habfa aprendido, mas el fmpetu de su juven- busc6 a! que llevaba ese nombre. Se encontr6 con un tud y una increfble facilidad para comunicar carino. gigant6n de cara redonda y movimientos torpes. Todo eso llevaba a flor de piel, escapandosele por la mirada. Repartfa carino como si tuviera un enorme ::fr,.t.- ::f1.t.- J'y'\ .l"y'\ stock acumulado, como si estuviese segura de que ( 'on Ia llegada de Virginia cambiola vida de los nadie le cobrarfa impuesto por ello. Los muchachos, u iHII\IIOS del Primero Q. Por primera y unica vez agredidos y humillados, acusaron recibo de todo lo 1 '> l11 vicron de acuerdo con el rector: a esa profesora que ella les transmitfa, descifraron el lenguaje de lt uhtn que darle un curso. Y si no habfa, icrearselo! sus gestos y de su voz suave. Ella era una promesa I .os muchachos comprendieron el porque de los de seguridad, alguien en quien creer, que llegaba •. n~: ri licios del senor rector, el porque no quiso disol- justo cuando los muchachos comenzaban a no creer. w rlos y mantuvo el Primero Q contra viento y marea: Virginia se convertirfa desde ese momento en su r l senor rector no se perdfa por nada del mundo el protectora. En los Consejos de Profesores siempre gratfsi mo momento diario de mirar por entre las habfa alguna voz que se alzaba pidiendo castigo para pcrsianas de su oficina la alegre llegada de Virginia los causantes de los mas diversos desordenes, y aun nl liceo. Tampoco se privaba por ningun motivo de cuando no los acusaban directamente, sf lo hacfan Ia maravillosa vision de tener a Virginia sentada en a! enfatizar que los desmanes ocurrfan en las inme- primera fila durante los Consejos de Profesores o diaciones del fondo delliceo. La voz de Virginia se parada sobre una mesa, dirigiendo con finos movi- alzaba entonces para recordar que eran nifios y que m ientos el Him no Nacional , los dfas lunes. ella estimaba que los metodos usados por los ins- Dos o tres veces llego esa semana el rector hasta el pectores para tratar a los alumnos no resultaban los fi nal del patio para ver como iban las cosas. Entraba mas convenientes segun las corrientes pedagogicas a Ia sala con paso de bailarfn de milonga, le sonrefa a modern as. Luego en Ia sal a, Virginia se encargaba de Virginia y luego le preguntaba si habia tenido algun aclarar cucil era la participacion que los muchachos problema de indisciplina o si se acostumbraba al habfan tenido en los hechos que se les imputaban. liceo. Ella contestaba tranquila, agradecfa Ia pre- Estos no le mentfan, pues sabfan que ella era su unico ocupacion y sonreia, pero los muchachos captaron aliado, y con los aliados hay que ser leales. Cuando que Ia sonrisa que Virginia le regalaba al rector era reconocfan sus faltas, Ia Profesora Jefa pintaba enojo solo el mero gesto de ensefiarle sus blancos dientes. en su mirada, enojo que se trocaba rapidamente en Sus ojos continuaban inexpresivos. tristeza. Luego, daba un sermon y un coscacho sin Los auxiliares fueron aleccionados por el rector fuerza sobre la cabeza de los culpables, tras conse- sobre el especial cuidado que debian poner en el guir la promesa de que en el futuro procurarfan no aseo de la ultima sal a. Le dieron, ademas, una nueva volver a incurrir en Ia misma falta . Los muchachos mano de pintura y le pusieron cuatro baldosas que siempre cumplian las promesas que hacfan. Eran aun le faltaban y tres vidrios. hombres de palabra. 58 "s9 ·r T Lentamente la sala fue cambiando. Era la pri- pod fan salir a Ia calle a comprar una pelota plastica mavera entrando parsimoniosa en un pardo jardin, para llenar intempestivos minutos libres, con el solo en un jardin habituado al invierno. Virginia era la IH.:cho de saltar Ia muralla. Si el profesor no llegaba primavera misma. El comite de ornato se encargo o habfa reunion con el rector, nada les costaba trepar de juntar un poco de dinero, con el que se compro ·lmuro y vitrinear un ratito a las transeuntes, o bien un mantel pl<istico y un florero para la mesa del sa Itar dos murallas y descansar tirados en el patio profesor. Ahora Ia sala lucia acogedora. Sobre la clc Ia casaquinta continua al garaje. Como estaban mesa de Virginia se veian hermosas flores que los a lejados de todo, podian cantar y gritar cuanto se muchachos robaban del jardfn de la casa del rector. lcs ocurriera. A mediados de ano se convencieron Al cabo de unas semanas, el cambio experimen- de que la sala, por su posicion estrategica, era privi- tado en los muchachos se reflejo en el ambiente. La legiada, tal vez la mejor en todo el liceo. No podian sala lucfa soleada y vestida de colores, mas, para el i maginarse pasando ni un dfa en una de las lindas resto del liceo, segufa siendo "la barraca'\ aunque salas de los pabe11ones de cemento. a los muchachos ese calificativo dejo de sonarles Durante las primeras semanas, los profesores iban hi riente. Sacando objetivamente las cuentas, llegaron y venfan por los pasillos con ellibro de clases a cuestas, a la conclusion de que ocupar esa sala les acarreaba to que no dejaba de ser una molestia considerando su una gran cantidad de ventajas: los inspectores, por volumen. Cuando algun profesor olvidaba llevar el ejemplo, los visitaron a menudo solo durante los Iibro a la sal a, enviaba a un alum no a buscarlo a Ia primeros tiempos, y ahora no se aventuraban por inspectorfa, lo que significaba un retardo de varios ese sector. Para Montenegro, que tenfa complejo de minutos en el inicio de la clase, tanto por lo retirada primer actor, las cosas importantes siempre ocurrian que estaba la sala como por la demora voluntaria cerca de la rectorfa. La ausencia de los inspectores del enviado. Muy luego los profesores le pidieron al les daba carta blanca para realizar varias acciones rector que los autorizara a dejar ellibro de clases en que estaban absolutamente prohibidas. Porotro lado, la sala, para evitar perdidas de tiempo. los profesores siempre se demoraban algunos minutos -Esta bien -dijo el rector- . Ese curso ha en llegar a la sala despues del toque de campana; mejorado bastante su disciplina y creo que no sera ademas, estaban al lado de la muralla que daba a la problema que dejen ellibro alia. Eso sf, es necesario calle, lo cual les permitfa no pasar por el coladero que nombren un encargado responsable de que no de la puerta principal si tenfan el pelo largo o iban le pase nada allibro. con una camisa de un color que no fuese celeste. Asimismo, eran los unicos alumnos del liceo que ~loi. J"y~ ~lti. J"y~ - Tengo que nombrar un encargado del libro de clases -dijo una tarde la senorita Virginia antes de iniciar su clase de musica- . El seni el responsable de tenerlo en Ia sala antes de que el profesor Begue y de cuidarlo en los cambios de hora. Asf, nose per- deni tiempo en ir a buscarlo cuando a los profesores se nos olvide traerlo. Necesito, pues, un voluntario. CAPfTULO VIII - iPst! , Meneses, iPSt! , Meneses -llamaba desde atras Pelayo, punzandolo con Ia punta del lapiz. El Capitan - i Que pasa? - pregunt6 Meneses sin darse vuelta. - Tienes roto el chaleco bajo el brazo -le susurr6 su compafiero, pinchandole con un lapiz Ia axila izquierda. - (,D6nde? -pregunt6 Meneses, levantando su aquiman caminaba mas deprisa que de brazo mientras trataba de encontrarse Ia inexistente costumbre. Iba rumbo al liceo con mas rotura. de quince minutos de adelanto, pero sus En ese momento muchas caras se posaron en Ia pies tenfan prisa. Cruz6 al trote Ia verde suya. reja de metal y emprendi6 una veloz carrera hacia -Muy bien, Meneses -dijo Virginia-. Tu seras la sala, portando un bongo en el bolso del equipo de el encargado dellibro de clases. Te pondre una ano- gimnasia, tal como habfa convenido Ia tarde anterior. taci6n positiva por tu espfritu de colaboraci6n. A esa hora el gordo Espinoza tocaba su guitarra Meneses vio a Espinoza, que se tapaba Ia boca en Ia sala, donde varios muchachos ya estaban a ahogandose Ia risa, yen ese in stante comprendi6 que su alrededor cantando. AI cruzar el primer patio, habfa cafdo con el mismo truco que varias veces el Raquiman pudo ofr sus voces alegres. Los muchachos mismo habfa hecho a otros compafieros. Ahora le trataban de pasar en el liceo Ia mayor cantidad de daban de su propia medicina. Con cara de resignaci6n tiempo que les fuera posible. Esa porci6n final del y vergtienza, acept6 el cargo y, al termino de Ia hora, patio, donde todo parecfa estar en espera de algo, se guard6 ellibro de clases debajo de su banco. habfa convertido, a golpes de animo e imaginaci6n, en un Iugar humano y hermoso. Los alumnos del 63 62~ ~"r Primer Afio Q eran siempre los primeros en llegar - Mi papa es fotomecanico -contest6 con cierto y los ultimos en irse. rono de superioridad. Con el bongo, la musica adquirio un exquisito - (,Que es un fotomecanico? sabor afro-caribefio. La salsa surgio espontanea y - Trabaja en una imprenta. El estudi6 en la EscueIa se elevo por los aires exaltando los animos. Luego de Artes Graficas. pasaron a Ia melancolica bossa nova. Los dedos del - l,Y tu papa, donde saca la vuelta? -le pregun- gordo Espinoza tocaban suavemente las cuerdas de la hermosa guitarra, que respondfan a sus caricias laron a Aqueveque, para seguir la conversaci6n. rezongando juguetonas. Un mar tranquilo se vino a - Mi papa es marino -respondio con indisimu- posar un rato largo sobre las cabezas de los mucha- lado orgullo- . Es de Ia Mercante. chos. Solo se ofa Ia musica, una musica a veces alegre Los ojos de los muchachos se iluminaron al y otras triste, asf como ellos eran. escuchar esa palabra. Marino, repitieron para sf en -l,Tu papa es musico, cierto? - pregunto el silencio. Esa era una palabra magica cuya sola evo- Lagarto. cacion los hizo correr mil aventuras. -No -respondio Espinoza- . Mi papa no tiene -jDebe de ser fantastico ser marino! -dijo idea de musica. Es comerciante, pero se gasta buen Espinoza, dejando de rozar las cuerdas-. jEsa sf ofdo mi viejo. que es bonita pega! - Y si te gusta tanto Ia musica, (,por que no estu- -Es una pega como para no aburrirse nunca - dias en el Conservatorio? tercio Raquiman. - Es porIa edad. Yo empece muy tarde en esto -l,Y conoce muchos pafses tu papa? de la guitarra. En el Conservatorio se estudia desde - Casi todos los que tienen costa -respondio-. chico. Ahora esta embarcado. Hace poco me mando una - jPero si tu tocas bien! -intervino Meneses-. postal desde Sierra Leona. Tocas mejor que uno que haya estudiado. - l,D6nde queda eso? - Puede ser, pero me falta saber teorfa. En todo -En Africa. Todavfa le queda mucho viaje. Va a caso, estoy estudiando guitarra con un profesor parti- volver como en octubre. cular. A lo mejor doy las pruebas en el Conservatorio Todos rodearon a Aqueveque y comenzaron a el proximo afio. acosarlo con preguntas sobre la vida de su padre. -l,Y en que trabaja tu papa? - le preguntaron al Era como si hubiera dicho que su papa era mago, Lagarto. encantador de serpientes o algo asf. Sus compafieros -._,1.~ .... 64 ... ~y'\ ~/s"- ~r"" # lo miraban con una pequefia envidia asomandose en paredes. Los muchachos estaban lejos, muy lejos, las pupilas. Mar era una palabra grata, una palabra pcrdidos en mares remotos. que daba la idea de fuerza y de relampago, una Sin duda, el mar era mejor que todo lo que hasta pal abra siempre joven aunque tuviera miles de afios. ~.: nto nces habfan conocido. Ella sola bastaba para despertar el mas preciado y Navegar tranquilamente en mitad del oceano era adormecido de los suefios de la infancia: navegar. .. 11na afioranzade paz, de libertad. Tambien,de seguri- hacerse a Ia mar en un gran navfo con todo el hori- dad. La seguridad de ser libres aunque se enfrentaran zonte disponible, con toda el agua para dibujarla de mil peligros, Ia seguridad de que Ia muerte no serfa contento, con toda Ia felicidad azul y sin Ifmites, toda una desgracia tan grande para quien haya sido feliz. Ia alegrfa para beberla de un sorbo. El mar era la promesa de no escuchar bocinazos ni Todo el mar para desafiarlo. Mil maravillosas cl grufiido de los motores. Era ver el cielo limpio y tierras por descubrir. El mar era para ellos el parafso los peces saltando alrededor del blanco velamen de que nadie les prometio, sino el que ellos mismos una embarcacion. se inventaron, el que solo ellos forjaron cuando la La profesora segufa avanzando con la materia. lluvia hacfa charcos en Ia calle; pequefios pedacitos Debfa cumplir el programa. Lo que escribio en el de mar que se extraviaban y llegaban a tierra firme. pizarron, sin embargo, solo lo entendieron ella y un Navegar era el mas preciado anhelo de esos nifios par de alum nos. Los demas habfan naufragado hacfa de trece y catorce afios que, en su mayorfa, jamas rato. En Ia pizarra solo habfa signos incomprensibles. habfan subido ni siquiera a un bote. El aire de Ia -No entiendo ni jota -comento Silva a su com- sala se transformo, se torno denso, era como si los pafiero de banco. pensamientos de los muchachos se hubiesen mate- -Yo quede tirado hace como diez kilometros rializado. Allf no habfa aire ni espacio, solo agua: atras - respondio Bello bostezando. espesa agua de mar. -No entiendo nada, senorita - insistio Si Iva, esta La profesora de Matematica miro intranquila su vez en voz alta. entorno, no lograba descubrir que cosa extrafia suce- dfa. Comenzo la clase con un marcado nerviosismo - El problema de ustedes es de mala base - replico en Ia voz y en la tiza. Trataba por todos los medios Ia profesora-, y yo no tengo la culpa de eso. de interesar a sus alumnos en eso del binomio por Los cuadernos estaban abiertos y la mente otra el binomio. Lleno con ejercicios el pizarron. Nada. vez en azul. En azul de mar. Definitivamente ella estaba sola dentro de esas .. l ::tr,~ ,} ;.... '\ Pero era irreal. El mar no estaba allf. El mar era le d 1l'CS que eres el Capitan y lo obligas a que se te s6lo para los marinos de verdad. Para los muchachos t' ll !ldn; . estaba negada esa brisa dulce y tibia, el azullimpio 1\ partir de ese momento ya nose volvi6 a ofr el del cielo y el blanco de las nubes. Para ellos habia 111 1111bre de Aqueveque a secas, sino antecedido por viento sucio, el gris de las casas del barrio y, en el •·I grado que sus compaiieros le habfan otorgado: el invierno, barro cafe y asfalto negro. f '" t'itan Vfctor Aqueveque. Entre los muchachos, Libertad es ver anochecer en la cubierta de un lr ncr un apelativo significaba que eran apreciados velero, sin divisar la costa siquiera, sin apuro, sin 1H '" el grupo y que sobresalfan del resto por alguna prisa por nada, sin campanas que esten cansadas de purticularidad. No cualquiera recibfa un apodo taiier su desgracia siempre a la hora, exactamente lt.:conocido por todos. AI Lagarto Jara y al Pantera a la hora. Sin puertas que se cierran hermeticas, ni Vi llagran, ahora se agregaba el Capitan Aqueveque. bocas que s6lo saben proferir amenazas. I ~ra n nombres que sonaban bien, nombres de combate En el mar se es libre, el viento no se enfada por que se fundirfan con la persona y la acompaiiarfan el color de la camisa ni por el largo del pelo. (,Para por aiios. que? l,Tiene objeto estar en la cubierta de un barco En los primeros consejos de curso, los mucha- sin ofrecer al viento cabelleras que despeinar? En el chos se habfan organizado en comites para realizar mar todo es silencio y las olas rezongan mansamente. sus diferentes actividades: habfa comite de aseo, -iA que edad admiten en la Marina? -pregunt6 de deportes, de ornato, de estudio, etc. Un Junes, la al aire el Lagarto Jara. senorita Virginia les comunic6 que deberfan elegir Lanzo la pregunta distraidamente, como sin des- a un presidente de curso. tinatario. El que supiera, que le respondiese. - Tiene que ser alguien responsable y, en lo posible, -A los quince afios -contest6 Aqueveque-, pero buen alumno. Propongan candidatos y haremos de hay que tener cursado Primero Medio. Ademas, hay inmediato la elecci6n. que dar una prueba especial. Las voces de los muchachos se ausentaron. Ser -l,Tu papa es capitan de barco? -pregunt6 Bello. presidente de algo era nuevo para ellos, y a todos les gustaban las cosas nuevas. Eso de ser presidente -No, es mecanico. sonaba bien. -Entonces tu seras mas que tu viejo -sentenci6 Virginia esper6 un momento prudente, pero luego Meneses con picardia-, porque nosotros te nom- se empez6 a inquietar al ver que nadie se aventu- bramos Capitan. Cuando llegue tu papa de su viaje, raba a proponer nombre alguno. A ella le daba lo ~J.~ -c 68 ~ J"y'\. ~~9~ J"y'\. mismo quien fuera el presidente, pues todos tenfan c11tre todos. Estoy segura de que nos llevaremos caras de ser muy responsables. iClaro, en sus clases rnuy bien -agreg6, dando por terminado el asunto no volaba una mosca!; todo era orden, atenci6n y sonriendo con todo su ser. amabilidad. La senorita Virginia no comprendfa el El Capitan Aqueveque no tuvo duda de que esa porque de la mala fama de sus muchachos. Recono- sonrisa era para el. Jamas le habfan regalado una cfa que no estudiaban mucho, pero de ahf a sostener i!.! ual. que eran unos vandalos habfa cierta distancia. Ella los encontraba traviesos, agudos, y eso le gustaba, aunque en ocasiones la pusieran en apuros. Sentia que sus muchachos la querfan, lo sentia siempre y de mil formas diferentes. -Propongo al Capitan -dijo con voz resuelta el gordo Espinoza-. El es responsable. Aqueveque lo mir6 con alegrfa primero e intran- quilidad, despues. lba a responder que no aceptaba, mas por prejuicio que por su real deseo, cuando se encontr6 de frente con la mirada decidida y pfcara de sus compafieros: ellos ya lo habfan elegido y a el no le quedaba mas que aceptar. No bubo mas candidatos. · -l,Aceptas ser presidente del curso? -interrog6 Virginia. -Bueno, si no hay nadie mas -contest6 el Capi- tan con resignaci6n y.una alegrfa muy oculta en un rincon de su mirada-. l Que hay que hacer? -Nada del otro mundo, tu seras el representante de tus compafieros ante mf y ante la Direcci6n del establecimiento .. Cualquier inquietud o problema que tengan, tu me lo comunicas y en la bora de Consejo de Curso tratamos de buscarle soluci6n ~fo~ .)ft~ ~~~ ~~~ CAPITULO IX El barco se arma l invierno habfa llegado al calendario hada mucho rato, s6lo faltaba que la lluvia se diera por enterada. Esa manana habfa comenzado frfa , pero con un cielo limpio. Luego se nubl6 desobedeciendo los pron6sticos del servicio meteorol6gico. Cuando eran cerca de las dos de la tarde, Ia lluvia parecia inminente. -Esta malo el tiempo, Capitan -dijo el Lagarto Jara mirando al cielo-. No conviene salir a navegar hoy. -Noes problema, marinero Jara. Un buen Capitan debe saber navegar con cualquier tiempo. - Pero si una lluvia como la que viene nos pill a en el mar, serfa peligroso. ~~3~ -'"r~ ( ·(/ pitan, ic6mo sera una vueltecita por alta mar - En ningun caso, marinero. Las embarcacio- , 1111 1111 temporal como este? nes estan preparadas para recibir agua por todas partes. Eso sf que por arriba les llegan menos que /\queveque contest6: por abajo. Con esta lluvia y este viento que cambia a cada -Pero la lluvia no viene sola, trae temporal de ' " t t 1de di recci6n, un buque esta mas seguro en medio vientos y el mar se enfurece. drl mar que recalado en algun puerto. -Hay muchos trucos para pelearsela al mar, El viento desviaba gotas de lluvia y las metfa ala marinero Jara. Un buen Capitan debe saber llegar •11da por los huecos de los vidrios que faltaban . Los a puerto seguro con su nave sana y salva. lmncos de la fila de la ventana se estaban mojando. La lluvia comenz6 a caer sobre tierra. Lenta, tina, - jEy, Capitan! -grit6 Pelayoexcitado-,las olas muy silenciosa para no alarmar a nadie. El cielo se ·sU:in muy altas y se nos esta mojando la cubierta. oscureci6 casi por completo, todo, me nos un extremo - Afirmativo - dijo Perez, secando su cuaderno lejano alia en el norte de Ia ciudad. El invierno hacfa con un pafiuelo. su entrada triunfal, Ia lluvia se paseaba alegre por el - Tranquilos, muchachos -dijo el Capitan- patio delliceo pintando las piedras de colores tristes. nadie se va a destefiir por un poco de agtiita. En las cercanfas delliceo, hombres pequefios y con -jClaro, como no son tuyos los cuadernos que las cabezas cubiertas con bolsas plasticas trepaban se estan mojando! a los techos para acomodar fonolas y latas, afirman- -Oye, Cocodrilo -dijo el Capitan a Meneses, dolas con ladrillos y piedras. a quien llamaron asf desde que en una ocasi6n lo - Lo unico que seve es lluvia, Capitan. vieron vistiendo una polera con un llamativo coco- Los muchachos miraban todo en silencio. Era un driloestampado- , tu seras el marinero meteor6logo. silencio que les apretaba el est6mago, el silencio que Tienes que traer todos los dfas el informe del tiempo provoca la primera lluvia del afio. El viento se vino para las pr6ximas horas. con fuerza sobre las copas de los arboles y al poco -iPara que, Capitan?, si no aciertan nunca. rato ya no habfa gotas finas. Gruesos goterones cafan -Imponderables , marinero , imponderables. unos tras otros en una loca carrera por llegar a besar Siempre hay frentes de mal tiempo que avanzan Ia tierra. Toda Ia ciudad se enter6 de que llovfa. demasiado rapido. Los muchachos casi no atendfan a Ia clase, era Meneses moj6 su dedo fndice con saliva y lo mucho mas entretenido contemplar la furia de la lluvia. apunt6 al cielo. ~~5";.. ~lt:- J"y~ l'y~ -Corre viento sur, Capitan , y a treinta nudos. d ~; Perez, filmaba Ia ceremonia con una camara Villagran se confecciono unos binoculares con 11naginaria. unos tubos de carton y con ellos inspeccionaba el - Oiga, Capitan -pregunto Pacheco-, ;.Capitan horizonte. tk que es usted?... Yo siempre he escuchado que se -lYe algo anormal? -interrogo el Capitan. ·s Capitan de algo. - No, sefior, pero en mi opinion este temporal - No entiendo. tiene para rato. - Claro -explico Pacheco-, siempre los nom- -Una tormenta de buena clase suele durar unas bran como Capitan de corbeta, de fragata, o algo asf. cuantas horas, marinero, dependiendo de Ia estacion - Tiene razon -tercio Espinoza acercandose- . del afio y de Ia latitud. A hora que me acuerdo, yo tam bien lo he ofdo asf. Pelayo, Perez y el Negro Juan Navarro se entre- Nunca se dice "Capitan" a secas. tuvieron empafiando con aliento los vidrios de la -Es cierto -agrego Villagran-. Tambien puede primera corrida de ventanas, luego las limpiaron en ser Capitan de bandada. cfrculo formando hermosas claraboyas. A traves de - Eso no tiene nada que ver -contesto Meneses-. elias miraban como Ia lluvia campeaba en el patio Los de bandada son aviadores. de tierra, picoteando con deleite el blando barro de -Yo se que debo ser Capitan de algun tipo de Ia cancha de rayuela. barco, pero no se que clase de barco es el nuestro. Mas tarde, se reunieron de nuevo en Ia cubierta. Afuera la lluvia se habfa vuelo lenta, luego de - jAtencion!, se hace presente en Ia sala el Capitan descargar su ira contenida durante el verano. Ya don Vfctor Aqueveque -grito Bello, empufiando una no tenfa prisa por llegar al suelo. Cada gota queria bocina que se habfa hecho con un trozo de carton. disfrutar de ese viaje en cafda libre para verlo todo. Luego de ese anuncio, ingreso ala sala Aqueve- Entretanto, muy arriba, mas arriba de las nubes blan- que, respetando un rfgido protocolo y desarrollando cas y pardas, gruesas gotas de lluvia se preparaban una ceremonia que muchas veces habfa visto en la para una embestida con fuerza. Seria una diversion television. El Lagarto lara, el Cocodrilo Meneses, en grande. Caerfan tan fuerte sobre la tierra, que el Silva y Espinoza se pusieron en posicion firme y el rebote amenazaria con devolverlas al cielo. Capitan los fue saludando de uno en uno llevando Desde ese dfa de tormenta, de olas enormes que su mano a una inexistente visera y estrechandoles mojaban la cubierta, no fue solo Aqueveque el marino. Ia diestra. Pelayo, entre tanto, subido a los hombros ..._...L -c 76 ... ~f,..;. l'y'\ l'y'\ Todos lo fueron, todos los muchachos se convirtieron en avezados hombres de mar. CAPiTULO X Casino Montecarlo erez tenfa fija la mirada en el muro verde de la esquina de la escalera. Por ahf deberfa aparecer Montenegro, si se le ocurrfa venir, pero hacfa dfas que no se aventuraba mas alia del quiosco de lata. Los que estaban dentro de Ia sala gritaban demasiado fuerte. Eran unos gritos que vencfan Ia distancia y podfan llegar a ofdos de Montenegro. Los bancos habfan sido arrimados a Ia muralla sin orden ni cuidado, unos encima de otros, con el prop6sito de habilitar un ring de proporciones para el campeonato de lucha libre. Luego, todo se trans- form6 en un alegre partido de futbol jugado con Ia almohadilla. Era un futbol con reglas muy especiales: no habfa necesidad de separarse por equipos, cada muchacho en sf lo era. Nadie era arquero, porque no .)fs"- l'r'\ .)/9"- l'r'\ habfa a reo; el juego consistfa en pasar Ia almohadilla - Venfa para aca, pero se devolvio -fue la expli- por entre las piernas de cualquiera de los jugadores cacion de Perez-. Puede que vuelva, pero yo ya valiendose solo de los pies. Al que le hacfan un lermine mis quince minutos de !oro. "hoy ito" recibfa como castigo una pateadura colectiva -Pelayo, te toea ocupar el puesto de vigfa -ordeno que duraba hasta que el Cocodrilo gritaba: jalto! el Capitan al momento de correr su silla hacia Ia Meneses las oficiaba de arbitro por encontrarse muralla para continuar con el juego. inhabilitado para el juego debido a una hinchazon Cuando se aburrieron de jugar con Ia almohadilla, en Ia rodilla, ganada durante el campeonato de lucha los muchachos buscaron otras entretenciones. Estu- libre en un combate contra el Pantera Villagran, vieron ejercitandose en eso de quitarle una prenda que para estas lides se hacfa llamar "El jabonoso". de ropa a algun compafiero para tirarsela unos a Muchas canillas lucian rasmilladuras, moretones y otros mientras el duefio realizaba esfuerzos, siempre trozos de piel recogida por algun tacazo. inutiles, por recuperarla. Era diffcil driblear con las piernas juntas. Muchas -Han pasado diez minutos y Ia profesora de veces, tratando de engafiar a algun fortu ito adversario, Frances no aparece -dijo uno de ellos, lanzandole se encontraban con una rapida respuesta de este y una bufanda a otro. sentfan de pronto pasar la almohadilla por entre sus - Ya me di una vueltecita por Ia oficina y parece propias piernas. Despues, no vefan nada mas hasta que no vino -comento Silva. que el arbitro decretaba el alto. Aquel que pegaba -£,Que haremos, Capitan? Usted manda, pero despues del grito del arbitro, era castigado tambien mande algo entretenido. con una golpiza colectiva. Los que no tenfan valor para meterse en el jueguito o estaban convalecien- - Hay que esperar -respondio el Capitan-. tes de alguna enfermedad, se subfan a las mesas de Siempre es bueno saber esperar. Pero no hay para los costados y asistfan a esa moderna version del que aburrirse, pues un buen Capitan siempre sabra Coliseo Romano. que hacer en una emergencia como esta. - jMontenegro! -grito Perez, asomando su cabeza Diciendo esto abrio su maletfn y extrajo dos por Ia puerta. barajas nuevecitas, dos barajas inglesas, y advirtio: Parar el juego y ordenar los bancos fueron dos -Con estas cositas podremos divertirnos casi etapas de una misma accion. en silencio. AI cabo de algunos minutos, todo giraba en torno al juego. Habfa dos grupos en la sala: los que .)fo--:. .)/1~ JOy~ JOy~ habfan acomodado las mesas para jugar a las cartas l.os gritos de triunfo, las risas y las discusiones y los que estaban tirados en el suelo jugando a los j,,., lll<llltuvieron ajenos al paso del tiempo. El Negro dados. Para darle emocion, se apostaban las escasas Nu var-ro se doblo su corbata como si fuese una hum ita monedas que tenian para pagar Ia micro de vuelta I11L:go todos lo imitaron. a casa. Los montoncitos de monedas cambiaban de Asf estamos mas elegantes -dijo el Negro, mano con inusitada rapidez. Rostros concentrados p.1-.candose por la sala. las segufan en ese extrafio viaje. Si Iva aparecio con un cigarrillo encendido, Bello tomo una tiza de color y escribio en la l111llil ndo con gestos de magnate. Luego fueron tres puerta de Ia sala: "Bienvenido al Casino Montecarlo". Ills cigarrillos que corrfan de mano en mano. Los Villagran se habia sentado sobre una silla que puso ulcgatos del Lagarto Jara en nombre de la ecologfa sobre una mesa, y con los brazos en alto arengaba 110 tuvieron exito alguno. a los muchachos: Por entre la densa humareda se vefan rostros de -jHagan juego, senores, hagan juego! nleg res muchachos que mordfan cigarrillos sin filtro, -jCapitan! -grito Pelayo-, a Silva le toea muchachitos de camisas arremangadas y rostros estar de foro por si viene Montenegro, y no quiere serios: eran nifios que jugaban a ser hombres. Estaban ponerse. cnsayando. Distrafdamente miraban sus tiguras, que - No creo que venga Montenegro -contesto el se reftejaban en los cristales. Capitan-. Ademas, no estamos haciendo mucha Pelayo invento un nuevo juego: dibujo en el bulla. pizarron una ruleta cuadrada con casilleros pintados EI turno de vigilancia se extend fa porquince minu- de diferentes colores. Como ya casi se les habfan tos y lo estaban cumpliendo por fila. Silva no querfa acabado las monedas, que por inexplicables razones ser foro, pues eso le significaba no seguir haciendo habfan ido a parar a manos del Pantera Villagran, de caja en el juego de naipes . Ya habfa perdido unas ahora se apostaban solo chufetas, cofetos y chirlitos. cuantas monedas y esperaba recuperarlas para no En el sector del fondo segufan jugando monedas con tener que irse a Ia casa caminando. una baraja, mientras en una esquina un grupo hacfa -Echen de vez en cuando una miradita -pidio prestidigitacion. En otro sector los dados se quedaban el Capitan a los que estaban mas cerca de Ia quietos y luego volvfan a rodar por el suelo. puerta-. jPara que vamos a tener a uno helandose En eso estaban cuando entro Montenegro. Nadie alia afuera! alcanzo a ocultar nada, ni cigarrillos ni dados ni naipes ni monedas . .. El silencio se hizo solido, el ~s1~ l"y'\ ~iJ~ ~"r"' humo se qued6 quieto en el aire sin atrever a moverse. disimuladamente. Ahora esperaban el momento en Un frio penetrante punz6 las espaldas de todos los que les sacara la mirada de encima para aplastar muchachos y el invierno de la Patagonia entr6 colado con sus dedos ensalivados la pequefia cabeza roja por uno de los vidrios que faltaban. del cigarrillo. No importaba quemarse los dedos; lo Montenegro se puso rojo de ira. Pareci6 que los importante era que no saliese mas humo. ojos se le iban a escapar, le falt6 el aire y las aletas Montenegro rasgufiaba las baldosas a cada paso. de su nariz se movierori sin ritmo alguno. Habfa Todo lo miraba, querfa retener en su memoria cada llegado hasta allf por una cuesti6n de rutina, pues detalle de ese magnifico triunfo. Olfateaba y barrfa tenfa que despachar al curso, porque la profesora las murallas con su vista, buscando algo. Sin duda, de Ingles no vendrfa a clases por estar con licencia. querfa encontrar algun trofeo para llevarselo al -jQue se han imaginado, delincuentes! -fue la rector. AI pasar por ellado de Bello vio en el suelo primera oraci6n que su c6lera le permiti6 pronunciar un cigarrillo a medio consumir que humeaba pro- al momento de abalanzarse sobre Silva para arreba- fusamente . tarle los naipes. -Apaguelo! -orden6-. iO quiere quemar el -lA esto vienen aquf? -rugi6-. lA hacerse colegio? jEso es lo unico que les va faltando! rufianes? Bufando, comenz6 a pasearse por entre los Bello pis6 el cigarrillo y volvi6 a quedarse con muchachos, moviendo sus brazos como si pretendiera la vista fija en una baldosa destefiida. La eternidad nadar, para apartar de sf el denso humo. se habfa ido a vivir en ese pequefio espacio. -jAbran las ventanas! -grit6 con cara de ahogo. Los segundos se deshacfan antes de llegar a A los muchachos les pareci6 muy extrafio que a conformar un minuto; todo estaba detenido. Asf lo un gran fumador como el, de la noche a la manana querfan los muchachos. Era mejor que el tiempo le molestara el humo. no transcurriese: vendrfan momentos diffciles para -jRuletas, naipes, cigarrillos! jEsto es un liceo! todos ellos. -rugi6 fuera de sf-, jun liceo con prestigio y no una De pronto, los ojos de Montenegro se iluminaron: guarida de mafiosos! tirados al final de la sala habfa tres pequeiios dados, El Capitan y Meneses tenfan la cabeza gacha, uno azul, uno verde y otro rojo. Alguien les habfa pues no se atrevfan a levantar la vista. AI vera Mon- lanzado un chaleco encima, pero este apenas habfa tenegro, Pelayo y Villagran quedaron paralizados y alcanzado a cubrir a medias el dado rojo. Montene- no alcanzaron a botar sus cigarrillos para apagarlos gro levant6 el chaleco con movimientos estudiados y encontr6 tambien las hojas de cuaderno en que -..,1.~ -t 84 t- ~is.t.,. ~"r"- ~"r"- Raquiman llevaba las cuentas de la caja. Torno los El Capitan lo busco con la mirada. papeles, los doblo cuidadosamente y, con gozo, los -Da lo mismo - le contesto Silva en un gesto-. metio en el bolsillo interior de su chaqueta. (,Para que te vas a embarrar tu de puro gusto? - jAsi es que a esto vienen ustedes alliceo! Muy El Capitan penso que Silva no dejaba de tener bien,jovencitos, han de saber que yo a los delincuentes razon, pues el castigo seria el mismo, fueran o no los trato como a delincuentes. suyos los naipes. Trepo veloz en su imaginacion y El miedo no tuvo problemas para traspasar la piel escapo a mil millas de allf. de los muchachos y recorrerles el cuerpo completo. -jTomen sus libros y acompanenme! -dijo Mon- Sabfan perfectamente que si el hubiese dispuesto de tenegro, guardando su libreta-. El rector sabra que poder y de un peloton de fusileros , no habrfa dudado hacer con ustedes. en bajar el sable por el bien de Ia humanidad. La caravana marcho lentamente hasta Ia oficina -jY sus padres creen que ustedes vienen a estu- del rector, siendo observada atentamente por las diar! -les espeto con desprecio. miradas curiosas que se asomaban a traves de las AI decir esto, saco su libreta, se enderezo el pren- ventanas de otras salas de clases. dedor de Ia corbata y comenzo a anotar nombres. -jUna falta mas y se van del colegio definitiva- - Us ted, (,Como se llama? mente! - dijo el rector, mostrandoles la ancha puerta - Pelayo, senor, Hernan Pelayo -contesto el de barrotes verdes- . Por ahora quedan suspendidos aludido con su voz aguda de siempre, aunque esta de clases y con matricula condicionada a su com- vez un poco temblorosa. portamiento futuro. Montenegro se acerco a Silva. Desde Ia oficina del rector se dominaba Ia entrada delliceo. Podia mirarlo todo desde alli, oculto tras -l,Nombre? las delgadas persianas. Y asf continuo hasta completar seis; los nombres A contar de entonces, todas Las tardes los alum- de los que el creia organizadores de todo ese antro nos suspendidos iban a esperar a sus companeros a de juego y perversion. Ia salida del establecimiento para enterarse de las - (,Son suyos estos naipes? -le pregunto a Silva, materias y pedirles prestados sus cuadernos. Eran solo poniendoselos en la cara ala altura de los ojos. unos minutos al final de la tarde, cuando ya estaba El Capitan levanto Ia cabeza para decir que el oscureciendo y los vehfculos comenzaban a encender habfa traido los naipes, pero Silva fue mas rapido. sus luces. Charlando con voces que subian y bajaban - jSf, senor, son mfos! de tono, reian y planeaban venganzas irrealizables ..,...t -«86 ... ~f,.t.,. J"y'\. J"y'\. contra el Chancho Montenegro. Alguien IIego a decir En la clase de Musica Ia senorita Virginia no que cuando salieran de Cuarto Afio Medio y todos paso materia. tuvieran sus certificados en las manos, serfa mejor - Vamos a conversar -dijo en tono serio, dejando que Montenegro no se aventurara a ponerseles por a un lado sus libros-. Me van a explicar bien que delante. fue lo que paso. Transcurrio una semana triste, tanto para los Los muchachos le contaron lo ocurrido sin omitir muchachos suspendidos como para los que asistieron detalles. Ella escucho en silencio el relato, mor- a clases. Era como si el dfa hubiese perdido lumi- diendose los labios de vez en cuando y moviendo la nosidad, pues todo se hacfa tedioso. Habfa chistes e cabeza de izquierda a derecha con reprobacion. No intentos de risas, pero no eran de verdad. los reprendio. El padre de Bello amenazo a su hijo con no - Ustedes ya han visto las consecuencias -les enviarlo mas alliceo, pues serfa mas util trabajando dijo-. Es una leccion que deben aprender. Se puede y ya sabfa lo suficiente. A Silva lo dejaron encerrado estar en desacuerdo con muchas cosas, pueden res- tres fines de semana, con lo que se le aguaron las petar o no las reglas del juego si no las encuentran ilusiones de pedir una bicicleta para la Navidad. lfcitas, pero deben tener en cuenta que se estan La senorita Virginia tambien estaba triste. poniendo al margen de lo establecido en el regla- -Silos muchachos de mi curso hicieron eso, fue mento del liceo. Para Ia proxima vez, piensen mejor porque estaban aburridos -comento-. Aquf hay en las consecuencias de cada accion. A mf tam poco algunos profesores que faltan cuando quieren, pero me gusta como los tratan. Creo que este inspector tienen santos muy gordos en la corte. no tiene nada que hacer aquf, pues no posee prepa- racion alguna para desarrollar actividades de apoyo Eso dijo Virginia, y el rey no tardo en saberlo. a Ia docencia ... En fin, uno aprende tantas cosas en Los suspendidos no encontraban una forma Ia universidad, pero alia nunca nos dijeron que se satisfactoria de explicar en sus hogares lo sucedido, debia hacer en casos como este. ellos mismos no se lo explicaban. Solo sabfan que Torno entonces la guitarra de Espinoza, que estaba habfan jugado como nunca, que se habfan divertido apoyada sobre una mesa, y les regalo una cancion. Sus en grande, pero las palabras dichas por el inspector finos dedos se movfan nerviosos sobre las cuerdas, habfan quedado merodeando en sus pensamientos. porque sus manos eran mas amigas del piano que de jEra grave que los trataran como delincuentes! Esa Ia guitarra. Sentada sobre su pupitre, canto una lenta palabra no era grata para nadie. balada, con una voz cargada de afecto, una voz que ...'Y.J.~ ss ... ~:9~ l"y'\. l"y'\. hablaba de amistad, de la leal tad al amigo, esa lealtad de maldad, que cometfan miles de tropelfas, que que los muchachos llevaban tan adentro. Cuando habfan convertido su sal a en un gar ito, que fumaban, termino su canto, nadie la aplaudio. Un aplauso es jugaban dinero y se escapaban de clases, insultaban algo que a veces se entrega por obligacion, una cos- a los profesores y que, sin duda, bebfan alcohol. tumbre. Ellos tenfan su propio codigo: simplemente, -Afortunadamente, yo tengo experiencia - le sonrieron en silencio, agradecidos. recalco-. Pierdan cuidado. Si me autorizan a usarla, -Yo soy joven -comento en el momento en que yo a fines de ano les devuelvo angelitos. Tengan Ia sonaba Ia campana-. Estoy con ustedes y espero no seguridad de que esto es por el bien de ellos -con- pasarme nunca al bando contrario. tinuo hablando, al ver que ningun apoderado hacfa Virginia hablo el miercoles con el rector para ademan de aceptar su proposicion- . En la vida hay tratar de que se rebajara el castigo a los muchachos. que cumplir horarios y ellos no lo hacen; hay que Expuso sus razones con firmeza . El rector Ia escu- respetar jerarqufas y normas, nos gusten o no, y si cho por espacio de quince minutos, recorriendola los muchachos no aprenden eso estan condenados a cien veces con la mirada. Cuando ella termino sus no surgir nunca. jEste es el unico modo de triunfar! argumentos, le respondio amablemente. Ellos quieren conseguirlo todo muy facil. -Usted se ve preciosa enojada. Lamento tener Los apoderados lo escuchaban con atencion. AI que decirle que no. Jamas me retracto de una medida principio no dudaron de lo que ese sefior les decfa, to mad a. Ademas, esta es una medida extrema. Estoy pero cuando Montenegro, en un arrebato histrionico, perdiendo plata, j,no ha pensado en eso? Si no hay afirmo que los muchachos lo habfan amenazado, no asistencia , no hay paga. le creyeron una sola palabra mas. Su ofrecimiento Virginia sintio que ese tftulo que Ia acreditaba de enderezar a los chicos si le daban autorizacion como profesora valfa muy poco.. . casi nada. para usar su "experiencia", paso sin pena ni gloria. Por mas que gesticulo y le dio enfasis a cada pala- Los apoderados de los muchachos fueron cita- bra, no tuvo respuesta. Los apoderados salieron del dos a una reunion especial con Montenegro, en Ia liceo convencidos de que, seguramente sus pupilos que debfan firmar Ia matrfcula condicionada de sus habfan cometido mas de alguna barrabasada, alguna pupilos. Cuando Montenegro tuvo al frente a todos falta grave o gravfsima, pero conocfan bien a sus esos preocupados padres, que habfan llegado hasta el hijos como para que un senor de hablar tan grandi- liceo pidiendo permiso en sus trabajos, les dijo que locuente y gestos toscos los viniera a persuadir, de sus hijos eran de Ia peor especie que existfa, que eran unos pandilleros amatonados, una legftima semilla la noche a la manana, de que eran un peligt:o para la sociedad. Despues de esa reunion, quedaron mas .. "' ""90 - ~~~-:. T J"y'\. preocupados de la salud mental del sefior inspector los mas afinados, enton6 una canci6n de hornenaje que del comportamiento de sus pupilos. a los que regresaban. Sus voces treparon rapidas al La semana escolar era de cinco dias, pero aquella viento y se elevaron por los aires. semana, con miernbros de la familia cumpliendo Era invierno, pero ese invierno sabfa a prirna- penitencia, para los alumnos del Primero Q fue mas vera. larga que todas las otras semanas: tuvo la lentitud de la ausencia. Durante el ultimo recreo del dfa viernes nadie sali6 al patio, pues todos se quedaron organizando la bienvenida que se ofrecerfa al lunes siguiente a los suspendidos, como un signo de desagravio para los cafdos en acci6n. Hubo chaya, serpentinas confeccionadas con papel de colores del suplemento deportivo del diario de la manana, honores de pito y cometa y un gigan- tesco letrero pintado en el pizarr6n: "Welcome to classroom". El Capitan pronunci6 algunas palabras de bienvenida. Empez6 hablando como presidente del curso, pero lo mas importante lo dijo como Capitan: los declaraba Heroes Navales. De uno en uno los suspendidos fueron subiendo a una tarima hecha con mesas, y allf el Capitan, provisto de un trozo de tiza blanca, procedi6 a pintarles grados en las mangas de sus azules chaquetas y estrellas en las solapas. Todo era muy serio y mas de algun marino sinti6 demasiado pesada Ia cabeza al escuchar los gritos y aplausos que seguian al pronunciarniento de su nombre. Todos miraban con gran respeto a los cornpafieros caidos en acci6n. AI finalizar el acto, el gordo Espinoza torn6 su guitarra y, con un grupo de ~J..? .... 92 ... .)/3~ l"y'\. l"y'\. CAPITULO XI Qumbo a las Canarias arias semanas estuvieron los muchachos v gritando a media garganta, llegando a la hora al liceo y a Ia formaci6n de los dfas lunes. En el recreo preferfan quedarse en la sala, ya que estaba prohibido jugar a Ia pelota, a! caballito de bronce, al cargar Ia mata, al parir la chancha. Tambien les prohibieron jugar a la rayuela, porque podfan herir a alguien a! lanzar con fuerza las monedas. La situaci6n les incomodaba, les amar- gaba cada minuto, era desesperante. Elliceo asf no valfa Ia pena. El aire estuvo cargado de miedo por varios dfas. Sabfan que, si se arriesgaban, podfan sufrir con- secuencias graves. Pero permanecer alii cumpliendo todas las reglas carecia de sentido. Entonces, valia Ia pena jugarsela. .)/s"- "r"' Montenegro incluy6 en su tarea diaria un par de - Por el momento, es mejor no intentar nada. visitas al fondo delliceo. En cualquier momento Ia Navegamos muy cerca de Ia costa enemiga, y debe- puerta de Ia sal a del Primero Q se abrfa con violencia mos hacerlo en silencio sin encender luces. y se le vefa entrar bufando y mirando hacia todos Meneses le contest6 con una mirada de resig- lados, husmeando por los rincones como un perro naci6n. de presa, como si esperara encontrar un laboratorio - Lo siento, Cocodrilo -dijo el Capitan, girando de procesamiento de cocafna o una destilerfa de sobre sus tacos y entrando a Ia sala-, serfa una whisky. imprudencia intentar algo ahora. Es mejor que cada Los dfas lunes se paraba frente a ellos en la uno se quede tranquilo en su banco y que cuente formaci6n y no los dejaba intentar Ia mas minima ovejitas. jugarreta. En su interior se felicitaba: ahora sf que Finalmente pasaron Ia hora de clases completa se estaban portando bien. Los muchachos sentfan trazando una infinidad de rutas imaginarias para dar que Ia piel no era capaz de contenerlos y que, de un Ia vuelta al mundo por el camino mas largo, siempre momento a otro, estallarfan o se desvanecerfan en a bordo de un gran navfo. el aire, daba igual cualquiera de las dos opciones, Ia El termino del semestre se les vino encima casi cosa era desaparecer, no seguir haciendo ese papel de sin que se die ran cuenta. Las pruebas se sucedfan con nifios buenos que despreciaban. Se sentfan cobardes, mucha prisa, tanto que elfin del recreo los sorprendfa se dejaban amedrentar por amenazas y ese era un siempre con un cuaderno en la mano. papel que no les quedaba bien. No tenfan vocaci6n El invierno parecfa cansado, pues ya no remol- de nifios modelos. Cada minuto era un desagrado y caba nubes con rapidez, y el Sol se le escapaba para la situaci6n parecfa no tener salida. Los tiempos de quedarse largos ratos en pleno cielo. Los ciruelos bonanza se habfan marchado definitivamente. anunciaban Ia llegada de la primavera. Por su parte, - i,Que vamos a hacer, Capitan? -pregunt6 elliceo se vestfa de guirnaldas de colores, aprontan- Meneses-. La profesora de Ingles sali6 delliceo con dose a celebrar un aniversario mas. un Tercero Medio. Creo que fueron de visita a una - jEh, Capitan! -dijo Silva una tarde- , tenemos exposici6n, asf es que no regresaran muy pronto. que ira formarnos en el primer patio. Haran un acto Meneses contempl6 la cara del Capitan en busca por el aniversario y va a hablar el rector. de ese aire de los viejos tiempos. - jEso sf que no! -dijo el Capitan-. Yo no me trago ni un solo discurso mas de ese senor. .):6~ 97 J"y'\. Meneses sospecho que el Capitan podrfa tomar - jNos vamos a las Canarias! -dijo el Capitan-. alguna decision importante y no se movio de su i Estan abiertas las inscripciones para los que quieran lado. participar de la travesfa! -jEh, vigfa! -grito el Capitan-, (,Como esta el - jA las Canarias! -grito Pelayo con entu- tiempo? l,Se ve algun barco enemigo? siasmo. -No, Capitan, el mar esta tan calmado que parece - jA las Canarias, a las Canarias! -repitieron dormir y, en cuanto al enemigo, yo creo que anda otras voces un tanto lejanas, pero con sonoridad de rondando por Ia inspectoria, porque hace un rato se man do. sintio olor a coctel de aniversario. -(,Hay algun peligro, vigia? El vigfa baj6 de Ia cofa y se puso a Ia orden del - Ninguno, sefior, todo tranquilo. Capitan, quien le mando que tocara alerta. El vigfa -Capitan, (,de vuelta podemos pasar por la Isla saco de su bolsillo el pequefio pito de lata y lo hizo de los Diamantes? sonar largo y agudo. En segundos, los muchachos - Depende de Ia hora, marinero. No prometo estuvieron ahf. No habfa miedo en sus miradas, Ia nada, pero trataremos. jA babor, entonces! -ordeno moral y Ia disposicion de combate eran tan altas el Capitan y fue el primero en emprender una veloz como lo fueron antes del gran desastre del "Casino carrera que los llevarfa a subir de un sal to la muralla Montecarlo". Perez insisti6 desde Ia cofa: que daba al garaje. Tras su sombra, un grupo inde- - Tenemos buen tiempo, hasta contamos con terminado de marineros hizo lo mismo. un poco de niebla baja que nos puede cubrir una -jAl abordaje! -vocifero Silva al momento de eventual fuga. trasponer Ia segunda muralla y ganar la calle. El Capitan sonrio como respuesta. Le gustaba Silva salto esgrimiendo en su mano derecha una que sus hombres le adivinaran el pensamiento. pata de silla a modo de espada. Despues de una -Ya, pues -alego Meneses-, apuren Ia causa. carrera larga, agachados y pegados al muro para Yo estoy a cargo del timon por esta semana. l,Le no ser vistos desde los pisos altos, entraron en fila cambio Ia direccion al buque o nos vamos derechito india a Ia panaderfa y fuente de soda. Compraron a formar para ofr el discurso del rector? pan y bebidas y pasaron trei nta minutos conversando -(,Que le parece, Capitancito, que nos vaya- animadamente. Los ojos nose les despegaron de las mos a dar una vuelta por las Canarias? - propuso hermosas nifias que iban y venian por el angosto Quiroz. pasillo de detnis del mostrador. Eran nifias de manos blancas y pestafias misteriosamente largas, siempre 98 99 t sonrientes y graciosamente enchapadas en ajustadf- Todos querfan participar. Era una forma rara pero simos delantales amarillos, esas eran las Canarias. entretenida de divertirse, un filtro maravilloso para El Capitan consult6 su reloj, esper6 que el ultimo transformar cada minuto en una aventura. Tenfan marinero acabara su bebida y dio Ia orden. un Capitan , oficiales, marineros, timonel y hasta cocinero y medico de a bordo. Se cre6, ademas, el -jTripulaci6n, aestribor! Corneta, marinero Silva, cargo de jefe del Orfe6n Naval para Espinoza, y el toque pito de retirada. de jefe de Reparaciones Navales para el marinero El sonido del pi to se mezcl6 con la voz del rector, Fernandez. Nadie entendia mucho de grados, de que lleg6 hasta allf gracias a una nifaga de viento. jerarqufas ni de funciones navales, pero eso era lode - jTripulaci6n, enumerarse! menos. A veces, el cocinero reemplazaba al timonel -Uno. por alguna emergencia, o un mari nero le daba 6rdenes -Dos. a un oficial. Esas eran cosas que estaban contempla- das en un extrafio reglamento interno del buque que -Tres. todos invocaban, incluso citando artfculos, parrafos -Cuatro. e incisos, pero que nadie habfa escrito ni escribirfa Las voces sonaban claras. jam as, porque no era necesario. Ellos querfan jugar, -jFalta uno, Capitan -grit6 Meneses-. El hacer que cada nuevo dfa fuera distinto y, aunque Lagarto se tuvo que fondear detnis del quiosco, con dificultades, lo estaban logrando. porque entr6 a comprar una vieja que es amiga de El juego los envolvi6 porque ellos lo quisieron y su mama. Hay que decirle que salga, porque Ia vieja porque tejieron con esmero esa red que los atrapaba ya se fue. y daba sentido a las horas . Sus actitudes cambiaron Las Canarias rieron al escuchar las explicaciones al momento de embarcarse. A bordo habfa reglas, de Meneses. El Lagarto se incorpor6 al grupo aun sin una disc.iplina rara, a Ia medida de cada uno, pero colores en su cara. Ordenadamente, los muchachos estricta. Eran viejos lobos de mar. Sentfan en Ia piel abandonaron el Iugar. Al cruzar la calle rodearon al Ia quemaz6n de miles de horas sobre cubierta. Se Lagarto y lo cubrieron con sus cuerpos para evitar dibujaban anclas y sirenas en los brazos y,si hubiesen que fuera detectado por el servicio de espionaje del conocido Ia tecnica del tatuaje, las habrfan hecho enemtgo. imborrables. El juego de ser marineros comenz6 con el Capitan, Una de las principales preocupaciones de los pero al final de un mes y medio habfa tripulaci6n para muchachos era Ia de aumentar los conocimientos un buque completo .. . y un buque no muy pequefio. que ten fan sobre todo to relacionado con el mary Ia 100 101 navegacion. Recopilaban material en donde podfan, y competfan, diccionario en mano, en el conoci- miento, aplicacion y significado de ciertos vocablos nauticos que encerraban misterios maravillosos. Se consegufan y prestaban libros que tuvieran que ver con barcos y en sus mochilas siempre tenfa Iugar una publicacion que trataba de piratas, corsarios, CAPITULO XII bucaneros, batallas navales o trasatlanticos. Tenemos un barco altaban unos pocos m inutos para el toque de campana que indicarfa el inicio de la jornada, y los muchachos paseaban muy deprisa sus ojos sobre largas oraciones en ingles tratando de memorizarlas. Se preparaban para un control escrito. Les habfan dado un largo cuestionario de veinte preguntas. De esas veinte les preguntarfan solo siete: un punto por cada una, sin pun to base. Algunos, con horas de estudio el dfa ante- rior, lograron memorizar Ia mitad de las respuestas, pero Ia gran mayorfa iba a dar la prueba solo como un saludo a Ia bandera. Salvo Quiroz, que tenfa un don del cielo para todo lo que fuera idioma, a nadie le era facil retener en su cabeza palabras que muy poco o nada le decfan y que, ademas, se escribfan tan raro. En los bordes superiores de Ia pizarra, en las 102 103 murallas entre dibujos de corazones, palabras poco ban amenazaban con abandonarlo definitivamente, academicas, publicidad personal y denuncias varias, desprendiendose del lomo hilachento. habfan ocultado cinco respuestas . Las palabras esta- -jMiren lo que encontre! -les grito a sus com- ban cortadas en sflabas a medio borrar, pero mirando pafieros. con cuidado, saltandose espacios largos y siguiendo Ia misma direccion, se llegaba, sin demasiada dificultad, Los muchachos lo rodearon. Meneses no era a conformar Ia oracion completa. Solo era necesario de los que armaban alharaca por nada. Sus agiles fijarse bien y tener buena vista. dedos abrieron el diccionario en las paginas centra- les. Entonces, los muchachos asistieron a una vision En el marco de Ia puerta habfa otra respuesta maravillosa. Ante sus ojos habfa todo un universo: un completa. Estaba esc rita con lapiz de carbon. Desde muestrario de modelos de antiguos veleros. Estaban Ia mesa del profesor, de costado, nose veia nada, pero enteritos allf, al alcance de sus manos, con fechas desde Ia posicion de los alumnos Ia luz que entraba de construccion, medidas, caracterfsticas tecnicas por Ia ventana chocaba contra las letras produciendo principales, variaciones mas frecuentes y las velo- brillo y haciendolas visibles. Escritas en Ia capa de cidades que alcanzaban con viento a favor. Todo lo polvo de los vidrios altos, habfa mas palabras; tambien que a ellos les interesaba se encontraba allf. Habfa en los hordes de las mesas y en los respaldos de las fragatas, corbetas, carabelas, clippers y goletas. Era sillas. y las mas largas, las que de seguro pregunta- un espectaculo sin igual. Los dibujos eran claros, rfan, las habfan escrito en los cantos de !apices Ric de trazos finos, negros sobre fondo sepia, pero los con la punta de una aguja. Nadie podrfa diferenciar muchachos vefan mar azul de fondo, cielo lleno de jamas si la pupila del alumno apuntaba al canto del corderitos al atardecer, olas gigantes pero genti- lapiz o a la hoja en blanco. les . . . y sentfan en sus caras un viento fortfsimo que Toda esa febril actividad en que se encontraban hinchaba las velas de los navfos como queriendo los muchachos fue interrumpida por Meneses, qui en reventarlas y hacerlas saltar fuera de las paginas entro ala sala como un tornado. Su rostro denunciaba de ese diccionario. El ruido del mar manaba de los una carrera larga. viejos cascos de madera. Los muchachos vieron Era un rostro agitado, pero alegre. Trafa un viejo y gaviotas y escucharon sus agudos gritos en el cielo. pesado libraco bajo su brazo izquierdo, un dicciona- Los veleros parecfan moverse y se sintieron voces rio de paginas amarillentas. Era un libro tan grueso de mando. Eran sus propias voces las que sonaban, que casi tenfa forma de cubo, y estaba tan viejo y eran ellos los que trepaban y bajaban por las esca- desvencijado que muchos cuadernillos que lo forma- lerillas de cordel. Volvfan a subir jadeando hasta Ia cofa y se deslizaban a cubierta abrazados al mastil. J. -«10_ y'\ Llegaban reptando ala punta del palo mayor y desde - Sf, Capitan, incluso Valley Valdes -brome6 allf miraban todo el mar alla abajo, balanceandose Meneses. suavemente, invitando a vivir la vida de verdad. El escrutinio se realiz6 de inmediato. La abrurna- La profesora de Ingles entr6 ala sala y sinti6 tanto dora mayorfa de las preferencias fue acaparada por un silencio, que pens6 que Montenegro estaba allf. Pas6 bergantfn goleta de tres palos: era una nave real mente lista y llen6 la pizarra con materia nueva. Nadie se hermosa, sin duda la mas hermosa embarcaci6n que acord6 de recordarle que habfa anunciado prueba ... el hombre haya construido en toda su existencia. Ese delito era pagado con "callej6n oscuro". -En esta navegaremos -dijo el Capitan, posando Son6 la carnpana para ira recreo, pero sin que su dedo fndice sobre el dibujo-. Ya tenemos un nadie se lo ordenara, Meneses toc6 pito dando la barco, un barco del gusto de todos. Ahora debemos sefial de alerta y silencio. El Capitan subi6 a una ponerle un nombre, un nombre que tambien nos guste silla y dijo: a todos y que nos identifique. - Muchachos, que nadie salga de la sala. Ahora, El recreo terrnin6, la profesora de Ciencias Socia- de entre todos estos barcos, vamos a elegir cual sera les entr6 a la sala y pas6 lista de inmediato. el nuestro. -Piensen en un nombre para nuestro barco - Abri6 el diccionario y lo mostr6 a todos. record6 en voz baja el Capitan, antes de sentarse. La tripulaci6n en pleno estaba allf rodeando al En Ia proxima hora lo bautizaremos. Capitan, empujandose para ver los dibujos. Por turno Muchos nombres pasaron por las mentes de los los fueron observando y cada uno iba haciendo sus muchachos, nombres de barcos que habfan visto en comentarios y consideraciones. libros y pelfculas, pero cada vez que recordaban un - La cuesti6n es facil , pero delicada -record6 nombre se les venia a la mente la imagen de una el Capitan-. De entre todos estos barcos tenemos pelfcula o el dibujo de un libro que, por supuesto, que elegir el nuestro. en nada se parecfa al majestuoso velero que ellos tenfan. Bautizar el navfo no serfa empresa facil. La Despues de rnirar bien, cornenzaron a discutir profesora aun no salfa de la sala cuando los mucha- y a comparar detalles de cada embarcaci6n. Luego, chos ya se habfan agrupado alrededor del Capitan. cada uno anot6 en silencio, sin que nadie lo viera, un Algunos aventuraban nombres, pero los lanzaban nombre en un trozo pequefio de papel, y lo fueron al aire por lanzarlos, sin fe. La meta era dar con un echando en un bolsillo de la chaqueta del Capitan. nombre especial, pero no encontraban ninguno que -l,Votaron todos? les pareciera suficientemente significativo. ......1oy'\,... -Supongo que tendrfa que ser un nombre de - i,Por que no? -dijo el Capitan-. Goleta Vir- mujer -dijo Silva-, una goleta debe Jlamarse con ginia, suena bien. un nombre femenino. -Suena super bien -dijo el gordo Espinoza-, -Nuestro barco es un bergantfn goleta -record6 ademas no conozco otro barco con ese nombre. Meneses. -l,Estan de acuerdo con ponerle Virginia a nuestro -Me gusta que tenga que ser un nombre de mujer barco? -pregunt6 el Capitan a todo pulm6n, subido - insisti6 Silva-, olvidemonos de que es bergantfn arriba de su mesa. y digamosle solamente goleta. Un sf, acompanado de truenos y chiftidos de -jTodos a babor! -grit6 el vigfa desde lo alto aprobaci6n, fue la respuesta que obtuvo. de Ia cofa. El Capitan sonri6 complacido, sonri6 de un modo - l,Que sucede? i,Viene el Chancho Montenegro? muy especial y camino hacia su banco. Hacfa mucho - pregunt6 el Capitan, mirando hacia el horizonte tiempo que el habfa imaginado ese nombre para Ia y temiendo que Pacheco hubiese encendido un embarcaci6n que serfa de todos, pero no se habfa cigarro. atrevido a proponerlo por temor a las bromas que -Por el suroeste se aproxima Ia senorita Virgi- podfan hacerle y porque sabfa que, si eso sucedfa, nia - le contest6 Villagran-. Tenemos dos horas serfa inca paz de evitar que el rubor tomara por asalto de musica. sus mejillas. Villagran le sac6 de un gran apuro -l,A que velocidad viene? - pregunt6 Espinoza. haciendo Ia proposici6n con esa espontaneidad que era una de sus principales caracterfsticas. -A cero coma cinco millas nauticas por hora. Todos se ubicaron en sus puestos y, de pie y en - l,Porque no le ponemos Virginia,y punto? - pre- silencio, esperaron Ia entrada de Ia senorita Virginia. gunt6 Villagran al momento de lanzar un cohete de La saludaron con voces recias y se sentaron. Les papel que sali6 por una ventana y realiz6 un soberbio hubiera gustado mucho contarle a su Profesora Jefa aterrizaje justo sobre Ia muralla. lo que acababan de decidir, pero les dio vergiienza. -Ese nombre suena como de barco -agreg6 Ojos vivaces se posaron en el rostro de Ia joven Perez-. Ademas, ella es Ia unica que nos trata bien maestra. Virginia no entendfa por que sus alumnos y nos defiende. Ia miraban de ese modo. Ella no supo que esa tarde, Los muchachos se miraron con cara de duda y al fin los muchachos tenfan un barco. El mas bello sorpresa. barco para hacerse a Ia mar: Ia goleta Virginia. CAPfTULO XIII jNavegamosl ientras Virginia designaba a los alum- nos que serfan los encargados del aseo durante esa semana,el Capitan y Silva estaban concentradfsimos redactando aotismo de la goleta. Una vez terminada, la leyeron a sus compafieros: "En el dfa de hoy, en este Iugar, los alumnos del primer afio Q hemos decidido tener un barco. Nos haremos a Ia mar con la esperanza de encontrar Ia libertad verdadera. Recorreremos todos los mares y atracaremos en todos los puertos. Mientras uno de nosotros este vivo, la goleta Virginia surcani libre las aguas. Por los siglos de los siglos, asf sea". El acta fue aprobada por todos. Perez la escribi6 con su caligraffa perfecta en una cartulina amarilla; luego, con un encendedor, le quemaron los bordes para que tomara aspecto de pergamino antiguo. Silva 11111s, subidos en los hombros de sus padres miraban se consiguio un frasco de tinta china, y Pelayo y r ntbelesados la majestuosa belleza de Ia blanca Fernandez recorrieron todo el patio en busca de una t' lnbarcacion. Las gaviotas pasaban una y otra vez pluma de paloma. Firmaron el acta con tinta negra y o., t lhre ella sin acertar a explicarse como habfa llegado con una pluma, como los antiguos marineros. hnsla allf. El viento hacfa temblar apenas Ia superficie de El Capitan , desde el puente de mando, sonrefa: las aguas, le dibujaba ondas suaves, como peinan- lc sonrefa a las aguas . Su infancia sonrefa viendo dola. En otros lugares de Ia costa, hacfa rato que los las olas y el cielo brillantes. La goleta se puso en pescadores habfa echado sus botes y estos enfilaban movimiento. Lentamente se alejo del puerto. sus proas al interior del mar, bien adentro, allf donde -Falto una botella de cham pan para quebrada en los peces se prometfan grandes y abundantes. Pero Ia proa -comento Raquiman. eso era lejos; ahf, en cambio, todo el mar lo llenaba -Es verdad -contesto el Capitan, como vol- un solo navfo: la goleta Virginia. viendo lentamente de sus suefios-, nola bautizare- El Sol se vino Iento, besando las aguas como mos como es tradicional. Habrfa sido un riesgo muy cada amanecer, redescubriendo ese Iitoral que nunca grande si Montenegro hubiese encontrado una botella cabrfa completo en su memoria, y sus rayos avanzaron de licor en nuestras manos. Es capaz de formarnos confiados. De pronto, se encontraron con las blancas un tribunal de guerra. Jamas nos habria crefdo que velas de la goleta, retrocedieron alarmados y fueron era para quebrarla en la proa. a contarselo al Sol. El Sol se acerco a comprobar lo Los muchachos rieron por toda respuesta, y la que le decfan, mas tuvo que retroceder al recibir en brisa de la manana se llevo sus risas mar adentro. el rostro su propia luz refl.ejada en el blanco. -jNavegamos, Capitan! , jnavegamos! Las casas Una muchedumbre se congrego en el puerto para del puerto se estan haciendo chiquitas. jMire la torre ver zarpar a la hermosa embarcacion que habfa lle- de la iglesia! gado sin hacer ruido porIa noche. -Claro, muchachos, estamos navegando. i,NO era - l,Que puerto es este, Capitan? eso lo que ustedes querfan? -Valparaiso, marinero. i,NO estas viendo los cerros Los jovenes marinos estaban en cubierta con los aun iluminados? pies firmes sobre los tabIones y la mirada puesta alia Desde los balcones de las casas, las gentes le lejos, en las luces que se apagaban. decfan adios a la goleta agitando pafiuelos blancos. -jRompan filas! - grito el Capitan con autori- Nifios de cortos afios y todavfa con el suefio en los dad-. jTodos a sus puestos! Con rapidez, cada muchacho se hizo cargo de su -Los usaremos para disparar salvas -dijo el puesto y todo estuvo en orden; cada marino en su Capitan- , es una tradicion marinera el disparar Iugar, atento a los instrumentos de navegacion. El salvas al cruzarse con otro navfo en alta mar. timon quedo en las seguras manos de Silva, en tanto -Tenemos problemas, Capitan -dijo Pelayo- . que el Capitan superviso cada acto y reviso cada Los marineros Valle y Valdes no se han presentado detalle. La costa se fue perdiendo entre las nubes a hacer guardia. bajas y los cerros desaparecieron por completo. - Encuentrelos y arrestelos -dijo el Capitan -Preparense, muchachos -grito el Capitan con riendo. alegrfa-, pronto nos alejaremos de Ia costa y, en -Vamos a tener niebla, Capitan. caso de peligro, solo estaremos nosotros y el mar, El Capitan miro el horizonte con tranquilidad, nadie mas. luego escruto el cielo entero, y dijo con voz tranquila: Tomo el libro bitacora y, con mano segura, - Dfganle al vigfa que baje de Ia cofa. Muy luego comenzo a escribir el primer parte. Antes que todo tendremos encima una tormenta. puso Ia fecha y luego anoto Ia lista completa de Ia - jSuelten Ia cangreja! - grito un oficial. tripulacion. Contrariamente a las reglas, el ultimo nombre que escribio fue el suyo: el nombre del Capi- -jAbajo la cangreja! -repitio como un eco Ia tan. Posteriormente registro Ia posicion correcta en voz de un marinero. que navegaban y concluyo con algunos comentarios - jAflojen Ia gavia mayor! -fue el grito y consideraciones sobre el zarpe. siguiente. Son rio al escribir los nombres de sus muchachos, Con agilidad de monos, cuatro marineros treparon todo el curso era su tripulacion. Incluso Quiroz, un porIa escaleri Lla de cordel , balanceandose al com pas chico alto que no hablaba casi nunca y que jamas se del mar. Estrechando con un brazo el mastil y, con metfa en nada, habfa pedido el cargo de guardamisiles. el otro, maniobrando para bajar Ia vela, se movfan Pacientemente hubieron de explicarle que los antiguos como un pendulo, recorriendo algo mas de un metro vel eros no Llevaban misi les. I ncredulo, recorrio todas en su viaje de ida y vuelta. las dependencias de Ia goleta para cerciorarse de que Montenegro entro en ese momento con su libreta no le mentfan. Finalmente lo convencieron de que negra en Ia mano. Los muchachos se quedaron quie- se hiciera cargo de Ia mantencion y limpieza de los tos, sin moverse ni un milfmetro: era otra forma de viejfsimos canones de a bordo. decirle en Ia cara al senor inspector que eran ellos los que dominaban la situacion. lncluso dibujaron Gran des baldes de agua cayeron sobre las cabezas panico en sus rostros, panico que en realidad no de los accidentados. sentfan. Montenegro se paseaba por entre las filas - Bajen con cuidado las otras velas -grito el de bancos mirando el largo de las cabelleras de los Capitan- , no quiero mas accidentes. muchachos. Enseguida, adelanto un paso y se dirigio al ins- Anoto cinco nombres en su libreta, luego los leyo pector. lentamente y les dijo: -~Y si se cortan el pelo ahora, podrfan entrar - Tomen sus libros y acompanenme. como atrasados? -£,Por que, senor? -pregunto Perez, que se Montenegro no respondio de inmediato: esa pro- encontraba entre los nombrados. posicion lo tomo por sorpresa. Penso un momento, -Por ellargo del pelo, senores. Ya estaban adver- dio unos pasitos cortos y dijo: tidos. -Si vuelven con el pelo corto antes de las tres - Tenemos prueba de Castellano, senor. Si no Ia y media, los dejo entrar. Ni un minuto mas tarde. Y hacemos hoy, nos pondran un uno. recuerden que el pelo no debe tocarles el cuello de - Ese es problema de ustedes, no mfo. Yo solo les Ia camisa. aplico el reglamento. -~Que haremos, Capitan? No tenemos un peso -Senor, deje que nos quedemos hoy, manana para pagar peluquero; ademas, a esta hora las pelu- vendremos con el pelo corto. querias estan cerradas. - No, senores. -~Quien es el que vive mas cerca delliceo? -pre- Perez se bamboleo en lo alto del palo mayor, gunt6 el Capitan. enredandose en el cordaje del velamen. Sus pies se -Raquiman -dijeron varios- . El vive aquf a soltaron y quedo colgando apenas de un brazo. Cuatro Ia vuelta. hombres desenvainaron cuchillos, los apretaron - Echen un bote - ordeno el Capitan. Que los entre sus dientes y subieron a socorrerlo. Rapidos, cinco heridos suban a un bote y remen hasta Ia casa cortaron cuerdas y liberaron al prisionero. Venfan ya de Raquiman. Alia piden una tijera y se cortan el descendiendo cuando se corto el flechaste. Los cinco pelo. No importa como queden, lo importante es que hombres cayeron desde gran altura sobre cubierta. no les toque el cuello de Ia camisa. El Capitan y sus muchachos corrieron a socorrerlos. El viento soplaba formando remolinos. Las velas, aun en sus mastiles, ondearon con fuerza, como si quisieran reventar de alegrfa. La goleta navego casi Perez camino rengueando sobre los mojados tranquila, con cinco hombres menos momentanea- tablones de cubierta, se detuvo a abrocharse un mente, pero tranquila. zapato, se subio el cuello de Ia chaqueta, miro al - El temporal avanza hacia el este, Capitan. norte y vio una bandada de gaviotas que se acercaba Nosotros iremos al oeste. en correcta formacion en triangulo. Mucho rato se Los castigados volvieron antes de la hora fijada quedo prendido de la barandilla de cubierta obser- como limite. Sus cabellos parecfan cortados con vando sus movimientos. hacha, pero pudieron rendir sus pruebas. El Capitan -Estas tambien son libres -penso para sf-, los ayudo a subir nueva mente al barco y a izar el bote. navegan en el cielo. - Ya estamos bien, Capitan , encontramos una isla Desde lo alto las gaviotas tambien lo miraban, lo y los salvajes nos curaron con hierbas milagrosas. siguieron con sus ojillos hasta que su cabeza desa- El Capitan se alegro y, por el susto que habian parecio por Ia caja de Ia escalera. sufrido, los libero de hacer guardia nocturna por Anochecio, mas las Juces de Ia goleta no se apa- tres dias. garon. El Capitan y sus hombres pasaron toda Ia -Aquino ha pasado nada -dijo el Capitan- , noche junto a Ia barandilla de cubierta, mirando la solo un percance sin importancia. Ojala no sea un oscuridad de las aguas, grises figuras que se movian aviso de futuras desgracias. como estatuas despertando de un suefio. Los mucha- La anunciada tormenta se disipo definitivamente, chos sentfan frfo, pero nadie penso siquiera en ir a las velas volvieron a lucir enteras en los mastiles. refugiarse en su camarote: los marinos de verdad La goleta Virginia danzo feliz sobre las olas; por debfan ser invulnerables al frfo, debfan tener la piel afios habia estado prisionera en las paginas de un gruesa. diccionario. Ahora, gracias a los muchachos, volvia - Y pensar que es de nosotros, Capitan, enterita. a navegar libre, toda ella era libre y por eso estaba -Es toda nuestra, marinero, nuestra Ia goleta y agradecida. Sus maderos y sus blancas velas cumplfan nuestro todo el mar. con la razon de su existencia: navegar. - Y el mar alcanza para todos, Capitan. El mar saludaba ala fragil Virginia y le salpicaba - El mar y el viento alcanzan para todos los que de algas el mascaron de proa. Olas gigantescas pero quieran alcanzarlos, y tambien las estrellas. inofensivas se elevaban alegres hasta rozar Ia cumbre Amanecio y los marineros permanecfan aun allf, · del palo mayor. pegados a Ia barandilla. Estaba la tripulacion com- pleta, algunos con risibles cortes de pelo, pero no les hicieron mas bromas que las necesarias. Un dfa completo navegaron en calma, el tiempo se prometfa bueno, el cielo lucfa sin una mancha. La anunciada tormenta del dfa anterior no paso de ser una borrasquita sin importancia. CAPiTULO XIV Anochecio nuevamente y volvieron otra vez las estrellas. Despues vinieron las olas nocturnas y su canto rezongon para arrullar marineros. Una tormenta de verdad os muchachos se paseaban nerviosos,tensos, u la cabeza les daba vueltas, el mar subfa y bajaba. Ocultando sus rostros, se negaban a reconocer que estaban mareados. El Capitan sacudio Ia cabeza y hablo con voz firme: - Ayer fue nuestro saludo, solo un poquito de viento y algunas olas que nos saludaron alegres tal como lo hacen con todos los navfos en su bautismo. Pero eso ya es pasado: hoy deberemos probar que tenemos derecho a llamarnos marinos. Miren el cielo, muchachos, los nubarrones impiden el paso de Ia luz. Cuando anochezca no podremos ver una sola estrella: estaremos solos. La gracia de navegar es esta: encontrarnos de frente con lo que somos, solos frente al mar. Debemos probar y probarnos J. -tl i~ de cuanto somos capaces. Navegar es desafiar el aprisionando sus rebeldes cabellos. Frotandose las peligro, enfrentarlo y vencerlo. Nos hemos dado un manos, camino hacia el puente de mando. lujo, navegar, anunciarque queremos ser libres, y eso Cada hombre estaba en su Iugar, con los ojos bien puede ser tornado como un insulto. No tenemos mas abiertos; cada hombre tenia claro que era lo que tenia de lo que somos para enfrentar Ia tormenta que se que hacer y por que no podia fallar. avecina, y es por eso que debemos estar tranquilos. -Nos aguardan momentos diffciles -dijo el El Capitan se subio el cuello de su vieja zamarra, Capitan-, les pido que mantengan Ia calma a toda se acomodo su gorra y comenzo a gritar ordenes costa. Hemos tornado todas las medidas que se con Ia serena autoridad que da la confianza en los estilan en estos casos, pero hay que cuidarse de los hombres que se tiene a cargo. imprevistos. Nuestra goleta debe seguir navegando, -jEh! Trepen por el flechaste y bajen Ia cangreja. no podemos dejarla zozobrar cuando recien se esta Tres mas que arrfen el juanete y el sobrejuanete. encarifiando con Ia inmensidad del oceano. La Ustedes, Silva y Meneses, aseguren los salvavidas borrasca se anuncia grande, y muy poco nos hemos sobre Ia cubierta. jPelayo y Pacheco, que alisten los ejercitado en eso de Ia matematica. He designado en botes por si se produce alguna emergencia! Que el timon al marinero que mas habilidad tiene para Villagran venga a hacerse cargo del timon. Bello, tu los numeros. Si nos va mal en esta prueba, muchos que eres el mas grande, ponte en el primer banco, de nosotros experimentaremos el peligro de quedar debes achicarle el campo de vision a Ia profesora. Hay repitiendo; esta prueba es coeficiente dos y el rector que correr todos los bancos una baldosa mas atras, anuncio que no habra matrfcula para los repitentes. es mejor estar muy juntos en estas ocasiones. La unica forma de poder continuar todos juntos es El viento ronroneaba tibio, Ia luz era mfnima y que todos pasemos de curso. todo adquirfa una extrafia lentitud. Una lluvia gruesa La profesora se paseo porentre las filas de bancos, ca fa rftm icamente, cada goteron pi ntaba una mancha cubierta por su largufsimo abrigo azul. Lo miraba en los uniformes de los muchachos. El Capitan reviso todo, absolutamente todo, desde el fondo de sus todo con mirada aguda, inquisidora. Querfa traspasar lentes oscuros, pero ningun muchacho podia saber Ia piel de los muchachos y descubrir cuanta fe se exactamente hacia donde se dirigfan sus ojos. tenfan. Una rafaga le echo el pelo a los ojos y tuvo -l,Es con nota Ia prueba? -pregunto Meneses, que mirar hacia el norte para quitarlo con sus manos. haciendo el viejo y repetido chiste que esta vez logro Se sacola gorra y volvio a encasquetarsela con fuerza, apenas mover algunos labios. 22 Fernandez repartiolas pruebas y las fue poniendo El corneta alzo Ia voz con dificultad, se puso de boca abajo, banco por banco. Raquiman entrego Ia pie haciendo un gran esfuerzo, se bamboleo y pareda plantilla para las respuestas. que de un momento a otro iba a perder el equilibrio, -Como pueden ver -dijo Ia profesora-, Ia prueba rodar sobre Ia cubierta y caer al mar, allf en medio es de respuestas con alternativas. Cad a pregunta tiene de Ia espuma, de donde no se vuelve. Miro de reojo cinco posibles respuestas, ustedes deben elegir Ia Ia hoja de respuestas de Villagran y dijo: correcta. En total son catorce preguntas, y recuerden -Senorita, en Ia pregunta dos, Ia alternativa, ~es que cada pregunta tiene una sola respuesta correcta. b o b cuadrado? Te~go un borron en mi hoja y no Deben ennegrecer elovalo que corresponda. se distingue bien. -Affrmense, muchachos - musito el Capitan-, - Es b cuadrado -contestola profesora, girando Ia hay tormenta para rato. cabeza hacia Ia izquierda, alarm ada por un cuchicheo Las olas se empujaron unas a otras y golpearon que nunca supo de que bocas habfa salido. con violencia contra el casco de la embarcacion. La Toda Ia tripulacion marco Ia alternativa a de Ia rodearon, Ia acosaron, Ia encerraron en una ronda y pregunta dos. entonaron su canto amenazantes. Raquiman perdio -iCree usted que esto empeorara, Capitan? el equilibrio por los movimientos de la goleta y -La tormenta esta recien comenzando -contesto rodo de babor a estribor sin hallar de donde asirse. este, mirando las nubes- Hay tormentas que suelen Los sfmbolos escritos en Ia hoja de Ia prueba eran sobrepasar las cuatro horas. absolutamente incomprensibles para el. Entre el La prueba resulto demasiado diffcil para los Cocodrilo y Perez lograron sujetarlo y evitar que se escasos conocimientos que tenfan los muchachos. rompiera Ia cabeza azotandola contra Ia baranda de La mala base y Ia falta de ejercitacion cobraron su cubierta, o que cayera al agua . En medio de ese caos, cuenta, aparte de que esa era Ia tercera profesora de el marinero Espinoza se puso de pie con seguridad, Matematica que les hacfa clases en lo que iba corrido saco su pafiuelo y se sono estrepitosamente. Acto del afio. El cuaderno entero se lleno de signos raros seguido, toda Ia tripulacion marco la alternativa C que muy pocos acertaron a entender. de Ia pregunta uno. El Capitan repartio trozos de chocolate para combatir el mareo y los muchachos -AI que sorprenda copiando le quito Ia prueba se tranqu iIizaron un poco, pero el vaiven conti nuaba, y le pongo un uno. las olas estaban de carnaval y Ia goleta les sonrefa Una embarcacion cualquiera ya se hubiera ido a con sus mastiles desvelados. pique. La goleta Virginia no pidio tregua y enfrento 124 l25 altanera cada una de las embestidas del mar embra- It: habfa pedido ayuda. Villagran se mir6la palma de vecido. lu mano estirando sus dedos y luego, con el fndice, _ y si nos empezamos a hundir, Capitan, z,que ~l.: rasc6 Ia oreja derecha: Ia alternativa correcta a Ia hacemos?, z,pedimos socorro por radio? pregunta cinco era Ia d. _ Nada de socorro, marinero, los vel eros antiguos El mar se calm6, parecfa que ya la tierra no se no tienen aparatos de radio. rnovfa bajo las aguas. El viento alej61as nubes y estas _ y si nos alejamos hacia el norte, z,nos seguini se fueron molestas, saJpicando lluvia. la torrnenta? Amaneci6. Atras quedaba una larga noche de -No podemos ir al norte, no tenemos con que. lormenta. A Ia luz clara y limpia del amanecer se El viento sopla hacia el sur y nuestra goleta es un podfan ver nftidas las caras de los muchachos. Esa velero autentico, no un barco mixto. lerrible noche habfa marcado surcos en sus frentes , dejando un poco de oscuridad bajo sus ojos. Estaban -z,Que es un barco mixto? empapados, sucios, con rasmillones y hematomas, -Mixto es un velero que tambien esta equipado pero tranquilos porIa certeza de que habfa pasado para la navegaci6n a vapor. Es necesario cumplir lo lo peor de Ia jornada: Ia prueba habfa concluido. que hace tiempo tenemos estipulado, no debemos - La hemos pasado duro -afirm6 el Capitan-, salirnos del plan concebido y asf derrotaremos a la pero todos respondieron como yo esperaba. tor menta. A una sefial convenida, todos los muchachos se Un marinero aparent6 sentirse sofocado, se puso pararon de sus asientos y comenzaron a entregar de pie y, aparatosamente, se desabroch6 el ultimo sus pruebas cinco minutos antes de Ia hora tope. La bot6n de su camisa, al tiempo que extendfa las tapas profesora no entendi6 el porque del extrafio fen6meno de su chaqueta como si estas fueran las alas de un que habfa presenciado. En Ia sala no qued6 nadie. murcielago. Era el encargado de hacer Ia cortina:junto con stJ movimiento, Ia hojade respuestas de Villagran En grupo compacto y marcando el paso, se diri- vol6 a posarse en el banco del Cocodrilo Meneses, gieron al quiosco de lata. Allf estiraron sus dedos y Ia hoja de respuestas del Cocodrilo vol6 al banco hasta el fondo de sus bolsillos para extraer Ia ultima de Villagran. Otras hojas cambiaron de banco, todas moneda. en lfneas detras de Ia cortina. El marinero Pacheco - No importa que me vaya a pie hasta mi casa Iey6 su prueba con el entrecejo fruncido, alguien lo - dijo el Cocodrilo, poniendo en manos del Capitan punz6 con una regia desde atras; disimuladamente una moneda gruesa-. jEsto hay que celebrarlo! anot6 algo en Ia goma y se Ja pas6 al compafiero que 2 T Todos aportaron una o dos monedas, el Capitan las cont6 y compr6lo de siempre: bebidas y pan dulce. - No hay tormenta que valga con nosotros -exclam6 jubiloso el Pantera Villagran- . No creo que el mar llegue a temernos , pero sf a respe- tarnos. - La goleta Virginia nose hundirajamas -afirm6 CAPiTULO XV el Capitan-, nunca. Formaron un cfrculo con sus cuerpos y juntaron iHombre a1 a.gual sus manos en el centro. Sus potentes voces repitieron eso que alguna vez habfan escuchado: "jUno para todos, todos para uno!" Despues de acabar las bebidas y el pan dulce, el Capitan procedi6, a nombre de Ia tripulaci6n, a dar las congratulaciones al heroe de lajornada: el marinero eguramente estamos cerca de tierra - pens6 Villagran. Este dio dos pasos adelante y se puso firme. el Capitan al ver un tronco ftotando a babor. El Capitan le estrech6 la diestra y, extrayendo del Busc6 gaviotas en el cielo y no encontr6 bolsillo exterior de su chaqueta un diminuto trozo de ninguna. tiza blanca, le pinto la Gran Estrella al Merito Naval -l,Que rumbo llevamos? en la solapa. Villagran simplemente sonri6, sus ojos -Rumbo noreste, Capitan -le respondi6 el se transformaron en apen as dos rayitas bajo la frente. timonel-, rumbo noreste y a catorce millas por hora. Valle y Valdes fueron condecorados en ausencia. Dentro de poco avistaremos Ia Isla de Pascua. Despues de ese anuncio, Ia nave se gobern6 sola y los marineros se colgaron como murcielagos de lo alto de los mastiles. Todos querfan ser los primeros en avistar las enormes estatuas de piedra. - l,Que dfa es hoy, Capitan? -Domingo, marinero, domingo. En alta mar todos los dfas son domingo. l -ct29 r"- Domingo era para los muchachos sinonimo de clases para pasar lista, ademas de colgar un enorme tranquilidad, de alegrfa, pero era un dfa raro, un dfa planisferio sobre el pizarron. que podrfa ser perfecto sino fuera porque no tenfan - Ya conocemos Ia Isla de Pascua, (,adonde vamos que ir alliceo, asf que toda Ia tranquilidad juguetona ahora? del domingo se quedaba sin lo mas importante: se -AI norte, mas al norte -dijo Pelayo- . Buscare quedaba sin ser compartida. algun Iugar interesante en mi atlas. Echaron anclas en una ensenada natural de la Isla -Vamos a las Islas Galapagos -propuso Silva-, de Pascua. Bajaron a tierra y corrieron porIa playa y tengo ganas de tener una tortuguita. los roquerfos. Midieron con sus brazos el ancho de La profesora les dio Ia tarea de encontrar algunos los moais y en la tarde organizaron una excursion puntos en el mapa y anotar en sus cuadernos Ia ubi- al volcan Rano Raraku. cacion relativa, y despues, la ubicacion matemcitica. El indio Raquiman estaba indignado: en una Para ella fue una sorpresa que los alumnos hubieran hora de caminata, entre el, Pacheco y Juan Navarro tardado tan poco en realizar lo pedido y cometiendo habfan recogido mas de cincuenta tarros de bebidas, solo mfnimos errores. botellas plasticas y miles de colillas de cigarrillos. Desde cubierta divisaron el Morro de Arica, -(,Que hacemos con esto, Capitan? siguieron al norte y llegaron a El Callao. Tuvieron - Es una buena pregunta, que no tiene todavfa viento favorable y arribaron muy rapido a donde una buena respuesta -dijo el Capitan. querfan llegar. No era costa, era solo un trozo de Limpiaron Ia playa, marcaron sus pies desnudos mar color esmeralda. El agua era verde transparente en Ia arena, miraron el cielo azul. El ruido de unjet y tibia: habfan llegado al Ecuador. zumbo en sus ofdos. Cruzar el Ecuador era una fiesta marinera, una -Nuestra goleta es silenciosa -penso el Capi- gran tradicion, y eso los muchachos lo sabfan. Ama- tan-, no contamina. jNo hay tesoro mas grande rraron un tablon al trinquete y lo pusieron igual que que el silencio, no!jNO hay energfa mas limpia que un trampolfn de piscina,salvo que Ia piscina que ellos el viento! tenfan era Ia mas grande del mundo: todo el mar. Pacheco cerro el album de fotograffas justo -Estamos cruzando el Ecuador - grito el Capi- cuando iban a contemplar una imagen aerea de toda tan por el megcifono- , el Sol alumbra exactamente Ia isla. La profesora de Ciencias Sociales ya habfa sobre nuestras cabezas. dejado su cartera sobre Ia mesa y abierto ellibro de Torno ellibro bitacora y marco al azar un nombre, el del primer marinero que serfa arrojado a las aguas. Meneses si nti6 sonar su nombre y arranc6 a encerrarse hombre de mar y rey de los oceanos, echaron botes en su camarote, pero tres muchachos lo siguieron y al agua y jugaron a Ia guerra de abordajes. La goleta le dieron alcance. Aunque forceje6 un poco agarnin- estaba anclada frente a Ia costa, cerca de la playa de dose firmemente de Ia escalerilla que comunicaba Esmeraldas, en una costanera llena de palmeras en cubierta con el primer piso, fue en vano. Ia que hermosas negras y mulatas vendfan cocos y - Por lo menos dejen que me quite Ia camisa tajadas de pifia. Negros atleticos como pan teras refan -grit6. y tomaban cerveza sentados en el respaldo de un - No, senor - dijo Villagran-, sin camisa no escafio de plaza. Eran negros descendientes de los tiene gracia. primeros esclavos trafdos desde Africa a trabajar a los ingenios cafetaleros. Los muchachos vieron con Le vendaron los ojos y lo hicieron caminar por sus propios ojos que esos negros eran casi azules. El el tabl6n. Meneses disfrutaba dando cada paso. negro Navarro, parado junto a un negro de verdad, jEste sf que era un juego entretenido! El mar estaba era casi plomo. tranquilo y Meneses avanz6 tanteando primero con Ia punta del pie, esperando alcanzar el extremo del Lleg6la noche y las aguas no se enfriaron, por lo tabl6n para lanzarse, pero no logr6 su objetivo. Antes cual pudieron haber seguido jugando hasta el ama- de llegar al final le sacudieron el tabl6n y cay6 de necer. Levaron anclas muy de manana y partieron espaldas al agua. Brace6 gozando cada movimiento, rumbo al norte. se sac6 Ia venda y nad6 hasta alcanzar el ftotador -z,Ad6nde vamos, Capitan? que le arrojaron amarrado a una cuerda. El segundo - Adonde nosotros queramos , marinero. Somos en ser arrojado al agua fue Pacheco; luego les toc6 a libres. Villagran, Navarro, Silva, Raquiman y Espinoza. La Varios tripulantes desenrollaron el ajado planis- cafda de hombres al mar se fue haciendo cada vez ferio, lo estiraron sobre el piso de cubierta y leyeron mas rapida y sin ceremonial. El Lagarto Jara se neg6 en voz alta los nombres de los puertos cercanos. a que le vendaran lavista y, sin esperar su turno, se -(,Buenaventura es puerto, Capitan? Ianzo a toda carrera por el tab16n, dio una vuelta en -No lo se, marinero, si vamos alia lo sabremos. el aire y cay6 al mar perforando los aguas con una (,Queda muy lejos? perfecta zambullida. Mas de una hora estuvieron divirtiendose asf. El Capitan tambien fue arrojado, - Relativamente, senor. Podemos ir allf y luego y apenas le permitieron que se quitase la gorra. cruzar por el Canal de Panama y nos vamos a Flo- Cuando el ultimo marinero se hubo graduado de rida. Un Iugar con un nombre tan hermoso debe ser hermoso tambien. 132 133 Navegaban a pleno sol, unos tirados sobre cubierta, No alcanz6 a terminar la frase cuando Ia almo- otros persiguiendose por lo alto de las escalerillas y hadilla Je diode Jleno en la nariz. En el otro extremo trepando por los tejidos de cordeles. El Lagarto Jara de Ia sala, Silva se refa agazapado bajo una mesa. y Quiroz subieron hasta Ia punta del palo mayor y, -Para ti, el Lagarto -le grit6 Pelayo a Silva-. con un plum6n de tinta azul, pintaron una tetra Q y Conmigo y el Capitan las van a ver negras. una llave de sol en Ia vela mas alta. A cierta hora el Se sacudi6 el polvo de tiza que tenfa en Ia cara Capitan, el Lagarto, Silva y Pelayo quedaron solos en con la manga de su chaleco y se dispuso a Ia lucha. Ia cubierta, mientras el res to del curso se encontraba Pelayo cogi6 Ia almohadilla, Ia pase6 por todo el en la multicancha en clases de Educaci6n Ffsica. Ellos pizarr6n y la devolvi6 con fuerza y certera punterfa. no habfan trafdo equipo de gimnasia. Silva qued6 con Ia boca y el menton empolvados. -Yo estoy resfriado -argument6 Pelayo-. Mi Eran cuatro guerreros los que habfa en Ia sala, mama me hizo un justificativo. dos para cad a bando, y un solo proyectil. El Capitan - Yo no tengo nada, estoy mas san ito que vaca pens6 que habfa que hacer el juego mas divertido, de exposici6n -dijo Silva-, y porque quiero seguir asf que antes de que el Lagarto recogiera la almoha- estando sanito es que no hago Educaci6n Ffsica. En dilla, tom6 uno de los zapatos de alguien que habfa el camarfn estan tapados los desagi.ies y todo es una olvidado guardar su ropa en el camarfn y lo lanz6, poza de infecciones. dandole en una pierna al Lagarto. Este sonri6: cerca -Yo estoy bien -dijo el Capitan-, pero como de donde estaba tambien habfa zapatos. nos siguen cambiando el horario, me equivoque y Un mocasfn cafe Je dio en pleno pecho al Capi- traje el block de dibujo en vez del equipo. tan, quien lo recogi6 y lo lanz6 con fuerza, pero sin -(,Que hacemos? -pregunt6 Silva. punterfa. -Yo creo que es mejor que nos encaletemos en Ia El Lagarto tiro una zapatilla y se parapet6 tras sala y no nos andemos venteando - dijo Pacheco-. una mesa volcada: esa fue Ia sefia. De un momento Montenegro recien se dio una vuelta por aca y parece a otro se habfa iniciado una lluvia de fuego. Pelayo que anda con pintura de guerra. y el Capitan cuchicheaban mientras se repartfan los - Podrfamos ira comprar el diario -dijo Pelayo-. proyectiles; estaban confiados, sabfan que el enemigo Yo me pongo con cero coma cero dos U.F. -y mostr6 no tenfa con que disparar. El Lagarto levant6 la dos monedas. cabeza y un zapato le rasp6 una oreja. Luego vino otro y el lo atrap6 en el aire, pero no Jo devolvi6 de inmediato, habfa que esperar, esa era Ia tactica. 134 Silva logro hacerse de la almohadilla y tambien de la mesa ya volcada. El y Silva no ten fan Proyectiles, un bototo. estaban a merced del enemigo, de modo que lata -Yo los distraigo y tu das vuelta Ia mesa del aprovecho de hacer aun mas alta su trinchera, equi- profe ~Ie dijo el Lagarto a Silva. librando una silla sobre ambas mesas. Se Paro de un salto y los miro desafiantes, ofre- - Ya noes trinchera -le grito a Silva-, ya parece ciendoles todo su cuerpo como blanco. Tres zapatos fuerte. lo buscaron y solo uno lo alcanzo en el estomago. El Lagarto Jara diviso un zapato a su derecha, Silva ya habia volteado Ia mesa, allf se refugiaron . cerca de la puerta. Los dos se quedaron en cuclillas, esperando los - Si corro rapido lo cojo, y no me alcanzan a dar movimientos del enemigo. -penso, y sin dudarlo un segundo corrio a tomar -Siempre me ha gustado mas la guerra de trin- el zapato y regreso como un rayo, lanzandose con chera que el combate a campo abierto -comento todas sus fuerzas hacia Ia trinchera para esquivar Silva, hacienda punterfa con una cascara de naranja. una almohadilla que ya buscaba su rostro. AI hacerlo Se reanudaron las acciones y el bando de Pelayo su hombro rozo Ia mesa superior y la construcci6n y el Capitan saco Ia peor parte. se tambaleo al grito de guerra del enemigo, que se -Si tenemos una trinchera mas alta podremos Ianzo al ataque final. disparar de pie - dijo el Lagarto-. Las trinche·ras El frfo lo ataco porIa espalda yen ese segundo altas SOn mas comodas. qui so haber estado ami les de kilometros de ahf. Miro Un Zapato se desvio y salio por una ventana. las blancas velas de Ia goleta, tenfa en sus manos -Ese misil debe de haber sido de fabricacion Ia pata de una silla, la cubierta de Ia mesa se habfa nacional - bromeo Silva. partido en dos con la cafda y, desde Ia puerta de Ia sala, Montenegro lo invitaba a que lo acompafiase. Los muchachos nose cansaban del esfuerzo. Sus caras lucfan brillantes, solo en media hora habfan -jHombre al agua! -grito el vigfa. quemado muchas mas calorfas que aquellos de sus -l,Quien?, i,donde? companeros asistentes a Ia clase de Educacion Ffsica. - El Lagarto Jara, Capitan. Cayo por estribor Pelayo ya no se acordaba de su resfrfo ni de su dolor mientras subfa a colgar a sus bluyines en Jo alto para de huesos. que se secaran con Ia brisa tibia de Ia noche. La escaramuza mas dramatica se produjo cuando Ya en la oficina del rector, el Lagarto debio dar el Lagarto tomo una mesa chica y Ia coloco sobre explicaciones. -Yo fui, senor -dijo pestafieando-. Hice Una las miradas. El era el Lagarto, tenfa un nombre, un torre con mesas y sillas y se me cay6. orgullo, se mostraba entero en Ia desgracia. El era un El rector busc6 infructuosamente Ia mirada de zafado, el habfa estado en todas, no podfa cambiar ese estudiante, pero el marinero Jara corrfa por Ia de actitud en los ultimos minutos de permanencia playa de Isla de Pascua. en el liceo. Esa habrfa sido una traici6n a sf mismo. Con movimientos lentos, meti6 sus cuadernos en su -Ustedes estaban advertidos - dijo el rector-, se lo dije, un desacato mas al reglamento y se van . mochila, mir6 al Capitan y le dijo despacio: i_,Se acuerdan de que se los advertf? - Presta me dos monedas para Ia micro. Jara sigui6 en silencio, trep6 por una delgada -i_,Te suspendieron? palmera y, machete en mano, tumb6 cocos en Ia -Me rajaron. playa de Esmeraldas. Esa fue toda su respuesta. Hizo un gesto enco- - Este Complejo Educacional ha costado C<Jns- giendo los hombros y sali6 de Ia sala. truirlo, a mf nadie me ha regal ado nada. No podel1)os Pelayo subi6 deprisa a la cofa para tratar de darnos el lujo de tener aquf a gente que a diario divisar al que habfa caido al agua. Los muchachos sobrepasa el reglamento y, mas encima, las emprende hicieron todo lo que se debfa hacer en este tipo de contra el mobiliario. emergencia, las maniobras de rescate las conocfan - Si obedecieramos el reglamento no nos podrfa- al dedillo. Tiraron los botes, rastrearon el Iugar, mos n i mover. gritaron llamando al cafdo, pero no hubo respuesta. Eso fue lo unico que el Lagarto alcanz6 a decir El Lagarto se hundi6 en las aguas al oscurecer en su defensa: el rector lo sac6 a empujones y gritos de un lunes, y no volvi6 a salir a flote. de su oficina. Firm6 de inmediato Ia cancelaci6n de AI irse, caminaba lentamente bromeando con las su matrfcula. Expulsado. pequefias baldosas rojas del pasillo. Era el mismo Jara cruz6 los dos patios centrales y se diri- Lagarto de siempre, largo, huesudo, con una columna gi6 hacia Ia que habfa sido su sala para buscar su vertebral casi ala vista cuando se sacaba Ia camisa. mochila. Era un lagarto. Ahora arrastraba un poco los pies a Cuando entr6 en ella, Ia profesora se qued6 en cada paso. Montenegro lo segufa, vigilaba sus ultimos silencio, mientras un sentimiento de congoja se ap<Jde- movimientos, le pisaba Ia sombra por ultima vez. raba de todos los muchachos. Jara no habfa golpeado Lentas las dos figuras , guardia y prisionero, Ia puerta, habfa aparecido de improviso dibujado pasaron frente a Ia inspectorfa general. El Lagarto en el umbral. Elev6 su mirada por encima de toctas percibi6 su figura reflejada en los cristales. Se alegr6 138 B_ de verse sereno. Tambien vio Ia cara de Montenegro: este estaba feliz, exhibfa orgulloso Ia pieza recien capturada. Era el mismo Lagarto de siempre con sus orejas eternamente grandes y eternamente rojas. -Adios, Lagartito -se dijo a sf mismo-, nunca mas. - Apurese - rugio Montenegro. CAPITULO XVI El mar se intranquilizo mas a cada segundo. -i,Que rumbo llevamos? -pregunto Pacheco. Travesia final -AI sur, por el Pacffico rumbo al sur. Llovfa cuando los muchachos se formaron en cubierta. El Capitan tomo el 1ibro bitacora y paso Jista. Cuando dijo: - Marinero Lagarto Jara. unto al quiosco de lata los muchachos - jMuerto en acto de servicio! - respondieron todos. El corneta toco silencio y los viejos canones de bronce de Ia goleta dispararon al cielo balas de salva. En lo alto del palo mayor flameaba el emblema J conversaban. El tema era el mismo de los ultimos dfas: el Lagarto Jara. Alguien dijo que lo habfa visto en la calle, que lo diviso desde una micro en un barrio bastante alejado del liceo. Hacfa poco que se habfa cambiado de casa y que el mismo Lagarto pintara, pero ahora con un nadie conocfa su nueva direccion. Nadie sabfa nada, crespon negro. nadie supo dar un dato concreto sobre el. El nombre El Lagarto camino por Ia ciudad sin rumbo del Lagarto fue cobrando sabor a pasado: era para fijo. ellos un ejemplo y un orgullo. -EI ya no esta, porque era el mejor de todos nosotros - dijo Meneses - . Cualquier otro en su Iugar, se hubiera an·astt·ado y quizas hasta hubiese llorado para que no lo echaran. El Capitan m iraba y escuchaba. Cuando Meneses termino de hablar, dijo: 140 141 - Este no es el modo de recordar a un amigo que Los muchachos se detuvieron frente a Ia pucrta , siempre se refa. Debemos seguir igual que antes, no el Capitan se adelanto con gesto seguro y Ia abri6. debemos darle a Montenegro el triunfo de vernos - Permiso, senora -dijo-, venimos llegando con pena y derrotados. atrasados porque estabamos en la inspectorfa por -jLa profesora de Castellano va rumbo a Ia sala! el problema de un vidrio que se rompio. z,Podemos - grito el corneta. entrar, no? Un grupo de marinos emprendio una veloz carrera Los muchachos ya se estaban acomodando en sus para llegar primero que ella. Sabfan bien que, una respectivos bancos, dan do por hecho que la profesora vez que esa profesora llegaba a Ia sala, cerraba Ia aceptarfa las excusas que el Capitan le habfa ofrecido. puerta, no permitiendo que entrara nadie mas, y -Bueno, si estaban en la inspectorfa en algo tambien , que nadie podfa salir antes de que ella lo importante, vaya usted y me trae una lista de todos hiciera. El Capitan y sus mas cercanos no se apura- los que estaban allf, firmada por el inspector. De ron, permanecieron tranquilos comiendo el trozo de otro modo, no entra ninguno ami clase. Ahora salga, pan que les quedaba y terminaron sus bebidas. Dos tiene tres minutos para volver. bebidas y dos panes para siete muchachos, consu- El Capitan pestaneo y algo raro paso por su midos lentamente, con el fin de que les durara todo mirada. el recreo. La profesora, envuelta en su abrigo negro, - z,Para que nos hace perder mas tiempo, senora? se perdio doblando hacia un extremo del patio. Los muchachos devolvieron los envases y empezaron a -pregunto. caminar con calma. El Lagarto no habrfa corrido, Luego se volvio a sus marineros. y eso lo sabfan. Con paso cansino cruzaron el patio. -jNada podemos hacer! -exclamo, mirando No habfa nadie mirandolos, pero ellos demostraron hacia lo alto del palo mayor en busca de una expli- que no ten fan miedo, que despreciaban esas reglas y cacion-. Se nos ha destrozado el velamen y tenemos que, de buenas ganas, no entrarfan a esa clase donde una averfa en el timon . Estamos a Ia deriva y el mar imperaban extremadamente el orden y Ia seriedad. se torna amenazante. En las clases de musica , en cambio, habfa libertad - A Ia deriva yen el Golfo de Penas -le recordo para refrse, conversar y pod fan cantar las canciones Villagran con desaliento. que a ellos les gustaban. Todos querfan estar dentro - Solo nos queda esperar. de Ia sala y nadie buscaba pretextos para no asistir. - z,Esperar que, Capitan? 142 -Lo que sea, que la profesora se olvide de este la crftica situaci6n en que .se encontraban. Hasta ah f asunto, por ejemplo. Por lo pronto, temo que no poda- lleg6 Montenegro Iibreta en mano. mos volver aclases y lo mejor es que nos escondamos -Yo sabfa que tenian que estar aquf, palomitos. en alguna parte. No podemos quedarnos parados en Conozco bien a mi ganado -agreg6 en tono de medio del patio en hora de clases. burla. -Lomas probable es que encallemos, Capitan. El Capitan fue el primero en ingresar a Ia oficina Debemos prepararnos para lo peor. del rector, sus muchachos le seguian a corta distancia. El Capitan mir6 hacia lo alto. Los mastiles lucian Ninguno de ellos temblaba, estaban serenos, inmu- apen as unos trozos de velamen. La bandera del curso tables. Tenfan el mismo aire de orgullosa insolencia que pintara el Lagarto se mantenia doblada, suelta que habfa Iucido una semana antes el Lagarto lara. de una punta ... pero estaba. Con las manos tomadas en Ia espalda, escucharon - La bandera debe flamear -dijo el Capitan-, los cargos: indisciplinas reiteradas, no cumplir con ahora mas que nunca es necesario. el uso del uniforme, atrasos, burlarse del inspector Sin esperar Ia orden, Raquiman subi6 por Ia y de los profesores, esconderse en los banos durante escalerilla de cordel y luego se abraz6 al palo mayor las horas de clases. y comenz6 a trepar con gran esfuerzo. Con cuidado El rector se arrellan6 en su si ll6n y sus manos liber6 Ia punta atrapada y Ia bandera flame6 libre, cobraron una repentina actividad. Sus dedos se atrevida. movfan como buscando al tacto algo perdido sobre El viento y las olas jugueteaban con Ia fragil su escritorio. Los muchachos miraban de reojo esas Virginia. manos, comprendiendo que toda Ia violencia que -Esa bandera Ia puso el Lagarto -record6 habfa en ellas caerfa sobre sus cabezas. Pelayo- . Es mejor que flamee, ella tambien sabe -Conque estas tenemos,jovencitos, asf es que este que nos aguardan momentos dificiles. es el tipo de hombre que se forma en mi liceo, asf es El cielo se cubri6 como si Ia Tierra entera hubiese que todo nuestro sacrificio term ina en estas alimanas sido envuelta en un hule negro, y fue imposible ver -el rector dio un punetazo con su mano izquierda, una sola gaviota revoloteando en las alturas. La entretanto buscaba un lapiz-. i,jEstamos formando tempestad estaba aduenandose de todo. mentirosos que se burlan de todo el mundo!? -volvi6 a preguntar el rector gritando-. jNo, senores!, esto El Capitan y sus hombres se ocultaron por dos se acab6. Hace demasiado tiempo que ustedes vienen horas en los banos. Dos horas de silencio, de mira- dando problemas. Siempre solapados, escondidos, das nerviosas, imaginandose mil desenlaces sobre l -tl44 T nunca dan la cara, pero ya les llego su cuarto de hora, -Senor -dijo el corneta adelantandose-, me se les acabo la fiesta. Este no es ni sera un liceo que parece que todos hemos cometido Ia misma falta y ampare a pandilleros. no es justo que el castigo sea mayor para uno. Montenegro permanecfa de pie, quieto como un -jEs justo, noes justo! -grito el rector fuera de rompeolas. sf-. El unico que tiene derecho a decidir eso aquf El Capitan separo sus manos, que tenfa cogidas soy yo. Yo soy el encargado, yo soy el rector, iP no a Ia espalda, y dio un paso adelante. se lo habfan dicho nunca? jSalgan de aquf inmedia- -Senor -dijo-, es verdad que hoy llegamos tamente! jPandilleros! jSalgan de mi vista! atrasados a la clase, nos entretuvimos en el recreo Montenegro siguio el ejemplo de su jefe y, con y se nos paso Ia hora, pero si mentimos fue porque indignacion, los saco a empujones de Ia oficina. querfamos entrar y no porque querramos perdernos -Capitan, encallamos, no nos podemos mover. Ia materia. En medio del negro de Ia noche se divisaban man- Las manos del rector se quedaron quietas, se chas aun mas negras. Era un roquerfo, un pequeno pusieron blancas, mientras el rostro se le tornaba islote de origen volcanico. rojo. Le temblaba Ia barbilla y sus ojos amenazaban -Puede ser que mas tarde suba un poco Ia marea con saltarse de sus orbitas: lo saco de sus casillas -comento el Capitan, con voz apenas audible entre el ver que el Capitan no temblaba al hablarle, no tenfa golpear de las olas contra las rocas y contra el casco las manos cogidas a Ia espalda como una forma de de Ia pobre Virginia-. Puede que para entonces el respeto, sus brazos le colgaban lacios, los hombros cielo este despejado y naveguemos por aguas mas erguidos, sus pies estaban separados el uno del otro tranqui las. y firmes en el suelo. Su mirada se poso en el rostro -Quizas, Capitan -comento Meneses-, nose del rector, ya no habfa nada que temer: Ia suerte si volvamos a navegar. Se nos esta filtrando agua, estaba echada. con el choque se dano el casco. -lAsf que usted es el caudillo? -interrogo el - Esta haciendo frfo - dijo el Capitan levantando rector mirandolo como si se tratara de un insecto raro, Ia voz-. Reparta mantas para todos. orgullo de algun museo- . Pues bien -continuo-, El grupo salio del liceo con los libros bajo el con usted toman~ medidas especiales. brazo: habfan sido suspendidos por dos semanas. Dos El Capitan aguantaba el viento con su zamarra semanas de suspension justo cuando se iniciaban las abierta. El viento le daba en los ojos, pero no los pruebas finales, lo que significaba que las posibilida- cerro. des de repetir el ano eran enormes. Toda la pericia J .... 47r- y'\ que ten fan, toda su experiencia de avezados marinos no habfa sido suficiente. Ni Neptuno ni San Pedro Pescador habfan escuchado sus ruegos. Dos semanas estarfa encallada la goleta Virginia, prisionera en medio del mar, deterionindose, con su bandera hecha jirones, con sus mastiles siempre amenazados por la furia del viento. CAPiTULO XVII Los apoderados fueron llamados al liceo por medio de un telegrama. El inspector procedi6 a Virginia mostrarles ellibro de anotaciones , donde pudieron leer muchas veces el nombre de sus pupilos. Cada marinero tuvo su tormenta propia en casa, y muchos quedaron encallados en sus dormitorios sin poder salir a la calle. Largos dfas, eternos dfas aguantando el embate 1 rector jugaba feliz con su calculadora del viento y de las olas. cuando Virginia irrumpi6 en su oficina. - Esta noche habra olas gigantes, Capitan, y no - jCaramba, que sorpresa tan agrada- vend ran a jugar. ..__ - ..l ble para esta hora de la tarde! - Ojala venga una realmente grande y nos zafe -Vengo a pedirle una sola cosa: que revoque la de una vez. medida de suspension de mis alumnos. - Diffcil, marinero, hoy el cielo no esta para - Chiquilla, no se tome las cosas asf tan a milagros. pecho .. . - ;,Que podemos hacer, Capitan? - Senor. ..,cualquiercosaque mis alumnos hayan - Nada. Esperar. Nada. hecho es entendible por el grado de abandono en que se encuentran. Virginia temblaba, pero no de miedo, sino de rabia. - Senorita, le insisto en que usted, enojada, se ve preciosa. Virginia se mordio los labios. Silencio. El rector -Senor, si usted suspende a mis alumnos sin le busco los ojos y luego fue recorriendola comple- tomar en cuenta mi opinion, me pone en una situa- tamente con su mirada. cion diffcil, yo ... El rector volvio a subir los ojos y choco con el -Hay una carta de renuncia tipo. Pidasela ami rostro limpio de Virginia. secretaria, firme y ya. Nunca me habfa equivocado -(.Termino de mirarme? tanto con una persona. -Senorita, olvidemos a estos vandalos. Para el - Yo no voy a renunciar, senor rector. Si qui ere proximo ano le ofrezco Ia jefatura del primero A. que me vaya, echeme. -Senor. Fue un error concentrar a los postulantes Virginia dio un portazo que casi desmorono los de mas bajo promedio en un solo curso, fue un error vidrios biselados de Ia puerta de Ia oficina. Tras Ia arrinconarlos en esa bodega de trastos viejos. Es un puerta quedo el rector con Ia cabeza apoyada en su error tenerlos tanto tiempo sin profesores, Ia rotacion escritorio, desconsolado, si n poder entender como de profesores es un error. El trato que les dan los habfa tanta maldad en Ia gente. inspectores es indigno. Solo hay represion , nada de Montenegro corrio presuroso a consolarlo. prevencion ni rehabilitacion, nada. Virginia tiritaba, estaba a punto de llorar. -zAlgo mas, senorita abogada del diablo? -Senor, reconsidere la medida de suspension de los muchachos, ellos no son malos, solo estan desorientados. Si Ia suspension se concreta, va a repetir todo el curso. -Esa es la idea, senorita. La voz del rector so no profunda, como si sal iera del fondo de un crater. Virginia miro por Ia ventana hacia el pasillo y pudo ver a sus muchachos caminando cabizbajos rumbo a Ia calle. Atras, iba Montenegro. CAPfTULO XVIII Espera I Capitan y sus muchachos aguardaban. Atentos al movimiento de las aguas, esperaban un milagro: soltarse antes de _, las dos semanas. Ellos se enteraron de que Virginia se habfa enfrentado al rector y que habfa sido en vano. En represalia, este Ia envi6 en representaci6n del colegio a un seminario sobre seguridad en el tninsito. El objetivo del rector era alejarla de los muchachos y, de paso, humillarla, minar su fortaleza para obligarla a renunciar y asf deshacerse de ella sin desembolsar un peso. Las dos semanas de suspension estaban llegando a su fin. Los muchachos recobraron unas mfnimas pensaron y repensaron todo lo pasado. Repararon y dos, exhaustos. Ya no era una alegrfa navegar, era alzaron las velas. una tortura, una constante amenaza, un inequfvoco Desde el norte vieron venir una ola enorme. La aviso de desgracia. goleta se alzo y quedo suspendida en Ia cresta de Ia La lluvia no cesaba. Montenegro estaba siempre ola, giro luego como una roca desprendida de una sobre sus cabezas, siempre allf, vigilandolos, obser- estrella que muere y fue a dar sesenta metros mas vando cada uno de los movimientos que hacfan. al norte, a sesenta metros del roquerfo. AI fin habfan AI encargado de las sefiales de Ia noche le fueron desencallado. Los muchachos gritaron de alegrfa requisados los fosforos y las antorchas. Navegaban y corrieron a sus puestos. Las seguras manos de a tientas, Ia niebla no dejaba ver nada, las luces de Meneses tomaron el timon, que ely Villagran habfan los faros se ocultaron al paso de Ia goleta. El mar, el reparado. Enfilaron la proa hacia el Sol y navegaron gran amigo, parecfa no reconocer a los muchachos, tranquilos mientras el cielo recuperaba su azul. los trataba como a extrafios. Otra vez estuvieron en clases. En clases, para Visiones terribles se les presentaron en el cielo. el postrer esfuerzo por navegar todos juntos al afio Mil corceles demonfacos arrastraron enormes rocas, siguiente. Las pruebas e interrogaciones se sucedieron comenzaban los truenos. Llovfa con fuerza. La inclementes. El Sol se volvio a ocultar; ese serfa el oscuridad se hizo total y solo era rota cuando un ultimo ocaso. Navegaban por aguas cada vez mas rayo se clavaba en las aguas. Eran miles de rayos, alborotadas. sal idos del cielo, todos tratando de darle a la Goleta El Capitan tomola almohadilla y Ia tiro at suelo, en el corazon. comenzo el ultimo partido de "hoyitos" y patadas, -t,Por donde vamos, Capitan? el ultimo que jugaban sobre la cubierta con el mar -Por el Cabo del Diablo, marinero. No se Sl inquieto y amenazante, siempre al acecho. Jugaron podamos doblarlo. como nunca, con fuerza, y cada patada recibida era - Se equivoca, Capitan -dijo el Pantera Villa- un saludo y·un adios; cada "hoyito" era un hasta Ia gran-, este es el Cabo de Buena Esperanza. vista, si tenemos Ia suerte de encontrarnos. Alguien -Ese es otro nombre, pero es un mismo Iugar. pateo Ia almohadilla demasiado fuerte, esta cayo al agua y el mar se Ia trago. Fue requisada por Mon- Para nosotros es el Cabo del Diablo. tenegro. La goleta enfilo hacia el este en un ultimo esfuerzo Las borrascas se sucedieron muy rapido una tras por doblar hacia el fndico. otra, y los muchachos comenzaron a sentirse cansa- -jUn barco a estribor! -grito Espinoza- jUn que allf ocurrfa, cada gesto, cada ex presion. Ese era velero se acerca! el oxfgeno que se llevarfan para el futuro. Hubiesen Los muchachos corrieron a estribor y, entre las querido detener el tiempo y quedarse navegando por tinieblas, se hizo Ia luz de veinte rayos. En direccion siempre, como el Holandes Errante. contraria a ellos vieron venir un velero de mastiles -No -contesto el Capitan cuando se lo plan- negros y velas rojas. En silencio las naves se acercaron tearon- . Se que no podremos doblar el Cabo, como casi hasta toparse. En el puente del extrafio navfo se tam poco pudo hacerlo el Holandes, pero ese capitan diviso un hombre, un hombre enlutado. La nave se juro doblarlo, aunque para eso precisara de toda Ia alejo y los muchachos tuvieron Ia certeza de que su etern idad. Por eso fue castigado, y ahora surca todos travesfa estaba por acabar. los mares causando panico. La goleta Virginia no - Hemos visto al Holandes Errante - dijo el se merece un final asf. Ella jamas querrfa asustar Capitan- . Es el barco maldito, un barco condenado a nadie. a navegar por Ia eternidad. -l,NO hay forma de salvar nuestra nave, Capitan? Al oriente, se abrieron las aguas y aparecio el - Lo unico posible es hablarcon el rector, implorar, Titanic, clavado en el mar, como un cuchillo gris de rogar que nos den nuevos plazos para las pruebas. empufiadura de diamantes. Pero eso serfa manchar las blancas velas de nuestra -Es el fin - comento Pacheco-, son avisos de goleta. No hemos navegado todas estas millas para, que nuestro fin esta cerca. al final, encadenarnos al puerto que ellos quisieran. Todo conspiraba, Ia oscuridad, las olas, el timon - l,Nos hundiremos, Capitan? nuevamente averiado. De un momento a otro podfan - Nos hundiremos para seguir navegando. En estrellarse contra algun roquerfo. Eso lo sabfan y ya el fondo del mar deben de haber otro cielo y otras estaban resignados. Habfan elegido su suerte, y de aguas. Cruzaremos todo el mar, enfilaremos la proa eso no se arrepentfan. hacia lo profundo. Eso es lo mas justo. Se habfan dado ellujo de navegar, habiendo sido Los muchachos asintieron con Ia cabeza. advertidos de que estaba prohibido. Ahora sabfan que tal vez les quedaban solo minutos embarcados todos juntos. Trataban de grabar en su memoria cada segundo, era Ia unica forma de pelearsela al paso del tiempo. Querfan conservar para siempre cada detalle de lo J. -caS T CAPfTULO XIX A navegar ~iempre a goleta Virginia navegaba tristemente, su L quilla apenas se sumergfa en la superficie de las aguas. Alia lejos, en el pasado, han quedado las alegres travesfas a las Islas Canarias, a Ia peninsula de La Florida, Isla Magda- lena, Isla del Caballo Blanco y Puerto Eden. Sus tripulantes miraban el horizonte desde cubierta, y la otrora feliz goleta se quejaba en cada roce de las aguas y el viento. Sombrfa, sin color, cansada, la goleta Virginia esperaba. Sabfa emil era su destino. - Muchachos, el cielo se oscurece aun mas por el norte, la tormenta que estamos soportando es segu- ramente la definitiva. En el mes de noviembre no vimos el Sol. En diciembre, ni la luz nos ha asistido. Estamos pagando tributo por querer navegar libres. 159 A muchos de nosotros no nos alcanzani la nota para cada embestida. Avistaron Ia Isla Desolaci6n, pero pasar de curso y, si repetimos, no nos aceptanin nue- una ola gigante tom6 Ia goleta y Ia elev6 en el aire, vamente en este liceo. La senorita Virginia sigue sin y desde las alturas la solt6 y la azot6 contra el mar. venir a vernos por voluntad del rector. La orden que Jugaban las olas con Ia pobre Virginia y ella estaba les doy es que el que pueda pasar de curso lo haga, indefensa. Pasaron frente a la Isla del Diablo. El y que no escatime esfuerzos para hacerlo. Capitan y sus hombres permanecfan de pie sobre Una enorme ola se encaram6 por Ia cubierta y la cubierta. los moj6 a todos. La goleta se bambole6 y sus tablas En medio de la lluvia, los truenos y el mar embra- dieron un quejido corto, como el de una ballena vecido, Virginia se visti6 de blanco, y colg6 en sus arponeada en el coraz6n. mastiles sus impecables velas como Ia primera vez Ninguno de los muchachos hizo un solo movi- que se hizo a Ia mar. Ese era su postrer saludo a los miento. Estaban a pie firme , se dieron un apret6n de muchachos. Muchos rayos y relampagos Ia iluminaron manos y comenzaron a entrar a Ia sala, donde les y Ia luz se reftej6 en el blanco de sus velas. informarfan de su situaci6n final. La voz de Montenegro segufa sonando. El viento Montenegro los mir6 entrar y se sonri6. furioso quebr6 el palo mayor a Ia altura de la cofa. Tres El inspector empez6 a leer el nombre de cada velas cayeron al mary desaparecieron. Otro mastil muchacho y el in forme de notas y conducta a medida fue arrancado de cuajo por una ola que lo atac6 en que los vefa entrar. remolino. El corneta rod6 por Ia cubierta y cay6 a las aguas, su cabeza se asom6 por entre Ia espuma, - Espinoza, repite. luego se volvi6 a hundir para no volver a aparecer. Todas las miradas buscaron Ia de Espinoza, el La voz del inspector ocup6 todo el espacio. gordo Ia clav6 en el suelo. -Pelayo, repite. -Villagnin,repite. Raquiman,repite. Silva, repite. Un auxiliar entr6 presuroso ala sala y le dijo algo Meneses, repite. al ofdo a Montenegro. Este ley6 deprisa los ultimos Los nombres sonaban y sonaban. A cada nombre nombres, sus palabras ten fan urgencia. Algo pasaba el mar aprisionaba mas fuerte a la embarcaci6n y afuera, cerca de Ia rectorfa. amenazaba con reventarla. La goleta Virginia aun resistfa, aun navegaba La goleta ya no trataba de cruzar el Cabo de orgullosa. Buena Esperanza; ahora estaba en el Pacffico, al sur, muy al sur. Las olas Ia cubrfan casi por complete en Ahora, en su oficina, el senor rector trataba de Las aguas se aquietaron. El cielo se pinto de azul explicar ante los funcionarios de Ia Inspeccion del y el Sol, tfmido, lanzo un par de rayos delgados que Trabajo tanto contrato inexistente, tanta hora extra rebotaron en las cristalinas aguas. impaga, tanta anomalfa acumulada por afios. Dos marineros llegaron nadando a Puerto Mise- En Ia inspectorfa, Montenegro hacfa mucha falta ricordia y, parados en un roquerfo, a cabeza descu- para poder justificar ante los fiscalizadores de subven- bierta cantaban el him no de Ia tripulacion. Espinoza ciones Ia presencia en las aetas de promocion de los estaba muy lejos; a el y a su guitarra se los habfan alumnos Valle, Valdes y de muchos otros nacidos de tragado las aguas. una prolffica imaginacion, alum nos que nunca nadie vio, pero que todos los meses recibfan subvencion AI afio siguiente no habrfa goleta Virginia. No estatal para educarse. estarfan los muchachos y no habrfa quien supiera Durante las dos semanas de suspension de los jugar como ellos. Habfan sido los mejores, juntos muchachos, el primer afio Q habfa tenido asistencia se habfan lanzado a atravesar las profundidades del completa. Nunca en todo el afio ningun alumna se oceano en busca de nuevas aguas y nuevas cielos, enfermo ni siquiera de un resfriado, gracias al hipiz donde se pudiera ser Libres de verdad. magico de Montenegro. La goleta Virginia habfa sido rescatada de las Virginia estaba allf, de vuelta en el liceo. El amarillas paginas de un viejo diccionario y ahora, rector segufa sin poder explicarse tanta maldad en seguramente, habfa vuelto allf. Esperarfa hasta que Ia gente. otro grupo de alegres estudiantes viniese a desper- La goleta Virginia se empino sobre las olas y dio tarle el alma. una ultima mirada a su entorno, se ladeo a estribor Los muchachos no se volvieron a ver, pero a los y clavo su proa en las aguas. que fueron marinas una vez, y supieron de libertad, El Capitan , en posicion firme , se equilibro en se les pinto el corazon color de vida. Cada uno de Ia popa junto ados marineros. Con su traje de gala, ellos comandaba ahora su propio navfo, nadie les espero, sereno, que el mar lo cogiera por las piernas quito jamas sus ansias de ser libres. justo en el momenta en que Ia voz pronunciaba: El Complejo Educacional cerro sus puertas un - Aqueveque, repite. tiempo largo, suspendiendo el decreto que lo auto- Y Ia goleta Virginia se perdio en las aguas, se rizaba a funcionar. Luego vino otro rector, otros perdio con Ia proa enfilada hacia el fondo del mar. profesores y otros muchachos, pero los marinas del Primero Q nunca mas estuvieron juntos. Sin 62 la senorita Virginia, nada podrfa haber sido como antes. Cada uno siguio sin Ia compafifa del otro su camino por Ia vida. A veces el Capitan o alguno de sus hombres cerraban los ojos en alta mar y sofiaban con volver a navegar en su adorada goleta Virginia .. . Entonces apretaban el timon con fuerza y Virginia aparecfa sola en medio del mar, luminosa, ataviada con su mas blanco velamen. Era una vision maravillosa, aparecfa por segundos y clavaba su proa en las aguas. Se iba con sus muchachos en busca de otros mares. 164