Juan José Hoyos

April 2, 2018 | Author: Andres Vergara | Category: Colombia, Journalism


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Nº 659, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAMedellín, noviembre de 2016 32 Por ANDRÉS VERGARA [email protected] J uan José Hoyos Naranjo (Medellín, 1953) puede ser considerado uno de los egresados de la Universidad de Antioquia más destacados en el campo de las humanidades en sus distintas facetas, como periodista, escritor, profesor e investigador sobre la historia de la prensa en Colombia. El periodista Egresado entre las primeras generaciones de periodistas formados por la Universidad de Antioquia (1975), en los inicios de su ejercicio profesional se destacó como reportero, y se desempeñó como corresponsal y enviado especial del periódico El Tiempo, donde cumplió una labor social importante al informar, en crónicas de gran factura, sobre diversos hechos relacionados con las violencias que asediaban al país en aquella época, entre finales de los setenta y comienzos de los ochenta. Algunas de esas crónicas fueron publicadas en el volumen Sentir que es un soplo la vida (Universidad de Antioquia, 1994), el cual se convirtió en un referente sobre el periodismo narrativo. Otro libro de su autoría es El libro de la vida (2006), una selección de crónicas. También fue director y editor de la Revista Universidad de Antioquia. En esta misma universidad fue cofundador del pregrado en Periodismo, de la Especialización en Periodismo, y de la revista Folios, especializada en este campo. Asimismo, ha sido un destacado columnista del periódico El Colombiano. El investigador Una de las labores más destacadas de Hoyos Naranjo como profesor de la Universidad de Antioquia fueron sus actividades de investigación en torno a la historia de la prensa en Colombia. Fruto de esa labor se pueden resaltar Un pionero del reportaje en Colombia. Francisco de Paula Muñoz y El crimen de Aguacatal, (Hombre Nuevo Editores, 2002). Asimismo, ocupa un lugar importante la voluminosa obra La pasión de contar (Universidad de Antioquia, 2009, 968 páginas), que presenta un recorrido por la historia del periodismo narrativo en Colombia desde 1638 hasta el año 2000, acompañado de una compilación de los relatos de algunos de los periodistas más destacados en Colombia en ese periodo estudiado. Otra obra importante es El oro y la sangre, que obtuvo el premio de periodismo Germán Arciniegas en 1994, concedido por la editorial Plane- La Universidad de Antioquia le entregó en octubre la distinción Egresado sobresaliente José Félix Restrepo a Juan José Hoyos Naranjo. ALMA MÁTER publica la semblanza que del formador de periodistas hizo el profesor de la Facultad de Comunicaciones Andrés Vergara. Foto: Andrés Vergara Juan José Hoyos Naranjo en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia ¡Gracias Juan José! ta, y donde se relatan las luchas de grupos Emberá en torno a una mina de oro. de oro, sobre todo en reconocimiento a su labor como maestro, en el año 2014. El profesor El escritor A juicio de muchos de los que fuimos sus discípulos de periodismo en las aulas de la Universidad de Antioquia, Juan José Hoyos merece el apelativo de maestro, por la pasión que logró transmitirnos por el periodismo, por la literatura y por el arte de narrar. Merece un lugar destacado su Seminario de Periodismo y Literatura, en el que logró inspirar a muchos de sus estudiantes, algunos de los cuales se convertirían en destacados periodistas en Colombia. Fruto de su ejercicio docente es una de sus obras más destacadas, Escribiendo historias: el arte y el oficio de narrar en el periodismo (Universidad de Antioquia, 2003), que también se convierte en una obra referente de la formación de periodistas, y que es, en síntesis, una profunda reflexión, basada en las obras de algunos de los más grandes maestros del periodismo, sobre las técnicas de producción de los géneros periodísticos narrativos. Desde 1981, durante 27 años, Juan José Hoyos también inspiró a sus estudiantes para que fueran periodistas críticos y aprendieran a escudriñar las verdades detrás de las apariencias. La Universidad de Antioquia le impuso el escudo Juan José Hoyos conquistó un lugar destacado en las letras colombianas gracias a obras de gran factura, especialmente por sus obras Tuyo es mi corazón (Planeta, 1984) y El cielo que perdimos (Planeta, 1990). Esta última gira en torno al modo como las violencias transversales a la historia de Colombia inciden en la cotidianidad de las gentes, especialmente la del narcotráfico. Tuyo es mi corazón, que hace un juego magistral con el modo como la música marca el ritmo de vida de la gente, marcó toda una época a mediados de los ochenta, cuando fue llevada a la televisión en una telenovela dirigida por Julio César Luna y protagonizada por Amparo Grisales y Carlos Vives, y con un reparto en el que se contaban los más destacados actores de la televisión colombiana. Algunos estudiosos de la literatura destacan el juego que logra el autor al mostrar la cotidianidad de los personajes en el ámbito urbano. Un reconocimiento importante como escritor fue su participación como escritor invitado en el Internacional Writing Program de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, en 1987. Pero por encima de todos esos méritos, Juan José es uno de los maestros más queridos por varias generaciones de periodistas que pasamos por sus cursos de géneros periodísticos narrativos en la Universidad. Allí, en un lenguaje sencillo, sin ampulosidades, nos presentó a algunos de los mejores en el oficio de narrar, como Capote, Hemingway, Mailer, por poner tres ejemplos, y descubrió los méritos de unos larvarios relatos, para motivarnos a avanzar en la búsqueda de nuestro propio estilo. Y, por supuesto, merece mención especial el Club de Lectura John Reed, un “curso extramuros” auspiciado por la Universidad, donde las lecturas de algunos de los consagrados del periodismo, mezcladas con nuestros propios borradores, fueron un buen pretexto para celebrar la pasión por el periodismo y por la vida. Así, en lugares como Este lugar de la noche, el viejo Jordán u Homero Manzi, siempre con música de fondo, a menudo de bandoneón, y con cerveza como bebida ritual, recibimos algunas de las mejores clases. Por todo ello, y por aquellas tertulias que se prolongaron hasta la madrugada con grupos de discípulos que fraguábamos proyectos, pero también celebrábamos el milagro de la supervivencia en aquellos tiempos tan violentos, ¡gracias Juan José!
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