José Fernández Ubiña - El Imperio Romano Bajo La Anarquía Militar

May 5, 2018 | Author: quandoegoteascipiam | Category: Roman Empire, Historiography, Hellenistic Period, Byzantine Empire, State (Polity)


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HISTORIA^MVNDO A mtigvo 52 El EL IMPERIO ROMANO BAJO LA ANARQUIA MILITAR , Esta historia obra de un equipo de cuarenta profesores de va­ f im m , rias universidades españolas pretende ofrecer el último estado , de las investigaciones y, a la vez ser accesible a lectores de di­ HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­ , , tores antiguos mapas, ilustraciones cuadros cronológicos y orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con °^MVNDO , un doble valor de modo que puede funcionar como un capítulo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una ANTÎGVO monografía. Cada texto ha sido redactado por. el especialista del tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto. 25. J. F ernández N ieto, La guerra 44. C . G onzález R o m án , L a R e­ del Peloponeso. pública Tardía: cesarianos y 1. A. C aballos-J. M . S errano, 26. J. F ernández N ieto, Grecia en pompeyanos. Sum er y A kka d . la primera m itad del s. IV. 45. J. M. R oldán, Instituciones po­ 2. J. U rru ela , Egipto: Epoca Ti- 27. D . P lácido, L a civilización líticas de la República romana. nita e Imperio Antiguo. griega en la época clásica. 46. S. M ontero, L a religión roma­ 3. C . G . W ag n er, Babilonia. 28. J. F ernández N ieto , V. A lon­ na antigua. 4. J. U rru ela , Egipto durante el so, Las condiciones de las polis 47. J. M angas, Augusto. Imperio Medio. en el s. IV y su reflejo en los 48. J. M angas, F. J. Lom as, Los 5. P. Sáez, Los hititas. pensadores griegos. Julio-Claudios y la crisis del 68. 6. F. Presedo, Egipto durante el 29. J. F ernández N ieto , E l m un­ 49. F. J. Lom as, Los Flavios. Imperio N uevo. do griego y F Hipa de Mace­ 50. G. C hic, La dinastía de los 7. J. A lvar, Los Pueblos del M ar donia. Antoninos. y otros movim ientos de pueblos 30. M . A . R a b a n a l, A lejandro 51. U . Espinosa, Los Severos. a fines del I I milenio. Magno y sus sucesores. 52. J. F ernández U biña, El Im pe­ 8. C . G . W agner, Asiría y su 31. A. L ozano, Las monarquías rio Romano bajo la anarquía imperio. helenísticas. I: El Egipto de los militar. 9. C . G . W agner, Los fenicios. Lágidas. 53. J. M uñiz Coello, Las finanzas 10. J. M . B lázquez, Los hebreos. 32. A. L ozano, Las monarquías públicas del estado romano du­ 11. F. Presedo, Egipto: Tercer Pe- helenísticas. II: Los Seleúcidas. rante el A lto Imperio. nodo Interm edio y Epoca Sal­ 33. A. L ozano, Asia M enor he­ 54. J. M. B lázquez, Agricultura y ta. lenística. minería romanas durante el 12. F. Presedo, J. M. S erran o , La 34. M . A. R abanal, Las monar­ A lto Imperio. religión egipcia. quías helenísticas. III: Grecia y 55. J. M. B lázquez, Artesanado y 13. J. A lv ar, Los persas. Macedonia. comercio durante el A lto I m ­ 35. A. P iñero, L a civilización he­ perio. lenística. 56. J. M angas-R . C id, E l paganis­ mo durante el A lto Imperio. 14. J. C . Berm ejo, E l m undo del ROMA 57. J. M. S antero, F. G aseó, El Egeo en el I I milenio. cristianismo primitivo. 15. A. L ozano, L a Edad Oscura. 36. J. M artín ez-P in n a, El pueblo 58. G . B ravo, Diocleciano y las re­ 16. J. C . Berm ejo, E l m ito griego etrusco. form as administrativas del I m ­ y sus interpretaciones. 37. J. M artín ez-P in n a, L a Rom a perio. primitiva. 17. A. L ozan o , La colonización 59. F. Bajo, Constantino y sus su­ 38. S. M ontero, J. M artín ez-P in ­ gnegtf. cesores. La conversión del I m ­ na, El dualismo patricio-ple­ 18. J. J. Sayas, Las ciudades de Jo- perio. beyo. nia y el Peloponeso en el perío­ 60. R . Sanz, E l paganismo tardío 39. S. M o n te ro , J. M artínez-P in- do arcaico. n a, La conquista de Italia y la y Juliano el Apóstata. 19. R . López M elero, E l estado es­ igualdad de los órdenes. 61. R. Teja, La época de los Va- partano hasta la época clásica. 40. G. Fatás, E l período de las pri- lentinianos y de Teodosio. 20 . R . López M elero, L a fo rm a- meras guerras púnicas. 62. D. Pérez Sánchez, Evolución ción de la democracia atenien­ 41. F. M arco, La expansión de del Imperio Rom ano de O rien­ se, I. El estado aristocrático. R om a por el Mediterráneo. De te hasta Justiniano. 21 . R . López M elero, La fo rm a­ fines de la segunda guerra Pú­ 63. G . B ravo, E l colonato bajoim- ción de la democracia atenien­ nica a los Gracos. perial. se, II. D e Solón a Clístenes. 42. J. F. R odríguez N eila, Los 64. G. B ravo, Revueltas internas y 22. D . Plácido, C ultura y religión Gracos y el comienzo de las penetradones bárbaras en el en la Grecia arcaica. guerras civiles. Imperio i 23. M . Picazo, Griegos y persas en 43. M .a L. Sánchez León, R evuel­ 65. A. Jim énez de G arnica, La el Egeo. tas de esclavos en la crisis de la desintegración del Imperio R o­ 24 . D . Plácido, L a Pentecontecia. República. mano de Occidente. WmWum HISTORIA ^MVNDO A ntîgvo ROMA Director de la obra Julio Mangas Manjarrés (Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid) Diseño y maqueta: Pedro Arjona «No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright». © Ediciones Akal, S.A., 1990 Los Berrocales del Jarama Apdo. 400 - Torrejón de Ardoz Madrid - España Tels. 656 56 11 -65 6 49 11 Fax: 656 49 95 Depósito Legal:M. 28008-1990 ISBN; 84-7600 274-2 (Obra completa) ISBN: 84-7600 653-5 (Tomq Lll) Impreso en GREFOL, S.A. Pol. II - La Fuensanta Móstoles (Madrid) Printed in Spain EL IMPERIO ROMANO BAJO LA ANARQUIA MILITAR. J o s é Fernández CJbiña N A mis padres, que en otros tiempos de miseria nos enseñaron a leer. Indice Págs. Introducción......................................................................................................................7 I. Las fuentes literarias..................................................................................................9 II. Los Emperadores-Soldados y la Anarquía Militar (235-260).................... 14 1. Maximino el Tracio: la política antisenatorial y la persecución del cristianismo......................................................................................................... 14 2. La reacción senatorial del 238 y su valoración histórica ................................... 16 3. Digresión sobre el colonato y la crisis urbana del siglo ITÍ ...............................18 4. La revuelta de los pretorianos y el gobierno de Gordiano III (238-244)........ 20 5. Filipo el Arabe (244-249). Las necesidades religiosas y el sentimiento de “decadencia” ......................................................................................................... 21 6. La gran crisis del 249-260 ........................................................................................23 III. La crisis del Imperio en tiempos de Galieno (260-268). La ruptura de la unidad y las reformas del Estado ........................................... 26 1. Aproximación histórica a la figura de Galieno ................................................... 26 2. El talante intelectual de Galieno. El cristianismo y los ideales filosóficos ...29 3. La amenaza persa sasánida y el Reino de Palmira ............................................. 30 4. La amenaza germánica y el Imperio Galo de P o stu m o ....................................... 31 5. Los presupuestos augústeos del Principado y las reformas militares de Galieno .................................................................................................................. 34 5.1. Cambios estratégicos y desarrollo de la caballería..................................... 35 5.2. Los cambios constitucionales: la supresión de los legali legionis ..........37 6. La crisis monetaria y sus consecuencias................................................................ 38 IV. Los emperadores ilíricos (268-285). La defensa y restauración del Estado romano ...................................................................................................... 42 1. La renovación de los ideales monárquicos y la historiografía pagana ........... 42 2. Claudio II el Gótico (268-270) ............................................................................... 44 3. Aureliano (270-275). La provincialización de Italia y las iniciativas sociales .................................... 44 3.1. La política fiscal y los problemas monetarios .............................................. 46 3.2. El ideal religioso y la reunificación del Imperio ..........................................47 4. Probo (276-282). La utopía social y el problema bárbaro .................................49 5. Los últimos emperadores ¡líricos............................................................................ 51 V. Mentalidades y vida espiritual en una época de angustia ........................... 52 1. Irracionalidad y vida intelectual ............................................................................. 52 2. La crisis del paganismo .............................................................................................53 3. Las persecuciones del cristianismo y la organización eclesiástica..................54 4. Escatología religiosa y utopía política para una época de angustia .................58 Cronología ...................................................................................................................... 59 Bibliografía .................................................................................................................... 62 El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar Introducción El periodo denominado “Anarquía Mi­ éticos, de los ideales políticos, de los litar” (235-284) es tal vez el más trági­ gustos estéticos y de tantas otras ex­ co y caótico de la historia de Roma: la presiones intelectuales que todavía hoy ruina económica, las guerras civiles y reconocemos como propias en el pasa­ las invasiones bárbaras situaron enton­ do clásico. Los historiadores se pre­ ces al Imperio en condiciones tan difí­ guntaron muy pronto sobre las razones ciles que se llegó a temer, y hasta de­ de aquel ocaso e incluso debatieron so­ sear, su propio fenecimiento. Fueron, bre su realidad, planteándose tempra­ ciertamente, años de profunda postra­ namente si acaso no sería preferible ción material, sentida y descrita con hablar de renovación y no de ruptura, pesimismo por los coetáneos, y que de metamorfosis y no de pérdidas defi­ vendrá a constituirse de inmediato en nitivas. En el fondo, lo que estaba y el paradigma histórico de toda época está en debate es el problema, tan ex­ de “decadencia”. Si en la centuria si­ quisitamente histórico, de la continui­ guiente Roma es todavía el indiscuti­ dad social y de la perdurabilidad de las ble amo del mundo, ello sólo fue posi­ creaciones humanas, cuestión que para ble al precio de una profunda transfor­ el hombre de hoy tiene como principal mación de sus estructuras socioeconó­ temática la posibilidad de que nuestra micas, de los aparatos de Estado y has­ civilización actual, heredera de la clá­ ta de las mentalidades; transformación sica y envuelta en no menos convul­ que de ningún modo puede asimilarse siones que ella, esté también en peli­ a una evolución histórica armoniosa y gro de extinción. orgánica, sino que expresa su naturale­ Un fenómeno histórico y teórico de za revolucionaria en la brusquedad y tal envergadura tiene lógicamente una magnitud de los cambios sufridos, que rica maduración y variedad de matices, incluyeron, como se sabe, la separa­ que en su totalidad no han podido ser ción de facto e irreversible de las dos tratados con m inuciosidad en estas partes imperii, cunas respectivas del breves páginas. Pero el lector interesa­ Estado Bizantino en Oriente y de los do podrá consultar con provecho las Reinos Germánicos en Occidente. En fuentes y la bibliografía indicadas, sin esta perspectiva, la Anarquía Militar olvidar que aspectos concretos (y fun­ representa el punto de inflexión de la damentales) referidos a la economía, cultura grecorromana y, en consecuen­ las finanzas o la religiosidad han mere­ cia, el primer gran naufragio de nues­ cido un estudio aparte en otros cuader­ tra civilización, es decir, de los valores nos de esta misma colección, y en con­ 8 Akal Historia del Mundo Antiguo secuencia nosotros les hemos prestado Los intereses encontrados o concor­ aquí relativamente poca atención. Mi dantes de unos y otros, sus luchas y sus objetivo principal ha sido ordenar his­ concesiones, marcaron el ritmo trepi­ tóricamente y dar una trabazón lógica dante de aquel periodo de “crisis y de­ al marasmo de acontecimientos que, de cadencia”, cuya vorágine coincide con manera aparentemente irracional, se el reinado de Galieno. De ahí que a és­ suceden en estas fechas. Con esta pre­ te le prestemos atención particular, en tensión, he considerado ineludible te­ la idea de que los reinados anteriores ner siempre como referencia las condi­ contemplan la gestación de los proble­ ciones sociales y productivas, inmersas mas, y los posteriores el inicio de su ellas también en un acelerado proceso solución y de la consiguiente restaura­ de transformación, en que se desenvol­ ción política y social. No obstante, vieron los protagonistas más auténticos confío en que las informaciones dadas de la historia real: las masas campesi­ en todos los capítulos permitan a cada nas y ciudadanas que sufrieron cotidia­ lector formarse un juicio propio, seria­ na y severamente la explotación en el mente documentado, sin perder por trabajo y todas las calamidades de una ello la certeza de que en la investiga­ época que, al parecer, no fue buena si­ ción histórica nunca se recorren cami­ no para una muy exigua minoría social. nos totalmente desbrozados. Triunfo de Neptuno y Anfitrite, Constantinople (siglo III) Museo del Louvre, París El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 9 I. Las fuentes literarias La documentación literaria sobre la quier caso, se propuso escribir con ri­ Anarquía Militar es sumamente escasa gor y sistematización sobre unos he­ y mediocre. Fueron muchas las obras chos que todavía podían ser recorda­ que naufragaron a lo largo de los si­ dos por muchos de sus coetáneos y glos y de las que apenas conocemos que él estima de valor histórico excep­ hoy referencias indirectas o breves cional por el sinnúmero de transfor­ fragmentos, y otras que nos han llega­ maciones radicales y a veces sorpren­ do más o menos íntegras carecen del dentes que tuvieron lugar en apenas suficiente rigor o fiabilidad histórica. medio siglo, analizando con especial En estas deficiencias reside la princi­ detenimiento los años cruciales, como pal dificultad para el estudio de esc los comprendidos en el intervalo 235- periodo. 238. Su análisis parte de un presu­ Como es sabido, el historiador grie­ puesto que se hará tópico desde enton­ go Dión Casio finaliza su Historia Ro­ ces hasta hoy: el emperador M. Aure­ mana en el año 229, por lo que sólo lio simboliza las virtudes del buen go­ puede servirnos para conocer la situa­ bernante y, en consecuencia, a él se re­ ción general del Imperio a comienzos miten las vidas y los hechos de los de­ del siglo 111 y algunos antecedentes de más con el fin de barcmar su bondad o conflictos que madurarán a lo largo de maldad. Lógicamente, ello le llevó a esa centuria. En cambio la Historia escribir una Historia henchida de pesi­ del Imperio Romano después de Mar­ mismo y tristeza ante la constatación co Aurelio, escrita por Herodiano y de una ininterrumpida decadencia a que llega hasta el 238, es sin duda partir de la muerte del emperador-filó­ nuestra principal fuente de informa­ sofo, pues han desaparecido los gober­ ción sobre los años iniciales de la nantes honestos y no hay indicios de Anarquía Militar y también sobre los que el próximo futuro sea más hala­ males y dificultades con que se irá en­ güeño. Por el contrario, el poder recae frentando Roma tras la muerte de M. incesantemente en manos de empera­ Aurelio en el año 180 d.C. De Hero- dores incapaces, débiles e indignos, te­ diano ni siquiera sabemos con seguri­ mática que se convertirá en un tópico dad la fecha en que compuso su obra banal a partir de entonces y que refleja ni su nacionalidad y condición social. bien los intereses dañados y los ideales Posiblemente fuera un sirio vinculado humillados de las clases dominantes a la administración pública y a la clase durante los mejores años del s. II, es ecuestre, lo que podría explicar su decir, de la aristocracia que sirvió y simpatía por emperadores que prove­ apoyó a los más ilustres emperadores nían de este sector social. En cual­ Antoninos, de Trajano a M. Aurelio. 10 Akal Historia del Mundo Antiguo La Historia de Herodiano, a pesar tocar en otros de sus múltiples escri­ de su carácter moralizante y retórico, tos, en los que además aparecen refe­ es sin metáfora un pequeño oasis en el rencias inestimables sobre la doctrina desierto historiográfico de mediados cristológica y eclesiástica primitiva, del s. III, debido en gran medida a que diferencias internas, apostasias o acti­ se convirtió en modelo narrativo para tudes cristianas ante persecuciones co­ los autores bizantinos y, a través de és­ mo la del emperador Decio (su famoso tos, llegó muy prestigiada a los huma­ tratado Sobre el martirio o Proteptico nistas europeos. Unos y otros leyeron es fundamental para todas estas cues­ sus relatos (no siempre veraces) con tiones). A la misma escuela de Alejan­ profunda admiración y confianza, lo dría pertenecen figuras tan importan­ que a la postre redundó en perjuicio de tes como Dionisio y otras que lo son otros historiadores más rigurosos, que menos tan sólo porque el azar no quiso fueron injustamente relegados al olvi­ que sus escritos llegasen hasta nuestro do: tal sería el caso del sofista e histo­ tiempo. En muchas obras cristianas de riador ateniense Dexipo, que narró en estos años se aprecia una visión esca- sus Historias Escitas acontecimientos tológica de la Historia, que anuncia un producidos hasta el 270 y según las final más o menos inminente del mun­ maneras de Tucídides, pero que por do, la segunda venida de Cristo y la desgracia sólo nos ha llegado muy restauración universal. Entre los auto­ fragm entariamente, si bien en él se res occidentales que participan de es­ inspirarán algunas b iog rafías de la tas ideas merecen mención especial el Historia Augusta. En conclusión, ca­ poeta C om odiano (a quien algunos bría pensar que la pobreza historiográ- atribuyen un origen sirio) y el obispo fica de la época no tiene paliativos, y mártir cartaginés Cipriano, muerto pues los textos legislativos (en parti­ decapitado durante la persecución de cular el Código de Justiniano), la nu­ Valeriano en el año 258. m ism ática y la arqueología pueden Comodiano escribió en latín durante ocasionalm ente ayudarnos, al igual el s. Ill (aunque otros prefieran fechar­ que otras fuentes “menores”, como la lo en el s. IV e incluso en el s. V), en­ papirología, pero nunca dan un cuadro tre otras obras, su Carmen apologeti­ completo de la situación social ni de cum , donde considera la persecución su evolución, por lo que su utilización de Decio como el indicio del fin del difícilmente resulta suficiente. Sin em­ mundo, y las invasiones godas como bargo, afortunadam ente disponemos un factor de liberación para los cristia­ de otras fuentes literarias coetáneas, nos, pues los godos, aunque sean gen­ que a partir de ahora incluso serán ca­ tiles, fraternizarán con ellos. Se alegra da vez más voluminosas y esclarece- abiertamente de las derrotas romanas y doras que las puramente historiográfi- expresa su antirromanidad al idealizar cas. Se trata de la literatura de carácter a los bárbaros como aliados del cris­ religioso, cristiana en particular, que tianismo frente a los senadores paga­ ya desde el s. II constituye una fuente nos y cantar sus victorias cual gigan­ histórica de primer orden. Para la épo­ tesca revo lu c ió n religiosa y social ca que aquí nos ocupa, sabido es la (Mazzarino, 1980). Era, en otros tér­ importancia de los escritores cristianos m inos, el triu n fo de Dios sobre el alejandrinos, como Orígenes, que en “Anticristo”, sobre el Nerón redivivus su Contra Celso plantea la cuestión, que él p o s ib le m e n te id e n tific ó en entonces vital, de las relaciones de los Valeriano, cuya apoteosis final era la cristianos con el poder civil, y en últi­ marcha del ejército invencible de los ma instancia, ofrece una panorámica puros dirigidos por el ángel de Dios. preciosa del conflicto entre paganismo La visión de Comodiano se inspiraba y cristianismo. El tema lo volvería a directamente en los desastres de Roma El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 11 cuyo Imperio, sometido al juicio de hambre que las sequías, y que la esca­ Dios, se identifica con un mundo que sez alimenticia se debe sobre todo al el poeta desea expresamente ver morir, saqueo y a la desmesurada subida de pero no sabemos con certeza si el ejér­ los precios; incluso la falta de lluvias cito triunfador podría ser el de los go­ produce a su juicio menos males que dos o tal vez el de Odenato, que ya ha­ el cierre de los graneros y, en resumen, bía sido exaltado en los libros XIII y señala Cipriano con no poca agudeza XIV de los Oráculos Sibilinos. que la raíz de las calamidades no está Frente a Comodiano, que no conoce en la producción, sino en la desigual piedad para el Imperio, la obra de Ci­ distribución de los bienes, y que hasta priano parece, al menos a primera vis­ la peste parece menos perjudicial que ta, más mesurada. Aunque sus escritos la desatención de los enfermos y el teológicos se estiman inferiores a los despojo impune de los muertos. Pensa­ de su maestro Tertuliano, el obispo miento, pues, sesgado por la ideología cartaginés nos ha dejado en sus Cartas religiosa de aquella “época de angus­ y Tratados un retrato fiel y minucioso tia” (Dodds), pero pensamiento tam­ de los principales problemas sociales y bién extraordinariamente lúcido, que eclesiásticos de mediados del s. III. convierte a Cipriano en fiel testigo de Para constatarlo, basta leer su escrito su tiempo, incluso posible y paradóji­ A Demetriano, donde hace una acalo­ camente menos condicionado que al­ rada refutación de las acusaciones que gunos de sus coetáneos, como Dión entonces se vertían contra los cristia­ Casio, Herodiano o Comodiano. nos, responsabilizándolos de las pes­ Aunque no podemos detenernos en tes, el hambre, la sequía, las guerras y análisis de detalle, debemos tener pre­ todo tipo de calamidades que asolaban sente esta creciente importancia de los el Imperio. Refutación que ya antes se testimonios cristianos conforme nos vieron obligados a hacer otros apolo- adentramos en la Antigüedad tardía. getas, y harán después (nunca sin de­ Recordemos, a título de ejemplo, las masiado éxito) otros cristianos em i­ obras de Lactancio o aún más las de su nentes como A rnobio, Lactancio y coetáneo Eusebio de Cesarea, espe­ Agustín. Pero en Cipriano la réplica cialm ente su H istoria E clesiá stica , contiene una preciosa concepción de que no sólo inaugura un nuevo género la Historia y una muy justa aprecia­ historiográfico de venturoso porvenir ción de los desajustes sociales y políti­ y del que siempre será obligada refe­ cos de su tiempo. En efecto, si su idea rencia, sino que también nos preservó catastrofista, apocalíptica y escatológi- en sus páginas muchos documentos ca de la Historia le lleva a interpreta­ político-religiosos que de otro modo ciones un tanto forzadas de los textos hubieran posiblemente desaparecido. bíblicos y a la creencia de un inminen­ Como L ac tan cio , tam bién Eusebio te fin de los tiempos, ello no le impide (Heródoto del cristianismo) encontrará entender la crisis del Imperio y sus as­ en las persecuciones su temática predi­ pectos “decadentes” desde perspecti­ lecta, si bien la preocupación histórica vas puramente profanas, pues es cons­ global nunca dejará de interesarle, co­ ciente de que las adversidades presen­ mo puede verse en su Vita Constanti­ tes son el resultado de una pésima or­ ni, en su Crónica y también en los nu­ ganización socioeconómica y del tor­ merosos asuntos profanos tratados en cido proceder de los humanos, subra­ su Historia Eclesiástica. yando expresamente que frente a las Casi un siglo después, a inicios de amenazas de los bárbaros es mucho la quinta centuria, el hispano Orosio más desoladora la rivalidad social pro­ escribe, a instancias de Agustín, Los vocada por las injusticias de los pode­ siete libros de Historias contra paga­ rosos, que las rapiñas ocasionan más nos, en el último de los cuales analiza­ 12 Akal Historia del Mundo Antiguo rá el período de la Anarquía Militar, modo que la Historia comienza a con­ siempre bajo el criterio, dom inante vertirse en “esclava de la Teología”, o desde entonces, de que todo el proceso si se quiere, en pura crónica. Por eso histórico no es sino la plasmación de no es casual que muchos relatos se ha­ una historia sagrada guiada y querida gan por encargo y con la autorización por Dios, una historia de Salvación a la del emperador o autoridad de turno, y postre, donde todos los acontecimien­ que abunden en estas fechas los “abre- tos expresan la voluntad, el juicio, el viadores” o “epitomadores” que escri­ premio o el castigo con que la divini­ ben historias universales en apenas dad sanciona el comportamiento de los unas decenas de páginas, que se co­ hombres. pian unos a otros y que carecen siem­ En comparación con esta rica y de­ pre del espíritu analítico y crítico pro­ sigual producción cristiana, la histo­ pio de la historiografía clásica greco­ riografía pagana se empobrece brusca­ rromana. Sólo en la parte Oriental del mente desde mediados del s.III, por lo Imperio permanecerá un tenue rescol­ que esta época queda para nosotros en do de la misma, gracias a la actividad penumbra, al menos en aspectos y mo­ de algunos autores griegos (y con fre­ mentos concretos. Estas carencias do­ cuencia paganos) que se convierten así cumentales se han visto agravadas por en los únicos continuadores y maes­ la pérdida de los escritos correspon­ tros en el arte de historiar, producién­ dientes del último gran historiador de dose una fructífera y muy original la Antigüedad, Amiano Marcelino, un compenetración de la historia bizanti­ griego de Antioquía que escribió en na y de la historia griega, cuyo nivel latín, con el propósito de continuar la será muy superior al de la historiogra­ obra de Tácito, una Historia Romana fía medieval y cristiana de Occidente, desde Nerva al año 378 , pero en su pues ésta apenas sobrepasará los lími­ mayor parte (lo anterior al 353) ha tes de la crónica o de la simple crono­ naufragado con el paso de los siglos y logía. Algunos de estos Breviarios o sólo nos han llegado breves referen­ Epítomes nos han llegado envueltos en cias sobre el periodo que aquí estudia­ el anonimato, y de otros apenas si te­ mos. Pérdida especialmente grave da­ nemos escuelas referencias, como es el da la imparcialidad de este pagano to­ caso de Festo (que escribió su Brevia­ lerante y su profundo conocimiento de rium , dedicado a Valente, sobre el la vida política y de la situación social 370), Eutropio (que también escribió tanto en la parte Oriental como Occi­ un Breviarium por encargo del mismo dental del Imperio. Pero la escasez de emperador) y Aurelio Víctor, goberna­ fuentes se debe también a la transfor­ dor bajo Juliano y sin duda el más im­ mación de fondo que sufre el Imperio portante de los abrev iadores por su a partir de la tercera centuria: los sec­ obra Caesares escrita en los años 358- tores sociales que llegan ahora al po­ 60. En la misma línea escribió Euna- der y que son dominantes cultural y pio de Sardes, continuando la crónica políticamente tienen unas preocupa­ de Dexipo, acerca de los años 270- ciones históricas muy alejadas de los 404, y ya en pleno siglo VI compone clásicos. La nueva situación sólo exige la Historia Nueva el pagano Zósimo, de la Historia un conocimiento conci­ cuyo libro I trata del emperador Caro so y globalizador del pasado, ajeno a y de sus hijos. Zósimo, autor griego, todo tipo de v alo ra ción filosófica, heredó de Eunapio su anticristianismo atento solamente al dato concreto y a y no tuvo grandes reparos en piratear la secuencia cronológicü. La interpre­ los escritos de éste, de Olimpiodoro de tación del presente e incluso del pasa­ Tebas y hasta de Dexipo. Que esta for­ do pasa a ser responsabilidad del De­ ma de escribir y concebir la Historia recho y en especial de la Religión, de responde a demandas sociales estruc­ El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 13 turales puede constatarse en su vigen­ familiarizado con los círculos senato­ cia secular, pues todavía en los siglos riales paganos, buen conocedor del ju­ XI y XII, en el Estado Bizantino, auto­ daismo y del cristianismo, y muy al res como Xifilino, Cedreno o Zonaras tanto de las Historias y Epítomes que constituyen ejemplos insignes de estas abundaban por entonces (entre las que tendencias. destacaría , aparte de las citadas, la co­ Pero la Historia biográfica tuvo sin nocida como Historia Imperial de En- duda su mejor expresión en la llamada mann, escrita después del 337 y hoy Historia Augusta, conjunto de 39 bio­ perdida, pero que sería la fuente de in­ grafías de emperadores, incluyendo co­ formación más importante de A. Víc­ rregentes y usurpadores, escritas por tor, Eutropio y la Historia Augusta). seis scriptores, que firman su obra a fi­ A pesar de sus marcadas inclinacio­ nes del s.III o inicios del s.IV. Las “Vi­ nes prosenatoriales y anticristianas y d a s ” c o n se rv a d a s se c o n tin ú a n de de que con frecuencia tergiversa los Adriano a Gordiano III, y tras una la­ datos e incluso los inventa, a pesar de guna que cubre los años 244-260 (ig­ su obvia despreocupación por la au­ noramos si es una pérdida o si nunca se tenticidad histórica, la Historia Augus­ escribió) la obra se reinicia con la cap­ ta puede sernos de gran utilidad si la tura de Valeriano por los persas y ter­ utilizamos con las debidas precaucio­ mina con las biografías de Caro y de nes, procurando contrastar si es posi­ sus hijos Carino y Numeriano. La críti­ ble sus datos con otros testimonios li­ ca moderna ha probado (aunque los terarios o monumentales, pues, como debates siguen abiertos) que la Histo­ acabamos de ver, el medio siglo que ria Augusta pertenece en realidad a un aquí nos ocupa nos ha legado una do­ solo autor y que su redacción no fue cumentación, amén de escasa, verda­ anterior a los años finales del s.IV. El deramente poco fiable y de difícil uti­ responsable fue personaje instruido y lización. Elias resucita al hijo de la viuda, sinagoga de Dura Europos (siglolll) 14 Akal Historia del Mundo Antiguo II. Los Emperadores-Soldados y la Anarquía Militar (235-260) El régimen imperial consolidado por tabilidad anterior, se suceden en el po­ Augusto sobrevivió, superando múlti­ der una serie innumerable de gobernan­ ples dificultades, hasta los inicios del tes efímeros, frecuentemente depues­ s.III. Ciertamente, a lo largo de estos tos y asesinados por jefes militares siglos sufrió adaptaciones y transfor­ que a su vez son proclamados empera­ maciones de muy diversa naturaleza, dores por las tropas, periodo de gue­ como el progresivo reforzamiento de rras civiles y calamidades de todo gé­ la autoridad imperial y de los poderes nero que debilitaron gravísimamente militares, la generalización de la ciu­ la defensa del Imperio frente a los bár­ dadanía romana, la aceptación de cul­ baros y pusieron al Estado en manos tos orientales y el retroceso de la eco­ de hombres mezquinos e incluso aje­ nomía esclavista clásica. Demos, pues, nos a los exquisitos modos de la cultu­ por bueno que la dinastía de los Seve­ ra romana. ros (193-235) había hecho frente con acierto a muchas de las más importan­ tes urgencias de esos difíciles dece­ 1. Maximino el Tracio: nios, pero sin olvidar que el principa­ la política antisenatorial do civil se había transformado, al me­ nos desde M. Aurelio, en un régimen y la persecución del militar cuya estabilidad descansaba cristianismo más en el consenso de los ejércitos que en el apoyo del Senado y de las Maximino fue posiblemente en su restantes instituciones del Estado. Por juventud pastor en las montañas tra- eso mismo, la política de expansión cias y más tarde instructor de reclutas militar acaparará en adelante, hasta su con los Severos, oficial militar y final­ consunción, las más saneadas fuerzas mente caballero: él simboliza como del Imperio. ningún otro el cursus honorum meteó- No obstante, la situación parece rico seguido por los nuevos dueños del cambiar brutalmente a partir del 235, Estado y la clase de gobernante des­ año en que fue asesinado Alejandro preciable a los ojos y los gustos de la Severo y el ejército proclamó empera­ vieja nobleza romana. Su valía militar dor a Maximino el Tracip (235-238). le permitió acabar con éxito la guerra Aurelio Víctor {Caes. 24, 7-11) fecha contra los germanos en el Rin, iniciada aquí los comienzos de un periodo crí­ por el anterior emperador, pero su con­ tico en el que, contrastando con la es­ dición social y su conquista violenta El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 15 del poder le granjeó de inmediato la gusta (Vita Maximini, 9,7/8), sin olvi­ oposición del Senado y de la aristocra­ dar, naturalmente, los beneficios eco­ cia, oposición que no haría solo agra­ nómicos que ello pudiese reportarle, varse por la política imperial basada de acuerdo con los objetivos políticos en la confiscación de bienes a sectores que antes hemos señalado. En todo ca­ ricos y terratenientes, que ni siquiera so, es patente que su política prefigura reparó en el saqueo de ciudades y tem­ la de los posteriores emperadores ¡líri­ plos. El miedo generalizado hace creí­ cos: desesperada defensa del Imperio, ble las noticias de nuestras fuentes re­ fomento de la moneda divisionaria de ferentes a la ocultación masiva de ri­ plata (en detrimento del aureus y de la quezas y a la ostentación de pobreza economía aristocrática) para pagar a por parte de todas las clases sociales. los soldados y, en fin, patrióticos idea­ A tenor de las informaciones que nos les de lucha contra los Germanos. transmiten Herodiano y Orígenes, toda la actividad imperial se orientó hacia la guerra germánica, pues en la menta­ El em perador M axim ino lidad de Maximino el Imperio sólo po­ día ya defenderse recuperando la ini­ “Cuando se hizo cargo del Imperio, Ma­ ciativa militar. Así se explicaría su xim ino provocó un profundo cam bio al exigencia de que todos jurasen por la ejercer su poder de form a cruel y ate­ Fortuna de este emperador-soldado, rradora. Se esforzó por trastocarlo todo así como el aumento de la presión fis­ pasando desde un gobierno tolerante y cal y las confiscaciones con el fin de muy humano a la crueldad de una tira ­ cubrir todas las necesidades militares. nía, consciente de la m alquerencia ha­ Mazzarino (1980), encuentra aquí las cia su p e rso n a , p o rq u e h abía sido el claves de todas las medidas de Maxi­ p rim e ro en lle g a r a una s itu a ció n tan mino, y en particular la persecución afortunada desde la condición más hu­ desencadenada contra los cristianos, milde. Era un bárbaro tanto por su ca­ persecución que no solamente rompía rácter como por su cuna. Con el tem pe­ con la actitud tolerante e incluso de ram ento san g u in a rio heredado de sus simpatía practicada por los emperado­ a n te p a s a d o s y p ro p io de su país, se res anteriores, sino que además adqui­ p ropuso co n s e rv a r el p o d e r m ediante ría un carácter sistemático y estatal la crueldad por tem or a sufrir el despre­ cuyas consecuencias serían la ruptura cio del Senado y de sus súbditos, que del cristianismo con el mundo de sus no se fijarían en su presente fortuna si­ perseguidores y el inicio de una hostili­ no en los hum ildes pañales de su naci­ dad estatal (no ya privada e individual) miento. Corría de boca en boca para su hacia los cristianos que será imitada d e s c ré d ito la h is to ria de que en otro por todos los emperadores enemigos tiem po había sido pastor en las m onta­ del cristianism o en los decenios si­ ñas de Tracia y de cómo, tras presen­ guientes, en particular por Decio, Vale­ tarse al m odesto ejército de su país por riano y Diocleciano. En contra de esta mor de su estatura y fuerza, había lle ­ interpretación, hoy se tiende a consi­ gado de la mano de la fortuna hasta el derar (por ejemplo, M. Sordi, 1984) Imperio rom ano. (....). El descubrim ien­ que la persecución de Maximino sólo to de una conjuración que se tram aba tuvo dimensiones locales (Capadocia) co n tra él, en la que p a rticip a b a n m u­ y que incluso pudo limitarse a la re­ chos centuriones y senadores, lo incitó presión de los amigos y partidarios de to d a v ía más a la cru e ld a d y al enojo Severo Alejandro, como indica el pro­ con to d o s” pio Eusebio de Cesarea (HE, VI, 28), H erodiano: H istoria d e l Im perio R o­ C ip ria n o (E p . 75, 10), H e ro d ian o m ano d e sp u é s de M a rco A u re lio , VII (VII, I, 3-4) e incluso la Historia Aug- (Traducción de J.J. Torres Esbarranch). 16 Akal Historia del Mundo Antiguo 2. La reacción senatorial torial trabajado por colonos, prueba el trasfondo socioeconómico del conflic­ del 238 y su valoración to. Ya en la década de los 20, M. Ros- histórica tovtzeff, un sabio profesor de Peters- burgo sumamente afectado por la im­ El año 238 estalló una revuelta en plantación del comunismo en Rusia, Africa Proconsular, que se extendió a escribió en su exilio europeo un enjun- Roma y triunfó en Cartago bajo la di­ diosos estudio sobre el Imperio Roma­ rección del procónsul provincial Gor­ no, cuya caída describe como resulta­ diano, quien de inmediato fue procla­ do de la oposición y lucha mortal entre mado emperador, junto a su hijo, por masas y élites, entre campo y ciudad, el Senado. En contra de lo que cabía entre barbarie y civilización, entre...el esperar, Maximino reaccionó con mo­ proletariado y la burguesía. Prueba de deración, humanitatis via, limitándose ello sería precisamente la insurrección en un primer momento a sofocar la su­ senatorial del 238, que él analiza con blevación en Africa, donde fueron eli­ criterios modernistas, como si fuese minados los dos Gordianos por las tro­ una revolución de las clases ciudada­ pas fieles al emperador Tracio. Pero el nas, aburguesadas y cultas, contra el corazón de la revuelta ya no latía aquí, ejército de campesino, brutales y lle­ sino en Roma y, por extensión, en toda nos de odio, dirigido por emperadores Italia: el Senado nombra otros dos em­ incultos y hostiles a la cultura clásica. peradores (Pupieno y Balbino), organi­ De esta manera, Rostovtzeff lograba za la resistencia a Maximino y devuel­ bolchevizar un lejano acontecimiento ve a Italia el papel protagonista de na­ histórico (lejanía que le permitía tratar ción-guía del Imperio, rememorando el tem a con ap aren te y v o c ife rad a así sus ya lejanos tiempos de gloria. El ecuanim idad), para apelar segu ida­ ideal constitucional del Senado, de mente a la concordia de la burguesía marcado tinte republicano {libertas) y europea y conjurar temores para él ob­ expresado en el poder imperial cole­ sesivos: que una Europa desgarrada giado, debió pronto completarse dando por la p rim e ra gran co n fla g ra c ió n satisfacción a las aspiraciones de legi­ mundial se entregase, vencida ahora timidad dinástica, y de corte tradicio- tras gigantesco duelo de clases socia­ nalista, de la plebe romana, de modo les, en las manos incultas de las masas que el niño Gordiano III, nieto de Gor­ obreras. De ahí que su obra termine diano I, fue nombrado César. Entretan­ con una interrogante que todavía hoy to, Maximino se dirige con un podero­ se plantean quienes consideran a los so ejército hacia Italia, donde escasea­ trabajadores y explotados de todos los ban los efectivos militares pero se vi­ tiempos como la auténtica bestia negra vían días de euforia popular y tradicio­ de la Historia: “¿Es posible extender a nal ista. Sorprendentemente, Maximino las clases inferiores una civilización fracasó militar y socialmcnte en su in­ superior sin degradar el contenido de tento por mantener en exclusiva el po­ la misma y diluir su calidad hasta des­ der, siendo incapaz de superar la resis­ vanecerla por completo? ¿No está con­ tencia que le ofreció la rica y bullicio­ denada toda civilización a decaer ape­ sa ciudad de Aquileia, en cuyo frustra­ nas comienza a penetrar entre las ma­ do asedio (por la imposibilidad de re­ sas?”. forzar sus efectivos y garantizar los Pero la realidad es que, muy lejos abastecimientos) sería asesinado por de probar tal tipo de conflictos y de­ sus propias tropas. gradaciones, la revuelta del 238 puso El triunfo de la in s u rre c c ió n en de manifiesto una amplia comunidad Africa Proconsular e Italia, regiones de intereses entre los campesinos y las donde predominaba el latifundio sena­ capas ciudadanas, pues fue protagoni­ El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 17 Infan cia de M oisés, sinagoga de Dura Europos (siglo 111) zada por c o lo n o s de l a tifu n d is ta s antipatronal”. En este sentido, los lati­ privados hostiles al em perador; en fundios privados (o senatoriales) de otras palabras, se documenta aquí una Africa Proconsular lograron aglutinar interesada solidaridad entre los cam­ el descontento rural y urbano que esta­ pesinos-colonos y los terratenientes lló, tras una larg a m ad u ra ció n , en senatoriales contra la opresión fiscal, tiem pos del e m p erad o r M axim ino, política y militar del Estado, abortán­ quien, por eso mismo propiciaría a dose de este m o do la p o sib le continuación que sus partidarios, en formación de lo que, en términos mo­ represalia, “ saquearan e incendiaran dernos, Mazzarino (1980) ha denomi­ campos y aldeas”, según testimonio de nado “conciencia de clase campesina y Herodiano (VTT,9,10). Es significativo 18 Akal Historia del Mundo Antiguo que la revuelta fracasara p rin cip a l­ lada indefinidamente a la tierra, pues mente en las provincias con sólida im­ era este nexo del trabajador a los me­ plantación del latifundismo imperial dios de producción la mejor compen­ (las de Hispania entre otras), cuyos sación a la escasez de mano de obra o colonos consideraban por lo general al penuria hominum a que tan frecuente­ emperador como un defensor de sus mente aluden nuestras fuentes. La ex­ intereses frente a los abusos de terce­ plotación de los coloni por parte de la­ ros (procuradores, arrendatarios, etc.), tifundistas asentados en ricas villae y posiblemente sin el apoyo de Italia rústicas, se fue haciendo cada vez más (y de Roma) hubiera sido abortada en oprobiosa a lo largo del s.III, y en la sus orígenes. Por cierto que este apoyo siguiente centuria abundan las noticias decisivo sólo se explica por la presen­ sobre huidas de trabajadores de los cia senatorial en la capital del Imperio campos, a pesar de su expresa prohibi­ y en Italia, donde los senadores esta­ ción y duro castigo legal. Lactancio ban obligados a invertir un alto por­ {De m orí. pers. 7,3) afirma que en centaje de sus patrimonios. tiempos de Diocleciano “se llegó al extremo de que era mayor el número de los que vivían de los impuestos que 3. Digresión sobre el el de los contribuyentes, hasta el punto de que, al ser consumidos por la enor­ colonato y la crisis midad de las contribuciones los recur­ urbana del siglo III sos de los colonos, las tierras queda­ ban abandonadas y los campos cultiva­ En otro orden de cosas, los aconteci­ dos se transformaban en selvas”. Así mientos del 238 vienen a ratificar lo pues, si en un primer momento se pro­ que ya sabíamos por otras fuentes: el duce una cierta solidaridad entre colo­ declive de las formas de explotación nos y latifundistas, ello sólo puede ex­ esclavistas, en provecho del trabajo plicarse por la común hostilidad a la dependiente y en especial del colonato política fiscal y social del poder cen­ adscrito a las tierras privadas o del tral, pues a partir del s.lV, el triunfo emperador. La difusión de éste se vio definitivo del latifundio sobre el Esta­ favorecida por el hecho de que su ad­ do acarrearía la coerción brutal y legal quisición no requería la inversión de de los colonos a las tierras y su dura capital monetario, como ocurría lógi­ represión, incluso corporal, en caso de camente con la compra de esclavos, si­ deserción. Pero esta será una temática no tan sólo disponer de tierras donde propia de la cuarta centuria, cuando asentarlos en calidad de arrendatarios de forma manifiesta confluyen los in­ y con diversas obligaciones con res­ tereses de los latifundistas, de la jerar­ pecto a los propietarios. La abundan­ quía eclesiástica y del fisco estatal, cia de agri deserti y la acaparación, en confluencia que se traduciría en una detrimento o incluso a expensas del serie de leyes que sancionaban la ina- pequeño campesinado, de amplias ex­ movilidad de los colonos. En todo ca­ tensiones de tierras por poderosas mi­ so, se trata de un fenómeno complejo, norías sociales constituye, consecuen­ como se deduce de la propia heteroge­ temente, una premisa fundamental en neidad de la legislación bajo imperial, la creciente y sólida implantación del lo que prueba que este modo de explo­ colonato a partir de los decenios fina­ tación adoptó formas diferentes y ca­ les del s.II. No obstante, el fenómeno, tegorías diferentes según lugares y verificado a lo largo de*varios siglos, circunstancias, si bien en su esencia el trasluce la necesidad de disponer de colonato fue evolucionando hacia un una fuerza de trabajo sometida a los régimen generalizado de servidumbre, intereses de las nuevas élites y vincu­ en la que también cayeron los peque­ El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 19 ños campesinos, la plebe urbana y los La revuelta de los pretorianos: entre­ esclavos, de manera que, a la postre, namiento de Gordiano III se produjo lo que algunos historiado­ res, como Petit o Mazza, han denomi­ “A partir de entonces los emperadores nado “nivelamiento de las clases infe­ gobernaron la ciudad con moderación y riores”. autoridad (...). El pueblo estaba contento Los latifundios arrendados a colo­ con ellos porque le enorgullecía contar nos constituirán muy pronto organis­ con emperadores patricios que fueran dig­ mos rurales autónomos en sus formas nos del Imperio. Los soldados, sin embar­ de producción y distribución de las ri­ go, estaban enfurecidos; no les agrada­ quezas, desvinculándose cada vez más ban las aclam aciones del pueblo y les del control político-fiscal ciudadano e molestaba la nobleza de los em perado­ imperial. De hecho, las villae rústicas res. (...). Durante la celebración de los abarcaban a veces aldeas enteras, con juegos capitolinos, mientras todo el mun­ una organización muy compleja que do estaba ocupado en la fiesta y los es­ incluía sus propios órganos adminis­ pectáculos, los soldados descubrieron sú­ trativos, mercados y divinidades. Aun­ bitamente los sentim ientos que guarda­ que algunos autores marxistas, en es­ ban en su interior (...), se apoderaron de p ecial S taerm an (19 64 ), ven estos los ancianos (emperadores); les arranca­ cambios como un producto de la lucha ron las sencillas ropas de andar por casa de clases y otorgan al colonato un ras­ que llevaban puestas y los sacaron del go de progreso respecto al sistema es­ palacio imperial desnudos con todo tipo clavista, para otros, según acabamos de ultrajes y violencias. Entre golpe y gol­ de ver, lo que se estaba produciendo pe hicieron befa de ellos llamándoles em­ era sencillamente una nivelación por peradores del Senado; los m artirizaron abajo propiciada por los propietarios con tirones de barbas y cejas y con ver­ interesados en disponer de una fuerza gonzosas violencias por todo el cuerpo, y de trab ajo d e p e n d ie n te (co lono s y les pasearon por el centro de la ciudad otros) y que igualase o superase en (...). Tan pronto como los germanos se en­ eficacia a la de los esclavos. Para ello, teraron de estos hechos, tomaron las ar­ estos propietarios optan por cointere­ mas y corrieron en su auxilio. Pero al sa­ sar a los trabajadores en la produc­ ber los pretorianos que los germanos se ción, dándoles mayor libertad (se les acercaban, inmediatamente dieron muerte permite, por ejemplo, el matrimonio a los emperadores, cuyos cuerpos ya es­ legal y la vida familiar) e incluso otor­ taban completamente mutilados. Dejaron gándoles un peculio o lote de tierra en los cadáveres en medio de la calle y, acto propiedad. Una lógica consecuencia de seguido, levantaron a Gordiano (III), que todo ello fue el alejamiento del campo entonces era César, y lo proclamaron em­ y el mercado, pues, como ha escrito perador, puesto que no encontraban otro De Martino, “la finca constituyó una en aquellas circunstancias. Luego prego­ unidad cerrada sometida al poder del naron ante el pueblo que se habían de­ señor, donde vivían oprimidos escla­ sem barazado de aquellos a quienes el vos y colonos, hermanados por una pueblo había rechazado para estar al condición igual”. El resultado final fue frente del Im perio. (...). Los germ anos el deterioro e incluso abierta decaden­ (tropas auxiliares rom anas), no te n ie n ­ cia de la vida urbana, tan ampliamente do ningún in te ré s por e m p re n de r una documentada por la arqueología y la guerra inútil por dos hom bres muertos, epigrafía: pobreza de construcciones, regresaron a sus c u a rte le s.” restricciones de los recintos urbanos, amurallamientos, escasez de inscrip­ Herodiano, H- del I. romano después ciones honoríficas, etc. Se puede afir­ de M. Aurelio, VIII. (Traducción de J.J. mar que el proceso de urbanización, Torres Esbarranch). 20 Akal Historia del Mundo Antiguo característica peculiar de la rom ani­ contra Maximino y su intransigente dad, cesa a partir de los Severos, si actitud, poco conciliadora al menos, bien (como siempre ocurre) ello no respecto al segundo estamento social im pide que m uchas ciudades sigan romano. Será precisamente este des­ cumpliendo su papel administrativo y mesurado deseo senatorial de controlar político-militar, y mantengan cierto ni­ toda la burocracia de la corte imperial vel de prosperidad, como es el caso de lo que provocará un pronta revuelta de Alejandría, Antioquía, Cartago, Milán los pretorianos, de carácter expresa­ o Sirmium. La crisis urbana se vio mente hostil al Senado, y que conclui­ agravada por la extraordinaria subida rá con el consiguiente reforzamiento, a de las cargas fiscales del Estado, de nivel jurídico, político y militar, de la cuya recaudación se responsabilizará a prefectura del pretorio. En efecto, tras las autoridades locales (decuriones) el asesinato de Maximino en Aquilea, precisamente en una época en que la su ejército y el pueblo italiano festejan actividad económica de las ciudades la reconciliación por la que formal­ languidecía de forma irreversible por mente el poder político y militar que­ su desconexión y aislamiento de las daba nuevamente depositado en el se- grandes fincas, donde una clase po­ natuspopulusque, y el ejército aparen­ derosa eludía impunemente sus obli­ ta asumir su papel de servidor, y no ya gaciones fiscales y políticas a nivel de señor, del Imperio. Pero se trataba municipal y también estatal. Esta rura- de un espejism o: al poco estalla el lización de la economía y de la sociedad descontento de los pretorianos, que fue más acentuada en Occidente que en asesinan a los emperadores Pupieno y Oriente, y contrasta tan vivamente con Balbino e imponen como Augusto a el esplendor de la vida urbana en los si­ Gordiano III, quien a los trece años de glos pasados, que en cierto modo parece edad inicia así un reinado que sólo lle­ representar la gran revancha histórica gará al 244. del campo sobre la ciudad. Si la obra de Herodiano ofrece da­ tos prolijos y valiosos sobre el calami­ toso año 238, que conoció cinco empe­ 4. La revuelta de los pre- radores “legítimos”, a partir de ahora deberemos guiarnos por testimonios torianos y el gobierno de aún menos fiables y de más difícil in­ Gordiano III (238-244) terpretación, como los Breviarios y Epítomes bajo imperiales, y en parti­ La elección de Gordiano III como Cé­ cular por la Historia Augusta. Según sar había sellado un compromiso polí­ estas fuentes, el joven emperador, sim­ tico entre las diversas concepciones ple marioneta de los intereses encon­ constitucionales del pueblo y del Se­ trados, favorece un acercamiento del nado, pero no había satisfecho a los Senado, del ejército y del pueblo, aun­ pretorianos, que constituían un pilar que lo más sobresaliente será, como básico de la estructura político-militar era de esperar, el protagonismo autori­ del Estado. Por el contrario, a éstos se tario de los dos prefectos del pretorio les había impuesto como prefecto un que se suceden al frente de las elitistas personaje de rango senatorial em pa­ cohortes pretorianas y que en la prácti­ rentado con el em perador Pupieno, ca fueron los auténticos gestores del rompiendo así la tradición secular que Imperio: Timesiteo y Filipo. Por otra confiaba este importantísimo cargo a parte, prosigue en estos años la barba- un miembro del ordo ecuestre, a un ca­ rización de la milicia, con una masiva ballero. El hecho prueba un ilusorio incorporación de godos en unidades de envalentonamiento del Senado ante los caballería equipadas a la manera irania primeros avances de la insurrección (catafractarios, donde el jinete lleva El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 21 armadura). De este modo, aunque el calmar el descontento de los soldados ejército romano todavía se nutre prin­ romanos, licenció a las tropas federa­ cipalmente de legionarios ciudadanos, das bárbaras (lo que sería fatídico para acentúa su carácter móvil e incrementa Roma), tomando para sí, a fuer de sus sus contingentes de mercenarios fede­ menguados éxitos, los pomposos títu­ rados del exterior, gratificados con es­ los de Persicus, Parthicus Maximus, tipendios que llegan a confundirse con G erm anicus....viviendo lo suficiente meros tributos pagados a los bárbaros para celebrar el milenario de Roma un a cambio de la paz y de su colabora­ 20 de Abril del año 247. ción. Con este ejército reformado, Gor­ diano inicia en el 242 su expedición 5. Filipo el Arabe (244- contra los persas, quienes sentían gran temor de los efectivos germánicos; pe­ 249). Las necesidades ro en esta campaña (que contó con la religiosas y el sentimien­ presencia del filósofo neoplatónico to de “decadencia” Plotino) fue asesinado el emperador, cerca de Dura Europos, por las tropas Filipo, de origen árabe, será consi­ romanas, posiblemente descontentas derado por la tradición cristiana como por la creciente barbarización de la el prim er em p erador converso a la milicia, y tal vez instigadas por el pre­ nueva fe, que incluso cumplirá peni­ fecto Filipo, quien fue proclamado allí tencia en Antioquía por sus responsa­ m ism o e m p e r a d o r y de in m e d ia to bilidades en la muerte de Gordiano. acordó una paz precaria y vergonzante Aunque la tradición se podría confir­ con el rey persa Sapor, a quien debió mar por la correspondencia de Oríge­ pagar medio millón de denarios. Para nes con Filipo y su esposa, la verdad Caza del león. Sarcófago Museo del Capitolio. Roma 22 Akal Historia del Mundo Antiguo es que el Imperio Romano todavía está cia” que hasta entonces sólo habían si­ lejos de ser un Imperio Cristiano. Lo do temática propia de reducidos círcu­ que ocurre es que sigue avanzando ha­ los intelectuales: que la cultura y la ci­ cia formas de unidad y sincretismo re­ vilización clásica están en declive se ligioso, y ciertamente el cristianismo trasluce en diversos textos papirológi- se prefigura ya como una gran fuerza cos, en los Oráculos Sibilinos y espe­ espiritual capaz de aglutinar mentali­ cialmente en el escrito a un tal Donato dades y voluntades que hasta el m o­ redactado en estos años por Cipriano mento han permanecido enfrentadas o de Cartago, un insigne retor pagano distantes. Prueba de ello es su difusión recién c o n v e rtid o al cris tia n is m o : más allá de los límites del Imperio, en­ “Observa los caminos infestados de la­ tre persas, medos o partos, alcanzando drones, los mares acechados por pira­ el viejo Estado helenístico de Bactria­ tas, por todas partes divididos los pue­ na, hasta tal punto que Mani predicó blos por los horrores de sangrientas entre los persas su doctrina con el pre­ guerras. Todo el mundo está bañado en supuesto de que la religión de Oriente sangre de sus habitantes. Cuando algu- era la de Buda y Zaratustra mientras la de Occidente era la de Jesús. A pesar Filipo y la expansión del cristianismo de que el Occidente a que se refiere el persa Mani es “nuestro” Oriente (es “Al terminar Gordiano su reinado de seis decir, la zona donde antes y más inten­ años completos sobre los romanos, le su­ samente se difunde el cristianismo), es cede en el Principado Filipo, junto con su muy significativo que ésta sea consi­ hijo Filipo. De él cuenta una tradición que, derada ya como la religión típica de como era cristiano, quiso tomar parte con Roma, y que el propio Orígenes (C. la muchedumbre en las oraciones que se Celso, VIII, 70) se plantee por prime­ hacían en la Iglesia el día de la última vigi­ ra vez la hipótesis de una cristianiza­ lia de la Pascua, pero el que presidía en ción plena del Imperio, si bien parece aquella ocasión no le permitió entrar sin no desearla por los riesgos que se su­ haber hecho antes la confesión y haberse ponían en la secularización del mensa­ inscrito con los que se clasificaban como je evangélico. En consecuencia, debe­ pecadores y ocupaban el lugar de la peni­ mos pensar que Filipo, sin ser cristia­ tencia, porque, si no hacía esto, nunca lo no, sintió vivamente la necesidad de recibiría de otra manera, a causa de los unificación religiosa y los beneficios muchos cargos que se le hacían. Y se di­ que ello reportaría al debilitado Estado ce que al menos obedeció con buen áni­ romano. En este mismo sentido debe­ mo y demostró con obras la sinceridad y mos valorar la fastuosidad con que el piedad de sus disposiciones respecto del emperador, como po n tifex m axim us, temor de Dios. celebró los actos conmemorativos del (...) Fue entonces, como era natural milenario de Roma. también, mientras la fe se multiplicaba y Al margen de las pretensiones per­ nuestra doctrina se expresaba con liber­ sonales o políticas del emperador, el tad por todas partes, cuando Orígenes mero hecho de que este espectacular (...) com puso los ocho libros contra la aniversario se celebre bajo la égida de obra del epicúreo Celso contra nosotros, un “árabe”, del que se podían sospe­ titulada Doctrina verdadera, así como .... char veleidades filocristianas adversas Se conserva de éi, además, una carta al al paganismo tradicional, es todo un mismo emperador Filipo y otra a su mu­ símbolo de la situación, material y es­ je r Severa...” piritual, en la que había caído el Impe­ rio. M azzarino (1980) ha señalado E usebio de C esarea, H isto ria E cle ­ agudam ente cómo se un lversalizan siástica, VI, 34-36.(Traducción de A. Ve- ahora los sentimientos de “decaden­ lasco Delgado). El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 23 Decio y Valeriano: persecuciones a los demás y vivió el resto de su vida en anticristianas y descalabros militares una humillante servidumbre. En efecto, “Tras muchos años, surgió para vejar a el rey de los p e rs a s , S apor, q ue era la Ig le sia el e x e c ra b le a n im a l D ecio. quien le había cogido prisionero, cuando Pues ¿quién sino un malo puede ser per­ deseaba subir al carro o montar a caba­ seguidor de la justicia?. Como si hubiese llo, mandaba al romano que se postrase sido elevado a la cumbre del poder con y le ofreciese su espalda y, poniéndole el esta finalidad, com enzó rápidam ente a pie sobre ella, le decía entre risas, en volcar su cólera contra Dios para que rá­ plan de burla, que esta era la realidad pida fuese su caída. Habiendo marchado verdadera y no la que los romanos pinta­ en expedición contra los carpos, que ha­ ban en tablas y murales. (...). Otro hecho bían ocupado Dacia y Mesia, rodeado de contribuyó a agravar su castigo: aunque improviso por los bárbaros, fue destruido tenía un hijo emperador, no tuvo un ven­ con gran parte del ejército. Ni siquiera gador de su cautividad y de su abyecta pudo ser honrado con la sepultura, sino servidumbre, ni nadie lo reclamó en ab­ que, despojado y desnudo, como corres­ soluto. Una vez que acabó su humillante pondía a un enemigo de Dios, fue pasto vida en m edio de una ignom inia como de las aves de presa en el suelo. ésta, fue despellejado, y tras separarle No mucho después, también Valeria­ las visceras de la piel, tiñeron ésta con no, arrebatado por una cólera semejante, un líquido rojo y la colgaron en el templo levantó contra Dios sus manos impías y, de los dioses bárbaros, a fin de que sir­ aunque en breve espacio de tiempo, de­ viese de conmemoración de tan brillante rramó mucha sangre de los justos. Pero v icto ria y, a n uestros em ba ja d o re s, la Dios le infligió un tipo de castigo nuevo y contem plación de los despojos de este singular, a fin de que sirviese a los veni­ em perador cautivo en el tem plo de sus deros como ejem plo de que los enem i­ dioses bárbaros les sirviese de adverten­ gos de Dios reciben siem pre un pago cia perenne para que los rom anos no digno de su crim en. C apturado por los confiasen demasiado en sus fuerzas.” persas, perdió no sólo el poder del que se había se rvid o con in s o le n c ia , sino Lactancio, Sobre la muerte de los per­ también la libertad de que había privado seguidores, 4-5. (Traducción de R. Teja). no comete un homicidio, se considera ahora sí asistimos a un cambio profun­ como crimen; es virtud cuando se eje­ do en la administración y en la política cuta oficialmente. Hace impune a la de Roma: como era de esperar, los maldad no el título de inocencia, sino cristianos habrían de llevar la peor la m a g n itu d de la c r u e l d a d . ” (Ad parte. Don.6). La reacción contra estos senti­ m ientos religiosos y filosó fico s, y también contra el poderío de la clase ecuestre representada por Filipo, no se 6. La gran crisis del hizo esperar: Decio, legado de Mesia y 249-260 Panonia, perteneciente al orden sena­ torial e imbuido de los ideales trad i - El reinado de Decio (249-260) abre cionalistas romanos, fue proclamado uno de los periodos más dramáticos de emperador por sus tropas, venciendo la historia de Roma. El Imperio sufrió seguidamente a Filipo en la batalla de una epidemia de peste durante quince Verona (249). De este modo se consu­ años y los godos (que en tiempos de maba la victoria de las tendencias se­ Gordiano III sirvieron como foederati, natoriales y paganas sobre las concep­ pero tras su licénciamiento por Filipo ciones ecuestres, sincréticas y filocris- se habían convertido en el más temible tianas de ios últimos años. Por eso de sus enemigos) forzaron las fronte­ 24 Aka! Historia del Mundo Antiguo ras e invaden las provincias balcáni­ ros: francos y alamanes rompen el li­ cas. A pesar de algunos éxitos inicia­ mes gálico sobre el 258 asolando las les, el emperador, vencido y acorrala­ regiones limítrofes y también Hispania do cerca de Abritus, perdió la vida en y el Norte de Africa. Aquí, en Mauri­ el campo de batalla. Decio fue uno de tania, la situación se complica por la los m ejores em p eradores rom anos, reactivación de la guerrilla y de las es­ consagrado por entero a la defensa del caram uzas de las tribus bereberes, Estado y a la reconstrucción de la uni­ mientras que en la parte oriental del dad social. Para ello convocó a todos Imperio los godos llegan en sus incur­ los ciudadanos a las prácticas de la siones hasta Tesalónica, Nicomedia y piedad tradicional, en la esperanza de Prusa. recuperar la benevolencia de los dio­ Este vendaval de invasiones, acom­ ses. Muchos cristianos lo entendieron pañado como siempre de la desolación, así, pero otros - y con ellos la propa­ la enfermedad, el hambre y la muerte, ganda oficial eclesiástica- interpreta­ fue sentido por algunos sectores como ron este empeño imperial como una una venganza divina por el abandono expresa persecución anticristiana, por de las prácticas paganas y la expansión lo que su nombre engrosaría la nómina del cristianismo. Ello le permitió al de personajes hostiles a la nueva reli­ em perador desencadenar una de las gión y su memoria quedaría empañada más duras persecuciones religiosas, es­ para siempre. pecialmente dirigida contra las élites La muerte inesperada del empera­ sociales de la Iglesia (su finalidad eco­ dor agudizó las luchas por el poder du­ nómica es obvia, con abundantes con­ rante los dos años siguientes. Esto, fiscaciones de propiedades) y en la unido a otros males internos como el que, aparte de perder la vida muchos recrudecimiento de la peste, envalen­ cristianos ilustres, encontrarían inspi­ tonó a los enemigos de Roma, de ma­ ración los sentimientos milenaristas y nera que los persas de Sapor llegaron a apocalípticos del pueblo cristiano, co­ a la m ism a A n tio q u ía y los godos mo puede verse en los últimos escritos (¡una vez más!), insatisfechos con la de Cipriano, mártir de esta persecu­ ventajosa paz obtenida a la muerte de ción, o en el poeta Comodiano, que ve Decio, reanudan sus ataques, llegando en el perseguidor al Anticristo y Ne­ incluso a ocupar la ciudad de Efeso. rón redivivus, presagio escatológico En tan difícil situación fue finalmente del fin de los tiempos. Para colmo de proclamado emperador Valeriano, jefe males, sobre los años 259-60 los per­ del ejército del Rin y perteneciente a sas de Sapor (entre los que se encon­ una noble familia senatorial, lo que le traba Mani) toman Antioquía sin que granjeó de inmediato el beneplácito sus atónitos habitantes, absortos en del Senado. El nuevo Augusto (253- una función de circo, tuvieran tiempo 260), que ya contaba setenta años de para sobreponerse a la sorprendente edad, nombró corregente a su hijo Ga- aparición de estos intrusos. Pero lo lieno, tal vez por seguir la tradición más grave estaba aún por producirse: republicana y aristocrática del mando en su intento de rechazar a los persas, colegiado, o más probablemente por­ el propio emperador Valeriano cayó que se percataba de que las tareas eran prisionero cerca de Edesa (Mesopota­ desbordantes y de que se iba impo­ mia) y fue llevado en cautiverio a la niendo una cierta separación del Impe­ corte de Sapor. Acontecimiento inau­ rio en dos partes. En estos años parece dito y sin precedentes que ponía bru­ situarse el ojo del huracáh de la crisis talmente de relieve el error cometido del s. III, acumulándose ahora las re­ al prescindir de las tropas federadas de vueltas internas, las usurpaciones polí­ los godos e impulsarlas así al campo ticas y los reforzados ataques bárba­ enemigo, abriendo un segundo frente El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 25 Busto de Filipo el Arabe Museo del Capitolio. Roma en las fronteras orientales. Sencilla­ en el más anárquico descontrol, prota­ mente, en esta situación el ejército ro­ gonizan sucesivos pronunciamientos mano sólo podía batirse en retirada. La en los que resultaron proclamados em­ prueba más patética de ello era la im­ peradores diversos jefes militares de potencia de Roma para contraatacar y Oriente (Macrino y Quieto) y Occi­ rescatar a su emperador cautivo. Ga­ dente (Regaliano, Ingenuo y Postu­ lieno ni siquiera se lo planteó: no po­ mo). El emperador legítimo, Galieno, día. Este insólito acontecimiento mar­ se encontraba, pues, ante un panorama ca el punto culminante de la crisis, y a sombrío que hoy puede asombrar no la par que subraya la debilidad del le­ tanto por la magnitud de los peligros gendario poderío romano, encendió los que acechaban al Estado, cuanto por la ánimos de sus enemigos externos: el realidad histórica de que éste pudiese recrudecimiento (¡aún más!) de las in­ encontrar, tal vez sin pretenderlo, el cursiones bárbaras en todas las fronte­ camino (también peligroso y anárqui­ ras parecía ser el asalto final contra la co, pero quizás único) de su desespe­ vieja Roma cuyos ejércitos, sumidos rada supervivencia. 26 Akat Historia del Mundo Antiguo III. La crisis del Imperio en tiempos de Galieno (260-268). La ruptura de la unidad y las reformas del Estado Según acabamos de ver, el Estado Ro­ cional en sus manos, ante unas condi­ mano y todos sus recursos materiales ciones terribles que impresionaron a e ideológicos, las bases sociales y la los propios coetáneos y ante las cuales tradición religiosa en que se fundó y sólo cabía adoptar medidas drásticas y expandió, llegan inequívoca y dramá­ de emergencia, así como combatir el ticamente a una situación límite en los generalizado pesimismo social, plas­ años centrales del s .III. Pero no es mado en las lamentaciones de “deca­ menos cierto que esas mismas fuerzas dencia” y “fin de los tiempos” com­ debilitadas, cuando no aniquiladas, partidas al unísono por los intelectua­ van a recuperar su vigor en una reac­ les paganos y cristianos. En esta pers­ ción política y social impresionante, pectiva histórica, el reinado de Galie­ protagonizada por todos y cada uno de no supone el punto de inflexión de la los ciudadanos fieles al poder consti­ crisis y a su política se debe el pronto tuido (legítimo o disidente) y decidi­ restablecimiento de las fuerzas del Es­ dos a recomponer su unidad en reno­ tado. Y ello fue así muy a pesar de vados ideales religiosos y sentimien­ que las fuentes literarias lo tratan mal, tos comunitarios. La voluntad de su­ tal vez porque sólo vieron los proble­ pervivencia exigió cambios profundos mas que afrontó y no tanto las solu­ e históricamente necesarios, cuyo re­ ciones que aportó, o quizás sencilla­ sultado fue la reconstrucción de un re­ mente por la irreconciliable hostilidad mozado Estado y de una nueva socie­ de las capas aristocráticas y del Sena­ dad civil, quedando así superadas las do hacia la persona y la política de es­ contradicciones y desesperanzas sur­ te “traidor de clase”. Lo cierto es que gidas en los largos años de lucha con­ los historiadores se regodean en con­ tra los enemigos externos, de calami­ sideraciones sobre su círculo de amis­ dades y guerras civiles. tades (integrado por filósofos y artis­ tas, pero también por favoritos y pros­ titutas), donde hallaría morbosa satis­ 1. Aproximación facción el espíritu perezoso, lascivo, afeminado y cruel de este aborrecible histórica a la figura emperador, tirano en la corte y cobar­ de Galieno de en los campos de batalla. Para esta historiografía (H istoria Augusta, Eu­ La cautividad de su padre dejaba a tropio, A. Victor....) sus éxitos se de­ Galieno, con todo el poder constitu­ ben al azar o a la valía de sus generales El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 27 La crisis del Imperio en tiempos de su padre, pero él, haciéndole una es­ de Galieno pecie de honor, ya que su padre parecía haber sido engañado precisam ente por “Pero no mucho después, mientras Vale­ su gran amor a la virtud, se alegraba so­ riano sufría la esclavitud entre los bárba­ brem anera. Sin embargo, se sabía que ros, empezó a reinar solo su hijo y go­ no había podido soportar el control pater­ bernó con m ayor sensatez. Inm ediata­ no y que había deseado fuertemente li­ mente puso fin, m ediante edictos, a la brarse de aquel yugo que le parecía tan persecución contra nosotros, y ordenó pesado. (...). por un rescripto a los que presidían la Como Galieno persistiese en su rela­ palabra que librem ente e je rcie ra n sus jación y costumbres disolutas, los galos, funcio nes acostum bradas. El rescripto de quienes es característico no poder so­ rezaba así: portar a los príncipes ligeros y degenera­ El emperador César Publio Licinio Ga­ dos que se han apartado de la fortaleza lieno Pío Félix Augusto, a Dionisio, Pina, rom ana, llam aron a Postum o para que D e m e trio y a los d e m á s o b is p o s : he ocupase la suprema dignidad del impero. mandado que el beneficio de mi don se extienda por todo el mundo, con el fin de Nuevos males vinieron a añadirse a que se evacúe los lugares sagrados y los anteriores. Los escitas habían invadi­ por ello también podáis disfrutar de la re­ do Bitinia y destrozado sus ciudades. Fi­ gla contenida en mi rescripto, de manera nalmente, habiéndola incendiado, devas­ que nadie pueda m olestaros. Y aquello taron gravem ente la ciudad de Astaco, que podáis recuperar, en la medida de lo que luego se llamó Nicomedia. Por últi­ posible, hace ya tiempo que lo he conce­ mo, como si todo el orbe de la tierra se dido. Por lo cual, Aurelio Cirinio, que está hubiese dedicado a conspirar, tam bién al frente de los asuntos supremos, man­ en Sicilia surgió una guerra de esclavos, tendrá cuidadosamente la regla dada por más propia de otros tiempos, a cargo de mí. bandas e rrantes de ladrones. A duras Quede inserto aquí, para mayor clari­ penas se la pudo dominar. (...). dad, este rescripto, traducido del latín. Galieno se burlaba de todas las par­ Se conserva también del mismo empera­ tes del mundo conforme las iba perdien­ dor, otra ordenanza que dirigió a otros do, como si sólo se tratase de asuntos obispos y en que permite la recuperación sin importancia. Y para que en sus tiem­ de los lugares llamados cem enterios”. pos no faltase ninguna desgracia, la ciu­ dad de Bizancio, importantísima en la es­ trategia naval y llave del Ponto, fue de tal Eusebio de C esarea, H isto ria E c le ­ manera devastada por los soldados del siástica, VII, 13. (Traducción de A. Velas­ mismo Galieno, que nadie quedó vivo en co Delgado). ella. (...) Siendo cónsules Galieno y Saturnino, Odenato, rey de los palmirenses, consi­ guió el imperio de todo el Oriente princi­ palmente porque con sus eficaces accio­ “Galieno, como si todo estuviese se­ nes guerreras se declaró digno de los guro, y su padre ya hubiese sido recupe­ distintivos de tan gran m ajestad, mien­ rado, se entregó a los placeres y volup­ tras que Galieno no hacía nada o lo que tuosidad es. C elebró ju e g os circenses, llevaba a cabo eran sólo hechos volup­ escénicos y gimnásticos. Hubo cacerías tuosos, ineficaces o ridículos." y luchas de gladiadores. Y com o si fu e ­ ran días de triunfo, G alieno invitaba al p u e b lo a fie s ta s y e x h ib ic io n e s . M u ­ H is to ria A u g u s ta : Vida de G alieno, chos se entristecía n con la cautividad (Traducción de Balbino García.) 28 Aka I Historia del Mundo Antiguo muchos de los cuales fueron usurpado­ debieron soportar, para com pen sar res célebres y mejor considerados que aquellos privilegios, el agravamiento él, en particular Postumo. Ni siquiera de las cargas tributarias: por aquí tam­ los cristianos supieron agradecer su bién se llega a una explicación “econó­ política tolerante, de pagano convenci­ mica” de las persecuciones de Valeria­ do, de modo que sólo algunos autores no contra los cristianos, según esboza­ griegos fragmentarios (Dexipo) o tardí­ mos en el capítulo anterior. Ya durante os (Zósimo), dan una imagen favorable los años de corregencia, Galieno dio de este príncipe ilustrado y humanista. pruebas de querer gobernar en Occi­ Como señala Petit, ya no es el momen­ dente con un estilo y una orientación to de rehabilitar a Galieno, pero sí de muy distinta a la sostenida por su padre devolverle un lugar justo entre los em­ en la pars Orientis del Imperio. Incluso peradores de su siglo. se ha querido ver la mejor confirma­ Apresurémonos a señalar que a él ción de esta discrepancia a propósito de corresponde el acierto político, a despe­ la captura de Valeriano, ante la que Ga­ cho de sus orígenes aristocráticos, de lieno nunca mostró signo de tristeza ni acabar con la fuerte orientación tradi- desde luego preocupaciones por su res­ cionalista y filosenatorial que Valeriano cate, cosa que se le reprochará reitera­ había marcado a su gobierno, sobre to­ damente desde entonces. Lo cierto es do por los privilegios fiscales otorga­ que fue precisam ente en estos años dos a los latifundistas (quienes sólo es­ (260-262), cuando llevó a la práctica taban obligados a contribuir con bienes una serie de reformas cuyo denomina­ producidos en sus fu n d i) en perjuicio dor común, según veremos, será su ca­ de los restantes sectores sociales, que rácter antisenatorial. El paso del Mar Rojo, sinagoga de Dura Europos (siglo III) El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 29 2. El talante intelectual no sólo actúa como un helenista moti­ vado por los recuerdos del Imperio filo­ de Galieno. sófico de M. Aurelio, sino también pol­ El cristianismo y las ideas neoplatónicas de su tiempo y los ideales filosóficos en particular por las de Plotino, el más ilustre representante de esta corriente En este contexto se entendió su deci­ filosófica y amigo íntimo de Galieno y sión de poner fin a la persecución con­ de los más importantes personajes de la tra los cristianos y de llevar la lucha corte. Son años en que decisivos órga­ contra éstos a un terreno puramente nos de poder están en manos de filóso­ ideológico, enarbolando las conviccio­ fos, sofistas, hierofantes e historiadores nes espirituales propias de los círculos como Dexipo, Nicágoras, Longino... filosóficos y estéticos en que se movía Mazarino (1980) ha matizado, sin em­ el emperador. En realidad, Galieno es bargo, que la obra de Galieno no se ex­ muy consciente de la fuerza adquirida plica, exclusiva y mecánicamente, por por el cristianismo, sobre todo en la los ideales neoplatónicos que la infor­ parte oriental, donde, por añadidura, la maban, ideales que, por lo demás, co­ derrota de Valeriano podía interpretar­ nocieron también discrepancias inter­ se como una venganza del dios de los nas. En concreto, Galieno se apartó ob­ cristianos perseguidos. Este sentimien­ viamente de las aversiones anticristia­ to amenazaba tener consecuencias he- nas latentes en los esquemas de Plotino fastas, pues uno de los puntos de má­ (2a Enéada) así como de sus plantea­ xima fricción entre el Estado y el cris­ mientos aristocráticos y tradicionalis- tianismo radicaba precisamente en el tas, a los que repugnaba que los “gnós­ ejército. En suma, resultaba ya en ex­ ticos” (valdría decir también “cristia­ ceso paradójico e insostenible que una nos”) llamasen “hermanos” incluso a sociedad civil cada vez más cristiani­ los hombres de más baja extracción so­ zada se hallase sometida a los dictá­ cial o que los considerasen hijos de menes de un Estado y de un empera­ Dios y destinados a una vida celestial. dor visceralmente anticristianos. El Por contra, Galieno ofrece la paz al fracaso de las persecuciones, con se­ cristianismo, y de alguna manera intuye c u e la s s o c ia le s y m ilita r e s muy que la cultura humanista y democrática negativas, imponía a todas luces una de los seguidores de Jesús, cultura de rectificación. Galieno no tardó en per­ vocación práctica (Plotino, recordé­ catarse de ello. moslo, era opuesto a la praxis), no dista Su tolerancia con los cristianos es tanto del camino por el que él mismo tan sólo una manifestación de las ten­ ha encauzado su política: también para dencias revolucionarias del emperador, el emperador sería las élites tradiciona- que desea apasionadamente vincularse listas y aristocráticas, así como los es­ y reconstruir el Imperio humanista, ra­ píritus pasivamente especulativos, los cional y filosófico de los inolvidables principales enemigos a batir. Efectiva­ emperadores Antoninos. Enamorado mente, pronto se alzaron contra estos de Grecia y Atenas, como lo estuvo idearios la mentalidad arcaizante y los Adriano (fue arconte epónimo y se hi­ intereses senatoriales, que de inmediato zo iniciar en los misterios de Eleusis, encontraron un eficaz brazo armado en recuperando así una tradición perdida los generales panonios. Hostilidades y con los Severos), no cejó en su empe­ odios que ya brotaron contra Adriano, ño por mantener un justo equilibrio contra Marco Aurelio; odios que brota­ entre Oriente y Occidente, las dos par­ rán cien años más tarde contra otro em­ tes con personalidad cada vez más ní­ perador ilustrado: Juliano. Ciertamente, tida - y por tanto más distantes- del in­ en un tiempo tan brutal y apasionada­ menso Imperio Romano. Pero Galieno mente enfrentado, convulsionado por 30 Akal Historia del Mundo Antiguo calamidades y urgencias tan vitales, la yó en buena medida su política toleran­ figura de un emperador humanista no te con judíos y cristianos, muy numero­ deja de sernos todavía hoy sorprenden­ sos en Mesopotamia y por lo general te. En realidad, la fascinación recae so­ hostiles a Roma, sentimiento de anti- bre todos estos años de “anarquía mili­ rromanidad que era también comparti­ tar” y a la par de refinamientos filosófi­ do por amplios sectores populares y no­ cos y de sentidos ideales religiosos. Pa­ biliarios de la pars Orientis del Impe­ radojas de una época que se puso por rio. Sapor protegió el movimiento ma- modelo el Imperio humanístico y aris­ niqueo (fundado por Mani) y a imita­ tocrático de Marco Aurelio, y creó co­ ción de Darío nos dejó el recuerdo de mo contrapunto la férrea monarquía sus hazañas en un célebre texto epigrá­ “democrática” del emperador-filósofo fico escrito en parto, pahlevi y griego Galieno. Es, en todo caso, histórica­ (Res Gestae divi Saporis). Tras unos mente injusta la damnatio memoriae primeros enfrentamientos sin mayor que sufrió apenas muerto, y que sólo se trascendencia, el joven rey concluyó explica por la animadversión en la que, una paz victoriosa con Filipo, pues el también paradójicamente, coincidieron emperador debió pagarla con 500.000 plenamente sus más variopintos enemi­ denarios y tal vez (ello sólo lo afirman gos políticos, ideológicos y sociales: fuentes muy tardías) con algunas con­ senadores despechados, rudos y semi­ cesiones territoriales. En la década si­ bárbaros oficiales ilíricos y panonios, guiente, activó sus incursiones contra el cristianos en fin, desagradecidos de la limes, saqueando repetidamente diver­ tolerancia recibida de parte de este pa­ sas ciudades sirias, incluyendo la capi­ gano impar, en el que ellos solamente tal Antioquía, que en el 256 caería defi­ vieron un enemigo más dentro de la éli­ nitivamente en su poder, junto a Dura te neoplatónica de los últimos siglos Europos y otros núcleos de similar im­ del Imperio. portancia. La captura y cautividad de Valeria­ no, en el año 259 ó 260, marca la cima 3. La am enaza persa del poderío persa, pues prácticamente todo el Oriente asiático quedó postrado, sasánida y el Reino de como el emperador romano, a los pies Palmira de Sapor, quien lejos de llevar la tran­ quilidad a la zona, se mostró infatiga­ En los años 224-226, el vasallo persa ble en el saqueo de campos y ciudades. de los partos Artajerjes (Ardashir) se Esta política prepotente y destructiva hace nombrar “Rey de reyes” y funda fue aprovechada por Odenato, príncipe la dinastía sasánida, que sería un peli­ de Palmira, que, junto a su ambiciosa gro permanente para Roma hasta fina­ esposa Zenobia, supo aglutinar a todos les del s.IV y que gobernaría el Imperio los descontentos y encabezar con éxito Persa hasta las invasiones árabes del s. la resistencia armada contra los sasáni- VII. La nueva dinastía, que se conside­ das. En muy poco tiempo, el Reino de ra heredera de los Aqueménidas (y de Palmira consolidó sus estructuras mili­ ahí sus pretensiones expansionistas ha­ tares, y sus victorias sobre los persas le cia Egipto, Siria y Asia Menor), organi­ garantizaron el control de las rutas co­ za un poderoso Estado centralizado e merciales a través del Golfo Pérsico y ideológicamente cohesionado por la re­ con Oriente. Odenato logró, además, ligión oficial mazdea, es decir, por el imponerse a los usurpadores Macriano Zoroastrismo, cuyo libro sagrado era el y Quieto, dos hermanos proclamados Avesta. Su hijo y sucesor Sapor (241- emperadores por las tropas romanas de 272) llevaría este reino a sus mejores Oriente y partidarios de la política aris­ momentos de gloria, a lo que contribu­ tocrática (y anticristiana) de Valeriano. El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 31 Su derrota debió indudablemente ser Gotlandia (Países Nórdicos), comen­ recibida con alivio por los cristianos zaron a desplazarse hacia el SE euro­ (allí muy numerosos) y por los sectores peo a inicios de nuestra era, impulsa­ más dinámicos de la sociedad oriental, dos seguramente por la superpobla­ que mostraron su apoyo total al victo­ ción y el hambre, y sobre el año 230 rioso príncipe. De este modo, el bienes­ ya los encontramos asentados en torno tar económico y la seguridad trajeron a al Mar Negro, entrando en contacto Palmira una “edad dorada”, con amplí­ con el Imperio en la provincia de Da­ sima autonomía política, y a su rey cia. La política desigual seguida con Odenato un enorme prestigio, que de­ estas gentes externae por Gordiano III bió influir en las ideas de “decadencia” y Filipo, ya la comentamos en el capí­ (para Roma) tan sentidamente expues­ tulo anterior. R ecordem os aquí que tas por Comodiano en su Carmen apo­ Decio, en lucha contra ellos, fue pro­ logeticum. El emperador Galieno (“ofi­ clamado em perador sólo unos años cialmente” considerado el vencedor de antes de morir en combate contra este los persas y que incluso recibió las ala­ pueblo de vocación seminómada, al banzas del obispo Dionisio de Alejan­ que Aureliano optó, en 271, por ceder dría), fue, sin embargo, consciente de toda la Dacia. Los decenios centrales las limitaciones de su autoridad, y supo del s.III son, pues, un período de ex­ conformarse con la fidelidad de Egipto, pansión militar de los godos, que de­ indispensable para el avituallamiento sarrollan una terrorífica actividad pi­ de Roma, si bien se optó, a nivel ofi­ rática por todo el Mar Egeo y las pro­ cial, por guardar las apariencias legales vincias romanas orientales, de Mesia a y fingir que la unidad se mantenía, Cilicia. Fue también entonces cuando siendo por ello nombrado Odenato dux se produjo su división en dos grandes Romanorum y corrector totius Orientis. grupos, ostrogodos y visigodos, debi­ Pero en la práctica, el príncipe de Pal- do a diferencias étnicas ancestrales y mira, que tomó por su cuenta el título a conflictos internos. Pero se mantuvo de “Rey de reyes” y persicus maximus, la unidad lingüística y el sentimiento ejercía un poder soberano sobre las de pertenecer a una familia común, lo provincias romanas de Cilicia, Siria, que propició el trasiego humano de un Mesopotamia y Arabia. Tal vez fuese el grupo a otro. La decisión tomada por propio Galieno quien intrigó para que Aureliano de cederles Dacia fue acer­ Odenato y su hijo mayor fuesen asesi­ tad a, p ues d u ra n te un s ig lo estos nados en el año 267, mas no por ello aguerridos vecinos del Im perio no Palmira cayó de nuevo bajo dominio ocasionaron problemas de relieve a romano. Por el contrario, asesinado po­ Roma, proporcionándole en cambio co después este emperador, el Imperio abundantes reclutas para su ejército. Romano vuelve a replegarse en luchas Por cierto que la actual lengua rumana internas, facilitando así el fortaleci­ tiene sus raíces en el latín de los colo­ miento y expansión de Palmira, gober­ nos romanos que perm anecieron en nada ahora por la mítica Zenobia. aquellas regiones. Por otra parte, las numerosas ciudades que antaño fueron asoladas, tanto en Europa como en Asia Menor (en Atenas destacó la de­ 4. La am enaza germ áni­ fensa organizada por el historiador Dexipo), comenzaron a recuperarse, y ca y el Imperio Galo de el Estado romano pudo a su vez con­ Postumo centrar sus fuerzas en otros frentes. Visto desde el lado bárbaro, no po­ Los godos o germanos orientales, afin­ demos por menos que apreciar la im­ cados originariamente en la región de portancia excepcional de los pueblos 32 Aka! Historia del Mundo Antiguo godos en la historia de estos siglos más que nunca, parecía confundirse turbulentos: ellos fueron los únicos con el principio del fin. que atravesaron el Imperio de parte a En situación tan dramática se pro­ parte, y los primeros en fundar esta­ duce (y se explica) la proclamación de dos duraderos donde se fraguan las Postumo, general de Galieno, por los primeras síntesis de elementos germá­ ejércitos del Rin, y la consiguiente nicos y latinos en una cultura re al­ fundación del im perium G alliarum , mente autónoma. Todo ello Jes permi­ cuya principal misión sería la expul­ tirá asumir de algún modo la dirección sión de los invasores francos, que en del mundo bárbaro y gozar de un pres­ estos años habían multiplicado sus in­ tigio legendario que ha dejado su hue­ cursiones devastadoras por tierra y lla en una milenaria tradición épica. mar, llegando a pasar el Estrecho de La temprana simbiosis del germanis­ Gibraltar, hasta la actual Alicante. Ro­ mo y la romanidad parece anunciar la ma, que sufre en estas fechas la mayor arraigada tendencia de la vieja Europa catástrofe de su historia, no podía sino a incorporar, adaptándolo a sus pro ­ re c o n o c e r fo rm a lm e n te a Postum o pias dimensiones, lo que, pacífica o (260-268/9) como emperador de esta violentamente, le llega del exterior. parte occidental del Imperio, pero la Quizás sea precisamente esto lo que oportunidad y acierto de esta insólita diferencia la civilización de las cultu­ decisión se hizo patente en los inme­ ras prim itivas, en que han quedado diatos éxitos frente a los germanos, en confinados tantos “bárbaros” de los la eficaz reorganización de la defensa siglos pasados y presentes. de las Galias y en el saneamiento de Las luchas contra los germanos, en las emisiones monetarias y de las res­ particular las protagonizadas por Ga­ tantes actividades económ icas. Así lieno, habían mostrado la imposibili­ pues, la paz volvió a la Galia y tam­ dad, a pesar de algunos éxitos aisla­ bién a Bretaña y a Hispania, cuyas dos, de rechazarlos militarmente, cir­ provincias habían reconocido su auto­ cunstancia que sirvió -e n cambio- de ridad, con la excepción de nuestra Bé- pretexto a diversos generales romanos tica, que se mantuvo fiel al poder cen­ para usurpar el poder, lo cual, lógica­ tral. En los años 264-267, ante la im­ mente, debilitaba aún más la defensa potencia de Galieno, Postumo crea su del limes. Por razones de carácter es­ propio Senado y cohortes pretorianas, tratégico y social, estas amenazas se haciéndose nom brar cónsul del n a­ cumplieron plenamente en Occidente, ciente Estado, cuya capitalidad quedó donde las invasiones bárbaras habían fijada en Tréveris. Sus éxitos eran alas causado más estragos que en Oriente, para sus ambiciones, basadas siempre alcanzando su mayor incidencia desde -n o lo olvidem os- en una sólida es­ mediados del s. III hasta el año 280. tructura socioeconómica y en la evi­ Entre los más activos germanos occi­ dencia de que la defensa de la Galia, dentales, cabe destacar a los al amanes como la de tantas otras regiones, de­ en el Danubio y los francos en el Rin, bía ser asumida por sus propios habi­ quienes supieron aprovechar la debili­ tantes, si es que se quería sobrevivir a dad del Estado romano y el desánimo los terroríficos asaltos de los bárbaros producido tras la captura de Valeria­ y de los no menos peligrosos latrones no, para desbordar las fronteras por del interior. C onsecuentem ente, no varios puntos, llegando en sus incur­ dudó mucho en considerarse práctica­ siones hasta Hispania y el Norte de mente como el único emperador legí­ Italia. Las escasas y rrialtrechas fuer­ timo, proclamándose, según rezan las zas del Estado hubieron de emplearse leyendas de sus excelentes acuñacio­ entonces en una desesperada defensa nes de oro, restitutor orbis, Hércules del Imperio, cuya decadencia, ahora romanus, protector de Roma aeterna e El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 33 incluso O riens A ugusti. Paradójica­ tregaron a un pillaje incontrolado que mente, también él fue víctima del caos se cebó, significativamente, en el sur romano, pues en la cúspide de su glo­ de la Galia, zona civil y muy romani­ ria, no pudo evitar el descontento de zada que había permanecido fiel a los sus tropas cuando incorporó al ejérci­ emperadores legítimos de Roma y que to elementos bárbaros con vistas a un desde hacía años se enfrentaba a la enfrentamiento definitivo contra Ga­ Galia del NE, región ésta poco roma­ lieno. Tras asesinarlo, aquellas se en­ nizada y cantera de las legiones ger­ Escena de la loba que amamanta a los dos gemelos (siglo III) 34 Aka! Historia del Mundo Antiguo mánicas que proclamaron y apoyaron 5. Los presupuestos a Postumo y a sus efímeros sucesores. Así pues, tras un proceso caótico y augústeos del Principado complejo, el Imperio se configura en y las reformas militares tres grandes regiones (Oriente, Galia , de Galieno Italia-Iliria), de las que Galieno sólo controlaba directa y realmente la ter­ La defensa del Imperio se inspiraba, cera. Aunque en todas partes se man­ constitucional y estratégicamente, en tiene nom inalm ente el sentim iento criterios augústeos, de eficacia proba­ político de la Roma aeterna, la ruptu­ da en los dos primeros siglos de nues­ ra de la unidad era ya un hecho con­ tra era, en los que apenas se hicieron sumado, que incitaba además las am­ necesarias algunas reformas puntuales biciones de nuevos usurpadores. De y de detalle. Desde el punto de vista ahí que sea abrumador el número de estratégico, todo consistía (con la ex­ “tiranos” (según el calificativo de la cepción de las guarniciones de seguri­ literatura tradicional) que en estas fe­ dad asentadas en Roma y una legión chas protagonizan conspiraciones y en el Lacio) en una precaria cobertura golpes de fuerza con un grado desi­ de las fronteras (limes), prácticamente gual de fortuna, pero siempre motiva­ reducida a un largo cordón defensivo dos, sincera o cínicamente, por los sin retaguardias internas, por lo que, ideales y la veneración de la “romani­ una vez ro to , d e ja b a c a m p o s y dad”. Por lo demás, las invasiones de ciudades del Imperio, en particular de los bárbaros (que ya habían costado a las provincias limítrofes, a merced de Roma importantes pérdidas territoria­ las ordas invasoras. El sistema mostró les) y la evidencia de que el Estado su validez en tanto que los ataques ex­ no podía garantizar una defensa efi­ teriores fueron aislados o se concen­ caz, ha generalizado el temor y la in­ traron en un solo lugar, permitiendo el seguridad entre los ciudadanos, pero reagrupamiento de las legiones des­ también las tendencias a la autopro- plegadas a lo largo de la frontera. Pe­ tección y hacia formas de vida cerra­ ro la situación cambia en el s.TII, épo­ das o rígidamente autárquicas, a nive­ ca en que los asaltos bárbaros se re­ les cada vez más restringidos. Sin du­ crudecen y exigen la defensa simultá­ da, esta era también una muy funda­ nea de frentes variados y lejanos: Rin, mental “condición objetiva” para los D an ubio , Mar Negro, Asia Menor, pronunciamientos y veleidades auto­ Mesopotamia, Norte de Africa... Cada nomistas de los más ambiciosos ofi­ vez más frecuentemente, como acae­ ciales del ejército romano. En pocas ció en los años 253, 254, 259 ó 260, palabras, la ruptura de la unidad im­ se abrieron brechas por doquier y los perial y la inseguridad generalizada enemigos (germanos y persas en parti­ se habían convertido en males endé­ cular) penetraron sin encontrar resis­ micos que amenazaban derrumbar pa­ tencia hasta las provincias interiores ra siempre las estructuras políticas y del Imperio, ocuparon las más populo­ sociales del Estado. sas ciudades, saquearon todos los te­ El emperador Galieno debió sope­ rritorios a su paso y pusieron incluso sar fríamente estos peligros y decidió en peligro Italia y la propia Roma. En afrontarlos en su raíz, propiciando cierto modo, podemos afirmar que lo una revolucionaria transformación y militar marcó el pulso de la crisis y en renovamiento del decrépito organis­ los años cruciales reveló el carácter mo imperial, que afectaría no sólo a dramático de la misma, poniendo de sus aparatos burocrático-administrati- relieve la naturaleza caduca de un Im­ vos, sino también a los económicos y perio al que profetas y dioses habían militares. anunciado la inmortalidad. El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 35 Desde el punto de vista constitucio­ caballería con jinete y caballo protegi­ nal, los ejércitos se conciben como or­ dos con cota de mallas; y sobre todo, ganismos cívicos, integrados por ciu­ la frecu e n cia, en estas mismas fe ­ dadanos rom anos y organizados en chas, de c a rre ras s e n a to ria les con legiones de infantería bajo el mando cargos exclusivamente civiles, es de­ de un legado senatorial de rango pre­ cir, que de algún modo habían renun­ torio. Se trata, por tanto, de una con­ ciado a ejercer funciones militares, cepción oligárquica, arraigada en el mientras que, por el contrario, algu­ remoto pasado republicano, donde los nos miembros del orden ecuestre apa­ máximos poderes, el imperium, apare­ recen al frente de determinadas legio­ cen dotados de indisolubles atribucio­ nes. A p esa r de todo, fue G alieno nes militares y civiles, vigentes clomi quien se decidió a transformar en pro­ militiaeque , tanto en la guerra como fundidad estos esquemas militares, en en la paz. Estos privilegios senatoria­ vista de los peligros ya señalados en les sólo están limitados por las com­ que por entonces naufraga el Imperio petencias burocráticas y militares con­ Romano. Y tal vez sin la candidez fiadas al orden ecuestre, en especial el i d e a lis ta e x p u e s ta p o r M a z z a rin o gobierno de Egipto (clave para el con­ (1980), que ve en estas reformas la trol de Oriente y el abastecim iento obra de un emperador motivado por alimenticio de Roma) y la prefectura su profundo amor al Estado, de un fi­ del pretorio (clave de la seguridad im­ lósofo que sacrifica sus preferencias perial). El correcto funcionamiento de y tradiciones aristocráticas en el cum­ este compromiso entre lo cívico y lo plimiento patriótico de su deber. En militar, entre la burocracia y las ma­ esencia, la reforma militar se explica gistraturas, era la esencia del optimus en relación con la crítica situación sta tu s elaborado por Augusto, y la económica, y afectó a los aspectos es­ condición sine que non para la conti­ tratégicos y constitucionales que defi­ nuidad histórica de la Roma aeterna. nían el Principado desde los tiempos Y fue precisamente ese compromiso de Augusto. lo que se rompió reiteradamente du­ rante la “anarquía militar”, cuando in­ numerables rebeliones militares de se­ 5.1. C am bios estratégicos y nadores y caballeros echaron por tie­ desarrollo de la caballería rra la ya ilusoria coexistencia de un Estado de burócratas ecuestres y de Para mejorar la defensa de las fronte­ magistrados senatoriales. ras, se asentaron destacamentos legio­ Sin embargo, conviene no caer en narios (vexillationes) en ciudades for­ la “ re tó r ic a del c a m b i o ” (B ro w n, tificadas del interior (Milán, Aquilea, 1984) con que habitualmente se con­ Sirmium, Verona.....), constituyéndose templa la crisis del s.III. Recordemos así una serie de unidades que hoy lla­ que a partir del s.ll se producen modi­ maríamos “de intervención inmediata” ficaciones que ilustran una clara ten­ y cuya misión era actuar allí donde el dencia ev o lu tiv a, en línea con las limes (acortado en la región renano- transformaciones de la tercera centu­ danubiana, tras el abandono de los ria. Sirvan como ejemplos las unida­ Campos Decumanos) fuese atacado. des militares (n u m e ri) creadas por Este planteamiento estratégico estaría Adriano, integradas y equipadas por en pleno vigor durante el siglo s i­ bárbaros, y que bajo la dirección de guiente y, al margen de sus efectos mi­ un romano cumplían misiones de apo­ litares, tendría consecuencias nefastas yo a las guarniciones clásicas; o la para las provincias fronterizas, a cuya aparición a fines del s.II o inicios del decadencia contribuyó, pues a las de­ s.Ill, de los primero contingentes de vastaciones de los pueblos invasores 36 AkaI Historia del Mundo Antiguo se añaden ahora las provocadas por los organización y desarrollo de la caba­ contraataques de los destacam entos llería, cuyas unidades especializadas imperiales. En cambio atrajo la insta­ (lanceros, arqueros y sobre todo los lación en aquellas ciudades-fortalezas famosos “catafractarios”) obtendrían de los más activos e importantes talle­ tempranos éxitos frente a los persas. res monetarios, para facilitar la paga Milán fue el centro principal, en Occi­ de los soldados que tenían en ellas sus dente, de este nuevo y privilegiado acuartelamientos. El desplazamiento cuerpo militar, cuyos comandantes su­ de los centros defensivos y de la con­ premos (los magistri equitum del s.IV) siguiente actividad política y económi­ gozaron de un prestigio y poder simi­ ca no tardaría en eclipsar a la vieja lar al de los prefectos del pretorio, y Roma, que replegada tras los muros en ocasiones se sirvieron de él para aurelianos aguardará al próximo triun­ usurpar violentamente el trono impe­ fo de la Cristiandad para revivir mo­ rial, cual fue el caso de Claudio, Aure­ mentos de gloria como ciudad-guía es­ liano y Probo. La importancia crecien­ piritual de la nueva humanidad. te del elemento militar se traduce tam­ Una medida de más relieve sería la bién en la configuración definitiva, ba­ Triunfo de Mardoqueo, sinagoga de Dura Europos (siglo III) El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 37 jo Galieno, de una especie de Estado te, según palabras de A. Víctor {Caes. Mayor integrado por personajes rele­ 33,34), en prohibir a los senadores la vantes de la vida pública {protectores carrera militar y el acceso al ejército: divini lateris) , que constituirán unida­ senatum militia vetuit et adire exerci­ des de élite responsabilizadas de la se­ tum. En consecuencia, el orden ecues­ guridad del emperador en el campo de tre asume todas las responsabilidades batalla. Su propia denominación anun­ militares, desde el grado de centurión cia un principio de divinización impe­ hasta las máximas jefaturas de infante­ rial, a la manera helenística, que se ha­ ría y caballería, mientras que el orden rá realidad en los siglos siguientes. senatorial quedará relegado -y resenti­ do - en funciones exclusivamente civi­ les. La medida, sin duda cierta aunque 5.2. Los cam bios no nos ha llegado el edicto imperial al constitucionales: la supresión respecto, debió conmover a la socie­ de los legati legionis dad romana en grado mayor de lo que quizás hoy podamos imaginar, pues Todavía en estos años el reclutamiento suponía romper bruscamente con la se­ de las tropas sigue realizándose según cular tradición constitucional que unía la peligrosa tradición iniciada en el si­ en las magistraturas los poderes civi­ glo anterior: junto al campesinado se- les y militares: a partir de ahora, en el milibre de procedencia mayoritaria- cursus honorum de los hombres bien mente ilírica, se acrecientan los con­ nacidos no podrían ya conjugarse los tingentes bárbaros, incluso en zonas honores civiles del magistrado con los tan vitales como el limes renano o da­ poderes militares del legatus legionis. nubiano, dándose el caso de líneas Se ha pretendido ver en esta ley, una fronterizas defendidas exclusivamente prevención contra las usurpaciones por tribus germanas enroladas en blo­ (más fáciles si la conspiración militar que con sus respectivos jefes a la ca­ tiene la “legitimidad” senatorial), pero beza. Se comprende así que los térmi­ es más probable que se tratase senci­ nos latinos m iles y barbarus acaben llamente de una medida realista, con por ser sinónimos, y que la temática pretensiones más amplias y sin duda de la barbarización y degradación so­ más patrióticas. Prueba de ello es que cial del ejército (palmariamente ilus­ los gobernadores senatoriales de pro­ trada por el meteórico encumbramien­ vincias im portantes m antuvieron el to de Maximino) se convierta pronto mando sobre las legiones allí acanto­ en lugar recurrente de la literatura de nadas. Si G alieno hubiese deseado la época. En todo caso, conviene re­ asestar un duro golpe al orden senato­ cordar que la eficacia defensiva de es­ rial, no habría tenido más remedio que tas tribus era por lo general superior a separar completamente la carrera civil la del mercenariado tradicional, y su de la militar, cosa que no hizo tal vez fidelidad al Imperio tampoco desmere­ por estimarla prematura e innecesaria cía en mucho a la de los coloni roma­ o por temor a una fuerte reacción aris­ nos que eran enrolados en el ejército, a tocrática, como las habidas en tiempos veces envejecidos y enfermos, como de Maximino y Filipo. Lo cierto es pago en especie de las cargas tributa­ que muchos senadores siguieron te ­ rias de sus amos. niendo en las provincias un mando mi­ Yo no sé hasta qué punto la insoli- litar directo, y la epigrafía confirma daridad y dudoso patriotismo de las expresamente la existencia de legados clases superiores, unido a las conside­ senatoriales {legati Augusti pro prae­ raciones constitucionales antes apunta­ tore) hasta tiempos de Diocleciano: das, explican la más trascendental y provincias imperiales tan importantes célebre reforma de Galieno, consisten­ como Bretaña, Mesia Inferior, Celesi- 38 AkaI Historia del Mundo Antiguo ría o nuestra Tarraconensis estuvieron gracias a los abundantes tesoros y pie­ regidas por estos legados ininterrum­ zas num ism á tic as que han llegado pidamente. Y otro tanto cabe decir de hasta nosotros, así como por las ilus­ importantes provincias senatoriales, trativas referencias sobre precios y como Africa, Asia o Bética. Sin em ­ condiciones de intercambio que apare­ bargo, también la epigrafía constata cen en los documentos literarios y pa- que a partir de Galieno se incrementa pirológicos. Como punto de partida el número de gobernadores provincia­ para comprender el marasmo moneta­ les del orden ecuestre. Hasta ahora, los rio de la época podemos fijar la crea­ praesides ecuestres sólo dirigían pro­ ción, bajo C aracalla, de una nueva vincias menores y sin fuerzas militares moneda, el antoninianus, que pesaba (las llamadas nrovincias procurato­ unos 5 g, contenía un 46% de plata y rias), si bien ocasionalmente algunos cuyo valor nominal pudo ser el doble emperadores los habían nombrado go­ del ya demasiado desacreditado dena­ bernadores de manera interina (vice rio, al que en la práctica vino a susti­ praesidis), pero nunca con el rango de tuir. La estabilidad y los controles es­ legatus, exclusivo de los senadores: el tatales hacen pensar que el nivel de carácter interino y el propio título sal­ inflación no era todavía preocupante. vaguardaban, pues, la legalidad consti­ Y sin embargo, estaba a punto de pro­ tucional. Pero Galieno se servirá con ducirse, en palabras de De Martino, tal profusión de estas “vicarías”, que “ una verdadera catástro fe, que e n ­ el título de praeses acabará siendo el cuentra expresión en la fuerte deva­ normal para designar a todo goberna­ luación de Galieno y en la escalada de dor provincial. los p re c io s , que a u m e n ta n en un Podemos afirmar, en síntesis, que se 800%”. En efecto, los índices infla­ aprecia una transformación social y ción istas, rigurosamente atestiguados, política de los ejércitos, que adelanta, hablan por sí solos de la profundidad como en tantos otros aspectos, las del descalabro económico. Con Galie­ grandes reformas de Diocleciano, y no el peso del denario queda reducido gracias a la cual el orden ecuestre se a 2 g, con una ley del 84%, mientras aproxima y asimila al senatorial, so­ que el antoninianus experimenta una brepasándolo incluso en la esfera mili­ pérdida de peso y ley aún más alar­ tar como ya lo había sobrepasado en el mante: reducido de 5,02 g a 2,52 g, su terreno financiero. Es sólo una peque­ ley desciende al 100% en el año 260 y ña paradoja histórica que las contra­ al 24% en el 268, es decir, con sólo dicciones entre los dos ordines supe­ 0,06 g de metal noble (algunas piezas, riores romanos, recrudecidas por las todavía más envilecidas, contienen alternativas políticas de los diversos cantidades ridiculísimas, de hasta 0,19 soberanos, se resolviesen a la postre y 0,08 g). A tenor de estas cifras no con la derrota del Senado, debido pre­ parece desacertado considerar el anto­ cisamente a la voluntad reformadora ninianus como una moneda fiduciaria del más noble de los emperadores del a la que difícilmente se le puede lla­ siglo. Aunque nosotros veamos en ello mar “de plata”, cuando en realidad era un proceder realista y patriótico, los un trozo de cobre levísimamente pla­ cronistas filosenatoriales de la época teado. Para mayor desidia monetaria, nunca se lo perdonarían. incluso el cobre fue frecuentemente sustituido por cinc o plomo, cuya ina­ preciable película de plata desaparece 6. La crisis moaetaria y en los primeros contactos de su puesta sus consecuencias en circulación. Esta espectacular in­ El aspecto monetario de la crisis del s. flación y el incremento de los presu­ Ill es uno de los mejor conocidos, puestos militares explican la multipli- El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 39 cación de talleres monetarios, ubica­ más de 580 pertenecen a los años 253- dos generalmente en las ciudades-for­ 268, y que por razones diversas ya no talezas situadas cerca de las fronteras volverían a la circulación. Los empe­ y cuyas v olu m in osas em isiones se radores no cejaron en su empeño de destinaban a la paga de los soldados. buscar soluciones, como vemos en los Pero en su aspecto exterior, apenas se desesperados intentos de Galieno por podía ya distinguir entre las monedas revalorizar sus piezas o en las más im p eriales de “ p l a t a ” (¿) y las de drásticas medidas tomadas posterior­ bronce, y dado que el contenido metá­ mente por Aureliano. Pero una vez lico de éstas sí se mantuvo constante, más, antes del s.IV apenas se lograrán de hecho el valor intrínseco de unas y resultados satisfactorios. La deprecia­ otras se igualó o incluso basculó....¡en ción y la inflación provocaron una su­ favor de las de bronce!, cuyas acuña­ bida vertiginosa de los precios. En ciones cesan prácticamente a fines del Egipto, donde la documentación papi- reinado de Galieno y son sustituidas rológica informa de aspectos muy par­ por los antoniniani, si bien el sester- ticulares, se sabe que una misma can­ cio se mantuvo como unidad de cuen­ tidad de trigo valía cuatro denarios en ta: aunque se ha visto aquí una nueva el año 250 y cincuenta denarios en el m edida a n tis e n a to r ia l de G alien o, 276. En esta situación se tiende a la arrebatándole al Senado la prerrogati­ especulación, procurando almacenar va de acuñar monedas de bronce, es los productos en lugar de venderlos, y probable que ya desde Augusto el em­ la posesión de tierras se convierte en perador hubiera asumido también esa el mejor exponente de riqueza, en de­ competencia, en cuyo caso las siglas trimento del numerario que, cuando S.C. (Senatus Consulto) grabadas en era bueno, solía tesaurizarse. La eco­ esas piezas carecerían prácticamente nomía monetaria fue desplazada por la de significado. economía natural, el comercio por la Las causas de la brutal deprecia­ autarquía, y a mediados del s.III el ción monetaria acaecida en estos años propio Estado generaliza los impues­ son de muy diverso tipo, desde la es­ tos en especie y el pago en especie a casez de metal disponible hasta los sus funcionarios civiles y militares. quebrantos sufridos en los principales Todas las transformaciones apare­ sectores de la economía. Recordemos cen íntimamente conexionadas, como que las disponibilidades de metal se podemos ver en la evolución de las vieron mermadas no sólo por el dese­ formas retributivas del ejército y en quilibrado intercambio con el exterior, sus im plicaciones socio-políticas y sino también por el descenso produc­ fiscales. Los legionarios recibían un tivo de algunas minas, la inseguridad stipendium anual de aproximadamente de los transportes y la pérdida de re­ 600 denarios, de los que se desconta­ giones ricas en minerales, como Da­ ban los alimentos en tiempos o zonas cia, amén de las incursiones bárbaras de paz. En caso de guerra, el Estado sobre otras o la práctica independen­ costeaba también la alimentación {an­ cia durante largos años de los reinos nona), mediante requisas realizadas de Postumo en la Galia y el de Palmi­ en las zonas por donde pasaban o lu­ ra en Oriente. También la tesauriza- chaban los ejércitos, indemnizándose ción contribuyó a disminuir la masa a los legítimos propietarios. Dado que monetaria en circulación, sobre todo durante estos años el estado de guerra de las buenas m o n ed as, que como se hizo permanente, otro tanto vino a siempre, eran desplazadas por las ma­ ocurrir con la annona, por lo cual las las según la conocida ley Gresham. requisas dejan de ser indemnizadas Callu llega a contabilizar unos 2000 para convertirse en un impuesto gene­ tesoros de estas fechas, de los que ral desde los tiempos de Aureliano. 40 Aka! Historia del Mundo Antiguo Vemos, pues, cómo la crisis monetaria nona civil), servirán también ahora pa­ (y todo lo que la explica), al provocar ra el avituallamiento de los ejércitos. la reticencia de los agricultores a ven­ De este modo, la annona se convirtió der sus productos al Estado, ha condu­ en el más importante y generalizado cido a una reforma del sistema fiscal, de los impuestos, que gravaba tanto que se acompañó de una considerable las tierras como las personas, y que se am pliación del pago en especie de satisfacía anualmente en las más di­ otros impuestos provinciales, como el versas especies, sobre todo en trigo y tributum soli (sobre la tierra) y el tri­ carne. Todo ello exigió, a su vez, pro­ butum capitis (sobre las personas). Pe­ fundas transformaciones en el aparato ro además, estos dos últimos tributos, administrativo central, provincial y lo­ originariamente destinados al aprovi­ cal. Se hizo necesaria la disposición sionamiento de Roma (especie de an­ de una tupida red de silos y almacenes Retrato del em perador Galieno. Gliptoteca de Carlsberg, Copenhague El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 41 para conservar los productos recauda­ tó por hacer estos cargos obligatorios dos, y para el transporte y distribución primero y hereditarios después. Las se recurrió a los servicios de navicula­ clases dominantes municipales, que rios y transportistas, cuyas corporacio­ constituían uno de los más firmes pila­ nes (co lleg ia ) fueron prácticamente res del régimen y del Imperio, fueron nacionalizadas o puestas bajo estrecha así degradadas y convertidas en un en­ dependencia de las necesidades y de granaje más del monstruoso aparato las autoridades imperiales. El Estado, fiscal romano. Las dificultades con que no disponía de una maquinaria bu­ que se encontrarían en esta nueva fun­ rocrática capaz de controlar tan am ­ ción, dada la pobreza de los humilio­ plias y variadas operaciones, y que res y la prepotencia e insolidaridad de tampoco podía prescindir de la anno­ los poderosos, hacen explicable la de­ na ni permitir fraudes generalizados, saparición histórica de estas oligarquí­ debió recurrir a las autoridades loca­ as locales, que acabarían engrosando les, a las Curias, para el control y re­ la masa de desposeídos de las ciudades caudación de los impuestos: la pesada o de los que buscaban protección en responsabilidad que recayó sobre éstas las grandes haciendas rurales, donde explica el rechazo o la huida masiva se producía y se vivía al abrigo de las de curiales, de modo que el Estado op­ requisas y de los agentes imperiales. Caurinium Flaviobriga Lucus Juliobriga Veleia Pompaelo Pontevedra Lancia Legio «Vellica ® ® m Emporiae * © o . " . OCantabria 0 Nemantunssa Vigo Orense Asturica Mon¡e · u" 'a o «Calagurris <§/3erunda T a r ie g o U><a ™ o C o n t r e b , a lluro . del C. Pallantia Augustobriga @ @ , 'Baetulo •Braceara Caesaraugusta Bercino Biíbilis Tarraeo O Avila Conimbriga Capera ® Segobriga Torre del Mal Paso Pollentia Civitas luliao OCaurium O •Saguntum Norba Caesarina Toletum O Valeria ’ Valentia © Cullera Torre Palm a. Metellinum Emerita® O „Dianium Ja vea Montemor Castulo llici ® *Lucentum ° Manigua C“ duba ® Carthago Nova PaXlU"a 0 Onuba 'SpaV a r m o · ''P° ™ % ltalica@y OAnticaria \|||¡berr¡ CFortificaciones q des Si" el^ ®arbá® Malaca Pl ' Abdera * ©Salduba ‘Ciudades en decadencia C iudades en decadencia 42 AkaI Historia del Mundo Antiguo IV. Los emperadores ilíricos (268-285). La defensa y restauración del Estado romano A Galieno le sucederán una serie de 1. La renovación de los emperadores de muy modesto origen social, procedentes de la región de Ili- ideales m onárquicos y la ria, y que lograrán acceder al poder historiografía pagana supremo tras recorrer una brillante ca­ rrera militar. En palabras de L. Homo, El ideal político de estos gobernan­ “son, ante todo, soldados fanáticos de tes fue, en esencia, la restauración de Roma y de su grandeza, ajenos a los un Imperio unitario y la recuperación refinamientos y delicadezas de la civi­ de la concordia interna, y a ello se lización romana. Todos tendrán por propusieron arribar siguiendo dos vías programa el restablecimiento del Im­ paralelas: religiosa una, el Sol invictus perio y la consolidación del poder im­ por el que sentirán profunda venera­ perial”. En realidad, la obra de estos ción y cuyo culto se vio propiciado emperadores, que prosiguen las refor­ por la amplia difusión del mitraismo mas de Galieno, culminará bajo Dio- en los ejércitos así como de diversos cleciano, quien, proclamado empera­ cultos solares en varias zonas del Im­ dor a finales del 284, llevará a cabo perio (en particular Oriente y Pano- una reorganización profunda de los nia); político-militar la otra, el ejerci­ aparatos del Estado y del ordenamien­ cio del poder con un difuso sentimien­ to financiero (siempre en línea con la to democrático y popular, concedien­ política trazada en los últimos dece­ do gran iniciativa a los soldados y pro­ nios), que vino a suponer, histórica­ curando siempre atender las necesida­ mente hablando, el inicio de una nue­ des sociales de los más débiles, los va época o, si se prefiere, el final del humiliores. A este respecto, Mazzarino viejo mundo que denominamos Princi­ (1980) habla incluso de una crisis del pado, con su economía basada en el concepto jurídico tradicional por el denario, en las oligarquías urbanas y que se aplicaban las penas en función en los ideales filosóficos y religiosos de la categoría social (pro qualitate del paganismo. _________ personarum), lo cual preludia desarro- El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 43 líos típicos del Bajo Imperio. Los re­ cando en sus leyendas a la Providentia sultados obtenidos no pudieron ser deorum, mientras que la corona radia­ más satisfactorios. Con una utilización da de los antoniniani evoca al dios so­ acertada de sus escasos medios, conse­ lar y su protección sobre el Imperio. guirán por fin la reunificación del Im­ En la práctica estos ideales y pre­ perio, incorporando política y militar­ tensiones debieron confrontarse con mente las provincias dependientes del una durísima política fiscal (que gol­ Reino de Palmira en Oriente así como peó fatalmente a las curias municipa­ el imperium Galliarum de Occidente. les y a las capas medias y bajas de la El ímpetu unificador alcanzó las esfe­ sociedad) y con un reforzamiento del ras religiosas (incluyendo las cristia­ protagonismo de los ejércitos en las nas) y al desarrollo del sincretismo so­ aclamaciones imperiales : aunque todo lar se unió la difundida creencia, no emperador pretenda consagrarse reli­ sólo propagandística del Estado, de giosamente como deus et dominus na­ que la autoridad imperial procede de tus, ninguno escapará a la brutal reali­ dios y goza, por tanto, de la protección dad de aquel protagonismo, de la mili- divina. La literatura laudatoria insisti­ taris potentia que los llevó a todos al rá en estos y otros tópicos similares, poder y a varios a la muerte, como fue prefigurándose de este modo un tipo el caso de Aureliano y Probo, asesina­ modélico de emperador, adornado de dos por sus tropas virtudes y poderes hereditarios, que se parece mucho a las monarquías hele­ Claudio II nísticas en donde claramente se en­ cuentran la inspiración y los modelos “Combatióse en territorio de Mesia y se originarios: sirva de ejemplo la idea de libraron tam bién muchas batallas cerca monarca salvador, a cuya vista o ante de Marcianópolis. Muchos enemigos pe­ cuyas estatuas se recibe protección y recieron al hundirse sus embarcaciones, asilo, o su labor justiciera y filantrópi­ muchos reyes fueron capturados. Tam­ ca que protege a los débiles de la so­ bién fueron hechas prisioneras las muje­ berbia y desmesura de los poderosos. res de las mejores fam ilias de aquellos Como señaló Alfóldi (1938), es una diversos pueblos. Las provincias rom a­ asombrosa paradoja que esta extrema­ nas quedaron abastecidas con abundan­ da exaltación del emperador se pro­ cia de esclavos bárbaros y de agriculto­ duzca precisamente ahora, cuando la res escitas. El hombre godo pasó a ser inestabilidad política y militar habían colono de las fronteras extranjeras y no hecho peligrar la propia supervivencia existió ninguna provincia romana que no del Estado. Las influencias orientali- poseyese siervos godos como ornam en­ zantes (diademas, protocolos, títulos y tos propios de su triunfo. ¿Vieron acaso símbolos, etc.) y el carácter fuerte­ nuestros antepasados bueyes de mayor mente militar y monárquico del poder tam año que los em pleados por los bár­ se exteriorizan, con espectacularidad y baros? ¿Y qué diremos de las ovejas o grandilocuencia, en cerem oniales y de las yeguas celtas tan famosas?. Todo triunfos que contrastan ciertamente esto se debe a las gloriosas hazañas de con la debilidad material de tantos em­ Claudio. Claudio devolvió la seguridad a peradores efímeros: botón de muestra la nación y le proporcionó inmensas ri­ pudiera ser la fastuosidad del milena­ quezas. También se luchó cerca de Bi- rio de Roma celebrado en el 248, o la zancio y aquellos bizantinos que habían decennalia de Galieno en el 262, o los sobrevivido dem ostraron un gran valor triunfos extraordinarios de Aureliano en esta ocasión.” y Probo en los años 274 y 281 respec­ tivamente. Las monedas realzan tam­ Historia Augusta, Vida de Claudio, IX. bién estos poderes semidivinos, invo­ (Traducción de Balbino García). ______ 44 Aka! Historia del Mundo Antiguo La tradición literaria e historiográfi- poco sobre su breve reinado. Contó ca filosenatorial fue, en este tiempo de con las simpatías del pueblo y recibió paradojas, muy favorable a los empe­ el sobrenombre de Góthious Maximus radores ilíricos, a pesar de sus oríge­ por su aplastante victoria sobre los go­ nes frecuentemente oscuros y de su dos que se habían sublevado en los poder fundado en la militaris potentia. Balcanes y ocuparon otra vez Atenas Esta literatura no tuvo empacho en en el 269. Muchos sobrevivientes bár­ ocultar aspectos obviamente negativos baros fueron alistados en el ejército de sus reinados y ni siquiera se puso a romano. Sin embargo, nada pudo hacer reparar que lo más sustantivo de su ante el reforzamiento de la influencia política sólo era una continuación de de Zenobia, regente enérgica y altiva las reformas de Galieno, el emperador de Palmira, sobre Oriente; ni tampoco más odiado por el ordo senatorial. Este logró someter al imperium Galliarum: sorprendente hecho podría explicarse aunque le arrebató la Península Ibérica por tres razones. En primer lugar, por­ y la Galia Narbonense, la mayor parte que todos los reproches aristocráticos siguió bajo el dominio del usurpador recayeron sobre Galieno, al que se Victorino(sucesor de Postumo), y con consideró que había traicionado los creciente dependencia de los ciudada­ ideales y los intereses de su propio or­ nos celto-romanos que animados tam­ do. En cambio los "restauradores" ilí­ bién de reivindicaciones sociales da­ ricos aparecían como meros continua­ rán origen al movimiento de los Ba­ dores de su obra y defensores eficaces caudae (^luchadores) y llegarán a te­ y convencidos de los valores y de la ner una gran actividad guerrillera y unidad imperial. En segundo lugar, política en los decenios y siglos si­ porque ellos eran (tras la cristianiza­ guientes. ción oficial del imperio a partir de Constantino) la última referencia his­ tórica del Estado pagano, y en esta 3. Aureliano (270-275). ideologizante perspectiva carismática se hubo de correr un tupido velo sobre La provincialización de los múltiples aspectos antisenatoriales Italia y las iniciativas de su política. En fin , porque sus me­ sociales didas monetarias y fiscales, basadas en la defensa del denario y en consecuen­ A inicios del 270 murió de la peste cia de los sectores más dinámicos de Claudio y fue proclamado emperador la vida económica romana, también se por los soldados Aureliano. Como el recuerdan como un rasgo de los “bue­ recién fallecido, también éste era de nos tiempos” del Imperio, perdidos de­ origen ilírico y comandante de la po­ finitivamente tras el triunfo de la mo­ derosa caballería, lo cual viene a co­ neda de oro y de la religión cristiana. rroborar la vocación y las urgencias militares que definen al Imperio en es­ tos años (el papel estratégico-defensi- vo que juega por entonces Iliria es 2. Claudio II el Gótico fundamental). Aureliano es tal vez el (268-270) más importante y representativo de los i emperadores ilíricos, pues con él se Un buen ejemplo de cuanto acabamos logró al fin la ansiada reunificación de exponer es el tratamiento que la del Estado romano. Sin embargo, no HA da al reinado del primero de los todo cuanto se le atribuye está sufi­ emperadores ilíricos, Claudio, consi­ cientemente atestiguado. Muy en par­ derándolo vir sanctus y restitutor im­ ticular, tal es el caso de la supuesta perii. Pero la verdad es que sabemos provincialización de Italia bajo su rei­ El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 45 Muro de Aureliano nado, pues parece lo más probable que perjudicial para la vieja Península que, esta medida (que clausura el secular por el contrario, más bien parece gozar protagonismo Roma-Italia) no se to­ de una atención privilegiada por parte mara antes de Diocleciano, cuando ter­ del emperador. Recordemos en este mina el proceso histórico, tímidamente sentido su generosidad con la plebe de iniciado en el s.II y sobre todo por Ca­ Roma, m aterializada en num erosas racalla, que desplazó el centro del Im­ distribuciones gratuitas (o “a precio de perio hacia diversas provincias y capi­ Estado”) de pan, aceite, carne de cerdo tales de Oriente y Occidente. A tenor y vino, para lo cual se sirvió de las de nuestra documentación, la política corporaciones (collegia) de transpor­ general de Aureliano se caracterizó tistas, panaderos y carniceros, conver­ precisamente por la centralización y tidas ya en auténticos “servicios públi­ reforzamiento del papel de Italia y en cos”, de titularidad estatal, cuyos com­ c o n s e c u e n c ia no cab e p e n s a r que ponentes estaban vinculados de por vi­ adoptase una decisión tan claramente da a su oficio. Algo similar acaecerá 46 AkaI Historia del Mundo Antiguo con las corporaciones relacionadas con 3.1. La política fiscal y los la construcción, a las que se les enco­ problem as m onetarios mendará ahora las tareas de levantar y reforzar los recintos amurallados de En el plano financiero Aureliano in­ las ciudades, Roma entre otras. Pode­ crementó notablemente la presión fis­ mos, pues, concluir que los ideales cal sobre los ricos, mientras que, por unitarios son muy vigorosos bajo este el contrario, abolió las deudas de los emperador , tanto en la concepción pobres al Estado, haciendo quemar en “monárquica” de su poder como en su el foro los registros del fisco. Todavía ideario religioso o en su cumplido de­ un siglo después Amiano Marcelino seo de reunificar el Imperio. Y es en (XXV,6,7; XXX,8,8) lo recordará co­ esta perspectiva donde pueden preci­ mo el emperador que se abalanzó co­ sarse históricamente todas las refor­ mo un torrente sobre los poderosos de mas de Aureliano, así como el “inter­ su tiempo. No obstante, la HA, crisol vencionismo estatal” en sectores con­ de las corrientes historiográficas tradi- siderados vitales de la vida económica cionalistas y filosenatoriales, idealiza (el avituallamiento de Roma lo era) o la política de este ilírico preocupado su manifiesta política “democrática” por la salud financiera del Estado. La en lo social (en favor de los humilio­ hostilidad que le profesaron los esta­ res y de la plebe romana) y en lo mili­ mentos senatoriales era lógica y tuvo tar, según veremos seguidamente. una primera manifestación ya en los Aureliano d ie n do a p o d e ra rs e de aquel te rrito rio “Una vez Zenobia en poder de A urelia­ com o si no estuviese som etido al poder no, toda la m uchedum bre de soldados de Roma. Sin em bargo, este Firmo no pedía con grandes gritos que se le die­ quiso recibir el título de emperador, si­ se muerte. Pero, considerando A urelia­ no sólo apoderarse de aquel país. A u­ no que sería indigno dar m uerte a una reliano m archó en seguida contra él y mujer, condenó a pena capital a la ma­ tam poco en esta ocasión careció de su yor parte de los que habían provocado, a c o s tu m b ra d a fo rtu n a , re c u p e ra n d o com entado o dirigido esta guerra y a la Egipto en breve tiem po. Después, mo­ reina la conservó con vida para llevarla vido por la dureza que era propia de su en triunfo y para que sirviera así de es­ n a tu ra le z a , se d irig ió de nuevo hacia pectáculo al pueblo rom ano. Es d e sa ­ Occidente, lleno de ira, y haciendo pla­ gradable tener que contar entre los que nes contra T étrico que aún era dueño fueron ejecutados en esta ocasión al fi­ de las Galias. Pero Tétrico, no pudien- ló so fo L o ngin o, según n a rra la tra d i­ do soportar por más tiem po la indiscipli­ ción. Longino fue el que enseñó la len­ na de su propio ejército, lo puso en m a­ gua griega a Zenobia. Se dice que A u­ nos de A ureliano. De esta m anera to ­ reliano lo m andó m atar porque él fue das aquellas legiones pasaron a estar quien dictó a Zenobia aquella carta tan bajo su m ando. C ua n do A u re lia n o se soberbia por la que rechazaba la rendi­ vio dueño de todo el mundo, sabiendo ción. Sin em bargo, no o lvid e m o s que adem ás que el O riente había quedado aquella carta había sido redactada en en paz, y que él mism o había triunfado lengua siria.(...). tanto en la Galia com o en todas las de­ Una vez en te rrito rio europeo, siguió más regiones, se dispuso a regresar a infligiendo derrotas con su acostum bra­ R om a. Su in te n c ió n e ra c o n d u c ir en do valor a todos los enem igos que en­ triunfo ante los ojos de los rom anos a contraba a su paso. Pero m ientras Au­ Z enobia y a Tétrico. Tanto Zenobia co­ reliano lle va b a a cabo e sta s g randes mo Tétrico representaban a los enem i­ proezas en la Tracia y en toda Europa, gos que había derro ta d o en O riente y surgió en Egipto un tal Firm o, preten- en O ccidente. (...). El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 47 años 270-271, cuando estos elementos hasta las reform as de Diocleciano. sociales, (tal vez para recuperar sus Pues si bien estas medidas venían a ra­ privilegios en la acuñación del cobre), tificar oficialmente una inflación que, en connivencia con los obreros de los de momento, quedó así controlada por talleres monetarios de Roma, propicia­ el Estado, la moneda divisionaria y de ron la emisión de piezas fraudulentas plata beneficiaba, como bien es sabido, en las que se habían cizallado los bor­ a las capas sociales más emprendedo­ des para apropiarse del metal. Aurelia­ ras (artesanos, comerciantes, medianos no respondió con suma energía, ejecu­ propietarios, etc.), que ni tenían ni se tando a numerosos implicados en un servían del oro, y cuyas actividades e ambiente de larvada guerra civil, que intereses fomentaba y protegía. vino a cerrarse precisamente en el año 274. Fue entonces cuando se propuso sanear las monedas de bronce y de oro, 3.2. El ideal religioso y la emitiendo piezas más pesadas y de ma­ reunificación del Imperio. yor valor nominal cuyos resultados fueron sin embargo muy limitados. Ya hemos aludido a la justificación Más importancia tuvo la aparición ma­ religiosa que Aureliano pretendió dar siva de nuevos antoniniani con un va­ a un poder cuyos orígenes militares no lor probable de 5 denarios y que dieron podían ser en modo alguno disimula­ cierta estabilidad monetaria al Imperio dos. Los aspectos teocráticos y mono- Durante su reinado cada ciudadano mos han elegido. Por tres veces llega­ recibió diariam ente un pan y legó a sus ron a rem itirse m utuam ente el Senado descendientes la facultad de seguirlos y el ejército la responsabilidad de esta recibiendo. También el mismo Aureliano e le cció n . El m undo rom ano, m ientras m andó que se d is trib u y e ra ca rn e de tanto, perm aneció durante seis meses cerdo al pueblo, y esta co stu m b re ha sin e m p e ra d o r y c o n tin u a ro n en sus quedado hasta nuestros días. Promulgó puestos todos los m agistrados que A u ­ muchas y muy buenas leyes, y reorga­ reliano o el Senado habían elegido (...). nizó la d ig n id a d s a c e rd o ta l. A dem ás, Hay en la parte de Etruria conocida elevó un tem plo al Sol, aum entó los pri­ con el nom bre de A u re lia , y hasta en v ile g io s de sus p o n tífic e s e in s titu y ó los Alpes M arítim os, grandes extensio­ fondos para atender a las reparaciones nes de terreno, fé rtile s y cubiertas de y para pagar a sus m inistros. (...). bosques. Aureliano proyectó com prar a C u á n ta d ific u lta d e n c ie rra d a r un sus d u eños a q u e llo s te rre n o s que no buen sucesor a un príncipe excelente, cultivaban y establecer en ellos fam ilias queda bien dem ostrado por la grave ac­ de cautivos, plantar vides en los m on­ titud de aquel venerable Senado y por tes y, m ediante esto, conceder al pue­ la g ra n c irc u n s p e c c ió n d e l e jé rc ito . blo romano todo e! vino recolectado sin Después de la m uerte de aquel em pe­ que el fisco re c ib ie s e nada (...). Una rador tan am ante de la severidad, y co­ prueba de que Aureliano pensó en s e ­ mo el e jé rcito no q u e ría hacer dueño rio este plan y de que trató de llevarlo a del poder a ninguno que hubiese inter­ efecto, y en parte lo consiguió, es que v e n id o en el a s e s in a to de ta n buen el fisco llegó a distribuir vino en los p ó r­ príncipe, confió al Senado la misión de ticos del tem plo del Sol, aunque no g ra ­ encontrarle un sucesor. Pero el Senado tis, sino por d inero” . rem itió a su vez esta responsabilidad al ejército. H istoria Augusta, Vida de Aureliano, Los se n a d o re s sa b ía n bien que el X X X , X L V III. (T ra d u c c ió n de B a lb in o ejército no reconoce con gusto sino a García). a q u e llo s e m p e ra d o re s que e llo s m is- 48 AkaI Historia del Mundo Antiguo teístas (o sincretistas) que se esbozan janza de la nueva religión frente al de­ ahora, adelantan la fórmula feliz con solador abandono de los templos paga­ que Eusebio de Cesarea cobijaría la nos. Seguramente Aureliano ni siquie­ omnipotencia de Constantino: un solo ra pensó en la posibilidad de otra per­ dios para un solo emperador. Con es­ secución, pero ni a él ni a nadie le pa­ tos objetivos organizó Aureliano el saría ya inadvertida la imposibilidad culto solar - Sol in victu s- bajo cuya de unificar espiritualmente el Imperio protección estará todo el Estado. Re­ en contra o al margen de los seguido­ cordemos nuevamente que los adeptos res de Jesús. Con todo, también en es­ de las concepciones religiosas solares to A ureliano es un “ em perador del eran ya por entonces muy numerosos s.III”, que ni pudo ni quiso pensar lle­ en Oriente, en Panonia y en el ejército gado el momento de la cristianización romano, y de ahí que el nuevo sincre­ del Estado.. tismo solar tuviese una pronta y am­ Pero si la unificación religiosa no plia aceptación en esos ámbitos. Aun­ llegó a verificarse plenamente, sí se que no fue así en Roma ni en Occiden­ alcanza ahora la plena reunificación te, en todas partes se ofrecía como una político-militar del Imperio, con el so­ atractiva base ideológica y religiosa co­ metimiento del imperium Galliarum y mún a todo el Imperio, cuyas tenden­ del Reino de Palmira: para un empera­ cias monoteístas quedaban así reforza­ dor tan sentidamente comprometido das, máximo cuando filósofos neopla- con los ideales unitarios y “monárqui­ tónicos, gnósticos e incluso sectores cos”, ello suponía el mayor de sus éxi­ del judaismo helenizante llegaron a tos personales y también el cum pli­ considerar este Sol invictus como una miento de uno de los más ineludibles representación visible del dios supre­ compromisos de Estado contraidos por mo invisible y protector de todos los Roma a lo largo de su historia. La in­ pueblos. Amparado por esta divinidad, corporación de la Galia apenas exigió A ureliano se proclam ó dom inus et esfuerzos por parte romana: desde el deus, fórmula contundente que tal vez 270, tras el asesinato de Victorino, era no tuviese el contenido real que su li­ gobernada por Tétrico, viejo senador teralidad pudiera hacernos pensar, pe­ que veía con preocupación la prepo­ ro que expresa inequívocamente los tencia político-militar del Norte y de ideales unitarios y absolutistas de su la población menos romanizada sobre concepción monárquica. Y a este pro­ las regiones “civiles” del Sur. Y se de­ pósito, ¿cuál fue la actitud de los cris­ cidió, ante la llegada de Aureliano, a tianos? ¿Por qué la literatura cristiana, rendirse al emperador legítimo, para Lactancio en particular, es tan impla­ restituir así la paz y la unidad de Occi­ cable con Aureliano?. En principio, el dente. En fechas cercanas se producía hecho fundamental es que el cristianis­ tam bién la derrota de Palm ira y la mo ha conocido una espectacular ex­ completa unificación del Imperio. Ze­ pansión entre los más diversos secto­ nobia, con el título de regente, se ha­ res sociales, incluyendo las tierras oc­ bía propuesto ante todo que Roma re­ cidentales, de m anera que ya es la conociese a su hijo Vabalato los mis­ fuerza espiritual más activa, más com­ mos poderes de Odenato, y de facto bativa y mejor organizada del Imperio. así se entendió durante varios años. Como quería Tertuliano y ahora Co- Pero a fines del 271 aquel se proclamó modiano, los cristianos son la militia Imperator Caesar Vhabalathus Augus­ Christi, y están en consecuencia dis­ tus (lo que obviamente suponía la in­ puestos para la lucha. El .propio paga­ dependencia y la ruptura total con el no Porfirio, que gustaba subrayar las Imperio), a la par que Zenobia invadía inadecuaciones entre el cristianismo y Egipto, donde contaba con aliados y la monarquía romana, reconocía la pu­ simpatizantes antirromanos. En aque- El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 49 líos años debió p arece r inev itable gran medida estos planes, pues su su­ que el Reino independiente de Palmi­ cesor, Probo, optó por m antener la ra se convirtiese en la gran potencia paz con los herederos de Sapor. Los hegemónica de Oriente. Sin embargo, proyectos expansionistas serían reto­ una decidida y enérgica reacción del mados por el siguiente em perador, em perador Aureliano conjuró estos Caro, que obtuvo importantes éxitos peligros: al frente de su ejército y militares frente a los persas, llegando afrontando todo tipo de dificultades, incluso a ocupar M esopotam ia y la tomó Antioquía y tras dura marcha a capital Seleucia, pero también él en­ través del desierto, se apoderó tam ­ contró entonces la muerte y los ejér­ bién de Palmira. La ciudad y sus diri­ citos fueron replegados de inmediato gentes fueron tratados con clemencia, por el nuevo emperador, Numeriano. seguramente porque Aureliano sabía El conflicto lo heredó así Dioclecia- la so lid a rid a d que d es p e rta b a n en no y a él correspondería darle una so­ aquellas regiones, su imbricación so­ lución más duradera. cial y lo peligroso que sería en aque­ llos momentos una intervención per­ sa en apoyo de los palmirenses. Pero 4. Probo (276-282) . La si bien esto no se produjo, como esta­ ba anunciado, tampoco la clemencia utopía social y el proble­ im p e ria l fue s u f i c i e n t e , y ape n as ma bárbaro m archado el em perador, una nueva sublevación estalló en Palmira, Egip­ Tras los breves reinados de Tácito, to y diversa ciudades sirias. En esta rico italiano elegido por el Senado ocasión Aureliano fue despiadado en (275-276) y de Floriano (verano del sus medidas represivas, permitiendo 276), ambos asesinados por los solda­ el saqueo por las tropas de las ciuda­ dos, los jefes militares designaron em­ des sublevadas e imponiendo pesados perador a Probo, cuya primera misión tributos a toda la zona. Como señala debía consistir en reafirmar la unidad Petit, “la victoriosa expedición había tan prontamente amenazada desde el suprimido todo peligro de separatis­ interior: valiéndose de un recurso tea­ mo y procuró al Estado un rico botín tral y simbólico, que se adelanta a mu­ que facilitó la reforma de las finan­ chas historias del Medievo, invitó a su zas” , según vimos anteriormente, si mesa y luego mandó matar a los asesi­ bien la ruina de Palmira también su­ nos de Aureliano y de Tácito. Tuvo una puso en contrapartida el languideci- especial preocupación por mejorar la miento de las relaciones comerciales economía y las condiciones de vida de con Oriente en las que aquella cum­ su pueblo, que a pesar del saneamiento plía un activísimo papel como inter­ monetario y de las reformas anterior­ mediaria. mente introducidas, se hallaba todavía Un factor de azar había facilitado en un lamentable estado de postración. la victoria de Aureliano: la muerte En este sentido cabe recordar sus de­ del gran rey Sapor, que seguramente cretos fomentando la viticultura en las impidió el apoyo persa a Palmira y provincias (cultivo prohibido por Do- que, en todo caso, suponía la desapa­ miciano para beneficiar la agricultura rición de un peligrosísimo adversario italiana), lo que a su vez prueba la cre­ del Imperio. La debilidad persa fue ciente importancia de las provincias y aprovechada por Roma para recupe­ la irreversible decadencia económica y rar el terreno perdido en reinados an­ política de Italia. A ello se añade su teriores y reactivar las rutas comer­ pretensión de poner en cultivo nuevas ciales y su presencia en toda la zona. | tierras, obligando a trabajar en ellas a El asesinato de Aureliano frustró en ¡ los soldados panonios y a los habitantes 50 Akal Historia del Mundo Antiguo de ciudades y aldeas. La obligatoriedad prefecto del pretorio Caro. de estos trabajos agrarios (canalizacio­ En sus sueños patrióticos de ganar nes, drenajes, etc.) para toda la pobla­ la paz y llevar el bienestar a los pue­ ción se confirma en diversas referen­ blos, retornando nuevam ente a una cias de papiros egipcios, y aunque pre­ “edad de oro” sin ejércitos y sin gue­ tendiesen mejorar los rendimientos de rras, Probo prosigue con la política de la annona militar, le costaría la vida al asentamientos de contingentes bárba­ emperador, pues sus tropas no acepta­ ros en tierras abandonadas con el fin ron estas imposiciones extramilitares y de paliar la alarmante despoblación de lo asesinaron, nombrando sucesor al algunas zonas del Imperio y atenuar la Probo greothungos y vándalos, a quienes esta­ “ Probo, pacificadas las Galias, mandó al bleció de igual modo en territorio roma­ Senado la siguiente carta: “Doy gracias a no, pero que no conservaron su fidelidad los dioses inmortales, oh padres co n s­ durante mucho tiempo, sino que, mien­ criptos, de que hayáis visto realizadas en tras Probo hacía la guerra a los tiranos, mí vuestras esperanzas. Toda la gran hicieron mucho daño a la República e in­ extensión de tierra que forma el país ger­ vadieron por mar y tierra casi todas las mano ha quedado som etida, nueve re­ provincias del imperio. (...). yes de las más diversas tribus han caído Probo, midiendo exactamente su pro­ suplicantes a mis pies, o mejor dicho, a pia potencia, no tuvo miedo ni a los bár­ los vuestros. Todos estos bárbaros aran baros ni a los tiranos. ¿Qué felicidad no ya los campos para vosotros, siembran habría resplandecido para la nación si para vo so tro s y co m b a te n c o n tra los bajo aquel emperador no hubiese nece­ pueblos del interior. Decretad, pues, se­ sitado más de los ejércitos? Los habitan­ gún vuestras costum bres, acciones de tes de las p ro v in c ia s no se verían en gracias. Hemos dado muerte a cuarenta a d e la n te o b lig a d o s al trib u to para los mil enemigos. Dieciseis mil hombres ar­ a p rovisionam ientos m ilitares. Tampoco mados se nos han entregado y se han sería necesario pagar a las tropas sa­ rescatado del poder e n e m ig o se te n ta cando este dinero de los donativos públi­ ciudades de las más importantes. Final­ cos, la nación romana poseería tesoros mente, casi toda la Galia ha quedado li­ inagotables. Y el emperador se vería li­ bre. He entregado a vuestra clem encia bre de todo gasto. Los propietarios esta­ las coronas de oro que todas las ciuda­ rían libres de im puestos. En realidad, des de la Galia me regalaron. Ofrecedlas Probo prom etía la edad de oro. Ya no con vuestras propias m anos a Jú p ite r habría en adelante campamentos milita­ Optimo Máximo y a los demás dioses y res, no se oiría en ningún sitio la trom pe­ diosas inmortales. Todo el botín ha sido ta militar ni se volverían a fabricar armas. rescatado y hasta nos hemos apoderado Esta m uchedum bre de hom bres de a r­ de mayor cantidad de la que antes nos mas que ahora hacen sufrir a la nación habían quitado. Los campos de la Galia con g u e rra s in te s tin a s , tra b a ja ría los se aran con bueyes bárbaros y las yun­ campos, se dedicaría al estudio, apren­ tas de los germanos, ahora cautivos, so­ dería las artes, surcaría en paz los ma­ meten sus cuellos a nuestros agriculto­ res. Añade a estas ventajas que nadie res. Los rebaños de estos diversos pue­ moriría en los cam pos de batalla. ¡Dio­ blos pastan ahora para servir de alimen­ ses de bondad! ¿Tanto os hemos ofendi­ to a nuestras tropas, sus m anadas de do para que nos arrebatéis a tan gran caballos se fecundan ahora para nuestra em perador?”. caballería y nuestros liórreos están re­ pletos de trigo de los bárbaros. Solamen­ Historia Augusta, Vida de Probo, XV- te les hemos dejado el suelo. (...).” XXIII. (Traducción de Balbino García). No ocurrió lo mismo con los gepedos, El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 51 presión de las gentes externae, que en en particular el fracaso con los francos grandes oleadas llegaban al limes, y establecidos en el Ponto, que se rebela­ cuya pasividad ya no era posible, ni ron, asolaron el Norte de Africa, Asia tampoco ética, comprar a precio de oro. Menor y Grecia, y finalmente impusie­ También se optó, como era tradicional, ron su dominio pirático, efímero pero por incorporarlos a los ejércitos encar­ significativo, en todo el Mediterráneo, gados precisamente de la defensa de las llegando incluso a apoderarse de Sira­ fronteras, misión que por lo general cusa. Para algunos historiadores, se tra­ cumplirían eficazmente. Aunque los ta del acontecimiento más importante panegiristas alaban los resultados de de la historia marítima del Principado y esta política, y en particular los asenta­ el preanuncio del crepúsculo del Impe­ mientos de bárbaros en tierras vírgenes rio. o abandonadas, es dudoso que siempre fuese positiva, pues no podemos olvi­ dar que se trata de pueblos seminóma- 5. Los últimos em p era­ das y alejados de las formas de vida ro­ dores ilíricos manas, y proclives a la solidaridad con sus congéneres que presionaban sobre Caro(282-283) ni siquiera se molestó el limes y asolaban las regiones fronte­ en solicitar la protocolaria aprobación rizas. Sin embargo, no parece desacer­ del Senado, lo cual, aun siendo la pri­ tado valorar esta política de Probo, mera vez que ocurriese en la historia de que tenía remotos antecedentes y ten­ Roma, simplemente ratificaba una vieja drá dilatada continuación, como la me­ realidad. Nombró Césares a sus hijos jor, si no la única posible. El Estado Carino y Numeriano, dejando al prime­ no tenía otro modo de afrontar proble­ ro el mando de Occidente para marchar mas tan graves como la penuria homi­ él a Oriente donde moriría, tal vez ase­ num, el abandono de tierras, el dete­ sinado, al poco de iniciar la lucha con­ rioro de la econom ía m onetaria en tra los persas. Allí mismo le sucedió beneficio de la autarquía y de las pres­ Numeriano (283-284), ahora con el tí­ taciones en especie (incluyendo la an­ tulo de Augusto, y lo propio acaecía nona) y algo todavía más peligroso: la con Carino (283-285) en Occidente. solidaridad creciente, en diversos pun­ Precisamente a la muerte, también por tos del Imperio, entre súbditos romanos asesinato, del enfermizo y débil Nume­ e invasores bárbaros, en los que mu­ riano, sería aclamado emperador, el 20- chos de aquellos encontraron aliados XI-284, Diocleciano. Entretanto, Cari­ naturales frente a la opresión fiscal y no se consagra en Occidente a la repre­ social del Estado o incluso sus libera­ sión de los movimientos bagáudicos y a dores políticos. El Carmen apologeti­ ganarse el apoyo de la plebe romana. cum de Comodiano, que ve en los go­ Al poco se produjo el enfrentamiento dos el brazo redentor de Dios, y en el militar entre los dos emperadores, que emperador (¿Valeriano?) el Anticristo, se saldó con el triu n fo de C arino, que desea sin velamientos la muerte del quien, sorprendentemente, fue de inme­ Imperio y el triunfo de sus enemigos, diato asesinado por sus propios solda­ no era ciertamente fruto aislado de las dos mientras que el derrotado Diocle­ elucubraciones de un fanático. Tenía, ciano era reconocido como único Au­ por el contrario, anchas zonas de inspi­ gusto: una vez más en estos años con­ ración social, en las que germinaban vulsos, el destino de Roma parecía de­ abierta y peligrosamente sentimientos pender de los caprichos del azar. Y en de antirromanidad. Seguramente fue la esta ocasión sería ese azar quien lleva­ conciencia de esta problemática lo que ría al poder a uno de los emperadores explique el silencio de la HA sobre al­ más brillantes y decisivos de la historia gunos puntos negros de su reinado, y de Roma. 52 Akal Historia del Mundo Antiguo V. Mentalidades y vida espiritual en una época de angustia Los sentimientos espirituales y religio­ ca. Las Enéadas están empapadas de sos, los gustos estéticos y literarios, tendencias m on oteístas, com plejas todo lo que podemos denominar gené­ gradaciones jerárquicas, coexistencia ricamente como “mentalidades”, resul­ y hasta confusión de elementos inte­ tó profundamente afectado en estos lectuales y místicos... lo que derivaría, años turbulentos. A pesar de que el con herederos inmediatos como Porfi­ atractivo de la cultura clásica no pare­ rio, en concepciones irracionales y te- ce resentirse, se constata sin embargo úrgicas, irreconciliablemente enfrenta­ un claro declive del espíritu raciona­ das a las no menos irracionales que lista y, sobre todo, lo que Mazzarino durante los siglos III y IV emanaban denominó “democratización de la cul­ del cristianismo. No puede extrañar el tura”, esto es, una simplificación y di­ florecimiento de “textos herméticos”, fusión de conceptos e ideas mágico-re­ como La revelación de Hermes Tris­ ligiosas accesibles a las masas, así co­ megisto (mezcla de astrologia caldea, mo un renacimiento de expresiones simbología antitética irania y concep­ culturales locales o regionales hasta ciones neopitagóricas y platónicas), ahora m arginad as o so m etid as. El los O ráculos C aldeos o incluso la triunfo del arte plebeyo-cristiano y el Gnosis cristiana o conocimiento místi­ despertar de las lenguas vernáculas co y alegórico de todo lo existente, a (frente al griego y latín de las élites partir de una oposición maniquea entre tradicionales y de los vencedores) tal el mundo sensible (satánico) y el mun­ vez sean la mejor ilustración de este do divino con elementos judeo-apoca- “movimiento descolonizador” ajeno a lípticos y otros de origen oriental. Vi­ los ideales de la paideia clásica. da intelectual, pues, vivida intensa­ mente y en los márgenes de lo racio­ nal, llena de ansiedad (Dodds) y con un marcado componente elitista, pues 1. Irracionalidad y vida encuentra su mejor caldo de cultivo en intelectual los espíritus letrados y sofistas, en las ciudades y en la corte imperial. De ahí Las grandes corrientes de la filoso­ que junto a la pobreza literaria en sen­ fía tradicional sufren un notorio retro­ tido estricto, incapaz de satisfacer las ceso en beneficio del escepticismo, del nuevas exigencias y de tranquilizar las sincretismo y de un cierto patetismo nuevas inquietudes, se constate una moralizante. Tampoc'o la última de inusitada preocupación pedagógica ellas, el n eo p lato n ism o de P lotino que convierte ciertamente este tiempo (204-270), pudo sustraerse a las in ­ en “el siglo de los profesores” (Petit). quietudes y especulaciones de su épo­ Preocupación educativa que afecta en El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 53 primer lugar a los propios emperado­ miseria o aupados en la cresta del po­ res (como antaño la tuvo M. Aurelio), der, los más dispares sectores sociales. quienes o bien se enorgullecen de su Las derrotas militares, las calamidades propio saber (Gordiano I, Balbino, Ga­ y el expolio de los santuarios hicieron lieno, Tácito) o bien se desvelan por la perder la confianza en los dioses y en instrucción de sus hijos, cual fue el ca­ la piedad tradicional. La literatura pa­ so de los poco refinados Maximino y gana describe con preocupación la de­ Postumo. Se explica así el renacer del solación y pobreza de los ceremonia­ mecenazgo imperial: Filipo con Ploti- les, el descreimiento y la soledad de no, Galieno y su esposa Salonina con los templos. El generalizado desapego Nicágoras, Zenobia con Longino o Ca- de las prácticas religiosas oficiales línico, y Caro con Nemesiano. (dioses capitolinos o culto imperial), convertidas ya en fríos rituales de cor­ te casi político, llevó a las masas po­ 2. La crisis del pulares a buscar sus satisfacciones es­ paganismo pirituales, tan urgentes en tiempos de miserias materiales, en las divinidades La religiosidad de signo pagano y cris­ orientales y en prácticas mágicas que tiano, inextricablemente unidas y confun­ incitaban al misticismo y al éxtasis, en didas con toda clase de supersticiones y un contacto directo con el Dios salva­ hechicerías, no es sólo uno de los as­ dor, con frecuencia muerto y resucita­ pectos más sentidamente vividos en el do, modelo a seguir por los fieles en la s.III, sino principalmente el factor de vida terrena efímera y dolorosa. Aquí irracionalidad que impregna todas las se fragua una moralidad y unas reglas manifestaciones de la vida social. Por de comportamiento que privilegian la eso es en la religión donde mejor se pobreza y el desprecio a las riquezas aprecian los sentimientos de inquietud de este mundo, la fraternidad universal de la época, las transformaciones, la y la caridad, tan necesarias en estos crisis de valores y los nuevos caminos años de dolor y miseria. Se expanden que empiezan a tantear, sumidos en la así sentimientos de igualdad humana. C o n ju n to del B a p tiste rio , casa cristiana de Dura Europos (siglo III) 54 AkaI Historia del Mundo Antiguo igualdad en la autodepreciación frente nos,. lo que no impidió que todavía a una divinidad poderosa y omnipre­ mostrase su vigencia en tiempos de sente que tiende a convertirse, lógica­ Agustín y que Mani pasara a la poste­ mente, en el Dios único, muchas ve­ ridad como uno de los últimos grandes ces representado por el sol radiante. profetas, junto a Zoroastro, Jesús y Entre estos dioses orientales cabe des­ Mahoma. tacar a Mitra, que a pesar de sus oríge­ nes persas encuentra amplísimo eco en los ejércitos romanos, la frigia Cibeles 3. Las persecuciones o la egipcia Isis; sin olvidar, natural­ mente, la doctrina universalista que del cristianismo y la Mani (217-276) predicó en tiempos de organización eclesiástica Sapor, basada en la lucha del Bien contra el Mal, de la Luz contra las Ti­ A lo largo del s.III el cristianismo nieblas, y que se extendió tanto por deja de ser, sociológicamente hablan­ Occidente (hasta Africa) como por do, una religión de pobres y margina­ Oriente (hasta China), siendo a la pos­ dos, para penetrar (sin abandonar estos tre perseguida por sasánidas y roma- sectores deprimidos) en los ámbitos El sentimiento de desgracia y deca­ cución contra nosotros: he aquí que ya dencia de los tiempos toca a la puerta y se ciñe la espada: (por castigo divino) ella hará pasar el río a los “Cooperamos también en las cosas co­ godos que irrumpen (en el Imperio). Con munes nosotros que, a nuestras oracio­ ellos estará el rey Apolión, de nombre te­ nes, hechas con justicia, añadimos ejer­ rrible, el cual, en medio de las arm as, cicios y meditaciones que nos enseñan a acabará la persecución contra los cristia­ d esp re cia r los placeres y no d e ja rn o s nos. Se mueve hacia Roma con muchos arrastrar por ellos. Y hasta puede decir­ m illa re s de hom bres y por decreto de se que nosotros com batim os más que Dios los subyuga y los hace prisioneros. nadie por el em perador; porque, si no M uchos de los senadores, prisioneros, salimos con él a campaña, aun cuando llorarán entonces; blasfem an contra el se nos urja a ello, luchamos en favor su­ Dios del cielo, vencidos por el bárbaro. yo juntando nuestro propio ejército por Sin embargo, estos paganos (godos) medio de nuestras súplicas a Dios. (...). dan alimento a los cristianos, que ellos Por lo demás, si los cristianos rehúsan buscan alegrem ente como a hermanos, los cargos públicos, no es porque traten prefiriéndolos a los lujuriosos adoradores de eludir los servicios generales que pi­ de ídolos falsos. Efectivamente, los go­ de la vida, sino porque quieren guardar­ dos persiguen a los paganos y ponen se a sí mismos, por la salud eterna de bajo el yugo al Senado. Estos males se los hombres, para el servicio más divino abaten sobre aquellos que han persegui­ y necesario de la Iglesia de Dios. Así do a los cristianos; en el término de cin­ piensan necesaria y justamente, y así se co meses, los perseguidores son muer­ preocupan por todos: por los de dentro, tos por el enem igo”. para que cada día vivan más santam en­ te; por los aparentemente de fuera, para C o m o d ia n o ,C a rm e n a p o lo g e tic u m . que lleguen a las sagradas palabras y (Traducción de S. Mazzarino) obras de nuestra religión.” “Esto es lo que Dios celestial me incita a Orígenes, Contra Celso, VIII, 73-75. anunciar, mal de mi grado, a los reyes so­ (Traducción de D. Ruíz Bueno). bre su poder real. (...) Y el belicoso Ares la lanza; por él todos mueren, y el que ha “Principio del fin será la séptim a perse- n a c id o in o c e n te da p re c e p to s en las El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 55 superiores de la sociedad, en la corte persticiosas ocupan un lugar muy im­ imperial, en los ordines ecuestre y se­ portante. Pero previamente la expan­ natorial, en las curias municipales, en­ sión y fortaleza del cristianismo habí­ tre los funcionarios y el ejército. En an realzado sus diferencias con el pa­ tan acelerada expansión, se produjeron ganismo y, sobre todo, con la organi­ claudicaciones acomodaticias al poder zación político-religiosa del Imperio. establecido, pero también violentas La investigación moderna tiende, sin inadaptaciones que constituyen un ca­ embargo, a considerar las persecucio­ pítulo importante de este proceso. La nes de Decio y Valeriano como breves patrística y los cánones de los Conci­ episodios de hostilidad oficial que no lios, como el celebrado en ¡liberris a deben ocultar la realidad de una tole1 principios del s.IV, contienen múlti­ rancia largamente practicada, y que, ples indicaciones sobre las relaciones según hem os ya an a liz ad o , fueron de los cristianos con los medios oficia­ también ellas expresión de la crisis de les, con los judíos, con los poderosos, mediados de siglo. A este respecto de­ así como sobre la organización de los bemos insistir en que no fueron pocos rituales eclesiásticos y litúrgicos, don­ los cristianos que vieron en el edicto de las consideraciones mágicas y su- de Decio (ordenando sacrificar a los asambleas; pues habrá muchas guerras, Rávena; los alamanos, en su expedición com bates y m atanzas, ham bre, peste, a las Galias, pasan también a Italia; Gre­ seísmos y violentos rayos, muchas incur­ cia, Macedonia, el Ponto y Asia son des­ siones de los asirios por el mundo entero, truidas por una invasión de godos; y en expolio y profanación de templos. (...) lo que respecta a la Dacia de más allá (...) Hombres, ¿por qué en vano, como del Danubio, se pierde para siempre; los si fuerais inmortales, a pesar de la breve­ cuados y sármatas asolan los territorios dad de vuestro poderío, tenéis sentimien­ de Panonia; los germanos de los territo­ tos en exceso altivos y todos queréis rei­ rios más lejanos barren y se apoderan nar sobre los mortales, sin com prender de Hispania; los partos toman Mesopota­ que Dios mismo aborrece el afán de do­ mia y arrasan Siria; quedan todavía por minio y sobre todo a los reyes insacia­ las distintas provincias, entre las ruinas bles, terribles, im píos, y levanta sobre de las grandes ciudades, pequeños y mí­ ellos la oscuridad, porque en vez de las seros lugares que conservan señales de buenas obras y los justos pensamientos sus desgracias y el recuerdo de su nom­ prefirieron todos los mantos de purpúreo bre; entre ellas, incluso en Hispania re­ tejido y no ansian más que guerras, la­ cuerdo yo ahora, para consuelo de mi re­ m entos y m atanzas? Breve destino les ciente desgracia, a nuestra Tarragona. dará Dios inmortal que en el éter habita: Y para que no escapase de este des­ los aniquilará y en distintos lugares a ca­ pedazamiento ninguna parte del cuerpo da uno matará.” romano, en el interior conspiran los usur­ padores, resurgen las guerras civiles, se O ráculos sibilinos, XIII-XIV. (Traduc­ derram a por todas partes gran cantidad ción de E. Suárez de la Torre). de sangre romana en la cruel lucha entre romanos y bárbaros; pero en seguida la “De repente, con el consentimiento de ira de Dios se convierte en misericordia y D ios, se su e lta n por to d a s p a rte s los en lo que se refiere a la venganza por él pueblos que habían sido co n ve n ie n te ­ iniciada debe ser considerada total sólo mente colocados y puestos alrededor de en apariencia, no como auténtico casti­ las fronteras del Imperio y, rotos los fre­ go." nos, se lanzan contra todos los territorios romanos. Los germ anos, tras atravesar Orosio, Historias, VII, 22. (Traducción los Alpes, Retia y toda Italia, llegan hasta de E. Sánchez Salor) 56 Akal Historia del Mundo Antiguo dioses) un llamamiento a la unidad y golpe en sus élites dirigentes, en sus al patriotismo ante la incontenible es­ recursos y en su implantación socio- calada de los peligros externos.... y sa­ política: ahora las víctimas fueron más crificaron y quemaron incienso en los numerosas y de más relieve, contándo­ altares paganos, convencidos de que se entre los mártires al papa Sixto II y tal actitud era obligada para todo buen a Cipriano de Cartago. Pero tras la ciudadano, y aunque heterodoxa para captura de Valeriano por los persas, su la nueva religión cristiana, manifiesta­ hijo Galieno promulgó un edicto de tole­ mente fiel a la piedad secular de los rancia cuya generosidad abría un periodo antepasados. No deja de ser significa­ nuevo en las relaciones Iglesia / Imperio tiva la frecuencia de compromisos por y una paz religiosa que se mantendría una y otra parte: muchos libelli (certi­ cuarenta años. Este edicto no se limitaba ficados de haber sacrificado) se obtu­ a poner fin a la persecución, sino que por vieron fraudulentamente por parte de primera vez en la Historia autorizaba ofi­ los cristianos, a la par que las autori­ cialmente el culto cristiano y estipulaba dades romanas no pocas veces se con­ la restitución a sus comunidades de los forman con gestos simbólicos. Ello bienes confiscados, en particular de pone una importante dosis de humani­ los cementerios. Aunque se discute si dad y tolerancia social, que debemos el reconocimiento fue de hecho o de subrayar en horas tan dramáticas y en derecho, es probable que Galieno diri­ una com unidad tan pro fu n d am en te giese su edicto d irec tam en te a los convulsionada. Aunque hubo numero­ obispos, lo que probaría que reconocía sas víctimas, entre ellas las de muchos su autoridad en todos los aspectos. cristianos que se autodenunciaron, el A partir de ahora, la Iglesia consa­ problema que más preocuparía en los grará todos sus esfuerzos a tareas orga­ años siguientes sería el de la reintegra­ nizativas y de disciplina interna, pues se ción en la Iglesia de los lapsi, los que trataba no sólo de encauzar la actividad habían caído, entre los que se hicieron de las masas cristianizadas, sino tam­ sutiles distinciones (los sa crifica ti, bién - y quizás era lo más difícil- de que habían sacrificado; los thurificati, institucionalizar la moral y las prácticas que sólo habían quemado incienso; y religiosas. A estas alturas no cabía espe­ los libellatici, que simplemente se las rar un fin inminente de los tiempos y en habían ingeniado para conseguir un consecuencia no era tan vital permane­ certificado), que traducen las tenden­ cer alerta. Por el contrario, había que ri- cias del cristianismo a introducir en su tualizar las creencias y hacerlas asequi­ moralidad la compleja jerarquización bles al pueblo, de modo que las viven­ de los valores socio-políticos de su cias religiosas y las promesas de salva­ tiempo. Sobre la persecución de Vale­ ción fueran poco a poco transformadas riano se debe recordar en particular su en rituales minuciosamente organiza­ pretensión de sanear el tesoro público dos, cuyo cumplimiento más o menos mediante la confiscación de las pro­ protocolario era impuesto a todos los piedades de los cristianos ricos. En fieles. La ferviente espera de la Parusía efecto, a un primer edicto que prohibía quedó así reducida a unas ceremonias el culto y las reuniones de cristianos e litúrgicas uniformadas que no solamen­ instaba al clero a sacrificar bajo pena te constituyen el más grandioso fraude de exilio, siguió otro en el 258 agra­ del mensaje originario de Jesús, sino vando los castigos y estipulando en que históricamente consagraban el naci­ concreto que los fieles de alt0 rango miento de un nuevo cristianismo, ética­ fuesen condenados a muerte, a la es­ mente formalizado y socialmente jerar­ clavitud o al exilio y, en todos los ca­ quizado, llamado a convertirse en el pi­ sos, sus bienes confiscados. En conse­ lar fundamental de las estructuras políti­ cuencia, el cristianismo sufrió un duro cas bajoimperiales. Con ello se larva E! Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 57 también el conflicto entre la “verdade­ doctrinales y, lógicamente, al nacimiento ra” vida cristiana y el “siglo”, entre los de la teología. Son indicios que parecen que esperaban alerta y apasionadamente revelar una ruptura temprana de la soli­ el Reino de Dios y los que, más realistas, daridad comunitaria y el esbozo de la se­ organizan a las masas y administran sus cular connivencia histórica entre las je­ bienes. El conflicto lleva al monaquismo rarquías eclesiásticas y los poderes pú­ e incluso a las herejías y a los problemas blicos en vías de cristianización. ... R etrato de Z o ro a stro (?), Mitraeum de Dura Europos (sigloll) 58 AkaI Historia del Mundo Antiguo 4. Escatología últimos tiempos, que se multiplicarán las adversidad es y, al acercarse el religiosa y utopía Día del Juicio, se encenderá más y política para una época más la ira de Dios enojado para en­ de angustia viar castigos al género hum ano” (3- 5). Si re s u lta s o rp re n d e n te que el d i a g n ó s t i c o h i s t ó r i c o , ra c io n a l y En su tratado Ad Demetrianum, es­ acertado, sólo sirva a Cipriano para crito sobre el 252, Cipriano de Carta- dar validez a su visión escatológica, go diagnostica con asombroso rigor no es menos paradójico el contrapun­ las c a u s a s de ta n to s m a le s com o to que ofrece la pagana H istoria A u­ aquejaban a su tiempo: “te quejas co­ gusta cuando analiza los ideales polí­ mo si, aun contenida la amenaza ex­ ticos del em p erad o r Probo: “ ac o s ­ terna de los ejércitos bárbaros, no tumbraba decir que el soldado no de­ fuese más feroz y dura la guerra do­ be comer gratis su pan. A esto añadió méstica por las calumnias e injusti­ otra o b serv ació n , p e rju d ic ia l para cias de los ciudadanos poderosos; te ellos si llegaba a realizarse, pero be­ quejas de la eslirilidad y hambre, co­ neficiosa para la nación, a saber, que mo si la sequía causara más hambres pronto no serían ya necesarios los que las rapiñas, el saqueo de las im­ soldados....La nación romana, plena portaciones de víveres y el alza de de seguridad, reinará en todos lados precios....Te quejas de que hay poca y todo lo poseerá. Ya no se fabricarán producción de frutos, cuando los que armas en ninguna parte del mundo. se producen no se reparten entre los No serán necesarios los aprovisiona­ menesterosos; te irritas por la peste, mientos militares; los bueyes arras­ cuando..... ni a los enfermos se les trarán el arado y los caballos vivirán presta socorro, y la rapiña y la avari­ ún icam ente para labores pacíficas. cia se ejerce sobre los muertos” (10). No habrá guerras ni existirán cauti­ Pero él no propone soluciones. No vos. En todos los lugares reinará la cree que las haya. Por el contrario, paz, los jueces y las leyes de Roma” está convencido de que todas las ca­ (XX). La enfermedad también ha si­ lamidades anuncian la decrepitud, el do aquí fríamente diagnosticada: el fin de los tiempos y el castigo divino ejército es la sanguijuela del Imperio. por la impiedad pagana, y por tanto Pero a falta de fe en una interpreta­ la Parusía o segunda venida triunfal ción escatológica pagana, el cronista de Jesús: “debes saber que el mundo debe recurrir a la escatología política ha entrado ya en su sen e ctu d ....n o que entiende el proceso histórico se­ dan tanta plata y oro las minas e x ­ gún una je r a r q u í a de m etales: los haustas.....En los campos disminuyen tie m p o s a c tu a le s de h ie rr o darán los labradores, en los mares ios mari­ pronto paso a la edad de oro, pacífica nos, en los campamentos los solda­ y feliz, a la que aspiran todos los dos; no hay inocentes en los tribuna­ pueblos; y Roma, por supuesto, a la les ni justicia en las causas, ni unión cabeza. Al historiador y al hombre de entre los amigos, ni habilidad en las hoy quizás puedan bastar estos dos artes, ni orden en las costumbres....En testimonios para presentir sin fanta­ cuanto al hecho de que hay continuas sía las duras condiciones de vida en guerras, que aumentan la angustia, la que se debió debatir una sociedad a escasez y el hambre; que la salud se la que, desesperanzada y exangüe, ya quebranta al arreciar las enfermeda­ sólo se le podía ofrecer la venganza des, que la peste causa estragos en la divina y el Reino de los Cielos o la humanidad, sábete que está vaticina­ vieja utopía política del eternamente do que aumentarán estos males en los próximo aurum seculum. El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 59 Cronología 235-284 Periodo de Anarquía Militar. Innume­ rables usurpaciones, destituciones y sublevaciones. Consolidación del po­ der sasánida. Agitaciones de los bár­ baros en las fronteras. Crisis del Esta­ do y de sus fundamentos socioeconó­ micos. Ruptura de la unidad Imperial y restauración autoritaria por los em­ peradores ilíricos. 235 Asesinato de Severo Alejandro y Julia Mamea por el ejército, que proclama a su vez ai campesino tracio y oficial Maximino: primer emperador-solda­ do. Lucha contra alamanes, sármatas y dacios. 238 Año crucial de la crisis del siglo III en el que reinaron hasta cinco emperado­ res. Asesinato de Maximino y de los emperadores senatoriales Gordiano I y II, Pupieno y Balbino. Proclamación del joven Gordiano III. Invasiones de carpos y godos. 241-3 Los persas sasánidas invaden Mesopo­ tam ia, m ie n tra s Rom a debe hacer frente, además, a carpos, godos y sár­ matas. El Imperio es regido de hecho por el suegro de Gordiano y prefecto del pretorio, Timesiteo. 243 Muerte de Timesiteo. Filipo, de origen árabe, le sustituye como prefecto del pretorio. 244 Asesinato de Gordiano y proclama­ ción de Filipo. Paz con los persas. 60 Akal Historia del Mundo Antiguo 247 (21 de Abril) Se inician las fiestas del milenario de Roma. 249 Guerra civil. Asesinato de Filipo. El ejército proclama a Decio. 250 E pid em ia de peste. P ersecución de cristianos. Ataques de los godos. 251 Muerte de Decio y de Orígenes. Divi­ siones en la Iglesia sobre la actitud a seguir con los cristianos que desfalle­ cieron ante la persecución (lapsi). No- vaciano propugna la condena, Cipria­ no el perdón. 252-3 Guerras civiles y recrudecimiento de los ataques bárbaros. Proclamación de Valeriano, que asocia a su hijo Galie­ no como Augusto. 254-8 Persecuciones anticristianas: martirio de Cipriano (258). Derrotas frente a godos y persas con importantes pérdi­ das territoriales. Ruptura de la unidad: Imperio Galo de Postumo en Occiden­ te y Reino de Palmira en Oriente. 260 Valeriano es capturado por los persas. Invasiones de francos y alamanes. Ga­ lieno revoca los edictos de persecu­ ción e inicia una serie de reformas profundas de carácter militar, político y económico. 262-68 Consolidación del poder y autonomía del Imperio Galo y del Reino de Pal- mira. Tras el asesinato de Galieno (268), la lucha por el poder concluye con la entronización de Claudio, que morirá de la peste dos años después. 270-75 Bajo el reinado de Aureliano se resta­ blece la unidad imperial. 275-85 Ultimos emperadores ¡líricos, entre los que sobresale Probo. Victorias so­ bre los bárbaros y paz con los persas. Movimientos bagáudicos en Galia. El 20-XI-284 es proclamado emperador Diocleciano, cuyo reinado marca el fin del Principado. El Imperio Romano bajo la Anarquía Militar 61 E m peradores y Papas Maximino, 235-38 S. Amero, 235-236 Gordiano I y II, 238 S. Fabián, 236-250 Pupieno y Balbino, 238 Gordiano III, 238-244 Filipo el Arabe, 244-249 Decio, 249-251 S. Cornelio, 250-253 Treboniano Galo, 251-253 S. Lucio, 253-254 Volusiano, 251-253 Emiliano, 253 Valeriano, 253-260 S. Esteban, 254-257 Galieno, 253-268 S. Sixto II, 257-258 Claudio II, 268-270 S. Dionisio, 259-268 Quintilo, 270 S. Félix, 269-274 Aureliano, 270-275 S. Eutiquiano, 275-283 Tácito, 275-276 Floriano, 276 Probo, 276-282 Caro, 282-283 Carino, 283-285 Numeriano, 283-284 Diocleciano, 284-305 S. Cayo, 283-296 62 Akal Historia del Mundo Antiguo Bibliografía 1. Obras de carácter Alfoldi, G.: The Crisis of the Third Century as Seen by Contemporaries, general Greek, Roman and Byzantine Studies, 15, 1, 1974, 89 ss. Homo, L: El Im perio Romano. M a­ Mazzarino, S: El fin del mundo anti­ drid, 1961 guo. México, 1961; M azzarino, S.: L ’lm pero R om ano. II pensiero storico classico. Bari, RomaBari, 1980. 1968 Milliar, F: El Imperio Romano y sus Passerini, A.: L’lmpero e la crisi del pueblos limítrofes. Madrid, 1970. terzo secolo, en N uove questioni di Petit, P: Histoire genérale de I’Empi­ storia antica. 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