Historia y Comunicaci n Fronteras y v Nculos Metodol Gicos

March 21, 2018 | Author: Cherie Zalaquett | Category: Oral History, Historiography, Science, Theory, Communication


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HISTORIA Y COMUNICACIÓN: FRONTERAS Y VÍNCULOS METODOLÓGICOSMatilde Eiroa San Francisco Universidad Carlos III de Madrid XI Congreso de la Asociación de Historiadores de la Comunicación. Resumen: Este estudio se plantea como objetivo analizar las diferencias y las afinidades existentes entre Historia y Comunicación. Ambas disciplinas han nacido en diferentes épocas sobre distintos prismas conceptuales, epistemológicos y metodológicos pero es nuestro interés plantear qué ocurre cuando las dos disciplinas convergen. Las posibilidades que surgen con su acercamiento -indiferencia, convivencia o pugnaintroducen cuestiones que tienen que ver con la reorganización de las ciencias sociales: ¿cuándo y cómo la comunicación y la historia colisionan entre sí? ¿Qué metodologías comparten historiadores y comunicadores? ¿Qué tipo de claves pueden fomentar el rechazo a los viejos paradigmas y la aceptación de nuevos que conduzcan a una visión más completa del conocimiento a través de la interdisciplinariedad y la triangulación metodológica? Abstract: This study tries to analyse the differences and affinities among History and Communication. Both disciplines were born at different times over different conceptual, epistemological and methodological prisms but our interest is to pose what happens when two disciplines converge. The possibilities that come with their approach indifference, coexistence or struggle - introduce issues related to the reorganization of the social sciences: when and how communication and history collide together? What methodologies share historians and communicators? What kind of keys can promote rejection to the old paradigms and acceptance of new leading to a more complete view of knowledge on interdisciplinarity and methodological triangulation? Palabras clave : Historia y Comunicación, metodología de la investigación, interdisciplinar, historia del tiempo presente, historiografía mediática, periodismo. Keywords : History and Communication, research methods, interdisciplinary, current history, media historiography, journalism. 1. Introducción: ciencias sociales, ciencias asociadas. Las ciencias sociales han sido reestructuradas en los últimos años en múltiples disciplinas que representan vías manifiestas de acercarse al conocimiento de un determinado objeto de estudio. En muchas ocasiones son, sobre todo, el resultado de decisiones institucionales que guardan poca relación con los debates epistemológicos que entablan los especialistas 1 . 1 Véase un ejemplo en el Real Decreto 1393/2007 de 29 de octubre por el que se restablece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, BOE nº 260 de 30 de octubre de 2007. 1 Los cambios ocurridos en los últimos cincuenta-sesenta años conducen a cuestionar la validez de las distinciones internas que empiezan a ser inapropiadas para la ciencia del siglo XXI. Las líneas divisorias entre el mercado (la economía), el estado (la ciencia política) y la sociedad civil (sociología) o el estudio del mundo presente (economía, sociología, política) y el mundo pasado (historia) parecen diluirse en un contexto urgido de un análisis integral capaz de proporcionar un conocimiento exhaustivo. Inmanuel Wallerstein constató la dificultad para delimitar fronteras claras entre algunas de estas disciplinas, cuya coherencia y legitimidad se hallan en disputa hasta el punto en que han surgido nuevos nombres expresivos de esa necesaria interdisciplinariedad, como “ciencias de la administración”, “del comportamiento” o “de la comunicación”2 . La relación cada vez más estrecha entre el periodismo, la economía, la sociología, la antropología o la historia, debe impulsar a los académicos a su aproximación, aunque tenga n criterios y objetivos distintos. Se trata de conocer nuestro mundo con mayor extensión y profundidad y de evitar lagunas formadas por el confinamiento de las disciplinas en islas teóricamente autosuficientes. Parece necesario, pues, que los campos de estudio surjan como fruto de la superación de los límites entre especialidades cerradas y su adecuación académica debe basarse en la profundidad, pertinencia y solidez del conocimiento que produzcan. Las ciencias de la comunicación mantienen una relación orgánica con las ciencias sociales en la medida en que la sociedad está representada en las formas de comunicación moderna. El término “ciencias de la comunicación” tiene un significado polisémico que se emplea desde las relaciones mantenidas entre humanos por la palabra, los gestos o las imágenes a las establecidas entre animales, tecnologías o la materia. Las ramas en que se bifurca -periodismo, publicidad, relaciones públicas, cine, radio, televisión o internet- convergen con diversas disciplinas porque abordan una temática que interesa a todos, debido, entre otros, a su papel y a sus efectos en el individuo y en la sociedad. Esta circunstancia no impide su organización autónoma y su especialización institucional3 . Las propuestas de reformulación teórica de los estudios de comunicación manifiestan una insatisfacción generalizada con el estado actual del campo científico y la urgencia de repensar sus fundamentos y reorientar el ejercicio de sus prácticas. Son análisis convergentes que realizan revisiones de categorías, esquemas conceptuales y métodos de investigación reveladores de la complejidad y multidimensionalidad de los fenómenos comunicativos en un mundo cada vez más globalizado, multiculturalizado y tecnologizado, pero también cada vez más fragmentado y desigual4 . Lo que resalta es un movimiento de confluencia de saberes especializados sobre la comunicación, entendido como un movimiento de intersección que no es una amalgama o síntesis, sino un producto de las relaciones entre el objeto de estudio, la especificidad de las contribuciones analíticas y la particularidad de la evolución histórica entre ambos. García Canclini afirmaba que estudiar la comunicación requiere convertirse en un especialista en intersecciones 5 . Una consecuencia de esta afirmación significa prescindir de las certezas disciplinarias así como del poder que otorga la ortodoxia y orientar el trabajo hacia las estrategias de cambio y la renovación de los principios teóricos. Ahora 2 3 WALLERSTEIN, I. y otros, Abrir las ciencias sociales, Madrid, Siglo XXI, 1996, pág. 72-73. FUENTES, R. y VASALLO, I. (comp.), Comunicación. Campo y objeto de estudio, México, Universidad de Guadalajara, 2005, pág. 53-55. 4 KROHLING, M., y otros, Ciencias de la Comunicación y Sociedad: un diálogo para la era digital, Brasil, UPSA, 2003. 5 GARCÍA CANCLINI, N., “De cómo Clifford Geertz y Pierre Bordieu llegaron al exilio”, en FUENTES NAVARRO, R. y REGUILLO, R. (coords.), Pensar las ciencias sociales hoy, Guadalajara, ITESO, 1999, pág. 69. 2 bien, cabría preguntarse cuál de las ciencias sociales y humanas no se apoya en otras disciplinas y cuál de ellas está exenta del título interdisciplinar. Más aún, cabría proponer la conveniencia de una disposición interdisciplinar para estas ciencias. Jesús Martín- Barbero hace algunas décadas insertó la cultura, la historia y la política en la investigación de la comunicación y desarrolló métodos exploratorios que no tuvieron en cuenta los límites de las disciplinas académicas sino el conocimiento amplio y extensivo del objeto de estudio 6 . Las conexiones entre Historia y Comunicación han sido abordadas por diversos autores con enfoques específicos de ambas disciplinas, aunque los trabajos son escasos. El rechazo de los historiadores al trabajo de los comunicadores y viceversa ha impedido ver los elementos comunes y las materias en que coinciden. En este marco hemos de destacar los estudios de Julio Aróstegui, Josefina Cuesta o Mario Pedro Díaz Barrado sobre el denominado “tiempo presente”, un lugar donde trabajan la ma yor parte de los comunicadores, frecuentado por la historiografía dispuesta a incluir en su análisis al presente histórico y la interacción generacional7 . Un ejemplo en esta línea sería el texto de Timothy Garton Ash que contiene ensayos, crónicas, apuntes de diario y artículos periodísticos sobre temas que le preocuparon en su momento, en el que hace una reflexión sobre los vínculos entre historiadores y periodistas 8 . Desde la óptica de los comunicadores el libro coordinado por Barbie Zellizer representa una de las mejores aproximaciones al tema, en el que los autores plantean algunos de los nexos que los comprometen como un campo disciplinar afín 9 . También desde este enfoque, los artículos de José Mª Sanmartí, Manuel de Ramón, Pedro Paniagua, Mercedes Román o Elena Yeste, presentan diversos planteamientos sobre las divergencias, los procesos o los resultados de la producción historiográfica y comunicativa 10 . La autobiografía de los pueblos y de la Humanidad está escrita por diversas disciplinas que van desde la Historia, al Arte, la Literatura o los medios de comunicación. Como han mencionado diversos autores, la relación del presente con el pasado no es más que una forma de comunicación11 . En las páginas que siguen, pues, pretendemos contribuir con diversas reflexiones a este debate, subrayando las fronteras entre ambas disciplinas a la vez que se llama la atención sobre los vínculos que obligan a sus especialistas a aprehender mutuamente de conceptos, métodos y técnicas como el único modo posible de acercarse al conocimiento holístico. Nos referiremos, la mayoría de las veces, al periodismo, la especialidad que se articula mejor con la historia. 6 7 MARTÍN-BARBERO, J., De los medios a las mediaciones, México, Gustavo Gili, 1987. ARÓSTEGUI, J., La historia vivida. Sobre la historia del presente, Madrid, Alianza Editorial, 2004. Del mismo autor, “El presente total o la experiencia como historia (sobre el presente de la historia)”, en RIBOT, L.A., VILLARES, R. y VALDEÓN, J. (coords.), Año Mil, Año Dos mil. Dos milenios en la Historia de España, Madrid, Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, Vol. 1, págs. 129-154. CUESTA, J., Historia del Presente, Madrid, Eudema, 1993. DÍAZ BARRADO, M. P. (coord.), Historia del Tiempo Presente. Teoría y metodología, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1998. 8 ASH, T.G, Historia del presente. Ensayos, retratos y crónicas de la Europa de los 90, Barcelona, Tusquets editores, 2000. 9 ZELLIZER, B. (eds.), Explorations in Communication and History, Londres, Routledge, 2009. 10 SANMARTÍ, J. Mª, PANIAGUA, P. y DE RAMÓN, M., “Periodismo, la plebeyización triunfante. Los medios como indicadores de la Historia”, en NAVAJAS, C., (ed.) Actas del III Simposio de Historia Actual, Logroño, 26-28 de octubre de 2000, Logroño, Gobierno de la Rioja e Instituto de Estudios Riojanos. DE RAMÓN, M., y PANIAGUA, P., “Periodismo, ¿Historia para el futuro?”, en NAVAJAS, C. (ed.), Actas del II Simposio de Historia Actual. Logroño 26-28 noviembre de 1998, Logroño, Gobierno de La Rioja e Instituto de Estudios Riojanos, 2000. ROMÁN PORTAS, M., “Aspectos metodológicos de la historia de la comunicación”, Ámbitos, nº 5, 2000. YESTE, E., “La nueva “historiografía mediática”. una reflexión acerca del periodismo de investigación histórico”, en Prensa y periodismo especializado nº 4, vol. 1, 2008, págs. 351-360. 11 Entre otros, HELLER, A., Teoría de la Historia, Barcelona, Fontamara, 2005, pág. 79. 3 2. Procesos y posiciones en Historia y Comunicación: grabación, transmisión e interpretación. La Historia y la Comunicación mantienen una relación ininterrumpida a través de los vínculos del hombre y del tiempo, aunque sus fronteras están mal señaladas y, por tanto, son tensas y discutidas. Julio Aróstegui ha definido a la primera como “el proceso de la experiencia humana completa; de todos los aspectos de lo humano en el tiempo”12 ; mientras que la comunicació n destaca por su carácter social y por un proceso en el que se comparten contenidos difundidos a través de distintos canales a lo largo del tiempo y el espacio hasta llegar de nuevo a la sociedad, a lo humano, en donde se pueden apreciar sus efectos 13 . Las dos tienen formas distintas de reflexionar ante el mundo que nos rodea y lo hacen desde posiciones divergentes: la Historia es tan vieja como la Academia mientras que la Comunicación es relativamente reciente en el horizonte disciplinar; la primera se erige en una de las materias humanísticas con un corpus teórico claro y sólido, mientras que la segunda se ha formado como una materia híbrida que ha tomado prestado elementos tanto de las ciencias humanas como sociales; una se basa en las sagradas instituciones de los archivos, museos y colecciones documentales mientras que la otra navega por las discordancias entre las múltiples fuentes de las que se nutre. Los historiadores miran con escepticismo a los comunicadores de cualquier especialidad, incluidos a los historiadores de la comunicación. En comunicación decir que un relato es histórico o académico es síntoma de estar escrito con una redacción aburrida y sin actualidad; mientras que en el mundo historiográfico un trabajo que reciba el calificativo de “periodístico” es sinónimo de poco riguroso. Un defecto de la profesión periodística es la superficialidad y del trabajo académico la irrealidad. Los periodistas tienen que escribir mucho en poco tiempo y espacio, mientras que los historiadores pueden tardar años en terminar un texto. Pero lo podemos mirar también desde la óptica contraria: la profundidad que alcanza un trabajo académico y el realismo en el caso del periodista. Los atributos de cada especialidad acentúan sus diferencias. Mar de Fontcuberta señala que el discurso periodístico tradicional tiene cinco características: actualidad, novedad, veracidad, periodicidad e interés público, unas características no compartidas en su totalidad por el discurso historiográfico 14 . Es necesario distinguir entre lo noticiero, la novedad, la noticia, y el acontecimiento narrado e interpretado con perspectiva. Algo que fuera enteramente pasado y no tuviera influencia en lo que hacemos o podemos hacer ahora, no encuentra espacio en los medios porque el tiempo de la comunicación es el presente y lo que amplía y da lugar a que se prolongue es el comentario de la opinión pública. El periodista informa e interpreta la realidad social del presente y esta interpretación empieza y termina en cada edición15 . Los comunicadores están más atentos al presente que cada día se desarrolla y manifiesta entre sorpresas, y al 12 13 ARÓSTEGUI, J., La investigación histórica: teoría y método, Barcelona, Crítica, 1995, pág. 47. Son numerosos los autores que han definido la comunicación y han teorizado sobre la misma. No nos detendremos en su enumeración, que sería larga. Aquí se tomarán los conceptos de AMADO, J. y VALBUENA, F. (comp.), Manual de Periodismo, Las Palmas de Gran Canaria, Prensa Ibérica, 1995. BENITO, A. (dir.), Diccionario de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, Madrid, Ediciones Paulinas, 1991. Una síntesis recientes de teorías de la comunicación, en CARRERA, P., Teoría de la comunicación mediática, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2008. 14 FONTCUBERTA, M., La noticia. Pistas para percibir el mundo, Barcelona, Paidós, 1995, pág. 16. 15 DIEZHANDINO, Mª P., El quehacer informativo: el “arte de escribir” un texto periodístico. Algunas nociones válidas para periodistas, Bilbao, Servicio Editorial de la UPV, 1994. 4 futuro, que se plantea con grandes incertidumbres respecto al destino de la humanidad, que hacia el pasado. El pasado no es noticia, se aleja cada vez más deprisa, cae en el olvido, no tiene aplicación en el trepidante mundo actual, aunque cada vez aumenta la coexistencia en los medios de hechos que muestran tendencias de la sociedad, procesos cuya actualidad se amplia a periodos de tiempo largo. Hoy día los medios digitales suelen incluir secciones donde se almacena información histórica sobre algunos acontecimientos que están vigentes, como el caso del conflicto árabe- israelí o la Unión Europea. Hemos de tener en cuenta, igualmente, que la actualidad periodística no coincide estrictamente con la realidad ni se limita a reflejarla o a reproducirla. Es el producto final de un proceso en el que hay tantas actualidades como publicaciones en el mercado. La realidad que exhiben los medios o soportes de la comunicación es fragmentada, no representa la totalidad del hecho, ni es la misma en todos los medios de comunicación. La presencia del pasado en el relato periodístico se concreta en el periodismo de investigación de base histórica, sustentado en episodios que no tienen influencia directa en el devenir de los acontecimientos, aunque sí un gran interés periodístico 16 . La historia está presente en revistas especializadas y cadenas televisiva s temáticas, en la mayoría de los casos con objetivos de revisitar el pasado, de rescatar hechos con imágenes, sonidos o testigos. Esta difusión a través de los medios de comunicación de masas tiene una gran repercusión, mucho mayor que la historiografía académica y tradicional. Lo cierto es que en la sociedad actual la historia se ha convertido en un tema muy recurrente en la agenda temática de los medios, una presencia que obedece más a una razón política y electoralista que cultural. A pesar de este distinto posicionamiento son disciplinas que deben ofrecerse mutuame nte apoyo en aspectos teóricos y metodológicos. Entre los aspectos coincidentes podríamos señalar, en primer lugar, su posicionamiento ante el dato y la fuente. Historiadores y periodistas comparten la búsqueda de la verdad, la objetividad y la exhaustividad de las fuentes y se alejan de los propagandistas o de la ficción en la confección de sus trabajos. Ambos construyen relatos sobre la realidad como narradores del pasado y del presente que son y lo hacen con documentación y fuentes testimoniales. Las fuentes se configuran como una de las columnas vertebrales para la comunicación y la historia. No son solamente el punto de partida del proceso productivo sino parte integrante del mismo, que actúan como condicionantes de la producción y de sus resultados. La ampliación del concepto de fuente, las ideas de información y documentación son esenciales en la investigación, en la que se hace necesario realizar la tradicional “crítica de fuentes”, un concepto sustituido hoy día por la “depuración de la información”. La labor de análisis y selección de las fuentes, por consiguiente, constituye una tarea común a las disciplinas de historia y comunicación aunque cada una las haya tipificado de distinto modo según sus objetivos. En segundo lugar la Historia y la Comunicación se encuentran en procesos como la grabación, ese acto de dejar huella oral o escrita de algo; la transmisión como la técnica de difusión de un mensaje a lo largo del espacio y del tiempo; y finalmente la interpretación o el ejercicio de ofrecer un significado descodificado para la sociedad del presente. En lo que respecta a la grabación Harold A. Innis señaló hace años que el conocimiento de otras civilizaciones depende en gran parte del tipo de medios utilizados 16 Véase, CHICOTE, J., El periodismo de investigación en España, Madrid, Fragua, 2006. Asimismo, YESTE, E. op. cit. 5 así como su capacidad para mantenerse y ser accesibles a lo largo del tiempo 17 . Nuestro conocimiento sobre el pasado es una cuestión del medio donde se ha dejado constancia del mismo, de modo que Innis no sólo estaba proponiendo una historia de los medios sino el análisis de los medios de la historia. La informació n histórica se genera en fuentes de extraordinaria heterogeneidad que nos “comunican” lo ocurrido: son los soportes de la historia. Para Innis la historia tiene un problema de comunicación con el tiempo y el espacio y desde su punto de vista los medios, también en historia, son el mensaje 18 . Cada medio en que la historia ha quedado grabada, ya sean documentos, restos arquitectónicos, huesos, artefactos de diverso tipo o pinturas, representa diversos enfoques de transmisión del pasado al presente y cada uno ha grabado y difundido selectivamente los mensajes que han producido las sociedades. La elección de un soporte determina qué tipo de grabación histórica se hizo en su momento teniendo en cuenta que siempre hay algo más que decir y que ninguna impresión del pasado es la palabra final sobre los acontecimientos que relata. Todos los vestigios se pueden considerar como posibles mensajes si tenemos conciencia histórica y disponibilidad hacia el mensaje, es decir, la idea de que todo lo que ha sucedido merece la pena conocerlo sea cual sea el medio donde se ha registrado. El pasado se muestra incompleto porque las grabaciones del mismo son también incompletas. Cuántas veces la historiografía se queja de la falta de documentación que pueda confirmar las hipótesis que se plantean en las investigaciones. Es frecuente que la historia de las mujeres, del trabajo o de las sociedades que han vivido bajo sistemas dictatoriales presente dificultades para su reconstrucción por la falta de evidencias. De ahí que el pasado emerja en el presente en forma de novedad, como la información que llega en la actualidad sobre el hombre del neolítico o las víctimas del franquismo. La revolución tecnológica del siglo XIX y XX con la aparición de la fotografía, la cinematografía, la fonografía, el video o la grabadora renovaron sustancialmente el concepto de recuerdo y grabación del acontecimiento. Gracias a estas máquinas podemos leer lo que nunca fue escrito y tenemos la oportunidad de ver y oír lo que nunca estuvo pensado para ser trans mitido a las sociedades posteriores. No es solamente la presencia de los medios de masas lo que ha convertido a la información en inabarcable, sino el surgimiento de nuevos soportes a través de los cuales se manifiesta dicha información19 . A las grandes masas documentales tradicionales han venido a sumarse fuentes y lugares distintos a los de otras épocas cuya mención sugiere su enorme volumen: prensa, encuestas, estadísticas, memorias, fotografías, películas, videos, discos, documentos orales, carteles, blo gs, wikis, medios digitales, redes sociales.… Los historiadores se sienten fascinados por estos soportes: visualizan acontecimientos en tiempo real, pueden oír a los protagonistas en sus discursos o declaraciones, sus tonos de voz, sus matices. Es la historia del mundo en tiempo y lugar reales. Sin embargo ha de tenerse en cuenta que las noticias están subordinadas a intereses económicos y al poder político, factores que actúan como condicionantes en la difusión de los mensajes. M. Colon señala cuatro filtros que definen las bases ideológicas de los hechos que aparecen los medios: la propiedad del medio de comunicación, es decir, la sociedad o accionistas que lo administra; la publicidad; el poder político o las instituciones; la ideología dominante. De ahí que los mensajes que 17 18 INNIS, H. A., The Bias of communication, Toronto, University of Toronto Press, 1991. PETERS, J. D., “History as a communication problem”, en ZELLIZER, B. (eds.), Explorations in Communication and History, Londres, Routledge, 2009, pág. 20. 19 DÍAZ BARRADO, M. P. (coord.), op. cit., pág. 83. 6 nos llegan en los distintos soportes comunicativos sean consecuencia de la selección de imágenes y palabras que realiza alguno de estos filtros o varios a la vez20 . En el proceso de grabación es fundamental el papel del periodista. El testimonio recogido en directo, no manipulado en el proceso productivo del medio, constituye una información muy rica. El periodista se siente autorizado para “pre-escribir” la historia que será más o menos definitiva cuando el texto periodístico se someta al proceso de investigación del historiador. El trabajo del periodista proporciona materia nueva e inédita al historiador quien recoge sus textos como prueba de la veracidad de la interpretación historiográfica de lo acontecido. Por tanto, los comunicadores actúan como registradores de “lo histórico”, como “pre- historiadores”21 y algunos periodistas que escriben libros sobre los hechos del presente se refieren a ellos, con modestia, como “el primer borrador de la historia”. Aunque M. de Ramón y P. Paniagua señalaban hace años que el trabajo del periodista es más modesto en cuanto que su función se limita a transmitir lo que ocurre al resto de la sociedad 22 . No cabe duda de que la realidad se nos ofrece a través de los medios de comunicación, que se configuran no sólo como instrumentos de transmisión y distribución de los acontecimientos, sino como productores de esa realidad. Los historiadores están interesados en el “acontecimiento”, especialmente desde los años 1970-1980 cuando se replantearon los grandes sistemas explicativos y surgió una historiografía crítica con la tradición de la Escuela de los Annales. La mayoría de los acontecimientos solo existen cuando los medios los elaboran y determinados sucesos no se hubieran convertido en acontecimientos de no haber aparecido en los medios, con independencia de que hayan sucedido y de que determinadas personas los hayan protagonizado. Incluso son numerosas las ocasiones en que el periodista señala qué es histórico o no incluyendo este adjetivo en su redacción, como cuando informa sobre la firma de un tratado, una constitución, un atentado o un éxito deportivo. De este modo enfatiza qué hechos de la actualidad, según su criterio, han de “pasar a la historia”, expresado en la selección de la noticia, su redacción y composición. Se supone, así, legitimado para trasladar al campo de la Historia una realidad cotidiana, es decir, no se limita a la estricta actualidad sino que maneja información que se instala en el tiempo futuro. Esta capacidad del periodista para incluir o excluir determinados hechos, conduce a lo que se ha denominado la “plebeyización” de la historia, es decir, la posibilidad de que la historia sea escrita según las indicaciones del periodista al calificar de “histórico” algún aspecto de lo cotidiano 23 . Esta tendencia se ha intensificado con los medios digitales, cuya forma de producción supone un refuerzo de esta democratización de los contenidos, una posibilidad de acceder a la producción y difusión de mensajes por parte de usuarios que actúan como comunicadores e historiadores y que están “grabando” el presente. En cuanto a la transmisión de los mensajes, los historiadores, las instituciones así como las empresas informativas están interesados en que la información circule, aunque esta sea una acción controlada según sus necesidades. La difusión puede ser un acto poco inocente que persiga algún efecto premeditado en la sociedad receptora. Es sobradamente conocido que los documentos de archivos y otras fuentes no son precisamente canales transparentes o neutrales; de ahí la necesidad del análisis de estos recursos y que éste constituya uno de los sellos de identidad del método histórico. La objetividad absoluta no existe, ni siquiera desde la perspectiva del sistema técnico 20 21 COLLON, M.l, ¡Ojo con los Media!, Guipúzcoa, HIRU, 1995, pág. 123-124. SANMARTÍ, J. Mª, PANIAGUA, P. y DE RAMÓN, M., op, cit., pág. 441. 22 DE RAMÓN, M., y PANIAGUA, P., op. cit., pág. 341. 23 SANMARTÍ, J. Mª, PANIAGUA, P. y DE RAMÓN, M., op. cit., págs. 439-441. 7 carente de subjetividad, puesto que la manipulación técnica es inherente a los equipos audiovisuales y digitales empleados por los medios para captar la realidad y emitir su representación. El interés en una correcta difusión es más una postura ética de respeto que una búsqueda epistémica hacia la completa presencia del mensaje. Negar el holocausto o los fusilamientos de la dictadura de Franco, por ejemplo, no sólo es absurdo y demuestra falta de conocimiento; es inmoral y un problema de la justicia. John B. Thompson en Los media y la modernidad, recuerda que los medios son quienes nos trasladan una determinada imagen de la Historia y quienes la reproducen para el gran público dando lugar a una percepción del pasado que depende cada vez más de una creciente reserva de formas simbólicas m ediáticas 24 . En consecuencia, la responsabilidad social de los medios de comunicación tiene que ser mayor por cuanto se refiere a la transmisión de la Historia. Por último, la interpretación, concebida como la demostración y explicación de lo ocurrido, es también tarea común de historiadores y comunicadores. Los primeros no pueden quedarse en la mera transmisión del dato encontrado en los archivos sino que deben ofrecer pautas para que la sociedad encuentre el sentido y la significación de los hechos que nos llegan. En cuanto a los comunicadores, tienen una tradicional faceta informativa a la que hay sumar una interpretativa porque el periodismo interpreta la realidad para que los receptores puedan entenderla y actuar en consecuencia. En la interpretación desempeña un papel fundamental la selección del material que se ha hecho porque no es posible abarcar el universo de nuestro objeto de estudio. La decisión sobre qué fuentes escogeremos es, en parte, una decisión logística que tiene relación con el tipo de investigación que efectuamos, con sus propósitos e interpretación. El sueño positivista de capturar el pasado en su plenitud no ha podido cumplirse en su totalidad en gran parte por problemas de grabación y transmisión de la información, aunque cada vez más es posible recuperar el pasado con herramientas y tecnologías del presente. Precisamente es en esta fase explicativa donde más críticas reciben periodistas e historiadores, donde deben afinar más el rigor metodológico para ofrecer resultados precisos sobre la investigación en curso. 3. Técnicas metodológicas afines en Historia y Comunicación. Las diversas tradiciones teórico- metodológicas de la investigación en comunicación han sido puestas en revisión en los últimos años con motivo de la importante producción que se realiza desde las Facultades de Comunicación. Jesús Martín-Barbero desaprobó hace años la concepción instrumentalista de los métodos y las técnicas que sólo tienen en cuenta la operativización de un modelo, la aplicación de una fórmula, en la que la objetividad queda reducida a la mera estadística 25 . Un método no es sólo una herramienta para abordar la solución de un problema; es sobre todo un proceso que impide que algo sea considerado como un problema. Dos décadas después de las propuestas de Martín- Barbero, muchos investigadores asumen posturas críticas en términos teóricos pero siguen adoptando modelos exclusivamente funcionalistas en sus trabajos. Los métodos seleccionados para una determinada investigación deben ser reflexionados, recons truidos y combinados de acuerdo con el fenómeno que se vaya a investigar. Sus técnicas no son cerradas ni están preparadas para la aplicación inmediata puesto que cada tema exige un gran esfuerzo de reflexión teórico- metodológica. 24 THOMPSON, J. B., Los media y la modernidad. Una teoría de los medios de comunicación, Barcelona, Paidós, 1998, pág. 55. 25 MARTÍN-BARBERO, J., op. cit. 8 La labor del historiador comienza cuando se acerca a los hechos y datos con hipótesis y preguntas que tratan de averiguar lo ocurrido y concluye cuando expone los resultados a modo de explicación y reconstrucción, un diálogo sintetizado entre el pasado y el presente. En este proceso los medios de comunicación desempeñan un papel clave en su condición de soporte de las ideologías, las reivindicaciones, los éxitos o fracasos de las sociedades. Se conforman como una fuente histórica primaria rica y variada, pero también como objetos de estudio en sí mismos en tanto que son actores de la historia 26 . Y en esta circunstancia se ha basado la historia de la comunicación. Las técnicas de investigación en comunicación guardan ciertas afinidades con las que emplean los historiadores. Encontramos, así, los métodos cualitativos de la entrevista -en sus diversas modalidades-, el focus group, los métodos de la observación -directa, indirecta o documental-, y los métodos cuantitativos como las encuestas, el análisis de contenido y la estadística. E igualmente enfocan sus trabajos desde la perspectiva comparada, sintética, deductiva o inductiva. La investigación que realizan los historiadores está basada, en parte, en estas técnicas metodológicas, aunque se denominen de otro modo: historia oral, crít ica de fuentes o análisis documental. En el plano académico ambos están obligados a plantear sus trabajos desde el método científico, es decir, con la definición de objetivos, objeto de estudio, hipótesis, marco teórico, fuentes y metodología. Las diverge ncias surgen cuando se equipara la profesión del comunicador con la producción del historiador. Mientras que el periodista trabaja sometido a la “línea editorial” de su medio y a condicionamientos temporales y espaciales, el historiador apenas cuenta con l mitaciones impuestas. A pesar de lo cual, el periodista no está i exento de respetar los principios de contrastación y verificación de fuentes, mientras que el segundo está obligado a ofrecer resultados precisos sobre la investigación en curso. Las características del “mal periodismo ” y la “mala historiografía” no son muy diferentes excepto en el mayor impacto que tiene el primero en la sociedad por su carácter de medio de comunicación de masas. Así, mientras éste origina sensacionalismo, manipulación informativa o infamias, la mala escritura de la historia suele expresarse en tesis doctorales pobremente fundamentadas o en artículos y libros mal escritos y documentados que dan lugar a visiones tergiversadas, cuando no sirven para justificar malas prácticas de la política. Sin embargo cuando estas disciplinas se practican adecuadamente, sus virtudes son similares: investigación exhaustiva, comparación ent re fuentes, prosa clara o argumentación sólida. Una de las metodologías cualitativas que comparten comunicadores e historiadores es la técnica de la entrevista, un instrumento que presenta diferentes matices dependiendo si se trata de una entrevista en profundidad -propia de los periodistas-, una entrevista enfocada como una fuente oral - fórmula utilizada por os historiadores- o l entrevistas estructuradas y dirigidas a grupos de personas - habituales en la investigación en comunicación- 27 . Debido a su potencialidad como un canal de información directo, la realización de entrevistas a personas que protagonizaron un momento relevante o que fueron testigos del mismo, ha suscitado un gran interés para los investigadores de las diferentes ramas de las ciencias sociales. Es utilizada tanto por el periodista que pide sus impresiones a un testigo o a un especialista en un tema, como por etnólogos, sociólogos, lingüistas, antropólogos o juristas. Se trata, pues de una práctica interdisciplinar que 26 ROMÁN PORTAS, M., “Aspectos metodológicos de la historia de la comunicación”, Ámbitos, nº 5, 2000, págs.119-128. 27 SCHUDSON, M., “Enfoques históricos de la comunicación”, en JENSEN, K.W. y otros (ed.), Metodologías cualitativas de la investigación en comunicación de masas, Barcelona, Bosch, 1993, pág. 211-228. 9 reivindica su papel como técnica de investigación en diversos campos. La entrevista es, además, un género periodístico por excele ncia que se halla en el origen del periodismo. Los historiadores utilizan la entrevista -denominada fuente oral u historia oral según se la conciba como un método al servicio de una vieja disciplina o el advenimiento de otra manera de hacer y ver la historia-, porque consideran que aporta al relato histórico la materialización de una experiencia, un testimonio, una mirada capaz de contar los cambios colectivos, las condiciones socioculturales de una época, las relaciones entre diferentes sectores de clase, los comportamientos.., y sobre todo, permite comparar con las fuentes documentales y dar respuesta a los problemas que se derivan de la ausencia de dichas fuentes. La entrevista instaura la suspensión de la jerarquía establecida en las historias oficializadas, le pone carne, memoria y testimonio a lo colectivo y proporciona el encuentro vivo con la Historia. Según Eric J. Hobsbawn y Paul Thompson la historia oral puede ser un instrumento para acercarse a la realidad de aquellos grupos sociales alejados de las esferas de poder que no han dejado testimonio escrito de su experiencia 28 . Es decir, puede servir para recuperar los testimonios de los “sin historia” como se ha demostrado con los trabajos, entre otros, de Ronald Fraser, Alicia Alted o Pilar Domínguez. El proceso de elaboración de la entrevista con fines periodísticos o de la fuente oral con fines históricos es similar puesto que lo que cambia para ambos profesionales no es la técnica sino el objetivo de investigación. El problema que se plantea es, tal vez, el de su introducción en el texto final debido a que para el periodismo es un género autónomo mientras que para la historia representa una fuente que ha de ser tratada convenientemente antes de su introducción en el relato historiográfico. Las llamadas “historias de vida” son tambien similares a la biografía y a los reportajes biográficos y se construyen sobre el modelo de las entrevistas en profundidad aunque se muestren sin preguntas y con cierta manipulación de la narración oral para facilitar su lectura 29 . Finalmente, hemos de recordar que ambos efectúan habitualmente análisis documentales, de contenido -bien sea en su vertiente cualitativa o cuantitativa- e iconográficos, instrumentos utilizados también por otros científicos sociales como sociólogos, lingüistas o politólogos 30 . 28 THOMPSON, P., La voz del pasado. Historia oral, Valencia, Ediciones Alfons el Magnànim, 1988. HOBSBAWN, E. J., Sobre la Historia, Barcelona, Crítica, 1988. ALTED, A., La voz de los vencidos: el exilio republicano de 1939, Barcelona, Aguilar, 2005. FRASER, R., Recuérdalo tú y recuérdalo a los otros. Historia oral de la guerra civil española, Barcelona, Crítica, 2001. Del mismo autor, “La Historia Oral como historia desde abajo”, Ayer, nº 12, 1993, págs. 79-92. CUESTA, J., “Los componentes del testimonio, según Paul Ricoeur”, Historia, antropología y fuentes orales, nº 30, 2003, págs. 41-52. DOMINGUEZ PRATS, P., Voces del exilio. Mujeres españolas en México, 1939-1950, Madrid, Instituto de Investigaciones Feministas de la UCM y Comunidad de Madrid, 1994. Además, están las investigaciones presentadas a los coloquios del Seminario de Fuentes Orales de la Universidad Complutense (http://www.seminariofuentesorales.es/index.html); los artículos publicados en la revista Historia, Antropología y Fuentes Orales (http://www.hayfo.com/ ) o las aportaciones a los congresos organizados por la Asociación Internacional de Historia Oral (http://www.bcn.es/tjussana/ioha/) (todos los enlaces señalados con acceso el 20 de agosto de 2010). 29 Véase LÓPEZ HIDALGO, A., “La “historia de vida” periodística, un género poco usual en la prensa española”, Ámbitos, N1 6, 2001, págs. 95-106. ACEVES LOZANO, J. E., “La historia oral y de vida: del recurso técnico a la experiencia de investigación”, en GALINDO CÁCERES, J. (coord.), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, México, Pearson, 1998, págs. 207-276. PUJADAS, J. J., El método biográfico. El uso de las historias de vida en las ciencias sociales, Colección de Cuadernos Metodológicos, nº 5, Madrid, CIS, 1992. 30 Con respecto al análisis de contenido cuantitativo practicado por historiadores véase, AMADOR, Mª P., Análisis de los discursos de Francisco Franco, 1928-1975. Una aplicación metodológica, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1987. DÍAZ BARRADO, M. P., Análisis del discurso político. Una 10 4. Dos ejemplos en la encrucijada : la Historia del Tiempo Presente y la Historia de la Comunicación. En 1992 Josep Fontana no dudó en hacer residir la función de la Historia en la necesidad de mantener viva la capacidad de las nuevas generaciones para razonar, preguntar, criticar, así como nuestra capacidad para cambiar el presente y construir un futuro mejor 31 . Es evidente que la historiografía española se ha hecho más plural como lo muestra la gran proliferación de líneas de investigación, teorías o conceptos que se han multiplicado en los últimos años, a saber, la Historia de las Mentalidades, la nueva Historia Cultural, la nueva Historia Política, el tránsito desde la demografía a la Historia de la Familia, la Historia Oral, la Historia de Género, la Historia Intelectual, la Historia del Libro, la Historia de la Comunicación o la Historia del Tiempo Presente. Son materias interdisciplinares que cruzan las fronteras establecidas tradicionalmente y que representan nuevos modos de acercarse al conocimiento de un determinado tópico desde varios enfoques que muestran cómo cada una perfila sus objetivos de investigación y qué pasa en la investigación cuando se incluyen elementos de dos disciplinas. La distancia entre Historia y Comunicación se acorta en la materia de historia de la comunicación o de los medios de comunicación y en las subsiguientes especialidades: historia del periodismo, historia de la propaganda, historia de la publicidad, historia de la fotografía o historia del cine. Los estudios sobre historia de la comunicación son recientes. Hasta el siglo XIX no se había pensado en una entidad que fuera más allá del dominio del transporte, la impresión, el intercambio de mensajes y las tecnologías. Poco a poco, especialmente con el surgimiento de los medios de comunicación de masas, se reflexionó acerca del devenir de estos elementos y su impacto en la sociedad hasta que en el siglo XX encontramos ya teóricos e historiadores que eligieron los medios como objeto de estudio. Las investigaciones sobre dichas temáticas ha n proliferado desde hace años y su expansión ha ido acompañada de una incesante renovación metodológica como consecuencia de su consolidación universitaria y de la constatación de que el doble enfoque –comunicacional e historiográfico- beneficia ampliamente a la mejora del conocimiento 32 . Pero la distancia también se acorta en la Historia Contemporánea y más aún en la denominada Historia del Tiempo Presente, ejemplo en el que nos detendremos. Hasta hace poco tiempo la historia reciente e incluso la historia contemporánea se miraban con desconfianza y eran pocos los historiadores que se atrevían a analizar la época inmediata puesto que su trabajo era acusado de carecer de perspectiva o de fuentes rigurosas. La escuela positivista contribuyó sobremanera a esta idea y a la división del trabajo entre el historiador, a quien le correspondía la investigación culta aplicación metodológica, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1989. EIROA, M., “Los métodos de las ciencias sociales y la investigación histórica”, Hispanianova, nº 9, 2009, http://hispanianova.rediris.es/9/articulos/9a004.pdf (con acceso el 31 de agosto de 2010). En cuanto a los comunicadores disponemos de multitud de investigaciones que lo utilizan asiduamente por tratarse de una técnica habitual para la investigación en comunicación de masas. 31 FONTA NA, J., La historia después de la historia: reflexiones acerca de la situación actual de la ciencia histórica, Barcelona, Crítica, 1992. 32 La revista Historia y Comunicación Social de la Universidad Complutense representa uno de los mejores canales académicos donde conocer trabajos sobre la materia. Sobre el estado de la cuestión, en MARTÍN DE LA GUARDIA, R., “Historiografía sobre los medios de comunicación social” Ayer. La Historia en el 96, 1997, pág. 138-145. MONTERO, J. y RUEDA, J. C., Introducción a la Historia de la Comunicación Social, Barcelona, Ariel, 2001. YANES MESA, J. A., “La renovación de la historiografía de la comunicación social en España”, Historia y Comunicación Social, nº 8, 2003, págs. 241-258. 11 del pasado, y el periodista, dedicado al terreno de lo inmediato. Esta división se ha visto desbordada por la reflexión realizada sobre el “tiempo histórico”, la objetividad, las fuentes y la demanda social en torno a la explicación profunda y extensa de los acontecimientos vividos. Agnes Heller diferencia entre historia presente, presente histórico y época presente lo cual implica asimismo la distinción entre historia pasada, pasado histórico y época presente pasada, por un lado, e historia futura, futuro histórico y época presente futura por otro. Los matices entre estos conceptos tienen que ver con los acontecimientos y sucesos que nos son ajenos, o son viejos, o, por el contrario, son significativos para nosotros 33 . La Historia del Tiempo Presente (HTP) ha sido definida por Julio Aróstegui como “una historia viva que no parte ni de la Segunda Guerra Mundial ni de ningún otro momento histórico, no es el epílogo de la contemporaneidad, sino que resulta ser, según su definición más extendida, la historización de la experiencia que pretende la explicación genético-estructural de realidades sociales que están vigentes” 34 . Josefina Cuesta la definió como “la posibilidad de hacer un análisis histórico de la realidad social vigente que comporta una relación de coetaneidad entre la historia vivida y la escritura de esa misma historia. (…) No es una época determinada, sino una categoría dinámica y móvil” 35 . Esta categoría necesita elementos teóricos y metodológicos de materias como la sociología, la economía, el derecho o la comunicación, y esa disposición transdisciplinar enriquece la narración histórica. El rechazo a hacer una Historia de la que no se conoce el desenlace final, imbuida de falta de perspectiva temporal para un análisis equitativo de los acontecimientos, acusada de ser subjetiva y de estar más cerca del reporterismo periodístico que del trabajo historiográfico, han sido motivos suficientes para que la HTP tardara en ser aceptada por la comunidad académica. Muchos observadores de este nuevo interés por lo más próximo, hasta por lo que aún se está viviendo, lo juzgan como una moda, el producto del cansancio por el estudio o la investigación de otras épocas de la Historia más repetidamente trabajadas, un nuevo envite entre periodistas e historiadores, politólogos e historiadores ..., y toda una serie de rivalidades y confrontaciones que, por desgracia, no son novedad en la lucha por delimitar las difusas orillas de unas disciplinas que dedican mucho tiempo a atribuirse el principal papel en el estudio de su objeto. Lo más curioso de todo es, sin embargo, que no es algo nuevo. A poco que ampliemos nuestro recorrido historiográfico, habremos de admitir que lo que ahora llamamos "Historia del Presente" ha existido siempre y ha llegado a nosotros fosilizada por el paso del tiempo, pero con un material histórico de primera magnitud sin que nadie osara asediarla con sus críticas. Desde Tucídides hasta Trotski, pasando por los cronistas medievales, los analistas de la modernidad, Tocqueville o Marx, la producción historiográfica previa a la eclosión positivista ha estado siempre vinculada al relato o al análisis de los sucesos coetáneos. Las historias del pasado de nuestro presente son crónicas de algún tipo -orales o escritas- o reportajes que son reconstruidos y entendidos con la perspectiva de un final relativo 36 . Incluso tras la identificación epistemológica entre historia y pasado que comienza a fermentar a finales del siglo XIX, algunas voces tan prestigiosas como Benedetto Croce, Lucien Febvre, Marc Bloch 33 34 HELLER, A., op cit, págs. 43-45. ARÓSTEGUI, J., La historia vivida., op. cit. Del mismo autor, “El presente como historia (la idea de un análisis histórico de nuestro tiempo)”, en NAVAJAS, C., (ed.), Actas del Primer Simposio de Historia Actual de La Rioja, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, págs. 17-44. 35 CUESTA, J., op.cit., pág. 11. 36 GONZÁLEZ, N. “Periodismo e Historia Contemporánea”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea. Homenaje a D. Jesús Pabón (II), vol. XXVII, nº 113, 1979. 12 o Jacques Le Goff continuaron postulando una h istoria que llegase hasta el pasado reciente o inmediato. Una de las críticas más duras ha sido la aproximación de la materia con el periodismo. Es cierto que los medios de comunicación han provocado que los acontecimientos mundiales se introduzcan en los hogares como jamás antes había ocurrido y el propio ritmo de la aceleración histórica del siglo XX va haciendo que el presente sea algo denso, una síntesis difícil de entender tal como se presenta en los medios. El presente goza y padece de sobre- información, infra-información y pseudoinformación, pero representa el punto d encuentro principal entre la historia y el e periodismo, un lugar del que no pueden prescindir aunque esté repleto de tensiones. El historiador tiene en ese contexto como misión primordial dotar de sentido al acontecimiento, analizar las relaciones causales, ofrecer explicaciones de los antecedentes de los hechos presentes y las influencias o presiones coetáneas que los hayan posibilitado. Y en eso consiste el método histórico cuando es riguroso y productivo: desbrozar y desenmarañar lo aparente para entender lo que lo sustenta y, cuando no haya respuestas, fabricar preguntas. El perfil formativo y profesional del historiador, pues, debe estar más cerca de otras ciencias sociales para comprender la potencialidad de las posibilidades mediáticas, de la nueva comunicación, de la estadística o del derecho, porque sin estos conocimientos no se puede hacer frente al análisis de la contemporaneidad. Mientras que el perfil del periodista debe contener dosis mayoritarias de cómo se hace la buena información, sin olvidar el fundamento teórico y práctico del resto de las ciencias sociales, incluida la historia. Como hemos venido planteando en estas páginas, ambos profesionales tienen objetivos sociales y laborales bien particularizados, pero comparten procesos e intereses que deben ser abordados desde la interdisciplinariedad y la triangulación metodológica. 13
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