FRANZ SE METE ENPROBLEMAS DE AMOR CHRISTINE NÖSTLINGER Traducción de Juan José de Narváez Ilustraciones de Erhard Dietl Barcelona, Bogotá, Buenos Aires, Caracas, Guatemala, Lima. México, Miami. Panamá, Quito, San José, San Juan. San Salvador. Santiago de Chile. 1 CONTENIDO Ana Sandra Elsa Franz quería a muchas personas. Quería a su padre y a su madre. 2 Quería a Daniel Eberhard. él no tenía mayores problemas con el amor. Quería a Gabi. que vivía en la casa vecina. quería a sus tres tías. 3 . el papá. la abuela. su compañero de escuela. Josef. Como la mamá. su hermano mayor. Quería a su abuela y a Josef. Para Franz el amor era cuando dos personas se llevaban muy bien entre sí y se sentían muy contentas estando juntas (podían discutir un poco. Gabi. Daniel Eberhard y las tres tías también querían a Franz. Y además. pero sólo de vez en cuando). Alcanzó a oír que la niña timbró en el apartamento de la señora Leidlich. Josef se había encontrado con Ana en el —¡Acaba de estallar! —dijo él. escalofrío. cebolla y Franz porque se encontraba muy cerca de «¡Quiero a esta niña más que a nadie!». Ana llevaba un bolso debajo del brazo y se le —¡Dentro de mí! —contestó Josef. la —¡Ah. —Entonces siéntate en la escalera y espera a que baje —le dijo mamá. Por cierto. —¡Quiero volver a verla! —exclamó Josef. Míentras él bajaba —¿Dónde? —preguntó mamá. sonriendo y secándose las lágrimas. len cuidado! —gritó. por fin llegaste. Mamá y Franz estaban en la cocina. ella subía de prisa y se estrellaron. mientras trataba cometido. No lo dijo en serio. y les narró cayó. Josef. Ana! tristeza de su hermano Josef lo tenía desconsolado Josef iba a casa de su amigo Otto. sino uno que sonaba «ding-dong-ding- dong». y les confesó que se le había puesto la —Discúlpame —le dijo Joscf y recogió el piel de gallina. bolso. Josef permaneció inmóvil. la historia de Ana. Debió soportar toda clase de comentarios de los vecinos: 4 . el vuelco en el corazón. Josef se había marcha atrás y regresó a su apartamento (porque el enamorado de Ana a primera vista. la ANA señora Leidlich no tenía un timbre común y corriente. escalofrío en la espalda. pensó mamá. el —¡Bobo. Josef se dejó caer en el banco de la cocina. —¡Tenía que pasar!—dijo mamá. Luego escuchó que la señora Leidlich le dijo: Como Franz sólo conocía el amor feliz. descansillo de la escalera. Él la había visto amor le había salido al encuentro en aquella y había sentido un vuelco en el corazón. pero Josef sí lo tomó en serio y se sentó en la escalera a esperar. pero dio desde hacía unas semanas. Ana le arrancó el bolso de la mano y siguió camino hacia el tercer piso. un mirada). de contener las lágrimas. y se le había puesto la piel Lloraban un poco: mamá porque estaba cortando de gallina. «oye» está muy enfermo! —le respondió Ana desde —Te pasaste de listo. dejó por fuera? —le preguntó el señor Huber. carraspear. después de una hora. Josef regresó al apartamento y se encerró en su —¡Tus padres han arrendado un apartamento. Apenas había tenido tiempo de —¡Pero si no tenemos muchas! —gritó Franz. si lo piensas bien! —añadió Franz. cena. cuidado estas palabras: «¡Me llamo Josef. su atención. Luego tomó una pensado con detenimiento qué le diría. ¿verdad? ¿Tu madre te el primer piso y luego sonó un portazo. no una escalera! —gritó la señora Knitzwackel. —Siempre pierdes la llave de tu casa. 5 . —¡Ya se Finalmente. Esto sólo lo hada cuando estaba muy triste. Mientras la esperaba. espera! que sólo tienes aserrín en la cabeza? —le dijo la —¡El «hola» murió hace mucho tiempo y el señora Berger. Josef había Mamá lo pensó por un rato. —No sabría cómo—contestó mamá. ¿no? ¿Es —¡Hola!—exclamó—. Escogió con cesta con cerezas. vivo en —Se las llevaré ahora mismo a la señora este mismo edificio y me gustaría conocerte!» Pero Leidlich y le diré que tenemos muchas y hay antes de pronunciarlas debía carraspear para llamar suficiente para todos —dijo mamá. ¡Oye. Josef saltó del escalón. Ana apareció te ocurrirá algo. cuando Ana pasó a toda velocidad junto Él hubiera querido comer cerezas después de la a él. siempre lo regañaba. que —Debemos ayudarlo —le dijo Franz a mamá. cuarto. en la escalera. —¿No tienes nada mejor para hacer que Franz asintió y mamá subió al tercer piso con sentarte aquí? las cerezas.. Así me O bien: contará algo sobre Ana. —¡Tú. y no quería que Ana lo viera. un miércoles. Pero de piano y era la señora Leidlich quien se la daba. Tenía los ojos rojos y la nariz hinchada. Josef se sentaba en la escalera —Pero. —Tenemos muchas ¡y hay para todos! —le dijo Franz en voz baja y le ofreció la cesta. cada miércoles faltando cinco minutos para las dos Franz le entregó la cesta con timidez. Franz pensó que había llegado el momento de actuar y buscó una excusa para subir al apartamento de la señora Liedlich. Por niña no pudo haber encontrado a alguien mejor».. ¡Cada Cierta vez. Josef estaba miércoles tendrás una nueva oportunidad! resfriado. Desde aquel día. se tendió en el sofá y miró a lo lejos. Les dio las noticias durante la cena: Ana tenía montando guardia de nuevo allí abajo! trece años. Esta Hoy se había quedado más tiempo de lo normal. subió al tercer piso y timbró. ella lo interrumpía con respuestas burlonas: 6 . (Cuando Franz estaba nervioso siempre hablaba en voz baja. no hay razón para que te desesperes. querido Josef es un muchacho maravilloso. de la tarde y Ana pasaba dos veces junto a él. Josef! —intervino papá—. Allí permaneció un largo rato y regresó Y en cierta ocasión la tía le dijo a Josef: con bastante información. para que se dé cuenta de ello debe empezar por —¡Vaya. y esta vez no había cerezas. —En todo caso. Mamá estaba en el trabajo y no podía ayudarle a encontrar la excusa. comenzaba a hablar. Entonces Franz tomó la cesta de papas.) La señora Leidlich miró las papas sorprendida. lo general llegaba a las dos de la tarde a lomar clase —Estoy de acuerdo —opinaba mamá—. pues reciban mis agradecimientos— Pero en el preciso instante en que Josef murmuró la señora Leidlich. Entonces conocerlo. la misma edad de Josef. —Bueno. Abandonó su puesto en la escalera. Era sobrina déla Franz no entendía esto y pensaba: «Nuestro señora Leidlich y la visitaba todos los miércoles. necesito alguna excusa para —¿Pretendes enfriar el río Po? subir y hablar con ella —contestó mamá—. ¿por qué? —balbuceó. el cómico idiota de la escalera. pero Le preguntó a Franz si quería tocar el piano ella no quiere. ¡Quien —¡Claro que sí! —exclamó Franz. sentada ante el piano y lo miraba con mala cara. como la señora Leidlich no quería cerrarle la puerta en la nariz. con Ana. —Tengo que enseñarle a tocar el piano. sobrina. y quien no quiere. Franz debió haberse retirado en —¿Me dejas probar una vez? —preguntó ese momento. pero no lo hizo. Franz se asomó por la puerta y oyó que de un después de algunos ensayos. pues pensó que sería bueno para su —¡Yo sí quiero! —mintió Franz. y Franz. No sabía leer las notas pero vio que en el margen superior decía: «EL PEQUEÑO HANS». él ya conocía esta canción! Con el dedo índice tocó algunas teclas y muy pronto. no puede. Ana estaba adecuadas. Ana lo dejó sentarse ante el piano con gusto. quiere. debe hacerlo! 7 . —¡Siempre es así! —dijo Ana—. La —¡Pero si tienes talento natural!—exclamó señora Leidlich suspiró. ¡Por supuesto. Se quedó allí. encontró las notas cuarto provenían las notas de un piano. En realidad. le preguntó si quería entrar. Franz echó una ojeada a la partitura. encantada la señora Leidlich. se rompió la cabeza tratando de encontrar la manera de subir a —¡Me daría mucho gusto conocer a tu escondidas. Exageró edad al mismo tiempo. Franz. la preocupación porque ese día Josef no saldría del vida. ese miércoles montaría guardia en Se sienta a menudo en la escalera porque le gusta la escalera. Practicó con Ana —Eso no importa —dijo Franz—. 8 . ¡Pero esto causaba una gran impresión! obligarlo! En ese momento regresó la señora Leidlich y Franz dejó que le enseñara las notas musicales. gripe y por eso. arrepentida. al apartamento hermano! —dijo Ana finalmente. Franz aprovechó para —Mi hermano mayor no dejaría que tu tía te contarle a Ana que tenía un hermano mayor dijera eso—le murmuró Franz al oído de Ana. Franz le habló de Josef. el miércoles siguiente. Josef ya se había curado de la —¡Pero si ya lo conoces! —exclamó Franz—. y que era tan a Ana a su casa. sino que asistiría a un partido de —¡Y yo lo he llamado imbécil! —confesó baloncesto. bastante pues en realidad él no era tan valiente. No lo hacía con mucho gusto. de la señora Leidlich. Franz estuvo practicando las notas durante una hora entera. el buen Dios. pero cuando la señora Leidlich lo invitó a que volviera él miércoles siguiente. Franz no contó en su casa que ahora estaba estudiando piano. fuerte e inteligente como Franz lo Franz—. Pero Franz se podía ahorrar esta reflexionar en silencio sobre los descubrimientos. conoces mejor. la justicia y otras cosas así. porque quería ayudarle a Josef en secreto. Ella vivía a dos cuadras de allí. Mientras ella hablaba. En ese momento sonó el teléfono en el —Toma ejemplo del pequeño. Franz llegó puntualmente al Ana. ¡sencillamente no lo hace! ¡Nadie puede mostraba. Que ganaba todos los premios en Después de la clase de piano. Lo hace mucho vestíbulo y la señora Leidlidí corrió a contestar. maravilloso. Durante toda la semana. Ahora ya lo la escala de do mayor y la de sol mayor. él aceptó con alegría. colegio a su casa. apartamento de la señora Leidlich. Pero de vez en cuando contaba algo interesante sobre su hermano. mejor que tú —le dijo la señora Liedlich a Ana. Franz acompañó natación y en las carreras de esquí. —Y cuando él no quiere hacer algo —añadió ingenioso. fuerte que podía pelear contra cuatro niños de su Durante el camino. Estaba sentado en el banco de la cocina. —Me decepcionó hace mucho tiempo — contestó Josef. Franz iba a su clase de piano cada miércoles. Franz regresó a casa muy satisfecho y encontró la había empezado a querer y no quería que se a Josef. Por lo demás. Le se ponía de mal humor porque veía en sus ojos gustaba muchísimo. de eso estaba seguro. Entonces hizo el firme propósito —¡Quiero a esta niña más que a ninguna! de no volver a entrometerse en los problemas de —¿Y Ana? —preguntó Franz en voz baja. y de eso también estaba muy seguro. enfermara. un escalofrío en la calle. La señora Leidlich se hubiera enfermado si él hubiera dejado de ir. Ella siempre le preguntaba por Josef y Franz espalda y se le había puesto la piel de gallina. amor de los demás. Había Franz se encontró varias veces con Ana en la sentido un vuelco en el corazón. piano los miércoles porque había convencido a su —¡Dentro de mí! —contestó Josef. mucha nostalgia. —¡Acaba de estallar! —le dijo Josef. mamá de que no era justo obligar a alguien a Luego le contó a Franz que en el partido de aprender música. Además. Ana no volvió a la clase de —¿Dónde? —preguntó Franz. Desde entonces. Franz 9 . baloncesto había visto a una niña lindísima. Él mismo se encontró metido hasta las orejas en su propio problema de amor. Cuando se despidieron. Esto de meses que almorzaba en la casa de ella casi no le molestaba a Franz. En cambio. pero no permanecían enojados mucho tiempo. Gabi y Sandra no dejaban de abrazarse. Gabi no tenía ni un minuto disponible. Estaba ocupada entregándole a Sandra un detalle de recuerdo de su fiesta. puesto que muy pronto dejó de tener tiempo para hacerlo. casi se podía decir En la fiesta estaba Sandra. para Franz. Había muchos invitados y. murmuraban. A veces también o con quién compartiera su merienda. A en la fiesta. pero Gabi no alcanzó a escucharlo. Gabi estaba en otro curso y todos los días. Gabi se había hecho que hacía parte de la familia de Gabi. Franz fue a quejarse con mamá. Franz también estaba allí. Hacía un par amiga de ella en el colegio hacía pocos días. pues la empleada doméstica se había a él no le importaba con quién jugara en los recreos ido y su mamá estaba trabajando. SANDRA Estuvo bien que Franz hubiese decidido no preocuparse más por los enamoramientos de otras personas. —Conque ésas tenemos —murmuró Franz. Franz no era un extraño. Sandra le dijo a Gabi que vendría a visitarla más a menudo. Pero luego. naturalmente. 10 . iba a visitarla en las tardes e incluso el domingo. se sintió muy incómodo por esa menudo Franz y Gabi tenían sus pequeñas rencillas amistad. Todo comenzó en la fiesta del cumpleaños de Gabi. se sonreían con malicia y se tomaban de las manos. 11 . Sandra siempre quería jugar a la princesa y al príncipe. querido Franz —le respondió. Eso es Así lo encontró Josef al regresar a casa. consolarlo. Ella hacía de príncipe y Gabi de princesa. —¡No! —exclamó papá—. Pero esta vez mamá tampoco pudo ayudarle. ¿Acaso estoy celoso de las amigas de tu madre? Ellas no me van ni me vienen. —¡Esto no es para ti! —le decían a Franz. Le normal. Ellas conversaban alegremente acerca de camisas. podría salió corriendo a su casa. De todas maneras ya no quiero a Gabi. Y papá no se explicaron que no debía molestarse por eso. respondió. puesto mostró nada comprensivo. Se tendió sobre la cama y entenderte—le dijo. le arrojó el gorro de bufón a Sandra y una niña. Franz —Muchacho. no tienes por qué estar celoso de se puso rojo. por lo tanto. Sólo me preocuparía si se tratara de un hombre. —¡Da lo mismo que se trate de Sandra o de Sandro! —respondió Franz. preguntó a Franz qué le pasaba pero no le Entonces fue a quejarse con papá. Él estaba esperando a mamá para —Gabi es muy variable. Un día. y cuando ellas le papel de bufón. Verás que pronto se contarle sus penas y. Ensayaban bailes y escribían versos. pantalones y peinados. esmaltes para las uñas y muchachos. —¡No me importa! —gritó Franz—. pero no era para tanto. Si Sandra fuera un Sandro. A menudo se susurraban cosas al oído. —Toda niña necesita una amiguita. pero no lo hicieron. y Franz pasó a un segundo plano. Franz tuvo confianza en las palabras de su padre y esperó a que se pelearan. que era muy pequeño para hacer de príncipe. mascotas bonitas. cuando le propusieron a Franz que hiciera No le parecía bien que le hubieran dejado a Franz el de bufón de la corte. sollozando. estrellas de cine. él se enfadó. le dio puños a la almohada. ¡Todo lo contrario! Ahora encontraba a Sandra todos los días en casa de Gabi. Josef no podía disgustará con Sandra —le contestó. Franz. probablemente hubiera seguido timbrando hasta las ocho. Él llegó con hambre a casa y entró en la cocina. como si ella no existiera. Franz—le dijo consolándolo. Diez minutos después llegó Gabi. «Ella debe 6aberlo. —¿Es por causa de Sandra? —le preguntó la mamá de Gabi. Tampoco encontró a Franz a la hora del almuerzo. 12 . pues ha estado presente varias veces cuando su hija me ha ignorado». que lo siguió con la mirada atónita. La pared que separaba la cocina del apartamento de Gabi era tan delgada que se podía escuchar cuando hablaban en voz alta. Franz oyó a Gabi decir: —Franz es un tonto. de su casa. pensó Franz. apartamento de Franz y Je sirvió un plato de arroz Al día siguiente. Y esto lo irritó aún más. Franz? —le preguntó. —Te comprendo. No sé por qué actúa de esa manera tan estúpida. Franz comenzó a llorar y ella le prestó su pañuelo. Gabi esperó a Franz a la salida del salón de clase. y timbró con fuerza en casa de necesidad. En ese momento decidió contarla entre la gente a quien él más quería. Al mediodía. Franz sollozó y buscó refugio en su regazo. Franz salió a las siete y media con verduras y una porción de torta de manzana. Gabi quedó tan desconcertada. —¿Qué te pasa. —Sólo hasta mañana por la mañana —dijo Luego la madre de Gabi entró en el Josef. pero Franz salió con Daniel Eberhard y pasó de largo frente a Gabi. como Ella tenía una llave del apartamento para casos de todas las mañanas. Si la señora Huber no le hubiera dicho que Franz ya había salido. ¡Quiero jugar con ella! —le dijo Franz. Franz no se dio por aludido. Cuando Sandra llegó. príncipe está enfermo. Franz tomo a Sandra del brazo y Gabi se irritó Comió a toda prisa y fue a ver a Gabi. así que quédate en la cama Al parecer. enseñaré lo que es sentir celos». Le preguntó si quería ir al cine con él abrazándolo—. 13 . Ella no ha sentido celos y por eso no comprado un nuevo esmalte para las uñas. todavía estoy aquí—le insinuó. y también podría mostrarle una «Si eso es así. y hoy el será mucho más divertido. llegada. y muy elegante». Luego hizo de bufón para ella: Dio volteretas. —Pero si Gabi te quiere mucho —le dijo cumpleaños. descansando. Se puso el gorrito y le dijo a Sandra que era la princesa más hermosa del mundo. pensó Franz. Sencillamente ignora que o al menos a su apartamento. —Esperemos a Sandra. Franz? —le preguntó Gabi. le elogió el vestido y el peinado. Su mamá había te hace daño. —Franz. y luego le Gabi se puso roja y le tiró la corona de príncipe a habló del osito de felpa que ella quería para su Franz. hizo muecas y contó chistes. —Más o menos —dijo Franz. pero con Sandra —Hoy te toca hacer de príncipe. Sandra se reventaba de la risa. Franz celebró alegremente su Cuando Franz le susurró algo al oído a Sandra. Franz la detenía diciéndole: —¿Ya estás bien. yo le ayudaré a entenderlos. Le maravillosa antología de lindos versos. «rosado los entiende. esto le molestó mucho a Gabi. Créeme. y cada vez que Gabi pretendía jugar con ellos. —Bueno—replicó Franz—. —¡Pero si «ponte-el-sombrero» se puede jugar entre dos! —gritó Gabi. aún más. Gabi quería jugar con Franz a «pon-te-el- sombrero». Sólo tienes que repartir tu amor Gabi lo visitó en la tarde. apartamento silbando. —¿Qué le pasa a Gabi? —preguntó Sandra.Lo lamento de verdad. Franz! —le dijo—. Mamá siempre dice que apostar no es bueno —respondió Franz. sin dejarle ver su alegría. —¿Harías eso por mí? —¡Por le respondió Franz satisfecho y se fue a su ti. —¡Oye. tranquilamente. —repuso Franz—. —Pero así saldrías perdiendo —dijo Gabi—. 14 . Durante los últimos días no he sido muy amable contigo. pensó en aquella tarde cuando Gabi le había declarado su amor. —¿Quieres que no sea tan amiga de Sandra? —Creo que ahora sabe lo que es sentir celos — —le preguntó Gabi. ya! —vociferó —No le he dado importancia —le contestó Gabi. porque en realidad yo te quiero a ti diez veces más que a ella. —¡Váyanse a casa. Desde entonces a Franz no le molestó que Gabi y Sandra murmuraran entre ellas y hablaran de cosas que a él no le interesaban. lo haría todo! —exclamó Gabi. ¡diez veces más grande! Tampoco le puso atención a Josef cuando éste se rió irónicamente y le preguntó: —¿Apostamos a que Gabi también le prometió a Sandra que su amor por ella era diez veces más grande? —Yo no apuesto. de manera más justa entre Sandra y yo. los dos. Y una vez. Franz con indiferencia. ansioso por saber qué pasaría —No tienes que dejar de ser amiga de Sandra después. cuando estuvo a punto de sentir celos otra vez. y Koko. pero a todas les gustaban los niños. Kathi gustaba mirar a la tía Kathi cuando cortaba y cosía. pero esto no le molestaba a Franz. en una casa con un enorme jardín. También le Ninguna de ellas se había casado y ninguna tenía hubiera gustado acompañar a la tía Koko a hacer hijos. Desde hacía mucho tiempo Franz quería volver a visitar a sus tías y por fin pudo hacerlo en Semana ELSA Santa. No eran tías de verdad. automóvil. las tres eran amigas Incluso le podía ayudar a la tía Kitti en el salón de de juventud de mamá. Por eso. Las tías no podían tomar vacaciones para cuidarlo. la tía Koko fue a recogerlo en el auto. La modistería de la tía Kathi se hallaba en la mansarda. La tía Kathi era modista. Allí había árboles para trepar. dienta. pero ella le decía: con frecuencia llamaban a la mamá de Franz y le —Franz. Y la tía Koko visitaba a sus clientes en 15 . Franz podía jugar en el jardín. Además. masajes. El salón de peluquería de la tía Kitti quedaba en el sótano de la casa. En el baúl llevaba la mesa portátil de masajes. Y la tía Koko era masajista. haga los masajes y no creo que les guste que tú estés ahí. Le Las tres tías de Franz se llamaban Kitti. Franz barría el pelo del piso. El primer día. Vivían en un pueblo peluquería: Cuando ella le cortaba el cabello a una pequeño. La tía Kitti era peluquera. tierra para cavar y un gato salvaje que se mostraba manso si lo llamaban con una salchicha. no te puedo llevar conmigo porque decían que les gustaría tener al querido Franz con mis clientes se tienen que desnudar para que yo les ellas por un par de días. desde la ventana de la mansarda donde estaba la modistería y desde la claraboya de la peluquería. Además era un poco más ¡Cuídate de ella! pequeña que Franz. vio por primera vez en el jardín vecino. arrojaba piedrecitas y ensayaba a dar saltos largos. pero no sintió escalofríos en la respondió la tía Koko—. Según dicen. altos que él. ¿qué me puede hacer? —preguntó parecía tener su misma edad y hasta entonces todos Franz. hoyuelos en las mejillas. Franz. Algo estalló dentro de él cuando la —¿Como cuáles? —insistió Franz. la primera impresión que da esa dorado. Esto le pareció emocionante y llamativo a Franz. En el jardín de los vecinos había una niña que Las tías notaron que Franz miraba a Elsa con se llamaba Elsa y parecía un duendecito. sin lugar a dudas. Al principio murmura de ella. En ese momento sintió un escalofrío en la espalda. Simplemente la observaba desde la copa del cerezo. es un pequeño diablo. —¿Seducirme a hacer qué? —preguntó Franz. Se hizo peluquear por la tía Kitti para verse mayor y se echó a la boca un dulce de menta para 16 . Se paseaba de un lado del jardín al otro. Franz se enamoró de Elsa tan rápido como —A hacer cosas malas —repuso la tía Kathi. Elsa siempre parecía estar aburrida. lo cual era muy curioso. arrancaba tallitos de hierba y flores. porque —Pero. Ahora. Josef de Ana. El corazón —No podríamos decirte exactamente— le dio un vuelco. Pero todo el mundo espalda ni se le puso la piel de gallina. una naricita respingada y los más tiernos niña. Sus ojos interés y le advirtieron: eran del color del cielo. Tenía el cabello largo y —Oye. tenía que conocer a Elsa. no se acercó a ella. engaña. los niños de su edad eran al menos un palmo más —Puede seducirte —replicó la tía Kitti. Nunca había —Iré rápidamente a informarle a mis tías que visto unos ojos tan hermosos y tan azules. Pero en el facilidad. pasaba siempre que estaba nervioso. 17 .evitar el mal aliento. gallina. profundamente y salió al jardín. jugar al supermercado era algo distinto de jugar a Dejó de contemplar el cielo y lo miró hacer compras. por fin! —exclamó Elsa. saldré al supermercado—dijo y trató de saltar —Dime que no eres mudo —insistió Elsa. temiendo que ella lo tomara fijamente. así se le formaron dos hermosos hoyuelos en las que negó con la cabeza. Ya estaba pensando que tenías —Cualquier cosa está bien. miedo de que la voz se oyera sin fuerza. No quería hablar porque tenía Franz asintió. Franz saltó la cerca con mucha gracia y como si estuviera observando un ave. algo en contra de las niñas. —¡Pues al supermercado! —exclamó Elsa. pero no sabía de ningún juego prohibido. —Está bien —respondió con firmeza. Entonces a Franz se le puso la piel de por tonto. Franz se sentía ahora un poco menos nervioso —¡Vaya. Eso es como para niños pequeños y no está prohibido». mejillas. Franz reflexionó. Luego inhaló tres veces Franz negó de nuevo con la cabeza. Pero. Franz estaba algo sorprendido y pensó: «Jugar al supermercado debe ser como jugar a hacer compras. aproximó a la cerca. sin dejar de y su voz se oyó casi normal cuando dijo: mirar al cielo—. —¿Qué te parece si jugamos al supermercado? —preguntó Elsa. y Pero Franz no tenía nada en contra de ellas. no preguntó. Franz se —¿Jugamos a algo? —le pregunto Elsa. —¡Juguemos a algo prohibido! —dijo Elsa. En ese momento el corazón le volvió a latir con fuerza. —Bueno. como le —¿A qué jugamos? —preguntó ella. Elsa estaba —Pásate a este lado —le propuso Elsa. entonces vamos —contestó Elsa- —¿A dónde? —preguntó Franz. como le había pasado a Josef. Entonces Franz tuvo el presentimiento de que —¿Eres mudo? —preguntó Elsa. firmamento no había ni siquiera una nube. lo que tú quieras. recostada contra la cerca contemplando el cielo. pantalones. sino traérmela — —Elsa. hacia el supermercado. A Franz le brillaron los ojos de orgullo. En la esquina se encontraron con un muchacho que —Lo lamento. y señaló a Franz—. En la esquina siguiente. Ahora él es mi amigo. —le dijo a Franz. —Elsa. —No —le contestó ella. Tomó a Franz de la mano y marchó con él a —Ahora entra y tíñeme una goma de mascar través del jardín. antes del supermercado. calle abajo. aunque se sonrojó lleno de orgullo. pero Elsa lo sujetó por los —le preguntó. se encontraron con otro chico. ¿puedo ir con ustedes? —le preguntó. Franz sintió un poco de lástima por el muchacho. —No tienes que comprarla. pero no tengo dinero —repuso miró a Elsa como si algo le hubiera estallado en su Franz. ¿Acaso también Pronto llegaron frente al supermercado y Elsa piensas llamar a la policía? se apoyó contra un auto estacionado. Ahora él es mi amigo.nuevamente la cerca. 18 . —No —le contestó Elsa. —¿Bromeas? —gritó—. interior. y señaló a Franz—. ¿puedo visitarte esta tarde? dijo Elsa. Éste también miró a Elsa como si le hubiera estallado algo en su corazón. de los muchachos había entrado en el «Dios mío. Sacó del bolsillo el paquete de gomas de mascar y se lo entregó. dio la vuelta a la primera estantería. Estaba tan orgulloso y ocupado Fue tal la sorpresa de Franz que no pudo decir explicándole a Elsa y al otro muchacho que para ni una sola palabra. que no se dio cuenta de que uno Franz fue a parar a la entrada del supermercado. No quería robar. supermercado. que el mejor. 19 . Esto le acompañado por una empleada grande y corpulenta. que en el bolsillo de atrás del pantalón tenía un Entonces el muchacho salió del supermercado paquete de cinco gomas de mascar. Ahora Franz se sentía un poco mejor —le dijo. ¡Debía robar la minuto y diez segundos! ¡Eres el más rápido! goma de mascar! Lo miró llena de admiración y Franz se sintió Elsa miró su reloj de pulsera. quitó un peso de encima. sin abrir. que tenía el mejor de todos. —¿Traértela? —susurró Franz. lo haría en cincuenta segundos Y justo cuando Franz abrió la puerta. preguntó. Déjame ver si eres más rápido que él había hecho. se supermercado. —Donde vivo. Entonces llegaron los dos segundero. La empleada tomó a Franz por los hombros y pasó delante de la cajera. muchachos con quienes se habían encontrado antes —Voy a medir el tiempo. Ella le dio un empujón y demasiado tiempo. recordó —presumió Franz. Harold lo hace en y Elsa les contó la gran rapidez con que Franz lo tres minutos. pero tampoco tamaña pequeñez. Corrió por el y ambos se lanzaron sobre Franz. Ahora entendía —¡Maravilloso! —exclamó Elsa—. un minuto y diez segundos era deseaba decírselo a Elsa. ¡Un cuál era el juego del supermercado. salió de nuevo y regreso a lo sacudió. ¿qué voy a hacer ahora?». donde lo esperaba Elsa. —¡Maravilloso amigo te has conseguido! —le dijo irónicamente el otro muchacho a Elsa. En verdad no sabía que las hubiera Al atardecer. —¿Qué broma es esta?—preguntó—. sacudió la cabeza furiosa y soltó a Franz. —¡Eres un imbécil! —le gritó Elsa a Franz. ¡Este paquete no es de nuestro supermercado! ¡Nosotros no vendemos esta marca! —dijo. La mujer tomó el paquete. ¡Pueden Querida Gabi: acompañarme! —les dijo. Tu Franz Permaneció largo tiempo en el mismo sitio y luego regresó lentamente a casa de sus tías. le entregó el paquete a Elsa y regresó al supermercado. y se alejaron saltando. así que se coló por el jardín y se trepó pero roba como un cuervo! ¡Dame la goma de a lo alto del manzano. ¡Parece un ángel quería verlas. entre tres personas. —¡Eres un bobo! —le dijo uno de los muchachos a Franz. esto es terrible! —susurró Elsa y le yo me quedo con tres —les dijo Elsa a los entregó a la vendedora el paquete de cinco gomas muchachos. había sentido antes. Pero de manera diferente de lo que es muy malo. No 20 . Elsa miró a la vendedora inocentemente con —No se pueden dividir cinco gomas de mascar sus ojitos celestes. pero piel de gallina. La casa de mis tías es muy agradable pero sin Franz los miró irse. Franz le escribió una carta a robado. —¡Es increíble! —gritó—. de mascar—. ¡Palabra de honor! Pensé que las había Gabi: comprado. y Franz la escuchó. un escalofrío en la espalda y se le puso la jugar. Así que dos son para ustedes y —¡Oh. —Ahora me voy con ustedes. y le ofreció la mano derecha a uno de los muchachos y la izquierda al otro. Aquí no hay niños con quienes corazón. lo examinó. Sólo hay un duende en el jardín vecino. Ahora se sentía terriblemente enfermo. Sintió un vuelco en el ti no estoy contento. En el jardín vecino estaban mascar! Elsa y sus amigos. FIN 21 . la tinta de color azul oscuro se corría produciendo nubes de color azul celeste. Allí donde caían. Gabi corrió a verlo con la carta en la mano. sí! —murmuró—. pero muy pronto pasó —le dijo a Gabi con una sonrisa. Seis grandes lágrimas cayeron sobre el papel mientras Franz escribía. Franz las miró y sintió subir los colores a su rostro. Cuando el cartero le entregó la carta a Gabi. —¿La escribiste cuando estaba lloviendo? —le preguntó a Franz señalando las nubecitas de color azul celeste. Ese día hacía un tiempo horrible. Franz ya había regresado. —¡Ah.