François Jullien Lo Íntimo

March 27, 2018 | Author: Silvio Mattoni | Category: Truth, Morality, God, Europe, Evidence


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François JullienLo íntimo Lejos del ruidoso Amor A la que se reconozca ¿Qué mutación se impuso en mi trabajo? Porque este ensayo me llegó con la misma necesidad que los anteriores – o de manera incluso más fuerte. Sigo un hilo o tal vez una veta que había empezado a examinar por diversas puntas y desde diversos lados, a partir de las cuestiones del “tiempo” y de lo “negativo”, así como de la crítica de la idea de “felicidad” y que, en cada ocasión, me condujo más cerca del borde: alrededor del pozo que después llamé globalmente el “vivir”. Este ensayo es entonces el tomo II de mi Filosofía del vivir (Gallimard, 2011): ¿qué significa vivir por y en su relación con el “Otro”? Es lo que intento abordar aquí indagando lo que llamaré el recurso de lo “íntimo”. Pero abordar algo tan singular como lo íntimo, ¿no implicará “filosofar de otro modo”? Puesto que lo íntimo, ¿no designa precisamente aquello que más se resiste a la abstracción y por ende al concepto? Y la “China”, me preguntarán, ¿ya no volverá más a ella? (“Usted ya no es sinólogo”, etc.). China sigue actuando, aunque ya no temáticamente, sino subterráneamente: como punto de retaguardia y de sostén. Para atreverse a más, tal vez. En todo caso, ya no me contentaré con responder ahora, una vez más, haciendo que actúe la separación entre pensamientos que durante tanto tiempo se ignoraron, a fin de que podamos mantener a distancia nuestras propias referencias culturales, en Europa, para releerlas desde afuera y por contraste, a la vez desde más lejos y en mayor detalle – lo que no significa “comparar”. Sino que en adelante insistiré más en la necesidad que tenemos ahora, cuando Europa se deshace, aun cuando sus categorías mentales ya no unifican sino que estandarizan el mundo entero; la necesidad de volver a pensar la inventividad de la cultura europea y en primer lugar evaluar su historicidad. Para lo cual la aparición de lo íntimo servirá como un revelador. En efecto, hace falta salvar al mundo del pensamiento tedioso que toma lo uniforme por lo universal. Aunque para ello es preciso asumir una perspectiva oblicua sobre lo “impensado”. Especialmente volver sobre aquello que aceptamos tanto en nuestro pensamiento, cuyos prejuicios ocultamos tanto, que lo consideramos como evidencia y ya no lo pensamos más – y ya no pensamos más en pensarlo. Y esto es justamente “el Amor”, gran mito de Occidente por excelencia. Pero, ¿cómo salir de ese mito? ¿Cómo no tanto “liberarse” de él sino más bien desestancarse de allí? De modo que no se tratará de un proyecto puramente especulativo. Sino más bien descubrir en un nivel intenso, nuevo, nuestra experiencia y tal vez desarrollar una posibilidad que ha permanecido demasiado inactiva. En todo caso, se trata de para pensar con nuevos bríos. a través de menos filtros culturales. pensar en cómo constituir un punto de partida de la moral. En suma. así como adquiriendo más herramientas conceptuales. forjadas en varios crisoles para poder aprehenderla. tan ruidoso. cómo vivir de a dos. . un tema que monopolizó nuestro pensamiento del Otro en Occidente.abordarla a la vez más nítidamente y menos desprovistos. siguiendo el discreto hilo de lo íntimo. se tratará el gran tema del Amor. y a partir de allí. desglosándolo de soslayo .¿cómo abordarlo de frente? –. El tren se detiene. en el caos de órdenes y contraórdenes. algo que sea su reverso: algo así como una intimidad. en medio de todos esos cuerpos extraños. 10 de mayo de 1940. El hombre se encuentra solo en un vagón atestado (la historia está en Simenon. El tren). en el campo 1.¿las únicas que quedan? Pues. por el otro. mejor dicho. toman el tren. La historia fatalmente es simple. ¿en qué medido hubo efectivamente deseo? Habrá hecho falta para que ese acto tenga lugar. con un gesto nítido. Hay allí una mujer también sola. En la estación. la penetra. Luego. Una mirada se detiene en ella. No se sabe adónde va. No llegará a saber más. para emplazar allí. no brutal. prudentemente. pero no es lo importante. Promiscuidad sofocante de los cuerpos amontonados. en ese sitio de impudor en donde están bestialmente hacinados. O lo que quisiera llamar. que partió de prisa esa misma mañana con los demás. Por un lado. Dejan su pequeña ciudad del norte de Francia. en ese Éxodo que nadie sabe adónde conduce ni cuándo podrá detenerse. de instante en instante. Pues. vuelve a partir. ¿qué puede haber todavía allí que sea propiamente “erótico”? Lo que en adelante se ha vuelto primordial o. que ella consiente. en el extravío que comienza. es que el Afuera en el que derivan pueda convertirse en un interior compartido. Entre ellos dos han promovido un . cuando llega la noche. el recurso de lo íntimo: abrir lo íntimo entre ellos dos como potencia y como resistencia . Él sólo sabrá de ella que acaba de salir de prisión. su mujer. Como todos los demás. valija en mano. sin equipaje – no se sabe ni dónde ni cómo ha subido a ese vagón. y sin embargo un comienzo de vida se organiza. varias veces el tren es bombardeado. Un hombre. lo que se ha vuelto vital. Hay penetración de un cuerpo en el otro para abrir. Pero vuelve a arrancar. el éxodo es masivo. reptilmente. En la oscuridad. unos fragmentos de frases intercambiadas y en primer lugar una botella vacía recogida del suelo y que él le ofrece para que ella la llena de agua en una parada: poco a poco. su hija. se agrupan los hombres. se acercan. el tren queda cortado en dos. Él se acuesta al lado de ella. nunca se sabe adónde va. Espera. crucial.I – En tren. se da vuelta sobre ella. sin haber tenido tiempo de llevarse nada. Pasan por pequeñas estaciones desconocidas. en ese extraño dormitorio ambulante y amenazado. con el correr de las maniobras. Al azar de los cambios de vías. más precisamente. cada cual debe buscarse un rincón para dormir en el vagón superpoblado: campamento sórdido – la escena es propia de todos los éxodos. en masa o más bien en rebaño. las mujeres y los niños. expresa de hecho una decisión lógica. hay un deseo que planea. acechante. ese gesto que parecería en principio improbable. donde toda vida privada es suprimida. En todo caso. Porque la promiscuidad en el interior del vagón. esa violencia o más bien esa violación continua a la cual los somete la situación. el gesto de penetración se toma revancha. es un afuera todavía más insoportable que el otro. de afirmarse (probarse). donde recuperarse. a partir de un acuerdo común pero tácito . ese acto por sí solo restaura el adentro y lo exige. ¿no se daría entonces más bien la angustia? No pueden encontrar refugio sino en ellos. ya que es más inmediato. digamos. Porque no pueden refugiarse en ninguna parte. o sólo debido a una pulsión súbita. Ante lo cual. Por cierto. En efecto. no es la expresión de un “sálvese quien pueda” ante la derrota. como suele suceder. se profundice entre ellos – como dos niños en la playa que cavan a cuatro manos. contradiciendo ese Afuera impuesto. como si en un mundo que se precipita a su perdición la libido cayera sobre el primer objeto que aparece y se contentara con él. Vale decir que dicho gesto de penetración equivale a una rebelión. No. En ese mundo desamparado. Como bajo un dosel invisible con el cual se taparan. que una causa o un motivo verdadero. Pero no parece más que un coadyuvante. un pozo donde el agua del mar finalmente se va a extender. abriendo entre ellos ese espacio íntimo donde ampararse. donde cada uno está a la vista de todos y en contacto con todos. en el que son arrastrados. ni tampoco en sí mismos. equivale a un freno. No pueden hacerlo sino de a dos. cada uno para sí. en su opuesto: invertir el Exilio y desafiarlo. en los dos o más bien entre ellos dos. En ese mundo sin el menor acuerdo interno. ni tampoco el último goce sustraído antes de que caiga el diluvio. asiduamente.adentro secreto donde pueden refugiarse contra ese Exterior en debacle. Discreta pero decididamente. el acto precedió al pensamiento: harán falta varios días para que lo íntimo se ahonde. se ve superado – . en la suciedad que se establece. cuando ya ningún derecho es válido. cuando ya nada depende de uno mismo. algo que es más un pretexto. cuando todo es expropiado. merodea y regresa. amenazante. solidarios y coaligados. Tal es el poder de lo “íntimo”. Entre esos cuerpos amontonados. en la carne. cuyo camino de acceso descubren entre los dos. se trata de convertir ese Éxodo. Cuanto ya todo se ha vuelto vacilante y amenazado. totalmente puesto bajo el dominio del Afuera.¿qué más habrían podido decirse? – deciden abrir en ese Afuera un “más adentro” donde retirarse. o una base. ese “camino del afuera”. más bien se trata de sellar entonces la alianza. Por supuesto. de estación en estación. con todos esos lapsos de espera. o más bien ya no tiene que plantearse. porque no es comparable a nada. él no intentará saber más. reiteran. sus presiones. Él va todos los días a la oficina de informes a averiguar noticias de los suyos y ella lo acompaña. de una parada a otra. pero para ellos está anulada. tensiones y relaciones de fuerza. Aun cuando empieza a instalarse en la duración y regresa lo ordinario. en ese mar de vicisitudes donde no se deja de partir para arribar una y otra vez. nunca se ponen a contar sus historias. Pero. ¿es judía? ¿Es extranjera? ¿Será acaso una espía? Pero durante esos meses de desamparo. su ritual de una vida apartada y salvada del gran oleaje. sobre el cual se han subido. Lo íntimo en lo cual se introducen muy rápidamente – donde se deslizan – para salvarse y que luego progresivamente eligen. Durante esas horas tan largas. sus cálculos. No por indiferencia. a . esas miradas que se intercambian son una muralla. sino porque lo íntimo va acompañado de discreción y porque es de otra índole: no apunta necesariamente a decirlo todo o simplemente a confesarse. donde se comprometen. ya no se trata sólo de una mirada cómplice o que se complace burlonamente entre ambos. no compite ni rivaliza con nada. resulta que de día en día. No se interrogan. resulta expulsada de entrada. de un centro de recepción al siguiente. frenan todo acontecimiento. frente a todo lo que amenaza. cada vez más indiferentes ante el Diluvio. No tiene sentido sino para los demás. La cuestión de la fidelidad (a su mujer separada) por un lado ya no se plantea. Pronto queda claro que ella necesita ayuda. 2. mientras la presión de los otros y de los acontecimientos demora tanto en dar tregua. siempre está presente alguien que se mofa. Cuando él sabe que ella está desnuda bajo su vestido después del lavado. En el último campo de alojamiento. como ya habituados. deja de lado – la curiosidad que podrían abrigar con razón uno por el otro. por supuesto.arrastrado – por algo muy distinto. no “traiciona” a “su mujer”. Porque de entrada lo íntimo que se instaura entre ambos ha neutralizado al menos dos cosas. ellos pasean su botecito. los celos o la rivalidad. La sempiterna cuestión de las pasiones y las exclusiones. en esas gestiones. que él está casado y que su mujer espera un segundo hijo. sus planes proyectados. Por otra parte. Han pasado más allá. Mientras que el afuera desconocido del exilio no deja de renovarse. Frente al mundo. lo íntimo no tiene nada que ver con la vida de pareja. Porque no saben casi nada uno del otro: tan sólo que ella sale de prisión y no tiene dinero. lo íntimo que se instaura entre ellos supera – o más bien franquea. fiel. cuando se torna sedentario. Por lo tanto. esquife invisible. aunque más sistemáticamente. por medio de esa apertura de lo íntimo que ya no tiene nada que ver con el orden de las cosas. no corroen en nada el zócalo o el fondo de acuerdo que se ha erigido entre los dos. ¿No se encuentran uno al lado del otro en efecto porque fueron arrastrados hasta allí por la Historia. 3. Pero entonces ella le pone el dedo sobre los labios y le dice: “shh”. y por razones que superan todo lo que se podría relatar porque son elementales. Eso íntimo con que hicieron un pacto exime de toda charla o más bien la deshace. No porque se pueda sospechar que no es sincera. por otra parte. Ella no prosigue con ese tema demasiado fácil. sino que es un tanto ampulosa y ya mistificadora. miran los dos juntos el mar. sino porque resulta a la vez. no se sabe cuándo. entre ellos. esas sospechas de hecho no tienen importancia. con el correr de los días y de las amenazas. aunque también sea lo más exigente. Porque de repente algo se encuentra a su alcance. Aunque sepan que en pocos días. A veces él le dice: “Te amo”. de manera extraña. y se procurara ponerse a salvo de la demarcación que fija esa palabra para tranquilizarse. por . se podrán atribuir a su acercamiento todas las justificaciones que se quieran. pero tales razones. Aunque tendrían muchas y buenas razones para lamentarse (Simenon por otro lado tiene el buen gusto de no recargar el cuadro de la desgracia). y como si fuera por toda la eternidad. el mismo que no conoció ni tan siquiera imaginó en su vida de pareja. cuando esa palabra llega. Parece lanzada entonces como quien quisiera desembarazarse de lo más desconcertante que tiene la situación. a veces tomándose las manos. no tiene otro medio de supervivencia más que seguirlo como un perro fiel. conectados en adelante uno con el otro. Nada más. Por lo tanto. La deja muy atrás. serán separados. ni siquiera se eligieron. tal vez en la próxima parada. no socavan para nada. esa palabra no puede agregar nada e incluso oculta lo esencial con su comodidad: que ellos hacen causa común y se mantienen juntos uno por el otro. en ese mundo desamparado. considerarlos a ambos como interesados en esa relación. las más básicas.“charlar”. Porque perciben que fatalmente. Por lo tanto. No solamente no aporta nada. Por cierto que también él encuentra finalmente en ella un misterio en el que sumergirse. sin papeles. llevados por la misma multitud? No se sedujeron. algo se descubre en ellos. ¿De qué les serviría? Se contentan con permanecer juntos. el agua que chapotea. Ciertamente que ella. exagerada y reductiva. en ese refugio compartido. los barcos que salen del puerto. Esa palabra pegada allí como una etiqueta resulta en efecto incongruente. es como si estuvieran posando. sin dinero. Habrá que decir a qué. del mismo lado. diríamos que se encuentran “sobre una nube” – la expresión coloquial es acertada. . En el seno de esa dependencia total. observando. como respuesta. pues es cierto que lo íntimo no se constituye por el hecho de contarse algo. Si tuviese que describir el lugar. todavía es por pudor o por costumbre). en pleno trastorno. en lugar de dejarse paralizar por el miedo o por el interés. sacudida por los acontecimientos. Se abstiene asimismo del placer charlatán de la confidencia. no se deriva sólo de la simpatía o del afecto: la experiencia. por el simple hecho de que se han vuelto conniventes y ya ni siquiera tienen verdadera necesidad de hablarse (o si les incomoda no tener nada que decirse.¿podrían hacerlo de otro modo? Esa frágil y pequeña nube es arrastrada por el viento de la Historia. Eso íntimo no se reduce a la complicidad puesto que finalmente supera al mismo tiempo el cálculo y la intención. debido a que se pusieron del mismo lado frente al Afuera del mundo y de la vida errante. Finalmente. como vemos. trastorna y hace tambalear.el mero hecho de que sitúan así uno junto al otro. sólo podría hablar de manchas de sombra y de sol. En ese mundo que se tambalea. del rosado del día. pero debido a que experimentan eso de a dos. alcanzan finalmente lo inaudito de existir. da acceso. del verde de la viña y de los groselleros […] y me pregunto si aquel día no llegué lo más cerca posible de la felicidad perfecta”. se vuelven alertas. Debido a que en el éxodo forzado hicieron caer toda barrera entre ellos. Lo que por una vez en la literatura – y para lo cual servía todo el despojamiento precedente – es señalado sin pathos: “pasamos así tres horas en una estación minúscula junto a un albergue pintado de rosa […]. los dos pueden recobrar cierta independencia: al suprimir la distancia entre ellos. con una misma maniobra. se tornan leves. más allá de ellos: la bolsa de intimidad que abrieron se despliega sobre ellos como una tienda donde alojarse. pueden volver a poner ese mundo a distancia . lo íntimo a su vez. Los dos han trasladado la barrera que separa a cada uno de su Afuera. debido a que permanecen juntos experimentando. adquiere un giro metafísico. Debemos pues empezar escuchando la lengua. Pero también es aquello que “vincula estrechamente por medio de lo más profundo que existe”: unión íntima. O para decirlo de manera preventiva. (2) que lo íntimo es lo que asocia más profundamente con el Otro y conduce a compartir con él. por pregnancia. diversos hasta la disyunción. igualmente. de manera tácita: comida íntima. ser íntimo de… El diccionario (el Robert) enumera luego esos dos sentidos y los sitúa juntos. sin pestañear. Por ambiente. circunscribamos el término.II. ¿qué relación hay entre ellos? ¿Y no se oponen además? Porque uno expresa lo apartado y lo oculto. a primera vista. Partamos al ras de la lengua. íntimo expresa lo que reúne a dos personas y favorece la armonía entre ellas. Pero al mismo tiempo. curativa (en términos wittgensteinianos): partamos de lo único de donde podemos partir – de los “usos” del lenguaje ordinario. nos coloca sin mediación en esa bifurcación. pero. con una convicción íntima o con lo que llamamos “diario íntimo”). nada menos que una contradicción? ¿O bien qué esclarece esa contradicción? El hecho de que el diccionario establezca los dos . Lo íntimo se dice de aquello que está “contenido en lo más profundo de un ser”. Adentro/afuera: cuando cae la barrera 1. o incluso hablamos de un rincón íntimo. fiesta íntima. ¿Cómo se pasará entonces de un sentido al siguiente debajo de lo que parece. actualmente convertido en tan prolífico. pero. aclaremos la noción. Para no dejarnos llevar por la tentación efusiva que se cierne sobre este caso. Virtud del Diccionario que estira la lengua en todos los sentidos y según sus posibilidades. y el otro expresa la relación. sobre este tema. Pero resulta que respecto de lo íntimo el uso nos pone delante de esos dos sentidos. los diversos usos de la lengua. apartado de las miradas y de la charla de las personas que pasan – la pareja en éxodo durante la noche del último campamento se encontrará allí. que se oculta a los otros. sin más glosas. de una “apertura” al otro. tener relaciones íntimas. y así hablamos de un “sentido íntimo” o de la “estructura íntima de las cosas”. Desconfiemos del arrebato que amenaza con arrastrarnos por la pendiente de la metafísica. ¿hasta dónde puede llegar en este caso el desmembramiento? ¿Equivale a una verdad esa virtud extensiva? Íntimo se llama en efecto “lo que es totalmente privado y generalmente oculto a los demás” (así ocurre con la vida íntima. aunque por eso mismo también debemos seguir lo que nos hace pensar entonces correlativamente y tal vez incluso deducir un sentido del otro: (1) que lo íntimo es lo más esencial al mismo tiempo que lo más retirado y lo más secreto. a salvo del mundo. Porque lo íntimo es lo intensivo o la radicalización de un interior. en tanto que “muy” o “más interno”. de lo que es más interior en cada uno – “íntimo” en él – en aquello que puede fundar más profundamente. en el seno de una palabra. es decir. Porque resulta que. en su trasfondo. nos dejaría sumidos en la aporía si no advirtiéramos en cambio. y lo íntimo al mismo tiempo expresa también su contrario: la unión con el Otro. “lo más adentro” – y genera la exigencia de compartir. para superar esta aporía. Habrá que empezar entonces deteniéndonos en lo que dice (y hace) la lengua. como suele decirse. En efecto. La lengua piensa. algo así como una revelación – por medio de ese desgarramiento “vemos detrás”. contentándose con yuxtaponerlos. en el llamado a franquear esa separación. Pero hay un superlativo para “interior”: “íntimo”. según lo íntimo. se profundiza lo interior. que se convierte de lo más secreto en aquello que más puede vincular. a la vez justificar y provocar. sobre nuestro ser como humanos. el interior y el exterior se revelan de pronto en las antípodas de lo que concebimos con ellos (manteniéndolos separados). por la inversión que contiene lo “íntimo”. dice el latín: lo que es “muy” o “más interior”.sentidos rivales sin explicarse. menos puede extenderse aparte y aislarse? Cuanto más se aprehende en sí mismo el interior de nosotros mismos. Resulta entonces que por medio de lo íntimo se quiebran las relaciones tradicionales del adentro y del afuera. sin previo aviso. un afuera que se vuelve adentro. en ese gap. sino su contrario: inversión que no puede ser . e incluso estos ya no parecen reconocibles a primera vista. sin que por ello lo conciba de modo suficiente. sin rechistar. dialectizar. tanto más se encamina hacia su desclausura. unión “íntima”. O digamos que percibimos entonces lo que se ofrecería para pensar de modo más crucial. Más da indicios “de lo Otro” que ya no es entonces el otro. aunque enseguida envidiosa: “son íntimos”). que lo retrae en sí mismo y lo sustrae de los otros. Porque no se encuentra un superlativo para “exterior” (a ello sólo responde “último”). De allí. “Íntimo” efectúa esa inversión de un sentido al otro: aquello que es lo más interior – porque es lo más interior lleva lo interno a su límite – es aquello que por eso mismo suscita una apertura al Otro. en todo caso sin explicitarlo. más precisamente. Intimus. por lo tanto. lo que hace caer la separación provoca la penetración. lo que repentinamente nos da un asidero al pasar. la hipótesis expuesta para aclarar la paradoja: ¿no será que cuando más se ahonda. su unión con el Otro (según la expresión banal. Nos vemos remitidos pues un paso más allá ante lo que nos hace falta pensar o. 2. lo interior parece comunicarse en el fondo con su opuesto. el interior del pensamiento que transforma el exterior del mundo y recíprocamente. físico por otra. en cambio. y se mantienen aislados. Schopenhauer? Y entonces. Existen así el interior del cuerpo y el exterior del mundo: fisiológico por una parte. ¿O acaso la moral no sea solamente el despliegue de lo íntimo en un principio. ¿cómo explicar el carácter inmediato de la reacción? De allí surge su “misterio”. como se lamentó (Schopenhauer en El fundamento de la moral). digamos. en el fondo. en el estadio más rudimentario. Uno y otro yacen para sus adentros. en efecto. si las categorías de lo interior y lo exterior comienzan a entrecruzarse como en el trabajo (recordemos a Hegel). cuanto más se intensifica. Pues. fuera de uno mismo. menos dolorista en todo caso. Lo íntimo por su parte es la oportunidad. acaso por la “representación” (Rousseau. cada cual siguiendo su orden propio.más significativa y que no hago más que constatar – y es lo que me propongo explorar aquí en la estela de lo íntimo. Puesto que sabemos que el problema que le planteó la “piedad” a la filosofía es precisamente que no se comprende cómo puedo experimentar “en mi interior”. cada cual por su lado. sin embargo los mantiene . para retomar los términos de la antinomia clásica. cuando todavía no está maniatada por la obligación? O digamos: ¿no sería acaso la misma moral. absorbe y eyecta – la relación sólo es utilitaria. porque basta para romper la clausura interior. a uno y otro lado de la frontera. De manera mucho más probatoria. ¿cómo se “traslada” uno mismo al otro (a su sufrimiento)? ¿Acaso por medio de la “imaginación”. y por ello se ignoran. de extender correlativamente su adentro al exterior. derribando la clausura de un “sí mismo”. A lo sumo. Uno puede herir y cortar al otro (el cuchillo). hay un intercambio entre ellos: el cuerpo inspira-expira. en tanto que positiva. ese proceso del que proviene la Historia. O bien. Ese contacto es al mismo tiempo separación – como la piel. de tener la propia interioridad también en el Otro. Tal vez nada menos que la necesidad de volver a pensar lo que entendemos como nuestra “interioridad” y por ende también una relación con el “otro” que ya no resulte forzada por la moral. en la cual un “yo” se encerró. por el mero hecho de la alteración que se efectúa en él. de la que efectuó tradicionalmente la piedad como “fundamento” de la moral. Habitualmente. Porque veo allí un hilo que se puede seguir con curiosidad para considerar lo que viene después. el mal que le ocurre al Otro “en el exterior”. aquello en cuya senda nos pone el “recurso” de lo íntimo? Y de manera suficiente. diferenciándose de lo natural. el de lo “natural”. el adentro y el afuera confinan y se yuxtaponen. Debido a que se profundiza como íntimo. más profundo es lo compartido. un gesto. Es porque nuestras partes “íntimas”. mediante una frase. como en el tren de los exiliados. Aun cuando enlazan entre sí un devenir común. para que se le una y se inmiscuya. e incluso deben vestirse. radicalizando la inversión dialéctica entre los sujetos que somos. debido incluso a la posibilidad del retiro. . lo interior incita a su franqueamiento por un afuera. evidentemente. porque cuanto más íntimo es lo que está en juego. No sólo. y cada uno conserva su distancia. según la denominación usual. Compartir es dividir partes. Al mismo tiempo que se retira en sí mismo. O bien. ya no estar más solo y participar. pero sin apropiárselo – sin siquiera pensarlo. Sino sobre todo porque sólo lo que es íntimo quiere ofrecerse y puede hacerlo. exponerlas es ya ofrecer que salgan así de la neutralidad y la indiferencia que hacen permanecer a cada cual de su lado y que convoquen a la penetración y la mezcla. es que en su caso. del mismo modo que a cambio aspira a su propia expansión. Pero lo que hace suponer lo íntimo. O antes bien. y la delimitación adentro/afuera llega entonces a borrarse. no por ello dejan de permanecer cada uno de su lado. apela a “lo Otro” (mantengamos tanto como sea posible el efecto genérico del neutro) para que penetre en ese adentro. esa apertura al exterior parece inscrita en el seno de la profundización del interior. desde el momento en que se profundiza en sí mismo. que podemos descubrirlas y llevarlas ante la mirada del Otro. “Repartición” a la que además tiende lo íntimo. Comparto un pastel. de sentimiento – sin que ya nos preguntemos a quiénes pertenecen estos últimos. De tal modo que ser íntimo es compartir un mismo espacio interior – espacio de intencionalidad: de pensamiento. Pero compartir es igualmente tomar parte en algo. y ese interior hace caer la frontera en la cual se encerró una interioridad. una mirada. ese interior renunciar a seguir siendo interno y reclama su superación para no chocar – deshacerse o agotarse – contra el límite. como se reparte una torta. no exhibidas. dicho al revés. son las más retiradas. al yuxtaponer esos dos sentidos opuestos y poner en juego su mismo ambigüedad. donde cada cual tendrá la suya sólo para sí.separados. pretende ser lo interior de lo interior. deben ocultarse. o bien comparto sentimientos o ideas. Lo íntimo designa entonces dos cosas que mantiene asociadas: el retiro y el compartir. surge la solicitación de compartir. Allí se evoluciona como a partir de un fondo común que cada uno de los dos reaviva. “lo más interior”. de sueño. convirtiéndolo en su contrario. En tanto que se torna superlativo de sí mismo. aun cuando ya no pensemos más en ello. a gusto. que un buen día encontramos. por supuesto. sin prescripción. sin coerción. cuando íntimo se vuelve atributo. su sentido de pronto se invierte. Es decir que lo “muy interior” o “lo más interior” que constituye lo “íntimo” no se piensa sino desencerrando al yo que se enuncia en relación con un partenaire y dentro de una relación. aun cuando ya no nos guíe. tentacular. Se trata entonces. y que hacemos variar. Que el abrigo sea común a los dos y remita la clausura más allá de ellos hace que se evolucione en adelante “a cubierto”. Pero cuando digo: “yo soy íntimo”. por mi parte. “Soy íntimo contigo” significa en efecto que te abrí un “más adentro” de mí. Entramos en lo íntimo como quien penetra en una tienda. se evoca un Afuera. Porque de nuevo se hace presente lo que prescribe la lengua y cuya lógica hay que pensar. que no puedo ser íntimo solo. pero usualmente sin renunciar por completo a él. al tema eminentemente moral (demasiado ostensiblemente moral) del “hay que compartir”. Aunque la lengua lo piensa y lo implica por sí misma. fríamente y sin rechistar. como en un elemento o un medio compartido. como suele decirse. designa en esa profundización del adentro lo que esencialmente es tanto más difícil de comunicar en la medida en que se mantiene apartado. Lo íntimo es el compartir subterráneo que ya ni siquiera necesita mostrarse ni probarse. lo íntimo remite a su primer sentido: apunta hacia un retiro a salvo de los otros. cuya entrada alzamos y en adelante un mismo dosel nos cubre y traza este “nosotros”. retomando esa imagen. Soy necesariamente íntimo con: no puedo “ser íntimo” sino para un “tú” – se requiere un plural (dual). Descubro que no puedo ser “íntimo” en mí mismo. cuando se lo predica y se le confiere un sujeto. Pero no se trata entonces. Cuando hablo de una cosa “íntima”. Bajo ese dosel invisible. aun si no se “hace” nada (del tipo “¿qué hicimos hoy?”). En lo íntimo. según los partenaires y las situaciones. en vez de continuar cruzándose cada cual confinado en su frontera y enfrentándose. de dar pruebas de una buena voluntad ética hablando así de apertura al Otro. no me prevengo ni me excluyo más. de emprender una “analítica” (a partir de lo que dice y obliga a pensar la lengua). como dije. como puede resultar tentador. el punto de vista se altera nuevamente. que no por ello deja de seguir rondando normalmente. Vale decir que somos íntimos entre nosotros en la medida en que hemos derribado nuestros cálculos y nuestras razones y está suspendida la machaconería del interés. aun si no se “dice” nada (ya no .3. no cedo entonces. de defensa y de protección – aquel con el cual nos blindamos frente al exterior. cuando íntimo es un epíteto. “adentro de la cabeza”. pero no predicar. sin obligación. que ya no mantengo con respecto a ti mi sistema habitual. y por ende encierro en sí mismo y debilitamiento por confinamiento (del mismo modo que todo subjetivismo siempre hará sospechar que ignora la objetividad). no se estanca.). o sea ruptura y rechazo del mundo exterior. Por tal motivo. razón por la cual habitualmente somos menos sensibles y apenas nos detenemos en ello. No obstante. y puedo abordarlo. al mismo tiempo invierte esa tentación del repliegue con su vuelco. no tiene determinación ni objetivo. Lo más interior. no a la calma. el recurso de lo íntimo no se agota: en el entre que abre. se libera de sí mismo aspirando al exterior de sí que abolirá la frontera limítrofe de uno: “uno mismo” ya no está apretado. resulta que lo íntimo. no un estado. afuera. Luego un día constatamos. Por otra parte. uno ni siquiera piensa que se vuelve íntimo. como no tiene fin (y la vía ética desde los griegos quería un “fin”. Porque lo íntimo es un estadio que se alcanza. la filosofía contemporánea. no es nada menos que aquello que de golpe. al excavar algo más profundo. pertenece a lo que llamaría el auge. etc. La psicología nos decía que solamente me relaciono con el Otro. sin pensarlo – lo que en verdad significa “efusión”. Es incluso a lo que más me aferro aquí: poner de relieve lo íntimo en contra de la interioridad y de su culto. se “entre-tiene”. pero sin forzarse. para desembarazarnos de ellos. telos). se han interesado tan poco en ello. la lima y la subvierte. lo íntimo me parece que merece que nos detengamos en ello tanto más en la medida en que vemos lo que nos hace ganar con respecto a todo pensamiento de la intro-(sección) y de lo interior (la famosa “vida interior”. desbarata la concepción de un Yo-sujeto bloqueado en su solipsismo – la misma contra la cual se sublevó tanto. sino que se desborda y se vuelve expansivo. Lo que entonces nos hace descubrir lo íntimo. como comprobamos. aunque discretamente. porque la relación no es solamente de sentimiento o de apego. como no es ni virtud ni cualidad.es necesario decir algo para “llenar” la conversación). se lo pensó tan escasamente después de todo. mediocre cuando se accede a lo íntimo. mezquino. No se piensa en lo íntimo. que de hecho nos hemos vuelto así. . Lo íntimo es ese elemento o ese medio donde un yo se despliega y se exterioriza. como es sabido. sin alertar. e incluso “lo más interior” de todo. ponderamos. Se produce un rebote que enlaza la relación y hace surgir una aventura. más interior que lo interior. por la posibilidad que abre. en suma. lo íntimo se ha sustraído igualmente a la captación de la filosofía. Difiere por ello de la ternura. mediante lo cual genera lo inaudito. se halla atravesado por una tentación de desconocimiento y abandono. No se podría ser restringido. en consecuencia. Pues mientras que la noción de interioridad de entrada es sospechosa por lo que deja entrever. furtiva. en ese adentro compartido. hecha al pasar. nos será preciso avanzar más dentro de lo que no dudaré en llamar lo inaudito de lo íntimo. no per analogiam. cómodamente (posesivamente). sirviendo de piedra de toque para su contrario. para abrir con nuevo impulso. nos volvemos co-conscientes y co-sujetos. “la hipótesis de la conciencia se basa en una inferencia” y por ende “no puede merecer la certeza inmediata que tenemos de nuestra propia conciencia”.por una proyección-abstracción a partir del “yo”. siguiendo ese . 1915). Lejos de ser entonces un aspecto particular de la experiencia humana. o aun cuando fuese su intensificación. resulta que compartimos efectivamente la conciencia. ya no hay “tu” o “mi” conciencia. reservada. lo que entonces se aprehende de manera inmediata y no por deducción. o digamos que en lo íntimo nuestras conciencias encajan tan bien que se desapropian. lo íntimo desestabiliza aquello en lo que basamos tradicionalmente nuestra aprehensión del Yo-sujeto y es en verdad “revelación”. la “con”-ciencia que se promueve de acuerdo con el Otro ya no es propiedad de un sujeto. sino más bien que “me siento en ti”. como empezamos a ver. tal como afirmé – pero una revelación completamente empírica y muy modesta. la moral se puede considerar de modo muy distinto. Pero la posibilidad de lo íntimo basta precisamente para desmentir y demoler esta aserción. Diría incluso que la finalidad de lo íntimo. Debido a que en lo íntimo la frontera entre nosotros se difumina y hasta se borra. sería precisamente hacer experimentar lo inverso: que el otro es conciencia al unísono conmigo mismo. tanto más inaudito en la medida en que es discreto. Es decir que respecto de todo hombre fuera de uno mismo. Como si sólo accediera a la conciencia del Otro (al hecho de que el Otro tenga conciencia) mediatamente y por deducción: “que otro hombre tenga igualmente una conciencia – dice – es una inferencia que se obtiene per analogiam” (El inconsciente. Freud también… Vemos con asombro que Freud pertenece a ese partido. No es tanto que “me haces falta”. si tuviera una. no deja de seguir preso del prejuicio de la “representación” como facultad maestra a partir de la cual un sujeto se relaciona con el mundo del mismo modo que dominó la filosofía clásica. Por consiguiente. Con lo cual lo íntimo levanta una punta del velo que nos ocultaba la co-originariedad de los sujetos que pretende pensar el pensamiento moderno y según el cual. Aunque sin embargo hizo tanto para derribar la concepción de un sujeto insular y que pretende ser autárquico. y el Otro se deshace de su exterioridad y recíprocamente. abriendo ese “entre”. como se suele decir habitualmente. En la medida de esa intimidad. sino que “la” (también optamos aquí por el genérico) se extiende entre nosotros. un camino hacia lo humano y hacia la moral.hilo. . sondeando el “nosotros” que esto nos descubre. o del íntimo secreto del arte.abre. como de sus amigos íntimos. Por una vez la lengua francesa. la intensidad de la unión. una vez más. resulta justa (como se dice “justa” en música). donde la última vocal es muda [T. cuando la profundización de lo íntimo dentro de mí se efectúa por medio del acceso al Afuera de mí. Es una bella palabra en francés: “ín-timo”.]. . sacrarium intimum. diciendo lo que está más adentro. cuando el retiro en el interior de uno mismo desemboca en la relación con el Otro. las dos sílabas reverberan. o para decirlo también a la inversa. nada más que para escucharla. la cosa 1. Vemos que Cicerón habla tanto del fondo íntimo de un santuario. Luego –timo repliega. ¿No basta acaso con pronunciar de nuevo la palabra mentalmente. es cuando nace su fecundidad – cuando ese término súbitamente hace pensar. entre el sonido y el sentido: por una vez. la expiración responde a la aspiración. cuando estos dos sentidos salen de su paralelismo.]. que crea un efecto de llamado. cierra ese impulso – ese acento – suavemente y lo torna discreto. lo hemos visto desarrollarse desde el latín siguiendo sus dos vías paralelas: por un lado. hace alzar la voz. Por un lado. dejan de ser compartimentos estancos entre sí y se cruzan. el significante transporta maravillosamente su significado. familiares intimi. en efecto. La e muda1 que se retira hace que se termine indefinidamente: hace murmurar. el núcleo de la cosa.2 disperso en tres sílabas y continuamente sonoro. 1 En la palabra francesa intime. le sucede un descenso de la voz que la absorbe y la prolonga en sordina. no funciona sin cierta asimetría: a la elevación breve. no posee este recurso. ars intima. lo más retirado. que se pronuncia igual [T. por el otro. ni imaginar un acuerdo más perfecto. y no se podría concebir mejor. cuando por la apertura al Otro se descubre algo más interior en uno. para obtener placer en cada ocasión? “Intime”: fonetistas y poetólogos no terminarán de descubrir sus recursos. entrando dialécticamente en relación uno con el otro. In. a la que habitualmente se le reprocha que sea tan poco musical. Pero como ya empezamos a sospecharlo. Por una parte. 2 Tal como su equivalente en castellano. mei intimi. pero por el otro. Y en cuanto al significado. que unas personas están ligadas de la manera más estrecha y perdurable. entre la palabra y la cosa. por ejemplo. por la otra. El intimo italiano. lo más profundo.III – La palabra. brinda el timbre: la i armónica resuena. y bajo tu guía. aunque sea insuperable. Agustín trabaja los dos aspectos a la vez en cuanto a lo íntimo. hundiéndose cada vez más en lo íntimo dentro de sí mismo y radicalizándolo. por lo tanto. “verdaderamente otra”. del mismo modo que es superior a mi cumbre. sino “la luz”. o a ese Afuera. Por una parte. “fuera de sí mismo y en lo íntimo de la voluntad de Dios” (Pascal. dándole un superlativo al superlativo. y por otra parte. al menos el Dios cristiano? Lo leemos directamente en las Confesiones de Agustín. ya no quedará más que profundizar uno por medio del otro. invoca a Dios como esclarecedor interno de lo íntimo al que rige: Dios es el “maestro” o el “médico” íntimo propiamente dichos (tu medice meus intime. es al mismo tiempo Aquel que me revela lo más interior de mí. interior intimo meo. entré en mi intimidad bajo tu guía y pude hacerlo porque te convertiste en mi sostén” (Confesiones. VII. en primer lugar. en la carta . El resto – “la fe”: credo – no es más que una consecuencia. ¿qué podría ser en primer lugar si no Dios – lo que llamamos “Dios”? ¿No es acaso. profundiza lo “más interior” en mí y le da consistencia. llamando al hombre a salir de sí para encontrar la verdad de su conciencia y de su condición. a la vez me lo hace descubrir y lo despliega. En el curso de las Confesiones. “conduciéndome tú”. ese Afuera que excava lo íntimo dentro de mí y lo revela. o más bien en “mis intimidades”. Puesto que Agustín lo concibe en adelante unitariamente así: “Estando advertido de ello. Por una parte. la misma que me creó – ipsa fecit me. A partir de lo cual Agustín puede afirmar que Dios es incluso “más interior que mi intimidad”. docente te magistro intimo). duce tu. Pero por otra parte. es decir. Bossuet: “Dios ve en lo más íntimo del corazón”. que funda mi intimidad en lo “más adentro” de mí. es decir. el Totalmente otro que reveló la Creación. así como también dice las “vísceras íntimas de mi alma”. dice Agustín. abriéndolo a Él. sino una luz distinta. Sin duda alguna. en neutro plural.De modo que ese Otro. para lo que sirve Dios. Agustín llama “Dios” a ese Otro. 10). intima mea. ¿Y qué percibí al entrar en “mis intimidades”? Ya no una cosa. lux incommutabilis: no la luz vulgar que percibe la carne. Para el discurso cristiano. sobrepasando ese superlativo. En “mi intimidad”. que representan el gran giro en la materia. que es lo Exterior absoluto. Dios. “ven a recogerte en lo íntimo de tu intimidad”. el contexto cristiano fecundó lo íntimo y lo hizo prosperar. lo convierte en el fondo y la forma de la subjetividad cuyo concepto vemos así surgir en Occidente. ni tampoco una luz superior que colma todo el espacio. de volver sobre mí mismo. una luz inmutable. sobre la muerte de su padre. origen y profundidad. Desde el momento en que se olvida la intrusión de un Afuera que hace caer la frontera. ¿no vemos acaso que “intimista” da un paso más en esa disminución. cuya idea instauró el cristianismo. término clave. que ya sólo se difunde en las cosas como un decorado y que llega incluso a la inversión? Al abolir la apertura al otro en la cual se profundiza lo íntimo. en manera. porque ya no se manifiesta entonces sino en cosas o en estados. Pero no dejó de conservar de “Dios” la potencia de hacer aspirar al desborde de sí en el interior de sí. y además en otra “persona” tal como podemos encontrarla personal. en todo caso la menos especulativa. Al mismo tiempo. i. Lo íntimo. esta última apacigua a aquél. es el término último. por estar en el límite de lo concebible. la trascendencia de la primera que se revela así. en un sentido propiamente “humano”. de la experiencia humana. frente a esa superación de la frontera. esa aspiración al absoluto. sujetos humanos como yo. 1651). ignorada como tal por la filosofía. pero para abrirse a su Afuera. De modo que el trabajo de la filosofía moderna. “íntimo” conjuga ambas cosas. o el yo no se profundiza sino para salir de sí. Lo íntimo se utiliza entonces como nombre. aunque sonsacando su pensamiento de la subjetividad. Como entre lo Bello y la belleza. efectivamente en todo momento. deteriorándose en propiedad o en calidad.. Al evocar ese enlace de la conciencia en Dios. aunque para que sea la noción menos “noción” posible. hace olvidar el auge que está en su origen y que lo vuelve efectivo. que enlaza los dos y los hace comunicarse desde adentro. hasta qué punto la intimidad hace caer el impulso que ahonda lo íntimo de nuestro ser íntimo. erigido en noción. promoviendo un sujeto y tornando rígidos sus rasgos. en ese enlace con un más allá de lo que conforma su “persona”. Pero. ¿no fue acaso trasponer ese sentido cristiano. Como debe ser. e. lo íntimo de lo íntimo. ese determinativo (de la intimidad) es lisa y llanamente un resultado. en lo íntimo. es decir. En adelante. es decir que descubra y desarrolle lo que promueve lo humano? Como si a partir de allí ese Otro o ese Exterior al que se abre lo íntimo en lo más profundo de sí pudiera ya ser simplemente Ella o Él. y ya no requiriese para hacerlo que se apele a “Dios”. haciendo creer en la posibilidad de ese vuelco en el “Otro”. Por ello lo íntimo constituye la bisagra de lo religioso cristiano y allí encuentra – comprueba – al mismo tiempo su razón y lo que configura su recurso. la Exterioridad y lo más interno del alma. la interioridad se repliega . cargado por el cristianismo. como inmanente a la segunda. Es inaceptable al menos para una lógica del entendimiento: lo interior se ahonda. lo íntimo señala hacia el fondo. en atmósfera. se diluye en género. se puede evaluar lo que ya pierde la “intimidad” con respecto a lo íntimo. qué espacio teórico esboza en el estado presente del mundo. furtivo e incluso ocultándose a los demás. lo íntimo es un término europeo. 2. sino que se lo impone físicamente. sino de fecundidad. si es verdad que íntimo es un término europeo. ¿y si salgo de Europa? Puesto que no se trata solamente de sondear genealógicamente lo que pertenece a nuestra concepción moderna de la subjetividad en su relación con el Otro. intim: las lenguas de Europa concibieron lo íntimo en proporción a su afiliación con el latín. el gesto íntimo saca de oficio a lo íntimo de sus sentidos paralelos y conjuga ejemplarmente ambos. ese kitsch no es tanto lo contrario de lo íntimo. al mismo tiempo que lo encarna en lo más tangible y lo más exterior – el cuerpo. Lo “intimista” debe denunciarse: a decir verdad. el más secreto. En la banalidad de las palabras y de las representaciones que transmiten. Pero. término cristiano. de dedicarse a una geografía de las palabras. que trae consigo lo más imperceptible de la subjetividad.sobre sí misma y se complace consigo misma. al mismo tiempo que no se contenta con dirigirlo al Otro. intima. en la hora de la uniformización del mundo. A la vez el más discreto y el más directo. Por otra parte. Proviene de un sentimiento interior y que incluso es el más interior. Término latino. Pues si se lo disimula. que se puede discernir tanto mejor en la medida en que sale de su “evidencia” y actualmente está en vías de replegarse – su retiro la vuelve singular. Desde el momento en que pienso las lenguas y las culturas no en términos de identidad. expresa a la vez el retiro y el compartir. está la “cosa” – aunque no sea más que un gesto íntimo como un apretón de los dedos: “… Me preguntaba si me atrevería a tomar la mano de Anna cuyo hombro sentía contra el mío…” (El tren). arriesgando entonces lo que más se aprecia. y con respecto a lo que llamamos usualmente y por comodidad la “herencia” cristiana. intímate. afuera y adentro – lo hace a la vez más estrechamente y más densamente. Retirado. Con un solo movimiento. Pero también habrá que considerar. la frase profundiza entonces a cubierto una relación de tal modo que no importa tanto lo que se dice como a quien se le dice y la manera en que se es comprendido: penetra allí una . reservado. corremos el riesgo de elaborar hoy lo universal (de lo humano) a un precio en verdad demasiado barato. Aunque es tiempo. sino más bien su perversión. ¿Se encuentra acaso en otra parte? ¿Es algo culturalmente marcado? Intimo. O bien tomemos una frase íntima. aun usando palabras y representaciones que se dicen usualmente sin cargarlas más. tengo que explorar hasta dónde lo “íntimo” desplegó sus recursos en la diversidad de las culturas. que es lo más retirado. expuesto (aun cuando se disimule) y por consiguiente señalable. Así como tampoco se puede ser íntimo con uno mismo. que no se atreven o no pueden formular. que antes que comunicar hace comulgar (communicare decía igualmente el latín antes de que el término se cristianizara). y que se mantiene a resguardo de los otros. banal y hasta de todos los días. O bien se trata de una mirada íntima. un gesto íntimo es “inaudito”. connivencia en el sentido propio: un solo plegamiento de los párpados que se juntan (connivere dice también el latín) basta para transmitir una intención secreta. no deja de actuar tácitamente. físico. en lo profundo. esa distancia frente a lo banal. Su “eficacia” es asombrosa. Lo que cuenta entonces en la mirada se ha invertido insidiosamente: en lugar de lo que ve en el otro es lo que el otro ve en ella. pero no por ello el gesto es íntimo). hace cruzar de golpe la barrera interior. es precisamente lo que produce entonces a cubierto una apertura al Otro. Es incluso el anticipo de la relación: antes de que la intimidad se declare. aunque se produzca verbalmente. sirve como precursor y desencadenante. por más discreto que sea. los repliega en un adentro compartido. no se gasta. Porque un gesto íntimo no puede hacerse a solas. y aun cuando sea yo solo quien toma su mano. la mirada íntima no mira tanto como se deja mirar – como a menudo la mirada de la Virgen en los cuadros de iglesia. su avance. ese gesto. revelándonos algo más profundo que uno mismo. tan secreta que no se la puede formular. anula la frontera del Otro. Es a la vez tangible. equivale a una intrusión y lo hace dar vueltas. no se puede hacer un gesto íntimo para sí mismo (uno puede tocar sus “partes íntimas”.significación aparte. Tanto unos como otros. frase. al mismo tiempo que está impregnado de una subjetividad a tal punto que resulta indecible. cuando es íntimo (es incluso aquello en lo cual vemos que es íntimo). Lo que se trae en lo más profundo de sí. siempre constituye un acontecimiento en cuanto tal: un gesto íntimo es siempre nuevo. . dentro del gesto íntimo. De tal modo. aun si parece habitual. y se lo revela. mirada o gesto. exige que haya dos. o bien ya no es íntimo porque no es eficaz. que traspasa de un ser al otro como un túnel o bien los cubre a ambos bajo un mismo abrigo. su reserva. Deja percibir un adentro tanto como percibe un afuera. retirada. Aun si no nos damos cuenta de ello o no se le presta atención. resulta pues que instauran un atajo con respecto a su funcionalidad establecida y la desvían. No informa sino que antes bien crea la alianza. y esa disidencia con relación a lo habitual. se efectúa de a dos. Mediante un desplazamiento mínimo en el espacio externo. de tal modo que penetra en su fondo. implica en efecto a “Otro”. En verdad. un gesto íntimo es algo extraño. Más aún. nada más podrá hacer que objetivamente no haya existido. Puede ser el mismo gesto. le pone fin a lo incierto. ya sea que se haga portador de intimidad. Dicho al revés: si ejerce violencia. aun si es renegado – arrastra consigo la vida entera. pues tiene algo de agresión. es portador de intencionalidad. que lo atraviese y vaya detrás. es incluso estratégicamente conativo. Pero ya sea que excite (y se excite). saca del aplazamiento y hace precipitar súbitamente en el adentro compartido. heredada de nuestros viejos dualismos. Por un lado. dicho gesto no deja de ser íntimo desde el momento en que es aceptado por el otro y se vuelve un lenguaje entre ellos (Julien Sorel cuando toma la mano de Madame de Rênal en Vergy). puede imponerse al otro. después le dijo…”. buscará lo interior de su interior y se lo hará experimentar. disolviéndolo en su infinitud? Lo suficiente. Gesto decisivo como pocos. la caricia o el roce. ya sea que penetre. es lo que decide de golpe entre las posibilidades. pero no pretende ser (ni es válido) sino consentido por éste. se insinúe e invada. o bien hay ganancia de acuerdo tácito y de expansión. ¿Qué relación tiene entonces con lo sexual? Por una parte. A menudo la intimidad del gesto precedió a la palabra. va a hacer resonar la interioridad del Otro bajo el arco de la caricia (comparación banal aunque insuperable). sino esa dimensión íntima que. o bien hay ganancia de deseo-placer. el acontecimiento que crea ya nada más lo vuelve a cerrar ni lo borrará. Lust. según la oposición fijada. Especialmente dos rasgos caracterizan el gesto íntimo. donde entonces se abroquela la pulsión. Frase de novela: “entonces le tomó la mano. en todo caso. cuando está teñido de sexualidad. y por otra parte. enseguida lo vemos bifurcarse respecto de lo erótico. cuanto más se .Mientras la situación (la relación) no ha salido a la luz. ¿Hasta qué punto son excluyentes uno del otro? ¿Hasta qué punto lo erótico acalla momentáneamente todo lo íntimo y lo íntimo llega a hacer olvidar lo erótico. No es sólo que anticipa. Por lo tanto. demasiado cómoda. sino que además precipita. O bien hay un antes y un después (lo que convencionalmente se llama el “acto” sexual): la tensión erótica antes/la connivencia después). el gesto íntimo puede ignorar lo sexual (“no querer saber nada”: cuando se sostiene la mano del enfermo en el hospital e incluso entonces se lo acaricia). Ya sea vector de erotismo y permanezca en el estadio reactivo. 3. como para que lo sexual se difracte entre los dos y para que aquello que contradice lo erótico ya no sea tanto lo “espiritual”. Por otro lado. por otra parte. a diferencia del gesto de aproximación que se efectúa por descuido (o del gesto médico aunque actúe sobre las partes íntimas). más sustrae la condición de posibilidad – o sea. al extender la “privacía” a nosotros dos. de odio. algo de un acontecimiento inaudito. e incluso descubre una espera. privacy). Pero esa usurpación impuesta. de piedad – la semiótica de los gestos no constituye un problema) sino el hecho de que el gesto íntimo.extiende. nunca sea rutinario. en lugar de toparse con su exterioridad provocativa – provocativa porque mantiene la distancia y hasta la incrementa. la indecencia y la violencia. que se introduce entre dos peligros. aun si lo que pretende establecer es la dulzura de una connivencia. El gesto íntimo era en principio una audacia: me atrevo. eco. como ya dije. no podemos ocultar que el gesto íntimo. de exterioridad – de lo erótico. y a lo que sólo yo me autorizo. entre afuera y adentro. El gesto íntimo hace una brecha en esa frontera invisible mediante la cual cada uno se conserva y se apropia de sí. y que cada uno transporta consigo. aun cuando se muestra. que se preserve del prójimo para no ser profanado. Lo que hace que el gesto íntimo. vale decir. cuya barrera no está marcada pero que se conoce de entrada. tal como se constituye para cada uno a partir de su propio cuerpo. en donde cada uno se envuelve y se agazapa. Porque lo que importa no es tanto que el gesto sea expresivo (muchos de nuestros gestos lo son: de cólera. o de lo que siempre al comienzo tiene algo de un forzamiento en una dulzura infinita (volveré sobre esta “dulzura” de lo íntimo para sustraerla de la cursilería psicológica). Resulta fascinante ese punto de trastocamiento donde todo se decide. A lo cual se debe que. donde la transgresión se convierte en recibimiento. así como el impulso súbito se hace vibración. como lo querría el erotismo. deshace – hace caer – la barrera entre el Otro y uno mismo. conserva siempre. invierte los datos: de una efracción del afuera en un adentro compartido. sólo con el desplazamiento discreto de la mano. de manera que un adentro se extiende a través del otro. una penetración. lo que otros – tal vez todos los otros – no tienen o no tendrán derecho a hacer en su vida. Pero. que irrumpe en el campo de pertenencia del Otro. mediante el cual éste se reconoce y se apropia. Sin embargo. ha logrado de golpe hacer que se altere la relación. aun si se ha vuelto familiar. no piensan o no pueden arriesgarse a hacer. que no se extingue. ¿intrusión en qué? Diría: en el campo de pertenencia o de lo que llamaría “privacía” (en inglés. actúa primero como una intrusión frente al otro. de hecho. de milagro. que aun si . me permito hacer. nunca puede ser completamente develado. en una apuesta que cuenta con el consentimiento del Otro para hacer caer la delimitación con uno mismo. por una parte.se realiza en público. la mano que no se tiende más. ha comenzad de facto. o cuando hacerlo se torna una carga. común a las lenguas europeas a partir de su factura latina. o la mirada. la separación: el hombro que ya no se roza. del entendimiento tácito y de la connivencia. el más interior. está la “cosa” que a su vez parece tan común y que incluso no podemos concebir que no haya existido siempre y en todas partes: el simple apretón de los dedos. no podré comprenderlo sin esa historia y esa aculturación. ha perdido su eficacia y ya no es más íntimo. o la Sehnsucht de la lengua alemana. resultando entonces embarcados hacia viajes muy diferentes. la singularidad que nos descubre la palabra – “íntimo”: tan adecuada en francés. ¿se trata de una categoría cultural e históricamente marcada. No podré entonces desentrañar lo “íntimo” sino indagando esa singularidad cultural y explorando su coherencia. si que se advierta y por ende sin que se piense en hablar de ello. Así como no podemos comprender. ya significa – suficientemente – que devolvemos al Otro a su afuera. Advierte lo que está destinado a deshacerse y ya lo inicia. lo abandonamos a su exterioridad. que “nostalgia” traduce muy mal. por ejemplo. o incluso apenas retirado. ya no por una apertura sino mediante la retracción de lo posible. pero esta vez en sentido contrario. en lo íntimo. El cese del gesto íntimo no solamente traduce (trasluce) el fin. borrando la frontera entre nosotros y ofreciendo lo íntimo en mí – abriéndome lo íntimo suyo. aunque todavía habrá que comprender hasta dónde y por qué. decía Nietzsche. sino que también lo anticipa y lo precipita. Está pues. signada por el giro cristiano. o la frase. Y por otra parte. Pues entonces. se expresa ya una reticencia que restablece la frontera invisible (Fabrizio y la Sanseverina en el lago. siga estando en un código “secreto”. salvo penetrando en . la saudade portuguesa más que volviéndonos. a la interioridad de Otro. cuya noción surgió y se desplegó en un determinado contexto de civilización. A semejanza del atreverse al gesto. que era en eso heredero de Hegel. 4. O de lo contrario. hacia el océano y sus más distantes costas. Por lo tanto. El gesto que no se hace más. que hace pasar de golpe mi sentimiento interior. cuando el gesto no se realiza más. resulta deshabitado de sí mismo. o al menos el deterioro. en pleno paisaje mediterráneo. ¿Qué límite cultural puedo imaginar para esa experiencia? ¿O acaso no sería tan simple? Dicho de otro modo. en un determinado momento de su desarrollo y conservaría su impronta? Todos nuestros conceptos “llegaron a ser”. físicamente. tras el episodio de la torre Farnese). como de obsesiones a la Novalis y de aspiraciones donde lo finito es “alusión” a lo Infinito. o en primer lugar. a partir de Agustín. la existencia está hecha de singulares (existentia est singularium). o bien que en cierta medida la habrían ignorado? Pero esta última. yin-mi). como “abrelatas” filosófico: ¿cómo traducir allí “íntimo”? Puesto que no encuentro allí un término donde se reúnan “la esencia íntima de” y “la relación íntima con”. y por lo tanto estaría condenada a permanecer a distancia de dicha existencia. ¿Deberemos creer en consecuencia que los chinos. “se refiere a” los universales (scientia est de universalibus). De modo que lo íntimo sería por principio reacio a la filosofía – ¿qué filósofo habló de ello? Tendré que hacer entonces mi propio camino no sólo entre la palabra y la cosa – entre lo que se halla implicado por la “palabra” y lo que se encuentra manifestado por la “cosa”. ¿Puedo acaso imaginar algo más resistente – recalcitrante – a la captación del concepto y a la abstracción? Una vez más se verifica en este caso que. En China. o bien designo la profundidad del lazo (quin-mi). no tanto formado de Burg altivos. habrían vivido de otro modo la experiencia que para nosotros (el “nosotros” que se mostraría entonces europeo) es la de lo “íntimo”. donde el ahondamiento de un interior en uno mismo pueda revelarse al mismo tiempo como acceso al Otro. es sabido. digamos. lo “más interior” y se agazapa antes del análisis y el enunciado. o bien como no podemos penetrar el iki japonés sino asociando al sentido del honor y de la seducción (ikiji-bitai) el renunciamiento budista. según la vieja formulación escolástica. “nuestros” griegos. como tan exactamente lo describió Kuki Shuzo. salvo que la misma idea de intensidad por compacidad se encuentra en ambos términos (mi. de brumas y de leyendas. ¿qué pasa con los griegos. es lo más singular. como en Agustín donde Dios se descubre “más interior que lo íntimo mío”. el discurso del conocimiento. que permaneció por mucho tiempo ajena a Europa tanto por la lengua como por la Historia y que me sirve así como palanca o. gesto. al menos hasta el encuentro con Europa. volviéndonos sobre nosotros mismos y remontándonos en nuestra historia.la fisura romántica y su sueño. mientras que la “ciencia”. debería elegir una cosa o la otra: o bien expreso la realidad más interna. privada. en estos compuestos del chino moderno). Pasemos a China. si sólo fuera latina: intimus? ¿Los griegos entonces desconocieron lo “íntimo”? Se plantea finalmente la cuestión del género adecuado para llegar más lejos: ¿no debería más bien escribir una novela? Lo íntimo. oculta (si-mi. es decir. . ya que la palabra es latina. interior intimo meo. akirame. ¿no ha sido crucial en la construcción de la subjetividad? Y asimismo. literatura y filosofía? .frase o mirada – sino también aventurarme entre la noción y la situación: pasar de la historia cultural en gran escala a lo individual de este momento. y apelar al relato. la condición de todo pensamiento del vivir? ¿Y podrá hacernos creer además. ¿Pero no es acaso. a su respecto. de hecho. en alguna ruptura entre ambas. variándolo incluso mediante la ficción. esta vida. veríamos allí al “hombre mismo”. Una página como esa. en sus resortes básicos y sus afectos. Héctor y Andrómaca. conmoción que se produce en cadena con el correr de los siglos. ¿son íntimos entre sí? Después de tantas disputas y combates entre valientes. se apresuran uno delante del otro y se encuentran sobre la muralla. desde Foucault. antes de lo concebido y lo afectivo. después de tanto estrépito y tanta sangre derramada intensamente. estamos todos de acuerdo en reconocer que las maneras de ver e incluso de sentir han mutado después de tantos siglos. independiente de cualquier otra . sería la expresión directa de una misma condición.IV – No existió lo íntimo griego 1. de las páginas que se van “recolectando” con el correr de los siglos y de las literaturas. de discursos encendidos y llamados a la venganza. como se sabe). según la expresión fetiche. y que sellaba de entrada lo que sería – lo que habrá de ser – lo humano. de la historia y de la cultura. es la súbita conmoción de nuestros afectos cuando leemos la escena. La prueba de ello. Pero justamente ya no se trataría tanto de ideas o de sentimientos sino de tipos y de situaciones. el “discurso”. Como por una escotilla. nos dicen. junto a ellos. al encontrarse en las murallas de Troya (en la Ilíada. Pero en este argumento se habrá reconocido el último coto cerrado defendido por el viejo humanismo. que también se llaman de “antología”. casi milagrosamente se ha como anulado la distancia de ellos a nosotros. en la llanura que levanta polvo bajo los carros. me pareció definitiva. los dos esposos se buscan. de generación en generación: ¿quién no reaccionaría a ello? ¿Y hay algo más elemental que lo “reactivo”? (¿O con qué otra palabra puedo intentar extraer esto más radicalmente?) ¿No es acaso la prueba de que lo vivido en un tiempo tan remoto nos ha “tocado” como por medio de una onda que no se pierde – onda que trasmitiría lo “humano”? Independientemente entonces de todo condicionamiento – y por ende también de todo ocultamiento – que provendría de la lengua o de la ideología. leída en el griego titubeante de mi juventud. igualmente. el niño nacido de su unión. “el primer poeta”. o bien. canto VI). Abajo. no ha terminado el combate en el que se han inmiscuido los dioses. Sin embargo. de “estructuras” de humanidad tales como las habría logrado alcanzar Homero. una nodriza tiene en brazos a Astianacte. digamos. tácitamente. como la leyeron hasta entonces tantos adolescentes de Europa (una educación ya caduca. o más en general de lo que se ha convenido en llamar. y una vez orientadas como lo están desde ese momento en un plano básico. Admito que esa escena. ). digamos. Acordaríamos sin rencor. psicológico y cognitivo a la vez. que se descubren frescas como el primer día: “El mundo nace. ¿podemos fiarnos de ella? Porque comprendemos bien que no se trata de una simple apreciación de la literatura y que la apuesta es más decisiva para lo “humano”: aun para los más escépticos en cuestión de humanismo. en este caso. se realiza al mismo tiempo a través de ellos. que lo hacen resaltar ejemplarmente en su simplicidad. cada cual verifica enseguida su justeza. a lo sumo un soporte. como dije. advierto que los mismos que pretendieron trastocar hace más de un siglo la concepción de una identidad del hombre – y sabe Dios que fueron numerosos y decididos – lo hicieron permaneciendo dentro del juego nocional propio de la filosofía (“existencia” contra “esencia”. y casi no se aventuraron en ese terreno. como es sabido. ¿no tendría la literatura ese derecho y ese poder? Pero mientras que toda una construcción del “Hombre” se sirvió de ella efectivamente como piedra de toque. a los devotos de la literatura eterna (¿para qué arruinarles . porque están en condiciones de movilizar todo lo humano y no solamente su intelecto. y la identificación general con lo que corresponde “al hombre”. para sí mismo. Como si se pudiera estar entonces milagrosamente de vacaciones de toda historicidad. Al leerla. su determinación básica. no cuesta nada: uno se identifica (se asimila) de la manera más directa con esas situaciones y esos personajes. y lo hace. “reactivamente”. Resulta muy cómoda. para llegar a validar una “naturaleza humana”.condición – la famosa “condición humana”. siguiendo la vieja esquizofrenia europea entre lo filosófico y lo literario. y de modo más bien cómplice. y tal vez incluso a pesar suyo – por lo tanto sin que para ello se necesite ninguna mediación o interpretación. o como elemento probatorio. Ya nada histórico y cultural lo impedía. o bien lo histórico y lo cultural ya no eran más que un decorado. porque son narrativas y poéticas a la vez. Se sabe por lo tanto que también hay páginas que – gracias a la materia a la vez sensible y marmórea en la que han sido grabadas. porque escenifican y no prescriben – no tienen fecha (no pasan): páginas en las cuales todo el tiempo acumulado después no condensó y ni siquiera arrojó ninguna sombra. de “invariantes” (tanto en el espacio como en el tiempo – mixtura de “universal” y de “eterno”). en abandonar ese jardín (de lo “literario” – que Homero inaugura) a los otros. in petto. Homero canta…” Con mayor razón captamos esa humanidad ingenua – nativa y definitiva – cuando se trata de Héctor y de Andrómaca encontrándose sobre los muros de Troya. La noción desde entonces resultó fructífera. en el doble sentido del término. Pero. Digamos que el proceso de “identificación”. etc. y al respecto los comparatistas han hablado. en tanto que tipos y condiciones. O bien. me pregunto. sabiamente ejecutado. Su pasado común. Por ello. Porque no falta nada. no es más que el de su raza y su linaje. Con un arte consumado del contraste y del crescendo. Homero por su parte. peor aún. se alcanza de entrada un punto extremo con respecto al arte de manejar la emoción. reducida a urdir la tela bajo el mando de otro o ir a buscar el agua para el servicio. según la manía contemporánea. una vez destruida Troya. las grandes páginas permanecieron “intocables”. los dos personajes se encuentran en tanto que caracteres. no vemos sin embargo nada que pase en ese “entre”. crea un momento de ternura compartida. Por cierto. en ese momento. lo afectuoso y lo heroico. y . su “padre”. a decir verdad.su fiesta?). también la acaricia con su mano (cheiri katerexen). digámoslo de una vez. por más “conmovedora” que se la escena (¿no hizo todo Homero en este sentido?). ¿tuvo lugar un día entre ellos? ¿Se encontraron en sus vidas pasadas y se encuentran ahora mismo? O bien. en efecto. vueltos uno hacia el otro y sabiendo que ciertamente será por última vez. una complicación? No obstante. por cierto. a través de la anécdota. ¿El mismo Foucault no se acercó a ello? Por detrás del relato guerrero. Ni el gesto cómplice de cercanía: Andrómaca toma la mano de su esposo y éste. luego de haberle devuelto el niño. ¿Se habrá hecho algo mejor después? ¿No sería todo el resto – el desarrollo de la literatura – más que una variación o. su “madre”. para conservarlas para siempre en su inocencia. ella terminará siendo llevada como esclava. su abordaje inmutable. en tanto que esencias. O si la situación entre ellos es extremadamente patética. En esa página inaugural de la literatura europea. efectivamente. nada singular parece poder ocurrir entre ellos. la tensión y la distensión. están “de a dos”? Aun cuando para Andrómaca sea verdad que Héctor lo es “todo”. haciendo fluctuar lo tierno y lo patético. todo lo hace aquí el poeta con mano maestra. su “hermano” así como su “joven esposo”. ¿acaso se encontraron efectivamente? El acontecimiento del encuentro – de persona a persona –. supo captar entonces el juego necesario de las expectativas y las reacciones. el espanto repentino del niño ante la cimera rutilante de su padre. para que se destaque el potente vínculo que une a esos dos seres que al fin se encuentran apartados de los demás. el primer poeta. Uno encarna el valor guerrero y el heroísmo. digamos. ¿en qué medida están juntos. Ni tampoco el cuidado y la preocupación por el otro: Héctor empieza incluso a pensar en Andrómaca cuando. o bien. como ambos prevén. la otra es la noble esposa afligida. se las querría inscribir en el “patrimonio mundial” de la humanidad. puesto que no se basa directamente en el concepto y en su dignidad. Y ni siquiera podrían imaginarla. Sin embargo. que clausura su yo y lo aísla.que hará “reír” a la madre. como para que le deje tener su oportunidad a la ingenuidad de lo íntimo. El régimen de lo emocional – lo trágico mediante la piedad – no fue superado. Sólo están presentes lo patético y la persuasión. que genere lo más interior. de un discurso-alegato (interesado. los dos rasgos griegos por excelencia. en medio de su “llanto” – ya el oxímoron hace su juego retórico. Por un lado. ¿qué interioridad puede ahondarse entre ellos antes de que exista en ellos? Preguntémonos: a pesar del gran componente de piedad que Homero emplea tan bien. doblegar y hacer ceder al otro: se trata. como para que el gesto de connivencia liberado pueda empezar a enlazar una alianza implícita. cuando se ha renunciado a presionar al otro y ya no se cumple ningún papel. Y lo íntimo no surge sino cuando ya no hay una meta proyectada. la posibilidad de lo íntimo no se despliega. a pesar del lazo de afecto. No ganaron nada con la entrevista. de punta a punta. Por lo tanto. es ya demasiado hábil en sus efectos. entonces. y los griegos después de él. en el artificio en el que Homero es un maestro. que pretende convencer. se van tal como vinieron. no corresponde al orden de lo afectivo ni depende del sentimiento. hacia la guerra o hacia el hogar. la búsqueda de la intensidad dramática que explota los papeles – lo que ya es teatro. esa brecha de ternura que aparece en el drama no siempre logra conformar un acontecimiento que abra paso entre uno y otro. Sino que está el hecho más esencial de que cada uno permanece encerrado en su tipo y su condición. la importancia concedida a la gloria. no aparece. Además. dos cosas impiden aquí el despliegue de una intimidad: por una parte. si la . Pero no pudieron rememorar el menor recuerdo común – sin memoria cómplice – ni tampoco llegaron a lo que llamaría “soñar juntos”. cuando no se busca ningún efecto. cualquiera sea. de hecho. Nada pasó – se pasó – entre ellos. Pero lo íntimo. definidos. O bien una intención semejante. los roles están demasiado bien distribuidos. cada uno en su ethos. ¿había opción en verdad?). ya son pathos y peitho. y por ende nos separa para siempre a nosotros de ellos? Tal vez no sea tanto la desigualdad entre los sexos o el honor tan pesado de llevar. ¿qué los mantiene definitivamente apartados uno de otro. como dije. La unicidad de algo más individual. hasta la idea del Destino que domina sus vidas – que sigue siendo ideología. la escena está dispuesta demasiado sistemáticamente. aunque. Porque. demasiado controlada. se dice. Nos quedamos en lo patético. el discurso demostrativo. y por el otro. y en relación con el “Otro”. por otra parte. que tiene un fin: renunciar o no a la guerra. Cada cual entonces vuelve a irse por su lado. y el esposo. Porque el griego dice exactamente: “Yo habría vivido y tú también por el resto del tiempo…”. ni “vida” que se considere pasar juntos – el griego no dice ese posesivo común: sólo se considera el “tiempo”. y ahí están sobre el escenario. Nunca tuvo oportunidad de aparecer semejante “nosotros dos” en ese diálogo final que pretende ser lo más punzante posible (y Dios sabe que Eurípides es un maestro en el arte de conmover). ya no se fantasea más. el griego no lo dice. se debe al carácter primigenio y por lo tanto primitivo de Homero. claro. cada cual sigue estando para sí mismo: ella sacrifica su vida. etc. la joven Alcestis acepta morir en lugar de su marido. en la que cada cual está encerrado. la suerte impartida a cada uno. una se sacrifica por el otro y éste otro lo lamenta amargamente. Cada cual ha permanecido en su papel – postura – y en su ethos. sin que Eurípides ahorre nada. aun cuando sea lo que esperemos. 2. no piensa más que en el dolor de quedarse solo: “cómo me priva tu muerte…”. uno cerca del otro. una escena más compartida que ésta? En Eurípides. – sigue siendo retórica. Pero miremos bien. “Y viviríamos los dos por el resto de nuestra vida…”.hubo. 273-392). le hace decir sin embargo el traductor a la esposa (Méridier. 295). Kago t’an ezon kai su ton loipon chronon. Por lo tanto. . Ella (se) muestra todavía (en su generosidad). no vislumbra esa posibilidad de abrir su vida al otro. que no es más que una suerte del Destino. lo que sirve de lección para los demás: nada de expansión. Admeto. Les Belles Lettres. en efecto. sino que no piensa en ello. Me parece incluso que esa inflexión de la traducción es sintomática. para llevar tan lejos como pueda la explotación sistemática de semejante abatimiento: “Muero porque mueres…”. por supuesto. sobrepasando su “yo”. Pero la joven esposa sólo piensa en su honor y en sus hijos. Ella va a morir o más bien está muriendo ante nuestros ojos. el juego de lo extremo y de lo patético. si pensamos que ese límite griego ante lo íntimo. v. Tampoco hay “nuestra vida” que se sostenga. por su lado. Desde el momento en que se ha franqueado la barrera de lo íntimo. pero no comparte por ello con el hombre por el cual se inmola – no vive con él – ese último momento que les es dado. a lo que llamaría más precisamente el no-despliegue griego de lo íntimo. v. ¿Podríamos imaginar. No es que su yo se tense y se retracte ante su muerte. se ha dejado atrás. No obstante. por un último instante (Alcestis. nos equivocamos. Ahora bien. pone de relieve su sacrificio (teatralmente). y no solamente cederle su vida. está orgullosa de hacerlo. que lo dramático sea llevado así al colmo y la teatralidad a su efecto máximo no cambia nada. como se repite y como todos saben (¿o acaso alguna vez sabemos hasta qué punto somos sus “herederos”?). etc. la ekphrasis. pero no lo que súbitamente descubrimos.Por más que Eurípides nos haga vivir esa muerte en directo. sino también acostarse con la estatua de su esposa. Sin embargo. La fuente de lo íntimo – del compartir que hace encontrar al Otro despojándose cada cual de sí mismo – no se ha alcanzado. . ¿Y no sería en primer lugar y esencialmente esto? Aquello que lo “íntimo” finalmente puede nombrar. el más “presente”. en la escena de despedida. lo patéticoretórico. se compromete a hacerse enterrar con ella en el mismo ataúd de cedro. el último diálogo entre los esposos no supera la barrera de la moral y de lo patético. en cambio. ¡hasta tal punto no quiere abandonarla! O incluso. paralelamente al elogio de su mujer. el esposo. como lo que constituye diametralmente su contrario y que lo “íntimo” designa globalmente. ya sin un “para qué” ni justificación. antes que nada el arte de “exponer”. O más bien es precisamente esto lo que obstaculiza lo íntimo. También entonces. Preguntémonos entonces qué es lo que siempre aleja así de nosotros a los griegos.¿qué placer encuentra Eurípides en esas imágenes que llevan el realismo hasta lo estrambótico? No obstante. ante nuestra vista.). o más bien la impide. abrazando el mármol frío con sus manos. Ethos y pathos siguen estando presentes. el de construir sistemáticamente un caso y hacerlo demostrativo y convincente. dado que amo a los griegos (o más bien el griego). por consiguiente público. renunciar a toda alegría. no contento con evocar el retorno de su mujer acechando sus sueños. con un solo concepto. llevará la elocuencia de la no-separación tan lejos como pueda. pero no se intercambia nada entre sus vidas. Los griegos desarrollaron lo que llamaría. escena última por excelencia. conmovedor. sino que nos dejamos llevar por el flujo que nos atraviesa. ¿No es acaso lo que provoca en efecto que por la noche. no nos inclinemos hacia ese lado? Durante mucho tiempo me lo pregunté. intercambian sus vidas. Los griegos siguieron siendo hombres del discurso argumentativo. como suele decirse y la fórmula es discreta. aun cuando seamos “herederos de los griegos”. cuando agarramos por gusto un libro del estante para suscitar el ensueño. es decir. sin querer dominarlo. Una acepta reemplazar al otro en la muerte – un don que no puede ser más generoso – pero esa sustitución no equivale a una apertura al Otro. nunca sea uno de ellos? ¿O que cuando ya no leemos para aprender o para emocionarnos. a la vez con un máximo de claridad y de intensidad (la enargeia). lado a lado . Jocosidad griega: no solamente prometer no volver a casarse (llevar luto para siempre. en ese mundo de rasgos delimitados por la “definición”.y de la teatralidad. sino de lo inviable. estableciendo ese Afuera autónomo en el marco de la Ciudad. o dicho negativamente. Si se cae en lo íntimo. Por un lado. secreta. Una subjetividad ingenua. a pesar de su culto por lo impenetrable y por el adyton. sino que hace resaltar los contornos por su caída a pique (el sol de Platón en la Politeia). los griegos permanecieron obsesionados por el cuidado de establecer a la vez el límite y la medida. que puedan penetrar. con el cual no se pacta. en cambio. que actúa. connivente y ya no conocedor. que arrastre a ese pensamiento o la manera en que roce. no se desarrolló entre ellos en lo “más adentro” de “uno mismo” que se abandona a sí mismo. las ousiai) de tal modo que. la luz no podría aclarar de manera ambiental y nebulosa. Esencialmente. Por tal motivo. puesto que no se sondea su carácter implícito y sus prejuicios. lo que se le resiste o contra lo cual se bate. su obsesión se orienta contra lo “indefinido” y el “exceso” que franquean el límite. no de aquello que lo desafía (lo estimula). dicho horizonte permanece insospechado al mismo tiempo que es insuperable. mostraban todo. su contrario. en Grecia dos razones mantienen al “otro” en su afuera y lo confinan allí. separado de uno mismo. Lo que los lleva a recortar determinaciones que aíslen lo que llamaron el “ser” y que lo asignen (en “esencias-presencias”. Los griegos no promovieron lo íntimo porque lo exponían todo. evasiva. Pero lo íntimo no se expone ni se representa. peras y metron. en cuyo seno nos sume de entrada. a distancia. la tensión del deseo y de la aspiración es concebida según el modo específico del eros. exploraban todo. tendrá dificultades para mantenerse. todo texto griego. me pregunto si no es precisamente éste el elemento. mania platónica. lo demónico y el alogon. los griegos se sintieron tan cómodos para pensar la institución y las relaciones políticas. también es válida entre el otro y uno mismo. el apeiron y la hybris. claro que sin anunciarlo. Vale decir que. conquistadora y captadora. y esa estanqueidad de principio. Pero con lo íntimo se trata entonces no de su inverso. la incitación erótica. o el ámbito propio. que dispone entre los entes del mundo. cualquiera sea el delirio. como señalé. sino de lo . escapa al dominio de la mimesis. Y el eros. Sin anunciarlo. No existe un espacio “más interno”. y el otro pertenece definitivamente al afuera. fascinado. Por otro lado. no tiene asidero o no puede movilizarse sino enfrente de otro al que se mantiene exterior. cualquiera sea mi reticencia con respecto a entidades culturales que se manipulan a granel. por otra parte. el horismos. además. no se cruza la frontera entre adentro y afuera. a la vez del agora y de la orchestra. no se le aparece. ¿no podría también ser retomado – recuperado – desde esta perspectiva? Porque los griegos. cuando Sócrates le dice a Alcibíades que “tú y yo intercambiando frases es el alma que le habla al alma” (tei psychei pros ten psychen. ya que se permanece preso entonces entre el régimen patético del afecto y. el fondo sin fondo del alma. pero no de sujeto a sujeto. No puede entonces salir a la luz. al lado de cuya posibilidad pasaron. en donde lo íntimo conduce a precipitarse. y que convertirá en su recurso. Los griegos no consideraron otro acceso al absoluto sino por medio del conocimiento y la capacidad del famoso “intelecto”. ni se sospecha. Propondré pensar entonces lo íntimo como aquello cuyo concepto define negativamente a los griegos. psyché. el recurso al mismo tiempo del oleaje y del infinito que borran la frontera entre lo interior y lo exterior o que la tornan fugaz. cuyo carácter “posible”. en este sentido. Pues el alma. podemos dotarla de conciencia e incluso especular sobre su inmortalidad. Precisamente lo que descubre y promoverá el cristianismo. como lo comprobamos más en general. por lo tanto. tanto más violentamente. “que se sirve del cuerpo” como de una herramienta. o bien entre maneras de vivir y de comportarse. o sin que se encuentre con el Otro. puede ser planteada como principio vital o concebida como función moral. como lo que no desarrollaron. la elevación autárquica a la sabiduría y la formación ética. por otra parte. que antecede a pensar). incidentalmente. Alcibíades. se . como sustrato que permanece debajo del cambio en la física. Es decir sin que se pueda creer que la relación con el Otro pueda ser también una revelación. al entrar en relación con el Otro. o como aquello cuyos atributos se predican en la lógica. insisto. De tal modo. O si le dieron lugar a la necesidad de un sujeto.que no imagina (“imaginar”. ese “sujeto” nunca es más que un soporte de accidentes o de cualidades. pero no por ello los griegos la dotan de la capacidad apropiada. advertimos de pronto. de virtudes y caracteres que se enfrentan (aretai y ethé). es decir. y que tan a menudo sirve como denominación cómoda para desembarazarnos de su enigma. cuán lejos está esa fórmula de significar lo que posteriormente. 130 d). conocieron la relación de intelecto a intelecto. 3. Sin que por lo tanto se mezcle con el “alma”. pero con tanta mayor crudeza. en la cultura europea. dijo Platón. al pasar. ambas cosas que evidentemente van juntas. Lo que nos hemos acostumbrado a rotular con el término de “intelectualismo griego”. es decir. de experimentar lo infinito. “su-jeto” pensado como “sub-yacente” (el hypokeimenon de Aristóteles). De pronto tenemos la sensación brutal de que los “griegos” están efectivamente muy lejos de nosotros. a través suyo. No. aun cuando no se pueda individualizar en un sentimiento ni se reduzca a lo afectivo. cuando ya no es un principio de vitalidad.habrá llegado sin embargo a hacerle decir. subjetivamente al infinito o que hace descubrir lo infinito mediante su recurso? Y en Plotino lo que el alma “ve”. por purificación y conversión de la mirada. en él toda aspiración. además. evoca el “hombre interior” (ho iso anthropos. no tiene consistencia subjetiva que le sea propia. porque esa alma interior es de la misma naturaleza que el Alma del mundo. ¿no es acaso en primer lugar eso. cuando apela al desarrollo de un “adentro del alma” (to endon) que se aparte de las cosas exteriores. porque la perspectiva sigue siendo una elevación.¿habría ya dado un paso hacia lo íntimo? Me parece que no. Los griegos no salen de esa exigencia ética donde uno no se forma sino por sí mismo. el “otro”. 2) . y que el diálogo entablado no podrá ser más que un intercambio “teórico”. el prójimo. el gap. porque ese “adentro” no se entiende sino por oposición a los sentidos y por tanto rechaza todo compromiso con el cuerpo. puede acompañar ese perfeccionamiento. lo sensible “más interior” que se desplegará. como dije. V. O bien cuando Plotino. no es más que la “inteligencia” (nous) que constituye su forma y de la cual procede. o también cuando sólo considera el lenguaje hablado como una “imagen del lenguaje que está en el alma” (Enn. imitando el modelo divino y por medio del renunciamiento ascético. e incluso en su misma infinitud se experimenta de punta a punta de manera sensible. la infinitud de un “sí mismo” que se despoja de sí. también. Pero lo íntimo. a pesar de lo que esas fórmulas podrían hacer creer. Plotino no sale de la opción teórica donde el acceso al absoluto sólo se realiza por medio de la intelección. tampoco puede ser entendida entonces sino como instancia de racionalidad. I. Enn. es lo que se obtiene sin intención. No. pero permanece ajeno a su principio. que introduce el orden en lo sensible y mueve el cielo con un movimiento eterno. E incluso lo íntimo. sin ser a su vez más que su “materia” y su “receptáculo”. surgido del encuentro con el Otro y que nos revela por su franqueamiento. hacia una felicidad de contemplación por abstracción. no es regido por finalidad alguna. aquello a lo cual accede volviéndose hacia el “interior de sí misma”. de pronto advertimos el foso. heredero de Platón. según los viejos acoplamientos griegos que corresponden a la demiurgia y la imitación. por más que esté signada de religiosidad (y para nosotros esta es la paradoja que lo vuelve tan conmovedor en el . por el acto de compartir. 1). que el alma que te “habla”. i. se encierra en una intención solipsista. . El Dios al cual accedo entonces “rezándole a solas” (Enn. que ya de ninguna manera puede ser trascendida: ¿con qué recurso de lo íntimo podría entonces gratificarnos o tan sólo ser su mediador? O bien si en el Más allá celeste hay una “transparencia” de todos con respecto a todos. ese otro que entonces se puede atravesar por la mirada está desencarnado.. Así son definitivamente los griegos y es lo que nos separa de ellos. un Dios de Llamamiento. para enlazar su física del devenir con su preocupación ontológica. según proyecta Plotino. su trascendencia última. Los griegos. eis to eiso: “cada uno tiene todo en sí y ve todo en cada otro”. 1) – ¿acaso creeríamos que se trata de un Dios personal? – no es sin embargo un Dios-conciencia. sino el Uno primero hacia el cual retrocede el espíritu para admirar. e. Se elevará a la sabiduría solitariamente. al cabo de esa ascensión. Dios que me escucha y con el que me encuentro. con lo cual está ligado lo íntimo. sigue siendo una aspiración a la abstracción. V. y cada uno se manifiesta a todos “hasta en su interior” (en su “intimidad”. comenzaron por instaurar un dispositivo de lo “sub-yacente” o del “su-jeto”. y por lo tanto acontecimiental. no ya no posee rasgos ni un destino que lo singularicen: ya no tiene nada individual-existencial. que sólo es un soporte de atributos y de predicados. pero este último.final del helenismo). V. al no tener la experiencia del encuentro con el Otro. en sentido propio. como traduce Bréhier. está despojado de toda expansividad que lo desplegaría liberándolo de su reserva. de donde lo íntimo extrae su posibilidad. Enn. 8). De allí que su atención se dirija íntegramente a lo que se puede conservar de la vida. están fuertemente jerarquizadas. por consiguiente el último momento en que la cultura china todavía no ha sufrido la influencia de concepciones occidentales. ya que aparece como singular. Su autor pertenece a un momento de reacción en contra del gran aparato normativo de la cultura china. con pocos gastos. es marginal aunque infinitamente conmovedor lo que leemos en los Seis relatos de la vida flotante de Shen Fu (Fu sheng liu ji). vive modestamente de trabajos menores. El autor es a su vez un letrado. aunque no siguió esa carrera. me temo que también la investigación en ese caso quede trunca. cuando se pretende darle lugar a lo individual. Prosiguiendo la indagación. . la trama resulta entonces más disponible y puede captar lo incidental y lo apartado. de recuerdos y de notas tomadas “al correr de los días”. momento en el que se apunta a librarse del autoritarismo del poder. esclerosada y aún más rígida bajo el poder censor de los manchúes. Porque habitualmente de China se conoce sobre todo la importancia que le otorga al ritual y por ende a la separación de los sexos que garantiza la moralidad. “algo” efectivo. Por ejemplo. y como es sabido que las relaciones humanas.V – Vida flotante/vida anclada 1. por más fortuito. sospecharemos con razón que el acontecimiento de lo íntimo tuvo dificultades para hacerse reconocible. Tenemos pues un texto que data de fines del siglo XVIII. relaciones de benevolencia por un lado. adaptadas a la gran regulación natural del Cielo y de la Tierra. algo así como un desgarro. cuando se pregona el retorno a lo emocional y a lo “auténtico” (pu. que se añaden y se desgranan luego sin un orden estricto ni globalmente clasificados por temas. la vida frágil que no deja de disiparse. Porque sólo la expresión teñida de espontaneidad (xing ling) puede captar algo. más que de relatos propiamente dichos. ya que deshace a la vez la desigualdad de rango entre las personas y sólo pertenece a la vida privada. de sumisión por el otro. en el seno de esa gran funcionalidad social y de su suprema “armonía”? Pero resulta que el texto mencionado está escrito en primera persona y se presenta como unas “notas” tomadas con el correr de los días. por más tenue que sea. y que está compuesta. si para esbozar lo que sería una geografía cultural de lo “íntimo” vuelvo momentáneamente a la cultura china. en su particularidad. dice la literatura taoísta). y en contra de la literatura oficial. en primer lugar de la disertación escolar. o que haga falta primero ser un tanto más paciente y buscar en sus márgenes. ¿No introduciría acaso una disonancia. sin un gran objetivo al que se crea que puede dedicarse. por lo que conlleva de emoción no afectada. sino que anota al capricho del pincel (bi ji). y que se comparte entre esposos debido a la unión tácita. Si en este caso el autor no realiza pues un relato continuo que por su trama le conferiría demasiada consistencia. Pues contra el fondo de la vida que pasa. tan fugaz.vida “fugaz” que. eso íntimo finalmente no abre nada – no “prende” en nada? Se encuentran condiciones y manifestaciones de lo íntimo. No obstante. puesto que sólo en esos alveolos excavados por lo cotidiano. pero resultan desgranadas a lo largo de las páginas y a fin de cuentas no esbozan ninguna salida. que al menos no es artificial. me pregunto: ¿por qué entonces. nos aproxima a lo íntimo: “Notas de la alegría del dormitorio” (gui feng ji le). sólo cuenta en efecto la pequeña historia. a fin de cuentas. ¿no es lo que sólo puede conservarse modestamente (mínimamente) de todo ese fluir? El primer capítulo se refiere a la vida de a dos. en el hueco de esos pequeños hechos. dice Shen Fu. sin grandes hechos. y más aún del estruendo de los acontecimientos y los grandes sismos del mundo – sobre los cuales por otra parte Shen Fu se calla. ¿Qué se puede mencionar si no en primer lugar esas emociones fugitivas que surgen contra un fondo de entendimiento. apartados de los demás y en primer lugar de la gran familia china. en el “entre” de su conversación [entretien]: el ser de a dos las hace sobresalir. por poco sobresalientes que parezcan. Y lo íntimo. Vida “flotante”. de acontecimiento fortuito y que aún no está construido – y endurecido – por una perspectiva impuesta. es lo más destacable dentro de su discreción. en el intervalo de los negocios. cuando están presentes tantos ingredientes de una conciencia de lo íntimo. donde no se inscribe nada memorable. una vez superada la ilusión del orden estático impuesto. donde todo pasa y es arrastrado. entiéndase: de la vida matrimonial. la que se vive de a dos. releyendo un texto así. el retiro y la connivencia? O digamos más bien que esas ocasiones-emociones sólo se perciben de a dos y gracias a su connivencia. Hay verdadera ternura . no conservamos sino aquello que en principio consideraríamos no esencial. histórico ni importante. es porque lo anecdótico es lo único apreciable o porque lo accidental tiene valor indicial. se guarda lo vivido: lo emocional y tan furtivo. inestable. evanescente. sin una causa reputada como noble a la cual vincularse. 2. por sí solo. se descubre sin constancia y sin consistencia. El título de ese capítulo. completamente dentro de la esfera de lo privado. De la vida “flotante” (fu sheng). incluso de manera típica. es decir que de esa relación no se desprende la posibilidad de ninguna gran inversión o alteración. e incluso resulta conmovedora. O también existe entre los dos el anhelo. un “otro” que ya no es el prójimo. Quizás no sea entonces tanto el ritual o la desigualdad de las condiciones. sino en primer lugar el hecho de que no salimos de lo emocional y lo afectivo. hay también complicidad de gestos mencionados al pasar: la mano que se toma bajo la mesa. de sororal (se casaron jóvenes y por consentimiento de las familias). que hace pasar bruscamente del afuera indiferente al adentro de la intimidad. incluso en otras vidas. según dije. un retiro. un sí mismo que ya no esté limitado a “sí”. pero ninguna esperanza loca. la revelación de un infinito posible en lo más interior de sí mismo. como opción. el día de bodas.entre los esposos. formulado en la frontera de la creencia y la convención. aun cuando el autor. tales como son tradicionales en China. Del mismo modo. No ocurre súbitamente el acontecimiento que cambia todo. de que su unión pueda durar para siempre. un repliegue. por su intrusión en nuestro espacio interior. Pero todos esos rasgos siguen estando en el orden de la inclinación. No interviene la decisión – la aventura y el riesgo – de una conversión a lo íntimo. pero ese lazo conserva algo. En otros términos. En ella no se anuncia una Buena Nueva. a través de otras reencarnaciones. o “sienes contra sienes”. el único confiable. según confiesa al pasar. para ese “uno mismo”. no se constituyen en una posibilidad disidente frente al orden del mundo y a las elecciones o no elecciones de los demás – “posibilidad” que forme un cimiento sobre el cual se apoyarían y que produciría una revolución en la vida. el otro en tanto que otro en tanto que singular: el Otro que al mismo tiempo puede. . no se ha realizado por la mediación de Otro que se alza de pronto del fondo del mundo y se destaca. en su principio es inaudito. los que obstaculizan lo íntimo en este caso. porque primero es percibido como absolutamente exterior. Pero podemos preguntarnos primero si en cada uno de ellos se produjo el encuentro con el Otro. no coagulan. hay apartes en el corredor. como dice delicadamente el chino. digamos. ya que están ligados entre sí como “la sombra y el cuerpo”. es decir que haga surgir un recurso infinito en ese nosotros compartido. hacer surgir algo más adentro de uno mismo. que lo destaque como experiencia propia y que. La relación con el otro abre un margen. por así decir. considera a su esposa todavía demasiado apegada a ellos. Encontrar al “otro”. y que puede servir a partir de entonces como asidero. el miedo a la intrusión de los otros y todo lo furtivo de una relación que intenta ponerse a resguardo de las agresiones del mundo. impide la constitución de una subjetividad. se distinguen nítidamente de lo que leemos en los capítulos siguientes sobre el delicado atractivo sentido por los arreglos florales y los paisajes. Pero como no se percibe la vida humana. y nuestras dos almas se unieron en una nube. para lo íntimo supere el estadio del sentimiento y se promueve como experiencia que hace mutar la existencia. no hay que olvidar que “alma” en China sólo designa un vago principio vital (con la muerte. como “sub-yacimiento” de un yo. en chino. La humanidad del Otro (¿pero se ha constituido verdaderamente como “otro”?). se dice popularmente. los oídos zumbando. si la atracción que ejercen los esposos uno respecto del otro. como es común en esa época en China. puedan cristalizarse en una perspectiva de vida y una razón de ser. al igual que el curso de las cosas. se separa por completo. que funde la condición de posibilidad de lo sub-jetivo y de su expansión. en el fondo. p. haría falta que se encontrase un soporte. ¿Hay acaso “alma” propiamente dicha. ni “nosotros” ni “nuestras” así como no se expresa la “unión”. sino arrastrada en una continua “flotación” y vacilación. olvidadas de sus cuerpos” (Pierre Ryckmans. o un “sub-yacimiento”. sin un absoluto al que aferrarse. hecho de budismo. 23). sea a la vez el revelador y la profundización. como soporte de lo íntimo? Cuando se traduce. hay tres que regresan al cielo. Incluso me preguntaría. ni mucho menos dogmatizado. La fórmula expresa un éxtasis por sustracción de la limitación física y fusión con el flujo decantado – en continua transformación – de las cosas. Si se traduce con más precisión (porque no hay que apresurarse a asimilar y volver a hallar lo que se espera al traducir): “De dos seres humanos. ¿se destaca tan radicalmente. pero no una comunión entre dos “sujetos” que perdura en el devenir. con motivo del reencuentro de los esposos: “Nuestras manos se estrecharon. dado que no encuentran sostén. donde lo íntimo. Si el fondo de religiosidad que entrevemos en esas páginas nunca es explicitado. sin un “Ser” al que aferrarse. siete a la tierra) y que tampoco figuran allí. con el que se mezcla el “taoísmo” del Zhuangzi tan familiar para los letrados apartados del mundo. no por ello dejamos de sospechar en efecto de qué sincretismo emana. en el seno de esa rapsodia continua de sensaciones-emociones? Vale decir que.Es decir que la universal impermanencia en la que esas vidas se descubren y que las arrastra. mediante el encuentro con el Otro. así como su carácter infinitamente conmovedor. extraviados. se torna entonces imposible que la ternura así como la connivencia que se entablan entre esas personas. . alma(s) vagamente transformarse en humo volverse nube”. nos quedamos sin voz. 3. A la vida “flotante” (fu sheng), la que se desgrana con el correr de los días, sólo siguiendo ese encadenamiento de los días como único medio, que por lo tanto no se relaciona con nada más que sí misma, no se funda en nada, no es atribuible a nada, se basa íntegramente en su reiteración de noches y mañanas, de días y horas, de estaciones y de emociones, Shen Fu se abstiene en efecto de añadirle nada que la rija, la guíe, la salve y le sirva de fin – que la transforme en destino. Solamente están las puestas y las salidas de los astros, los encuentros esperados o acaecidos, los hábitos adquiridos y las sorpresas, hojas que caen y flores que despuntan, el viento que inunda de tibieza el borde del agua o que se convierte en tormenta. También están las dos existencias tan tiernamente enlazadas entre sí, pero que a su vez no son nada más que esa evanescencia común. O más bien no se contienen a “sí mismas”, no tienen un en sí firme que las estabilice: leves briznas que están siendo arrastradas. De modo que lo que se enlaza entre ellas, en el seno de ese flujo generalizado, no desemboca en nada, no les descubre nada. Si hay intimidad, no existe perspectiva en la que pueda desembocar. Porque en el curso “flotante” de la vida que se contenta con relatar Shen Fu y que no se deja encorsetar en ninguna verdad que se sostenga, no hay ninguna elección que verdaderamente se imponga, no se encuentra una alternativa o un momento crucial a partir de donde se resuelva el juicio, donde la vida se decida y pueda erigirse. En resumen, no hay una gran “apuesta” que valga. O si hay elección, será solamente la apuesta mínima como la única que cuenta, la elección del gusto: entre sabores de comidas u olores de plantas, en el arte refinado de adornar el momento, variarlo y hacerlo durar, destacando, más que el decorado, su ambiente y su intensidad. Puesto que sólo importa el momento, que sólo lo fenoménico existe, y dado que no hay otra función para la interioridad, en definitiva, más que transformar la sensación en emoción, o el hecho en afecto. En efecto, afuera no existe nada más que el agua que se irisa o la luz que declina; adentro, sólo su impresión. Una elección que se refiere pues a una infinidad de “pequeñas cosas”, próximas, buscadas con simplicidad, según una apreciación cultivada, hecha por preferencia y no por exclusión, pero que basta para hacer la diferencia. Son (constituyen) el canto de la evanescencia de la vida: “encanto” de lo que ya siempre se va; que atrae tanto más en la medida en que se retira, ya teñido de nostalgia, y que solamente podemos “recoger”, como lo dijo el estetismo en toda época y en todo lugar. “Recoger”: la fórmula se queda allí, se niega a la profundización. Porque justamente no se podría profundizar sino construyendo alternativas, erigiendo opciones, es decir, instaurando la “verdad”. Shen Fu representa así, en la culminación de la tradición china, el extremo de la vida flotante, aunque no “errante” (en el sentido de la “conciencia errante” en el lenguaje teológico europeo), a la vez con su explotación estética del curso de los días – a merced de las impresiones – y con su registro afectivo pero que se abstiene de lo patético, pues mantiene delicadamente la mesura entre ambos. Vida frágil, inestable, no orientada, salvo por la declinación que la amenaza de entrada, la sustracción que ya socava toda aparición; ninguna ontología, ni tampoco ningún Mensaje, está detrás. La vida desaparece tal como apareció; aun cuando se queman palos de incienso y se dicen plegarias, no se “cree” tener en verdad asidero en ese flujo - ¿se plantea además la cuestión? El estetismo no deja de complacerse en ese ritualismo, aunque tampoco se abstiene de investirlo y de reducirlo. Porque no hay nada que tome efectivamente a su cargo esa inmanencia; tampoco por lo tanto algo sobre lo cual la conciencia de lo íntimo, en su relación con el “otro”, pueda basarse para desarrollarse. 4. Frente a lo cual, si vuelvo a Agustín, éste instaura el más violento contraste: para sacar a su existencia de la vacilación generalizada, Agustín escoge fijarla de manera definitiva. Calzarla sobre lo eterno, pero que también sea personal, integrarla en una Historia, pero que sea de la Salvación y pueda servir así de estuche y de receptáculo para su interioridad en deriva. Una vida ya no tenue, sino sostenida – vida resuelta. Al efectuar la articulación, después de ya dos siglos de patrística, entre la ontología y la escatología, entre el Ser y el Fin, entre la fundación en el Ser (que viene de los griegos) y la afirmación de un Sentido (“judeocristiano”), Agustín se implica por completo en esa decisión, que interviene de una vez por todas, decisión abrupta, tal total como arbitraria, de terminar con el tambaleo de la vida – de anclar la vida. Entre los dos, si se nos permite sacarlos de su contexto y que los pongamos uno junto al otro, estos pensamientos abren de modo ejemplar el abanico de los posibles, por su diferencia, e incluso forman una alternativa en su abstracción. Y además, ¿no se trataría de la alternativa por excelencia? Erigen antípodas entre las cuales escogemos nuestras vidas. Porque Agustín, por su lado, al menos ha decidido, y sin dejar de repetir y de justificar ese gesto, con ese anclaje forma la “verdad”. Agustín en el fondo no hace nada más que mostrar el puerto al cual arribar para salir de esa “flotación” y llegar a arrojar el ancla. No solamente todos los predicados considerados positivos son retirados de lo efímero y de lo ambiguo, y absolutizados como tales, puesto que sólo “son” en verdad el Ser, lo eterno, lo absolutamente bueno (y por tal motivo Agustín se enfrenta tanto con el maniqueísmo, tras haber sido seducido por él, ya que éste los opone a sus contrarios, a los que hace existir igualmente). Pero resulta que esa idealidad se encuentra inscripta por el cristianismo en una Alianza donde cada vida adquiere su sentido, encarnada en una Persona a la que cada uno se dirige, planteada ya no como principio, sino como Sujeto primero, el mismo del cual procede toda subjetividad. El Ser se ha vuelto el Otro; el Otro, el “Tú”. Ya no se accede al absoluto por la senda de la teorización y la abstracción, como entre los griegos, sino confiándose a “Él”, el Dios de “vida”. Y una vez tomada esta resolución, toda vida – toda la vida – se deja entusiasmar por esa adhesión. Agustín convierte a “Dios” en el lugar de todo recibimiento y de todo destino, y su resolución equivale a conversión. Necesito anclar mi vida, sacarla de ese tránsito, poner fin a su fugacidad y su “flotación”, y para ello, supongo a Dios. “Dios”, como Otro y como Exterior, es (nombra) la base o el cimiento de mi vida: ya no vivo una vida que “va”, sino una vida referida, atrapado por aquello que la fija, y a esa indexación la llamo “fe”. No me pregunto si “creo” en Dios, o la pregunta sólo aparece a posteriori, en un discurso retrospectivo de justificación; sino que decido, porque ya no estoy en lo efímero y la vacilación, instaurar a “Dios” como compañero de mi vida y única referencia – Agustín nunca sale de esa arbitrariedad inicial que, en las Confesiones, no hace más que comentar. La pregunta: “¿existe Dios?” (“¿Y si Dios no existiera?”) no lo afecta. Más exactamente, no la encuentra en esa necesidad de expandirse en Él de donde proviene lo íntimo. 5. Es decir que esa manera de plantear a “Dios”, según creo, por la revolución que realiza, abrió – descubrió – la posibilidad de lo íntimo en Occidente. Porque ya es tiempo de pensar el cristianismo no desde el punto de vista del dogma y de la fe (“creer” en él o no); ni tampoco con respecto a la historia de las religiones o de las sociedades (como forma del monoteísmo o bien, por ejemplo, en la relación que mantuvo con lo político); ni tampoco sólo según la historia de las ideas así como la influencia que ejerció en Europa sobre el desarrollo de la filosofía (es sabido, por ejemplo, que el inicio del mismo cogito está en Agustín). Distingamos también de la tradicional filosofía cristiana lo que sería esta filosofía del cristianismo. La que haría considerar el cristianismo desde un punto de vista que ya no sea propiamente interno (dogmático) ni se perforó un túnel. porque aportó la idea de un acontecimiento que cambia todo y de tal modo que puede hacer tambalear la existencia. Una posibilidad que no imaginaba se abre de pronto ante mí. ¿no puede ser también la más ordinaria? Tan inaudita como lo es.tampoco externo (cultural y social). hacen caer la barrera. Ahora bien. Y creo que podemos recapitular al menos tres aspectos en los cuales el cristianismo promovió lo íntimo. la alteración es tanto mayor en la medida en que todo parece seguir su curso habitual y que nada necesita exhibirse. es decir. que se elige asumir. Otras tantas condiciones de posibilidad que hay que evaluar hasta qué punto son inventivas. cuando nada más queda aparte. según enseña el cristianismo. en qué transformó e hizo mutar nuestra experiencia. En primer lugar. Sin embargo. y se preservaba – se pertenecía. aun si eso no se muestra. como decía Nietzsche. y finalmente. sino con y por Otro. aunque también de reserva. sino preguntándonos lo que promovió como recurso y posibilidad dentro de lo humano: en qué medida nos ha “formado”. entre el Otro y uno mismo. pero en lo más interior – que buscará ese fondo y lo da vuelta (Pablo en el camino a Damasco): de pronto ya nada será como antes. Hasta el punto en que aquello que yo no pensaba – no imaginaba – efectivamente se realiza. Pero eso no es posible. como lo afirma el cristianismo? Hasta entonces estaban entre ellos en una relación en suma bastante banal. Porque le debemos al cristianismo – “debemos” significa que lo obtenemos de él – la conciencia (confianza) de que una decisión puede irrumpir en nuestras vidas y llevarse todo con su acontecimiento. hasta de seducción. ya independientemente de toda creencia. hasta el punto en que uno sea desapoderado de “sí” para poder encontrarse más. como suele decirse. es decir. de un sitio al otro – “sitio” como quien dice fortaleza. que ya no es más que el “resto”. Luego. Ya sea que se llama soledad o autarquía a ese aparato de defensa de todos y . por medio del acontecimiento del encuentro. que incluía también lo aparente y el interés. Pero. de pronto un día. porque produjo un lugar propio de lo íntimo al desplegar una subjetividad infinita. esa historia excepcional. Cada cual conservaba la mesura. y ellos aceptaron progresivamente que hubiera caído: se emplazó un puente. ¿no está acaso siempre a nuestro alcance. o más bien la barrera se cayó entre ellos. porque hizo levantar la barrera. tal es el acontecimiento de lo íntimo. su “actitud reservada”. Inversión de arriba abajo. que se deje así invadir todo el resto. luego. Hasta el punto en que se espera todo. ¿qué significa ese “todo”? Que una alteración – un vuelco – puede efectuarse en la relación con el Otro. hecha de inclinación. nada parece haber cambiado para los demás. aunque ese día es por supuesto un resultado. arriesgar. en mí. Por otro lado. De hecho. a posteriori. tanto más me revela una posible interioridad. Y el cristianismo aportó la dimensión del acontecimiento “loco”. sino que también es infinita. que en la experiencia de lo íntimo el otro pueda revelar así que me habita resulta aportado por el cristianismo de dos maneras o en los dos sentidos. o de lo que llamaría lo “demoledor”. que dejen (o acepten) que sus vidas resulten alteradas. no es tanto que ocurra algo importante (que una noche ella se haya “entregado”). incluso me descubre al penetrar dentro de mí algo “más adentro” de mí. O bien diría: la Exterioridad infinita (del Infinito) abre en mí una interioridad que ya no está cerrada. Por otra parte. Cuanto más se lo supone exterior al mundo y lo trasciende. sino que también se sobrepasa el límite de lo que uno se debe a sí mismo. se encuentran del mismo lado. Se podrá evaluar con tiempo. que de pronto hace tambalear todo. hasta el punto de no ver más que un afloramiento sonoro. todo lo que condujo a ese resultado mediante una transformación silenciosa y por transición. “Dios” denomina a ese Afuera inconmensurable (el que pone en escena la Creación) y que por ese trastocamiento se muestra súbitamente vuelto hacia mí y dirigiéndose a mí. moria). no solamente se cruza el pantano de lo social. lo íntimo que me descubre es al mismo tiempo infinito. Como por encanto. y la ahonda. que ellos lleguen a extraer las consecuencias de esa penetración abriendo un interior compartido. a la vez totalmente hombre y totalmente Dios (la idea original del cristianismo): que aquel que es uno con Dios pueda experimentar mi pena o mi alegría. la frontera del “prójimo”. al “otro” –. en cambio. por tal motivo. por un lado. en su caso.cada uno (que forma a “cada uno”). aunque les cueste creerlo y titubeen por la novedad – frente al “mundo”. madurado largo tiempo. se encuentra abolido. es desmantelado piedra por piedra. y que por irrupción-mediación del Otro puede comenzar un curso diferente de las cosas dentro de mi vida: lo que se llama “encuentro”. como yo – en mi humanidad. aunque sin dejar de afirmar que lo inaudito – lo increíble – puede pasar. sino que sean llevados más o menos temprano a asumirlo: que sea generado un “tú” totalmente distinto. 6. Pues. en mí mismo. Lo que expresa la encarnación de Cristo. reconociéndose como loco (la “locura” de la Cruz. de lo que conformaba la propiedad de un “sí mismo”. implantó pues la posibilidad de un milagro proveniente del Otro y que procede de una decisiónaceptación semejante. lo importante es que lo conviertan en el acontecimiento que cambia todo. Si el desencadenante pudo ser que se encontraran cuerpo a cuerpo. ese . Por este motivo es que Agustín sólo puede empezar sus Confesiones con estas palabras: “Eres grande. pero en cambio no se deja de hablar a Dios. es al mismo tiempo quien otorga su condición de posibilidad a un sujeto efectivo. yo adquiero su consistencia: la profundidad mía que abre en el fondo de mí es aun más sólida puesto que puede ser erigida en adelante como “templo” donde rogarle. E incluso el budismo desgarra de golpe el velo de Maya que hace creer en un “yo”. “yo” puedo efectivamente existir. Precisamente porque (en la medida en que) se constituyó ese Tú descubierto en mí (“Dios”). un sujeto puede conocerse en su verdad y descubrirse comprometido en un devenir infinito al mismo tiempo que es singular. no puedo seguir encerrado en ese “yo”. Por lo tanto. vale decir. la que puede hacer cualquiera. Al bucear en “mí”. me encuentro en “mí”. aun cuando esté haciendo lo que llamaríamos una autobiografía. porque un “tú” (Dios) es erigido (sentido) al comienzo de mi existencia (lo que significa que fui “creado”). Dios. En la medida en que Dios me conoce. hace que haya una verdad posible de ese “yo”: “¿Quién podría enseñármelo sino aquel que ilumina mi corazón y lo libra de tinieblas?”. por la irrupción de un Afuera en mí. o más bien digamos ese recurso (porque se trata de sacarle partido). puede desplegarse una subjetividad del yo. que “ve” todo de mí (“Tú que has contado mis cabellos…”). aunque sea el primero que aparece. Shen Fu nunca se detuvo en lo que sería su “yo”. Por la intimidad de Dios en mí. al dirigirme a “ti”. . remitiendo a la vez al yo y al mundo dentro de la ilusión del deseo. al ser Dios incluso “más interior que lo íntimo en mí”. es ante quien me descubro. y liberémoslo de aquello que lo oculta históricamente o dogmáticamente. que desborda ese “yo”. De modo que detengámonos en esa originalidad. la que cualquiera puede vivir en todo momento con quien ha decidido. se convierte a su vez en apertura a ese Afuera y en un llamado al Otro. entablar una relación “íntima”. En sus notas de la “vida flotante”. y descubro la necesidad de invocar a un “Tú”. a la luz de lo que describe Agustín. que el cristianismo nos muestra. un yo puede instaurarse. es que “yo” puedo acceder al Ser.interior que se siente más adentro de mí (que “yo”). Su “verdad” es la posibilidad que instaura: un “yo” sale de su “flotación” y de su vacilación gracias a un “Tú”. Señor…”. Dios (“Tú”) es lo que me hace ver mi verdad. No se puede hablar de Dios (que se retrae enseguida en lo inefable). Se trata de la experiencia que configura la universalidad del cristianismo. de dirigirse a él: es el Otro a quien le hablo. De las Confesiones de Agustín a las Confesiones de Rousseau. Tanto trabajo . Tal desvinculación. Pero ese “tú” va a desligarse del Dios que lo produjo. sino que promueve así lo íntimo humano.Una vez que apareció esta fuente de lo íntimo en la Historia. como se sabe. Conservando el dispositivo de Agustín. Porque eso llevó tantos siglos en Europa. e incluso es lo que intelectualmente y en primer lugar conformó a “Europa”. en relación a “Ti”. que será el gran dispositivo del pensamiento europeo. ya sólo quedaba explotarla en un plano propiamente humano. que desemboca en Montaigne. es la historia de nuestra modernidad que comienza en Rousseau.¿acaso todo su trabajo? – consistió en ello. como pretendió hacerlo una larga tradición en Europa. la fórmula es irónica de mi parte. Mientras que el arte de Shen Fu consistía en recoger impresiones personales que se desgranaban con el curso inconstante de los días. dado que se realiza ante “Dios”. . incluso en la vida en pareja. por la misma época Rousseau no sólo procura conocerse. “Ya sólo quedaba…”: por supuesto. Tampoco le basta con “sacarse la máscara”. ¿en qué consiste ese “todo” que pensamos decir? ¿Cuál es el “todo” o aun solamente ese algo al que abro así un acceso en mí? ¿Es verdaderamente decir “todo” lo que importa – no ocultaré nada – o es más bien hasta dónde logro (“pienso”) decir – y en primer lugar captar – lo que hace ese “yo” (exclaustrándose de sí mismo)? Porque el “todo” por “publicar” puede corresponder a sus “acciones” y aun a sus pensamientos “impublicables”. la que denigran los hugonotes en contra de los católicos. que se describa y que cuente. que se dedique a representarse e incluso que se complazca en ello. no tiene la gratuidad de lo íntimo que va a expandirse. pero. Se conoce la regla que se impuso el autor de los Ensayos: “Me ordené atreverme a decir todo lo que me atrevo a hacer…” (“Sobre unos versos de Virgilio”). Lo íntimo es algo muy distinto. Caso contrario. Porque lo que Montaigne “confiesa” sobre él todavía depende de la observación moral. en quien se puede confiar. como también lo dice Montaigne.” Montaigne no dudará en hacer “ver su vicio y estudiarlo para reiterarlo”. los errores no sólo de sus “opiniones”. Por otra parte. No por ello se accedió a la posibilidad de lo íntimo en sí mismo. “obligarse a decir todo”. Lo prueba Montaigne. aspira a estudiarse para comportarse mejor. Sin embargo. se puede querer confesar. Pascal. ¿por qué sospecharíamos que no es tan sincero como pretende? En resumen. De modo que el “yo” que produce Montaigne es un yo que todavía se posee. Es posible. ¿qué puede significar entonces esa “confesión”? A diferencia de la confesión “privada y auricular”.VI – Acceder a lo íntimo – Rousseau 1. como pretende Montaigne. “La peor de mis acciones y condiciones no me parece tan fea como considero feo y cobarde no atreverme a confesarla. No solamente es preciso que un “yo” hable de “sí”. lo personal que ofrece responde a la generalidad de la máxima e induce a ella. sinceridad no es intimidad. Pero. No se habría equivocado. Ni siquiera alcanza con que pretenda confesarse y “decirlo todo”. . para que acceda a la fuente de lo íntimo en el interior de sí. “yo me confieso en público – dice el autor de los Ensayos – religiosa y puramente”. no es ésa la radicalidad o penetración de lo íntimo. a entregarse. Yo “me veo” y “me busco hasta en las entrañas” y sé “lo que me pertenece”. no le habría reprochado a Montaigne el “necio” proyecto de “describirse”. y que no tiende más que a compartir. tomémoslo literalmente: “Estoy ávido de hacerme conocer…”. tal como lo hacen Agustín y los Padres. sino también de sus “costumbres” – sin embargo. Por lo cual. se relata. sirve para conocer(se). Por tal motivo. no accede a lo íntimo. actúa en consonancia con el pensamiento que se relaja. apelar no indiferentemente al prójimo. se recuerda. el más fugaz y al mismo tiempo expansivo. . Ahora bien. es porque promovió un yo abierto al encuentro-acontecimiento. Montaigne se describe. para ir a sondear lo íntimo en uno mismo – esta es la otra enseñanza del cristianismo. pero no deja que su memoria vuelva. aunque ese “tú” fuera solamente de apelación o de invocación. al mismo tiempo que es lo más personal. con intención moral y edificante. Al mismo tiempo. se asocia a un lugar. en tanto que deja pasar más allá del yo y lo desborda: el íntimo no es solitario. sino a Otro. Su “decir todo” sigue siendo el “decir todo” – la parresia – de los estoicos. se impregna del paisaje. como sí “pensativo” o “soñador”. que está más inclinado a recoger que a capturar – vale decir que aquello que produce entonces como desprendimiento lo torna más difícil de captar. o más bien lo recordamos menos de lo que vuelve incidentalmente a la memoria. si lo íntimo apela a compartir. sigue estando en el orden del exemplum y de la propiedad. para buscar eso íntimo en el fondo de sí. que sigue siendo independiente. quisiéramos menos “confesarlo” que confiarlo. sino el más solidario. inquisidor. sino lo que está más retirado. Pero si el cristianismo rompió con ese yo autárquico de la sabiduría. Su “yo” ilustra. Porque tiene pregnancia y no es aislable. que se experimenta singularmente al mismo tiempo que desposee de ese “yo” en lo más profundo de sí.Porque. aun siendo singular. contiene una verdad más íntegra. a una hora. por más privilegiada que fuera. pero no necesariamente lo que estaría más oculto. De allí que tiende menos a hacerse “conocer” que a hacerse compartir. se estudia menos de lo que se lo recuerda. debido a esa desapropiación. y cuando nos vuelve. ¿se puede tener/dar acceso a eso íntimo confesándose “públicamente” ante el “prójimo” (aun si “no me importa a cuántos”. incluso su relación con La Boétie. que salga a la superficie. se aprehende circunstancialmente y por el ambiente. No va más lejos. y que tampoco es guiado siquiera por una meta o intención: lo íntimo no procura instruirse más. al mismo tiempo que es lo menos poseído. como dice Montaigne)? ¿O no hace falta más bien. se pertenece. al otro en general. Lo hallamos en un modo o en un espíritu que no es tanto especulativo. es evasivo y por consiguiente inapropiable. y dirigirse a un “Tú”? Hace falta un “Tú” frente al “yo”. ¿qué es “lo más interior” que brinda lo íntimo? Es lo que se alcanza en uno mismo. viendo sin ser visto. llegando hasta el arrobamiento. pero. del placer de la caza que concluye en la presa. En cuanto a ella. anhelando lo inalcanzable: de una y otra parte. que sólo la persigue en tanto que su deseo . Puesto que el teorema básico es. e incluso el proyecto de penetración apenas está velado: la noche en que se introdujo furtivamente en el recinto. si por el contrario se entrega (“cae”). Por lo tanto. Madame de Clèves sigue siendo una presa para el señor de Nemours: “… sintió sin embargo un placer notable al haberla reducido a ese extremo”. sabe que su amante sólo es ferviente porque sigue siendo “contrariado”. Porque se abstiene efectivamente de concluir. contra el fondo de un “tú”. Y en primer lugar por qué no se promovió una relación íntima allí donde sin embargo más naturalmente se la habría esperado: en la literatura novelesca. nos preguntaremos por qué ese acceso íntimo a sí mismo. Pero cada uno permanece en sí mismo. A partir de allí. antigua pero recuperada por el cristianismo. y no va más allá. derrota y búsqueda de debilidades. pensando en él con pasión… También él puede permanecer días enteros pensando en ella. o más bien lo íntimo en uno mismo. en la medida en que está dedicada a la relación amorosa. más deseada es. descubre. la novela clásica sigue siendo lo que es: se limita a la persecución del objeto deseado así como a su estrategia de asedio. se heroifica. ¿por qué los amantes estarían condenados a escapar uno del otro para seguir siendo amantes? ¿No es acaso porque no pudieron acceder a lo íntimo? ¿Porque no lograron producir lo íntimo entre ellos? Madame de La Fayette puede conducir al duque de Nemours al punto culminante de la conquista. Preguntémonos: los personajes de la Época clásica están más dotados de psicología. que cuanto más se rehúsa la mujer. debido a que el recurso de lo íntimo no se descubre. ya sólo podrá ser abandonada. asalto. encerrado en su perspectiva y su intención. sorpresa. si el único motor de la narración es el de los obstáculos que provienen del mundo o de la resistencia interior. cada cual se eleva y se engrandece. Pero. tardó tanto tiempo en emerger en el seno del pensamiento europeo. y por tanto de determinación interior. de la decepción inherente a la satisfacción.2. no salimos de esa dialéctica. que los de la Antigüedad. del “deseo” saciado que se vuelve “asco”. detrás de la ventana. a la princesa de Clèves que se levanta para iluminar un retrato suyo. vale decir. ya que le servía también al ascetismo. porque cargan con menos destino sobre ellos. por medio de esa ascesis y esa privación. como se sabe. ¿están por ello más avanzados en la exploración-explotación de lo íntimo? Antes bien creeríamos que. tras haber cruzado la cerca y llegar a la ventana abierta. ¿y después? Los amantes no ingresan en presencia – en confianza – uno del otro. uno frente al otro. pero. Está sobre todo la escena final donde habría podido iniciarse una vida compartida: Madame de Clèves es libre y se arregla una cita con el duque. y no brinda bastante aspereza narrativa. no es tanto por pesimismo (jansenismo). hay momentos en que los amantes están a punto de precipitarse en lo íntimo. se enternece y confía. Pero lógicamente (¿perversamente?) para no seguir adelante. de la escena clásica. ¿podemos adjudicarle a la novelista esta percepción? Más bien hay que ver allí lo que encierra definitivamente a la Época clásica en su pasado y la aleja igualmente de nosotros. El acceso al “tú” no ocurrió. me parece que no es otra cosa que el recurso de lo íntimo y está dentro de su concepto. apartados de las consideraciones. ni uno ni la otra salen de su alegato razonado y de su intencionalidad. a las que pueda adherirse. Finalmente están solos. ¿O cómo nombrar entonces. O digamos también que la modernidad se inventa al hacer que se pase de la famosa profundidad psicológica. a semejanza de la Antigüedad. peripecias. Porque su autora no concibe cómo hacer surgir lo íntimo entre ellos. un giro es indicado por Rousseau al hacer cambiar el sentido mismo de la “confesión”. Saben su precio. Cuando son llevados a encerrarse juntos para rehacer la carta esperada. si no así. aquello que la separa de la modernidad? Ya que lo que se descubre con el romanticismo. En ese aspecto. el nosotros del compartir. se demoran y no desaprovechan ese momento de complicidad. Y Madame de Clèves en efecto se entrega por primera vez. en ese momento extremo que apelaba a la superación-desbordamiento de sí. introspectiva. y que constituye la modernidad. De modo que cada uno de sus personajes. Porque está claro que no estamos ahora sólo en la historia de las ideas. Lo íntimo hace . a la promoción de lo íntimo que la deshace. como tantas veces se dijo. Ni una vez llegan sencillamente a decir “nosotros”. Y si Madame de La Fayette encierra y fija a su heroína en esa convicción de que el amor satisfecho sólo puede ser decepcionado. que aísla a cada uno en su yo. sino porque ella misma no considera un posible más allá de la pasión.no es saciado . No obstante. ¿O acaso podríamos creer que la novelista conscientemente evitó lo íntimo como aquello que de todas maneras anularía la narración? Pues es verdad que lo íntimo se sustrae del relato dramático. obteniendo placer – un placer robado – en ese “aire de misterio y de confidencia”. las miradas y los intrusos. el recurso de lo íntimo sigue siendo inviable y su historia lógicamente no tiene continuidad. no deja de argumentar. proyectándose en una vida de a dos. Por supuesto. de la manera más general. remitiéndolo a lo humano. No. y es el más profundamente humano. es precisamente esto. Aquel (el Hijo) al que nada de “lo más interior” de lo humano se le podría escapar. Hay que creer en la posibilidad de lo nuevo en la Historia. pero desplazando su postura. Éste se halla pues iluminado de entrada por una relación con el “Tú” que lo conduce a la expansión. si algo puede convencernos de una historicidad de lo humano. aunque sin dudas hacía falta toda esa retórica para atreverse a hacerlo. aunque sea una ficción. a lo que en adelante se llamará el “alma” y que no es otra cosa que la propia capacidad para lo íntimo y su vibración infinita. . que va de lo sensible a lo metafísico. Por supuesto que también Rousseau no sitúa esa novedad en donde se debe (no tiene la distancia adecuada para hacerlo). incluso en el ámbito tradicionalmente más recalcitrante en ese aspecto: lo que llaman el “corazón humano”. se pueden burlar todo lo que quieran (Dios sabe que lo hicieron) – pero no se equivoca. en definitiva. el Dios de Agustín. no comprometido por él (el Padre). en la primera línea de las Confesiones. En una forma dramática y declamatoria. el dispositivo de dirigirse y de invocar a un “Tú”. siempre se podrán buscar (encontrar) precursores y predecesores de Rousseau (especialmente entre los poetas). adquiere dimensión de “eterno” y de “verdad” (los mismos términos de Rousseau en ese comienzo): se atreve no tanto a “conocerse”. en ese comienzo. de los miramientos y las reservas. Por lo tanto. porque ya Agustín lo hizo. su sufrimiento y su desencadenamiento. ese incipit plantea de entrada la instancia gracias a la cual. y que incluso pueda encontrar placer en esa autoacusación. y sobre todo de cualquier interés. ya que él mismo lo experimentó. cosa que ya Montaigne pretendió hacer. tampoco es que se atreva a confesar lo inconfesable (“despreciable y vil cuando lo he sido…”). el descubrimiento del sí mismo más interno se desembaraza. sino a confiarse. que su proyecto es nuevo e incluso que “nunca tuvo antecedentes”. al mismo tiempo que se tiende hacia lo absoluto en la aspiración a compartir: “Revelé mi interior tal como tú mismo lo viste…”.pasar de lo que se llamaba tradicionalmente el “corazón”. De tal modo. Porque no es que se describa exactamente “del natural”. Porque “Dios” (el Dios cristiano) está a la vez separado de lo humano. cuando Rousseau declara de entrada. “Dios” nombra al Otro o a lo Exterior ante lo cual un yosujeto se descubre. como lugar de la pasión. en resumen. su novedad está en que Rousseau mantiene. según el viejo principio heredado. en su principio. se desprende del compromiso y de la apariencia. 3. de intimidad: no solamente ya no la amenazan. interiormente y bajo la piel. cualquiera sea el obstáculo que se ponga luego a esa transparencia. que aunque tenga eficacia no deja de ser un decorado. Sobre todo si tomamos en cuenta la expresión en su totalidad. De entrada. si comprendemos la mutación que efectúa. es el que no sabe exactamente lo que busca o bien que cree buscar en otra parte. al menos en su principio. y en primer lugar la puesta a punto de sus condiciones. infantil o aun delirante. Rousseau establece entonces en un plano humano las condiciones de posibilidad de un habla de expansión y de compartir – vale decir. Su justificación ante los hombres – y se comprende que se atenga a ella enfermizamente al proporcionársela –es que Rousseau pudo (supo) instaurar esa relación íntima con ellos. al volver a pensar su vida entera. Ego te intus et in cute novi.Mediante esa puesta en escena. que puede ser tan ridícula como se quiera. La fórmula latina colocada como exergo no ha mentido al respecto: intus et in cute: “en el interior y en (bajo) la piel”. La inmanencia de lo íntimo sólo se afirma contra un fondo de trascendencia. a ese Tú. A partir de allí. fue buscar una intimidad con los otros. Hace falta que se suponga esa luz en el Exterior de uno mismo otorgándole estatuto a ese Otro. se erige un “Tú” que ya no es el lector anónimo y plural. ni el juicio de los destinatarios ni la prudencia y la contención de su autor. te conocí”. tal como hace variar su sentido Rousseau. a menudo tan poco adecuada. Salvo que esa teatralización (“iré con este libro en la mano a presentarme ante el soberano juez…”). significa eso. su juego de tú y yo: “Yo a ti. E incluso aquel que encuentra. como nos dijo Descartes (y como Nietzsche lo justificó ampliamente): a través de un señuelo y un simulacro. para llegar a extraer “lo más interior” y en primer lugar hacer que surja la fuente. Toda gran operación del espíritu. la promovió. “confesión”. ¿Por qué se toma tanto trabajo entonces para defenderse y disculparse? ¿No es acaso que su error. en este caso. es la justificación moral (que Rousseau tenga que defender su causa. cosa que lo martirizó – esa misma intimidad que finalmente estableció con el lector? En todo caso. sino que sobre todo resulta finalmente disuelta la frontera entre ellos. “avanza enmascarada”. sino bajo la forma de una figuración un tanto demente. Esa simulación fácil. que ya no es “otro” sino el Otro. responder a la maldad de los hombres). lo sabemos bien. . y el pensamiento vive más de grandes operaciones que de verdades. ya no sorprende el hecho de que Rousseau no pudiese llevar a cabo esa promoción de lo íntimo. y eso basta. no por ello deja de tener la virtud de instaurar lo siguiente: lo previo a lo íntimo. o en el intersticio. dejar que ascienda así dentro de uno mismo. dejándolo que sobrevenga en la mente para sondear allí una verdad frente a la cual toda explicación se anula. se entiende. en torno a su “terror obsesivo” y a su arrogancia. sin embargo ese “enternecimiento” fue desconocido tanto por Montaigne como por Agustín. en señalarlo. y a la vez con tanta pregnancia humana? ¿Cómo sacarlo del desinterés o de su surgimiento inesperado. no tiene asidero ni sirve de nada? ¿Qué es entonces. “mascullando” esas pequeñas melodías como un niño. una canción de infancia que se ha olvidado. 4. y Rousseau se arriesga a ello. el revestimiento dramático. sin molestarse tampoco en decir por qué? Sin la caución de una razón o una justificación. a resguardo de ella y de lo que ella acapara. y reconocer sin ambages que uno está infinitamente conmovido. ellos no supieron dejar surgir. Lo ampuloso permite lo discreto. Sucede que para proteger al otro necesita lo murmurado de la intimidad. Se arriesga a mostrarse ante quien ya no puede ser únicamente “otro”. Hace falta toda esa teatralidad derrochada para que aparte. expresa su enternecimiento que llega hasta las lágrimas y deja aparecer algo más interior que lo interior. Pero. Pero eso es lo íntimo. Aunque semejantes “lágrimas” no sean más que una manera de decir. retener y captar esa dimensión y ese recurso de . ¿qué es eso íntimo. y pensar en captarlo. pues hablar estrictamente entonces de memoria sería ilusorio. por qué necesita lo teatral. Lo uno es necesario para cubrir y alimentar lo otro. que tiene sus raíces previamente a un “yo” y que por ello lo libera de su exigüidad. es porque hay que entender por qué Rousseau. por ejemplo. su contrario pueda también abrirse camino. en decirlo o más bien en murmurarlo. no porque sea falsa. a lo largo de todas las Confesiones. Ya que por supuesto éste es el camino. tan fugaz. o más bien en recogerlo. Hay que caer en lo más declamatorio de uno mismo para luego – a resguardo – brindar lo más íntimo de sí. e igualmente a la cantidad de justificaciones condescendientes expuestas para absolverlo. sino porque no tiene importancia. lo exclamativo invocatorio o la grandilocuencia lacrimógena. en tensión con ella. Lo uno es el biombo tras el cual puede abrigarse lo otro. pasa lógicamente de un registro al otro. tal como lo hace Rousseau en esas primeras páginas.O sea que si considero insensatas las críticas que tan frecuentemente se le hicieron a Rousseau. que no pensaríamos en detenernos en ello. Con lo cual Rousseau abre efectivamente la vía hacia el romanticismo y la modernidad: hace falta lo exclamativo y lo declamatorio – incluso en Baudelaire – para darle lugar a su opuesto. tan insignificante a primera vista. e incluso basta de entrada con borrar la frontera del interés y de la propia reserva. No supieron (pudieron) tirar de ese hilo y ver allí un filón que descubre lo humano. pero cuya letra completa no logramos recuperar. Porque está claro que. Es cierto que. del hervidero de mi pubertud…”: Agustín no retacea. y la autoacusación a la que se aboca ya no lo alcanza. pero como hombre que todavía no había encontrado a Dios. en lo superlativo negativo y la imaginería repulsiva en la denuncia de sí mismo. La confidencia sobre lo sexual. es algo enseguida compartido o más bien es lo que abre al compartir. estos se prestan tanto mejor a los efectos retóricos. Pero en Rousseau lo inconfesable ya no puede ser apologético. por más tenue que parezca. como vemos. y por lo cual es preciso comenzar: el deseo adolescente que todavía no encontró su objeto de investidura que lo torne aceptable? “Se exhalaban vapores de la fangosa concupiscencia de mi carne. Pero. ya sea en Agustín o en Rousseau. disponible para cada uno. por el contrario. en la cercanía de la vejez. Da el tono – el “la” – de lo íntimo. ya nada puede codificar. se contenta con plantearlo. en puntos suspensivos: ese rasgo tenue. Una melodía que cantaba una tía en nuestra infancia y que nos viene a la cabeza. ¿no hay allí justamente un modo de aclarar mejor la distancia entre Agustín y Rousseau? Porque Agustín no arriesga nada al hacerlo: se confiesa. eliminando el pudor y confesando lo impúdico. de la que siempre se nos escapa algo y que queda. lo emocional discreto. en cuanto a la confesión. lancinante. es lo que Rousseau hace llegar al reconocimiento sin apoyarlo. ¿Y qué puede ser lo inconfesable si no es siempre lo mismo. la de las “primeras explosiones de un temperamento combustible”. Así es el “hombre” – el hombre por esencia o maldición – hundido en la carne. Hace remontar a un sitio previo a la separación con respecto a un “tú”. Y la finalidad de su confesión lo guía: relata su estado de pecado (pasado) para convencer(se) mejor de su fe y hallar – probar – su salvación. no sirve para convencer ni tampoco para conmover. lo anecdótico hace visible – deja aflorar – más fondo de humanidad que cualquier introspección. Hace ver de qué se apartó. sino que crea – de entrada – condiciones de intimidad. No lo impone (mediante explicaciones). por más singular que sea.algo más interior que. que por consiguiente es tan discreto que no se deja clasificar por ningún uso o finalidad. en ese punto de ensanchamiento. crea el “entendimiento” humano sin tener que explicitarlo. No es más que un ejemplo (que hay que rechazar). como tan a menudo en la vida. Ese rasgo no instruye. Al hacer precipitar al lector desde su afuera en ese adentro compartido. ya . Agustín ya había entrado en la confidencia. Si la finalidad se retira. pues ambos se muestran inseparables. Por eso. al “Tú” que no juzga. tras esa prueba. y eso es lo más difícil de confesar. la vía de lo íntimo. Lo indecente todavía puede ser alegremente confesado. es efectivamente que ya no se tenga un objetivo en el Otro. pero en sus gustos no queda más que lo “bizarro”. puede sobrevenir la compartición de lo íntimo. ya sea que se experimente en uno mismo o que se lo confíe al Otro. De modo que si no hubiese introducido desde el comienzo del juego el dispositivo de dirigirse al Otro. sino que también hace acceder a lo simple. en adelante está libre. Ya ni siquiera puede contar con la virtud de lo extremo y de lo singular. porque ni siquiera tiene la grandeza del Mal. vivido en solitario. ¿no hizo saltar el último cerrojo bajo el cual se mantiene a resguardo un yo? – al menos siempre creemos que es el último… En todo caso. en lo cual efectivamente es heredero de Agustín. solamente raro por depravación (“mis ineptas extravagancias”). no subsiste más que lo “ridículo”. o que más bien juzga pero desde un Exterior de lo humano que al mismo tiempo puede comprender lo humano desde “más adentro” de lo que los hombres son capaces de hacer. Por tal motivo no se contenta con celebrar la oportunidad del momento que pasa (“aprovecha el día”). Rousseau ya sólo está ante sí mismo y debe afrontar la dificultad de decir aquello de lo que ya nada lo salva. En este caso. y de la cual luego el pensamiento europeo tardó tanto tiempo en desembarazar a la Naturaleza. al atreverse a tal confesión. pero cuando se retira lo que podía suscitar fascinación. Rousseau decididamente liberó la existencia de esa finalidad con que los griegos habían invadido todo. Paseo Vº). en suma. debido a su fijación.no tiene a su cargo ninguna finalidad demostrativa. 5. Rousseau no habría podido entrar en lo íntimo de la confesión. es decir que ya no se quiera ni se espere nada de él. También por ese motivo puede liberar de la finalidad la relación humana y pensar el acceso a lo íntimo. Lo que constituye la condición de ingreso en lo íntimo. que se desprenda esa relación de toda finalidad y de todo interés. pero que se remitió entonces a la Historia. en su física. en su alegría de vincular todo con todo. sino lo que se convirtió en vicio. que ya no proyecto un designio sobre él. precedido por Montaigne (según el famoso: “¿No ha vivido usted?”). Pues en lo íntimo la . en la medida en que provoca. al elemental sentimiento de existir (en el lago. y que aun en “la más íntima familiaridad” (la primera vez que aparece “íntimo” en las Confesiones) debió callar. No el dato alegre de la primera paliza por la que obtiene placer demasiado evidentemente bajo la mano de la señorita Lambercier. haría posible . Por otra parte. y “contento”. y que el Otro simplemente esté allí. lo que lo torna “insociable. desde el inicio y en su principio. pertenece al comienzo. “ya no los miramos más” en adelante “como Dioses que leían en nuestros corazones”. que es apasionada. Y sólo lo íntimo. Simplemente “a su lado”. donde el término es y se vuelve clave. al lado. sentado o parado a su lado. porque esa intención. y por lo tanto carencia. Al pastor y a su hermana. le hace tener un cuarto aparte). hay frustración. Pero el placer sentido con la paliza ya provoca una ruptura y provoca la separación (concretamente. Su tiempo propio es anterior. con frecuencia hasta la locura. Ese paraíso perdido. cuando la separación con respecto al Otro aún no está consumada: la intimidad del seno. o bien el deseo encuentra satisfacción. después de la Caída y antes de que comience el Exilio. sin intención sobre el otro.¿y acaso pudieron resolverlo? O bien en el paraíso todavía hay deseo.condición de posibilidad se debe simplemente a que se esté uno junto al otro. en tanto que es mi intención. de la madre muerta en el momento de su nacimiento. “Intimidad” también en Bossey. que como todo paraíso está destinado a ser perdido (en este caso. viéndola bordar. Si no hay satisfacción. si es que nuestra imaginación todavía se aferra a ese “paraíso”. es decir. precisamente el hecho de que un Exterior trascendente a él mismo ya no se descubre en lo más interior de sí mismo. Pertenece a la infancia. y tal vez incluso preferentemente. y se sigue sin estar satisfecho. Se entiende entonces que lo íntimo se descubra originalmente. Ya no deja de querer (deber) trasponer eso íntimo que quedó vacante: “estaba siempre con mi tía. la canción que ella cantaba. y estaba contento”. irreparable. no tiene en efecto otra esencia que la pérdida de lo íntimo. captadora. en su vejez. fuera de la relación amorosa. pero enseguida llega por eso el hastío. sino que se retira. de la tía Suzon le viene nostálgicamente por fragmentos. oyéndola cantar. bajo el techo del pastor Lambercier. ¿podríamos concebirlo de manera general y rigurosa en otros términos que no sean los de lo íntimo? Porque los teólogos. ya sin buscar nada lejos y sin tener otra meta. mucho antes de Madame de La Fayette (que ella no hizo más que continuar). con Agustín a la cabeza. inevitablemente separa. con la búsqueda de lo íntimo que duró toda su vida – y a menudo tan inconveniente. pero la satisfacción aburre. Sería incluso muy fácil entonces considerar que Rousseau no dejó de intentar reparar y colmar esa falta primera. pensándolo bien. siempre interesada. Además. es decir. cerca – no delante (conduciendo) sino simplemente “allí”. se vieron enfrentados a este dilema para pensar su beatitud . la catástrofe que causa la perdición es un peine roto). y por consiguiente hacerlo objeto de mi deseo. digamos. que haya Otro. ¿en qué se convierte como adulto? ¿O sigue siendo infantil? ¿Nos hace regresar? O bien. lo que nunca es conjeturado sino a partir de mis fines.salir de la alternativa del deseo y el tedio. que su inmanencia se encuentra siempre habitada de trascendencia.” Pero que no fueran ellos quienes esperasen el momento. los dos sólo esperaban el momento de encontrar en otro la misma disposición. sino de lo que se hace con la relación. de las chicas soñadoras). y lo íntimo por su parte no se agota. ¿en qué elección y en qué responsabilidad nos vemos situados por ello? Aunque ya no esté delante del otro. sino que el momento los esperaba. Lo íntimo es innegablemente un sentimiento de infancia: ¿con qué nostalgia nos afecta? Pero. Cuando imagina la escena originaria para comenzar el relato de su vida. en un enfrentamiento guerrero. Porque en lo íntimo la cuestión es la siguiente: no la cuestión del “quién” (“¿Quién será?”: la pregunta. y cada uno lanzó su corazón hacia el primero que se abrió para recibirlo. sino en verdad de una promoción del sentimiento de “existir”. como nos dice en efecto Rousseau. sencillamente al lado. y que el mundo esté entonces “en orden”. Lo íntimo no tiene un punto previo ni un origen. digamos. Hasta dónde soy capaz de llegar. y por ende no se abisma en la duración. elección siempre cargada de incertidumbre y de interés. de lo contrario. sino ya la intimidad de sus padres: “Sus amores habían comenzado casi con sus vidas…”. Si es que no se concibe ya solamente el paraíso como la transparencia de Plotino. o más bien ese momento los esperaba a ellos. “presente”. sino hasta dónde estoy listo. el “primero que se abra”. Que puede ser el primero que llegue. sobre todo. aunque ya no quiera conquistarlo. no se trata sin embargo de pasividad. para promover entre nosotros un “más adentro” nuestro donde poder “existir”. sino más bien como una presencia “cerca”. sino que esté “contento” sólo con estar “cerca”. Rousseau no proyecta la conquista. de entregarme y de precipitarme desde mi afuera en ese adentro compartido. “dispuesto”. No tiene fondo ni fin. aunque . interesado. sino “al lado”. a comprometerme y arriesgarme con él. El cerca: lo que no falta ni cansa. lo que importa no es tanto “lo que es” el otro. Por lo tanto. ¿no desplazaría ya la iniciativa? Reside menos en la elección previa de la persona. de lo que se arriesga en ella y de lo que se genera en ella. que en la “disposición” según la cual se realiza el encuentro y que lo vuelve dichoso. que era la del alma intelectiva. Y este “cerca” se analiza: porque en lo íntimo el Afuera se descubre también como lo más adentro o. Si es que entendemos entonces “existir” en su viejo sentido teológico. Basta entonces con Otro. “Nacidos tiernos y sensibles. e incluso el primero. no conduce necesariamente a pensar el “ex-istir” como proyectarse “afuera”. desarmando la vieja oposición entre el amor y la amistad y enviando cada uno por su lado a los dos términos para agenciarle su lugar: “Me atreveré a decirlo: quien sólo siente amor no siente lo más dulce que hay en la vida. pues uno y lo otro obstaculizan su reconocimiento. 6. vuelto menos intenso. significó en un principio el modo de ser de quien recibe su ser de Otro. en un perpetuo avance. Pero hay que seguir lo que relata Rousseau de esa relación singular. en el libro III de las Confesiones. que depende de Él. Tal sentimiento tampoco es sólo amistad. Conozco otro sentimiento. Zu-kunft). pero mil veces más delicioso. quiero decir con ello su articulación con lo sexual. es decir. activar el recurso a una trascendencia semejante del Otro en la inmanencia de su vida – y allí. Pero invertir su sentido. aun cuando se presente también como menos que uno y más que la otra: menos “impetuoso” que el amor. por lo que no es. un justo medio o término medio. pero más “voluptuoso” que la amistad. pero cuyo concepto no encontró y que por lo tanto no se puede abordar sino en el intersticio de oposiciones habituales a las que se sustrae. menos impetuoso tal vez. En Rousseau. “delante” de sí. la del desamparo y la preocupación. “estar a partir de” (“exsistere”). y precipitándose “hacia” (el “hacia”. y nunca lo experimenté cerca de ninguno de mis amigos”. Dado que existir. en lo íntimo que le deja su lugar al Afuera de donde procede efectivamente lo más adentro de sí mismo. sino negativamente. es más voluptuoso. que a la vez lo fija y lo consagra: Madame de Warens. es decir. sich vorweg. hay una elección. No es que sea el amor sosegado o reabsorbido. zu. porque también tiene su preeminencia: “mil veces . pero que Rousseau precisamente no nombra. Porque el “entre” por el cual se introduce no es sin embargo un equilibrio. afrontando la condición de un “ser lanzado”. al que le da lugar. al menos he sido amigo como ningún hombre lo fue. se consignaba justamente así el modo propio de la criatura de Dios. que a veces está unido al amor y que a menudo está separado de él. Porque “existir” podría significar por el contrario. del futuro. Llamemos entonces “lo íntimo” a ese sentimiento en torno al cual todo gira en esas páginas. en efecto. más tierno. para profundizar mejor en lo más original que presenta lo íntimo a la vez que no está delimitado.ahora trasladado a lo humano. Rousseau primero no puede considerar lo íntimo. lo íntimo a la vez no tiene nombre y lleva un nombre propio que le sirve de epónimo. no imagino que pueda actuar para alguien del mismo sexo. como lo hizo el existencialismo. en la decisión de vivir así y de comprometerse a ello. o que no ignora lo sexual y la inclinación amorosa (“a veces unido al amor”). afloja al fin ese tornillo (con lo cual bien podría servir. lo hace introducirse en un adentro compartido – es decir que no está ya dado. cuya misma constatación establece justamente Madame de La Fayette. Si su exterioridad ya no es activa. a la inversa. ya que implica realizar el encuentro de un Afuera. que es sexuado (ya que debe intervenir la diferencia de los sexos). lo que singulariza lo íntimo es que ya no está ligado a la falta. Aunque “amistad” designe la relación que permanece en el seno del mismo sexo. dicha relación halla entonces su objeto en el exterior de sí misma y debe dejarlo allí. pues el hecho de que sea tan “voluptuoso” lo mantiene dentro del orden de lo sensual y de un placer inmediato. pero en lugar de querer absorber ese afuera en uno mismo y por ende echarlo en falta (que haga falta la falta). en este caso. el otro debe ser mantenido en su exterioridad para que subsista la seducción. su alteridad es como absorbida: la seducción ya no funciona. sino que es producto del compartir. quiere destruir esa exterioridad – contradicción que lo vuelve un camino sin salida. al mismo tiempo que el deseo. seguimos estando entonces en un “adentro” nativo. Decepción debido a que el otro. no se tiene allí la experiencia de una exterioridad y del encuentro. concluye Rousseau. Ese adentro común es conquistado. nombre la relación con el otro sexo. pero sin embargo no es sexual. por lo que instaura otra lógica. abrirse a su exterioridad. pero ya no está bajo su dominio. desde el momento en que es poseído. no se alcanzó la alianza con él. porque su exterioridad se ha dejado reducir. que mantiene a este último bajo el dominio de aquél. lo que torna tan delicado su análisis es precisamente que obliga a desatar la conexión entre deseo y placer. ni tampoco es que sea su sublimación. Procuremos en efecto esclarecer esa lógica. como lo entiende Rousseau. como en la amistad. Ya no ocurre entonces que el otro no sea más lo . que es deseo de posesión. y por consiguiente al encadenamiento de la satisfacción-decepción. Se deduce entonces en qué medida lo íntimo escapa igualmente a ambos términos. nos mantiene dentro de la perspectiva de la conquista y de la captación. “Esto no está claro”. Aunque “amor”. ya no es suficientemente “otro”. uno no fue “abierto” por el Otro. Podríamos decir. en efecto. por consiguiente. el otro sólo está en una prolongación de sí. No. en una extensión de lo mismo: no se ha salido de uno mismo.más delicioso”. por lo tanto a la búsqueda. para subrayar la aparente paradoja. dentro del encadenamiento fatal de la frustración-posesión-decepción. como soporte conceptual para la imaginación del paraíso). esa relación de deseo en efecto se debilita: en el “amor”. como teme el deseo. le basta con “naderías”. que su exterioridad desfallezca. como dice Rousseau. al que está condenado el deseo amoroso. Lo íntimo. que genera lo “ético”. ni virtud ni facultad. reiteremos cuál es la condición y la primera definición de lo íntimo: “estar cerca”. forma un ambiente. tal como en la “sequedad de conversación”. emana. él es “Pequeño”. ensanchar su “adentro” (así. eximiéndose al mismo tiempo de la finalidad. es decir. sin estrépito. es necesariamente exclusivo (“nunca veía más que a ella”). Puesto que impregna. en la casa de Madame de Warens. no necesita probarse ni . por consiguiente surge precisamente como es. deriva pues menos de lo afectivo que del ethos. porque no es posesivo: puede ampliar su compartición más allá. que logró hacer caer o al menos mermar. Porque en lo íntimo. consiste en crear una estabilidad. Lo íntimo se alimenta con poco. la clausura más inveterada. sino que la relación de exterioridad en sí misma ya no es pertinente: se ha levantado la barrera de la separación y la reserva. se extiende a “toda su pequeña familia” reunida en la misma habitación). describámosla en sus “efectos”. toda separación se aligera. en el seno de su compartición. su contrario es lo “seco”. o lo que Rousseau llama la “disposición”. dándole asidero a un sujeto: de entrada y para siempre. Su corolario es lo “dulce” que. Su primer predicado es tierno (sus propios padres habían nacido “tiernos”). relegada o superada. no teme ser considerado en la duración. no por ello dejamos de comprender lo que significa en esa relación adentro/afuera en tanto que capacidad de volverse accesible al otro así como de dejarse penetrar por él – lo propio de la expansión. que incluso se quiere eterna: “Habría pasado así mi vida y aun la eternidad sin aburrirme ni un instante”. bajo su influencia. Ningún rasgo se fuerza allí. También lo propio de lo íntimo. a la vez una nadería importa e incluso todo está hecho de pequeñeces. pero esa “nada” de lo íntimo puede volver a caer enseguida en lo inaudito y recordar el trastocamiento – e incluso la sinrazón – de donde salió. posee también un sentido que llamaría metafísico. Puesto que la cuestión no está “clara”. Cerca es su preposición-concepto (leitmotiv de esas páginas: “pasar mis días cerca de ella”). a diferencia de lo cursi.suficientemente otro. que a su vez vuelve porosa la frontera con respecto al Otro. la del adentro/afuera. todo lo que se haga resulta atravesado por ello. ella es “Mamá”. Escapando del encadenamiento de la satisfacción-decepción. En lo íntimo. se ha dejado atrás. Pero si “tierno” se sustrae tanto ante nuestra mirada conceptual porque no es ni moral ni psicológico. y armemos una tipología. pero sin embargo no es egoísta. de nadas. con poco esfuerzo. por último. a diferencia de la relación amorosa. En primer lugar. hasta qué punto todas las manifestaciones de sensualidad que están presentes. una deliciosa amiga”. lo que ya denominé la connivencia y que crea un entendimiento implícito en todos los momentos al mismo . una hermana querida. porque siempre ronda en él la tentación de una superación de la frontera. e incluso que están listas para desbordarse. Aunque sea fácil entonces reprocharle a Rousseau que no deje de girar en torno a ese “más”. aunque esencial. conserva así su vértigo y hace hacer “locuras”. Casi “inconcebible” porque desarma las categorías de las que disponemos tradicionalmente para expresarlo y por lo tanto hay que abrirse paso conceptualmente para construirle su lugar. Por tal motivo. Por eso es que lo íntimo no puede más que hacer jugar los contrastes. Porque siempre está dispuesto a recordar. En el análisis de lo íntimo emprendido por Rousseau. su otro predicado rousseauniano (aun el “refunfuño” gruñón es “encantador”). gozando sin saber de qué”.por ende tensarse. en la cama de Madame de Warens). En primer lugar. todo gira en torno a ese “más” – aunque por cierto sin bloquearse en ello. se ahondan como recurso propio que promueve ese adentro compartido. Al mismo tiempo que. En el seno de lo cotidiano. y que vuelve mi estado casi inconcebible para la razón”. Es también el motivo por el cual sólo puede parecer ambiguo respecto de las apelaciones usuales. su dimensión no es lo heroico-dramático. bajo su propia tensión. Pues lo íntimo no es desintensificación (sosegamiento). Nunca se olvida tampoco el golpe de fuerza de su acontecimiento (advenimiento) ni la audacia de su penetración en un interior. obviamente. el sacrificio de la frontera abolida: “Mamá” (Madame de Warens) arroja en el plato el trozo que tenía en la boca y el “Pequeño” (Rousseau) se apodera ávidamente de él y se lo come – figura que no podría ser más ejemplar de un afuera que se vuelve adentro… “En una palabra. rozando lo extremo. con perseverancia. a pesar de la denegación. Al distanciarse de lo sexual. eso sería no hacerle justicia a la manera en que muestra. queriendo evitarlo. entre el amante más apasionado y yo no había más que una única diferencia. por lo tanto su confrontación con el límite. principalmente tres rasgos constituyen ese adentro compartido. y (pero) “nada más”. y extraer de allí la intensidad de una relación semejante sin confesarlo (y un buen día terminará. no dejan de esbozar una vocación diferente a la erótica. sino algo cotidiano que no cansa. lo íntimo es “encantador”. pero sin que ningún término resulte concluyente: “yo estaba en una calma arrebatadora. haciéndolas ir y venir e intercambiándolas alternadamente: “… veía en ella a una tierna madre. exhibiendo su sinceridad o exigiéndola del otro. Luego. no es para comunicarse: el habla íntima no le enseña nada al otro. Tal intrusión puede parecer adventicia y su manifestación anecdótica.]. En lo íntimo. Es a la vez la modalidad inversa de la connivencia que establece una relación tácita y su complemento. el importuno. y que no necesita explicarse ni exponerse más: connivencia. a decir verdad. Por último. pues ambas desbordan el habla ordinaria. 3 El juego de palabras.tiempo que se capitaliza en la duración. además de sus sentidos literales más comunes: “conversar” y “mantener” [T. como el diablo. no informa. al que le sirve de negativo. ni siquiera es para intercambiar. es indispensable para la acción de Dios: a la vez la ocasiona y la revela. sino más bien para “con-versar” [entretenir]3 el entre de la intimidad. Porque no se trata de decir todo. Pueden entenderse sin hablar (basta un “guiño”). y aun puede ampliar ese adentro. que ya el autor ha utilizado antes. forzando la introspección. Tal imperativo aniquila lo íntimo (en el relato que hace de su escapada con su amigo Bacle. y por otro lado. dicen. Rousseau no duda en suprimir “algunos artículos”). cuando se hablan. Entendimiento silencioso o a medias palabras. no se habla para decir algo porque se tenga “algo” que decir (el habla seria que se opone al “parloteo”). no permite traducir la ambivalencia del verbo entretenir. pero tampoco para no decir nada (la palabra hueca de la conversación mundana). Porque si lo íntimo diseña un interior. . “sostener entre”. no es transparencia. cuya descomposición también alude al sentido de “mantener entre”. lo íntimo está amenazado por el intruso. resulta lógico también que no tema nada más que el afuera que puede irrumpir. pero de hecho es tan consubstancial a lo íntimo. lo que Rousseau llama el “parloteo inagotable” es el habla propia de ese adentro compartido. como ya dije. De modo que esa habla no “se agota”. Cuando digo “es tiempo”. En efecto. ¿acaso tenemos otra esperanza en mente? Pero no basta con exponer que esa nueva moral ya no es negativa (punitiva). dependiente de la veda y la prohibición. o al menos a la que se supone que se adhiere. Porque no puede contentarse con ser incitación o aliento. Porque a decir verdad. no por ello habrá que dejar de creer que es posible una mutación decisiva en la Historia. sino como recurso. es tiempo de pasar de una moral de la obligación. tal como todavía ronda en los corazones y en las costumbres ya sin convencer más. nos hace salir de los atolladeros en los cuales es sabido que en Europa se atascó tradicionalmente la moral. entre la moral declarada. Dicho de otro modo. es tiempo de pasar de una moral del mandato. En verdad es un “recurso”. vivimos sobre vestigios. moral de la ley divina y el imperativo categórico. implantada. Por eso. ni contar con alguna “bondad” natural . que sabemos hasta qué punto contribuyó. Aunque nos abstengamos del tono de anuncio apocalíptico que le gustaba a Nietzsche. Sino que puede ser la explotación de un recurso efectivo y tal como lo descubre lo íntimo. tal como la que reinó durante milenios. a una moral de la expansión del sujeto emancipado que queremos ser.¿por qué hoy existiría más que ayer? – en contra de las maldiciones de antaño. siempre jugando más o menos con el poder de sugestión. a una moral de la promoción: de la obediencia a un orden. la inmanencia de nuestras vidas. a lo cual conduce lo íntimo. Ya no hay que confiarse tampoco a la gran antinomia del Bien y del Mal. sino positiva. que apela a la “buena voluntad”. al menos desde hace dos siglos. y en primer lugar en lo espiritual. a lo que empecé a llamar la “promoción de lo humano”. digamos. aun cuando ésta demore tanto tiempo para luego traducirse en una visión y una “solución” comunes. Se deducirá que es tiempo de cambiar de moral. significa que fue incrementándose una ruptura.VII – Cambiar de moral 1. ni dependiente de una trascendencia que va a obstruir el impulso espontáneo de un yo-sujeto o bien. y las justificaciones que la harían creíble: sin darnos cuenta o sin aceptar verlo. Me atengo al término de recurso. Porque entonces ya no estamos atados al gran forzamiento de una idealidad impuesta. a lo arbitrario sobre lo cual se . el que se suponía que derivaba de la “naturaleza” del “Hombre”. Significa que se halla impartida una posibilidad que permite hacer frente a algo (como quien habla de un “hombre de recursos”) y que se puede o bien ponerla de relieve o bien desatenderla. pensar la moral ya no en términos de reglas. resolviendo mediante su absoluto el curso de nuestros deseos y nuestros afectos en oscilación continua. y por ende de la sumisión. . Explotarlo es ponerlo en funcionamiento y valorarlo. Ya no podemos habitar ese palacio en ruinas. Asimismo. está atenta a lo ínfimo que revela lo íntimo. Es decir que es tiempo de convertir la moral en una cuestión no tanto de prescripción como de descripción. Pues es cierto. que no se puede prescribir lo íntimo. lo posible que se abre en ella y que efectivamente la califica. infatuada. sino que se discierne. en primer lugar. ya no llega sino a hacer que subsista una apariencia de conformismo moral (de orden social) . pero cuyo despliegue es infinito. cuando hacemos el “bien” y seguimos la “virtud”. lo íntimo no puede ser sospechado de ninguna presunta idealidad. por ello se escapa de toda moralidad del mandato o de la coacción. en el seno de una experiencia decantada y que vuelve a la mente. lo íntimo tampoco procede de ninguna dicotomía ni de ningún dualismo de valores. como se hace valer una tierra o un capital – lo íntimo es un capital humano que se arriesga y se acumula. Porque es sabido que una moral que predica. puesto que consiste íntegramente en el efecto de apertura que reduce la frontera entre dos seres y sólo tiene que responder por ese interior compartido. ya no es grandilocuente. o la “falta” opuesta a la cualidad. Cuando se describe. en adelante se nos cae de las manos. Se ha soslayado ese filón existente. y ya no directamente axiológica. o al menos con el que revestía su autoridad. Lo contrario no es el “vicio” opuesto a la virtud. Tanto Nietzsche como el psicoanálisis pasaron por allí. prohíbe u ordena. El velo que la sacralizaba. el recurso humano que constituye lo íntimo. inciertas cuando no sospechosas. ya no hay que incomodarse con la ambigüedad de nuestras motivaciones. sino más bien la pérdida (de su recurso). De otro modo. que dicte valores o que codifique virtudes. como lo hace Rousseau.¿se puede esperar incluso de ella tal comodidad? – que no convence más. Una moral que a partir de allí cambia de aspecto y de meta. se ha perdido la posibilidad que abre y cuya fuente percibida en el terreno de nuestras vidas ya sólo requiere a continuación surgir y fecundar. según el uso extendido del término. se ha desgarrado. la vida es estéril. por último. luego. De allí que la moral se vuelve objeto de una indagación que llamaremos fenomenológica.apoyó la metafísica. y por consiguiente es lógico que esa moral por venir se encuentre menos en códigos y catecismos que en las Confesiones de Rousseau. ya no se proyecta un deber ser. reprime. como demostró Nietzsche. sino discreta: está más preocupada por minima moralia que por la “Gran moral”. Y la moral que deriva de lo íntimo es en verdad consecuente. la intimidad a la que accedimos. Una vez que ingresé en ese compartir. Lo que significa que ya no es el mérito atribuido a “mi” acción lo que está al comienzo de la moral (el que sea culpable o bienhechor). cálculos o abusos. Del hecho mismo de la apertura efectuada por y en la relación. ya no es “el prójimo”. decía Nietzsche. desvío o sesgo. hace falta más moderación. es preciso circunscribirla previamente – discernirla. ya no puedo soportar tales relaciones de perjuicio o incluso solamente de indiferencia. parte de lo arriesgado que pasa – se pasa. y toda mi conducta. Quien ha conocido. vivido una relación íntima.Lo que en adelante está caduco en cuanto a la moral. Y es sabido que contra esto tropezaron tradicionalmente las construcciones de la moral. Soy moral porque (en la medida . de otro modo no es más que un forzamiento de los sujetos. alguien externo. sin perjuicio de pretender que sea por su bien y con miras a educarlo – de allí el acento puesto sobre sus virtudes y su buena voluntad. Porque la moral es resultativa. es que se pretenda abordarla de frente. al de lo relacional. por y para ese Otro. dictándola e imponiéndola. insular. sino porque simplemente se ha vuelto imposible: con. no porque “quiera” (el celo de la “buena voluntad”) ni tampoco porque pretenda ser “virtuoso” (no hay nada más sospechoso que las consignas altruistas). contra el que chocaba. y por lo tanto solitario. por sí misma me lo impide. es entonces que invierte su acceso: hace pasar – por cierto que subrepticiamente y de golpe – del punto de vista de lo individual. sino porque comencé a encontrar a ese Otro. resulta transformada en sí misma. demasiado poco “refinamiento” o sutileza. se deriva la moralidad. Lo íntimo. ha reducido demasiado la frontera que lo separaba de Otro como para seguir proyectando sobre él visiones interesadas. que es su condición y su legítima función. no solamente con respecto a él. La situación comprometida. dado que los dos hemos caídos de un “mismo lado”. Lo que efectúa lo íntimo en definitiva. ya que partían de un sujeto supuestamente primero. sino la cualidad de la relación entablada. en adelante hay cosas que sabe que “ya no puede hacer”. No porque se (o me) lo prohíba. al que luego forzaban a la moralidad. en cambio. más oblicuidad para abordarla. Hay allí demasiada presunción o “pesadez” que la aplasta. y por ende de la abrogación de las fronteras que encierran un “yo”. y por lo cual podemos situarlo en el punto de partida de la moral. que desde entonces ya no cometo. hay “cosas”. se enlaza – entre sujetos para hacerlo el inicio de la moral. Porque él ya no es “él”. no hay allí un forzamiento. para decirlo entonces desde un punto de vista estratégico. como para permanecer todavía un tanto al acecho con respecto a él. en que). dependiendo sólo de mí. A lo que responderé que si lo íntimo efectivamente no puede ser situado como valor. sino que efectivamente es cualificador. según el sentido que ya mencioné (ex-sistere): “estoy” no confinado en mí. aunque abriéndome a la trascendencia del Otro. puesto que ahora ya no se trata de anclar la moral. lo íntimo no es una “cualidad” (de la cual uno se felicitaría). como indiqué. Pero en primer lugar aclaremos: dije “inicio” (posible) de la moral y no “fundamento” (necesario). Con lo cual lo íntimo efectivamente es un “recurso”. con lo cual al mismo tiempo tiene el mérito de escapar del “perspectivismo” y por tanto del relativismo de los valores. que son conocidas. Tanto más cualificador quizás en la medida en que no es posible jactarse de ello y que esa promoción interna que lo íntimo emprende se sustrae del influjo y el dominio de un “yo”. y no puede ser en primer lugar más que en relación con Otro encontrado. en ese estado de despojamiento. no es un valor ni mucho menos una virtud. es decir. Vale decir. pues la intimidad a la cual accede la relación lleva en sí misma al despliegue y al auge de los sujetos. por lo tanto también de los méritos con que se reviste. ya que este último término pertenece a la metafísica. En adelante hay que hallar otra “entrada” a la moral. sin embargo por su intermedio hay una valorización de los sujetos que podemos ser o. 2. méritos siempre dudosos. soy moral entonces por estricta inmanencia. Y además. como para Agustín (y también Kant) en el Ser y en lo divino. sin piedad pero con rigor. ya fueran nietzscheanas o freudianas. aun cuando no se valga en suma de ningún deber ser. promuevo mi capacidad de “existir”. . respondiendo a la necesidad de ex-istir. Proponer lo íntimo como un inicio posible de la moral seguramente suscita objeciones por todos lados – a las que no podría estar ciego. Lo que también se lee en sentido inverso. su promoción. en relación con el Otro. sino de volver a pensar su condición de posibilidad – o digamos que de viabilidad – con respecto a las sospechas que la han socavado. Por lo tanto. como preferí decir. ¿y no se hace derrumbar por eso todo? Tomemos pues dichas obsesiones punto por punto y refutémoslas. y no brinda pretexto para el otorgamiento de un excelente felicitado – que sólo puede ser complaciente (¿no abusó de ello la moral ordinaria?). sino proyectado “fuera de” mí y desbordando mi frontera por ese adentro compartido. Pero primero preguntémonos si lo íntimo puede ser una categoría moral aun cuando. ¿qué queda todavía de su gran edificio? No se mueve una piedra sin sacar las otras. “encapsulamiento” dice aún más fuertemente el alemán (Verkapseln. Pero lo “destacado” que atañe a lo íntimo debe entenderse con toda su fuerza. incluso en pareja o casados. O digamos que. Arriesgó y se arriesgó. es decir que se aventura en él. al abrir una brecha en su clausura.¿o habría que decir a causa de? . lo íntimo provoca. es decir. despojando al ego de lo que se arroga de entrada para garantizar su salvaguarda y que constituye su “justo derecho”. sino que “destaca” metafóricamente y sobre todo metafísicamente hablando: destaca del debilitamiento en el que se va hundiendo y se va encerrando la vida. pero no entre ellos. del “prójimo”. es superación. En consecuencia. Por supuesto que . una división (incluso que haya una división es lo que constituye la moral). lo íntimo hace surgir. lo íntimo produce un desborde que.su frecuentación constante. simplemente considerándolo desde afuera. no hay un “entre” que se desprendiera de ello. no sólo es fuente a la vez de una distinción y una intensificación. que haya podido prosperar. Vivieron “uno con el otro”. en ese adentro compartido. y no piden nada más. como en toda moral. Hay quienes nunca han accedido a lo íntimo en sus vidas. En una vida que se entregó a lo íntimo. se machaca y se encoge un “yo”.¿Hemos observado ya. que lo íntimo nunca es vulgar. pero no íntimo. un término heideggeriano). Ese Otro pudo volverse un ser familiar. por sí solo. en el cual se recoge. ya sea que nos repela o no el término. es decir. sino también de lo prudente y de lo posesivo. en un rincón del baile. aun en esos gestos íntimos que se dejan ver en público. Porque estar uno al lado del otro no es estar “junto a”. ¿y acaso alguna vez consideraron que existiera dentro de él un “espacio interior” semejante? Y esto a pesar de . dice el novelista (Stendhal) sobre sus dos personajes que permanecen apartados. No solamente aparta de los otros. pues para mí las dos forman una alternativa. aun podría decirse que durante siglos. Ni siquiera sospecharon su posibilidad – ¿es preciso decirlo? – y nunca franquearon ese umbral. Nunca imaginaron penetrar ni un poco en el espacio interior del Otro. al inducir al abandono de los fines interesados. quizás indecente pero nunca mediocre? Señalarlo no es dar pruebas de un exceso de estetismo. Vivieron durante años uno con el otro. pero sin haber socavado la frontera de su reserva. al deshacer el sistema de seguridad y quitar esa garantía. o sea que esa división en este caso arrastra todo consigo. Puesto que se ha despegado – por cierto que sin escándalo – no solamente de lo ordinario y lo convenido. ni lo pensaron. Al romper el encierro. algo así como una elevación: “… una conversación íntima de otro modo y más destacada que la que escuchan nuestros oídos”. siempre se descubre una vida original y ya nunca más una vida banal. A menudo. a aquellos para quienes el Otro no es tanto extraño (porque existiría lo extraño por descubrir) sino que les sigue resultando sencillamente exterior. uno se detiene en el camino. Y están entonces quienes accedieron a lo íntimo. y aun durante toda su vida. Para abordar se viene de más lejos. con la certeza que constituye la verdad de una novela. incluso complicidad y satisfacción en estar juntos y en reencontrarse. y es entonces cuando la moral recobra sus derechos. o como quien aborda un puerto. ¿Pero hasta qué punto es cierto? ¿Hasta qué punto no nos comprometemos en lo íntimo. o esto no exige una resolución? Porque hay que atreverse a lo íntimo. Pero cada cual permaneció de su lado. no remite a una responsabilidad. Porque tenemos miedo de ir demasiado lejos. Con lo que dicho abordaje siempre supone de inesperado: se “aborda”. animarse al encuentro con el Otro. ya no uno al lado del otro. Pero también es cierto. las caras. Si vuelvo a la novela de Simenon por la que comencé. los gestos. puesto que no procede de una elección deliberada. 3. por tanto que se acostumbraron. de entrada. Puede haber entendimiento. pero nunca se abordaron. o como se aborda una isla en una mañana. por así decir. arriesgarse en esa aventura donde se abandona el caparazón de las fronteras que fijan el “yo” y dentro de las cuales éste se pertenece y se atesora. sino del mismo lado. los enojos y las entonaciones. El tren. que él “ama” y que amará a su mujer (así como la detestará también in petto. nunca se “encontraron”. una costa. “un lugar desconocido o que presenta dificultades” – tampoco borramos ese peligro frente a los seres al igual que frente a las cosas.saben todo del Otro. incluyendo sus molestias. y ni siquiera pueden prescindir de ello. Se cruzaron. Como quien aborda en el mar a otro barco que viene de otra parte. según define el diccionario. Lo íntimo sin embargo no puede ser una categoría moral. aun cuando no sepamos gran cosa. que no hubo y que no habrá nunca nada íntimo entre ellos. por ejemplo. el “todo” registrado con el correr de los días. Para compadecer. según la vieja ambivalencia que yace agazapada en todo amor). es cierto. romper el confort de la reserva. se emerge de la propia extrañeza y nos hundimos en la del otro. hasta el punto de que resulta obsceno. los tics y las reacciones. nos dedicamos a cuidar la seguridad donde el yo no corre riesgos de deshacerse por la sustracción de su objetivo y . preferimos seguir siendo “realistas”. frente a la debacle. pero no la apertura – aventura – de un “sí mismo” que penetra en el Otro (así como el Otro que lo penetra) y que es lo único que permite estar luego “juntos”. me objetarán. por ende a lo aleatorio. que no hemos “encontrado”. por ende a la suerte. con sus cualidades que se enumeran y más o menos se fantasean. no tiene en vista nuestra propia satisfacción. Tal vez fracasaron en todo. La pregunta además se invierte. es siempre una “falla”. No obstante. ¿hasta qué punto es cierto? Es cierto que habría podido no cruzarme con ella nunca en la vida. o no. Uno es responsable de su soledad por el hecho de no haber sabido empujar (forzar) la puerta del Otro. lo quiera o no. Pero también entonces. que no sería algo efectivamente deseado. respetamos la frontera. sino lo que somos llevados a hacer en común para entablar y “mantener” [entre-tenir] lo íntimo. que uno se abre a la intimidad. Pues si decimos que la soledad es mala suerte. Se puede responder. la pregunta de hecho es la siguiente: ¿hasta dónde arriesgamos – apostamos – uno y otro (una versión ya estrictamente humana de la famosa apuesta) para salir de nuestro aislamientofrecuentación (el paralelismo de las soledades) y caer “de un mismo lado” frente al “prójimo” del mundo? Importan menos la virtud o los dones de uno o del otro que el punto – el estadio – adonde cada cual. Pues el mal. la pregunta se torna aún más radical: ¿acaso puedo entablar lo íntimo con respecto a cualquiera? Tal vez… Tal vez. Pero al mismo tiempo el no cruzármela es lo que constituye el encuentro y ahonda lo íntimo entre nosotros. pasaron al lado. como tal o cual que es. ha llegado y que está dispuesto a arriesgar. deliberadamente intencional. como ya lo decía Rousseau de sus padres. decía Plotino. resulta entonces fácil contestar que todo el mundo en su vida se ha cruzado con alguien que bastaba con abordar. en su vida. se responderá que lo íntimo no puede ser una categoría moral ya que está ligado al encuentro adventicio. Porque siempre es ante un “recién llegado”. Si bien no hay una falta (y por consiguiente un “mal”) en no explotar el recurso de lo íntimo. temimos . Dicha al revés (y volviéndose brutal): ¿uno es culpable entonces de su soledad? Porque la alternativa es simple: se es íntimo o se está solo (solo incluso dentro de su “amor”). Por eso. o bien que no teníamos las “cualidades que hacen falta”. no deja de ser cierto que aquellos que no pudieron desarrollar lo íntimo dejaron escapar algo o más bien lo esencial. no haber podido dirigirse y acceder a él. sino que es más bien la decisión progresivamente madurada de hundirse juntos en el fondo sin fondo de un interior compartido. al llamado de lo íntimo. en tanto que lo íntimo es diferente del amor. no se trata de preferencia y de seducción.de su interés. E incluso no es tanto uno u otro de los dos lo que importa. Por lo tanto. hablarle como a un “Tú” – permanecimos más acá. 142]. vale decir. es decir que señala localmente hacia algo posible de donde luego va a sacar partido y cuyo recurso explotará más globalmente (tomé la idea. no a causa de su idealidad. Porque lo íntimo no es contacto (frecuentación). aun si el otro nos es sustraído. una separación no destruye lo íntimo. sin embargo podemos seguir siendo íntimos con o más bien hacia él. a la inversa.exponernos o bien agredir. Uno es íntimo con respecto a tal Otro. Por otra parte. sino interioridad. como suele creerse (de máximas demasiado elevadas). como tan bien lo hace Kant con su imperativo categórico. que no por ello son “intrusos”. sino al contrario por su deshumanización tal como es segregada por la Razón bajo la cobertura plácida – estancada – de lo universal. en parte. y ese recurso capitalizado no está perdido. si ha muerto. e incluso la contradice. duan [colocar ideograma. pero deja de lado a todos los demás. según comprobamos. que al surgir se vuelve perceptible y cuyo . En la ausencia. p. Por eso es que en lugar de dicha moralidad “fundada” en la universalidad. del pensamiento chino. especialmente de Mencio. Queda una crítica fundamental y que a su vez parecerá irrefutable: lo íntimo no posee la universalidad que se sabe que requiere la moral. poco movilizadora desde el punto de vista de los sujetos (crítica que se le hizo a Kant a partir de Schopenhauer). preferiré lo que llamaría una moral de la indicialidad. 4. y en primer lugar a sospechar de lo que entonces es preciso llamar justamente su “inhumanidad”. o antes bien algo “más interior que lo interior”. tal moral no puede más que conducir. debido a su carácter incondicional. tan necesaria. su “aplicación” (a la situación). quiérase o no. no podemos entrar efectivamente por allí en lo que constituye la justificación de la moral. puede desarrollarse en la ausencia. empujado a defender el principio de inaceptabilidad absoluta de la mentira. Sea cual sea su naturaleza. no requiere la presencia. Y ese punto “insostenible” ayuda a levantar retrospectivamente el velo sobre el conjunto de su construcción ética. Por más que se “funde” así. Por tal motivo. cosa que la vuelve tan poco convincente. una universalidad planteada arbitrariamente desde un principio. y que por otra parte semejante moral no escapa de la contradicción respecto de lo que entonces se torna. a un forzamiento existencial. A lo cual respondería que cuando se aborda la moral. y hasta lo íntimo posee un efecto ambiental (como junto a Madame de Warens). mediante una universalidad supuesta de entrada. se puede seguir estando “junto a”. tan “apodícticamente” como se quiera. como lo prueba la posición insostenible – insostenible por intolerable con respecto a nuestro sentido de lo humano – en la cual se encerró Kant en su debate con Benjamin Constant. siguiendo el tema de una “meta”. durante mucho tiempo me pregunté. pero sigue estando la disposición de apertura que hace caer la frontera. para justificar la universalidad de su Declaración de los derechos del hombre. que invocar a la gran “familia humana”. lo que en suma no es más que una “intimidad” de lo humano – propio del humano. ¿a qué se puede apelar en última instancia para instaurar derechos universales del hombre. Esta cotidianidad. A partir de lo cual se dispuso de él efectivamente. Lo íntimo indicial y el acontecimiento del encuentro al que da lugar ponen en camino. y esta es lo propiamente moral. escéptico y al mismo tiempo un tanto irónico. Porque lo íntimo emprendido para con un determinado Otro es el indicio de una vocación moral que también puedo desplegar con cualquiera abriendo un interior con él. en efecto. Porque es inobjetable. que no sea una ideología tradicionalista demasiado marcada y caduca? Es algo que nos dejará perplejos. por qué la ONU finalmente no había hallado nada mejor. obviamente irrisorio (todos descenderíamos de Adán…). sin perderse en un interminable debate sobre los valores entre culturas. puede volverse la humanidad. es decir.hilo hay que tirar a partir de entonces para desplegar su efecto). pues ese interior compartido ya no es el mismo. en dicha extensión. y que pretende rechazar para siempre esa Declaración. Por supuesto. si no precisamente a lo que se califica (o bien. es decir. no haber reconocido ya ningún adentro que se pudiera compartir con él – o más bien para con él. apuntan a una puesta en común y un compartir cuyo contenido es lo “humano” y cuyo horizonte. en proporción con el “adentro” que conocemos (que sentimos) y que podemos compartir con ellos. se traiciona) como un interior compartido (por toda la humanidad) – y que designa ejemplarmente la “familia”. Pues salvo que la pueda considerar en un sentido genealógico. que uno se dirige en principio a los demás de acuerdo con la única medida de intimidad que experimentamos hacia ellos. es decir. ya sin ninguna humanidad. tal como se lee en su preámbulo. En efecto. a fin de cuentas. al nivel de la experiencia. un mal del que no podemos dar cuenta sino excepcionalmente mediante lo patológico y unas desviaciones monstruosas. salvo que nos preguntemos si en tal caso “familia” no es el simple indicador de un “adentro”. tal vez no sea en el fondo más que eso: haber tratado al hombre como completamente exterior. la relación cambia de orden y de naturaleza. Pues. ¿qué puede significar todavía la “familia”. y cotidianamente. de lo contrario. a escala del humano? Lo que por otra parte hace visible a contrario que el mal extremo que hiciera surgir la Segunda Guerra mundial y que resultó tan radicalmente (sistemáticamente) puesto en práctica en la Shoah. ¿es pasible de . vale decir. Lo universal ya no es entonces proyectado imperativamente. En Europa. De allí surge la pregunta banal. ese “sí mismo” vuelve entonces a ligarse. cierro y refuerzo la intimidad que lo excluye. con el objeto último de toda aspiración. se borra toda referencia a Dios). a pesar de las elaboraciones de la razón. i. siempre podrá inventar marcianos amenazantes. y mediante la cualidad del entre-nos. un humano más . con pretensiones de promoción. O bien positivamente. Y todos tenemos un afuera que hay que hacer funcionar. a través de su educación moral. activo esa intimidad. Pero esta última clase de moral. morales de regulación. planteado más allá de todo condicionamiento. morales que llamaría de vocación. sigue dependiendo de un supuesto teológico. que anula la frontera entre adentro/afuera y descubre en sí mismo ese Afuera mediante el cual se despliega un “sí mismo”. como lo vemos notoriamente en Kant. lo “incondicionado” (unbeding) o lo absoluto. aunque puramente restrictivas. al menos ficticiamente. Porque lo religioso cristiano que lo hiciera emerger y que desplegó su recurso se convirtió en moral de lo humano que ya no es más que humano (el Otro es otro hombre. la división a la que obedece efectivamente la moral. por sí mismo. sino aquello con lo cual. conocimos dos clases de moral. 5. a pesar de la autonomía del sujeto que afirma. por el otro extremo. Lo íntimo entonces sólo es fecundo porque hace surgir en lo más profundo de uno mismo algo más profundo aún – la fórmula misma de lo íntimo –. para fortalecer ese adentro reducido. O bien promuevo ese adentro produciendo al respecto un afuera negativo que hace resaltar por contraste la compartición íntima: al desmerecer y expulsar a ese otro. que no se preocupan por un absoluto ni por la educación de los sujetos. siguen implicados en su “fundamento”? Pero es precisamente allí donde la experiencia de lo íntimo me parece que puede indicar una salida. que apuntan al despliegue del yo-sujeto vinculándolo. por lo más interno de sí mismo. pero cuya banalidad conforma nuestra misma modernidad: ¿cómo separar tal vocación moral de lo religioso y del mandato que. que limitan los deseos de cada uno para hacerlos compatibles con los del otro.excepciones? Todavía hace falta distinguir dos maneras de promover dicho interior de la intimidad – y entonces volvemos a hallar. pero al mismo tiempo. Por el otro. y que se necesita determinar para sentirse unidos. y si la humanidad globalizada llega a carecer de un exterior semejante. morales que se consideran necesarias. e.. esencialmente negativas. morales sociales. como en el formalismo kantiano. Tal es el tercero cómodo del que se ocupan tan a menudo en la mesa familiar. Por un lado. humano. le veo un porvenir a la moral que le abre una perspectiva de absoluto. Pues entendamos que. o más bien digamos que inintegrable. Por tal motivo. que ha sido tan atacada. al mismo tiempo que “encuentro” al Otro. pero evitando justamente todo subjetivismo. en lo íntimo. y le devuelve un sostén y una viabilidad. una vez descartado lo teológico. Pero sin que por ello nos haga caer en el positivismo social. pero saliendo de sí misma. aunque desprendiéndola de las sospechas que tan justamente la cuestionaron. ¿Hay que descartarlo entonces? Pero en lugar de que inmanencia y trascendencia se sigan pensando como mutuamente exteriores entre sí. diría finalmente que. desplegando su recurso. y que la afirmación de una no se realice entonces sino en detrimento de la otra. Lo íntimo es la irrupción continua de una inmensidad del Exterior. Puesto que. al acceder al afuera del Otro. que cada una entonces deba defender su recinto cerrado a tal punto que haya un partido de un lado frente al partido opuesto. a falta de un término mejor. a cambio no accedo a “mí” como si se tratara de un rebote. la trascendencia por su parte no es sin embargo eliminable si se pretende . a tal punto que se descubre lo que llamé. es decir que descubro en el Afuera del Otro algo “más interior” de mí (que yo). que se cree conocer íntegramente y del que ya no se espera nada. cada cual por su lado. que me abro íntimamente a él. que despliega lo humano. lo íntimo no solamente conjuga ambas sino que además esclarece la necesidad de su conjunción. se experimenta como más adentro porque accede a un Afuera. extrae su recurso y su capacidad. Se rearticula así. a partir de la cual todo sujeto puede desarrollarse. y que en su relación con el Otro es a su vez tensión hacia lo incondicionado. nada menos que la oposición por la cual se escindió la filosofía entre inmanencia y trascendencia. pero en lo más interior de (que) mi interior y que lo promueve. Digamos igualmente que despliega una subjetividad. El primer mérito de lo íntimo es por lo tanto que nos saca – nos libera – de las morales de la interioridad y de su confinamiento. es decir. la interioridad se profundiza. ese “yo” sale a su vez de su confinamiento porque es llamado a desbordarse. sino más bien a la fuente. el otro demonio de los últimos siglos. Si vuelvo a las fórmulas que intenté alternativamente en el trayecto para aproximarme a ello. un fondo sin fondo de humanidad: su filón encamina hacia algo inconmensurable en el seno de nuestra experiencia. o incluso de algún movimiento interno de la dialéctica. Lo íntimo reconfigura así lo humano y lo tensa – ese humano que ya no extiende a partir de allí sino por sí mismo – en torno a su única paradoja: en lo íntimo. ese viejo par cuya disputa tanto se ha reiterado a lo largo de los siglos. exterior/más interior. sino en verdad promoción (de lo humano). entregándose al Otro. ya que no se lo puede prescribir – escena de novela. hasta qué punto siente. Lejos de ser el cosy del “estar juntos”. No es cursi. es lo contrario de lo “intimista”. Mientras que se lo imagina generalmente como una comodidad de sentimientos. Pero en lo íntimo. Lo íntimo. Por consiguiente. la puesta a salvo de sus choques y de sus violencias – cortinas corridas y alfombras gruesas. como ya anuncié. plácido.pensar lo “humano” – el propio Nietzsche lo reconoció al mismo tiempo que ya no supo dónde ubicar esa trascendencia desconectada de lo religioso (su Voluntad de poder no es más que un mal sucedáneo). sino que se siente transportado por ellos. una capacidad que sigue siendo demasiado voluntaria. resulta peligroso. todo resulta claro. lo íntimo es violento en su principio. Porque es la vez absolutizador y monopolizante. se descubre en el seno y aun en lo “más interior” – en el hueco del hueco – de la interioridad inmanente según la cual va desarrollándose y renovándose la vida. sino lo más exigente. no . Porque es enfrentamiento continuo del límite: ¿hasta dónde puedo llegar con y al mismo tiempo hacia ti para hacer saltar el cerrojo interior de mi “yo” eliminado la frontera usual y para conformar un adentro compartido? Aunque por consiguiente también esa precipitación en lo íntimo por sí sola cambia todo: una vez que uno se comprometió. se trasluce muy rápidamente la dimensión de lo metafísico. Debajo de lo fenomenológico de lo íntimo. ya nada más escapa. sumergido en sus elementos. la paz bajo la lámpara (una escena a lo Schiller) –. o por eso la vida humana no es humana sino por una aspiración de lo absoluto y de lo incondicionado: no es solamente metabolismo y renovación tal como la vida biológica. y por lo tanto tiene una “vocación” hacia la moral. Él le dirá esa noche. empalagoso. habrá que describirlo. esa trascendencia en tanto que llamado de un Afuera. que lo han invadido – aunque es cierto que a la luz de lo íntimo ya no hay más “detalles” en su vida. No solamente los imagina. Por eso es que una interioridad propiamente humana no adquiere consistencia y no se detenta. todo cuenta. más que abriéndose al Otro. lo hace naufragar en lo inaudito. lo íntimo en sí mismo es perturbador. un retiro lejos de las agresiones del mundo exterior. o lo brutal bajo su discreción. se han engañado sobre él. No es un decorado. cuando está lejos de Ella. si se lo consideró fácil. lo íntimo es lo contrario de lo que se cree. todos los detalles de su vida con ella. se sumergió en lo íntimo. cuando se reencuentren. ir más lejos. el resto de la vida queda atrapado. y se disimula bajo su opuesto – tal es el precio que debe pagar por su paradoja. Ya que no detenerse en el camino. Por tal motivo. sino que abre un “fondo del fondo”. no se sostiene. luego de Rousseau. si lo íntimo siempre es una aventura de lo singular. sino que se vuelve una manera de ser. con ello resulta que pasamos subrepticiamente a un terreno stendhaliano. y porque brota entre nosotros. mediante un oxímoron. sino antes bien como exploración.solamente su temblor cuando ella golpea la puerta. un ethos. perdiéndose y regresando. observando alguna cosa pero también fantaseando. aquello contra lo cual llegaba a chocar la inteligencia de la piedad dentro de la filosofía clásica. una inteligencia sensible (stendhaliana) para abordar lo íntimo. sino porque. eso más adentro que uno mismo. Porque hace falta lo que llamaremos. por convención y debido a su prestigio. dejándolo que “ex-sista”. sigue impregnando frecuentemente a ambas. soñadora. aun si la palabra “amor”. para leer allí la vocación moral en su descripción de situaciones. . además. Y si hemos abandonado la idea de una moral que predique. y aun dejar de proyectar visiones sobre él. Por más que ésta pueda convertirse en aquélla. lo revelo en sí mismo desde mi exterior. hay mucho provecho que se puede sacar nuevamente del esclarecimiento de la novela. no debe sorprender que tengamos que seguir a Stendhal. conocemos su condición: suprimir la frontera con el Otro significa al mismo tiempo eliminar toda visión interesada. Porque incluso puedo saber mejor que ella – no es para nada una fanfarronada decirlo – lo que piensa y lo que ella es. como superación de la pasión. No por una intuición privilegiada o pretensión analítica. la conquista amorosa en intimidad. al no estar preso en el confinamiento del yo. no a modo de ilustración que busque en ella imágenes. De entrada. Con lo cual la intimidad se disocia radicalmente – diametralmente – de la conquista amorosa. de uno al otro. en lo íntimo ya no es un “misterio” por su reacción insólita. Sentirse “adentro” de ella. Porque es mérito de Stendhal haberle dado un lugar a lo íntimo e incluso haberle conformado un “mundo”. esa transformación no deja de hacer aún más visible su distancia. sino como ella dejó vagar antes sus pensamientos durante el trayecto. siguiendo su fisura interna (“Mi alma está agrietada”). Tales son las mujeres que hay que conquistar teniendo a mano una pistola cargada: Mathilde de La Mole. por lo tanto. es la mulata entregándose a la voluptuosidad del mal. “vaga”. brindando lo simple. desdobló a la mujer. No podrían acceder a lo íntimo porque ni siquiera imaginan ese recurso. o bien es la Madona. ataviada con todas las perfecciones y “nimbada” de misterio: apenas pertenece a este mundo y hace soñar con Otro lugar. así como a compartir ensueños en el silencio de la noche o en los grandes bosques. las dos novelas (Rojo y negro. O más bien. la única relación posible seguirá siendo la conquista. Ni una ni la otra serán nunca íntimas. En Baudelaire. Ella es “la flor de la noche abierta bajo el pálido fulgor de la luna”. El alma romántica. Puesto que París es el teatro de la relación que se exhibe y de la ambición. En cambio la provincia (Nancy. no se ocupan más que de su satisfacción. y esa incapacidad para lo íntimo alcanza para definirlas. que huye de la hipocresía. se presta a lo íntimo: Madame de Rênal. aun en la cúspide de su pasión. En Nerval: Adrienne o Sylvie. París es el lugar destinado sólo a la conquista amorosa. aun siendo aburrida. apenas se deja entrever. o bien la joven pueblerina con la cual se va a la fiesta una mañana de verano. en cambio. Madame de Chasteller brindan acceso a ese otro mundo. únicamente se juega en el acceso a lo íntimo. Por tal razón. familiar. conforme la mujer se entregue o permanezca inaccesible. Dicha bipartición también coincide con la de dos espacios (los dos volúmenes de la novela stendhaliana). la relación de conquista se precipita en lo que se revela como su contrario: lo íntimo – las dos se excluyen. no salen de los objetivos interesados (aun cuando sueñan con ser dominadas). Pero en Stendhal la bipartición es completamente distinta: la división no se da entre el sueño y lo carnal. soporte de todas las nostalgias. Madame Grandet.VIII – En el Cazador verde 1. Verrières). lo lejano y lo familiar. por ende también a la expansión discreta. Lucien Leuwen) están construidas cada una en dos volúmenes que trazan el ascenso (o el nuevo ascenso) de la provincia a . Distante. No conoce otra alternativa. Stendhal aborda la mujer siguiendo esas dos relaciones contrarias: de conquista o de intimidad. O bien está cerca. Revelación de lo inmediato o de lo infinito. invitando a la vida. en otro. fresca y alegre. “angelical”. no obstante le deja por ello sitio al retiro. corriendo por los campos. en un caso. a la que no roza deseo alguno – sólo le será solicitada su intercesión para elevarse al ideal. tal es lo que en definitiva. en suma.¿acaso se trata de un sacrificio? – en el mismo momento de su triunfo. Ya que es preciso revelarse como lo contrario. bajo la divisa de la “persecución de la felicidad”. para entrar en lo íntimo. nativa. esa estructura París-Provincia no interviene y tampoco aparece la precipitación en lo íntimo: en el marco bendito del lago italiano. no elevaría por encima de sí mismos a estos personajes stendhalianos. la intimidad llega por sí misma. obsesiona a la otra y se hace extrañar. sin lo íntimo Lucien habría seguido siendo un “fatuo”. En cambio. a lo sumo un “plebeyo rebelde”. como debe ser. despliega inagotablemente su cualidad – una cualidad que de otro modo habría resultado insospechada. a su pesar. calculadora y por eso egoísta. en efecto. En efecto. cuando se abre poco a poco. En Stendhal. “tímido”. En La cartuja de Parma. La pasión. y en primer lugar ante sí mismo. resulta fría. hace que sepan . sólo preocupado por sus caballos y sus pelajes. el pasaje de una eclosión de lo íntimo a su contrario. Julien habría seguido siendo un pequeño ambicioso. un espacio de correspondencia con la mujer encontrada. aun hasta hacer que se abandone a esta otra . en el destino de los dos personajes se verifica que es preciso acceder a lo íntimo. permanece dentro de la lógica de su ambición. Lo propio del héroe stendhaliano – aquello que lo hace efectivamente un “héroe” – consiste en que se revela. cínica. e incluso no necesita llegar. es decir. en lo más interior que su interioridad. y el recurso que se descubre entonces en lo más interno de sí mismos. produce una división entre los seres. “ingenuo”. Pero siempre la primera relación. en cambio. sólo se evoca su desaparición – su deserción. obstinadamente encerrado en la estrategia. contento de hacer temblar las casas de madera de Nancy con el ruido de sus carruajes. como en el paraíso terrestre. sólo lo íntimo lo cualifica. ir más allá del papel que se supone que tendrían y que usualmente se los hace tener. De igual modo. Si no hubiera alcanzado lo íntimo. (re)hacerse “simple”.París. que lo íntimo promueve al sujeto y lo educa. donde se descubrió la posibilidad de lo íntimo y que la hizo despertar. orgulloso de sus planes de conquista y creyéndose hábil. Pero el descubrimiento de lo íntimo junto a Madame de Rênal lo liberó de la “sequedad de alma” (el confinamiento de su “yo” voluntario) en la cual su anhelo de revancha social lo encerraba hasta entonces. Puesto que su pasión. como quien está dispuesto a entregarle todo a lo íntimo. a pesar de su ambición o de su pasión. dada. “niño”. hace que sepan. ya estaba allí. que sería una categoría moral y tal vez la única eficaz. hacer que surja de lo más profundo de sí mismo algo totalmente distinto. ya no la ven como un objeto de conquista o de satisfacción. En verdad. o no. desembarazarse de los proyectos de anexión y de captación. que es “mediocre” porque ni siquiera tiene idea de lo íntimo. porque justamente no es algo que haya que pensar en términos de lección de la que se podría sacar partido. ya sin poder desear nada más. promovieron el entre inagotable. pero sin extraer verdaderamente esa lección. Julien. al descubrir lo íntimo. . de donde sólo puede emerger un “más adentro” que “uno mismo”. cuando se lo “encuentra”. como lo que es el “yo”. sino que al comprender que encuentra todo en esa “cercanía”. Lucien. En suma. 2. se confía. se obliga a marcar puntos. hacerle reconocer su derrota para cumplir una etapa hacia la posesión: “La observaba como un enemigo con el cual será preciso batirse”. despojarse de toda estrategia a su respecto. abstenerse incluso de toda intención. Junto a ella. al fin puede comenzar a “existir” – aunque sea después de que acaba de ser condenado a muerte. Tampoco procuran siquiera desafiarlo. Porque no debemos olvidar que el héroe stendhaliano. se dejaba vivir”. en Saint-Preux (Del amor. no pensaba en nada. al abandonar su desconfianza. Julien ya no desconfía. es dejar lo que se conoce. que empieza con un proyecto de conquista que corresponde a su ambición. O bien ya ni siquiera importa confiarse: compartir “secretos” sería todavía limitar lo compartido. Julien se impone la tarea de recobrar la mano que Madame de Rênal le entregó por un instante. aboliendo las murallas con las cuales cada uno se protege y provee a su yo. entrar en lo íntimo es dejar algo. Es cierto que en ese camino del “existir” la amante siempre lo precedió: “En cuanto a Madame de Rênal. sobre ellos solos. Por consiguiente. O más bien lo que no se sabía que se esperaba. Quiere imponer su designio a la otra. ignorando soberbiamente al prójimo y su irremediable mediocridad. LIX). y que poseemos. vale decir. Pero resulta que el ambicioso se torna en su contrario y allí descubre su verdad. desdeñar las prudencias y los planes proyectados y dejar que el mundo se cierre sobre ellos dos. cap. cuando llega a nosotros lo que no se esperaba. con su mano en la de Julien. Empezamos en Don Juan y terminamos. “Descubre”. en efecto. el subteniente Leuwen se cree un agudo estratega al envolver a Madame de Chasteller en las redes de sus maniobras concertadas y de sus cartas de siete páginas. es renunciar a los objetivos que se tenían con el otro. primero maniobra alrededor de su presa.sortear las conveniencias y los pudores impuestos. Al aceptar que caigan las defensas entre ellos. sino que al abandonar sus proyectos sobre el Otro es cuando se progresa. Igualmente. donde todo se desliza. si ordena que se abandone entonces toda pretensión de un “sí mismo” para acoger esa inmanencia en uno mismo de algo más interior en sí que el Otro desobstruye. Ya no ve – ya no hay – más allá. lo íntimo no solamente produce una división sino que también es objeto de una elección. . Porque presiente que toda gestión de su parte desencadenaría de nuevo el ciclo infernal del ataque y la defensa. Por ello. hay que atreverse a lo íntimo. como dije. sin la dirección ni el dominio de un “yo”: el retorno – que se quisiera eterno – de una velada de intimidad. tiene entonces vocación moral. si ya no hay una voluntad agresiva que haga avanzar la historia. ya no hay “acontecimiento”. ¿cómo seguir? Nada más ocurre. una vez vislumbrado su recurso. ya nada necesita divulgarse: ¿sobre qué informar? De modo que Stendhal no tiene otra salida que inventar el final estrafalario de Lucien en Nancy para poder dar vuelta la página y salir del paso. A partir de entonces. también exige previamente que uno se arriesgue a él. de la trampa tendida al otro donde cada cual piensa en sí mismo – donde cada uno se encontraría de su lado. a dejar de lado las últimas intenciones. Finalmente abandonaron. ¿qué contar? Y aun en esa intimidad todo va a callarse. “Le ruego que perdone – dice entonces Lucien – esta manera de hablar demasiado íntima”. Pues. efectivamente. Lo hago o no lo hago. nada “pasa” en la intimidad. lo que no llega más que por sí solo. Hay un momento en que uno se decide. un “héroe” semejante ya no puede estar en adelante más que en la simple espera de lo que llega solo. cualquier maniobra sólo podría volverse en contra de esa felicidad de estar cerca (en el saloncito de persianas verdes).”. a levantar las últimas defensas. sino sobre todo desdeñar todos los sistemas de protección con que se rodea el yo y mediante los cuales se pone a salvo y se cuida. de golpe. En Lucien Leuwen. las costas de la sociabilidad ordinaria siguiendo las cuales se navega siempre a la vista. se perdería el estado de gracia de la intimidad – ese paraíso de intereses suspendidos. para el novelista. todo es liso. Por eso es que Stendhal no sabe cómo terminar sus novelas. Stendhal señaló ese momento en que los personajes finalmente se aventuran sin cargarse más de sagacidad o aunque sólo fuera de prudencia. Pero entonces. como único medio por el que se puede entrar en lo íntimo.Ya sin pensar en llevar adelante sus asuntos y tomar el lugar. o no. no me detengo en esas miserias’. y Madame de Chasteller “hizo un gesto de impaciencia que parecía decir: ‘Siga. Lucien se acostumbra poco a poco a esa verdad durante sus veladas en el hotel de Pontlevé. No sólo atreverse a dejar caer los pudores y las convenciones. Si lo íntimo implica renunciar a la voluntad conquistadora. Todo testigo. de alguna manera. pero concluidos. cualquier tercero (el primo Blancet). creíamos que la palabra había muerto. Como Fabricio. aun cuando fuera él quien introdujo esa ruptura que promueve el ideal?): “… como conviene a dos almas de igual alcance. considerándolo fatalmente “chocante y casi ininteligible”.) “Nancy” o el acceso a lo íntimo. donde todo lo que se dice resulta de nuevo aventurado. aunque no pudiera afirmarse sin arriesgar demasiado? (También es tiempo de que me explique a mí mismo por qué conservé sobre mi mesa la mayor parte del tiempo Lucien Leuwen y las Confesiones de Rousseau durante los años de mi exilio hongkonés. lo íntimo de la “privacía” y lo íntimo de la relación. pero que se cierra sobre ellos. “Alma”: ¿todavía hacía falta en verdad el “alma”? Porque después de que designó todo principio vital. aunque un habla esencialmente tácita. ¿no es acaso Lucien Leuwen la que circunscribió más de cerca lo íntimo (vol. sustraído de todo esnobismo parisino y donde todavía se sabe ser sincero. No puede abordar ese intercambio ni hacer pie allí.donde no se pesca – ni se predica – nada más que lo amable y lo bien pensante. paraíso de una infancia resguardada. luego de que sirvió – se comprometió – como soporte metafísico de la inmortalidad. donde ya no son más que ellos dos y donde son los únicos que escuchan. II lo trata a contrario)? ¿O no lo sería entre todas las novelas del mundo. no comprende nada. Servicios prestados. y que en lo íntimo. Acaban de embarcarse solitarios. pues ha quedado en las redes limitadas de la conversación. Dado que sigo sumido en Lucien Leuwen. mientras que el vol. “de alma a alma” (¿y no veremos acaso fascinados la profundización subjetiva que recibió la fórmula desde Platón. Porque ellos se dirigen entonces uno al otro. e incluso la vuelve indispensable para apuntar hacia la interioridad sensible que excede su límite. se dirige fatalmente a Nancy como a un . De golpe acaban de cruzar las boyas. porque ya entonces no se distinguirá entre sus dos bordes. cuando se encuentran y se reconocen en medio de este innoble baile de máscaras que llamamos mundo”. la resucita. en el mar de un habla que se ha vuelto inmensa. Pero cuando terminó expulsado de la Escuela politécnica y es preciso emprender una carrera. por supuesto. es tiempo de que me pregunte: de todas las novelas de Stendhal. 3. valientes. Lucien había conocido primero lo íntimo sin saberlo en el salón parisino de su madre. Pero Stendhal (el romanticismo) la recupera. se experimenta – se descubre – infinita en sus alcances. No accede a ello. audaces. liberándose de las coerciones y de las restricciones. I. Porque cuando Lucien llega a ser admitido e incluso celebrado en la buena sociedad del lugar. como en toda historia. de permanecer en guardia enfrente del prójimo. por miedo a comprometerse. lo condenaba a la chatura. aquel donde lo humano súbitamente se sacude. de un Sorel. Pero Lucien no posee a su vez otro mérito que su gusto por las matemáticas y ser hijo de un gran banquero. con la cual usualmente se paga su cuota a la sociedad y se arriesga. finalmente hay un adentro que se abre. cuando el otro ha penetrado el espacio interior y termina por invadirlo totalmente. No tiene la gracia aristocrática de un Del Dongo con el lago italiano de fondo. Stendhal no puede dudarlo. tampoco posee la fuerza plebeya. y reacciona a flor de piel. ¿Imaginaban tan sólo que fuera posible? ¿O más bien habían soñado con imaginárselo? Lo inaudito – inaudito en sentido propio – los fascina como a menudo los insectos son fascinados por la luz de . la cualidad – capacidad – más interna de dos seres. Lucien Leuwen es la novela de la búsqueda de un adentro compartido. De modo que ese adentro pronto ha de convertirse de nuevo en afuera. vigilando. detrás de la “pequeña” historia está la grande. bajo el régimen tan puntilloso de la monarquía de Julio. Podría creerse que bastó con una excitación súbita para que dicho umbral sea franqueado. el único que hace existir. sermonean y son aburridos. casi sobrehumana. lo hundía en su soledad. en cuanto a la gente honesta.¿el único “interesante”? – que sea dado vivir. otra vez conviene controlar todo lo que se hace o se dice entre esos nobles de provincia para no chocar con sus prejuicios de otro siglo. se abre una brecha entre ellos y finalmente se libera. y las barreras sociales se levantan.exilio. ¿acaso es suficiente? ¿Es suficiente con penetrar lo que pasa y lo que se entreabre? Sin pensar en “lo que ella se atrevía a decir”. a la vez de charloteo y de buena educación. Un nuevo régimen de sospecha que condena el compartir: es preciso fingir. por tanto tiempo contenida. pero que sólo es social. capaz de querer desmesuradamente para ascender. después del servicio. Es entonces cuando la novela se urde por una precipitación en lo íntimo: dentro de sí se descubre un acceso a algo más interior que “uno mismo” porque se abre al Otro en un adentro compartido. cuando el afuera se vuelve adentro. es el más intenso . resulta que Madame de Chasteller rompe de golpe la palabra. Ese momento en que se anula la frontera. Pues allí no hay adónde ir por la noche. arrastrado como se puede serlo entonces por la alegría inesperada de una noche de baile y después de haber bebido un poco – pero. agita lo que encerraba en su silencio. franquea un umbral. De hecho. Sigue pesando la coerción. de otro modo se corre el riesgo de ser expulsado. y hace todo su esfuerzo. aunque sin afectación ante la vista de los Serpierre ni dureza para con él”. en las inmediaciones de Nancy. del que ya no querrán volver más. Madame de Chasteller había evitado darle el brazo. encantada por lo que ella no sabía que esperaba. Hay entonces un acontecimiento que ocurre. cuando se alcanzó ese recurso. como niños buenos y que a la vez sirven de compañía y de entretenimiento – hay efectivamente figurantes benévolos alrededor para evitar la inmovilización en un enfrentamiento para el que no están listos. cornos de Bohemia como fondo. no en sí (¿de dónde vendría?). por el único recurso del “entre”. Notación simple (frase simple) o “detalle” de lo íntimo: “Su felicidad de hallarse juntos era íntima y profunda. Stendhal no abusa en esas páginas del término “íntimo”. con sus grandes bosques atravesados por el sol poniente.la lámpara que se prende. aunque hubiese podido ponerlo en cada línea. esta vez no se engaña. por más ingenio que sea. llevado por ese instante de audacia. La frase que le dice entonces Lucien es pronunciada con un “tono tan verdadero”. Lucien casi tenía lágrimas en los ojos. En referencia a De Blancet: “estaba celoso hasta la locura por esa atmósfera de intimidad…”. Una expansión tanto más impactante en la medida en que se sabe que Stendhal es usualmente irónico respecto de sus personajes. Y una vez que se ha abordado el puerto de lo íntimo. A decir verdad. para ser “seco” (y lo seco es lo contrario de lo íntimo). llega el tiempo más precisamente stendhaliano de la inmersión en ese bolsón de felicidad con el que de pronto se acaba de chocar sin estar preparado. las sendas en las cuales se internan del brazo. donde hay como un resto de sentimentalismo alemán a lo Werther). es preciso poder arrojar el ancla. con el correr del paseo. y la familia de Serpierre en torno a ellos. sino entre sí. es su marco modesto pero privilegiado (ya evocado más prosaicamente en Rosa y verde. El tercero (el intruso). “una intimidad tan tierna” que Bathilde (¡qué nombre para la íntima!) al mismo tiempo es capturada y encantada por ella. tocando a Mozart o a Rossini. ya están embarcados en un diálogo aparte que se bambolea y donde se olvida todo lo demás. Aun cuando todavía (siempre) tengan que resolver cosas juntos. Pero también es cierto que lo íntimo es lo inverso de la hinchazón. después de los primeros transportes de una “felicidad joven y sin sospechas”. porque siempre teme haber “escrito un suspiro” en lugar de una verdad y desconfía de los sentimientos. . aunque sin medir bien todavía sus consecuencias. Varias veces. pero que ya no se puede soportar que algún día pueda volver a cerrarse. El Café-hauss del Cazador verde. según él mismo dice. hermana en el don de la emoción y de la ingenuidad. Pero Stendhal no se queda ahí. y cada cual permanece en guardia. ni tampoco es que Lucien sea menos emprendedor que el señor de Nemours – o bien se trata de una variable que importa poco. de hecho son imborrables. intenta tímidamente acercarse para hacerse perdonar la audacia de la víspera. aun en medio del salón donde todo les es hostil. Aun cuando se vigilan mutuamente y se espían. cuando su pasión la arrastra a pesar de su resolución. los dos seres están constantemente al borde del desahogo. las dos viven con el mismo miedo al exterior y al prójimo. Lucien. no es que la heroína stendhaliana le tema menos que ella a Dios y al Infierno. Por más que se pueda fingir toda la frialdad que se quiera. De manera que no hay una mejor escena lafayettista en Stendhal que entre las dos mujeres convertidas en rivales y Lucien: Madame de Chasteller se mantiene rígida para ocultar el movimiento libidinal que por poco la arrebata. y entonces lo íntimo puede nombrar aquello que distingue a su novela de la de su predecesora y lleva la exploración más lejos. incluso teñida de jansenismo. que alternativamente vela y revela en sus maniobras la evolución de los sentimientos interiores. tanto una como la otra temen por encima de todo ofrecerse como espectáculo. donde siempre se está en una representación. entonces advertimos mejor ambas cosas. a la vez la filiación y su superación. Si recordamos que Stendhal situaba La princesa de Clèves “por encima de todo”. En ese mundo de salón. Bien podemos olvidar las palabras de amor que se dicen . o más bien son estos últimos los que los siguen llevando.4. también en la manera en que el sentimiento a la vez irrumpe en ella y se disimula. no tienen otra expectativa que hacer que se detenga esa guerra de trincheras donde cada cual se ha encerrado dentro de su perspectiva y su interés. No es que la moral de Madame de Chasteller. No se queda en ese juego de figuras estratégicas. hecho de buena psicología clásica. el sentimiento de que ella “se debe a sí misma”. y ella se justifica al ceder prometiéndose a continuación la más extrema severidad – al mismo tiempo que ella misma se asombra por verse llevada así. Pero el hecho es que. sea menos estricta que la de Madame de Clèves. ignorando su felicidad. Porque Madame de Chasteller es en verdad hermana de la princesa de Clèves. Madame de Hocquincourt los espía a los dos y sigue en los mínimos gestos lo que ella alternativamente ve como su ruptura o su derrota. los dos seres siguen llevando con ellos – entre ellos – los momentos de intimidad conocidos en el Cazador verde. ¿Por qué resulta imposible tal vuelta atrás entre ellos dos? Porque esos momentos de intimidad existieron como nada más puede existir y porque a ese respecto la denegación es impracticable. ante aquello a lo que ha sido conducido. de regresar a su reserva. En la escena en casa de su rival. Anteriormente. no depende de la pasión ni de la seducción – pero resulta que cada uno de ellos ya no posee un espacio interior que le sea propio y que pueda mantener separado del Otro. al final de la novela del mismo nombre). entre d’Arthez y la princesa de Cadignan. puesto que en adelante sólo cuentan esas “nadas” de lo íntimo. cuando Lucien se está por ir. ya no está en condiciones de restablecer la frontera. en cambio. ni aspire en adelante a reabrirse. Ese “cerca” es más importante que todo. y aunque amenace tanto su tranquilidad. de pronto nos amonestamos y nos preguntamos si aquello sin fondo que se abre no será un precipicio. en Balzac. Porque no pertenece al orden de la palabra o de la pulsión. aun si su acceso luego pudo volver a cerrarse. es decir. El entre abierto por lo íntimo se repliega momentáneamente. a tal punto sigue necesitando de él para protegerse de él. no haya sido abierta. por su parte. porque lo íntimo. que de otro modo se volvería enseguida decepción. si en ese “entre” que se abrió ya no pasa nada esencial que relatar. debe poner fin arbitrariamente al episodio (el final rocambolesco de Lucien en Nancy). lo que Stendhal designa tan acertadamente. Al mismo tiempo que ella se bloquea en su pánico y debe precaverse. el “matiz de existir”. e incluso pueden convertirse en lo contrario. no por saber egoístamente si nos “aman”. ya no hay nada que contar. a su lado. restaurar la privación para recrear la tensión y salvar a los amantes saciados del cansancio. oscilando entre la “alarma” y el “abandono”. Esa sospecha recurrente en cuanto al riesgo de haber deshecho demasiado de “sí”. como en la pasión amorosa. Madame de Chasteller quiere conservarlo junto a ella. al fijarse en su postura frente a Lucien. Ante el miedo a perder la comodidad de nuestro yo. Por eso es que siempre hay novelas de “amor” y no de lo íntimo. Madame de Chasteller. entonces el novelista ya no puede hacer más. de un día para el otro. no (se) cansa. que se quede sencillamente cerca de la mesa. ya sin que tengan que hablar ni que moverse. para no traicionarse. pero no podemos hacer que la intimidad descubierta. si por consiguiente lo íntimo sólo se puede “mantener” [entre-tenir] y sólo se modifica. inquietar la satisfacción. sino por si el Otro merece que desarmemos a tal punto nuestras fronteras y nos entreguemos de ese modo. O si no. en el estadio de lo íntimo. el entrenamiento en lo íntimo no ha dejado de ser minado por la duda y la sospecha. excepto irse en puntas de pie (véase también. No es que haga falta. no sólo “no puede impedir sonreírle con extrema ternura”. haber dejado en demasía que el afuera del Otro desprotegiera la propiedad .imperecederas. pero tácitamente sólo busca reaparecer. Si finalmente. en Del amor. sino que se inquieta. sino que además. ¿qué se puede sospechar en cambio con respecto a la inmaculada Bathilde? De modo que Stendhal inventa ese mal mecanismo de novela sucia: ¿no había ella antes. Aquello sobre lo cual vuelve Madame de Chasteller de manera recurrente es si acaso Lucien. que el autor descompone a menudo para resaltar la preposición entre. porque lo más importante en lo íntimo. y si efectivamente es capaz de acceder a eso más interior que ella le descubre.]. y lo obligue a sacrificar sus intenciones de captura. Porque una vez más no hay que confundir el móvil de la intimidad naciente con el de la pasión amorosa donde el triunfo se efectúa en base al egoísmo del orgullo y el miedo estratégico a perder las ventajas (como con Mathilde de La Mole y con Madame Grandet. silencioso o balbuceante. 5. Pero si vuelve a ello. después de todo. tan lentas en sacrificar su vanidad). del ingreso en lo íntimo? ¿Es sexual o moral. Hay en verdad un “antes” y un “después”. tenido una relación con un teniente coronel. ¿cuál es ese acontecimiento. desestabilice su yo forzado en su personaje. . también significa “conversación” [T. según el chisme escuchado el primer día (¡y de boca de un cartero burlón!). no será un “fatuo”. o digamos que aquello que lo íntimo vuelve más importante es el pasaje que rompe todos esos planos: del afuera indiferente al adentro que se entre-abre y se brinda al compartir. sin una prenda dada a cambio. del regimiento precedente? ¿Tenía Stendhal verdadera necesidad de llegar a esto: Bathilde como mujer fácil y Lucien como un pobre sustituto? Porque después Lucien tenía mil oportunidades para disipar esa duda. en su rol de amante conquistador. es entonces el único motivo posible de la narración – antes que la estabilización de lo íntimo encuentre su base y entonces ya no requiera más que su “man-tenimiento” [entre-tien]4.de “uno mismo”. si se repliega allí es porque lo apresa el miedo y quiere vengarse (asegurarse) de que la exigencia de un adentro compartido. afectivo o metafísico? Curiosamente. Y ese “adentro” (de la “penetración”) no se deja circunscribir en ningún lado. que hay por lo tanto un “antes” y un “después” de la intimidad y que ese pasaje dentro de la historia de la relación que enlaza a dos seres constituirá un acontecimiento. 4 El término francés. no se puede decidir (Stendhal no se preocupa por aclararlo). cap. propiamente dicho. Pero. la intimidad configura un umbral: “la intimidad no es tanto la felicidad perfecta como el último paso para llegar a ella” (Del amor. el único. noble por añadidura. Lo que Stendhal (en Del amor) lleva también a la reflexión es entonces el hecho de que la caída en lo íntimo sería el momento decisivo alrededor del cual todo gira. Pero. poniéndole fin al relato. como dicen malévolamente los rumores. XXXII, “De la intimidad”). Si no hay intervalo, en efecto, entre el instante en que surge un sentimiento de preferencia y lo que Stendhal llama, con una imagen de su cosecha que le impone, la “primera cristalización” (cuando la mente llega a obtener en todo lo que se presenta el descubrimiento de nuevas perfecciones del ser al que se apega) – “después de la intimidad”, en cambio, resulta que uno se encuentra frente a sí mismo, el “sí mismo” que ya no está seguro de sí. Se ve obligado entonces a justificar un “movimiento tan extraordinario” como aquel al que se acaba de arriesgar, tan “decisivo” como contrario a todos los hábitos de “contención” (“pudor”) a los que se está atado y que mantienen generalmente a cada uno a salvo en su reserva interna. De allí surge, tras el acontecimiento de entrada en lo íntimo, una segunda etapa de cristalización que reviste al Otro a su antojo y es “mucho más fuerte”. Porque entonces no solamente hay una monopolización del sentimiento sino también una conversión a lo que Stendhal designa con el concepto más global del “ensueño”: preocupación constante por el Otro, que en adelante obsesiona a un sujeto, que se gesta en sí mismo y que invade cada instante de su vida, al cual siempre está dispuesto a volver, donde su yo se deshace – que lo mece en ese estado de suspensión de sí y deja surgir algo más interior que sí mismo. “Ensueño” expresa por supuesto la infinita dulzura (es decir, “dulzura” que hace experimentar lo infinito), el despliegue sin coerción y sin voluntad, el “dejarse llevar” por “sensaciones tiernas”, a gusto, en la duración, ya que el “otro” en adelante está tan mezclado con el propio espacio interior que ya no ofrece resistencia o tan siquiera aristas para el trabajo de la imaginación vagabunda. Pero ensueño también expresa la indeterminación y la no-fijación, la oscilación y por ende también la inversión que amenaza y cuya eventualidad, en ese momento de eclosión, no ha desaparecido. Pues “el momento de la intimidad es como los bellos días del mes de mayo, una época delicada para las más bellas flores, un momento que puede ser fatal y marchitar en un instante las más bellas esperanzas…”. En el capítulo “De la intimidad” (en Del amor), Stendhal sin embargo trata poco sobre lo íntimo – habrá que preguntarse por qué: por qué hay todavía como una evasión aun en aquel que señala con el dedo más precisamente hacia allí, o quizás sólo fuera un desvío, que hace que no lo alcance – que sigue estando más allá, o más bien en el paso previo de la reflexión. Stendhal trata principalmente sobre lo “natural”. Pero lo natural no es más que lo previo o la puerta de acceso a lo íntimo. En todo caso, es la táctica adecuada que conduce a ello – táctica sin táctica, que desarma cualquier táctica. O que conduce allí sin conducir, corrijamos una vez más, puesto que lo íntimo no tiene finalidad o más bien no puede sobrevenir sino por el abandono de toda finalidad. No es que haga falta superarse (lo que seguiría reforzando el prestigio de un “sí mismo”), sino al contrario porque hay que desembarazarse de lo que ese “sí mismo” impide: “Sin dudarlo, un hombre verdaderamente conmovido dice cosas encantadoras, habla una lengua que no sabe”. Hablar esa lengua que no se sabe es hablar una lengua que no se aprendió porque no se la puede aprender, y por lo tanto que no se sabe que se sabe: una lengua que no se sabe, precisamente, sino cuando se ha desaprendido la lengua aprendida y que proviene de lo más interior de sí mismo (que sí mismo), que aún no ha sido encorsetada por el “sí mismo” y la convención. Porque allí es donde se revela en verdad la singularidad de lo íntimo: “uno mismo”5 no se opone a la convención, como lo dramatizara un romanticismo fácil, sino que ya está alienado en ella. “Uno mismo” ya está siempre embebido del mundo, en un compromiso con los otros; y por lo tanto, solamente al romper con ese otro (anónimo) por medio del acceso al Otro (singular) se puede dejar que advenga la lengua de la intimidad, de lo más adentro de sí mismo que su Afuera hace así emerger. No se puede pues hablar la lengua de lo íntimo sino cuando se sabe “suavizar el alma” de “lo almidonado del mundo”, dice Stendhal, y así dejarla que se abra paso de manera nueva. Para ello, la exigencia, o mejor dicho la medida de vigilancia, es no darle ningún sitio a lo diferido, que no produce solamente – desagradablemente – lo recitado, sino que sobre todo restablece enseguida el cálculo y la intención: “… más vale callarse que decir cosas demasiado tiernas fuera de tiempo” (ibid.). Porque la menor prórroga crea el desdoblamiento de sí, en vez de dejar que algo advenga de lo más profundo que uno mismo, y por ende hay afectación. Y como tiene que ser, la afectación es lo contrario de lo natural y conduce a la “sequedad”, que a su vez es lo antinómico de lo íntimo y de su desahogo que desemboca en lo indiviso del compartir: “Si existe lo natural perfecto, la felicidad de dos individuos llega a confundirse con ello”. Stendhal le indica entonces su lugar, luego de Rousseau, a la posibilidad de algo “íntimo” contrario a la “intriga”, pero donde el relato va agotándose y que todavía no encontró su concepto: “… pero cuando el amor pierde su vivacidad, es decir, sus temores, adquiere el encanto de un completo abandono, una confianza sin límites; una 5 Como se habrá advertido, traducimos el pronombre soi, de acuerdo con el contexto, como “sí mismo”, “uno mismo” y, en contadas ocasiones, “sí”. Dado que el autor suele entrecomillar el uso filosófico del término, no es necesario subrayar su reiteración [T.]. dulce costumbre viene a atenuar todas las penas de la vida y le brinda a los goces otro tipo de interés”. Pero dado que mantiene esa posibilidad a la sombra de otra cosa: “el Amor”, resulta que no puede despejar sino por instantes los contornos de ese recurso más secreto, que va separándose del pathos del sentimiento, de sus lamentos y de sus puntos álgidos. En todo caso, se compone de una tentación de absoluto, puesto que allí el abandono es “completo”, o tiende infinitamente a serlo, pero se introduce todavía debajo de aquello que, a falta de algo mejor, se sigue llamando, desgraciada, tristemente, como Stendhal, “costumbre”, por no saber cómo llamar positivamente a ese flujo discreto de lo cotidiano, que por su legato se distancia de los accidentes que hacen surgir lo sobresaliente (lo “destacado”) sobre lo cual se charla. 6. Por lo tanto, no nos sorprenderá releer Lucien Leuwen y volver a encontrar allí, a falta de una filosofía de lo íntimo, todos los rasgos de la analítica rousseauniana. Y en primer lugar, de la manera más flagrante, hasta el punto de resultar cómico, el conflicto entre lo íntimo y el intruso (el rostro de víbora de la señorita Bérard cuya maledicencia evoca la misma Bathilde para expulsar toda intimidad de su salón). Así como también el efecto ambiental de lo íntimo (y en principio junto a la joven Thédolinde, benévola en su rivalidad secreta e incluso púdicamente cómplice): porque lo íntimo, al mismo tiempo que es monopolizador, tiene pregnancia; inunda generosamente aquello que lo rodea. O reencontraremos además la exigencia de “simplicidad”, porque es condición de lo “natural” y se opone a la “fatuidad” cuyo énfasis se cree conquistador, pero en realidad produce los peores estragos y el peor hastío; mientras que su contrario, la “timidez”, es lo que hace avanzar con su renuncia. Hay que señalar, una vez más, que dicha simplicidad de ser se distingue en lo que quisiéramos denominar su pudor de la gran consigna impuesta (afectada) de la transparencia. Aun en lo más íntimo de su relación, cuando ya quedan apretados, acurrucados, aislados del mundo y no quieren que nada más vaya a ocurrirles, es decir, antes de que Stendhal ya no encuentre con qué abastecer al relato y lo abandone con una mala pirueta (Lucien se va de Nancy), Madame de Chasteller se abstiene de confiarle a Lucien los enojos que soporta diariamente de su padre y por su causa; ni Lucien puede confesarle la sospecha que tiene siempre en la punta de la lengua. Porque lo íntimo preserva un retiro, recela de una luz demasiado cruda que pretendería iluminar todo del mismo modo bajo su imperativo; y también de la confidencia obligada que ya no dejaría surgir el afecto por forzar, con hostigamiento, la tendencia al desahogo. Se prefiere la A tal punto que abstenerse de estar completamente “en claro”. al habla íntima le gusta desdoblarse. avanza en disidencia un intercambio implícito. de lo propio y lo simbólico. de explicarse (la famosa “explicación” luego de la disputa amorosa). abierto a todos. contribuyen fuertemente a lo íntimo. el evitar decir. frena. sino por la tensión que introduce entre lo patente. hace que hablen los gestos. una sonrisa. Como tal. al mismo tiempo que más allá de las palabras intercambiadas. a pesar de toda la prudencia que ella se prescribe. que todo el mundo puede oír y. pero la miraba. lo propaga y lo hace avanzar. y por otra parte. las miradas. que lo íntimo no es algo griego y que constituye el mayor desafío lanzado al imperio del logos: porque no se deja llevar a la facilidad de decir e incluso de “decirlo todo”. más que las palabras. Entiéndase más adentro. lo . Proviene infinitamente de más lejos al mismo tiempo que llega tanto más cerca. frente a lo cual el habla es charlatana y limitada. es decir que los gestos realizan lo íntimo y lo hacen efectivo. Lucien obedece. Porque lo íntimo utiliza activamente el silencio. que es a la vez la más interior y que señala hacia un Afuera de este mundo. Prefiere el silencio que habla a la palabra que glosa. de determinar y de creer controlar. allí está la canción sin letra. de lo íntimo: bajo la superficie del habla pronunciada. enlaza tácitamente por el asentimiento. A la vez no se molesta al otro con el propio “yo”. y paseemos. no según el juego tradicional de lo concreto y lo figurado. lo íntimo prefiere la “contención”. por si hiciera falta. más en profundidad. lo obvio. animado. el mantener la reserva. son vectores y relevos de lo íntimo. sin amplificación. por otro lado. que como se sabe es prolija. En el Cazador verde: “No agregue ni una sílaba – dice ella con resolución severa – o me disgustará. algo misterioso. Poco a poco.connivencia que calla antes que esa confidencia que se ostenta. y ella veía todo el esfuerzo que le costaba obedecerle y guardar silencio. Con lo cual se comprueba. un tono de voz. ni tampoco según el conflicto de la apariencia (de la disimulación) y la verdad. En efecto. en lugar de dejar pasar. ella se apoyó en su brazo con intimidad…”. cataliza lo íntimo y lo densifica debido que permanece más acá de la codificación de las palabras. Los gestos. a la inversa de la declaración amorosa. De allí surge la otra conversación que atraviesa el habla ordinaria. sombrío. sino que infiltra. crea bloqueo y resistencia. Siempre a propósito de Madame de Chasteller (y citando esta vez más ampliamente el pasaje): “Pero veo brillar en el fondo de sus ojos. como si siguieran una conversación mucho más íntima y elevada que la que escuchan nuestros oídos”. lo que sabemos que es propio de lo íntimo. Lo no-dicho vuelve cómplices. Debido al hecho de que enuncia. selectivo y aun exclusivo en su orientación. aunque sea tan poco místico: “Así se hablarían unos ángeles que hubieran salido del cielo por alguna misión y se encontraran por casualidad aquí abajo”. En todo caso. “sus ojos [de Bathilde] parecían velados de tristeza”. del intercambio aburrido de los salones o aun sólo del parloteo de la banalidad. De modo que Stendhal no vacila en hablar de “éxtasis” a propósito del encuentro que instaura lo íntimo (sobre Bathilde también: “volvió como de un éxtasis”). ese gran cajón de sastre que atraviesa de igual modo todas las épocas. un verdadero Afuera recortado de esto último y no comprometido allí. sin producir semejante ruptura de planos. . según nos dice Stendhal. y que sólo un destinatario puede escuchar. Tampoco vacila ante esa habla mística.latente. animándonos a tocar al coloso. ¿se podía representar. tras haber sido conducidos por tantos meandros. Puesto que el repliegue en lo íntimo es al mismo tiempo una evasión fuera de la conversación común. el acceso a lo íntimo?) Pues en definitiva es preciso creer. caminando furtivamente. en lugar de prodigar declaraciones. De tal modo. hay en el “Amor” demasiadas sedimentaciones confusas sobre las cuales se exagera y se dramatiza como para que sigamos contentándonos con ello. Pero en silencio. es tiempo de preguntarnos al fin abiertamente. ¿acaso poseemos otro lenguaje en Occidente que no sea el religioso y el de la Revelación para expresar lo inaudito o lo desconcertante que surge súbitamente por un gesto o por una mirada en la inmediatez del aquí? (Y en otro contexto cultural. si el “amor”. no aplastará este recurso. en la posibilidad de lo íntimo que va a trastocar sus datos y condiciones. Pero. señalan nostálgicamente hacia un lugar ideal. que volver a poner en marcha así.). de golpe. más grave aún. hacer que se reactiven bajo cuerda los viejos dispositivos – viejos resortes – de lo ético y de lo patético. la única manera que nos queda. vuelvo a este término. ¿quién no está contento. después de todo. algún día se debería “salir”…). su unidad perdida. ¿no es un término falso? 1. de nuevo se pone en “positivo”. devolverle al hombre. el “amor” sería la última concertación de esperanzas y de voluntades. ya no se sabe por qué protestar. como es sabido. Cuando el compromiso político está roto o ya no es sostenible para llegar a sus últimas consecuencias. etc. el retorno . en la medida que ya no es más que un tema de desarrollos esperados. en efecto. ¿Qué puede resultar más cómodo. es decir. Es un rasgo distintivo de la ideología francesa contemporánea. En el mundo histórico en retracción que constituye Europa. siempre se harán buenas recaudaciones con él. en todo caso. con tan poco esfuerzo. Tema de auxilio y de salida – un tema tan cómodo. Se acaban las incertidumbres y las desesperanzas. En el mercado de ideas. Pero. Frente a otro filón del marketing ideológico contemporáneo que es la “indignación”. en un entorno cada vez más invadido por el demonio de la negación (ante las transformaciones silenciosas que sordamente transportan a otra parte el potencial de la Historia).IX – “Amor”. un filón que también se ha vuelto rutina de tanto que se ha explotado sin pudor ni discernimiento. se está pues en el consenso. al ver que se reactiva ese viejo mecanismo? El “amor” es el tema de recambio y de recarga. todavía implica vitalidad. en suma. en efecto. reconciliar en el Amor lo carnal y lo ideal e indicar un camino lateral – camino de salida correcto – para la moral? Al mismo tiempo que se vuelve a poner en marcha la . distintivo por su insignificancia. Con él.¿o deberíamos decir el repliegue – al viejo tema del amor. me pregunto: ¿se trata en verdad de algo que resulta tan tranquilizador? ¿O bien qué se procuraría compensar con ello? En todo caso. de afirmar nuestra iniciativa como sujetos. Y si el amor durase mucho tiempo. todavía y siempre. Retocando ese viejo zócalo de humanidad. el “más viejo del mundo”. cada cual ha arribado allí en los últimos tiempos con su manifiesto o con su panfleto (Del amor. la máquina de superlativos. que a su vez aparece como tranquilizador. un topos. Elogio del amor. y dado que se ha “entrado” en ella. en el “Amor” se encuentra el costado risueño y su contrapartida salvadora. se está seguro de recomponer la plenitud de la voz y de los lectores. donde se van achicando las posibilidades. sin pausa. aunque se pretenda creer que sólo es una crisis (la “crisis”. cuando se toma vacaciones o. como lo vemos alternadamente. aunque sin pensar hasta qué punto sus figuras contrarias han sido recortadas ambas de la misma estofa. hacia lo absoluto. como sucede entre lo libidinal y lo ideal. Entonces me pregunto: ¿qué tiene todo esto en común. o bien entre lo “físico” (los famosos “deseos físicos”) y lo “metafísico”. que se proclama “post-“. desde el momento en que uno no se deja capturar en la trampa de los que se han doblegado ante esos emparejamientos. la pulsión y la afección (alias el deseo y el sentimiento). Todo es irreprochable. se deja oír. y sin peligro. como es sabido. está Safo. Cada cual produce su variante: se dice que existen el “amor sororal” y el “amor acontecimiento”. el deseo (pothos) es el efecto de un choque y una . debilitamiento. O digamos también: el surgimiento en el instante (lo repentino del descubrimiento) y su profundización. donde el Amor nos guía. el humanismo. Es decir que no cesan de restablecer la alianza. en esos viejos pares nocionales que vemos disputarse todos los días. como fondo sonoro o voz de fondo. la vibración del absoluto. Pero entonces me pregunto: ¿acaso el “amor” puede ser esa noción apenas unitaria sobre la cual nos entenderíamos? ¿Sobre la cual la unanimidad (del humanismo) podría finalmente instalarse ya sin resultar ingenua y tanto más sectaria sin saberlo? Porque no basta con querer acordar una vez más a su respecto o por su intermedio ambos lados de las grandes divisiones mediante las cuales ingresamos comúnmente en lo humano en Europa. y se termina haciendo crecer esas entidades que oponen para luego poder unirlas mejor. Con el “amor”. o el acontecimiento y la duración: la conmoción de uno (el “flechazo”) y la extensión en la otra (la “vida conyugal”). 2. Resulta pues que se puede volver a poner en escena la vieja metafísica platónica. O se hacen actuar y se reactivan a propósito del “amor” todos estos dualismos como si allí se resolvieran o al menos encontrasen su conciliación. o la acción y la pasión (la audacia del proyecto amoroso o el sufrimiento que se experimenta por ello). a propósito de él y por su intermedio. desde el momento en que salimos de la gran facilidad de los pares a partir de los cuales hemos concebido tan “lógicamente” – confortablemente – las cosas? Por un lado. y en primer lugar entre lo “sexual” y lo “espiritual”. y que por lo tanto son solidarias de entrada. o su achatamiento.bomba del deseo. intentando reconciliar. “segundo” o incluso “anti-“. La radicalidad resulta poco costosa y por una vez todo ello no habrá de suscitar hostilidades. e incluso parece algo siempre nuevo. está asegurado. en el tiempo – entre la emoción y su desgaste. efectivamente. Pues. de un costado al otro. y hasta dentro de la impúdica pudicia clásica (Nerón en Racine). como es sabido. un fuego sutil súbitamente corrió estremeciéndose bajo mi piel…”. ¿qué nos garantiza que se trata en verdad de costados o de polos en correlación. en cuanto al “amor”. siquiera un instante. goza de ello y se consume con ello. moviendo el cursor. dice el Evangelio. ya no puedo hablar. cuando más el “amor” es heterogéneo por naturaleza. el fenómeno es fisiológico: “Un espasmo me oprime el corazón el pecho. “el amor es magnánimo. hacia la exigencia de un sujeto que consuma. Preguntémonos: ¿de qué manera se conjugan ambos o si tan sólo tienen una oportunidad de encontrarse? Y como tiene que ser. Mi lengua está rota. no estoy seguro de que hayamos avanzado más con ello. Esta descripción echó raíces. Pues si te miro. no busca su interés…”. Pero no es tan desnuda o brutal como para no reconducir primero todo. tanto más resulta masivo luego su efecto de monopolización por compensación. no realiza nada inconveniente. Por más que luego se diga que cada uno de nosotros actúa libremente. Por otro lado. y no de bloques erráticos que derivan cada uno a partir de su propia historia y que en suma no tienen nada que ver entre sí? . en la cultura europea. no codicia […]. servicial. reclama su satisfacción.conmoción.
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