Etnia Los Lecos

April 4, 2018 | Author: Alex Galvez | Category: Indigenous Peoples, Inca Empire, Bolivia, Amazon Rainforest, Agriculture


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Etnia Los LecosVestimenta Costumbres La danza de los lecos es muy particular, se trata de articular cada paso al ritmo de la música que ellos mismos entonan. Según relato de otros de los lecos la danza se llama “Tiri Tiri”, los varones bailan con ropas tipo soleras elaboradas, con sus propias manos, en tanto las mujeres llevan en el cuello un collar elaborado con conchas de caracol. Leyenda La ley de los chicotazos Seis latigazos son el máximo castigo que rige en el sistema de justicia comunitaria de los lecos incaicos de la región de Apolo, en el cual figuran las multas económicas y los trabajos comunales y en beneficio del perjudicado por el delito. En otros poblados se sanciona a los infractores con el destierro. No existe la pena de muerte El año pasado, dos personas casadas fueron acusadas de adulterio (celos) por sus esposos en un poblado leco de Apolo. El caso llegó al Cacique de la aldea, quien investigó el hecho con sus colaboradores y tras determinar su culpa en una Asamblea Comunal sancionó con dos chicotazos a los infractores, aparte de recomendarles no reincidir en el “delito” bajo pena de ser desterrados del territorio, recuerda la autoridad máxima de Inca, José Cuajera. El antropólogo Wigberto Rivero comenta que en esta etnia se usa la justicia comunitaria para “problemas pequeños”; en los graves se recurre al Corregidor, autoridades judiciales estatales, la Policía y la Fiscalía. “Pero lo común es que el afectado asista ante su autoridad local, quien convoca a las partes del problema, las escucha y luego aplica la justicia comunitaria para resarcir los daños morales y económicos, no la venganza. Es una justicia de paz”. Cuajera subraya que sólo recurren a sus usos y costumbres. “En Inca, el que recibe las demandas es mi persona o el Secretario de Conflictos, que actuamos como fiscales, averiguamos. Cuando el asunto es bien grave, llamamos a las personas mayores y ex líderes para que nos recomienden. Analizamos las pruebas que conseguimos. Al saber quién es el culpable, instalamos un juicio en la cancha de la población y dictamos y aplicamos el castigo frente a todos”. La sanción máxima en Inca son seis chicotazos aplicados por el cacique o una persona “responsable o ex dirigente”. También existen las multas económicas (entre 50 y 100 bolivianos), que van a parar a las arcas comunales, y el trabajo en beneficio de la comarca o del perjudicado, sea ayudando en los sembradíos o armando cajones de adobe para los muros o en la refacción de la escuela. “En otros pueblos hay el destierro”. No existe la pena de muerte. El capitán grande de la Central Indígena del Pueblo Leco de Apolo, Aldo Chambi, asegura que sus ancestros eran más drásticos en los castigos. “Hasta nos pegaban con palos y chicotes que tenían itapallo, una hierba que te pica en cada ‘huasqueadura’. Ellos decían que eso te sacaba la flojera y te hacía volver ágil y vivo como esa planta. Actualmente, arreglamos los problemas de manera interna, generalmente sin recurrir a la Policía, al fiscal y jueces de Apolo”. Por ello, tal vez, como declara el juez de Partido en Apolo, Gilber Vásquez, él no ha atendido ningún caso de los lecos en sus oficinas. Aparte, Chambi adelanta que los lecos de la provincia Franz Tamayo están conformando dos consejos: de Ancianos y Ex Capitanes, instancias que ayudarán a los caciques en el desarrollo de los juicios comunitarios y en la realización de comicios electorales o convocatorias de asambleas cuando haya pugnas en los directorios. La leyenda de Santos Pariamo — relata el profesor de Inca Wílmer Ramos—, dice que este líder resistió la embatida española en la Colonia, y que fugó con sus seguidores al sur, cerca del río Atén. “En esa zona hasta hoy existen unas dos personas que hablan rikha”. Pariamo es la única imagen que guardan los lecos sobre su pasado, un héroe que tenía hasta 2007 su estatua en la plaza de Apolo, la que fue destruida por el conflicto agrario entre indígenas y campesinos en la localidad. Los lecos ocuparon desde antaño las actuales provincias paceñas Franz Tamayo y Larecaja, donde mantienen sus comarcas; aunque pocas conservan los rasgos culturales ancestrales y su lengua original (rikha), según el investigador Alberto Zalles. El antropólogo Wigberto Rivero, quien igual estudió a fondo esta etnia amazónica, da más luces sobre sus raíces: “Data de una época precolombina, incluso anterior al florecimiento del imperio incaico” Datos Habitantes: Censo: INE (2001): 132. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 2.700. Ecorregión: Amazónica. Departamento: La Paz. Provincias: Larecaja y Franz Tamayo. Municipios: Guanay y Apolo. Comunidades: Pucasucho, Inca, Trinidad, Mulihuara, Chíhmayo, Muiri, llipana Yuyo, Munaypata, Irimo, Correo, Santo Domingo y otras. Idioma: Leco o Lapa Lapa. Actividades principales: Ganadería, agricultura y forestal. Productos: Ganado vacuno, arroz, maíz y madera. Situación Demográfica En los últimos años los lecos han tenido un resurgimiento demográfico, puesto que su población ha aumentado considerablemente. Quizá este fenómeno sea el resultado de los procesos de revalorización cultural y de su relación con su demanda territorial. Actualmente los lecos suman una población aproximada de 4009 habitantes. Historia Estas son las propias, y verdaderas Provincias de Chunchos, de quienes se derivó el nombre Chunchos a las demás orientales de los Andes..." Para los cronistas andinos “los chunchos” son los habitantes de la montaña o piedemonte andino en general, " ...Los “Moxos” del río Tuichi estaban cercanos a San Juan de Sahagún. La zona de Larecaja tropical y el sur de la región de Apolo pertenecían a los dominios del grupo étnico de los lecos. Su zona se ampliaba en el encuentro del río Mapiri con los ríos Challana, Coroico, Zongo y Tipuani, para conformar el río Kaka, que a su vez desemboca en el río Alto Beni; Se puede decir que desde las cabeceras del río Mapiri y sur de Apolo, hasta la desembocadura del río Kaka con el río Alto Beni eran los lugares tradicionales del pueblo Leco. “(Saignes 1985:86) Los Aymaras, los incas y el piedemonte andino. Hasta el valle de Apolo sin ningún río." (Armentia 1890:13-14) Con la llegada de los incas al piedemonte andino faltaría por saber cómo se establecieron las relaciones con los grupos del piedemonte (chunchos). Las primeras entradas de los españoles. sabese la mayor parte della ser lagunas muy pobladas."- Charazani-CamataApolo. - Por Cochabamba a través del río Cotacajes en las cabeceras del río Beni. - Pelechuco-Mojos- Apolo. También fundó la misión de San Antonio de Aguachiles, que perduró escaso tiempo. Con indígenas de estos grupos y de otros como los lecos, los religiosos empezarían a fundar las misiones que más tarde se llamarían de Apolobamba. Los intereses de los españoles siguiendo la tradición de los incas, en la zona del piedemonte son en gran medida las minas. 1680 la provincia tenía 29 conventos y 296 frailes. Esta misión fue trasladada unos años más tarde al lugar actual del pueblo de Apolo. Fue repoblada con indígenas Lecos, Aguachiles y Pamainos, aunque también se recogieron indígenas del río Tuichi (probablemente tacanas) y algunos del río Beni. Otras misiones de importancia y que corresponden al área de la demanda son; San Antonio de Atén, creada en 1699; Santa Cruz del Valle Ameno (1690-1716), San Juan de Sahagun de Moxos (1740). Las primeras misiones tienen en común el ser fundadas con grupos no solo de la zona sino también traídos de las orillas del río Beni. Las misiones eran frecuentemente atacadas por los grupos independientes Aguachiles y lecos que diezmaban la población. (Ballivian ed.1898:33) Por otro lado son frecuentes las subidas de los lecos no reducidos en las misiones, que atacaban a las zonas de yungas productores de coca. (Mendoza en Saignes 1985:59) Poco a poco la misión de Apolo fue convirtiéndose en un centro de importancia. "En la época colonial y parte de la republicana, Apolo fue el centro de las misiones Franciscanas de Apolobamba, que desarrollaron esforzada acción civilizatoria en la provincia... Sin embargo fueron los lecos de Apolo y Atén los que mayor resistencia opusieron a los españoles. Por un lado la existencia de las ex misiones como Atén, Apolo o Santa Cruz del Valle Ameno donde viven los apolistas y lecos, pero lo que llama la atención es que en todo el partido de Caupolicán sólo existían cuatro haciendas y el resto o estaba deshabitado o era utilizado por los indígenas lecos de las misiones. Por otro lado las misiones de Mapiri y Guanay formarían parte de la provincia Larecaja, con lo que la unidad de los lecos quedaría partida administrativamente hablando en dos provincias distintas, Caupolicán y Larecaja. El Colegio Franciscano de La Paz se haría cargo de las misiones de Caupolicán. (D´Orbigny 1992:35-36) Pocos mantienen la cultura ancestral El contacto con los aymaras y quechuas ha provocado que la cultura leco se haya sincretizado con éstas, incluso cediendo ante ellas. Esto se expresa en la pérdida de su vestimenta y del idioma. Los estudiosos sostienen que este proceso de “aculturación” los convierte en una etnia en peligro de extinción Para el antropólogo Wigberto Rivero, el contacto de los lecos con la civilización ha tenido un impacto negativo en su cultura, tanto que muy pocos de ellos —los más ancianos— mantienen sus tradiciones ancestrales. “Se mezclaron con los colonos aymaras y también con los quechuas. Todos sus pueblos han vivido la misma desgracia”. Según el investigador Alberto Zalles, esta etnia se ha “quechuizado”. Tesis que admiten las autoridades originarias de Apolo. El capitán grande de los lecos apoleños, Aldo Chambi, comenta que hoy sus “compañeros” usan las ropas “normales” (occidentales). “En fiestas o actos importantes sacamos recién nuestro tipoy (túnica) y huelpe (especie de tutuma). Los hombres tienen un tipoy más alto, y las mujeres, uno más bajo. Hay que ser sinceros: no podemos utilizarlo todos los días”. En Inca, los lecos jóvenes andan con pantalones jeans, camisas y anteojos “raybanizados”. Una minoría usa abarcas o anda con el pie desnudo. “La juventud ha perdido el hábito de caminar con lluch’u (gorro) o con abarcas porque es la moda. Muchos de ellos vuelven de La Paz, adonde van a trabajar en vacaciones, hasta con el cabello teñido o con ropa de rockeros y con bailes como el reggaetón”, dice el profesor Wílmer Cadena. La migración, a diferencia de otras etnias, no es masiva entre los lecos de Inca. “No somos muy viajeros”, sostiene Clemente Mamani. El cacique José Cuajera asegura que los jóvenes viajan a fin de año a La Paz, poblaciones mineras cercanas o Argentina para trabajar de albañiles, cooperativistas o costureros. “Sólo un 30 por ciento no vuelve. Los bachilleres no parten porque saben que cuando se apruebe nuestra tierra comunitaria de origen no pasaremos hambre”. Más bien, en Inca se está dando últimamente el fenómeno de la inmigración de pobladores de La Paz, El Alto y Oruro. Estas personas se han asentado al ingreso de la población, donde, según Cuajera, han comprado sus casas hasta en 4.000 bolivianos. Uno de los pocos que han sido víctimas de la migración en el poblado es Luis Lipe, quien a sus 60 años extraña a sus cuatro hijos que partieron en busca de un mejor futuro a La Paz y la mina Matilde del poblado de Mapiri. “A veces se van así nomás. Yo he tenido la mala suerte de que mis retoños no han amado de veras a su pueblo. Sin embargo todavía espero que retornen”. Rivero finaliza con que la migración de los lecos a La Paz es la principal causa del deterioro de sus tradiciones. “En base a este fenómeno, si me pregunta su población, podría decir que no hay ni una decena de familias leco, porque se dan los casos de que el padre es leco y la madre es aymara, o viceversa”. El idioma y la cultura en riego de extinción Otro de los campos donde se nota la influencia aymara y quechua entre los lecos de las provincias Franz Tamayo y Larecaja es la pérdida del idioma. Por ejemplo, en la comunidad apoleña de Inca, hasta los ancianos y autoridades se comunican en quechua. El capitán grande larecajeño, Aldo Chambi, comenta que esto se debe a las “constantes invasiones a las que han sido sometidos”. Ahora, ellos apuntan a recuperar su lengua y trasladarla a la enseñanza escolar. Para esto, la Central de Indígenas del Pueblo Leco de Apolo ha pedido al Ministerio de Educación la elaboración de un diccionario o alfabeto de su idioma, antes de que fallezcan los pocos ancianos que lo hablan. “Esta pérdida se ha extendido porque los profesores que nos enseñan son del altiplano y nos contaron los viejos que hasta después de 1952 éstos les amenazaban si hablaban en rikha, por eso se perdió nuestra lengua”. En la actualidad, dice Chambi, los “más viejos” hablan rikha sólo en reuniones familiares. “Ahora predomina el quechua”. El investigador Alberto Zalles sostiene que el rikha o lapalapa sólo es practicado por los ancianos, porque los jóvenes lo consideran un signo de desprestigio; y hasta 1990, sólo 200 personas lo hablaban. “Quedaron del lapalapa las toponimias y los modismos que tienden a desaparecer. En realidad, todas sus tradiciones y costumbres están totalmente sincretizadas”. El antropólogo Wigberto Rivero establece que este proceso de “aculturación” entre los lecos los convierte en una etnia en peligro de extinción, aunque en los últimos tiempos ha habido una recuperación de sus costumbres “porque ahora es más importante ser indígena que ser blanco”, y ello se ha demostrado con su arremetida por titular sus propiedades comunitarias, bandera bajo la cual se encuentran muchos que “no son lecos”. Así es este pueblo indígena que sobrevive en las provincias Franz Tamayo y Larecaja, en la región amazónica de La Paz. Una etnia que tiene como exponente histórico a Santos Pariamo, un leco que sentó soberanía en tierras apoleñas hasta el siglo XVIII, de quien hoy queda en Apolo su estatua destruida y su imagen — con su pareja— tallada en la puerta principal de la Casa de la Cultura, con un traje de plumas y el torso desnudo. Los auges de la Quina y la goma. Una de las zonas gomeras más importante es la constituida en las provincias de Larecaja y Caupolicán en los siguientes lugares: Challana, Guanay, Mapiri, Consata, Tipuani, Sarampiuni, Camata (provincia Muñecas), Apolo y Atén. En la zona de Apolo se otorgaron 1.500 estradas en tres concesiones de 500 estradas cada una. Organización Social Se podría establecer varias etapas históricas en lo que respecta al tipo de organización socio-política por el que el pueblo leco de Apolo atravesó durante su historia: - Organización anterior a las misiones. Organización en las misiones franciscanas Etapa de las parcialidades Época del sindicato Fundación del CIPLA De cada uno de estos tipos de organización se han ido recogiendo elementos que han configurado la actual forma organizativa del pueblo leco de Apolo. “El cacique de cada pueblo era la única autoridad reconocida… su cargo era hereditario y vitalicio, pero para recibirlo y sostenerlo debía demostrar las mejores aptitudes para la guerra y la conducción de las relaciones sociales internas, así como ser un experto balsero, pescador y cazador. “ (Astete 1998:139) Esta cita introduce el sistema basado en el prestigio que regía en los siglos anteriores a las misiones. Esta época es la que se caracteriza por un elevado número de grupos étnicos repartidos por la región entre los que estaba el pueblo leco, pero también los aguachiles, pamainos etc. Un leco fuma su tabaco. Lecos tocando flauta Niños lecos Desde la época precolombina han tenido influencia aymara; con la llegada de los españoles fueron uno de los pueblos evangelizados violentamente. Su incorporación a poblaciones económicamente activas como; Apolo y Guanay han hecho que esta etnia se asimile al la occidental, tan solo conserva algunas costumbres de tipo material. La economía de los lecos se basa fundamentalmente en la actividad agrícola, aunque también la madera; ocasionalmente cazan y pescan pero cada vez la presión del los chaqueos ahuyenta a los animales, mas la fauna silvestre. En cuanto a su organización social política, se establecen varias etapas históricas de esta nación que tiene su mayor asentamiento en la localidad de Apolo; organización anterior a las misiones, organización; en las misiones franciscanas, etapa de parcialidades y la actual época del sindicato, todos evidentemente con influencia del sistema. Según la investigación Johson; antes la autoridad máxima era el cacique de cada pueblo, reconocido y respetado, su cargo era hereditario y vitalicio: Pero para su cargo debía demostrar mejores aptitudes que cualquier otro para las guerras y la conducción de su pueblo; con las mejores relaciones sociales, además de ser mejor explorador, balsero, pescador y cazador. Antes de la llegada de las misiones de evangelización, los numerosos grupos étnicos de la región, en las que estaban: los aguachiles, pamainos, lecos y otros, era común el liderazgo basado en el prestigio; vale decir que para mantenerse al frente de un clan el líder debía demostrar todas las aptitudes que lo hacían superior al resto de los indígenas. El área o habitad donde están asentados en la actualidad; las comunidades o pueblos lecos esta caracterizada ecológicamente hablando como ceja de selva, por que estas se encuentran ubicados exactamente entre los andes y la amazonia: Otras comunidades están asentadas en las riberas de los ríos Coroico y Mapiri. ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL Tradicionalmente, los leko estaban organizados en grupos de familias extensas unidas por parentesco, que formaron un asentamiento comunal. Los matrimonios eran endogámicos, dentro del mismo grupo. Cada asentamiento era dirigido por una autoridad reconocida. El líder tenía que mostrar un comportamiento ejemplar. Una vez puesto en su cargo, éste era vitalicio y hereditario. Actualmente, los leko han adoptado elementos de la estructura oficial de la zona o la del sistema sindical, como el cargo de 'Secretario General'. Los leko vivieron largos periodos de tiempo como colonos y campesinos, pero con el auge de la fundación de organizaciones indígenas participaron en estos movimientos, ganando autoestima y difiniéndose de nuevo como indígenas. En 1995 los leko de Apolobamba se organizaron en la Central Indígena de Pueblos Originarios de Apolobamba (CIDEPOA) y los de Apolo en la Central Indígena del Pueblo Leco de Apolo(CIPLA). Aspectos Culturales Los lecos mantienen poco de sus aspectos culturales, en especial los vinculados a temas espirituales, pues desde la época precolombina han tenido una fuerte influencia aymara. Organización Política: Algunas familias de origen Leco de Nor-Yungas, están afiliadas a la Central de Comunarios Colonizadores; en cambio, los que habitan en la provincia Franz Tamayo, recientemente se han organizado en el Comité Indigenal del Pueblo Leco de Apolo (CIPLA), afiliado a la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CEPILAP) y, por ende, al CIDOB. Simbolismo: La vida religiosa de los Leco ha sido intensamente influenciada, además, por las distintas sectas que se han asentado en la región y, claro está, por el complejo contexto cultural en el que hoy se encuentran inmersos. Se dice, no obstante, que aún poseen un santuario propio y auténtico, donde se consulta a una deidadoráculo llamada K'ak'a o Q'aq'a, el mismo que estaría ubicado en pleno monte, en las cercanías de la población de Irimo. Tierra Y Territorio El pueblo leco tiene dos demandas de Tierras Comunitarias de Orígen (TCO), una en la zona de Apolo y otra en Larecaja Tropical, ambas en el departamento de La Paz Economía Y Actividades Productivas La economía de los lecos se basa fundamentalmente en la actividad agrícola, aunque también se dedican al aprovechamiento forestaql maderable. Ocasionalmente también cazan y pescan, pero cada vez la presión de la población auyenta la fauna silvestre. ECONOMÍA Los leko actuales han abandonado casi enteramente su tradicional economía itinerante, bajando y subiendo los ríos de su territorio. En la actualidad, la actividad que les provee mayor ingreso económico es la agricultura. Los productos para el autoconsumo más importantes son la yuca, camote, plátano, maíz y arroz. La siembra se realiza en septiembre y octubre, cuando se presentan las primeras lluvias. Los productos principales para la venta son la coca y el café, pero también el camote. De las familias leko de Apolo, el 71% se dedican al cultivo de la coca, actividad que es tradicional en la zona y data de antes de la llegada de los españoles a América. En todas las comunidades se crían chanchos, ovejas y gallinas, principalmente, que por las pocas posibilidades de caza o pesca son consumidos por las familias. Solamente las vacas se destinan a la venta para generar ingresos monetarios. En las comunidades más alejadas de Apolo, que cuentan todavía con bosques, se recolecta frutos como chima y majo; de este último en algunas comunidades obtienen leche de majo destinado a la venta, al igual que la miel de abeja, el copal, los inciensos y el urucú, que son aquiridos por intermediarios, quienes lo comercializan a empresas. Algunas comunidades que poseen minerales en sus tierras se dedican también a la minería. A su vez, los comunarios venden su fuerza de trabajo a empresas fuera de las comunidades, mientras otros son contratados por otros comunarios, hábito que comprueba la tendencia de los leko a transformarse en campesinos, dejando atrás su modo de ser indígena. COSMOVISIÓN Poco se sabe de la cosmovisión de los leko. Tradicionalmente se enterraba a los muertos con todos sus enseres, incluidas bebidas y comidas. Se cuenta que cerca de la comunidad Irimo, en pleno monte, se encuentra un santuario donde se consulta a una deidad-oráculo llamada K'ak'a, pero solamente personas que hablan la lengua materna pueden esperar respuesta. Los leko mantienen todavía grandes conocimientos de la medicina tradicional. Medio Ambiente Y Recursos Naturales El área o hábitat donde se asientan las comunidades y pueblos lecos es caracterizado como ceja de selva, puesto que la geografía se ubica en la transición de los andes a la Amazonía. Explotación de goma afectó a las étnias indígenas La explotación de la goma, a inicios del siglo pasado en la región amazónica norte del país, afectó de manera importante a la existencia e identidad de los pueblos indígenas que habitaban esa región del país, señala una investigación de José Teijeiro, sobre “regionalización y diversidad étnica cultural”. Sobre el proceso de etnocidio de esos grupos, el investigador afirma que no sólo se produjeron las reducciones de las misiones jesuíticas, “ya que este drama se recreó con mucha violencia durante la época de intensa explotación de los recursos naturales de mayor demanda mundial, como fue el caso de la goma principalmente, la quinina, posteriormente la castaña y otros”. “La intensa explotación (extracción) de la goma sólo pudo darse, como tal, empleando mano de obra local extraída de las varias comunidades indígenas, generándose de esta manera, un principio socio-cultural altamente desestructurante”, señala. Agrega que “estos indígenas fueron prácticamente depositados en las distintas barracas donde aglomeraba varios de ellos bajo el mando de un capataz y sus guardias. En estas circunstancias todo intento de fuga era sancionado con la propia vida del infractor”. Señala que uno de los argumentos de mayor evocación para la realización de esas sanciones era la deuda que éstos, de manera inevitable, llegaban a contraer con sus patrones. “La desestructuración socio-cultural de las comunidades no sólo era provocada por la desmembración familiar, sino también por los permanentes traslados que debían realizar en un espacio cada vez más ajeno y más integrado a la actividad extractivista de la goma”, dice el documento. Agrega que los indígenas eran expulsados o escapaban porque sus territorios pasaban a pertenecer a los varones de la goma, quienes no sólo eran los dueños del espacio sino también, en cierto sentido, de la vida de los indígenas. El turismo y el futuro Mientras invitan la comida que preparan, las mujeres lecos cuentan aspectos de su gastronomía compuesta básicamente por pescado, yuca, coco, aves del río Coroico y un postre llamado gallinazo, preparado con chocolate y arroz. En realidad comen todo lo que viene del monte, hasta mono y tuyu tuyu, un gusano del árbol de palma. No es raro encontrar a las mujeres más antiguas de la comunidad viendo televisión y fumando cigarrillos Casino o Astoria, o pijchando coca al final del día. Son mujeres de carácter y casi siempre madres desde muy jóvenes. “Antes era todo diferente. No consumíamos azúcar, sino caña y chancaca. No había refresco pero sí chicha. Nuestros abuelos eran trabajadores; sacaban jugo de caña en trapiche y tomábamos todo en tutuma. Ahora no tenemos tiempo y también somos más flojos”, cuenta Karen Chono. Las mujeres más críticas de la comunidad sostienen que deben recuperar sus casas tradicionales recubiertas con plantas de palma. También admiten que en algún momento sintieron algo de vergüenza por su lengua o sus costumbres, pero ahora los pequeños están aprendiendo a hablar leco, a recuperar sus danzas, a mostrar a las personas sus famosos descensos por el río, que en el pasado les servía para hacer trueque con sus productos con pueblos cercanos. “Queremos rescatar todo eso para nuestros hijos y nietos, y mostrar a los turistas que tenemos un tesoro en recuperación que es nuestra cultura, de la que nos sentimos orgullosos y que los esperamos con las puertas abiertas”, concluye la mujer. Autoridades y Justicia El acto de posesión de los elegidos para los cargos jerárquicos entre los lecos es realizado delante de la Biblia y los símbolos patrios. Aparte, las nuevas autoridades firman un Acta de Compromiso que garantiza a su pueblo el buen desempeño de sus funciones “A todo el Directorio nos han posesionado con un aplauso, una felicitación y con el juramento sobre la Biblia”, recuerda el secretario de Hacienda del pueblo leco de Inca del municipio apoleño, Luis Vargas. En enero de este año, su vida y la de José Cuajera cambiaron tras ser elegidos como autoridades de su aldea; este último con el máximo cargo: cacique. “Posteriormente llegaron los músicos y con sus flautas compartimos una pequeña fiesta con los compañeros en el patio del colegio”. Cuajera tiene 30 años y es el cacique más joven en la historia de Inca. “Nadie entra a esta edad, generalmente los caciques tienen 40 y 45 años. Soy bien conocido porque durante cinco años fui catequista de la comunidad. Ahora me dedico a mi población, no tengo tiempo para mi esposa ni mis cuatro hijos”. Su nombre obtuvo el mayor número de manos levantadas entre cinco postulantes en la Asamblea Comunal, su mandato durará hasta enero de 2009. No usa ninguna indumentaria propia del cargo, sólo un chicote que lo acompaña en las charlas de Directorio, los juicios comunitarios, las asambleas internas de Inca o de las 17 comarcas leco de la provincia Franz Tamayo, o las citas con los lecos de Larecaja. En Inca, los cargos de menor rango son: segundo cacique, secretarios de Conflicto (recibe denuncias de delitos cometidos en la aldea), Hacienda, Comunicación, Salud y Educación y dos vocales, incluso hay un Presidente para el Comité de Agua. Este organigrama se repite en todas de las poblaciones leco de Apolo. Además, entre todas escogen, mediante una Asamblea Provincial en la cual participan los 17 caciques y sus directorios, una autoridad única: el Capitán Grande, que tiene un mandato de dos años. En el caso de la Central Indígena del Pueblo Leco apoleño, este cargo es ocupado actualmente por Aldo Chambi, quien, al igual que Cuajera, ha roto otro récord: sólo tiene 34 años. De acuerdo con el antropólogo Wigberto Rivero, en esta etnia los líderes son nombrados por su capacidad y por rotación anual. “La modalidad de elección se efectúa por aclamación mediante el voto directo y público. Una vez elegidas las autoridades, hay una solemne posesión, delante de la Biblia y los símbolos patrios, los posesionados firman un Acta de Compromiso garantizando a la comunidad el buen cumplimiento y desempeño de sus funciones”. La figura del cacique, según la revisión histórica efectuada por Rivero, aparece antes y durante la época de las misiones católicas previas a la independencia boliviana e involucraba un cargo hereditario y vitalicio en cada poblado leco, para el cual era importante contar con dotes para la guerra, la óptima guía de las relaciones sociales internas, y la experiencia en el manejo de las balsas, y en los campos, de la pesca y la caza. Era un sistema basado en el prestigio. En el siglo XIX, relata Rivero, las comarcas leco se aglutinaron en centrales que se denominaron “campos”, los que respondían a una autoridad única: el jilacata. Este nombre cambió a partir de 1910 a “Segunda Mayor”, cuyo subalterno era el “Auxiliar”. Luego, con el arribo de la Reforma Agraria de 1953, cada “campo” estuvo bajo el mando del cacique; no obstante, esto duró poco por el ingreso de las estructuras sindicales, las cuales descentralizaron el poder en secretarios generales presentes en cada localidad. El sindicalismo marcó la organización política de esta cultura en Apolo. En la actualidad, esto se expresa en la vigencia de la Central Indígena del Pueblo Leco apoleño —nacida al promediar la década de 1990 como Central Indígena de Pueblos Originarios Apolobamba—, que aglutina a las aldeas leco originarias de la región y que tiene como principal bandera de lucha a la titulación de las tierras comunitarias de origen. La Cipla, explica el antropólogo, obtuvo su personería jurídica estatal el 19 de febrero de 1998. “Tiene como objetivo principal revalorizar y recuperar la identidad cultural del Pueblo Leco Aguachile, para generar procesos de toma de conciencia como pueblo étnico milenario”. Está afiliada a la Central de Pueblos Indígenas de La Paz, la cual responde a la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente de Bolivia y tiene el siguiente organigrama: presidente, vicepresidente, responsables de Tierra y Territorio, de Desarrollo Económico, de Educación y Cultura, de Comunicación, de Organización y de Recursos Naturales. En Inca también hay una articulación de las autoridades originarias con el Corregidor y el Alcalde de Apolo. “Reconocemos a los cargos estatales”, dice Cuajera. Los lecos, aparte, han comenzado a copar cargos en el municipio, ello ha ido de la mano de la actual presencia de un concejal de su etnia, Isidro Flores. “Estamos empezando a pisar fuerte, ya no somos la escalera de los habitantes del pueblo de Apolo, la Alcaldía ya no es sólo de los blancos, también es nuestra”. Cuajera asegura que las oficinas de la Cipla estarán en Inca, allí se ha edificado un ambiente en el cual hasta ahora sólo hay una mesa rectangular, tablas repartidas por los alrededores y un reloj destartalado. Mientras, Chambi espera la llegada de marzo, cuando pondrá su investidura a disposición de la Asamblea Provincial. “La autoridad no descansa. A mi familia hasta la amenazaron de muerte por lo que soy, por eso he decidido dar un paso al costado”. Un cargo al que Cuajera aspira a mediano plazo. Comida de los lecos Uno de los alimentos exóticos es el gusano “tuyu tuyu”, que es extraído de un árbol de palma, este bicho es consumido tras ser tostado en una sartén. También se sirven pescado. “Rapas de plátano, chocolate con arroz, palmito de motacú, la chicha de walusa, de camote, warapo de caña, eso consumimos”, dijo otra de las originarias.
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