Estudios sobre técnica psicoanalítica (OCR)

March 25, 2018 | Author: JuanOrtiz44 | Category: Psychoanalysis, Sigmund Freud, Hypnosis, Libido, Psychology & Cognitive Science


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Biblioteca de PSICOLOGIA PROFUNDAAlgunos tílulos publicados: 68. Heini. Kohut • la restauración del sí mismo 69. W. Reich y otros - Escritos psicoa- naUticos fundame111ales 70. Georges Amado Del niño al adulto. El psicoanálisis y el ser 7l. Jean Guillaumin - Los sueíios y el yo. Ruptura, continuidad, creación en fa vida psíquica 72. I. Berenstein · Psicoanálisis de la estructura familiar 73. M.A. Mauas - Paradojos psicoana- Hticas 74. M. Yampcy - Psicoanálisis de la cultura 76. L. Grinberg - Psicoanálisis. Aspec- tos teóricos y clínicos 77. D.J. Fe!dfogcl y A.B. Zimerman (comps.) - El psiquismo del nino enfermo orgánico 78. C.G. Jung · Energética psíquica y esencia del sueño 79. C.D. Pérez: - Masculino-Femenino o la bella diferencia 80. S. Freud ·Esquema del psicoanáli- sis 81. D. Lagache - Obras 1 (1932-1938) 82. D. Lagache ·Obras JI (1939-1946) 83. D. Lagache Obras fil (1947- 1949) 84. D. Lagache Obras IV (1950- 1952) 91. M. Mannoni - El niño retardado y su madre 92. L.C.H. Delgado • Análisis estruc- tural del dibujo libre 93. M.R García Arzeno - El síndrome de la niña púber 94. C.D. Pérez ·Un lugar en el espejo. El espacio virtual de la clfnica 98. A. ·Tallaferro - Curso básico de psicoanálisis 99. F. DollO - Se:xualidadfemenino. 100. BJ. Bulacio y otros ·De la droga· dicci6n 101. Irene B.C. de Krell (comp.) - la escucha, la histeria 102. M.A. Mauas - Problemas y pasa- tiempos psicoanalíticos 103. D. !..agache· El psicoanálisis 104. C.F. Kemberg - Des6rdenes /ron- /erizos y narcisismo pato/6gico 105. H. Racker - Estudios sobre técnica psicoanafÍlica 106. L.J. Kaplan • Adolescencia. El adiós a la infancia 107. S. Rosen - Mi voz irá contigo. los cuentos didácticos de M.fl. Erick· "" 108. M. Pérez Sánchez • Observaci6n de niños 109. F. Dolto ·la imagen inconsciente del cuerpo 110. H. Kohut · ¿C6mo cura el aná/i. sis? 111. H. Mayer - llisteria 112. S.P. Bank y M.O. Kahn - El vínculo fraterno 113. C.0. Jung • Aion. Contribuciones a los simbolismos del s{.mismo 114. C.O. Jung - Las relaciones entre el yo y el inconsciente 115. C.0. Iung • Psicología de la de- mencia prec02. Psicogénesis de las enfermedades mentales l 117. P. Ledoux - Concepciones psicoa- no.Uticas de las psicosis infantiles 118. M.N. Eagle - Desarrollos contem· poráneos reci'enles en psicoanálisis 119. P. Bcrcheric ·Génesis de los con- cep1os freudíanos 120. C.G. Jung: El comenido de la psi- cosis. Psicogénesis de las enferme- dades mema/es 2 121. J.B. Ponta!is, J. [..aplanche y otros· /nterpretaci6n freudio.na y psicoa- nálisis 122. H. Hartmann ·La psicolog(a del yo y el problema de la adaptaci6n 123. L. Batai!le - El ombligo del sueño 124. L. Salvarezza • Psicogerio.tría 125. F. Dolto • Diálogos en Quebec. Sobre puber1ad, adopción y otros temas psicoanaiiticos 126. E. Vera Ocampo ·Psicoanálisis de la drogadicción 127. M.C. Gcar y E.C. Liendo - Hacia el cumplimiento del deseo 128. J. Puget e I. Bercnstein - Psicoaná- lisis de la pareja matrimonial HEINRICH RACKER ESTUDIOS SOBRE TECNICA PSICOANALITICA d   ~   1 e 1tor1a PAIDOS México - Buenos Aires - Barcelona iNDICE PREFACIO ••• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 7 EsTUDIO l. Introducción a la técnica psicoanalítica • 15 EsTUDIO 11. Sobre técnica clásica y técnicas     les del psicoanálisis . • . . • • . • • • . . • . . • • • . . . . • • . 41 l. Los principios fundamentales de la técnica psicoanalitica • . . • • . • • • • • • • • • • . • • . • • • • . • 41 11. La posición (o actitud) interna básica del analista frente al analizado y su material • • 45 III. La interpretación ............... _.,.,..... 57 1) El problema del "cuánto" . . . . . . • . . . . . 57 2) El problema del "cuándo" • . . . . . . . . . . 65 3) El problema del uqué" ....•.•.. , . . • . . 68 4) Dos aspectos específicos ••••••• , • • • • • 71 IV. La 'transferencia • . . • . • . • • . • . . • • • . . . . • . • • 74 1) El. papel la transferencia en el proceso ps1coanalí tlco .•..• ·. . . . • . . . • • . . • • • . . . 7 4 2) La dinámica de la transferencia . • . . . . 76 3) La transferencia como fantasía y como actuación . . • . • . . . . . • • • . . • • • • . • . . . . 87 4) La transferencia como relación entre par- tes del yo • . • • . • • . • • • • • • . • . • • • . . • • . 91 V. La contratransferencia • . . • . . . • . . • . • • . . . . 95 1) El papel la c,o?tratransferencia en e] proceso ps1coanahtico , . • • • • • • . . • . . • . . 96 2) Analogías entre transferencia y   transferencia. La dinámica de la contra- transferencia ••.••.•.••.. , . • • • • • . • • . . 99 3) La angustia       y otros aspectos especif1cos •..••..•• , . . • • . . . • 102 4) La cuestión del "actuar" del analista 107 EsTUDIO III. Consideraciones sobre la teoría de la transferencia . • . . • • • . . • . . . • . • • • • • • . . • • • . . • • . 111 l. Sobre la dinámica de la transferencia • . . . . 111 II. El papel de la transferencia en el proceso psicoanalítico y la relación entre transferen- cia y resistencia . • • . • • • . • • • • • • . • • • • • • • . . 118 Resumen • . • • • • • • . . • • . • . . • . • . • • . • • • . • • . • . . • 125 ESTUDIO IV. Análisis de la transferencia a través de la relación del analizado con la interpretación • . 128 I. Las relaciones del niño con el pecho, en la transferencia • • . • • • • • • • • • • • • • • • . • • . • • • • 129 II. La "fase femenina" en la transferencia ..• III. El complejo edípico positivo y negativo en la transferencia •.•.••••....•• , , .•. , ...• IV. Análisis de un caso •••..............•••. Resumen y Complementos .•...•............ EsTUDIO V. La neurosis de contratransferencia ... !. Introducción .•...... , ..••. , •••........ II. El complejo edípico positivo en la contra- transferencia ......•••...••..... 'i> • ••••• III. El complejo edípico negativo en Ja contra- transfei'encia •.. , ••..•....•••.......... IV. La contratransferencia "indirecta" .•••...• V. La contratransferencia "directa" ........•. VI. Consideraciones finales , ..•.............. Resumen •........••••.••.....•..•......... ESTUDIO VI. Los significados y usos de la contra- transferencia .•..•••••••..•• , • , ••••••••..... I. Introducción ........ , •.....•.......... II. Conceptos básicos .•. , ••.......••....... III. Pelig;os y. !1sos de la contratransferencia ... IV. Contlnuacion .••.•••......••........... V. Ejemplos ....•.•...•.................. VI. Correlaciones especificas entre transferencia y contratransferencia , .••........•...... 1) Significados de Ja angustia contratrans- ferencial ..•...• , , ••....•..•........ 2) Significados de la agresión contratrans- ferencial ... , .•...•.••••...•..•.••.. 3) Los sentimientos de culpabilidad en la contratransferencia ........•......... 4) Significados de otras reacciones contra- transferenciales (somnolencia, someti- miento) ......••..... , ••........... 5) La "objetividad" de las contratransferen- cias, y el problema de la .comunicación de la contratransferencia .....•.......... EsTun10 VII. Técnica anaUticii y el masoquismo in- consciente del analista •..•••••••• , ••••..•••• ESTUDIO VIII. Técnica analítica y la mania incons- ciente del analista .••...••..•••.•••••••• , ••• ESTUDIO IX. Contrarresistencia e interpretación ... Resumen BmLIOORAFÍA ·································· ·································· 135 141 156 172 182 182 189 196 199 208 215 220 222 222 232 239 247 253 276 277 283 286 289 292 296 306 314 321 323 PREFACIO Quisiera, en primer lugar, anunciar al lector, en pocas palabras, lo que enca:ntrará en cada uno de los Estudios presentes, para luego referirme a este libro como un todo. El prhn.er Estudio es una Introducción a la técnica psicoanalítica. Expongo en él cuáles son los principios básicos de la técnica analítica, cómo Freud llegó a establecerlos y cómo derivan de la naturaleza misma de las perturbaciones y de los conflictos psicológicos. Este Estudio constituye al mismo tiempo una breve historia de la evolución técnica analítica, una reseña de su pasado y de su presente. No se espera del lector ningún conocimiento previo de psicoanálisis, siendo explicado el significado de cada uno de sús conceptos fundamentales. Mientras esta Introducción está dirigida, pues, a los que nada o poco saben de técnica analítica, los demás Estudios pre.Suponen ya cierto conocimiento, por lo menos el de la Introducción, y muchas veces más que esto; en principio están destinados a los estudiantes del psicoanálisis y a los analistas mismos. El segundo trabajo, Técnica clásica y técnicas   c ~ tuales del psicoanálisis, retoma en sus cinco capítulos cada uno de los problemas técnicos principales, pero tratándolos ya con detalle y discutiendo las diferentes posiciones que frente a ellos han adoptado las diferen· tes "épocas" y "escuelas" (o "tendencias") dentro del 8 PREFACIO movimiento psicoanalítico. Este Estudio --el más am- plio de todos- intenta al mismo tiempo dar una visión general de la técnica analítica, pero esta vez no ya en forma elemental (como ha sido el caso en la Intro- ducción) sino con la profundidad a la que el cono- cimiento actual ha llegado. Con el siguiente trabajo empiezan los estudios sobre temas técnicos específicos, centrándose los dos p r i m   ~ ros (Estudios III y IV) en lo que constituye el eje del proceso analítico, la transferencia, mientras que los que luego siguen se centran en lo que constituye la contraparte de la transferencia en la situación analí- tica, su complemento en la psique del analista, o sea la contratransferencia. He dirigido especial atención a la contratransferencia, en parte por el importante pa- pel que desempeña en el proceso analítico, y en parte porque ha sido hasta hace poco, la Cenicienta de la investigación psicoanalítica. El tercer Estudio, Consideraciones sobre la teoría de la transferencia, contiene, en su primera parte, una contribución al problema de la dinámica de la trans- ferencia. En la segunda parte intento aclarar y fun- damentar teóricamente el papel de la transferencia en el proceso analítico, papel muy discutido en toda la historia del psicoanálisis. El cuarto Estudio continúa el tema de la transfe- rencia, pero esta vez la atención está dirigida, prepon- derantemente, no a la teoría sino a los problemas prácticos. Trata del análisis de la transferencia a tra- vés de las relaciones del analizado con la interpreta- ci6n, es decir, con la expresión principal del analista. El análisis de la relación del analizado con la inter- pretación constituye uno de ]os medios más impor- tantes para hacer consciente y superar la ''neurosis de transferencia". Un considerable número de ejemplos PREFACIO 9 (referentes a las diversas fases de la evolución psico- sexual que se expresan en aquellas relaciones transfe- renciales) tiende a facilitar al joven analista el cum- plimiento de esta dificil tarea. Al mismo tiempo, pero secundariamente, son tratados algunos problemas de orden teórico-técnico (estratificación psicológica, etc.) . El quinto trabajo, La neurosis de contratransferen- cia, tiene por objeto el estudio de los procesos psico- patológicos que -con mayor o menor intensidad- suelen tener lugar en el analista, en su relación con el analizado. La toma de conciencia de estos procesos puede y debe llevar a que ellos no incidan negativa- mente sobre la labor del analista. El sexto trabajo constituye un amplio estudio teó- rico-práctico de los significados y usos de la contra- transferencia. Mientras que en el trabajo anterior se había prestado especial atención a la contratransfe- rencia como peligro para la función del analista, en este nuevo Estudio el interés predominante se dirige a la contratransfefencia como instrumento técnico, o sea como medio esencial para la comprensión de los procesos ·psicológicos (y, especialmente, transferencia- les) del analizado. También es estudiado detenida- mente el papel de la contratransferencia en el proceso de transformación interna del analizado, o sea, la influencia de la contratransferencia sobre los destinos de la transferencia y sobre la posibilidad del analizado de elaborarla y de vencer el circulo vicioso de su neurosis. Los trabajos séptimo y octavo, Técnica analítica y el masoquismo inconsciente del analista y Técnica analítica y la manía inconsciente del analista, son· t   n ~ tativas de aclarar las influencias que determinados rasgos caracterológicos o caracteropáticos del analista pueden tener sobre la técnica analítica. El señala- 10 PREFACIO miento de una serie de errores específicos (provenien- tes de aquellas perturbaciones caracterol6gicas) debe servir para hacer consciente y superar tales tendencias nocivas para la conducción de un psicoanálisis. El noveno y último trabajo, Contrarresistencia e interpretación, trata de algunos procesos     tes en el analista que lo inhiben o aun impiden dar las interpretaciones adecuadas, aun cuando haya com- prendido, en buena parte, la situaci6n psicol6gica del analizado. Dada la frecuencia con que suelen presen- tarse tales contrarresistencias a la labor interpretativa, y dada la importancia cardinal de las situaciones in- ternas del analizado en las que aquellas contrarresis- tencias suelen sobrevenir, el problema técnico en cuestión es igualmente de gran importancia. Quisiera aún decir algunas palabras sobre la histo- ria del presente libro y sobre éste como un todo. Desde que comencé a trabajar como analista, me presionó y me preocupó la notable distancia existente entre la gran amplitud y profundidad del conoci- miento psicoanalítico por un lado, y por el otro las limitaciones en hacer provechoso este conocinúento para la transformación psicológica de los analizaclos. Esta preocupación me impulsaba a investigar siempre de nuevo en el terreno de los problemas técnicos, y era el móvil principal para la elaboración de los estu- dios contenidos en este libro. Aquella distancia entre el saber y el poder hacer, y aun la distancia entre el interés cientffico de los analistas por aquellos y estos problemas, han sido señalados por varios autores, por ejemplo, por Freud (en Análisis terminable e intermi- nable), por Fenichel (en Problemas de técnica psico- analitica) y otros. No se trataba, pues, de una im- presión subjetiva núa; objetivamente, mucho faltaba aún en la dilucidaci6n de los problemas técnicos. PREFACIO 11 Como tarea central técnica se había evidenciado, casi desde los comienzos del psicoanálisis, la elaboración de la transferencia, y con respecto a ella existía un cierto número de profundos y esclarecedores escritos, aunque de lejos no tantos como correspondía a su importancia *. En cambio, su contraparte y comple- mento, la contratransferencia, era aún un tema casi sin tocar. Era, al mismo tiempo, claro, que el silen- cio cient!fico que reinaba en tan alto grado con respecto a los fenómenos y problemas de la contra- transferencia constituía un serio impedimento para la percepción y comprensi6n de la transferencia. Pues la contratransferencia es la respuesta vivencia! a la transferencia, y si aquélla es silenciada, tamp'óto ésta puede desarrollarse con plenitud de vida y de cono- cimiento. Dirigí, pues, primero mi interés a la contratransfe- rencia, y expuse, en 1948, los primeros resultados de mis estudios, afirmando la existencia y mostrando las expresiones e implicaciones de una Neurosis de   o n ~ tratransferencia que -aunque generalmente con poca intensidad- suele presentarse en el analista, como respuesta a la neurosis de transferencia del analizado. Mi próximo objeto de estudio era la neurosis de transferencia. Por este camino, creo haber logrado comprender mejor la "estratificación" de las neurosis en general y la dinámica de la transferencia en el proceso analítico en especial. De los cuatro trabajos que sobre este tema presenté entre 1950-1953 (en la Asociación Psicoanalítica Argentina), aparece en este * A mi juicio, fu,eron Melanie Klein y sus colaboradores quienes llevaron poco a poco el análiSis de la transferencia prácticamente al nivel y a la intensidad que correspondía al papel que Freud le había adjudicado teóricamente ya en 1916 (Conferencias de Introducción al Psicoanálisis). 12 PREFACIO libro sólo uno (Consideraciones sobre la teoría de la tran:Sferencia), el único que es de carácter puramente "técnico" *. El segundo trabajo que en este libro trata predominantemente problemas de la transferencia (Estudio IV), retoma también la cuestión de la estra- tificación de la "neurosis de transferencia". Volv! luego al estudio de la contratransferencia. Escrib! primero un pequeño articulo Sobre la confu- si6n entre manía y salud (que aparece aqu! bajo el título: Técnica analítica y la manía inconsciente del analista), para luego exponer en un extenso trabajo lo que una investigación detenida me habla enseñado sobre los varios Significados :v usos de la contratrans- ferencia, como también sobre la interrelaci6n entre transferencia y contratransferencia. Este trabajo, pre- sentado en 1953 en la Asociación Psicoanalítica Ar- gentina y publicado en 1957 en The Psychoanalytic Quarterly, tuvo amplio eco tanto en la Argentina co- mo también en otros países, especialmente en los Es- tados Unidos, donde fue incluido en el programa de estudios de varios Institutos Psicoanalíticos (Instituto de Psicoanálisis de la State University of New York, The Society for Psychoanalytic Medicine of South California, Topeka Institute for Psychoanalysis, etc.). En 1955 propuse la celebración de un Simposio sobre Técnica Psicoanalítica en la Asociaci6n Psico- analítica Argentina y quedé encargado de su direc- ción. Presenté en esta ocasión un breve estudio sobre Contrarresistencia e interpretación (Estudio IX). En 1956 expuse en el 1 er. Congreso Psicoanalítico Latino- -X· Otro de estos trabajos apareció en el Internat. Jour- nal of Psycho-Analysis (1957) y en la Revista de Psico- análisis, tomo XIV, Nll 3, 1957 (Contribuci6n al problema de la estratificación psicopatológica}. Los otros dos tra- bajos quedaron sin publicar, por motivos de discreción. PREFACIO 13 americano el trabajo Técnica Psicoanalítica y el soquismo inconsciente del analista (Estudio VII). En 1957, el presidente del Comité Organizador del Segundo Congreso Latinoamericano, doctor Durval Marcondes (Brasil), me invitó a presentar un "Re- lato Oficial" sobre Técnica clásica y técnicas les del psicoanálisis, el cual se encuentra como   tudio II en este libro. Finalmente di en 1958 una conferencia a los "Amigos de la Asociación Psicoana- lítica Argentina" sobre Técnica psicoanalítica, que sirve de Introducci6n a este libro. Transferencia y contratransferencia son indudable- mente el eje de este libro, como son también el eje del proceso psicoanalítico. El libro presente intenta ser una contribución a lo que Freud y varios de sus discípulos han expuesto sobre estos y otros problemas técnicos. Lo que puede constituir,· por un lado, una deficiencia de este libro -el no ser un compendio completo de la técnica analítica- es tal vez, por otro lado, su virtud: sólo repite en medida relativamente pequeña lo que en otros textos sobre técnica ya ha sido publicado, y en cambio trata de decir lo que e11 éstos está ausente. El libro presente no sustituye, pues, a los tratados sobre técnica ya existentes sino que sólo intenta complementarlos. El hecho de que estos Es- tudios fueron escritos y presentados originariamente en forma separada, explica por qué una u otra idea re- torna en uno u otro trabajo. Sin embargo, esto no sucede muchas veces, y donde sucede, se trata de asuntos de central importancia que por lo tanto recen ser considerados más de una sola vez. Antes de temúnar este prefacio quisiera aún expre- sar mi gratitud a las personas que me han ayudado a escribir este libro. Son muchas: maestros y discí- pulos, analistas y analizados que me han enseñado y 14 PREFACIO estimulado; demasiado numerosos para que los nom· bre uno por uno. Sólo a dos personas cuyo apoyo me ha sido de especial valor para la realización de estos trabajos, quisiera aqui agradecer expresamente: a mi mujer, Geneviéve T. de Racker y a la doctora Marie Langer. HEINRICH RAcKER Buenos Aires, enero 1959. ESTUDIO I INTRODUCCIÓN A LA. TÉCNICA PSICOANALÍTICA* No s6lo para el analista, sino también para el mé- dico en general, para el pedagogo y para toda persona que en algún sentido debe "ejercer psicología" (como por ejemplo lo deben hacer los padres con sus hijos o también los hijos con sus padres), es de interés conocer los principios en que se basan y los métodos que llevan a los cambios internos y externos que la técnica psicoanalítica persigue. Pero aun para el que en ningún sentido ejerza activamente psicología poniendo que tal persona exista) , aun para el que   sufra pasivamente el "ejercicio de la psicología' por otros, como a veces podría considerarse a SÍ mis- mo el psicoanalizado, el tema es de cierta impor- tancia. También el que se somete a una intervenci6n qnirúrgíca suele querer saber qué es lo que le harán y c6mo lo harán. Pero en el psicoanálisis tal curio- sidad es aun más legitima y hasta indicada, pues en realidad no se trata de una experiencia meramente pasiva, el analista no es el único que "opera"; el ana- lizado tiene que "ca-operar". Y para ello es útil sepa cuál es el método y cuál la finalidad de esta "operación". * Conferencia pronunciada ante los "Amigos de la Aso· ciaci6n Psicoanalítica Argentina", en 1958. 16 HEINRICH RACKER El interés por un objeto implica el deseo de conocer su pasado, su presente y su futuro. Consideremos, pues, primero, la historia de la técnica psicoanalítica. Es sabido que durante el siglo XIX, las enfermedades mentales, la neurosis y otros fenómenos que hoy se comprenden como perturbaciones psicológicas o psic6- genas, eran consideradas como perturbaciones orgá- nicas, o más précisamente, como expresiones de una "degeneración" del sistema nervioso, cuya 'Única causa era la herencia. El tinte despreciativo que para nos- otros suele tener la palabra "degeneración heredita- ria", lo tenía también en aquellos tiempos. Las neu- rosis parecen no haber despertado la simpatía de los médicos, sino más bien desconfianza y rechazo. La histeria, por ejemplo, era considerada, más que nada, como "simulación" y "teatro". Posiblemente tal po- sición provenía, en buena parte, de la angustia que provocaba en el médico la percepción de su impo- tencia frente a las neurosis, dada la falta de compren- sión. Viceversa, la angustia y el desprecio perturba- ron la latente disposición y capacidad de comprender algo de los fenómenos psicopatológicos. La situación constituía, pues, un círculo vicioso, en el que Freud, acercándose a estos problemas con otro espíritu, libre de angustia, rechazo y prejuicios; deseoso de descubrir lo desconocido, y dotado de una capacidad psicoló- gica y científica genial, abrió la brecha decisiva. Debo ahora citar algunos hechos de la prehistoria del psicoanálisiS que representan algo así como las piedras miliares en el camino hacia la técnica analí- tica. En el año 1885, Freud, contando 30 años, viaja a París para estudiar enfermedades nerviosas con Char- cot, el primero en considerar seriamente los fenóme- nos histéricos. Alú Freud toma nota del hecho de que las paralizaciones histéricas pueden ser producidas ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrrcA 17 por sugestión, en estado hipnótico, de lo que se de- duce que estas paralizaciones son el resultado de re- presentaciones mentales. Un poco más tarde, Freud, ya de vuelta en Viena, tiene noticia de que dos otros médicos franceses, Liébault y Bemheim, logran bue- nos resultados terapéuticos con histéricos, por medio de la sugestión, predominantemente con hipnosis. En su labor con los   nerviosos", Freud se aleja de la electroterapia (cuyos éxitos parciales igualmente son comprendidos pronto como éxitos de la sugestión médica), y se sirve más y más del método hipnótico- sugestivo. Éste consiste en órdenes (dadas a los en- fermos puestos en estado hipnótico) que deben con- trarrestar la manifestación de los síntomas patológicos. Este método tiene éxito en un cierto número de casos, pero es inestable (los síntomas reaparecen) y no es aplicable a las personas que no pueden ser hipno- tizadas. Además, Freud queda insatisfecho con este método por el hecho de que no le enseña nada sobre el origen de la enfermedad. De ahl que busque también otro camino. Ya antes de que fuera a París, un amigo, el médico Josef Breuer, le había contado su experiencia con una de sus pacientes, Anna O ... , que había su- frido paralizaciones histéricas y graves estados de con- fusión. En una ocasión casual, Breuer hizo la obser- vación de que la paciente quedaba libre de su per- turbación mental cuando podía expresar con palabras las fantasías y los efectos que en ese momento la dominaban. A continuación Breuer basó en esta obser- vación· su método terapéutico con esta paciente: Ja puso en . estado hipnótico y cada vez le hacía contar lo que la afectaba. La paciente, que despierta na- da sabía sobre el origen de su enfermedad, encontró en estado hipn6tico el nexo entre sus ·síntomas y sus 18 HEINRICH RACKER vivencias. Los síntomas derivaban principalmente de sentimientos y pensamientos que hablan surgido en ella mientras cuidaba a su padre enfermo y a los que ella babia suprimido. Luego, en lugar de ellos, había aparecido el síntoma. Cuando la paciente, en la hipnosis, recordaba alucinatoriamente aquellas VÍ· vencias y descargaba los sentimientos suprimidos, el síntoma desaparecía. Este método de "abreacci6n" de afectos recibió el nombre de método catártico. Freud lo adopta y, después de unos años, publica, junto con Breuer, el libro Estudios sobre la histeria, en el que los dos autores exponen sus observaciones y conclusiones 15 • Se encuentra también en él la des- cripción de las diversas dificultades y desventajas del método hipnótico, por ejemplo, el hecho de que el sueño profundo sólo podía ser alcanzado en un nú·· mero limitado de enfermos. Estas dificultades fueron el estimulo principal para incitarlo a buscar una téc- nica que prescindiese de la hipnosis. En esta búsqueda lo ayudó el recuerdo de un experimento que Bernheim habla hecho con uno de sus enfermos, y que Freud babia presenciado en una visita hecha a la cl!nica de este médico. Aquel enfermo no recordaba primero nada de lo que habla sucedido durante su estado hip- nótico; pero Bernheim insistió tenazmente en que hl- ciese rµemoria, y poco a poco el enfermo recordó todos aquellos sucesos. Esto significaba que inclu- so vivencias que aparecen como totalmente incons- cientes, pueden ser recuperadas para la conciencia, y esto aun sin hipnosis, ya que aquel enfermo las recordaba despierto. Basado en esta experiencia, Freud empieza a renunciar a la hipnosis y en lugar de ella insiste y urge a sus enfermos a que recuerden las vivencias olvidadas o Hreprimidas". Al mismo tiempo ~   esto fue lo decisivo para el cambio ulte- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 19 rior en su proceder técnico-- Freud va obteniendo paso a paso la comprensión de los procesos dinámicos (es decir del interjuego de fuerzas y tendencias psico- lógicas) que habían originado los olvidos o "repre- siones" y a las cuales se debían las dificultades de recordar o de hacer consciente lo inconsciente. Freud descubrió, en especial, que existe una fuerza o ten- dencia que se opone al recuerdo, que tiende a m   n ~ tener la represi6n y que por lo tanto se opone también a la labor del médico que trata de inducir al enfermo a recordar. Freud dio a esta fuerza el nombre de resistencia y este descubrimiento lo condujo al pró- ximo y decisivo cambio técnico. Freud comprendió pronto que la resistencia provenía, ante todo, del hecho de que lo que debía ser recordado era penoso para el enfermo, lo avergonzaba o era adverso a sus sentimientos morales. Igualmente importante para el cambio técnico ulterior fue la captación de las diver- sas formas. en que se expresaba la resistencia. Los en- fermos callaban ciertos recuerdos, aduciendo, por ejem- plo, que éstos (o lo que al respecto se les había ocu- rrido durante la sesión) carecían de importancia o de sentido. Freud comprendió que estas objeciones de los enfermos no eran otra cosa que un· disfraz de la resistencia, y justamente las ocurrencias que apare- cían en tal disfraz eran los recuerdos buscados o, por lo menos, indicaban el camino hacia ellos. El si- guiente paso técnico consistió, pues, en abandonar la "técnica de insistencia" (con la que se unían algunas medidas de sugestión como el poner la mallo sobre la frente del enfermo para ayudar a la conceutra- ción, etc.) , y en constituir en lugar de aquélla una regla para el enfermo que debía determinar su con- ducta en el tratamiento, comprometiéndose éste a cumplir con ella. Esta regla que representaba Ja base 20 l'IEINRICH RACKER del tratamiento -por lo que recibió el nombre de regla fundamental-, consistía en que el enfermo de- bía comunicar al médico todos sus pensamientos, de- cirle todo lo que se le ocurría, sin omitir nada, aun- que le fuera penoso decirlo o aunque le pareciera que tal ocurrencia carecía de importancia o de sentido, o estaba fuera de lugar. El enfermo debía, pues, vigi- lar que ninguna objeción interna, ninguna autocrítica le impidiese comunicar cada una de sus ocurrencias, de decir todo sin selección, entregándose plenamente a la asociaci6n libre. Lo que he resumido aquí en pocas palabras, era el resultado -uno de los muchos resultados- de una ardua y larga labor de investigación, que había lle- varlo a Freud a las comprensiones básicas de las causas de las neurosis. Fue de estas comprensiones de donde surgió la técnica analítica, ante todo Ja sustitución del método hipnótico y sugestivo por el método de la asociación libre. La comprensión bá- sica consistía en que las neurosis se deben a un   flicto interno, una inconciliabilidad o intolerancia tre diversas partes de la personalidad, y en especial entre la parte moral y social por un lado y la parte instintiva y egoísta por el otro. Digo "en especial'' porque este conflicto no ha sido ni es considerado corno el único. Más aún, en un comienzo apareció como causa principal no la lucha con los propios tintos (aunque aparece señalado ya en los primeros escritos de Freud), sino que eran ciertas experiencias sufridas pasivamente, corno por ejemplo la seducción sufrida en edad temprana, vivencias "traumáticas", las que Freud consideró en un tiempo como factor en la etiología de las neurosis. El recuerdo y la "abreacción" de estas vivencias (que constituían preponderantemente "lo reprimido"), era lo que ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 21 bía llevar a la curación. Este factor externo y el "trauma" temprano mantuvieron también más tarde su importancia, pero Freud descubrió más y más la vida instintiva autónoma del niño, y los conflictos con los propios instintos infantiles mostraron ser el factor principal en la génesis de las neurosis. Eran, pues, los propios impulsos sexuales y agresivos los que constituían, ante todo, "lo reprimido" y cuyo cuerdo" o "conscienciación" debía llevar a la curación. En estas comprensiones se basaba, pues, la técnica. El enfermo debía asociar libremente, aboliendo todo rechazo frente a las propias ocurrencias, y así debía aparecer en la conciencia cuanto de ella había sido rechazado. Lo que efectivamente aparece, no es ya, por lo general, lo reprimido propiamente dicho sino derivados de aquellos conflictos infantiles, expresiones más superficiales, más aceptables de éstos. El enfer- mo no suele recordar, por ejemplo, que tenía deseos sexuales hacia su madre, pero sí -y con sentimientos de culpa igualmente intensos-, que deseaba a la mu- jer de un amigo mayor, etc. La función del analista era, pues, adivinar a través de las asociaciones libres (de estos "derivados") los impulsos infantiles repri- midos, y comunicar lo que había adivinado al enfer- mo. Un acceso especialmente oportuno a los     tos infantiles lo constituían los sueños, ya que en ellos -por la disminuci6n de la censura moral y 16gica durante el dormir- se manifestaba lo reprimido con mayor claridad. Freud esperaba que el comunicar al enfermo lo reprimido, pondría fin al enajenamiento entre el yo y los instintos, causa última de la neurosis. La interpretación de los impulsos infantiles se cons- tituyó, pues, en el instrumento tei-apéutico por ex- celencia. Pero he aqu! que aquella esperanza s6lo se cumpl!a 22 HEINRlCH RACKER en cierto grado. Los enfermos oían la interpretación pero lo que ésta les deda frecuentemente seguia siendo sentido como ajeno al yo; no podían reconocer lo que el analista les deda sobre ellos como algo propio, y la conscienciación de lo reprimido y con ello la inte- graci6n de la personalidad no se producía. Freud comprendi6 pronto a qué se debia este hecho: las resistencias continuaban e imposibilitaban que lo in- consciente se volviera consciente. Antes de comunicar al enfermo sus impulsos reprúnidos debían, pues, ser superadas sus resistencias. ¿Cómo hacerlo? Nueva- mente, comprendiendo y señalando las manifestacio- nes de las resistencias, sus modos de actuar y sus motivos. Y así como la investigación de lo reprimido había llevado al descubrimiento de todo un mundo de im- pulsos, fantasías y sentimientos que desde la primera infancia actúan en la psique humana, así también la investigación de las resistencias llev6 al descubrimien- to de una multitud de hechos y procesos, y en espe- cial de una serie de actuaciones internas o "meca- nismos" que la psique efectúa en su necesidad de rechazar aquellos impulsos, rechazo que se expresa en el tratamiento justamente como "resistencia" al análisis; por ejemplo, superficialmente, como resisten- cia a comunicar las ocurrencias o a   c e p ~ r la inter- pretaci6n de lo "reprimido''. No puedo entrar aqlÚ en la detallada descripci6n de esta otra parte del mundo interno descubierto, y debo limitarme a lo que sea necesario para que quede claro qué significa la interpretación de las resistencillS, que como ustedes ya saben, debe preceder a la interpretación de los impulsos reprimidos o bien unirse a ésta. Se trata, pues, ante todo, de señalar los modos en que el yo rechaza los impulsos y también los motivos de este ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 23 rechazo. En cuanto a estos últimos, ya hemos dicho algo. Admitir que se tengan determinados deseos o fantasías es experimentado con vergüenza, sensación de rebajamiento o de bajeza; con sentimientos de culpa, y temor al castigo; en términos generales, es experimentado con dolor o angustia. Es en defen- sa contra estas sensaciones displacenteras que el yo rechaza de la conciencia aquellos deseos y fantasías. Un bello ejemplo de estos sucesos se encuentra ya en una obra de Nietzsche, quien -como algunos otros filósofos y poetas- ha anticipado intuitivamente, aun- que en forma aislada, uno u otro descubrimiento anaR lítico. En Más allá del bien y del mal, se encuentra el siguiente aforismo: "He hecho esto", dice mi me- moria. "No puedo haberlo hecho", dice mi orgullo, y queda inexorable. Finalmente la memoria cede. Los diferentes modos en que el yo realiza aquel rechazo se llamau Jos mecanismos de defensa del yo, ya que se trata, en última instancia, de defender de un peligro (o daño) fantaseado al yo o a un objeto. La "represión" (es decir, la exclusión de un contenido psicológico de la conciencia por medio de una "con- tracarga") es sólo uno de estos mecanismos. La "pro- yecci6n" (poner afuera y ad judicar a otro lo que es de uno), Ja "introyecci6n" (el tomar adentro y adju· dicar a uno Io que es de otro), la separación entre las ideas y los afectos pertenecientes, la "regresión" a etapas anteriores de la evolución, son otros tantos de los muchos mecanismos de defensa. El conjunto de ~     o s se expresa como resistencia al análisis, ya que la funci6n y tendencia de éste es integrar la persa· nalidad, es decir, mostrar como propio del ser lo que es propio de él, anulando las "defensas patol6gicas". En la medida en que éstas son snperadas, el enfermo puede sentir y admitir los deseos y fantasías instin· 24 I-IEINRIC::E-I RACKER tivos como pertenecientes al yo, y puede curarse. Con la interpretación de las resistencias y la interpretación de los impulsos rechazados, la tarea técnica del ana- lista estaría, pues, cumplida. Sin embargo, las cosas resultaron ser más comple- jas. Nuevos e inesperados fenómenos aparecieron en el curso del tratamiento. Sucedía que mientras Freud estaba ocupado en interpretar las resistencias y los impulsos y vivencias reprimidos del pasado, los- enfer- mos que hasta cierto momento habían colaborado en esta tarea, perdían el interés por el pasado y lo vol- caban hacia el presente, un presente muy determinado que no era otro que la persona del mismo Sig- mund Freud. Una de las pacientes, por ejemplo, en medio de la labor analítica, le echa los brazos alre- dedor de su cuello y s6Io la casual entrada de una persona del servicio en el consultorio, lo salva de las dificultades inherentes a esta engorrosa situación. Otras pacientes también requerían, en variadas for- mas, su amor, sea el amor en su expresión sexual o sea un amor sublimado. Freud vence con facilidad la ten- tación de adjudicar estos éxitos amorosos a la irresis- tibilidad de su persona, sospecha otras causas y des- cubre un fenómeno destinado luego a tener la mayor importancia en la terapia analítica: la transferencia. Pero no sólo las pacientes femeninas sino también los hombres solían cambiar su actitud hacia el t r   t   ~ miento y hacia el terapeuta. Frecuentemente, después de un período de colaboración, empezaban, por e j e m ~ Plo, a volverse rebeldes contra Freud, y les impor- taba más tener razón en contra de él, no deberle nada y mostrarle su impotencia, que curarse. ¿Qué era este fenómeno y a qué se debía? Ante todo, la aparición de los deseos y sentimientos eróticos u hostiles hacia su persona interfería y perturbaba ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 25 la labor analítica, y lo que perturbaba esta labor so- lía ser expresión de la resistencia. La observación atenta de cuándo surgían aqueilos sentimientos con- firmaba esta sospecha, pues era regularmente un mo- mento en el que la investigación del pasado llegaba a un punto sensible, a alguno de los "complejos" psi- cológicos infantiles intensamente reprimidos. En lu- gar de recordar aquel complejo, el paciente reprodu- cía uno u otro sentimiento contenido en el mismo complejo, refiriéndolo -"a través de un enlace men- tal equivocado" - a la persona del médico. Con es- ta observación obtuvo Freud una segunda e impor- tantísima comprensión de este fenómeno. La primera consistía en que era una expresión de la resistencia, y la segunda consistía en que estos sentimientos eran una repetición desplazada de viejos sentimientos per- tenecientes a los complejos afectivos infantiles, es de- cir, dirigidos originariamente a los primeros objetos de amor y odio, de deseo y temor, que eran, general- mente, el padre, la madre y los hermanos. Los im- pulsos y sentimientos dirigidos hacia el analista eran, pues, transferidos de los objetos originales. De ahí que Freud denominase "transferencia" al conjunto de los fenómenos y procesos psicológicos del paciente refe- ridos al analista y derivados de otras relaciones de objetos anteriores. El fenómeno de Ja transferencia que en un primer momento sólo parecía un factor perturbador se mos- tró pronto como elemento sumamente valioso y aun imprescindible de la l¡;bor anal!tica. Ante todo, Freud comprendió que también la disposición de colaborar, la fe en la labor del médico, ya era una expresión de los antiguos sentimientos de cariño. y fe en los padres, era transferencia de sentimientos "positivos", era "transferencia positiva sublimada", en cuanto el 26 HEINRICH RACKER impulso erótico aparecía en su forma sublimada, es decir como afecto y aprecio. Pero también la trans- ferencia sexual y la transferencia "negativa" (en cuanto predominaban los sentimientos Hnegativos,, de hostilidad, desconfianza, desprecio, etc.) , se mostra- ban como sumamente útiles para Ja labor analitica, ya que representaban una re-edición de impulsos y sentimientos, procesos y "complejos" infantiles, y la tarea de superar las resistencias, y la de analizar y vencer los diversos mecanismos de defensa, podía ha- cerse lo mismo en estas re-ediciones de las vivencias pasadas que en el recuerdo de la infancia misma. Más aún, la experiencia mostró que una considerable can- tidad de estos recuerdos no podían ser vivamente evocados, las vivencias originales no eran suficiente- mente accesibles para la memoria pero sí podían ser recuperadas para la conciencia a través de su repe- tición o   en la transferencia. Por eso unos años después de descubrir Freud la transferencia ya considera que las batallas decisivas por la recupe- ración de Ja salud psíquica son libradas en el campo de la transferencia 20 • Freud aconseja al analista con ... centrar toda la libido del paciente en la transferencia y librarlo de sus represiones a través del análisis de sus relaciones psíquicas con el analista, en las que retornan todos sus conflictos infantiles. Si esto se lo- gra -dice-, el paciente queda también libre de re- presiones en sus demás relaciones, una vez ten;ninado el análisis 28 • Aquella "concentración de Ja libido en la transfe- rencia" representa así un asunto de central interés. Una gran parte de esta "concentración" se produce espontáneamente, otra parte no, sino· que constituye una importante tarea .técnica. La concentración es- pontánea de la libido en la relación con el analista ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 27 se debe a varios factores. Freud ha recalcado tres: primero, la "compulsión a la repetición"; segundo, la necesidad libidinal (es decir, el deseo de encontrar en el analista un padre o una madre que dé al anali- zado las satisfacciones que los padres originarios no le habían dado) ; y tercero -como ya he mencionado--, la resistencia, que lleva a que aparezcan en la relación con el analista antiguos deseos y conflictos, en defen- sa frente a la angustia que crea la labor analítica. !-lay otros factores más que condicionan la c_oncen- tración espontánea de la libido en la transferencia, pero no puedo entrar aquí en mayores detalles. En cuanto a la ''concentración de la libido" como tarea técnica, posiblemente resulte chocante que una rela- ción afectiva de tanta importancia como la del anali- zado con el analista sea -aunque sólo en parte- uri producto de un proceder técnico. Pero la técnica no merece, en este caso, desconfianza o rechazo, porque no constituye ningún "manejo", sino que consiste, esencialmente, en el pronunciamiento de una serie de verdades, o sea en el señalamiento de una serie de hechos y procesos psicológicos *. La relación afectiva con el analista que de esta manera es creada, es algo que latentemente ya existe dentro del analizado. Exis- te dentro de él desde sus primeros años de vida, deter- minada en alto grado por las fantasías y angustias irreales -pero vividas como realidad- del niño pe- queño, constituyendo una relación de amor y odio, de intensos conflictos, llena de idealizaciones, persecucio- nes y depresiones, y además, en gran parte, enterrada bajo las represiones y negaciones. Existe dentro de él porque sus relaciones con sus padres han sido, por una * Sobre algunos otros factoreS que concurren en la "con- centración de la libido en la transferencia", véase 61, 65 y Estudio 11! (Parte I) de este libro. 28 HEINRICH RACKER parte, siempre relaciones con imagos (es decir, con algo interno) y por otra parte (en cuanto represen- taban algo externo) porque han sido tomadas dentro, a través de la percepci6n, y han sido conservadas dentro a través de las huellas mnémicas,_ y sostenidas por la subsistencia de las mismas pulsiones instintivas y los mismos conflictos. La creación de la transfe- rencia es, pues, en este aspecto, un desentierro de estas relaciones que necesitan ser revividas para dar- les un nuevo y mejor destino. En la medida en que esto se logra, tendrán mejor destino también todas las relaciones actuales, ya que éstas son determinadas, en gran medida, por aquéllas. Se crea, pues -repi- to--, lo que ya existe, primero tal cual existe y luego transformándolo a través del análisis de los conflic- tos, lo que debe llevar a la movilización de las capa- cidades virtuales, es decir, nuevamente, de lo que ya existe pero habia quedado en estado potencial. En este sentido, todo el análisis podría llevar como título el mismo que dio Nietzsche a uno de sus escritos: e ómo llegar a ser lo que se es .¡¡.. Si bien no comparto la supuesta protesta contra el hecho de que la transferencia sea, aunque   mente en parte, producto de un proceder técnico, por otro lado sí admito que algo en esta "creación" de transferencia molesta con razón. En el hecho de que toda esta relación afectiva intensa se refiera a una sona que no la merece -el analista-, que no merece ni tanto amor ni tanto odio; es decir, que esta relación no se produce en su debido lugar, con el objeto ade- cuado. Pero es esto, justamente, lo que también antes de que se someta al tratamiento le sucede siempre a la persona neurótica, es decir, que "desplaza" o ·* Subtítulo de Ecce homo. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 29 "transfiere" conflictos infantiles e internos a situa- ciones y objetos actuales, es decir, fuera de lugar, e inadecuados a la realidad. Y durante el tratamiento, al mismo tiempo que el analista colabora en la crea- ción de la transferencia, no se cansa de mostrar al analizado justamente esto, o sea el carácter inade- cuado y ajeno a la realidad, de lo que, en muchos aspectos, le sucede psicológicamente con el analista. La transferencia se crea para ser luego disuelta,   -según las palabras de Freud -"no se puede matar a nadie in absentia o in effigie" 20 • A este nuevo enfoque técnico de Freud se agre- garon pronto nuevas comprensiones teóricas y clínicas que reforzaron la tendencia y enriquecieron las posi- bilidades de centrar el tratamiento analítico en la transferencia, o mejor dicho, en la neurosis de trans- ferencia, ya que el retorno de las relaciones con los padres implica el retomo de los conflictos neuróticos con ellos. Una de las comprensiones teóricas más im- portantes es la que se refiere a la dinámica de la transferencia, es decir, al interjuego de fuerzas que intervienen en su formación. Freud comprendió que el impulso de repetición es inherente a los instintos, que el yo se opone a esta repetición, y que es esta oposición la que, .ante todo, debe ser considerada co- mo resistencia. El analista debe, pues, ponerse_ del lado de los instintos y luchar contra el yo y sus resis- tencias que se -oponen a la repetición, es decir, que se oponen a la transferencia de los impulsos ti vos 30 • La transferencia que en un comienzo había sido considerada predominantemente como resisten- cia es, pues, ahora considerada predominantemente como lo resistido, lo rechazado, por cuya recuperación debe luchar el analista. A esto se agregaron un gran número de nuevas comprensiones con respecto a los 30 HEINRICH RACKER procesos de la primera infancia, que hicieron posible una elaboración mucho más intensa de los conflictos tempranos en su retorno en la transferencia. Pero antes de describir con mayor detalle el estado actual de la técnica analítica -resultado de las viejas y nuevas comprensiones- debo referirme aún a otro aspecto de la técnica que hasta ahora he dejado de lado. , Nos hemos ocupado casi exclusivamente del ana- lizado, de sus procesos y conflictos internos y de lo que de la naturaleza de éstos resulta como la técnica indicada. Pero evidentemente, en la técnica inter- viene también el analista, y por lo tanto tenemos que referirnos a él y a los problemas que le plantea su función. Hemos mencionado, por ejemplo, que el analista debe "adivinar" o intuir lo reprimido, e in- terpretar los impulsos y resistencias inconscientes, tan- to en las relaciones de objeto originales como tam- bién en las relaciones transferenciales del analizado. Pero ¿cómo se hace esto? ¿Qué es, precisamente, lo que el analista debe interpretar, y cuándo, y cuán- to y cómo? Además, ¿debe el analista interpretar solamente o hacer también otras cosas, como acon- sejar, enseñar, prohibir, exigir, educar, guiar? Se plan- tean estas y muchas otras preguntas; problemas que han sido estudiados ampliamente y cuya dilucidaci6n debería ser expuesta. Pero aqui tengo que limitarme a unos aspectos fundamentales. Y a sabemos que la función básica del analista con- siste en crear al analizado la posibilidad de hacer consciente lo inconsciente, ya que es la escisión de la personalidad, provocada por la no aceptación de una y otra de sus partes por la conciencia, Io que   o n s t i ~ tuye la última causa de todas las perturbaciones psi- cológicas. Captar o intuir el inconsciente del anali- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 31 zado -sus impulsos, resistencias y transferencias conscientes- y así comprender sus situaciones de conflicto irresueltas es, pues, la primera de las tareas fundamentales del analista. Esta "captación" se pro- duce a través del propio inconsciente, puesto que "sólo lo igual puede conocer lo igual", como decía la sabiduría medieval, o sea --en nuestro lenguaje-, sólo puede conocerse en otro lo que _.es propio de uno mismo. Más precisan1ente, sólo puede captarse el inconsciente de otro en la medida en que la propia conciencia está abierta a los propios instintos, senti- mientos y fantasías. Es cierto que existe también la captación del inconsciente de otro en el caso en que la propia conciencia está cerrada a la percepción de este mismo contenido psíquico como propio a uno mismo, y más aún, es cierto que a veces se percibe en el otro justamente algo que dentro de uno mismo es muy rechazado. Pero esta clase de "captación" -como es, en especial, la conocida captación del paranoico, o en una edición menos patológica, la cay-.. tación paranoide, por la que a veces se intuye vamente ciertas tendencias inconscientes en el otro--, esta captación, digo, no sirve realmente, constructi- vamente al analista, porque implica el mismo rechazo que sufrió esta parte de uno mismo, y porque   torsiona lo percibido, convirtiendo al mosquito en elefante y al elefante en mosquito. Sólo sirve captar en el otro aquello que el analista ha aceptado dentro de él como propio y lo que, por lo tanto, puede ser en el otro, sin angustia ni rechazo. Así, pues, para que en la conciencia del analista surja lo que el analizado rechaza de ella ( conditio sine qua non para poder suplir -a través de la in- lo que le falta al analizado), el ana- lista hace suya una regla fundamental, aconsejada 32 HEINRICH RACKER por Freud, similar a la regla fundamental que rige para el analizado. Consiste en que también el ana- lista, al escuchar lo que el analizado le comunica, y al identificarse con los pensamientos, deseos, temo- res y sentimientos de éste, se abandona simultánea- mente a Ia libre asociación; es decir, crea una situa- ción interna en la que está dispuesto a admitir en su conciencia todos los pensamientos y sentimientos po- sibles. En el caso de que el aualista esté bien identi' ficado con el aualizado y de que tenga menos repre· siones que éste, los pensamientos y sentimientos que surjan en él serán justamente aquellos que no han surgido en el analizado, o sea lo reprimido e incons- ciente. Esta disposición interna del analista fue Ua- mada por Freud uatención flotante'', porque consiste esencialmente en un no-fijar la atención en ninguna dirección predeterminada. Tal disposición o actitud mental -opuesta a la que adoptamos al concentrar- nos-, que constituye un "flotar", es el estado ideal para que la conciencia del analista pueda ser sor- prendida por fantasías rechazadas y ocurrencias re- primidas. Al margen sea dicho que este método parece haber sido intuido ya por un viejo sabio chino del que se cuenta la siguiente historia. Un día, aquel sabio perdió sus perlas. Mandó, pues, a sus ojos a buscar sus perlas, pero sus ojos no encontraron sus perlas. Mandó entonces a sus oídos a buscar las per- las, pero sus oídos tampoco encontraron sus perlas. Mandó luego a sus manos a buscar las perlas, pero tampoco sus manos las encontraron. Y así mandó a todos sus sentidos a buscar sus perlas pero ninguno de ellos las encontró. Finalmente, mandó su no- buscar a buscar sus perlas. Y su no-buscar encontró las perlas.   • ~ Pero he aqu! que aun el no-buscar del 'inalista no ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 33 siempre encuentra   ~ s perlas del inconsciente. Como ya he dicho, su capacidad de encontrar depende del grado en que él mismo esté consciente de su propio inconsciente. Ya este hecho hace necesario que el analista sea analizado para estar en condiciones de analizar a otros. A esto se agrega otro hecho más. He expuesto . antes, cómo la labor del analizado de vencer sus resistencias y admitir en su conciencia los complejos instintivos y emocionales de su pasado, fue interferida por el inesperado fen6meno de la trans· ferencia. Ahora bien, un día Freud descubre que también la labor del analista es interferida por un fenómeno parecido, que también en el analista sur- gen impulsos y sentimientos hacia el analizado, aje- nos a su función de comprender e interpretar las resistencias y los complejos infantiles de éste. Freud llama a este fenómeno contratrttnsferencia, ya que constituye el equivalente de la transferencia, y se5ala la importancia de conocerla y dominarla para que no perturbe la labor del analista. La contratransfe· rencia constituye el otro hecho que hace necesario que el analista sea analizado antes de que empiece su labor con los enfermos. La historia ulterior del descubrimiento de la con- tratransferencia y el destino de ésta en cuanto a su lugar en la técnica analítica tiene cierto parecido con la historia de la transferencia y su destino en esta técrúca. Como la transferencia, también la contra- transferencia fue considerada primero como una per- turbaci6n y un serio peligro en la labor del analista -como en efecto puede ser-. Más tarde se vio que también ella (igual que la transferencia) puede ser un instrumento técnico de gran importancia, ya que es, en buena parte, una respuesta emocional a la transferencia y puede, como tal, indicar al analista 34 HEINRICH RACKER qué es lo que sucede en el analizado, en su relación con el analista. Finalmente se comprendió que la contratransferencia no sólo puede perturbar o ayu- dar a la comprensión del analista y a su capacidad de interpretar los conflictos inconscientes del anali- zado, sino que también, al codetenninar la actitud del analista frente al analizado, codetermina los des- tinos de la transferencia; pues el analista es el objeto de la transferencia y la actitud del analista representa la actitud de este objeto, lo que a su vez influye s9bre la transferencia. Siendo así la contratransfe- rencia decisiva para la transferencia y su elabOración, lo es   para todo el tratamiento. Además, así como la transferencia es, según Freud, el campo don- de son libradas las batallas principales por el vencimiento de las resistencias, así es la contratrans- ferencia la otra mitad de este campo, siendo libradas en ella las batallas principales por el vencimiento de las resistencias del analista, las contrarresistencias. Citaré un ejemplo, primero para este último as- pecto. Según la observación analítica, las neurosis están centradas en el complejo edipico. De alú que, al reeditarse la neurosis infantil en la transferencia, el analizado repita también su complejo edipico con el analista. Una de las vivencias edipicas más dolo- rosas y angustiantes es la "escena primaria", es de- cir, las fantasías referentes a las relaciones sexuales de Jos padres. El analizado revive estas fantasias, y los sentimientos e impulsos que a ellas están ligados, con el analista. Del grado en que puede tomar con- ciencia de ellos, superando las resistencias y grando en su yo lo que las defensas patológicas man- tenían escindido en él, dependerá, en· buena parte, su curación. Para esto necesita Ja ayuda del analista. Pero también es fácil que éste tenga alguna resis· ESTUDtOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 35 tencia a interpretar al analizado con toda crudeza los detalles concretos de estas fantaslas suyas y ha- cerle sufrir el total impacto de las angustias y penas de la "escena primaria". Sin embargo, poco a poco debe llegar a esto, venciendo las resistencias del ana- lizado al mismo tiempo que supera sus propias con- trarresistencias. Otro ejemplo para ilustrar otros aspectos del pa- pel de la contratransferencia. Tomemos el caso de un analizado que por algún motivo inconsciente reac- ciona frente a las interpretaciones del analista recha- zándolas todas y con constancia. La reacci6n crintra- transferencial espontánea del analista, después de un tiempo mayor o menor, será fácilmente una cierta angustia y fastidio, o desánimo. Dejarse dominar y llevar por tales sentimientos representaría el men- cionado "peligro", o la "perturbaci6n" del trata- miento por la contratransferencia. Usar la percep- ción de estos sucesos contratransferenciales, después de haber analizado su origen y su dinámica, como indicador de lo que sucede en _el analizado, en su reiaci6n inconsciente con el analista, sería un ejem- plo de la posibilidad de servirse de la contratransfe- rencia como instrumento para la comprensión de la transferencia. Finalmente, salir del papel que el analizado inconscientemente induce en el analista al provocar en él --en una parte de él- angustia o fastidio, desánimo o aun desesperanza, romper el círculo vicioso en el que la transferencia del anali- zado amenaza encerrar al analista, recuperar la con- tratransferencia _positiva y redescubrir y redespertar la transferencia positiva reprimida, todo esto ejem- plifica Ja contratransferencia· como factor que co- detennina la actitud del analista, objeto de la trans- ferencia, dependiendo la elaboración de los conflic- 36 HEINRICH RACKER tos transferenciales de ésta actitud; en una palabra, ejemplifica los sucesos la otra mitad del campo de batalla. Temo que ya me he ido demasiado en detalles, ya que sólo quería exponer a grandes rasgos los as- pectos básicos de la técrúca analítica. Vuelvo, pues, a éstos. He anunciado al comienzo que iba a refe- rirme al pasado, al presente y al futuro de la técnica analítica. El pasado propiamente dicho terminó, en realidad, donde terminaron la hipnosis y la sugestión. Desde que tuvo lugar la sustitución de estos medios técnicos por la regla fundamental (la asociación li- bre) y por la interpretación de las resistencias y de la transferencia, estamos en pleno presente, por más que esto sucedió hace 60 años. Por otra parte, mu- cho, muchísimo se ha aprendido desde aquel enton- ces. Con lo expuesto -exceptuando la introducción histórica-, he comunicado algo de estos nuevos co- nocimientos que han ido agregándose en el curso del medio siglo pasado. Quisiera aún hacer una breve síntesis de la técnica presente, de la que po- drán luego partir algunas fantasías con respecto al futuro. El principio básico de toda la técnica analítica es el antiguo   a ti mismo" socrático, ya que la observación analítica ha enseñado que tanto los fe- nómenos patológicos propiamente dichos como las perturbaciones del carácter, de las relaciones del ser con el mundo (con las personas y las cosas), su infe- licidad, su angustia y sus dificultades de trabajar y gozar, son el efecto de una sola aunque compleja causa: el desconocimiento de sí mismo. Pero debe- mos agregar en seguida que el conocimiento de sí mismo al que nos referimos no es un saber intelec· tual. El verdadero conocimiento es equivalente a la ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 37 uni6n consigo mismo, a una plena aceptaci6n en la conciencia y en el sentir de todo aquello del propio ser que antes ha sido rechazado patol6gicamente. Este conocinúento y esta unión consigo mismo im- plican, pues, la superación de la angustia ante sí mis- mo y de todos los medios hostiles que -en defensa frente a esta angustia- el ser ha utilizado contra su propio ser, desdoblándose, mutilándose, negándose, aniquilándose, cerrándose, o también proyectándose en parte en el mundo y riñendo luego con él para aliviar la discordia interna, o sustrayéndose de él; para encontrar una paz aparente, pero quedando empobrecido en comparaci6n con todas sus posibi- lidades latentes. En este sentido la téCnica analítica es, como ya he mencionado, un método para llegar a ser lo que se es, puesto que no hace otra cosa que intentar devolver al ser lo que es suyo y lo que, en el camino de su vida, en el interjuego de conflictos internos y sucesos externos, él había perdido o no ha- bía podido desarrollar. En el curso de estos 60 años hemos, pues, apren- dido bastante más sobre este camino, desde que el ser lo inicia en el vientre materno hasta que vuelve a la madre tierra. En especial, hemos conocido con cre- ciente detalle los procesos psicológicos de la primera infancia, los múltiples impulsos, fantasías, angustias y métodos de defensa del niño pequeño que deter- minan en grado insospechado la vida ulterior del hombre. Debemos recalcar, en este contexto, las con- tribuciones clínicas y teóricas de K. Abraham, S. Ferenczi, E. Janes, y más que nada de M. Klein, que han enriquecido en alto grado también nuestra capa- cidad técnica, ya que han permitido ver e interpretar en el material asociativo de los analizados mucho que antes hubiera quedado sin comprender. En el 38 HEINRICH RACKER tratamiento analítico centramos nuestra atenci6n, co- mo he dicho, en el retorno de todos estos procesos infantiles en la relación del analizado con el analista, y es en y a través de este retomo -la transferencia- cómo tratamos de superar la desunión del ser cona sigo mismo, la angustia ante sí mismo y los métodos destructivos de defensa frente a sí mismo. Seguimos con igual atención todas sus demás relaciones con el mundo, en las que igualmente reaparecen aquellos procesos patológicos infantiles, y hemos aprendido a captar el íntimo enlace que siempre existe entre aque- 11as relaciones con el mundo externo y la ·transfe- rencia. Cuanto mejor conocemos todos estos proce- sos, cuanto antes los podemos reconocer a través de las asociaciones y la conducta del analizado, tanto mejor sabremos qué, cuándo y cómo decir al anali- zado lo que éste necesita saber para librarse de lo que le impide unirse consigo mismo y ser lo que es. Con esto ya tenemos también una base para hacer algunas fantasias sobre el futuro próximo de Ja téc- nica analítica. Me limitaré a lo que puede preverse, con cierta probabilidad, dentro de las lineas de Ja evolución actual, dejando de lado fantasías sobre eventuales descubrimientos de índole revolucionaria. 1\1ientras que, por ejemplo, en épocas pasadas, el ana- lista tenía que escuchar horas enteras -y a veces semanas enteras- las asociaciones del analizado an- tes de poder darle una interpretación adecuada, el analista de hoy suele captar mucho antes lo que el analizado necesita saber .y es capaz de aprovechar, de manera que el analista puede, por Jo general, interpretar varias veces en cada sesión, lo cual repre- senta un progreso en las posibilidades de una elabo- raci6n más intensa y aun más rápida de los conflictos inconscientes. Este aumento de nuestra capacidad l::.STUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 39 interpretativa se debe a la mayor riqueza del cono- cimiento actual. Éramos, en el pasado, como los dos pobres en el chiste judio, que s6lo podían cambiar una vez por semana su camisa. Actualmente ya so- mos como el rico comerciante del que aquellos pobres judíos afirman, con admiración, que cambia de ca- misa cada día o aun dos o tres veces por día. Y en el futuro seremos tal vez -siguiendo el mismo chis- te- como el banquero Rothschild, quien continua- mente se quita la camisa y se pone una nueva, quita y pone, sin interrupción. Y así corno hemos progre- sado y progresaremos con respecto a la cantidad de interpretaciones que podemos dar, así también con respecto a su calidad, al saber qué, cuándo y cómo interpretar. Podemos, pues, suponer que el futuro progreso del conocimiento psicol6gico en general y del conocimiento específico de los sucesos internos del analizado dentro de la situaci6n analitica, dará la posibilidad de intensificar siempre más y también de acelerar el proceso de transformación psicológica. Esto depende, evidentemente, no sólo de la   m p l i   ~ ción de nuestro conocimiento, sino también de su asimilación, es decir, de nuestra capacitación de com- prender y reconocer el proceso inconsciente que sub- yace en cada frase del analizado, en cada movimiento mental, cada silencio, cada cambio de ritmo y voz, y cada una de sus actitudes. La microscopia psicoana- lítica a la que acabo de aludir -la que, en principio, existe desde Freud, pero sin haber encontrado hasta ahora el desarrollo sistemático y pleno que le corres- ponde-, se impondrá, creo, poco a poco como ma- teria y disciplina especifica, tanto en las investiga- ciones como también en la enseñanza analítica, y será un medio importante para la comprensión pre- cisa. y pronta del material de los analizados. Micro- 40 HEINRICH RACKER análisis y macroanalásis -o sea el análisis integral ("metapsicológico") de cada detalle y de toda situa- ción, de cada expresión y de todo estado, de cada complejo y de la estructura total- irán de la mano en grado siempre creciente, y facilitarán la vención siempre más exacta y eficaz del analista, paz de aplicar la palanca promotora en aquel punto en el que debe movilizarse o integrarse la situación psicológica principal del momento en cuestión.   gresando la capacidad técnica, también los análisis didácticos serán más eficaces y los nuevos analistas de mañana trabajarán mejor que los nuevos analistas de hoy, así como éstos, en general, trabajan mejor, creo, de lo que trabajaron los nuevos analistas de ayer. Termino aquí, aunque mi fantasía sobre el futuro haya quedado un tanto trunca. Tal vez volveré en otra ocasión sobre este vasto tema, sobre los múlti- ples caminos de la investigación técnica a seguir y los varios fines a alcanzar. Espero, por otra parte, haber podido comunicar, a grandes rasgos, en qué consiste la técnica psicoanalítica y en qué principios se basa. ESTUDIO II SOBRE TÉCNICA CLASICA Y TÉCNICAS ACTUALES DEL PSICOANÁLISIS * La gran amplitud del tema exige una estricta se- lección entre los múltiples aspectos que incluye. Me limitaré, pues, a los puntos que --en mi opini6n- eilcuentran o merecen encontrar nuestro mayor inte- rés. Por ejemplo, en cuanto a las varias tendencias actuales en la técnica psicoanalítica, me referiré pre- dominantemente a .dos: a la que fue llamada "la más específicamente freudiana" y a la tendencia de la "Escuela inglesa" ( M. Klein) 83 • Señalaré, además, algunas ideas de aquellos que se encuentran en una tendencia intermedia y agregaré una serie de puntos de vista personales. En cambio, tendré que dejar de lado las ideas técnicas de los "culturalistas" (K. Hor- ney, F. Fromm-Rcichmann, etc.), las de F. Alexan- der y de otros, aunque contengan muchos puntos de interés. l. Los principios fundamentales de la técnica psicoanalítica Hacer consciente lo inconsciente o la superaci6n de las resistencias ha sido y continúa siendo el c   m i ~ * Relato oficial al 2 9 Congreso PsicoanaUtlco Latino- americano, San Pablo, Brasil, 1958. 42 HEINRICH RACKER no y el fin de toda técnica analítica. V arlan las for1nulaciones de este principio, varían sus conteni- dos y varían los métodos de aplicarlo, pero el prin- cipio sigue siendo el mismo. Freud formula la fina- lidad del análisis, por ejemplo, también como "resti- tuci6n de la unidad psíquica, poniendo fin al ena je- namiento entre el yo y la libido" 28 o más adelante, en términos de estructura: ''Donde estaba el ello; ahí deberá estar el yo." 31 Estas formulaciones dicen, en esencia, lo mismo que las anteriores, y este principio es también la base en la que todos los analistas de ayer y hoy se encuentran unidos. Sólo una de las formulaciones de Freud halla cierta duda en algunos analistas. Me refiero al "llenar las lagunas mnémi- cas", término que para Freud es equivalente al "ha- cer1.,. consciente lo inconsciente". La duda surge en aquellos para los que los recuerdos infantiles y las repeticiones en la transferencia son fenómenos pre# dominantemente opuestos, y consideran, al mismo tiempo, Ja revivencia transferencia! como el campo decisivo para hacer consciente lo inconsciente. En realidad, fue Freud mismo quien primeramente   calcó la oposición entre recuerdo y repetición al trar el carácter resistencial de la transferencia (es decir, al mostrar que el analizado repite en lugar de recordar). Sin embargo, Freud afirm6 al mismo tiempo la identidad entre infancia y transferencia, señalando que en el inconsciente no existe el   po 20 • Unos años más tarde -en Más allá del prin- cipio del placer- Freud muestra que la resistencia se dirige especialmente contra la repetición, siendo, pues, la transferencia lo resistido. Tengo la impre- sión de que esta contradicción -que a mi juicio es sólo aparente, siendo la consecuencia de que Freud s6lo pudo desarrollar paso a paso sus ideas y des- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 43 cubrir sólo en tiempos sucesivos los diversos aspec- tos de estos fenómenos psicológicos- creo, pues, que esta contradicción aparente no ha sido suficiente- mente aclarada, sobreviniendo así aquella duda con respecto a "recordar" o "reviyir". Esta duda nos ocupará detenidamente cuando tratemos sobre la di- námica de Ja transferencia (cap. IV, 2). Aquí s6lo anticipamos que interpretando correctamente el conn cepto del "llenar las lagunas mnémicas", también esta formulación sigue válida como base común para to- dos los analistas. Pues todos están de acuerdo en que todo hacer consciente en la transferencia es al mis- mo tiempo una forma de "recordar". Esto está im- plícito en la definición misma de la transferencia. Freud ha designado la resistencia y la transferencia como "los dos puntos de partida" del análisis 25 • He- mos señalado ya la relación del principio básico de Ja técnica con la resistencia, y debemos hacer lo mismo con respecto a la transferencia. También en este punto rige, en principio, unidad entre los analistas, pues todos reconocen como hecho la transferencia en sí, todos consideran que la transferencia positiva sólo debe servir para obtener de ella la energía necesaria para la superación de las resistencias, y todos opinan que el análisis debe centrarse en la neurosis de la transferencia, tal como Freud lo indicó, por ejemplo en sus "Conferencias", diciendo: "El hombre que en su relación con el analista se volvió normal y libre de la acción de impulsos instintivos reprimidos, queda así también en su vida privada, una vez que el ana- lista se ha nuevamente excluido." 28 Pienso que todo analista suscribirá estas palabras, cualquiera que sea su "tendencia" técnica y cualquiera que sea su modo particular de llevar a la práctica el análisis de la neurosis de transferencia. 44 HEINRICH RACKER Junto con esta unidad con respecto a los principios técnicos básicos y a muchos otros puntos que aún trataremos, existen mUltiples variaciones y divergen- cias técnicas. Pueden diferenciarse, ya a primera vista, algunos factores que las deternúnan: 1' El proceder técnico depende de la amplitud de conocimientos psicológicos generales y específica- mente técnicos 19 • Esta amplitud varía según las épo- cas del psicoanálisis y las de cada analista. 29 Nuevos hallazgos o afirmaciones son aceptados por unos y rechazados por otros, y diversos hechos son valorados diferentemente, lo que conduce a dis- tintos conceptos de orden secundario, a distintos principios secundarios, los que detenrúnan una dife- rente aplicp,ción de los principios básicos, comunes a todos; es decir, diferentes técnicas. 3° El factor individual o personal. La técnica de- pende obviamente del distinto carácter, capacidad de comprensión, ·y de las distintas contratransferen- cias de cada analista. Es también evidente que cada analizado "crea" un diferente analista (así como ca- da hijo "crea" diferentes padres), sugiriéndole mayo- res o menores variaciones técnicas. 4• El factor geneal6gico, es decir la influencia de distintos "arquipadres" y "padres" analíticos sobre la técnica de sus hijos, nietos y bisnietos analíticos 4 • Antes de dirigirnos a los problemas técnicos espe- cíficos debemos aún referirnos al objeto o fin del tratamiento analítico. También éste ha experimen- tado diversas formulaciones. El concepto de "cura .. ci6n" (que primero se refería a los síntomas y luego a los "complejos") tompartió y sigue compartiendo su lugar con otros concept.os. HMaduración emocio .. nal"' ccadaptaci6n a la realidad''' ºsuperación de las ESTUDIOS SODRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 45 perturbaciones evolutivas de la personalidad", son algunas de estas formulaciones. Pero en esencia, tanto el analista de ayer como el de hoy dirige su atención a las causas de las perturbaciones (es decir, a los conflictos psíquicos) , sabe, pues, que está en buen camino y confía, por lo tanto, en las consecuencias positivas, sin tender a ellas directamente. Sigue en esto a Freud, quien aconsejó atenerse al lema del cirujano francés que decía: Je le pansai, Dieu le guérit, es decir, "yo lo he vendado, Dios lo ha cura- do" 21 • Considerando el desarrollo del psicoanálisis desde sus comienzos puede, pues, decirse que habien- do empezado como terapia, ha dirigido luego su aten- ción al hombre como totalidad y ha descubierto, por este camino, las   generales y especiales de la evolución del hoffibre, del ser humano en sí, "enfermo" y "sano", y el tratamiento psicoanalítico se ha convertido en una técnica de evolución o trans- formación humana, incluyendo ésta, como una de sus posibilidades principales, la terapéutica. II. La posición (o actitud) interna básica del analista frente al analizado y su material Del principio básico "hacer consciente lo incons· ciente" se deduce la regla fundamental para el ana- lizado, la que igualmente es aceptada por todos, aun- que existan algunas diferencias en el modo de intro- ducirla en la situación analítica. Freud establece --como equivalente de la regla fundamental para el analizado---- una regla funda- mental para el analista designándola con .el término atención flotante 21 • Señala Freud que el analista llega con su comprensión (que nace de la "atención 46 HEINRICH RACKER flotante") sólo hasta donde se lo permiten sus pro- pios complejos y resistencias, y recalca, en relaci6n con esto, la importancia de la contratransferencia y por Jo tanto la del análisis previo del mismo analis- . ta 19 • Freud llama la atención en especial sobre los peligros que traen consigo la ambición de curar y la ambición de educar 21 • Toda técnica analítica ulterior se basa, también en este aspecto, en estos mismos conceptos. Pero deben mencionarse algunos desarrollos al respecto. Los pro .. cesos psicológicos del analista han sido estudiados, desde aquel entonces, con detenimiento. Mientras Freud designa como meta el conocer y dominar la contratransferencia 19 , en la actualidad muchos ana- listas agregan la tarea de utilizar la contratransfe- rencia para la comprensión de los procesos psicolóM gicos del analizado, por los que aquélla, en parte, es originada. Por ejemplo, Freud exhorta al analista a uapartar" de sí la compasión y a adoptar frente al analizado una actitud interna similar a la de un "cirujano" 21 • La importancia fundamental de tal actitud objetiva sigue siendo valorada por todos, pero además, actualmente, muchos utilizan la percepción de un sentimiento como el de la compasión, provo- cado por el analizado, para comprender el proceso transferencia! subyacente *. En términos generales: a medida que fue comprendida y asimilada la ense- * La compasión del analista puede ser, por ejemplo la consecuencia de un proceso defensivo del analizado frCnte a Jos propios sentimientos de¡:iresivos, o sea frente a la pre- ocupaci6n por el daño hecho (en la fantasía) al analista (madre, padre), o frente a la culpa y compasión del ana- lizado por éste. La defensa puede consistir en una identi- ficación con el objeto dañado, transformándose el analizado de esta manera en la víctima, mientras el objeto (el ana- lista) debe sentir culpa o compasión. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 47 ñanza de Freud con respecto al papel central del análisis de la transferencia, iba adquiriendo un pa- pel central también la contratransferencia, tanto en su "aspecto subjetivo,, como en su "aspecto objetivo", como mostraré luego. Quisiera ilustrar este desarrollo aun con otro ejem- plo. Freud, al exponer los motivos de su costumbre de sentarse detrás del paciente, dice que no quería que las expresiones de su cara diesen material al pa- ciente para hacer interpretaciones e influyesen en sus comunicaciones 23 • Hoy agregaríamos muchos de nos- otros que estas expresiones del analista reflejan por lo general la respuesta de un objeto interno del pa- ciente al material de éste, y en última instancia, refle- jan la respuesta de una parte del yo del analizado, "colocada afuera", es decir, disociada y proyectada en el analista. Es importante que el analista perciba sus expresiones faciales, que las comprenda como res- puesta contratransferencial a la transferencia y que -después de descontar de ella el factor personal- reintegre en el paciente, mediante la interpretación, esta parte de su personalidad puesta en un objeto interno-externo, el analista. En un sentido similar ba evolucionado también el trato que muchos analistas dan a su ambición t e r   ~ péutica y pedagógi,ca. En cuanto a su "aspecto sub- jetivo", se han estudiado intensivamente los orígenes de estas ambiciones en el psiquismo del analista mis- mo y se continúa luchando por la realizaci6n del ideal, según el cual el analista se convierte, en una parte de su ser, en. el "sujeto del puro conocimiento" (Schopenhauer), es decir, en el observador libre de deseos y angustias personales, que tampoco ansía con- ducir al analizado a la "curación" o a un cambio de su conducta, sino que tiende serenamente a llevarlo 48 HEINRICH RACKER a una vivencia y un conocinúento de sí mismo, .antes rechazados. Por otro lado, nos hemos dado más cuenta del "aspecto objetivo" de las ambiciones del analista, es decir, nuevamente, de la participación que en el origen o en la intensificación de estas ambi- ciones tiene el objeto, o sea el analizado. Donde sur- ge tal "ambición" en el analista, donde éste desea, por ejemplo, que el paciente adopte determinada conducta, sabiendo el analista lo que éste debería hacer pero no hace, ahí puede observarse con fre- cuencia que este saber y esta ambición del analista son, en el fondo, también propios del analizado, pero reprimidos o disociados, e inconscientemente origina- dos o "colocados" en el analista, o a veces ucedidos" a él. En otras palabras: el paciente ambiciona y sabe inconscientemente lo que, inconscientemente, hace ambicionar y saber al analista. Analizando las causas que mantienen inconscientes esta ambición y este sa- ber en el analizado, el analista puede devolver lo que aquél ha- hecho surgir o ha "proyectado" en él. Tanto más podemos prescin<:lir de querer curar y educar cuanto mejor sepamos movilizar el saber la- tente del analizado, ayudándole a superar lo que se opone dentro de él a tal movilización. El saber latente al que nos referimos puede ser de índole moral, afectivo o aun práctico. Por ejemplo, la conducta moralmente mala de un paciente puede provocar en el analista la ambición de educarlo, espe· cialmente cuando el analizado parece no tener nin- gún sentimiento de culpa y ninguna conciencia de haber procedido mal. Pero el analista puede darse pronto cuenta de que el analizado sabe inconscien- temente muy bien que su conducta fue mala, pero es impedido de hacerlo consciente, por ejemplo, por- que aquella conducta significaba en su fantasía un ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 49 crimen horrendo. Cuando el analizado relata su con- ducta, el analista suele sentir algo de este horror y suele saber que son los sentimientos buenos mismos (tanto suyos como los del analizado) Jos que hacen que el yo reaccione con horror y tolere sólo con di- ficultad la conciencia de aquellos impulsos Hcrimi- nales". El análisis de aquel crimen le hará posible "devolver" al analizado la capacidad de sentir, "pues- ta" en el analista. Lo que nos hace decir que tal capacidad o saber son "puestos" en el analista no es simplemente el hecho de que surgen en éste, sino la comprensión -por ejemplo en este caso- de que el analizado relata su conducta porque inconsciente- mente sabe que algo anda mal y espera que el ana- lista supla lo. que para el analizado, en su estado actual, es inaccesible, por más que esté en posesión potencial de este mismo sentir y saber. Llego ahora a otro aspecto de la posición psicoló- gica del analista: su actividad o pasividad frente al material del analizado*. Pienso que las diferencias entre Ia actitud más activa y la actitud más pasiva frente al material del analizado (tanto en lo que se refiere al escuchar, identificarse y comprender, co- mo también en lo que se refiere al dar interpreta- ciones) son una expresión de diferencias muy impor- tantes ·entre las diversas técnicas, ante todo ·entre la "técnica clásica" (que suele ser más pasiva) y la "téc- nica kleiniana" · (que suele ser más activa) . Pero debo recalcar desde ya, que aquí no incluyo en el * El término "actividad" no tiene aquí el significado que Ferenczi le ha dado al denominar con él las actividades no- interpretativas del analista, como prohibiciones, órdenes, etcétera 10; la "actividad" y "pasividad" a que me refiero son distintos grados de activiclad dentro de las funciones básicas del analista. 50 HEINRICH RACKER concepto de la "técnica clásica" la técnica de Sig- mund Freud. Pues en determinados aspectos --como aún mostraré- Freud no ers, un "analista clásico'', en el sentido que corrientemente se da a este término. Tengo la impresión -y la fundamentaré luego- de que algunos conceptos técnicos centrales de Freud, relacionados con la "actividad" y "pasividad" del analista, como en especial el de la "atención te", y el de la actitud de "cirujano" y de ''espejo" han sido recalcadas y realizadas unilateralmente, a expensas de otros de sus conceptos. La "atención flotante", por ejemplo, no es más que un solo aspecto (aunque fundamental) del com- plejo proceso de la comprensión del inconsciente. Se entiende por qué Freud subray6 este aspecto: era lo nuevo -y- 'distinto; pero frente a lo que -en la opinión de no pocos analistas- constituye una cierta exage- ración de la actitud pasiva, debe recalcarse que el escuchar bien y la empatía tienen también su aspecto activo. Tendemos a identificarnos, e identificarse es un proceso mental en parte activo, implicando, ade- más, la reproducci6n de la actividad psicol6gica del objeto. Dejamos que el material penetre en nosotros y a veces vibra .inmediatamente la cuerda que fue     pero otras veces esta recepción debe ser seguida por un proceso activo en el que nosotros Htocamos" y detectamos lo penetrado con nuestro sentir y pensar inconsciente, para poder, finalmente, unirnos con él. Así como en el acto sexual la mujer es, en un aspecto, receptiva y por lo tanto "pasiva", siendo sin embargo --en cuanto es sana y ama al hombre- plenamente activa dentro de este papel pasivo, así es también el analista frente al analizado. lJ na pasividad exagerada del analista tiene cierta similitud con la conducta de la mujer frígida, que ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 51 no responde, que no se une realmente. En tal caso cumplimos con las "obligaciones" del contrato ma- trimonial-analítico, pero sin sentir psicol6gicamente, responder ni gozar. Claro está, nuestros analizados -hombres y mu je res- suelen ser neur6ticos, su po- tencia psicol6gica es dañada, sus palabras carecen frecuentemente de "elevaci6n,,, o son -como los hombres sádicos- sin amor. Pero para algo somos analistas y por esto ellos vienen a nosotros. Ser ana- lista significa, en este aspecto, no responder tali6ni- carnente, no entrar en el círculo vicioso neur6tico ~   no someterse a las defensas del analizado, lo que im- plica una continua actividad en la búsqueda de la comprensi6n. Todos están de acuerdo, creo, en que el ideal es comprender cada frase, cada detalle, cada secuencia, debiendo, conectarse este enfoque "rnicros- c6pico" con uno "macrosc6pico", es decir con el en- foque de lo esencial de cada sesi6n, y de cada sesi6n como expresión de la personalidad total; y pienso que tal comprensión analítica-sintética s6lo puede lo- grarse si la posici6n pasiva se une con un anhelo activo de· comprender, con una buena medida de identificación activa y con suficiente energía de lucha movilizada contra las resistencias, no sólo del anali- zado sino también de uno mismo. En forma similar, el concepto de la actitud de "cirujano" se presta a malentendidos, y puede inducir a una represión de la contratransferencia y en espe- cial a una negación del deseo de comprender y de conducir al analizado a una mayor visión interna y a un nuevo sentir. Freud aconsejó la actitud de "cirujano" para proteger al analista y al analizado de las desventajas que llevan consigo la ambición de curar y la identificación sin reserva 21 • Pero por otra parte Freud adjudicaba mucha importancia a Ja ac- 52 HEINRICH RACKER titud activa, luchadora, y, creo, aun calurosa. Esto no s6lo se desprende de su propia actitud que cono- cemos a través de sus historiales clírúcos (véase cap. III), sino también de algunas expresiones en sus escri- tos teóricos sobre técnica. En ' 1 La iniciación del tratamiento" 23 , por ejemplo, aconseja al analista mostrar su interés al analizado, y en las "Nuevas Aportaciones", al hablar de los casos en los que la terapia analítica no consigue los cambios deseados, a causa de "una determinada dependencia, un cierto componente instintivo", recalca que el resultado del tratamiento depende de las -fuerzas contrarias que nosotros podemos movilizar 31 • Pero la expresión más significativa se encuentra en las "Conferencias" 28 en las que indica que el analista debe movilizar to- das las energías psíquicas disponibles para inducir al analizado a vencer sus resistencias, y pienso que se refiere con esto no sólo a las energías del analizado, sino también a las del analista. Ustedes recuerdan también cuánta importancia adjudica Freud, para el proceso de curación, a la transferencia positiva. Sólo ésta mueve al analizado a aceptar las interpretacio- nes y a abandonar las resistencias. Freud habla en este contexto del "calor hirviente· ( Siedehitze) de la transferencia", y, según mi experiencia, se logran ta- les temperaturas sólo si también el analista aporta suficiente calor -suficiente contratransferencia posiM tiva realizada en labor- a la situación analítica. También el consejo de Freud de que el analista debe ser sólo "espejo" 21 ha sido a veces, creo, llevado a un extremo. Freud da este consejo en oposición a la costumbre de algunos analistas de aquella época del comienzo, de contar hechos de su propia vida a los analizados. "Sea espejo" significaba pues: háblele al analizado s6lo de él. Pero no significaba: deja ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 53 de ser carne y hueso y conviértese en vidrio, cubier- to de nitrato de plata. La intención positiva de no mostrar más de lo imprescindible de la propia per- sona -indicada especialmente por el análisis de la transferencia- no tiene que ser llevada tan lejos como para negar ante el analizado (o aun impedir) el interés y el afecto del analista por él. Pues sólo Eros puede originar Eros. Y es esto lo que en última instancia importa, tanto si se piensa en la finalidad del análisis que es la nueva movilización de la libido rechazada, como si se piensa en el papel decisivo que desempeña la transferencia positiva o si se piensa en la elaboración de la "posición depresiva" que sólo puede lograrse por medio del incremento de Eros. Así como la transferencia positiva es de importancia fundamental para la labor así lo es tam- bién la contratransferencia positiva y su pleno des- pliegue a través de Ja intensa labor que debe efectuar el analista mediante su esfuerzo de comprender y de interpretar. Sólo así puede crearse en la situación analítica un clima realmente favorable a la labor a realizarse. La relación del analista con el analizado es una relación libidinal y una constante vivencia afectiva; los deseos, las frustraciones y las angustias del analista -por leves que sean- son reales; la con- tra transferencia oscila -en una parte- constante- mente con las oscilaciones de la transferencia, y el destino del tratamiento depende en buen grado de la capacidad del analista de mantener por encima de los destinos de su   de contratransferen- cia" su contratransferencia positiva, o bien de hacerla nacer de nuevo de todo daño que haya sufrido, como el pájaro mítico Fénix que resurge siempre de su propia ceniza. Quisiera ahora resumir. Las distintas actitudes in-. 54 HEINRICH RACKER ternas del analista frente al material del analizado determinan distintas técnicas. En el fondo se trata también de distintas actitudes del analista frente a sí mismo. Angustias inconscientes frente a ciertos as- pectos del propio inconsciente originan angustias fren- te al inconsciente del analizado y llevan a diversas medidas de defensa que interfieren en la labor, crean- do, por ejemplo, distancia desmedida, rigidez, frial- dad, dificultad en dar curso libre a las asociaciones y a los sentimientos dentro de uno mismo, y conducta inhibida frente al analizado. En tal caso, como tam- bién en el caso opuesto, en el que el analista es "inundado 1 ' por su inconsciente, las neurosis de trans- ferencia y de contratransferencia pueden llegar a do- minar la situación analítica; la transferencia y con- tratransferencia positivas (que en circunstancias me- jores cobran fuerza de la situación analítica real) retroceden, y esto en un grado mayor de lo que es conveniente para la terapia, ya que toda labor ana- lítica, toda comunicaci6n y toda comprensi6n -es decir, toda uni6n- se originan en estos sentinúentos positivos. De manera análoga al analizado, también el ana- lista debe, pues, dividir su yo en uno racional, obser- vador, y uno vivencial, irracional. Él también debe dar, internamente, curso libre a este último, con todas las asociaciones, fantasías y sentimientos que surgen en respuesta al material del analizado, pues s61o así puede el analista suplir lo que le falta al analizado, sólo a través de esta respuesta interna "total", libre de represiones y bloqueo afectivo. Sólo así puede el analista, por ejemplo, reproducir las fantasías con- cretas y en el fondo sentidas (pero reprimidas y bloqueadas) del analizado. Y por otra parte, sólo manteniendo aquella división entre sus -dos "yo" ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 55 puede el analista romper el círculo vicioso entre transferencia negativa y contratransferencia negativa (respuesta espontánea inevitable), al conservar su contratransferencia positiva y percibir y movilizar la transferencia positiva reprimida o disociada del ana- lizado. Esto lleva, además, a una actitud natural y afectuosa del analista, a una mayor libertad en el "dejarse ir" en los aspectos positivos de su persona- lidad, con todo el interés activo por el analizado y por cada detalle de su vida interna y externa. El proceso analítico de transformación depende, pues, en buen grado, de la cantidad y cualidad de eros que el analista puede movilizar por su analizado. Es una forma específica de eros, es el eros que se llama comprensión, y, es, además, una forma espe- cífica de la 'Comprensión. Es, ante todo, la compren- sión de lo rechazado, de lo temido y odiado en el ser humano, y esto gracias a una mayor fuerza de lucha -una mayor agresi6n- contra todo lo que encubre la verdad, contra la ilusión y la negación; en una palabra: contra aquel temor y odio del hom- bre hacia sí mismo y sus consecuencias patológicas. Pero valen también para el analista las palabras de aquel hombre cuyo nombre lleva la ciudad en la que nos encontramos reunidos, San Pablo, que dicen: "Aun cuando yo hablara todas las lenguas de los hombres, y el lenguaje de los ángeles, si no tuviera amor, sería como un metal que suena o campana que tañe". Esto puede sonar a mística o a romanticismo, lo cual, sin embargo, no impide que sea verdad. Qui- siera ilustrarlo con un ejemplo, aunque con él me adelante al próximo capitulo. Cuando interpretamos al analizado algo que él rechaza de su conciencia {por ejemplo un aspecto de su agresividad), sin in- 56 HEINRICH RACKER cluir en esta interpretación la parte de su yo que efectúa el rechazo, aparece como consecuencia el que el analizado vea en nosotros aquella parte rechazante de su yo. De esta manera corremos el peligro de disociar aun más al analizado en vez de integrarlo. Interpretamos en aquella forma parcial cuando no nos hemos identificado simultáneamente con el yo del analizado. Pero el yo es en sus defensas   a u n ~ que sea equivocadamente- justamente el defensor de la vida, del amor por el objeto o por el propio yo. La comprensión de la parte afectiva proviene del afecto, es vivenciada como afecto y moviliza afecto. La ausencia de este aspecto en Ia interpretación es sentida -con razón- como falta de afecto y tiene frecuentemente consecuencias negativas. Terminando este capítulo diré que sólo puede es- perarse del analizado que acepte vivenciar nueva- mente la infancia si el analista está dispuesto a acep- tar plenamente su nueva paternidad, a admitir ple- namente el afecto por sus nuevos hijos y a luchar por una nueva infancia mejor, "movilizando todas sus fuerzas psíquicas disponibles". Su tarea consiste -idealmente- en un interés constantemente vivo y Ia empatía continua con los procesos psicológicos del analizado, en un micro y macroanálisis metapsico- lógico de toda expresión y de todo movimiento men- tales, siendo su atención y energía principales diri- gidas a comprender la transferencia (la '(nueva in- fancia", presente en todo momento), y a superar sus aspectos patológicos mediante las interpretaciones adecuadas. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 57 III. La interpretaci6n Nuevamente rige la unidad entre los analistas de ayer y de hoy en cuanto al principio básico: la inter- pretación es ·el instrumento terapéutico por exce- lencia. Pero en cuanto a la aplicación de este prin- cipio, en cuanto al qué, cuándo, cuánto y cómo interpretar, difieren las opiniones y las prácticas en múltiples aspectos. 1 ) Quisiera, en primer término, referirme al pro- blema de la cantidad de las interpretaciones, dada su conexión con la cuestión de la "actividad" del analista, que tratamos en el capítulo anterior. Hemos considerado la diferente aplicación de los principios básicos como dependiente de cuatro factores (Cap. I). Las diferencias con respecto a la cantidad de las interpretaciones pueden ejemplificarlo, pues ésta de- pende: 1" De la amplitud de nuestros conocimientos psi- cológicos. Cuanto más sabemos, tanto más podemos interpretar. 2º De principios o conceptos "secundarios". Por ejemplo, algunos analistas como de Saussure 78 o Reik 77 atribuyen un valor terapéutico. al silencio del analista. La cantidad de interpretaciones depende, pues, del grado en que es valorado este silencio en comparación con el valor   que se adjudica a la interpretación. 3º Del "factor individual", o sea, de la capacidad individual del analista de comprender, de su   ter, de su contra transferencia (angustias, tendencia a reparar, significado inconsciente que para él tienen los actos de analizar y de interpretar, etc.). Por ejem- 58 HEINRICH RACKER plo, una mayor necesidad de reparar lo inducirá, por lo general, a interpretar más; su dependencia incons- ciente del analizado puede disponerlo a someterse silenciosamente a las resistencias de éste ("toleran- cia" mal entendida) como también puede dificultarle frustrar al analizado con un silencio prolongado. 4º Del "factor genealógico", o sea de cuánto in- terpretaban sus analistas didáctico y de control, el grado de disolución de su transferencia con éstos, etcétera. Veamos ahora qué pensaba Freud con respecto al "cuánto" interpretar. Hay sólo pocas referencias a este tema. En "El porvenir de la terapia psicoana- lítica" 19 , por ejemplo, expresa su satisfacción de po- der interpretar mucho más que antes, gracias a la adquisición de nuevos conocimientos, y hace entrever su esperanza en futuros progresos en la misma direc- ción. Pero la mejor visión de lo que Freud pensaba la obtenemos si miramos lo que hacia. En sus histo- riales clínicos sobre "Dora" 17 y '(El hombre de las ratas" 18 encontramos algunas sesiones, reproducidas casi literalmente, que nos permiten ver cómo traba- jaba. Muestran, ante todo, con cuánta libertad Freud desplegaba toda su personalidad genial en su labor con el analizado y cuán activamente participaba en cada acontecimiento de la sesión, dando plena ex- presión a su interés. Hace preguntas, ilustra sus afir- maciones citando a Shakespeare, hace comparaciones y hasta realiza un experimento (con Dora). Pero lo que aquí más nos interesa es que Freud interpreta constantemente, hace interpretaciones detalladas y a veces muy extensas (habla más o menos tanto como el paciente), y la sesión es un franco diálogo. El que conecta el concepto de "técnica clásica" con predo- minio del monólogo por parte del analizado y con ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 59 pocas y generalmente breves interpretaciones por parte del analista, tendrá que concluir -como ya he dicho- que en este aspecto Freud no era un analista "clásico". No puedo aquí discutir en detalle el pro y contra de todo este proceder de Freud, pero sí quisiera refe- rirme a una posible objeción de índole histórica. Tal vez alguien señale que estas sesiones datan de antes de 1905 y 1909, y afirme que más tarde Freud haya cambiado su técnica. Sin embargo, no conozco nin- guna palabra de Freud que autorice tal afirmación y que señale tal cambio, ninguna expresión que indi- que que Freud se haya retractado en este aspecto, que haya pensado que este proceder no haya sido bueno y que más tarde haya actuado en forma diferente. Mientras no se nos demuestra lo contrario, no tene- mos, pues, motivo alguno para pensar de otra manera y en cambio sí tenemos algunos para mantener las afirmaciones antes expuestas. Veamos ahora el pensamiento y la forma de pro- ceder de la "técnica clásica", propiamente dicha, al respecto. Me refiero a la actitud de mucho silencio y poca interpretación, tal cual fue descripta por ejem- plo por Th. Reik en. su trabajo "El significado psico- lógico del silencio" 77 y tal cual se desprende de las respuestas a un cuestionario (hecho por E. Glover en 1939 en Gran Bretaña) como actitud de una "gran mayoría" de los analistas a1. Ante todo, llama la atención (y provoca cierta reacción de extrañamiento o de crítica) cuán poco ha sido tratada y discutida esta actitud, en sus fun- damentos y en sus consecuencias, tratándose sin em- bargo de un asunto sumamente importante. Reik se limita a exponer lo que origina el silencio del analista 60 HEINRICH RACKER en el analizado. Señala como consecuencia más s i   ~ nificativa el hecho de qne el analizado, bajo la pre- sión del silencio que desde cierto momento. suele ser vivenciado como amenaza, comunica material hasta entonces ocultado, haciendo nuevas confesiones. Se obtiene así la impresión de que la actitud silenciosa del analista es determinada, en buena parte, por la idea de que la confesión en sí es un factor muy importante o au.n decisivo en el proceso de curación, lo que representa una idea muy cristiana, pero no del todo psicoanalítica. Pues según el psicoanálisis, lo que cura es el hacer consciente lo inconsciente, y para ello es necesaria la interpretación. El hacer consciente lo inconsciente es, en cierto aspecto, efec- tivamente una confesión, pero su esencia es la diso- lución de las resistencias a través del conocimiento. En cambio, la técnica descripta por Reik, al utilizaf el silencio para conseguir más confesiones, da un tanto la impresión de un método de coerción, algo parecido al método militar de obligar a las fortalezas sitiadas a entregarse por medio del hambre. (Con ello el analista identifica al analizado ampliamente con las resistencias de éste, lo que no corresponde a la realidad psicológica -ya que el analizado también desea superarlas, etc.-, teniendo, además, malas con- secuencias para el mantenimiento de la tan impor- tante transferencia positiva verdadera, sobreviniendo -o intensificándose- en su lugar la transferencia persecutoria o "idealizada,,.) En todo caso, el silen- cio del analista es un actuar. También el interpretar lo es; sin embargo, en cuanto consideramos la inter- pretación como instrumento de curación por exce- lencia, debemos considerar aquel silencio, en oposi- ción al interpretar, es decir, como "actuar" y no- interpretar, existiendo por otra parte un acuerdo ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 61 más o menos general de que el analista no debe re- currir a la "actuación" (como exigir o prohibir, pre- sionar fijando fecha de terminación, y agrego: o silencio prolongado) , a menos que todos sus sus es- fuerzos interpretativos no hayan llevado al resultado deseado. Existen, además, otros hechos que aconsejan, por lo general, una mayor actividad interpretativa y a algunos de ellos me referiré a continuación. Las comunicaciones del analizado se basan en de- terminadas situaciones transferenciales, y las produ- cen a su vez. Por ejemplo, cuanto más "confiesa" el analizado, tanto más el analista se convierte en el superyó moral, el que constituye, en un aspecto, la parte buena del analizado, ya que el superyó moral nace -como mostró Freud 22 - del amor del hiio por el padre (o bien: por los padres). Pero cuanto más el analista se convierte en esta parte buena del analizado, tanto más éste se disocia, quedando más y más identificado con ,su parte censurada, es decir "mala'-', mientras que el analista se transforma más y más en objeto idealizado (y al mismo tiempo per- seguidor). La asociación libre implica, en este as- pecto, un proceso patológico, y no debe considerarse como un proceso de curación. Éste consiste en la reintegración de las partes del yo a través de la inter- pretación que debe seguir a aquel proceso patológico. Este hecho, o mejor dicho, la conciencia de que cada entrega de material por parte del analizado implica una entrega de una parte de su personalidad, cons- tituye, creo, uno de los motivos por los que muchos analistas de hoy interpretan con mucho mayor fre- cuencia, devolviendo así al analizado lo que él ha puesto en el analista y lo que, en realidad, le es propio. 62 HEINRICH RACKER Otro motivo importante para interpretar más es la mayor elaboración de los conflictos inconscientes que de esta manera el analizado puede realizar. El concepto de "elaboración" ha sido originariamente usa- do por Freud 24 en este sentido, es decir, como labor de profundización que el analizado debe efectuar des- pués de haber recibido las interpretaciones debidas. Más tarde se incluyó en este término la parte de labor que -con los mismos fines de profundiza· ción y asimilación del conocimiento por parte del analizado-- debe efectuar el analista 13 , y es esto, o sea la necesidad e importancia de señalar al anali· zado siempre de nuevo el ''aquí también" y el "aquí otra vez", lo que exige que las interpretaciones sean frecuentes. Por ejemplo, los conflictos transferencia- Ies del momento suelen aparecer tanto en el material asociativo que trae el analizado como en la manera de traerlo, y muy en especial en sus relaciones afec- tivas con las interpretaciones; de esta manera puede, virtualmente, cada una de sus expresiones ser objeto de una interpretación de transferencia, puede ser usada para mostrarle el "aquí otra vez". Una consecuencia de esta mayor intervención del analista es que éste se incluye más en el proceso psicoanalítico, se presenta más como objeto al anali- zado; y -aunque presente de una u otra manera- al ser más activo interpretando más, da generalmente un mayor impulso a la vivencia transferencial. Este hecho puede, a su vez, constituirse en estímulo para una mayor actividad interpretativa del analista. Y a he mencionado el cambio que con respecto a la cantidad de las interpretaciones trae potencialmente consigo el aumento de conocimientos psicológicos, y quiero agregar aquí cuán importante es el ejercicio en la comprensión de cada acontecimiento de la se- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 63 s1on para poder ver pronto lo que sucede y poder interpretarlo con ventaja. En los tiempos en que Freud decía al paciente -al comunicatle la regla fundamental-: "Debo saber mucho de usted antes de poder decirle algo" 23 , esto era cierto. Hoy esto no debe seguir siendo cierto ni lo es donde el ana- lista ha asimilado y convertido en comprensión los conocimientos que se han agregado en los 50 años que han pasado desde aquel entonces. En especial quisiera aquí aun mencionar que el ejercicio de ver siempre, en cada material, resistencia (defensa) y contenido (lo rechazado), y de no considerar nada solamente como expresión de resistencia, desempeña posiblemente un papel importante para poder inter- pretar más de lo que parece haber sido usual en la técnica Ilamada "clásica". Por otra parte debe señalarse que también al pro- ceder "clásico" le asisten argumentos importantes, como por ejemplo, el valor del encuentro del anali- zado consigo mismo, la ventaja dada por la movili- zación de las propias fuerzas, el debilitamiento de las resistencias y defensas por la ausencia del "apoyo'' o "aseguramiento" que significa frecuentemente la interpretación, el valor de la descarga afectiva, etc. Pienso, sin embargo, que en suma estos argumentos tienen mucho menos peso que los que asisten a la actitud interpretativa más activa, por el simple he· cho de que sólo la interpretación puede hacer cons- ciente lo inconsciente. Pero debo aún mencionar que existen algunas si- tuaciones psicológicas específicas, importantes en cier- tos analizados, en los que posiblemente, por un tiempo limitado, la actitud interpretativa activa está contra- indicada. Existen, por ejemplo, situaciones en las que la interpretación -el hablar del analista- obra 64 l"IEINRICH RACKER en un grádi?. __   como defensa o aun es cado inconscientemente con tal fin. En algunos casos puede esta situación por medio de su interpretación, en otros parece necesario que el ana- lista "actúe", es decir que haga vivenciar al analizado la situación rechazada mediante un silencio un tanto prolongado. En tales casos el analista suele sentir en su contra- transferencia que el analizado presenta el material para los fines mencionados. En una ocasión tuve, por ejemplo, la sensación de que una analizada me ofrecía el material como se ofrece granos a un pá- jaro. En un comienzo yo picoteaba, efectivamente, los granos (es decir, interpretaba el material), hasta que comprendí su conducta (y la mia también), to- mando luego a ésta como objeto de mis interpreta- ciones. Se trataba de una defensa maníaca: la ana- lizada se había identificado con la madre y me había puesto en la situación de la niña, controlando así las situaciones de angustia subyacentes. También en un sentido positivo -por ejemplo, la interpretación como alimento-, ésta puede obrar en el inconsciente· como defensa maníaca, puesto que, en un plano, representa para el analizado la unión con el objeto (pecho, etc.) . Pero por otro lado la buena interpretación intensifica la tan importante transferencia positiva sublimada, y más que nada -repito-, hace consciente lo inconsciente. El he- cho, pues, de que el dar interpretaciones se presta para reforzar el rechazo de la transferencia negativa y en especial de las vivencias depresivas y paranoides en la transferencia, no es un motivo suficiente para no interpretar. Pero debe estarse atento a este he- cho, puesto que el uso maníaco de la interpretación puede convertirse a veces en el punto decisivo de la ESTUDIOS SOBRE TÍÍ,CNICA PSICOANALÍTICA 65 situación analítica, lo que debe ser modificado -sea directamente mediante la interpretación, sea primero mediante la actuación del silencio prolongado y luego interpretando- antes de que pueda volverse a la ac- tividad interpretativa "normal". Este uso maníaco de la interpretación es sólo una de las múltiples y complejas relaciones del analizado con la interpretación. últimamente varíes analistas se han ocupado del análisis profundo de estas rela- ciones, parte integral del análisis de la transferen- cia 1 • 44, 52, 71 • La cantidad de las interpretaciones desempeña un papel importante en estas relaciones y tiene diversos significados 38 , los que frecuentemente necesitan ser interpretados para que el analista pue- da mantener la cantidad de interpretaciones que dt por sí considera como el óptimum y para que no tenga que actuar callándose o no sea manej,ado por el ana- lizado a actuar en esta (u otra) forma. 2) El problema del "cuánto" está íntimamente re- lacionado con el problema del "cuándo" interpretar. En última instancia es el (;cuándo" el que determina el "cuánto". En la HJniciación del Tratamiento" 23 , Freud se ocupa de un aspecto del "timing" de la interpretación y establece una regla al respecto que deduce de los principios básicos del proceso de cura- ción. Las fuentes energéticas de la curación -señala Freud- son la interpretación y la transferencia p o s   ~ tiva, puesto que el analizado hace uso de la interpre- tación sólo cuando se encuentra en buena relación afectiva con el analista. De ahí que el analista debe hacer sus comunicaciones s6lo cuando el analizado está en transferencia positiva, o bien, si este no es el caso, debe analizar las ªresistencias de transferencia" para poder restablecer la transferencia positiva. 66 HEINRICH RACKER Son las transferencias negativa y sexual las que Freud denomina "resistencias de transferencia". La regla de Freud significa pues que, en cuanto la trans- ferencia positiva está perturbada por la transferencia negativa o sexual, estas Ultimas deben ser analizadas en primer lugar, y significa, además, que tal análisis fortifica Ia transferencia positiva perturbada. Vemos, pues, que hay un pleno acuerdo entre esta regla y lo que más tarde W. Reich 76 y luego M. Klein 46 • 51 , han enseñado al respecto, en especial en lo que se refiere al análisis de la transferencia negativa y su significado. Freud establece también una segunda regla con respecto al "timing": es la regla que indica cuándo debe empezarse con las interpretaciones de la trans- ferencia. Dice Freud: HMientras las comunicaciones y ocurrencias del paciente son dadas sin interrupción, debe dejarse sin tocar el tema de Ja transferencia." 23 En la actualidad, muchos de nosotros, evidentemente, no cumplimos con esta regla. Pero Freud agrega a aquellas palabras, seguidamente, estas otras: "Debe esperarse con esta tarea (el análisis de la transferen- cia) que es Ja más delicada de todas, hasta que la tra:nsferencia se haya convertido en resistencia." Y es en obediencia a estas palabras --0 mejor dicho, a su espíritu- por lo que aquella regla no se cumple. Pues muchos de nosotros han observado que las "re- sistencias de transferencia" existen, junto con las an- gustias transferenciales, desde el primer momento del análisis (y aun Hmientras las comunicaciones y ocu- rrencias del paciente son dadas sin interrupción"), y piensan que cuanto antes se analicen estas angus- tias y resistencias, con tanto más seguridad el anali- zado "es ligado al tratamiento y a la persona del médico", lo que, con tanta lógica, Freud designa co- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 67 roo primera finalidad del tratamiento, en su zo 2 3 • Las "comunicaciones y ocurrencias sin inte- rrupción" se demuestran, mirándolas de más cerca, como un fenómeno complejo. Por ejemplo, la en- trega generosa de material puede ser una defensa frente a una angustia transferencia! como la que surge ante el peligro de ser descubierto en los deseos y actos inconscientes de robo 65 • Pero he aquí que en otro de sus escritos, Freud mo da la razón a los que no cumplen con aquella re- gla. En el epílogo al historial de "Dora" -conside- rando Freud las fallas técnicas a las que atribuye la prematura interrupción de aquel tratamiento-- dice 17 : "Y o no hice caso a esta primera señal de advertencia (con respecto a la transferencia) y pensaba tener aún suficiente tiempo, puesto que no se presen- taron otras expresiones de la transferencia y puesto que el material para el análisis no cesaba" (las bas- tardillas son mlas). Aqul ve Freud, pues, que el hecho de que "el material no cesa" no es razón suficiente para "dejar sin tocar la transferencia", coincidiendo con este juicio muchos de nosotros en la actualidad. El epílogo de   fue escrito casi diez años antes del trabajo en el que Freud establece aquella regla con respecto al "timing" de la interpretación transferencia!. Estamos, pues, ante una verdadera contradicción de Freud. Sólo podemos conjeturai a qué se debe. El que Freud haya alejado de su con- ciencia aquella experiencia con Dora -por motivos contratransferenciales o por un resto de contrarresis- tencia frente al análisis de la transferencia en ral- no me parece Imposible (véase Cap. IV, 2). Más probable aparece, sin embargo, que con aquella regla haya querido proteger al analista principiante de 68 HEINRICH RACKER meterse demasiado pronto en las dificultades del aná- lisis de la transferencia. En este caso estaríamos más ante una regla de orden didáctico que técnica. Aparte de lo que acabamos de citar de Freud, el problema del "timing" ha sido pocas veces objeto directo de la investigaci6n 37 • Evidentemente, tam- bién el "cuándo" de la interpretación depende de aquellos cuatro factores, o sea de cuánto sabemos y comprendemos, de nuestros "conceptos secundarios", de factores individuales (en especial de la contra- transf erencia) y del factor "geneal6gico". Las dife- rentes posiciones frente al análisis de la resistencia y de Ia transferencia desempeñan en esto nuevamente un papel importante (véase Cap. IV). Los extremos son, también aquí, por un lado "el analista silen- cioso" que tiende a "dejar correr:' al analizado y se- lecciona muy cuidadosamente el momento oportuno para la interpretación, y por el otro lado el analista que considera que -en principio y potencialmente- todo momento es oportuno, ya que todo momento contiene un ('punto de urgencia" o un "punto pato- 16gico" (es decir, de angustia y defensa), formando todos estos   una línea que suele llamarse "el hilo'i de la sesión. Para estos analistas la pretación debe ser dada cuando el analista sabe lo que el analizado no sabe, necesita saber y es capaz de saber. Y esto suele darse, por lo general, pronto y múltiples veces en cada sesión, si el analista ha ejercitado su capacidad de comprender el material de los analizados. 3) Debo -por razones de espacio- dejar de lado otros aspectos del "timing)j 37 y la cuestión de Ia   ma" 37 , 64 , para referirme al "qué" de la interpreta- ción, o más precisamente, a su aspecto dinámico (en ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 69 cuanto la interpretación se refiere a las fuerzas inter- nas en lucha), a su aspecto económico (referente a lo que en un momento dado es lo más importante interpretar) y a su aspecto estructural (en cuanto la interpretación se refiere a las diversas instancias de la estructura psicológica) . Son bien conocidas las reglas básicas clásicas al respecto, por ejemplo la in- dicación de que la interpretación debe partir de lo que el analizado expresa, de Ja "superficie", de lo que está cerca de la conciencia, y que sólo después debe señalar "lo profundo", lo que está más lejano de la conciencia. En el aspecto estructural se recalcaba que la interpretación completa debía referirse al ello, yo y superyó, partiendo del yo y sus mecani'smos de defensa (como lo más cercano a la conciencia). Estas y algunas otras reglas básicas son aceptadas, en principio, por todos los analistas. En cambio di- fieren nuevamente las opiniones en la interpretación y aplicación de estos principios. Por ejemplo, ya la regla -deducida inmediatamente del principio men- cionado en primer lugar- de que primero deben interpretarse las resistencias y luego los impulsos, ha sido y sigue siendo objeto de discusiones 13 • Volveré luego a este problema. Las diferencias más importantes con respecto al "qué" interpretar, resultan de las diversas etapas del conocimiento psicoanalítico y de las diversas posi- ciones de los analistas frente a éstas. Son bien cono- cidas las etapas históricas más destacadas: primero la atención a los contenidos reprimidos, luego a las resistencias, luego a la estructura de la personalidad, luego a los elementos formales de la conducta, el carácter del analizado, y con ello -aunque recalcado ya en escritos anteriores por Freud- la mayor aten- ción a la transferencia, es decir, a las relaciones de 70 HEINRICH RACKER objeto del analizado. Finalmente, en la actnalidad, nos hemos dado más y más cuenta de que el análisis es una interrelación entre dos individuos -del anali- zado con el analista y del analista con el analizado-- y hemos dirigido nuestra atención a la transferencia y a la contratransferencia y su relación mutuas, 42 • 1°. En este sentido, algunos (o muchos) analistas de hoy obtienen el contenido de muchas de sus interpreta- ciones principales de la percepción de su contratrans- ferencia, es decir, de lo que sienten y ven en ellos mismos como objeto de la transferencia de sus ana- lizados. Es en el aspecto del análisis de las relaciones de objeto donde existen, creo, las mayores diferencias entre lo que interpretan por un lado los analistas "clásicos" de antes y de hoy, y por el otro, lo que interpretan otros analistas de hoy, en especial los del grupo kleiniano. Los descubrimientos de M. Klein sobre la más temprana infancia, sobre las "posicio- nesn esquizo-paranoide, depresiva y maníaca, los nue- vos conocimientos con respecto a las fantasías incons- cientes como expresión mental del ello, yo y superyó, y su presencia e interjuego continuos, los nuevos conocimientos con respecto a los objetos internos, a las relaciones entre el "mundo interno" y el externo, al papel que desempeñan el instinto de muerte y los mecanismos de proyección, introyección, disociación, reparación, etc., a las relaciones del analizado consigo mismo y entre sus partes, todo esto ha modificado, y, a mi juicio, enriquecido grandemente el "qué" de las interpretaciones de los que han hecho suyos estos conocimientos, modificándose con ello al mismo tiem- po decisivamente el ''cuándo" y el "cuánto" de las interpretaciones 46 • 47 • 48 • 52 • *. * Prescindo aquí de exponer detaliadamente la influen- cia que cada uno de estos descubrimientos ha tenido sobre ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 71 Por el otro lado, los "analistas clásicos" de hoy han progresado a su vez enriqueciendo sus conoci- mientos en especial en lo que se refiere al yo y sus métodos de enfrentar los estímulos externos e inter- nos 14, 41, 53, 59. Además, los diversos grupos analíticos de todo el mundo han hecho investigaciones en múltiples direc- ciones y aportado nueVos conocimientos. En el grupo argentino, por ejemplo, se ha dedicado especial aten- ción a los procesos psicosomáticos, ampliándose y profundizándose por las comprensiones obten.idas el contenido de las interpretaciones correspondien- tes 34 • 55 • 7 3 • últimamente, una serie de analistas ar- gentinos se ha ocupado con los problemas específicos de la interpretación en determinados cuadros clíni- cos 33 • 63 , y de determinados niveles vivenciales 7 • 35 • 74 • 4) Antes de terminar este capítulo, quisiera refe- rirme aún a dos problemas específicos. a) U no de ellos -ya mencionado- se refiere a la interpretación de los contenidos y de las resisten- cias, y a la relación entre estos dos aspectos de la interpretación. En cuanto a la regla clásica: "pri- mero interpretar las defensas y luego los impulsos'', existen, aparte de los clásicos, aun otros motivos para no interpretar los impulsos sin señalar -por lo menos simultáneamente-- las defensas correspondientes. Ya he señalado que toda interpretación de un impulso la técnica kleiniana, ya que M. Klein y sus colaboradores lo hicieron en varios de sus trabajos, bien conocidos. Por ejemplo, en lo que se refiere a la influencia que ejerce so- bre Ja técnica el concepto kleiniano de la fantasía i n   o n s ~ dente. Véase S. Isaacs48, P. Heimann 48,. etc. !Ie proce- dido de manera similar en otros capítulos de este Estudio, prescindiendo de insistir sobre lo que ya es de conocimiento general, y limitándome a mencionarlo. 72 l"IEINRICH RACKER reprimido, sin interpretación de la defensa, induce Ja escisión (contenida en la defensa patológica) de Ja personalidad del analizado dentro de la transferencia, es decir, crea (o confirma) una relación patológica con el analista; pues al interpretar el impulso r e c h   ~ zado; el analista es identificado con el yo rechazante mientras que el analizado queda identificado con el impulso. Más aún, creo que la escisión del analizado es aun intensificada por tal interpretación, por ser ésta la expresión de un objeto (el analista) que tam- bién está escindido dentro de sí mismo: pues tal interpretación parcial testimonia efectivamente que el analista ha estado ciego -por lo menos en este momento- para el aspecto de Ja defensa del yo, y esto significa frecuentemente que ha estado ciego 'para la parte afectuosa del analizado, para Eros que de- fiende Ja vida del objeto o del yo. Tal ceguera signi- fica, para el inconsciente, ausencia de amor, siendo ésta uno de los factores principales que intensifican Jos mecanismos patológicos. Pero también la interpretación que se refiere sola- mente a la resistencia o defensa puede llevar a una disociación similar. Para que esto no suceda deben interpretarse simultáneamente las tendencias positi- vas, protectoras de la vida, inherentes a estas mismas resistencias (defensas), o bien deben ser señaladas las tendencias positivas rechazadas por las resistencias. La importancia de la interpretación integral puede ser ilustrada esquemáticamente a través de dos situa- ciones generales. Si el impulso rechazado es de ín- dole agresiva, su rechazo es realizado por amor al objeto o al yo. Si el analista señala sólo el impulso, la interpretación identifica al analizado con lo· recha- zado, es decir, con "lo malo". Si el impulso rechazado es de índole amorosa, su rechazo es realizado con fre- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 'J3 cuencia por motivos agresivos {por por ri- validad). Si el analista señala s6lo este aspecto de la defensa, la interpretación identifica al analizado ton Ja parte rechazante, agresiva, es decir, nuevamente, con "lo malo". Sin embargo, la regla "análisis de la resistencia antes del análisis del contenido" queda en pie donde la resistencia impide la conscienciación vivenciada dci impulso rechazado. Por ejemplo, mientras un anali- zado se encuentra en estado de defensa paranoica frente a sus sentimientos homosexuales hacia el     lista, tiene que ser analizada la proyección de sus im- pulsos agresivos antes de que pueda aceptar sus senti- mientos de amor. Pero por otro lado esto no significa que los dos aspectos puedan o deban ser separados estrictamente uno del otro. b) El segundo de los problemas específicos se re- fiere a la interpretación de conflictos que, según el término de Freud, son "invisibles". Freud habla de ello (en el ''Análisis terminable o interminable") 32 , al plantear la cuestión de si es posible ''vacunar" a los analizados Contra conflictos futuros, y si es posi- ble e indicado "despertar" un conflicto invisible con tales fines profilácticos. Freud piensa que esto sería realmente factible creando mayores frustraciones en la vida real o en la transferencia, pero rechaza ambas posibilidades: la primera (la creación de frustraciones en la vida real) porque no debe hacerse ni lo acep- taría el analizado, y la segunda, porque perturbaría demasiado la transferencia positiva, tan necesaria para la eolaboraci6n del analizado. Los ejemplos que Freud cita -como el caso del hombre que a raíz de una recaída reproch6 a Freud no haber analizado su transferencia negativa- 74 HEINRlCH RACI{ER ren señalar que actualmente algunos analistas ven el problema en forma algo distinta y "despiertan" efectivamente en la transferencia conflictos instinti- vos aún "invisibles", sin que por ello tengan que recurrir a crear "mayores frustraciones". Lo hacen por estar seguros de que estos conflictos existen y justamente porque son tan rechazados (de tal ma- nera que no aparecen). El ejemplo citado por Freud lo muestra, pues efectivamente la transferencia nega- tiva a veces no aparece, pero por otro lado sabemos -Freud nos lo enseñó-- que no existe relación hu- mana sin sentimientos hostiles. La transferencia posi- tiva de aquel analizado tiene que haber sido acom- pañada por rivalidad, envidia, etc. En el análisis de los mecanismos de intenso rechazo en la transferencia -de Ias disociaciones, partes negadas, etc.- reside, pues, una de las posibilidades, aunque limitada, de "profilaxis". JT7. La transferencia 1) Ya he mencionado lo que Freud decía sobre el significado de la transferencia positiva para la la- bor analítica (en especial para la superación de las resistencias), y el acuerdo general que rige al r   s ~ pecto. Si en esto existe una diferencia entre la técnica de Freud y la de otros analistas, ésta no reside en la , teoría, pero tal vez sí en ]a práctica, en cuanto no todos nosotros -o no siempre- damos a este ·hecho la importancia que tiene, por ejemplo frustrando al analizado más de lo que para el mantenimiento de la transferencia positiva es indicado (por una distancia afectiva mayor de la necesaria, por falta de interpre- taciones, por interpretaciones parciales en las que los ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 75 aspectos positivos del analizado no son adecuada- mente considerados, etc.) . Permítaseme ahora traer a la memoria lo que Freud pensaba sobre la neurosis de transfe.rencia y el papel que le adjudicaba en la terapia analítica. Dice, por ejemplo, en sus "Conferencias" 28 : "Toda la producción nueva (del paciente) se coloca sobre su relación con el médico . . . Cuando la transferen- cia ha adquirido esta importancia, la lab'or con los recuerdos del enfermo cede en alto grado . . . La superación de esta neurosis nueva, artificial, es la mis- ma cosa que la superación de la enfermedad traída al tratamiento, la misma cosa que el cumplimiento de nuestra tarea terapéutica. El hombre que en su relación con el médico se ha vuelto normal y libre de la influencia de los impulsos instintivos reprimi- dos, queda así también en su vida privada, una vez que el médico se ha nuevamente excluido". Y más adelante dice similarmente: "La parte de- cisiva de la labor se realiza creando en la relación con el médico, en la 'transferencia', nuevas ediciones de aquellos antiguos conflictos, en las que el paciente quisiera conducirse tal como se ha conducido en aquel entonces, mientras se lo obliga, por medio de la mo- vilización de todas las fuerzas psíquicas disponibles, a una decisión distinta. La transferencia se convier- te, pues, en el campo de batalla donde deben encontrai:se todas las fuerzas en lucha entre sí ... "Toda libido como toda resistencia contra ella es concentrada en la única relación con el médico ... ·K Evitándose una nueva represión elimina el enaje .. namiento entre yo y libido y se restablece la unidad * El texto alemán expresa aun con mayor claridad que es el médico quien debe llevar a la libido a concentrarse en Ja relación con él. 76 HÉ!NRICH R.ACKER psicológica de la persona ... " (las bastardillas son mías). }le citado un tanto extensamente estas palabras, que reproducen la idea básica de Freud sobre el me- canismo de curación y que datan del año 1916, porque no raras veces se oye la opinión de que sólo más tarde se ha dado al análisis de la neurosis de transferencia la importancia que tiene. Parece que en la práctica fue efectivamente así, que sólo poco a poco se ha llevado a la realización aquella idea básica de Freud, pero he querido dejar constancia una vez más de que quienes hoy día centran todo el análisis en la transferencia, realizan lo que Freud ya en aquel tiempo había descripto como el curso "idear' del tratarrúento *. Nuevamente pienso que no hay analista que no suscriba aquellas palabras (exceptuando el hecho de que muchos -siguiendo la evolución de las ideas del mismo Freud- propondrían en lugar de "libi- do" el término "instintos", y posiblemente todos sus- tituirían la "represión" por el término "mecanismos de defensa,,). Sin embargo, existen diferencias im- portantes en la aplicación de aquel principio básico, que dependen también aqui de los cuatro factores antes mencionados (Cap. I), y en especial del dife- rente "punto de fijación" de los distintos analistas (o de las distintas Htendencias") en una u otra de las etapas evolutivas del psicoanálisis. 2) Esto vale particularmente para la dinámica de la transfeiencia, puesto que Freud mismo ha pa- ·* "Cuanto 1nás coincidan los acontecimientos del trata- miento con esta descripción ideal --dice Freud después de las palabras ya. citadas- tanto mayor será el éxito de la terapia psicoanalítica." ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 77 sado por varias etapas, a través de las cuales ha des- arrollado su creciente comprensión de la transferen- cia, enfatizando determinados aspectos en una etapa, y otros en otra. Entre los varios trabajos en los que Freud se ocupa de la dinámica de la transferencia, y en especial de la relación que existe entre transfe- rencia y resistencia, hay dos que son la expresión más clara de dos distintas etapas y de dos distintos enfoques de estos problemas. Me refiero a HLa di- námica de transferencia" (1912) 2 º y "Más allá del principio del placer" (1920) 30 • En síntesis puede de- cirse que en el primer trabajo Freud considera la transferencia preponderantemente como resistencia; el énfasis está puesto en que la repetición (contenida en la transferencia) es una resistencia. En la segun- da obra, Freud considera la repetición como ten- ·dencia del ello núentras que la resistencia proviene del yo, oponiéndose a la repetición. ¿Cómo se resuelve esta contradicción? ¿Es la transferencia una resistencia, como Freud afirmó pri- meramente, o es ella justamente lo resistido, lo recha- zado, como afirmó más tarde? La respuesta es senci- lla, pero contiene hechos complejos. La respuesta es que la transferencia es las dos cosas, es resistencia y es lo resistido, según cual de los dos aspectos se enfoque. · Veamos primero el concepto más antiguo: la trans- ferencia como resistencia. Freud se refiere con esto a la transferencia negativa y sexual y, evidentemen- te, la experiencia diaria confirma plenamente sus afirmaciones. Se comprende que "cuando nos acer- camos (en el tratamiento) a un complejo patóge- no" 20 , por ejemplo al complejo paterno, dudar del analista (padre) o desear su amor sexual, sirva de resistencia. Pero detallemos un poco. ¿Resistencia 78 HEINRICH RACKER contra qué? Freud lo dice: "contra el análisis'', es decir, contra el hacer consciente lo inconsciente. Lo dice también, ·señalando que "la idea transferencial ha penetrado en la conciencia antes de todas las posibles ocurrencias porque también satisface la re- sistencia" 20 • Pero Freud lo expresa también así: El analizado repite en lugar de recordar 23 y creo que esta formulación se prestó a un malentendido al que :o:e debieron luego importantes divergencias técnicas. Lo que Freud señala aquí, es, a mi juicio, la ten- dencia a repetir inconscientemente ciertos impulsos "en lugar" de hacerlos conscientes. Pero esto no sig- nifica que haya una oposición entre hacer consciente un impulso reprimido en la transferencia y hacerlo como recuerdo infantil (con tal de que tanto uno como otro sea vivenciado, es decir que se trate de un verdadero hacer consciente). Más aún, Freud sub- raya que muchas veces este hacer consciente no puede realizarse a través de los recuerdos infantiles sino s6lo a través de la transferencia, siendo esta última forma de hacer consciente equivalente a la otra. Pero parece -y es éste el malentendido al que aludí- que a veces la transferencia en sí fuera interpretada como resistencia, en lugar de como resistencia -tal cual lo señaló Freud- sólo lo que de ella penetró en la conciencia. En otras palabras: para Freud se oponían "resis- tencia" y "hacer consciente lo inconsciente", seña- lando él como resistencia las ideas transferenciales superficiales, conscientes. Lo otro, opuesto, era el impulso inconsciente, independiente de si éste se refe- ría al analista o al objeto infantil original, ya que, dada "la ausencia de tiempo en el inconsciente" 23 , el analista y el padre (o la madre) son -para el j ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 79 inconsciente- una y la misma persona. Pero creo -como he dicho-- que esto no siempre fue inter- pretado de esta manera, y de ahí, en parte que sur- gieran dos tendencias técnicas divergentes: una que enfatizaba el recuerdo infantil propiamente dicho (ya que la transferencia en sí fue considerada como resistencia) y otra que enfatizaba la revivencia y conscienciación en la transferencia. En 1920, en "Más allá del principio del placer" aclara Freud lo que en aquel primer trabajo tal vez había quedado aún algo oscuro, señalando que la transferencia es lo resistido y estableciendo la si- guiente regla: El médico se pqne del lado del ello y de su tendencia a la repetición y lucha contra las resistencias del yo que se opone a la repetición 30 • Permftaseme ejemplificar los dos aspectos de la transferencia en cuestión. Si un analizado llega en el tratamiento a sus sentimientos femeninos, muy rechazados, frente al analista-padre, y se defiende con el odio, lo proyecta y surgen desconfianza e ideas paranoicas frente al analista-padre, estas últimas son la resistencia (la 'cresistencia de transferencia,,), y los sentimientos femeninos son lo resistido. Lo que -se- gún las palabras de Freud- "la cura hubiera de- seado", habría sido que el analizado recordase sus sentimientos femeninos hacia el padre y no los repi- tiese con el analista. Pero no es esta repetición lo que es "resistencia" sino que estos- impulsos (feme- ninos) repetidos son expresión del ello resistido. La resistencia (la "resistencia de transferencia") reside en la desconfianza paranoica que es efectivamente "aquella parte del complejo patógeno que penetró en la conciencia" y esto "porque sirve de resistencia''. Tengo la impresión -como ya he mencionad<>- de que estos dos aspectos de la dinámica de Ja trans- 80 HEINRICH RACKER ferencia, enfatizados por Freud en dos etapas distin- tas, determinan una parte importante de la diferencia entre las diversas técnicas con respecto al análisis de la transferencia. Para un grupo de analistas, la trans- ferencia es, predominantemente, resistencia. Lo esen- cial del proceso analítico está en "recordar" la in- fancia reprimida propiamente dicha, en "llenar las lagunas mnémicas", y la transferencia es -según la palabra de Freud- un instrumento para ello. El peligro de errar está aquí en que el pasado y el pre- sente analítico no sean vistos suficientemente en su identidad*. Para otro grupo de analistas, lo esencial en el proceso analítico está en la transferencia mis- ma, o sea en la revivencia, debiendo simultáneamente "impedirse una nueva represión" 28 • Extremando algo los términos, puede decirse que para estos analistas la transferencia no es un instrumento para hacer consciente la infancia, sino que la infancia es un instrumento para hacer consciente la transferencia. En parte este punto de vista puede también apoyarse ya en aquel primer trabajo 20 , donde Freud afirmaba que "finalmente todos los conflictos tienen que ser batallados y decididos en la transferencia" y donde termina diciendo (al referirse a la utilidad terapéu- tica de los fenómenos transferenciales de hacer actual y manifiesta Ja vida instintiva infantil del paciente) : ·X· Dejo aquí de lado otros "peligros" que este enfoque implica y que han sido ya señalados repetidas veces. Me refiero en especial al peligro de que el recordar encubra el revivir (que los recuerdos sirvan de defensa frente a los conflictos actuales con el analista) y el peligro de que se disocie el pasado y el presente, por ejemplo en los padres (pasados) "malos" y en el analista (presente) "bueno", es decir, que los recuerdos sirvan de vehículo para repetir antiguas disociaciones (siendo éstas a veces aun apoyadas inconscientemente por el analista). ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 81 "pues en última instancia nadie puede ser matado in absentia o in effigie". Aunque infancia y transfe- rencia son en el fondo una y la misma cosa, la trans- ferencia es, sin embargo, lo que en el presente vive y obra, y los recuerdos infantiles son traídos y deben ser interpretados en función de esta vieja-nueva reali- dad viviente. Los recuerdos infantiles, además de ser el instrumento imprescindible para comprender la transferencia, sirven también para dar a las relacio- nes transferenciales su verdadero nombre (madre, padre, etc.), que es de naturaleza histórica; es un pedazo de verdad, de realidad histórica que sigue estando presente y que de esta manera es comuni- cada al analizado. Y last but not least, los recuerdos infantiles son un instrumento esencial para poder HJimpiar" las vivencias transferenciales de ciertos aspectos de su carácter de realidad que frecuente- mente tienen para el analizado. El peligro de errar es, en este grupo de analistas, el de pasar por alto el carácter resistencia! de determinadas situaciones trans- ferenciales. En resumen: La terapia analítica se centra en el análisis de la neurosis de transfer.encia. La diferencia de las opiniones teóricas con respecto a la dinámi- ca de la transferencia -muy importante por su in- fluencia sobre la práctica- puede resolverse con una síntesis de los distintos enfoques de Freud, que puede formularse así: La transferencia es resistencia y es l(J resistido, o sea, el analizado repite defensas infanM tiles (que son las uresistencias de transferencia") para no hacer consciente situaciones infantiles de angustia y dolor que está por revivir en la transferencia 68 • Tal vez podrla aqul dar por terminado este capítulo sobre la dinámica de la transferencia. Sin embargo quisiera volver aún a dos puntos que quizá no hayan 82 HEINRICH RACKER quedado suficientemente aclarados. Al hacerlo no podré evitar algunas repeticiones. a) Al hablar de los dos enfoques técnicos, me re- ferí a dos peligros de errar distintos. En el primer enfoque se trataba del peligro de que el pasado y el presen.te analíticos no sean vistos suficientemente en su identidad. Me refiero con esto a la errónea idea con la que a Veces nos encontramos, de que lo más rechazado sea el recuerdo del pasado (en un sentido histórico), siendo, en realidad, idénticos el pasado y el presente rechazados. El término "recordar" de Freud es aquí -repito- equivalente al "hacer cons- ciente". Por ejemplo, si una analizada desea tener relaciones sexuales con el analista, ella repite este deseo no "para no recordar" su deseo sexual hacia el padre (ya que esto es lo mismo) sino que Jo repite en lugar de "recordar,,, por ejemplo, ciertos aspec- tos de su situación de "tercera excluida". El deseo sexual "ha penetrado en su conciencia porque Sirve de resistencia"; lo resistido puede ser la vivencia de escena primaria con las angustias paranoides y de- presivas inherentes. El "enamoramiento" aparece, pues, a· veces efectivamente como "resistencia", pero no contra el recuerdo de algo "pasado" sino contra algo que nunca ha llegado a ser "pasado", . o sea contra Ja conscienciación y vivencia "de una parte dolorosa y gravemente reprimida" 26 de Ja persona- lidad psicológica y de la vida, que exist!a y existe en igual forma en el pasado y en el presente. · Ilustrando las transferencias que son movilizadas por ser aptas para servir de resistencia, Freud cita los casos que empiezan su tratamiento diciendo que no se les ocurre nada, por ejemplo "mujeres que s   ~ gún el contenido de la historia de su vida están preparadas a una agresión sexual" u "hombres con ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 83 una homosexualidad excesiva reprinúda .. . " 23 •   so que el proceso dinámico inherente podría ser, en el caso de la mujer, que -por ejemplo-- los deseos edipicos transferenciales fueran rechazados a través de la idea: "no soy yo quien tiene estos deseos sino que es el padre-analista quien quiere violarme". Y en el caso del hombre, por ejemplo: "yo no soy hombre-rival del padre-analista, sino que soy una mujer y deseo el pene del analista". Es decir, las fan- tasías transfere.nciales que se prestan a la resistencia son movilizadas contra las fantasías transferenciales rechazadas (temidas) . La transferencia es, pues, re- sistencia y lo resistido. El otro peligro de errar -en el otro enfoque téc- nico- era, a mi juicio, el de pasar por alto el carácter resistencial de determinadas situaciones les. Es sabido, por ejemplo, que la analizada trans- fiere a veces sobre su la imago ma# terna para defenderse de la transferencia paterna o viceversa; o que ve en el analista un hombre. viejo (aunque lo sea) para defenderse de la imago paterna joven y atrayente; o que el analizado ve en su ana- lista-mujer la madre-bruja para defenderse de sus impulsos edipicos hacia ella, etc. Es sabido todo esto y sin embargo, la observación sugiere insistir aún en ello. Llama también la atención cómo -en los últimos tiempos y especialmente en los trabajos de algunos grupos analiticos-- el concepto de la transferencia como resistencia y el correspondiente térntlno "resis... tencia de transferencia" se han vuelto más y más raros. Este hecho tiene cierta similitud y también parentesco interno con un fenómeno que puede servarse (aunque con menor intensidad) en otro campo sumamente importante de la investigaci6n 84 HEINRICH RACKER analítica: los sueños. Permítaseme aquí una breve digresión que se justificará por el hecho de que Ja analogía con el sueño nos ayudará en la elabora- ción del problema que estamos tratando. Además, señala un punto importante en la técnica interpre- tativa de los sueños. Me refiero a que, a veces, puede observarse cierta tendencia -y esto a pesar de todas las advertencias de Freud- a contentarse con la interpretación del conflicto contenido (en forma des- figurada) en el sueño manifiesto y a despreocuparse de la dinámica profunda del sueño, es decir, del origen del conflicto manifiesto en un conflicto la- tente. Tomemos, para aclararlo, el siguiente ejem- plo. Un analizado sueña que entra en una gran librería. Ve alU con sorpresa a su mujer y detrás de ella a un hombre que la abraza por atrás, tomán- dole los pechos. El analizado siente intensos celos. La interpretación del conflicto contenido (en forma desfigurada) en el sueño manifiesto es la siguiente *: la gran librería es el consultorio del analista, repre- sentando los muchos libr9s la supuesta riqueza en conocimientos del analista. La mujer representa Ja parte femenina del analizado. Al ver cómo su parte femenina se deja abrazar por el analista, el anali- zado -en su parte masculina y rival del analista- se vuelve intensamente celoso. Supongamos que esta interpretación sea --como yo creo- exacta. Sin embargo lo esencial, la dinámica del sueño, falta aún en esta interpretación. Pues cada sueño es "una tentativa de satisfacer un deseo", o en otras palabras, es una tentativa de defenderse de una situación de * Esta interpretación se basa, naturalmente, en una s   ~ rie de asociaciones que no puedo reproducir aqui. IIe   x ~ puesto un análisis más detallado de este sueño en otro trabajo. (Véase Estudio IV de este libro). ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 85 frustraci6n, es decir, de dolor o angustia. En el caso expuesto, esta situaci6n latente era un sentimiento de culpa proveniente de la sesi6n analítica anterior, debido al intenso cierre afectivo del analizado frente al analista (que había sido el tema principal de aquella sesi6n). Este cierre afectivo era constituido por un mutuo abrazo interno entre su parte feme- nina y masculina (una posici6n ((narcisista" similar a sus fantasías masturbatorias). Era bajo la presión de este sentimiento de culpa e "intentando satisfacer el deseo" de recuperar al padre-analista, que el ana- lizado fantaseaba en el sueño la entrega de su parte femenina (su mujer) al analista. Volviendo al tema de la transferencia: ¿qué es, dinámicamente, la transferencia actual de este ana- lizado? ¿Es resistencia o es lo resistido? Es lo uno y lo otro, según a qué aspecto de su transferencia nos referimos y en qué momento. Si nos referimos a su cierre afectivo, estamos ante una resistencia (la "resistencia de transferencia"), y si nos referimos a sus sentimientos femeninos estamos ante lo resistido. Por otro lado, _en el sueño -y análogamente a veces en la situaci6n analítica- el cierre afectivo y el s   n ~ timiento de culpa inherente son lo rechazado, y la entrega femenina es la defensa, la "resistencia de transferencia". Debe, pues, tenerse siempre en cuen- ta (lo mismo que en la interpretación de Jos sueños) la doble naturaleza de la transferencia, su contenido manifiesto y su contenido latente. b) Las diferencias técnicas señaladas se apoyan, creo, en ciertas dudas de Freud mismo, que se ex- presan en algunas oscilaciones en sus afirmaciones o corisejos prácticos. Dice, por ejemplo, por un lado: "La labor terapéutica se divide, pues, en dos fases: en la primera toda la libido es empujada de los sin- r 86 HEINRICH RACKER tomas hacia la transferencia y es concentrada en ésta; en Ja segw:¡da es realizada la lucha por este nuevo objeto y fa libido es liberada de él" 28 • Y por otro lado dice: "El médico se ha esforzado en limi- tar lo más posible el alcance de la neurosis de trans- ferencia,: en concentrar el máximo posible en el re- cuerdo y en admitir el mlnimo posible a la repeti- ción" 80 (las bastardillas son núas). Estas oscilaciones tiene;rr- _posiblemente, en parte, raíces emocionales, sea que Freud deseaba ahorrar al paciente la plena intensidad y violencia de la repetición de la infan- cia;· o sea que un rechazo inconsciente de· una intensa cárga contratransferencial (la que constituye una -respuesta inevitable a una intensa vivencia transfe- ·rencial) lo haya llevado a la tendencia de limitar la neurosis de transferencia *. Además, debemos tener· presente la oposición del mundo externo a las trans• ferencias analíticas. Esta oposición tenia que· tat el ·sentimiento de culpa edípico de Freud al reo · producir "el crimen edípico'', especialmente·: de·· :Stis pacientes -femeninos, en la transferencia. Podemos, pues, suponer que al no intexferir estos Jitctói'éS · · cionales y ambientales, la posición de F'reud· en favor de la centralización del análisis en Ja.neürosiS!lle trans- ferencia (en el "aquí y ahora") se habrfa:expresado en forma aun más inequívoca. En conexión con esto debe señalarse nuevamente que, en último análisis, . también.· · todó   * Compárense Jas siguientes· Patabi-ü·'eil uM;á.S··auá del principio· del placeF': ·paciente·- está :'foiiadó;·,,a:· ·repetir lo. reprimido como vivencia. pfesente, en: :lugar_·:de. recordarlo como parte del pasado, co.mo preferf:ría _el .-wédic.o.'.'- habla de "esta   c::oi;no_ ,apa,rece con .. fidelidad y continúa   lo· general_ :el· niédiCo_: no puede ah01Tarle al analli:a:dO '·esta> fase del· : to ... " (las bastardillas son mías)ªº•'' ESTUDIOS- SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 87 representa al mismo tiempo una determinada rela- ci6n transferencia!, y todo rechazo del recordar re- presenta el rechazo de una determinada relaci6n transferencia]. Tomemos, por ejemplo, el caso de un analizado que recuerda su tendencia a robar las mujeres de otros hombres, o recuerda su masturba- ción -infantil que tiene un contenido análogo. En ambos casos es, en su fantasía latente, al padre- analista a quien ha robado en esta forma, o a quien nuevamente quiere robar. En Jugar de admitir esto en su conciencia, fantasea luego conscientemente que el analista quiere sacarle su dinero. Esto es la "re- sistencia de transferencia" contra aquel "recordar" (es decir, contra la conscienciación del robo desea· do o cometido contra el padre-analista), siendo cla- ramente este "recordar" la otra situación transfe- rencia] (la rechazada) . 3) Quisiera ahora volver a un aspecto especifico del análisis de la transferencia que antes s6lo he podido mencionar. Decía que para el segundo gru- po de analistas lo esencial es Ja relaci6n. con el analista, convirtiéndose para ellos los. recuerdos in- fantiles surgentes -desde un punto de vista diná- mico- en una función de la transferencia, por ejem- plo en una· alusión a ésta, en una     4 ª o en iecuetdos encubridores "retrógrados" 2 *. Al mismo tiempo· estos analistas enfatizan (implícita o expl!- citamente) ·que la conducta del analizado, aunque * Según Freud 16, los recuerdos encubridores "retrógra- dos" son aquellos recuerdos infantiles que esconden viven- cias ult8ri'ores o presentes, obedeciendo su aparición a los mismos procesos y · fines que Ja aparición de los recuerdos encubridores   que esconden vivencias ante- riores (formaciones transaccionales análogas· a los sueños, síntomas . neuróticos, etc.). 88 IiEINRICH RACKER se basa en fantasías· del pasado, se convierte en una realidad, la que a su vez- Crea problemas y   que, en uno de sus aspectos, son igualmente reales. También esto es, en pri_ncipio, reconocido por todos, pero creo que ell su aplicaci6n existen nuevamente diferencias importantes, dependientes, todo, de "conceptos secundarios". Quisiera citar un ejemplo que -al mostrar el cambio de un enfoque por otro-- ilustra un aspecto de estas diferencias. Un analizado cuyo síntoma principal era su tensa desconexión afectiva de los objetos, trae el guiente sueño: Entro, junto con mi madre, en una habitación en la que está mi padre. Tengo abrazada a mi madre. Mi padre la mira· severamente, como enojado, porque ella había llegado tarde. Yo la quie- ro proteger con mi abrazo. El padre representaba al analista, frente al cual el analizado se conducía co: mo en el sueño manifiesto, es decir, manteniendo su parte femenina (los sentimientos libidinales hacia el padre, representados por la madre) "abrazada" hacia él mismo. (Subyacía el temor de ser expuesto, en Ja transferencia, a la escena primaria.)* · Este "abrazo" era el fondo inconsciente de su desconeR xi6n afectiva en su relación con el analista. Se comR prende también que la conducta del analizado en el sueño manifiesto era una representación suavi- zada de su masturbaci6n edípica. Desde hacía mucho el analizado había tenido la sensación de que sus sentimientos de culpa a causa de su masturbación infantil habían sido decisivos para su enfermedad. En etapas anteriores de su análisis habíamos bus- cado repetidas veces y con poco éxito sus fantasías masturbatorias reprimidas, mientras el analizado -como comprendimos por el sueño citado-- las ac- ·* Véase nota al pie, pág. 80. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 89 tuaba al mismo tiempo en la realidad de su conducta frente a ml. (Buscábamos el mosquito y dejamos pasar el elefante.) Pues durante todo este tiempo él tenía "abrazada" a "su madre" internamente, man- teniéndome afectivamente lejos de ella, en la situa- ción del "tercero excluido", al impedir que la madre (su parte femenina) me amase y ligándola a él mismo. En este sentido, sus sentimientos de culpa y angustias persecutorias consecutivas ya no eran simplemente "transferidos,, y simplemente "fantasías irreales", puesto que me trataba realmente "mar', me excluía, en parte, realmente, y se encontraba psicológicamente, en efecto, en "masturbación" más o menos continua frente a mí. Lo que había comen- zado, en el fondo, con una fantasía, se convirtió lue- go, en parte, en una realidad. A esto correspondía también la reacción contratransferencial, la cual -también en parte- consistía en un cierto disgusto o "enojo", tal como el analizado lo intuía en el sue- ño. Si el analista no niega ante sí mismo tales reacciones contratransferenciales, éstas pueden con- vertirse en una importante llave para la captación de las situaciones transferenciales. La transferencia es una realidad constante que empieza aun antes de la primera entrevista, es com- pleja y en parte neurótica desde el primer dla, por lo que algunos grupos de analistas analizan· la "neu- rosis de transferencia" desde el comienzo del trata- miento y ·con plena continuidad. En grado creciente nos hemos dado cuenta también de que el analizado actúa asociando 1 • 24 • 57 • 65 • 75 , por lo que -para com- prender la transferencia- nos interesa siempre más, no s6lo lo que dice el analizado, por qué lo dice y cómo lo dice, sino también cuándo y para qué lo dice. He citado antes a una analizada que traía mu- 90 HEINRICH RACKER cho material, "sin interrupción" ("daba mucho" y no quería recibir nada de la analista) , para demos- trar de esta manera que ella no habla robado ni habla venido para robar (Cap. II, 2) • Esto era el significado inconsciente de lo que hacía asociando, mientras que el contenido inconsciente de sus asoM ciaciones se refería en gran parte a los robos come- tidos. Estas eran sus "viejas fantasías" que v o l v i   ~ ron a aparecer en la transferencia, siendo usadas para expresar -por medio de la acción: el dar mucho- su "nueva fantasía" transferencia! que conM sistía, ante todo, en no volver a Ser ladrona 65 • Se ha llegado así a diferenciar en la "transferencia to- tal'' diversos aspectos, como por ejemplo los recién citados, o lo que en ella proviene del pasado, de lo actual y lo que es dirigido hacia el futuro 70 • Hemos progresado también, creo, en nuestra comprensión con respecto al movimiento mental o la secuencia del material asociativo (además de su contenido in- consciente) y su relación. con la transferencia. En la misma línea está el aumento de nuestra atención a los roles que el analizado desea sean aceptados y realizadas por parte del analista, según las imagos que éste represeI)ta para el analizado según sus aso- ciaciones latentes· y coinuniCadas; y según las atigus- tias, las necesidades de defensa y los deseos que estas imagos provocan en él.... · · La enseñanza de Freud de que el proeeso de cura- ci6n consiste esencialmente .. en una transfonllación de la relación instintiva y afectiva del analizado. con el analista ha sido asimil;>.da en grado creciente y las interpretaciones son dirigidas cada vez más a los conflictos transferenciales. Creo qu_e esto es cierto, en términos generales, para todos los analistas, aun- ES1'.1JDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 91 que con variantes, según el grupo y el individuo de que se trate. Siempre aceptamos más que, en el inconsciente, el analista es el centro de todo el amor y odio, angustia y defensa del analizado, y llegamos así a la conclusión de que todas las dificultades del analizado, todos sus sufrimientos y angustias, tienen su base, durante el tratamiento, en la transferencia*, Esto es cierto aun donde el analizado, en sus pen- samientos conscientes Y sus comunicaciones, nos deja de lado; en tal caso -le señalamos este rechazo, sus motivos y mecanismos, hasta que el analizado tome nuevamente contacto con el analista, es decir con- sigo mismo, con la fuente de su vida, su libido y lo que va u'nido a ésta, sus .objetos _primarios. 4) Basados en este conocimiento muchos analis- tas, pues, centran activamente la interpretación en estos problemas, tal .como Freud lo indica 28 • Los conflictos del analizado con otros objetos ("extra-   son f_recuentemente interpretados como conflictos entre partes del propio yo (y el ello) , o bien como copflictos con el analista. Pero l0:s con- flictos entre partes del· propio yo también están siem- COIJ.. Ja_ puesto que simultáneamente una. de las partes propias e.s siempre proyectada.· ( m;Ínifiesta o . .Ja ten temen te) s9bre el ana, lista. Esto significa que también los conflictos con el . analista .. .son COIJ. una imago de _ objeto, sino tanibién conflictos con una parte propia · (una qel yo), y debe.n ser analizados como tales s, 43, .47! s1. * 'N3.tti'.rahriente, esto no· signifiCa que subestimamos las fuentes· actUales ( "extratransferenclales") de . s'us tos Y- angustias. Me referiré a continuaci6n a la relación e11:tre uno .y lo otro -(entre transferencia y realidad ex. te:rna, et_c). 92 HEINRIGH RACKER Quisiera ilustrarlo. Las asociaciones de aqueUa analizada que temía ser juzgada y rechazada como ladrona por su analista (mujer), mostraron que ésta representaba a su madre, a la que ella había vaciado en sus fantasías infantiles. Pero el rechazo por parte de la imago materna (supery6) era en última ins- tancia -como ya he destacado en otro ejemplo- el rechazo que su propio amor por la madre efectuaba contra la parte ladrona. (Con mayor precisión habría que decir: es la parte del yo representante del' amor de la niña por su madre que, al percibir a la parte ladrona, reacciona con angustia y agresión contra ésta). La analizada equipara --o "identifica"- a su parte cariñosa con la imago materna (la analista), ya que es la parte que se identifica cariñosamente con la madre. Además, también en otro aspecto el objeto era "una parte de su propio yo (y ello)''. La imago de la madre-analista rica (a Ja que ya se diri- gían sus impulsos de robo) s6lo en parte provenía de la diferencia real que en la infancia había existido entre los poderes de la niña y los de su madre; por otra parte provenía de las fantasías que sobre estos poderes habían surgido a causa de las frustraciones y gratificaciones experimentadas. Y finalmente, eran los sentimientos de culpa y las angustias persecutorias debidos a los robos intencionados o "realizados", los que llevaron a la niña a ceder lo suyo, a entregar sus riquezas (potenciales) a la madre, a "Jlenarla", de lo cual surgía una madre inmensamente rica, una imago idealizada. En la transferencia, al colocar en la         su propia parte cariñosa y al darse ella con su parte ladrona rechazada por aqué- lia, sucede algo similar: pues elia "cede" nuevamente su parte buena y se queda con su parte mala. Recha- zos, críticas y prohibiciones reales por parte de la ESTUDIOS SOilRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 93 madre desempeñan un papel decisivo en la configu- ración psicológica final, pero más como factores que desencadenan, intensifican, confirman o niegan aque- llos procesos endopsíquicos que como causas mente dichas 46 • La transferencia aparece, pues, no sólo como re- lación de objeto, sino también como relación entre partes del yo, lo que implica una mayor o menor di- Sociaci6n del analizado en la transferencia. He recal- cado ya anteriormente la importancia de devolver continuamente al analizado, a través de la interpre- tación, las partes del yo colocadas en el analista, y de elaborar y rectificar así la disociación. En el ejemplo anterior, la disociación se refería a la   buena" y a la "parte mala". En forma aná- loga son disociadas --con un significado parecido, pero no idéntico-- la parte sádica (victimaria, cul- pable) y la parte masoquista (victima, inocente), o la parte masculina y la parte femenina, y colocada en el analista la una o la otra. Citaré aún un breve ejemplo. Un analizado sueña que tiene un coito per anum con una mujer. La situación latente de este sueño era la situación transferencial actual, en la que el analizado estaba angustiado ante sus fantasías ho 4 mosexuales hacia el analista. Había puesto en el ana- lista su propia parte masculina (en un aspecto se la había cedido, renunciando él a ella por sentimientos de culpa) y se defendía de esta angustia recuperando en el sueño manifiesto su parte masculina y poniendo fuera su parte femenina, en la mujer con la que cohabita per anum. En la transferencia, y bajo la presión de la misma angustia, intentaba a veces colo- car su parte femenina en el analista, tratándolo psi- cológicamente como trataba a la mujer del sueño físicamente. 94 HEINRICH RACKER Quisiera aún recalcar que la interpretación de los objetos (analista, objetos externos) como partes del yo (y ello) no desplaza de ninguna manera la inter- pretación en términos de objetos y de la realidad externa, sino que la complementa. El énfasis en aqué- lla se debe a que representa, en ciertos aspectos, una aportación nueva (ante todo de W. R. D. Fairbairn y de M. Klein) a la interpretación de la transferen- cia y de la realidad externa. La interpretación de los objetos como partes del yo incluye, pues, a los objetos reales. Los con- flictos con ellos son, en el fondo, conflictos del jeto consigo mismo. I¿as relaciones de objeto '1 con el destino son, en su aspecto psicológico básico, una disociación (normal o patológica) del yo, y la tarea del analista es, bajo este enfoque, mostrarle al     !izado que su mundo afuera y su mundo adentro son una misma cosa, tratando así de unirlo a la vez con sus objetos y consigo mismo 12 • Pero también el aspecto inverso, o sea la determi· nación de las relaciones del sujeto consigo mismo por las relaciones con sus objetos, es de suma importan- cia. Por ejemplo, la relación del varón con su padre (analista) detenninará su relación consigo mismo como hombre; su relación con los padres unidos (en el pasado y en la transferencia) detennioará su pro- pia capacidad de unión afectiva y sexual, etc. 51 La cuestión técnica de cuál de los aspectos mencionados de estas interrelaciones debe ser interpretado (prime- ramente) -por ejemplo, si en una detenninada si- tuación transferencia! debe interpretarse la pondiente relación de objeto infantil o la relación con una parte del yo- se resuelve mediante las reglas técnicas ya establecidas, como la que indica interpretar primero lo que es más próximo a ]a con- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 95 ciencia y vivencia del analizado, etc. Pero en realidad, estos ya son detalles en cuya discusi6n no puedo entrar aquí. V. La contratransferencia Me he referido a la contratransferencia en términos generales al hablar de "la posici6n básica del analista frente al analizado" (Cap. II), y me ocuparé ahora de algunos de sus aspectos especificos. Hubiera que- rido tratarla junto con la transferencia, puesto que transferencia y contratransferencia representan dos componentes de una unidad dándose vida mutua- mente y creando la relación interpersonal de la si- tuación analítica. Sin embargo, razones de exposi- ción aconsejaron ocuparse primero de la transferen- cia separadamente. Tendré, pues, ahora que decir lo que antes tuve que dejar de lado con respect-0 a esta interrelación. Debo aún anticipar que trataré este tema en forma un tanto distinta de los anteriores. La causa está en que la contratransferen_cia como objeto de investí .. gación tiene una historia bastante diferente de los demás temas. · Durante casi cuarenta años, desde que Freud mencionó por primera vez la contratransfe- rencia 19 , se había escrito muy poco sobre este tema, por lo que resulta difícil comparar al respecto la "técnica clásica" con las "técnicas actuales". Por otra parte, los trabajos sobre contratransferencia --que en los últimos ocho o diez años se han vuelto frecuentes y profundos- provienen de todos los grupos analí- ticos actuales, y aunque enfocan diferentes aspectos y hablan un lenguaje un tanto distinto, es por ahora problemático diferenciar nítidamente distintas "ten .. 96 HEll\'RICH R.ACKER dencias" al respecto. De ahí que la diferencia princi- pal está entre antes y ahora y consiste en un incre- 1nento más o menos general de toma de contacto con los fenómenos y problemas de la contratransfe- rencia 36, a1, ao, 42, 45, ss, ao, 62, 66, 10, ns. s1, s2. Por lo tanto me limitaré a señalar una serie de progresos que úJtin1amente se han hecho en este campo de inves- tigación. 1) Dijimos antes que los analistas han asimilado paulatinirnente la enseñanza del significado central de Ja transferencia y están en el camino de su plena realización. En cuanto aceptamos que la relación del analizado con el analista es, desde el punto de vista técnico, lo esencial, tenemos que adjudicar sig- nificado central también a la contratransferencia, por varios motivos 10 , pero ante todo porque es a través de ella que sentimos y podemos comprender lo que el analizado siente y hace en relación con el analista y lo que siente y hace frente a sus instintos y senti- mientos hacia el analista. De aquí que la intetpre- tación principal -la interpretación transferencial- está íntimarµente conectada con la contratransfe- rencia. La realidad constante de la transferencia es res- pondida por la realidad constante de la contratrans- ferencia, y viceversa.   ~ transferencia lleva a una conducta real frente al analista y su labor, el cual -ya por los significados que para él tienen su propia persona, su labor y los sentimientos y actos del ana- lizado hacia éstos- responde con sentimientos, angus- tias, defensas y deseos igualmente reales. Este sólo es un aspecto de la interrelación entre transferencia y contratransferencia y me referiré más adelante a otros. Pero he destacado ya aqtÚ estos hechos para ESTUDIOS SODRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 97 oponerlos a la resistencia que --aunque muy disminu- ida- aún subsiste en reconocer los procesos c o n t r   ~ transferenciales en toda su universalidad y alcance. Es por otra parte evidente cuán importante es que el analista, si quiere "liberar al paciente de sus re- presiones en sus relaciones con el médico" 28 , esté dispuesto a aceptar plenamente no sólo la vivencia transferencial sino también la correspondiente viven- cia contratransferencial; a aceptar ambos "libre de represiones". La respuesta interna "total del analista es, como ya ha señalado Freud, decisiva para la com- prensión e interpretación de los procesos psicológicos del analizado. En los estudios sobre contratransferencia se han hecho diversas diferenciaciones referentes a los múl- tiples aspectos que contiene. Ya en relación con lo recién expuesto pueden diferenciarse dos aspectos de la contratransferencia. Tomemos por ejemplo el caso de un analizado muy bloqueado en sus afectos frente al analista. El analista vivencia esto en su contratrans- ferencia como frustración y obtiene de ello su próxi- ma interpretaci6n de la presente relación de objeto transferencia! del analizado. Pero la frialdad del ana- lizado fácilmente pudo haber "enfriado" al analista y, en tal caso, también su intepretación será fría, a menos que sepa liberarse del círculo vicioso en el que el bloqueo afectivo del analizado (junto con la propia disposici6n del analista al bloqueo) amenazan encerrarlo. Sólo en la medida en que el analista esté "libre de represiones" podrá suplir -con la vida de sus propias ocurrencias y el calor de sus senti- mientos--- lo que el analizado babia reprimido o blo- queado. Los dos aspectos de la contratransferencia a los que me he referido son, pues, por un lado, la respuesta contratransferencial a la transferencia mani· -1 98 IiEINRICH RACKER fiesta y actual, y por el otro, la respuesta contratrans- ferencial a la transferencia latente y potencial, pero reprimida o bloqueada. Se ha diferenciado también una parte de la con- tratransferencia que resulta de la identificación del analista con el yo y ello del analizado ("identifica- ción concordante"), y otra parte que resulta de la identificación del analista con los objetos internos del analizado ("identificación complementaria") 70 • Es especialmente esta última la que implica el peligro de que el analista entre en el circulo vicioso en el que a veces el impacto de la transferencia amenaza encerrarlo, en especial al provocar Ja contratransfeH rencia negativa. Lo evita guardando distancia de sí mismo, manteniendo libre y aparte la contratransfe- rencia positiva Sublimada, gracias a la comprensión de todo este proceso que se desarrolla entre la trans- ferencia y contratransferencia profundas, y más que nada entre la neurosis de transferencia y la neurosis de contratransferencia. Pero ya me he referido a esta "doble vida" que debe, llevar el analista, a esta   d i ~ sociación sana" y a la regla técnica (análoga a la que rige para el analizado) que le indica al analista dividir su yo en uno vivencia}, irracional y en uno racional, observador. Similar a la tendencia de transformar Ja situaci6n analítica de predominantemente "monólogo" en diá- logo, puede observarse, pues, una tendencia de exten- der la atención del analista, dirigido anteriormente casi con exclusividad (a juzgar por la bibliografía) a las vivencias del analizado, más· y más también a las vivencias del analista, y de considerar el proceso analítico, si se permite esta expresión, no más como "monopatía" sino como "diapatía" o "bipatía". Debe recalcarse, en este contexto, que la percepción ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 99 de la contratransferencia no sólo puede indicar el conflicto central del analizado en sus relaciones de oh jeto transferenciales, sino también señalar las reac- ciones de sus objetos internos, dentro y fuera de él, y en especial las de la imago colocada en el analista, a la que el analizado luego introyecta. La importan- cia fundamental de la introyección del analista como objeto bueno -"libre de angustia y de enojo"- en el yo y en el superyó ha sido destacado repetidas veces 43 • 80 • Pero tal introyección sólo puede realizarse si el analista siempre de nuevo reconoce, domina y utiliza su contratransferencia para la comprensión de la transferencia, superando su contratransferencia ne- gativa y sexual, la que, como respuesta espontánea a la transferencia negativa y sexual, es inevitable, en cuanto el analista se identifica realmente -como en parte debe- con el objeto transferido. Con la extensión de la atención a la contratrans- ferencia se ha contribuido a un mayor conocimiento de las relaciones del sujeto con sus objetos internos y externos y de las relaciones de éstos con el sujeto, intensificándose así también el contacto y la comuni- cación del analista con la realidad interna del ana- lizado. 2) La evolución de la posición del psicoanálisis frente a la contratransferencia y la evolución de su comprensión, desde que la señaló Freud ( 1910), puede verse en varios aspectos. Fue a causa del des- cubrimiento de la contratransferencia que Freud acon- sejó el análisis del futuro analista. Pero en aquel tiempo Freud hablaba de los médicos (candidatos a analistas) como personas "prácticamente sanas" 21 y el análisis duraba unas semanas o unos meses. Hoy día oscila entre cuatro y diez años o más, y nosotros 100 HEINRICH RACKER sabemos que aun después distamos de ser "práctica .. mente sanos". Correspondientemente, renunciamos poco a poco a subrayar las diferencias entre transfe .. rencia y contratransferencia -las que evidentemente existen e importan sobremanera- y tendemos a ver también las analogías y correspondencias entre las dos. Puesto que se ha hecho el estudio de la transferencia en una forma mucho más detenida, lo que de ella hemos llegado a saber nos puede ser útil en el estudio y la comprensión de la contratransferencia. Conside- remos, pues, algunos de estos paralelos. El papel básico que desempeña la transferencia positiva en el proceso psicoanalítico consiste en que suministra la energía necesaria para la colaboración del analizado, es decir la energía para ver el incons- ciente, superando las resistencias. Análogamente, la contratransferencia positiva desempeña un papel báM sico, suministrando la energía necesaria para ver el inconsciente del analizado (= del .propio analista), superando el analista sus contrarresistencias. Así como -a través del tratamiento analítico- la fe del analizado en el analista muestra su origen en el amor, puesto que el analizado presta oído al analista sólo mientras se mantiene su transferencia positiva 28 , así también, en el caso del analista, la comprensión muestra su origen en el amor, puesto que el analista se identifica con el ello y yo del analizado sólo mien- tras se mantiene su contratransferencia positiva. Así como Ia transferenda negativa o sexual p   r ~ turba Ia colaboración del analizado, así también la contratransferencia negativa o sexual perturba la comprensión del analista, y necesita por este motivo ser constantemente analizada y disuelta. Esto es eviM dente. Menos manifiesto pero igualmente importante es el hecho inverso, o sea que Ja contratranst'erencia ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 101 negativa y la sexual pueden ser la consecuencia de la comprensión perturbada del analista, por ejemplo al fallar su "identificación concordante" por falta de integración propia, es decir por contrarresistencias 70 • Existe, pues, una analogía con la transferencia nega- tiva y sexual, en cuanto ésta surge igualmente --en uno de los aspectos de su dinámica- por resistencia. Hemos visto, por otro lado, que la transferencia es también lo resistido y vuelve por "compulsión a la repetición'', o en otros términos, porque existen en cada persona una determinada constelación interna que contiene determinados impulsos, objetos, angus* tias, defensas, etc. Todo objeto externo real adquiere el significado de una u otra parte del yo (y ello) a de uno u otro de los objetos internos, dependiendo este significado de aquella disposición "constelacio- nal" del momento y de las características reales del objeto externo. Parecidamente, también la contra- transferencia es, en ciertos aspectos, lo resistido, vuelve por "compulsión a la repetición", o sea porque es la expresión de la constelación interna del analista, estimulada por el analizado, quien representa para aquél una u otra parte de su yo (y ello) o uno u otro de sus objetos. Análogamente a la "neurosis de transferencia", existe también, a juicio de algunos analistas, una "neurosis de contratransferencia" 66 ,, aunque por lo general con intensidad mucho menor a aquélla. Se debe a que la identificación con Jos objetos transferidos (y, en menor grado, con el yo) del analizado implica la vivencia de las angustias y de- fensas patológicas de estos objetos. Por ejemplo, una conducta perversamente agresiva de un analizado (aun frente a un objeto "extratransferencial") pro- voca -creo, normalmente-, por la identificación del analista con este objeto, cierto grado de angustia 102 HEINRICH RACKER persecutoria y agresión reactiva. Estamos al respecto de acuerdo con Nestroy (el escritor austriaco del siglo pasado) , quien decía: "El que en ciertas oca- siones no pierde la razón, demuestra no tener n   n ~ guna para perder." Admitimos, pues, que a veces la perdemos, no del todo, pero suficientemente como para percibir y di3.ocrnosticar el proceso contratrans- ferencial patológíco, y para utilizar luego -después de haber dominado el impacto- esta percepción para el análisis de los procesos transferenciales del anali- zado. Así, pues, corno la transferencia negativa y sexual y la neurosis de transferencia no son sólo "re- sistencia" sino que traen de vuelta las ·situaciones infantiles más importantes, convirtiéndose por lo tanto en el tema principal del análisis, asi también la contratransferencia negativa y sexual y la "neurosis de contratransferencia" no son sólo "contrarresisten- cia" sino que se convierten -en cuanto son respues- tas a los procesos transferenciales- en un iristrumen- to importante para la comprensi6n de las relaciones de objeto básicas del analizado. 3) Quisiera referirme ahora a un punto especifico: la angustia en la contratransferencia, que desempeña en ella un papel tan central como en la trans- ferencia y en la neurosis en general. Como "señal de peligro" es una guía para el analista. Se manifiesta en diversas fonnas y grados, desde sensaciones de ten .. sión hasta violentas irrupciones de angustia, de contenido paranoide o depresivo. Las sensaciones de tensión son frecuentemente consecuencia de la per- cepción (por parte del analista) de resistencias del analizado, que pueden ser vividas por el analista como un peligro para sus intenciones terapéuticas. Por ejemplo, el analista percibe el intenso rechazo del ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 103 analizado frente a su relaci6n libidinal con el ana- lista (rechazo que puede deberse a sentimientos de culpa, angustias paranoides, rivalidad, masoquismo, sabotaje por parte de un objeto interno, etc.), percibe la insistente anulación de sus interpretaciones que deben hacer posible la superación de este rechazo, y reacciona con angustia que se comunica a su con- ciencia como tensión. Pero la percepción del peligro externo -de la resistencia del analizado- es sólo uno de los dos factores cuya resultante es la angustia contratransferencial. El otro es la percepción (incons- ciente) del analista del peligro interno, por ejemplo, del peligro de ser frustrado por un objeto interno pro- pio, de ser víctima del propio masoquismo o de sus propias contrarresistencias. Cualesquiera que sean las proporciones entre el factor subjetivo y el objetivo (o sea entre "el peligro" proveniente del interior del analista y del analizado o, en última instancia, entre tánatos del uno y del otro), factores que son los cau- santes de la "tensión": en caso de que el analista esté consciente de esta tensión, ella le puede servir de primer indicio para descubrir aquella parte del yo o del objeto interno del analizado que se opone a la relación libidinal de éste con el analista. Irrupciones violentas de angustia contratransfe- rencial acontecen a veces -como ya he señalado-- como consecuencia de la identificación del analista con objetos internos violentamente amenazados, atacados o gravemente preocupados, o como consecuencia de su identificación con partes del yo del analizado in- tensamente disociados y "proyectados" en el ana- lista••. 10. Es, con frecuencia, la dificultad del ana- lizado de soportar sentimientos de culpa excesivos que subyacen a tales intensas "proyecciones" -en este caso: de una parte del yo vivida como culpa- 104 HEINRICH RACKER ble- en el analista. Se ha observado repetidas veces que en estos casos el analista se siente impulsado a devolver lo más pronto posible esta parte disociada. La causa de esto está en que al analista mismo le es dificil soportar la culpa puesta en él. Pero justa· mente esto puede mostrarle cuán difícil -·cuánto más difícil- es para el analizado (cuyo yo suele ser más débil que el del analista) aceptar esta parte como perteneciente a su yo. La angustia que el analista ha vivenciado le señala, nuevamente, lo que sucede en el analizado y de lo que se defiende; la intensidad de esta angustia contratransferencial puede indicarle algo sobre la dosificación de las interpretaciones referentes a este conflicto. Quisiera aún agregar que el mecanismo de defensa del analizado recién mencionado (la "i4entificación proyectiva") consigue con frecuencia realmente su finalidad -en nuestro caso: que el analista se sienta culpable--, y no sólo implica (como a veces se ha dicho) que "el analizado espera del analista que éste se sienta culpable" o que el analizado "supone que el analista está triste y deprimido" ( the analyst is meant to be sad and depressed). La identificación del analista con el objeto con el que el analizado lo identifica, es -repito-- el proceso contratransferen- cial normal. Sólo que esta identificaci6n y el proceso patol6gico ligado a ella (en el ejemplo citado: los sentimientos de culpa y la angustia irreales) deben ser suficientemente pasajeros y de intensidad suficiente- mente moderada como para no perturbar su labor. Esto vale para este caso como para muchos otros. Así como el analizado recién mencionado ponía su parte culpable en el analista, así los analizados ponen también lo que sienten como valioso y positivo den- tro de elios en el analista, el que se convierte de esta ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 105 manera en un objeto idealizado y simultáneamente (ya por la gran superioridad inherente) en persegui- dor. Si esta situación transferencial ha sido primero intensamente rechazada por el analizado y luego irrumpe y se vuelve repentina e inesperadamente consciente al analista, puede suceder que éste ---frente al profundo sometimiento del analizado--- reaccione con brusca angustia y culpa. Esto es -nuevamente-- una consecuencia,-natural de su identificación con el objeto puesto en él. Pero normalmente el analista no queda fijado (o "pegado") a esta identificación, sino que la utiliza para comprender e interpretar los procesos del mundo interno del analizado, en este caso, por ejemplo, la liberación de culpa del anali- zado frente al bienestar perfecto del objeto idealizado, al que se ba entregado tan profundamente. Otro ejemplo para el proceso señalado lo presenta la analizada que rechaza insistentemente a su padre- analista para demostrar de esta manera su propia "inocencia edípica". En la medida en que la anali- zada logra mantener al analista (padre edípico) en la "impotencia", induce en éste su propia reacción tera- péutica negativa. Lógicamente, en un primer mo- mento, el analista se sentirá rechazado, es decir, se identificará con el objeto rechazado. Si se mantiene en esta identificación, realiza aquello a lo que tienden los sentimientos de culpa edípicos y el consecutivo masoquismo de la analizada. Es, por lo tanto, decisivo para el tratamiento que el analista rechace   o n s   i e n ~ temente dentro de sí esta identificación o este ((ror' que la analizada -en una parte de su personalidad- quiere imponerle, y que mantenga o recupere la iden- tificación con aquella imago reprimida o disociada del padre que ama a su hija y que quiere hacerle posible amar de nuevo a su padre, analizando al 106 HEINRICH RACKER mismo tiempo con constancia las angustias que se lo impiden a la analizada. Aquella primera identifica- ción y vivencia le ayudarán a comprender los pro- cesos psicol6gicos de Ja analizada que la llevan al fracaso e intentan inducir al padre-analista a fra- casar igualmente. Quisiera aún mencionar -al pasar- que a veces el analista (si su inconsciente está bien conectado con el de Ja analizada) puede percibir la excitaci6n se- xual reprimida o disociada de ella a través de sensa- ciones sexuales propias, en cierto aspecto "inducidas" por Ja analizada. He destacado antes que el colocar al analista en ciertas situaciones psicológicas suele no ser sólo un deseo del analizado, sino que -en algún grado- su- cede realmente. Más aún, a veces el analizado lo intuye y a veces niega esta misma intuición. Lo que en tales situaciones me parece indicado, es, ante todo, analizar esta negación. Por ejemplo, un analizado cuyo intenso bloqueo y aislamiento frustra y preocupa al analista y provoca en él Ia sensación de fracaso, asocia que el analista seguramente no siente nada, no se angustia ni se fastidia a causa del analizado, etc. Evidentemente, el analizado niega lo que intuyó, o sea el hecho de que el analista se siente efectiva- mente "dañado" en su labor profesional (a la que se dirige parte de la agresividad infantil del analizado, subyacente a su bloqueo), que siente angustia, fas- tidio, etc. Lo niega por los sentimientos de culpa que le provoca admitir aquella percepci6n y realiza la negaci6n a través de Ja fantasla de que el analista no siente nada, etc. El análisis de tal negación no es ni debe ser una ''confesión" contratransferencial. Además, a través de la conducta positiva del analista -su actividad interpretativa inalterada y afectuosa-, ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 107 el analizado percibirá también que su propia con- ducta sólo atañó a una parte de la personalidad del analista. 4) Quisiera aún tratar un último tema, aunque no podré hacerlo aqui con el detenimiento que corres- ponde a su importancia: me refiero a todo actuar del analista que no sea el interpretar. Mencioné ya antes el tema, al hablar del impulso del analista de actuar según el papel que el analizado, en una parte de su personalidad (generalmente inconsciente), desea que el analista realice. Es evidente que el analista no debe llevar de ningún modo a Ja realidad tal impulso cuando una angustia de una intensidad grande o mediana Jo empuje a hacerlo, es decir cuando actuaria compulsivamente. (En tal caso, lo indicado es callarse hasta haber recobrado el equilibrio interno, luego analizar -para sus adentros- lo suce- dido y finalmente interpretar Jo que atañe al anali- zado.) Pero distinta es Ja situación, cuando el im- pulso de actuar no surge de una angustia promovida por determinado materi¡;il, sino que se origina ep. la ineficacia más o menos crónica de las interpretacio- nes. Aqui también el impulso de actuar proviene, pues, de una angustia (siendo ésta una respuesta a alguna forma de reacción terapéutica negativa del analizado) , pero se trata generalmente de una an- gustia leve aunque constante, .de un estado de ten- sión del analista, y no de las irrupciones un tanto brus- cas de angustia contratransferencial que ciertos casos (o situaciones) "borderline" a veces originan. He dicho que en aquellos casos la situación me parece ser distinta, pues pienso que ahi ciertas formas de actuar del analista no deben ser desechadas simple- mente. Existen, por ejemplo, casos que con insistencia 108 HEINRlCH RACKER provocan (e inconscientemente buscan provocar) la ironía o la burla del analista: caracteres masoquistas "de gran estilo". El analista percibe este mecanismo a través de sus ocurrencias contratransferenciales que son de índole burlona. Comúnmente, el analista tiene de estas ocurrencias una comprensión de la situación transferencia! del analizado y se la   preta. Pero en los casos a los que he aludido -los grandes masoquistas los grandes bloqueados, etc.- la fuerza de la interpretación es a veces insuficiente frente a la contrafuerza del analizado. Claro está, lo que acabo de llamar ."la fuerza de la interpretación" es algo sumamente variable (variable de analista a analista y de época a época de éste y del psicoanálisis), y las causas .de la insuficiencia de "la fuerza de la interpretación" pueden ser diversas, pero sea lo que fuere, el hecho existe. ·Al encontrarse Freud frente · a tales situaciones, creó, por ejemplo, la regla de abs- tinencia. Es decir, el analista, en lugar de interpretar en vano, debía convertirse en alguien que exige o prohíbe, o sea actúa. Desde aquel tiempo, el conoci- miento analítico ha progresado, y en algunas oportu- nidades en que probablemente el analista clásico exi- gía o prohibía, el analista experimentado de hoy puede lograr lo mismo -o más- interpretando (por ejem- plo, interpretando las angustias que subyacen a los acttng out que antaño hubieran sido frenados por la regla df' .abstinencia) . A lo que aquí me refiero es a un actuar distinto: no es exigir o prohibir, sino que es realizar, muy pasajeramente, el papel inducido por el analizado, para analizar luego lo sucedido y actua- do. De esta manera se logra, en primer lugar, mostrar mejor (o más vívidamente) al analizado cuál es el "rol" que desea ver realizado por el analista, y por qué lo desea. Pero hay aquí algo más importante. Pues ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 109 se obtiene a veces la impresión de que estos anali- zados utilizan inconscientemente los tubús que noso- tros nos imponemos (por ejemplo, el de no hacer nada que no sea interpretar) para sus métodos in- conscientes de control y manejo del objeto-analista. Al romper con tal tabú, el analista irrumpe en estos mismos métodos defensivos. En otras palabras: Nor- malmente, el análisis obra como terapia justamente porque el analista no actúa, es decir porque nq entra en el círculo vicioso del analizado sino que sólo inter- preta. Pero en ciertos casos los -mecanismos defensivos del analizado se sirven justamente de este hecho para sus fines, y paralizan al mismo tiempo la influencia de la interpretación. Más que analizados que actúan, son analizados que buscan "ser actuados", y el "entrar" del analista en el papel sugerido por el analizado -si la actuación ha sido libre (o casi libre) de angustia y seguido por la interpretación de lo hecho por ambas partes- shve a veces para irrumpir en este círculo vicioso sui generis. En tales casos, la actuación mis- ma del analista puede obrar ya como primera inter- pretación, puesto que en el fondo lo es. Sólo toma la forma de actuación. Sin embargO, creo que tales actuaciones del ana- lista constituyen una muleta, hasta que podamos ca· minar sin ella. Pero mientras tanto, es mejor caminar con muleta que no caminar nada, como en ciertos casos sucede. Por otra parte -dados los peligros que provienen de las tentaciones de la contratransferen- cia-, tales experimentos sólo se aconsejan, pienso, al que ya tiene amplia experiencia en el "manejo" de la transferencia y de su contratransferencia. 110 HEINRICH -RACKER Debo terminar y quisiera a<in resumir brevemente. En esencia y fundamentalmente, la técnica analítica de antes y de hoy es la misma y su fin uno solo: el de ayudar al analizado a conocerse a sí mismo. Los analistas han progresado, tanto en la asimilaci6n y aplicaci6n de las verdades descubiertas, como tam- bién en el descubrimiento de nuevas verdades. El que unas y otras afirmaciones y con esto unas y otras "téc- nicas" sean discutidas con todo el calor y fr!o de las transferencias y contratransferencias que se despliegan entre los analistas, es un fenómeno normal, por más patología que contenga. Habrá probablemente, tam- bién en el futuro, un desarrollo normal, el que, ade- más, suele implicar que la verdad se impone. Más serios son, creo, los peligros que provienen de aquello que se infiltra en las técnicas analíticas siendo ajeno a su esencia, es decir, a la función del analista de hacer consciente lo inconsciente; me refiero a todo lo que a veces desplaza indebidamente al instrumento téctúco por excelencia -la interpretación-, como por ejemplo la sugesti6n, el consejo, los ideales subje- tivos y tal vez neuróticos del analista, su actuar pulsivo, etc. Pero en líneas generales el psicoanálisis se ha defendido bien de estos peligros, y puede, en su totalidad, señalar una evoluci6n importante y alta- mente positiva, y esperar que progresos futuros per- mitirán hacer más   la técnica psicoanalítica; tal vez podrá aun conseguir sus resultados en tiempos más cortos, con lo que se cumplirla también la anti- gua esperanza de que un número siempre mayor de seres participe de este conocimiento y se beneficie con esta técnica. ESTUDIO III CONSIDERACIONES SOBRE LA TEORÍA DE LA TRANSFERENCIA* Las presentes páginas contienen algunas notas sobre la dinámica de la transferencia y sobre el papel de la transferencia en el proceso psicoanalítico. No   r ~ o decir algo esencialmente nuevo, pero sí intento acla- rar y fundamentar teóricamente posiciones e ideas que en la práctica son aceptadas y ejecutadas por muchos analistas, posiblemente por la gran mayoría de ellos. l. Sobre la dinámica de la transferencia Freud enfoca el problema de la dinámica de la transferencia desde dos puntos de vista 20 : primero, la transferencia como fenómeno general y sus causas, y segundo, la transferencia en el proceso psicoanalí- tico y las causas de la especial intensidad que ad- * Conferencia leída en la Asoc. Psicoanalítica Argenti- na, en 1952. En la misma se basa también el artículo Notes on the theorY of transference, aparecido en The Psy- choanalytic Quarterly, voJ. XXIII, N9 1, 1954. Véase también Estudio 11 de este libro, en el que los problemas aquí tratados son estudiados desde otros puntos de vista. 112 HEINRICH tlACKER quiere en éste. Como causas generales, inespecíficas para el análisis, indica: a) el hecho de que toda persona adquiere en la infancia determinadas carac- terísticas de su vida afectiva, de lo que resulta un clisé (o varios) que en el curso de la vida es re- gularmente repetido; b) la insatisfacción Iibidinal (debida a las fijaciones inconscientes), que crea la necesidad y la expectativa libidinales que se dirigen hacia las personas que se va conociendo. El papel especial de la transferencia en el proceso psicoana- lítico se explica, según Freud, por su relación con la resistencia. La transferencia se vuelve tan intensa y duradera porque sirve a la resistencia; el analizado reproduce y repite para no recordar sus impulsos inconscientes. La experiencia diaria analítica comprueba las afir- maciones de Freud. Además, es evidente que los as- pectos específicos de un fenómeno que aparece en el proceso analítico (en este caso, la intensidad es- pecial de la transferencia) deben estar relacionados con lo específico y esencial de dicho proceso; esto -el eje alrededor del cual gira todo el tratamiento- es efectivamente la resistencia. La cuestión. es sola- mente saber si la relación entre transferencia y resiS- tencia, revelada por Freud, es la úriica existente, o si   n t ~ ellas hay también otras relaciones que code- terminan la dinámica de la transferencia. f:sta podría estar influida, además, por otros factores específicos del análisis. Por fin, habría que preguntarse si la intensidad especial de la transferencia en el análisis es el único aspecto que la diferencia de otras trans- ferencias. La especificidad del análisis empieza, prácticamen- te, con la asociación "libre" y con la regla funda- ESTUDIOS SOflRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 113 mental*. f:stas consisten en la abolici6n del rechazo de las ocurrencias y de su comunicación. Pero esta abolición del rechazo representa también en un senti- do más amplio y profundo, o sea, como superación de defensas patológicas (o de resistencias inconscien- tes), Ja esencia del análisis. Y a Ja regla fundamental tiene como consecuencia el surgimiento en mayor gra- do tanto de ocurrencias rechazadas como de las co- rrespondientes ocurrencias rechazantes. La ocurren- cia rechazada puede ser, por ejemplo, un recuerdo o un deseo que avergüenza al analizado; la ocurren- cia rechazante sería en este caso la crítica que ejerce la "conciencia moral" (el superyó) contra aquel re- cuerdo o deseo. La experiencia muestra que una parte de estas ocurrencias es proyectada (latente o mani- fiestamente) sobre el analista. Estas ocurrencias pro- yectadas pueden ser tanto las "rechazadas" como las "rechazantes"; puede ser proyectado -para seguir con el ejemplo citado- tanto el deseo criticado como la crítica. De este modo son transferidos sobre el analista aquellos "objetos internos" con los que el analizado ha vinculado o identificado aquella acci6n rechazante o rechazada. Esta transferencia se origina, pues, en la abolición del rechazo, o sea, en la paula- tina superación de la resistencia (y no -en este as- pecto- de la resistencia misma). Es, pues, a esta   del rechazo" a lo que se debe la especial intensidad de la transferencia de los objetos internos * Para las consideraciones presentes es indiferente si la regla fundamental es comunicada o no al analizado. Tam- bién en este último caso sigue siendo la base del trataH miento; s6lo difiere Ja manera en que el analista lleva al analizado a conocer la regla y a cumplir con ella, o sea, a aceptar en su conciencia lo rechazado y a comunicarlo, "comunicando" así partes separadas de su personalidad. ¡ 14 HEINRICI-1 RAOKER "rechazantes" y "rechazados". ~ s t   s son, en el fondo, los "padres introyectados", o sea, las imagos mater- nas y paternas con las que existen desde la primera infancia los más intensos· ligámenes instintivos y afec- tivos. La "abolición del rechazo'' inherente al aná- lisis, que explica la transferencia especialmente inten- sa de los objetos internos rechazantes y rechazados es, pues, también, una de las causas de la transferencia especialmente intensa de los primeros objetos libidi- nales; aquellos objetos internos rechazantes y recha- zados son, al mismo tiempo, los padres deseados, ama- dos, odiados y temidos, los que gratifican y frustran, permiten y prohíben. La ''abolición del rechazo" explica, además, otro aspecto de la dinámica de la transferencia y su espe- cial intensidad en el análisis. Freud señala la nece- sidad de amor del neur6tico como la causa principal de la transferencia en general, sin adjudicar a este factor un papel especial en el análisis. Hemos visto, por otra parte, que la naturaleza misma del análisis lleva a una transferencia especiahnente intensa de los objetos internos rechazantes. Estos son, al mismo tiempo, los objetos necesitados . . Ahora bien, cuanto más se convierte el analista en objeto rechazante, tan- to mayor será la necesidad del analizado de ser acep- tado y amado por él. La necesidad de amor explica, según Freud, la transferencia de las imagos libidináles conscientes e inconscientes sobre el analista: la. inten- sificación de la necesidad de amor, proveniente de la naturaleza misma del análsis, explica, pues, también la intensificación de estas transferencias. Hay otro factor específicamente analítico más, que codetermina la dinámica de la transferencia. En las lineas precedentes hemos visto que Jos principios del análisis llevan a una intensificaci6n de la transferen- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 115 cia de las relaciones conflictivas de objeto originaria- mente infantiles y actualmente internas, En este as- pecto, el conocimiento y la técnica psicoanalitica atacan y destruyen estados presentes, derribando de- fensas, actualizando escisiones latentes y convirtién- dolas en manifiestas, trocando lo inconsciente e inter- namente separado en consciente y externamente sepa- rado, y produciendo así angustia, tensión, dolor y necesidad de amor. Pero el conocimiento y la técnica analíticos tienen también otro aspecto: unen lo sepa- rado, conectan lo desconectado y son así esencial- mente una expresión de Eros. Ya la regla fundamen- tal, la tolerancia que en ella se expresa, y en general el principio de la abolición del rechazo patológico, o sea, de toda agresión irracional dirigida contra pa.r- tes de la propia personalidad, es una expresión de Eros. La continuada empalia, participación y tole- rancia del analista, las interpretaciones que disminu- yen contracargas, tensión y angustia . e integran lo desintegrado, son otras tantas manifestaciones del afecto. La libido del analizado, que de esta manera es movilizada, se dirige, en primer ténnino, al objeto que dio lo bueno, es decir, al analista. No es, 'pues, la necesidad de amor sino la capacidad de amar, la que, en este aspecto, es . intensificada y vertida hacia el analista. En el proceso descripto se fundamenta la curación, siendo rectificadas en alguna medida anti- guas   internas patológicas; la repetici6n -esencia de la transferencia y uno de los principios básicos. de Ia neurosis-:- es interrumpida (o modifi- cada) a través de este procedimiento, siendo promo- vidos nuevos destinos de los instintos y de las rela- dcmes de objeto. Pero por otra parte, dada la subsis- tencia de los conflictos y de las imagos arcaicos, aquella misma movilización e intensificaci6n de la li- 116 HEINRICH RACKER bido intensifica, al mismo tiempo, las arcaicas angus- tias paranoides y depresivas o, en términos generales, intensifica la transferencia de las relaciones de obje- tos internas e infantiles sobre el analista. Es, pues, el conocimiento psicoanalítico mismo, Eros, contenido en él, y su realización por el analista, lo que también lleva a una mayor intensidad de la transferencia. Esta mayor intensidad, además, no es la única ca- racterística específica de la transferencia en el análi- sis. La anulación de las defensas en la transferencia por medio de las interpretaciones lleva a la vivencia transferencia! de las situaciones rechazadas. De ahí que la transferencia analítica se caracterice también por su mayor profundidad. Asi, por ejemplo, el ana- lizado que acostumbra defenderse con el mecanismo de la "manía recriminatoria'', vivenciará poco a poco, a raíz de .las interpretaciones, la situación paranoica subyacente, convirtiéndose el analista en el superyó perseguidor que le recrimina aquello que el analizado, en su situación transferencial antecedente, naba a otros o al analista mismo. La nueva situación se demuestra, a su vez, como una defensa frente a una situación transferencial latente más profunda, y así sucesivamente*. El mismo ejemplo puede servir para ilustrar breve- mente algunas de las afirmaciones anteriores. En la "manía recriminatoria" son proyectadas sobre otras personas (por ejem ,Jlo, sobre el analista)   * De esta manera, la neurosis de transferencia da un acceso óptimo al estudio de la esti-atificaci6n gica en general. En dos trabajos anteriores (Aportación al psicoanálisis de la neurosis de transferencia, leído en 1950 en la Asociación Psicoanalítica Argentina, y Contribución al problema de la estratificación psicopatológica, Revista de Psicoanálisis, Tomo XIV, NQ 3, 1957) expuse lo que al respecto he encontrado. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 117 cías rechazadas", es decir, impulsos que el analizado se recrimina a sí mismo. Se trata, pues, de una de- fensa que suele jntensificarse en la medida en que se intensificaron la crítica y la amenaza por parte del superyó contra el yo del analizado, crítica y amenaza que sµelen aumentar justamente debido a la "aboli- ción del rechazo" analítica. En este plano, el analista es el superyó "rechazante" y es en este aspecto en el que es más fácil obsexvar que la "abolición del re- chazo" lleva a la proyección de los "objetos internos rechazantes" (aquí, del superyó) . Pero sabemos que en cierto aspecto también el superyó es una defensa, debiendo impedir, por ejemplo, en el plano edípico, que el sujeto sea castrado por el padre, o bien que él mate o castre a su padre. Estos impulsos a su vez surgen a raíz de las frustraciones genitales, es decir, frente a los "padres rechazantes", situación que repre- senta en el plano edípico el fondo de todas las situa- ciones de peligro y de defensas ulteriores. El superyó, que es el padre prohibidor edípico (el padre moral) introyectado, y que en los estrados subyacentes es el padre que se venga castrando y que es amenazado por la castración, es en el fondo el padre frustrador genital, cuya mera presencia, culminando en la es- cena primaria, "castra" al niño. Por lo tanto, el niño rechaza sus impulsos libidinales y agresivos, vincu- lándose la acción rechazante del yo con los objetos que la inducen y que se convierten de esta manera en "objetos rechazantes". De alú que la "abolición del rechazo" que superficialmente lleva a la intensa transferencia del superyó "rechazan te", lleve funda- mentalmente a la intensa transferencia de los objetos libidinales internos "rechazantes" *. * Ida Macalpine 61 señala una serie de :tactores que crean en el tratamiento analítico un ambiente infantil y que, por 118 HEINRICH RACKER II. El papel de la transferencia en el proceso psicoanal!tico y la relación entre transferencia y resistencia Al intentar sintetizar lo que Freud afirma sobre el papel de la transferencia en el análisis, se impone diferenciar dos aspectos: 1) La transferencia positiva sublimada es, en ge- neral, el móvil más importante del trabajo que el analizado debe. efectuar y que consiste en la supera- ción de las resistencias.. En cuanto la transferencia se   negativa o se:Xual, se convierte en ·tina resis- tencia y su análisis y disolución adquieren una im- portancia esencial para poder continuar. el trabajo. Mientras la transferencia resulta ser de este modo (es decir, como resistencia) el máximo peligro para el tratamiento, se constituye ·al mismo tiempo en su instrumento más importante, pues la vuelta de los procesos infantiles · en la transferencia hace de ella el mejor medio para hacer recordar aquellas viven- cias reprimidas. lo. tanto, indllcen a .la regresión y al establecimiento· de Ja transferencia. Estoy completamente de con I. Ma- calpine en que estos factores (como, por ejemplo, la posi- ción en el diván, la "disciplina analitica", etcétera; tienen influencia sobre la génesis de la transferencia, ·y considero importantes .los m4ltiples aspectos que Ja aUtOra señala al respecto, pero difiero de. su . opinión en cua'.nto pienso que la transferencia es, sin e_mbargo, esencialmente un proceso . "espontáneo", explicándose -sil intensidad y profl.llldidad en el tratamiento. analítico principalmente por la. naturaleza misma del análisis,_ O· sea, por las resistencias y su remoción. La influencia del }'ambiente infantil'' creado es, a mi jui- cio, sólo secundárla. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrrCA 119 2) Al mismo tiempo, Freud confiere a la transfe- rencia y a su análisis también otro papel. Dice en sus "Conferencias" 28 : "El hombre que en su rela· ci6n con el médico llega a ser normal y libre de la influencia de impulsos instintivos reprimidos, conti· núa también así en su vida particular, cuando el mé- dico queda nuevamente excluido." El papel de la transferencia señalado en estas palabras es el de la re- vivencia de la infancia en mejores condiciones; lo que antaño fue rechazado patol6gicamente debe po- derse admitir ahora en la conciencia, sobre todo gracias a la mayor fuerza del yo adulto y a la conr ducta comprensiva y objetiva del objeto, es decir, del analista. La relaci6n con el analista se constituye así en el campo principal en el que el analizado puede lograr la integraci6n de su personalidad. Los dos enfoques de Freud giran alrededor del eje del tratamiento analítico, que es el "hacer consciente lo . inconsciente" (o la "superación de las resisten- cias"), pero se diferencian ante todo en que en el primer enfoque, Jo reprimido (o sea, el pasado recha- zado) se hace consciente en lo pasado, mientras en el segundo enfoque, lo mismo es realizado en el pre- sente, o, más aún, en un presente determinado, que es Ja relaci6n del analizado con el analista. La con- secuencia práctica de esta diferencia consiste en que en el primer caso, Ja transferencia (negativa y sexual) es considerada e interpretada como resistencia al tra- bajo, es decir, al recuerdo, y es utilizada como ins- trumento para el recuerdo, mientras que en el se- . gundo caso, la vivencia transferencia! misma es valo- rizada como el campo de trabajo decisivo. El fin primordial es, en el primer caso, el recuerdo; en el segundo, la revivencia rectificada. Posteriormente, los discipulos de Freud se inclinaron más hacia uno u 120 HEINRICH RACKER otro de los dos enfoques o tendieron a su unificación, sin que teóricamente se haya aclarado suficiente- mente esta divergencia. Así, por ejemplo, R. Sterba 79 sigue el primer en- foque. Ferenczi y Rank 12 recalcan el segundo, pero terminan considerando el recuerdo, en última ins- tancia, como factor decisivo. W. Reich 76 y J. Stra- chey 80 tratan de unir los dos enfoques. Freud mismo parece subrayar el primero, abogando (aun en tra- bajos ulteriores a los arriba citados) por la mayor limitación posible de la repetición en la transferencia, en favor del mayor recuerdo posible••. Al mismo tiempo modifica, sin embargo, un tanto su posició'n anterior, admitiendo que "debería causar menos dis- placer si el pasado resurge como recuerdo o en sue- ños que convirtiéndose en nueva vivencia". Con esta afirmación está puesta en duda, a mi juicio, la afir- mación anterior de que el analizado prefiere repetir a recordar, adjudicando Freud un mayor papel (en la dinámica de la transferencia) al impulso de repe- tición a expensas del principio del placer. En todo caso, no se encuentra una solución satisfactoria del problema en cuestión. Puede también decirse que la diferencia entre los dos enfoques consiste en que, en el primero,, la trans- ferencia está considerada predominantemente ~   fun- ción de la resistencia, mientras que en el segundo enfoque, la resistencia viene a estar considerada pre- dominantemente en función de Ja transferencia. En el primer caso, se repite para no recordar; en el se- gundo, se repite para no repetir, o, más precisamente, se repiten defensas (resistencias) para no repetir vi- vencias catastróficas o peligrosas. Veamos al respecto las dos situaciones transferen- ciales consideradas por Freud como resistencia. La ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 121 experiencia diaria confirma plenamente que tanto lo que Freud describe como la {¡transferencia nega- tiva" como la ''transferencia sexual" aparecen o au- mentan en función de 1a resistencia. Lo que queda dudoso es si deben ser comprendidas primordialmente como resistencias frente a recuerdos o frente a la vuelta transferencia! de situaciones infantiles (o in- ternas) más angustian tes o dolorosas. La observa- ción hace aparecer lo último como mucho más fre .. cuente; tanto el rechazo hacia el an.alista como el enamoramiento transferencia! suelen surgir o inten- sificarse ante. iruninentes situaciones paranoides o de- presivas en la transferencia. Pero lo empírico no tiene la última palabra en tal cuestión; podría ser preferencia personal por interpretar las situaciones en este sentido. Podría análogamente sospecharse que Freud veía aquellas situaciones transferenciales pre- dominantemente como resistencia al recuerdo porque él -conforme a sus conceptos de aquella época- buscaba los recuerdos, y la transferencia se oponía a esta búsqueda. Pero esto tampoco decidiría la cues- tión, pues el punto de vista de Freud podría, sin embargo, ser cierto y, en determinado sentido, lo es. Nos ayuda a aclarar esta duda, creo, lo que con respecto' a la dinámica de la transferencia hemos encontrado. El análisis es, esencialmente, remoción y superació,n de resistencias. Hemos visto que eso es lo que lleva a que la transferencia sea intensa y profunda, angustiante y dolorosa. De ello resulta que las resistencias querían evitar justamente eso; es de- cir, la rei 1 ivencia de relaciones de objeto penosas en la transferencia. En otras palabras: la abolición del rechazo lleva al retorno de lo rechazado. Si esto re- sulta ser relaciones de objetos transferenciales peli- grosas o catastróficas, entonces el rechazo (la resis· 122 HEINRICH RACKER tencia) quería evitar justamente eso. Si, en especial, Ja superación de la "resistencia de transferencia" (es decir de Ja transferencia "negativa" y "sexual", tal cual Freud las describe) lleva a vivencias transferen- ciales depresivas o paranoides, entonces deben ser éstas las que aquélla quena evitar. Esto significa al mismo tiempo que es la repetici6n, o sea, la actuación de las relaciones de objeto laten- tes en la transferencia lo que debe ser la primera gran tarea a efectuar en el camino terapéutico, ya que es contra ello contra lo que se dirigen las resis- tencias principales. La atención terapéutica deberla, pues, ser orientada ante todo a la transferencia como campo de la revivencia a rectificar y a las resistencias que se oponen a tal revivencia. La rectificación siste, principalmente, en la renuncia a las defensas patológicas en la transferencia. En este sentido, los factores que considero como determinantes para la dinámica de la transferencia y su intensidad y pro• fundidad especifica, explicarlan · ll!inbién por qué la repetición es lo más rechazado y, por lo tanto, la rea!i- zaci6n y la tomá de conciencia de .esta repetici6n y el cambio de su dt?stino, el camino ·indicado.· · Lo ei<puesto trae consigo una serié de< problemas, dos de los cuales. quisiera. aún tratar brevemel)te. · l 9) Existe ·una aparente contradicción en . afirmar, por .. un lado, que. la transferencia se intensifica por . resistencia y, por el otro, que se intensifica por la superación ·     Ja resistencia. Aunque· c;reo ·que esta duda quedó aclarada por lo ya expuesto; quisiera :z;ecá.lcar_ que, a mi juicio, las t:lo$ afirmaciones son .. ciertas, o sea: las defensas- trallsferenciales se · sifican por resistencia, es decir, en el grado en que el análisis· se vuelve peligroso, y por otro lado, las ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA l23 situaciones transferenciales . rechazadas se intensifican por la remoción o superación de las resistencias. Vol· viendo al ejemplo anterior: lo que Freud designa como transferencia "negativa" Y "sexual)' pueden ser defensas que se intensifican por resistencia; las situa· ciones paranoides y depresivas pueden ser situaciones rechazadas que se intensifican por la superación su- cesiva de las resistencias. Un ejemplo citado por Freud 26 ilustra este punto. ''Con una cierta cate_goría de mujeres · -dice Freud- fracasará, sin embargo, esta tentativa de conservar, sin satiSfaCerla, la transferencia amoroS:;i, para utilizarla en la labor analítica, Son éstas las mujeres de apasionamiento elemental que no toleran subrogado alguno, hljas de la naturaleza; que no quieren aceptar lo ps!quico por lo material, quienes, según las palabras del poeta, sólo son;' accesibles 'a la lógica de sopa con argumentos de albóndigas' Estas personas nos colocan ante el dilema de corres- ponder a su amor o atraernos la plena hostilidad de la mujer despreciada. Ninguna de estas dos actitu, des es favorable a la cura. Habremos de retirarnos sin obtener resultado alguno, pudiendo aun plan- tearnos el problema de cómo es compátible la apti' tud para la· neurosis con una . tan indomable .nece-. sidad de amor". Creo que lo que arriba expongó · aclara el. problema que Freud. plantea :";qJlÍ •.. Proba, blemente n() se trata de "hljas de la' Jlaturaleza" ni de,   _elemental" (o ló'-.)nerios; no sol¡¡ril,ent,e)' sino de apasionamiento . {de tipo etotomaniaco). Detrás de éste · se ·encuentran angustia$ paranoides y depresivas transferidas, debi- das a la ruptura (latente) de resistencias. 2•) Otro probleni11 que se presenta ahora nueva- mente se refiere ál pápel que en este proceso desem- 124 HEINRICH RACKER peña el recuerdo, el hacer consciente el pasado repri- mido. Pues, ¿acaso -podría preguntarse-- todo lo rechazado es, en el análisis, situación transferencia!? ¿ Nq serán también situaciones meramente internas, "estados de conciencia", lo rechazado, sin que el ana- lista desempeñe un "rol" en eso? En realidad, todas las situaciones son, en última instancia, "internas7) y también lo es la situación transferencia!. La cues- tión sería sólo saber si el analizado no quiere recor- dar, por ejemplo, que deseaba matar a su padre, porque su superyó paterno lo condena y persigue por eso, o porque el· analista ya representa Iatente- mente al padre y lo condena y persigue por eso. La respuesta es, de acuerdo con la experiencia, que las dos cosas son ciertas a la vez. Lo pasado no es vivido como tal sino como presente, y el peligro, por lo tanto, también es vivido como algo presente. En cuanto lo pasado sea vivido como algo pasado, su recuerdo es, en términos generales, una resistencia contra el presente. Y en tanto el pasado es vivido como algo presente, las imágenes anteriores y pre- sentes se confunden; para el inconsciente, el analista es el padre y el padre es el analista. En otras palabras: el hacer consciente implica siempre un cambio en la relación con un objeto in- terno, y en este sentido también un cambio en la relación con el analista (sea ésta latente o mani- fiesta), ya que la transferencia, en esencia, no es otra cosa que estas mismas relaciones con los objetos internos. Puesto que el inconsciente no sólo equipara el presente con el pasado, sino también el pasado con el presente, el verdadero hacer consciente del pasado tiene el carácter de algo presente, la angustia que lo acompaña se refiere a un peligro vivido como actual. Así, por ejemplo, también al hacer consciente ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 125 el analizado su complejo edípico infantil, es el pa- dre el que está sentado detrás de él y lo amenaza con la castración. La resistencia se dirige, pues, tam- bién en este caso (en el caso del "recuerdo") contra la revivencia de una relación de objeto peligrosa. RESUMEN I. La dinámica de la transferencia se explica, según Freud, por los siguientes factores: 1 9 ) por la adquisición en la infancia de determinados clisés en la vida afectiva y el impulso de repetir estas vivencias; 2'1) por la necesidad libidinal, y 3'1') porque la transferencia sirve a la resisten- cia. Mientras los dos primeros factores explican la dinámica de la transferencia en general, el tercer factor es el único que interviene especfficamente en el tratamiento psicoana- lítico y origina la especial intensidad de la transferencia en éste. En el trabajo presente son señalados otros factores, per- tenecientes a la esencia núsma del análisis, que influyen igualmente sobre la dinámica de la transferencia. Es, ante todo, la abolici6n del rechazo, o sea, la suCesiva superación de resistencias (y no sólo la resistencia) que determina la especial intensidad de· la transferencia, en primer término, de la transferencia de los objetos internos rechazantes y rechazados. Estos son, al mismo tiempo, en el fondo, los objetos primarios libidinales, por lo que la especial inten- sidad de la transferencia de éstos se explica igualmente por aquel principio inherente al análisis: la uabolición del re- chazo". También la necesidad de amor que Freud señala como factor general en la dinámica de la transferencia, se intensifica en el analizado debido al mismo principio; pues cuanto más se convierte el analista en objeto rechazante, tanto más se intensifica la transferencia de los objetos necew sitados. En los aspectos señalados, el psicoanálisis obra   o ~ mo agresi6n, destruyendo defensas y provoncando angustia, dolor y necesidad de amor y protección. Pero el psicoaná- lisis también disminuye Ja angustia y el dolor, une lo sepaw rado, y es en este y otros aspectos, expresión de Eros. De ahí que movilice la libido (aumenta la capacidad de amar), 126 HEINRICH RAOKER intensificándose de esta manera la transferencia de los ob- jetos infantiles amados. Pero al mismo .tiempo se intensifican la transferencia de las imagos destruidas y destructoras y las inherentes angustias depresivas y paranoides (el analista co- mo seductor, el análisis como trampa, etc.), angustias que antaño habían llevado a la represi6n de la libido, o -en términos más generales- a las diversas defensas frente a los instintos. La transferencia en el tratamiento psicoanalitico se ca- racteriza, además, no sólo por su intensidad especial, sino también por su mayor profundidad. La anulación de las defensas en la transferencia (igualmente inherente a la na- turaleza misma del análisis) lleva a la vivencia transferen- cia! de' las .situaciones rechazadas ("profundas"). U. La segunda parte del trabajo trata del papel de la transferencia eti .. e,{ proceso psicoanalítico y de la relaci6n entre_ transferencia y resistencia. Freud ve en la transfe- rencia,, .. p.or: lado, a) el móvil principal para el trabajo (la   positiva sublimada), b) la resistencia y el peligro "máXimo (Ja transferencia negativa y sexual), c) el mejor instrumento para el recuerdo. Por otro lado. ve en la tiahsfetencia el campo en que la revivencia del pasaqQ en concliciones mejores permite una rectlficaci6n de los destinos de la vida afectiva e instintiva del analizado. Los dos enfoques· parecen divergir: en el primero) el acento está en el "hacer consciente lo inconsciente" en lo pasado (el "recuerdo"), mientras en el segundo lo mismo acontece en lo presente, o sea, en la relación con el analista. La solución del problema se da sobre Ja base de la revi· sión de la dinámica de la transferencia (véase arriba 1). Si es cierto que la transferencia no sólo se intensifica por resis- tencia, sino también por la superación sucesiva de las re- sistencias, entonces estas resistencias deben rechazar situa- ciones transferenciales temidas. En este sentido) no s6lo se repite para no recordar, sino que también se repite para no repetir, es decir, se repiten defensas (o resistencias) en la transferencia para no repetir en ella peligros o catástro- fes. Se repiten, por ejemplo, relaciones de objeto ºnegati- vas" y usexualesu en la transferencia para no repetir clones paranoides o depresivas. Aun el recuerdo es rechazado en cuanto implica un 'peligro vivido como actual, es de- cir, transferencia!. La transferencia es, pues, una resisten· ESTUDIOS SOBRE TÉcN!CA PSICOANALÍTICA 127 cía s6lo en ciertos aspectos, mientras que en otros, la r   v i ~ vencia de la infancia en la transferencia es justamente lo más rechazado. De ahí que el proceso de curación consista principalmente en la superación de las defensas frente a esta revivencia y en el cambio del destino de ésta mediante la interpretación del inconsciente. ESTUDIO IV ANÁLISIS DE LA TRANSFERENCIA A TRAVÉS DE LA RELACIÓN DEL ANALIZADO CON LA INTERPRETACIÓN* Desde Freud, el estudio de la transferencia ha sido una de las fuentes más importantes para el conoci- miento de los procesos psicológicos del niño. Siendo la interpretación la expresión principal del analista, las relaciones del analizado con la interpretación se constituyen en campo preponderante de aquel estu- dio. Además, de estas relaciones depende también en qué medida la interpretación puede ser aceptada y asimilada. El análisis de la relación del analizado con la interpretación adquiere, pues, un triple i n t e ~ rés: es estudio de la infancia, es elaboración de la transferencia, y es un requisito· técnico imprescindible. Después de Freud 2 º• 28 , varios analistas, como W. Reich 76 , K. Horney 44 y M. Klein 52 , han dedicado especial atención a este tema. Entre nosotros, en Ar· gentina, L. Alvarez de Toledo 1 , A. González 38 , G. T. de Racker 64 , H. Racker 70 y otros han enfocado * Este trabajo fue presentado por la Asee. Psicoanal.   r ~ gentina, en 1958, con el título Estudio de algunos conflictos tempranos a través de su retorno en la relaci6n del anali- zado con la interpretación. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 129 diversos aspectos de este amplio campo de -investi- gación. El trabajo presente se referirá, por una par- te, a situaciones infantiles ya bien conocidas, ejem- plificándolas a través de las relaciones del analizado con la interpretación. Su finalidad, considerando este aspecto, es contribuir a lograr un contacto más estrecho entre nuestros conocimientos teóricos y 1a práctica analítica. Por otra parte, nos encontraremos con algunos puntos de la psicología profunda un tanto oscuros, e intentaremos contribuir a -su escla- recimiento. El material expuesto verificará, además, la sucesión de determinadas situaciones de dolor, an- gustia y defensa y su interrelación dinámica, expuesta en mi traba jo sobre "Estratificación" 69 *. l. Las relaciones del niño con el pecho, en la transferencia Las relaciones del niño con el pecho, y su retorno en las relaciones del analizado con la capacidad y actividad interpretativa del analista, han sido trata- dos detenidamente por M. Klein, en especial en lo que se refiere a los sentimientos de envidia y grati- tud del niño 52 • Pero también las relaciones con el pecho que describe en sus escritos anteriores 46 • 47 , pueden observarse ampliamente en la relación del analizado con la interpretación. Lo mismo vale para las relaciones del niño con los contenidos del vientre * En el Cap. V (Resumen y complementos) de este estudio el lector encontrará expuesto con mayor detalle lo que en las líneas precedentes he resumido con respecto a las intenciones e ideas principales de este trabajo. Igualmente encontrará allí una síntesis de la "estratificaci6nu arriba alu- dida y algunos complementos bibliográficos. 130 HEINRICH RACKER materno y para los primeros y ulteriores estadios del complejo edípico. Voy a exponer, en primer lugar, algunos frag- mentos de un caso. Un analizado -hombre de 40 años, médico, ca- sado, que vino al análisis por motivos didácticos- se encuentra, en un período del análisis, sumamente cerrado frente a las interpretaciones. Las escucha a medias o no las escucha en absoluto, pensando en otras cosas, o las rebate como equivocadas; busca en las interpretaciones un punto discutible y lo ataca. El analista nunca tiene raz6n. Tilda las ciones de inservibles, o se burla -de ellas como expre- si6n de la locura del analista. En esta época, la comida desempeña un papel importante en las asociaciones del analizado. Dice con frecuencia que no tiene apetito. Además, su casa está demasiado lejos para volver a almorzar, y todos los restaurantes son malos o sucios. Tampoco tiene ya ganas de leer, ni los diarios, por la "papilla in- sulsa" que ofrecen. No quiere ir a comer a la casa de la cuñada, porque siente que ella quiere domi- narlo, por el hecho de que él coma   Protesta contra su suegra por querer seducir a sus hijos con caramelos. Recuerda que su madre solía guardar el dulce para ella sola. Se siente culpable por haber comido sopa de tortuga, no habiendo comprado a su hijo la tortuga prometida. Toma bebidas finas, pero teme mucho por lo que le cobrarán. Habla de un hombre que vive de los muertos, ganándose el pan por medio de negocios con herencias. Todas estas asociaciones se referían también a su relación con el analista. La comida era las interpre- taciones, que representaban, pues, el pecho malo o sucio, el pechO dominador, el seductor, el avaro, el J ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 131 muerto, o el pecho bueno que él sacaba a otro. Era también evidente, que el pecho-interpretación era tanto más malo y temido cuanto más el analizado había atacado anteriormente las interpretaciones. Otras asociaciones muestran, además, por qué y con qué medios inconscientes ha atacado al pecho. El analizado percibe que si a él le va mal, tampoco quiere que le vaya bien al analista. Expresa la mis- ma envidia aun más claramente, hablando de lo interesante que debe ser la labor del analista en comparación con la suya; pero se consuela con el hecho de que "el analista tiene que limpiarle el traste a sus analizados". Es decir, que una de las técnicas del analizado de cahnar su envidia, es atacando al analista con sus excrementos. De hi que el pecho- comida-interpretación sea luego sentido como sucio, malo, peligroso o muerto. Aparte de la envidia, hay varios otros motivos pa- ra que tenga conflictos con el pecho. El que su madre-analista se guarde el dulce para ella, señala el pecho-interpretación frustrador, y además su pro- pia avaricia y avidez. El sentimiento de culpa por haberse comido la tortuga a expensas de su hijo, señala el dolor por haber dañado a sus objetos ama- dos; en última instancia, al percibir su avidez oral hacia el analista-madre. Este sentimiento de culpa incrementará luego su temor de que otro quiera qui- tarle lo suyo, un temor que se expresó especialmente en fuertes celos en su vida matrimonial. Según M. Klein, los mismos sentimientos de frus- tración, envidia, avidez y celos que el rúño experi- menta en su relación con el pecho, son luego sentidos frente al vientre materno y sus contenidos, que son igualmente atacados 46 • En nuestro caso predominan de nuevo los ataques con excrementos. El analizado 132 HEINRICH RACKER evita, por ejemplo, tocar la puerta del ascensor de la casa del analista, por encontrarla sucia. Asocia con un hombre (del que sabia que estaba en trata- miento psicoanalítico) que saludaba ofreciendo un solo dedo envuelto en papel higiénico. Se siente in- cómodo al ver algunas moscas en el cuarto de trabajo del analista, diciendo que son sucias y que podrían picarlo. La casa representa al analista-madre, en cuya en- trada (puerta del ascensor) el analizado, en su fan- tasía, había defecado, tenúendo luego el contacto con él. Las moscas son los hijos-interpretaciones, a los que habia atacado en igual forma en la sesi611 ante- rior, sintiéndose luego perseguido por ellos. De ahí, que desconfíe de las interpretaciones y se cierre fren- te a ellas. En las situaciones descriptas, el analista es o tiene el pecho o vientre rico en contenidos, poderes y pla- ceres --está "arriba"-, mientras que el analizado es el niño pobre en capacidades y satisfacciones, ata- cando (por frustración, envidia, etc.), por así decirlo, ((de abajo hacia arriba". En otros momentos, es el analizado que se siente rico y "arriba", y ataca de "arriba hacia abajo''. Describe, con detalle y frui- ción, los ricos platos que sirvieron en las múltiple:s fiestas a que últimamente asistió, esperando que al analista se le haga agua la boca. Habla con des- precio de los olores de cebolla que le pareda que llegaban de la cocina del analista, mientras elogia la cocina de su propia casa. J!.I es o tiene el pecho bueno, no el analista. Análogamente, él sabe todo mejor y siempre tiene razón frente al analista y se burla al descubrir la ausencia de un conocimiento corriente en éste. El que el analista sepa algo me- jor, el que una interpretación sea acertada, es vivido ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA !33 inconscientemente como un grave peligro. Asocia con personas que quieren hacerse las importantes, se siente inconscientemente perseguido por los "manda- parte", pero admite finalmente la misma tendencia en sí mismo. Rechaza con especial violencia toda interpretación transferencia!, temiendo que el ana- lista desee imponérsele a él y adquirir especial im- portancia dentro de él. El análisis de este temor persecutorio le hace recordar que en su adolescencia habla tenido la idea de que la creación había querido hacer a través de él algo especial. Tanto sus ataques de "abajo hacia arriba", como los de "arriba hacia abajo", llevan, la mayoría de las veces, a los temores paranoides señalados, mientras que otras veces aparecen preocupaciones depresivas y culpa. El analizado teme haber tratado mal al analista y a sus interpretaciones, y se disculpa .º trata de reparar lo hecho, admitiendo una u otra afirma- ción del analista. Esta angustia depresiva aparece también en su contenido profundo, por ejemplo, co- mo horror ante la idea de ensuciar al analista, al darle la mano que esa misma noche ha tocado su semen (leche-heces). Aparecen también ideas de jus· ticia y de castigo, por ejemplo por su avidez, que se expresan en el rechazo a ingerir la interpretación que en ese momento es considerada como buena, siendo este rechazo asociado con el recuerdo de que de niño no quiso seguir comiendo manteca cuando supo que hay personas que tienen que privarse de ella. Hasta aquí, podemos observar la siguiente suce- sión, dinámica y estratificación de situaciones: en el fondo, el analizado está ligado a un objeto (pecho, madre) a quien adjudica una extrema riqueza e importancia. Esta situación es vivida -en un as- pecto-- como inmensamente persecutoria, ya que en 134 1-IEINRICH RACKER la medida en que el analizado admite esta relación, él mismo se siente pobre, desvalorizado, sometido y aun destruido. A este objeto ideal es, pues, adju- dicada una intenci6n destructiva, rebajante, burlona, sádica. Acostumbrarnos ver el origen de tales viven- cias persecutorias en la proyección del propio sadis- mo. Esto es exacto. Sin embargo, la situación para- noide básica tiene su origen en la carencia misma, dada por la frustración libidinal o bien por la au- sencia o diferencia de poderes. Volveré sobre esto. El analizado reacciona frente a este ideal-perse- guidor en dos formas: primero, atacándolo "desde abajo" y anulando así el poder del objeto; y segundo -como mostraron los ejemplos en que el rico es el analizado--, identificándose con el ideal-perseguidor, e invirtiendo así aquella situación básica; la propia parte perseguida, atacada o despreciada es puesta en el objeto, el analista. He propuesto en otro lugar 69 denominar esta identificación con el objeto ideal· perseguidor, situación maníaca primaria, considerán- dola corno un mecanismo maníaco básico y central, ya que implica y explica -por la misma identifi- cación (defensiva) con la imago ideal-perseguidora- la vivencia de liberación de la persecución, de triun- fo, omnipotencia, la "fusión entre el yo y el ideal del yo" (Freud), el control y desprecio de los obje- tos, la hiperactividad y la negación de la realidad interna y externa. La situación subyacente (negada) de carencia, he propuesto denominarla situación pa- ranoide primaria para diferenciarla de la persecu .. ción que aparece como consecuencia de los ataques (de abajo hacia arriba o desde arriba hacia abajo) y que podría denominarse "situación paranoide se- cundaria" (véase, por ejemplo, las moscas p_ersegui- doras como consecuencia de los ataques \ contra ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 135 el ideal-perseguidor: el analista-madre rico atacado en su vientre-cabeza y en sus contenidos los interpretaciones) • Vimos también otra consecuencia de estos mismos ataques: la preocupación y culpa por el objeto dañado, es decir, una situación depre- siva que he propuesto denonúnar "situaci6n depresiva secundaria". Pues creo que el niño sólo puede pre- ocuparse y "penar" 47 por un objeto dañado, en cuanto él mismo ha experimentado daño y dolor; sólo así puede proyectar éste en el objeto amado e identificarse con él, es decir, sentir dolor y preocuM pación por el daño causado. Debajo de la situación paranoide primaria (en la cual el yo corre peligro), existe una situación en la que el yo experimenta sufrimiento y en la que el niño no teme sino que llora y está deprimido por el daño que experiment6 el yo amado. Esta sería la situación depresiva primaria. 11. La ufase femenina" en la transferencia La etapa psicosexual que en el caso del varón sigue a la relación con el pecho, es según M. Klein la fDSe femenina 46 • Quisiera mostrar el retorno de uno de los     de esta fase en la relación de nuestro analizado con 13.s actividades del analista, o. sea con el ver, comprender e interpretar, representando éstas la potencia genital, o sea el pene paterno. El mate- rial que expondré, expresa, manifiestamente, aspectos de etapas ulteriores de la evolución, pero para nosM otros, que ya conocemos un tanto las relaciones del analizado con el pecho, traslucirá el fondo oral, la ecuación pene = pecho, y con esto, la fase femenina. El analizado relata el siguiente sueño: Estoy acos- tado sobre un diván. Entra Ana -mi secretaria ac- 136 HEINRICH RACKER tual- y yo miro a través de su falda, viendo que no lleva bombachas. Tengo una sensaci6n de triunfo porque es ella quien tiene interés sexual en mí_, por .. que es ella quien corre tras mí. Asocia que Ana es una muchacha vienesa y habla de ella con cierto desprecio. En la sesión pasada, el analizado había tenido fuer- te resistencia a hablar sobre su vida sexual. Por lo general, su mayor resistencia se refiere a comunicar algo de la conducta sexual de su mujer. El análisis de la resistencia mostró que el analizado viviría co- mo triunfo y burla del analista sobre él, que le con- tara los detalles de sus relaciones sexuales. Esto evi- denciaba que el analizado adjudicaba al analista deseos sádicos, de burla y triunfo hacia él. La situación básica del sueño era la angustia de convertirse en la víctima de estas tendencias sádicas del analista. El sueño muestra también que estos impulsos estaban colocados en el pene del analista, pues es frente a este peligro que el analizado se de- fiende con la inversión de la situación básica, identi- ficándose él con el analista triunfador, y mirando él -,-a través de la falda-, la vida sexual del analista vienés, en el que coloca su propia parte femenina. En otras palabras: básicamente, el analizado siente atracción hacia el pene del analista-padre, pero es un pene sádico, ya que el analista quiere burlarse y triunfar sobre el analizado por medio de esta atr:¡c- ci6n. De ahí que la situación se convierte en perse- cutoria. En el sueño manifiesto, vemos nuevamente la defensa por medio de la identificación con d ideal- perseguidor y la proyección de la propia parte feme- nina, atacada y rebajada, en el analista. Es nueva- mente una situación maníaca "primaria". El que su mayor resistencia se refiriese a relatar la conducta ESTUDIOS SOBRE T Í ~ C N I C   PSICOANALÍTICA 137 sexual de su mujer, significa que el mayor peligro consistía en ser visto el analizado en su parte feme- nina -que el analista mirase a través de su falda- y que ser visto equivalía a ser burlado. El sueño muestra que el ser burlado equivalía, a ser sometido a un pene sádico. El rechazo del análisis -las resis- tencias de comunicar ciertas asociaciones, de aceptar interpretaciones, etc.- provenía, pues, de que ser visto, comprendido e interpretado equivalía a que el peligro de ser víctima de un pene sádico se con- virtiera en realidad, es decir, en catástrofe. Dentro de este plano, básicamente, tanto el pene paterno como la comprensión e interpretación del analista, eran -como muestra el .sueño-- algo muy atrayente, muy valioso, muy admirado. Lo que había convertido al pene (similar al pecho) en destructor y perseguidor, era ante todo la frustración. Esto se des- prendía ya del hecho de que, en la situaci6n analí- tica, cualquier frustración de un deseo expresado era vivido como ataque contra el analizado y convertía al analista en sádico. Lo cual proviene --como he expuesto en el trabajo antes mencionado 69 - no s6lo de la proyección del propio sadismo sino también, y fundamentalmente, del proceso inherente a la frus- traci6n que incluye la proyecci6n de la agresi6n (del dolor) subjetivamente sufrida (es decir, incluye la proyección del masoquismo primario en la medida en que circunstancias externas han actuado sobre él) . Este proceso convierte al ligamen con el objeto libi- dinal en una "situación paranoide primaria", ya que tal ligamen implica el constante peligro de ser frustrado = atacado. Algo similar a lo que sucede a la relaci6n de objeto por Ja frustración, acontece también por la envidia. M. Klein ha mostrado ampliamente c6mo la envidia 138 HEINRICH RACKER convierte al objeto bueno en malo, ya que Jleva al sujeto envidioso a atacarlo en múltiples formas 52 • La observación señala, además, que este ataque en- vidioso es precedido por una vivencia dolorosa y an· gustiante -la experiencia básica en la envidia- y es este dolor y angustia por la carencia de algo que otro tiene, lo que moviliza el odio contra el objeto. Son ya, a mi juicio, este dolor y esta angustia los que convierten la imago del objeto en perseguidor, aún antes de que se convierta en tal a causa de haber sido envidiosamente atacado. Lo mismo vale para la avi- dez y los celos, que comienzan igualmente con dolor y angustia que el yo intenta rechazar volcando los impulsos destructivos hacia afuera. Pues este dolor y angustia son la vivencia del yo expuesto a la aumen- tada actuación de Tánatos (de las tendencias auto- destructivas), que el yo dirige luego, en defensa, con- tra el objeto que despertó la envidia, la avidez o Jos celos. Antes de que envidiemos a alguien, hemos locado en él una mayor o menor parte de nuestra libido, ya que Jo envidiado es siempre algo apreciado. Y es esta colocación de libido en el objeto lo que --en ciertas circunstancias- empobrece el yo y lo entrega a una mayor actuaci6n de Tánatos, que se expresa en dolor y angustia, en la sensación de norvalla y destrucción del yo. De ahí, que el oh jeto idealizado es vivido como altamente destructivo y perseguidor. Un analizado, por ejemplo, que admiraba mucho a su analista -y en especial su capacidad de com- prender- le decía que sentía cómo con su   ción él se estaba descargando como una pila eléc- trica. "Y lo que más le envidio -agregó- es este mismo afecto y admiración que le tengo." Una candidata decia a su analista que mientras ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 139 escuchaba su última interpretación, se estaba "mu- riendo de envidia" por su capacidad de comprender. Antes de sentir esta envidia, ella habla sentido con placer la interpretaci6n, y era esta capacidad de dar placer la que, en última instancia, envidiaba. Antes de envidiarlo, lo había admirado, y era básicamente esta admiración, con su inherente colocación de gran cantidad de libido en el objeto la que la hada "mo- rir", al imponerse el deseo de ser este objeto, es decir, en cuanto se impusieron la rivalidad, la comparación y la dolorosa experiencia de la superioridad del objeto. En resumen: el objeto libidinal frustrador es vi- vido como perseguidor porque es un objeto en que hemos colocado libido sin que el objeto haya equili- brado este "gasto de libido" con la satisfacción Iibi- dinal que devolvería lo "gastado" (compárese "el ladr6n de corazones", the lady-killer, Herzensdieb). Colocar libido en un objeto sin que se reciba la gra- tificaci6n deseada empobrece (de libido) al yo y lo expone, al mismo tiempo, en mayor grado a la ac- ción de los impulsos destructivos. La envidia está basada en una vivencia similar de carencia. Por otra parte la envidia puede estar ligada con experiencias gratificantes, como ha señalado M. Klein 52 ; en estos casos se envidia la capacidad del objeto de dar tales satisfacciones, siendo aquí de esta capacidad de lo que carece el sujeto. De la misma manera que el objeto frustrador, el objeto gratificador envidiado es cargado también, primeramente, de li- bido (admiraci6n, por ejemplo), y el yo es nueva- mente expuesto a una mayor acción de los impulsos autodestructivos (lo que experimenta -similarmen- te- como dolor y angustia, que preceden al odio envidioso). En el caso en que el objeto gratifica al . . 140 HEINRICH RACKER n1no, la vivencia de carencia se debe a que, aparte del deseo de recibir gratificación, existe en el niño el deseo de poder dar estas gratificaciones, de producir tales placeres y de ser por lo tanto igualmente admi- rado o querido, percibiendo que él no posee este mismo poder. En otras palabras, la carencia se pro- duce en tal caso al sobrevenir Ja rivalidad, y con ella la comparación y la dolorosa y angustiante vivencia de Ja diferencia entre él y el adulto. Vuelvo al caso expuesto. Era, pues, en última instancia, la intensa colocaci6n de su libido en el pene paterno (como antes en el pecho) con las inhe- rentes frustraciones y comparaciones y f:'.l inherente empobrecimiento del yo, lo que convertía a esta re· lación libidinal en una situación paranoide primaria. El pene ideal-perseguidor estaba representado, en Ja situación analítica, por la superioridad de cornpren- sión del analista. El analizado reaccionaba atacando al pene-interpretación, fuera y dentro de él, o bien se defendía por medio de la identificación con el ideal- perseguidor: él sabia todo mejor y las interpreta- ciones debían ser impotentes. Tanto las reacciones agresivas directas como la identificación con el ideal- perseguidor ("la manía primaria") originaron situa- ciones depresivas y paranoides "secundarias". Predo- minaban las últimas, expresándose, por ejemplo, en el temor incrementado de que el analista quisiera imponérsele, triunfar sobre él y destruirlo, o en el temor de que el analista Je infundiese errores o lo enloqueciese con su propia locura. Ya vimos que la comprensión y la razón representaban la potencia genital. Habiendo destruido el pene-razón del ana- lista, el analizado tem"ia la retaliación. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 141 III. El complejo edipico positivo y negativo en la transferencia. Quisiera ahora exponer algunos breves ejemplos que ilustran el retorno del complejo edípico en la rela- ción del analizado con la interpretación. Varios   s ~ pectos de esta situación han sido descriptos por los autores antes mencionados. Me referiré, pues, a al ... gunos aspectos que -aunque conocidos en sí-- poco o nada han sido expuestos en la expresión que en- cuentran en la relación del analizado con la inter- pretación. Estas situaciones son, sin embargo, de importancia cardinal_, ya que de su elaboración de- pende el destino del proceso anal!tico y del anhelado cambio del analizado. 1 ) Empezaré con el relato resumido de la primera parte de una sesión analítica. Se trata de un estu- diante de medicina cuyo síntoma principal es una intensa desconexión afectiva de los objetos. Una de las expresiones de ésta es la seria inhibición de estu- diar. Análogamente progresa sólo lentamente en su análisis. Su relación con mis interpretaciones se ca- racterizaba, durante mucho tiempo, no sólo por la ausencia de una respuesta emocional sino también por el hecho de que frecuentemente no las escuchaba o las olvidaba en seguida; sólo últimamente., después de haber sido analizados varios aspectos de esta con- ducta, retuvo una u otra interpretación y hasta la recordó en alguna sesión ulterior. A la sesión a la que quiero referirme llega con diez minutos de retraso. (Antes esto habla sido la regla, pero en los últimos tiempos acostumbraba llegar pun- tualmente.) Pero se queda un rato callado. Luego dice que habla pensado que en esta sesión iba a ser 142 HEINRICH RACKER el analista el que empezara a hablar y que había de decir que poma punto final al análisis. Menciona que había tenido que cuidar bien estas palabras, para no decir que el analista lo iba a echar. En la sesión pasada el analizado había contado que le habla ido mal en la Facultad, que un profesor le había lla- mado la atención porque durante todo el año él no habla trabajado. Teme que no podrá continuar los estudios. Yo le interpreto que mi supuesto enojo debe ser su propia angustia y su enojo frente a la percepción de aquella parte de su ser que se opone a mí, que no quiere saber nada de mí o sea -con palabras de él-, que tiene sentimientos hostiles hacia mí, y se manifiesta en su desconexión y en no poder aprender de nú. La parte de su yo que se angustia y enoja con ]a otra y la quiere "echar" de aquí es Ia que tiene sentimientos cariñosos por mí. El     zado responde afirmativamente a esta interpretación y relata el siguiente sueño que ha tenido en la noche anterior: Entro, junto con mi madre, en una habitación en la que está mi padre. Tengo abrazada a mi madre. Mi padre mira severamente, como enojado .. a mí madre, porque ella ha llegado tarde. Yo la quiero proteger con mi abrazo. El analizado agrega en se- guida que él nunca abraza a su madre y menos en forma tan franca como en el sueño; no cree que   poco de niño la haya abrazado alguna vez de esta manera. Considerando el material anterior como     nes pertenecientes al mismo conflicto que se expresa en el sueño, éste ya puede ser interpretado. El sueño se ocupa de su relación afectiva con el analista, presentado por el padre. El analizado siente a la madre dentro de él y siente que está francamente 1 L" ESTUDIOS SOilRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 143 abrazado a ella; es su parte femenina --en su fan- tasía: su madre-- a la que efectivamente tiene abra- zada, realmente alejada de mí, retrasada en el en- cuentro, en la unión conmigo. La realidad psicoló- gica es que él -como varón celoso y envidioso- no admite que la madre en él se una conmigo, y por ello yo aparezco como enojado. El analizado forma dentro de él la pareja madre-hijo (su amor femenino se dirige hacia si mismo como varón) y no deja que la madre guste del padre-analista. Se presenta primero el problema de dónde proviene Ja vivencia del analizado de llevar dentro de si a la madre, estando él abrazado a ella*. Una serie de asociaciones sobre la traumática vivencia de la escena primaria y la insistencia de las fantasías sobre el ana- lista como padre (y el simultáneo rechazo de la trans- ferencia materna) indicaron el siguiente origen. Los propios sentirrúentos femeninos (en especial sus senti- mientos de amor y admiración por el padre y sus deseos libidinales hacia él) fueron, originariamente, proyectados sobre la madre, de lo cual resultó la ima- gen de una madre que ama, admira y desea al padre. Frente a esta situación, en la que el niño se había sentido abandonado por el afecto materno y celoso y envidioso con respecto a su padre, él retiró de éste sus sentimientos positivos y los dirigió hacia sí mismo. La ecuación "yo soy la madre" (que básicamente provenía ya de la percepción inconsciente de que lo que imaginaba sobre su madre eran propios senti- mientos suyos) fue ulteriormente reforzada por una * Me siento tentado --en vista de la realidad de la con- ducta del analizado-- a sustituir la palabra "vivencia" por "el hecho". Pues psicol6gicamente la introyecci6n que lo llevó a la situación en que se encuentra, no es una fantasía sino una realidad (véase más adelante). 144 HEINRICH RACKER reintroyección de la imago materna, cuando -ante la angustia de no poder controlar Jos sentimientos de la madre real, externa hacia el padre, y en última instancia, ante la angustia de no poder impedir la unión sexual de los padres- él se refugió defensi- vamente en la fantasía "yo soy la madre (y no ella)". Internamente pudo así controlar los sentimientos maternos, manteniéndola abrazada a él e impidiendo o "retrasando" su encuentro afectivo y libidinal con el padre-analista. De esta manera, el "yo soy la ma- dre (y no ella) " equivalía también al "yo tengo a la madre (y no la tiene él, mi padre)". De ahí la des- conexión afectiva frente al padre-analista y frente a sus interpretaciones (estudio), y de ahí el temor ante el enojo del padre-analista contra su parte femenina "en retraso". El analizado llegó efectivamente tarde a la sesión. En el sueño lo anticipó ("proféticamente"), presin- tiendo su retraso, debido -básicamente- a su deseo de mantener separada a la madre (dentro de él) del padre (impedir su unión, defenderse de la escena primaria entre su madre dentro de él y el padre- analista) , y debido -secundariamente- a su temor al enojo del padre por su conducta edipica, realizada ya anteriormente en su rechazo del estudio y en su cierre frente a las interpretaciones ·x-. * La misma situación influyó también en otros aspectos de su conducta en el análisis) como por ejemplo, su forma de dar el material asociativo. Sin embargo, los distintos as- pectos de Ja conducta de un analizado en la situación analí- tica son frecuentemente determinados por distintos aspectos de los complejos psicológicos. Otro analizado, por ejem- plo, daba a veces generosamente material, pero se cerraba herméticamente a las interpretaciones. Una de las causas de esta conducta residía en que el hablar representaba Ja actitud masculina, aceptada, mientras el escuchar represen• ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 145 Estamos, pues, ante la siguiente situaci6n psicol6- gcia. En el fondo, el analista es la pareja unida que representa todo lo deseable: todo placer, todo poder, toda riqueza, a lo cual se dirige, primeramente, la admiraci6n, el amor y el deseo del analizado, y por lo tanto -al ser ellos y no él quien lo tiene-- toda su envidia, celos, avidez, rivalidad y odio. La viven- cia dolorosa de carencia que subyace a los sentimien- tos hostiles contenidos en la envidia, los celos} etc., convierten a la pareja unida (como muestra el aná- lisis de los celos en general) en perseguidores (por ejemplo, en "asesinos"). Frente a esta situación persecutoria, básica dentro del plano edípico (o frente a esta "situaci6n para- noide primaria", ya que proviene de la carencia mis- ma), el analizado se defiende -como señal6 el ma- terial expuesto-- con la introyecci6n de uno de los dos "perseguidores", la madre. Pero puesto que es ahora él quien abraza a la madre -mientras que el padre es el tercero excluido--, comprendemos que el analizado se haya identificado, también, con el padre, cuyo lugar ahora ocupa, mientras pone al padre en su propio lugar anterior. El analizado es ahora madre y padre, él es la pareja unida. Estamos, pues, nueva- mente ante la identificación con el ideal-perseguidor ( s6lo que éste está aqtÚ compuesto por dos imagos: los padres unidos), y así estamos nuevamente ante la "fosi6n del yo con el ideal del yo" ( Freud) , ante la negaci6n de la realidad interna y externa ("la ma- dre, y el padre, soy yo, y no lo son ellos"), ante el control de la pareja cuya unión impide mágicamente taba la actitud femenina, rechazada. Debe tenerse en cuen- ta que en la situación analítica (tal como Freud lo decía del coito) somos siempre, dentro del plano edípico, no dos 'Úno cuatro personas. 146 HEINRICH RACKER siendo él la madre, ante el triunfo sobre los perse- guidores (especialmente sobre el padre) ; es decir, esta- mos nuevamente ante el mecanismo maníaco central. La fantasia ed!pica propiamente dicha, la unión del varón con la madre, tal como es realizada fundamen- talmente en las fantasías masturbatorias, aparece pues, dentro del plano edípico, como "situación maníaca primaria". Consecuencia de ésta (realizada en su conducta en la situación analitica) es la posterior aparición de sentimientos de culpa y angustias perse- cutorias (al padre enojado que lo va a echar), es decir, la aparición de la "situación depresiva y para- noide secundaria". En estas situaciones retorna, pues, en parte, lo rechazado, retorna lo que el analizado había querido evitar por medio del mecanismo ma- níaco, al identificarse con la madre, ya que había realizado esta identificación para evitar la persecución ("primaria") por la pareja unida (proveniente de Ja carencia y equivalente al peligro de ser castrado) y para evitar el odio y el ataque directo contra la pa- reja, con el fin de evitar la siguiente culpa y Ja per- secución retaliativa. Toda esta sucesión de situaciones de dolor, angustia y defensa en el plano edípico se expresaba en la rela- ción del analizado con las interpretaciones, que con- cluía en que no las escuchaba, las olvidaba, etc. I ... a idea de que el analista pondrá fm al análisis, que lo echará, proviene de la percepción (inconsciente o consciente) del analizado de su posición frente a Ja labor del analista, ante todo de la percepción de su cierre afectivo frente a sus interpretaciones, que hace que no las escuche, las olvide, etc. Este cierre afec- tivo es, en el fondo, su abrazo edípico a la madre (y el llegar tarde ésta al encuentro con el padre) . De esta manera el analizado realiza el crimen edlpico ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 14 7 en la transferencia, defendiéndose al mismo tiempo de la escena primaria, a la que estaría expuesto si ad- mitiera que la madre dentro de él (sus sentimientos femeninos) se uniese libidinalmente con el analista, con sus interpretaciones, siendo éstas la expresión de Ja potencia (genital) del padre-analista. 2) He encontrado la misma sucesión de situaciones y mecanismos en el plano edípico, en la relación de los analizados frente a la interpretación, en todos los casos, hombres y mujeres. Citaré brevemente algu- nos ejemplos más. Un analizado cuyo síntoma transferencia! principal era igualmente un intenso bloqueo afectivo que se expresaba en especial en un cierre frente a las inter- pretaciones, trajo un día el siguiente sueño*: El ana- lizado entraba en una gran librería y veía allí a su mujer. Detrás de ella estaba un hombre que la abra- zaba, teniéndola de los pechos. El analizado sintió intensos celos. La librería representaba el cuarto de análisis; los supuestos muchos conocimientos del ana- lista estaban simbolizados por Jos muchos libros. La mujer del analizado representaba (en uno de sus aspectos) a la parte femenina del analizado, el hom- bre detrás de ella al analista (o más precisamente, * El problema central de todos los analizados (en reali- dad, de todos los seres humanos) es el -de sus relaciones instintivas y afectivas con los objetos. En la transferencia (y en especial en la relaci6n con la interpretaci6n) la per- turbación de la relación de objeto se expresa con suma fre- cuencia en lo que -grosso modo-- llamamos "bloqueo afec- tivou. De ahi que no deba extrañar que todos los casos que aqui menciono sufran, de uno u otro modo, un "cie- rre" o "bloqueo" afectivo. En realidad, estas perturbaciones muestran importantes diferencias en los diferentes casos. Pero no es aqui el lugar para entrar detalladamente en este problema. 148 HEINRICH RACKER representaba a su propia parte masculina vencedora puesta en el analista) . El analizado (en su parte masculina vencida) sentía, pues, intensos celos frente a esta situación analítica en la que su parte femenina se unía al analista y eran estos celos los que i n t   n ~ taban y lograban impedir Ja unión, y en especial impedir la entrega femenina y positiva frente a Ja potencia interpretativa (genital) del analista. El me- canismo mediante el cual el analizado lograba defen- derse frente a esta escena primaria era el mismo que en el caso anterior, asumiendo él ambos papeles de Ja pareja y poniendo al analista (al excluirlo de su sen- tir y pensar) en la situación del tercero excluido (mecanismo "marúaco primario"). (Variando la fa- mosa frase de Luis XIV, esta situación maníaca pue .. de ser formulada en las palabras: Le couple c'est moi -"la pareja soy yo"-.) Era el latente sentí .. miento de culpa por esta conducta "maníaca" en la transferencia que lo impulsó a fantasear, en el sueño manifiesto, una conducta de entrega, la que a su vez Je provocó la angustia celosa, explicándose asi su nece- sidad y manera de defensa. 3) Mientras en los dos ejemplos que acabo de ex- poner, la figura excluida es el padre (en el primer caso, en el sueño manifiesto; en el segundo, en los pensamientos oníricos latentes), en los dos ejemplos que citaré a continuaci6n, la persona excluida es la madre. Ella es al mismo tiempo el objeto interno que se opone a la unión del analizado (en su parte feme- nina) con el analista,padre. En los ejemplos ante- riores, Ja relación del analizado con la interpretación estaba, pues, determinada, predominantemente, por el complejo edipico positivo, en el ejemplo que sigue, por el negativo. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 149 Un analizado sueña que entra en la habitación de una chica morocha con la que quiere tener relación sexual. Pero en la misma habitación está presente otra mujer que impide que esta relación se realice. Asocia con esta mujer a su esposa, y con la chica mo- rocha a su hijo morocho. Menciona también los celos de su mujer frente a la relación muy buena existente entre él y su hljo. Algunas otras asociaciones referentes a su dificultad de sentir al analista y a sus interpretaciones aclaran el sueño. En el fondo, la chlca morocha representa una parte de él (es real- mente morocho) y por lo tanto su relación femenina con el analista-padre; la otra mujer (esposa) repre- senta la madre celosa (interna) frente a su buena relación con el padre. La angustia ante sus senti- mientos femeninos hacia el padre-analista proviene (en gran parte, pero no exclusivamente) de su fan- tasía sobre los celos y el odio que esta situación pro- vocaría en su madre -celos y odio que él mismo había sentido hacia ella y que proyectó luego sobre ella-. Es esta angustia ante su relación femenina (en la que intervienen también su angustia de cas- tración y otros factores) la que hace que en el sueño manifiesto él asuma el papel masculino ( reintroyec- tando su parte masculina proyectada en el padre- analista) y coloque su parte femenina fuera, en la chica morocha (el hijo). Y es rechazando esta misma angustia cómo el analizado se desvincula emocional- mente del analista y de sus interpretaciones. 4) La situación edípica negativa aparece en forma similar en el ejemplo siguiente, y nuevamente a tra- vés de la relación del analizado con la interpretación. Se trata de un hombre de 48 años, médico, casado con una mujer que padece de intensos celos patoló- 150 HEINRICH RACKER gicos. El analizado se queja, además, de Ja fuerte rivalidad que siente su mujer con él, y que se expresa especialmente en su hostilidad frente a Jos éxitos profesionales del analizado y en la continua critica que le hace ante sus hijos. últimamente, el analizado ha sentido despertar su amor por una joven colega, Berta, que trabaja con él, y por la que se cree, en la actualidad, bien querido. A esta su situación entre dos mujeres se refieren sus preocupaciones principales del momento. En una sesión, el analizado critica al analista por haberse ocupado, en los Ultimes tiempos, de la   ci6n transferencia! y por haberle interpretado todos sus conflictos reales como conflictos entre las propias partes de su yo, descuidando así sus problemas en la realidad externa. Se analiza esta critica a la inter- pretación como expresión del conflicto transferencia!, manteniendo el analista su linea de conducta inter- pretativa. En la sesi6n siguiente el analizado empieza diciendo que al salir de la sesión pasada habla sentido un nuevo entusiasmo por el análisis. Le había im· presionado, especialmente, lo que el analista le habla interpretado con respecto a sus celos y rivalidad ha- cia el analista. Luego relata el siguiente sueño que tuvo en la noche entre la sesión pasada y la de este, día, y cuyo análisis poné de manifiesto el significado inconsciente de los conflictos actuales del analizado con las interpretaciones. Y o llamo por teUfono a Berta, con el pretexto del trabajo en común. Mi mujer me pide el auricular y yo se lo doy, Cuando Berta contesta, mi mujer la insulta, diciéndole algo como "puta". Berta corta tonces la comunicación. A pesar de esto yo retomo el auricular y digo algo como para reafirmar ante mi ESTUDIOS SOBRE TÉ'.CNICA PSICOANALÍTICA 151 mujer que yo habla hecho el llamado con fines de trabajo. Una serie de hechos y asociaciones de los que sólo puedo reproducir aquí unos pocos, aclaró el sueño. Uno de estos hechos era el bloqueo afectivo del ana- lizado frente al analista, que en un momento dado de la sesión anterior se había intensificado notable- mente. Otro hecho era de que el analizado habla faltado a una de las últimas sesiones para encontrarse con Berta, y el análisis de esta conducta había mos- trado que él se defendía de fuertes celos. frente al analista (o bien, celos frente a la pareja unida de los padres transferidos) , poniendo al analista en la situación del "tercero excluido" al reunirse él con Berta. La situación subyacente al sueño había sido dada por la sesión anterior. El analizado se había sentido "llamado" por el   en sus sentimientos libidinales hacia éste, y en un primer momento el analizado (en el sueño: Berta) habla respondido posi- tivamente. Fue en este momento cuando la madre celosa existente dentro de él (en el sueño: su mujer) intervino "insultando" a su parte femenina (rival de la madre). Ante este hecho él (Berta) "cortó la co- municación" con el analista, quien efectivamente bía seguido interpretando aun cuando el analizado ya había interrumpido la conexi6n afectiva con él y con sus interpretaciones. El sueño manifiesto es un intento de elaborar este conflicto angustiante transferencia!. En primer. lugar, el analizado reintegra nuevamente, en el contenido manifiesto, su parte masculina, que en la transferencia había puesto (en parte) en el analista. De esta ma- nera cahna su angustia ante la percepción de sus sentimientos y deseos femeninos (Berta dentro de él) 152 HEINRICH RACKER frente al analista, y al mismo tiempo calma su an- gustia ante sus sentimientos hostiles (su mujer dentro de él) hacia la pareja, siendo ésta, en sus pensa- mientos !atentes, él (Berta) y el analista-padre. La   celosa y rival era, originariamente, él núsw mo frente a la pareja unida de sus padres. (Los sen- timientos de culpa por estos impulsos hostiles han causado su ulterior sometimiento a esta imago   teadora de sus relaciones libidinales. El analizado acept6 esta interpretación, pero la situación descripta seguía viva en lo que sucedió luego en la sesión, pudiendo ser elaborada por la repetida interpretaci6n de la conducta del analizado frente a las interpretaciones. Por ejemplo, una de ellas fue contestada por el analizado con las palabra;; : "Creo que es corno usted dice." El "creo" era una transacN ción entre "Berta dentro de él'\ que mente sintió la interpretación como cierta, y "su jer dentro de él", que por celos y rivalidad le saboteaba su posibilidad de unirse sentidamente con lo que el analista le decía. El análisis del sueño muestra también claramente que la situación traumática era la situación   rencial, de manera que la exigencia del analizado (al comienzo de la sesión anterior) de que el analista no descuidara sus problemas en la realidad externa y que representaba (uniendo presente y pasado) las situaciones edípicas internas y transferenciales, obe· decía al mismo mecanismo de defensa del que se sirve el analizado en el sueño, transformando la an- gustiante situaci6n transferencia! de sus pensamientos oníricos latentes en la situaci6n del conflicto actual del sueño manifiesto. El sueño pone también de manifiesto el encubri- miento de la relaci6n lidibinal transferencia! por Ja ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 153 relación de trabajo analítico. En la sesión siguien- te el analizado trae un sueño en el que la ecuación entre potencia interpretativa del analista y potencia genital, es aun más clara. La elaboración de su parte celosa y rival permitió al analizado una mejor culación afectiva "femenina" con el padre-analista y sus interpretaciones, y con ello una mejor aceptación de su propia masculinidad y paternidad. 5) He expuesto en los últimos ejemplos predomi- nantemente material onírico. En forma similar ex- presa el material de la realidad externa (es decir, las asociaciones referentes a los acontecimientos del presente y pasado) las situaciones edípicas internas y transferenciales, y en especial los conflictos   cos de los analizados con la interpretación. Quisiera exponer brevemente dos ejemplos que lo ilustran, tra- tándose esta vez de mujeres en análisis. Una analizada -profesora y muy ilustrada en psi- coanálisis- trae una serie de asociaciones referentes a acontecimientos externos y personas ajenas al ana- lista, con un contenido edípico transferencia! muy claro. A la primera interpretación, que señala esta situación, ella responde con la pregunta de cómo el analista había llegado a esta conclusión. El analista le contesta mostrándoselo a través de su material, pero conserva para uso ulterior la sensación contra- transferencial, provocada ante todo por el tono de su pregunta, de que ésta había sido regida por su riva- lidad intelectual con él como profesional. Ella res- ponde a la aclaración diciendo que no puede sentir nada de lo que el analista le ha dicho, y se plantea el problema de por qué ella rechaza con tanta inten- sidad sus sentimientos ( edipicos) hacia el analista como hombre. Asocia que en una época anterior, su transferencia erótica había perturbado mucho la 154 HEINRICH RACKER relación con su novio, quien se había vuelto muy celoso. No quiere que le pase lo núsmo de nuevo. Se le interpreta que el novio celoso, con intensa riva- lidad con el analista, es una parte de ella misma que se opone a la uni9n de ella (en sus sentimientos femeninos) con el analista (como padre) . Ella res- ponde que la interpretación le parece rebuscada. "Dice mi rival (varón) dentro de usted", le contesta el analista, y se lo demuestra, recordándole que mien- tras escuchaba una de las interpretaciones anteriores, ella, en un momento dado, se había reido por el pla- cer que le causaba encontrar expresadas por el ana- lista sus ideas tal cual estaban en su inconsciente. Es decir, que ella había sentido que lo que éste le decía era cierto, pero luego apareció el rival del analista dentro de ella y negó su potencia de unirse con ella y de darle comprensión y placer. Las reac- ciones siguientes de la analizada confirmaron este conflicto edípico en la relación de ella con la inter- pretación *. 6) El segundo ejemplo. La analizada -mujer joven, casada, médica, que aspira a Ja carrera analí- tica- luchaba (en forma similar al caso anterior) contra el retorno de sus sentimientos femeninos edi- picos hacia el padre-analista y se cerraba igualmente frente a sus interpretaciones o discutía con ellas. En una sesión en la que se refirió con sus primeras palabras a su problema afectivo con el analista, asoció seguidamente que la noche anterior había estado junto con su marido, en una reunión social, donde * Quisiera recalcar que me limito --en este como en los demás ejemplos-- a determinados aspectos de la situación, dejando de lado otros, de importancia igual o aun mayor. He señalado al comienzo de este capítulo el punto de vista en el que se basa la selección de los aspectos que expongo. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 155 se encontraron casualmente con el señor X. :i!ste 13. "hartó" pronto, pues hablaba continuamente de su "obra". "Es un pedante", dice la analizada. Más tarde el señor X conversó con ella a solas, criticando al esposo de la analizada, especialmente por sus su- puestos celos. Esto la fastidió, internamente, muchí .. simo. El analista le señala primero la secuencia d< sus asociaciones -el haber hablado primero de su relación difícil con el analista y luego sobre las difi- cultades con el señor X-, lo que sugiere una simili- tud de situación y problema. La analizada rechaza esta interpretación, diciendo que nunca encontró upe- dante" al analista. Seguidamente ella recuerda a su hija, que con mucho entusiasmo se expresa con respecto a las cua .. lidades del doctor A. (analista y, como la analizada sabe, amigo intimo del analista de ella). La allalizada agrega que el entusiasmo de su hija por el doctor A. y su mujer provoca en ella y en su marido ciertos sentimientos de rivalidad. El analista interpreta que la hija es ella en su parte de niña y el doctor A. representa al propio analista, por el cual tiene, laten- temente, mucho entusiasmo; pero ella rivaliza tam- bién con su analista, por esta niña que tiene dentro de ella. .Lo que ella contó sobre su encuentro con el señor X expresa algo similar. Su parte rival estaba muy presente cuando éste hablaba de su "obra", lo mismo que está presente cuando el analista le hace una interpretación (como ya le fue señalado en sesio- nes pasadas) . Ella es también el hombre celoso frente a la pareja que la niña dentro de ella desea formar con el analista-padre. La analizada (que un rato antes habla rechazado una interpretación) dice: "En un sentido tiene usted razón" (y señala un aspecto de la interpretación). 156 HEINRICH RACKER Se le interpreta que la niña que está dentro de ella piensa del analista así como su hija piensa del doc- tor A., o sea que el analista es un "fenómeno" y que sabe todo (según sus palabras) . Pero el var6n rival y celoso existente en ella quiere que el analista no sepa nada, que no tenga razón en nada. Estas dos partes de ella hacen una transacci6n y de alli que ella admite y recalque que en un sentido el analista tiene razón. Nuevamente se expresó así -y análogamente en los sucesos siguientes de esta y otras sesiones- el con- flicto edípico de la analizada a través de su relaci6n con la interpretación, intensificándose la "resistencia transferencia!" masculina como defensa frente a la transferencia femenina, más temida y resistida. Y nuevamente permiti6 el análisis del conflicto edipico frente a ]a interpretación, la disminución de la de- fensa, el mayor surgimiento de lo rechazado y su elaboración en la conciencia. IV. Análisis de un caso Quisiera ahora e.'<poner un caso que he podido observar durante un tiempo prolongado a través de un análisis de control. Este caso mostrará una serie de conflictos infantiles, en varios planos y aspectos de Ja evolución psicosexual, tal como aparecieron en la relación con la interpretación; además, pondrá de manifiesto algunas causas de ]a reacción terapéutica negativa, la que sin embargo pudo ser vencida, en cierto grado, ante todo por medio de la elaboración de estos mismos conflictos transferenciales. Se trata de una joven de 30 años, maestra de pro- fesi6n. Es la menor de cuatro hermanas. Sus padres, de origen alemán, se radicaron en el país a raiz de ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 157 las persecuciones políticas en 1933, habiendo sido el padre comunista activo. El problema principal de la analizada es su extrema dificultad de relacionarse con el hombre. Su idea consciente es que ningún hombre se acerca a ella eróticamente porque --según su fantasía- ella es fea. Vive en una constante an- gustia, que ella refiere a su soledad y a la imposi- bilidad de que esta situación se modifique .iamás. La situación analítica muestra, sin embargo, un cuadro bastante diferente en cuanto a la relación interpersonal. En primer lugar, no es el analista quien la rechaza, sino que es ella la que, en ciertos aspec- tos, lo rechaza constantemente a él. Viene al añ.álisis con toda regularidad, pero ya en la comunicación de sus asociaciones debe luchar con una conside- rable resistencia. Sus dificultades culminan en su re- lación con las interpretaciones. Existe un rechazo latente de la interpretación ya antes de que el analista empiece a hablar, rechazo que el analista percibe claramente en su contratransferencia. Una vez expre- sada la interpretación, la analizada la rechaza de uno u otro modo: con un ''no'', contradiciendo, con un "sí, pero", con silencio, diciendo que no siente nada o pasándola por alto en sus asociaciones ulteriores. El análisis de estas respuestas mostró las siguientes situaciones subyacentes: 1 ') Aceptar la interpretación significaba, en un plano, unirse con el analista-padre y representaba la realización del crimen edípico. Pudo verse, por ejem- plo, que la analizada no "agarraba" (según decía ella) o no sentía la interpretación, porque esto equi- valía a "agarrar" o sentir el pene del analista-padre lo que hubiera llevado (como mostró en sueños) a la desesperación y al suicidio de la madre, puesto que ésta perdia así (a través de la unión entre su hija 158 HEINRICH RACKER y su esposo) sus dos seres más queridos. En otros términos, aceptar la interpretación equivalía a la realización de ciertas fantasías rnasturbatorias que implicaban la muerte de la madre. Recibir realmente la interpretación y admitir que ésta diera realmente fruto en ella significaba también concebir y dar a luz un hijo, fruto del incesto. 2') La analizada realizaba, pues, la defensa frente al crimen edlpico mediante el rechazo constante del padre-analista, o más exactamente (ya que se trata de un rechazo parcial) mediante el rechazo de la interpretación-pene. Una de las consecuencias de es- ta repetida agresi6n defensiva era la vivencia de ha- ber castrado o dañado al padre-analista y las angus- tia.' depresivas y paranoides implicadas en ella. En cada sesión en que este rechazo ganaba sobre las tentativas del analista de vencer esta dificultad, la analizada introyectaba y llevaba luego consigo un pa- dre castrado, dañado y enojado, es decir, un perse- guidor. Su angustia consecutiva se debía a esta per- secución interna. Dentro de este plano, el beneficio patológico con- sistia en estar libre de culpa y persecuci6n frente a la madre edípica. Cada sesión era una coartada, una demostración de su inocencia. 3•) Esta situaci6n puede también ser descripta en los términos siguientes. La analizada llevaba dentro de sí una imago materna que se oponía, con violentas amenazas, a que ella aceptase la interpretación-pene. La percepción inconsciente de esta oposición materna -que equivale a la percepción del peligro de quedar sola como mujer- provocaba una intensa y conti- nuada angustia. En un plano más profundo, esta imago materna era ella misma, oponiéndose a la unión sexual de los padres, por celos y envidia. Estos ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 159 sentimientos hostiles se dirigían luego, en la situación analítica, tanto contra la interpretación-pene como contra la parte femenina de ella misma, que en su inconsciente representaba también a su madre. Esto pudo ser visto, por ejemplo, a través de un sueño en que la analizada vivía con regocijo el impedimento de un casamiento entre un hombre que representaba al padre-analista y una muchacha que representaba a su hermana mayor y --en su fantasía- rival vic- toriosa en la lucha por el amor paterno. En esta hermana ella había colocado la parte sexual de su madre, pero en última instancia su propia parte se- xual edípica. El sueño fue desencadenado por una sesión en la que ella había desechado todas las tenta- tivas del analista de hacerle aceptar sus interpreta- ciones. De esta manera ella habia impedido el casa- miento entre su padre y su madre dentro de ella, o sea, entre su padre y ella misma. El sueño manifiesto calma su angustia latente al negar que la persona cuyo "casamiento" está en juego, es ella misma. 4') Sin embargo, la conducta rechazante frente a la interpretación se debía también, dentro del plano edípico, a otros motivos. La interpretación represen- taba además el no-pene, es decir, representaba la frustración de los deseos genitales y de maternidad, ya que consistía -según decía la analizada- "sola- mente en palabras". El rechazo de la interpretación era, pues, también la expresión del odio, de la ven- ganza contra el padre porque éste no Ja había satis- fecho sexualmente. Era como si la analizada, de ni- ña, se hubiera encaprichado y dijera, a través del rechazo de ]a interpretación: "ya que tú, padre, no me diste tu pene ni un hijo, ya que me rechazaste como mujer y me hlciste así sufrir tanto, te voy a rechazar en cualquier otra cosa que me quieras dar 160 HEINRICH RAOKER y hacerte sufrir de esta manera. No quiero recibir de ti nada que no sea el pene y el hijo". La anali- zada despreciaba, pues, la interpretación, porque no era el pene (en el fondo, porque era el pene frus- trador), vengándose con este desprecio de la frustra- ción sexual y del desprecio que ésta le habla signifi- cado. Inducía y seducía al analista a interpretar, castrándolo luego de la misma manera que ella se había sentido inducida y seducida a desear al padre, sintiéndose luego "castrada" como mujer*. 5•) El padre asi atacado -sea por necesidad de defensa, o sea por venganza- se convertía (como he dicho) en un objeto dañado y perseguidor. Esta si- tuación aumentaba la angustia y desconfianza frente a la interpretación y su rechazo, puesto que le atri- buía intenciones destructivas. Por otra parte surgían preocupaciones cariñosas frente al padre dañado y tendencias de repararlo y de restituirle la confianza en sí mismo ayudándole en su labor analítica. La imago paterna perseguidora tenía, además, otra raíz; era una ego-imago, era la analizada misma ata- cando a su madre. En cuanto la analizada se identi- ficaba con la madre, es decir, en cuant.o adoptaba una posición femenina (por ejemplo, frente a·la inter- pretación), ella corría el mismo peligro de ser ata- cada. LO señala un sueño en que ella debe ser some- tida a una operación ginecológica y rechaza con   u ~ cha angustia al cirujano que la iba a operar, pidiendo con urgencia otro cirujano. Los dos cirujanos, el * También Ja envidia de pene apareció con claridad en su conflicto con la interpretación, pero predominantemente como defensa masculina frente a sus angustias de ser mujer. Debajo de su envidia frente al padre subyacía su envidia frente a la madre, y en especial frente al pecho materno. Veremos este conflicto más adelante. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 161 bueno y el malo, representan no sólo el padre-analista querido y el odiado, sino también el propio cariño y odio de la analizada hacia la madre y su vientre. Frente al sentimiento de culpa y al temor a la reta- liación que le había provocado la percepción de estos impulsos hostiles hacia la madre, ella se había defen- dido proyectándolos en el padre (origen de la escena primaria sádica) . Ahora que el análisis estaba pro- moviendo nuevamente -en la transferencia- sus de- seos femeninos, ella corría el mismo peligro de conver- tirse en la víctima de los ataques del padre. Su temor y desconfianza frente a la interpretación provenía, pues, de que ella había colocado en el padre-analista ( cirujano) aquellos propios impulsos ambivalentes hacia la madre sexual. 6 9 ) A los conflicto> expuestos se agregaban las di- ficultades de aceptar los diversos contenidos de las interpretaciones. Estas pueden ser diferenciadas, gros- so modo, en las que señalaban las luchas de la anali- zada con sus sentimientos agresivos y las que seña- laban sus luchas con sus sentimientos de amor. Las primeras eran rechazadas porque el sentimiento de culpa referido a la agresión era dificil de soportar y porque aumentaban la vivencia de la pérdida del objeto (analista) . Las segundas eran rechazadas de- bido a este mismo sentimiento de culpa, es decir, porque la analizada no se sentía merecedora de ellas o porque significaba ]a unión incestuosa con el ana- lista-padre (ya que implicaban sentirse querida y querer) o bien porque la aceptación de la parte cari- ñosa implicaba sentir culpa. 7Q) Los conflictos universales expuestos hasta aquí se expresaban en esta analizada con especial inten- sidad y con características específicas, condicionando durante un tiempo prolongado un alto grado de reac- 162 HEINRICH RACKER c1on terapéutica negativa. Debemos, pues, considerar algunos aspectos específicos de sus conflictos infantiles y su expresión en sus relaciOnes con la interpretación. La intensidad de su rechazo de la unión con la inter- pretación equivalía, por una parte -como he seña- lado-, a la intensidad con que la analizada se habia opuesto a la unión de los padres. Por otra parte equivalía a la intensidad con que ella, en una época, se había volcado hacia el padre, y la violencia corres- pondiente con que se habla alejado de la madre*. Ella debía ahora sufrir la misma soledad a Ja que había condenado, en un tiempo, a su madre. Esto se hizo evidente, por ejemplo, a través de su fantasía de que ella -según sus palabras- "le importaba un rábano" al analista, fantasía que tenía su origen en una situación en la que su padre era todo para ella mientras que la madre le "importaba un rábano". Esta situación, en que la culpa frente a la madre era intensamente- reprimida, fue "realizada" en sus actos masturbatorios (y sus equivalentes ulteriores) ; las in- tensas sensaciones del placer masturbatorio aumen- taban la sensación de realidad de estas fantasías * Estas intensidades (y otras a las que me refiero más adelante) requieren, a su vez, una explicación. Pero por un lado, este problema está un tanto alejado de nuestro tema central, y por el otro, no sabría decir nada al respecto que no haya sido ya expresado por Freud (Análisis terminable e interminable}, por M. Klein 46, 52 y otros autores. Por ejemplo, la intensidad con que la analizada rechazaba la unión de los padres se basaba en una fuerte intolerancia frente a la carencia sexual, y ésta en un intenso masoquismo constitucional. Por otra parte, su masoquismo fue reforzado secundariamente por el apoyo real que obtuvieron sus sen- timientos de culpa por ciertos hechos externos. Así, por ejemplo, el hecho de que su ·madre no hubiese podido tener más hijos (debido, adi;más, al nacimiento de la paciente) refor7.Ó su fantasía de haber destruido el vientre materno con sus ataques contra los padres unidos. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 163 maníacas. En correspondencia con esta total exclu- sión de la madre de su sentir (que incluye como aún veremos, una intensa disociación y negación de la imago querida de la madre y de los sentimientos cari- ñosos hacia ella) , la analizada había disociado toda esperanza para ella misma como mujer. Esta espe- ranza por un propio futuro positivo y su propio ins- tinto de vida disociados fueron colocados --en un plano- en el analista, en su interpretación, de la que ella tenia que quedar totalmente separada, y más aún, a la que tenía que paralizar, anular, atacar y destruir de nuevo en cada sesión. Ella estaba, pues, identificada proyectivamente con el eros o instinto de vida puesto en la interpretación (latente o mani- fiesta), y al atacarla atacaba a su ser y vida propios, junto con el objeto querido, fuente de su vida. De allí la terrible angustia al plantear el analista -en la cúspide de la reacci6n terapéutica negativa-, la eventual interrupci6n del análisis, ya que éste ( apa- rentemente) no le era de ninguna utilidad. Lo cierto es que -como he dicho- en el analista y su inter- pretación estaba colocada, aunque en forma parali- zada, su propia esperanza -y el hombre (padre) a quien esperaba-, aunque al mismo tiempo esta esperanza nunca debía realizarse. Superficialmente, ella había "cedido" la vida y la capacidad sexual a los padres-analistas y quedaba sometida a la situa- ción de . la niña excluida de los placeres. 8') En esta situación el analista adquiría el signi- ficado de los padres unidos sexualmente y la interpre- tación era la expresi6n de tal unión, o bien del fruto de ésta. Iba dirigido, pues, contra la interpretaci6n, el odio inherente a los celos, la envidia y la voracidad frente a los padres unidos y a su capacidad de tener hijos. Un sueño en que la analizada devora a una 164 HEINRICH RAOKER ntna (preparada a la manera de filet de pescado) muestra este odio voraz. En un aspecto, la rúña es la analizada misma que se devora a sí misma (por ejemplo, "tragándose" muchas de sus disociaciones}, por la envidia que le provoca la felicidad de los pa- dres de tener tal hija. En otro aspecto, la niña repre- senta a todo producto del analista (de los padres unidos) y en especial sus interpretaciones, que son tragadas de manera similar, "sin que quede rastro alguno" de ellas (según ella asociaba con el crimen del sueño) . El acto de devorar es al mismo tiempo una victoria maníaca, un apoderarse del producto de la potencia sexual y creadora de los padres, y la des- trucción de éstos (del pecho, pene, hijos, etc.). Esta situación es, primeramente, una inversión de la situa- ción básica, en la que la riqueza es del analista mien- tras que la carencia, la necesidad y el deseo son de la analizada. En la situación maniaca (tragada la niña) el analista depende de la analizada, pero al mismo tiempo la situación está acompañada por an- gustias persecutorias o por intensos sentimientos de culpa. El sueño mencionado muestra estos últimos, pues continúa de la manera siguiente: la analizada se siente terriblemente culpable frente a los padres de la niña devorada y acude al analista, quien sin embargo rechaza sus excusas y declara el crimen cometido imperdonable. Comprendemos así por qué la analizada, como defensa ulterior, invierte nueva- mente Ia situación, colocando toda satisfacción y po- der en el analista y desdiciéndose de toda esperanza. Con esto se libera al mismo tiempo de toda culpa- bilidad. La propia esperanza, el propio deseo de progreso son colocados, a través de una intensa esci- sión, en el analista, y .es rechazada toda tentativa de éste de integrar esta parte en la analizada. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 165 En esta situación vuelve lo originariamente rechaza- do, ya que vuelve la situación de carencia, la que es vivida como persecución, mientras es aún mantenido (por identificación proyectiva) un deseo de vida, y la que es vivida como muerte cuando ( aparentemen- te) cesa todo impulso libinal. Estamos, pues, nue- vamente ante la sucesión y estratificación arriba exw puesta, la que -en términos de tendencias- ha sido descripta por Freud en la sucesión del masoquismo . primario (que implica las "situaciones depresivas y paranoides primarias") , del sadismo (el que, al ser volcado el instinto de muerte hacia los objetos, im- plica la "situación maníaca primaria" y, en su consew cuencia, las "situaciones depresivas y paranoides se- cundarias") y del masoquismo secundario (que implica una liberación de culpa y de persecución retaliativa y por lo tanto una vivencia "maníaca secundaria", pero representa al mismo tiempo -ya que vuelve la situación de carencia- un retomo en la defensa de las "situaciones depresivas y persecutorias primarias"). 9') Quisiera ahora ejemplificar, a través de la re- lación 'de la analizada con la interpretación, tres si- tuaciones infantiles de importancia especial. Se trata primero de una situación depresiva, luego de una situación maníaca y finalmente de una situación esquizo-paranoide. En un sueño aparece un caballo que se acerca, con intenciones amorosas, a una yegua. Estando cerca, el caballo retrocede con espanto, pues ve que la cabeza de la yegua está cortada (en línea horizontal), fal- tándole toda la parte superior. Las asociaciones de la analizada indican que, en un plano superficial, este sueño expresa su fantasía de que cualquier hom- bre retrocedería con espanto ante ella, al ver destruido su vientre (de acuerdo con las fantasías retaliativas} 166 HEINRICH R.ACKER etcétera). Debajo de esta fantasía está la otra: Ja fantasía infantil de haber destruido ella el vientre materno. Esta angustia depresiva se ha actualizado en los días precedentes al sueño por la vivencia de la analizada de haber atacado la cabeza del analista- madre, de haberle cortado su cerebro y de haber des- truido, a través de los ataques contra sus interpreta· cienes, toda su capacidad de tener hijos-interpre· taciones. Es, pues, en el fondo, ella, la que retrocede espantada al tomar contacto con su obra destructiva. En defensa frente a esta vivencia depresiva, ella se identifica con el analista-madre atacado, ·poniendo en él su espanto, su sentimiento de culpa y su pena depresiva (véase 5 9 ). Un día, 1a analizada viene a la sesión muy diver- tida por la noticia que acaba de leer en los diarios: algunos hombres de ciencia exigían que la luna fuera declarada libre, autónoma e independiente. "¡Qué absurdo -exclama, la luna es de quien la ve! ... ¡ Así son Jos hombres en su afán ilimitado de pose- sión, pretendiendo hacer la invasión total en el es- pacio!" Estas asociaciones se referían también a la situaci6n transferencia!. Ella rechazaba en aquellos hombres de ciencia la parte de ella que ya se ha apoderado de todo el mundo, es decir, de Jos padres- analistas. Ella los llevaba dentro, habiéndolos tra- gado (como a la niña del sueño) y más bien conside- raba absurda la supuesta pretensi6n del analista de llevar una existencia independiente fuera de ella. En asociaciones ulteriores criticó a una mujer por la rigidez con que se atenía a las ideas que un hombre (a quien la analizada criticaba por su conducta om- nipotente) Je habla transmitido. Al señalarle el ana- lista que la analizada criticaba en aquella mujer su propia rigidez mental, Ja analizada responde que eso ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 167 es cierto pero que por lo menos son propias las ideas a ]as que se aferra tercamente. Es decir, que ella lleva dentro, al mismo tiempo, al hombre creador de ideas. Ella es hombre y mujer a la vez, es Ja pareja unida, se fecunda a sí misma y da a luz a sus hijos. Se comprende que esta fantasía y conducta maníaca en que ella es el todo, anule la existencia del analista y haga superfluas slls interpretaciones. En ciertas ocasiones era claro que ella rechazaba una interpretación porque era el analista quien la expre- saba y no ella; cuando en otro momento la analizada había tenido Ja misma idea, la había aceptado plena- mente. De esta manera la analizada trata de defen- derse frente a Ja situación básica en que el analista es todo y en que ella lo ataca envidiosa y celosamente. Pero se entiende también que esta conducta maníaca lleva a su vez a vivencias depresivas y paranoides dada la anulación (destrucción) de Ja existencia del analista. El análisis constante de las situaciones expuestas, en la transferencia v en la relación de la analizada con la   originó poco a poco un cam- bio. Como ya he mencionado, Ja defensa última de la analizada (la más superficial pero la más intensa) consistía en declararse excluida definitivamente de Ja vida de mujer. Con este mecanismo ella era la víc- tima mientras que Jos padres-analistas y en especial la madre, podían ser señalados como los victimarios. Negando la imagen buena de Ja madre, Ja analizada podía mantenerse libre de los sentimientos de culpa frente a ella. En el sueño siguiente se anuncia ya el cambio señalado. Ella va a lo de su tia -a Ja que describe como muy dulce y cariñosa- y alguien no deja pasar a ésta por un cerco. La situación de ltt tia es sumamente precaria y le provoca mucha pena. La 168 HEINRICH RACKER analizada le promete hacer por ella todo lo posible para ayudarla. Se despierta de este sueño con un intenso sentimiento de culpa, sentimiento que duM rante mucho tiempo de su análisis ella no podía per- cibir. En sus asociaciones dice que en la realidad su madre había hostigado cruelmente a esta tia (her- mana suya), y agrega que esta conducta de la madre se debía seguramente a sus sentimientos de culpa por tener ella todo (esposo, hijos, dinero) mientras que la tía, después de un breve e infeliz matrimonio, vivía sola y en la miseria. La tía representaba, en uno de sus aspectos, al analista, quien en estos días había sido vivido como "dulce y cariñoso". El cerco representaba el cierre que la analizada le oponía internamente. Por otra parte la tia representaba a la propia parte "dulce y cariñosa" de la analizada, que ella mantenía da, "cercada" (disociada) de ella misma en su rela# ción con el analista. Históricamente la tía era la imago buena disociada de la madre o más   mente, como señala la palabra "dulce", la imago del pecho bueno. De esta manera reaparecían en la rela w ción de la analizada con la interpretac16n, algunas relaciones con el pecho. Se podían ver la disociación entre pecho bueno y malo y la correspondiente diso- ciación entre amor y odio. La relación de amor con el pecho bueno había sido mantenida lejos de la situación transferencia!, siendo consideradas todas las interpretaciones sin valor ni bondad, ya que, en esta forma, la analizada podía mantenerse libre de senti- mientos de culpa frente al analista-madre. Lo mues· tra la irrupción de culpa a raíz de este sueño, es de .. cir, al reintegrarse el amor y Ja imagen buena del pecho dulce, a través de las interpretaciones cariñosas. 10') Llegamos asi a los conflictos más profundos ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 169 de la analizada con la interpretación: sus conflictos con el pecho. Quisiera, para terminar, exponer aún un sueño que muestra algunos aspectos decisivos de esta relación. Estoy comprando a una mujer comunista (que vende cosas) un broche para mi blusa. El broche con- siste en muchas estrellitas que, vistas a la luz del día, tienen un brillo extraordinario. El broche tiene la forma de una lechuza. La mujer tiene dos broches, uno más grande y el otro más chico. Yo compro el más grande. Asociaciones: "Mi padre ha sido comunista. Ana (una amiga mayor que la analizada) es comunista. No tiene hijos; yo le decia que deberla adoptar algu- no. La doctora X (una psicóloga) es filocomunista. "El día antes del sueño fui con mi padre pués de mucho tiempo- al cine. En el noticiero vimos el Sputnik. Se vela el cielo estrellado y un punto luminoso que pasaba.   (una joven pintora) no trabajó durante mucho tiempo. Ahora volvió a pintar algo; hizo un cuadro de animales, entre ellos una lechuza ... La lechuza ve de noche . . . Y o conocí a María hace unos años; antes era muy linda, ahora lo es mucho menos. En estos últimos años estuvo en muv mal estado psicológico; tenía muchos conflictos su madre." Interpretación: La mujer del sueño es el madre (la esposa del padre comunista, la psicóloga comunista). Él es también como la amiga comunista Ana, la mujer sin hijos, con lo que la analizada alude al analista en cuanto éste no la tenía a ella como hija, en cuanto eila se negaba a ser hija de su madre. Las estrellas son las interpretaciones buenas que tas a la luz del dia brillaban mucho", siendo senti- 170 I-IE!NRICH RACKER das por ella como creaciones "maravillosas", como los Sputniks de los rusos comunistas. En su totalidad son como una lechuza, porque ven en la noche del inconsciente. Ella es como María que por sus flictos con la madre no es ya tan linda como antes; pero, como María, ella ha vuelto a trabajar en el análisis, es decir, ha vuelto a querer al analista, a darle vida sintiendo, apreciando, y aun admirando sus interpretaciones-estrellas, y de esta manera ha vuelto a crearlo (lo que equivale a hacer un hijo o una madre) . Lo que ella compra es uno de los dos broches para su blusa, es decir, adquiere para sí >mo de los dos pechos de la analista-madre. Ella elige el más grande, quedándose el analista con el más chico, de Ja misma manera como en la sesión prece· dente al sueño ella se había equiparado a una mujer, analizada de una famosa analista, que a raíz de un gran éxito había fantaseado ser más que su madre espiritual. El sueño muestra, pues, que las interpretaciones son sentidas como los aspectos y contenidos maravillo· sos del pecho, y que la capacidad de "ver en la noche", de descubrir la verdad, es equiparada a la capacidad del pecho de dar vida. La admiración por el pecho es -como ha señalado M. Klein- la base para la admiración de toda capacidad creadora. La analizada se sentía mala hija (o no-hija) mien- tras no quería reconocer la bondad y capacidad de este pecho (las estrellas sólo brillaban si se las tenía a la luz) , Ella ya sabía que este pecho era bueno pero lo quería tener ella, superando a la analista.   interpretación fue, en un primer momento, sentida con gran placer por la analizada. En su pri- mera reacción ella estaba maravillada por lo que el ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 171 analista había podido ver a través de su sueño. Pero esta vivencia desapareció en seguida, cediendo a ideas pesimistas con respecto a su estado y a su futuro. La admiración y la buena relación con el analista· madre fue huevamente interferida -como puede comprenderse a través del sueño-- por su rivalidad y envidia. Además, aceptar plenamente la bondad del analista hubiera significado soportar el peso de los sentimientos de culpabilidad. Esto se evidenció por el hecho de que la analizada pronto se lanzó a nuevas acusaciones contra el analista y contra la inuti- lidad de sus interpretaciones. Se declaraba harta de ellas y de las mujeres en general. Al señalarle el arialista que ella había convertido tan pronto en comida mala, la comida que él le había dado y que le había gustado tanto, ella siguió su acusación di- ciendo que la madre le daba siempre leche con san- gre (refiriéndose a un suceso real) . Pero era claro que en esta defensa frente a su sentimiento ~   culpa retornaba su culpa por sus sentimientos hostiles ha- cia la madre. Sus sentimientos hostiles hacia el ana- lista -representados en un sueño en la noche si- guiente por un cachorro de tigre que pide carne humana- convirtieron también las interpretaciones, en su vivencif!,, en una me?cla de leche y sangre. A través del análisis de la relación transferencia} de la analizada con la interpretación, fueron, pues, elaborados poco a poco, sus más importantes con- flictos infantiles. Al mismo tiempo se alcanzaron paso a paso -aunque siempre también con pasos hacia atrás- cambios importantes de la relación con las interpretaciones que hicieron posible una mejor acep- tación y asimi1ación de éstas. De esta manera fue favorablemente interferida la reacción terapéutica negativa, disminuida la angustia y creada la base 172 HEINRICH RACKER para mejores relaciones con los objetos internos y externos. RESUMEN Y COMPLEMENTOS La importancia de estudiar y analizar con conti- nuidad la relación del analizado con la interpreta- ción se basa en los siguientes hechos: Primero: El análisis de la transferencia es el cen- tro de la labor analítica. La interpretación es la expresión principal del analista; de ahl que la rela- ción del analizado con la interpretación se constituye en un tema central del análisis de la transferencia. Segundo: La interpretación es prácticamente el único instrumento técnico del analista. De la relación del analizado con la interpretación dependen, pues, de- cisivamente la marcha y el resultado del proceso analítico. Tercero: Siendo la relación del analizado con la interpretación uno de los planos preponde- rantes en el que aparece la transferencia, esta rela- ción se presenta como uno de los campos principales del estudio de la infancia. Freud f u   ~ como tantas otras veces, el primero en descubrir y exponer estos hechos. En La dinámica de la transferencia, en sus Conferencias de introduc- ción al psicoanálisis y en otros escritos señala cómo los analizados cambian en su relaci6n con la labor y con las afirmaciones del analista. Muchos pacientes que en un comienzo dan pleno crédito a lo que el analista dice, modifican luego su actitud, perdiendo el interés por las interpretaciones o dudando de ellas. Las mujeres, en lugar de seguir colaborando, buscan el amor del analista, mientras que los hombres se rebelan contra él, no quieren deberle nada y les im- porta más mostrar al analísta su impotencia que cu- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 173 rarse. Es sabido que Freud descubrió en esta conducta de los analizados el retorno de sus relaciones infan- tiles de objeto, y que explicó este retorno señalando varias causas. En especial lo vio como expresión de la resistencia contra el análisis, es decir, ante todo, contra la interpretación. Freud recalcó que el anáM lisis de estas relaciones transferenciales constituyen el campo principal de las batallas por la curaci6n. Uno de los analistas ulteriores que más atención prestó a este mismo enfoque fue W. Reich. Señaló en especial la importancia de analizar la transferenM cia negativa y su influencia sobre la relación del analizado con la labor del analista. K. Horney, en un trabajo sobre la "reacción terapéutica negativa" ve la causa principal de ésta en la relación del ana- lizado con la interpretación. Señala que son, ante todo, la rivalidad y la envidia del analizado frente a la interpretaci6n buena las que originan el fracaso del tratamiento. M. Klein, en su último libro En- vidia y gratitud, ilustra muchos de los procesos pri· mitivos del niño a través de su retorno en la relación del analizado con la interpretación, muy especialM mente en cuanto se refiere a la envidia y gratitud del lactante hacia el pecho. También varios analistas argentinos han estudiado diversos aspectos de este mismo tema. Aparte de los autores ya mencionados anteriormente, deben seM ñalarse todos aquellos que en ocasión del Symposium sobre técnica en 1956 (cuyo tema central era la inter- pretación), han expuesto observaciones y consideraM ciones de gran interés al respecto. Debo aquí limiM tarme a llamar la atención sobre la Revista de Psico- análisis, tomo XIV, N° 1-2 ( 1957), en la que la mayoría de estos trabajos han sido publicados. La finalidad del presente trabajo es, en primer lu· ¡·74 HEINRICH RACKER gar, de índole práctica. Habla observado con fre- cuencia, que -aunque teóricamente conozcamos bien los procesos infantiles descriptos por Freud, Abraham, M. Klein, etc.- no siempre lográbamos redescubrir estos mismos procesos en Ja práctica diaria, en la transferencia de los analizados, y en especial en la re- lación y conducta de los analizados con la labor del analista. Sin embargo, esta relación constituye la realidad actual-infantil más importante de los anali- zados. Me pareció, pues, de utilidad exponer algu- nas de mis observaciones, pensando que podrían ser de ayuda práctica para los que tienen menos expe- riencia que yo. En segundo lugar quise utilizar una parte del mate- rial para exponer algunas observaciones con respecto a los procesos que, a mi juicio, subyacen a una serie de impulsos y sentimientos como la envidia, la voraw ciclad, los celos, etc., que desempeñan un papel im- portante ya en el desarrollo primitivo del niño. Estos impulsos son considerados por muchos analistas, y en especial por M. Klein y su escuela, como último sustrato de los 'procesos profundos y como factores i::onstitucionales básicos que no pueden ser derivados de otros procesos. Sin embargo, la observación se· ñala que estos impulsos son precedidos regularmente por sucesos psicol6gicor subyacentes, o sea, que son ya una consecuencia y una respuesta interna a otro proceso interno. Con esta afirmación no está puesto en duda de ninguna manera el carácter cional ni de estos impulsos en sí ni de sus   des. Sólo se afirma la existencia de impulsos subM yacentes que explican dinámicamente el surgimiento de aquéllos, es decir, de la envidia, de la voracidad o de los celos. Quiero señalar, además, que estas observaciones e ideas mías resultan ser nada origi· ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 175 nales; un análisis detenido muestra que son redescu- brimientos de determinados descubrimientos de Freud. l\.fe refiero en especial a su teoría del instinto de muerte. Si mis observaciones tienen algún mérito, éste reside en la demostraci6n de la existencia de estos procesos instintivos a través de sus expresiones mentales, las fantasías inconscientes. De esta manera creo haber podido señalar concretamente, en la prác- tica, lo que ,para Freud era aún en parte teoría y lo que para muchos analistas de hoy (ante todo los analistas que rechazan las ideas de M. Klein) sigue siendo teoría, y además teoría muy dudosa y no aceptada. Por otra parte, M. Klein, en cuya obra el instinto de muerte desempeña un papel tan im- portante, se refiere sólo a determinadas expresiones de él, sin considerar regularmente el sadismo e im- pulsos afines (como la envidia, la voracidad, etc.) como originados en el masoquismo primario, tal co- mo Freud lo hacía con respecto al sadismo. Mi idea es, en síntesis, la siguiente: 1°) Siempre se encuentra detrás de la envidia, de la voracidad y de ]os celos, o más precisamente, de- trás del odio y del deseo de destrucción contenidos en ellos, un desencadenamiento del masoquismo primario. 2•) Probablemente debe tomarse mucho más tex- tuahnente el deseo masoquista primario, el deseo por la propia muerte (o si se prefiere, el impulso sádico dirigido contra el propio yo) como expresi6n incons- ciente y primaria de Tanatos, en lucha contra el de- seo de vida. Generalmente reconocemos en la prác- tica, hasta ahora, sólo el masoquismo secundario, o bien reconocemos el masoquismo primario corno dis .. posición a aceptar y someternos a la agresión prove- 176 HEINRICH RACKER niente de afuera. Pienso en cambio que debemos además reconocer e interpretar un deseo inconsciente original, innato, de muerte, anterior al sentimiento de culpa y al vuelco de la agresión hacia adentro, y anterior a la agresión proveniente de afuera, un im- pulso (los románticos dirían una nostalgia o un an- helo) por la muerte, que obra en y sobre nosotros pero también a través de nosotros, es decir, efectiva- mente como deseo inconsciente por la destrucción del yo. 3 9 ) Esta afirmación -que en su esencia no es otra cosa que una reafirmación de la conocida idea de Freud (la que, en otros aspectos, fue recalcada entre nosotros por A. Garma)- no constituye una duda con respecto a las afirmaciones de M. Klein de que los impulsos agresivos propiamente dichos, como el sadismo, la envidia, etc., sean impulsos innatos, cuyas intensidades y características son de naturaleza cons- titucional. La observación sugiere efectivamente que la capacidad (y la necesidad) de dirigir agresión (en sus distintas formas, niveles y sublimaciones) hacia afuera es también -por lo menos en parte-- constiw tucional. Peto la misma observación señala que estos impulsos alo·agresivos se producen (o mejor qicho: se reproducen), reproduciendo siempre de nuevo su origen dinámico (su camino filo y ontogenético), a partir del masoquismo. En otras palabras: se pro- duce la agresión siempre de nuevo a partir del dolor o de la angustia. Éstos pueden, desde luego, ser in· conscientes y provenir de épocas lejanas. Su expresión se encuentra en las fantasías que (junto con los   m ~ pulsos y sentimientos con los que van enlazados) he denominado situación depresiva primaria y situación paranoide primaria. Esto es mostrado, en el trabajo presente, en el ESTUDIOS S0l3RE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 177 ejemplo de la envidia. En mi trabajo sobre Estra- tificación lo ejemplifiqué a través de los celos (y de otros fenómenos psicológicos) 69 • Lo mismo vale tam- bién para la voracidad, que presupone psicológica- mente algo como un barril sin fondo, es decir, la ac- tuación de un determinado componente del maso- quismo (secundario y primario) que impide o difi- culta la satisfacción. Quisiera aún llamar la atenci6n sobre una cuestión técnica de gran importancia, ligada a lo expuesto. Creo que al verificarse la existencia del deseo origi- nal inconsciente por la destrucción del yo, éste debe interpretarse como tal y también mostrarse los pro- cesos masoquistas subyacentes bajo la envidia 1 la vo- racidad y los celos. Empero, debe tenerse mucho cuidado de no tapar con tales interpretaciones el odio contenido en estos impulsos y los sentimientos de culpa relacionados, ya que se taparía con ello nada menos que "la posición depresiva". Por ejem- plo, los celos paranoicos se deben, en primer lugar, a la espera de castigo por la hostilidad edlpica y no pueden modificarse a menos que el analizado se en- frente con esta hostilidad en todo su alcance. Pero a su vez esta hostilidad se basa en un inconsciente deseo de autocastración, anterior a los sentimientos hostiles; éste debe ser igualmente interpretado, pero a su debido tiempo. He mencionado hasta ahora dos fines perseguidos con mi trabajo. El primero y preponderante era el fin práctico y técnico de vincular nuestros conoci- mientos teóricos siempre más con nuestra labor d i   ~ ria, y en especial con la realidad transferencia!. El segundo (y secundario) fin era aclarar estos puntos algo oscuros de la psicopatología a los que acabo de referirme. Hay un tercer aspecto o fin de este tra· 178 HEINRICH RACKER bajo, un aspecto que se agregó sin que, en un prin· cipio, me lo haya propuesto. Me refiero al señala- miento de aquella sucesión e interrelación dinámica de determinadas situaciones de dolor, a.11gustia y de- fensa que he expuesto en mi trabajo sobre Estratifi- caci6n, que vuelven a aparecer y, a mi juicio, a con- firmarse en el material expuesto. Al describir en el trabajo presente las diversas situaciones que apare- cieron en el nivel oral, en la fase femenina y en el plano edipico, surgió en mí cada vez el deseo de comprender la interrelación dinámica de estas dis- tintas situaciones dentro de cada uno de los planos psicosexuales, y cada vez de nuevo la observación y la reflexión me impusieron aquella misma sucesión y "estratificación". Quisiera aún recalcar al respecto unos pocos pun- tos. Veo como básica en esta sucesión psicopatológica una vivencia de dolor, efecto de experiencias filo u ontogenéticas del instinto de muerte, en su choque con el instinto de vida del organismo biopsíquico *. He llamado a esta vivencia "situación depresiva p r   ~ maria", por el dolor y la tristeza que incluye, dolor y tristeza que se refieren al daño experimentado por el yo. De esta vivencia deriva la situación siguiente, la "situación paranoide primaria", en la que el yo teme un iinpacto o aun lo sufre, pero refiriendo ya el origen de tal sufrimiento a una imago de objeto que dañó o intenta dañar al sujeto. El instinto. de muerte aparece, pues, proyectado. El acento de la vivencia no está más en el dolor por el yo dañado, sino en el temor (y luego en el enojo) frente al objeto perse- guidor. He recalcado, en este trabajo, una imago * Se entiende que estas uexperiencias del instinto de muerte" provienen de la actividad de éste incrementada ante todo por frustraciones o. agresi_ones externas. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 179     que configura a este perseguidor; me refiero a la imago del ideal-perseguidor. Pues la ob- servación muestra que estas vivencias persecutorias primarias, inherentes a la frustración y a la carencia en uno u otro sentido, se relacionan con fantasías de una imago que no sólo tiene tales intenciones des- tructivas sino que al mismo tiempo se queda con lo bueno, lo deseado y no - poseído por el su jeto, no poseído sea como gratificación o como poder. En otras palabras: el instinto de muerte es provocado o estimulado, por una parte, por la frustraci6n libi- dinal, siendo en tal situación proyectada sobre el objeto la tendencia destructiva inherente al instinto de muerte, y al mismo tiempo proyectado el bien apetecido por el instinto de vida, el bien con el que el objeto realmente o aparentemente se queda. Por otra parte, el instinto de muerte es provocado por to- da otra clase de carencia, en especial por la dife- rencia de poderes, siendo también en este caso pro- yectado el instinto de muerte que tiende a hacer vivir al yo su pobreza; al nüsmo tiempo es proyec- tada la riqueza (la potencia libidinal) de la que el yo carece. De estas maneras se origina la imago primaria del ideal-perseguidor. Un segundo punto que quisiera recalcar es lo que he llamado la "situación maníaca primaria". Cono- cimos, gracias a la labor de Freud, Abraham, M. Klein y varios otros analistas, una serie de procesos inherentes a la manía, pero estos prOcesos aparecieron sólo parcialmente correlacionados entre sí. Ahora bien, creo que existe un determinado mecanismo central en la manía que une y explica muchos de aquellos procesos. Me refiero a la identificad6n del yo con aquel ideal-perseguidor que va acompañado de la simultánea proyecci6n del yo perseguido y reba- 180 HEINRICH RACKER jado de la situación precedente, es decir, de la situa- ción paranoide primaria. Se entiende bien, creo, que este mecanismo implica y explica los distintos proce- sos maníacos, o sea: la vivencia de la omnipotencia (ya que ahora es el yo que se ha convertido en el ideal-perseguidor), el control de los objetos (en es- pecial de los perseguidores), el desprecio de los de- más, el triunfo sobre los perseguidores, la vivencia de liberación, el estado de excitación e hlperactivi- dad, y la negación de la realidad subyacente interna y externa. En esencia todo esto ya estaba potencial- mente contenido en la fórmula de Freud para la mania que, según él, consiste en la fusión del yo con el ideal del yo. Sólo he recalcado el proceso paranoide subyacente, su origen, los mecanismos de identificación y proyección implicados en aquella fu- sión, y he unido en esta situación maníaca primaria los diversos fenómenos que han sido descriptos ante- riormente por diversos autores. No quiero extenderme más sobre estos puntos teó- ricos, y para terminar sólo quisiera aún resumir en pocas palabras los contenidos especlficos de cada uno de los cuatro capítulos anteriores del trabajo. En el Capítulo I me refiero al retomo de las rela- ciones y conflictos del niño con el pecho y con el vientre materno, en la relación del analizado con la interpretación. El acento está puesto en la impor- tancia de reconocer y a:nalizar estos conflictos pro- fundos en el ''aquí y ahora" de la situación analítica. Señalo también la interrelaci6n dinámica de los pro- cesos inherentes, expuesta en mi trabajo sobre "Es- tratificaci6n". En el Capítulo II ilustro el retomo de la "fase femenina" ( M. Klein) 46 en la relación del analizado con la visi6n, comprensi6n e interpretación del ana-   ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 181 lista, y vuelvo a señalar la misma "estratificación" en este nivel. Allí expongo asimismo lo que he observado con respecto a los procesos subyacentes a la envidia, etcétera. El Capítulo III se refiere al retorno del complejo edípico positivo y negativo, en la relación de los analizados masculinos y femeninos con la interpre- tación. Lo ilustro a través de material onírico y de material de vigilia (de la realidad externa). Al ex- poner ·este material intenté también familiarizar al analista o estudiante menos experimentado con la aplicación práctica de algunas de las enseñanzas de varios analistas ingleses. Me refiero en especial a la interpretación de las imagos de objeto (que aparecen en los sueños y en el material de la realidad externa) como imagos de partes del yo, y la interpretación del interjuego de estos ego-imagos en función de la actual situación transferencia!, tal como fue recal- cado por Fairbairn y luego por M. Klein y su escuela. La última parte del Capitulo III, en la que ex- pongo "material de la realidad externa", debe ilus- trar cómo aparece también en éste el conflicto actual transferencia! (y el retorno de los conflictos infanti- les) a través de la relación del analizado con la interpretación. El último Capitulo (Cap. IV) muestra un caso (visto a través del "análisis de control"), en el que "la reacción terapéutica negativa" pudo ser modifi- cada debido especialmente a la continuada inclusión del análisis de la relación de la analizada con la interpretación. Fue en esta relación en la que la batalla con las resistencias y las angustias transferen- ciales encontró su campo central y donde se encon- traron algunas de las posiciones estratégicas decisivas de este proceso analítico. ESTUDIO V LA NEUROSIS DE CONTRATRANSFERENCIA * l. lntroducci6n El significado que se da a la contratransferencia y la importancia que se confiere a los problemas corres.. pondientes depende del significado que se da a la función del analista dentro del proceso psicoanal!tico de transformación interna. De alú que, antes de en- trar en el tema de la contratransferencia, recuerde brevemente lo que ba sido dicho con respecto a este proceso. Freud lo sintetizó en las fórmulas "hacer consciente lo inconsciente" y "superación de las resistencias". Estas fórmulas son, en el fondo, idénticas, sólo que la segunda expresa con más precisión que se trata no solamente de hacer conscientes los impulsos, sino también las resistencias inconscientes. Freud   o m ~ * Este trabajo fue presentado en la .Asociación PsicoanaR litica Argentina, en septiembre de 1948. Esta fecha explica también por qué las referencias a trabajos sobre contratrans· ferencia aparecidos en los años que siguieron sólo aparecen en algunas notas al pie, agregadas ulteriormente. El lector encontrará referencias bibliográficas más detalladas en el Estudio VI. El trabajo presente apareció en el lnternat. Journal of Psycho-Anal., Vol. 34, 1953, y, en forma abre- viada, en la Revista de Psicoanálisis, tomo XII, 1955, bajo el título "Aportaci6n al problema de la contratransferencia". ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 183 plementó estas síntesis, señalando que las batallas decisivas por la transformación tienen lugar en el plano de la transferencia. Formulaciones ulteriores -de Ferenczi, Rank, Reich, etcétera- subrayan o bien especifican uno u otro aspecto de este proceso, contenidos ya todos en la fórmula de Freud. La des- cripción del proceso psicoanalítico por J. Strachey 'º se refiere directamente al plano transferencia!. Se- ñala como central y decisivo el hecho de que el psicoanalizado, repitiendo su infancia, se encuentra con un objeto que sin enojo ni angustia enfrenta los impulsos instintivos de aquél, dirigidos hacia este mismo objeto, el analista; de esta manera puede ser introyectado en el superyó un objeto que es más tolerante y comprensivo que los "objetos arcaicos". También esta fórmula expresa, en su esencia, lo mis- mo que la síntesis de Freud: pues las resistencias principales -euya superación significa la curación, según Freud- derivan de los objetos prohibidores y frustradores introyectados, cuya superación Stra- chey establece como lo esencial de la curación. La función del analista dentro del proceso analí- tico es, pues, doble. Primero, el analista es intérprete de los sucesos inconscientes, y segundo, es objeto de estos mismos sucesos. De esto resulta inmediatamente una doble funci6n de la contratransferencia: ésta puede intervenir o interferir, primero, en cuanto el analista es intérprete, y segundo, en cuanto es objeto de los impulsos. Con respecto a lo primero, la contra- transferencia puede ayudar, dificultar o falsear la percepción de unos u otros procesos inconscientes. Pero la percepción también puede ser correcta, mas lo percibido provocar reacciones neur6ticas y éstas perturbar la capacidad interpretativa. Con respecto a lo segundo -el analista como objeto-, la contra- 184 HEINRICH RACKER transferencia concurre en las expresiones de su ser y en su conducta, las cuales influyen a su vez sobre Ja imagen que de él se forma el analizado. Éste per- cibe -a través de las interpretaciones, su forma, la voz, la actitud del analista en todos los aspectos de su contacto con el analizado fuera de su labor mera- mente interpretativa, etc.- uno u otro estado psico- lógico del analista; a esto se agrega tal vez las -aún discutidas- percepciones telepáticas del analizado. La contratransferencia, al influir sobre la compren- sión y la conducta del analista, influye pues sobre el analizado y en especial sobre su transferencia, vale decir sobre el plano del que depende en gran parte tanto Ja transformación de su personalidad co- mo también la transformación de sus relaciones de objeto. Así como en el analizado, en su relación con el analista, vibra su personalidad total, su parte sana y neurótica, el presente y el pasado, la realidad y Ja fantasía, así también vibra en el analista, aunque con diferentes cantidades y cualidades, en su relación con el analizado. Las diferencias entre estas dos rela- ciones están dadas, ante todo, por la diferente situa- ción externa e interna del analizado y del analista en el tratamiento analítico, y por el hecho de que este último ha sido ya analizado. Sin embargc queda en pie la afirmación ulterior, pues tampoco el analis- ta está libre de neurosis. Parte de su libido quedó ligada en la fantasía -a los objetos introyectados- y por lo tanto sigue dispuesta a ser "transferida". Parte de sus conflictos endopsíquicos ha quedado sin resolver y pugna por una solución por medio de 1.as relaciones con los objetos externos. Además, sobre la profesión y sobre la situación social y económi- ca con ella vinculada, son transferidas situaciones ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 185 internas centrales. Finalmente, la relación directa con el analizado se presta a la transferencia, ya que Ja elección de Ja profesión analitica en si se basa -como todas las elecciones- en las relaciones de objeto de la infancia. Y as! como el conjunto de imá- genes, sentimientos e impulsos del analizado hacia el analista, en cuanto son determinados por el pasado, es llamado transferencia y su expresión patológica es denominada neurosis de transferencia, así también al conjunto de imágenes, sentimientos e impulsos del analista hacia el analizado, en cuanto son determi- nados por su pasado, es llamado contratransferencia, y su expresión patológica podría ser denominada neu- rosis de contratransferencia. La transferencia existe y se manifiesta siempre. De la misma manera la contratransferencia existe sietnpre y se manifiesta siempre, sólo que -aquí corno allá- es a veces difícil percibir estas marúfes- taciones e interpretarlas. Lo que aquí más nos interesa es aquella parte neurótica de la contratransferencia que perturba la labor del analista. Cada analista sabe muy bien que tampoco está él plenamente libre de dependencias infantiles, de representaciones neuróticas de objeto y sujeto, de mecanismos patológicos de defensa. Pero ciertos hechos -que nombraré a continuación-:- ha- cen pensar en las dos diferentes formas de "saber'', de las que habla Freud cuando descubre ei signifi- cado de las resistencias. También el saber del analista sobre la contratransferencia neurótica es -por lo ge- neral- primero sólo un saber teórico. También aquí deben ser vencidas las resistencias para hacer posible la conciencia real de lo inconsciente, y también aquí debe seguir luego la elaboración. Además parece que este proceso evolutivo está regido por la misma 186 HEINRICH RACKER ley fundamental haeckeliana que rige los procesos biogenéticos: así como los procesos contratransferen- ciales representan descubrimientos relativamente díos en la historia -la filogénesis- de la ciencia psicoanalítica, así también -aunque con diferencias individuales- suelen ser tardíos en la historia de cada miembro y posiblemente también de cada grupo del movimiento analítico. Citaré ahora algunos de los mencionados hechos que señalan la ex.iste_ncia de esta resistencia. Ante todo: se escribe y se habla poco sobre este tema*. El hecho de que el número de los trabajos oficial- mente publicados sea reducido y que en ellos, por lo general, el tema esté tratado no muy ampliamente ni muy profundamente, podría aun ser explicado, aduciendo que este tema no se presta para la publi- cación. Pero también en la literatura analítica "eso .. térica" hay muy pocos trabajos al respecto **. En los historiales clínicos la contratransferencia raras ve- ces se menciona y menos aún se trata con profun- didad. A mi juicio, estos hechos se deben, por lo menos en parte, a una resistencia. Parece que entre los temas analíticos la contratransferencia se trata un poco como a un niño del que los se aver ... * Esta afinnaci6n perdió entretanto en parte su validez. En los años que siguieron a la presentaci6n. de este trabajoJ aparecieron una serie de estudios importantes sobre la tratransfer6icia (Winnicott, 1949; Heimann, P., 1950; Reich, A., 1951; Little, M., Gitelson, M., 1952; todos publicados en Int. J. Psycho-Anal). ** Conozco dos de estos trabajos: el de O. Fenichel: Theoretical implications of the didactic analysis   fiado en el Topeka Inst. oí y el de M. GER: Dificultades psicol6gicas del psicoanalista principiante (leído en 1948 en la Asoc. Psicoanalit, Argent.; no cado). ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 187 güenzan. Pero esta vergüenza, o mejor dicho, el peligro que amenaza el "auto- y alo-aprecio" del analista, por ser analizado y analista y seguir siendo neur6tico, no es más que una expresión superficial de las causas de las resistencias contra el hacerse consciente de la contratr3.nsferencia. Detrás de éstos están todos los temores y todas las defensas inhe- rentes a su neurosis; la situación profesional sólo reviste con nuevos términos a antiguos impulsos, imágenes y angustias. En algunos tratados sobre técnica, al analizar la posición interna que debe tomar el analista en su labor, son diferenciados, ante todo, dos aspectos*. Por un lado, el analista debe abrirse en su sensibi- lidad y en su intuición psicológica frente al material del analizado; identificándose con él, debe hacer de su inconsciente un "cuerpo de   para el inconsciente de aquél. Por otro lado tiene que hacer uso de su intelecto, el que concibe conscientemente lo que sintió el inconsciente, lo liga y lo separa, ana- liza y sintetiza, diferencia lo esencial de lo secun- dario, tiene presente, en lo posible, el proceso de enfermedad y de curación como totalidad, y deduce y elabora de ahí la intervención terapéutica, o sea, la interpretación de dar y la conducta a seguir **. Este doble proceso experimenta una complicación por el hecho de que no sólo el objeto sino también el sujeto del trabajo -el analista- debe ser observado psicológicamente. El analista tiene, pues, que adop- * Véase, por ejemplo, Fenfchel: Problemas de la ni ca analítica 13. ** Tampoco esta parte intelectual de Ja labor del lista es nunca tan exclusivamente "cerebral" como podría aparecer por esta' diferenciación -esquemática. Siempre se entrelazan la actividad intelectual y la intuitiva. 188 HEINRICH RACKER tar una vez más la rrúsma "doble posición" que toma frente al analizado, y eso frente a sí mismo. Ese oscilar entre el olvidarse de sí y el recordarse a sí, entre su entrega al analizado y el control de sí mismo, por un lado; el oscilar dentro de cada una de estas dos posiciones entre la posición de recepción intui- tiva y de discriminación intelectual por el otro lado; este oscilar entre ser instrumento pasivo-sensible (so- bre el que tocan el analizado y el analista mismo) y ser doblemente oyente crítico-racional, esto perte- nece a las funciones técnicas básicas del analista, y su observación y su desarrollo son de importancia correspondientemente básica. Sobre la necesidad de dirigir la atención a los procesos internos del analista, dice Freud (Análisis terminable e interminable) 32 : "Pero esto solo --el análisis didáctico-- no bastaría para la formación del analista, si no se contara con que el impulso des- pertado por el propio análisis continuase después de su conclusión, es decir, que los procesos de modifi- cación del yo persistiesen espontáneamente en el ana- lizado y utilizaran todas las experiencias ulteriores en el sentido que aquél acaba de adquirir. Esta espe- ranza se confirma realmente y, en la medida de su realización, capacita al analizado para convertirse en analista." Las observaciones con respecto a la propia contra- transferencia y luego a la contratransferencia de los candidatos (en análisis o en control y la conciencia de su gran importancia en la labor psicoanalítica se convirtieron en un estímulo para exponer algunas de las experiencias hechas. Lo que en esta expo- sición importa en primer lugar, es el enfoque con que, a mi juicio, . la contratransferencia puede ser consi- derada ventajosamente. La parte patológica de ella ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 189 es una expresión neurótica como cualquier otra y debe ser elaborada con la total herramienta analítica. JI. El complejo edlpico positivo en la contratransferencia De la misma manera que la neurosis original y la de transferencia, también la neurosis de contratrans- ferencia está centrada en el complejo de Edipo *. En este plano cada paciente masculino representa fundamentalmente al padre, cada paciente femenina a la madre. En forma similar a la neurosis de trans· ferencia, también aquí los factores reales, como la edad del objeto (en este caso: del analizado), su fi- sico, su situación psicológica general, estados por los que pasa, etc., actúan como agentes que reevocan uno u otro aspecto de lo que ya está preformado en el analista como situación edípica interna. Consideraré aquí separadamente la contratransfe- rencia frente a los dos sexos. Frente a la paciente-mujer están, pues, latente. mente predispuestos todos los sentimientos e impulsos que estaban dirigidos hacia la madre en el curso de la vivencia edípica. Conforme a la naturaleza originariamente positiva de esta relación, están en disposición -y ya antes de conocer a la analizada- sentimientos positivos e impulsos genitales. En co- rrespondencia a la prohibición de los impulsos activo- fálicos en la situación edípica por un lado, y a la situación analítica por el otro lado, ·en la que la ac- tuaci6n genital está prohibida al analista en forma análoga, los sentimientos y los impulsos toman fácil- * Me limitaré a los signüicados para el   190 HEINRICH RACKER mente un carácter "fálico-pasivo". El deseo incons· ciente consiste aliara -dentro de este plano-- en que la analizada se enam0re del analista y de su pene, lo que puede por ejemplo manifestarse cons· cientemente (o bien cooperar) en el deseo de que la enferma haga una buena transferencia _positiva. Esta situación contratransferencial tiene     cías sumamente importantes. Siempre que se origina un deseo por el enamoramiento de la analizada (o por la transferencia positiva) y este deseo es seria· mente frustrado, surge el rechazo u odio hacia ella. El deseo de ligar eróticamente a la madre se puede traducir también en el deseo de que la analizada no establezca nuevas relaciones amorosas extratransfe- renciales. El peligro de este deseo aumenta por la circunstancia de que la regla de abstinencia (con respecto al acting out) se presta para la racionaliza- ción de _aquel deseo. Por otra parte puede surgir una inhibición de aconsejar el cumplimiento de la regla de abstinencia (o -como se acostumbra hoy día- de interpretar en este sentido), como forma- ción reactiva contra el deseo, vivido con culpabili- dad, de ligar a la paciente y de utilizar la regla para ese fin. El deseo de ligar a la analizada corresponde tam- bién al deseo de los padres de no "soltar'' a sus hijos. Siendo la liberación del analizado de la dependencia infantil y de su equivalente transferencia! el eje de la terapia analitica, tendremos que admitir que aquel deseo del analista obra como una tendencia a no curar al enfermo. Junto, pues, al deseo de curar -que a su vez tiene profundas raíces en el   ciente-, existen tendencias en el analista que van en la dirección contraria. Nos encontraremos más adelante con otras situaciones del analista como, por ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 191 ejemplo, la envidia sexual, que igualmente pueden llevarlo a obrar, inconscientemente, en contra de la evolución del analizado. En períodos de intensa transferencia erótica acon- tece que las analizadas relatan que en sus últimas vivencias sexuales habían pensado en el analista. Aunque éste sabe perfectamente bien que él no es otra cosa que la pantalla para la proyección de un objeto infantil introyectado, vive a veces aquel acon- tecimiento en su inconsciente como una victoria so- bre el rival (el padre) ; puede entonces sobrevenir en él, por ejemplo, el impulso de pedir a la anali- zada un relato más detallado de esta situaci6n, movido por el deseo de intensificar el goce de la vivencia victoriosa; este impulso es fácilmente racio- nalizado por la importancia real que puede tener esta situación para la analizada. Por otra parte pue- de haber . también una inhibición reactiva al respecto en el analista, por la angustia de castración y el sen- timiento de culpabilidad vinculado con ese impulso edípico. En la transferencia erótica experimenta la anali- zada al analista -tarde o temprane>- como objeto (padre) rechazante y tiende frecuentemente a un acting out. Éste puede consistir en un "flirt" con mayor o menor realización directa; sus finalidades son, ante todo, huida a la libertad (librarse del liga- men transferencia]) y venganza contra el objeto rechazante. Esta venganza puede ser vivida por el inconsciente del analista como odio e infidelidad ha- cia él y provocar a su vez en él angustia y odio. En este caso el analista puede revivir; a través de las palabras de la paciente, la escena primaria en forma directa o simbólica, con el contenido que tuvo para él en aquel entonces: una grave agresión de los pa- 192 HEINRICH RACKER dres -aquí, especialmente de la madre- contra él. Algo análogo puede acontecer frente a la vida se- xual de la paciente con su esposo*. Una analizada que había comenzado con una buena transferencia positiva -y el joven analista con una buena contra- transferencia-, desde cierto momento eliminó a éste completamente de sus asociaciones comunicadas. Este rechazo por parte de la enferma, junto con una intensificación de su vida sexual con el esposo, se conectó con la situación edípica del analista; éste vol"ió a ser el niño frente a los padres que se satis- facen sexualmente, excluyéndolo y rechazándolo. El analista quedó decepcionado y reaccionó interna- mente con fastidio contra la enferma -la "mala ma- dre"- y con sentimiento de inferioridad y envidia frente a su compañero sexual, el esposo. El odio de la analizada contra la imagen que había proyectado sobre el analista, se expresó en una intensa resistencia al cumplimiento de las reglas fundamentales del tra- tamiento. De esta manera se agregó a aquella frus- tración edípica aun una frustración en la profesión, la que a su vez también tiene un significado edípico (véase más adelante) . En casos donde la transferencia de la analizada era superficialmente muy positiva, donde el analista representaba el padre intensamente deseado, el   s ~ poso de la analizada representaba para ella -dentro de este plano- a la madre que prolúbe. Pero para el inconsciente del analista, el esposo era su propio padre, al que la madre engaña con él. Esta situación era por un lado satisfactoria, pero por otro lado aparecieron a veces angustia de castración y senti- miento de culpabilidad frente al padre (el esposo). * Compárese M. LANGER, loe. cit. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 193 Pero con la   del analista, el esposo se formó para él al mismo tiempo en el hijo rechazado, es decir, en el fondo, en el mismo analista. Esta identificación con el esposo (sea porque el esposo representa al padre querido dañado, o al analista- niño) hi:io que el analista luego pudiese desear, aun inconscientemente, que la paciente tuviese buenas relaciones sexuales con su esposo. Pero no admitía otro hombre; éste representa nuevamente al "padre malo", que le "roba" sexualmente a su madre. Otro aspecto del trauma edípico revivía un ana- lista en el caso de una joven que después de varios meses de análisis confesó que no había sido franca, que ya no era virgen, y que ya antes del tratamiento había empezado a tener relaciones sexuales con un hombre y las habla continuado durante el primer período del análisis. Esta declaración era para el analista algo así como una violenta repetición de un antiguo trauma; era semejante a la vivencia del- "es- clarecimiento sexual" al principio de la pubertad*; como si pensara nuevamente: "los padres siempre han hecho 'aquello', es decir, el coito; pero me lo han escondido y prohibido; me han engañado". La contratransferencia del analista con esta analizada había sido muy positiva, demasiado "positiva"; ella había sido la madre "pura", pero ahora se convirtió en una "puta". Además de esta frustración sexual, afectiva y narcisista, el analista experimentó tam· bién una frustración profesional; la falta de since- ridad de la analizada habla reducido sin duda el anhelado éxito terapéutico. También la profesión tiene, como ya hemos dicho, un significado edípico, * FREUD: Aportaciones a la psicología de la vida er6tica. Obras completas, t. XIII, pág. 80 y sigs., 'Edit. Americana. 194 HEINRICH RACKER que se agrega a la contratransferencia edípica directa hacia la persona en tratamiento. El analista había sabido que existían resistencias conscientes en esta analizada; pero, aparte de la   bilidad de Ja muchacha para ocultar los hechos, hubo motivos neuróticos en él que le habían cerrado el caM mino para presumir el contenido de Jo que ella con- fes6 más tarde. Estos motivos eran, en primer lugar, el deseo de una transferencia positiva por parte de la analizada, que hizo que el analista sobreestimara a aquélla y la confianza de la joven hacia él, y en se- gundo lugar, el deseo por la madre "pura", ambos provenientes del complejo de Edipo. Resumiendo: en la contratransferencia se repiten diversos aspectos de: la situación edípica. A veces el analista ama a la paciente genitalmente y desea su amor genital hacia él; Ja odia si ella luego ama a otro, siente rivalidad con este otro y celos y envidia (hetero y homosexual) por su placer sexual. A veces Jo odia si ella lo odia a él, y la ama cuando ella sufre, pues en este caso está vengado por su ción edipica. Siente satisfacción donde Ja transfe- rencia es muy positiva, pero también angustia de castración y sentimiento de culpabilidad frente al esposo, etcétera. Los peligros que estas reacciones contienen son evidentes. Ya he mencionado la tendencia del ana- lista a ligar a la paciente a él y las dificultades consi- guientes para la interpretación del acting out. A esto se agrega, por ejemplo, el temor ante las personas para las cuales la paciente es un objeto (erótico) importante, en cuanto elia tiende a abandonar a tas personas; surge, por ejemplo, el temor en el analista ante la agresión edipica proyectada sobre el esposo, si la paciente se dirige hacia otro objeto; ESTUDIOS SOBRF. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 195 o el temor ante la agresión edípica proyectada sobre los padres, si en el curso del tratamiento la muchacha virgen empieza a tener relaciones sexuales (deseo, culpa y temor de rebajar a la madre, convirtiéndola en prostituta, etc.). Aunque las reacciones neuróticas contratransferen- ciales fueran aisladas, la disposición para eUas es continua ·x·. Se producen cuando se encuentran cier- tas circunstancias en la vida y la personalidad de la analizada con ciertas circunstancias internas y exter- nas del analista. Se presenta ahora la cuestión de saber hasta dónde las situaciones expuestas tienen, o no, carácter general. Si se admite que la neurosis y el análisis son intenninables, también el complejo de Edipo lo es. En uno u otro aspecto se expresará, pues, también en toda contratransferencia. Lo que varía son las formas de su elaboración, la conciencia de él y los grados de su intensidad. ~ s t   s varían no sólo entre los diferentes individuos sino también entre las diferentes etapas -del día y de Ja vida- de cada uno. Pero aun en el mejor caso hay frustraciones externas e internas que hacen que "uno vuelva a sus primeros amores", odios y temores. Por eso pienso que a pesar de los rasgos individuales, propios a los destinos eclípicos individuales de los analistas cuyas experiencias comunico, lo expuesto tiene una base general y por Jo tanto cierta validez general. ·X- Lógicamente, mientras el analista se sabe bajo la in- fluencia de un impulso neurótico, debe postergar en lo posi- ble la comunicación de cualquier interpretación hasta haber analizado su situación y haberla superado en esta ocasión. Un índice de cierto valor práctico para saber que es la neu- rosis la que quiere imponerse, está en la compulsividad con la que a veces una interpretación quiere ser expresada. Claro está que detrás de esta compulsividad está el índice general de toda reacción neurótica: la angustia. 196 HEINRICH RACKER También frente al analizado masculino se manifies- ta -en determinadas circunstancias- la posición correspondiente al complejo edipico positivo, de am- bivalencia y rivalidad. Esto acontece con especial intensidad donde el analizado ha actuado (o esté aduando) ciertas tendencias del complejo edipico, cuya realización el analista ha deseado especialmente y suprimido, como es el deseo de robar a la mujer de otro. Como consecuencia pueden surgir en el ana- lista no sólo la envidia y el odio hacia el paciente, que perturban su posición interna analítica, sino también una satisfacción maliciosa por inhibiciones y temores en otros aspectos de la vida del mismo analizado. Las posibles consecuencias y los peligros de tal situa- ción contratransferencial son claros. Por esta razón -y para no sobrepasar los limites de este capitulo-- desisto de presentar más ejemplos y de entrar en otros detalles. Sólo quiero agregar que tengo la im- presión de que el complejo edipico positivo se mani- fiesta por lo general más frente a la mujer que frente al hombre, y viceversa, el complejo edípico negativo, más frente al hombre que frente a la mujer. Esto se explica posiblemente por el hecho de que el ana- lista -en general- tiene de por sí una posición preponderantemennte libidinal hacia sus analizados de ambos sexos. III. El complejo edlpico negativo en la contratransferenda En correspondencia con la ya mencionada angus- tia de castración, con el sentimiento de culpabilidad edlpico y con la decepción heterosexual en Ja vi- vencia edípica positiva, existen también 'las posiciones ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 197 pertenecientes al complejo ed!pico negativo. La si- tuación contratransferencial que en este plano se ma- nifiesta posiblemente con mayor frecuencia, es el deseo de ser querido por el analizado masculino. Se trata, tanto aquí como frente a la mujer, de un deseo muy complejo, que nos ocupará aun más adelante. En el plano que consideramos ahora, este deseo tiene por finalidad ser poseído analmente por el padre. Siendo este deseo rechazado, se convierte con f r   ~ cuencia en el deseo de poseer activamente al padre. El ano del padre puede ser reemplazado por su boca, y tanto el acto anal como esta felacio tienen al mismo tiempo el contenido de que el hombre (padre, hermano), en su enamoramiento del pene del sujeto, se someta y, por esta dependencia, pueda ser do- minado. Frente al analizado masculino existe, pues, virtual o realmente, el deseo de ser querido por él, el deseo de que él se someta y, más profundamente, todas las tendencias pasivas y activas de naturaleza homosexual. Esto se expresa, por ejemplo, en el amor del analista hacia el analizado mientras éste trabaja bien en su análisis, vence resistencias, obedece a "mi regla fun- clamental" (como decía un candidato) y se somete de esta manera al analista. Si no lo hace, el analista está frustrado en sus deseos homosexuales; detrás de la resistencia del analizado puede sentir el odio, y éste y la frustración sufrida despiertan a veces tam- bién el odio del analista. El sometimiento anal o bien oral del analizado y su amor homosexual significan para el analista que el padre le pertenece a él y no a la madre. De esta manera el analista está protegido también contra su envidia y latente odio hacia el padre por su .satis- facción sexual con Ia madre, protegido contra su 198 HEINRICH RACKER envidia y su odio hacia la mujer por su satisfacción sexual con el hombre, y contra el enojo con cada uno de ellos por dar al otro, y no a él, lo que él desea. Como ejemplo citaré primero la vivencia de un candidato frente a un analizado con formaciones re- activas muy intensas contra la dependencia anal y oral y con una tendencia muy pronunciada a reivin- dicar siempre de nuevo las frustraciones sufridas en el plano edípico. En efecto, uno de los motivos in- conscientes que llevaron a este . paciente al análisis, era el deseo de realizar mejor su venganza contra la madre y el padre. Ahora bien: este deseo existía, reprimido, también en el candidato. El paciente reali- zaba, pues, perversamente, lo que el candidato re- primía neuróticamente ·*. El candidato percibía la gran agresividad del enfermo contra el hombre en general y contra él en especial, lo que significaba una frustración de sus deseos homosexuales hacia el paciente. Esta frustración le hlzo ver contra qué sen- timientos displacenteros (odio y sus consecuencias, envidia, etc.) le debía proteger el amor homosexual del enfermo, aparte de la satisfacción que representa el logro de este amor mismo. Otra expresión encuentra el complejo edípico new gativo donde la mujer de un analizado -estando en rivalidad ella con el analista- se empeña en des- hacer la relación positiva del analizado con el anaw lista. En este caso la imagen de la mujer puede llegar a confundirse con la de la madre-rival del complejo ed!pico negativo del analista. * Es lógico que una tendencia reprimida se lleve mal con la perversión correspondiente, realizada por otra persona. La percepción de la perversión renueva el conflicto del neuró- tico y provoca, como defensa, el odio. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 199 También la imagen de la analizada misma puede confundirse con la imagen de la madre odiada del complejo ed!pico negativo. Citaré por ahora sólo el ejemplo de la analizada que está deshaciendo una relación interna positiva de su esposo o amante con el analista, quien en su inconsciente ya había   blecido, aunque de lejos, una relación homosexual con aquel hombre *. Es evidente que todas estas situaciones   transferenciales, correspondientes al plano edípico negativo, en caso de adquirir cierta intensidad y de permanecer inconscientes e incontroladas, causarán serias dificultades para la comprensión, interpreta- ción y conducta por parte del analista. IV. La contratransferencie. "indirecta" Para continuar, permítaseme recordar algo bien conocido. La vivencia ed!pica infantil (con la que nos hemos ocupado hasta ahora) lleva al estable- cimiento del supery6, cuya formación ya fue prepa- rada en los planes vivenciales anteriores. Con esto se ha e.reacio una situación interna que puede ser sintetizada en pocas palabras: la libido está -en parte- ligada a los objetos introyectados en el super- yó (el padre, más profundamente la madre, etc.). Los sentimientos de culpabilidad exacerbaron la ne- cesidad de ser querido por esos objetos. La acepta- * Así como el analizado, además de su transferencia con el analista mismo, establece transferencias con personas cer- canas al analista (familiares, otros analistas, etc.), así   blece también el analista, además de su contratransferencia con el analizado mismo, contratransferencias con personas cer- canas al analizado. Las primeras podrían llamarse para- transf er8ncias, las últimas para-contratransferencias. 200 HEINRICH RACKER ci6n del yo por parte del supery6 o por parte de los padres reproyectados, debe evitar la catástrofe, es decir, en especial, la castraci6n y la pérdida de objetó. En la situaci6n contratransferencial estos objetos introyectados pueden ser transferidos al analizado, y esto en dos formas: primero, al analizado como indi- viduo y segundo, al analizado como factor impor- tante dentro de otras relaciones de objeto del analista. La primera forma -Ja forma directa- es la que aparece en casi todas las situaciones contratransfe- renciales descriptas hasta aquí; los analizados mismos representaban al padre o a Ja madre. La segunda forma se refiere a la transferencia de los objetos in- troyectados, sea a la sociedad como "totalidad", por la que uno por ejemplo quiere "ser aceptado" me- diante la actuación profesional, científica, etc., o bien a un grupo social como puede ser el grupo anali- tico, o a uno u otro individuo (un analista, un fami- liar, amigo, etc.). También en todos estos casos (de la segunda forma) los objetos introyectados son transferidos al mismo tiempo al analizado, pero de modo indirecto; se podría hablar aqui de una sub- transferencia, para diferenciarla de la transferencia directa, en la que el analista desea ser querido, etc., por el paciente mismo. Por lo general se manifestaN rán, en mayor o menor grado, ambas formas -la directa y la indirecta- de contratransferencia. Para llegar a una comprensión más'. profunda de estos aspectos de la "neurosis de contratransferericia", expondré algunas situaciones concretas. Me referiré en primer lugar a situaciones, en las que el analista vivía frente a los analizados la menN cionada posición de subtransferencia, núentras la transferencia directa del supery6 era hecha. a algún otro objeto real como, por ejemplo, .a un analista ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 201 de "mayor jerarquía", a un "analista-padre". Expon- dré, en primer término, algunos casos en los que exis- tía el peligro de que el tratamiento fracasara. En algunos de estos anaHzados había también cierto pe- ligro de suicidio. Frente a estos peligros el analista suele --en mayor o menor grado-- angustiarse. ¿Qué eran, analíticamente, estos peligros? En algu_nos casos se presentó la idea de que si _el tratamiento   el analista sería violentamente criticado y perseguido por sus acusadores. l'tstos estaban representados por otro analista (por ejemplo, un amigo del enfermo), o por un pariente del paciente, o por su propio analista didáctico, el analista de control, la coffiisión directiva de la Asociación Psicoanalítica, etc. En estos objetos reales había sido proyectado -como ya he dicho- el supery6. El peligro que amenazaba al ana- lista era, pues, en el plano edipico, castrar al padre y conquistar a la madre. La angustia de castraci6n lle- vaba luego a procesos regresivos y a viejos mecf!,nis- mos de defensa. De esta manera solía renovarse lo que fue llamado el conflicto básico depresivo de la neurosis y de la psicosis *. En defensa frente a esta situación, es decir, defendiéndose el yo contra un superyó muy severo, surgen los diferentes mecanismos paranoicos, maníacos, etc. El superyó cruel es, en el plano edipico, el padre al cual el niño ha castrado o deseado castrar y quien lo amenaza con la castra- ción; en planos anteriores el niño está amenazado con ser matado, ser comido, etc. En las partes anteriores nos habíamos ocupado con los planos geIÚtal y anal de la "neurosis de contra- transferencia". Expondremos ahora algunas vivencias contratransferenciales en su expresión oral, en estre- * E. P1cHON-RlvIERE: Psicoanálisis de la esquizofrenia. Revista de Psicoanálisis, tomo V, N 9 2, 1947-1948. 202 HEINRICH RACKER cha conexi6n con los aspectos que estamos consi- derando. 1 ) U no de Jos mecanismos de defensa contra Jos peligros señalados es el sometimiento masoquista a los deseos de los objetos introyectados. Una enferma, por ejemplo, había sido mandada al candidato por un "analista-padre", cuyo aprecio con respecto a su capa- cidad como futuro analista le era muy importante. La enferma tenía mucha angustia y mucha "hambre". El candidato Je daba de "comer" cuanto podía, y después de pocos meses ella habia mejorado nota- blemente ·•. Pero en proporción al grado de enfer- medad de la paciente, el candidato se había angus- tiado, pues mientras ella seguía enferma, éste no habia cumplido con Jos deseos del objetivo introyec- tado y reproyectado, es decir, del "analista-padre". Su esfuerzo era un entregarse y abandonarse, un "des- hacerse", un "romperse todo", un "matarse" por ella; todos estos términos populares reflejan fiehnente la situación del yo sometido al superyó arcaico perse- guidor. Finahnente el candidato mismo se enfermó. Sabia que su enfermedad estaba relacionada con el análisis de esta paciente. Culpaba internamente a ella y a su     y la odiaba, hasta que comprendió que él proyectaba, y que era en realidad su propia "ham- bre" y el peligro de las frustraciones correspondientes lo que causaba su malestar. Su propia "hambre" correspondía a la voracidad de su superyó que habia proyectado, y viceversa. En otros términos: admitía * El dar las interpretaciones equivale a un dar de ccr mer, pues libera al analizado, poco a poco, del supery6 ar- caico, de esta boca mordaz y voraz introyectada, que comien- do del ser lo deja siempre con "hambre" y angustia. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 203 que ella ucomiese" de él, para poder "comer" él tam- bién; se "castraba" y se "mataba" un poco, para no ser castrado y matado del todo. 2) Otro mecanismo de defensa contra las catás- trofes señaladas es Ja identificación con el superyó proyectado y la proyección del objeto malo y culpable introyectado en el yo. En términos superficiales: no soy yo incapaz, sino que es el paciente el que no shve. En el caso de una enferma, la dependencia del super- yó de un candidato fue puesta en intensa vibración por la circunstancia de haber sido el primer caso que presentó en el Seminario de "Control colectivo". La enferma casi no hablaba, y lo poco que <leda no siem- pre era sincero. Era un caso muy difícil y el candi- dato puso especial ambición en hacerla adelantar: quiso mostrar al seminario que podía y sabía algo. Pero todo era en vano; al mismo tiempo el candidato sabía que era un principiante, es decir que segura- mente era posible llevar mejor el caso. Fracasó f r   ~ cuentemente con sus interpretaciones y demás em- presas técnicas frente a esta paciente, y finalmente hubo momentos en que llegó a odiarla. Para defen- derse de su sensación de impotencia e inferioridad, acusaba internamente a la enferma. Amenazado por el fracaso, estaba, pues, a merced de la persecución por el superyó, que habla proyectado de modo directo sobre el seminario, su director, etc., y de modo indi- recto sobre la enferma. Ella se convirtió en objeto perseguidor, y él mismo en sujeto perseguido. Pero en rebelión y defensa contra esta situación intolerable, y apoyado luego por objetos importantes (director y candidatos adelantados en el seminario), invirtió la situación: se convirtió (internamente) en sujeto per- seguidor y Ja enferma en objeto perseguido. Pero 204 HEINRICH :RACKER dado que la situación básica quedaba sin cambio, la situación ahora creada debe ser formulada más exac- tamente, asi: él era el perseguido perseguidor, y ella la perseguidora perseguida. 3) Mientras en esta situación paranoica el superyó sigue actuando en el fondo como perseguidor, exis- ten otros estados en !Os que a) el "perseguidor" es para la vivencia subjetiva transitoriamente "superado" o "eliminado" o bien b) donde el superyó se de .. muestra como objeto bueno que ama y acepta. En ambos casos pueden surgir estados maníacos. Tam- bién aquí continúa en el fondo la ·situación depresiva pero la lucha defensiva es -temporalmente- ganada, y la (aparente) vict0ria libera de angustia y de lucha. a) Una "eliminación" directa del perseguidor se efectuó en el caso siguiente, que expondré más deta- lladamente porque, además del mecanismo maníaco, se ve en él con claridad la situaci6n básica depresiva, como también las defensas paranoica y masoquista de la "neurosis de contratransferenCia,, del analista en cuesti6n. La enferma era una mujer de 34 años, soltera; el novio le babia pedido que se analizase. La causa de su pedido era la gran agresividad de la mujer contra él y su frigidez total. El caso se demostró pronto como muy serio, con un fuerte núcleo melan- cólico y amplias ramificaciones paranoicas (tentativas de suicidio, erotomanía, eritrofobia, etc.) ; al mismo tiempo la paciente tenía poca conciencia de enfer- medad. Las resistencias conScientes e inconscientes eran muy grandes y el joven analista tuvo pronto la impresión de que no seria capaz de ayudar a esta enferma. A pesar de esto no quiso abandonar el caso porque pensaba que, por pequeñas que fueran las ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 205 probabilidades de curación, el análisis era, sin embar· go, la única esperanza real de la mujer. El superyó del analista le exigía, pues, ayudarla, y su yo era impotente. Eso, junto con el hecho de que la paciente estaba estrechamente relacionada con el círculo ana - lítico, eran las causas de que un fracaso del trata- miento adquiriera para su inconsciente el significado de la castración, o bien de la pérdida de los objetos introyecfados. Frente a este peligro y frente a la an· gustia consiguiente, el analista se defendia por medio de la acusación (interna) de la enferma. Comenzó a odiarla. Este odio despertó en él sentimientos de culpabi· lidad. Mientras la situación de la paciente quedaba sin cambios; el analista oscilaba internamente entre la acusación de ella y la autorrecrinúnación Pero un acontecimiento externo provocó un día un cambio de la situación: el novio rompió definitivamente sus relaciones con la enferma. Esta cayó en una depre- sión y tenía serias intenciones de suicidarse. El odio del analista -ahora satisfecho- cedió, y sus senti- mientos de culpabilidad se volvieron violentos, pues él la había odiado y en su inconsciente tenia -mági· camente- la culpa de su desgracia. La enferma le transfería ahora, en gran parte, su odio y su acusa- ci6n contra los objetos primarios, contra el novio y contra el analista de éste. El analista de la enferma, perseguido por las acusaciones y por la amenazas de su superyó, se sometió entonces ampliamente a la agresividad (oral) y al "hambre" de ella. Le ofreció sus horas libres y no pocas veces, especialmente los sábados por la tarde y Jos domingos, ella se quedaba dos y tres horas en su casa, llorando, acusándolo, amenazándolo con suicidarse, etc. El   n   l i s t   ~ maso- quistamente, se dejaba comer, morder y castrar par- 206 HEINRICH RACKER cial y simbólicamente por ella, para evitar la catás- trofe total. Poco a poco la enferma mejoró, aunque sólo super- ficialmente. Pero el analista no tenía esperanza de lle- gar a una curación o un mejoramiento profundo. De ahí que, cuando la enferma encontró un nuevo jeto amoroso, él aceptó su renuncia al análisis, la que no había aceptado mientras la enferma estaba depri- mida. Lo que experimentó en el momento de dejar ella el análisis era un estado verdaderamente     co. Estaba "librado" del "objeto malo" y "librado 1 ' del superyó perseguidor, subtransferidos ambos alter- nativamente sobre esta enferma. b) En el caso recién relatado la manía se originó por medio de una "eliminación" del u objeto malo". Otras veces la manía puede presentarse por el hecho de que el 'cobjeto malo" se transforma en un objeto bueno, que ama y acepta. Esto acontece, por ejemplo, en el caso 1) de este capitulo: primero hubo una dura lucha terapéutica en la que el analista se sentla per- seguido por el superyó (la enferma y el analista- "padre" en aquel ejemplo) , y luego se produjo una notable mejoría real de la enferma. Con esta mejoría y el reconocimiento de ella por parte de la enferma y del analista-padre, estos objetos perseguidores se convirtieron en buenos. Esta transformación cons- tituyó para el analista una vivencia maníaca. En todos los casos expuestos en este capítulq, la actuación como analista constituía el campo externo: en el que fue vivido el conflicto básico interno. Más precisamente: eran el éxito o el fracaso en la actividad terapéutica, los que decidían en la situación entre el yo y el superyó del analista. Un papel similar -aun- que con menor intensidad y frecuencia- tienen   bién otros aspectos de la actividad profesional, como ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 207 por ejemplo las comunicaciones científicas. Citaré un caso que lo ilustra. Un candidato se había propuesto elaborar el historial de una enferma en un traba jo. Los síntomas de la paciente eran muy interesantes, y el comienzo del tratamiento no era malo. Satisfe- cha asi la esperanza de poder hacer un trabajo inte- resante y de ser aceptado de esta manera por el super- yó (y su proyección sobre el circulo analitico), afluía magnánimamente el amor del candidato hacia la pa- ciente. Pero después de algunas sesiones empezaron grandes dificultades, las interpretaciones de las resis- tencias tuvieron poco éxito, y el candidato se dio cuienta cada vez más de que se trataba de un caso científicamente estéril para él. Sentía el odio que estaba detrás de las intensas resistencias de la enferma y aunque conscientemente sabía muy bien que esta agresividad se dirigía contra los objetos infantiles in- troyectados y ahora proyectados sobre él, reaccionó internamente con fastidio -es decir, con odio- con- tra este "odio injusto". En realidad, el odio de la enferma era muy "justo", y doblemente "justo": pues por un lado correspondía, en cuanto lo sentía la paciente, exactamente a la maldad de sus ob)etos introyectados; y por otro lado, en cuanto fue el   n   ~ lista quien lo sufrió, correspondía exactamente a la maldad de los propios objetos introyectados de éste. Al monto de su maldad (de su propio superyó), al monto de su propia angustia ante él, a su propio sentimiento de culpabilidad e inferioridad, los cuales el candidato había querido apaciguar por medio de la comunicación científica -intención luego frustra· da--, a todo eso correspondía a su vez su propio odio. La profesión analítica, tanto como labor terapéu- tica como también como labor científica, tiene, pues, frecuentemente, el sentido inconsciente de negar o 208 HEINRICH RACKER bien evitar la situación básica melancólica, la fina- lidad de ser querido por los objetos introyectados y proyectados, de dominarlos, etc. Como consecuencia de la situación básica existe en el analista no raras veces también tin intenso exhibi- cionismo c::omo tendencia a negar las diversas culpas e inferioridades (incesto y castración, homosexuali- dad, sadismo oral, etc.) . Este exhibicionismo (ante los objetos introyectados y proyectados) interviene no sólo en los aspectos importantes de la profesión -los ya vistos- sino' también en ·muchos pequeños detalles, como, por ejemplo, en la satisfacción del analista y el aumento consiguiente de su amor hacia el enfer- mo, cuando éste le procura la ocasión de hacer una observación interesante, de confirmar una opinión amada, etc. Naturalmente, la situación de dependencia interna y externa, descripta en este capítulo, se encontrará por lo general más en el caso del principiante que en el del analista experimentado. Pero, puesto que se trata esencialmente de una situaci6n interna de ca- rácter universal, su consideración tiene, como ya hemos dicho, sentido general. V. La contratransferenda "directa" Mientras en el capitulo precedente nos han ocup,ado aquelias manifestaciones de la situación dep¡-esiva básica y de las defensas frente a ella, en las que el superyó fue "subtransferido" al enfermo, considera- remos ahora las situaciones donde el conflicto básico es vivido en forma directa por el paciente. li:ste se convierte en estos casos de modo inmediato en pantalla para las imágenes de los objetos introyectados y del ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 209 sujeto mismo (las "ego-imagos" del analista) y se convierte, al mismo tiempo, en el objeto de las ten- dencias dirigidas hacia estas imágenes. Hemos mencionado ya múltiples fuentes de la necesidad del analista de ser querido por el analizado (femenino y masculino): el complejo de Edipo posi- tivo y negativo, los sentimientos de culpabilidad co- rrespOndien:tes, el rechazo de los impulsos activos y los consiguientes deseos "pasivos". Agregamos aquí el '¡amor oral pasivo" por un lado, y por el otro, el ·sadismo oral, cuya percepci6n inconsciente está car- gada de intensos sentimientos de culpabilidad, los que a su vez aumentan la necesidad de ser querido; esta última situaci6n constituye el centro del conflicto básico depresivo. Si se frustra la necesidad del analista de ser querido, surge el peligro de que su capacidad de ·percepción objetiva, con respecto a sus pacientes, sea perturbada por la interferencia de imágenes ar- caicas odiadas: la imagen de la madre mala (pecho malo) que no quiere dar, que come y rOba, o bien por Ia ego-imago del "vampiro" o "ladrón" oral- sádico. En vez de aquella transferencia o de esta proyección de carácter paranoico, puede también su- ceder el encuentro depresivo con esta u otra imago; también pueden originarse reacciones maníacas, etc. Algunos ejemplos servirán para ilustrar lo expuesto. 1) En el caso de un candidato, con pacientes feme- ninas que reprimían su transferencia sexual, aparecía nuevamente un viejo pensamiento suyo:- la mujer no puede enamorarse de él porque es demasiado feo o porque no es bastante instintivo. En este pensamiento se expresa, además del conflicto edípico positivo, del conflicto homosexual y de los sentimientos de culpa- bilidad pertenecientes, el conflicto específicamente depresivo: es feo y odioso, porque tiene demasiado 210 HEINRICH RACKER odio (oral) ; no es bastante instintivo, porque no ama bastante, porque s6lo desea recibir, tomar, robar (sentimiento de culpabilidad por la receptividad y pasividad oral, y ante todo, por el sadismo oral; identificación con los objetos dañados). 2) La frustración oral que está en la base de las tendencias recién mencionadas lleva por un lado a la imagen de la madre mala, voraz y avara, y por el otro lado al aumento de la envidia oral y al odio co- rrespondiente. Aquella imagen odiada se refuerza aun por la proyección de la ego-imago rapaz*· Todo esto crea peligros contratransferenciales '(directos". de naturaleza paranoica, especialmente en los casos donde el paciente satisface aquellas tendencias oral- sádicas que el analista reprime, tal como   mente acontece con el "Don Juan" o con la "Vam· piresa". También la posición contratransferencial frente a la conducta del paciente en asuntos econó- micos sufre a veces una perturbación por los mismos factores, odio contra la avaricia, la "voracidad" del analizado, etc. Antes de exponer un ejemplo al respecto, quisiera agregar en este lugar algunas observaciones generales sobre las reacciones contratransferenciales frente a las resistencias del enfermo, pues están frecuentemente en relación con los mecanismos paranoides del analista, recién expuestos. Las resistencias provocan a veces fastidio y hasta odio intenso; esto es así tanto más cuanto mayor es la impotencia frente al problema surgido **. Este * Me refiero a la proyección "secundaria" como defensa contra la culpabilidad y como satisfacción (parcial) de la necesidad de castigo. ** Fenichel, en su libro Problemas de técnica analítica 13, ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 211 odio suele provenir del temor al fracaso y a todo lo que éste significa. Es, pues, la expresión del mismo mecanismo paranoico que vimos en el capítulo ante- rior, al tratar la "contratransferencia indirecta". Surge frecuentemente la sensación en el analista de que la resistencia es odio contra él. Podrla pen- sarse que se trata simplemente de la ecuación infantil: frustración=odio del frustrador. Pero la reflexión señala que en esta sensación se refleja una verdad objetiva. Las resistencias principales son expresión de conflictos con objetos introyectados frustradores y por lo tanto rechazados, temidos y odiados. Resis- tencia es, pues, en uno de sus aspectos, odio, frente al cual el analista reacciona a veces con odio, ca- yendo con esto en una trampa que le pone, en última instancia, su propia neurosis. Pues el analista cree así al enfermo la maldad que éste inconscientemente le ad ju di ca; le cree que es tan malo como los malos objetos introyectados del enfermo, que éste proyecta sobre el analista, y que originan sus resistencias prin- cipales. Y se lo cree porque el enfermo tiene dentro de la propia personalidad del analista un fuerte aliado: los propios objetos introyectados malos de éste, que lo odian y a los que odia. Y en esta misma medida el analista puede llegar a odiar al enfermo que se encuentra con una intensa resistencia. Pues a veces esta resistencia entrega al analista a la per- secución por el propio superyó; contra esta persecu- ción se defiende por medio de la proyección de los objetos malos introyectados en el yo (y la simultánea identificación con el superyó proyectado sobre el dice al rCspecto: "cuando se está bloqueado en cualqtúer fase del trabajo al que nos dedicamos, siempre nos enoja- mos". En las lineas siguientes intento entrar en la profun- didad del problema que FenicheI señala. 212 HEINRICH RACKER paciente), lo que a su vez lleva al odio y al "eno- jarse" (véase nota al pie) . Citaré un ejemplo donde esta reacción contra la resistencia se juntó con una reacción paranoica de Ja "contratransferencia directa". Una de las expresio- nes de las grandes resistencias de una paciente era su forma de hablar; produda en el analista la sensa- ci6n de que estaba recitando. La pared6 que por medio de la forma de hablar deseaba aparecer espe- cialmente fina, sensible y femenina, que declamaba para conseguir su enamoramiento y ·para dominarlo. Sintió un rechazo intenso contra esa maniobra in- consciente de la paciente. Analizando su rechazo, encontró, entre otras cosas, que esta parte pseudo- romántica y engañosa de la enferma representaba una parte de él mismo, una ego·imago rechazada. Era su propio <leseo de dominar a sus objetos intro y pro- yectados que a veces lo incitaba a un sometimiento aparente y a una comedia similar de finura, sensibi- lidad y bondad romántica; era el lobo con la piel de oveja, al que odiaba dentro y fuera de si. Este ejem- plo muestra, por lo tanto, dos cosas: primero, el mecanismo del enojo frente a la resistencia. Esta era, en uno de sus aspectos, odio contra los objetos introyectados, a los que la paciente quería dominar. Su odio encontr6 un aliado en el supery6 del analista, pues las resistencias (que lo amenazaban con el fra- caso del análisis) provocaron sus propias angustias entre su superyó. El analista se defendía contra la agresión por parte de su superyó con su odio contra la enferma. Segundo, también ilustra la contratrans- ferencia paranoica "directa", pues el   l o b o ~ ' odiado fuera, no es más que una ego-imago o una tendencia reprimida propia. La resistencia del enfermo representa, por lo ge- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 213 neral, una frustración para el analista, lo que ya de por sí explicaría la irritación. Pero la frustración   x ~ terna se une, frecuentemente, como ya hemos e?qlues- to, a frustraciones internas de origen infantil. En este sentido, cada irritación con el enfermo, es, por lo menos en parte, neurótica. Las frustraciones que el enfermo nos crea, derivan de sus resistencias; pero justamente a causa de ellas tiene que acudir al ana- lista. Si nos fastidiamos (aunque s61o sea interna- mente) por sus resistencias, nos comportamos, desde el punto de vista objetivo, como el clínico que se fastidia por una enfermedad física, enojándose, por ejemplo, con el paciente, cuando siente que su arte de curar no alcanza. En el caso del paciente que no toma el remedio que lo curaría, se puede admitir que se enoje el clínico, pero no el psicólogo, que debe saber que detrás del rechazo del remedio -aqu!: detrás del rechazo de las reglas anal!ticas, de las in- terpretaciones, etc.- están los conflictos psicol6gi- cos. La irritación es, pues, en parte de naturaleza infantil. No se puede evitar por completo, pero es importante conocer sus orígenes, para que el niño que lleva dentro el psicólogo no lo perturbe más de lo inevitable, para que los dos niños -el niño en el analista y el niño en el enfermo- no se agarren de los cabellos. Decir esto, es probablemente como "lle- var lechuzas a Atenas"; pero como estas luchas nunca terminan, tampoco debe darse por terminado el análisis de su origen. 3) Hemos visto ya el conflicto básico depresivo y la defensa paranoica en la contratransferencia "di- recta". Y así como la "mala mujer" o sea la pa- ciente que "no ama" al analista, puede evocar en él el odio paranoico o bien la depresión, así evoca a 214 HEINRICH RACKER veces la paciente que ºlo ama" una ligera manía. También esto tiene lugar -tal como en los   mos antes citados- a pesar de que el analista está consciente del carácter transferencia! de este amor. En el mismo sentido puede surgir a veces una duda de si se trata realmente "sólo de transferencia"; los motivos inconscientes de esta duda son evidentes. 4) El sentimiento de culpabilidad por la propia falta de amor (por su propio odio edipico, su sadis- mo oral, etc.) , que el analista siente en algunos casos frente a los enfermos, lo puede llevar también al so- metimiento masoquista. El caso descripto en el Cap. IV, 3, a) es un ejemplo de esta situaci6n. Con Ja contratransferencia "indirecta" -antes expuesta- se mezclaba un odio paranoico del modo "directo"; para el inconsciente del analista; la paciente era la "madre mala'' que lo frustraba genitalmente, que le robaba al padre, le quitaba el pecho, lo odiaba, comía, etc. El sentimiento de culpa y la necesidad de castigo por el odio que ella provocaba en el ana- lista, eran uno de los motivos que lo llevaban a so- meterse luego a la voracidad y a la agresividad oral de la enferma. Esto se expresó también en su con- ducta en la cuesti6n de los honorarios. Así, por ejem- plo, no le cobró Ias sesiones que en las semanas de depresi6n le dio fuera de las convenidas; y aun para estas últimas no quiso cobrarle más que "cuatro cen- tavos por sesión", como se manifestó en un acto fa- llido suyo. En forma similar se someti6 el mismo analista en una ocasión a la avaricia oral y anal de otro enfermo, también por sentimiento de culpabi- lidad por su propia envidia y por su odio edlpico y oral. De modo análogo, pues, a las situaciones de contra- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 215 transferencia indirecta, también con el pacie-nte mis- mo y directamente se manifiestan, en ciertas circuns- tancias, la misma dependencia neurótica, el mismo conflicto depresivo básico, y los mismos mecanismos de defensa. VI. Consideradones finales Con lo expuesto se vinculan muchos problemas. De ellos algunos ya fueron enfocados, pero necesitan to- davía un análisis más profundo. Las cuestiones que más inmediatamente se presentan son las que se refie- ren a las diferentes consecuencias de la contratransfe- rencia neurótica. ¿Qué consecuencias tiene ésta para la comprensión del analista, sus interpretaciones y su conducta? ¿Y qué consecuencias tiene para la rela- ción del enfermo con el analista, especialmente para la revivencia de la infancia, que debe ser rectificada? ¿Qué deducciones pueden hacerse de las situaciones contratransferenciales que son provocadas por el ana- lizado, con respecto a las situaciones psicológicas de éste? ¿Qué influencia tiene, además, la vida del analista más allá del consultorio sobre su contratrans .. ferencia, y viceversa? ¿Qué conclusiones prácticas po- demos y debemos hacer? Dada la extensión que este trabajo ya tiene, sólo quiero referirme brevemente a algunos de estos pro- blemas. En cuanto a la primera pregunta, o sea, a la influencia de la contratransferencia sobre la compren- sión del analista, tenemos que reconocer, ante todo, en qué procesos se basa este comprender. H. Deutsch 8 diferencia dos componentes: a) la identificación del analista con ciertas partes del yo (o sea con los im- pulsos y defensas) del enfermo y b) la ''posición 216 HEINRICH RACKER comPiementaria", o sea, la identificación con las imagos (de objeto) del enfermo (según las fantasías transferenciales). Ahora bien: si el analista reacciona, por ejemplo, con resentimiento oral frente a la ava- ricia de una enferma, esto no le impide identificarse intelectualmente con los impulsos y mecarúsmos de defensa de ella, y puede comprender que ella es avara porque él es para ella un ladrón (o sea la "madre rapaz") ; pero afectivamente si esta impedido, pues para su sentir ella tiene todos estos significados. Más aún: la contratransferencia hasta le señala ver:ídica- mente un hecho psicológico en la enferma * -pues la vivencia de frustración y el siguiente odio le seña· laron la avaricia de la enferma y la respuesta de los objetos internos de ella-, pero sin embargo su reac- ción interna es neurótica; no está impedido de 'i:om- prender, pero está impedido de reaccionar compren- sivamente. Esto último le será posible después de analizar y superar su situación y llegar a identificarse también emocionalmente con la enferma. Hasta el callarse en tales situaciones de "irritaci6n", etc., es decir, lo más elemental en la conducta del analista, no siempre se logra. En estos casos, el enfermo siente en la voz, en la formulación de la interpretación del analista el odio, y se encuentra de esta manera nueva- mente frente a un objeto arcaico. Y esta vez con fundamento real; pues son realmente los objetos ar- * Es principalmente este aspecto -la contratransferen- cia como "uno de los instrumentos más importantes para la labor del analista"- el que P. HEIMANN trata en su trabajo On Counter-transference 42 (1950). He tratado ampliamen- te el tema en dos trabajos ulteriores, o sea, en La contra- trans/erencia como instrumento técnico (Rev. de Psicoanáli- sis, tomo IX, N 9 3, 1952) y eri Los significados de ·la contra- transferencia (presentado en 1953 en la Asociación Psicoana- lítica Argentina). ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 217 caicos del analista los que le impulsan al odio, siendo éste, frecuentemente, la expresi6n de su   ci6n con estos objetos, en defensa frente a la angustia que ellos le provocaron. Las consecuencias de. tales acontecimientos para la transferencia del paciente son evidentes. En este sentido podemos decir -variando una de- finición de Hann-Kende sobre la contratransferen- cia- que la transferencia es una función de las trans- ferencias del enfermo y de las contratransferencias del analista*. Tal· como la enferma mencionada percibió -aun- que sea inconscientemente- el odio transferencia}, así percibi6 otro enfermo, a través de la voz del analista, su deseo de dominación y reaccionó con una mayor represión de su transferencia positiva. Otra analizada percibió con exactitud la angustia de su analista, por lo que su confianza disminuyó y sus resistencias au- mentaron, etc. Es lógicamente de gran importancia el ver y analizar la influencia de estas y otras expre- siones de la contratransferencia sobre la transfe- rencia**. Ocurrencias e ideas del paciente sobre la persona del analista, que reflejan con exactitud aspectos de su realidad psicológica, pueden inducirlo a un error específico: no sólo que a veces reaccione con tristeza o fastidio interno cuando son señaladas y atacadas reales deficiencias suyas, sino que también tome aque- .,. En su trabajo Zur Uebertragung und Gegenuebertrag- ung in der Psychoanalyse 40 define HANN-KENDE la contra- transferencia como una "funci6n de las transferencias del enfermo y del analista". ·X.* D. W. Winnicott 81, 11. Little 58 y M. Gitelson 36 tra- tan el problema del analizar con el paciente las situaciones contratransferenciales, sus causas y sus efectos, especialmente donde éstas han hecho intrusión en la situación analítica. 218 l-IEINRICH RACKER Has ocurrencias como verdaderas percepciones, aun donde esencialmente no sean nada más (o casi nada más) que proyecciones o transferencias. Frecuente· mente se mezclan en el enfermo la verdadera percep- ción y la proyección; pero el analista principiante suele comprender que se trata también de una pro- yección solamente después de haber superado su reac- ción neurótica frente a lo que primeramente ha tomado totalmente como percepción. Un peligro especial que surge de la contratransfe- rencia neurótica, consiste en lo que se podría llamar la inducción contratransferencial o el injerto contra- transferencial. Me refiero con esto al conocido peli- gro de que el analista ''induzca" o "injerte" su propia neurosis en el enfermo. También este peligro puede ser sólo conjurado en la medida en que el analista conozca su "ecuación personal", es decir, su dispo- sición personal a cometer errores específicos, prove- nientes de su propia neurosis. Las serias consecuencias de tales posiciones neu- róticas que se "inducen" al enfermo, las pude oh .. servar en el caso de un paciente al que el joven ana- lista quería llevar a una independencia que él mismo no tenía, y justamente porque no la tenía. El analista se sentía neurótico por este motivo, tenía una imagen ideal neurótica de esta independencia y queria que por lo menos su enfermo (su "hijo") alcanzase lo que él (el "padre") no babia alcanzado. No lo estimulaba directamente a la actuación "independien .. te'' -esto no se lo permitía su conciencia analítica- pero, en cambio, le hacia ciertas preguntas. Con el argumento falso de que se trataba solamente de pre- guntas, el analista satisfacía las exigencias de su con- ciencia analitica. Pero las preguntas llevaron al en- fermo, sin embargo, a lo que el analista habia que- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 219 rido, es decir, a aquella actuación "independiente") y de esta manera también el analista satisfacía sus deseos. Estas preguntas siguieron, pues, el mismo pro- ceso de formación que los síntomas neuróticos, cOns- tituyendo una transacción entre el ello, y el yo y el superyó. Estos estirnulos a la actuación llevan, por lo general, sólo a cambios aparentes. Lo sabemos, pero parece ser difícil librarse del "educador" que está dentro de nosotros, con todos sus impulsos neu- róticos y los ideales corespondientes. La conciencia de nuestra relativa inconsciencia en cuanto a los propios procesos neuróticos de contratransferencia, debe constituir un motivo para observar doblemente el cumplimiento de la regla de la "abstinencia" con respecto al acting out; y me refiero no solamente a la actuación por parte del enfermo, sino también por parte del analista. Como Freud recalcó repetida- mente, Ja curación puede, y por eso debe ser alcan- zada solamente por medio de la superación de las resistencias. Quisiera agregar algunas palabras sobre las con- clusiones prácticas que se desprenden más directa- mente de esta exposición. Se presenta, en primer lugar, la necesidad de vigilar las resistencias con respecto a la contratransferencia y los problemas co- rrespondientes. Así como en los controles, en los his- toriales clínicos, ·etc., generalmente son enfocados los procesos transferenciales más importantes, así tam- bién deberían ser considerados los esenciales procesos contratransferenciales. La necesidad de continuar el análisis didáctico hasta que el candidato se haya en- frentado ampliamente con los aspectos neuróticos de su contratransferencia, ya fue subrayado por M. Lan- ger (loe. cit.) y otros. La superación de las resis- tencias correspondientes del candidato llevará al mis- 220 HEINRICH RACKER mo tiempo a una mayor superaci6n de la dependen- cia neurótica de su analista didáctico, y favorecerá de esta manera la introyección de un objeto bueno. En los programas de los seminarios técnicos, la contra- transferencia debería --en cuanto esto no se ha reali- zado ya- constituir un capítulo propio y adecuado a su importancia. Freud dijo una vez que sus disclpulos habían apren- dido a soportar una parte de verdad sobre ellos mis- mos. La profundización del conocimiento sobre nues- tra contratransferencia sigue esta trúsma línea de conducta. Y pienso, además:, que hacemos bien, si aprendemos a soportar que de esta verdad sobre cada uno de nosotros se enteren también algunos Otros *. RESUMEN El presente trabajo trata del papel de la contratransfe- rencia en el proceso psicoanalítico: su influencia sobre la comprensión y actuación del analista, sobre la transferencia del analizado y su evolución, etc. La atención principal está dirigida a la neurosis de contratransferencia: el complejo edipico positivo y negativo en la contratra:b.sferencia, el "con- flicto depresivo básico" en ella, y las defensas paranoides, maniacas y masoquistas frente a la depresión. Se muestra, además, cómo el analizado se convierte directamente (es de- * René A. Spitz, en un interesante trabajo Sobre contra- transferencia (Countertransference, Journal of the American Psychoanal. Association, Vol. IV, N 9 2, 1956} se ocupa de- tenidamente del presente Estudio, recalcando la introducción del concepto de la "neurosis de contratransferencia" y algu- nos otros puntos. Spitz plantea también la cuestión de los eventuales "usos" de la neurosis de contratransferencia. En el Estudio siguiente (Los significados y usos de la contra- transferencia) se encuentran algunas respuestas a este i n t   ~ rrogante. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 221 cir, como individuo) e indirectamente (es decir, como factor importante dentro de otras transferencias del candidato o analista) en la pantalla para la proyección de los objetos introyectados del analista y cómo se repiten los impulsos, angustias y defensas ligadas a aquellas imagos en los planos genital, anal y oral. Finalmente son considerados brevemente algunos problemas especiales relacionados con la     ferencia (la contratransferencia como instrumento técnico, la "inducción contratransferencial", etc.). ESTUDIO VI LOS SIGNIFICADOS Y USOS DE LA CONTRA- TRANSFERENCIA * l. Introducción Los significados de la transferencia y contratransfe- rencia. Enfoques actuales. El psicoanálisis frente al problema de la contratransferencia. El mito de la situaci6n analítica. Contratransferencia y ob- jetividad. Freud designa a la transferencia como el maxtmo peligro y, al mismo tiempo, como el mejor instru- mento para la labor analítica. Se refiere con esto a la labor de hacer consciente el pasado reprimido. Además confiere a la transferencia un tercer signi- ficado: el de ser el campo en el que el analizado puede revivir el pasado en condiciones mejores y así rectificar decisiones y destinos patológicos. En forma similar pueden diferenciarse tres significados de la contratransferencia. Puede ser el máximo peli- gro y al mismo tiempo, un importante instrumento para la comprensión, es decir, para la función de '* Trabajo presentado en la Asociación Psicoanalítica Ar- gentina en mayo de 1953 y publicado en The Psychoanalytic Quarterly, Vol. XXVI, N 9 3, 1957, con el título "The m e   n ~ ings and uses of Countertransference". ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 223 intérprete del analista. Además, interviene en la ma- nera de ser y en la conducta del analista, o sea, en cua:1to es el objeto en la revivencia, en el nuevo trozo de vida que es la situación analítica, y en la que el analizado debe encontrarse con una comprensión y objetividad mayores de las que encontró en su reali- dad o en su fantasía infantiles. ¿Cuáles son los enfoques actuales con respecto al problema de la contratransferencia? *· S. Lorand 60 se ocupa predominantemente de los peligros que provienen de la contratransferencia para la labor analitica. Al mismo tiempo señala la impor- tancia de tener en cuenta las reacciones contratrans- ferenciales en cuanto ellas pueden indicar un asunto importante a elaborar con el analizado. Recalca la necesidad de que el analista esté constantemente cons- ciente de su contratransferencia. Lorand trata ade- más una serie de problemas específicos, como el deseo de curar del analista, la actividad de analizar como válvula de escape para los propios problemas del analista, la interferencia del narcisismo y de motivos personales en la labor, etc. Subraya también el hecho de que estos problemas contratransferenciales no sólo conciernen al candidato, sino que pueden presentarse también en el analista experimentado. D. W. Winnicott 81 trata predominantemente un aspecto específico, o sea, "el odio objetivo y justifica- do" en la contratransferencia. Sus consideraciones se refieren, ante todo, al tratamiento de psicóticos. Su interés principal se dirige al destino que el analista debe dar a este sentimiento, como, por ejemplo, si debe soportar silenciosamente su odio o comunicár- * Me limito en lo que sigue a los trabajos publicados desde 1946. A la bibliografía anterior me he referido en el Estudio V. HEINRICH RAOKER selo al analizado. En este sentido, Winnicott se ocupa de una determinada reacción contratransferencial en cuanto interviene en la conducta del analista, quien es el objeto del analizado en su reviveucia de la infancia.   ~ Heimann 42 enfoca la contratransferencia como instrumento para la comprensión del analizado. "La acepción básica consiste en que el inconsciente del analista comprende el inconsciente de su paciente. Este 'rapport' profundo llega a Ja superficie en Ja forma de sentimientos que el analista percibe en res- puesta a su paciente, en su contratransferencia." Esta respuesta emocional del analista está frecuentemente más cerca de la realidad psicol6gica del analizado que el juicio consciente del analista sobre la misma si- tuación. M. Little 58 se ocupa, por una parte, de la contra- transferencia como perturbación para la comprensión e interpretación, y por la otra, de la influencia de la contratransferencia en la conducta del analista, por tener un papel decisivo en la revivencia infantil del analizado. Little recalca la tendencia del analista a repetir ciertos aspectos de la conducta de los padres del paciente y a satisfacer ciertas necesidades propias (y no las del analizado) . Considera que es necesario que el analista adnúta la contratransferencia al ana- lizado y que la interprete, y eso no sólo con respecto a las reacciones contratransferenciales Hobjetivas'' ( Winnicott) , sino también con respecto a las reac- ciones "subjetivas". A. Reich 75 dedica su interés principal a la contra- transferencia como fuente de perturbaciones en el análisis. Intenta, en primer lugar, una clarificación del concepto, y diferencia dos clases, o sea, la "con- tratransferencia propiamente dicha" y "el uso del ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 225 análisis por parte del analista para fines del acting out, para luego investigar las causas de estos fenó .. menos. Finalmente busca una comprensión profunda de las condiciones personales que llevan a buenos resultados en la labor analítica o, por el otro lado, a perturbaciones en ésta. M. Gitelson 86 intenta similarmente IJevar orden a la compleja fenomenología de la contratransferen- cia y establece la diferencia entre las "reacciones del analista frente al paciente como un todo" (las "trans- ferencias" del analista) y "las reacciones del analista frente a aspectos parciales del paciente" (las "con- tratransferencias" del analista). Se ocupa además de los problemas referentes a la intrusión de la con- tratransferencias" del analista). Se ocupa, además, en tales casos la contratransferencia debe ser tratada, por Jo general, por el analista junto con el analizado. En este sentido, Gitelson concuerda con los puntos de vista de M. Little. E. Weigert 82 no sólo se expresa en favor del aná .. lisis de la contratransferencia cuando ésta haya hecho intrusión en la situación analítica, sino que también aconseja, para etapas avanzadas del tratanúento, una menor reserva en la conducta del analista y una mayor espontaneidad en la manifestación de la contratransw ferencia. Quisiera también referirme aquí a dos trabajos míos sobre contratransferencia. El primero (1948) 66 trata predominantemente de la contratransferencia como peligro para la labor. Después de analizar las resistencias que todavía existían con respecto a la investigación de la contratransferencia, traté de mos- trar, sin reticencias, cómo los conflictos edípicos y preedípicos, así como también los procesos patoló- gicos (paranoicos, depresivos, maníacos, masoquistas, 226 HEINRICH RACKER etc.), continúan en la neurosis de     cia, y cómo interfieren en la comprensión, tación y conducta del analista. Esto se refería tanto a la contratransferencia "directa" como a la "inM directa" '*. En un segundo trabajo (1951) 67 me be ocupado de la contratransferencia como instrumento para la comM prensión de las situaciones psicológicas, especialmente transferenciales, del analizado. Este trabajo, que co- incide en su enfoque principal con el de P. Hei- mann 42 , contiene, además, los siguientes puntos: 1) Incluye la investigación de las reacciones contra- transferenciales de gran intensidad y aun las patoló- gicas, y concluye que también éstas pueden y deben servir de instrumento. 2) Acentúa la posibilidad de usar también la contratransferencia en cuanto expreM sión de las identificaciones del analista con los objetos (internos) del analizado (además de la identificación con su ello y su yo). 3) Se hace una tentativa de analizar las reacciones contratransferenciales das y de deducir de su carácter especifico (contenidos, angustias, mecanismos específicos) el carácter espeM c!fico de los sucesos psicológicos en el analizado. En el trabajo presente deseo, por una parte, nuar y amplificar estos últimos puntos de vista, es decir, la contratransferencia como instrumento para la comprensión de lo que sucede en el analizado, tanto de sus contenidos y mecanismos específicos como de las intensidades de su situación psicológica, espe- * Esta diferenciaci6n concuerda en esencia con las dos clases de contratransferencia de A. Reich (véase pág. 224). S6lo que, a mi juicio, también en "el uso del análisis por parte del analista para fines del acting out,, (lo que he   mado "contratransferencia indirecta"), el analizado senta un objeto para el analista (un objeto "subtransferido") y no solamente Un "instrumento". ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 227 ciahnente transferencia!. En este sentido, la percep· ción de las reacciones contratransferenciales puede también ayudar a comprender qué debe ser interpre· tado y cuál es el momento indicado para hacerlo. Por otra parte, este trabajo tratará de la influencia de la contratransferencia sobre la posición y la conducta del analista frente al analizado, y por lo tanto sobre el analista como objeto de la revivencia de la in- fancia a rectificar, y de las posibles consecuencias de esta influencia para el proceso de transformación psi- cológica. Aunque ambos aspectos están íntimamente conectados, el últlrno enfoque será el tema principal de los Capítulos III ·V, mientras que la contratrans· ferencia como instrumento será el tema central del Capitulo VI. Antes de entrar en el tema mismo quisiera refe- rirme a un aspecto de la historia del psicoanálisis r   ~ ferente a su posición frtfnte al problema de z,. contra· transferencia. Se trata de un hecho un tanto extraño, de un contraste llamativo. El descubrimiento de la contratransferencia y de su gran importancia en la labor anal!tica, hecho por Freud 19 , dio origen a la institución del análisis didáctico, que se convirtió en base y centro de la formación psit:oanalítica. Pero, por otro lado, la elaboración científica de la contra· transferencia fue sumamente escasa en los 40 años que siguieron a aquel descubrimiento. Sólo en los últimos 3 ó 4 años cambió la situación -como de golpe-, convirtiéndose la contratransferencia en un tema tratado con frecuencia, amplitud y profundidad. ¿Cómo se explica aquel contraste?; además, ¿cómo se explica este último cambio? ¿No habrá que dudar -en vista de aquel contraste- del grado en que el análisis didáctico ha podido cumplir su función, si justamente el problema cuyo descubrimiento llevó a la 228 HEINRICH RACKER creación de aquella institución didáctica ha encon- trado tan poca elaboración cien(ifica? La importancia de estas preguntas me parece evi- dente. Los que convivieron gran parte de la historia psicoanalítica de estos 40 años serán los más autori- zados para contestarlas*. De ahí que quiero limi- tarme a expresar una suposición al respecto. La escasa elaboración científica de la contratrans- ferencia debe provenir, lógicamente, de la posición de los analistas frente a sus propias contratransfe- rencias, es decir, de un rechazo que representa a los restos sin resolver del viejo conflicto con la propia parte primitiva y con la propia neurosis. Este con- flicto está estrechamente vinculado con los ideales irreales infantiles, cuya supervivencia se debe a de- ficiencias del análisis (didáctico) de estos mismos aspectos en la transferencia. Estas deficiencias se deben a su vez, en parte, a problemas contratrans- ferenciales insuficientemente resueltos en el analista didáctico, como mostraré más adelante. Estaríamos así en un círculo vicioso, pero podemos ver dónde abrir la brecha que lo rompa. Hay que comenzar con la revisión de nuestra posición frente a la propia contratransferencia buscando uha mejor superación de los ideales infantiles y aceptando en mayor grado ser niños y neuróticos aun siendo adultos y analistas; sólo así, venciendo mejor la represión de la c o n t r   ~ transferencia, se conseguirá el mismo resultado en el candidato. * M. Balint 4 trata de un problema similar, o sea, el nú- mero muy limitado de trabajos sobre el sistema de la forma- ción psicoanalítica. La investigación histórica-psicológica de este problema lleva a Balint a una serie de interesantes con- sideraciones sobre la relación entre analistas didácticos y candidatos. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 229 La insuficiente disolución de las idealizaciones y de las angustias y sentimientos de culpabilidad subya- centes, lleva a dificultades especiales al convertirse el niño en adulto o al convertirse el analizado en analis- ta, dada la exigencia dirigida a sí mismo de haber realizado ampliamente la identificación con aquellos ideales. Creo que de ahí proviene el hecho de haberse tratado mucho más, por ejemplo, el complejo edí- pico del niño con sus padres que el de los padres con sus hijos, y mucho más el complejo eclipico del analizado con el analista que el del analista con el analizado. De ahí, pues, que se haya tratado mucho más la transferencia que la contratransferencia. El que el grado de los conflictos contratransferen- ciales determine las deficiencias en el análisis de la transferencia, se hace evidente considerando que la transferencia es la expresión de las relaciones con los objetos internos; pues siendo así, la comprensión de la transferencia dependerá de la capacidad del ana- lista para identificarse tanto con las tendencias y de- fensas como con los objetos internos del analizado, y de ser consciente de estas identificaciones. Eso, a su vez, dependerá del grado en que acepta su contra- transferencia, ya que ésta se basa en las identificacio- nes con el ello y el yo del analizado, por un lado, y en las identificaciones con los objetos internos de éste, por el otro. Se podria decir también que la transferencia es la expresión de las relaciones con las contratransferencias fantaseadas (y reales) del ana· lista. Pues así como la contratransferencia: es la res- puesta psicológica a las transferencias (reales e ima- ginarias) del analizado, así también la transferencia es la respuesta a las contratransferencias (imaginarias y reales) del analista. El análisis de las fantasías del analizado ·con respecto a las contratransferencias, las 230 HEINRICH RACKER que constituyen las causas y consecuencias de las trans- ferencias, son una parte integrante del análisis de estas últimas. La captación de las fantasías del ana- lizado referentes a la contratransferencia dependerá a su vez del grado en que el analista mismo perciba sus procesos contratransferenciales, o sea, del grado (la continuidad y profundidad) de su contacto cons- ciente consigo mismo. En resumen: la represión de la contratransferen- cia (y otros mecanismos de defensa referentes a ella) lleva necesariamente a deficiencias en el análisis de la transferencia, lo que a su vez lleva a la represión (etc.) contratransferencial en cuanto el candidato se convierte en analista. Es una herencia de generación en generación, similar a la de las idealizaciones y ne- gaciones con respecto a las imagos de los padres, que continúan obrando aun cuando el niño se con- vierte en padre o en madre. La mitología infantil continúa en la mitología de la situación analítica *, siendo el mismo analista parcialmente sometido a ella y colaborando irlconscientemente en su manteni- miento en el candidato. Expondré más adelante algunos ejemplos que deben ilustrar el contenido y el alcance de las afirmaciones precedentes. Aquí quisiera referirme aún, brevemen- te, a uno de aquellos ideales en su expresión especí- ficamente psicoanalítica: el ideal de la objetividad del analista. Desde luego, nadie niega el factor sub- jetivo ni la contratránsferencia en sí; pero sin embar- go, parece existir una diferencia importante entre lo que suele aceptarse prácticamente y la realidad. Si se quisiera contar el ';mito de la situaci6n analí- tica", podría comenzarse diciendo que el análisis es * M. Little 58 habla del "mito del analista impersonal". ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 231 un asunto entre un enfermo y un sano. La realidad. es que es un asunto entre dos personalidades cuyo yo está presionado por el ello, por el supery6 y el mundo externo, cada uno con sus dependencias internas y ex- ternas, angustias y defensas patológicas, cada uno también un niño con sus padres internos, y respon- diendo toda esta personalidad tanto del analizado como del analista a cada uno de los acontecimientos de la situación analítica*. Junto con estas simili- tudes existen también diferencias, y a una de ellas, la "objetividad", quería referirme. La objetividad del analista consiste, principalmente, en una deter- minada posici6n tomada frente a la propia subjeti- vidad, la "contratransferencia". El ideal neurótico (obsesivo) de la objetividad lleva a la represi6n y al bloqueo de la subjetividad; sería la realizaci6n ( apa- rente) del mito del "analista sin angustia y sin enojo". El otro extremo neurótico es el "hundirse" en la con- tratransferencia. La verdadera objetividad se basa en una forma de desdoblamiento interno que capacita al analista a tomarse a sí mismo (su propia subjeti- vidad o contratransferencia) como objeto de su ob- servación y análisis continuos. Esta posición lo capa- * La acentuación de esta "igualdad" tiende a llamar la atención al peligro de que determinados restos del "orden patriarcaP 1 se infiltren en la situación analítica. La poca ela- boración científica de la contratransferencia es una expresión de una "desigualdad social" (que mentalmente aún parece subsistir) en la sociedad analista-analizado y señala la nece- sidad de una "reforma social"; ésta sólo puede provenir de una mayor conciencia de la contratransferencia. En efecto, mientras reprimimos, por ejemplo, el querer dominar neuró- ticamente al analizado (¡y lo queremos en una parte de nues- tra personalidad!), no lo podemos liberar de su dependencia neurótica, y mientras reprimimos el estar dependiendo de él neuróticamente (¡y lo estamos eti parte!), no podemos libe- rarlo de su necesidad de dominamos neur6ticamente. 232 HEINRICH RACKER cita también para ser relativamente "objetivo" frente al analizado. JI. Conceptos básicos Disquisición terminológica. La "contratransferencia total". La serie complementaria en la contratrans- ferencia. Lo transferido y lo neurótico en ella ("neurosis de     ). Las identifi- caciones concordantes y complementarias. Otra analogía con la transferencia. El término contratransferencia ha encontrado di- versas acepciones. De ahí que sea impreScindible que aclare, antes de continuar, a qué me refiero al hablar de contratransferencia. Las diferencias en las diver- sas ,acepciones del término pueden sintetizarse dicien- do que para unos la contratransferencia es todo lo que surge en el analista como respuesta psicológica frente al analizado, mientras para otros no todo eso debe marse contratransferencia. Así, por ejemplo, algunos quieren reservar este término para lo infantil en la relación del analista con su analizado, mientras que otros hacen otras delimitaciones (véase A. Reich, Gitelson) . De esta manera los valiosos esfuerzos para diferenciar unos y otros aspectos en la compleja feno- menología de la contratransferencia, amenazan con causar confusiones o bien discusiones poco fértiles con respecto a la terminología. Freud estableci6 el término contratransferencia en evidente analogía con la transferencia. :Ésta fue definida por Freud como "reimpresión" o "reedición" de vivencias infantiles, incluyendo mayores o menores cambios de la expe- riencia originaria. De ahí que se use con frecuencia el ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 233 término transferencia para la totalidad de la situa- ci6n psicol6gica del analizado frente al analista. Sa- bemos, por cierto, que factores actuales, reales, exter- nos, de la situación analítica en general y del ana- lista en especial, tienen una "influencia importante en la relaci6n del analizado con el analista, pero por otra parte también sabemos que todos estos factores presentes son vivenciados sobre la base y según el pasado y la fantasla, es decir, sobre la base de la predisposición transferencial. Estamos nuevamente ante una serie complementaria que de.termina la neu- rosis de transferencia y, en general, la situación psi- col6gica del analizado frente al analista: por un lado está dada la disposición transferencia!, por el otro, las vivencias actuales y, en especial, analíticas, siendo la transferencia en sus diversas expresiones la resul- tante de estos dos factores. Análogamente, existe en el analista una disposici6n contratransferencial p9r un lado, las vivencias actuales y, en especial, analíti- cas por el otro, y la contratransferencia como resul- tante. Justamente esta fusi6n del presente y del pa- sado, el continuo enlazarse de realidad y fantasía, externo e interno, consciente e inconsciente, hace ne- cesario un concepto que abarque la totalidad de la respuesta psicológica del analista, y aconseja al mis- mo tiempo conservar con tal fin el ya acostumbrado término "contra.transferencia". Donde sea necesario para la mayor claridad podría hablarse de la "contra- .transferencia total", y diferenciar y separar dentro de ella uno u otro aspecto. Uno de ellos es justa- mente lo transferido en la contratransferencia, que es lo que proviene de antes y que es, en especial, la parte infantil o primitiva dentro de la contratransfe- rencia total. Otro de estos aspectos -íntimamente ligado con el anterior, pero desde luego no idéntico 234 HEINRICH RACKER sino una parte de él-, es lo neur6tico en la contra- transferencia; su señal principal es la angustia irreal y las defensas patológicas. En ciertas circunstancias se puede hablar de una neurosis de contratrans- ferencia 66 • Para aclarar mejor el concepto de la contratrans- ferencia, podría partirse de Ja pregunta ¿qué es lo que, en términos generales, acontece en el analista frente al analizado? La primera respuesta que puede darse es: todo lo que puede acontecer en una p   r s o ~ nalidad frente a otra. Pero eso dice tanto, que no dice casi nada. Adelantamos un paso teniendo preM sente que en el analista hay una tendencia que nor- mahnente suele predominar en su relaci6n con el analizado: es la tendencia que corresponde a su fun- ción de ser analista, o sea, la de comprender todo lo que sucede en el analizado. Junto a esta tendencia existen frente al analizado, virtualmente, todas Ias demás posibles tendencias, sentimientos, temores, etc. La intención de comprender crea determinada pre- disposición: la de identificarse con el analizado, que es la base de Ja comprensión. El analista puede reali- zar esta intención, en cuanto se identifica su yo con el yo del analizado, o más claramente (aunque con cierta inexactitud terminológica), en cuanto se iden- tifica cada parte de su personalidad con la correspon- diente parte psicol6gica del analizado: su ello con el ello, su yo con el yo, su superyó con el superyó del analizado, aceptando en la conciencia estas identifi- caciones. Pero eso no siempre acontece ni es todo lo que acontece. Aparte de estas identificaciones que podrían llamarse identificaciones concordantes u ho- mólogas, Ja observación señala como sumamente im- portantes las identificaciones del yo del analista con los objetos internos (por ejemplo con el superyó) ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 235 del analizado; siguiendo un término de H. Deutsch podrían llamarse identificaciones complementarias -x·. Tanto las relaciones entre las dos clases de identifi- caciones cOino tá.mbién el destino ulterior de éstas, serán aún estudiadas. Aquí sólo quisiera agregar las siguientes notas: a) La identificaci6n concordante se basa en la introyección y proyección o, en otros ténninos, en la resonancia de lo externo en lo interno, en el recono- cimiento de lo ajeno como propio "esto [tú] soy yo" y en la equiparaci6n de Jo propio con lo ajeno ("esto [yo] eres tú"). Los procesos inherentes a las identificaciones complementarias son los mismos, sólo que se refieren a Jos objetos del analizado. Cuanto mayores sean los conflictos entre las propias partes de la personalidad del analista, tanto mayores serán las dificultades para realizar las identificaciones con- cordantes en su totalidad. b) Las identificaciones complementarias se produ- cen ya por el hecho de que el analizado trata al ana- lista como a un objeto interno, razón por la cual éste se siente tratado como tal, es decir, se identifica con este objeto. Al mismo-tiempo existe una estrecha co- nexión con el destino de las identificaciones concor- dantes: parece que en la medida en que el analista fracasa en éstas, y las rechaza, se intensifican determi .. nadas identificaciones complementarias. Se entiende que .el rechazo de una parte o tendencia propia del analista, por ejemplo, de su agresividad, lleva a un rechazo de la agresividad del analizado (con lo que fracasa esta identificación concordante) y que tal situación lleva a una mayor identificación ( compJe .. * H. Deutsch s, habla de posici6n complementaria al referirse a las identificaciones del analista con las imagos de los objetos. 236 HEINRICH RACKER mentarla) con el objeto (rechazante) hacia el que está dirigido aquel impulso agresivo. El uso corriente refiere con frecuencia el término "contratransferen· cía" solamente a las identificaciones complementarias, es decir, a aquellos procesos psicol6gicos del analista en que éste, sintiéndose tratado como un objeto e identificado (parcialmente) con un objeto interno del analizado, vivencia a éste como a un objeto interno propio; al mismo tiempo son frecuentemente exclui- das del concepto "contratransferencia"· las identifica· ciones concordantes, es decir, aquellos contenidos psi- col6gicos que surgen en el analista a causa de la eni.;. patía lograda con el analizado y que "simplemente" reflejan y reproducen los contenidos psicol6gicos de éste. Tal vez sería lo mejor seguir este uso, pero exis- ten algunas circunstancias. que se oponen a ello. Ante todo, está el hecho de que algunos autores incluyen las identificaciones concordantes en el concepto de la contratransferencia. Tendrlamos, pues, que entrar en una discusión terminológica o· aceptar el término en este sentido más amplio. Creo, por varias razones, que lo último es preferible. Si consideramos que las identificaciones concordantes del analista (sus "com .. prensiones") son una forma de reproducción de sus propios procesos pasados, especialmente de su propia infancia, y que esta reproducción o revivencia se realiza como respuesta a estímulos del paciente, esta- remos más dispuestos a incluir las identificaciones concordantes en el concepto de la contratransferen- cia. A esto se agrega la estrecha conexión de las idenw tificaciones concordantes con las complementarias (es decir, con la contratransferencia en el sentido corrienw te) , lo cual aconseja una diferenciación pero no una total separaci6n de los términos. Finalmente debe tenerse en cuenta que la disposici6n a la empatla, es ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 237 decir, a las identificaciones concordantes, se origina. principalmente en la contratransferencia positiva su- blimada, lo que igualmente relaciona la empatia con la contratransferencia en el sentido corriente. Todo eso sugiere, pues, la aceptación del término contra- transferencia como la totalidad de la respuesta psi· cológica del analista frente al paciente. En este caso, la diferencia entre los dos aspectos mencionados de- be aún ser concretada terminológicamente. Por un lado está el analista como su jeto y el analizado como objeto del conocimiento, el cual en cierto ·sentido anula la "relación de objeto" propiamente dicho, produciéndose en su lugar la unidad o identidad aproximada entre partes del sujeto y partes del objeto (experiencias, impulsos, defensas, etc.) ; el conjunto de los procesos pertenecientes podría deno1ninarse -donde sea necesario- contratransferencia concor- dante. Por otro lado existe una relación de objeto muy similar a muchas otras, una verdadera "trans- ferencia" en que el analista ''repite'' vivencias ante- riores, representando el analizado objetos .internos del analista; el conjunto de estas últimas vivencias (que igualmente existen siempre y continuamente) podría ser denominado contratransferencia complementaria·*. Un breve ejemplo no estará de más aqui. Tome- mos el caso de un analizado que amenaza al analista con suicidio. En tales situaciones no raras veces sucede un rechazo de la identificación concordante por parte del analista y una intensificación de la iden· tificación con el objeto amenazado. La angustia que tal amenaza hace surgir en el analista puede llevar * Dado el íntimo enlace entre los dos aspectos de la con- tratransferencia esta diferenciaci6n es un tanto artificial. Su introducción s6lo se justifica considerando las circunstancias arriba mencionadas. 238 HEINRICH RACKER a diversas reacciones o mecanismos de defensa den- tro de él, por ejemplo, el fastidio contra el analiza- do. Esto -la angustia y el fastidio-- serían conteni- dos de la "contratransferencia complementaria". La percepción de su fastidio puede originar a su vez sen- timientos de culpa en el analista y éstos llevar a de- seos de reparación y a Ja intensificación de la iden- tificación y contratransferencia concordantes. Referente a estos dos aspectos de la ''contratrans- ferencia total" existe también una analogía con la transferencia. La transferencia positiva sublimada es el móvil principal e imprescindible para el trabajo del analizado, sin constituir por sí un problema técnico. La transferencia se convierte en dificultad o "tema" (según las palabras de Freud), principalrilente "cuan- do se convierte en resistencia", cuando por "resis- tencia" se ha vuelto sexual o negativa 2 º• 23 • Análo- gamente, la contratransferencia positiva sublimada es el móvil principal e imprescindible del trabajo del analista (disponiéndolo a la continuada identifica- ción concordante), y también la contratransferencia se convierte en dificultad o "tema" técnico, princi- palmente, cuando se convierte en sexual o negativo. Agrego que también eso se produce, en forma inten- sa, ante todo, por resistencia --en este caso, del ana- lista-, es decir por "contrarresistencia". Esto lleva al problema de la dinámica de la contratransferencia. Puede ya vislumbrarse que los tres factores que Freud designó como determinantes en la dinámica de la transferencia (o sea: el impulso de repetir los clisés vivenciales infantiles, la necesidad libidinal y la re- sistencia) son también decisivos para la dinámica de Ia contratransferencia. Volveré sobre esta cuestión más adelante. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 239 III. Peligros y usos de la contratransferencia Tesis principal de esta parte. Primer ejemplo. Aná- lisis estratográfico de una reacci6n contratransfe- rencial. Fundamentos de la "contratransferencia complementaria". llustraci6n de las identificacio- nes contratransferenciales. Otra ejemplificación de la tesis principal. La tesis principal que desarrollaré a continuaci6n (Capítulos II-V), es, en s!ntesis, la siguiente: Cada situaci6n transferencia! provoca una situaci6n contratransferencial, que surge a raíz de la identifica- ción del analista con los objetos del analizado ("con- tratransferencia complementaria"). Estas situaciones contratransferenciales pueden, por cierto, ser reprimi- das o bloqueadas afectivamente, pero problablemente no evitadas; en todo caso, .no deberían ser evitadas, a fines de una comprensi6n total. Las reacciones (:On· tratransferenciales son regidas por las leyes del incons· ciente general e individual. Entre éstas debe ser re· calcada la ley del talión. Asl, por ejemplo, cada si- tuaci6n transferencia! positiva es contestada, en un plano, por una contratransferencia positiva; a cada transferencia negativa responde una contratransfe- rencia negativa. Es de gran importancia que el ana· lista esté consciente de esta ley, porque la conciencia de ella es la base que le evitará "hundirse" en la contratransferencia. No estando consciente, no po- drá evitar entrar en el círculo vicioso de la neurosis del analizado, lo que le dificultaría o aun imposibili- taría su labor terapéutica. Un ejemplo simplificado: si la: neurosis de un analizado se centra en un con- flicto con su padre introyectado, proyectará a éste 240 HEINRICH RACKISR sobre el analista, a quien tratará como a su padre. El analista se sentirá internamente -en una parte de su ser- en correspondencia con el trato recibido. Si escotomiza esta situaci6n, será inevitable que su conducta está interferida por estas reacciones suyas, por lo que renovaría las situaciones que codetermi- naron, en mayor o menor grado, la neurosis del analizado. De ahí que sea de suma importancia que el analista desarrolle dentro de si un yo observador de sus reacciones contratransferenciales que, natural- mente, son continuas. La percepción de estas reac- ciones contratransferenciales le ayudará a hacer cons- ciente las continuas situaciones transferenciales del analizado y a interpretarlas, en lugar de actuar, regido inconscientemente por aquellas reacciones, como su- cede no raras veces. Cito como ejemplo muy cono- cido el "silencio vengativo" del analista. h1ientras que el no estar consciente de estas reacciones crea el peligro de que el analizado tenga que repetir nueva- mente --ahora en su vivencia transferencia}- el circu- lo vicioso de "objetos malos" (en realidad, neuróti- cos) e impulsos y defensas patológicas, aquellas in- terpretaciones transferenciales (obtenidas gracias a la vivencia contratransferencial consciente) represen- tan justamente la posibilidad de abrir brechas impor- tantes en este circulo vicioso. Volviendo al ejemplo anterior: si el analista es consciente de lo que la pro- yección de la imago paterna sobre él provocó en su contratransferencia, puede más fácilmente hacer cons- cientes al analizado esta proyección y los mecanismos consecutivos. Justamente la interpretación de estos mecanismos le mostrará al analizado que la realidad actual no es idéntica a su realidad interior (pues si lo fuera, el analista- no interpretaría, etc.) ; el ana;- lizado introyecta en tal caso una realidad mejor que ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 241 la de su mundo interno, mientras que tal rectifica- ci6n no sucede cuando el analista está y actúa bajo el dominio de su contratransferencia inconsciente. Quisiera ilustrar lo que hasta aquí he resumido, con algunos ejemplos menos simplificados. Volvien- do a la pregunta, qué hace el analista durante la sesión y qué acontece dentro de él, se podría pensar, como primera respuesta: "el analista escucha". Pero ya aquí nos detenemos, pues no es completamente cierto. El analista escucha por lo general, o quiere escuchar, pero no siempre y- sin excepción está escu- chando. Ferenczi 11 se refiere a ·este hecho y opina que las distracciones del analista no importan mucho, pues seguramente, el analizado, en tales momentos, ha estado ofreciendo resistencia. Esta nota (que data del año 1918) parece como un resto de la época en que el analista estaba interesado principalmente en los impulsos reprimidos, pues para la época del ''aná lisis de las resistencias" tal acontecimiento es tan sig- nificativo como cualquier tema que atendamos con interés. En todo caso, Ferenczi se refiere a una res- puesta contratransferencial y deduce de ésta una si- tuación psicológica del analizado. Dice: " ... hemos reaccionado inconscientemente al vacío y a la futili- dad de las asociaciones dadas en este momento con la sustracción de la carga consciente". Se podría des- cribir la situación como alejamiento mutuo transfe- rencial-contratransferencial. El alejamiento del ana- lista sería una respuesta a un alejaÍniento del anali-. zado, y este alejamiento, a su vez, una respuesta a una posición psicológica imaginada o real del ana- lista. Si nos hemos alejado (no escuchado, pensado en otra cosa) , podemos, pues, utilizar analíticamente este acontecimiento tan bien como cualquier otro. También los sentimientos de culpabilidad que sinta- 242 HEINRICH RACKER mos por tal alejamiento son analíticamente tan utili- zables como cualquier otra reacción contratransfe. rencial. Las palabras de Ferenczi "el peligro de que el médico se duerma. . . no debe considerarse como grave porque nos despertamos en la primera ocurren- cia que de alguna manera importa para el trata- miento", tienen claramente por finalidad calmar tales sentimientos de culpabilidad. Pero creo que mejor que esta tranquilización racional de -los sentimientos de culpa, sirve su utilización analítica, la que al m   s ~ mo tiempo calmaría mejor (y con mayor adaptaci6n a la realidad) los mismos sentimientos de culpa. En realidad, estamos ante un problema cardinal de la relación transferencial·contratransferencial, y con esto, del proceso terapéutico en general. Pues aquel "ale- jamiento" del analista solamente es un ejemplo de cómo un inconsciente contesta al inconsciente de otra persona, y viceversa. Esta respuesta parece ser regida, en cuanto nos identificamos con los objetos incons· cientes del analizado, por Ja ley del tali6n (aunque no solamente por ella), y en cuanto influye inconscien- temente en el analista surge el peligro de aquel circulo vicioso interpersonal, puesto que también el anali- zado responde nuevamente "taliónicamente", y así ad infinitum. Examinándola más de cerca, se ve que la mencio .. nada "respuesta tali6nica', o aquella "identificaci6n con el agresor" (es decir, con el analizado frustrador) es un proceso complejo. Tal proceso psico16gico del analista suele empezar con un displacer o una angus- tia ( niayor o menor) como reacción a esta agresión ( frustraci6n), y frente a esta sensación el analista se identüica con el agresor. Con el término "agresor" no debemos designar simplemente al analizado, sino a algún .objeto interno del analista (especialmente su ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 243 propio superyó o algún perseguidor interno) , proyec- tado ahora sobre el analizado. Esta identificación con el agresor (o perseguidor) tiene por consecuen- cia un sentimiento de culpabilidad -supongo que siempre-, aunque sea reprimido, pues lo que acon- tece es, en pequeña medida, un proceso melancólico, tal como lo vio Freud: el objeto nos abandonó (en cierto grado), nos identificamos con el objeto perdi- do * y acusamos luego al "objeto malo" introyectado, es decir, tenemos sentimientos de culpabilidad. Eso aun puede sentirse en las palabras citadas de Fe- renczi, en las que se expresan mecanismos que deben defender al analista de estos sentimientos de culpa: ne- gación de culpa ("el peligro no es grave") y acusa- ción contra el analizado por el "vacío" y la "futili- dad" de sus asociaciones**. Quisiera ahora citar dos situaciones generales que ilustran tanto las identificaciones complementarias y concordantes como el círculo vicioso a que estas si- tuaciones pueden llevar. a) Una de las situaciones transferenciales que apa- recen con regularidad, consiste en que el analizado ve en el analista a su superyó. El analista se identi- fica por un lado con el ello y el yo del analizado y con la dependencia de éste de su superyó, y, por otro lado, se identifica con este mismo superyó -si- tuación en la que lo coloca el analizado- y vivencia * Es un abandono parcial y es una amenaza de abandono. El objeto que amenaza abandonarnos y el perseguidor son, en última instancia, lo J;Uismo. ** El proceso descripto por Ferenczi tiene aun un aspecto más profundo. El "vacío y la futilidad'' de las asociaciones son la expresión de la parte vacía, fútil, muerta, del   n   l i ~ zado; la expresión de una situaci6n depresiva en que el analizado está solo y abandonado por sus objetos, tal como sucedió en Ja situación anaJítica. 244 HEINRICH RACKER así el dominio del superyó sobre el yo del analizado. La situación del yo frente al superyó es, en el fondo, una situación depresiva y paranoide; la situación del superyó frente al yo, es, en este mismo plano, ca (en cuanto este término puede usarse para nar la actitud dominante, controladora y acusadora del superyó frente al yo) . En este sentido puede decirse, .grosso modo, que a una situación transferen· cial   del analizado, correspon- de el aspecto de la identificación complemen- taria-,-. uria situación contratransferencial "maníaca" del _analista. a su vez, puede tener por canse· cuencia: diversos temores y sentimientos de culpa, a los. que me referiré más adelante*. b) Cuando el analizado, en defensa a esta situa- ci6n, se identifica con el superyó, coloca al analista en la situaci6n del yo dependiente y recriminado. El analista no sólo se identificará con esta posición del analizado, sino que también vivenciará la situación en el contenido que el analizado le da, es decir, se sentirá acusado y sometido, y reaccionará en -algún grado con angustia y culpa. A una situaci6n transferencia! "maníaca" (aquí del tipo de la "manía recriminato- ria") corresponde, pues. -en el aspecto de la idenM tificaci6_n complementaria-, una situación transferencia! "depresiva-paranoide". Estas vivencias del analista abarcarán normalmente sólo parte de su ser, dejando libre otra parte que toma nota de ellas en forma adecuada al tratamiento. La percepción de la situación contratransferencial por * F. Cesio 6 presentó un caso en el que muestra las principales reacciones contratransferenciales que se ron en el curso del tratamiento psicoanalitico, señalando en especial las identificaciones parciales del analista con objetos del superyó de la paciente. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 245 parte del analista y la comprensi6n de ella como res- puesta psicológica a determinada situación transfe .. rencial, le hará posible captar esta última y eso en el momento preciso en que sea vivenciada. Justamente estas situaciones y la conducta del analista frente a ellas, y en especial las interpretaciones que da al res- péctO; son, como he dicho, de importancia decisiva para el proceso terapéutico, pues son los momentos en que el circulo dentro del cual el neur6tico suele mo- ve!se -p.or proyectar su mundo interno hacia afuera y este mismo mundo- es o no inte .. rrumpido. Más aún, en estos puntos decisivos .el cífcul<? ·vicioso puede reforzarse por el analista, si éste es inconsciente de que ha entrado eri tal círculo. Un breve ejemplo. Un analizado repite con el su neurosis de fracaso, cerrándose frerite a toda 'interpretación o reprimiéndola en seguida, re- prochando al analista la inutilidad del análisis, vati- cinando también Ja ineficacia de éste en el futuro, · .afirmando continuamente su total indiferencia frente a todo, etc. El analista interpreta la posición del analizado frente a él en los distintos aspectos que apareceii, como, por ejemplo, su defensa frente a la vuelta de cie.rtos peligros (caer en dependencia, aban- dono,   contra-agresión por parte del analista, etc:), en caso de que el analizado abandone su en- cierro e intjiferencia frente al analista; interpreta Ja proyección de los objetos "malos" internos y la sub- siguiente conducta sadomasoquista en la transferen- cia;· la necesidad de castigo; el triunfo y la "ven- ganza masoquista" contra los padres transferidos; la defensa a la "posición depresiva" por medio de defensas esquizoides, paranoides y maníacas ( M. Klein) ; el rechazo de un ligamen que en el incons- ciente tiene significado homosexual, etcétera. Pero 246 HEINRICH RACKER puede acontecer que todas estas   a pesar de estar dirigidas a la resistencia central y enlazadas con la sitnación transferencia!, sufran el mismo destino por los mismos motivos, es decir, que caigan en la "marcha en vacio" de la neurosis de fracaso. Es ahora ,cuando sobrevienen. los momentos decisivos antes mencionados. El analista puede em- pezar a angustiarse frente al probable fracaso, ha- biéndolo sometido el analizado con sus resistencías, y a sentir enojo contra éste. Cuando aparece esta situación en el analista, el analizado suele presentir su posibilidad, ya que su propia. "agresividad", etc. la habla provocado; suele temer, pues, el enojo del analista. Si éste, amenazado por el fracaso, o mejor dicho, amenazado por su propio superyó o por sus propios objetos arcaicos que encontraron un agente provocador en el analizado, interpreta o actúa bajo la influencia de estos objetos internos, y de sus angus- tias paranoides y depresivas, el analizado está nueva .. mente ante una realidad similar a la que tuvo en sus vivencias infantiles (reales o fantaseadas) y a la que tiene en su mundo interno, y el círculo vicioso cónti .. núa y posiblemente hasta se refuerza. Pero si el ana- lista capta la importancia de esta situación, si com- prende a través de su propia angustia o enojo lo que acontece en el analizado, y si vence, gracias a la nueva comprensión, sus sentimientos negativos e interpreta lo acontecido en el analizado, estando ya en esta nueva situación contratransferencial positiva, en .. tonces habrá abierto una brecha -mayor o menar- en el círculo vicioso. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 247 IV. Continuaci6n Fenomenología de la contratransferencia. Las "ocu- rrencias" y las "posiciones'' contratransferenciales. Ejemplos. La "simbiosis'' psicológica'' entre sna- lista y analizado. Notas sobre la dinámica de con- tratransferencia. He considerado hasta aquí, en términos predomi- nantemente generales la relaci6n entre transferencia y contratransferencia y algunas de sus vincul;:tciones con el proceso analítico. Quisiera ahora, como pró- ximo paso, mirar más de cerca la fenomenología de la contratransferencia. Una detenninada diferencia ob- servada en las vivencias contratransferenciales sugie- re diferenciarlas en dos clases. Una de ellas podría ser denominada ocurrencias co_ntratransferenciales; la otra, posiciones contratransferenciales. Si el analista está enojado con su analizado (como sucedi6 en el último ejemplo citado en el capitulo anterior) se encuentra en una determinada "posición contratrans .. ferencial". Como ejemplo de las ((ocurrencias contra .. transferenciales" tendríamos el siguiente: Al comienzo de una sesión un analizado quiere pa- gar sus honorarios. Le entrega al analista un billete y le indica lo que éste debe devolverle. El analista, casualmente, tiene ese día el dinero en otro cuarto y sale para buscarlo, dejando el billete sobre el es- critorio. En el lapso entre salir y volver, tiene la fantasia de que el analizado retomará el dinero y afirmará que el analista ya lo ha guardado. Cuando vuelve, encuentra el billete en el lugar en que lo habla dejado. Arregladas las cuentas, el analizado se acuesta y comunica al analista que mientras es- 248 HEINRICH RACKER taba solo había tenido la fantas!a de guardarse el dinero, de darle un beso, de despedida al billete, y otras más. Desde luego, la falltas!a del analista se basó sobre lo que ya sabia del analizado, quien, en sesiones anteriores, había expresado sti inténso zo a pagar los. honora_rios. . de la fantasía del analista y de '¡a ¡lfírnera' fantasía del a,iializ.ado puede ciqr.fi,'q_ p_Z:Oyeniente de un · de los dos ·que· podría conside- rarse como simbiosis entre laS ·_dos perso- nalid.ades .. Aj deseo del an;ilizado de quitarle el di- pero (manifiésto ya en ·1as sesiones anteríotes), re- el_ analista con la tanto con este dese() .como con el objeto el cual .. está dirigido el. deseo, y de ahí su fantasia, d.e ser robado. Para qúb' aquellas puedan realizarse, debe e:#$.tir, _ evid.entemente, Una· virtual identidá.d, y_ en géneral se puede suponer que todas las. posibles cons- telaciones psicplógicas en el analizado existe,n también en el analista. seg<in séa la con:stelacJórt én. el ana- lizado, vibra eh, el analista la correspon- dieµte, de lo que resulta aquella simbiosis por la cual surgen e_spontáneamep.te en, el analista, lás ocu- rrencias que a la constelaci<?ri. psicoló- gica del analizado. Tanto en las del tipo de la rec'iéll exp11esta, comó en el   del lista enojado, se trata de identificaciones con el ello. con el yo y con los. objetos del. analizad(); en amb()s casos, pues, se trata de reaccionés contratransferen- .ciales. Sin embargo, hay una diferencia importante entre una y otra situación: y se. obtiene la llnpresióil de que esta diferencia no se limita a la intensidad emocional. Antes de dilucidar es.ta. diferencia, quisiera reca,1- car que también la reacci6n contratransferencial que ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 249 apa.rece en el último ejemplo (la fantasía del bille- te), puede y debe ser utilizada como instrumento técni.co. Más aún, es un ejemplo típico de aquellas ocurrencias libres a las que Freud y otros se re· fieren al aconsejar al analista la atenci6n flotante y al subrayar la importancia de estas ocurrencias para la comprensi6n del analizado. Estas últimas re- acciones contratransferenciales se caracterizan tam· bién por el hechO de no por lo gen'eraI, ningún peligro para la posici6n objetiva y observa· dora del analista frente al analizado. Aqui el peligro reside, m.á:s· bien, en que riO sé preste suficiente atenci6ri a estas ocurrencias o en que p.o se _haga uso de ellas para la comprensi6n y eventual interpreta· ción ... No siempre las ideas correspondientes del ana .. lizado son c:onsc.ientes en 'éste y no, siempre son comu· nicadas, como. acontece en el ejen;iplo- .citado. Pero en las propias ocurrencias y sensacio:q.es ferenciales, el analista tiene un· fustrümento para adivinar lo reprimido o rechazado· por el analizado. Importa recalcar una vez más el distinto uso del tér- mino'   ya que muchos, quizá la mayoría, no se refieren con él a estas ocurrencias del analista sino solamente a aquella otra clase de reacciones, ·las "posiciones contratransferenciales" .- Ya por eso resulta útil diferenciar estas clases. Quisiera ahora tratar de hacerlo con más clari- dad. La diferencia sobresaliente consiste en el dife· rente grado en que· el yo está implicado en las vivencias. En un caso -las reacciones son vividas como ocurrencias, libres o fantasías sin mayor intensidad emocional y un tanto ajenas al yo. En el otro caso, el yo . del analista está envuelto en la experiencia coiitrat:faiiSferencial; ésta es vivida· pOr 250 HEINRICH RACKER él con mayor intensidad y como realidad (el analizado es malo para el sentir del analista enojado), y existe el peligro de uhundirse" en esta vivencia. El factor que en primera línea parece originar estas diferencias, es una situación análoga en el analizado, es decir, la disposición de éste para percibir y comunicar su s   ~ tuaci6n interna (lo que ocurre en el caso del bi- llete), o bien para actuarla (como en el caso del analista enojado con una actuación frustradora del analizado) . Por otro lado, existe en el analista mis- mo, indudablemente, un factor que determina esta diferencia. Parece que se trata de distintas disposi- ciones suyas para responder con la percepción de sus reacciones frente a ciertas situaciones, mientras que, frente a otras, tiende a actuar ( alo o autoplástica- mente) . En otras palabras, si lo uno o lo otro acon· tece, depende de la propia neurosis del analista, de sus disposiciones a la angustia, de sus mecanismos de defensa, y en especial de sus tendencias a repetir (actuar) en lugar de hacer consciente. Nos hemos encontrado, así, con un factor que determina la di- námica de la contratransferencia. Es el mismo que Freud mostr6 como determinante para Ja especial intensidad de la transferencia en el análisis y que sería también responsable de la especial intensidad de la contratransferencia. Quisiera detenerme un momento más en el pro- blema de la dinámica de la contratransferencia. La mayor intensidad de determinadas reacciones contra- transferenciales se explica por las defensas patol6gi- cas frente al incremento de angustias arcaicas, de conflictos internos del analista no resueltos. Con respecto a la dinámica de la transferencia en el aná- lisis, creo que la transferencia no sólo se intensifica ESTUDIOS SOBRF. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 251 porque sirve de resistencia frente al recuerdo ( Freud) , sino también porque sirve de defensa frente a peligros dentro de 13. vivencia transferencia! misma; es decir, que la "resistencia de transferencia" es frecuentemen- te la repetición de defensas que son intensificadas para que no se repita en la transferencia la   trofe 68 ; lo mismo vale para la contratransferencia. Es evidente que estas catástrofes están relacionadas con el hacerse consciente de determinados aspectos de los propios instintos. Tomemos como ejemplo al analista que se angustia y enoja   ante el intenso masoquismo del analizado que actúa también masoquistamente dentro de la situación analítica. Tal situación suele evocar en el analista antiguas an- gustias paranoides y depresivas y antiguos tos de culpabilidad, puesto que el analista, frente a los efectos de esta agresión, se encuentra en sU inw consciente nuevamente con sus antiguos crímenes. Son frecuentemente los conflictos infantiles del ana- lista con su agresión los que lo llevaron justamente a esta profesión, en que trata de reparar los ob- jetos y de superar o negar su culpa. Frente al maso- quismo del analizado fracasa esta reparación o dew fensa que consiste en la actuación terapéutica cf.el analista y ésta está así ante el retorno de la catástro- fe, el objeto destruido .. De esta manera suele au- mentar la intensidad de la "contratransferencia gativa" (el enojo con el analizado), dados el fracaso de la defensa contratransferencial (de la actuación terapéutica) y el siguiente incremento de la angustia ante una catástrofe en la vivencia contratransferencial (la destrucción del objeto). Este ejemplo puede servir para ilustrar también otro aspecto de la dinámica de la contratransferen- 252 HEINRICH RACKER cia. En un trabajo anterior 68 he recalcado cómo la "abolici6n del rechazo" en el análisis determina la dinámica de la transferencia y en especial la inte'n- sidad de la transferencia de los. objetos internos recha- zantes, en primer lugar del .. sllpery6. La "abolici6n: del rechazo" empieza con la C.oiriunicación de las ocu- rrencias "libres". El an.alista · no hace tal comunica- ción, lo que determina Uria importante diferencia entre su situación y la del analizado y con eso una importante diferencia entre la dinámica de la trans- ferencia y la ·de la contratransferencia. Sin embargo,_ esta diferencia no es· tan ·grande como podría pensarse a primera vista, en primer_ lugar porque no es necesa- rio que las asoci_a_ciones .libres sean expresadas para que tengan lugar Proyecciones y transferencias, y en segundo, porque también el analis.ta comunica de" terminadas asociaciones de naturaleza personal aun cuando parezca no .suceder. ·Estas comunicaciones empiezan ya -cómo {¡uien dice- c9n la chapa de la puerta: "Psicoanalista" o "Médico" ¿Qtié. motivo -en términos del inconsciente-:- tendfía· ·él analista de querer curar si no hubiese sido él quien enfermó al enfermo? De esta manera el enfermo ·es- yai de por sí, el acreedor, el acusador, el ·   del analista, y éste su deudor. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 253 V. Ejemplos 1) La "ocurrencia libre'' y la contratransferencia. 2) La ((ocurrencia contratransferencial" como instru .. mento técnico. Relación entre resistencia . transferencia! y resistencia transferencia!. 8) La contratransferencia antes y después de las Jesiones como guia. 4) Contratransferencia y comprensi6n en un caso de W. Reich. 5) La represi6n de la contratransferencia como impedimento para la comprensión. La contratransfereticia corno guía frente a las defensas maniacas. 6) Tramsferencia total y contratransferencia total. 7) Contratrans- ferencia e interpretaci6n. 8) Contratransferencia, reacción terapéutica negativa y la irrupción del círculo vicioso neurótico (una sesión analítica). 9) Contratransferencia y los términos de la inter- pretación. Los ejemplos que siguen ilustran las diferentes cla- ses de reacciones contratransferenciales. Primeramente son expuestas unas situaciones en las que la transferencia tiene poca intensidad y no llega a   trar con ella al yo del analista; luego, algunas situa- ciones de intensas reacciones contratransferenciales, siendo el yo intensamente implicado en la vivencia; además, algunos ejemplos en que la represi6n de la contratransferencia imposibilitó la comprensión de la si1:uaci6n del analizado en el momento debido. Por otra parte, cada ejemplo ilustra uno u otro de los &spectos principales de la tesis (véase Cap. III). l) Una analizada pregunta al analista si es cierto que el analista N. se separ6 de su mujer y se cas6 254 HEINRICH RACKER con otra. En las asociaciones que siguen se ocupa detenidamente de la primera esposa. Al analista se le ocurre que a la analizada le interesa también saber quién es esa segunda esposa y que probablemente se está preguntando si no era una analizada de su actual marido. En su inconsciente, dada la situación trans- ferencia! actual de la analizada, se está preguntando si su propio analista no podría separarse también de su mujer y casarse con ella. Siguiendo esta sospecha: pero cuidando de no sugerir nada, el analista pregunta si ha pensado algo sobrn la segunda esposa de N. La analizada contesta riéndose: ''Sí, pensé si no era una analizada de él". El análisis de la situación psico16- gica del analista most.ró que la libre ocurrencia fue posible porque su identificación ce .1 la analizada en los deseos edipicos de ésta no •   trabada por la represión, y también porque él mismo contratransfe- ría sus propios impulsos edípicos positivos, aceptados por su yo, sobre la analizada. Este ejemplo ·ilustra que también en las ocurrencias libres del analista -las que le facilitan la compren- sión profunda- interviene no sólo la     rencia positiva sublimada que le permite la identi- ficación con el ello y el yo del analizado, sino adem·ás la "contratransferencia complementaria"} es decir, la identificación con los objetos internos que el analizado transfiere, y la aceptación en la conciencia de sus propias relaciones de objeto infantiles con el ana- lizado. 2) En los ejemplos siguientes, las ocurrencia> li- bres ya manifiestamente deptndientes de la situación contratransferencial constituyen la guía para la prensión. Una candidata asocia sobre una reunión científica ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 255 en el Instituto Psicoanalítico, la primera a la que ella asistía. Mientras ella asocia, al analista se le ocurre que él, al contrario de la mayoría de los demás analistas didácticos, no había intervenido en la dis- cusión. Experimenta cierta molestia por tal hecho, piensa que esto le habrá llamado la atención a la analizada y percibe un ligero temor de que la anali- zada lo haya sentido inferior. Se da cuenta de que prefiría que ella no pensara eso y que no mencionara lo ocurrido; justamente por eso pregunta a la anali- zada qué había pensado con respecto a él en esa circunstancia. La reacción de Ja analizada muestra la. importancia de la pregunta. Se sorprende y ex- clama: "Cierto, casi había olvidado referíselo." Luego trae un amplio material transferencia! que antes había rechazado por motivos correspondientes al rechazo contratransferencial de este mismo mate- rial por parte del analista (temor a una situación transferencia! "negativa"). El ejemplo muestra no sólo la importancia de la observación de las ocurren- cias contratransferenciales como instrumento técnico, sino también una relación entre una resistencia tranS- ferencial y una resistencia contratransferencial. 3) Otro ejemplo: en el saludo del comienzo de la sesión, el analista percibe que el analizado está deprimido y siente un ligero sentimiento de culpa- bilidad; asocia en seguida la sesión pasada en que frustró al analizado e intuye así de dónde proviene la depresión, aun antes de que las asociaciones del analizado lo conduzcan a la misma conclusión. Tam- bién las observaciones de las propias ocurrencias, es- pecialmente contratransferenciales, antes y después de las sesiones, pueden ser una importante guía en la comprensión de Ja situación analitica del anali- 256 HEINRICH RACKER zado. As!, por ejemplo, un fastidio sentido antes de entrar en el cuarto de trabajo, como respuesta con- tratransferencial a una conducta agresiva o somete- dora del analizado, puede hacer comprender de ante- mano la angustia de éste, que será, en la capa más superficial, el temor al enojo del analista, o sea, a la venganza de él por su conducta. Puede constituir otro ejemplo el caso de un analista que antes de entrar en el cuarto de trabajo percibe un sentimiento de cul- pa por estar retrasado; repara en que con frecuencia hace esperar al mismo analizado 'r. comprende que en especial es el gran sometimient°' masoquista de éste lo que lleva al analista a esa conducta frus- tradora. En otras palabras, el analista tewonde a la gran represión de la agresión del analizado haciendo lo que se le antoja, abusando de la ana- lizado. Pero esta misma tentación que el analista siente y por la que se deja llevar en su conducta, y los sentimientos de culpa que. por esta causa experi- menta, le pueden servir de guia para comprender la situación transferencia! del analizado. 4) Quisiera ahora presentar un ejemplo de la lite- ratura analítica que muestra iguahnente la situación contratransferencial como base para comprender, de manera decisiva para todo el curso ulterior del tra- tamiento, la situación analítica del enfermo. Es al mismo tiempo interesante observar que el autor parece desconocer que la feliz comprensión se debe a una captación inconsciente de la situación     ferencia1. Se trata del "caso con sentimientos maní· fiestos de inferioridad" publicado por W. Reich 76 • Después de mostrar cómo durante un largo periodo, ninguna interpretación tuvo éxito y no logró modi- ficar la situación analitica del enfermo, Reich escribe: ESTVDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 257 "Le interpreté luego sus sentimientos de inferioridad frente a mi; primeramente eso no tenía éxito, pero después de mostrarle, consecuentemente y durante varios días, su conducta, trajo algunas comunicacio- nes sobre su enorme envidia, no frente a mí, sino frente a otros hombres, ante los que igualmente se sentía inferior. Y ahora emergió en mí, corno un rayo, la ocurrencia, de que sus continuas quejas no podrían significar otra cosa que esto: 'el análisis no tiene influencia sobre mi', es decir, no vale nada, el analista es inferior e impotente y no puede lograr nada frente a él. Las quejas deblan ser comprendi- das en parte como triunfo y en parte como reproches frente al analista" (las bastardillas son mías). Si nos preguntamos por el origen de aquella "ocurrencia relámpago" de Reich, la respuesta debe ser, teórica- mente, que provino de la identificación con aquelJos impulsos del analizado o de la identificación con un objeto interno de él. La descripción de los aconteci- mientos, sin embargo, no deja mucho lugar a dudas de que fue esto último, o sea la "contratransferencia complementaria", la fuente de la intuición de Reich; es decir, que aquella comprensión relámpago surgió de la propia sensación de impotencia, derrota y cul- pabilidad por el fracaso del tratamiento. 5) Ahora un caso en que la represión de la con- tratransferencia pudo impedir la comprensión de la situación transferencia!, mientras la percepción ulte .. rior de esta misma situación contratransferencial jus- tamente posibilitó esa comprensión. Durante varios días un analizado está con intensa angustia y dolores de estómago. La analista no com- prende la situación hasta que pregunta directamente al analizado desde cuándo data ese estado. El anali- 258 HEINRICH RACKER zado contesta que es desde que él habla criticado acerbamente a la analista por una determinada con .. ducta; agrega que la babia notado algo deprimida últimamente. Lo que el analizado dice, da en la tecla. La analista realmente se babia deprimido un tanto a raíz de aquella crítica. Pero mientras ella babia reprimido la agresión (dirigida contra el anali- 2ado) que estaba detrás de su depresión y babia re· prim.ido, además, que también el analizado pensaría, consciente o inconscientemente, en el efecto de su crítica, el analizado estaba consciente de eso y, por lo tanto, relacionó sus propias angustias y síntomas con la depresión de la analista. En otras palabras, la analista habla escotomi2ado la relación entre la angustia y el dolor del analizado por un lado y la agresión (critica) realizada contra ella por el otro. Esta escotomización de la situación transferencial se debía a una represión de la contratransferencia, pues la agresión que el analizado sospechaba de parte de la analista y frente a la cual respondía con, angustia y con dolor gástrico, anticipándose y autoagrediéndose, existía, no sólo en su fantasía, sino también en el sentir contratransferencial de la analista. El peligro de que la contratransierencia sea repri- mida es, naturalmente, tanto mayor cuanto más son rechazadas estas reacciones contratransferenciales por el ideal del yo o el superyó. Tomando, por ejem· plo, el caso de un analizado que se conduce con una ausencia casi total de "respeto", ocurrirá que el ana .. lista estará herido en su narcisismo y reaccionará internamente con algún fastidio. Si reprime el fasw tidio porque éste está en discordia con las exigencias de su ideal del yo, se priva de una guia importante en la comprensión de la transferencia del analizado, el cual prócura negar las distancias entre sus objetos ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 259 internos idealizados y su yo mediante sus mecanismos maníacos, tratando de compensar sus sentimientos de inferioridad a través de una conducta de "igual a igual", defendiéndose así de situaciones de conflicto sumamente importantes. De modo similar, la excitaw ción sexual del analista puede señalar una conducta seductora encubierta y fantasías erotomarúacas   n ~ conscientes de la analizada, como también las situaw ciones subyacentes a éstas. La represión de tales reac- ciones contratransferenciales pueden cerrar el acceso a la técnica adecuada. Lo que está indicado, por ejemplo, en situaciones como las recién expuestas de tipo hipomaníaco, no es simplemente "tolerancia" (que puede ser intensificada por el sentimiento de culpabilidad por las reacciones contratransferenciales señaladas), sino el hacer consciente las reacciones contratransferenciales de los objetos internos (super- y6, etc.) del analizado mismo. Pues asi como el ana- lista ha reaccionado con cierto fastidio frente a la "falta de respeto" y a la desconsideración por parte del analizado, asi lo hacen también los objetos inter- nos de éste, puesto que en su conducta hay agresi- vidad contra estos objetos, experimentados por el analizado como superiores y al nús1no tiempo como rechazantes. En términos más generales diría que los pacientes con determinadas defensas hipomaníacas tienden a ver su conducta como "natural" y "espon- tánea", al analista -como tolerante y comprensivo, reprimiendo al mismo tiempo los objetos rechazantes e intolerantes latentemente proyectados sobre el ana- lista. Si éste no reprime su reacción profunda frente a las asociaciones y la conducta ·del analizado, tiene en ella una guia excelente para mostrarle al analizado justamente estos objetos reprimidos y la relación de él con ellos. 260 HEINRICH RACKER 6) Presentaré ahora un ejemplo que, al mismo tiempo que sigue la linea de los citados hasta ahora (clases de reacciones contratransferenciales, su utili- zación como instrumento técnico), muestra la impor- tancia de tener en cuenta la contratransferencia total, asi como también la transferencia total. Me refiero, en especial,· a la importancia de -prestar atención en la situación analitica no sólo a lo que fue y es repe- tido, sino también a lo que no fue (o sólo existía como esperanza), es decir, a los factores nuevos, es· pedficamente analiticos. en las situaciones del anali- zado y del analista. Entre éstos se destacan las carac- terísticas reales nuevas de estos objetos (del analista o bien del analizado), la situación enfermo-médico, o sea, la intención de curarse o bien de curar ( resti· tuirse y restituir) , y la situación creada por el pen- samiento y sentimiento psicoanalitico. Como ejemplo de esto último puede servir la regla fundamental, ese permiso e invitaci6n original, expresi6n básica de un ambiente especifico de tolerancia y libertad. Antes de exponer el ejemplo anunciado quisiera ilustrar brevemente a qué me refiero al hablar de la transferencia total. En una sesión, las asociaciones de un hombre, en tratamiento con una analista, gi- ran alrededor de sus relaciones con mujeres. Relata las frustraciones y rechazos sufridos y habla de su incapacidad de relacionarse con mujeres cultas. Apa- recen sus tendencias sádicas y de rebajamiento hacia la .mujer, etc. Era muy claro que el analizado trans- fería las imagos frustradoras y rechazantes a la ana- lista, de lo que result6 su desconfianza frente a ella. Lo que el analizado expresaba era al mismo tiempo su temor de ser rechazado por la analista a causa de su sadismo y, más pi;ofundamente, su temor de ser frustrado por ella, situaci6n que antaño habla des- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 261 encadenado su sadismo. Esta interpretación hubiera sido el fiel reflejo de su situación transferencia! pro- piamente dicha. Pero en la situación analitica total había algo más. Evidentemente, el analizado necesi- taba, quería, buscaba algo con la sesión como tal. ¿Qué era eso, en qué consistía este factor actual o, si se quiere, el aspecto prospectivo de la situación transferencial? La respuesta está virtualmente c o n ~ tenida en la interpretación anteriormente expuesta: el analizado buscaba conectarse afectiva y libidinal- mente, habiendo despertado las sesiones anteriores sus sentimientos positivos y habiendo sacudido algo su coraza; indirectamente estaba preguntando a la   n   ~ lista si a ella si podría tenerle confianza; si podía entregarse sin correr el peligro de sufrir lo que ante- riormente había sufrido. La interpretación .anterior s i ~ refería a la transferencia sólo como repetición de h que ya habla sido; esta última interpretación se 1 efería a lo mismo y, además, a lo que no habfa sido ) era nuevamente esperado de la vivencia analítica. Y ahora, el ejemplo que se refiere tanto a Ja situa- ción transferencia! como a la contratransferencial total. El material proviene otra vez del Análisis del ,·arácter, de W. Reich 76 • Se trata de aquel caso en • ¡ue el análisis giraba durante mucho tiempo alre- ledor de la sonrisa del analizado, única expresión analizable, según Reich, que quedó al cesar todas las comunicaciones y actuaciones con que el analizado había comenzado el tratamiento. Entre estas actua- ciones del principio había algunas que Reich inter- pret6 como provocaciones {por ejemplo, un movi- miento que el analizado hizo hacia la cabeza del analista) . Es evidente que Reich se hizo guiar en esta interpretación por lo que habla sentido contra- transferenciahnente. Pero Jo que Reich percibió as! 262 HEINRICH RACKER era sólo una parte de lo que había acontecido en él; pues aparte del susto y del fastidio (que aunque sea solamente en un grado mínimo, debió de haber   tido) hubo una reacción de su yo frente a estos   timientos, una reacción de control y de domirúo puesta por su conciencia (superyó) analítica. Pues Reich le había sugerido al analizado que hay mucha libertad y tolerancia en la situación analítica, y este espíritu de tolerancia hizo que frente a aquellas "provocaciones" Reich sólo contestara con una   pretación. Lo que el analizado queria y buscaba era probar si realmente existía tal tolerancia en Reich, interpretación que más tarde Reich le dio y que tuvo un efecto mucho más positivo que la primera. La consideración de la situación contratransferencial tal (sentirse provocado y conciencia analítica, la que determinó el destino de este sentimiento) hubiera po- dido ser, pues, desde el comienzo, una guía para la captación de la situación transferencial total que consistla en la agresividad (defensiva) , en la des- confianza original y en el rayo de confianza, la nueva esperanza que la libertad de la regla fundamental habla vuelto a despertar en él. 7) Me he referido más arriba a que la situación transferencial, en cuanto está determinada por 1a situación infantil y los objetos arcaicos del analizado, provoca en el inconsciente del analista situaciones infantiles y la intervenci6n de sus objetos arcaicos. Quisiera ahora presentar otro ejemplo que muestra c6mo el no estar consciente el analista de su   puesta contratransferencial puede conducir a que el analizado se sienta nuevamente expuesto a un objeto arcaico (circulo vicioso) y c6mo, a pesar de cierta comprensión de lo que acontece en el analizado, el ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 263 analista se encuentra impedido de dar la interpreta- ción adecuada. Se trata de una primera sesión. La analizada em- pieza a hablar del calor que hace y de otros asuntos que a la analista (una candidata) le parecen insig- nificantes. Por eso le dice a la analizada que posi- blemente no se atreve a hablar de si misma. Aunque en realidad la analizada está hablando de si misma (aun cuando habla del calor que hada), la inter- pretación es, en su esencia, cierta, por estar dirigida al· conflicto central del momento. Pues el "usted no se atreve" es una crítica y proviene de la vivencia de la analista de estar frustrada en un deseo; este deseo debe de haber sido que la analizada venciera su resistencia. Si la analista no hubiera sentido .esta molestia o si hubiera estado consciente de la natura- leza neurótica de su reacción interna (angustia y fastidio), habría tratado de comprender por qué la analizada "no se atrevía" y se lo hubiera dicho. En este caso la falta de valentía que la analista señala a la analizada hubiera mostrado ser una respuesta "lógica" a una relación de objeto peligrosa. Siguien- do el pensamiento de la analista y dejando de lado otras posibles interpretaciones, podemos suponer que en tal caso hubiera dicho a la analizada, por ejem- plo, que algo, en la situaci6n analítica (en la relaci6n entre la enferma y la analista), le produjo el temor que hizo desviar a sus pensamientos de lo que le importaba mucho a lo que le importaba poco. Esta interpretaci6n se hubiera diferenciado de la que le dio, en dos puntos: la interpretación dada no ex- presa, en primer lugar, la relación de 0 bjeto que lleva al "no atreverse", y en segundo lugar, coincide en su formulación con juicios superyoicos, lo que en 264 HEINRICH RACKER lo posible debe evitarse*. No fue evitado en este caso porque la analista estaba contratransferencial- mente identificada con el superyó de la analizada, sin estar consciente de ello; estando consciente hu- biera interpretado, por ejemplo, la agresión temida proveniente del superyó y no la hubiera realizado mediante la interpretación. Parece que la "interpre- tación de tendencias", sin considerar la relación de objeto, tiene por causa, entre otras, la represión por parte del analista de un aspecto de su contratrans· ferencia, o sea, la r.epresión de la identificación con los objetos internos del analizado. Continuemos con la sesión mencionada. l,a ana- lizada, sintiéndose criticada, se censura a sí misma por su costumbre de hablar con poca coherencia. Dice que la madre suele observarla por eso, y luego critica a la madre porque suele no escuchar lo que ella dice. La analista comprende que este material tiene relación con. la situación analítica, que la ana- lizada repite en la transferencia, y le dice: "¿Por qué cree usted que no la escucho?" La analizada contesta que seguramente la analista si la está es- cuchando. ¿Qué ha sucedido? La desconfianza de la anali- zada choca contra un deseo de la analista (por la confianza de la analizada) , y as!, en lugar de analizar la situación, la analista, ya que no puede decir "No, yo la voy a escuchar, téngame confianza'', se lo sugiere con aquella pregunta. Es, pues, nuevamente la interferencia de la contratransferencia incontrolada (el deseo de que la analizada no tenga resistencia, * Si las interpretaciones coinciden con juicios superyoicos del analizado, el analista es confundido con el superyó y a veces con razón real. Hay que mostrarle al analizado los jl.Ücios superyoicos pero en lo posible no hacerlos. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 265 etcétera) lo que conduce a que una comprensi6n par- cialmente buena se convierta en una interpretación deficiente. La importancia de tales acontecimientos es grande, especiahnente si son frecuentes. Y es pro- bable que lo sean, ya que tales interpretaciones provie- nen de un determinado estado de la analista y por ser este estado en parte inconsciente. Ahora bien: ¿qué es lo que hace que tales acontecimientos ten- , gan tanta importancia? La respuesta es ésta: es el hecho de que el inconsciente del analizado registra justamente este estado y se encuentra nuevamente frente a un objeto que (como en este caso) quiere obligarlo a seducirlo a que rechace su desconfianza, un objeto que inconscientemente busca más satisfa- cer los propios deseos o calmar las propias angustias que comprender y satisfacer las necesidades del ana- lizado. ¿Cómo concluimos esto? Lo vemos en las r e   c c i o ~ nes de la analizada, que se somete a la sugerencia de la analista diciéndole, que le tiene confianza y negando as! un aspecto de su realidad interna. Se somete a la crítica anterior de su cobardía y "vence" luego, aparentemente, las resistencias, mientras en realidad todo transcurre como en las viejas vías. No puede ser de otra manera, pues el analizado capta la situación neurótica del analista y su situaci6n trans- ferencia] es determinada luego por ésta. En cierto grado el analizado se ve nuevamente ante su realidad infantil (interna o externa) y en este mismo grado repetirá sus antiguas defensas y no tendrá un motivo real para vencer de· veras sus resistencias, por más que el analista quiera convencerlo de su tolerancia y comprensi6n. S6lo logrará eso mediante interpre- taciones mejores en las que su neurosis interfiera menos. 266 HEINRlCH RACKER 8) Expondré ahora un ejemplo algo más detalla- do que muestra: 1 •) la ley taliónica en la relación analizado-analista; 2•) cómo la captación de la reac- ción contratransferencial indica lo que acontece en la transferencia y lo que tiene mayor actualidad en ella; 39) qué interpretación conviene dar para abrir brecha en el círculo vicioso neurótico y 4 9 ) cómo las asociaciones ulteriores muestran que eso ha sido logrado, aunque sólo parcialmente, pues las mismas defensas vuelven y nuevamente la contratransferen- cia señala la interpretación que el analizado necesita. Me limitaré a lo más importante de una sesión. El analiz_ado, que sufre más que nada por su intenso bloqueo afectivo y por su udesconexión" en todas sus relaciones de objeto, empieza la sesión diciendo que se encuentra completamente desconectado del   n   ~ lista. Habla con dificultad, como venciendo una gran resistencia y siempre con la misma voz, que aparece como desvinculada de los instintos y sentimientos. Sin embargo, la respuesta contratransferencial al con- tenido de sus asociaciones (o mejor dicho, de su relato, ya que ejerce un fuerte control sobre sus ocu- rrencias) no es siempre igual. En un momento dado el analista siente una ligera irritación: es cuando el analizado, médico, le cuenta una conversación que ha tenido con otro médico, en la que él criticó agu- damente a los analistas por su pasividad (dan poco y curan poco) , por sus elevados honorarios y por su tendencia a ejercer un dominio sobre los anali- zados. Lo que el analizado expresaba y su conducta tenían múltiples significados. Era claro, en primer lugar, que estas acusaciones, aunque manifestadas en gran parte en forma general y con referencia a otros analistas, se dirigían hacia el propio analista; el ana· !izado se habia convertido en el superyó del analista. ESTUDIOS ·SOBRE TÉCNICA PSICOANALÚ'ICA 267 Esta situación del analizado representa una defensa frente al propio superyó acusador, proyectado sobre el analista. · Es una de las formas de la identificación con los perseguidores internos, que lleva a una inver- sión de la situación temida. Es, ·en otros términos, una pasajera manía recriminatoria en defensa frente a una situación paranoico-depresiva en que el super- yó persigue al analizado con recriminación y lo ame- naza con el abandono. Junto con esta identificación con el superyó, se realiza una proyección de una parte del "yo malo" (y del ello) sobre el analista. En este caso la pasividad (la mera receptividad y la incapacidad de reparar), el aprovechamiento egoísta y ·la : dominación que adjudica al analista son, en prüiiera ·instancia, "tendencias" propias "malas" por las que teme ser recriminado y abandonado por el analista. En un estrato más profundo, este yo malo es ·uri "objeto malo", con el que se había identificado en defensa frente a su persecución. Ya se entrevé que·, sería prematuro interpretar esta situación básica; antes tendrá el analizado que enfrentarse con su "yo irialo", es decir, pasar en la transferencia por aque- lla' Situación paranoico-depresiva en la que se siente amenazado por el analista-superyó. Pero aun asi que- dan dudas con respecto a la interpretación a dar, pues .lo que el analizado dijo o hizo tiene, aun en la superficie, varios significados más. La crítica que   ~ z o a otro médico sobre los analistas tiene el signi- ficado de rebelión, venganza y provocación y, quizás al _mismo tiempo, de búsqueda de castigo, como tam- bién de poner a prueba al analista con respecto a la libertad que le da y simultáneamente de someter y co_ntrolar a este objeto peligroso, etc. Su reacción contratransferencial señaló al analista cuál de todas ést<\l5-- era la interpretación indicada, puesto que esa 268 HEINRICH RACKER reacción era la respuesta viva a la situación transfe- rencia! de ese momento. El analista había sentido cierta angustia y agresión frente a la agresión sufrida (la ley taliónica), y era de suponer que el analizado había intuido (inconsciente o conscientemente) este fastidio del objeto interno hacia el cual estaba diri- gida su protesta, y que había reaccionado a esto con angustia. La desconexión que recalca en su primera ocurrencia debía de estar en relación con esta angus- tia, ya que gracias a tal desconexión, el analizado no percibió el peligro ni sintió la angustia. A través de la proyección de aquel objeto interno, el analista es un tirano que pide sometimiento completo y prohíbe la protesta. La transgresión de esta prohibición (la protesta del analizado expresada al médico-amigo), debe ser calificada por el analista -en la fantasia del analizado- de infidelidad, y respondida con eno- jo y abandono afectivo; lo deducimos de la vivencia Contratransferencial. Para reconciliar y recuperar al analista, el analizado acepta su enojo o castigo y sufre nuevamente dolores de estómago -tal como men- ciona en sus asociaciones, pero sin vincular las dos vivencias--. Su depresión de este día se explica por este sentimiento de. culpa y, secundariamente, por la pérdida de objeto proveniente de su desconexión aumentada. El analista le muestra en su interpretación lo que acabamos de exponer. El analizado responde dicien- do que el día anterior recordó la conversación con aquel médico y que, en efecto, le había producido angustia. Después de una pequeña pausa agrega: ''Y ahora pensé: Y. . . ¿qué hago con eso?" El analista percibió que estas palabras provocaron n u   ~ vamente en una parte de él un ligero fastidio. Se comprende por qué. La primera reacción del anali- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 269 zado a la interpretación (es decir, su recuerdo de la angustia a causa de su protesta) había acercado al analista la satisfacción de un deseo: su deseo de di- solver la desconexión del analizado. La angustia que el analizado recordó había sido por lo menos un paso adelante, puesto que el analizado admitió así una conexión que por lo general negaba o reprimía. Las palabras siguientes frustraron nuevamente al analista, pues significaron: "Con eso no hago nada, nada ha cambiado." Nuevamente fue la reacción     ferencial lo que señaló al analista la presencia de un momento vivo de la transferencia, y que ésta era la oportunidad de interpretar. También aquí, en la fantasía inconsciente del analizado, debe de haber habido una reacción de enojo del objeto interno -tal como realmente aconteció en el analista-, lo cual debió ser señalado en la interpretación: era la angus- tia que tal fantas!a debe de haber provocado en el analizado. Esta angustia -y con ella la descone- xión- sólo pudo ser disminuida reemplazando aquel enojo fantaseado con una de la necesi- dad del analizado de defenderse a través de aquella negación ("Y ... ¿qué hago con eso?"). En realidad, el analista, además de sentir un ligero fastidio, había comprendido que el analizado tenía que protestar y rebelarse, cerrarse y desligarse de nuevo, negar e im- pedir toda influencia, porque en el caso de que el analista sirviera, el analizado caería en una depen- dencia más intensa aún, justamente porque el ana- lista le servirla de algo y porque el analizado le estaría debiendo algo. Este peligro había aumentado con la interpretación, puesto que el analizado la sin- tió como cierta. Dada la tiranía fantaseada del ana- lista -su carácter sometedor, aprovechador, sádico, etc.-, esta dependencia debía ser Impedida. 270 HEINRICH RACKER Sobre Ja base de esta comprensi6n, extraída de Ja contratransferencia que señalaba Ja situaci6n de an- gustia del analizado, fue dada la interpretaci6n, que también las asociaciones siguientes mostraron acer- tada. Por un lado, el analizado dijo poco después que se le habla pasado su depresi6n, y admitir eso significaba en este _caso un progreso, porque admitía algo positivo en el analista. Por otro lado, las aso- ciaciones siguientes permitieron profundizar el aná- lisis de su neurosis de transferencia, ya que el analiza- do mostraba en ellas un estrato más profundo, o sea, su dependencia subyacente, mientras que hasta ahora la interpretaci6n habla debido centrarse en el senti- miento de culpa y angustia que acompañaron a la defensa (rebeli6n, negaci6n, etc.) frente a esta mis- ma dependencia. Las asociaciones inmediatas se re- ferían a que hacia unos días un amigo común (del analizado y del analista) le había dicho que el ana- lista Se iba esa misma noche de vacaciones y por lo tanto esa· sesión sería la última. De esta manera el analizado admite Ja importancic. afectiva que tiene el analista para él, lo que solla negar sistemática- mente. Trasluce también que su protesta contra los analistas estaba determinada ya por el inminente pe- ligro de ser · abandonado por su analista. Cuando poco antes del fin de la sesi6n el analista aclara que la noticia que aquel anúgo le habla dado era equi- vocada, .er·analizado expresa su enojo contra el amigo y recuerda cómo éste había querido despertarle celos transferenciales hacía poco. Con eso el analizado admite aun sus celos por el analista, aunque desplaza su enojo hacia el anúgo que lo angusti6 en aquella y en esta oportunidad. ¿Qué ha acontecido en resumen, y cómo se   x ~ plica? · ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 271 El viaje del analista representaba, en el incons- ciente, el ser abandonado por los objetos internos necesitados. Este peligro fue contestado con una identificación: la amenaza de la agresión (abando- no), con agresión (protesta contra los analistas). Todo eso tuvo por consecuencia una nueva angustia del analizado frente a una posible contraagresión o abandono por parte del analista. Esta angustia ha- bía quedado inconsciente, pero el analista la pudo intuir por su contraagresividad contratransferencial. Si no hubiera interpretado esta situación   cial del analizado, o si en su interpretación hubiera entrado alguna critica por el insistente y continuo rechazo hacia el analista y por la "obstinada" nega- ción de todo vínculo con él, el analizado hubiera permanecido en el círculo vicioso entre su angustia básica ante el abandono y su identificación defensiva con el agresor (con el objeto que abandona), es de- cir, en el círculo vicioso de su neurosis. La interM prelación que le demostró la comprensión del analista por su conducta y por la angustia subyacente, cam- bió -por lo menos en este instante-- la imagen perseguidora de aquél. De ahí que pudiera aban- donar la identificación defensiva con esta imago y admitir su dependencia (el estrato subyacente), su necesidad del analista y sus celos. También en esta nueva situación, ahora alcanzada, la contratransferencia mue'stra el contenido y el ori# gen de la angustia que impulsa al analizado a una rápida repetición y recuperación de los mecanismos de defensa anteriores (identificación con el perse- guidor, bloqueo afectivo, etc.). Y también aquí es la interpretación de esta nueva .situación de peligro, el único medio para interrumpir el circulo vicioso. Da- da la situación interpersonal que antecedía durante 272 HEINRICH RACKER meses a la entrega afectiva que en cierto grado acon- teci6 hacia el final de esta sesi6n, dada la mutua situación paranoide transferencial-contratransferen- cial (la que se expresaba en el analizado por sus intensas resistencias caracterológicas, bloqueo afecti- vo, etc., y en el analista por los fastidios señalados), el analista vive tal entrega afectiva -en un plano- como un triunfo maníaco, al que luego siguen las correspondientes angustias depresivas y paranoides, la compasi6n hacia el analizado, los deseos de repa- ración, etc. Justamente tales sentimientos de culpa- bilidad en el analista por su sentimiento maníaco pueden llevar a que esta situación no sea suficiente- mente interpretada. El peligro en que el analizado piensa encontrarse, consiste en convertirse en víctima indefensa del sadismo de su objeto (el analista), del mismo sadismo que el analista ha sentido en su satis- facción contratransferencial "maníaca" de haber do- minado y vencido al 'cobjeto malo" con el que el analizado estaba identificado defensivamente. La per- cepción de esta reacción contratransferencial puede indicar nuevamente cuál es la situación transferencia! actual y qué es lo que debe ser interpretado. Si en la situación psicológica del analista no exis- tiera nada más que tal reacción maníaca, el analizado no tendría otra posibilidad que hacer uso de Jos mismos viejos ·mecanismos de defensa que constitu- yen esencialmente su neurosis. En términos más ge- nerales habría que afirmar que la reacción terapéutica negativa es una reacción transferencia! del analizado adecuada a una contratransferencia negativa, ima- ginada o real, del analista *. Pero aun donde tal contratransferencia negativa existe realmente, sólo * Véase M. Little 58. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 273 representa un aspecto parcial de la respuesta psicoló- gica del analista, pues aquella ley taliónica no es lo único que determina las respuestas del inconsciente, existiendo, además, el consciente, que a su vez está presente en las respuestas psicológicas del analista. En lo que se refiere al inconsciente, sólo mencionaré la tendencia a reparar, que crea hasta la disposición de "retribuir lo malo con lo bueno" y que es en realidad la disposición de remediar, aunque sea en un objeto desplazado, lo que se haya hecho o pen- sado de malo. En lo que se refiere al consciente, menciono en primer término la circunstancia de que el propio análisis hace al yo del analista más fuerte de lo que era, por lo que las intensidades de sus angustias y demás respuestas contratransferenciales suelen ser disminuidas; en segundo, la capacidad de enfrentarse con esta misma contratransferencia, de "sa- lir" en cierto modo de ella, de ponerse fuera y mi· rarla objetivamente; y en tercero, el conocimiento psicológico que también actúa en y sobre la res- puesta psicológica del analista. Así, por ejemplo, el conocimiento de lo que está detrás de la transferencia negativa y de las resistencias -lo que en última ins- tancia no es otra cosa que el amor malogrado por una u otra causa, interna o externa- le ayuda al analista a responder con amor a aquella posibilidad de amar, a aquel núcleo enterrado del enfermo, por más que en la superficie aparezcan el odio y el temor de éste. 9) Quisiera completar una consideración ya ini- ciada sobre determinada relación entre contratrans- ferencia e interpretación. l\fe refiero a la importan- cia que tiene el hecho de que el analista evite, en lo posible, hacer interpretaciones en términos que coin- 274 HEINR!CH RACKER ciclan con los términos del superyó moral *. Este peligro aumenta a causa de las identificaciones in- conscientes del analista con los objetos internos, y, en especial, con el superyó del analizado. En el úl- timo ejemplo en que el analizado criticaba frente a su amigo la conducta de los analistas, adoptando el papel del superyó frente a un objeto interno al que proyectaba sobre el anali$ta, éste se identific6 con aquel objeto proyectado y reaccionó con angustia y fastidio frente a la acusación. Recriminaba interna- mente al analizado su conducta y estaba cerca el peligro de que algo de esta recriminación (en la que el analista a su vez se identificó con la conducta superyoica del analizado) se infiltrara en su inter- pretación, lo que hubiera representado un refuerzo del círculo vicioso neurótico del analizado. Pero el problema es más amplio. En realidad, una parte no pequeña de la terminología psicoanalítica se presta a ser vivenciada por el analizado como términos su- peryoicos recriminatorios. Menciono, por ejemplo, ''narcisismo", "pasividad", "soborno del superyó", tér- minos cuyo uso (tal cual o circunscripto) en el tra- tamiento, merecen alguna reflexión, justamente por- que implican el peligro de que en el analizado se confundan la imago del analista con la de su superyó. Para mayor claridad se pueden diferenciar teórica- mente dos situaciones: una consistiría en que sólo el analizado vivenciara estos términos u otros similares como crítica, dado su conflicto entre el yo y el su- peryó, estando libre el analista de tal sentimiento crítico; la otra, en que también el analista viera con intolerancia moral estas tendencias o rasgos de carác- * Algo similar (aunque sin vincularlo con la contratrans- ferencia) recalca W. R. D. Fairbairn 9. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA '27·5 ter, es decir, que, en efecto, sintiera superyoitamente. Algo de eso existe probablemente siempre, ya que el analista se identifica con los objetos que el anali- zado trata de la manera descripta (narcisistamente. sobornándolo, etc.) . Pero aun en el extremo caso te6rico en que el analista hubiera resuelto totalmente sus propios conflictos con tales "tendencias'' (narci- sismo, etc.) y por lo tanto no entrara en conflicto contratransferencial con Jas correspondientes tenden- cias del analizado, se preferirá mostrar al analizado los respectivos conflictos entre sus tendencias y su supery6 y no correr el riesgo de dificultar al anali- zado la diferenciaci6n entre el juicio de su propio supery6 y la comprensi6n del analista de estas mis- mas tendencias, con el uso de una terminología que precisamente se presta a confundir estas dos po- siciones. Se podría objetar que la confnsi6n·ehtre el analista y el supery6 ni puede ni debe ser· evitada, ya que representa una parte esencial del análisis de 1a trans- ferencia (de la externalización de situaciones inter- nas) y ya que no puede llegarse a la claridad sino a través de la confusión-. Eso es ·cierto; esta confusión no puede ni debe ser evitada, pero debe pensarse también que habrá que disolverla y que eso será tanto más difícil cuanto más el analista esté realmente identificado en su vivencia con el supery6 del anali- zado y cuanto más estas identificaciones hayan· in- fluido negativamente en .sus interpretaciones y en su conducta. En una palabra, es difícil disolver confu- siones que no lo son. 276 HEINRIGH RACKER VI. Correlaciones especificas entre transferencia y contratransferencia. 1) Significados de la angustia contratransferencial. 2) Significados de la agresi6n contratransferen- cial. 3) Significados de los sentimientos de cul- pabilidad en la contratransferencia. 4) Significa- dos de otras situaciones contratransferenciales (somnolencia, sometimiento. 5). La "objetividad" de la contratransferencia y el problemfl de la "comunicaci6n de la contratroosferencia". A continuación quiero ocuparme de un tema que es de gran importancia para la comprensión de la relación interpersonal en la situación analítica. En los ejemplos expuestos en los capítulos anteriores se veía cómo a determinadas situaciones transferenciales corresponden determinadas situaciones contratransfe- renciales, y viceversa. Un estudio sistemático del blema de cuál es la situación transferencia! a la que el analista suele reaccionar con esta o aquella situa- ci6n contratransferencial, podrá facilitar, en la prác- tica, la deducción de las situaciones transferenciales a partir de las reacciones contratranSferenciales. La cuestión siguiente será establecer a qué imago o con- ducta de objeto, es decir, a qué situación   ferencial imaginada o real responde el analizado con esta o aquella situaci6n transferencia!. Desde luego, éstos son problemas generales de la psicología pro- funda que ya fueron investigados ampliamente, pero cuya aplicación al problema especifico de la relación transferencial-contratransferencial en el análisis ha sido, hasta ahora, relativamente escasa. La amplitud del tema exige una limitación en la ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 277 exposición. Sólo puedo presentar una selección de situaciones y he de exponer, predominantemente, los resultados de mis observaciones. Estos resultados no pretenden ser más que aspectos parciales de las situa- ciones a que se refieren. Tendré que limitarme mu- cho en cuanto a la presentación del material sobre el que aquéllos se basan, pero creo que al analista le es fácil obtenerlo en su labor diaria. Para la expo- sición elijo, entre las situaciones contratransferencia- Ies, ·las que me parecen de mayor hnportancia, es decir, las que por un lado pueden perturbar más la labor del analista y que, por otro lado, hacen ver y comprender importantes puntos de la neurosis inter- personal -la névrose á deux-- que suele surgir en la situación analítica, aunque por lo general con muy distinta intensidad en uno y otro de los dos participantes. 1) Significados de la angustia contratransferencial. a) .La angustia contratransferencial puede ser, en términos generales, de carácter depresivo o de carác- ter paranoide *. En la angustia depresiva el peligro inherente consiste en haber destruido o enfermado al analizado. Estas angustias suelen surgir en grado mayor frente al peligro de suicidio del analizado, y, en menor grado, ante un· empeoramiento o peligro de empeoramiento en el estado de salud de aquél. Pero simplemente el no mejorar, el sufrimiento y la de- * Véase M. Klein 47, 49. Los términos "depresivo", '<para- noide" y "maníaco" son usados a continuación en su sentido descriptivo (fenomenológico). Así, por ejemplo, la "angus- tia paranoide" incluye todas las fantasías de ser perseguido, independientemente de la fase libidinal o de la "posición" (M. Klein). Las consideraciones siguientes se vinculan estre- chamente con mis observaciones sobre la estratlficaci6n psico· patológica 69, 278 HEINRICH RACKER presi6n del enfermo pueden provocar angustias depre- sivas en el analista. Estas angustias también · tan, generalmente, los deseos de repararlo. Al referimos a las angustias paranoides, es de im- portancia diferenciar la contratransferencia "directa" y la "indirecta" 66 • En el primer caso, las angustias surgen frente al peligro de la intensificación de la agresión del analizado mismo; en el segundo caso, frente al peligro de la agresión de terceras personas con quienes el analista ha hecho sus transferencias principales (por ejemplo, el grupo analitico), siendo los destinos de estas relaciones de objeto codetermi- nados por la actuaci6n del analista como tal. La agresión temida puede ser de distinta naturaleza, tal como crítica, recriminación, odio, burla, desprecio, ataque físico, etc. En el inconsciente puede ser el ligro de ser matado, castrado u otra amenaza arcaica. b) Las situaciones transferencia/es del analizado, a las que se refieren las angustias depresivas del lista, son, ante todo, aquellas en que el analizado, por un aumento de frustraci6n (o por peligro de frustraci6n) y de Ja siguiente agresión, vuelca esta agresión contra sí. Se trata, en un plano, de situa- ciones en que el analizado, frente a una angustia paranoide (de retaliaci6n), se defiende adelantán- dose a este peligro, ejecutando él mismo y contra sf mismo, parte de la agresi6n temida proveniente del analista, y amenazando con ejecutarla más aún. En este sentido psicológico es· reahnente el analista el que agrede o destruye al analizado, y Ja angustia depre- siva de · él   pues, a esta realidad 16gica. En otras palabras: Ja angustia depresiva con- tratransferencial surge, ante todo, frente a la "de- fensa masoqµista" del analizado ---que simultánea- mente representa uva venganza ("venganza ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 279 quista")- y frente al peligro de que ella continúe. En otro aspecto, este vuelco de la agresión contra si es realizado por el analizado frente a angustias de- presivas, es decir, con el fin de protegerse frente a la revivencia de la destrucción de los objetos y de proteger a éstos de la propia agresividad. La angustia paranoide "directa" en la contratrans- ferencia es, como he dicho, la reacción ante el peligro proveniente de diversas posiciones agresivas del ana- lizado mismo. El análisis de estas posiciones muestra que, a su vez, son reacciones o defensas frente a:· de- terminadas imagos agresivas; nuevamente estas reac- ciones y defensas del analizado, están regidas por la ley taliónica o bien -correspondiente a ésta- por la identificación con el perseguidor. La recrimina- ción, el desprecio, el abandono, el ataque físico, etc., todas estas posiciones del analizado de amenaza y agresión que hacen surgir las angustias paranoides contratransferenciales, son respuestas (o anticipacio- nes) a posiciones equivalentes del objeto transferido. Las angustias paranoides "indirectas" en la contra- transferencia son de naturaleza más compleja, ya que interviene un tercero, del que proviene el peligro para el analista. Las situaciones ( transferenciales) del analizado que provocan la agresión de este "tercero" contra el analista, pueden ser de diversa naturaleza. Quiero limitarme a señalar que en la mayoría de los casos se ·trata de situaciones transferenciales similares (masoquistas o agresivas) como las que provocan las angustias contratransferenciales expuestas anterior- mente. · c) Buscando el denominador común de las diver- sas conductas de los analizados que· provocan angus- tia en el analista, se lo encuentra, a mi parecer, en el mecanismo de la "identificación con el persegui .. 280 I-IEINRICH RACKER dor"; 1a vivencia inherente de estar liberado del perseguidor y de haberlo vencido, sugiere designarlo como mecanismo maníaco. Este mecanismo puede existir también donde el cuadro manifiesto del ana- lizado muestra lo contrario, es decir, en determinados estados depresivos, pues la conducta maníaca puede estar dirigida tanto hacia un objeto proyectado como hacia un objeto introyectado, puede realizarse alo o autoplásticamente. La "identificación con el perse- guidor", a la que me refiero como contenida en de- terminados estados depresivos, puede existir aun en el suicidio, en cuanto éste es un ''burlar,, a los per- seguidores fantaseados o reales; tal burla sería un aspecto maníaco del suicidio. Este mecanismo ma- níaco del analizado es, pues, una defensa frente a un objeto vivido como sádico, que tieride a convertir al analizado en víctima de una fiesta maníaca, d e ~ fensa que se realiza por medio de su introyección, sea en el yo, convirtiendo al analista en objeto de las "tendencias maníacas", sea en el superyó, t o ~ mando al yo como objeto de esas mismas "tenden- cias". El ejemplo siguiente lo ilustra. Un analizado decide hacer un viaje de placer a Europa. Lo experimenta como una victoria sobre el analista, tanto por liberarse de éste por dos meses como porque él puede costear ese viaje y el analista no. Surgen entonces en él angustias ante la vengariza del analista por su triunfo. El analizado se adelanta a tal agresión y se enferma ligeramente (fiebre, pri- meros síntomas de gripe). El analista siente un pocc de angustia a causa de esta enfermedad y teme ~ d   ­ das ciertas experiencias anteriores-,- el empeoramiento del estado del analizado, que todav!a continúa yendo a las sesiones. Vemos, pues, hasta ahora, la siguiente situación transferencial-contratransferencial: el anali- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 281 zado vive una especie de situación maníaca frente al analista, siendo ésta acompañada de angustias, preponderantemente paranoides. El analista no está ajeno al fastidio por el abandono y a la envidia por la gran fortuna del analizado (sentimiento que el analizado en sus angustias paranoides le adjudica al analista) ; pero al mismo tiempo existe en él 'la satisfacci6n por el real progreso del analizado que se expresa incluso en haber hecho posible el viaje y por haberlo decidido. El analista percibe, pues, que él, igual que la madre del analizado, también quiere (en una parte de su ser) ligarlo a su persona y usarlo para sus propias necesidades. Se siente realmente identificado con aquel objeto dominador y vengativo con el que el analizado lo identifica. De ahí que el haberse enfermado el analizado, sea, para el ciente del analista, como si él, por esas tendencias, lo hubiera enfermado, lo que le provoca las angus- tias depresivas y paranoides. Falta agregar cuál es la imago del objeto que lleva al analizado a esa situación maníaca. Es justamente la imago de una madre sometedora y sádica para la cual las frustraciones del analizado constituyen una fiesta maníaca. Frente a estas tendencias maníacas del objeto, el analizado se defiende a su vez, en pri- mer lugar, con la identificación (introyección del perseguidor en el yo, "vivencia maníaca" del viaje 69 ), y luego, para escapar a la venganza, por medio de la defensa masoquista. Sintetizando: en el ejemplo expuesto, la angustia depresiva (y paranoide) del analista es la respuesta emocional a la enfermedad del analizado, la que a su vez es una defensa masoquista frente a la cución vengativa del objeto. También esta defensa masoquista contiene una fantasía       en cuanto 282 HEINRICH RACKER burla, controla y domina la agresión del analista. En el estrato subyacente encontramos al analizado en una situación paranoide ante la persecución tiva por parte del analista (véase el fastidio de éste) . Bajo ésta (y su causante) hay una. situación inversa: el analizado en una situación de triunfo maníaco (la liberación, el viaje del analizado), el analista en si- tuación paranoide (peligro de ser vencido y abando- nado). Y, finalmente, bajo éste, hay una situación en la que el analizado se encuentra sometido a un objeto que quiere hacer de él la víctima de sus   ciencias agresivas", pero esta vez no para vengarse de las intenciones y actitudes del analizado, sino plemente para satisfacer su propio sadismo; imago que proviene directamente de las frustraciones nales sufridas por el su jeto. De esta manera, el analista pudo deducir, de cada una de sus sensaciones contratransferenciales, una determinada situación transferencial: el temor del analista por un empeoramiento del estado del anali- zado pudo indicarle la necesidad de éste de satisfacer, por un lado, al vengador, y por el otro lado, de controlarlo y frenarlo, invirtiendo parcialmente (a través de la enfermedad) la situación victimario- víctima, aliviando así su sentimiento de culpa y co- locando parte de éste en el analista. El fastidio del analista por el viaje del analizado pudo indicarle la necesidad de éste de liberarse del objeto domi- nador y sádico, y también los sentimientos de bilidad del analizado a causa de estas tendencias, y su temor ante la venganza del analista. Una sensa- ción de triunfo del analista pudo señalarle la angustia y la depresión del analizado a causa de su depen- dencia de tal objeto frustrador y, sin embargo, im- prescindible. Por otra parte, cada una de estas si- , ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 283 tuaciones transferenciales pudo indicarle al analista las imagos de objeto del analizado, es decir, las situa- ciones contratransferenciales fantaseadas o reales que determinan aquellas situaciones transferenciales. 2) Significados . de la agresión contratransferencial. En las páginas precedentes, al dirigir la atención hacia la angustia contratransferencial, nos heinos, n ~ contrado con una serie de situaciones ·en 1as que e1 analista siente también irritación, faStidio, enQjo, rechazo,, deseo de venganza, odio, etc. Eri. cu·anto al origen y significado de ellas, me limito a las condi- ciones siguientes: .·a) La agresión contratransferencial surge frente a la frustración (o peligro de frustración) dé deseos que superficialmente pueden ser diferenciados' en "direc- tos" e "indirectos"; ambos tienen como fin prepon- derante recibir libido y afecto, ·siendo, en el primer caso, el analizado mismo el objeto principal por el que el analista quiere ser -aceptado, querido, etc., mientras que en el segundo caso el analizado es el -me- dio para este mismo fin 66 • Este fin tiene, en términos generales; dos orígenes: uno instintivo (la necesidad primitiva de unión con el objeto) y otro de naturaleza defensiva (la necesidad de neutralizar, superar o ne- gar los rechazos ¡/demás péligros provenientes de los objetos internos; en especial del superyó). Entre las frustraciones pueden diferenciarse,·· deSCriptivamente, las de índole activa y las de índole· pasiva. Entre las primeras están la agresión ·directa por parte del ana- lizado, su burla, el engañ·o; el rechazo- activo. Esto significa para el analistal'estar expuesto a un objeto (parcialmente) umalo"; ef enfermo se· convierte, por ejemplo, en el superyó del analista, que Je dice: "Tú eres malo." Ejemplo de las frustraciones de· índole 284 HEINRICH RACKER pasiva es el rechazo pasivo, el alejamiento, los aban- donos parciales y otras defensas frente al ligamen y dependencia con el analista. Todas ellas significan frustraciones de la necesidad de unión del analista con el objeto. Resumiendo estos aspectos, puede de- cirse que la agresión contratransferencial suele surgir cuando son frustrados los deseos del analista prove- :nientes de Eros, tanto los que surgen de sus necesi- dades instintivas y afectivas "originales" como los que surgen de su necesidad de con jurar o anular su propia agresión (Tánatos o la acción de sus objetos malos internos) dirigida contra el yo o contra el mundo externo. Debido a la propia neurosis del analista (pe- ro también a ciertas características del análisis m   s ~ mo), los deseos de Eros adquieren, frecuentemente, la finalidad inconsciente de llevar al analizado a un estado de dependencia. De ahí que la agresión con- tratransferencial esté a menudo provocada por el rechazo de la dependencia por parte del analizado, por el rechazo del ligamen y de la entrega al analista, en forma de silencio, negación, ocultamiento, repre- sión, bloqueo, burla, etcétera. b) La próxima cuestión consiste en establecer qué es lo que induce al analizado a comportarse de esta manera, es decir, frustrando al analista, alejándose de él, agrediéndolo, etc. Con eso sabremos lo que debemos interpretar cuando surge en nosotros la agresión contratransferencial, pudiendo deducir, pues, de la contratransferencia la situación transferencia! y la causa de ésta. Esta causa es, a su vez, una situaM ción contratransferencial (fantaseada), o más preci- samente, una conducta mala o temida del. objeto proyectado. Ahora bien, la experiencia muestra que --en términos un tanto generales- la conduCta mala o amenazante del objeto suele ser un equivalente ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 285 de la conducta del analizado (a la que luego hemos reaccionado internamente con agresión) . Compren- demos también por qué: la conducta del analizado proviene de una de las reacciones o defensas más primitivas, es decir, de la reacción taliórúca o de la defensa por medio de la identificación con el perse- guidor o agresor. En algunos casos es muy simple: el analizado se aleja de nosotros, nos rechaza, nos abandona, o se burla cuando teme o sufre por nos- otros la misma agresión u otra equivalente. En otros casos es más complejo, siendo la identificación in- mediata con el agresor reemplazada por otra identi- ficación que es menos directa. Para ejemplificar: una analizada, arite la noticia de que el analista sale de vacaciones, se calla prolongadamente, o sea, se aleja -con el silencio- como respuesta taliónica al alejrumcnto del analista. Esto, en el aspecto externo. Un análisis más profundo muestra que las vacaciones del analista equivalen para ella a la escena primaria; ésta equivale a una castración, y su respuesta inme- diata sería un ataque similar contra el analista. Este impulso agresivo (castrador) es rechazado y el re- sultado, el silencio, es una transacción entre su hósti- Iidad y el rechazo de ésta; es una identificación, transformada, con el perseguidor. Resumiendo: a) Las reacciones contratransferenciales de agre- sión (o de un equivalente) son la respuesta a una situación transferencia! en la que el analizado frustra determinados deseos del analista. Estas frustraciones equivalen a un abandono o a una agresión que el analizado realiza o con la que amenaza al analista, y colocan a éste, primeramente, en una situación de- presiva o paranoide. El analizado está en una situa- 286 HEINRICH RACKER ClOn de defensa que en un aspecto equivale a una situación maníaca, es decir, de liberación de un per- seguidor*. b) Esta situación transferencia! es Ja defensa fren- te a determinadas imagos de objeto. Puede ser un objeto que persigue al sujeto sádica, vengativa o moralmente, o un objeto al que se defiende frente a la propia destructividad mediante ataques ejecu- tados contra el propio yo; en éstos el sujeto ataca -como Freud y Abraham han mostrado en el aná- lisis de la melancolía y del suicidio- al mismo tiemw po al objeto interno y externo (analista). c) El analista que, a causa del mecanismo ma- níaco ( alo o autoplástico) del analizado es puesto en situación depresiva o paranoide, se defiende a veces frente a éstas. por medio de la misma identificación con el agresor o perseguidor, de la que hizo uso el analizado. En tal caso, el analista se convierte, vir- tualmente, en perseguidor, a lo que el analizado (en cuanto presupone tal reacción de su objeto interno y proyectado) responderá con angustia. Siendo esta angustia y su origen lo más cercano a la conciencia, será lo ·primero a interpretarse.· 3) Los sentimientos de culpabilidad en la contratransferencia. Los sentimientos de culpabilidad contratransferen- ciales pertenecen, en uno de --sus. aspectos principales, al capítulo de la angustia contratransferencial, puesto ·X. Esta "manía" puede de índole j'superyoica", como_, por ejemplo la manía recriminatoria (identificaci6n con el . supery6 moral perseguidor). Puede ser también   yoica" (es decir, pertenecer a planos subyacentes al de bilidad moral), como por ejemplo en la burla erótica ficación con el objeto que castra, frustrando genitalmente)69. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 287 que también representan una forma específica de ]a misma: la angustia ante la "conciencia moral". De alú que, en parte, se refieran a las mismas situaciones. Así, por ejemplo, un serio empeoramiento del estado del analizado puede provocar al mismo tiempo que temor ante su venganza (angustias paranoides) y an· · gustia y preocupación por haherlo dañado (angustias depresivas) ' dolor y temor ante la recriminaci6n mow ral por parte del superyó. En tales situaciones de sentimientos de culpabili- dad, el superyó (del analista) suele ser proyectado sobre el analizado (o sobre una tercera persona) , siendo el analista el yo culpable. El acusador es, al mismo tiempo, el atacado, la víctima del analista; éste es el acusado, es decir, el victimario, el que por lo tanto tiene que sufrir Juego la angustia (tensión) ante su objeto y la dependencia con respecto a él. Así como las otras situaciones contratransferencia- les, el sentimiento de culpa del analista puede refe. rirse a factores reales o fantásticos o a l;J.na mezcla de ambos. Lo primero es el caso del analista que tenía efectivamente sentimientos negativos, neur6tiw cos, que habían de tener de algún modo influencia sobre su conducta; por ejemplo, interpretando con agresividad o conduciéndose en -forma sometida o seductora e innecesariamente frustradora. Por otra parte, pueden surgir en el analista sentimientos de   por ejemplo, frente a un intenso someR cimiento del analizado, sin que él haya contribuido con su proceder a tal conducta, o puede sentirse pable por caer el analizado en una depresión o enfer- medad, aunque su proceder terapéutico sea adecuado ante su conciencia. En tales casos, los sentimientos de culpabilidad contratransferenciales se refieren a un proceder que no era el suyo pero que hubiera 288 HEINRICH RACKER podido serlo, dada su disposición latente. En otras palabras, el analista se identifica en la fantasía con un objeto interno malo del analizado y se siente c u l ~ pable de lo que ha provocado como tal: enfermedad, depresión, masoquismo, sufrimiento, fracaso. La i m   ~ go del analizado se confunde, pues, con los objetos internos del analista, a los que en un pasado éste quería frustrar, hacer sufrir, dominar, destruir (o a los que realmente ha frustrado, etc.). Ahora los quiere reparar. Al fracasar esta reparación, vivencia la situación como si él los hubiera enfermado. El factor real interno a que se refieren los sentimientos de culpabilidad son las tendencias neuróticas (pre- dominantemente sadomasoquísticas) que reaparecen en la contratransferencia; sostiene así el analista, con razón, cierta duda e inseguridad con respecto a su capacidad de controlarlas enteramente y de tenerlas alejadas por completo de su actuación como analista. La situación transfefencial ante la que el analista suele reaccionar con sentimientos de culpabilidad, es, pues, e.n primer lugar, una situación masoquista de] analizado, que a su vez puede ser de naturaleza de- fensiva ("secundaria") o básica '("primaria"). En e] primer caso la conocemos como rechazo del sadismo por medio de su "vuelta contra el yo"; la imago de objeto, que principalmente impone la defensa maso- quista, es una imago retaliadora. En el segundo caso (el del masoquismo primario), la imago del objeto es "simplemente" sádica, reflejo de los dolores ("frus- tradores") originalmente sufridos. Los sentimientos de culpa del analista se refieren a sus propias tenden- cias sádicas. Frente al masoquismo del analizado ·puede sentirse como si él lo hubiera provocado in- conscientemente. El analizado está sometido a un objeto malo, lo que aparece como si el analista hu- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 289 biera satisfecho su agresividad; ahora éste está a su vez expuesto a las acusaciones de su superyó. En resumen: Ia situación superficial consiste en que el analizado es ahora el superyó, el analista el yo, quien tiene que sufrir la acusación, etc. El analista está en una situación   mientras que el está, en un aspecto, en una situación ma- níaca (manía recriminatoria, etc.) . En un plano más profundo, la situación es a la inversa·: el analista está en una situación maníaca (imago vengativa, domi- nadora o "simplemente" sádica), y el analizado en una situación depresivo-paranoide. 4) Significados de otras reacciones contratransferen- ciales (somnolencia, sometimiento) . Además de la angustia, el odio y los sentimientos ele culpabilidad en la contratransferencia, que hasta ahora hemos venido considerando, hay una serie de otras situaciones contratransferenciales que pueden re- presentar igualmente puntos decisivos en el cursó de un tratamiento analítico, tanto por su posible influen- cia en la labor del analista, como porque el análisis de las situaciones transferenciales que provocan tales situaciones contratransferenciales, puede representar el problen¡a central del tratamiento, cuyo esclareci- miento puede ser la conditio sine qua non de cual- quier influencia sobre el analizado. Sólo quiero consi- derar aún, brevemente, dos de estas situaciones. Una de elias es el ya mencionado aburrimiento o la somno- lencia contratransferencial, que adquiere la impor- tancia señalada, desde luego, solamente en los análisis en que surge con frecuencia y con regularidad. Lo que hasta ahora he podido ver es lo siguiente: el aburrimiento y la somnolencia suelen ser (como ya he dicho) respuestas taliónicas inconscientes del 290 HEINRICH RACKER analista frente a un alejamiento o abandono afectivo del analizado. Este alejamiento puede ser de distinto o r ~ g   n o naturaleza, pero tiene, por otra parte, carac- terísticas específicas, ya que no toda clase de aleja- miento del analizado produce aburrimiento en el analista. U na de esas características parece ser el de un alejarse del analizado sin irse, un abandonar afec- tivamente al analista, pero quedándose con él; no suele existir el peligro de que el analizado haga una fuga. Este alejamiento o abandono parcial se ex- presa superficialmente en intelectualización (bloqueo afectivo), en control aumentado, a veces en mono- tonía en la forma de hablar, etc., teniendo el analista al mismo tieri1po la sensación de ser excluido, y de ser impotente con respecto al curso de las sesiones. Parece que el analizado trata de evitar así una de- pendencia latente y muy temida frente al analista. Esta dependencia es, en Ia superficie, su dependencia del superyó moral, y más profundamente, de otros objetos internos que son en parte perseguidores, en parte perseguidos. Estos objetos no deben ser proyec- tados sobre el analista; las relaciones latentes e inter- nas con ellos no deben ser actualizadas y extemali- zadas. Este peligro es rechazada a través de diversos mecanismos, desde el control y la selección ucons- ciente" -de las comunicaciones hasta la despersona- lización, y desde el bloqueo afectivo * hasta la total represión de toda relación transferencia!; es este re- chazo de aquellos peligros, y la conjuración y el dominio de la angustia mediante estos mecanismos * .tste y, en especial, el bloqueo de la agresi6n, suele ser lo que crea la mencionada "ausencia de peligro,, para el ana- lista (el analizado no se fuga, etc.), que parece ser una de I_as condiciones para que sobrevenga el aburrimiento contra- transferencial. ESTUDIOS SOBRE. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 291 lo que lleva, pues, al alejamiento, frente al que el analista puede reaccionar con aburrimiento o som- nolencia. La angustia y los sentimientos de culpabilidad contratransferenciales llevan también, frecuentemente, a la disposición al sometimiento contratransferencial, que igualmente tiene importancia desde dos puntos de vista: tanto por su posible influencia sobre la comprensión, conducta y técnica del analista, como por lo que pueda enseñar sobre la situación transfe- rencial del analizado. En cuanto a lo primero, exis- 'tirá la tendencia de no frustrar al analizado y hasta de mimarlo. Naturalmente, esto podrá no sólo in- hibir la agresión del analizado, sino también dificultar el desarrollo de todas las transferencias negativas (la transferencia del superyó y de otros objetos internos frustrantes). La tendencia del analista a evitar la frustración y la tensión se expresará en una búsqueda de una rápida pacificación de las situaciones transfe- renciales, como por ejemplo mediante una pronta "reducción" de la transferencia a situaciones infan- tiles o mediante una rápida reconstrucci6n de la imago "buena", "real" del analista *. El analista que se siente sometido por el analizado, sentirá enojo, y el analizado, intuyéndolo, sentirá temor a ]a ven- ganza. La situación transferencia! que lleva al ana- lizado a dominar y someter al analista a través de una amenaza oculta o manifiesta, parece ser análoga a la que conocimos al considerar ]a situación transferen- cia! que lleva al analista a sentir angustia y senti- mientos de culpa. Las diferentes maneras de reac- * Fue W. Reich '16 quien recatc6 la frecuente tendencia del analista a evitar la transferencia negativa. La situación contratransferencial arriba expuesta es una de las situaciones subyacentes a aquella tendencia. 292 HEINRICH RACKER clonar el analista frente a sus angustias, es decir, en un caso con una actitud de sometimiento, en otro caso con manía recriminatoria, etc., también están relacionadas con la actitud transferencia! del anali- zado. Las· observaciones hechas hasta ahora me pa- recen indicar que el analista tiende tanto más al s.ometimiento cuanto mayor es la disposición a la actuación agresiva del analizado. 5) La "objetividad" de las contratransferencias, y el problema de la comunicación de la contratrans- f erencia. Antes de terminar, consideraré brevemente dos du- das que están relacionadas con los problemas tra- tados. Una de ellas se refiere a la confianza que puede tenerse en la contratransferencia como guía para la comprensión del analizado; la otra se refiere a la utilidad o al daño que puede significar el comu- nicar el analista al analizado una u otra de sus reac- ciones contratransferenciales. En cuanto a la primera duda, creo que sería realmente un error ver en las reacciones contratransferenciales un oráculo, espe- rando de ellas con fe ciega la verdad pura sobre las situaciones psicológicas del analizado. Es evidente que nuestro inconsciente es una "receptora" y "emi- sora" mÚ.y personal y que debemos contar con falsi- ficaciones frecuentes de la realidad objetiva. Pero también con respecto al inconsciente es válida la afir- mación que fue hecha en una oportunidad con res- pecto a la mujer, o sea que, a pesar de todo, es "lo mejor qu.e de   s t ~ clase de cosas tenemos". El propio análisis y alguna experiencia analítica capacitan al analista, por lo general, para ser consciente de este factor personal y para conocer su "ecuación perso- nal". En lo que he podido ver hasta ahora, el peligro ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 293 de una fe exagerada en los mensajes del propio in- consciente, es, aun cuando se trata de reacciones muy "personales", mucho menor que el peligro de repri- mirlas y de no darles ningún valor "objeta!". Cuando a veces comencé una hora de control preguntan1o al candidato c6mo se habla sentido frente al analizado en esa semana o qué había experimentado durante las sesiones, y el candidato me contestó, por ejemplo, que se angusti6 porque tuvo la impresi6n de que el analizado quería abandonar el análisis o que se abu- rrió, o bien cuando yo percibí directamente un fasti- dio, una angustia, etc., en el candidato frente al ana- lizado, todas estas respuestas contratransferenciales solian ya indicarme el problema central del trata- miento en cuestión en esa etapa, verificándose esta suposici6n mediante el análisis detallado del material, realizado en la hora de control. Cuando estas reac- ciones contratransferenciales eran muy intensas, se trataba naturalmente de problemas no resueltos por el candidato y sus reacciones eran ecos desfigurados de Ja situación objetiva. Pero aun sin tal ".intensi- dad", tenemos que contar siempre con ciertas desfi- guraciones. Así, por ejemplo, un candidato reaccio- naba durante cierto período con un ligero fastidio cuando sus analizados se ocupaban mucho de su infancia. El candidato tenla la idea de que s6lo el análisis de la transferencia en sí puede adelantar el tratamiento. En realidad tenía también Ja necesi- dad de que los analizados se ocuparan de su persona. Pero analizando su situación, el candidato no sólo pudo recuperar pronto el interés por las situaciones infantiles de sus analizados, sino también ver que, a pesar del carácter neurótico de su fastidio, éste le señalaba el rechazo de ciertos analizados frente a de- terminadas situaciones transferenciales. 294 HEINRICH RACKER Cualquiera que sea la vivencia del analista, sus reacciones siempre están en relaci6n con los procesos del analizado. ·Aun las ideas contratransferenciales más neuróticas surgen solamente frente a dos analizados y frente a determinadas situaciones de éstos, y pueden, por lo tanto, señalarle algo sobre ellos. Para citar un último ejemplo: un candidato, 1 al comienzo de una sesión (y antes de que la anali- • zada hable) tiene la ocurrencia de que ella sacará · un revólver y disparará sobre él; siente el impulso de ; . sentarse en su sillón en posición de defensa. nace, fácilmente, el carácter paranoico de esta idea, ya que la analizada está lejos de actuar de esa nera. Sin embargo, pronto puede ver que su reacción era en cierto sentido adecuada; la analizada le comu- nica espontáneamente que tenía la intención de darle   puntapié en el pene". En otras ocasiones en que el candidato había tenido la misma ocurrencia, la analizada estaba con fantasías en que ella era la víc- tima de una persecución; también en este caso la reacción del analista era, en cierto modo, adecuada, ya que la fantasia de la analizada de ser perseguida era la consecuencia (y la causa) de sus propios im- pulsos sádicos. Por otra parte deben reflexionarse detenidamente las deducciones que se hacen de Ja percepción de Ja propia contratransferencia. Así, por ejemplo, el he- cho de que el analista se sienta con enojo no significa simplemente (como a veces se oye opinar) que el analizado lo quiere enojar. Más bien puede significar que el analizado está con un sentimiento de culpa- bilidad transferencia!. Me limito aqu! a señalar Jo que antes he dicho sobre la agresión contratransfe- rencial. Finalmente, algunas palabras sobre la segunda du- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 295 da, es decir, si el analista debe o no comunicar al analizado algo de su contratransferencia. La exten- sión que ya ha alcanzado este trabajo no me permite discutir en detalle los diversos argumentos en pro y en contra*. Naturalmente, mucho dependería tam- bién de qué, cuándo, cómo, a quién, para qué y en qué estado el analista hablaría de su propia contra- transferencia. Sin embargo, tengo la impresión de que, por lo general (aunque no sin excepción), la buena finalidad que persiguen los defensores del "co- municar la contratransferencia" puede ser alcanzada mejor con medios diferentes y puramente analíticos. Me refiero ante todo al análisis consecuente de las fantasías del analizado sobre la contratransferencia del analista (y de las transferencias correlacionadas), hasta que el analizado haya captado la verdad (la realidad de las contratransferencias de sus objetos internos y externos). Además me refiero al análisis consecuente de las dudas, negaciones, etc., que pue- den haber surgido corno defensa frente a la verdad intuida, hasta que éstas hayan sido superadas. Sin embargo, hay también situaciones en que la comuni- cación de la contratransferencia tiene evidente valor para el curso ulterior del tratamiento. Sin duda, este aspecto del uso de la contratransferencia tiene mu- cha importancia. Pienso que Jo que en primer lugar debe hacerse es un estudio amplio y detallado de los problemas inherentes. Las discusiones al respecto po- drán empezar a ser fructíferas si se basan en una experiencia y una investigación suficientes. Un tra- bajo que las ofreciera sería de gran interés. * En pro de la comunicaci6n y del análisis siguiente de ciertas situaciones contratransferenciales habla A. Balint s, Winnicott s, M. Litttle 58 Y otros; en contra de comunicarlas habla, por ejemplo, Paula Heimann 42. ESTUDIO VII TÉCNICA ANALíTICA Y EL MASOQUISMO INCONSCIENTE DEL ANALISTA* Empezaré la exposici6n en términos generales y teóricos, pero la continuaré en términos específicos y prácticos. El proceso psicoanalítico consiste en la urú6n del analizado consigo mismo, en la "con-ciencia". Lo que, aparentemente, es "no-yo" debe convertirse en yo. Para que se realice esta re-unión, el analista debe, a su vez, unirs.e con el analizado -ya que com- prender es unirse, en la conciencia- y especialmente unirse con lo que el analizado rechaza y escinde de sí mismo. El analista puede hacerlo en la medida en que está unido consigo mismo .Y en cuanto es capaz y está dispuesto a reconocerse en el analizado, es de- cir, a convertir el no-yo, que es, aparentemente, el analizado, en yo. Todo objeto es, psicológicamente, una parte pro- yectada del yo. El proceso psicoanal!tico consiste, pues, tanto para e1 analizado como para el analista, en la rectificaci6n de la divisi6n de uno en dos (o más) . Curarse es integrarse y curar es integrar inte- grándose, restableciendo el analista la ecuación no-yo * Trabajo presentado en el Primer Congreso Psicoanalí- tico Latinoamericano en 1956, y publicado en The Psycho- analytic Quarterly, Vol. 27, 1958. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 29'J (es decir: tú) =yo. Comprender es superar la divi- sión en dos, e identificarse es, en este aspecto, resta- blecer una identidad ya preexistente. Comprender, unirse con otro y con ello también amar muestran ser, en su raíz, una y la misma cosa. De esta manera si: manifiestan como equivalentes también la compresión y la coritratransferencia positiva, tomando esta pala· bra en su sentido más profundo, es decir, como amor y unión. La perturbación de la contratransferen cia positiva, los aspectos "negativos,, (de no-amor) de la contratransferencia son, pues, perturbaciones de la unión y equivalentes a perturbaciones de la compren- sión. De ahí que la continua utilización analítica y la resolución de todo fenómeno contratransferencial negativo y el restablecimiento de la contratransferen·· cia positiva sean un factor decisivo para el buen desarrollo del proceso psicoanalítico. En la medida en que la contratransferencia negativa es una res .. puesta a una transferencia negativa, Ia resolución de aquéila es al mismo tiempo la base -para la resolución de esta última, y por lo tanto la base para el redescu- brimiento y el restablecimiento de la transferencia positiva, Ja que a su vez es, en última instancia, la unión del analizado consigo mismo, es decir, la cu- ración. En los últimos años los psicoanalistas han prestado creciente atención a la importancia y a los signifiM cados de la contratransferencia, tanto como peligro como también como instrumento de la labor analítica. Los traba jos de Lorand, Rosen, Winnicott, Heimann, A. Reich, Little, Gitelson, Weigert, Fliess, Spitz, To- wer, Money-Kyrle, son una clara expresión de este interés. En un trabajo propio 70 partí de la siguiente tesis. La transferencia --de cuyo análisis depende tan decisivamente la curación- es una realidad cons- 298 HEINRIC1'I RACKER tante, que normalmente es también vivenciado por el analista constantemente, y esto en dos aspectos: por un lado, identificándose el analista con el yo y el ello del analizado, y por otro lado, identificán- dose el analista con los objetos internos del anali- zado, que éste coloca (latente o manifiestamente) en el analista, desde los más primitivos perseguidores y objetos idealizados hasta Jos padres del complejo edípico genital y su heredero, el superyó moral, etc. El analizado trata al analista según Jos objetos que coloca en él, sintiéndose tratado el analista según este mismo trabajo. Normalmente el analista se identifi- ca, pues, en parte con los objetos con los que el analizado lo identifica. He propuesto denominar a las identificaciones del analista con el yo y el ello del analizado "identificaciones concordantes", y las identificaciones con los objetos internos (siguiendo un término análogo de fI. Deutsch 8 ) "identificaciones complementarias". En el cas:o ideal el analista realiza todas estas identificaciOnes, las percibe y las utiliza para la comprensión e interpretación de los procesos del mundo interno y externo del analizado. Esto es aceptado, en cuanto se refiere a las identificaciones "concordantes" por todos los analistas, pero no lo es, creo, en cuanto a las identificaciones "complementa- rias". En otras palabras: se sobreentiende que el analista co-vivencie, en un grado adecuado, todos los impulsos, angustias y defensas del paciente, pero pa- rece no sobreentenderse que normalmente co-vivencie o deba co-vivenciar también, en un grado adecuado, los impulsos, angustias y defensas de los objetos in- ternos del analizado. Sin embargo, si esto sucede realmente, el analista obtiene una llave de suma im- portáncia para la comprensión de la transferencia. En el trabajo mencionado he expuesto qué procesos ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 299 transferenciales suelen provocar en el analista angus- tias depresivas o paranoides, sentimientos de culpa, agresividad, sometimiento, somnolencia, etc., frente al analizado, y qué es lo que el analista puede con- cluir de estos sentimientos contratransferenciales espe- cíficos con respecto a los procesos específicos en el analizado. Este uso de la contratransferencia, y en especial de las identificaciones complementarias como instru- mento técnico, tiene como condición previa no sólo que se trate de verdaderas identificaciones (y no de proyecciones de problemas propios del analista en el analizado), sino también que el analista pueda guar- dar cierta distancia frente a todos estos procesos dentro de él, que ni los rechace patológicamente ni tampoco "se hunda" en ellos, cayendo en violentas angustias, o en intensos sentimientos de culpa, eno- jos, etc. Tanto la represión como el uhundirse" en est_os sentimientos dificultan o impiden al analista abrir la brecha en el círculo vicioso neurótico del analizado. por medio de interpretaciones transferen- ciales adecuadas, sea porque el analista no entró sufí# cientemente, o sea porque entró demasiado él mismo en este círculo vicioso. En tales casos puede suceder que también la conducta del analista hacia el anali- zado sea influida por su situación neurótica contra- transferencial, con lo cual el analizado_ es puesto nue- vamente (ahora dentro de la situación analítica mis- ma) ante una realidad que coincide, en parte, con su realidad neurótica interna. En cambio, la vivencia contratransferencial adecuada de estas situaciones y sú toma de conciencia dan al analista justamente la posibilidad de interpretar la transferencia actual en el momento en que más es vivida y de abrir aquella brecha. La vivencia contratransferencial adecuada 300 HEINRICH RACKER depende de varios factores de los que dos son espe- cialmente decisivos: el grado de la propia integración del analista y el grado en el que éste a su vez puede realizar para él mismo lo que tantas veces realiza para el analizado: dividir su yo en uno que vivencia y que es irracional y en otro que es racional y vador de sí mismo. En el presente trabajo me limitaré a un problema específico, a una de las perturbaciones más imporM tantes de la contratransferencia, de la comprensión del analista y de la evolución del tratamiento psico- analítico: me refiero al masoquismo inconsciente del analista. Con ello hablo del masoquismo como ten- dencia universal, e incluyo, pues, a todo analista. Sin embargo, la descripción que sigue se referirá más al analista con rasgos de carácter masoquista predomiw nantes que a otros tipos caracte:tológicos. Así como diferenciamos, en los analizados, neurosis y     ropatías y ras· diversas transferencias correspondientes, así debemos también diferenciar, en los analistas, la "neurosis de contratransferencia" y la "caracteropatía de contratransferencia". Esta última incluye también las contrarresistencias caracterol6gicas del analista, análogas a las resistencias caracterológicas del     zado. U na caracterología o caracteropatologia del analista y de sus Contratransferencias tes serla de mucho valor práctico. En términos de relaciones de objetos, el masoquismo del analista representa una de las formas de la contra- transferencia "negativa" inconsciente, poniendo el analista su objeto interno sádico en el analizado. La unidad entre analista y analizado es asl perturbada de antemano, cediendo su lugar a una dualidad con cierto predominio de Tánatos (o sadomasoquismo) y con cierto rechazo de Eros. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 301 Debe destacarse, en primer lugar, que el maso .. quismo del analista tiene por finalidad el fracaso de su labor. No debemos, pues, estar demasiado seguros de que realmente buscamos el éxito y tenemos que estar preparados para reconocer la existencia de un "saboteador interno" 9 de nuestra tarea profesional. Tenemos que contar, asimismo, con una silenciosa colaboración entre el masoquismo del analista y el del analizado. En cuanto Ja actividad del analista significa, por ejemplo, destruir al padre, el sentí. miento de culpa edípico puede expresarse en un ma· soquismo moral que conspira contra nuestra labor. i'.:'.stamos así ante un significado patológico {por plo, maníaco) del acto de curar, o más precisamente, ante un Hdeseo patológico de curar" del analista. Constelaciones psicológicas de esta índole pueden con- vertirse, en diverso grado, en una reacción terapéu. tica negativa del analista. En tal caso el analista se siente compulsado a anular los progresos que ha realizado con sus analizados. He podido observar repetidas veces, por ejemplo, cómo el analista, des- pués de haber hecho una serie de buenas interpre- taciones y de haber provocado así una transferencia muy positiva, angustiándose ante ésta, tuvo que turbarla con un error en su siguiente intervención. La disposici6n masoquista del analista es también una tendencia inconsciente a repetir o invertir una determinada situación infantil con sus padres, en la que uno sacrifica al otro y viceversa. El analista bus- ca, por ejemplo, sufrir ahora, a través de sus hijos analíticos, lo mismo que él hizo sufrir, en su fantasía o con su actuación, a sus propios padres. La trans- ferencia e_s, en este aspecto, una creación inconsciente del analista. Esto se manifiesta, por ejemplo, en la     o prolongación inconscientemente pro- 302 HEINRICH RACKER vocada de determinadas situaciones transferenciales. El que el destino sea, en un aspecto, la expresión de las tendencias y de las defensas inconscientes del indi- viduo vale también para el analista y para el destino de su labor. Así como la contratransferencia es una "creación" del analizado (P. Heimann 42 ) y una parte integrante de su mundo interno y externo, la trans- ferencia es también, en cierta medida, la creación del analista y una parte integrante de su mundo interno y externo. El masoquismo (primario) es el padre de la an- gustia paranoide y ésta se convierte, a su vez, en la madre del masoquismo (secundario) . La disposición paranoide va, pues, mano a mano con el masoquis- mo, y de ahí que nuestro masoquismo no sólo haga que busquemos el fracaso sino también que lo tema- mos muy especialmente. El masoquismo crea, por lo tanto, una especial disposición a la angustia con- tratransferencial ante el masoquismo del analizado, y también una especial disposición a sentirse perseguido por el analizado y a ver en él la transferencia nega- tiva y la agresión. El masoquismo y la angustia paranoide obran como anteojos oscuros, dificultán- donos la percepción de lo bueno y del amor del analizado, lo que a su vez incrementa la transferen- cia negativa. Nuestra comprensión se vuelve par- cial; al mismo tiempo que percibimos con exactitud una transferencia negativa actual, escotomizamos fá- cilmente Ja transferencia positiva latente y posible. El analista masoquista tiene, análogamente, una preferencia inconsciente para percibir las resistencias del analizado, a las que vivencia como agresiones, convirtiéndose el analizado, por ello, en perseguidor. Asimismo tiende a pasar por alto el material valioso, los '(contenidos", las "cosas buenas" que el analizado ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 303 le transmite junto con sus resistencias. La regla clá- sica según la cual el analista debe dirigir su atención, en primer lugar, a la resistencia, puede, en este sen- tido, ser aprovechada inconscientemente por el maso- quismo. Por otro lado el analista masoquista tiende a someterse al analizado, en especial a sus resisten- cias. Tiende, por ejemplo, a "dejarlo correr" en demasía con sus asociaciones, a veces con la racio- nalización de darle libertad. Lo cierto es que el neurótico es un prisionero de sus defensas patológicas y necesita una constante e intensa ayuda del analista para liberarse de estas cadenas suyas. En este sentido, el analista masoquista está incli- nado a interpretar equivocadamente también otra buena regla psicoanalitica: la que se refiere a Ja pasividad del analista. Se trata de un concepto muy -elástico y nuestro masoquismo puede servirse de él llevándonos. a ser exageradamente pasivos y a no luchar por el analizado. El analista masoquista tiende a renunciar a la paternidad y a la maternidad, de- jando excesivamente al analizado la conducción del análisis. . La pasividad .excesiva implica una escasa activiqa_d interpretativa. y ésta una escasa "elabora- _Ci{J_ri"' por :parte· del analizado, y esto constituye nue- vamente una disminución de las probabilidades del éXito El · · originar también cierta le- janía aft!.ctiv'a _del analistá en su relación con el ana- lizadO y· cori su material, que la cercanía, unión y son ccdemasiado'· gratificantes", dados sus significados inconscieriteS;. as_imismo puede originar rigideZ,-· obediencia deSmesurada a ciertas reglas, etc. Lit.$ .. _resi_stencias 'analizado .. Y la transferencia negativa ·se· también en las relaciones del anaiiztido con las   La importancia il04 HEINRICH RACKER <le estas relaciones es muy grande; de ellas depende en buen grado el éxito o fracaso del tratamiento. El analista masoquista tiende a soportar pasivamente las reacciones negativas del analizado con las i n t   r p r   ~ taciones, o a angustiarse y a fastidiarse ante ellas, cuando lo adecuado es analizar los conflictos edípicos o preedípicos y las situaciones paranoides, depresivas, inaníacas o masoquistas del analizado frente a las interpretaciones. El masoquismo induce también en este aspecto a dejar manejar la situación analítica por el analizado, y aun a colaborar con sus defensas, por ejemplo, por temor a frustrarlo*. Un cambio de la posición masoquista frente al acto de analizar, frente al analizado y frente a su material puede aumentar considerablemente el éxito de la la- bor terapéutica. Tal cambio consistiría: en un des- pertar, una mayor disposición a la lucha y a la vic- toria por el analizado, una mayor aceptación de nuestra nueva paternidad y maternidad, un acerca- 1niento al analizado, una lucha por su amor, por su transferencia positiva y por su reparación, al mismo tiempo que una mayor confianza en su amor latente, la disposición de ver la transferencia positiva detrás de la negativa, ver lo bueno junto con la agresión y los contenidos junto con las resistencias. Asimismo implica un constante empeño por lograr el redescu- brimiento y la recuperación de la contratransferencia positiva a través de la resolución continua de la con- tratransferencia negativa. Esto último es fundamen- * En un trabajo sobre Interpretaciones err6neas de hosti- lidad reprimida en cefaleas (Rev. de Psicoanál., Vol. IX, 1954), A. Ganna ha señalado la influencia del masoquismo del analista sobre cier.to aspecto de su comprensión, o sea, haciéndole ver agresión en su paciente donde se trata, en realidad, ·de sometimiento masoauista. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 305 tal, ya que implica también el vivenciar al analizado "como a sí mismo", base de la comprensión. Con tal fundamento el analista está siempre con el analizado, lo acompaña en cada uno de sus movimientos men- tales, participa de cada detalle de su vida interna y externa, lo comprende mejor y trata de dar por todo lo que recibe, comunicándole en lo posible lo que ha comprendido. Hay, pues, una mayor activi- dad en la labor empática e interpretativa, un dar más (aunque con ciertas excepciones) y el convertirse así realmente en un "objeto bueno", junto con un estar constantemente atento a cómo el analizado toma lo que se le da y cómo lo digiere. La pasividad cede a un mayor intercambio de papeles con el analizado, oscilando el analista y el analizado en mayor grado entre la actividad y la pasividad, entre la femineidad y la masculinidad, entre el escuchar y el hablar. El pesinúsmo terapéutico anterior cambia hacia una ac- titud más entusiasta. La lucha con las resistencias y por la salud del analizado adquiere as! cierta similitud con la famosa lucha del patriarca biblico J acob con el ángel. Trans- currió una larga noche sin decidirse, pero Jacob no cedió y le dijo: "No te dejo a menos que me ben- digas." Y al ángel no le quedó otra salida que bendecirlo. Posiblemente nosotros también termine- mos la lucha, como Jacob, con una cadera renga; pero luchando como él, nosotros conseguiremos igual- mente, desde nuestro propiO inteñor, una suerte de bendición (y el analizado también) . ESTUDIO VIII Tl<CNICA ANALíTICA Y LA MANÍA INCONSCIENTE DEL ANALISTA* De poco sirven la dilucidaci6n y la discus,ión de los conceptos donde intervienen deseos, temores y mecanismos de defensa tendientes a dirigir las cosas según sus propios fines. Este hecho, descubierto en to- da su amplitud por el psicoanálisis, vale también para los conceptos analíticos, su interpretación y su uso, o· sea, para sus intérpretes y ejecutores. Sin embargo, deben ser: realizadas tales disquisiciones si la ambi .. güedad o la vaguedad de los conceptos sirven de refugio y disfraz a aquellos deseos y defensas. La intención de las páginas presentes es, pues, so- meter a nueva discusión el significado de algunos conceptos y el uso que de ellos hacemos '**. Anticipo que el factor perturbador de la teoría y de la práctica analíticas al que me referiré a continuación, es, ante todo, la defensa maníaca. * Trabajo publicado (con el título On the confusion bet- ween health and mania) en Sanüksa, Vol. 8, 1954. ** Las consideraciones siguientes provienen de circuns- tancias locales. Sin embargo, es muy probable que su alcance no esté determinado por límites geográficos, puesto que tam- poco lo está la neurosis, de la que se originan los malenten- didos en cuestión. En este sentido pienso también que nadie está libre de ellos, las diferencias son graduales y temporales, aunque otros puedan tender más a otros malentendidos que los aquí tratados. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 307 En primer lugar, quisiera poner en tela de juicio los conceptos de "independencia" y de   d e p e n d e n ~ cía". Rige una marcada tendencia a considt;rar la independencia como algo francamente positivo, y la dependencia como algo francamente negativo, des· de el punto de vista de la curación o evolución- psico· lógica. De esta manera, el aspecto positivo de la independencia encubre al negativo, por lo que se vuelve apto para enmascarar fines neuróticos. Análo· gamente, el aspecto negativo de la dependencia en- cubre al positivo, por lo que la crítica hecha a la dependencia puede también ser puesta al servicio de tendencias o defensas patológicas. El aspecto po- sitivo de la independencia puede ser descripto como el estar libre de angustia neurótica en las relaciones de objeto; su aspecto negativo es el rechazo de la entrega libidinal y afectiva. En otras palabras: lo que se llama "independencia" bien puede ser una formación reactiva a una dependencia neurótica, siendo aquélla en tal caso tan (o más) neurótica que ésta. El aspecto negativo de la dependencia serla el amor con temor y odio neurótico. Por otro lado, . la capacidad de dependencia es positiva: es la capa- ddad para depositar en un objeto una considerable parte de libido, confiando en la buena respuesta de éste. El mal uso de estos conceptos consiste, en pri· mer término, en que el gríto de batalla de la "inde- pendencia" y el rechazo de la dependencia, son pues- tos al servicio de tendencia narcisistas y agresivas, o bien, al servicio de la defensa frente a angustias vin- culadas con la entrega libiclinal y afectiva. Un ejemplo de la labor analítica. Un joven ana- lista advierte la gran dependencia neurótica de un analizado en ]a relación con su mujer, y se lo señala. En lo sucesivo, e] analizado actúa con mayor "inde- 308 HEINRICH RACKER pendencia". Lo que ha sucedido puede sintetizarse en una frase: el analizado tiene ahora una defensa patológica más que las que tenia antes. Debido a su dependencia del analista, le obedece mediante una formación reactiva -la pseudoindependencia- fren- te a su dependencia matrimonial. Actúa en forma diferente, pero en el fondo nada ha cambiado. Posiblemente se nos objetará: "Lo que usted des- cribe es una interpretación poco feliz por J:!arte de aquel analista que lleva -como usted mismo dice- ª una pseudoindependencia, pero no a la verdadera independencia." ¿Qué es, pues, la "verdadera inde- pendencia"? Puesto que no puede consistir en una disolución de todo vínculo libidinal y afectivo, de- bería ser -como ya dijimos- un amar sin temor ni odio neurótico. Pero todo amar liga y todo liga- men hace depender. Esto significa que la "verda- dera independencia" se basa en un depender de un objeto interno que no impone ni exige, sino que ama, acep;tando o rechazando sin temor ni enojo. En cuan- to a_ las relaciones con los objetos externos, sean ellos como fueren, no pueden modificar esta arm6nica relaci6n interna, siendo además ésta la que determina las relaciones de objeto externas y la conducta del ser. Creo que es de alú y sólo en este sentido que Ja verdadera independencia lleva este nombre; Ja situa- ción interna que la fundamenta merecería más bien el de una unión de amor feliz. Aquella imagen ideal del objeto interno bueno nunca puede estar dada en la realidad (interna) . Pero en Ja medida en que el analista la realiza puede contribuir a que el analizado alcance cierto grado de "independencia verdadera", es decir, que a tra- vés de las revivencia transferencia! de los conflic- tos infantiles en circunstancias mejores, alcance una ESTUDIOS SOBRE TECNICA PSICOANALÍTICA 309 mejor dependencia interna. Esto presupone que el analista debe estar altamente libre de angustia, de manera que sus deseos enlazados con su trabajo -co- mo el deseo de curar, de comprender, de tener éxito, de ser amado, de satisfacer su curiosidad, etc.-, lo sean sin compulsi6n, y que pueda él soportar y ela- borar fácilmente las continuas frustraciones al res- pecto. Aparentemente nos hemos alejado del tema, pero en realidad nos hemos acercado a él. Pues en estas circunstancias psicológicas del analista están las cau- sas de aquellos malentendidos. El analista que tema !a dependencia --es decir, quien vive en angustiosa dependencia de sus objetos internos- tratará de em- pujar al analizado hacia Una actuación "indepen- diente", y tendrá dificultad para llevarlo a que ela- bore y supere su dependencia neurótica frente al analista mismo. Estaremos tentados de buscar el éxi- to terapéutico a través de tales cambios externos o superficiales del analizado en la medida en que nos- otros mismos busquemos nuestro éxito por este camino. En estrecha relación con los malentendidos seña- lados se encuentra uno referente al concepto de la liberación instintiva. Es un malentendido tratado re- petidas veces por Freud, que, sin embargo, no pode- mos pasar por alto, dada su supervivencia en nues- tras propias filas. El error al que nos inclinamos es el mismo del cual provienen fuertes· resistencias con- tra el psicoanálisis en muchas personas ajenas a· él: es la idea de que el psicoanálisis predica la satis- facción instintiva más o menos ilimitada, o, por lo menos, que aconseja dar preferencia a ésta, desaten- diendo valores afectivos y morales. La diferencia entre aquellos adictos al análisis y sus criticos está 310 HEINRICH RAGKER en que los primeros (los adictos) defienden equivo- cadamente lo que éstos (los críticos) atacan con ra- z6n -con razón si el análisis afirmara realmente lo que ellos censuran-. Pero esto no es el caso, como Freud recalcó, ya que el conflicto entre los instintos y el yo no se resolvería proporcionando la victoria a una de las dos tendencias en pugna. "En los ner- viosos -dice Freud 28 - es la ascesis la instancia vic- toriosa, y como consecuencia de esta victoria se ve obli- gada la sexualidad a buscar una compensación en· la formación de síntomas. Si, por el contrario, procu- rásemos la victoria a las tendencias sexuales, sería la represión sexual la que intentaría compensarse del mismo modo." ¿Cómo se explica que, sin embargo, procedamos a veces como si nunca hubiéramos leído estas aclaraciones, por ejemplo, impulsando al anali- zado en forma más o menos enmascarada a una ac- tuación instintiva más "libre"? Un argumento que intenta defender tal conducta consiste en que de esta manera el analizado puede introyectar en su superyó un objeto que le permite más la satisfacción de sus impulsos. Lo que en realidad sucede es que el con- flicto con los instintos es encubierto, tapado. Ade- más, no raras veces se agrega a los viejos temores un temor nuevo: el temor al analista que cree per- mitir, pero que en realidad exige, criticando la situa- ción actual. Es sabido también cuánto tienden a defenderse ciertos analizados por medio de la actua- ción, especialmente sexual, frente a angustias neuró- ticas (defensa frente a la homosexualidad, a la de- presión, a angustias paranoides). La exhortación directa o indirecta a la actividad instintiva equivale, pues, frecuentemente al reforzamiento del acting out, es decir, de una defensa patológica. La causa de este malentendido está igualmente en la neurosis del ana- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 311 lista. Tal vez no sea completamente superfluo re- calcar una vez más que el fin del tratamiento es, por cierto, la "mayor capacidad de goce y trabajo" (Freud) ; pero que el camino hacia este fin es siem- pre Ia superación de las defensas patológicas, proceso que se cumple esencialmente en el análisis de Ia transferencia. Al . mismo tema pertenece también la tendencia bastante difundida de considerar siempre como neu- róticos los sentimientos de culpabilidad en cuanto se refieren a la sexualidad. Lo que reahnente sucede es que la actividad sexual no sólo es "sádicamente interpretada" por el analizado, sino que a veces es en efecto sádica, o que está al servicio de tendencias agresivas, como ya mencionamos. Estimular en una u otra forma al analizado a realizar tal actividad es llevarlo a una depresión bastante adecuada a la realidad, ya que es muy posible que ciertamente haga un daño psicológico al objeto. El analista pro- bablemente puede lograr luego que la depresión sea reprimida, sugiriéndole, por ejemplo, que su con- ducta es inofensiva. Pero en el fondo, el analizado lo sabe mejor *. Y el analista también lo sabe, si no se sustrae de tal saber reprimiendo su identificación con los objetos agredidos, bloqueando sus afectos e inte- lectualizando los problemas del amor y de la se- xualidad. En este conexo se oye a veces el argumento: "Ten- go que defender a mi analizado y no a los demás." Me parece un argumento muy dudoso. En primer * La condenación por parte del superyó proviene sólo su- perficialmente de las prohibiciones paternas o maternas. En un plano más profundo continúan en el superyó las propias reacciones frente a las frustraciones por parte de los objetos primarios. (Véase Freud: Duelo y melancolía 21,) 312 HEINRICH RACKER lugar, porque Eros -que obra tanto en el analista como en el analizado- no admite, en el fondo, lí- mites dados por el hecho de que unos están casual- mente sobre nuestro diván analitico y otros no lo están; y tanto menos lo adnúte Eros cuanto más estrechos son los nexos profundos que ligan al anali- zado con aquellos otros. Aquel enfoque se venga precisamente porque la identificación       de Eros es un proceso universal y continuo que puede ser reprimido pero probablemente no evitado. De ahí que los actos agresivos o asociales recaigan psicoM lógicamente sobre su autor (por camino directo o indirecto, a través del eco interno o externo) , lle- vándolo a depresiones y a angustias paranoides. Tales malentendidos se hacen pronunciadamente evidentes en el análisis de las relaciones farrúliares. ¿Cómo, por ejemplo, puede creer el analizado en la tolerancia del analista que ha criticado a su padre o a su madre en términos agresivos o violentos? ¿Y qué pensará el analista de él -asi se preguntará in- conscientemente el analizado- cuando descubra su identificación con sus "objetos malos"? Este malen- tendido (referente a. la técnica de hacer consciente la relación con los padres) se agrava aun por el hecho de que no raras veces el analista estimula bajo el nombre de la "independencia" o de la "liberación instintiva'', la realización de tendencias· que precisa- mente provienen de tales identificaciones. El que las acusaciones contra los padres (o susti- tutos) sean frecuentemente usadas como defensa frente a los propios sentimientos de culpa, el que la "manía recriminatoria" debe rechazar la depresión, debe ser aquí nuevamente recordado. Confundiendo tales recriminaciones con el conocimiento (libre de amor) de las neurosis o caracteropatías de los pa- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 313 dres, sólo se reforzarán defensas patológicas y re- sistencias. Una palabra más aún sobre la "liberación de la agresión". Freud señaló que no le queda otra elec- ción al ser humano más que dirigir su agresividad o contra sí mismo o contra otros objetos. Se obtiene la impresión que tenemos bien presente esta ense- ñanza, pero que no siempre pensamos en que la c   n ~ tidad de agresión depende en alto grado de la canti- dad de angustia y de frustración. No tenerlo en cuenta significa -dentro de cierto nivel- dirigir la atención más a las consecuencias que a las causas. Los malentendidos aquí tratados pueden ser resu- midos como confusi6n entre salud y manla, ya que la pseudoindependencia (la negación de la depen- dencia) y la pseudoliberación i,nstintiva (la negación del sentimiento de culpa) pertenecen a las caracte- rísticas principales de la manía *. Si controlamos nuestras propias tendencias a la manía, sabremos tam- bién preservarnos de estimular a los analizados -tien- dan éstos o no a "huir hacia la salud" - a servirsf de la misma defensa. * En cuanto a sus formas especificas, nos hemos referido, ante todo, a la erotomanía y a la manía recriminatoria, las que en sus expresiones leves podrían ser confundidas con la salud. ESTUDIO IX CONTRARRESISTENCIA E INTERPRETACIÓN* Podemos observar en nuestra labor analítica el s   ~ guiente y llamativo hecho: hemos visto y compren- dido algo en el analizado que nos ha parecido impot- tante, pero no se lo hemos dicho. A veces nos parece indicada esta· abstención, nos sentimos de acuerdo con las reglas que rigen la interpretación. Pero otras veces no es así, nos damos cuenta de que existía un factor emotivo dentro de nosotros que se Oponía a la comunicaci6n de lo comprendido, como por ejem- plo, un temor de herir o angustiar demasiado al ana- , lizado, un temor de perderlo o de desencadenar una excesiva transferencia ''positiva" o "negativa''. En tales casos suele surgir la duda de si nuestra absten- ción era objetivamente indicada o de si se trataba de un rechazo subjetivo, de una resistencia nuestra, de una "contrarresistencia" que se oponía a la in- terpretación. La observación muestra, además, que estas resis- tencias del analista o ''contrarresistencias" suelen co- incidir con resistencias del analizado que se refieren a la misma situación. A veces hasta parece como si * Trabajo. presentado en el Symposium 1956 de la Asoc. Psicoanalítica Argentina y publicado en el ]ournal of the American Pspchoanalytic Association, Vol. VI, 1958. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 315 entre el analista y el analizado se hubiera concertado un -mudo concordato, una oculta complicidad de ca- llar y evitar cierto tema. Estas observaciones están frecuentemente acompa- ñadas por la sensación de que la situaci6n en. cuesti6n -la que fue vista pero no interpretada- es justa- mente la situación más urgente del momento actual. Esto significaría que la contrarresistencia no sólo se refería a uno de los conflictos centrales del analizado sino que también lo señalaba. La .observación siste- mática confirma lo que esta sensación sugiere,: con lo cual tales contrarresistencias se convierten en un pro- blema importante de la técnica analítica. Se presentan asi las siguientes preguntas: ¿Qué significan las contrarresistencias? ¿De dónde pro- vienen? ¿Cómo superarlas y comunicar lo que a.ntes fue silenciado? Quisiera empezar con un ejemplo simple, extraído de un análisis de control. Se trataba de un paciente cuyo análisis se caracterizaba, durante el primer pe- ríodo, por la estereotipia del material, el conflicto actual del paciente con su novia. _Un día, sin em- bargo, la situación cambió. El analizado empieza la sesión diciendo que había sentido angustia al acer- carse a la casa del analista y que esta angustia era muy similar a la que suele sentir frente a su novia. Más adelante habla de sus sentimientos de culpa por "detalles" de su vida, como por ejemplo, cuando viene a la sesión sin haberse podido bañar y cambiar de ropa. Agrega que teme que, dadas sus culpas, el análisis pueda durar infinitamente. Algo importante y largamente esperado habla su- cedido. El analizado habla empezado a ver y admitir abiertamente que el analista exist!a para él, expre- sando con claridad que temla que descubriera lo que 316 HEINRICH RACKER el analizado consideraba sucio dentro de sí mismo. Lo sucio tenia diversos significados, representando en especial lo despreciado y destruido, pero también lo destructivo dentro del analizado. Los sentimientos de culpa lo indicaban. La preocupación del anali- zado de que el tratamiento podria durar infinita- mente provenía justamente de ello: él era irrepara- ble porque estaba tan gravemente destruido, pero también porque se sentía tan gravemente destructivo. El analista ya le habla señalado algo de todo esto cuando sucedió el episodio por el que hago este re- lato. Pues en un momento dado, el .analista com- prendió que el analizado temía ser descubierto en su fantasía de ensuciar al analista. Fue entonces, al querer decirle al analizado: "Usted teme que yo descubra que usted desea ensuciarme" cuando sin- tió cierta angustia y una inhibición de interpretar. El analista entendió que se habla angustiado ante la angustia que esta interpretación hubiera provocado en el analizado. Pensó entonces, en un primer mo- mento, que tal interpretación sería prematura y debía ser postergada. Pero en el siguiente momento com- prendió que posiblemente no era prematura, pero sl -y eso indudablemente-- que era incompleta. El deseo de ensuciar, los sentimientos agresivos, y tam- bién un aspecto de la reacción del yo (el temor de ser descubierto) habian sido tomados en cuenta ple- namente en esta interpretación, pero no así los senti- mientos positivos, su afecto por el analista ni otra reacción del yo: su angustia ante el peligro de dañar al analista. En realidad, el analizado estaba horro- rizado de tener tales deseos agresivos hacia una per- sona que él quería. Y esta interpretación ya no le producía al analista ni angustia ni resistencia, pues ahora comprendla al analizado; lo comprendía en ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 317 toda su angustia, en su temor de perder al analista, en la necesidad que sentía de él y también en su pre- ocupación y sus buenos sentimientos hacia él. ¿Qué nos enseña este simple ejemplo? Primero: La contrarresistencia (o sea, el rechazo que sentía el analista a interpretar el deseo del anali- zado de ensuciarlo) indicó el conflicto transferencia/ actual más importante del analizado. Segundo: La angustia del analista y su contrarresis- tencia eran la expresión de su identificadón con la presentida angustia y resistencia del analizado. Tercero: La contrarresistencia se debía a que la comprensión contenida en la interpretaci6n era in- completa. En cuanto el analista pudo completar la interpretación, la contrarresistencia desapareció. La experiencia muestra, además, que tales interpretacio- nes completadas tampoco provocan mayor resistencia en el analizado. Cuarto: En cuanto la interpretación fue comple- tada, su postergación resultó superflua y hubiera, pues, representado una pérdida de tiempo. Veamos otro ejemplo. Un analista está tratando desde hace poco a un paciente cuyo bloqueo afectivo le provoca aburrimiento y sonmolencia. El analista percibe que su aburrimiento es la respuesta a la si- tuación transferencia! actual más importante del analizado. Pero al mismo tiempo siente una inhi- bición de tratar esta situación con el paciente, pre- sintiendo que éste se sentirá muy rechazado y se deprimirá mucho al percibir lo que provoca en su analista. Puede también decirse que el analista no quería mostrar su "contratransferencia negativa" fren- te a la "transferencia negativa" del paciente. Pero he aqu! -y ello fue lo decisivo-- que el analista percibió pronto que había en él simultáneamente una 318 HEINRICH RACKER situación contratransferencial positiva que ya había intervenido en su deseo de no herir al analizado, y se expresó, además, ·Cri sti deseo de que éste cambiase, que superase su estado de muerte en su relación con el analista Y que viviese con él. El áhalista·· comprendió, además, que ese deseo suyo· no sólo -teflejaba .los deseos de los objetos internos del · paéiente sino que era, al mismo tiempo, un deseo del mismo. La contratransferencia positiva . púes!,:,'_· una respuesta a esta latente transferencia · positiva del·. analizado. De esta manera el analista había percibido, además de la situción actualmente dada del paciente (su muerte afectiva), la situaci6n latente complementaria, una situaci6n podble, espe- rada para el futuro: la de la resurrección de su amor enterrado. Fue entonces cuando el analista pudo ha- cer también una interpretación adecuada diciendo al paciente que estaba muy ocupado con ·Su sentir, que su más::!·íntimo deseo era sentir más en su relación con ,e\: ·analista y que vivia con mucha culpa el no   anhelaba superar su tenior a· s1=tS emo- . Cio:MS,.' Superar su temor a revivir· ·-tos muy intenSos afecfüs 'que (como ya se habla' 'visto) cuando niño, l!ab!a tenido hacia sus padres. · Esto era s61o el comienzo :dei'lmálisis de esta situa- ción. Pero .ya el ejemplo: ñós rilu.estrá ciertas causas de la contrarresistencia y :Cótno .ésta pudo-ser vencida. La contrarresistencia era-: nuevamente- una co·tesis- tencia, un participar et.:·hrtalista· en-:Úiia'·resistencia del analizado, que proveirta del . sentimiento de culpa de éste por su falta de .afecto. El ptoblei:na se resolvi6 en cuanto el ánalist:a<tomó· en··cUerita:'StífiCientemerite esta resistencia, decir al yo del -.analizado ··que'._Ilo quería aceptar en· su conciencia- está muerte·· afec- tiva. La contrarre$istencia persistía, pues, solairi:ente, ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 319 mientras que la interpretación pensada había sido incompleta. En cuanto el analista percibió también la otra parte del analizado, la que prefería amar y, en realidad, ya amaba en este deseo de amar, la con- trarresistencia quedaba vencida y la interpretación dada tampoco provocó resistencia en el analizado. Antes de proseguir, quisiera volver brevemerite a una afirmación que acabo de hacer. He dicho que el analista había comprendido que su deseo de que el analizado viviera con él, no sólo reflejaba un deseo de los objetos o padres internos del analizado sino también un deseo del su jeto mismo. Es de impor- tancia comprender que todos los deseos de vida que surgen en el analista para con el analizado son tam- bién deseos de vida del analizado mismo. Esta afir- mación se basa en dos hechos. Primero, en que los deseos de vida de los padres para con el niño res- ponden a un deseo similar del niño mismo, y segundo, en que la imago buena de los padres es un deposi- tario del Eros del propio niño. Prácticamente esto significa que la identificación del analista con los objetos internos del analizado no sólo indica lo que éStos sienten y. desean sino que también puede indicar lo que el niño siente y desea. De ello resulta, en relación con nuestro tema principal, que todos los deseos del analista de que el analizado venza sus re- sistencias son. también deseos del analizado mismo. Y significa, para la interpretq.ción, que en ella debe devolverse al analizado esta expresión de su instinto de vida que él ha colocado en el analista. En la interpretación del último ejemplo, esto fue realizado al señalarse al analizado su deseo de recuperar su conexión afectiva con el analista.     · hemos considerado la Contrarresistencia como expresión de una identificación del analista con 320 HEINRICH RACKER una resistencia del analizado. Es la raíz "objetiva" de la contrarresistencia. Pero hay también en toda contrarresistencia un factor subjetivo, ya que aquellas identificaciones con el analizado y su elaboración de- penden también de la estructura del analista. El ejemplo que sigue tomará en cuenta también esta raíz Subjetiva de la contrarresistencia. Además, mien- tras los ejemplos interiores ilustraban contrarresis- tencias en relación con aspectos "negativos" de la transferencia, el que sigue .se referirá a una contra.; resistencia en relación con un aspecto "positivo" trans- ferencia!. Se trata de un analizado que buscó el análisis a causa de su intensa desconexión afectiva, ofreciendo dificultades muy serias en el tratamiento, ante todo por el cierre frente a las interpretaciones. No las escuchaba, o afirmaba haberlas olvidado en seguida, etcétera. Al mismo tiempo se quejaba insistente- mente de que no se curaba y de que no podía sentir nada, y en especial ningún cariño ni admiración ha- cia el analista, porque éste no le había dado nada. En una de estas sesiones el analista percibió que él seguía escuchando e interpretando con tolerancia y paciencia a pesar de que el analizado le rechazaba o arruinaba todo lo que decía. El analista pensó que también el analizado percibía esta actitud positiva del analista y que, en el fondo, reaccionaba a ella con amor y admiración. Fue en relación con esta com- prensión que se presentó la contrarresistencia ·a inter- pretar. Ésta provenía, por una parte, de un senti- miento de culpa e inhibición del analista de hablar de sus propias virtudes. Por otra parte, la contra· resistencia provenía de una identificación del analista con la angustia y con la resistencia del analizado a aceptar la relación con un objeto vivenciado como ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 321 superior y bueno, ya que ello implicaba Ja propia inferioridad y culpa, dada la envidia y el odio hacia esta imagen admirada y querida. Esta comprensión hizo posible que el analista venciera su contrarresis- tencia. Dijo, pues, al analizado que éste pensaba· con admiración y gratitud cómo él. analista conti.nuaba tratándolo con paciencia y toleraizcia, a pesar de su insistente reacción destructiva contr.a todos los es- fuerzos del analista para con él. Le señaló también por qué rechazaba esta relación con el analista (sen- timiento de rebajamiento, envidia y culpa). Esta interpretación originó una reacción distinta: "Se abrió algo en mí -dijo el analizado-. Lo que aquí más temía siempre era largarme a llorar ... " Con ello el analizado empieza a admitir su amor y a reconocer la bondad de sus objetos como también sus sentimientos de culpa hacia ellos. Eso fue posible gracias a que el analista había vencido la contrarresis- tencia en cuestión y habla podido completar su inter- pretación. La contrarresistencia. provenía, como he- mos dicho, de Ja identificación con la angustia y con la resistencia del analizado, pero había sidO intensi- ficada por los propios sentimientos ·de culpa arcaicos del analista. El analizado sólo pudo aceptar su amor y su sentimiento de culpa infantiles cuando el ana- lista pudo aceptar a su vez ser el amado y el acreedor. RESUMEN El trabajo trata de las resistencias del analista a comuni- ca_r al analizado ciertas observaciones y comprensiones. Estas "contrarresistencias" (lo mismo que las resistencias del ana- lizado a comunicar ciertas ochrrencias) indican los conflictos más importantes del analizado. Pues las contrarresistencias suelen ser la expresi6n de identificación del analista con re- 322 HEINRICH RACKER sistencias del analizado, aun cuando se relacionen al mismo tiempo con conflictos propios del analista. La resistencia del analizado frente una interpretación se- ñala, según Freúd, que ésta ha sido incompleta. Análoga- mente, Ja contrarresistencia a dar una interpretaci6n señala que la comprensión contenida en ella, es aún incompleta. La causa de tales contrarresistencias está, pues, muchas veces, en el hecho de que la comprensión sólo ha abarcado una par- te de la personalidad del analizado, núentras que otra parte no ha sido tenida en cuenta. La comprensión puede haberse referido, por ejemplo, al ello sin haber tenido en cuenta el yo, o puede haberse referido a una tendencia agresiva del analizado sin haber tenido en cuenta la reacción de su Eros. La importancia de percibir el analista las contrarresisten- cias y superarlas, es grande, ya que ellas suelen ser repuestas del analista a conflictos transferenciales decisivos del ana- lizado. Además, la postergaci6n de las interpretaciones conside- radas prematuras, proviene con frecuencia de estas contra- rresistencias. En tales casos, dichas interpretaciones no son, en realidad, "prematuras'' sino incompletas. Completándolas pueden, pues, evitarse pérdidas de tiempo, a veces de gran alcance. El camino para superar las contrarresistencias está señalado por lo antes dicho: buscar y encontrar aquello dentro de la personalidad del analizado que aán faltaba en la interpreta- ci6n planeada, o sea, buscar y encontrar la causa de Ja pre- sentida resistencia del analizado, de la que el analista se hizo eco en su contrarresistencia. BIBLIOGRAFlA l. ÁLVAREZ DE TOLEDO, L.: El análisú del "asociar", del uinterpretar" y de las Hpalabras''' Rev. de Psa., tomo XI, nQ 3, 1955. 2. BAER. BARIA, A. : Rtpresi6n, recuerdo y amnesia (Pre- sentado en la Asoc. Psicoanal. Argen., en 1956.) 3. BALINT, A.: Handhabung der Uebertragung auf Grund der Ferenczischen Versuche, Internat. Zeitschr. f. Psychoanal, 1936. 4. BALINT,_ M.: On the Psychoanalytic T-raining System, Int. J. Psa., vol. XXIX. Part. III, 1948. 5. - Changin"g therapeutical and techniques in psy- choanalysis,, Int. J. Psa., vol. XXXI, Partes I-II, 1950. 6. C&s10, Psicoanálisis de una melancolía con ataque$ histe'rOipiléptlcos,_ Rev. 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