ESCOLÁSTICA Y PATRÍSTICAPATRÍSTICA Se ha denominado Patrística a la especulación de los Padres de la Iglesia. Con la extensión del Cristianismo en el mundo greco-romano en los comienzos del s. II de nuestra era, surge el desafío a los cristianos cultos de la época, no sólo de vivir el cristianismo, sino de exponerlo y hacerlo comprensible a la mentalidad culta de los paganos. Este esfuerzo de interpretación constituye el quehacer filosófico de los Padres de la Iglesia. La Patrística se caracteriza por su defensa racional del cristianismo frente a los ataques del paganismo filosófico y religioso, y por su aceptación de las verdades filosóficas que convienen con la revelación cristiana. Así, al mismo tiempo que se forja la filosofía cristiana, se forma la dogmática del cristianismo. La patrística es la fase en la historia de la organización y la teología cristiana que abarca desde el fin del cristianismo primitivo, con la consolidación del canon neo testamentario, hasta alrededor del siglo VII. Además de la elucidación progresiva del dogma cristiano, la patrística se ocupó sobre todo de la apología o defensa del cristianismo frente a las religiones paganas primero y las sucesivas interpretaciones heterodoxas que darían lugar a las herejías luego. Su nombre deriva de los padres de la Iglesia, los teólogos cuya interpretación dominaría la historia del dogma. Para ser considerado padre de la iglesia era necesario reunir las siguientes condiciones: Antigüedad Santidad de la Vida Doctrina Ortodoxa Aprobación Eclesiástica Los ataques doctrinales que recibe el Cristianismo de los filósofos paganos, suscita en algunos cristianos cultos el deseo de defenderlo; es el momento de los apologistas, que defendieron la fe cristiana con argumentos filosóficos, también de los gnósticos que cayeron en herejía al intentar un conocimiento racional superior a la fe; y de los maniqueos que se apartaron del dogma al admitir, junto a Dios principio del Bien, un principio del mal. Posteriormente surgen los primeros intentos de exposición sistemática del pensamiento cristiano en términos filosóficos con la escuela de Alejandría y demás representantes de la alta Patrística. Después de las invasiones bárbaras, los hombres de la Iglesia tratarán de formar a los nuevos pueblos elaborando obras y fomentando escuelas que recojan los conocimientos de la antigüedad culta y les doctrine en la fe cristiana. "El interés de la Patrística para la historia de la filosofía, dice Julián Marías (filósofo y escritor español n. en 1914, discípulo de Ortega y Gasset), no estriba sólo en su valor intrínseco, en el que le corresponde como expresión de una fase de pensamiento, sino que ha sido el núcleo germinal de que se ha nutrido toda la tradición filosófica de la Edad Media, y su acción se ha ejercido así en todos los siglos siguientes. Así como la especulación presocrática gravitó sobre todo el resto de la metafísica griega posterior, la Patrística ha condicionado el planteamiento de los problemas filosóficos dentro del Cristianismo." LOS APOLOGISTAS Se trata de hombres cultos provenientes de las escuelas griegas: estoicos y neoplatónicos, generalmente, que se proponen defender racionalmente la nueva religión contra las acusaciones de los filósofos paganos y contra las persecuciones de las autoridades romanas de la época. La filosofía es utilizada solamente para prestar al dogma el auxilio de sus doctrinas, puesto que hubo la necesidad de aclarar y defender, con la ayuda de la filosofía, el nuevo contenido de la fe. Los primeros escritores cristianos, aún estando de acuerdo en la defensa del cristianismo de los ataques de los escritores paganos, siguen, sin embargo, dos direcciones diversas: oriental y occidental. Los Padres de la Iglesia Oriental o griega se esfuerzan en armonizar el pensamiento griego con la dirección cristiana, entre los cuales figuran Justino, Taciano de Siria, Atenágoras de Atenas y Teófilo de Antioquía. Los Padres de la Iglesia Occidental o latina, en cambio, combaten la cultura pagana y acentúan el carácter original del Cristianismo, entre los cuales se encuentran Tertuliano, Ireneo Obispo de Lión e Hipólito de Roma. San Justino (100-165) Vivió en el s. II y murió martirizado en Roma. De él se conservan dos Apologías y el Diálogo con Trifón. Convertido al cristianismo hacia el año 130, después de recorrer insatisfecho por varias de las escuelas filosóficas de la época, se ve en la necesidad de defender su nueva fe frente a la cultura de su época y trata en sus apologías de dar un valor universal en el tiempo al nuevo fenómeno del cristianismo y su lugar en la historia de la humanidad: "la luz con que Dios ilumina a todo hombre es irradiada por Cristo, el Logos, antes y después de hacerse carne. Todo lo que se ha hecho mal se ha hecho contra el Logos, todo lo que se ha hecho bien, se ha hecho por el Logos... Cuanto de verdad se ha dicho nos pertenece", dice S. Justino. Con esto se justificaba el uso que los pensadores cristianos habían de hacer de la filosofía griega, considerada por él como una preparación del cristianismo (él tiene a Platón por Discípulo de Moisés). Lo que de verdadero y de grande hay en el pensamiento antiguo es naturalmente cristiano y, por lo tanto, la religión cristiana no sólo no reniega de la filosofía precedente, sino que es su complemento. Así, el cristianismo es presentado, no sólo como una filosofía, sino como la filosofía, la culminación, la nueva y definitiva sabiduría. Tertuliano (150-225) Reacciona contra la tendencia a racionalizar el cristianismo que había surgido entre los cristianos cultos de origen griego y combate a la filosofía como enemigo mortal de la fe. Considera que no se necesita afanarse en buscar pruebas de la existencia del Dios único en el que creen los cristianos. Es suficiente con interrogar al alma del hombre en la fuerza ingenua de su naturaleza para que ella atestigüe espontáneamente el conocimiento de ese Dios: "el alma es naturalmente cristiana". Reaccionando también contra las abstracciones idealistas de los neoplatónicos, muy en boga en la época, habla de que el alma y Dios son realidades concretas, no ideas, que él busca materializar interpretándolas como realidades corpóreas, aunque de una corporeidad más sutil que la de los organismos naturales: "Todo lo que es, es cuerpo". Así, Tertuliano trata de expresar el "realismo" cristiano en oposición al "idealismo" griego. LA ESCUELA DE ALEJANDRIA También llamada Didascalión. Desde los tiempos de la predicación apostólica existía en Alejandría una numerosa comunidad cristiana de cultura griega con maestros notables, preocupados por mantener un cristianismo ilustrado. En las últimas décadas del s. II se formalizó una escuela regular y permanente que tenía como fines instruir a los cristianos, catequizar a los catecúmenos y atraer a los gentiles. En ella se enseñaban las artes liberales, la filosofía y la Sagrada Escritura, constituyendo los primeros intentos de exposición sistemática del pensamiento cristiano a partir del marco cultural de la época. El primer director de la escuela fue San Panteno, ilustre ateniense formado en el estoicismo que colocó a la escuela en un lugar prestigioso y atrajo numerosos discípulos. Le sucedió en la dirección de la misma, Clemente de Alejandría. Clemente de Alejandría (150-215) Consideraba que la filosofía griega había tenido una función pedagógica: conducir a los hombres de la "gnosis racional" (conocimiento racional) a la "gnosis de la revelación cristiana". Equipara, en cierto sentido, la ley hebrea y la razón griega, pues ambas habrían servido a diferentes pueblos de preparación para recibir la fe cristiana. En la organización de la escuela de Alejandría, establece cinco grados de aprendizaje: a. El de los párvulos, enseñándoles a leer, escribir y contar.b. El de la enseñanza de las siete disciplinas: gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, astronomía y música.c. El de la filosofía y las ciencias físico-naturales.d. El de la fe mediante lo revelado en la Sagrada Escritura debidamente comentado e interpretado para descubrir su sentido y su misterio.e. El de la gnosis que suponiendo todo lo anterior culmina en un conocimiento intuitivo y afectivo de los misterios divinos en el que se conjuga la ciencia, la fe y el amor. Orígenes (185-253) Sucedió a Clemente en la dirección de la escuela. Revestido de un gran celo religioso y poseedor de una notable erudición, elabora un sugestivo sistema filosófico-religioso con motivaciones similares a las de su contemporáneo Plotino donde las intuiciones cristianas están muy ligadas al neoplatonismo. Orígenes se pregunta cómo conciliar el acto creador del mundo con la inmutabilidad de la esencia divina. Propone un mundo querido y creado por Dios desde la eternidad, es decir, el mundo coeterno con Dios. Pero de Dios, no puede salir sino obras perfectas, espíritus puros. Estos espíritus están dotados de libertad por la cual pueden permanecer en el bien del que participan o separarse de él. El mal es amor de un bien menor, degradación de su ser. El mal actual se irá extirpando y purificando hasta que todo esté maduro para que vuelva a Dios y reine Todo en todos: apocatástasis o restitución. Fases de la Patrística LA PRIMERA PATRÍSTICA (ss. II y III) Con esta premisa, los primeros Padres, se inspiraron en la teoría estoica del logos espermatikos, que se basa en que las religiones hasta la fecha lo que habían hecho era una especie de adaptación de la Palabra de Dios (eterna y presente desde el inicio de los tiempos) por no saber interpretarla correctamente. De este modo lograban explicar ciertas similitudes entre las mitologías paganas y la nueva mitología cristiana. La primera patrística se desarrolló simultáneamente en dos ámbitos distintos, Oriente, representado por Grecia y Occidente por Roma. Estéticamente se produce un cambio sustancial entre la concepción pagana de los antiguos poetas griegos y la nueva literatura religiosa. Mientras aquellos buscaban el placer y la belleza de su obra utilizando para ello artificios y retóricas varias, el cristianismo defiende la palabra pura, según ellos para preservar la verdad de la palabra divina. Pero existía más afinidad entre ambas culturas de la que cabría esperar, ya que los ideales defendidos por los Padres Primitivos (ss. II-III) se correspondían en buena medida con las ideas destacadas por Platón en sus planteamientos filosóficos. Para los Padres la palabra del poeta es falsa ya que la única verdad es la que de mano directa del Espíritu Santo recibe el profeta. No obstante, aceptan estos padres cierto nivel de verdad en la obra de los poetas, la parte de inspiración que los griegos atribuían a la Musa y que los cristianos llaman inspiración divina, pura y libre de parafernalias. LA ALTA PATRÍSTICA (ss. IV y V) En esta época se produce el asentamiento definitivo de la iglesia cristiana en Occidente por encima del paganismo, lo cual significa también la consecuente politización de la iglesia. Sin embargo, y en contra de lo que cabría esperar por las ideas del periodo anterior, este asentamiento trae consigo un amplio desarrollo de la literatura eclesiástica integrando a su vez los modelos helenos. Al igual que en la primera patrística, ésta también se desarrolla en dos vertientes geográficas, la oriental y la occidental. PATRÍSTICA TARDÍA-TRANSICIÓN A LA ESCOLÁSTICA Es un periodo tortuoso, con un importante deterioro social y cultural debido en gran medida a las guerras y las invasiones bárbaras que sumieron la cultura occidental de aquel momento de lleno en la Edad Media. Únicamente destacaron por su labor de recopilación más que creativa Boecio, Casiodoro e Isidoro de Sevilla. Los dos primeros, Boecio y Casiodoro, conocieron antes de la decadencia un periodo de plenitud artística. Boecio estudió las obras de Platón y Aristóteles con intención de traducirlas en su totalidad aunque por desgracia sólo consiguió hacerlo con una pequeña parte de ellas, que, no obstante, fueron suficientes para constituir la base de lo que más adelante sería la escolástica. La estética Boeciana tiene un tremendo peso en la Edad Media, sobre todo aplicada a la teoría musical, aunque Boecio tiene una concepción de la estética más cercana a Pitágoras que a la que se había dado en la Alta Patrística haciendo una especie de consenso entre ambas, es decir, defiende que lo bello viene dado por la acción conjunta de todas sus partes pero coincide con los neopitagóricos en aplicarles valore numéricos. En cuanto a los estratos de concepción del arte (en este caso musical, pero con claras similitudes con las teorías literarias) Boecio marca tres maneras de entender la música, que serían la mundana (armonía cósmica), humana (resonancia armónica del hombre en el cosmos) y finalmente la instrumental. En esta última se podría incluir la poesía recitada y se define como la imitación que el hombre realiza de “la armonía de la naturaleza” mediante la musicalidad. También, Boecio, es padre de la cuestión de la universalidad en lo que a términos lingüísticos se refiere. Casiodoro por su parte concluyó que había dos Artes fundamentales, la gramática como grupo de artes de la palabra y la aritmética presidiendo el de las cosas. Al igual que su coetáneo Boecio, Casiodoro incluyó la literatura dentro de las artes musicales. En cuanto a la finalidad de las artes, decía éste que era instruir, conmover y complacer. La concepción de Casiodoro de la belleza era más sensorial que la de los otros pensadores de su época, casi se podría decir extrasensorial. El otro nombre importante de la transición es Isidoro de Sevilla, aunque la época de este es muy distinta a la de los dos anteriores. Isidoro nació en el 560, en plena decadencia del imperio. A la muerte de su hermano y maestro, Isidoro se hizo cargo de la sede episcopal sevillana y durante el tiempo que ostentó el cargo, colaboró activamente con los monarcas godos y realizó una gran labor catequética logrando también cierta expansión monástica. En su labor pedagógica, San Isidoro diferenció entre Ciencia y Arte como materias distintas aunque reconociendo que el desempeño de ambas requiere el dominio de técnicas y principios fundamentales. En literatura, distinguía entre fábula, que es todo aquello que no ha ocurrido ni podría ocurrir por ser imposible de acuerdo a las leyes naturales, y la historia, que es aquello que se cuenta en base a un hecho acontecido realmente. Como término medio, introduce los argumenta, que son aquellas narraciones que tomando como base un hecho que realmente tuvo lugar, introducen cambios o complementos que, aunque fueran invención del autor, guardan total relación de verosimilitud con los hechos originales. En relación a los géneros literarios, San Isidoro se vio en acuerdo con Platón estableciendo tres formas de expresarse en un texto literario, la primera en la que sólo hay narración, la segunda en la que sólo hay diálogos y una tercera en la que ambos registros se entremezclan. También, al igual que los primeros Padres, San Isidoro condenaba la poesía y a los poetas aconsejando a los fieles que no se dejaran embaucar por la belleza de los escritos y se refugiaran en la verdad y sabiduría de las Escrituras. Características de la Patrística -Período del pensamiento cristiano que sigue la doctrina contenida en el Nuevo Testamento, y que comprende desde el siglo II al VIII. -Los pensadores que en este período elaboraban la doctrina cristiana, basándose en la revelación, son llamados padres de la Iglesia. -El significado filosófico de la Patrística está en la posición que tiene frente al grave problema de la multiplicidad de cultos, ya que era necesario defender el cristianismo -Su tarea principal es defender la religión católica como religión verdadera, frente a otras religiones valorizadas por la filosofía de la época. -Redujo la filosofía a la teología, -Subordinaron la razón a la fe, -Reinterpretaron a Platón, convirtiendo aquella «idea» en «Dios» y al mundo «verdadero» en «celestial», fuente de «toda verdad, moral, y justicia». ESCOLÁSTICA La escolástica (del latín scholasticus, y éste a su vez del griego σχολαστικός [aquel que pertenece a la escuela]) es el movimiento teológico y filosófico que intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo. La escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, tras la patrística de la Antigüedad tardía, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae -la filosofía es sierva de la teología-). Dominó en las escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron lugar a las universidades medievales europeas, en especial entre mediados del siglo XI y mediados del XV. Su formación fue, sin embargo, heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no sólo grecolatinas, sino también árabes y judaicas. Esto causó en este movimiento una fundamental preocupación por consolidar y crear grandes sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica antigua. Por otra parte, se ha señalado en la escolástica una excesiva dependencia del argumento de autoridad y el abandono de las ciencias y el empirismo. Pero la Escolástica también es un método de trabajo intelectual: todo pensamiento debía someterse al principio de autoridad, y la enseñanza se podía limitar en principio a la repetición de los textos antiguos, y sobre todo de la Biblia (principal fuente de conocimiento). A pesar de todo ello, la escolástica incentivó la especulación y el razonamiento, pues suponía someterse a un rígido armazón lógico y una estructura esquemática del discurso que debía exponerse a refutaciones y preparar defensas. Evolución Ideológicamente la escolástica evolucionó en tres fases, a partir de la inicial identificación entre razón y fe, ya que para los religiosos el mismo Dios es la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad es uno de sus principales atributos, de forma que Dios no podía contradecirse en estos dos caminos a la verdad y, en última instancia, si había algún conflicto, la fe debía prevalecer siempre sobre la razón, así como la teología sobre la filosofía. De ahí se pasó a una segunda fase en que existía la conciencia de que la razón y la fe tenían sólo una zona en común. Por último, ya a fines del siglo XIII y comienzos del siglo XIV, en una tercera fase, la separación y divorcio entre razón y fe fueron mayores, así como entre filosofía y teología. Cronológicamente pueden distinguirse fundamentalmente tres épocas: Desde el comienzo del siglo IX al fin del siglo XII la escolástica está marcada por la polémica cuestión de los universales, que opone a los realistas encabezados por Guillermo de Champeaux, a los nominalistas representados por Roscelino y a los conceptualistas guiados por Pedro Abelardo. Del siglo XII al fin del siglo XIII tiene lugar la entrada de Aristóteles, primero indirectamente a través de los filósofos judíos y árabes, especialmente Averroes, pero en seguida directamente traducido del griego al latín por Alberto Magno y por Guillermo de Moerbeke, secretario de Tomás de Aquino. La tercera abarca todo el siglo XIV: Guillermo de Occam se decanta por los nominalistas y se opone al Tomismo distinguiendo la filosofía de la teología. Alta escolástica Se denomina "alta escolástica" la que tuvo lugar durante los siglos XI y XV, periodo caracterizado por las grandes cruzadas, el resurgimiento de las ciudades y por un centralismo del poder papal que desembocó en una lucha por las investiduras. Anselmo de Canterbury La figura más descollante de esta época fue san Anselmo de Cantérbury (1033-1109). Considerado el primer escolástico, sus obras Monologion y Proslogion tuvieron una gran repercusión, centrada sobre todo en su debatido argumento ontológico para probar la existencia de Dios. Pedro Abelardo (1079-1142) renovará la lógica y la dialéctica y creará el método escolástico de la quaestio —un problema dialecticum— con su obra Sic et non. En el siglo XII, la escuela de Chartres se renueva con las figuras de Bernardo de Chartres (muerto en 1124), Thierry de Chartres, Bernardo Silvestre y Juan de Salisbury. Influidos por el neoplatonismo, el estoicismo y la ciencia árabe y judía, su interés se centró fundamentalmente en el estudio de la naturaleza y en el desarrollo de un humanismo que entrará en conflicto con las tendencias místicas de la época representadas por Bernardo de Claraval (1091-1153). Hugo de San Víctor, sin embargo, llevará a cabo una conciliación entre misticismo y escolasticismo, siendo además el primero que escribió una Summa teologica (Suma de Teología) en la Edad Media. Dominicos y franciscanos El apogeo de la escolástica coincide con el siglo XIII, en que se fundan las universidades y surgen las órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos, mayormente), de donde procederán la mayoría de los teólogos y filósofos de la época. Los dominicos asimilaron la filosofía de Aristóteles a partir de las traducciones e interpretaciones árabes de Avicena y Averroes. Los franciscanos seguirán la línea abierta por la patrística, y asimilarán el platonismo, que era mucho más armonizable con los dogmas cristianos. Entre los franciscanos destacan Alejandro de Hales, san Buenaventura (1221-1274) y Robert Grosseteste, aunque este último perteneció también a la Escuela de Oxford, mucho más centrada en investigaciones científicas y en el estudio de la naturaleza y una de cuyas principales figuras fue Roger Bacon (1210-1292), defensor de la ciencia experimental y de la matemática. Alberto Magno Alberto Magno fue el primero en introducir y articular con la fe los textos aristotélicos. Fue profesor de Santo Tomás de Aquino. Alberto nació alrededor del año 1206 en Lauingen (hoy, Alemania), cerca del Danubio; hizo sus estudios en Padua y en París. Ingresó a la Orden de Predicadores, en la que ejerció con éxito el profesorado en varios lugares. Ordenado obispo de Ratisbona, puso todo su empeño en pacificar pueblos y ciudades. Es autor de importantes obras de teología, como también de muchas sobre ciencias naturales y sobre filosofía. Murió en Colonia el año 1280. Tomás de Aquino Sin duda, el máximo representante de la teología dominica y en general de la escolástica es santo Tomás de Aquino (1225-1274). En su magna obra Summa teologica aceptó el empirismo aristotélico y su teoría hilemórfica y la distinción entre dos clases de intelectos. 1 De la filosofía árabe, Avicena tomó la distinción (ajena a los griegos) entre ser de esencia y el ser. Dios se hace comprensible únicamente a través de una doble analogía. 2 Elaboró así una fusión platónico-aristotélica, el tomismo, que con sus argumentos cosmológicos para demostrar la existencia de Dios: las cinco vías ha sido la base fundamental de la filosofía cristiana durante muchos siglos. La demarcación entre filosofía y creencia religiosa llevada a cabo por Tomás de Aquino iniciará el proceso de independencia de la razón a partir del siglo siguiente y representará el fin de la filosofía medieval y el comienzo de la filosofía moderna. Juan Duns Escoto En el siglo siguiente los franciscanos cobran importancia. De este período sus máximos representantes son Juan Duns Escoto (1266-1308) llamado Doctor Sutil, y Guillermo de Ockham (1290-1349), para quien la inteligibilidad del mundo y, principalmente, la de Dios, serían firmemente cuestionadas; misma línea de pensamiento que sería continuada por sus sucesores y que daría por resultado la decadencia de la escolástica. Juan Duns Escoto, franciscano de origen escocés, llega a la idea de Dios: el Ser Infinito, como una noción alcanzada por vía metafísica; ésta, entendida por el franciscano en su estricto sentido aristotélico como la ciencia del ser en cuanto ser. Establece así una autonomía de la filosofía y la teología, pues es claro que cada una de estas disciplinas tiene su método y objeto propio; aunque para Escoto la teología supone desde luego, una metafísica. Guillermo de Ockham Pero será Guillermo de Ockham el que lleve más lejos este desarrollo. Su famoso principio de economía, denominado "navaja de Ockham", postulaba que era necesario eliminar todo aquello que no fuera evidente y dado en la intuición sensible: "El número de entes no debe ser multiplicado sin necesidad". En el acto de conocer hemos de dar prioridad a la experiencia empírica o "conocimiento intuitivo", que es un conocimiento inmediato de la realidad (particular), ya que si todo lo que existe es singular y concreto, no existen entidades abstractas (formas, esencias) separadas de las cosas o inherentes a ellas. Los universales son únicamente nombres (nomen) y existen sólo en el alma (in ánima). Esta postura, conocida como nominalismo, se opone a la tradición aristotélico-escolástica, que era fundamentalmente realista. Los conceptos universales, para Ockham, no son más que procesos mentales mediante los cuales el entendimiento aúna una multiplicidad de individuos semejantes mediante un término. El nominalismo conduce a afirmar el primado de la voluntad sobre la inteligencia. La voluntad de Dios no está limitada por nada (voluntarismo), ni siquiera las ideas divinas pueden interferir la omnipotencia de Dios. El mundo es absolutamente contingente y no ha de adecuarse a orden racional alguno. El único conocimiento posible ha de basarse en la experiencia (intuición sensible). La teología no es una ciencia, ya que sobrepasa los límites de la razón: la experiencia. Después de Ockham, la filosofía se separará de la teología y la ciencia comenzará su andadura autónoma. No se preocupa por lo que es el movimiento sino por cómo funciona el mismo. Éste y otros autores son los precursores de Galileo Galilei. Juan Escoto Erígena Juan Escoto Eriúgena o Erígena (c. 810-c. 877) fue un destacado filósofo del renacimiento carolingio. Se trasladó a Francia hacia el año 850, para dirigir la escuela palatina de Carlos el Calvo 1 , y donde dejó influencia en Erico de Auxerre y su escuela monástica de Auxerre. Participó en la controversia predestinacionista sostenida entre Godescalco por una parte y los obispos Rabano Mauro e Hincmaro de Reims por otro. Tradujo del griego las obras del Pseudo Dionisio y las de Gregorio de Nisa con lo que enriquece el horizonte teológico latino con las aportaciones de estos autores orientales. Su actividad transcurrió en tiempos del “renacimiento carolingio”: primera unificación funcional de los poderes políticos y religiosos a partir de la idea de Imperio Cristiano. Sus tesis, interpretadas como panteísmo a partir de su utilización de las gradaciones neoplatónicas, fueron condenadas en el Concilio de París de 1210. El Papa Honorio III, en 1225, exigió que todas las copias de sus obras fueran llevadas a Roma para ser quemadas. Su filosofía se mantiene en la línea de lo que se conoce como neoplatonismo en cuanto al platonismo y la teología negativa. Sin embargo, Erígena quiso explicar la realidad mediante un sistema racional y unitario que contradecía el dualismo de la religión —Dios y mundo son dos realidades diferentes— y los dogmas relativos a la creación y la voluntad divina. Para Escoto, razón y fe eran fuentes válidas de conocimiento verdadero, y por ello no pueden ser opuestas; pero si así fuera, la razón debe prevalecer. Esta afirmación, junto al panteísmo (todas las cosas son emanación de Dios) La escolástica jesuita Todavía, sin embargo, dará el escolasticismo una gran figura, pero ya en el siglo XVI, en la persona del jesuita español Francisco Suárez (1548-1617). En su obra más importante, las Disputas metafísicas (1597), escrita en latín, resume y moderniza toda la tradición escolástica anterior y sienta las bases del iusnaturalismo o derecho natural de Hugo Grocio. Su obra, fecunda en inspiraciones ulteriores, fue muy influyente a lo largo del siglo XVII y XVIII y todavía se pueden encontrar ecos de ella en Hegel e incluso en Heidegger. Si bien continúa la tradición aristotélica de la filosofía española, añade elementos del nominalismo. Así, para Suárez la distinción entre esencia y existencia es solamente una distinción de razón y de hecho cada existencia tiene su propia esencia. Sólo Dios, en tanto que ser en sí, es capaz de percibir la distinción en el ser en otro, es decir, las criaturas. El cógito de René Descartes surge de la noción suareciana de sustancia espiritual creada, que razona por intuición. También la mónada de Gottfried Leibniz (1646-1716) proviene de esta noción. La distinción entre esencia y existencia como distinción de razón (el concepto de sustancia de Baruch Spinoza) también tiene su origen en la filosofía de Suárez, y el sujeto trascendental de Kant se inspira en la noción de analogía de atribución manejada en esta tradición escolástica. Neoescolástica En el siglo XIX se produce un resurgimiento de la escolástica denominado "neoescolástica" y en el siglo XX surgirá un "neotomismo", cuyas figuras más representativas fueron Jacques Maritain y Étienne Gilson. Ambos contribuyeron a difundir el tomismo en la cultura laica. Merecen destacarse también Désiré Joseph Mercier, Desiderio Nys, A. Farges, Tomasso Zigliara, Fernand van Steenberghen, Leo Elders, M. Grabmann, Armand Maurer, Charles de Koninck, etc. El balance del tomismo en el siglo XX es muy positivo. En este siglo merece destacarse la labor que han realizado los dominicos españoles. Además de los ya citados destacan: Victorino Rodríguez, Santiago Ramírez O.P., Guillermo Fraile OP y Teófilo Urdánoz O.P. (autores de Historia de la Filosofía, BAC), Quintín Turiel y Aniceto Fernández. En la actualidad continúan enseñando la filosofía de Santo Tomás: José Todolí, Juan José Gallego, Jordán Gallego, Vicente Cudeiro, Armando Bandera, Marcos F. Manzanedo, Mateo Febrer, Vicens Igual y Juan José Llamedo. Uno de los filósofos más importantes de los dominicos fue el español Abelardo Lobato, que llegó a ser rector de la Facultad de Teología de Lugano (Suiza). También el jesuita español Ramón Orlandis Despuig, fundador de la Schola Cordis Iesu (1925) e inspirador de la revista Cristiandad (1944), quien formó a Jaime Bofill y a Francisco Canals Vidal, con quienes se empezó a conocer la Escuela tomista de Barcelona. Han sido muchos quienes han contribuido al florecimiento del tomismo: Ángel González Álvarez, Leopoldo Eulogio Palacios, Carlos Cardona y su discípulo Ramón García de Haro. Asimismo, Antonio Millán-Puelles, Osvaldo Lira, Leonardo Castellani, Julio Meinvielle, Francisco Canals, Juan Vallet de Goytisolo, Jesús García López, Mariano Artigas Mayayo, etc. En Argentina sobresalen Tomás D. Casares, Octavio Nicolás Derisi, Alberto Caturelli, Ignacio Andereggen, Juan R. Sepich (en su primera época), Guido Soaje Ramos, el jesuita Ismael Quiles y el dominico Domingo Basso, entre otros. Características de la Escolástica - El método comúnmente empleado de la previa exposición de argumentos a favor y en contra de la misma solución, el análisis directo del tema y la respuesta final a las objeciones en contra. Comprendía la lectio y la disputatio, en las escuelas superiores, que correspondían en cierto modo a nuestro sistema actual de clases y ejercicios prácticos o seminarios. Esto dio lugar con toda naturalidad a determinadas formas literarias: Las Sumas, los Comentarios y las Quaestiones disputatae. El método que entonces se seguía estaba marcadamente inspirado por la idea de autoridad, es decir, seguía la Biblia, las decisiones del magisterio eclesiástico y los dichos de grandes pensadores, teólogos y filósofos, como San Agustín, Aristóteles, Averroes. No obstante, como con frecuencia se contradecía las autoridades, había que comenzar a pensar. Por esta razón no dominaba menos la tendencia al pensar racional y se procedía marcadamente en sentido de la lógica formal, sobre todo por medio del silogismo. Precisamente por eso se gustaba de la discusión y de la dialéctica. - La Escolástica, al elaborar las verdades de Fe, continúa a la Patrística, pero con caracteres propios y originales. Los padres habían formulado los dogmas y los Concilios los habían fijado: la Doctrina Católica estaba ya elaborada. Quedaba por organizar un sistema de las fórmulas dogmáticas y armonizarlas con el resto del saber. Esta es una de las tareas fundamentales que asumió la Escolástica. - El carácter eclesiástico que domina es la especulación filosófica, no sólo por la profesión eclesiástica de los cultivadores, sino también por la influencia de la Iglesia en la misma, al dirigir mediante la censura oficial el curso de las opiniones. Más aún, el filósofo escolástico era, a la vez, un creyente, que al construir sus elaboraciones filosóficas no podía menos de tener presente el contenido doctrinal ya fijado por el dogma o la tradición escolástica. - El carácter tradicional y colectivo que encierra su completa elaboración. Más que ninguna otra filosofía, ésta no es debida a una sola personalidad. Implica una elaboración lenta y progresiva que nace del esfuerzo sostenido de una sucesión encadenada de pensadores que en mutua dependencia van ampliando el círculo de problemas, las fuentes de información, la exactitud, la riqueza y profundidad de sus soluciones, culminando este movimiento progresivo en la síntesis filosófica que se elabora en el siglo XIII hasta primeros del siglos XIV por destacadas personalidades filosóficas. - Dado que las verdades dogmáticas habían sido establecidas, la razón o la investigación filosófica se veía obligada a reconocer ciertos límites, es decir, la propia subordinación a la fe. El determinar las relaciones de subordinación de la razón a la fe y establecer hasta qué punto el entendimiento puede con sus fuerzas profundizar en el contenido de los dogmas, es otro problema central de la Escolástica. En este sentido se llama a la filosofía sierva de la teología, es decir, el dogma es entendido como principio regulador de la razón, a fin de que ésta no se desborde y se vuelva contra la fe, y se aplique solamente a interpretar los datos dogmáticos. Sobre este punto no concuerdan las dos diversas direcciones del racionalismo y del misticismo. No es fácil distinguir, en la primera, en la Escolástica, la teología de la filosofía. Sin embargo, después, este problema de la distinción es filosóficamente formulado. La misma sistematización de la teología hacía nacer problemas de índole filosófica que, una vez elaborados y resueltos, servían para definir el dogma. Por lo tanto, el pensamiento escolástico es un complejo teológico-filosófico aún hoy vivo. El Problema de los Universales El pensamiento de Juan Escoto Erígena no ejerció ninguna influencia en el siglo X, de profunda decadencia en los estudios, que se reanudaron con el siglo XI. Del estudio de la Dialéctica nace un problema característico de este siglo: el Problema de los Universales, que se puede plantear en estos términos: El Universal (concepto, idea) o la esencia común a todas las cosas que indicamos con un mismo nombre ¿tiene una realidad objetiva? ¿Representa algo real fuera del sujeto o, en cambio, es un simple acto de nuestra mente expresado con un nombre? Si las cosas son concretas y particulares, y los conceptos o ideas son abstractos y universales, ¿cómo puede decirse que el concepto representa a las cosas? ¿Cuál es la relación entre los universales y los entes particulares? El grave problema estaba presente en Aristóteles y aparece de nuevo, lleno de vida y de plenitud en la Escolástica y que estará siempre presente en toda la filosofía medieval. Las soluciones al problema se pueden clasificar en cuatro respuestas: Nominalismo, Conceptualismo, Realismo Moderado y Realismo Exagerado. a. Nominalismo. Consistía en negar la base del mismo problema, es decir, la dualidad esencial del conocimiento humano en sensitivo e intelectual, reduciéndose todo conocimiento al conocimiento sensitivo y, por lo tanto, a objetos concretos e individuales. Lo que llamamos objetos abstractos son Nombres que tienen el poder de despertar una multitud de imágenes concretas parecidas. Cuando el concepto universal o idea es privado de los caracteres específicos de necesidad y de universalidad y es reducido a un puro nombre se tiene el Nominalismo que representa la oposición extrema entre el universal y la cosa. El Nominalismo está siempre en conexión con el Sensismo para el que real es solamente el individuo particular del mundo de la experiencia que se conoce únicamente por medio de los sentidos. Se da principalmente con JUAN ROSCELINO (s. XI), canónigo de Compiegne, que murió hacia el 1120. Llamó a los objetos abstractos del conocimiento intelectual “palabras sin contenido”, pero, más que una posición afirmativa, su intención, al parecer, se encaminaba solamente a la negación de un realismo que surgió en dicha época. Su nominalismo comprometió el dogma de la Trinidad, pues la única Sustancia Divina no es más que un nombre y las Tres Personas son tres sustancias diversas, indicadas con un mismo nombre. Se desemboca así en la herejía del triteísmo, condenada en 1092 por el Concilio de Soissons. b. Conceptualismo. Consistía en afirmar la existencia de los objetos genéricos y abstractos, pero solamente como puros objetos de conocimiento en todo su contenido, sin tener existencia real independientemente del acto de conocer. Por tanto, considera los universales como contenidos de nuestra mente, como actos mentales o presentación subjetivas, producidos o elaborados por el entendimiento pero sin conexión con la realidad de las cosas. Se considera como seguidor de esta doctrina a Pedro Abelardo. Históricamente también es sostenida por Kant. c. Realismo Exagerado. Históricamente tenemos afirmado a Platón que los objetos abstractos o ideales existen realmente en cuanto tales, independientemente del acto de conocer e independientemente o separadamente de los objetos sensibles e individuales. Son las famosas ideas o esencias de las cosas que no están en las cosas y, sin embargo, constituyen la esencia de las mismas. En la Edad Media se inicia un realismo exagerado en el s. XI con Ricardo d´Auxerre, Odón de Tournai, Guillermo de Champeaux, maestro de la escuela catedralicia de París que polemizó con Roscelino y con su discípulo Pedro Abelardo. En el s. XII se desarrolló principalmente en la Escuela de Chartres con Bernardo y Teodorico, quienes sostuvieron que sólo las ideas universales son entes, las cosas sensibles son nombres y de la unión de las ideas o formas ejemplares con la materia se ha formado el mundo sensible. d. Realismo Moderado. En contra del realismo exagerado se afirma positivamente el realismo moderado que aceptarán los grandes escolásticos del s. XIII como Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura y otros, basados en el realismo aristotélico, constituyéndose en la única solución que se ajusta a los hechos rigurosos del conocimiento, debido a que las ideas son elaboradas por el entendimiento humano, es decir, son conceptos, pero que están basados en la realidad de las cosas, siendo así reales, pero sin existencia propia e independiente como afirma el realismo exagerado. La universalidad de los objetos abstractos no existe en la realidad, pero se funda en la realidad y es fruto de la actividad fundamental del entendimiento humano. Con el siglo XIII se produce en la edad media un imponente arranque intelectual. Fue como una nueva floración que debe atribuirse a tres circunstancias: el esplendor de las universidades, el continuo desarrollo de la actividad científica de las grandes órdenes que ingresaron a la Universidad y la recepción de las obras filosóficas de Aristóteles. Tales fueron los nuevos impulsos que se dejaron sentir entonces en todas partes. Causas del Florecimiento de la Escolástica · La Fundación de las Universidades. Las universidades son el resultado del desenvolvimiento de las escuelas monacales, catedralicias y palatinas, iniciado en el s. VIII. En un principio se creaban sólo facultades aisladas. Después, en las grandes ciudades, las distintas facultades se fueron reuniendo poco a poco, apareciendo así la Universidad, según las agrupaciones de la época, como la agrupación profesional de maestros y estudiantes, unidos por intereses culturales comunes. Las nuevas universidades surgen debido al privilegio otorgado a ellas por los reyes y los Papas, interesados en por estos centros y preocupados por controlarlos y emplearlos al servicio de sus propios fines, por lo que su intervención distaba mucho de ser desinteresada, lo que explicaba el proteccionismo de ambas partes. Sin embargo, la lucha con los dos poderes dará lugar a la conquista de la relativa autonomía universitaria. Las universidades se organizaron bien pronto y los estudios fueron sistematizados en cuatro facultades: teología, artes (filosofía), derecho y medicina. La más célebre de toda fue la Universidad de París, centro cultural de la cristiandad católica, llevada a gran esplendor por los Pontífices Inocencio III y Gregorio IX, recibiendo, además, la influencia del Rey de Francia. Entre sus eminentes maestros sobresalen: Alejandro de Hales, Buenaventura, Alberto Magno, Tomás de Aquino y Duns Escoto. Célebre fue también la Universidad de Oxford, en la que, a diferencia de la de París, predominó el interés por los estudios científicos (matemática, ciencia y astronomía), teniendo mayor autonomía de la autoridad pontificia. En Italia se hicieron célebres las Universidades de Bolonia, especialmente por los estudios jurídicos, y la de Nápoles. Sucesivamente surgieron otras universidades como la de Cambridge, Orleans, Salamanca, Padua, Lérida, Praga, Viena, Heidelberg, Toulousse. · El Ingreso de las Órdenes Mendicantes a la Universidad. Las dos grandes órdenes monásticas de reciente institución: Dominicos y Franciscanos, tienen una gran actividad cultural. Con la ayuda de los Papas, maestros de las dos órdenes lograron, después de arduas luchas contra la resistencia de los docentes seglares, obtener cátedras en la Universidad de París, entre los años 1229 y 1231. Ya en 1230 los Dominicos tienen en ella dos cátedras y los Franciscanos una, adquiriendo muy pronto la preponderancia. Los dominicos fueron siguiendo poco a poco la dirección del cada vez más floreciente aristotelismo, mientras que los franciscanos propendían más a la otra tradición más antigua, la del platonismo agustiniano. Al ingresar los frailes a la Universidad, la teología y la filosofía se revitalizan y adquieren prestigio. Las órdenes mendicantes cumplen una tarea de capital interés en la asimilación de los nuevos elementos filosóficos que enriquecen a la cultura occidental. Además, su contribución se extiende a la elevación del nivel científico de los estudios universitarios. · La incorporación y asimilación del pensamiento aristotélico. El descubrimiento del sistema de Aristóteles, a través de la reelaboración llevada a cabo principalmente por los árabes y más tardíamente las traducciones directas del griego, fue el principal factor que influyó en el pensamiento del siglo XIII. A la vez, da luces a una crisis de rejuvenecimiento y crecimiento, caracterizada por la iniciativa, el espíritu crítico y la búsqueda de un hombre nuevo en una nueva sociedad. El renacimiento aristotélico invade la vida intelectual y penetra en las universidades gracias a la labor de los religiosos. Crisis y Decadencia La Escolástica entra en crisis a partir del siglo XIV cuando se pone en duda el pilar central que daba sustento a todo el sistema y unificaba de común acuerdo a las distintas tendencias existentes en su seno. La síntesis realizada por Santo Tomás parecía perder fuerza y vigencia, pues si nadie, hasta entonces salvo los averroístas, negaba la complementariedad de razón y fe, comenzaba a sostenerse que la razón poseía límites y que estos eran considerablemente más estrechos que los de lo que cabía pensar entonces. Escoto señalará que la definición tomista a posteriori, esto es, del efecto a la causa, no es realmente demostrativa y muchas verdades pueden quedar fuera del alcance con semejantes planteamientos. El número de proposiciones teológicas indemostrables, siendo esto así, iría desde los Diez mandamientos hasta la misma existencia de Dios. La teología dejaría de ser una ciencia al verse incapaz de resolver cuestiones fundamentales. Pasando a ser un conjunto de saberes prácticos que, aunque no poseyeran carácter científico, conducirían a la persona a la salvación de su alma. Los caminos de la teología y la filosofía comienzan entonces a separarse progresivamente, no tanto por un desprecio por lo teológico sino, más bien al contrario, por un respeto reverencial a todo lo que tuviera que ver con este ámbito. Se pretende segregar la teología de las demás disciplinas por el valor supremo otorgado a la fe, pues esta disciplina podía quedar contaminada por otro saber de raíces precristianas como era la filosofía. Mientras los teólogos desechan el racionalismo por una completa inclinación hacia lo revelado, los filósofos volcarán su atención en la ciencia y la naturaleza, tendencia que se mantendrá y reforzará durante la siguiente centuria, hasta desembocar en la revolución intelectual que dará lugar al Renacimiento y, dentro del contexto de esta nueva etapa, a la Reforma de la Iglesia. HIPÓLITO DE ANTIOQUÍA Hipólito de Roma u obispo Hipólito (latín: Hippolytos episcopus) fue un escritor de la Iglesia cristiana primitiva. Al parecer fue elegido como el primer antipapa en 217, pero murió reconciliado con la Iglesia el 235 como un mártir, por lo que ahora es honrado como un santo. El misterio que envuelve a la persona y los escritos de Hipólito, uno de los más prolíficos escritores eclesiásticos de los primeros siglos, fue desvelado un poco por primera vez a mediados del siglo XIX por el descubrimiento de su Philosophumena. Asumiendo que este trabajo sea obra de Hipólito, la información dada en él respecto al autor y su época puede combinarse con otras fechas conocidas para tener un esquema razonable de su vida. Biografía Hipólito debe haber nacido en la segunda mitad del siglo II, probablemente en Roma. Focio lo describe en su Bibliotheca (cod. 121) como un discípulo de Ireneo y a este como discípulo de Policarpo de Esmirna. Pero esto no es seguro, e incluso si lo fuera, no implica necesariamente que Hipólito haya disfrutado a título personal de la enseñanza del célebre obispo galo. Quizás el pasaje apunta simplemente a poner de relieve el vínculo existente entre su sistema teológico con aquel de Ireneo, lo que por otra parte surge fácilmente de sus escritos. Presbítero de la Iglesia de Roma en la época del Obispo Ceferino, Hipólito se distinguió por su cultura y elocuencia. Fue en esa época que el entonces joven Orígenes, escuchó sus prédicas. Probablemente poco tiempo antes que cuestiones de teología y de disciplina eclesiástica provocaran conflictos directos con Ceferino o con su sucesor Calixto I. Hipólito acusó al obispo de favorecer la herejía cristológica de los monarquianistas y de dañar la disciplina de la Iglesia por su laxo accionar al permitir el reingreso a la Iglesia a antiguos miembros excluidos en razón de ofensas graves. El resultado fue un cisma y es probablemente por tal razón que Hipólito se alejó de la Iglesia durante unos diez años liderando una congregación separada. Durante las persecuciones del emperador Maximino el Tracio del año 235 , Hipólito y Ponciano, que era entonces papa, fueron exilados a Cerdeña, donde murieron. Surge de la así llamada "Cronología del año 354" (más precisamente Catalogus Liberianus) que un 13 de agosto, probablemente del año 236, los cuerpos de los exilados fueron enterrados en Roma, el de Hipólito en el cementerio de la Via Tiburtina. Esto lleva a suponer que antes de su muerte fue recibido nuevamente en el seno de la Iglesia. Esto estaría además confirmado por el hecho que desde entonces su memoria es venerada en tanto que santo y mártir. El papa Dámaso I le dedicó uno de sus famosos epigramas. Prudencio transpuso elementos del mito griego del hijo de Teseo Hipólito, cuyo nombre en griego significa "el que desata los caballos" y que murió según el relato mitológico arrastrado por sus caballos, a su relato sobre la muerte del Santo cristiano. Así, describió de manera conmovedora el cruel suplicio del Hipólito histórico, lo que es casi con certeza una leyenda. Por tales razones, se transformó en el santo patrón de los caballos. Durante la edad media, los caballos enfermos solían ser llevados a St Ippolitts, en Hertfordshire (Inglaterra) donde una Iglesia le había sido consagrada. En los tiempos que siguieron, poco quedó de la memoria del Hipólito histórico. Ni Eusebio de Cesarea ni Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) supieron que el autor tan leído en el Este y el santo romano eran una misma y única persona. Muchos estudiosos estimaban que ello no era probable argumentando que diferentes niveles de desarrollo de la doctrina de la Trinidad eran indicadores de épocas de escritura diferentes. El comentario del "Chronicon Paschale" contiene solo ligeras reminiscencias de los hechos históricos, como el hecho que la sede episcopal de Hipólito estaba situada en Portus en las cercanías de Roma. En 1551 se encontró una estatua de mármol en un cementerio de la Vía Tiburtina que representaba un hombre sentado: en ambos lados del asiento estaba grabado un ciclo pascual y en la parte anterior figuraban los títulos de numerosos escritos: era la estatua de Hipólito aplicado a su trabajo. Correspondía indudablemente al siglo III. Fue colocada en el Museo Laterano: un registro en la piedra que representaba una tradición perdida. Obras Las obras de Hipólito son voluminosas y pueden compararse en su variedad a la de Orígenes. Las mismas englobaron las esferas de la exégesis, de la homilética, de la apologética y polémica, de la Cronología y del derecho canónico. Sus escritos han llegado hasta nosotros de manera tan fragmentaria que es difícil obtener a partir de ellos una noción exacta y precisa de su importancia intelectual y literaria. En cuanto a sus trabajos de exégesis, los mejor preservados son el "Comentario sobre el profeta Daniel" y el "Comentario sobre el "Cantar de los Cantares." Pese a algunas imprecisiones en tipología, 1 su exégesis se distingue por una cierta sobriedad y sentido de proporción. Es prácticamente imposible evaluar a Hipólito en tanto que predicador por cuanto las Homilías para la celebración de la Epifanía que figuran con su nombre, le han sido erróneamente atribuidas. Escribió obras polémicas en contra de los paganos, los judíos y los heréticos. La más conocida de estas es la Refutación de todas las herejías, que llegó a ser conocida bajo el inapropiado título de Philosophumena. De los diez libros que la componían, el segundo y el tercero se perdieron, el libro primero fue durante un largo período editado (bajo el título Philosopizumena) entre escritos de Orígenes, los libros cuarto hasta el décimo fueron descubiertos por el griego Minoides Mynas, sin el nombre del autor, en un convento en el Monte Athos en Armenia. En la actualidad se admite universalmente que la autoría corresponde a Hipólito y que los los Libros I y IV al X pertenecen a la misma obra. La importancia atribuida a la obra ha sido sin embargo bastante exagerada: un examen serio de las fuentes utilizadas para la exposición del Gnosticismo demuestra que la información suministrada no es siempre fiable. En lo que respecta a sus trabajos dogmáticos, aquellos que conciernen a Cristo y al Anticristo nos han llegado de manera completa. Entre otras cosas, incluyen un relato animado de los eventos precedentes el fin del mundo. Fue escrito probablemente en la época de las persecuciones de Septimio Severo (aproximadamente en el año 202). La influencia de Hipólito se hizo sentir sobre todo en sus trabajos sobre cronología y derecho canónico. Su "crónica del mundo", una compilación que abarca el período desde la creación del mundo hasta el año 234, ha sido una base para muchos otros trabajos de cronología tanto en el Este como en el Oeste. En las grandes compilaciones de derecho canónico que tuvieron lugar en el Este a partir del siglo IV, muchos elementos han sido tomados de los escritos de Hipólito. Pero la determinación exacta de cuanto es genuino o reelaborado y/o de lo que le ha sido erróneamente atribuido, está sujeta a controversias, prácticamente insolubles. OBRA 1: El Verbo encarnado nos hace semejantes a Dios (Refutación de todas las herejías, X 33-34) Nosotros creemos en el Verbo de Dios. No nos fundamos en palabras sin sentido, ni nos dejamos llevar por impulsos emotivos o desordenados, ni nos dejamos seducir por la fascinación de discursos bien preparados, sino que prestamos fe a las palabras del Dios todopoderoso. Todo esto lo ordenó Dios en su Verbo. El Verbo las decía en palabras [a los profetas], para apartar al hombre de la desobediencia. No lo dominaba como hace un amo con sus esclavos, sino que lo invitaba a una decisión libre y responsable. El Padre envió a la tierra esta Palabra suya en los últimos tiempos. No quería que siguiese hablando por medio de los profetas, ni que fuese anunciada de manera oscura, ni conocida sólo a través de vagos reflejos, sino que deseaba que apareciese visiblemente, en persona. De este modo, contemplándola, el mundo podría obtener la salvación. Contemplando al Verbo con sus propios ojos, el mundo non experimentaría ya la inquietud y el temor que sentía cuando se encontraba ante una imagen reflejada por los profetas, ni quedaría sin fuerzas como cuando el Verbo se manifestaba por medio de los ángeles. De este modo, en cambio, podría comprobar que se encontraba delante del mismo Dios, que le habla. Nosotros sabemos que el Verbo tomó de la Virgen un cuerpo mortal, y que ha transformado al hombre viejo en la novedad de una criatura nueva. Sabemos que se ha hecho de nuestra misma sustancia. En efecto, si no tuviese nuestra misma naturaleza, inútilmente nos habría mandado que lo imitáramos como maestro. Si Él, en cuanto hombre, tuviese una naturaleza distinta de la nuestra, ¿por qué me ordena a mí, nacido en la debilidad, que me asemeje a Él? ¿Cómo podría, en ese caso, ser bueno y justo? Verdaderamente, para que no pensáramos que era distinto de nosotros, ha tolerado la fatiga, ha querido pasar hambre y sed, ha aceptado la necesidad de dormir y descansar, no se ha rebelado frente al sufrimiento, se ha sujetado a la muerte y se nos ha revelado en la resurrección. De todos estos modos, ha ofrecido como primicia tu misma naturaleza humana, para que tú no te desanimes en los sufrimientos, sino que, reconociendo que eres hombre, esperes también tú lo que el Padre ha realizado en Él. Cuando hayas conocido al Dios verdadero, tendrás con el alma un cuerpo inmortal e incorruptible, y obtendrás el reino de los cielos, por haber reconocido al Rey y Señor del cielo en la vida de este mundo. Vivirás en intimidad con Dios, serás heredero con Cristo, y no serás ya esclavo de los deseos y pasiones, y ni siquiera del sufrimiento y de los males físicos, porque habrás llegado a ser como Dios. Los sufrimientos que debías soportar por el hecho de ser hombre, te los daba Dios porque eras hombre. Pero Dios ha prometido también concederte sus prerrogativas una vez que hayas sido divinizado y hecho inmortal. Cristo, el Dios superior a todas las cosas, el que había decidido cancelar el pecado de los hombres, rehizo nuevo al hombre viejo y desde el principio lo llamó su propia imagen. De este modo ha mostrado el amor que te tenía. Si tú eres dócil a sus santos mandamientos, y te haces bueno como Él, te asemejarás a Él y recibirás de Él la gloria. OBRA 2: La Plegaria Eucarística de San Hipólito (Tradición apostólica, parte I) El Señor sea con vosotros. Y con tu espíritu. ¡En alto los corazones! Los tenemos vueltos hacia el Señor. Demos gracias al Señor. Es propio y justo. Te damos gracias, ¡oh Dios!, por tu bien amado Hijo Jesucristo, a quien Tú has enviado en estos últimos tiempos como Salvador, Redentor y Mensajero de tu voluntad, Él que es tu Verbo inseparable, por quien creaste todas las cosas, en quien Tú te complaciste, a quien envías del cielo al seno de la Virgen, y que, habiendo sido concebido, se encarnó y se manifestó como tu Hijo, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen; que cumplió tu voluntad y te adquirió un pueblo santo, extendió sus manos cuando sufrió para liberar del sufrimiento a los que crean en Ti. Y cuando Él se entregó voluntariamente al sufrimiento, para destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, aplastar el infierno e iluminar a los justos, establecer la alianza y manifestar la resurrección, tomó pan, dio gracias y dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo, que es roto por vosotros». De la misma manera también el cáliz, diciendo: «Ésta es la sangre que es derramada por vosotros. Cuantas veces hagáis esto, haced memoria de mí». Recordando, pues, su muerte y su resurrección, te ofrecemos el pan y el vino, dándote gracias porque nos has juzgado dignos de estar ante Ti y de servirte. Y te rogamos que tengas a bien enviar tu Santo Espíritu sobre el sacrificio de la Iglesia. Une a todos los santos y concede a los que lo reciban que sean llenos del Espíritu Santo, fortalece su fe por la verdad, a fin de que podamos ensalzarte y loarte por tu Hijo, Jesucristo, por quien tienes honor y gloria; al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo en tu santa Iglesia, ahora y en los siglos de los siglos. Amén.
Report "ESCOLÁSTICA Y PATRÍSTICA....HIPOLITO DE ANTIOQUIA.docx"