Universidad de córdoba.Facultad de educación y ciencias humanas Lengua castellana Estudios del Caribe II Dany Gómez La casa como lugar y escenario cultural del Caribe colombiano No cabe duda que la novela magna de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad” ha sido tomada como objeto de estudio por parte de los eruditos de la literatura, y no podría ser de otra manera debido que esta saga bien puede tomarse como un tratado literario y cultural que recoge las características que son propias de un contexto sociocultural determinado: el Caribe colombiano, para ser más específicos. Entre otras características, que son distintivas en el hombre del Caribe colombiano, y que son traducidas a temas de investigación se presentan: el humor, trasladado en el lenguaje metafórico de los personajes de la novela; el matriarcado, cuya representante eminente es Úrsula Iguarán; el patriarcado, representado en Aureliano Buendía; y el mito, cuya imagen específica se traduce en el suceso donde se relata la creación Macondo y la nominación de las cosas cuando la memoria había desaparecido de sus habitantes a raíz del insomnio. Otros temas que no han escapado de los análisis literarios y que son muy comunes en toda novela son: “la mujer”, “el amor”, “la muerte” y otros más de tipos religiosos como la intertextualidad al lado de la Sagrada Escritura. De esta manera se percibe que Cien Años de Soledad da pie para ser estudiada desde distintos ángulos. El siguiente texto se acercará a una temática asequible y sencilla, pero no por ello de menos importancia que las mencionadas líneas arriba: la casa como lugar y escenario cultural del Caribe colombiano. Enseguida surge la pregunta ¿cómo valorar un espacio delimitado como un elemento cultural del Caribe colombiano en Cien años de Soledad? Para este tema se hace relevante recordar que la novela que hoy es conocida como “Cien años de Soledad” y que es objeto de este escrito, de anterior proyectaba llamarse “La Casa”. Al respecto, Jaime de la Hoz Simanca periodista, profesor y escritor colombiano nos dice que en Cartagena Gabriel García Márquez se dedicaba a sus dos pasiones: el periodismo y la literatura, esta última la ejercía “a través de la elaboración de cuentos e intentos de novela como "La Casa", un proyecto pantagruélico que nació en La Heroica y el que, según Mario Vargas Llosa se constituye en el antecedente más inmediato de Cien Años de Soledad” 1 . De igual modo es la casa un tema bastante recurrente en los escritores de la Modernidad literaria y contemporáneos a Gabriel García Márquez tales como Álvaro Cepeda Samudio con la novela “La casa grande” y Héctor Rojas Herazo con “Respirando el verano” cuyo elemento cronotópico es la casa. 1 Jaime de la Hoz Simanca http://www.saladeprensa.org/art176.htm Para acercarnos al desarrollo de este tópico se usará el lenguaje, específicamente el oral escrito en la novela, como el material que nos servirá para corroborar que, en efecto, las características generales de la casa de los Buendía representan un fragmento de la cultura de los habitantes del Caribe colombiano. Entre las muchas definiciones del concepto “casa” del Diccionario de la Real Academia Española se encuentran las que versan así: “Edificio para habitar” y “Descendencia o linaje que tiene un mismo apellido y viene del mismo origen”. Dos temas a resaltar en estas definiciones son la convivencia o habitad y la familia. Estos dos aspectos bien los tiene la familia Buendía, pues en el transcurrir de la novela y al interior de la casa suceden acontecimientos que son el producto de la convivencia y que se efectúan entre los mismos familiares, o en su defecto, con personas ajenas al linaje de los Buendía. Esta perspectiva nos lleva a visionar la división de los dos espacios en los que se desarrolla la obra: dentro y fuera de la casa de los Buendía. Ya desde el inicio de Cien años de soledad el narrador omnisciente nos remite a las viviendas de Macondo, específicamente al modo que fueron construidas: “José Arcadio Buendía (…) había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo”. (C.A.S.pág.6). Más adelante se describen las casa como tal: “Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río”. (C.A.S.pág.5) En esta cita se empiezan a ver algunas características físicas que son propias del Caribe, son el barro y la cañabrava. Estos materiales, bastante primitivos y naturales, son usados por los costeños para facilitar la frescura de la vivienda en medio del sofocante clima ribereño. En muchos casos el barro es reemplazado por el estiércol de vaca, llamado boñiga; y la cañabrava por el bahareque. Cabe destacar que además de estos dos elementos se agrega otro material, también de carácter natural: la palma como techo de estas viviendas y su ubicación al lado del río nos remite a pensar en el deseo de las personas de frescura y alimento. De entrada estos materiales dan razón de un modo de vivir, de una manera de organizar el mundo de acuerdo a las necesidades del medio; nos aproximan a una cultura determinada. En el transcurrir de la novela la voz narrativa menciona la evolución que han tenido las casas de Macondo, pasando de materiales primitivos a otros más elaborados tales como el zinc y las tablas de madera, lo cual da cuenta del avance cultural que se va dando en las viviendas de este pueblo, y en ellas el de la región costanera de Colombia: “Muchos años después, cuando Macondo fue un campamento de casas de madera y techos de cinc, todavía perduraban en las calles más antiguas los almendros rotos y polvorientos”. (C.A.S. pág.20). Es común ver hoy día, específicamente en las veredas de los departamentos del Caribe Colombiano, casas construidas con ambos materiales y también con asfalto y eternit –esto último no se ve en Cien Años de Soledad-. Es un proceso cultural que deja ver la transformación a nivel económico de la región, y si se quiere, el proceso cultural de la misma. Dicho sea de paso que los “almendros polvorientos” de los que se habla en la cita hacen parte del paisaje natural del Caribe colombiano y como elemento del paisaje natural, complementan el paisaje cultural conformado por las casas de las que se ha hablado. De las veinte casas y los trescientos habitantes de Macondo se pasa a la casa particular de los Buendía. En la novela la describen así: “Tenía una salita amplia y bien iluminada, un comedor en forma de terraza con flores de colores alegres, dos dormitorios, un patio con un castaño gigantesco, un huerto bien plantado y un corral donde vivían en comunidad pacífica los chivos, los cerdos y las gallinas” (C.A.S.pág.6). En esta referencia aparecen varios elementos culturales del Caribe colombiano como “el patio” y “el corral” de los animales. Efectivamente, el patio para los habitantes de la costa Atlántica es un lugar donde se prolonga la vida diaria, es un lugar donde se refresca el cuerpo en la hora del sopor del medio día, es el lugar de las parrandas del fin de semana, de la hamaca que invita a la siesta, del sancocho hecho a base de leña, de las reuniones comunitarias, de los juegos de los niños y la convivencia de los distintos animales. Esto último se evidencia en la misma cita y es propio de las casas del Caribe colombiano, puesto que obedece al número de animales que se tienen por casa, que en los caseríos se aumenta cuando el patio tiende a ser más grande y la familia vive de ellos. No así cuando en las zonas urbanas donde este lugar tiende a reducirse en virtud de la imitación hacia las nuevas estructuras de las viviendas. Mirado de este modo, y en comparación con las viviendas del interior del país, el patio hace parte de la cultura y las vivencias de los costeños y en Cien Años De Soledad, la casa de los Buendía es el prototipo específico del mismo. De puertas para adentro pasamos a las características de las situaciones que se dan en la casas de los Buendía. Estas particularidades son muestra del comportamiento de los costeños y dan razón de la cultura de los mismos. A diferencia de la zona interiorana, en la costa colombiana la casa no está exenta de la visita de personas que no hacen parte de la familia nuclear y que llegan a visitar para dialogar. Vemos así diferentes personas que entran y salen de una casa dependiendo de la cercanía y la camaradería que exista. En la novela que nos ocupa aparece una mujer que entra en la casa de los Buendía: “Por aquel tiempo iba a la casa una mujer alegre, deslenguada, provocativa, que ayudaba en los oficios domésticos y sabía leer el porvenir en la baraja”. (C.A.S. Pág. 13). Más adelante el narrador nos devela el nombre y el origen de esta mujer: “Se llamaba Pilar Ternera. Había formado parte del éxodo que culminó con la fundación de Macondo”. (C.A.S. Pág. 13). Como se puede ver, es una mujer que, ajena a la familia, pasa a hacer parte de la trama de la misma, como bien sabemos. Además de este personaje encontramos otros apartados en los que ya no es una persona sino varias las que entra a la casa de los Buendía. En el siguiente pasaje Aureliano se percata del nacimiento de Amaranta a través de la presencia de los individuos: “Un jueves de enero, a las dos de la madrugada, nació Amaranta (…) Aureliano no se dio cuenta de la novedad sino cuando sintió la casa llena de gente”. Y aunque estos episodios son sólo en la casa de los Buendía se deduce que así sucede en las casas de Macondo, como también se ha de deducir que igualmente sucede en los caseríos y los barrios de la costa Caribe. Bien podríamos decir que Macondo es la gran casa del Caribe colombiano y que cada caserío es un pequeño macondo donde los habitantes se conocen entre sí y tienen la posibilidad de intercambiar relaciones humanas con otras familias. En la novela aparecen algunos apartados en los que se evidencia que la casa de los Buendía se va llenando de personas, pero a diferencia de lo anterior, estas personas hacen parte de la descendencia de esta familia. Se va gestando esta característica con otra nueva que evidencia uno de los rasgos culturales de las familias del Caribe colombiano: la convivencia de más de una familia en una sola casa. Aspecto que, a diferencia de otras culturas, es específica de las estirpes costeñas: “La casa estaba llena de niños. Úrsula había recogido a Santa Sofía de la Piedad, con la hija mayor y un par de gemelos que nacieron cinco meses después”. (C.A.S. Pág. 55), “Úrsula se dio cuenta de pronto que la casa se había llenado de gente, que sus hijos estaban a punto de casarse y tener hijos, y que se verían obligadas a dispersarse por falta de espacio”. Este último pasaje sirve para que Úrsula quiera ampliar la casa y así vivan más personas en su domicilio, familiares, claro está: “Entonces sacó el dinero acumulado en largos años de dura labor, adquirió compromisos con sus clientes, y emprendió la ampliación de la casa. Dispuso que se construyera una sala formal para las visitas, otra más cómoda y fresca para el uso diario, un comedor para una mesa de doce puestas donde se sentara la familia con todos sus invitados…” (C.A.S. Pág. 25). No sobra nombrar otros individuos que vivían en la casa de los Buendía y cuyos nombres sirven para ilustrar la inclusión de personas en esta vivienda. Tal es el caso de los indios Cataure y Visitación, Rebeca y otros familiares como Meme y Remedios la Bella. De otro lado y ya para culminar, la casa en Cien Años de Soledad bien puede representar la ideología política como identidad cultural de un pueblo. Esto se evidencia en la disputa que sostienen José Arcadio y el corregidor Apolinar Moscote tras el mandato que este último da de pintar todas las casas de azul a causa de la imposición del color del partido conservador: “La nueva casa estaba casi terminada cuando Úrsula lo sacó de su mundo quimérico para informarle que había orden de pintar la fachada de azul, y no de blanca como ellos querían” (C.A.S. Pág. 25). Al respecto José Arcadio se rebela y sienta su posición: “Pero si viene a implantar el desorden obligando a la gente que pinte su casa de azul, puede agarrar sus corotos y largarse por donde vino. Porque mi casa ha de ser blanca como una paloma” (C.A.S. Pág. 25). Es clara la manera en que la parte externa de la casa respalda las ideologías de las personas que la habitan. El color blanco, es este caso, obedece a la imparcialidad de José Arcadio y toda su familia frente a las posiciones políticas. De este modo, se puede decir que el concepto de casa sirve como un elemento que recoge una parte de la cultura de una zona determinada. Para este caso, la casa de los Buendía representa un fragmento de la cultura del ser Caribe, puesto que en ella, desde lo físico hasta lo vivencial Gabriel García Márquez, a través de la voz narradora, describió la manera en que la casa pasa de ser un simple lugar para habitar y así convertirse en un espacio simbólico que recoge el modo de ser Caribe. Tanto así que Gabriel iba a llamar a su novela “la casa” Sobre la casa en la casa grande, Celia se pudre, respirando el verano. Modernidad literaria Pintar las casas como señal de ideología