LA HISTORIA: ENTRE REALIDAD Y FICCIÓNEl significado de lo que es la posmodernidad ha generado grandes debates y mucha polémica debido a sus límites difusos, su contenido ambiguo, y su ubicación indefinible 1 . A pesar de esto, es muy claro que este fenómeno cultural surge como una reacción a la modernidad, y como condición posmoderna la crítica a todos los tiempos que la antecedieron 2 . En la historia, la investigación y escritura histórica propia del siglo XX nacida a partir de la posmodernidad, ha ido cuestionando y reemplazando algunos supuestos fundamentales de la historiografía moderna y tradicional la cual había sido usada hasta avanzado el siglo XX; y actualmente, la historia es tema de discusión, y plantea, más que nunca, numerosos cuestionamientos de forma y de fondo 3 . Uno de estos cuestionamientos, es la veracidad de la historia, y por lo tanto si puede ser considerada ciencia o si por el contrario es el producto de las experiencias y pensamientos personales del historiador. El objetivo de este ensayo es exponer la crítica que se le ha presentado a la historiografía tradicional (considerada fuente objetiva de la verdad) por parte de la posmodernidad que la ha confrontado con una forma de relativismo radical 4 e introducir los cambios que esta crítica genera para la escritura de la historia. Las fuentes usadas en esta oportunidad son: Voces y silencios en la historia de Sonia Corcuera de Mancera, La condición de la posmodernidad de David Harvey, La historia recordada, rescatada, inventada de Bernard Lewis, Los orígenes de la civilización de Gordon Childe y La historiografía del siglo XX: desde la objetividad científica al desafío posmoderno de Georg Iggers. El origen del problema: El relativismo La principal característica de la historiografía tradicional (desde Heródoto, pasando por Ranke, hasta avanzado el siglo XX) es que siempre había creído, y así lo buscaban los historiadores, en la posibilidad de llevar a cabo una investigación histórica objetiva a partir de los hechos. El posmodernismo considera que el sujeto no puede ser separado de sus sistemas culturales o de sus particulares entornos históricos; es necesario por ejemplo identificarlo con lo masculino, lo individual, lo occidental, por lo tanto en este contexto, ni el hombre ni la mujer son agentes 1 María Silvia Jaime Garza, “Ética y posmodernidad” (Tesis de maestría, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2001), 122. 2 David Harvey, La condición de la posmodernidad (Buenos Aires: Amorrortu Editores S. A., 1998), 60. 3 Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia, siglos XIX Y XX (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1997) ,382. 4 Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia, siglos XIX Y XX (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1997) ,392. autónomos coherentes y libres. 5 Teniendo en cuenta lo anterior, el historiador es siempre cautivo del mundo desde el que piensa, y el modo en que escribe la historia dependerá de su experiencia de vida; por consiguiente para el posmodernismo este tipo de historia jamás podrá ser objetiva ni verdadera sino relativista. Michel Foucault, en afinidad con lo expuesto anteriormente planteará una relación entre poder y conocimiento: el conocimiento es una forma de ejercicio del poder y por lo tanto tiene un impacto en la relación entre el pasado y nuestra manera de escribirlo 6 . Friedrich Nietzsche (en el cual se basa Foucault) descarta la utilidad así como la posibilidad de la investigación histórica y de la historiografía académica. Pensaba que no sólo el objeto de investigación estaba determinado por los intereses y prejuicios del historiador sino que además la existencia de una verdad objetiva libre de la subjetividad del pensador, eran insostenibles. 7 Por otro lado, el estructuralismo (Lévi-Strauss, Lacan, Derrida, Jacobson, Barthes, Saussure entre otros), hará una fuerte crítica a la historia en la medida en que esta reconstruye el pasado a partir de datos que parecen sostenibles; según esta corriente, la historia debe reconstruir el pasado de nuestras verdades y no la verdad de nuestro pasado ( ya que no es objetivo). A raíz de esta crítica se derivan las demás objeciones contra la historia, que veremos a continuación. La historia como discurso científico Según lo dijo Kant, el saber de la ciencia debe cumplir con tres condiciones para que sea un saber científico; este conocimiento debe ser necesario, universal y objetivo. Con respecto a la parte de la objetividad (discutida anteriormente), según Gordon Childe la actitud científica se muestra en el hábito de formular juicios imparciales sobre los hechos, dejando a un lado los sentimientos personales. “El hombre de ciencia”, dice Karl Pearson, “tiene que esforzarse por eliminarse a sí mismo de sus juicios”. Childe argumenta que no es fácil aproximarse a la historia con un espíritu humilde y objetivo y un ejemplo que presenta es el siguiente planteamiento: “¿existe el progreso humano? ¿Acaso la multiplicación de los inventos mecánicos representados por los aeroplanos, las plantas hidroeléctricas, los gases venenosos y los submarinos es lo que constituye el progreso?” 8 . Childe dice que este planteamiento carece de significación científica, ya que depende por completo del capricho del investigador, de su situación económica presente y aún del estado de su salud. Lo anterior comprueba la crítica del posmodernismo a la objetividad de la historia y su imposibilidad de ser una ciencia. 5 Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia, siglos XIX Y XX (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1997), 391. 6 Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia, siglos XIX Y XX (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1997), 388. 7 Georg G. Iggers, La historiografía del siglo XX: desde la objetividad científica al desafío posmoderno (Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 2012), 30. 8 Verne Gordon Childe, Los orígenes de la civilización (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1954), 10-11. Con respecto a la parte de universalidad de la ciencia, Michel Foucault dirá que la historia cuando pretende ser ciencia, busca cuestiones universales, lo que genera que pierda mayor especificidad como saber. Foucault nos dice que es un proceso un poco absurdo en tanto que entre más busca parecerse a la ciencia empieza a desaparecer su carácter científico. La historia como discurso literario En concordancia con lo anterior, de la imposibilidad de la historia para ser ciencia, la idea de que la objetividad en la investigación histórica no es posible porque no existe un objeto de la historia ha ganado bastante terreno en décadas recientes. Debido a esto se ha llegado a la conclusión de que la historia está más cercana a la literatura que a la ciencia, idea que se desarrolló a partir de las teorías lingüísticas. Roland Barthes en década de 1960 enfatizó en el carácter literario de los textos históricos y los elementos de ficción que inevitablemente contenían y hasta negaba que hubiera una distinción entre historia y literatura, así mismo entre hecho y ficción. Los teóricos literarios en Francia y Estados Unidos, como Jacques Derrida y Paul de Man sostuvieron que el lenguaje construía la realidad, más que referirse a ella. Según esto, los textos no sólo carecen de un referente, sino que además sus significados son ambiguos, pueden leerse de diferentes maneras, y en este punto la intención del autor deja de importar, porque el texto existe independientemente del autor. Aplicado a la historia, esto significa que cada obra histórica es una obra literaria, y debe por lo tanto ser juzgada mediante las categorías de la crítica literaria. 9 Bernard Lewis, dirá en 1975 que la novela histórica desempeñó un papel decisivo en la conformación y deformación de la imagen popular del pasado histórico. Usando sus conceptos de historia inventada e historia recordada, argumenta que estas novelas son un claro ejemplo del contraste entre estos dos tipos de historia; son basadas en la memoria histórica de una nación, pero sin dejar de presentar rasgos derivados de la imaginación del autor. 10 La otra cara del debate A pesar de lo dicho anteriormente, existen opiniones que apoyan la historia y la defienden de la crítica. Algunos historiadores entienden que la historia debe contener ejemplos, lecciones de vida, y al mismo tiempo estar comprometida con la verdad. La tendencia de las discusiones recientes ha sido la de ocupar una posición intermedia, para reconocer, como lo mencionó Roger Chartier, que aunque “sea una forma más de narración, la historia es, sin embargo, singular porque mantiene una relación especial con la verdad”. Más precisamente, sus construcciones narrativas tienen el objetivo de reconstruir un pasado que realmente existió. Esta referencia a una realidad preexistente al texto histórico y situada fuera de él, en donde el texto cumple la función de producir una descripción inteligible es lo que constituye la historia y la hace diferente de la 9 Georg G. Iggers, La historiografía del siglo XX: desde la objetividad científica al desafío posmoderno (Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 2012), 32. 10 Bernard Lewis, La historia recordada, rescatada, inventada (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1979), 75. fábula o de la falsedad” 11 . Chartier plantea la diferencia entre la literatura y la historia, y busca un punto medio entre la verdad y la falsedad en la misma. Otro argumento dado por Linda Hutcheon es que la historia y la ficción son discursos y ambas constituyen sistemas de significación que permiten dar sentido al pasado. En otras palabras, el significado y la forma no están en los acontecimientos, sino en los sistemas que hacen de esos acontecimientos pasados, hechos históricos presentes. 12 ¿Qué propone el posmodernismo? Estas objeciones del posmodernismo a la historia, han cambiado la forma en que la historia debe ser escrita. Según F. R. Ankersmit, la diferencia entre la historiografía moderna/tradicional y la postura posmoderna yace en la insistencia de la última en el carácter metafórico y no referencial de todo texto histórico. 13 Lo que propone el posmodernismo, es que como no es posible separar la historia de la ficción, los historiadores ahora deben imaginar, inventar, para crear, construir y deconstruir, diferente a lo que pretendían anteriormente que era ser precisos y señalar los hechos, con la intención de comunicar un mensaje preciso y específico. 14 Los historiadores posmodernistas son seducidos por la creatividad, la imaginación y la inventiva, al tiempo que se liberan de la rutina y exigencias de la vieja historia, que ha dado en considerarse tediosa y arbitraria. Para ir finalizando, podemos concretar lo siguiente; la historia siempre había tenido la convicción de que el pasado puede ser capturado de manera precisa siendo el quehacer del historiador encontrar la mejor manera de hacerlo presentando la historia como un registro de la realidad pasada, por lo tanto ajena a la literatura. Con el posmodernismo, se rechaza la idea de objetividad, se plantea el relativismo y se propone una mayor cercanía entre las dos disciplinas (historia y literatura), rechazando así mismo su carácter científico. Podemos decir que a pesar de la crítica que presenta el posmodernismo, ¿no ha sido este el que ha abierto los ojos de los historiadores partidarios de la historiografía moderna y tradicional a renunciar a esa idea de historia perfecta y de un historiador autónomo y subjetivo?, ¿no ha sido la historia siempre así, con historiadores que inventan recuerdan y rescatan la historia según sus intereses y experiencia de vida?, y aún, yendo más allá, no ha sido este proceso el que ha permitido la construcción de la historia tal como la conocemos hoy en 11 Georg G. Iggers, La historiografía del siglo XX: desde la objetividad científica al desafío posmoderno (Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 2012), 36. 12 Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia, siglos XIX Y XX (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1997) ,384. 13 Georg G. Iggers, La historiografía del siglo XX: desde la objetividad científica al desafío posmoderno (Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 2012), 35. 14 Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia, siglos XIX Y XX (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1997), 397. día?. Vale la pena preguntarse sobre estas cuestiones para entender mejor nuestra trayectoria histórica, y cómo es que la estamos registrando. A manera de conclusión y haciendo referencia a los anteriores interrogantes; a pesar de que la absoluta objetividad y cientificidad del conocimiento histórico no sea aceptado, el historiador no debe dejar de algún modo buscar la verdad y hacer posible el acceso al pasado real ya que es algo inherente a esta disciplina. Otra cosa, es que esta crítica presentada por el posmodernismo esta tiene puntos válidos que han servido para el crecimiento de la historia, uno de ellos fue demostrar que la noción de una historia como La Historia no era posible, ni sostenible, ya que esta trata también de elementos discontinuos. Además refleja una sociedad y cultura en transformación, un cambio en la temática de la historia, da un aire refrescante a lo que se venía dando. Por otro lado, como ya dijimos, es imposible que el historiador se despoje de sus prejuicios y aversiones particulares, por lo tanto la historia está construida a través de la visión del historiador como vemos en el libro de Bernard Lewis. Desde una visión un poco más pesimista Gertrude Himmelfarb argumenta que el posmodernismo es “una invitación al suicidio moral e intelectual” ya que rechaza la presentación de los documentos como evidencia y la coherencia y consistencia explicativas resultado de una disciplina autoritaria e identificada con una historia totalizadora. Al final da un poco de esperanza al afirmar “si después de Nietzsche hemos sobrevivido a la muerte de Dios, y si después de Foucault hemos sobrevivido a la muerte del hombre, seguramente vamos a sobrevivir a la muerte de la historia”. 15 Bibliografía Childe, Verne Gordon. Los orígenes de la civilización. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1954. Harvey, David. La condición de la posmodernidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores S. A., 1998. Iggers, Georg G. La historiografía del siglo XX: desde la objetividad científica al desafío posmoderno. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 2012. Jaime Garza, María Silvia. “Ética y posmodernidad”. Tesis de maestría, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2001. Lewis, Bernard. La historia recordada, rescatada, inventada. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1979. 15 Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia, siglos XIX Y XX (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1997), 403.