encíclica del Papa Pío XI la iglesia en mexico

March 26, 2018 | Author: jhoshua Cf. | Category: Catholic Church, Priest, Bishop, Clergy, Mexico


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encíclica del Papa Pío XI EN PERSECUCIÓN DE LA IGLESIA EN MEXICO A NUESTROS HERMANOS venerable MEXICO, los Arzobispos, Obispos y Ordinariosen paz y comunión con la Sede Apostólica. Salud, Venerables Hermanos, y la Bendición Apostólica. La preocupación y la tristeza que sentimos en la actualidad triste situación de la sociedad humana en general de ninguna manera disminuir nuestra solicitud especial para nuestros amados hijos de la nación mexicana y para ustedes, Venerables Hermanos, que son los más merecedores de Nuestra relación paternal porque han sido siempre acosado por las persecuciones graves. 2. Desde el comienzo de nuestro pontificado, siguiendo el ejemplo de nuestro venerado predecesor, nosotros procuramos con todas nuestras fuerzas para evitar la aplicación de las leyes constitucionales que la Santa Sede había sido varias veces obligados a condenar con tanta seriedad despectiva a la más elemental e inalienable los derechos de la Iglesia y de los fieles.Con esta intención Proporcionamos que Nuestra Representante debe tomar posesión de su residencia en la República. 3. Pero, mientras que otros gobiernos en los últimos tiempos han estado ansiosos por renovar los acuerdos con la Santa Sede, la de México frustró todos los intentos para llegar a un entendimiento. Por el contrario, lo más inesperadamente rompió las promesas hechas a nosotros poco antes por escrito, desterrando repetidamente Nuestros Representantes y mostrando así su animosidad contra la Iglesia. Por lo tanto se le dio una aplicación más rigurosa del artículo 130 de la Constitución, contra el cual, a causa de su extrema hostilidad hacia la Iglesia, como se desprende de Nuestra Encíclica afflictisque INIQUIS de 18 de noviembre de 1926, la Santa Sede tuvo que protestar en el manera más solemne. Fuertes sanciones fueron decretadas contra los transgresores de este artículo deplorable, y como una nueva afrenta a la Jerarquía de la Iglesia, se dispuso que todos los Estados de la Confederación debe determinar el número de sacerdotes autorizados para ejercer el ministerio sagrado, en público o en privado. 4. A la vista de estos mandatos injustos e intolerantes, lo que habría sometido a la Iglesia en México al despotismo del Estado y del Gobierno hostil a la religión católica, que determinó, Venerables Hermanos, de suspender el culto público, y al mismo tiempo llama a los fieles para que la protesta eficaz contra el procedimiento injusto del Gobierno. Para su firmeza apostólica, que fueron casi todos exiliados de la República y de la tierra de su exilio que tuvo que presenciar la lucha y el martirio de los sacerdotes y de tus ovejas, mientras que los que muy pocos entre ustedes que, casi por milagro pudo permanecer en la clandestinidad en sus propias diócesis lograron estimular efectivamente a los fieles con el espléndido ejemplo de su propio espíritu indomable. De estos eventos Tomamos ocasión de hablar en alocuciones solemnes, en los discursos públicos, y más ampliamente en la Encíclica mencionada INIQUIS afflictisque , y nos consuela la admiración del mundo por la valentía mostrada por el clero en la administración de los sacramentos de la fiel, en medio de mil peligros y riesgo de sus vidas, y por el heroísmo como de muchos de los fieles, que a costa de inauditos sufrimientos y enormes sacrificios, dio la asistencia valiente a sus sacerdotes. 5. Mientras tanto Nosotros no abstenerse de alentar con la palabra y el consejo de la resistencia cristiana legal de los sacerdotes y los fieles, exhortándoles a aplacar a la penitencia y la oración la Justicia de Dios, que en su Providencia misericordiosa Podría acortar el tiempo de la prueba. Al mismo tiempo, invitamos a nuestros hijos en todo el mundo a unir sus oraciones a la nuestra en nombre de sus hermanos en México, y maravillosa éramos el ardor y todo de corazón con el que respondieron a nuestro llamado. Tampoco descuidamos a recurrir, además de a los medios humanos de que disponemos, con el fin de prestar ayuda a nuestros amados hijos. Mientras abordar Nuestro llamamiento al mundo católico para dar ayuda y limosnas generosas, a sus hermanos mexicanos perseguidos, hemos instado a los gobiernos con los que tenemos relaciones diplomáticas a tomar en serio la condición anormal y grave de muchos de los fieles. 6. En la cara de la empresa y generosa resistencia de los oprimidos, el Gobierno ya comenzó a dar indicios de diversas maneras que no sean contrarios a llegar a un acuerdo, aunque sólo sea para poner fin a un estado de cosas que no podía a su vez en su propio beneficio. Con lo cual, si bien enseñado por experiencias dolorosas para poner poca confianza en las promesas, nos sentimos obligados a preguntarnos si era por el bien de las almas, para prolongar la suspensión del culto público. Dicha suspensión había sido de hecho una protesta efectiva contra la interferencia arbitraria del gobierno, sin embargo, su continuación podría haber perjudicado gravemente el orden civil y religiosa. De mayor peso fue la consideración de que esta suspensión, de acuerdo con informes de graves que hemos recibido de varias fuentes y libre de toda sospecha, era productivo de un grave daño a los fieles. A medida que estos carecían de ayuda espiritual necesaria para la vida cristiana, y no pocas veces se vieron obligados a omitir sus deberes religiosos, corrían el riesgo de un primer resto aparte y luego de ser completamente separado del sacerdocio y, en consecuencia, de las mismas fuentes de la vida sobrenatural. A esto hay que añadir el hecho de que la prolongada ausencia de casi todos los obispos de sus diócesis no podía dejar de provocar una relajación de la disciplina eclesiástica, especialmente en tiempos de tanta tribulación para la Iglesia mexicana, al clero y el pueblo tenían especial necesidad de la guía de aquellos "a quien el Espíritu Santo ha puesto para regir la Iglesia de Dios." 7. Cuando, por lo tanto, en 1929 el Magistrado Supremo de México declaró públicamente que el Gobierno, mediante la aplicación de las leyes en cuestión, no tenía ninguna intención de destruir la "identidad de la Iglesia" o de ignorar la Jerarquía Eclesiástica, pensamos que es mejor, no teniendo otra intención sino el bien de las almas, para sacar provecho de la ocasión, que parecía ofrecer una posibilidad de que los derechos de la Jerarquía debidamente reconocida. Visto, pues, una cierta esperanza de remediar males mayores, y juzgando que los principales motivos que habían inducido el episcopado de suspender público culto ya no existían, nos preguntamos si no sería aconsejable pedir su reanudación. En esto no había duda ninguna intención de aceptar las normas mexicanas de culto, ni de retirar Nuestras protestas en contra de estas normas, y mucho menos de dejar de luchar contra ellos. Era sólo una cuestión de abandonar, a la vista de las nuevas declaraciones del Gobierno, uno de los métodos de resistencia, antes de que pudiera hacer daño a los fieles, y de recurrir en cambio a otras que estime más oportuno. 8. Lamentablemente, como todos sabemos, nuestros anhelos y deseos no fueron seguidos por la paz y el acuerdo favorable para el que habíamos esperado. Por el contrario, a los obispos, sacerdotes y fieles católicos siguieron siendo penalizado y encarcelado, en contra del espíritu con el que el modus vivendi había sido establecida. A nuestro gran angustia Vimos que no sólo eran los obispos no retirados del exilio, pero que otros fueron expulsados sin siquiera una apariencia de legalidad. En varias diócesis fueron restaurados ni iglesias ni seminarios, residencias episcopales, ni otros edificios sagrados, a pesar de las promesas explícitas, sacerdotes y laicos que habían defendido con firmeza la fe fueron abandonados a la cruel venganza de sus enemigos. Por otra parte, en cuanto a la suspensión del culto público había sido revocado, el aumento de la violencia se observó en la campaña de prensa contra el clero, la Iglesia, y Dios mismo, y es bien sabido que la Santa Sede tuvo que condenar a uno de estos publicaciones, que en su inmoralidad sacrílega y reconoció propósito de propaganda antireligiosa y calumniosas habían sobrepasado todos los límites. 9. Añádase a esto que no sólo es la instrucción religiosa prohibido en las escuelas primarias, pero no pocas veces se intenta inducir a aquellos cuyo deber es educar a las futuras generaciones, para convertirse en proveedores de enseñanzas irreligiosos e inmorales, lo que obliga a los padres a hacer pesada sacrificios con el fin de salvaguardar la inocencia de sus hijos. Bendecimos con todo nuestro corazón estos padres cristianos y todos los buenos maestros que les ayudan, e instamos a vosotros, venerables hermanos, al clero secular y regular, y sobre todos los fieles, la necesidad de dar la máxima atención a la cuestión de la educación y la formación de los jóvenes, sobre todo entre las clases más pobres, ya que están más expuestos al ateo, masónico, y la propaganda comunista, convencer a sí mismos que su país será como usted lo hace en los niños. 10. Se ha hecho un esfuerzo para atacar a la Iglesia en un lugar aún más importante, es decir, en la existencia del clero y de la jerarquía católica, al tratar de eliminarlo gradualmente de la República. Así, la Constitución mexicana, ya que tenemos varias veces lamentó, mientras que proclama la libertad de pensamiento y de conciencia, prescribe la contradicción más evidente que cada Estado de la República Federal debe determinar el número de sacerdotes a los que se permite el ejercicio del ministerio sagrado, no sólo en las iglesias públicas, pero incluso dentro de viviendas particulares. Esta enormidad se agrava aún más por la forma en que se aplica la ley. La Constitución establece que se debe determinar el número de sacerdotes, pero ordena que esta determinación debe corresponder a las necesidades religiosas de los fieles y de la localidad. No prescribe que la Jerarquía eclesiástica debe ser ignorado en este asunto, y este punto fue reconocido explícitamente en las declaraciones del modus vivendi . Ahora bien, en el Estado de Michoacán un sacerdote fue asignado por cada 33.000 de los fieles, en el Estado de Chiapas, uno por cada 60.000, mientras que en el Estado de Veracruz sólo un sacerdote fue asignado a ejercer el ministerio sagrado por cada 100.000 de los habitantes . Todo el mundo puede ver si es posible con tales restricciones para administrar los sacramentos a tantas personas, dispersas en su mayor parte en un vasto territorio. De hecho, los perseguidores, como si lo siento por haber sido demasiado liberal e indulgente, han impuesto limitaciones adicionales. Algunos gobernadores cerraron seminarios, canonjías confiscados, y determinaron los edificios sagrados y el territorio al que se limitaría el ministerio del sacerdote aprobado. 11. La manifestación más clara de la voluntad de destruir a la Iglesia Católica, sin embargo, una declaración expresa, publicado en algunos Estados, que la autoridad civil, en la concesión de la licencia para el ministerio sacerdotal, no reconoce ninguna jerarquía, por el contrario, se excluyen de manera positiva la posibilidad de ejercer el ministerio sagrado todo de rango jerárquico - es decir, todos los obispos e incluso aquellos que han ocupado el cargo de Delegados Apostólicos. 12. Deseamos brevemente para ensayar los puntos más importantes en la condición dolorosa de la Iglesia en México, por lo que todos los amantes del orden y la paz entre las naciones, al ver que un desconocido persecución tan difiere muy poco, sobre todo en algunos Estados, de la que asola dentro de las fronteras de Rusia infelices, puede de esta similitud inicua de propósito concebir nuevo ardor para detener el torrente que está subvirtiendo todo orden social. Al mismo tiempo, es nuestra intención dar una nueva prueba para vosotros, Venerables Hermanos, ya todos nuestros amados hijos de México, de la solicitud paterna con la que te seguimos en la tribulación: la misma solicitud que inspiró las instrucciones que nos le dio en enero pasado a través de Nuestro Amado Hijo el Cardenal Secretario de Estado, y que fue comunicado a usted por nuestro delegado apostólico. En los asuntos estrictamente relacionados con la religión, es, sin duda, nuestro deber y nuestro derecho a establecer los motivos y las normas que todos los que la gloria en el nombre de católicos tienen la obligación de obedecer. En este sentido, estamos ansiosos por traer a la memoria que cuando emitimos estas instrucciones Dimos la debida atención a todos los informes y consejos que vinieron a nosotros ya sea de la jerarquía o los fieles. Nosotros decimos todos, incluso aquellos que parecían aconsejar a un regreso a una línea de conducta más severa, con la suspensión total de la adoración pública en toda la República, como en 1926. 13. Con respecto, por lo tanto, la conducta a seguir, ya que el número de sacerdotes no es igualmente limitada en todos los Estados, ni los derechos de la Jerarquía Eclesiástica en todas partes igualmente ignorados, es evidente que, de acuerdo a las diferentes aplicaciones de los decretos infeliz, diferente del mismo modo debe ser la conducta de la Iglesia y los católicos.Aquí parece justo rendir un homenaje especial de alabanza a los obispos mexicanos que, de acuerdo con consejos recibidos, han interpretado con prudencia las instrucciones Hemos inculcado una y otra vez. Para ello queremos llamar la atención, porque si algunas personas, insta más bien por el celo por la defensa de su propia fe que por la prudencia, tan necesaria en situaciones delicadas, puede partir de diversas conductas en diversas circunstancias han imaginado sentencias contradictorias por parte de la Obispos, oren ahora estar seguros de que esta acusación es totalmente infundada. Sin embargo, puesto que cualquier cualquier restricción del número de sacerdotes es una grave violación de los derechos divinos, será necesario que los obispos, el clero y los laicos católicos a seguir para protestar con toda su energía contra esa violación, por todos los medios legítimos . Porque aunque estas protestas no tienen efecto sobre los que gobiernan el país, que se harán efectivos en persuadir a los fieles, sobre todo los no educados, que por dicha acción del Estado ataca a la libertad de la Iglesia, que la libertad de la Iglesia no puede renunciar, no importa lo que puede ser la violencia de los perseguidores. 14. Y por lo tanto, al igual que hemos leído con satisfacción las manifestaciones realizadas recientemente por los obispos y sacerdotes de la diócesis que son víctimas de las medidas deplorables del Gobierno, por lo que unimos nuestras protestas a los suyos antes de todo el mundo, y de manera especial antes de que los gobernantes de las naciones, para que se den cuenta que la persecución de México, además de ser un atentado contra Dios, contra su Iglesia, y en contra de la conciencia de un pueblo católico, es también un incentivo a la subversión del orden social, que es el objetivo de las organizaciones que profesan la negación de Dios. 15. Mientras tanto, con el fin de remediar en cierta medida las condiciones calamitosas que afectan a la Iglesia en México, tenemos que valernos de los medios que todavía tenemos en la mano, de modo que, mediante el mantenimiento del culto divino en la medida de lo posible en cada lugar, la luz de la fe y el fuego sagrado de la caridad no puede ser extinguido entre las poblaciones infelices. Ciertamente, las leyes son inicuas que son impías, como ya hemos dicho, y condenado por Dios por todo lo que inicuamente y impíamente excepciones a los derechos de Dios y de la Iglesia en el gobierno de las almas. Sin embargo, sería un temor vano y sin fundamento para pensar que uno está cooperando con estas ordenanzas legislativas inicuas que lo oprimen, si estuviera para pedir al Gobierno que imponga estas cosas por el permiso para llevar a cabo el culto público, y por lo tanto sostienen que es uno es deber de abstenerse absolutamente de hacer tal petición. Tal opinión errónea y conducta podría dar lugar a una suspensión total del culto público, y que, sin duda, infligir graves daños a todo el rebaño de los fieles. 16. Es bueno señalar que la aprobación de una ley tan injusta, o de forma espontánea para dar a ella la cooperación verdadera y propia, es sin duda ilícito y sacrílego. pero absolutamente diferente es el caso de quien cede a esas normas injustas exclusivamente en contra de su voluntad y bajo protesta, y que además hace todo lo posible para disminuir los efectos desastrosos de la ley perniciosa. De hecho, el sacerdote se ve obligado a pedir ese permiso sin el cual sería imposible para él para ejercer su sagrado ministerio por el bien de las almas, sino que es una imposición a la que se ve obligado a presentar con el fin de evitar un mal mayor . Su comportamiento, en consecuencia, no es muy diferente de la de una persona que habiendo sido despojados de sus pertenencias se ve obligado a pedir a su expoliador injusto que por lo menos el uso de ellos. 17. En verdad, el peligro de la cooperación formal, o de cualquier aprobación alguna de la presente ley, se elimina, en la medida en que sea necesario, por las protestas enérgicamente expresadas por esta Sede Apostólica, por todo el Episcopado y el pueblo de México. A estos se añaden las precauciones del mismo sacerdote, que, aunque ya hayan sido nombrados para el ministerio sagrado por su propio Obispo, tiene la obligación de pedir al Gobierno la posibilidad de celebrar el servicio divino, y, lejos de aprobar la ley que impone injustamente como una solicitud, se somete a lo material, como suele decirse, y sólo con el fin de eliminar un obstáculo para el ejercicio del ministerio sagrado: un obstáculo que conduciría, como hemos dicho, a un cese total de la adoración, y por lo tanto a innumerables almas muy grande daño. De la misma forma a los fieles ya los ministros sagrados de la Iglesia primitiva, como la historia se refiere, pidieron permiso, por medio de regalos, incluso, para visitar y consolar a los mártires detenido en la prisión y para administrar los sacramentos a ellos, pero seguramente nadie podría haber pensado que al hacerlo de alguna manera aprobados o justificado la realización de los perseguidores. 18. Tal es la doctrina cierta y segura de la Iglesia. Si, sin embargo, la puesta en práctica de debería causar escándalo para algunos de los fieles, será tu deber, Venerables Hermanos, para iluminarlos con cuidado y exactitud. Si después de haber realizado esta oficina de la explicación y la persuasión, de acuerdo con estos Nuestras direcciones, nadie se aferran obstinadamente a su propia opinión falsa, le hizo saber que casi no puede escapar el reproche de la desobediencia y la obstinación. 19. Que todos, entonces, continuar en esa unidad de propósito y la obediencia que hemos elogiado en el clero, en otra ocasión, al fin y con viva satisfacción. Y, dejando de lado todas las incertidumbres y temores de fácil comprensión en los primeros momentos de la persecución, a los sacerdotes, con su espíritu de abnegación demostrado hacen cada vez más intenso de su sagrado ministerio, sobre todo entre los jóvenes y la gente común, tratando de llevar a cabo una obra de la persuasión y de la caridad, sobre todo entre los enemigos de la Iglesia, que la lucha porque no la conocen. 20. Y aquí le recomendamos de nuevo un punto que tenemos en gran medida en el fondo, a saber, la necesidad de instituir y promover que cada vez en mayor medida la Acción Católica, de acuerdo con las instrucciones comunicadas a nuestra disposición por nuestro delegado apostólico. Este es, sin duda, una tarea difícil en sus primeras etapas, y especialmente en las circunstancias actuales - un compromiso lento a veces en la producción de los efectos deseados, pero necesario y mucho más eficaz que cualquier otro medio, como es abundantemente demostrado por la experiencia de todos los países que ha sido tratado en el crisol de la persecución religiosa. 21. A nuestros queridos hijos mexicanos Recomendamos de todo corazón la unión más estrecha con la Iglesia y la jerarquía, que se manifiesta por su docilidad a sus enseñanzas y orientaciones. Que no deje de recurrir a los sacramentos, fuentes de la gracia y la fuerza; hacerles instruirse en las verdades de la religión, que ellos imploran la misericordia de Dios en su nación infeliz, y dejar que ellos hacen que sea un deber y un honor cooperar con el apostolado de los sacerdotes en las filas de la Acción Católica. 22. Deseamos rendir un homenaje especial de alabanza a los miembros del clero secular y regular, y del laicado católico, que, movidos por el celo ardiente por la religión y manteniéndose en estrecha obediencia a la Sede Apostólica, han escrito páginas gloriosas en la historia reciente de la Iglesia en México. Al mismo tiempo, Les exhortamos encarecidamente en el Señor a seguir defendiendo los derechos sagrados de la Iglesia con la generosa abnegación de los que han dado un ejemplo espléndido tal, siempre siguiendo las normas establecidas por esta Sede Apostólica. 23. No podemos concluir sin volver de manera muy especial a vosotros, Venerables Hermanos, que son los fieles intérpretes de nuestros pensamientos. Queremos decirles que nos sentimos aún más estrechamente unidos a ti, en proporción a las dificultades que se están reuniendo con en su ministerio apostólico. Estamos seguros de que, al estar tan cerca del corazón del Vicario de Cristo, que se basará la comodidad y la fuerza de este conocimiento a perseverar en la santa empresa y difícil de llevar a la salvación del rebaño confiado. Y que la gracia de Dios siempre ayudarle y Su Misericordia que apoyar, con todo el afecto paternal, impartimos a vosotros ya nuestros amados hijos tan duramente probada, la Bendición Apostólica. Dado en Roma, junto a San Pedro, en la fiesta de la Dedicación de San Miguel Arcángel, el día veintinueve de septiembre del año 1932, undécimo de Nuestro Pontificado. PÍO XI
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