El Orden de Nacimiento y La Personalidad

March 28, 2018 | Author: clanadus | Category: Birds, Leadership, Leadership & Mentoring, Adults, Behavior


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El orden sí importaEl hijo mayor es listo y conservador - El menor es revolucionario - Un estudio r ealizado con 250.000 jóvenes consolida la teoría del orden del nacimiento María Antonia Sánchez-Vallejo 5 DIC 2007 Archivado en: Psicología Sociología Familia Ciencia Sociedad Recomendar en Facebook 178 Twittear 16 Enviar a LinkedIn 4 Enviar a Tuenti Enviar a Eskup EnviarImprimirGuardar Pocos padres admitirán que tratan a sus hijos de forma diferente, pero es probable que al educarlos de la misma manera, obtengan como resultado la desigualdad. Co mo el arranque de Ana Karénina, de León Tolstoi ("Todas las familias felices se pare cen, sólo las infelices lo son cada una a su modo"), la educación y la crianza de lo s hijos tiene mucho que ver con las singularidades: las que uno trae de serie, l as de la forja de la personalidad y las que, según algunas investigaciones científic as, se desprenden del orden que los hermanos ocupan en la familia. Es la denomin ada Birth order theory, teoría del orden de nacimiento. Aunque se remonta a finales del siglo XIX -la formuló Francis Galton, primo de Dar win, en 1874-, dicha teoría acaba de recibir el espaldarazo de un estudio de la Un iversidad de Oslo y el Instituto de Salud Ocupacional de la capital noruega, que , en colaboración con el servicio médico del Ejército de ese país, analizaron los nivele s de inteligencia de cerca de 250.000 reclutas de 18 y 19 años. Las conclusiones, publicadas por la revista Science, no dejaban lugar a dudas: el primogénito tiene un cociente intelectual (CI) 2,3 puntos por encima del segundo, y éste aventaja en 1,1 puntos al tercero. El CI de los primeros es también mayor que el de los hijos únicos. Pero la máxima nota se aplica asimismo en los casos de segundos y sucesivos hermanos que hayan sido educados como primogénitos por muerte o ausencia de éstos. PUBLICIDAD \l " El mayor recibe los valores paternos, pero el nacimiento de otros le relega Educar a todos de igual manera es imposible. Cada uno logra traje a medida Pero la teoría del orden de nacimiento, desarrollada con éxito dispar por una legión d e psicólogos desde Alfred Adler, discípulo de Freud, en 1920, no se queda en el coci ente intelectual. Según sea uno primogénito, hijo mediano o pequeño -el hijo único mezcl a rasgos de los extremos-, así será su carácter. A grandes rasgos, en el reparto el pr imero se lleva el conservadurismo, el respeto a las expectativas y los valores p aternos y el perfeccionismo. El mediano, en terreno de nadie, tarda en decidir q ué quiere hacer con su vida -frente al mayor, que la encarrila muy pronto- y desar rolla más relaciones con iguales que jerárquicas. El benjamín, por su parte, es la boh emia y el riesgo; divertido y encantador, puede ser también más débil que los otros. U n ejemplo notorio: los tres hermanos Grimaldi, príncipes de Mónaco. Entre la regia p erfección de la mayor, Carolina, y la bohemia liberal y circense de Estefanía, la me nor, se halla el caso del príncipe Alberto, con una opción de vida personal distinta a la de sus hermanas. La elección de este ejemplo no es una concesión rosa. Podría servir también el de los prín cipes de Inglaterra, Carlos, Andrés y Eduardo, que reproducen parecidos patrones. O los Kennedy, desde el presidente John al senador Edward. La historia es un filón de ejemplos que ratifican el citado reparto de actitudes y aptitudes: más de la m itad de los presidentes de Estados Unidos han sido primogénitos; también eran los ma yores, o hijos únicos, veintiuno de los 23 primeros astronautas estadounidenses. "El orden de nacimiento no es determinante en ningún caso, pero sí tiene importancia -señala Victoria del Barrio, profesora de Psicología de la Personalidad de la UNED. Suele decirse que el hijo mayor es el más adulto de todos, el receptor de valore s paternos. Pero con el nacimiento de nuevos hijos, la dedicación y el entusiasmo que los padres ponían en él va mermando; otros niños, sobre todo si son muy seguidos, reclaman su atención. Así, a medida que nacen más vástagos, se debilita la educación paren tal, que es jerárquica, a favor de una dinámica horizontal, entre iguales, los herma nos", explica. En virtud de la atención dedicada -máxima al primero; más escasa al últim o, ese que según el dicho popular "se cría solo"-, Del Barrio detalla la existencia del síndrome del primer hijo, o hijo adulto, "más apegado a los padres"; el síndrome d el mimado (el menor, "que tiene bula y al que se considera pequeño durante más tiemp o") y el síndrome del hijo mediano, "o patito feo, el que más facilidad tiene para d esarrollar emociones negativas, pero también el más sociable de todos", según esta pro fesora. Del Barrio recuerda que si hubiera que sacar una conclusión al respecto, sería la de que "es imposible, y sería una entelequia, educar a todos de la misma manera. Cad a niño es un hardware distinto. La educación tiene que ser un traje a medida". Carolina, madre de cuatro hijos con edades comprendidas entre los 9 y los 3 años, cree que en su caso la teoría se cumple a rajatabla. "Mariana, la mayor, es la más r esponsable con diferencia. Da la mano a sus hermanos al cruzar la calle, no se d esmarca nunca, saca unas notas estupendas y todo lo hace bien, piano y deportes incluidos. Blanca (6 años) va por libre. Es la rebelde de la familia, líder en su cl ase y con un montón de amigos, aunque en casa va a su bola, es egoísta y orgullosa, pero también una encantadora de serpientes. Carolina (5) es supersandwich: buena, lista, perseverante, hace las cosas a conciencia. En casa lo comparte todo, pero en el colegio agarra una pelota y no la suelta. El pequeño, Luis, es el más mimado y también el más cariñoso, pero ya defiende su territorio frente a sus hermanas", expl ica la madre. El que pasa por ser la mayor autoridad mundial en la materia, el profesor Frank J. Sulloway, del Instituto de Investigación Social y de la Personalidad de la Univ ersidad de Berkeley (California, EE UU), atribuye estas y otras diferencias entr e hermanos al hecho de "maximizar la atención de los padres a través de diferentes e strategias con el fin de reafirmar la propia identidad", cuenta por correo elect rónico desde Berkeley. Para María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Complutense, las singularidades se deben también "al reparto de papeles: tod os los hijos podrían ser estudiosos, o simpáticos, pero no, hay tendencia a repartir roles de forma excluyente. El hecho de que un hermano destaque en algo, por eje mplo en los estudios, lleva a los restantes a excluir esa característica. Es como si cada hermano tuviera que encontrar un sitio: tras un hermano muy estudioso, e l siguiente puede ser muy deportista, por ejemplo". Sulloway se arroga la patente de la teoría: "Este campo no alcanzó un estatus científi co hasta mediados del siglo pasado, cuando los investigadores empezaron a aplica r métodos estadísticos formales. Quiero pensar que mi libro Born to Rebel (Nacido pa ra rebelarse), de 1996, ha tenido algo que ver en el desarrollo de la teoría". ¿Por qué? "Porque la contextualiza en un marco darwinista muy comprensible". Esta nueva perspectiva teórica de Sulloway ha contribuido a reavivar el interés por la interacción de los hermanos en el seno de la familia. "En líneas generales, los h ermanos compiten por el favor de los padres, y son sus diferentes estrategias, b asadas a su vez en diferencias de edad, tamaño, poder y estatus, las que conducen a diferencias de personalidad", dice Sulloway. ¿Pese a ser criados y educados en l a misma casa? "El entorno explica al menos el 50% de las variaciones en la perso nalidad, como sabemos gracias a los estudios en genética del comportamiento, así que también influye bastante en el desarrollo de las diferencias. El orden de nacimie nto conforma la personalidad y el comportamiento mediante mecanismos biológicos, p sicológicos, sociales y antropológicos", concluye. Con respecto a la inteligencia privilegiada del primer hijo, la explicación parece clara: es su cercanía a los padres y adultos, tanto como su papel de tutor o guía d e los siguientes hermanos, "lo que cognitivamente le supone una mayor oportunida d de desarrollo. El CI del primogénito o el hijo único -un poco más elevado el del pri mero-, el mayor desarrollo de su lenguaje, se explican por la mayor atención recib ida", afirma la catedrática Díaz-Aguado, para quien esta teoría se sustenta en dos pil ares: la cantidad y la calidad de la dedicación parental y el reparto de papeles e ntre hermanos. CI al margen, no todo son ventajas, porque los primogénitos también tienen su cruz: "Sus expectativas son muy elevadas, así que les va a costar asumir fracasos", apun ta Díaz-Aguado. Es decir, habituado al liderazgo, al manejo de papeles asimétricos, verticales, puede naufragar cuando las reglas del juego se imponen entre pares. "El segundo hijo y los sucesivos suelen pasar más tiempo con niños", añade Díaz-Aguado. Algo debe de tener la primogenitura cuando Esaú se la vendió a Jacob por un plato de lentejas. O cuando algunos corpus jurídicos, como el derecho catalán, reconocen su figura (la del hereu, o heredero, el mayor). El ejemplo de Delfín Garandal, de 41 años, se ajusta al modelo de primogénito que responde a las expectativas familiares. Licenciado en Filosofía y Letras, "con muy buenas notas, sobresalientes y notable s", recuerda Valeria Abascal, su madre, Delfín se encarga de la explotación ganadera familiar en Saro (Cantabria). "Su padre y yo nos hacíamos mayores y, antes de que otro trabajara , prefirió hacerlo él". Delfín, soltero y residente en la casa familia r, tira de las 80 vacas de la familia y de las fincas, pero también de los padres, jubilados -otro rasgo inherente al primogénito, según la teoría-, y "está pendiente de sus dos hermanos pequeños. Es el mayor y el más responsable. El pequeño se va más por la s ramas, y la mediana es más independiente", confirma su madre. "Delfín tiene solución para todo. Tanto nosotros como sus hermanos acudimos a él para ir al médico, para p apeleos, etcétera". Como recuerda Victoria del Barrio, de la UNED, "el orden de na cimiento era aún más importante en las familias antiguas, tradicionales". El ejemplo de Delfín es prueba de ello. De todos modos, como subraya María José Díaz-Aguado, los rasgos asociados al orden de nacimiento son "una relación de probabilidad, no de causa-efecto. Es decir, que el hecho de ser primogénito o benjamín no determina necesariamente una característica, s ino que incrementa la probabilidad de tenerla. Hay muchas excepciones. Por ejemplo, las hermanas Álvarez. La mayor, Paz, de 42 años , se define como "la más irresponsable y loca". La pequeña, Alejandra, de 32, es "la más ordenada y cuadriculada", en definición de la primogénita; ella se ve a sí misma "c omo la madre de mis hermanas". Tanto que, cuando tenía 16 años, espetó a la primera: " Nunca he tenido la sensación de tener una hermana mayor contigo". Tan obvias resul taban las diferencias que incluso las profesoras del colegio decían a las mayores que la pequeña no parecía hermana suya, recuerda Paz. En el medio, Sonia, de 41 años, impone el equilibrio y ejerce de cobijo y nexo de unión entre todas. Las tres dina mitan la flamante teoría del orden de nacimiento, que podría tener los días contados s i persiste la tendencia al hijo único. O casi: 1,3 hijos por mujer en España. Porque ¿hay lugar para los decimales en la Birth order theory? Orden de nacimiento y liderazgo: ¿has nacido para rebelarte? Publicado el noviembre 1, 2010 por José Cabrera La capacidad de las empresas para anticipar los cambios y adaptarse a ellos es u na condición primordial para sobrevivir en un mundo tan incierto y cambiante como el actual. Se trata de un problema de gestión clásico. Por eso podemos decir que, an te los enormes desafíos a los que se enfrentan nuestras organizaciones en la Era d e la Colaboración, las preguntas clave siguen siendo las mismas: ¿Por qué hay empresas que perciben los cambios y son capaces de adaptarse a ellos, y otras que no los perciben, o piensan que todo se puede arreglar aplicando las m ismas prácticas de siempre y un poco de bricolaje ? ¿Por qué hay personas que aceptan rápidamente las nuevas ideas y los nuevos retos, y s on capaces de abandonar su forma de pensar anterior y adaptarse a la nueva situa ción, mientras que otras se aferran tenazmente al dogma imperante en la organización ? Aceptar o rechazar el statu quo es una decisión fundamental a la que todos nos hem os enfrentado en algún momento de nuestras vidas. Frank J. Sulloway, investigador del Instituto de Personalidad e Investigación Social de Berkeley, y autor del best seller Born to Rebel, muestra con sus estudios que todos nos enfrentamos por pr imera vez a esta situación en nuestra propia familia, que es allí donde aprendemos a darle una respuesta, y que esto sucede en los primeros años de nuestra vida. De a hí que el orden de nacimiento sea uno de los factores que más poderosamente contribu yen a la configuración de nuestra personalidad y a nuestra capacidad para adaptarn os a los cambios. Se trata de un tema apasionante, que tiene un gran impacto en todos los ámbitos de la sociedad, incluido el liderazgo y la gestión de nuestras org anizaciones, y que sin duda merece una reflexión. La familia como punto de partida ¿Por qué a menudo hermanos que han vivido en unas condiciones aparentemente idénticas interpretan la realidad de una forma tan diferente? ¿Por qué, dentro de la misma fam ilia, algunos niños acatan la autoridad mientras que otros son rebeldes? ¿A qué grupo pertenezco yo? ¿Estoy predispuesto a defender el sistema establecido o soy de los que se rebelan y apuestan por los cambios? Quizás te hayas preguntado más de una vez por qué eres tan diferente de tu hermano o h ermana, a pesar de que tenéis los mismos padres, sois de edades muy similares y ha béis vivido en la misma familia. Posiblemente también habrás comprobado con cierta ext rañeza que tus almas gemelas -aquellas personas que piensan, sienten y ven la vida d e una forma muy similar a la tuya- no proceden de tu entorno familiar, no compar ten contigo un solo gen y, además, se han criado en entornos, e incluso culturas, totalmente diferentes a la tuya. Mi caso personal es un ejemplo bastante claro de esto que estamos comentando: so y el segundo hijo de la familia, y mi hermano mayor y yo nos llevamos apenas 11 meses. Los dos estudiamos la misma carrera -Ingeniería Industrial- en la misma ciu dad Barcelona- y nos alojamos en la misma residencia. Aunque yo fui un curso por detrás, tuvimos los mismos profesores y los mismos libros. Pero, a pesar de todas las circunstancias comunes, cuando oigo a mi hermano hablar de aquella época tengo la impresión de que fue a una universidad distinta, de que estudió una carrera dife rente, y de que estuvo en otro lugar. En otras palabras: parece que hemos vivido dos realidades completamente distintas. Nuestra sorpresa al descubrir las diferencias entre miembros de una misma famili a procede de una premisa falsa: la familia no es un entorno común , como tradicionalm ente hemos pensado, sino un conjunto de nichos o micro-ambientes determinados po r variables como el género o el orden de nacimiento. Cada uno de estos nichos ofre ce a los hermanos diferentes puntos de vista y, por lo tanto, diferentes experie ncias vitales que, al registrarse en los primeros años de nuestras vidas, resultan determinantes en la configuración de nuestra forma de sentir y de entender el mun do, es decir, en nuestra personalidad. Al igual que sucede con muchas especies de animales inferiores, la descendencia humana compite por el favor de los padres. La personalidad de los hermanos varía e n la medida en que cada uno adopta una estrategia diferente para competir, es de cir, para conseguir los recursos -materiales y afectivos- de sus padres. Y la es trategia adoptada depende, en gran medida, del orden de nacimiento, que está estre chamente relacionado con variables básicas como la diferencia en edad, tamaño físico, energía, y la situación o estatus dentro de la familia. Por sí misma, la competencia entre hermanos no genera diferencias en la personalid ad. Pero el orden de nacimiento condiciona la estrategia que cada hermano va a s eguir para obtener el máximo rendimiento. En otras palabras, una estrategia difere nte implica una forma diferente de entender las cosas y de afrontar las situacio nes. Estas disparidades hacen que los hermanos experimenten las relaciones famil iares de manera diferente, a pesar de que en teoría comparten un entorno común, y ac aben ocupando distintos roles dentro de la familia. Desde luego, no se trata de un fenómeno nuevo: hace muchos años, lo normal era que el mayor fuese a la guerra, e l segundo se dedicara a una profesión liberal y el tercero tomase los hábitos. En términos evolutivos, estamos hablando de supervivencia: para reproducirnos prim ero debemos superar la infancia y la niñez. Las diferencias de personalidad dentro de los miembros de una misma familia reflejan las diferentes estrategias que he mos empleado con este fin. La biología y la competencia entre hermanos La competencia en el entorno familiar y las diferencias originadas por el orden de nacimiento no son, desde luego, un asunto exclusivo del ser humano. Una gran variedad de especies animales presentan diferencias de comportamiento basadas e n este factor. En ocasiones la competencia llega hasta el punto de transformarse en fratricidio. En un reciente viaje a Costa Rica tuve ocasión de visitar el Refugio de Vida Silve stre de Caño Negro, uno de los espacios con mayor diversidad ecológica del país. Allí tu ve la oportunidad de contemplar un espectáculo cruel y fascinante. Los caimanes es peraban pacientemente en el río, apostados bajo unos árboles cargados de nidos. Los polluelos de una especie de ave local acababan de nacer. Lo más sorprendente es qu e los caimanes no necesitaban que los pájaros cometiesen un error para llevarse un a presa a la boca. Eran los propios polluelos los que trataban de empujar a sus hermanos pequeños fuera del nido para garantizar su supervivencia. Los caimanes sabían, por experiencia, que tarde o temprano su paciencia obtendría re compensa. Y es que el fratricidio es bastante común entre las aves, especialmente en las marinas y en las rapaces. Hasta el punto que en algunas especies la hembr a pone dos huevos, y el primer polluelo nacido picotea a su hermano más joven dura nte los primeros días de vida hasta ocasionarle la muerte. La competencia entre hermanos también está bien documentada en los mamíferos, insectos , peces e incluso en la plantas. Un caso que me ha impresionado es el de un ciru elo indio que desarrolla semillas con 25-30 óvulos, todos hermanos. Solo un óvulo so brevive, y por lo general es el fecundado en primer lugar. Lo sorprendente es qu e esta semilla, la primera en ser fecundada, segrega una sustancia química que imp ide a las semillas hermanas metabolizar la sacarosa, y que les hace, por tanto, morir de hambre. La conclusión que podemos extraer es que la competencia entre hermanos tiene una f uerte componente biológica y es particularmente frecuente entre las especies que c uidan a sus crías. Los seres humanos no somos una excepción a este comportamiento qu e, en definitiva, está asociado a la supervivencia y la reproducción. Hermanos sí, pero muy diferentes Solemos pensar que lo que nos diferencia de nuestros hermanos es, esencialmente, que la mitad de nuestros genes es diferente. De ahí nuestra atribución a una u otra p arte de la familia, plasmada en expresiones tan comunes como es clavado a su padre o es un retrato de su madre . Pero las investigaciones de Frank Sulloway nos enseñan que hay otras diferencias muy importantes en la personalidad, y que estas difer encias se deben a que hemos vivido y experimentado el entorno familiar de forma totalmente distinta. Es decir, que la familia no supone una experiencia monolítica para los distintos hermanos. La realidad es que muchos de los factores que han condicionado tu experiencia familiar, como la edad, el tamaño y el poder, así como e l estatus y los privilegios que disfrutaste siendo niño, fueron muy diferentes a l os de tu hermano o hermana. Si eres el mayor o la mayor en tu familia es muy probable que te hayas esforzado por imitar y complacer a tus mayores, que tu estrategia infantil haya sido la d e alinearte con ellos, adoptando la perspectiva familiar de tus padres. Habrás not ado sin duda que el álbum familiar está plagado de fotos tuyas en las que apareces j unto a tus padres, orgullosos a tu lado. Tu estatus como primogénito fue superior al de tus hermanos menores y, por tanto, habrás luchado para mantener esta primacía frente a la invasión que suponía la llegada de tus hermanos y hermanas. Por todo ello, tenderás a identificarse más estrechamente con los valores de la fami lia y estarás estrechamente vinculado a ella. Además, tus padres siempre habrán espera do que seas más consciente y responsable. Por eso recordarás perfectamente que cuand o hacías alguna travesura conjunta con tu hermano menor tu padre te reñía por partida doble: primero, por haberte portado mal y, después, por enseñarle esas cosas a tu her mano . Esta responsabilidad añadida lleva a los hermanos mayores a actuar, en no pocas oc asiones, como padres sustitutos . Esto hace que, ya en edad adulta, tiendan a ser más autoritarios, más orientados a la función docente . Su mayor conciencia de lo que está b ien y lo que está mal les hace menos proclives a la rebeldía. Si eres el segundo -o posterior- hijo o hija te enfrentaste a un reto completame nte diferente: la lucha por conquistar un espacio alternativo y valioso, situado más allá de las posiciones ya ocupadas por tu hermano mayor, claramente identificad o con la postura de tus padres. Habrás tenido a tu hermano mayor como modelo; habrás buscado insistentemente su aceptación, habrás luchado sin éxito por sentarte alguna v ez en el sillón delantero del coche En cualquier caso, es probable que hayas viajad o más que tu hermano mayor y seas más abierto a otras culturas y perspectivas. Tu es trategia natural fue buscar nuevos espacios, intentar sobresalir en otros domini os en los que tu hermano mayor todavía no había ocupado una posición de superioridad. Esta es la razón por la cual los hijos no primogénitos -segundos y posteriores- son más abiertos a la experiencia y a la exploración. Si ocupas la segunda posición, todavía encontrarás alguna foto tuya en el álbum familiar . Si eres el tercero o el cuarto, no sigas buscando porque es probable que solo aparezca la fotografía de la primera comunión, o alguna que te hicieron en el colegi o. Si te ha tocado la posición intermedia, no has disfrutado del dominio de los primo génitos, ni del mayor grado de atención que suelen obtener los últimos en nacer. Por l o tanto, habrás aprendido a sobrevivir en una situación más precaria que la de los demás , a utilizar tu buen humor para llamar la atención y a ser diplomático y político con el fin de salirte con la tuya. La conclusión fundamental de la investigación de Sulloway es precisamente ésta: que la s personalidades de los hermanos varían porque adoptan diferentes estrategias en l a búsqueda del favor de sus los padres. Y su hallazgo más importante es que los hijo s mayores se identifican con los padres y la autoridad, y con el apoyo al statu quo, mientras que los niños más pequeños se rebelan contra ella. Sulloway presenta evidencia en su libro que estas diferencias entre los primogénit os y los hijos mas pequeños son el mejor indicador de si un científico apoyaría una te oría radical, como la teoría de Darwin de la evolución, cuando se propuso por primera vez. En el análisis de 28 revoluciones científicas diferentes, Sulloway encontró que l os hijos menores fueron hasta diez veces más propensos a apoyar una nueva teoría que hijos primogénitos de mentes más conservadoras. Por supuesto que hay diferencias substanciales entre las familias según la naciona lidad, cultura, situación económica, etc. Pero, en realidad, como niños estamos más preo cupados por las diferencias de posición y poder dentro de nuestra propia familia, y son estas diferencias las que más nos afectan, y las que configuran nuestra pers onalidad adulta. Una cuestión de probabilidades Es importante reseñar que, con su teoría, Sulloway no pretende crear un método infalib le para predecir la personalidad adulta, ni para detectar en qué posición ha nacido cada persona partiendo de su personalidad actual. Nada de eso. Sulloway subraya que la personalidad se ve afectada por tantas variables que no tiene sentido pre tender que el orden de nacimiento, por si solo, puede servir como predictor de l a personalidad. En palabras suyas, los rasgos de personalidad asociados al orden de nacimiento tienen una relación de probabilidad, no de causa-efecto . Es decir, qu e el hecho de ser el mayor o el benjamín de la familia no determina, necesariament e, una característica de la personalidad, sino que incrementa la probabilidad de d esarrollarla. Al final, comprender que la rivalidad entre hermanos es un tipo de competencia e mpleado por el ser humano para sobrevivir, y que algunos rasgos críticos de la per sonalidad se forjan como resultado de nuestros esfuerzos para ocupar y defender nichos diferentes en nuestra propia familia, nos revela una faceta más -quizás poco conocida- de la diversidad en el ser humano. El propio Sulloway se encarga de señalar que la relación arquetípica entre orden de na cimiento y personalidad presentas varias excepciones. Variables como el género, el tamaño de la familia, la clase social, la falta de uno de los padres, los divorci os y, sobre todo, el grado de conflicto existente entre los hermanos y los padre s pueden alterar los efectos típicos del orden de nacimiento sobre la personalidad . Un ejemplo muy claro: los hijos primogénitos que mantienen un fuerte conflicto c on su padres suelen asumir los atributos de rebeldía que, normalmente, se asocian a los hijos segundos y posteriores; como consecuencia, y siempre con el objetivo de diferenciarse, los hermanos menores tenderán a ocupar el nicho de responsabili dad comúnmente asociado al hijo mayor. Por si esto fuera poco, los estudios realizados sobre la genética del comportamien to nos han permitido saber que el entorno es responsable solo del 50% de las var iaciones registradas en la personalidad. Por todo lo dicho, aunque parece bastan te evidente que existen diferencias de personalidad reales y duraderas entre per sonas que han ocupado distintos nichos familiares, no podemos tomar el orden de nacimiento -por si solo- como un predictor infalible de las actitudes o el compo rtamiento de las personas. Orden de nacimiento y liderazgo Aunque los estudios de Sulloway solo hacen referencia al mundo de la empresa de forma tangencial y -en cierto modo- anecdótica, los temas que aborda son muy relev antes desde el punto de vista de la gestión. Muy especialmente cuando nos referimo s a la capacidad de las organizaciones y las personas para afrontar los retos pl anteados por la nueva Era de la Colaboración. ¿Por qué empresas como Eastman Kodak, Di gital o General Motors no han sido capaces de afrontar los nuevos retos, mientra s que otras como Apple o IBM han conseguido adaptarse y florecer en la nueva sit uación? Obviamente, las razones son múltiples y complejas. Y las conclusiones de Sul loway solo nos permiten aventurar una hipótesis de trabajo interesante para una in vestigación: el orden de nacimiento y el ámbito familiar de las personas que ocupaba n posiciones de máxima responsabilidad en la empresa cuando ésta se enfrentaba a los retos de transformación han podido jugar un papel clave en el proceso de adaptación . Teniendo en cuenta que la apertura a los cambios es una característica de la perso nalidad, y que refleja la flexibilidad que tenemos a la hora de modificar nuestr os modelos mentales , si las predicciones de Sulloway se confirman podemos inferir, como dice en sus entrevistas que Cuando hay que realizar un cambio drástico, proba blemente le resultará más difícil hacerlo a un CEO primogénito . Tal y como hemos comentad o, su investigación apunta que los hijos primogénitos son más intelectuales, conformis tas y autoritarios, ambiciosos y disciplinados, y que generalmente están interesad os en preservar el statu quo. Es decir, son expertos en la gestión y mantenimiento del orden establecido. Tanto es así que más de la mitad de los presidentes de Estad os Unidos han sido primogénitos. En cambio, los hijos segundos o posteriores suele n ser los más rebeldes, aventureros y receptivos a la innovación. La Revolución France sa, la Teoría de la Evolución de las Especies, o la Reforma Protestante son algunos de los ejemplos en los que los hijos no-primogénitos han jugado un papel protagoni sta. En todos estos casos el orden de nacimiento fue el mejor indicador de que a llí se encontraba un personalidad con el germen de la rebeldía. Segun Sulloway los primogénitos, por su propia orientación al orden, la jerarquía y el logro, están sobre-representados entre los presidentes, los líderes políticos y los c onsejos de administración en general. En el trabajo suelen poner el énfasis en la ta rea, y tienen tendencia a ser autoritarios, conservadores, poco flexibles, y tem erosos de perder su posición o rango. Según señalan los estudios de Sulloway, los hijos segundos y posteriores están abierto s a nuevas experiencias, son más innovadores, están preocupados por la equidad y la justicia, son más liberales en el ámbito político, y generalmente muestran una mayor e mpatía, buen humor y capacidades sociales. Por lo general son buenos en las negoci aciones y en la búsqueda del compromiso, por lo que suelen ser buenos comerciales. Si esto se confirma se trataría, desde luego, de una buena noticia para los hijos posteriores porque, como siempre decimos, la Era de la Colaboración requiere un li derazgo más flexible y adaptativo, capaz de ir más allá del tradicional ordeno y mando . A modo de resumen Los seres humanos, al igual que sucede con otras especies de animales inferiores , competimos por el favor de nuestros padres, y para hacerlo adoptamos diferente s estrategias en función del nicho o posición familiar que hemos ocupado durante nue stra infancia. Cada posición en el orden de nacimiento tiene su propio conjunto únic o de características y atributos, y sus propias ventajas y desventajas. Por ejempl o, los logros y la ambición son rasgos muy comunes en los primogénitos, mientras que la persistencia y la creatividad son más frecuentes entre los hijos posteriores. Pocos estarán en desacuerdo con que las primeras experiencias de la familia y la r ivalidad entre hermanos constituyen influencias importantes en la formación de la personalidad. Del mismo modo, pocos lectores negarán que la personalidad es un fac tor crucial en el comportamiento del líder, su estilo de liderazgo y su éxito person al y profesional. En realidad, el debate se produce cuando intentamos describir las maneras específicas en las que el orden de nacimiento influye en la personalid ad, la forma en que la personalidad influye en el liderazgo y, por lo tanto, las formas específicas en que el orden de nacimiento influye en el liderazgo. Personalmente creo que la aportación más valiosa del orden de nacimiento reside en q ue nos permite plantearnos preguntas valientes acerca de nuestra personalidad y nuestro estilo de liderazgo, y no tanto en la posibilidad de obtener respuestas inequívocas. Lo que cada día parece más evidente es que el Liderazgo Adaptativo exige movilizar a las personas para que asuman las nuevas realidades y se enfrenten a los nuevos desafíos planteados por la Era de la Colaboración. Y todo parece indicar que, independientemente de si se trata de primogénitos o no, vamos a necesitar per sonas capaces de reinventarse como líderes, de cambiar prioridades, actitudes y co mportamientos con el fin de prosperar en un mundo incierto, cambiante y cada vez más complejo. ¿Eres una de estas personas? Me gustaría conocer tu opinión. ¿Crees que el orden de nacimiento influye en la person alidad de las personas? ¿Cual ha sido tu experiencia? ¿Tienes alguna anécdota personal que corrobore o contradiga las conclusiones de Sulloway?
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