FRONTERA Y FORTIFICACIÓN I SEMINARIO INTERNACIONAL DE HISTORIA MILITAR Organizado por la Cátedra de Historia Militar de la Universidad Complutense y el Instituto de Historia y Cultura Militar Madrid, 21, 22 y 23 de octubre de 2014 (fecha de publicación, abril de 2017)
El frente de Madrid durante la Guerra Civil Española. The Madrid war front during the Spanish Civil War Pablo Schnell Quiertant Asociación Española de Amigos de los Castillos (A.E.A.C.)
RESUMEN El frente de Madrid quedó estabilizado en verano de 1937 fortificándose para poder enviar las tropas a los lugares donde se decidía la guerra. Pese a partir de las mismas ideas puede apreciarse una distinta forma de fortificar en ambos bandos. La República construyó desde otoño de 1936 obras hormigonadas, manteniendo hasta el final de la guerra un trazado lineal de las trincheras. El bando nacional no construyó fortificaciones de hormigón en el frente de Madrid hasta el verano de 1937. Las posiciones eran en forma de araña, con defensa en todas direcciones, aptas para ser rebasadas. Ambos bandos se usó línea discontinua, defensa en profundidad y perviven ideas provenientes de la campaña de Marruecos. Se ilustra con varios ejemplos. Palabras clave: Fortificación, defensa en profundidad, blocaos. ABSTRACT Since summer 1937, the Madrid war front became stable and it began to be fortified in order to send troops to other places where they were most needed. On either side we can see a different way to organize defensive positions, although coming from the same theoretical basis. The Republic began building concrete pillboxes in autumn 1936, and kept building linear 425
trenches till the end of the war. The Nationalist side did not build concrete fortifications in the Madrid front until summer 1937. They were placed in spider shaped trenches, defensible in all directions, in case they were overtaken. Both sides used the defense in depth with discontinued lines and ideas coming from the war in Morocco in the 20s. Some examples are shown. Keywords: Fortifications, defense in depth, Moroccan blockhouse.
INTRODUCCIÓN
Madrid fue el centro de las operaciones militares en los primeros meses de la guerra, cuando se creía que una rápida caída de la ciudad sería decisiva. La resistencia que ofreció la capital en el otoño de 1936 llevó a realizar maniobras de cerco cada vez más alejadas que al final también fracasaron. Como resultado, en el verano de 1937 quedó fijada una línea de frente hasta el final de la guerra, dos años después. Esta frontera entre las dos Españas era larga, extraña y caprichosa, pues era tal cual quedó tras los combates. Ninguno de los dos bandos estaba dispuesto a ceder terreno al enemigo con independencia de lo costoso que resultase retenerlo o lo absurdo de su conservación. “Frecuentemente se dio el caso de quedar nuestras tropas en posiciones que hubiera sido preferible abandonar (…) Ello fue debido al carácter ideológico de la Campaña y al aspecto propagandístico de la información, por los cuales nuestros soldados sentían invencible repugnancia a abandonar un palmo de terreno.”i El frente, fortificado inicialmente con obras de campaña, comenzó a endurecerse con la construcción de obras de hormigón, siendo estas más abundantes a medida que avanzaba la guerra. Las operaciones militares se realizaban lejos y era conveniente retirar tropas de un frente estabilizado como el madrileño. Las que quedaban debían apoyarse en fortificaciones cada vez más firmes, hasta el punto de que algunas de las construidas en los últimos meses son más obras permanentes que de campaña. Pese a partir de la misma base teóricaii se aprecian diferencias en la forma de fortificar de ambos contendientes. El despliegue defensivo gubernamental es más temprano, con asentamientos de hormigón construidos desde otoño de 1936 y habitualmente tiende a la linealidad. El 426
hormigonado nacional es más tardío, desde el verano de 1937 y la fortificación se concentra en lugares clave. En ambos bandos se aplicó la defensa en profundidad, creando organizaciones en retaguardia y se dieron aspectos arcaizantes, derivados del pasado africanista de muchos oficiales.
FORTIFICACIONES Y CRITERIOS DE SELECCIÓN Durante la Guerra Civil Española se levantaron gran número de fortificaciones; las hubo de muchos tipos y no sólo localizadas en los frentes. Unas cumplían una función táctica: - Fortificaciones de campaña excavadas en tierra o roca, defensas accesorias, obras blindadas y semi-permanentes… - Fortificaciones permanentes (a añadir a las anteriores a 1936) - Defensa pasiva (civil y militar, Alto Mando) Otras fortificaciones cumplían una función logística (infraestructuras, comunicaciones, alojamiento…) y otras cubrían funciones mixtas. Ello nos lleva a un problema a la hora de identificar cuáles de estas numerosas obras debemos priorizar en los inventarios para protegerlas, pues recoger todas es casi imposible. La mayoría eran excavaciones en el terreno, siendo las obras de albañilería una minoría. Muchas han desaparecido o sobreviven tramos sueltos y está claro que aunque todas tienen valor histórico no es lo mismo una obra consistente de hormigón que una zanja de las que se excavaron miles de kilómetros a lo largo de la guerra. Proponemos tomar los criterios de valoración y selección indicados en el Plan Nacional de Arquitectura Defensiva (PNAD), que son aplicables a cualquier fortificación histórica: “Con objeto de establecer las características específicas de estos bienes culturales, deberá considerarse el estudio y análisis de los siguientes valores: Histórico, Simbólico, Funcional, Tipológico, Sistémico, Paisajístico, Estructural, Constructivo, Formal y Estético.”iiiAplicando estos criterios a los vestigios de la fortificación del frente de Madrid, los elementos que más puntos cumplen son las obras consistentes realizadas en hormigón, mampostería, etc. Son una mínima parte de las construidas, ya que la mayoría fueron excavaciones en el terreno, pero éstas cumplen menos requisitos salvo excepciones que lo hacen por su singularidad, un hecho histórico desarrollado en ellas, etc. (Ejemplo Suicide Hill en el Jarama). 427
En 2013 la Comunidad de Madrid incluyó las fortificaciones de la Guerra Civil como bienes integrantes del patrimonio histórico con su correspondiente protección (Ley 3/2013 de Patrimonio Histórico de18 de junio). Por ello, la Comunidad encargó un inventario de las mismas en cuya realización participó el autor de este artículo. El primer paso fue identificar los elementos a inventariar, acordando que nos centraríamos en los indicados: fortificaciones de campaña de fábrica. Para ello fue necesario hacer una verdadera auditoria del conocimiento actual de estos elementos, consultando la bibliografía disponible en todos los soportes y visitando la mayoría. Localizamos más de 700 obras que fueron inventariadas y sistematizadas. Ello nos ha permitido contar con una visión de conjunto que falta en los estudios publicados hasta ahora, apreciando las características de la fortificación (diferencias y semejanzas, arcaísmos…).iv Finalmente debemos señalar el potencial turístico y cultural que tienen junto con el interés histórico. El criterio de selección ya lo habíamos empleado en el inventario de arquitectura defensiva española que la Asociación Española de Amigos de los Castillos realizó desde 1998 a 2011 con ayuda del Ministerio de Cultura y desde entonces continúa en solitario.v En la última entrega al Ministerio en 2011 se añadieron 250 fortificaciones de la Guerra Civil Española atendiendo a esos principios, priorizando los que estuviesen en riesgo de desaparición por la presión urbanística. Pasamos a describir brevemente algunos ejemplos significativos en los que se refleja la diferente organización defensiva del terreno aplicada por los bandos enfrentados en el frente de Madrid.
BANDO REPUBLICANO Cinturón de Madrid Fue construido a finales de 1936 para defender Madrid en todo su perímetro y fue dotado con nidos de ametralladoras “que se salen de la lógica”vi: Son mayores y de mejor construcción que otros coetáneos, fuertemente blindados, carentes de enmascaramiento, no cruzan fuegos, van habitualmente emparejados, etc. Su diseño y construcción deben achacarse al 428
Gobierno, ya que un plan tan coherente y completo que incluso defiende los accesos a Madrid alejados de la zona atacada no podía acometerse por milicias y sindicatos. Era demasiado completo para haberse hecho a toda prisa en las pocas semanas que hubo desde que se apreció como real el avance sublevado sobre Madrid. Además, el blindaje excesivo de las obras y los ángulos de tiro divergentes recuerdan a la resistencia a ultranza de los blocaos africanos y parecen remitir a un momento anterior a la Guerra Civil. Por todo ello, Jacinto Arévalo sugirió que podría ser un plan encargado por el Gobierno durante el bienio derechista tras la revolución de 1934. En octubre de 1936, ante el avance de Franco y la inutilidad de las defensas empleadas hasta entonces, Largo Caballero lo rescataría y pondría en marcha. Algunas obras quedarían desbordadas antes de poderse acabar, a retaguardia del frente nacional (Cerro de los Ángeles, conservatorio de Getafe). En cualquier caso el supuesto táctico de 1934 sobre el que se habrían planificado era muy diferente a la realidad de 1936. Ni la capacidad de fuego del enemigo ni especialmente la maniobra eran en absoluto comparables. Recientemente Javier Pastorvii ha realizado una puesta al día de estas obras en su sector NE, describiendo las que se conservan, las intervenciones arqueológicas realizadas e identificando las desaparecidas, destacando la exhumación del nido de Vicálvaro, enterrado durante décadas por los desmontes de la mina de sepiolita. El estudio de la fotografía aérea antigua y actual sirve al autor para identificar las trincheras a las que se unían estos nidos, que eran de desarrollo lineal. En otro lugar mencionamos la semejanza de estas obras madrileñas con las de la línea de Almansa, también levantada entre finales de 1936 y principios de 1937 con nidos emparejados, tiro divergente, linealidad…viii Sería interesante profundizar para conocer más sobre estas peculiares obras gubernamentales tempranas. En todo caso su parentesco con los nidos tipo Jarama que tratamos más adelante parece claro y demuestra la pervivencia del modelo durante la guerra en el bando gubernamental.
Fortines tipo Fuente Lámpara En distintos puntos de la sierra de Guadarrama se localizan unos originales fortines de diseño semejante. Son reductos circulares construidos en sillarejo granítico que combinan filas de aspilleras con troneras de buzón 429
para armas automáticas. Conservan restos de una cubierta lenticular de hormigón y algunos un pilar central para sustentarla. El ejemplar más característico es el de Fuente Lámpara (Robledo de Chavela) Algunos no son circulares pero mantienen el resto de características constructivas y se apoyan en los afloramientos graníticos llegando a constituir largos tramos de muro aspillerado recto, como en el reducto de La Derrotura (Robledo). Pueden complementarse con edificaciones auxiliares, recios parapetos de piedra a hueso o tramos de trinchera. Emplean cantería muy cuidada que genera ejemplares muy visuales que parecen querer transmitir un mensaje desafiante de invulnerabilidad, erizados de aspilleras y troneras y descuidando su enmascaramiento. Como en el caso expuesto del cinturón de Madrid, se ocupa la cresta militar o topográfica, que deriva en ocasiones en fuegos poco rasantes. Con respecto al blindaje, como queda dicho, las paredes son de piedra granítica con mortero de cemento y aunque su espesor ronda el metro, el comportamiento mecánico de la mampostería frente a la acción artillera no es el del hormigón armado. Recientemente Jacinto Arévalo ha publicado una breve nota sobre estos fortines en la que explica que eran 39 y fueron levantados por el Quinto Regimiento del Partido Comunista de España entre los últimos meses de 1936 y enero de 1937 según documentos que ha consultado de los que no indica signaturaix. Un informe recoge las características del modelo propuesto, que debía ir cubierto por un techo blindado de capas superpuestas de raíles de ferrocarril, hormigón, grava suelta, cámara bufa y hormigón que le daría resistencia contra todos los calibres. De estos techos sólo se conservan vestigios, rotos sin duda en la posguerra para vender los raíles como chatarra. Estos fortines circulares, situados en la cresta de los cerros y aspillerados en todo su perímetro, descuidando el enmascaramiento apuntan más a la idea africanista de los blocaos que a fortificaciones pensadas contra un ejército europeo de los años 30. El aspecto de las obras, con sus filas de aspilleras sobre troneras de buzón es el mismo de los fortines exteriores de Melilla, como el de la Restinga. El caso no es único, pues su diseño recuerda otras fortificaciones tempranas levantadas por el bando republicano, como las construidas a finales de 1936 en el Cerro del Socorro, en Cuenca. Se trata de dos recintos, uno de ellos situado en la cumbre del cerro, ambos con defensa en todas direcciones, aspilleras fusileras y troneras para ametralladora, paredes de mamposteríax… Dada la escasez de publicaciones sobre este tema no sería raro que hubiese más casos de este tipo de fortines en España.
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Estos ejemplos indican una concepción africanista de la defensa, tomando el blocao y su situación como elemento defensivo antes que las normas teóricas que se recogen en los textos reglamentarios. Era lógico, pues la experiencia bélica reciente del ejército español era la guerra de Marruecos. Oficiales y soldados que ahora luchaban en bandos opuestos lo habían hecho juntos diez años antes en África, construyendo blocaos y sin duda prefirieron las soluciones derivadas de su experiencia que la teórica.
Casamatas modelo Jarama Como hemos dicho, estas obras derivan del modelo de casamata visto en el cinturón de Madrid, dato apuntado sólo de pasadaxi. El general de Sequera indica que se construyeron más de 80 en la zona sureste de Madrid, aunque también los había en el noroeste, organizados en centros de resistencia dotados cada uno de ellos con ocho nidosxii. Ricardo Castellano publicó la planta teórica localizada en un documento de 1938xiii. Son rectangulares, casi cuadrados, tendentes a medir 4 x 4 m. Tienen tronera frontal de buzón para arma automática y el modelo teórico dos aspilleras, una en cada lateral. En los ejemplares construidos no siempre aparecen o sólo hay una. Estos vanos fueron posteriormente criticados, alegando que en la cámara de combate sólo hay espacio para los sirvientes de la ametralladora y que si el plan de fuegos ha sido trazado correctamente sólo deben atender el campo de tiro cubierto por su tronera frontal. Las laterales distraían su atención y debilitaban el blindaje, al poder entrar metralla o disparos. Se localizan en distintas agrupaciones defendiendo la margen izquierda de los ríos Tajo, Jarama y Tajuña, aunque hay ejemplares más al norte, en el frente de Guadalajara. Cubrían distintas líneas, desde la de frente en el Tajo a organizaciones defensivas profundas en la zona de Arganda del Rey. Conocemos ejemplares desde principios de 1938xiv hasta el final de la guerra. La mayoría pertenecen al plan de fortificación del III Cuerpo de Ejército, cuya génesis y desarrollo puede seguirse en el citado libro de Castellanoxv. El plan organizaba una defensa en profundidad con varias líneas en las que se empleaban distintos tipos de casamata y otras obras blindadas, aunque el más repetido es el modelo indicado. Era el mejor y más moderno de los trabajos de fortificación gubernamentales en el frente de Madrid, aunque no se llegó a concluir.
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Para este artículo hemos documentado nueve de estos nidos en el tramo entre Titulcia y Aranjuez identificando pequeñas diferencias con el modelo teórico, siendo las más importantes la mencionada ausencia de aspilleras laterales en algunos casos, el remate frontal que no siempre es en ángulo recto y la reducción del tamaño de los vanos respecto al teórico, en especial la tronera frontal, cuyo derrame interior aunque generalmente es liso, a veces va escalonado. También hay que hacer notar que ninguno de los nidos se ajusta exactamente a las dimensiones ni hay dos idénticos, lo que sugiere que los encofrados no se reutilizaron, salvo posiblemente los de las troneras. Presentan ciertas variantes; el acceso, siempre trasero puede ser derecho o izquierdo, el remate superior puede ser en ángulo recto, biselado o redondeado, alguno lleva orificios para redes de camuflaje, etc. Apreciamos una evolución tanto en su morfología como en su emplazamiento. Los ejemplares situados al sur de Aranjuez, pese a ser levantados tras dos años de guerra, en fechas avanzadas de 1938, conservan algunas de las deficiencias de sus “padres” del cinturón de Madrid. Así, la pareja localizada en Las Granadas (Aranjuez) ocupa la cresta topográfica del cerro, descuidando el enmascaramiento. Una solución muy similar a muchos de los nidos madrileños, como los de Mataespesa o el cerro de los Gamos. La línea Aranjuez-Titulcia estaba sin acabar al finalizar la guerra, quedando algunas casamatas a medio hacer y otra recién terminada, fechada por una inscripción el 4 de marzo de 1939 xvi. Este sector presenta diferencias con la organización defensiva del terreno apenas unos kilómetros hacia el sur de Aranjuez. Las casamatas tienen aquí formas más redondeadas y se sitúan a media pendiente en la ladera de los cerros, sin sobresalir del terreno. Sus sectores de tiro a veces son perpendiculares a la línea de frente, apuntando hacia las vías de penetración a través de los valles de los arroyos tributarios del río y en ningún caso ven emparejados ni exentos sobre las alturas como en Las Granadas. Se complementan con otro modelo de casamata de frontal pentagonal de tronera doble, puestos de escuadra blindados y líneas defensivas perpendiculares al río aún mal conocidas. El trazado de los núcleos de resistencia comprende tramos de trinchera paralelos al río y algunos cerros con trincheras perimetrales. Aunque la defensa es en profundidad, el trazado de las obras es lineal y muy distinto a los elementos de resistencia exentos nacionales de esta fecha. Pese al cruce de fuegos y la atención por cubrir las vías de penetración, esta disposición es algo deficiente, pues en caso de ser rota la línea, las obras podían ser tomadas por la gola al no haber apenas defensa en esa dirección. 432
En retaguardia de esta línea se aprecia otra deficiencia ya que se construyó otra también inacabada entre Arganda y Morata en la cual las casamatas empezaron a construirse antes que las trincherasxvii y obras accesorias ignorando el principio de perfectibilidad. Tal vez pensaron que al ser segunda línea no era necesario, aunque con ello no tuviese utilidad hasta estar completamente construida. Podemos citar en el frente de Madrid otros modelos de casamata también asociados a posiciones de trazado lineal, aunque se inscriban en planes de defensa en profundidad. Así ocurre con los nidos levantados en segunda línea en los frentes cubiertos en 1938-39 por las divisiones 1,2 y 69. Son nidos de planta circular, frente biselado y tronera doble en los sectores de Valdemorillo, Los Molinos y Puentes Viejasxviii. En el despliegue de la división 8 hemos identificado otro modelo de asentamiento blindado para ametralladoraxix, también unido a largos tramos de trinchera. La estructura lineal fue empleada por los ingenieros republicanos a sabiendas de ser conscientes de sus debilidades por condicionantes profundos y valen para explicarlos los razonamientos expuestos por la comisión encargada del diseño del “cinturón de Hierro de Bilbao” declarando que no quedaba otra opción que emplear el sistema linealxx.
BANDO NACIONAL Los generales sublevados tenían una mentalidad ofensiva clara, derivada del propio plan de alzamiento, que preveía conquistar Madrid en pocos días. El fracaso del golpe llevó a modificar los plazos, pero hasta 1937 no comenzó a adoptarse la organización defensiva en algunos puntos. Como señala el general de Sequera había ciertamente pereza por aceptar el orden de combate defensivoxxi. En Madrid hubo que adoptarlo desde el primer momento en la Ciudad Universitaria donde las fuerzas nacionales quedaron en inferioridad de condiciones, manteniéndose con terrible desgaste en una situación cuyas motivaciones eran morales y políticasxxii. Tanto en este sector como en su vecino de la Casa de Campo fue necesario adoptar la trinchera continua por las divisiones 16 y 18, haciendo una excepción a las instrucciones que prohibían este sistema dadas a lo largo de la guerraxxiii. Debido la proximidad del enemigo era imposible adoptar el modelo de islotes defensivos que se impuso en otros frentes. 433
En el frente de Madrid el cambio de mentalidad y la aceptación de la nueva realidad que imponía la adopción del orden defensivo quedaron claros tras la batalla de Brunetexxiv. El frente había sido perforado por la ofensiva republicana y necesitaba robustecerse. Había que aceptar la estrategia adoptada por el Mando que llevaba las operaciones decisivas lejos, por lo que habría que contar con efectivos cada vez menores. La masa de maniobra creada en el norte se estaba mostrando resolutiva y era conveniente alimentarla con todas las unidades que se pudiesen retirar de los frentes estabilizados, donde era necesario adoptar el orden defensivo. Esta idea queda claramente materializada en las excepcionales obras del elemento de resistencia del río Perales, en Quijorna, fechadas en agosto de 1937 que hemos tratado en otra ocasiónxxv. Llamamos la atención en este caso sobre la estructura de la posición, que ya difiere bastante de la linealidad vista en el bando republicano. La posición comprende tres recintos unidos por caminos cubiertos y aunque la mayoría de las obras hacen frente al enemigo, el situado más al oeste es una trinchera anular con pozos de tirador situados en todas direcciones.
La Granja-Valsaín El frente de Madrid entraba en tierras de Toledo, Ávila y Segovia, por lo que trataremos otro ejemplo en el sector de la Granja. Allí el ensayo previo a la ofensiva de Brunete había puesto de manifiesto también un frente nacional con una organización defensiva insuficiente a través del cual se habían infiltrado unidades tipo batallón sin ser advertidas. El hormigonado también comienza aquí en el verano de 1937, con varias obras datadas por inscripciones en esa fechaxxvi. Estudiamos ese sector en 2011 y resulta interesante comprobar que la planimetría obtenida por nosotros es muy similar a la levantada durante la guerra localizada en el Archivo General Militar de Ávila (AGMAV). La fortificación de Cabeza Grande resulta ilustrativa: las obras activas (trinchera con pozos de tirador, nidos de ametralladora y casamatas artilleras) forman un arco de círculo hacia el campo enemigo con las obras logísticas en retaguardia y a contrapendientexxvii. Entre ellas un pedestal de mástil con inscripciones patrióticas. Su reflejo moral era evidente al hacer visible desde Segovia la bandera en la posición cuya momentánea caída causó inquietud durante la batalla de La Granja. El trazado recuerda a las medias lunas vistas en el 434
campo republicano (típicas de la fortificación pasajera anterior a la I Guerra Mundial) sin atender la gola. Esta distribución pudo deberse a las condiciones especiales de montaña o a la aplicación de un concepto anterior que pronto se corrigió. Otra posición cercana, el cerro del Puerco, presenta una solución similar, con una planta en flecha que deja sin cubrir la gola, más estrecha en todo caso que la de una medialunaxxviii. En La Cruz de la Gallega, a poco más de dos kilómetros, un dibujo de marzo de 1938 muestra la posición con las defensas centradas hacia el lugar de donde era de esperar el ataque enemigo (trinchera con pozos de tirador y obras hormigonadas) pero la gola no está desatendida: una trinchera semejante la cubre (con menos pozos de tirador y un solo nido)xxix. El conjunto estaba rodeado de alambrada y tenía una posición avanzada también con defensa perimetral que indica la misma idea que el ejemplo de Quijorna, al concebir que la posición continúe la resistencia aun rebasada. La defensa no se consideró suficiente y fue reforzada en profundidad a partir de noviembre de 1938 con la construcción de otra línea a retaguardia protegiendo Segovia entre Hontoria y Madrona. También se reforzaron las posiciones existentes con nuevos hormigonados en el cementerio de Valsaín o en la Cruz de la Gallegaxxx, donde se hizo un nido de ametralladoras de tronera doble que cubre la retaguardia de la posición, potenciando la defensa perimetral. A los últimos meses de la guerra debe atribuirse también el fortín de la Pata de la Vaca en Valsaín, en el centro del valle del Eresma. Es un reducto de planta triangular con troneras para ametralladora en su vértice y lados que miran al campo enemigo complementados con aspilleras y gola protegida con aspilleras. Tiene un recinto interior que cumple la función de muro espaldón. El esquema se repite en otros fortines en el despliegue de las divisiones 72 y 73 y conecta con las ideas expresadas en diversas directivas a lo largo de 1938 tendentes a crear organizaciones defensivas dispuestas en profundidad que resistiesen aunque fuesen rebasadas. La materialización más clara de estas ideas produjo los fortines tipo “blokhaus”.
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Elementos y subelementos de resistencia
En febrero de 1937 el Mando nacional prohibió la línea continua, empleándose la discontinua como queda dicho tras la batalla de Brunete. Desde entonces y hasta el final de la guerra varias directivas fijaron el nuevo sistema defensivo, que debía ser escaqueado y en profundidad compuesto de Línea de vigilancia (puestos de observación y escucha) Línea de resistencia Línea de sostenes y reservas (4-6 km detrás) Desde finales de 1938 una tercera línea de fortines de hormigón retrasada unos 6-10 barreando las vías de comunicación para contener al enemigo a todo trance esperando el contraataque de la reserva. Se tendía a que las posiciones fuesen lo más pequeñas posible, multiplicando los islotes de resistencia. Extremando la resistencia, el subelemento disgregaba y canalizaba la progresión enemiga, dando tiempo para emplear sus reservas en todos los escalones y reestablecer la situación. No se trataba de impedir el avance enemigo, si no de disgregarlo y retrasarlo al tener que enfrentar infinidad de pequeños núcleos unidos sólo por el fuego. Aunque se pudiesen superar el ataque quedaría desorganizado y daría tiempo a reaccionar y contraatacar con las reservas. El concepto derivaba de la teoría de Schwartz de supeditación de la fortificación a la disposición táctica de las tropas y se resume en la máxima de “fortificar es inscribir en el terreno, enterrándolo en él, un dispositivo de combate”.“Desaparecido el orden táctico lineal, quedaba abolida la trinchera como elemento defensivo de combate”xxxi. En el frente de Madrid podemos ver la materialización de estas directrices en varias posiciones con planta de araña formadas por una trinchera anular a la que se adelantan los puestos de tirador emparejados o las obras blindadas y en cuyo interior se sitúa la logística frecuentemente en abrigos y comunicada por caminos cubiertos. En el Guadarrama (divisiones 71 y 72) son viviendas catenarias a veces blindadas, como en los ejemplos citados de La Granja. Son especialmente llamativas las posiciones construidas en la zona asignada a estas divisiones, con las trincheras convertidas en parapetos de mampostería a veces cubiertos por bóveda en 436
una simbiosis perfecta entre las obras y el medio natural. Los ejemplos de Fresnedillas de la Oliva, Robledo de Chavela o Las Herreras (Santa María de la Alameda) están entre los mejores y más estéticos de la Comunidad. Esta idea de resistencia extrema en puntos fuertemente defendidos en todas direcciones se aplicó no sólo a las posiciones, sino también a los fortines, como queda dicho. Las mejores obras derivadas de aplicar esta doctrina fueron las construidas en retaguardia, barreando nudos de comunicación. La más perfecta de ellas en el frente de Madrid es el fortín de Colmenar del Arroyoxxxii, aunque se hicieron otros atendiendo a las mismas instrucciones, como los de Seseña, de los que sólo se conserva uno. En otros frentes también se construyeron estos magníficos fortines (Toledo, Guadalajara, Extremadura, Nules…)
FORTIFICACIONES DE MONTAÑA En la cuerda de la sierra de Guadarrama ambos bandos construyeron fortificaciones adaptadas al medio, en alturas cercanas y superiores a los 2000 m. En ellas se aprecia la aplicación de los conceptos africanistas, tanto en la situación como en la plantaxxxiii. No cuidan el enmascaramiento y emplean plantas similares a los blocaos. Por ejemplo los reductos rectangulares con tambores semicirculares al estilo de la fortificación del siglo XIX del batallón alpino republicano en los collados de la Marichiva y la Fuenfría. Por su parte, los fortines nacionales entre Somosierra y el Nevero fueron construidos con plantas similares a los blocaos y detalles defensivos de estos, como los accesos en codo.
CONCLUSIONES Hemos visto que ambos bandos prestaron una adecuada atención a la preparación defensiva del terreno cuando fue necesario hacerlo para concentrar el esfuerzo en los frentes donde se desarrollaban las operaciones principales, que sólo afectaron a Madrid en el primer año de guerra. Por ello la fortificación no fue más empleada por un bando que otro, si bien el republicano hizo amplia propaganda de sus líneas defensivas y el nacional fue más discreto con las suyas.
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Ambos contendientes partían de una misma formación, que era la del Ejército español en 1936. Esta era doble: teórica y ajena, derivada de la experiencia de la I Guerra Mundial y práctica y propia, procedente de las campañas de Marruecos. Eso explica la pervivencia de soluciones y modelos “africanistas” empleados por ambos contendientes. Respecto a la organización del frente se prohibía la línea continua y se prescribía la defensa en profundidad colocando los centros de resistencia intermitentes. Esto fue así en los dos bandos y significaba el abandono de la trinchera como obra activa, pero en la forma de organizar los centros hay una diferencia notable entre los republicanos y nacionales. Los primeros tienden a plantas lineales en forma de medialuna, como era habitual en la fortificación de campaña anterior a la Gran Guerra. Los nacionales tienden a las plantas radiales, potenciando la dispersión en numerosos y pequeños centros con defensa en todas direcciones. La idea no era detener al atacante, sino que se enredase en esta malla de pequeñas posiciones autónomas dando tiempo a que la reacción de las reservas reestableciese la situación. La resistencia a toda costa, empleada también por ambos contendientes, consiguió su perfeccionamiento en los fortines para barrear vías de comunicación en retaguardia construidos por los nacionales en los últimos meses de la guerra. La forma de preparar el terreno para la defensa de los nacionales sobrevivió a la Guerra Civil y con ella se fortificaron los Pirineos y las fronteras del protectorado de Marruecos comenzando las obras cuando aún se combatía en España. El sistema también se usó en la guerra de Ifni de 1957-58. Hoy los restos de esas fortificaciones son elementos del Patrimonio Histórico español con un fuerte potencial turístico y cultural. En todo el trabajo de documentación de esos restos es destacable el papel jugado por el voluntariado cultural canalizado por las asociaciones como la AEAC, que además va en línea con el desarrollo de la “ciencia ciudadana” apoyada por la Unión Europea. Los ejemplos de actuaciones de estas asociaciones recogidos en la bibliografía demuestran la calidad profesional que pueden ofrecer con inversiones moderadas.
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IMÁGENES
Tres ejemplos de nidos emparejados del cinturón de Madrid
Asentamientos blindados para ametralladora entre Titulcia y Aranjuez
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Fortín del tipo Fuente Lámpara en El Carrascal (Robledo de Chavela)
Croquis con la distribución de obras en Peguerinos que siguen las directivas emitidas en 1938 por el Cuartel General del Generalísimo.
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Esquema teórico de un subelemento de resistencia para pelotón tomado de PANDO FERNÁNDEZ, A. Fortificación, Burgos, Imprenta San Fernando 1967, p 98.
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PANDO FERNÁNDEZ, A. Fortificación, Burgos, Imprenta San Fernando 1967, p 105 El reglamento vigente en julio de 1936 era DIRECCIÓN GENERAL DE PREPARACIÓN DE CAMPAÑA Reglamento de organización y preparación del terreno para el combate, Madrid, Talleres del Depósito de Guerra, 1927. Acababa de publicarse el manual de SANCHEZ-TEMBLEQUE PARDIÑAS, L. y GÁMPORA RODRIGUEZ, J Fortificación de campaña, Segovia, Academia de Artillería e Ingenieros, 1936. Ambos fueron base de la mayoría de los textos editados durante la guerra por ambos bandos. iii ESPAÑA Plan Nacional de Arquitectura Defensiva (2012). El Plan recoge estas ideas expuestas previamente en la Carta de Baños de la Encina iv SCHNELL QUIERTANT, P. «Fortificaciones de la Guerra Civil Española en la Comunidad de Madrid», Castillos de España, 173-174 (2013) pp 53-64 v SCHNELL QUIERTANT, P. «El inventario de arquitectura defensiva de la AEAC, una herramienta para el PNAD» Bienes Culturales, 9 (en prensa) vi AREVALO MOLINA, J.:«El cinturón de Madrid, una fortificación olvidada», Frente de Madrid, 12 (2008) pp.16-26 vii PASTOR MUÑOZ, F.J.«Aportaciones al estudio de la línea de defensa republicana del sector oriental de Madrid. (Primera parte: Fuencarral y Hortaleza) «Frente de Madrid, nº 24, ii
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(2013) pp. 32-42. y «Segunda parte: Barajas, Canillejas, Vicálvaro y Vallecas.»Frente de Madrid, nº 25 (2014), pP. 34-45. viii SCHNELL QUIERTANT, P. «La arqueología en el estudio de la fortificación de la Guerra Civil Española: algunos ejemplos» Actas IV Congreso de Castellología (Madrid, 7,8 y 9 de marzo de 2012). A.E.A.C. pp 93-100. ix AREVALO MOLINA, J.: «Los fortines del Quinto Regimiento», Frente de Madrid, 25 (2014) pp. 26-27 x PEINADO, P., DOMINGUEZ-SOLERA, S. y MUÑOZ, M. «Las fortificaciones de la Guerra Civil en el Cerro del Socorro (Cuenca) ». Actas del IV Congreso de Castellología. Madrid 7-10 de marzo de 2012. Madrid, Asociación Española de Amigos de los Castillos, 2012, pp. 322-326. xi AREVALO MOLINA, J. op. cit (nota 6, 2008) p.16 xii DE SEQUERA MARTÍNEZ, L. Historia de la fortificación española en el siglo XX. Salamanca. Caja Duero, 2001 pp. 96-97. xiii CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R. Los restos de la defensa: fortificaciones de la Guerra Civil en el frente de Madrid; ejército republicano. Madrid. Almena, 2007 p. 78. xiv Nido cerca de Humanes (Guadalajara) fechado por una inscripción en marzo de 1938. Ver SCHNELL QUIERTANT, P. «La Guerra Civil en Guadalajara: desarrollos bélicos y restos materiales» en Guadalajara en guerra, 1936-39 (catálogo de la exposición). Guadalajara, Dip. Guadalajara, 2007, p 34 xv CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R op. cit (nota 12, 2007) p. 72-100. xvi AREVALO MOLINA, J Rutas por el frente sur de Madrid. Madrid, La Librería, 2012, p 96116. xvii CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R op. cit (nota 12, 2007) p. 81 xviii Dibujamos un modelo tipo en CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R. y SCHNELL QUIERTANT, P. Arquitectura militar de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid, sector de la batalla de Brunete. Madrid, Comunidad de Madrid, 2012, p 73 xix SCHNELL QUIERTANT, P «Un modelo de fortificación de 1938 en la línea defensiva de la división 8 republicana». Actas IX Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid, noviembre 2012 (en prensa) xx PANDO FERNÁNDEZ, A. op. cit. (nota 1, pp. 107-111) xxi DE SEQUERA MARTÍNEZ, L. op. cit. (nota 12 p 86) xxii Véase CALVO GONZALEZ-REGUERAL, F. La Guerra Civil en la Ciudad Universitaria. Madrid, La Librería, 2012 xxiii CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R. Los restos del asedio: fortificaciones de la Guerra Civil en el frente de Madrid; ejército nacional. Madrid. Almena, 2004 p. 167. xxiv DE SEQUERA MARTÍNEZ, L. op. cit. (nota 12 p 88) xxv CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R. y SCHNELL QUIERTANT, P. op. cit nota 18, pp. 128131. xxvi Por ejemplo una casamata de Cabeza Grande firmada por el 3 Bon de la Victoria nº 28 o un excepcional parapeto en el Cerro del Puerco, firmado por “el cabo Pepe” el 7 de agosto de 1937. CASTELLANO, R. JUAREZ, E, PORTERO, J. RAMOS, R. y SCHNELL, P. El corredor de la
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batalla de la Granja, de campo de batalla a Sitio Histórico. La Granja, HG ediciones, 2012. Pp. 112 y 223. xxvii Ibídem pp. 59-120 xxviii Ibídem p. 187 xxix Ibídem p. 121 xxx CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R. op cit nota 22, 2004 p. 151. xxxi PANDO FERNÁNDEZ, A. op. cit. (nota 1), p 106 xxxii CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R. y SCHNELL QUIERTANT, P. op. cit nota 18, pp. 168176. xxxiii SCHNELL QUIERTANT, P. op. cit nota 8
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Report "El frente de Madrid durante la Guerra Civil Española"