Concepto de prejuicioUn prejuicio (del lat. praejudicium, „juzgado de antemano‟) es el proceso de formación de un concepto o juicio sobre alguna cosa de forma anticipada, es decir, antes de tiempo; implica la elaboración de un juicio u opinión acerca de una persona o situación antes de determinar la preponderancia de la evidencia, o la elaboración de un juicio sin antes tener ninguna experiencia directa o real. Consiste en criticar de forma positiva o negativa una situación o una persona sin tener suficientes elementos previos. Es una actitud que puede observarse en todos los ámbitos y actividades de la sociedad, en cualquier grupo social y en cualquier grupo de edad, e implica una forma de pensar íntimamente relacionada con comportamientos o actitudes de discriminación. Prejuicios aplicados a individuos El prejuicio surge por conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos y sin reflexionar si eso es bueno o malo, o si es una opinión objetiva o subjetiva. Comúnmente es una actitud hostil o, menos frecuentemente, favorable hacia una persona que pertenece a determinado grupo (social, étnico, sexual, político, socioeconómico, ocupacional, religioso, deportivo, etario, de salud o de enfermedad o de cualquier índole, incluso territorial o geográfica) simplemente por el hecho de pertenecer (voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente) a ese grupo, en la presunción de que posee las cualidades negativas o positivas atribuidas por muchas personas al mismo. La opinión se produce primero respecto del grupo prejuiciado y después incorpora al individuo. El prejuicio es una evaluación preconcebida de las personas, una idea preconcebida que se tiene sobre los otros. El prejuicio consiste en tener una opinión o idea acerca de un miembro de un grupo sin realmente conocer al individuo. La antipatía suele basarse en información pasada y en la experiencia con un individuo en particular. La extensión de las propias experiencias negativas al caso general se puede considerar como sesgo. Por ejemplo, una persona que ha tenido una serie de relaciones negativas con miembros del sexo opuesto puede desarrollar un prejuicio contra ese sexo, y asumir así que los factores que dañan las relaciones siempre están presentes en ese sexo, y adoptar el conjunto de prejuicios que se conoce como sexismo. O, si una persona ha crecido con el concepto de que los miembros del grupo «X» tienen ciertas características, debido a un encuentro pasado amargo con un X, puede asumir que todos los miembros del grupo son X y tratar a todos los miembros de ese grupo en función de esa experiencia: racismo, prejuicios relacionados con la lengua (tratar ciertas variantes dialectales de un idioma como si no fueran idiomas, por ejemplo), intolerancia religiosa, homofobia o el rechazo de alguien porque su estirpe política es diferente de la propia. En otros casos, está relacionado con el tribalismo. A los jóvenes de un grupo, en una educación temprana, se enseña que ciertas actitudes y valores son los «correctos». Se forman opiniones sin sopesar la evidencia en ambos lados del asunto considerado. Muchos comportamientos prejuiciosos se forman en la infancia al emular la forma de pensar y hablar de los mayores, sin intención maliciosa por parte del niño. El adulto prejuicioso puede incluso sorprenderse al oír una lista de improperios y de sus propias opiniones a medio cocinar sobre ciertos grupos de boca de sus hijos e hijas (especialmente en lugares y momentos inoportunos). Prejuicios excluyentes En la mayor parte de los casos, se da por hecho que existe una inferioridad natural o genética en el grupo segregado, o bien una circunstancia cualquiera que establece la inferioridad de sus integrantes. También es común que se ponga un acento en las diferencias culturales, lo que explicaría la inferioridad o superioridad de los otros. El hecho concreto es que, por medio de unas u otras excusas, siempre hay una evaluación genérica de la persona afectada. Por ejemplo, el prejuicio de que el pueblo español es "bruto e ignorante" tiene una clara raíz inglesa. La gran influencia cultural británica en las clases dominantes de España después de la Guerra de la Independencia instaló en España el mismo prejuicio. Tan fuerte fue esa prédica negativa que los propios españoles terminaron por creerla. Tener una visión políticamente impopular no constituye en sí un prejuicio, y no todas las visiones políticamente populares están libres de prejuicio. Cuando se aplican a los grupos sociales, los prejuicios generalmente se refieren a los sesgos existentes hacia los miembros de esos grupos, con frecuencia basados en estereotipos, y en su forma más extrema se convierten en la negación injusta de los beneficios y derechos de esos grupos o, a la inversa, en el favorecimiento injusto de otros. Durante el siglo XIX y principios del siglo XX la mayor parte de los empresarios consideraban que sus obreros eran vagos, sucios, inmorales y sanguinarios, en lo cual se justificaba plenamente la oligarquía, para explotar a su subhumano proletariado sin remordimientos. La expresión de los prejuicios Algunas personas son excluidas injustamente de trabajos, barrios, préstamos bancarios, oportunidades educativas, eventos sociales y asociaciones. Algunas personas reciben insultos muy hirientes o son excluidas de participar en eventos. Algunas personas son atacadas o golpeadas. A algunas personas les pagan injustamente menos aunque hagan el mismo trabajo. Los hogares de algunas personas, lugares de oración o cementerios son destrozados. El «conflicto» que la vida crea sistemáticamente, enfrentando a grupos contra grupos e «interacciones simbólicas», como etiquetar a las personas, producen prejuicios que no están basados en la experiencia directa. El prejuicio es «funcional» y se agudiza por el ambiente o medio social: el racismo, la homofobia, los puntos de vista políticos, religiosos o espirituales firmemente sostenidos, surgen ante un enemigo potencial como posición defensiva que puede salvar la vida del individuo o grupo prejuicioso. Los sociólogos han considerado al prejuicio como un comportamiento adaptativo instintivo. En las competencias entre grupos o individuos, los puntos de vista sesgados son útiles ante la escasez de recursos para la supervivencia humana, o simplemente para mantener el poder en manos de unos pocos. Pero puede también evitar la ganancia, si el prejuicio se forma sobre un aliado o compañero potencial; por ejemplo, no consultar al único médico del pueblo que podría salvar la vida sólo por el hecho de que el médico es afrodescenciente (término que, al igual que afroamericano, muchos consideran políticamente apropiado para evitar utilizar el término negro). El psicólogo norteamericano John Dollard sugirió que el prejuicio es el resultado de la frustración, y se reconoce que es la base de la discriminación en contra de la dignidad humana. Orígenes del prejuicio. Teorías tradicionales. Existen algunas teorías tradicionales que explican el origen del prejuicio. A inicios del siglo XX surgieron algunas publicaciones según las cuales los prejuicios de grupos de raza aria hacia las demás eran producto de "la superioridad mental de la raza blanca". Posteriormente y, a la luz de estudios interdisciplinarios de tipo médico, antropológico y psicológico, se comienza a explicar el prejuicio como una respuesta primitiva de los grupos, y no necesariamente basada en la realidad. Entre 1930 y 1940, el momento político y social que vivía Europa influyó enormemente en los movimientos teóricos, surgiendo una nueva posición según la cual, el prejuicio era una patología basada en la personalidad. El autor, Adorno, concluyó que la base del prejuicio era la personalidad autoritaria. Según la teoría de la personalidad autoritaria o intolerante, los prejuicios son una expresión de la perspectiva desconfiada y rígida que tienen algunas personas de la vida (Morris y Maisto, 2001), siendo estrictos seguidores de las reglas sociales y las jerarquías de la época. La teoría de la frustración se basa también en la idea de que existe un componente personal en el prejuicio. Plantea que el prejuicio es el resultado de frustraciones que el grupo ha vivido, volcando temores e inseguridades del propio grupo hacia otros. Existen algunos estudios interesantes que plantean que, en épocas de crisis económica, algunos grupos excluidos desahogan su ira a través de actitudes prejuiciadas y conductas discriminatorias hacia aquellos que se encuentran en una "escala social" menor o en situación de mayor vulnerabilidad (Morris y Maisto, 2001). Socialmente, el prejuicio también está ligado con un conflicto de intereses (real o potencial). De alguna manera, el prejuicio también permite una preferencia en el acceso a oportunidades, dando prioridad al grupo interno antes que a los otros. En estos casos, la discriminación puede beneficiar al grupo que discrimina. Este tipo de sentimiento ha servido de justificación, por ejemplo en Estados Unidos o en España, a la discriminación de los foráneos, en el sentido en que su presencia en el país disminuye las oportunidades laborales de sus pobladores. Teorías modernas Según teorías explicativas más modernas, el prejuicio tiene entre sus orígenes sociales más básicos la necesidad de diferenciarse del otro. Desde el momento en que surge la conciencia de que existen personas distintas a uno y grupos distintos al propio, se inicia el proceso de diferenciación. El concepto de categorización social es el proceso por el cual las personas organizan su medio, de manera elemental, diferenciando por características esenciales a quienes se parecen a uno y a quienes son distintos. Las personas suelen agruparse de acuerdo a ciertas características y dejar de lado a otros individuos, con los cuales no se identifican. En esta selección natural no necesariamente existe una mala disposición o actitud frente al otro grupo, sin embargo, de toda maneras existe una visión más positiva de lo propio versus una actitud neutra hacia el grupo ajeno. A esto se llama sesgo de grupo, aunque no llega a ser prejuicio por no tener una connotación negativa (Gerrig y Zimbardo, 2005); sin embargo, constituye un aspecto esencial en la explicación del prejuicio. La diferenciación del grupo ajeno permite afianzar la identidad social del propio grupo, siendo este fenómeno fundamental para generar sentimientos nacionalistas o de apego familiar e institucional. El prejuicio surge en base a la diferenciación, aunque incorporando una connotación negativa al grupo ajeno. Una forma de afianzamiento de la identidad grupal consiste en justificar las características positivas del grupo personal y desvalorizar las de los otros. Tiende a aumentar según el grupo vaya percibiendo que los demás pueden amenazar la integridad, estabilidad o unión del grupo; o bien, cuando existe una amenaza contra cualquier aspecto importante para el grupo, como características políticas, religiosas, económicas, lingüísticas. En definitiva, la necesidad de reafirmación de la autoestima del grupo ha impulsado el origen y mantenimiento de los prejuicios. Históricamente, es posible que parte de los orígenes de las diversas formas de dominio político se haya basado en la conquista de territorios y el desplazamiento de soldados con superioridad militar a regiones apartadas. Este fenómeno produjo que los pueblos que eran conquistados pasaran a ser considerados inferiores y, al mismo tiempo, los vencedores como superiores. Expresiones de esto pudieron verse no sólo con la conquista española en América, sino también en otras circunstancias históricas en Europa. Entonces, los pueblos que se empobrecían por cualquier causa, pasaban a ser considerados inferiores. Actualmente, esta situación parece no haber cambiado demasiado, en tanto algunos conflictos entre naciones pueden surgir de la necesidad de unir o afianzar la autoestima y la identidad de grupo. Consecuencias del prejuicio Las actitudes negativas hacia otros grupos sociales, tienen múltiples consecuencias en la vida de las personas, tanto de las víctimas como de los victimarios. Una de las principales consecuencias es la discriminación. Para las personas discriminadas, actitudes este tipo generan exclusión y aumentan las brechas sociales de los grupos humanos. Suelen tener menos acceso a servicios sociales y educativos. Esta ha sido la situación, por ejemplo, de muchas mujeres, y continúa siendo un problema en culturas tradicionales. A nivel personal, los prejuicios influyen en la manera de percibir la realidad, en la forma de aprender, de interpretar estímulos ambiguos, en el tipo información que se retiene, en los materiales que se revisa, etc. Todo ello tiene como consecuencia una parcialización personal en tanto la nueva información recibida no va a hacer más que reforzar los prejuicios, antes que reformular las creencias y actitudes. De igual manera, los prejuicios están vinculados con la falta apertura mental de las personas hacia nueva información. Las personas menos prejuiciosas tienen más facilidad para entender información acerca de valores culturales distintos. Por otro lado, también es posible crear en las personas estereotipos o prejuicios que no existían, de los cuales se puede generar conductas manipuladas. Esta situación se ha visto en varios estudios. Citaremos como ejemplo, una investigación en la que se describió a un grupo de personas las características que suele tener un anciano (problemas de memoria, dificultades para caminar). Lo que se pudo observar posteriormente, fue que dicha información generó un cambio de actitud en los sujetos del estudio hacia sus padres o abuelos ancianos; lo que provocó, además, que estos últimos dejaran de cumplir algunos roles y tuvieran más dificultades para caminar. Otro ejemplo de esta inducción de estereotipos y actitudes prejuiciadas, se puede apreciar en estudios que demostraron que, cuando a alumnas escolares se les hace referencia a la gran capacidad verbal de las mujeres antes de un examen, sus resultados son mejores que si esto no ocurre. Las personas menos prejuiciosas tienen más facilidad para relacionarse con personas distintas y tener vínculos "más sanos" con otros, ya que esto permite tener buenas relaciones independientemente de las características de los demás, favoreciendo un disfrute mayor de las diferencias en términos de creencias y valores, inclusive en relación a temas difíciles como la religión o la política. En el sentido opuesto, el prejuicio puede tener consecuencias "positivas" para algunas personas, en la medida que aumenta las oportunidades de los grupos mayoritarios. Tal fue el caso de los grupos de blancos en Estados Unidos, quienes tenían una "condición racial" que aumentaba la probabilidad de ser contratados en empresas, frente a una persona con iguales capacidades y experiencia aunque de raza distinta. Finalmente, cabe mencionar que el prejuicio tiene una contraparte positiva, de tipo adaptativa. Los estereotipos y prejuicios como referentes personales y como estrategias de categorización social, facilitan la toma de decisiones y la respuesta a estímulos sociales. De esta manera, por ejemplo, algunos grupos religiosos tienen claridad sobre el tipo de personas con las que pueden (y quieren) intimar más, una vez que conocen su orientación religiosa; pudiendo tener ante todo lo demás una actitud de negación y rechazo, incluso antes de profundizar en las características especiales. La personalidad prejuiciosa El desplazamiento de la agresividad sobre chivos expiatorios puede ser una tendencia humana, pero no es cierto que todas las personas la alberguen en el mismo grado. Podemos llegar más lejos y decir que hay personas predispuestas al prejuicio, no solo debido a influencias externas inmediatas, sino por el tipo mismo de personas que son. Nos referimos a estos individuos como “personalidades autoritarias”. Básicamente tiene las siguientes características: - Suele tener creencias rígidas y poseer valores tradicionales. - Es intolerante con la debilidad. - Tiende a ser altamente positivo. - Es receloso y respeta la autoridad. Aunque es cierto que los adultos autoritarios y con alto nivel de prejuicio suelen tener padres con tendencia a la dureza y a utilizar el “amor condicional” como técnica de socialización, no es necesariamente verdad que fuese esto lo que causara el desarrollo de prejuicios en esas personas. Los padres de las personas autoritarias suelen tener, a su vez, grandes prejuicios contra las minorías, y puede suceder que el desarrollo del prejuicio en algunas personas se debe a conformismo, con arreglo al proceso de identificación. Cabe sugerir que en muchos casos el niño aprende toda una serie de prejuicios mientras está sentado sobre las rodillas de la madre. Eliminación de prejuicios Los prejuicios, como aspectos enraizados en la ideología y estilo de vida de las personas, son difíciles de cambiar. El solo hecho de investigar más sobre el tema ya contribuye a colocarlo en la "agenda" de conversación de las personas. Lamentablemente, esto tiene también una contraparte negativa en el sentido que el prejuicio se vuelve menos evidente o más encubierto. En muchos países se está tratando de desarrollar programas o proyectos para disminuir el prejuicio o eliminarlo, los cuales deben estar basados en los orígenes del mismo, de manera que se consideren todos los aspectos de forma integral. Los estudios demuestran que los estereotipos y prejuicios pueden reducirse exitosamente y la percepción de la realidad puede volverse más exacta, cuando las personas conocen sus beneficios y se encuentran motivadas al cambio. Una de las formas más efectivas para lograr el cambio de actitudes es desarrollar empatía, es decir, la capacidad para ponerse en lugar del otro. Esto puede ser trabajado tanto con niños como con adultos, por ejemplo planteando preguntas de reflexión como las siguientes: ¿por qué los demás actuarán de esa manera?, ¿qué sentirán cuando son discriminados?, etc. Asimismo, imaginarse a un tipo de persona (víctima de discriminación) en un rol distinto al estereotipado puede contribuir enormemente. Por ejemplo, la existencia de programas de televisión con protagonistas negros (tal como el Show de Bill Cosby) ha servido para que la población en general desarrolle una actitud más positiva hacia ellos; de igual manera, las telenovelas que presentan mujeres "fuertes" o en las cuales hombres y mujeres intercambian roles, suelen disminuir los prejuicios sexista. También es posible disminuir los prejuicios aumentando y mejorando la calidad del contacto con otros grupos. Pero este contacto debe tener ciertas características o condiciones, por ejemplo, es necesario que exista un contacto real con miembros de otros grupos, también es importante que en este contacto los miembros de grupos diferentes tengan el mismo estatus unos con otros. Además, desarrollar actividades conjuntas de tipo cooperativo, antes que de competencia entre los grupos, mejora las relaciones sociales (Morris y Maisto, 2001). Si estas condiciones no están establecidas, el contacto podría tener como efecto la agudización de problema. Otro método interesante para reducir el prejuicio y la discriminación, es establecer reglas y normas sociales que exijan un trato justo. En muchos países del mundo existen actualmente sistemas normativos nacionales más igualitarios que hace 50 años; sin embargo, aún existen algunos aspectos que deben ser revisados, en tanto pueden llevar a la discriminación. Por otro lado, la imposición de normas en grupos específicos (escuelas, empresas) puede ser favorable, aunque debe ir de la mano con un trabajo de tipo social, pues la sola imposición puede llevar a aumentar el prejuicio encubierto o moderno, mencionado anteriormente, en la medida en que al haberse desechado formalmente cualquier actitud discriminatoria, supuestamente ya no existe el prejuicio, haciéndose entonces más difícil aún identificarlo. Definitivamente, el método más adecuado para disminuir la discriminación y el prejuicio es la educación. Para algunos psicólogos sociales es importante enseñar a identificar los valores y actitudes personales, así como analizar las inconsistencias en los valores, creencias, actitudes y comportamientos propios. Asimismo, una educación basada en la aceptación y tolerancia hacia opiniones y propuestas distintas o contrarias a las propias pueden contribuir a eliminarlo (Morris y Maisto, 2001). Finalmente, cabe mencionar que los prejuicios no se combaten con castigos ni amenazas, como se pensó en algún momento (Mann, 1973). Esto se desprende de los nuevos conocimientos sobre desarrollo infantil y la comprensión del funcionamiento cognitivo y emocional de las personas. Se conoce que los cambios de hábitos, cambios de actitudes y cambios ideológicos, se logran a mediano plazo y que lo que se requiere es ofrecer información y brindar espacios para discutir sobre el tema, para lograr cambios perdurables. Asimismo, se tiene claridad que los castigos, las amenazas e incluso el solo cambio en las leyes nacionales o la normatividad legal, por si mismo, no genera cambios importantes de larga duración. Concepto de objetividad La objetividad es la cualidad de lo objetivo, de tal forma que es perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir (o de las condiciones de observación) que pueda tener cualquier sujeto que lo observe o considere. Por la definición ante dicha, la objetividad es un desideratum en cuanto es tratada siempre por sujetos, sin embargo existen claros criterios que hacen en mayor grado objetivo o no el discurso sobre algo o alguien. Por ejemplo los criterios de verdad en gnoseología, el principio de realidad en psicología y las tablas de verdad en lógica, o las formulaciones correctas de explicaciones matemáticas dan pautas objetivas; un ejemplo de enunciado objetivo típico es: «las hojas de las plantas con clorofila son percibidas visualmente casi siempre de color verde por el Homo sapiens», por el contrario un ejemplo típico de enunciado subjetivo es (aunque sea válido): «las plantas cuyas hojas son de color verde, visualmente son hermosas». En el sentido filosófico de la palabra sirve para caracterizar: » un objeto en cuanto objeto, » el conocimiento o la representación de un objeto, » el sujeto de ese conocimiento o autor de esa representación. Los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos, raciocinio, experiencia y aprendizaje. Todos estos elementos pueden brindar a una persona una percepción de la realidad que puede estar equivocada. Cuando una persona no es objetiva, se centra en las circunstancias y no en los problemas. Observa las cosas superficiales, pero no el fondo. Probablemente todos conocemos a alguien que comete un error al no juzgar correctamente la realidad: la persona desilusionada porque había idealizado a su pareja, el muchacho que reprobó el examen porque pensó que sería más fácil de lo que esperaba, el trabajador que no juzga correctamente las circunstancias y pone en peligro a los demás, las personas que discuten porque uno de ellos se aferra a su propia visión. Ser objetivo es un reto importante, porque exige de nosotros ver los problemas y las situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y razonamiento. Esto por supuesto es complicado cuando las conclusiones se basan más en los sentimientos. Por ello el valor de la objetividad es tan importante, porque nos permite dar su justo peso a los acontecimientos y obrar de una forma coherente. Una de las formas más eficientes de vivir el valor de la objetividad es viendo los problemas y las situaciones desde todos los puntos de vista. En este proceso el escuchar la opinión de gente madura y desinteresada nos permite observar las cosas con menos apasionamiento y con mayor objetividad. En ocasiones estamos tan inmersos en los problemas que no logramos ver la solución, por obvia que parezca. En otras ocasiones nos aferramos a nuestro orgullo o a un juicio equivocado por no contar con toda la información necesaria. La objetividad nos permite tomar decisiones más eficientes, mejora nuestras relaciones humanas, tiene un impacto positivo en la familia. La objetividad nos permite ser más justos con quienes nos rodean y siempre nos abre las puertas. La lucha por ser objetivos implica el ceder un poco ese "Yo" que a veces nos pesa tanto. En ocasiones no es orgullo, ni soberbia, sino que simplemente tenemos una tendencia natural a creer que tenemos la razón. Si evaluamos siempre que existe la posibilidad de estar equivocados, nos permite ser más certeros y apreciar todo con mayor objetividad. Para vivir este valor siempre es conveniente: No permitir que las circunstancias o personas nublen el hecho central que estamos tratando de resolver. Escuchar atentamente, pedir consejo y considerarlo seriamente. No apasionarse. Los sentimientos son fundamentales para el ser humano, pero no son el único factor para evaluar un problema o situación. Centrarse en los hechos, no en las personas. Es fácil perder objetividad cuando decimos "es que siempre haces lo mismo, eres igual que tu papá". Es mejor atender a qué ocurrió y que razones y consecuencias se desprenden del hecho, sin calificar a la persona. No precipitarse en los juicios. Quien es objetivo razona, observa, escucha y concluye en base a información. Si no se realiza este proceso los juicios son apresurados, no se vio todo lo que había en juego y tal vez no se sabe todo lo necesario para entender lo que realmente sucede. Una persona objetiva siempre es apreciada porque genera a su alrededor un sentido real de paz y de justicia. El valor de la Objetividad, además de ahorrarnos muchos dolores de cabeza, puede hacernos mejores personas. Concepto de Comunicación En sus términos más simples, la comunicación es el proceso de transmitir y recibir ideas, información y mensajes entre individuos. La sociedad humana se funda en la capacidad del ser humano para transmitir intenciones, deseos, sentimientos, conocimiento y experiencia de persona a persona. En su sentido más amplio, la comunicación tiene como interés central a aquellas situaciones de comportamiento en las cuales una fuente transmite un mensaje a un captador del mismo con un intento consciente de afectar el comportamiento del último. La comunicación se refiere al proceso especial que hace posible la interacción entre la especie humana y permite a los hombres ser sociables. Existen tres puntos importantes que deben considerarse: primero, la comunicación debe abarcar a dos o más personas; segundo, es un intercambio de información de ida y vuelta; y tercero, implica entendimiento. Tipos de comunicación Verbal No verbal Gráfica. La Comunicación Verbal Se refiere a la comunicación que se vale de la palabra para dar el mensaje, es la principal forma de comunicación que se utiliza. Puede ser oral o escrita. Por ejemplo: Conversaciones, juntas, entrevistas, memorándos, cartas, tablero de avisos, correo electrónico, páginas de internet etc. Independientemente del tipo de comunicación que se lleve a cabo es importante tomar en cuenta las palabras, el significado que les damos, el contexto en que se utilizan, y los estímulos sociales que existen. Para que la comunicación sea efectiva se requiere que esta sea precisa, clara y bidireccional. El lenguaje escrito o hablado puede ser confuso. Cada uno puede tener una interpretación personal de los símbolos utilizados en la comunicación, por esto es importante: Conocer el tema del que se está hablando. Reunir hechos esenciales Ser específico Organizar las ideas y pensamientos. Comunicación No Verbal Se puede comunicar sin pronunciar palabras, sin escribir cosa alguna. Las acciones son actividades de comunicación no verbal que tienen igual importancia que la palabra y las ilustraciones. Puede ser por medio del movimiento corporal (postura, gestos, ademanes), la prosémica (uso físico de los espacios), etc. La comunicación no verbal incluye expresiones faciales, tono de voz, patrones de contacto, movimientos, diferencias culturales, etc. En la comunicación no verbal se incluyen tanto las acciones que se realizan como las que dejan de realizarse. Así, un apretón de manos fuerte, o llegar tarde todos los días al trabajo son también comunicación. Comunicación Gráfica La comunicación gráfica y las ilustraciones son complemento para la comunicación de tipo verbal, se refiere a los apoyos gráficos que se utilizan tanto para apoyar un mensaje como para trasmitir una idea completa. De igual manera, las fotografías, pinturas y similares obras de arte tienen una función de comunicar por sí mismas, por medio de la imagen que trasmiten. Elementos básicos de la comunicación 1.- Emisor: siempre hay intencionalidad de diferente carácter. Las intencionalidades se pueden conseguir según los tipos de emisores, No todos los receptores tienen la misma capacidad de persuasión. Si las intencionalidades son poco claras la persuasión suele ser recibidas de forma negativa. 2.- Receptor: hoy en día el protagonista de la comunicación es el receptor. Encontrar al receptor en las condiciones más idóneas. Siempre se necesita información del receptor. 3.- Mensaje: es la información de la comunicación, también es el objeto de la comunicación. Ha de ser eficaz para conseguir la intencionalidad del emisor. Un mensaje puede ser cualquier cosa: un texto, obra de arte, gestos, emociones, silencios. Cualquier forma de expresión es un mensaje en potencia. Barreras de la comunicación. En el proceso de comunicación también pueden existir problemas que traen como consecuencia los tan frecuentes "malentendidos" o "fallas de comunicación". Las barreras son obstáculos en el proceso, que pueden anular la comunicación, filtrar o excluir una parte de ella o darle un significado incorrecto, lo cual afecta la nitidez del mensaje. Existen tres tipos de barreras Barreras personales: son interferencias de la comunicación que provienen de las emociones, los valores y los malos hábitos del individuo. Por ejemplo, cuando alguien está muy triste puede percibir el mensaje de manera negativa; o al contrario, cuando está ilusionado o enamorado, modifica la manera de captar el mensaje debido a lo que siente. Barreras físicas: son interferencias de la comunicación que ocurren en el ambiente donde ésta se realiza, por ejemplo un ruido repentino, un lugar muy bullicioso donde se lleve a cabo la comunicación, un teléfono con interferencia, etc. Barreras semánticas: las barreras semánticas surgen de las limitaciones de los símbolos a través de los cuales nos comunicamos, cuando el significado no es el mismo para el emisor que para el receptor. Por ejemplo, si una persona hace un pedido y dice que lo quiere "lo más pronto posible", esto puede tener diferentes significados, desde la persona que lo entiende como "inmediatamente", hasta la que lo entiende como "rápido pero no es tan urgente". Clases de comunicación Las comunicaciones, en general, pueden ser clasificadas en: Intencionales: Que son aquellas, como su nombre lo indica, que se hacen intencionalmente, sean ellas escritas, verbales, por señales u otros medios, y No intencionales: Que son las que, también como su nombre lo sugiere, que no se tuvo la intención de transmitir, pero, que sin embargo, se emiten. Por ejemplo: la vestimenta, el rubor, el temblor de las manos, el color tostado de la piel, etc. Muchas veces estas comunicaciones no intencionales no se las desean hacer, se las trata de ocultar, pero, a un observador perspicaz no se le pueden escapar y le sirven para obtener datos de su interlocutor conformado o negado lo que intencionalmente éste le está comunicando. De ahí su utilidad en la actividad profesional como aseverativas o negativas de lo que se nos comunica intencionalmente. Concepto de Empatía El concepto de empatía es uno de los más complejos ya que su definición no es fácil. La empatía es la capacidad que un individuo o hasta un animal puede tener de sentir aquello que otro tiene y, por tanto, compartir su sufrimiento. La empatía no es equiparable a otros sentimientos ya que es muy peculiar. Sin embargo, puede ser relacionada con otros sentimientos tales como el amor, la compasión, el compañerismo y la entrega por el otro. El término empatía proviene del griego, empatheia, que significa en otras palabras la unión física o emotiva por el que sufre. En muchos sentidos, la empatía puede ser comparada con el altruismo siendo este la capacidad de entregarse uno mismo en pos del bienestar del otro. La empatía implica cierta entrega pero más que nada en lo que respecta al acompañamiento. Cuando una persona se muestra empática para con otra, esto no quiere decir necesariamente que busque solucionar su problema o afección sino simplemente apoyarla y demostrarle su presencia a partir del permanente acompañamiento. En muchos casos, la empatía es una sensación pasajera que puede no implicar más que compartir el sentimiento de sufrimiento. Si bien la empatía es analizada en la mayoría de los casos desde perspectivas sociológicas o psicológicas, también hay un costado biológico de la misma ya que la capacidad de sentir empatía puede estar presente en algunos individuos de manera mucho más clara y evidente que en otros. Esto tiene que ver con una predisposición instintiva a sentir la necesidad de acompañar y proteger a quien lo necesita. La falta de empatía y de total ausencia de solidaridad, por su parte, son rasgos característicos de nuestra sociedad actual en la cual cada individuo tiende a buscar su satisfacción personal antes que mostrar compasión con aquellos que más lo necesitan. Tipos de Empatía Imaginativa: Es la tendencia a identificarse con personajes de ficción o de las historias que cuentan los demás. Se trata de personas sensibles y muy imaginativas, que se emocionan fácilmente con películas, obras de teatro, novelas, etc. Realista: Es la capacidad para ponerse en el lugar del otro sin dejarse arrastrar por las emociones. Son personas que pueden observar situaciones reales de la vida cotidiana desde el punto de vista de otro sin tener por ello una respuesta afectiva, y son capaces de controlarse muy bien a sí mismos y a sus respuestas emocionales. Afectiva: Es la de las personas que tienden a preocuparse más por lo demás que por sí mismas. Se trata de individuos con una emotividad, un sentido de la compasión y un cariño por los demás muy grandes. Reactiva: Las personas con este tipo de empatía manifiestan sentimientos de ansiedad y malestar al observar experiencias negativas sucedidas a otras personas. Son personas que pueden llegar a perder el control ante situaciones de sentimiento ajeno, y que, precisamente por ello, tienden a evitarlas. Conclusión. Relación entre conceptos. Este cuarteto de conceptos planteados anteriormente son capacidades que los seres humanos utilizan en menor o mayor cantidad dependiendo de su estructura propia, que viene dada por su contexto e historia de vida. Es así como a partir de la Comunicación en todos sus niveles, somos capaces de introducirnos a la relación con otros, de manera tal que se abre un nuevo universo de experiencias en el que la persona a partir de la acción, la palabra, el gesto, el dibujo, es capaz de expresar su ser interior para manifestar todo aquello que siente, piensa y/o anhela. Por lo mismo para que alguien se comunique efectivamente se requiere de un receptor de la información emitida, este receptor puede generar o no el proceso emocional de la Empatía, que posibilitaría obtener una visión del estado del ánimo del otro, siendo una opción absolutamente personal la comprensión del mismo. De esta manera, cada cual tiene la libertad de manifestar su respuesta de acuerdo a su propia experiencia y estado de ánimo, en este punto quien fuera emisor se convierte en receptor del mensaje del otro, lo que implica el mismo proceso empático. Aún así para que una comunicación efectiva se dé en un momento determinado entre dos personas o más, siempre es necesario dar lo mejor de sí y hacer un esfuerzo por comprender la postura de quien expresa su opinión. Por lo mismo se concluye que cuando se conocen los intereses de otra persona y se expresan las ideas de acuerdo a ello la comunicación es posible y a partir de ello, la empatía debe ayudar a comprender cómo es una persona y a hablarle al corazón. Sólo eso es comunicación. Como expresa Lewis Carroll en su libro “Alicia en el país de las Maravillas”: «Una de las cosas más difíciles del mundo es transmitir las ideas con exactitud de una mente a otra.» Como bien se ha enunciado la empatía es una especie de percepción y de comprensión del comportamiento del otro que conduce a una sensibilidad por sus necesidades y a una flexibilidad para saberlas manejar con justicia y Objetividad. Es aquí donde entra en juego la siguiente capacidad, es decir la Objetividad, que no es otra cosa que el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea. Cuando una persona no es Objetiva se centra en las circunstancias y no en los problemas, es decir pierde la Empatía, sólo observa las cosas superficiales, pero no a fondo, se pierde la habilidad de ver que los sujetos sociales no son un bloque único, no son homogéneos ni neutrales. Por lo que el desarrollo de distintos tipos de relaciones sociales, que tienen como protagonistas a distintos sujetos sociales está plagado de conflictos, luchas, rebeliones, revoluciones, consensos y acuerdos.