¿Cómo leer Orientalismo?

March 27, 2018 | Author: Carlos Said | Category: Orientalism, Michel Foucault, Truth, Western World, Reading (Process)


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¿Cómo leer Orientalismo?Kamal Cumsille Universidad de Chile Se dice comúnmente sobre Orientalismo de Edward Said, que es un libro que denuncia los estereotipos, los mitos, las intenciones de dominación, o bien, digamos de manera general y vulgar, que denuncia todo lo que los malos y fuertes occidentales han inventado sobre los débiles e inocentes orientales. Quiero sostener en esta presentación que concebir de esta forma el libro de Said, constituye un error. Quizá el síntoma más plausible de esta lectura deficiente, y que refleja los efectos nocivos de una recepción tal, sea el artículo de Maxime Rodinson (prominente especialista francés en estudios islámicos) titulado “Fantasmas y realidades del Orientalismo” de 1994. En un libro anterior, La fascinación del Islam de 1980, es decir, catorce años antes del mencionado artículo, y sólo dos años después de la publicación de Orientalismo, Rodinson había formulado ya una crítica al libro de Said, pero hay que decir que ésta era mucho más inteligente y fría, a pesar de la cual, reconoce importantes méritos al trabajo de Said, y en este sentido, es también justa. ¿A qué se debe entonces una crítica carente de fundamentos, llena de rabia y que demuestra no haber entendido absolutamente nada sobre el propósito de Orientalismo en el artículo señalado? Antes de proceder a citar algunos pasajes del texto, diremos que se debe al ambiente que generó la recepción del libro en cuestión. Precisamente como fue ampliamente entendido como un libro de denuncia, se convirtió en bandera de lucha contra lo que sería el discurso imperialista occidental, por parte de personas que mostraron desconocer por completo el método, la finalidad y las fuentes teóricas de Said. Rodinson escribe (la cita es larga, pero merece la pena): “La disputa que se ha entablado alrededor del ‘orientalismo’ podría servir de modelo a la historia de las discusiones, las confusiones, los trapicheos y las manipulaciones de tipo ideológico. Una niebla espesa se ha esparcido a partir de una multitud de publicaciones, que proceden en gran parte de autores que, en el mejor de los casos, no tienen más que un conocimiento limitado del tema en debate. (…) Sin embargo han difundido un análisis que es en realidad la interpretación ideológica –a menudo de poca honestidad intelectual- de todo un campo científico. Este análisis ha tenido un gran éxito explotando sentimientos y pasiones muy difundidos en amplios círculos, sentimientos y pasiones condensados de forma desigual en sistemas de formulaciones ideológicas. (…) El resultado buscado y obtenido es un efecto de terror intelectual. Sabios eminentes y de la más grande valía sienten desde ahora miedo y vergüenza de ser calificados como orientalistas. ‘Papá: ¿qué es un orientalista?’ decía ante mí una niña pequeña a su padre, un escritor árabe que vive en Estados Unidos. La respuesta fue sustanciosa: ‘Es un pobre hombre que dice cosas malas sobre los árabes’. (…) El agente principal de esta ‘mitologización’ ha sido en los últimos decenios Edward Said y su libro Orientalism, que ha tenido un éxito enorme, primero en los Estados Unidos, donde se publicó y después en numerosos países”.1 ¿Se deben estos juicios a que Rodinson sea “un ex estalinista incapaz de entender la naturaleza de la crítica”, como hubiera dicho Said contestando al escrito recién citado? O ¿más bien se debe a que, en parte, efectivamente (y más allá de la deficiencia de los argumentos de Rodinson), el artículo da cuenta de un ambiente que ha generado la recepción de Orientalismo, que ha impedido la comprensión de su verdadero propósito? Incluso esta recepción errada a la que nos referimos, se puede ver en intelectuales de la talla de Immanuel Wallerstein, quien en su discurso “El eurocentrismo y sus avatares: el dilema de las ciencias sociales”, agrupa los trabajos de Said y Abdelmalek bajo el rótulo de “el ataque contra el orientalismo”2. Que Wallerstein, que fue referencia para Said al igual que éste para aquél, utilice estos términos para referirse al libro en cuestión, refleja que los juicios de Rodinson, al menos, en lo que se refiere al ambiente que ha generado la recepción de Orientalismo, no carecen de verdad. Quienes dedicamos parte de nuestra investigación a los estudios árabes, conocemos de cerca lo que podríamos llamar “el chantaje del orientalismo”. Es decir, cualquier punto de vista que se adopte sobre los árabes y el Islam desde un cierto “afuera”, es necesariamente orientalista. Si por ejemplo, dirigimos un estudio hacia la falta de 1 Rodinson, Maxime (1994). “Fantasmas y realidades del orientalismo”, Microfisuras (nº8, 1999, 36-45), España. Pp.36-39. 2 Wallerstein, Immanuel. “El eurocentrismo y sus avatares: el dilema de las ciencias sociales”. Discurso inaugural de la ISA East Asian Regional Colloquium, "El futuro de la sociología en el este de Asia", celebrado el 22-23 de noviembre de 1996, en Seúl, Corea, y coorganizado por la Asociación Coreana de Sociología y por la Asociación Internacional de Sociología. 2 democracia en los países árabes, se nos dirá que la democracia es un modelo occidental, y que por lo tanto, pensarlo en relación a los árabes, es orientalista, ya que no se toma en cuenta la “particularidad cultural”. Luego, si intentamos problematizar el hecho de que necesariamente los países árabes tengan que democratizarse, entonces también somos orientalistas, porque equivale a decir que árabes y democracia son incompatibles, y en este caso, excluimos a los árabes de la posibilidad de lo universal. Claramente, la niebla que describe Rodinson, existe, lo que no quiere decir que éste tenga razón, sino todo lo contrario. Es verdad, Orientalismo ha sido un libro tremendamente exitoso y leído, pero lamentablemente, poco o nada estudiado. En cierta manera, con la idea de orientalismo de Said, ha pasado algo similar que con la noción de biopolítica de Michel Foucault. Tal como, en lo que de manera muy general y reducida, podríamos llamar estudios sobre culturas o civilizaciones, de un momento a otro, todo lo que se refería al oriente pasó a ser “orientalismo”, igualmente, en el campo de los estudios sobre política (por cierto, fuera de la ciencia política), todo lo que se refiere al sujeto, es biopolítica. Afortunadamente, la moda que generó Orientalismo se ha atenuado bastante, lo que constituye una señal de que estamos en un buen momento para estudiar el libro en su propio propósito, es decir, pensarlo. Este es el objeto de la presente exposición. El título ¿Cómo leer Orientalismo? no tiene la intención de presentar un resumen, una guía de lectura, ni menos la vía de una única lectura posible, sino más bien, intentar comprender el propósito del libro en cuestión, en su carácter de trabajo de pensamiento o de historia del pensamiento. Diremos: Orientalismo de Said es un trabajo filosófico, más bien histórico- filosófico, no de historiador ni de filósofo, sí histórico-filosófico. El sentido filosófico de este trabajo de Said, se entiende mejor si lo enmarcamos en el proyecto foucaultiano. Con esto no quiero decir que Said no sea más que un apéndice de Foucault, pues él tiene su propio lugar en la historia del pensamiento. Pero sí me interesa destacar que, al menos como yo lo veo, filosóficamente Orientalismo de Said se entiende mejor si lo leemos a la luz de Foucault, tal como a Foucault lo entendemos mejor filosóficamente si lo leemos a la luz de Heidegger. ¿Por qué? Porque el problema decisivo que se juega en los trabajos de los tres, aunque de diversas maneras y puntos de partida, es el de la verdad. 3 Con la idea de un proyecto foucaultiano, me refiero a ese “éthos filosófico que consiste en una crítica de lo que decimos, pensamos y hacemos, a través de una ontología histórica de nosotros mismos”3. No hay que olvidar que a Said, como a todo intelectual árabe, la crisis de 1967 le afectó profundamente. En primer lugar, porque revitalizó su recuerdo de la desposesión palestina de 1948, acontecimiento que a sus trece años, afirma haber vivido junto a su familia, pero muy apolíticamente. En segundo lugar, porque se vio atraído por el resurgimiento del nacionalismo palestino, movimiento al que adhirieron varios de sus familiares y amigos. Como académico norteamericano, esto le significó, naturalmente, nadar contra la corriente, pues como él mismo afirma, la causa palestina, en aquel ambiente académico contaba con muy pocos simpatizantes, y más aún, era considerada por muchos como una lucha antisemita, lo que en gran parte se debía a las representaciones de los árabes que operaban en Occidente. De manera que, si antes sus temas eran la “historia de la novela” o “la idea de la narración como tema de la ficción en prosa”, lo que desde entonces le interesa, es “la escritura como construcción de realidades que sirven de instrumento a uno u otro propósito. Era el mundo del poder y las representaciones, un mundo que llegaba a la existencia como una serie de decisiones tomadas por escritores, políticos, filósofos, para indicar o insinuar una realidad y borrar al mismo tiempo otras”4. Esta perspectiva crítica de la escritura y el poder, da fruto, desde 1978, a la publicación de una trilogía dedicada al estudio de las representaciones de Occidente sobre el mundo árabe e islámico compuesta por: Orientalismo (1978), The Question of Palestine (1979) y Cubriendo el Islam (1980). En este sentido, podríamos incluir a Orientalismo en esa práctica histórico-filosófica que compromete el proyecto de una ontología histórica de nosotros mismos, que se trata de “hacerse su propia historia, de fabricar como una ficción la historia que estaría atravesada por la cuestión de las relaciones entre las estructuras de racionalidades que articulan el discurso verdadero y los mecanismos de sujeción que están ligados a él, cuestión que vemos que desplaza los objetos históricos habituales y familiares a los historiadores hacia el problema del sujeto y la verdad, problema del que los historiadores no se ocupan”5. Foucault, Michel. “¿Qué es la Ilustración?”. Estética, ética y hermenéutica. Barcelona: Paidós, 1999.p.347. Said, Edward. “Between Wolrds”. En Reflections on Exile and other Essays. Harvard University Press, Cambridge - Massachusetts, 2000.p.563 5 Foucault, Michel. “¿Qué es la crítica?”. Sobre la Ilustración. Madrid: Tecnos, 2004.p.21 4 3 4 A partir de esto, ya estamos facultados para decir, que Orientalismo, no es de ningún modo un libro de denuncia, sino que es más bien, un trabajo histórico filosófico que trata de las relaciones del sujeto occidental con esa parte de la verdad que sería el oriente o lo oriental. El mismo Said es enfático al decir: “no hay que creer que el orientalismo es una estructura de mitos que se desvanecería si dijéramos la verdad sobre ella. Yo mismo creo que el orientalismo es mucho más valioso como signo del poder europeo-atlántico sobre Oriente que como discurso verídico sobre Oriente (que es lo que en su forma académica pretende ser). Sin embargo lo que tenemos que respetar e intentar comprender es la solidez del entramado del discurso orientalista, sus estrechos lazos con las instituciones socioeconómicas y políticas existentes y su extraordinaria durabilidad”6. “Por lo tanto, el orientalismo no es una simple disciplina o tema político que se refleja pasivamente en la cultura, en la erudición o en las instituciones, ni una larga y difusa colección de textos que tratan de Oriente; tampoco es la representación o manifestación de alguna vil conspiración ‘occidental’ e imperialista, que pretende oprimir al mundo ‘oriental’. Por el contrario, es la distribución de una cierta conciencia geopolítica (…); es la elaboración de una distinción geográfica básica y también de una serie completa de ‘intereses’ que no sólo crea el propio orientalismo, (…); es, sobre todo, un discurso que de ningún modo se puede hacer corresponder directamente con el poder político, pero que se produce y existe en virtud de un intercambio desigual con varios tipos de poder”7. Los pasajes citados, muestran que la crítica de Rodinson hacia Said como un no especialista, que no conoce bien la historia, la literatura ni las lenguas del Oriente al que se refiere, carece de relevancia. Porque a Said en Orientalismo no le interesa, precisamente, la historia de oriente ni el pensamiento europeo sobre lo oriental en cuanto tal; en cambio, como trabajo de historia del pensamiento, se ocupa del camino que hay entre la historia social y los análisis formales del pensamiento para dar cuenta de las formas en que se han articulado los juegos de verdadero y falso sobre el Oriente, sus condiciones de surgimiento y aceptabilidad para el sujeto europeo, y para los mismos “orientales”. Por eso mismo, le interesa tanto la institución académica, como la literatura y los relatos de viajes, que finalmente son los textos que forman la imagen de oriente para el europeo medio. Es en 6 7 Said, Edward. Orientalismo. Madrid: Debate, 2002.p.26 Ibid.p.34 5 sentido foucaultiano, una “historia de las veridicciones” sobre Oriente. Lo que en definitiva traza Said en Orientalismo, son los elementos de una “arqueología del saber” sobre lo oriental. Para comprender mejor en qué sentido Orientalismo ha de enmarcarse en el proyecto foucaultiano, tomaré dos textos de Foucault, heterogéneos entre sí en cuanto a tiempo y tema, pero no en cuanto a problemática. Creo además, que estos textos nos son útiles para el propósito de pensar Orientalismo. El primero, pertenece al apartado titulado “modificaciones” de la introducción al segundo volumen de la Historia de la sexualidad (1984), donde Foucault haciendo una especie de retrospectiva de su obra dice: “después de todo, aquello a lo que me he sujetado –aquello a lo que me he querido sujetar desde hace muchos años- es una empresa que busca desbrozar algunos de los elementos que podían ser útiles a una historia de la verdad. Una historia que no sería aquella de lo que puede haber de de cierto en los conocimientos, sino un análisis de los ‘juegos de verdad’, de los juegos de falso y verdadero a través de los cuales el ser se constituye históricamente como experiencia, es decir como poderse y deberse ser pensado”8. El análisis que este proyecto compromete, es una especie de problematización que tendría una dimensión arqueológica y una genealógica. “La dimensión arqueológica del análisis – dirá Foucault – permite analizar las formas mismas de la problematización; su dimensión genealógica, su formación a partir de las prácticas y de sus modificaciones”9. El segundo texto, pertenece al prefacio a la primera edición de la Historia de la Locura de 1961, es decir, tiene una diferencia de trece años. El pasaje que a continuación citamos, tiene crucial relevancia para lo que se viene discutiendo en esta presentación, pues, si el anterior mostraba al proyecto foucaultiano como el trazado de unos elementos que podían contribuir a una historia de la verdad, lo que sigue, muestra que este proyecto desde sus inicios, no había prescindido de una referencia al Oriente como parte de ella: “En la universalidad de la ratio occidental, hay esa partición que es el Oriente: el Oriente pensado como el origen, soñado como el punto vertiginoso en donde nacen las nostalgias y las promesas de retorno; el Oriente se ofrece a la razón colonizadora de Occidente, pero indefinidamente inaccesible, porque permanece siempre como el límite: noche del 8 9 Foucault, Michel. Historia de la sexualidad 2- el uso de los placeres. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003.p.10. Ibid.p.p.14-15 6 comienzo, donde Occidente se ha formado pero en la cual ha trazado una línea divisoria; el Oriente es para él todo lo que él no es, aún cuando deba buscar allí lo que es su verdad primitiva. Será preciso hacer una historia de esa gran partición, a lo largo del devenir occidental, seguirla en su continuidad y sus intercambios, pero también dejándola aparecer en su hieratismo trágico”10. Lo que hace Said en Orientalismo, es precisamente una historia de Oriente, traza la historia de esa parte de la verdad occidental sobre el Oriente, y específicamente, sobre ese Oriente que se ofrece a la razón colonizadora de Occidente. No como lo que hay de cierto acerca de éste, ni sobre los estereotipos o ideologías occidentales sobre el mismo, sino las formas en que se articulan los juegos de verdad en Occidente sobre su otro Oriental. Es una problematización del Oriente a partir de una arqueología de los discursos académicos, políticos y literarios, y una genealogía de las prácticas coloniales. Para concluir, veamos un pasaje de la introducción de Orientalismo, que resulta bastante elocuente a este respecto: “yo estudio el orientalismo como un intercambio dinámico entre los autores individuales y las grandes iniciativas políticas que generaron los tres grandes imperios –británico, francés y estadounidense- en cuyo territorio intelectual e imaginario se produjeron los escritos. Lo que, como erudito me interesa más, no es la gran realidad política, sino el detalle, del mismo modo que, lo que nos interesa en personas como Lane, Flaubert o Renan no es la verdad (para ellos, indiscutible) de que los occidentales son superiores a los orientales, sino el testimonio preparado y modulado que ofrecen los detalles de su obra dentro del enorme espacio abierto por esa verdad”11. Mi anterior referencia a Heidegger cobra ahora más sentido. Si para éste la verdad se articula en relación al problema de la metafísica, para Foucault se da en relación al sujeto, y para Said en la producción de la diferencia cultural. Así, será preciso hacer un estudio sobre “la verdad como problema político”, cuyo eje sea la serie: “metafísica-sujetocultura”. Por lo que concierne a esta ponencia, que sirva como sus notas preliminares. 10 Foucault, Michel. Prefacio a La historia de la locura (1961). ElSeminario. www.nodo50.org/dado/textosteoria/foucault10.rtf 11 Said, Edward. Orientalismo, Op.cit.p.37 7
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