Cinco Historias Sin Nombre - Mind of Brando

March 30, 2018 | Author: Berbesi Quintero | Category: Hair, Wind Speed, Love, Cigarette, Nudity


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Cinco Historias sinNombre I A él le aburría lo fácil. Era por eso que no le gustaba ir a las putas. Y cada vez que sus amigos lo invitaban después de tragos largos, él terminaba inventando alguna excusa para escurrirse en la noche. Y no era porque las considerara menos, o las despreciara, porque claramente idolatraba la belleza que habitaba en cada mujer; sino porque realmente todo el amor que había conocido hasta ese entonces, siempre fue complicado. Muy complicado. Y ese era exactamente el tipo de amor que a él le gustaba. Era como si el amor y la complicación se encontraran, se enamoraran, se enredaran y salieran a buscarlo por su nombre. – Adrián Cartagena. Les decía tomándole la mano mientras las devoraba con la clara intención que sus oscuros ojos demandaban. Siempre se presentaba con nombre y apellido. Sería por eso que la noche celosa, indefectiblemente lo encontraba por ahí. Apropiando besos de labios con dueño. Reflejado en pupilas de mujeres imposibles. Embriagado en lo peligroso. Abrazando lo prohibido. Y esa noche no era una noche cualquiera. Esa noche caía sigilosa y agazapada, acechándolo en lugares de sombra, determinada en buscarlo y encontrarlo. Y así lo descubrió sentado solo en el bar de un hotel, cohabitando con sus nómadas fugaces, mientras entraban y salían al compás de sus destinos que buscaban geografías. A él siempre le gustaron los hoteles. No para quedarse a dormir, ya que entendía que la noche no era para eso; sino por el carácter transeúnte que tenían siempre sus habitantes, especialmente los del género femenino que fueran de su agrado. Ese sentido de impermanencia lo atraía. Las posibilidades lo llamaban a jugar en la noche de un lobby, de un bar, de cualquier habitación de un hotel, con una mujer que quisiera cobijarse en su amor y presenciar su arte. Porque después de todo, él comprendía que amar es un arte, y de alguna manera, era lo mejor que hacía. volviendo al aire que lo diluía. esperaba a cualquier mujer. Lo inhalaba con certeza hacia su pecho. Una gran barra. y sillones de pana roja que emanaban una lujuria ostentosa. especialmente por los rincones. Como muchas otras noches. se preguntaba por qué sería que casi todos los bares de hoteles tienen nombre de mujer. Depositó su cartera en la barra y se sentó a un par de asientos de distancia. ella . era su cómplice. Aunque raramente caía alguna gringa por aquí. porque él de inglés. Una que después de una larga jornada laboral. no entendía nada. bajo luces pobres que en su complicidad pintaban lugares íntimos. pero más que eso. El hotel era simple. y estuviera abierta a la posibilidad de terminar el día acurrucada en los brazos de lo que le brindara la noche. decidiera que necesitaba un trago. Sino a esa que supiera lo que quería. Ante la pregunta del barman y sin pedir el menú de tragos. y el humo que lo habitaba se disipaba en sus labios. él marcaba el paso del tiempo con bocanadas del humo de un cigarrillo. Éste se llamaba Rachel's. Tenía un vestido blanco de lino que le abrazaba los senos. ‘En inglés sonaba un poco más exótico. pero no a una mujer cualquiera. El hecho que el hotel estuviera cerca del aeropuerto. un poco barroca. ‘Raquel’. Y mientras contemplaba el hielo cambiar su estado. que lo recibía.Su 'gin & tonic' era compañero. Ella miró las mesas con los sillones rojos y después de una pequeña pausa se acercó al bar. se contraía.’ Pensó mientras saboreaba algún recuerdo en el que sus besos se expresaban mejor que sus palabras. Entre los sorbos de su trago amargo. que siempre parecía estar por terminarse. se expandía. y la vio acercarse al bar a través de un gran espejo con marco dorado. que le permitía notar quien se aproximaba sin dejar escapar su intención. le ponía el toque final a la dinámica de sus efímeros habitantes. su capa y su batuta. pero el bar tenía todos los elementos necesarios para una buena cacería. pero de alguna manera quería despojarse del día y aprovechar lo que le reparara la noche. de reinventarse. Esta noche llegó a su habitación y se quitó los zapatos. Estaba cómoda conviviendo con su propia piel. con todo su exponente de mujer que latía en cada movimiento. Y aunque esa misma mañana le habían parecido una gran idea. Ni se molestó en encender la televisión. de esa vida que quizás nunca tuvo. Los dejó caer sobre la alfombra y se recostó en la cama por unos minutos. En ese mismo momento. él supo claramente que ella no estaría esperando a nadie. Él trataba de no mirar en su dirección. Se notaba que no le pedía disculpas a su cuerpo por ser. Viajar sola era una manera de reencontrarse. en otra ciudad. Por ahora no había más tarea para sus manos que encender otro cigarrillo y dejar escapar una pequeña sonrisa entre tanto humo. algo que no delatara su cuerpo ante los ojos atónitos de los hombres que su profesión pusiera en su camino. de vivir un rastro fugaz de esa vida que ya no tenía. II Milena Santiago estaba un poco cansada. Casi siempre era un traje para cada día. pero otro poco porque la realidad de tanta belleza lo asustaba. Eran unas sandalias negras de taco alto que emanaban poder. después de todo eran siempre las . porque ni siquiera se los pintaba mucho para no desviar la atención de lo que estuvieran diciendo. Ya que en el ámbito profesional. Se acababa de bañar. Sus hombros al desnudo y su cabello rojizo y húmedo emanaban seguridad.ordenó lo que quería sin titubear. No era todos los días que se encontraba fuera de casa. era muy importante que lo único que hablara por ella fueran sus labios. con sus formas voluptuosas. un poco porque esa era su táctica. Y hasta por ahí nomás. respirando una noche libre de todas sus responsabilidades. como siempre. Cada vez que hacía la maleta empacaba lo justo. los tacos la estaban matando después de tantas horas. la encontraban repentinamente mujer. la primera que le habló de su cuerpo en una forma real y comprensible. esto era un hotel. aunque todavía no lo fuera. Si estuviera en casa. su reflejo. Mujer. las mismas lágrimas pero de diferentes madres. lo hacía de una forma sensual. Su madrina tenía el mismo tipo de figura voluptuosa. Al principio los trataba de esconder. su propio arsenal de movimientos. Y esa mujer sería su referente. destilando las impurezas del día que ya casi no existía. . o arquear su cuerpo. Una parte de ella se hubiera sacado el sostén y hubiera compartido la cama con un libro. se hubiera sumergido en la bañera.mismas noticias pero en diferentes lugares. Optó por el silencio y el murmullo de sus pensamientos. sus familiares. Un par de meses después ya no podía disimularlos. La otra parte quiso aclarar su mente y relajar su cuerpo bajo el agua caliente de una ducha. empañando el espejo que la contemplaba inmóvil. su propio tiempo al que se tendría que abrazar. Al menos la presión era fuerte y le masajeaba los hombros purificándola. su exponente. sus senos tenían su propio lenguaje. Antes que la atraparan esas sábanas tibias. y hasta los amigos de sus padres. Desde temprano en su adolescencia. por el resto de su vida. antes de quedarse satisfechamente dormida como lo había hecho tantas veces. Ella no era la única a la que su cuerpo había tomado por sorpresa. Era la forma en que se entendía con su cuerpo. sentía que su cuerpo iba madurando más rápido que ella. y fue la primera en llevarla a comprar sostenes. Aunque nadie la estuviese mirando. se paró de la cama y se empezó a desnudar. los mismos muertos pero con diferentes nombres. Sus amigas. El agua caliente de la ducha empezaba a correr. procurando no pararse derecha. Era la forma en que había aprendido a convivir con él. Primero fueron sus senos los que despertaron en forma abrupta a lo largo de un corto verano. o desperezarse frente a algún hombre que escuchara el llamado de su cuerpo. Pero después de todo. pausada y metódica. Se metió en la ducha y se dejó envolver por el agua. ante toda su majestuosidad desnuda. la primera en tener una conversación de mujer a mujer. tal como al amor. Mientras se cepillaba los dientes. mas inesperada la luna. otro poco porque bien sabía que a la noche. esas sandalias estaban hechas para la noche. sentía el zumbido de la ciudad tras su ventana. nos esconde el cansancio y por un segundo nos sentimos que podemos. nos sentimos renovados. uno la hace. Cuando llegó al delineador de ojos. Se sentía respirar de nuevo en todo ese aire caliente. Se miró al espejo empañado y entre la bruma se vio distinta. uno la acecha. Se empezó a maquillar. pensó cuanto más gruesa la línea. se pensó otra. . Una de las toallas abrazó sus senos.Se hubiese quedado ahí mismo bajo el agua toda una vida. Salió del baño y se puso un vestido que nunca debería haber traído. Era uno de esos trucos que le habían enseñado tantos viajes. III Al salir de la habitación siempre dejaba una luz encendida. cuanto más intencional su trazo. quizás en otra vida. uno la encuentra. más bella la noche. Se quitó la toalla de la cabeza. Sonrió. la otra jugaba a ser turbante. donde de alguna manera había dejado su huella momentánea al habitarlo. para que no le quedara el cabello marcado. Miró el diminuto secador de pelo amurado a la pared. quizás en un pasado que ya había pasado. A veces el agua nos engaña. Al igual que ella. Un poco por lo loco de su pensamiento. y pensó si la noche sería menos noche sin ella. y al mirar las sandalias negras de taco alto descansando sobre la alfombra. las agarró y se las volvió a poner con una sonrisa en los ojos. y decidió que bajaría al bar del hotel con el pelo mojado. Pero pensó que todo lo bueno se termina. nos sentimos nuevos de nuevo. se imaginó en otros tiempos. quizás en un futuro. Al regresar encontraría la luz o la televisión encendida. y cerró la canilla. y se sentiría volver a un lugar conocido. Se dirigió al bar. Miró hacia abajo y pensó que desde ahí arriba éramos todos hormigas. Trataba de no mirar en su dirección. bebiéndola. -¿Batido o revuelto? Le preguntó el barman con una sonrisa. Como su amiga Raquel pensó. Entró y vio unos sillones rojos aterciopelados. Se sentó a unos asientos de distancia de aquel hombre que parecía mirarla por el espejo. dejándola ver aquello que escondía la luz. y por un momento pensó en hundirse en uno de ellos. Rachel’s. el resplandor que se filtraba por debajo de la puerta. dio unos pasos en la penumbra. absorbiéndola. llamándola. Le contestó ella devolviéndole la sonrisa. pero de vez en cuando y si la situación y la compañía lo requerían. Ella generalmente no fumaba. Se sintió respirar. abrió la puerta de la habitación y se dejó entrar en la luz del pasillo. Caminó hacia la ventana y contempló la ciudad inmóvil. Prefirió ignorarlo y ordenar. Se veía un poco vacío. buscando encontrar nuestro destino antes que llegue el invierno. Se quedó un momento ahí. pero aunque se camuflaba entre la oscuridad y el humo. como lo hacía la noche. no tenía miedo a dejar arder un buen cigarro en sus pulmones. creando espacios para entrelazar el . dejándola ver aún más. mientras en sus pupilas la negrura se disipaba. como lo hacía la habitación. Justo antes de cerrar la puerta. Se veía atractivo. y antes de abrir la puerta permaneció unos instantes dejándose abrazar por la oscuridad. pero en realidad veía casi nada. Vio su reflejo en el vidrio y pensó que a veces para ver lo que no se ve. casi a nadie. se dio vuelta y miró ese cuarto oscuro que la noche invadía por la ventana. la ciudad que brillaba en la ventana. Antes de intoxicarse de tanta noche. sino por la seguridad que emanaba. oliéndola. – Revuelto. era obvio que el tipo de la barra todavía la seguía mirando por el espejo. definitivamente. no por lo lindo. Hendricks. – Martini Clásico. la veía casi toda. Bebía en forma pausada. Apagó la luz. Había sólo una persona sentada fumando. pero así son los bares de hotel un martes por la noche. tienes que dejar de mirar lo que siempre miras. pero no tenía ganas de esperar que la atendieran.Esta vez fue distinto. El murmullo de la noche se convirtió en aullido al abrir la ventana. ya que ella no era de andar con los hombros al descubierto. Quizás mañana. borrando sus miedos. Quizás un cigarrillo era lo único que le faltaba a la noche. sin pensar. se despoja de todo su poder al caer su ropa en la noche. pensó imaginándose en una de las reposeras de la piscina. descubriendo sus límites y explorándolos de su mano. Así. El Martini ya la esperaba. dibujándola en su noche. Adrián lo sabía. que te podrías poner al salir de la piscina. sino por placer. al grito dulce de su carne. aunque sea en sus ojos. Realmente para eso lo había traído. él la fumaba a ella. para ser el primero. Ciertamente él no fumaba ni tomaba por vicio. para ser perfecta. Era uno de esos vestidos de lino tipo tubo. pues no había traído un sostén sin breteles. Y en su boca pensó que era casi perfecto. y en ellas. simplemente lo quiere. metódica. unas horas antes de salir para el aeropuerto podría nadar un poco y broncearse mucho. al lenguaje de sus besos. Desencadenando sus deseos. Siempre es bueno un mal hombre que se tome el tiempo para saborear los placeres de la vida. La incomodaba un poco no tener sostén. Aunque nunca lo hubiera usado durante el día. Ese vestido era el único que tenía que no fuera de esos trajes sobrios de la oficina. que una mujer que supiera lo que quería. sin preguntas y sin pedir permiso. De una forma íntima. entregándose en cuerpo y alma a la melodía de su voz. De alguna manera entre sus dedos. Una mujer así no quiere una intimidad donde tenga que tomar decisiones. IV “No hay nada más hermoso que una mujer”. Y aunque también sabía que toda mujer es mujer. . pero en la oscuridad de un bar sabía que no se le trasparentarían los pezones. dominando. No había nada que a él le atrajera más. desenmascarando sus tabúes. no quiere que le pregunten lo que quiere. pensó ella.cigarrillo en sus dedos y pegarle un jalón sin apuro. inhalándola. aunque sea de lejos. con mayúscula. Mujer. siendo dominada. Casi siempre ese tipo de mujer que domina durante el día. su magia se nutría al hacer sentir a una mujer. Al minuto volvió con su Gin & Tonic y casi en un murmullo le dijo: Manda a decir la señora. Ella se había recogido el cabello. lo complicado.Después de todo. pero mucho más de la noche. Pero también supo que cada equivocación es una oportunidad para aprender. y esa . como un lugar. olvidándose que mientras el cazador mira a su presa. A ella no. goteando por su espalda y empapándole el vestido blanco. Adrián empujó el vaso pero no lo dejó ir. su historia. deleitándose con el fracaso de su débil embestida. claramente su Gin & Tonic necesitaba otra vida. Atraída por el peligro. Camuflado bajo todo ese humo. Y ese destino era ella. El barman entendió su señal asintiendo con su cabeza. y por supuesto sus secretos. o quizás muchos. Él sabía que ella también lo estudiaba por el espejo. Pensó él. como asumiendo la derrota. sus deseos. como algo un poco de ella. pero ahí mismo se dio cuenta que ella estaría en el espejo. sino porque luchaba por no obedecer. Especialmente de un contrincante tan bello. con todos su misterios. No era su primera vez en este bar. que le agradece su gesto. mirándolo con un una sonrisa diminuta y volteando su cabeza en dirección a ella. porque en cada mujer vive un secreto. No sólo por su color. Miró por un momento hacia abajo. pero que ella puede pagar su propia bebida. El barman se acercó. deseando ser ese secreto que ella llevara bañando su piel al nacer la mañana. Pero a Adrián Cartagena le gustaba lo difícil. pero algunos mechones tercos se liberaban de su atadura y le humedecían los hombros desnudos. Como quien acosa a una fiera nocturna. cada bocanada era un presagio que se dirigía a ella como una esquela y la envolvía en un abrazo. Lo siento. intrigada por la oscuridad. Nada de esto la incomodaba. sin querer. la fiera sigilosamente también lo contempla. En ese momento Adrián Cartagena supo que con ella se equivocó. Sí. Cualquiera hubiera esperado un par de minutos antes de fugarse de la mala noche. Su cabello gritaba rebeldía. siempre hay que visualizar el camino. para llegar al destino. Ese secreto que vestiría como la razón de su sonrisa. como saludando a un contrincante victorioso. dio vuelta la cara hacia ella y la miró levantando su vaso con elegancia. Sin titubear. antes de darse vuelta.pequeña derrota claramente le afirmaba que su destino estaba sentado a sólo unos asientos de distancia. Ella no lo quería mirar. Y aunque tenía ganas de fumar. no estaba vacía. Llamó al barman y le dijo: ¿Me traería unos fósforos por favor? El barman sonrió y rápidamente le dio una pequeña caja negra con letras doradas que decían Rachel. e instantáneamente sintió que estaba vacío. Él no se iba a quedar con la última palabra. . un poco por la rabia. aunque fuese por un puto cigarrillo. La idea de fumarse un cigarro le empezaba a parecer buena. Adrián sacó algo del bolsillo de su saco y le dijo: Entrégale esto. El barman aprovechó el intercambio entre las partes para volver a lo suyo. ella levantó su copa y lo saludó. Él inclinó su cabeza aprobando el gesto. pensó. Él barman lo miró sorprendido y se dirigió hacia ella. Encontró dos cigarrillos. Ella agarró el paquete de cigarrillos del mostrador. Depositó un paquete de cigarrillos al lado de su Martini. Lo que no estaba claro era el precio que tendría que pagar por ese placer. Con una sonrisa un poco falsa. Dos cigarrillos. Después de unos segundos pensó que apenas sacara un cigarrillo. no iba a dejar que su contrincante manejara el movimiento de las piezas. pero era un lindo truco. Definitivamente no. Pensó que ese hombre sabía bien como controlar sus vicios y al mismo tiempo como alimentar su deseo. Aunque bien sabía que todavía no estaba todo dicho. Todo el mundo sabe que uno nunca le fuma el último cigarrillo a nadie. como diciendo: Gracias. Optó por darle un sorbo tranquilo a su Martini que ya se sentía un poco más tibio. esto era mucho peor que si la caja hubiera estado vacía. antes que llegara a su boca. Un poco básico. otro poco para no reírse de ella misma. él llegaría a ella con su fuego. Los últimos dos. Y todavía había mucha noche por hacer. tratando de descifrarla. un poco menos frío. De alguna manera. pero no. Se tuvo que morder el labio. sabía que él estaría observando cada reacción. Ella abrió la caja. pero antes que pudiera. Si hubiera sido sólo uno se lo mandaba de vuelta. todavía esperando su fuego. como reencontrándose con un viejo amigo. Pero ella le devolvió la mirada. Con ganas. De cerca su aroma lo intoxicaba. que lo puede oler. Milena se cubría el cuerpo entero con aceite de almendras. Él la miró esperando que encendiera un fósforo. él estaba correcto. -Adrián Cartagena. Ella sonrió y pensó que Adrián Cartagena parecía asumir mucho sobre ella. y lo acercó a su sonrisa. inhaló el cigarrillo con todo el tiempo del mundo. generalmente estaban equivocadas. y esto la ponía en guardia. asumía que lo miraba por el espejo. Y para ella. Milena Santiago. Como un souvenir. Sin contestar. Ése hombre que tenía a su lado asumía que fumaba. Después de cada baño. Ella sabía que en todo eso. y siente que lo conoce.Ella agarró uno de los cigarrillos. ¿Cómo reaccionar ante eso? . pero al mismo tiempo la atraía. todavía queda uno. como el que colecciona un recuerdo. lo puede hasta llegar a amar. porque al segundo ya estaba ahí. encontrándose con sus ojos que reflejaban la llama. Ella interrumpió su aire diciendo: Gracias por el cigarrillo. eso ya era casi un ritual. V A veces uno se imagina a alguien por tanto tiempo. era volver a ser y hacer su historia. Su abuela se lo había enseñado desde chica. lo puede degustar. que en su mente lo hace real. Y la verdad es que le queda demasiado bien ese cigarrillo. mirando su sonrisa de cerca. Él miró el paquete y le contestó: Ahora es mi turno para verla fumar. y eso era algo que le molestaba. porque la mayoría de las personas que asumen. Creo que le hacía falta. era conocerse y reconocerse de la mano de sus propias manos. y también asumía que ella había tenido un día de mierda y necesitaba un cigarrillo. Adrián la volvió a respirar llenando sus pulmones de almendras. Como uno inhala el primer jalón del día. Adrián no tuvo siquiera tiempo de sorprenderse. ella agarró la caja de fósforos y la metió en su cartera. Después de todo. sentándose al lado de ella. El hombre que sabe lo que quiere. Adrián se paró de la silla y empezó a caminar hacia la suya. Siempre sabe descifrar lo complicadamente sutil de su arte. Ella se vio en el espejo fumando. Él sacó un paquete nuevo de su saco y abrió su envoltura. él agarró su vaso y simplemente regresó. Milena. lo difícil siempre tiene ese dulce gusto a victoria. pero sólo voy a necesitar uno. Ella lo miró. ella lo hubiera dejado entrar a un lugar íntimo. La forma en que dijo su nombre la cautivó. Lo sintió en el cuerpo. . acariciando sus senos que se erizaban ante sus ojos. mucha experiencia dibujando el trazo en cada arruga. ¿Cómo negar unos labios que llaman tu nombre con sabor a verdad? Para camuflar su reacción. y lo vio mirándola. Hacía rato que los sentía en su cuerpo. No por nada. Ese tipo de hombres siempre sabe observar. pero claramente no le interesaba alguien que se diera por vencido tan fácilmente. pero sin encenderlo. Al llegar a su asiento. como si sus dedos extrañaran la compañía de eso que estaba hecho para quemarse en sus manos. . y mucho menos para conseguir lo que quería. jugando con la humedad que reposaba en su pelo. Lo dijo como si hiciera una vida que su boca lo pronunciaba. Ella pensó que él se veía interesante. también sabe lo que cuesta. ella se refugió en el humo que se disipaba y dio otro jalón. y encontró sus ojos mirándola intensamente. -Por si cambias de idea. Milena Santiago.Para que no me trate de usted… Milena. recorriendo sus hombros desnudos. una mujer como ella no tenía que decir mucho o hacer mucho para seducir. Agarró su cigarrillo y lo abrazó entre sus dedos. mucha memoria incrustada en los ojos. El cigarrillo de ella se estaba casi acabando. Como si estuviera esperando alguna señal. esos hombres que tenían mucha vida viviendo entre las manos.A ella le atraían los hombres maduros. Le dijo devolviéndole el paquete. pensó. Mucho gusto y gracias de nuevo. Depositó su Gin & Tonic en el mostrador y empujó el paquete de cigarrillos hacia ella. como si al ponerle su nombre en los labios. Sorprendido. ella agarró el cigarrillo de su mano y se lo puso en la boca. Ella no le dio respiro y enseguida volvió al embate.Le intrigaba ver de qué color eran esos ojos para tener tanto peso en su piel. Ante la llama que parecía poseída. detrás del fuego que ardía. con el bar y con la noche. le respondió: . aquí. Le dijo mirándola fijo. Adrián sacó su encendedor del bolsillo y con toda seguridad lo encendió al primer intento. Pero al mirarlo encontró que el color se diluía con la sombra. Y ahí. encontró esos ojos que la miraban mirándolo.¿Por qué no me besas? Sí.Pues yo no soy mujer de dar muchas vueltas.No soy hombre de amores simples. Pero otro poco porque le atraía ver como la llama bailaba al mismo compás que ella. que en ese momento se anidaban alrededor del fuego. VI . ella se acercó sigilosamente y le agarró las manos. Era difícil que él se quedara sin palabras ante una mujer como ésta. lo que deseaba estaba ahí mismo. Y lo hizo un poco para sentir la piel tibia del hombre que vivía en esas manos. La respuesta lo agarró por sorpresa. Armada de esos labios que le cambiarían la vida a todo el que se atreviera a besarlos. y sin duda alguna en su voz. Casi sin dejar pausa. su mirada atónita seguramente lo delataba. Después de todo. No era tiempo de silencios. En los labios complicados de mi simple boca. ¿Cómo serían esos ojos en la mañana? ¿Cómo sería amanecer en esos ojos? . ella se acercó con toda la lujuria que su cuerpo gritaba. y con una sonrisa le dijo: . de pausas o de dudas. frente a él. La mayoría de los hombres son pendejos. pensó él. Ciertamente estaba acostumbrado a que alguna mujer lo rechazara. la que reconoce su potencial actual y futuro. Ese aroma era como el de un aceite dulce. ¿Por qué no me besas? ¿En los labios complicados de mi simple boca? Claramente en toda esa belleza habitaba mucha inteligencia. optando por la cercanía de su cuello que lo llamaba a sentir su calor. con la misma paciencia con la que una trampa aguarda a su presa para ser. sacrificando un beso para demostrar que él era como cualquier otro hombre. y lo alimenta. ¿Y ella le respondía invitándolo a su boca? Esos labios no parecían ser de aquellos que no saben su valor y se entregan a un simple placer. la que lo hace su presa sin siquiera él saberlo. pero los pasó de largo. el perfume siempre se ve venir de lejos como un presagio barato. de la seducción. esperando ese beso en forma de respuesta que le confirmara que a ese hombre. que lo atrapaba en ráfagas. Su cabello húmedo le besaba la mejilla. y eso lo atraía tanto como su perfume. Adrián sonrió al pensar que cualquier hombre se hubiera lanzado al reino de esos labios con los ojos cerrados. también pintaba peligro. Es algo que entre mujeres es bien sabido. cualquier mujer le hubiera venido bien en una noche como ésta. y para cada rechazo él poseía un arsenal de trucos para continuar la danza. esos de amores simples. Simplemente brillante.La seguridad que emanaba esa mujer lo asustaba. mientras él le susurraba al oído: . demasiado simples. Demasiado predecibles. Y aunque placer era lo que esa mujer exhalaba. Aunque realmente no parecía perfume. de su arte. Él se acercó a sus labios cautelosamente. que hoy trataba de cazar al cazador. Milena permaneció inmóvil dibujando su sonrisa. Tan ingenuos que creen ser ellos los que conquistan a una mujer. muriendo una muerte carnosa y dulce en el intento. Cuando en realidad es ella la que elige al hombre. algo que sólo se podía oler acechándolo de cerca. y para Adrián esto era algo nuevo. lo envolvía y lo embriagaba. era parte del juego. algo más intenso y misterioso. Pero él no. demasiado hombres al fin. eso pasaba todo el tiempo. “No soy hombre de amores simples” le había dicho él. o si ese momento que habían compartido. si volvería en un momento. Ella le había ofrecido un simple beso. y estaba dispuesto a sacrificar un beso para conseguirlo. como recorriéndola. pero al sentir sus pezones endurecerse ante su tacto. Milena aprovechó la pausa para agarrar su cartera. Él quería más. como descubriéndola. ella sería la que decidiera lo que pasaría y lo que no. era todo el tiempo que ella habitaría en el calor de sus manos. Le dijo él. y dándose vuelta se levantó y empezó a caminar. en la densidad de su respiración. Ella pensó que la tensión se disiparía. sintiéndolas en el calor de sus mejillas. estaba completamente confundido. en un leve susurro húmedo que empezaba a verter entre sus piernas. como usurpándola de a poco. que la desnudaban con la mirada. Adrián decidió que por ahora. Él entendía el efecto que sus manos producían en su cuerpo. -Milena. pero él siguió acariciándole los hombros mientras la miraba intensamente. Él la contempló inmóvil alejándose en cada paso. y no quería que sus senos lo confirmaran ante los ojos verdes de ese hombre de manos tibias. pero al negarlo él había llegado más allá de su boca.Milena. Si hubiera tenido cualquier otro vestido. Finalmente había encontrado un buen contrincante viviendo en esas manos que en ese mismo momento empezaban a acariciarle los hombros con las yemas de dos dedos.. si él creía que iba a pedir la cuenta y llevarla a su habitación. pensó ella. y quería contemplar el placer de su arte reflejado en esos ojos que también lo miraban. sonriendo detrás de su pelo sin que él la viera. Milena había perdido esta batalla. Y antes que ella lo alejara. Un hombre que no se conforma con lo que le dan. donde cada caricia la complicaba aún más. se dio vuelta y llamó al barman. Milena lo hubiera alejado con una sonrisa y disipado la situación en la que se había metido. sin saber si se estaba yendo. alejándose de su cuello. Ella pensó que esto era un grave error. no le quedó más que dejarlo jugar en el jardín de sus hombros. sus manos habían dicho lo suficiente. Me gustan tus labios así de complicados como para conformarme con un simple beso. . Aunque él la había despojado momentáneamente de todo control. ya no vendría. Que quizás se estaba arreglando en el baño.Otra ronda por favor. El barman lo miró como lo había hecho otras veces. pero de todos modos se acabaría aunque no lo fumara. Él había visto el resultado de sus manos en la piel de una mujer muchas veces. y pensó que si ella no venía antes que se acabara. Es increíble como algunas personas se cruzan en nuestra vida por un instante. pensando que un cigarrillo se acaba más rápido si uno lo fuma. su magia. Así que se lo llevó a la boca y le dio otro jalón. Era su arte. El barman volvió con las dos bebidas y después de apoyarlas en el mostrador. Ordenó tratando de disimular su incertidumbre. que solamente aprovechó el momento oportuno para disipar la tensión de la situación. esperarla. Pero esta vez Adrián tenía la cara cubierta de duda. y en ese instante dejan una huella que perdura toda la vida. y hasta le gustaba pensarlo. Y aunque la había podido sentir de cerca. . . Los vasos parecían contemplarlo como dos ojos congelados.¿Tú que crees? El barman se alejó mientras Adrián encendía otro cigarrillo.VII ¡La puta madre! ¿Se fue? Pensó apretando los labios. Sonrió. . Le hubiera dado un sorbo pero prefirió esperar. Revolvió su Gin & Tonic acariciando el frío del aire con sus dedos. Le gustaba decir su nombre.¿Para los dos? . intercambió el cenicero por uno nuevo. La otra parte le decía que ésta no era cualquier mujer. Adrián Cartagena miró su cigarrillo. generalmente triunfando. Milena Santiago. Una parte de él pensaba que ella volvería. ella no era una de esas simples criaturas que se podían subestimar. y hasta olerla. . . Podría comer. Creo que vamos a cenar algo. Le dio un jalón bien hondo pensando que sería el último.Me encanta una mujer con apetito. No viene seguido. y simplemente se sentó a su lado. . . Él pensó que con cada jalón matamos al cigarrillo. y a cambio él nos mata a nosotros.Sí. Milena se había liberado el cabello. inconscientemente estaba buscando la respuesta a esa pregunta. . la respuesta siempre llega cuando uno menos la busca. No le hubiera dado ese gusto. le dijo apagando el cigarrillo en el cenicero. aunque ya no le quedaba mucha vida. pero él lo frenó y le dijo: . . Almendras. . deleitándose con el olor a ella que sobrevivía en su mano derecha. Desde el momento en que ella se había ido. Una mujer así no se iría sin pagar su propia cuenta.Miró el cigarrillo consumirse en su mano como una mujer. La sintió acercarse sin siquiera darse vuelta. Era aroma a almendras.¿Sola? . Especialmente si era una clienta habitual. El barman volvió con la cuenta en mano. En ese momento lo envolvió el mismo aroma que se olía en la mano derecha en cada jalón del cigarrillo.Siempre.Tráeme la cuenta por favor.Porqué no.¿Me acompañas? Le dijo él dándole el menú. cuando uno menos la espera. dejándolo hacer lo que quisiera en sus hombros. Comer es uno de los grandes placeres de la vida. . Asumiría su responsabilidad.Todavía no.¿Las dos? . una vez al mes quizás. La he visto antes. Él le pregunto si la conocía. Mejor trae un par de menús. Le contestó. ¿A qué le recordaba ese aroma? Pero como toda pregunta. Ella no dijo nada.Sí. Y hay que dedicarle su tiempo. El barman se acercó y le preguntó si necesitaba algo más. El menú descansaba frente a ella. mientras miraba con interés el menú. sin disimular. La miró como si la quisiera. alguna carta de amor. Y ahí mismo le abrazó las manos con las suyas. Adrián se quedó sorprendido por un segundo y escuchó atentamente la descripción de las diferentes clases de ostiones que tenían. Había tenido un almuerzo de negocios y era obvio que no era el tipo de almuerzo donde uno disfruta los placeres de la vida y se arremanga para comer con gusto. Cuánta magia vivía en ella. Ella no le contestó y aprovechó que el barman se acercaba para preguntar qué tipo de ostras tenían. sin titubeos. realmente no comía desde la mañana. lágrimas. dejando que las yemas de los dedos murmuraran como si se reencontraran jugando entre sus manos tibias. ¿Qué podría decir ante esos ojos? ¿Que podría murmurar que no se hubiera dicho con miradas? La miró fijo. pensó mientras se aferraba suavemente a ella como quien acaricia a una flor de un solo pétalo. y en el intercambio de tactos.¿Te gustan las ostras? Ella sentía como el estómago murmuraba su hambre. imaginando todo lo que habían anidado en su tacto. pensó. y alguna que otra carta de despedida. le dijo: . como si la necesitara. de temperaturas. De las americanas. él subió la mirada y la encontró mirándolo en el brillo de sus ojos dulces. . y de alguna manera sus ojos se preguntaban: -¿Y ahora? ¿Y ahora qué? Él le miró las manos.Él creó una pausa y antes que ella le pudiera responder. Apenas si había desordenado el plato un poco durante el almuerzo. Interrumpió ella antes que el barman pudiera terminar. La miró . No comía desde el mediodía. Sintiendo sus ojos llamarlo. pero con hambre nueva. Que infinito es un segundo.Tráenos dos docenas. Y mucho limón. cuánta historia. Caricias. los dedos de ella respondieron entrelazándose con los de él. La miró con hambre vieja. Los dos se miraban. acurrucándose en el aire tibio que creaba ese recoveco en el mundo que formaban sus hombros. porque ahora era tiempo de abrazarse y dejarse sentir. tenía trece años. Y los recordaba como el corazón se acuerda de haber amado. ella sintió por un momento que quizás el mundo se había detenido. cuando ellos ya no fueran.sin importarle nada. Al cerrar los ojos y envolverse en su respiración. aferrando su cabeza. De alguna manera era así como él la había conocido. Esperaba el autobús. que a veces duran toda una vida. Y lo que se partiría sería su amor. Todavía tenía puesto el uniforme de la escuela. Ella abrazaba sus manos. encontrarse. y eran únicas. serían sus recuerdos que comenzarían a morir con cada kilómetro de distancia que los separara. como se había enamorado de ella. Hoy sus manos le hablaban en silencio. En realidad lo esperaba ella. pero sabían que la vida tenía otros planes. y conocían tanto cada recoveco de su cuerpo que casi las sentía suyas. Y cuanto más lo sentía. menos escuchaba el murmullo de la gente. sin importarle el tiempo. Y era así como la recordaría por el resto de su vida. eran las de él. abrazándola para que ella no viera las lágrimas rebalsarle los ojos y regar su cabello. los ruidos de la estación y la llovizna. Le gustaban sus manos. Se habían prometido esperarse. Él acariciaba su pelo. Eran diferentes a todas las manos que había visto. de alguna manera volver a verse en los ojos del otro. vestida de escuela. sin importarle la mañana. Es que en cada . Sabían que al llegar el autobús habría una partida. cuando él fuera otro. VIII La última vez que Adrián había visto unos ojos mirarlo así. que en ese momento comenzaba a susurrar contra el piso. que partía en uno de esos viajes de verano. porque lo que había que decir ya se había dicho. y ellos también en el tiempo. sin importarle su historia. Él buscaba sus ojos. Ella apoyaba la cabeza en su pecho. Los brazos un poco más apretados. Él la abrazaba con todo el dolor que vivía. El ruido de los frenos y el chofer expresando su impaciencia en el acelerador del autobús. con todo el amor que tenía. la falta de aire y un increíble peso inundándoles el pecho. confirmaban su presagio. como si corrieran hacia él en cada lágrima. de la misma forma en que un ataúd se cierra por última vez. en que morían tanto. Sentía que algo en su interior se desgarraba. en que aprendían eso que sólo la melancólica tristeza de una pérdida te enseña. pero ninguno abrió los ojos para confirmar su existencia. Él le abrazó la cara con las manos y le peinó una ceja rebelde antes de secarle las lágrimas con una sonrisa. ¿Cuánto tiempo sobrevive el calor de un abrazo? ¿Cuánta vida dura un recuerdo? El último beso agonizaba en ese último abrazo. nublándole los ojos. en los ojos del otro que nunca más los miraría. que ya estaba por llegar en cualquier momento. Las razones ya no importaban. Ella se hundió un poco más en su pecho y empezó a sollozar. sabiendo que el espacio que creaba en ese momento nunca más pararía de crecer. de arrancarlos de ese amor que habían aprendido por primera vez en la voz del otro. moría el primer beso. De alguna manera nunca se habían amado tanto como en ese momento en que perdían todo. El autobús había llegado. él también se llevara un retazo de ella inundando el aire de su pecho.lágrima moría un beso. atrapado en la humedad que vertía de sus ojos y le empapaba el alma y la camisa blanca. Y dejó que sus sentimientos corrieran. . Ella tenía los ojos más tristes del mundo. e inevitablemente el último. Los dos lo sintieron. confirmaban que ya era tiempo. Como si al llenarse los pulmones de su aroma. con toda la pena que su cuerpo sentía. en las manos del otro. y al mismo tiempo los más hermosos. La puerta se abría decisivamente. ni tampoco las promesas. Él la separó de su pecho con ternura. como si un pedazo de ella se quedara con él. . te lo doy después. .Ella lo miró a los ojos que se ahogaban entre lágrimas y lluvia. mientras en sus ojos se ahogaba el mundo y la noche sin él. vertiendo verdades en silencio. titubeando por un segundo. ¿Ok? Él trató de contestarle pero ella posó las yemas de los dedos en sus labios interrumpiéndolo. Sabía que al contestarle él tendría que mentirle. quizás ese suspiro que se esfumaba en el viento era la única forma de decirle que la amaba en silencio. Esa fue la última vez que una mujer lo dejó. Esa fue la última vez que una mujer lo miró con los mismos ojos que Milena lo miraba. El autobús arrancaba como una avalancha mecánica. Ellos no. Él se quedó inmóvil bajo la lluvia contemplándola. quizás le faltaba el aire. y a ella en la noche. en un ratito. y con una sonrisa que se parecía a la que había iluminado su vida. hasta que la oscuridad se tragó al autobús. Adrián suspiró. pero sus lágrimas y la lluvia no la dejaron. IX Las manos de Milena no fingían. Y esto lo hacían mientras sus ojos lo miraban intensamente.¿Qué quieres de mí? Le dijo Milena con la seguridad con la que una gota anuncia la lluvia. Le hablaban en un tacto honesto. Espérame. Las puertas se cerraron detrás de ella. el beso te lo debo. Esa fue la primera vez que una mujer lo dejaba. Corrió hacia el autobús sin darse vuelta. quizás trataba de aliviar el peso de la inmensidad que habitaba en su pecho. Ella le soltó la otra mano. y ellos no se mentían. que en ese mismo momento se daba vuelta para tratar de encontrarlo del otro lado de las ventanas borrosas. sin nunca mirar atrás. le dijo entrecortada: . paulatinamente achicándose en los ojos de él. sin disimular el placer que les causaba cada caricia. pero se dio vuelta y empezó a caminar.Mi amor. Aunque cualquiera que la conocía. Adrián prosiguió a exprimir pedazos de limón. quería su historia. inundando cada uno de los moluscos que reposaban en las bandejas en un mar cítrico y de ellos. Lo primero que Adrián pensó fue que ella lo había despojado de todas sus armas al aparentar bajar sus propias defensas. Si hubiera estado sólo. Y con una sonrisa aprovechó y le besó la mano suavemente. que creara más anticipación. El problema real. no era algo que hacía un hombre que entendiera bien el arte de la seducción. De alguna manera. y lo que dicen sus silencios. experta en su lenguaje y comandante de su ejército de armas. que definiera las cosas un poco. su piel. Le contestó Adrián riendo. su noche y hasta su mañana. Pero sin duda esto era otra trampa con la que ésta maravillosa criatura lo ponía a prueba.Quiero verte comer. mientras el barman depositaba las ostras sobre el mostrador. y eso desde su punto de vista. patrona de su seducción. . Mujer al fin. mirándola a los ojos con clara intención. a ella le gustaba que él tomara el control. que te parece si te ocupas del limón. Quizás ni siquiera tenía una respuesta acertada. En eso estamos de acuerdo. . más tensión.Si te gustan mis manos.Me gustan tus manos. . con eso me conformo. sabía que la que realmente estaba en control era siempre ella. La verdad es que él la quería a ella. de la buena. . era que si le decía lo que quería.La pregunta lo agarró desprevenido. Él vio detrás de ella las dos bandejas de ostras que venían hacia ellos desde la cocina. dueña absoluta de su cuerpo de mujer. y pretendía lo mismo del hombre que la pretendiera. Le dijo Milena sonriendo. Al mismo tiempo ésta era una mujer que sabía lo que quería. les hubiera puesto bastante picante. tanta honestidad dejaría sus intenciones al desnudo. pero era claro que esta noche prefería sentirles el gusto. La pregunta claramente no tenía una sola respuesta. Ya que al tener sus manos abrazando las de ellas había una contradicción entre el calor tibio que anidaban sus dedos y la frialdad de la pregunta. Así que ahí mismo le dijo: .¿Puedes caminar con esos zapatos? . Adrián Cartagena no estaba acostumbrado a pedir. Sus ojos bajaron hasta sus piernas que se encontraban cruzadas y un poco tensas. Pero sólo para aquellos que puedan entender su música. Quiero tu noche en mi noche. Concentrándose en todo lo que los detalles que observaba le contaban sobre ella.Por eso mismo es que quiero tu noche en mi noche Milena.Pero usted no parece hombre de amores simples.Sin pausa alguna. a pedir permiso. de una forma metódica y pausada. ama bien. Después de todo a él le gustaba lo complicado. Dicen que una mujer que baila bien. A él le gustaba ver una buena mujer comer. Porque las palabras sobran cuando dos almas se buscan en el aire mudo de la noche. dice mucho más de lo que el ritmo de su cuerpo y una canción te pueden enseñar. . Él levantó la cabeza y le hizo seña al barman para que le trajera la cuenta. despojado de pudor. él agarró una de las ostras y cuidadosamente separó el ostión de la concha. y regándolo de limón lo arrimó a la boca de Milena. Ella no entendía por qué estaba siendo tan evidente. Prefería alimentarla a ella. ¿No es eso lo que me dijo? Replicó ella con una sonrisa burlona. .Quiero hablarle a tus ojos la noche entera. pero la forma en que una mujer come. a pedir algo. Adrián no comía. Ya era demasiado tarde para retroceder. que entendiendo su intención se abría recibiéndolo. y la verdad es que no hay nada peor en la vida que la indecisión. pedir todo. Las miraba con hambre.Ya que no tienes la boca llena. Adrián la miró fijo y le dijo: . ¿Por qué no contestas mi pregunta? Le dijo ella mientras sus ojos lo invitaban a pedir. Y tampoco estaba acostumbrado a dar a conocer su plan y sus intenciones tan fácilmente. y esa mujer emanaba complejidad. . Y un poco se sentían así. –dijo Milena interrumpiendo. Él le agarraba gentilmente la mano al bajar cada escalón bajo la penumbra de la luna. ya que en la noche se asemejaban a una especie de ciego laberinto sediento. A caminar.Va a llover. o con la mañana. sumergidos bajo el hechizo de la noche. La única luz que dibujaba sus rostros era la que ahogada iluminaba el agua de la piscina. y ella para no pensar en la mano. simplemente se dedicaba a contarlos en el silencio de cada paso.Ella se sintió un poco mejor al ver que él tenía una pregunta para explicar el mal comportamiento de su mirada. Al final de la piscina –o el principio– del lado menos profundo. y a ella eso le gustaba. de la tensión. en el que uno fácilmente se podía terminar perdiendo. en el momento. y regalándole una sonrisa un poco escéptica le dijo: . . Al llegar a una de las reposeras del otro lado de la piscina –el lado más cercano al mar– Adrián se detuvo frente a ella. . se veían algunas sillas dentro del agua. donde durante el día algunos se remojaban los pies mientras trabajaban observando algún tipo de pantalla. de las posibilidades. o hacia donde se dejaba llevar. de lo que estaban por ser. Hasta que nos encontremos.A caminar Milena. X Diez. había exactamente diez escalones entre la puerta del bar y los jardines que rodeaban la piscina del hotel. Adrián parecía saber hacia dónde iban. Esos jardines habían sido concebidos para la luz del día. con nosotros.¿Para dónde vamos? . pero mirándolo a los ojos que en la oscuridad sólo emanaban su brillo. o por hacer. El mar y la lluvia huelen muy diferentes. encontró lo que buscaba en una pequeña caricia tenue que se escapaba del pulgar derecho de ella y recorría justo dos centímetros y medio de su piel. Sus senos se erizaron al presentir su cercanía y el tacto desvergonzado del viento que comenzaba a abrazarlos. se perdían y se encontraban. Era ese viento caliente que acarrean las tormentas de verano. ahogando el poco espacio que moría entre ellos. en una danza de pulgares y dedos y yemas que se buscaban. sin siquiera mirarla a los ojos. pero en realidad es el momento lo que uno atesora. Algo que le diera permiso para extinguir los pocos centímetros que quedaban entre ellos. cuando el viento en su fuerza ya lo decía todo. Pero para qué escudarse en un caudal de palabras.. sin abrazarla. Era como si el aire caliente los envolviera. pero se dijeron nada. simplemente se acercaron. Y así entre caricias. Algo que le dijera que ella sentía lo mismo que él. como si fuera la música y la danza que revoloteaba entre ellos. uno frente al otro. sería susurrándose al oído. compartiendo un calor mutuo entre mano y mano. a hablar por ellos. mientras las manos de él rápidamente le contestaban envolviéndola en caricias parecidas a las de ella. Él buscaba algún signo en el calor de sus manos. –Contestó él– Casi se puede oler el agua en el aire. que despiertan ese fervor latente que vive en cada capullo dormido. Los dos permanecían inmóviles. ese instante de magia que habita en el epicentro de cada memoria. mientras el viento aullaba escurriéndose entre ellos. acercándola sutilmente hacia su cuerpo. . Adrián le tomó las manos. entre mejilla y mejilla.Absolutamente. Un momento después. entre pecho y pecho. Porque sabían que la única manera de escucharse sin gritar. La gente piensa que lo importante de un recuerdo es el lugar. percibiendo su calor sin tocarla. Podrían haberse dicho algo. acariciándolos. que traen esa lluvia que apacigua el hervor de la tierra. El viento comenzaba a romper el silencio. en una danza de significados aprendidos. y como todo exponente de la naturaleza. Y aunque sabían que no podrían sobrevivir la mañana. porque lo que importaba era el momento. mientras el viento y la lluvia hacían lo mismo con ellos. Y en ese espacio que formaban sus brazos. Y por un segundo eterno. como uno respeta al mar. la realidad o la vida. sin esposo. quienes fueron. era un poco peligrosa y había que respetarla. Y uno se daba cuenta porque hay una gran diferencia entre un poco de lluvia y una tormenta. mezclándolo con el ruido de las olas que se intensificaban a lo lejos. sin pedir permiso. pero menos peligroso. Ella se acurrucaba en la marea de su pecho y se dejaba sentir. XI Era julio. algo que simplemente jode. Y en ese lugar tibio en su pecho. sin pensar. Él la abrazó en silencio unos minutos. Porque después de todo. La lluvia es cosa de junio. y quienes serían. eran rayos y truenos y estruendos que le hacían recordar a la gente el poder absoluto de la naturaleza. se imaginó sin hijos. estaban seguros que querían vivir esa noche. La lluvia arribaba como presagio. ella se sentía desnuda. Lo que importaba era la mañana que se acercaba agazapada. anunciándose en gotas calientes que se mezclaban en remolinos de viento. Y esa mujer evocaba la belleza majestuosa de la naturaleza.Él empapaba su nariz en el aroma de su pelo que le ganaba al viento. matando la noche y a ellos en ella. sin la vida que vivía en otra vida. y ellos en él. aun cuando sus olas inocentes te llamen a jugar a su orilla. que sangraba inmóvil en cada minuto. ella por un momento dejó de pensar y se dejó sentir. con una desnudez íntima y conocida. un hombre y una mujer se perdían. Pero lo que decían no importaba. y al perderse encontraban quienes eran. Y en toda esa sinfonía oscura que les concedía la noche. sin miedos. Pero si llovía en julio seguro era tormenta. era aguacero. el mar es como una mujer. y ellos en ellos. y sin ninguna culpa. como si la piel de él fuera la continuación de su . como cuando comes chocolate. un extraño que desde esa noche comenzaría a habitar su alma. y por eso que no tenemos dejamos de atesorar lo que algún día desenfrenadamente también buscábamos. que siempre son bienvenidas. Hay un momento en el epicentro de un primer beso. Milena lo miró como hacía décadas no lo miraban. ella le hablaba con sus ojos. no para rechazarlo. Porque los minutos no importaban. una milésima de segundo donde una de las bocas se decide y comienza a avanzar sutilmente hacía su destino. como el que se separa de un sueño. esas sonrisas que se te pintan en la cara sin querer. sus ganas carnales. Sin pensar en su próxima jugada. envolviéndola en un abrazo perpetuo y mutuo que paralizaba el tiempo y la noche. Y lo hizo. Sus manos la deseaban. más allá del tiempo. Pero él bien sabía que ése no era el lugar. pero sin querer encontró una diminuta sonrisa escapándose de la comisura de sus labios y acurrucándose en el pecho cálido de ese hombre. lo importante era sentir. dejando de lado su estrategia. se decían todo. Eso que queríamos porque no teníamos. Los dos se respiraban. Y así en silencio. pero . o para irse. para aprender a entenderlo y perderse en su tiempo. esas sonrisas que pasan. tratando de capturar el aliento del otro. como si sus ojos la desvistieran pero sus brazos la volvieran a vestir. como cuando te encuentras perdida en los brazos de un perfecto extraño. aunque todo lo demás era perfecto. secuestrando milímetros. y simplemente dejándose sentir. Hacía mucho tiempo que Milena no sonreía sin pensarlo. Ella se despegó de su pecho como en cámara lenta. A veces cuando tenemos algo perfecto. que explotan. como cuando algo te sale bien.misma piel. como el que se despoja de su propia piel para poder sentir. Adrián decidió inhalar el aire de ese momento hasta inundar su pecho. Y en esa mirada. de repente queremos más. sino para sentirla. No para tocarla. pero para poder verlo de cerca. el calor del otro mezclado en el suyo. sumergidos en el aire que exhalaban. Para recorrer su piel. Ella tenía ese tipo de sonrisa que no se piensa. él la miraba con su boca. ni tampoco el tiempo. para habitar su cuerpo. marchando casi desapercibida. . Cuando él bien sabía que un beso no se piensa. como si la otra lo llamara. su sutil avance lo agarró desprevenido. en la oscuridad dulce de sus párpados ciegos. Continuará. que por primera vez tuvo que pensar antes de besar. Una mujer que supiera lo que quería y no tuviera miedo a buscarlo. los labios eran un lugar. para simplemente ser uno. Y así se completaban. en un intercambio íntimo de aires respirados. y revoloteaban y aleteaban en la boca del otro. Después de todo ése era exactamente el tipo de mujer que a él le gustaba. . un volver a encontrarse consigo mismo en la boca del otro. y en ese beso bailaban los pasos de una misma música. nació de los labios de Milena. ni se pide. y lo sorprendió de tal manera. Un beso se roba. Y cuando hay química. . en el encuentro mutuo de una misma lengua. se deja fluir. Y los labios finalmente se dejaban volar. capturarlo y poseerlo. quieren lo mismo. como sí finalmente entendieran la razón que buscaban sus labios. pero una de las bocas decide acercarse primero.con clara intención. Y en cada beso descubrían que los labios de uno estaban hechos de la mitad de los labios del otro. en la boca del otro. como si ahogando ese espacio. Pero aun así. Y el epicentro de ese primer beso. se siente. las dos bocas siempre piensan lo mismo. se completara al posarse en los labios del otro. Y en esa danza.
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