CÉLEBRES CANCIONESSALTEÑAS Editores: Raúl Lavalle – Carlos María Romero Sosa AD 2015 1 ÍNDICE PRESENTACIÓN p. 3 Juan José Solá. Historia de la zamba carpera Carpas de Salta p. 4 Daniel Antoniotti. La Zamba del chaguanco p. 8 Raúl Lavalle. “Campanitas”: no salteña pero salteña p. 13 Cecilia Revol Núñez. Más sobre “Campanitas” p. 16 Raúl Chuliver. Poetas y canciones de Salta p. 18 Fanor Ortega Dávalos. Algo sobre “Lamento mataco” p. 23 Mario Rojman. Eduardo Falú (poema) p. 25 Apéndice documental p. 26 De un poeta a otro poeta: Romero Sosa a Castilla Minucias cancioneras p. 28 2 PRESENTACIÓN Recientemente el Portal Informativo de Salta nos honró publicando nuestro trabajo sobre Joaquín Castellanos (cf.: http://www.portaldesalta.gov.ar/libros/castellanos.pdf). Queríamos que esto fuera el comienzo de una serie. Puestos nuevamente a la tarea, dedicamos esta segunda entrega a un tema muy caro para la Provincia y para toda la Nación. Me refiero a algunas célebres canciones salteñas. He aquí, entonces, este humilde aporte. R.L. 3 HISTORIA DE LA ZAMBA CARPERA CARPAS DE SALTA JUAN JOSÉ SOLÁ1 La compuse en el año 1961 en Remedios de Escalada, en la calle Azopardo 327, partido de Lanús. Un sábado al mediodía saqué la guitarra y me puse a tocar y surgió el tema de la zamba A mi señora Terucha le gustó; mi padre vivía a tres cuadras y me fui con la guitarra y se la hice escuchar. Enseguida sacó el bandoneón, la tocó y le gustó mucho. Entonces pensé en ponerle el titulo Zamba para mi Tata. Me fui a SADAIC y solicité el título: me fue rechazado, porque ya estaba pedido por los hermanos Vallejos, de Salta que lo habían dedicado a su padre. Entonces pensé: “¿Qué título le pongo?” Y pedí el de Carpa Salteña, recordando los carnavales en las carpas y en los corsos que pasé en Salta. Me fue aprobado, mi padre la empezó a tocar y, en una reunión, se la hizo escuchar a Polo Giménez, a Atuto Mercau Soria y a Carmen Guzmán, a quienes les gustó mucho. 1 Nos sentimos honrados de que el autor haya reescrito esta historia verdadera y nos la haya enviado para publicarla aquí. 4 El Payito Como mi padre había tocado en las Carpas, le pregunté qué carpas había en ese tiempo que el tocaba, y me nombró Carpas de la Silleta, Campo Quijano y La Merced, entre otras, y lo puse en el estribillo de la zamba. Tenía un alumno de guitarra que vivía en una casa con fondo. Su padre tenía una quinta y al final había un galpón, donde le daba las clases. Caminando por la senda, recojo unas ramas de albahaca y le digo a mi alumno: “‘ramas de albahaca verde olor a carnaval’, ¡qué frase para ponerla en una zamba!” Me quedó en la memoria y así fui completando la letra. Mi padre no llegó a grabarla, porque enfermó y falleció al año siguiente, 1962. siguiendo la herencia musical, con mi hermana María Cristina, mi señora Terucha ( María Teresa ),Osvaldo Alfaro y Alejandro Rossi formamos el conjunto Los Hijos del Payo Solá. Grabamos en el sello HyR MALUF y fue la primera grabación de la zamba. Dimos una prueba en Canal 9. Estaba el conjunto Los Huanca Hua. Después de escucharnos, Hernán Figueroa Reyes, que integraba Los Huanca Hua, me dice: ¡Qué hermosa zamba! ¿De quién es?” Le dije que era mía y me contesto que la iba a grabar. Al año siguiente, en el Festival de Cosquín, al bajar del escenario me dijo que la había grabado. Fue la segunda grabación. Después llega esta zamba a Los Cantores del Alba, por intermedio de la de la hermana de mi señora, que era maestra y compañera de la señora de Horacio Aguirre. Le paso la grabación nuestra y se la llevo a Horacio, integrante de Los Cantores del Alba. Les gustó y la grabaron como Carpas de Salta: fue un gran éxito. 5 SADAIC me cita para registrar el nuevo título y a partir de esa fecha tiene dos títulos, fue la tercera grabación. Después lo hicieron Los Chalchaleros con Dino Saluzzi, Hugo Díaz, Los de Salta, los Indios Tacunau, Zamba Quipildor, El Chaqueño Palavecino, Soledad, Los Nocheros, Payita Solá, que la graba en Francia, Terucha y Payito Solá, Coquena, Luis Salinas, Cesar Isella con Soledad, Carlos Aban, Los Peregrinos, Los Puesteros de Yatasto, Vale Cuatro, y muchos más. Según los registros de SADAIC, se vendieron más de un millón de placas entre cassettes, CD, DVD. Desde el año 1965 nunca se dejó de cantar en los festivales del país, sobre todo en el Festival de Cosquín. Países donde se difundió la zamba: Alemania, España, Inglaterra, Francia, Paraguay,Suecia, Suiza, Uruguay, Japón, Estados Unidos, Portugal, Chile, Colombia, Sudáfrica, Países Bajos, Bolivia, Italia, Brasil, Perú, Israel. JUAN JOSÉ SOLÁ Carpas de Salta Zamba carpera, letra y música Payito Solá (Juan José Solá), dedicada a mi padre el Payo Solá. Carpas de Salta, las vuelvo a recordar: bandoneón y guitarra zambas para bailar. Chicha y aloja, vinito pa’ tomar, ramas de albahaca verde, olor a carnaval. Carpas de la Silleta, Campo Quijano y la Merced: toda Salta de fiesta… ¿Quién pudiera volver? Agua florida, harina pa’ jugar, canastillas de flores, todo pal carnaval 6 Ellas, alegres, airosas al bailar… Ellos se hacen hilacha de tanto zapatear. 7 LA ZAMBA DEL CHAGUANCO DANIEL ANTONIOTTI El poeta salteño Antonio Nella Castro y la pianista cordobesa Hilda Herrera son los autores de esta notable zamba, ambientada en la parte oriental de Salta, cuya letra transcribo1: Hachan calientes los bombos, picando la selva turbia, mientras Juan, chaguanco herido, se va en sangre hacia la luna. Con el cuchillo en el vino la muerte andaba e’ chupa, luego Juan sintió la vida yéndose por las achuras. Estribillo: Pobre Juan, sobra del monte, rumbo animal del Bermejo, para vivir como vive, mejor no morir de viejo. Sobre las champas del río la tarde tiró su pena y una voz, arriando troncos, la fue echando norte afuera. Cuando el color de la tierra regrese con las bumbunas, la piel de Juan en el aire será una baguala oscura. Registrada en SADAIC en setiembre de 1966, la Zamba del chaguanco es una típica canción de denuncia, frecuente por cierto, en las letras de la llamada proyección folclórica de esos años. 1 El texto se tomó del libro Las letras del Folklore de Beatriz Battilana y Héctor Zinni (Fundación Ross, Rosario, 1994), aunque por mi cuenta efectué algunas modificaciones en signos de puntuación atendiendo, más bien, al modo en el que la han cantado varios intérpretes. 8 A veces ese cuestionamiento del orden establecido se precipitaba por la pendiente de lo obvio y de lo panfletario. Pero no fue este el caso de esta pieza que conoció interpretaciones, si bien no abundantes, sí cuidadas, como lo demandaba su calidad musical y literaria. Me atrevería a adjetivar a esta zamba como recia. Viril en el sentido en que esa geografía exuberante del Chaco salteño, para afrontar las rudas condiciones que imponen la naturaleza, el clima, las condiciones laborales, la violencia sobre los hombres, en especial sobre los más humildes, precisa que sea el varón, y no la mujer, quien que empuñe el hacha, el pico, la pala. Por supuesto, que sobre la mujer también caen inclemencias, pero las labores de mayor fuerza física precisan del hombre. El vocabulario regional demanda explicaciones para los ajenos a ese territorio. Por lo pronto chaguanco debe definirse como un aborigen de la región, “el indio” del Chaco salteño, o mejor dicho una de las varias etnias de esa zona. Se trata de pueblos que guardan diferencias con las características de los pueblos andinos, afines, en principio a la extendida cultura incaica, sin entrar en precisiones rigurosas. 9 La cultura de montaña, de Salta conoció a los diaguitas, a los calchaquíes, entre otras denominaciones. En este caso, no estamos ante un coya. El de la región chaqueña es otro universo, con más vínculos antropológicos y lingüísticos con el ámbito guaraní. Este es el chaguanco, definido por José Vicente Solá1 como ‘chiriguano’, otra denominación para estos indígenas del área tropical del norte argentino. A su vez, si en el mismo diccionario de Solá se va a chiriguano, se brinda la siguiente caracterización: ‘dícese del indio que habita en la zona de los departamentos de Orán y San Martín. Constituyen un núcleo importante. Son pequeños, muy limpios y grandes pescadores. También son conocidos en el nombre de chaguancos y tembetas. Su idioma pertenece al grupo abá.’ La anécdota de la canción nos habla de Juan, un indio chaguanco, al que una riña de borrachos lo lleva a recibir una herida mortal producida por un arma blanca: Con el cuchillo en el vino La muerta andaba e’chupa. Esta es la austera información policial. Insuficiente para un sumario penal en el que se pretenda investigar motivaciones, causas, responsables, atenuantes o agravantes. Es que el poeta no pretende hacer de detective, su género, claro está, discurre por otros senderos. Su deseo es indagar en un destino que, sin duda, va más allá de lo individual. La identificación de un nombre como “Juan”, que de tan común se vuelve totalizante, lleva a ver una situación colectiva, una realidad social y no el drama puntual del personaje. Se percibe, en el estribillo, que los padecimientos de la explotación que le tocó en desgracia los comparte con los demás habitantes de las orillas del Río Bermejo: Para vivir como vive mejor no morir de viejo. 1 Solá, José Vicente: Diccionario de regionalismos de Salta. Plus Ultra, Buenos Aires, 1975. 10 El trópico, como en tanta literatura latinoamericana, a veces por fatalismo, a veces por mezquindad de los poderosos, sirve de escenario colosal para velar la muerte del desdichado. Las hachas marcan una percusiva marcha fúnebre. Hachan calientes los bombos picando la selva turbia. En la última estrofa se especifica que esa mixtura melódica se pierde en el aire con ritmo de baguala, como si la piel de Juan se desvaneciera para integrarse en sus componentes a la selva o al obraje en el que se malganaba el sustento. La vida del hombre, en su momento final, impregna a los objetos materiales, a la flora y a la fauna, con un vocabulario regional que al forastero le demanda una remisión al diccionario especializado, como ya se hizo antes. Porque al río y a los troncos se le agregan “champas” y “bumbunas”. 11 Siguiendo siempre a José Vicente Solá en su diccionario, champa es la ‘masa compacta de tierra o barro muy trabada con raíces de hierba.’ Remite luego a una palabra registrada en el DRAE, pero casi en desuso: tepe, voz que según la Academia de Madrid alude al ‘pedazo de tierra cubierto de césped y muy trabado con las raíces de esta hierba, que, cortada generalmente en forma prismática, sirve para hacer paredes y malecones.’ El mismo lexicógrafo aclara que bumbuna es una variedad de paloma del monte salteño de color gris terroso, lo que tiene incidencia en la comprensión del poema pues “el color de la tierra” regresa con las bumbunas. De ahí se potencia lo cromático ya que “la piel de Juan en el aire / será un baguala oscura.” La bumbuna también emite un sonido semejante a un lamento “buhú… buhú…”, rasgo ornitológico que sirve para intensificar el dramatismo de la situación de este chaguanco. Musicalizada, con delicadeza y a la vez con dramatismo, por la pianista cordobesa Hilda Herrera, la Zamba del chaguanco deber ser la obra más interpretada de Nella Castro. Merecen destacarse versiones de Mercedes Sosa, Los Cantores de Quilla Huasi y Los Trovadores. DANIEL ANTONIOTTI 12 CAMPANITAS: NO SALTEÑA PERO SALTEÑA RAÚL LAVALLE La célebre Campanitas tiene letra de José Razzano y música de Carlos Gardel. Confieso que no lo sabía. Conocía la versión célebre de Los Chalchaleros, pero vi que también la había cantado, entre otros, el dúo pionero, sus autores. Gardel y Razzano En un pueblito de Salta la gente de baile está. Con chicha y patas de cabra, hasta el alba bailará; mientras que de un pobre mozo cantando esta humilde zamba va. Se casa la niña linda de la estancia El Gavilán, con un pueblero muy rico, que vino del Tucumán; mientras que de un pobre mozo cantando esta humilde zamba va. 13 Al ver su prenda perdida, montó en su flete alazán. Ató la guitarra a los tientos, para no volver jamás. Mientras que se iba alejando, cantando esta humilde zamba va. Campanitas de mi pueblo, que están tocando, tocando están. Ya desde el comienzo este tema, escrito por un uruguayo que en su tierra solo pudo ver los cuatrocientos metros del Pan de Azúcar, me lleva a cerros y montes que enmarcan un valle pueblerino. Y ese pueblo realiza cumplidamente el tópico de menosprecio de corte y alabanza de aldea. En efecto chicha, aloja, vinito pa tomar y unos cabritos son una invitación que ni el mismísimo Weber podría escribir. El cantor es joven, pobre y humilde; no obstante es más rico que muchos ricos, pues la alegría, una de las cosas más preciosas, parece mentira pero no se puede comprar. Además vive en ese bello pueblecito; y en el pueblo, en la aldea –decía el rumano Lucian Blaga– se cura la sed de redención.1 1 “Aici se vindecă setea de mântuire”, ‘aquí se sana la sed de redención’, dice un verso de “El alma de la aldea”, de Lucian Blaga (1895-1961). Me ayudo, para entender el original rumano, con un diccionario y con la ed. blilingüe del prof. brasileño Luciano Maia, traductor del rumano en: Mihai Eminescu – Lucian Blaga; Dois poetas do espaço miorítico (Fortaleza, UFC, 1998, p. 88). 14 Pero la elevación mayor del poema está en lo que sigue. La bella moza del villorrio se casa con un joven agraciado por la diosa Fortuna, tucumano para más datos. Esto me da ocasión para invitarme a mí mismo y ser un pueblero más, aunque pobre. Y miro con alegría a la muchacha; me olvido también de dietas no cumplidas y doy buena cuenta de lechones y chivos asados; y hasta me animo -¡yo, pésimo bailarín!– a danzar con alguna señora de esa Salta tan hispana que todavía tenemos; y me aprendo la letra de esa zamba personificada. Digo “personificada”, porque así interpreto el verso: esta humilde zamba (sujeto) va cantando. La zamba de El Morocho y El Oriental vive en el criollito y en todos los que se la apropian, porque los autores de la creación popular son legión. Y me gusta también el estoicismo de este salteñito, que se fue como quien se desangra. ¿Hizo bien? Cada uno responderá según su percepción. Lo que él tenía para su niña era nada más una “humilde zamba.” ¿Por qué humilde? Quizás porque el oro es rival más fuerte que el amor, como enseñaba Ovidio, preceptor de amores. En todo caso, nos aprovechamos hoy de la riqueza del mozo, de Gardel y de Razzano. RAÚL LAVALLE Contritos y en silencio, de Cecilia Revol Núñez1 (óleo con espátula, sobre lienzo) 1 Destacada artista “salteña” (no nació en Salta, pero creció y vive en la provincia). Cf.:: www.ceciliarevol.com En la página siguiente tenemos un testimonio de su pluma. 15 MÁS SOBRE CAMPANITAS CECILIA REVOL NÚÑEZ1 Debo decir que Campanitas es una obra que me encanta. Yo viví (casi desde mi nacimiento) en la vereda del frente de donde vivía José Antonio Saravia Toledo, el “Chango Saravia Toledo”, el fundador de Los Chalchaleros. Así que vi nacer a dicho conjunto. Ellos ensayaban de noche en el living comedor, que tenía un balcón que daba a la calle (calle 25 de Mayo). Y mi dormitorio de niñez y adolescencia también daba a la calle. Esto, como es de imaginar, en el silencio de la noche, me llevaba a disfrutar del mejor folklore. Saravia Toledo 1 Destacada artista plástica. En p. 15 nos hemos referido a ella. Muy gentilmente me ha dado permiso de reproducir aquí este testimonio que, según propias palabras, fue hecho “dentro ’e casa”, con la espontaneidad de una epístola personal a mí dirigida. [R.L.] 16 En las noches de verano, abrían el balcón y era tenerlos en vivo. Pasó el tiempo, “el Chango” había abandonado sus estudios de abogacía por todas sus giras, estaba casado con varios hijos, y pensó que ya no podía seguir ese ritmo de trotamundos teniendo una familia. Es cuando se aleja del conjunto y continúa su carrera universitaria hasta recibirse, e ingresa al Poder Judicial de Salta como Secretario de Corte. En ese entonces, yo estudiaba y buscaba trabajo. Me entusiasma para que rinda para ingresar al Poder Judicial, el año 1969. Así lo hago e ingreso a su Secretaría (o sea, fue mi primer jefe), desde donde me jubilo después de cuarenta años. Siempre hubo una relación de muchísima amistad entre ellos y mis padres, que hoy mantenemos los hijos. Pero “el Chango” nunca dejó la música. Formó, “en el mismo balcón” un conjunto llamado Los Duendes, que lo integraban dos hijos de él (que eran muchachitos de 12 o 14 años), José Antonio y José Ignacio junto a dos hermanos de apellido van Cawlaert, Víctor y Carlos. Ellos cantaban Campanitas, que uno de sus hijos la pasó a CD junto con otras canciones. Sus dos hijos se retiraron por estudios universitarios y entraron dos hermanos más van Cawlaert, Leopoldo y Arturo. Ese conjunto pasó a llamarse Los Cuatro Hermanos Salteños, fundado y dirigido por Saravia Toledo. También formó otro conjunto llamado Los de Salta, que también sentí crecer en el balcón las noches de verano. Y lo más inverosímil de esto es que la pasión de Saravia Toledo era la música clásica. Estoy hablando de muchos años atrás, donde la vida era así, música y silencio, en los barrios de mi Salta. Tengo fotos de “el Chango”. Disculpen los lectores, si me extendí y aburrí, en mi relato pero, al recordar Campanitas, me llegaron muy gratos recuerdos de Saravia Toledo, a quien lloré frente a su tumba, igual que lloré a mi padre. CECILIA REVOL NÚÑEZ 17 POETAS Y CANCIONES DE SALTA RAÚL CHULIVER El salteño lleva implícita en su autenticidad el culto de antiguas tradiciones, donde las costumbres se reflejan en gestos de sabor añejo. Quizás porque nuestra cordillera de los Andes los nutre y amuralla.La escritora argentina Ana Emilia Lahitte (1921-2013) se refería en la década del sesenta: “los salteños poseen una suerte de autoridad natural y aguerrida que se trasunta en lo físico de igual manera que en lo anímico y transforma la gravedad en fervor amantísimo. Estas constantes perfilan su poesía con características netamente acusadas en ellas, la piedra, el monte, el paisaje, el amor, no compiten con la nostalgia musical de los arroyos, el verde de los ríos, las quebradas, las tardes pastorales del valle”. Raúl Aráoz Anzoátegui, en su juventud, ya posee una obra seria, donde el ensayo alterna con la poesía y proyecta nuestro folklore hacia otros pueblos. Aráoz Anzoátegui fue uno de los mayores poetas de la generación del cuarenta que ha dado nuestro país. Cultivó el género narrativo y la poesía y también trabajó en movimientos culturales cuyo fin fue mejorar la calidad de vida de los habitantes de su tierra. Participó de La Carpa, movimiento literario que él mismo describiera como uno de los que se particularizó por su extraordinaria cohesión y envergadura. También participaban en este grupo: María Adela Agudo, Julio Ardiles Gray, Manuel J. Castilla, María Elvira Juárez, Raúl Galán, José Fernández Molina, Nicandro Pereyra y Sara San Martín. El grupo La Carpa fue un movimiento que ha marcado significativamente la obra de Anzoátegui y del resto de sus contemporáneos, era un movimiento literario que se caracterizaba por proponer la identidad colectiva antes de la individual, generando un arte que fuera reivindicativo de las raíces y los compromisos sociales, que buscara siempre una concepción del arte tendido hacia lo social, que escucha las voces del pueblo y mira reflexivamente hacia dentro de su formación histórica. Entre sus obras citamos la que musicalizó Robustiano Aráoz Anzoátegui titulada Este canto de amor, y que llevó al disco Hernán Figueroa Reyes. 18 Como siempre el otoño nos iba penetrando y la tarde caía desde sus grandes ráfagas y era la tierra entonces una aldea olorosa pero atrás han quedado las torres provincianas y el valle del aroma. Porque el amor es esto que aprendí sin nombrarte o todo lo que fuimos diciendo sin decirnos. No es necesario, no, buscar la primavera solamente ni todas esas cosas que tú bien sabes amo; esa nube espesa flotando como un tronco, sobre el río nuestro granado en flor y mis amigos que traen su guitarra en la noche para salir desde mi corazón Porque el amor es esto, lo único que solo no pude construir nunca, lo que me acerca a todo con tu misma alegría. Por eso pienso cosas que sin ti callaría, porque no es el amor únicamente tu cintura de trigo; fuimos hechos también para la vida y esto para mí como la tierra y el agua. Por eso estás en lo que digo en la resina ardiente del tabaco, en los hijos que llenan con sus voces la lenta transparencia del aire entre los álamos. Aquí, aquí mi amor te recupera, aquí mi amor te recupera y canta… El poeta salteño es cabal protagonista de su naturaleza dramática y la densidad de su temperamento lo lleva a tratar los temas del hombre (el indio, el hachero) con una dignidad muy particular. Hay matices nobles en lo profundo de su intención creadora. Ameno es su modo de expresarse. Manuel J. Castilla, laureado por su libro de poemas titulado Bajo las altas nubes, escribió varias obras que musicalizó el gran maestro Eduardo Falú. También con Cuchi Leguizamón. Algo de salvaje y tierno su cuela por sus páginas, cualquiera sea el tema que trate, como bien lo define sin rodeos, Salta es así. 19 Esta tierra es hermosa. Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada. La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen; Montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco Como una boca de horno de pan recién prendido, Yuchanes de leyenda En donde duermen indios y ríos esplendentes, Gauchos envueltos en una gruesa cáscara de silencio Y bejucos volcando su azulina inocencia. Todo eso quiero. Y hablo de contrapuntos encrespados Y de lo que ellos para virilmente sangrientos Cuando el vino en la muerte es un adiós morado. Otra faz del paisaje que en Salta es un prodigio de veracidad radiante nos la da Antonio Nella Castro, poeta, escritor y autor teatral. Estuvo muy vinculado al movimiento folklórico de su provincia, al que entregó la Zamba del Chaguanco, entre otros memorables temas. Otras obras: Bajo el azote del sol, de Antonio Nella Castro y música Gustavo Leguizamón; Canción de cuna para dormir a un niño y La diablera, de Antonio Nella Castro y musicalizadas por la pianista Hilda Herrera. LA DIABLERA Metido en un silbido transita por la selva lijando las picadas y los huesos se le hacen cedro, roble, lapacho, guayacán o tipa blanca. Herido de paisaje retumban en su pecho los bombos de las hachas y se pasan los días lentos, lacios, tendidos sobre el humo de su chala. Total cuando haga noche en medio de la huella y se eche largo a largo debajo de algún tala el diablero mirando las estrellas ya ni se acordará de cuánto gana. 20 Llevando hasta la sierra el duro y silencioso rollizo de la carga se le vuelve la sangre sombra, tierra, paloma, garañón, viento y baguala. Hermano del sendero el perro de la luna le lame las pisadas y dormida su pena manso, flaco, tirado en un rincón viejo del alma. Nella Castro laureado en 1960 por un Canto a Salta, brotado de la copla ¡Soy de Salta y hago falta! Allí donde galopa el Mojotoro Y la tierra se entrega en un sonoro Perfume a palo santo Hay un país de sangre algarrobera Hay un terruño toro Que sube rumbo al canto Usando el corazón por estribera Hay un río con hondas y muchachos Quemado de malojas y lapachos Un ámbito de nido Sabroso como humita envuelta en chala Un límite de machos Que monta hecho alarido En el humo animal de las bagualas. Este es el tono del Canto a Salta, donde Nella Castro vuelca con vitalidad y llaneza su convicción filial y su lirismo. Así nos lleva tierra adentro, agitada y gozosa la sangre vidalera. Yo que llevo su poncho y su tormenta Y que sé que a los dos nos emparenta El mismo y lacio techo Le tiemblo desde el alma hasta los poros Y a su aire me alimenta Entrándome en el pecho Lineal como el mugido de los toros 21 Cuando miro su pulpa y su corteza El vino que le aturde la tristeza Con sus bombos espesos Y ese poco de locro que le falta Me duele su pobreza Y hermano hasta los huesos Les digo a los amigos ¡Soy de Salta! RAÚL CHULIVER “Soy de Salta y hago falta”, dicho que se ha hecho proverbial 22 ALGO SOBRE LAMENTO MATACO FANOR ORTEGA DÁVALOS Félix Octavio Polanco, conjuntamente con los integrantes de Los Cantores del Alba, Horacio Aguirre, Javier Pantaleón, Gilberto Vaca, compusieron el bien logrado tema Lamento mataco, dedicado al guaraní que logró arraigarse en Vapo-renda o Wapo-renda (‘lugar de trabajo’, ‘donde hay trabajo’), como conocían a la Argentina los guaraníes, sobre todo en las márgenes del Y-Pytá, ‘Agua roja’, o Rio Bermejo. Antes de adentrarse en territorio argentino, el Bermejo es muy torrentoso y son famosas las leyendas cuentan que no pudieron con él los mejores nadadores. RIO LOCO, TRAICIONERO Río loco, traicionero, Me dejaste sin amor. Cuando duerma en mi chalana, Quiero que me lleves vos. (Estribillo de Lamento Mataco) Glosa Nuestros Cantores del Alba, Realzaron el cancionero Cantándole al Y Pytá, Rio loco, traicionero. La cuñataí me tenía Preferencia entre los dos, Por eso con tu corriente Me dejaste sin amor. Río loco, aunque no quieras, El cariño de mi amada Siempre ha de volver a mí Cuando duerma en mi chalana. 23 Pero cuando me despierto Pido a Ñamandú,1 mi dios, Que adonde te la llevaste, Quiero que me lleves vos. FANOR ORTEGA DÁVALOS 1 El hacedor de las cosas. 24 EDUARDO FALÚ El ulular de los vientos sobre los cerros de Salta, es la plegaria en voz alta que conjuga sentimientos. Acaso los instrumentos que pulsara su maestría, lloran también este día con lágrimas musicales, mientras duendes celestiales despliegan su algarabía. Tal vez el negro crespón que cuelga bajo la parra, enlutando una guitarra traduzca la admiración por él, y su gran pasión, su talento y su desvelo. Hoy, que ha alcanzado su cielo en un sentido profundo, sabemos por qué en el mundo la música está de duelo. Las guitarras apenadas por la muerte del maestro, le rezan un Padrenuestro desde sus cuerdas templadas. Entre cerros y quebradas se oye el llanto de un laúd y debajo de un ombú un criollo que no lo nombra, bebe su “Trago de sombra” llorando a Eduardo Falú. MARIO ROJMAN1 1 Agradezco nuevamente a Don Mario Rojman, El Payador Urbano, su permiso para publicar estas décimas que recuerdan a un autor que llevó a la fama cantidad de canciones salteñas.. Recomendamos al lector visitar el sitio poético de Don Mario: https://payadorurbano.wordpress.com/. 25 APÉNDICE DOCUMENTAL De un poeta a otro poeta: Romero Sosa a Castilla Manuel José Castilla es muy bien conocido como escritor y poeta; también como autor de letras del folklore. Su Balderrama, escrita junto con Gustavo Leguizamón, es un verdadero símbolo. Muchos años atrás mi amigo Carlos María Romero Sosa, también de prosapia salteña, le dedicó un soneto. Abajo están la tapa del libro y el texto. MANUEL J. CASTILLA Dúctil como la arena transitoria, dócil como una orilla a la mirada, ala como una urgencia consumada, eco como el instante de la gloria. Ronda como una tarde en la memoria de rutinas, de pasos sin llegada, como el ciclo puntual de una jornada frágil como una línea divisoria. 26 Penas como secretos miradores. Manos oteando nombres a las cosas. Ojos para el color de los rumores. Tardes, ecos, orilla, duda ilesa, sombras bordeando copas sigilosas: quizá ayer es ya luego y él regresa. Este soneto parece, a mi juicio, evocar la vida y la obra del gran poeta salteño, quien escribió recuerdos y nostalgias; quien supo beber el trago del instante; quien se sintió peregrino de la tierra y del tiempo. Pero sobre todo destaco el primer terceto, pues poner nombres a las cosas, reales o imaginarias, es la tarea esencial del Creador divino y del creador humano. Y está bien un cierre con tardes, ecos y sombras, porque –no nos engañemos– Romero Sosa y Castilla bien saben que vivir es regresar, como podemos, andando a tientas. E.L. 27 MINUCIAS CANCIONERAS R.L., acompañado por gauchos salteños, en uno de los encuentros folklóricos de la provincia Coplas cancioneras HIMNO SALTEÑO Dicen que fuiste robada por aquel gran santiagueño; quizás tuviste una pluma pero tu autor es Juan Pueblo. NEGRO FRONTERIZO Negro López, vozarrón… honduras de nuestra tierra. Voz ronca y dulzura en canto, Esos cuatro… ¡gloria eterna! 28 ESAS CARPAS ¿Podré acaso yo olvidar aquellas carpas salteñas? Esas tiendas me cobijan, para endulzarme las penas. Eufrasio López Coplas a la zamba salteña DANZA Pañuelos cual nubes bajas que inauguran otro cielo, a nivel de las figuras delicadas de una zamba. 29 ZAMBA Va como un ave el pañuelo bien extendidas las alas; alas de vuelo y encuentro en el baile de la zamba. Carlos María Romero Sosa 30