Caracteristicas de La Histeria

March 30, 2018 | Author: Anonymous Kpx09yo | Category: Jacques Lacan, Love, Psychoanalysis, Oedipus Complex, Woman


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La histeria se queda con las ganas en el amor, sosteniendo siempre que existe una mujerque las tiene todas; y el obsesivo sufre en secreto haciendo de su vida un via crucis permanente que hace imposible acceder al objeto que causa su deseo. En realidad, la posición frente al amor es siempre femenina: así, representa una dificultad mayor para hombres que para mujeres, aunque éstas no se quedan muy atrás, sobre todo en estos tiempos en donde encontramos una tendencia creciente a la virilización en el mundo femenino. Un hombre que se asume enamorado corre un alto riesgo: castrarse. Cuando el hombre, tocado por el amor, no puede tolerarlo, suele ponerse al reparo permaneciendo en una posición que lo resguarde. Protegerse contra los riesgos que ocasiona enamorarse es una respuesta típica en los hombres, y la coraza protectora puede adquirir múltiples modalidades de presentación. Una de ellas es el cálculo: es una situación muy común y la encontramos en el conjunto de argumentos que los hombres construyen para no involucrarse con una mujer que, sin embargo, les interesa. Es muy probable que el cálculo sobrevenga cuando ya el hombre ha sido tocado por una mujer que le importa, aunque también se puede ubicar previamente, en la serie de pensamientos que –con muy buenos argumentos, tal vez los mejores, para abonar la idea de mantener distancia– impiden el acceso a ella. Esto da como resultado que él no pueda llamarla ni decirle nada o mostrar algún signo de interés. Esta actitud tiende a alejar a cualquier mujer que pretenda tener una relación estable con un hombre, ya que abona en ella la idea de no ser deseada. El obsesivo va en el sentido contrario al objeto que causa su deseo. La neurosis obsesiva es una burocratización de la fobia”. Es una manera clara y certera de presentar a la obsesión hermanada con la fobia: un disfraz de enredos laberínticos que preservan al sujeto del encuentro con la falta. Pero, ¿cuándo se precisa una fobia? La fobia se instaura cuando el sujeto se encuentra con una falta que tiene para él estatuto de abismo, es decir de ilimitado; el peligro es perder el ser bajo el signo del fantasma de devoración, como enseña Lacan en el Seminario “La relación de objeto”. A la hora del amor, el obsesivo teme ser devorado por un Otro que desea. Por eso le resulta mucho más fácil someterse a cualquier requerimiento que se imponga dentro de los cánones de la demanda y evitar encontrarse con la mujer de sus deseos o quizá de sus sueños. Si una mujer entra a formar parte del inconsciente del hombre, quiere decir que él se ha sentido tocado por ella. En el Seminario “El sinthome”, Lacan avanza en la formulación y dice que la mujer es para el hombre su sinthome: se ubica así como el nudo que anuda a un hombre. ¡Qué lugar! Aunque es importante precisar que el sinthome, cuarto nudo que hace que lo real, simbólico e imaginario se mantengan juntos, puede adquirir distintos valores. Por ejemplo en el “caso Schreber” –sobre el que escribió Freud–, el amor a su mujer cumple una función de estabilización subjetiva; pero el sinthome es el broche que, a veces como resultado de un análisis, anuda al sujeto cuando ha podido salir de la lógica que sustenta la neurosis. En este último caso se trata del lugar más preciado que podría tener, para un hombre, una mujer. Con-sentir, escrito así, conduce a un doble movimiento: por un lado, el consentimiento, en este caso consentir al amor; pero también la decisión de “sentir con”. Si antes hablamos de coraza, ahora se trata del coraje, como actitud necesaria en un hombre cuando una mujer se vuelve inolvidable. No todos los hombres pueden o quieren con- sentir, ya que esto implica un profundo compromiso ético. Ya sabemos que el deseo no es cómodo, cuesta, siempre se requiere pagar por él. Pero, para que esto sea posible, el hombre debe declinar algo de su interés fálico, es decir: feminizarse. Feminizarse en el amor no equivale a afeminarse. Feminizarse es una posición que al hombre lo enriquece y le suma virilidad. Es la decisión de con-sentir al encuentro con el otro y hacer de ese encuentro una experiencia inédita, única. Cuando el amor toca una verdad, su característica principal es la novedad. Cuando una mujer cree en su hombre y sabe de su dificultad, puede ayudarlo, si él lo permite, a salir de su rigidez, de su armadura defensiva. Ella debe creer en él y él con- sentir a ella y a lo femenino que ella despierta en él; debe dejarse llevar por su amor. Consentir al acontecimiento amoroso, como encuentro siempre contingente, requiere una posición decidida frente al amor, que deje atrás el modo neurótico de existir. Lacan señala el goce que la histérica extrae de la privación, si ella cede el goce a la Otra mujer es para encontrarse con la dimensión gozosa de ser privada del mismo. Goce de la insatisfacción, sostenido en el pretendido goce de la otra. No hay sexualidad sin insatisfacción, y este es el drama y el fundamento de la histérica: mantener el deseo siempre insatisfecho. Así, la histérica se representa en un escenario en el que el encuentro sexual siempre es deslucido, porque ella no sitúa el objeto de su deseo en el Otro, sino que lo preserva pero manteniéndolo como una falta. No busca el objeto de una satisfacción sino la producción de una demanda de saber sobre el goce sexual, sobre las dificultades y los embrollos con el cuerpo, con el que ella encuentra, se tropieza. Ella sabe que esta reivindicación de saber será siempre insuficiente, pues lo que ella persigue es el saber como medio de goce para servir a la verdad[9], a la verdad de la castración del Otro, enmascarando otra verdad que ella repudia aun más, que le es preciso admitirse como objeto para ser deseada. Sabemos por la clínica cómo algunas histéricas muestran su molestia y su asco al sentirse deseadas, y denuncian “es esto lo que desean, un cuerpo, nada más”. Lo que se desea es un cuerpo y es lo que la histérica sustrae, ahí se escabulle creando su propio vacío. Así, la estrategia de la histeria es la estrategia de la privación, de un sacrificio que solo tiene sentido si el otro queda enganchado en el sufrimiento. Es decir, se priva con la pretensión de que ese daño provoque algún efecto al otro. La histérica sabe que su privación tiene que implicar al otro y para ello armará cualquier estrategia para conseguirlo. En este juego de la insatisfacción, el saber y el cuerpo tienen un lugar privilegiado. El cuerpo de la histérica, siempre rebelde al discurso del amo, se opone a que el cuerpo funcione de acuerdo a las normas establecidas, se opone a hacerse esclavo del significante amo substrayéndose como objeto de su deseo. Dejar de creer en el padre Las primeras histéricas de Freud estaban muy preocupadas por su padre, es lo que se destaca en “Estudios sobre la histeria”. El síntoma histérico gira alrededor del amor al padre quien preside la primera identificación por ser merecedor del amor. El cuerpo de la histérica se sostiene en ese amor y, como tal, siempre está a punto de deshacerse. Para que el sujeto histérico se mantenga unido, necesita agregar el Nombre del Padre, de ese modo el síntoma y el sentido quedan unidos. Para Lacan, ellas se identifican al padre que aporta el sentido fálico, al padre de la metáfora paterna. El Nombre del Padre es instrumento para resolver el goce por el sentido. La identificación produce una alienación determinante al Otro. No obstante, esta identificación produce una estabilidad en el funcionamiento del sujeto. Más adelante, Lacan sostendrá que la función del padre es la función del síntoma –es el padre como modelo de una función de goce– cuando ubica a la versión del padre (père- version) como causa de deseo. [11] A partir de aquí se abre la oportunidad de dejar de creer en el padre –dejar de creer en el propio síntoma– a condición de servirse de él. La identificación al padre por el amor es una identificación, dice Lacan, “hecha de participación”[12] y del cual la histérica extrae un síntoma. La histérica participa en el goce del padre El obsesivo suele estar tan seguro de lo que desea que, por eso mismo, lo esconde, lo disfraza, lo escamotea o, para usar una expresión de Lacan en La dirección de la cura y los principios de su poder: lo contrabandea. en el caso de la histeria la división toma otra forma. Mientras que, por lo general, para el obsesivo la división entre amor y deseo suele plantearse de manera excluyente (amo pero no deseo, o bien deseo a quien no amo), en el sujeto histérico ambos modos de relación con el Otro se recubren. Podría decirse que donde la obsesión propone la estructura de la reunión (“alienación”, tal como Lacan la llama en el seminario 11) para el histérico se trata de la intersección (o “separación”, como segunda operación de constitución del sujeto). Donde el obsesivo se indetermina, el histérico hace valer su ser de deseo... aunque de forma igualmente sintomática. Es conocida la respuesta típica del histérico ante el deseo del Otro: la defensa ante la posición de objeto. Sin embargo, por conocida que sea la posición defensiva de la histeria, no es tan evidente que el drama amoroso sea la vía con que se recubre la presencia inquietante ante el deseo. Es en la histeria que encontramos, con mayor frecuencia, las más diversas fantasías en torno al amor y sus vicisitudes: desde la expectativa de que el Otro sea el “adecuado” (una de cuyas versiones es la del “príncipe azul”) hasta los temores respecto de cuánto podría durar la relación. Porque si en última instancia se va a consentir, más vale que sea con motivos. Dicho de otro modo, en este punto es que se pone en juego el modo en que se espera que alguna garantía sostenga el amor para condescender al deseo. He aquí el núcleo de lo que Lacan llamaba la “armadura” del amor al padre en la histeria. Por supuesto que no se trata de la figura del padre como tal (“el progenitor”, podríamos decir). La versión del padre (la père-version) de la histeria consiste en hacer del amor el lugar desde el cual denunciar la seducción del Otro. De este modo, histeria y obsesión comparten el hecho de ser modos de división entre amor y deseo, pero tratan este conflicto de maneras diferentes, lo cual tiene importantes incidencias en la orientación del tratamiento. Es inútil forzar al obsesivo en la vía del reconocimiento del “ser- para- el- amor”, tanto como lo es apuntar a que la histérica consienta sin más al deseo. De la misma manera que no hay análisis de la obsesión que no atraviese los camuflajes y trampantojos del deseo, ni análisis de la histeria que no deba dedicar un buen tiempo a las versiones y semblantes del amor. Mujeres histéricas hay de a montones, aunque rara vez se reconoce su estigma como una dolencia y suelen ser condenadas por algo de lo que en realidad no son concientes y les causa mucho dolor Frecuentemente se suele señalar a las mujeres seductoras que no terminan de definir una situación con un hombre como "histéricas" y sin más se las menosprecia y estigmatiza. Sin embargo, la "histeria" fue estudiada por corrientes psicoanalíticas de diferentes vertientes, en busca de asistir a numerosas mujeres atormentadas por ese conflicto. Para el portal Suite101, Karla Perales publica una serie de tips muy interesantes acerca de las definiciones que encuadran a una mujer histérica. "Rompen constantemente corazones masculinos" , son extremadamente seductoras provocando la excitación constante del individuo sin llegar a satisfacerla...la realidad es que las "histéricas" no son conscientes de su condición y sus actitudes tienen origen en un profundo conflicto psíquico que se desarrolló durante la etapa psicosexual. La superación normal del complejo Electra se presenta cuando la niña se da cuenta poco a poco, que papá pertenece a mamá y no puede tenerlo; la niña entonces debe renunciar a sus sentimientos de amor y dirigirlo a otro objeto de amor: el hombre quién será su pareja; asimismo comienza a identificarse con la madre. SI la transferencia no se da de manera adecuada, pueden presentarse grandes dificultades en el trato que la mujer adulta tenga hacia el sexo opuesto. ¿Cómo viven el amor las histéricas? Las mujeres catalogadas "histéricas" presentan gran dificultad de establecer relaciones amorosas sanas y significativas. Muestran incapacidad para concretar una relación y quedan atrapadas en el juego de la seducción, lo que ocasiona mucho sufrimiento. Si llegan a establecer relaciones, éstas suelen ser inmaduras, insanas y superficiales. No quieren a quién las quiere; por lo general aman a otro que es inaccesible, la cual es una fantasía que tiene que ver con una fijación hacia el amor del padre; por tal motivo, tienden a buscar un prototipo de hombre ideal que sea capaz de satisfacer las carencias del padre real. Al mismo tiempo es común que suelan decepcionarse rápidamente. Tienen una tendencia a presentar una fuerte necesidad de perfección para evitar el abandono, pero teme al compromiso emocional profundo. Características de las mujeres con trastornos histéricos Alteraciones sexuales: Frigidez que contrasta radicalmente con su personalidad seductora. Ésta no es una incapacidad a experimentar placer, sino, una negación o especie de rechazo. Tiene su origen en la obediencia a la demanda de otro. Asimismo, mantiene un marcado temor a la sexualidad, pero un intenso, aunque reprimido deseo sexual. Actitud disociativa: Es común que la mujer histérica oscile entre el amor idealizado y la práctica sexual, pues suele manifestar un miedo irracional a entregarse a un hombre que pueda abandonarla, lo que remonta a las fantasías infantiles de la etapa edípica; esto la lleva a una disociación. Prefieren el amor tierno y dependiente, que el propio acto coital, al que encuentran insatisfactorio. Tendencia al trastorno de conversión: El conflicto psíquico se simboliza en la enfermedad del cuerpo, el cual expresa lo que la represión impide. Se define al trastorno de conversión, como la somatización que incluye trastornos sensoriales, padecimientos físicos y motores, cuyo cuadro clínico se asemeja a una enfermedad neurológica sin causa aparente. Dependencia emocional: Suelen presentar dependencia al marido, a una figura idealizada o a una figura de autoridad. Inestabilidad emocional: Fuertes crisis emocionales con tendencia a la teatralidad, especialmente después de una decepción. Seducción y frustración: Exudan erotismo en su forma de ser, actuar, hablar, vestir, del cual ella no es consciente. Relación del trastorno de personalidad histriónica con las crisis histéricas femeninas. Cabe destacar que las mujeres con rasgos de personalidad histriónica tienen una mayor predisposición a desarrollar crisis de histeria o el trastorno de conversión, inmediatamente después de sufrir un hecho traumático: divorcios, abandono, etc. En general, los individuos con este tipo de personalidad son muy estigmatizados por la sociedad, ya que suelen ser juzgados de manera muy superficial asegurando que solo "intentan llamar la atención". En realidad, esta personalidad tiene origen en la falta de atención de los padres y la intolerancia del niño ante la separación de las figuras paternas, encargados de proporcionar seguridad y estabilidad psíquica durante el primer año de vida. ¿Cómo ayudarlas? Tratamiento para las crisis histéricas femeninas Erróneamente, el hombre intenta ayudar a su pareja complaciéndola en todas sus exigencias, lo cual provoca que la relación se torne muy desgastante y que ambos acumulen una especie de rencor que los lleve a hacerse daño. Para una mujer "histérica" nada será suficiente, pues ellas viven en una situación de insatisfacción. Lo más importante es no estigmatizar a esta clase de mujeres, pues su forma de ser suele tener connotaciones negativas, lo que provoca que sean catalogadas como las típicas "seductoras" que consiguen todo lo que quieren y se divierten jugando con los sentimientos de los hombres, pero no es así. La mejor manera de ayudar a una histérica es la comprensión y el apoyo de sus seres queridos. Se sugiere ayuda psicológica, ya sea una terapia de tipo cognitivo conductual o psicoanalítica. Características de neurosis histérica La neurosis histérica se encuentra dentro de la neurosis de transferencia donde, en la relación con el analista, se hace una reedición los modelos de vínculo aprehendidos. Se clasifica dentro de la neurosis de transferencia porque los conflictos tienen una historia Las principales características son la hiperexpresividad somática de las ideas, imágenes y afectos inconcientes Los conflictos psicológicos se expresan fundamentalmente a través del cuerpo. La sintomatología clásica incluye síntomas físicos para los que no hay causa orgánica y se articulan entorno a una “anatomía imaginaria” que carece de relación con la estructura real del sistema nervioso Lacan define a la histeria como una estructura, con lo q se puede ser histérico sin padecer los síntomas. Es considerada como una de las 2 principales formas de la neurosis. Se plantea el interrogante ¿soy hombre o mujer? ¿qué es ser mujer? Existe una vinculación íntima entre la histeria y la feminidad La histérica se apropia del deseo del otro identificándose con él, y lo sostiene solo con la condición de no ser ella el objeto de ese deseo. La histérica no soporta ser tomada como objeto del deseo porque eso haría revivir la herida de la privación ? Histeria? las personas con este carácter necesitan mostrarse, exhibirse, representar. Representan personajes en forma inconsciente, forman parte de una trama argumental sustentada en fantasías inconscientes q escenifican y condensan los condenados deseos sexuales de la infancia. Es una niña fuertemente apegada a la figura de sus padres q lucha para constituirse en la pareja de ambos, de ahí la eterna pregunta sobre la identidad sexual soy hombre o mujer? Ella representa que es una mujer. La diferencia sexual anatómica interpretada por ella como castración, la angustia. La lleva a reaccionar a través de una “hiperfeminidad” o de una modalidad “unisex” La histérica representa ante el hombre q tiene algo más aparte de lo visible. La herida infantil de q le faltara algo (el falo) quiere pasársela ahora al hombre. Un hombre fijado a una madre fálica es el candidato ideal para enamorarse de este tipo de mujer Es común observar la disociación entre el amor idealizado de la fantasía y una práctica sexual q sistemáticamente desilusiona. Cuando el empuje pulsional adquiere cierta intensidad y la represión fracasa aparecen los síntomas conversivos: el cuerpo aparece como el lugar en el q se expresa lo q la censura impide decir en palabras La seducción infantil, la mutua seducción incestuosa se constituye en un punto de fijación al q la fantasía inconsciente se resistirá a renunciar por el resto de la vida. Para estas mujeres la realidad es una pobre alternativa, se transforman con los años en mujeres depresivas o paranoicas. La mujer histérica pone erotismo en su vestir, moverse, hablar con una clara alusión sexual q ella parece ignorar. Esto le da un aire de ingenuidad o infantilismo emocional. Ella no puede tomar conciencia de este erotismo q irradia y del matiz incestuoso q tiñe sus relaciones porque la invadiría la angustia, por eso actúa la represión. Infantilismo: el término describe una serie de rasgos habituales en el carácter histérico: egocentrismo, dependencia de ciertos personajes idealizados, sugestibilidad, ingenuidad, frigidez, o diversos grados de inhibición genital, etc. La mujer histérica seduce y frustra, pero en forma inconsciente. Suele observarse en la histérica una marcada dependencia hacia su marido o hacia algún personaje idealizado q representa la autoridad. En el pasado la dependencia infantil no pudo ser bien tolerada por los progenitores especialmente por la madre. En la adulta esta dependencia adquiere un matiz hostil, como trata a su pareja como su madre trataba al padre y/o a ella misma. Simultanea o alternativamente puede desarrollar un vínculo de dependencia idealizada Muchas veces el miedo de entregarse a un hombre q puede abandonarla es tal q lleva a una disociación, entabla con el conyugue, de quien está insatisfecha sexualmente, un vinculo tierno y dependiente mientras coloca la satisfacción sexual en un vínculo imaginario o actual fuera de la relación marital, o a la inversa. La necesidad de perfección: tiene tanta necesidad de alcanzar la perfección porque se siente esencialmente imperfecta, ya q desde su posición infantil interpretó la ausencia de pene como una “falta” humillante inaceptable No tiene definida su identidad femenina en la medida en q no hay superado totalmente el complejo de Edipo, apela al mundo de la fantasía donde se identifica con la mujer más perfecta, etc. El hombre debe ser más fuerte, más potente q el padre, pero ese vacío es imposible de llenar, todos decepcionan a la histérica. La insatisfacción se convierte en una necesidad. Es el deseo de la histérica conservar intacto su deseo? Es frecuente que la histérica desempeñe un rol en determinado vínculo y uno opuesto en otro, sea simultáneo o sucesivo. Busca un ideal en un caso y en otro pretende ser el ideal. Esta necesidad de encarnar la perfección halla su modalidad expresiva más ostentosa en el carácter fálico-narcisista: personas arrogantes, de apariencia segura y agresiva, en franca competencia con el otro sexo. Bajo este tipo entrarían diversas formas activas de homosexualidad masculina y femenina, formaciones paranoicas y distintas perversiones sexuales con una importante componente sádica. Cuando se busca en el amante al padre idealizado q compense las faltas del padre real la histérica se identifica con el lugar de madre-fálica q maltrata y denigra y a quien queda así ubicado en el lugar de niña-amante-rechazada Muchas veces se nota un escaso interés y la casi convicción de q el coito es una experiencia frustrante para la mujer histérica, que prefiere la “parte romántica” del amor. Para ellas el orgasmo sería la muerte, la muerte del deseo. La frigidez no es una impotencia es “no querer”. Esta actitud sexual consiente muchas interpretaciones El miedo de entregarse a un hombre se conectaría con que ella no ha podido constituirse aún como mujer: por su fijación edípica a la madre no ha hecho un pleno pasaje al padre como objeto de amor, a su vez por su intensa fijación edípica positiva no ha hecho sino una insuficiente y parcial sustitución del padre por otro hombre como objeto de amor exogámico: en este caso la frigidez sería un problema de “no poder” Cuanto mayor sea la dependencia de la madre, menos espacio tendrá el hombre como Maestro para hacer su aparición, y más prematura será la decepción La madre de la histérica no es consciente del daño q ocasiona. Se defiende de su propio sentimiento de desvalorización como mujer. Por su parte el padre trata de demostrar frente a los ojos de su hija q, después de todo, tan impotente no es. Entre muchas variantes hallaremos a la histérica en la q predomina la búsqueda del amante idealizado, otras en las q es más evidente la franca rivalidad con el hombre, algunas pretenden erigirse en objeto idealizado de los hombres, otras se refugian en la maternidad como compensación de una feminidad sentida como insuficiente o como incompletud intolerable La mujer es un ser dual: actitud pasiva (busca complementación con compañero) actitud activa (comportamiento materno) Es frecuente ver en las mujeres histéricas como disocian u oponen el ser mujer con el ser madre o el amor sexual genital con el amor tierno La inhibición sexual de la histérica esta sobredeterminada, intervienen muchos factores q depende de la historia personal. También al hombre histérico le gusta seducir, quiere ser amado por todos y no puede elegir. Siempre se halla insatisfecho por lo q tiene y le parece más valioso lo q tienen otros. El necesita mostrarse. EL histérico tiene tanta inseguridad de su identidad sexual como la mujer de la suya. Es frente a esta ostentación machista q la histérica se revela frustrándolo. El intento de agradar a todos, de ser querido por todos, implica inconscientemente el deseo de borrar a todos. El no ha superado la rivalidad con sus padres ni tampoco el temor al castigo por sus deseos prohibidos. Al niño le falta la protección paterna q debilite la “peligrosidad” q atribuye a sus deseos infantiles. Por otra parte hay una madre q descalifica al padre como hombre y dirige una mirada amorosa a un tercero idealizado, q podrá seducir al hijo en un afán narcisista, faltándole el verdadero amor de madre. Características carácter histriónico  Excesiva emocionabilidad y tendencia a llamar la atención. Emociones inapropiadamente exageradas. Lábil y superficial. Las emociones se presentan con intensidad, pero parecen exageradas o poco convincentes, como si la persona estuviese interpretando un papel teatral.  Conductas muy intensas, reaccionan fácilmente. Responden a pequeños estímulos con ira y pataletas irracionales. Incapacidad para tolerar el aburrimiento y la rutina.  Tiende a entusiasmarse con la misma facilidad que se enfada o aburre.  Estilo de hablar globalizador y llamativo, intenso y dramático, suelen usar frases fuertes y sorprendentes. La entonación que utilizan para expresarse es “teatral”. Los gestos que utilizan son ampulosos y llamativos  Preocupación exagerada por su atractivo físico. Suelen vestir de un modo que atrae la atención, con colores brillantes, estilos sorprendentes y provocativos y un exceso de cosméticos y de tintes para el cabello. Utilizan la sexualización para influir en las relaciones, y responsabiliza a los demás de ser ellos los que se le insinúan. Le gusta dar la imagen de que atrae a los demás por su apariencia física.  Abiertamente seductores, son cálidos y encantadores, pero sus sentimientos parecen carecer de profundidad o autenticidad. Se sienten cómodos siendo el centro de atención, cualquier señal de que los demás no la admiran despierta sentimientos depresivos y de resentimiento.  Los demás les ven como dependientes, superficiales y exigentes  Dependen de la atención que les brindan los demás. Son capaces de mimetizarse con la persona que tienen enfrente y adoptar sus opiniones para caer bien y ser aceptado. Tiene una gran facilidad para captar lo que los demás quieren de ellas y lo ofrecen  A esta personalidad la definen adjetivos como vanidosa, superficial, inmadura, dependiente y egoísta  Concepción exageradamente romántica e idílica de las relaciones de pareja que pronto se frustra, relaciones que empiezan desaforadamente y terminan desastrosamente.  Ante los problemas interpersonales reaccionan con estallidos dramáticos, descontrol nervioso y empleo de la cólera de una forma manipulativa Busca procurarse actividad y excitación. Está orientada a la búsqueda del placer en la vida con poca reflexión sobre ella.  Piensan de sí mismos que no son capaces de cuidarse por sí mismos y necesitan que el otro les cuide, así buscan ser el centro de atención para asegurarse el cuidado que necesitan  Buscan exageradamente la aprobación de los demás. Para ello se abren fácilmente a los demás y expresan con rapidez sus sentimientos, parecen ofrecer una rápida sensación de intimidad, se adaptan a lo que la audiencia demanda en ese momento, desde una imagen fuerte y segura hasta una imagen cándida y amable.  Al comienzo de las relaciones son percibidos como encantadores pero según pasa el tiempo se vuelven cada vez más exigentes y necesitados de un apoyo constante que buscan con métodos indirectos y que si no logran pueden llegar a las amenazas, castigos, estallidos de ira y amenazas de suicidio.  Cuando una relación exige de cierta intimidad no saben cómo hacerlo y en ocasiones se limitan a interpretar un papel. Tiene muchos conocidos pero intimidad con ninguno  Fuerte temor a ser rechazado, cualquier indicio de abandono es devastador , incluso aunque la otra persona no sea demasiado importante para ellas  Para conseguir la atención y el afecto de los demás manipulan sus relaciones con crisis emocionales, provocando celos, seduciendo, negándose a tener relaciones sexuales, sermoneando, regañando y quejándose.  Pueden cambiar rápidamente de pareja y amigos dado que la persona histriónica les anula emocionalmente con facilidad y se aburre de ellos.  Las creencias de los histriónicos son variantes de: “en esencia tengo muy poco atractivo”, “necesito que los demás me admiren para ser feliz”, “las personas están ahí para admirarme y satisfacerme”, “si no cautivo a la gente no soy nada”, “si no cautivo a la gente me abandonarán”, “si no cautivo a la gente me siento indefenso”, “me mueven los sentimientos”. ESQUEMA DE FUNCIONAMIENTO Situación Pensamiento Emoción Conducta automático desagradable que disminuya la emoción desagradable La pareja no Mi pareja ni Intenso Enfadarse les presta me mira, no malestar y con él una me presta la ansiedad bruscamente, atención en atención que “montarle un exclusividad necesito, espectáculo” en una fiesta ahora e irse de la necesitaba fiesta que llorando estuviese amargamente aquí ¿Qué es ser histérica? Ser histérica es ser la perfección hecha mujer (u hombre, si es tu caso). Es ser deseada y odiada a partes iguales, venerada y envidiada por las mismas personas. Ser histérica es estar rodeada de gente, y al mismo tiempo, estar completamente sola. Es ser puro fuego por fuera, y quebradizo hielo por dentro. Ser histérica es poder ser cualquier cosa, cuando en realidad no te importa nada. Ser histérica es, en resumen, una eterna lucha de contrarios. Todas las cosas positivas fueron fáciles de reconocer, conforme mi tutor las citaba: la fuerza, la pasión, la seducción, la confianza en mí misma, el descaro... Un sinfín de cualidades relacionadas con mi exacerbada autoestima. Las demás cosas, sin embargo, fueron más difíciles de digerir: la falta de autocontrol, la tendencia a hacer daño al otro y a mí misma, los ataques de histeria... Me costó aceptar el pack completo, pero finalmente lo reconocí. Las histéricas somos fálicas por derecho propio, nos lo hemos ganado a pulso con nuestro cacareo de "yo, siempre yo, más y mejor". Las histéricas somos siempre las reinas de la fiesta, las mejor maquilladas, las mejor vestidas, las más inteligentes, las más guerreras... Incluso para lo malo, también somos las que más. No importa qué cualidad sea, siempre lo daremos todo... Atraemos con nuestro brillo fálico a todos los castrados que ansían guarecerse bajo nuestra sombra, y sin los cuales no podríamos enaltecernos como lo hacemos. Nuestro terreno, al igual que el de las histerias de angustia, es el terreno de los afectos. Somos verdaderas maestras en lo que se refiere al manejo de las emociones: una sonrisa inocente, una lágrima desgarradora... De hecho, sabemos manipular tan bien con nuestras emociones que, en ocasiones, perdemos el control. Y llegamos al punto en el que las emociones nos desbordan, y acabamos haciendo un alarde de eso que tanto tememos de nosotras mismas: el ataque de histeria. Pero, como he dicho, tenemos un sinfín de cosas envidiables: las histéricas movemos el mundo con nuestra fuerza, inundamos de carisma cualquier evento en el que sea necesario vender, convencer o conseguir algo, y siempre estamos dispuestas a enfrentar un nuevo reto, sobre todo cuando nadie más se ve capaz. Somos seductoras, vibrantes, y pasionales. El mundo necesita nuestra energía, y solemos estar rodeadas de gente que nos venera, por nuestra capacidad de superación, por la perfección que representamos. ero no es oro todo lo que reluce. Todo es mentira. Todo es una fachada. Todo es una enorme actuación, que no acaba nunca. No existe la perfección. Sólo hay un pánico atroz a hacerlo mal, a ser menos, a fallar, a no ser perfectas. Porque no ser perfectas supone el rechazo. Y con el rechazo, nos rompemos. Con el rechazo, llega el vacío. Y con el vacío, llega el inevitable descubrimiento de que somos faltantes (sí, nosotras también), y de que todo lo que nos hemos dedicado tan arduamente a construir, es falso. Todo lo que hacemos, todo lo que intentamos representar, todos nuestros esfuerzos son por una única razón: conseguir la mirada de un otro, y de esa manera mitigar de alguna forma ese molesto vacío que llevamos dentro cada uno de nosotros. Todo el esfuerzo que hacemos, las sonrisas seductoras, las miradas de suficiencia, los alardeos de superioridad, tienen como único fin convencer al otro de que merecemos la pena. Sí, nosotras, las que servimos como parapeto a las fóbicas con todos sus miedos y sus carencias, necesitamos saber que esas fóbicas ven en nosotras algo bueno. Una personalidad abrumadora, un peinado bonito, un carácter fuerte, da igual. Necesitamos que vean algo en nosotras, lo que sea. Necesitamos que nos miren, necesitamos ser miradas. Como todas las estructuras, necesitamos al otro. Bajo todas nuestras capas de superficialidad y falsa seguridad, tan sólo hay una niña insegura más que no se cree del todo merecer estar en este mundo. Y todo lo que se ve por fuera, no es más que el intento aparatoso de demostrar lo contrario. Si te convenzo de que valgo la pena, si lo intento con todas mis fuerzas, si alcanzo la perfección, entonces, podré verme en tus ojos. Entonces, tú me reconocerás, y yo habré obtenido mi recompensa: reconocerme en ti. Pero todo esto, mis queridos lectores, supone una gran presión. Intentar ser la mejor en todo, intentar estar siempre perfecta a los ojos de los demás, sin importar lo que pase, sin importar cómo te sientas, siempre ofreciendo esa imagen de perfección inmaculada e inmutable. Es demasiada presión que no podemos compartir con nadie, y que finalmente, acaba saliendo. Ya sea hacia nosotras mismas, o ya sea hacia la persona que tengamos delante, la presión ha de salir. Somos como bombas de relojería en una continua cuenta atrás, y cada vez que estallamos, volvemos a poner en marcha el reloj. Vivimos de explosión en explosión. Creo que somos, de las 3 estructuras, la más insegura en realidad. Hemos dedicado tanto tiempo y energía a intentar tapar nuestra inseguridad, que en el momento en que algo de ella se vislumbra, entramos en pánico. Y respondemos con el mejor arma que tenemos: la fuerza, la pasión, la acción, la agresión. El mecanismo de defensa que mejor manejamos es el de la proyección, y a veces ni tan siquiera es necesario llegar a esos extremos: tenemos a nuestra inseparable compañera la queja, que cumple una función vital en nuestra estructura. Pero, ¿qué ocurre si le quitas todos esos recursos a la histeria? ¿Qué ocurre si la enfrentas con la realidad, con su vacío, con su falta? Bien, no es tarea fácil enfrentar a la histérica con su miedo más atroz. Y desde luego, tras haber pasado por un análisis, no puedo decir que fuera agradable. Pero, aunque se lo pusiera realmente difícil a mi analista, hoy puedo decir que ha merecido la pena. He visto todo lo malo de mi estructura, he conocido todos los fantasmas que hablaban por mí, y me he enfrentado a aquello que más pánico me producía: mi falta. Hoy puedo decir que soy imperfecta, ¿y qué? Hoy puedo decir que todo es mentira, que todo es una gran actuación, pero por fin puedo elegir el papel que quiero interpretar. Y gracias a mi análisis, por fin puedo hacer de mí misma. No os equivoquéis, la presión no ha desaparecido completamente, pero ya no lo inunda todo como una presa estallando en todas direcciones. No soy perfecta, pero tengo mil cosas que me gustan de mí misma, y otras cuantas que me gustan menos. Por fin puedo reconocerme, como alguien imperfecta, sí, pero me reconozco. Y es una sensación... plácida. Y mientras sigo haciéndome a la idea de que yo (también) soy faltante, tengo a varias personas que me devuelven la mirada. Y, la verdad, me gusta lo que veo en ellas... ;) El término histérico describe exhibiciones emocionales no controladas. Los rasgos de carácter histérico como: vivacidad, simpatía, imaginación y encanto los caracteriza, son personas muy atractivas. El lenguaje y aspecto físico son dramáticos y exhibicionistas, son expresivos y los recuerdos del pasado ponen de manifiesto sentimientos y experiencias internas, suelen parecer más jóvenes y tienen un fuerte interés por la moda y estilo. La emocionalidad, experimentan sentimientos reales de amor y amistad la simpatía y la expresividad verbal crean una impresión de confianza en sí mismo pero la imagen que él tiene de sí mismo es de inseguridad y de aprehensión. Necesitan de la aprobación, admiración y protección de los demás. Dependencia y desamparo; la mujer histérica se presenta como desamparada y dependiente se vincula la relación entre padre e hija, con frecuencia son considerados como queridos, listos incompetentes. El aburrimiento es un problema constante ya que se consideran como carentes de estimulación. El histérico niega toda responsabilidad de la situación en la que se encuentra. El carácter es desordenado, falta de preocupación, dificultad en la organización. Son exageradamente sugestionables. La intensa necesidad de afecto y admiración crea una aura de egocentrismo. La sexualidad suele estar trastornada, la frigidez parcial es una reacción al temor de sus propios sentimientos sexuales. La promiscuidad no es rara ya que es un medio para controlar y atraer. La mujer y el hombre se sienten desilusionados de su pareja. Los síntomas son dolor de cabeza, de espalda, síntomas de conversión dolor pelviano y en su caso dolor menstrual. Pocas veces se sienten bien por un tiempo prolongado. Los mecanismos de defensa que utiliza el histérico son menos fijos que los que utiliza el obsesivo. Las ganancias secundarias y la atención especial recibida son evidentes para todos menos para el paciente. Las defensas histéricas eficaces no son directamente dolorosas en ellas mismas y por consiguiente ofrecen un gran alivio del dolor mental. Son diversos los mecanismos de defensa que se presentan en la histeria, la represión constituye la defensa básica de todas la neurosis, se le encuentra con mayor frecuencia, en forma pura en la histeria. La identificación desempeña un papel importante en el desarrollo de los síntomas de la histeria. Comento estos puntos como algo de lo más relevante Buscan atraer la atención de todos pero son personas incapaces de entablar buenas relaciones sociales debido a su dificultad para experimentar sentimientos reales de amor o amistad; sin embargo, en apariencia ello no se nota puesto que se relacionan fácilmente al ser simpáticos y cordiales, pero que a fin de cuentas, no experimentan esos sentimientos reales. Las personas histéricas pueden ser altamente destructivas. Aunque tienen varias cualidades, generalmente terminan por hacer más difíciles las relaciones. “Los trastornos histéricos pueden ocasionar múltiples problemas en el ambiente laboral y personal, ya que esta patología provoca resentimientos, y si es crónico podría llevar a la desintegración de un núcleo”. La histérica utiliza la seducción al servicio de su necesidad de autoestima y dependencia. Aunque de forma no intencionada, interpreta continuamente un papel, "actuando" para ganarse atención y afecto y reaccionando de forma exagerada ante comentarios o acciones que, siquiera mínimamente, vulneren "su personaje". A pesar del erotismo y seducción que impregnan sus relaciones, existe una sexualidad problemática y poco satisfactoria que, en los casos más extremos, es rehuida. Además, su extroversión e impulsividad determinan que en ocasiones su conducta sea inapropiada, invadiendo con frecuencia la distancia de seguridad de las personas que la rodean. La inestabilidad emocional y cognitiva y la dependencia que la caracterizan, la convierten en fácilmente sugestionable, siempre que no se incida en aspectos nucleares de su personalidad. Por último, su discurso, egocéntrico y trivial, se mueve siempre en un plano de superficialidad que dificulta un acercamiento verdadero y, en definitiva, el establecimiento de relaciones maduras y significativas. Todos estos rasgos de personalidad y el rechazo que producen sus intentos de manipular el ambiente, convierten a la histérica en un personaje desadaptado e infeliz bajo una máscara en apariencia brillante. La mujer histérica tiende a relacionarse con hombres obsesivos, agresivos y controladores. Con eso reafirma “los hombres son malos” Es fácil reconocer una mujer con histeria: si la ves hablando de “todos sus novios”, de cómo la desean y como los rechaza. Una mujer histérica vive tratando de ser el centro de atención. Inventa dramas, mete en líos a la gente, solo por estar en medio. La mujer histriónica tiene una relación amor-odio hacia el hombre. Es la típica mujer que se queja de los hombres y de su soledad. La histeria se caracteriza fundamentalmente por una personalidad falsa, actuadora, egocentrista e irritable al extremo. En el trastorno histriónico el conflicto sexual es usual. Generalmente son frígidas o ninfómanas. Es siempre un área alterada ¿qué los lleva a querer seducir constantemente a otra persona y luego generar rechazo y apelar a la fuga? Este tipo de conducta encubre una personalidad vulnerable al abandono, con una alta necesidad de reconocimiento y aprobación, y muy baja tolerancia a la frustración; con incapacidad para establecer relaciones interpersonales profundas y duraderas, prefiriendo la superficialidad para no dejar traslucir sus rasgos personales más débiles y así no volverse presas de otras personas; son ellos o ellas quienes desean tener el control de la situación, y cuando lo consiguen pierden el interés y buscan la manera de comenzar nuevamente ese juego, convirtiéndose así en círculo vicioso de nunca acabar. Por eso, ¡atentos! Frente a una persona así es mejor saber cuáles son las reglas del juego, no te enamores, disfruta del momento y no gastes energía en una relación que no va a llegar a buen puerto. Lo que quieren las mujeres es que las comprendas. Eso es absolutamente la clave: Comprender a una mujer es la llave al paraíso. Lo único que quieren es un hombre que entienda su mundo emocional y lo sepa dominar. Por lo cual si una mujer esta verdaderamente interesada en ti, todos sus rechazos, cambios de animo, y berrinches están manifestando un mensaje, están pidiendo atención. Nuestro labor es leer ese mensaje y trabajar desde ahí. Antes de rendirse ante la histeria de una mujer y declarar la batalla perdida, o descartarla pensando que a ella no le atraemos para nada, intenten comprendérlas, recuerden esta regla que tiene que ser una regla de oro para su vida: "Las histéricas son ellas, es parte de su rol, de su posición femenina, de la manera en que experimentan la vida, si fueran iguales a los hombres no nos atraerían, es parte de su mundo y de su mágia. Nosotros no tenemos por que ser histéricos junto a ellas, nuestro rol es opuesto y complementario, es comprenderlas y ayudarlas a dominar y satisfacer ese mundo emocional caótico." Personalidad histérica Entre los rasgos más importantes de la personalidad histérica son los siguientes: 1. rasgos de comportamiento externo: egocentrismo, labilidad emocional, tendencia al acting - out, falta de autocontrol, teatralismo, susceptibilidad ante la sugestión, tendencia a la imitación e identificación superficial, poco interés intelectual, superficialidad e inconstancia de relaciones, dependencia manipuladora e incapacidad de amar a otros. 2. rasgos y mecanismos profundos de la personalidad: represión primaria y pasiva, conversión de conflictos en fenómenos somáticos, tendencia a la regresión, producción de estados de disociación, utilización de mecanismos primitivos de defensa y escasa capacidad de sublimación. Los individuos con personalidad obsesiva son siempre muy inhibidos en todas sus actividades, prudentes, puntuales y rigurosos en el respeto de las normas sociales. Cuando algunos de estos rasgos están lo suficientemente presentes como para ser reconocidos, hablamos de personalidad obsesiva y cuando uno o más rasgos se hallan exagerados y excesivamente desarrollados, hasta el punto que dan lugar a serios trastornos del comportamiento y de la capacidad de adaptación del sujeto, hablamos de personalidad anancástica. La utilidad de este rasgo del carácter consiste en proporcionar seguridad al reforzar el mantenimiento, en el inconsciente, de los impulsos rechazados de naturaleza hostil, agresiva o sexual, de preferencia pertenecientes a la fase anal. El goce para Lacan se presenta como un imperativo !goce¡ que proviene no del ello sino del superyo, y que por tanto conlleva la carga de odio y arbitrariedad propia de esta instancia psíquica. Goce, como imperativo, sin límite, podría decirse "!goce hasta morir¡" (Braunstein, 1990). La cuestión del goce ha sido estudiada en psicoanálisis principalmente en relación con la perversión. El goce se inscribe en esta estructura como una manera de renegar de la falta en el Otro. El perverso sabe de la falta pero no la acepta, reniega de ella. Se ofrece entonces como ese falo del Otro, por lo general la madre ,que le dará a aquella la supuesta completud y, de alguna forma se librará del horror de aceptar la castración. Queda entonces atrapado en el goce de ser el falo del Otro. Por cierto, para Lacan no hay más goce que el goce fálico y éste siempre remite al goce del Otro. ¿Cómo se posiciona ante el goce la estructura histérica? Antes de entrar en este asunto conviene recordar la definición de histeria, quizá la más breve, clara y sucinta, que también le debemos a Freud (1976, p. 210) "Debemos considerar como histérica a toda persona que en una situación de excitación sexual no experimenta placer sino por el contrario desagrado". En la histeria entonces tenemos que ahí donde debería haber placer encontramos desgano o incluso indiferencia cuando no franca aversión. ¿Será entonces que el goce de la histérica consiste en renunciar al placer sexual?. Sin duda una de las características más notables del comportamiento histérico consiste en una actitud abiertamente seductora seguida de una huida que deja a la pareja con una sensación de frustración y enojo. La histérica parece condenada a la insatisfacción; sexual y en todos los aspectos de su vida, pues como también lo vio claramente Freud, el comportamiento sexual es prototipo del comportamiento en general. La histeria se caracteriza entonces por una especie de asco o de repugnancia hacia lo sexual, al mismo tiempo que busca y propicia el acercamiento sexual. Esta paradoja obedece, como lo vio el psicoanálisis desde su inicio, al conflicto edípico derivado de la prohibición del incesto .Es claro que si existe la prohibición del incesto es porque existe el deseo de llevarlo a cabo. Esta es la estructura del drama, y a veces también la tragedia de toda vida humana. Recordemos brevemente la psicodinamia básica de la histeria. En términos muy resumidos se puede decir que en esta entidad clínica el impulso sexual por el progenitor del sexo contrario es reprimido y desplazado hacia otras representaciones, por lo general del propio cuerpo como sucede en los casos de parálisis motoras, llamadas anteriormente "funcionales" y luego desde Freud, conversivas. Otras veces el síntoma consiste en falta de sensibilidad de una parte del cuerpo, ceguera o bien ascos, vómitos y dificultades con la ingestión de alimentos. En cualquier caso específico, el síntoma viene entonces a significar una satisfacción substitutiva del impulso originario. El síntoma implica una "transacción" es decir una formación de compromiso entre el impulso y la prohibición. Podemos decir entonces que la histérica desea al padre pero tiene que elegir a otro. Este otro resulta siempre insuficiente comparado con aquel, y cualquier esfuerzo que haga éste por darle satisfacción está condenado al fracaso. La histérica puede tener un hombre, pero siempre mira hacia otro. Con la madre prevalece una relación de rivalidad inconsciente, matizada por la ambivalencia, ante la imposibilidad de identificarse con ella. A diferencia del perverso, la histérica no deniega la castración ; la conoce y en cierto modo la asume. Sin embargo, trata de ocultarla. Se ha señalado que el uso de cosméticos y objetos diversos de adorno del cuerpo femenino, es un rasgo histérico generalizado, cuya finalidad es precisamente, ocultar la castración. Ahora bien, aunque la histérica reconoce la castración, y de ahí su calidad de estructura neurótica, por otro lado no la acepta del todo. Ni en ella ni en los otros. Ante la falta en el Otro, ella quisiera ser el objeto que supliera esa falta. Es decir, ser para el Otro lo que aquél desea, ser el objeto del deseo del Otro. La histérica se identifica con el objeto del deseo del Otro. En términos coloquiales diría : "quiero ser todo para ti".
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