BREVE INTRODUCCIÓN A JACQUES DERRIDA Y LA DECONSTRUCCIÓNPor: Everardo Reyes García, Julio 2005. Introducción Para algunos biógrafos e investigadores, Jacques Derrida fue tal vez el filósofo más famoso del mundo. Sus trabajos se volvieron conocidos en el mundo a partir de 1967 cuando publica tres libros de gran calidad y de gran influencia incluso todavía en nuestros días, además de una célebre conferencia en el John Hopkins de Estados Unidos al lado de Jacques Lacan. Quién es Jacques Derrida? Jacques Derrida, filósofo francés nacido en Algeria, en 1930, hijo de una familia judía. Estudió filosofía en la Escuela Normal Superior de Paris de 1952 a 1957, una de las instituciones más prestigiosas y en donde Sartre y muchos más de los grandes filósofos franceses modernos comenzaron su carrera. Sus inicios como profesor universitario de filosofía tienen orígenes en La Sorbonne de 1960, en donde enseñará durante 4 años antes formar parte de la Escuela Normal Superior en donde se quedará como catedrático 20 años. Al mismo tiempo, en 1983 funda el Colegio Internacional de Filosofía en París y es elegido como primer director, puesto que ocupará por dos años mientras que en 1984 es nombrado director de estudios de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales. Derrida fue un personaje polémico principalmente reconocido en Estados Unidos pero no así en Francia, sobre todo por sus radicales puntos de vista. 1967 fue un año decisivo en su carrera, cuando publica tres de sus obras mayores: De la Grammatologie, L'ecriture et la différence, y La Voix et le phénomene. Sin embargo, su trabajo como autor está caracterizado tanto por la complejidad de su lectura como por su fecundidad, pues escribió alrededor de 80 obras entre ellas La diseminación, La Carta Postal, Espectros de Marx o Glas. En sus textos, Derrida aborda de forma lúcida temas que van desde la ética hasta la religión, pasando por la política, el lenguaje y el psicoanálisis. La deconstrucción Es imposible explicar lo que es la deconstrucción en términos simples. Por un lado, no se trata de un método que se pueda aplicar mediante una serie de pasos a seguir, más bien se puede observar como una postura. Por otro lado, la deconstrucción no es sinónimo de destrucción. Cuando se habla de deconstruir un texto, por ejemplo, nos referimos a interrogar los supuestos que lo conforman para dar una nueva perspectiva. Lo que propone Derrida en sus libros es una lectura minuciosa a textos literarios o filosóficos para llevarlos al extremo de darles una significación diferente de lo que parecían estar diciéndonos. Para algunos historiadores, el pensamiento de Derrida podría estar inscrito dentro de una corriente negativa, si tomamos en cuenta que la mayoría de los paradigmas progresistas actuales buscan las construcción y huyen de todo lo que pueda ofrecer un panorama diferente. Por el contrario, Derrida señala que históricamente nuestra sociedad occidental está organizada en pares opuestos, como espíritu y cuerpo, sentido y signo, lo dentro y lo fuera, lo cual es un legado de la metafísica que desde Platón se sustenta entre lo sensible y lo inteligible. Y es aquí en donde Derrida propone hacer una deconstrucción de estas oposiciones, que parecen naturales a toda reflexión filosófica. Derrida califica este sistema como logocéntrico. El logos es el origen y fundamento de toda verdad, en otros términos, es el pensamiento que se presenta como la conciencia de uno mismo. El problema del logocentrismo es su repercusión dentro de un etnocentrismo europeo y occidental, lo cual provoca que el logos se manifieste como extensión mundial de la racionalidad técnica y científica. El logocentrismo nos prohibiría pensar nuestra historia y evolución desde otro punto de vista que no sea el nuestro: la lengua del otro, la cultura del otro, y en general todas la formas de alteración. El origen de la noción de deconstrucción viene del alemán Destruktion, un término que Martín Heidegger utiliza en su célebre libro Sein und Zeit (que en alemán significa Ser y Tiempo) y que fue publicado en 1927. Heidegger fue una de las primeras influencias en Derrida, que lo leía desde sus 19 años, al igual que a Saussure, Nietzsche y Freud. Deconstrucción y metafísica El motivo central de deconstruir la metafísica es abrir un nuevo acercamiento a la pregunta más radical que se pueda hacer sobre el pensamiento humano, y esto es: el cuestionamiento del sentido del SER. Para Derrida, la pragmática humana, incluyendo la científica, presupone siempre un cierto pre- entendimiento de lo que significa el SER y este pre-entendimiento regula nuestros comportamientos de forma inconsciente, sin darnos cuenta. En otras palabras, nosotros no tenemos una influencia directa en el ser, más bien en lo que la tradición metafísica nos ha legado como interpretación del sentido del SER. A la pregunta igualmente radical sobre ¿qué es el hombre?, Derrida nos explica que en realidad no sabemos qué es el hombre, nos dice que no tenemos una relación inmediata y natural con él. Lo único que sabemos viene de una tradición sustentada en sus textos y si aplicamos una deconstrucción a esos textos podremos presentar nuevas posibilidades de interpretación en esas capas textuales. Lo que Derrida pretende al deconstruir estos temas es detener nuestra pre-comprensión o pre- entendimiento de lo que significa la humanidad para ir más allá del pensamiento occidental, que está caracterizado por un imperialismo y un etnocentrismo histórico. Y entonces, ¿cuál es la relación entre humanismo y metafísica? Para Derrida, la metafísica es una comprensión del sentido del SER como presencia permanente y disponible para la manipulación. Nos encontramos encerrados en un punto en donde entendemos al SER como permanencia. Nosotros somos presentes a nosotros mismos por la inmediatez de la voz interior. Para Derrida esto se trata de un prejuicio metafísico y en realidad nosotros no podemos acceder inmediatamente a nosotros mismos ni a lo que queremos decir. De hecho, toda intención debe pasar por un proceso de significación que implica al menos dos condiciones: un desarrollo en el tiempo, lo cual atestigua que no hay inmediatez para acceder al sentido, más bien que esto se hace poco a poco, y un recorrido en el sistema de huellas o rastros, en aquello que ya existe, que son los elementos materiales que se distinguen entre sí para crear un sistema de signos. De esta manera, un lenguaje está formado por fonemas, por unidades fonéticas que no tienen sentido ellas solas, pero que lo producen mediante su combinación. Arqui-escritura y différance Tanto en su libro De la Grammatologie como en varios más, Derrida señala que la significación siempre hace referencia a otros signos y que en realidad uno nunca puede llegar a un signo que se refiera a él mismo. La escritura es considerada tradicionalmente como un suplemento artificial de la palabra y por lo tanto como un significante de un significante. Al proceso de espaciamiento en el tiempo y en el sistema de rastros, Derrida lo llama arqui-escritura. Al hacer referencia a diferentes significantes entramos en una espiral que no acaba de hacerse referencias. El hecho de tomar conciencia de lo que pensamos implica una duración que nos afecta y nos transforma. Al momento de terminar un enunciado, no somos los mismos que cuando lo empezamos. Lo que decimos sobrepasa siempre lo que creíamos querer decir y nos revela que finalmente no sabíamos de antemano lo que se dice a pesar de nosotros. La arqui-escritura es una noción generalizada de la escritura que se refiere a la forma en la que aquello que es escrito sólo es posible si se considera que existe un desfase de significados. Este desfase, en conjunto con la posibilidad de ir más allá de lo que está escrito nos lleva a lo que algunos han clasificado como el más famoso de los neologismos: la différance. La différance implica el desfase, el retraso, la desviación de la mediación temporal que existe en la arqui-escritura, en términos de lo hablado y lo escrito. Lo que distingue a la différance de la différence es lo inaudible, es decir lo escrito. Aunque el término de différance no puede ser descrito exhaustivamente, y esto es porque el mismo Derrida nos dice que no se trata ni de una palabra, ni de un concepto, además de que su significado cambia dependiendo del contexto en el que está siendo usado. Por el momento, es suficiente mencionar que la différance está implícita en la arqui-escritura y en esta noción generalizada de la escritura que rompe con la lógica del signo. La convicción de que el signo representa algo, aún cuando ese algo no esté presente pero que lo pueda ser potencialmente, es cuestionado como imposible por la arqui-escritura, la cuál insiste que el signo siempre refiere a más signos, y estos a otros, hasta el punto de no poder llegar al referente definitivo. Para Derrida, la escritura, o los procesos que la caracterizan, como la différance y la arqui- escritura, son ubicuos. Tal como un fragmento de algo escrito no puede explicar el significado de cada palabra, lo mismo sucede con la palabra. Si usamos la misma estructura de repetición, nada nos garantiza que otra persona podrá dotar a las palabras que nosotros usamos con el mismo significado que nosotros le atribuimos. Podemos concluir que la deconstrucción de Jacques Derrida no es un proyecto filosófico establecido sobre las bases de una metodología explícita. Se trata de un proceso inherente a la historia de la racionalidad occidental vista desde una dimensión crítica y que consiste a desraizar la tradición que la conforma. La deconstrucción es en palabras de Derrida: "uno de los nombres posibles para designar, por metonimia, lo que sucede o lo que no llega a suceder, como lo puede ser una cierta dislocación que se repite regularmente" (Derrida, 1972). Esta dislocación consiste en cuestionar participando en la transformación. Para Derrida, se trata de un intento de ver desde el otro lado del borde lo que somos. Referencias: Camus, Sébastien (2005). La passion de l'excès. in Sciences Humaines, Hors-Série spécial no. 3, Mayo-Junio. Derrida, Jacques (1967). De la Grammatologie. Paris: Minuit. Halpern, Catherine (2005). Jacques Derrida. Le subversif. in Sciences Humaines, Hors-Série spécial no. 3, Mayo-Junio. Reynolds, Jack (2002). Jacques Derrida. In The Internet Encylopedia of Philosophy Consultado: Julio 10 2005. En línea: http://www.iep.utm.edu/d/derrida.htm Watson, Peter (2002). The Modern Mind. An intellectual history of the 20th Century. New York: Perennial. (Orig. 2001, Weidenfeld & Nicolson, Inglaterra). Dick, Kirby & Amy Ziering Kofman (2002). Derrida. Film documental. EUA: Farbe, 85 Min. Apuntes para entender la deconstrucción en Derrida [Me costó lo suyo entender a Derrida en su momento, así que habiendo recuperado estos apuntes pensé que quizás fueran útiles para alguna que pase por aquí. J. Derrida y la Deconstrucción. Jaques Derrida (1930-2004), filósofo francés nacido en Argelia, fue muy polémico, adorado y criticado a la vez desde distintas corrientes de la filosofía contemporánea. Desde posiciones posmodernas, feministas y poscolonialistas, Derrida aparece como un colaborador activo de la crítica radical de la tradición filosófica occidental a la cual entendió como una metafísica opresora, que bajo los términos de "validez universal" y "progreso", y desde una visión claramente patriarcal y eurocentrista, cataloga al resto de culturas de "atrasadas" y excluye al otro/a, al diferente. Se distanció, con ello, completamente de los clásicos: mientras que éstos trataron de construir un sistema filosófico de conocimiento de la realidad, Derrida fue en la dirección contraria; se puso como meta la deconstrucción de ese sistema, la metafísica, a la que definió como “mitología de la presencia”[1]. # Binarismo Según Derrida la realidad se ha definido a través de oposiciones binarias, resumibles en dos elementos: La presencia de un espacio delimitado o definido, identificado positivamente. La diferencia negativa o negatividad (ausencia), entendida como exterioridad y posterioridad. Son distintas relaciones binarias, tales como la de lo bueno/lo malo, dominio/dependencia, dentro/fuera, apariencia/realidad, racionalidad/irracionalidad, masculino/femenino, las que conforman el sistema político, el metafísico y el ético, y, así también, el modo de actuar de los seres humanos. # La presencia La tradición filosófica occidental ha intentado una y otra vez localizar y estabilizar una presencia privilegiada como el lugar de la verdad y la validez, y convertirla en un centro fijo y permanente de difusión, de legitimidad moral, un fundamento en el que pudiera apoyarse el juicio moral de forma absoluta, definitiva y universal (esto es lo bueno y aquello es lo malo, y es válido en cualquier situación, tiempo, y lugar). El intento de mantener dicho fundamento responde a la convicción de que lo contrario a éste supondría el caos intelectual, moral y político. A partir de la presencia es que se engendra un sistema binario: lo contrario a la presencia, será la ausencia, constituyéndose así por relaciones de oposición, de afirmación y negación. #La Ausencia La ausencia, en tanto que negación de la presencia, constituye la diferencia negativa del ser, de su presencia y de su identidad positiva (el contrario, lo distinto, lo que se opone). Este positivo y negativo tienen su sentido ético que se traduce en bueno/malo, valioso/no valioso, superior/inferior, etc. La presencia se asocia al bien, y la ausencia, por consiguiente, al mal. # La exclusión de la diferencia negativa Con la preponderancia de la propia identidad, de lo positivo, se produce la exclusión de la diferencia negativa, de su alteridad, de su propio espacio de presencia. La identidad propia del poderoso se autoconstituye en caso ejemplar de presencia, una presencia privilegiada que domina sobre su propia ausencia o no ser y sobre su negación y sus negadores hipotéticos. Es el mismo poder que se autoprivilegia con un valor de presencia, que se da a sí mismo la relevancia y la importancia, el que puede llevar a cabo la operación estructural básica del sistema binario: la exclusión. Podríamos poner como ejemplo de presencias y ausencias las siguientes relaciones de opresión: negro/blanco, norte/sur, occidental/no-occidental, heterosexual/homosexual, hombre/mujer... todas estas presencias generan la exclusión de sus ausencias, y tienen toda una serie de consecuencias sociales, éticas y políticas. La exclusión del Otro o de lo Otro en nombre de lo propio, la propiedad o la identidad propia adopta dos formas complementarias: La exclusión física o material: genocidio, discriminación, maltrato, segregación, subordinación, etc. La exclusión simbólica: exclusión del espacio de validez filosófica o metafilosófica, discriminando o excluyendo lo considerado no válido, incorrecto, malo, vicioso, inútil, incapaz, etc. El clímax llega con la exclusión de lo inhumano, basándose en la presencia de lo humano, en el espacio de lo "normativamente" humano o humanidad normativa. Aunque para ello haya que deshumanizar a quien haga falta. Claramente esto es relacionable también con la exclusión de las mujeres en el ámbito público, o la falta reconocimiento de toda esa cantidad de personas que no se definen como heterosexuales y/o hombres o mujeres (intersexuales, pansexuales, queers). # Deconstrucción La deconstrucción tiene como objetivo de su misión el "fundamento" y el sistema binario que éste genera, así como las consecuencias éticas y políticas que implica dicho sistema. Si hurgamos lo suficiente daremos con él, y acabando con él, acabos con todo lo que genera[2]. En la deconstrucción de las categorías metafísicas, Derrida critica en su raíz la existencia de un poder moral y político último y único, que legitima la violencia. Y es que, la exclusión resulta imposible sin violencia. Una violencia simbólica que se repite en el espacio lingüístico, en el espacio político, al mismo tiempo que legitima o justifica la situación de privilegio de la presencia desde los discursos literarios, mediáticos, e incluso interpersonales a diario. Esta violencia se da contra el otro, contra la excluida, contra la que es entendida como diferente. # Procedimientos deconstructivos El universo de la significación filosófica o metafísica puede ser imaginado como una vasta construcción en la que destacan tres elementos: 1) La arquitectura estructural, constituida por el sistema binario 2) La presencia pura y plena, el elemento originario que la constituye 3) La exclusión del Otro, de lo diferente, como efecto estructural del sistema. Así, basta con la eliminación del elemento originario (la presencia), para deconstruir el sistema y conseguir con ello que dejara de producir exclusión. Derrida propone para ello poner constantemente en suspensión -en tela de juicio, en cuestión- aquello que damos por verdadero, por válido: "No es un simple momento: su posibilidad debe permanecer estructuralmente presente en el ejercicio de toda responsabilidad". Conclusión personal: La rebelión de los excluidos Podríamos decir que Derrida propone la deconstrucción de los espacios privilegiados a través de identificar esa presencia privilegiada y sus privilegios. En el caso del binarimos hombre/mujer sobre el que se ha levantado la exclusión del espacio público y privado de las mujeres, la tarea de los feminismos y las feministas sería la identificación de dichos espacios y privilegios, para combatirlos, ocuparlos, transformarlos, hasta derribar la "presencia" privilegiada. Se me ocurre pensar que cada vez que una mujer toma el espacio público predominantemente masculino (cantantes, actrices...) , cada vez que una rompe las normas estéticas impuestas por la "presencia" (peludas, gordas...) , o adopta roles nuevos y distintos (considerados exclusivos del rol dominante y opresor) y rompe con los roles propios (cuidadora, mujer del hogar...), en el fondo se encuentra dinamitando el binarismo que genera la exclusión, se encuentra rompiendo las fronteras entre el espacio privilegiado masculino y el espacio excluido, negado, femenino. Así, el combate también podemos asumirlo desde colectivos LGTBI que ocuparán dentro de poco tiempo las calles el Día del Orgullo Gay ¿no es la calle un espacio público que le ha negado a los excluidos? ¿no es acaso la vía pública el espacio privilegiado de la heterosexualidad como siempre lo fue del macho mientras que la mujer se quedaba en casa? Los excluidos se levantan contra la norma. La guerra simbólica está en marcha. [1] Cuando hablamos de un "mito" hablamos de un término o narración que se utiliza para explicar la realidad [2] Un ejemplo de esto sería la "presencia" conocida como "heterosexualidad". La heterosexualidad es una "presencia" y todo lo contrario es "ausencia", con las connotaciones negativas que implica. Sobre la heterosexualidad se erigen toda una serie de normas vitales, comportamentales, sexuales, familiares, etc. Si rompiéramos con la presencia, romperíamos con todas estas cuestiones que -a su vez- derivan de ella.
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