Jorge Luis Borges Adolfo Bioy CasaresEl Paraíso De Los Creyentes (1955) Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes Un pistolero, a quien siempre vemos de espaldas, se abre camino a balazos, contra agresores invisibles, en una enorme casa vacía; llega, al fin, a una puerta, detrás de la cual hay un cuarto abarrotado de muebles chinos; el hombre, herido y vacilante, se acerca a una especie de altar, que está en lo alto de unos escalones, en el último cuarto. Toma un cofre de laca; lo abre; adentro de este cofre hay otro cofre, igual pero más chico; adentro de éste, otro... Cuando toma el último, se desploma. Se ve que el cofre está vacío. La escena se esfuma y aparece la palabra FIN. La cámara retrocede. Hemos visto la última escena de una película. La gente va saliendo despacio. Entre ellos Raúl Anselmi e Irene Cruz. Inútil definirlos; se parecerán al primer actor y a la dama joven. Visten decorosamente, sin lujo. IRENE (mira a Raúl con una sonrisa triste y dice con indulgencia). —¡Cómo te gustan las películas de pistoleros! ANSELMI (con sospechoso exceso, pero sin acritud). —Qué me van a gustar... Son inmorales y falsas. Entorpecidos por la gente, callan y siguen saliendo. ANSELMI (como si hubiera recapacitado). —Sé que son inmorales y falsas, pero sin embargo me atraen. Será porque de chico yo le oía a mi padre referir la historia de Morgan. Un jefe de pistoleros, ¿recordarás?, pero para mí fue como un héroe legendario. Dicen que murió en Córcega. Esfumatura. Irene y Anselmi bajan en uno de los andenes de Témperley. Se encuentran con Ramírez, muchacho próspero y efusivo. RAMÍREZ. —Buenas tardes, Irene. ¿Qué tal, Anselmi? ANSELMI. —Fuimos a la ciudad, a ver La busca de Tai An. Balazos y una serie de aventuras y al final un cofre vacío. RAMÍREZ (a Irene, zumbón). —¿Siempre ve dos veces los films? (En seguida, con otra voz.) Bueno, los dejo. ¡Los novios quieren estar solos! Ramírez saluda a Irene y palmea efusivamente a Anselmi. ANSELMI. —Adiós, Ramírez. Esfumatura. Irene y Anselmi bordean cercos vivos, verjas, algún baldío. Ha anochecido. IRENE. —¡Oles el trébol? Es olor a campo. ANSELMI. —Es como si estuviéramos muy lejos. IRENE. —Cada vez que me llega el olor del trébol me siento muy feliz. Después de esa breve exaltación hay un silencio. Llegan a la casa de Irene; una casa baja, antigua, con una puerta lateral y dos balcones al frente. Anselmi se despide. ANSELMI. —Adiós, querida. Hasta mañana. IRENE (como si no lo oyera). —Pero hoy no estoy feliz. Raúl ¿qué te pasa? ANSELMI. —Nada. No me hagas caso. (Mira el suelo.) ¿Por qué no me dijiste que habías ido al cinematógrafo con el doctor Ramírez? Página 2 de 31 2 Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes IRENE (con gravedad). —Es una historia larga y desagradable; no quería que lo supieras. Mira, se trata de la estancia. Vos sabes lo que representa para Laura y para mí. Es toda nuestra infancia. La quieren sacar en venta. Ramírez es abogado de los acreedores. Si tiene una atención conmigo, no puedo ofenderlo. ANSELMI. —Nunca debes ocultarme lo que te sucede. ¿Cuánto necesitas? IRENE. —Es mucha plata, querido. La anualidad es de cinco mil cuatrocientos pesos. ANSELMI. —¿Cuándo hay que pagarla? IRENE. —Dentro de veinte días. ANSELMI. —Yo te conseguiré ese dinero. Esfumatura. La mañana. Anselmi camina por una calle de las afueras de Témperley. Bordea una vieja quinta, con un amplio jardín abandonado, rodeada por una verja de fierro y con un herrumbrado portón entre dos pilares de mampostería, como dos alfiles. Entre los árboles se verá el edificio, que es de estilo italiano, con un alto mirador rectangular. La cámara enfoca una larga fila de furgones de mudanza, que entran en la quinta; se oye un organito, que toca una marcha de circo. Anselmi se acerca al organillero. Éste es un sujeto obeso, sólido, sanguíneo, entusiasta; lleva galerita, levemente requintada. Saco de pijama con alamares, bombacha oscura y alpargatas. Saluda a Anselmi, subiendo el borde de la galera con el índice, en un movimiento que sigue el compás de la música, acompañado por los pies, que hacen una especie de ocho. ORGANILLERO. —Mi doctorcito: no hay mal que por bien no venga Una mañanita que entona y la quinta de Oliden por fin alquilada. Un portavoz me asegura que el trato se firmó entre gallos y medianoche. ¡Gente nueva, en plena mudanza! No me pregunte quiénes son: unos ilustres desconocidos. Llegan, aprecian, alquilan y, qué diablos, se instalan. Son todo un factor de progreso. ANSELMI. —Desde que yo me acuerdo estaba deshabitada la quinta. Los peones de mudanza abren los furgones y los descargan. Hay algún mueble chino, parecido, pero no idéntico a alguno que figuró en la película de la primera escena. También descargan un largo biombo con espejos y una estatua negra, con un candelabro. Anselmi deja una moneda en una caja de pastillas Válda que el hombre tiene sobre el organillo. El hombre repite el saludo y sigue tocando. Esfumatura. Anselmi en la sala de espera de una oficina. Por la ventana se ve una calle del centro de Buenos Aires. Varias personas esperan. UNA EMPLEADA. —Señor Anselmi, el ingeniero Landi ya puede recibirlo. Anselmi, con el sombrero en la mano, entra en un pomposo escritorio, de la más moderna fealdad. El ingeniero Landi—huesudo, cargado de hombros, seco, débil, calvo— está por abrir un gran sobre que deja sobre la mesa cuando se levanta para palmear a Anselmi. LANDI. —Hola, sobrino. ¿Qué te trae por aquí? Página 3 de 31 3 Las examina al. LANDI. -—Gracias.[. Toma el sobre y lentamente saca de él unas fotografías. Luego. despeinado. ANSÍ . en últimas posturas e indumentarias. usando una mano como pantalla. Son imágenes del propio ingeniero Landi. En las paredes hay diplomas y fotografías de banquetes. —Pero. Raquel. EL PECOSO. que te vas a poner como el baby-beefy no te va a hacer caso el Pololo. LANDI. con masas y sandwiches. me hubiera gustado ayudarte. dos. —¡Está de buen mozo el hijo del jefe! Un muchacho muy joven. ANSELMI. Los muebles son modestos. —No tragues como el avestruz. El hecho es que todavía no me han pagado y ahora precisaría ese dinero. Landi no parece oír estas palabras. sin apuro.. dicen que injustamente. Recordarás que el año pasado hice.. Sin embargo.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes ANSELMI. el inventario de ese quebrachal en Formosa. por encargo de la compañía. Beben y brindan. Vuelve a examinar las fotografías.. Habérmelo dicho en febrero. Anselmi. El pecoso guiña un ojo. La cámara las enfoca. se encara con Anselmi. Ahora mi situación es muy otra. pecoso. Consagró su talento de abogado a defender canallas. adentro están celebrando una fiesta. vasos. Hay un señor de cierta edad. —Siempre me pareció que no lo querías a mi padre. Por algo yo le decía a tu pobre madre que todos los Anselmi son iguales. que le costó lágrimas a tu madre. ANSELMI. mira con inquietud la hora. que es el jefe. Luego habla con Anselmi. La entrada de Anselmi casi ha pasado inadvertida. elige un negativo y lo aparta. Empuja la puerta de un estudio de abogado. Abren y se aleja apresuradamente por un corredor. miope. son mujeres. Por ella. —¿Qué puedes saber de él? Murió en Ravena. trasluz. —Sabía que no ibas a entender. Sobre la mesa hay botellas de sidra. con más seriedad.. temía llegar tarde. Se mató. En un rincón hay una biblioteca con códigos. se dirige a Anselmi. En razón misma de nuestro parentesco me es de todo punto imposible apoyarte en esas gestiones. Landi. —Nada. Esta última ha dejado un sándwich sobre la mesa: el pecoso lo superpone a un pan de salud que trae en la mano y los devora a un tiempo. Por fin la policía lo arrestó. glotona Raquel. y un joven a quien todos palmean y felicitan. en un ascensor. bandejas de cartón. con aspecto de sucio.MI (levantándose). tratando de huir. Vine corriendo. cuando no habías cumplido tres años. una de las muchachas llena una copa y se la ofrece. con aparatosa paciencia. Soy miembro del directorio. se acerca a Anselmi y a Raquel. Me había olvidado que era hoy la fiestita. Página 4 de 31 4 . Una vida insensata. señala al joven festejado y. Hay nueve o diez personas. RAQUEL (con ensoñación). —Ordenar que me paguen lo que me deben no es una incorrección. LANDI. ¡Qué respeto vi'a guardar Entre tanto bichofeo! Nueva algazara de los compadres. ¿Por qué no he de provocarlo A usted. en una de las mesas. (NOTA: Según advertirá el lector.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes EL PECOSO. SEGUNDO COMPADRE: Dicen que ando provocando Y que no guardo el decoro. ANSELMI. Anselmi baja. que nos vemos obligados a tomar. alza la copa. —¿Y qué decía la cartita? EL PECOSO. girará lentamente sobre el asiento y se encarará con la concurrencia. con piso de granza y mesas cuadradas. la otra. que el Pardo Salivazo va a decir el verso que sabe. —Yo compuse otro en la cabeza. ANSELMI. la cámara los sigue: suben las escaleras y atraviesan el puente. bebe y se esfuma. Irene espera en la estación de Témperley. —Atención. En las otras mesas hay persona decentes. el cuarto compadre se encara con un señor obeso. quedamos de usted atentísimos". brinda. CUARTO COMPADRE: Dicen que ando provocando Como el que tiene as de basto. Se oye el tango Una noche de garufa. Se los ve caminar por una honda calle con árboles. Atención que ahí va. no lo perjudique. Irene y Anselmi se sientan. mi querido señor. Esta muy leve sugestión de principios de siglo hará que el final de la escena sea más patético. estos compadres son un poco anacrónicos. proviene de una radio que hay en el mostrador del salón. Después. me hace el favor. de hierro. Está dividida en dos secciones: una es confitería. —Decía cosas de bulto. con la ropa muy ajustada y sombrero de paja. Primo: Lo que todos sabemos. De lejos. ¿Qué decoro vi'a guardar Entre tanto bicho moro? Los compadres aplauden. un poco incómodas. que le apuesto. Bien dicen todos que tengo alma de espía. Al atardecer. Anselmi. —Dos tés. que usted salga como una bala y. La gente está molesta. que es bicho canasto? Dicha su estrofa. En la carpeta del patrón vi una cartita que le interesa. cuando llegue a la última línea. "agradeciéndole sus servicios prestados y esperando que esta medida. —Y usted. Dicen que ando provocando Sin respetar lo que veo. Llegan a un parador sobre una avenida. Llega un tren. Secundo: Que tamaña adquisición comporta. Afuera. para que ello no desentone. es estación de servicio.) PRIMER COMPADRE. aproveche esta última fiesta. El segundo compadre dirá una copla. TERCER COMPADRE. La cara del pecoso llena la pantalla. El tercer compadre repite la mímica de su compañero. Página 5 de 31 5 . compañerazo. que se le va a indigestar. Un mozo se acerca a la mesa de Irene y Anselmi. un ruidoso grupo de compadres vocifera y bebe. convendría que los demás parroquianos también lo fueran. que el hijito del patrón ingresa en este estudio. Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes CUARTO COMPADRE (al mozo. largo sobretodo raído. en la penumbra. que muestra a Morgan con traje claro. mucho más joven. al sorberlo con lentitud. El acápite dice-. Bajan unos hombres fornidos. La cámara baja hacia Anselmi. —Los vi en Ravena. respetuosos. a los lados. está en el cono de luz que proyecta desde arriba una lámpara. más intelectual. —Los vi en la cara de Doménico Anselmi. corpulento e inválido (Morgan) arropado en una capa. ANSELMI. —Yo no había nacido entonces. Cuando están por llegar a la mesa de Irene y Anselmi. baja de uno de los coches un señor alto. —Bien livianos. caído sobre los hombros. —Conozco esa frente. pero lo traicionaron. Elíseo Kubin. Finalmente otra. De un alto jarrón de porcelana emerge una planta con grandes hojas. —Era mi padre. apoyado en bastones y en personas. Es muy Página 6 de 31 6 . la cámara enfoca a Anselmi (se lo ve pequeño y nítido). La inscripción dice: Morgan convicted. La casa de una estancia. lleva el título: M. sigue. Este se sienta. para precaverse de inundaciones. La cámara retrocede y vemos que se trata de un cuadro. le rodea la cabeza de un nimbo de oro. Otra. Un hombre inteligente y honesto. muy lenta. un molino. ovalada en un antiguo Caras y Caretas. de hamaca. mmmm MORGAN. Los libros que éste hojea son viejos diarios encuadernados. Cuelga de la pared de un corredor techado. La cámara. desde atrás. no se nos vayan a marear. Esfumatura. gira con lentitud y le vemos la cara. de medio cuerpo. ANSELMI. cuando éste pasa). servilmente. Expulsan. Por la carretera viene avanzando. defensor de Morgan. Los hombres que han despejado el parador. exiguo. con corredor alto. uno de los acompañantes entra en el salón del parador y vuelve con un alto vaso de leche. pero de expresión. Hay también una máquina de coser. con galera de cochero. junto al cuadro hay un complicado barómetro. que sentado ante un pupitre. Sobre la caja de la máquina de coser. al inválido. der heimliche Kaiser der Unterwelt. incluso a los compadres. que permanece unos instantes inmóvil. caminando. un sujeto barbudo. en un diario francés. Desde lo alto. una fila de largos automóviles de remise. Uno apaga la radio. a un señor parecido a Raúl Anselmi. De pronto encuentra una antigua fotografía en que reconocemos. cabizbajo. vemos a una muchacha (Laura Cruz) sentada en un sillón de Viena. MORGAN. Otra. debe parecer un telón que se quiere hacer pasar por realidad. detiene la vaga mirada en Anselmi. a toda la concurrencia. grotesco. consulta libros enormes. Una pausa. entre dos vigilantes ingleses. en 1923. El pelo rubio y ondulado. De medio perfil. de otro diario: Morgan cleared. Éste saluda desde un viejo Mercedes-Benz. MORGAN (como si pensara en voz alta). irresistibles e impersonales como autómatas. representa. Esta imagen. Morgan. pasan páginas y aparece otra fotografía del mismo personaje. se adivinan altas paredes de libros. algunos árboles. de pedal. el comienzo de un alambrado. en la parte superior de la cabeza tiene un pequeño moño. gesticulante. al inválido que llegó al parador. Esfumatura. El inválido. El acápite dice: El doctor Doménico Anselmi. a la vez eficaces y subalternos. Una biblioteca pública. esos ojos. se detienen. hay una cartera de mujer. Morgan en villégiature a la Riviera. acaso. Se abre otro libro. Irene toma del brazo a Anselmi y cruzan a la otra vereda. se acerca. aceptando la situación de hecho. IRENE. —Voy a esperar aquí. hombres se miran como enfrentándose. Afuera está esperándola Anselmi. ésta levemente se entreabre y puede sospecharse que alguien lo espía por ahí. Anselmi oye una voz femenina. le gusta tanto el campo. ANSELMI. en el jardín del patio. como con un principio de enojo. —Sería atroz que la perdiéramos. LAURA. si hoy pudiéramos irnos. —Hoy tuve carta de Laura.—Mañana estaremos las dos en ese corredor. Irene llega al zaguán. Los dos. Está feliz. —Ya te dije. A unos pasos. EL HOMBRE (toscamente). ANSELMI. (Enseguida. Luego se ve un pekinés. con brusco anhelo. vuelve a mirar la fotografía. IRENE (con una voz sin inflexiones). Mañana nos iremos. El hombre tiene un momento de vacilación. Los muebles son hermosos.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes joven. pero alguna silla está coja. Laura. para evitar la tierra. Un carrito de jornalero. abre la puerta de calle y sale. La cámara alcanza a Irene. LAURA.) Irene. Tengo que conseguir el dinero. que abre la puerta con el hocico y que entra en el vestíbulo. muy linda y está muy seria. —Quiero hablar con el señor Morgan. Con la lluvia. Antes de advertir la presencia del pekinés. Éste la toma del brazo y caminan por la calle que ya hemos visto. Irene deja la regadera. —Mañana me voy a la estancia. Anselmi espera caminando lentamente de un lado a otro. Página 7 de 31 7 . levantando una nube de polvo. Irene riega unas flores. —En ese corredor y oyendo el arrullo de las palomas. tirado por un caballo tordillo. Soy Raúl Anselmi. Anselmi ha adelantado un pie e impide ese propósito. Entra en un amplio vestíbulo desmantelado. Cuando Anselmi se aleja de una de las puertas. recoge la cartera que hay sobre la máquina de coser y se va. —No recibe. Hay árboles. Es un día de sol y las sombras se dibujan nítidamente. Viste sencillamente. que hoy no se puede. los caminos están intransitables. Laura. se retira. Han llegado a una calle de tierra. IRENE (interrumpiéndose para mirar la fotografía). ANSELMI. —¿Qué noticias hay de la estancia? IRENE (al cabo de un instante). ANSELMI. en el fondo se ve campo. Al rato le abre uno de los hombres de Morgan. lánguida y perezosa. —A mí me va a recibir. besa en la frente a su hermana. Se oye una campanilla. Anselmi entra por el portón de la quinta de Morgan. al que dan muchas puertas y una escalera de mármol. seria. Esfumatura Es de mañana. cuando ésta sale de un comedor con muebles de caoba. luego. de claro. El hombre intenta cerrar la puerta. querida. atraviesa el jardín y llama a la puerta. Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes LA voz. joven. IRMA (efusiva. Anselmi ve el perro. El mucamo. porque ¿quién no va a querer alternar con esta rubia? Un ceremonioso mucamo. —¿Anselmi? ¿El joven está vinculado a la maffia? ANSELMI (sonriendo). IRMA (con soberbia). con suntuosidad. Raúl Anselmi. —Tampoco. come el bombón. trae en una mesita con ruedas.. Soy apenas un estudiante de Derecho y vengo a ver al señor Morgan.. va a tomar un poco de Página 8 de 31 8 . IRMA (con cierta curiosidad). la habitación vecina —una sala con un bow-window que no se vio desde la puerta— está lujosa y excesivamente amueblada (con muebles del Segundo Imperio. sandwiches y whisky. en el corpiño algo deshecho se adivinan puntillas. Tras una breve perplejidad. deja pasar al hombre que atendió a Anselmi. bien formada (casi opulenta). quizás uno de los hombres que despejaron el parador. Confucio. Hay un silencio. Muerde un bombón de licor. A mí. Es un señor muy importante. le saca el papel. es el Jefe. el hombre entra como buscándolo. —No merezco tanto. ofreciéndole los bombones). —El Jefe le pide que espere un minuto. —Señora. IRMA. —Me llamo Anselmi. Irma bruscamente se desinteresa. no. —¿Y entonces. En un cercano taburete hay una abierta caja de bombones (grandes. lo carga y penetra en la habitación. —¿Por qué no dijo que era importante? ¿Por qué salió con esa bobada de Anselmi? Ahora que somos tan amigos. En un diván está recostada Irma Espinosa. EL HOMBRE. envueltos en papel de plata) y de frutas acarameladas. —-A papá lo recibe porque es Daniel Espinosa y su amigo íntimo. —El señor Morgan es como yo: no recibe a cualquiera. La cámara lo sigue. —¿Se puede saber con quién tengo el gusto? ANSELMI. Viste de negro. —Hasta ahora. ANSELMI (con sorna casi imperceptible). —¿No va a salir con que es de la policía? ANSELMI. a la Mano Negra? ANSELMI (con burlona humildad). que le mancha los dedos. se los limpia en una cortina. hace una bolita con el papel y la tira a lo lejos. aquí vuelve Confucio. IRMA (didáctica). Yo y papá somos importantes. IRMA (con brusca desconfianza). —Ya me hago cargo. hay una armadura de guerrero japonés). elige un bombón. Irma se sirve. se chupa los dedos. Contrastando con el vestíbulo desmantelado. —Confucio. Irma toma el perro y lo besa y juega con él.) En seguida lo va a recibir. Irma deja el perro. Es rubia. (Con cierto énfasis. El hombre se va. siempre nos recibe. IRMA (astuta). al retirarse. ANSELMI. señorita. —Adiós.. Este hombre se da vuelta. apoyándose en el escritorio y mirando a Morgan). señor Morgan. Usted recordará que soy el hijo de Doménico Anselmi.. para que sepa todos mis secretos. Irma se acerca a Anselmi. Entra el mucamo. Anselmi moja los labios. la otra a una terraza). A su lado está uno de los sujetos que despejaron el parador.. El hombre que lo precede se aparta para que Anselmi pase. El mucamo abre la puerta para que pase Anselmi. sonríe con cansancio. en un sillón.. Mi vida ha sido atroz. IRMA (con picara complicidad). —Tengo una deuda de gratitud con ese hombre. — Ahora que somos tan amigos. atraviesa diversas habitaciones. Es Morgan. los sigue. MORGAN. IRMA. El cuarto está iluminado con luz eléctrica. al finalizar el párrafo ya está junto a él. ANSELMI (a Irma. el hombre. que no ha soltado el brazo de Irma. Éste sube solo. —No se vaya a olvidar. —No olvide mi encargo. —Nos vimos en el parador. de pie. Sé que no podré pagársela a su hijo. lo retuerce. frente a Morgan. IRMA (con un hilo de voz). Llega a un cuarto con dos puertas (una frente a otra. Lo sienta a su lado. apartándola suavemente). prométame que le dirá al señor Morgan que papá es una persona importante y que nunca lo ha traicionado. una da a la escalera de caracol. En el fondo de un largo corredor hay un hombre apostado. Da-ni-el Es-pi-no-sa. EL MUCAMO (a Irma).) Llegan al pie de una escalera de caracol. —No vaya a decir que yo le dije que hablara. Anselmi se levanta. mira para abajo y una pierna está cruzada sobre la otra. las paredes están tapizadas de libros. Anselmi reitera sus corteses esfuerzos para desprenderse de ella. Pasan junto a él. ANSELMI (emocionado. hay un hombre que proyecta en la pared una sombra enorme. Las ventanas tienen vidrios de colores. insistente y confidencial). ANSELMI. De espaldas a él. Sube unas escaleras. (Anselmi camina entre los dos. En el mismo vaso que yo. Yo no puedo hacer bien a nadie. ante una mesa. la estatua negra con el candelabro— que se descargaron de los furgones. silenciosamente. tenía tan lindos hombros que todos se querían casar conmigo. precediendo a Anselmi. en forma de rombo. está recostado contra la pared. en alguna están los muebles —el biombo de espejos. Ella cae de rodillas y llora. —El Jefe lo espera. en el diván.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes whisky. —Una vez que fui a un baile. El mucamo. —Mi situación es Página 9 de 31 9 . IRMA (casi enroscándose a él. —Ya sabe que al Jefe no le gusta que ande molestando a la gente. el piso es de baldosas blancas y negras. IRMA. Anselmi sale. EL MUCAMO (a Anselmi). Éste le tiende la mano. hable de papá. El mucamo toma del brazo a Irma y la aparta de Anselmi. Anselmi rodea la mesa y queda. tiene el sombrero sobre los ojos. ajedrezado. Esfumatura El hombre que atendió primero a Anselmi está en el vestíbulo. —Dice bien el señor Larrain. LARRAIN (a Morgan. acaso. Irrumpe en el cuarto Pedro Larrain. con irónica resignación. Lo sigue. (En otro tono. Uno de los sujetos que lo acompañó está esperándolo.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes tal. El libro de Las Mil y Una Noches. MORGAN (explicando). que se libra al fin del Viejo del Mar. Desde abajo. —Busque a Abdul-málik en el pueblo de Olivos. —Yo me refugio en éstos: los más ilustres que han soñado los hombres. en una ventana alta. Es persona importante. MORGAN. Larrain lo mira con alarma. pero la realidad se impacienta. confidencial). inclinándose ante él). Anselmi la mira con extrañeza.. —Pero. mi Jefe. —El hijo del amigo que revelará que el jefe está en el Paraíso de los Creyentes. —Dígame: ¿no es incorrecto que usted se moleste en recibirme para que después este monigote afantochado me haga esperar? KUBIN (a Anselmi. Anselmi baja las escaleras. Larrain y Kubin han acercado sillones al escritorio de Morgan y se aprestan a conversar con él. Quiere abocarse a un temario concreto. hablaremos. con mal reprimida irritación. al señor Larrain lo mueven otros intereses. MORGAN (a Anselmi. con aire de artesano decente Página 10 de 31 10 . Morgan toma un libro que hay sobre la mesa. Morgan muestra a Kubin una segunda ilustración. a un hombre avejentado. Luego se dirige a Anselmi. créame. —Simbad. Morgan tiende la mano a Anselmi y lo mira en los ojos. Se oye una voz encolerizada y crecientes portazos. Éste saluda y sale. Anselmi ve. KUBIN (al borde de la exasperación y del llanto). MORGAN. sanguíneo. Morgan muestra una ilustración a Larrain. LARRAIN. —Este renglón no es de mi especialidad. Morgan muestra a Anselmi una tercera ilustración. robusto. —Presento mis excusas en nombre de mi cajero. de cara cuadrada y tenaz.. señor Morgan. Lo hice esperar. Esfumatura. Al pasar frente a un patio se oye una gritería. MORGAN (a Larrain. que estoy dispuesto a cualquier cosa. en voz baja y muy queda). El guardaespaldas se asoma a la puerta que da a la terraza.) En la declinación de la vida sólo nos quedan sueños. MORGAN (a Anselmi). Parece muy seguro de sí mismo. sin hacer caso de los otros). Elíseo Kubin. está vestido con ropa de buena calidad y de corte deportivo. aterrado y servil. A través de la casa el sujeto lo precede. —Usted ve: yo quise refugiarme en los sueños. acaso un paisaje sin figuras humanas que no concuerda con la descripción que le hará. Es un hombre alto. MORGAN. El guardaespaldas se vuelve. —El festín de los devoradores de carne humana. Morgan mira a Kubin. Kubin da un paso atrás. Otro día. no exactamente. y acepta el ofrecimiento de Larrain. LA SEÑORA. LARRAIN. gracias. LARRAIN (asomándose). —Una caña chica. EL HOMBRE DE LOS ANTEOJOS (al hombre del bar). sujetado por un grupo de hombres compasivos y afectuosos. No critico a nadie. nota que el hombre de los anteojos se ha levantado y deja unas moneda en la mesa. Anselmi encuentra el nombre de Abdulmalik. Cuando llega a la puerta. —El estado de Morgan. —¿El ómnibus para Buenos Aires? ¡Lo llevo! Anselmi vacila. —Un loco que siempre se quiere suicidan Esfumatura. El hombre del bar sirve la caña al de los anteojos. (Con voz más rápida. Anselmi. Lo guía Pedro Larrain. después el renglón ABDULMÁLIK Y CÍA. el hombre de anteojos. entiendo. Espero el ómnibus aquí. ¡No tenían el bombasí! Llega un hombre con anteojos negros y se sienta a una mesa muy cercana al teléfono. al fondo. Anselmi mira a la señora del teléfono. Anselmi llega al parador. —¿Quiere que lo acerque? ANSELMI. —Son unos informales. Anselmi. que sale del parador y se aproxima. se va. Se acerca un poderoso automóvil. ANSELMI (al hombre del bar). Anselmi y Larrain en el coche. Cuando lo tuve con la coqueluche a Fermín. (Se ve la página. LARRAIN (cordial). —No. LARRAIN. Esfumatura. yo no lo dejo ahogarse.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes (Daniel Espinosa).. Durante el breve diálogo de Larrain con Anselmi se ve. Cada uno tiene sus mañas. Pero cuando un muchacho de valía me tiende la mano. Anselmi lo mira como pensando y se vuelve hacia la señora. Usted dirá que soy un idealista. En el trayecto de Témperley a Buenos Aires. ve al hombre de los anteojos. el hombre del bar saca la guía de abajo del mostrador y se la alarga a Anselmi. (Después de una pausa. le detiene al lado de Anselmi. Página 11 de 31 11 . Rodea el coche y sube por el otro lado.) Decías bien. que inútilmente se debate. —No. no hay como las compresas y el sinapismo.. a unos cincuenta metros del parador (éste se ve en el fondo). Anselmi considera el paisaje.. —Fíjate che que es una cosa que yo me quedé y dije Ah. Yo lo conozco y él me conoce. —Entiendo. Ellos lo arrastran hacia adentro. Una señora ocupa el teléfono. Malaver 3753 -741-9774). El hombre del bar está leyendo el diario. —¿Me permite la guía? Sin interrumpir su indiferente lectura. formidable. En la sección Suburbios. LA SEÑORA (al teléfono). EL HOMBRE QUE ACOMPAÑA A ANSELMI.) ¿Usted hace tiempo que lo trata? ANSELMI (con indiferencia). vencido. Está casi vacío. Página 12 de 31 12 . el bigote gris. Eso sí. —Si no quiere hablar de negocios. —¿Olivos 9774? ¿Con el señor Abdulmálik? ¿Podría encontrarlo ahí dentro de una hora? Es mejor personalmente. —Pase. silba admirativamente). un hombre jugando con un pequeño fútbol mecánico.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes LARRAIN (impertérrito). Se mancha una manga. No todos tenemos su suerte. Aquí hay un asiento.. me he levantado solo. Anselmi. En el fondo. De mañana. Es de parte de Morgan. —¿Dama? Ojalá. entra. se entiende! ANSELMI (fríamente). un día que esté con ánimo. como encandilado. Anselmi llega a una fábrica en las afueras del pueblo. Hay un silencio. Sale de la fábrica. está el escritorio. ¡Sin compromiso de su parte. ANSELMI. En un callejón solitario casi lo atropella un automóvil. Anselmi habla con el hombre que lo atendió la primera vez EL HOMBRE. a una carretera. Es una fábrica de juguetes. ¡Sangre en la manga! ¡Qué título para una vista policial! Los pasajeros miran. La puerta está entornada. Está muerto. Suena el teléfono. RAMÍREZ. LARRAIN (sonriente). Llega. —Aquí donde me ve. Resignado. en un compartimiento de vidrio. Está oscureciendo. El hombre interrumpe su juego. el saco manchado de sangre. Avanza entre muñecos. no insisto. Esfumatura. y desiste. muy interesado. usted no me conoce. pero puedo hacer propuestas interesantes. Mira su mano herida. mira las luces. en la puerta de la quinta de Morgan. Anselmi se sienta al lado de Ramírez. los rasgos agudos. Esfumatura. eh? Le guardaré el secreto. Lo han degollado. inesperadamente. No es por decirlo. Anselmi. Anselmi está por contestar. Apenas tiene tiempo de esquivarlo. ANSELMI. —¿Qué anda haciendo por estos pagos? ¿Alguna dama. hablando por teléfono desde una cigarrería. Anselmi. Corta y sale. nadie lo atiende. me viene a visitar en el study tendré mucho gusto en exponerle mis caballos y mis daneses. Se hiere la mano contra un alambre de púa.. El Jefe lo recibirá en seguida. RAMÍREZ (reparando en la herida. En un sillón giratorio se ve un hombre con sobretodo y sombrero. Restaña la sangre con el pañuelo. Mira a Anselmi y se dispone a salir. Sobre la puerta se lee: ABDULMÁLIK Y COMPAÑÍA. Atrás. Ramírez es uno de los pasajeros. —Hola. —¿Le queda bien si lo dejo en Rivadavia? Esfumatura. —Tendré mucho gusto. No. LARRAIN. Tiene la frente angosta. Se ve a Anselmi bajar de un tren en la estación de Olivos. —Parece que la dama se defendió con uñas y dientes. Anselmi llama. Sube a un colectivo. Tengo todo el Norte en un puño. RAMÍREZ. tranquilo. va hasta el lavatorio. ANSELMI. La puerta de entrada es con vidrios y hay una ventana. —¿Hablo con el "Telégrafo Mercantil"? Se ve una página del "Telégrafo Mercantil" con el título: "DESTACADO ASESINATO EN OLIVOS. con chimenea. —¿El asiento es cómodo? ¿Qué desea? ROSALES (sonriendo). moreno. KUBIN. —Mire. Sale. un espejo. en voz más baja. más de una vez lo he deplorado. —Ésa no es la opinión del Jefe. ANSELMI (viendo el contenido del sobre).) Un consejo. deshecha. Hamacándose. ANSELMI. ¡Tengo que hacer cada equilibrio! (Después de un silencio. —Deseo hablar con usted. lo mira.) La mano del señor Morgan siempre está abierta. KUBIN. —¿Sobre qué? ROSALES. —¿Usted no lo amenazó por teléfono? Anselmi está lavándose la cara y le contesta con exasperación mientras se seca. Se sospecha de un joven (sigue una descripción de Anselmi) que lo amenazara por teléfono". simple cajero. una silla. no más. en su cuarto. y pide un número KUBIN. —Por lo que dice el diario. baja Kubin. Anselmi. con alguna avidez en los ojos— aparta a la mujer. Yo. Por unos días no se haga ver. Página 13 de 31 13 . Lo invito a sincerarse. de Investigaciones. Vemos a Anselmi. El cuarto es grande y modesto. vengo como un amigo. una estantería con libros. Kubin se dirige. Rosales mira distraídamente la habitación. un sillón de hamaca. Le manda esto. donde se dispone a afeitarse. Antes. por servicios prestados. A que hablemos de hombre a hombre. Rosales —un hombre gordo. tirando el periódico. hay una angosta cama de hierro. Anselmi desconcertado. Anselmi continúa afeitándose. Yo no pude cumplir mi cometido. ROSALES. con naturalidad. Kubin le entrega un sobre a Anselmi. no venga por aquí. dejo constancia que mi visita no es oficial. —¿Entonces? ROSALES. a un teléfono escondido. Sobre todo. LA MUJER. ROSALES. la saluda y se instala en el sillón de hamaca. ANSELMI (indiferente) . —Sobre el homicidio de Olivos. —Debe haber un error. (Pausa. —Soy Porfirio Rosales. después de tirar el periódico. una mujer vieja le habla. El Jefe lamenta no poder recibirlo. un ropero. ¿Usted la conocía a la víctima? ANSELMI. —Lo quiere ver un señor Rosales.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes Anselmi entra en el vestíbulo. un fonógrafo. Al rato. Mientras se jabona. un lavatorio. —Soy Elíseo Kubin. de cuello volcado. Esfumatura. IRENE (cariñosa). y la amistad que le ofrecía no es desinteresada. Sin embargo. ¿qué te pasa? ¿No estás contento? Esfumatura. hay algunos de pañuelo. Mi deber es llegar a la verdad. —Es verdad. IRENE. ROSALES (quizá con gravedad). otros. quedan de pie. como dice un martillero de mi amistad. ¿Qué me cuenta de ese industrial degollado sin miramientos en su propia sede? Sin embargo.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes ANSELMI. Hacia el atardecer. —¿Venís a buscarme para caminar? ANSELMI. creo que no tenía nada que perder sincerándose conmigo. Se sienta en el sofá. no andemos con la cara larga.) Piense lo que le dije. ¿No podríamos quedarnos aquí? IRENE (tras una vacilación). es un paraíso. (Un silencio. —Tiene razón. La zona. Irene le alisa el pelo. —Apenas la quinta parte de una maravilla. IRENE (admirativa). —Le repito que no sé nada del asunto. —¡Otra mañana que es todo un tónico! Optimismo.) Página 14 de 31 14 . murmuran que la pesquisa está adelantada. (Sonriendo. Se vuelve. Este lo saluda como la otra vez. La puerta que da al fondo está abierta. —Sos una maravilla.) Además. Esfumatura. Anselmi se acerca a la casa de Irene Se cruza con el organillero. ¿No estás bien? ANSELMI (con ligera impaciencia). Pareces cansado. ANSELMI. Cerca del balcón. Lleva a Anselmi al comedor. ANSELMI (con cierta amargura). no tengo por qué hacerlo. tiempo bonancible. estoy cansado. —Como quieras. Círculos. —Estoy perfectamente. —Mira. IRENE (maternalmente). vigor. ¿por qué quiere ser amigo de un hombre de quien desconfía? Rosales se pone de pie. No se dirá lo mismo de otras localidades. (Todos visten pobremente. pero esa amistad forma parte de una investigación. Oye risotadas y gritos. Irene la cierra. generalmente bien informados. Anselmi entrega un sobre a Irene. Mirándolo en los ojos. ¡Los matutinos hablan de un sujeto que lo amenazara por teléfono! Anselmi palmea al organillero y prosigue su camino. (Llega a la puerta. Sólo te he conseguido novecientos pesos. Zaguán de la casa de Irene. En cuanto a sincerarme con usted. Usted dice que viene como amigo. —He conseguido algún dinero. EL ORGANILLERO.) Pero. uno frente a otro. —Estoy deslumbrada. Junto a un camión se cruza con un grupo de muchachones achinados. ve que un muchacho del grupo —contrahecho y simiesco— es maltratado por los otros. Anselmi camina por una calle de las afueras. de pie. —Es un Mono Pancho. etcétera). Iurrain. ojos oblicuos. le acaricia el pelo. —¡Mono Pancho! ¿Sabes qué sos? ¡Un Mono Pancho! El primer muchacho golpea a la víctima con la mano abierta. Todos /o acometen. LARRAIN (a los muchachones). los muchachones miran a Larrain. —El señor no puede quedarse a cenar. en el Norte era nuestro huésped. Pero recapacité. para indicarle que espere. desde atrás. no. ANSELMI.) Envuélvanlo otra vez en papel de seda y me lo descargan en Témperley. —Patrón: al salir de la cancha. hay una muchacha hermosa. Lo maniatan y lo tiran en el piso. mili trompada en el oído. sentado. Anselmi avanza hacia ellos. —Nos dijeron que usted. —Aquí. LARRAIN (IRRITADO). Todos miran trabajar al perro. LA MUCHACHA (a Larrain). con inmóvil hostilidad. El camión llega al lugar preciso donde se produjo el primer incidente. el señor es mi huésped. nos topamos con esto y se lo trajimos. El jefe de los secuestradores de Anselmi procura llamar la atención de Larrain. EL JEFE DE LOS MUCHACHONES (a Larrain). Larrain. en el Norte. —Miedo. Golpean a la víctima. La cámara enfoca al grupo cerrado de los muchachos. —¿Para eso mandaste que lo secuestraran? ¿Le tenes miedo a Morgan? LARRAIN.) Con esto basta para que la gente de Morgan no se meta en el Norte. (Cambiando de tono. El muchacho le pega a Anselmi en la cara. Pero ahora estamos en el Sur y yo era amigo del juguetero. con la mano abierta. cree que se mira en el espejo! TERCER MUCHACHO (informativo). Lo bajan en el patio de un stud. distraídamente. con algo de fabricado en su tipo (pelo ondulado. El camión arranca. que. Atónitos. Todas esas caras están serias. —Dejen en paz a ese muchacho. (Con voz segura. una de ellas —la del muchacho simiesco— hace una Página 15 de 31 15 . mira un enorme perro danés que se abalanza sobre un hombre grotescamente vestido con bolsas. indignado. incluso la presunta víctima. el jefe logra ser oído. Lo introducen en el camión. inexpresiva. en el camión. han fijado los ojos en Anselmi. —¡Si le amuestran la jaula de los monos. Se ven los pies y las rodillas de los malevos. Junto a Larrain. LARRAIN. Éste le hace una leve seña. —Un huésped involuntario. Uno del grupo le da. Cantan una marchita estúpida y machacona. Anselmi y los muchachos de Larrain vuelven silenciosos al camión. Finalmente. UNO DE LOS MUCHACHOS (a Anselmi). —¿Hasta cuándo van a hacer disparates? Con ustedes hay que tener la mano de fierro. Anselmi lo derriba de un puñetazo. Esfumatura.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes PRIMER MUCHACHO (a la víctima). Anselmi. entre los muchachos. SEGUNDO MUCHACHO. ANSELMI. de pronto. Irene cierra lentamente la puerta. —Dinero. A través del visillo ve a Rosales. Un hombre se asoma. —No tengo por qué interceder. ¿Por qué habló por teléfono con la víctima? ¿Qué hacía en Olivos esa tarde. ROSALES. Esfumatura. Esfumatura. Irene abre la puerta de calle. Esfumatura. cuando lo vieron ensangrentado? ¿Por qué. al anochecer. Anselmi queda solo. esperándolo. últimamente. Pero tendría que aclarar unos puntos. El vestíbulo de la casa de Irene. IRENE (involuntariamente). —Mañana. —Mañana me voy a la estancia. próximo al cuadro de la estancia. Rosales. En la mano tiene un ramito de violetas. —A la víctima le sustrajeron novecientos pesos. No descarto la posibilidad de que el joven aclare su posición. La puerta se entreabre. La puerta de la casa de Morgan. Irene. En la puerta entreabierta se detiene. Página 16 de 31 16 . cabizbajo. con una tricota con bolsillos. Atraviesa la casa como en un sueño. —Tal vez no lo sea. está Laura. de espaldas a la cámara. frente a la puerta de su cuarto. Anselmi... Se pone el impermeable. cerca de la puerta-. Anselmi se va. cuando estén secos los caminos. Esfumatura. vestida como la primera vez. de espaldas. se dispone a salir. Los dos están de pie. Todo eso es monstruoso. los muchachos vuelven despacio al camión. prende las violetas en el impermeable LAURA. Sin dejar de mirarlo. Anselmi bebiendo en un almacén. —Junté estas violetas para ti. En idéntica posición. Esfumatura. anda con sujetos de mal vivir? IRENE. Se van. Irene y Rosales. Anselmi. que está instalado. — Tal vez haya precisado dinero. en la silla de hamaca. cabizbajo. ROSALES (continuando una explicación). Anselmi sale. tiene el sombrero en la mano.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes morisqueta. con un alfiler. Si usted intercediera. Laura. IRENE. dice unas palabras que no se oyen. Raúl no es un criminal. Esfumatura. Rosales. Va a su cuarto. Anselmi llamando a la puerta de la casa de Irene. hace un ademán hacia afuera y cierra la puerta. Nadie contesta. Sale y cierra la puerta con llave. ilumina el patio. IRENE (fría). Un brazo de luz. Irene se acerca a Laura y se apoya en los brazos del sillón de hamaca. como si acabara de entrar. ROSALES (como siguiendo su pensamiento). ha llamado. ROSALES. frente a la chimenea encendida. Llega al patio del fondo. LAURA (a Irene). —No quiero exagerar. —Esta conversación es inútil. Arrecia la lluvia. Se abstrae en la música. Tiene barba de varios días. No entiendo. —Lo voy a esperar. Usa chambergo y sobretodo. IRENE. arriba de ellos.) Pero yo también soy un criminal. La cámara los sigue. El automóvil se acerca a ellos. una enseña con un león rampante y la inscripción: El León de Armenia. En una esquina se guarecen bajo un alero. Esfumatura. Hace dos días que no puedo vivir. ¿Para qué quiere verlo? ESPINOSA.) Habla con la mujer que se vio en la primera escena de Rosales. ESPINOSA. ESPINOSA. —Para pedirle ayuda. Los ilumina el faro de un automóvil. —Yo también he creído que no podía seguir viviendo. Me voy de aquí. Usted. Yo tengo que salir. La mujer le abre la puerta del cuarto. niña. no tendría que hablar conmigo. —Suban. (El impermeable está desabrochado.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes Anselmi vaga por el campo. —No hay quien no merezca perdón y lástima. sospechosamente) la forma de un hombre. Ahora. aterrado). con los ojos bajos. se abre una portezuela. El tren arranca. Anselmi. Llueve. Irene lo guarda en el bolsillo de la tricota. A pocos metros se mueve confusamente (tal vez. Irene se tapa la cara con las manos. LA MUJER. Llueve. un traidor. en la casa de Anselmi. Irene entra. —Tenemos que hacer lo que mandan. De pronto se da vuelta y ve que ha entrado un hombre —Daniel Espinosa— que. Está nerviosa. (Una pausa. —Soy Daniel Espinosa. IRENE. —Entonces. ¿Usted querría entregársela? La mujer. con brusca decisión. niña. podría hacerme un favor. IRENE (sobresaltada). ¿Usted cree que volverá pronto? IRENE. —¿Quién es usted? ¿Qué le sucede? ESPINOSA. Vine a ver al señor Anselmi. He hecho una cosa horrible. Trajeron esta carta para el señor Anselmi y me recomendaron que la entregara personalmente. ESPINOSA (a Irene. —No sé. Para decirle algo. (Una pausa. —El señor Anselmi no está. —Pero yo soy un asesino. Irene lo sigue. Página 17 de 31 17 . IRENE. de lejos.) En cualquier momento pueden llegar. Instintivamente caminan contra las paredes. perdóneme. No merezco ni el perdón ni la lástima. LA MUJER. En un paso a nivel hay un tren. creo tener una esperanza. UNA voz (desde el automóvil). —NO sé. habla confusamente y solloza. Espinosa camina un poco adelante. de impermeable. Un señor se cansó de esperarlo y se fue. sube a un vagón de segunda. Para decirle que no debe andar entre criminales. Ilumina también. Se acerca a la puerta. Irene. Salen. le da un sobre. Pone en el fonógrafo el concierto número dos de Brahms. ) Usted no sale de esta casa hasta que el Jefe le dé permiso. Esfumatura. histriónico. Sentado en un escalón está Pedro. —A la niña no hay por qué complicarla en esto. procede de la pieza contigua. La forma humana que se vio confusamente. otro está sentado a horcajadas en un "strapontin" (es corpulento. Nadie comenta lo ocurrido. en la cara de Espinosa. se adelanta y se inclina para recogerlas. Nadie responde. —Me va a quebrar el brazo. junto al que guía y del mismo lado que el fumador del "strapontin". Usted es demasiado expresiva. Irene avanza hasta un lugar desde donde el bow-window es visible: en él hay dos personajes —Tonio de Brissac e Irma Espinosa—. (Una pausa.... Avanzan en silencio. él. —Me va a quebrar el brazo. con avidez. silencioso. —Se distrae. La expresión: he ahí el enemigo. Irene queda junto a este último. a Irene. hacia arriba. ágil y acrobático. El progreso logrado en este ensayo Página 18 de 31 18 . desfigurada por el dolor. Están de pie. en la que aparentemente no hay nadie. Cada uno sostiene con la mano izquierda la muñeca del brazo derecho. Vuelve a verse el león de la enseña. Irrefutablemente. Irene queda sola. Espinosa. El portón de la quinta de Morgan está abierto. El fumador se saca de la boca el cigarro y lo aplica.) Me va a quebrar el brazo. En el vestíbulo de la quinta. BRISSAC (sin ver a Irene).. Mira. Ella tiene un vestido de trabajo. le dije que iba a quebrarlo.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes La obliga a subir al coche. jopo. Irma ha visto a Irene. Irene se acerca a la puerta. monóculo y bigote adornan su cara. fuma un cigarro). como un sello. para espiar. UNA voz DE MUJER (la voz de Irma). que es una especie de gigante tosco y servil. (Una pausa. implorante.. se distrae con tenacidad. LA VOZ DE HOMBRE.. Irma mira.) Ya... la mira con sorpresa. Uno maneja. una camisa de mangas cortas y shorts. de bailarina. EL HOMBRE QUE LOS RECIBE (a los secuestradores). (A Irene. Brissac es un hombre pequeño. casi arrodillados. Las violetas de Irene caen en la calle. Ve la sala de Irma. Brissac mira a Irma. junto al cordón de la vereda. Una pausa más larga. Irene se sobrepone a su horror. nervioso. impulsivo. (Una pausa más larga. uno a cada lado del bow-window. está inmóvil. —No. Forman un grupo simétrico. dando una vuelta completa. los recibe otro hombre de Morgan. Éste se tapa la cara con las manos y gime. el tercero ocupa el asiento del fondo. Adentro del automóvil hay tres hombres de la banda de Morgan. El automóvil gira violentamente. Ya le dije que iba a quebrarlo. entre la lluvia. no. BRISSAC (a Irma). ilumina y golpea al organillero (la forma misteriosa que habíamos visto).) Me va a quebrar el brazo. el coche se detiene ante la casa. ESPINOSA (mirando hacia el interior del automóvil). —A Espinosa lo llevan donde ya saben. Una voz de hombre (la voz de Brissac). Cautelosamente penetra. Usted. ella lo rechaza. diosa. distinción. En el suelo. Después. —Un señor de edad. físico? IRENE. con inquietud. Jung. Se averigua entonces que el primer acto ha sido escrito por un personaje del segundo. pero en una pensión suburbana. ESPINOSA. pero la sigue con los ojos. Pirandello. IRMA. Está con los ojos abiertos. querida diosa ex machina. un palacio en Roma.. esclavo y filósofo. No he dicho nada. —Nos trajeron unos hombres. una trampa lateral. Es la de un hombre —Pedro— que sube desde el sótano. Pedro espía a Irma. Irma nota que el agua que cae del impermeable de Irene está mojando la alfombra. desesperada y brutal. Falta resolver un problema: ¿El héroe y la heroína sucumbirán a la mediocridad de nuestro tiempo o serán felices? Usted. a ras del suelo. Sin asombro. —¡Ay! Perdón. El espectador puede creer que Pedro va a asaltar a Irma. —¿Cómo vinieron? IRENE. en un automóvil. dócilmente la deja irse. En las paredes no hay ventanas.. —Yo diría. —Ustedes me disculparán. elegancia. dos príncipes que sufren y que aman.. IRMA. Pedro se le acerca. —¿Con quién? IRENE. no ve a Irma. Irma se inclina y lo sacude. Brissac advierte la presencia de Irene.. por favor. Irma se levanta y sale. la habitación está en la penumbra. basta. BRISSAC (sacando el impermeable a Irene. como una especie de enorme cachorro. Creo que se llama Espinosa. será juez. etcétera. Basta. Ésta atraviesa una larga habitación desmantelada. que busca. en el siglo XX. El sótano está iluminado. IRMA. una compensación para sus desdichas. Pedro. que lo mira azorada).Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes es computable en cero. Página 19 de 31 19 . yo vine aquí con un señor. —¿Hasta cuándo va a empapar la alfombra de Esmirna? IRENE. IRMA. Irene está por decir algo. (Se lo pone a la armadura. Se abre. hoy se muestra displicente. en esa obra romántica. Irma. le besa las manos y trata de tocarle las piernas. Brissac ha perdido la petulancia: mira a Irma. de la trampa sale un haz de luz blanca. en el piso. ¿Merece mi comedia tales desdenes? Primer acto: Nobles pasiones. ¿Y cómo le va a ir mal a una personita que cuenta con cabeza. Esta otra diosa. que no hay que buscarle tres pies al gato. El papel de la heroína. es juez. claro que yo lo agarro. sin mirarlo.. Epicteto. la cámara sigue a Irma. Preparo una comedia en dos actos para nuestro teatro de cámara. —No me golpeen. Segundo acto: Los personajes del primero. surge una enorme cara.. Brissac. de espaldas. Bruscamente.. yace delirando Espinosa. en el suelo. con una mancha de sangre en la cara. Irma llega a una habitación angosta y alta. con piso de baldosa y una rejilla en el centro.. dirigiéndose a Irene). con una escalera que da a un sótano. —Eliminemos este tema de conversación. —¿A quién le dijiste? ESPINOSA. BRISSAC. Se reconoce el impermeable de Irene. Entra y sale inmediatamente. —Se han ido. —Soy Irma. en otra parte de la habitación. En la penumbra de la larga habitación desmantelada. frente a una copa. Se oyen pasos. Anselmi en Buenos Aires. En la habitación se ve la armadura con el impermeable de Irene. déjenme. Hay que rodear la casa. —Sí. Irma lo suelta. ante la fuerte lluvia. Pedro vislumbra a una mujer que se aleja. no me hagan doler más. —¿A ella se lo dijiste? ESPINOSA.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes IRMA. BRISSAC. la derriba. —Tratemos de salir por los fondos. Irma corre hacia la sala. Luego. vacila. IRMA. señalado la ventana abierta. déjenme. en un almacén de Leandro Alem. Tu hija. camina por el Paseo Colón. Desde la calle. vuelve a tomarlo y lo sacude. Irma. BRISSAC (serio). Abre la ventana y la obliga a salir. Éste toma uno de los dos caminos que divergen y luego convergen. la alcanza. —Bueno. Esfumatura. Está cerrado. la luz de los faros de un automóvil que gira. —La chica no se lo va a decir a nadie. PEDRO. en la ventana. Esa misma noche. después. Le dije que lo maté. Irma se alisa el pelo. Pedro corre. estupor seguirlo. Pedro salta por la ventana. Brissac e Irene. Por esa alameda. IRENE. Brissac e Irene llegan al portón. frenética. al jardín lluvioso y torpemente se interna en la oscuridad de la quinta. La sala de Irma. Luego. —Todavía no habrán llegado al portón. muestra el rostro de la mujer asesinada. Es Irma. El sueño y el cansancio lo Página 20 de 31 20 . Anselmi caminando por los baldíos que hay cerca de la dársena. grita a Pedro. La cámara sigue a Pedro. ESPINOSA (hablando con los ausentes). Un peligro muy real. cerca de una ventana. —No sé qué cosas son reales y qué cosas son irreales. espantada. De la encrucijada final parte una alameda. IRMA. IRMA. —Vamos. acaricia a Pedro y señala la puerta que da a la sala. acodado en una mesa de mármol. Pedro obedece y se dirige adonde lo mandan. Esfumatura. hacia el Norte. la estrangula. —Le repito que usted corre peligro. comprueba que no hay nadie y. Lo vemos. Estoy viviendo en una pesadilla. es una gran vidriera traslúcida.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes rinden. MORGAN. Se encuentra en un pequeño teatro. Anselmi entra. (NOTA: Antes. anticuado y lujoso. del otro lado de la pista. a su alrededor. —Irene está en peligro de muerte. ve. Oye unos pasos. —Puede entrar. donde está Irene. Anselmi. se abre camino. el palco 19 estaba en el último piso. Se oye la música de "Tul Tom Special". Un portero de aire marcial. custodia la entrada. Se sienta. Poco después. Camina hacia esta última. Anselmi mira de soslayo al portero. Anselmi trata de avanzar. Nadie lo mira. cuando ya están bastante cerca. avejentado. Después lo vemos en el suelo. paralela a la primera. indicando el palco). la gente baila. ANSELMI (solícito). Anselmi quiere seguirla. ve una serie de fachadas oscuras y una muy iluminada. Sube dos pisos más. éste parece demacrado y pálido. en cada mesa. pero alto. con varios pisos de palcos. Cuando está por cruzar la calle. ANSELMI (a un mozo. desde una de las vueltas de espiral. MORGAN. pero hay tanta gente bailando. Ante una mesa vacía. Bajan Larrain y una mujer que puede ser Irene. A los lados hay mesas y. Llega al último piso. A un lado de la puerta se enciende un rectángulo de luz. está Morgan.) Llega a un palco cuya puerta está abierta. Anselmi mira a Morgan. hacia el piso donde él está. ahora hay una escalera hacia arriba. Ve la recova. que evoca el Segundo Imperio. Sigue subiendo. con algo de cosaco. sobre la que brilla. Cuando levanta los ojos. Llama a la puerta del palco número 19. en una mesa.) Anselmi atraviesa la calle. mitras. cabizbajo y cansado. Anselmi vacila y luego huye por una segunda escalera de caracol. en un palco altísimo. hasta una de las mesas. Irene se levanta y camina hacia él. por una larga escalera de caracol. Abre los ojos. pero si usted la busca. ella dobla y. ve que Porfirio Rosales baja. un automóvil se detiene en la zona de luz. —Palco alto. siempre sin verlo. (Ese portero puede ser uno de los guardaespaldas de Morgan. pero el gentío lo detiene. Adentro cenan juntos Irene y Larrain. —¿Necesita algo? Me da no sé qué dejarlo solo. Siempre estaré solo. Orillando las paredes. En el lugar que debían ocupar las plateas. desaparece y vuelve a brillar la palabra Styx en letras luminosas. que debe volver a su mesa. Antes que Anselmi pueda hablar. muy enfermo. —¿Qué palco es ése? EL MOZO. se acerca a la vidriera y mira ansiosamente. ve a Irene. Entra. Entran por una puerta de cristal. número 19— Anselmi sube por escaleras solitarias. aún puede salvarla y salvarse. se incorpora y mira. El recinto es estrecho. Sin que éste lo vea. Anselmi sale. La casa está abierta para todos. se pierde en una entrada que da a una escalera. cabezas de animales. sus miradas se encuentran. a Irene. echado sobre unos tirantes. Morgan le señala un palco aún más alto. en los descansos hay estatuas con ceniceros (una de ellas puede ser la estatua negra de la quinta de Morgan). —Estoy acostumbrado a estar solo. ella no parece reconocerlo. Él la saluda con la mano. En vano procura Anselmi atraerla atención de Irene. como perdido. En algún momento. rombos de arlequines. Porfirio lo persigue. EL PORTERO (cordialmente). con Larrain y con Kubin. se vislumbran tricornios. cerca del cielo raso. en un letrero lee: Palcos Altos. una lámpara con pantalla. Adentro bailan parejas disfrazadas. La mira ansiosamente. desde la otra vuelta ve que Larrain saca un Página 21 de 31 21 . presencia un violento altercado entre Larrain e Irene. Anselmi se inclina sobre ella. sin ser monstruosas. Lo persigue. con árboles (la calle de los alrededores de Témperley. ve que Larrain. Muchas y extrañas sombras se proyectan sobre ella. Son Kubin. Anselmi despierta en el terreno baldío. —¿Los quiere? ¿Los precisa? ¡Acéptelos! Para nosotros no tienen ningún valor. Kubin y los matadores. lleva galera. Irene yace muerta en el suelo. Larrain ha desaparecido. ¡Ni un kopek más! ¡Si usted supiera lo que consumen en un mes estas bocas! Anselmi lo mira con extrañeza. donde vieron el carrito de panadero). Todos miran a Anselmi. Larrain y gente de la banda de Morgan. que parecen interminables. KUBIN (repitiendo la frase y la entonación). —El nuestro no es mucho mejor que digamos. como había quedado en el palco. Los agita frente a Anselmi.) ¿A cuánto en efectivo estipula usted que asciende el capital bruto de nuestra sociedad? Anselmi se sienta en los tirantes. ahora se oyen de nuevo los ruidos de la ciudad. Se levanta. —¿No me cree? (Una pausa. —Dos mil setecientos cuarenta pesos. saca del bolsillo un anillo y lo pone en el dedo de la muerta. —No sé si estás conmigo. Yo soy otra y la culpa es tuya. son más bien feas. escaleras abajo. —Bromas. abre una trampa en el suelo y se arroja adentro. KUBIN. Respete el sitio en que se encuentra. —¡Al fin estoy contigo! IRENE (acariciándole el pelo). Anselmi baja y se arroja a su vez. Usa lentes. —Np tengo la menor idea. ¿Está por solicitarme un empréstito? ROVERANO (escandalizado). De un salto Anselmi se arroja desde la escalera. (Señala el baldío circundante. KUBIN. ANSELMI. Anselmi. En el suelo. Larrain ya no está ahí. Una especie de torre de muchos pisos. Anselmi cae muerto. cuyas facciones. Raúl.) KUBIN (sin parar mientes en lo dicho por Roverano. Señala un vasto edificio en la ciudad. con enormes mitras y caretas. Llega a una calle de tierra. sobretodo y paraguas. Hay zonas de sombras en las escaleras. Anselmi la toma en los brazos. Se acercan a Anselmi y disparan contra él sus revólveres.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes revólver y lo dispara en el pecho de Irene. Corre al palco. desde una curva de la escalera. se inclinan sobre Anselmi. ANSELMI. Los acompaña un señor (Romualdo Roverano) de aire sedentario. solícitos. —¿No me cree? Kubin saca un fajo de billetes. KUBIN (con cierto desafío). mucho más abajo. Lo rodean Kubin y los hombres de Morgan. ella entreabre los ojos. El teatro está vacío. yace Irene. (NOTA: Durante el sueño se ha oído "Tul Tom Special". no. Ahora va a despertarse. Irene ha desaparecido. —Está durmiendo. implacable). No están disfrazados. Anselmi se vuelve y ve que de todos lados los rodean hombres con enormes sombreros de disfraz. Anselmi mira con incredulidad. en un sitio abierto. Página 22 de 31 22 . ve a Larrain cerca de la escalera.) ANSELMI (en una débil tentativa de humorismo). —¡En qué estado me encuentran ustedes! KUBIN. Antes que salga el sol del domingo tendremos todo el oro que hay en sus arcas o no tendremos nada y no lo precisaremos. Kubin da órdenes. —Le aseguro que puede estar tranquilo. Anselmi. Por eso mismo la intentamos. Anselmi y los dos hombres que lo acompañan suben por una escalera muy alta. ha sido mansueta. ROVERANO (abandonado a su entusiasmo). tapioca. al que dan todos Página 23 de 31 23 . Romualdo Roverano. Quedan Kubin. Roverano se golpea el pecho con los puños. Kermeses. que se pierden en la distancia. carreras. ¡Ni siquiera la sombra de una duda debe macular el buen nombre de la mujer de César! Mientras dice la última frase. de aspecto impenetrable. —La combinación es decididamente halagüeña. Roverano la abre. hay una obra en construcción. carnavales. Otros van a abrir una puerta para que entre el camión. Tal vez éste sea mi destino. —Esa torre es el Banco de Finanzas. ANSELMI (poniéndose de pie). KUBIN (con seriedad).) Casi lo hago con la esperanza de que me maten. con la parte del león. que se abre sobre el hall central del edificio. KUBIN. tómbolas. Exijo. a uno de los guardaespaldas). Transponen una tapia y llegan a un exiguo patio interior. ROVERANO (reflexivo). Los asaltantes se dividen en grupos. Junto al alto edificio que van a asaltar. KUBIN (mirando el reloj. KUBIN. En el camino se cruzan con un camión que está estacionado. —Guarde el dinero. —Ese joven intruso debe morir. que se alejan por los corredores. Roverano y dos impasibles guardaespaldas. (Como para él mismo. empleado modelo. Mejor es un final espantoso que un espanto sin fin. Ahora. quizás en la propia Barcelona. Kubin prosigue con un cambio de tono. Hay grandes puertas cerradas. casi invisible. Llegan a una galería circular. —Vaya a ver qué pasa con Forkel. Voy con ustedes. También hay profundos corredores. eso sí. el cadáver. La organización Morgan no puede vegetar en la miseria. uno de ellos es un muchacho rubio. Tourbillon. uno de los hombres viene a situarse detrás de Anselmi. tango. casi imposible. ROVERANO (a Kubin). carnestolendas. para resurgir ágilmente en Carrasco. Entran en un vasto recinto. ROVERANO.) Nosotros nos vamos.) Bueno. (Una pausa. Mi vida. en el control de alarmas. porque estaremos muertos. Yo desaparezco. Salen todos juntos.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes KUBIN.). El muchacho que acabo de enrolar servirá para ese fin. en Montecarlo. Su cadáver. oportunamente hermoseado y trajeado con esta ropa (agita con elocuencia las solapas). (El reloj del Retiro da la medianoche. abriré un crédito ilimitado a mi natural libertino. No faltará ese cadáver. hasta el día de hoy. Kubin habla con el conductor. Cuando están por llegar arriba. En el alto muro hay una puertita. —Pierda cuidado. en Copacabana. La empresa es muy difícil. (Una pausa. El intruso muere. —Prefiero la primera posibilidad. Anselmi parte con dos hombres. —Toda esta interesante aventura ha de girar en base a mi seguridad personal. tome el dinero y despídase de estos hombres. —Es la menos probable. silencioso e iluminado. he muerto defendiendo esta sólida institución bancada. será testimonio inequívoco de que yo. tabaco. Pasan como sombras entre los andamios. Anselmi se mira con asombro. ve a Kubin y a los hombres de la banda subir al camión y alejarse. Roverano abre una puerta y por ella pasan Kubin y los otros. a distintas alturas. Anselmí llega a casa de Irene. Ya muy cerca de ellos.) El precioso respaldo de nuestro plan ha quedado en nada. Huyen los asaltantes. Los otros hacen fuego. Llama a la puerta. mira la mañana. —En todo he cumplido. Bajan los dos. agachándose. desde la ventanilla del tren. esa parte del plan se cumplirá. Página 24 de 31 24 . Anselmi se le echa encima. Por su torpeza. ¡Ni siquiera han logrado salvaguardarme. Un arco de la baranda ha sido retirado y está apoyado contra la pared. Se entabla un tiroteo entre los serenos y la banda de Kubin. en Barracas. El lugar es silencioso. despeinado y con la corbata floja. La cámara vuelve a Kubin y Roverano. si es preciso. con los brazos en cruz. En alguna parte de la casa suena un disparo. Ustedes me deben mi parte. Anselmi se apodera del revólver de su contrincante. bordea el espacio abierto. que cargan en el camión. Kubin saca el revólver y mata a Roverano. las persianas están cerradas. lo despierta. En el suelo hay útiles de carpintería y de pintura. vestido. Salen personas por la puerta principal del Banco. Encontrarán el cadáver. Enfrentan un corredor que se comunica por una arcada con la escalera. el muchacho cae. Un sereno cae. Anselmi avanza hacia la puerta de salida por el corredor por donde entraron. ya en la calle. lo vemos. Esfumatura. Anselmi. Uno de los hombres se abalanza sobre Anselmi. desde arriba. Anselmi. éste. Corre con una sonrisa de alivio. cedí al artista que hay en mí y lo encandilé con no sé qué fábulas de pobreza y peligro.) ¡Y se fue! ROVERANO (implacable y enfático). Por corredores. Si el éxito no ha sido total.) A las detonaciones se agrega el ululato de una sirena de alarma. (Señala a Kubin con el dedo. se moja la cara y el pelo y sale a la calle. Anselmi. el hombre cae por el espacio abierto. Ve chatas tiradas por tres caballos. —Usted lo ha dicho: se fue. baja hacia la recova. En vez de liquidarlo ipsofacto. más hacia la pared. Forcejean. El muchacho saca el revólver. ¡Falta el cadáver que exigí! KUBIN (con paciencia). El camión sale por una puerta ancha. Nadie contesta. esquiva el golpe. los hombres lo siguen. (Anselmi no interviene. Es muy temprano. se estrella. y después el Riachuelo. Están en un traspatio. Quería utilizarlo antes de matarlo. Muere sin entender. La luz. ROVERANO (muy agitado). matando al joven del baldío! KUBIN (como rindiéndose a la evidencia). en el que hay una pileta de lavar y un medidor de gas. Llama insistentemente. Anselmi progresa hacia una puerta que hay en el fondo. El muchacho rubio aprovecha el momentáneo asombro de Anselmi para correr hacia sus compañeros. —Pierda cuidado. Lo encontrarán vestido con su ropa. El cuarto de Anselmi. La calle está desierta. rayada por las persianas. Ahora el pájaro se ha volado. Apelaré a la ley. (Silba. por su inexcusable torpeza. No habrá que hermosearle la cara. sin apuro. con el revólver en la espalda del muchacho.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes los pisos. Se levanta. carguen con su culpa. —Con ésa me embromó. Anselmi camina detrás. Está en su cama. aparecen serenos. Junto a una vereda está un carrito de lechero. En el fondo de ese corredor se asoman Kubin y otros. Unos llevan cajones. abre los brazos. herido en el pecho. me mata. frente al León de Armenia. Si no salto. para no ir más lejos. víctima— de un hecho de perfiles insólitos. Durante esta escena. Escoltada. —Díganle a Morgan que está Pedro Larrain. con las barajas. un hombre aparece en lo alto de la escalera. El vestíbulo de la casa de Morgan. No ve que los confunde. no soy de la gente de Morgan. he sido testigo —mejor aún. LARRAIN. No quiero. (Pausa. LAS VOCES. rengueando. ANSELMI. giró sobre sí mismo y me atropello. En el camino ve pasar el camión de los muchachos que lo secuestraron. siempre apuntándole con el arma. Arrancó con toda violencia. Pero sé que usted ha cometido una vil cobardía. Truco. ahora. su señorita novia entró en el vehículo.) Quiero que me reciba en el acto. Desafiando la lluvia —que sin duda ha favorecido a la sementeras— me lanzo a recogerlo.) Ha de ser muy temprano. LARRAIN (SONRIENDO). extranjera). (Levantando la voz. Por la calle avanza. —Todo es raro. Se le cae un ramito de violetas. LARRAIN. retruco. —Ligero de manos ¿eh? Y usted. haciéndolo a un lado. EL ORGANILLERO. Anselmi lo mira y rápidamente se va. ¿por qué anda Página 25 de 31 25 . saca de la cintura torpemente un cuchillo y avanza a los tumbos hacia Larrain.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes Anselmi parece indeciso. (Pausa. —Así le voy a bajar el cogote a toda la gente de Morgan. Anselmi camina de un lado al otro. —Qué raro. LARRAIN (con indignada insolencia). ANSELMI. Anselmi lo voltea de una trompada y se apodera del revólver. —Truco. —No me alcanza lo que usted ha dicho. Anselmi inesperadamente interviene. cae hacia el espectador) y los mira como dominándolos. que días pasados vi en la quinta de Oliden. A último momento lo mata de un balazo en la cara. Yo estaba a no menos de cien metros de la casa de usted. En una mesa redonda. al truco. Entra Larrain. Uno de los hombres abre. Llaman violentamente a la puerta. De vez en cuando se oye alguna voz (casi siempre. Qué apuro. Anoche mismo. recriminándolo pacíficamente). que es tan delicado. El criollo (que es bastante bajo) se levanta. EL CRIOLLO (a Larrain. las botellas y los vasos. Un silencio. Entre ellos hay un hombre viejo de tipo muy criollo. Yo les estaba enseñando el truco a estos extranjeros y usted me los distrae con esos desplantes. borracho. —Cállese la boca. gravemente. La intervención de Anselmi desconcierta momentáneamente a Larrain. Quiero. de bombacha y alpargatas. Larrain voltea la mesa de los jugadores (la mesa. señor.) Envido. el organillero. Era como si no quisieran dejar títere con cabeza. No abren. Anselmi se dirige a la quinta de Morgan. Los jugadores suspenden el juego. por una persona de respeto. algunos de los hombres de Morgan juegan a la baraja. De pronto apareció un automóvil. Temí que el automóvil se fuera. Juegan. eso sí. Éste saca el revólver y lo deja acercarse. señor. Solamente el criollo parece ajeno a la situación. quieren dejarme afuera en el asunto del Banco. Su destino es morir como ha vivido. Kubin se golpea el pecho. (Con otro tono. una pluma de ganso. su amigo de toda la vida. aparece de nuevo y. Sépalo: Morgan me mandó llamar y también lo mandó llamar a Abdulmálik. ¿Qué hace después? Uno de sus hombres. ¡Ahora Morgan soy yo! Cuando dice la última frase. ya está muerto. Larrain lo ha escuchado sin inmutarse. Aproveche mientras tenga esa arma.. ante una mesa. El hombre que apareció en la escalera se va. De espaldas a él. ANSKIMI. sonríe. En el suelo están las cajas que los hombres del camión sacaron del Banco. —Tal vez usted tenga razón. —No me importa esa historia. Anselmi arroja el revólver por la ventana y sube por la escalera. una campanita de mano. Anselmi le alarga el arma.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes con estas basuras? Yo seré un asesino. ANSELMI (enérgico). los disuade de ese propósito. pero mi vida es la violencia. cuando le llegue la hora. KUBIN —¡Qué desencanto. Antes de que puedan reaccionar los hombres de Morgan. Sobre la mesa hay un tintero. quizá sea una debilidad mía. sonríe. está el Jefe. los voy a matar a todos y también a usted. Se repite el trayecto que recorrió Anselmi en su primera visita a Morgan. —Puede pasar a ver al Jefe. Luego. El hombre que se vio en lo alto de la escalera. —Mejor que no se la devuelva.) Todo camino que usted siga para llegar a Morgan. Usted ha matado a un hombre y yo ahora podría matado. quizá yo debiera matarlo. que me ha puesto la mano en la cara. cambiando de parecer. El hecho es que no puedo matar a usted ni matar a ningún hombre. desemboca en mí. El hombre lo acompaña hasta el pie de la escalera de caracol. mata a Abdulmálik. ¿Dónde está Irene Cruz? Página 26 de 31 26 . Que otros como usted lo maten. LARRAIN. pero su patrón es un traidor y un falsario. Ese hombre se da vuelta. Hace tiempo que Morgan no era otra cosa que un prisionero en mi poder. Larrain abre la puerta y sale.. máteme mientras yo no pueda matarlo. como si no fuera nadie. A mí. Ahora contesta gravemente. —Nada de eso me importa. ANSELMI. Lentamente. ANSELMI. Larrain. con una seña. Desde el piso alto ha bajado un hombre. Si salgo con vida de aquí. como en la primera visita. no soy asesino ni verdugo. Pero ya van a saber quién es Larrain.) Hoy he aprendido que no sirvo para estas cosas. —Es verdad. EL HOMBRE QUE ESTÁ EN EL DESCANSO DE LA ESCALERA (a Anselmi). Nuestra pelea no ha cesado y usted me mataría en el acto. en la traición y el crimen. Anselmi sube. saluda grotescamente: es Elíseo Kubin (está vestido con la capa de Morgan). proyectando en la pared una enorme sombra. buen amigo! ¡Qué desencanto! (Con exaltación. No lo hago porque usted. no me importa cuál (mira significativamente a Anselmi). Larrain y An-Kolmi están ajenos a todo esto. los hombres de Morgan se disponen a rodear a larrain. en un sillón. Ahora lo he eliminado. que mira la escena desde el primer descanso de la escalera. Llega al cuarto de Morgan. Pero yo no preciso esta arma ni ninguna otra. el mentor". sujetan por los brazos a Anselmi. Oiga hasta el fin y cambiará de opinión. gesticula. recorre la habitación. siempre el gran Morgan. KUBIN (encogiéndose de hombros). ¡Soy más grande que Morgan! Anselmi se levanta. —No vamos a discutir por palabras. Anselmi lo mira como perdido. agita la campana. el mentor. —Comprendo: antes era un hipócrita. ¡Cerebro. —Es muy noble la historia que usted me cuenta. Pero yo no pierdo más tiempo. ahora es un traidor y asesino. tras un momento de vacilación. ¡Desde el fondo del alma lo aborrecía! Kubin se levanta. se golpea el pecho. KIIIÍIN. Entran los guardaespaldas y. yo prodigaba reverencias. Los guardaespaldas se retiran. a una seña de Kubin. cuando lo hizo matar. usted es lo más perfecto que he visto en su tipo. Éste le mandó decir con usted. ¿quién va a tomarme en serio con este físico? (Retoma el relato. dos guardaespaldas-. ANSELMI (con desprecio). KUBIN (confidencial). Aparecen. Agité ese fantoche y Larrain pactó. Que una falsa modestia no lo acoquine: siempre a su espalda. Voy a buscar a Irene. Lo comprendí en el acto. que íbamos a matarlo. pero estúpida. Kubin agita la campana que hay sobre el escritorio. KUBIN (a los guardaespaldas). su hombre de confianza. ANSELMI. Su simpatía contagiosa. ANSELMI (con desprecio).) ¡El cerebro secreto detrás de la imponente fachada! Morgan por aquí. (Con modestia y buen humor. inmediatamente. (Abriendo los brazos. en un mensaje cifrado. por detrás de Anselmi. le ofrezco el porvenir! Lo pondremos al frente de la organización. Morgan por allá. Nadie se fijó en Eliseo Kubin. cerebro. No le tenga lástima a Morgan: Morgan no le tuvo lástima a su padre. Anselmi. dirigiendo su menor gesto.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes KUBIN (golpeándose la frente). —Traigan a la mujer que entró anoche. Todos creían en Morgan. mira con odio a Kubin. Kubin. KUBIN.) El mismo Larrain creía en Morgan. —Su premura también es noble. serán nuestras mejores credenciales. incapaz de palabras que puedan expresar su horror. emocionado. Estoy seguro que usted será el primero en comprender que obré sin pasión: lo hice por razones de con-ve-nien-cia. —La gente es muy superficial. Anselmi. se sienta frente a Kubin. entran por la puerta de la terraza. Página 27 de 31 27 . Kubin. Yo me arrastraba por el suelo. su natural honrado. Resolví eliminar a Abdulmálik y hacer que todas las sospechas cayeran sobre usted. KUBIN (sin percibir el sarcasmo). dictándole cada palabra. estará el viejo amigo. ¡Ojalá que nos entendamos! Ab-dulmálik era un antiguo camarada de Morgan. sin inmutarse. —El hecho es que yo siempre era Morgan. Kubin triunfa. —¡Anselmi. —Realmente.) Es comprensible. cerebro! Al decir "el viejo amigo. —¡Haberlo pensado! Esa mujer le interesa. dejando irrumpir un elemento-. KUBIN (elevando la voz. como si Espinosa estuviera lejos). se oye. como en una vieja película muda. (Una pausa. queda inmóvil.) Entre dos guardaespaldas. Yo lo había ayudado a vestirse. Morgan procura caminar hacia las muletas. exhausto. un dique roto por una inundación. Vemos la escena desde el interior del cuarto. esta imagen es vivida. Espinosa va a buscar las muletas. Entra un guardaespaldas. Me descubrieron. —¡Espinosa! ¡Espinosa! El guardaespaldas abofetea a Espinosa. Kubin le dice algo en secreto. Tenía que alcanzarle las muletas. No puedo pensar otra cosa. —Traté de suicidarme. Aparecen. Espinosa. (Hay algo simiesco en sus movimientos.) Después me amenazaron con matar a mi pobre hija. —El Jefe le está hablando. avanza Daniel Espinosa. También lo serán las escenas que siguen. Luego. su cara.) Mire cómo trato a los revoltosos. No puedo decir otra cosa. lejanas y borrosas. Kubin le acerca un sillón. Morgan muere. las deja caer. Se ve a Morgan de pie. la caída de las muletas. muy cerca. No se las alcancé. una escarpada pendiente de roca. Vemos los pies de un hombre que se acerca. con el mentón sobre el pecho y los brazos colgantes. Espinosa. vemos la mano con el revólver. abajo. cuya cabeza. una pared que se derrumba en un incendio. Alguien—una silueta indistinta—aparece en la pueril i Espinosa. ahora. Me Página 28 de 31 28 . en el piso de mármol. Oímos la detonación. —Diga cómo fue la muerte de Morgan. en una pieza alta. En los últimos movimientos del derrumbe o de la irrupción se trasluce la cara de Espinosa. —¿No quiere? (Agita la campana. sentado. Hasta el fin del mundo. como si estuviera suelta. Hable sin temor. vemos. Hasta ese un miento la escena ha sido muda. Los guardaespaldas lo sientan. Lo sujetan. acerca la boca al oído de Espinosa. El guardaespaldas sale. las escenas que Espinosa va describiendo. ESPINOSA (pausadamente). Kubin reprende al guardaespaldas. La cámara sube-. queda ladeada por el golpe. trata de tirarse por la ventana. ESPINOSA. del otro lado del patio. vemos a Anselmi y un guardaespaldas mirando hacia la cámara (véase página 267). —Yo había descubierto su propósito cié asesinar a Morgan. (Pausa. Con un ademán de impaciencia.) Yo quería salvar a Morgan. Aquí se intercalan imágenes expresivas de algo que estalla y se abre. ESPINOSA. inmediata. EL GUARDAESPALDAS (a Espinosa). KUBIN. no le va a pasar nada. a través de la ventana. abierta por la dinamita y que se desmorona con tierra y con plantas sobre la cámara-. arrastrándose. que están contra la mesa. que ya ha tomado las muletas. es Daniel Espinosa. La cámara enfoca las muletas que caen. una avalancha. Después llegó el fin. después. tomadas en close-up. en una montaña de nieve. como una estatua vacilante sobre el piso ajedrezado.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes KUBIN (herido). con la cara lastimada y los ojos perdidos. cae. —Voy a decir la muerte de Morgan. Kubin se acerca a una ventana y mira con inquieta curiosidad. la cara del asesino-. Espinosa no contesta. un disparo. Arrecia el tiroteo. con columnas. con los brazos abiertos. los vasos y el hombre que Larrain mató. Espinosa. KUBIN (después de un silencio. a sus hombres. afuera. rectangular. aparece Anselmi. Faltaba disponer del cuerpo de Morgan. —Anselmi. abre la puerta del vestíbulo. Uno de los hombres de las ventanas cae muerto. KUBIN. Kubin saca un Winchester. cierra los ojos. al que da la galería del piso superior. El tiroteo continúa. ve a Pedro (el gigante). La gente de Larrain nos ataca (A los guardaespaldas. Se abre una puerta. Las balas agujerean los rombos de los vidrios. La habitación en que están Irene y Anselmi. se demacra. a Kubin. Irene queda inmóvil. recayendo en el sopor. Kubin vuelve al sillón. Página 29 de 31 29 . Irene se asoma. KUBIN. hay hombres de Kubin haciendo fuego. En un paroxismo de ira. (Abriendo los brazos. una botella rota.) ¡El tren lo hizo pedazos! Se oye. KUBIN (después de un breve examen). acodado a una ventana. Uno de los agresores había escalado la verja. Vemos a Espinosa en el sillón. hay un espacio abierto. tiró el cadáver en las vías. a Raúl Anselmi. A mí. Kubin baja del sillón. ajenos al peligro. Irene y Anselmi se agachan. Es ahora la cara de Espinosa. las barajas. En el piso están la mesa volcada. custodiado por uno de mis hombres. ladeando la cabeza. Irene y Anselmi están de bruces. rápido ¡cada uno a su puesto! Se oyen repetidas descargas. De una alacena. el tiroteo continúa. Esfumatura. Close-up de la cara de Espinosa. Irene llega a la entrada de una larga habitación. que suelta el Winchester y cae. Irene y Anselmi corren muy felices. ensordecedor. Estaba muerto. —No puede contar más. de un balazo en la cerradura. hablan. lo atraviesa corriendo. para que nunca los denunciara. Está muerto.) Ustedes.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes eligieron a mí como verdugo. Cuando va a entrar en otra habitación. se abrazan. Un balazo alcanza a Kubin. Yo contaré el final. KUBIN. Anselmi sale por la puerta que da a la azotea. como en un éxtasis. en el suelo. Después de unos instantes. —Cuente más. apunta y hace fuego. las ventanas dan al jardín. no olvide este momento. Pedro se desploma. Frente a Irene. Durante esta escena. un tiro de Kubin lo derriba. arriba. Kubin se asoma a una ventana. cuente más. queda inmóvil. se acerca a Espinosa y lo mira. impacientemente). —Bueno. con asombro pueril. en la puerta del otro extremo. en el centro. ¡Que cargara con la tarea el que lo mató! Esa misma noche. Kubin entra en batalla. luego de narrada la historia de la muerte de Morgan. Larrain. —No puede ser. Esa cara se inclina. ve que no hay nadie en el cuarto. Kubin abre de par en par la ventana. La cámara se aleja. Esfumatura. a Irene. La casa. BRISSAC (abriendo la puerta). que antes hablé con un señor Espinosa. se acerca sin ser visto por ellos. El tiroteo ha cesado.) ANSELMI (reflexivo). de que hablamos. Luchan. hacia Irene y Anselmi. —Yo no. BRISSAC. que antes (sonríe. Anselmi abre el sobre y echa un vistazo a la carta. saca un sobre del bolsillo de la tricota y se lo entrega a Anselmi) me dieron esta carta para ti. Morgan me contó que en el hampa de Alejandría. Luego se vuelve y.) ¿No sería usted esa otra? IRENE. se incorporan. para designar a los sujetos cuya muerte estaba resuelta. Mientras me quede la casa podré tener en ella a mi hermana. con Raúl. Entra Larrain. Desde la galería superior. no. BRISSAC —El paraíso será de los belicosos. con los brazos abiertos. revólver en mano. Llegan a una puertita de hierro oculta detrás de una enorme mata de bambú. Salen por los patios y huyen por el jardín. que está loca. —Vamos a leerla en lo que nos queda de vida. desde la calle. Yo me quedo aquí. Tengo que buscar otra. —Ya encontré el final de mi drama. Una bala (que entró por la ventana) mata a Larrain. Tengo una situación que aclarar. Suena un disparo.Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes IRENE. avanza. El inventario aquel. Ven que la policía está entrando en la casa. —Por aquí podemos salir. IRENE. El ingeniero Landi me comunica que puedo pasar a cobrar seis mil quinientos pesos. la estancia está salvada. se decía que estaban en el Paraíso de los Creyentes. —Recordaba una frase que le oí a Morgan. dirigiéndose a los espectadores. —Temo que no. Los musulmanes dicen que el paraíso está a la sombra de las espadas. -—Ahora entiendo el mensaje que debí llevar a Abdul-málik. pero no es desagradable volver a la paz y a la tierra. —Desde anoche a hoy ¡cuánto tiempo! Como un sueño recuerdo que me secuestraron. habla. (Sale. BRISSAC (señalando la puertita). Página 30 de 31 30 . ANSELMI. (Señala una calle. ¡El héroe y la heroína serán felices! Rincón Viejo. —La estancia. 20 de febrero de 1950. BRISSAC. La estancia hace años que la perdimos. Brissac indica a Irene y a Anselmi que lo sigan. —Repita lo que dijo del paraíso. sin que la lleven a un sanatorio. Brissac hace una reverencia y se va. Mi pobre hermana. —Mi única discípula ha muerto. ANSELMI (sonriendo). Irene. Brissac salta sobre Larrain y lo derriba. —El destino es irónico. ANSELMI. ANSELMI. Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares El Paraíso De Los Creyentes Libros Tauro http://www.ar Página 31 de 31 .com.LibrosTauro.
Report "Borges, Jorge Luis & Bioy Casares, Adolfo - El Paraiso de Los Creyentes (Cuentos)"