Arte Prerrománico Asturiano

March 19, 2018 | Author: JOSÉ LUIS TRUJILLO RODRÍGUEZ | Category: Vault (Architecture), Santiago De Compostela, Spain, Architectural Design, Religion And Belief


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Arte Prerrománico Asturiano1. INTRODUCCIÓN "Estableció en Oviedo todo el orden de los godos, disponiendo todas las cosas, tanto para la Iglesia como para el palacio, según se habían observado en Toledo". Desde nuestro punto de vista, esta frase del Cronicón Albeldense sobre Alfonso II el Casto que reinó en Asturias durante 51 años (791-842) en el principio de la Reconquista, tiene mucho más trascendencia en la Historia de España de la que hasta ahora se le ha atribuido. Es importante tener en cuenta que, durante la monarquía visigoda, por primera vez los habitantes de la península ibérica habían dejado de depender de una potencia exterior, que además se había conseguido la unificación de todo el territorio peninsular y que, desde la conversión de Recaredo al cristianismo, existía un buen nivel de integración social y religiosa aunque en el plano político hubiera muchos problemas. Todo lo que conocemos sobre los nuevos reinos cristianos nos indica que su objetivo, sobre todo en el caso del originado en los Picos de Europa a partir de la batalla - o más bien escaramuza - de Covadonga, era la reconstrucción de esa monarquía visigoda, lo que significaba liberarse de la nueva dependencia de un pueblo extranjero, y la recuperación de todos sus territorios. El éxito a la larga fue evidente, hasta el punto de que si comparamos el mapa de la España Visigoda a fines del siglo VII y el de la España de Felipe II, en el momento de mayor apogeo del Imperio Español después de nueve siglos de reconstrucción, nos encontramos que son prácticamente idénticos. En ambos casos el territorio estaba formado por toda la península ibérica y una parte muy semejante del sur de Francia. Al producirse la invasión árabe, los hispano-romanos, acostumbrados a vivir bajo dominación extranjera durante casi un milenio, se adaptaron sin demasiados problemas a la nueva situación ya que los árabes les trataron con una gran tolerancia, pero una parte importante de los godos pudo escapar y refugiarse en las montañas del norte formando, con la colaboración de los pueblos autóctonos que siempre habían demostrado su espíritu de independencia ante los sucesivos conquistadores de la península, dos núcleos de resistencia, uno en Asturias y otro en Cantabria y en ambos casos dirigidos por la nobleza visigoda, que se fusionaron casi inmediatamente mediante alianzas matrimoniales y crearon la monarquía asturiana. Esta monarquía se definió desde el principio como continuación de la visigoda y en los primeros tiempos fue también electiva, entronizando siempre como reyes a personas a las que se podía atribuir una genealogía, no siempre demostrada, como descendientes de las familias reales visigodas. De acuerdo con el mismo objetivo, también hizo todo lo posible como se dice en el Cronicón por restablecer las estructuras sociales, religiosas y administrativas existentes en el desaparecido reino visigodo; por ejemplo se mantuvo la misma forma de reparto de las tierras sin dueño reconquistadas, algo que influyó de forma muy significativa en toda la organización social y política española en los siglos posteriores. Será fundamental tener en cuenta esta vocación de continuidad, que fue la base de la monarquía asturiana, a la hora de analizar las características del arte que se desarrolló en los dos primero siglos de la Reconquista. Dentro de este proceso continuado de "Reconquista", es decir de recuperación de todos los territorios perdidos ante la invasión árabe, se considera Arte Prerrománico Asturiano al conjunto de manifestaciones artísticas que se produjeron entre el año 722, fecha no confirmada de la batalla de Covadonga, y el 910, año en que, a la muerte de Alfonso III el Magno, su hijo Ordoño II traslada la corte a León. En esta fecha ya ha aparecido una nueva corriente artística, el llamado "Arte Mozárabe", generada por los cristianos que, viviendo hasta entonces en territorio árabe, comienzan a emigrar a las zonas reconquistadas trayendo con ellos, además de un renovado espíritu visigodo que habían mantenido durante los doscientos años de dominación, un importante bagaje de nuevos conocimientos artísticos y técnicos aprendidos en Al-Andalus. A lo largo de estos dos siglos, el pequeño reino que sólo ocupaba la parte más escabrosa de los picos de Europa fue extendiéndose, primero por toda Asturias y Cantabria, luego por Galicia, que adquirió gran importancia a partir de la "invención" del sepulcro del Apóstol Santiago y el comienzo de la leyenda de "Santiago Matamoros" y de las peregrinaciones a Compostela, y finalmente por Portugal, León, las provincias vascongadas y Castilla hasta ocupar prácticamente todos los territorios al norte del Duero. Al mismo tiempo su capital, y por lo tanto sus nuevas edificaciones religiosas y civiles, fueron trasladándose desde la inicial en Cangas de Onís, primero a Pravia luego a Oviedo, diseñada y construida a imagen y semejanza de la Toledo áulica, y finalmente a León cuando Oviedo resultó demasiado lejana y poco accesible para el control y la defensa de los nuevos territorios. 2. PREMISAS BÁSICAS Dentro de las dificultades que, según ya hemos comentado, existen para el estudio y catalogación de casi todos los monumentos prerrománicos españoles, en el caso del Arte Asturiano se han aceptado generalmente tres premisas que permiten, quizá de una forma excesivamente simplista, definir a una edificación como incluida dentro de esta fase: I. Desde el punto de vista histórico. Sólo se consideran edificios construidos entre el año 722, fecha de la batalla de Covadonga, y el traslado de la corte a León en el 910. Desde el punto de vista geográfico. Sólo se consideran edificios existentes en los límites de los territorios repoblados antes del año 910. Desde el punto de vista de la estructura. Sólo se consideran como arquitectura asturiana los edificios que no contengan arcos de herradura como elemento estructural. Los edificios de esta época que los utilizan son considerados como mozárabes. II. III. 3. CARACTERÍSTICAS GENERALES A la hora de analizar las características generales del arte asturiano, hay que hacer una división muy clara entre dos estilos absolutamente distintos: las tres construcciones del periodo ramirense con su reflejo en San Salvador de Valdediós, que estudiaremos aparte, y el resto de las manifestaciones artísticas de esta fase. En éstas últimas, tanto por la escasa audacia de sus estructuras como por su calidad de construcción y su decoración esculpida, se puede considerar que el arte asturiano es un salto atrás respecto al último arte visigodo. Sólo en la estética exterior de los edificios vemos un avance muy interesante respecto a las construcciones anteriores al año 711. o Desaparece totalmente el arco de herradura, siendo sustituido por arquería de medio punto. Este tipo de arco se utiliza también muy a menudo sobre puertas adinteladas como elemento de descarga. o Los muros son de mampostería o sillarejo mientras que en los visigodos generalmente eran de sillares asentados a hueso. Es habitual la existencia de contrafuertes exteriores, algunas veces por motivos decorativos al no o o o o o o corresponder a soporte de bóvedas. Las iglesias son de planta basilical, con tres naves, tres ábsides rectangulares y tribuna elevada a los pies. Suele existir una cámara secreta sobre el ábside central, así como pórtico a los pies y un pequeño compartimento en cada costado. Desaparecen las columnas en la separación de las naves, siendo sustituidas por pilares cuadrangulares mucho más pesados. Debido a ello se sustituyen los capiteles por impostas, excepto en las cabeceras. La cobertura de los edificios es plana, de madera, excepto en las cabeceras que son siempre de planta rectangular y están cubiertas por bóvedas de cañón. La decoración esculpida queda reducida a las celosías de las ventanas y, sobre todo, a las cabeceras que a veces también están decoradas con arquerías ciegas sobre columnas adosadas a los muros, pero se utiliza una decoración pictórica muy rica en todo el edificio. Se cuida mucho el diseño exterior de las iglesias, con una clara diferencia de altura entre las naves laterales y la central, ventanas con celosías en ésta sobre las laterales, tres ventanas en los ábsides y otra ventana, normalmente con dos o tres arcos sobre columnillas y capiteles, en la cámara superior del central. El pórtico a los pies y a veces también a los lados, suele ser de una gran belleza y resulta un antecedente muy claro del arte románico. Según analizó Schlunk, todos los muros, tanto exterior como interiormente estaban cubiertos por un revoco, que en el exterior era liso sobre el sillarejo, y con dibujos imitando un despiezo en las zonas construidas con sillares, mientras que en el interior estaba enlucido y decorado con pinturas. Se puede considerar que desde la construcción más antigua que nos ha llegado, Santianes de Pravia, ya se manifiestan algunas de las características indicadas. Dado el aislamiento del reino asturiano en su fecha de construcción - entre el año 774 y el 783 - lo más razonable es pensar que la tradición hispánica fue mucho más significativa que las influencias exteriores en la gestación del estilo asturiano. De hecho, como hemos visto, podemos encontrar antecedentes en la fase anterior de casi todas las características reseñadas: plantas basilicales de tres naves y tres ábsides - Son Bou, San Juan de Baños, Santa Lucía del Trampal -, pórticos al pié y en los laterales - San Pedro de Alcántara, San Pedro de la Nave, Quintanilla de las Viñas, etc. -, cámaras encima del ábside central - Santa Comba de Bande, San Pedro de la Mata, San Pedro de la Nave, etc. -, tribuna elevada a los pies de la iglesia - San Giao de Nazaré, Quintanilla -, utilización de pilares en vez de columnas - Aljezares, Son Bou, San Pedro de Alcántara, San Pedro de la Nave, etc. - e incluso la utilización de mampostería y sillarejo fue también muy habitual antes de las iglesias cruciformes. El tema que resulta más conflictivo, aunque evidentemente es una de las principales características del arte de esta fase, es la utilización del arco clásico de medio punto sustituyendo al arco de herradura tan característico del arte visigodo. Hasta ahora no se había encontrado ninguna explicación satisfactoria sobre el motivo de este cambio, considerándose como más probable que fuera motivado por la influencia del arte carolingio. Pero esta teoría resulta poco creíble por varios motivos: por un lado la evidencia del espíritu continuador de la monarquía visigoda en el reino asturiano, que indudablemente se reflejó de forma muy significativa en todas sus manifestaciones culturales, tanto en la arquitectura como en la escultura, la orfebrería y la miniatura. Por otro resulta difícil pensar en que este cambio fuera motivado por tradiciones constructivas o influencias artísticas venidas desde el exterior a una zona que permaneció prácticamente aislada al menos durante los primeros tiempos de la Reconquista. Sólo a partir de los últimos años, en que están apareciendo los restos de importantes construcciones romanas en el Principado, como Veranes, el balneario de Las Regueras o las termas de Campo Valdés entre otros, empieza a considerarse como más probable que fuera únicamente motivado por la utilización de modelos clásicos anteriores existentes en la zona. Esta fase se divide en cuatro periodos perfectamente diferenciados, de los que los tres últimos corresponden al impulso personal de tres de los reyes más importantes, al menos desde el punto de vista cultural, de la monarquía asturiana:  Periodo inicial: desde la batalla de Covadonga hasta el traslado de la capital a Oviedo en el reinado de Alfonso II. Es una época de supervivencia, de resistencia y de ampliación del territorio; se conquista Galicia y se traslada la corte desde Cangas de Onís a Santianes de Pravia. Evidentemente no fue un periodo de gran creatividad artística, de hecho sólo se conservan los restos de dos iglesias en esa época, una en Cangas de Onís, hoy desaparecida pero  construida en el 737 sobre un dolmen que aún se conserva, y la otra en Santianes de Pravia, de la época del rey Silo hacia el año 780. Sabemos por la crónica de Sebastián que entre esas dos fechas, en tiempos de Alfonso I se construyeron y restauraron muchas iglesias, entre ellas el Monasterio de San Vicente que dio origen a Oviedo, pero no nos ha llegado ningún resto de esas edificaciones. Lo que sí se puede considerar trascendental en este periodo es la continuidad de las tradiciones de la cultura visigoda en el monasterio de Liébana, donde Beato, su abad durante el reinado del rey Silo, además de enfrentarse a Elipando, metropolitano de Toledo oponiéndose a su teoría adopcionista, escribió sus "Comentarios al Apocalipsis" descendientes directos de la cultura y la miniatura visigodas y punto de partida de toda la miniatura mozárabe posterior y por lo tanto de la pintura y escultura románicas. Reinado de Alfonso II el Casto (791-842): gran político y militar e impulsor del renacimiento del arte y la cultura del reino visigodo en Asturias, al trasladar la corte a Oviedo, quiso convertir esta ciudad en la nueva Toledo, dotándola de toda las estructuras que consideró necesarias para la capital de una monarquía importante. Según podemos leer en las crónicas, bajo la responsabilidad de su arquitecto Tioda - nombre que proviene del gótico Teudis -, se construyó una ciudad amurallada y en su interior un núcleo monumental que incluía, además de los palacios del rey y la aristocracia, las basílicas de San Salvador y de Santa María, la iglesia de San Tirso y la capilla de Santa Leocadia, además de toda una serie de construcciones de utilidad pública, como acueductos, termas, etc. A 1km de Oviedo, formando parte de una villa regia construyó la basílica de San Julián y Santa Basilisa, que ha llegado hasta nosotros en un magnífico estado y hoy se conoce como San Julián de los Prados o Santullano. Además se consideran de esta época, por su similitud con Santullano otras dos iglesias rurales: Santa María de Bendones y San Pedro de Nora. La Cámara Santa y Santullano han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. En el reinado de Alfonso II comenzó la devoción a Santiago por lo que también hizo edificar la primera iglesia dedicada al santo en Compostela.  Reinado de Ramiro I (842-850): En sólo ocho años y, según los textos, sin ninguna intención de dejar una obra monumental para la posteridad, este rey, que sólo pretendía hacer un pequeño palacio de recreo y una iglesia en sus terrenos de caza, nos legó tres edificios asombrosos por su absoluta perfección tanto estructural como estética. Estos edificios, declarados Patrimonio de la Humanidad, aunque son muy distintos entre sí tienen unas características básicas comunes muy diferentes a las definidas para el resto de la arquitectura asturiana: o Cada edificio corresponde a un programa integral, muy completo, para el que además se diseña y desarrolla toda la decoración escultórica que se inserta en su estructura. o Son edificios construidos a base de sillares pequeños muy bien escuadrados y están totalmente abovedados. Las bóvedas se soportaban sobre arcos fajones y estaban estribadas en el exterior por contrafuertes y en el interior sobre pilastras adosadas al muro como luego veremos reproducido en la arquitectura románica. o Poseen una riquísima decoración esculpida en columnas, capiteles, basas, hiladas de piedra, discos, pilastras, etc, en la que vuelve a aparecer la figura humana, que no se había vuelto a utilizar desde la última época visigoda, así como temas geométricos, vegetales y animales en los que se ha querido descubrir influencias visigodas, orientales e incluso vikingas. o Dada la integración de todos los elementos de cada edificio, para los que sólo se utilizan materiales preparados expresamente para cada uno de ellos, parece indudable que fueron construidos no sólo por un mismo arquitecto, sino también por el mismo equipo de canteros, constructores y escultores con una gran formación y experiencia conjunta previa. De hecho, se podría pensar que con ellos se escribió una enciclopedia en piedra, perfectamente planificada y ejecutada, de las mejores técnicas constructivas conocidas hasta ese momento. Como ya veremos en el estudio de cada edificio, encontramos los tres tipos de estructura más significativos de los periodos anteriores: doble bóveda, basilical y seudocruciforme. Sus cubiertas son siempre abovedadas, apoyadas en arquerías ciegas y contrafuertes, pero con las bóvedas dispuestas de forma muy distinta según su tipo de estructura. La definición del espacio, tanto exterior como interior, también es muy diferente en cada uno de ellos y su decoración esculpida, en general integrada en la estructura de los edificios y desarrollada dentro de un único esquema y por el mismo taller, es un compendio de motivos geométricos, vegetales, animales y de figuras humanas, mezclando influencias hispánicas, sasánidas, sirias, bizantinas,... e incluso vikingas. A pesar de los muchos estudios desarrollados por los mejores expertos en arte altomedieval europeo, aún no se ha llegado a ninguna conclusión, ni siquiera aproximada, de quién pudo ser el arquitecto que creó Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo y Santa Cristina de Lena, ni de cómo pudo formar en tan poco tiempo un equipo que trabajara con técnicas muy distintas a las del periodo anterior con la perfección y seguridad que se demuestran en estos tres edificios, sin que quedara casi ningún reflejo de sus conocimientos en las construcciones inmediatamente posteriores. Lo que sí sabemos es que con casi dos siglos de antelación este arquitecto y su taller dejaron sentadas las bases, tanto estructurales como estéticas de lo que sería el arte románico. De hecho lo más fácil sería poder creer que, como la tradición dice sobre la Cruz de los Ángeles, también para la construcción de los edificios ramirenses apareció una cuadrilla de ángeles y, después de construirlos en un plazo muy corto, desaparecieron sin dejar rastro.  Reinado de Alfonso III el Magno (866-910): en sus cuarenta y tres años de reinado dio el impulso definitivo al reino asturiano. Extendió la línea de conquista hasta el Duero, repoblando tanto con gentes que provenían de sus reinos como con mozárabes, fundando villas y monasterios y protegiéndolas con ciudades fortificadas como Oporto, Toro, Zamora Simancas ó Dueñas y creó las bases de la futura Castilla construyendo la fortaleza de Burgos. En el área política, se unió mediante matrimonio con la familia real de Navarra y dio un gran impulso a la idea de recuperar toda España uniendo los distintos reinos cristianos bajo un "Magnus Imperator", como le llamaban sus hijos. En la misma línea fue un gran impulsor de la cultura y promovió la construcción tanto de obras civiles, especialmente en Oviedo y León, como de iglesias y monasterios. En este periodo dentro de la arquitectura asturiana de carácter religioso, además de San Salvador de Valdediós, otra joya del arte asturiano, se construyeron San Adriano de Tuñón, Santiago de Gobiendes, San Salvador de Priesca y la nueva Catedral de Santiago de Compostela, sustituida posteriormente por la actual. En el área civil, además de la fortificación de Oviedo y las ciudades ya indicadas, construyó un nuevo palacio y la Fuente de la Foncalada en Oviedo, también incluida en la relación de monumentos ovetenses declarados como Patrimonio de la Humanidad. Las construccion es asturianas de este periodo, excepto San Salvador de Valdedios, totalmente abovedada y con un pórtico que recuerda tanto en su estructura como por su decoración a los edificios ramirenses, tienen las mismas características básicas que los del reinado de Alfonso II, aunque en ellos empiezan a aparecer influencias del arte mozárabe en las pinturas, en los arcos de herradura y en las celosías de las ventanas. Consideramos muy importante destacar que en esta época se estaba también construyendo, por cristianos venidos de Al-Andalus, y también con el apoyo de Alfonso III, iglesias y monasterios en los territorios recuperados, como San Miguel de Escalada, San Cebrián de Mazote o Santa María de Lebeña, en un estilo que además de recuperar parte de las características de la arquitectura visigoda que se habían abandonado en Asturias, como el arco de herradura y la utilización de columnas en vez de pilastras en las arquerías de separación de las naves, aportaba nuevas técnicas de construcción aprendidas en Al-Andalus. ANÁLISIS ASTURIANAS DE LA ESTRUCTURA DE LAS IGLESIAS Llegados a este punto, nos parece necesario analizar en mayor profundidad una circunstancia muy especial del Arte Prerrománico Asturiano que ya hemos destacado anteriormente: la característica principal del desarrollo artístico en toda la península a lo largo del periodo de más de seis siglos que transcurrió desde la últimas construcciones del Imperio Romano y la aparición de las primeras edificaciones románicas, fue la libertad de que disponían los constructores hispanos en las fases visigoda y mozárabe para utilizar todas las técnicas que conocían, sobre diferentes tipos y calidades de construcción y para edificar iglesias de los más variados tipos de planta y formas de cobertura, lo que configuraba un arte de espíritu muy ecléctico. Sin embargo en el arte asturiano, excepto en el periodo ramirense, sucede exactamente lo contrario. En efecto, si hacemos un análisis comparativo de las tres iglesias del reinado de Alfonso II - San Julián de los Prados, Santa María de Bendones y San Pedro de Nora - y las cuatro del de Alfonso III - Santiago de Gobiendes, San Adriano de Tuñón, San Salvador de Valdediós y San Salvador de Priesca -, que han llegado hasta nosotros, encontramos un importante conjunto de similitudes, que demuestran la existencia de una normalización, tanto en la forma de las iglesias, como en los métodos constructivos, que intentamos resumir a continuación. Desde el punto de vista de su estructura, todas ellas son de planta basilical, de tres naves, separadas por arquerías de medio punto sobre pilares cuadrados, todas con cobertura plana excepto Valdediós, que en este caso está abovedada, debido claramente a la influencia ramirense, todas tienen ventanas en la nave central sobre los tejados de las laterales, disponen de tres ábsides abovedados de planta rectangular, pequeños compartimentos en los costados, generalmente en el tramo más próximo a la cabecera, y en casi todos los casos disponen de triple pórtico con una tribuna en la planta superior. También desde el punto de vista de la decoración el enfoque es muy homogéneo. A diferencia del periodo ramirense, muy rico en decoración esculpida que estaba integrada en todo el edificio, en estas iglesias es muy limitada - poca o muy poca según los casos - y situada exclusivamente en el entorno de la cabecera. Sin embargo en la mayoría de ellas hay restos de pinturas originales, generalmente de clara ascendencia romana. Es evidente la necesidad de plantearnos la posibilidad de que la influencia del arte romano en esas dos fases del asturiano, haya sido mucho más importante de lo que se había pensado hasta los últimos descubrimientos de construcciones romanas en la región. Ahora no hay dudas de que sus arquitectos tenían muchos ejemplos en edificios de esa época, posiblemente muchos más que de la época visigoda. También parece indudable que se diseñó un modelo de iglesia que fue respetado durante los reinados de los dos alfonsos y que, posiblemente esa rigidez del modelo fue lo que llevó a la extinción de un arte condicionado por un desarrollo tan normalizado. Todo ello hace patente que es en el arte romano donde podemos encontrar los antecedentes de todas sus características principales: las plantas basilicales, los arcos de medio punto sobre pilares y la decoración pictórica, lo que nos parece mucho más factible que la existencia de influencias externas significativas. En esta línea C. Sánchez-Montaña ha analizado la similitud de la planta de los monumentos asturianos con la del templo toscano definido por Vitruvio en su "De Architectura", del que se sabe que existían suficientes ejemplos en el noroeste español que serían conocidos en esa época, y plantea la posibilidad de que algunas iglesias gallegas y asturianas, entre las que destaca la de San Julián de los Prados, estén construidas sobre los cimientos de un templo romano de este tipo, como se pudo comprobar en San Xiao de Lugo antes de la destrucción de sus cimientos. Desde nuestro punto de vista, resulta difícil creer que los edificios asturianos se construyeran habitualmente sobre templos romanos anteriores, pero sí parece muy razonable pensar que se definiera, en tiempos de Alfonso II un modelo de iglesia inspirado en el templo toscano que describe Vitrubio, al que se ajustan tanto los siete edificios mencionados como al menos otras dos de las iglesias de Oviedo de las que, aunque no se han conservado, podemos conocer sus plantas - la Catedral de San Salvador y San Tirso -, como se puede observar en los esquemas de Sánchez-Montaña adjuntos.
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