(Tema válido para las asignaturas de Universal y de Medieval de España) Tema 1: Concepto de Edad Media El concepto de Edad Mediay su valoración Sus límites, entre el siglo IV y la segunda mitad del XV La Edad Media como la etapa histórica que discurría entre la Antigüedad clásica y el Renacimiento del siglo XV. Cristóbal Keller, en 1688, publicó el primer manual de historia medieva, para los hombres del Renacimiento, la Edad Media había sido un período oscuro y bárbaro durante el cual la cultura clásica se había degradado hasta casi desaparecer. La Ilustración añadió nuevos tintes negros al concebir la Edad Media en su conjunto como una sucesión de siglos de intolerancia religiosa, fanatismo y tiranía papal. El cambio en la valoración del período medieval se produjo a fines del siglo XVIII y durante el primer tercio del siglo XIX, debido, al despertar de los nacionalismos europeos, y, al triunfo de las ideas del Renacimiento. Tras las guerras napoleónicas, cada pueblo trató de reafirmar sus características, descubriendo, , que había sido durante la Edad Media cuando las naciones europeas habían comenzado a formarse. El medievalismo constituye una ciencia y una de las especialidades más sólidamente asentadas dentro del campo de la investigación histórica La Historia Medieval, como concepto y como ciencia, ha sido obra de los europeos por tanto, el objeto de estudio de los historiadores se centra en Europa, entendida como el ámbito donde se desarrolló una determinada civilización. Los restantes mundos “periféricos” interesaban en la medida que habían entrado en contacto con el mundo europeo o, de modo aún más exclusivo, mediterráneo. El Eurocentrismo que puede parecer injusto y hasta narcisista para los científicos actuales. Europa durante la Edad Media constituye por sí un mundo homogéneo, un área cultural que se identifica en gran medida con la entonces llamada “Cristiandad”. La historia de este mundo, dotado de unos perfiles geográficos e históricos singulares, tiene plena coherencia en sí misma. Y de ahí que en ella sólo tengan cabida, además de los específicamente occidental y eslavo, los mundos bizantino e islámico, geográficamente próximos y vinculados además, a una misma tradición cultural. Periodización interna de la Edad Media. Valoración del Medioevo La Historia es continua y todas las divisiones que efectuemos en ella son puros convencionalismos adoptados por los historiadores […] El libro de Keller […] enmarcando la época medieval entre la fundación de Constantinopla (330) y su conquista por los turcos (1453) […] éxito de su propuesta, por lo menos en lo que hace a la fecha terminal del período. Para el comienzo de la Edad Media se han manejado otros acontecimientos, otras fechas clave tales como el Edicto de Milán (313), la invasión germánica de 406 o el final del Imperio romano de occidente (476). Y lo mismo puede decirse de la fecha final: descubrimiento de América, inicio de la Reforma protestante […] hay que tener en cuenta que ningún acontecimiento, por importante que sea, puede representar en sí mismo un cambio tan radical como para considerarlo punto inicial o final de una época histórica […] acontecimientos como el final del Imperio romano de Occidente o las invasiones germánicas no provocaron una ruptura tan violenta con el pasado como pudiera parecer a primera vista […] las más recientes aportaciones al problema del comienzo de la Edad Media acentúan el significado, no tanto de los hechos de la historia política, como tradicionalmente se ha venido haciendo, como de los fenómenos de base, tales como la pervivencia de la romanidad, del predominio gradual de lo rural y la degradación de la vida económica en Occidente, la ruptura de la unidad del Mediterráneo […] o la formulación de nuevas bases para la organización política y cultural. Por lo que se refiere al final […] se han señalado algunos fenómenos que pudieron marcar la aparición de una nueva época: la difusión de las ideas renacentistas, la consolidación de las monarquías autoritarias, la aparición de la imprenta, la ruptura de la unidad religiosa de Europa ... Conforme se fue profundizando en el conocimiento de la Edad Media, los historiadores se dieron cuenta que este largo período no era un todo uniforme. Por el contrario, en él se pueden distinguir grandes momentos perfectamente diferenciados. Lo difícil es definirlos y enmarcarlos cronológicamente. Tradicionalmente la Edad Media se ha dividido en dos grandes fases Alta y Baja Edad Media, la primera hasta el siglo XII, y la segunda desde el XIII al XV. Hoy se prefiere una división tripartita: Alta Edad Media –Edad Media Temprana o Edad Oscura de los historiadores anglosajones-, […] desde el siglo IV al X; Plena Edad Media –o Edad Media Clásica, Edad Media Central o Período Feudal- hasta el siglo XIII, período de formación de las sociedades europeas, y finalmente la Baja Edad Media o Edad Media Tardía, que cubriría los siglos XIV y XV. Época entre la ruptura de la unidad del mundo romano (comienzos del siglo IV) y la ocupación de Constantinopla por los turcos, la desaparición del Imperio Romano de Oriente (1453) Posteriormente, se ha incidido en las historias nacionales, haciendo coincidir el principio con las invasiones germánicas que dieron lugar a la creación de las primeras nacionalidades europeas (comienzos del siglo IV) y se ha señalado el final de la Edad Media en el momento en que el Estado central se impone a los señoríos, es decir en el momento en que adquieren su forma definitiva estas mismas nacionalidades (fines del siglo XV) Factores económicos: cuando estos adquieren importancia, se intenta definir la Edad Media como un período con unas características económicas determinadas: el cambio económico entre el mundo clásico y el medieval fue situado en los comienzos del siglo VIII, es decir, en el momento en que, según algunos historiadores, los musulmanes ponen fin al comercio entre Oriente y Occidente, obligando a los occidentales a desarrollar su vida en una sociedad no comercial basada fundamentalmente en la agricultura. Por tanto la Historia Medieval sería la evolución desde una economía agraria de supervivencia hasta una economía en la que prevalecen los intercambios comerciales, que se amplían al ámbito noreuropeo, asiático, africano y desde 1492 americano, que marca el final del período. Desde el punto de vista religioso el período medieval se extendería desde la conversión del Cristianismo en religión oficial del Imperio hasta la Reforma protestante. Hoy, con el desarrollo de la historia total, nos movemos en períodos de evolución de una época a otra, que a veces duran siglos. Al aumentar el número de factores ha tener en cuenta es imposible fijar el comienzo o el final de un período en fechas concretas y suele delimitarse la Edad Media entre una larga fase inicial que se extiende desde el siglo III al VIII y una etapa final entre los siglos XIV-XVI B) La Edad Media hispánica Los límites, válidos para el mundo europeo, donde ha surgido, sirven también para el ámbito hispano, aunque se observa una clara tendencia a marcar el inicio en un año concreto, el 711 y el final en 1492 fechas de clara significación política y religiosa al mismo tiempo que económica: la entrada de los musulmanes en el península y el descubrimiento de América junto con la expulsión de los judíos y la desaparición del último de los reinos musulmanes de la península. Las ciencias auxiliares Tradicionalmente se ha venido clasificando de ciencias auxiliares de la Historia un conjunto restringido de disciplinas, según Bauer: la ciencia de la escritura (Paleografía), la ciencia del documento (Diplomática), la ciencia de las inscripciones (Epigrafía), la ciencia de los sellos (Sfragística, Sigilografía), la ciencia de la medida y computación del tiempo (Cronología), la ciencia de los escudos y de los blasones (heráldica), la ciencia de las monedas (Numismática) y la Genealogía. No podemos olvidar otras que han favorecido el desarrollo de la ciencia histórica: la Lingüística, la Geografía, la Arqueología, la Etnología, la Estadística, la Economía ... La introducción de los ordenadores, las sofisticadas técnicas cartográficas, la fotografía áerea... Tema 2 Las migraciones germanicas. El fin del imperio en occidente El mundo germano anterior a las migraciones.Organización social, política y religiosa de los pueblos germánicos en los siglos III al V. – La vida económica.- Las grandes migraciones del siglo V. Distintas oleadas.Invasiones terrestres y marítimas.Evolución política del Imperio en el siglo V.Organización militar de los invasores y características de la defensa romana.El Imperio de Oriente en época de las invasiones.Las formas de asentamiento y las relaciones romano-germánicas. El mundo germano anterior a las migraciones La escasez de las fuentes escritas sobre los germanos protohistóricos, limita nuestros conocimientos sobre sus culturas, etnias, modos de asentamientos, gobiernos y formas religiosas y culturales. Gracias a éstas y a la arqueología sabemos de una primera cultura germánica al sur de Escandinavia y en la Península de Jutlandia, de su expansión por la costa sur báltica y por la gran llanura centroeuropea, así como de su llegada hacia el año 500 a.C hasta el curso inferior del Rin y sus contactos con los celtas, (Ladero, 58): que, posiblemente. les dieron el nombre, germanos con que los conocieron los autores latinos. Las migraciones germánicas de lo siglos III a I a.C. se harían a costa de los pueblos celtas. y no cesaron hasta I: conquista de Galia por César (58-51 a.C) y la organización de limes danubiano por Augusto en Recia y Nórica (16-15 a.C.). Desde entonces y hasta los tiempo de Marco Aurelio, los germanos dejaron de constituir un peligro inmediato para el mundo romano, y a tales siglos de calma corresponden las mejores descripciones que de ellos nos han transmitido los escritores clásicos: César. Estrabón, Plinio el Viejo. Tácito, Ptolomeo. El conocimiento de las grandes ramas dialectales permitió en su día una primera clasificación de estos pueblos: dialectos nórdicos o escandinavos, dialectos ósticos (gótico, burgundio, vándalo), dialectos wésticos (francos, alamanes, bávaros, lombardos), dialectos del EIba y del mar del Norte (anglos, sajones y frisones) Durante el Alto Imperio, se perfilaron fuertes distinciones entre dos sectores del mundo germánico, sujeto a Influencia y penetración cultural por parte de Roma. -Desde el limes parten varias importantes vías comerciales, entre las que destaca la “ruta del ámbar” desde Aquilea por Camuntum hasta las bocas del Vístula, en el Báltico, con ramales hacia los valles del Oder y de Elba. El comercio facilitó algunas transferencias de técnicas agrarias romanas. - la entrada de bárbaros en el ejército Imperial, como mercenarios. - la aparición del primer alfabeto germano, que es el rúnico, en la Dinamarca del siglo II. - la adopción de rasgos de lujo entre las clases ricas de aquellos pueblos y, también, esbozos más complejos de organización política. A este respecto hay que distinguir, sin embargo, a los germanos occidentales, entre Elba y Rin, que participan poco en aquellos tráficos y viven en un estado de arcaísmo más pronunciado, de una Germania oriental, más allá del Elba y, sobre todo, del Oder, donde había varios pueblos en curso de organización política, vinculados todavía a sus raíces nórdicas y con un posible campo de expansión hacia el S.E. muy amplio. Las llamadas «migraciones del siglo III», que coinciden con la gran crisis del Imperio y son uno de sus factores, se produjeron por el empuje de los germanos orientales: godos hacia el S.E. por tierras danubianas y de la actual Ucrania, Vándalos y Burgundios hacia el S.W., empujando a su vez a los germanos del Elba, que rompieron la frontera imperial por primera vez en 166 (entrada de quados y marcomanos hasta la costa adriática). En el siglo siguiente surgirían cerca de la frontera del Rin las potentes confederaciones de alamanos y francos, que provocarían nuevas Invasiones entre 254 y 278. Roma pudo rechazarlas, a costa de grandes sacrificios, pero los términos de su relación con los germanos se plantearían, en adelante, de forma distinta, ante el peligro próximo que su mayor madurez organizativa suponía para la defensa Imperial. Organización social, política y religiosa pueblos germánicos en los siglos III al V. Su estructura social se fundamentaba en tres tipos de solidaridades. de los La primera era la sippe, o familia amplia, que aseguraba la protección de la parentela en torno al padre, quien ostentaba el mund, la autoridad o soberanía doméstica y que por lo tanto dispone sobre el uso que haya de darse a las propiedades familiares. En las familias. las esposas legítimas son «guardianas de la pureza y la tradición» (Riché). de donde el significado social que tiene el castigo del adulterio y la importancia que se atribuye al contrato matrimonial y a las prestaciones económicas que el marido hace. Los hijos llegan a la virilidad cuando son armados. A los quince años ante la asamblea de guerreros, pero las hijas permanecen bajo la tutela paterna hasta su matrimonio. La familia es un ámbito de responsabilidad judicial colectiva dentro del principio de personalidad de las leyes que afecta a cada pueblo, además de una célula de vida agrícola y organización militar. Para los semilibres, a menudo miembros de otros pueblos sometidos, que quieren acceder a la plena libertad y capacidad de acción. se abre la clientela con respecto a una familia como vía para lograrlo. Por debajo de este nivel todos los pueblos germanos han practicado la esclavitud. Las familias se integran en tribus, posiblemente en torno al recuerdo de un antepasado epónimo, y el conjunto de grupos o tribus forma un pueblo (gau), con jefe común y reuniones anuales de sus guerreros, a menudo para elegirlo, en lugares a los que se confiere virtualidades sagradas. Por encima del pueblo sólo hay, con frecuencia, confederaciones entre varios iguales o uniones, a veces forzosas, bajo la égida de alguno de ellos, que es más poderoso o ha resultado vencedor en anteriores contiendas. En torno a los titulares de esta aristocracia se formaron clientelas militares de hasta doscientos guerreros ligados a su jefe por vínculos personales de fidelidad […] La calidad guerrera y el sentido de la lealtad personal hacia el jefe acabarían convirtiéndose en elementos trascendentales de la sociedad medieval. Los jefes más des tacados podían ser elegidos para dirigir la guerra y alcanzar, incluso, la consideración de reyes del pueblo en armas, bajo cuya guía se federaban los distintos aristócratas con sus respectivos séquitos de guerreros. Pero paralelamente a esta forma de realeza militar, dependiente de la elección coyuntural, los pueblos germanos conocieron otra forma -algunos más tardíamente como los sajones- cimentada en el supuesto origen divino del linaje, cuyos miembros podían ostentarla, que tendía a ser dinástica, y en torno a la cual se formaban las grandes confederaciones de pueblos, como ocurrió durante las grandes migraciones. Por debajo de la gran masa de población libre se hallaban los semilibres, miembros de tribus germanas sometidas, y los esclavos, domésticos o agrícolas, de origen diverso (cautivos de guerra, nacidos de padres esclavos, por deudas...). Respecto al Derecho, los germanos carecían de norma escrita. Tenían un Derecho consuetudinario de transmisión oral, aunque por la influencia de Roma acabarían por codificarlo. Mantuvieron elementos de Derecho personal y territorial. Se dejó gran parte de la competencia de la justicia a la familia, ya que a ella pertenecía la responsabilidad colectiva y la venganza de sangre; también a ella correspondía dar cuenta de los delitos, jurar la inocencia de una persona, y el pago o cobro de las multas judiciales. Asimismo, en ocasiones, el Derecho germánico previó la convocatoria de un combate para determinar la culpabilidad, así como el juicio a través de la ordalía; métodos que a pesar de su primitivismo iban a subsistir en algunas partes de Europa hasta la plenitud medieval. Las creencias religiosas de los germanos, basadas en la concepción del universo como un gigantesco campo de batalla entre dioses y otras fuerzas espirituales hasta su destrucción final, seres cuya fuerza se materializa a menudo en elementos de la naturaleza el culto, en lugares sagrados -montañas, árboles, fuentes- o días específicos -luna nueva, solsticio-; las manifestaciones orales de la epopeya, en sus diversos ciclos; el mismo sentido estético, plasmado en artes menores e influenciado a veces por técnicas y motivos tomados a pueblos sármatas e iranios de las estepas euroasiáticas; todo ello ayuda a perfilar los caracteres de un mundo primitivo, «animado por un dinamismo singular, pero únicamente rural, casi analfabeto, sin verdadera organización estatal», frente a una civilización romana «un poco decrépita, fundada en las ciudades y el derecho escrito, y sometida, a partir de Diocleciano, a la aplastante autoridad de una burocracia totalitaria. La sociedad germana del siglo V -escribe L. Musset- representaba la continuación de un tipo que los romanos había hallado y destruido hacia comienzos de nuestra era en la Galia, en Bretaña y en las regiones danubianas, más arcaico y rudimentario que las sabias realizaciones heredadas por Roma del mundo greco oriental. El desquite militar de los germanos sobre Roma significó, por tanto, cierta regresión, la vuelta aun pasado considerado ya caduco. Sobre todo, el contacto de dos sociedades tan distintas obligó a una renovación general de los cuadros sociales. De este episodio decisivo surgió la Edad Media europea». La vida económica Aunque todos estos pueblos conocían la agricultura sedentaria, sus formas económicas se hallaban ligadas fundamentalmente a la ganadería como principal fuente de riqueza, con una preferencia al ganado bovino por parte de los sajones y frisones, y hacia el equino por parte de los godos. La forma más completa de ocupación del suelo, que afectaría a zonas limitadas pero no a todo el territorio, es el poblado (dorf), con sus tierras de labor en torno al mismo y sus marken más alejadas, que aprovechan los dueños de ganado, cazadores y leñadores y son reserva para efectuar en ellas nuevas roturaciones. En los campos cerealistas, abiertos, parcelados acaso en longueras y sujetos a veces a obligaciones de tipo comunal en su forma de explotación, sementera y siega, se emplea ya el arado de ruedas, mejor adaptado que el romano a aquellos suelos espesos y húmedos. De todos modos, es poco lo que se sabe sobre el régimen agrario germano, y estas descripciones tradicionales están sujetas hoy a revisión. Su artesanía sólo descuella en los ramos de metalurgia y orfebrería. La práctica mercantil era también rudimentaria entre estos pueblos acostumbrados más al autoconsumo y al trueque. No utilizaban la moneda, aunque la atesoraban por su valor en oro y plata. No obstante, por la influencia cada vez mayor del Imperio su comercio a través del limes llegó a tener un cierto peso, lo que ha llevado a considerar las funciones económicas de la línea fronteriza junto a las pura- mente defensivas. Los productos de intercambio eran, sobre todo, esclavos, pieles y ámbar germanos frente a manufacturas y metales preciosos romanos. Las grandes migraciones del siglo V. Distintas oleadas.- Invasiones terrestres y marítimas Antes de las grandes migraciones, han transcurrido dos siglos de contactos intensos, de pactos entre Roma y germanos fronterizos cuya alianza se emplea para combatir a otros hostiles, de germanización intensa del propio ejército imperial, tanto en el fronterizo como entre los comitatenses, desde tiempos de Constantino. Ha habido también áreas donde la instalación de colonos, germanos produce cierta difuminación de las barreras étnicas y culturales, […] Son estos colonos o bien dediticii o bien letes. Los primeros, prisioneros de guerra , adscritos a la tierra, de la que sólo se pueden liberar si son admitidos a cooperar , en las tareas del ejército. Los segundos no son, como entre los germanos, semilibres, sino gentiles con la condición de aliados, que colonizan tierras en regiones interiores del Imperio, aunque una ley de 370 prohíbe los matrimonios mixtos. En la actualidad se suele hablar de tres momentos en las relaciones entre Roma y los pueblos germanos: el de conquista y colonización romana, en el que la guerra de fronteras con los bárbaros formaría parte del proceso de creación del Imperio; el de las migraciones de parte de las poblaciones germanas a las provincias imperiales, acompañados ya los guerreros de mujeres y niños, con un carácter casi siempre pacífico y con el deseo de servir a Roma, bien de manera individual como mercenarios, bien de manera colectiva mediante tratados para proteger el «limes» de otros pueblos; por último, el de las invasiones violentas protagonizadas por guerreros que guían a sus respectivos pueblos, siguiendo las directrices de un jefe común y cuyos desencadenantes podían ser varios: la presión de otro pueblo, el fracaso de los pactos con Roma, su traición o, sencillamente, la envidia y el deseo de vivir como los romanos. Las grandes migraciones germánicas que, como efecto principal, causaron la ruina del Imperio Romano en Occidente, fueron un proceso largo, más de un siglo a partir de 375, complejo y de múltiples frentes, puesto que afectaron de formas diversas a numerosos pueblos y regiones. Es preciso respetar la cronología al estudiarlo, pero combinada con la clara exposición de las líneas temáticas más significativas históricamente. La situación de estos pueblos frente al «limes» imperial antes de que en el 375 los hunos emprendieran su marcha hacia Occidente era la siguiente: el río Dniéper constituía la frontera entre las dos principales ramas del pueblo godo - los visigodos instalados en Dacia En esta época, Ulfila (310-380), consagrado obispo en el año 340, creó su alfabeto, tradujo la Biblia al gótico e introdujo la Fe arriana entre ellos. - los ostrogodos en el Ponto y actual Ucrania. - La confederación de los alamanes, en la que existía un claro predominio suevo, se hallaba instalada en los cursos medios del EIba y del Saale. - Los burgundios ocupaban el valle de Main y las zonas próximas al Rin al este de Maguncia, - y los turingios al este del EIba. – Los francos, por su parte, estaban asentados en la orilla derecha del Rin Inferior. - Los sajones ocupaban la zona entre el EIba y el Ems, - los frisones, al oeste de este río, conviviendo con anglos y warnos - los quados, en Moravia. - Las tribus vándalas de asdingos y silingos se establecieron en la llanura húngara, al norte del Danubio y en la Silesia media. - Finalmente, los lombardos emigraron desde el EIba a Panonia en el siglo v. En el desencadenamiento final de las grandes migraciones de estos pueblos fueron fundamentales las alteraciones y posterior presión de los pueblos nómadas de las estepas rusas, en concreto de los hunos Eran pueblos turcos, quizá mongoloides, instalados muchos de ellos en el siglo IV en Sogdiana y al E. del Mar de Aral, con permiso y bajo cierta influencia persa. Sus migraciones hacia el O. tuvieron como consecuencia la fulminante derrota de los alanos (370), la destrucción del reino ostrogodo y las derrotas también de los visigodos en el Dniester y el Pruth. tras vencer a alanos, ostrogodos y visigodos, los hunos dominaron desde el 375 las estepas del Don y el delta danubiano, encabezando una confederación de pueblos de la que formaron bastantes de los alanos y ostrogodos derrotados. En el año 376, los visigodos,con algunod grupos ostrogodos pasaron el Danubio en el 376 presionados por los hunos. El emperador Valente no le quedó otro remedio que aceptarlos y mantenerlos a cargo de la annona, hasta su instalacion en Tracia. pero los abusos de mercaderes y funcionarios romanos provocaron una revuelta de los visigodos que se sublevación y saquearon parte de las regiones balcanicas, y vencieron a las legiones romanas y a Valente en Adrianopolis en el 378. Donde murió el propio emperador. Los visigodos se dispersaron entonces por los Balcanes. Sólo la actitud de Teodosio (379-395) iba a lograr provisionalmente la paz. Teodosio instaló a los grupos ostrogodos en Panonia, como federados del Imperio (382), a los visigodos en Mesia inferior, igualmente bajo foedus que los convertía en tropas al servicio de Roma a cambio de recibir provisiones de la annona, conservando su organización peculiar como pueblo. En los años siguientes la mayor parte de los visigodos adoptó el arrianismo, cuando faltaba el aprovisionamiento regular o se quería presionar el emperador para que otorgase nuevas concesiones y honores a los jefes visigodos, entre los que destacaba ya el dux Alarico, perteneciente al linaje regio de los Baltos, se dedicaban a la rapiña y depredaciones en las zonas donde estaban asentados (Tracia, Macedonia) Con todo, la situación se mantuvo hasta la muerte de Teodosio en 395. Le sucedieron sus hijos Honorio en Occidente y Arcadio en Oriente. Honorio, que tenía doce años, cede de hecho el poder a Stilicón. magtster utrtusque mtltttae, un militar de origen vándalo que, desde su cuartel general en Milán, hará frente a las invasiones y ataques germanos hasta su muerte, ocurrida en 408. El problema principal y más continuo que hubo de afrontar fue la actitud de Alarico. Éste, con la discreta tolerancia de Constantinopla, devastaba las diócesis de Tracia y Macedonia. que pertenecían al Imperio occidental. Stilicón, tras derrotarlo en sendas ocasiones, le mantuvo en el Ilírico como ejecutor de las órdenes imperiales y autorizó el asentamiento visigodo en el Épiro. entre los años 397 y 400. Mientras tanto, desde 396 los hunos habían reemprendido su marcha hacia el O. invadiendo Dacia y la cuenca de Panonia, lo que provocó nuevas huidas (migraciones) de germanos. Cortazar (p. 45): […] los hunos dan nuevas señales de vida; o de muerte. Empujados por ellos, los alanos escapan hacia el oeste; incapaces de cruzar el Danubio, defendido por Estilicón, progresan por su orilla izquierda, arrastrando a otros pueblos germánicos allí instalados. Su objetivo es la frontera renana, menos guarnecida de legiones. Por fin, el último día del 406, sobre el Rhin helado, pasan los contingentes germánicos. Veintidós meses después, tras sembrar la destrucción y la muerte en la Galia, cruzan los Pirineos. Durante dos años se repite el espectáculo en las tierras del oeste y el sur de Hispania. Hidacio nos lo refiere con tonos apocalípticos: «... las cuatro plagas, guerra, hambre, fieras y peste, desatadas por todas partes, cumplieron las predicciones de los profetas del Señor». Unos meses después. a finales de diciembre. vándalos. alanos y suevos rompían la frontera del Rin. entre Worms y Maguncia. a pesar de la resistencia de los federados francos. e iniciaban la invasión de Galia. La apertura de este nuevo frente y el asesinato de Stilicón en 408 dejaron momentáneamente a Italia sin defensa. Fue el momento aprovechado por Alarico para realizar su gran sueño: la entrada en la península. el dominio de sus riquezas y la presión militar directa sobre el emperador. Entre el otoño de 408 y agosto de 410 los visigodos asediaron Roma tres veces. y la saquearon en la última ocasión. pero Alarico no conseguía una negociación conveniente a sus intereses y ya en el otoño de 410. hizo marchar a su pueblo hacia el S. .con intención de pasar a Africa. auténtico granero de Roma. Su muerte en Cosenza. antes de que concluyese el año. abriría un periodo nuevo en el peregrinar visigodo a lo largo del Imperio. Los suevos. alanos y vándalos asdingos y silingos que habían roto la frontera del Rin en diciembre de 406 recorrieron Galia de N. a S. durante tres años, hasta forzar la entrada en Hispania por los pasos de Somport y Roncesvalles a finales de 409. En 411-412. los invasores se reagruparon. según su origen tribal. y dividieron entre ellos las provincias hispanas. de las que pensaban obtener sustento, e incluso intentaron que el Imperio los considerase aliados y diera por bueno lo hecho: Gallecia quedó para los suevos. con centros en Lugo y Braga. y los vándalos asdingos. Lusitania y Cartaginense para los alanos. Bética para los vándalos silingos mientras que la Tarraconense seguía en poder del Imperio. Cortazar (p. 45): La confusión no cesó: alanos, vándalos y suevos, pese al pacto con Roma, depredan el país. El imperio no era ya capaz de ningún esfuerzo sólo su diplomacia obtenía de vez en cuando algún triunfo precario que sus armas no conseguían. Así sucedió ahora: los visigodos, itinerantes desde la muerte de Alarico, aparecen como los más leales aliados. Dudosa lealtad, pero eficaz en el momento, los visigodos dominan la inquietud reinante en Hispania: los restantes germanos aceptan la paz o desaparecen. Los visigodos tras la muerte de Alarico. habían alzado por rey a su cuñado Ataulfo y pasaron en 412 a Galia. con el beneplácito de Honorio. donde acabaron con el alzamiento del usurpador Jovino. Ante el incumplimiento de las promesas imperiales, Ataulfo conquistó Toulouse. Narbona y Burdeos y casó con Gala Placidia (1 enero 414). hermana del emperador, que era prisionera de los visigodos desde el saqueo de Roma. Movidos por el hambre y ante el bloqueo naval romano, al parecer. aquellos bárbaros pasarían a Hispania por primera vez en 415. Ataulfo fue asesinado y por un momento Valia. el nuevo rey. acarició de nuevo el proyecto de pasar a África. Cortazar (p. 45): Poco a poco se va conformando el nuevo mapa étnico, que en seguida será político, del occidente de Europa. En el centro, Hispania y la Galia. Conocemos la suerte de la primera; la de la segunda no fue mejor: rotas las defensas del Rhin, la llanura gala era terreno de fácil conquista. Por ella pasaron muchos pueblos; sólo francos, burgundios y visigodos permanecieron: los primeros en la zona norte, próxima al Rhin ya la costa atlántica; los segundos en la actual Saboya; los últimos al sur, en la Aquitania. Cruzando el mar, los bretones, invasores procedentes de las Islas Británicas, llegaron a participar del reparto de la Galia; instalados en el noroeste de la Armórica, bautizarán con su nombre la región. Cortazar (p. 45): Alrededor de este núcleo central hispanogalo, las restantes tierras de la parte occidental del Imperio no corren mejor suerte. Sólo Italia, abandonada por Alarico, no conocerá, hasta fines del siglo V, nuevos invasores; las otras dos áreas, Africa y Bretaña, se ven sometidas al tradicional trato de sangre y fuego. y con dureza inusitada: la campaña de los vándalos en África, de increíble violencia, se hizo sinónima de barbarie desenfrenada; la de los anglosajones en Bretaña no parece ir a la zaga. Triplicada su amenaza por la simultánea de celtas y escotos que atacan desde norte y oeste, los resultados fueron inmediatos. Roma y la civilización romana desaparecen de la isla, una isla nunca suficientemente latinizada. Vándalos y anglosajones habían conseguido, además, el éxito que Roma temió siempre: el dominio del mar . Imperio fuertemente continental, el gobierno romano había soportado las actividades piráticas de los hombres del norte, que, a fines del siglo III, llegaron a infestar las costas de la Galia y norte de Hispania. Frente a ellos, no supo o no pudo suscitar una fuerza marítima suficiente. Perder Bretaña, por ello, entraba en los cálculos menos pesimistas de los emperadores del siglo v; su situación exterior al mundo romano y las presiones desde distintos puntos anunciaban un desenlace fatal. Pero, África, enfrente de la propia capital, abasteced ora de trigo y defendida ante unas tribus de la estepa, por un mar siquiera estrecho, parecía fácil de defender. El peligro podría venir de las tribus saharianas, pero del norte, no. Podría, pero no vino: los beréberes, demasiado pocos y demasiado divididos, no eran una amenaza. Los germanos resultaron serIa. Evolución política del Imperio en el siglo V.Álvarez (p. 19-20): En las décadas siguientes, hasta el destronamiento del último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo, en el año 476, fue consumándose la descomposición del poder imperial, convertido ya en una pura ficción. De hecho, el poder se encontraba reducido a una parte de Italia. La presencia vándala en África, el principal granero de Roma, y en el Mediterráneo occidental dificultaba enormemente el aprovisionamiento triguero de la capital. La propia Roma, que ya había cedido su papel de corte a Rávena, era asaltada por los vándalos en el año 455, sin que ninguna autoridad civil o eclesiástica pudiera detener entonces el empuje bárbaro como lo había conseguido poco antes León I con Atila. Tras la desaparición de la dinastía Teodosiana, los siguientes titulares del Imperio de Occidente carecieron de fuerza y prestigio, depositando el poder de hecho en los grandes jefes militares de ascendencia germánica. Entre ellos destacaron Ricimero, quien ostentó el poder entre los años 456 y 472, y Odoacro, nombrado rey por las propias tropas imperiales, quien lo mantuvo hasta la entrada de los ostrogodos en Italia en el año 489. Sólo el emperador Mayoriano (457-465), impuesto por Ricimero, representaría un último intento, aunque sin éxito, de restablecer la dignidad imperial al combatir a francos, visigodos y vándalos. El destronamiento de Rómulo Augústulo en el año 476 por su antiguo protector Odoacro ponía fin a cualquier nuevo intento de restauración del Imperio romano de Occidente. El caudillo hérulo remitió a Constantinopla, la «Segunda Roma», las insignias imperiales en señal de acatamiento al Único emperador con poder efectivo que quedaba, Zenón, con el deseo de seguir ejerciendo el poder militar en la parte occidental mientras que la clase senatorial italiana mantendría la administración civil. Pero el futuro del panorama político en Occidente iba a ser otro. Desde el año 481, los francos, hasta esos momentos un pueblo de segunda categoría, se lanzarían desde su núcleo de Tournai a ocupar un puesto fundamental en la Galia. Su protagonista fue Clodoveo (482-511 ), quien acabó con los restos del dominio romano en la zona tras su victoria en el 1486 sobre el duque galorromano Siagrio, y su posterior conquista del área entre el Somme y el Loira. Por su parte, los ostrogodos, bajo el mando de Teodorico el Grande (493-526) se asentarían en Italia con el propósito de crear una entidad política basada en un sistema de alianzas de los pueblos germánicos para luchar contra Bizancio. La creación de estos nuevos reinos y la puesta en marcha de sus proyectos, de mayor o menor éxito, lograrían que el perfil de Europa fuera distinto a partir del siglo VI. Organización militar de los invasores y características de la defensa romana.Álvarez (p. 5): El ejército también vivió profundas transformaciones. Uno de los motivos de las originó fue el fin de las conquistas romanas y la distinta concepción que sobre el limes se iba a tener a partir de las presiones ejercidas sobre él por los bárbaros ya desde la época de Marco Aurelio. Hasta entonces la frontera se había concebido como una línea provisional dependiente de los sucesivos avances del Imperio, Ladero (p. 29): por eso no se trazo como línea de defensa y sus guarniciones tenían más la misión de vigilar que la de contener. Álvarez (p. 5): pero después se mostrará ya como una línea defensiva. Era necesario defenderse de los invasores, lo que conllevaba modificar el esquema militar y destinar al ejército mayores recursos, a pesar de que esto implicara la disminución de los dedicados antaño a otros objetivos […] Ladero (p. 30): El número de soldados aumentó durante el siglo III, aunque fue Constantino el verdadero artífice del ejército tardorromano: el número de la tropa siguió aumentando […] pero lo importante fue su nueva disposición: una parte, la menos aguerrida, guarneció literalmente la frontera, son los ripenses o limitanei , una frontera que quedó dividida en zinas bajo el mando de duces . Otra, la mejor, formó cuerpos de ejército de campaña, en el interior del Imperio, aptos para movilizarse y acudir rápidamente a los puntos de conflicto: son los comitatenses, comandados por los dos magistri militum de infantería y caballería, verdaderos generales en jefe de todos los ejércitos: a veces ambos cargos recayeron en una misma persona […] El sistema de defensa se completaba, más allá de las fronteras, mediante tratados (foedera) con jefes bárbaros que actuaban como aliados del Imperio […] Muestra de la barbarización del ejército, muchos de cuyos soldados, siempre profesionales, fueron germanos en el siglo V […] El Imperio de Oriente en época de las invasiones.Ladero (p. 73): Durante todo el siglo V. Constantinopla se sintió progresivamente más desvinculada de la suerte política de Occidente. al tiempo que crecía el alejamiento cultural y las divergencias de situación social y económica. Por lo demás. la práctica política y administrativa continuó, sin modificaciones de importancia. el sistema establecido en el siglo IV. La partición del ejercicio del poder imperial en 395 por Teodosio. a favor de sus hijos Arcadio y Honorio. señaló ya la importancia que se atribuía a la parte oriental, cedida a Arcadio, el hijo mayor, e incrementada con buena parte de la prefectura del pretorio del llírico (diócesis de Dacia y Macedonia). división que tendría una enorme trascendencia histórica y acabaría sirviendo como elemento para diferenciar dos áreas culturales en el medievo. A raíz del paso de Alarico a Italia, el Oriente romano disfrutaría de un período largo de tranquilidad, que permitió incluso reorganizar el ejército y reducir a muy poco la presencia e influjo germanos en él. Teodosio II (408-450). bajo la influencia de su madre. Pulqueria y, después, de su esposa Eudocia, pudo hacer figura de gran emperador dedicado a las tareas de promoción cultural y recopilación legislativa que ya hemos indicado en capítulos anteriores, al menos hasta que los hunos se hicieron presentes en la frontera del Danubio y atacaron Constantinopla en 441. Durante diez años. el Imperio se vio sujeto al peligro de sus saqueos o a la humillación de treguas que era preciso comprar (hubo un tributo anual de 21.000 libras. hasta el año 451). La desviación de Atila hacia Occidente fue utilizada como elemento de prestigio personal por el nuevo emperador. Marciano (450-457), casado con Augusta Pulqueria, hermana de Teodosio II, pero permitió también una presencia mayor de germanos en el ejército donde predominó el alano Aspar, protector tanto de Marciano como de León (457-474). El problema mayor de aquellos emperadores fue la necesidad de contentar y atraer política- mente tanto a ortodoxos como monofisitas. El triunfo ortodoxo del concilio de Calcedonia (451). el fracasado compromiso de Zenón o el pro monofisismo de Anastasio en muchos momentos de su reinado, son jalones que muestran la continuidad e importancia de la querella. Ladero (p. 73-74): Mientras tanto. otros conflictos interiores alejaban la atención de los problemas occidentales. León I se liberó del influjo de Aspar apoyándose en los militares isáuricos, mucho menos romanizados, cuyo jefe, Tarasikodissa cambió su nombre por el de Zenón y casó en 466 con una hija del emperador. León intentó entonces ganar prestigio enviando una gran expedición naval contra los vándalos en 468, formada por 113 galeras y un millar de barcos de carga, pero su fracaso fue completo. A su muerte se hizo con el trono imperial Zenón (474-491), que supo conservarlo a pesar de diversas conjuras en su contra. El hubo de aceptar el envío de las insignias imperiales por Odoacro y disimular la usurpación nombrándole magister militum per Italiam, ya él se debe la solución del problema que los ostrogodos causaban con su presencia en la península balcánica, al enviar a Teodorico el Amalo a Italia en 488, lo que libró nuevamente de germanos a la parte oriental del Imperio. En aquellas condiciones, Anastasio (491-518), pudo llevar adelante una política interior intensa de estabilización monetaria y saneamiento fiscal, con efectivo descenso de la presión impositiva, sobre todo en las ciudades, y cobro de los impuestos annonarios en dinero. Al concluir su reinado había 320.000 libras en el tesoro imperial. Con Anastasio termina la influencia de los isáuricos en la vida política pero emerge un problema al que el mismo Justiniano tendría que hacer frente algunos años más tarde, como es el de la revuelta urbana en Constantinopla, al calor de las rivalidades entre los «bandos» del hipódromo, Azules y Verdes, dotados de cierta capacidad y funciones militares. La pugna se envenenaba al ser los Azules portavoces de la ortodoxia, de la aristocracia senatorial, y los Verdes pro monofisitas con el apoyo de los grandes mercaderes y funcionarios de la corte imperial. Aquellas pugnas y revueltas, bajo su aparente carácter anecdótico, eran vehículo de tensiones políticas y virulentas luchas por el poder en pleno corazón del Imperio. Mientras que Anastasio se apoyó, sobre todo, en los Verdes, Justino (518527) y Justiniano en sus primeros años buscaron la alianza de los Azules Las formas de asentamiento y las relaciones romanogermánicas. García de Cortazar, 47-49: Roma conocía desde antiguo a los bárbaros, se trata de un conocimiento no hostil, en el que la admisión en el Imperio relativamente fácil. Se les encuentra trabajando la tierra y sirviendo a la vez como soldados en las zonas próximas a la frontera; acordando con Roma tratados de alianza y entrando en las filas del ejército en calidad de auxiliares; aceptando plenamente la civilización romana y conviviendo en las ciudades del Imperio en mil diversas formas. A finales del siglo IV, eran muy numerosos los bárbaros instalados por este sistema […] Ahora el problema era distinto; en proporción: no eran tropas o grupos de hombres, sino pueblos enteros; y en calidad: no aspiraban a una integración dentro del Estado romano, sino a una instalación que les permitiera mantener su individualidad nacional […] La situación cambió, aunque Roma se resistía a abandonar la ficción; era demasiado orgullosa para hacerlo. Nadie podía ignorar, sin embargo, el carácter de la entrada colectiva y agresiva de los pueblos bárbaros: Roma trató de evitarlos, convirtiendo la situación de hecho en otra de derecho: los tratados de establecimiento de los «federados» en suelo imperial completaban la ficción. Sus consecuencias fueron económicas y políticas. -EL RÉGIMEN DE HOSPITALIDAD Hasta ahora, los bárbaros instalados en el Imperio lo habían sido por un sistema de alojamiento similar al utilizado con los restantes funcionarios o soldados romanos. Mediante un boleto y un vale de víveres, tenían derecho a instalarse en una vivienda ya retirar su alimentación en los almacenes del ejército. Con los nuevos federados, las cosas cambiaron. Aun sin conocer las bases jurídicas del reparto ni el grado en que se aplicó, se sabe que el acuerdo comprendía el reparto de la tierra y sus medios de explotación. U no o dos tercios de los grandes latifundios creados por los propietarios romanos a partir de la crisis del siglo III pasaban, con su ganado, esclavos, colonos, a manos de los bárbaros. Bosques y prados se disfrutarían a partes iguales, sin necesidad de reparto […] La verdad es que, políticamente, el foedus resultaba un contrato que, mediante una ficción jurídica, permitía la superposición de dos poderes sobre el mismo trozo de tierra. Uno, lejano, majestuoso y opresivo: el gobierno romano, que mantenía intactas sus autoridades con jurisdicción territorial. La administración de la justicia, la recepción de impuestos, todavía le competían. Otro, próximo, bárbaro y agresivo: el del jefe germano, que conservaba sus tropas con obligación de no emplearlas sino al servicio del Imperio. Oficialmente, lo que había era una división: los reyes bárbaros no dominaban un territorio, sino un pueblo. Sus títulos -rex wisigothorum, rex francorum- lo subrayan con claridad. En la práctica, era muy difícil a las autoridades imperiales, faltas de una fuerza eficaz, realizar su cometido; tan difícil como a los bárbaros, sobrados de ella, mantenerse al margen de la administración de los territorios sobre los que se habían instalado. El resultado fue inevitable e inmediato. Los recién llegados se van haciendo cargo de la administración: los primitivos organismos de los germanos sustituyen a los maduros del debilitado Imperio. El poder de las zonas objeto de foedus pasa a manos del rey bárbaro; pronto, estas regiones se convierten en verdaderos reinos en los que germanos y romanos se someten por igual al poder del jefe guerrero. El final es bien conocido. Para los amantes de la legalidad, el Occidente conservaba su unidad todavía a mediados del siglo v: los jefes bárbaros seguían considerándose delegados del emperador. Para quienes prefieren las realidades, la parte latina del Imperio estaba, de hecho, dividida en una serie de reinos prácticamente autónomos. Legalizar la situación era cuestión de días: bastaba con estimar innecesaria la presencia de un emperador en occidente. Y eso era decididamente fácil. Claramunt, 16-17: Honorio en Roma y Arcadio en Constantinopla, promulgaron conjuntamente una Ley de hospitalidad. En ella se reglamentaba la forma en que las familias germanas asentadas en el Imperio habían de disfrutar de parte de los bienes de las familias romanas que las hubieran acogido. Además, hasta la emblemática fecha del 476 -e inclusive más tarde-, la defensa del Imperio fue quedando en manos de generales de ascendencia bárbara: el vándalo Estilicón y el panonio Aecio en Occidente; el godo Gainas y el alano Aspar en Oriente. Así, los gobernantes de ambas partes del Imperio utilizaron a unos bárbaros para defenderse contra los otros bárbaros que, pacífica o violentamente, iban cruzando el limes. Uno de los juegos favoritos de los políticos de Roma y de Constantinopla fue también el de enfrentar a los recién llegados entre sí. Constantinopla, además, tuvo la habilidad de desviar hacia Occidente a las sucesivas oleadas de invasiones. De esta forma logró sobrevivir en la misma forma en que Roma sucumbió. Tema 3 Evolucion politica de los reinos germanicos. Economia y sociedad Características comunes y rasgos de su evolución. Crisis de la noción romana de res publica y su sustitución por la idea germánica de reino. Los Merovingios y la formación de la Galia Franca. Los Burgundios. El mundo insular británico. Celtas y Anglosajones. Italia. Del reino ostrogodo al dominio lombardo. El norte de África. Vándalos y bizantinos. El asentamiento de los visigodos: del reino de Tolosa al de Toledo. Economía y sociedad en el occidente bárbaro. Características comunes y rasgos de su evolución.Ladero, 58-59: Durante los seis siglos que transcurrieron entre César y Justiniano. Entre la sumisión de los celtas y el avance de los eslavos. precipitado por las invasiones de hunos y ávaros. La historia europea fue, en esencia, la historia de los romanos y los germanos» (E. Demougeot). […] Intentaremos ver como la organización primitiva de los pueblos germanos y sus grandes migraciones contribuyeron a delimitar el espacio y configurar las características históricas del Occidente medieval, en contraste o síntesis con las realidades romanas. A través del limes el comercio facilitó algunas transferencias de técnicas agrarias romanas, la entrada de bárbaros en el ejército imperial, como mercenarios, la aparición del primer alfabeto germano, que es el rúnico, en la Dinamarca del siglo II, la adopción de rasgos de lujo entre las clases ricas de los germanos occidentales, entre EIba y Rin, que participan poco en aquellos tráficos y viven en un estado de arcaísmo más pronunciado, de una Germania oriental. más allá del EIba y, sobre todo, del Oder, donde había aquellos pueblos y, también, esbozos más complejos de organización política. […] hay que tener en cuenta que: Las llamadas «migraciones del siglo III», que coinciden con la gran crisis del Imperio y son uno de sus factores, se produjeron precisamente por el empuje de aquellos germanos orientales […] los términos de su relación con los germanos se plantearían, en adelante, de forma distinta, ante el peligro próximo que su mayor madurez organizativa suponía para la defensa imperial. […] Todos sus pueblos conocen la agricultura sedentaria, aunque sajones y frisones den mayor importancia al ganado bovino de pradera. los godos y otros germanos orientales desarrollen más la ganadería, sobre todo equina, y en las zonas de bosque continúe practicándose una agricultura itinerante basada en rozas. […]De todos modos, es poco lo que se sabe sobre el régimen agrario germano, y estas descripciones tradicionales están sujetas hoya revisión. El trabajo artesano destaca en los ramos de metalurgia y orfebrería pero mucho menos en los cerámicos y textiles. La práctica mercantil: los germanos no emplean la moneda, aunque la atesoran por su valor en oro y plata […] el comercio a través del limes era considerable Gª de Cortazar, 68-69: La sociedad occidental no se sucede a sí misma […] será, en teoría, producto de una mezcla entre el componente romano y el aporte germano […] Los germanos tenían que mantenerse apartados de los romanos, de lo contrario desaparecerían. […] El proceso de fusión con la sociedad romana es trazo original de los siglos V y VI. Ladero, 81: Las creencias religiosas de los germanos. basadas en la concepción del universo como un gigantesco campo de batalla entre dioses y otras fuerzas espirituales hasta su destrucción final. seres cuya fuerza se materializa a menudo en elementos de la naturaleza el culto, en lugares sagrados –montañas, árboles, fuentes- o días específicos -luna nueva. solsticio-; las manifestaciones orales de la epopeya, en sus diversos ciclos; el mismo sentido estético, plasmado en artes menores e influenciado a veces por técnicas y motivos tomados a pueblos sármatas e iranios de las estepas euroasiáticas: todo ello ayuda a perfilar los caracteres de un mundo primitivo, […] una sociedad rural, casi analfabeta, sin verdadera organización estatal». frente a una civilización romana «un poco decrépita. fundada en las ciudades y el derecho escrito, y sometida, a partir de Diocleciano. a la aplastante autoridad de una burocracia totalitaria. […]El desquite militar de los germanos sobre Roma significó, por tanto. cierta regresión. la vuelta aun pasado considerado ya caduco. Sobre todo, el contacto de dos sociedades tan distintas obligó a una renovación general de los cuadros sociales. De este episodio decisivo surgió la Edad Media europea». Antes de las grandes migraciones, sin embargo, han transcurrido dos siglos de contactos intensos, de pactos entre Roma y germanos fronterizos cuya alianza se emplea para combatir a otros hostiles, de germanización intensa del propio ejército imperial, tanto en el fronterizo como entre los comitatenses, desde tiempos de Constantino. Ha habido también áreas donde la instalación de colonos germanos produce cierta difuminación de las barreras étnicas y culturales […] Álvarez Valenzuela, 30-34: los conquistadores, más que gobernar, tratan de controlar la situación […] en mayor o menor medida, se pierden o modifican las antiguas estructuras administrativas y provinciales romanas […] el mantenimiento de estas estructuras viene determinado por la doble administración, una para germanos y otra para romanos […] pero su destrucción, antes de que mediara el siglo V, dejó en nada este experimento. La administración provincial romana terminó por desaparecer en casi todas partes […] lo que se impuso fue el mando militar de los duques y condes, que asumieron, en muchos casos, la administración de justicia. Las demarcaciones territoriales, en nombre del rey, eran realmente pequeñas […] fue lo único que sustituyó a la antigua administración romana, incluida la municipal, allí donde se mantuvo la vida urbana […] Las nuevas autoridades germanas asumieron sin distinción funciones militares y civiles. El sistema tributario romano subsistió de forma muy simplificada: en algunos reinos se continuó cobrando a los propietarios el impuesto territorial directo, que eran pagados por los pequeños propietarios de condición libre, pero también por los siervos sujetos al fisco, aunque en este caso tenían más carácter de renta privada que de impuesto. El patrimonio de la Corona, junto al Tesoro Regio, fue el verdadero sustento económico de los reyes germánicos. Todos ellos poseían grandes dominios procedentes del fisco imperial romano y de las confiscaciones y apropiaciones. En estas fincas trabajaban los siervos fiscales bajo la supervisión de los administradores reales […] Lo que realmente predominó en los reinos germanos fueron las relaciones de carácter privado, que terminaron por ser el único fundamento de su estructura social, incluso de su régimen de gobierno. […] el peso social y el poder político tienden a acumularse en pocas manos; en las de la clase aristocrática o en las de la Iglesia […] Mientras que la masa campesina, compuesta en gran número por hombres libres, comienza a entrar en vías de dependencia a través de su encomendación a los nuevos señores de la tierra. Crisis de la noción romana de “res publica” y su sustitución por la idea germánica de reino.Guía: Las recién constituidas monarquías germanas trataron de adoptar la organización política y militar del Imperio, no obstante, y aun considerándose herederos de Roma, los reyes germánicos ejercieron su poder manteniendo elementos esencialmente bárbaros. El principio romano de Estado, de res publica, se fue perdiendo en beneficio de las instituciones germánicas que prevalecieron, en términos generales, en los reinos germánicos, observándose, no obstante, ciertas variantes entre unos y otros gobiernos. Baste analizar con detalle la España visigoda, la Galia merovingia o la Italia lombarda. Gª de Cortazar, 71-72: Mientras que en Bizancio se tiene una clara noción de la cosa pública, el derecho que sigue acuñando propone principios generales que el mismo emperador ha de acatar, el Estado acepta el deber de sostener una burocracia especializada, de conservar determinados servicios, de subvencionar ciertas instituciones. Acepta, en suma, el deber de ser un Estado. Frente a él, los reinos bárbaros principian por no distinguir entre cosa pública y privada y acaban por confundir el Estado con un señorío: sus reyes serán propietarios del reino, no soberanos de derecho público. Los invasores aportan una única institución política. En su conformación, hay una fuerte influencia romana, activa, sobre todo, cuando los pueblos se han instalado en el solar del Imperio. Entonces, el rey no es depositario de poderes y caudillo del pueblo, sino señor independiente, cuyas atribuciones nada limita. Todos los aspectos de la vida del Estado, que no conoce separación de poder, se someten a la voluntad del rey: de su fortaleza depende estrechamente el éxito de su gestión. Contra ella se alzarán antiguas instituciones populares, en especial la asamblea de hombres libres, y ciertas costumbres inmemorial que apoyan el derecho de resistencia a la autoridad. En su favor, milita la ayuda de una Iglesia, nacional primero, católica después, y la tradición de los provinciales romanos, sus más numerosos súbditos. Ni unas ni otras alteran la raíz última de la concepción germánica del poder real: la invasión de principios de derecho privado y el debilitamiento de las relaciones jurídico-públicas serán su resultado. Forjada al compás de su contacto con la realidad política romana, la realeza, como las demás instituciones de las monarquías, integró dentro de sí teorías y principios germanos, romanos y más tarde cristianos […] La noción de Estado, poco precisa, tiende a confundirse con la persona que ejerce el poder político. El desempeño de éste corresponde al rey, porque es el más poderoso, y nadie se extraña de que los ejerza en su provecho. El sentido patrimonial de la monarquía, como auténtico patrón del reino, el rey asegura la protección de sus súbditos, a quienes exige una obediencia confirmada con su fidelidad personal. El carácter patrimonial del reino, varía según los distintos territorios, a tenor de la diversa noción de Estado. Los que la tienen, como los visigodos, entiendes que el monarca es la representación del reino, que, frente al rey, tiene una personalidad por sí mismo. Para quienes la desconocen, como los francos, el reino es propiedad familiar del monarca que lo ha adquirido por derecho de conquista. Dispone de él a su voluntad, y a su muerte, como un dominio privado, sus hijos de lo repartirán. El fundamental rasgo de la realeza germánica es la jefatura de banda guerrera […] los reyes son jefes personales de las tribus vencedoras, no monarcas de una abstracción, el reino. Por el mismo carácter militar, será difícil que se imponga el criterio de una sucesión hereditaria, algunos lo consiguen, como los Merovingios. La formulación teórica nos puede hacer pensar en una poder despótico del monarca, en la práctica, los grandes señores, con su indisciplina, frenan cualquier intento de tiranía […] faltos de concepción estatal y de administración adecuados, los reinos bárbaros se sumieron, desde el principio, en un desgobierno que favoreció todo tipo de particularismos, golpes de estados […] Álvarez Valenzuela, 25-26:El antiguo Imperio de Occidente se vio sustituido por un mosaico de dominios de marcado carácter militar, sin apenas referencia a los poderes públicos desaparecidos, reducidos a la voluntad privada de los jefes, cuya actuación se fundamenta en la fuerza y no en el derecho […] al quedar reducida al mínimo la noción abstracta de Estado e imperar el principio germánico de personalidad de las leyes, frente al derecho universal y sistemático impuesto en su momento por Roma […] los jefes tienen reconocido un cierto poder de coacción, pero su autoridad dependía más del patrimonio o de su prestigio […] Los Merovingios y la formación de la Galia Franca.Guía: A finales del siglo V, un caudillo merovingio, Clodoveo, convertido al catolicismo, logró expulsar del territorio galo a los pueblos allí asentados: alamanos, visigodos y romanos, y estableció su hegemonía en la Galia, fijando la capital en París. Aun sin haber constituido un Estado unitario, aunque se mantenían ciertas unidades políticas de importancia, como Austrasia, Neustria, Aquitania y Borgoña, logró establecer las bases sobre las que se iba a instaurar la dinastía franca. Posteriormente, al debilitarse la dinastía merovingia, aparece con fuerza una nueva figura política "el mayordomo de palacio", especialmente en Austrasia, uno de cuyos representantes, Pipino, unificó las mayordomías y llevó a cabo una eficaz política de conquistas que culminará con la llegada al poder de Carlos Martel, quien propició el ascenso político de la dinastía carolingia. Uno de los más importantes nudos de comunicación, situado a lo largo de los valles de los ríos Ródano y Saona, estaba bajo el dominio de los reyes Burgundios, los cuales, aprovechándose de su condición de federados al Imperio, ampliaron su territorio a lo largo de todo el siglo V. Álvarez Valenzuela, 45: Al instalarse en las Galias, los francos conquistadores no establecieron diferencias entre ellos y la población preexistente; la fusión se hizo por los niveles horizontales entre las clases. Gª de Cortazar, 86-87: La colaboración de la población galorromana […] el asentamiento de los francos se había hecho al margen de los marcos jurídicos de la federación y la hospitalidad […] pero sin destrucción, ni tan siquiera despojo en masa. Las fuentes no mencionan el reparto, tan sólo aluden a ocupación del patrimonio público. El prestigio, el respaldo moral, estaban asegurados; y, con ellos, la ayuda de la mayor parte de la población romana sometida a visigodos y burgundios Claramunt (p. 23) : Heredero de viejos compromisos políticos con Roma (foedus de 418, victoria compartida sobre los hunos de Atila en Troyes en 451), el monarca visigodo Eurico (466- 480) llegó a dominar todo el Mediodía de la Galia ya crear una verdadera corte en torno a Tolosa. Bajo su gobierno se empieza a hacer efectivo el dominio sobre amplias parcelas de la Península Ibérica, incluida la Tarraconense, todavía bajo administración romana. A su muerte, sin embargo, su sucesor, Alarico II, echaría a perder esta obra que estaba convirtiendo a los visigodos en los más conspicuos herederos del Imperio en Occidente. En su fracaso contaron las suspicacias del clero católico de la Galia, pero, sobre todo, el expansionismo de los francos hacia el Pirineo. Durante el gran movimiento migratorio de la primera mitad del siglo V, los francos habían desempeñado un papel secundario. Sólo las zonas más septentrionales de la Galia se vieron afectadas por su avance. El gran creador del poderío franco será un miembro de la dinastía merovingia: Clodoveo (481-511). Uno más entre otros caudillos, inició su carrera política como modesto rey de Tournai. Su fortuna se debió tanto a su talento y dotes militares como al favor del que gozó por parte del clero galorromano. Convertido directamente del paganismo al catolicismo, Clodoveo fue para el episcopado de la Galia una especie de segundo Constantino. Poco importó la brutalidad y la falta de escrúpulos de las que hizo gala toda su vida. A lo largo de veinte años de campañas, las fuerzas de Clodoveo fueron liquidando a los distintos poderes asentados en la Galia: al reino de Soissons, gobernado por un general romano de nombre Siagrio; a los alamanos, a quienes venció en Tolbiac (496 o 506) y, lo más importante, a los visigodos arrianos de Alarico II, derrotados en Vouillé en 507 y obligados a evacuar la Galia, salvo la región Narbonense. Clodoveo legó a sus herederos una hegemonía franca en territorio galo, pero no un Estado unitario. Sobre el espacio conquistado se fortalecieron algunas unidades políticas. Dos tuvieron particular relevancia: Neustria (apoyada en el curso del Sena) y Austrasia (que la estaba en los cursos del Rin y el Mosa). En el extremo occidental, la península de Armórica fue colonizada por grupos de bretones venidos del otro lado del Canal. En el Mediodía, Aquitania y Borgoña -las zonas más romanizadas de la Galia- mantuvieron amplios márgenes de autonomía. Entre 593 y 639 (reinados de Clotario II y de Dagoberto), la Galia fue reunificada. Pero a partir de esta fecha, no sólo prima la división territorial, sino también la neutralización de los monarcas por parte de sus respectivas noblezas. Un personaje -el mayordomo de Palacio, verdadero intendente de la casa real- acaba por asumir las funciones de gobierno frente a unos monarcas -los llamados «reyes holgazanes»- absolutamente inoperantes. De una familia de Mayordomos de Palacio -los pipínidas, arnulfingos o carolingios- nacerá la futura dinastía real franca. Gª de Cortazar, 86-87: La Galia se hallaba dividida entre varios poderes: en el sur los visigodos, con capital en Tolosa; al este los burgundios, controlando el valle del Ródano; al norte, los francos, divididos en dos grupos étnicos y diversos reinos locales; y en el centro, como resto de la antigua dominación romana, un pequeño territorio, cuyo jefe ostenta el título de magister militum. La unificación la realizaron los francos; los visigodos, establecidos ya parcialmente en la península ibérica, tras su victoria sobre los suevos, se conformaron en la Galia con mantenerse a la defensiva, hasta el momento de su derrota a manos de Clodoveo. Clodoveo, entronizado en el pequeño reino de Tournai, 481, su reinado se desdobla en dos fases: Durante la primera, elimina los restos de dominación romana en el centro de la Galia y fortalece su posición dentro del conjunto franco, suprimiendo los restantes pequeños reinos de parientes y rivales. La segunda fase se inicia con su conservación al catolicismo. Los francos se transformaba en el primer pueblo bárbaro católico de Occidente […] Clodoveo, ensalzado como un nuevo Constantino, se constituye en brazo armado de la Iglesia y sus restantes campañas se convierten en cruzadas contra arrianos y paganos. Demasiado débil para prestarlo, no podía esperarse el apoyo del papado, pero sí, al menos, el más próximo de la potente jerarquía católica y, sobre todo, del monacato cada vez más poderoso. De todo ello se aprovechó Clodoveo, y su actitud marcará un sendero nunca olvidado durante siglos: el que de Roma conduce a París, el que, en una palabra, unirá al Papado ya Francia a lo largo de la Edad Media. (Sesma, 69): La conversión al catolicismo consolidó la alianza con la aristocracia galorromana que dirigía las funciones administrativas, en especial, las eclesiásticas de los obispados […] logró el apoyo moral del papado y de Bizancio y la ayuda práctica de las grandes familias del sur […] Gª de Cortazar, 86-87: Militarmente se orientó a engrandecer el reino franco en la unidad territorial de la Galia: alamanes, burgundios y visigodos. De los primeros consigue el valle medio del Rhin; de los segundos, tras fracasar en sus intentos de someterlos, ayuda para derrotar a los visigodos; y de éstos, el reino de Tolosa, salvo la Provenza. Aclamado como vencedor del arrianismo, Clodoveo recibe de Bizancio los títulos de augusto y cónsul. Al morir, no quedaba en la Galia ninguna otra fuerza política organizada que la suya, salvo el vacilante reino de los burgundios, que, pronto, será presa de sus sucesores. Álvarez Palenzuela, 45: Los reyes se romanizaron, pero solo en apariencia; aunque usasen la etiqueta bizantina y estuviesen rodeados de oficiales de nombres pomposos, su corte seguía siendo un séquito de bárbaros que recorrían las villae de su patrimonio […] El palatium fue reducido a la mínima expresión; bastaba un scriptorium para que los notarios copiasen todos los documentos. En la corte se prolongar los oficios de servicio privado de la casa del rey; senescal y mayordomo eran así los personajes más poderosos […] como cualquier otro noble, el rey posee una escolta armada de fieles a quienes exige juramento […] Probablemente, las asambleas generales del pueblos subsistieron como reuniones de los hombres libres del ejército al comienzo de las campañas […] ninguna decisión les corresponde. El asesoramiento al monarca los hacen los comités palatii y los obispos, en cuyo nombramiento él interviene de forma decisiva […] las ciudades han cedido el paso a los distritos rurales, que gobiernan los condes, auxiliados a su vez por vicarios cuando se hace necesaria la división. Gª de Cortazar, 86-87: Una cosa es conquistar la Galia; otra, muy distinta, gobernarla. Clodoveo apenas había intentado lo segundo; establecido en París, a la que hizo capital del reino, sus guerreros se habían asentado en las cercanías, sin que la zona del sur del país, la más romanizada, recibiera el bautismo franco. Mayor trascendencia tuvo que los merovingios, sucesores de Clodoveo, se mostraran mucho menos efectivos como gobernantes que como Jefes de bandas guerreras. Sus inadecuadas concepciones política y la extensión del reino, desmesurada para las limitadas instituciones del siglo VI, explican los resultados. Para Clodoveo y sus sucesores, en efecto, el país entero era una posesión personal, adquirida por derecho de conquista. Como tal patrimonio, el reino podía y debía dividirse, y en él cada hijo tenía derecho hereditario a una parte. En su gobierno, una extraña mezcla de autocracia primitiva y anarquía caracterizará la evolución política de la monarquía merovingia. Sus resultados fueron penosos, pero, sorprendentemente, de Francia nacerá la fuerza unificadora de la Europa católica. (Sesma, 70-71): El prestigio de Clodoveo y la concepción patrimonial del poder permitieron a aquél repartir el reino entre sus cuatro hijos, quienes iniciaron una historia de dos siglos caracterizada por una mezcla de autocracia primitiva y anarquía […] repartos y unificaciones: tras el de Clodoveo en 511, la unificación la realizó Clotario I entre 558 y 561, antes de proceder a otro reparto. Nueva reunificación bajo Clotario II y su sucesor Dagoberto entre 613 y 639 […] Las diferencias entre los propios francos, su asentamiento en las Galias, cuya unidad fue el mallus y la centena, que estimularon identidades ya existentes y acabaron dando lugar al nacimiento de los ducados, como los de Champaña o Tolouse, y especialmente a los tres reinos de: Austrasia, Neustria, Borgoña […] La creciente importancia de los obispos, que colaboraron junto a los merovingios frente a otros monarcas no católicos, y que desempeñaron el papel de articular la sociedad y el espacio en los reinos mediante su residencia en una ciudad, desde la que ampliaban su domino del área rural multiplicando las parroquias en el campo […] la importancia lo demuestra que durante la segunda mitad del VII, los obispos pasaron a ser designados de los cabeza de fila de las aristocracias regionales, es decir, de los mayordomos de palacio […] Los monasterios, creados juntos a los grandes ríos y en las ciudades más importantes, a partir del s. VIII en núcleos menos importantes y en áreas poco pobladas, sirvieron para fijar la población y crear nuevas células de colonización […] fueron muchos los monasterios creados por familias aristocráticas, como una forma de controlar el patrimonio, quedando fuera del control del obispo. Los mayordomos: En la Francia merovingia, pronto fueron desarrollándose los distintos espacios regionales a través del ejercicio del poder de las respectivas aristocracias locales […] la figura de los monarcas palidecía tras la de los mayordomos de palacio, que fueron poniendo las bases de verdaderas dinastías. La condición de frontera de Austrasia frente a turingios y bávaros, dio a los mayordomos de palacio de este reino poder militar y autoridad política superiores a los de los otros dos territorios. Desde principios del VII el predominio de los mayordomos de palacio de Austrasia fue evidente: Arnulfo de Metz y Pipino de Landen, cabezas de dos ramas familiares que se fusionaron a través del matrimonio de sus hijos, pusieron las bases de una verdadera dinastía […] su nieto, Pepino de Herstal, unificó en su persona la mayordomía de los tres reinos en el 687, desde donde dirigió la conquista y evangelización de Frisia. Cuando murió, le sucedió su hijo bastardo, Carlos Martel. Los Burgundios.Álvarez Palenzuela, 17: En el 436, los burgundios, tras una lenta marcha iniciada en la zona de Brandeburgo, acabaron asentándose en la cuenca del Ródano como federados del Imperio. Contaron con núcleos importantes, como Lyon y Ginebra. Pero se trataba de un reino débil, debido en buena medida a su propia situación geográfica de encrucijada de caminos. Su época más floreciente coincidió con el reinado de Gundobaldo (480-516), quien mandó compilar su derecho. Los francos, tras varios intentos acabaron conquistando su reino tras la batallas de Autun (535). El mundo insular británico. Celtas y Anglosajones.Guía: Menos conocido es el origen del asentamiento de sajones, anglos y jutos en el territorio británico, no así sus consecuencias, pues Gran Bretaña, en el siglo VI, quedó dividida en dos áreas por su política, etnia y cultura: en el norte y en el oeste se concentró la antigua población bretona de raza celta, evangelizada por San Patricio, mientras que en el resto del país se establecieron los invasores, creando siete reinos. Gª de Cortazar, 83: Existen pocas noticias sobre el establecimiento de anglos, sajones y jutos en Gran Bretaña, la divergencia de las fuentes, hace que este hecho sea uno de los peor conocidos. La hipótesis más verosímil parece establecer entre los años 430 y 450 la penetración y asentamiento de los invasores en la isla; durante siglo y medio, hasta la conversión de los anglosajones al catolicismo y la renaudación de sus contactos con el mundo romano los acontecimientos resultas difíciles de precisar […] Gª de Cortazar, 84: Culturalmente, la invasión supone un descenso notabilísimo del superficial barniz romano (Britania era una de las provincias menos romanizadas) […] los invasores, bárbaros en el sentido más peyorativo de la palabra arrasaron el país […] La invasión dividió Gran Bretaña en dos áreas diferentes por su política, etnia y cultura: el norte y el oeste acogieron a la antigua población bretona, de raza celta, que pese a la conquista y dominación romana, había conservado su idioma y costumbres. Evangelizada por San Patricio, esta comunidad bretona, en continuo retroceso ante la presión anglosajona, adapta una forma especial de Cristianismos a la que caracteriza una enorme capacidad misionera. Separado del romano en materia de disciplina y organización, planteará problemas cuando el papa quiera poner bajo la autoridad de sus legados la dirección de la evangelización de la isla. En el resto del país, del que emigró parte de su población a la Armorica, en la Galia, se establecieron los invasores anglos, sajones y jutos. Las peculiaridades étnicas de los recién llegados y la misma geografía favorecieron la disgregación política […] en la Bretaña ocupada surgieron siete estados Claramunt (p. 24-25): El flujo de población germánica sobre Britania parece, según los testimonios arqueológicos, anterior al 400. Los testimonios escritos -particularmente los de Beda el Venerable, redactados a comienzos del siglo VIIIhablan de los años centrales del siglo V como el momento del asentamiento definitivo de los invasores y de la desaparición de la administración romana. Tradiciones que, con el discurrir del tiempo, se fueron enriqueciendo (Beda, ya en el siglo XII, Geoffrey de Montmouth) hablaban de la resistencia del elemento indígena bretón frente a unos incursores, que acabaron creando siete reinos en lo que hoy es Inglaterra. Tres serían de fundación sajona (Essex, Sussex y Wessex) y se apoyarían en la costa meridional. Tres serían creados por los anglos (Mercia, Anglia Oriental y Northumbria) y se encontrarían en el centro y Norte, ocupando hasta el Muro Adriano aproximadamente. El último (Kent), situado en el sureste, sería fundación de los jutos. Claramunt (p. 24-25): No parece sin embargo que, durante muchos años, el mapa político respondiese solamente a esta «heptarquía» anglosajona. El número de pequeños Estados sería más elevado, y la participación bretona -topónimos y antropónimos parecen reveladores-, superior a la tradicionalmente admitida. El cúmulo de tradiciones de una oscura primera época tiene su eje principal en la fama de bárbaros y de pertinaces paganos de los nuevos huéspedes de la isla. Una fama a la que no fue ajena la propaganda de los monjes celtas y de la población bretona abroquelada en Irlanda, Gales y Cornualles, y obligada a la emigración a Armórica. De hecho, la erradicación oficial del paganismo de anglos, jutos y sajones, sólo se consumaría muy avanzado el siglo VIl. A partir de esos momentos, el espacio británico se beneficia tanto de las influencias celtas como de las romanas. Culturalmente, supusieron un extraordinario beneficio. Políticamente, sin embargo, el territorio de lo que en el futuro sería Inglaterra no lograría culminar su unidad. A lo más que se llega en determinados momentos es al ejercicio de la hegemonía de un «heptarca» sobre sus colegas. Algo que le permitirá adoptar el título de Bretwalda, equivalente, aunque en un sentido bastante primario, al de emperador de la isla. Italia. Del reino ostrogodo al dominio lombardo.Guía: En Italia, centro del Imperio romano, varios poderes trataron de continuar el gobierno imperial a partir del año 476 cuando desaparece el último emperador de Occidente. El rey hérulo, Odoacro, fue derrotado por Teodorico (493-525) que consigue establecer en el gobierno de la península Italiana a los ostrogodos gracias a sus éxitos políticos y militares, logrando imponerse a las restantes monarquías bárbaras. No obstante, a la muerte de Teodorico el reino ostrogodo sufrió graves problemas internos. A finales del siglo VI, serían los lombardos, quienes se fueron adueñando de territorios italianos amenazando los dominios bizantinos de la península. Gª de Cortazar, 85: Centro del Imperio, la romanidad no es una tradición, sino una vivencia. y como tal operará, por lo menos durante un siglo, hasta la llegada de los lombardos. Hasta ese momento, tres poderes se sucedieron en la península, y en los tres es visible un intento por empalmar con Roma, respetando su obra: Odoacro: fue el primero de ellos, tras deponer al último emperador, 476, aspira se ser un continuador del gobierno imperial, reclutando sus colaboradores entre la aristocracia senatorial. No logro el reconocimiento del emperador de Oriente, juzgado como usurpador, va a recibir la visita de los ostrogodos, a quienes el emperador bizantino, deseoso de mantenerlos alejados de sus fronteras, manda hacia Italia […] Teodorico: segundo poder establecido el Italia tras la desaparición del Imperio […] su reinado conoció dos fases, como su pueblo: en la primera, los ostrogodos son una banda guerrera sin asentamiento territorial […] su amenaza inicial se dirigió contra Constantinopla, desviada por la diplomacia bizantina. Teodorico se encuentra camino de Italia con el cargo de generalísimo de las tropas y la misión de desalojar a Odoacro de la península. Cinco años le lleva cumplirla y unos cuantos más legalizar su situación dentro del Imperio. Para cuando lo consigue, ha comenzado ya la segunda de su reinado: el pueblo ostrogodo se ha establecido en Italia y hay que transformar la banda guerrera en un estado territorial. Teodorico lo consigue más que ningún otro: su respeto hacia la obra de Roma contribuyó a ello. Pero ese mismo respeto ocasiona dificultades: representantes del Imperio y jefe de su pueblo. Teodorico debe de equilibrar poderes a veces contradictorios: exteriormente, es un magister militum, que conserva toda la fachada de la administración imperial, hallando sus mejores colaboradores en nobles romanos, como Boecio y Casiodoro. Íntimamente, es rey de los godos, no de los romanos, y debe mantener una diferencia entre ambos pueblos. En principio, en la organización del reino, con un desdoblamiento de funciones: las militares, reservadas a sus veinte mil guerreros, y las civiles, que competen a los romanos […] Instalados sin violencia, según la hospitalidad, los ostrogodos se concentran en el norte de la península, desde donde siguen una política de tolerancia con los católicos y reconocimiento de la superioridad civilizadora de Roma, en el exterior, una serie de victorias aseguran a los ostrogodos una hegemonía sobre las restantes monarquías bárbaras. Los últimos años del reinado sufren un cambio: sus intentos de concertar una vasta alianza de las monarquías germánicas, bajo la dirección de Italia, se había traducido en un efectivo distanciamiento respecto al Imperio de Oriente, disgustado por las medidas antiarrianas del emperador bizantino, Teodorico se coloca a la defensiva ejerciendo un fuerte autoritarismo […] persecución de católicos. Sus últimos años son tiempos de amargura y rencor. y su figura pasará a la historia en las diferentes versiones de quienes se fijan en una u otra de las facetas de su reinado: ensalzado como conservador del patrimonio romano o vilipendiado como tirano sanguinario. Su ideal, en cambio, sobrevivió a los momentos finales del reinado, y, tal vez por ello, la reconquista bizantina no será Álvarez Palenzuela, 27: La sucesión de Teodorico desembocó en una permanente guerra civil, que sin duda contribuyó a la destrucción del reino por parte de Bizancio El norte de África. Vándalos y bizantinos.Guía: El norte de África al igual que Bretaña había sido la única provincia del Imperio que se había mantenido libre de invasiones, pero en el año 430 los vándalos se adueñan del territorio africano desde donde ejercieron una presión constante sobre las islas y las costas italianas. Su dominio duró un siglo hasta que los ejércitos del emperador bizantino, Justiniano, les derrotaron y pasaron a controlar todos sus dominios. Gª de Cortazar, 83: Durante la guerra civil que, de 428 a 432, ensangrentó el Imperio, los vándalos ocuparon el norte de África, única provincia que junto con Bretaña se había mantenido libre de invasiones, fue la plataforma desde donde estos germanos, se lanzaron a ocupar las islas del Mediterráneo occidental: Sicilia, Cerdeña, Córcega, las Baleares. Estaba en situación de interrumpir el tráfico marítimo y aún de amenazar los suministros a Roma […] Menos romanizados que los visigodos y ostrogodos, los vándalos emprendieron una dura persecución contra los cristianos del norte de África que acabó debilitando las estructuras imperiales en la zona. Nada las reemplazó, ya que la escasa evolución de las instituciones vándalas no lo permitió. Tampoco se intentó, los vencedores ni siquiera habían regulado el reparto de las tierras según las leyes de la hospitalidad, sino según el derecho del triunfador. La transferencia de tierras fue gigantesca y se realizó sin contemplaciones, tampoco las hubo hacia el principio de personalidad de las leyes […] el monarca vándalo nunca dejo de ser el supremo juez de todos sus súbditos; la fuerza de la monarquía descansaba en la Iglesia arriana y el ejército […] imposible aglutinar la población sometida […] al primer ataque de los bizantinos, 534, el reino vándalo se deshizo (Sesma, 60): únicos germanos que poseyeron flota, […] interrumpieron el tráfico marítimo de la metrópoli y el abastecimiento de Roma y acabaron por saquear la ciudad. Sus acciones fueron producto de una deliberado germanismo, enemigo a muerte de la romanidad, frente a la cual esgrimieron un arrianismo militante […] en África, emprendieron una sistemática persecución contra los cristianos católicos y, en general, contra la herencia romana. La desarticulación de las estructuras de gobierno fue total, igual que la de las económicas […] ni la Iglesia arriana ni el ejército vándalo fueron capaces de reemplazar las antiguas estructuras y menos de aglutinar la población sometida, ello explica el éxito de los bizantinos en el año 534 El asentamiento de los visigodos: del reino de Tolosa al de Toledo.Guía: El territorio de la Galia también se hallaba ocupado por otro pueblo bárbaro bastante romanizado, el de los visigodos, hasta el año 507 en que fueron derrotados por el rey franco Clodoveo en Vouillé. A partir de entonces, comienzan a establecerse en Hispania y trasladan su capital a Toledo. A lo largo de los siglos VI y VII se fue creando una cohesión territorial en la península apoyada, posteriormente, en una unidad religiosa en torno al catolicismo. No obstante, la inestabilidad política y los problemas internos en que se vio inmersa la monarquía visigoda facilitaron a comienzos del siglo VIII la entrada de los musulmanes en la península Ibérica. Gª de Cortazar, 87: Los visigodos, Los más fieles aliados de Roma, los más romanizados de los bárbaros, los visigodos, habían compartido con francos, burgundios y romanos el territorio de la Galia. De ella salieron, a mediados del siglo V, para asegurar al Imperio el último respiro: no fueron romanos, sino visigodos, los que, derrotando a Atila, salvaron a Occidente. Poco después serían los suevos las nuevas víctimas del empuje gótico, que garantizaba así su dominio en Hispania. La empresa de la Galia resultó más difícil: convertidos al Cristianismo, los francos contaron con la ayuda de la población católica sometida a sus enemigos; con su colaboración, derrotan a los visigodos y los expulsan. La unidad de la Galia la realizarán los francos, que hasta rebautizan el viejo territorio. La de Hispania, en cambio, ¿se deberá a estos expulsados de comienzos del siglo viola lograrán aquellos suevos, arrinconados ahora en su ángulo noroeste? La fortuna sonrió a los visigodos. Claramunt (p. 24): La expulsión de los visigodos del Mediodía de la Galia tras la batalla de Vouillé los condujo en masa hacia una Hispania ya ocupada por ellos en algunas zonas. La corte de Tolosa se desplazó a Toledo, convertida en los años siguientes en centro político y religioso de cierta entidad. Gª de Cortazar, 87: […] la violencia de la lucha por el poder hace infrecuente la muerte de un monarca en su lecho de palacio y muy breves los reinados. En la vida religiosa, la intransigencia se contagia y pasa de los Claramunt (p. 24): Desde la meseta ya lo largo de medio siglo aproximadamente, los monarcas visigodos procedieron a la unificación política del territorio peninsular. En este sentido, destaca poderosamente la labor de Leovigildo (573-586) al acabar con el reino suevo de Galicia, controlar la Bética, reducir considerablemente la presencia bizantina en el litoral y combatir eficazmente a algunos grupos indígenas (vascones, esencialmente) proclives a la insumisión. La labor de este monarca quedó, sin embargo, ensombrecida por su incapacidad para resolver el problema religioso. Las soluciones que, desde su posición arriana, dio Leovigildo para liquidar las diferencias con la masa de la población católica, chocaron con la oposición del clero hispanorromano y de su propio hijo Hermenegildo. El problema se solucionaría con su otro hijo y sucesor, Recaredo, en 589. Al aceptar, junto con el elemento godo, la ortodoxia católica, daba un paso de gigante en la identificación del Estado visigodo con la Península y con su episcopado. Personajes como San Leandro o San Isidoro habrían de convertirse en los mentores morales y políticos de una monarquía visigoda toledana católica. Los concilios nacionales de Toledo, asambleas religiosas, tendrían también una notable proyección política. En 621, el rey Suintila liquidó los últimos restos de la presencia bizantina en Hispania. Algunos años más tarde, Recesvinto, a través del Liber Judiciorum, culminó una labor legislativa a la que monarcas anteriores (Código de Eurico, Código de Alarico) habían hecho importantes aportes. Sin embargo, el Estado visigodo distaba de ser un edificio sólido. El carácter electivo de la realeza fue un factor de inestabilidad permanente, a pesar de algunas disposiciones reguladoras, como las del VIII Concilio de Toledo. Las grandes facciones nobiliarias dispusieron con frecuencia del trono, hasta tal punto que, entre los francos, se hablaba despectivamente del «morbo gótico» del destronamiento. Wamba fue el último monarca que trató de imponerse a las fuerzas políticas disolventes, al acabar con una grave rebelión nobiliaria extendida en las provincias Narbonense y Tarraconense. El esfuerzo fue en vano, ya que acabó por costarle el trono en 680. Después de treinta años de permanente inestabilidad, ascendió al poder Rodrigo, pronto cuestionado por amplios sectores de la nobleza y por los herederos de su predecesor, Witiza. Éstos, siguiendo las pautas de anteriores conspiradores, solicitaron un apoyo exterior con la esperanza de pagarle con una prudente retribución. En 711, un ejército de varios miles de beréberes musulmanes, al mando de Tarik, derrotó a Rodrigo ante la indiferencia casi total de la masa de población hispánica. Se daba, así, el paso decisivo para la liquidación del Estado visigodo toledano y para la conversión de la Península en una provincia más del naciente imperio musulmán. Economía y sociedad en el occidente bárbaro. Guía: La desaparición del Imperio Romano y las invasiones de los pueblos bárbaros provocaron desde el punto de vista económico una ruptura en la actividad económica, de manera especial en el desarrollo comercial, pues, con la desaparición de las ciudades, se redujo considerablemente el cambio de excedentes y se acentuó la tendencia a la ruralización. Al igual que ocurría en el Bajo Imperio, la propiedad de la tierra se concentraba en pocas manos; como consecuencia de ello, se fue creando un régimen de gran propiedad en el que tendrían cabida una gran masa de campesinos. Gª de Cortazar, 65-66: Occidente, forzada a defenderse de las invasiones, las ciudades se reducen. No son sino puntos de apoyo fortificados de tamaño reducido y poca población. […] Bajo la dependencia del conde o del obispo va cayendo una población urbana cada vez más empobrecida. Los nobles, los mismos reyes bárbaros, viven en el campo, y el ambiente rural se insinúa en las ciudades en una serie de huertos y campos de cultivo. […] el municipio no tiene ya sentido en un mundo rural. Su autoridad, antes respetada, se ve enfrentada y recortada por la de los grandes propietarios latifundistas, verdaderos señores regionales […] la población campesina crece a expensas de la urbana. En Occidente, la influencia rural quedó sin contrapartida eficaz […] La crisis del siglo III había creado un precedente peligro para la libertad de los ciudadanos romanos: agobiados por ella -inseguridad, fisco-, los pequeños propietarios entregan sus tierras a los grandes señores; en adelante serán simples colonos. La concentración de tierras en pocas manos aumenta la importancia económica de los grandes dominios; la fuerza política seguirá ese mismo camino. Al sumar al latifundio ciertos derechos jurisdiccionales y fiscales, la gran propiedad se transforma en un señorío. Sus habitantes pasan a depender del señor, mientras la autoridad del Estado se difumina en la lejanía. El proceso fue más notable allá donde la pérdida de autoridad del Estado fue más definitiva y allá donde la falta de ciudades hacía progresar, sin desequilibrar, la importancia de la vida rural. Por ambas razones, Occidente fue tierra abonada para el nacimiento de un régimen de gran propiedad y de señorío, que Oriente no desconoció. En su disfrute, los grandes propietarios laicos no están solos. Los acompañan las extensas propiedades de la Iglesia, en vertiginoso aumento desde que Constantino permitiera las dominaciones y las eximiera de gravámenes fiscales. Siguió habiendo un tráfico de mercancías de pequeño volumen y gran valor, único para el que estaba preparada la técnica comercial de entonces […] en Occidente, sin ciudades que aprovisionar ni en las que cambiar excedentes, los grandes propietarios procuraron sacar de sus posesiones lo necesario para el consumo. Los mismos procedimientos del Bajo Imperio siguen utilizándose a lo largo de los siglos v y VI. La tierra aparece concentrada en pocas manos, lo que no siempre significa extensos y unitarios latifundios. Más bien, la norma es una dispersión de las parcelas de un mismo propietario, que, para su explotación, las divide en dos conjuntos: -La terra dominicata, que el señor se reserva para su explotación directa, mediante lo esclavos personales o los colonos asentados. Comprende, además de bosques, prados yaguas, la parte más pequeña y feraz del conjunto de tierras dedicadas al cereal o al viñedo. -Los mansos, asiento, sobre todo, de colonos, que ayudan a los esclavos a poner en explotación la terra dominicata. Comprende la mayor parte del área cultivable, y son verdaderas unidades fiscales; para facilitar la rotación de cultivos, cada uno abarca parcelas de tierras de los diversos «suelos» del dominio. Los colonos, además, tienen derecho al aprovechamiento del bosque, de donde toman la leña y adonde envían a alimentarse a sus puercos. La contrapartida de estos disfrutes es el pago de rentas en especie y una serie de prestaciones personales, de cultivo en la reserva del señor o de transporte. Teóricamente libre, la libertad del colono no es sino una ficción jurídica que no engaña a nadie: no puede disponer de su manso, ni abandonarlo, ni buscar mujer fuera del dominio; sometido a su señor, su condición la heredarán sus hijos, a no ser que la eviten mediante la fuga. La compensación la conocemos: la garantía de un medio de vida, no excesivamente gravoso y, en cualquier caso, de agobio limitado. Menospreciada por los demás, esta clase social de colonato, cada vez más numerosa, es la base económica de la sociedad de los siglos V y VI. La explotación de su fuerza física es sistemática en un mundo que no conoce, desde hace siglos, ningún perfeccionamiento técnico. Sólo el molino de agua vendrá, en seguida, a remediar un poco su situación. Conocido, como simple curiosidad, desde el final de la época republicana, su empleo comenzará a extenderse en los siglos que siguen ala desaparición del Imperio de Occidente. Industria de lujo e industria de subsistencia: Mundo fundamentalmente agrícola, era dificil encontrar minorías aristocráticas que conservaran un grado suficiente de gusto en el consumo y excedentes bastantes para cambiarlos por productos de lujo, únicos que podían enfrentar los riesgos de un largo viaje […] Favoreció las transacciones mercantiles con Oriente […] los productos industriales de Occidente apenas si pueden llamarse así. Sólo algunos objetos preciosos, de esmalte, escapaban a la ley general de una industria de subsistencia, de base rural. También en este capítulo, cada propiedad tendió a bastarse así misma: elaboración de pan, vino, cerveza; talleres de carpintería, herrerías; fabricación de vestidos de lana y lino. Lo imprescindible en una comunidad de gusto poco exigente. El ejercicio del comercio era competencia, en Occidente, de un conjunto de negociantes agrupados en corporaciones. Sus miembros más activos, los «sirios», que incluían también griegos y judíos, aparecen en las ciudades de la Galia e Hispania, disfrutando de una protección especial de las leyes y constituyendo comunidades bastante numerosas. Desde las costas hispanas o galas se dirigían a Oriente o recibían en los puertos la visita de los mercaderes bizantinos, de relaciones económicas mucho más extensas. La desaparición de trabas administrativas y la reducción de exacciones fiscales favoreció la circulación; el descenso del gusto y la disminución de los ingresos la restringió. -Las relaciones mercantiles, en consecuencia, existieron, pero fueron muy tenues. En pura teoría, abarcaban todo el espacio conocido: las fuentes proporcionan ejemplos de la utilización de cada vía comercial; en la práctica, los ejemplos no son sino muestras, a veces singulares, que deforman la visión de la densidad real de tráfico. La más alta correspondía al Mediterráneo. Interrumpida la vía danubiana por las alteraciones de la invasión y el establecimiento de los ávaros en sus orillas, la mediterránea fue la única operante. A través de ella, Bizancio cumplía su doble papel, heredado de Roma: consumidor y distribuidor de productos. -Los objetos de comercio son sobradamente conocidos. Están en relación con el nivel de consumo de los importadores y las posibilidades técnicas del tráfico mercantil. Objetos de lujo, especias, ciertos alimentos de calidad y el papiro van de este a oeste del Mediterráneo, mientras esclavos, metales y cereales hacen el recorrido inverso. En conjunto, productos manufacturados frente a materias primas: el déficit permanente lo compensó Occidente con una salida masiva de oro que desmonetarizó el oeste. Sus efectos serán visibles un poco más tarde. Tema 4 Iglesia, religiosidad y manifestaciones culturales en el occidente barbaro Catolicismo y arrianismo. Las primeras herejías en Occidente. – San Agustín. – Organización eclesiástica. – La jerarquía eclesiástica. – El primado de Roma. – La obra de Gregorio Magno (590-604). Génesis del monacato en occidente. – El monacato céltico. San patricio. - El benedictismo. San Benito de Nursia y su Regla. – La evangelización de Britania y Germania. - Centros de creación y difusión de la cultura. – Autores y obras: Boécio, San Isidoro y Beda. Bibliografía: LADERO QUESADA, 130-144. – MITRE: 11-14, 37-44; Historia de la Edad Media. Occidente: 46-47, 54-56. García de Cortazar: 103-114. ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 GARCÍA DE CORTAZAR, SESMA MUÑOZ, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Editorial, 1998 313: Edicto de Milán = Se reconoce la libertad de cultos en el Imperio. El Cristianismo quedaba igualado a las otras religiones 380: Edicto de Tesalónica = El emperador Teodosio decretaba la confesionalidad del Imperio. Se impone el Cristianismo, se prohíbe el paganismo, Entre 451-452 (Concilio de Calcedonia que pone fin a los debates teológicos sobre la naturaleza de Cristo y mediación de León I ante los invasores como representante del pueblo de Roma) y 754 (muere san Bonifacio, evangelizador de los germanos y unción de Pipino II por Esteban II) ⇒ Se crean las bases de lo que será la Cristiandad occidental de la época carolingia y medieval. Durante estos dos siglos parecen existir dos iglesias: la bizantina, apoyada y controlada por el emperador, en medio de una sociedad con una fuerte herencia grecorromana. Y la iglesia de occidente, en la que se abandona la herencia grecorromana para preocuparse de objetivos más inmediatos, como la conversión y los intentos de acomodar el nivel cultural y religiosa de los germanos. La iglesia occidental durante estos tres siglos desarrollara tres grandes procesos: LA PUESTA EN PIE DE UNA ORGANIZACIÓN ECLESIÁSTICA, LA DIFUSIÓN DE UN MENSAJE CRISTIANO Y LA ELABORACIÓN DE UN CORPUS CULTURAL. ARRIANISMO Y ORTODOXIA.Guía: A la caída del Imperio Romano, la Iglesia era una de las instituciones más importantes del ámbito mediterráneo. Sin embargo, tenía que mantener una lucha constante por la ortodoxia, pues de Oriente llegaban numerosas líneas de pensamiento heterodoxo conocidas como herejías. Entre ellas destacaba el arrianismo, que profesaban los visigodos que llegaron a la Península Ibérica. Otra cuestión candente era la discusión sobre si la primacía de la Iglesia estaba en Roma o en algún otro de los grandes centros cristianos, como Jerusalén. La cuestión se zanjó también en esta época con el triunfo de la sede romana. (MITRE, 11): Las herejías, que San Pablo, en la primera Epístola a los Corintios, definió como «bandos», fueron tomando cuerpo en el seno de la Iglesia a medida que ésta se iba expandiendo y, consiguientemente, trataba de establecer un cuerpo doctrinal coherente […] Sin embargo, durante los primeros siglos de la Era Cristiana, las diversas herejías no llegaron a crear iglesias paralelas a la oficial. Este peligro surgió con la crisis arriana del siglo IV […] Arrio, presbítero de Alejandría, volvió a plantear en toda su crudeza, hacia el 318, el tema de las relaciones Padre-Hijo. En un intento de salvaguardar la unidad de la divinidad, Arrio desvalorizó la figura del logos encarnado, marcando la superioridad ontológica del Padre. Cristo quedaba convertido, así, en una especie de intermediario, superior a los hombres, pero inferior al Padre. La expansión de la doctrina arriana provocó un rápido desgarrón en la cristiandad del oriente mediterráneo. Por iniciativa de Constantino y de su consejero Osio, se reunió un magno concilio en Nicea (325). Arrio fue desterrado y los padres conciliares se lanzaron por la vía de las solemnes proclamaciones doctrinales: Cristo era definido como consustancial (homousios) al Padre, fórmula ésta de procedencia erudita, no escrituraria. Nicea no puso fin a la polémica. Por el contrario, la agudizó: en Antioquia, por ejemplo, en el 362, se podían detectar hasta cinco facciones religiosas que iban desde la ortodoxia niceana radical hasta el anhomeísmo, la tendencia más dura del arrianismo. La intervención en la polémica de los emperadores herederos de Constantino no consiguió solucionar el problema. El patriarca Atanasio de Alejandría sufrió varios destierros por parte de autoridades filoarrianas y se convirtió en el símbolo viviente de la más rígida ortodoxia. (MITRE, 12): […] Teodosio, profundamente católico remató la decisión del edicto de Tesalónica con la celebración de un segundo gran concilio: el de Constantinopla del 381. Los principios proclamados en Nicea fueron ratificados, condenándose el arrianismo en sus distintas manifestaciones. Los bastiones heréticos de Sirmio y de Milán fueron, a su vez, desmantelados en los años siguientes gracias a la actuación de San Ambrosio […] el arrianismo había manifestado algo de lo que anteriores herejías habían estado lejos: una extraordinaria vitalidad que lo sacó de los círculos estrictamente académicos para llevarlo a la captación de amplias capas de la sociedad. Esta vitalidad se manifestó también en otro ámbito: entre los germanos acantonados al otro lado del «limes». Ulfilas, clérigo arriano consagrado obispo en torno al 341, se convirtió en apóstol de los godos, que se encontraban por aquella fecha al noreste del Danubio. Traductor de algunos textos de la Biblia al gótico, Ulfilas instruyó a sus discípulos bárbaros en los aspectos más sencillos del arrianismo. Así, cuando los visigodos y otros pueblos rompieron, a finales del siglo IV, las defensas del Imperio, se produjo una revitalización de la herejía con los consiguientes problemas de convivencia. (LADERO, 131): Antes de que ocurriera la plena integración del siglo VII en las condiciones de la barbarie altomedieval, las Iglesias católicas han conocido, salvo en Francia, y superado, el problema del arrianismo que practicaban los germanos políticamente dominadores, en gran medida como medio de salvaguardar su cohesión de grupo frente a la inmensa mayoría de provinciales católicos pues, en general, arrianizan al tiempo o poco antes de entrar en contacto con el Imperio: los visigodos en Mesia (382-385), los vándalos en Hispania (409-417), como los suevos, los burgundios entre 413 y 416, los ostrogodos en Panonia (456-472), los lombardos en torno al 500 […] El arrianismo proporcionó a los vándalos en el N. de África un motivo de continua persecución contra la jerarquía episcopal católica desde 429, que culminó en deportaciones masivas después del sínodo de Cartago del año 484, en el que participaron 470 obispos católicos, y en la resistencia de Fulgencio, obispo de Ruspa, en torno a 507: fue una de las facetas de la actitud vándala que más contribuyó a destruir los fundamentos de la romanidad norteafricana al atacar a los obispos como partícipes de la gran propiedad y del recuerdo de Roma. El motivo religioso era, evidentemente, más pretexto que causa verdadera. El arrianismo de algunos pueblos germanos, en resumen, obedeció más a motivos políticos y de identidad que no "propiamente religiosos, fue en general pacífico y tolerante con los católicos” al contrario que el oriental, y nada proselitista, seguramente debido a su misma función de resguardo del germanismo ya la escasa preparación de su clero. El mero hecho de que admitiese la coexistencia de cultos. que el catolicismo rechazaba por principio. es ya sumamente revelador . (LADERO, 132) Los burgundios adoptaron una postura tolerante, hasta la conversión de Segismundo, heredero del trono, en 505, bajo la influencia de Avito, obispo de Vienne. Los ostrogodos guardaron la misma posición de absoluto respeto, hasta que Teodorico consideró que la ortodoxia era un modo de añorar el régimen imperial y promover su restauración: la persecución anticatólica que ocurre en los años finales de su reinado tiene un contenido mucho más político que religioso. Lo mismo puede decirse, sin abandonar Italia, de los lombardos, para quienes el catolicismo tenía resonancias imperiales, lo que retrasó su conversión hasta que el influjo de la reina consorte Theodelinda, comienzos del siglo VII, y la conveniencia de una mayor aproximación al Papa lo aconsejaron en tiempo de Ariperto (653-661). La unidad de fe culminó en 671. Antes, el arrianismo lombardo se mostró a veces casi tan virulento como el vándalo, debido a la proximidad del eje imperial Roma-Rávena, pero la actitud de la Iglesia italiana fue siempre mucho menos hostil y combativa que la adoptada siglo y medio atrás por la norteafricana. […] los visigodos habían adoptado la misma solución. En sus acciones respecto al clero católico se observan los mismos deseos de tolerancia. Alarico II respeto a sus obispos, incluso convocó a su petición sínodos […] y sólo persiguió las muestras de afecto político hacia el Imperio o hacia los francos, como las del obispo de Arlés, Cesáreo. Una vez en Hispania, no rompieron aquella línea de acción más que ante la amenaza de los bizantinos, instalados en el S.E., y debido al deseo de buscar la unidad confesional como base de coherencia política. La actitud de Leovigildo responde a este criterio, así como la revuelta de su hijo Hermenegildo en Hispalis (Sevilla) fue interpretada, ya entonces, en un sentido probizantino. La solución de Recadero respondía a los deseos y a la conveniencia de la mayoría, y de ahí el éxito de su conversión al catolicismo y del reconocimiento de éste como religión del Estado (III Concilio de Toledo, 587). (LADERO, 131): Las tareas pastorales estuvieron en función de las posibilidades que la época ofrecía. El siglo VII es, en Francia, una época de degradación para la vida cristiana de clérigos y laicos: ignorancia, falta de modelos de piedad y santidad, concubinato del clero, intromisión de conceptos mágicos en la fe, mientras que los obispos intervienen en las querellas políticas internas, descuidan por completo sus funciones jerárquicas y cesan en la celebración de sínodos. En época de Carlos Martel, primera mitad del siglo VIII, se llega al fondo de la decadencia y la intervención seglar permite, incluso, la secularización de las ricas propiedades eclesiásticas: las sedes francas disponían hacia el año 700, tal vez, de la cuarta parte de la tierra cultivada. El modelo de evolución es bastante distinto en Hispania, a pesar de las numerosas intervenciones regias en las elecciones episcopales. En primer lugar, por la frecuencia de contactos exteriores, aunque esporádicos, con el clero norteafricano y griego en el siglo VI, con Roma en diversos momentos (primer cuarto del siglo VI, época de Gregorio I a fines de la misma centuria). Pero, sobre todo, por la tendencia a formar una Iglesia «nacional», fundamentada en la cohesión del corpus o collegtum episcopal, en el siglo VII, por sus frecuentes concilios provinciales y nacionales, en los que se forma una doctrina canónica extensa y se perfecciona los aspectos litúrgicos y de disciplina, por la intervención colectiva en la vida política. El nivel intelectual y profesional del episcopado hispanovisigodo se mantuvo, así, alto hasta la extinción del reino. LAS PRIMERAS HEREJÍAS EN OCCIDENTE Guía: Desde los primeros siglos de la Era Cristiana fueron surgiendo diversas herejías que no llegaron a tener gran trascendencia hasta que en el siglo IV aparece la doctrina arriana y se produce una ruptura en el seno de la cristiandad, aunque tuvo su origen en Oriente, pronto se extendió por otros lugares. A pesar, de haber convocado en Nicea un concilio para poner fin a estas creencias, el arrianismo había sido admitido por amplias capas de la sociedad. En Occidente también se produjeron otros movimientos heréticos de importancia: donatismo, pelagianismo y el priscilianismo, herejía hispana promovida por Prisciliano, obispo de Ávila. Las herejías propiamente dichas son fruto del Oriente cristiano. Los intentos de las nuevas comunidades por definir exactamente el dogma, en términos lógicos y filosóficos, condujeron a numerosas disputas. En Occidente las más importantes fueron: (MITRE; 12): El arrianismo, al igual que las grandes querellas teológicas -bien cristológico, bien trinitario-, tuvo su caldo de cultivo en Oriente. Esta zona, en efecto, había conocido un más temprano desarrollo de la especulación filosófica, y el nivel cultural medio de las masas de su población era sensiblemente superior al de la otra cuenca del Mediterráneo. El Occidente, sin embargo, conoció también el desarrollo de movimientos heréticos, aunque su componente doctrinal poco tuviera que ver con el de las querellas surgidas en las provincias orientales. Así, el donatismo, que llegó a adquirir una fuerza inusitada a lo largo de los siglos IV y V, logró crear toda una iglesia paralela a la oficial en el norte de África. Heredero de las viejas tendencias rigoristas, el donatismo defendió la idea de que los sacramentos sólo eran válidos si los administraban clérigos dignos. La defensa de una Ecclesia spiritualis frente a la corrompida Ecclesia carnalis fue un lema movilizador que captó las simpatías de ciertas capas sociales de desheredados: los circumcelliones, que habrían de poner en jaque a las autoridades romanas y a la Iglesia oficial en diversas ocasiones. El priscilianismo, herejía típicamente hispana, sigue siendo objeto de encontradas opiniones. La ejecución de su promotor, Prisciliano, obispo de Ávila, en la ciudad de Tréveris, en el 385, por orden del usurpador Máximo, le convirtió en «la primera víctima de la actuación del brazo secular al servicio de la Iglesia». Al margen de sus controvertidos componentes doctrinales -elementos gnósticos, rigoristas, creencias ancestrales de las masas rústicas-, algo queda fuera de duda: el arraigo popular de la herejía en algunas regiones, como Galicia. Aun en el Concilio provincial de Braga del 561, se tendrán que promulgar severas disposiciones contra ciertas creencias calificadas, acertadamente o no, de priscilianistas. Con todo, el pelagianismo sería la herejía típica del Occidente con mayor enjundia doctrinal. Pelagio, monje bretón al que su oponente, San Agustín, calificaría de vir sanctus, […] El pecado original había sido una cuestión puramente personal no transmisible a la humanidad, por tanto, la salvación no era resultado de la gracia sino de las propias capacidades del hombre. Defendía la práctica de una moralismo ascético por parte del cristiano SAN AGUSTÍN Guía: Frente a estas herejías, surge una figura excepcional que luchará contra el creciente error doctrinal, San Agustín, obispo de Hipona. En su brillante obra, especialmente en De Civitate Dei, llevó acabo una reflexión sobre el cristianismo exculpándole de los desastres del Imperio. De origen pagano, hasta que en 386 recibe el bautismos (ver su obra Confesiones). Obispo de Hipona desde 395. Su obra intelectual le convierte en el primer teológo de Occidente. Su gran preocupación es la lucha contra el error doctrinal, de ahí sus escritos sobre la gracia, el pecado original, el libre albedrío, etc., que le enfrentan al pelagianismo. Enfrentado abiertamente a los donatistas, no tuvo problemas en acudir a las autoridades civiles. De Trinitate: alegato contra los errores del arrianismo y exposición doctrinal del tema que se va a convertir en oficial para la teología occidental. De haeresis: opúsculo que constituye un inventario de todos los errores doctrinales surgidos hasta su época. De Civitate Dei, su obra más importante. Varias ideas aparecen nítidamente en el pensamiento historiológico agustiniano. La primera, sin duda, la que le llevó a la redacción del texto es la exculpación del cristianismo frente a quienes lo consideraban culpable de los desastres del Imperio, y en especial, del saqueo de Roma por Alarico (410). Para San Agustín es preciso encuadrar venturas y desgracias dentro del amplio contexto del auge y declive de toda construcción humana, y particularmente de los imperios. Hay que descubrir el verdadero sentido de la Historia no tanto en esas vicisitudes en sí, como en el enfrentamiento, desde los orígenes de los miembros de dos comunidades, más místicas que físicas: la Ciudad de Dios y la Ciudad de los hombres. Al cambio de seis edades (iniciadas en Adán), la humanidad caminará hacia la séptima, es el momento del sábado y descanso perpetuo, que lo será de la felicidad para unos y del castigo perpetuo para otros. San Agustín murió (430) en Hipona, en esos momentos Genserico y sus tropas estaban a punto de entrar en la ciudad. Su muerte cierra una época y da paso a otra. ORGANIZACIÓN ECLESIÁSTICA. LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Guía: Después de la disolución del Imperio Romano en Occidente, las primeras comunidades cristianas que se habían ido formando fueron organizándose en estructuras jerarquizadas, separadas del Imperio, pero tomando de éste ciertos aspectos de su organización. De tal modo que tomando como base la ciudad y su entorno, estructura administrativa del Imperio, se constituyó dentro de la estructura eclesiástica, la diócesis, a cuyo frente estaría el obispo, bajo cuya autoridad se crearon una serie de ministerios. El control de los obispos lo ejercía el obispo metropolitano quien, a su vez, estaba encargado de convocar los sínodos provinciales. A lo largo de estos primeros siglos medievales se fue imponiendo la primacía del Pontificado romano. León I fue el primer pontífice que gobernó toda la Iglesia. (Sesma, 73): La Iglesia había calcado su organización sobre la civil del Imperio, estableciendo los arzobispados al frente de las provincias eclesiásticas y los obispos en las ciudades de las mismas […] había media docena de ciudades, consideradas sedes apostólicas, es decir, fundadas por apóstoles de Cristo, con un rango superior a las demás […] En Occidente, sólo Roma tuvo este rango, lo que facilitó el ascenso de su obispo a la primacía de las sedes occidentales, a pesar de la resistencia de Oriente […] Las diferencias entre las dos partes del Imperio se agudizaron con las invasiones, creando dos espacios. En occidente el fortalecimiento de la hegemonía del obispo de Roma fue indiscutida. La Iglesia también se adaptó a las características de la sociedad romano germana: fortaleza de las aristocracias y privatización de las relaciones sociales, se convirtió en el poder y fuerza de los obispos, paralelamente a la proliferación de iglesia privadas, propias de las grandes familias, a falta de una red parroquial ⇒ Los obispos fueron los únicos que se mantuvieron al frente de ciudades y territorios cuando el Imperio Romano de Occidente desapareció. (Mitre, 37-38): La Iglesia tomó del lenguaje común los vocablos con los cuales designó a las personas encargadas de encuadrar a las masas de fieles: presbítero (el más antiguo), obispo (epicopos = vigilante), diácono (servidor). En principio, el obispo era simplemente el presidente del presbyterion o consejo presbiterial. Sin embargo, va adquiriendo un papel relevante desde comienzos del siglo II, momento en que las comunidades cristianas dejan de tener un carácter puramente escatológico para adquirir el cultural. En el momento de la transición del mundo antiguo al medieval, la estructura de gobierno adquiere unos caracteres definitivamente oligárquicos: el obispo ya no será elegido tanto por el clero y el pueblo de la diócesis como por el clero y los laicos más influyentes. […] El celibato, en principio no obligatorio, fue instado en el concilio hispano de Elvira hacia 309 y por Osio en el concilio de Nicea de 325. Habrá, sin embargo, de recorrerse un largo camino hasta que este propósito -al menos en Occidente- se convierta en realidad (Ladero, 130): Desde el s. VII la cristiandad vive importantes modificaciones […] el desarrollo de las denominadas iglesias regionales, que suelen coincidir con el espacio política de cada reino bárbaro. Todas ellas tendrán su leyes y liturgia propias, aceptaran sin reservas la primacía de Roma en honor y doctrina […] en el plano organizativo la figura clave es el obispo, por lo que es importantísimo la modificación en los procedimientos electorales para proveer sedes. De la primitiva elección por clero y pueblo se pasa al nombramiento en reunión de obispos de sedes próximas bajo la presidencia del metropolitano […] en Hispania a la designación por el primado con la aquiescencia real. Todo ello supone una intervención creciente de los poderes seglares, aristocráticos y regios, en los nombramientos episcopales […] Desde sus sedes, los obispos fueron creciendo en prestigio y autoridad, lo que favoreció el intervencionismo del poder laico en su designación. Los obispos dejaron de ser elegidos por el clero y el pueblo de la diócesis, para serlo de una forma más o menos directa por los reyes y por los grandes señores. Junto al aumento del poder temporal de los obispos se desarrollo de la gran propiedad eclesiástica, los bienes indivisibles por la falta de repartos sucesorios, eran el patrimonio de los pobres, del que el obispo era su administrador (teóricamente). El aumento de los obispados eran signos del proceso de la organización de la iglesia y de la difusión del mensaje cristiano. Las iglesias habían nacido en las ciudades, con la ruralización de la sociedad aparecieron las iglesias rurales ⇒ iglesias parroquiales = con pila de bautismo y un párroco nombrado por el obispo; otros eran templos subordinados al parroquial con menos competencias canónicas y económicas. El obispo realizaba visita pastoral todos los años, presidía en Pascua el sínodo diocesano al que todos los clérigos habían de acudir. Las iglesias privadas: A pesar de la legislación, las relaciones privadas entre patrono, clérigos y bienes anexos predominan sobre la jurisdicción episcopal. Los patronos además de conservar la propiedad del templo, nombraban a los curas y evitaban el control episcopal. EL PRIMADO DE ROMA (Sesma, 76-77): La estructura social y eclesiástica de los reinos germánicos junto con la falta de comunicación entre Roma y los reinos desarrolló las particularidades en las distintas iglesias. La irlandesa con su interés por la disciplina y su base monástica, la hispana con el apoyo real desarrollo una liturgia propia , etc. Parecía poco probable el desarrollo de una jefatura efectiva por parte del papado, pero poco a poco se fue abriendo paso. Se consiguió a través de la elaboración de una doctrina de primacía del obispo de Roma sobre los demás obispos, que ya estaba creada en tiempos de León I (Atila) y que él mismo fortaleció, junto a la debilidad de las formulaciones teóricas del ejercicio del poder por parte de los reyes germanos. La desaparición del poder político unificado en Occidente, permitió al Papa presentarse como la máxima autoridad en la antigua capital del Imperio. Si la primacía del obispo de Roma fue aceptada por los germanos, en cambio en Oriente fue más complicado. Por una parte estaba la sede de Constantinopla deseosa de reivindicar el carácter universal de su autoridad. A lo que se añadió el enfrentamiento entre Roma y Bizancio por el problema monofisita, que llegó a provocar un pequeño cisma que duró treinta años. Gelasio I (492-496) Envía carta al emperador Anastasio en la que propone una de las teorías políticas de más éxito en occidente, la teoría de las dos espadas: El reconocimiento de la superioridad auctoritas pontificia sobre la potestas regia a la hora de cumplir las obligaciones de todo poder político, que según el Papa eran el alcanzar los objetivos morales que la propia Iglesia propusiera, defendiendo la independencia de los eclesiásticos respecto a los emperadores. (Ladero, 138): La situación de los papas como obispos de Roma dificultó a menudo en aquellos siglos su relación continua con otras sedes occidentales y la concreción en hechos de su primacía honorífica y doctrinal, aunque, como hemos visto, supieron impulsar el gran fenómeno misionero del que surgirían nuevas Iglesias directamente relacionadas con Roma. No obstante, los papas viven en un estado de sujeción política excesivo con respecto a Bizancio, primero por el intermedio ostrogodo, luego directamente, y, desde finales del siglo VI, bajo la amenaza militar de los lombardos. Su sede actúa como metropolitana en toda la Italia suburbicaria, pero los intentos de vincular a otros obispos como vicarios apostólicos apenas surtieron efectos prácticos: lo fue el de Tesalónica desde finales del s. IV y después algunos occidentales, según se ha indicado. Los papas de los siglos VI y VII adquieren paulatinamente todo el gobierno civil y judicial de la ciudad de Roma y amplían las propiedades de su sede en Roma, Italia del S., Sicilia, Córcega y Cerdeña. Siempre bajo la protección bizantina se entendía, ya en el siglo VII, que las tierras entre Orvieto y Terracina eran patrimonio jurisdiccional de la sede apostólica, enlazadas con el exarcado bizantino de Ravena a través del corredor Perusa-Todi. De hecho, la sede romana se mueve en relación, a veces tensa, con los emperadores de Constantinopla. Desde 484, en el que el papa Félix III depone al patriarca constantinopolitano Acacio, por sus declaraciones pro-monofisitas, hasta 519, se vivió un pequeño cisma. Poco después Teodorico, como representante imperial, intervino tanto en la elección del papa Simmaco como en su posterior procesamiento. Los bizantinos depusieron a uno de sus sucesores, Silverio, en 537, y desde entonces hasta 590 el emperador ratificó siempre a cada nuevo obispo de Roma después de su elección. El mismo Gregorio I (590-604), sin duda el pontífice más relevante de aquellos siglos, había sido prefecto imperial de Roma hacia 575 y alto funcionario en la corte bizantina entre 579 y 585, antes de su elección para el papado. La mayor parte de los 20 papas que hubo en el s. VII fueron griegos, del S. de Italia o sirios, y Roma se convirtió en refugio, por entonces, de emigrados que huían del dominio islámico. Aunque dentro del ámbito político y cultural bizantino, los papas de aquel siglo se ocuparon mucho más de cuestiones relativas a la cristiandad occidental y, sobre todo en la segunda mitad, aumentaron su influencia efectiva en ella. La conversión de los lombardos alivió la amenaza potencial que pesaba sobre ellos; el fin del dominio bizantino en Roma y Rávena y la coyuntura del cambio de dinastía en Francia, entre 720 y 745, serían decisivos para la plena integración del papado con Occidente, como cabeza de su devenir eclesiástico y político. LA OBRA DE GREGORIO MAGNO (590-604) Guía: No obstante el gran papa del Medievo fue Gregorio Magno (590-640) quien supo organizar a la Iglesia en su conjunto, estableciendo en Roma la base de su gobierno y puso las bases de la que serían, en un futuro, los Estados Pontificios, cuya situación era precaria debida a la continua llegada a Italia de pueblos invasores, fortaleciendo la jefatura papal en Occidente. Se dio cuenta de que el destino histórico del Papado estaba ligado al de la Europa occidental. Este pontífice destacó por ser un excelente administrador, hábil diplomático y hombre de gran visión. Promovió, asimismo, una gran labor evangelizadora. Fue el estimulador de un programa que sus predecesores habían puesto ya en marcha de forma fragmentaria. Intelectualmente, la herencia de san Agustín y ciertos aspectos de la filosofía griega. Doctrinalmente, la independencia respecto Bizancio, la primacía papal en Roma, en Italia y en Occidente. Difundió los principios del agustinismo político: el derecho de la autoridad espiritual a proponer objetivos a la autoridad secular de los reyes. Regula pastoralis: estimula la acción de hombres que supieran combinar la vida ascética y contemplativa del monje y la actividad evangelizadora del misionero en la tarea de convertir a los europeos. (Sesma, 78): Gregorio I el Magno ((590-604) fue el estimulador de un programa que sus predecesores habían puesto en marcha. Trabajó con tres líneas: Intelectualmente, la herencia de San Agustín y ciertos aspectos de la filosofía griega. Doctrinalmente, la independencia respecto a imperio bizantino, la primacía papal en Roma, en Italia, donde trabajaba para construir el Patrimonii Petri y en Occidente donde difundió los principios del agustinismo político, esto es, el derecho del poder espiritual a proponer objetivos a la autoridad secular de los reyes […] Espiritual y pastoralmente, un episcopado menos preocupado por el poder y la riqueza y más atento a los deberes de su ministerio. Estos los concretó Gregorio Magno en la Regula pastoralis, texto que estimulaba la acción de los hombres que supieron combinar la vida ascética y contemplativa del monje y la actividad evangelizadora del misionero […] GÉNESIS DEL MONACATO EN OCCIDENTE Guía: Paralelamente, dentro de las corrientes religiosas que llegaban a Europa desde Oriente hay que destacar el monacato, que conoció un gran desarrollo en el mundo céltico, al que cristianizó. La orden más importante surgida en Occidente fue la benedictina, fundada por San Benito de Nursia. Finalmente, se realizará una revisión de los principales centros culturales, autores y obras. Ya desde el siglo III y dentro del cristianismo fueron apareciendo las primeras comunidades de monjes, cuya influencia se dejaría sentir, posteriormente, en Occidente. Sus orígenes no son bien conocidos pues únicamente tenemos noticias del monacato cuando ya se había consolidado. De todas las corrientes monásticas dos son las que cobraron mayor fuerza: la céltica y la benedictina. En Irlanda el monacato alcanzó un especial desarrollo especialmente después de la labor evangelizadora de San Patricio. Mientras, en Italia otro personaje San Benito de Nursia estableció la estructura monástica de acuerdo a una Regla, "Regula monachorum", por el fundada que fue seguida por los monjes benedictinos, referencia de todas las reformas monásticas del Occidente medieval. A finales del siglo VI comenzó la actividad misionera en Inglaterra, momento en el que se inicia un nuevo proceso de evangelización ya que el cristianismo no había sobrevivido al proceso de germanización de la isla. A lo largo del siglo VII la intensa actividad de los monjes se dejo sentir por el centro de Europa donde se crearon importantes sedes episcopales. (LADERO, 133): Los modelos monásticos de origen oriental introducidos durante el siglo V continuaron difundiéndose en la Europa bárbara, sin atenerse a regla o patrón fijos. (Álvarez, 52): En un primer momento se intentó una climatización de las prácticas orientales […] el gran impulsor del monaquismo oriental en las Galias fue Martín de Tours, que lo desvió hacia modalidades cenobíticas […] a destacar el gran centro monástico de la isla de Lerins en Provenza, auténtico foco monástico en las Galias de los siglos V y VI […] allí se redactaron unas normas de vida monástica de gran influencia, las de Casiano (Álvarez, 53): En Hispania, el movimiento monacal era antiguo, ya en el V hay atestiguados monasterios urbanos y rurales en la zona nordeste […] se intensifica en el VI, y durante el VII mostrará una gran singularidad […] hacia el 560-70, se fundó el monasterio Servitano (posiblemente en la actual prov. de Cuenca) por monjes procedentes de África, su importante biblioteca, traída por los fundadores, tuvo una gran trascendencia en la Hispania visigoda, a mitad del VI se funda el de Dumio (Braga) por el monje Martín, de gran influencia en la conversión de los suevos […] en esta época se sitúa la hipotética penetración del monaquismo irlandés, con la fundación de Britonia (cerca de Mondoñedo) (LADERO, 133): En el siglo VI redactó una regla Juan de Biclaro, y en el VII otras, conservadas, Isidoro de Sevilla y Fructuoso de Braga. Las más notorias se contenían en el codex regularum, que servía de orientación a cada abad y a los monjes que acudían al cenobio, en el momento de fijar el pacto o condiciones de su mutua relación en la vida monástica. San Fructuoso, además, reorganizó el monacato del N.O. a mediados del s. VII. dando vitalidad a la Sancta communis regula, por la que se regían la mayoría de los monasterios del antiguo reino suevo desde un siglo atrás, muy probablemente según el modelo irlandés, y que los vinculaba en una especie de federación, con reuniones mensuales de los abades, bajo la égida del abad-obispo o episcopus sub regula, de Dumio. (LADERO, 134) En Galia proliferaron las fundaciones según los modelos de Lerins y San Víctor de Marsella. En ocasiones eran comunidades de clérigos seculares, y otras fundaciones regias, como el monasterio femenino de San Juan aux Alyscamps (Poitiers), donde profesó Santa Radegunda (m. 587), abadesa de más de 200 monjas y entusiasta recolectora de reliquias. Se calcula en unos 200 los monasterios que habría en el reino franco a comienzos del siglo VII, todos ellos más lugares de refugio religioso que no centros de cultura. EL MONACATO CÉLTICO. SAN PATRICIO (LADERO, 134): El monaquismo irlandés reconoce también directas influencias orientales pero presenta una trascendencia histórica muy peculiar. Ante todo, porque en tomo a él se organizó la cristiandad céltica en Irlanda, aislada del resto de la Iglesia durante más de un siglo. (Álvarez, 53): Según la tradición irlandesa, posterior al siglo V, Patricio (389-461), un bretón educado en Italia y Lerins, procedería a la primera cristianización de la isla […] a falta de grandes ciudades […] en Irlanda el Cristianismo se difundiría y organizaría más sobre la base de los grandes monasterios rurales que de los obispados […] El monaquismo irlandés se caracterizó por su extremado ascetismo de origen oriental y su desprecio por la vida eclesiástica secular, (Ladero, 134-35) Él fundó los primeros monasterios en Armagh, hacia 444, donde estableció su sede episcopal. A lo largo del siglo VI otros monjes, bretones emigrados en su mayor parte, continuaron la tarea, estableciendo otros […] y las fundaciones de San Columbano (521-597), (Álvarez, 53): al que se atribuyen 41, entre ellas Iona (563) frente a Escocia, desde el que dirigió la evangelización de pictos y scotos. Compondrá una regla de enorme dureza, bajo la que se regirían las fundaciones monásticas realizadas por el Santo en los Vosgos, con Luxeil a la cabeza y Bobbio en Italia […] La Iglesia irlandesa se organizó a partir de las comunidades familiares, clanes y tribus, a las que se adaptaron las fundaciones monásticas, nutridas con individuos surgidos del mismo grupo. Al no haber diócesis territoriales, los abades disponen de un poder mucho mayor que el de los obispos, a menudo monjes sujetos a ellos. El monasterio está formado por cabañas en tomo al templo, de madera, los monjes solían ser expertos leñadores, dentro o cerca de alguna fortaleza clánica. La ascesis es extrema, pero compatible con una sensibilidad poética hacia la naturaleza y sus seres, y con el estudio, en especial de la Sagrada Escritura, que practicaron los principales fundadores, de modo que el uso culto y litúrgico del latín se extendió y conservó en el seno de una cristiandad que jamás había empleado aquella lengua. La autoridad de los abades, verdaderas «reglas vivientes» del grupo, era absoluta, y los penitenciarios muestran una dureza que sorprende si no se tiene en cuenta lo rudo del medio social donde se imponían con el ánimo declarado de reeducarlo y conducirlo hacia conductas más compatibles con los ideales cristianos, aún aceptando que el milagro y el prodigio fuesen un elemento más de la vida cotidiana. La cristiandad irlandesa fue el primer éxito de la Iglesia en un mundo enteramente bárbaro. Sus misioneros podrán, así, ejercer una influencia mucho mayor en la evangelización o, simplemente, en la vida eclesiástica de otras tierras y gentes, donde predominaban el celtismo o el germanismo sobre la herencia cultural romana. Comenzó esto a ocurrir en Francia e Italia desde finales del siglo VI debido a la tozuda iniciativa de San Columbano (540-615) y sus colaboradores, inyectaron un entusiasmo renovador, primitivo y céltico a la Iglesia franca, a menudo en pugna con sus obispos, tanto por cuestiones litúrgicas como por el criterio del santo, que no conocía el concepto de diócesis territorial ni el respeto debido a la jerarquía episcopal, y pretendía aplicar las normas de conducta y acción propias de su mundo irlandés. En 590 fundó Luxeuil, en los Vosgos, como punto de partida para sus acciones. Expulsado de Francia por la reina Brunequilda hacia 610 regresó a Italia y estableció el monasterio de Bobbio, cerca de Pavía (614). Mientras San Gall fundaba el monasterio de su nombre junto al lago Constanza y consolidaba la conversión de los alemanes que habitaban en aquella área. En los años siguientes el monacato irlandés. al modo de Luxeuil. se extendió en el reino merovingio: monasterios femeninos de Faremoutiers ( 625) y Jouarres ( 630), masculinos de Saint-Ouen (645). Fontenelle (649). Jumieges (645) y Corbie (657). Muchos de ellos se fundaban con la colaboración de grandes aristócratas territoriales. con lo que venían a ser un indicador más de la profunda ruralización que estaba ocurriendo en la Francia del siglo VII, y adoptaban ya reglas en las que los elementos irlandeses se mezclaban con otros benedictinos que acabarían imponiéndose. EL BENEDICTISMO. SAN BENITO DE NURSIA Y SU REGLA. (Ladero, 135): Hacía ya cien años que la regla benedictina había comenzado su prolongada trayectoria, que definiría de modo preponderante siete siglos de historia monástica europea. San Benito de Nursia (480-547) recibió la educación propia de un romano rural de familia acomodada. Comenzó sus experiencias monacales en Subiaco, a los 20 años, según modelos orientales, y fundó Cassino en 529 […] Allí escribió su regla hacia 534. Próxima en muchos puntos a otra llamada «Regla del Maestro», cuya autoría se discute. La «Regla de los Monjes» de San Benito preconizaba un nuevo estilo monástico, comunitario, moderado, práctico, muy propio del espíritu latino y alejado de los extremos ascéticos e individualistas del monacato oriental y del irlandés. Sus posibilidades de adaptación al mundo rural europeo eran excelentes, pero tardaron en desarrollarse. El monasterio es un cenobio de personas organizadas para el servicio divino (Schola Dominici Seruici), bien como monjes plenos, bien como oblatos. La comunidad es una familia a cuyo frente el abad hace funciones de padre, al modo romano, y admite la clientela de los campesinos próximos al monasterio. Aunque los poderes del abad son discrecionales, ha de ejercerlos con prudencia y afecto, buscando el consejo de la comunidad en caso preciso, de modo que su acción sea una ayuda y guía para los monjes, cuyas relaciones se basan en la caridad. El monasterio benedictino se convierte, según la regla, en un reducto de derechos individuales dentro de un mundo dominado por la servidumbre campesina, pero rechaza toda experiencia opuesta al orden y la disciplina del grupo. Los deberes personales y comunitarios se fundan en el principio de que el cuerpo ha de ser tratado de modo que pueda ser soporte adecuado para una vida de mayor perfección. Los monjes practican la austeridad. pero no la miseria en su comida y vestido, la obediencia al abad, aunque sin vejaciones, hablan poco -tacitumitas- sin considerar que el silencio absoluto sea de por sí una virtud, como ningún otro extremo. Viven cada día según el tiempo solar, al modo campesino: de seis a nueve horas de sueño, seis u ocho de trabajo manual (Opus Manuum), tres y media a cuatro de rezo comunitario (Opus Dei) y otro tanto de rezo individual o lectura (Lectio Divina). Su vida monacal es continua, pues apenas pueden abandonar el cenobio, pero compatible con los deberes de hospedaje y enseñanza hacia personas ajenas a la comunidad. Hay, en suma, un acento de equilibrio y mesura, dentro del cauce monacal. tendente a asegurar que la naturaleza humana pueda abrirse hacia la perfección que San BenIto imaginó. (LADERO, 136): Unos años después, Casiodoro, al cabo de su prolongada actividad cultural y política, se retiró a Squillace, en sus posesiones calabresas, y fundó el monasterio de Vivarium (553) del que fue oblato hasta su muerte. Casiodoro introduciría sus propios ideales culturales en el benedictismo incipiente: en sus Institutiones divinarum et saeculartum litterarum, valoraba los estudios profanos como propedéutica para la mejor comprensión de la Biblia, y la copia de textos como parte del opus manuum, a desarrollar en los scriptoria monásticos. En 581 los lombardos destruyeron Monte Cassino, que no sería restaurado hasta 720, y en todo el siglo VII no se fundó en Italia ningún monasterio de tipo benedictino, pero la semilla prendería gracias a la obra del papa Gregorio I (590-604), monje él mismo, y biógrafo de San Benito, que enviaría a Inglaterra misioneros para conseguir la evangelización de sus gentes. El benedictismo inglés conquistaría el continente para su regla desde el último tercio del siglo LA EVANGELIZACIÓN DE BRITANIA Y GERMANIA. (LADERO, 136): En la Inglaterra dominada por los germanos no sobrevivió el cristianismo y fue preciso un proceso nuevo de evangelización, que comenzó cuando el Papa Gregorio I organizó la misión del monje Agustín (m. 604) y su grupo de compañeros, cuyo resultado sería la creación de una Iglesia inglesa relacionada muy estrechamente con Roma. Su actividad misionera comenzó en 595, en el reino de Kent con la conversión de su rey Ethelberto, casado ya con una princesa franca católica, y de la aristocracia. Agustín fundaría en el año 600 la sede y el monasterio benedictino de Canterbury. La misión progresó aprovechando la posibilidad de cristianizar costumbres, fiestas y lugares de culto pagano. Surgieron los obispados de Londres y Rochester, y en 627 el de York, tras la conversión del rey Edwin de Northumbrla, y a pesar de la reacción pagana del rey Penda de Mercia, en los años siguientes. El mayor obstáculo sería, sin embargo, la rivalidad entre clero de obediencia romana y monjes celtas. Mientras los continuadores de Agustín cristianizaban Kent, Essex, Wessex, East-Anglia e incluso parte de Northumbria, los irlandeses procedentes de lona instalan un monasterio en Lindisfarne entre 635 y 640, autorizados por el rey Oswald de Northumbria, y actúan como misioneros en este reino y en el de Bernicia; destaca entre ellos la figura de San Aldan. Poco después establecerían el monasterio dúplice de Whitby. Precisamente en él se celebró el fundamental sínodo de 664, presidido por el rey Oswy , en que los Irlandeses reconocieron la autoridad de la sede romana, y su liturgia y organización, Irlanda se adhirió a sus cánones en 704, lona en 716, los celtas de Gales y Comualles, a mediados del siglo VIII. Inmediatamente Roma envió un metropolitano, el griego Teodoro de Tarso (de 668 a 690), que desde su sede de Canterbury organizó en pocos años la administración eclesiástica con ayuda del abad norteafricano Adrlano y del anglo Benito Biscop: quince obispados, organización local en minster (monasterium), que ejercen el papel de parroquias, abundancia de iglesias privadas y fuerte monacato benedictino. Los monasterios nuevos se convirtieron rápidamente en centros culturales de importancia: así, San Agustín de Canterbury, o Jarrow y Wearmouth en Northumbria. Con todo, la organización de la Iglesia inglesa no concluiría hasta la época de Egberto, obispo de York, (m. 766), organizador de su famosa escuela episcopal, que promovió un fuerte aumento del número de sacerdotes y obispados, así como la traducción al sajón del pater noster y credo. CENTROS DE CREACIÓN Y DIFUSIÓN DE LA CULTURA. Guía: Las invasiones germánicas también trajeron consigo un cambio en la vida cultural. Pervivió, en términos generales, la cultura clásica, aunque con ciertas variantes, y al mismo tiempo aparecían nuevas formas de cultura intelectual en la que los elementos germanos jugaron un papel muy escaso. Durante los siglos VI y VII se crean centros culturales donde se van a establecer los fundamentos intelectuales de la Europa medieval. Figuras tan destacadas como Boecio, San Isidoro o Beda el Venerable van a contribuir con sus estudios a impulsar los trabajos de las primeras escuelas y centros de saber de la Edad Media (LADERO, 137): La cristianización fue total en Italia, después de la conversión de los lombardos, y permitió cierto renacimiento monástico: Monte Cassino fue reconstruido por ..el monje inglés Willibaldo, discípulo de San Bonifacio, en 720. Farfa, Nonantola o San Vicente del Vulturno fueron otras fundaciones principales. En España no quedan núcleos paganos a comienzos del s. VII, ni tampoco en Francia al S. de la línea Amiens-Tréveris-Colonia. Más al N. era tierra de misión que fue cubierta durante aquel siglo y la primera mitad del VIII. Por una parte destacó, en áreas de la actual Bélgica, la obra del franco San Amando como episcopus ad predicandum. Por otra, en amplias zonas del N. y E., la acción de monjes irlandeses seguidores de San Columbano y San Gall, que ya habían actuado en el área del lago Constanza, a menudo en colaboración o competencia con misioneros austrasianos. Así surgieron las sedes episcopales de Constanza, Augsburgo, Basilea, Coire, Strasburgo, Freisinga, Salzburgo a fines del siglo VII, cuando ya era cristiana toda Suabia, y buena parte de Baviera, a partir de algunas de las sedes citadas y del monasterio de Reichenau, que fundara el irlandés Pirminio. En Hesse y Turingia el avance fue más tardío: el obispo celta Kilian trabajó en Wurtzburgo y su área, hacia 680, y poco después los misioneros austrasianos fundaron San Pedro de Erfurt. Desde finales del siglo VII se añadió a estas iniciativas un nuevo impulso protagonizado por monjes anglosajones. Wilfrido, obispo de York y antes monje de Ripon, intentó una primera evangelización de Frisia hacia 670. Veinte años después, su discípulo Willibrod, obispo instalado en Utrechtdesde 695, la reanudó con ayuda de los aristócratas austrasianos, hasta su fallecimiento en 739 y a pesar de las fuertes reacciones paganas de los años 714 a 719. A partir del 720 trabaja la figura central de la misión alemana, Winfrith o Bonifacio (672/5-754), formado en monasterios de Wessex, que comenzó su labor en Frisia junto a Willibrod y fue consagrado obispo misionero en Roma por el papa Gregorio II en 722 in familtaritate sedis apostolicae. San Bonifacio completó la evangelización y dotó de organización eclesiástica a todas las tierras de la actual Alemania S. y Suiza central, según el modelo romano y con total independencia del episcopado francés, cuya hostilidad hacia el monje misionero fue patente durante los años de Carlos Martel, aunque tuvieron que trabajar bajo su guía en los de Pipino el Breve para la gran tarea de reforma de la Iglesia franca a partir de 741 que, entre otras cosas, completaría la expansión del benedictismo en el país. San Bonifacio había actuado en Turingia y Hesse, entre 722 y 731, y fundado allí el monasterio de Fritzlar. En 732 fue promovido como arzobispo de Alemania, con sede en Maguncia, y en 738 a la condición de legado pontificio para la Iglesia franca. Reorganizó o estableció sedes en Turingia, Hesse, Franconia y Baviera: Wurzburg, Erfurt, Passau, Freisinga, Salzburgo y Ratisbona, entre otras, estableció o renovó hasta 60 monasterios, como Fulda, murió intentando la evangelización de los frisones en 754. (LADERO, 140-141): La supervivencia de las escuelas de tipo clásico fue muy prolongada, en los diversos reinos bárbaros. aunque siempre de forma agónica porque su clientela, se reducía a los círculos mas selectos de la aristocracia provincial de origen romano. Incluso bajo los vándalos las escuelas de Cartago reanudaron su actividad a fines del siglo V. Justiniano las protegió tras la conquista y hasta finales del siglo VII continuaron su actividad. En la Italia ostrogoda la continuidad fue absoluta gracias a la protección de Teodorico y a pesar de las desgracias causadas por la «guerra gótica» parece que las medidas legales tomadas a favor de la enseñanza por Justiniano en 541 no fueron enteramente baldías durante los decenios siguientes, al menos en el área bajo dominio bizantino. En Galia. sobre todo al S. del Loira y en Hispania, las escuelas públicas desaparecieron en los primeros decenios del s. VI. pero la enseñanza continuó a cargo de preceptores privados al servicio de la aristocracia laica. Gramática, retórica, derecho y medicina continuaron enseñándose hasta bien entrado el siglo VII, o hasta la invasión islámica, en el caso de Toledo, y dieron lugar a una literatura interesante, a veces de epígonos, a veces, sin embargo, maestra de la nueva cultura clerical y monástica. Los estudios de derecho y su práctica no se abandonaron en los países donde sobrevivía la herencia administrativa de Roma y su derecho aplicado por jueces, notarios y abogados, y lo mismo cabe decir de la medicina, siempre en Italia. Hispania y Galla del S. El futuro estaba abierto, sin embargo, a la cultura cristiana, ya desde antes de las invasiones. Los centros y escuelas clericales y monásticas se encargarían de desarrollar sus posibilidades sin negar la herencia clásica de la que se beneficiaban. Las escuelas episcopales y parroquiales proliferaron ante la ruina de las escuelas clásicas para asegurar la formación de los candidatos al sacerdocio, que debían vivir bien en la domus écclesiae, en torno al obispo, según el concilio de Toledo de 527, bien en torno a cada sacerdote párroco en las zonas rurales (concilio de Vaison, presidido por Cesáreo de Arlés, año 529 y concilio de Mérida, 666). Las escuelas monásticas tenían un origen más antiguo, puesto que existieron desde un comienzo en Oriente, para la instrucción moral y ascética de niños novicios, pero en las reglas occidentales se pone mucho mayor énfasis en los aspectos Intelectuales que le han de acompañar a la lectio divina. según se indicó al hablar de la influencia de Casiodoro sobre el primer benedictismo. Aquellos sacerdotes y monjes querían ser a la vez guías morales y agentes de una instrucción elemental. «que pretende satisfacer necesidades inmediatas: leer, escribir, conocer la Biblia, si es posible de memoria, al menos los Salmos, y un mínimo de erudición doctrinal, canónica y litúrgica. Nada más. La cultura occidental se hallaba en pleno estiaje» (H. I. Marrou). Pero aquellas escuelas tenían características nuevas, fundamentales para la cultura medieval. Primero. porque mezclan desde el comienzo instrucción religiosa, moral y literaria, cosa que la escuela clásica había desconocido. También, porque la atención al educando tiene en cuenta diversos conocimientos empíricos sobre la psicología infantil y juvenil según se lee en diversos autores monásticos: no se trata sólo de instruir, sino también de consolidar una fe personal, y, en tercer lugar, porque, a diferencia de lo que ocurría en Oriente, su proyección social es mayor al admitir entre sus educandos a niños y jóvenes que no eran llamados al sacerdocio o el monacato. Aquella fue una de las pocas vías que algunos laicos tuvieron para alcanzar instrucción a medida que se extinguía la enseñanza de tipo clásico. La otra, reservada a miembros de la aristocracia, era la vida en las Cortes reales, donde se mantenían algunas formas de creación y difusión cultural y de instrucción administrativa adaptadas a las necesidades y funciones de aquellas clases dominantes. AUTORES Y OBRAS: BOÉCIO, SAN ISIDORO Y BEDA. Beda el Venerable (673-735), santo, monje e historiador inglés. Nacido en Jarrow donde vivió toda su vida, en su monasterio, aunque tuvo corresponsales en toda Europa. En unos 45 libros que pueden considerarse científicos, históricos, biográficos y teológicos, reunió todo el saber de su época sobre física, música, filosofía, gramática, retórica, aritmética y medicina. Compilador escrupuloso y uno de los primeros en señalar las fuentes utilizadas, escribió en latín, ha sido llamado el padre de la historia inglesa, su principal obra Historia eclesiástica de la nación inglesa. En 1988 fue proclamado doctor de la Iglesia (LADERO, 141): El interés que se otorga a los escritores y centros culturales de los siglos VI y VII no estriba tanto en su importancia creadora como en el hecho de que allí se pusieron los fundamentos intelectuales de la Europa medieval. En la Italia de Teodorico se dieron buenas condiciones de cooperación y mecenazgo respecto a letrados de formación romana. Boecio (480-525), yerno del senador Simmaco y vinculado así a una de las grandes familias italianas, intervino en política con la ambición de traspasar a su acción los principios que había estudiado en los textos latinos y griegos. Fue, en efecto, el último letrado romano que por su buen conocimiento del griego, intentó la difusión de la filosofía y la ciencia helénicas en Occidente. A él se debe la invención del nombre cuadrivium para designar a las cuatro artes liberales (aritmética. música, geometría. astronomía) […] que serían empleadas en todas las escuelas europeas desde el siglo IX y conocidas posteriormente con el nombre de Logica Vetus. Boecio intentó combinar el método lógico aristotélico y los principios neoplatónicos en sus propias reflexiones teológicas que son el origen de la teología medieval, incluso en su aspecto instrumental porque aquel autor elaboró un «latín técnico» y unas definiciones muy útiles paras aquellas especulaciones tanto en diversos opúsculos como en su famosa De consolattone philosophiae. escrita en prisión, al término de su vida. que fue una de las introducciones a la reflexión filosófica más leídas en la Edad Media. (LADERO, 141): El senador Casiodoro (485-583 aprox.), al servicio de Teodorico desde 507, fue el principal defensor de las escuelas clásicas en la Roma de su época, e intentó que utilizasen sus métodos para difundir el estudio público de las Sagradas Escrituras. Su ensayo de escuela superior en Roma (Monte Caelio) no pudo desarrollarse debido a la guerra, que estalló en 535, pero la idea renacería veinte años después, cuando, dedicado ya al monacato, funde Vivarium, traduzca a Flavio Josefo y Juan Crisóstomo, desarrolle en sus Insttutiones y en sus Enrrationes in Psalmos, su idea sobre la fusión entre los estudios profanos y los sagrados al servicio del saber, cuya máxima y más completa expresión es la Biblia. Poco antes de su muerte, al escribir un tratado sobre ortografía y trascripción de textos, Casiodoro facilitó un útil de trabajo fundamental para los copistas de los escritorios monásticos medievales. (LADERO, 142): Con la obra de Gregorio Magno (543-604), aristócrata romano, monje y papa, se cierra el ciclo de autores italianos de la época bárbara relevantes para el futuro cultural europeo. Gregorio conoce todavía perfectamente la tradición intelectual enseñada en la escuela clásica, los modos correctos de escribir y hablar y no rechaza la virtualidad de aquellos instrumentos pero sólo como medio de alcanzar los ideales eclesiásticos y monacales, que son los que realmente le preocupan. Fue un autor prolífico -se conocen 848 cartas suyas-, que propuso normas de conducta en escritos muy leídos durante los siguientes siglos. Busca la perfección de la vida monacal, la Regula Pastoralis trata del arte de ser obispo y viene a ser el primer «Espejo» o manual de moral profesional. El mismo afán adoctrinador se observa en sus Diálogos, vidas de santos entre las que se cuenta la de Benito de Nursia, y en muchas cartas: en alguna de ellas define con claridad el papel de los reyes, agentes de la religión y la moral cristianas, cuyo servicio legitima su poder. Roma siguió actuando como hogar cultural notable en la Italia del siglo VII debido a la riqueza de sus manuscritos y a su atractivo como centro de creación litúrgica y de peregrinación pero sin producir figuras de relieve. Como tampoco las hubo en las cortes lombardas hasta que se completa la conversión al catolicismo, cuando los reyes Cunincperto (688-700) y Liutprando (713-744). por ejemplo, protegen en Pavía a la escuela episcopal, los scriptoria, y los grupos de notarios públicos, gramáticos, médicos y arquitectos. En Galia, como después en la Francia merovingia, no hubo autores de importancia comparable a los que hemos mencionado. En los primeros momentos, algunos obispos mantuvieron una actividad cultural de tipo clásico notable, bien colaborando con los invasores o bien al margen de ellos. Los casos de Apolinar (430-485), Avito, León de Narbona o Cesáreo de ArIes, en el tránsito al siglo VI, son los más notorios. Ya bien establecido el reino franco, escritores virgilianos como Gregorio de Tours o Venancio Fortunato, ambos en el siglo VI, tienen sobre todo un valor testimonial, útil para la historiografía contemporánea. La Corte juega también algún papel como centro intelectual, pero las tradiciones culturales antiguas decaen más rápidamente que en otros reinos, hasta casi nada, en el último tercio del siglo VII, cuando la difusión del monacato irlandés y benedictino inicia un nuevo ciclo cultural. África del N. fue un centro principal de cultura religiosa entre los siglos V y VII, y un vehículo transmisor de influencias orientales, tanto hacia Italia como hacia Hispania, donde, por ejemplo, se instalan monjes norteafricanos, a finales del siglo VI cerca de Valencia, otros en Mérida, con una buena biblioteca, y refuerzan así las manifestaciones culturales hispanas que culminarán, después de la conversión de los suevos y de los visigodos. en la formación de un grupo de hombres cultos, monjes y obispos casi todos, capaz de mantener durante el siglo VII una actividad intelectual y literaria sin parangón en el resto de Europa, con la pretensión de continuar las tradiciones romano cristianas. Es preciso, no obstante, señalar también algunas figuras del VI. en sus últimos decenios sobre todo, como las del historiador de Leovigildo y del III Concilio de Toledo. el godo Juan de Biclaro (aprox. 540-621), o las de Justo de Urgel, Eutropio de Valencia, Liciniano de Cartagena, Severo de Málaga, Aspringio de Beja, el mismo Martín de Dumio, y Leandro de Sevilla, que residió algún tiempo en Constantinopla. (LADERO, 143): Isidoro, obispo de Sevilla hacia el 600 (m. 636), comenzaría seguramente sus estudios en la biblioteca monástica y episcopal de su hermano Leandro, donde abundaban los títulos de poetas paganos, Cicerón, Salustio, Marciano Capella y diversos manuales escolares latinos. Los mismos que le servirían más adelante para redactar, durante diez años, sus Etimologías u Orígenes la obra más leída de todas las creaciones altomedievales, en que también están presentes los diversos Padres latinos. Las Etimologías se componen de veinte libros: gramática, retórica, quadrivium, medicina, derecho, lengua, política y sociedad, ciencias y técnicas, saberes sobre Dios, los ángeles, la Iglesia, las sectas y religiones […] y lo hacía en la misma línea, aunque en un nivel menos creador, que San Agustín o Casiodoro. La difusión de las Etimologías por los monjes irlandeses y anglosajones hará de ella el libro de estudio más utilizado en los siglos siguientes. Entre los principios que lo inspiran cabe destacar la idea de que la palabra encierra toda la realidad de la cosa a la que designa, cognoscible a través del análisis etimológico y simbólico. Es, casi, la futura postura de los realistas. Y, también, la concepción del tiempo como fluido degradador en el que envejece la realidad, nunca más plena que en sus orígenes. Esta visión escatológica de un mundo senecto que espera su fin es común con otros pensadores de la época, como Gregorio I. En otros aspectos Isidoro de Sevilla fue también un notable historiador y escritor político, que supo expresar la realidad de la nueva Hispania como ámbito unitario bajo la dirección de la realeza visigoda. El «renacimiento isidoriano» se prolongó hasta las postrimerías del reino godo gracias a los letrados que se formaron en Toledo y en otras escuelas y bibliotecas episcopales y monásticas, sobre todo las de Sevilla, Mérida y Zaragoza, Eugenio II (+ 657) Idelfonso y Julián de Toledo, (+690), o, en el plano de la literatura ascética, Fructuoso de Braga (m. 667) y Valerio del Bierzo (m. 695). Su obra poética, exegética y teológica destaca mucho más por el atenimiento a los cauces antiguos que por la originalidad, trabada por el excesivo respeto a la tradición y por el mismo carácter minoritario y muy cerrado de aquel grupo de intelectuales. El cristianismo celta irlandés desarrolló un interés sorprendente hacia el latín como lengua imprescindible para la liturgia y la lectura de la Biblia, dentro de unas condiciones de aislamiento notables con respecto al resto de Occidente. Llegan así sus monjes a manejar un latín correcto pero culterano y aberrante, como el que se utiliza en los llamados Hisperica Famina, compuestos a mediados del siglo VII, ya desplegarse una notable actividad literaria en centros monásticos como Clonard o Bangor. Por entonces, Irlanda comienza a conocer la obra de autores continentales, sobre todo Isidoro de Sevilla, y sus monjes, sobre todo los de Lindsifarne y Whitby. entran en contacto con la corriente cultural traída a Inglaterra por los misioneros romanos, y ambas cristiandades, la anglorromana y la céltica, se aproximan al continente, a través de Roma, sobre todo después de la conciliación de 664 en Whitby, o de los monasterios irlandeses instalados en Francia e Italia, Luxeuil y Bobbio sobre todo, que han adoptado ya la regla benedictina. Así, a finales del siglo VII, cuando la invasión islámica hace que los centros culturales europeos se alejen irremediablemente del Mediterráneo clásico, surge un «Mediterráneo nórdico» a orillas del Mar del Norte y canal de la Mancha, en el que pondrán los primeros jalones culturales el monaquismo y las escuelas catedralicias anglosajonas, potenciadas por los reformadores eclesiásticos que actuaron después de 664, y por el ejemplo del nuevo renacimiento cultural irlandés, que alcanza su apogeo en el último tercio del siglo VII, cuando Cenn Faeland (m. 679) escribe la primera gramática irlandesa. La obra realizada en los monasterios de Kildare, Arnlagh, Bangor e lona sorprende, sobre todo, por su cantidad. (LADERO, 144): En aquel ambiente surgió la figura de Beda el Venerable (672-735), que vivió en el monasterio de Yarrow desde los trece años y escribió, gracias a su biblioteca, una cuarentena de obras. sobre gramática. cómputo y cronología, historia, exégesis, hagiografía y ciencias. En su De natura rerum expurga las Etimologías isidorianas de los componentes paganos que aún conservaban. Su Historia ecclestásttca gentis Anglorum sigue también la línea historiográfica del polígrafo hispalense. En Beda, los datos culturales son ya sólo productos de la cristianización, y su simplicidad, muy poco creativa, corresponde al modelo de saber elaborado en los siglos N al VIII, con abandono progresivo de las sutilezas y complejidades intelectuales del mundo tardorromano. Es una cultura instrumental que, a través del monasterio, ha encontrado su sitio en un mundo nuevo y prescinde incluso de las artes liberales como propedéutica para el estudio bíblico, salvo la gramática. Beda murió cuando traducía al anglosajón el Evangelio de San Juan. Su discípulo Egberto fue obispo de York e impulsor de su famosa escuela catedralicia, en la que se formaría Alcuino, nacido en torno al 730, principal figura del renacimiento cultural carolingio (LADERO, 144): Entre Boecio y Beda la cultura literaria, de la mano de clérigos y monjes, ha recorrido un largo camino, coherente con la fragmentación del mundo occidental, con la pobreza de sus recursos económicos, la primitiva organización de sus relaciones sociales y la inmersión en ellas del cristianismo. Fue, sin embargo, el camino necesario para que la Iglesia la pusiese a su servicio y efectuase una primera síntesis de lo que parecía necesario conservar de la cultura antigua como instrumento para la exaltación de la fe y la adecuada lectura del Libro revelado. si la cultura de la época bárbara tiene, a pesar de su pobreza y falta de iniciativa creadora, algo nuevo, es precisamente, el haber sentado las bases y coordenadas sobre las que se desarrollarían, como datos previos e indiscutidos, las actividades intelectuales de la nueva civilización durante siglos. Tema 5 Imperio romano de oriente desde Teodosio hasta comienzos del siglo VIII. Eslavos y persas I.- El imperio romano de oriente desde Teodosio hasta Justiniano. Los problemas religiosos y sus implicaciones sociales y políticas. El reinado de Justiniano (527-565). Política de reorganización interna. Organización interna. La obra legislativa. Política exterior: reunificación mediterránea y actitud defensiva frente a eslavos y persas. La evolución de las querellas religiosas. La primera edad de oro: renovación cultural y artística. Los sucesores de Justiniano hasta Heraclio II.- Origen y expansión de los eslavos. Eslavización de los Balcanes III.- El imperio persa sasánida. Organización política, económica y social. Religión y civilización. Bibliografía: Ladero: 73-74, 150-161. Claramunt: 26-36, 45-52. García de Cortazar: 116-117, 144120. Cabrera: 37-53. ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 Atlas Duby: 38-39. 194-195 GARCÍA DE CORTAZAR, SESMA MUÑOZ, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Editorial, 1998 I.- EL IMPERIO ROMANO DE ORIENTE DESDE TEODOSIO HASTA JUSTINIANO Guía: En la división del Imperio hecha por Teodosio en el año 395 correspondió a Arcadio la parte oriental del mismo estableciendo su capital en Constantinopla. Quedaron bien diferenciadas, a partir de entonces, dos áreas culturales que seguirán caminos diferentes. El oriente Romano disfrutó de un largo periodo de tranquilidad durante el gobierno de los sucesores de Arcadio. A lo largo del siglo V, durante el gobierno de la dinastía Teodosiana y de la dinastía Tracia, iniciada en el año 457 con la llegada al poder de León I, se reorganizaron las finanzas y el ejército, y se disfrutó de una relativa calma al no sufrir el empuje de los pueblos germanos. El Imperio romano de Oriente se apoyó y fundamento sobre los principios cristalizados en el s. IV: la autocracia imperial y la centralización del Estado basada en una fuerte, entrenada y numerosa burocracia. El imperio romano de oriente desde Teodosio hasta Justiniano. 395 División del Imperio: parte oriental (Constantinopla) y occidental (Rávena). Parte Oriental: en principio la más amenazada por las invasiones: visigodos, hunos y ostrogodos fueron desviados a la parte occidental Desmoronamiento de la parte occidental = oficialmente en 476 cuando Odoacro (hérulo) envía las insignias imperiales a Constantinopla, al emperador Zenón. Dinastía Teodosiana (395-457) (MITRE, 28-29): Su primer soberano, Arcadio, heredó a los diecisiete años la parte oriental del Imperio de su padre Teodosio. Hombre de débil carácter, Arcadio fue muy influido por personajes de la Corte que le resolvieron la amenaza de los godos, aunque no lograron acallar las denuncias de San Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, enfrentado a la emperatriz Eudoxia, de origen franco. Durante los cuatro últimos años de este reinado, gobernó el prefecto del pretorio Antemio, que administró prudentemente el Imperio y ejerció como regente del nuevo soberano Teodosio II (408-450) hasta 414. La política de Antemio en esos diez años, cruciales para el Imperio Oriental, consistió, en primer lugar, en rechazar a los hunos de los Balcanes, combatir a los bandidos isáuricos y reforzar la flota del Danubio para prevenir nuevas incursiones del norte, al tiempo que se fortificaban las ciudades ilirias. Constantinopla se rodeó en 413 del célebre muro teodosiano, que se conserva, y que incluyó a los nuevos barrios situados a extramuros de la muralla de Constantino. A la muerte de Antemio, la augusta Pulqueria, hermana mayor del emperador Teodosio II, fue quien gobernó el Imperio gracias a su inteligencia y ambición. Teodosio II, de acuerdo con el emperador de Occidente Valentiniano III, promulgó en 438 un Código de leyes en el que se clasificaban los edictos de los emperadores cristianos y se sentaba la nueva base de la futura jurisprudencia bizantina. También en este reinado se fundó en Constantinopla una Alta Escuela, que impropiamente se podría equiparar a una universidad, pero que, con sus veintiocho cátedras, fue el contrapeso cristiano a las todavía existentes Escuelas de Atenas. En política exterior, se alivió la constante presión del Imperio persa sasánida firmándose la llamada Paz de los Cien Años entre Bizancio y Persia en 422, si bien en el frente occidental la presión de los hunos fue constante, llegando a devastar los Balcanes y exigiendo un cuantioso tributo (441-447). Al morir Teodosio II sin hijos, heredó la corona su hermana Pulqueria, quien asoció al trono al veterano general Marciano (450-457), con quien contrajo matrimonio nominalmente. Marciano, en su corto reinado, rechazó pagar el tributo a los hunos aprovechando la muerte de Atila. Extinguida la dinastía teodosiana, el Imperio de Oriente quedó a merced de un general bárbaro, el alano Aspar, de religión arriana, que promovió como emperador aun subordinado suyo, León I (457-474), que inició la dinastía tracia (457-518). Los problemas religiosos y sus implicaciones sociales y políticas. Guía: Durante el gobierno del emperador Anastasio (491-518) aparece uno de los movimientos más importantes cuyas consecuencias se dejaran sentir en los gobiernos posteriores. La rivalidad entre dos bandos influyentes se hizo más fuerte y arrastró tras de ellos a grupos importantes de la población. Los "Azules" defensores de la ortodoxia, contaban con el apoyo de la aristocracia senatorial y los "Verdes", pro-monofisitas, apoyados por los mercaderes y funcionarios. Cuando muere Anastasio sin dejar descendencia, accede al poder Justino, (518-527) soldado ilirio, quien dio comienzo al gobierno de la dinastía que conducirá a Oriente a uno de los momentos de mayor apogeo político que culminará en el reinado de su sobrino Justiniano con la restauración del Imperio Romano. CLARAMUNT : Nestorianismo: Rechazado el arrianismo en el Concilio de Nicea, el problema se traslada, desde el punto de vista teológico en como se unen en Cristo las dos naturalezas, la divina y la humana. Al problema teológico se unieron cuestiones de precedencia y rango en los títulos de los patriarcados. El Nestorianismo siguió al arrianismo. Nestorio sostenía que Cristo era un hombre en el que había ido a habitar la divinidad. Sus dos naturalezas aparecen radicalmente separadas. La Virgen no era madre de Dios, sino del hombre en quien Dios quiso encarnarse. Esta teoría hacía peligrar la redención humana: al ser obra exclusiva de un hombre, carecía de méritos infinitos para su aplicación universal. El mayor ataque contra el nestorianismo partió de Alejandría, no sólo por cuestión religiosa, sino por el interés de Cirilo de someter a Nestorio. El triunfo fue de Alejandría. Los nestorianos fueron desterrados y propagaron su visión hasta la India y China Monofisismo El sucesor de Cirilo en la sede de Alejandría, llevo al extremo las ideas defendidas por Cirilo, llegando a definir que en Cristo había una sola naturaleza, la divina. El Concilio de Calcedonia las condenó. Pero se unieron a los sentimientos independentistas de las provincias orientales del Imperio. (ÁLVAREZ, 74-77): A finales de la década de 420, empezaron a emitirse opiniones acerca de la doble vertiente humana y divina de Cristo […] Establecido el hecho de que Cristo era Dios (Concilio de Constantinopla, 381) […] Igual que el problema trinitario, la nueva discusión afectaba directamente a la esencia del Cristianismo, pues si había un decantamiento doctrinal hacia el predominio de la naturaleza humana, el sacrificio de la cruz carecía de trascendencia, ya que era básicamente un hombre el que moría, si la balanza se inclinaba a favor de la divinidad de Cristo, su pasión no era plenamente redentora del género humano, al ser esencialmente Dios el que se sometía a un dolor […] La controversia fue iniciada por Nestorio, patriarca de Constantinopla desde 428, […] al negarse a denominar a María “madre de Dios” (theotokos), sino sólo madre de Cristo (Christotokos), consideraba inaceptable que María hubiera engendrado a Dios. Esto implicaba la distinción en la persona de Cristo de dos naturalezas, indisolublemente conjuntadas, pero de actuación separada […] (Sesma, 98): el nestorianismo ponía en duda el valor universal de la redención, al estimarla obra de un hombre y no de un dios. Fue condenado en el concilio de Éfeso del año 431. (Álvarez, 74-77): encontró el rechazó de Pulqueria (hermana del emperador) y de Cirilo, patriarca de Alejandría, que encontró en la oposición doctrinal una forma de encauzar las diferencias entre ambos patriarcados y las divergencias con el de Antioquia de donde provenía Nestorio. El papa León I, influido por la versión de Cirilo, condenó a Nestorio en un sínodo romano de 431. El emperador, Teodosio II, se inclinó por Nestorio, aunque acabó predominando la opinión de Pulqueria. El emperador dictaminó que la controversia se dirimiera en un concilio a celebrar en Éfeso (431). Las sesiones, iniciadas sin la presencia de la delegación de Antioquía y de los legados papales, dieron la razón a Cirilo: la indisoluble unión de las naturalezas en Cristo, […] ello autorizaba a dar a la Virgen en título de “madre de Dios”; los legados papales aceptaron y Nestorio fue depuesto; la delegación de Antioquía se negó a suscribir los cánones, su patriarca Juan finalmente aceptó, pero la postura de Nestorio, radicalizada generó una corriente herética, que creó una iglesia propia en un sínodo celebrado en Persia (486). Paralelamente, la doctrina aprobada, con algunos puntos poco claros, generó en una interpretación radical: el monofisismo, que a partir del V rompería el poder aglutinador que la religión había tenido en Oriente […] en torno al 450 se empezó a interpretar la postura de Cirilo de forma extrema: reconocimiento de una única naturaleza de Cristo, la divina, que en torno al siglo VII empezó a ser denominado monofisismo. El principal divulgador fue Eutiques, monje de Constantinopla […] en el concilio de Éfeso (449) se aceptaron las propuestas monifisitas […] un nuevo concilio celebrado en Calcedonia (451), condenó a Eutiques y elaboró una nueva declaración doctrinal frente a monofisismo: distingue con nitidez dos naturalezas, humana y divina, en la persona de Cristo, cuya relación se expresó negativamente, son confusión, división, separación o cambio. El nestorianismo se expandió más allá del Imperio, el segundo arraigó fuertemente en Egipto y en distintos lugares de Siria y Palestina, donde se mezcló con sentimientos extra religiosos y pervivió hasta la conquista musulmana. (ÁLVAREZ, 85-86): El Cristianismo, de ser un fenómeno de unidad […] se transformó en causa de división, desde el momento en que regiones enteras interpretaron Calcedonia, no sólo como afrenta a sus creencias, sino como desprecio de Constantinopla a unos sentimientos regionales […] desde el poder se intentó alguna línea de acercamiento al monofisismo, aunque con poco éxito […] el emperador Zenón intentó solucionar el problema promulgando un edicto de unidad (Henotikon) en 482: se condenan los extremismos de Nestorio y Eutiques, se aceptaba la doble naturaleza de Cristo, sin entrar en disquisiciones sobre la relación entre ellas […] La solución dejó insatisfechos a ambas partes: los monjes egipcios la vieron como una traición a sus principios, el patriarca de Antioquia como rendición de los principios de Calcedonia, el Papa condenó el edicto en 484 y destituyó al Patriarca de Constantinopla (Acacio) por motivos doctrinales y también jurisdiccionales, en los que se iniciaba la lucha por la primacía, se abrió un periodo de ruptura de relaciones entre Roma y Constantinopla, conocido como el Cisma de Acacio, que duró hasta el 519, cuando el emperador Justino II anuló el decreto del Henotikon. (Álvarez, 87): Muerto Zenón, fue elegido por la emperatriz Anastasio, oscuro funcionario de la corte […] superador los problemas para asentar su poder, a fines de su reinado surgieron revueltas de carácter religioso y, a lo largo de todo él, desórdenes urbanos de etiología incierta, ligados a los distintos grupos opuestos en que se agrupaban los asistentes a los hipódromos […] (Álvarez, 89): Anastasio, mantuvo una línea de continuidad respecto a Zenón con un decantamiento final hacia el monofisismo, […] respuesta violenta en Constantinopla (nov. 512), Anastasio llegó a ofrecer su renuncia al trono en el hipódromo […] Poco después estalló una grave revuelta en los Balcanes, zona claramente defensora de la ortodoxia de Calcedonia, y que fue centro de problemas durante todo el reinado de Anastasio […] la radical división religiosa, ahondada progresivamente desde 451, expresiva de profundas diferencias culturales, fue el gran tema sin resolver del Oriente romano. Las terceras vías propuestas por Justiniano y Heraclio tampoco fueron alternativa viable. Paradójicamente, sólo la traumática amputación final, producida por la conquista árabe de Siria, Palestina y Egipto en el siglo VII, consiguió dar al resto del Imperio unidad religiosa […] El reinado de Justiniano (527-565). Guía: Justiniano (527-565) llevó a cabo la restauración imperial gracia a su buen hacer y a que contó con personas extraordinarias, dotadas de cualidades excepcionales como lo fue su mujer Teodora, el jurista Triboniano, Juan de Capadocia, artífice de la reforma administrativa y los generales Narsés, Belisario, Mundo y Liberio, cuyas gestiones fueron admirablemente narradas por Procopio de Cesarea. (Sesma, 96): La base política del Imperio se basaba en la solidez de las instituciones y en la fortaleza de la cosa pública, empezando por el emperador y siguiendo por el derecho y por el ejercicio de las competencias fiscales, judiciales y militares. Su base económica residía en la existencia de una amplia capa de pequeños propietarios campesinos […] La pervivencia de las grandes ciudades es una de los rasgos distintivos del Imperio bizantino en relación con el Occidente (Constantinopla, Alejandría, Edesa, Antioquía, Jerusalén, Éfeso) CLARAMUNT: Al morir Anastasio sin descendencia, el Senado elevó al trono al conde de los excubitores, el soldado ilirio Justino (518-527), iniciador "de la dinastía que llevó a una época de apogeo político que tuvo su culminación en la restauración del Imperio romano. El reinado de Justino I preparó el de su sobrino Justiniano, que en 520 había sido nombrado co-emperador, aunque, según dice Procopio, siempre gobernó en nombre de su tío. Hábilmente, Justiniano supo sacar partido no sólo de las arcas repletas que había dejado Anastasio, sino también del analfabetismo de su propio tío, el rudo Justino. (Sesma, 100): Procopio de Cesàrea en su Historia secreta, nos describe la personalidad del emperador y su entorno: gran capacidad de trabajo, autócrata, intervencionista, defensor de la ortodoxia de Calcedonia: Teodora, la emperatriz: de baja extracción social, intuitiva y hábil intrigante, pro monofisita […] (CLARAMUNT, 29-31): El reinado de Justiniano (527-565) marca el primer gran apogeo de Bizancio y el último intento de reconstruir el Imperio romano de Augusto. Esta labor de restauración imperial tuvo una doble base: por una parte, marítima y económica, y por otra parte, religiosa, en el sentido de restablecer la ortodoxia pura y simple. La gran labor de Justiniano no se puede entender sin tener en cuenta a una serie de colaboradores que la hicieron posible, entre los que destacan: Teodora, su esposa, ambiciosa, inteligente y atractiva; Triboniano, jurista de renombre; Juan de Capadocia, prefecto del pretorio y reformador de la administración central; y los generales Narsés, Belisario, Mundo y Liberio. Toda la política realizada por estos personajes fue contada hábilmente por Procopio de Cesarea, el gran cronista del reinado, que narró en ocho libros las campañas realizadas contra los persas, los vándalos y los ostrogodos, y en su Historia secreta (Historia arcana), la vida interior de la Corte. (CLARAMUNT, 29-31): Justiniano inició su reinado con una paz humillante con Persia y un aumento de los impuestos en 532 que sería una de las causas de la sublevación revolucionaria de Nika, sofocada cruelmente por Belisario, después de que los amotinados se adueñasen de gran parte de la capital e incendiaran, entre otros edificios, la propia iglesia de Santa Sofía. Consecuencia inmediata de la revuelta fue la reforma administrativa realizada por Juan de Capadocia, que en líneas generales frenaba la autoridad despótica de los gobernadores y de los altos funcionarios provinciales. Una de las características de la política interior de Justiniano fue la lucha obstinada que mantuvo contra los grandes terratenientes por sus reiterados abusos de poder y su vejación constante de la justicia; a estos hechos hallamos frecuentes referencias en las leyes nuevas (novelas). También dirigió sus esfuerzos a una mejor recaudación de los impuestos, con la finalidad de que su hacienda ingresara lo suficiente para costear los cuantiosos gastos de sus numerosas y largas campañas militares. (CLARAMUNT, 29-31): En el aspecto religioso, su política consistió en defender la ortodoxia emanada de los diversos concilios, especialmente del de Calcedonia, a cuyas decisiones se oponían las provincias de Egipto y Siria. Esta política religiosa le enemistó con los judíos, los paganos y los heréticos en general (maniqueos, nestorianos, monofisitas, arrianos), llevándole a clau- surar en 529 las Escuelas de Atenas. Toda la problemática interior se vio condicionada por la costosa política exterior de guerra contra persas, ostrogodos, vándalos y visigodos. Con el rey de los persas, Cosroes, firmó en 532 la paz perpetua, que supuso la devolución mutua de las conquistas territoriales. En 535 se inició la conquista de Italia, aprovechando el asesinato de Amalasunta, hija de Teodorico, aliada del Imperio. La campaña fue larga (hasta 552 no se acabaron los últimos enfrentamientos) y costosa, debido ala tenaz resistencia de los godos más nacionalistas. La antigua África proconsuIar romana, ocupada por los vándalos, fue invadida cuando detentaba el trono de Cartago el usurpador Gelimier. Belisario fue el encargado de esta nueva anexión, que se extendió también a las islas de Córcega, Cerdeña y las Baleares. El último esfuerzo por recuperar el Mediterráneo occidental fue la intervención armada en la Península Ibérica aprovechando la guerra civil entre Agila y Atanagildo, que asolaba el reino visigodo, lo cual supuso la conquista de la mayor parte de la Bética por parte de los bizantinos. Con estas campañas, el Mediterráneo volvía a ser un lago romano; únicamente las costas de las antiguas provincias de la Tarraconense y Provenza quedaban fuera del control de Justiniano. Las reservas de oro acumuladas por Anastasio fueron dilapidadas en estas campañas y en obras suntuarias que embellecieron Constantinopla, Rávena y otras ciudades del imperio. Pero el tiempo demostró que la brecha abierta entre Occidente y Oriente era tal en el siglo VI, que los sueños reunificadores de Justiniano resultaban un anacronismo imposible de mantener si no era por la fuerza […] La muerte de Teodora, animadora de la obra de su marido, y la destitución de Juan de Capadocia marcarán un final nada brillante del reinado de Justiniano, en donde la falta de dinero, la imposibilidad de pagar a los soldados, las epidemias, los temblores de tierra y las carestías harán que deje un legado a sus sucesores lleno de inseguridades Política de reorganización interna. Guía: Durante el gobierno de Justiniano Bizancio alcanza su primer gran apogeo, por entonces, se emprendieron importantes reformas internas, tanto en la administración, frenando la autoridad despótica de los gobernadores y altos funcionarios provinciales; como en el aspecto religioso, actuando en defensa de la ortodoxia emanada del concilio de Calcedonia (451), y en contra del monofisismo; asimismo el emperador bizantino se enemistó con judíos, paganos y heréticos. Justiniano llegó, incluso, a clausurar la Escuela de Atenas (529). Una de sus principales obras fue la llevada a cabo en el terreno legislativo con la elaboración del Corpus Iuris Civilis, base de toda la literatura jurídica posterior, en el que se compilaron leyes romanas y nuevas leyes promulgadas en aquel momento. Obra compleja en la que se mezclaban elementos romanos, helenísticos, orientales y cristianos. (Sesma, 100): El proyecto político de Justiniano radicó en el fortalecimiento de un modelo de emperador autócrata; que se arrogaba el derecho de decidir en todos los ámbitos, tanto seculares como espirituales, de la vida de sus súbditos (Sesma, 102): Los monofisitas, amparados por la emperatriz, fortalecieron su posición en Siria y Egipto, […] los judíos, a los que se prohibió el casamiento con cristianos, quedaron inhabilitados para el ejercicio de cargos públicos y obligados a usar el griego en sus liturgias […] los monjes, defensores de la política imperial, fortalecieron sus posiciones […] Organización interna. Guía: La base económica del Imperio era la agricultura, cuya explotación de la tierra habían heredado de Roma; la industria, en la que destacaba el trabajo de la seda, producto que hasta ese momento se importaba de China; y el comercio ligado estrechamente a la producción y desarrollo industrial. Constantinopla se convirtió en el principal centro comercial y de consumo. Todo ello estaba controlado rigurosamente por el Estado encargado de reglamentar, comprar y vender, por lo cual cuando se debilitó el poder central se impuso el mercado libre en manos, a menudo, de colonias extranjeras. (CLARAMUNT): Economía bizantina: Explotación agraria, el comercio y la industria . Agricultua = mantiene la gran explotación de la época clásica, aunque a partir del s. IV de da un paulatino fraccionamiento de los latifundios. Contaba con zonas donde predominaban los pequeños y medianos propietarios. . Los trabajadores de la tierra, igual que el resto estaban adscritos a sus oficios. . Campesinos libres propietarios. Campesino dependientes que trabajaban en tierras que no les pertenecían, estaban los colonos que eran jurídicamente libres y propietarios de los utensilios de trabajo, de su ganado y de su ajuar personal; y los adscripti que no poseían ningún bien en propiedad, su situación era semejante a la de los esclavos. A partir del s. VI la diferencia entre ambos fue desapareciendo. . Industria y Comercio: la industria estaba estrechamente ligada al comercio. Constantinopla fue el mayor centro comercial, industrial y puerto. A destacar la industria de la seda. Tanto la industria como el comercio estaban fuertemente controlados por el Estado, a través de los monopolios y de una economía dirigida, cuyo objetivo era asegurar el avituallamiento de Constantinopla, aprovisionamiento de materias primas necesarias para la industria, poner freno a la codicia de los comerciantes e ingresar dinero en el erario público. . Mientras se contó con un poder central fuerte, este tipo de economía se mantuvo, conforme fue debilitándose el poder imperial fue imponiéndose el mercado libre, los monopolios pasaron a ser controlados por extranjeros, lo que supuso la ruina de la economía bizantina a partir del s. XI. (Sesma, 103): La ciudad y el territorium era la célula básica de organización del espacio y del sistema de poder […] la población había aumentado en las ciudades. La riqueza imperial y la preocupación estatal por mantener abastecidas las grandes ciudades estimulaban la actividad mercantil […] La población se solía congregar en los hipódromos de las grandes ciudades, especialmente de Constantinopla, donde daban liberaban sus reivindicaciones y energías. En tiempos de dificultades de abastecimiento, estas grupos eran un peligro. Así sucedió en 532 cuando la sedición denominada Nike puso en peligro el propio trono de Justiniano. La obra legislativa. (CLARAMUNT, 29-31): La base organizativa de la administración imperial en Bizancio emanaba de las leyes que hacían las veces de constitución no escrita, basada en el uso y la costumbre. El gran esfuerzo de los jurisconsultos se ordenó y se codificó (códigos), y lo mismo se hizo con las normas de procedimiento y derecho privado (digestos), monumentos sólidos y permanentes que contenían las leyes aplicables a todos los habitantes del Imperio. (Sesma, 101): La compilación legislativa, inspirada por Justiniano y dirigida por Triboniano, […] desde el punto de vista técnico, el objetivo de la recopilación jurídica era recoger la tradición romana y armonizarla, hasta donde fuera posible, con la cristiana, a fin de dotar al Imperio de una base homogénea (CLARAMUNT, 29-31):La tradición de la codificación de las leyes, método que fue aceptado por los bizantinos, provenía de Roma. La novedad consistió en que estos modelos de colecciones oficiales recibieron un valor legal. Primero fue el Código Teodosiano, del emperador Teodosio II; después el Corpus Iuris Civilis, de Justiniano, que es la base de toda la literatura jurídica posterior, a pesar de las modificaciones que se fueron introduciendo. (Sesma, 101): constituido por cuatro partes: el Código de Justiniano, redactado en latín, que recogió los edictos imperiales emitidos desde Adriano, en el siglo II, hasta el año 533. Las Novellae, o nuevas disposiciones del propio Justiniano, redactadas en griego. (CLARAMUNT, 29-31): Justiniano mandó compilar en 530 toda la obra jurídica clásica a una comisión de expertos que, al cabo de tres años, presentó el Digesto o Pandectae, dividido en 50 libros, subdivididos a su vez en títulos, y precedido cada uno de ellos por una inscripción que da el autor, la obra y el libro de donde procede el título. Un segundo paso se dio al redactarse un manual elemental de Derecho «para jóvenes deseosos de instruirse», al que se llamó Institutas y que recibió valor de ley. La publicación del Codex Justinianus repetitae praelectionis, que corregía las imperfecciones del Digesto, y de las leyes nuevas que iban saliendo, las Novellae Constitutiones, complementaron la obra justinianea o Corpus Iuris Civilis, una obra compleja, típicamente bizantina, en la que se mezclan elementos romanos, helenísticos, orientales y cristianos. Triboniano fue el motor de estas compilaciones, presidiendo las comisiones que se crearon a tal efecto. (Sesma, 101): La obra jurídica, recogía directamente la herencia del Bajo Imperio que reforzaba los principios de centralización, separación estricta de los poderes civil y militar, profesionalización de los funcionarios y control general de las actividades Política exterior: reunificación mediterránea y actitud defensiva frente a eslavos y persas. Guía: No descuidó tampoco este emperador la política exterior, en la que hubo que hacer frente a persas, ostrogodos, vándalos y visigodos, frenando asimismo el avance de los pueblos eslavos que, ante el empuje provocado por los avaros, se habían asentado en los límites del territorio bizantino, llegando a instalarse en Macedonia y Mesia. En el año 532 Justiniano firmó la paz con Persia, con quien había rivalizado por el dominio de los estados árabes de los ghasaníes y lakhmíes o himyaritas y en control de las rutas comerciales. Y poco después, inicia la conquista de Italia, aprovechando el asesinato de Amalasunta, hija de Teodorico. (Sesma, 105): Superada la revuelta Nike, en 532 firmó una paz eterna con los persas, iniciando la política de recuperación del Imperio de occidente; en 534 el reino vándalo era destruido. Al año siguiente aprovechan en pleito sucesorio en la Italia ostrogoda para brindar su ayuda a uno de los pretendientes; bien recibidos por el Papa y un sector de la población, pronto se dieron cuenta que no era un asunto sencillo. La llamada guerra gótica, duró treinta años […] En Hispania, también aprovecharon un pleito sucesorio para intervenir, lograron poner a Atanagildo en el trono y ocupar la parte sudoriental de la península junto con las Baleares En África, las insurrecciones de los beréberes amenazó la presencia de los bizantinos; la guerra gótica arruinó Italia; en Hispania los reyes visigodos fueron recuperando el territorio ocupado […] todo ello supuso un enorme aumento de los gastos militares que no encontraban compensación y un aumento de la presión fiscal, a ello se añade la presencia intermitente de la peste. El peligro en la frontera persa se reactivaba, la llegada de nuevos pueblos: búlgaros, eslavos y ávaros pusieron de manifiesto la debilidad del imperio. La evolución de las querellas religiosas. La primera edad de oro: renovación cultural y artística. (CLARAMUNT, 34-35): El esplendor de la corte imperial, el interés de los patriarcas por la cultura superior, los grupos de comerciantes enriquecidos que residían en los principales centros económicos, la intensa vida intelectual de los numerosos monasterios y la necesidad de la burocracia de poseer conocimientos matemáticos, jurídicos y literarios, dotaron al Imperio bizantino de una intensa vida intelectual, producto de la conjunción de elementos romanos, cristianos, orientales y griegos. Este mundo intelectual vivió completamente al margen del pueblo, al hablar primero la lengua latina, desconocida por la inmensa mayoría de la población, y luego un griego clásico incomprensible para los más, que hablaban una mezcla de dialectos griegos que poco tenían que ver con la lengua homérica. Como en todas las demás vertientes de la vida intelectual bizantina, la literatura muestra en sus comienzos una completa conexión con el antiguo helenismo, predominando todavía el gusto por la forma, y elementos retóricos y sofísticos. El espíritu del cristianismo incorpora poco a poco un contenido, con vestiduras aún paganas. Los sucesores de Justiniano hasta Heraclio Guía: Durante el gobierno de Justiniano se embelleció Constantinopla, donde se levantó el majestuoso templo de Santa Sofía, Rávena y otras ciudades del imperio. Los cuantiosos gastos que ello ocasionó unido a las guerras externas motivaron que cuando muere Justiniano el Imperio se encontrase debilitado, siendo, por ello, presa fácil para visigodos, lombardos y persas. De entre los numerosos levantamientos que se produjeron en el interior, uno de ellos permitió a Heraclio, hijo del exarca de África, hacerse con el poder, dando comienzo al gobierno de una nueva dinastía en Bizancio. (GARCÍA DE CORTAZAR, 115-116): Justiniano fue el ultimo emperador romano que ocupó el trono de Bizancio; su reinado, el punto de transición de la vieja civilización romana a la nueva cultura bizantina. La nueva dirección del Imperio […] alejamiento de Occidente, preocupación por Oriente o, mejor, por la supervivencia. La política de Justiniano está en las bases de los difíciles momentos que le tocó vivir en seguida a Bizancio, a favor está el fortalecimiento del prestigio imperial, la consagración de una legitimidad del emperador como intérprete de la ley de Dios para sus súbditos […] La debilidad, lo más visible de la herencia justiniana. La ocupación del norte de África, el prolongado enfrentamiento en Italia, la ocupación del sur de Hispania habían consumido demasiadas energías. Los esfuerzos por contener a Persia […] La presión fiscal empobreció a los bizantinos y favoreció el desarrollo de la gran propiedad. La peste de 542 contribuyó a mermar los recursos humanos y monetarios de Bizancio. Mantener la situación era ilusoria: las guarniciones del Mediterráneo occidental, estrictamente defensivas, consumían recursos sin posibilidades de aumentar las conquistas […] la reconquista realizada por Justiniano fue inútil […] Tres años después de morir el emperador, Italia -que tantos sudores había costado ganar- pasaba a manos de los lombardos; los bizantinos se encerraban en unas cuantas guarniciones costeras, donde sobrevivían lánguidamente. Cinco años después, los visigodos, con Leovigildo, comenzaban a constituir su unidad territorial en el marco de la Península Ibérica, empujando a los «griegos» hacia las costas meridionales, de donde serían expulsados cincuenta años más tarde. Poco después le tocaría el turno a África, donde los bizantinos prolongaron su estancia hasta que los musulmanes los expulsaron sin dificultad a mediados del siglo VII, aunque las campañas contra los beréberes fueron continuas. En Italia, recluidos en algunos enclaves del Adriático y en el sur, fue donde más tiempo se mantuvieron. En política interior, especialmente la religiosa, había producido graves separatismos […] paralelamente, su férreo sentido de la unidad en torno ala persona del emperador. Su majestad, ensalzada como sagrada, era el pináculo del Estado, hacia el que convergían las esperanzas y temores de sus súbditos. Consciente de la fuerza divina de su autoridad imperial, Justiniano había basado su aspiración a un Imperio universal en fundamentos cristianos tanto como romanos. En su pensamiento, el imperium romanum debía identificarse como el oikoumene cristiano, y el triunfo de la Cristiandad era una misión tan indeclinable como la restauración de la supremacía romana. Sus sucesores iban a utilizar parcialmente el esquema justinianeo: fortalecimiento de la autoridad imperial, cierre de filas de todos los súbditos en torno ala persona sagrada del emperador, más fácil desde que, tras los acontecimientos de mediados del siglo VII, la reducción de la variedad, territorial y religiosa, del. mundo bizantino iba a facilitar los designios de uniformidad centralizadora. Bizancio tenia dos graves problemas: el interior arruinado tras el esfuerzo de Justiniano, la frontera oriental y los Balcanes […] En el 558, una embajada bárbara se presentó en Constantinopla, eran ávaros¸ llegados al Cáucaso y que se desplazaban hacia el oeste por la costa septentrional del mar Negro, de momento fueron controlados por la diplomacia bizantina […] Los lombardos, empujados por los ávaros, que avanzaban por el Danubio, penetran en Italia. (CLARAMUNT, 30): Justino II (565-578), Tiberio (578-582) y Mauricio (582-602) no pudieron superar los problemas heredados […] Con los últimos emperadores de la casa de Justino, el Imperio entró en una época de anarquía, invasiones y levantamientos, uno de los cuales llevo al poder a Heraclio, hijo del exarca de África e iniciador de una nueva dinastía. II.- Origen y expansión de los eslavos. II.1. Eslavización de los Balcanes Guía: Aunque no son bien conocidos los orígenes de los Eslavos, sabemos que se dispersaron durante entre los siglos IV y VIII, entre el alto Dnieper y el alto Volga, y entre el Don y el Oka; y hacia el oeste, en dirección a la llanura centroeuropea. Por el sur, ocuparon, posteriormente, el Danubio inferior y los Balcanes. A mediados del siglo VI las correrías eslavas llegaban al Adriático y sus saqueos se hicieron frecuentes en toda la Península Balcánica. En el siglo VII hay constancia de que los eslavos se habían instalado en Macedonia, Mesia, Grecia, Peloponeso e incluso ocuparon Creta. (Sesma, 106-107): La muerte de Justiniano (565) pareció acelerar los dos procesos que empezaban al debilitar el Imperio: la amenaza de los enemigos exteriores y el deterioro de la situación política y militar interna […] ávaros, eslavos y persas fueron los protagonistas exteriores. Los ávaros, de origen turco, emparentados con los hunos, procedentes de las estepas asiáticas, presionados por otros nómadas […] 558: una embajada ávara se presenta en Bizancio, solicitando instalarse en tierras del Imperio, se permitió a los ávaros establecerse en las riberas del Danubio, en siete años los recién llegados se movieron hacia el oeste, hasta fijarse en la llanura de Panonia, de donde expulsaron a los lombardos, que marchan hacia Italia (LADERO, 157-159): Lo eslavo. según Musset. no pasa de ser un concepto lingüístico o de significar algunos rasgos culturales comunes pero primitivos […]el primer texto claro es de Jordanes, mediado el siglo VI, y muestra cómo la expansión eslava había comenzado ya en sus tres direcciones principales: hacia el NE., a través de la taiga, hacia el O., por la actual llanura germano-polaca, y hacia el S., en dirección al Danubio y los Balcanes, primer sector en el que entrarían en contacto con el mundo de la civilización clásica, pues las incursiones comenzaron ya en el reinado de Justino. (Sesma, 107): un conjunto de pueblos relacionados entre sí por rasgos lingüísticos y culturales que las fuentes sitúan, en los siglo I y II en las zonas de contacto entre las actuales Polonia Rusia (Ladero): en ambas márgenes del alto y medio Dnieper, en las actuales Polonia oriental. S. de Rusia Blanca y actual «Pequeña Rusia» […] Su organización en zadrugas o comunidades familiares, dotadas de una gran movilidad, suponía un nivel de desarrollo socio político más arcaico que el de los germanos del siglo IV. (Ladero): Se puede afirmar que la base de la organización social es la familia patriarcal, como en otros pueblos indoeuropeos, con tierras de propiedad colectiva explotadas por los que formaban aquella comunidad o zadruga. Por encima, la tribu proporciona el marco político, aunque suelen ser frecuentes agrupaciones y disgregaciones, los mismos nombres pueden hallarse en momentos y lugares diversos. No hay nobleza de sangre, pero sí grupos aristocráticos, e incluso posibilidades de poder principesco, todo ello en condiciones menos evolucionadas que las de los germanos del siglo IV […] asimilan rápidamente las formas de organización política, las técnicas militares e incluso los principios religiosos de los pueblos con los que entraban en contacto, aunque diversas formas de paganismo fueron generales hasta el siglo IX. Los eslavos no realizaron su «oscura progresión» por móviles políticos de conquista. afán de botín o de prestigio militar. Hay que suponer que actuaron motivados por el crecimiento poblacional, por la existencia ante ellos de vastos espacios vacíos, bajo el influjo organizador de otros pueblos de las estepas, en lo que toca al contacto con las fronteras bizantinas, y con una absoluta falta de solidaridad interna: sólo en el ámbito griego acabaría surgiendo. debido a la capacidad aglutinadora de la cultura griega medieval. (Sesma, 107): A comienzos del siglo VI, los eslavos cruzaron el Danubio, pese a los esfuerzos de la flota imperial. A finales de siglo, su presencia era importante, al menos en Macedonia, desde donde desarrollaron la piratería […] durante el VII, Macedonia era llamada Esklavinia […] a partir de entonces, el establecimiento de los eslavos en los Balcanes empezó a tener para los bizantinos, un significado cultural parecido al que había tenido la de los germanos en occidente (Ladero) : La irrupción de los ávaros agudizó el problema. Eran un pueblo de raíz turca que emigró desde el Asia central […] llegaron en el año 561 al bajo Danubio y cuatro años después, […], se instalaron en Panonia, provocando el éxodo de los lombardos a Italia. Su presencia aceleró la entrada de eslavos en los Balcanes y provocó un peligro grave a veces durante decenios, además de perturbar en los límites de Baviera, Turingia y Friul. Bizancio los utilizó en ocasiones como federados, pagándoles tributo hasta tiempos de Justino II, porque estaban en condiciones de romper la frontera del Danubio […] Mauricio, después de conseguir la paz con Persia en el año 591, intentó la contraofensiva más allá del Danubio y el desarraigo de los eslavos instalados en los Balcanes, pero ya era tarde. Masas de eslavos se instalaban en Macedonia, atacaban incluso Tesalónica en el año 600 y aprendían las técnicas de piratería y saqueo navales abordo de primitivos monoxilos. La campaña de Mauricio, en 601, se saldó con un fracaso y con su caída. La anarquía que siguió en Bizancio produjo el abandono de la frontera del Danubio y, en los años siguientes, la presencia eslava se consolidó en Macedonia y Mesia, hubo saqueos en Tracia, Tesalia, Grecia, Peloponeso e incluso Creta (623), Tesalónica sufrió asedios en 617 y 619, y Constantinopla en 626, aunque la iniciativa correspondía a persas y ávaros: sufrieron estos últimos una derrota decisiva, que sirvió para alejarlos de los escenarios balcánicos, mientras Heraclio, al par que la alianza con los jázaros, establecía otras con los búlgaros del príncipe Kovrat (GARCÍA DE CORTAZAR): En el 558, el Imperio ha de permitir la instalación de los ávaros en las riberas danubianas, desde donde se extienden en todas las direcciones. Contenidos en el oeste, se establecen definitivamente en las actuales Hungría y Austria […] las variadas preocupaciones de los gobernantes bizantinos contribuyeron a ello; su urgente necesidad de contar con la paz a sus espaldas para el fundamental enfrentamiento con Persia favorece la pervivencia de la amenaza ávara. Molestos vecinos para bizantinos, lombardos y francos, su imperio se prolongó hasta su definitiva extinción por obra de Carlomagno. Los primeros contactos de los bizantinos con los eslavos datan de poco antes del comienzo del reinado de Constantino, al otro lado del Danubio […] Durante algún tiempo, la flota imperial pudo impedir a los eslavos cruzar de forma masiva el limes danubiano, pero no pudo evitar numerosas infiltraciones, a mediados del VI, las correrías eslavas llegaban al Adriático, y sus saqueos se hicieron frecuentes en toda la península balcánica […] a fines del siglo fueron instalando con carácter definitivo[…] complicando aún más el complicado mapa étnico y lingüístico de los territorios situados al sur del Danubio. […] Bizancio hubo de reconocer la autonomía a los eslavos […] III.- El imperio persa sasánida. Guía: A comienzos del siglo III, Ardhasir, nieto de Sasán, descendiente de los persas aqueménidas, se corona rey en Ctesifonte. Tanto él como sus descendientes mantuvieron con el Imperio romano buenas relaciones durante el siglo V, así como con el Imperio bizantino. Fue en el siglo VI, durante el reinado de Cosroes I (531-579) cuando alcanzó su esplendor el gobierno de la dinastía persa sasánida, pues no sólo se mantuvo un orden social y se alcanzó un enriquecimiento interno, sino que también su política exterior, expansionista, obtuvo grandes éxitos frente al emperador bizantino, a los hunos heftalitas y a los árabes. El gobierno de su nieto, Cosroes II (590-628) marca el inicio del declive del poder persa. Sus avances externos fueron frenados por los bizantinos quienes les infringieron durante el gobierno de Heraclio una terrible derrota Organización política, económica y social. Guía:.El gobierno sasánida estaba fuertemente centralizado, aunque no por ello carente de movimientos que deseaban alcanzar la independencia del poder central. El Imperio se gobernaba por una monarquía electiva entre los miembros de la familia de los sasánidas; no obstante, la extensión alcanzada por el Imperio hizo necesaria la división del mismo por provincias. La sociedad sasánida se dividía en cuatro grupos sociales bien diferenciados entre ellos. La base económica del Imperio era la agricultura aunque el comercio había alcanzado un notable desarrollo potenciado por la situación geográfica en que se hallaba, encontrándose situado entre el mundo chino y oriente por una parte, y occidente por otra. Religión y civilización. Guía: Su religión oficial fue el mazdeísmo o zoroastrismo, cuyos seguidores veneraban los elementos de la naturaleza, como el agua, el fuego y la tierra. El clero, formado por sacerdotes o magos, estaba estrictamente jerarquizado. El mazdeísmo que aspiraba a dominar el Imperio no respetaba a los seguidores de otros credos, entre los que se encontraban los cristianos. Junto a estas creencias surgió el maniqueísmo, doctrina en la que se mezclan elementos cristianos, zoroastristas y babilónicos. Tema 6 El nacimento y expansion del islan • • • I. La Península Arábiga antes del Islam. Los estados preislámicos: Himyaritas, Ghasaníes y Lajmíes. II. Mahoma y el nacimiento del Islam. La doctrina islámica. Los califas ortodoxos y los comienzos de la expansión musulmana (632-661). Características de la expansión islámica. III. La dinastía Omeya (661-750). Nuevas conquistas territoriales: la India y la Península Ibérica. La organización política del Califato. Decadencia de la dinastía Omeya. Aspectos culturales del califato Omeya Bibliografía: M. A. LADERO QUESADA: Edad Media, págs: 165-175. M. GONZÁLEZ: Historia de la Edad Media, págs: 53-60. = Claramunt J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: Edad Media, págs: 123-134. ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 GARCÍA DE CORTAZAR, SESMA MUÑOZ, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Editorial, 1998 Atlas Duby: 38-39. 194-195 La Península Arábiga antes del Islam. Guía: Pocos sucesos de la Historia de la Humanidad han transformado la fisonomía de una gran parte del globo tan rápida y decisivamente como lo hizo la expansión del Islam. Antes de adentrarnos en el estudio de la personalidad del fundador del Islam, Muhammad, es necesario que nos detengamos en conocer el estado en que se encontraba la Península Arábiga en vísperas del nacimiento de esta religión, ya que la conducta de Mahoma no puede ser comprendida, tanto si aprueba ciertas costumbres como si condena otras, sin un conocimiento previo de la situación existente en aquel momento. Desde el punto de vista geográfico, la mayor parte de Arabia está constituida por mesetas de más de 500 m. de elevación y cuenta con dos grandes desiertos. Estepas y desiertos cubren la mayor parte de la Península; únicamente la existencia de aguas subterráneas han hecho posible la formación de oasis en la barrera montañesa, Hiyaz. Las lluvias producidas por los efectos del monzón sólo se dejan sentir en el sur de la Península, en la denominada región del Yemen o "Arabia Feliz". Arabia estuvo poblada en época preislámica por una población nómada, que se movía de un lado a otro del país con sus rebaños, bien de camellos o bien de cabras y ovejas; por una población sedentaria, dedicada a la agricultura; y por una población seminómada, que combinaba la práctica de la agricultura local con el pastoreo nómada. A pesar de la diversidad económica, la organización social era uniforme. En los comienzos del Islam, toda la población árabe esta integrada en tribus, fuera de ellas el hombre no podía subsistir. El árabe fue primero y principalmente un hombre de tribu, identificado con ella, leal a ella y protegido por ella. Una gran solidaridad, 'asabiyya, unía al grupo, que se refleja claramente en el caso de la venganza por homicidio del beduino. Posteriormente, cuando surja el Islam, la larga contienda mantenida entre tribu y Estado va a resolverse definitivamente a favor de este último. La vida económica en la Arabia preislámica se fundamentaba en la agricultura, en la ganadería y en el comercio, actividad de suma importancia, no sólo por lo referente a la economía de la Península Arábiga, sino porque a través de él van a entrar en rivalidad las dos grandes potencias próximas a Arabia: Bizancio y Persia. El paganismo dominaba en el conjunto de Arabia. La triada de dioses más importante agrupaba a Al-Lat, diosa del sol; a 'Uzza, estrella matutina; y a Manat, diosa de la felicidad. Todos ellos estaban sometidos a una divinidad superior Allah, que pronto habría de eliminar a todas las divinidades para convertirse en dios único. Las divinidades vivían en árboles y piedras, alrededor de las cuales se practicaban ritos deambulatorios. Este rito se conservará con la llegada del Islam en torno a la Ka'ba. También contaba Arabia con importantes comunidades judías y cristianas. Gonzalez, 53: La aparición del Islam a comienzos del siglo VII marca, sin duda, el inicio de una nueva era. Efectivamente, cambió el curso de la historia del pueblo árabe y también el de una amplia franja territorial que se extiende del Mahgreb a la península del Indostán, […] la expansión islámica determinó un segundo «reparto» del Mediterráneo (según Cortzar) y la aparición en el ámbito del mismo del tercer gran protagonista de la Edad Media europea. […] Mahoma, quien no sólo unificó a un pueblo hasta entonces dividido y situado casi al márgen de la historia, sino que le ,dio, con una nueva religión, un destino […] Arabia había sido un mundo fragmentado e inorgánico, donde las luchas tribales interminablee entre árabes del sur o yemeníes y el norte o gaisíes ensangrentaban periódicamente el territorio. Los contrastes sociales, económicos y políticos eran también muy acusados. En la Arabia del Sur, predominaban los sedentarios y habían surgido, favorecidos por el comercio, «reinos» como el de Saba. En cambio, el norte y el centro de la Península Arábiga eran el territorio de los beduinos nómadas, organizados de forma tribal y dedicados al pastoreo y al tráfico caravanero. A finales del siglo VI, el proceso de sedentarización estaba muy avanzado, especialmente a lo largo de la ruta que unía Yemen con Palestina y Egipto Desde el punto de vista religioso, en Arabia convivía con el judaísmo y el cristianismo, un politeísmo de tipo naturalista, cuyos fieles adoraban piedras-dioses de origen astral, entre los que destacaba Allah, «el señor del templo», a quien se rendía culto en la Kaaba de La Meca. Los estados preislámicos: Himyaritas, Ghasaníes y Lajmíes Guía: Aunque la creación de un verdadero Estado en la Península Arábiga no surgió hasta la llegada de Mahoma, no obstante antes de su aparición, se habían formado algunos Estados de cierta importancia. Los Himyaritas, gobernaban en el siglo I d.C. en toda la Arabia meridional, siendo derrotados por el emperador bizantino en mayo del año 525, debido a las relaciones que mantenían con los persas. Los Ghasaníes, quienes mantenían una alianza con los bizantinos con vistas a prevenir incursiones nómadas, facilitándoles, al mismo tiempo, jinetes que constituían un contingente móvil muy eficaz. Este reino no tenía capital fija, sus poblamientos se localizaban al sur de Damasco y del Éufrates. Por último, el estado de los Lakhmíes debía su formación a los sasánidas, ya que éstos escogieron a la familia de los Banu Lakhm para hacerles reyes de un estado vasallo. Actuando a su servicio, los lakhmíes participaron en operaciones frente a los bizantinos. Su capital era Hira. Este reino prosperó rápidamente debido a su afortunada diplomacia tribal. Así pues, estos dos últimos estados desempeñaron un importante papel durante el periodo que duró la rivalidad entre Bizancio y Persia. González, 53: La importancia de los contactos comerciales con el mundo exterior impide hablar de un aislamiento absoluto de Arabia con respecto a sus vecinos. Algunas tribus del norte, como los láimidas y los qassánidas, constituyeron reinos vasallos de persas y bizantinos, respectivamente. Mahoma y el nacimiento del Islám. Guía: Es difícil conocer con precisión los primeros años de la vida de Mahoma, pues los documentos históricos son escasos. La fecha del nacimiento del Profeta, sin conocerse con exactitud, se fija en el año 570, año del elefante, en recuerdo del animal que montaba el antiguo esclavo abisinio que gobernaba en Arabia del sur cuando se dirigió a atacar la Meca. Formaba parte del clan de los Banu Hasim, perteneciente a la tribu de Qurays, una de las más ricas de La Meca. Cuando Mahoma nace toda la península Arábiga vivía en un periodo de eclipse, el foco lucía con brillantez en la región bizantina y persa, de tal forma que para la historiadora Nina Pigouleuskaia "la historia de Bizancio y de Irán en vísperas de la conquista árabe es una de las más páginas más interesantes de la historia mundial". El matrimonio con Jadiya le permitió a Mahoma salir de la pobreza, y convertirse en un personaje considerado. Cuando contaba 40 años siente la llamada profética. Después de tres años en los que no recibió la palabra de Dios, Mahoma recobra la confianza y comienza su predicación basada en tres temas principales: Fe en Allah, rechazo de los falsos dioses y la espera y el miedo al castigo divino. Es entonces cuando se produce la ruptura con el paganismo de La Meca y el comienzo de fuertes tensiones con los mecanos que le obligaron a Mahoma a abandonar esa ciudad y dirigirse a Medina; en septiembre del año 622 tiene lugar la Hégira o emigración. Con ello se había producido la ruptura de la tribu. El medio en el que iba a crecer el Islam difería radicalmente de aquél en que había nacido. Durante el tiempo que Mahoma residió en Medina se fue incrementando la comunidad de creyentes, 'Umma, cuyo lazo de unión será la religión y nunca más el espíritu del clan. Al tiempo que tuvo que hacer frente a numerosos enfrentamientos habidos con la población de La Meca. En el año 630, después de diversas vicisitudes, Mahoma entra pacíficamente en La Meca y obtiene de su población el juramento de fidelidad y obediencia. La primera razón del éxito del Profeta fue el atractivo del Islam y su valor como sistema religioso y social para las necesidades de los árabes; junto con el tacto, diplomacia y habilidad administrativa de que Mahoma hizo gala. El mensaje que transmitió era muy claro y sencillo. Hay que subrayar la extraordinaria simplicidad del contenido originario del Islam, muy lejos de las complicadas elaboraciones que caracterizan otras religiones. Mientras esto sucedía en Arabia, los Sasánidas habían sido derrotados por el emperador bizantino Heraclio. El poder persa se hundía dejando libre a los musulmanes la Arabia Oriental y Meridional. Hecho que explica, en parte, la rápida expansión del Islam, junto a la superioridad militar de los invasores, demostrada por su número y por su entusiasmo en la batalla. Disponían, además de una gran movilidad, apoyada en el dominio de las rutas antiguas, lo que les permitía colocar campamentos en puntos estratégicos. Contaron también con personas de una gran formación militar y capacidad directiva, como fue el caso del segundo califa ortodoxo, 'Umar. Gonzalez, 53-54: La figura de Mahoma ha sido enturbiada por su propia leyenda. Dentro del mundo islámico conviven dos visiones muy diferentes del Profeta: ajustada una a la realidad: otra deformada por milagros y prodigios. Para el mundo occidental, desde el primer momento, fue un hereje y apóstata, a partir del XIX, y tras la crítica de Voltaire, se vindicó la figura de Mahoma, tanto en su dimensión humana (Carlyle lo incluiría entre sus «héroes»), como en la religiosa y la política (Tor Andrae y W ..M. Watt). […] la figura de Mahoma está dotada de «una sólida historicidad» (C. Cahen), que hace posible trazar una biografía verosímil del Profeta. Sus primeros años, no son muy conocidos, infancia en La Meca, juventud, sus contactos con el exterior a través del comercio, su matrimonio con la rica viudad Jadicha. Álvarez, 142: Siendo joven entró al servicio de una acaudalada viuda, Jadiya, como encargado de la empresa comercial que ella regentaba, y con la que casó ala edad de 25 años, siendo 15 más joven que ella. Los 40 años que la tradición fija para Jadiya son probablemente fruto de elaboración posterior, ya que 40 es cifra de perfección en Oriente, pero es dificil que pudiera tener esa edad ya que tuvo siete hijos, siendo Fátima, la única que llegó a alcanzar la madurez. González, 53-54: Aunque oscuros, estos años fueron decisivos, ya que marcaron su carácter y su formación religiosa. La estabilidad sentimental y económica que supuso su matrimonio le permitió madurar su pensamiento religioso y desarrollar, a través del mismo, su capacidad de organizador. Álvarez, 143: La revelación fue progresiva, con alguna larga interrupción (en que se manifestaba la personalidad atormentada y extraordinariamente sensible de Muhámmad), y no finalizó sino con la muerte del Profeta, pero durante tres años sólo la confió a sus más allegados: su esposa, su primo Alí y algún discípulo más de primera hora. Después de esos tres años se decidió a hablar ante la población mequí: la unicidad radical de Dios y el Juicio Final individual fueron los ejes de su predicación; la Fe y las obras eran la garantía de la salvación. González, 53-54: En 610 se produjo la revelación que iba a cambiar su vida y la del pueblo árabe. Aquélla tuvo lugar en una cueva del monte Hira, donde el ángel Gabriel le anunció su misión profética, de la que inicialmente sólo hizo partícipes a su mujer ya un reducido círculo de parientes y amigos. Cuando, años más tarde, inició la difusión de sus ideas entre los miembros de su propia tribu (los quraysíes), aparecieron los primeros problemas. Álvarez, 143: Fue entonces cuando comenzaron los primeros choques con los mequíes, representantes de una sociedad materialista basada en las ventajas económicas que reportaba el politeísmo. La comunidad de los musulmanes («los que están sometidos a la voluntad de Dios») se convirtió en un cuerpo extraño y perturbador. González, 5354: A partir de ese momento, la predicación de Mahoma se endureció, proclamando un monoteísmo radical y criticando las actitudes morales de sus conciudadanos. En 622 se vio obligado a abandonar La Meca -esta «huida» o hégira marca el inicio de la era islámica- para buscar refugio en Yatrib, llamada desde entonces Medina (Madinat al-Nabi o Ciudad del Profeta). Álvarez, 143: Tres factores provocaron el abandono de La Meca por parte del Profeta y sus seguidores y su marcha hacia la ciudad septentrional de Yatrib: la presión social sobre los miembros de su comunidad, la pérdida de algunos de sus grandes apoyos (Abu Talib, su protector, que se mantuvo pagano hasta la muerte, y su mujer Jadiya), y el llamamiento de los ciudadados de Yatrib enzarzados en luchas tribales entre las comunidades árabe y judía. Se produjo entonces la hiyra o hégira (emigración/separación del grupo tribal) en el verano de 622. El acontecimiento cambió el nombre de la ciudad de Yatrib por la de Medina (la Ciudad por excelencia, capaz de reconocer al enviado de Dios), pero, sobre todo, serviría para establecer el comienzo del calendario islámico. González, 53-54: La necesidad de organizarse y defenderse de los ataques de La Meca revelaron las cualidades de Mahoma como «hombre de Estado». Con gran habilidad y energía acabó por hacerse con el control de la ciudad, con cuyos habitantes firmó, en su nombre y en el de sus seguidores, un pacto que, aplicado a otras ciudades, estableció una comunidad política y, luego, religiosa -la umma- de carácter supratribal. Álvarez, 143: La comunidad islámica de Medina consiguió autonomía económica practicando razzias contra las caravanas de La Meca, que acabaron en un importante choque militar en Badr (624), una resonante victoria musulmana frente a un ejército que les duplicaba en número. Tras ello Muhámmad se planteó tomar el poder de la ciudad: nuevos enfrentamientos victoriosos contra los mequíes, en especial la «batalla del foso» (627), y la expulsión de las tribus judías lo permitieron. González, 53-54: Mahoma regresó a La Meca en 629, falleciendo en el 632. Para entonces, la mayor parte de las tribus árabes, convertidas a la nueva religión, reconocían a Mahoma como el profeta de Allah y le prestaban fidelidad y obediencia. La doctrina islámica Gonzalez, 54-55: La religión predicada por Mahoma se basa en una actitud de sometimiento absoluto o islam al poder divino. Pero el Islam, como ha sido destacado en infinidad de ocasiones, es algo más que una religión, ya que <la revelación comporta disposiciones de carácter social y político que permitieron la edificación del Estado musulmám> (R. Mantran). La predicación de Mahoma se contiene en lo fundamental en el Corán, que es a la vez el libro sagrado y el código de leyes de la comunidad islámica. Pero también tiene este carácter el libro de la S'unna, donde se contienen los dichos, hechos y tradiciones del Profeta. A pesar de su total oposición al politeísmo, que le llevó a rechazar cualquier representación iconográfica de la divinidad, Mahoma no tuvo inconveniente en integrar en la nueva religión algunos elementos de la religión tradicional de La Meca, como es el caso de la «piedra negra» o Kaaba. A pesar de ello, el Islam es radicalmente monoteísta. Allah -el único, el omnipotente, el misericordioso, el eterno y el creador de todo lo que existe- se reveló a los hombres a través de Mahoma, el último y definitivo eslabón de una cadena de profetas. Ésta es en esencia la profesión de fe islámica: «No hay más dios que Allah, y Muhammad es el Profeta de Allah», a los que se añaden otros: la inmortalidad del alma, la predestinación, la resurrección, el juicio final, etc. Una serie de normas morales: respeto a la vida, la devoción a los padres, la práctica de la caridad, etc., y unas obligaciones rituales y piadosas, consideradas como verdaderos mandamientos del Islam: la oración ritual cinco veces al día, el ayuno durante el mes del ramadán, la limosna legal o zakat, la peregrinación a La Meca una vez en la vida, y la guerra santa i yihad contra los politeistas que se oponen al Islam […] Álvarez, 144: a) Un solo Dios frente al pluralismo pagano, un Dios que exige una relación personalizada con cada hombre, al que ha creado […], al que guía en vida, y al que juzgará personalmente tras su muerte. b) Muhámmad es el mensajero humano de Dios, no el mediador divino hecho hombre. Era un profeta que cerraba todo un ciclo de salvación iniciado con Abrahán, continuado por Moisés y por todos los profetas del Antiguo Testamento, especialmente Isaías, y por el propio Jesús de Nazaret. La revelación acaba con la vida del Profeta. c) Existen cielo e infierno, recompensa y castigo. El hombre se salva a través de la Fe y de sus obras. No tiene la marca del pecado original, y aunque la libertad preside la relación de los hombres con Dios, esa libertad es básicamente la de Dios. La distancia que le separa de los hombres es, de hecho, prácticamente insalvable. Sólo la misericordia de Dios y una actitud de radical abandono a él, generadora de paz (islam), permiten salvar esa distancia. d) La Fe posee una dimensión comunitaria: el «esfuerzo de caminar por la senda de Dios» (yihad) sólo es posible a través de la comunidad, es una exigencia comunitaria. Por eso Muhámmad y el Islam nunca fueron partidarios del ascetismo eremítico o del monacato contemplativo como vías hacia Dios: la meditación y el retiro deben ser prácticas pasajeras y no permanentes. Por otra parte, el yihad o esfuerzo comunitario tiene, ante todo, una traducción positiva, la de la construcción de la paz; la traducción del término por «guerra santa» obedece aun sentido secundario que sólo se consolidará en el contexto de la expansión islámica. e) La solidaridad y la generosidad entre los hombres es también consecuencia de esa dimensión comunitaria, y medio que permitiría superar los obstáculos con que el hombre en solitario se enfrenta para acercarse a Dios: la ayuda a los pobres y la limosna se sitúan entre las primeras y más claras exigencias de la moral musulmana. Los califas ortodoxos y el comienzo de la expansión musulmana (632661). Características de la expansión islámica. Abu Bakr (632-634), Umar (634—644), Utman (644-656), Alí (656-661) Guía: A pesar de las divergencias existentes sobre cual era realmente la situación de Arabia a la muerte de Mahoma, podemos afirmar que al final de su carrera mantenía una política que había adquirido las principales características de un Estado, con un alto grado de centralización, con un concepto de primacía de la Ley, y con una elevada autoridad. Sin embargo, al no dejar nada previsto sobre su sucesión, las horas que siguieron a la muerte del Profeta fueron las más críticas de la Historia del Islam. Ante el desconcierto producido en Medina el enérgico Abu Bakr, padre de A'isa, esposa de Mahoma, obtuvo el juramento de los que se habían reunido para deliberar, iniciando el periodo de los llamados califas rasidun u ortodoxos. La institución del califato nacía de esta manera, sin tener precedentes en el Corán ni en la Sunna, vaga en sus funciones, en sus atribuciones y en la forma de elección o nombramiento. Superados los problemas sucesorios planteados a la muerte de Mahoma, se inicia la expansión árabe, cuya rapidez, extensión y éxito causaron un gran asombro a todos. Durante el gobierno de los cuatro califas ortodoxos y después, durante el gobierno de la dinastía omeya, se produjeron los avances más importantes en la extensión del Islam por Oriente y Occidente. No obstante, en el seno de la comunidad islámica aparecieron los primeros movimientos disidentes protagonizados por jariyíes y si'íes (chiítas), que con el paso del tiempo provocarían una división interna. Álvarez, 150-151: El espíritu práctico del Profeta, que en cierto modo era el del conjunto del pueblo árabe, impidió que antes de su fallecimiento se adoptaran medidas sucesorias: las circunstancias impondrían la solución más aconsejable. Por ello, los sucesos acaecidos a raíz de la muerte de Muhámmad (632) se caracterizan, en buena medida, por la improvisación. Los hechos que, inmediatamente condujeron al poder a Abu Bakr, quraysí, musulmán de primera hora, fiel colaborador de Muhámmad, y su suegro (padre de su favorita A 'isa), pusieron de relieve dos hechos fundamentales: -La nueva clase dirigente de la umma apostó desde un principio por consolidar el poder urbano de mequíes (quraysíes) y medineses, en detrimento de las tribus beduinas. -Fueron relegados factores de proximidad parental (exclusión de Alí, primo hermano del Profeta, y pretendiente a sucederle) como criterios de legitimidad sucesoria. El nuevo hombre fuerte de la umma adoptó el título de jalifat rasul Allah (= representante del Enviado de Dios), un título que pronto adoptaría la forma abreviada de jalifa o califa. Como representante del Profeta tenía básicamente tres cometidos: a) Velar por el cumplimiento de la doctrina islámica. Ésta se halla ya revelada. El califa, por tanto, no es receptor de revelación sino su custodio. En este sentido, el califa es el imam supremo, el máximo responsable de la dirección de la oración; de hecho, Abu Bakr lo había sido, por delegación del Profeta, en sus últimos días. Reci- bía también el título de amir al-mu'minin o «príncipe de los creyentes». b) Presidir y gobernar la umma en sus aspectos temporales. Debe preservar la unidad de los árabes y la fidelidad de los pactos tribales o personales contraídos con la umma. Es, por todo ello, el máximo responsable de la administración de justicia. c) Defender la umma y salvaguardar la ley de Dios. En este sentido, el califa debe hacer el llamamiento al «esfuerzo» colectivo de la comunidad en defensa del Islam o yihad que, como ya hemos apuntado, se tradujo pronto -aunque no de manera excluyente- como «guerra santa». Abu Bakr se convirtió, de este modo, en el primer califa, el primer representante de los cuatro califas rasidun, los «bien guiados» u «ortodoxos». En su corto gobierno califal hubo básicamente de hacer frente a dos graves problemas: -La ridda o revuelta de las tribus beduinas que, descontentas con la solución dada al problema sucesorio y el relegamiento que consagraba en perjuicio de ellas, consideraron rotos sus compromisos personales con el Profeta, y se sublevaron. -La aparición de otros profetas considerados impostores por la comunidad islámica, que pretendían continuar en sus personas la revelación. De entre ellos, el más importante fue Maslama (llamado Musaylima, «el pobre Maslama», por los musulma nes), caracterizado por su radical monoteísmo ascético. Ambos problemas fueron duramente reprimidos […] árabe y susulmán se convirtieron en sinónimos. González, 55: La muerte de Mahoma estuvo apunto de dar al traste con su obra política y religiosa. La energía y habilidad de su inmediato sucesor, Abu Bakr (632634). conjuró el peligro combinando la energía contra los intentos de disolver la umma con el diseño de una política expansionista que uniese en una empresa común a todos los árabes. Es así como se inicia la primera expansión islárnica, continuada por los siguientes califas -Umar (634-644) Utman (644-656) y Alí (656661 )-, sucesores de Mahoma en su papel de dirigentes de la umma. En cuestión de pocos años, los árabes, dirigidos por dos míticos generales, Jalid y Amr ibn al-As, obtuvieron espectaculares éxitos militares -batallas de Yarmuk, Heliópolis, Qadisiyya y Nihavend-, que les permitieron arrebatar al Imperio bizantino las provincias de Palestina, Siria y Egipto, y conquistar el Imperio persa. Esta vertiginosa expansión, realizada en tan corto tiempo y a expensas de Estados en apariencia tan poderosos, sorprendió a los propios protagonistas de las conquistas, y todavía nos sigue pareciendo algo extraordinario y casi «milagroso». Se ha discutido hasta la saciedad sobre si fue un producto de la casualidad o de la premeditación, y se han manejado infinidad de explicaciones, que van desde las religiosas -difusión del Islam a «punta de espada»- y económicas -la conquista como resultado de un proceso migratorio provocado por la aridificación de Arabia-, hasta las de índole política -la guerra hacia el exterior como forma de impedir la disolución de la unidad de los árabes conseguida por Mahoma; la situación de agotamiento y de crisis en que se encontraban tanto bizantinos como persas sasánidas, que acababan de salir de una larga y cruenta guerra Todo esto puede ser cierto. Pero aun así, la conquista sigue pareciéndonos sorprendente desde el punto de vista militar. Porque, a pesar de los problemas de persas y bizantinos, los árabes estaban en clara inferioridad numérica y táctica. A la postre, tal vez tenga razón M. Canard cuando propone la tesis de que las causas que explican la expansión árabe fueron «el incontenible entusiasmo religioso» y «el incontenible estímulo del hambre» (F. Gabrieli). Álvarez, 151-152: A la muerte de Abu Bakr, le sucedió Umar I (634-644), el segundo califa ortodoxo, otro quraysí, seguidor de la primera hora del profeta. Su corto y fructífero gobierno de diez años tuvo una extraordinaria importancia para la primitiva historia del islam. Supone […]la definitiva exaltación de los quraysíes […] bajo su gobierno, Mesopotamia y todo Irán, Siria, Palestina y Egipto pasaron a formar parte del primer imperio musulmán. Umar preparó la expansión en tres direcciones: -La primera dirección era hacia el norte. Su objetivo, la Mesopotamia sasáni- da. Para ello, los musulmanes contaban con la defección a su favor de los árabes laj- míes cristianos. -La segunda dirección era la noroeste. Su objetivo, la franja mediterránea si- riopalestina. Para ello los musulmanes contaban con la defección a su favor de los árabes gassaníes cristianos. -La tercera dirección era la oeste. Su objetivo, el Egipto bizantino. Los tres objetivos constituían puntos clave del comercio del momento […]el fervoroso expansionismo de la guerra santa estuvo muy unido a los intereses comerciales de la oligarquía dirigente. En resumen, en poco más de diez años el mundo árabe había sido capaz de expan- derse desde la Cirenaica hasta más allá del Caspio, ¿cómo fue posible?. Tradicionalmente se han considerado tres factores, del lado árabe: a) Factor religioso. La fogosidad de la nueva religión impregnaría de entusiasmo a sus primeros creyentes, conscientes de su papel histórico y sabedores de las recompensas divinas que conllevaba la guerra santa. b) F actor económico. Las limitadas reservas económicas de la Península exigirían, en el momento de plantearse la construcción de una entidad superior en Arabia, la expansión como único mecanismo de supervivencia a través, no sólo del botín, sino de la ocupación de zonas de especial importancia económico-comercial. c) Factor político. Las autoridades árabes necesitaban de un elemento de cohesión, además del religioso, para mantener en la estricta obediencia al nuevo régimen a las tribus y clanes beduinos, tradicionalmente incapaces de construir comunidades políticas amplias; ese elemento de cohesión y encauzamiento de energías disgregadoras de la umma sería la guerra y sus positivos efectos económicos. También se habla de la debilidad de las estructuras políticas y económicas de los dos imperios afectados, imperio sasánida y bizantino Álvarez, 153-54: La expansión, la conversión de una extraordinaria cantidad de tierra en dominio de los primeros califas, creó algunos problemas a los que la incipiente administración califal dio soluciones de emergencia. Dichas soluciones, que constituyen el inicial fundamento institucional del imperio árabe, son en gran parte debidas al genio organizador del califa Umar I y tienden a cubrir tres objetivos prioritarios: - Aseguramiento militar de las zonas conquistadas - Regulación jurídica de la dependencia respecto a la umma de las diferentes zonas ocupadas. -Creación de los organismos financieros básicos que permitieran el racional aprovechamiento de la explotación económica de dichas zonas. Se crean nuevos emplazamientos militares (amsar), situados estrategicamente en las vías de comunicación, controlando las zonas de avituallamiento, sin por ello perturbar la vida económica de las ciudades ya existentes, imponiendo en ellas de modo artificial comunidades árabes de control. Sólo algunos emplazamientos se se ubicaron en ciudades que, habiendo sido resistentes, fueron militarmente ocupadas como es el caso de Damasco o Merv (Jurasán). Otro mecanismo de aseguramiento de la tierra era el reparto de posesiones entre musulmanes adeptos en zonas alejadas de Arabia. En cuanto al segundo objetivo, la regulación de dependencia jurídica de las zonas incorporadas, las autoridades califales recurrieron a las disposiciones coránicas aún dispersas y a la tradición del Profeta. En este sentido, se hizo una clara diferencia , desde el principio entre paganos y gentes del Libro a quienes se otorgaba el título de dimmíes o «protegidos» y cuyas propiedades, en caso de no haber opuesto seria resistencia, eran respetadas, así como su religión y costumbres; a cambio, pagaban una serie de tributos (yizya y jaray ) que compensaban su no participación en la guerra santa. En cuanto al tercer objetivo, el organismo financiero básico fue el diwan o registro, una especie de ministerio de fmanzas encargado de centralizar la tributación de los dimmi, racionalizar la percepción del quinto del botín y cualquier otro recurso destinado al Estado (yizya o impuesto personal; jaray o impuesto sobre la tierra; usr o diezmo). Umar murió apuñalado por un esclavo persa en Basora el año 644, pero la sura por él creada garantizó la sucesión en la persona de uno de sus miembros, Utmán (644656), un creyente quraysí de primera hora, pero que encabezaba el clan de los omeyas, uno de los sectores quraysíes de La Meca que, en un primer momento, más se había opuesto al islam. Bajo el gobierno de Utmán se elabora, a instancias del califa, la versión definitiva del Corán. Se producen los primeros síntomas de descontento en el seno de la umma, , a los que el califa respondió torpemente con una política claramente nepotista que pretendió colocar al frente de las responsabilidades de gobierno a fieles representantes de su clientela familiar […] manifestación de la oposición al sistema oligárquico en torno a un grupo de quraysíes […] oposición que fue capitalizada por dos sectores que avabaron enfrentados: Los ansar medineses (que habían acogido al profeta), que veían como el régimen se inclinaba dejándolos fuera. El legitimismo que representaba Alí, primo hermano del profeta, casado con su hija Fátima, que proporcionó a la oposición un cierto cariz de purismo religioso Utmán fue asesinado, según la tradición, mientras rezaba, en 656, e inmediatamente fue proclamdo califa Alí (656-661). El clan Omeya, dirigido por el gobernador de Siria, Muawiya, primo del califa asesinado, se opuso a Alí. Alí representaba un modelo de con cepción del poder y de sus relaciones con la umma significativamente distinto al de los otros califas ortodoxos. Una tendencia anti oligárquica e igualitarista, de mayor fundamento religioso, anima sus acciones de gobierno. Deseaba incrementar la proyección religiosa en la vida política, acentuando su papel de imam. El califa era el máximo representante religioso y, como tal, aplicaba sus conocimientos a fin de conseguir justicia para todos los musulmanes. Las dos facciones se enfrentaron en Siffm, al norte de Siria,junto al Éufrates, en 657, y según la tradición, cuando las tropas de Alí iban tomando la delantera, los omeyas ensartaron en sus lanzas hojas del Corán, reclamando una solución arbitral, un juicio de Dios, para resolver el conflicto planteado. No sabemos si el poético episodio de las hojas del Corán es histórico o no, y si el arbitraje, que efectivamente sí se produjo, fue el fruto más bien de la débil posición política de Alí. En cualquier caso, desconocemos los términos exactos en que se pronunció la comisión compuesta por dos miembros de cada facción, y que, en último término, eran responsables de dilucidar la posible participación de Alí en el asesinato de Utmán, que vengaban los omeyas. Alí perdió apoyos a favor de Muawiya, ello supuso el primer cisma de la umma, la primera gran fitna o enfrentamiento civil entre musulmanes. Cuanda Alí aceptó el juicio o arbitraje, un grupo de seguidores, los más estrictos y radicales le abandonaron, formando un nuevo grupo, los jariyíes (los que han salido). Los jariyíes, defienden posturas igualitarias. Para ellos, todo musulmán tiene derecho a ser proclamado califa […] éste puede ser depuesto si muestra ineptitud o indignidad, el califa es un repreentante de la umma, que está controlado por ésta. Importante purismo religiosos, todo musulmán que no acompañe su Fe con obras, debe ser condenado como apóstata a la expulsión de la umma e incluso a muerte. Pronto se dividieron en numerosas tendencias. Alí se vió obligado a luchar contra los jariyíes a los que derrotó en Iraq (658), a pesar de ello, fue asesinado a las puertas de la mezquita de Kufa por uno de ellos en el 661. Iniciándose el gobierno de la dinastía Omeya. Ladero (172): Los alidas no desaparecieron, y sumaron a su disidencia religiosa o siismo una fuerte oposición organizada en torno a los hijos de Alí, Hasan y Hussayn. III. La dinastía Omeya (661-750) González, 55-56: Con el asesinato de Alí en 661 se extingue la serie de los califas «ortodoxos». Concluía violentamente una época heroica, vivida también intensamente por los protagonistas de la primera expansión, y tomaba el relevo una generación nueva, desvinculada familiarmente del Profeta. El Estado islámico, ampliado por las conquistas, necesitaba nuevas estructuras y transformaciones profundas para subsistir. Había que pasar de una fase «teocrática» a otra más «secular» y política. Ésta fue la tarea desarrollada por Moavia y por los califas de la dinastía omeya. El nuevo califa, apoyado por el elemento árabe, se propuso como primer objetivo restaurar la autoridad califal, muy debilitada tras el desastroso gobierno de Alí.Álvarez, 160-161: fortalecimiento de la autoridad, centrada en Damasco, la nueva capital. Se gesta un Estado en el que todos los resortes del poder estaban controlados por el califa. González, 55-56: Para ello se puso en marcha una serie de reformas políticas y administrativas, claramente centralizadoras, acentuándose el carácter político del califa. (Ladero, 172-3) El triunfo de Mu'awiya (661-680) era el de su clan, los omeyas, […] Los omeyas, como los abbassíes que les sucedieron a partir de 750, eran clanes quraysíes, descendientes el uno de Umayya, el otro de al'-Abbas, tío del profeta. Mu'awiya imprimió una orientación nueva al califato, descuidando en parte su anterior carácter prioritario de jefatura religiosa y poniendo mayor empeño en su condición de autocracia política. El cambio era necesario, sin duda, para atender a las necesidades guberntivas de un imperio vastísimo y heterogéno pero, unido esto a las resistencias religiosas, a la negativa a plasmar en igualdad política la fe religiosa común -puesto que se acentuó la superioridad árabe-, ya las mismas querellas intemas entre árabes, surgieron los argumentos y acusaciones futuras sobre la «impiedad» de los omeyas, bien aprovechados por sus enemigos. González, 55-56: Las viejas capitales religiosas de La Meca y Medina fueron definitivamente abandonadas, pasando Damasco a ser la capital del nuevo Estado. Se reguló la sucesión califal, contando con la anuencia de las tribus árabes, convertidas en sostenedoras y casi exclusivas beneficiarias del nuevo orden. El califato omeya conoció múltiples conflictos internos. A los problemas arrastrados de la época anterior con los seguidores de la familia de Alí, especialmente numerosos en Iraq y Persia, y muy pronto organizados como tendencia disidente, tanto desde el punto de vista político como desde el religioso (shiíes o shiitas), se añadieron otros, que hicieron de la época omeya una etapa histórica especialmente conflictiva. Ciertas dificultades se derivaron de la incapacidad de algunos califas para introducir las "oportunas reformas administrativas. Pero la principal fuente de conflictos fue el cerrado carácter árabe que los omeyas imprimieron a la administración del Estado, dejando fuera, como ciudadanos de segundo orden, a los nuevos musulmanes. La manifestación más radical de este sentimiento antiárabe fue el jarichismo, que propugnaba «el principio de igualdad absoluta entre todos los musulmanes» (D. Sourdel). En este ambiente de frustración y descontento se gestó el sangriento golpe de Estado de 750, dirigido por Abu-I-Abbas, que acabó con la dinastía y el Estado omeyas. Álvarez, 160-61: sunníes: la mayoría de los árabes, para quienes la dirección de la comunidad debía recaer en un miembro de la tribu de los quraysíes, la de Mahoma y para quienes el califa no es más que un soberano temporal que debía salvaguardar la religión […] siíes: defendía la jefatura de la comunidad para un descendiente de Mahoma, en la línea de su yerno Alí, cuyo carácter de santidad e infalibilidad lo elevaba a una categoría superior, para ellos el papel religioso del califa estaba por encima del temporal […] Nuevas conquistas territoriales: la India y la Península Ibérica González, 56: A pesar de ello, durante la época omeya, la expansión continuó, tanto por Oriente (ocupación de la Transoxiana y de la cuenca del Indo) como por Occidente (norte de Africa -Ifriqiya- y España). Esta segunda expansión islámica fue igualmente espectacular: fundación de Qairuan y conquista de Cartago (695) y de la España visigoda (711). Al mismo tiempo, se inició el acoso al Imperio bizantino, cuya capital, Constantinopla, fue asediada, sin éxito, en varias ocasiones entre 674 y 718. Ladero, 173-174: La continuidad de las conquistas fue un medio de aliviar o aplazar aquellas querellas. Bajo los omeyas se produjo una segunda expansión que facilitaba ingresos al califato y salida para las aspiraciones de poder y riqueza de diversos grupos. Los períodos de calma interior coinciden con el desarrollo de empresas exteriores. Frente a Bizancio no se logró mucho, pues el Taurus fue una frontera firme, en la que se establecieron los primeros ribat, pero los árabes aprendieron el dominio del mar, conquistaron Chipre y otras islas e intentaron en varias ocasiones, entre 673 y 717, el asalto directo a Constantinopla: su fracaso fue la señal de que los bizantinos habían triunfado en su afán de supervivencia. Otro frente de conquista se estableció a partir de Jurasan iranio, utilizando, acaso por vez primera, tropas indígenas conversas, y facilitó la conquista de Transoxiana entre 699 y 714 y con ella la garantía de contención de los turcos del Asia Central y el dominio de las rutas mercantiles. Mientras tanto, hacia el S.E. se realizaba la conquista del Beluchistán y el Sind, entre 711 y 713 y una primera entrada en el Penyab que no se consolidó. Pasarían siglos antes de que el Islam penetrase en La India. En las regiones occidentales se produjo la incorporación del África bizantina: 'Uqba ibn Nafi, después de fundar Qairuan en el año 670, impulsó la conquista del territorio hasta fines de siglo contra los bizantinos pero, sobre todo, contra los bereberes cuya rebeldía contra el dominio anterior se prolongaba por aquella vía. Pero islamizaron con facilidad, aunque a menudo en la variante jariyí, lo que daria lugar a nuevas revueltas, y muchos de ellos se convirtieron en colaboradores eficaces para nuevas conquistas, especialmente la de la Hispania visigoda, entre 711 y 714, donde los árabes fueron elemento escaso en un prim~r momento, aunque dirigente. La organización política del califato González, 56-58:Mahoma no había dejado nada dicho sobre la organización del Estado islámico. En realidad, éste era un problema que no había tenido tiempo de plantearse, dada la rapidez con que alcanzó su éxito político. Los pactos de integración en la umma por parte de las tribus que aceptaron la revelación y la jefatura política del Profeta, y los acuerdos con los grupos judíos y cristianos que se le sometieron, podían marcar una línea de actuación a los primeros califas. y de hecho así fue, como se advierte en el trato de tolerancia dado por los conquistadores a cristianos, judíos y zoroastrianos persas, considerados como «gentes del Libro», y por tanto protegidos o dimmíes del Islam. Igualmente, al ritmo de la propia conquista, fue surgiendo una embrionaria organización, tanto administativa como fiscal, sustentada en gran medida en los cuadros de funcionarios preexistentes. Fueron, de todas formas, los omeyas quienes organizaron, tras la primera época de conquistas, el Estado. Moavia, aun reservando los principales cargos políticos para la aristocracia árabe, siguió contando con funcionarios bizantinos o persas para determinados cargos de la administración. Es muy relevante el caso de Sergio -Ibn Saryun-, antiguo funcionario de Heraclio en Damasco, quien llegó a desempeñar la jefatura de las finanzas califales. Esta dependencia se mantendría hasta el califato de Abd al-Malik (685- 705), en cuyo tiempo, y como consecuencia del incremento de las conversiones al Islam, la administración quedó en manos de musulmanes. La figura del califa (halifat Allah, o «representante de Allah» ), en quien se concentra todo el poder y la autoridad procedente de su condición de heredero del Profeta, preside tanto el conjunto de los musulmanes, como el aparato del Estado. De él dimana el poder y de él dependen directamente los gobernadores de la provincia o emires y los altos funcionarios de las oficinas o departamentos de la administración central (diwan). A efectos administrativos, el Imperio islámico se dividía en una serie de provincias, gobernadas por emires dotados de amplísimas competencias que llegaban hasta la capacidad de designar a los funcionarios locales, jueces (qadis) y jefes de los ejércitos provinciales. También en el ejército, que hasta entonces había sido el gran protagonista de la expansión, se dejaron sentir las novedades. En un primer momento, las tropas árabes de ocupación se mantuvieron aparte de la población indígena, instaladas en campamentos situados en puntos estratégicos, algunos de los cuales terminaron por dar origen a importantes ciudades (El Cairo, Basora, Kufa y Qairuan). Para estar más libres, los guerreros árabes no poseían tierras. Sin embargo, a partir de Utman y, sobre todo, desde los omeyas, se les otorgaron tierras (qatia o iqta) que, en teoría al menos, seguían siendo propiedad del Estado y de las que sus detentadores eran simples arrendatarios o enfiteutas. Todo este proceso, que permitió la creación de grandes patrimonios territoriales, fue resultado inevitable del final de la expansión y de la sedentarización de los árabes. La hacienda califal se nutría, fundamentalmente, de impuestos que gravaban alas personas, a la producción ya la propiedad de la tierra. Las situaciones variaban según la condición de las personas. En el caso de los no musulmanes o dimmíes, éstos debían satisfacer un impuesto personal denominado yizía, además de otro por las propiedades territoriales (jaray). Por su parte, los musulmanes satisfacían, además de la limosna legal y en el caso de haber recibido tierras fiscales o haberlas adquirido a sus antiguos propietarios no musulmanes, el diezmo de lo recolectado. Con el tiempo, la limosna legal se convirtió en otro diezmo sobre el producto de la tierra, el ganado y las mercancías objeto de transacciones comerciales. Tras una serie de reformas y tanteos, hacia 740, el impuesto territorial o jaray se ligó definitivamente a la tierra, independientemente de quién fuese su propietario, al tiempo que se establecía la obligatoriedad del pago del diezmo para las tierras adquiridas a los no musulmanes. Con ello se pretendía poner fin a la reducción progresiva de los ingresos del Estado. Hasta el triunfo de la revolución abbasí, en 750, la vida social del Imperio islámico estuvo dominada por el elemento árabe. Esta realidad, que pudo parecer justa en los momentos iniciales de la expansión, dejó de serIo cuando los pueblos conquistados fueron incorporándose, a través de las conversiones, a la umma islámica. Los nuevos musulmanes o mawali (clientes» ) chocaron desde el principio con la barrera étnica que les impedía integrarse socialmente en el seno de la minoría dirigente, y con el rechazo de los árabes, que siempre les consideraron como musulmanes de segunda categoría. Más aún: en ocasiones, la conversión no suponía necesariamente acceder a la misma condición fiscal de los musulmanes. A pesar de los intentos de Umar II (717-720) de remediar su situación, entre ellos se desarrollaron con fuerza los movimientos a través de los cuales se canalizó la protesta social y la disidencia religiosa. El triunfo de los abbasíes acabaría con la distinción entre árabes y mawali. La comunidad islámica o umma se caracterizó siempre por un fuerte sentido de la solidaridad religiosa. Ello era producto de la fuerza del nexo religioso, que aglutinaba e igualaba, al menos en teoría, a tribus, pueblos y razas diferentes. Ni siquiera la disidencia religiosa o política fue nunca óbice para la desaparicón de este vínculo sobre el cual se ci- mentaba. y es que, a pesar de las diferencias, la fe, las prácticas rituales, la organización de la vida familiar , los procedimientos jurídicos y el estilo de vida eran comunes a todos los creyentes. Fuera de la comunidad islámica, aunque en estrecho contacto y dependencia con res- pecto a ella, estaban los no musulmanes acogidos al estatuto de los dimmfes, y los esclavos. Los primeros, a pesar de las libertades y derechos que les garantizaban los pactos, estaban en una situación de clara inferioridad con respecto a los musulmanes, tanto fiscal como socialmente. Ello no les impedía, como hemos visto, acceder a cargos importantes en la administración. Los segundos constituían una parte importante de la sociedad islámica, hasta el punto de poder afirmarse que el Islam, al menos en su época clásica, fue «una civilización esclavista por excelencia» (M. A. Ladero). En efecto, la esclavitud, conocida y practicada por todas las civilizaciones antiguas, también por la árabe preislámica, experimentó con las conquistas un incremento espectacular y duradero. En todo caso, el Islam, como antes el Cristianismo, suavizó la condición del esclavo, sin plantearse en ningún momento la abolición de la esclavitud. El Corán aconseja la liberación de los esclavos como señal de piedad y misericordia, y en la práctica diaria -aunque conviene no generalizar- el esclavo doméstico era objeto de un trato humanitario. Muchas esclavas eran concubinas de sus dueños, y el hecho de la manumisión era muy frecuente en la sociedad islámica. Elliberto o mawla seguía vinculado a su antiguo señor ya la tribu que le había prohijado. Uno de los resultados más evidentes de la expansión árabe fue la revitalización eco- nómica de los países conquistados. Se conocen todavía mallas causas que la provocaron. No así sus efectos. La economía musulmana en su época clásica era, en numerosos aspectos, heredera de la tradición romano-bizantina. Esto se observa con claridad en el mantenimiento -y revitalización mediante nuevas acuñaciones- del antiguo sistema monetario. Efectivamente, durante varios decenios se utilizaron monedas bizantinas o persas, y cuando, a finales del siglo Vll, se efectuaron las primeras acuñaciones propias, se mantuvieron los tipos y valores monetarios bizantinos: dinars o «denarios», de oro, y dirhams o «dracmas», de plata. Lo mismo puede decirse de las ciudades y de la vida urbana, que alcanzaron entonces un nuevo momento de esplendor y desarrollo. Porque, en efecto, el Islam es una civilización de ciudades, a pesar de que generalmente se asocie su origen aun medio geográfico tópicamente considerado como territorio de civilizaciones nómadas. Esto no era del todo así antes de la expansión, como ya indicamos anteriormente. Por el contrario, Mahoma procedía de un medio urbano, y, como ha escrito L. Massignon, «el Islam se implantó para los ciudadanos, comerciantes y pequeños (Ladero, 172-3) El fundador de la dinastía promovió algunos hábitos políticos preislámicos, en especial al rodearse de un consejo o shura de notables, con representación de las diversas tribus, en un intento de regular conflictos y coordinar intereses que no siempre triunfó. Además, implantó el principio de superioridad autocrática del califa y el procedimiento dinástico, al designar sucesor en vida, al modo bizantino, en la persona de algún hijo que recibía el juramento de fidelidad de notables y cortesanos. La administración se inspiró en modelos sirios, pues Damasco fue la capital omeya con definitivo abandono de Medina y La Meca como centros políticos, y utilizó el consejo y la colaboración de muchos cristianos del país, pero tampoco se desdeñó la de aristócratas locales en Mesopotamia (Iraq), donde el gobemador Ziyad reorganizó la administración e impulsó la instalación de muchos árabes en Irán: se habla de unas 50.000 familias asentadas en los alrededores de la ciudad de Marw, por ejemplo. Además de Mu'awiya, los omeyas con mayor capacidad política fueron 'Abd al-Malik (685-705), 'Umar II (717-720) e Hisam (724-743). A 'Abd al-Malik se debe la conversión del árabe en lengua administrativa común, la acuñación de la primera moneda inspirada en las bizantinas y persas (dinar de oro de 4,35 g., dirhem de plata de 2,97), la plena organización provinicial, con nombramiento de emires, árabes siempre, la designación de cadíes o jueces en nombre del califa, que llegarían a ser la institución fundamental de las sociedades islámicas, y también algunas reformas militares indispensables para sedentarizar al ejército árabe y satisfacer las aspiraciones económicas de sus dirigentes, lo que era una de las fuentes de querellas internas: en Siria se asentaron contingentes o yunds entregándolos tierras, según una procedimiento similar al de los themas griegos. En otras ocasiones, las primitivas concesiones de tierra en usufructo o qati'a pasaron a ser simple propiedad privada. La decadencia de la dinastía Omeya Ladero, 173-174: El fracaso del asedio a Constantinopla en el año 717, la detención de la conquista en Hispania y el S. de Francia, entre 722 y 732, como, más adelante, el fin del avance en Asia Central, tras la victoria del Talas sobre los chinos (751), marcaron el final de la gran expansión del Islam clásico. La dinastía omeya, que había protagonizado su segundo impulso, sobrevivió poco tiempo. Después de un período de estabilidad bajo Hisam (724-743),los diferentes elementos de oposición confluyeron en torno al movimiento 'abbasí, que tenía su centro en el Jurasan: por una parte, los hachemíes -alidas y abbasidas- opuestos a las desviaciones omeyas en el plano religioso ya su represión de las disidencias árabes. Por otra, el descontento de muchos mawali mal integrados en aquel imperio de predominio árabe que aún vivía del recuerdo de la conquista. y también, la irritación de iranies e iraquíes, marginados por el centralismo sirio. La revuelta estalló en 746, alcanzó Küfa en 749 y consiguió la derrota y fin de la dinastía omeya después de la batalla del Gran Zab (750). Con los 'abbasíes cambiarían muchas cosas. Se conseguiría, sobre todo, fundamentar el califato sobre prácticas e ideas comunes a todos los musulmanes, con independencia de su origen étnico. Aspectos culturales del califato Omeya Ladero, 173-175: A mediados del siglo VIII el Islam ha alcanzado dimensiones estables y casi definitivas, que le ponen en contacto y le convierten en intermediario obligado entre numerosas áreas de civilización: por una parte, el lejano Occidente. Por otra, Bizancio, el primer enemigo, como lo había sido de los sasánidas y, sin embargo, vecino del que se podía aprender. Al N.E., el Jurasan, frontera de Asia Central, cruce de rutas que los árabes dominan al abandonar China su protectorado sobre la cuenca del Tarim, después de la batalla de Talas, pero también tierra de poblaciones turcas cada vez más abundantes, cuyas migraciones se reanudan. En el N., a través del Jwarizm, del Cáucaso y del Caspio, el contacto con los jázaros y, desde finales del siglo VIII, con los varegos. El espacio islámico contenía ya, a mediados de aquel siglo, sus principales divisiones regionales, homogeneizadas o en trance de serlo en la religión, la lengua y las prácticas administrativas: Arabia, Siria e Iraq, Egipto, Irán, el Magreb y el AI-Andalus. La época 'abbasí llevaría a su madurez y esplendor la primera civilización del Islam, a partir de aquella bases. Tema 7 El califato abbasi I. El movimiento abbasí. 1. Periodos del gobierno de los abasíes. 2. El gobierno de los primeros califas. 3. El gobierno de Harun al-Rasid (786-809). 3.1. Reformas administrativas. 3.2. Desarrollo económico. 3.3. Esplendor cultural. 4. Decadencia abasí y aparición de los primeros movimientos secesionistas. II. La disgregación del Islam. 1. El califato de Córdoba. 2. Los Aglabíes (800-909). 3. Tuluníes (868-905). 4. Fatimíes (909-1171). M. A. LADERO QUESADA: Edad Media, págs: 183-187. S. CLARAMUNT: Historia de la Edad Media, págs: 70-73. J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: Edad Media, págs: 142-147. ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 Atlas Duby: 38-39. 194-195 GARCÍA DE CORTAZAR, SESMA MUÑOZ, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Editorial, 1998 Introducción SESMA MUÑOZ, pp. 159-160: El ascenso de los Omeyas, en buena parte, se apoyaba en una moral de conquistas y victoria y en el consiguiente reparto del botín. . Cuando los dos elementos empezaron a decaer, toda la población del Califato, árabe o no, musulmana o no, ortodoxa o no, empezó a dar muestras de inquietud y a manifestar sus críticas sobre aquellas transformaciones que, en cada caso, no le satisfacían […]Las críticas recogieron, según los casos, sentimientos antiárabes, antiomeyas, antiestatales, antiaristocráticos y no tardaron en expresarse en términos religiosos. Los ataques más frecuentes se dirigieron contra cuatro objetivos principales. La falta de piedad y la afición al lujo de la dinastía gobernante y de sus funcionarios más destacados. El orgullo de los árabes que había despreciado las restantes etnias del extenso Califato. El centralismo sirio […] la marginación de las provincias […]el incumplimiento de las promesas de promoción social a los creyentes no árabes, cuyas obligaciones tributarias apenas habían disminuido con la conversión, lo que prolongaba su situación de discriminación respecto a la minoría árabe dominante […] se añade: los resultados de la reforma fiscal emprendida desde 715 y de los repartos de tierras entre los conquistadores […]para unos árabes, la reforma fiscal había venido a mermar sus ingresos; para otros, los repartos habían sido el medio de que se generaran importantes diferencias entre pequeños propietarios y titulares de extensas posesiones […]El hecho de que las críticas contra los Omeyas tuvieran como denominador común la aspiración a una igualdad de los creyentes explica que aquéllas se expresaran pronto en términos religiosos. Los jarichíes: defensores de una doctrina que abogaba por la guerra santa contra los malos musulmanes, acabaron convirtiéndose en una violenta oposición, más anti estatal que anti omeya, defendiéndo la recuperación del pacto tribal preislámico como instrumento de acción política […] tuvo una gran incidencia entre los beduinos de Arabia y los bereberes del norte de África […] El chiísmo, en principio una facción árabe y política, defensora de los derechos de Alí y sus sucesores al califato, formado, el movimiento, en el año 660, sus actividades comenzaron a raíz de la muerte del segundo hijo de Alí en una revuleta antiomeya. El jefe del Islam debía pertenecer a la familia del Profeta, la única escogida por Alá ya la que éste favorecía con una revelación continuada que completaba el mensaje de Mahoma. La particularidad de este jefe de la comunidad de creyentes, de este imán, adornado de poderes sobrenaturales, era que podía permanecer oculto actuando a través de un representante y transmitiendo el imanato a un sucesor. Estos rasgos explican que el movimiento sií propiciara el esoterismo y la clandestinidad de sus miembros, quienes tenían puesta la esperanza en la aparición de un mesías o mahdí. De hecho, este mesías sería el propio Alí, que no estaba realmente muerto sino oculto, dispuesto a aparecer en cualquier momento para restablecer la justicia y la sucesión legítima de los herederos del Profeta. Una doctrina semejante se prestaba a una diversidad de interpretaciones; entre ellas, siglo y medio más tarde, se impusieron tres: el zaydismo, el ismailismo y los duodecimanos. El movimiento abbasí. Guía. El Islam alcanza en ese periodo uno de los momentos de mayor esplendor con la llegada de la dinastía ‘abbasí al poder. Los últimos años del gobierno de la dinastía omeya se vieron ensombrecidos por múltiples problemas internos y por una fuerte oposición iraquí que hizo desaparecer de la escena política a esta dinastía, con la excepción de uno de ellos que fundó un emirato en España. Los ‘abbasíes aparecían como una nueva dinastía capaz de acabar con la impiedad omeya, estableciendo la igualdad entre todos los musulmanes SESMA MUÑOZ, PP: 161-162: La muerte del califa Hisham en 743 fue el punto de partida de la revuelta […] El triunfo de los sublevados en 750 abrió el acceso al Califato de una nueva dinastía, la de los Abbasíes, que se mantuvo en el trono hasta 1258, en que la toma de Bagdad por los mongoles y el asesinato del último califa pusieron fin a su existencia de derecho. Aun entonces, el nuevo régimen de los mamelucos encontró, en la persona de un tío de ese último califa, la ficción jurídica que permitió seguir hablando de dinastía abbasí. Así, frente a una «monarquía árabe», loS abbasíes proponían un «imperio islámico», cuya legitimidad se basaba en la pertenencia de los nuevos dinastas al linaje de alAbbas, tío de Mahoma, y, sobre todo, en la recuperación del valor de jefatura religiosa del título de califa. Éste aparece, ante todo, como jefe de los creyentes y cabeza de la comunidad de fieles islámicos, igualados por una religión universal. LADERO, 183-87: Son la «dinastía bendita», frente a la supuesta impiedad de los omeyas, […] e incluso en su color dinástico, el negro, contrario al blanco de los omeyas y diferente al verde los si'íes. Su continua intervención en cuestiones religiosas tuvo por objeto, también, dar base más amplia y estable al poder en una época de progresivo enriquecimiento de la reflexión sobre la fe, y de auge de la crítica social y política Periodos del gobierno de los abasíes. Guía: En el año 750 se inicia el gobierno de la dinastía abbasí al hacerse con el poder Abu-l-Abbas (750-754), pero fue su hermano al-Mansur (754-775) quien reorganizó el Estado. Trasladó la capital del Imperio a Bagdad, ciudad que fundó en el año 762, con ello se alejaba de la influencia Siria mantenida durante el califato Omeya en su capital en Damasco. A partir de este momento se dejó sentir una clara influencia persa, y a semejanza suya se crearon nuevos cargos en la administración, como el de visir que controlaba todo por delegación del califa. Claramunt, 70-73: Derrotado y muerto el último califa omeya, Merwán II (750), el primer soberano abbasí, Abu-I-Abbas (750-754), mereció el título de al-Saffah (el sanguinario), por la convicción con que impuso sus ideas, exterminando a todos sus enemigos, en especial los omeyas, excepto a Abd-al-Rahman, que poco después fundaría su emirato independiente en al-Andalus. Su hermano, al-Mansur (754775), fue en realidad quien reorganizó el Estado y fundó la nueva capital, Bagdad, a orillas del Tigris, cerca de la antigua capital sasaní, Ctesifonte. La influencia persa se hizo predominante y sus principales colaboradores políticos Claramunt, 70-73: El triunfo de la revolución abbasí en 750 supuso el final del monopolio de los conquistadores árabes, representados por los omeyas, y la creación, como solución a los problemas de legitimidad dinástica, de un verdadero imperio islámico en el que los mawlas o recién conversos al islam, no árabes, participarían en las tareas de gobierno. Los abbasíes insistieron desde el primer momento en el carácter legítimo de su dinastía. La misma proclamación de Abu-IAbbas en la mezquita de Kufa, principal foco de las revueltas legitimistas, tuvo lugar en el momento de la oración del mediodía del viernes; y el poder califal fue concebido esencialmente, a partir de entonces, como jefatura religiosa. Sesma Muñoz, P. 163: Califa = único autócrata, dueño de cuerpos y almas, que se rodea de un ceremonial que sacraliza y aisla la figura del califa […] en Bagdad […] se desarrolló una pompa y un protocolo distanciadores, propios de las antiguas cortes persas Claramunt, 70-73: Los abbasíes crearon una verdadera monarquía islámica en la que se afirmaron los derechos absolutos de los descendientes de Abbas, tío de Mahoma, frente a los usurpadores omeyas. Abu-I-Abbas adoptó el título de «príncipe de los creyentes» y no el de imán -lo que suponía el rechazo de todo imanismo de tipo shií-, al tiempo que se restauraba la unidad de la umma, suprimiendo los privilegios del ejército árabe y estableciendo la igualdad entre todos los musulmanes. Sesma Muñoz, 163: los califas abbasíes, amparándose en la defensa de la igualdad de los creyentes, estimularon la ruptura de las viejas estructuras étnicas para apoyarse, exclusivamente, en esclavos y mercenarios desvinculados de cualquier atadura que no fuera la voluntad de su señor . Claramunt, 70-73: En el aspecto institucional, los abbasíes continuaron desarrollando y perfeccionando las instituciones administrativas, copiándolas de las persas, en detrimento de las sirias, más occidentales, de época omeya. Su obra, en este aspecto, representó una orientalización del Islam, fenómeno simbolizado inclusive por la fundación de Bagdad en 762. Sus mayores logros estuvieron en la intensa vida urbana y el desarrollo del comercio, amén de la definición cultural del mundo islámico, en el que se integraron elementos tan dispares como los valores sociales árabes, la ética irania y las ciencias helenísticas, todo ello en el marco de la fe islámica, como afirma Sourdel. Ladero, 183-87: y la civilización islámica que maduró entonces, entre los siglos VIII y XI, fue considerada en los tiempos siguientes como modelo clásico o edad de oro dignos de imitación y restauración. Su mayor logro fue la plena definición cultural del mundo islámico al integrar armoniosamente elementos árabes, iranios y greco-sirios: fe islámica, -escribe Sourdel- valores sociales árabes, ética irania, lógica y ciencia helenísticas, todo ello expresado en árabe como lengua común y dentro de una concepción universal del Islam basada en la idea de la igualdad de los creyentes. ... Con los abbasíes, el califa se convirtió en juez, general y administrador supremo, del que derivaba toda autoridad legítima; el respeto por este papel arraigó tanto que aun cuando el Imperio abbasí se deshizo, los emires y reyes musulmanes siguieron buscando sus diplomas para legalizar y consolidar su posición. Ladero, 183-87: La revolución abbasí y el cambio de dinastía produjo el paso del imperio de los conquistadores árabes al imperio islámico propiamente dicho, con plena participación de los mawali o mawlas de diversas procedencias. Los abbasíes pusieron el acento en el carácter legítimo de su dinastía, en la sacralización del poder califal, concebido como jefatura religiosa […] Los primeros califas abbasíes, al-Saffah (750-754) y al-Mansür (754-775) fundamentaron su gobierno en la colaboración de los mawalí iraquíes e iranios, y su legitimidad en la vinculación directa de su antepasado al-Abbas a Muhammad y en el carácter religioso del califato, al ser su titular sucesor y lugarteniente del profeta, jefe de los creyentes […] y guía de la comunidad islámica (imam) en lo tocante a la interpretación de la ley y la práctica de la oración. Historia 16, p. 172: Tras fundar la nueva capital en Bagdad, que situaba el centro del imperio en Mesopotamia, se adoptaron muchos procedimientos de gobierno y administración de origen persa, acabando con el anterior predominio sirio Claramunt, 70-73: Para dirigir la administración, los abbasíes crearon el cargo de visir (wazir), de origen persa, que, de hecho, lo controlaba todo por delegación del califa. La administración se desarrolló rápidamente y se convirtió en un instrumento eficaz, dividida en numerosos ministerios o departamentos, que recibieron el nombre de diwanes. Entre éstos destacaban el del tesoro, que controlaba toda la fiscalidad y elaboraba los presupuestos del Estado; el de la cancillería, el de correos, el de policía, el de justicia, etc... SESMA MUÑOZ, p. 163: El desarrollo de esa actitud encontró sus limitaciones en la inmensa extensión del Califato, que obligó a los califas a encargar el gobierno de amplias regiones a sus familiares de sangre o de adopción. Ello contribuyó a fortalecer los particularismos provinciales que, en muchos casos, tenían ya una larga historia. La expresión política de algunos de ellos, con la constitución de verdaderos poderes autónomos, nunca fue incompatible con la firmeza de unos rasgos comunes a todo el mundo islámico. Estos fueron el desarrollo económico de base rural y, sobre todo, mercantil y el esplendor de numerosos centros urbanos, creadores de un espectacular florecimiento cultural en los siglos IX a XI, época dorada del Islam. Por lo demás, el Califato Abbasí jugó el papel de espacio de paso y contactos entre civilizaciones diversas, de China al Imperio franco, de la India a Bizancio, o, sin salir de sus fronteras, entre áreas lejanas del mismo mundo islámico: entre Córdoba y Küfa o, más tarde, Samarcanda, o entre Bagdad y Fez. El análisis de esa Álvarez, p. 248-49: proclamado califa con el sobrenombre de al-Mansur. Abu Yafar al-Mansur (754- 776), el segundo califa abasí, fue el verdadero organizador de la dinastía y pronto demostró su voluntad de ser soberano sin discusión y para ello comenzó su obra eliminando toda oposición. Al-Mansur dependía militarmente del Jurasán, el califa logró eliminar al jefe de las tropas de aquella zona (Abu Muslim), lo que supuso una serie de sublevaciones […]al-Mansur tuvo que enfrentarse a los chiítas que también habían apoyado la acción abasí y que ahora, tras la muerte de Abu Muslim […]se encontraban relegados y provocaron revueltas en los años 755 y, sobre todo, en 762-763 […] Otros movimientos de rebeldía ocasionarían pérdidas territoriales para el califato, caso de las protagonizadas por los jarichíes, escindidos en dos bloques: los ibadíes y los sufríes, ambos con gran actividad en el norte de África. Los primeros se instalaron en Trípoli (757) y poco después ocupaban Cairuan (758), mientras que los sufríes tenían como centro la ciudad de Siyilmasa, al sur de Marruecos. Vencidos en el 760 por el gobernador de Egipto, los ibadíes se replegaron hacia el Oeste y fundaron el emirato de Tahert (761) casi por las mismas fechas en las que los sufríes hacían lo propio en Tremecén, declarándose independientes. Entre los años 770 y 771 se produjo una gran ofensiva jarichí hacia Yfriquiya que fue aplastada y desde entonces esta provincia permaneció bajo la dependencia del califato. Tampoco pudo evitar al-Mansur la instalación del último Omeya superviviente en al-Andalus (756), provincia extrema que tardaría muy poco en independizarse. […]al-Mansur avanzó en la legitimación del gobierno […]insistiendo en la vinculación directa con Mahoma, a través de Abbas, y en el carácter religioso del califato […]Fruto de esta política fue la vinculación hereditaria del título califal, ... De este modo, al-Mansur pudo transmitir sin problemas el poder a su hijo […] En efecto, al-Mansur acometió la organización de la administración del Estado renovando los cargos de la burocracia central puesta en manos de secretaríos (kuttab) que fueron puestos bajo la dirección del visir (wazir ), puesto que ahora se creaba. Para todo ello el califa contó con la inestimable ayuda de Jalib ibn Barmak (t 782) a quien nombró sucesivamente gobernador del Fars, del Tabaristán y de alMausil. Se iniciaba entonces el rápido ascenso de los Barmakíes, una familia de mawali oriunda de Balj, importante ciudad del Jurasán, y que había apoyado decididamente a los abasíes […] Ladero, 183-87: En el ámbito militar consumaron con rapidez el paso del antiguo ejército árabe tribal y de «voluntarios de la fe» al de mercenarios, a menudo poco integrados en la cultura árabe-islámica, y nada aptos para la guerra de conquista religiosa. Historia 16, p. 172:. […] si esto era, en principio, beneficioso para el poder califal rompía, en cambio, con las ideas que habían hecho del ejército árabe instrumento de las conquistas de tiempos pasados Álvarez, p. 248: ejército de mercenarios, con frecuencia muy poco integrados en la cultura islámica, que desde entonces se constituiría en su principal arma contra las disensiones y, también, para obtener un mayor respaldo, ya que hasta ese momento la principal fuerza abasí era el ejército del Jurasán que seguía las directrices de Abu Muslim y para contar con él era necesario complacerle, lo cual no era garantía absoluta de fidelidad. AI-Saffah acabó con la expansión musulmana y consolidó el dominio en Asia central donde las fuerzas abasíes derrotaron a las chinas en Talas (751). Álvarez, p. 250: La base militar de los abasíes se centraba en el ejército del Jurasán, formado con soldados árabes y mawali que recibían estipendios muy elevados abonados regularmente con cargo a la hacienda califal. La forma de acceso a la milicia no se conoce, pero es posible que los propios jefes militares se encargasen de reclutar los efectivos necesarios e incorporarlos a los contingentes bajo su mando que formaban una especie de cuerpos militares privados dentro del conjunto del ejército. El carácter mercenario de las tropas será un peligro latente, pues el poder de los jefes militares crecerá en la misma proporción que aumentará el número de efectivos a sus órdenes, llegándose a transmitir el mando de manera hereditaria, lo que provocará el nacimiento de una serie de familias que conformarán la aristocracia militar con la cual el poder central procurará mantener fluidas relaciones y, del mismo modo, que los efectivos de tropa recibiesen puntualmente sus salarios. No obstante, el riesgo de que estos jefes militares tomasen conciencia de su fuerza y planeasen un asalto al poder o convertirse en dueños de la situación permanecería hasta hacerse realidad tiempo más tarde. Claramunt, 70-73: Los primeros califas abbasíes se propusieron realizar, en medio de un renovado puritanismo religioso, una reforma fiscal que acabara con el empobrecimiento del tesoro y con el abandono de las tierras que generaba el sistema económico hasta entonces vigente. Se volvió al reparto de las cosechas, la muqosama, en que sólo se calculaba la base tributaria en el momento en que se medían las cantidades cosechadas de manera efectiva. El retorno a este sistema fue acompañado por una política fiscal destinada a favorecer el desarrollo agrícola ya suprimir los impuestos sobre las tierras no cultivadas. El Estado, por otra parte, se hizo cargo de la excavación de canales de riego, lo que favoreció la multiplicación de cosechas y la introducción de nuevas especies, tal como se ve en las modas culinarias recogidas en los libros de recetas abbasíes. En conjunto, esta política se desarrolló, sobre todo, en el actual Irak, beneficiado por la irrigación, pero no afectó a los cultivos de secano, mayoritarios en el resto del Imperio. El régimen abbasí representó también el triunfo de la gran ciudad y de la vida urbana, fundada en el comercio y la artesanía. Bagdad se convirtió en la encrucijada del universo, por los productos que llegaban a ella por vía fluvial o por rutas terrestres. La nueva capital, fundada en 762, se acabó de construir en 766, alcanzando pronto el medio millón de habitantes. Su forma radio céntrica era herencia de las ciudades iranias y del misticismo cósmico oriental. Sus cuatro puertas, sus 360 torres, el foso de 20 metros de anchura que la rodeaba y su muralla de 9 metros de espesor, hacían de Bagdad el símbolo del triunfo de la revolución abbasí. El Imperio se gobernaba desde el palacio, en el centro del círculo SESMA MUÑOZ; p. 164: La accesión de la dinastía abbasí al Califato a mediados del siglo VIII coincidió con el momento en que el Imperio creado por los árabes, detenido en Francia con la derrota de Poitiers en 732 y asegurado en Asia central, con la victoria de Talas en 751, alcanzaba sus mayores dimensiones y, sobre todo, un alto grado de esta- bilidad en las fronteras. Su enorme extensión hacía inevitable que el Califato fuera escenario del fortalecimiento de poderes regionales e incluso comarcales y locales […] El afianzamiento de poderes regionales dentro del Imperio se hizo sobre la base de la homogeneidad territorial, social, religiosa y cultural de cada una de sus áreas muy superior a la del conjunto. Los gobernantes, muchos de ellos de estirpe califal, se apoyaron en ella para diferenciarse respecto a las demás. […] se fueron manifestando, dentro del espacio islámico, tres grandes conjuntos territoriales. El oriental, constituido por Irán, espacio nuclear del antiguo Imperio persa, […] El central, integrado por Arabia, Siria, Egipto y Mesopotamia, […] y, por fin, el occidental, del que formaban parte: Al-Andalus, nuevo nombre de la antigua Hispania; Ifriqya, la romana África proconsular y, todavía, antes, Cartago; y el Magreb, la Tingitania romana, que llegaba al Atlántico. Por supuesto, dentro de cada uno de esos tres grandes conjuntos, numerosas regiones mostraban signos de indudable personalidad, cuya traducción política en forma de oposición al poder central o de secesión fue muy frecuente en la vida del Imperio abbasí. Historia 16, p. 172:. El poder efectivo y casi universal de la dinastía abbasí duró no más de un siglo. Ya en época de los califas al-Saffah [Abu-l-Abbas al-Saffah] (750754) y al-Mansur (754-775) se rompieron anteriores alianzas: Abü Muslim, uno de los grandes artífices del triunfo, murió ejecutado en el año 754. Los si'ies de la parte de Hasan fueron reprimidos tras sus revueltas de los años 762 y 788, mientras que los de la deHusayn permanecían tranquilos y más atentos, como luego se verá, a la formulación de sus doctrinas religiosas. El jariyismo, aunque menos poderoso, todavía inspiró revueltas en Iraq, Siria, Arabia y, en especial, en el lejano Magreb, donde respaldó la independencia de los bereberes rustemíÍes de Tahert (761) y de otras ciudades-estado como Siyilmasa, fundada en 757, en la cabecera de los caminos que atravesaban el Sahara de Norte a Sur. Por el contrario, los idrisíes, independizados desde el año 788 y fundadores de Fez en torno al 808, eran siíes. Y, más allá, Al-Andalus había hecho secesión tras la llegada del último omeya, Abd al-Rahman (756), que estableció un emirato independiente en Córdoba, siempre afecto a la ortodoxía sunní. Álvarez, p. 250: AI-Mansur llevó a cabo grandes obras de construcción de canales, trazado de caminos y establecimiento de puestos fortificados a lo largo de ellos, e impulsó la creación de escuelas de árabe en las que se preparaban los futuros funcionarios. Pero ha pasado a la historia, sobre todo, por ser el que cierra el proceso de diferenciación con respecto al califato omeya al decidir la construcción (762) de la que sería la nueva capital del califato Madinat al-salam --ciudad de la paz-, más conocida como Bagdad, en el cauce del Tigris, cerca de la antigua Ctesifonte. Emplazada en un lugar estratégico, con buenas comunicaciones fluviales y terrestres, la nueva ciudad comprendía tres sectores: al norte se situaba la zona en donde fue acuartelado el ejército del Jurasán, El gobierno de Harun al-Rasid (786-809). Guía: El momento de mayor auge se alcanzó durante el gobierno del califa Harun alRasid (786-809) debido al prestigio que adquirió Bagdad y a sus éxitos en política exterior frente a Bizancio. A su muerte, le sucedieron en el poder sus hijos, uno de los cuales, Mutasin (833-842) mandó la trasladar la corte a la nueva capital, Samarra, para librarse de la inseguridad de Bagdad. Constituyó una nueva fuerza militar, compuesta principalmente de esclavos turcos que le eran fieles a los que instaló en la nueva capital. Pero estos grupos se fueron apoderando de grandes áreas, como Basora y el delta del Éufrates, fueron apartándose de la autoridad del califa, llegando incluso a asesinarle en el año 861. Así pues durante la segunda mitad del siglo IX comenzó a producirse el declive del Imperio ‘abbasí, motivado, en buena parte, por la crisis económica que sufría y por la proliferación de movimientos secesionistas. A mediados del siglo X en el mundo musulmán había tres califas: el ‘abbasí de Bagdad que sobrevivió hasta 1258 cuando fue definitivamente tomada la ciudad por los mongoles, el omeya en Córdoba y el fatimí en El Cairo. Álvarez, p. 251-52: A pesar de las dificultades incipientes, el nuevo régimen estaba firmemente asentado cuando, muerto al-Mansur, accedió a la jefatura del califato su hijo Abu Abd Allah Muhammad, conocido como al-Mahdi (775- 785), en un clima de tranquilidad logrado, sobre todo, con el apoyo incondicional de los barmakíes […] el gobierno de al-Mahdi […]se caracterizó fundamentalmente, en el interior, por el desarrollo de un constante trabajo de reafirmación legitimista y fortalecimiento de la institución califal, tarea en la que trabajaron los barmakíes […] el problema interno más relevante afectaba al terreno religioso y al califa como jefe espiritual de la comunidad así como defensor de la misma contra corrientes peligrosas, motivo por el cual al-Mahdi hubo prestar atención al desarrollo de sectas heterodoxas con objeto de reprimirlas y castigar a sus adeptos y, sobre todo, a sus dirigentes muchos de los cuales fueron ejecutados […] En el exterior, al-Mahdi siguió la línea política trazada por al-Mansur y mantuvo la presión sobre el Imperio bizantino que por entonces se hallaba inmerso en una de sus cada vez más frecuentes etapas de inestabilidad política y dirigido por una mujer, Irene (752-803). El califa renovó los ataques sobre diversas áreas de Asia Menor y forzó a la emperatriz a solicitar y obtener la firma de una tregua que la obligaba a pagar un fuerte tributo anual. Al-Mahdi dejó el poder a su hijo Musa al-Hadi (785-786), cuyo breve califato estuvo salpicado de incidencias que terminarían por costarle la vida. Continuó la persecución de los maniqueos y ordenó la ejecución de varíos herejes musulmanes, pero no tuvo mayor éxito que su padre en este terreno. Finalmente, trató que su hijo le sucediese, provocando la sublevación de su hermano Harun quien, muy probablemente, participó en el complot que terminó con la vida del califa. Álvarez, p. 251-52: Se iniciaba entonces el mandato de Harun al-Rasid (786-809), quinto califa de la dinastía, con quien el califato abasí alcanza su máximo apogeo. Ladero, 183-87: Durante su reinado ejercieron el poder como visires durante 17 años miembros de la familia irania de los Barméquidas, trágicamente eliminada por el mismo califa después. En medio de su esplendor, el califato continuaba enfrentado a problemas de difícil solución: era sencillo actuar contra los impíos, por ejemplo las sectas dualistas de raiz maniquea de los zindiq, en el mismo Bagdad, pero no lo era tanto mantener al poder en zonas lejanas e inquietas […] ni tampoco acallar la suspicacia entre árabes e iranios Claramunt, 70-73: El apogeo cultural y económico del califato abbasí se alcanzó con Harum-al-Rashid (786-809), hijo de al-Mahdi y de una esclava beréber, que sucedió a su hermano y rival al-Hadi (785-786), misteriosamente asesinado. Durante los diecisiete primeros años de su reinado gobernó la poderosa familia persa de los barmakíes, de la cual logró desembarazarse en 803. El califa adquirió gran popularidad por sus campañas contra Bizancio -que debió comprar la paz- y las de Transoxiana y África del Norte. Mantuvo relaciones diplomáticas con soberanos indios y con Carlomagno. Harum-al-Rashid murió cuando mandaba una expedición contra Samarcanda, convirtiéndose en un personaje legendario y en protagonista de numerosos cuentos de Las mil y una noches. Su reinado marca la fastuosa culminación de los abbasíes y de la ciudad de Bagdad. Álvarez, 253: la centralización del poder llegó al punto más alto, lo mismo que la recaudación tributaria […] haciendo hincapié en su deber de llevar adelante la guerra santa, desencadenó distintas operaciones militares contra los bizantinos en Asia Menor […] mandó la reorganización de la frontera y el establecimiento de mayores contingentes militares […] dirigió una servera política religiosa y se opuso con dureza a los chiítas y los herejes; mantuvo una clara inclinación hacia los musulmanes y una discriminación y una reducción de la tolerancia hacia judíos y cristianos […] Historia 16, pp. 172-173: Los problemas de fondo no desaparecieron, […] como el mantener o recuperar el poden en las zonas extremas de Occidente y Oriente, pero tampoco se agudizaron. El sordo enfrentamiento entre árabes e iranios se resolvió a la muerte del califa mediante la guerra entre dos hijos de al-Rasid, uno de madre árabe y heredero oficial, al-Amín (809-813) y otro, al-Mamun (813-833), de madre irania, triunfando el último. Álvarez, p. 251-52: Sin embargo, no todo era brillante en el califato de al-Rasid quien desde muy pronto pudo ver cómo se iniciaban movimientos que desmembraría el Imperio durante su mandato: Ibrahim ibn Aglab (800-830) se declaraba independiente en Yfriquiya (Túnez) y creaba una dinastía, conocida como los aglabíes, que dominaría este territorio, mils Sicilia y Malta, hasta el año 909 en que se hundieron ante el avance de los fatimíes. Por su parte, los idrisíes, dirigidos por Idris II (791-828) se establecían entorno a Fez, ciudad fundada por éste, y reafirmaban la independencia de todo el territorio marroquí bajo su control, proclamada por Idris I (781- 791 ), fundador de esta dinastía chiíta que lleva su nombre. El omeya Abd al-Rahman 1(756- 788), en fin, no reconocía la autoridad política del califa en al-Andalus y se declaraba independiente. Administración García de Cortazar, 143-44: El objetivo más urgente debía ser la transformación de una economía y sociedad guerreras en un orden social basado en una economía de paz […] los nuevos señores trasladaban el centro de gravedad hacia el este, a Mesopotamia; […] El cambio geográfico resultó sintomático: el Estado musulmán pasó de la influencia bizantina a la persa. El califa fue el más permeable a la nueva situación: enriquecimiento progresivo de los títulos soberanos utilizados en textos oficiales, inscripciones y monedas, crecimiento constante de la pompa y del ceremonial que aislaba al señor de los súbditos fueron los rasgos más aparentes de la corte del nuevo Imperio islámico, muy en línea de sus antecesores de la región. A falta de una casta feudal establecida y un clero estabilizado; la nueva dinastía apoyaba su despotismo en su atribución de un origen casi divino y su fuerza militar: la protección y consulta a los teólogos coránicos y el abandono del viejo sistema de ejército tribal, predominantemente árabe, sustituido por tropas otras de cada región y, más tarde, por mercenarios, fueron características importantes de la organización abbasí. Su esquema administrativo, en cambio, no hizo sino desarrollar el ideado por los últimos Omeyas, siempre con las concesiones a la nueva orientación, decididamente persa, del Estado, y a su promesa de no hacer de la raza un elemento discriminatorio dentro del Imperio. La administración se basaba en una serie de diwans o ministerios, cuya multitud de funcionarios controlaba, en última instancia, el visir, oficial de origen persa. Cabeza de toda la máquina administrativa y jefe ejecutivo bajo el califa, el nuevo oficial, innovación abbasí, ejercía un inmenso poder. El interés por perpetuarlo en una dinastía paralela a la de los propios califas -que no renunciaron a la novedad omeya de la sucesión por herencia-, está en el centro de muchas de las querellas intestinas del califato. […] la autoridad provincial la comparten un gobernador militar y un superintendente de hacienda, encargado del control de impuestos: la división de funciones entre ambos gobernantes fue interés constante del poder central, que cuando desde el siglo X no pudo asegurarla, comenzó a perder el dominio de las provincias Desarrollo económico García de Cortazar, 1444-145: Extensión de las áreas cultivadas, merced a costosas obras de irrigación y la ampliación del derecho de propiedad a los campesinos, junto con un reparto de impuestos más equitativo, fomentaron la producción agrícola […] la introducción de mano de obra esclava y la actuación de comerciantes y terratenientes impidió una mejora de la situación del campesino. El aumento de la producción agrícola (excedente de producción y de amno de obra) permitió el desarrollo comercial e industrial […] Industria textil, conoció, por razones fiscales, un importante estímulo oficial. Falto de éste, el comercio se desarrolló, en cambio, debido a las excepcionales condiciones del Imperio islámico: situación de tránsito entre Europa y el Lejano Oriente, alto nivel de consumo de las masas sometidas, y extenso mercado, existencia de un orden y seguridad internos por un más amplio consenso de la comunidad musulmana respecto a sus jefes, relaciones de amistad con los países vecinos en lugar de las presiones militares de la época omeya. Todo este conjunto de circunstancias, subrayado por un vehículo unitario y solvente, la moneda, de oro y plata, heredera de las tradiciones financieras bizantina y persa, abonó un notable desarrollo mercantil. El éxito de la civilización islámica fue, precisamente, por debajo de separatismos políticos, que pronto surgieron en su seno, mantener una estrecha unidad económica e intelectual desde la India al Atlántico. El desarrollo urbano va unido a la expansión del Islam. La vida urbana se convirtió en marco adecuado de las distintas manifestaciones del culto y la vida intelectual y, a la par, en muestrario de una espectacular actividad material orientada a satisfacer las exigentes necesidades de los medios aristocráticos y gobernantes. […] la ciudad ocupa un lugar privilegiado en todo el Imperio. En torno a ella, la actividad agraria circundante, patrimonio de las poblaciones sometidas, se enriquece gracias a esta civilización, urbana en principio, pero también de zonas desérticas y, sobre todo, del agua. El resultado no pudo ser otro que esta síntesis de la riqueza que constituye el Imperio islámico: la política, la religión, la sociedad misma escaparon, frecuentemente, a las tendencias unificadoras de la ciudad; lo que nunca escapó fue la prosperidad de las tierras musulmanas, en agudo contraste con la pobreza de sus vecinas de Europa del oeste. Cultura García de Cortazar, 145-146: La promesa de igualdad para todos los musulmanes y la unidad del Islam, puntos programáticos de la nueva dinastía, fomentaron las conversiones […] la población del Imperio acabó siendo predominantemente islámica […] La tradición helénica, la actividad religiosa cristiana, las costumbres intelectuales persas se abren camino […] la capacidad de síntesis en la cultura se abre paso en el pensamiento religioso; la necesidad de crear un cuerpo de doctrina uniforme fomenta, durante el período abasí, los esfuerzos por la definición de una doctrina musulmana ortodoxa. A las prescripciones coránicas se abre paso la validez concedida a las Hadiths de Mahoma, con lo que las tradiciones de la vida del profeta se convierten en cuerpo de doctrina, la Sunna, conjunto de tales recuerdos, se incorpora al acervo religioso […] nada de ello aseguró la unidad religiosa, la existencia de importantes minorías religiosas dentro del Imperio y, dentro del mundo musulmán, la presencia de una aguda oposición entre sunnitas y shiitas […] a pesar de ello, el vínculo religioso fue el lazo de unión más sólido entre los distintos componentes del Imperio […] Sesma Muñoz, p. 163-164: El desarrollo económico de base rural y, sobre todo, mercantil y el esplendor de numerosos centros urbanos, creadores de un espectacular florecimiento cultural en los siglos IX a XI, época dorada del Islam […] El califato abbasí jugó el papel de espacio de paso y contactos entre civilizaciones diversas, de China al Imperio franco, de la India a Bizancio […] entre C´rodoba y Küfa […] Bagdad y Fez […] Riu, Lecciones de Historia Medieval, Madrid, Teide, 1969, p. 140-141: La fundación de escuelas primarias (maktabas) y secundarias (madrazas), adscritas a las mezquitas, elevó pronto el nivel intelectual. En el florecimiento cultural de esta época destacan: en medicina, al-Razi (865-925), autor de la enciclopedia médica al-Hawai que, traducida al latín, fue muy apreciada en Occidente. En filosofía, alFarabi (870-950), espíritu ecléctico que quiso compaginar los sistemas platónico y aristotélico con la mística islámica. En matemáticas, al-Juwarizmi (780-850), autor del primer libro de álgebra. En astronomía, al-Fazani constructor del primer astrolabio. En alquimia, Jabir ibn Hayyan, notable precursor de los estudios químicos. En Bagdad se recogió la herencia cultural y científica de Grecia, Siria, Persia y la India, se tradujeron obras de filosofía y medicina; la poesía, el canto y la teología islámica florecieron con un gran esplendor […] Convertida Bagdad en un emporio mercantil, fue asimismo una centro artístico de primer orden […] Entre los traductores destacó Hunayn ben Ishak (*877), que hizo la versión de las obras científicas griegas al árabe. Entre los historiadores, al-Tabari (838-923), que escribió una historia del mundo (Historia de los mensajeros de los reyes) y alMasudi, quien redactó una obra monumental de treinta volúmenes, de la cual se ha conservado sólo un resumen. Entre los recopiladores de hadit sobresale al-Bujari (810-870), quien llegí a coleccionar unas 600.000 narraciones tradicionales. Decadencia abasí y aparición de los primeros movimientos secesionistas. Álvarez, p. 251: Con su instalación en Bagdad el califato entró en una etapa de desarrollo, corta en lo político y más larga en lo económico y en lo científico, y supuso el cambio del centro de gravedad del Imperio que ahora abandonaba definitivamente Siria para trasladarse a Irak, se alejaba del Mediterráneo y se hacía más oriental, más iranio, pero al acentuarse el nacionalismo persa dentro del Islam se produjo una distensión de los lazos que sujetaban a las provincias occidentales y se inició en ellas el proceso desintegrador ya visto en el norte de África y alAndalus. Claramunt, 70-73: A la muerte de Harum-al-Rashid, tres de sus hijos le sucedieron en el trono, siendo los más importantes al-Mamún (813-833) y Mutasim (833-842), quien fundó en 836 la nueva capital, Samarra, a donde trasladó la corte para liberarse de la inseguridad de Bagdad. No obstante, pronto cayó en la órbita de su nueva guardia palatina, la guardia turca de los mamluks (esclavos blancos), cuyo poder fue en aumento hasta controlar de hecho la sucesión al trono, sobre todo después del asesinato del califa al-Mutawakkil (847-861). Ladero, 183-87: al-Ma'mün (813-833) intentó la aproximación a los siíes, sin abandonar el programa que la dinastía llevaba a cabo en la protección de la ortodoxia sunní, de las elaboraciones jurídicas que la desarrollaban, y en los actos de prestigio ante los creyentes, tales como la protección a lugares santos de La Meca y Medina, la organización de las peregrinaciones, la construcción de la gran mezquita al-Aqsa, en Jerusalén. Por eso protegió al movimiento mu'tazilí que intentaba introducir elementos de racionalidad en armonía con la fe islámica, y superar las diferencias internas: fue un intento brillante y valioso, pero no triunfó Álvarez, 255: Al-Mamún, protector de la ortodoxia sunní, […] mostró interés por la traducción de las obras de filósofos griegos, y apoyó la corriente de pensamiento mutazilí, nacida en Basora en el VIII y afincada, después, en Bagdad: intentaba introducir elemento del racionalismo helenístico y por ello negaba atributos en Alá, declaraba la existencia del libre albedrío en el hombre […] afirmaba el carácter de “creado” del Corán frente a los que defendían que como palabra de Alá había existido siempre […] al-Mamún ordenó que el mutazilismo se convirtiese en doctrina oficial en el 817 […] la oposición sunní fue fuertísima, y al-Mamún se convirtió en el centro de las iras de los sunníes […] el califa trató de rectificar, pero la muerte se lo impidió. […] El imperio era constantemente sacudido por fuertes convulsiones sociales […] el sistema fiscal gravaba las comunidades rurales de forma solidaria, de manera que el montante se repartía entre los campesinos mientras su número descendía la cantidad se mantenía e incluso aumentaba […] muchos campesinos acabaron formando bandas que vivían del asalto […] Ladero, 183-87: Dependencia mayor de su guardia palatina al-Ma'mün había accedido al poder con ayuda de los militares de origen jurasaniano, pero al-Mutasim se rodeó por primera vez de una guardia turca de mamluks ( «esclavos blancos» ) cuyo peso, como el de otros mercenarios. de procedencia servil poco islamizados, se incrementaría. Su primera intervención ocurrió a la muerte de al-Mutawakkil y no cesaría desde entonces su influencia sobre las sucesiones y accesos al califato, en el corazón del imperio. Álvarez, 256: Al-Mamún moría en el 833 y le sucedía su hermano al-Mutasim (833842), éste se rodeó de un ejército privado compuesto por esclavos turcos (mamluks) procedentes de más allá de las fronteras del Imperio […] la conformación de un ejército reclutado a base de esclavos turcos comprados en Samarcanda […] era la única posibilidad que tenía el poder califal de mantenerse […] en principio fueron mantenidos al margen de la población, creándose una fuerza militar imponente que incluso desconocía el árabe […] el ascenso militar y social de alguno de estos militares iría paralelo al de su propio poder […] llegaron a convertirse en verdaderos amos del gobierno […] desplazando el poder de los califas a un segundo plano […] al-Mutasim trasladó la capital de Samarra, donde dispuso que se acuartelara su nuevo ejército […] deseo del calida de liberarse de la inseguridad de Bagdad […] la nueva capital fue abandonada a inicios del siglo X, regresando a Bagdad Claramunt, 70-73: A partir de la segunda mitad del siglo IX, el califato se fue disgregando rápidamente, controlando de hecho tan sólo el actual Irak, mientras las bandas de esclavos turcos se apoderaban de grandes áreas, como Basra (Basora) y el delta del Éufrates. A la vez, la secta herética de los cármatas, fuertemente implantada entre los beduinos, asoló Siria, Arabia e incluso Egipto, llegando aun a saquear La Meca en 930. Ladero, 183-87: El asesinato del califa al-Mutawakkil en 861 desencadenda la anarquía en la misma Samarra, los mercenarios turcos imponían su voluntad. En otras zonas del imperio surgieron dinastías de gobemadores independientes […]Hubo aún momentos de restauración del poder político efectivo de los califas bajo al-Mu'tamid (870-892), que regresó a Bagdad al fin de su vida, yal-Muktafil (902-908), pero las disponibilidades financieras del califato eran menores cada Claramunt, 70-73 : Mientras tanto, en Bagdad, el califato caía bajo la tutela de los emires-al-umaras, cargo ostentado por los buyíes, verdaderos mayordomos de palacio, que relegaron a los califas aun papel simbólico. En 1258, Mutasim, califa nominal, murió cuando el khan mongol Hulagu tomó Bagdad. Los supervivientes de la familia abbasí fueron acogidos por los sulta- nes mamelucos de El Cairo, y una nueva serie de 21 califas a título honorífico continuó en Egipto hasta 1517, en que el país fue conquistado por el sultán otomano Selim I. Historia 16, p. 172: El poder efectivo y casi universal de la dinastía abbasí duró no más de un siglo. Ya en época de los califas al-Saffah (750-754) y al-Mansur (754755) se rompieron anteriores alianzas. Abu Muslim, uno de los artífices del triunfo murió ejecutado en el 754. Los siíes fueron duramente reprimidos […] el jariyismo, menos poderosos, aún fomento revueltas en Irak, Siria, Arabía y, en especial, en el lejano Magreb, donde respaldó la independencia de los beréberes rustemíes de Tahert (761) y otras ciudades-estado situadas en la cabecera de los caminos que atravesaban el Sahara de Norte a Sur. Por el contrario, los idrisíes, independizados desde el año 788 y fundadores de Fez en torno al 808, eran siíes. Y, más allá, Al-Andalus había hecho secesión tras la llegada del último omeya, Abd al-Radman (756), que estableció un emirato independiente en Córdoba, siempre afecto a la ortodoxia sunní. Riu, p. 143: A mediados del siglo X, la decadencia y disgregación del Imperio Abbasí eran ya manifiestas. La autonomía con que se gobernaban las provincias facilitó el resquebrajamiento. Poco después de que Abd al-Rahmán I se proclamará independiente en al-Andalus, Idris ibn Abdallah hacia lo propio en Fez, proclamándose emir y fundador (788) del reino de los Idrisíes en Marruecos y Tremecén. Lo mismo hacían los Tahiríes en el Jorasán (820-872), los Saffaríes en el Seistán, Persia (867-908); los Samaníes en el valle del Oxus (874-999) y los Aglabíes en Túnez (880-909), desde cuyo centro Cairuán, irradiaron a Sicilia una floreciente cultura islámica La disgregación del Islam. Guía: Las primeras disidencias surgen en el Norte de África cuando en el año 800 el califa Harun al-Rasid permitió, mediante un acuerdo, que Ifriqiya pasase a ser una provincia concedida a título hereditario en manos de la dinastía de los Aglabíes (800-909) a cambio de un tributo anual y con la condición de que se nombrase al califa ‘abbasí en la oración del viernes. Los aglabíes fijaron su capital en Qayrawan, convirtiéndose muy pronto, en uno de los centros comerciales más importantes. A partir del año 827 emprendieron la conquista de Sicilia y se apoderaron de Malta. Gran trascendencia tuvo la separación de Egipto por Ahmad Ibn Tulun, hijo de un esclavo turco, a quien el califa ‘abbasí había encomendado la administración de aquel lugar. Apoyado por el ejército y por el pueblo, a quien había proporcionado un notable bienestar, consiguió del califa autorización para disponer libremente de las rentas financieras, mediante el pago de un canon y el reconocimiento del califa como jefe de la comunidad musulmana. El gobierno de la dinastía de los Tuluníes (868-905) es recordado como una de las épocas de mayor prosperidad del Egipto musulmán. Sus sucesores los ijsidíes sufrieron el ataque de los ejércitos fatimíes. Uno de los movimientos clandestinos que se había producido desde finales del siglo IX, logró instaurar a los Fatimíes en el Norte de África y posteriormente, en Egipto (909-1171). Los fatimíes deben su nombre a Fátima, hija de Mahoma y esposa de ‘Alí. El origen del movimiento que lleva a esta dinastía al poder se sitúa en Irak y se vincula con el isma’ilismo, doctrina que aguarda una renovación del Islam con la llegada del Mahdi, o heredero de Ismail, último imán visible. Los fatimíes lucharon contra los omeyas de al-Andalus por el control del Magreb occidental pues ambos deseaban controlar las rutas del comercio del oro. El dominio que habían ejercido con anterioridad sobre Ifriqiya permitió a los fatimíes controlar el comercio que desde el Mediterráneo se mantenía con el interior de África, aumentar sus riquezas y asegurar su posición para emprender la conquista de Egipto. Hecho que se consiguió aprovechando la crisis imperante entre los ijsidíes. En el año 969, el general Yawhar se apodera de Egipto y funda la ciudad de El Cairo, junto a la ciudad ya existente de al-Fustat. El gobierno de los fatimíes gozó de un régimen independiente, poderoso y estable durante casi dos siglos, que dio al país un considerable empuje económico político y cultural. Durante el gobierno de esta dinastía se fundó en la nueva capital la mezquita de al-Azahar, que se convirtió en el centro más importante de la cultura islámica. Este régimen logró superar al califato ‘abbasí, el cual, temeroso de su avance, había concedido tierras a generales turcos y a sus ejércitos mercenarios, para que defendieran las fronteras del Imperio. El régimen fatimí acabó en 1171 bajo el poder de Saladino, quien dio comienzo al gobierno de la dinastía de los Ayyubíes. Ladero, 185: Incluso en aquel primer siglo de apogeo califal, el poder de los abbasíes se ejerció de manera desigual en las distintas partes del espacio islámico. Incluso en el centro del Imperio (Iraq, Siria, Arabia y Egipto), donde mejor había arraigado la sociedad de predominio urbano y mercantil, las revuelyas jariyíes y siíes y el descontento de los árabes no cesaron La frontera con Bizancio en el N. de Siria y en Armenia permaneció estable, a pesar de diversas ofensivas entre 775 y 809, y del sometimiento de Amorion, en Armenia, en 838. Un avance en Asia Menor, en el año 863, fracasó, y la misma conquista de Creta en 827 nada tuvo que ver con el califato. Al-Rasld se limitó organizar refugios ('awasim) y pasos fronterizos (tugür) en aquella región. Mientras tanto, en el extremo occidente, la independencia del emirato de Al-Andalus se fortalecía tras el escudo de los secesiones magrebíes: los Rustemíes de Tahert, y otros grupos jariyíes en Siyilmassa, que iniciaban la expansión a través del Sahara. Los Idrisíes de Fez y, entre el año 800 y el 909,los gobernadores Aglabíes de Qairuán yTúnez, inamovibles de hecho. En el terreno iranio la autoridad califal se mantuvo, a pesar de algunas revueltas como la de Babak, en el Adarbayyán (816 a 838) o la del Tabaristán, impulsada por Mazyar, pero los 'abbasíes otorgaron gran autonomía a algunos linajes de gobernadores, comolos Tahiríes del Jurasan (821-873), o a familias como la de los Saman-Judat, en la Transoxiana, raiz de los futuros samaníes, durante el proceso de expansión religiosa y mercantil entre las poblaciones turcas e incluso entre los jázaros y los búlgaros del Volga medio. Sesma Muñoz, 179-80: A partir del 861 […] unas cuantas dinastías de gobernadores independientes reemplazaron la autoridad califal en aquellas regiones del área oriental del Imperio donde todavía quedaban huellas de la misma […] Desde 908, el califa no dominaba ya ni las propias tierras iraquíes, núcleo del califato, donde en 936 un jefe militar turco se impuso como emir de los emires y arrebató definitivamente la autoridad política al propio califa. Nueve años más tarde el cargo pasó a los Buyíes, originarios de las montañas de Irán. El califato de Córdoba. Claramunt, 70-73: La secesión de al-Andalus bajo los omeyas sólo pudo mantenerse tras las secesiones que se produjeron en el Magreb: los rustemíes de Tahert, los grupos jariyíes en Sijilmassa, los idrisíes en Fez y los aglabíes en Kairuán y Túnez, que demuestran que el sistema sociopolítico propuesto por los conquistadores no destruyó en lo esencial las estructuras indígenas. Si a esto añadimos la plena autonomía de muchos gobernadores abbasíes, que llegaron a fundar dinastías regionales, como los tuluníes en Egipto (871-905), los de Sistán, Khorasán, Yemen, etc., podemos reducir al área mesopotámica el núcleo de gobierno efectivo abbasí. Sesma Muñoz, 181: Caractarísticas de al-Andalus: condición de frontera entre la Cristiandad y el Islam; el alto grado de berberización étnica, aunque de arabización cultural y, por último, la permanencia de los Omeyas. Riu, p. 149-150: El único príncipe Omeya superviviente de la matanza abbasí, Abd alRahman llegó a la península en el año 755 […] con la colaboración de los clientes omeyas, de los beréberes, yemeníes y sirios pudo derrotar al gobernador abbasí Yusuf, declarándose primer emir independiente de al-Andalus en 756, con capital en Córdoba Los Aglabíes (800-909). Riu, p. 643: El poderoso al-Rasid, para someter la región de Cairuán, envió como gobernador de la zona a Ibrahim ibn Aglab, pronto se independizó de hecho en la zona. Álvarez, 252: El poderoso al-Rashid no pudo evitar que Ibrahim ibn Aglab (800-830) se declarara independiente en Ifriquiya y creará una dinastía, conocida como los aglabíes, que dominaría este territorio, más Malta y Sicilia, hasta el año 909 en que se hundieron ante el avance de los fatimíes. Riu, p. 643: Ibrahim inb Aglab fabricó una escuadra y con ella saqueó las costas de Francia, Córcega y Cerdeña. Sus sucesores conquistaron buena parte de Sicilia (827-902), convirtiéndola en base de sus operaciones contra Malta e Italia, se relacionaron con los piratas islamitas de Creta, de origen andalusí, a quienes ayudaron a saquear Atenas, y acabaron de borrar del África Menor las huellas del cristianismo. Uno de sus emires, Ziyadat Allah, fue el constructor de la gran mezquita de Cairúan, todavía en pie. Riu, p. 643: Los idrisíes, dirigidos por Idris II (791-828) se establecían en torno a Fez, ciudad fundada por éste, y reafirmaban la independencia de todo el territorio marroquí bajo su control Tuluníes (868-905). Tuluníes (868-905). Riu, p. 144: En Egipto, a la primera dinastía independiente de los Tuluníes, le sucedía la de los Fatimíes Riu, p. 644: En Egipto, se habían sucedido dos dinastías: la de los tuluníes (868-905) fundada por Ahmad ibn Tulún, de origen turcopersa, que se incorporó el territorio de Siria y la de los ijsidíes (935-969) de origen turco, que controlaban Siria, Palestina y al-Hiyaz, además de Egipto, territorios, todos ellos, muy complejos. Por ello no resultó difícil a los fatimíes la conquista de Egipto. Fatimíes (909-1171) Claramunt, 70-73: La dinastía chiíta de los fatimíes, fundada por Obeid Allah, que pretendía descender del califa Alí y de Fátima, hija del Profeta, reinó en el norte de África desde 909, y en Egipto del 969 al 1171. Procedente de Siria, Obeid Allah se refugió en Túnez, donde se reveló a principios del siglo X como el mahdi, o heredero de Ismail, último imán visible. Esta creencia arraigó rápidamente entre los bereberes Kotama, exaltando sus sentimientos anti-árabes y de oposición a los aglabíes. En 909, Obeid Allah se apoderó de la capital aglabí, haciéndose reconocer como imán. Durante su reinado y el de sus dos sucesores al-Kaim (934-946) y al-Mansur (946953)-, la dominación fatimí se extendió por Tripolitania y por todo el Mahgreb oriental. AI-Mansur trasladó la capital a Kairuán, hasta que el cuarto califa, al-Moezz (953-975), conquistó Egipto (969) y estableció su capital en El Cairo, junto ala ciudad ya existente de al-Fustat (972), dejando el Mahgreb bajo el gobierno de los ziríes. En Egipto, los fatimíes alcanzaron su apogeo; fundaron en la nueva capital la mezquita de al-Azahar, que pronto se convirtió en el centro más importante de la cultura islámica. Por su posición de intermediarios comerciales entre Oriente y Occidente, los fatimíes acumularon grandes riquezas, ala vez que creaban una administración eficaz y unas finanzas saneadas, todo ello controlado por un visir . El califa al-Aziz (975-996) extendió su dominio por Siria, a la vez que fundaba una importante biblioteca en El Cairo, en una época de tolerancia religiosa y cultural con la que acabó su sucesor, al-Hakim (996-1021), que intentó destruir la iglesia copta mediante sistemáticas persecuciones. Entonces se inició la decadencia de la dinastía en medio de malas cosechas, tensiones sociales y continuas revueltas del ejército, compuesto por mercenarios negros, turcos y bereberes. En el siglo XII, el poder pasó totalmente a manos de los visires, y el estado fatimí se vio incapaz de impedir la penetración de los cruzados en Siria. En esta situación, un jefe militar prestigioso, Saladino, destituyó, en 1171, al último califa fatimí, al-Adid, y restableció nominalmente en Egipto la autoridad del califa de Bagdad. Tema 8 Tema 08: RESTAURACIÓN DEL IMPERIO DE OCCIDENTE. GÉNESIS Y DESARROLLO DEL IMPERIO CAROLINGIO. 1. Fin del reino merovingio: los últimos mayordomos de palacio y el cambio de dinastía. 2. La dinastía Carolingia. De Pipino el Breve a Carlomagno. 3. Expansión territorial bajo Carlomagno. La coronación imperial de Carlomagno: precedentes, circunstancias y trascendencia política. • 3.1. Organización político-administrativa del Imperio Carolingio. • 3.2. El emperador, la administración central y territorial. • 3.3. Las capitulares. • 3.4. El ejército. • 3.5. La administración de justicia. • 3.6. Recursos financieros. • 3.7. El renacimiento carolingio. Bibliografía: M. A. LADERO QUESADA: Edad Media, págs: 266-278. E. PORTELA: Historia de la Edad Media, págs: 75-84 y págs: 90-91. J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: Edad Media, págs: 147-162. ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 Atlas Duby: 38-39. 194-195 GARCÍA DE CORTAZAR, SESMA MUÑOZ, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Editorial, 1998 Fin del reino merovingio: los últimos mayordomos de palacio y el cambio de dinastía Álvarez, 201-203: Prácticamente tras la muerte de Clodoveo, nov. 511, y la primera división del reino entre sus hijos, queda configurada la situación futura del reino de los francos, caracterizada fundamentalmente por el establecimiento de una serie de unidades políticas llamadas a mantener un constante enfrentamiento por alcanzar la hegemonía, unas, o a mantener los márgenes de autonomía que había logrado. Destacan, Neustria, que se extendía entre el Canal de la Mancha y el Loira; y Austrasia en la zona oriental del mundo franco, entre Reims y el Rin […] A partir de ese momento la historia de los francos es la de la rivalidad entre Austria y Neustria […] Durante el reinado de Clotario II (584-629), la figura de mayordomo de palacio va adquiriendo personalidad propia al convertirse en representante del rey en aquellos reinos en los que no se encontraba y, así, Austria, Neustria y Borgoña tendrán su propio mayordomo que ya por entonces se había convertido en el primer cargo de la monarquía a la vez que cabeza visible de la nobleza de cada uno de los reinos […] Gª de Cortazar, 148-162: Desde fines del s. VII los reyes merovingios de los reinos en que se hallaba dividido el regnum francorum, convertidos en reyes holgazanes, habían dejado todas sus prerrogativas en manos de los nobles. Al frente de ellos, el mayordomo de palacio de Austrasia restableció la unidad del reino en provecho de un rey único, pero sin poder, los directos beneficiarios de la unificación fueron los mayordomos que aseguraron una dinastía paralela a la de los monarcas. Álvarez, 209-210: Finalmente, la tropas austrasianas de Pipino y sus colaboradores neustrasianos vencieron en Tertry al ejército de Neustria, capturaba a Teodorico III, se apoderaba del tesoro real y se convertía en dueño absoluto del reino franco […] Pipino llevó a cabo distintas acciones contra los sajones y alamanes, la obra más importante fue la primera conquista y evangelización de Frisia entre 690 y 710, la ocupación de Utrech y los inicios de la colonización de la zona que fue paralela a la cristianización de la que se encargaron clérigos anglosajones […] la obra de Pipino habría desaparecido a su muerte de no ser por la cualidades políticas y militares de su hijo bastardo, Carlos (719-741) que logró restaurar la situación Gª de Cortazar, 148-162: El prestigio de los mayordomos aumentó cuando Carlos Martel venció a todos los enemigos exteriores, especialmente a los musulmanes en el 732. Las protestas de la Iglesia, cuyas propiedades fueron parcialmente confiscadas para mantener a los caballeros que lucharon contra los árabes, fueron acalladas por hábiles disposiciones legales y el sentido de cruzada que los propios eclesiásticos atribuyeron a las expediciones de Carlos Martel. Historia 16, p. 244: Desde el mismo 714, Austrasia y Neustria volvieron a separarse. Alamanos y bávaros, aquitanos, provenzales y frisiones aceptaban mal las directrices del poder franco fuera quien fuera su rector. En poco más de tres años, Carlos Martel logró poner fin a las discordias familiares con Neustria y Borgoña reunificando el regnum francorum. De mejor o peor gana las regiones periféricas aceptaron esta supremacía. La gran prueba de fuerza, sin embargo, vendría del Sur: de los árabes de Hispania que, cruzando los Pirineos, habían iniciado una serie de razzias que los poderes locales -los duques de Aquitania especialmente- eran incapaces de contener. A Carlos Martel le correspondía afrontar este peligro que fue conjurado en las cercanías de Poitiers el 732. La victoria del caudillo franco sobre las huestes de Abd-el-Rahman el Gafequí le creó la imagen de una suerte de salvador de la Cristiandad europea. La cercana crónica Mozárabe del 752 hablará de Poitiers como de la victoria de los europenses, definiendo como tal al conjunto heterogéneo de combatientes que figuraban bajo la rectoría militar franca. Algunos intentos de reacción militar musulmana se vieron frustrados por una nueva victoria de Carlos junto al Berre. El rodillo militar franco descendió irremisiblemente hacia el Pirineo sobre unas regiones -Provenza, Septimania, Aquitania- gravemente debilitadas por las continuas razzias de años atrás. Carlos Martel -dux francorumhizo de hecho, aunque no de derecho, la figura de un rey. Gª de Cortazar y Sesma, 189: La debilidad de los merovingios había sido compensada, desde mediados del siglo VII, por la fortaleza de los mayordomos de palacio de cada uno de los tres reinos: Austrasia, Neustria y Borgoña […] a finales de aquel siglo, el predominio del mayordomo de Austrasia era incuestionable […] Pinino de Herstal logró unificar las tres mayordomías […] Carlos Martel, hijo bastardo de Pipino, se hizo con las tres mayordomías a la muerte de su padre […] Los problemas internos del reino continuaron […] el espacio político cultural de Francia se configuraba en dos grandes zonas separadas por el Loira, al norte germánica, al sur romana. Carlos Martel supo lanzar a la nobleza hacia actividades exteriores que suavizaron los problemas internos: en el norte, continuar la sumisión de Frisia, controlar a alamanes y sajones; en el sur, la ocasión la brindaron los musulmanes que habían entrado en tierras francas, la batalla de Poitiers, en 732 fueron derrotados, hecho que aumento el prestigio de Carlos Martel. Carlos Martel pagó y compró a la aristocracia guerrera mediante la entrega de beneficios territoriales, que Carlos Martel había expropiado a las instituciones eclesiásticas […] Historia 12, p. 244: Carlos Martel pudo pasar por paladín de la Cristiandad. Sin embargo, sus relaciones con la Iglesia presentan evidentes claroscuros. Así, en el lado negativo quedaba el despojo de numerosos bienes eclesiásticos y la limitación de la autonomía del episcopado […] Por otro lado, Carlos Martel fue el incuestionado protector de los intereses morales y misionales de la Iglesia que, en cualquier caso, facilitaban importantes coberturas ideológica y administrativa en la recuperación del regnum francorum. Historia 16, p. 245: El gran protagonista de tal operación sería el monje Winifrido, nacido en Wessex que, desde e1 719, tomaría el nombre de Bonifacio (el apóstol de Germanía) con el que ha pasado a la Historia […] Desde el 722, y con la protección de Carlos Martel, Bonifacio y un grupo de colaboradores (Lucio, Burcado, las monjas Lioba y Walpurgis) llevaron a cabo una gigantesca labor sobre el territorio franco y las regiones limítrofes apenas penetradas por el Cristianismo […] se fundaron importantes monasterios, como el de Fulda en el 744, a la vez que se restauraban sedes episcopales: Ratisbona, Salzburgo, Freissing, Passau, etc. Gª de Cortazar y Sesma, 189: En el 739, el papa Gregorio III buscó la ayuda de Carlos Martel para asegurar sus dominios en el complicado mapa italiano (lombardos, bizantinos, principados autónomos territoriales) […] Son los años en que el reino lombardo, tras su unificación en el catolicismo, bajo el reinado de Luitprando (712-744) vivió un período de esplendor que aspiró a culminar a costa de los otros ocupantes de la península […] ante el peligro Gregorio III pidio ayuda a los francos, Carlos no respondió. […] Martel murió el 741, había repartido el poder entre sus dos hijos: Carlomán y Pipino el Breve […[ como mayordomos de palacio del nuevo monarca, Childerico III […] la desaparición de Carlomán deja las manos libres a Pipino […] La dinastía carolongia. De Pipino el Breve a Carlomagno. Álvarez, pp.: 215-217: Carlos Martel, siguiendo la tradición franca, repartió sus dominios entre sus herederos, Carlomán (741-747), el primogénito, recibió la mayordomía de Austrasia, más el gobierno de Alamania y Turingia; Pipino (741768), segundo hijo, la mayordomía de Neustria con Borgoña y Provenza, un tercer hijo, Grifón (+ 753) recibió algunos territorios dispersos por todo el reino […] poco tiempo después de la muerte de Carlos Martel, sus hijos Carlomán y Pipino encerraron a Grifón y se repartieron su herencia […] Los dos mayordomos obraban de común acuerdo Historia 16, p.: 245: Retirado Carlomán a un monasterio, Pipino actúa como único Mayordomo desde el 747. Durante algún tiempo -al igual que su predecesor- la pugna con las fuerzas periféricas ocupó buena parte de sus inquietudes: bávaros, alemanes y, sobre todo, aquitanos. El asesinato del duque nacional de Aquitania, Waifre, permitiría rehacer una vez más la unidad del regnum francorum […] Pipino mantuvo buenas relaciones con San Bonifacio […] apoyo a los misioneros en el interior de Germania, apoyo a las medidas de reforma […] a través de San Bonifacio, los carolingios tomaron contacto directo con los papas. […] solucionar el problema de las confiscaciones de tierras propiedad de la Iglesia que había realizado Carlos Martel y llevar a cabo las reformas necesarias en el seno de la institución, siguieron contando con la colaboración de San Bonifacio, consagrado obispo por Gregorio III y que contaba con el apoyo incondicional del nuevo pontífice Zacarías (741-752) […] Bonifacio defendía: restablecimiento de la disciplina, restitución de los bienes expropiados, reconstrucción de las provincias eclesiásticas y la restauración de la jurisdicción episcopal […] Respecto a la cuestión de los bienes arrebatados a la Iglesia, se llegó a la solución de que, habida cuenta de que era imposible la simple devolución, las tierras incursas en esta situación quedasen como propiedad eminente de la Iglesia que percibiría un censo de aquel que la tuviera, pero este hecho no implicaba que el poseedor del beneficio tuviese que prestar servicios a la Iglesia, pues sólo debía prestarlos al rey. Historia 16, p.: 245: En el 751, Pipino dio el golpe que ningún mayordomo había osado: destronar al último -y ya sólo nominal- rey merovingio y tomar él la Corona del reino. Una arraigada tradición habla de la aquiescencia pontificia a esta usurpación. Asistimos al inicio de una estrecha complicidad entre dos poderes: el Papado y la nueva dinastía Gª de Cortazar, 148-162: Carlos Martel mantuvo la ficción del monarca merovingio, su sucesor Pipino el Breve, al cabo de ocho años envió al Papa Zacarías una embajada que preguntó al pontífice si estaba bien que fuera Rey de Francia quien no ejercía el poder real. El papado, deseoso de contar con un aliado en la nueva Europa, sancionó el golpe de Estado de Pipino, al contestar que era mejor proclamar rey a quien detenta el poder de hecho […] el papa ordenó la unción del nuevo monarca, San Bonifacio la realizó […] Frente a los antiguos monarcas merovingios […] elegidos por la voluntad de los francos, los de la dinastía que Pipino inaugura se nos presentan como ungidos del Señor y reyes por la gracia de Dios. Claramunt, 76: El prestigio de que gozaba la sede de San Pedro era suficiente para que el todavía mayordomo de palacio, Pipino, buscara allí justificación para el golpe de Estado que le convirtió en rey tras la deposición de Childerico III, último representante de la dinastía merovingia. […] El Papa, fuera realmente de los límites de la consulta (efectuada por Pipino) añadía, que él, en virtud de su autoridad apostólica, ordenaba que Pipino fuese rey […] Gª de Cortazar y Sesma, 190-191: Una asamblea reunida en Soissons, confirmó como rey a Pipino, a quien el legado papal Bonifacio ungió como nuevo monarca de los francos […] la liturgia de coronación se convirtió en el signo externo del cambio de dinastía y de la nueva alianza entre el papado y los francos […] Claramunt, 76-77: El acercamiento de los pontífices al núcleo dirigente de los francos consistía en buscar el apoyo de la monarquía franca con una doble finalidad: emancipar el papado como institución del marco de la constitución del Imperio de Oriente y encontrar una protección eficaz contra las dificultades que estaban creando en Italia los lombardos […] Gª de Cortazar y Sesma, 190-191: Cuando el sucesor de Liutprando quiso extender los dominios de su reino hacia el este, con la conquista de Rávena y hacia el sur, el papa Esteban II pidió ayuda a los francos, el rey franco se convirtió en patricio de los romanos, dos expediciones controlaron la expansión de los lombardos […] Pipino pudo ofrecer al Papa buena parte del exarcado de Rávena y la Pentépolis, regiones que el corredor de Perugia empalmaba territorialmente con el ducado de Roma […] estos territorios fueron la base de lo que durante siglos serían los dominios territoriales papales, conocidos como patrimonio de San Pedro […] se justificó con la elaboración de un documento, conocido como la falsa Donación de Constantino, […] El pontífice veía reforzada su posición en la península italiana y Pipino el Breve aseguraba la legitimidad de su poder y la posibilidad de transmitirlo a sus hijos […] El control sobre los lombardos permitió a Pipino dedicarse al sur: Septimania con su capital Narbona pasó de manos musulmanas a francas, igual que Aquitania tras la muerte de su duque Waifredo en 768. Claramunt, 77: La monarquía franca avanzaba en la concepción teocrática de su poder, sintetizada en la fórmula rex Dei gratia […] una innovación que encuentra sus raíces en la unción regia visigoda […] en la tradición bíblica […] Álvarez, 221: Pipino decreto la devolución de algunas de las tierras confiscadas a la Iglesia, aunque la mayoría las mantuvo en las misma situación que en 744, regularizó la contribución del diezmo a la Iglesia a la que se debía entregar la décima parte de las rentas […] pese a su situación y las innovaciones que impuso, Pipino carecía de una verdadera formulación doctrinal que transformase la monarquía que encarnaba y por esta razón nunca fue capaz de sustraerse a un concepto patrimonial del Estado y dividió el reino entre sus hijos Carlos y Carlomán Expansión territorial bajo Carlomagno. La coronación imperial de Carlomagno: precedentes, circunstancias y trascendencia política. Claramunt, 79: La muerte de Carlomán en 771, permite la reunificación en manos de Carlos (Carlomagno). Asentado su poder en el reino que recibe con una nueva intervención armada en Aquitania, Carlos inicia la dilatatio regni, expresión de la necesidad de continuar una actividad, es la guerra la que permite, que ha de entenderse como fundamento esencial del poder; es la guerra la que permite, con el botín abundante y los tributos de los sometidos, mantener bien abastecida la cámara real y asegurar la sumisión colaboradora de la aristocracia. La guerra no era una actividad extraordinaria; es la ausencia de la habitual expedición de primavera lo que los cronistas anotan como algo llamativo. […] la actividad militar de Carlomagno no obedece a un plan sistemático, realiza abundantes cambios de escenario, en función de las circunstancias, aunque la defensa del reino y la fe religiosa actúan como ideas unificadoras. La necesidad de defenderse de las incursiones sajonas explica la intervención en este territorio; controlado éste, el contacto con los pueblos eslavos supone el comienzo del ciclo; el control de Baviera obliga al contacto con los ávaros y el dominio de Aquitania sitúa al reino en la dinámica de la relación con el Islam […] la defensa y la conquista son inseparables del mantenimiento y la expansión de la cristiandad. Gª de Cortazar, 150-151: En el 774 la derrota del rey lombardo dejaba en manos de Carlomagno la corona y todo el norte italiano. Sus títulos corren parejos con sus victorias: “rey de los lombardos” “patricio de los romanos” […] Claramunt, 80: Rota la alianza con los lombardos, el rey franco acude a la llamada del pontífice Adriano y, tras la rendición de Desiderio, ocupa su trono […] La presencia del rey en Italia en 781 significa nuevos avances en el control franco de la monarquía lombarda, a cuya cabeza pone a su hijo Pipino, de la misma manera que su otro hijo, Luis, es nombrado ese mismo año rey de Aquitania […] Una nueva visita en los años 786787 permite a Carlomagno el control de los ducados de Spoleto y Benevento, gracias, sobre todo a que sus jefes son incorporados a una ofensiva general contra las posesiones bizantinas que culmina con la anexión de Istria Gª de Cortazar, 150-151: Frente a los musulmanes, Carlomagno cruzó los Pirineos, parecía que la población descontenta con la política cordobesa llevaría a los gobernadores de Zaragoza y Barcelona a entenderse con el monarca franco […] a última hora, el gobernador de Zaragoza se negó a abrir las puertas de la ciudad, Carlomagno hubo de retirarse a atender fronteras más amenazadas, como es el caso de los sajones. A su paso por Roncesvalles, su retaguardia fue atacada (Chanson de Roland) […] Será el duque de Aquitania, hijo del monarca franco, el encargado de la expansión hacia el sur, ahora por medio de una política de atracción de los cristianos sometidos al Islam, política que se traduce en la toma de Girona y Barcelona, y en la creación de la conocida como Marca Hispánica, zona defensiva en los Pirineos […] Claramunt, 80: El año 778 es la primera gran crisis, porque al episodio de Roncesvalles hay que añadir la sublevación de los sajones agrupados en torno al jefe Widukind y los esfuerzos del duque de Benevento de ensanchar sus dominios a costa de los territorios pontificios […] Hacia el este pagano, inaugurando una tradición: la cristianización por la fuerza: Bautismo y guerra, espada y cruz se mezclan indistintamente en estos comienzos: sajones y frisones. Gª de Cortazar, 150-151: Los sajones: Aislados entre el mar del Norte, el Elba y las montañas del Harz […] paganos […] pagaban un leve tributo a los francos […] sistemáticos saqueos en la zona de frontera, una de estas incursiones, la de 722 fue el motivo inicial de la campañas carolingias, […] a partir de 788 la táctica franca cambió, la conquista metódica sucedía a las respuestas armadas esporádicas. Misioneros y soldados, protegidos por durísimas medidas de sucesivas capitulares, pudieron realizar su misión. La pena de muerte amenazaba cualquier resistencia […] era la base de la futura Alemania (Álvarez, 275): fue la gran empresa de su reinado […] último reducto de la Germania pagana […] larga lucha implacable, de más de treinta años […] las revueltas bajo Widukind ( 778 y 793) hace que Carlomagno conteste con la promulgación de varias capitulares sajonas, que instauran un dominio del terror mediante la imposición de un duro régimen administrativo […] una evangelización apoyada por los conquistadores, que obliga al bautismo y castiga con la muerte a los que mantengan prácticas paganas y a los que se enfrenten a la Iglesia. La cristianización es rápida, los evangelizadores tejen una red de centros eclesiásticos que garantiza el proceso de evangelización. Así, Hamburgo fundada en 804, hará de punta de lanza en los mundos escandinavo y eslavo. […] La lex saxorum de 802 respetó muchas costumbres antiguas, aunque introdujo aspectos del derecho franco procedentes de la lex ripuaria. El fin da la conquista carolingia puso las bases de una Alemania que detendrá nuevas invasiones y que facilitará el dominio y la posterior población de Germania central, como el valle de Lain, Alamania, Turingia y Hesse. Claramunt, 80: Tras la derrota franca en Suntal, la respuesta de Carlomagno es la decapitación de 4.500 jefes nobles y la promulgación de una capitular que obliga a los sajones a elegir entre la sumisión y la cristianización o la muerte Gª de Cortazar, 150-151: Los frisones siguieron el camino de los sajones, de costumbres y creencias análogas, el trato fue similar y los resultados idénticos, cristianizados a la fuerza pasaron a formar parte de la barrera de la que se rodeó el Estado franco. Gª de Cortazar, 150-151: La conquista de Baviera, no era una cuestión religiosa, el motivo fueron los devaneos político del duque, cristiano y teóricamente vasallo de los francos desde época merovingia. La posición fronteriza del ducado hacía necesaria su fidelidad […]Álvarez, 275: En Baviera el duque Tasilón, vasallo de Pipino desde 757, lleva a cabo una política cada vez más autónoma. En 767 es convocado por Carlomagno para la renovación del vasallaje, pero muestra unas veces inclinación por los lombardos, otras por los ávaros. Carlomagno depuso al duque (788), dividió el territorio en condados que se integraron en el territorio franco, aunque conservó su identidad y leyes como ámbito político. Gª de Cortazar, 150-151: La destrucción del los ávaros la hizo necesaria la sumisión de Baviera. Llegados de las estepas asiáticas, los ávaros habían construido su imperio a lo largo del Danubio medio […] saqueadores profesionales, englobaban a distintas tribus eslavas. El producto de sus depredaciones que se encontraba reunido en su cuartel general, un gran recinto circular fortificado –el ring-. fue estímulo suficiente para las campañas francas. Su victoria en 796 supuso la desaparición de los ávaros como nación a la vez que permitió a Carlomagno solucionar problemas financieros. Álvarez, 275: Los misioneros comienzan la evangelización del territorio desde Salzburgo. Claramunt, 77: A fines del siglo VIII, la expansión del reino franco había destacado claramente a Carlomagno como el monarca más poderoso de Europa […] El Papa tenía de nuevo dificultades, ocasionadas esta vez por la aristocracia romana […] la coronación imperial era una continuación de la teoría del patriciado, en virtud de la cual el rey de los francos quedaba obligado a prestar su protección a la sede de Roma Gª de Cortazar, Sesma, 195: En Roma, el día de Navidad del año 800, en la Misa del Gallo, el papa León III impuso la corona imperial a Carlomagno. El hecho culminó un camino iniciado por Pipino el Breve, el año 751 y sancionado por las conquistas militares de Carlomagno. En su desenlace, dos parecieron los agentes más claros: la camarilla palatina de Carlomagno, y el pontífice romano. De la primera formaban parte intelectuales como Teodulfo de Orleans y, sobre todo, Alcuino de York, elaboradores de una teoría sobre la supremacía política del rey franco en el ámbito occidental […] la teoría se recogió en una carta de Alcuino dirigida al rey franco (799), en ella el consejero resumía los tres poderes que gobernaban el mundo: el emperador de Constantinopla, el Pontífice de Roma y el rey de los francos […] la situación de los dos primeros se había debilitado: en Bizancio, una mujer usurpaba el trono a su hijo el emperador; en Roma en papa estaba siendo discutido por sus enemigos políticos, que le acusaban de corrupción, […] sólo el poder del rey franco, que salvo en Gran Bretaña e Irlanda , se imponía en toda la cristiandad latina […] nada más lógico que proceder a una renovatio imperii romanorum en la persona del Carlomagno. El Pontífice aceptó su idea, pero intentó aprovecharla, el día de Navidad del 800, León III, utilizando el ritual bizantino de coronación, pero invirtiendo su orden, puso la corona sobre la cabeza de Carlomagno y, después, invitó a la asamblea del pueblo y los guerreros a aclamarlo. El orden escogido por el Papa fijo para la posteridad la imagen de que el pontífice era quien concedía el Imperio […] Claramunt, 77: […] León III […] pensó que había llegado el momento de trasladar a Occidente la corona imperial […] paralelamente el afianzamiento del poder de Carlomagno había significado su consolidación como monarca teocrático […] La distribución de funciones entre monarca y pontífice que Carlomagno consideraba justa no debía resultar muy tranquilizadora para el papa […] correspondía al primero la defensa de la Iglesia de las agresiones de infieles y paganos del exterior y la protección en el interior mediante la difusión de la fe católica; tocaba al segundo ayudar con sus oraciones al éxito de las armas […] Gª de Cortazar, Sesma, 195: La ceremonia de Navidad del 800 consagró la renovatio imperii romanorum a cuyo frente se encontraba Carlos […] era una restauración del imperio en occidente, que los emperadores bizantinos no iban a aceptar fácilmente […] finalmente en el año 812 el emperador Miguel I reconoció en Carlomagno la condición de emperador y augusto en occidente. La Iglesia romana consideró la coronación imperial como la expresión plástica y teórica de sus concepciones políticas, esbozadas por San Agustín y enunciada de forma más terminante por San Isidoro, de un poder real al servicio de la ética cristiana […] García de Cortazar, 155-56: Estado, gobierno, parecen entidades demasiado abstractas para la época de Carlomagno […] El Estado era la Cristiandad latina […] heterogénea de puertas para dentro, su unidad cobraba sentido cuando se oponía a la de bizantinos y abbasíes […] El gobierno, era una permanente contradicción: su inquietud centralizadora chocaba abiertamente con las fuerzas centrífugas que precipitaban la sociedad hacia la disgregación […] Los éxitos militares de Carlomagno, su actitud protectora de misioneros y conversos, su prestigio como gobernante eran hechos demasiado honrosos y sobresalientes para hacerlos caber en el título de rey. […] los teóricos fundamentaron las aspiraciones de su señor: la ocasión la brindó el golpe de Irene que puso al frente de Bizancio a una mujer […] en aquellos momentos, sólo Carlomagno podía salvar la Cristiandad […] Lo cierto es que desde la unción de Pipino por San Bonifacio medio siglo antes, todo parecía llevar a ese final […] el alcance del título, en Occidente, pero sobre todo en Roma, y más en las relaciones con el Pontífice […] la llegada de Carlomagno a Roma obedecía a una llamada del Papa, al que había de juzgar, acusado y maltratado por sus enemigos […] para Carlomagno, él era el único jefe político y religioso de Occidente, el Papa, al coronarlo, confirmaba las pretensiones carolinas […] Carlomagno hubiera deseado una autocoronación: el precedente de un emperador arrodillado ante el Papa que le ciñe la corona imperial resultaba humillante y peligroso […] sólo la intervención pontificia hace emperador, pero de momento, el único fuerte era Carlomagno, sólo el Imperio de Bizancio, cuando volvió a ocuparlo un hombre, hizo las correspondientes reclamaciones; pero a ambos emperadores, visto el fracaso de sus ejércitos, les pareció mejor un acuerdo pacífico. Carlomagno era reconocido como jefe imperial de la Cristiandad latina. Claramunt, 77: […] para los clérigos de Roma, Carlos ha accedido a su nueva dignidad por voluntad del Papa, éste sigue viéndose como rector de una Europa que ha ensanchado sus conquistas y no pretende, por consiguiente, una imposición sobre Bizancio, sino solamente una relación de igualdad.- Organización político-administrativa del Imperio carolingio. El emperador, la administración central y territorial. Las capitulares. El ejército. La administración de justicia. Historia 16, p. 250: La solemnidad de las fórmulas carolingias contrasta brutalmente con la mediocridad de un aparato institucional con fuertes taras germánicas. Los hechos hablan por sí solos. Así, la Corte de los monarcas francos permaneció itinerante (palacios de Attigny, Quierzy, Thionville, Heristal, Worms...) hasta lograr cierta estabilidad en Aquisgrán desde el 790. La administración central descansaba sobre el Archicapellan, jefe de los servicios religiosos; el Canciller, que redactaba los documentos y guardaba el sello real; y el Comes palatii, que sustituyó al Mayordomo y que supervisaba a los distintos comités encargados, esencialmente, de funciones domésticas: comes stabuli (jefe de caballerizas), buticularius, etc. García de Cortazar, 158: La idea de Carlomagno, establecimiento de una administración sólida, centralizada, en todos los países del Imperio […] estructurado de modo empírico, más germánico que romano, el nuevo imperio se resiente de la falta de tradición administrativa. Su fuerza básica residía en las cualidades del jefe, pero éstas no traspasaron las barreras localistas, y no llegó a crearse una verdadera unidad de estilo […] Sin capital fija, […] la administración del palacio coincide con la del Estado […] se usan los escasos hombres competentes del reino […] una burocracia central sumaria, a la medida de las reducidas competencias del Estado […] la administración provincial se encarga a la aristocracia local, única capaz de hacerse obedecer […] Historia 16, p. 250: Los ducados como circunscripciones administrativas perdieron su vieja importancia en beneficio de los condados gobernados por un comes con amplias prerrogativas judiciales, militares y económicas. En las zonas fronterizas, la agrupación de algunos condados integraban las marcas (de Bretaña, del EIba, Septimana...) a cuyo frente había un marchio dotado de gran autonomía. García de Cortazar, 158: para su control se crearon los missi dominici, Historia 16, p. 250: cuerpo de inspectores que, bajo los merovingios habían actuado esporádicamente y que Carlomagno reglamentó en el 802. García de Cortazar, 158: enviados de dos en dos, uno laico y el otro eclesiástico […] (HISTORIA 17, 250): (un missus laico y otro eclesiástico, generalmente obispo o abad) debían velar por el buen cumplimiento de las normas civiles y eclesiásticas y recibir las peticiones de ayuda de los desvalidos […] (GARCÍA DE CORTAZAR, 158): la inmunidad de muchos grandes dominios convierte esta visita, en muchas ocasiones, en una cortesía. Claramunt, 81: Sin perder su carácter itinerante, la monarquía carolingia tiende hacia la estabilización, Aquisgrán, en el centro de los dominios patrimoniales de la familia carolingia, es la residencia progresivamente más frecuentada por Carlomagno […] la administración central: el conde de palacio, que sustituye al rey en la presidencia del tribunal de justicia; el camerarius, que tiene la responsabilidad de las riquezas acumuladas por los impuestos, los donativos o el botín; y el canciller que, entre los clérigos agrupados en la capilla real, se ocupaba de la trascendente misión de poner por escritos las cartas, los diplomas reales y las leyes […] Gª de Cortazar, Sesma, 197-198: Se piensa que los poderes de Carlomagno derivan del, de un lado, del ban militar, y, de otro, del munt judicial supremo, ambos de tradición germánica, como lo era, igualmente, la fortaleza de los vínculos personales que ligaban a los hombres libres con el rey franco […] lo verdaderamente operativo fueron las circunscripciones territoriales, los condados, en número superior a doscientos. Al frente de ellos, los condes, disponían, a su escala, de las mismas dificultades que el emperador […] la política carolingia consideraba funcionarios imperiales a los mismos que, desde su propio punto de vista, eran sólo poderosos terratenientes o ejercían algún tipo de jefatura regional […] el principio teórico de una justicia condal pública […] se combinaba con el ascenso de la fuerza de los grandes terratenientes que iban consiguiendo para sus posesiones inmunidades que las dejaban a salvo de los funcionarios imperiales. Álvarez, 281: el conde hacía cumplir las disposiciones reales en lo referente a administración, preside el mallum judicial, ordena el gasto público, recluta y mando los contingentes militares […] Claramunt, 81-82: En los territorios fronterizos o en aquellos otros dotados desde antiguo de una sólida entidad propia. Carlomagno mantuvo la figura merovingia del duque o creó la nueva del conde de la marca. Duques y marqueses tenían competencias civiles y militares sobre un conjunto de condados, que situados en zonas fronterizas, necesitaban de una superior capacidad organizativa que les permitiera respuestas rápidas […] en Bretaña, Hispania, Friul, Panonia, se crearon las marcas más importantes Historia 16, p. 250: Desde el punto de vista militar, el ejército de los carolingios seguía en principio la idea del pueblo en armas sometido a periódicas revisiones: los Campos de mayo. En la práctica, lo gravoso de las obligaciones militares (equipo caro, abandono de las labores de la tierra) dio pie a otros procedimientos de recluta: un capitular del 808 impone el servicio de armas sólo a aquellos propietarios de cuatro o más mansos (unidad económica teóricamente familiar) de tierra. (ÁLVAREZ, 283): Las estructuras militares sufrieron grandes transformaciones como consecuencia del desarrollo de las instituciones feudo-vasalláticas […] el ejército como pueblo en armas resulto improbable bajo los carolingios. El que los simples hombres libres hubieran de pagarse su equipo militar forzó a restringir el número de asistentes a las movilizaciones, de hecho una capitular de 808 impone el servicio de armas a los propietarios que tuvieran cuatro o más mansos de tierra. Las grandes empresas militares emprendidas por Carlomagno no solían durar más de seis meses, y en todos los casos, los efectivos movilizados lo eran sólo en los territorios cercanos a los campos de operaciones. Gª de Cortazar, Sesma, 197-198: Carlomagno trató de mantener la fidelidad personal de sus guerreros. A falta de sueldo, la fórmula escogida para pagarles tanto a ellos como a sus vasallos directos y a los vasallos de sus vasallos mediante la entrega de tierras en usufructo, los beneficios. Se suponía que los campesinos instalados en ellas debían generar unas rentas que permitieran a los guerreros costearse su equipo, estos beneficios eran revocables por el emperador, aunque resulto difícil desde el principio […] se establece una pirámide de fidelidades vasalláticas que afecta a toda la sociedad, sólo en los dos extremos, las situaciones eran terminantes: o señor o vasallo […] las relaciones entre unos y otros se sujetaban en un contrato que incluía un doble vínculo. Uno de carácter personal: la encomendación y prestación de homenaje por parte del vasallo al señor que se sellaba mediante gestos, con la inmixtio manuum, colocación de las manos del vasallo dentro de las del señor, y el beso entre ambos. Otro de carácter real: inicialmente, tuvo la forma de un regalo obligado, que podía ser de cualquier tipo; más tarde, se concretó en forma de cesión de una tierra, es decir de un beneficio, prestimonio o feudo. Con las rentas generadas por los campesinos instalados en las tierras, el vasallo debía equiparse y estar presto para el ejercicio de las tareas que el señor le encomendara, que solían ser de dos tipos: un servicio de armas, un auxilium en el combate, y en menor medida, un consilium, un asesoramiento al señor en cuestiones de ejercicio de la justicia, de política patrimonial o de enfrentamiento con otros señores. Álvarez, 282: Con Carlomagno, las asambleas políticas o placitum se convierten en verdaderas instituciones del gobierno central. Se convocan una o dos veces al año. Las celebradas en otoño tenían un sentido más restringido; a ellas sólo asistían los principales consejeros. Las de mayo incluían a todos los hombres libres […] Claramunt, 81: Se debatían allí asuntos importantes de la política del reino que, previamente seleccionados, se sometían entonces a la consideración de presentes. Adoptadas las resoluciones, se proclamaban de voz alta y se ponían después por escrito agrupadas en capitula. De esta modo, se conseguía una mayor estabilidad y una más eficaz difusión de las disposiciones normativas. Las capitulares, más instrucciones administrativas que disposiciones legales propiamente dichas, no supusieron la unificación de las leyes en el Imperio, donde continuaron conviviendo tradiciones legislativas diferentes, aunque introdujeron elementos comunes […] Recursos financieros Álvarez, 283: Los mecanismos de la hacienda carolingia perdieron los escasos elementos romanos que habían subsistido bajo los merovingios. La principal fuente de ingresos de los monarcas procedía de las rentas de sus dominios. De hecho los carolingios eran uno de los principales propietarios del reino franco. Carlomagno intentó asegurarse la percepción de ingresos, lo que dio origen ala elaboración de registros de las posesiones imperiales del tipo recogido en la llamada Capitulas De vills […] los demás ingresos de la hacienda real resultaban demasiado aleatorios, eran los donativos procedentes de los placita, reunidos en primavera, o algunos impuestos indirectos procedentes de un pobre tráfico de mercancías, los telonea, percibidos por el paso de puentes, puertos o caminos difíciles .[…] En el s. VIII la contribución territorial puede darse por desaparecida […] la extensión del principio de inmunidad a las tierras de numerosos señores transformaba a éstos en perceptores de unos posibles impuestos diversos directos que, desde ese momento, se convertían en rentas privadas. HISTORIA 16, 250): Los recursos económicos con los que el Estado carolingio contaba en torno al 800 tenían ya poco que ver con las viejas pautas romanas. El rey/emperador tiene que cubrir sus necesidades, sobre todo, con el fruto de sus dominios personales. De ahí el interés de Carlos por una meticulosa organización de éstos reflejada en el capitular De villis. El saqueo de los países conquistados (el tesoro de los ávaros causó admiración a sus contemporáneos) constituía una fuente de ingresos un tanto aleatoria, al igual que los donativos otorgados al monarca en los plácita o asambleas políticas o los telonea percibidos en unas rutas comerciales de muy escaso tráfico. La variedad territorial sobre la que los carolingios gobernaban se reflejaba en la diversidad de leyes. Algunas de las tradicionales ( de salios, ripuarios o bávaros) fueron revisadas desde Pipino el Breve. Las nuevas incorporaciones obligaron a la redacción de leyes para turingios, sajones y frisones. Claramunt, 83-84: El renacimiento de la escritura al servicio del esfuerzo organizativo carolingio ha producido un aumento muy considerable de la información disponible […] aunque hay que distinguir entre los buenos deseos de sus redactores y la realidad […] Cuando se redactaron los polípticos, los inventarios de los dominios territoriales del rey o de los monasterios, se contaron y se hicieron constar los integrantes de las familias instaladas en las explotaciones […] indican agudos contrastos entre unas zonas y otras. La impresión que se obtiene, según George Duby, es la de una población que ha crecido en el marco de la economía señorial, pero que no encuentra lugar para desarrollarse cómodamente […] la insuficiencia del nivel técnico. La comparación de los datos con el crecimiento de los siglos centrales de la Edad Media ha hecho moderar las interpretaciones sobre el desarrollo […] los rendimientos del 2 por 1, a veces el 1 por 1, señalan una cruel realidad. Allí donde se realizan estudios de ámbito local, el sistema de producción basado en la distinción entre reserva y mansos, y en la abundancia de las prestaciones en trabajo, que está en la base del llamado “régimen señorial clásico, aparece más como un intento de organización de la realidad que su reflejo. García de Cortazar: […] desde mediados del siglo VI a mediados del VII, la peste reitera su presencia […] con todo, la población parece más numerosa: las roturaciones en algunas regiones son abundantes, los polípticos que informan sobre la administración de las grandes explotaciones monásticas reflejan una cierta euforia demográfica. La misma capacidad combativa de las tropas carolingias y sus progresos hacia el este hacen pensar en un aumento de la población. Aumento o desplazamiento de unas zonas o otras, la densidad de población en el Imperio sigue siendo muy débil. La agricultura es la principal fuente de riqueza y casi su exclusiva actividad […] desprovista de ciudades, pues la que existen apenas se distinguen de los campos vecinos, rellenas de campos y animales […] y en franco retroceso la pequeña propiedad, la vida económica se concentra en el gran dominio. Su objetivo, la simple subsistencia, se desconoce el concepto de beneficio y se conforma con exigir a la tierra los productos estrictamente necesarios. La autarquía en cada complejo se impone, y las capitulares cuando legislan sobre las grandes explotaciones la recomiendan. La economía tiende a cerrarse, se compra y se vende poco. Quien no posee la tierra no puede sobrevivir, quien la posee escasa debe someterse a la protección de una propietario, poco a poco, la posesión de la tierra le da una completa autoridad sobre los habitantes del dominio. La riqueza mobiliaria no existe y toda la jerarquía, económica, social y política, se basan en las relaciones de cada individuo con la tierra. El gran dominio se encarga de organizarlas […] Nacido en la crisis del siglo III, en esencia es, un conjunto de posesiones dispersas, dedicadas a satisfacer las múltiples necesidades de alimento y vestido de una comunidad no muy numerosa; para su explotación el dominio se divide en dos partes: la tierra trabajada directamente por el señor a través de sus siervos personales y una serie de instalaciones de uso comunes; los segundos, unidades de explotación familiar, cuyos tenentes, libres o siervos, además de alimentarse con sus recursos, deberán entregar parte de su cosecha y de su trabajo en beneficio del señor […] La autoridad del Estado la reemplaza la del gran propietario, que al ejercerla en su provecho se transforma en señor, y su dominio en señorío. […] Escasas innovaciones técnicas: el molino de agua, introducida en época anterior, destaca el barbecho trienal que empieza a sustituir al bianual, la base puede estar en la utilización creciente de la charrue […] favorecerá el aumento de la producción cerealística, los cereales se acompañas en muchas zonas de la producción de vino, símbolo de prestigio nobiliar y necesario para el culto […] explotación de recursos naturales junto a una incipiente ganadería […] graves problemas de transporte por la casi inexistencia de vías de comunicación […] los señores laicos consumían sobre el terreno las cosechas de sus propiedades, los eclesiásticos reforzaron las prestaciones de transporte de sus colonos y procuraron organizar más rápidamente la administración de sus dominios. La industria, muy escasa, se concentra en los grandes dominios, con una clara orientación autárquica y de subsistencia […] fabricación de paños y de útiles agrícolas. Albañiles y carpinteros, junto con los escasos herreros, completan la gama de ocupaciones industriales. Su producción apenas sobrepasa el marco del dominio, salvo dos excepciones: los paños de Frisia y la de ciertos especialistas, joyeros, arquitectos que se trasladan de propiedad en propiedad alquilando sus servicios. La falta de mercados paraliza la actividad industrial. El comercio: la prosperidad de algunos dominios, normalmente monásticos, producen algunos excedentes que se venden fuera, determinados productos, como la sal, hay que adquirirlos fuera de los dominios, a veces una mala cosecha obliga a buscar fuera un complemento, se trata de comercio ocasional que no estimula el nacimiento de un mercado organizado. Su existencia, teórica al menos, la asegura una capitular de mediados del siglo VIII, al permitir al obispo abrir un mercado en cada ciudad […] Debilitado el comercio local, las transacciones mercantiles de largo alcance tampoco es importante […] la presencia de los musulmanes en el Mediterráneo dificulta los intercambios entre Oriente y Occidente […] las especias que se usaban en época merovingia desaparecen con los carolingios, el papiro egipcio hace tiempo que no llega a Marsella y ha sido sustituido por el pergamino, las vestiduras de seda desaparecen de la corte carolingia […] el corte no fue total, pero lo que quedó fue un comercio de gran lujo, enormemente restringido; sólo Venecia, económica y políticamente vinculada a Bizancio mantendrá el contacto con Oriente. Se va produciendo un cambio en la orientación comercial […] los productos empiezan a circular a través de las costas del mar del Norte y del Atlántico, por los ríos de las cuencas renanas y parisiense, se internan en el continente, nacimiento de una nueva rita comercial de gran trascendencia que sólo frisones y judíos sabrán utilizar en estos momentos […] La multiplicidad de cecas de época merovingia había alertado sobre el escaso radio de acción de cada una de ellas […] se había conservado el patrón del sólido bizantino de oro; con dificultades, los productos de lujo se pagaban, lo que produjo una importante reducción monetaria […] Desde el reinado de Pipino, la plata sustituyó al oro en el mercado interior del mundo occidental, a la vez que el número de cecas disminuía. Carlomagno, reservó el escaso oro para el pago del comercio internacional, y creó un sistema monetario basado en la plata (las minas de plata son abundantes en Europa) de larga vida: el denario, con un peso aproximado de dos gramos y sus inmediatas fracciones son las únicas monedad reales del sistema. Su valor se fija en relación a unidades monetarias: la libra (240 denarios) y el sólido (12), […] aunque los campesinos satisfacían su renta en especie, el precio se expresa teóricamente en moneda, los pagos se hacen en productos […] El renacimiento carolingio Álvarez, 286: El despertar intelectual no fue, en una primera fase, tanto un fin buscado en sí mismo como el resultado de una política dirigida por Carlomagno hacia una mejor preparación de sus funcionario y a combatir la ignorancia del clero. García de Cortazar, 161-162: Es el interés carolingio por una mejor preparación de sus funcionarios y por hacer salir al clero de su ignorancia. Álvarez, 287: Estos afanes educadores se materializan en la Admonitio generalis (789). A partir de esta disposición se dan instrucciones para crear escuelas en los monasterios y en las catedrales. García de Cortazar, 161-162: Las escuelas monacales y catedralicias se multiplican: lectura, escritura, rudimentos de latín, sumarias explicaciones de la Biblia y libros litúrgicos para las primeras; las segundas apenas cubren el compendio clásico de la siete Artes Liberales. No se aspira a crear nuevas verdades sino a acceder a las verdades establecidas. Álvarez, 287: Se necesita para la realización del programa intelectuales y eruditos que no se encontraban en Francia. El emperador busca la colaboración de extranjeros […] De Italia llegan al mundo franco Pedro de Pisa, Paulino y Paulo Diácono, éste enseñó griego y compuso una historia de los lombardos […] De Hispania, tras la ocupación musulmana, comienzan a emigrar un sinfín de intelectuales. Pirminio funda por encargo de Carlos Martel el monasterio de Richenau (724) y dota su biblioteca con medio centenar de códices. Como consecuencia de ello, la obra de Isidoro de Sevilla y la de otros padres, así como los concilios visigóticos, contribuirán a la formación cristiana […] García de Cortazar, 161-162: La reforma de la escritura fue el éxito más notable […] con más de media Cristiandad latina invadida, y el notable despertar de la cultura anglosajona. Beda, a través de su discípulo Egberto, maestro de Alcuino, fue, en cierto modo, el padre de la renovación cultural carolingia. Álvarez, 287: La figura más importante, Alcuino […] se instala en la corte carolingia a partir de 793 como educador de Carlomagno […] destacó más por su labor organizadora, por los intentos de educación del clero y por la difusión de escritorios monásticos, que por su originalidad intelectual. García de Cortazar, 161-162: Las reformas de Alcuino de York, pasaron a engrosar la herencia que las generaciones medievales se transmitieron: sus medidas para la conservación de un latín menos inteligible cada vez, la organización de las escuelas e institucionalización de la enseñanza y el propio contenido de la educación y las materias enseñadas. Desde el palacio de Aquisgrán, su actividad y la de sus compañeros, irradia a todo el Imperio […] Varios hombres de talento, entre los que destaca Juan Escoto Erigena […] el ansia de saber había despertado y todos los monasterios se interesan por enriquecer sus bibliotecas. La copia de códices aumenta en los monasterios con una letra clara, sin nexos ni apenas abreviaturas, que acabará reemplazando a las llamadas escrituras nacionales: la minúscula carolina […] La capilla de Aquisgrán, el oratorio de Teodulfo de Germiny-les-Prés representan los éxitos arquitectónicos más notables, aunque sin continuidad, pero los manuscritos, por su texto y por sus ilustraciones marcaran el inicio de una nueva forma de representación. Álvarez, 287-288: Los resultados culturales de este periodo fueron bastante mediocres, apenas se contó con medios humanos y materiales. A la escasa formación de los clérigos hay que añadir la escasez de libros […] El “Renacimiento carolingio” supuso, a costa de su alejamiento del Mediterráneo, el fin de una larga mutación cultural perceptible desde la tardía Antigüedad. Las realidades sociolingüísticas del momento permiten una serie de cambios a partir del 800. El latín sigue siendo la lengua literaria. Después de esta fecha puede hablarse ya de un cierre de la historia de la literatura latina tardía (a la que pertenecen autores como Boecio, Fortunato e Isidoro) y de una apertura de la literatura latina medieval (Gregorio de Torus y Gregorio Magno), pero sobre todo Alcuino de York). Por su parte, el romance es la lengua hablada, hasta el punto que se recomienda la predicación en lengua vulgar (Concilio de Tours, 813). El “Renacimiento carolingio” […] no es una regeneración, sino la consumación de un proceso iniciado siglos atrás y por el cual, la enseñanza literaria se entendía fundamentalmente orientada al estudio de la filosofia cristiana. La memoria del fundador del Imperio fue recogida por el historiador Eginardo en su Vita Karoli, hacia 830. El texto, sumamente laudatorio, el autor tomó como modelo a Suetonio y usó las fuentes sin demasiada precisión. No obstante, la obra contribuyó de forma decisiva a potenciar el mito de Carlomagno. Pero sin duda, los Anales Reales pasan por ser la fuente más importantes de la historiografía carolingia, porque su redacción fue contemporánea a los hechos y por su gran precisión […] Tema 9 Tema 09: DISGREGACIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO. LAS SEGUNDAS INVASIONES • • I. La sucesión de Carlomagno y las debilidades político-administrativas del Imperio. • 1. El gobierno de Luis el Piadoso (840-846). 1.1. El papel de la Iglesia y de la nobleza. 1.2. El Tratado de Verdún (843). • 2. El Imperio de Lotario y su desintegración (843-875). 2.1. El reino franco de Carlos el Calvo (843-877). 2.2. Luis el Germánico y la Francia oriental (843-876). • 3. Los últimos intentos de reorganizar el Imperio. 3.1. Carlos el Gordo. 3.2. Arnulfo de Carintia. 3.3. Los nuevos reinos y las dinastías regionales. II. Orígenes y causas de las segundas invasiones. • 1. Las segundas invasiones. 1.1. Noruegos y daneses. • 1.2. Varegos. 1.3. Sarracenos. 1.4. Húngaros o magiares. 1.5. Eslavos. 2. Consecuencias de las segundas invasiones. Bibliografía M. A. LADERO QUESADA: Edad Media, págs: 278-284 y págs: 293-304. M. GONZÁLEZ: Historia de la Edad Media, págs: 93-99. J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: Edad Media, págs: 181-193. ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 GARCÍA DE CORTAZAR, SESMA MUÑOZ, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Editorial, 1998 La sucesión de Carlomagno y las debilidades políticoadministrativas del Imperio. Historia 16, 251: Carlomagno no había resulto una contradicción evidente: la que se daba entre los principios de imperium que hacía del territorio del Estado algo indivisible, y de regnum, vinculado a las concepciones patrimonialistas germanas […] Álvarez, 284: El período que va de la muerte de Carlomagno (814) al Tratado de Verdún (843) conoce la división del Imperio y nos demuestra que frágil era la unidad lograda. […] Carlomagno puede ser considerado como un “excelente continuador” de la obra emprendida por Carlos Martel y por Pipino el Breve […] a pesar del aparente esplendor del Imperio, Carlomagno legó una estructura cargada de gravísimas contradicciones que se van manifestando cada vez con mayor nitidez en el reinado de sus sucesores. García de Cortazar, 181: Cuando el emperador desapareció, los hechos se encargaron de mostrar dos cosas: que el proceso social buscaba formas institucionales que aseguraran el predominio de las aristocracias terratenientes y militares, y que el pontificado estaba decidido a utilizar exclusivamente en su provecho la solidez alcanzada por la formulación cristiana del poder político. En otras palabras, el Imperio se deshacía en localismos y al cesaropapismo lo sustituía la teocracia: los repartos del solar imperial y el nacimiento de los principados demuestran la primera tendencia; los pronunciamientos de Nicolás I, proponiendo al poder civil los objetivos que debía cumplir, evidencian la segunda […] Lla compartimentación del espacio político fortalece la situación de las aristocracias locales que se distinguen contra los invasores o que logran inmunidad para sus dominios […] La insistencia de la Iglesia por diseñar las bases del orden querido por Dios […] hará que las aristocracias laicas acepten y se beneficien de la oferta de la Iglesia: la bendición del orden social existente como deseado por Dios […] ambas, la eclesiástica y la laica marcharán juntas […] con el declive del Imperio carolingio, la Iglesia perdió su capacidad de resistencia frente a las poderes locales en Italia […] el tratado de Verdún (843) pone fin a la unidad deseada […] los francos no habían adquirido la noción de Estado […] el tratado respondía al deseo por encontrar para los tres hermanos un equilibro de recursos militares y económicos Gª. de Cortazar, Sesma, 201: El Regnum francorum y sus zonas de expansión caminaban hacia una situación caracterizada por la multiplicación de los poderes territoriales […] a los problemas internos se sumaron las segundas invasiones Álvarez (309-10): en torno al año 900, el espació europeo mostraba una fisonomía completamente diferente a la época de Carlomagno, estaban empezando a cristalizar algunos de los Estados europeos […] Strayer afirma que el imperio carolingio fue un milagro político y, como todos los milagros, no fue otra cosa más que una pasajera interrupción del curso natural de los hechos. Aunque el cristianismo había dado a Europa occidental unos ideales comunes, faltó un elemento necesario para mantener ligados a los hombres, que fue el de los intereses materiales. La falta de relaciones comerciales entre las regiones del Imperio, la dificultad de las comunicaciones no sólo para las mercancías, sino para el propio gobierno […] a lo que se añade el conglomerado de lenguas, tradiciones y costumbres […] El título imperial no supuso un cambio en las estructuras de gobierno ni para poner en marcha un programa que diera cohesión a los territorios; Lombardía, Baviera, las tierras de los ávaros y de los sajones dieron más problemas al emperador después de su incorporación […] las segundas invasiones cayeron sobre un Estado debilitado por las tensiones internas […] El gobierno de Luis el Piadoso (840-846). Álvarez, 284-85: La degradación del poder imperial en tiempos de Luis el Piadoso (814-840) se explica, sobre todo, porque el Estado no contaba con la coherencia necesaria. La presencia de un mosaico de grupos étnicos y culturales […] los intereses de la nobleza que apuntaban al debilitamiento del poder central; las fuerzas separatistas centrífugas de cada señor local; la cada vez mayor diferenciación social entre los potentes y los pauperes, que lleva al sometimiento del campesino, pero también a ejercer una resistencia al poder; los ataques del exterior, etc., son algunos de los factores que explican la ruina del Imperio, a lo que se añade que el sucesor de Carlomagno no era la persona capaz de solucionar el problema. Luis el Piadoso era un hombre culto y de una intensa preocupación religiosa […], sus consejeros, Agobardo de Lyon, Benito de Aniano, fueron acérrimos defensores de la idea unitaria del Imperio por encima de los síntomas de descomposición que estaban apuntando […] La opción de salvaguardar el Imperio fue la que se impuso en la Odinatio Imperii de 817, que determinaba las criterios sucesorios con pleno respeto de las nociones de unidad imperial y de efectivo predominio político de titular, el primogénito Lotario, que empieza a actuar como asociado de su padre en Italia […] Aquitania sería para Pipino y Baviera para Luis […] La situación se agravó cuando Luis el Piadoso tuvo un nuevo hijo de su segunda esposa, Judit, el futuro Carlos el Calvo, a quien el emperador quiso dotar con algunos territorios en el corazón del Imperio, lo que motivo que en el año 829, Lotario, Luis y Pipino se lanzaran en rebelión abierta contra su padre, durante diez años, la anarquía reinó en el Imperio. En el 833, Lotario se hacia con el control de la situación; por poco tiempo, ya que al año siguiente se enfrentaba con sus hermanos, Pipino y Luis, que restablecieron en su autoridad al emperador. En 839, moría Pipino en Aquitania. Frente a su sucesor, Judit, logró del emperador que el territorio meridional fuese entregado a su hijo Carlos el Calvo. La situación amenazaba en acabar en una nueva guerra, cuando, en el 840, se produjo la muerte de Luis el Piadoso. Gª de Cortazar y Sesma, 201: Desde 823, especialmente desde 830, los hijos del primer matrimonio del emperador llegaron a distintos acuerdos para repartirse el Imperio, a los que tampoco renunció el hijo del segundo matrimonio. A la vez, distintos grupos de la aristocracia se dispusieron a sacar ventajas de sus promesas de fidelidad y ayuda a cada uno de los príncipes, lo que supuso una ampliación de las inmunidades y una consolidación de los beneficios de los grandes propietarios. El Imperio de Lotario y su desintegración (843-875). Álvarez, 285: Lotario, invocó, frente a sus hermanos, Carlos y Luis, la Ordinatio Imperii, es decir, el mantenimiento de la unidad imperial que le había de otorgar no sólo una superioridad moral, por heredar la corona, sino también territorial, ya que reduciría a éstos a la simple posesión de algunas marcas fronterizas. Carlos el Calvo y Luis el Germánico unieron sus fuerzas y suscribieron el juramente de Estrasburgo, tras el cual obtuvieron la victoria de Fontenoy-en-Puisaye en 841. Tras una serie de conservaciones, Lotario se vio obligado a ceder en el acuerdo de Verdún (843) El territorio del Imperio se dividió en tres partes prácticamente iguales. Lotario conservaría el título imperial y una franja territorial, la Lotaringia, desde el mar del Norte al centro de Italia […] Carlos el Calvo recibía la Francia Occidentalis […] Luis el Germánico la Francia Orientalis a este del Rin y de los Alpes. El Tratado de Verdún consagraba de forma irreversible la división del Imperio. Para paliar sus efectos, los tres hermanos suscribieron en 846 un acuerdo en la asamblea de Mersen con el fin de prohibir la deserción de los vasallos de un señor a otro y para tomar medidas de los problemas que llegaban desde el exterior; las incursiones de normandos, magiares y sarracenos estaban alcanzando a toda Europa. En el 855 moría Lotario, que procedió al reparto de sus territorios entre sus hijos, Luis II, Carlos y Lotario II. Era el primer paso para que desde el Este y el Oeste, sus tíos Luis el Germánico y Carlos el Calvo se aprestaran a sacar provecho territorial contribuyendo a la creación de lo que en el futuro serían Alemania y Francia. Gª de Cortazar y Sesma, 202: Lo que consolidó la fragmentación fue el conjunto de ataques y saqueos que sufrieron las tierras del Imperio por las llamadas “segundas invasiones” […] la ruina y la sensación de inseguridad contribuyó a fortalecer la defensa regional de los habitantes frente a los atacantes, lo que aseguraba la autoridad de algunas aristocracias locales y la desestructuración final de la sociedad de tipo antiguo que permitió a los campesinos de algunas áreas del Imperio gozar de situaciones que tenían tanto de inseguridad como de libertad. En estas circunstancias el título imperial. que pasó de mano en mano, apenas significaba más que un título de rey, desvalorizado a su vez por la proliferación de reinos. Los últimos intentos de reorganizar el Imperio. Historia 16, 252-253: El Tratado de Verdún rompía traumáticamente la del mundo carolingio. Para paliar sus efectos, tres años después (Asamblea de Mersen del 846) los hermanos se pusieron de acuerdo para repartirse la solución de los problemas exteriores: normandos, sarracenos y eslavos. Este régimen de solidaridad fraterna duró hasta la muerte de Lotario en 855. Sus dominios siguiendo las viejas tradiciones, fueron repartidos entre sus hijos, lo que favoreció las ambiciones de Carlos el Calvo y Luis el Germánico. En el 870, por el Tratado de Mersen, se apoderaron de los territorios lotaringios situados al norte de los Alpes. Las futuras esferas de actuación de franceses y alemanes quedaban así definidas. Ladero (280-282): Los elementos de disgregación continuaron, añadiéndose las segundas invasiones, que obligaron a una defensa regionalizada […] con el consiguiente aumento del poder de las aristocracias locales […] en los reinos de Carlos y Lotario las nociones de supremacía imperial, incluso las de ban regio y fidelidad de los súbditos se difuminan. No tanto en el reino de Luis, cuyas estructuras sociales, más cercanas a los orígenes germanos, permiten mantener mejor las antiguas estructuras del poder. […] La Iglesia, que con su doctrina legitima y respalda la idea imperial y la soberanía regia, ungiéndola con el sacrum. La práctica la priva de contenidos y mediatiza cada vez más sus actuaciones, al tiempo que sitúa al clero al margen de su poder […] El alto clero del reino de Carlos el Calvo manifestó sus aspiraciones a través de la colección canónica, apócrifa en su mayoría, conocida como los Falsos Isidorianos: libre elección de obispos, inmunidad e inviolabilidad del patrimonio de la Iglesia, fuero eclesiástico, independencia de cada obispo en su diócesis, primado de Roma. Unos años más tarde, Nicolás I (858-867) formula con entera claridad que el poder imperial emana de la autoridad pontificia, era en la Francia de Carlos el Calvo y de Lotario donde el partido clerical tenía más fuerza, en Alemania estas ideas no penetrarían hasta el siglo X. […] Primero fue el título imperial el que perdió fuerza política y aglutinante del conjunto, Lotario se limitó a ejercerlo en Italia y bajo la creciente tutela del papado. (añadir lo ocurrido a la muerte de Lotario en 855 = reparto entre sus tres hijos, finalmente repartida la herencia entre Luis el Germánico y Carlos el Calvo ....) En la Francia occidental, Carlos el Calvo, tropieza con la rebeldía de los sajones y con la de los aquitanos. […] Los gastos de estas guerras y la defensa contra los vikingos obligan a Carlos el Calvo a ceder casi todos sus poderes a una aristocracia, que hace hereditaria sus beneficios y honores o ejerce los cargos condales sin que el rey pueda nombrar, cesar o inspeccionar. A partir de 860 intentó concentrar los mandos militares en amplias áreas homogéneas, favoreciendo la paz interior y la defensa durante algunos años abriéndose posibilidades a poderes políticos de nuevo cuño. La Francia oriental o reino de Luis el Germánico tenía ventajas e inconvenientes específicos: su menor población, el carácter muy incompleto de su puesta en explotación agraria y de su red urbana, el mayor peligro fronterizo en tres frentes: daneses, eslavos y húngaros. De ventajas tenía: homogeneidad étnica y lingüística, aunque diversificada en cinco: suabos, bávaros, franconios, turingios y sajones. Todos ellos teutones, aceptaban con facilidad que la realeza ejerciese los poderes tradicionalmente admitidos entre los germanos, apenas conocían los lazos feudovasalláticos […] Luis vinculó el futuro de su dinastía a la diversidad de stämme, al atribuir a sus hijos lotes hereditarios conherentes y casarlos con mujeres de las respectivas aristocracias Orígenes y causas de las segundas invasiones. Claramunt, 93: Debilidad del Imperio creado por Carlomagno ante un enemigo exterior. El sistema de las Marcas, estaba pensado para hacer frente a enemigos sedentarizados, no servía para frenar a pueblos en fase de migración o bandas armadas que actuaban con extraordinaria movilidad […] la falta de interés de los carolingios por el mar […] y la serie de conflictos internos que se abatieron sobre Francia apenas muerto el emperador. El problema de las nuevas invasiones supera el margen del regnum francorum […] ya que se inserta en un nuevo gran proceso migratorio de dimensiones continentales, menos uniforme que las grandes invasiones del siglo V […] García de Cortazar, 182: sus actividades responden al esquema clásico de otros pueblos invasores: empresas de saqueo que nacen en bases lejanas o en campos fortificados establecidos en países invadidos; allí se retiran cada invierno a disfrutar del botín […] ningún interés por la dominación política; sólo afán de riqueza fácil […] Sus rutas no las escogen al azar: los caminos de las antiguas invasiones y los senderos comerciales más activos […] con el tiempo, el establecimiento sobre un territorio les obliga a enfrentarse a nuevos problemas: la construcción de un Estado, el primero de ellos. Claramunt, 93: Tras una breve pausa que coincide con la expansión militar de los francos, la presión sobre las fronteras de Europa se reanuda con nuevos protagonistas: los vikingos, el saqueo en 793 del monasterio de Lindisfarne, en la costa oriental de Inglaterra, es el primer aviso, en 808, el rey de Dinamarca, Godofredo, atacaba la Alemania del norte y levantaba en el istmo de Jutlandia un muro para impedir la penetración franca en su territorio. Era el comienzo del asalto a la Europa cristiana, en la que participaron los sarracenos y húngaros, al tiempo que en el extremo oriental de Europa se producía el final del proceso que se ha llamado “la oscura progresión de los eslavos”. Vikingos, sarracenos y magiares, buscaban más la riqueza de Europa que un lugar donde asentarse; otros, como los eslavos, estaban alcanzando un asentamiento definitivo en unos territorios casi despoblados […] Noruegos y daneses. – Varegos. Claramunt (93-94): Tras las invasiones de los siglos III-V, la zona escandinava entró en un largo periodo de calma […] mundo marinero y agro – pastoril, dominado por grandes propietarios, jefes militares y de clanes a la vez, entre los que destacan los jarls o jefes regionales […] reyes con carácter electivo, en lucha frecuente con otros linajes reales o con la propia aristocracia […] La expansión escandinava se desarrolló en dos direcciones diferentes: por Occidente (Islas Británicas, Atlántico Norte, Francia, Frisia, y esporádicamente la península Ibérica, Marruecos y el Mediterráneo), y por las estepas rusas, hasta alcanzar Bizancio y el califato de Bagdad. La primera ruta fue recorrida por daneses y noruegos, a quienes se da en nombre genérico de normandos o vikingos, la ruta del este, seguida por los suecos casi exlusivamente o varegos. García de Cortazar, 183-184: Parientes próximos de los germanos, sus actividades son casi desconocidas hasta su aparición en el Europa cristiana. […] Sólo las ocupaciones pacíficas de los comerciantes frisones les ponen en contacto con el exterior […] Dedicados a la agricultura su sociedad se divide en tres niveles: una aristocracia de ricos propietarios rurales, jefes de su linaje, la dirige al margen de la institución real, a la que reconocen una leve preeminencia sin gran repercusión práctica; una masa de hombres libres, reunidos periódicamente en asambleas judiciales, y enmarcados en cuadros militares, constituye el cuadro más numeroso de la comunidad; la completan los esclavos dedicados a la agricultura, base de la vida económica escandinávica. […] En los orígenes de las migraciones se han buscado numerosas causas, […] el carácter multiforme del movimiento convierte en ilusorio toda búsqueda de causas reales […] Claramunt (94-96): una de las razones, basadas en el comportamiento de éstos es el afán de riquezas y botín, única forma de obtener prestigio social y tierras patrimoniales […] todo ello no hubiera sido posible sin un entrenamiento militar adecuado y en el caso de noruegos y daneses sin el barco. Parece que la superioridad de los escandinavos sobre los pueblos ocupados residía más que en las armas en las naves, ligeras de poco calado y adaptadas a la navegación de cabotaje, de altura y fluvial. El barco utilizado, el drakkar, estaba dotado de un timón lateral extraordinariamente perfecto, navegaba tanto a remo como a vela […] podía transportar como término medio unos cincuenta guerreros. Se distinguen varias fases en las invasiones normandas: la primera del finales del VIII a mediados del IX, se caracteriza por la frecuencia y ferocidad de los ataques […] atacaban por sorpresa, al amanecer, en días festivo o de mercado, y desaparecían con la misma rapidez, dejando incendios y destrucciones, practicaban deliberadamente el terror que paralizaba a sus enemigos ante la noticia de su llegada. La movilidad les permitía aprovechar el factor sorpresa […] a lo que se une la incompetencia de los cuadros gobernantes, el absentismo de la Iglesia a la hora de defender al pueblo, el desconcierto de las masas urbanas y campesinas, abandonadas por quienes debían protegerlas […] esta fase culmina en 859 con el incendio de París, para dar paso a una etapa más tranquila aunque no exenta de violencia […] El miedo y la incapacidad para resistir obliga a las poblaciones y gobernantes a llegar a acuerdos con los normandos comprando la paz a un precio elevadísimo. Se trata de los rescates colectivos, los llamados Danegeld […] El alejamiento del peligro permitió organizar algún tipo de resistencia. En Inglaterra, Alfredo el Grande (871-899) creó un flota […] en Francia frente a la movilidad de los atacantes se reforzaron los sistemas defensivos […] A comienzos del X el peligro normando empieza a decaer, la depredación y los danegeld empezaron a ser sustituidos por el asentamiento en territorios invadidos, como pasó en Inglaterra, donde los daneses crearon, en la zona oriental una serie de Estados conocidos conjuntamente como Danelaw, o en Francia, donde Carlos El Simple, en 911 cedió al danés Rollón un sólido principado (Normandía) en concepto de feudo. No se saben las razones de la detención de los ataques, el caso es que entre 930 y 980 Europa vivió años de tranquilidad. Los nuevos ataques, se centraron, por parte danesa, contra Inglaterra que será conquistada entre 1014 y 1016 por Canut el Grande. Los noruegos intentaron la conquista de Irlanda, pero fueron derrotados en 1014; unos años antes, en 981 habían descubierto y conolizado Groenlandia. También es difícil valorar el impacto de las invasiones, en Escandinavia la depredación de riquezas supuso una riada de metales preciosos y dinero que produciría una efectos económicos profundos, pero también un importante flujo de occidentalidad que transformó por completo las estructuras tradicionales del mundo escandinavo. Peor conocida es la expansión de los suecos o varegos por las estepas rusas, siguiendo las rutas del Volga/mar Negro, y del Vístula/mar Negro. Los restos arqueológicos hablan insistentemente de la presencia de varegos en estas zonas […] más difícil es determinar la influencia de los varegos en el nacimiento de algunos principados rusos, como Kiev o Novgorod. Entre 840 y 860 entraron en contacto con los bizantinos y musulmanes, las fuentes nos dicen que los varegos, también llamados rus y svei comerciaron activamente con los bizantinos, musulmanes y turcos. Además de comerciantes fueron guerrero profesionales al servicio de los príncipes eslavos, probablemente en algún caso se hicieron con el poder, dando origen a principados como Novgorod, Kiex o Staraya Ladoga. Sarracenos. Historia 16, 253: Suponen el último coletazo sobre Occidente de la gran expansión musulmana tras la muerte de Mahoma […] las incursiones sarracenas carecen de un programa coherente y son el resultado de meras operaciones de pillaje preparadas desde el Norte de África o desde algunas localidades hispanomusulmanas como Pechina, en las cercanías de Almería. Claramunt (96-97): Tras la detección del avance musulmán en la batalla de Poitiers (732), los carolingios se interesaron por proteger sus dominios por el sur. A principios del IX habían hecho retroceder la frontera a la línea del Llobregat […] por estas fechas los musulmanes ya se habían convertido en una amenaza marítima, Desde comienzos del IX hay noticias de incursiones de piratas tunecinos en las costas del sur de Italia; en 827 los sarracenos habían iniciado la conquista de Sicilia, años más tarde, del sur de Italia, de donde no serían desalojados hasta el siglo XI, a pesar de los intentos carolingios, bizantinos y otónidas. Paralelamente a los ataques a sur de Italia, se iniciaron los ataques a la costa de Provenza; en el 840 remontaron el Ródano hasta Arlés, estableciéndose en la zona pantanosa de Camarga, saqueando a placer el territorios. En 890, una bande venida de al-Andalus se instaló en Fraxinetum, cerca de Frejus, desde donde controlaban las vías de comunicación entre Suiza e Italia, consiguieron mantenerse en la fortaleza hasta 973, la piratería continúo siendo una amenaza en todo el Tirreno hasta bien entrado el siglo XI. Salvo en Sicilia, donde hubo establecimientos de población, la piratería musulmana tuvo efectos muy localizados, aunque contribuyó a crear un ambiente de inseguridad y amenaza en zonas nada o poco afectadas por las incursiones normanda. Historia 16, 253: La reacción vino de los señores locales, de las fuerzas bizantinas y de algún monarca occidental como el lotaringio Luis II. Hasta el 973 los sarracenos se mantuvieron en Frejus (Provenza). Su expulsión de Sicilia se haría esperar aún varias generaciones. Húngaros o magiares. Historia 16, 243-254: Volvemos a hablar de pueblos de las estepas […] volvemos a hablar de una gran variedad de pueblos cuyos campos de expansión han sido muy distintos. Buena parte de ellos se orientaron hacia la Europa oriental. Los búlgaros […] edificaron entre los siglos VII y XI un primer imperio en los Balcanes […] Pechenegos y cumanos resultaron, con sus razzia, incómodos vecinos para los bizantinos, rusos de Kiev, búlgaros y húngaros hasta muy avanzado el siglo XI. Los jázaros, dotados de menos movilidad, se establecieron en el Volga inferior desde fines del siglo VII desempeñando una importante actividad comercial y convirtiéndose mayoritariamente al judaísmo. Serán los magiares el pueblo de las estepas con mayor incidencia en Europa Occidental. Claramunt (97-98):[…] muy influido en su proceso migratorio por eslavos, iranios y turcos, se establecieron en la llanura de Panonia a finales de IX (895); empujados por los pechenegos […] desplazados de Ucrania oriental. La llegada de los magiares, dirigidos por Arpad, alteró la situación de la zona (HISTORIA 16, 254):se instalaron en la llanura panónica. Durante más de medio siglo, y gracias a una caballería extraordinariamente móvil, los magiares organizaron profundas incursiones en el Occidente con una periodicidad anual.(CLARAMUNT, 97-98): El Estado de Moravia se deshizo, y el bloque eslavo occidental quedó seccionado. HISTORIA 16, 254: El territorio alemán fue especialmente castigado, pero tampoco se vieron libres otras tierras también atacadas por los sarracenos y normandos […] 947, el Languedoc es atacado por la caballería húngara, etc. […] La eficacia militar de los magiares y la anarquía política de Occidente favorecieron notablemente estas operaciones. Desde 950, los alemanes consiguieron organizar una defensa más eficaz. Cinco años después, el rey de Germania, Otón I, aplastaba a la caballería magiar en Lechfield […] la batalla puso fin a las grandes incursiones húngaras en Europa. En los años siguientes maduraría el proceso de sedentarización y cristianización Claramunt (97-98): Buscaban botín y esclavos, atacando zonas rurales y monasterios, evitaban las ciudades amuralladas, supieron aprovecharse del terror que inspiraban su ataques. La derrota de 955 se dio en el momento que estaban pasando a la sedentarización; tras la derrota los húngaros suspendieron casi por completo sus ataques, iniciándose su cristianización; los primeros misioneros fueron bizantinos, aunque finalmente se impusieron las misiones enviadas por los bávaros. En torno al 996 la conversión del príncipe Vajk, que tomó el nombre de Esteban, cambió totalmente el rumbo de Hungría, dos años más tarde el papa Silvestre II le envió la corona real, era el símbolo de la integración de Hungría en el concierto de los reinos cristianos. Eslavos. HISTORIA 16, 256: De origen turco-finés. Los búlgaros fueron durante bastante tiempo vasallos de hunos y ávaros. Su establecimiento en los Balcanes desde el 679 les permitió ir fijando un Estado que, en el 809, tuvo su centro en Sardica (Sofia). Su rivalidad con los bizantinos terminó con la conversión al cristianismo del zar Boris, en el 865, con el padrinazgo del basileus Miguel III. Para estas fechas los búlgaros habían perdido su lengua y buena parte de sus primitivas costumbres asimilando las de los pueblos eslavos circundantes. Claramunt (98-99): Se conoce poco de sus orígenes y del proceso de expansión por Europa central y oriental, incluso se discuto el significado de la palabra eslava, que para algunos significaría “palabra”, y que se habrían aplicado a sí mismos para diferenciarse de otros pueblos cuya lengua les resultaba inteligible. La expansión por el sur y el este, se parece más a la ocupación de un territorio vacío que a una conquista, favorecida por la migración de los germanos, a mediados del VI, habían alcanzado el Báltico y las orillas del Elba, y penetraban en la península de los Balcanes, llegando hasta la propia Grecia. HISTORIA 16, 256: Roma y Bizancio se disputaron la conversión de los eslavos balcánicos con desigual fortuna Claramunt (98-99): Los estados eslavos tardaron en aparecer, sin duda por la falta de cohesión, entre los primeros están los croatas, a comienzos del s. IX, formando lo que se ha denominado el “primer imperio yugoslavo”. Convertidos al cristianismo latino, vivieron su momento de máximo apogeo en el s. X. Casi en la misma época se creó la Gran Moravia, a mediados del IX (862), Cirilo y Metodio, misioneros enviados por Bizancio, iniciaron la cristianización de Moravia. Su éxito se explica en el antigermanismo de los eslavos y la utilización desde el primer momento de su lengua en la liturgia. A partir del 882 los misioneros alemanes destruirían la obra de Cirilio, la Gran Moravia desapareció en 906, victima de los ataques húngaros. Bohemia se incorporó más tarde a este proceso de formación de los primeros estados eslavos, hasta finales del X, los Premyslidas, señores de Praga, no lograron ver reconocida su autoridad por los restantes jefes o duces locales. Para entonces, el territorio checo, muy vinculado a Alemania había sido plenamente cristianizado. Polonia, conoció una interesante evolución […] hasta el 850, aproximadamente, el país estaba fragmentado en grupos tribales, de los que destacaban los vilanos, situados en torno a Cracovia, y los polanos, en torno a Gniezno. Un siglo más tarde, éstos dirigidos, por los príncipes de la dinastía Piats, estaban unificando el país. Bajo Mieszko I (960-992) se produjo la unificación de Polonia, que se extendía del Oder al Vístula. La amenaza de anexión al Imperio otónida se evitó por la conversión al cristianismo y la aproximación al papado, de quien Meiszko se declaró vasallo. Su obra fue seguida por su hijo Boleslao (992-1025), quien incorporó al Estado polaco, Bohemia (1003), Eslovaquia y Moravia (1004-1007) Consecuencias de las segundas invasiones. Álvarez (308-09): Las consecuencias son difíciles de evaluar y diferentes según la zona. En Europa central el asentamiento de los húngaros en Panonia supuso la creación del Reino de Hungría y su cristianización a comienzos del XI. Estado que rompió las comunicaciones entre los eslavos del norte y del oeste con los del sur […] En la península ibérica, la invasión musulmana supuso el hundimiento del reino visigodo, la formación de pequeños principados cristianos en el norte. La conquista musulmana de Sicilia, a principios del XI, supuso su pérdida para la bizantino que nunca lograron recuperarla. Respecto al Imperio Carolingio, las invasiones ayudaron a su hundimiento, los fracasos de algunos miembros de la dinastía frente a los ataques normandos aumentaron su desprestigio, de tal manera que en la parte occidental fueron sustituidos por el duque de París, Eudes (888-898) y luego por la dinastía de los Capeto. La inseguridad, el deseo de encontrar protección, la demostrada incompetencia del poder central para hacer frente al peligro, favoreció el desarrollo del poder de las autoridades locales, los más cercanos y eficaces […] atomización del poder y aumento de las relaciones de dependencia cuya consecuencia fue el desarrollo de los vínculos feudo-vasalláticos. Bibliografía: Ladero: 178-284, 293-304 Claramunt, Portela, González, Mitre,: Historis de la Edad Media, Madrid, Ariel, 1992: 93-99 García de Cortazar: 181-193 ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 Atlas Duby: 38-39. 194-195 GARCÍA DE CORTAZAR, SESMA MUÑOZ, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Editorial, 1998 Atlas. Duby: 41, 120-121, 162 y 169 Tema 10 Tema 10: Repliegue bizantino. Dinastías Heracliana e Isáurica (siglos VII m. IX) I. El gobierno de la dinastía Heracliana (610-717). Heraclio (610-641). • Helenización del Imperio. • Principales reformas administrativas y militares. • Problemas externos: sasánidas, eslavos y musulmanes. • El gobierno de los últimos miembros de la dinastía (641-717). II. La dinastía Isáurica (717-820). • El gobierno de León III (717-740). Política interior y exterior de su reinado. • El movimiento iconoclasta. • Irene y los últimos isáuricos. III. La dinastía Frigia o Amórica (820-867). • Focio y el primer cisma. El gobierno de la dinastía Heracliana (610-717). Heraclio (610641) Cabrera, 74-75: […] se implanta la sucesión hereditaria a partir del reinado de Heraclio […] aunque sin alcanzar en Bizancio la reglamentación que ese principio tuvo en Occidente. El sistema sucesorio se estableció a través de dos mecanismos: Uno de ellos es la asociación al trono del presunto sucesor. El otro […]. Se trata de una costumbre cruel […] la práctica de determinadas mutilaciones (enucleación de los ojos o ablación de la nariz) como medio para apartar del trono a quienes se alzan como competidores […]. La dinastía heracliana se mantiene en el poder […] a lo largo de un siglo, desde 610 a 711. Ladero (160-161): Tras la inseguridad de los últimos emperadores (Justino II y Mauricio) en que la autoridad imperial se había debilitado, dándose un renacimiento del papel arbitral del Senado y de los partidos del Hipódromo, descontento de ejército. etc., […] favoreció la revuelta de Focas (602-610), período de terror, apoyado en los Azules y con múltiples asesinatos. (Cabrera, 76): El asesinato del emperador Mauricio y su familia por parte del usurpador Focas introdujo unos años de extraordinaria anarquía en el Imperio. El nuevo emperador, además de ejercer una política de terror y de decretar persecuciones antijudías, quiso imponer la ortodoxia calcedoniana recurriendo a la violencia, y con ello sólo consiguió exacerbar los ánimos de las comunidades monofisitas […]. Todo ello coincidió con la penetración de los eslavos en los Balcanes. […] Cosroes II […] se presentó como vengador de su antiguo aliado, el emperador Mauricio, tuvo una magnífica justificación para invadir el Imperio aprovechando el caos reinante […]. Una sublevación contra el régimen despótico ejercido por Focas había cristalizado en torno al exarca de Cartago […]. Una sublevación contra el régimen despótico había ido cristalizando en torno al exarca de Cartago, Heraclio, que incorporó a su causa a Egipto y preparó una flota para dirigirse a Constantinopla donde contaba con el apoyo del partido de los verdes. Dirigió la expedición un hijo del exarca, llamado también Heraclio, el cual fue proclamado emperador al tiempo que Focas era destituido y eliminado. Cuando Heraclio tomó el poder, el Imperio estaba al borde de caos. Los persas habían tomado Antioquia, Jerusalén, Calcedonia y Egipto, paralelamente los ávaros amenazaban Constantinopla […] […] Heraclio no emprendió la contraofensiva hasta el año 622, siguiendo una táctica arriesgada, en lugar de intentar recuperar las provincias perdidas, ataco directamente el corazón del Imperio persa […]. Mientras el emperador combatía en Persia, los ávaros y eslavos cercaron Constantinopla que fue defendida por el pueblo dirigido por el Patriarca (626) […]. Cosroes fue destronado por una revuelta palatina que inicio una guerra civil entre los persas […]. El 630 Heraclio daba por terminada la campaña reintegrando personalmente a Jerusalén, en un acto simbólico y solemne, la reliquia de la Cruz, que había sido llevada por Cosroes a Persia unos años antes. Problemas externos: sasánidas, eslavos y musulmanes La expansión islámica (Cabrera, 77): […] las provincias recientemente liberadas fueron cayendo en manos de los musulmanes […]. En 635 capitularon Damasco y Homs […]. En 638 fue conquistada Jerusalén y en los dos años siguientes se incorporó Siria […]. En el 639 había comenzado la campaña de Egipto, muy resentida tanto por motivos religiosos (el patriarca intentaba imponer la ortodoxia a una mayoría monofisita) como económicos (continuas requisas destinadas a otras provincias, especialmente a la capital […] La penetración eslava (Cabrera, 79-80): […] la marea eslava se extendió por los Balcanes, […] principalmente a lo largo del reinado de Focas y durante los primeros tiempos del de Heraclio. […] Asociados a los ávaros, que parecen haber asumido el mayor protagonismo desde el punto de vista militar, su expansión por los Balcanes no es sistemática […] Durante mucho tiempo, el Imperio no pudo entenderse con estos invasores […] los eslavos tardaron alrededor de dos siglos en darse cuenta de lo ventajoso que podía ser para ellos entrar en la órbita del Imperio Cabrera, 79-80: Transformación étnica más o menos intensa en los Balcanes […] que llenaron, también, numerosos espacios vacíos en el ámbito rural […] la desaparición de una parte importante de la población autóctona del Illyricum y de Tracia, lugares tradicionales para reclutar mercenarios por el Imperio, obligó a buscar tropas en otros lugares […] de ello deriva el creciente influjo en el ejército y después en el Imperio de los armenios. A partir del siglo VIII será frecuente, incluso, el acceso al trono bizantino de individuos de ese origen […] Las principales reformas administrativas Ladero (160-161): La revuelta del exarca de Cartago y el triunfo de su hijo Heraclio (610) fue vista como una vuelta a la normalidad. Heraclio es ya un emperador medieval, no sólo introdujo los cambios en el ejército, acabó con el poder de la prefectura del pretorio, al fragmentar sus funciones hacendísticas en varios organismos bajo el mando de logotetas; oficializó el uso del griego, y tomó el nombre de Basileus Romeion el lugar del latino Imperator Caesar Augustus; fomentó la figura del co-emperador designado en vida, como medio de asegurar la sucesión sin romper formalmente el principio electivo. Intentó la adhesión de los monofisitas por una nueva vía elaborada por Sergio, patriarca de Constantinopla, el monotelismo(aceptación de la unidad de energía entre las dos naturalezas de Cristo) que se promulgó cuando los musulmanes conquistaban Palestina y Siria (Ekthesis, 636). En sus campañas presentó la guerra como una cuestión religiosa contra los infieles y persecutores de la fe, en marzo de 631 entraba en Jerusalen (fiesta de exaltación de la cruz, 21 de marzo) Heraclio cierra el período de transición que había sido el siglo VI bizantino, entrando en la etapa plenamente medieval y bizantina. Ladero (160-161): En la frontera persa se extendió una red de fortalezas (castella), enlazadas por vías de comunicación, defendidas por soldados-colonos, dueños de tierras, y bajo el mando unificado, militar, hacendístico y civil de un dux. Tras la invasión lombarda, Mauricio extendió el sistema a Italia, para la defensa de sus mejores caminos. La fijación del ejército a la tierra produjo importantes transformaciones sociales, con auge de los vínculos de relación y dependencias personales, en especial con respecto a las grandes propiedades, y también cambios administrativos al situar en la misma mano funciones militares y civiles. Mauricio creó los exarcados de Rávena y Cartago, Heraclio amplio el sistema a Anatolia e islas próximas, al dividirlas en themas, con amplia guarnición de soldados campesinos bajo el mando unificado de un stratega. Ladero (175-177): El sistema de themas se amplió, sustituyendo a las diócesis y provincias, sólo se mantuvieron durante algún tiempo los exarcados de Italia y África. Produjo importantes cambios [ya citados anteriormente, también vuelve a hablar de la desaparición del prefecto del pretorio ...]; el ejército de comitatenses mercenarios había casi desaparecido, manteniéndose algún cuerpo en la capital; la defensa se basaba en los stratiotes (soldados campesinos) que recibían en usufructo inalienable tierra en el thema de su residencia; a ellos se podían sumar los campesinos con un mínimo determinado de propiedades que los solicitarán, por tanto en los themas se podía contar con un contingente entre 6000 y 12000 hombres de a caballo, muy capaz para la defensa y vigilancia, menos adecuado para la expansión. Por una parte estimuló el crecimiento de los grupos de campesinos medianos, a la vez que facilitó la mezcla de razas. La relación con el jefe militar (stratiota) a pesar de estar regulada por las leyes estatales, era en muchos casos una cuestión personal, así como la tierra que defendían, se habla de una cierta proto-feudalización. Las ciudades pierden peso, el mundo rural aumenta, tanto por el auge demográfico como por la traslación de grupos de población. Código rural (Nomos Geogikós) publicado a principios del s. VIII: la unidad tributaria es el poblado o chôrion que responde del pago del impuesto territorial de las tierras abandonadas, añadiéndolas a sus bienes comunales y redistribuyéndolas entre los campesinos al pasar treinta años (fecha de la prescripción de los derechos). Los campesinos propietarios pagan el impuesto territorial (telos), la capitación personal (kapnikon) alcanza a todos, a mayor responsabilidad fiscal de los propietarios mayor protección y beneficio, al ser ellos los que utilizan las tierras comunales. El sistema de chôrion tuvo su apogeo entre los siglos VII y IX, en el que se baso Bizancio (defensa militar, apoyo al campesinado medio, libre y dueño de las tierras y de la administración local), en paralelo a la existencia de la gran propiedad, especialmente la eclesiástica El gobierno de los últimos miembros de la dinastía (641-717) Ladero (175-177): El sistema de co-emperador produjo el establecimiento de una dinastía, iniciada por Heraclio, que terminó en el 717. Tras el efímero reinado de Constantino III (hijo de Heraclio) le sucedió Contante II (641-668) (nieto de Heraclio), Constantino IV (668-685), Justiniano II (685-695; 705-711) Desde el 695 una serie de revueltas elevan al trono a una serie de personajes poco duraderos, hasta que ocupa el poder León III el Isaúrico. Ladero (175-177): Los principales problemas fueron la supervivencia y las luchas con árabes, eslavos y búlgaros, a la vez que se perfeccionaban las reformas internas. Las pérdidas territoriales frente al Islam fueron irreversibles, Heraclio no tomo ninguna medida después de la bat. de Yarmuk (636) salvo asegurar la defensa de la línea del Taurus. Constante II intentó recuperar Alejandría, pero el apoyo de los monofisitas dado a los musulmanes consolido el poder de éstos en Egipto desde 646. La formación de una flota árabe ocasionó la pérdida de algunas islas (Chipre, Rodas, Kos) La primera crisis interna del mundo islámico frenó su avance y permitió a Constante II ocuparse de los eslavos balcánicos (658: Macedonia con deportación de eslavos a Anatolia), lucha que no tuvo continuidad, el emperador pasó a preocuparse por las posesiones occidentales del Imperio (revuelta en Cartago), llegó, en persona, hasta Roma, estableciéndose en Siracusa, donde murió asesinado. Constantino IV, de vital importancia, los árabes continuaron atacando Asia Menor, llegaron a sitiar Constantinopla (674, 678), el empleo del fuego griego permitió sobrevivir a Bizancio. La paz con los árabes, le permitió ocuparse de los Balcanes. Los ávaros habían dejado de ser un peligro, estaban en proceso de sedentarización en zonas de Hungría, baja Austria, Eslovaquia y bajo valle del Drave. El problema vino por la EXPANSIÓN DE LOS BÚLGAROS, (CABRERA, 80-81): de origen turco […] emparentados al parecer con los antiguos hunos y con los ávaros […] pueblo eminentemente guerrero que combate a caballo conducido por un jefe o khan cuya dignidad se transmitía por herencia […]En contacto con los eslavos, los búlgaros, terminaron por identificarse cada vez más a través de un proceso de aculturación […] olvidaron su primitiva lengua pero conservaron su organización estatal que permitió a los búlgaros imponerse a los primeros […] Ladero (175-177): Instalado un grupo en el bajo Danubio (en tiempos de Heraclio), en principios en buenas relaciones con Bizancio. La presión de los jázaros les obligo a desplazarse hacia el Delta del Danubio (670), pasaron el río, ante el fracaso de Constantino IV, instalándose en la antigua Mesia. Bizancio reconoció la existencia del reino búlgaro en su territorio, les pago incluso tributos por la paz, en el 704, el kan Tervel recibe el título de César por su apoyo a Justiniano II. Este estado búlgaro-eslavo pervivió más de tres siglos, con corte en Pliska. Ávaros: la actitud bizantina fue mucho más dura que con los búlgaros. Justiniano II efectuó una dura campaña (688-89), con importantes deportaciones de población ávara a Asia Menor. La deposición de Justiniano II (695) inicia un período de desórdenes: árabes ocupan todo el norte de África; búlgaros y jázaros intervienen en las luchas internas del Imperio; los búlgaros llegaron a la misma Constantinopla. Los problemas religiosos CABRERA, 82: Las provincias que Heraclio había recuperado de los persas, eran aquellas donde el monofisismo tenía más fuerza […]. Se intentó un nuevo esfuerzo por conseguir la reconciliación entre ortodoxos y monofisistas. El patriarca Sergio creyó encontrar la solución en el MONOENERGISMO: En Cristo no había sino una sola energía […] en principio calmo los ánimos, incluso el papa Honorio no se mostró muy en desacuerdo […]. Cuando un monje llamado Sofronio, convertido en el 634 en patriarca de Jerusalén, denunció la nueva teoría como herética, Sergio redefinía el problema volviendo insistiendo en admitir en Cristo una sola voluntad (MONOTELISMO). Heraclio se adhirió a esta doctrina y quiso imponerla a través de la Ekthesis, en el 638. De nuevo fue un fracaso LADERO (175-177): Monofisismo: desaparece el problema por la pérdida de las provincias orientales. El monotelismo fracasó, no sin graves problemas, entre ellos la oposición del Papa, que fue llevado a Constantinopla acusado de traición; el concilio de Constantinopla de 680 lo condenó definitivamente, donde se afirmó la identidad de la iglesia griega en torno al patriarca de Constantinopla. La dinastía Isáurica (717-820) INTRODUCCIÓN (CABRERA, 89-90): La iconoclastía acentúa las diferencias con Occidente que afectan lo mismo al plano doctrinal que al político […]. La doctrina iconoclasta puede ser entendida, en cierto sentido, como una derivación de las diferentes controversias cristológicas […]. Ver en la iconoclastía un problema meramente religioso resultaría ingenuo […]. Amenazado por la flota árabe, que puso en peligro las costas y los archipiélagos del Mediterráneo oriental […], invadido en su porción occidental por los eslavos y los búlgaros, el Imperio tuvo que jugárselo todo a la carta de la península de Anatolia, único bastión firme frente a la amenaza exterior […] con una población mayoritariamente campesina, poco influida por la tradición greco-romana pero permeable a las influencias orientales contrarias al culto de las imágenes […]. Visto así, la iconoclastía es una consecuencia del peligro árabe, solucionado éste, la doctrina se disolvió y todo volvió a la normalidad […] Se produce: una intensa ruralización del Imperio, una importante pérdida de la importancia de las ciudades; un retroceso en la vida intelectual y artística […] el olvido de las ideas universalistas de Bizancio, obsesionado ahora por la supervivencia […] Preocupación por la justicia social de los emperadores […] frente al creciente poder de la aristocracia y los monasterios. Esto últimos, dotados de una inmensa fortuna territorial y de un enorme influjo social a través, precisamente, del culto tradicional a los iconos sagrados […] El gobierno de León III (717-740). Política interior y exterior de su reinado. – El movimiento iconoclasta. – Irene y los últimos isáuricos. Guía: León III (717-740): su origen sirio marca el interés bizantino por la zona este. Una de las actuaciones más drásticas fue la militarización de la sociedad debido a los continuos ataques de los árabes, que en el 717 estaban a las puertas de Constatinopla, cuyo asedio pudieron levantar gracias a la ayuda prestada por los búlgaros, pero la lucha siguió en otras partes del Imperio. León III reforzó el sistema de las themas y continuó el proceso de helenización. Realizó en griego un compendio de las leyes justinianeas introduciendo los cambios producidos desde el siglo VI. Lo más destacado de su reinado es la denominada guerra de las imágenes, producida por la influencia de sectas iconoclastas orientales, del judaísmo y del Islam. Guerra que duró más de un siglo, que dará lugar a guerras intestinas en el interior del Imperio y producirá y alejamiento cada vez mayor de Roma. El problema radica en la importancia que debía darse al culto a las imágenes, en Bizancio el culto excesivo llevaba camino de convertirse en idolatría. León III, influido, probablemente, por los obispos de Asia Menor, promulgó un edicto en el año 726 que prohibía la utilización de los iconos en las ceremonias religiosas. Medidas impopulares, especialmente entre los monjes. El papa Gregorio III se mostró defensor de la veneración de imágenes, a las que consideraba símbolo y mediación de lo divino. La tensión con el papado trajo importantes consecuencias, como la inclinación de los pontífices hacia los francos. Claramunt: Durante el período de inestabilidad que se produce tras la destronamiento de Justiniano II, destaca por sus habilidades Léon, originario del norte de Siria (Isauria), durante el reinado de Anastasio II (713-715) fue nombrado estratega de thema de los anatolios, uno de los más importantes. A la caída de Anastasió […] CABRERA, 91: Dos estrategas, el de los anatólicos, León el Isaúrico, y el de los armeníacos, Artavasdo, unieron sus fuerzas para hacer frente a la situación […] León fue coronado emperador, mientras que Artavasdo entroncaba con la nueva familia imperial mediante el matrimonio con una hija de León Claramunt: León se sublevó contra Teodosio II (715-717), apoyado por las tropas de su thema entró en Constantinopla el 25 de marzo de 1717 y fue coronado en Santa Sofía (CABRERA, 91): se ponía fin a la anarquía abierta tras el primer destronamiento de Justiniano II […]. Los objetivos más importantes desarrollados por León III fueron la defensa del Imperio frente a los musulmanes, la fundación de una nueva dinastía y el restablecimiento de la paz y el orden, conseguido en parte, a través de una nueva codificación y aplicación estricta del derecho […]. Dotados de un notable talento militar, los emperadores isaurios y, sobre todo, León III y Constantino V, tuvieron que desplegar una incesante actividad militar especialmente contra los musulmanes (ÁLVAREZ, 225): Gracias a su firmeza frente a dos rebeliones internas y a su reorganización de la administración imperial, León III consiguió asegurar la estabilidad dinástica durante ochenta y cinco años. Claramunt: La primera actuación de León III fue preparar la capital para el asedio de los musulmanes, que desde hacía seis meses tenían la flota y el ejército frente a la capital. El fuego griego, el frío de ese invierno, la peste entre los musulmanes y la ayuda de los búlgaros, lograron que el asedio se levantará en agosto de 718, fracasando el segundo intento musulmán frente a la capital. La lucha continuo en Anatolia, finalmente León III logró la importante victoria de Akroinon, cerca de Amorium, frente a los musulmanes, ayudado por los kházaros (jázaros), alianza que se mantuvo. Reformó y puso al día el sistema de los themas, creando en Anatolia el de los tracios, y dividiendo el marítimo en dos, (ÁLVAREZ, 228): León III reorganizó la marina bizatina creando dos contingentes navales, el de Cibirra, con base en un nuevo thema en la costa de Asia Menor, y un contingente independiente, con base en el Egeo […]. Léon III dividió la extensa provincia de Anatolia, creando un aparato administrativo autónomo en la mitad occidental, el thema de los Tracesios […]. El objetivo era impedir la consolidación del poder en manos del gobernador militar (strategos) […]. De esta manera se fue incrementando el número de provincias y gobrnadores provinciales, hasta que en 775 eran siete los themas de Asia Menor, dos de ellos navales, y tres en la parte occidental. (CLARAMUNT): La dinastía continua la helenización y orientalización de Bizancio, el latín era cada vez menos entendido, de hecho León III publicó un compendio de las leyes justinianeas con los cambios jurídicos producidos en griego: Ekloga que representa una divulgación del derecho justinianeo modificado por la influencia del derecho canónico y por las costumbres orientales. Guía: Constantino IV (741-775), hijo y sucesor de León III, mantuvo la misma política en la cuestión de las imágenes; a su muerte termina el primer período iconoclasta, su hijo y sucesor León IV (775-780), después de un corto reinado. Su viuda Irene, que gobernó como regente de Constantino V instauró el culto a las imágenes, después de la celebración del Concilio de Nicea 787. Claramunt: Sucedió a su padre, tras ser asociado al trono, tuvo que hacer frente a las aspiraciones de su cuñado Artavasdos al trono, estratega del thema de los armenios, siendo vencido en 743. Constantino, de fuerte carácter, a veces cruel, fue querido por sus soldados y odiado por sus enemigos. Radicalizó la postura iconoclasta. La crisis interna del califato, la llegada de los abasíes y el traslado de la capital de Damasco a Bagdad, alejó el centro vital del Islam. Bizancio aprovechó la crisis interna que derrumbo a los Omeyas y recuperó algunas zonas de Siria, el enfrentamiento se transformó en una guerra de fronteras en la que Bizancio llevó la iniciativa en estos momentos. En la zona occidental, los Balcanes, Constantino lanzó todas sus fuerzas contra los búlgaros, asegurando el predominio bizantino en la zona, aunque en una de las campañas el emperador fue muerto (775) El movimiento iconoclasta CABRERA, 93: La cuestión de las imágenes se desarrolló a lo largo de dos fases […]. La primera se inicia en el 726 y concluye oficialmente en el 787, cuando el II Concilio de Nicea, restableció la situación tradicional. La segunda fase […] va desde 813 a 843 […] en que se impuso definitivamente la ortodoxia. Claramunt: Lo que caracteriza a la dinastía es la iconoclastía, iniciada por León III, llevada al máximo por Constantino V, que duró más de un siglo → El enfrentamiento entre los partidarios del culto a las imágenes y sus detractores estaba en el aire, especialmente en las zonas orientales, donde las influencias judías y musulmanas eran importantes.. León III tomó partido por los enemigos del culto a las imágenes (726), las medidas tomadas fueron muy impopulares en las zonas occidentales del Imperio, se intentó llegar a un acuerdo con el papa Gregorio II, el patriarca de Constantinopla y San Juan Damasceno, monje del convento de San Sabbas de Jerusalén. La disputa separó más a Roma y Constantinopla, especialmente cuando ocupo el patriarcado Anastasio, claramente iconoclasta, que amplio sus zonas de influencia por la zona europea del Imperio (Sicilia, Calabria e Iliria) a la vez que el emperador conseguía una clara subordinación de la Iglesia a sus deseos. CABRERA, 92-93: La hostilidad hacia las imágenes estaba ya extendida por la península de Anatolia en el siglo VIII […] consecuencia de su vecindad con los musulmanes […] coincidía, por lo demás, con ciertas idas de origen monofisita, contrarias a la utilización de determinados ritos litúrgicos o prácticas piadosas que […] eran tenidas como manifestaciones poco menos que idolátricas y paganas […]. Desde el siglo VII la secta de los paulicianos, extendida por Mesopotamia y Armenia, propugnaba una iglesia totalmente desprovista de símbolos materiales […]. Hoy se suele dar más importancia a la influencia monofisita en la cuestión iconoclasta que al posible influjo que pudieron haber ejercido musulmanes y judíos […]. Se daban abusos de tipo supersticioso que ciertos sectores de la población habían llegado en la veneración de las representaciones iconográficas de Cristo o de los santos […] ÁLVAREZ, 226: En el año 726 el emperador ordena la retirada de la pintura de Cristo situada en la Puerta de Bronce del Gran Palacio = revueltas populares que se extendieron a las provincias de Italia y Grecia. El papa Gregorio II protestó por la ingerencia del emperador en cuestiones de fe. […] Cuando León III intentó conseguir la autorización eclesiástica para destruir las imágenes, se encontró con la resistencia del patriarca Germán […]. En el 730 el emperador ordenó al patriarca que aprobará un edicto que prohibía la adoración de los iconos, ante la negativa del patriarca, León III convocó el consejo supremo de los funcionarios bizantinos, tanto laicos como eclasiásticos, que condenó a Germán, éste dimitió […] La medida fue condenada por todos los patriarcas orientales y por el Papa […]. León III no se atrevió a aprobar la nueva doctrina en un Concilio Claramunt: Constantino IV: Política iconoclasta: Un concilio reunido en Hieria (754) dio al emperador la justificación para la iconoclastía sistemática. A partir de 760 se convirtió en una lucha sin cuartel contra el poder de los monjes. Encubriendo una desamortización. ÁLVAREZ, 227: El sumario de las decisiones del concilio, el Horos, fue publicado en agosto de 754, en él se ordenaba la destrucción de las imágenes […]. El emperador procedió a la destrucción del arte religioso […]. El papa Esteban III convocó un sínodo que condenó la iconoclastía, pero la actitud papal hacia Bizancio estuvo motivada también por motivos políticos. (CLARAMUNT): La política bizantina lanzó al Papa e brazos de los francos: en Quierzy (756) se formaba un acuerdo con Pipino, que culminaría cuarenta años después con la coronación imperial de Carlomagno. La política iconoclasta tuvo graves consecuencias culturales: destrucción de imágenes, huida de monjes ... (ÁLVAREZ, 227): Los francos habían terminado con el dominio lombardo en Italia y proporcionaban al papa tierras y recursos materiales. Por tanto, el papa ya no necesitaba el apoyo del emperador bizantino […]. La influencia bizantina en Europa había sido sustituida por la de los francos y del papado. Guía: Durante el reinado de Irene, Bizancio sufrió una importante derrota frente al califa Harun al-Rasid, soportó el ataque de los búlgaros y eslovacos, y fue testigo de la coronación de Carlomagno como emperador de Occidente. La emperatriz fue destronada, subió al trono Nicéforo (802-811), durante su reinado y el de su sucesor Miguel I (811-813) se mantuvieron importante enfrentamientos con los búlgaros. La derrota frente a estos provocó la caída de Miguel I y la subida al trono de León V el armenio (813-820), que reanudó la política iconoclasta con la oposición del patriarca de Constantinopla y de los monjes. Claramunt: La política iconoclasta se debilitó tras la muerte de Constantino V, su hijo y sucesor León IV el kházaro (775-780) apenas actúo en contra de los monjes, incluso buscó su apoyo en algunas ocasiones. A su muerte, su viuda, Irene, madre de Constantino VI gobernó como regente e hizo restaurar las imágenes. Con la ayuda del patriarca Trasio, convocó un concilio, en Nicea (787) para acabar con el cisma. Constantino VI intentó gobernar por si mismo, pero su madre acabó con él, fue cegado proclamándose ella único emperador. Tuvo que sufrir la derrota frente al califa Harum-al-Rasid, frente a búlgaros y eslovacos. Pero lo que más mal causó fue la proclamación del emperador de occidente en la Navidad del 800. Todo ello favoreció un golpe de estado que impuso al logoteta Nicéforo, Irene fue destronada y desterrada. Nicéforo (802-811): Tuvo que rehacer la hacienda imperial tras los gastos de Irene, para ello repuso antiguos impuestos, en 810 obligó a pagar impuestos por las propiedades eclesiásticas = enemistad de los monjes e impopularidad. Nicéforo murió luchando contra los búlgaros. El trono pasó a su yerno Miguel I Rangabé (811-813), partidario de las imágenes, la derrota del emperador frente a los búlgaros provocó un levantamiento militar, ocupando el trono León V el armenio (813-820) general del thema de Anatolia, su primer objetivo fue el triunfo sobre los búlgaros. Lograda ésta reanudó la política iconoclasta, destituyendo al patriarca de Constantinopla, iconódulo, a la vez que abría una dura polémica sobre la hegemonía del emperador bizantino sobre la Iglesia, enfrentándose violentamente a los monjes del Studion, (studitas) que fueron desterrados. León V fue asesinado mientras se celebraban los oficios de Navidad, subió al trono Miguel II el Tartamudo (820-829) oriundo de Armorium (Frigia) iniciando una nueva dinastía con tres emperadores Guía: La segunda época iconoclasta fue menos dura que la primera, aunque se agudizaron los problemas sociales. La dinastía Frigia o Amórica (820-867). – Focio y el primer cisma. Guía: La muerte de León V posibilitó la subida al trono imperial de Miguel II de Frigia (820-829) con el que daba comienzo el gobierno de una corta dinastía (820-867). Durante estos años los musulmanes se apoderaron de Creta (827), y el emperador Teófilo (829-842) fue derrotados por los abassíes que se hicieron con el control de Amorium (838). Claramunt: Bajo Miguel II los conflictos religiosos se calmaron, el patriarca y los studitas pudieron volver a la capital. Miguel II casó con la hija de Constantino VI, vinculándose a la dinastía isaúrica, aunque tuvo que hacer frente a una revuelta que desembocó en guerra civil, capitaneada por un esclavo, Tomás, que se hizo pasar por el hijo de Irene, y fue apoyado por los musulmanes, iconódulos y campesinos de Asia Menor, finalmente derrotado. Durante el reinado de Miguel II, la influencia bizantina en la zona eslavizada del occidente de los Balcanes se redujo bastante. Teófilo (829-842), hijo y sucesor de Miguel, gran admirador de la cultura islámica. Fue el último período iconoclasta. Volvió a reestructuras las themas, creando nuevas divisiones. Se enfrento al califato con fortuna desigual, Palermo cayó en manos de los musulmanes. Guía: Teodora, viuda de Teófilo, y regente de Miguel III (842-867) restauró el culto a las imágenes, después de celebrar el concilio del año 843 logrando con ello la paz interior. Durante estos años se lleva a cabo la labor evangelizadora de Cirilo y Metodio (862) en Moravia. Es durante su reinado cuando Focio, patriarca que provocó una escisión en el seno de la Iglesia oriental que motivo la intervención papal, el patriarca y el emperador lanzaron la excomunión contra el Pontífice (867). La situación se agudizo cuando Focio distinguió a Oriente con una solución dogmática distinta a la de Occidente. Se trataba de la derivación del Espíritu Santo no del Padre, sino también del Hijo. Claramunt: Miguel III (842-867), su madre Teodora actúo como regente, dejando el gobierno en manos de Bardas, su hermano. El culto a las imágenes fue solemnemente restaurado en un concilio celebrado en 843. Miguel apartó a su madre del poder, hombre de pocas cualidades, dejó a su tío Bardas el gobierno absoluto del Imperio. Durante este período Constantinopla y la corte se convirtieron en el centro de un importante renacer cultural, destacando el monje Constantino, evangelizador de los eslavos, conocido después como San Cirilo. Focio fue nombrado patriarca de Constantinopla, tras deponer a Ignacio. El cisma de Focio: El papa Nicolás I, apoyado por los studitas, defendió a depuesto patriarca Ignacio frente a Focio, éste apeló a los agravios acumulados por los griegos contra los latinos, logrando que un sínodo reunido por Miguel III en 867 le diera la razón. Pero los asuntos de la guerra iban mal en los Balcanes, Bardas fue asesinado por su amante Eudoxia con el beneplácito de Miguel III. La muerte de Bardas produjo la caída de Focio y la reconciliación, al menos en lo aparente, con Roma. Poco después Miguel moría asesinado por Basilio, nuevo amante de Eudoxia e iniciador de la dinastía macedónica. Cabrera (121-122): Con el reinado de Miguel III (842-867), Bizancio inicia una etapa de resurgimiento. Miguel fue un soberano lleno de debilidades, pero tuvo el acierto de contar con excelentes colaboradores. Subido al trono a los seis años, fue necesaria una regencia, ejercida por su madre, Teodora, los dos hermanos de la emperatriz, Bardas y Petronas, y el favorito de aquélla, Teoctisto. Éste ejerció el poder durante algunos años, que se caracterizan por la preocupación por la cultura, la vuelta a la ortodoxia con la vuelta al culto a las imágenes (843) y la renaudación de la lucha contra los árabes, especialmente en torno a Creta, perdida desde el año 827. Las tensiones entre los distintos regentes provocaron la caída y muerte de Teoctisto (856). Bardas, se hizo con las riendas del país, asumió el título de César, continuó la política de su antecesor. Junto con el nuevo patriarca de Constantinopla, Focio, son los grandes protagonistas del reinado. A destacar dos hechos importantísimos: el enfrentamiento entre el Papa y el Patriarca, surgido en torno a las competencias entre la Iglesia oriental y la occidental en la evangelización de los pueblos eslavos. Conflicto complicado por diferencias de carácter doctrinal, marca claramente el primer paso hacia el cisma entre la dos iglesias que se dará dos siglos más tarde. El segundo: los inicios de la actividad evangelizadora que los monjes Cirilo y Metodio realizaron entre los eslavos. Miguel había admitido en su corte a Basilio, de origen probablemente armenio pero educado en Macedonia. Casado con Eudoxia Ingerina, antigua amante de Miguel, desarrolló una rápida carrera: empezó por suplantar al césar Bardas a quien asesinó en 865; una año más tarde era proclamado co-emperador y al siguiente, la muerte violenta de Miguel III, planeada por él, le convertía en el nuevo soberano de Bizancio. Guía: La querella religiosa había conseguido la separación de la Iglesia bizantina del resto de la comunidad cristiana. El restablecimiento de las relaciones con Roma se hacía ahora difícil y, de manera especial, después que se había sellado un pacto de amistad entre el Papa y los francos. A todo ello vino a sumarse la lucha por obtener el protagonismo en la conversión de los eslavos balcánicos. Bibliografía: Cabrera: 74-97 (Historia de Bizancio) Ladero: 160-161; 175-177; 237-239. Hª 16: 211-220 Claramunt: 32-36; 61-65 García de Cortazar: 138-141. ÁLVAREZ PALENZUELA, et al., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2002 Tema 11 TEMA 11. Bizancio bajo la dinastía Macedónica (867-1057). La dinastía Macedónica. Basilio I (867-886). León VI (886-912). El predominio búlgaro. El gobierno de Simeón de Bulgaria (893-927). Constantino VII Porfirogénito (912-959) y Romano I (920-944). Romano II (959-963). Nicéforo Focas (963-969). Juan Tzimiscés (969-976). Basilio II Bulgaróctonos (976-1025). Enfrentamiento con los búlgaros, jázaros, pechenegos y cumanos. Reconquista Bizantina. Constantino VIII (1025-1028) y sus sucesores. Fin de la dinastía macedónica. El cisma de Oriente. Constantino IX (1042-1054). Miguel Cerulario La dinastía macedónica Guía: En Oriente surgieron nuevas dinastías (Heracliana, Isáurica y Macedónica), que condujeron a Bizancio a nuevos momentos de esplendor no exentos de problemas tanto en el exterior como en el propio seno del Imperio. Todas ellas suponen una serie de cambios para el Imperio Bizantino en todos los órdenes. Destacan las cuestiones religiosas: el cisma y la querella iconoclasta, que deben entenderse también como auténticos problemas sociales. Aunque se trata de un tema principalmente de historia política, no hay que olvidar el impacto cultural de la helenización del Imperio. Álvarez (391): La dinastía macedónica (867-1056), coincide con el periodo de apogeo y plenitud del llamado Imperio medio bizantino. El mundo civilizado miraba a Bizancio, a Constantinopla como el centro del mundo. El apogeo no es atribuible a las condiciones personales de sus representantes. Ostrogorsky, fijaba en los momentos finales del conflicto iconoclasta (843) el inicio de la recuperación bizantina. Otros autores más recientes, ven los albores del renacimiento ya a comienzos del s. X. Alvarez (401.402): Los años 60 y 70 de la décima centuria son la época más brillante de la historia del Imperio Bizantino Medio. Los años finales de Constantino VII habían destacado por la brillantez de las embajadas o por las recepciones en el palacio imperial. Época de gobierno de las aristocracias militares destaca por la importancia y rotundidad de sus campañas militares y por la incesante conquista de ciudades. Ello supuso el acceso al primer plano político de la nueva aristocracia militar, surgida ya hace tiempo, pero consolidada por la propia expansión militar. Basilio I el Macedonio (867-886). León VI (886-912) Guía: Basilio el Macedonio, mozo de escuadra del emperador Miguel III, de quien había obtenido una constante protección, falto de escrúpulos, asesinó a su protector, dando comienzo al gobierno de la dinastía Macedónica en el año 867, la cual, durante los dos siglos que se mantuvo en el poder, condujo a Bizancio a su momento de mayor esplendor. Una de las primeras actuaciones del nuevo emperador fue establecer relaciones amistosas con Roma. Focio fue condenado en el VIII concilio ecuménico (869-870) celebrado en Constantinopla. No obstante en el año 877 Focio volvió al solio patriarcal. Mientras la cristianización proseguía con éxito, no sólo en Bulgaria sino también en toda la Península Balcánica. Gracias al envío constante de misiones a estos lugares se consolidó la presencia bizantina en Rusia, Macedonia, Serbia y Bulgaria. Durante el gobierno de este monarca y de su hijo León VI (886-912) se perdieron frente a los musulmanes las últimas posesiones en Sicilia y Malta. Se recuperó Bari (876), convirtiéndose en el principal centro bizantino. León VI realizó la revisión del derecho justinianeo. La legislación eclesiástica abarcó un campo más extenso que en la época de Justiniano, por lo cual este emperador se acreditó como el más grande jurista que gobernó Bizancio después de Justiniano, de manera especial, por elaborar la compilación legislativa de las Basílicas. Menos favorables fueron sus actuaciones en el exterior, ya que tuvo que hacer frente a los ataques búlgaros, dirigidos por el zar Simeón de Bulgaria. Al mismo tiempo, los ejércitos bizantinos, se vieron obligados a ocuparse del frente árabe, quienes en el año 904 saquearon Tesalónica. Poco después los varegos se situaban en Constantinopla. Basilio I (867-886) Cabrera (122): Inicia la dinastía macedónica que se mantendrá hasta el s. XI. El uso de una iconografía abundante, representando a los emperadores en actitud de devoción y reverencia frente a la figura de Cristo, con objeto de justificar el irregular acceso al poder de la dinastía. Preocupación de Basilio por crear una dinastía propia se plasma en la asociación al trono de todos sus hijos. El primogénito, Constantino, fue nombrado coemperador con dos años, sin embargo, no le sobrevivió. En 870 fue asociado al trono León, hijo de su matrimonio con Eudoxia Ingerina. Un tercer hijo, Alejandro, también fue asociado al trono. Finalmente, Estebán, ocupó el patriarcado de Constantinopla. Álvarez (393-395): Los datos sobre su vida, nos llegan a través de una Vita Basilii, parece que escrita por su propio nieto Constantino VII Porfirogéneta, incluida como capítulo o libro V en una compilación de biografías conocidas como el Theophanes continuatus, que continúa la Chronographía del monje Teófanes […] El advenimiento de Basilio supuso un cambio en la política religiosa, Focio fue depuesto e Ignacio fue repuesto en el patriarcado […] En el invierno de 869-870, se celebró en Constantinopla un concilio que condenó y confirmó la deposición de Focio, el nuevo papa, Adriano II y la Iglesia romana concedieron a este concilio una gran importancia, llegando a considerarlo ecunémico, a pesar de ello no consiguieron su principal aspiración y otro de los motivos del cisma: Bulgaria. El papado había enviado misioneros tras la conversión de su rey, esperando sustituir a los bizantinos, la actitud de Basilio impidió las aspiraciones del papado. Incluso Focio fue llamado poco después a la corte como preceptor de los hijos del emperador y a la muerte del patriarca Ignacio sucedió a éste sin problemas. Basilio demostró gran interés por la renovación del derecho bizantino, que desde la obra de Justiniano, sólo había registrado una nueva aportación con la Ekloga (León III y Constantino V). Aunque la gran obra, las llamadas Basílicas son posteriores, Basilio I inicio el proceso y avanzó la codificación de dos opúsculos: el Procheiron y la Epanagogê. El primero una corta introducción al derecho, basada en los Instituta justinianeos, reconstruido completamente gracias a un código posterior. La Epanagogê, donde se ve la mano de Focio, legisla sobre las funciones respectivas del Basileus y del patriarca, estableciendo sus recíprocas obligaciones Fue el último emperador que manifestó interés por las posiciones occidentales, en los últimos años de su reinado y gracias a la actuación de Nicéforo Focas, abuelo del futuro emperador consiguió dominar Italia del Sur, a la vez que los musulmanes africanos iniciaron la conquista de Sicilia. En la zona oriental las campañas llevaron el impulso bizantino hacia el Éufrates. León VI (886-912) Cabrera (123): Compartió el trono, teóricamente, con su hermano Alejandro. El reinado de León conoce escasos éxitos en política exterior; se continuaron las luchas contra los musulmanes y contra los búlgaros sin grandes consecuencias, los búlgaros lograron una clara hegemonía en los Balcanes. En política interior, las medidas adoptadas por León VI desde el punto de vista jurídico y administrativo, dieron buenos resultados. Aunque no faltaron los problemas, como el problema religioso planteado por los celotes y el problema sucesorio. De sus matrimonios con Teodora y Zoe Zautzina no había tenido varones. Las leyes eclesiásticas y civiles admitían sólo dos matrimonios, el propio emperador, en años anteriores, había dictado disposiciones más restrictivas sobre el tema. A pesar de ello, en el 900 contrajo matrimonio con Eudoxia, que murió al año sin darle hijos. León había tenido un hijo con su amante Zoe Carbonopsina, nacido en 905, cuya única legitimación posible era el matrimonio de sus padres, ante la intransigencia del patriarca de Constantinopla, Nicolás el Místico, el emperador recurrió a roma, donde Sergio III le otorgó la dispensa necesaria, viendo en ello una posibilidad de apoyo a la teoría del primado romano. El problema se resolvió, con importantes tensiones, pero el heredero, el futuro Constantino VII, fue asociado al trono en 911, un año antes de la muerte de su padre. Álvarez (396-397): cuando su padre murió como consecuencia de una accidente de caza. León con la asociación al trono de su hermano Alejandro, heredó pacíficamente el trono. Consolidó, sin duda, la dinastía creada por su padre, intentó una compleja política exterior en la que fracaso parcialmente e inauguró un estilo de gobierno basado en una ideología política imperial ambiciosa y poderosa […] León culminó la obra jurídica y legislativa iniciada por su padre con la promulgación de la Basílicas o derecho imperial al poco tiempo de llegar al trono […] consta de 60 libros que no han llegado completos hasta nosotros pero que se han podido reconstruir por textos posteriores, se trata de una revisión completa del derecho justinianeo […] se trató de una compilación artificial y artificiosa, […] pero las Basílicas serán analizadas y comentadas, surgiendo colecciones de scholisi (glosas, comentarios) de escuela, que forman un material de gran interés, por reflejar las condiciones sociales de la época. León llevó a cabo una importante obra legisladora, que al igual que Justiniano, fue recopilando en una serie de Novellae, que superaron las cien. Aspectos de la vida política, económica, institucional o religiosa fueron abordados, especial interés tuvo para Basilio la regulación del matrimonio y la sucesión […] En la novela 90, León prohíbe el cuarto matrimonio, incluso restringe el tercero, al considerar esta proliferación de vínculos sucesivos una práctica poligámica. Otro texto atribuido a León VI y a su reinado es el Libro del Eparca, segunda magistratura de Constantinopla después del emperador, era el heredero del antiguo praefectus de Roma y se encargaba de la organización y control de la vida económica de la ciudad […] seguramente se redactó más tarde, en los años sesenta o setenta del siglo. La política exterior de León fue poco brillante, los problemas en la zona oriental obligaron a retirar tropas de Italia, en 902 el Imperio perdía definitivamente Sicilia. Tampoco en la zona oriental se lograron éxitos importantes; los musulmanes no tenían la fuerza de épocas anteriores, pero pudieron tomar y saquear la ciudad de Tesalónica […] Los búlgaros, ya cristianizados, se enfrentaron abiertamente al Imperio, dirigidos por Simeón (893-927), aspiraba a convertirse él mismo en basileus […] el mayor peligro fue la aparición en la península balcánica de los húngaros o magiares, llamados por el emperador para enfrentarse a los búlgaros. Los húngaros se instalaron en Panonia, desde donde dirigieron feroces ataques a occidente. En problema más dramático del reinado de León fue la búsqueda de un heredero legítimo. De sus dos primeros matrimonios no había tenido descendencia; en 901 su tercera mujer, Eudoxia, murió, dejando un niño recién nacido que murió a los pocos días. Poco después, León iniciaba una relación con Zoe Carbonopsina, a la que instaló en el palacio imperial; en 905, Zoe dio a luz un niño en la Sala de pórfiro, donde nacían los emperadores legítimos; tras el bautismo el emperador empezó las maniobras para legitimar a su hijo. Frente a la negativa del patriarca de Constantinopla, Nicolás Místico, el emperador recurrió al papa de roma, mucho más comprensivo. Alejandro (912-913) Cabrera (123): Los trece meses de reinado de Alejandro, hermano de León VI, estuvieron a punto de deshacer la obra de sus antecesores. De sus enormes equivocaciones, la más grave fue la provocación a Bulgaria, negándose a pagar el tributo establecido años antes, junto cuando los búlgaros están en la cima de su poder. La muerte de Alejandro deja una difícil herencia a sus sucesores. Álvarez (399): León murió joven, asumió el Imperio su hermano Alejandro, asociado al trono, que apenas había tenido protagonismo hasta el momento. Su primera acción fue deponer al patriarca Eutimio, nombrado por su hermano en lugar de Nicolás el Místico, que fue repuesto en la sede. Constantino VII (913-959) y Romano I. Guía: A la muerte de León VI, el heredero del trono Constantino VII Porfirogénito (912-959) contaba sólo seis años de edad. El poder pasó a Alejandro, hermano de León, quien causó enormes daños al imperio. Desencadenó la guerra con Bulgaria cuando su rey Simeón se encontraba en un momento de gran esplendor. Constantino abandonó los asuntos políticos en manos de su suegro Romano Lecapeno (920-944), personaje de gran popularidad, tanto en política exterior como en política interior. El hecho de que en aquellos años hubiese tres califas enfrentados entre sí, y que en Bagdad triunfasen los mayordomos turcos, abrieron a la diplomacia bizantina un amplio campo de posibilidades. Se frenó un nuevo ataque de los varegos, que situados en el 941 en el Bósforo amenazaban a la capital. Ese mismo año Juan Curcuas, tras una campaña triunfal por Armenia y Mesopotamia, y, aunque no logró conquistar Edesa, se hizo con la famosa imagen de Cristo el Acheiropoieton (no hecho por manos humanas). Según una creencia, esta reliquia al igual que la Vera Cruz formaba parte de los objetos más sagrados de la cristiandad oriental. No obstante, este glorioso reinado acabó mediante un golpe de estado protagonizado por los propios hijos de Romano, lo que obligó a Constantino VII a tomar personalmente el poder. Gran promotor de las artes y de las ciencias, compuso, entre otras, una biografía de Basilio I y una enciclopedia histórica que transmitió a la posterioridad numerosos fragmentos de historiadores de la era clásica y bizantina. Esta dedicación del emperador provocó críticas principalmente entre los militares, pero Constantino no descuidó sus deberes de gobierno y continuó la línea política de Romano I. Mantuvo la paz con los búlgaros y magiares y organizó la ofensiva contra ‘abbasíes y fatimíes; mantuvo, además, buenas relaciones con el califa de Córdoba, Abd al-Rahman III, principal enemigo de los fatimíes, y con el emperador germánico, Otón I. Su política interior se fundó en el apoyo a los medianos y pequeños propietarios de tierras. Cabrera (123-124): Conocido como Porfirogénito, subió al trono siendo menor de edad, la regencia estuvo encabezada por el patriarca de Constantinopla, Nicolás el Místico. Su reinado es uno de los más peculiares, ya durante buena parte del mismo, Constantino, compartió el trono con su suegro, Romano I Lecapeno (920-944), que fue quien llevó las tiendas del poder. Álvarez (399): Se iniciaba el reinado de Constantino VII Porfirogéneta, en el que se dinstinguen tres períodos, el primero, entre 913-919, es el de su minoría, en el que el gobierno cayó en un consejo de regencia, presidido por el patriarca Nicolás y después por Zoe, la madre del emperador: el segundo período es el del gobierno conjunto de Constantino con romano Lecapeno, de 919 a 940; la tercera de 940 a 944, gobierno del propio emperador, hasta su muerte. Cabrera (123-124): Durante los primeros años del reinado, Simeón de Bulgaria, conocedor de la corte y debilidades bizantinas, aspiró a convertir en realidad su sueño de Imperio universal suplantando al basileus. Su amenaza sobre Constantinipla fue solucionada por el patriarca Nicolás, prometiendo en matrimonio a una hijo de Simeón con el joven emperador, y otorgando al rey de Bulgaria el título de basileus, su condición de futuro suegro de Constantino le podía hacer concebir esperanzas. De hecho, el emperador había dado un valor especial al título de basileopátor (suegro del emperador), cuyo primer titular fue Stylianos Zautzes, padre de su segunda esposa, Zoe Zautzina. Stylianos había desarrollado un importante papel junto a León VI. Álvarez: Hasta 927, año de la muerte de Simeón de Bulgaria, la amenaza constante del zar búlgaro y su presión para llegar a ser emperador […] la regencia no pudo hacer frente a los ataques militares del búlgaro, por lo que Nicolás aceptó parte de las exigencias búlgaras, como coronar a Simeón y Constantino como emperadores legítimos, prometiendo en matrimonio al joven basileus con la hija de Simeón […] la debilidad de Nicolás provocó su caída. Cabrera (123-124): Las concesiones hechas al rey búlgaro parecieron excesivas a los restantes miembros de la regencia y el resultado fue una crisis en el seno de ella y la anulación de los acuerdos con el monarca búlgaro, lo que provocó una nueva amenaza de éste. Los miembros de la aristocracia, especialmente los Focas, los Dukas y los Lecapenos intentaron controlar la situación, pero fue el almirante Romano, miembro de la última, quien supo sacar partido de las circunstancias. Álvarez (399): El nuevo consejo presidido por la emperatriz cambió su política frente a los búlgaros; los triunfos militares de Simeón se siguieron, la falta de una flota impidió al búlgaro un ataque definitivo contra Constantinopla. La situación fue salvada por el almirante de la flota Romano Lecapeno Cabrera (123-124): De origen armenio, Romano casó a su hija Elena con Constantino (919) y asumió el título de basileopátor, un año después recibió el de césar y fue promovido a coemperador, a partir de ese momento fue el verdadero dueño del Imperio, incluso los tres hijos mayores de Romano Lecapeno fueron asociados al trono. Romano Lecapeno, planeaba sustituir la dinastía macedónica por la suya propia, pero renunciando a la violencia; por su parte, Constantino VII estaba más interesado por la vida intelectual que por la política. Álvarez (399-400): La solución al problema búlgaro no se produjo hasta la muerte de Simeón, , aunque había perdido virulencia debido a la habilidad de Romano […] De manera pausada, diferentes miembros de la familia Lecapeno se fueron incorporando a la categoría de emperadores. Los hijos de Romanol, Cristóforo, Esteban y Constantino compartieron la púrpura con su padre y con Constantino […] La liquidación del problema búlgaro, tras la muerte de Simeón y el tratado firmado con el nuevo zar Pedro, permitió canalizar las energías bizantinas hacia el comienzo de la expansión hacia oriente. […] Tras siglos de una política defensiva, ciudades como Mitilene, Amida o Níbisis cayeron en manos bizantinas. La victoria más espectacular fue la consecución, a través de la presión de las tropas imperiales sobre Edesa, del mandylion o lienzo sagrado en el que supuestamente se habría impreso el rostro de Cristo, que junto con la carta manuscrita de Cristo a Abgar de Edesa, formaban el gran patrimonio de esta ciudad. El mandylion fue llevado solemnemente a Constantinopla en 944. Cabrera (123-124):El 944, los dos hijos menores de Romano, Esteban y Constantino, se rebelaron contra su padre y lo desterraron; el soberano legítimo contando con el apoyo popular recuperó el poder. El reinado propiamente dicho de Constantino VII dura hasta 959, en gran parte continuación de la política de Romano Lecapeno. Álvarez (401): La familia Focas sustituyó a los Lecapeno, en la figura de Bardas Focas; la ofensiva hacia el Éufrates continuó con desigual suerte. La asimilación de los varegos o rusos culminó con la conversión de Olga, princesa-regente de Kiev. En política interior Constantino continuó la política marcada por su suegro, legisló contra el avance de la gran propiedad. Juan Tzimiscés (969-976). Basilio II Bulgaróctonos (976-1025). Enfrentamiento con los búlgaros, jázaros, pechenegos y cumanos. Guía: A este erudito emperador, le sucedió su hijo Romano II (959-963), el breve reinado de este joven emperador, dio paso a los de Nicéforo Focas (963-969) y Juan Tzimiscés (969-976), quienes accedieron al trono mediante matrimonios celebrados con mujeres de la familia imperial. El reinado de Tzimiscés estuvo lleno de éxitos militares, pero los mayores problemas surgieron en el interior. La línea principal de la dinastía se restauró con Basilio II (976-1025) pero los problemas y cuestiones políticas principales permanecieron, pues hubo de afrontar los problemas que planteaba la aristocracia terrateniente. En política exterior tuvo que enfrentarse a los búlgaros. Basilio II supo rodearse de aliados eficaces, integrando a varegos y rusos en el ejército imperial. Mantuvo buenas relaciones con Vladimiro, príncipe de Kiev. En el año 1018 logró que las tierras búlgaras, a las que dividió en themas, formasen parte del Imperio, por lo cual recibió el apelativo de bulgaróctono, matador de búlgaros. A su muerte, el imperio había alcanzado grandes dimensiones territoriales. Bizancio había recuperado el dominio marítimo en los mares Egeo y Negro, y, parcialmente, en el Adriático y el Jónico. Además las tierras eslavas de Croacia, Serbia y Dioclea, reconocieron la soberanía imperial. El comercio mediterráneo se revitalizó, de manera especial, con Italia, pese a la presencia amenazadora de los árabes. El mayor acontecimiento de la época fue la conversión de Rusia al cristianismo donde la labor realizada por Constantino y Metodio había dado sus frutos. El bautismo de Vladimiro se realizó en el año 991, dos años después de haber contraído matrimonio con la princesa Ana. Cabrera (125): El breve reinado de Romano II (959-963) tuvo don grandes protagonistas, que mantendrán la influencia en el futuro; la primera fue Teofano, segunda esposa del emperador, que ejerció enorme influencia en los reinados siguientes; Nicéforo Focas Álvarez (402) que conquistó la isla de Creta, que suponía para la armada bizantina el control del Mediterráneo oriental. Cabrera (125): Las campañas militares de éste le dieron tal popularidad que a la muerte de Romano, pudo casarse con Teófano y entroncar con la dinastía, a pesar de que los derechos estaban en Basilio y Constantino, hijos de Romano II. Álvarez (402): la muerte prematura de Romano II obligó a Teófano a buscar el apoyo un poder militar fuerte, éste fue Nicéforo Focas, que conquistó la capital en 963. Se coronó en Santa Sofia y casó con la emperatriz viuda, ejerciendo la autoridad en nombre los dos pequeños pòrfirogénetas. Cabrera (125): durante su breve reinado se conocieron nuevos éxitor militares; sus campañas contra el Islam tuvieron carácter de una verdadera guerra santa. Álvarez (402-403): ejemplo de emperador-soldado, henchido de un fuerte espíritu religioso, impulsó de forma decisiva el incipiente movimiento monástico del Monte Athos. […] Consiguió fijar unas fronteras estables en la zona oriental; logró conquistar la ciudad de Tarso y en octubre de 969 Antioquía, que fue recuperada por los musulmanes un siglo más tarde […] el carácter austero y adusto, junto con la política militar que obligó a la devaluación de la moneda hizo que no fuera popular, aunque cayó por una intriga palaciega. Cabrera (125): La muerte de Nicéforo fue trágica: Teófano que no llegó a identificarse con su marido termino traicionándolo, tomando como amante al general armenio Juan Tzimiscés, ambos prepararon el asesinato de Nicéforo, que se consumó en diciembre de 969. Juan Tzimiscés (969-976) Cabrera (125-126): de origen aristocrático, había logrado el prestigio por sus triunfos militares. Su acceso al trono provocó algunos problemas con el patriarca, que impuso duras condiciones para reconocerle y coronarle emperador. Teófana fue desterrada y sólo volvió a la corte durante el reinado de sus hijos. Juan casó con Teodora, hija de Constantino VIII. Su reinado está marcado por importantes éxitos militares, en los Balcanes consiguió victorias sobre los búlgaros y rusos. Llevando la frontera del Imperio al curso inferior del Danubio. En oriente, efectuó acciones que le llevaron a Tierra Santa. Cuando murió, le sucedieron los hijos de Romano II. Álvarez (404): La continuación de la expansión a cualquier precio fue su objetivo, pero antes tuvo que solucionar el problema de los Balcanes, donde el príncipe ruso (hijo de Olga) había emprendido una gran ofensivo, formando una coalición ruso-búlgara […] El nuevo emperador venció tanto a los búlgaros como a los rusos […] Las dos campañas en Siria y Palestina fueron muy brillantes. El nuevo enemigo era el califato fatimí, que desde Túnez había pasado a Egipto, era el mayor peligro para los bizantinos hasta la llegada de los turcos. Las campañas de 974 y 975 fueron un paseo militar para los bizantinos, conquistando ciudades como Acre o Nazaret; aunque no se puede hablar de ocupación efectiva, ya que las tropas eran insuficientes para ello. Juan Tzimiscés solucionó el problema de la coronación imperial de Otón I (962). El Imperio Bizantino se consideraba único heredero del Romano; la situación se complicó debido al interés otónida de controlar Italia central y meridional, lo que provocaba un choque directo. Otón I había intentado slucionar el problema enviando una embajada a Constantinopla con Liutprando a la cabeza. Nicéforo Focas consideró un insulto la pretensión de Otón de casar a su hijo con una princesa griega. Finalmente en 972, Juan Tzimiesces envió a Otón una princesa, se su propio linaje, Teofanía, que sería la madre de Otón III. Basilio II (976-1025) Cabrera (126): El hecho de que Juan Tzimiscés no tuviera hijos facilitó el acceso al trono de Basilio II, a destacar la colaboración de Basilio, un hijo natural de Romano Lecapeno, cuya condición de eunuco le impedía aspirar al trono. Hacia 985 empieza el reinado personal de Basilio II, las especiales condiciones de dureza en que se desenvolvió parte de su reinado produjeron en él un importante cambio de carácter hasta convertirlo en un ser suspicaz y misántropo, que no se casó, que desconfió de sus ministros y colaboradores. Su poder lo ejerció siempre con independencia, es el autócrata más genuino de la historia de Bizancio, que prefería conseguir antes el respeto que el amor de los suyos. Su éxito más importante fue la conquista de Bulgaria, que le dio el apelativo de Bulgaróctomo, también destacó en sus compañas orientales contra el Islam. Basilio II resultó ser un excelente administrador y un gran luchador contra la nobleza, cuyo crecimiento de poder era un hecho imparable. Murió proyectando la conquista de Sicilia a los musulmanes. Álvarez (404): el reinado de Basilio II es la culminación del periodo, el mismo emperador ha pasado a ser considerado como paradigma del buen gobernante […] debido no sólo al éxito de sus campañas militares, también fue un magnífico administrador, dejando a su muerto un importante tesoro. Los primeros años de su reinado estuvieron dominados por las constantes rebeliones de los grupos aristocráticos, […] contó con la inestimable colaboración de su pariente Basilio, hijo ilegítimo de romano Lecapeno […] el momento más grave fue en el año 987, en el que se unieron todas las fuerzas de la alta aristocracia terrateniente que se oponía a las actuaciones autocráticas del joven emperador […] en 989, Basilio con la ayuda varega derrotaba definitivamente a los rebeldes y consolidaba su posición. Se abría una fase de colaboración ruso-bizantina, que tuvo como primera manifestación la boda del príncipe ruso Vladimir con la hermana de Basilio, Ana […] Solucionado el problema interno, Basilio no descuidó las fronteras orientales, realizando frecuentes campañas en Siria y Mesopotamia […] su principal preocupación fue la dominación efectiva de la península balcánica, nunca conseguida por Bizancio desde las invasiones eslavas […] El equilibrio entre las provincias orientales y las occidentales será el eje vertebrador de la política exterior bizantina. La violenta irrupción de los turcos selyucidas por oriente a mediados del XI, romperá el equilibrio y dará una nueva importancia a las posesiones europeas. La gran empresa exterior de Basilio fue la destrucción del Imperio búlgaro, reconstruido gracias a la tenaz actividad de su nuevo zar, Samuel […] La guerra búlgara se prolongó durante casi treinta años, a pesar de la reticencia de la aristocracia militar, que veía muy lejana la política occidental de Basilio. Las campañas, dirigidas por el propio emperador, hizo que poco a poco fueran cayendo las principales ciudades. La batalla decisiva tuvo lugar en el verano de 1014, en los desfiladeros del Clidion, a orillas del Strymon; el ejército bizantino logró una victoria completa. Se produjo entonces un episodio, transmitido por casi todas las fuentes posteriores, del envío de una comitiva de prisioneros, todos ellos ciegos, salvo unos cuantos a los que se había dejado un único ojo y dirigían a los otros. El zar Samuel, al ver el espectáculo cayó fulminado y murió poco después. La liquidación del Imperio búlgaro fue sólo cuestión de unos pocos años. La nueva situación en los Balcanes fue seguida de una profunda reorganización administrativos, cuyos detalles no se conocen muy bien. Se crearon nuevos themas, uno de ellos el de Bulgaria, lo que significaba la completa incorporación de Bulgaria al Imperio […] La Iglesia búlgara perdió su patriarcado autónomo, aunque Basilio dio mucha importancia al papel del arzobispo de Ochrida, arzobispado que no dependía del patriarcado de Constantinopla; su nombramiento era prerrogativa del emperador. Basilio moría en 1025, tras un largo reinado […] Dejaba un Imperio restablecido y consolidado, aunque frágil en muchos aspectos. […] Al final de su vida intentó intervenir activamente en el sur de Italia, aunque no tuvo tiempo de ellos. Había gobernado con mano firme, incluso dura, intentando sujetar la aristocracia militar con una exigente legislación agraria y fiscal. Guia: Basilio murió cuando se preparaba para la liberación de Sicilia del dominio árabe, su desaparición permitió a su hermano Constantino VIII (1025-1028) hacerse con el poder. La buena situación lograda por su antecesor se mantuvo durante algún tiempo, debido más a la falta de problemas en el exterior que a la habilidad del nuevo emperador. Durante el gobierno de sus hijas Zoe y Teodora, quienes permitieron la subida al trono de Miguel IV (1031-1041), de Miguel V (1041-1042) y de Constantino IX (1042-1054), se dejó sentir la inestabilidad del poder imperial, a pesar de haber obtenido triunfos importantes como fue la conquista de Edesa en el año 1032. En los últimos años del débil Constantino IX se produjo el cisma o separación definitiva entre las iglesias de Oriente y Occidente, siendo su verdadero artífice Miguel Cerulario (1043-1058), patriarca de Constantinopla. Su adversario, el papa León IX (1049-1054) fue una de las figuras más atractivas de la historia del papado, su apoyo y unión con los rígidos cluniacenses quedó bien plasmado a lo largo de su pontificado. La rivalidad existente entre Constantinopla y Roma era un hecho que venía de tiempos anteriores, pero el conflicto que estalló en estos momentos, estuvo motivado por las competencias que mantenían en la Italia meridional sobre el empleo del pan ázimo en la eucaristía de los latinos. Al morir Constantino IX, su cuñada Teodora, reinó un año más, concluyendo en el 1056 la dinastía macedónica que tantos días de gloria había dado al imperio. Cuando gobernaba el último emperador Miguel VI, de manera casi simbólica, un levantamiento dirigido por Isaac Comneno, depuso al emperador y dio comienzo al gobierno de una nueva dinastía en el imperio bizantino. Al tiempo que esto sucedía en Bizancio nuevas invasiones se había producido. A los búlgaros, siguieron los Jázaros, pueblo turco que a finales del siglo VII se estableció en el Volga inferior. Al contrario que otros pueblos, formaron un estado estable, durante tres siglos, situado entre el Cáucaso, el Don y el Ural. Durante el siglo VII se mostraron aliados de Bizancio frente a los musulmanes, a los que ayudaron sirviéndoles como jinetes nómadas. Ya en el siglo VIII construyeron importantes ciudades comerciales. Los jázaros estaban dotados de una organización financiera y militar, pero su mayor originalidad radicaba en ser el único pueblo de la historia que se convirtió en masa, la mayor parte al judaísmo, mientras que una minoría abrazó más tarde el Islam. A finales del siglo IX sufrieron la presión de otro pueblo turco, el de los pechenegos, y poco después el príncipe de Kiev, Sviatoslav destruyó Sarkel, principal fortaleza jázara, situada en las proximidades del río Don. Los Pechenegos aparecen en el horizonte cristiano hacia el año 880 en la estepa situada entre los ríos Ural y Volga. En su avance hacia el oeste hicieron retroceder a los magiares a Rumania y finalmente, a Panonia. Posteriormente se establecieron entre el mar Negro y el naciente estado de Kiev. Durante el siglo X, los pechenegos constituyen una de las mayores preocupaciones de la diplomacia bizantina. Después de la destrucción de Bulgaria, son objeto de maniobras para hacerles desaparecer, pero fue a partir de la primera mitad del siglo XI cuando este pueblo se disgrega, pasando algunos grupos, a formar parte del ejército bizantino. Por último, los Cumanos, pueblo de habla turca, llegados de Siberia a comienzos del siglo XI, se establecieron en la zona comprendida entre los Cárpatos y el lago Baljach, donde permanecieron hasta que fueron aniquilados por los mongoles en 1239. A finales del siglo IX realizaron muchas incursiones en el Imperio Bizantino por lo que no fueron cómodos para el imperio, pues, además, se mostraron aliados de los húngaros. Cabrera (126-128): Tras la muerte de Basilio II se instaura una época de transición, caracterizada por la paz, aunque no absoluta. Pero dicha paz no fue aprovechada para consolidar los logros anteriores, al revés trajo consigo una especie de adormecimiento del cual derivaron serias consecuencias para el futuro, y entre ellas, la rápida descomposición del sistema defensivo ideado por Heraclio; se produce la disolución de la pequeña propiedad y la tendencia a la concentración de la tierra, con graves consecuencias militares y fiscales, por tanto de la eficacia del Estado; aparece el sistema de la prónoia que terminará por convertir el Imperio en un Estado semifeudal; el aumento imparable del poder de la aristocracia de los funcionarios que no pudo ser contenido por la debilidad de los soberanos bizantinos que sucedieron a Basilio II. Constantino VIII (1025-1028) Cabrera (127): hermano de Basilio II, junto al que había figurado como coemperador, su breve reinado se centra en el problema sucesorio, Constantino había dejado dos hijas: Zoe y Teodora. Álvarez (407) Basilio II se había mantenido célibe y no había dejado herederos. Estas dos mujeres llenaran los últimos años de la dinastía macedónica, especialmente la primera, que fue encumbrando a sus maridos y amantes […] Los emperadores que gobernaron en estos treinta años fueron personajes insignificantes y todos ellos, salvo el último marido de Zoe, Constantino IX (1042-1055), tuvieron reinados muy cortos. Zoe (1028-1050) Cabrera (127): Contrajo matrimonio, en 1028 con el senador de Constantinopla, Romano Argiro, que reinó con el nombre de Romano III (1028-1034); su reinado estuvo presidido por la presión ejercida por los musulmanes en la frontera oriental, contrarrestada por el general Jorge Maniakes, que conquistó Edesa (1032) y la incompetencia del monarca para proseguir la lucha iniciada por Basilio II contra el avance de la gran propiedad. Miguel IV el Paflagonio (1034-1041) joven de origen humilde, introducido en la corte poco antes, de quien se encaprichó la emperatriz, que mandó asesinar a su anterior marido. El joven monarca no encontró ningún apoyo entre la aristocracia militar de Asia Menor ni entre los círculos dirigentes de Constantinopla, ello le hizo intentar controlar el Estado con el apoyo de su familia. Pero el despotismo y la dureza del fisco provocaron tensiones. La aplicación de nuevos impuestos provocó el levantamiento del antiguo reino búlgaro y la costa adriática, el emperador murió poco después. Miguel V (1041-1042): sobrino y sucesor de Miguel IV, intentó prescindir de la emperatriz enviándola a un monasterio, Miguel V perdió su corona; se hizo patente la fuerza que había adquirido el sentimiento legitimista, el pueblo se lanzó a la calle, hizo prisionero al advenedizo y le sacó los ojos. Zoe y su hermana menor, Teodora ejercieron el poder conjuntamente, a partir de entonces, Zoe volvió a casarse con un senador, que subirá al trono con el nombre de Constantino IX Monómaco (1042-1055). Su reinado preside una etapa de disipación en la corte, junto con un indudable esplendor cultural. Fue durante su reinado cuando se produjo la ruptura definitiva entre la Iglesia oriental y la occidental con mitovo del cisma de Miguel Cerulario (1054), contemporáneo de los grandes éxitos normandos en el sur de Italia, que anuncian el fin del dominio bizantino sobre Italia. Por oriente se vislumbra ya el peligro turco, los pechenegos son una amenaza, dada la inexistencia del reino Búlgaro. A la muerte de Constantino IX, Teodora ejerce el poder el solitario, su hermana Zoe había muerto unos años antes. A la muerte de Teodora en 1056 se extingue la dinastía macedónica. Álvarez (407-408): la cuestión más importante de la fase final de la dinastía fue el cisma entre las iglesias romana y griega, cuya última manifestación fue la solemne ruptura entre las mismas, o más bien, la excomunión del patriarca por los legados papales en el verano de 1054. […] La historigrafía religiosa occidental ha tendido a la simple descalificación del patriarca y a la insolencia de la Iglesia griega. Mientras que las fuentes latinas dieron una gran importancia a los hechos, las griegas ni se ocuparon de la cuestión. […] El cisma fociano se había cerrado en falso, debido a la propia usurpación de Basilio I […] la verdadera cuestión fue la incapacidad de la Iglesia griega a aceptar sin más la teoría de la supremacía de la Iglesia romana […] la ruptura se produjo en el momento en que se iniciaba la llamada reforma gregoriana […] Basilio II, al final de su reinado, cuando planeaba la intervención en Italia, envió una embajada griega a Roma (1024) ofreciendo a Benedicto IX una reconciliación en base al mutuo reconocimiento de esferas de autoridad propia […] aunque parece que el papa se inclinaba a aceptar, las presiones recibidas en sentido contrario fueron mucho más fuertes. […] en el fondo, Roma nunca estuvo inclinada a renunciar al reconocimiento sin condiciones de su supremacía religiosa. Ladero (245): El único peligro exterior parecía de poco peso: hubo un último raid de varegos rusos contra Constantinopla en el 1043, mientras que el Imperio tomaba contacto directo con los pechenegos, que lanzaron ataques contra Sirmium entre 1025 y 1036, y atravesaron el Danubio en 1048, pero los bizantinos lograron detenerlos e instalar a muchos de ellos en tierras fronterizas. Una nueva revuelta, en el año 1053, demostró lo inestable de la situación. Manuales. M. A. LADERO QUESADA: Edad Media, págs: 240-246. E.CABRERA: Historia de Bizancio, págs: 121-128. S. CLARAMUNT: Historia de la Edad Media, págs: 65-70. J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: Edad Media, págs: 198-200. M. A. LADERO QUESADA: Alta Edad Media, Hª 16, págs: 220-224. A. MUSSET: Las invasiones, 12 bis, págs: 10, 28-29. Mapas. G. DUBY: Atlas histórico, págs: 42-43. Textos y documentos. M. SÁNCHEZ: Texto 18.1. Nicéforo Focas y su corte. págs: 381-389. Libros de bolsillo y monografías. WILSON, N. G.: Filólogos bizantinos: vida intelectual y educación en Bizancio. Madrid: Alianza, 1994. Enlaces a páginas web. La marina bizantina en la Edad Media. Un repaso a la organización y principales hechos de la marina bizantina durante el período medieval. http://inicia.es/de/bizantino/marina.html tema 12 fundamentos socio-economicos de la Europa occidental en los siglos VII-X 1. Las bases demográficas. 2. La economía rural. • Productos y técnicas agrarias. 3. Sistema de explotación de la tierra. Señores y campesinos. El régimen dominical. 4. La renovación de la vida urbana. • Las rutas comerciales. • Reforma monetaria. Bibliografía: LADERO: 309-322 -CLARAMUNT, S.; PORTELA, E.; GONZÁLEZ, M. y MITRE, E.: Historia de la Edad Media. Barcelona, Ariel, 1992 (1ª ed.), 1995 (2ª ed.), 1997 (1ª reimp.), pp. 82-84 -GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, J.A. y VALDEÓN BARUQUE, J.: Manual de Historia Universal. Edad Media. Madrid, Nájera, 1987., pp. 152-154 -GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, J.A. y SESMA MUÑOZ, J. A.: Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa. Madrid. Alianza, 1997. 1999 (1ª reimp.) • • LADERO: El aumento de las fuentes durante el período nos puede inducir a error ya que “los datos que facilitan” se refieren “a momentos y lugares muy determinados […] la mayoría de estas fuentes atañen al área europea comprendida entre el Loira y Rin, y a las orillas del Mar del Norte […] El espacio europeo […] cambió, por una parte, con la pérdida de España y la marginalidad de las regiones mediterráneas, salvo ciertos puntos de Italia; por otra, con la madurez de las relaciones mercantiles en torno al Mar del Norte, la cristianización de las poblaciones germanas entre el Rin y el Elba, establecimiento de nexos comerciales con eslavos occidentales y balcánicos. […] descubrimiento de las rutas noratlánticas y centroeuropeas durante la expansión de los pueblos escandinavos, que […] supieron iniciar una nueva época en las relaciones marítimas entre atlántico y Mediterráneo. Las bases demográficas LADERO: Los datos son escasos y contradictorios, aunque se puede asegurar una tendencia al alza a partir del mínimo alcanzado en el siglo VIII, llegando a superoblaciones locales en el IX, subrayadas por algunas crisis alimentarías, de las que nos han quedado disposiciones legales: reparto de víveres, prohibición de exportar cereales, control de precios, etc., de todas formas “al menos las tres cuartas partes de Europa occidental en los siglos VIII al X estarían poco pobladas […] Las descripciones de los polípticos (descripciones de grandes dominios monásticos entre el Loira y el Rin, a comienzos del IX) no pueden aceptarse como norma general, aunque facilitan datos de interés, al describir los grupos familiares que pueblan los mansos y trabajan en ellos. - Los campesinos se concentran en la zona cultivada, dando lugar a una alta densidad, sin que se aumente la tierra cultivada, provocando: celibato notable, alta tasa de masculinidad, cierto estancamiento cuando la población llega al máximo soportable. - La única posibilidad de dar salida a la población es la flexibilización de las formas de explotar la tierra y las mejoras técnicas. ÁLVAREZ, 323: Desde el siglo VIII los campesinos, gracias a las compascua (tierras de uso comunal) y los bosques, comenzaron a asociar la ganadería a la agricultura, efecto también de las costumbres germánicas. Comienza a ser habitual el cuidado de cerdos, ovejas, vacas, o la caza y la pesca. El resultado fue una alteración y diversificación de la dieta, colaborando a un mayor vigor y longevidad de la población. […] la extensión y posición dominante de la nobleza feudal tuvo como efecto benéfico garantizar una mejor defensa y seguridad de la población […]. Mientras que la Iglesia en el siglo X extendía la tregua de Dios, sucesos que redujeron visiblemente la mortalidad catastrófica por depredaciones invasoras o luchas internas. […] la natalidad debió de mantener valores muy altos, sin embargo, aunque la mortalidad debió de tener una inflexión a la baja debió ser también muy elevada […] elevadísima mortalidad infantil y juvenil (según la arqueología), una esperanza de vida no superior a los 50 años. Empero, en crecimiento vegetativo fue evidentemente positivo y permitió un crecimiento demográfico sostenido. GARCÍA DE CORTAZAR 152: Las roturaciones en ciertas regiones abundan y los políticos que informan sobre la administración de las grandes propiedades monásticas reflejan una cierta euforia demográfica. ÁLVAREZ, 323: el crecimiento de la población era patente y perceptible en dos actos: el inicio de roturaciones para ampliar el cultivo y producción alimentaría; la constatación de que ninguna disposición normativa carolingia o post-carolingia muestra preocupación por falta de mano de obra en las villae […] GARCÍA DE CORTAZAR, 152: La misma capacidad combativa de las tropas carolingias y sus procesos hacia el este hacen pensar en un aumento de la población. Aumento o simple traslado de hombres de una zona a otras, la densidad humana del Estado carolingio sigue siendo muy débil. La economía rural. Productos y técnicas agrarias GUÍA: Se observa un aumento de la roturación de nuevos terrazgos, bien en bosques reales o monásticos, o en áreas nuevas donde se comienza a cultivar tierra virgen. Sin embargo, las técnicas agrarias, que se emplean y las especies que se cultivan continúan siendo las mismas, aunque en algunos lugares empezaron a usar el arado de vertedera. No se produjo ninguna innovación en lo referente al sistema de atalaje y tracción para los caballos y bueyes. Se continuó utilizando, como se venía haciendo desde el siglo V y VI el molino de agua. Se extendió el cultivo de cereales y se difundió la cerveza; también la vid que constituía un símbolo de prestigio nobiliar y era necesario para el culto; experimentó continuos avances, especialmente en las regiones septentrionales. En algunos lugares se fue sustituyendo el barbecho trienal por el bianual. No obstante los rendimientos seguían siendo bajos por lo que el hambre era algo habitual. LADERO: Las técnicas agrarias empleadas y las especies que se cultivaban continuaron siendo las mismas que en los siglos anteriores. Hay algunos puntos polémicos, por ejemplo, el posible conocimiento del arado de vertedera, que se habría perfeccionado en tierras eslavas desde el siglo VII, y que se extendería por tierras alemanas y de Austrasia ya en el tránsito a la Plena Edad Media. Algo parecido ocurrió con los nuevos sistemas de atalaje y tracción para caballos y bueyes, que tampoco llegaron a conocerse o a difundirse en la época. El molino de agua continúo extendiéndose. En cuanto a los productos, cabe señalar la difusión del trigo de primavera, […] no está probado el uso de rotación trienal de los terrazgos cerealistas. Al parecer, se extendió el consumo de cereales panificables entre los campesinos […] el continuo progreso de la vid en zonas septentrionales, la difusión de la cerveza y el enriquecimiento de la dieta alimentaria a partir del s. X mediante el cultivo de alubias y otras leguminosas, cuando comenzó a practicarse la rotación trienal. ÁLVAREZ, 325: El cultivo de cereales era el más extendido […] el trigo que va acompañando la cebada, la avena y en recesión el centeno […] el método de año y vez, esto es, el cultivo de la tierra un año y al siguiente se dejaba en barbecho. […] El campesinado fue ensayando nuevas fórmulas de alternancias que colaborasen en la conservación y recuperación de la fertilidad del suelo. Así se llegó a la técnica de las TRES REJAS: La propiedad se dividía en tres partes, una se dejaba en barbecho, otra se dedicaba al cereal de otoño (trigo candeal, centeno) y otra a cereal de primavera (trigo, cevada, avena) con los que alterna el cultivo de leguminosas (alubias, garbanzos), que, además, nitrogenaban el suelo. El resultado fue un aumento de la productividad, una nueva diversificación de la dieta alimentaría […] Los rendimientos eran muy bajos (1’6 o 1’7 por 1) […]. Lo que implica un cultivo extensivo, poco productivo y muy trabajoso, “la necesidad de reservar para la siguiente sementera buena parte de la cosecha y la debilidad de las rentas que podían obtenerse de tales tierras en las que el excedente, tras alimentar a los campesinos, era muy escaso. → Necesidad de la aristocracia de dominar inmensas extensiones de tierra y, en el orden de la subsistencia, la importancia que conservaban otras formas de obtener alimentos: cereales inferiores, ganadería, recolección en el bosque... Según Duby, se ha calculado que para mantener a un monje de la abadía de Saint-Bertin en el siglo IX se necesitaban las prestaciones de treinta hogares dependientes del monasterio. ÁLVAREZ, 324: Una mayor productividad de la tierra, debido al uso de nuevos instrumentos y técnicas agrarias, la mayoría de ellos existentes durante el período carolingio pero ahora generalizados. […] La extensión del APAREJO EN HILERA que favoreció la tracción de la carreta […] EL ARNÉS RIGIDO O COLLARÓN RÍGIDO, que concentraba el impulso de tracción en el pecho del animal, la HERRADURA METÁLICA, que multiplicaba la rapidez de la tracción […]. Herramientas mucho más efectivas en el caballo que en el buey […]. El primero empezó a sustituir al segundo en un proceso lento: el caballo, por uso también militar, era caro; consumía una cantidad importante de forraje, cebada y avena, que debían ser cultivados, distrayendo superficies cultivadas destinadas al consumo humano […] […] La difusión de las herrerías por Europa occidental […]. El aumento del uso del hierro para los atalajes agrarios: hoces, guadañas, azadas, rejas de arado […]. Sin embargo, los aperos de hierro eran muy caros y su uso muy limitado […]. La extensión del arado de vertedera, llamado CHARRUE O CARRUCA, en competencia con el arado tradicional o romano […]. Al mismo tiempo se extendían los molinos, que permitían aprovechas mejor el producto de la cosecha para el consumo y la venta […] GARCÍA DE CORTAZAR: La agricultura es la principal fuente de riqueza […] la Europa cristiana occidental es esencialmente una sociedad agrícola: la tierra es la única fuente de riqueza y, por tanto, de poder. Desprovista de ciudades, las pocas que existen apenas lo son, en franco retroceso la pequeña propiedad, la vida económica se centra en el gran dominio. Su objetivo, la simple subsistencia, desconoce el concepto de beneficio y se conformará con exigir de la tierra los productos estrictamente necesarios. La autarquía de cada complejo se impone, y las capitulares carolingias, cuando legislan sobre las grandes explotaciones, la recomiendan. La economía tiende a cerrarse: se compra y se vende poco. […] De la administración (del señorío) se ocupan las capitulares de Carlomagno, interesado en organizar estas unidades económicas, algunas extensísimas. Deseo de ordenación no quiere decir ampliación del área de cultivo ni aumento de la productividad: al menos no puede afirmarse con certeza que durante el período se lograra ninguno de los dos presuntos objetivos. Junto a la introducción del molino de agua, ya iniciada en el s. V y VI, una sola mejora de la técnica agrícola: el barbecho trienal comienza a sustituir al bienal. […] con el tiempo, un aumento de la producción cerealística. Base esencial de la riqueza agrícola, los cereales se ven acompañados en muchas regiones por el vino, símbolo de prestigio nobiliar y obligado en el culto. Junto a ellos, el ganado de cerda, errante y semisalvaje […] constituía capítulo importante en la economía campesina. El consumo de los productos, con una casi inexistente red de comunicaciones, era preferible realizarlo sobre el terreno. Así lo hicieron lo señores laicos, itinerantes consumidores de las cosechas de sus dispersos dominios. Los eclesiásticos, más estables, reforzaron las prestaciones de transporte de sus colonos y procuraron organizar más rápidamente la administración de sus dominios. Sistema de explotación de la tierra. Señores y campesinos. El régimen dominical. GUÍA: La posesión de la tierra era uno de los bienes más preciados, y aquellos que no poseían nada debían someterse a la protección de un propietario. La gran propiedad rural se fue concentrando en manos de pocos señores que ejercieron poder político sobre los habitantes de sus dominios. Las conquistas del siglo VIII permitieron el aumento del patrimonio regio, aristocrático y eclesiástico, pero cuando cesaron las conquistas y con ellas el botín, el patrimonio regio sufrió una merma en beneficio de los señores aristocráticos quienes, a su vez, aumentaron la presión sobre los campesinos para no perder su nivel de rentas. Al mismo tiempo, la feudalización de las instituciones eclesiásticas se tradujo en una oleada de expropiaciones. Dentro del dominio se establecía una separación entre la reserva, núcleo principal de la explotación, que los siervos trabajaban directamente para el señor, y los manos, formados por parcelas y recintos cerrados por empalizadas, estaban dispersos y alejados; constituían unidades de explotación familiar, cuyos tenentes, libres o siervos, además de alimentarse, debían de entregar parte de la cosecha personal en beneficio del señor. El campesino estaba obligado al pago de corveas, pagos en especie, y a prestaciones personales, a veces, éstas eran sustituidas por pagos de cantidades fijas en metálico. La presión señorial fue creciente, por lo que, en ocasiones, aparecieron resistencias campesinas, constituyendo las comunidades rurales juramentadas un medio de defensa, pues las revueltas abiertas fueron escasas y, cuando estallaron, fueron en lugares y momentos muy concretos, como lo fue el levantamiento protagonizado por los campesinos de Normandía en el año 996. Desde mediados del siglo IX se consolidó la servidumbre rural; el campesino estaba adscrito a la tierra y estaba sujeto al dominio no sólo desde el punto de vista económico sino también jurídico del señor-propietario, con pérdida de libertades en lo referente a la familia, la herencia y la propiedad. El gran propietario llegó incluso a reemplazar a la autoridad del Estado. SESMA, 220-21: La paulatina modificación de las relaciones de producción trajo consigo, en una primera fase, la final desestructuración del esclavismo, y, con ella, un período de cierta libertad del campesinado. Y, en una segunda fase, a partir de mediados del siglo X, un nuevo encuadramiento social bajo pautas marcadas por los señores. […] La sociedad de tipo antiguo, de base esclavista, prolongó su existencia más allá de la caída del Imperio Romano, hasta finales del primer milenio de la era […]. Las relaciones de producción del mundo tardorromano y, en menor medida, germano-romano se habían articulado en torno a las villae de tipo esclavista […]. El asentamiento de germanos, en algunas zonas del Imperio […] habían contribuido a desarticular las villae y estimular el desarrollo de pequeñas explotaciones campesinas trabajadas a escala familiar. […] En las zonas menos romanizadas […], se conservaban comunidades de valle dotadas de fuerte cohesión familiar y dedicación ganadera. SESMA, 221: Durante los siglos VI a VIII, las relaciones de producción se articulan en torno a cuatro modelos: La comunidad de valle, la villa tardorromana de explotación directa, la pequeña explotación campesina y la villa que podemos llamar carolingia. […] lo característico de estos siglos parece que fue el debilitamiento de las dos primeras y el fortalecimiento de las dos últimas […]. La desarticulación de las villas esclavistas tardorromanas y, en regiones muy concretas, de los grupos de parentesco tendió a liberar grupos familiares conyugales que, o bien fueron organizados por los propietarios de las grandes villas carolingias, o bien pudieron mantener su independencia como pequeños propietarios, especialmente, en áreas de frontera. GARCIA DE CORTAZAR: Quien no posee tierra no puede sobrevivir, quien posee escasa debe someterse a la protección de un propietario. Poco a poco, su posesión de la tierra le da un poder político que le permite establecer su completa autoridad sobre los habitantes del dominio. La riqueza mobiliario no existe y toda la jerarquía, económica, social y política, se basa en las relaciones de cada individuo con la tierra. El gran dominio se encarga de organizarlas. Se origina en la crisis del siglo III y su estructura aparece ya afirmada en los siglos VI y VII. En esencia, es un conjunto de posesiones dispersas, dedicadas a satisfacer las múltiples necesidades de alimento y vestido de una comunidad no muy numerosa; para su explotación el dominio se divide en dos porciones complementarias: la reserva señorial y los mansos. La primera incluye la tierra directamente trabajada por el señor a través de sus siervos personales y una serie de instalaciones de uso común; los segundos vienen a constituir unidades de explotación familiar, cuyos tenentes, libres o siervos, además de alimentarse con sus recursos, deberán entregar parte de su cosecha y de su trabajo personal en beneficio del señor. En conjunto, una aristocracia de la tierra vincula en su provecho el excedente de la fuerza productiva de la clase dominada. Tal vinculación no sólo reviste las formas enunciadas; también incluye el pago de determinados gravámenes, casi siempre en especie. La autoridad del Estado la reemplaza la del gran propietario, que al ejercerla en su provecho se transforma en señor, y su dominio en señorío. LADERO: La expansión carolingia llevaron el desarrollo de los dominios señoriales a zonas de Europa donde su evolución no había ido en ese sentido […] Durante el período continua desarrollándose la gran propiedad rural en detrimento de los medianos y pequeños propietarios, en muchas ocasiones. Las conquistas carolingias aumentaron el patrimonio regio y el de los aristócratas, que se beneficiaron de la secularización de bienes eclesiásticos, bajo la forma de “precarias” perpetuos de muchos bienes eclesiásticos. La paz del siglo X, la detención de la conquista y de la obtención de botín, supuso una merma del patrimonio regio a favor de los aristócratas, y en el aumento de la presión que muchos de ellos ejercían sobre los campesinos, para no ver menguadas sus rentas. Se intentaron algunas mejoras técnicas, pero los ataques vikingos arruinaron muchas explotaciones, especialmente eclesiásticas. La reorganización que produjo, favoreció el desarrollo de la gran propiedad en Inglaterra o Alemania, zonas donde aún no estaba muy consolidada […] la feudalización de las instituciones eclesiásticas se tradujo en una nueva oleada de expropiaciones. SESMA, 222: La villa carolingia, la gran propiedad rural que se desarrolló, sobre todo, en las tierras del Rin y el Loira, y cuyo funcionamiento quedó reflejado en la capitulares imperiales y en los polípticos de los grandes monasterios […]. La villa carolingia era heredera de la villa tardorromana, con la salvedad de que el antiguo latifundio de explotación directa había quedado dividido en dos partes. Una, se la reservaba el propietario; la otra la dividía en tenencías o mansos (“la tierra de una familia”) que entregaba a las familias campesinas para su instalación. LADERO La forma de explotación típica era el régimen de villae, aunque hubo otras formas de explotación, la: existencia de los políticos y las capitulares de Villis nos permiten conocer el funcionamiento de aquellas. Parece que el régimen de villae en su forma carolingia se nace en los siglos VII y VIII entre los ríos Loira y Rin (Neustria, Austrasia y Borgoña) desde donde pasó a otras zonas donde se dieron importantes modificaciones: - Disminución o distanciamiento entre el núcleo principal (reserva) y los mansos, dispersos y alejados; y a la forma de obtener prestaciones laborales. SESMA: 222: La parte de la reserva la explotaba directamente el propietario, mediante un administrador y la fuerza de trabajo aportada por dos tipos de hombres: los esclavos instalados en las dependencias centrales de la villa y los campesinos asentados en los mansos. Mientras que los primeros dedicaban todo su tiempo a la explotación de las tierras del propietario, los segundos repartían su tiempo entre la dedicación a su propio manso y la realización de unas prestaciones (las corveas) de los documentos franceses, las opera o labores de los hispanos, o servicios de trabajo personal en las tierras del amo de la villa Los campesinos de los mansos podían ser COLONOS ENCOMENDADOS al gran propietario, por tanto, libres jurídicamente, o antiguos esclavos manumitidos por su amo y convertidos en siervos. Este doble origen se traducía en que unos mansos fueran libres y otros serviles con obligaciones diferentes respecto al señor […] LADERO: Durante el s. IX, las condiciones de los campesinos se hicieron más gravosas: aumentos de las corveas, pagos en especie se expresan en cantidades fijas sin tener en cuenta la producción. La paz carolingia y la multiplicación de los mercados estimularon, en ciertos casos, la sustitución de las prestaciones laborales o en especie por rentas fijas en metálico. SESMA, 223: A finales del siglo IX, la situación de los campesinos en muchas de las grandes explotaciones de los señores o en sus cercanías se había igualado y apenas dejaba conocer el origen, servil o libre, de su ocupanse LADERO: En algunas zonas, en el s. X, se observa una tendencia al abandono de la explotación directa de la reserva a la vez que los mansos reducen sus dimensiones: ambos coinciden con el auge demográfico plenomedieval, el excedente de mano de obra permite al dueño vivir de la renta y despreocuparse de la explotación directa. Marca el inicio de la deformación del sistema de los villae. La concentración de rentas en pocas manos permitió tráficos mercantiles de cierta importancia, con los excedentes agrarios, y el control de dominios diversos por un mismo propietario facilitaba el intercambio entre todos ellos, aprovechando a veces corveas de transporte […] los pequeños mercados rurales permitían a muchos campesinos abrir sus economías a ciertas formas de intercambio comercial […] […] el campesino libre y pequeño propietario alodial de las tierras que cultiva sólo había aumentado en las zonas de frontera o nueva colonización, en las demás zonas tiende a disminuir […] los campesinos colonos y encomendados o precaristas con libertad jurídica y no adscritos a la tierra, sufren una fuerte tendencia a igualarse con la condición de los semi libres y siervos → las cargas y rentas que han de pagarse se adscriben no a la condición jurídica del campesino, sino a la tierra, por lo que un manso puede tener cargas serviles aunque su cultivador sea libre → Se camina hacia la igualación jurídica del campesino no propietario en un estatuto servil o semi-servil, en medio de una agravación general de sus obligaciones, debido a las necesidades señoriales de mantener sus rentas como el aumento del poder político y jurisdiccional del señor sobre el campesino. La servidumbre se consolida desde mediados del s. IX […]. Implica una adscripción del campesino a la tierra y la sujeción plena al dominio, no sólo económico sino también jurídico, del señor propietario con merma de libertades en la disposición sobre el propio trabajo, en la vida familiar y sobre todo en el derecho de herencia y propiedad. […] Mientras el uso de esclavos rurales disminuye, aunque se mantuvo un importante comercio de esclavos precedente de Bohemía o más allá del Elba, pero destinados a los mercados bizantinos y musulmanes. La resistencia de los campesinos a la nueva situación se manifestó más en una actitud negativa ante el trabajo, huída, etc., que en revueltas, que aunque se dieron, fueron siempre en momentos y zonas muy concretas. La renovación de la vida urbana. – GUÍA: La industria, muy poco desarrollada, tenía, asimismo, un carácter autárquico y de subsistencia. Únicamente se fabricaban paños y útiles agrícolas. Las principales ocupaciones industriales las desempeñaban, albañiles, carpinteros, y en menor número, herreros. A pesar de la escasa actividad comercial, ya desde la época merovingia, había cecas donde se fabricaba moneda. Durante el reinado de Pipino, debido a la situación económica del Estado, la plata sustituyó al oro en el mercado interior del mundo occidental, a la vez que se cerraron muchas cecas. Esta política monetaria fue seguida por Carlomagno quien reservó el oro para pagos del comercio internacional. En la vida habitual había poca circulación monetaria, el campesinado, agobiado, efectuaba los pagos en productos. La sociedad era eminentemente campesina y en el mundo rural, muy pocas transacciones comerciales se efectuaban en metálico. Aunque predomina el modo de vida rural, durante los siglos VIII al X se fueron formando algunos núcleos urbanos de cierta importancia, especialmente al norte del Loira, debido a los obispos o a la presencia de guarniciones militares. El proceso urbano se consolidó durante el siglo X, momento en que se reamurallaron castillos y se levantaron nuevas fortificaciones frente a los ataques vikingos. También, y debido al comercio, vuelven a cobrar vigor ciudades ya existentes, especialmente en Alemania. Los monarcas trataron de impulsar una actividad comercial, Pipino el Breve en el año 744 ordenó que hubiese un mercado en cada diócesis para asegurar el intercambio de excedentes agrarios. A veces eran los grandes propietarios, obispos, abadías y monasterios los promotores de tal actividad con el objetivo de incrementar sus rentas. Junto con estos mercados comenzaron a celebrarse las ferias anuales. Las rutas comerciales. – Reforma monetaria. GUÍA: A partir del siglo VIII se inicia el desarrollo mercantil por el Mediterráneo, aunque por esta época los enfrentamientos entre musulmanes y bizantinos y la propia expansión islámica incidieron en el tráfico comercial. A finales del siglo VIII la ruta Al-Andalus_Barcelona-Verdún alcanzó su auge. También el valle del Po cobra vida por entonces, creándose centros mercantiles que vinculaban Italia con Flandes. Por entonces tiene lugar el nacimiento de Venecia como enclave comercial de importancia, los barcos venecianos comenzaron a sustituir a los bizantinos en el tráfico entre el Adriático y el Oriente Mediterráneo. Venecia exportaba esclavos al mundo islámico, maderas y armas; y a Bizancio llevaba trigo que adquiría en la gran feria triguera de Pavía; a su vez importaba manufacturas de lijo, especialmente tejidos de seda bizantinos y sal. También tuvieron un desarrollo mercantil importante otras ciudades de Italia del sur como Amalfi, Nápoles o Gaeta. Con la conquista de Sicilia por los normandos desaparece al actividad mercantil. Por el atlántico la actividad mercantil se desarrolló entre el Canal de la Mancha y el Mar del Norte y estuvo protagonizada, desde finales del siglo VII por frisones y anglosajones. Los productos de tráfico más frecuentes eran los tejidos ingleses y frisones, el vino del Sena, las espadas francas, la sal, cereales y pieles. Posteriormente, en los siglos IX y X, a pesar de las incursiones vikingas, se mantuvo el comercio, es más, la expansión vikinga facilitó drakkar, instrumento adecuado para la navegación mercantil en el Atlántico norte y en el Báltico. Al mismo tiempo, se dejo sentir la expansión noruega en el espacio noratlático. Por lo que respecte a la tercera vía comercial del momento en Europa central y oriental, encontramos que a través de la frontera del Elba o de la ruta del Danubio se ponían en contacto el Imperio carolingio con la Europa central eslava. En Maguncia se vendían armas a cambio de pieles y esclavos. A través del Danubio se ponían en contacto tierras francas, alamanas y bávaras con el Mar Negro y Constantinopla. También durante los siglos IX y X se desarrollaron las rutas comerciales de varegos y vikingos. Con anterioridad se establecieron contactos entre el espacio sueco y el oriente persa e índico, lo que motivó, a partir del siglo IX, la formación de gorod o núcleos fortificados, con puntos de poder político y de almacenamiento de mercancías. La mayor parte de los gorod estaban cerca de la ruta del Mar Báltico – Mar Negro. El comercio entre escandinavos y musulmanes se vio interceptado, a menudo, por jázaros, pechenegos y cumanos, asentados en la cuenca media e inferior del río Volga. En el siglo X se estaban poniendo los cimientos del posterior desarrollo mercantil y urbano que surgirá en Europa en la Plena Edad Media. GARCÍA DE CORTAZAR: Producción y consumo no eran muy estimulantes para el desarrollo del comercio. Pero tampoco era posible suprimir todo el volumen de transacciones: la prosperidad de algunos dominios, especialmente monásticos, produce ciertos excedentes que hay que vender fuera de ellos; determinados productos como la sal, no siempre se consiguen en los señoríos, a menudo hay que adquirirlos fuera de ellos. La única forma de paliar una mala cosecha es procurarse un suplemento en otras regiones. Comercio ocasional, no estimula la nacimiento de ningún mercado organizado. Pese a ello, su existencia teórica la aseguró una capitular de mediados del siglo VIII al permitir al obispo abrir un mercado en cada ciudad, estrechamente ligada su actividad a la de sus habitantes, el descenso de la población urbana no permite que, cuando existieron tales mercados pasaran de mantener una actividad mínima. SESMA, 228: Los aumentos de producción […] fueron aprovechados por los campesinos para mejorar su dieta y ampliar el número de sus miembros. Los grandes propietarios […] los convirtieron en excedentes. El destino de esos excedentes fue alimentar a unas cuantas personas que, sin dedicarse a tareas agrícolas, vieron garantizada su subsistencia a cambio de que, a su vez, produjeran bienes manufacturados. Las capitulares carolingias incluyeron la atención a una serie de oficios artesanales dedicados a la fabricación de bebidas, tejidos y piezas de metal, tanto litúrgico o suntuario como agrícola o bélico, sin olvidar los pergaminos […] GARCÍA DE CORTAZAR: Las transacciones mercantiles de largo alcance pierden importancia. La presencia árabe en el Mediterráneo estorba los intercambios entre Oriente y Occidente. Las especias, que aún se usan en época merovingia, desaparecen en época carolingia; el papiro egipcio no llega a Marsella, es sustituido por el pergamino; la seda desaparece de la corte carolingia. No es un voluntario cambio de moda, es consecuencia de la ruptura entre Oriente y Occidente precipitado por las conquistas musulmanas. El corte no fue total, pero el comercio de lujo quedo muy restringido. Solo Venecia, económica y políticamente vinculada a Bizancio mantuvo el contacto con Oriente. Pero los productos eran necesarios para algunos: Se produce un cambio en la orientación comercial: los productos comenzaron a circular a lo largo de las costas del Mar del Norte y del Atlántico y, por los ríos de la cuenca renana y parisiense se internaron en el continente. Una nueva ruta. SESMA, 228-9: Se trataba de excedentes muy escasos. El destino de los agrarios eran los silos para su distribución en momentos de necesidad. El de los productos artesanales su atesoramiento en manos del señor de la villa que los producía o su intercambio o con productos de otras villae […] una pequeña parte llegó también a pequeños núcleos situados en las rutas entre los distintos dominios […]. La acuñación de moneda, bien por el poder público o, cada vez más, por condes y obispos concesionarios de esa competencia, y la fijación de su equivalencia, dentro del monemetalismo de la plata, que Carlomagno había impuesto, facilitaron las transacciones. ÁLVAREZ¸ 327: La circulación monetaria, además, comienza a prosperar e incentivar sus efectos benéficos. Carlomagno había establecido un sistema monetario y el monopolio de acuñación, que fue imposible mantener cuando comienza la desintegración del Imperio. Obispos y señores laicos obtencrán derechos de acuñación, pero se mantuvo el sistema que se basaba en el denario (una pieza de 1’75 g) como moneda de uso, doce denarios hacían un sueldo (moneda sólo de cuenta) y veinte sueldos equivalían a una libra de 450g. Pese a la anarquía de las acuñaciones, las equivalencias se mantuvieron, y sobre todo la Cristiandad occidental empezó a experimentar una mayor liquidez monetaria […] por la explotación de las mismas de Harz, Freiberg, Vosgos y Alpes orientales de Germania SESMA, 228-9: Con el tiempo, la reiteración de este proceso determinó que en algunos de esos lugares de encrucijada se crearan o renovaran mercados semanales o ferias anuales […] Saint Denis, Verdún, Pavia, etc. Los incrementos en la generación de excedentes y, sobre todo, los saqueos de los sarracenos, húngaros y, en especial, vikingos, trajeron como consecuencia la movilización de muchos de los bienes muebles producidos o acumulados en las grandes villas […]. Ello acabó abriendo nuevos caminos a las relaciones mercantiles en el continente, que no pudieron apoyarse ya en ciudades propiamente dichas […]. Los núcleos que podían considerarse sus herederos aparecían ahora ocupados por la aristocracia, sobre todo, eclesiástica, de obispos y abades, y por campesinos trabajadores de las tierras del entorno […]. Tales núcleos estaban fortificados o se fortificaron agora. Estas relaciones, de momento débiles en intensidad pero ya amplias por la longitud de sus itinerarios, afectaban fundamentalmente, a cinco ámbitos. El Atlántico norte, que relacionaba el mar Báltico y las dos orillas del mar del Norte y del Canal de la Mancha, donde se encontraban comerciando, pirateando o saqueando, francos, frisones, anglosajones, daneses y noruegos. La península Ibérica, donde musulmanes y cristianos intercambiaban sus productos, en buena parte, cautivos de guerra vendidos como esclavos. El continental donde Venecia y Pavía en el sur y Quentovic y Durstedt, hasta que los daneses los arruinaron, en, en el norte, eran los centros más relevantes: mientras, Maguncia y Verdún eran dos lugares concurridos, en especial, por los comerciantes judíos, que contrataban la adquisición de esclavos nórdicos con destino a la España musulmana. El cuarto ámbito en dar señales de vida mercantil fue el oriental […] constituido sobre todo por los ríos rusos, vía preferida por los varegos, que desde el Báltico llegaban a Constantinopla, relacionando la costa atlántica con el Imperio de Bizancio […]. Por último, el ámbito mediterráneo, el más antiguo: la piratería sarracena y el debilitamiento de la flota imperial bizantina propiciaron la hegemonía de los mercaderes y navegantes musulmanes. […] A su lado, fueron apareciendo, poco a poco, los marineros de algunas ciudades italianas, Nápoles, Amalfi y, sobre todo, Venecia, sucesora de Bizancio en el tráfico del Mediterráneo oriental […] ÁLVAREZ, 328-29: En el Mediterráneo, por primera vez, son mercaderes europeos, muchas veces de manos de los judíos, quienes toman la iniciativa comercial. Se convierten en transportistas o intermediarios, de manera que la la capitalización pasó al campo europeo. Esta política fue iniciada por Venecia, que por expresa voluntad, cuando se retiran los bizantinos del norte de Italia, se mantiene dentro de Bizancio […] ÁLVAREZ, 316-317: LOS EFECTOS PERTURBADORES DEL FEUDALISMO El Feudalismo se había gestado durante el Bajo Imperio y definió con vigor sus rasgos durante la época de auges y esplendor del Imperio caloringio. […]sus formas, actos y modos fueron una reglamentación académica, que los juristas harían en los Estudios Generales a partir del siglo XIII, concediéndole una dimensión de contrato con una cláusulas sobre relaciones personales y otras sobre la tierra. El FEUDALISMO CLÁSICO y académico no existió completamente, no tuvo los mismos rasgos en las distintas áreas de la Cristiandad, ni alcanzó el mismo estadio en todos los lugares. Sin embargo, ha sido un fenómeno determinante en la civilización europea: LOS DERECHOS DEL VASALLO SON LA BASE INDUDABLE DEL INDIVIDUALISMO Y DEL SENTIDO DE LIBERTAD Y […] Muchos autores se inclinan por la denominación de FEUDALIDAD, por evocar más bien un modo de organizar el mundo sin un arquetipo determinado. La feudalidad exigía […] la transformación de la relación autoridad-súbditos desde un carácter público a otro privado y personal, junto con la renumeración de los servicios prestados mediante rentas fijas sobre la tierra, por ausencia de sistema monetario. […] Utilizó de la tradición romana la COMMENDATIO (relación personal por la que el señor de arroga la representación y protección del encomendado, a cambio de su fuerza laboral y propiedades) y la germana de JURAMENTO DE SUMISIÓN DEL HOMBRE DEPENDIENTE AL SEÑOR […] con una fuerza que proviene de la superioridad otorgada al linaje sobre el individuo y a la costumbre […]. Dos hombres libres deciden establecer una relación de dependencia personal, basada en la mutua fidelidad y lealtad, consistente en la entrega de medios suficientes de subsistencia por parte del señor a un hombre, a cambio de los servicios de auxilium (ayuda militar y económica) y consilium (consejo, formando la corte en torno al señor), una relación contractual que se denomina VASALLAJE y cuyos actos símbolicos de validación se realizan en la ceremonia del HOMENAJE. El hombre dependiente se denominará VASALLO, las rentas fijas sobre una tierra, denominadas BENEFICIUM. El beneficium era recibir el fruto (usufructo) de las tierras a partir del trabajo de unos campesinos […] Los vasallos del monarca […] imponen la ocupación indefinida de los cargos y la apropiación de las rentas que les eran propias […]. Se da una progresiva fusión entre la función pública administrativa y la propiedad privada de los funcionarios, dándose una apropiación generalizada de los regalia […]. Los condes pasaron a ostentar poderes propias de la monarquía, cada vez con mayor grado […]. Durante el siglo X aparece la denominación de HONOR para designar aquellos dominios que implicaban la jurisdicción para su titular. Los campesinos posesores de un manso en la terra indominicata de la villa señorial ven aumentar sus obligaciones […]: Pago de un censo por el manso, obligación de cultivar por un período determinado DIGNIDAD PERSONALES DEL MODELO CULTURAL EUROPEO. la terra dominicata (dominio directo del señor) de la villa; Contribuir a las obras públicas de la villa; aceptación de las cargas o corveas, obligaciones muy diversas para con el señor […] Tema 13 La iglesia.La religiosidad y manifestaciones culturales en el siglo VIII-X Propagación y defensa de la fe en época carolingia. – El monarca franco como defensor de la fe. – El pontificado. – Ruptura con la Iglesia griega. – El estamento eclesiástico. – El orden monástico. – Los laicos. – La sociedad cristiana y las formas de piedad. – La Iglesia en poder de los laicos: simonía, nicolaísmo e investidura laica. – La renovación monástica: Cluny. – El renacimiento cultural de los Otones. Bibliografía: LADERO: 327-345 -CLARAMUNT, S.; PORTELA, E.; GONZÁLEZ, M. y MITRE, E.: Historia de la Edad Media. Barcelona, Ariel, 1992 (1ª ed.), 1995 (2ª ed.), 1997 (1ª reimp.), pp.: 85-90; 192-194 -GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, J.A. y VALDEÓN BARUQUE, J.: Manual de Historia Universal. Edad Media. Madrid, Nájera, 1987, pp.: 217-227; 251-258 -MITRE, E.; GARCÍA MORENO, L.A.; LADERO, M.A.; GONZÁLEZ, E.; SARASA, E. y BELTRÁN, F.: Manual de Historia Universal, 3. Alta Edad Media. Madrid, Historia 16, 1994.pp.: 351-352 -ÁLVAREZ PALENZUELA, V. A. (coord.): Historia Universal de la Edad Media. Barcelona. Ariel, 2002. Propagación y defensa de la fe en época carolingia. LADERO: La implantación de la dinastía carolingia se efectúo en relación estrecha con los intereses eclesiásticos y pontificios: la aceptación del sacrum en la coronación, la defensa del pontificado y la aparición de los Estados de la Iglesia, la misma restauración imperial, son los aspectos más sobresalientes de una actividad política que incluía entre sus objetivos numerosas cuestiones de carácter eclesiástico CLARAMUNT, 85: SAN BONIFACIO, última gran figura del monacato insular. Llegado al continente hacia 716, ejerció un dinámico apostolado en Frisia, Hesse y Turingia. La obra de San Bonifacio no es sólo la de una evangelizador, sino también la de un enérgico organizador […] cobraron vida los monasterios de Fritzlar, Heidenhem y Fulda, fundado en 744 […] se fundaron nuevas diócesis y se consolidaron algunas ya existentes: Erfurt, Passau, Ratisbona, Freising... En 742, San Bonificacio presidiría, como legado pontificio, un magno concilio germánico […]. La colaboración de los poderes políticos –Bonifacio consagró a Pipino el Breve en 751- fue importante en la buena marcha de estas operaciones […] CLARAMUNT, 85-86: La conquista y evangelización de Sajonia fueron los grandes objetivos políticos y religiosos de Carlomagno […]. La brutalidad con que procedió hasta las vísperas del año 800 es una muestra de la mala conducción de la empresa durante los primeros tiempos: matanza de Verdun de 782, Capitular ad partes Saxoniae de 785, que castigaba con la pena de muerte todo tipo de delitos, deportaciones masivas de rebeldes, etc. La rebelión general de sajones entre 794 y 799 es una buena muestra de la ineficacia de muchas de estas medidas. Desde esos momentos, la política de terrorismo franco fue declinando y Sajonia conoció la consolidación de una red episcopal y monástica que contribuyó a sedimentar lentamente la nueva cristiandad. […] Con los ávaros, desde 795, el metropolitano Arno de Salzburgo llevó a cabo una meritoria labor, puesta en peligro por una revuelta general cuatro años más tarde. El bautismo del khan ávaro en 805 puso, al fin, al territorio bajo la fidelidad de Carlos. Respecto a los países nórdicos, durante el reinado de Luis el Piadoso se emprendieron algunas operaciones de escaso resultados. El monje Anscario fue el principal protagonista, tomando la nueva diócesis de Hamburgo (833) como principal base de operaciones. El área báltica debería esperar muchos años para conocer una sistemática cristianización El monarca franco como defensor de la fe CLARAMUNT, 86-87: […] Carlomagno y sus colaboradores se sintieron en la necesidad de proclamar su posición frente al problema del culto a las imágenes que en Oriente había provocado una gran crisis […]. Los llamados Libri carolini y la celebración de un sínodo en Frankfurt (794) condenaban por igual la iconoclastía y las fórmulas que los teólogos orientales habían propuesto para combatirla, Occidente pretendía, con ellos, dotarse de un pensamiento teológico autónomo. En una línea similar de diferenciación con Oriente, el mundo carolingio procedió a potenciar una fórmula que Constantinopla veía con enorme recelo: la de la doble procesión del Espíritu Santo (filioque procedit) que empezó a cobrar fuerza dentro del clero. El mayor problema fue la querella ADOPCIONISTA que convertía a Cristo en mero hijo adoptivo de del Padre en cuanto a su naturaleza humana. El problema surgió en la sede metropolitana de Toledo (sometida al Islam), de la mano del obispo Elipando, y en el área pirenaica, por obra del obispo Félix de Urgell (bajo dominio carolingio). La difusión causó la alarma de Carlomagno y sus consejeros, también de su aliado, Alfonso II de Asturias […] Desde el reino de Asturias Beato de Liébana argumentó de forma un tanto violenta y panfletaria. Desde el ámbito carolingio, Alcuino de York, el principal consejero de Carlos, condujo el asunto más racionalmente. Varias reuniones consiliares […] pusieron el problema en vías de solución. La retractación de Félix de Urgell y el aislamiento y muerte de Elipando pusieron fin a la querella. LADERO: Los hijos de Carlos Martel, inspirados por San Bonifacio, emprendieron una extensa obra de saneamiento del clero franco y de mejora de las relaciones entre iglesia y realeza, mediante la reiterada convocatoria de sínodos episcopales, a partir de 743. Recordemos el que solucionó el problema de las tierras eclesiásticas dadas por Carlos Martel a sus fieles (Estinnes, 744): Estos o los que nombrará el rey en un futuro las poseerían como precaria, que reconocerían pagando un pequeño censo a la Iglesia o monasterio propietarios de la tierra, el resto de los servicios del beneficio se prestarían al rey. Fórmula que consolida los precaria verbo regis, supone un paso adelante en el desarrollo de las relaciones pre feudales. Poco a poco se irían extendiendo al resto del Imperio. Historia16, 289: Las reformas uniformizadoras de los rituales y su romanización frente a los particularismos regionales fueron resultado de los deseos de Pipino el Breve y sobre todo de su sucesor que contó para ello con la inapreciable colaboración del papa Adriano. El HADRIANUM, elaborado hacia 756 sobre libros anteriores, habría de convertirse en pieza básica para todas las reformas litúrgicas ulteriores El pontificado. – Ruptura con la Iglesia griega HISTORIA 16, 290:A costa de grandes esfuerzos lograron preservar su autoridad en la capital frente a las presiones de bizantinos y lombardos que, a su vez, luchaban por extender su poder al resto de la península […]. Cuando los lombardos estaban a punto de convertirse en los dueños de toda Italia y amenazaban con ello la independencia de los papas, éstos recurrieron a los francos […] CLARAMUNT, 87: La entronización de los carolingios tras la usurpación de 751 se debió […] a la complicidad de un pontificado cuyos intereses se alejaban de Constantinopla para bascular hacia Occidente […]. Los intelectuales del Alto Medievo pensaron en la existencia de una Iglesia universal […] sociedad cristiana, en la que coexistían dos poderes importantes: el que simboliza el sacerdocio y el que representa la realeza […]. El problema era saber cómo podían coexistir estos dos poderes simbolizados […] por el papa y por el rex francorum, convertido en emperador en la Navidad de 800 […] La consagración de Pipino había sido acompañada del reconocimiento de un poder temporal de los papas del que los monarcas carolingios serían garantes. Es posible que ello haya determinado la redacción de la famosa Falsa donación de Constantino, según la cual este emperador había otorgado al papa Silvestre el dominio sobre Roma, Italia y todo el Occidente. GARCÍA DE CORTAZAR, 224-25: Los pontífices de los siglo VII y X, sobre todo, parecen vivir en un mundo sin referencias exteriores, por el que pasan brevemente, con rapidez: un promedio de cinco años duran sus pontificados […] Nicolás I no se cansó de proclamar que la sede romana ocupaba una posición suprema, correspondiéndole todo dominio sobre los miembros de la Iglesia, laicos y eclesiásticos. Por el momento, sus afirmaciones se perdieron en los desastres que destruyeron el Imperio y redujeron Roma a la triste condición de ciudad asediada y faccionada […]. HISTORIA 16, 290:Cuando los lombardos estaban a punto de convertirse en los dueños de Italia y amenazaban con ello la independencia de los papas, éstos recurrieron a los francos […]. La figura de Carlomagno como Defenso Ecclesia relegó a segundo plano a los papas de su época […] CLARAMUNT, 87: Carlomagno no fue discutido en su papel preponderante sobre el conjunto de la sociedad cristiana, menos el papa León III con graves dificultades dentro de Roma […]. A la muerte de Carlos, las relaciones experimentaron transformaciones. Luis el Piadoso fue más proclive a los consejos del estamento eclesiástico. Aun en los años centrales del siglo IX, y en una línea similar a la Falsa donación de Constantino, se redactaron las Falsas decretales. En ellas se reservaba a papas y obispos el derecho a convocar concilios y se abogaba por una auténtica sacralización de los bienes de la Iglesia. Un intento, en definitiva, de evitar intromisiones de los laicos en la esfera eclesiástica […] valiente precedente para un futuro […] GARCÍA DE CORTAZAR, 224-25: Nicolás I venia detrás de Gregorio I y, sobre todo, de Gelasio I; pero tuvo la habilidad de formular el mismo principio hierocrático heredado de una manera articulada, sistemática, contundente. En ello le ayudaron de estos dignos predecesores,. pero, sobre todo, las Falsas Decretales, colección de documentos que, entre los años 840 y 850, amañó un monje, Isidorio, en los alrededores de Le Mans. Como la Donación de Constantino, esta nueva falsificación venia a fortalecer los criterios de independencia de la Iglesia, asegurados ya en testimonios auténticos, con la invención de otros nuevos atribuidos a los primeros Papas de la historia. Inviolabilidad de los espiritual, incluidos los bienes temporales ajenas a él, y primacía pontificial […] […] Todo el mundo es una Iglesia gobernada por su compendium, la Iglesia Romana, a través de un sacerdocium jerárquicamente subordinado. Adquirientes de su condición de tales por su participación en alguna de las Iglesia individuales, los cristianos deben de reconocer que sólo la Romana cabeza y fuente de toda vida espiritual, es capaz de transmitir existencia salvífica a las demás […]. Por ello el Papa exigía una reverencia y respeto universales […]. […] la Iglesia no puede ser gobernada sino por lo miembros funcionalmente cualificados para ello; y los únicos en estas condiciones son los sacerdotes o, más concretamente, los obispos. Nada nuevo respecto al planteamiento gelasiano. Lo innovador fue el paso adelante que Nicolás I dio en ese sendero: el Papa es el verdadero mediador entre Cristo y el hombre […]. El Papa se convertía en vicario de Cristo, y de la Iglesia romana adquiría funcional maternal, extendida incluso a quienes rehusaron su primacía. A ambos competía, en exclusividad, la dirección en la tarea de ilustrar y orientar los demás poderes en los caminos de justicia, derecho y paz […] Los conflictos en torno a Focio y la evangelización de los eslavos fueron momento adecuado para dar a conocer sus puntos de vista […] CLARAMUNT, 87: Entre 858 y 867, Occidente contó con un pontífice de gran talla: Nicolás I […] Roma ejerció toda su autoridad frente a los orgullosos metropolitanos francos y plantó ante la propia Constantinopla con motivo de la elección del patriarca Focio. El gesto del pontífice al rechazar el divorcio de Lotario II fue muestra, también, de una gran independencia en relación con el poder político. La obra de Nicolás I no pudo ser continuada de inmediato. Los pontífices habían conseguido librarse de la pesada hipoteca de un poder demasiado absorbente como el de Carlomagno, pero la disolución del Imperio le había privado de apoyos reales […] HISTORIA 16, 290-91: Nicolás I manifestó interés en demostrar, a los dignatarios eclesiásticos, que su jurisdicción dependía de Roma […]. La autoridad de Nicolás se dejó sentir frente a los reyes, especialmente frente a Lotario II. El motivo: el repudio del monarca a su mujer legítima, Teutgerga para casarse con su concubina Waldrada […]. Por último, Nicolas I tuvo que actuar frente a Constantinopla, el CISMA DE FOCIO. En la ruptura entre las dos sedes pesaron diversas circunstancias. El detonante pudo ser el irregular ascenso de Focio al patriarcado de Constantinopla frente al titular legítimo Ignacio. Pero en el fondo había otras cuestiones en juego. Estaban viejas y nuevas cuestiones de índole administrativa: la jurisdicción sobre la diócesis de Iliria disputada por Roma y Constantinopla, o la autoridad sobre una Bulgaria que (864) acababa de convertirse al Cristianismo. Y estaba también una añeja polémica que periódicamente cobraba nueva fuerza: la cuestión del Filioque. Se trataba de una expresión que los latinos habían introducido en el Credo de Nicea para reconocer la doble procedencia (del Padre y del Hijo) del Espíritu Santo. Constantinopla la consideraba incorrecta […] En el año 860 el emperador bizantino deponía a Focio y renaudaba sus relaciones con Roma. En el 877 volvería a ocupar la silla patriarcal pero reconciliado con el papado […] El estamento eclesiástico. – El orden monástico CLARAMUNT, 88: Cuando se habla de ordo clericorum se piensa, especialmente, en su cúpula: el episcopado. Sus miembros, de hecho, ejercieron como funcionarios del poder real. Ello ayudó no sólo a la difusión del cristianismo más allá de las fronteras del mundo franco, sino también, a la centralización y unificación política de éste. Los obispos fueron llamados al plaid, ejercieron como missi dominici y en más de una ocasión de les encomendaron misiones diplomáticas […] HISTORIA 16, P. 292: Los obispos ocuparon un importante papel en el Imperio, aunque excesivamente subordinadors a los intereses de la realeza […] el EPISCOPATUS acaba definiendo tanto una función pastoral como un beneficium que el titular recibe a cambio de desempeñar unas misiones en las que lo temporal y lo espiritual se mezclan con demasiada frecuencia. […] Las DIÓCESIS es el instrumento de encuadración pero tiene también otro significado: la fundación de nuevas diócesis en el corazón de Europa, o la restauración de antiguas […] simbolizan, también, la expansión material –política o económica- de una Europa en vías de consolidación […] El territorio de la diócesis seguía correspondiendo al de la antigua civitas del Imperio romano. Por encima estaban otras circunscripciones: las provincias eclesiásticas que tenían al frente un metropolitano, encargado de: convocatoria de sínodos provinciales, consagración de los obispos de la provincia, nombramiento de administradores durante la vacancia de las diócesis, amonestación de los obispos sufragáneos cuando su comportamiento no fuera correcto, derecho de inspección general sobre toda la provincia rclesiástica […] CLARAMUNT, 88: Si el episcopado era reclutado entre las grandes familias y en los medios monásticos, el bajo clero lo era entre las capas más modestas […] Distintos concilios (742, y el de Soissons de 744) abogaron por una vida clerical similar a la de los monjes: se prohibía a los curas el ejercicio de la guerra y de la caza, y la vida bajo el mismo techa que una mujer. […] su obediencia al obispo al que estaban subordinados. Bajo Luis el Piados se trató de dotarles medios suficientes (un manso de tierras y dos esclavos) para dedicarse sólo a su ministerio […]. sinceros reformadores […] insistieron en la regulación de sínodos diocesanos y visitas sinodales para vigilar al clero parroquial […] HISTORIA 16, 294-295: San Bonifacio y sus colaboradores simbolizan una perfecta síntesis del espíritu misionero, las ansias de reforma y el impulso al monacato. De hecho, las fundaciones monásticas fueron el principal soporte de la evangelización. […] El monacato, como el episcopado mismo, era, antes que nada, una pieza maestra del edificio público construido por los carolingios […]. Cuando Carlomagno fue coronado emperador, los más importantes monasterios eran imperiales. Su propietario era el emperador y disponía de ellos a su antojo recompensando con cargos abaciales a sus principales colaboradores […] CLARAMUNT, 88: Hacia el 800, Europa estaba llena de grandes monasterios […]. Los nuevos y los viejos monasterios eran focos de evangelización y cultura, en muchos casos, importantes centros económicos. De ahí que los primeros carolingios – especialmente, Carlos Martel, los convirtiesen en moneda de pago de los servicios prestados a la dinastía. Una figura acabó siendo corriente: la del abaciado laico que hacia disfrutar a un vasallo real de las cuentas de la abadía. Pipino el Breve y Carlomagno siguieron esa misma pauta, pero intentaron impulsar medidas reformadoras, como la entrega de la abadía de San Martín de Tours a Alcuino de York para que la reformará, y el proyecto, desde 811, de uniformar el gobierno de todos los monasterios del Imperio bajo la regla de San Benito. Los canónigos regulares habían de regirse por la regla redactada a mediados del siglo VIII por Crodegango de Metz. Luis el Piadoso recogió la antorcha de esta política a través de dos sínodos en Aquisgrán (816 y 817). Un monje de ascendencia hispana –Benito de Aniano- se encargó de promover la reforma en todo el territorio imperial a partir de un modelo: el de la abadía de Infe, fundada en las cercanías de Aquisgrán. A fin de limitar la codicia de los grandes, se determinó que una parte de los bienes de las abadías (la mesa conventual) fuera inalienable como propiedad del conjunto de los monjes. Pero Benito de Aniano murió pronto […]. La vida monástica del Occidente vivió en los años sucesivos bajo las pautas de anarquía de un impero en disolución. Las incursiones de normandos, magiares y sarracenos hicieron de los monasterios occidentales codiciadas presas […] HISTORIA 16, 294: Para Carlomagno reforma eclesiástica significaba uniformidad […]. La variedad de normas que se daban en los monasterios era extraordinaria […] Los laicos. – La sociedad cristiana y las formas de piedad CLARAMUNT, 89: La formación religiosa de la masa de fieles se hallaba plagada de sombras […]. La labor pastoral de la Iglesia se desenvolvió en medio de dificultades insuperables. Una sociedad nominalmente cristiana seguía dominaba por grandes resabios de paganismo […]. Los consejos de San Bonifacio y de Alcuino de York relativos a la preparación catacumenal previa a la recepción del bautismo por los paganos adultos no tuvo mucho éxito. Acabaron primando los criterios de inmediatez defendidos por los poderes públicos […]. GARCÍA DE CORTAZAR, 221: […] los cristianos de esta época se prestaban fácilmente a interpretaciones maniqueas del universo. La cólera de Dios era la causa indudable de todas las catástrofes: su asistencia, la ayuda más segura […]. Fuente del Mal, opuesto a la fuente del Bien, el demonio adquiría carta de protagonista en una proporción olvidada hoy. Una corriente francamente dualista atraviesa toda la Edad Media […] Preocupaba mucho más la moral y, en relación con ella, los sacramentos, en especial el de la penitencia, incluido el problema de las indulgencias, que no tardó en presentarse […] la religión se confunde o se limita a una serie de mitos rituales que aplaquen la cólera de Dios y sus santos. Mandamientos y prohibiciones concretas señalan el camino al fiel, ante todo, en busca de su seguridad […] el fiel cuenta con la ayuda de los santos: tan numerosos como los diablos […]. Sólo es necesario solicitar su ayuda; con fe y, sobre todo, con limosnas y donaciones que engrandezcan monasterios y capítulos […]. En espíritu, o de cuerpo presente en las reliquias, que conocen una intensa veneración, se especializa a los santos en la curación de ciertas enfermedades […]. CLARAMUNT, 89-90: La legislación canónica, complementada por las disposiciones civiles, inculcaron el sentido de las verdades de la fe y el valor de las distintas ceremonias. Si con el bautismo nacía el cristianismo, en la penitencia tenía el instrumento de reconciliación. El matrimonio era considerado como el estado ideal del laico. La iglesia luchó por la estabilidad de la pareja frente a las viejas costumbres germánicas de establecer uniones puramente temporales […]. El sínodo de París de 829 se pronunció categóricamente a favor de la indisolubilidad del matrimonio. Las únicas situaciones en las que la ruptura del vínculo se reconocía posible eran los casos de incesto, rapto, impotencia del marido o adulterio de la esposa; en estas dos últimas instancias requerían la aportación de pruebas […]. La predicación se fue popularizando, a través de su ejercicio en lengua vulgar […]. El enriquecimiento del santoral […] fue divulgando unos ideales de vida […] La Iglesia en poder de los laicos: simonía, nicolaísmo e investidura laica GARCÍA DE CORTAZAR, 219-220: El paulatino crecimiento de las comunidades cristianas permitió a la Iglesia avanzar de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo a lo largo de los principales ejes de circulación […]. Ante la magnitud de la empresa evangelizadora, la jerarquía autorizó la fundación por parte de las personas poderosas de IGLESIAS PRIVADAS en sus dominios señoriales. […], el templo así levantado se convertía en una dependencia más del señorío, de la que el señor aspiraba a obtener los diezmos dados por los fieles, y las oblaciones de misas, bautizos y sepulturas. Los concilios y los papas de cansaron de legislar, limitando las competencias respectivas de obispos y señores sobre estas iglesias privadas […]. Hacia comienzos del siglo VIII adquiere carácter de doctrina universal la concepción de que la iglesia local pertenece a un particular, y al sacerdote en la medida en que es hombre de un señor […]. ÁLVAREZ, 318: El sacerdote director de la parroquia tiene la cura animorum de sus feligreses y dependencia del obispo, al que debe un servitum. La parroquia al ser fundada recibía una donación de bienes fundiarios y rentas por ofrendas y limosnas, bienes a los que por voluntad carolingia se unió el diezmo. La parroquia […] era una apetecible fuente de riqueza sobre la que los señores presionaron para apropiársela y transformarla en iglesia propia: señor u obispo reducen la parroquia a un beneficium, nombrando o deponiendo al sacerdote, que deberá prestar juramento de fidelidad […] igual trato recibieron las sedes episcopales […] GARCÍA DE CORTAZAR, 219-220: […], como propiedad privada, la iglesia y, en cierta manera, la abadía y el obispado, surgidos en idénticas condiciones en tierras de misión, se consideran bienes inmuebles. Pueden comprarse, venderse, transmitirse en herencia, cambiarse en su totalidad o sus diversas fuentes de rentas fraccionarse y afectarse a determinados individuos. Los diezmos, como las ofrendas canónicas, podían cederse a parientes y casas religiosas o entregarse en beneficio para ganar vasallos. Facultad del propietario, el nombramiento del clérigo que había de servir a la iglesia recaía frecuentemente en antiguos siervos suyos, considerados desde ahora como vasallos y sus cargos como feudos […] […], sus riquezas territoriales habían obligado a la Iglesia a implicarse en el sistema económico y social en que se basaba el régimen feudal: mezclados en los asuntos mundanos, a la hora de definirse lo escalones de la sociedad, obispos y abades quedaron asimilados a la alta nobleza. Obispados y abadías, por su parte, en razón de las tierras anejas a ellos, se convertían en auténticos HONORES, cuya investidura debe otorgar el príncipe. La investidura […]. La tradición canónica: el obispo lo elegía el acuerdo de fieles, clero y metropolitano, quedaba lejos: desde el siglo X, el príncipe era el único que nombra e inviste a los obispos. Desde Otón I nadie disputó esa regalía a los reyes alemanes, en Francia, el debilitamiento de la autoridad central no permitió al monarca controlar más que veinte sedes, quedando cerca de ochenta en poder de los señores feudales. […]. El pastor de almas se transformaba en vasallo, sujeto a las normas del contrato feudal. Antes de recibir la investidura del feudo –obispado en este caso-, simbolizada en la entrega del báculo y el anillo, el obispo debía jurar fidelidad al príncipe, entrando en su vasallaje. Contraía […] obligaciones con su señor […] que, de no cumplirlas, podía suponerle la pérdida del beneficio, la silla episcopal […] Los abades, elegidos igualmente por reyes y señores, a veces se vinculaban de modo hereditario, estos abades suelen pertenecer a las familias gobernantes […] GARCÍA DE CORTAZAR, 223: SIMONÍA: Compra o venta de actos o cargos espirituales y sacramentales […]. Considerados como beneficios del mismo tipo que los seculares, iglesias y obispados caían en manos de familiares o vasallos de los grandes señores […]. Comenzó de esta forma un tráfico de toda clase de bienes eclesiásticos, que se vinculaban luego hereditariamente a las familias. […] los metropolitanos comenzaron a exigir derechos por consagrar obispos, éstos, a su vez, por las ordenaciones de los sacerdotes, y éstos, finalmente, por administrar los sacramentos. […] NICOLAÍSMO: Relajación de las costumbres del clero […] acabó por designar la incontinencia clerical La renovación monástica: Cluny ÁLVAREZ, 330-32: La Iglesia se hallaba en una profunda crisis, tanto en la cabeza como en las sedes episcopales y parroquias, sometidas a un inclemente proceso de feudalización. En el siglo X, sin embargo, surge un poderoso impulso de renovación desde los monasterios, cuyo objetivo era tanto depurar el espíritu y religiosidad cristianos como lograr la recuperación de la dignidad e independencia eclesiásticas frente a la ingerencia feudal. […] El espacio donde se originará este movimiento renovador […] será Borgoña y Lorena, regiones interiores, que recibieron con menor contundencia las devastaciones invasoras y se convirtieron en zona de refugio para muchos monjes pertenecientes a monasterios de destacada vida cultural y florecientes scriptoria. Allí aparecerán, entre otros, los movimientos renovadores de Cluny (Borgoña) y Gorza (Lorena). Cluny fue fundado en 909 con la peculiaridad de que estaría libre de toda dependencia laica o episcopal, directamente vinculado la Papa […] más el derecho exclusivo de los monjes a elegir libremente al abad, muerto el predecesor. […] Tomó como norma de observancia la Regla de San Benito, con las aportaciones hechas por BENITO DE ANIANO. Las CONSTITUCIONES CLUNIACENSES estipulaban la disciplina de la comunidad monástica, moderadamente ascética, en torno a la celebración litúrgica del oficio divino, abandonando las labores manuales y el cultivo de la tierra, trabajos efectuados por los conversi y laicos residentes en torno a la comunidad. Los monjes se dedicaban a obras sociales (ayuda a los pobres, enfermos, huérfanos) y el cultivo del espíritu por una abundante lectio divina y el mantenimiento de escuelas. El estilo renovador de Cluny alcanzó un éxito portentoso durante el abadengo de Odón (927-948), convertido en un modelo al que se dirigen muchos obispos y príncipes para restaurar la observancia religiosa en las comunidades religiosas. Se originó un movimiento de restitución por el que señores y patronos donaban sus monasterios a Cluny y así se constituiría la Orden cluniacense […]. Todos los monasterios quedaban sujetos a la abadía madre respecto a la observancia y disciplina religiosas, bajo la plena autoridad del abad de Cluny, eludiendo así toda injerencia laica y asegurando la cohesión de la comunidad. El renacimiento cultural de los Otones. ÁLVAREZ, 360: Una buena parte del Conocimiento que tenemos sobre los Otones proviene de la historiografía coetánea, que ha venido tradicionalmente a cubrir la escasez de otras fuentes documentales; una historiografía muy desarrollada y renovada en los años centrales del siglo x, ante todo tras la batalla de Lechfeld, para ensalzar la personalidad de Otón I HISTORIA 16, 306-307: El mundo cultural de los emperadores de la casa de Sajonia reproduce a pequeña escala el de los carolingios […]. Otón I no es más cultivado que Carlomagno […], supo rodearse de gentes de un elevado prestigio […].Los sucesores de Otón I tuvieron un mayor nivel cultural. Otón II, por su matrimonio con la princesa bizantina Teófano, facilitó la entrada en la corte alemana de algunos personajes forjados en la cultura griega como el calabrés Juan Filagatos. Otón III tuvo incluso una educación que podría calificarse de refinada alcanzando buenos conocimientos no sólo de su lengua materna sino también del latín y el griego. La propia dignificación que pretendió dar a la estructura del Imperio fue resultado de ese mayor nivel intelectual en relación con sus predecesores. ÁLVAREZ, 360: La cultura otoniana es fiel reflejo de sus monarcas: una mezcla de política y religión, que se funden con el arte y la liturgia. […] La Alemania posterior al Tratado de Verdún disponía de una buena red monástica que sufrió daños pero no de la entidad, por ejemplo, de la anglosajona. De los monasterios germanos surgen, en efecto, algunas de las grandes figuras del renacimiento otoniano. ÁLVAREZ, 360: l interés de la historiografía del 960 está en hacemos comprender el favor divino de que gozaron los Otones. Liutprando de Cremona (Liber de Ottone rege, ca. 965) compara a Otón I, en la batalla de Briten (938), Con Moisés: ambos son salvadores de su pueblo. […]. Los éxitos del monarca en el campo de batalla son recogidos por Widukind de Corvey (Res Gestae Saxonicae), el gran cronista de la casa de Sajonia, como una acción divina sobre la gestión del rey. HISTORIA 16, 306-307: a mayor gloria de la dinastía otónida. Su principal tesis habría de tener un enorme predicamento: los sajones están en disposición d asumir las responsabilidades políticas que en otro tiempo tuvieron los francos, incluida la titularidad imperial. El Imperio, así, se había trasladado d los romanos a los francos y de éstos a los teutones. ÁLVAREZ, 360: Hroswith (Rosvita), monja de Gandersheim, elaboraba su panegírico sobre el mismo monarca. HISTORIA 16, 306-307: Formada en los moldes de la cultura clásica adquirida el los fondos bibliográficos de su monasterio, Rosvita se convirtió en la primer poetisa alemana. Entre sus obras se encuentran algunos poemas históricos, poemas sagrados como los que tienen por protagonistas al monje Teófilo que vendió su alma al diablo o el niño mártir mozárabe Pelayo; y algunos dramas en prosa con los que trató de contrarrestar el éxito que las comedias de Terencio estaban teniendo en aquellos años. ÁLVAREZ, 360-61: La abundante traducción de obras clásicas al alemán hizo posible el conocimiento de autores clásicos (Reichenau contó con la gran aportación de cien manuscritos italianos llevados por Gunzo de Novara en 965) y el desarrollo de la retórica y la dialéctica, la literatura {religiosa y profana), la filosofia y la gramática. HISTORIA 16, 306-307: Widukindo narró las glorias del pueblo sajón en latín. Otros autores alemanes -bajo las mismas pautas que algunos ingleses-- emprendieron una fértil labor de traducción. Fue el caso del monje Notker (950-1022) traductor del libro de los salmos, de los comentarios de Gregorio Magno al Libro a Job y de algunas obras de Boecio, Aristóteles, Virgilio y Terencio. […]Coincidiendo con los últimas figuras del Renacimiento carolingio en el Norte de Europa, vivió en Italia Anastasio el Bibliotecario (muerto en el 879) que gozó de un enorme crédito intelectual. Traductor de textos griegos, secretario de Nicolás I y agente de la diplomacia pontificia, compuso una Chronographia tripartita, fundamento para la elaboración de una gran historia eclesiástica. HISTORIA 16, 306-307: El otro -figura mucho más conocida- es Liutprando de Cremona. Natural de Pavía, en donde había recibido una notable formación en cultura profana, entró al servicio de Berenguer de Ivrea, en nombre del cual hizo un primer viaje a Constantinopla. No muy dotado de escrúpulos, Liutprando pasó luego al servicio de Otón I para quien redactó el texto de destronamiento del papa Juan XII. Sus conocimientos del griego le valieron ser nombrado por el emperador alemán para dirigir una nueva embajada a Constantinopla en donde fue tratado con cierto desprecio por el basileus Nicéforo Focas. Sus viajes y sus buenas relaciones, le permitieron a Liutprando redactar una historia de los reyes y emperadores de su época, que tituló Antapódosis. Se trata de un texto escrito desde la mezquindad y que destila veneno contra todos aquellos personajes (Berenguer, el emperador de Oriente, algunos papas...) contra los que su autor había mantenido diferencias. HISTORIA 16, 306-307: Gerberto de Aurillac […], la mayor figura intelectual del s glo X […]. Su trayectoria puede ser reconstruida a través de su nutrida correspondencia y de las referencias recogidas por su discípulo Richer en la Historia de Francia. Los primeros años de su educación se cubren en su Aurillac natal y en el monasterio de San Gerardo. Buena parte de su juventud y madurez los pasó recorriendo Europa. En la Cataluña condal tomó contacto con la ciencia árabe aunque no parece que viajase Córdoba. En el 972 ejerció la enseñanza en la escuela de Reims. En el 98 es abad de Bobbio. En el 992 asciende a arzobispo de Reims. En el 998 I era en Ravena, desde donde saltó al pontificado con el nombre de Silvestre I […]. Si su interés por las matemáticas parece indiscutible resulta mi problemática la atribución de algunas obras como la Geometría o el Libro de astrolabio que revelan una fuerte influencia de la ciencia árabe. Como filósofo, Gerberto se nutrió tanto de fuentes paganas como de las Escrituras. El concepto de Dios que sus cartas revelan […],está muy cercano al de Boecio. Su moral se inspira en un estoicismo pasado por el tamiz cristiano. Como educador, Gerberto debió el éxito entre sus discípulos no sólo a su amplia formación sino también al uso de un estilo elegante y sobrio muy poco común en la época. […] hombre de acción que tuvo gran interés en aplicar los principios intelectuales en los que se había formado a la gestión política. Distanciándose notablemente de las ínfulas teocráticas de un Nicolás I, Gerberto/Silvestre II […] consideró, como Cicerón, que política y moral formaban una unidad y que el bien público estaba por encima del de las personas particulares. La crisis política que sacudió al Imperio a su muerte y a la de su discípulo Otón III, […] es tanto la crisis de una difícil hegemonía de la casa de Sajonia como la crisis del pensamiento político de un papa demasiado sabio para su época. ÁLVAREZ, 360-61: […] inspirador de la concepción política y religiosa de Otón III y gran humanista. […] Gerberto, que ejerció la docencia en la escuela episcopal de Reims, buscó, ante todo, la perfección de sus conocimientos […] Su formación en el monasterio de Ripoll le permitió estudiar las materias del Quadrivium (Aritmética, Geometría, Música y Astronomía) y, a través del mundo hispano, entrar en contacto con la ciencia árabe. Conocía, comentó y difundió a los clásicos, desde Aristóteles y Cicerón a Virgilio y Horacio. En este campo de la dialéctica, Gerberto fue también maestro: su discípulo Fulberto y la escuela de Chartres así lo evidencian. ÁLVAREZ, 360-61: Señala G. Althoff que solo una fuente del siglo x parece salirse de la exaltación otoniana. Procede de Halberstadt (Gesta Episcoporum Halberstadensium), donde no se perdonaba la creación del obispado de Magdeburgo y el obispado de Merseburgo, que perjudicaban los intereses de la diócesis de Halberstadt. ÁLVAREZ, 360-61: La cultura siguió siendo prioritariamente eclesiástica, por lo que las escuelas eran episcopales y monásticas. Los centros más importantes fueron Corvey, Fulda, Gandersheim, Sankt Gallen, Reichenau y Ratisbona en Alemania; seguían similar línea que los de Francia occidental (Chartres, Reims, Toul y Metz). En tomo a la reforma eclesiástica y al monasterio cluniacense francés surgió, desde san Odón, toda una literatura religiosa puesta al servicio de la propia reforma, ampliamente expandida en el territorio otónida. Bobbio y Montecassino fueron los ejes de la cultura en Italia, donde se desarrollaron escuelas urbanas episcopales, desde Ravena a Salerno, Nápoles, Cremona, Pavía y la romana de Letrán. En Italia meridional se habían refugiado numerosos monjes griegos, después de la crisis iconoclasta; la confluencia de monacato griego y latino, además de su trascendencia para el auge del monaquismo, desarrolló el interés por los autores clásicos y la copia de manuscritos. La cultura fue de ámbitos eclesiásticos, pero también de círculos regios. Una mirada a la corte de Otón I nos ha permitido constatar el magnífico desarrollo de la historiografía. Si observamos la de Otón III, germana, italiana y bizantina, veremos la plural actividad de León de Vercelli, Gerberto de Aurillac, Bernward de Hildesheim y Bruno de Querfurt, hombres de talento extraordinario, consejeros imperiales y muy influyentes en la personalidad del joven Otón III. Cortesano fue también el arte otoniano, como continuidad del carolingio, tanto en arquitectura como en ilustración de libros, orfebrería y esmaltes; bizantino, en el tratamiento de marfiles y bordados. Destaquemos la abundancia de manuscritos iluminados, mayoritariamente litúrgicos ( evangeliarios, antifonarios, misales, sacramentarios), procedentes de distintos scriptoria, como el campo más creativo. La mezcla de ceremonias y liturgia componen la mayor parte de los manuscritos y son tema iconográfico de sus miniaturas; en ellas está presente el ritualismo y simbolismo que definen a todo el arte otoniano. Tema 14 La europa del milenio. La restauracion de las nuevas nacionalidades El milenario y su sentido. – Restauración imperial. La génesis del Sacro Imperio. Los tres Otones. Enrique de Baviera y Conrado III. – La monarquía feudal en Francia. – Los últimos carolingios y el advenimiento de los Capeto: Hugo Capeto. – La formación de los primeros estados de la Europa central: Serbia, Croacia, Hungría y Polonia. – Los orígenes del principado de Kiev. – Los países nórdicos: Noruega, Dinamarca y Suecia. – La expansión danesa en Inglaterra. Canuto el Grande (10161035). – Los estados cristianos y musulmanes de la Península Ibérica. Bibliografía: LADERO: 351-364 PORTELA: 113-120 GARCÍA DE CORTAZAR: 244-249 MITRE (Hª 16): 258-265 El milenario y su sentido PORTELA, 113: Entre la etapa carolingia y la Europa de la plenitud medieval, se extiende un período, centrado por el siglo x, que ofrece a los historiadores de las estructuras sociales serias dificultades de investigación. […] Actualmente este período es visto como el comienzo del gran cambio que conduce a la feudalización, dando a este término su acepción más amplia, de la sociedad del Occidente cristiano. Un Occidente cristiano que se amplía, integrando en las formas de vida que le son características territorios que, cuando Carlomagno vivía, estaban sólo en sus bordes o fuera de él. No deja de ser significativo que sea Sajonia, la que tanto costó a los francos someter, la cuna de la construcción política más significativa del momento, el nuevo Imperio de los Otones. Tradicionalmente se han vista los efectos de las segundas invasiones como suficientes para entender la interrupción del proceso de crecimiento iniciado en los siglos VIII y IX, de la misma manera que la necesidad de protegerse de sus saqueos y matanzas bastaba para explicar la imposición de los guerreros y las nuevas dependencias del campesinado. […] Actualmente no se considera esta agente externo como la causa principal que los cambios sociales […] SESMA, 305: La desestructuración política del Imperio Carolingio, el final de una sociedad de tipo antiguo, la difusión de pautas culturales, en buena parte acuñadas o sancionadas por la Iglesia romana, y los comienzos de la elaboración de una memoria histórica que individualizaba a Europa, identificándola con la Cristiandad latina, constituían, a finales del siglo X HISTORIA 16, 260: Otón III y Silvestre II son conocidos como el emperador y el papa del Año Mil. ¡Emblemática fecha! Autores del pasado siglo de indudable prestigio (Michelet, Thieny, Carducci) hicieron prevalecer su imaginación sobre su talento a la hora de hablar de la humanidad europea en vísperas del milenario del nacimiento de Cristo. Nos presentaron una sociedad aterrorizada por una creencia: el fin del mundo llegaría con el último día de diciembre del 999. El mito de los terrores del año mil sigue estando presente en algunas publicaciones a pesar de que trabajos de solventes autores (Focillon, Le Blevec, Duby, Pognon, entre otros...) hayan puesto en claro su falacia. La humanidad en aquellos años no padeció temores superiores a los de otros momentos del Medievo. Las fuentes de la época en absoluto avalan la generalización de los pánicos. Tan sólo media docena de textos -alguno de dudosa autenticidad- podrían utilizarse en abono de las teorías apocalípticas referidas al año Mil. La obra del cronista de principios del XI Raúl Glaber (utilizada por Michelet y sus seguidores para apoyar su tesis) no habla de temores antes y tranquilidad general después de esta mítica fecha, sino sólo de una regeneración artística ( el blanco manto de la.5 iglesias ) que sucedió a una época de vetustez. El año Mil, dice Pognon, se situó entre dos mundos diferentes, pero fueron más las lentas transformaciones que las mutaciones bruscas. Políticamente ¿se encaminaba la Europa cristiana hacia una especie de nuevo orden? La restauración imperial. La génesis del Sacro Imperio. Los tres Otones. Enrique de Baviera y Conrado II SESMA, 459: La historia del Imperio en los siglos X a XIII es, en gran parte, la historia de una contradicción: entre las aspiraciones de los emperadores a asumir un papel hegemónico en la Cristiandad como cabeza de la única societas christiana, en competencia, por tanto, con el papa, y sus deseos, como, el de los restantes reyes europeos, por asegurarse un espacio político centralizado y territorializado. Esa contradicción se mostró irresoluble y, de hecho, el Imperio, asentado geográficamente en Alemania, Italia y, desde 1033, Borgoña, no alcanzó ninguno de los dos objetivos. […] LADERO, 357: El ámbito de efectivo dominio político imperial no iba más allá de los reinos _Alemania, Italia, Borgoña- unidos en la misma corona, aunque el reyemperador tuviese el mayor rango y prestigio en toda Europa … PORTELA, 117: La elección de Aquisgrán como lugar para la consagración, en 936, de Otón I como rey de Germania demuestra claramente que el recuerdo de Carlomagno seguía vivo. LADERO, 356: […] los reyes alemanes se coronan en Aquisgrán, se consideran legítimos sucesores de Carlomagno y del título imperial, cuyo disfrute se había trasladado de los francos a los alemanes […] . PORTELA, 117: La obra política de Otón el Grande se sitúa en la estela carolingia; es, por ello, una reconstrucción, una restauración, una renovación; la de sus sucesores, por el contrario, significa un cambio de rumbo, una reorientación, una ruptura. Antes Austrasia, ahora Sajonia, es el punto de partida. Cambio significativo del desplazamiento hacia el este de los nuevos centros de poder que, con el protagonismo de Germania, explican la extensión de la influencia europea sobre los territorios eslavos, húngaros y escandinavos. SESMA, 459: El emperador, … aspiraba a combinar la dirección de la Cristiandad y jefatura monárquica en Alemania e Italia […] LADERO, 356: Exaltación de la figura de Carlomagno […] , se recogen los conceptos de Res publica Christiana y “realeza sacerdotal” que se magnifica a través de la simbología que rodea al emperador como lugarteniente de Cristo-César […] el ritual de coronación fijado en época de Otón I le designa como el que lleva el nombre y la figura de Cristo LADERO, 356: El Imperio, tendía según su propia naturaleza teórica, a ser universal. […] La idea de TRANSLATIO IMPERII aparece a mediados del siglo IX (Adson de Montiérender), y con ella Roma como fundamento de la legitimidad último de una legitimidad imperial suprema por sí misma, independientes de cualquier intervención pontificia SESMA, 561: Otón I intervino en la península italiana, apoyando a uno de los candidatos al título de rey y al papa, a la vez que obtenía triunfos frente a los húngaros. Su victoria sobre éstos a orillas del río Lech en 955 se ha estimado como uno de los símbolos del final de las llamadas «segundas invasiones» y el hecho que empujó al pontífice Juan XII a coronar a Otón como emperador en Roma en 962. SESMA, 561: Al hacerlo, se produjo una traslación del Imperio de Francia hacia el este, hacia Alemania. En sus últimos años, Otón I volvió a intervenir en Italia, deponiendo al papa Juan XII y designando a sus dos sucesores, e intentó afirmar su autoridad y, en general, una hegemonía occidental en el sur de la península, a costa del Imperio Bizantino, pero éste se hallaba entonces, bajo la dinastía Macedónica, en la cúspide de su poder y no permitió al emperador occidental alcanzar sus objetivos […]. Otón I buscó la alianza bizantina, consiguiendo una princesa griega para su hijo Otón II. SESMA, 441: En 962, tuvo lugar en Roma una nueva coronación imperial: el papa puso la corona sobre la cabeza de Otón I, en un gesto que premiaba la bravura del jefe que había salvado a la Cristiandad del azote de los húngaros. Con él, la sociedad cristiana reconocía a Otón, duque de Sajonia, como el primero de los príncipes, el caudillo que, por sus acciones bélicas, había merecido la traslatio Imperii hacia el mundo germánico, hacia el este […]. Los tres otones ÁLVAREZ, 344: De los tres reinos en que se escindió el Imperio de Carlomagno en el tratado de Verdún, el germano era el más oriental y se le conocía en el siglo x como Reino Franco Oriental ( Francia orientalis). […] A la muerte del último carolingio en la Francia oriental, ésta estaba constituida por cinco grandes ducados: Sajonia, Franconia, Baviera, Suabia y Lorena, dominadas por una poderosa nobleza, que se fortaleció a medida que declinaba el prestigio de la monarquía poscarolingia. SESMA, 561: A comienzos del siglo X, el más significado de ellos y el primero en asegurar la heredabilidad del ducado fue ENRIQUE I DE SAJONIA (918-936). ÁLVAREZ, 344-45: […] ante todo, un jefe militar […] Enrique I fue rey, prestigió la corona y preparó la recuperación de realeza e imperio. Incluso pudo atraer Lotaringia a su reino y, con ella, Aquisgrán, símbolo del Imperio. […] Entre los años 924 y 933 acometió reformas militares para detener a los húngaros, por una parte fortaleciendo los enclaves urbanos y, por otra, creando fortalezas militares. […] una caballería, integrada por siervos ministeriales, que sería neurálgica para combatir a los eslavos paganos {wendos}. […] Daneses, amenazan la Sajonia septentrional, por la marca del Norte; y los eslavos, que constituían un permanente riesgo en Alemania oriental y que presionaban sobre regiones más occidentales, desde la destrucción del reino moravo a comienzos del siglo IX. Los eslavos fueron vencidos en Lenzen, lo que se tradujo en la obtención de tributos, la colonización de las tierras conquistadas con siervos ministeriales, la fortificación de Merseburgo y la fundación de Meissen. Precisamente sus éxitos militares en la zona y la magnitud de la amenaza magiar convirtieron a los duques en colaboradores obligados del monarca y llevaron a algunos de los príncipes vecinos, como Wenceslao de Bohemia, a ponerse bajo la soberanía de Otón I. La sucesión de Enrique I siguió las normas carolingias en cuanto al principio de hereditariedad: para afirmar los derechos dinásticos y resolver la sucesión del poder había asociado al trono a su hijo Otón I desde el año 929, declarándole sucesor; la supremacía de Sajonia estaba asegurada. No siguió, sin embargo, la estrategia carolingia en cuanto al criterio del reparto de la herencia, es decir, con una distribución igualitaria entre sus hijos, lo que sí ocasionaría constantes rebeliones y enfrentamientos sucesorios. […] En los cinco años iniciales de su reinado, sus hermanos (Enrique y Thankmar) se consideraron candidatos alternativos al trono y se sublevaron una y otra vez. Otón I (936-973) ÁLVAREZ, 344: […] Hasta mediados del siglo x, el gobierno de los liudolfinos se centró en la supervivencia. La conquista de los eslavos que vivían en la margen oriental del río EIba era imprescindible para las comunicaciones y el desarrollo de la actividad económica de la Sajonia Oriental y Turingia. La derrota de los húngaros constituyó el factor decisivo que permitió a los liudolfinos afirmar su hegemonía sajona sobre los demás ducados, extender su reino hacia el Este (Drang nach Osten) y, posteriormente, recuperar el Imperio (translatio imperii) al incorporar Italia. Sus vecinos eslavos y húngaros, alternativamente colaboradores e insurrectos, establecieron incipientes estados en la frontera oriental del Imperio, de gran importancia estratégica por el control que ejercieron sobre las rutas comerciales. PORTELA, 118: […] Otón I recogía la herencia de su padre, Enrique I el Pajarero, duque de Sajonia y, desde 919, elegido rey de la Francia orientalis, nacida del reparto de Verdún. […] Su prudencia política y sus cualidades como jefe guerrero le permitieron la consolidación de su poder frente a los demás duques de Germania […] Revueltas en Bohemia, sublevación de los eslavos de las orillas del Elba, incursiones de los húngaros en Sajonia y Franconia […] inestabilidad que favorece la coalición rebelde de los duques de Lorena, Baviera, Franconia y la propia Sajonia. Otón salió airoso de la prueba; la derrota de los coaligados y, más tarde, en 955, el resonante triunfo sobre los húngaros a orillas del Lechfeld, que ponía fin a sus temidas incursiones, asentó sólidamente su poder. SESMA, 561: […] pudo afirmar la hegemonía sajona en Alemania, a través de […] la limitación de las facultades de los duques para transmitir en herencia el ducado, mientras que se favorecía la transmisión de los condados en que se dividían los ducados […] ÁLVAREZ 345: […] el rey era árbitro de intereses entre las familias aristocráticas, lo que se tradujo en motivo constante de ofensa; y ésta, en fábrica de rebeldes. La concesión de feudos y la asignación de cargos administrativos ponían en evidencia que las concesiones regias rompían fácilmente el difícil equilibrio de una nobleza levantisca y combativa que no aceptaba que se primara más a unas familias que a otras. Los duques gentilicios fueron frecuentemente desleales. Ello no debe llevarnos a la interpretación simplista de que Otón I se sirvió de la Iglesia para contrarrestar la rebeldía y el poder de la aristocracia secular. ÁLVAREZ, 346: La ampliación territorial le proporcionó tierras con las que pagar a sus guerreros, al tiempo que los sometió y ligó a sus empresas militares. Aquí organizó las marcas y logró iniciar la geografía eclesiástica dependiente del obispado de Magdeburgo; obispado que él mismo erigió. Hegemonía política y evangelización iban paralelas. Para Magdeburgo conseguiría Otón I el cuerpo de san Mauricio, santo soldado borgoñón, como emblema del avance hacia el este. SESMA, 561: apoyándose en la Iglesia […] Otón I se había erigido en el patrono de las sedes episcopales […] a la muerte de los obispos, sus beneficios revertían al monarca […] LADERO, 351: Los monarcas se consideraron patronos de las iglesias episcopales […], las situaron bajo su protección […] otorgaron a muchas de ellas privilegios de inmunidad sobre las dotaciones temporales, cedieron a sus titulares atribuciones pertenecientes al ban regio, ejercido en muchas ocasiones por un abvocatus laico designado por el mismo rey […]. El episcopado, cuyos miembros proceden a menudo de la capilla real, es, en conclusión, un soporte firme de la autoridad monárquica […] en una especie de unión entre iglesia y realeza que duró hasta la reforma gregoriana. PORTELA, 118: Asentado su poder en Alemania, Otón pudo pensar en la corona imperial. Por dos razones era interesante: por una parte, reforzaba la sacralización del rey, de débil tradición en Germania, pero fundamental en la relación establecida con los obispos; el estudio del ceremonial y de las insignias del poder imperial revela la insistencia en la doble condición de emperador y sacerdote; de otro lado, el Imperio significaba el control del papado y, por tanto, de las posibilidades de intervención externa en la Iglesia germánica. El Imperio era, pues, una nueva pieza en el fortalecimiento del poder monárquico. Alcanzarlo exigía intervenir en Italia, y Otón contaba con la organización militar necesaria para hacerlo. La anarquía durante los reinados de Hugo de Arlés y su hijo Lotario favorecía la intervención; Otón cruzó los Alpes por vez primera en 951, reclamado por los partidarios de Adelaida, viuda de Lotario; apenas encontró resistencia; contrajo matrimonio con Adelaida y tomó para sí la corona italiana. La segunda visita, en 961, tendría más consecuencias. ÁLVAREZ, 346: Una década después, las agresiones de Berengario II sobre el ducado de Spoleto llevaron al papa Juan XII (955-964) a solicitar ayuda de Otón I con el compromiso explícito de concederle el título imperial. Derrotado Berengario en el 962, Otón era coronado en Roma como emperador. PORTELA, 118-119: […] después de haber aceptado las condiciones exigidas por el papa y los aristócratas romano, Juan XII le impuso la corona imperial […].ÁLVAREZ, 346: a la vez que confirmaba los territorios pontificio […]. Emperador y Pontífice, en la convulsiva Roma de 962, tenían intereses opuestos. Las conspiraciones del Papa contra el Emperador indujeron a éste a convocar un sínodo, el año 963, que concluiría con la decisión regia de deponer a Juan Xll: El Emperador nombró como sucesor a León VIII (963965). El enfrentamiento entre ambos pontífices sólo finalizó con la muerte del depuesto poco tiempo después. LADERO, 353: La intromisión imperial en las elecciones papales se mantuvo, aunque fue más frecuente que el papado quedase a merced de las disputas entre las grandes familias romanas, especialmente Crescencios y Túsculos […] PORTELA, 119: La fuerza de Otón era suficiente como para que no le preocuparan los acuerdos firmados; el edicto por el que establece el control imperial de las elecciones papales lo demuestra; en adelante, los papas no podrían ser consagrados sin haber prestado juramento al emperador. La situación se había invertido; si, con los carolingios, los papas habían terminado por controlar el instrumento imperial, con Otón I era el emperador el que dominaba a los pontífices. Depuso, instauró y reinstauró a varios papas y dominó la situación en Roma, aunque a costa de represiones muy duras, como la que en 967 precedió a la coronación imperial de su hijo Otón II. En cualquier caso, los asuntos italianos no le hicieron olvidar que era en Alemania donde estaban las bases de su poder. Sus sucesores lo olvidaron. El reino de Italia: LADERO 353: Otón I se limitó a enviar missi que inspeccionasen su funcionamiento, y otorgço a algunos obispos privilegios y donación, a imagen de Alemania […] en el sur, bajo dominio bizantino, la intervención alemana e imperial , suscitó fuertes reacciones […] Nicéforo Focas, negó la validez del título imperial (966), y reinvindicó Roma y Rávena […] ÁLVAREZ, 346: Las ofensivas contra unos y otros revelaron a Otón el Grande su fragilidad militar ante bizantinos y musulmanes. Con Constantinopla, sin embargo, llegó aun acuerdo diplomático por el que se fijaba el matrimonio entre la princesa bizantina Teófano y Otón, hijo y sucesor del emperador sajón, matrimonio que se celebró en Roma (972) […] Volvió Otón I a Alemania. Al año siguiente, moría el primer forjador del Imperio germano, intitulado rey de francos, lombardos y burgundios, señor de Polonia, Bohemia y Hungría. Su cuerpo era enterrado en Magdeburgo, bajo la protección de San Mauricio, allí donde se había hecho realidad la detención del peligro eslavo. Otón II (973-983) SESMA, 461: El reinado de OTÓN II (973-983) sirvió, por su parte, para mostrar la realidad de las capacidades y limitaciones del nuevo Imperio. Al menos, en tres aspectos: el éxito en la transmisión hereditaria del título imperial, algo que el monarca emperador había negado a los duques; la provisionalidad de los éxitos frente a los eslavos, que recuperaron parte del territorio que Otón I les había ocupado; y la convicción de que el Imperio tenía poco que ver con Roma y que era, de hecho, una monarquía germana. PORTELA, 119: Otón II ocupó el trono a los dieciocho años. Su formación y sus tradiciones –hijo de una reina de Italia y casado con una princesa griega- eran muy distintas a las de su padre y se podía prever una vinculación mayor con los asuntos italianos. Por el momento, hubo de permanecer siete años en Alemania, tratando de someter a los siempre peligrosos duques de Baviera, Suabia y Lorena. En 980 viajó a través de los Alpes y, primero en Pavía, luego en Rávena, por fin en Roma, restableció su autoridad en el reino y comenzó a poner en práctica el proyecto de extender su dominio al sur de la Península. En 981 decidió emprender una enérgica expedición contra los sarracenos establecidos en la costa meridional de Calabria, para la que reunió un poderoso ejército, […]. El 13 de julio de 982, el desastre ante los musulmanes en el cabo de Colonne fue total. Las repercusiones no tardaron en hacerse sentir en Germania. Los daneses cruzaron la frontera y la sublevación de los eslavos del EIba destruyó en parte la tarea de cristianización e influencia desarrollada por Otón I. Éste hubiera regresado de inmediato. Su hijo continuó en Italia, y cuando, al año siguiente, la malaria puso fin a su vida, seguía pensando en una urgente expedición al sur. ÁLVAREZ, 347: […] el amplio escenario imperial favorecía la contestación del poder sobre todo en las zonas de reciente expansión. En el interior germano, los duques seguirían poniendo de manifiesto la debilidad de la corona, pero el principio hereditario se había consolidado, disminuyendo las rivalidades ducales contra los Otones en las sucesiones regias. ÁLVAREZ, 347: […] Lotario, rey de los francos occidentales, atacó Lorena. […] saqueo de Aquisgrán, en el año 978. Como respuesta, el Emperador invadió Francia, llegando a las puertas mismas de París, donde fue detenido por Hugo Capeto. […] Los otones controlaron Lorena. solucionados los problemas alemanes […], en el 980, Otón II decidió ocuparse de Italia, donde pensaba igualmente, con ayuda de obispos y abades, asegurar su poder y, con la colaboración del duque de Toscana, enfrentarse a bizantinos y musulmanes. La dote de la princesa Teófano incluía las posesiones bizantinas en el escenario italiano; territorio muy difícil de controlar y que exigió la organización de una campaña militar (Tarento, 983 ); los resultados fueron nulos. Pero Otón II, además de los problemas con Constantinopla, ahora muy suavizados, reanudó la lucha contra los sarracenos, a quienes pretendía echar de Sicilia y Calabria; la derrota imperial en Colonna, a finales de su reinado, mermó el prestigio otónida en Italia y en las marcas, donde daneses y eslavos (polacos y bohemios) estaban dispuestos a aprovechar la coyuntura. Otón III, 983-1002 PORTELA, 119: El heredero tenía tres años. La capacidad y la habilidad de dos mujeres, su abuela Adelaida y su madre Teófano, y, sobre todo, el apoyo decidido de los obispos alemanes, cuya posición fue reforzada frente a los laicos, permitieron controlar la situación, renunciando, eso sí, a las expediciones meridionales ÁLVAREZ, 347: […] levantamiento bávaro, pretensiones de algunos familiares […]. Nuevamente la Iglesia ejerció el control; el arzobispo de Maguncia, seguido por la mayor parte de los duques, secundaron a Otón III; sin olvidar otros apoyos eclesiásticos foráneos, pero decisivos, como el de Gerberto de Aurillac […], el gobierno directo del propio Otón III (994-1002). Alemania e Italia, el Imperio otónida, siguieron ofreciendo la misma duplicidad que se había constatado a lo largo del siglo x. La expansión de los liudolfinos hacia el Sur, haciendo de Italia el eje de sus objetivos imperiales, no pudo hacer que los emperadores obviaran la difícil política ducal alemana; la corona había respondido a la necesidad de detener a eslavos, húngaros y daneses y, por supuesto, frenar a los francos occidentales. Ducados alemanes y peligros exteriores requerían de forma permanente la presencia regia en Alemania. El Emperador se vería atrapado y a la vez escindido entre ambos escenarios: Alemania e Italia. En uno y otro fue decisivo el apoyo de la Iglesia. Durante la regencia, el arzobispo de Maguncia, Willigis; el obispo de Worms, Hildebold; Bernward, posteriomente obispo de Hildesheim; y Juan Filagatos, su tutor, se convirtieron en apoyos decisivos del joven príncipe. A ellos debe añadirse Gerberto de Aurillac. SESMA, 461: Otón III (983-1002), […]seducido por Roma […] influido por el pensamiento de su madre bizantina, al que se atribuye, en parte, la originalidad del intento político-místico del nuevo emperador. Con la ayuda de su preceptor Gerberto de Aurillac, el monje que acudió al monasterio de Ripoll a estudiar las disciplinas del Quadrivium y llegó a ser papa con el nombre de Silvestre II, Otón III pretendió crear un Imperio cósmico. Su centro debía ser Roma y en torno a ella los distintos reinos serían una especie de planetas, incluidos aquellos que, como Bohemia, Polonia y Hungría, se estaban construyendo en la marca oriental de Europa. Precisamente, la creación de sedes metropolitanas en esos territorios, iniciativa de Otón III, era la expresión de su idea de combinar poder político e Iglesia nacionales en un único Imperio cristiano. Su idea del Imperio había echado raíces muy lejos de Germania, en Roma y en Bizancio. Lo que se proponía llevar a la práctica era un Imperio romano-cristiano universal, del que el papa, y por encima el emperador, serían los jefes desde su residencia común en Roma. En la maduración de estas ideas, o más bien de estos sueños, debió intervenir uno de sus maestros, hombre de muy vastos saberes, Gerberto de Aurillac. Roma era, pues, el objetivo. HISTORIA 16, 260: La formación recibida por el tercero de los Otones en su minoridad le permitió más tarde albergar magnos proyectos. Aunque efímeramente, el imperio alcanzó las cotas más altas de la mística política. La influencia bizantina de su madre Teófano, los afanes misioneros del obispo Adalberto de Praga y las dotes intelectuales de Gerberto de Aurillac (papa Silvestre II desde el 999) calaron en un joven emperador convencido de la grandeza de sus designios. Enrique II (1002-1024) SESMA, 461: La temprana muerte del emperador reveló una realidad menos gloriosa. ÁLVAREZ, 348: Inesperadamente, murió el año 1002, sin dejar descendientes. Poco tiempo después moría también Silvestre II (1003). […] El pariente más próximo de Otón III, Enrique de Baviera, ocupó el trono, con el significativo apoyo del obispo Willigis, de quien recibió la corona en 1002. SESMA, 461: […] tuvo que hacer frente a las aristocracias alemanas y a las italianas, que empezaban a ver en los emperadores a los caudillos de una fuerza de intervención. ÁLVAREZ, 349: En cuanto a Italia, quedó, en su mayor parte, bajo Ardoino de Ivrea, elegido rey y sostenido por una parte de la aristocracia italiana. En 1004 Enrique II tuvo que organizar una campaña militar para recuperar el territorio. Después del sometimiento general, Enrique de Baviera fue coronado rey de Italia en Pavía. Posteriormente, en 1013, volvería a invadir Italia como consecuencia de los enfrentamientos por el Pontificado: en Roma, los Tusculum y los Crescencio seguían interfiriendo en los nombramientos papales. Los últimos acudieron a Enrique II que, tras poner orden en Roma, recibió la corona imperial (1014). […]. Los problemas de su reinado provenían de la nobleza condal alemana, sobre todo de su tierra bávara, por lo que convirtió a la Iglesia en ese apoyo fiable para gobernar, otorgándole derechos y tierras, mayoritariamente en Sajonia; promovió y aumentó la riqueza de los monasterios alemanes y mejoró el sistema de elección episcopal. La colaboración con el papa Benedicto VIII (1012-1024), perteneciente a la familia de los Tusculum, permitió al Emperador controlar los asuntos de la Iglesia y de Italia central. Pontífice y Emperador celebraron sínodos y trataron de corregir los dos principales males de los eclesiásticos: la simonía y el concubinato de los clérigos. La intervención de Enrique II en Italia fue cada vez menos intensa, en aras de una autonomía para ciudades y para pontífices y nobles. Pero, ante todo, Enrique se apoyó en la Iglesia para desarrollar su política de sometimiento y pacificación. El imperialismo de Otón III, bajo la fórmula de renovatio imperii romanorum, fue sustituida, en el sello de Enrique II, por la de renovatio regni francorum. Su mayor dedicación a los asuntos de Alemania tuvo una doble finalidad: por un lado, la integración del ducado de Bohemia; por otro, el sometimiento de los polacos y su monarca Boleslao, que había hecho frente a las campañas imperiales entre 1005 y 1008. Finalmente, propició la futura anexión de Borgoña, tras la decisión de Rodolfo III de declararle sucesor a su muerte (1032). Con ello se ampliaban los territorios del Imperio por obra del que sería último monarca de la casa de Sajonia. CONRADO II (1024-1039) ÁLVAREZ, 349-50: En 1024 moría Enrique II […] sin herederos, lo que provocó un cambio dinástico. Dos Conrados, descendientes de Liutgarda, hija de Otón I se disputaron la sucesión, sostenían ahora los derechos sucesorios de la línea femenina. La elección de Conrado II (1024-1039), perteneciente a la casa de Franconia, inició la dinastía de los salios. Los apoyos al nuevo rey procedieron de la pequeña nobleza y los linajes condales; rompía así la tradicional alianza con la aristocracia ducal, base del equilibrio de la casa de Sajonia. La experiencia de Conrado respecto a los duques aconsejó un cambio de táctica: la rebelión del duque Ernesto de Suabia le condujo a una solución drástica; buscó y consiguió la ruptura entre el duque y sus vasallos. Prioridad: atención a las marcas septentrionales […] logró controlar a los polacos […] los problemas le vinieron por el norte: los DANESES a los que se enfrentó al principio de su reinado, tampoco tuvo éxito en ITALIA, donde a través de alianzas matrimoniales ejerció una política pacificadora […] En Roma donde aseguró con CANUTO EL GRANDES, rey de Dinamarca, la paz, al casar a su hijo y sucesor, el futuro Enrique III, con una princesa danesa. Enrique quedó asociado al trono imperial La monarquía feudal en Francia. – Los últimos carolingios y el advenimiento de los Capeto: Hugo Capeto. ÁLVAREZ, 319: La extinción dinástica carolingia supuso el desarrollo de PRÍNCIPES TERRITORIALES que ostentaban el dominio pleno sobre un territorio y que reconocen a un impotente monarca mediante el homenaje […]. En el Reino Franco Occidental […] la competencia con los condes de París (robertinos, luego conocidos como Capetos) provocará que se alternen en el trono (carolingios y robertinos) […], hasta que finalmente se otorgase el trono a HUGO CAPETO en 987 HISTORIA 16, 256: Tras el destronamiento del carolingio Carlos el Gordo (888), los francos de occidente elegían rey al defensor de París frente a los normandos, EUDES, a pesar de ellos, aún los carolingios se recuperaron y en el 898, Carlos el Simple fue elevado al trono, destronado, también, murió en 929. Robertinos (familia de Eudes) y carolingios rivalizaron hasta la muerte del último descendiente de Carlomagno, Luis V […]. Los grandes señores de la Francia Occidentalis elegían como rey a Hugo Capeto, que tuvo la fortuna de iniciar la vinculación de la Corona a su familia de forma hereditaria HISTORIA 16, 498: Al asociar Hugo Capeto a su hijo al trono, fijaba un modelo que permitiría estabilizar el sistema monárquico. Para legitimar su situación los Capeto mantuvieron la ceremonia de consagración real en Reims […] Unión y poderes taumatúrgicos otorgaban a los monarcas franceses un poder sobrenatural a los ojos de sus súbditos […] LADERO, 358: Los instrumentos usados por los Capeto para afianzar su poder fueron, por una parte, la asociación al trono del hijo heredero, por otra, la aceptación de sacrum como parte de las ceremonias que refrendaban el acceso al mismo […] PORTELA, 155: La consolidación de la monarquía, vino por la misma debilidad de sus titulares […], un regnum en el que había triunfado plenamente el nuevo orden feudal y donde había surgido una constelación de principados, la institución monárquica se presenta más como un símbolo de la unidad moral e histórica del territorio que como un poder […]. Había más de cincuenta principados, algunos con una extensión superior a los dominios directos del rey (Borgoña, Flandes, Aquitania, Bretaña, Normandía ...), buena parte de los poderes y derechos regalinos, entre ellos el control de las sedes episcopales y los grandes monasterios, habían pasado a manos de los príncipes territoriales […] Los Capetos no renunciaron nunca a ninguno de sus teóricos derechos, actuaron con paciencia y fortuna en un sistema en el que la monarquía tenía un papel muy modesto, pero que, les permitía intervenir en las disputas feudales […]. Sus dominios se encontraban en el centro del reino, siempre contaron con un varón a quien asociar al trono […]. Recuperaron la influencia el control de las elecciones episcopales y se aprovecharon de la influencia que esta ejercía sobre el pueblo […]. El rey fue convirtiéndose en un personaje sagrado […] LADERO, 359: Muchos aristócratas continuaban unidos al rey por un vínculo de fidelidad que ya había perdido su carácter de público, y es sinónimo de VASALLAJE, otros, especialmente los situados en Borgoña y al sur del Loira, ni siquiera lo tenían. HISTORIA 16, 408: Los cuatro primeros Capetos no dieron excesivo prestigio político a la dinastía. Cuando el segundo murió, ROBERTO EL PIADOSO, en 1031, Borgoña fue a parar a un hijo menor, llamado igual que su poder. El mayor, Enrique, heredó el trono […] ENRIQUE I (1031-1060): Tuvo menos poder y prestigio que muchos de sus vasallos. HISTORIA 16, 408: Discutió con el emperador el destino de Lorena y no fue muy afortunado; fue derrotado de forma humillante por el duque de Normandía, Guillermo el Bastardo […] LADERO, 358: La feudalidad y la compartimentación del poder fueron las características de la historia francesa en los siglos X y XI […] La disgregación del poder político y administrativo, su ejercicio en células reducidas, continúo en aumento a lo largo del siglo X, lo que no sólo perjudico a la realeza, sino también a los grandes principados territoriales […] multiplicación de castellanías dominadas por señores feudales de ámbito más reducido LADERO, 359: La base de la feudalidad fue, siempre el conjunto de derechos y obligaciones derivados del contrato vasallático, entre el aristócrata que recibe el feudo y con él la capacidad jurisdiccional, y su señor o suzerain que, a su vez, puede tener más vasallos, o serlo él mismo con respecto a otro señor […] formación de una malla de relaciones jerarquizable hasta llegar a la cúspide que, teóricamente, sólo puede ser la realeza, concebida como coronación del orden feudal. […] . Un orden basado en relaciones de fuerza militar, puesto que la fidelidad mutua, los deberes de protección o auxilium se referían, especialmente, a la capacidad guerrera […], por tanto, el poder se ejercía, necesariamente, a través del pacto o contrato, revocable por su propia esencia, entre señor y vasallo, entre aristócrata y campesinos libres, aunque en este caso la desigualdad de las partes era evidente dada la falta de capacidad militar de la segunda […]. […] La necesidad de paz genera unos principios e instituciones ajenos al sistema: La fe religiosa y su uso por el alto clero, los movimientos de PAZ DE DIOS y TREGUA DE DIOS, propiciados por los eclesiásticos surgen en Francia del sur, desde comienzos del siglo XI La formación de los primeros estados de la Europa central: Serbia, Croacia, Hungría y Polonia. PORTELA, 98: Sabemos muy poco de los eslavos, de sus orígenes y de su expansión por la Europa central y oriental […], el significado mismo del término eslavo […] que se habrían aplicado a sí mismos para diferenciarse de otros pueblos cuya lengua les resultaba ininteligible. Su expansión por el sur y el oeste de Europa, se parece más a la ocupación de un espacio vacío por la migración de los germanos […] A comienzos del siglo VI, habían alcanzado el Báltico y las orillas del Elba, y penetraban en la península de los Balcanes, llegando hasta la propia Grecia. […] Los primeros estados eslavos tardaron en aparecer, sin duda por la falta de cohesión de los distintos grupos tribales. Entre los primeros en organizarse estuvieron los croatas […]. Convertidos al cristianismo latino, tuvieron su momento de máximo apogeo a principios del siglo X. Serbia LADERO, 362: Reino croata: Integrado en la cristiandad latina […]. Bajo Dregislav (969995) vivieron una época de apogeo político pero, en torno al año 1000, la costa dálmata era ocupada por Venecia, el resto de Croacia entraba en dependencia directa de Bizancio, tras las victorias militares del emperador Basilio sobre los búlgaros. La restauración de la independencia no se produjo hasta la época de Kressimir IV (1058-1074) Hungría PORTELA, 97:Pueblo de origen turco-finés, se establecieron en la llanura de Panonia […] empujados por los pechenegos, Panonia estaba semi-despoblada tras la destrucción de los ávaros por Carlomagno […] HISTORIA 16, 254: La tradición fija en el 896 la fecha en que las sietes tribus húngaras unificadas por ARPAD cruzaron los Cárpatos. Durante medio siglo y con su caballería extraordinariamente móvil, los magiares organizaron profundas incursiones en Occidente con una periodicidad casi anual […]. Desde 950 los alemanes lograron una defensa más eficaz […] finalmente, Otón I aplastaba a la caballería magiar en Lechfeld (955), delante de los muros de Augsburgo […] fue el fin de las incursiones magiares en Occidente, a continuación se inicio el proceso de sedentarización y cristianización de los magiares. LADERO, 362: La sedentarización fue unida al auge de la realeza, atribuida al linaje de Arpad, que regía la tribu magyar e intentó extender su dominio a las restantes, apelando ya al establecimiento de relaciones vasalláticas con sus jefes […] cristianización obra de misioneros bávaros, checos, en menor medida, de bizantinos y búlgaros. En 996, Vajk recibía el bautismo en Colonia, ante Otón III, tomando el nombre de ESTEBAN (997-1038), casó con una princesa bávara, hermana del futuro emperador, Enrique II. Dos años más tarde, el papa Silvestre II le envió la corona real. Esteban fue el gran organizador del reino húngaro: buenas relaciones con el Imperio y con la Iglesia, en 1001 entregaba simbólicamente su país a la Santa Sede y solicitaba la organización de una Iglesia húngara Polonia PORTELA, 98: Hasta el 850, el país estaba fragmentado en diversos grupos tribales de los que descataban los VILANOS, situados en torno a Croacia, y los POLANOS en torno a Gnizno. Un siglo más tarde, los polanos dirigidos por un príncipe de la dinastía Piats, estaban unificando el territorio. Bajo Mieszko I (960-992) se produjo la unificación de Polonia, que se extendía del Oder al Vístula. La amenaza de absorción por el Imperio de los otónidas se evitó mediante la cristianización y la aproximación al papado, de quien Mieszko se declaró vasallo. Su obra fue continuada por su hijo Boleslao (992-1025), quien incorporó al Estado polaco Bohemia (1003), Eslovaquia y Moravia (21004-1007). Los orígenes del principado de Kiev PORTELA, 96: Peor conocida […] es la expansión de los suecos o varegos por las estepas rusas, siguiendo las rutas del Volga-mar Caspio, y del Vístula-Dnieper-mar Negro. Las inscripciones rúnicas encontradas en Suecia, el hallazgo de monedas califales, los enterramientos excavados en algunas partes de Rusia hablan de la presencia de los suecos […]. Lo difícil es conocer el papel que jugaron en el nacimiento de algunos principados eslavos, como los de Kiev o Novgorod […]. Su expansión fue contemporánea de los daneses, entre 840 y 860 entraron en contacto con los bizantinos y musulmanes […] los varegos (rus, svei) comerciaron activamente con los bizantinos, musulmanes y turcos […], también fueron guerreros profesionales al servicio de los príncipes eslavos, probablemente, alguno se hizo con el poder, dando lugar a principados como los de Novgorod, Kiev, Staraya Ladoga. PORTELA, 99: Los eslavos orientales tuvieron una evolución algo diferente […] de una organización de tipo clánico pasaron a federaciones de tribus y a la aparición de pequeños principados en torno a castillos o puntos fortificados, llamados gorod (plural: goroda). Se trataba al parecer de verdaderos núcleos preurbanos, poblados por soldados y comerciantes […]. LA UNIFICACIÓN DEL TERRITORIO: dos teorías: TESIS NORMANDISTAS = defendida por la mayoría de los historiadores occidentales, fueron los varegos quienes llevaron a cabo tal unificación, junto a los argumentos filológicos y arqueológicos, esta teoría se fundamenta en la antigua CRÓNICA DE LOS TIEMPOS PASADOS, redactada a principios del siglo XII por Néstor, un monje de Kiev = los eslavos, para poner fin a sus conflictos internos, llamaron a los rus, cuyo jefe Rurik creó un khanato con capital en Novgorod. Su rey Oleg se apoderó de Kiev en torno al 880, unificando más tarde todo el territorio […] . HISTORIADORES RUSOS = crítica demoledora de la Crónica de Néstor, […] minimizado la importancia de los varegos en le proceso de formación del estado de Kiev y de la unificación de Rusia […]. Actualmente tienen más aceptación las tesis normandistas […] PORTELA, 99: Los primeros contactos con Bizancio fueron de carácter comercial y diplomático […]. A principios del X, Kiev controlaba ya las bocas del Dniéper y la península de Crimea. Los rusos […] intentaron apoderarse de Constantinopla, a la que llegaron a sitiar en dos ocasiones. El tratado de 944 puso fin a las hostilidades […] la relaciones con los emperadores bizantinos fueron buenas, prestaron importantes servicios a los bizantinos, indirectamente, como los triunfos sobre búlgaros y jázaros […] Vladimiro (988-1015), sancionó la política pro-bizantina mediante su conversión al cristianismo y su matrimonio con una hermana del emperador Basilio II […], entrando, Rusia, en el ámbito espiritual de la Iglesia de Constatinopla y de la cultura greco-latina […] Los países nórdicos: Noruega, Dinamarca y Suecia HISTORIA 16, 254-255: Desde el 700 se había intentado evangelizar Dinamarca […] un siglo más tarde el rey Godofredo construía un muro (danevirke) para protegerse de los francos conquistadores de sajonia […], mercaderes frisones, tenían establecimiento en torno al lago Malar […] LADERO, 360: A partir de 930, cesa aparentemente la expansión escandinava. Los tres pueblos nórdicos experimentaron una consolidación de las altas clases sociales y del régimen monárquico, a la par que se cristianizan las estirpes reales […] SESMA, 474: El espacio escandinavo constituía, a mediados del siglo XI, un conjunto de territorios poco poblados […] que vivían bajo formas de comunidades de aldea en las que los vínculos de parentesco seguían siendo muy fuertes. La jerarquía social reconocía la hegemonía de “parientes mayores” que, desde comienzos del XII, fueron acomodándose a las pirámides feudovasalláticas, a la vez que los grupos más débiles de sus parentelas entraban en dependencia […]. Mundo sin ciudades, a excepción de unos cuantos puertos, cuya animación aumento con la presencia de los comerciantes alemanes en el Báltico […] Noruega HISTORIA 16, 254-255: Los normandos noruegos fueron los más madrugadores en sus incursiones […]. Al saqueo de algunos monasterios ingleses (finales s. VIII), siguieron, a partir de 809, siguieron depredaciones sistemáticas sobre Irlanda, donde llegaron a establecer un reino, que se mantendría hasta el año 1000 […]. Sobre el continente, los noruegos atacaron Nantes (843), las costas astures y galáicas, Lisboa y Sevilla. Las mayores hazañas, las acometieron en la ruta vikinga del oeste […] Islandia (825), Islandia (865), Groenlandia (895) alcanzada por Erik el Rojo. Años después llegarían a América del Norte LADERO, 360: En Noruega, Harald intenta la unificación, que no se logrará hasta el siglo siguiente, por obra de Olaf Tryggvason (995-1000) y Olaf Haraldson (1016-1030) […] en lucha contra los señores del norte del país. Suecia LADERO, 360: […] la fundación de ciudades, la expansión de la economía monetaria favorecieron el intento monárquico de Olaf Eriksson, en Suecia a comienzos del XI, el fracaso mantuvo al país mantuvo una organización política aristocrática, aunque cristianizada, hasta fines del s. XII. Dinamarca LADERO, 360: El proceso monárquico fue más sólido, obra de la dinastía Jelling […] Harald “diente azul” (940-985) bautizado en 965, Svend “el de la barba partida” (985-1014), dispusieron ya de un ejército profesional que hacia el año 1000 ha alcanzado la plena madurez sin perder el espíritu vikingo, lo que explica los éxitos espectaculares de su sucesor Canuto el Grande (1014-1035). La expansión danesa en Inglaterra. Canuto el Grande (1016-1035) HISTORIA 16, 254-255: Los daneses se dirigieron a Francia e Inglaterra […]. La conquista de Inglaterra se inició a partir del 865 con la ocupación de Anglia Oriental y Northumbria , seguida de Mercia […]. La resistencia anglosajona fue dirigida por el rey de Wessex , ALFREDO EL GRANDE […]. A su muerte el reino de Wessex ocupaba el suroeste, mientras que los daneses PORTELA, 95: en la parte oriental crearon una serie de “Estados” conocidos globalmente como Danelaw […]. Se ha especulado sobre las causas de la detención de las incursiones normandas: cansancio, cambios sociales y económicos, la misma cristianización o un mayor control de las monarquías sobre los jefes y caudillos que habían organizado las primeras oleadas […] Los nuevos ataques se iban a centrar ahora, por parte danesa, contra Inglaterra, que sería conquistada en su totalidad entre 1014 y 1016 por CANUTO EL GRANDE […]. HISTORIA 16, 254-255: Los daneses sobre FRANCIA: Detenidos ante París por el duque Eudes (884), poco después se llegó a un acuerdo […] Carlos el Simple otorgó al caudillo danés Rollón convertido al Cristianismo el territorio sobre el Canal de la Marcha que recibiría el nombre de Normandía […]. SESMA, 473: Desde 980, los daneses volvieron a intentar el control del mar y de las tierras nórdicas, a lo que, en Inglaterra, trató de oponerse Ethelredo II (978-1016), sin conseguirlo; el rey se alió, por vía matrimonial con la casa ducal de Normandía, en un intento de detener a los daneses, que asaltaron Londres en 994. LADERO, 361: La matanza de daneses establecidos en la isla en 1002, causó la intervención de Svend, que conquistó el reino inglés en 1013. Su hijo, Canuto el Grande, consolidó la conquista en 1016 y unió las coronas de Inglaterra y Dinamarca, además de dominar, desde 1026, una parte de Noruega y ejercer incluso cierto protectorado sobre Suecia, lo que le permitió intitularse imperator y rey de los cinco reinos Inglaterra recuperó su dinastía indígena en la persona de Eduardo el confesor, hijo de Ethelredo, que vivía refugiado en Normandía […] Canuto fomentó la fusión entre ingleses y daneses, promovió una administración eficaz, con “jarls” escandinavos y anglodaneses que componían el gran consejo del rey. La actividad económica mejoró, hubo un cierto desarrollo urbano […]. El campesinado libre aumentó […] Los estados cristianos y musulmanes de la Península Ibérica. LADERO, 364: Ramiro II (931-950), fue el último rey leonés capaz de hacer frente al poder militar del califato, logro alguna victoria importante (Simancas, 939), ocupó Salamanca, al otro extremo del Duero, al mismo tiempo, el conde de Castilla, Fernán González (920-970) fortificaba Sepúlveda […] tras la muerte de Ramiro II la crisis interna de León aumenta, Fernán González logra hacer hereditario el condado castellano, hay diversos candidatos al trono leonés, se producen intervenciones castellanas, navarras y cordobesas a partir de Ordoño III (951-956) y Sancho I (956-966) […] Almanzor, atacará sistemáticamente las zonas cristianas hasta su muerte en 1002 […] Tras las muerte de abd al Malik, hijo y sucesor de Almanzor en la jefatura militar, el Califato cordobés se desintegra, en 1031 oficialmente deja de existir, apareciendo, en su lugar, los reinos de taifas, de muy diverso tamaño y poder […]. Los hispanocristianos no estuvieron en condiciones de aprovechar la situación hasta mediados de siglo […]. El gran beneficiado fue el reino de Navarra, bajo Sancho Garcés III (Sancho el Mayor), que incorporó los condados de Sobrarbe, Ribagorza y Aragón; consiguió el condado de Castilla por herencia, conquistó parte del reino del León en los últimos años de su reinado, tras la muerte de Alfonso V, con cuya hija Sancha estaba casado Fernando, hijo del rey navarro y su heredero en Castilla. -LADERO QUESADA, M.A.: Historia Universal. Edad Media. Barcelona, Vicens Vivens, 1987 (1ª ed.), 1992 (2ª ed.), 1997 (3ª reim.), págs: 351-364. -CLARAMUNT, S.; PORTELA, E.; GONZÁLEZ, M. y MITRE, E.: Historia de la Edad Media. Barcelona, Ariel, 1992 (1ª ed.), 1995 (2ª ed.), 1997 (1ª reimp.), págs: 113-120. -GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, J.A. y VALDEÓN BARUQUE, J.: Manual de Historia Universal. Edad Media. Madrid, Nájera, 1987, págs: 244-249. -MITRE, E.; GARCÍA MORENO, L.A.; LADERO, M.A.; GONZÁLEZ, E.; SARASA, E. y BELTRÁN, F.: Manual de Historia Universal, 3. Alta Edad Media. Madrid, Historia 16, 1994., págs: 258-265. -GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, J.A. y SESMA MUÑOZ, J. A.: Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa. Madrid. Alianza, 1997. 1999 (1ª reimp.) Tema 15 La expansion economica. Transformaciones en el medio rural y urbano. El 1 renacimiento cultural.Expansión demográfica. Causas y consecuencias. Guía: Desde finales del s. X se fue produciendo un aumento demográfico en Europa que culminará en el s. XII. Aunque las fuentes documentales están dispersas y varían en sus aportaciones de unos lugares a otros, disponemos, no obstante, para el periodo que estudiamos de mayores datos que para años anteriores, lo que nos permite constatar el aumento demográfico que experimentó Europa, en términos generales y, de una manera especial, conocemos la situación inglesa, debido al valioso inventario Domesday Book, donde se recogen las propiedades del rey Guillermo el Conquistador y sus nobles normandos en 1086. Claramunt (138-39): La expansión demográfica se inició en el s. X, aunque llegó a ser claramente significativa en el s. XI. Este gran aumento de la población debe ser valorado, por un lado, como causa y, por otro, como consecuencia del desarrollo económico, ya que la mayor abundancia de mano de obra permitió una mejor división del trabajo: el comienzo de roturaciones en el sector agrario, a la vez que las actividades mercantiles y manufactureras. Todo ello, obviamente, trajo aparejado un incremento de la demanda. Contamos con fuentes documentales, literarias y, sobre todo arqueológicas; estas últimas nos han aportado abundante información sobre la esperanza de vida, la enfermedades, etc., a través del estudio de los esqueletos. En cuanto a la información suministrada por los inventarios o polípticos, el más importante es el Domesday Book, en donde aparece una relación de las propiedades del rey Guillermo el Conquistador y sus nobles normandos en 1086. Esta fuente permite establecer aproximadamente la población de Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XI, en un millón cien mil habitantes; en 1347 era de 3.700.000. Igual aumento tuvo lugar en el continente europeo; J.C. Rusell calcula en un 40% el incremento de la población entre 950 y 1347. De todas maneras, hemos de tener en cuenta que la fuerte natalidad fue siempre acompañada de una fuerte natalidad. El crecimiento de la población fue distinto en las diversas regiones europeas; es probable que en el sur y en las áreas más pobladas, la población haya crecido con gran lentitud; en el norte, en cambio, el aumento fue más rápido. En la Europa central y nórdica, así como en la Italia septentrional, se constata un crecimiento en tres fases: la más veloz se produjo entre 1150 y 1300 […] El crecimiento de la población permitió diversos movimientos expansivos en la época: el Drang nach Osten; la conquista en la península ibérica; la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, etc. Ladero (383-85): […] Posiblemente una primera oleada de crecimiento, en los siglos IX y X, habría afectado a las áreas mediterráneas, pero desde el s. XI el más intenso se produjo, sin duda, en las de Europa atlántica […] Aunque apenas hubo epidemias o hambres de gran alcance, sobre todo en el s. XIII, la tasa de mortalidad se mantendría en torno al 40 por mil, o al 70 si se incluye la infantil […] El auge del celibato voluntario por motivos religiosos y de situación económica, dificultaba todavía más el crecimiento, así como la frecuencia de matrimonios tardíos […] La esperanza de vida […] continuaba siendo baja. los que superaban la barrera de los veinte años, podían contemplar su futuro vital con mayor tranquilidad hasta la llegada de la senectud, hacia los 60 años. […] mujeres, en éstas la mortalidad durante la juventud y edad adulta era mayor. A finales del s. XIII el crecimiento poblacional toca a su término. En muchas partes de Europa atlántica y acaso en Italia había fenómenos de superpoblación debido a la imposibilidad de aumentar las áreas cultivadas o la producción, lo que se traducía en excesiva en excesiva fragmentación de las unidades de explotación, aumento de los precios cerealistas, desempleo y pobreza o escasa capacidad de demanda y consumo en amplios sectores sociales […] Factores de la expansión agraria: instrumentos, técnicas de cultivo y fuentes de energía. La minería. – Roturaciones y colonización II. Guía: El aumento de la población fue debido a la introducción de nuevas técnicas de cultivo de los campos que permitió obtener una mayor producción. Al mismo tiempo, la disponibilidad de mano de obra facilitó una mejor división del trabajo. Todo ello trajo consigo un desarrollo económico de cierta importancia. Entre los progresos que se producen en la Plena Edad Media hay que citar en primer lugar, a los que se originan en la agricultura. La expansión agraria que ahora se realiza estuvo motivada por múltiples causas entre las que cabe mencionar el clima tan beneficioso del que disfrutó Europa entre los siglos XI al XIII; las mejoras técnicas que se aplicaron; el perfeccionamiento del utillaje, etc... Se incrementó el uso del hierro, permitiendo el herraje de los animales y la fabricación de nuevos arados que suponen una mejora sustancial respecto a épocas pasadas. El nuevo arado de ruedas y vertedera era imprescindible para suelos pesados y profundos. Asimismo comenzó a utilizarse, como animal de fuerza el asno y, de manera especial, el caballo, debido a su mayor resistencia y rapidez. Pero este proceso fue muy lento hasta el siglo XIII, de tal forma que el buey continuó siendo el animal de labranza por excelencia. También mejoro el sistema de tiro de los animales, siendo sustituido el tradicional yugo de cruz de los bueyes sujeto a los cuernos. A partir del s. XIII se difundió el yugo frontal. Y, respecto al caballo, se sustituyo el atalaje rumano por el collar rígido de espadilla. Gran importancia tuvo la explotación de las fuentes de energía natural. Después del siglo XI se generalizó el molino de agua, pero su posesión estaba en manos de una minoría por su elevado coste de fabricación y por el hecho de que la mayor parte de los cursos de agua fueran propiedad señorial. También se introdujo el uso del molino de viento, traído desde el Próximo Oriente por los árabes. Junto al hierro, la madera y la piedra constituían los tres materiales básicos para todo trabajo humano. La madera se utilizaba tanto como combustible como material de construcción. A partir del s. XI, la utilización de la piedra como material de construcción se generalizó, por lo que la extracción de piedra fue una de las actividades mineras más importantes de la Edad Media. El uso del hierro, se generalizó en sustitución del bronce y se utilizó para la fabricación de rejas de arado, guadañas y hoces y otros aperos de labranza. El trabajo alemán era muy apreciado. También se explotaron minas en tros lugares de Europa. Otra importante innovación fue la rotación trienal, frente al cultivo de año y vez. Con este sistema de cultivo, que dejaba una hoja de tierra en barbecho se lograba que la tierra se recuperase, a falta de abonos; mientras que se cultivaban las otras dos hojas en que se había dividido el campo → Ladero (390): La alternancia entre períodos de cultivo y de descanso más frecuente […] era la llamada rotación bienal o de año y vez: la tierra se sembraba un año y se dejaba en barbecho al siguiente, de modo que producía una cosecha cada dos años. En zonas de la Europa atlántica y central se consiguió pasar a un régimen de rotación trienal, mediante la combinación de cereales de invierno, de primavera y leguminosas, de manera que el terrazgo se dividía en tres pagos, sólo uno de ellos estaba inculto en cada momento, y se obtenían dos cosechas cada tres años. Hay que destacar un amplio movimiento roturador, que se produjo a lo largo de la Edad Media, motivado por el fuerte crecimiento demográfico producido desde el s. X. La roturación modificó profundamente la naturaleza y el paisaje europeo. Desecación y puesta en cultivo de zonas pantanosas, como las tierras próxima al Elba, los litorales flamencos (polders) e ingleses (fens). Se colonizaron espacios incultos y se organizaron las masas boscosas del norte de Francia y de la cuenca de Londres. La roturación, no obstante, provocó importantes alteraciones en el equilibrio natural, produciendo cambios en el paisaje agrario, tanto en su organización como en lo referente a los topos de poblamiento rural. En este proceso intervinieron tanto los señores como los campesinos, algunos de los cuales no sólo trabajaron proporcionando mano de obra, sino también actuando como auténticos pioneros. → Ladero (392-393):La parte más visible y duradera de la revolución agrícola fue la creación de nuevos terrazgos […] En la Europa mediterránea los cultivos progresaron desde las vegas y fondos de valle fértiles por las vertientes (cultivos en terrazas y muros de contención contra la erosión) […] En la Europa atlántica y central, se produjo la roturación de islotes en el bosque y la extensión de cada espacio rural cultivado, en torno a los núcleos de población. Cuando la ampliación de los viejos terrazgos fue insuficiente, se pasó a la creación de otros, con la subsiguiente aparición de nuevos núcleos de población. Los principales productos agrícolas eran los cereales: trigo, centeno, cebada y avena; leguminosas: guisantes, judías, habas, garbanzos, lentejas o algarrobas para el ganado. También se cultivaban en las huertas: ajos, cebollas, zanahorias, alcachofas, puerros, coles, rábanos y nabos; verduras y hortalizas. En algunos lugares se cultivaban plantas textiles y tintóreas. El cultivo de la vid conoció una gran difusión en toda Europa occidental. Ladero (389): Los cereales eran el producto principal y la base de la alimentación […] cambios técnicos que favorecieron a las regiones atlánticas y centroeuropeas […] arado de vertedera […] está vinculado a las mejoras en el aprovechamiento de la energía animal, a la sustitución parcial de buey por el caballo, y a la introducción de nuevos regímenes de roturación de los cultivos […] se contaba con pocos medios para mantener y aumentar la productividad de la tierras […] lo más efectivo era alternar de períodos de utilización de la tierra con otros de descanso y la alternancia de cultivos […] siembra de cereales en invierno y primavera, introduciendo siembras intermedias de leguminosas que nitrogenaban el suelo […] Claramunt (139-: Durante los siglos XI y XIII se produjeron importantes cambios en el ámbito rural europeo. Inmensas masas boscosas fueron desforestadas, surgieron nuevas tierras de cultivo y se configuró un nuevo paisaje agrícola, con nuevas aldeas y núcleos de población, al tiempo que se instauraron las estructuras políticas y sociales que constituyeron el feudalismo y se difundían los adelantos técnicos. No podemos hablar de una revolución tecnológica, pero sí constatamos una serie de innovaciones que merecen ser destacadas, como el equipamiento mulinario, en el que sobresale el molino de agua, conocido desde la Antigüedad, pero que evolucionó en las primeras centurias del Medioevo, hasta alcanzar un período de máxima difusión, en el siglo XI. Los antiguos molinos a mano fueron abandonados por imposición de los señores, quienes eran los propietarios de los nuevos molinos, y en ejercicio de su poder jurisdiccional obligaron a utilizar los nuevos. Donde no había suficientes cursos de agua se utilizaron los molinos de viento. El desarrollo de la fuera hidráulica y de la eólica liberaron una gran cantidad de mano de fuerza de trabajo que se pudo dedicar a otras labores agrícolas. Los molinos sirvieron para movilizar una primera industria metalúrgica y textil. En trabajo en el campo se hizo más eficaz al generalizarse el uso del arado pesado o de ruedas (carruca o charrúa), que permitió la roturación de amplias zonas forestales y la conquista de terrenos arcillosos. El arado de ruedas movía la tierra, gracias a su reja metálica disimétrica, y realizaba una verdadera excavación. Las nuevas formas de tiro, la roturación trienal y la alternancia de cultivos completaron la llamada revolución técnica de Medievo. Ladero (386-388): El crecimiento económico de los siglos X al XIII significó un claro progreso, porque la masa de bienes disponibles aumentó todavía más que la población […] La energía necesaria continuó siendo proporcionada por los hombres y animales, principalmente […] hubo avances muy notables en el aprovechamiento de la energía animal […] Acaso la más importante fue la adopción del arnés de nuevo tipo o collarón rígido para los caballos, de origen centroasiático, conocido en la Europa del siglo IX y extendido en la época que nos ocupa […] un aprovechamiento mucho mejor de la fuerza de tracción del animal […] La generalización de la herradura metálica para proteger los cascos […] Respecto a los bueyes, la innovación más importante fue el yugo frontal rígido en el s. XIII […] Hay que añadir la generalización del atelaje o aparejo en hilera para tracción de la carreta, el estribo y el freno bucal […] Molinos : el de agua era conocido desde antiguo, pero su uso frecuente para actividades diversas es propio de la época […] molinos cerveceros, desde mediados del s. IX, batanes para tundir paños […] forjas o martinetes movidos por energía hidráulica desde finales del XII […] el telar movido a pedal se conocía desde finales del XII y el torno de hilar comenzó a utilizarse en 1280 […] el empleo de los materiales básicos para el trabajo humano: la madera, la piedra y el hierro. La madera utilizada como combustible y como material de construcción acabó limitando los recursos forestales de la Europa atlántica y central […] la desforestación (serrerías y aumentos de las tierras cultivables) provocó legislación sobre el tema a partir del s. XIII: protección de especies, limitación de entrada en los bosques […] el mayor empleo de la piedra o el hierro va a ser considerado como indicadores del avance técnico y económico […] la piedra aumento su consumo a partir del s. XI […] la extracción de piedra, fue con mucho la actividad minera más importante de la Edad Media, aunque las técnicas no evolucionaron mucho […] Respecto al hierro, aunque todavía escaso y caro, se utilizó más que en épocas anteriores […] el tratamiento del mineral era pesadísimo y desforestador […] Los progresos de la técnica minera, especialmente en Alemania, daría sus frutos en los siglos siguientes ( minas de plata y cobre en Harz desde 968 y las de plata de Freiberg desde 1136) […] III.- El desarrollo urbano en los siglos XI al XIII. Ruptura o continuidad con el pasado romano. Guía: Paralelo al desarrollo en las zonas rurales se ponía en marcha el renacimiento urbano. Antiguas ciudades romanas perviven y ahora crecen: Pavía, París, Tréveris, ... o bien se crean nuevas: Gante, Venecia... motivadas por factores diversos. Lo cierto es que la ciudad se convierte en el eje y centro de toda la actividad económica de Europa occidental, en la cual se va a desarrollar una importante actividad artesanal. Las ciudades fueron creciendo en extensión y eso quedo reflejado a través del estudio de las fortificaciones. No fue un proceso homogéneo, sino que tuvo sus diversidades regionales. Los primeros pasos del renacimiento urbano se dieron en Italia, la vida urbana se extendió por el valle del Rin, Lorena, Países Bajos y el norte de Francia. Con posterioridad, se constituían núcleos urbanos de importancia en Inglaterra, centro de Francia y el valle del Danubio. Claramunt (139-40): Mientras el campo sufría las transformaciones técnicas y de producción, se desarrollaba un largo proceso de urbanización de parte de la población, entre el siglo X y el XIV. Como afirma Braudel, hay que contemplar las ciudades como un elemento revolucionario, un factor esencial para la dinamización del sistema y, por lo tanto, para su continuidad. ¿Hemos de hablar de nacimiento, de renaudación o de simple continuidad del hecho urbano? […] Henri Pirenne sostenía que es imposible dudar que el origen de las ciudades se vincula directamente, como el efecto a su causa, al renacimiento comercial […] para Pirenne, las conquistas musulmanas que hicieron del Mediterráneo un lago islámico pusieron fin al gran comercio entre Oriente y Occidente. Este hecho, provocó a partir del s. VIII, la decadencia total de las ciudades occidentales que habían sobrevivido en el período merovingio; las invasiones normandas del siglo IX supusieron una ruptura todavía más brutal para la vida urbana. El renacimiento de las ciudades, en el s. XI, está, pues, ligado únicamente al auge del gran comercio → la tesis de Pirenne resultó válida para algunas áreas de Europa y, además, con ciertas reservas, ya que las diferencias regionales, incluso locales, fueron muy amplias. […] sin negar la importancia del factor comercial, hay que admitir que las ciudades medievales tienen orígenes diversos, ya que, a la vez que antiguas ciudades romanas, mantenían ininterrumpidamente una cierta actividad comercial e industrial (Pavía, Tréveris, París), que se reanimó a partir del s. XI; otras fueron de nueva creación, nacidas cerca de un monarterio (Malinas, Saint-Omer) o de un castillo (Gante), y aun en un medio hostil, apto para servir de refugio (Venecia), etc. […] E. Ennen distingue tres grandes áreas geográficas en las que el grado de influencia del pasado urbano romano es diferente: una Europa del norte y del este, de pobre o nula presencia romana, en donde las nacientes ciudades son muchas veces prolongaciones de las comunidades primitivas, los wik nórdicos o los gorods eslavos; en segundo lugar, una Europa del oeste, con una relativa presencia romana, en la que centró su atención Pirenne. En tercer término, la Europa mediterránea, en donde la antigua red romana, muy densa, se mantuvo, si bien, en algunos casos, extremadamente degradada. Las ciudades medievales surgen, crecen, se transforman, no sólo por obra del comercio, sino también de resultas de otros factores, como en los siguientes casos: 1) centros de la administración eclesiástica o laica (León, Barcelona, Londres, Tolouse); 2) centros de población rural que evolucionan hacia formas económicas más avanzadas, muchas veces ocupando la difusa frontera entre el mundo rural y el urbano; 3) asentamientos realizados por razones defensivas, en un mundo primordialmente violento; 4) ciudades situadas en el campo de expensión política occidental, muchas veces viejas ciudades en manos de otra civilización (Toledo, Córdoba); 5) ciudades que surgen o se desarrollan al calor de las peregrinaciones. El crecimiento urbano en las ciudades fue desigual, la mayoría no pasaron de ser centros económicos principales en un medio rural; otras, en cambio, se convirtieron en centros políticos de cierta importancia, incluso en capitales de reinos o Estados de considerable entidad. El origen y función de cada ciudad medieval se refleja generalmente en sus planos. Encontramos desde ciudades lineales, extendidas a lo largo de un camino o una calzada; ciudades cruciales, con dos calles que a modo de ejes se cruzan ortogonalmente; ciudades nucleares o binucleares, en torno al castillo, la catedral o la abadía; ciudades acrópolis; o ciudades regulares de nueva creación, tipo bastida, con un callejero en cuadrícula. En cuanto al sistema urbanístico, uno de los aspectos esenciales del urbanismo medieval es la formación de ciudades de planta circular, en donde todas las líneas convergen hacia un centro en que se encuentra el elemento integrador de la ciudad romana, pasando por una iglesia o, aun, una fuente. Este plano concéntrico se opone al ortogonal, propio del urbanismo muy difundido en la Europa meridional. – Artesanos y oficios Guía: Uno de los aspectos más notables de la vida urbana fue el desarrollo de las actividades artesanales. Artesanos y comerciantes, establecidos en las ciudades, se asocian constituyendo corporaciones de oficios. Las primeras corporaciones profesionales se documentan en Francia del norte. Una vez constituidas las asociaciones se elaboraban unos estatutos que debían ser jurados por todos los miembros del oficio. Con ellos trataban de defender sus intereses al tiempo que vigilaban la calidad de los productos acabados, y controlaban todo cuanto se producían en sus respectivos oficios. La comunidad de oficio estaba dirigida por los jurados o síndicos. En el interior de cada oficio había tres escalones diferentes: maestros, oficiales y aprendices. El maestro era quien, realmente, dirigía la organización corporativa, convirtiéndose es una especie de casta cerrada. IV. La renovación comercial. Guía: El crecimiento demográfico y el desarrollo urbano contribuyeron al renacimiento del comercio. Las ciudades se habían convertido en centros consumidores de productos agrícolas y, al mismo tiempo, ellas iban a abastecer a las áreas rurales de productos manufacturados. Por este motivo, toda Europa se va a poner en comunicación a través de un activo comercio. Europa establece relaciones comerciales con el Imperio bizantino y con los musulmanes, abriendo nuevas rutas comerciales o continuando e impulsando otras ya existentes. Surge así un comercio de larga distancia que va a poner en relación con Occidente con el Extremo Oriente. - Mejora del transporte y de las comunicaciones. Guía: Los progresos en la agricultura contribuyeron a la producción de excedentes lo que permitió la comercialización de los mismos. Para el transporte en distancias cortas se utilizaban caballos, mulas y asnos; mientras que los desplazamientos más largos se realizaban en carros. No obstante el transporte terrestre contó con muchas limitaciones. Tuvo mayor importancia el transporte fluvial, a pesar de los peajes que debían pagar, y el tráfico por mar, el cual ofrecía una vía más fácil, aunque con el problema de los naufragios y de la piratería. En el interior, el comercio por tierra seguía utilizando, a pesar de su deterioro las antiguas vías romanas, procediéndose, asimismo, a la construcción de puentes. Pero fueron los ríos el principal vehículo de comunicación del comercio medieval. Muchas ciudades deben su crecimiento al hecho de estar situadas en las proximidades del curso de un río. Por otra parte, el mar como vía de comercio presentaba muchos peligros. El navío típico del Mediterráneo era la galera. En el mar del Norte se utilizaba la coca. Claramunt (141): La revolución comercial desarrolló una nueva red de caminos acorde con los criterios mercantiles, muchas veces opuestos al concepto meramente militar de las vías romanas. Se abandonó el empedrado de las calzadas antiguas en favor de las nuevas vías de tierra apisonada, que unían los centros comerciales de principal categoría. La velocidad media en terreno llano rozaba los 40 Km diarios, pero en terrenos accidentados bajaba considerablemente. Si a estas dificultades naturales añadimos las continuas aduanas señoriales o urbanas, las guerras locales, los bandidos y las inundaciones, la actividad comercial entrañaba un grave peligro, a veces mitigado por ir las caravanas armadas o por transitar por caminos bien vigilados […] el comercio terrestre era lento y tenía que hacerse con prudencia, todo lo contrario del marítimo, que requería una mayor audacia y el aprovechamiento de los vientos favorables, para alcanzar velocidades mucho más altas. El transporte marítimo era mucho más económico, gracias a la utilización de brújulas y astrolabios, así como al perfeccionamiento de las construcciones navales, que culminaría con la galera mediterránea, apta para la guerra y el comercio, y adaptable tanto para remos como para vela. – Los progresos en las técnicas comerciales: moneda de oro, el crédito y la banca. Guía: Paralelamente el incremento de la actividad comercial trajo consigo el empleo de técnicas y métodos nuevos, como fue la utilización de la moneda de oro o la letra de cambio. Aparecen ahora los inicios de una actividad específicamente financiera: el crédito, los cambistas y los bancos. Así como se generaliza la utilización de los préstamos. Desde el XI los mercaderes, peregrinos perpetuos, que ocupaban un lugar importante en el conjunto de la sociedad, se asociaron el gildas o hansas para defender sus intereses comunes. No obstante para el desarrollo de diversas empresas mercantiles se crearon diversas asociaciones, como la societas maris o la comanda. Ladero (396-398): El uso cada vez más intenso de la moneda de oro fue otro de los indicadores del crecimiento económico occidental […] Hubo un aumento de los metales disponibles para la acuñación, nuevas minas, saldo favorable del comercio dirigido a Bizancio y el Islam, las parias peninsulares, los beneficios de las primeras cruzadas ... […] Aunque se mantuvo la acuñación de monedas de plata, siguiendo el sistema carolingio, basado en la libra, el sueldo y el dinero […] a mediados del s. XIII, la intensidad y necesidades del comercio generalizaron el retorno a la acuñación de la moneda de oro […] florín, ducado genovés que equivalían a una libra del sistema carolingio […] Claramunt (141): El desarrollo de los métodos comerciales –la moneda y el crédito- fue fundamental para la flexibilización de la revolución comercial, que fue acompañada de una gran variedad de formas asociativas […] Como afirma el profesor Sabatino López, recuperar e capital, reducir el riesgo e incrementar los beneficios eran los problemas fundamentales en cada caso. A ello hay que añadir que las estructuras del comercio marítimo, el terrestre y la banca eran diferentes, como se refleja claramente en los dos contratos típicos del pleno medievo: la comanda y la compañía. La comanda obligaba a un socio capitalista, que no viajaba, y a un comerciante, que no estaba obligado a poner capital, únicamente por la duración de un viaje marítimo de ida y vuelta, repartiéndose los beneficios según lo estipulado en el contrato. La compañía era una sociedad entre parientes o amigos íntimos, que participaban de los beneficios y las pérdidas en proporción a sus aportaciones al capital de la sociedad. Era un contrato típico del comercio terrestre y de la banca, que podía renovarse o no cuando vencía, al cabo de un tiempo preestablecido. – Principales productos del comercio. – Los grandes focos del comercio internacional. – Las ferias de Champagne. – Las grandes corrientes comerciales Guía: Con la expansión mercantil se incrementaron la celebración de las ferias, donde acudían mercaderes procedentes de los lugares más diversos. Solían celebrarse en poblaciones importantes o bien situadas y duraban varias semanas. A veces, los propios reyes o los señores fundaban ferias en sus dominios, como hicieron los condes de Champagne, en cuyas ciudades se celebraban ferias a lo largo de todo el año. Los artículos que en ellas se vendían eran principalmente: paños, seda y especias. Su apogeo lo alcanzaron a finales del siglo XII y en la primera mitad del siglo XIII. Al margen de estas ferias que se celebraban en el interior, se crearon grandes corrientes comerciales que enlazaban las regiones de mayor desarrollo económico por el ámbiuto mediterráneo, por los Países Bajos y por el Báltico. Claramunt (141-142): Una evolución estructural –como la comercial o industrial- suele ser labor de una minoría renovadora, que tiene que contar necesariamente con la disposición receptiva de una gran parte de la población. Sin los nuevos factores demográficos, de producción y de renovación urbana, la consolidación y progresivo desarrollo de los mercaderes hubiesen resultado del todo imposibles. […] la necesidad fue la principal impulsora de la aparición de los primeros mercaderes importantes a lo largo del siglo IX en los puertos italianos no conquistados por los longobardos o los musulmanes, que carentes de una tierra firme suficiente para cubrir sus necesidades, y abandonados de su teórico soberano, el emperador bizantino, tuvieron que lanzarse a comerciar para sobrevivir. Así surgieron los primeros mercaderes de Venecia o Amalfi, que no sólo comerciaban con sus productos naturales –sal, aceite- sino que también intermediaban entre los tres bloques antagónicos del área mediterránea. Lentamente, la fiebre comercial, se fue extendiendo a otros puertos de la península italiana (Pisa, Génova), a los que se sumaron a lo largo del s. XI, los de Provenza, el Languedoc y Cataluña. Pero por diversos motivos políticos –muchas veces, la existencia de aristocracias contrarias a ese modo de vida, o estructuras políticas demasiado rígidas-, Italia, pionera del comercio, conservó e incrementó su primacía económica a lo largo de los tiempos medios. Además del área mediterránea, hubo actividad comercial en el área nórdica, del mar del Norte y de los países escandinavos, que con el tiempo cristalizó en la estructura de la Hansa. El tercer grupo fue el de los judíos, que, en su condición de minoría dispersa entre poblaciones mayoritariamente hostiles, se dedicaron al comercio como casi única salida posible. En los siglos XI y XII, verdadero período de transición de una economía cerrada a una economía plenamente comercializada, los judíos estuvieron siempre en la vanguardia de la actividad mercantil. Claramunt (142): El desarrollo comercial tuvo una desigual difusión, pero en tres siglos transformó el occidente europeo en un mundo totalmente abierto al tráfico. Este cambio no se hubiera podido producir sin la existencia de los mercados locales y de las ferias, de carácter más internacional y de celebración más especiada, verdaderos motores de la revolución comercial, hasta que, en un estadio más avanzado, la apertura de tiendas y mercados cubiertos, y, por último, la aparición de calles enteras ocupadas por mercaderes y artesanos hicieron declinar la importancia de los primeros. De todas maneras, algunas ferias fueron insustituibles por coincidir con coyunturas estacionales o por estar situadas estratégicamente, como las de Champaña, que, próximas a París, no estaban controladas por el rey de Francia, y se encontraban en el cruce de las dos principales vías de comercio (de Flandes a Italia, y de la Península Ibérica al extremo oriental del mar Báltico). Estas grandes ferias se convirtieron, al final de la revolución comercial, en el punto de reunión de los mercaderes más importantes, que discutían los grandes negocios de toda Europa. En cuanto a las grandes áreas mercantiles europeas: la mediterránea, que desde el Imperio bizantino y los puertos de Asia Menor, llegaba hasta el Magreb y la Península Ibérica, teniendo como centro indiscutible a Italia; y la que se extendía desde el norte de Francia e Inglaterra hasta el corazón del mar Báltico, teniendo Flandes como centro de primer orden. Entre ambas grandes áreas, les mercancías pasaban a través de los Alpes y del curso del Ródano, se intercambiaban en lugares estratégicos, como las ferias de Champaña o las ciudades renanas. En el área mediterránea, Venecia, Génova, Constantinopla, Alejandría, Barcelona, Lucca, Pisa, Nápoles, Florencia, Milán, Parma, Marsella, Narbona, Aigües Mortes, Palermo o Túnez, eran centros importantes. En el área nórdica lo eran Brujas, Gantes, Arras, Colonia, Hamburgo, Bremen, Londres, París, Ruán, Lübeck, Magdeburgo, Gdansk, Visby, Bergen, Bovgorod o Settin. En medio de ambas, por Lyon, Estrasburgo, Nuremberg, Basilea, Augsburg, Langres, Bar, Troyes, Provins, Chalon, etc. pasaba el comercio en ambos sentidos. Bibliografía: VALDEÓN: 279-305 LADERO QUESADA. 383-400, 449-479 CLARAMUNT: 138-146 CANTERA, La agricultura en la Edad Media, Madrid, Arco Libros, 1997. Tema 16 La sociedad en la plena edad media . Consolidación del régimen feudal. GARCÍA DE CORTAZAR (p. 204): Entendemos por feudalismo: “una jerarquía de instituciones autónomas, que ejercen en interés propio los poderes del Estado, aprovechando una extrema parcelación del poder público, el desarrollo de los lazos de dependencia de hombre a hombre […] ruptura de centralismos, compartimentación del espacio político, debilitamiento de las autoridades centrales, fortalecimiento de los poderes locales encargados de la defensa a nivel comarcal (p. 209): Un sistema de gobierno que, marginando principios abstractos, aspiraba a reconstruir el Estado sobre la base de las solidaridades voluntarias y privadas. SARASA (p.537): las relaciones entre señores y vasallos en la sociedad rural poco evolucionada; la descentralización de las jurisdicciones, como consecuencia del debilitamiento del poder civil; la aparición de los feudos, que absorben alodios de campesinos libres, y el predicamento ideológico de una sociedad trifuncional. La de los milites que guerrean y defienden al cuerpo social, los bellatores; los oratores o clérigos, que atienden las necesidades espirituales de la sociedad cuya salvación tienen encomendada; y los laboratores, o trabajadores de la tierra, que producen para alimentar y sostener materialmente a los otros dos grupos ociosos económicamente. Pero el feudalilsmo, por encima de todo es, un modo de producción en una sociedad que, con un bajo nivel tecnológico, sólo se permite unidades reducidas de producción agraria en las que la fuerza de trabajo tiene como base la familia campesina. Familia que, si es acomodada, puede poseer pequeñas propiedades trabajadas en común o con ayuda de terceros, y si no lo es el caso termina entregando sus bienes a un señor a cambio de protección y cobertura fiscal, pasando a depender personal y jurídicamente del mismo. […] en las ciudades es la familia menestral y el taller artesano lo que conforma dicha unidad de producción, basada en la fuerza de trabajo familiar con sus aprendices y oficiales correspondientes. Ladero (p. 425): […] lo más característico en la formación y desarrollo de la sociedad feudal es que el poder de la aristocracia produzca una concentración de propiedad de la tierra, la absorción en ella de antiguos predios alodiales, y la reducción del campesinado a diversas formas de usufructo de la misma, que general renta territorial a favor del propietario, acompañadas, en muchos casos, de mermas en su libertad jurídica y de dependencia jurisdiccional hacia el aristócrata, que además de propietario de la tierra se convierte en señor de los campesinos que la cultivan. El concepto de “feudalismo” diferentes interpretaciones. Guía didáctica (p. 75): Pasa una visión superficial pero clarificadora sobre las diferentes interpretaciones del feudalismo: Boutroche = no llega a existir. Marxistas = todas las sociedades fueron feudales en algún momento de su historia, pues una minoría dirigente habría explotado a la mayoría campesina a través de la renta feudal. Los “juristas”: prestan atención a las instituciones jurídico-políticas que establecen el pacto entre hombres libres a través de vínculos y lazos de dependencia, coincidiendo con el fraccionamiento del poder, la debilidad de la autoridad pública y la fragmentación de la propiedad. Para otros, es una forma de gobierno, de organización de la sociedad, de la economía y del Estado. Actualmente, se da una visión global, y se habla de cambio o mutación feudal, en función de los cambios que se producen en las relaciones sociales; mutación que se relaciona con los cambios producidos en el ejercicio del poder (Duby) PORTELA (p. 130): Feudo, feudal, feudalismo. La discusión sobre el sentido de estas palabras está en la base de una larga polémica entre medievalistas […] historiadores de formación jurídica […] elaboraron un modelo de interpretación […]: El señor y el vasallo, los servicios prestados y su correspondencia en la entrega del feudo; la amistad y la fidelidad selladas y expresadas en el conjunto de gestos rituales del homenaje, eran los elementos en presencia […] la articulación progresiva de estos elementos, en la época carolingia y poscarolingia y en el espacio entre el Loira y El Rin → feudalismo clásico, su difusión a otros espacios que, siempre por comparación con el modelo, se califica de plena o semiplena, de temprana o tardía, completaban su explicación que alcanzaba su límite en el tiempo con el fortalecimiento de las monarquías nacionales a finales de la Edad Media. […] marxistas […] feudalismo como la formación social que, fundamentada en el modo de producción feudal, se extendía desde la descomposición de las sociedad esclavista en la época bajoimperial hasta el triunfo del capitalismo posterior a las revoluciones burguesas […] (unos y otros hablaban de cosas distintas, por tanto el entendimiento era imposible. Actualmente se ha vuelto a abrir el debate) sobre las bases de una investigación renovada y llevada a cabo sobre ámbitos espaciales más amplios […] De la vieja polémica queda […] la exigencia del análisis del sistema social como conjunto […] y la exigencia de que ese análisis sea preciso […] En este contexto se abre paso la idea de que, antes del año 1000, está en marcha una transformación profunda de las relaciones sociales y, como consecuencia de ella, de la relación entre la sociedad y el medio natural, que, en los siglos siguientes, se acelera y se extiende por Occidente. Es lo que se ha llamado el cambio o mutación feudal. La mutación feudal (Portela, p. 131): Tiene que ver, tal como señaló Duby, con los cambios operados en el ejercicio del poder. La detención de la guerra expansiva (formación del Imperio Carolingio) y su sustitución por una guerra defensiva ante nuevos invasores, puso al descubierto la debilidad del poder monárquico para continuar dominando a la aristocracia. El ejercicio del poder pasó de los monarcas a los príncipes regionales, primero, a los condes y a los jefes de los castillos después, que tuvieron en sus manos el derecho de mando, la capacidad de administrar justicia, de utilizar en beneficio propio las tierras y las exigencias fiscales. […] los nobles laicos (se vieron obligados a modificar) las relaciones de parentesco […] Antes, esas relaciones se ordenaban de acuerdo con una estructura cognaticia, en virtud de la cual la transmisión hereditaria de los bienes tenía lugar mediante el reparto igual entre los hijos. A partir de ahora, se afirma la tendencia a la ordenación del parentesco de acuerdo con un riguroso criterio agnaticio, que favorece a los varones sobre las mujeres y a los hijos mayores sobre los menores; la aristocracia se ordena en linajes […] la ordenación exigió sacrificios: las mujeres y los segundones […] hubieron de buscar salida por el camino de las dignidades eclesiásticas y de los monasterios. Sarasa (p. 540-541): […] la indefinición o definición de los términos feudales, así como también a las corrientes interpretativas al respecto, desde la negación misma del feudalismo (Boutrouche) hasta la consideración que de todas las sociedades desarrollaron formas feudales en algún momento de su historia […] hasy muchas formas de entender tal fenómeno socioeconómico: la basada en una serie de instituciones jurídico-políticas sobre le fundamento del contrato o pacto entre hombres libres a través de los vínculos y lazos de dependencia correspondientes, coincidiendo con el fraccionamiento del poder y la debilidad de la autoridad pública, así como también con la fragmentación de la propiedad; la que identifica un modelo de sociedad, llamada feudal, que exclusiviza la actividad rural y garantiza la vertebración de las relaciones sociales en torno a señorío; o aquella que comprende el feudalismo como una forma de gobierno, de organización de la sociedad, de la economía y hasta del Estado, en relación con un modo de producción feudal. […] El sistema feudal, con dos componentes: el señorío rural y régimen feudal; entendiendo el primero como la forma de poseer la tierra los señores y de dividir la propiedad entre dominio eminente (el poder del señor sobre la tierra) y dominio útil (derecho real del campesino sometido al anterior); y el segundo (o feudalismo limitado) como un sistema de gobierno entre los hombres, comprendiendo las relaciones de los diversos focos locales del poder señorial y de éstos con la autoridad pública superior (imperial, real, condal, etc.) y creándose una cadena de relaciones, obligaciones y derechos mutuos que soporta la viabillidad del sistema y su fortaleza. […] En el señorío rural se concentra el poder económico de los grandes latifundistas sobre los campesinos que trabajan o habitan sus tierras […] en el régimen feudal se entremezclan la capacidad económica con la legitimidad institucional y política. Mientras que el señorío es una realidad histórica que se encuentra con independencia del poder feudal y de su régimen, dicho régimen feudal se soporta fielmente sobre el señorío explotado por el titular sobre la exacción de la renta campesina. Las instituciones feudovasalláticas. Guía didáctica (p. 75): La vinculación se establece por medio de la cesión de un feudo (beneficio) que el señor entrega a un vasallo, a cambio de la prestación de ciertos servicios y de un juramento de fidelidad. Por tanto, esencial de las instituciones feudovasalláticas son: el vasallaje y el feudo. El vasallo presta homenaje al señor mediante la celebración de una ceremonia: el vasallo coloca las manos entre las de su señor (inmixtio manuum) que constituye el homenaje; luego se procede al juramento de fidelidad sobre los Evangelios o sobre algunas reliquias, a continuación se procede a la investidura por la que el señor entrega al vasallo el derecho real del feudo, haciéndole entrega de una bandera, cetro, anillo, un poco de tierra o rama, como símbolo del beneficio concedido. […] El vasallo ha de prestar también una serie de prestaciones: auxilium y consilium. El señor concede al vasallo un feudo para su manutención. García de Cortazar (p. 209-210): entre los ss. X y XIII […] sistema de gobierno que, marginando principios abstractos, aspiraba a reconstruir el Estado sobre la basa de solidaridades voluntarias y privadas […] se conformaba con unir entre ellos, en una jerarquía, a los miembros de las capas dominantes de la sociedad. El conjunto de lazos personales que ligan unos con otros, raíz del sistema feudal, se apoya sobre una base real: el beneficio, el feudo que el señor entrega a su vasallo a cambio de cierto número de servicios y de un juramento de fidelidad. Desde este momento, feudalismo y régimen señoriales se encuentran y mezclan. Su resultado, la sociedad feudal, fundada sobre una explotación de la tierra, gracias al dominio de la jerarquía –señores y vasallos- sobre los campesinos, desborda el marco del contrato vasallático, para asegurar a cada señor, grande o pequeño, sobre su señorío o su feudo. García de Cortazar (p. 211-12): El elemento de unión entre señor y vasallaje, se establece mediante el homenaje que presta el segundo al primero, convirtiéndose así en hombre de otro hombre. La ceremonia, pagana, continuará siendo la misma a lo largo de los siglos: el vasallo, de rodillas, cabeza cubierta y sin armas, coloca sus manos entre las del señor, que cierra las suyas sobres ellas y se declara su hombre. El señor le levanta y besa la boca. Cristianizado, el rito incluirá el juramento de fidelidad sobre los Evangelios o sobre alguna reliquia. Inmediatamente, como contrapartida a la fre prestada, el señor procede simbólicamente a la investidura del feudo, entregando al vasallo una bandera, cetro, anillo, puñado de tierra o rama, símbolo del beneficio concedido. […] El señor debe a su señor, ante todo, fidelidad […] una serie de prestaciones comprendidas en dos vocablos que se han hecho clásicos: auxilium y consilium […] el primero, incluye de modo esencial la prestada militarmente a caballo […] debía realizarse sin renumeración especial por parte del señor e incluía modalidades distintas según la importancia del feudo […] el vasallo logrará limitar la duración de estas prestaciones, a finales del siglo XI no pasaban de cuarenta días, sin sueldos suplementario […] el auxilium, a veces, era también pecuniario, aunque muy limitado […] El consilium obliga al vasallo a aconsejar a su señor, a requerimiento de éste se presentará en la corte señorial a deliberar con los demás vasallos y a administrar justicia […] auxilium y consilium: el conjunto de ambas series de prestaciones obliga al vasallo a contribuir a la administración, la justicia y el ejército del señor. El vasallo recibe fidelidad, protección militar y judicial […] manutención en casa o más comúnmente, mediante la explotación del feudo concedido. Orígenes. Guía didàctica (p. 76): Con algunos elementos de origen germánico, es durante el periodo carolingio cuando se desarrolla. En la Capitular de Querzy (877): se concede el derecho preferente de los hijos a heredar el feudo, poco a poco se extiende por Europa. Durante los ss. X y XI el proceso se ha generalizado de tal forma que cada hombre tiene un señor. García de Cortazar (p. 210): Los altos funcionarios consideran sus funciones como beneficios transmisibles a sus herederos. La confusión entre autoridad y propiedad avanza con rapidez […] amparados por concesiones cada vez más amplias, de inmunidad, estos funcionarios se convierten en verdaderos señores de sus circunscripciones respectivas […] los grandes propietarios hacen lo mismo. La realeza ha dejado de tener control alguno: la pulverización del poder político se ha consumado […] Desde el reinado de Carlos el Calvo, la evolución se precipitan haciéndose irreversible: su capitular de Quierzy, del año 877, al conceder derecho preferente de sucesión en un feudo a los hijos del tenente, confirmaba una situación de hecho y certificaba la propia incapacidad real para detener el proceso […] Francia, los múltiples poderes nacidos en el solar francés, adoptaron el feudalismo, como forma exclusiva de gobierno […] con el tiempo, a lo largo del s. X y XI, cada hombre llegó a tener un señor […] ya no había súbditos, sino fieles o vasallos del Rey, y vasallos de sus vasallos. La nueva jerarquía feudal sustituía a la vieja estructura estatal: las obligaciones, previamente pactadas de hombre a hombre, a la antigua sumisión pública al Estado. Sarasa (p. 542): el origen más remota hay que buscarlo en los cambios que se dan en la transición de la Antigüedad a la Edad Media: fragmentación del poder tardorromano imperial y de los mecanismos jurídicos-sociales, debilitamiento de las redes de intercambio comercial, de la circulación monetaria → Resultando de todo ello el proceso de ruralización […] y el fortalecimiento de los grandes fundus como centros locales de poder […] tras el paréntesis carolingio, prosperó, en primer lugar, el incremento del dominio territorial de la aristocracia militar y del control de los grandes propietarios y, en segundo, la apropiación del excedente campesino a través de la coerción y la instrumentaciuón jurídica de los hechos consumados en el expolio total o parcial de la renta → (p. 534): el feudalismo representó una respuesta práctica a los problemas surgidos en las relaciones sociales, las estructuras productivas y las dependencias políticas. Pero dicho fenómeno se introdujo lentamente en etapas acompasadas, cuyos resultados no acabaron de completarse hasta el siglo XIII. Evolución y peculiaridades regionales. García de Cortazar (p. 210): La sociedad feudal clásica de limita a los países herederos de las tradiciones de gobierno carolingias: nobleza palatina, grandes poderes confiados a los condes, multiplicación de los lazos de encomendación y vasallaje. Aun dentro de ellos, una serie de circunstancias amplían o reducen la intensidad del fenómeno: ausencia o presencia de núcleos urbanos, existencia o no de propiedades individuales, alodiales, libres de compromiso vasallático. Cada región es un caso, pero todas admiten un mínimo común denominador: dependencia personal, encomendación, formación de clientelas. Ello permite hablar de régimen feudal clásico en la Francia del Norte y Alemania del Oeste, de conquista en Inglaterra y el sur de Italia, de exportación en Tierra Santa. Sus caracteres comunes –vasallaje, beneficio, inmunidad- existían en germen en toda Europa bárbara. […] fueron los monarcas carolingios los encargados de estimularlo decisivamente con Carlomagno a la cabeza. Incapaz de controlar el Imperio de forma efectiva, el emperador franco inicia la tarea de transformar sistemáticamente a sus funcionarios en vasallos, doblando así los lazos de fidelidad general con los de la particular. Señorío y vasallaje, instituciones privadas y personales, se elevan a la categoría de fórmula de gobierno […] Sociedad feudal y tripartición funcional. Guía didáctica (p. 76): Según Sarasa: en el sistema feudal aparecen dos componentes: el régimen feudal, entendido como un sistema de gobierno entre los hombres, entre los que se establece usa serie de relaciones y el señorío rural, entendiéndose éste como la forma de poseer la tierra los señores y su división entre su dominio y el que entrega al campesino. El señorío esta integrado por: terra dominicata o reserva, que explota directamente el señor y los mansos. PORTELA (p. 131-132): La implantación y la generalización del señorío banal o jurisdiccional no se hizo sin violencia; enfrentamientos entre los antiguos y los nuevos dueños del poder, entre éstos y los campesinos que se resistían a las nuevas exigencias y a los abusos. P. Bonassie estudia este proceso en Cataluña s. XI, pero no exclusivo catalán. A destacar el papel de los “clérigos” […] En Cataluña, en el sur de la Galia, nace, en torno al año mil, un movimiento que después se extiende y se afirma; es el movimiento de la Paz de Dios y de la Tregua de Dios […] Consiguieron reducir el uso de las armas en áreas en torno a las iglesias, cuyos límites eran señalados por cruces levantadas en los caminos, y en tiempos señalados del calendario litúrgico. […] dos obispos, Adalberón de Laon (Sarasa, p. 544: en el siglo X, en su célebre poema “Carmen ad Robertum regem francorum”) y Gerardo de Cambrai, pusieron en pie, a comienzos del siglo Xim un esquema ideológico –el de la sociedad dividida en tres órdenes […] La ordenación mental de la sociedad en oratores, bellatores y laboratores surge, también en la ruina de la construcción carolingia y en medio del clima de inestabilidad que acompañó el nacimiento de la sociedad feudal […] Se trata de yb programa ideológico, elaborado por los eclesiásticos cultos para su difusión en el cuerpo social, para uso del pueblo, al que se quiere obediente, resignado, convencido de los méritos de su trabajo y persuadido de que los servicios son mutuos y de que sus esfuerzos son compensados por los esfuerzos de los otros dos órdenes […] Lo que se busca impulsar es, en definitiva, la nueva dependencia del campesinado, atrapado en las redes del señorío banal o jurisdiccional, bajo la autoridad de los dirigentes eclesiásticos y de los castillos […] Momento intermedio entre la ruina de los viejos sistemas de poder y el afianzamiento de las nuevas monarquías, la mutación feudal es la reorganización profunda de las relaciones sociales y de sus coberturas ideológicas. Esta reordenación está en la base de las transformaciones que, en los siglos XI y XII, han modificado la relación entre la sociedad y el espacio que ocupa. 2. El régimen señorial y el campesinado. PORTELA (p. 132-133): Siglo XI, no hay discusión entre los estudiosos sobre: crecimiento: los núcleos habitados son más numerosos, la superficie de los campos de cultivo se extiende y gana terreno […] las cercas que rodean las ciudades son ampliadas progresivamente […] El crecimiento sostenido y general de la población europea, desde los alrededores del año mil hasta bien entrado el s. XIII es un hecho no discutido. Los problemas vienen, entre los especialistas, al intentar explicar las causas: Se afirma la idea de situar en la base de todo el proceso de crecimiento el nuevo encuadramiento de los hombres en el marco señorial […] la difusión del uso de la moneda y la comercialización de los productos agrarios estimulada por los núcleos urbanos. La desaparición de los ataques exteriores y la difusión de las instituciones de paz […] una mejora de las condiciones climáticas […] Son muchos los factores que intervienen en el crecimiento de la producción de los campos de Europa en los siglo XI y XII: la población, la técnica, la roturación. GARCÍA DE CORTAZAR (p. 206): La marcha implacable hacia la ruralización y las condiciones de inseguridad, creadas por la desaparición del poder político y los peligros de la invasión, se interrelacionaron para crearlo. Su puesta en práctica databa de las primeras dificultades del lejano siglo II; las del III estimularon decisivamente su rápido fortalecimiento. Desde entonces, no dejó de crecer y extenderse; hacia el año 1000 afectaba, con distinta intensidad, a casi toda Europa […] Bastaría con que a las atribuciones económicas del terrateniente se unieran las jurídicas y políticas sobre los hombres de sus tierras para, en vez de un propietario, tener un señor, y en lugar de un latifundio, un señorío. El señorío como entidad jurídica: derechos del señor. GARCÍA DE CORTAZAR (p. 206): La terra dominicata: o reserva que tiene el propietario para su explotación directa. En ella se encuentran la residencia del señor y los establecimientos principales del dominio: residencia del señor y los establecimientos principales: cocina, fragua, horno, molino, establos, telares, por cuya utilización habrán de pagar un canon los habitantes del mismo. Incluye las cabañas o pabellón para los siervos y el oratorio, además de un huerto y un jardín. Ladero (p. 426): La reserva se mantuvo, e incluso tendió a crecer en muchas partes en los siglos XI y XII […] utilizando la fuerza de trabajo de siervos domésticos, campesinos usufructuarios de mansos […] y de asalariados […] Los mansos: células de explotación del dominio y base de su organización social. Dentro del señorío, representan unidades de tenencia, cuya extensión varía según la calidad del suelo, el tipo de explotación […] se espera que cada manso pueda mantener una familia, obligada a la vez a ciertas prestaciones en la tierra de la reserva. El progreso tecnológico del siglo XI y el aumento de la población permitirán reducir a un cuarto el manso necesario para el sustento familiar. Jurídicamente distinguidos en ingenuos y serviles por la condición de sus ocupantes, que poco a poco se olvida, y económicamente semejantes, los mansos soportan las cargas más importantes del señorío: rentas, y servicios. Ladero (p. 426): en el s. XII la noción de manso ha desaparecido incluso en la Francia N., región donde la villa carolingia había logrado su aspecto clásico. Lo normal era que los usufructos de tierras o tenures se refiriesen a parcelas de diverso tamaño, de modo que una misma familia campesina podía tener varias, incluso de distintos señores, y que las obligaciones del usufructuario se hubieran diversificado, matizado y fijado de forma que podríamos llamar pre-contractual […] en todas ellas hay una fijación por escrito de derechos y deberes, una división plena entre propiedad eminente y dominio útil, la estimación del censo o renta a pagar […] hereditaria, perpetua […] En el siglo XIII se generalizan las formas plenas de contrato agrario a corto y medio plazo, que son el arrendamiento y la aparcería. Ambas afectarán a muchas reservar que se parcelan para su cesión en estos tipos de usufructo, los grandes propietarios se limitan a ser rentistas del suelo (M. Bloch) García de Cortazar: […] el señorío se basa en: el aprovechamiento del excedente de fuerza productiva de los habitantes de los mansos para su utilización en la reserva dominical. Las tenencias son la fuente de mano de obra en beneficio de un explotador, el manso se convierte en el salario de un obrero agrícola forzoso […] los campesinos han de explotar sus mansos, del que se mantendrán, además de pagar un canon al señor […] cada manso debe de proporcionar uno o dos días por semana un obrero que con sus útiles realice las tareas propias de la estación. Una vez al año puede quedar efecto a la reserva durante quince días seguidos, lo que permitirá al señor utilizarlo en funciones de transporte o correo. Cada tenente de manso debe asegurar, a lo largo de un año, la explotación completa del lote de la reserva que se le haya adjudicado: desde el arado a la cosecha. Los servicios de transporte de los productos de la terra dominicata, dentro o fuera de la propiedad, que corresponde a los tenentes de los mansos ingenuos, más ricos en ganado de tiro. […] junto a las prestaciones señoriales el campesino ha de pagar ciertas rentas. Unas representan el canon de usufructo del manso, otras el de utilización de los servicios del dominio: molino, fragua, horno, etc., que el señor monopoliza, y otras el de explotación de las tierras comunes: pastos, bosques, aguas del señorío […] hasta finales del siglo XII se pagan en especie. […] hay que añadir las formas jurídicas que trasladan, en beneficio del propietario, las viejas obligaciones de los campesinos hacia el Estado. Los derechos del señor: el señor tiene sobre los habitantes del dominio atribuciones de carácter público. Herencia de su condición de antiguo funcionario de la zona, o de propietario que ha conseguido inmunidad para sus tierras, o, más simplemente, del que se ha tomado aprovechamiento de la autoridad del Estado. Las banalidades: recuerdo de las facultades que para dictar órdenes y reglamentos tenía el funcionario o el inmunista en su circunscripción o su dominio, comprenden: creación de mercados, prohibición de vender los productos de la cosecha antes de una fecha, generalmente hasta después de haberlo hecho el señor; monopolios en la construcción de hornos, molinos, fraguas, presas, utilizados mediante el pago de ciertas tasas por los hombres del dominio; derecho de acuñación de moneda o de ejercer una jurisdicción privada. El derecho de justicia: juez de procesos civiles, criminales, administrativos, el señor juzga, dentro de los límites de su dominio, a todos los habitantes, incluidos los transeúntes. En los grandes señoríos, su jurisdicción puede alcanzar hasta la condena de muerte, ejecución de la sentencia y confiscación de tierras. La inmunidad, facultad que confería autonomía a un territorio, permite que el beneficiario de las rentas públicas, la administración y el ejercicio de la justicia. Al cerrar las tierras inmunes a los oficiales reales, dejaba en manos del señor las viejas atribuciones de éstos. Los habitantes del señorío continuaban cumpliendo sus deberes hacia el Estado, pero eran los señores los beneficiados. García de Cortazar (p. 212-213): […] el feudo sigue siendo la vieja tenencia que el señor concede a su vasallo con vistas a procurarle su legítima manutención y ponerle en situación de que le proporcione los servicios requeridos. Rentas monetarias, funciones domésticas superiores, serán con el tiempo objeto de los feudos. Los más frecuentes fueron las concesiones de tierra […] En ella se ejercía derechos señoriales ya conocidos, y su posesión y explotación evidencia la base rural del sistema feudal. […] sobre el feudo se ejercen dos derechos: el del señor, asimilable al de la nula propiedad romana, y el del vasallo, comparable al usufructo. El tiempo acrecienta el derecho real del vasallo: desde el siglo XI, sobrepasa ampliamente al del usufructo. En el siguiente, la recepción del derecho romano animará a los juristas a definir los derechos de las partes: dominio eminente del señor frente a dominio útil del vasallo. Sarasa (p. 545): El señorío banal se exterioriza a través de prestaciones que asimilan los derechos por la tierra y las precedentes tributaciones romano imperiales: censos, tallas, corveas, etc.; aranceles sobre las mercancías en circulación por el dominio señorial: teloneos, portazgos, lezdas, etc.; obligaciones militares: fonsadera, reparación de vías y castillos; multas o calonias (por la asunción de la justicia); derechos señoriales a la manutención y alojamiento en los desplazamientos; y los monopolios sobre los molinos, lagares, batanes e incluso la venta en el mercado […] Ladero (p. 428-429): El señorío jurisdiccional: La fragmentación política permitió a algunos propietarios obtener jurisdicción sobre los campesinos que cultivaban sus tierras, o sea, ejercer sobre ellos derechos de ban y otros que habían sido exclusivos de la monarquía y sus delegados. El reparto o adquisición de derechos banales es muy desigual. Cuando el sistema llega a su madurez en la Francia del siglo XII, sólo una minoría ha conseguido obtenerlos […] en otros países ocurre lo mismo, la posesión o ausencia de derechos jurisdiccionales, y la amplitud con que se ejercen será también una de las formas más claras de distinguir entre alta y baja aristocracia […] los campesinos el conjunto de obligaciones y deberes que les ligan al señor banal se añaden a las prestaciones que deben al dueño de la tierra […] Se ha señalado que la madurez del ejercicio de la jurisdicción señorial en las áreas rurales precede en poco o es contemporánea de la que alcanzan otros niveles organizativos: los municipios rurales, la autonomía de muchas ciudades, la plenitud de las llamadas monarquías feudales […] el ban señorial sobre los campesinos se ejercía y aplicaba en varios aspectos típicos. El señor puede requerir a los hombres libres bajo su dominio para que acudan a asamblea judicial o placitum, y tiene el deber de ejercer justicia, con el consiguiente beneficio de las multas y confiscaciones […] paulatinamente la restauración del poder monárquico provocó que en los casos de sangres y otros de alta justicia fueran competencia exclusiva de los tribunales regios. El señor puede exigir servicio de armas a los hombres libres de su dominio, o compensaciones pecuniarias, y tiene a su cargo todo el aparato militar del territorio, así como la capacidad para imponer ciertos derechos con los que sustentarlo o reparar fortalezas y otros puntos estratégicos. El señor ejerce facultades administrativas y gubernativas que le sitúan por encima de cualquier organización campesina […] le permiten derivar en su beneficio tanto la fiscalidad como determinadas actividades económicas. En realidad, el ejercicio del ban, apoyado en la fuerza militar y legitimado porque sirve para mantener la paz y justicia, se resuelve en la puesta a punto de un régimen fiscal complejo: el señor percibe de sus campesinos una taille, cobra la redención de otros servicios debidos (militares, alojarse ...) impone multas judiciales. Dispone de monopolio sobre la instalación de determinados servicios e instrumentos cuyo uso han de pagar obligadamente los campesinos, son las llamadas banalidades. […] el señor controla pesos y medidas, regula diversos aspectos de la vida económica, tiene derechos preferentes sobre el uso, o al menos la atribución de tierras baldías de aprovechamiento comunal […] Estratificación social interna del campesinado. GARCÍA DE CORTZAR (p. 208-209): Ser libre o esclavo, algo que parecía claro. Entre la barrera económica y social entre la plena libertad y la servidumbre, existía una zona borrosa, difusa, difícil de definir, donde se mezclaban status de todo tipo. […] entre la población campesina […] dejando al margen unos pocos esclavos, hay siervos, libertos, colonos; pero también, sin formar parte del gran dominio, aunque afectados por su cercanía, que les hará perder su libertad, se encuentran pequeños propietarios libres […] junto a ellos, en los reducidos núcleos urbanos o como incansables peregrinos del escaso comercio, los judíos. Marginados del pueblo cristiano por su religión, su peculiar estatuto les exime de los tradicionales deberes y derechos, formando una categoría particular de no libres […] quienes poseen la tierra, fuente de toda riqueza y de todo poder, los señores. La nobleza y la caballería serán sus formas sociales características. […] El tiempo irá debilitando los perfiles jurídicos de los distintos cuerpos sociales, para dejar […] una división fundamental, la que separa a los potentados de la multitud de no-nobles, siervos, colonos, pequeños propietarios. La aristocracia terrateniente, controladora de la tierra y de una serie de poderes políticos y jurídicos, frente a la masa rural sometida a ella. Sarasa (p. 545-546): buena parte del campesinado era jurídicamente libre en la disponibilidad de unas tierras sobre las que mantenía el usufructo y con capacidad de transmisión en herencia […] los campesinos solían disponer de sus propios instrumentos de labor […] así como de la fuerza de trabajo personal sobre la base de la unidad de producción familiar; más el acceso a bienes comunales, como las aguas pastos o bosques. De suerte que los campesinos podían subsistir sin los señores, pero éstos no sin aquellos; aunque la evolución de las relaciones feudales fueron estrechando cada vez más la dependencia campesina de los señores y apretando paulatinamente con mayor contundencia el dominio señorial sobre el campesinado: a través de la fuerza militar, su justicia, el poder político adquirido con el secuestro de las libertades públicas […] Ladero (p. 430-433): durante la plena edad media se han desarrollado diversidades económicas y jurídicas entre los campesinos, pero no suficientes como para romper o hacer desaparecer los caracteres comunes de clase […] La mayor parte de los campesinos han tendido a trabajar unidades de explotación de tipo familiar, fueran o no de su propiedad, ya concentradas, ya dispersas en parcelas dedicadas a diferentes cultivos […] algunos han aprovechado mejor las oportunidades de comercialización y mercado para enriquecerse, y han dominado niveles de administración local […] algunos, como terratenientes, se integrarían en la aristocracia, sobre todo en los países cuyos acceso no estaba vinculado necesariamente a la nobleza de sangre sino más bien a la capacidad militar […] los campesinos a salario o jornal, fueron siempre una minoría, o una condición complementaria de sus propias explotaciones […] La diferenciación entre los libres y los sujetos a servidumbre → Se caracteriza por una gradación variable de derechos y libertades, o por la ausencia de las mismas […] el siervo no podía llevar armas ni ejercer función militar, ni testimoniar en juicio o formar parte del jurado, ni ser ordenado clérigo, ni pagar taille […] hay siervos descendientes de esclavos: servi cotidiani, servi casati, aunque en la mayoría de los casos se llegaba a esta situación por deterioro de la situación económica, por entrada voluntaria (oblatos de los monasterios), por cultivar tierra de otro propietario, como colono, y aceptar forzosamente por ello ciertas obligaciones, por la degradación de las condiciones de antiguos lazos de encomendación o patronazgo ... […] se trata de situaciones de semi-servidumbre ya que se reconoce la libertad jurídica del campesino pero se menmaban o negaban sus libertades reales a la propiedad, al régimen familiar y herencias, a la disposición de su propio trabajo o a la libertad de movimientos […] su número alcanzó el máximo, posiblemente, en los siglis X a XII, pero con fuertes diferencias regionales y temporales […] falta de libertad de movimiento, el siervo estaba adscrito a la tierra que cultivaba, prestaciones económicas, banalidades, mayor dependencia personal, pago de una capitación […] poco a poco los siervos fueron logrando la liberación jurídica y la reducción o desaparición de sus cargas a partir de mitad del s. XI […] Agrupaciones al margen de la jurisdicción señorial. Las comunidades rurales: cofradías y parroquias. Guía didáctica (p. 76-77): Al margen de la jurisdicción señorial se fueron formando formas asociativas: la cofradía era el refugio de humildes y desarraigados, estaba vinculada, a menudo, a las parroquias, núcleo de reunión social del grupo campesino. Ladero (p. 433-435): Durante la plena edad media aparecen formas asociativas que potencian la identidad de los grupos rurales y les permiten obtener medias institucionales de expresión y auto administración en determinados niveles […] como factores de su nacimiento se han señalado la cofradías: refugio de humildes y desarraigados […] las cofradías rurales cuando surgen a la luz documental, suelen tener bienes raíces propios, locales sociales, reglamentos, vínculos estrechos con la parroquia y la jerarquía eclesiástica. Pero sus orígenes, a menudo se desconocen. La parroquia misma fue, desde luego, otro núcleo de consolidación de las tendencias asociativas en cada entidad rural, porque, entre 950 y 1150, se liberaron de la tutela señorial en algunos aspectos básicos, como instituciones eclesiásticas que eran, y porque, en otros casos, son desde el comienzo un punto de reunión social del grupo campesino colonizador […] en torno al templo hay un espacio, a menudo cementerio, de Paz de Dios, en él pueden celebrarse las reuniones, o en sus cercanías tenerse mercados y ferias […] la pertenencia al grupo como residente habitual, cultivador de tierra o propietario, define al vecino del morador o forastero […] los derechos y obligaciones sólo afectan a los pertenecientes al grupo porque eran ellos los que tenían intereses agrarios completos: bienes comunales, uso de barbechos, organización de cultivos ... lo que permitía a muchos señores, como propietarios de tierra, participar en las decisiones del grupo […] el proceso de constitución de los municipios rurales más antiguo que los urbanos, aunque no evoluciona tanto, alcanza su madurez en torno a 1160 y 1230 Bibliografía: LADERO: 425-443. SARASA: PORTELA: 130-136. 537-548. GARCÍA DE CORTAZAR: 201-212. Tema 17 la pugna de los poderes universales . La pugna de los poderes universales. Guía: Las tensiones entre el poder pontificio y el Imperio se acrecentaron a comienzos del siglo XI a la muerte del emperador alemán Enrique II en 1024, y se agudizaron con la subida al poder de Enrique IV en 1056. En el estamento eclesiástico se había convertido en una práctica frecuente la simonía y el nicolaísmo junto, con la cada vez mayor, intromisión de las familias imperiales en la designación de los pontífices. Por todo ello se hacía necesario llevar a cabo una profunda reforma en el seno de la Iglesia. El emperador Enrique III (1039-1056), hijo de Conrado II, procuró mantener una política más prudente en lo referente a las cuestiones pontificias, favoreciendo la progresiva independencia del papado. No obstante, bajo su tutela se procedió a la designación de obispos alemanes para acceder al pontificado, como se puso de manifiesto con la elección del papa León IX, iniciador del proceso de reforma de la Iglesia. Valdeón: Europa occidental era […] una sociedad basada en una creencia común, una Christianitas perfectamente diferenciada del mundo de los infieles o de los paganos […] Dos grandes poderes, uno temporal, el Imperio; otro espiritual, el Papado, daban forma a la unidad de la Cristiandad. Pero entre ellos la convivencia armónica no fue siempre posible, aunque en ocasiones se actuó conjuntamente contra un peligro exterior […] la tónica dominante fue la pugna entre el regnum y el sacerdocium, complicadas sus relaciones por la feudalización de la sociedad. El choque iniciado en tiempo de Enrique IV y Gregorio VII, continúo en el s. XII con Federico Barbarroja y a la largo debilitó a ambos contendientes. Paralelamente, se proyectaba una nueva realidad política, las monarquías feudales (Capetos en Francia; Angevinos en Inglaterra) La dirección de la Cristiandad correspondía, en teoría, al Pontificado y al Imperio, pero ¿podían delimitarse las esferas de poder de cada uno de ellos?. La polémica era antigua. A mediados del s. XI la intervención de los laicos en el gobierno de la Iglesia era algo incuestionable. Pero en Roma se inició un movimiento de reforma, encabezado por Gregorio VII (reforma gregoriana) cuyo objetivo era lograr la libertad del orden eclesiástico, pero que inevitablemente tendía al cesaropapismo. Mitre (p. 147): Desde la muerte de Erique II de Alemania, en 1024, hasta la desaparición de Federico Barbarroja, en 1190, las relaciones entre el Pontificado y el poder imperial atravesaron una serie de vicisitudes no exentas de dramatismo. En una primera etapa, era la reforma de la Iglesia lo que estaba en juego. En un segundo momento, fue la pugna de papas y soberanos alemanes por el dominium mundi, por la hegemonía política o, al menos, moral sobre el conjunto de la cristiandad. […] la regeneración del conjunto de la sociedad cristiana. Un deseo casi tan viejo como la Iglesia misma, pero que se dejaba sentir con mayor intensidad en los momentos de más patente degradación […] la primera mitad del s. XI, éste era, sin duda uno de esos momentos. Dos vicios eran considerados particularmente reprobables dentro del estamento eclesiástico. Uno era el nicolaísmo, identificado con el concubinato eclesiástico, en una época en la que el celibato sacerdotal no tenían aún sus reglas suficientemente bien definidas o popularizadas. Otro era la simonía, consistente en la compra o venta de cargos y dignidades eclesiásticas. Dos vicios que venían de antiguo y que la legislación eclesiástica no había conseguido erradicar. Frente a ello, la intromisión de las familias romanas o de los emperadores en la designación de papas no era más que la punta del iceberg que iba a poner a prueba la capacidad de la Iglesia para asumir los nuevos vientos reformadores […] Vientos reformadores soplaban desde las órdenes religiosas, con Cluny a la cabeza. Para ellas, la regeneración de la sociedad sólo podría venir de la aceptación por una élite –los monjes- de la letra y el espíritu del benedictismo. Para algunos sectores populares –caso de la pataria de Milán- había que emprender la reforma de la Iglesia desde la base, imponiendo, incluso violentamente, las virtudes apostólicas a un clero corrompido. Para la autoridad imperial, le reforma sólo era posible manteniendo una tutela sobre el aparato eclesiástico, lo que implicaba la intromisión directa del poder civil en la designación de beneficiarios de cargos eclesiásticos, papa incluido. Para la curia pontificia, la reforma, significaba libertitas ecclesiae, defendida, a pesar de algunas ambigüedades, por personajes como Pedro Damiano, el cardenal Humberto o Hildebrando, consejero de varios papas y luego papa él mismo desde 1073. El cardenal Humberto de Silva Candida –Adversus demoniacus- definía bien los que consideraba la raíz de los males: la llamada investidura laica. Consistía en la intromisión de los laicos en el nombramiento de obispos y, consiguientemente, de papas, que alteraba el viejo principio de elección por el clero y el pueblo. Llevando los términos de la polémica hasta sus más altas cotas, Humberto declaraba la invalidez canónica de la consagración simoníaca de obispos, y las ordenaciones que tales obispos hicieran. En una aparente paradoja, el emperador Enrique III contribuyó a potenciar el prestigio y la progresiva liberación del pontificado. Enrique III, mucho más culto y prudente que su padre, Conrado II, hizo que bajo su tutela fueran designados algunos papas dignos, en especial, el lotaringio Bruno de Toul, que accedió al pontificado en 1049 con el nombre de León IX. Con León IX, la sociedad cristiana encontró un papa dispuesto a impulsar la regeneración moral del estamento eclesiástico y a liberar la sede de San Pedro de presiones exteriores. En los primeros meses de su pontificado reunió dos sínodos – en Reims, para Francia y en Maguncia, para el territorio alemán- donde se lanzaron severísimas condenas contra la simonía y las intromisiones civiles. En 1051 se haría algo similar en Roma. En 1053, León IX, se enfrentó con los normandos asentados en el sur de Italia. La derrota militar sufrida por el pontífice, fue, sin embargo, hábilmente rentabilizada. En efecto, los normandos, a cambio del reconocimiento papal de sus conquistas, habrían de convertirse, en un futuro, no lejanos, en importantes aliados de los titulares de la sede romana en sus enfrentamientos con los emperadores. En el momento de su muerte, 1054, León IX había logrado el reconocimiento de todo el Occidente como rector del proceso de reforma de la Iglesia. No ocurrió lo mismo en relación con Constantinopla. En ese mismo año, la embajada enviada con el cardenal Humberto al frente, chocó violentamente con el patriarca bizantino Miguel Cerulario. Se reabrían viejas diferencias litúrgicas y canónicas que, a la postre, contribuirían a ahondar el cisma. La muerte de Enrique III en 1057 abrió en Alemania un dilatado período de minoridad: Enrique IV, tutelado por su madre, la emperatriz Inés. Los márgenes de maniobra para el sector reformista de la curia romana se ampliaron considerablemente. En estos momentos elc ardenal Humberto redactó sus violentas diatribas. En 1058, los cardenales, sin presión alguna, eligieron a Nicolás II. Meses después, el papa promulgaría un decreto por el que se regulaba, para el futuro, la elección de pontífice por el colegio cardenalicio. Sólo muy vagamente se dice en el decreto que las preferencias del emperador serían tenidas en cuenta por los electores. Enrique IV y Gregorio VII. El Dictatus Papae. Guía: Su sucesor en el Imperio, Enrique IV (1056-1106) no mantuvo su política sino que se dispuso a intervenir directamente en los asuntos de la Iglesia, pero hubo de enfrentarse a un enérgico papa, Gregorio VII (1073-1085), quien en su Dictatus papae (1075) puso de manifiesto la supremacía de la Iglesia sobre cualquier otro poder, lo que motivo un enfrentamiento directo con el emperador que había pedido en la asamblea de Worms la abdicación del pontífice. Pero los problemas internos a los que hubo de hacer frente el emperador le condujeron a solicitar el perdón del Papa, celebrándose en Canossa (1077) el acto de la reconciliación. Portela (149-150): En 1069, Enrique IV accedía a la mayoría de edad. Durante los primeros años de su gobierno, hubo de hacer frente a una rebelión en Sajonia que fue duramente reprimida. Desde ese momento, apoyado por un amplio sector simoníaco del alto clero alemán, se dispuso a intervenir directamente en los asuntos de la Iglesia. En 1073, Hildebrando, personificación de los sectores más reformistas, era elevado al pontificado con el nombre de Gregorio VII. Bajo el apelativo de “gregoriana” se va a conocer la tendencia reformista inspirada desde la cima del poder eclesiástico. A los dos años de su subida al solio pontificio, Gregorio VII promulgó los Dictatus Papae. Se trataba de un conjunto de 27 proposiciones en las que defendía la primacía pontificia por encima de cualquier otro poder. Primacía absoluta, fundamentada en el primado petrino de la sede romana, que se extendía a cualquier otro poder eclesiástico o laico. El papa se sitúa por encima del poder imperial y se arrogaba el derecho a excomulgar y deponer a un monarca injusto. Los dictatus papae fueron el punto de arranque para una guerra abierta de libelos que se lanzaron en la que se enzarzaron gregorianos y antigregorianos. Enrique IV reunió una asamblea en Worms, que ásperamente, pidió al papa que abdicara. Durante los siguientes diez años se asistió a una carrera de descalificaciones iniciada con la excomunión del monarca alemán. Los enemigos alemanes del emperador aprovecharon la ocasión para levantarse; Enrique ante el temor de quedarse sólo, recurrió a un gesto teatral: acudir como penitente ante el papa para solicitar perdón. Junto al castillo apenino de Canossa tuvo lugar la reconciliación. El papa levantaba la excomunión del emperador pero se negaba a condenar a los súbditos rebeldes de éste. La guerra civil se enseñoreó de una Alemania en la que Enrique hubo de combatir contra los sucesivos antirreyes que se fueron levantando contra su autoridad. Frente a la cerrazón pontificia, el monarca optó por una jugada similar; la designación de antipapas y el avance puro y simple sobre la Roma papal. En marzo de 1084, las fuerzas alemanas entraban en la ciudad. Sin embargo, tropas normandas venidas del sur al mando de Roberto Guiscardo rescataron a Gregorio VII y expulsaron a los asaltantes. La ciudad se había convertido en un lugar poco seguro y el pontífice optó por refugiarse en Salerno, donde murió al año siguiente. Con la desaparición de Gregorio VII no desapareció e graegorianismo y menos las dificultades del emperador. En 1088, la parte reformista logró imponer la elección de Odón de Ostia, que tomó el nombre de Urbano II. Aunque comprometido con las ideas de la libertas Ecclesiae, el nuevo pontífice era más diplomático y prudente que Gregorio VII. Estrecho lazos con los normandos y con condesa Matilde de Toscana, para hacer frente a Enrique IV, y promovió el concilio de Clermont en 1095, de donde saldría la iniciativa de la cruzada. Durante diez años Enrique IV mantuvo la esperanza de conseguir una revancha que no llegó. Enrique IV hubo de abdicar ante las presiones de su heredero, Enrique V. El cansancio y el relevo generacional parecían avalar un próximo apaciguamiento. Fin de la querella de las investiduras: El Concordato de Worms (1122). Guía: El sucesor de Gregorio VII, Urbano II, se mostró más diplomático y prudente que su antecesor. Convocó el concilio de Clermont en 1095 en el cual se impulsó la formación de la primera cruzada. A pesar de la abdicación de Enrique IV, el conflicto permaneció durante más tiempo. Su sucesor, Enrique V (1106-1125) se enfrentó con el papa Pascual II, y procedió a la designación de antipapas. La intervención de Francia y de manera especial la labor de Ivo de Chartres permitió que se alcanzase un acuerdo con el llamado Concordato de Worms (1122). Al emperador se le reservaba la potestad de velar por la limpieza de la elección. El entonces papa, Calixto II notificó el concordato mediante la celebración de un sínodo en San Jual de Letrán, dando comienzo a una serie de concilios ecuménicos convocados por el Papa. Sin embargo la muerte de Calixto II (1241) y la del emperador, al año siguiente, dieron paso a un período de anarquía. Portela (150): El enfrentamiento entre Enrique V y el papado, parecía una repetición de lo ocurrido en el reinado de su padre. El abuso de la investidura laica por el nuevo emperador y la designación de antipapas ya no servían para dar salida al problema. Menos lo eran, las descalificaciones de los panfletos, de uno y otro bando. La solución al problema vino de Francia, territorio que se había mantenido al margen de los aspectos más escabrosos de la polémica. Fue sugerida por Ivo de Chartres. La fórmula fue aceptada por los representantes imperiales y por los de un nuevo papa, dotado de un gran sentido político: Calixto II. Se plasmó en el llamado Concordato de Worms. En él se consagraba la libertad de elección canónica de los obispos y abades, que luego serían consagrados por el metropolitano. El emperador renunciaba a la investidura per anuculum et baculum, pero recibía la potestad de vigilar la limpieza de la elección. Daría su asentimiento a la parte más digna (sanior pars), en caso de disputa, una vez oído el consejo del metropolitano y demás obispos coprovinciales. En último término, además, al emperador le correspondía entregar los bienes temporales (temporalia) anejos a la dignidad espiritual (spiritualia) recibida. Posiblemente, Gregorio VII no hubiera accedido, pero en 1122 la paz de compromiso consagrada en Worms era una necesidad para las dos partes. Calixto II lo presentó como un éxito. A modo de solemne ratificación, procedió a la reunión de un sínodo en San Juan de Letrán. De acuerdo con la enumeración al uso, pasa por ser el Primer Concilio Lateranense, primer concilio convocado por un Papa. El primer Concilio Lateranense presenció una nutrida asistencia: se ha hablado de más de quinientos obispos y abades. Su duración, sin embargo, fue breve: no más de doce días, ya que los asuntos despachados eran de nuevo trámite. Los Hohenstaufen y sus objetivos universalistas. Federico I y Alejandro III: la lucha por el “dominium mundi”. Guía: Después de los sucesivos reinados de Lotario de Supplimburgo (1125-1137) y de Conrado III (1137-1152), que no fueron capaces de mantener su autoridad en Alemania, subió al trono en 1152, un miembro de la dinastía Hohenstaufen: Federico I (1152-1190), conocido con el sobrenombre de Barbarroja, que reclamaba para sí el dominium mundi, mantuvo en los primeros momentos relaciones cordiales con el Pontífice. Pero personajes allegados al emperador trataron de exaltar la dignidad imperial, por lo que el monarca debía de erigirse en fuente de todo derecho y su misión principal debía ser la restauración del Honor Imperii. Federico I encontró graves obstáculos para llevar a cabo sus objetivos pues tuvo que hacer frente a su primo Enrique el León, duque de Sajonia y Baviera; a las ciudades italianas; y a los Papas. En 1159 se suscitaron los primeros problemas con la elección de Alejandro III, pues el emperador apoyaba a otro candidato, Víctor IV. A pesar de los primeros éxitos imperiales, los estragos producidos por la peste en el ejército motivaron el declive de las tropas del emperador y el triunfo de las ciudades italianas. Federico Barbarroja tuvo que conseguir la paz con el Papa al la Paz de Venecia. El emperador murió ahogado en el transcurso de la tercera cruzada. Esta actitud de cordialidad se mantuvo a la muerte de Alejandro II con sus sucesores. El corto reinado de Enrique VI, casado con la heredera de la corona normanda de Sicilia, Constanza de Hauteville, dio paso al gobierno de Federico II. Portela: Las muertes de Calixto II y Enrique V –entre 1124 y 1125- abrieron un dilatado período de anarquía tanto en Alemania como en Italia. Durante algunos años, y con el apoyo de un importante sector de la Iglesia, Lotario de Suplimburgo, a cuyo lado se pusieron los duques de Baviera, del linaje de los Welfen, gobernó en Alemania. Pronto se formó otro partido en la oposición: el encabezado por los duques de Suabia, del linaje de los Staufen o Weiblingen. Con el tiempo, Welfen y Weiblingen, acabarían designando respectivamente a los partidarios del papa y del emperador. En Italia se los conocería como güelfos y gibelinos. Las disputas en la Península cobraron también gran virulencia al producirse el cisma de 1130. Lotario de Suplimburgo apoyó a Inocencio II, y Roger de Sicilia a Anacleto II. La muerte de éste en 1138 puso fin a la anómala situación. Inocencio II, deseó liquidar la secuela del cisma y para ello reunió un concilio, el II de Letrán. Junto a las descalificaciones contra los seguidores de Anaclero, los padres conciliares confirmaron las viejas medidas contra la simonía y el concubinato de clérigos. Condenaron también las doctrinas de Arnaldo de Brescia, que negaba a la Iglesia el derecho de cualquier tipo de propiedad material. Por los mismo años, quizás en torno a 1140, el monje camaldulense Graciano procedía a la redacción de su Concordia discordantium canonum, comúnmente conocida como el Decreto de Graciano. Se trataba de la primera compilación razonada de derecho canónico en la que se sistematizaban y ordenaban los heterogéneos materiales acumulados a lo largo de varios siglos. La paz en Alemania y en Italia no se consiguió. 2. Afianzamiento de la dinastía Capeto: De Roberto el Piadoso a Felipe I (996-1108). Luiv VI (1108-1137) y la afirmación del poder real. Luis VII (1137-1180) y el engrandecimiento de los dominios reales. Guía: A lo largo del XI en Europa se fue restableciendo el poder real. Los monarcas, especialmente, franceses e ingleses, supieron aprovechar las estructuras del sistema feudal y establecieron sólidas monarquías feudales, en Francia lo llevaron a cabo los Capeto y en Inglaterra los Plantagenet. La desintegración del Imperio carolingio había posibilitado la subida al poder de los Capeto en el año 987 en la persona de Hugo Capeto. A pesar de su debilidad política durante todo el s. XI, la dinastía pudo mantener la continuidad al asociar al trono a sus progenitores. La alianza con la Iglesia, reforzó el papel de la dinastía, les permitió recuperar el control de las elecciones episcopales y se beneficiaron de la influencia sobre el pueblos Mitre (155-157): La elección de Hugo Capeto en 987 pone fin a la disputa entre carolingios y robertinos (descendientes de Roberto el Fuerte y de su hijo Eudes, conde de París. Lo que consolidó la dinastía fue, entre otras razones, la debilidad de los primeros titulares. En un reino donde había triunfado plenamente el nuevo orden feudal y donde había surgido toda una constelación de principados, la institución monárquica se presentaba más un símbolo de la unidad moral e histórica del territorio que como un poder necesario e indiscutible […] El mapa jurisdiccional de Francia a fines del s. X era muy complejo. Había más de cincuenta principados, algunos de importancia y dimensiones superiores a los dominios directos del rey: Borgoña, Flandes, Aquitania, Bretaña, Normandía ... donde buena parte de los poderes y derechos regalinos –entre ellos el control de las sedes episcopales y los grandes monasterios- había pasado a manos de los príncipes propietarios. Los Capeto no renunciaron, ni en los peores momentos, a ninguno de sus derechos teóricos, a la par que tuvieron la habilidad de actuar con paciencia –y fortunadentro de un sistema en el que la monarquía tenía asignado un papel muy modesto, pero que le permitía intervenir en las disputas feudales. A favor, los Capeto, tuvieron: la posición central de sus dominios; el haber contado siempre con un heredero varón a quien poder asociar al trono, garantizando una pacífica sucesión, y una estrecha alianza con la Iglesia. Ello explica que se redactara una biografía como la de Roberto el Piadoso (996-1031) en la que es presentado como un ejemplo de rey a pesar de su vida licenciosa y de haber sido excomulgado. Esta propaganda fue convirtiendo la figura del rey en la de un personaje sagrado, casi mágico, a quien se atribuye poderes especiales. A pesar de ello, la monarquía tardó en convertirse en una fuerza política dentro de la Francia feudal. Enrique I (1031-1060): no pasó de ser un símbolo, incluso con menor poder que alguno de sus grandes vasallos. La debilidad alcanzó su máximo durante el reinado de Felipe I (1060-1108), aunque con este monarca se inicio un proceso de restauración del poder real, cuyos efectos se sintieron en los reinados posteriores de Luis VI y Luis VII. Valdeón: Los Capeto apenas tenían autoridad fuera de los dominios reales, situados en la cuenta de París. Los grandes principados del norte (Flandes, Normandía, Champagne, etc.) constituían un freno a la extensión del poder monárquico. En las tierras meridionales, los obstáculos eran mayores a la penetración: diferencias de poblamiento, de lengua, papel de los condes de Tolosa […] Guía: Durante el gobierno de Luis VI (1078-1137), se inicia una etapa de proceso logrando someter bajo su autoridad a los señores de la Isla de Francia, núcleo fundamental del dominio real, logrando el control absoluto de su propio señorío. Contó con la ayuda de importantes consejeros, como lo fueron el abad Suger de Saint Denis y Ivo de Chartres; y asimismo con el apoyo de las comunas. Se mostró protector de la Iglesia. Mitre: Luis el Gordo (VI, 1078-1137) fue un decidido protector de la Iglesia y de los papas reformadores, aunque en su reino continuaba interviniendo en las elecciones episcopales y controlando las rentas eclesiásticas. Se rodeó de hábiles consejeros, como Suger, abad de Saint-Denis (autor de la crónica de su reinado). Aunque defensor del movimiento comunal, controló férreamente las instituciones municipales de las ciudades situadas en sus propios dominios (París, Orleans, Bourges ...). En uso de sus competencias regias intervino, de forma cada vez más frecuente, en los grandes feudos y principados. La pacificación de los sus dominios, el acabar con el bandidaje de los feudales, le dio fama de rey justiciero y le permitió el control absoluto de su señorío, empezando en el corazón del reino el proceso de sustituir el orden feudal por el real. Valdeón: Quizá, el factor esencial que contribuyó a fortalecer a los Capeto fue el hábil aprovechamiento de las estructuras feudales de la época […] el monarca no era vasallo de nadie, pero él recibía homenaje de los grandes vasallos del reino. El problema era que el homenaje de la alta nobleza obligaba de verdad y que el rey pudiera intervenir en los feudos siempre que sus vasallos incumpliesen su juramento […] la monarquía feudal podía configurarse como un equilibrio entre la dispersión del poder y de la riqueza, en manos de la nobleza, y la centralización a favor del rey […] Claro que la aplicación práctica de estos principios dependía de la fuerza efectiva de que dispusiera el monarca en cada momento. Una de las bases del poder de la dinastía vino de desarrollo económico, los monarcas alentaron las roturaciones y favorecieron la liberación del campesinado, mediante cartas de privilegios […] fundaron ferias y mercados […] apoyaron a los nacientes burgos, haciendo importantes concesiones a las comunas del dominio real y a las gildas de mercaderes […] estrecha colaboración con la Iglesia. A los ojos del clero, el rey era el principal baluarte del mantenimiento del orden y de la paz. La protección de la Iglesia desembocaba en muchas ocasiones en una intromisión del poder laico en lo puramente eclesiástico […] a pesar de todos los Capetos contaron con el apoyo de los eclesiásticos, además estuvieron al lado de los pontífices en sus disputas con los emperadores germanos […] las instituciones de gobierno no estaban aún muy desarrolladas. Los cargos de grandes oficiales solían estar en manos de alguna familia, aunque Luis VII intentó darlos a nobles de menor rango. La cancillería, dirigida por un clérigo, era uno de organismos básicos de la administración, pero la curia apenas era una asamblea de los vasallos del rey, con un carácter meramente feudal. Ni siquiera las funciones del rey estaban bien perfiladas. La legislación promulgada por los Capeto sólo tenía efectividad dentro de sus dominios Guía: Fue con su sucesor, Luis VII (1137-1180) cuando se consolidó la dinastía de los Capeto en Francia. El dominio real se fortaleció y al mismo tiempo se acrecentaron sus posesiones. El monarca, fiel al apoyo que mantenía a la Iglesia, se mostró aliado de Alejandro III frente al emperador Federico II. No obstante sus desavenencias con su esposa, Leonor de Aquitania, motivaron su desaparición y con la ello la pérdida de un gran territorio, el ducado de Aquitania, que pasó a dominio inglés al contraer matrimonio Leonor con Enrique, conde de Anjou. Mitre: Luis VII (1137-1180), se mantuvo en el apoyo a la Iglesia y a la reforma. En el conflicto entre Deferico I Barbarroja y el papa Alejandro III, tomó partido por el pontífice […] rechazando las pretensiones de dominio universal de los Staufen […] reforzaba su propia autonomía e independencia. El principal error político de Luis VII fue repudiar a su mujer, Leonor de Aquitania (1152), dejando escapar el control directo del ducado que por el matrimonio de Leonor con Enrique Plantagenet, conde de Anjou y duque de Normandía, futuro rey de Inglaterra, se convertirá en la base del enfrentamiento entre capetos y angevinos. Valdeón: La consolidación definitiva de los Capeto se alcanzó bajo Luis VII […]la ampliación de los dominios reales habían hecho del monarca el señor más rico de su reino Guía: Los Capeto, dieron un gran impulso a la administración del reino; su fortalecimiento se debió a la expansión económica que se produjo en esos años, y que fue promovida por los monarcas al impulsar neuvas roturaciones o fundar ferias y mercados. Fue también de enorme importancia el apoyo que mostró la monarquía a la Iglesia. Cuando sube al poder Felipe II Augusto (1180-1223) se había establecido un sistema de gobierno feudal en el cual el monarca ocupaba la cúspide de la pirámide feudal. Mitre: Aunque aparentemente los primeros Capeto habían conseguido poco, legaron a Felipe II Augusto (1180-1223) una administración saneada, una popularidad nada desdeñable y unos instrumentos de intervención en la vida política del reino que permitirían la recuperación espectacular de la monarquía en el siglo XIII y la implantación de un nuevo orden feudal presidido por la corona. 3. Inglaterra bajo la dinastía normanda: Guillermo el Conquistador y sus sucesores. Enrique II Plantagenet (1154-1189) y la formación del Imperio Angevino. Ricardo Corazón de León (1189-1199). Guía: Después de la desaparición en 1042 del gobierno de Canuto el Grande, subió al poder el débil Eduardo I el Confesor (1042-1066). Los problemas surgidos a su muerte, al no dejar heredero, motivó el enfrentamiento entre Guillermo duque de Normandía y el soberano anglosajón Harold II. Los normandos desembarcaron en Inglaterra y el 1 de octubre de 1066, Guillermo obtiene una importante victoria en Hastings (Valdeón: reflejada de forma espléndida en la famosa tapicería de Bayeux. La victoria fue completada con un rápido avance de los normandos hacia Londres), que le permitió alcanzar el trono inglés. El nuevo monarca emprendió una serie de reformas en las estructuras sociales y políticas de Inglaterra, imponiendo un fuerte control sobre el territorio. En los últimos años de su gobierno ordenó la elaboración del conocido Domesday Book, donde se recogieron todas las propiedades de Inglaterra, con el fin de conocer los recursos de su reino. Mitre (157-161): Desaparecido el imperio anglo-danés de Canuto el Grande (1042), Ingleterra de independiza y es elegido Eduardo I el Confesor (1042-1066), hijo del rey anglosajón Etelredo. Era el menos indicado para resolver los problemas del reino, de carácter débil y dominado por Godwin, uno de los nobles más ambiciosos del reino […] triunfo de la nobleza y feudalización del reino en perjuicio de la monarquía. A su muerte, sin hijos, Harold, hijo de Godwin, se proclamó rey, anticipándose a la reclamación del duque de Normandía, Guillermo, a quien, según parece, Eduardo había reconocido como sucesor. Harold II tuvo que hacer frente a una invasión, apenas repuesto le llegó la noticia de que el duque de Normandía había desembarcado en el sur de Inglaterra. El 13 de octubre, cerca de Hastings, tuvo lugar la batalla, en la que Harold perdió la vida y que dio a Guillermo el Conquistador (1066-1087) el reino de Inglaterra. La forma como consiguió el trono, permitió a Guillermo efectuar una drástica remodelación de las estructuras políticas y sociales de Inglaterra e implantar un férreo control sobre todo el territorio. Esto se refleja con toda claridad en la encuesta que se mandó realizar en 1086, recogida en el famoso Domesday Book. Guillermo, contó con el apoyo de la Iglesia, ya que en Normandía había impulsado la reforma moral del clero y de los monasterios, y se erigió en defensor de la Iglesia, aunque continuó controlando las elecciones de los obispos. La conquista normanda de Inglaterra fue algo más que un hecho militar y un cambio dinástico. Significó, ante todo, una verdadera revolución social, como resultado de la implantación, desde arriba y de una vez, de uno de los modelos de sociedad feudal más desarrollados de Europa. […] tras la conquista se produjo el reparto masivo de toda la tierra entre los conquistadores, aunque respetando los bienes de monasterios e iglesias […] las propiedades nacidas de este proceso fueron verdaderas tenencias feudales, que se poseían en nombre del monarca, con lo que el rey aparece desde el principio definido como el primer señor feudal, dueño de toda la tierra y cabeza de todo el conjunto feudal. Ello explica el carácter centralizado del feudalismo inglés en sus primeros momentos, y la fuerza y capacidad de maniobra de los reyes normandos muy por encima de los reyes franceses. Cuando Guillermo el Conquistador distribuyó feudos entre sus barones, estableció caso por caso el número de caballeros que cada uno de ellos debía instalar en sus tierras. De esta forma, los reyes normandos sabían con exactitud con cuantos guerreros podían contar en el caso de un llamamiento general. El proceso de instalación de vasvasores o subvasallos fue lento. Pero a finales del siglo, el nuevo orden estaba plenamente consolidado. Presidida por el monarca, la jerarquía anglonormanda estaba formada por unos 180 barones, con algunos miembros muy destacados por sus propiedades, por debajo del grupo de los barones, estaba la masa de los caballeros, mucho menos homogénea. Valdeón: Guillermo I superpuso a las instituciones locales existentes en Inglaterra la organización más avanzada de su propio ducado de Normandía. Sin destruir el legado anglosajón, precipitó la evolución de Inglaterra hacia un tipo de sociedad feudal semejante a la normanda […] La reforma más espectacular fue la feudalización del reino. Haciendo uso de las tierras de la nobleza que murió en la guerra o vio confiscados sus bienes, el monarca inglés repartió feudos a sus guerreros, pero, en general, dispersos en dos o más condados, para impedir la formación de importantes dominios. En cada shire el rey se reservaba un dominio más extenso que el de su vasallo más poderoso. Sólo en la zona fronteriza de Gales dejaba Guillermo I a sus barones libertad para efectuar conquistas. Todos sus vasallos, barones y prelados, debían aportar soldados a caballo, y al menos tres veces al año debían acudir a la curia regia. El proceso de feudalización se completó en 1086, en la asamblea de Salisbury se acordó que todos los tenentes del reino, cualquiera que fuese su señor directo, tuvieran que prestar al rey juramento de homenaje y fidelidad. El monarca era el soberano directo de todos los señores del nuevo reino. Guillermo I logró un notable fortalecimiento de la monarquía, basado en primer término en un incremento de los recursos financieros. La parte principal salía de sus dominios, a lo que se añadía los ingresos procedentes de los tribunales de justicia, y especialmente los recursos de origen feudal (el socorro, la tutela y las ayudas, que también pagaban obispos y abades). El Conquistador estableció la costumbre que los señores laicos podían, en lugar de enviar caballeros para cumplir sus obligaciones militares, pagar una cierta suma, el scutage. La cancillería fue fortalecida. Los agentes locales, los sheriffs, aumentaron su autoridad e influencia, presidían los tribunales de los condados y actuaban como agentes de la tesorería real. Guillermo I fue el introductor de la encuesta en la administración de justicia, realizada por hombres del contorno y germen indiscutible del futuro jury. Guía: A su muerte, sus dominios se dividieron entre sus hijos, correspondiendo a Guillermo II el Rojo (1087-1100) el reino de Inglaterra, y a Roberto Courteheuse el ducado de Normandía. División que provocó la enemistad entre los hermanos al sentirse Roberto perjudicado. Guillermo supo imponerse aunque mantuvo duros enfrentamientos con la Iglesia. Su sucesor, Enrique I Beauclerc (1100-1135), restableció relaciones cordiales con la Iglesia, pero, sin duda, su mayor éxito fue la implantación en el reino de una sólida administración de justicia, para lo que contó con excelentes colaboradores. Mitre: En su testamento, Guillermo I había previsto la división de sus dominios […] Guillermo II el Rojo (1087-1100), heredó el reino de Inglaterra, mientras el primogénito, Roberto Courteheuse recibía el ducado de Normandía. Las relaciones entre los dos hermanos, desde el primer momento, fueron difíciles ya que Roberto se consideró perjudicado. La propia nobleza normanda, cuyas posesiones estaban repartidas entre Normandía e Inglaterra, estaba dividida en este asunto. Muchos de ellos detestaban a Guillermo II. Éste acabó imponiéndose a sus nobles, a quienes derrotó en dos ocasiones. Sus relaciones con la Iglesia fueron también difíciles. La constante necesidad de dinero le indujo a apropiarse de las rentas eclesiásticas, mediante el expediente de dejar vacantes las sedes episcopales y abaciales. El conflicto estalló cuando Anselmo de Aosta, abad de Bec, fue elegido arzobispo de Canterbury. Normandía: Roberto Corteheuse, incapaz de hacer valer por la fuerza sus derechos a la corona inglesa, renunció formalmente en 1096, y poco después, cedió temporalmente el ducado a Guillermo, como garantía de un préstamo para poder realizar la Cruzada a Tierra Santa. Enrique I Beauclerc (1100-1135) sucedió a Guillermo II de Inglaterra y, en 1105, arrebató a Roberto el condado de Normandía. Se cerraba de esta forma un largo paréntesis de inestabilidad política, y se iniciaba y largo y fecundo reinado. La política de Enrique I pretendió continuar la tarea organizativa de su padre. Para ello, el monarca se apoyó, cuando lo creyó necesario, en la nobleza anglosajona que había sobrevivido a la conquista y restableció las buenas relaciones con la Iglesia, favoreciendo el retorno de Anselmo a la sede de Canterbury y renunciando a la investidura de obispos y abades. Es posible que el mayor éxito político del reinado de Enrique I haya sido la implantación en todo el reino de una sólida administración de justicia, ejercida por jueces itinerantes que actuaban en nombre del rey y con plenos poderes, es estrecha colaboración con los sheriffs locales o de distritos, o shires. Se rodeó de funcionarios competentes, reclutados, en muchos casos, entre el clero anglonormando. Éste es el caso de Roger, obispo de Salisbury, creador del sistema fiscal más moderno y eficaz de la Europa de entoncés (Exchequer). En 1120, murió, ahogado en el Canal de la Mancha, Guillermo, el úncio hijo varón de Enrique. Legalmente debía sucederle su hija Matilde, casada desde 1128 con Geoffrey de Anjou. Sin embargo, los barones normandos no estaban satisfechos con la perspectiva de ser gobernados por un francés a quien Enrique I había reconocido como heredero del reino y del ducado. Así se explica que a la muerte del rey inglés, en 1135, su sobrino y favorito, Esteban, lograse el reconocimiento de buena parte de la nobleza anglo-normanda. Valdeón: El reinado de Enrique I Beauclerc se inició con la concesión de una carta de libertades, considerada como el primer paso hacia una limitación del poder de la corona. Pero no fue obstáculo para que intentara restaurar la tradición del imperio teocrático anglosajón, en defensa de la investidura laica de los eclesiásticos. Ansalmo, arzobispo de Canterbury, se nego a consagrar obispos y abades nombrados por el rey. La disputa se zanjó con el llamado Concordato de Londres o de Bec (1107) que establecía que el rey sólo otorgaría la investidura de las tierras, pero no de la espiritual. Fortalecimiento de la administración central: Exchequer: Roger, obispo de Salisbury, desarrolló dentro de la Curia regis una sección de barones encargada de oír los informes de los sheriffs y las causas relativas a las rentas reales. Esta sección de reunía dos veces al año, y a ella asistían el propio Roger, el canciller, el mariscal, el condestable, dos chambelanes y varios clérigos, uno de los cuales anotaba en un registro las cantidades recaudadas. Del nombre del tablero que se colocaba en la mesa de las reuniones se denominó a la institución Exchequer […] Guía: A Enrique I le sucedió su sobrino Esteban de Blois (1135-1154), quien tuvo que hacer frente a los numerosos problemas surgidos en su reino. A las que vinieron a sumarse las aspiraciones al trono de Matilde, hija de Enrique I, y esposa del duque de Anjou, Godofredo; lo que provocó una guerra civil. En 1154 se llega a un acuerdo por el que Enrique, hijo de Matilde y Godofredo, accedería al trono inglés a la muerte de Esteban. En diciembre de ese mismo año Enrique es coronado rey, con él se creaba el imperio angevino Mitre: El reinado de Esteban de Blois (1135-1154), ha pasado como uno de los más caóticos de la historia de Inglaterra. Durante la mayor parte del mismo hubo de hacer frente a las amenazas angevinas en Normandía, que acabó cayendo en manos del conde de Anjou, y a diversas sublevaciones en Inglaterra. Entre 1139 y 1145, el reino vivió en plena anarquía, Esteban llego a ser capturado por los seguidores de Matilde en la batalla de Lincoln (1141). En 1154 se llegó a un acuerdo entre Enrique, el hijo de Matilde, duque de Normandía y conde de Anjou, desde la muerte de su padre, en 1151, y, por matrimonio con Leonor, duque de Aquitania. En virtud de dicho acuerdo, a la muerte de Esteban debía sucederle Enrique. Las previsiones sucesorias se hicieron realidad en pocos meses, y en diciembre de 1154 fue coronado rey en la abadía de Westminster. Guía: Enrique II (1154-1189) fue un monarca de enorme importancia para Inglaterra, tanto por sus características personales como por el fortalecimiento que produjo en la monarquía durante su gobierno. Su matrimonio con Leonor de Aquitania, divorciada de Luis VII, le permitió formar un gran imperio en el que se reunían los territorios anglo-normandos, por lo que se había constituido en el principal vasallo del rey francés. Al igual que su abuelo supo rodearse de buenos colaboradores. Llevo a cabo una serie de reformas internas con el fin de restaurar el orden, de manera especial en el ámbito judicial. Pero sus mayores problemas los tuvo frente a la Iglesia y, de modo especial, con el arzobispo de Canterbury, Tomás Becket. Y, asimismo, en el seno de su propia familia, produciéndose importantes enfrentamientos entre el monarca y su mujer e hijos. Mitre: Enrique II (1154-1189) fue uno de los personajes más fascinantes y controvertidos de la historia inglesa. Dotado de un carácter excepcional –inteligente, enérgico, amante de la guerra y de la caza, dinámico e inquieto, buen diplomáticosupo, como su abuelo, Enrique I, rodearse de excelentes colaboradores. A pesar de la oposición de algunos barones, Enrique II Plantagenet restauró rápidamente el orden, obligando a aquellos a destruir casi 300 castillos construidos ilegalmente. La antigua maquinaria judicial de tiempos de Enrique I fue restaurada en toda su eficacia y perfeccionada mediante las famosas assizes (decretos promulgados en una sesión plenaria del tribunal regio) de Clarendon (1166) y Northampton (1176), a través de los cuales se impuso el sistema de jurado o jury, como instrumento fundamental en el ejercicio diario de la justicia real. Los problemas le vinieron de la Iglesia: En 1162 fue elegido arzobispo de Canterbury Tomás Becket, hasta entonces canciller, amigo y colaborador del rey. Parecía que sería un instrumento de la política real en los asuntos eclesiásticos, pero no fue así. En 1164 se produjo la ruptura, con la promulgación de las Constituciones de Clarendon, a las que inicialmente Becket se plegó, aunque contemplaban la posibilidad de que los clérigos convictos de algún crimen pudiesen ser castigados por los tribunales civiles y de que las sentencias de estos no podían ser apeladas a Roma sin el consentimiento del rey. Becket se volvió atrás y elevó el caso al Papa. Citado ante el tribunal del rey, el arzobispo de Canterbury se negó a acudir, alegando su condición de eclesiástico, para finalmente, ante las amenazas del rey, abandonar Inglaterra y apelar a Roma. El conflicto llegó a su momento culminante en 1170 cuando Enrique II dispuso que el arzobispo de York coronase al príncipe heredero, quebrantando un derecho que correspondía al arzobispo de Canterbury. Tomás Becket puso el reino en entredicho, el rey se vio obligado a buscar la reconciliación con Becket. Éste regresó a Inglaterra en diciembre de 1170, al poco fue asesinado en la catedral, a manos de cuatro caballeros que actuaron inducidos por el odio de Enrique. Pronto la tumba de Becket se convirtió en centro de peregrinación que se acentuaron con su canonización poco después. El rey hubo de mostrar públicamente su arrepentimiento, peregrinando a la tumba del arzobispo. Las Constituciones de Clarendon fueron derogadas y se restauraron las tradicionales buenas relaciones con el Papado. Enrique II Plantagenet, por su matrimonio con Leonor de Aquitania (divorciada de Luis VII), se había convertido en el principal vasallo del rey de Francia. Sus dominios continentales se extendían desde el estrecho de Calais a los Pirineos, y eran un peligro potencial para el rey de Francia. Era un territorio diverso, en el que mientras que Inglaterra, Normadía y Anjou estaban acostumbrados a gobiernos fuertes, Aquitania era un ámbito dominado por la anarquía del más puro estilo feudal. Sin renunciar al gobierno directo, Enrique II atribuyó títulos y competencias honoróficas a sus hijos: el ducado de Aquitania a Ricardo (1167), el reino de Inglaterra, ducado de Normandía y condado de Anjou a Enrique (1170); en 1181 Geoffrey se convirtió en duque de Bretaña al casar con la heredera del ducado; Juan fue nombrado lord de Irlanda (1185). El imperio tuvo su punto débil en los problemas familiares entre Enrique II, su mujer y sus hijos, que desembocaron en feroces enfrentamientos. En 1173 se rebelaron contra Enrique II sus tres primeros hijos, sublevación alentada por la reina Leonor, animada y apoyada por Luis VII de Francia. A pesar de llegar a un acuerdo con sus hijos, las rebeliones y conjuras le siguieron hasta su muerte. Valdeón: […] la importancia fundamental de Enrique II radica en que recibió una Inglaterra anárquica y legó un país en orden, con un buen sistema judicial y administrativo y un hábito de obediencia a la autoridad monárquica […] De la herencia recibida, políticamente en el continente la clave era las relaciones con la monarquía de los Capetos; en Inglaterra, podía robustecer su poder político y económico […] En Inglaterra, terminó con los rescoldos de los barones levantiscos, obligándoles a destruir los castillos levantados sin permiso. Consiguió que los reyes de Escocia le prestasen homenaje. Alentó la conquista de Irlanda, aunque el dominio inglés efectivo no llegó más allá de la zona de Dublín. Problemas con la Iglesia: El desarrollo de los tribunales eclesiásticos hizo que muchos clérigos criminales escapasen a la justicia. En 1162 Tomás Becket, antiguo canciller, pasó a ocupar la sede vacante de Canterbury, Enrique II había hecho en 1164 las llamadas Constituciones de Clarendon que daban al monarca amplios poderes para controlar la Iglesia; se establecía la prohibición de la apelación de los tribunales eclesiásticos ingleses a Roma sin el permiso real; la supervisión real de la elección de obispos; el castigo secular al clero que delinquiera, etc. Becket admitió todas las Constituciones, aunque no estaba dispuesto a cumplirlas. Enrique II ordenó una investigación sobre la actitud de Becket en su etapa de Canciller […] Becket se exilió tras haber excomulgado a los que obedecieran los fallos de los tribunales laicos […] cuando regresó a Inglaterra suspendió a los prelados que habían tomado parte en la coronación de Enrique (hijo de Enrique II) y denunció públicamente a los invasores de su sede. La actitud de Becket era un peligro para Enrique II, por eso se planeó la eliminación del molesto prelado […] Enrique II tiene una extraordinaria importancia en la historia inglesa por las reformas legales que impulsó. Con él triunfa definitivamente el jurado y nacieron los juristas itinerantes enviados para supervisar la actuación de los tribunales locales. El organismo central de justicia era el King’s Court, tribunal real integrado por laicos y eclesiásticos. Se perfiló en esos años la institución del justiciero, diputado del rey para todos los asuntos . El justiciero presidía el Exchequer y el tribunal real, expedía documentos en ausencia del monarca y dirigía tropas si era necesario. Nota característica de la monarquía del XII es que el fortalecimiento de su poder se hizo sin tener en cuenta apenas el Derecho romano renaciente. En Inglaterra triunfo plenamente en Common Law, Enrique II se encontró con un sistema, mezcla de elementos feudales y germánicos, que junto a su arcaísmo presentaba algunas ventajas notables: exigía pocos jueces (la utilización del jurado eliminaba personal burocrático) y, en cambio, daba saneados ingresos a la corona […] Aunque en la práctica el monarca detentaba el poder legislativo, nunca se afirmó que la ley fuese la expresión de la voluntad del monarca. El Plantagenet convocaba con frecuencia a sus grandes vasallos, y en esas asambleas se promulgaba leyes […] Guía: A Enrique II le sucedió su hijo Ricardo I Corazón de León (1189-1199), monarca que alcanzó una enorme popularidad entre sus súbditos, a pesar de estar ausente de Inglaterra durante la mayor parte de su reinado, ya que una de sus mayores preocupaciones fue la participación en la Cruzada. Su hermano, Juan, aprovechó su ausencia para usurparle el trono. A pesar de todo se mantuvo la línea política establecida por su padre, siendo el arzobispo de Canterbury, Hubert Walter, quien realmente mantuvo y fortaleció la herencia de Enrique II. Una vez regresó a Inglaterra mantuvo enfrentamientos con el rey francés, su principal enemigo, por los dominios de que Ricardo poseía en Francia. A su muerte, sin dejar herederos directos, ocupó el trono inglés su hermano, Juan sin Tierra (1199-1216). Mitre: Ricardo I Corazón de León (1189-1199), fue el menos inglés de la dinastía anglo-normanda, de hecho sólo estuvo en Inglaterra en dos ocasiones. Pero, ningún monarca medieval alcanzó tal popularidad entre sus súbditos. Animado por un fuerte dinamismo, participó en la Tercer Cruzada, viajó por medio Mediterráneo y participó activamente en la política europea de su tiempo. La Cruzada le mantuvo fuera de sus dominios entre 1190 y 1192, obteniendo en ella fama de buen guerrero. Aunque no logró recuperar Jerusalén, llegó con Saladino a una paz honorable que le permitió disponerse para regresar a su reino, de donde llegaban noticias inquietantes. Su hermano, el príncipe Juan, conspiraba abiertamente contra él para hacerse con el poder, contando con el apoyo del rey francés, Felipe II Augusto. Durante el regreso fue hecho prisionero por el duque de Austria, fue entregado al emperador Enrique VI, quien exigió por Ricardo un enorme rescate: 100.000 libras. Para obtener la libertad, además, Ricardo tuvo que convertirse en feudatario del Imperio y entrar en una alianza contra el rey francés. Su segunda visita a Inglaterra fue triunfal, culminando en una segunda coronación en la catedral de Winchester por el nuevo arzobispo de Canterbury, Hubert Walter,, a quien Ricardo confió el gobierno del reino durante su ausencia. Ricardo dedicó los últimos años de su reinado (1194-1999) a reconstruir sus posesiones francesas. Sometió a vasallos díscolos, recupero territorios perdidos y construyó nuevas fortalezas, al tiempo que se preparaba para enfrentarse al rey francés. La muerte le llegó por una herida de flecha cuando intentaba someter al vizconde de Limoges. En ausencia de herederos directos, el príncipe Juan fue coronado rey de Inglaterra sin demasiadas dificultades, conservando los dominios continentales tras la renovación del oportuno homenaje feudal al rey de Francia. Bibliografía: MITRE: 147-153, 155-161. VALDEÓN: 321-325. 334-345. LADERO: 357-360, 601-606 Tema 18 I. -Los Estados de la península ibérica. Los reinos cristianos frente al Islam: las grandes conquistas. -- El nacimiento de un nuevo reino: Portugal. II.- El reino normando de Sicilia: la conquista del sur de Italia y de Sicilia por los normandos. -- Roger II (1105-1154). – El reino de Sicilia bajo los Staufen y los Angevinos. – La expansión aragonesa por el Mediterráneo. III. – La Europa Nórdica: Dinamarca, Noruega y Suecia. IV. – Las monarquías de la Europa central y oriental. Bibliografía: M. A. LADERO QUESADA: Edad Media, págs: 364-366; 606-607 y 860-883 y 887893. J. VALDEÓN: Edad Media, págs: 346-348 GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, J.A. y VALDEÓN BARUQUE, J.: Manual de Historia Universal. Edad Media. Madrid, Nájera, 1987. S. CLARAMUNT: Edad Media, (Ariel) págs: 164-173 y 225-233. M.GONZÁLEZ: Edad Media, págs: 161-162. E. MITRE: Historia de la Edad Media, págs: 290-297 y 303-305. M. RIU: Lecciones de Historia Medieval, págs: 457-458. J.A. GARCÍA DE CORTAZAR: Edad Media, págs: 351-371. I. -Los Estados de la península ibérica. Los reinos cristianos frente al Islam: las grandes conquistas. -- El nacimiento de un nuevo reino: Portugal. CLARAMUNT, 164: A partir de siglo XI asistimos a la continuada y decisiva expansión de los reinos cristianos peninsulares […] consecuencia de la desaparición del Califato y posterior fragmentación en los reinos de taifas. La muerte y testamento de Sancho III el Mayor en 1035, significó la consolidación de Castilla y Aragón, ambos como reinos […] El testamento de Sancho III (1035) nos deja: el primogénito, García Sánchez III (10351054) como rey de Pamplona con las comarcas de La Rioja, las tierras tomadas a Castilla y los territorios vascos, además de la potestas regia, lo que le situaba en una posición preponderante respecto a sus hermanos; el segundo, Fernando, heredó el condado de Castilla con las comarcas leonesas de Carrión y Saldaña hasta el río Cea, convirtiéndose en el primer rey de Castilla; el menor, Gonzalo, recibió lo condados de Sobrarbe y Ribagorza; Ramiro, hijo bastardo, obtuvo el territorio de Aragón, con título de rey […] Gª DE CORTAZAR, 348: Menos de un siglo después de la caída del Califato, los cristianos se habían establecido en el valle del Tajo, al oeste (Santarem) y en el centro (Toledo), mientras que por el este se ocupaban el valle del Ebro, hasta su desembocadura […]. El estado permanente de guerra contra los infieles servía para cohesionar al pueblo en torno a los reyes; el feudalismo de tipo carolingio apenas había penetrado, con excepción, de la Marca Hispánica […]. El Camino de Santiago y la llegada de numerosos mercaderes (francos), la implantación de la reforma cluniacense y la unificación litúrgica, la aceptación de ciertas instituciones típicas del feudalismo europeo […] son aspectos de la europeización hispana. CLARAMUNT, 165: No tardaron mucho en enfrentarse, Fernando I de Castilla, y su cuñado, Bermudo III de León […] el leonés se negó a reconocer la posesión castellana de las tierras de Carrión y Saldaña, conquistadas a León por Sancho III, en la batalla de Tamarón (1037), Bermudo III murió en la batalla. Fernando I tomó posesión del reino de León en nombre de su mujer Sancha, hermana de Bermudo […]. Fernando I intentó recuperar la Bureba y la Rioja, antes castellanas y ahora pertenecientes a Navarra, en la batalla de Atapuerca murió García Sánchez III (1054); Fernando I colocó en el trono navarro a su sobrino, Sancho IV. […] Frente a los musulmanes, Fernando I logro adelantar las fronteras, en la cuenca del Mondeo y en la del Tajo […] los reyes de Badajoz, Toledo y Sevilla se declararon sus vasallos y aceptaron el pago de un tributo anual para no ser atacados, se trata de las PARIAS que aumentaron considerablemente los ingresos de Fernando I, obtuvo del rey moro de Sevilla las reliquias de San Isidoro, que fueron trasladadas a León; en la parte oriental obtuvo las parias del reino de Zaragoza, inició una expedición contra Valencia, que tuvo que suspender por encontrarse enfermo, murió en 1065. Introdujo en la cancillería de Castilla-León los usos de Navarra, de inspiración franca. En el Concilio de Coyanza (1055) dio nuevas leyes a León, favoreció la penetración de los cluniacenses […] pero, dividió sus territorios entre sus hijos, dando lugar a violentos enfrentamientos entre ellos […], a su hijo mayor, Sancho le dejo el reino de Castilla y las parias de Zaragoza; a Alfonso, el reino de León y las parias de Toledo; a García el reino de Galicia y el norte de Portugal, con las parias de Badajoz y Sevilla; y a sus dos hijas, Urraca y Elvira, el disfrute conjunto de los monasterios regios de todos los reinos y varias ciudades, entre ellas Toro y Zamora […] Sancho II de Castilla (1065-1072) no aceptó el reparto y atacó a sus hermanos […] en pocos años, Sancho II logró la reunificación […]. Su hermana Urraca, desde Zamora, incitaba una sublevación de los leoneses […] el rey fue asesinado por Bellido Adolfo, frente a Zamora […] Urraca llamó a Alfonso, refugiado en la taifa de Toledo, tras jurar en Santa Gadea de Burgos el no haber tomado parte en la muerte de su hermano, Alfonso VI (10721109) fue reconocido como rey de León y Castilla, también recuperó Galicia al hacer encerrar a su hermano, García, en el castillo de Luna hasta su muerte […] Alfonso VI ocupó Toledo, […] la caída de la ciudad hizo que los reyes de Badajoz, Sevilla y Granada solicitaron la ayuda de los almorávides del norte de África CLARAMUNT, 167: Ha destacar algunos guerreros, como el Cid Campeador, colaborador primero de Sancho II y después de Alfonso VI, que le encargó el cobro de las parias de Sevilla […] desterrado de Castilla por Alfonso VI, el Cid entró al servicio del rey moro de Zaragoza; perdonado y desterrado sendas veces por el rey castellano, el Cid atacó al rey moro de Lérida y se puso al servicio del de Valencia, en cuyo nombre venció en Tévar (1090) al conde de Barcelona, Berenguer Ramon II […] en 1094 se apoderó de la ciudad de Valencia, tras lo cual se reconcilió de nuevo con Alfonso VI, su permanencia en Valencia frenó la expansión de los almorávides, tras su muerte y el abandono de la ciudad por su viuda, los almorávides tomaron la ciudad. Alfonso VI, conquistaba en 1085 la ciudad de Toledo, aprovechando las luchas civiles que habían estallado a la muerte de al-Mamun en 1075; la población musulmana pudo quedarse, nombrado arzobispo de la ciudad el cluniacense, Bernardo de Sédirac, se impuso el culto romano […]. Trasladada la frontera al valle de Tajo, se inició la repoblación antiguas ciudades como Salamanca, Segovia, Ávila, Olmedo, etc. La nueva frontera se aseguró con lugares como Madrid, Guadalajara, Talavera, Mora, Uclés, etc. Las taifas de Badajoz, Sevilla y Granada solicitaron la ayuda de los almorávides del norte de África, al mandó de Yufu, derrotaron a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (Zalaca) en 1086, seguidas de otras derrotas cristianas […] se buscó la participación de un ejército cruzado de franceses, en el que participaron, Raimundo y Enrique de Borgoña, que se convirtieron en yernos de Alfonso VI al casas, respectivamente, con sus hijas Urraca y Teresa. Alfonso VI cedió a su hija Teresa y a su yerno, Enrique de Borgoña, el condado de Portugal (1095), en plena propiedad y con poder de legarlo a sus hijos GUÍA: El reinado de Urraca (1109-1126), hija de Alfonso, estuvo lleno de dificultades, y, a pesar de su matrimonio con Alfonso I el Batallador, no logró mantener una estabilidad. Hubo de sofocar la rebelión comunal de Santiago. CLARAMUNT, 167-68: Buscando una alianza con Aragón, antes de morir, Alfonso VI casó a su heredera., Urraca, viuda de Raimundo de Borgoña, con el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador. Matrimonio que fue un desastre, dada la incompatibilidad de caracteres de los esposos […], en 1114 se separaron definitivamente […]. Las dificultades internas del reinado de Urraca fueron continuas, por el intervencionismo de Alfonso el Batallador […] En las principales ciudades de Camino de Santiago, especialmente Sahagún, y Santiago, estalló una serie de movimientos burgueses, en los cuales se mezclaron el propósito de los aragoneses de crear conflictos y la lucha por el control de Galicia […] entre 1114 y 1126 tuvieron lugar los episodios más importantes de los levantamientos en Santiago, donde el arzobispo Gelmírez había formado un poderoso señorío al que se enfrentaron los burgueses de la ciudad que lograron controlar entre 116-1117 […] la revuelta fue sofocada gracias a la unión de los ejércitos de Urraca, de su hijo, Alfonso Raimúndez y del conde de Traba. Pacificada Galicia por un pacto temporal entre la reina y su hijo, ella gobernaba en Castilla y León, mientras Gelmírez dominaba Galicia como un auténtico señor GUÍA: Alfonso VII logró someter a todos los rebeldes y se proclamó emperador de España en León en 1135. Continuó la lucha contra los musulmanes, derrotando definitivamente a los Almorávides. A su muerte se dividió el nuevo el territorio entre sus dos hijos: Fernando que heredó León, Galicia y Asturias; y Sancho III que recibió Castilla y Toledo. CLARAMUNT, 169-70: Los primeros tiempos de su reinado los dedicó a recuperar los territorios controlados por Aragón y controlar Portugal. Por las paces de TÁMARA (1127) Alfonso VII recupera las comarcas fronterizas (Carrión, Burgos) bajo el control aragonés, tras la muerte de Alfonso I el Batallador se apodera de Nájera, la Rioja y gran parte de la Extremadura soriana. Logró la sumisión de los magnates que se habían negado a reconocerle como rey. Fue el último representante de la idea imperial leonesa, a pesar de ello, en su testamento dispuso la separación de Castilla que fue entregada al mayor, Sancho, mientras que Fernando II se quedaba con León, Galicia y Asturias GUÍA: El breve reinado de Sancho III (1157-1158) motivó que subiese al trono su hijo de corta edad, Alfonso VIII (1158-1214), durante cuya minoría se produjeron duros enfrentamientos entre grupos nobiliarios. Después de hacerse él mismo cargo del gobierno, emprendió diversas campañas contra los Almohades, pero el poder de éstos, motivó que el arzobispo de Toledo, en nombre del Papa Inocencio III, organizase una cruzada contra ellos, siendo derrotados en 1212. CLARAMUNT, 169: LEÓN bajo los reinados de Fernando II (1157-1188) y Alfonso IX (11881230) logró la anexión completa de Extremadura a costa de los almohades, Alfonso IX fue el verdadero repoblador de la actual Extremadura […] CASTILLA: La prematura muerte de Sancho III, dio paso a la larga minoría de su hijo Alfonso VII (1158-1214); los largos años de minoridad fueron testigos del enfrentamiento entre facciones, especialmente entre los Lara y los Castro, mientras Sancho IV de Navarra recuperaba algunas plazas, en 1169 Alfonso IX alcazaba la mayoría de edad, además de recuperar los territorios tomados por Navarra hizo frente a los almohades. En 1179, él y Alfonso II de Aragón, se firmaba al Tratado de Cazorla, en el que se fijaba la futura expansión de los dos reinos: Aragón se atribuía Valencia hasta el puerto de Biar […] Las disputas entre los cristianos permitieron a los almohades realizar distintas campañas de saqueo […] . En 1199 y 1200 los territorios del País Vasco se incorporaron a Castilla […] GUÍA: A lo largo de estos dos siglos y, a pesar de los continuos enfrentamientos mantenidos, las monarquías ibéricas se fortalecieron. La guerra frente a los musulmanes motivó que el pueblo se uniese bajo la autoridad de los monarcas. También, a partir del siglo XI se dejan sentir influencias ultrapirenaicas a través de la llegada de mercaderes francos que recorrían el camino de Santiago, y de la entrada de los monjes de Cluny. Este proceso fue acompañado del aumento de tierras de cultivo y del número de cabezas de ganado al incorporarse nuevos valles y campos, lo que provocó una mejora económica. GUÍA: Por otra parte, los reinos orientales de la Península: Navarra, Aragón y los Condados catalanes afianzaron su política e instituciones. El reino de Navarra, desde 1035, mantuvo en un primer momento buenas relaciones con Castilla, pero no duraron mucho tiempo; poco después se incorporó a Aragón. Desde finales del siglo XI, el reino de Aragón que había tenido su origen en la unión de pequeños núcleos pirenaicos, logró una considerable expansión, culminando con la ocupación de Zaragoza por parte de Alfonso I en el año 1118. En Cataluña, el conde Ramón Berenguer I (1035-1075) inició una política expansiva frente a los musulmanes y hacia las tierras del norte; de tal forma que Ramón Berenguer IV, al subir al poder, dominaba un territorio similar a la configuración de la Cataluña actual. Su matrimonio con Petronila, hija de Ramiro II de Aragón, le permitió incorporarse aquellos territorios sobre los que gobernó como “príncipe de Aragón”. Su sucesor, Ramón Berenguer V, se convirtió, por renuncia de su madre, en rey de Aragón, gobernando con el nombre de Alfonso II (1163-1196). Portugal. Fue Alfonso VI quien con la creación del condado de Portugal, puso las bases de lo que sería el nuevo reino de Portugal. A finales del siglo XI (1095), el monarca castellano cedía a su hija Teresa, casada con Enrique de Borgoña, el condado portugués, en plena propiedad y con poder de legarlo a sus herederos. Hay que tener presente que, desde hacía tiempo, los portugueses habían mantenido su oposición a la hegemonía castellana, representada desde el punto de vista eclesiástico y político por Toledo, por lo cual Enrique consiguió de Roma el reconocimiento de Braga como sede primada de las diócesis gallegas y portuguesas. No obstante, encontró una fuerte oposición en las diócesis gallegas. A pesar de que Alfonso Enriquez de Portugal, hijo de Teresa y de Enrique de Borgoña, se había declarado vasallo del rey castellano, Alfonso VII, cuando éste fue coronado “emperador de España” en 1139, tomó el título de rey de Portugal no siendo reconocido por castellanos y leoneses ya que en 1158, en el Tratado de Sahagún, dividieron el territorio portugués entre Sancho III de Castilla y Fernando II de León. Pero las rivalidades entre ambos monarcas impidieron que tal acuerdo se hiciese efectivo. Alfonso I emprendió, al igual que lo hacían otros reinos, sus enfrentamientos con los musulmanes logrando recuperar importantes posesiones situadas en la línea del Tajo. Se declaró vasallo del Papa al cual pagaba un censo como símbolo de la sumisión vasallática, obligación que descuidó su sucesor, Sancho I (1185-1211), por lo que se enfrentó a Inocencio III. Sancho I trató de frenar el auge que estaban alcanzando los señoríos eclesiásticos, favorecidos por Alfonso I, para consolidar su autoridad, pero esta medida tuvo graves consecuencias. II.- El reino normando de Sicilia: La conquista del sur de Italia y de Sicilia por los normandos. -- Roger II (1105-1154). – El reino de Sicilia bajo los Staufen y los Angevinos. – La expansión aragonesa por el Mediterráneo. El reino normando de Sicilia. La conquista normanda del sur de Italia y de Sicilia estuvo protagonizada, a diferencia de la conquista de Inglaterra, por grupos de soldados mercenarios, agrupados en torno a clanes familiares entre los que destacó el de los Hauteville; uno de cuyos jefes, Tancredo de Hauteville, desempeñó un importante papel junto con sus hijos Roberto Guiscardo y Roger, que se encontraban sólidamente establecidos en Italia meridional. Roberto se apoderó de Calabria (1060) y de Sicilia (1072), aprovechando las rivalidades existentes en la isla, aunque hubo de hacer frente a una fuerte resistencia protagonizada por los musulmanes. Su hijo, Roger II el Grande (11011154), reunificó los territorios normandos y obtuvo del Pontífice el título de rey de Sicilia; fortaleció su poder procurando limitar el de los grandes señores feudales. Fue el verdadero creador del Estado normando al que dotó de una organización eficaz en la que se combinaban elementos bizantinos, musulmanes y del feudalismo occidental. Los nuevos gobernadores normandos mantuvieron la religión y la cultura islámica, e incluso, llegaron a aprender el árabe y adoptaron el estilo de vida de los musulmanes. Durante el gobierno de Roger II se impuso Palermo como uno de los grandes centros culturales más brillantes del momento, donde confluían en perfecta simbiosis lo oriental y occidental. Asimismo, los duques y reyes normando se reconocían vasallos del Papa. A la muerte de Guillermo II (1154-1189) sin dejar descendencia legítima, Sicilia pasó a la órbita del Imperio alemán, pues recayó en manos de Constanza, hermana de Guillermo, casada con Enrique, hijo de Federico I Barbarroja. Sin embargo, el Pontífice que se resistía a que Sicilia pasase al Imperio, apoyó a Tancredo, bastardo de Guillermo, en su elección como rey; a su muerte, el emperador alemán, Enrique VI fue coronado rey de Sicilia, transmitiendo en 1197, al morir prematuramente, a su hijo el futuro, Federico II (1215-1250). LA CONQUISTA DEL SUR DE ITALIA Y DE SICILIA POR LOS NORMANDOS Guía: La conquista normanda del sur de Italia y de Sicilia estuvo protagonizada, a diferencia de la conquista de Inglaterra, por grupos de soldados mercenarios, agrupados en torno a clanes familiares entre los que destacó el de los Hauteville, uno de cuyos jefes, Tancredo de Hauteville, desempeñó un importante papel junto con sus hijos Roberto Guiscardo y Roger, que se encontraban sólidamente establecidos en Italia meridional. Ladero (606-607): Empieza con una introducción histórica: En sus orígenes se sitúan los grupos de peregrinos normandos, armados, que regresaban de Tierra Santa, y su servicio a los bizantinos, a señores lombardos y, más adelantes, a los musulmanes de Sicilia. Desde la cuarta década del s. XI algunos se instalaron en el S. de la península, así Rainulfo , señor de Gaeta y conde de Aversa por designación imperial, o diversos hijos de Tancredo de Hauteville, como Guillermo, que en 1046, era “duque y señor de Italia, conde de los normandos de toda Apulia y Calabria”, o sus hermanos Roger y Roberto Guiscard. El segundo conquistó Apulia y Calabria, recibió en 1059 la intitulación otorgada por el papa Nicolás II de “duque de Apulia y Calabria por la gracia de Dios y de la Santa Sede” […], dueño de Amalfi desde 1073, de Salerno (1076) y capaz de apoyar a Gregorio VII en 1084, lo que le permitió saquear Roma, y dueño en definitiva del sur de Italia, mientras que Roger conquistaba la Sicilia islámica: Palermo caía en 1072 y el conjunto de la isla estaba bajo dominio normando en 1091. Roberto Guiscard trasladó la guerra a Macedonia (Epiro) y fallecía en 1085 dividiendo sus dominios entre sus hijos: Roger de Apulia y Bohemundo. Los normandos, aún con una organización incompleta y manteniendo formas de administración local anteriores, eran ya dueños de Sicilia y del S. de Italia y proyectaban sus ambiciones hacia el Levante mediterráneo, lo que les llevaría a jugar un papel destacado en el desarrollo de la Cruzada y en la relación con Bizancio, frecuentemente hostil. González: Tras el fracaso de Otón II en la conquista del sur de Italia, los principados lombardos de Capua, Salerno y Benevento volvieron a caer dentro del área de influencia del Imperio bizantino […] mientras que Sicilia permanecía en poder de los musulmanes […] la conquista normanda del sur de Italia y de Sicilia la protagonizaron soldados mercenarios, agrupados en torno a unos cuantos clanes familiares, entre los que pronto destacó los Hauteville (González, 161). Se trata de normandos que regresan de Tierra Santa, que se ponen al servicio de: bizantinos, lombardos, musulmanes de Sicilia. En torno a los años 40 del s. XI algunos se instalan en el sur de la península (Ladero). La desintegración del poder bizantino en la zona coincidió con la llegada de nuevos guerreros normanos, entre los que se encontraban Roberto Guiscardo y Roger, hijos ambos de Tancredo de Hauteville. Valdeón: En 1059, Nicolás II reconoció a uno de los caudillos normandos, Roberto Guiscardo, como duque de Apulia y Calabria, a cambio de la aceptación de la soberanía pontificia. La ocupación de Regio (1060), Amalfi (1073) y Salerno (1976) completó el dominio del sur de Italia por los normandos. A continuación se trasladó a Macedonia, donde murió en 1085. El sucesor de Roberto, Roger I, prosiguió, en el último cuarto del siglo XI, la conquista de Sicilia, terminando finalmente por expulsar a los musulmanes. Roger, conquistó Sicilia en 1091. González (161-162): Hacia 1060, una nueva generación de caudillos normandos, entre los que destacaban, Roberto Guiscardo y sus hermanos Onfroi y Roger, tomó el relevo. Para entonces, contaban con el apoyo de los papas reformadores, que vieron en estos rudos guerreros un apoyo seguro frente al Imperio. En los años inmediatos, Roberto de apoderó de Calabria (1060) y de Sicilia, donde, tras la conquista de Palermo (1072), los normandos y sus aliados dirigidos por Roger, hubieron de vencer la tenaz resistencia de la población musulmana. En 1081, sus tropas pasaron al otro lado del Adriático, donde conquistaron, tras derrotar al ejército del emperador Alejo Comneno, la ciudad de Durazzo. En 1085, volvieron a vencer a los bizantinos en Corfú. La muerte de Roberto Giscardo en ese mismo año supuso la disolución temporal de su principado. Sus hijos –Roger Borsa y Bohemundo de Tarento […]- se repartieron los territorios peninsulares, en tanto que su hermano Roger I, el conquistador de Sicilia, conservaba el dominio sobre la isla. ROGER II (1105-1154) Guía: Roberto se apoderó de Calabria (1060) y de Sicilia (1072), aprovechando las rivalidades existentes en la isla, aunque hubo de hacer frente a una fuerte resistencia protagonizada por los musulmanes. Su sobrino Roger II el Grande (1101-1154), reunificó los territorios normandos y obtuvo del Pontificado el título de rey de Sicilia; fortaleció su poder procurando limitar el de los grandes señores feudales. Fue el verdadero creador del Estado normando al que dotó de una organización eficaz en la que combinaban elementos bizantinos, musulmanes y del feudalismo occidental. Los nuevos gobernantes normandos mantuvieron la religión y la cultura islámica, e incluso, llegaron a aprender el árabe y adoptaron el estilo de vida de los musulmanes. Durante el gobierno de Roger II se impuso Palermo como uno de los grandes centros culturales más brillantes del momento, donde confluían en perfecta simbiosis lo oriental y lo occidental. Asimismo, los duques y reyes normandos se reconocían vasallos del Papa. Ladero (p. 606-607): Roger II (1101-1154) fue el autor de la consolidación política. Los normandos habían establecido una organización militar y de poder; un feudalismo de importación, sobre estructuras sociales y aun jurídicas anteriores, a las que respetaron en gran medida porque eran útiles a su dominio. Roger II consolidó la red de relaciones feudales entre los guerreros normandos pero se sitúo en su cúspide especialmente desde que la asamblea de Aniano (1140) definió la configuración del reino y a partir de 1150, fecha en que se redactó el inventario de derechos feudales (Catalogus Baronorum). En 1127 heredó las posesiones de tierra firme y en 1130 en anti papa Anacleto II le coronó rey. Veinte años después se fijaba la frontera entre sus dominios y la Santa Sede, seguramente la más estable de toda la historia Europea. Mientas tanto […] la organización del gobierno regio, basado en una expansión del dominio real directo y en el apoyo en algunas ciudades, así como en la organización burocrática encabezada por el canciller, senescal, camarero, protonotario y almirante o emir, cargos que mezclaban las tradiciones administrativas bizantina e islámica, así como la occidental. El influjo griego se observa igualmente en los títulos de gobernadores locales […] y en el ámbito del derecho privado y eclesiástico, mientras que el islámico se percibe en el régimen fiscal, especialmente el aduanero. Aunque la mayoría de la población práctica el cristianismo latino, hay una fuerte heterogeneidad social y una mezcla de tradiciones culturales […] donde se confunden elementos bizantinos, lombardos y musulmanes […] no sólo el régimen de la tierra sigue gobernado, en buena parte, por normas de derecho romano, sino que las prácticas proto-feudales de patronato real, provisio y comendatio extendidas en época bizantina, no desaparecieron, como tampoco las formas de vida urbana y de economía mercantil y monetaria más intensa que en otras regiones de Occidente. Con Roger II continua “la ya tradicional hostilidad con respecto a Bizancio, que se manifiesta en las efímeras conquistas de Corfú (1148) y Malta, y el interés normando en el levante mediterráneo: Guillermo II (1168-1189) actuaría en el delta del Nilo en 1174 y llegaría a ocupar Durazzo y Salónica en 1185 […]. Pero mayor importancia tenía el ejercicio del predominio naval en el Mediterráneo medio y el influjo sobre las costas norteafricanas desde Bona o Túnez hasta Trípoli […] imposible frente a los almohades que recuperaron las posiciones perdidas por el Islam, ya hacia 1160. Los reyes que sucedieron a Roger II se enfrentaron, en consecuencia, con dificultades exteriores crecientes frente a los almohades, al Bizancio de Manuel Comneno, en ocasiones, e incluso en el ámbito italiano donde la competencia mercantil de lombardos, toscanos, pisanos, venecianos o genoveses era cada vez mayor […] El matrimonio de Constanza, hija de Roger II, con Enrique II, hijo de Federico I, fue un intento de mejorar la situación en lo político pero provocó la vinculación del reino a los intereses imperiales de Enrique IV (1190-1197), a pesar de la resistencia hasta 1194, de otros miembros de la casa real normanda que también aspiraron al trono. Valdeón ( 347-348): La consolidación de los dominios normandos en el sur de Italia se logró en la primera mitad del siglo XII, en tiempos de Roger II, coronado rey, en 1130. Durante sus años de gobierno (1105-1154), no sólo se fijaron las fronteras del reino normando, sino que se inició una política de expansión marítima, orientada hacia la costa norteafricana y hacia el Mediterráneo oriental. Pero quizá la nota más destacada de esta original monarquía del sur de Italia fue el alto grado de desarrollo alcanzado por la administración regia. Roger II fortaleció su poder apoyándose, al igual que ocurría en las monarquías noralpinas, en los dominios reales y en las ciudades, y procurando limitar el poder de los grandes señores feudales. Intervino muy directamente en los nombramientos episcopales. Al frente del gobierno había cinco grandes oficiales (entre ellos el almirante y protonotario, muestra evidente de la influencia bizantina). El reino de dividió en once provincias, con un justiciero, representante del monarca al frente. Había tribunales itinerantes y una administración financiera, la Dohana de ascendencia musulama. Así, combinando sabiamente elementos bizantinos, musulmanes y del feudalismo occidental, Roger II supo dotar a su monarquía de unas sólidas estructuras de gobierno. Pero después de los reinados de Guillermo I y de Guillermo II el reino normando de Italia meridional pasó a los Staufen, por el matrimonio de Enrique VI (1186), emperador después de Federico Barbarroja, con Constanza, la heredera de la monarquía normanda. Durante más de medio siglo, los problemas específicos del reino de Sicilia se insertaron en la órbita del Imperio germánico. González (161-163): Roger II el Grande (1101-1154), hijo de Roger I, reunificó los territorios normandos y obtuvo del papado, en 1130, el título de rey de Sicilia, Apulia y Calabria. Roger II fue el verdadero creador del Estado normando, al que dotó de una administración eficaz y de unas leyes en las que se recogían tanto los principios del derecho feudal como, sobre todo, del derecho romano e, incluso, islámico. De esta forma se consiguió establecer un clima favorable a la síntesis que hizo de la corte de Palermo uno de los centros culturales más activos de Occidente. A primera vista, el nuevo Estado apenas se diferenciaba de la Normandia natal, ya que el feudalismo de importación descansaba sobre principios semejantes a los que aplicará Guillermo el Conquistador en Inglaterra, lo cual explica el carácter altamente centralizado del reino normando de Sicilia. Pero el verdadero esqueleto de la administración era la tradición bizantina e islámica, y las ideas políticas derivadas del derecho romano, recuperado siquiera de forma incompleta para Occidente […] Junto al poder del príncipe, coexistían las jurisdicciones, dotadas de una amplia autonomía, de los grandes señores feudales, Y sobre todo, conviene no olvidar que desde tiempos de Roberto Guiscardo (Concordato de Amalfi, 1059) los duques y reyes normandos se reconocían vasallos de San Pedro, es decir, del Papa. Las consecuencias políticas de esta dependencia teórica se dejaron sentir de forma trágica a la muerte de Federico II en 1250. A Roger II le sucedió Guillermo II el Bueno (1154-1189), que murió sin descendencia legítima. En estas circunstancias, el reino debía pasar a manos de Constanza, hermana del difunto y mujer de Enrique, hijo de Federico I Barbarroja. Sin embargo, a pesar de las reclamaciones del príncipe alemán, el papa Clemente III, que en modo alguno estaba dispuesto a consentir la unión de Sicilia al Imperio, favoreció la candidatura de Tancredo de Leche, bastardo de Guillermo II, el cual fue proclamado rey en Palermo en 1190. Hubieron de pasar dos años antes de que Enrique VI pudiese realizar su sueño de ser coronado rey de Sicilia. En 1192, muerte Tancredo de Leche, el emperador alemán ocupó sin demasiada dificultad el sur de Italia y Sicilia. Poco después nació su hijo Federico Roger, el futuro Federico II, quien se convertiría en rey de Sicilia en 1197, al morir de forma prematura el joven emperador alemán. EL REINO DE SICILIA BAJO LOS STAUFEN Y LOS ANGEVINOS. – Guía: A la muerte de Guillermo II (1154-1189) sin dejar descendencia legítima, Sicilia pasó a la órbita del Imperio alemán, pues recayó en manos de Constanza, casada con Enrique, hijo de Federico I Barbarroja. Sin embargo, el Pontífice que se resistía a que Sicilia pasase al Imperio apoyó a Tancredo, bastardo de Guillermo, en su elección como rey; a su muerte, el emperador alemán, Enrique IV fue coronado rey de Sicilia; transmitiendo la corona en 1197, al morir prematuramente, a su hijo el futuro Federico II (1215-1250). García de Cortazar (351-371): Enrique VI (1190-1197), emperador a la muerte de su padre, Federico I, intentó […] construir una monarquía universal. Se encontraba para ello en inmejorables condiciones, pues a los dominios imperiales añadía, en virtud de su matrimonio con Constanza de Sicilia, la herencia de la monarquía sículo-normanda. Federico Barbarroja lo había designado, muchos años atrás, sucesor en el imperio. No tuvo muchos problemas para conseguir la herencia alemana […] encontró bastantes obstáculos para recoger la herencia normanda. Al morir en Sicilia Guillermo II (1189) la sucesión recaía en la princesa Constanza, esposa de Enrique. Pero en la isla se constituyó un partido anti alemán, encabezado por el príncipe bastardo Tancredo de Leche, coronado rey de Sicilia por el arzobispo de Palermo. Enrique intentó solucionar el problema por la fuerza, pero fracasó militarmente ante Nápoles (1191). Tancredo contaba con las simpatías pontificias, pues en Roma se veía con recelo la posibilidad del establecimiento del emperador germánico al sur de Italia. Pero a la muerte de Tancredo (1194), Enrique VI pudo conquistar con relativa facilidad Sicilia. Su coronación en Palermo (Navidad de 1194) sancionó el dominio imperial sobre la isla y la fusión efectiva en la persona de Enrique VI, del antiguo reino normando con Alemania. […] El dominio de Italia una de las claves de la política imperial de todos los tiempos, nunca había parecido tan próximo como en los días de Enrique VI. No sólo era la posesión del reino de Sicilia […] Enrique VI había establecido ministeriales en el gobierno del centro de Italia (Romaña, Spoleto y Ancona), al tiempo que mantenía buenas relaciones con las ciudades de Lombardía. […] La presencia germánica en el centro de Italia era una amenaza directa para los pontífices. La corona de Sicilia, obligaba, por otra parte, a Enrique VI a prestar homenaje al Papa (Sicilia era reino vasallo de la Santa Sede) […] el principal obstáculo con que tropezó Enrique era el que derivaba de la misma estructura de sus dominios: el título regio de Sicilia era hereditario, pero la corona imperial era electiva […] sólo consiguió que reconociesen a su hijo (llamado Federico Roger […]) como rey de romanos. Tampoco llegó a un acuerdo con Celestino III para que coronara rey al joven príncipe Federico Roger […] el emperador murió inesperadamente en 1197. todos los proyectos de la monarquía universal se vinieron abajo. […] Federico Roger, en 1198, a la muerte de su madre, fue coronado rey de Sicilia, estaba bajo la tutela de Inocencio III que envió a la isla un legado suyo en calidad de regente […] lo más complicado fue la política alemana e italiana, aunque finalmente Federico II logró la corona imperial, había prometido a Inocencio III la renuncia a la corona siciliana. Inocencio III murió en 1216. […] la desaparición de Federico II significaba el final de la supuesta hegemonía germánica en la Europa cristiana. En unos pocos años se extinguió la familia de los Staufen. […] los pontífices ofrecieron el viejo reino normando al príncipe francés Carlos de Anjou y éste derrotó y dio muerte a Manfredo en Benevento (1266). Carlos de Anjou se convirtió en rey de Sicilia. Todavía, Conradino, hijo de Conrado IV, pretendió recuperar su herencia paterna, pero fue vencido (1268) y posteriormente ejecutado […] LA EXPANSIÓN ARAGONESA POR EL MEDITERRÁNEO. Ladero (896-897): […] la empresa italiana de Pedro III de Aragón y los enfrentamientos que le acarreó con Francia y el papado, cuando apoyó la revuelta anti angevina de la Vísperas sicilianas (1282) y ocupó la isla […] era una especie de venganza póstuma de los Hohenstaufen, con los que el rey aragonés estaba emparentado, y Pedro III fue excomulgado en 1283 mientras Carlos de Valois, hijos de Felipe III de Francia, recibía la investidura de su reino de manos del papa, pero la invasión de Cataluña por tropas francesas fracasó en 1285 y el sucesor de Pedro, Alfonso III, tuvo la posibilidad de negociar, entre 1286 y 1291, fecha en la que tanto Francia como Roma reconocían ya el derecho de Alfonso a sus reinos a cambio de una hipotética ayuda para restaurar en Sicilia la situación anterior a 1282 […] III. – LA EUROPA NÓRDICA: DINAMARCA, NORUEGA Y SUECIA. Guía: Las monarquías de los llamados países escandinavos, Dinamarca, Suecia y Noruega, habían sufrido también un largo proceso de feudalización, y la Iglesia junto con la nobleza, ejerció allí una gran influencia sobre la monarquía. Pero también aquí, a lo largo del siglo XIII, va hacer suyas las ideas de afirmación del poder real y, especialmente en Dinamarca, va a poner en práctica modelos institucionales, a imitación de los ingleses, y se apoyará en funcionarios fieles al soberano para hacer cumplir sus órdenes, Sheriffs. Los monarcas nórdicos encontraron en la conquista de territorios, especialmente en tierras eslavas, una de las formas de afirmación monárquica. De ésta forma asistimos a la expansión de Dinamarca por la zona oriental del Báltico; de Suecia, conquistando territorios bajo el dominio de Novgorod y en suelo finlandés, y de Noruega, expansionándose por Islandia y Groenlandia. Debido a la gran riqueza maderera y pesquera, estos reinos jugarán un gran papel en el campo comercial. IV. – LAS MONARQUÍAS DE LA EUROPA CENTRAL Y ORIENTAL. Guía: Las monarquías de Europa central: Bohemia, Hungría y Polonia, no lograron librarse de la influencia alemana y, aunque, durante la época del Gran Interregno, hubo intentos de escapar del influjo alemán (Bohemia, con Ottokar II (1253-1278), estos fueron efímeros. Los monarcas centroeuropeos reinaban sobre países con una nobleza fuerte, de lealtad dudosa y expuestos a las ansias expansionistas de sus vecinos. Europa Nórdica, Central y Oriental. Las monarquías de los llamados países escandinavos, Dinamarca, Suecia y Noruega, habían sufrido también un largo proceso de feudalización, y la Iglesia junto con la nobleza, ejerció también allí una gran influencia sobre la monarquía. Pero también aquí, a lo largo del siglo XIII, va a hacer suyas las ideas de afirmación del poder real y, especialmente en Dinamarca, va a poner en práctica modelos institucionales, a imitación de los ingleses, y se apoyará en funcionarios fieles al soberano para hacer cumplir sus órdenes, Sheriffs.Los monarcas nórdicos encontraron en la conquista de territorios, especialmente en tierras eslavas, una de las formas de afirmación monárquica. De esta forma asistimos a la expansión de Dinamarca por la zona oriental del Báltico; de Suecia conquistando territorios bajo el dominio de Novgorod y en suelo finlandés, y de Noruega expansionándose por Islandia y Groenlandia. Debido a su gran riqueza maderera y pesquera, estos reinos jugarán un gran papel en el campo comercial y volveremos a ocuparnos de ellos en el tema 32, cuando estudiemos la Hansa.A diferencia de cuanto ocurría en el resto de las monarquías europeas, las de la Europa central, Bohemia, Hungría y Polonia, no lograron librarse de la influencia alemana y, aunque, durante la época del Gran Interregno, hubo intentos de escapar del influjo alemán (Bohemia, con Ottokar II (1253-1278), estos fueron efímeros. Los monarcas centroeuropeos reinaban sobre países con una nobleza fuerte, de lealtad dudosa y expuestos a las ansias expansionistas de sus vecinos. Tema 18