Analisis de la muerte y la brujula.

March 26, 2018 | Author: soool13 | Category: Hasidic Judaism, Kabbalah, Torah, Detective Fiction, Narration


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LA MUERTE Y LA BRUJULA1. Este cuento fue escrito por Borges en 1942 y apareció publicado primero en la Revista Sur y luego fue incluido en Ficciones como parte de los “Artificios” publicado en 1944. 2. El cuento está dedicado a Amanda Molina Vedia –que fue una novia de Borges-. Según un artículo que encontré en internet en el sitio “Entresijos”, es también quien ideó el nombre de la quinta Triste-le-Roy ubicada al Sur de la Ciudad donde Lönrot es asesinado por Scharlach. Tiste-le-Roy significa “la tristeza es rey” o “triste el rey”. 3. Características del policial de enigma clásico: el cuento corresponde al género policial clásico, de enigma. Este género se caracteriza por tener un criminal que comete un crimen, un investigador o detective que lo investiga, un ayudante el detective que es quien generalmente narra la historia (aunque en este cuento no hay uno), y un policía. Para el enigma se utilizan tanto el pensamiento lógico-deductivo (plantear una hipótesis y plantearla por partes) como el inductivo (comprobar experimentalmente por partes hasta llegar a una idea general). El personaje del detective está construido hiperbólicamente (exagerando sus características). En general tienen pocas habilidades sociales y para eso está el ayudante q tiene la inteligencia media de cualquier lector, pero tienen inteligencia media-emocional y afectiva; son testigos de la investigación y generan intriga porque narran solo lo que los detectives les cuentan. La policía conforma junto al detective una gran antítesis ya que busca la respuesta más obvia y simple mientras que el investigador la más interesante ya que desean resolver el caso como un desafío intelectual y personal. El criminal también tiene una inteligencia superior que debe ser mayor a la de la policía pero menor a la del investigador. En “La Muerte y la Brújula” el criminal (Scharlach) tiene una inteligencia superior a la del detective (Lönrot). Lönrot deja que se publique su línea de investigación, cuando muere Yarmolinsky expresamente le dice a Treviranus que el móvil del asesinato que manifestaba (que trataron de robar los zafiros al Tretarca de Galilea pero entraron ahí por error, lo que finalmente se descubre que efectivamente es así) no era “interesante”. Hasta último momento le pregunta a Scarlach si buscaba el “Nombre secreto” –lo cual demuestra que estaba engañado-. Por algo el cuento es referenciado también como “el cazador, cazado”. 4. Narración – Elementos formales: la lectura es directa, exenta de complicaciones lingüísticas y obstáculos d técnicas narrativas. La narración es lineal, los acontecimientos son narrados cronológicamente obedeciendo a una estructura lógica de causa-efecto por un narrador omnisciente. Sin embargo, al comienzo del cuento, hay una analepsis (salto atrás en el tiempo) que anticipa una serie de crímenes y nos da un indicio de la muerte de Lönrot. El tiempo base de la narración es el pasado. El empleo del tiempo en el desarrollo del hilo narrataivo es estrictamente cronológico y no se emplean recursos como el de fragmentación narrativa, saltos temporales, recuerdos. Sin embargo hay que señalar las tres rupturas del hilo narrativo creadas por las tres frases que sirven de clave para la investigación de L: “La primera letra del nombre de Dios ha sido articulada” “La segunda…” “La última…” Estas frases separan el texto temática y visualmente. En el primer párrafo hay un bosquejo de los acontecimientos y se resume el desarrollo de los acontecimientos y se introduce a los dos principales personajes y su rivalidad. También hay una referencia a Auguste Dupin (el investigador de Poe de Crímenes de la Rue Morgue, que es una alusión). Después podríamos dividir el texto en cuatro etapas o pistas que llevan hasta el final en la quinta Triste-le-Roy: a) La primera el asesinato de Yarmolinsky, donde se desarrollan los personajes de Lon y Tre; b) La narración salta a la segunda pista con un breve descripción del asesinado de Daniel Azevedo; c) luego se pasa a la tercer pista que, como lo advierte Treviranus es un mero simulacro. Después de cada crimen Borges da detalles inconclusos del personaje asesinado o raptado; d) La recepción de la carta cambia el ritmo de la narración al indicar al L y al lector que habrá un cuarto crimente. La cuarta pista ocupa exactamente la mitad de la narración. Hay minuciosas descripciones del viaje de L a la quinta, de sus jardines, su arquitectura, detalles del encuentro entre L y S, una descripción de cómo S tejió el laberinto hasta el momento en que hace fuego. 5. El cuento tiene dos competencias culturales esenciales para comprender el sentido del texto: La cábala judía y el hasidismo : La cábala judía es la interpretación del Antiguo Testamento. La cábala es una disciplina y escuela de pensamiento esotérico relacionada con el judaísmo. Utiliza varios métodos para analizar sentidos recónditos de la Torá (texto sagrado de los judíos, al que los cristianos denominan Pentateuco, que es uno de los libros que encuentra Lönrot en la habitación de Yarmolinsky, y que representa los primeros cinco libros de la Biblia). Los cabalistas eran quienes llevaban a cabo este estudio de la Torá ideando un método para descifrar los significados del Antiguo Testamento. Ellos encontraron 99 nombres de Dios y pensaban que el número 100 era el verdadero, y al conocerlo, sabrías la esencia de Dios, podrías crear con la palabra. La cábala busca simetrías, reiteraciones, equivalencias, etc. Esto se relaciona con todas las referencias matemáticas –especialmente de la geometría- que tiene el cuento. En el cuento hay variadas referencias vinculadas a la cábala judía. En la habitación de Yarmolinsky se encuentran diversos El primero de los asesinados es un doctor (Marcelo Yarmolinsky) que era un delegado de Pódolsk. Según una investigación de Arturo Echavarría sobre Borges, el autor en este cuento alude a Podolia, región de los Cárpatos, en donde se origina la secta de los Hasidim fundada por Baal Shem. Esta secta es un movimiento religioso de importancia en parte de lo que hoy se conoce como Polonia y Ucrania. Yarmolinsky parece ser un apellido eslavo por lo que podría considerárselo un adepto o cercano a los Hasidim. Así, de los libros encontrados en la habitación (son 7), salvo “Examen de la filosof{ia de Robert Fludd”, “Vindicación de la Cábala” , la traducción literal de “Sepher Yezirah” (“Libro de la creación”, es el más importante de la cábala), la monografía en alemán sobre el Tetragamaton (cuatro letras que serían el nombre de Dios – en el libro aparece como JHVH) y el libro sobre la nomenclatura divina del Pentateuco pertenecerían a la cabalística. Y “Biografia de Baal Shem” y la “Historia de la secta de los Hasidim” al hasidismo.. Ambas vertientes, vinculadas entre sí, son doctrinas místicas. Podemos aquí encontrar una de las “transposiciones” del relato: el hecho de un “puro razonador” como Lönnrot, se entregue al estudio de dos corrientes de pensamiento religiosa que repudian la razón en lo concerniente a la relación del hombre con la divinidad importancia al carácter antiracionalista de estas creencias y prácticas. . Es importante destacar que Borges salvo cuando Treviranus le dice a Lönnrot que se lleve los libros porque no tiene tiempo para las “supersticiones” judías, NO le otorga ninguna Más aún Scharlach confiesa al final que se enteró por la prensa (el Yidische Zaitung que es un nombre que no existe) que Lönnrot pensaba que se trataba de una historia de crímenes rituales perpetrados por algunos de los adeptos de esas sectas religiosas judías en busca del Nombre Secreto de Dios que fue la “Historia de la secta de los Hasidim” (que Borges se encarga de menospreciar diciendo que un tendero de esos que ha descubierto que cualquier hombre se resigna a comprar cualquier libro decidió hacer una edición popular que es la que leyó Scarlach), junto a una brújula, un puñal, los rombos de una pinturería y una palabra griega lo que le permitió tejer la red para atrapar a Lönrot. 6. Los valores religiosos en el cuento: Destacan algunos autores (Echavarría) al final del cuento cuando L le pregunta a S si busca el “Nombre Secreto” y este contesta que busca algo más efímero y deleznable (a L), ninguno de los dos utiliza la palabra “Dios”. De hecho S, en su repuesta, implícitamente está sustituyendo el nombre de Dios por el de un hombre que para él es un ser despreciable (L). El mundo de este cuento es un mundo sin Dios. Los nombres y atributos de Dios son enfrentados con símbolos y luego como manifestaciones de la maldad y la crueldad. 7. El cuento, los símbolos, la matemática: Lugares: Aunque no surge evidente por los nombres alemanes o escandinavos, el propio Borges afirma que el cuento trascurre en Bs. As. La Rue de Toulon es el paseo de Julio, la referencia a las aguas del color del desierto, se refieren al color del Río de la Plata. Triste le Roy es el hotel donde Herbert Ashe recibió y tal vez no leyó el tomo undécimo de una enciclopedia ilusoria. El desarrollo del cuento se sitúa en cuatro lugares, el Hotel du Nord, el umbral de una antigua pinturería del oeste de la ciudad, Liverpool House en el este y la quinta. Los cuatro lugares representan los cuatro puntos cardinales que simbólicamente configuran un cuadrado, una unidad o totalidad absolutas. Los cuatro lugares se parecen entre si con referencias ambivalentes a la divinidad/satanidad. Las imágenes de prisma y torre del Hotel y la referencia a la cárcel y casa mala, no es tan distinta de la simetría arquitectónica de la quinta. La cárcel a su vez refiere al inframundo, L en la quinta va al sótano y luego sube. La pinturería está situada en un callejón final que se describe como el más desamparado y vacío hueco de los suburbios. En la Liverpool House conviven el cosmorama y la lechería, y el Hotel reúne la aborrecida blancura de un sanatorio. En el Hotel y la quinta hay referencias a ríos –del color del desierto y riachuelo de aguas barrosas-. En cuanto a los personajes, también aquí hay una simetría pues Lonnrot quiere decir “el rojo”. Algunos sostienen que son el mismo personaje. L es el puro razonador y S el que entiende su lógica al menor detalle. También hay simetría en la descripción de las heridas recibidas por Yarmolinsky y Azevedo: Una puñalada profunda le había partido el pecho/Una puñalada profunda le había rajado el pecho. Los lugares de los crímenes están caracterizados por “desierto” y “soledad”, dos variantes de un mismo sentido. La imagen del rombo, figura geométrica que remite a los lugares de los cuatro crímenes, se sugiere casi desde el principio. La frase “la segunda….” Está escrita en la pared de la pinturería sobre rombos amarillos y rojos. En el supuesto tercer crimen una de las mujeres del bar recodó ´losanges amarillos, rojos y verdes de los arlequines. En la quinta L observa la luna que atravesaba los losanges de las ventanas que eran amarillos, rojos y verdes. Al terminar el cuento miró los árboles y el cielo subdivididos en rombos turbiamente amarillos, verdes y rojos. Los colores q se repiten tienen una función asociativa y el rojo es el color simbólico de la sangre Hay una referencia al 3 que luego se “convierte” en 4. Cuando el triángulo equilátero y místico se convierte en rombo, dos triángulos con una base común. La dualidad es una estructura simbólica subyacente que remite al espejismo yo/otro L/S. En la quinta hay gran cantidad de símbolos que prefiguran a esta dualidad que a la vez connota la unidad trascendente (amanecer y ocaso; oriente y occidente, un empezar y un acabar; la unidad traída por la muerte; dos Dianas, dobles escalinatas, Hermes de dos caras, Jano bifronte). También hay en el texto referencias a figuras circulares (luna amarilla y circular, antecámaras circulares, escalera espiral), a la línea recta, etc. Todas las figuras geométricas tienen connotaciones místicas También hay simetría temporal y espacial en los crímenes cometidos el día 3, y el triángulo, etc. Luego se convierte todos los 3 en 4. El día del crimen se interpreta 4 por el párrafo subrayado en el libro encontrado en la habitación de Grinzberg/Grinsburg/Griphyus que determina que le día hebreo comienza al anochecer y dura hasta el siguiente. El nombre de Dios JHVH (tetragrammaton de 4 letras) determina la codificación del campo semánticos dentro del cual opera L. Cuando llama Ginsberg dice que estaba dispuesto a comunicar los hechos de los dos sacrificios de Azevedo y Yarmolinsky. Esto se vincula con afirmación de S que manifiesta que al leer la Historia de los Hasidim se entera que esta secta en busca del nombre de Dios había llegado a cometer sacrificios humanos. El propio Borges en su prólogo dice que lo que le inspiró el cuento es la fantasía del sacrificio de 4 vidas para obtener las 4 letras de nombre de Dios. Al llegar L a la quinta, el anochecer, el horizonte, el ocaso subrayan el confin entre la vida y la muerte. La polaridad entre amanecer/ocaso, oriente/occidente, subrayan la dualidad pero apuntan a la unidad cósmica,. L/S son versiones de un mismo arquetipo, la referencia al Jano bifronte también apunta a esto. El último párrafo del laberinto implica la creencia arquetípica del eterno retorno. Según Piglia este cuento tiene la estructura de un oráculo: hay alguien que está ahí para recibir un relato, pero hasta el final no comprende que esa historia es la suya y que define su destino. Vinculado a la cuestión de la dualidad podría interpretarse que al morir L muerte también S y que esas serían las 4 muertes. 8. El laberinto: En la última conversación entre L y S, L le dice que a su laberinto le sobran 3 líneas. Y le habla de un laberinto griego de una sola línea y le solicita que si en otro avatar le quiere dar caza cometa un crimen en A, luego un segundo crimen en B a 8 km., luego retroceda 4 km hasta C y cometa el tercero y luego lo espere entre D, a 2 km. de A y C. El laberinto griego al que se refiere es la paradoja de Zenón de Elea, conforme el cual una recta es infinita y aunque sus segmentos son finitos pueden dividirse en infinitos intervalos sucesivos de longitud. La quinta es descripta como un laberinto creado por Scharlach. La cábala es un laberinto de palabras cuyo centro es el nombre de Dios, y el centro de la vida es su sentido. En el centro esta lo peligroso y lo valioso, o algo que se quiere esconder. En el laberinto S se venga del pasado y L sigue su vida en línea recta como el laberinto que describe. Según Guillermo Martínez habría otro modo de formar el laberinto de la línea recta situando el lugar del último crimen entre C y B, en lugar de entre A y C. Los asesinos La puerta del restaurante de Henry se abrió y entraron dos hombres que se sentaron al mostrador. -¿Qué van a pedir? -les preguntó George. -No sé -dijo uno de ellos-. ¿Tú qué tienes ganas de comer, Al? -Qué sé yo -respondió Al-, no sé. Afuera estaba oscureciendo. Las luces de la calle entraban por la ventana. Los dos hombres leían el menú. Desde el otro extremo del mostrador, Nick Adams, quien había estado conversando con George cuando ellos entraron, los observaba. -Yo voy a pedir costillitas de cerdo con salsa de manzanas y puré de papas -dijo el primero. -Todavía no está listo. -¿Entonces para qué carajo lo pones en la carta? -Esa es la cena -le explicó George-. Puede pedirse a partir de las seis. George miró el reloj en la pared de atrás del mostrador. -Son las cinco. -El reloj marca las cinco y veinte -dijo el segundo hombre. -Adelanta veinte minutos. -Bah, a la mierda con el reloj -exclamó el primero-. ¿Qué tienes para comer? -Puedo ofrecerles cualquier variedad de sándwiches -dijo George-, jamón con huevos, tocineta con huevos, hígado y tocineta, o un bisté. -A mí dame suprema de pollo con arvejas y salsa blanca y puré de papas. -Esa es la cena. -¿Será posible que todo lo que pidamos sea la cena? -Puedo ofrecerles jamón con huevos, tocineta con huevos, hígado… -Jamón con huevos -dijo el que se llamaba Al. Vestía un sombrero hongo y un sobretodo negro abrochado. Su cara era blanca y pequeña, sus labios angostos. Llevaba una bufanda de seda y guantes. -Dame tocineta con huevos -dijo el otro. Era más o menos de la misma talla que Al. Aunque de cara no se parecían, vestían como gemelos. Ambos llevaban sobretodos demasiado ajustados para ellos. Estaban sentados, inclinados hacia adelante, con los codos sobre el mostrador. -¿Hay algo para tomar? -preguntó Al. -Gaseosa de jengibre, cerveza sin alcohol y otras bebidas gaseosas -enumeró George. -Dije si tienes algo para tomar. -Sólo lo que nombré. -Es un pueblo caluroso este, ¿no? -dijo el otro- ¿Cómo se llama? -Summit. -¿Alguna vez lo oíste nombrar? -preguntó Al a su amigo. -No -le contestó éste. -¿Qué hacen acá a la noche? -preguntó Al. -Cenan -dijo su amigo-. Vienen acá y cenan de lo lindo. -Así es -dijo George. -¿Así que crees que así es? -Al le preguntó a George. -Seguro. -Así que eres un chico vivo, ¿no? -Seguro -respondió George. -Pues no lo eres -dijo el otro hombrecito-. ¿No es cierto, Al? -Se quedó mudo -dijo Al. Giró hacia Nick y le preguntó-: ¿Cómo te llamas? -Adams. -Otro chico vivo -dijo Al-. ¿No es vivo, Max? -El pueblo está lleno de chicos vivos -respondió Max. George puso las dos bandejas, una de jamón con huevos y la otra de tocineta con huevos, sobre el mostrador. También trajo dos platos de papas fritas y cerró la portezuela de la cocina. -¿Cuál es el suyo? -le preguntó a Al. -¿No te acuerdas? -Jamón con huevos. -Todo un chico vivo -dijo Max. Se acercó y tomó el jamón con huevos. Ambos comían con los guantes puestos. George los observaba. -¿Qué miras? -dijo Max mirando a George. -Nada. -Cómo que nada. Me estabas mirando a mí. -En una de esas lo hacía en broma, Max -intervino Al. George se rió. –Tú no te rías -lo cortó Max-. No tienes nada de qué reírte, ¿entiendes? -Está bien -dijo George. -Así que piensas que está bien -Max miró a Al-. Piensa que está bien. Esa sí que está buena. -Ah, piensa -dijo Al. Siguieron comiendo. -¿Cómo se llama el chico vivo ése que está en la punta del mostrador? -le preguntó Al a Max. -Ey, chico vivo -llamó Max a Nick-, anda con tu amigo del otro lado del mostrador. -¿Por? -preguntó Nick. -Porque sí. -Mejor pasa del otro lado, chico vivo -dijo Al. Nick pasó para el otro lado del mostrador. -¿Qué se proponen? -preguntó George. -Nada que te importe -respondió Al-. ¿Quién está en la cocina? -El negro. -¿El negro? ¿Cómo el negro? -El negro que cocina. -Dile que venga. -¿Qué se proponen? -Dile que venga. -¿Dónde se creen que están? -Sabemos muy bien dónde estamos -dijo el que se llamaba Max-. ¿Parecemos tontos acaso? -Por lo que dices, parecería que sí -le dijo Al-. ¿Qué tienes que ponerte a discutir con este chico? -y luego a George-: Escucha, dile al negro que venga acá. -¿Qué le van a hacer? -Nada. Piensa un poco, chico vivo. ¿Qué le haríamos a un negro? George abrió la portezuela de la cocina y llamó: -Sam, ven un minutito. El negro abrió la puerta de la cocina y salió. -¿Qué pasa? -preguntó. Los dos hombres lo miraron desde el mostrador. -Muy bien, negro -dijo Al-. Quédate ahí. El negro Sam, con el delantal puesto, miró a los hombres sentados al mostrador: -Sí, señor -dijo. Al bajó de su taburete. -Voy a la cocina con el negro y el chico vivo -dijo-. Vuelve a la cocina, negro. Tú también, chico vivo. El hombrecito entró a la cocina después de Nick y Sam, el cocinero. La puerta se cerró detrás de ellos. El que se llamaba Max se sentó al mostrador frente a George. No lo miraba a George sino al espejo que había tras el mostrador. Antes de ser un restaurante, el lugar había sido una taberna. -Bueno, chico vivo -dijo Max con la vista en el espejo-. ¿Por qué no dices algo? -¿De qué se trata todo esto? -Ey, Al -gritó Max-. Acá este chico vivo quiere saber de qué se trata todo esto. -¿Por qué no le cuentas? -se oyó la voz de Al desde la cocina. -¿De qué crees que se trata? -No sé. -¿Qué piensas? Mientras hablaba, Max miraba todo el tiempo al espejo. -No lo diría. -Ey, Al, acá el chico vivo dice que no diría lo que piensa. -Está bien, puedo oírte -dijo Al desde la cocina, que con una botella de ketchup mantenía abierta la ventanilla por la que se pasaban los platos-. Escúchame, chico vivo -le dijo a George desde la cocina-, aléjate de la barra. Tú, Max, córrete un poquito a la izquierda -parecía un fotógrafo dando indicaciones para una toma grupal. -Dime, chico vivo -dijo Max-. ¿Qué piensas que va a pasar? George no respondió. -Yo te voy a contar -siguió Max-. Vamos a matar a un sueco. ¿Conoces a un sueco grandote que se llama Ole Andreson? -Sí. -Viene a comer todas las noches, ¿no? -A veces. -A las seis en punto, ¿no? -Si viene. -Ya sabemos, chico vivo -dijo Max-. Hablemos de otra cosa. ¿Vas al cine? -De vez en cuando. -Tendrías que ir más seguido. Para alguien tan vivo como tú, está bueno ir al cine. -¿Por qué van a matar a Ole Andreson? ¿Qué les hizo? -Nunca tuvo la oportunidad de hacernos algo. Jamás nos vio. -Y nos va a ver una sola vez -dijo Al desde la cocina. -¿Entonces por qué lo van a matar? -preguntó George. -Lo hacemos para un amigo. Es un favor, chico vivo. -Cállate -dijo Al desde la cocina-. Hablas demasiado. -Bueno, tengo que divertir al chico vivo, ¿no, chico vivo? -Hablas demasiado -dijo Al-. El negro y mi chico vivo se divierten solos. Los tengo atados como una pareja de amigas en el convento. -¿Tengo que suponer que estuviste en un convento? -Uno nunca sabe. -En un convento judío. Ahí estuviste tú. George miró el reloj. -Si viene alguien, dile que el cocinero salió. Si después de eso se queda, le dices que cocinas tú. ¿Entiendes, chico vivo? -Sí -dijo George-. ¿Qué nos harán después? -Depende -respondió Max-. Esa es una de las cosas que uno nunca sabe en el momento. George miró el reloj. Eran las seis y cuarto. La puerta de la calle se abrió y entró un conductor de tranvías. -Hola, George -saludó-. ¿Me sirves la cena? -Sam salió -dijo George-. Volverá en alrededor de una hora y media. -Mejor voy a la otra cuadra -dijo el chofer. George miró el reloj. Eran las seis y veinte. -Estuviste bien, chico vivo -le dijo Max-. Eres un verdadero caballero. -Sabía que le volaría la cabeza -dijo Al desde la cocina. -No -dijo Max-, no es eso. Lo que pasa es que es simpático. Me gusta el chico vivo. A las siete menos cinco George habló: -Ya no viene. Otras dos personas habían entrado al restaurante. En una oportunidad George fue a la cocina y preparó un sándwich de jamón con huevos “para llevar”, como había pedido el cliente. En la cocina vio a Al, con su sombrero hongo hacia atrás, sentado en un taburete junto a la portezuela con el cañón de un arma recortada apoyado en un saliente. Nick y el cocinero estaban amarrados espalda con espalda con sendas toallas en las bocas. George preparó el pedido, lo envolvió en papel manteca, lo puso en una bolsa y lo entregó. El cliente pagó y salió. -El chico vivo puede hacer de todo -dijo Max-. Cocina y hace de todo. Harías de alguna chica una linda esposa, chico vivo. -¿Sí? -dijo George- Su amigo, Ole Andreson, no va a venir. -Le vamos a dar otros diez minutos -repuso Max. Max miró el espejo y el reloj. Las agujas marcaban las siete en punto, y luego siete y cinco. -Vamos, Al -dijo Max-. Mejor nos vamos de acá. Ya no viene. -Mejor esperamos otros cinco minutos -dijo Al desde la cocina. En ese lapso entró un hombre, y George le explicó que el cocinero estaba enfermo. -¿Por qué carajo no consigues otro cocinero? -lo increpó el hombre- ¿Acaso no es un restaurante esto? -luego se marchó. -Vamos, Al -insistió Max. -¿Qué hacemos con los dos chicos vivos y el negro? -No va a haber problemas con ellos. -¿Estás seguro? -Sí, ya no tenemos nada que hacer acá. -No me gusta nada -dijo Al-. Es imprudente, tú hablas demasiado. -Uh, qué te pasa -replicó Max-. Tenemos que entretenernos de alguna manera, ¿no? -Igual hablas demasiado -insistió Al. Éste salió de la cocina, la recortada le formaba un ligero bulto en la cintura, bajo el sobretodo demasiado ajustado que se arregló con las manos enguantadas. -Adiós, chico vivo -le dijo a George-. La verdad es que tuviste suerte. -Cierto -agregó Max-, deberías apostar en las carreras, chico vivo. Los dos hombres se retiraron. George, a través de la ventana, los vio pasar bajo el farol de la esquina y cruzar la calle. Con sus sobretodos ajustados y esos sombreros hongos parecían dos artistas de variedades. George volvió a la cocina y desató a Nick y al cocinero. -No quiero que esto vuelva a pasarme -dijo Sam-. No quiero que vuelva a pasarme. Nick se incorporó. Nunca antes había tenido una toalla en la boca. -¿Qué carajo…? -dijo pretendiendo seguridad. -Querían matar a Ole Andreson -les contó George-. Lo iban a matar de un tiro ni bien entrara a comer. -¿A Ole Andreson? -Sí, a él. El cocinero se palpó los ángulos de la boca con los pulgares. -¿Ya se fueron? -preguntó. -Sí -respondió George-, ya se fueron. -No me gusta -dijo el cocinero-. No me gusta para nada. -Escucha -George se dirigió a Nick-. Tendrías que ir a ver a Ole Andreson. -Está bien. -Mejor que no tengas nada que ver con esto -le sugirió Sam, el cocinero-. No te conviene meterte. -Si no quieres no vayas -dijo George. -No vas a ganar nada involucrándote en esto -siguió el cocinero-. Mantente al margen. -Voy a ir a verlo -dijo Nick-. ¿Dónde vive? El cocinero se alejó. -Los jóvenes siempre saben qué es lo que quieren hacer -dijo. -Vive en la pensión Hirsch -George le informó a Nick. -Voy para allá. Afuera, las luces de la calle brillaban por entre las ramas de un árbol desnudo de follaje. Nick caminó por el costado de la calzada y a la altura del siguiente poste de luz tomó por una calle lateral. La pensión Hirsch se hallaba a tres casas. Nick subió los escalones y tocó el timbre. Una mujer apareció en la entrada. -¿Está Ole Andreson? -¿Quieres verlo? -Sí, si está. Nick siguió a la mujer hasta un descanso de la escalera y luego al final de un pasillo. Ella llamó a la puerta. -¿Quién es? -Alguien que viene a verlo, señor Andreson -respondió la mujer. -Soy Nick Adams. -Pasa. Nick abrió la puerta e ingresó al cuarto. Ole Andreson yacía en la cama con la ropa puesta. Había sido boxeador peso pesado y la cama le quedaba chica. Estaba acostado con la cabeza sobre dos almohadas. No miró a Nick. -¿Qué pasa? -preguntó. -Estaba en el negocio de Henry -comenzó Nick-, cuando dos tipos entraron y nos ataron a mí y al cocinero, y dijeron que iban a matarlo. Sonó tonto decirlo. Ole Andreson no dijo nada. -Nos metieron en la cocina -continuó Nick-. Iban a dispararle apenas entrara a cenar. Ole Andreson miró a la pared y siguió sin decir palabra. -George creyó que lo mejor era que yo viniera y le contase. -No hay nada que yo pueda hacer -Ole Andreson dijo finalmente. -Le voy a decir cómo eran. -No quiero saber cómo eran -dijo Ole Andreson. Volvió a mirar hacia la pared: -Gracias por venir a avisarme. -No es nada. Nick miró al grandote que yacía en la cama. -¿No quiere que vaya a la policía? -No -dijo Ole Andreson-. No sería buena idea. -¿No hay nada que yo pueda hacer? -No. No hay nada que hacer. -Tal vez no lo dijeron en serio. -No. Lo decían en serio. Ole Andreson volteó hacia la pared. -Lo que pasa -dijo hablándole a la pared- es que no me decido a salir. Me quedé todo el día acá. -¿No podría escapar de la ciudad? -No -dijo Ole Andreson-. Estoy harto de escapar. Seguía mirando a la pared. -Ya no hay nada que hacer. -¿No tiene ninguna manera de solucionarlo? -No. Me equivoqué -seguía hablando monótonamente-. No hay nada que hacer. Dentro de un rato me voy a decidir a salir. -Mejor vuelvo adonde George -dijo Nick. -Chau -dijo Ole Andreson sin mirar hacia Nick-. Gracias por venir. Nick se retiró. Mientras cerraba la puerta vio a Ole Andreson totalmente vestido, tirado en la cama y mirando a la pared. -Estuvo todo el día en su cuarto -le dijo la encargada cuando él bajó las escaleras-. No debe sentirse bien. Yo le dije: “Señor Andreson, debería salir a caminar en un día otoñal tan lindo como este”, pero no tenía ganas. -No quiere salir. -Qué pena que se sienta mal -dijo la mujer-. Es un hombre buenísimo. Fue boxeador, ¿sabías? -Sí, ya sabía. -Uno no se daría cuenta salvo por su cara -dijo la mujer. Estaban junto a la puerta principal-. Es tan amable. -Bueno, buenas noches, señora Hirsch -saludó Nick. -Yo no soy la señora Hirsch -dijo la mujer-. Ella es la dueña. Yo me encargo del lugar. Yo soy la señora Bell. -Bueno, buenas noches, señora Bell -dijo Nick. -Buenas noches -dijo la mujer. Nick caminó por la vereda a oscuras hasta la luz de la esquina, y luego por la calle hasta el restaurante. George estaba adentro, detrás del mostrador. -¿Viste a Ole? -Sí -respondió Nick-. Está en su cuarto y no va a salir. El cocinero, al oír la voz de Nick, abrió la puerta desde la cocina. -No pienso escuchar nada -dijo y volvió a cerrar la puerta de la cocina. -¿Le contaste lo que pasó? -preguntó George. -Sí. Le conté pero él ya sabe de qué se trata. -¿Qué va a hacer? -Nada. -Lo van a matar. -Supongo que sí. -Debe haberse metido en algún lío en Chicago. -Supongo -dijo Nick. -Es terrible. -Horrible -dijo Nick. Se quedaron callados. George se agachó a buscar un repasador y limpió el mostrador. -Me pregunto qué habrá hecho -dijo Nick. -Habrá traicionado a alguien. Por eso los matan. -Me voy a ir de este pueblo -dijo Nick. -Sí -dijo George-. Es lo mejor que puedes hacer. -No soporto pensar que él espera en su cuarto y sabe lo que le pasará. Es realmente horrible. -Bueno -dijo George-. Mejor deja de pensar en eso. FIN Los asesinos. Cuento narrado en tercera persona, muestra a dos asesinos de Chicago que abren las puertas del restaurante Henry en un oscuro pueblo llamado Summit. El cuento se sostiene mediante el diálogo: cortante, seco, frío, objetivo, condicionante de la acción, marcado por una magistral caracterización sicológica de los personajes. El autor no penetra en los pensamientos de los personajes ni tampoco hace descripciones de personajes o acciones que están fuera del ámbito del enfoque Documents Similar To Analisis de la muerte y la brujula. 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